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Casiano Floristán Año litúrgico Sacramentos Situaciones diversas Antología de textos

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Page 1: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

Casiano Floristán

Año litúrgico Sacramentos

Situaciones diversas Antología de textos

Page 2: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

Colección «RITOS Y SÍMBOLOS» Casiano Floristán

CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

Año Litúrgico / Sacramentos Situaciones diversas Antología de textos

Editorial SAL TERRAE Santander

Page 3: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

© 1996 by Editorial Sal Terrae Polígono de Raos, Parcela 14-1

39600 Maliaño (Cantabria) Fax: (942) 36 92 01

Con las debidas licencias Impreso en España. Printed in Spain

ISBN: 84-293-1200-5 Dep. Legal: BI: 1931-96

Fotocomposición: Sal Terrae - Santander

Impresión y encuademación: Grafo, S.A. - Bilbao

Contenido

i Presentación 9

Primera parte DINÁMICA LITÚRGICA

1. Creatividad celebrativa 13 2. La corporeidad en la celebración 20 3. La dramatización en la liturgia 23 4. El canto y la música en la liturgia 28 5. La celebración de la palabra 31 6. El equipo litúrgico 35

Segunda parte CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

1. Adviento 41 2. Navidad 61 3. Cuaresma 78 4. Triduo pascual 108 5. Pentecostés 163 6. Santa María 184

Tercera parte CELEBRACIONES SACRAMENTALES

1. Bautismo 199 2. Confirmación 219 3. Penitencia 225 4. Eucaristía 276 5. Unción de enfermos 286 6. Ministerio 298 7. Matrimonio 305

Cuarta parte CELEBRACIONES DIVERSAS

1. Liturgia de las horas 317 2. Liturgia de difuntos 341 3. Celebraciones ocasionales 351 4. Temas de celebración 363

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CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

Quinta parte TEXTOS COMPLEMENTARIOS

1. Credos ' 447 2. Peticiones de perdón 460 3. Preces de los fieles 470 4. Himnos 481 5. Poemas 514 6. Cánticos 597 7. Salmos . 602

Sexta parte ACCIONES SIMBÓLICAS

1. Dramatizaciones bíblicas 663 2 Símbolos religiosos 703

índice de celebraciones 733 índice general 737

Presentación

En virtud de una venerable tradición que se remonta al primer grupo de los discípulos de Jesús muerto y resucitado, la Iglesia hace memoria de su Señor en sus reuniones. Al ser el cristianismo religión de la comida compartida, más que del ayuno, uno de los lugares centrales de la reu­nión cristiana es la mesa de los hermanos y del Señor, en torno a la cual se congregan los bautizados en asamblea para celebrar la vida con pers­pectivas de esperanza. Semanalmente, la comunidad cristiana da las gracias en la eucaristía dominical y, ocasionalmente, se reconcilia entre sí y con Dios. En momentos estelares celebra cinco gestos sacramenta­les extraídos de la vida humana, impregnados de Espíritu Santo y hechos eficaces por la palabra de Dios, desde el baño primero a la unción final. A lo largo del año, denominado litúrgico, la comunidad sigue las huellas de Jesús, desde su venida al mundo hasta su ascensión final. En determinadas horas, los cristianos elevan sus plegarias, santi­ficando el tiempo.

Pero con frecuencia se oyen quejas de que nuestras celebraciones litúrgicas son rutinarias, mortecinas, triviales. En unos casos apenas interviene el sujeto grupal de la liturgia, que es la asamblea; en otros, no se preparan bien ni se desarrollan adecuadamente. Cuando la litur­gia de la palabra es extensa, se reduce el simbolismo sacramental; y cuando la liturgia es primordialmente ritual, no se acentúa suficiente­mente el profetismo. Frecuentemente está ausente lo festivo, y en no pocas ocasiones no se sitúa adecuadamente el compromiso social en el quicio sacramental.

A la vista de esta situación, pretendo ayudar a que grupos cristia­nos y comunidades eclesiales celebren con creatividad. La mayor parte de las sugerencias que aquí propongo se han llevado a cabo en parro­quias populares, comunidades de base, vigilias cristianas, encuentros de diversos grupos y semanas pastorales. Agradezco la colaboración de la Comunidad de la Resurrección de Madrid, de la que formo parte desde que comenzó en 1968. Con los miembros que la componen he celebrado muchas eucaristías y penitencias, innumerables triduos pas­cuales, docenas de matrimonios, no pocos bautizos y algunas exequias.

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10 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

Tengo presente, asimismo, eucaristías y penitencias de algunos Congresos de Teología de Madrid; vigilias de adviento, cuaresma y Pentecostés con las comunidades de base; celebraciones del Instituto Superior de Pastoral y eucaristías dominicales en diversas parroquias, sobre todo en Nuestra Señora de la Paz (Madrid). Recojo, además, muchas liturgias tenidas durante más de veinte veranos con grupos de hispanos en los Centros de Pastoral de San Francisco y Los Angeles (California), Mexicana-Americana Cultural Centre de San Antonio (Texas), hoyóla University de Chicago (Illinois) y Southeast Pastoral Institute de Miami (Florida).

Para llevar a la práctica las celebraciones que aquí propongo es necesario tener a mano una Biblia (en principio, cualquier traducción es válida), el Cantoral Litúrgico Nacional (CLN), el Cantoral de «Misa Dominical» (CMD) y el libro Oraciones de acción de gracias (Oraciones), editado por Luis Maldonado y por mí mismo en Trotta, Madrid 1995. Algunos textos que aquí incluyo proceden de mi libro De domingo a domingo (Sal Terrae, Madrid 1993) y del Misal de la comu­nidad, Tomo I. Festivo, coeditado por varias editoriales, cuyas intro­ducciones dominicales las redactamos Luis Maldonado y yo.

Después de una introducción sobre la creatividad litúrgica, hago un recorrido por el año del Señor y el mundo de los sacramentos. Propongo celebraciones diversas para determinadas circunstancias y añado textos complementarios: credos, preces de perdón y de los fie­les, himnos, poemas, cánticos y salmos. Termino con un repertorio de dramatizaciones bíblicas y de símbolos religiosos.

Las liturgias aquí propuestas son básicamente «celebraciones de la palabra», ya que muchos grupos y comunidades no cuentan con un presbítero. Por otra parte, sólo insinúo el desarrollo de la celebración. Al grupo de liturgia le corresponde ultimar todo el trazado.

Quiera Dios que estos materiales ayuden a celebrar mejor.

C.F. Madrid, 1996

Primera parte

DINÁMICA LITÚRGICA

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1 Creatividad celebrativa

1. La celebración cristiana

A lo largo de la vida sentimos la necesidad de celebrar ciertos aconte­cimientos, como aniversarios, cumpleaños, bodas, llegadas, despedi­das... No nos basta con vivir la vida; necesitamos reconocerla, sope­sarla, cantarla. Celebrar es reunirse determinadas personas —familia­res, amigos o paisanos de un pueblo— para festejar, por medio de ges­tos y palabras, un acontecimiento. La celebración nos permite sabore­ar la existencia de otro modo. Así, algunos momentos estelares de la vida se celebran de una forma inhabitual o extraordinaria, mediante gestos corporales en los que interviene la persona en relación a un grupo, en el plano de la solidaridad. Son gestos repetidos pero no idén­ticos, con un despliegue simbólico, en el sentido de que exceden su frá­gil y quebradiza visibilidad. Como consecuencia, la celebración pro­duce sentimientos profundos y variados, al ser experiencia básica rela­cionada con el misterio de la vida y de la muerte, de la fiesta y del com­promiso, de los orígenes y de las ultimidades, del agradecimiento y de la reconciliación, de la culpa y de la inocencia. En los momentos cele-brativos se manifiesta una cierta ruptura con la vida ordinaria. Celebramos, por supuesto, la vida, pero mediante un gesto simbólico que no es la vida; es un gesto gratuito con un sentido de renovación, de cambio y de comunión. Recordemos que el término celebración pro­cede del latín celeber (notable o frecuentado). Celebrar equivale, pues, a destacar, poner de relieve o festejar mediante la asistencia en grupo o en masa a una fiesta.

Los creyentes no celebramos en la liturgia cualquier aspecto de la vida o de la humanidad, sino la vida o la humanidad en armonía con los designios de Dios, manifestados en Cristo. La liturgia cristiana celebra el amor de Dios, la obra salvadora de Jesucristo, la acción san-tificadora del Espíritu y la llegada y presencia del reino. En una pala­bra, celebrar litúrgicamente no es, sin más, rendir culto a Dios o ado­rarlo, sino festejar la llegada de la salvación a la humanidad. Objeto de la celebración cristiana es la acción de Dios, que se realiza eclesial-mente a través de la acción simbólica humana. La liturgia es celebra-

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ción que evoca la memoria de los misterios divinos y los hace presen­tes por medio de palabras y símbolos. Se compone de formas verbales (lecturas, moniciones, homilía, oraciones, himnos y poemas), modos musicales (música y cantos) y plasmaciones simbólicas (signos y ges­tos), todo ello con un orden y un sentido. Para saber si se celebra cris­tianamente es criterio básico que se viva lo que se celebra (autentici­dad), que se celebre la vida en su totalidad (universalismo), que este­mos activos de cara a los problemas humanos (compromiso) y que se exprese la presencia operativa del Señor (acción simbólica). En con­creto, es necesario favorecer la comunicación de todos los participan­tes, según sus funciones, en un clima de alegría y de fiesta, dando a los ritos toda su fuerza de expresión y de comunicación. En una palabra, se trata de hacer de la celebración algo dinámico, en donde cada per­sona participe activamente para el bien de todos.

Reconozcamos, sin embargo, que la liturgia se reduce con frecuen­cia a mera práctica de cumplimiento, costumbre social heredada o cere­monia ritual repetitiva. Durante tres siglos por lo menos —de Trento al Vaticano n—, el culto cristiano ha consistido frecuentemente en unos ritos momificados y herméticos, expresados en latín y de espaldas al pueblo. De ahí la necesidad de una profunda renovación y adaptación. Con todo, no faltan los opositores, guardianes de la tradición, adorado­res del rito y militantes de la rúbrica, más sensibles a lo sagrado de las cosas que a las relaciones personales. Son defensores de la restaura­ción. Por supuesto, también están los renovadores, que celebran con gran desenvoltura y defienden la entrada de lo secular y cotidiano en la liturgia, la vivencia espontánea personal y la dimensión social. Son defensores de la inculturación. En todo caso, hay innumerables cre­yentes y comunidades cristianas que abogan por una liturgia de acuer­do con la tradición genuina y las exigencias culturales y sociales de la vida actual.

2. La función simbólica

Nadie niega hoy la importancia de los símbolos: baste recordar la fun­ción que desempeñan en la religión, en la psicología profunda, en la creación literaria y en el arte en general. El símbolo es imprescindible en el campo religioso, en el orden ético y en el ámbito social. Dicho de otro modo, la acción simbólica socializa, humaniza e identifica. Efectivamente, nos ayuda a acceder a una identidad nueva. La percep­ción simbólica exige el ejercicio de diversas cualidades personales: sensibilidad, intuición, imaginación, etc.

CREATIVIDAD CELEBRATIVA 15

Pero los símbolos son hoy mal percibidos. La persona occidental manifiesta una actitud pobre ante el mundo de los símbolos, debido quizá a una formación —o deformación, según se mire— basada en el lenguaje técnico, en la lógica nocional y en el comportamiento utilita­rio. De una parte, reducimos las cosas y las personas a instrumentos de medida y consideramos la misma realidad como mero objeto de traba­jo o producto manipulable. No se percibe bien la realidad no mensura­ble, lo escondido, lo velado. Hay una cierta desconfianza hacia toda experiencia que nos sobrepase, que nos trascienda. De otra parte, y como contraste, puede observarse un aumento del simbolismo y de la percepción simbólica en ciertos dominios culturales —cine, teatro, pin­tura, escultura, etc.— y en el ámbito de la religiosidad popular. De hecho, la vida humana entera está formada o entretejida de multitud de signos y acciones cargadas de sentido. Puede decirse que entiende la vida quien es capaz de desvelar su sentido y su significado, quien logra descifrarla, quien es capaz de captar signos.

Hay signos convencionales y hay símbolos. Signo convencional es un medio visual o auditivo —no meramente verbal— de comunica­ción. Es una realidad que, al ser conocida, nos remite a otra. Sirve para distanciarnos de la realidad ordinaria y elevarnos a una realidad supe­rior. La información se transmite según un código convenido entre per­sonas. Signo puede ser un objeto (una piedra), una acción (un abrazo) o un gesto (inclinarse), y se compone de un «significante» (lo que es sensible o palpable, se ve o se oye) y un «significado» (la realidad evo­cada, que no se ve, pero se transmite). El signo propone un significado de un orden distinto al del significante. La relación entre significante y significado, es decir, la significación, es en el signo arbitraria y con­vencional. Significante y significado son, pues, heterogéneos.

En el símbolo, el significante y el significado son homogéneos. La palabra griega symbolos designa un objeto roto en dos partes que se entregan a dos socios que hacen alianza y que, al unir los trozos, se reconocen. Precisamente la palabra símbolo viene de symballein, que significa ensamblar. En el símbolo, la relación entre significante y sig­nificado es natural, es decir, radica en la naturaleza misma de las cosas. El símbolo es mediador, hace presente lo que significa. Es, además, signo de reconocimiento relacionado con algo humano importante, como es la vida y la muerte. Simbolizar no es simplemente significar, sino operar. El símbolo es específicamente humano, y mediante él se logra dar sentido profundo a la realidad. Por eso requiere iniciación. Digámoslo con un ejemplo: la cruz es signo y es símbolo. Significa la pertenencia religiosa y el suceso salvador.

Al confundir a menudo el símbolo con el mero significante —obje­to o acción sensible que pretende significar—, se reduce el símbolo a una cosa, cuando en realidad es una acción humana. Por eso se dice

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superficialmente que los símbolos antiguos ya no valen y que debemos crear otros. Como consecuencia, hay quienes rechazan precipitada­mente los significantes. De hecho, el problema no es cambiar de signi­ficantes, sino rescatar significados. Ningún objeto es simbólico por sí mismo; es significante cuando, en virtud de un consenso cultural, tiene un significado determinado para un grupo humano. No olvidemos que el significado o los significados de un significante varían según las dis­posiciones, deseos, saberes, experiencias, etc. de quienes participan en la acción simbólica. Un símbolo dinámicamente expresado es inagota­ble; tanto, que no se puede explicar de una vez para siempre.

La dimensión simbólica que tiene el ser humano le capacita para relacionarse con el mundo, el presente y el ausente. Mediante los ges­tos o palabras simbólicas somos capaces de representar realidades insensibles, invisibles o indemostrables. En la liturgia intervienen los cinco sentidos con la finalidad de establecer una relación o una comu­nicación personal y colectiva con Dios. En el culto cristiano todo tiene dimensión simbólica. Sin los símbolos no nos comunicaríamos bien entre nosotros ni con Dios. El primer signo de la celebración es la reu­nión de hermanos en apretada asamblea. Los símbolos están en la cele­bración para unir a los creyentes, recordar la memoria de Jesús, hacer presente al Dios cristiano e impulsar el compromiso.

3. La creatividad litúrgica

Entre 1950 y 1959 acuñó J.P. Guilford en Estados Unidos el término creatividad («creativity») aplicado al campo de la psicología diferen­cial («test de creatividad»). Posteriormente se empleó en el dominio de los métodos no directivos, cuando se habló de incentivar la creatividad del niño. Penetró más tarde en el ámbito de la investigación científica e industrial, en el sector artístico, en el mundo del lenguaje, en el campo de la publicidad y en la órbita de lo religioso. Hoy se habla de creatividad en casi todos los ámbitos humanos, en gran medida, debi­do a la necesidad de espontaneidad y de fantasía frente a la rigidez de la sociedad moderna, excesivamente reglamentada y regulada. La cre­atividad pretende favorecer en un campo concreto comportamientos originales y genuinos, sin conformismos ni convencionalismos excesi­vos. Es, pues, lo contrario de la rutina, de lo fijado de antemano. Naturalmente, la creatividad no es improvisación o falta de prepara­ción, ya que requiere análisis, juicio crítico y proyecto elaborado. Exige inventiva y originalidad, además de un cierto grado de audacia.

CREATIVIDAD CELEBRATIVA 17

La creatividad llegó al dominio de la liturgia gracias al cambio cul­tural de la década de los sesenta, a la reforma litúrgica del Vaticano n y al diálogo que la Iglesia inició entonces con el catolicismo popular y las culturas. Como consecuencia, la celebración cristiana, en sus diver­sas formas, ha de adaptarse al genio cultural y religioso del pueblo, al nivel de fe de la asamblea y a la necesidad de orar. He ahí un primer reto de creatividad. Pero la liturgia posee unas leyes o estructuras per­manentes que la convierten en oración de la Iglesia. No es fácil cele­brar con creatividad desde la tradición, ya que la liturgia tiene sus pro­pias exigencias. La liturgia instruye, pero su marco no es la escuela; contiene múltiples elementos musicales, pero no es concierto; incluye movimientos y gestos corporales, sin ser ballet; desarrolla una acción dramática, pero no es teatro; emplea imágenes verbales y formas lite­rarias, mas no es poesía. Es oración en común, sin que ello signifique que pueda reducirse a un mero ejercicio piadoso. La liturgia va más allá, abre las puertas de lo sobrenatural. En la liturgia, las imágenes revelan lo invisible, los textos lo desconocido, y el lenguaje musical lo inaudito.

