francisco-antonio de lorenzana, gran mecenas en el siglo

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1 Francisco-Antonio de Lorenzana, gran mecenas en el Siglo de las Luces. Por Antonio Casado Poyales (Universidad de Castilla-La Mancha) [email protected] A los profesores Fernando Martínez Gil y Fernando Llamazares Rodríguez, de la Facultad de Humanidades de Toledo. Maestros, compañeros y amigos. Conferencia impartida el 20 de Julio de 2011 en el antiguo Convento de Santa Clara de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), durante el Curso de Verano de la Universidad Autónoma de Madrid “Ciencia, Cultura y cambio en la Ilustración Española”. Sumario Biografía de Lorenzana. La sociedad de la Ilustración. Tiempo de mecenazgo. Las Reales Casas de Caridad: Toledo y Ciudad Real. El hospital de Dementes del Nuncio Nuevo. La Universidad Caterinense de Toledo. El Gabinete de las Maravillas. La Biblioteca Borbón-Lorenzana. Conclusión. Bibliografía.

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Page 1: Francisco-Antonio de Lorenzana, gran mecenas en el Siglo

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Francisco-Antonio de Lorenzana, gran

mecenas en el Siglo de las Luces.

Por Antonio Casado Poyales

(Universidad de Castilla-La Mancha)

[email protected]

A los profesores Fernando Martínez Gil y Fernando Llamazares Rodríguez,

de la Facultad de Humanidades de Toledo. Maestros, compañeros y

amigos.

Conferencia impartida el 20 de Julio de 2011 en el antiguo Convento de

Santa Clara de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), durante el Curso de

Verano de la Universidad Autónoma de Madrid “Ciencia, Cultura y cambio

en la Ilustración Española”.

Sumario

Biografía de Lorenzana.

La sociedad de la Ilustración. Tiempo de mecenazgo.

Las Reales Casas de Caridad: Toledo y Ciudad Real.

El hospital de Dementes del Nuncio Nuevo.

La Universidad Caterinense de Toledo.

El Gabinete de las Maravillas.

La Biblioteca Borbón-Lorenzana.

Conclusión.

Bibliografía.

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1. Biografía de Lorenzana.

Nuestro hombre nació en León en 1722, durante el primer reinado

de Felipe V el Animoso, sobrino-nieto de Carlos II y primer Borbón

español, precisamente en el año en que el futuro (y breve) rey Luis I de

España contrajo matrimonio con Luisa-Isabel de Orleáns. Los Lorenzana

son un linaje típicamente leonés, procedente del pueblo homónimo,

dependiente del municipio de Cuadros, en la comarca de Tierra de León.

Se decían descendientes del rey D. Ramiro y que formaron parte de los

que, en el S. IX, combatieron a Abderramán II en la mítica batalla de

Clavijo, acabando con el tributo de las Cien Doncellas. En todo caso, un

linaje de hidalgos extendido por León, Asturias y Galicia, y que más tarde,

saltaría a la Corona de Aragón, que aparece profusamente documentado

en los Archivos de la Real Chancillería de Valladolid e Histórico Nacional,

entre otros.1

Cursó estudios en el colegio de los Jesuitas, y en el de los

Benedictinos de Vega de Espinareda2, pasando a estudiar Derecho en las

universidades de Valladolid y Salamanca, siendo ordenado sacerdote y

opositando para canónigo de la Catedral de Toledo. En 1765 ascendió a

obispo de Plasencia (Cáceres), cargo que ocupó durante menos de un año,

ya que en 1766 fue promovido a arzobispo, pasando al Virreinato de

Nueva España a ocupar la Archidiócesis de México, en sustitución de

Manuel José Rubio. Allí permanecería casi seis años, durante los cuales se

dedicó con denuedo a reformar la gran archidiócesis novohispana.

Compiló y editó las actas de los tres primeros Concilios Mexicanos

1 El Padre Lobera justifica la heráldica familiar con un curioso romance que no me resisto a transcribir: De Lorenzo y Ana fueron / los Lorenzanas primeros / del rey Ramiro vinieron / como fuertes caballeros / cien doncellas libertaron / que en tributo a moros daban / ocho traidores tomaron / y los ojos les sacaron, / que mucho tiranizaban. / Por lo cual les dio un león / el rey más que ellos traían / por los ocho de prisión / Por cada uno un eslabón / viendo que lo merecían. / El campo les dio dorado / por ser de sangre real / en orla blanco es notado / la nobleza en sumo grado / ser gente fiel y real.

2 Dato inédito facilitado por su sucesor en la sede toledana dos siglos después, el Cardenal (ya emérito) D. Marcelo González Martín, en la solemne inauguración como Rectorado de la UCLM de la Real Casa de Caridad de Ciudad Real, fundada por Lorenzana.

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(celebrados en 1555, 1565 y 1585) y convocó el cuarto en 1771. Quiso

reformar y modernizar las órdenes religiosas, y chocó contra los muy

conservadores conventos de monjas, y sobre todo contra sus antiguos

maestros, los Jesuitas. No es extraño que apoyase a la Corona cuando el

rey Carlos III de España (y VII de Nápoles), a instancias de su Primer

Ministro el Conde de Aranda, firmó en 1767 la Pragmática Sanción que

ordenaba la expulsión de la Compañía de Jesús de todos sus reinos.

Esto no dejaba de ser otra cosa que la culminación de las teorías

regalistas. Se entiende por regalismo el conjunto de teorías sustentadoras

del derecho los monarcas sobre determinadas regalías o prerrogativas

inherentes a la soberanía, muchas de las cuales chocaban con el Papado.

Un ejemplo era el derecho de la Corona a dar el visto bueno a las bulas

papales o retenerlas, o el derecho de la Justicia Civil a revisar y revocar las

sentencias de los tribunales eclesiásticos. La Compañía de Jesús se

posicionó claramente a favor de la Santa Sede, lo que le valió la enemistad

del Gobierno, procediéndose a su expulsión. Lorenzana, desde su sede

novohispana, apoyó e impulsó dicha expulsión en la creencia que sería

beneficioso para la modernización del país y de la institución eclesiástica,

imbuido en el espíritu de la Ilustración que siempre le caracterizó.

