francioni, 1978 psiconalisis linguistica y epistemologia

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OSCAR MASOTTA Lecciones de introducción al psicoanálisis VICTOR TAUSK Tratmjos psicoanalíticos S. FEUD Y E. WEISS Problemas de la práctica psicoanalítica S. FREUD Y K. ABRAHAM Correspondencia S. FREUD Y A. ZWEIG Correspondencia SARAH KOFMAN El enigma de la mujer JACQUESSEDATYOTROS iRetomo a Lacan? SERGE LECLAIRE Un encantamiento que se rompe MARIO FRANCIONI Psicoandlisis, lingühtica y epistemología en Jacques Lacan Mario Francioni gedisa

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Texto acerca de los fundamentos espistemológicos del psicoanálisis

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  • OSCAR MASOTTA Lecciones de introduccin al psicoanlisis

    VICTOR TAUSK Tratmjos psicoanalticos S. FEUD Y E. WEISS

    Problemas de la prctica psicoanaltica S. FREUD Y K. ABRAHAM

    Correspondencia S. FREUD Y A. ZWEIG

    Correspondencia SARAH KOFMAN

    El enigma de la mujer JACQUESSEDATYOTROS

    iRetomo a Lacan? SERGE LECLAIRE

    Un encantamiento que se rompe MARIO FRANCIONI

    Psicoandlisis, linghtica y epistemologa en Jacques Lacan

    Mario Francioni

    gedisa

  • Tftulo del original en italiano: Aicoamlisi linguistkn ed epktemologia in Jaques Lacan @ by Editore Boringhieri, Torino, 1978

    7hdumbn: Ramdn Alcalde

    Rimera edicibn, julio de 1983, Buenos Aires, Argentina NDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prefacio 9

    Derechos para todas las ediciones en castellano

    O by Editorial Gedisa S.A. %l. La psicolingstica freudiana. Muntaner 460, entio, la. Tel. 201-60 00 La estructura alienante de la subjetividad y

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Barcelona-6, Espao dellenguaje 13 ISBN No 84-7432-183-2

    1. Premisa: historia de la ciencia y . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gestidn, representacidn y direccidn para esta edicin epistemologa 15

    Editorial Celtia S.A.C.1.F. de M. y R. 2. La metapsicologa de Freud, Avda. Belgrano 355, 6" piso . . . . . . . . . . . . . 1092 - Buenos Aires, Argentina reestrutturada por Lacan 16 ISBN No 950-9106-44-5

    4. La "fase del espejo". El "otro" propio . . . . . . . . Hecho el depbsito que establece la ley 11.723 (el yo) y 10s "otros" fuera de s 24

    5. La estructura de la subjetividad Impreso en Argentina Printed in Argentina y de la intersubjetividad. El

    t e esquemaLV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Se termin de imprimir en offset en el 6. La estructura alienante del lenguaje me?; de agosto de 1983, fundada sobre el modelo didico de la en los talleres grhficos de . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA PRENSA MDICA ARGENTINA S.R.L. subjetividad 36 Junn 815, Buenos Aires, Argentina. 9 7. Criterios epistemol6gicos y contextos"

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . histricoculturales 42 I Queda prohibida la reproduccidn total o parcial por cualquier medio de

    impresidn, en forma identica, extractada o modificada, en castellano o 2. Los significantes en el inconsciente. La letra . . . . . . . . . . I cualquier otro idioma. y la metfora del deseo al lenguaje 45

    7

  • 1: El deseo en la estructura lingstica del inconsciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    2. El determinismo combinatorio del "significante" en las formaciones de

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . compromiso 49 3. El nuevo estatuto de lo "simblico"

    en la interpretacin de un suefio . . . . . . . 53 4. La "literalidad" del significante fsico-

    sensorial predomina sobre el significado 57 5. El intento de "matematizacin de

    6. El sujeto en el movimiento de la cadena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . significante 71

    7. Psicoanlisis y filosofa; o sea, Lacan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . contra Lacan 79

    Apdndice. Epistemologa e ideologa en Lacan . . 89 1. El posible "sentido" y la "retrica"

    de la epistemologa lacaniana . . . . . . . . . 91 2. La "falta" estructural y la nocreatividad

    En este breve estudio se intenta primeramente de- del arte ............................ 95 3. La interpretacin ideolgica linear la estructura, y contribuir luego a la valuacidn

    materialista" de la metapsicologia del psicoan&ir lingstico de .?acques Lae~, s u d o

    freudiana 98 con elprogramapoldmico de un retorno a "verdadero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Freud", programa muy problemtico por el doble moti- 4. La "crisis" del freudismo y la vo e intento de conseguir conjuntamente el rigor epk- identificacin de la moral con la tbcnica 103

    5. El "sentido" ltimo ms alla de temolgico y la jdelidad a un determinado mensaje hutrico, el del maestro viens. la historia y del maestro . . . . . . . . . . . . . 106 A travs de una mediacin interdkciplinaria: toda-

    . . . . . . . . . . . . Bibliografa de Jacques Lacan 109 1 v& no madura, buscada sobre todo en la ontropologh y la lingktica estructurd Lacan entreteje aqueUos Bibliografa de las obras citadas 119 dos motivos diversos, introduciendo con frecuencia: la . . . . . . . . . . .

  • aproximacin conceptual metafrica en sus formula- impersonal. Por ello toma posicin frente a las es- ciones, oscuras y a la vez penetrantes. Mas si el nivel quemricas elecciones ideolgicas que, por ejemplo, en de aniisW no es siempre riguroso, es imposible desco- lo referente al campo marxista, han llegado aproponer nocer la amplitud, la audacia y el inters de su proyec- @or emplear aqu metforas anlogas a los s u y a ) o

    1 to de conciliar paradjicamente Ertica y Matemtica, ''multiplicaciones lgicas" (Freud y Marx) o 'ad i - mantenindose fiel a SU concepcin subversiva del su- ciones lgicas" (Freud o Marx), con iguales preten- jeto humano como sujetado a la omnipotencia del siones de coherente "racionalidad" y de acertada ' '~mboio" (detrs del lenguaje-mediador de "natura- "historicidad". Pero tambin la posicin de Lacan pa- leta" y "cultura) presionara esencialmente la pulsin rece con frecuencia contaminada de motivos puramen- inconsciente del deseo, y no la visin consciente del te ideolgicos, aunque sumamente esfumados. pensamiento). El psicoanlisis en su totalidad -rein- .

    B j El momento ideolgico -que persuade a actuar terpretado y reestructurado as, aun dentro de la bus- en cierta direccin 'kraxificando" la teoru- es casi cada fidelidad de un retorno a Freud- resulta fecun- inevitable en la formacin misma de la ciencia, en sen- damente solicitado en sus fundamentos cientscos e tido tanto negativo como positivo. Y si slo distancin- dose en el tiempo parece posible distinguir el aspecto Lacan, es verdad, no consigue mejorar el estatuto r ~ ~ o ~ o " del '$deolgico" @blico o privado) en cientsco del psicoanlisis (est en otra lnea, por curso del pensamiento cientifico, ello no excluye el in- ejemplo, de la seguida por un Rapaport), pero contri-

    buye a esclarecer la epiesteme (en el sentido amplio, tento de acortar la duracin de este tiempo.

    por ejemplo, de un Foucault), pues tiene conciencia de Eso es lo que se intenta hacer crticamente en este la imposibilidad de axiomatizarlo o de desarrollar una breve trabajo: individudzar los movimientos ideolgi- experimentacin verdadera y propia. Insiste en el des- tos de Lacan que estn detrs de su (metforica) mate- nivel entre verdad y saber, expresndole en trminos matizacin delpsicoanlisis, precisamente para contri- que no pueden agradar a los "~ientificistas"~uros, pe- buir a una mejor clarificacin epistemolgica de este

    1 l 1 1 ro que son coherentes con la tesis que l cree encontrar ltimo. Entre estos movimientos parece relevante la 1 I en la base del revolucionario descubrimiento o ruptura "denegacin" del discurso filosfico en cuanto tal, por

    11

    epistemolgica de Freud: "En el hombre, la verdadera parte de un autor que cita continuamente lo~filsofos intencin, la del inconsciente, o est inconscientemen- y que distingue adecuadamente verdad y saber, tcnica i te expresada o conscientemente reprimida".

    Segn Lacan, la fuerza mayutica desmitificante 1 , Lacan se ha lamentado de que en los estudios a l l de la tesis freudiana implica el reconocimiento de que dedicados exista una transmisin literal de su pensa- l 1 1 ' la dinmica de la alienacin humana es enteramente miento, es decir, hecha por estudiosos que, valindose

  • El "lamento" de Lacan cierra su Prefacio, que se incluye en lengua fran- c m . en la traduccin italiana del eiitudio que Anika Rifflet-Lemaire le dedic (1972. p e a 15)

    Una primera redaccin parcial del presente ensayo apareci6 en 1973, en Fibrofh. revista dirigida por Augusto Curro.

    exclusivamente de sus Escritos, lo traicionan inevi- tablemente, "teb que l'ambre gardant la mouche, pour ne rien savoir de son vol".l Esperamos no haber impedido el 'iruelo" de Lacan hacia horizontes ms

    La psicolingstica -freudiana.

    La estructura alienante de la subjetividad y

    del lenguaje

  • 1. Premisa: historia de la ciencia y epistemologia

    Casi siempre el anlisis histrico de una teora cientfica aclara su naturaleza conceptual, facilitando la comprensin o la invencin de alternativas posibles, de retoques que la simplifican o la mejoran. Hay veces en que tal aniisis.lleva a encontrar en ella una "antici- pacin a la poca", o a provocar "retornos a los orge- nes" y a un juicio eventual sobre las vicisitudes de la teora misma. Ti1 ha sucedido con Freud, urgido por la indagacin de Jacques Lacan.'

    De hecho, Lacan condena el "freudismo histri- co", especialmente el de Estados Unidos, que no habra reconocido o habra traicionado, la ruptura epistemolgica llevada a cabo por Freud, para ade- cuarse a nuestra mistificante "civilizacin". Por ello reivindica un "retorno a Freud" psicolingista, o me- jor, metalingista, de acuerdo con los mtodos de la

    ' Lacan compil casi todos sus trabajos en un volunien de crits (Seuil, Pa- rs, 1966). A continuacin se citarn, entre parntesis, con la letra E seguida del nmero de la pgina; la traduccin italiana, Scntti, a cargo de Giacomo Contri (Einaudi, Turn, 1974), se citad, en cambio, con la letra S.

    *.

  • 1 antropologa estructuralista contempornea (Lvi: Strauss, Foucault, Derrida y otros), que seran ade- cuados para interpretar al autntico Freud.

    1 , La restructuracin epistemolgica intuida por 1

    1 1

    Freud puede ser llevada a los hechos -segn Lacan- mediante una lgica del "deseo " que se convierte en lenguaje, que descentre totalmente el "pensamiento" del autntico sujeto humano parlante, es decir, del in- consciente (entendido precisamente como fuente del deseo mismo). Finalmente, por obra de esta nueva "l- gica" del lenguaje, el "pensamiento" consciente no usurpara ms una funcin gentica que no es suya.