La creatividad litúrgica depende de las dimensiones y naturaleza de la asamblea y de sus responsables. Para que sea posible se necesita, de un lado, libertad, que debiera conceder con generosidad la autoridad eclesial; de otro, fantasía creadora por parte de la asamblea que cele­bra. Un primer punto de creatividad se centra en los textos no bíblicos, como es el caso de las oraciones, plegarias de acción de gracias, cre­dos, cantos y moniciones. Es insuficiente la traducción de textos anti­guos, sobre todo si se hace literalmente. Un segundo campo de la cre­atividad litúrgica es el de los símbolos y gestos corporales. Hay pue­blos y grupos de todo tipo que se expresan dinámicamente por medio de gestos. Además, en toda celebración hay símbolos litúrgicos, en parte repetitivos (símbolos conocidos) y en parte renovados (símbolos cambiantes). Repetitivos son los símbolos esenciales de los sacramen­tos o ciertos signos religiosos cuya fijación es necesaria. Por ejemplo, sin comida —bocado y trago— no hay eucaristía. Pero no se trata sólo de crear nuevos textos o de recrear algunos símbolos y gestos. La cre­atividad atañe al conjunto de la celebración, a saber, a su ritmo, estilo y desarrollo. Naturalmente, todo debe conducir a expresar mejor el misterio cristiano, aquí y ahora, por parte del pueblo reunido en asam­blea. En una palabra, los libros litúrgicos deben adaptarse con creativi­dad a las Iglesias locales, su cultura y sus tradiciones, precisamente para que la liturgia sea doxología viva de una asamblea cristiana bási­camente popular.

A lo largo del tiempo, el pueblo cristiano ha mostrado en sus tradi­ciones y fiestas religiosas una gran capacidad creadora. En definitiva, la creatividad pretende encarnar mejor la fe y la adoración de Dios en

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la savia más profunda de la vida simbólica y cultural de un pueblo. El catolicismo popular —sin trabas ni centralizaciones— ha desarrollado la creatividad mucho más que la liturgia. Con frecuencia, la autoridad ha aludido a los riesgos de la creatividad más que a los peligros de la inmovilidad. No olvidemos que las personas creativas son pocas; la mayoría prefiere atenerse a lo conocido, a lo que «siempre se ha hecho». Sin embargo, si se favoreciera más la creatividad litúrgica y se pusieran en común las experiencias realizadas, se lograrían resultados convincentes. Ahora bien, no basta con decir que no hemos agotado aún las posibilidades que ofrece la nueva legislación litúrgica. Precisamente, sin libertad creativa no se lograrán desarrollar esas posi­bilidades.

La creatividad litúrgica no es un fenómeno nuevo. En la antigüe­dad, las liturgias eran locales y espontáneas. Por eso hubo familias litúrgicas diversas. Hoy nos encontramos en una situación de unifor­midad heredada, necesitada de creatividad. El Vaticano n habla de «adaptar la liturgia al temperamento y a las tradiciones de los distintos pueblos», e incluso afirma que «en ciertos lugares y circunstancias urge una adaptación más profunda de la liturgia» (SC 40). «La Iglesia —afirma la Sacrosanctum Concilium— no desea imponer una rígida uniformidad, ni siquiera en la liturgia, en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad. Al contrario, respeta y promueve las dotes y cualidades de las distintas razas y pueblos. Examina con bene­volencia y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos no está indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, e incluso a veces lo admite en la misma liturgia, siempre que armoni­ce con el auténtico y verdadero espíritu litúrgico» (SC 37). La adapta­ción conciliar exige creatividad y presupone la descentralización pro­gresiva en materia litúrgica. La liturgia —afirma la Conferencia de Medellín— «necesita adaptarse y encarnarse en el genio de las diver­sas culturas; acoger, por tanto, positivamente la pluralidad en la unidad, evitando erigir la uniformidad en principio a priori» (n. 7). Otro tanto expresa la Conferencia de Puebla al «promover adaptaciones [de la liturgia] adecuadas, de manera particular a los grupos étnicos y al pue­blo sencillo» (n. 940). Con todo, no ha habido suficiente creatividad en la liturgia. Todavía estamos a la espera de que se abran las puertas a la «etapa de adaptación». Recordemos que las expresiones «ad libitum» y «pro opportunitate» de los nuevos libros litúrgicos no deben inter­pretarse restrictivamente como la posibilidad de elegir entre variantes ya dadas, sino también de crear ritos y textos.

CREATIVIDAD CELEBRATIVA 19

4. La inculturación del culto

Hoy se emplea el término inculturación, utilizado por primera vez en el campo teológico por el jesuíta J. Masson en 1962 e incorporado al lenguaje oficial por Juan Pablo II en la encíclica Slavorum apostoli, de 1985. En antropología son sinónimos de inculturación los vocablos «adaptación», «acomodación», «indigenización», «contextualización», «encarnación», «aculturación» y «enculturación». La aculturación se refiere en la liturgia a la traducción de los textos —sobre todo bíbli­cos— de una lengua a otra. La inculturación pretende que lo específi­co de una cultura determinada adquiera la forma de expresión del men­saje cristiano. Según la instrucción Varietatis legitimae, de 25 de enero de 1994, el término «inculturación» designa «la encarnación del evan­gelio en las culturas autóctonas y, al mismo tiempo, la introducción de estas culturas en la vida de la Iglesia». Al encontrarse el evangelio en una cultura determinada, se trata de que se exprese lo más profunda­mente posible en otra cultura. Esto supone una simbiosis entre cultura y evangelio. Dicho de otra manera, la inculturación es el fenómeno en virtud del cual la liturgia se encarna en la cultura (por ejemplo, el bau­tismo se expresa a través de una inmersión), a la vez que la expresión cultural de tipo ritual se introduce en la liturgia (por ejemplo, el aplau­so). Se trata, pues, de un doble movimiento. El misterio de salvación que la liturgia celebra se expresa a través de unas acciones simbólicas o formas culturales del pueblo. Recordemos que la fe de los discípulos de Jesús se expresó en relatos, cánticos, oraciones y símbolos. Sin olvi­dar que la liturgia dio origen al teatro, forma parte de la cultura, en la que ocupa un espacio específico, y se expresa con un lenguaje cultural. Durante los primeros siglos de la Iglesia, el proceso de inculturación de la liturgia fue continuo: del mundo judío se pasó al griego, luego al romano, y más tarde a los pueblos bárbaros. Desgraciadamente, se detuvo al fijarse el culto romano en el latín y en unas rúbricas inamo­vibles. Durante siglos, apenas se ha dado inculturación. Hoy vuelve a exigirse la encarnación de la liturgia en el genio cultural de los pueblos, primitivos o modernos.

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2 La corporeidad en la celebración

1. Los gestos en la liturgia

En estas últimas décadas se percibe claramente el ascenso de una cul­tura secular del cuerpo, al que tratamos de rejuvenecer vistiéndolo lo mejor posible, sometiéndolo a ejercicio físico y a dietas y prodigándo­le baños y perfumes. Esta cultura, basada en el placer y el ocio, con ser un logro importante, tiene el peligro de que se reduzca a mero cultivo corporal, sin que se preste suficiente atención a la totalidad de la per­sona. Pero aquí no deseo centrarme en el cuerpo como estado del ser humano hecho, sino en la corporeidad o estado originario, según la dis­tinción de J.B. Metz, para quien la corporeidad revela el carácter del cuerpo en su integridad humana. El Vaticano n se hizo eco de esta pre­ocupación cuando dijo: «Uno en cuerpo y alma, el ser humano, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo mate­rial, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador» (GS 14). Precisamente la acción litúrgica se desarrolla con la «incorporación» del cuerpo. El gesto pretende, no tanto hacer ver cuanto hacer sentir. Es semejante a un movimiento exterior por el que expresamos nuestro sentimiento, damos más fuerza a la palabra o nos cohesionamos con el grupo. Todo el cuerpo está presente en cada gesto. Las culturas y religiones están repletas de gestos.

La celebración cristiana es una acción simbólica compuesta de ges­tos (con el libro, el pan y el vino, el agua, las luces, el incienso, etc.) y palabras (lecturas, cantos, oraciones, homilía, moniciones) para comu­nicarnos entre nosotros y con Dios. Los gestos empleados proceden de la herencia cultural y religiosa humana, transmitidos por las Escrituras y la tradición. Recordemos que en la liturgia intervienen los cinco sen­tidos con la finalidad de establecer una relación o una comunicación con la divinidad.

Se ha dicho repetidas veces que la liturgia postconciliar ha desa­rrollado ampliamente la verbalidad, sin dar suficiente relieve a la ges-tualidad o a la corporeidad. A lo sumo, relacionamos el cuerpo con la rúbrica. El cuerpo sigue estando bajo sospecha, a pesar de la encarna-

LA CORPORAEIDAD EN LA CELEBRACIÓN 21

ción del Verbo y de la comunión sacramental de los creyentes entre sí y con Dios. Hemos olvidado que la corporeidad es esencial en la litur­gia. Todos los sacramentos —signos y gestos sensibles— tienen que ver, de una u otra manera, con el cuerpo. La celebración es comunita­ria y sensible, ya que nos comunicamos mediante los sentidos. Por eso incorporamos ciertos elementos de la naturaleza (agua) o artesanales (pan, vino y aceite) para expresar unas acciones corporales (baño, unción y comida). Es decir, un símbolo se convierte en gesto simbóli­co o rito cuando lo incorporamos. Evidentemente, el gesto no es mero apoyo de la palabra, ya que tiene su propia lógica y autonomía. Es un lenguaje diferente del de la palabra, al que a veces suple y en ocasio­nes refuerza.

2. La danza religiosa

La danza tiene un doble origen: sagrado y social. En algunas religiones antiguas, el sacrificio y la danza son expresiones cultuales importantes. Las danzas rituales intentan establecer una comunicación entre el cielo y la tierra. En las celebraciones judías son expresión de alegría y de agradecimiento, manifestación de vida espiritual. Sin embargo, a pesar de esta herencia, la Iglesia fue contraria a la danza durante mucho tiem­po, en gran parte por el ejemplo nocivo de Herodías cuando, después de bailar su hija ante Herodes, pidió a éste que le cortasen la cabeza a Juan Bautista (Mt 14,3-12). Se consideraba la danza demoníaca. Juan Crisóstomo, Ambrosio de Milán y Clemente de Alejandría considera­ron la danza como expresión del paganismo. Los concilios de Auxerre (573/603) y de Würzburg (1298) condenaron el uso de la danza en la liturgia. Sin embargo, la danza —a veces macabra, con el tema de la muerte— permaneció durante la Edad Media, si bien en forma de excepciones notables, como el baile de los «seises» en Sevilla, aproba­do por una bula papal de 1439, y la procesión de Echternach, que man­tuvo sus antiguos ritmos bailables. Pero la danza nunca formó parte de la liturgia. Precisamente en la época en que la Iglesia favoreció la cre­ación en la arquitectura, la pintura y la música, se opuso a la danza.

Actualmente se plantea la posibilidad de incluir la danza en algu­nas liturgias. Recordemos que Romano Guardini acentuó la corporei­dad del ser humano, y que Hugo Rahner interpretó la liturgia como juego y danza. Recientemente, se intenta recuperar la danza en la litur­gia al descubrir la importancia de la corporeidad frente a la «logolatría» (J. Baumgartner). Naturalmente, esta pretensión tiene sus dificultades.

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22 DINÁMICA LITÚRGICA

La primera obedece a que la danza va unida a cultos y culturas primi­tivos: parece algo exótico. La segunda dificultad proviene de la inca­pacidad del mismo pueblo, por falta de ejercicio y de creatividad. En Occidente se ha perdido el sentido popular de la danza, salvo en Rusia y en España. La tercera es la dificultad para llevarla a cabo. Habría que contar con profesionales de la danza, ajenos quizá al sentir de la misma celebración.

En todo caso, la danza es especialmente significativa en las litur­gias africanas y en algunas celebraciones de los pueblos latinoameri­canos y orientales. Hay danzas litúrgicas de aclamación, de gloria, de ofertorio, de comunión, de homenaje y de adoración. De hecho, el Misal romano para las diócesis de Zaire admite la danza rítmica en algunas celebraciones. «En algunos pueblos —señala la citada instruc­ción Varietatis legitimae— el canto se acompaña espontáneamente con batir de manos, balanceos rítmicos o movimientos de danza de los par­ticipantes. Tales formas de expresión corporal pueden tener lugar en las acciones litúrgicas de esos pueblos, a condición de que sean siempre expresión de una verdadera y común oración de adoración, de alaban­za, de ofrenda o de súplica, y no un simple espectáculo» (n. 42).

3 La dramatización en la liturgia

1. Los actores de la celebración

Se denomina asamblea litúrgica a la reunión de la comunidad cristiana, convocada por Dios o por su representante, para escuchar la palabra del Señor y celebrar sacramentalmente la salvación. A la asamblea se agregan los creyentes por el bautismo, sacramento de la fe y de la con­versión. La asamblea es, pues, el sujeto de la celebración y el principal signo de la Iglesia. En una palabra, la asamblea cristiana es una comu­nidad de fieles (congregados por la fe y el bautismo), ministerialmen-te ordenada (un presidente), reunida en un lugar para participar en la liturgia (un local apto) y en la que está presente el Señor (es lugar de salvación). Participar es adherirse, tomar parte e intervenir. La partici­pación litúrgica exige entrar en comunión con aquello en lo que se par­ticipa y con los propios participantes. La participación es interna y externa, personal y comunitaria, consciente y activa, en la palabra y en el sacramento. La celebración no es un espectáculo al que se asiste, sino una acción en la que la asamblea participa.

Para lograr que la asamblea tome parte son necesarios unos acto­res. El primero, no lo olvidemos, es Dios, que convoca a su pueblo y permanece en medio de los suyos. Intervienen de un modo especial diversos ministros. La función del presidente consiste en presidir en nombre de Cristo y de la Iglesia para servir a la comunidad. Debe cono­cer a su pueblo y estar a su servicio. Saluda a los reunidos al comien­zo de la celebración, comenta los textos en la homilía, presenta a Dios las oraciones de todos y despide a la asamblea. El lector proclama la palabra en nombre de Dios de una manera clara e inteligible, al mismo tiempo que la escucha con toda la asamblea; se le exige que conozca lo que va a leer y que respete el texto. Está al servicio de la palabra de Dios y de la asamblea. El comentador o monitor introduce los textos y apoya el sentido de los ritos para que la asamblea participe mejor; indi­ca, explica y exhorta. Puede intervenir en la introducción a la celebra­ción, en el acto penitencial, en la iniciación a las lecturas, en la profe­sión de fe, en las preces de los fieles y en la acción de gracias. Los ministros del canto (director, coro, solistas y músicos) ensayan, diri-

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24 DINÁMICA LITÚRGICA

gen, ejecutan y sirven musicalmente al pueblo. Los ayudantes de la mesa (acólitos y ministros de la eucaristía) acompañan al presidente de la celebración, ayudándole en el servicio de las ofrendas, en la colecta de dinero y en la comunión. Finalmente, los ministros de la hospitali­dad dan la bienvenida a los asistentes y los despiden.

2. La recuperación del drama en la liturgia

Drama significa en griego «acción». Dramatizar es convertir en drama o en acción, por medio de la expresión corporal, lo que en su origen es mera palabra o puro relato. Recordemos que la expresión corporal —insustituible en la comunicación profunda— es amplísima, puesto que goza de libertad y de espontaneidad. Pero la dramatización no es mero gesto corporal, sino un combinado de cuatro expresiones: la lin­güística, que se centra en la lectura o proclamación del texto, con voces y tonos adecuados, para realzar la palabra. La corporal, mediante ges­tos del cuerpo que subrayan, completan y a veces sustituyen al lengua­je oral para apoyar la fuerza de la palabra; la plástica, que enriquece el lenguaje corporal con recursos externos, como la iluminación, el ves­tuario y el escenario; y la rítmico-musical, a través del movimiento y la danza o mediante la música. En resumen, la dramatización —por ser una forma global de expresión— se compone básicamente de cuatro elementos: la palabra, el cuerpo, el espacio y la música.

Recordemos que el teatro y la liturgia son dos géneros polivalentes, separados y distintos, con un denominador común: el fenómeno de la representación, en el que se entremezclan decoración, vestidos, obje­tos, gestos y declamaciones para escenificar la vida. Precisamente el teatro nació como factor decisivo, aunque no único, de la liturgia o del dominio de las representaciones sagradas. Al menos es evidente que ciertas transformaciones teatrales han surgido a partir del mismo culto cristiano. Pero aunque el drama —entendido como acción o pieza tea­tral— nació en la liturgia, nuestras celebraciones tienen escasa plas-mación dramática, a diferencia del catolicismo popular, enormemente plástico. Precisamente son populares las escasas dramatizaciones que se conservan en la liturgia: procesión de ramos en la inauguración de la Semana Santa, lavatorio de pies del Jueves Santo y adoración de la cruz del Viernes Santo. Poco antes del Vaticano n, se incorporó el lucernario de la vigilia pascual, enormemente expresivo, aunque toda­vía no plenamente popular. Un caso particular de dramatización evan­gélica heredada es la proclamación del relato de la pasión o el canto dialogado de la misma en el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, en el que tradicionalmente han intervenido tres cantores (Cristo, narrador

LA DRAMATIZACIÓN EN LA LITURGIA 25

y sinagoga) con sus dominantes musicales: fa para Cristo, do para el narrador, y re para la sinagoga. Sin embargo, desde el siglo xi hasta el Vaticano n apenas ha sido posible la dramatización litúrgica, debido, por una parte, al peligroso divorcio entre la lengua del pueblo y el latín de los clérigos y, por otra, a la romanización de la liturgia, con el olvi­do o el desprecio de las tradiciones culturales populares. Hemos igno­rado, no sólo que la liturgia en su origen es acción a favor del pueblo, sino actualización de la Pascua de Cristo, con un lenguaje bíblico pre­ñado de imágenes plásticas, acompañado de expresiones simbólicas entresacadas de la cultura popular. Por desgracia, después de la refor­ma litúrgica del Vaticano n se ha verbalizado el culto hasta límites extremos. Al ser escasamente dramática, la liturgia no es en el fondo popular.