Como historiador le debemos la edición crítica de las Cartas de

Relación de Hernán Cortés, y de la Historia de la Nueva España. Promovió

la edición de gramáticas en lenguas indígenas y de libros de textos para

escolarizar niños, así como manuales del profesor para párrocos. Inició

una colección de piezas de Arqueología e Historia Natural que años

después se convertiría en su famoso Gabinete de las Maravillas y

patrocinó excavaciones arqueológicas y proyectos de ingeniería y

urbanismo, Creó una casa cuna en 1766 para acabar con los infanticidios

(hasta entonces, comunes) de los hijos no deseados, que conseguiría

tiempo después que el rey ordenase que se tuviese por legítimos a todos

sus asilados.3

3 El día 19 de febrero de 1794, el Rey de España ordenó que se tuviera por legítimos a todos los

expósitos recogidos, otorgándoles los efectos civiles correspondientes y habilitándolos para toda clase de empleos y honores, concediéndolos el apellido de Lorenzana, en recuerdo de su Ilustre Fundador. Las leyes de relaciones familiares revolucionarias que conceden igualdad de derechos civiles a los hijos no matrimoniales, llegaron 123 años más tarde.

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En 1772 abandonó su querida Nueva España para regresar a la vieja,

ya que fue promovido a la Sede Primada de las Españas, la Archidiócesis

de Toledo, por donde había pasado –como canónigo- al comienzo de su

carrera. Venía a sustituir al recientemente fallecido Luis Fdez. de Córdoba

y Portocarrero, Conde de Teba, que en sus últimos años cayó en desgracia

en la Corte por respaldar a los Jesuitas y oponerse a su expulsión,

prohibiéndosele por ello la residencia en Madrid. Con el ascenso a la Sede

Primada de las Españas, Lorenzana conseguiría el más alto cargo al que

podía aspirar en España como eclesiástico. Manteniendo la tradición de

que todos los Arzobispos Primados vistan la púrpura, el Papa Pío VI le creó

Cardenal en 1789.4

En la Sede Toledana estuvo veintiocho años, desempeñando una

gran actividad que le hizo merecedor de los calificativos de Ilustrado,

mecenas, padre de los pobres, educador de jóvenes y tutor de príncipes.

Entre otras publicaciones, le debemos la edición renovada del breviario y

del misal mozárabes (Breviarium Gothicum y Missale Gothicum)5, de

abundantes obras de primitivos padres de la iglesia toledana, del Manus

Fortis del médico, rabino y filósofo cordobés del S. XII Moisés Ben

Maimón, más conocido como Maimónides, y sobre todo, fue el autor de

las Descripciones del Cardenal Lorenzana (1784). Una obra que, en la línea

de las Descripciones de Felipe II, de dos siglos antes, recopilaba

información (remitida por todos los párrocos y vicarios) sobre Historia,

Agricultura, Clima, Economía, Cartografía o Salubridad Pública de todos los

lugares de la Archidiócesis. Una obra magna de consulta obligada para los

estudiosos de la Castilla del Siglo XVIII6. Se rodeó de un equipo de

4 Como a todos los nuevos cardenales, se le asignó simbólicamente una parroquia romana, en su caso la Basílica de los Santos Apóstoles, en el barrio romano de Trevi, junto al Palazzo Colonna, familia a la que pertenecía el Papa Martín V, restaurador del templo en el S. XV. 5 Los mozárabes son los cristianos que durante la dominación musulmana no se convirtieron al Islam, sino que optaron por seguir siendo cristianos a cambio de pagar un impuesto especial. Tenían su obispo y sus propias parroquias, las cuales mantuvieron tras la reconquista cristiana y algunas de ellas, aún mantienen. Celebran la misa por su propio rito, heredero del visigodo y diferente al rito latino o habitual, y son considerados todos hidalgos.

6 Vid. PORRES DE MATEO, Julio, RODRÍGUEZ DE GRACIA, Hilario, y SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Ramón. Descripciones del Cardenal Lorenzana. Toledo : Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1986. ISBN 84-00-06381-3.

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intelectuales como el padre Enrique Flórez, Francisco de Palomares o

Francisco Pérez Bayer, todos ellos también como él, eruditos

multidisciplinares (ya que eran historiadores, filólogos, arqueólogos,

bibliotecarios y juristas).

Tuvo bajo su tutela al infante Luis María de Borbón y Vallabriga (hijo

del también infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio, hermano menor

de Carlos III, que abandonó la carrera eclesiástica y el cargo de Cardenal

Arzobispo de Toledo7, para casarse morganáticamente con María Teresa

de Vallabriga8). Este joven príncipe llegó a Toledo en 1785, tras la muerte

de su padre, y con el paso de los años ingresaría en la carrera eclesiástica,

llegando –como su padre- a ser nombrado Cardenal de Toledo9. Sucedería

en el cargo a su antiguo maestro, el Cardenal Lorenzana, en 1800.

Como mecenas, auspició numerosas obras públicas y sociales.

Hablaré más adelante de las Reales Casas de Caridad (o de la Misericordia,

como también se las conoce) de Toledo y Ciudad Real, del Hospital de

Dementes de Ntra. Señora de la Visitación (más conocido como del Nuncio

Nuevo) la Universidad de Toledo (hoy conocida como Palacio Universitario

Lorenzana), del Gabinete de las Maravillas y de la riquísima Biblioteca

Borbón-Lorenzana.

Entró en conflicto con el Primer Ministro, Manuel Godoy, al que criticó

abiertamente por su relación adulterina con Josefa Tudó10, estando

7 Sería sucedido en la sede toledana por el antes citado Cardenal Luis Fernández de Córdoba.

8 Un matrimonio desigual que causó gran enfado al Rey Carlos III, que los desterró de Madrid, prohibiendo a los hijos usar el apellido Borbón y el tratamiento de Altezas Reales. Serían rehabilitados años después, cuando una de las hijas, María Teresa de Borbón y Vallabriga (hermana de Luis María de Borbón) contrajo matrimonio con Manuel Godoy, valido del rey Carlos IV.