    I En efecto, Lacan simplifica el modelo de sujeto l( humano propuesto por Freud, con el fin de aprehender )I 11 i 1) en l las razones ms profundas. Por ello, en este pri- I I , ~

    mer captulo sobre Lacan intentaremos iniciar un reco- nocimiento histrico de sus estudios, partiendo de aqullos actualmente clebres que tratan sobre la as Uamada "fase del espejo" y del "esquema L" de las relaciones intrasubjetivas e intersubjetivas. Estas rela- ciones son fundamentales para comprender la natura- leza del lenguaje y, precisamente, la relacin radical- mente alienante entre significante y significado. Pero convendrti primeramente esquematizar "el Freud de 1 1 li

    1 1 ' Lacan", centrado cono estii sobre la misma metapsico- l 1 ' 1

    loga, simplificatoria ya, del Maestro viens.

    2. La metapsicologia d e Freud, reestructurada

    I por Lacan

    \ I "El hombre es hablado" condensa todo el Freud

    t

    de Lacan. Pero entonces, quin es el hablante? Si el yo queda destituido, algn otro habla en el hombre: el inconsciente, estructurado por el lenguaje mismo.

    Segn Lacan, pues, la "revolucin copernicana" cumplida por Freud consiste -dicho con menos esote- rismo- en la subversin de la concepcin tradicional egolgica y logocntrica de la subjetividad, que culmi- na en Descartes. De ah se derivan las siguientes tesis paradojales:

    1) el inconsciente, que es el centro pulsional con- dicionado por las estructuras del lenguaje, coincide realmente con el sujeto en su integridad;

    2) el yo, por su funcin puramente defensiva, y por ende narcisstica, no es ms que el sujeto imaginario, es decir sujetado, sin verdadera autonoma o libertad, por conflictos o desconocimientos alienantes;

    3) la cura -la mayutica freudiana- no busca la curacin, sino la verdad, de la cual la ciencia conoce solamente algunos efectos: sin embargo, la curacin puede sobrevenir por aadidura.

    Por ello, los psicoanalistas del yo, especialmente los estadounidenses -por ejemplo Hartmann (1966 y 1976)-, qu,e en la cura querran reemplazar un "yo dbil" por un "yo fuerte" -fuertemente adaptativo a la realidad ambiental- traicionaran las exigencias profundas del pensamiento de Freud.

    El Freud de Lacan, as esquematizado, evidente- mente destaca y valoriza la esencia especulativa del Freud metapsiclogo, descuidado en cambio por la praxificacin estadounidense de la psicologa. Praxifi-

  • cacin "racionalizada" mediante aquellos pretextos cientificistas que querran relegar a la pura mitologa -vase, por ejemplo, Hook (1967)- las intuiciones fundamentales sobre el Eros como 'pulsin de vida" II (y no slo libido) en conflicto radical con Tna~os como '>ulsin de muerte". Es el Freud que descubre que es ineludible, para la posibilidad misma de pensar el fun- cionamiento de la psiquis segn el primer modelo me- canicista del Proyecto de una psicologa, de 1895, introducir luego (como dice un ttulo de 1920) Ms all del principio de placer no slo el principio de realidad que se contrapone a ella, sino tambin el de la "pul- sin de muerte", atestiguado por el fenmeno de la compulsin a la repeticin, presente en todo el mundo biolgico.

    El primer Freud haba separado psicoanlisis y ciencias naturales (y medicina) por el solo hecho de que en la "situacin psicoanaltica" resulta imposible la repetibilidad del experimento, pero la economa y la dinmica del psiquismo eran interpretadas de hecho mediante analogas fisicalistas, que conectaban direc- tamente los tradicionales modelos fsico-matemticos con las "espacializaciones" de las dos tpicas sucesi- 111 vas (consciente, preconsciente, inconsciente; yo, super-

    ' I y, ello).

    El Freud metapsicolgico, en cambio, biologiza, ' ,1:

    I / por as decir, la psicologa y al mismo tiempo gsicologi-

    1 11 za la biologa, despus de haber aceptado el fenmeno automtico de la compulsin a repetir como universal-

    1 mente caracterstico -de modo negativo- de la vida. 1: De esta manera, la verdadera dicotoma se dara entre

    realidad inorgnica (fsica) y realidad orgnica (vivien-

    te). Pero este fenmeno aparece en Freud como doble- mente misterioso: por una parte, el fin al cual tiende toda la vida parece ser la muerte, aun cuando la exis- tencia de lo no viviente es anterior a la de lo viviente; por la otra, no se comprende tampoco cmo comenz la vida misma. Considerada en s misma, la coaccin a repetir aparecera superflua y a la vez insuficiente.

    De hecho, si los instintos orgnicos conservado- res, adquiridos en el transcurso del tiempo, tienden a la reproduccin regresiva de los estadios precedentes, la evolucin orgnica progresiva, aunque puede depen- der de causas externas perturbadoras que impidan al organismo "marcar el paso", presupone por lo menos el comienzo de la vida misma, adems de su nueva adaptacin; dicho con otras palabras, al variar el am- biente, el camino nuevo, ms largo y complicado para < < retornar" por fih simplemente al origen inorgnico

    requerira que primeramente se hubiera producido la radical "navedad" del "desprenderse" de l, es decir, un verdadero salto cualitativo. De ah que Freud re- curra a la poco "operativa" connotacin del Eros, que mantiene unidas las partes en la sustancia viviente (dando o conservando la vida?), en contraposicin al Tnatos.

    Si no el comienzo de la vida, s por lo menos su < < continuacin, implica, pues, el acceso a muertes par-

    ciales", hasta llegar a la muerte total y definitiva. La- can reconoce la mortfera "compulsin a la repeticin" freudiana en el fenmeno humano funda- mental del acceso a la esfera del lenguaje, es decir, a la dimensin de lo simblico: la originalidad del intrpre- te parisiense consiste en el esfuerzo por hacer reen-

  • contrar en este plano simblico el descubrimiento en el "compromiso" del sntoma), sea positivamente, esencial del propio Freud (vase especialmente E, 237- pero sobre el plano imaginario (por ejemplo, en el 322 y 493-528; S, 230-316 y 488-523. Sobre las premisas auefio), para usar los terminos de Lacan.2 Del modo tericas generalsimas y "deliberadas" de Freud refe- 1 ;/ que sea, lo que se intenta es colmar una "falta".

    I rentes a la extensin del significado de las dos polari- En este punto, para mostrar mejor la verdad de dades "vida" y "muerte" -positiva y negativa- del Freud, Lacan cree necesario individualizar un tercer campo biolgico, vase Laplanche, 1972). plano, precisamente el ya mencionado de lo simblico,

    es decir, un orden en el cual domina el lenguaje, y agre- gar al concepto de necesidad y de deseo el concepto de

    3. Lo "simblico" en Freud y Lacan demanda, es decir, el de un pedido dirigido a otros. En tanto que la necesidad se satisface con un objeto espe- ,

    El "descubrimiento" atribuido a Freud presupo- cfioo de la naturaleza y la demanda exige un amor in- ne, segn Lacan, la conexin entre la compulsin a re- condicionado y el reconocimiento del otro, el deseo, petir y la memoria; por obra de sta, la pulsin general por obra de la lgica de la falta, aparecera precisa- de vida no se acta bajo la forma de necesidades natu- mente en la distancia, imposible de colmar entre la ne- rales, puras y renovadas, que pueden satisfacerse con cesidad y la demhnda. determinados objetos (por ejemplo, los alimentos) sino Esta presencia explcita de los "otros" parece, al bajo la forma de deseos ligados perennemente a menos por ahara, una novedad de Lacan, aun cuando "huellas mn6micas" y susceptibles de ser eatisfechos, la introduce precisamente para valorar la. centralidad por consiguiente, mediante la reproduccin alucinato- del descubrimiento freudiano sobre el deseo, en la me- ria de representaciones que se han convertido en sig- dida que, en el Freud ms conocido, el deseo incons- nos de una satisfaccin anterior. El "deseo" nostlgi- ciente, ligado a signos infantiles no destructibles, aun- co (mediante la combinacin correlativa de estos sig- que aparece en el conflicto defensivo con lo real, no lo nos, es decir, el "fantasma"), a la vez que repite aluci- hace con la dimensin necesaria del otro como tal: pa- natoriamente la experiencia pasada y reencuentra, pe- ra Freud el "otro" no sera esencialmente distinto del -ro ya en el plano fantasmtico del sueo y del sntoma, campo nico de resistencias y facilitaciones presenta- 'el objeto perdido, busca tambin (o por lo menos "que- das por la realidad externa. rra") una rediracin, aunque condicionada por el De todas maneras, la novedad de Lacan no slo vnculo con los signos. De suerte que, en sntesis, la parece compatible con el pensamiento freudiano, sino doble dinmica conflictual y defensiva del deseo, que

    l ~ c e r c a de este punto, coincidiendo con Lacan, vease Safoum (1971. p6gi- tiende y alucina, es presidida por una lgica de la 'yal- n u 47-57) y. bajo el upecto epistemolgico y fi~osfico, wihl (1971, p&i- tu", sea negativamente en el plan0 real (por ejemplo 447573, Ricoeur (1%7, pp. 85-150 y 383442, tambi6n 1977) hace una crltica epis- temolgica que culminn en un plano "hermenutica" discutible pero interesante.

  • I l

    t t coherente coa una interpretacin verdaderamente lin- reconscimiento de los otros" no lleva a dar mayor gstica de &te, de gran alcance epistemolgico, por la importancia a la pluralidad de los sujetos, aunque s a

    II valoracin implicita del estatuto metodolgico, y aun la relegacin por igual al campo de lo imaginario del ontolgico, del inconsciente (estatuto mediante el cual, "m" [moi] y de los otros, en favor de un otro absoluto por ejemplo, el deseo inconsciente enmascarado en el que, bajo ciertos aspectos, presenta invertida la rela- propio suefio no sera solamente impenetrable en cuan- cin kantiana entre un yo trascendental y un yo psico- to tendiente a objetos, si no que se remitira realmente lgico cualquiera. El hombre resulta no slo domina- (pero a quin? y cmo?) a otro sujeto, destinatario de do, sino tambin secuestrado por la alteridad del orden una "demanda" intencional y global). simblico, al que accede dejando como protagonista al

    De hecho, el descubrimiento del orden simblico inconsciente en su identificacin tendencia1 con el por parte de Freud es entendido por Lacan no como el sondeo de un "contenido" oculto dentro de las veeti- El primado de lo simblico, segn Lacan, en cuan- duras del smbolo, sino como la intuicin, y luego la to correlativo al primado del inconsciente, permite a la comprobacin, de que la dinmica pulsional del in- vez una adecuacin al verdadero espritu del freudis- consciente sigue leyes semejantes a las leyes estructu- - mo y un estudio de rigor casi matemtico de la lgica

    rales que son propias de la lingstica de Saussure del deseo que se convierte en lenguaje, es decir, un es- (1970) y de la antropologa de Lvi-Strauss (1966). A tudio (al menos en las aspiraciones), llevado a cabo con Lacan le correeponde tan slo desarrollar esa in- los instrumento? modernos de la logstica, del clculo tuicin: explicitar cmo la incumbencia inconsciente combinatorio y de la lingstica estructural: la lgica del orden eimblico en las relaciones intersubjetivas cualitativa de la falta o de la incompletud se convierte

    (por ejemplo, en el parentesco) y la ttascendencia del en lgica de las "cadenas simblicas" que se entrecru- lenguaje [la langue] respecto del hablante individual zan (E, 269 SS., S, 262 SS.) en la "sobredeterminacin" son caractersticas que se reencuevtran en el automa- freudiana) as como en la estructura del deseo, situado

    Sobre la concepcin general de Lacan, vase Palmier (1975), Rifflet- Lemaire (1972), Fages (1972). Bertherat (1967), Corvez (1968) y Cancrini (1968).