La dramatización litúrgica es un medio de expresión en el que se tienen en cuenta un texto dialogado, algunos gestos significativos, cier­tas escenas representativas y determinados movimientos expresivos, con una eventual ambientación musical. Al pueblo le gusta ver y tocar, tanto como oír. De una celebración recuerda más lo que vio que lo que oyó. El pueblo se conmueve cuando participa, a saber, cuando el senti­miento religioso envolvente de la fe celebrada es puesto en ejerci­cio mediante la acción simbólica, enriquecida con una posible drama­tización.

La dramatización surgió recientemente en el ámbito escolar como recurso educativo para desarrollar la expresión, fomentar la creatividad y favorecer la comunicación. Aplicada a la liturgia, la dramatización pretende facilitar la vivencia religiosa o, si se prefiere, la oración en común. El drama litúrgico reapareció después de la segunda guerra mundial bajo la expresión inglesa «Creative Drama», con la pretensión de resucitar las representaciones medievales de la Navidad y de la Pascua. En sus inicios fue un método bíblico de educación esco­lar de la fe para estudiantes en centros formativos cristianos. Ocasionalmente, comenzó a sustituir a la predicación tradicional en algunas iglesias protestantes, para ser introducido finalmente en la liturgia católica con ocasión de celebraciones excepcionales. Entre nosotros, la dramatización de la liturgia ha tomado cuerpo en las deno­minadas pascuas juveniles. De hecho, el triduo pascual constituye un lugar excepcional de dramatización. Evidentemente, la dramatización litúrgica es más realizable en medios juveniles o populares, desinhibi­dos, espontáneos y sensibles, que en otros grupos con educación anti­corporal, que oyen música pero no cantan, ven teatro pero no interpre­tan, se asoman distanciados a las fiestas populares sin incorporarse al pueblo, y están alejados del catolicismo popular, al que desestiman como residuo mágico.

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26 DINÁMICA LITÚRGICA

3. Exigencias litúrgicas en la dramatización

La dramatización en la liturgia ha de responder a una serie de impera­tivos. Es más simbólica que imitativa, ya que pertenece al culto cris­tiano y no al arte de la escena. No es mimo, ya que hay palabra. Tampoco es pantomima, acción que se sirve sólo del mimo. Por otra parte, los gestos y palabras de la dramatización litúrgica tienen sentido en el ámbito de la fe, lo cual exige que los participantes entren en las realidades espirituales del culto sin quedarse a distancia, como si fue­ran simples espectadores de teatro.

El tejido básico de la dramatización litúrgica es la historia de sal­vación, cristalizada en la Biblia y narrada en forma de relato. La pala­bra de Dios es proclamada en la liturgia de un modo sacramental, es decir, simbólico. En la dramatización, el texto bíblico no es mera oca­sión o pretexto para desarrollar una expresión corporal, sino al revés: el gesto es medio para proclamar la salvación. De ahí que, sin perder un ápice del carácter doxológico que tiene la liturgia, la dramatización de un texto bíblico es catequesis plástica, al hacer visible lo invisible mediante gestos y al incentivar la fe de los participantes a través del relato. Naturalmente, el objetivo de la dramatización litúrgica es la conversión personal en una línea liberadora, sin olvidar que el culto es al mismo tiempo glorificación de Dios por medio de Jesucristo en el Espíritu. Esta perspectiva exige que se celebre la palabra con toda la densidad que hoy tienen los problemas del pueblo.

Para llevar a la práctica una dramatización litúrgica basada en un relato bíblico, se lee el texto en el grupo que prepara el drama. Importa saber qué se pretende con la dramatización, ya que toda liturgia ha de tener un objetivo preciso. La dramatización consiste en representar el texto mediante una acción simbólica, de tal modo que haya un gesto básico orientado a un significado. Para ello es necesario que varias per­sonas representen a los personajes del relato y que intervengan llegado el momento, diciendo las palabras del texto que les correspondan o eje­cutando el gesto que apoye el relato proclamado por el lector. Los que actúan pueden revestirse con alguna prenda personal que los caracteri­ce, de acuerdo con unos rasgos sencillos, o llevar una inscripción para saber a quiénes representan. Debe huirse de la complejidad. Los sím­bolos sencillos son más elocuentes que los complicados, ya que éstos nos distraen. Los personajes pueden situarse en distintos sitios de la sala o del presbiterio y, a ser posible, en diferentes alturas. La asamblea se reúne en forma circular u oval.

No debemos quedarnos en la mera historia o en el simple recuerdo de lo que ocurrió. La palabra de Dios es actual y se proclama en la litur­gia, que es presencialización de los misterios de Cristo. Para que el

LA DRAMATIZACIÓN EN LA LITURGIA 27

relato se haga presente, pueden introducirse en el desarrollo de la dra­matización cantos, oraciones, breves noticias y silencios. El grupo que prepara decide los lugares del texto en donde caben estas inclusiones. Por supuesto, el relato elegido no se explica. En la introducción a la celebración se enuncia el sentido de la misma liturgia, se exhorta a la participación y, a lo sumo, se indican las partes de que consta. En suma, es importante respetar la palabra de Dios en toda su integridad, repre­sentarla con sencillez y hacer ver la estrecha relación existente entre la palabra de Dios y la vida del pueblo.

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4 El canto y la música en la liturgia

1. El servicio del canto

El canto ha tenido siempre una función irremplazable en la celebración cristiana. En las asambleas de la Iglesia primitiva se cantaban «salmos, himnos y cánticos» (Ef 5,19-20). No hay verdadera fiesta ni celebra­ción litúrgica sin cantos. El canto favorece la oración y logra que el sentimiento religioso eche raíces en el corazón. Por relacionarse ínti­mamente con la vida, la sociedad y la fiesta, el canto es un medio fun­damental de educación, participación e identificación y favorece un cierto clima o ambiente. En una palabra, el canto es un acto humano que ayuda a madurar a la persona.

De una parte, el canto hace que la palabra despliegue su poder, le dé fervor e intensidad. Dicho de otro modo, la palabra adquiere con la música una nueva dimensión. El canto rastrea lo inefable del misterio cristiano, sondea lo profundo de la interioridad y ayuda a que la fe enraice en el mundo de la afectividad. Muchas partes de la liturgia se cantan para que su contenido penetre en las capas profundas de la per­sona creyente. Pero al mismo tiempo el canto puede llevar a la evasión o fuga del compromiso. Nos puede proporcionar un mero goce momentáneo, sin implicaciones éticas. Con todo, el canto es un medio de unión que exige y produce unanimidad: se opone al individualismo y es capaz de crear comunidad. A una sola voz, el canto es símbolo de concordia y armonía. Es, pues, expresión de la fiesta, por su capacidad de manifestar sentimientos fraternos de alegría. En una palabra, el canto da sabor a las palabras, suscita unanimidad en la asamblea y ambienta la fiesta.

El canto y la música tienen en la liturgia una función ritual. Se canta o se hace música en función de una palabra o de una acción sin palabras. Sus actores pueden ser una sola persona, un grupo o toda la asamblea. La música se adapta a todo tipo de palabra o de acción. Pero la función del canto no se limita a cumplir materialmente el rito, sino a conseguir que se acoja la palabra de Dios y se responda con medita­ción, aclamación, súplica y acción de gracias.

EL CANTO Y LA MÚSICA EN LA LITURGIA 29

Para el buen desarrollo del canto es necesaria la colaboración de diversos músicos: el director o animador, el salmista o solista, la coral, schola o coro, y los instrumentistas. El director dirige al pueblo y al coro y es puente entre la asamblea, el presidente, la schola, los músi­cos y el organista. El salmista —que pueden serlo el mismo director del coro o el lector— se encarga de los versículos del salmo responsorial. La coral se propone facilitar el canto a la asamblea. Canta por primera vez los refranes, que el pueblo repite, y ejecuta las sucesivas estrofas; además, sostiene a la asamblea y la ayuda a seguir el ritmo. Los ins­trumentistas, por un lado, introducen, sostienen y conducen los cantos de la asamblea; por otro, crean una atmósfera de recogimiento o de fiesta, favoreciendo un sentimiento comunitario.

2. La música instrumental

Aunque el canto es el elemento principal de la música ritual de los cris­tianos reunidos en asamblea, existe también la música instrumental y la mera audición. En una celebración litúrgica caben infinitas variantes musicales, desde el repique de campanas hasta un concierto para órga­no. Debido a la técnica moderna y a la cultura actual, en general escu­chamos más que cantamos. En una palabra, hay un tiempo para cantar y un tiempo para escuchar.

Además del órgano, cabe utilizar en una celebración diversos ins­trumentos para favorecer el recogimiento interior, la alabanza o la ale­gría. La creatividad musical se desarrolla de diversas maneras. Así, un instrumentista —organista, guitarrista, arpista o flautista— puede interpretar una melodía antes del canto de entrada, al acabar la procla­mación de un texto bíblico o en la prolongación de un canto ejecutado. Se trata de suscitar el sentimiento religioso del presidente, de los minis­tros litúrgicos y de la asamblea. En una palabra, el órgano y los demás instrumentos acompañan el canto de los fieles y de la coral, sostienen la oración silenciosa y dan a la celebración un carácter festivo.

La colosal expansión que ha tenido recientemente la música regis­trada ha incidido en nuestras celebraciones. Evidentemente, al ser la liturgia una acción simbólica llevada a cabo por una asamblea, debe favorecerse primordialmente el canto. Pero en determinados momentos puede usarse la música registrada, no como solución de facilidad, sino como complemento de participación.

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30 DINÁMICA LITÚRGICA

3. La elección de los cantos

Aunque no hay un canto específicamente cristiano, no todo canto es apto para la liturgia. Después del Vaticano 11 se han compuesto muchos cantos nuevos, de los cuales hay que valorar su calidad musical, el mensaje que transmiten, la expresión literaria, el ritmo popular y el entronque secular y cultural. Por otra parte, hay cantos que sostienen y prolongan la oración y el recogimiento, cantos que acompañan a las procesiones y cantos que subrayan ciertos momentos de la celebración.

A la hora de preparar los cantos de una celebración, es preciso tener en cuenta al grupo humano que celebra, el motivo de la reunión, el con­junto de la celebración y su distribución. No debe proponerse un reper­torio de cantos para una asamblea monolítica, en el sentido de que todo recaiga en una persona, sea sacerdote, diácono o laico: en definitiva, apenas cantará el pueblo. Conviene repartir las funciones según los ministerios y capacidades. Cantando todos y distribuyendo las funcio­nes musicales entre todos, se celebrará mejor. En todo caso, habrá que mejorar constantemente el repertorio musical, teniendo en cuenta que hay asambleas tradicionales con una cultura integrada, y asambleas en constante renovación, con una cultura fragmentaria pero actual. En el caso de asambleas culturalmente mixtas, habrá que proceder por con­senso a la hora de elegir los cantos.

La asamblea cristiana puede constituirse por un símbolo común, a saber, un silencio, una música, la cruz procesional, la iluminación de un icono... Pero la mejor acción posible para abrir la celebración es un canto. El canto procesional de entrada, que acompaña al rito corres­pondiente, convoca a marcha o a reunión y da clima a la celebración. Al mismo tiempo que acompaña la entrada del presidente, hace tomar a la asamblea conciencia de su unidad y la introduce en el misterio.

En sintonía con la primera lectura, se elige un salmo, cuya función es anunciar la palabra, responder a la misma y meditarla. El salmo res-ponsorial, o canto interleccional, se compone de algunos versículos de un salmo, cantados o recitados por el salmista o el lector. Sigue como respuesta a una lectura previa en la que se inspira; es el canto más importante de la liturgia de la palabra. La aclamación al evangelio, o aleluya, ambienta la proclamación de la palabra del Señor. Es un grito de aclamación. El sanctus es asimismo una aclamación que forma parte de la plegaria eucarística. Debiera cantarse siempre que haya plegaria de acción de gracias; con esta aclamación termina el prefacio. Convendría introducir más aclamaciones a lo largo del canon. El canto de comunión expresa la unión sacramental de los que comulgan el Cuerpo de Cristo, después de haberse comunicado el gesto de la paz. Debe estar relacionado con el evangelio.

5 La celebración de la Palabra

Las expresiones «liturgia de la palabra» y «celebración de la palabra» surgieron en la década de los cincuenta. Después del Vaticano n cobra­ron nueva vigencia, sobre todo por las «celebraciones dominicales y festivas en ausencia de presbítero», recientemente oficializadas. Su valor reside en la proclamación de la palabra como acontecimiento sal­vador en relación a los hechos humanos que vive el pueblo. No son mera lección de catequesis, aunque la incluyen; son liturgias comuni­tarias en las que se proclama y se recibe la palabra, que es gracia y compromiso. Su finalidad puede ser orar comunitariamente, festejar un acontecimiento, revisar la vida, proclamar la fe, dar gracias, etc. La liturgia de la palabra puede rubricarse con un símbolo.

Para celebrar la palabra de Dios a lo largo de un año, lo más apro­piado es seguir el año litúrgico, que sirve de pedagogía adecuada para festejar cíclicamente el tránsito del Señor: del Padre al mundo por la Navidad, y del mundo al Padre por la Pascua. De este modo se lee la palabra de Dios a lo largo del tiempo en relación a los domingos y a las fiestas, palabra distribuida según unos leccionarios adecuados: cada tres años,,anualmente, en los tiempos intensos litúrgicos, o de semana en semana.

Recordemos que las celebraciones de la palabra pueden hacerse en ausencia del sacerdote. Su desarrollo es el siguiente.

1. Liturgia de acogida (Se constituye la asamblea en el nombre del Señor)

Se trata de reunirse para constituir una asamblea, primer signo de la liturgia. La asamblea no es una simple unión de personas ni una yux­taposición de individuos. Es reunión de seres humanos, con toda la riqueza de su vida cotidiana, que se consideran creyentes y son mani­festación de la Iglesia. «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos reunidos con un mismo propósito» (Hch 2,1). No hay Iglesia sin asamblea. Para celebrar bien hay que dar tiempo para que se constitu-

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ya la asamblea y se tome conciencia de lo que se quiere hacer. El lugar ha de ser adecuado, los anfitriones acogedores, y los invitados cordia­les y receptivos. Una música adecuada crea un ambiente propicio. Es conveniente que todos se sientan acogidos, especialmente el pobre, el extranjero y el de diferente raza.

Monición de entrada. Como respuesta a la invitación de Jesucristo, los cristianos se reúnen festivamente, se acogen unos a otros, expresan la razón de su presencia y se sitúan todos delante de Dios. En concre­to, el encargado de la monición de entrada saluda y presenta sucinta­mente de qué trata la celebración y qué fin persigue. Tiene en cuenta algunos problemas de la realidad humana en relación con el tema de la celebración. Nunca debe anticipar la homilía. Se trata de ayudar a que la asamblea participe. Puede invitarse a que se saluden unos a otros.

Canto de entrada. El canto de entrada crea un clima de reunión mientras entran en procesión los responsables de la celebración: presi­dente, ayudantes, lectores, etc. En la procesión se lleva la cruz, el lec-cionario o la Biblia con luces y flores. Puede también incluirse un icono de la Virgen y el elemento significativo que eventualmente se vaya a usar. En algún caso procede llevar el incensario.

Invitatorio del presidente. Toda celebración empieza y termina en nombre de la Trinidad. Mediante el saludo del presidente, los asistentes quedan reunidos en el nombre del Señor, en el amor del Padre y en la comunión del Espíritu. La fórmula de saludo puede tomarse del comienzo y del final de las cartas paulinas.

Oración de apertura del presidente. Al decir «oremos», el presi­dente hace un marcado silencio para que oren personalmente los cre­yentes reunidos. Luego resume en la «colecta» el sentido espiritual de la asamblea. A ser posible, debe ser espontánea, aunque inspirada en un texto concreto.

2. Liturgia de la Palabra (Dios dialoga con su pueblo)

La fe es respuesta a la buena nueva. Los cristianos se reúnen para escu­char el anuncio evangélico y responder por medio de la oración. La liturgia de la palabra consiste en proclamar y en responder. Los textos de la Biblia fundan la identidad cristiana, los proyectos humanos y la realidad de la alianza. Mediante los relatos, Dios mismo habla a su pue­blo y le comunica la buena nueva. Ciertamente, el pueblo cristiano

LA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA 33

existe porque Dios se le ha revelado. Por la liturgia de la palabra, Dios viene a la asamblea, que le acoge con fe. Léase siempre del lecciona-rio o de una Biblia, en el ambón, con actitud religiosa, prologada o seguida la lectura de canto o música.

Primera lectura. Puede ser del Antiguo Testamento, de los Hechos o de un escrito apostólico. Conviene que guarde relación con el evan­gelio. En algún caso, puede hacerse esta lectura después del evangelio o al final de la celebración, según sea su sentido.

Salmo interleccional o canto. El salmo interleccional no es una lec­tura, sino una oración cantada como respuesta a la lectura escuchada. Si sólo hay evangelio, puede cantarse el salmo a continuación.

Evangelio. La lectura del evangelio es un importante momento que no debe faltar en ninguna celebración cristiana. Le precede la aclama­ción del aleluya.

Homilía. Su función consiste en hacer comprender la palabra de Dios, dentro del sentido de la celebración, en relación a los signos de los tiempos. A ser posible, debe ser compartida. Es momento de cate-quesis comunitaria y de sugerencias de compromiso.

Credo. A la palabra escuchada se responde con la profesión de fe y la plegaria universal. Puede expresarse el credo de diversas maneras: en forma de recitación comunitaria, a base de preguntas del celebrante y respuestas del pueblo, expresado por algunos fieles con una contes­tación común cantada, etc.

