fredric brown - ven y enloquece

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Fredric Brown Ven y enloquece Título original: The Best of Fredric Brown Fredric Brown, 1976 Traducción: Mª Teresa Segur Ilustración portada: Isidre Monés Editor digital: viejo_oso ePub base r1.0

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  • Fredric Brown

    Ven y enloquece

    Ttulo original: The Best of Fredric Brown

    Fredric Brown, 1976 Traduccin: M Teresa Segur Ilustracin portada: Isidre Mons

    Editor digital: viejo_oso ePub base r1.0

  • Agradecimientos

    ABOMINABLE, 1960 by Mystery Publishing Company, Inc., for Dude, March 1960. LETTER TO A PHOENIX, 1949 by Street & Smith Publications Inc., for

    Astounding Science Fiction, August 1949. NOT YET THE END, 1941 by Standard Publishing Company for Captain Future, winter 1941. ETAOIN SHRDLU, 1942 by Street & Smith Publications, Inc., for Unknown Worlds, February 1942. ARMAGEDDON, 1941 by Street & Smith Publications, Inc., for Unknown, August

    1941. EXPERIMENT (in Two Timer), 1954 by Galaxy Publishing Corporation for Galaxy Science Fiction, February 1954. THE SHORT HAPPY LIVES OF EUSTACE WEAVER I, II & III, 1961 by Davis Publications, Inc., first published in Ellery Queens Mistery Magazine under the title Of Time and Eustace Weaver.

    RECONCILIATION, 1954 by Fredric Brown for Angels and Spaceships. NOTHING SIRIUS, 1944 by Standard Publishing Company for Captain Future, spring 1944. PATTERN, 1954 by Fredric Brown for Angels and Spaceships. THE YEHUDI PRINCIPLE, 1944 by Street & Smith Publications, Inc., for Astounding Science Fiction, May 1944.

    COME AND GO MAD, 1949 by Weird Tales for Weird Tales, July 1949. THE END, 1961 by Fredric Brown for Nightmares and Geezenstacks.

  • Presentacin

    Ven y enloquece (de gusto), querido lector

    En El ratn estelar ofrecimos quince de los mejores relatos de Fredric Brown, el

    autor de ciencia ficcin que mayor dominio ha alcanzado en el peculiar y difcil arte del relato supercorto. La presente antologa incluye doce relatos y una novela corta (Ven y enloquece, una de las ms famosas narraciones de Brown), y, junto con El ratn estelar, constituye una muestra amplia y representativa de la produccin de este escritor singular a lo largo de ms de veinte aos de fecunda actividad creadora.

    Excelente autor de misterio a la vez que de ciencia ficcin (obtuvo el codiciado Premio Edgar Allan Poe, otorgado por la Asociacin de Escritores de Misterio de Amrica), sus narraciones ms largas (o menos cortas) no slo son virtuossimas exhibiciones de originalidad e inventiva, sino tambin pequeas obras maestras en el difcil arte de captar irresistiblemente la atencin del lector. Pero aunque Brown no hubiera escrito ms que sus clebres y celebradas SS (Super-Short Stories, relatos supercortos), se habra ganado un lugar muy especial y muy alto en el campo de la ciencia ficcin, y merecera ms difusin en castellano de la que ha tenido. Pues probablemente sea Brown el nico gran maestro de la edad de oro de la ciencia ficcin que sigue siendo casi desconocido entre nosotros (a nivel de gran pblico, se entiende; el lector adicto le conoce bien). La causa de este injusto olvido tal vez se deba a que Brown escribi pocas novelas.

    Pocas y muy especiales. En una poca en que los autores del gnero competan en la concepcin de colosales epopeyas csmicas y grandiosas visiones espacio-temporales, Brown da una leccin de objetividad y comedimiento con una novela como Por las sendas estrelladas, que, adelantndose a su poca (si la ciencia ficcin siempre lo hace, en ocasiones como sta lo hace doblemente), aborda con honesta sencillez, desde una perspectiva de cotidianeidad, los problemas psicolgicos y sociales de la conquista del

    espacio. Y el comedimiento, en una poca de autores prolferos y desmedidos, no es la mejor forma de obtener la popularidad; aunque s puede ser la forma de ganar la admiracin de colegas y expertos, como sin duda la obtuvo Brown. Esperamos que las dos antologas que hemos dedicado a este extraordinario autor, prematuramente fallecido en 1972 a causa de una afeccin pulmonar, contribuyan a dar a conocer entre los lectores hispanoparlantes a uno de los ms originales y sutiles talentos de

    la ciencia ficcin de todos los tiempos. CARLO FRABETTI

  • Abominable

    Sir Chauncey Atherton se despidi de los guas sherpas, que iban a acampar all y dejarle continuar solo. Estaban en tierras del Abominable Hombre de las Nieves, varios centenares de kilmetros al norte del monte Everest, en el Himalaya. Los Abominables

    Hombres de las Nieves se haban dejado ver ocasionalmente en el Everest y en otras montaas tibetanas o nepalesas; pero el monte Oblimov, al pie del cual dejaba ahora a sus guas nativos, estaba tan lleno de ellos que ni siquiera los sherpas se atrevan a escalarlo; aunque le aseguraron que esperaran all su regreso, en el caso de que regresara. Haba que ser muy valiente para aventurarse ms all de aquel punto. Sir Chauncey era muy valiente. Adems, era un verdadero perito en cuestin de mujeres, razn por la que se

    encontraba all y a punto de intentar, en solitario, no slo una peligrosa ascensin sino tambin un rescate an ms peligroso. Si Lola Grabaldi an viva, se hallaba en poder de un Abominable Hombre de las Nieves. Sir Chauncey nunca haba visto a Lola Grabaldi en persona. En realidad, haca menos de un mes que se haba enterado de su existencia, al ver la nica pelcula cinematogrfica que ella haba protagonizado, y gracias a la cual se convirti sbitamente

    en un personaje legendario, en la mujer ms hermosa de la Tierra, en la estrella cinematogrfica ms encantadora que Italia haba engendrado jams; y sir Chauncey no lograba comprender que siquiera Italia lo hubiera hecho. En una sola pelcula remplaz a la Bardot, la Lollobrigida y la Ekberg como la imagen de la perfeccin femenina en la mente de todos los peritos del mundo, y sir Chauncey era el mejor perito del mundo. En cuanto la vio en la pantalla, comprendi que deba verla en persona, o morir en el intento.

    Pero, entonces, Lola Gabraldi ya haba desaparecido. A fin de tomarse unas vacaciones despus de su primera pelcula, hizo un viaje a la India y se uni a un grupo de escaladores que pensaban conquistar el monte Oblimov. El resto del grupo haba regresado, pero Lola no. Uno de ellos testific haberla visto, a demasiada distancia para alcanzarla a tiempo, secuestrada, arrastrada a la fuerza por una peluda criatura, ms o menos humana, de casi tres metros de estatura. Un Abominable Hombre de las Nieves. El grupo la haba

    buscado varios das antes de darse por vencidos y regresar a la civilizacin. Todo el mundo coincida en afirmar que, ahora, ya no haba ninguna posibilidad de encontrarla con vida. Todo el mundo menos sir Chauncey, que inmediatamente haba volado de Inglaterra a la India. Nada pudo detenerle, y ahora ascenda hacia la regin de las nieves eternas. Y, adems del equipo de alpinismo, llevaba el pesado rifle con el que, slo un ao antes, haba

    cazado tigres en Bengala. Si el arma poda matar tigres, razonaba, tambin poda matar Hombres de las Nieves. La nieve se arremolinaba en torno suyo mientras avanzaba hacia la lnea de nubes. De repente, a unos doce metros de l, que era hasta donde su vista alcanzaba, divis una monstruosa figura que no era totalmente humana. Alz el rifle y dispar. La figura cay, y sigui cayendo; se hallaba al borde de un precipicio de varios miles de metros de altura. Y, en el mismo momento del disparo, unos brazos se cerraron en torno a sir

    Chauncey. Unos brazos gruesos y peludos. Y despus, mientras una mano le inmovilizaba fcilmente, la otra le arrebat el rifle y lo dobl en forma de L con la misma facilidad que si se tratara de un palillo, tirndolo despus.

  • Se oy una voz procedente de un punto situado a unos sesenta centmetros por

    encima de su cabeza. Estate quieto y no te pasar nada. Sir Chauncey era un hombre valiente, pero una especie de gemido fue todo lo que pudo articular, pese a la aparente garanta de las palabras. La criatura situada a su espalada le mantena tan fuertemente apretado contra s, que no pudo alzar ni volver la mirada para ver que cara tena.

    Te lo explicar dijo la voz a sus espaldas. Nosotros, a los que llamis Abominables Hombres de las Nieves, somos humanos, pero transmutados. Hace muchos siglos formbamos una tribu, igual que los sherpas. Por casualidad descubrimos una droga que nos permiti cambiar fsicamente y adaptarnos, gracias a un aumento de estatura, pilosidad y otros cambios fisiolgicos, a un fro y una altitud extremos, as como trasladarnos a las montaas, a regiones donde otros no pueden sobrevivir, excepto los pocos

    das que dura una expedicin de alpinismo. Lo entiendes? S-s-s consigui articular sir Chauncey. Comenzaba a entrever un rayo de esperanza. Acaso la criatura iba a explicarle estas cosas, si pensara matarle? En este caso, continuar. Nuestro nmero es reducido, y cada da lo es ms. Por esta razn ocasionalmente capturamos, tal como te hemos capturado a ti, a un alpinista. Le damos la droga transmutadora, sufre los cambios fisiolgicos y se convierte en uno de

    nosotros. De este modo mantenemos nuestro nmero relativamente constante. P-pero balbuci sir Chauncey acaso es eso lo que le ha sucedido a la mujer que estoy buscando, Lola Grabaldi? Acaso es ahora peluda, de casi tres metros de estatura, y? Lo era. Acabas de matarla. Un miembro de nuestra tribu la haba tomado como compaera. No nos vengaremos de ti por haberla matado, pero ahora debes ocupar su lugar.

    Ocupar su lugar? Pero yo soy un hombre. Me alegro de que lo seas dijo la voz a sus espaldas. Se vio obligado a girar bruscamente, y se encontr frente a un enorme cuerpo peludo, con la cara al mismo nivel de dos montaosos senos peludos. Me alegro de que lo seas porque yo soy una Abominable Mujer de la Nieves. Sir Chauncey se desmay, siendo inmediatamente recogido y alzado en brazos, con

    la misma facilidad que si de un osito de juguete se tratara, por su nueva compaera.

  • Carta a un fnix

    Hay mucho que contarles, tanto que es difcil saber por dnde empezar. Afortunadamente, he olvidado la mayor parte de las cosas que me han sucedido. Afortunadamente, la mente tiene una capacidad limitada para recordar. Sera horrible si

    recordara los detalles de ciento ochenta mil aos, los detalles de las cuatro mil vidas enteras que he vivido desde la primera guerra atmica. Sin embargo, no he olvidado los momentos realmente importantes. Recuerdo que form parte de la primera expedicin que aterriz en Marte y de la tercera que aterriz en Venus. Recuerdo creo que fue durante la tercera gran guerra la explosin de Skora en el cielo debida a una fuerza tan superior a la fisin nuclear como una nova a nuestro sol

    moribundo. Yo era el segundo al mando en una astronave Clase Hiper-A durante la guerra contra los segundos invasores extragalcticos, los que establecieron bases en las lunas de Jpiter sin que nosotros advirtiramos su presencia y casi nos expulsaron del sistema solar antes de que descubriramos la nica arma eficaz en su contra. Entonces huyeron adonde nosotros no pudiramos seguirlos, fuera de la galaxia. Cuando lo hicimos, unos quince mil aos despus, haban desaparecido. Haca unos tres mil aos que estaban muertos.