    I Eeta explicita~in hace surgir precisamente nue- Acerca del concepto de "Otro", vase Waelhens (1961, pginas 12247). Algunos l l 1 8 aspectos filosficos y semiolgicos lps tratan Paci (1967) y Eco (1968. pginas 323- voe conceptos de "otro" y de "demanda", aue'im- 43. Para seguir la orientacin de 10s trabaios actuales son imvortantes las revistas . . 1 1 I plican Una "lgica de la falta" que puede precisarse parisienses Scilicet, de la Escuela Freudiana de Pars y un Cahiers pour 1 'Andyee, del Crculo de Epistemologa de la Escuela Normal Superior. 1 ' con mayor exactitud y permite expresar el "deseo" de 1' ' Para la "sobredeterminacin" freudiana. (Uberdeterminlerung), una for- acuerdo con algunos mdulos de la lingstica de Saus- macin cualquiera del inconsciente (por ejemplo, un sntoma, un sueiio, etctera)

    sure. Pero, contrariamente a la primera impresin, el remite a muchos elementos inconscientes, que pueden organizarse en secuencias

  • \reconocimiento (tambin l inadecuado) del otro seme- jante a uno mismo, es decir, la institucin de la relacin intersubjetiva: posibilidad implcita en el hecho de que el yo del nio se forma dualmente a partir de un s [mismo], que es ya la imagen de un propio semejante (el propio yo especular que a partir de ahora seguir siendo el nico yo); o bien en el hecho de que, inversa- mente, slo pueda existir un "otro" semejante (un otro que sea como s mismo) porque en realidad el yo es ya originariamente un otro (respecto del sujeto verdadero).

    Lacan no dice -por ms que sea un problema que hay que discutir- de dnde surge la exigencia de re- conocerse como unidad, como si el cuerpo biolgico sea "uno" de por s y de por s implique esa exigencia; presupone tambin que puede existir una nica Ges- talt interior que logre sin ms identificarse visualmen- te con.una imagen externa, con tal que sta sea por lo menos de contorno cerrado y mvil; admite sin embar- go agudamente que habra que hipotetizar en tal caso en el nio una especie de "espejo intraorgnico" (mi- roir intraorganique, E, 97; S, 91), pero que todava no funciona, mediante el cual, al no lograr verse, por as decir, cenestsicamente, en forma adecuada, en y des- de el propio interior, el nio mismo no puede, en com- pensacin, hacer ms que reencontrarse y captarse en la imagen externa ilusoria y alienante: "el estadio del espejo es un drama cuyo desenlace interno e s precipi- tado por la insuficiencia de la anticipacin", debido al cual el sujeto queda "preso en el engao de la identifi-

    \ cacin espacial" (E, 97; S, 91). Para la lgica de la "falta", la insuficiencia "ce-

    nestsica" del nio se convierte ahora en una trgica-

    mente positiva anticipacin rrvisual", que signa todo el futuro desarrollo mental del hombre con la rigidez de una Gestalt, convirtiendo al propio yo solamente e n una irreal "unidad ideal" Y-una gozosa pero engaosa

    --.-L/- - - "mogo sana" (E, 113; S, 07): queda siempre latente

    &- - . para l el angustioso fantasma de'-su "cuerpo fragmen- tado" infantil (corps morcel), vivido con pena en el nivel inconsciente antes de la fase del espejo, y descu- bierto luego retroactivamente en ciertos momentos de angustia, por causa de la misma fase falsamente libera- dora y despus de ella (como habr de resultar para La- can ms claramente an de la evocacin que debe ins- tituirse durante la cura psicoanaltica).

    r r El yo, por lo tanto,7 nace otro" respecto de s mismo, es decir, en el nivel imaginario de la concien- cia; y sta, al preferir la imagen a la "realidad del cuer- po", coloca para 'siempre a l Sujeto en el estado de re- - cusacin de la realidad misma. Sin embargo, por el mismo motivo, surge tambin la nica posibilidad efec- tiva de una "relacin intersubjetiva", aunque sea con una dinmica automticamente mistificante. En tal re-

    ' En la exposicin que sigue a continuacin intentamos, tratando de adherirnos lo m b posible al texto -ya brillante, ya oscuro- de Lacan, una 'Bietematizacin" que haga sintticamente coherente y unitaria su concepcin de una alignacin radical del yo, sin serle infiel, pero tratando el mismo tiempo de lograr reaultadoo esclarecedores. Esto vale tambin para la interpretacin del "esquema L", segn las tres modalidades estructurales bien diferenciadas propuestas aqu, para evitar ciertas posibles conh- siones que tal vez aparezcan en algunos desarrollos de la Escuela de Lacan. A este res- pecto slo podemos hablar de "Escuela", en la medida en que es imposible citar indivi- dualmente ningn autor de ella, ya que en Sciicef, que recoge los trabajos de la Ea- cueh Freudiana de Pars, los trabajos aparecen sin f m a (entre ellos, loa de Lacan), por analoga con el grupo de matemticos llamados "Boubarki", que se autodesignan co- lectivamente mediante un nombre compuesto por las iniciaiea de sus nombres. Pero los "boubarquistas" lacanianos son demasiado numeroms como para que pueda formarse con sus iniciales un nico nombre pronunciable (En Seicef, no 213 de 1970, pgina 400, aparece un primer elenco de 21 nombres)

  • lacin, la propia afteridad (el yo) es proyectada y am- buida a la imagen del "OUO" externo, que resulta re- conocido en su altendad, pero no en su subjetividad verdadera o en su fundamento: la realidad biolgica.

    1 1 Y esto sucede porque slo la imagen del "otrow

    (en la confrontacin necesaria para la fase del espejo) l haba sido ya la medidora de la defectuosa identifica-

    1 cin de s misma. De esto deriva que la "captacin de

    lI1

    la forma humana por parte de la imago ... domina a tal punto la Einfhlung afectiva, que el niio de esta edad

    II puede desconocer la identidad de las personas (person- I nes) que le son ms familiares, si le aparecen en un am- 11,l biente de personas (entourage) enteramente renovado"

    1 1 (E, 1 13- 14; S, 107-1 0 8 ) s I

    11 Al estar conjuntamente presentes los dos elemen-

    I 1 tos de la pulsin freudiana, el afecto y la representa-

    lill) 1 cin, el yo constituido como otro y el otro constituido

    1 ! , ( como alter ego tienden a confundirse. Lacan observa 1 :il i,

    1, N I/ que "el niio que pega dice que le pegaron; el que ve ) li

    caer a otro, llora" (E, 113; S, 107): debido a este transiti- vismo, por ejemplo, la pelota que interesa al otro niio

    ' / / / , 1 I le interesa tambin a l, hasta llegar al litigio en una

    f f concurrencia agresiva" (concurrence agresive) (E, 113: S. 108), surgida de la identificacin pulsional con el deseo de la imagen. Dialcticamente, la atraccin f f ertica" se convierte en tensin agresiva, pero preci- samente porque, en estas primeras relaciones sociales,

    1 % 8El texto citado ilustra muy bien el dominio condicionante de iodos los ele-

    mentos del campo viiual en su interdependencia conjunta. En tal campo, estructu- rado por "fisurai" (lag "personnes") y "fondo". (l'entouroge) este ltimo parece poieer una eficacia individuante parangonable con aqullas. Esto es coherente con 1 )

    1 la lnea "estructuraliita", y, se dira, "viaualtica", del psicoaniisii de Lacan, en contraate con la "contenidista", que acenta la importancia del "afecto" respec- to de la "representacin".

    nc comienza a preferir "al otro" (por intermedio de la imagen de ste) a los profundos empujes libidinales del 63, y se pasa de Ea "naturaleza" biolgica a h "cultu- ra " social (que es sublimacin mediadora de los deseos ajenos).g

    Por lo dems, dada su ambigedad estructural, el primer "otro" sobre el cual se inviste -en trminos freudianos- inadecuadamente la carga libidinal es el propio yo, y esto es lo que hace que se pueda pasar del autoerotismo al narcicismo: pasaje fatal. Lacan recalca y renueva la pregnancia dual del mito de Narciso, amante y agresor de s mismo, y subraya el carcter alienante que posee ya la primera sociedad, la so- ciedad consigo mismo, constituida por esta primera re- lacin ertica societaria, que define de la siguiente ma- nera: "Relacin ertica en la cual el individuo humano se fija en una imagen que lo aliena de s mismo; sta es la energa y sta es la forma en la que tiene su origen esa organizacin pasional que l llamar su yo" (E, 1 13; S, 107).

    La alienacin de la verdad de lo "biolgico", ini- ciada con la formacin pulsional, pero imaginaria del

    La bibliografa sobre la dicotomia clsica entre "naturaleza" y "cultur." y sus campos respectivos es inmensa (y hasta puede sostenerse que comienza con el "surgimiento" del pensamiento reflexivo mismo), Para atenernos a un campo, el "estructuralista" en sentido lato, convergente en parte con el de Lacan, v h e , entre muchos otros estudios, el de Derrida (1966) interesante por la proyecci6n retrospectiva de su tratamiento, en el que se destacan las diatincionei de nivel entre los dos campos. Lacan subraya, ms que la distincin, la derivaci6n de la "cultura" (es decir. de su nivel "imaginario", y por ende "lingstico", de la "naturaleza": la naturaleza biolgicamente insuficiente del hombre. Lacan confir- m a Caruso (1969, phgina 172) que el estadio del espejo "est entendido en una 'acepcin biolgica' (la bastardilla es nuestra). Esta posicin de Lacan ae sn- cuentra tambidn en el captulo que le dedica Auziai (1969, pginas 139-70), que el propio Lacan ha seilalado en Scilicer. no 1,41 (1%8) como una fiel rnterii de iu pensamiento.

  • 1

    yo, es la que lleva paradjicamente a la "normalidad" funcional e integradora de las .futuras negaciones de los instintos. La sociedad los considerar peligrosos, y sern reprimidos mediante el propio yo, de manera que el dominio de la imagen, que por su inmediatez no puede ser olvidada ni reconocida como tal y, por consi- guiente, no puede ser desmitificada, recorre la curva suicida que va desde la "pulsin de vida" a la "pul- ein de muerte" (aun cuando, paradjicamente, subsis- te, para Lacan, una posibilidad de salvacin en la me- nos alienada y ms veraz as llamada "alienacin men- tal ' ').

    Separado en la falsa lucidez -alienante y enaje- nante- de su nivel consciente, el yo es, pues, la "ima- gen" y no la "realidad", el representante engafioso y no el verdadero sujeto: el sujeto es el inconsciente, y sus- tancialmente, el Es. La vida del su$o est '2e l lado de ac" de la relacin imaginaria que va y viene entre la propia yoidad y la del "otro" externo. De hecho, el yo es el "otro propio" (no el "mi"), vinculado al reto- , nocimiento, pero tambin al deseo de los "otros" de afuera de l con los cuales se identifica, dependiendo de ellos de distintas maneras intercambiablemente ina- decuadas en el plano imaginario.