Oración de los fieles. Son plegarias de intercesión de los fieles diri­gidas a Dios a partir de necesidades humanas. Esta oración es el segun­do polo de la celebración de la palabra, en el que debe participar acti­vamente la asamblea, a ser posible de manera espontánea. Pueden comenzar las intenciones con estas frases: «Bendice, Padre, a...»; «acuérdate, Señor nuestro, de ...»; «te rogamos por...»; «tú que hiciste ..., acuérdate de...» Se puede, simultáneamente, proyectar algunas dia­positivas discretas o iluminar intensamente una gran cruz. El misal sugiere cuatro intenciones básicas: la Iglesia extendida por toda la tie­rra, el mundo y sus responsables, los que padecen dificultad (pobres, enfermos, etc.) y la comunidad local reunida.

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34 DINÁMICA LITÚRGICA

3. Liturgia simbólica (Adherirse al Señor por medio de un gesto)

Gesto de fe. Un ejemplo significativo de gesto de fe es la adoración de la cruz del Viernes Santo. En cada liturgia de la palabra se presenta el objeto simbólico o se comunica el gesto, mientras se dicen unas palabras o se canta.

Oración de alabanza o de acción de gracias. La dice el presiden­te, pero puede ser compartida con alguna intervención aclamatoria de la asamblea.

Padre Nuestro. Lo recitan o cantan todos juntos, quizá con las manos unidas.

Gesto de paz. Este gesto rubrica la liturgia simbólica.

4. Liturgia de conclusión (Volver al mundo para dar testimonio)

Hay un tiempo para celebrar y un tiempo para vivir en el mundo lo que se ha interiorizado en la celebración. Somos enviados a testimoniar la buena nueva en nuestra existencia cristiana.

Oración de conclusión y bendición. Pertenece al presidente.

Canto de despedida. Sirve para concluir. También puede escu­charse música mientras la asamblea se retira de la sala de reunión o del templo.

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6 El equipo litúrgico

Se llama equipo litúrgico a un grupo reducido de miembros activos de la asamblea (monitores, lectores y músicos), representativo (hombres y mujeres, jóvenes y adultos) y relativamente homogéneo (en línea con la pastoral de la comunidad o parroquia), que comparte la responsabi­lidad del culto (forman parte del mismo los presbíteros celebrantes), está al servicio de la asamblea y promueve la participación consciente, plena y activa de los fieles, para lograr la comunión de todos en los misterios cristianos. Es muy conveniente que los componentes de este equipo sepan lo básico de la liturgia para encarnarla, conozcan la vida de los feligreses para interpretarla a la luz de la fe y estén dotados mínimamente del carisma de la creatividad. Sus cometidos son los siguientes:

1. Preparar la celebración

A diferencia de épocas anteriores, en que se ejecutaban al pie de la letra las rúbricas litúrgicas y se ensayaban las ceremonias, hoy se debe pre­parar cualquier celebración. La asamblea no está al servicio de los ritos, sino al revés. De ahí que se estructure cada celebración en rela­ción a la asamblea reunida. Preparar la celebración significa organizar el conjunto, repartir las tareas, prever lo necesario sin improvisar.

En su reunión semanal, el equipo litúrgico prepara la liturgia correspondiente concretando el misterio que se celebra (el amor de Dios tiene múltiples facetas), las lecturas que se proclaman (sobre todo el evangelio) y la situación del pueblo (con el relieve de lo social). Se trata, en suma, de organizar la acogida, redactar moniciones y oracio­nes de los fieles, seleccionar cantos, salmos y poemas, preparar el lugar y precisar los símbolos, los carteles y la decoración. El equipo ha de tener en cuenta estos elementos: el tema (motivo de la celebración), los actores (ministros litúrgicos y asamblea), los objetos (especialmente de cara a la acción simbólica), el tiempo (ritmo celebrativo), el espacio (lugar donde se celebra) y el programa (desarrollo previsto). En la eva-

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36 DINÁMICA LITÚRGICA

luación se examinan los distintos elementos de la celebración anterior, su desarrollo, sus logros y sus fracasos. Este grupo de trabajo ha de tener sumo cuidado en relacionar la liturgia con la vida, la catequesis con la celebración, y el sacramento con la evangelización. Sin olvidar que el equipo litúrgico no es mero grupo de preparación, sino de for­mación cristiana.

2. Ambientar el lugar

El lugar influye en la celebración. No es lo mismo celebrar en una cate­dral que en una casa, en la montaña que en el jardín. Hasta tal punto influye el lugar, que con la aparición de las misas domésticas se han renovado muchos aspectos relativos a la participación. Se celebra mejor en comunidad, sobre todo si ésta es de unas dimensiones huma­nas; por eso el semicírculo favorece más la celebración que la forma rectangular.

Los miembros del equipo litúrgico deben hacer hermosa y atracti­va la iglesia, la sala, el lugar de la reunión. Hay que esmerarse en la decoración, iluminación, distribución de los asientos y preparación de todas las cosas que la liturgia requiere. A la entrada puede haber un car­tel apropiado con un texto sacado del evangelio del día; puede haber otro en el presbiterio. A veces, mejor que el texto es un símbolo: bas­tón o cayado, silueta de una barca, peces, panes, uvas, jarra de agua, etc. Es conveniente inspirarse en el evangelio. En un momento dado —en la monición de entrada o en la homilía—, estos símbolos estáti­cos, puestos en un lugar visible, se insinúan, no se explican. Conviene decorar el templo con flores, plantas, estandartes, etc. La cruz que se lleva en procesión ha de situarse en un lugar destacado. Las luminarias han de ser bellas y visibles. Puede haber una mesita para las ofrendas. Se puede utilizar algún icono, sobre todo de la Virgen.

3. Acoger a los invitados

Toda fiesta comienza en la entrada, a las puertas de la casa. Acogerse mutuamente es una condición indispensable para que haya oración comunitaria. La celebración se favorece por la acogida de los cristia­nos entre sí, la entrada en una iglesia acogedora y el saludo de acogida de quien preside. Una música adecuada promueve el ambiente festivo, que hace más agradable el lugar de reunión. Un grupo de laicos —con el presidente al frente— puede estar en la puerta para saludar, acoger, introducir y dar la hoja o el libro de cantos. Se prestará atención a las

EL EQUIPO LITÚRGICO 37

personas de edad, a los niños, a los impedidos y a los forasteros. En algunas celebraciones solemnes (como la de Jueves Santo, vigilias, etc.) se puede dar una insignia sencilla (una pegatina con la expresión «Dios es amor», por ejemplo) o una flor. Los cantos se ensayan antes de comenzar la celebración. A la llegada de los asistentes, todo debe estar preparado: las lecturas, los textos presidenciales, los cantos, los símbolos, las intervenciones de los monitores y todo cuanto ayude a los fieles a participar mejor (libros de cantos, hoja multicopiada...).

4. Dar vida a la liturgia

Dar vida o animar un grupo es comunicarle un soplo vital de entusias­mo. Con objeto de que la liturgia sea viva, es menester dotarla de un ritmo adecuado, para lo cual hay que tener en cuenta los momentos de intensidad y de descanso y los contrastes percibidos por los sentidos. La celebración es un conjunto armoniosamente trabado. De ahí la nece­sidad de enlazar todos los elementos: lectura, canto, oración, silencio, gesto... Son importantes los silencios, en función de las vivencias per­sonales, el tono adecuado en la comunicación religiosa, el proceso de interiorización de valores, la creación de solidaridad y la iniciación a la oración. Pero, en última instancia, la liturgia no puede ser huida de la vida, rito de cumplimiento, tranquilizante del alma o mera unión indi­vidual con Dios, sino conversión hacia los hermanos. La liturgia es comunicación con el Dios del amor y de la justicia.

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Segunda parte

CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

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1 Adviento

«Adviento» quiere decir «advenimiento» o «hacia la venida». Al principio del cristianismo, este término se refería a la última veni­da del Señor al final de los tiempos. Pero, al fijar la Iglesia las fies­tas de Navidad y Epifanía, se relacionó también con la venida de Jesús en la humildad de la carne. Estas dos venidas —la de Belén y la última— se consideran como una única, desdoblada en dos etapas. Esta doble dimensión de espera caracteriza todo el Adviento, con el que comienza el año litúrgico. Al ser la venida de Cristo anunciada por los profetas, señalada por el Precursor y rea­lizada por la Virgen, tres son las figuras centrales del Adviento: Isaías, Juan Bautista y María. Durante el Adviento, tiempo de esperanza y de preparación, se lee el libro de Isaías. Los domingos segundo y tercero se centran en la persona y obra del Bautista. El final del Adviento se dedica a María, que lo vivió intensamente durante los nueve meses de gestación de Jesús.

* * *

1. La corona de Adviento

SIGNIFICADO: La corona ennoblece a la persona por su emplaza­miento sobre la cabeza como una guirnalda. Es símbolo de dignidad y majestad. Su forma redonda recuerda el significa­do del círculo: perfección y participación. Su contenido, vege­tal o mineral, simboliza la consagración. En suma, es expre­sión de elevación, poder y dignidad. Por consiguiente, es atri­buto de vírgenes y de reyes.

La corona de Adviento expresa la expectación del tiempo previo a la Navidad. Se construye con ramas de pino o muér­dago trenzadas, en las que se incrustan cuatro velas rojas. El color verde de sus ramas es signo de esperanza, sus luces

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42 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo, y su forma redonda significa la eternidad. La corona de Adviento expresa que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte.

La costumbre de colgar del techo de casas y templos la corona de Adviento es típica de los países escandinavos y germanos. Recientemente ha llegado esta costumbre hasta nosotros. Las cuatro velas se encienden, una cada una, en los sucesivos domingos de Adviento.

SALMO 79: «Pastor de nuestro pueblo»

LECTURA BÍBLICA: Primera semana: Rom 13,11-14 (Actuar a la luz, de día). Segunda semana: 1 Jn 3,13-14; 4,20-21 (Amor fraterno). Tercera semana: 1 Jn 1,1-4 (La vida se manifestó). Cuarta semana: Is 55,1-11 (La alianza del Señor).

CANTO: «Preparad los caminos» (CLN, 26).

ORACIÓN: «La Iglesia entera se alegra, Dios de la esperanza, ante la lle­gada de Jesucristo como luz verdadera para iluminar a los que esta­mos en tinieblas. Hemos hecho esta corona con ramas y la hemos adornado con velas. Ante la preparación de la Navidad, te pedimos, Señor, que nos ilumines con la claridad de tu Hijo, luz del mundo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén».

* * *

2. Vigilia de Adviento (I): «El advenimiento»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «Adviento es tiempo oportuno y privilegiado para pro­clamar el anuncio de la liberación de los pueblos y de las personas. En él se percibe una invitación a dirigir el ánimo hacia un porvenir que se hace cercano, pero que está por llegar. Es tiempo para des­cubrir que nuestra vida pende de unas promesas de libertad, de jus­ticia, de fraternidad todavía sin cumplir; tiempo de vivir la fe como esperanza y como expectación; tiempo de sentir a Dios como futu­ro absoluto del ser humano. El pueblo de Dios está siempre espe­rando que se cumpla la justicia exigida por la llegada del reino. En

ADVIENTO 43

Adviento esperamos la llegada del Justo anunciado por los profe­tas. La justicia se hará presente en los tiempos mesiánicos con la llegada del reino de Dios».

CANTO DE ENTRADA: «Espera en el Señor» (CLN, 742). (Procesión de entrada, con el incensario, la cruz, dos cirios, un icono de la Virgen, la Biblia o el leccionario y flores).

SALUDO INICIAL: «Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de ale­gría y de paz, para que con la fuerza del Espíritu Santo desbordéis de esperanza» (Rom 15, 13).

ACTO PENITENCIAL: Lectura: Is 52,7-10 (El mensajero de paz)

«¡Qué hermosas son las palabras y decisiones de los profetas que anuncian la paz, traen buenas noticias, pregonan la reconciliación y dicen al pueblo: "Dios es nuestro Señor"! Escuchad: los que gritan en nombre del pueblo y defienden los derechos de los oprimidos viven las exigencias de Dios. Manteneos unidos en el trabajo y la fiesta, porque Dios quiere que hagamos de los deshechos humanos personas nuevas; del dolor, consuelo; y de la opresión, libertad. Ante la mirada de todo el pueblo, el Señor nos ha dejado su Espíritu para que no haya fronteras injustas, sino fraternidad e igualdad, constantemente queridas por Dios».

PETICIONES DE PERDÓN: «Pidamos a Dios que nos conceda la conver­sión de nuestros corazones y la transformación de nuestra sociedad; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestro deseo del advenimiento de Dios».

* «Tú, que llamaste "bienaventurados" a los pobres, a los que fre­cuentemente humillamos: Señor, ten piedad».

* «Tú, que siendo rico te hiciste pobre por nosotros a fin de enri­quecernos con tu pobreza, mientras que nosotros estamos ansio­sos de tener dinero: Cristo, ten piedad».

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* «Tú, que diste de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos, en tanto que nosotros somos tacaños con nuestros bie­nes: Señor, ten piedad».

ORACIÓN DEL PRESIDENTE: «Dios y Señor nuestro, que escondes tu pre­sencia a los sabios y ricos y te revelas a los pobres y humildes, aviva en nosotros al comenzar el Adviento el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por el compromiso de caridad. Por Jesucristo nuestro Señor».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: IS 66,10-14C (La alegría prometida).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Sant 5,7-10 (Tened paciencia). (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Mt 24,42-51 (Estad en vela).

HOMILÍA: La esperanza es un constitutivo esencial del ser humano. Es lo último que se pierde. Vivir es esperar. Pero no todos esperan igual: los ricos y poderosos viven pendientes del advenimiento del dinero y del poder. Los pobres de Yahvé esperan una sociedad nueva, un reparto de bienes y de opor­tunidades, un reino de Dios con libertad y justicia. Puede hablarse de tres niveles de espera, según necesidades y dese­os: la espera pasiva de los no comprometidos, la espera inte­resada del burgués a su favor y la espera creadora de los acti­vos a favor del pueblo. La espera cristiana es expectación de futuro, confianza en las promesas de Dios y punto de arranque para transformar el mundo. La vida cristiana es una vida en esperanza.

En el tiempo de Adviento revivimos la admirable espera del Mesías por Israel, anticipamos el final de los tiempos, aún pen­diente y por venir, e incrustamos en esa línea histórica nuestro presente como encarnación y compromiso. De la mano de los grandes profetas, de los grandes precursores y, ante todo, de Jesús, nos echamos al camino para acelerar la llegada de una humanidad adulta, transida del Espíritu de Dios y reconciliada con el mundo transformado, con la tierra nueva.

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c) Liturgia simbólica (Se ofrecen luces, flores, pan y vino)

* «Esta luz significa calor de vida e iluminación de las tinieblas, tránsito de un mundo de mentira a un reino de verdad. Es candil de pobres, llama de hogar humilde, luz de fraternidad».

* «Estas fio res son vestido festivo de la naturaleza, tapón de cañón de fusil, grito de protesta contra la guerra y brote de paz. Su fra­gancia instantánea es perfume evangélico; sus colores, manto de sencillez; y su vida efímera, al ser cortadas en plena madurez, signo de toda entrega».

* «Este pan representa el trabajo sufrido y paciente de nuestros campesinos, jornaleros sin trabajo y asalariados sin reconoci­miento laboral, hambrientos de reparto equitativo. Lo hemos recibido de su esfuerzo y de tu generosidad, Señor. Será para nosotros pan de vida».

* «Esta copa de vino, fruto de todo trabajo oculto y no reconoci­do, expresión de esperanza, alegría y liberación, simboliza la tarea de los braceros y obreros, discriminados en una sociedad de poderosos. Hemos recibido esta copa de su laboriosidad y de tu generosidad, Señor. Su contenido será para nosotros bebida de salvación».

POEMA: «Cuando venga». «¿No oíste sus pasos silenciosos?» (Ver «Poemas», págs. 523 y 569).

ACCIÓN DE GRACIAS: (Ver Oraciones, IV Domingo de Adviento A: «Expectación», pág. 20).

d) Rito de despedida

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Padre, porque de ti proceden todas las cosas. No nos des pobreza ni riqueza. Haznos justos, ama­bles, serviciales. Que nunca olvidemos los sufrimientos ajenos y que siempre comprobemos que hay más dicha en dar que en reci­bir. De este modo esperaremos mejor la venida de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CANTO FINAL: «Gracias, Señor» (CMD, 80).

***

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3. Vigilia de Adviento (II): «El testimonio»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «La acción de testimoniar reside en reportar lo que se ha visto u oído, mediante un relato o narración. Por consiguiente, el testigo ha de ser veraz, no mentiroso. Además, el testimonio es una declaración a favor o en contra, de cara a una absolución o a una condena. El testigo no es un mero espectador, sino un ayudan­te de la justicia. Finalmente, el testigo queda implicado en su testi­monio, es decir, testimonia en conciencia. En este sentido, pode­mos afirmar que el testimonio es una decisión o que el testigo debe ser fiel, se identifica con una causa y se compromete hasta el final, con riesgo a veces de su propia vida. Por eso hay testigos verdade­ros y falsos. Según la Biblia, el profeta es un testigo de Dios que narra ante los seres humanos lo que escucha, para que haya con­versión de personas y de estructuras, aun a costa de no ser entendi­do o de ser sacrificado».

CANTO DE ENTRADA: «Pueblo que avanzas buscando» (CMD, 53). (Procesión de entrada con el incensario, la cruz, dos cirios, un icono de la Virgen, la Biblia o el leccionario y flores).

SALUDO INICIAL: «El Espíritu de la Verdad dará testimonio de mí —dice el Señor—, y también vosotros daréis testimonio» (Jn 15,26-27).