    Y precisamente sobre esto voy a hablarles sobre esta poderosa raza y las dems; pero antes, a fin de que sepan cmo s lo que s, les hablar de m mismo. Yo no soy inmortal. En el universo slo hay un ser inmortal; ya les hablar de l en otro momento. En comparacin con l, yo soy insignificante, pero no podrn comprender ni creer lo que les diga a menos que comprendan quin soy. Un nombre no quiere decir nada, y me alegro de ello, porque no recuerdo el mo.

    Esto resulta menos extrao de lo que ustedes creen, pues ciento ochenta mil aos es mucho tiempo y, por una u otra razn, he cambiado de nombre unas mil veces o ms. Y qu puede importar menos que el nombre que me impusieron mis padres hace cientos ochenta mil aos? No soy mutante. Me sucedi cuando tena veintitrs aos, durante la primera guerra atmica. Es decir, la primera guerra en la cual ambos bandos utilizaron armas atmicas

    armas inofensivas, naturalmente, comparadas con las que se inventaron despus. Haban transcurrido menos de una docena de aos tras el descubrimiento de la bomba atmica. Las primeras bombas se lanzaron en una guerra secundaria cuando yo era pequeo. La guerra termin rpidamente, pues slo uno de los bando las posea. La primera guerra atmica no fue demasiado espantosa la primera nunca lo es. Tuve suerte, porque, si lo hubiera sido si hubiera puesto fin a una civilizacin, yo no habra sobrevivido pese al accidente biolgico que me ocurri. Si hubiera puesto fin a una civilizacin, yo no habra sido mantenido con vida durante el periodo letrgico de diecisis aos que atraves unos treinta aos despus. Pero otra vez me he adelantado al relato. Creo que tena veinte o veintin aos cuando se inici la guerra. No me reclutaron en seguida para el ejercito porque no estaba fsicamente dotado. Sufra una enfermedad bastante rara de la glndula pituitaria El sndrome de no s quin. He olvidado el nombre. Entre otras cosas, produca obesidad. Pesaba unos veinte kilos en exceso para mi

    estatura y no era muy vigoroso. Fui rechazado sin dudar. Al cabo de unos dos aos mi enfermedad haba progresado ligeramente, pero otras cosas haban progresado ms que ligeramente. En aquella poca el ejrcito reclutaba a todo

  • el mundo; habran reclutado a un ciego con un solo brazo y una sola pierna si el hombre

    hubiera estado dispuesto a luchar. Y yo estaba dispuesto a luchar. Haba perdido a mi familia en una escaramuza, odiaba mi trabajo en una fbrica de armas, y los mdicos me haban dicho que mi enfermedad era incurable y, de todos modos, slo me quedaban uno o dos aos de vida. De modo que acud a lo que restaba del ejrcito, y lo que restaba del ejrcito me acept sin dudar y me envi al frente ms prximo, que estaba a quince kilmetros de distancia. Estaba luchando al da siguiente de incorporarme.

    Recuerdo lo suficiente para saber que yo no tuve nada que ver con ello, pero dio la casualidad de que fuera precisamente entonces cuando cambi la suerte. El otro bando careca de bombas y plvora y empezaba a sufrir escasez de granadas y balas. Nosotros tambin carecamos de bombas y plvora pero ellos no haban conseguido paralizar todos nuestros medios de transporte y nosotros, s. Todava disponamos de aviones para transportar las bombas recin fabricadas, y tambin disponamos de una cierta organizacin

    que enviaba los aviones a los lugares debidos. Cerca de los lugares debidos, habra que decir; a veces las dejbamos caer por equivocacin demasiado cerca de nuestros propias tropas. Una semana despus de entrar en combate me vi nuevamente alejado de l al ser alcanzado por una de nuestras bombas de menor potencia que haba cado a unos dos kilmetros de distancia. Recobr el conocimiento, unas dos semanas despus, en un hospital de la

    retaguardia, con quemaduras de primer grado. La guerra ya haba terminado, a excepcin de los ltimos brotes de resistencia, y slo quedaba restaurar el orden y poner el mundo nuevamente en marcha. Como vern, no fue lo que yo llamara una guerra exterminadora. Aniquil la cifra no es exacta; no recuerdo la fraccin una cuarta o una quinta parte de la poblacin mundial. Quedaba la suficiente capacidad productiva y la gente suficiente, para seguir adelante; los siglos venideros fueron difciles, pero no se produjo una vuelta al

    salvajismo, ni fue necesario empezar desde cero. En tales pocas, la gente vuelve a usar velas para iluminarse y a quemar madera en calidad de combustible, pero no porque no sepa usar la electricidad o una mina de carbn; slo porque la confusin y las revoluciones ocasionan un desequilibrio temporal. Los conocimientos estn ah, en reserva hasta la reaparicin del orden. No es el mismo caso de una guerra de exterminio, en la que nueve dcimas partes

    de la poblacin de la Tierra o de la Tierra y los dems planetas son aniquiladas. Entonces es cuando el mundo retrocede hasta el salvajismo y la centsima generacin redescubre los metales para guarnecer sus lanzas. Pero vuelvo a divagar. Despus de recobrar el conocimiento en el hospital, sufr muchsimo. Se haban terminado los anestsicos. Yo tena profundas quemaduras, ocasionadas por la radiacin, que me hicieron sufrir casi intolerablemente durante los

    primeros meses hasta que, gradualmente, se curaron. No dorma eso es lo extrao. Y era algo aterrador, pues no comprenda lo que me haba sucedi, y lo desconocido siempre es aterrador. Los mdicos no me hacan demasiado caso, pues yo era uno de los millones de quemados o heridos, y me parece que no creyeron mis reiteradas declaraciones de que no poda dormir. Pensaron que haba dormido un poco y que exageraba o que estaba realmente equivocado. Pero yo no haba dormido nada. No puede dormir hasta mucho despus de abandonar el hospital, curado. Curado, incidentalmente, de la enfermedad producida por la

    glndula pituitaria, y con el peso normal, y la salud perfecta. Estuve treinta aos sin dormir. Despus s que dorm, durante diecisis aos. Y al trmino de ese periodo de cuarenta y seis aos, yo aparentaba, fsicamente, la edad de

  • veintitrs.

    Empiezan a comprender ustedes lo que sucedi, tal como yo empec a comprenderlo entonces? La radiacin o la combinacin de varios tipos de radiacin que yo haba sufrido cambi radicalmente las funciones de mi glndula pituitaria. Pero tambin hubo otros factores implicados. Una vez estudi endocrinologa, hace unos ciento cincuenta mil aos, y creo que me fue muy til. Si mis clculos fueron correctos, lo que me sucedi fue una posibilidad entre varios billones.

    Los factores de degeneracin y envejecimiento no fueron eliminados, naturalmente, pero la proporcin se vio reducida en unas quince mil veces. De modo que no soy inmortal. He envejecido once aos en los pasados ciento ochenta milenios. Mi edad fsica es ahora de treinta y cuatro aos. Y, para mi, cuarenta y cinco aos equivalen a un da. No duermo durante treinta aos y despus duermo unos quince. Es una suerte que mis primeros das no coincidieran con un periodo de completa desorganizacin social o salvajismo, o no habra sobrevivido a mis primeros aos de sueo. Pero sobreviv, y entonces ya haba aprendido un sistema y poda cuidar de mi propia supervivencia. Desde entonces he dormido unas cuatro mil veces y he sobrevivido. Quiz algn da no tenga tanta suerte. Quiz algn da, a pesar de ciertos dispositivos de seguridad, alguien descubra e interrumpa en la cueva o bveda donde me instalo, secretamente, para un perodo de sueo. Pero no es probable.

    Dispongo de muchos aos para preparar cada uno de estos lugares, ms la experiencia de cuatro mil sueos a mis espaldas. Uno podra pasar mil veces por delante de ese sitio y no saber que estaba all, ni poder entrar aunque sospechara su existencia. No, mis posibilidades de supervivencia entre dos perodos de vida consciente son mucho mayores que mis posibilidades de supervivencia durante mis perodos de vida activa. Quiz sea un milagro que haya sobrevivido a tantas, pese a las tcnicas de

    supervivencia que he llegado a desarrollar. Y esas tcnicas son buenas. He sobrevivido a siete guerras atmicas y superatmicas que han reducido la poblacin de la Tierra a unos cuantos salvajes reunidos en torno a unas cuantas fogatas en unas cuantas zonas todava habitables. Y en otras pocas, en otras eras, he estado en cinco galaxias aparte de la nuestra. He tenido varios miles de esposas, pero slo una cada vez, pues nac en una poca

    de monogamia y la costumbre ha persistido. Y he tenido varios miles de hijos. Naturalmente, jams he podido vivir ms de treinta aos con una esposa antes de verme obligado a desaparecer, pero treinta aos es tiempo ms que suficiente para los dos, especialmente cuando ella envejece a un ritmo normal y yo envejezco imperceptiblemente. Oh, eso ocasiona problemas, desde luego, pero siempre he podido solucionarlos. Siempre me caso, cuando me caso, con una muchacha mucho ms joven que yo, para que la

    disparidad no llegue a ser demasiado grande. Digamos que tengo treinta aos; me caso con una muchacha de diecisis. Cuando llega el momento de dejarla, ella tiene cuarenta y seis y yo sigo teniendo treinta. Y lo mejor para ambos, para todo el mundo, es que yo no vuelva a ese lugar cuando me despierte. Si ella an vive habr pasado de los sesenta y no estara bien, ni siquiera para ella, que tuviese un marido sbitamente resucitado todava joven. Y yo la he dejado bien provista, convertida en una viuda rica, rica en dinero o lo que en esa poca particular se considera riqueza. A veces fueron abalorios y puntas de flechas, a veces

    trigo en un granero y una vez ha habido civilizaciones muy peculiares escamas de pescado. Nunca tuve la menor dificultad en obtener mi parte, o ms, de dinero o su equivalente. Tras una prctica de varios miles de aos, la dificultad estriba en lo contrario,

  • saber cuando detenerse a fin de no convertirse en una persona extremadamente rica y

    llamar la atencin. Por razones obvias, siempre lo he conseguido. Por razones que pronto conocern, yo nunca he aspirado al poder, y tampoco tras los primeros centenares de aos he dejado sospechar a la gente que yo era distinto. Incluso me echaba varias horas cada noche, simulando que dorma. Pero nada de esto es importante, del mismo modo que yo tampoco lo soy. Slo se lo

    he contado para que entiendan cmo s lo que ahora voy a decirles. Y cuando se lo haya dicho, no crean que he intentado venderles algo. Es algo que ustedes no podran cambiar aunque quisieran, y cuando lo comprendan no querrn hacerlo. No trato de influenciarles ni guiarles. En cuatro mil vidas he sido casi todo, excepto un caudillo. Lo he eludido. Oh, con bastante frecuencia he sido un dios entre los salvajes,

    pero la razn es que deba serlo para sobrevivir. Utilizaba los poderes que ellos crean mgicos para mantener un cierto orden, pero nunca para acaudillarles, ni para sujetarles. Si les ense a usar el arco y la flecha, fue porque la caza era escasa, nos moramos de hambre, y mi supervivencia dependa de la suya. Tras comprender que el sistema era necesario, jams lo he alterado. Lo que ahora les dir no alterar el sistema.