    La tradicional pomposidad del "yo" se ve mortifi- cada no slo en una hipottica confusin de muchos pero reales "yos", sino que decae directamente en la objetivacidn recproca de la alteridad de ')os3' imagi- narios: de hecho, un "yo" es ya, estructuralmente, un t t otro", es decir, un "objeto" en vez de un "sujeto".

    t t No basta, por consiguiente, un tercer otro para autenticar los otros dos miembros de la relacin dual,

    ya que, clsicamente, resultara un pro.ceso de remi- riin al infinito. Por lo cual, para que pueda darse un reconocimiento verdaderamente objetivo de los sujetos y de las relaciones intersubjetivas, Lacan, queriendo hacerse cargo de la exigencia particular de cada uno de ellos, postula la necesidad de un Otro absoluto, del otro lado de la especular 'ielacin imaginaria" (un otro de los "otros").

    En la determinacin del concepto de otro se pre- senta un punto muy peculiar de Lacan, por ms que l ' lo considere sustancialmente implcito en el concepto

    < < freudiano del inconsciente como otra escena" (ein andere Schauplatz. Vase Mannoni, 1969); aquella donde se recita el drama de la verdadera subjetividad (pulsional). Por ms que en todos los escritos nunca se encuentra una definicin formal nica del concepto de otro, aunque s una serie de funciones asociadas al tr- mino, asumido como principio de ellas, sin embargo resulta-claro su significado ambivalente: el otro es el absoluto "del otio lado de" la conciencia (se dira el objeto), que dialcticamente tiende a coincidir con lo absoluto "de este lado" de sta: su verdadero sujeto (el inconsciente o el Es).

    En el primer momento dialctico, el otro es fuente de verdadera objetividad, de autntico reconocimiento de la particularidad de cada uno de los dems "otros" (cada "yo"), pero, as como no es un yo (es otro de los t e otros"), tampoco puede devenir un t con el cual ca-

    da "yo" pueda identificarse: posee la verdad, pero tambin la alienidad de la muerte; en el segundo mo- mento dialctico, el otro resulta la subjetividad imper- sonal del inconsciente, estructurado por leyes objeti-

  • vas, agente que est "de este lado" de la ficcin del e11 su origen tuvo por fin autenticar la situacin psico- yo: es la vida biolgica y precisamente real del Es (O rnalitica. Con este objetivo, Lacan haba ideado el su del Id). Entendido as, el otro permite el acceso al ahora clebre "esquema L" (E, 53 y 548, S, 50 y 545), "plano de lo simblico". representacin polivalente que puede sintetizar las hi-

    Inmediatez, transitismo, reciprocidad, alienacin ptesis expuestas, y asimismo interpretar ulteriores de- l han hecho del yo una funcin imaginaria de negacin sarrollos. Damos aqu una versin adecuada. I de aquello que en lo semejante es desemejante, diver-

    so, heterogneo, opuesto: la conciencia, puesta en el plano de lo imaginario, confunde lcidamente lo idn- tico con lo diverso. As es como, transversalmente (en travers) respecto de este plano, el otro -en una de sus funciones propuestas por Lacan- coloca el p h n o de lo simblico (o de la palabra), en el cual hace reconocer en lo semejante la diferencia, alejamiento, divisin, tro (del lado de a114

    1 l contraste, articulaciones eludidas por la conciencia: el l otro, en coincidencia dialctica inconsciente con el ver- El esquema interpreta:

    1111~ 1 dadero sujeto, diversifica lo idntico imaginario. Y el I

    1

    fracaso de lo consciente (falso) es la victoria del incons- 1) La estructura doblemente dual del sujeto. Las ciente (verdadero). leyes simblico-lingsticas que dominan ("del'lado de

    ' ac" de la conciencia: lneas cortadas) la existencia pulsional (Es) del verdadero sujeto, S, derivan de un

    5. La eetructura de la subjetividad y principio objetivo ("del lado de all" de la conciencia d e la intereubjetividad. E l "esquema L". (lneas continuas), representable como el otro (O), el

    cual, dialcticamente, en nivel inconsciente, tiende a La naturaleza netamente metapsicolgica del con- coincidir con el sujeto. Pero el acoplamiento simbdlico-

    cepto de otro en Lacan surge con evidencia de lo ex- real A-S es negado, en nivel consciente, debido a la puesto hasta aqu: es imposible "demostrar" verdade- relacin imaginaria" 0-0 ' (especular), que constituye ramente cmo puede el otro revelarse al analista, con el "yo" a partir de 18 "fase del espejo": la captacin lo que l llama la "palabra" verdadera o plena del in- de s mismo en la propia imagen ha puesto, de hecho, consciente; se puede sealar tan slo que la construc- al "yo" como un "otro" (o) del sujeto, en cuanto iden-

    1 1 cin terica ya delineada, aunque se presenta en abs- tificable con cualquier "otro" (o 7, tomando tambiln tracto y como vlida para la situacin intrasubjetiva, como imagen, y ha puesto, consiguientemente, a rm.

  • boa como recprocamente objetivables, pero sobre el plano imaginario. La conciencia narcisstica, represen- table dualmente por la cupla imaginaria 0-0) se pone como mistificante "en diagonal" respecto de la verda- dera cupla O-S; que indica la estructuracin simblica objetiva del Es inconsciente y pulsional.

    2) La relacin especular con el otro sujeto (la in- tersu bjetividad)

    Dados dos sujetos en igual y recproca relacin in- tersubjetiva, para cada uno de ellos surgen tres obje- tos: el "otro" propio o (el "yo"); el "otro" o'fuera de 61 (en relacin especular imaginaria con o); el verdade- ro otro O ("del lado de all" de la relacin imaginaria 0-0 ') y, "del lado de ac" de 61, el sujeto propio verda- dero S (el Es). Evidentemente, el esquema, L representa la intersubjetividad recproca de los dos componentes de la dada, pero simbolizada desde el punto de vista de uno de ellos (el sujeto indicado por los dos polos de la izquierda): de todas maneras, resulta fcil invertir las partes (intercambiando especularmente S con 0; o con o' etctera). Importa ms distinguir la nueva con- notacin de "otro", aun cuando est ligada con la pri- mera (hasta el punto que se dira que Lacan se ha di- vertido o entrampado en su posible confusin); aqu, del nivel ideal del otro absoluto (como principio objeti- vo de las leyes simblicas)-se desciende al nivel real del otro singular, escondido detrs del "otro" que se ve. Por lo cual, el trmino "otro" significa, no la especula- ridad, sino la "alteridad" subjetiva diferenciada del otro componente de la dada, el cual posee un Es pro- pio y particular, aun cuando est "formado" segn las leyes del otro absoluto. Dicho con otras palabras: aqu,

    O simboliza, en la estructura comn del inconsciente (de donde deriva el "estructuralismo" de Lacan), la simple singularidad de los otros sujetos, haciendo abs- traccin de los contenidos inconscientes particulares, que sin embargo son determinantes de la diferencia de cada uno de ellos. De esto se sigue que, en este caso, S y O, concretos ambos, no son dialcticamente coinci-

    i dentes, sino distintos aunque equivalentes: mientras 1 que o y o' conservan la funcin identificatoria que

    niega -en el plano imaginario- la verdadera singula- ridad de los sujetos.

    3) La relacin no especular entre pacientes y ana- lista. El psicoanalista no debe ni dirigir al paciente ni identificarse con l, sino dirigir la cura de acuerdo con una regla objetiva que sostenga y libere la transferen- cia del paciente mismo. Es decir, normativamente tiene que identificarse con el otro absoluto, "del lado de all" de los dos protagonistas individuales de la cu- ra. De hecho, las "palabras" pronunciadas por el pa-

    . ciente a (sus sueos, en las asociaciones libres, etc6te- ra) contienen ya las respuestas (mezcladas con las pre- guntas) que provienen de su "de este lado" de s, es decir, de su verdadero sujeto S (el Es): se trata de in- terpretarlas de acuerdo con las leyes simblicas genera- les, que regulan y superan los contenidos y mecanis- mos particulares de cualquier Es. En su mayetica, por consiguiente, el analista tiene que "hacerse el muerto", ya sea (como otro absoluto, 0 ) en la escucha silenciosa de la "palabra plena" del paciente, sea (co- mo "otro", o') en la anulacin de las propias "resis- tencias" inevitables en el cumplimiento de este deber. (El otro es a la vez Verdad y Muerte). Idealmente, la re-

  • lacin paciente-analista no es, por lo tanto, simtrica de la de analista-paciente: el anaiista es un mediador, que debe liberar ai paciente de la "situacin anal- tica" transitoria, inventando todo posible intercambio entre la cupla S-A y la 0-0 '. (Sobre esta mediacin ideal problemtica,-vkase, por ejemplo, E, 54; S, 51.)

    1 6. La estructura alienante del lenguaje fundada I sobre el modelo diddico de la subjetividad.

    ( 1 La original propuesta y el empleo del "esquema L" por parte de Lacan significan una "eleccin" epis- temolgica y no solamente la eleccin de una tkcnica didctica o teraputica. La verificacin experimental imposible es reemplazada por una interpretacin estructurada de entidades y de relaciones que, en el l-

    I mite, pueden entrar en una lgica rigurosa, es decir, 1 ;~ : perfectamente dominable. El alcance filosfico (oritol- 1 1 F gico) y cientfico (funcional) de estas entidades y de es- / ' 7 tas relaciones, slo en parte aclarado por Lacan, mere- Ijl ce, por lo tanto, ser ampliamente discutido. 1 l. 1,1 l Mas por el momento basta selalar, conjuntamen-

    1 1 111, te, la gran simplificacin y la total subversin que

    , implica el modelo psicoanaltico del sujeto humano que, discutiblemente, Lacan atribuye en esencia al pro- pio Freud. Ambas caractersticas son import.antes, por- que condicionan radicalmente la estructura del, len- guaje mismo.

    Ante todo, la simplificacin. Debido al "desfasa- je" biolgico-sensorial provocado por la "prematura-

    cin del nacimiento" ya descrita, se forma un yo vi- sible pero imaginario, de acuerdo con una dinmica de la que estn excluidos, en cuanto no esenciales, todo los factores del ambiente externo, comprendidos los facto- res parentales que explicaran la autonoma de un su- pery: subsiste, aunque oculta, la sola realidad del in- consciente (= Es), engaado permanentemente por el consciente (=yo) "imaginario".

    En segundo lugar, la subversin que de ah resul- ta. De hecho, la consecuencia que se sigue es la'destitu-

    1 cin de la racionalidad de la conciencia, por la perdida de verdad de las funciones autoconscientes propias de sta, y la asuncin por parte del inconsciente de lo que haba sido su primaca. De esta manera, resulta centra- do -o mejor, descentrado- el sujeto humano: el in- consciente es la verdadera realidad estructural, por lo cual la alienacin.de1 sujeto consciente no depende de inadecuaciones funcionales corregibles mediante un cambio de contenidos o de tareas externas, sino de la naturaleza intrinsecamente supraestructural del yo.

    La economa subversiva que preside la dinmica del sujeto humano, que es la que convierte en subroga- toria la funcin del "yo", no puede sino dominar el nacimiento y el desarrollo del lenguaje, en la medida en que, consecuentemente con tal dinmica, el len- guaje mismo surge como prdida irrecuperable del sig- nificado que est detrs del significante que, sin em- bargo lo pone. El explicar tal consecuencia equivale, para Lacan, a discernir la correspondencia gentica entre las funciones del "significante" lingstico y la de la "imagen" visual en la "fase del espejo" (es de- cir, una funcin de mistificacin de uno mismo y del

  • "otrQ", que, en sede lingiibtica, equivale precisamen- 1 te a la pkrdida del verdadero "significadoi' ea" de la cual se habla).