ACTO PENITENCIAL: «Al esperar la venida de Cristo en esta vigilia de Adviento, reconozcamos que estamos necesitados de la misericor­dia del Padre para rechazar la maldad del pecado y testimoniar una vida nueva».

* «Por la incoherencia de nuestro comportamiento, pues, lla­mándonos cristianos, actuamos en nuestra vida diaria como si fuéramos paganos, de espaldas al evangelio: Señor, ten piedad».

* «Por nuestra insolidaridad con los marginados, enfermos y personas que nos necesitan: Cristo, ten piedad».

* «Por nuestra dejadez para revisar nuestro comportamiento no evangélico dando disculpas de justificación, sin querer conver­tirnos de veras: Señor, ten piedad».

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ORACIÓN DEL PRESIDENTE: «Señor, Dios nuestro, rico en clemencia, no permitas que la falta de esperanza paralice nuestra vida de fe y nuestro compromiso de caridad; guíanos al encuentro con tu Hij0 Jesucristo para que de nuevo podamos participar en las tareas de su reino. Por Jesucristo nuestro Señor».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: 1 Pe 2,4-9 (La piedra angular). (Música, mientras dos personas o un matrimonio llevan al pie del altar una piedra. Una vez depositada, se expresa su simbolismo).

MONICIÓN: «Esta piedra ha sido modelada por el viento y el agua a lo largo del tiempo, pero en su esencia permanece inconmovible. Cristo es la piedra verdadera, la piedra angular, la única que es inal­terable. Sobre esta piedra queremos construir una fe sólida y fuer­te, que cimiente nuestra vida cristiana, y una comunidad que se dis­tinga por sus hechos más que por sus palabras. En esta piedra, sím­bolo de Cristo, ponemos nuestros anhelos: que perdure nuestra fe a lo largo de los años, que nuestra vida se modele en el amor y en la justicia, que no tropecemos en ella por nuestras ansias de poder o de riqueza, que un día se haga realidad, en sus cimientos, el reino de Dios. En ti, Señor, ponemos hoy nuestra esperanza».

CANTO RESPONSORIAL: «¿Le conocéis?» (CLN, 723).

SEGUNDA LECTURA: Hch 10,39-43 (Testimonio de Pedro). (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Mt 23,1-12 (Testimonio de los discípulos).

Lector: «En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y fariseos: haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen"».

Comentador: «¡Qué difícil es hacer, cuando tan sencillo es decir! La coherencia entre el decir y el obrar y entre el pensar y el realizar es condición básica para ser discípulo de Jesús, que hizo y dijo, no como los letrados y fariseos, que dicen y no hacen».

Lector: «Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros; pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar».

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Comentador: «Somos a menudo inconsecuentes. Exigimos a otros lo que nosotros no hacemos. La alegoría del fardo evoca al esclavo con las espaldas doloridas, al pobre amenazado por la muerte, al parado en búsqueda angustiosa de trabajo. No empujar ni con un dedo es no hacer nada en la sociedad, esperando que sean otros los que resuelvan los problemas. En lugar de ver los pecados en noso­tros, los atribuimos cómodamente a las estructuras sociales».

Lector: «Todo lo que hacen es para que los vea la gente: se ponen cin­tas anchas en la frente y borlas grandes en el manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, que les hagan reverencia por la calle y que la gente les llame "maestros"».

Comentario: «Hay muchos modos de llamar la atención. ¡Cómo nos duele cuando nadie se fija en nosotros, cuando nos sentimos rele­gados! Las cintas y borlas son ráfagas de vanidad. Los primeros puestos y los asientos significan instalación, dominio de bienes y ejercicio de poder. "Maestro" viene de magister o de magis, que equivale a grande, a más que otro, a señor de esclavos. "Ministerio" viene de minus, menor, cosa pequeña».

Lector: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no lla­méis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo».

Comentador: «¿Somos en realidad hermanos los creyentes en Jesús? ¿Somos miembros de la comunidad de fieles? Ser hermano es más que ser compañero de grupo, condiscípulo o vecino. Ser hermano es reconocer únicamente como Padre a Dios, el mismo Padre de Jesús. Sin embargo, ¡cómo nos gusta ser jefes, guías, líderes...! Es terrible suplantar a Dios y creernos maestros, padres, responsa­bles...»

Lector: «El primero entre vosotros sea vuestro servidor. El que se enal­tece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Comentador: «Todo responsable en la Iglesia, no sólo debe ser herma­no, sino que deberá mostrar con hechos las disposiciones del servi­dor, es decir, las del "Siervo de Yahvé", las de Jesús, nuestra pie­dra angular. Quien se encarne, se humille y se identifique con los pobres y marginados, será elevado, levantado, resucitado. La

ADVIENTO

Iglesia del Señor se logra siendo todos hermanos, a saber, prójimos del desvalido, servidores entregados, hijos atentos del Padre y dis­cípulos de Jesús. ¿Lo somos?»

(Silencio de reflexión, mientras se oye música).

HOMILÍA: Prototipo de testigo, según el Nuevo Testamento, es Jesús de Nazaret. Es testigo «veraz» del reino de Dios porque testimonia la vida o palabra de vida. Es testigo «fiel» (Ap 3,14) ante un juicio en el que él es juzgado a la vez que nos juzga a nosotros, ya que el reo se convierte en juez. Toda la vida de Jesús es presentada en los evangelios como un proceso. Finalmente, es testigo «consciente» que no se echa atrás. No se dejó atrapar por los partidismos, defendió a pobres y peca­dores, no estuvo al margen de los conflictos y fue coherente con su práctica: se jugó la vida. Por ser testigo total, Jesús es el servidor sufriente, el justo perseguido y el profeta asesina­do. La muerte de Jesús es un martirio o testimonio, conse­cuencia de su tenor de vida; es perdón y reconciliación; es entrada en la resurrección. El testimonio cristiano reaparece en los textos del Concilio. Se trata de un testimonio frente a un mundo de increencias y frente a una sociedad de injusticias. La Iglesia y los cristianos deben «dar testimonio de aquella esperanza que está en ellos» (LG 10), puesto que la totalidad de la vida cristiana es un compromiso de testimonio.

ORACIÓN DE LOS FIELES: «En este tiempo santo de Adviento dirijamos, hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre, que en Jesús nos envía su salvación».

* Para que despierte el corazón de los fieles y los prepare para la venida gozosa de su Hijo, roguemos al Señor.

* Para que la venida del Príncipe de la paz apague los odios y vio­lencias, ponga fin a la injusticia y establezca su reino en medio de los seres humanos, roguemos al Señor.

* Para que el Señor reconforte a los oprimidos, proporcione a los pueblos el desarrollo necesario y vele con su providencia por los pobres y marginados, roguemos al Señor.

* Para que la venida del Señor sea para todos fuente de paz, rogue­mos al Señor.

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50 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Distribuir velas encendidas, adornar la rama de un árbol seco, colocar un lienzo de color verde).

HIMNO: «Benditos son los pies de los que llegan» (Ver «Himnos», pág. 484).

POEMAS: «¡Señor Jesús!», «Señor, Señor» (Ver «Poemas», pág. 580).

ACCIÓN DE GRACIAS: (Ver Oraciones, III Domingo de Adviento B: «Testimonio», pág. 148).

d) Rito de despedida

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Señor y Dios nuestro, por­que has creado el universo, todas sus criaturas, y a la mujer y al hombre, a tu imagen y semejanza. Aunque aún nos queda mucho trabajo para conseguir un mundo más humano, hay aquí y allá sig­nos de esperanza. Queremos cooperar en los procesos de pacifi­cación y conseguir que reine la justicia sobre el racismo y la into­lerancia. Que todo se edifique sobre la piedra angular de tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

SÍMBOLO (Cada uno recibe una piedra)

4. Vigilia de Adviento (III): «La utopía»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «Desde una perspectiva cristiana, muestro futuro no es una extrapolación de nuestro presente, sino el fruto gracioso del Adviento de Dios, de su venida y su porvenir, que suscita un dina­mismo radical en nuestro actuar humano. Así nos permite partici­par y cooperar en la llegada de ese final, que es su advenimiento último y que la Biblia llama "parusía". La utopía de una alianza

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feliz, fraterna, entre todos los seres humanos, superados los fratri­cidios, las luchas de clases, de razas, de etnias y de tribus, se con­vierte en objeto de fe, de espera y esperanza a la vista de la encar­nación, hacia donde nos lleva más inmediatamente el tiempo de Adviento. La encarnación nos descubre las primicias y la prenda de la parusía. Los hombres y mujeres pueden formar una familia feliz universal, porque Dios ha anticipado en Jesús su venida pacifica­dora y conciliadora. La paz y la comunión con Dios tienen como fruto la paz y la comunión de los seres humanos entre sí».

CANTO DE ENTRADA: «Canten los pueblos» (CLN, 23).

SALUDO INICIAL: «Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 3,2).

ORACIÓN: «Señor y Dios nuestro, al comenzar el Adviento aviva en nosotros el deseo de identificarnos con Cristo, acompañados de actitudes evangélicas y de compromisos cristianos, para que acre­centemos tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 2,1-5 (El centro del reino).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 121 «¡Qué alegría cuando me dijeron!»: (CLN 525).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,3-9 (Mantenernos firmes) (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Le 21,25-28 (La venida del Hombre).

HOMILÍA: Utopía significa «sin lugar», o lugar no existente. Es algo fantástico pero no realizado. A una persona utópica se la cali­fica de ingenua e irreal. La utopía tiene que ver con el sueño de una vida feliz o de un mundo enteramente distinto. Su ori­gen es religioso o trascendente. Por eso se habla de la utopía en términos simbólicos que anticipan un mundo en estado de justicia, libertad y paz, sin pecado ni muerte. Modernamente se ha secularizado este término, que se relaciona con una sociedad plenamente libre y humana. Los grandes proyectos sociales son utopías. El mensaje cristiano —el reino de Dios— es utópico en su raíz. Se concentra en la persona de Jesús, en su obra, en su muerte y resurrección.

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52 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Colocar o hacer visible la corona de Adviento, cfr. pág. 41)

ORACIÓN:

«Venga el día, Señor en que nuestra miseria encuentre tu misericordia.

Venga el día, Señor, en que nuestra pobreza encuentre tu riqueza.

Venga el día, Señor, en que nuestra senda encuentre el camino de tu casa.

Venga el día, Señor, en que nuestras lágrimas encuentren tu sonrisa.

Venga el día, Señor, en que nuestro gozo encuentre tu cielo.

Venga el día, Señor, en que tu Iglesia encuentre tu Reino.

Bendito seas, Padre, por aquel día, en que nuestros ojos verán tu rostro.

A lo largo de nuestra vida, siempre has estado viniendo a nosotros en tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y hermano».

(Thierry Maertens)

POEMAS: «Dame, Señor», «Condiciones para la paz del corazón». (Ver «Poemas», págs. 525 y 521).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXXIII Domingo Ordinario C: «Consumación», pág. 364).

* * *

ADVIENTO 53

5. Celebración de Adviento (I): «La esperanza»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «En el tiempo de Adviento revivimos la admirable espera de Israel por el Mesías; anticipamos el final de los tiempos, aún pendiente y por venir; incrustamos en esa línea histórica nues­tro presente como encarnación y compromiso. De la mano de los grandes profetas, de los grandes precursores y, ante todo, de Jesús, nos echamos al camino para acelerar la llegada de una humanidad adulta, transida del Espíritu de Dios y reconciliada con el mundo transformado, con la tierra nueva.

Celebramos el comienzo del Adviento con el ánimo inquieto, espe­ranzado y sereno de creyentes que desean estar profundamente insertos en el mundo, viviendo sus contradicciones y expectativas en la esperanza de la venida del Señor. Daremos a la vigilia de Adviento un sentido universal. Las cinco razas, representadas por cinco velas de diferentes colores, simbolizarán los hombres y mujeres de todos los pueblos que esperan, con nosotros, la llegada del Salvador».

CANTO DE ENTRADA: «Pueblo de hermanos» (CLN 26) (Procesión con la cruz, el leccionario, un icono y dos cirios)

SALUDO INICIAL: «El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que nos llama» (Ef 1,17-18).

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 49,8-18 (La alegría del retorno); Lam 3,17-26 (Confianza en Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,18-39 (La esperanza de la gloria). (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Me 6,45-52 (La tempestad calmada).

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54 OLI.IHKACIONLS DEL AÑO LITÚRGICO

HOMILÍA: Todos los seres humanos, a excepción de los desespera­dos, poseen esperanzas, aunque reducidas muchas veces a meras expectativas de futuro inmediato, ya sean favorables o desfavorables. En el fondo, toda crisis es crisis de esperanza. Y todo cambio radical es cambio de esperanza. Según inter­pretan hoy algunos biólogos y psicoanalistas, el ser humano queda constituido, en las primeras fases de su vida, dentro de una situación de confianza. Dada la menesterosidad con que nace y la tutela amorosa que de ordinario recibe, hay en el ser humano, en su nivel más radical, una especie de esperanza básica o de confianza. Cuando esta esperanza básica se dete­riora o desaparece por una pérdida afectiva importante o por una lesión de los derechos de la persona, se produce un sen­timiento de frustración, de crispación, de desesperación. La esperanza es hoy uno de los campos de reflexión cristiana. Desde la esperanza es reconsiderada la fe, la resurrección de Jesús, la libertad en su realización histórica, la caridad, el com­promiso político, el futuro y la salvación.

La confianza cristiana es esperanza a secas, pero esperanza total. Adviene por una llamada gratuita de Dios, que abre las puertas de la esperanza por el evangelio puesto en práctica. El cristiano que espera se apoya en las promesas de Dios reali­zadas en Jesucristo. No se deduce la esperanza del concepto de Dios, sino de las lecciones de Dios en la historia, de la per­sona y obra de Jesucristo, de su muerte y resurrección.

c) Liturgia simbólica (Se utilizan cinco velas, a ser posible de diferentes colores, según las cinco razas: blanca, negra, amarilla, aceitunada o verde y cobriza o roja).

MONICIÓN: «Queremos tener presente a toda la humanidad, a las muje­res y hombres de todo el mundo, con sus rasgos étnicos y sus carac­terísticas culturales. Por eso encendemos cinco velas, símbolo de las cinco razas.

* La raza blanca, mayoritariamente localizada en el Norte desa­rrollado y que a veces hace oídos sordos a los clamores de justi­cia del Sur subdesarrollado. Que sus recursos, su técnica y su poder se vuelquen en favor de todo el mundo y surja un orden renovado, equitativo y justo.

ADVIENTO 55

* La raza negra, poseedora de una espiritualidad profunda, crea­dora de cantos espirituales, dominada y sometida a servidumbre, expoliada y maltrecha en la actualidad. Que tenga paz entre sus tribus, que no ejerza la violencia como revancha y que no le falte el coraje para defender su dignidad.

* La raza amarilla, tan distinta de nosotros, en la que el trabajo se perfila a veces como finalidad última de la vida, aunque otras veces sus condiciones laborales la hacen falsamente competiti­va. Raza que ha emigrado, buscando una nueva vida por los cinco continentes. Que descubra las fuentes de su propia espiri­tualidad y que su gran laboriosidad contribuya a su más pleno desarrollo humano.

* La raza aceitunada, frecuentemente encarnada en pueblos tras­humantes, que emigran constantemente: gitanos, norteafricanos, palestinos... Que la esperanza sea su resorte, y que su esfuerzo se vea justamente compensado.

* La raza cobriza, tan cercana y querida, desposeída de su riqueza original, colonizada por su naturaleza fértil, y en ocasiones con­finada en reservas. También pertenecen a esta raza los mestizos, en los que late la rebeldía y el compromiso por recuperar sus propias raíces. Que en sus afanes y esfuerzos se sientan apoya­dos y sigan siendo testimonio del aire fresco de humanidad que ellos y ellas necesitan y que nos transmiten con gracia y alegría».

POEMA: «La niña esperanza», I y II; «Epilogo abierto» (Ver «Poemas», págs. 547 y 539).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo de Adviento C: «Esperanza», pág. 258).

* * *

6. Celebración de Adviento (II): «El profetismo»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «Uno de los binomios bíblicos más destacados es el de Profeta-Rey. "Rey" es sinónimo de príncipe del poder económico, ideológico y político. "Profeta" es quien habla en nombre de Dios desde la justicia para denunciar la manipulación y abuso del poder, propios del poderoso. El profeta de Yahvé no denuncia ni anuncia

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56 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

desde sí mismo, aunque tiene el peligro constante de hacerlo, sino desde la experiencia de la miseria del pueblo (el profeta es del pue­blo y opta por el pueblo) y desde las exigencias de la justicia de Dios. El profeta critica al poderoso precisamente allí donde no se siente o no quiere sentirse culpable. Es un revelador lúcido que pone al descubierto la falta auténtica, disimulada en las clases dominantes por el sentimiento de falsa culpabilidad, y en las clases dominadas por la introyección que han recibido, al imitar cons­tantemente y en todo a sus propios dueños. El profeta utiliza el binomio Juez-Acusado desde unas perspectivas nuevas: la del Padre misericordioso con su hijo pródigo, la del Buen Pastor con la oveja descarriada o la de Cristo con la adúltera. Naturalmente, con una condición del binomio anterior, el de Profeta-Rey: hay que abandonar el dominio y el poder opresivo mediante la penitencia, la conversión y la reconciliación, para pasar a la zona del profeta, a la sombra del Espíritu».

CANTO DE ENTRADA: «Palabra que fue luz» (CLN, 18).

SALUDO INICIAL: «Arrepentios y bautizaos en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2, 38).

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Jl 3,1-5 (Derramaré mi Espíritu); Is 2,1-5 (El centro del reino); Jr 1,4-10 (La vocación de Jeremías).