9 Al contrario que su padre, Luis María de Borbón sí que continuó en la vida eclesiástica, siendo el único miembro de la Familia Real que no viajó a Bayona en los sucesos previos a la Guerra de la Independencia. Marchó a Cádiz donde las Juntas de Defensa le nombraron Regente. Como tal, firmó la Constitución de Cádiz de 1812 y la supresión de la Inquisición. Para un mejor conocimiento de su vida, vid.: RODRÍGUEZ LÓPEZ-BREA, Carlos-María. Luis de Borbón, el Cardenal de los liberales. Toledo : Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 2001. ISBN 978-84-7788-225-1.

10 Tras la muerte de María Teresa de Borbón en 1828, Godoy contrajo finalmente matrimonio con Pepita Tudó, de la que ya tenía dos hijos naturales, que fueron regularizados.

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casado con la infanta María Teresa de Borbón, Condesa de Chinchón,

(hermana de su discípulo Luis María de Borbón). Acudió como Cardenal

Elector al Cónclave de Venecia (1799-1800) para elegir nuevo Papa,

resultando elegido Pío VII, al que acompañó hasta su muerte en la Santa

Sede, ya que finalmente Godoy consiguió que Lorenzana renunciase al

cargo de Cardenal Primado y permaneciese desterrado en los estados

Pontificios, aunque oficialmente fue una renuncia por motivos de salud. Ya

había renunciado tres años antes al cargo de Inquisidor General11. Dejó

sus bienes a los pobres y fue enterrado en Roma, siendo trasladados sus

restos en 1956 a la Cripta de la Catedral de México, que había sido su

primera sede arzobispal12. En Toledo fue nombrado sucesor suyo quien

había sido su discípulo, el infante Luis María de Borbón y Vallabriga, que

completaría la labor cultural de su antiguo maestro.

2. La sociedad de la Ilustración. Tiempo de mecenazgo.

El llamado Siglo de las Luces viene acompañado de la institución del

mecenazgo, inspirado en el espíritu de la Ilustración. Estamos viviendo un

período que pretendía disipar las tinieblas de la incultura, la tiranía, el

analfabetismo, la ignorancia y la superstición con las luces de la Razón. Los

políticos, filósofos y economistas tratan de construir un mundo mejor.

Estamos en el siglo que verá los grandes descubrimientos geográficos y

exploraciones, y que también verá el fin del Antiguo Régimen con la

Revolución Americana (1775) y más tarde, la Francesa (1779). Florecen

por toda Europa las sociedades secretas (Masones, Rosacruces,

Iluminados…) que pretenden cambiar la sociedad y acceder a nuevos

conocimientos, y vemos surgir el Enciclopedismo y el Racionalismo. En

resumen, una convulsa época de filantropía en la que gobernantes,

11 Fue nombrado Inquisidor General en 1794, sucediendo a Manuel Abad y Lasierra, obispo de Astorga. Renunció tres años después.

12 Fecha facilitada por D. José Bono Martínez, entonces Presidente de Castilla-La Mancha, durante la inauguración de la Casa de Caridad de Ciudad Real como nuevo Rectorado de la UCLM. Los restos de Lorenzana llevaban tiempo siendo reclamados a Roma desde la Archidiócesis Mexicana.

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aristócratas y príncipes de la Iglesia competían entre sí por la creación de

instituciones diversas: colegios, hospitales, universidades, academias… así

como por el patrocinio de Artes y artistas.

Músicos, escritores, pintores, arquitectos, escultores… eran

mantenidos por los distintos mecenas. Esto no es exclusivo de esta época,

ni mucho menos. Pero la Ilustración lo mantiene. Nace el Neoclasicismo

como culminación del Barroco, que se extenderá por las Artes durante

décadas, hasta que a su vez sea sustituido por los movimientos

Románticos.

El Cardenal Lorenzana es un claro ejemplo de humanista ilustrado,

imbuido del espíritu del Siglo de las Luces, y probablemente el más grande

mecenas que pasó por el antiguo Reino de Castilla-La Nueva en los últimos

doscientos años. A continuación haré una panorámica de las obras que,

bajo su mecenazgo, considero más importantes: Instituciones

filantrópicas, que hoy llamaríamos de Asistencia Social, pero también, y

paralelamente, de Formación Profesional. Mecenazgo universitario,

mecenazgo científico y artístico, y mecenazgo en el ámbito de las Letras y

de la Cultura.

3. Las Reales Casas de Caridad: Toledo y Ciudad Real.

La institución de la Real Casa de Caridad fue estudiada en los años

70 del pasado siglo por quien luego sería el tercer Presidente de Castilla-La

Mancha13, el historiador Jesús Fuentes Lázaro14 y posteriormente, por

otros investigadores15, y es claro ejemplo de las ideas reformistas típicas 13 Desde el 22 de Diciembre de 1982, en sustitución del geógrafo Gonzalo Payo Subiza (que a su vez sucedió a Antonio Fernández-Galiano) hasta el 6 de Junio de 1983, en que a su vez fue sustituido por José Bono Martínez. 14 Vid.: FUENTES LÁZARO, Jesús. “Historia de la Real Casa de Caridad de Toledo”. En: Simposio Toledo Ilustrado (vol. II). – Toledo : Publicaciones del Colegio Universitario de Toledo, 1975.

15 ALMARCHA NÚÑEZ HERRADOR, Esther. “Caridad e Ilustración en La Mancha”. En: El Cardenal Lorenzana y la Universidad de Castilla-La Mancha. Cuenca : Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1999.