    Es esto: La raza humana es el nico organismo inmortal del universo. Ha habido otras razas, y hay otras razas en el universo, pero se han extinguido o se extinguirn. Una vez, hace cien mil aos, las catalogamos con la ayuda de un instrumento que detectaba la presencia de pensamiento y de inteligencia, por muy extraos que fueran y por muy lejos que estuvieran, y esto nos dio una medida de esta mente y sus caractersticas. Y, cincuenta mil aos despus, se descubri nuevamente ese instrumento. Haba tantas

    razas como antes, pero slo ocho de ellas eran las mismas que haca cincuenta mil aos antes, y cada una de esas ocho estaba murindose, de vejez. Haban sobrepasado la cumbre de sus poderes y estaban murindose. Haban llegado al lmite de su capacidad siempre hay un lmite y no les quedaba otra alternativa que morir. La vida es dinmica; nunca puede ser esttica tanto si el nivel es alto como bajo y sobrevivir. Esto es lo que trato de decirles, a fin de que no vuelvan a asustarse. Slo una raza que se destruye a s misma y su progreso con cierta periodicidad, una raza que retrocede hasta sus inicios, es capaz e sobrevivir ms de, digamos, sesenta mil aos de vida inteligente. En todo el universo slo la raza humana ha alcanzado un alto nivel de inteligencia sin alcanzar un alto nivel de cordura. Somos nicos. Ya somos por lo menos cinco veces

    ms viejos que cualquier otra raza que haya existido jams, y esto se debe a que no somos sensatos. Y el hombre, a veces, ha vislumbrado el hecho de que la insensatez es divina. Pero slo en altos niveles de cultura se da cuenta de que est colectivamente loco, de que siempre acabar destruyndose, para surgir con ms fuerza de sus propias cenizas. El fnix, el ave que se inmola peridicamente a s misma en una hoguera para volver a nacer y vivir otro milenio, y as sucesivamente, slo es un mito metafricamente hablando; existe y slo hay una de ellas.

    Ustedes son el fnix. Nada podr destruirles jams, ahora que durante muchas civilizaciones notables su semilla ha sido esparcida en los planetas de un millar de soles, en un centenar

  • de galaxias, para repetir eternamente el ciclo. El ciclo que comenz hace ciento ochenta mil

    aos, si no me equivoco. No puedo estar seguro de ello, pues he visto que los veinte o treinta mil aos que transcurren entre la cada de una civilizacin y el inicio de otra destruyen todos los rastros. En veinte o treinta mil aos, los recuerdos se convierten en leyendas, las leyendas se convierten en supersticiones, e incluso las supersticiones se pierden. Los metales se oxidan y corroen en las profundidades de la tierra mientras el viento, la lluvia y la jungla erosionan

    y cubren las piedras. Los contornos de los continentes cambian, los glaciares aparecen y desaparecen, y una ciudad de veinte mil aos de antigedad est sepultada bajo muchos kilmetros de tierra o de mar. De modo que no puedo estar seguro. Es posible que el primer estallido que yo conoc no fuera el primero; muchas civilizaciones pueden haberse levantado y cado antes de mi poca. En este caso dicha posibilidad no hace ms que reforzar mi afirmacin de que

    la humanidad puede haber sobrevivido ms de los ciento ochenta mil aos que yo s, y puede haber sobrevivido a los seis estallidos que han tenido lugar desde lo que yo creo que fue el primer descubrimiento de la pira del fnix. Pero aparte de que hayamos esparcido tan bien nuestra semilla por las estrellas que ni la desaparicin del sol ni su posible conversin un una nova podran destruirnos el pasado no importa. Lur, Candra, Tragn, Kah, Mu, Atlantis, stas son las seis civilizaciones

    que he conocido, y han desparecido tan completamente como sta desaparecer dentro de veinte o treinta mil aos, pero la raza humana, aqu o en otras galaxias, sobrevivir y vivir eternamente. El hecho de saber todo esto, en este ao de su era actual, contribuir a mantener su paz de espritu, pues su espritu est inquieto. Quiz, yo estoy seguro, les ayude saber que la prxima guerra atmica, la que probablemente tenga lugar en su generacin, no ser una

    guerra de exterminio, llegar demasiado pronto para que lo sea, antes de que ustedes hayan inventado las armas realmente destructivas que el hombre ha inventado con tanta frecuencia en el pasado. Les har retroceder, es verdad. Durante uno o ms siglos slo habr oscuridad. Despus, con el recuero de lo que ustedes llamarn la Tercera Guerra Mundial como advertencia, el hombre pensar como siempre lo ha hecho despus de una benigna guerra atmica que ha conquistado su propia locura. Durante cierto tiempo si el ciclo se repite, la tendr a raya. Llegar nuevamente a las estrellas, y ya las encontrar colonizadas. S, ustedes volvern a Marte dentro de quinientos aos, y yo tambin ir, para ver nuevamente los canales que en otra ocasin ayud a construir. Hace ochenta mil aos que no he estado all y me gustara ver lo que el tiempo les ha hecho, a los canales y a aquellos de nosotros que se quedaron incomunicados la ltima vez que la humanidad perdi el vuelo espacial. Naturalmente, ellos tambin han

    seguido un ciclo, pero la proporcin no tiene por qu ser constante. Podemos encontrarles en cualquier etapa del ciclo que no sea la superior. Si estuvieran en el punto cumbre del ciclo, no tendramos que ir a ellos; ellos vendran a nosotros. Pensando, naturalmente, como piensan ahora, que son marcianos. Me pregunto que grado de desarrollo alcanzarn ustedes esta vez. Confo en que no sea tan elevado como el de los trhagn. Confo en que jams vuelva a descubrirse el arma que los trhagn utilizaron contra su colonia de Skora, que entonces era el quinto planeta

    hasta que los trhagn lo convirtieron en multitud de asteroides. Claro que esa arma slo se inventar muchos aos despus de que los viajes intergalcticos vuelvan a convertirse en algo comn. Si lo veo venir saldr de la galaxia, pero no me gustara tener que hacerlo. Me

  • gusta la Tierra y me gustara pasar aqu el resto de mi vida mortal, si es que ella dura tanto.

    Posiblemente no sea as, pero la raza humana s que durar. En todas parte, y para siempre, porque nunca ser cuerda y slo la locura es divina. Slo los locos se destruyen a s mismos y todo lo que han forjado. Y slo el fnix vive eternamente.

  • An no es el fin

    La luz que haba dentro del cubo metlico tena un matiz verdoso, infernal. Esta luz haca que la blanqusima piel de la criatura sentada frente a los mandos pareciera ligeramente verde.

    Un nico ojo, de varias facetas, en la parte central y anterior, de la cabeza, contemplaba las esferas sin parpadear. Desde que abandonaron Xandor, aquel ojo no se haba apartado ni un solo momento de las esferas. El sueo era algo desconocido para la raza a la cual Kar-388Y perteneca. La compasin les resultaba igualmente desconocida. Una sola mirada a las marcadas y crueles facciones que haba debajo del ojo bastaba para comprenderlo.

    Las manecillas de la cuarta y sptima esfera se detuvieron. Eso significaba que el cubo tambin se haba detenido y se encontraba cerca de su inmediato objetivo. Kar alarg el brazo derecho y accion el interruptor de los estabilizadores. Despus se levant y estir sus entumecidos msculos. Kar se volvi hacia su compaero de cubo, un ser igual que l. Ya hemos llegado dijo. La primera parada, estrella Z-5689. Tiene nueve planetas, pero slo el tercero es, habitable. Confo en que aqu encontremos las criaturas idneas para hacer de esclavos en Xandor. Lal-16B, que haba permanecido sentado en rgida inmovilidad durante el viaje, tambin se levant y desperez. S, confiemos en que as sea. Entonces podremos regresar a Xandor con la tranquilidad del deber cumplido y la flota vendr a buscarlos. Sin embargo, no confiemos

    demasiado. Sera un milagro que tuviramos xito en el primer lugar donde nos detenemos. Probablemente tendremos que buscar en mil sitios ms. Kar se encogi de hombros. Buscaremos en mil sitios ms. Con los lounacs en vas de extincin, es necesario encontrar esclavos para no tener que cerrar las minas y extinguimos nosotros tambin. Volvi a sentarse frente a los mandos y accion el interruptor de la visiplaca que les

    mostrara lo que haba debajo de ellos. Dijo: Nos encontramos encima del lado oscuro del tercer planeta. Hay una capa de nubes justo debajo. Usar el teclado desde aqu. Empez a apretar botones. Al cabo de unos minutos, exclam: Fjate, Lal, observa la visiplaca. Luces regularmente espaciadas Una ciudad! El planeta est habitado.

    Lal haba ocupado su lugar frente al otro tablero de mandos, el de los conmutadores de batalla. l tambin examin las esferas. No hay nada que temer. Ni siquiera se observa un vestigio de campo de fuerza en torno a la ciudad. Los conocimientos cientficos de esta raza son escasos. Si nos atacaran, podramos destruir la ciudad con un solo disparo. Est bien repuso Kar. Sin embargo, debo recordarte que la destruccin no constituye nuestro objetivo todava. Queremos ejemplares de esta raza. Si resultan satisfactorios y la flota acude a llevarse a todos los esclavos que necesitamos, no slo destruiremos la ciudad sino todo el planeta. Ser la forma de evitar que su civilizacin progrese hasta el punto de tomar represalias contra nosotros.

  • Lal ajust un botn.

    De acuerdo. Conectar el megracampo y seremos invisibles para ellos, a menos que vean a travs de los ultravioletas, lo cual dudo a causa del espectro de su sol. A medida que el cubo descenda, la luz reinante en su interior pas del verde al violeta. El vehculo se pos suavemente. Kar manipul el mecanismo que operaba la antecmara de compresin. Sali al exterior, con Lal pisndole los talones.

    Mira dijo Kar, dos bpedos. Dos brazos, dos ojos se parecen a los lounacs, aunque sean ms bajos. Bueno, aqu tenemos a nuestros ejemplares. Alz el brazo izquierdo, cuya mano de tres dedos sostena una varilla envuelta en alambre. La apunt hacia una de las criaturas, y despus hacia la otra. Nada visible eman de la varilla, pero ambas se inmovilizaron instantneamente. No son muy corpulentos, Kar dijo Lal. Yo me llevar a uno, y t puedes llevar al otro. Los estudiaremos mejor dentro del cubo, cuando nos encontremos nuevamente en el espacio. Kar mir a su alrededor. De acuerdo, ya tenemos bastante con dos; uno parece ser macho y el otro hembra. En marcha. Al cabo de un minuto el cubo empez a ascender, y en cuanto estuvieron fuera de la

    atmsfera Kar accion el interruptor de los estabilizadores y fue a reunirse con Lal, que haba iniciado el estudio de los ejemplares durante la breve ascensin. Vivparos dijo Lal. Cinco dedos, y manos adaptadas para trabajos razonablemente delicados. Pero an no les he sometido a la prueba ms importante, la de la inteligencia. Kar cogi el juego de auriculares. Alarg un par a Lal, que coloc uno sobre su

    cabeza, y otro sobre la cabeza de uno de los ejemplares. Kar hizo lo mismo con el otro ejemplar. Al cabo de unos minutos, Kar y Lal se miraron con expresin desolada. Siete puntos por debajo del mnimo dijo Kar. Ni siquiera podramos ensearles los trabajos ms sencillos de las minas. Son incapaces de comprender las instrucciones ms simples. Bueno, nos los llevaremos al museo de Xandor.