SALMO RESPONSORIAL: «El auxilio me viene del Señor» (CMD, 118).

SEGUNDA LECTURA: Sant 5,7-10 (Tened paciencia); Mt 5,17-20 (La fe nueva); Jn 2,13-22 (Los mercaderes del Templo).

(Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Le 3,1-17 (El mensaje de Juan Bautista).

HOMILÍA: El profeta no es un adivino. Lo que le caracteriza no es el «pre-decir», sino el «decir». El profeta se enfrenta a todo pode­río personal y social, habla desde el «clamor de los pobres» y pretende que haya justicia. Naturalmente, le preocupa el futu­ro del pueblo, la situación sangrante de los pobres. Hay profe­tas seculares y cristianos. En los momentos de crisis y de cam­bios surgen los profetas con fuerza, que entrevén una situa-

ADVIENTO 57

ción nueva, llena de libertad, de justicia, de solidaridad, de paz. La misión del profeta cristiano es cuestionar los «siste­mas» infieles al Espíritu, defender a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones catastróficas y promover la conversión hacia convergencias solidarias. Tiene experiencia del pueblo (está encarnado) y contacto con Dios (es un místico). De esas dos fuentes, entre­lazadas, obtiene la fuerza para su misión. Por medio de los profetas, Dios guía a su pueblo «con su justicia y su miseri­cordia» (Bar 5,9). El profeta allana los caminos a seguir.

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Sandalias, piel de oveja, cayado)

HIMNO: «Benditos son los pies de los que llegan» (Ver «Himnos», pág. 484).

POEMA: «NO envíes mensajero» (Ver «Poemas», pág. 567).

ACCIÓN DE GRACIAS: (Ver Oraciones, II Domingo de Adviento C: «Profetismo», pág. 260).

* * *

7. Celebración de Adviento (III): «La conversión»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «Jesús no nos da una doctrina sobre Dios, sencilla­mente porque no es filósofo ni teólogo. Es profeta y, en cuanto tal, se sitúa en la tradición profética. Le preocupa el cambio del ser humano y de la sociedad para que reine la justicia y se implante el reinado de Dios. Así lo dice: "Convertios y creed la buena noticia; está cerca el reino de Dios". El Dios revelado por Jesús es el Dios del reino: bueno, misericordioso, cercano a los pobres y a las exi­gencias de la justicia. Dios se manifiesta especialmente por la acción de Jesús. La consecuencia es obvia: está cerca de Dios y de la conversión quien rompe un pasado o un presente de injusticia y se dirige y vuelve hacia Dios o al reino de la justicia. Lo importan-

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te no es definir las cualidades de Dios, sino mostrarlo implicado en el proceso transformador del ser humano y de la sociedad. A Dios se le conoce, o se cree en él, cuando el ser humano se convierte, es decir, cuando se compromete con la justicia al modo como se com­prometió Jesús».

CANTO DE ENTRADA: «SÍ, me levantaré» (CLN 107)

SALUDO INICIAL: «Convertios al Señor, Dios vuestro, que es compasivo y clemente, paciente y misericordioso» (Jl 2, 13).

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 55,6-11 (Buscad al Señor); Am 5,4.14-15.21-24 (Sin conversión no hay culto).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 50 «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: 2 Cor 5,20 - 6,2 (Reconciliaos con Dios). (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Le 3,1-17 (El mensaje de Juan Bautista); Le 7,36 - 8,3 (La pecadora perdonada); Le 15,1-3.11-32 (El hijo pródigo).

HOMILÍA: Conversión significa, literalmente, cambio de vida. Es un cambio de conducta más que un cambio de ideas; es tránsito de una situación vieja a una nueva. Convertirse no es mero arrepentimiento de los pecados, sino transformación de la vida en su totalidad a partir del evangelio. Es el acto de fe total, mediante el cual una persona reconoce a Jesucristo como Señor de su vida o acoge el reino de Dios como res­puesta. La conversión es un paso de la no fe a la fe, que inclu­ye el salto de la no justicia a la justicia. Por medio de la con­versión, el pecador se vuelve a Dios, el increyente alcanza la fe, y la Iglesia intenta transformar el mundo en reino de Dios. La conversión es al mismo tiempo don del Espíritu y tarea humana. De ordinario se da en forma de proceso o itinerario continuo, con altibajos, avances y retrocesos. Hay momentos más intensos u oportunos de conversión. La conversión, que es retorno radical a Dios, es sinónimo de fe. Constituye el núcleo central de la predicación de Juan Bautista y de Jesús. El evangelio nos invita a una conversión al futuro, que se des-

ADVIENTO 59

pliega en el reino; no se trata de mirar atrás. La meta de la lla­mada a la conversión es el futuro, que es Dios y su reino. La conversión comienza con el sentimiento de la falta o el remor­dimiento que invita a una decisión: la de retornar o volver a empezar. El retorno a Dios es retorno a los hermanos. La aco­gida que Dios hace es acogida de los otros en la Iglesia. La tra­dición teológica de la penitencia ha insistido siempre en la denominada penitencia interior, que es conversión y contri­ción. Caer en la cuenta de nuestro pecado nos exige hoy reco­nocer la solidaridad en la falta.

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Quemar papeles en un brasero, romper una vasija de barro, lavarse las manos o el rostro)

POEMA: «Pídele muchas cosas» (Ver «Poemas», pág. 576).

ACCIÓN DE GRACIAS: (Ver Oraciones, II Domingo de Adviento A: «Conversión», pág. 16).

* * *

8. Celebración de Adviento (IV): «La vigilancia»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «El sueño de los seres humanos representa una debili­dad, al mismo tiempo que ayuda a reparar las fuerzas. Pero el sueño es signo de pereza e imagen de la muerte; despertar equiva­le a resucitar. Velar significa, en sentido propio, no dormir, renun­ciar al sueño de la noche para prolongar el trabajo o para no ser sor­prendido por el enemigo o por la muerte. En sentido figurado, equi­vale a estar preparado o en vigilia para combatir la negligencia o el egoísmo, con objeto de recibir al Señor que llega con su reinado. En definitiva, vigilar equivale a velar sobre algo o sobre alguien con atención y cuidado durante un tiempo, hasta alcanzar el fin deseado. Exige tener los ojos abiertos y cuidar con responsabili­dad. Precisamente la vigilia nació como tiempo de vela que prece­de a una fiesta y que sirve de preparación; tiene siempre un senti­do escatológico de esperanza».

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CANTO DE ENTRADA: «Esperamos tu venida» (CMD, 313).

SALUDO INICIAL: «Velad y orad para no caer en tentación; el espíritu es animoso, pero la carne es débil» (Mt 26, 41).

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Am 6,1-7 (Cuidado con el lujo y las riquezas).

CANTO RESPONSORIAL (escuchado): «Rorate coeli»

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 10,1-13 (Ejemplo del pueblo de Dios); 1 Tes 5,1-11 (La venida del Señor).

(Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Le 12,35-48 (Criados vigilantes).

HOMILÍA: La vigilancia ante la llegada de Dios equivale a estar des­piertos, en disposición de servicio, con una actitud atenta ante el futuro, sin evasión del presente, a pesar de la indiferencia de «este» mundo. Dios viene a los hombres y mujeres a salvar a la humanidad, herida de injusticia y de muerte, a partir de la opción por los pobres y marginados, para implantar el reino de justicia entre nosotros. Esto nos exige una actitud vigilan­te, que no es pasiva; consiste en discernir los signos de los tiempos para reconocer la presencia de Dios y de su reino en los acontecimientos y actuar en consecuencia. La confianza en los privilegios adquiridos y en los logros obtenidos puede inducir a los creyentes a bajar la guardia, a dormirse. Es nece­sario vigilar atenta y constantemente. Pero la vigilancia no es negativa, sino positiva: es espera. Sin saber el día ni la hora, esperamos a Cristo, el Señor, el Esposo. La hora del dolor es al mismo tiempo hora de alegría.

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Un farol, un candil)

HIMNO: «Señor, el día empieza» (Ver «Himnos», pág. 505).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXXII Domingo Ordinario A: «Vigilia», pág. 136).

2 Navidad

La fiesta de la Navidad o del nacimiento de Jesús se celebra el 25 de diciembre, día en que los paganos conmemoraban el naci­miento del sol invicto, o sol que triunfa sobre las tinieblas, al con­siderar que la noche precedente era la más larga del año. Hoy es una de las fiestas religiosas más importantes de los calendarios occidentales, religiosos y civiles, que marcan los ritmos laborales y festivos de medio mundo. La Navidad es, de hecho, una fiesta popular centrada en el niño Jesús, el belén, el árbol y los villanci­cos. Es fiesta familiar que reúne a los miembros dispersos e inten­sifica la vida hogareña. Es, por último, una fiesta fraternal, en la que los amigos se intercambian felicitaciones y regalos. Pero la Navidad también ha adquirido un sentido comercial, por el relie­ve que tiene en estos días la sociedad de consumo y por la deco­ración e iluminación de calles y hogares. Incluso sirve de ocasión para los discursos de los mandatarios de turno. Ante esta multi­plicidad de direcciones, es necesario preguntarse por el sentido cristiano de la Navidad.

La Navidad conmemora el nacimiento histórico de Jesús, es decir, celebra el misterio de Dios hecho hombre o la manifestación del Señor en la historia. El Verbo adquiere la experiencia humana de la compasión y la solidaridad. La encarnación de Jesús es «abajamiento» que termina en la muerte, inicio de su retorno glo­rioso al Padre. La Navidad nos descubre quién es Jesús y su buena noticia. Nos muestra la pobreza en que se encarna Dios y nos invita a celebrarla con paz, alegría y sobriedad. Manifiesta que Dios «se ha hecho en todo semejante a los hombres» (Flp 2,7) y ha dado a conocer «la benignidad y el amor» entre nosotros. Ante la grandeza del misterio de Dios encarnado, la actitud de la Iglesia y de los cristianos es de admiración, alabanza, contemplación y agradecimiento.

* * *

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1. Vigilia de Navidad: «La encarnación»

Se celebre o no la denominada «misa del gallo», hay parroquias que han comenzado a dar cierto relieve a la misa de la víspera de Navidad al atardecer, convertida de hecho en vigilia de Navidad. Es lógico que una gran fiesta se prepare con una vigilia. En nues­tro caso, la vigilia de Navidad es un tránsito del Adviento al tiem­po natalicio.

a) El anuncio de la Navidad

CANTO DE ENTRADA: «Hacia ti, morada santa» (CLN, 016).

MONICIÓN DE ENTRADA: «Alegrémonos, hermanos y hermanas, en el Señor; que el gozo llene nuestros corazones. Ños disponemos a celebrar la vigilia de Navidad, memoria de la encarnación de Jesús, aparición de su amor, comienzo de nuestra salvación. Al celebrar este misterio, que la alegría nos una y que la paz llegue al mundo entero. ¡Esta noche es Navidad!»

PETICIÓN DE PERDÓN: «Si en esta noche de Navidad decimos que no hemos pecado, nos engañamos, y la verdad no está con nosotros. Pero si reconocemos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos. Pidamos perdón».

«Tú, Señor, que eres santo, quisiste nacer en medio de nuestros pecados para perdonarnos. Te rogamos»:

R/ «¡Señor, ten piedad!»

«Tú, Señor, que eres fuerte, quisiste nacer débil como un niño para darnos fuerzas. Te rogamos»:

R/ «¡Cristo, ten piedad!»

«Tú, Señor, que eres inmortal, te encarnaste para poder morir y darnos la inmortalidad. Te rogamos»:

Py «¡Señor, ten piedad!»

NAVIDAD 63

«Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, danos la paz del cielo en nuestra tierra y abre las puertas de tu misericordia a los que implo­ran tu amor».

(Thierry Maertens)

PREGÓN DE LA NAVIDAD (Ver pág. xxx).

ORACIÓN INICIAL: «Te rogamos, Señor, que al celebrar hoy, como cada año, la vigilia de Navidad, nos des la alegría de esperar nuestra liberación y sepamos acogernos mutuamente, bajo el soplo de tu Espíritu, que se encarnó en Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Is 1,2-6.16-18 (Requisitoria de Dios); Is 9,1-2.5-6 (Profecía mesiánica); Is 35,1-7 (El regreso a Sión); Is 40,1-8 (La buena noticia); Is 62,1-5 (La nueva Jerusalén).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529)

SEGUNDA LECTURA: Hch 13,16-17.22-25 (Discurso de Pablo). (Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Mt 1,18-25 (Nacimiento de Jesús).

HOMILÍA: La Navidad es la cima más alta de la entrega y el com­promiso de Dios con los seres humanos, que se lleva a cabo en la encarnación. Ahora sabemos lo que encierra la promesa de fecundidad hecha a Abrahán, la promesa de la descenden­cia hecha a David. Del amor de Dios a los hombres y mujeres, de las nupcias del cielo con la tierra, nace el rocío y la vida del Niño-Dios. Del árbol frondoso de generaciones y generaciones mantenidas por Dios en la esperanza, brota el retoño de Jesús, primogénito de una humanidad nueva.

PROFESIÓN DE FE

Presidente: «Al anuncio de la buena nueva, los pastores y los magos respondieron con fe. Nosotros también, con toda nuestra fe, reco­nocemos en el niño al Hijo de Dios, que nos trae la salvación. Respondamos con las palabras de San Pedro:

R/ "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"»

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Lector 1: «Tú, que eres el creador del mundo, te has hecho Hijo del Hombre».

Lector 2: «Tú, que has engendrado al mundo, has nacido de la Virgen María».

Lector 1: «Tú, que llenas todo el universo, no tuviste sitio en la posa­da».

Lector 2: «Tú, que gobiernas el mundo entero, naciste por azar en un viaje decretado por los poderes de este mundo».

Lector 1: «Tú, que reinas en los cielos, tomas forma humana y te haces servidor».

Lector 2: «Tú, que no cabes en los cielos y la tierra, has sido envuelto en pañales».

Lector 1: «Tú, Hijo eterno del Padre invisible, te has hecho visible entre nosotros».

Lector 2: «Tú, que alimentas a toda criatura, te has nutrido con un poco de leche».

Lector 1: «Tú, que lo sabes todo, has aprendido a ser criatura humana». Lector 2: «Tú, de quien procede toda riqueza, vienes a nosotros en

suma pobreza». Lector 1: «Tú, que das la verdadera felicidad, vienes al mundo para

sufrir». Lector 2: «Tú, que eres el amor, no fuiste recibido por los tuyos».

Lector ]: «Tú, que vives eternamente, vienes a morir por amor».

HIMNO: «Entonad los aires», «Hermanos, Dios ha nacido», «De luz nueva se viste la tierra» (Ver «Himnos», págs. 490, 493 y 487).

POEMA: «Cuando venga», «¿La Navidad sin Cristo?», «La visitadora» (Ver «Poemas», págs. 523, 546 y 560).

ADORACIÓN DEL NIÑO

Presidente: «Tú, niño recién nacido, eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Por eso, en la víspera de la Navidad, venimos a buscar la luz que iluminará las tinieblas de la tierra».

(Se procede a besar al niño)

«Verdaderamente, es digno y justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, porque has anunciado por medio de los ángeles la alegría a todo el universo en esta noche, que es santa para el mundo entero. Dígnate mirar a tus hijos que hoy te veneran; guarda al pueblo que canta tu gloria con villancicos; mantenlo vigilante para celebrar esta noche, a fin de que reviva el nacimiento glorioso de tu Hijo Jesucristo, que tomó nuestra

NAVIDAD 65

humanidad para darnos su divinidad y que permanece vivo entre nosotros para conducirnos a la luz. Con los ángeles te adoramos y te alabamos cantando: "Toda la tierra espera al Salvador"».

CANTO: «Toda la tierra espera al Salvador» (CMD, 306).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Natividad del Señor A: «Encarnación», pág. 24).

* * *

2. El árbol de Navidad

a) Significado

El árbol, a secas, enlaza la tierra con el cielo. Hunde sus raíces en el suelo para tener vida y se proyecta hacia las alturas para manifestarse. Es símbolo de la vida en perpetua evolución. Si un árbol no produce frutos, debe ser cortado. Puede ser de hoja caduca, que significa renovación de la vida, o de hoja perenne, que expresa inmortalidad. El árbol de Navidad, con luces encendidas y una estrella en su cima, simboliza a Cristo, verdadero árbol de la vida.

b) Bendición

CANTO: «Esperamos tu venida» (CLN 19).

MONICIÓN: «Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés, el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoble­cer mi estado» (Is 60,13).

HIMNO: «Hermanos, Dios ha nacido» (Ver «Himnos», pág. 493).

ORACIÓN: «Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe, en estos días de Navidad, los misterios del naci­miento de Jesucristo. Concédenos, a quienes nos hemos congrega­do en torno a este árbol, que seamos enriquecidos con las virtudes de Jesucristo en su santa infancia. Gloria a Él por los siglos de los siglos. Amén».

* * *

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3. Pregón de Navidad (Como monición de entrada)

a) Versión íntegra

«Os anunciamos, hermanos y hermanas, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Escuchadla con corazón gozoso:

Miles y miles de años habían pasado desde que en esta tierra, como consecuencia de una maravillosa evolución querida por Dios, surgió la vida.

Habían pasado miles de años desde el momento en que Dios quiso que aparecieran en la tierra el hombre y la mujer, hechos a imagen y semejanza de Dios, para colaborar en la obra de la creación.

Dos mil años hacía que Abrahán, obedeciendo la llamada de Dios, partió hacia una tierra desconocida para dar origen al pueblo elegido, heredero de las promesas.

Hacía unos 1.250 años que Moisés hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo a los hijos de Abrahán, para que aquel pueblo dejara la esclavitud y abrazara la libertad.