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del S. XVIII. La pobreza era un problema nacional, sobre todo en zonas

donde la gran concentración de latifundios y “manos muertas” causaba

gran número de insolventes en las zonas rurales. En el año de 1766, el

gobierno de Carlos III pide el apoyo del Cardenal Primado para crear un

hospicio que recogiese dignamente “a todos los mendigos y huérfanos de

los cuatro reinos” y les formase para ganarse la vida con un trabajo digno

“para que olvidaran aquel descansado modo de vivir”. Ya había un

precedente, porque en tiempos del anterior arzobispo, D. Luis Fdez. de

Córdoba, se había hecho un proyecto similar, la Casa de Piedad. Lorenzana

hizo suyo el proyecto del Rey y consiguió en 1773 que se le cediesen para

albergarlo las ruinas del Alcázar Real, que había sido incendiado por los

ingleses durante la Guerra de Sucesión (que apoyaban al candidato

austracista, el Archiduque Carlos de Habsburgo, frente al Borbón, Felipe V,

apoyado por los franceses). El proyecto fue iniciado -ni más ni menos- por

el Arquitecto Real, Ventura Rodríguez, que adaptó el antiguo palacio a las

necesidades del nuevo centro, que contaría con Maestros de Letras y

Maestros de Fábricas. Una organización similar (guardando las distancias)

a las actuales Escuelas Taller y Casas de Oficios, donde los jóvenes que han

abandonado la enseñanza reglada pueden sacarse el Graduado Escolar y

aprender una profesión con la que ganarse la vida. No obstante, en 1810

el Alcázar sufrió un nuevo incendio, en plena Guerra de la Independencia,

esta vez por culpa de los franceses16, y el gobierno, entrampado con la

guerra y luego con la reconstrucción nacional, no pudo afrontar su

recuperación.

El que fuera maestro de Archiveros, D. Clemente Palencia Flores,

citaba hace casi cuarenta años 17 en un simposio un texto de D. Antonio

Ponz, el cual, en su conocida obra Viaje por España, nos habla de la Real

Casa de Caridad, la que conoció a pleno rendimiento: “No es razón pasar

de este lugar sin añadir el estado actual que tiene el Alcázar, destinado a

Casa de Caridad (…). La total decadencia que de muchos años a esta parte

experimentaba Toledo, en sus antiguas y famosas fábricas de seda, casi

16 Que le prendieron fuego al abandonar la ciudad, el 31 de Enero de 1810.

17 Vid. Palencia Flores, Clemente. Labor social de un cardenal ilustrado en Toledo. En: Simposio Toledo Ilustrado (vol. II). – Toledo : Publicaciones del Colegio Universitario de Toledo, 1975.

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momentáneamente ha desaparecido y se ven hoy en estado floreciente (…)

telares de toda suerte de telas, de seda, pañuelos, cintas, medias, etc., con

la ventaja de tener pronto despacho cuanto se fabrica: lo mismo se puede

asegurar de ropas de lana y lino por el crédito que han ido adquiriendo en

España y fuera de ella. / Se mantienen ocupados en dicha Real Casa de

Caridad más de setecientos pobres, que probablemente andarían

mendigos por los pueblos de este Arzobispado y tal vez la miseria hubiera

arrebatado a muchos de ellos del número de los vivientes”.

El éxito social de la Casa de Caridad de Toledo y las impresiones

sacadas de su viaje pastoral a La Mancha en 1777 animaron a nuestro

cardenal a repetir la experiencia fundando otra institución similar en

Ciudad Real capital, aunque Almagro disputó la sede18. Así pues, se le

encargó el proyecto al ayudante de Ventura Rodríguez, Eugenio López

Durango, que había trabajado con él en la reforma para Casa de Caridad

del Alcázar toledano y también en la del Colegio de Doncellas. Al contrario

que en Toledo, no se reforma un edificio preexistente, sino que se edificó

ex profeso, de nueva planta. Es un edificio rectangular transversal, con dos

patios porticados con columnas y arcos de medio punto (como los tiene el

Hospital de Tavera), separados por la iglesia, con una fachada neoclásica

(que nos recuerda la del edificio Sabatini de Toledo), con frontón

triangular con el escudo Real, y la inscripción fundacional19. El espacio

estaba distribuido por usos, una zona de talleres y almacenes, y otra de

viviendas y administración. Hubo problemas diversos en la construcción20,

inaugurándose en 1788.

De nuevo Antonio Ponz nos da noticias de la institución, ya que

también la visitó, en 1791, y dice: “Se recogerán aquí otros 600 ó 700

jóvenes de ambos sexos, como los hay en la Casa de Caridad de Toledo,

18 No lo consiguió porque Ciudad Real era de realengo y Almagro pertenecía a las Órdenes Militares, tradicionalmente enfrentadas con el Arzobispado Primado, según nos dice Esther Almarcha López-Herrador. (Vid. Op. Cit. Supra).

19 “Con el fin de desterrar y aliviar la vergonzosa pobreza y el ocio, Carlos III decretó que esta Real Casa fuera erigida en el año de 1786” (trad. del latín).

20 Encarecimiento y falta de materiales, especialmente madera, falta de mano de obra (que prefería trabajar en labores agrícolas), problemas presupuestarios…

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felizmente ocupados con notables progresos en todo género de

manufacturas de seda y otras. Aquí ya se emplean un buen número en las

de lana, tejiéndose actualmente buenas estameñas, bayetas y paños

comunes; ocupándose igualmente de manufacturas de esparto, como son

esteras y otros auxilios…”

Lamentablemente, pronto se vio agobiado por problemas

económicos. Pese a ello, consiguió llevar a cabo la idea original, apartar de

la calle a los pobres, alfabetizarles y enseñarles un oficio para que se

pudiesen ganar la vida, pero a los dieciocho años de su inauguración dejó

de funcionar por el mismo motivo que la Casa de Toledo: La Guerra de la

Independencia. Los franceses se acuartelaron allí (como en Toledo), y tras

su marcha, el edificio mantuvo el uso militar con tropas españolas, ya que

ni el Gobierno ni el Arzobispado podían mantener la institución. Por allí

pasaron diferentes regimientos de diferentes Armas (Artillería, Caballería,

Milicia Nacional, Infantería…), albergando finalmente al I Regimiento de

Artillería Pesada, que sería sustituido tiempo después por otro de Artillería

Ligera. Y allí permanecieron los artilleros hasta su marcha a León en 1988.