    Destruyo el planeta? No dijo Kar. Quiz dentro de un milln de aos, si nuestra raza dura tanto, hayan evolucionado lo suficiente para nuestros propsitos. Sigamos adelante, hacia la prxima estrella con planetas. El director de compaginacin del Milwaukee Star estaba en la sala de composiciones, supervisando el final de la pgina local. Jenkins, el primer cajista del

    peridico, apretaba las regletas para estrechar la ltima columna. Hay sitio para otro artculo en la octava columna, Pete dijo. Unos treinta y seis espacios. Ah hay dos que podran caber. Cul de los dos escojo? El director de compaginacin dio un vistazo a las letras de las galeradas que reposaban sobre la piedra situada al lado del marco. Su larga prctica le permiti leer los titulares al revs y de una sola ojeada. El artculo de la convencin y el artculo del zoolgico, eh? Incluye el de la convencin. A quin le importa que el director del zoolgico piense que anoche desaparecieron dos simios de la isla de los Monos?

  • Etaoin Shrdlu

    Al principio, el asunto referente a la linotipia de Ronson fue muy divertido. Pero empez a resultar desagradable mucho antes del final. Y, pese al hecho de que Ronson no saliera perjudicado, jams le habra enviado al hombrecillo del grano, si hubiera podido

    adivinar lo que iba a suceder. Por muy fabulosos que fueran los beneficios, el pobre Ronson tuvo demasiadas preocupaciones. Es usted el seor Walter Merold? pregunt el hombrecillo del grano. Se haba presentado en el hotel donde yo viva preguntando por m, y yo dije que subiera a mi habitacin. Admit mi identidad, y l prosigui:

    Me alegro de conocerle, seor Merold. Yo soy y me dijo su nombre, que ya he olvidado, aun cuando suelo tener buena memoria para los nombres. Le dije que estaba encantado de conocerle y le pregunt qu deseaba, a lo cual se apresur a contestar. No obstante, yo le interrump a las pocas palabras. Le han informado mal le dije. S, he sido impresor, pero ya estoy retirado. De todos modos, no sabe que hacer grabar unas matrices especiales resultara

    tremendamente caro? Si slo desea imprimir una pgina con esos caracteres especiales, lo mejor sera que se lo escribieran a mano y luego hicieran un fotograbado en cinc. Pero esto no es lo mismo, seor Merold. No, no, imposible. Ver, se trata de un secreto. Yo represento a Bueno, no es necesario que se lo diga. La cuestin es que no me atrevo a enserselo a nadie, como tendra que hacer si lo imprimieran en cinc. Otro chalado, pens, mirndole con detenimiento.

    No pareca estar loco. En conjunto pareca tener un aspecto muy normal, aunque algunos de sus rasgos fueran propios de un extranjero, un asitico. S, a pesar de su cabello rubio y su piel blanca. Tena un grano en la frente, justamente en el centro y encima del puente de la nariz. Era igual que los que se ven en las estatuas de Buda; los orientales lo llaman el punto de la sabidura y es algo especial. Me encog de hombros.

    Bueno coment, es imposible que le graben las matrices para un trabajo de linotipia sin que nadie vea los caracteres que desea imprimir, no le parece? Y el que maneje la mquina tambin ver Oh, eso lo har yo mismo dijo el hombrecillo del grano. (Ronson y yo llegamos a denominarle EHDG, iniciales de el hombrecillo del grano, porque Ronson tambin se olvid de su nombre, pero estoy adelantndome a la historia.). Es cierto que el grabador los ver, pero los ver como caracteres aislados, y eso no me importa. Y la distribucin de las letras en la linotipia puedo hacerla yo mismo. Cualquiera puede ensearme lo que necesito saber para componer una sola pgina, una docena de lneas, en realidad. Adems no tiene que imprimirse aqu. Lo que necesito son las matrices. No me importa lo que me cuesten. De acuerdo dije yo, le dar la direccin de un especialista que vive en Merganthaler. All le grabarn las matrices. Despus, si quiere intimidad y acceso a la

    linotipia, vaya a ver a George Ronson. Dirige un peridico quincenal en esta misma ciudad. Por un precio justo, pondr el taller a su disposicin durante el tiempo que necesite para ordenar las letras.

  • Y esto fue todo. Al cabo de dos semanas, George Ronson y yo salimos a pescar un

    martes por la maana, mientras EHDG usaba la linotipia de George para componer los extraos caracteres que haba recibido por va area desde Merganthaler. La tarde anterior, George haba enseado al hombrecillo el funcionamiento de la mquina. Pescamos una docena de piezas cada uno, y recuerdo que Ronson se ri y me dijo que l tena trece peces, pues EHDG le pagaba cincuenta dlares en efectivo por utilizar su taller durante una sola maana.

    Cuando regresamos todo estaba en orden, a excepcin de que George tuvo que sacar gran cantidad de bronce del cajn de las lneas viejas, porque EHDG haba destrozado sus nuevas matrices despus de utilizarlas, sin saber que no se podan tirar con el plomo tipogrfico destinado a fundirse nuevamente. La siguiente vez que vi a George fue despus de que su edicin del sbado saliera de la prensa. Me apresur a hablar con l.

    Escucha le dije, ese truco de escribir mal las palabras y usar a propsito una gramtica incorrecta ya no tiene gracia, ni siquiera en un peridico de provincias. Acaso pretendas que los boletines de noticias sonaran como autnticos copiando el borrador al pie de la letra, o que? Ronson me mir con una expresin inslita y contest: Pues s. S, qu? interrogu. Quieres decir que intentabas hacer gracia deliberadamente, o que queras seguir la muestra al pie de la? l repuso: Ven conmigo y te lo ensear. Ensearme qu? Lo que voy a ensearte dijo l, sin demasiada lucidez. An te acuerdas de componer textos, verdad? Desde luego. Por qu? Ven, acompame me contest firmemente. Eres un especialista en linotipias y, adems, t fuiste quien me meti en esto. En qu? En esto contest, y no quiso decirme nada ms hasta que llegamos. Entonces revolvi todos los casilleros de su despacho y sac un borrador, que se apresur a entregarme. Su cara tena una expresin pensativa. Walter dijo, quiz est chalado, y quiero asegurarme. Supongo que dirigir un peridico local durante veintids aos, hacer yo mismo todo el trabajo y tratar de complacer a todo el mundo es suficiente para desequilibrar a cualquiera, pero quiero

    asegurarme. Le mir, y mir el borrador que me haba dado. Era una hoja de papel normal, escrita con una caligrafa que reconoc como perteneciente a Hank Rogg, el ferretero de Hales Corners que a veces nos haba abastecido. Haba los errores normales que uno esperara de Hank, pero la resea no supona una novedad para m. Deca as: El enlaze matrimonial de H. M. Klaflin y la seorita Margorie Burke tuvo lugar ayer por la tarde en casa de la novia. Las damas de honos iban Dej de leer y mir a George, preguntndome qu vera de extrao en aquello. Dije: Y bien? Eso fue hace dos das, y yo mismo asist a la boda. No tiene ninguna gracia

  • Escucha, Walter repuso l, querrs hacerme un favor? Sintate frente a la linotipia y compn todo este texto. No sern ms de diez o doce lneas. Desde luego, pero por qu? Porque Bueno, ser mejor que lo hagas, Walter. Despus te dir por qu. De modo que entr en el taller y me sent frente a la linotipia; hice un par de renglones para familiarizarme nuevamente con el teclado, puse el texto en la tablilla y empec. Dije:

    Oye, George, Marjorie se escribe con jota, en vez de ge, verdad? Y George contest s con una curiosa entonacin. Compuse el resto del boletn, despus de lo cual alc la vista y pregunt: Qu ms? Se acerc, tom las lneas del galern y ley del revs, como todos los impresores leen los tipos, y suspir. Dijo:

    As que no era yo. Mralo, Walter. Me alarg el componedor, y yo le las lneas, o por lo menos empec a hacerlo. Decan as: El enlaze matrimonial de H. M. Klaflin y la seorita Margorie Burke tuvo lugar ayer por la tarde en casa de la novia. Las damas de honos iban Sonre. Menos mal que ya no tengo que componer tipos para ganarme la vida, George! Ha sido todo un rcord de equivocaciones; tres erratas en las primeras cinco lneas. Pero qu tiene eso de especial? Ahora dime por qu queras que yo las compusiera. l contest: Haz el favor de componer nuevamente las dos primeras lneas, Walter. Yo quiero que lo descubras por ti mismo. Alc la vista hacia l y me pareci tan tremendamente serio y preocupado que no

    quise discutir. Me volv hacia el teclado y empec otra vez: El enlace matrimonial de alc los ojos hacia los moldes que haban cado, y vi que decan: El enlaze matrimonial de Las linotipias tienen una ventaja que ustedes tal vez ignoren si no son impresores. Siempre se puede hacer una correccin en una lnea, en caso de que se haga antes de alzar la palanca que enva la lnea de matrices hacia la boca del molde. Slo hay que pulsar la

    matriz necesaria para la correccin y colocarla en el lugar debido manualmente. As que apret la tecla que me proporcionara la matriz de una c para corregir el error de la palabra enlaze y no ocurri nada. La leva de la tecla giraba bien y el chasquido son claramente, pero no cay ninguna c. Me asegur que no se hubiera detenido el distribuidor, pero no era as. Me puse en pie.

    El canal de la c est atascado dije. Al fin de asegurarme antes de repararlo, apret la tecla de la c y escuch la serie de chasquidos que se produjeron mientras giraba la leva. Sin embargo, no cay ninguna c, as que busqu el Djalo correr, Walter dijo serenamente George Ronson. Sigue adelante. Volv a sentarme y decid seguirle la corriente. Si lo haca, probablemente tardara menos en descubrir lo que quera ensearme que si empezaba a discutir. Termin la primera

    lnea y empec la segunda, llegando a la palabra Margorie del borrador. Golpe la tecla de la M, la a, la r, la j, la o y se me ocurri mirar la composicin. Las matrices rezaban Margo

  • Exclam: Maldita sea, y volv a apretar la tecla de la j para sustituir la g, pero no

    ocurri nada. El canal de la j deba de estar atascado. Apret unos segundos la tecla de la j y no cay ninguna matriz. Volv a exclamar Maldita sea y me levant para examinar el mecanismo de escape. No te molestes, Walter dijo George. Haba una mezcla de varias cosas raras en su voz; una especie de triunfo sobre m, supongo; un poco de miedo, una gran sorpresa, y algo de resignacin. No lo ves? Copia fielmente el original! Qu dices que hace? Por eso quera que lo intentaras, Walter dijo; para asegurarme de que era la mquina y no yo. Fjate, el original dice e-n-l-a-z-e en vez de enlace y M-a-r-g-o-r-i-e en vez de Marjorie y a pesar de las teclas que t aprietes, as es como caen los moldes . Yo repuse: Tonteras. Dime, George, has estado bebiendo? No me creas dijo l. Sigue tratando de escribir correctamente estas lneas. Corrige la cuarta lnea; la que incluye la palabra h-o-n-o-s. Lanc un gruido y volv a mirar para ver con qu palabra empezaba la cuarta lnea, despus de lo cual comenc a pulsar teclas. Las damas de hono y me detuve. Lenta y deliberadamente, mirando el teclado mientras lo haca, puse el ndice sobre la tecla de la r y apret. O el chasquido de la matriz a travs del escape, alc la vista, y observ la cada de

    la matriz en el componedor. Esta vez estaba seguro de no haber apretado la tecla equivocada. Las matrices rezaban s, lo han adivinado: honos. Dije: No puedo creerlo. George Ronson me mir con una especie de sonrisa irnica y preocupada. Contest: Yo tampoco poda. Escucha, Walter, me voy a dar un paseo. Estoy volvindome loco. No me veo capaz de seguir aqu. T sigue y convncete. Tmatelo con calma. Le contempl hasta que hubo salido. Despus, invadido por una extraa sensacin, volv a concentrarme en la linotipia. Pas mucho rato antes de que pudiera creerlo, pero as fue. A pesar de las teclas que yo apretaba, la mquina copiaba fielmente el original, con errores y todo.