Hacía unos mil años que David, humilde pastor, fue ungido por el profeta Samuel como gran rey de Israel.

Hacía unos setecientos años que Israel, infiel a la alianza y sordo ante los mensajeros de Dios, fue deportado de su tierra.

En medio de los sufrimientos del destierro, el pueblo de Dios deseó la venida de un Salvador que lo librase de la esclavitud e inaugurase un reino de paz, justicia y libertad.

Finalmente, durante la Olimpíada 94, el año 752 de la fundación de Roma, el año 42 del imperio de Octavio Augusto, hace ahora años,

NAVIDAD 67

en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, tierra ocupada entonces por los romanos, en un establo, porque no había sitio en la posada, de Santa María la Virgen, esposa de José, nació Jesús, el Salvador.

t

Alegraos, hermanos. Ésta es la buena noticia del ángel: "Os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor"».

b) Versión breve

«Os anunciamos, hermanos y hermanas, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Escuchadla con corazón gozoso:

Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.

Miles y miles de años habían transcurrido desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz.

En el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, en la sexta edad del mundo, hace años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de Santa María la Virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, llamado Mesías y Cristo,. que es el Salvador que el pueblo esperaba.

Alegraos, hermanos. Ésta es la buena noticia del ángel: "Os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor"».

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4. Evangelio de Navidad: Le 2,1-14

Lector: Lectura del santo evangelio según san Juan. «En aquellos días, salió un decreto del emperador Augusto, orde­nando hacer un censo en el mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a ins­cribirse, cada cual a su ciudad».

Comentador: «El censo que llevan a cabo los gobiernos en sus impe­rios o países es un reconocimiento de los derechos ciudadanos. Se trata de saber quién es cada cual. Jesús de Nazaret fue registrado en el censo del emperador Augusto sin que nadie, salvo José y María, supiesen quién era. ¿Le conocemos nosotros? ¿Lo tenemos regis­trado en nuestra vida? ¿Conocemos a nuestros hermanos sencillos de condición modesta, con los que se identifica Jesús?»

Lector: «También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada».

Comentador. «No todos los niños que nacen hoy son alumbrados por sus madres en un hogar confortable o en una clínica bien equipada. La mayor parte de los nacimientos en el Tercer Mundo se hacen en condiciones parecidas a las de Jesús: en chozas miserables, en casas de latas y cartones. Nos hemos habituado con demasiada facilidad a lo que es un belén. Jesús nació en el desamparo y en la pobreza. Compartió desde su primer instante la vida del pueblo sencillo. ¿Con quiénes compartimos nosotros nuestra vida?»

Lector: «En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turnos su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se lle­naron de gran temor. El ángel les dijo: "No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y acos­tado en un pesebre"».

Comentador: «Lejos de las mansiones humanas, la gloria de Dios bri­lla en la oscuridad, en el dolor y en la pobreza, con una doble con­dición: estar abiertos a la confianza del Padre y compartir nuestra

NAVIDAD 69

vida con los hermanos más necesitados. El oficio de los pastores era en tiempos de Jesús infamante, como el de los publícanos y las prostitutas. Todos ellos eran miserables y despreciados, pero dese­osos de la llegada del Mesías y del reino de Dios. Por eso supieron reconocer al Señor y adorarlo».

Lector: «De pronto, en torno al ángel apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: "¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama!"».

Comentador: «Nos disponemos ahora todos a reconocer a Jesús recién nacido y a entonar con los ángeles la gloria de Dios».

(Canto del «Gloria»)

5. Homilía breve de Navidad

«Hermanos y hermanas: los que creemos en Cristo nos hemos reunido aquí en comunidad, a la media noche, como en tantos millares de templos esparcidos por todo el universo.

Dios nos ha convocado y reunido para que celebremos con gozo el nacimiento de Jesús, el Mesías, el Señor.

Alegraos y haced fiesta. Celebremos la buena noticia, la mejor noticia de toda la historia, del mundo y de la humanidad.

El nacimiento de Jesús, que hoy festejamos, muestra que Dios es un Dios cercano, un Dios que ama y salva y que quiere comunicar su vida a todos, también a los que poblamos la tierra, en vísperas de un nuevo año.

¡Feliz Navidad, hermanos y hermanas!».

* * *

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7() CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

6. Vigilia de fin de año: «La alabanza»

a) Entrada

INTRODUCCIÓN: «NOS hemos reunido en esta vigilia de oración, con motivo del año nuevo, para agradecer a Dios lo que nos ha dado en el año que termina y pedirle perdón por las faltas cometidas. Al mismo tiempo, le pedimos ayuda en el umbral del nuevo año para comenzarlo en paz. Estamos acabando el año viejo, un año carga­do de acontecimientos, tanto en la vida social como en la vida de cada uno. Acontecimientos con luces y sombras, con alegrías y tris­tezas... Todos y cada uno de nosotros hemos caminado por la senda de nuestra vida, hemos trabajado y hemos descansado, hemos sido felices y hemos sufrido, nos hemos esforzado en el seguimiento de Jesucristo y hemos caído en la dejadez y en la infidelidad. A nues­tro alrededor hemos visto caminar a nuestros hermanos, a diversos hombres y mujeres, desde los más cercanos —nuestra familia y nuestros amigos— hasta los más lejanos. Todos ellos forman parte de nuestra vida. Hoy, al terminar el año, es bueno recordarlos. De todos hemos aprendido, todos han sido para nosotros ayuda en nuestra vida. Recordemos las pequeñas y grandes felicidades vivi­das, así como las tristezas y dolores. De un modo especial, recor­demos los rostros de dolor de nuestros hermanos que sufren la gue­rra, el hambre, la persecución y todas las crueldades que permiti­mos en este mundo.

Ahora, en silencio, oremos y pidamos perdón por todo lo que a lo largo de este año, por acción o por omisión, haya podido contri­buir por nuestra parte a hacer más dolorosa la vida de los demás».

CANTO: «Gracias, Señor» (CLN 604).

PETICIÓN DE PERDÓN: «Oremos juntos, reconociendo nuestro pecado y pidiendo perdón».

(Se dice el «Yo confieso», se expresan algunos pecados colectivos o se canta un cántico de perdón).

ORACIÓN: «En esta noche del último día del año estamos aquí, Padre, ante ti. Queremos compartir un rato de paz, un rato familiar conti­go. Somos tus hijos y nos da gusto tenerte como Padre. Queremos agradecerte este año que hoy termina, con todo lo que hemos vivi­do, lo bueno y lo malo, porque todo sirve para experimentar la lla­mada de tu amor. Queremos agradecerte también lo que tenemos

NAVIDAD 71

presente ante nosotros, nuestro futuro en este mundo y nuestro futuro en el Reino que tú nos prometes.

Padre de todos, al terminar este año viejo, y a punto de empezar uno nuevo, queremos pedirte que estés siempre con nosotros y con aquellos a los que amamos. Te pedimos, particularmente, que muestres tu rostro materno a todos los que sufren por causa de la guerra o del hambre, por falta de justicia o de libertad, y por aque­llos que viven hundidos en el dolor o en el mal. Libéralos, Padre, y haznos colaboradores de esta liberación. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo y nuestro hermano, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Gn 1,14-18 (Lumbreras para los días y los años).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 71 «Tu reino es vida» (CLN, 511).

SEGUNDA LECTURA: Sant 4,13b-15 (No sabéis qué pasará mañana). (Canto del aleluya)

EVANGELIO: Le 12,35-48 (Criados vigilantes).

HOMILÍA: El nuevo año ha sido siempre festejado en todas las reli­giones con diferentes ritos: lectura del relato de la creación; sacrificios rituales; cambio de vestidos; intercambio de rega­los; renovación del fuego, agua y pan; ritos simbólicos de la muerte y de la resurrección; etc. En definitiva, se celebra el paso de un orden de cosas antiguo a uno nuevo. Nuestra actual cultura occidental celebra en todas partes el año nuevo como una gran despedida ante las doce campanadas, con un enorme alborozo expresado por un deseo de mutua felicidad. A la «noche vieja» le sucede el «nuevo día». El hincapié se hace, consciente o inconscientemente, en lo «nuevo», desde la perspectiva de la esperanza. La Biblia, paradójicamente, no conoce fiesta de año nuevo como tal. Simplemente, reconoce la novedad radical de Dios, manifestada en la creación y en la liberación del Éxodo. De ahí que la fiesta cristiana principal no se relacione con la naturaleza, sino con la historia: es la fiesta de la pascua. El concepto de «nuevo» se aplica a la plenitud salvadora de los tiempos mesiánicos. Habrá entonces un nuevo éxodo, una nueva alianza y una nueva creación. Con

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Jesucristo, todo es, en realidad, nuevo: el vino y el pan, la enseñanza y la moral, el amor y la unidad. El cristiano es un ser humano nuevo, ya que Cristo es el nuevo Adán. La reno­vación, para san Pablo, es una santificación progresiva, basa­da en la fe y el bautismo. Es una obra del Espíritu. Ahí reside la novedad que aporta el tiempo: no como repetición, sino como cercanía de la nueva Jerusalén.

c) Plegaria

INTRODUCCIÓN AL SILENCIO: «NOS quedamos ahora en silencio. Es tiem­po de oración personal, donde podemos repasar dentro de nosotros este año que hoy acaba. Ponemos ante Dios el camino recorrido, las personas con las que hemos compartido la vida y los aconteci­mientos que nos han marcado. Por todo ello damos gracias a Dios. Al mismo tiempo, pedimos su bondad y su amor de cara al nuevo año, tanto para nosotros como para aquellos a quienes conocemos y para todos los que sufren».

(Silencio, a ser posible con música de fondo).

PETICIONES (Respuesta cantada: «Ven, Señor, ven a salvarnos», CLN D7; o bien «Señor, ten piedad»).

* «Por nuestros compañeros y amigos, por todos aquellos con quienes compartimos nuestra vida, para que ayudemos a mejo­rar las condiciones de la sociedad».

* «Por los pobres, los que sufren, los abandonados que hay entre nosotros o lejos de nuestro mundo, para que entre todos sepamos prestarles ayuda».

* «Por la renovación de nuestra parroquia y de nuestra diócesis y por toda la Iglesia, para que sea fiel al evangelio».

* «Por los que en cualquier lugar del mundo sufren la guerra, la violencia y el hambre, para que la paz y la justicia transformen nuestro mundo».

* «Por cada uno de nosotros, para que crezcamos en la fe y en la fidelidad al evangelio».

PLEGARIA DE FIN DE AÑO

«Te alabamos, Padre nuestro, con los que saben alabarte.

Te alabamos con la alabanza de tu Hijo Jesucristo y el canto del "Magníficat" de María.

Te alabamos con el "Te Deum laudamus"

y el cántico al hermano sol de Francisco de Asís».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Te alabamos con la voz de los tres muchachos más fuertes que las en el horno de Babilonia y la oración pequeña de los niños, de cuyos labios brota la mejor alabanza».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Acepta también que te alabemos ahora con las campanas de fin de año, que nos hablan de Ti como Señor del Tiempo y de nuestra alegría de vivirlo».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Te damos gracias por el año de vida que nos diste y por el año de historia que has hecho con nosotros. Te encomendamos a los que no acabaron el año en nuestra casa porque los has llamado a tu casa paterna».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Y comenzamos alabándote por los responsables de la Iglesia que custodian la herencia de la fe y por los profetas cristianos que la interpretan por las voces del Espíritu y los signos de los tiempos.

Te alabamos por la luz incesante con que esclareces desde el evangelio el destino del ser humano y la liberación de los pobres de la tierra».

Py «Por doce veces alabado seas».

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74 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

«Te alabamos por las Bienaventuranzas de Jesús y el mensaje social de la Iglesia. Por los santos canonizados este año y por los fieles en quienes se configura la santidad oculta de la Iglesia».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Te alabamos también por los hombres y mujeres de buena voluntad o de voluntad negociadora que han trabajado por mejorar el mundo».

R/ «Por doce veces alabado seas».

«Y alabado seas, Padre, por los que han servido al prójimo en caridad, en justicia, en promoción humana, por los que enseñan a los que no saben a leer, a pensar, a opinar en una sociedad que se aprovecha de la ignorancia de los sencillos».

B/ «Por doce veces alabado seas».

«Y con alegría te alabamos por todos los nacidos este año, llamados a compartir con nosotros la mesa de la tierra y el Reino de los Cielos.

Por ellos y por nosotros, te pedimos ahora que extiendas tu misericordia, capaz de hacer el bien donde nos puede el mal, sobre lo que aún se resiste a tu alabanza».

Py «Por doce veces alabado seas».

«Pero en ti, Señor, esperamos un año y otro, y sabemos que nuestra esperanza no será defraudada para siempre».

Py «Por doce veces alabado seas». (José Luis Blanco Vega)

NAVIDAD 75

PADRENUESTRO: «Como hijos de Dios y hermanos de todos los hombres y mujeres, oremos como Jesucristo nos enseñó: "Padre nuestro..."»

GESTO DE PAZ: «Con los mejores deseos para el año que comienza, her­manos, démonos fraternalmente la paz».

HIMNO: «Te Deum» (Ver «Himnos», pág. 506).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Santa María, Madre de Dios A: «Año nuevo», pág. 28).

d) Despedida (Bendición del sacerdote y deseos a todos de un feliz año nuevo)

CANTO FINAL: «Anunciaremos tu reino, Señor» (CLN 402).

7. La Epifanía: «La adoración»

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN: «"Epifanía" significa revelación, manifestación. Nuestra vida está grávida de revelaciones. Pero no se trata de visio­nes, de apariciones sensacionalistas. En el lenguaje simbólico de la Biblia, se trata de una estrella, de una luz, de un resplandor; es decir, de una manifestación indirecta de Dios, oblicua y sesgada, que pasa a través de lo común, lo ordinario y aun lo vulgar de nues­tra existencia. A veces tiene el carácter de un encuentro personal: alguien que nos infunde nueva confianza y esperanza; alguien que nos presta atención y se fija en nosotros tal como somos, no como un número más o como un instrumento que puede ser utilizado; alguien que nos escucha con hondura y de verdad, no para respon­dernos ni darnos soluciones prefabricadas; alguien que se identifi­ca con nosotros, con nuestros sentimientos, que nos quiere... ¿No decimos entonces que nos ilumina y que es una "epifanía" para nosotros? Son epifanías las pruebas, las purificaciones, la oscuri­dad... Pero, sobre todo, son luz y epifanía los individuos o los gru­pos que, como figuras más señeras, nos orientan y nos marcan el camino que individual y colectivamente hemos de seguir, especial-

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76 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

mente los que dan su vida al servicio de la muchedumbre. Su san­gre derramada deja una estela que nos hace ver la vida bajo pers­pectivas nuevas. En fin, es —debe ser— epifanía la Iglesia, "ciu­dad iluminada" colocada sobre el monte». Ella nos interpreta esa luz indirecta de los signos de los tiempos».

ENTRADA DEL CORTEJO

(Desde el fondo de la iglesia, un niño abre la marcha tocando un tam­bor. Le siguen los que representan a José, María y el niño, figura del nacimiento que se adorará después. Se sitúan a un lado del presbiterio. Sigue otro tambor, y detrás aparecen varios niños y niñas vestidos de pastores, que se acomodarán en los primeros bancos. Nuevamente otro tambor, al que siguen los tres magos, con sus pajes, que se situarán al otro lado del presbiterio. Al llegar ante el niño, todos se inclinan)

CANTO DE ENTRADA: «Nos ha nacido un niño» (CLN, 70).

POEMA: «Gloria a Dios» (Ver «Poemas», pág. 541).

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Is 60,1-6 (La luz de la nueva Jerusalén).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 71 «Tu reino es vida» (CLN, 511).

SEGUNDA LECTURA: Ef 3,2-3a.5-6 (El designio de Dios). (Canto del aleluya o aclamación).

EVANGELIO: Mt 2,1-12 (La visita de los Magos) (Ver «Dramatizaciones bíblicas»).

HOMILÍA: La adoración es el acto devocional o litúrgico reservado exclusivamente a Dios, al que se reconoce como Señor. En cambio, a los santos no se les adora; se les venera. En la pre­sencia de Dios, de su gloria o de su santidad, la persona reli­giosa adora, es decir, tiene conciencia de su pecado, venera con temor y se alegra al reconocer la santidad divina. Mateo señala la adoración que dieron a Cristo unos magos extranje­ros, como Lucas muestra la de unos pastores marginados. En todas las religiones, la adoración se manifiesta con signos: inclinación, postración, beso... Así adoramos la efigie del niño Jesús en Navidad o la cruz en los oficios del Viernes Santo. Pero no sirven los gestos si no adora el corazón. La adoración cristiana es «en espíritu y en verdad». No es un gesto externo, sino una entrega.

NAVIDAD 77

PRECES: «Por los niños del mundo» (Ver «Preces», pág. 479).

c) Liturgia simbólica

HIMNO: «Reyes que venís por ellas», «Entonad los aires» (Ver «Himnos», págs. 504 y 490).

POEMA: «LOS tres reyes magos» (Ver «Poemas», pág. 563).

SÍMBOLO

(Incensar, inclinarse, postrarse)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Fiesta de la Epifanía A, «Revelación», pág. 32).

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3 Cuaresma

Cuaresma es el tiempo de cuarenta días simbólicos de retiro cris­tiano como preparación a la Pascua. Responde al misterio de la estancia de Jesús en el desierto durante cuarenta días para verifi­car su vocación mesiánica. La Cuaresma empieza el Miércoles de Ceniza y acaba el Jueves Santo, antes de la celebración de la Cena del Señor. Su finalidad consiste en prepararnos a la celebración de la pascua anual. Es para toda la Iglesia tiempo intenso de catc­quesis de los catecúmenos que desean ser bautizados en Pascua, de arrepentimiento de los penitentes que piden ser perdonados de sus faltas y de retiro de los fieles para verificar la fe, reavivar la esperanza y acrecentar la caridad, al profundizar su vida evangéli­ca y comunitaria mediante una revisión adecuada. La Cuaresma es, pues, tiempo de conversión penitencial, catecumenado inten­sivo de fe y proceso de maduración comunitaria.