    De ahi la fundamental importancia de la estructu- ra del lenguaje, qua individualiza propiamente la sub- jetividad humana, surgida del "desfasaje" biolgico- sensorial del animal-hombre, a la que Lacan reconduce a la peculiar naturaleza existencia1 del cogito

    I freudiano: un "cogito" que resulta ms bien ser un "desidero" carente Y vulsional (aun cuando hable en

    I , 61, o mejor dicho, porque habla en 61 un otro, el incons- '

    ciente).

    1 De hecho, el deseo, situado lacanianamente entre la I necesidud biolgica y la demandu del "otro" se mueve I

    , (

    - segn una peculiar "lgica de la falta", la del deseo que deviene lenguaje, a la que hemos aludido ya. Se- gn esta "lgica", fundamentalmente, la "palabra"

    i:!;, es el subrogado de la "cosa", de la misma manera co- mo lo son el yo respecto del Es (que es el verdadero su-

    \ / I ( jeto) y la imagen del otro de s mismo respecto de la I 1 realidad intangible de este "otro" mismo. 1

    Lacan, usando con mucha libertad los trminos que encuentra en Saussure (E, 497; S. 491 y sigs.), afir- ma que el "significante" S no piiede sino estar radical- mente separado del "significado" S, y por consiguien- te, separa necesariamente, como una barrera, al hablante mismo respecto de las "cosas" de las cu'ales habla. Tal barrera se expresa mediante la lnea de frac- cin que separa S de S, en el signo comprehensivo pro- puesto por Saussure, al que Lacan, interpretativamen-

    te, llama "el algoritmo saussuriano", simplific8ndolo de la siguiente manera:

    I S - S

    Mientras Saussure, encerrando grhficamente el signo en una elipse, quiere expresar la presencia de una variada correspondencia paralela entre S y S, La- can, haciendo resaltar la linea de fraccin, quiere afir- , mar que el significado sflupe continuamente por deba- jo del significante S, o mejor, que la llamada "cadena de los significados" fluye por debajo de la "cadena t e de los significantes". Ademhs de que, por las aso- ciaciones" contradas en el momento de surgir, a las que sigue ligado posteriormente tambin en el nivel in- consciente, el significante tiene la primacia (y tambin se comporta como amo) respecto del significado, de

    - suerte que, por la estructura misma del lenguaje, nun- ca puede llcganie a un lenguaje ideai de palabras que tengan un significado "propio". Lo que se logra siempre, es evidente, tan sdlo un lenguaje diversamen- te 'Ifqurado", cuya lgica es, debido a ello, la misma de la "retrica".

    El "escurrimiento del significado bajo el iignifi- cante" crea las infinitas fquras de todas las poriblar poticas y de los distintos estilos personal-. LMII~ . ha detenido particularmente en la metfor nimia (E, 515 sigs; S, 510 sigs.), en cuanto pueden explicar los correspondientes m conscientes de la "condensacin y to", descritos ya mucho antes en t por aquel Freud al que Lacan quiere '

  • Esta estructura lingustica del inconsciente sostenida por Lacan lo sita en el mbito de un estmcturalismo sui gne- ris, que habremos de discutir., Por ahora convendr decir que (aun a riesgo de forzarlos en cierto modo) son estructu- rdmente equivalentes o proporcionales las siguientes rela- ciones didicas:

    < < psicolgico" - - Consciente - Yo - - = Visin - - "biolgico" Inconsciente, Es Cenestesias

    =-= Palabra - - SIGNIFICANTE Realidad Cosa SIGNIFICADO

    en las cuales la "lnea de fraccin" expresa, para Lacan. ma una barrera que una "zona de intercambio"; ms una < e discontinuidad" que una derivacin o correspondencia.

    Por ello, lo que l llama "algoritmo saussuriano" tiene sola- mente la vestidura externa del signo originario, que Saussu- re (1970, 84-85) encerr en una elipse, para subrayar, como ya se dijo, la unidad funcional de la "entidad psquica con dos caras" constituida por el significante y el significado correlati~o.'~

    Lacan guata de la representacin espacial y la transcripci6n "grfica" da loa dinimismor pslquicos, debido a lo cual, anticipndonos, se podria habiar, tambibn por el predominio radical asignado a la imagen, de un pricoaniniii "vi- sual" o "virualbtico". Eato, por lo dema, es coincidente con algunas tendencias actualen a hacer predominar el signo escrito nobre el signo hablado. en relacih con modeloa del aparato palquico (propuestos para explicar la comervaci6n de la huella mnCmica), que derivan del Proyecto de unapsicologa, redactado por Freud en 1895. VCase Oerrida). Miller (1966) y. para aclarar el alcance lingbtico de loa mecanismos psicol6gicos conaiderados explicativos, el artculo 'La condensation er le diplocemenr: une Clucidation ", Scilicet n o 213, p6ginas 195-220 (1970). Se trata de un artculo annimo.

    En Freud, pues, y luego en Lacan, los fenmenos de condensacin y de desplazamiento de las represen- taciones, en los distintos sntomas psicopatolgicos y, sobre todo, ya en los sueos, se describen como un "trabajo" de naturaleza lingstica (por ejemplo, en la Interpretacin de los sueos, de 1899, en el captulo 6: "La elaboracin onrica"), es decir, como producto de procesos que son, respectivamente, metafricos y me- tonmicos. Por lo cual, se puede hablar de "psicolin- gstica freudiana", en cuanto doctrina que encuentra el fundamento del proceso lingstico en la misma mo- dalidad psicolgica de los mecanismos de compromiso del inconsciente -por ejemplo, los ya citados de la con- densacin y el desplazamiento-, presentados ya lin- gsticamente por Freud. Mas estos mecanismos son reconducidos por Lacan esencialmente a una estructu- ra didica (y no tiidica, como la original de Freud) y

    - alienante del aparato psquico, reducido a las dos ins- tancias del Es y del yo, es decir, con exclusin de la ter- cera instancia freudiana, el supery.

    A pesar de esta exclusin, Lacan cree interpretar autnticamente un retorno al espritu del verdadero Freud, en la medida en que el supery sera en el pro- pio Freud "instancia" dependiente de las distintas for- maciones "histricas" contingentes, incluida, por ejemplo, la familia, que dara origen al complejo edpi- co. En el hombre, la autoalienacin del "sentido de s mismo" (debida a la vida biolgica insuficiente) en la "visin" inadecuada, pero seductora de la propia ima- gen (que da origen a la vida psquica) es un fenmeno exclusivamente intrasubjetivo: est excluida la esen- cialidad del mundo intersubjetivo, es decir, de la vasta

  • goma de fenmenos de la sociabilidad y de la hist~rici- dad. El lenguaje sera, pues, de naturaleza estricta e in- timamente psicolgica, y no de naturaleza sociolgica- convenci6pal.

    7. Giterioe epietemolgicos y contextos histrico- culturales

    Mediante su retorno a los orgenes histdricos del psicoanlllisis, importante, como, dijimos desde el co- mienzo desde el punto de vista epistemolgico, Lacan inserta la "retrica del inconsciente" en la dinmica lingtistica general. Esta extensin y generalizacin en el campo del lenguaje le ha sido posible mediante una operacin anloga, que aqu hemos reconstruido sintC- ticamente, en el mbito de la estructura de la subjetivi- dad y de la intersubjetividad, operacin que lo lleva a proponer una insercin del psicoanlisis en una psico- logia general.11'

    Como es natural, slo por medio de un anlisis mi- nucioso del texto de sus Zcrits y de su ascendencia histrico-cultural se podrn proponer valuaciones criti- cas particulares de las distintas soluciones propuestas por Lacan. Por el momento, slo es posible seialar que el modelo de sujeto humano, colocado en el fundamen- to de la estructura alienante del lenguaje humano, aun

    " Permftasenos, gracias a la continuidad metodolgica, remitir aqu a algu- non de nuestros trabajos anteriores. en los cuales (1967 y 1976) se estudia ademn bajo el aspecto hhtrico y epistemolgico (en otro contexto cultursl. el bergso- niano y fenomenolgico) el alcance del as llamado "prolongamiento del campo pii~opd0l6gi~0 normal". anogo al de la operacin metodolgica lacaniana; y tmbidn (1%9-70) se discute la "situacin episiemol~ica" de los ciencicls huma- nas, con particular referencia a una casulstica psicopatolgica.

    cuando proviene de una psicologa que quiere ser freudiana (y de ah la propuesta de un retgrno a los ori- genes), encuentra de hecho un contexto histrico- cultural particular, entretejido de negaciones (o limita- ciones) problemticas y pesimistas del valor de la histo- ria humana: un contexto "elegido", por otra parte, en la medida en que no agota de ninguna manera todos

    I los contextos histricos contemporheos de Lacan en el mbito de las ciencias del hombre.'z

    Pero esta indicacin epistemolgicamente genri- ca de historia y de filosofa de la ciencia, aun siendo de por s orientadora, reclama desarrollos, controles, reto- ques o desmentidas en profundizaciones puntuales de cada uno de los sectores de la investigacin lacaniana: resta todava, aislado en si mismo, y al mismo tiempo fundamental respecto de los otros, el sector que tiene que ver con la dindmica de los significantes en el in-

    - consciente freudiano -que ser objeto de una "siste- matizacin" ulterior en el prximo captulo- y que es el que permite proponer el concepto de una psicolin- gstica psicoanaltica, evidenciada por Lacan.13

    l2 A1 respecto, b a t a pensar, como un ejemplo entre muchos, la coinciden- cia con Heidegger y los contrastes con Sartre por parte de Lacan y su "eleccin" correlativa de un modelo de sujeto (propuesto paradjicamente como freudiano) en el que desaparece el supery (y junto con 61, la historia) y el yo se convierte 8610 en alienante y no adaptativo. Comprese IJseling (1%9), Lapouge (1966) y, en el mbito de la Escuela de Lacan, Mannoni (1970). Demoulin (1970), en cambio, apli- ca una ptica fenomenolgica que intenta conciliar motivos exiatencialistas y estructuralistas -tomados de autores como, por ejemplo Merlesu-Ponty, Sartre, L6vi-Strauss- con los de Lacan.

    l3 Vhnse, en particular, como fuente del pen8am)aato'acaniano en tal aenti- do, los dos ensayos "Fonction et champ de la parole e t h langage en ~sichanaly- se" y "L'instance de la lettre dano I'inconscient ou la raison depuis Freud" (E, 237-322 y 493598; S, 230-316 y 488523).

  • Los significantes en el inconsciente.

    La letra y la metfora del deseo al lenguaje

  • 1 1 1. El deseo en la estructura linglstica

    del inconsciente

    Para Jacques Lacan, la "demanda" humana de amor y de reconocimiento por parte de los "otros", y a su vez la de amar y reconocerlos como tales, constituye el lmite superior inalcanzable de un camino ideal, que el "deseo" quiere recorrer despus de haberse alimen- tado y alejado del lmite inferior de la "necesidad" pu- ramente biolgica, que de por s puede ser satisfecha de manera instintiva mediante objetos especficos de la naturaleza: en este alejamiento cualitativo, y por ello imposible de colmar, entre necesidad y demanda, l circunscribe la novedad y la centralidad del descubri- miento freudiano del "deseo" que se transforma en r e lenguaje", aplicando una lgica rigurosamente de- terminista (aun en el fenmeno de la sobredetermina- cin, que aparentemente contrasta con ella).