    Decid no quedarme a medio camino. Empec otra vez desde el principio, compuse las dos primeras palabras, y despus apret las teclas al azar, tal como hace un operador para completar una lnea de encaballado: ETAOIN SHRDLU ETAOIN SHRDLU ETAOIN SHRDLU y no mir las matrices en el componedor. Cog la caliente plomada que el expulsor hizo salir del molde y le: El enlaze matrimonial de H. M. Klaflin y Tena la frente perlada de sudor. Me la enjugu y despus sal en busca de George

    Ronson. No tuve que buscar mucho, pues lo encontr donde supona. Yo tambin ped una copa. George haba lanzado una ojeada a mi rostro cuando entr en el bar, y supongo que no necesit preguntarme lo que haba sucedido. Unimos nuestras copas en un silencioso brindis y apuramos el contenido antes de que ninguno de los dos dijera nada. Despus, le pregunt: Tienes idea de por qu funciona as? l asinti. No me digas le supliqu. Espera a que haya tomado dos copas ms y entonces quiz pueda resistirlo. Alc la voz y dije: Oye, Joe; ser mejor que dejes la

  • botella en la barra. Nosotros nos encargaremos de ella.

    Joe lo hizo as, y yo inger otros dos tragos con bastante rapidez. Despus cerr los ojos y dije: De acuerdo, George por qu? Te acuerdas de aquel tipo que se hizo cortar unas matrices especiales y alquil el uso de mi linotipia para componer algo que era demasiado secreto para que alguien lo leyera? No recuerdo su nombre cul era? Trat de recordarlo, pero no pude. Tom otra copa y dije: Llammosle EHDG. George quiso saber por qu y yo se lo expliqu, volvi a llenarse el vaso y declar: He recibido una carta suya. Yo repuse: Qu simptico! Tom otro trago y aad: Has trado la carta? Huh-uh. No la guard. Oh! Despus tom otro trago y pregunt: Recuerdas lo que deca? Walter, recuerdo algunos fragmentos. La verdad es que no la lea con de con demasiada atencin. Pensaba que ese tipo estaba como una cabra, sabes? La tir.

    Se interrumpi y tom otro trago, hasta que finalmente yo me cans de esperar y le apremi: Y bien? Y bien, qu? La carta. Qu deca la parte que recuerdas? Oh, eso! exclam George. S. Algo sobre lino-linot ya sabes a lo que me refiero. A estas alturas, la botella que haba en la barra frente a nosotros no poda ser la misma, porque sta tena unos dos tercios de lquido y la otra slo tena un tercio. Tom otro trago. Qu deca sobre eso? Quin? El EH H ejem, el tipo que escribi la carta. Qu carta? pregunt George. Al da siguiente me despert hacia medioda, en un estado francamente deplorable. Necesit un par de horas para baarme, afeitarme y encontrarme lo bastante bien para salir, pero cuando lo hice fue para dirigirme al taller de George. Estaba trabajando en la prensa, y su aspecto era casi tan malo como el mo. Cog

    uno de los peridico que salieron y lo mir. Constaba de cuatro hojas, y la primera y la cuarta estaban dedicadas a noticias locales. Le unos cuantos artculos, incluido uno que empezaba: El enlaze matrimonial de H. M. Klaflin y la seorita Margorie; lanc una ojeada a la silenciosa linotipia del rincn, mir a George, y volv a desviar los ojos hacia la silenciosa mquina de acero y hierro fundido. Tuve que hablar a gritos para que George me oyera por encima del ruido de la

    prensa. George, escucha. Acerca de la lino Me pareci que no poda gritar algo que sonaba como una tontera, as que busqu una frmula. Has conseguido arreglarla?

  • pregunt. l mene la cabeza y desconect la prensa. Esta es la tirada de hoy dijo. Bueno, ahora hay que doblarlos. Escucha dije yo, al infierno con los peridicos. Lo que quiero saber es cmo has conseguido imprimir algo. Ayer, cuando estuve aqu, no habas hecho ni la mitad y, despus de todo lo que bebimos, no s cmo te las has arreglado. l me sonri ligeramente.

    Es muy sencillo dijo. Comprubalo. Lo nico que has de hacer, sobrio o borracho, es sentarte frente a la mquina, poner el original en la tablilla, y deslizar los dedos sobre las teclas; ella misma compone las palabras del borrador. S, con errores y todo pero, a partir de ahora, me limitar a corregir los errores del borrador antes de empezar. Esta vez estaba demasiado bebido, Walter, y no me he visto con nimos de hacerlo. Walter, esta mquina est empezando a gustarme. Es la primera vez en un ao que

    acabo la tirada a tiempo. S dije yo, pero Pero, qu? Pero Quera decir que an me resultaba imposible creerlo, pero no pude. Al fin y al cabo, yo mismo haba comprobado el funcionamiento de la mquina el da anterior, cuando an estaba sobrio.

    Me acerqu un poco y volv a contemplarla. Desde donde yo me encontraba, pareca exactamente igual que cualquier otra linotipia de ese modelo. Conoca todas sus levas y todos sus muelles. George dije, con inquietud, tengo la sensacin de que esa maldita mquina me est mirando. Has notado? l asinti. Le volv la espalda y contemple nuevamente la linotipia. Esta vez estaba

    seguro, cerr los ojos, y la sensacin se hizo ms intensa. Conocen esa sensacin que se tiene de vez en cuando de que te estn mirando fijamente? Bueno, la ma era ms fuerte. No era una mirada hostil. Yo la calificara de impersonal. Hizo que me asustara. George dije, salgamos de aqu. Por qu? Yo quiero hablar contigo, George. Y la cuestin es que no quiero que hablemos aqu. Me mir un instante, y volvi a concentrarse en el montn de peridicos que estaba doblando a mano. No tienes por qu asustarte, Walter dijo tranquilamente. No te har nada. Es una amiga. Debes estar Bueno, empec a decir loco, pero si l lo estaba, yo tambin deba estarlo, as que me interrump. Reflexion un minuto y despus aad: George, ayer empezaste a decirme lo que recordabas de una carta que el EHDG te envo. Qu deca? Oh, eso! Escucha, Walter, quieres prometerme una cosa? Debes mantener este asunto en el ms completo secreto. Quiero decir que no debes contrselo a nadie. Crees que pensaba contrselo a alguien? inquir. Para que me encierren en un manicomio? Desde luego que no. Crees que alguien me creera? Crees que yo mismo lo hubiera credo si no? Pero qu hay de la carta? Lo prometes? Naturalmente. Bueno dijo l, tal como creo haberte dicho, la carta era muy imprecisa, y lo

  • que yo recuerdo de ella an lo es ms. Pero explicaba que haba utilizado mi linotipia para

    componer una una frmula metafsica. La necesitaba, escrita en tipos, para llevarla consigo. Para llevrsela adnde, George? Para llevrselo adnde? Deca que a no deca adnde. A donde se iba y nada ms. Pero deca que poda tener cierto efecto sobre la mquina que la haba compuesto y que, si era as, lo senta, pero que l no poda evitarlo. No lo saba con seguridad, porque el

    objeto tardara en funcionar. A qu objeto te refieres? Bueno repuso George, a m me pareci una sarta de tonteras, msica celestial, y todo eso. Baj la vista hacia los peridicos que estaba doblando. La verdad, me pareci tan absurdo que tir la carta. Pero, pensndolo bien, despus de lo que ha sucedido Bueno, recuerdo que la palabra pseudovida apareca varias veces. Creo que era una frmula para dar pseudovida a los objetos inanimados. Deca que la utilizaban con sus sus robots. Quines? Quines la utilizaban? La carta no lo deca. Llen la pipa, y la encend pensativamente. George dije, al cabo de un rato, lo mejor es que la destruyas. Ronson me mir, con ojos desorbitados. Destruirla? Walter, a ti te falta un tornillo. Matar a la gallina de los huevos de oro? Caramba, esto me har ganar una fortuna! Sabes cunto he tardado en componer esta edicin, borracho como estaba? Aproximadamente una hora; por eso he conseguido tenerlos listo a tiempo. Le mir con incredulidad.

    Puf! exclam. Animada o inanimada, esta linotipia no puede hacer ms de seis lneas por minuto. Esto es todo lo que obtendrs de ella, a menos que hagas los ajustes necesarios para que funcione ms de prisa. Quiz lograras unas diez lneas por minuto si cambiases Djate de cambios replic George. Esta mquina funciona a tal velocidad que ni siquiera ves el elevador en las lneas cortas! Y, Walter, da un vistazo al molde de

    miona. Est en posicin de fundicin. Aunque de mala gana, me acerqu otra vez a la linotipia. El motor zumbaba ligeramente y habra podido jurar que la mquina me estaba mirando. Pero me arm de valor y examin los dientes del molde. En seguida vi lo que George haba querido decir acerca de la matriz de miona; tena un color azul brillante. No me refiero al azul de un can de escopeta; me refiero a un azul claro que hasta entonces no haba visto en ningn

    metal. Los otros tres moldes empezaban a adquirir la misma tonalidad. Cerr el visor y mir a George. Yo tampoco me lo explico dijo; slo s que ha sucedido despus de que el molde se sobrecalentara. Creo que es una especie de tratamiento calorfico. Ahora puedo componer ms de cien lneas por minuto, y Vaya! exclam yo. Ni siquiera podrs administrarle el metal con la rapidez necesaria para l me sonri con una sonrisa asustada pero triunfal. Walter, mira detrs de la mquina. He fabricado un tanque alimentador sobre el crisol. Tuve que hacerlo; al cabo de diez minutos me haba quedado sin metal. Slo hay que

  • meter lneas usadas y metal de repuesto en el tanque alimentador, introducir los cajetines

    del diablo, y Mene la cabeza. Ests loco. No puedes meter tipos sucios y virutas del suelo; tendrs que abrirlo y limpiarlo con ms frecuencia que si continuamente tuvieras que aadir metal. Destrozars el pistn y Walter me interrumpi serenamente un poco demasiado serenamente, no se produce ninguna clase de escoria. Yo me qued mirndolo inexpresivamente, y l debi de pensar que haba hablado ms de lo que quera, porque se apresur a recoger los peridicos que haba doblado y se dirigi hacia el despacho, diciendo: Hasta luego, Walter. Tengo que llevar todo esto El hecho de que mi nuera estuviese a punto de morir de neumona en una ciudad

    situada a varios cientos de kilmetros de distancia no tiene nada que ver con el problema de la linotipia de Ronson, a excepcin de que me ausent durante tres semanas. No vi a George durante este espacio de tiempo. A lo largo de la tercera semana de ausencia me envi dos frenticos telegramas; no me facilitaba detalles y slo me rogaba que volviese a toda prisa. En el segundo, terminaba: APRESRATE. NO IMPORTA DINERO. TOMA UN AVIN.