El edificio fue entregado al Ayuntamiento y este lo cedió a la Universidad

de Castilla-La Mancha, que lo rehabilitó entre 1995 y 1998 para nuevas

dependencias del Rectorado. Su portada con sillares almohadillados da

acceso a un zaguán con zócalos de cerámicas de Ruiz de Luna con motivos

militares, que se han conservado, la iglesia es hoy paraninfo, y sus patios

con han sido rehabilitados, instalándose además un arco mudéjar

procedente de la antigua judería.

4. El hospital de Dementes del Nuncio Nuevo.

Si bien todo el mundo sabe que un nuncio es un embajador del

Papa, en el lenguaje popular de los toledanos es sinónimo de manicomio.

Y esto es así porque en 1483 el nuncio (en realidad, vicenuncio apostólico)

D. Francisco Ortiz fundó en la que hasta entonces había sido su propia

casa un hospital psiquiátrico que oficialmente se llamó de Nuestra Sra. de

la Visitación, pero que todo el mundo llamó “Hospital del Nuncio”, y luego,

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simplemente, “el Nuncio”, para abreviar. Este hospital fue el sexto de su

categoría, y pasó a la pequeña Historia de la Literatura porque en él hizo

ingresar Alonso Fernández de Avellaneda (autor del Quijote apócrifo) al

loco más egregio de las Letras universales. Más de tres siglos después de

su fundación el edificio se había quedado pequeño, y resultaba poco

práctico, así que el Cardenal Lorenzana encargó un nuevo edificio

hospitalario en otra parte de la ciudad (más tranquila y con menos bullicio,

luminosa y con buenos vientos) al arquitecto Ignacio Haan, comenzando

las obras en 1790 y terminándose solo en tres años. En la primavera de

1794 se trasladó el hospital a su nueva sede (rebautizándose el anterior, y

la calle que a él conduce, como del Nuncio Viejo).

El Nuncio Nuevo se adaptó a las ideas sanitarias e higiénicas de la

Ilustración, con baños para los internos, y todas las novedades que traía el

Siglo de las Luces. Es una joya arquitectónica neoclásica, con una fachada

que nos recuerda a la del Palacio Universitario Lorenzana (debido al

mismo arquitecto), salvando la diferente distribución de las escalinatas, al

frente en el hospital y hacia los lados en la universidad. Recta, de dos

plantas, con una entrada sobre escalinatas que equilibran el desnivel de la

calle, y una inscripción fundacional en el frontón21, bajo un gran escudo de

armas del cardenal.

Posee dos plantas, y su estructura es cuadrangular, con tipología

hospitalaria en cruz, con la capilla en el centro y cuatro pequeños patios

en las esquinas. En palabras de Carlos Sánchez Martín, “el conjunto

respondía a los ideales de simetría, orden, distribución racional, aireación,

amplitud y luminosidad, además de no perder su carácter representativo

en la fachada columnaria”.

El Hospital del Nuncio pasaría a depender de la Diputación

Provincial tras ser desamortizado en 1868, y siguió siendo manicomio

hasta 1973, año en que se trasladó a un nuevo edificio (la Residencia

Psiquiátrica “San José”) en la pedanía de Azucaica, en donde hoy aún

continúa.

21 Que traducida del latín, dice: “Casa construida por sabio consejo para procurar la sanidad íntegra de la mente. Año del Señor de 1793”.

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Tras ser utilizado temporalmente como sede del Hospitalito del Rey,

por obras en su propio edificio, el edificio del Nuncio Nuevo acabó siendo

cedido por la Diputación a la Junta de Comunidades, que lo rehabilitó en

1985 como sede administrativa, acogiendo actualmente a la Consejería de

Economía y Hacienda.

5. Un centro de Enseñanza: La Universidad Caterinense de Toledo.

En 1485 el protonotario apostólico D. Francisco Álvarez de Toledo

fundó un Colegio Universitario que puso bajo la advocación de Santa

Catalina de Alejandría, colegio al que, años después, en 1520, el Papa León

X concedió la categoría de Universidad Pontificia, la cual fue confirmada

como Universidad Real en 1529 por Juana I de Castilla y su hijo el

Emperador Carlos, igualándola en categoría a las de Valladolid y

Salamanca, e impartiendo grados en las siguientes facultades: de ambos

Derechos (Civil y Canónico), de Teología, de Medicina y de Artes (Filosofía

y Letras). En 1771 se separaron el Colegio y la Universidad civil, teniendo

esta que buscar nueva sede, y tras una breve estancia (1771-1789) en la

recién expropiada Casa Profesa de los expulsados Jesuitas, y en el Colegio-

Convento dominico de S. Pedro Mártir el Real (1789-1799), se instaló

finalmente en un gran edificio neoclásico que construyó ex profeso para la

universidad el Cardenal Francisco-Antonio de Lorenzana22.

Ya cuando la universidad se instaló en los Jesuitas, se hizo un

presupuesto de rehabilitación de las instalaciones y se llegó a la

conclusión que era demasiado costoso y no iba a quedar bien. Por ello

Lorenzana asumió casi íntegro el presupuesto del nuevo edificio. En 1795

22 En el solar del edificio que había sido la sede de la Inquisición, que el cardenal mandó demoler. En los años 90 del siglo pasado apareció durante unas obras en el Palacio Lorenzana un escudo de piedra del Santo Oficio, sin duda procedente del edificio anterior, escudo que hoy se puede ver en el patio, junto a la puerta del Paraninfo.

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comenzó el derribo de la inquisición, al año siguiente se puso la primera

piedra, y en 1799 se inauguraba. Un edificio que le fue encargado a

Ignacio Haan23 , maestro de obras de la Catedral y autor también del

hospital del Nuncio Nuevo. Relacionado con la Escuela de Cirugía de París,

el edificio se inserta de una forma magistral en la estrecha calle a que da

su fachada principal, con una escalinata doble, que sube desde ambos

laterales y salva el desnivel de la calle para acceder al patio principal a la

vez que nos permite admirar la magistral columnata del pórtico. A ambos

lados dos esculturas de Mariano Salvatierra representan a las Ciencias y a

las Letras, y sobre la cornisa, un gran escudo de Lorenzana sostenido por

la Fama, obra de Antonio Finacer. El patio está porticado, con enormes

columnas de orden jónico, ubicándose al fondo del mismo, según se entra,

de modo transversal, el Paraninfo, de planta basilical con ábsides en

ambos lados y techo abovedado con decoración de casetones de estuco,

pilastras de orden compuesto y guirnaldas. El sitio de honor en el ábside lo

ocupa un retrato del Cardenal Lorenzana con los planos del edificio, que le

fueron presentados por Ignacio Haan en 1790.