    Dicho con trminos todava ms lacanianos: la in- sercin violenta de las estructuras del lenguaje (que se presenta como "otro") en la necesidad instintiva, a la vez que suscita, constituye y condiciona el deseo in-

  • consciente, ofrece al mismo tiempo la nica y precaria posibilidad de una formulacin consciente de la de- manda, que jams puede realizarse de modo puro y < < pleno" (a pesar de las que Lacan hipotetiza como < < palabras plenas"). "El lenguaje, pues, es la condi- cin misma del inconsciente,"l pues con su estructura intrnsecamente metaforizante permite la dinmica de condensaciones y desplazamientos que lo libera -me- diante distintos "compromisos"- de la censura, pero es una condicin que implica, mediante las distintas posibilidades combinatorias, las "constricciones" im- puestas por la "materialidad" (en el sentido saussu- rianoj del siglo lingstico, es decir, los vnculos es- tablecidos por la "literalidad" del significante, en SU predominio (y no cierto "servicio", segn Lacan) sobre el significado a expresar.

    Lacan, con el objetivo de dar un estatuto cientfi- co exacto y coherente (y no slo conjetural) al psicoan- lisis, toma prestados y generaliza (deformndolos si es necesario), nociones y mtodos del clculo combinato- rio y de la lingstica, animado por su mismo querer llevar a cabo un "retorno a Freud" sustancialmente fiel, aun cuando para ello recorre inventivamente los caminos requeridos por el nuevo rigor epistemolgi- co. De hecho, conserva el carcter automtico del de-

    ' Esta es la formulacin que Lacan defiende y enfatiza e n 1969, contra la interpretacin de su mismo pensamiento por su discpulo Jean Laplanche (vase Laplanche y Leelaire, 1%6). quien considerara en cambio al inconsciente como condicin del lenguaje. Vase el prefacio de Jacques Jacan a Rifflet-Lemaire (1972, pginas 14 y 299).

    "Materialidad" que hay que atribuir a la "sensbrialidad" del significan- te, nicamente porque este ltimo generalmente es menos "abstracto" que el con- cepto significado. Vase Saussure (1970, pgina 84).

    terminismo que Freud descubre en el deseo, ligado permanentemente a las huellas rnnmicas, y que por lo tanto slo puede satisfacerse -en virtud del principio de la compulsin a la repeticin- mediante la repro- duccin alucinatoria de percepciones que se han con- vertido en signos de una satisfaccin originaria (o por lo menos, anterior). Pero ampla y precisa tambin el alcance de este automatismo, encontrndolo condi- cionado por modalidades lgicas polivalentes, que, me- diante distintas intersecciones recprocas, aun en el ri- gor, explican el carcter "retrico" y "figurado" del lenguaje inconsciente, con su insistencia y riqueza (o debilidad y pobreza) sobredeterminadas. Lo que, empleando una metfora, se puede interpretar como

    < e una astucia" antropomrfica del deseo (pulsin sorprendentemente inteligente en el eludir la censura)

    r t es el simple resultido, en el nivel de la representa. cin", de un "escurrimiento" determinstico del signi- ficado bajo el significante, llevado a cabo de acuerdo con las posibilidades y los vnculos de este ltimo.

    2. El determinismo combinatorio del "significante" en las formaciones de compromiso

    Valindose de un encuadre metodolgico nueva, f < estructuralista" en sentido lato y convencional, La. can reconoce la naturaleza pulsional del deseo incons, ciente freudiano, ligado a "signos" fantasmticos in. fantiles indestructibles, surgidos y fijados traumtica. mente, y que tienden a retornar a la conciencia, de la que haban sido desalojados hacia el inconsciente, me.

  • diante formaciones de compromiso con las exigencia defensivas de la censura: de un "compromiso" hasta tal punto deformante, que torna complicado como un jeroglffico la recombinacin de aquellos "signos" representativos, ahora partes irreconocibles de nuevos fantasmas (vase, por ejemplo, el compromiso que constituye el suefio manifiesto, cuyo contenido latente no es, ciertamente, fcil de interpretar). Lacan torna, sin embargo, ms rigurosa tcnicamente y ms eviden- te la posicin freudiana, aclarando de qu manera las relaciones simblicas psicoanalfticas no son objeto de una intuicin que sondee primeramente determinados contenidos o significados ocultos en las distintas im- genes y que luego descubra en ellas otras correspon- dencias "significativas": tales relaciones, aun siendo simblicas, se instituyen sobre todo por va de vnculos y conexiones entre los mltiples elementos (las "letras") de los diversos "significantes" en ellas representados, entendidos en el sentido ms lato (im- genes sensoriales diversas de los "rasgos" acsticos, grficos, visuales, olfativos, etctera). De esto se deriva que slo con la identificacin de las realizaciones efec- tiPas (singulares o mltiples) de las posibilidades ofre- cidas por estos vnculos y conexiones puede alcanzarse la interpretacin de un determinado inconsciente, se- parado como en "otra escena" -as dice Freud- res- pecto del proscenio de la conciencia particular corres- pondiente.

    Esta impostacin lacaniana se halla, pues, en una misma lnea con las consideraciones y valuaciones que Freud hace, por ejemplo, sobre del sueo, es decir, sobre esa tpica "formacin de compromiso" ya cita- I

    tia: el "trabajo del sueo" que fuerza a la unidad3 sus distintos materiales (residuos onricos y estmulos so- mhticos, pero sobre todo "pensamientos" latentes del deseo) no es en absoluto creativo, porque se limita a transformarlos, mediante desplazamientos y condensa- ciones, de acuerdo con una rigurosa lgica determinsti-, ca, aunque disfrazada por la aparente extraieza inven- tiva del suefio manifiesto. Tal lgica no es, en modo al- guno, propia del sueo: es la misma lgica, pero im- puesta por la particular "materialidad" del significan- te (es decir, aquella que gua la pseudorriqueza y sus- tancial pasividad de las asociaciones entre las distintas imgenes sensoriales), pero derivada, en ltima instan- cia, del carcter inercia1 y pasivo de la materia en ge- neral. El rigor de las leyes causales de asociacin no es desmentido, por otra parte, por lo que parece, en el ca- so de ciertos jueg8s combinatorios de imgenes, una tolerancia arbitraria en el admitir como funcionalmen- te identicos fragmentos de significantes levemente di- versos entre s: el grado efectivo de una tolerancia, a la par de la frecuencia de un suceso posible, es suscep- tible de un clculo probabilstico exacto, que puede eli- minar la presunta "conjeturalidad" intrnseca del psi- coanlisis. Dice precisamente Lacan: "La oposicin ciencias exactas-ciencias conjeturales no puede subsis- tir desde el momento en el cual la conjetura es suscep- tible de un clculo exacto (probabilidad), y en el cual la exactitud no se funda ms que sobre un formalismo '

    Vdase Freud, Interpretacin de los sueoJ. pgine 170 [de la traduccin ita- Iimab donde dice que el sueiio "obedece a la constriccin de constituir una unidad" (con "dos o ms experiencias aptas para provocar sueiios") sin -a decir verdad- explicar despus si esta unidad no es eventualmente otra cosa que una simple yuxta- posicin, dada la "nocreatividad" del sueiio mlmo.

  • que separa axiomas y leyes de reagrupamiento de lo smbolos" (E, 863; S, 867).

    Su tesis de una legalidad causal que regula el len- guaje del inconsciente vale, naturalmente, como postu- lacin terica (juntamente con el principio econmico freudiano de la conservacin de la energa psquica), en la medida en que los factores psquicos en juego son demasiado numerosos por su cantidad y cualidad como para que puedan matematizarse causalsticamente to- das las motivaciones y todas las asociaciones de cual- quier formacin concreta del inconsciente (o de una formacin psquica, en general). En la praxis de la in- terpretacin psicoanaltica, sobre todo para ponerla en marcha y luego para avanzar) habr que valerse siempre, por supuesto, de las insistencias (o ausencias) de imgenes o de "significantes" en general, que de por s parezcan a primera vista carecer de motivacin o de significado; sin embargo se descubrirn siempre luego en ellas las sobrecargas o , por as decirlo, las sobreabundantes confluencias "causales" de significa- do que constituyen precisamente la "sobredetermina- cin" o "determinacin mltiple" freudiana. Pero to- do ello no afecta a la suposicin terica lacaniana, ri- gurosamente econmica, de un determinismo nico, complejo pero unitario, el cual, por consiguiente, orienta regulativamente para ahuyentar cualquier in- terpretacin simblica "misteriosa" o "profunda',' y para centrar la atencin en los mecanismos seinnticos I debidos a la "materialidad" o la "literalidad" del sig- nifican te. I

    3. El nuevo estatuto de lo "simblico" en la interpretacin de ~LII sueno.

    Es oportuno, habiendo llegado a este punto, r ' ejemplificar brevemente tales mecanismos semn-

    ticos" condicionantes. Para ello expondremos aqu un fragmento muy simplificado del "sueilo del uni- cornio" que tuvo un tal Felipe, sueo sobre el cual in- form un conocido estudioso y psicoanalista de la es- cuela lacaniana.4 Felipe, un paciente de treinta aos, narra el sueiio al analista: "Busco algo en una plaza desierta; aparece con los pies desnudos Liliana, a la que no conozco, y me dice: 'Hace mucho tiempo he vis- to una arena igualmente fina'. Estamos en un bosque de rboles coloridos, y mientras estoy por decirle que en l debera haber muchos animales, un unicornio atraviesa repentinamente el camino. Los tres nos enca- minamos a un claro no lejano". En el anlisis, que se- ra demasiado largo relatar, el sueo resulta ser la sa- tisfaccin de una "sed" infantil por Lili, conocida en una playa, durante las vacaciones y que se convirti pronto en ocasin para afirmar, muchas veces, la pro- pia autonoma respecto de la madre, demasiado posesi- va (pero amiga coetnea de Lili: es decir, se llega a un r r compromiso" con la censura, que veda el recuerdo explcito de Lili, pero que no puede impedir hz aro-

    Vdase Leclaire (1968, pginas 6983 de la traduccin italiana). Advidrtaae para lo que aigue que el uso de los tdrminos ("loa aignificantes")italianoa, traduci- doa del francb, m b que dafiar, favorece la comprensin de aquella tolerancia nao- ciativa del inconsciente de la que ae ha hablado antes, siempre que ae tenga pre- sente que aqu se propone una versin "poible", a ttulo ejemplificativo, aunque sugerida por el texto brillante del psicoanalista francs.

  • ciacin de los "significantes" de los sucesos o los de; seos prohibidos con los de otros episodios indiferentes+ cercanos o lejanos, y de otros deseos neutros (otras t e sedes"). Entre los restos diurnos del suefio aparece, de hecho, el comienzo de frase: "Hace mucho tiempo vi", que haba sido dicho el da anterior a la sobrina, Ana, mientras paseaba por entre unos matorrales (a los que se considera opulentos y coloridos como los de muchos anos atrs) y la sed provocada por el sustan- cioso plato de "arenques del Bltico", comido pocas horas antes, que haba puesto en accin la motivacin latente del sueo.