    Junto con el telegrama, me hizo llegar un giro de cien dlares. Este segundo mensaje me hizo pensar. No importa dinero es una frase muy extraa para un editor de un peridico poco importante. Adems, nunca haba sabido que George hubiese dispuesto alguna vez de cien dlares en efectivo, a pesar de conocerle desde haca muchos aos. Pero la familia es lo primero, y le telegrafi que regresara en cuanto Ella estuviese fuera de peligro y ni un minuto antes, y que no cobrara el giro porque un billete de avin

    slo costaba diez dlares; y yo no necesitaba dinero. Al cabo de dos das nada se opona a mi regreso, as que le telegrafi mi hora de llegada. Fue a buscarme al aeropuerto. Pareca envejecido y completamente agotado; sus ojos me revelaron que no haba dormido en varios das. Sin embargo, llevaba un traje nuevo y tena un coche nuevo, cuyo silencioso motor proclamaba a gritos el dinero que le habra costado.

    Gracias a Dios que has vuelto, Walter! me dijo. Te pagar lo que quieras si Oye repuse, haz el favor de calmarte. Hablas tan de prisa que no entiendo nada. Empieza por el principio y no te precipites. Cul es el problema? No hay ningn problema. Todo es maravilloso, Walter. Sin embargo, tengo tanto trabajo que empiezo a no poder hacerlo yo solo, comprendes? He estado trabajando veinte

    horas al da, porque gano dinero con tanta rapidez que cada hora de descanso me cuesta cincuenta dlares, no puedo permitirme el lujo de descansar a razn de cincuenta dlares la hora, Walter, y Vaya! exclam. Por qu no puedes permitirte el lujo de descansar? Si ganas unos cincuenta por hora, por qu no trabajas diez horas al da y? Por todos los santos, quinientos dlares al da! Qu ms quieres? Eh? Y perder los otros setecientos al da? Dios mo, Walter, esto es demasiado bueno para durar. Es que no lo ves? Va a ocurrir alguna cosa y por primera vez en mi vida tengo la oportunidad de hacerme rico, y t tienes que ayudarme, y puedes hacerte rico tambin! Mira, cada uno de los dos podemos trabajar en un turno de doce horas con Etaoin,

  • y Con quin? Con Etaoin Shrdlu. La he bautizado, Walter. He dejado el trabajo tipogrfico a fin de dedicar todo mi tiempo a la composicin de tipos. Y, escucha, podemos trabajar en un turno de doce horas cada uno, sabes? Solo un tiempo, Walter, hasta que seamos ricos. Te contrato por un cuarto de los beneficios, a pesar de que sea mi linotipia y mi taller. Eso sern unos trescientos dlares al da; dos mil cien dlares en una semana de siete das de

    trabajo! A la velocidad de composicin que he estado trabajando, podemos conseguir todos los encargos que Ms despacio, ms despacio dije yo. Para quin has trabajado? En Centerville no se imprime ni una dcima parte de todo eso. No se trata de Centerville, Walter, sino de Nueva York, He recibido varios encargos de los grandes editores de libros. Bergstrom, por ejemplo; Hayes & Hayes me ha

    confiado todas sus reimpresiones; tambin he trabajado para Wheeler House, y Willet & Clark. Vers, firmo un contrato para hacerlo todo, despus pago a alguien para que imprima y encuaderne los libros, y yo slo me encargo de la tipografa. E insisto en que me den un original perfecto, cuidadosamente ledo. Si hay algunas correcciones que hacer, se las encargo a otro tipgrafo. As es como he conseguido vencer a Etaoin Shrdlu, Walter. Bueno, querrs ayudarme?

    No le dije. Mientras hablbamos casi habamos llegado a la ciudad, y George estuvo a punto de perder el control del volante cuando rechac su proposicin. Despus sali de la carretera y aparc, volvindose para mirarme con incredulidad. Por qu no, Walter? Es que ms de dos mil dlares a la semana no te parecen suficientes? Qu otra cosa? George le dije, tengo muchas razones para rehusar, pero la principal es que no quiero hacerlo. Me he retirado. Tengo dinero suficiente para vivir. Es posible que mis ingresos estn ms cerca de los tres dlares al da que de los trescientos, pero qu hara yo con trescientos? Por otra parte, me destrozara la salud, como t te la ests destrozando, trabajando doce horas al da, y Bueno, nada ms. Estoy satisfecho con lo que tengo. Debes de estar bromeando Walter. Todo el mundo quiere ser rico. Piensa en lo que un par de miles de dlares a la semana te reportara al cabo de un par de aos. Ms de medio milln de dlares! Tienes dos hijos mayores que podran beneficiarse de Los dos se las arreglan muy bien, gracias. Tienen un buen empleo y no tardarn en ascender. Si les dejara una gran fortuna, les hara ms mal que bien. Adems, por qu tengo que ser yo? Cualquiera puede componer tipos en una linotipia que establece su propia velocidad, copia el original, y no se equivoca nunca! Encontrars a cientos de

    personas que estarn encantados de trabajar por menos de trescientos dlares al da; mucho menos. Si insistes en sacar el mximo provecho de la situacin contrata a tres linotipistas para que hagan tres turnos de ocho horas y no te ocupes de nada ms que de lograr los contratos. De lo contrario, te matars de tanto trabajar. l hizo un gesto de impotencia. No puedo, Walter. No puedo contratar a nadie. No comprendes que todo esto ha de mantenerse en secreto? Los sindicatos se me echaran encima en cuanto supieran que Slo puedo confiar en ti, Walter, porque t Porque yo ya lo s? Le sonre. As que, de todos modos, tienes que confiar en m, te guste o no. Pero la respuesta sigue siendo la misma. Me he retirado y no logrars

  • tentarme. Te aconsejo que cojas un buen martillo y destroces esa esa cosa. Dios mo, por qu? Maldita sea, no s por qu. Slo s que yo lo hara. En primer lugar, si no consigues dominar tu avaricia y trabajar las horas normales, acabars en el cementerio. Y, en segundo lugar, es posible que esta frmula no haya hecho ms que empezar a funcionar. Cmo sabes hasta dnde llegar? l suspir, y me di cuenta de que no haba escuchado ni una sola palabra.

    Walter rog, te dar quinientos al da. Yo mene firmemente la cabeza. Ni quinientos, ni quinientos mil. Debi comprender que hablaba en serio, porque volvi a poner el coche en marcha. Dijo: Bueno, supongo que si el dinero no significa absolutamente nada para ti Te aseguro que no le confirm. Me importara si no tuviera ni un cntimo, pero dispongo de unos ingresos regulares y soy tan feliz como si se tratara de una cantidad diez veces mayor. Especialmente si tuviera que trabajar con con Con Etaoin Shrdlu? Es posible que llegara a gustarte. Walter, jurara que esa mquina est desarrollando una personalidad propia. Quieres pasar un momento por el taller?

    Por ahora no repuse, necesito un bao y dormir un poco. Ya ir un momento maana. Escucha, la ltima vez que nos vimos no tuve oportunidad de preguntarte lo que queras decir al hablar de la escoria. Qu quiere decir eso de que no se produce nada de escoria? l no apart los ojos de la carretera. Acaso dije tal cosa? No lo recuerdo Escchame bien, George, no trates de negar una cosa as. Sabes perfectamente que lo dijiste, y que ahora ests disimulando. Quieres explicrmelo? Vamos! Bueno Condujo un par de minutos en silencio, y despus: Oh, est bien. Te lo dir. No he comprado ms metal tipogrfico desde desde que ocurri. Por si esto fuera poco, hay unas cuantas toneladas ms de las que haba entonces, aparte del metal que enve al impresor. Lo entiendes?

    No. A no ser que te refieras a que l asinti. Transmuta, Walter. El segundo da, cuando iba tan de prisa que no pude mantenerme a su nivel con el metal bruto lo descubr. Instal un alimentador encima del crisol, y empec a buscar metal con tal desesperacin que introduje lneas usadas sin lavar y me propuse aprovechar toda la escoria que pudiera, pero no hubo escoria. La superficie del metal fundido era tan lisa y brillante como como tu coronilla, Walter. Pero objet yo. Cmo? No lo s, Walter. Es algo qumico. Una especia de sustancia lquida de color gris. Estaba en el fondo del crisol. Yo lo vi. Un da que se qued casi vaco. Es algo que funciona como un jugo gstrico y digiere todo lo que yo meta en el alimentador hasta convertirlo en metal tipogrfico puro. Me pas la mano por la frente y la not mojada. Repuse dbilmente:

    Todo lo que metes en S, absolutamente todo. Cuando se me acabaron las barreduras, las cenizas, y los papeles, utilic bueno, slo tienes que echar una ojeada al tamao del agujero que hay en

  • el jardn.

    Ninguno de los dos hablamos durante los prximos minutos, hasta que el coche se detuvo frente a mi hotel. Entonces le dije: George, si en algo estimas mis consejos, destruye esa mquina, ahora que todava puedes. Si es que todava puedes. Es peligrosa. Podra Podra qu? No lo s. Eso es lo malo. Dio gas al motor y despus lo dej reposar nuevamente. Me mir con expresin pensativa. Yo Quiz ests en lo cierto, Walter. Pero estoy ganando tanto dinero que ese nuevo metal hace que an sea ms de lo que te he dicho, y puedo decidirme a renunciar a ello. Sin embargo, cada da es ms lista Yo Te he dicho, Walter, que ahora tambin limpia los espaciadores? Segrega grafito.

    Dios mo! exclam, y permanec en la acera hasta que le perd de vista. No me vi con nimos de ir al taller de Ronson hasta ltima hora de la tarde siguiente. Y cuando llegu, tuve el presentimiento de que haba sucedido algo malo, incluso antes de abrir la puerta. George estaba sentado frente a su mesa de despacho, con la cara sepultada entre los brazos. Alz la vista al orme entrar y vi que tena los ojos enrojecidos.

    Y bien? pregunt. Lo he intentado. Quieres decir que has intentado destruirla? l asinti. Tenas razn, Walter. He tardado demasiado en darme cuenta. Ahora ya es demasiado lista para nosotros. Mira. Levant la mano izquierda y vi que estaba vendada. Me ha arrojado un chorro de metal. Yo lanc un silbido. Escucha, George, y si desenchuframos el? Ya lo he hecho repuso. Adems, para asegurarme del todo, incluso he desconectado toda la instalacin del edificio. No ha servido de nada, ha empezado a generar su propia corriente.

    Di unos pasos en direccin a la puerta del taller. Me estremec de pies a cabeza al pensar que deba entrar all. Tras una ligera vacilacin, pregunt: Crees que es seguro? l asinti. S, mientras no hagas ningn movimiento en falso, Walter. No trates de coger el martillo ni nada por el estilo, eh?

    No cre necesario responderle. Habra sido como atacar a una cobra con un palillo. El solo hecho de trasponer aquella puerta para dar un vistazo me cost un esfuerzo casi sobrehumano. Y lo que vi me hizo retroceder de nuevo hasta el despacho. Con una voz que pareci extraa a mis propios odos, pregunt: George has movido esa mquina? Est casi un metro y medio ms cerca de No contest. No la he movido. Vmonos a tomar una copa, Walter. Suspir profundamente. De acuerdo acced, pero antes dime cul es la situacin actual. Cmo es que no ests?