Poco duraría la centenaria universidad de Toledo en su nueva casa.

La ocupación francesa y la Guerra de la Independencia interrumpieron la

actividad académica24, fundándose en su seno en 1808 el Batallón

Universitario de Toledo, integrado por profesores y alumnos, que

marcharon a Andalucía25. Las clases se reanudaron en 1813, aunque la

guerra y la crisis afectaron a la institución, suprimiéndose la Facultad de

23 “Ignacio Haan, el arquitecto de la luz”, como fue denominado en la exposición conmemorativa que tuvo lugar en el Palacio Universitario Lorenzana, celebrada del 18 de Noviembre al 22 de Diciembre de 2010.

24 Las tropas napoleónicas (la ciudad fue ocupada por 20.000 hombres al mando del General Bellune en 1808) saquearon el edificio e incendiaron sus sillerías, cátedras, y lo que es peor, el Archivo Universitario. 25 El Batallón Universitario de Toledo, integrado por unos seiscientos hombres, fue el germen de la actual Academia General Militar. Uno de sus integrantes fue el futuro General Espartero, líder del Partido Progresista y Regente de España durante la minoría de edad de Isabel II. Su bandera, “La Universitaria”, se considera la más antigua de las de las academias militares españolas y se conserva con honor en el fondo vexilológico del Museo del Ejército, en el Alcázar de Toledo.

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14

Medicina en 1824, y a punto estuvo de suprimirse toda la universidad26.

Finalmente, la “Ley Pidal” de reforma de la instrucción pública eliminó

varias universidades en toda España, entre ellas las de Alcalá de Henares y

Toledo, creándose una nueva en Madrid, la Universidad Central (que en

1970 pasó a denominarse Complutense). En 1845 el palacio Lorenzana se

transformaba en Instituto de Segunda Enseñanza27, funcionando como tal

hasta que en 1973 la universidad volvió a su casa a través del Colegio

Universitario de Toledo, que se había fundado en 1969/70. Creada en

1982 la Universidad de Castilla-La Mancha, que se reconoce sucesora de

las antigua Universidad de Toledo28, el Palacio Lorenzana alberga hoy al

Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y del Campus de Toledo, a los

Centros de Estudios Europeos y de Derecho del Consumo, a la Gerencia

del Campus y a la Universidad de Mayores “José Saramago”.

6. Un Museo: El Gabinete de las Maravillas

Fundado por el mismo Cardenal Ilustrado que creó la Biblioteca

Pública Arzobispal –germen, a su vez, de la Biblioteca Pública Provincial-,

el Gabinete fue una colección de fondos heterogéneos, como era habitual

en los escasos museos de la Ilustración, creados por el afán del Siglo de las

Luces en estudiar el pasado y clasificar todas las muestras de la Naturaleza

y del saber humano. Poseía fondos arqueológicos, numismáticos,

etnológicos, paleontológicos, y animales naturalizados. Amador de los Ríos

contaba en 1845 en su Toledo pintoresca que el Cardenal Lorenzana

26 Por estos años se suprimieron las universidades de Sigüenza (Guadalajara) y de Almagro (Ciudad Real), siendo las de Toledo y Alcalá de Henares las últimas que quedaron en Castilla-La Nueva. 27 El que luego fue conocido como Instituto Nacional de Bachillerato Nº 1 de Toledo y hoy es el Instituto de Bachillerato “El Greco”, trasladado a su actual ubicación (un edificio moderno construido ex profeso, en el Paseo de San Eugenio), en 1973.

28 Incorporando a su heráldica la rueda de Santa Catalina, símbolo de la antigua Universidad de Toledo (y del antiguo Colegio Universitario de Toledo), y adoptando para sí su antiguo Reglamento de Honores, por recomendación del Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones, el Académico D. Feliciano Barrios Pintado.

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15

“recogió cuantos documentos y objetos se habían encontrado en las

excavaciones que se hacían por aquel tiempo en la Vega, invitó a todos los

sujetos que conservaban en la ciudad lápidas y vasos romanos para que

los cedieran… una colección de monedas del Bajo y Alto Imperio, de las

colonias españolas y sus municipios, de los reyes godos y castellanos y no

pocas de los árabes, dio a aquel pequeño Museo Arqueológico mayor

importancia; disponiéndose todos estos objetos con orden e inteligencia,

para que pudieran prestar alguna utilidad al público. Muchas fueron

también las inscripciones hebreas, árabes y góticas que, ya en columnas,

ya en pedestales, ya en simples losas de piedra se juntaron, cuya

interpretación, especialmente de las árabes y hebreas, encomendó el

Cardenal a personas eruditas en dichas lenguas”…

A dichas piezas arqueológicas procedentes de la Vega Baja del Tajo

(zona de la que muchos afirmaban siglo y medio después desconocer que

tuviera valor arqueológico) y del casco histórico toledano, se agregaron

otras coleccionadas por Lorenzana cuando fue arzobispo de México:

piezas arqueológicas aztecas y mesoamericanas, minerales raros, fósiles

prehistóricos, osamentas, aves y mamíferos taxidermizados, objetos

etnográficos de los indígenas californianos, cuadros de mestizaje

detallando los posibles cruces entre amerindios, africanos, europeos y

asiáticos… Esta Cámara de Maravillas, Gabinete de Historia Natural y

Museo de Antigüedades se instaló en las dependencias del Palacio

Arzobispal de Toledo. Pronto se enriqueció con objetos y artilugios

científicos que mostraban los avances científicos, técnicos y anatómicos, y

por los fondos agregados por el sucesor de Lorenzana en la sede Primada,

el llamado Cardenal de los Liberales, su pupilo Luis María de Borbón y

Vallabriga (1777-1823), cuñado de Godoy, que agregó sus propias

colecciones, y las que había heredado de su padre, el Infante y ex Cardenal

de Toledo Luis Antonio de Borbón y Farnesio (1727-1785), hermano de

Carlos III. Los fondos de Lorenzana y los de los dos cardenales Borbón,

padre e hijo, convirtieron el palacio arzobispal “en un santuario de la

erudición y el prodigio”, en palabras de los comisarios de la exposición que

mostró en 2008 una selección de piezas del fondo Borbón-Lorenzana,

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16

aunque mayor fue la que se celebró en 1996 con motivo del siglo y medio

de la creación del Instituto29.