    Es sabido que, segn Freud, el contenido latente, para evitar la censura, se convierte en sueio manifiesto por medio de largas asociaciones, que lo transforman en elementos centralizadores insignificantes, general- mente inofensivos, repetidos sin razn aparente: la "condensacin" de los elementos de ms cadenas aso- ciativas que se entrecruzan, y que estn conectadas con el mismo contenido prohibido, se ve favorecida por el posible "desplazamiento" de intereses de una representacin a otra, hasta poner en evidencia los ele- mentos de los cuales la censura no se defiende, dejan- do en la oscuridad los elementos prohibidos. Ahora bien, este complicado juego del inconsciente, dirigido a llegar a la conciencia a travs de sucesivos compro- misos, y que Lacan asimila al juego lingstico de las *'metforas9' y de las "metonimias",5 no puede tornar- se enteramente claro, tampoco en el sueo de Felipe; si no se menciona el examen de los recuerdos infantiles

    VCase el artlculo annimo ya citado, "La condensaion et le dplacemeni: une luciaiion ".

    suscitados ulteriormente con ayuda del analista, lo cual, como ya se seial, no nos es aqu posible. Mas pa- ra el prop6sito de ilustracin que nos interesa, bastara considerar solamente algunos resultados formales del anlisis, que tienen que ver ms propiamente con la "literalidad" de los significantes intercambiados que . con las motivaciones y las pulsiones removidas (pero significaas junto con los "contenidos" latentes del sueo). He aqu, pues, algunos fragmentos de las "in- terpretaciones".

    Felipe busca en la plaza una fuente coronada por la imagen de un unicornio, en la que de nio haba apla- cado su sed. "Liliana", el nombre de la seora desco- nocida, esta compuesto de "Lili" y de "An(n)aM. "Ha- ce mucho tiempo vi", haba sido pronunciado no por Liliana, sino por Felipe, la tarde anterior cuando haba admirado con Anna los matorrales, y no la "arena", pero la "arena" era la de la playa en la que haba co- nocido a Lili. Los. pies desnudos de Liliana recuerdan las huellas dejadas por Lili sobre la playa, pero tam- bin el deseo infantil de Felipe de poder correr con los pies de planta endurecida como un "cuerno", es decir, 1 1 invulnerables y por ende excluidos de las preocupa-

    l

    ciones maternas. Unicornio [licorne, en francs] es una 1

    palabra compuesta de "li" y de "cuerno" [corne], que aparece a su vez en los extremos de una secuencia de algunas palabras clave muchas veces repetidas, que forman verdaderas encrucijadas del discurso de Felipe: "Lili-sed-playa-huella-piel-pie-cuerno [ corne ] . "Felipe" es un nombre que tambin contiene la slaba "li". Tal interpretacin es coherente con la concep- cin freudiana que se opone a la tesis de un cierto ca-

  • imagen por s misma "significativa" (directa y univer- salmente simbolizante), sino precisamente por su valor estructural de signo, que reemplaza el recuerdo sin- gular y personal removido. Se sigue de esto que ese vnculo causal no slo es compatible con la "arbitra- riedad", y por lo tanto con la sustitubilidad del signi- l ficante del signo, cuando entra en accin el mecanismo f deformante que mediante sus compromisos elude la ; censura, sino que es su condicin misma. Esto es pues- I to de relieve por el planteo lingstico saussuriano del psicoanlisis de Lacan, para quien el "orden simbli- co", pese a su nombre, es estructuralmente combinato- rio y sistemtico, pero no naturalstico o arquetpico, y mucho menos alegrico y mstico.

    En el caso del sueo de Felipe expuesto anterior- mente, el "unicornio" no parece presentarse predomi- nantemente como "smbolo" de la castidad, fidelidad o algo semejante (l haba conocido algunos tapices ale- grico~ que lo presentaban as), sino por la posibili- dad ofrecida por su significante fnico mediado para combinar partes (slabas o "letras") de otros signifi- cantes lingsticos, a los que corresponden significa-

    racter "simblico" del sueo. Para Freud, por parte, son excepcionales en ste ciertas "simbol ciones" directas y recurrentes, ligadas, por ejem con el miembro masculino (objetos con punta, etct y, por la otra, tampoco el "conjunto" mismo del sue constituye una escena simbolizante: sus elementos so en general imgenes separadamente ligadas a los r cuerdos personales por un vnculo causal, y por lo ta to son "signos" que implican una interpretacin, no de acuerdo con un presunto valor que tendran como

    dos censurados. Y si bien el "mecanismo semntico" del inconsciente no se refiere solamente a la "literali- dad" sensorial (fnica, grfica, etctera) del significan- te, de todas maneras las distintas asociaciones entre ciignificado y significado (aun, por ejemplo, las alegri- cas) estn subordinadas a las posibilidadas brindadas por la "materialidad", "fragmentariedad", "literali- dad" del significante como tal: la tcnica mediante la cual la "prohibida" Lili eludir, enmascarndose, la censura consiste en combinar su significante, en el m- bito del lenguaje hablado, con el de Anna ("Lili-a(n)a), mediante cierta tolerancia de la inexactitud); o en co- nectar parte de l ("Li") con un significante ("cuerno") muy lejano, al trmino de una red de "significados" asociados, tan larga que hace desvanecer en la indife- rencia su peligrosa carga emotiva; red equivalente a la generada por el nombre inocuo de Anna (Li-corno), tambin con una posible tolerancia; o aun en identifi- car la misma primera slaba o la segunda acentuada ("li") en el nombre mismo de Felipe.

    4. La "literalidad" del significante fsico-sensorial predomina sobre el significado

    El ejemplo extrado del sueo de Felipe, aunque quizs muy simplificado y elaborado, parece ilustrar con suficiente exactitud el predominio del "significan- te", que Lacan sostiene presentndolo como una tesis ya aceptada genuinamente por Freud al reconocer las grandes disponibilidades tcnicas (incluidas las raras "simbolizaciones directas" ya mencionadas) de los

  • -

    procesos primarios del inconsciente, pero que slo 1 ciencias lingsticas contemporneas le han permitido formular con mayor rigor.

    Todas las "asociaciones" o "combinaciones" seialadas se refieren solamente a significantes "acsticos" (los nombres) mediados pr significantes "visuales" del contenido censura- do, los cuales, a su vez, originarn por propia cuenta otras combinaciones semnticas, no mencionadas aqu porque son ms complejas y menos evidentes. Pero no hay que olvidar que la asociatividad de los significantes es mltiple desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo; que, por ejemplo, el cuerno del unicornio habra o habr podido valer tambidn co- mo significante visual o tctil, y no 8610 coms significante acstico del lenguaje normal (la imagen visual del cuerno y su sensacin tctil son, de hecho, una cosa distinta del sonido y la escritura de la palabra "cuerno").

    De todas maneras, lo que aqu importa es el realce general que asume en Lacan la fsico-sensorialidad de la "letra" (E, 493-528; S, 488-523) del significante en la economa de la totalidad del aparato psquico (real- ce que servir despus para determinar el nivel episte- molgico del psicoanlisis mismo): en el nivel incons- ciente y en la dinmica de la relacin consciente- inconsciente los "s&nos se asocian entre s no slo mediante s u '5ignificado " sino, segn el caso, princi- pal o ezclusivarnente mediante su ' 'significante ". Las asociaciones literales del significante son unas veces de simple refuerzo y otras determinantes exclusivos del 1 resultado final, pero en todos los casos son necesarias bajo cierto respecto: las eventuales conexiones alegri-

    t e cae, simblicos" y semejantes no pueden evitar el vnculo con los elementos del significante. A la inversa, puede resultar suficiente por s misma la simple cone- xin asociativa de las singularidades fsico-sensoriales que constituyen los significantes o sus partes.

    De aqu surgir posteriormente en Lacan la tesis de una cierta "independencia", una casi ''monopolari- dud" del signijicante, todava no presente bajo tal forma en Freud, aunque coherente con su "descubrimiento" de una pluri-asociatividad que permite las distintas sobredeterminaciones de las representaciones, y el evi- tar, mediante compromiso, la censura. Para Freud, aqulla se realizaba mediante los mecanismos de la condensacin y del desplazamiento -que Lacan valo- ra ya en l como metaforizantes y metonimizantes res- pectivamente, es decir, estructuralmente lingietico- retricos-, pero no por cierto en un grado tal que puedan hacer perder su propia naturaleza al signifi- cante, es decir, su referencia funcional a un significado (como suceder, en cambio, en los casos extremos, en Lacan).

    Sin embargo, aunque para Lacan el sentido para- djicamente profundo del freudismo consistir final- mente en esta independencia asociativa tendencia1 del significante, por ahora nos interesan en 61 las fun- ciones esenciales del significante (mediadoras entre el inconsciente y la conciencia), brindadas por una fsico- sensorialidad que lo constituye como tal. Esta cualidad es aproximadamente anloga a la de los grafemas, fo- nemas o sonidoe (las "letras" del contexto lacaniano), que de por s no son todava significantes, pero que constituyen los monemas o morfemas, es decir, las uni-

  • -

    dades mnimas significativas o, precisamente, "signifi- cantes".

    Es til volver una vez ms al fcil ejemplo del suefio para ilustrar las modalidades particulares de ta- les funciones del significante. Es verdad que los signi- ficantes del suefio manifiesto no estn biunvocamente ligados con los significados de su contexto latente: en rigor, ellos significan de por s elementos del sueo manifiesto mismo, y en este sentido obviamente mere- cen ya el nombre de significantes (la imagen visual del unicornio sofiado y luego la imagen "acstica" o "grfica" de la palabra equivalente, pronunciadas o escritas, significan el concepto del "animal" corres- pondiente). Pero lo que importa en el suefio es que por lo menos parte de las "letras" de cada significante manifiesto en cuanto tal (es decir, con el propio "sig- nificado" manifiesto, por ejemplo, el "unicornio") son derivadas de una o ms ("Li" de "Lili), o de todas, las "letras" (cuerno) de uno o ms "significantes" dis- tintos, que no pueden comparecer como tales por tener el significado Eensurado (por ejemplo, Lili). Dicho de otra manera: de un "significado" (censurado) que no puede manifestarse como tal (es decir, con el "signifi- cante'' como tal) se encuentran todava en el nivel de la conciencia una parte, e incluso la totalidad, de las letras de un significante propio, el cual significante no comparece, por ello, formalmente como tal, sino como materialmente compuesto de "letras" de cierta fsico- sensorialidad.

    Generalizando ms all del caso del sueo, se r r puede decir, por consiguiente, que la letra" en cuan-

    to tal (acstica, fnica, grfica, visual, oljiativa, tctil,

    60

    etctera) constituye las posibilidades combinatorias cualitativas y cuantitativas de los significantes, y el in- consciente se vale automticamente de ellas para supe- rar la censurq (y aun la posibilidad ideal de una poste- rior dinmica de ellos, desvinculada de los significa- dos, que la haga considerar "significantes" slo por una convencin paradjica: la alienante de Lacan).