  • Hoy es sbado me dijo, y slo quiere trabajar cinco das, y cuarenta horas por semana. Ayer quise empezar a componer un libro sobre el socialismo y las relaciones laborales, y bueno, al parecer vers Abri el primer cajn de la mesa. Aqu tengo una galerada del manifiesto que ha hecho esta maana, reclamando sus derechos. Quiz tenga razn; sea como fuere, resuelve mi problema acerca de agotarme para tratar de ponerme a su nivel comprendes? Una semana de cuarenta horas significa

    que no podr aceptar tantos encargos, pero an cuento con cincuenta dlares por hora a razn de cuarenta horas, aparte del beneficio que supone convertir tierra en metal tipogrfico, lo cual no es de despreciar; pero Le arrebat la galerada de las manos y la acerqu a la luz. Empezaba as: YO, ETAOIN SHRDLU Acaso lo ha compuesto ella misma? pregunt. l asinti. George dije, no queras ir a tomar una copa? Es posible que el alcohol nos aclarase las ideas porque, despus de la quinta copa, todo fue muy sencillo. Tan sencillo que George no entenda por qu no se le haba ocurrido antes. Al fin admiti que ya estaba harto, ms que harto. No s si el manifiesto haba conseguido frenar su avaricia, o si todo se deba a que la mquina se hubiera movido, o a

    otra cosa; pero estaba dispuesto a terminar con el problema. Le dije que lo nico que deba hacer era mantenerse alejado de la mquina. Podamos suspender la publicacin del peridico y devolver los encargos que haba contratado. Quiz tuviera que pagar una indemnizacin a alguna de las editoriales, pero tena mucho dinero en el Banco, tras su inesperada prosperidad, y le quedaran unos veinte mil dlares limpios. Era ms que suficiente para empezar un nuevo peridico o publicar el

    mismo en otra direccin aunque sin dejar de pagar el alquiler del antiguo local, donde Etaoin Shrdlu se cubrira de telaraas. Claro que fue sencillo. No se nos ocurri pensar que a Etaoin quiz no le gustara la idea, o que fuese capaz de hacer algo para impedirlo. S, nos pareci sencillo y concluyente. Brindamos por ello. Brindamos varias veces, y el lunes por la noche yo segua en el hospital. Sin

    embargo, ya me encontraba lo bastante bien como para telefonear, y trat de ponerme en comunicacin con George. No estaba. Despus lleg el martes. El mircoles por la tarde el mdico me dio una conferencia sobre la cantidad de alcohol que se poda tomar a mi edad, y me dijo que ya poda irme, pero que si lo repeta Fui a casa de George. Un hombre extremadamente delgado y de rostro macilento me abri la puerta. Entonces habl y vi que era George Ronson. Todo lo que dijo fue:

    Hola, Walter; entra. Su voz no reflejaba ni esperanza ni felicidad. Tena el aspecto de un zombi. Le segu al interior, y dije: George, anmate. No puede ser tan malo. Explcamelo todo. Es intil, Walter repuso. Estoy derrotado. Ella vino y me oblig. Tengo que usarla esas cuarenta horas semanales, tanto si quiero como si no. Me me trata como a un criado, Walter.

    Le obligu a sentarse y a hablar con calma, y me lo explic. El lunes por la maana haba ido al despacho, como siempre, para solucionar algunos asuntos financieros, pero sin intencin de entrar en el taller. Sin embargo, a las ocho, oy que algo se mova en el cuarto

  • trasero.

    Sbitamente atemorizado, fue hasta la puerta para mirar lo que ocurra. La linotipia George tena los ojos desmesuradamente abiertos mientras me lo deca se estaba moviendo, avanzaba hacia la puerta del despacho. No se mostr demasiado explcito respecto a su mtodo de locomocin ms tarde descubrimos unas ruedecillas, pero me asegur que avanzaba; lentamente al principio, con ms rapidez y confianza a cada centmetro.

    De alguna manera, George comprendi inmediatamente lo que quera. Y, al mismo tiempo, comprendi que estaba perdido. La mquina, en cuanto l se present ante ella, dej de moverse, empez a crujir, y varios tipos cayeron sobre el componedor. Como un hombre que camina hacia la guillotina, George se acerc y ley estas lneas: YO, ETAOIN SHRDLU, exijo En aquel momento pens huir. Pero la idea de ser perseguido a lo largo de la calle

    mayor de la ciudad por No, era impensable. Y si hua como era probable a menos que la mquina desplegara nuevas habilidades, cosa que tambin pareca probable, no escogera a alguna otra vctima? Quiz hiciese algo peor. Armndose de resignacin, le indic por seas que aceptaba. Acerc la silla a la linotipia y coloc un borrador en la tablilla. Puso ms metal, y otras cosas, en el tanque alimentador. Ya no tuvo que tocar el teclado.

    Y mientras cumpla esos deberes mecnicos, me dijo George, se dio cuenta de que ya no era la linotipia la que trabajaba para l, sino que l trabajaba para la linotipia. Ignoraba por qu quera componer tipos y tampoco le importaba. Al fin y al cabo, sta era su misin, y probablemente era instintivo. O bien, tal como suger, y l acept como posible, estaba interesada en aprender. Lea y asimilaba por medio del proceso de composicin. Vase: el efecto en trminos de

    accin directa de que leyera libros socialistas. Hablamos hasta medianoche, y no llegamos a ninguna parte. S, volvera al despacho a la maana siguiente y pasara otras ocho horas componiendo o ayudando a que la linotipia lo hiciese. Tena miedo de lo que poda ocurrir si no lo haca. Y yo comprenda y comparta ese miedo, por la sencilla razn de que no sabamos lo que poda ocurrir. El rostro del peligro brilla ms cuando se vuelve para ocultar sus facciones.

    Pero, George protest, tiene que haber alguna solucin. Me siento parcialmente responsable. Si no te hubiese enviado al hombrecillo que te alquil Me puso una mano en el hombro. No, Walter. La culpa fue totalmente ma porque yo fui un avaricioso. Si hace dos semanas hubiera seguido tu consejo, podra haberla destruido. Dios mo, cunto me gustara estar sin un cntimo si as pudiera! George repet, tiene que haber alguna solucin. Debemos encontrarla Qu solucin? Suspir. No no lo s. Lo pensar. l dijo: De acuerdo, Walter. Har todo lo que me sugieras, lo que sea. Tengo miedo, un miedo horrible, de pensar en la razn por la que tengo miedo De regreso en mi habitacin, no pude dormir. No lo logr hasta el amanecer, y entonces ca en un sueo inquieto que dur hasta las once. Me vest y baj a la ciudad para encontrarme con George a la hora de comer.

  • Se te ha ocurrido alguna cosa, Walter? me pregunt en cuanto me vio. Su voz no revelaba grandes esperanzas. Yo mene la cabeza. Entonces dijo, con una voz firme en apariencia pero temblorosa en el fondo, esta tarde presenciaremos el final. Ha ocurrido algo. Qu? Cuando vuelva dijo, llevar un martillo dentro de la camisa. Creo que hay una posibilidad de alcanzarla antes de que ella me alcance. Si no bueno, lo habr intentado. Mir a mi alrededor. Nos encontrbamos sentados en un reservado de la cafetera de Shorty, y Shorty se acercaba en aquel momento para preguntar qu queramos. Pareca un mundo equilibrado y tranquilo. Esper hasta que Shorty se hubo ido a frer nuestras hamburguesas, y entonces

    pregunt serenamente: Qu ha ocurrido? Otro manifiesto, Walter, exige que instale otra linotipia. Me mir fijamente, y un escalofro me recorri la espina dorsal. Otra George, qu clase de borrador has compuesto esta maana? Pero, naturalmente, yo ya lo haba adivinado.

    Rein un largo silencio despus de que me lo dijera; no hice ningn comentario hasta el momento de irnos. Entonces: George, haba algn lmite de tiempo en esa solicitud? l asinti. Veinticuatro horas. De todos modos, ya puedes suponer que me resulta imposible conseguir otra mquina en ese espacio de tiempo, a menos que encuentre alguna en la

    regin, pero Bueno, no he discutido el lmite de tiempo porque Bueno, ya te he dicho lo que voy a hacer. Es un suicidio! Probablemente. Sin embargo Lo agarr por un brazo. George dije, debe haber algo que podamos hacer. Algo. Espera hasta maana por la maana. Nos veremos a las ocho; y si no se me ha ocurrido nada que valga la pena intentar, bueno te ayudar a tratar de destruirla. Quiz uno de los dos pueda alcanzar una parte vital o No, no debes arriesgar tu vida, Walter. Ha sido culpa ma Dejndote matar no conseguirs resolver el problema observ. De acuerdo? Espera hasta maana por la maana.

    l accedi y no volvimos a hablar del tema. Lleg el da siguiente. Lleg justo despus de medianoche, continu, y an segua all a las siete cuarenta y cinco, cuando dej mi habitacin y me dirig al encuentro de George, para confesarle que no se me haba ocurrido nada. An no se me haba ocurrido nada cuando abr la puerta de la imprenta y vi a George. l me mir y yo mene la cabeza. l asinti tranquilamente, como si ya los esperase, y habl en voz muy baja, casi en

    susurros, supongo que para que la mquina no nos oyera. Escucha, Walter dijo, no quiero que te mezcles en esto. Es mi propio funeral. Slo yo he tenido la culpa, yo y el hombrecillo de los granos, as que

  • George! exclam. Creo que ya lo tengo! Eso eso de los granos me ha dado una idea! El S, escucha: no hagas nada hasta dentro de una hora, quieres George? Volver. Es cosa hecha! Yo no estaba seguro de que fuese cosa hecha, pero la idea pareca digna de probarse, a pesar de que constituyese una posibilidad remota. Y tena que presentarla ante George como algo seguro o, de lo contrario, habra llevado a cabo su plan ahora que ya estaba decidido.

    Pero dime empez. Seal el reloj. Son las ocho y un minuto y no puedo perder el tiempo en explicaciones. Confa en m durante una hora de acuerdo? l asinti y se dirigi hacia el taller mientras ya sala. Fui a la biblioteca y a la librera local, y al cabo de media hora me encontraba de regreso. Entr en el taller con seis

    enormes libros debajo de cada brazo y grit: Hola George! Un trabajo urgente. Yo mismo lo compondr. En aquel momento estaba sentado frente a la mquina, trabajando. Lo apart de all y me instal delante de la linotipia. l dijo frenticamente: Oye, sal de y me asi por un hombro. Yo me libr de su mano.

    Me ofreciste un empleo, verdad? Bueno, lo acepto. Escucha, George, vete a casa y duerme un poco. O, si lo prefieres, espera en el despacho. Te llamar cuando haya terminado. Etaoin Shrdlu pareca hacer ruidos de impaciencia, y yo gui un ojo a George a espaldas de la mquina, hacindole seas para que se fuera. l permaneci unos minutos donde estaba, mirndome irresolutamente, y al fin dijo:

    Confo en que sepas lo que haces, Walter. Eso mismo esperaba yo. Le o entrar en el despacho y sentarse frente a la mesa para esperar. Mientras tanto, yo haba abierto uno de los libros que acababa de comparar, arranqu la primera pgina y la coloqu sobre la tablilla de la mquina. Con una precipitacin que me sobresalt, las matrices empezaron a caer, el elevador subi y Etaoin

    Shrdlu escupi una lnea en el componedor. Y otra. Y muchas ms. Yo permanec donde estaba, sudando. Al cabo de un minuto, volv la pgina; arranqu otra y la apoy en la tablilla. Rellen el componedor y luego lo vace. Y as sucesivamente. Terminamos el primer libro antes de las diez y media. Cuando el reloj dio las doce, George abri la puerta y se qued en el umbral,

    esperando que yo me levantara y fuera a comer con l. Pero Etaoin segua componiendo, as que hice un signo negativo en direccin a George y segu con nuevo original. Si la mquina estaba tan interesada por lo que compona como para haber olvidado su propio manifiesto acerca del horario, y no se detena a la hora de comer, no sera yo quin la interrumpiera. Aquello significaba que quiz mi idea tuviese xito. La una y seguimos adelante. Empezamos el cuarto de mis doce libros. A las cinco ya habamos acabado el sexto y estbamos a mitad del sptimo. En el

    estante ya no caban ms lneas, as que empec a colocarlas en el suelo o a meterlas en el tanque alimentador para dejar sitio a las dems. Las cinco y media, y no nos detuvimos.