El Gabinete de las Maravillas llegó a su fin con la Desamortización.

Sus fondos se dispersaron entre distintos museos e instituciones y parte

de ellos se perdieron. Parte del fondo se conservó en el Instituto Provincial

de Enseñanza Secundaria, fundado en 1845 (actual Instituto de

Bachillerato “El Greco”) y al que se trasladaron en 1862 los objetos que se

consideraron didácticos y educativos; y otra parte pasó al Museo

Arqueológico Provincial (actual Museo de Santa Cruz), que fue fundado,

como casi todos sus homónimos, a mediados del S. XIX, en cumplimiento

de la Real Orden de 16 de Junio de 1844, que obligaba a crear en cada

capital de provincia un museo que albergase las obras de Arte

procedentes de las desamortizaciones, obras que hasta entonces se

encontraban almacenadas en diversas dependencias por la Comisión

Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos que se había creado en

1836. De igual modo, se integran en el lote fundacional del Museo

Arqueológico Provincial los fondos del Gabinete del Cardenal Lorenzana,

expropiado al Arzobispado, que desaparece como museo independiente a

partir de esta fecha.

7. Un gran centro documental: La Biblioteca-Borbón-Lorenzana

El En el S. XVIII, Carlos III había publicado una Real Cédula (17 de

Febrero de 1771) mediante la cual mandaba a los obispos que se abriesen,

en sus propios palacios episcopales, bibliotecas públicas formadas con los

libros que en ellos hubiese, y se aumentasen con los que dejasen a su

muerte y con rentas de sus vacantes. Debían, además, estar atendidas

cada una con un bibliotecario, pagados por cada obispado y nombrados

por el gobierno. Al poco de su promulgación, tomó posesión de la Cátedra

29 Vid.: 150 aniversario del I.B. El Greco : Catálogo de la Exposición “Fondos Históricos del I.B. El Greco, celebrada en el Museo de Santa Cruz del 14 de Diciembre de 1995 al 14 de Enero de 1996. Toledo : Instituto de Educación Secundaria El Greco, 1996. – 207 p. ISBN 84-921505-0-5.

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17

Arzobispal Toledana el hasta entonces Arzobispo de México, el cardenal

Lorenzana, humanista, ilustrado, bibliófilo, firme defensor de conceder

bienestar al pueblo a través de la Enseñanza y la Cultura, y convirtió en

proyecto personal la Orden Real a menos de un mes de su toma de

posesión. De hecho, incluso quiso incorporar también la Biblioteca

Capitular, pero el Cabildo no se lo consintió. Así pues se comenzó el

acondicionamiento de los bajos del Palacio Arzobispal a partir de 1773,

nombrándose Bibliotecario Mayor en 1775, cargo que recayó (de entre

tres propuestos) sobre D. Pedro Manuel Hernández, doctor en Derecho,

paleógrafo y erudito. Al año siguiente Lorenzana agregó a los fondos de la

Biblioteca Arzobispal los de la Biblioteca que había sido de los Jesuitas,

expulsados de los reinos de España en 1767. Al poco se dotó una plaza de

Bibliotecario Segundo, creada y dotada por el propio cardenal, ya que la

ley no lo exigía. Lorenzana la proveyó abundantemente de fondos (en el

inventario de 1788 ya contaba con 14.000 volúmenes) y creó anexo a ella

un Museo de Arqueología e Historia Natural.

En 1800 Lorenzana se vio forzado por el Primer Ministro Manuel

Godoy a renunciar a la Sede Primada y a marchar a Roma, siendo

sustituido en Toledo como nuevo arzobispo por el que había sido su

pupilo, el Infante D. Luis María de Borbón y Vallabriga (hijo del también

Infante y ex Cardenal de Toledo, D. Luis Antonio de Borbón y Farnesio,

hermano de Carlos III, que colgó los hábitos para casarse). El Cardenal-

Infante agregó a la Biblioteca Arzobispal la biblioteca que su padre tenía

en su palacio de Boadilla del Monte, más la suya propia. Así pues, las dos

bibliotecas de ambos Borbones, padre e hijo, se sumaban a la Arzobispal,

formando el fondo que llamamos Borbón-Lorenzana. En 1806 se incorporó

al cargo de Bibliotecario Segundo D. Ramón Fdez. de Loaysa, que

ascendería al cargo de Bibliotecario Mayor dos años después de la muerte

de su predecesor, acaecida en 1815. En 1823 el nuevo Bibliotecario

Segundo fue destituido por Fernando VII (por liberal) y el cargo dejado

vacante. La crisis que afectó al Arzobispado durante el pontificado del

Cardenal Inguanzo (1825-1836) hizo que se redujese el sueldo de Loaysa y

se terminó el presupuesto para nuevas adquisiciones. Entre 1836 (muerte

de Inguanzo) y 1847 (nombramiento de Bonel) el Arzobispado estuvo en

sede vacante y la crisis económica afectó aún más a la biblioteca

Page 18: Francisco-Antonio de Lorenzana, gran mecenas en el Siglo

18

(despidiéndose al conserje y quedando el bibliotecario sin sueldo,

continuando en su labor por amor al Arte, nunca mejor dicho), y

paralelamente llegaron las desamortizaciones. En 1845 la Comisión

Central de Monumentos Históricos y Artísticos dictaminaba que la

Biblioteca Arzobispal era un bien a desamortizar dado que el Arzobispado

había dejado de mantenerla, y ordenaba que sus fondos se integrasen en

los de la recién creada y aún no operativa Biblioteca Pública Provincial.