    5. E l intento de "matematizacin" de metaforas y significantes privilegiados

    l Lacan propone, por lo tanto, una e < matematiza- cin" tendencia1 del lenguaje del inconsciente, que va- ya en contra de la r~sico~ogizacin, de la que se va lastrando cada vez ms la prctica del psicoanlisis, en oposicin al descubrimiento de Freud" (E, 721; S, 718). En un proceso gradual de abstraccin, Lacan tu- vo, primero, que poner de relieve el dominio de la acci- dentalidad histrica individual (la biografa) en la fija- cin originaria de determinados vnculos pulsionales entre significante y significado, arbitrarios y, por ende, separables idealmente; luego, debi reconocer la espe- cial determinacin "simblica" a la que est sometido el "significante" inconsciente (por su "literalidad" fsico-sensorial), qus opera de acuerdo a una legalidad combinatoria universal, que es la que regula el Len- guaje, que tiene, por ello, que ser considerado la condi- cin del inconsciente, estructurado por los ejes de la seleccin (paradigmtico) y de la combinacin (sintag- mtico).

  • Tales "conexiones puhionales" no son, por consiguiente, ya metafricas y metonnicas las asociaciones y combi- "lgicasH o "significativas" de por s, sino producidas por naciones que se refieren a la sola "literalidad" de loe las de hecho acontecidas durante una expe- riencia libidinal infantil y establecidas luego como una ea- '

    signifi~antes.~ Pero evita, por otra parte, la tentacibn

    pecie de usus loquendi privado. Por ejemplo, la "imagen de : de proponer los instrumentos de la "teora de la infor- un lunaro y el "olor del cueIIoW de una madre pueden con- macin", en la medida en que, aun considerando que vertirse en significantea (de por s no significativos) y fijarse ' el lenguaje real (la langue) se impone al hombre en el como del abrazo" de su hijo. Tal fijacin, si vuel- inconsciente como un sistema externo impersonal, lo ve rgida, puede ocasionar, en la edad adulta, algunas l imi reconoce como debido al uso concretamente histrico tacionea neurticaa obeesivas, que pueden descubrirse a610 por la mediacin de posteriores significantee (tambibn de ti- y comunitario. De ah que Lacan no haga lugar a esta PO fieico-aeneorial) asociados con los primeros y que eeca- teora, que implica la eleccin de ('convenciones" pan a La censura. Esta mediacin se produce especialmente libres y codificadas entre comunicantes conscientes, y a travbs de los infinitos caminos ofrecidos por la "literali- busca la "matematizacin" del inconsciente, usando dad" de loa semejantes mismos. (Acerca de esta "alienacin Como palanca las regla8 propuestas por una lingstica en el significante", vCaee Rifflet-Lemaire, 1972, pp. 204 de lenguas exietentes. Lacan mismo confirma esta in- 206 .) terpretacin: "La lingstica, es decir, el estudio de las Ahora bien, la "letra" al ser elemento f i ico lenguas existentes centrado en la estructura de stas y

    discreto? objeto de un clculo combinatorio exacto, y en las leyea que ah se revelan, excluye la teora de loa a la vez elemento lingbtico mnimo (aunque no signi- cdigos abstractos impropiamente colocada en la ficante) se haba presentado quizs a Lacan como PO- teora de la comunicacin, en la teora de estructura ffei- sible mediacin, simple y rigurosa, entre los mecanis- ca, llamada 'de la informacin', y en cualquier se. mos del inconsciente (condensacin y desplazamiento) miologa ms o menos hipotticamente generalizada" y los del lenguaje (metfora y metonimia), complejos y (E, 496; S, 491).9 sobredeterminados. Por ello; fascinado por el ideal de rigorizar completamente el psi~~anlisis, termina por Evidentemente, slo forzando el concepto de metfora se puede atribuir una semejanza metafrica @or mlis que sta implique cierta "identidad parcial"), por forzar los esbozos que cree encontrar en el n ~ ~ d e l o ejemplo, entre los sonidos de 10s trminos "Yocasta" y "Canatta", de la misma mane-

    saussuriano del lenguaje,' hasta el punto de considerar ra que es forzado -para retornar al suefio anteriormente expuesto- una supuesta re- lacin metonnica entre "Lill" o "Anna" y "Liian(na", del tipo ''parte por el todom o viceversa, que ea vlido, en'cambio, en el nivel del significado: por ejemplo, "vela"

    Por lo c d . para emplear un ejemplo fPcil, cualquier defomaci6n grfica o f b por "embarcacin de vela". nica de la leaa "p", siempre que siga siendo reconocible, vale "p", porque no hay va- riacin en grado de la letra: o es entemente "p" O "no P". t . Endentemente, Lacan elude la "teoria de la informacin porque, lo que

    para -en la comunicacin- son las redundancias intiles o parasitarias de S-un (1970. pAgina 152) subraya que se pueden establecer rekciona W- 10s len8uajes concretoas para 61 resultan ser un factor esencial, que alimenta la ri.

    cirtivas entre t h i n o a lingllbticos "a partir de ia mera comunidad de las i m k n e s Pez. de aquellas relacione# asociativas (inconscientes o habladas) que 8atisfacen acbticas @or ejemplo. emignement y justment)", aunque no haya analoga de sifl- a 1. rmdn mbma del lenguaje humano (que consiste en la realizacin de la cado, comunidad de radical o sufijo, y as sucesivamente. "demanda de reconocimiento y amor, imposible de un modo integralmetne autn.

    62 63

  • La referencia al carcter concreto histrico de loa datos de la lingstica de la clnica y, sobre todo, de 1m obras del propio Freud, lleva de este modo a Lacan a una paradjica incoherencia o forzamiento de los su- puestos matematizantes tomados como punto de parti- da, los que terminan por convertirse frecuentemente en una "modalidad estilstica" personal de una in- terpretacin psicoanaltica (que de esta manera resulta ms oscura) de fenmenos de por s ya complejos, cuando-no pasan a ser expresiones o cobertura de "elecciones" ideolgicas o culturales muy densas. Pe- ro esta "incoherencia", en ciertas contraposiciones extremistas, vuelve ms fecunda la problemtica y ms clara la epistemologa del psicoanlisis mismo, hasta el punto que, en definitiva, resulta la fuente de sus ms interesantes aportes a la comprensin del plurivalente < < mensaje" freudiano. Por ello conviene sealar de qu manera algunos de estos aportes se encuadran am- ; bivalentemente, 'con nueva coherencia epistemolgica, 1 dentro de la simplificacin radical y subversin total de su modelo psicoanaltico del sujeto humano.

    Por una parte, Lacan piensa poder emplear la ma- temtica y la psicologa a travs directamente de la lin- gstica estructural (y no de la fsica y la biologa) co- mo medios para superarlo cierto naturalismo asociado

    tico y 8610 viable por obra de un compromiso, pasando por las distintas libera- ciones lingiiticar del "deseo" censurado).

    'O De hecho, Lacan dice (1966): "El significante es la materia que se tras- ciende en lenguaje". En otro lugar describe iceticamente la "distancia" del len- guaje respecto de la naturaleza, proponiendo el caso de un niiio que, por juego, in- venta: "El perro hace miau; el gato hace guau-guau, mediante lo cual, el niiio, des- conectando la cosa de su grito. eleva el signo a la funcin del significante y la reali- dad a la sofstica del significado ..." (E.. 805). "Distancia" que de todas maneras

    con los modelos fisicalistas freudianos; pero, por otra, encuentra "contenidos" predeterminados a convertir- se en los "~i~nificantes" fundamentales del lenguaje, escritos ya, por as decir, en la naturaleza biosocial hu- mana. As, encuentra antes que nada y originariamen- te, el "falo", y consiguientemente la "castracin", el < < padre muerto", etctera. No se trata, pues, de una red

    o plurirred saussuriana de puras "diferencias", caren- tes de por s de cualquier inicio o privilegio de algn significante o significado. Se puede ahora-explicar en cierta medida por qu luego puede hablar slo esotri- camente de significantes que se encadenan sin la me- diacin de un significado. En efecto, confirmando in- voluntariamente que el significante es por esencia "significante de", sus presuntos "significantes en s" resultan originados por primitivos significantes- significado, es decir, de simbolizaciones naturales ar- quetpicas, autnomas de por s, aun cuando posterior- mente asumen (en las cadenas significativas) la funcin de significantes de otros significados, o viceversa.

    Es verdad, por ejemplo, que Lacan se esfuerza por racioia- lizar y desexualizar el "falo", pero luego recalca un "faio- centrismo" naturalstico, connotado estilsticamente por to- nalidades, movimientos y ecos que se diran casi "reli- gioms" (o, si se quiere, desacralizadores y obsesivos): de

    implica una cierta continuidad imposible de "trascender", porque la no- verosimilitud, para atenernos al ejemplo propuesto por h c a n , del "perro que maUaW no excluye, sino que, por el contrario, incluye, una semejanza metafrica entre maullar y ladrar, reconocible ya, por as decirlo, en la naturaleza biolgica de los dos animales: condicin no "matem8tica". para que el "descubrimiento" lingtbtico del niAo sea posible.)

  • me dic

    rganoabjeto que puede ser o no perdido, que puede o no en ereccin, resulta, primero, el "significante" primordial de la alternativa entre el "s" y el "no", e negativo y lo positivo, entre los valores de una numeraci binaria (0;1), etctera, pero luego se convierte en el s de las relaciones vitales del sujeto pulsiond con el cante racional, es decir, "el significante privilegiado" de esta relacin naturalstico~ultural, en la cual "la parte d d logos se conjuga con el advenimiento del deseo" (E, 692; $ 689). Lacan rechaza, pues, el concepto de "arquetipo", pre- sente en Jung, slo porque sera un smbolo espiritudstico del "florecimiento del alma" (E, 469; S, m), pero parece atribuir, en definitiva, al "falo" concreto un valor arqueti- pico fundamental, como smbolo copulatorio: "Se puede de- cir tambin que por su turgidez es la imagen del flujo vital en cuanto pasa en la generacin" (E, 692; S, 689). La "racionalizacin" del falo como puro significante "lgi- co" no logra enmascarar el fundamento naturalstico de la diferencia sexual (machohembra) preconstituida biolgica- mente. La misma valencia lgica doble del "significante" flico se podra encontrar, por ejemplo, en la abertura O cierre de los ojos, de la boca, etctera, pero evidentemente sin el "significado" sexual y pulsional originario del "falo" como tal. "Significado" primordial que demuestra ser tan necesario para aquello que Lacan denomina el "orden" simblico.

    Lacan no puede, por ello enmascarar verdadera- < t lnte -con lenguaje esotrico", como se ha

    :ho- su renuncia de hecho al mito de una pura lega- lidad combinatoria aplicada externamente por las < < letras" a los significantes, que quedaran, por 'otra parte, sin la atribucin de una causalidad adecuada.

    El concepto freudiano de un "recuerdo" removi- do, que tendra una accin traumtica diferida en el

    momento de la comprensin de su "significado" haba sugerido' a Lacan la ide,a de un "significante" (el "re- cuerdo") completamente desvinculado del contenido significable y, por ende, "matematizable", dada su composicin mediante "letras" fsico-sensoriales." Tal idea, cada vez ms radicalizada, deba llevarlo a la concepcin de un "orden simblico" de los significan- tes, regido por leyes que determinan su presunta o apa- rente causalidad combinatoria y tales que expliquen estructuralmente las insistencias de la "sobredetermi- nacin freudiana" en el traer a la conciencia (con desli- zamiento~ y superposiciones lingsticas) contenidos

    < < significativos p