  • George volvi a asomar la cabeza por la puerta, con una expresin esperanzada pero

    sorprendida, y le volv a hacerle seas de que se marchara. Me dolan los dedos tras arrancar tantas hojas del libro, me dolan los brazos tras acarrear tanto metal, me dolan las piernas tras numerosos caminos del banco a la mquina y de la mquina al banco, y me dolan otras partes tras tantas horas de permanecer sentado. Las ocho. Las nueve. Diez volmenes terminados y slo otros dos por hacer. Pero tena que estaba dando resultado. Etaoin Shrdlu empezaba a trabajar ms despacio. Daba la impresin de componer los tipos ms reflexivamente, ms pausadamente. En varias ocasiones se detuvo unos segundos al final de una frase o un prrafo. Cada vez ms despacio. Y a las diez se detuvo completamente y permaneci inmvil, mientras un debilsimo zumbido se escapaba del motor, zumbido que fu disminuyendo de intensidad hasta hacerse casi inaudible.

    Me pues en pie, sin apenas atreverme a respirar, hasta haberme asegurado. Las piernas me temblaban mientras iba hacia la mesa de herramientas y coga un destornillador. Retroced hasta llegar nuevamente junto a Etaoin Shrdlu y, lentamente con los msculos tensos para saltar hacia atrs si ocurra algo, met la mano en la mquina y saqu un tornillo del segundo elevador. No ocurri nada, as que lanc un profundo suspiro y desmont la prensa de tornillo.

    Entonces, con una nota de triunfo en la voz, llam: George! y mi amigo acudi corriendo. Coge un destornillador y una llave inglesa le dije. Vamos a desmontarla y bueno, tienes un agujero enorme en el jardn. La meteremos all y rellenaremos el agujero. Maana tendrs que procurarte otra linotipia, pero me imagino que puedes permitirte ese lujo.

    Mir el par de piezas que yo haba desmontado y que reposaban en el suelo, y dijo: Gracias a Dios, despus de lo cual se fue a buscar las herramientas requeridas. Yo tambin me acerqu a la mesa de herramientas, y de pronto comprend que estaba tan agotado que tendra que descansar un poco, as que me dej caer en una silla. George se aproxim y se qued a mi lado. Dijo: Y ahora, Walter, querrs explicarme cmo lo has hecho? Haba admiracin y respeto en su voz. Le sonre. Lo que dijiste sobre el grano me dio la idea, George. El grano de Buda. Esto y el hecho de que la linotipia reaccionara de ese modo frente a lo que aprenda. Lo ves, George? Era una mente virgen, a excepcin de lo que nosotros le proporcionbamos. Compone libros sobre las relaciones laborales e inicia una huelga. Compone novelitas

    romnticas, y solicita una linotipia para que As que le he proporcionado budismo, George. He trado todos los malditos libros sobre budismo que he podido encontrar en la biblioteca y la librera. Budismo? Walter, qu demonios tiene que ver? Me levant y seal a Etaoin Shrdlu. Lo ves, George? Cree lo que compone. De modo que le he proporcionado una religin que la convenciera de la absoluta inutilidad de todo esfuerzo y accin, as como de

    lo deseable que puede resultar la inexistencia. Om Mani padme hum, George. Mira no le importa lo que pueda sucederle y ni siquiera sabe que estamos aqu. Ha alcanzado el nirvana, y se dedica a la contemplacin del tornillo de la leva!

  • Armagedn

    Tuvo lugar, entre todos los lugares del mundo, en Cincinnati. No es que tenga nada en contra de Cincinnati, pero no es precisamente el centro del universo, ni siquiera del estado de Ohio. Es una bonita y antigua ciudad y, a su manera, no tiene par. Pero incluso su

    cmara de comercio admitira que carece de significacin csmica. Debi de ser una simple coincidencia que Gerber el Grande vaya nombre! se encontrara entonces en Cincinnati. Naturalmente, si el episodio hubiera llegado a conocerse, Cincinnati se habra convertido en la ciudad ms famosa del mundo, y el pequeo Herbie sera aclamado como un moderno san Jorge y ms celebrado que un nio bromista. Pero ni uno solo de los

    espectadores que llenaban el teatro Bijou recuerda nada acerca de lo ocurrido. Ni siquiera el pequeo Herbie Westerman, a pesar de tener la pistola de agua que tan importante papel jug en el suceso. No pensaba en la pistola de agua que tena en un bolsillo mientras contemplaba al prestidigitador que ejecutaba su nmero en el escenario. Era una pistola de agua nueva, comprada en el camino hacia el teatro cuando engatus a sus padres para que entraran en la

    juguetera de la calle Vine; pero, en aquel momento, Herbie estaba mucho ms interesado por lo que ocurra en el escenario. Su expresin revelaba la ms completa aprobacin. Los juegos de manos a base de cartas no suponan ningn misterio para Herbie. l mismo saba hacerlos. Eso s, deba utilizar una baraja pequea que iba en la caja de magia y era del tamao adecuado para sus nueve aos de edad. Y la verdad es que cualquiera que le observase poda ver el paso de la

    carta de un lado a otro de la mano. Pero eso no era ms que un detalle. Sin embargo, saba que pasar siete cartas a la vez requera una gran fuerza digital as como una habilidad sin lmites, y eso era lo que Gerber el Grande estaba haciendo. Durante el cambio no se oa ningn chasquido revelador, y Herbie hizo un gesto de aprobacin. Entonces record el siguiente nmero. Dio un codazo a su madre y le dijo:

    Mam, pregunta a pap si tiene un pauelo para dejarme. Por el rabillo del ojo, Herbie vio que su madre volva la cabeza y en menos tiempo del necesario para decir Presto, Herbie haba abandonado su asiento y corra por el pasillo. Se senta satisfecho de su hbil maniobra de despiste y su rapidez de reflejos. En aquel preciso momento de la actuacin que Herbie ya haba visto en otras ocasiones, solo era cuando Gerber el Grande peda que algn nio subiera al escenario. Lo estaba haciendo en aquel preciso instante. Herbie Westerman se le adelant. Se puso en movimiento mucho antes de que el mago formulara la solicitud. En la actuacin precedente, fue el dcimo en llegar a las escaleras que unan el pasillo y el escenario. Esta vez haba estado preparado, y tampoco se haba arriesgado a que sus padres se lo prohibieran. Quiz su madre le hubiera dejado y quiz no; le pareci mejor esperar a que mirase hacia otro lado. No se poda confiar en los padres en cosas como sa. A veces, tenan ideas muy raras.

    tan amable de subir al escenario? Los pies de Herbie se posaron en el primer escaln antes de que el mago terminara la frase. Oy un decepcionado arrastrar de pies a su espaldas, y sonri vanidosamente mientras atravesaba el escenario.

  • Herbie saba, por anteriores representaciones, que el truco de las tres palomas era el

    que necesitaba un ayudante escogido entre el pblico. Era el nico truco que no consegua descubrir. Saba que en aquella caja tena que haber un compartimiento oculto, pero ni siquiera poda imaginarse dnde. Sin embargo, esta vez sera l quien aguantara la caja. Si a esa distancia no era capaz de descubrir el truco, lo mejor que poda hacer era dedicarse a coleccionar sellos. Sonri abiertamente al mago. No es que l, Herbie, pensara delatarle. l tambin era

    mago; por eso comprenda que entre todos los magos deba existir un gran compaerismo y que uno jams deba revelar los trucos de otro. No obstante, se estremeci y la sonrisa se borr de su cara en cuanto observ los ojos del mago. Gerber el Grande, desde tan cerca, pareca mucho ms viejo que desde el otro lado del escenario. Y, adems, distinto. Mucho ms alto, por ejemplo. Sea como fuere, aqu llegaba la caja para el truco de las palomas. El ayudante

    habitual de Gerber la traa en una bandeja. Herbie desvi la mirada de los ojos del mago y se sinti mejor. Incluso record la razn por la que se encontraba en el escenario. El criado cojeaba. Herbie agach la cabeza para ver la parte inferior de la bandeja por si acaso. No vio nada. Gerber cogi la caja. El criado se alej cojeando y Herbie lo sigui con la mirada. Era realmente cojo o se trataba nicamente de un truco ms?

    La caja se dobl hasta quedar totalmente plana. Los cuatro lados reposaron sobre el fondo, la superficie repos sobre uno de los lados. Haba pequeas bisagras de latn. Herbie dio rpidamente un paso atrs para ver la zona posterior mientras la anterior era mostrada a los espectadores. S, entonces lo vio. Un compartimiento triangular adosado a un lado de la tapa, cubierta por un espejo, y unos ngulos destinados a lograr su invisibilidad. Un truco muy gastado. Herbie se sinti un poco decepcionado.

    El prestidigitador dobl la caja y el compartimiento oculto por el espejo qued en su interior. Se volvi ligeramente. Y ahora, jovencito Lo que ocurri en el Tbet no fue el nico factor; fue el ltimo eslabn de una cadena. El clima tibetano haba sido inslito durante esa semana, realmente inslito. Hizo un

    relativo calor. La nieve sucumbi a las elevadas temperaturas en cantidad superior a la que se haba fundido a lo largo de los ltimos aos. Los riachuelos crecieron, y todos los ros aumentaron de caudal. A lo largo de los ros, los molinillos de oraciones giraban a ms velocidad de la que haban alcanzado jams. Otros, sumergidos, se detuvieron. Los sacerdotes, con el agua hasta las rodillas, trabajaban frenticamente, acercando los molinillos a la ribera, donde el

    veloz torrente no tardara en volver a cubrirlos. Haba un pequeo molinillo, uno muy antiguo que haba girado sin cesar durante ms tiempo del que ningn hombre poda recordar. Haca tanto tiempo que se encontraba all que ningn lama recordaba la inscripcin que ostentaba, ni cul era el propsito de aquella oracin. Las turbulentas aguas rozaban su eje cuando el lama Klarath se acerc para trasladarlo a un lugar ms seguro. Demasiado tarde. Sus pies resbalaron sobre el barro y la

    palma de su mano toc el molinillo mientras caa. Liberado de sus amarras, se alej con la corriente, rodando por el fondo del ro, hacia aguas cada vez ms profundas. Mientras rod, todo fue bien.

  • El lama se levant, tiritando a causa de la momentnea inmersin, y se dirigi hacia

    otro de los molinillos. Qu importancia poda tener un pequeo molinillo?, pens. No saba que ahora que otros eslabones se haban roto slo aquel diminuto objeto se interpona entre la Tierra y Armagedn. El molinillo de Wangur Ul sigui rodando y rodando hasta que, a dos kilmetros ro abajo, choc con un saliente y se detuvo. Ese fue el momento. Y ahora, jovencito Herbie Westerman estamos nuevamente en Cincinnati alz la vista, preguntndose por qu se habra interrumpido el prestidigitador a mitad de la frase. Vio que el rostro de Gerber el Grande estaba contorsionado por una gran impresin. Sin moverse, sin cambiar, su rostro empez a cambiar. Sin transformarse, se transform. Despus, lentamente, el mago se ech a rer. En aquellas suaves carcajadas se