Pero en vez de trasladar los libros de la Arzobispal a la Provincial,

que aún no tenía una sede digna, se mantuvieron en su sede de siempre.

A partir de ahora desaparece como institución la Biblioteca Arzobispal,

que se integra en la Pública. Cambió la dependencia administrativa… y el

rótulo de la puerta, poniéndose la placa de Biblioteca Provincial en 1849.

La Biblioteca Provincial fue fundada para recoger los fondos bibliográficos

procedentes de la desamortización por la Comisión Científica y Artística

Provincial (1837), reconvertida luego (1844) en Comisión Provincial de

Monumentos Históricos y Artísticos, comenzó su andadura con una

treintena de millar de libros procedentes de distintas comunidades

religiosas, libros que fueron almacenados en el también desamortizado

convento dominico de San Pedro Mártir el Real.

En 1844 la Comisión Central del Estado se interesó por el estado de

las dos bibliotecas existentes en Toledo, contestándose que la Biblioteca

Provincial tenía los fondos simplemente almacenados, y que la Arzobispal

no podía pagar al personal, y sugiriéndose que los fondos de la Pública se

integrasen en la Arzobispal y el Estado se hiciese cargo del

mantenimiento. La respuesta fue la más coherente para una

administración pública: el Estado se haría cargo, pero asumiría la

titularidad de los fondos. Los libros de la Pública fueron trasladados desde

S. Pedro Mártir a la Casa de Infantas, frontera al Palacio Arzobispal, los de

la Arzobispal siguieron en su sitio y el bibliotecario Loaysa fue ratificado en

el puesto de Director, empezando a cobrar de nuevo, pero del erario

público. Tal situación se confirmó con tres Reales Decretos (de 25-09-

1845, 21-11-1846 y 28-05-1847), no sin oposición del Arzobispado que

protestó ante el Gobierno Civil, el Ministerio y ante ambas comisiones de

monumentos, la de Toledo y la Central, sin obtener ser atendido en sus

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19

alegaciones. En 1856, a la muerte de Loaysa, una comisión de la

Diputación Provincial se hizo cargo de las llaves y se tapió la comunicación

interior de la Biblioteca (ya Pública Provincial) con las dependencias

arzobispales, manteniéndose únicamente el acceso directo a la calle. Y en

1859 se trasladaron allí los fondos del lote fundacional de la Biblioteca

Pública, que llevaban tres lustros en el Palacio de Infantas. Por fin se unían

los libros de las dos bibliotecas que ya se habían unido

administrativamente más de una década antes.

Y así continuó hasta fin de siglo. Una vez que hubo entrado el S. XX

(en 1919) se trasladó al desamortizado Hospital de Santa Cruz, en donde

permanecería hasta 1966, cuando se edificó la Casa de la Cultura en el

vecino Paseo del Miradero para albergar conjuntamente a la Biblioteca

Provincial y al Archivo Histórico Provincial. Y allí permaneció hasta 1998 en

que la ya denominada Biblioteca Pública del Estado se fusiona a su vez con

la Biblioteca Regional (creada en 1989 y con sede hasta entonces en la

Casa-Palacio de los Condes de Oñate). Y ambas se trasladan juntas a la

última planta del Alcázar Real (cedida por el Ministerio de Defensa al de

Cultura, titular de la Biblioteca Pública del Estado), en donde aún hoy

continúan, aunque se mantiene la Casa de la Cultura como depósito

auxiliar.

Page 20: Francisco-Antonio de Lorenzana, gran mecenas en el Siglo

20

8. Conclusión.

En resumen, podemos decir que Lorenzana fue un personaje

singular. Con este adjetivo nos lo define el profesor Ángel Fernández

Collado, Provicario y Canónigo Archivero de Toledo, que nos dice30 que el

término ilustrado “no se le puede aplicar en toda su extensión, y menos

aún en su concepción enciclopedista de persona eminentemente

racionalista y naturalista, atea, contraria a los dogmas y a la intervención

de Dios en el mundo (…). Sin embargo, al conocer sus numerosísimas obras

de caridad, de promoción humana, de profundización y difusión del

Pensamiento, de las Artes y de la Cultura (…), por el bien público (…), por el

cultivo de las Ciencias Naturales, Exactas e Históricas (…), sí podemos decir

que algunos aspectos del llamado “Despotismo Ilustrado del S. XVIII” están

presentes en su vida y obras”. Tras exponer que la Ilustración española no

se opuso, como en otros países, a la Fe Católica, sino que nuestros

ilustrados entendieron ser compatibles los conceptos de Fe y Razón,

añade que Lorenzana fue: “Un clérigo preparado intelectualmente,

inquieto culturalmente, consciente de la necesidad de reformas y

trasformaciones en la Iglesia y gran impulsor de obras culturales, artísticas

e intelectuales y sociales tendentes a favorecer el bien común, el progreso

social y la profundización en el saber. Sus motores no fueron otros que la

caridad (…) y su amor por los libros y la Cultura”.

Poco más se puede añadir: permítanme citar a D. Gregorio Marañón31:

“Uno de los más grandes señores de la Iglesia española; más grande e

ciertos aspectos que Mendoza y Cisneros, cuyas glorias políticas y

guerreras admiro, pero siempre que las oigo referir las comparo y salen

perdiendo con las del cardenal de los telares de seda y de lino”.

Gracias por su atención.

30 FERNÁNDEZ COLLADO, Ángel. “El Cardenal Lorenzana, semblanza de un singular Arzobispo

de Toledo”. En: FERNÁNDEZ COLLADO, Ángel, coord. El cardenal Lorenzana, arzobispo de

Toledo : Ciclo de Conferencias en el II Centenario de su muerte (1804-2004). -- Toledo : Instituto

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31 MARAÑÓN POSADILLO, Gregorio. Elogio y nostalgia de Toledo. – Madrid : Espasa-Calpe, 1983. – 224 p. ISBN 84-239-1643-X.

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