Los objetivos pastorales de la Cuaresma giran en torno a estos tres propósitos: despertar la fe en quienes la tienen dormida o no la poseen, reavivar la conversión desde el evangelio y desarrollar la vida comunitaria cristiana. Se deben escoger las cuestiones más necesarias para la feligresía o la comunidad y profundizarlas durante las cinco semanas de Cuaresma.

En los domingos tercero, cuarto y quinto de Cuaresma se cele­bran los denominados escrutinios, pertenecientes al proceso cate-cumenal, que son intervenciones de la Iglesia a través de una acción litúrgica para probar y purificar a los catecúmenos en su iti­nerario hacia el bautismo. Los escrutinios son revisiones de vida del diabolismo existente en el mundo. Se celebran en comunidad.

Los centros vitales de la catequesis catecumenal fueron tradi-cionalmente los evangelios, el credo y el padrenuestro. He ahí tres cuestiones a profundizar. Además, a nuestro pueblo le falta pre­paración bíblica. La Cuaresma es un tiempo adecuado de reflexión sobre la palabra de Dios. Podemos tomar como base el evangelio correspondiente a cada ciclo y estudiarlo en forma de catequesis grupal o comunitaria. También cabe ahondar en las virtudes bási-

CUARESMA 79

cas cristianas. De una parte, están las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad; de otra, pueden considerarse otras virtudes más cardinales: justicia, libertad, paz, generosidad y compromiso. Finalmente, la Cuaresma es tiempo apropiado para celebrar comunitariamente la penitencia, tanto en su comienzo (entre el Miércoles de Ceniza y el primer domingo de Cuaresma) como en su final (entre el lunes y jueves de la Semana Santa).

1. Imposición de la ceniza

MONICIÓN DE ENTRADA EN LA CUARESMA: «El número cuarenta, del que procede la palabra Cuaresma, significa en algunas religiones un período de retiro, silencio, ayuno, abstinencia e iniciación ritual para favorecer la experiencia de Dios y la comunión con los her­manos. En la Biblia equivale a un retiro en el desierto como tiem­po de prueba y de tentaciones, en el que los malos deseos deben morir para dar lugar a una criatura nueva, transfigurada por la luz o la gloria de Dios. En las cuarentenas bíblicas hay una lucha entre hambre y saciedad, cenizas y purificaciones, tinieblas y luz, Dios de vida e ídolos de muerte... El creyente pone a prueba la llamada de Dios o su vocación, de cara a un compromiso de renovación o a una tarea decisiva. La cuarentena indica asimismo la condición terrena del hombre pecador, asediado por mil preocupaciones.

Con la imposición de la ceniza, signo de nuestra condición peca­dora y expresión de la fragilidad humana cercada por la muerte, comenzamos hoy la Cuaresma. Necesitamos recuperar en este tiempo santo convicciones de fe, conciencia del pecado, confianza en la misericordia de Dios, compromisos de caridad con los her­manos y espacios para la oración».

CANTO DE ENTRADA: «SÍ, me levantaré» (CLN, 107).

SALUDO INICIAL: «ASÍ dice el Señor: Dios me ha enviado "para conso­lar a los afligidos, para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en cánticos"» (Is 61,3).

ORACIÓN INICIAL: «Oremos, hermanos, con humildad a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir estas cenizas que vamos a impo­ner en nuestras cabezas en señal de penitencia:

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80 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Dios de misericordia, que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quien se arrepiente, escucha benignamente nuestras súplicas y derrama tu bendición sobre estos hijos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las exigencias cuares­males, puedan celebrar con fruto el misterio pascual de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

PRIMERA LECTURA: Jl 2,12-18 (Penitencia y súplica).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 50 «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: 2 Cor 5,20 - 6,2 (Reconciliaos con Dios). (Aclamación)

EVANGELIO: Mt 6,1-6.16-18 (Cuando ayunéis); Le 3,7-9 (Arrepentios).

POEMA: «De profundis» (Ver «Poemas», pág. 526).

MONICIÓN DE LA CENIZA: «La ceniza, ampliamente usada en las reli­giones antiguas, significa en el Antiguo Testamento lo mismo que el polvo: pecado y fragilidad humana, ya que es perecedera y no tiene valor. Recibida en la cabeza al inicio de la Cuaresma, es reco­nocimiento público de la condición frágil y pecadora del hombre y de la mujer. Con una materia inanimada, el creyente confiesa su miseria ante Dios. Al recibirla se nos decía antes: "Acuérdate de que eres polvo, y al polvo volverás". La identificábamos con la destrucción y la muerte. Ahora se nos dice: "Convertios y creed en el evangelio". La identificamos con el arrepentimiento y la recon­ciliación.

Los primitivos penitentes se cubrían de ceniza sus cabezas para indicar públicamente que eran pecadores, que el polvo sucio de sus pecados fluía de su interior. Debemos reconocer con la ceniza que todos nosotros también hemos triturado, machacado y destruido algo o a alguien, hasta convertirlo en polvo. Ese polvo, esas ceni­zas, las tenemos escondidas en lo más profundo de nuestro ser, donde nadie pueda verlas. Pero la ceniza es también resto de un fuego purificador y protección de los rescoldos. Es inicio de nueva vida.

Es hora de que reconozcamos públicamente nuestros pecados, que nos dejemos manchar la frente con ceniza, consecuencia de nuestras faltas, y que reemprendamos una vida renovada. La ceni­za recibida es signo de conversión, petición de perdón y confianza en la misericordia de Dios».

CUARESMA 81

IMPOSICIÓN DE LA CENIZA (Se impone la ceniza con estas palabras: «Convertios y creed en el evangelio». Durante la imposición, pueden leerse las antífonas que están en la Bendición e imposición de la ceniza del misal, mientras se escucha una música instrumental suave. Puede también cantarse el salmo 50: «Misericordia, Dios mío». Es posible asimismo que cada asistente —en el caso de un pequeño grupo o comunidad— se manche las manos de ceniza, puesta en una bandeja. Luego puede lavarse en un recipiente con agua y secarse con una toalla).

PADRE NUESTRO

ORACIÓN FINAL: «Dios de todos, haz que la señal de la ceniza recibida en nuestras frentes al comenzar la Cuaresma nos ayude a vivir cris­tianamente este santo tiempo, con una mayor atención a tu palabra, una apertura generosa a los hermanos y un firme propósito de orar con más intensidad. Por Jesucristo nuestro señor. Amén».

* * *

2. Las pruebas de la vida: «Las tentaciones»

INTRODUCCIÓN: «La tentación es una incitación al pecado, es decir, a romper con Dios, a divorciarse de los hermanos y a replegarse ego-ístamente sobre uno mismo. A menudo caemos en la tentación, debido a la concupiscencia que anida en nuestro interior o a la fuer­za del poder del mal, que procede de fuera de nosotros. En reali­dad, todo puede convertirse en tentación y todo puede resolverse en gracia. La tentación nos pone a prueba. No hay personaje en la Biblia que no haya sido zarandeado por las tentaciones. Y el mode­lo supremo es Jesús.

Tentador por antonomasia es el Diablo o, dicho con un lenguaje más actual, lo diabólico. Dios no tienta a nadie; no es el enemigo, sino el "galardonador", el que ayuda y salva en la tentación. Así lo dijo Jesús: "No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal". El reino de Dios llega con el combate frente a lo demoníaco y con la presencia de la vida del Resucitado y de la resurrección».

CANTO DE ENTRADA: «Dios es fiel» (CLN, 117).

PRIMERA LECTURA: Gn 2,7-9; 3,1-7 (Tentación de Adán y Eva).

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82 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

SALMO RESPONSORIAL: Sal 50, «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: Rom 5,12-19 (Gracia y pecado). (Música instrumental)

EVANGELIO: Mt 4,1-11; Me 1,12-13 y Le 4,1-13 (Las tentaciones de Jesús).

HOMILÍA: Jesús fue tentado o probado por el diablo, por lo satáni­co, durante toda su vida. Sus enemigos lo pusieron a prueba, intentaron comprometerlo mediante preguntas capciosas, halagos indebidos, discusiones de escuela, falsas esperanzas mesiánicas, mentiras y amenazas de muerte. Para mostrar que Jesús fue tentado escribieron los sinópticos el relato fantásti­co de las tentaciones. El tentador en persona y Jesús están frente a frente, sin intermediarios. Jesús sufre las tentaciones de usar mal el poder, de actuar mesiánícamente por su cuen­ta y de ambicionar los reinos de este mundo. Triunfó en la ten­tación.

Los cristianos somos tentados de modo semejante a Jesús. También la Iglesia es tentada de «milagrerismo» o de magia, sin poner el centro de todo en la justicia; de «espiritualismo» desencarnado, sin atender a los cuerpos maltrechos de perso­nas y pueblos; de «ambición política», usando la religión como poder en provecho de lo institucional o integrándose en los sistemas de este mundo. En una palabra, caemos en la ten­tación cuando nos idolatramos a nosotros mismos y no damos a Dios lo que es de Dios: su reino y su pueblo.

OBJETO SIGNIFICATIVO

(Unos panes y unas piedras, dinero, una espada o una lanza, unas joyas, un espejo).

ACCIÓN SIMBÓLICA

(Dar realce a la palabra de Dios, cristalizada en el leccionario. Para ello se lleva el libro entre luces, se le inciensa, se le besa y se coloca en el ambón, en medio del altar o en un sitio visible. Podrían besarlo los lec­tores o una representación de la asamblea: un niño, un adolescente, un joven, una persona madura y otra de la tercera edad).

CUARESMA 83

PETICIONES:

«Señor Jesús, tú nos dijiste: "No sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que Dios dice". Te pedimos que nos ayudes durante la Cuaresma a vivir con más abundancia tu palabrav Ayúdanos también a no caer en la tentación de esperar un milagro que nos de el pan gratis, cuando debemos ganarlo con nuestro trabajo. No nos dejes caer en la tentación...»

Py «Y líbranos del mal».

«Entonces se dijo: "A sus ángeles ha dado órdenes para que cuiden de ti; te llevarán en volandas, para que tu pie no tropiece con piedras". Te pedimos que nos ayudes a no desconfiar nunca de tu protección. Ayúdanos también a no caer en la tentación de pedir la ayuda milagrosa de ángeles, cuando nosotros mismos podemos quitar las piedras de nuestro camino. Ño nos dejes caer en la tentación...»

Py «Y líbranos del mal».

«También tú nos dijiste: "Al Señor tu Dios rendirás homenaje y sólo a él prestarás servicio". Te pedimos que quites de nuestro corazón el apego a los ídolos, porque sólo tú eres nuestro dueño y Señor. Ayúdanos para que al adorarte no caigamos en la tentación de olvidarnos de servir y ayudar a nuestros hermanos y hermanas. No nos dejes caer en la tentación...»

Py «Y líbranos del mal».

«Señor Jesús, te has hecho uno de nosotros, has sufrido la prueba de la tentación: Te rogamos seas nuestro sumo sacerdote compasivo y fiel.

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84 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Ven a ayudarnos. No nos dejes caer en la tentación...» Py «Y líbranos del mal»

(Lucien Deiss)

POEMA: «Condiciones para la paz del corazón» (Ver «Poemas», pág. 521).

COMPROMISO

(Un grupo de personas, que están ya en el presbiterio o que se adelan­tan, se comprometen a participar en las prácticas cuaresmales. Al aca­bar la homilía, se establece un diálogo sencillo entre el celebrante y el grupo).

Presidente: «¿Estáis dispuestos a participar asiduamente en estos ejercicios cuaresmales?».

Fieles: «Sí, estamos dispuestos».

Presidente: «Que el Señor, tentado en el desierto y vencedor en la prueba, os dé su espíritu para que madure vuestra fe durante la Cuaresma hasta la celebración de la Pascua».

ACCIÓN DE GRACIAS

«Te damos gracias, Padre santo y misericordioso, por Jesucristo, Señor nuestro. El cual, al ayunar durante cuarenta días, inauguró nuestra Cuaresma; fue tentado, salió victorioso de la prueba y nos mostró el camino de la conversión. Él es tu Hijo unigénito, que mora en la gloria; con él se nutre la fe de los que ayunan, crece su esperanza y se robustece su caridad. Él es tu palabra hecha carne pan vivo y verdadero que sacia el hambre, manjar del banquete de tu reino. Alimentado con este pan, Moisés, tu siervo, ayunó durante cuarenta días, cuando recibió las diez palabras de la ley. Gustó el sabor de tu suavidad viviendo el fuego de tu palabra, cuya dulzura contemplaba interiormente y cuya luz le iluminaba el rostro.

CUARESMA 85

Ayúdanos, Señor, durante la Cuaresma, a valorar la comida que tú nos das, a identificarnos con los hambrientos, y a sentirnos necesitados de comulgar del cuerpo y la sangre de tu Hijo y Señor nuestro. Amén».

(O bien, Oraciones, I Domingo de Cuaresma C: «Tentación», pág. 270)

***

3. La experiencia de Dios: «La transfiguración»

INTRODUCCIÓN: «Una de las características del mundo moderno es el deseo de superación. El auge de palabras como "progreso", "desa­rrollo", "transformación", "evolución"... responde a un inquieto espíritu de cambio. Se busca una organización más justa de la sociedad, se trata de experimentar nuevas formas, de crear otra cul­tura, de transfigurar este mundo en un mundo nuevo... Esta espe­ranza de nuestro tiempo se rompe en el acantilado de las formas viejas, que hacen imposible todo deseo de superación. Los mejores deseos, las inquietudes más nobles, se ven engullidos por el siste­ma establecido, que con su poder y organización somete todo poder de transformación. Esto provoca siempre la desilusión, el escepti­cismo, la aceptación de que el mundo no puede ser de otra mane­ra... El hombre inquieto es domesticado; el peregrino se torna sedentario. De esta forma van muriendo personas y generaciones enteras sin llegar a granar. La transfiguración de Cristo nos sugie­re la idea de que en la vida sólo es posible transformarse, y trans­formar el mundo, si tenemos presente la meta a la que queremos llegar y no perdemos nunca la esperanza de que nos aguarda un futuro mejor».

CANTO DE ENTRADA: «Vuelve hacia nosotros» (CLN, 112).

PRIMERA LECTURA: Gn 12,l-4a (Vocación de Abrahán).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 26 (I) «El Señor es mi luz» (CLN, 505).

SEGUNDA LECTURA: Flp 3,17-4,1 (Ciudadanos del cielo). (Aclamación)

EVANGELIO: Mt 17,1-9 (La transfiguración de Jesús); Me 9,1-9 y Le 9,28b-36 (idem).

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86 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

HOMILÍA: La transfiguración de Jesús es un relato de aliento ante las desfiguraciones que se dan constantemente en la vida. Es una glorificación anticipada de la resurrección final. Es la con­trapartida de la tentación, el lado opuesto de la desfiguración. El relato de la transfiguración significa la consagración de Jesús como Mesías o Cristo, como nuevo Moisés en el monte de Dios y como segundo Elias, que pronuncia y cumple toda profecía. Los sinópticos sitúan la escena de la transfiguración de Jesús después de las tentaciones. Tras el desierto, la mon­taña; tras el oscurecimiento, la gloria; tras la soledad, la com­pañía; tras la noche oscura, la visión mística. Transfigurarse es transformar gloriosamente la figura deformada. El Cristo des­figurado de la pasión se llena de la gloria de la resurrección. Para manifestar este mensaje hay que entender «lo alto de un montaña» como lugar de retiro y de oración; los «vestidos blancos», como transformación personal; «Moisés y Elias», como las Escrituras proclamadas en comunidad; las «chozas», como signo de la presencia de Dios; la «nube», como la oscu­ridad de la vida: la «voz», como la palabra de Dios; y el «ros­tro resplandeciente» de Jesús, como el disfrute de la gloria de Dios.

OBJETO SIGNIFICATIVO

(Unos palos con una lona en forma de tienda)

ACCIÓN SIMBÓLICA

(Después de la homilía se enciende el cirio pascual o se prende la llama en un cuenco grande con aceite. Se proclama una confesión de fe ade­cuada en el Transfigurado)

HIMNO: «De luz nueva se viste la tierra» (Ver «Himnos», pág. 487).

COMPROMISO

(Al acabar las preces de los fieles, una persona del grupo bíblico da un breve testimonio del estudio sobre las Escrituras)

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Te damos gracias, Padre santo, porque nos has llamado a la tierra prometida de tu reino y nos has mandado caminar hasta encontrarte. Te elegiste un pueblo en Abrahán, que, confiado en tu palabra, se puso en camino.

CUARESMA 87

A través del desierto y por tierra extraña, condujiste a tu pueblo. Por medio de los profetas hiciste que se conservase viva la esperanza de salvación. Nos enviaste a tu Hijo amado, quien, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección. Despierta, Señor, nuestra fe, adormecida por tanta palabra hueca. Haz que de una vez nos pongamos en marcha, como Jesús al bajar del monte, para que lleguemos renovados y libres a las fiestas de la pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

(O bien Oraciones, II Domingo de Cuaresma C: «Transfiguración», pág. 272)

* * *

4. El agua viva: «La samaritana»

INTRODUCCIÓN: «El evangelio de la Samaritana es una de las escenas más humanas y bellas del cuarto evangelio. Gira en torno a la cues­tión de quién es Jesús y cómo se accede a él por medio de la fe. Constituye una iniciación o proceso catecumenal. En el doble diá­logo que mantiene Jesús con la Samaritana y con los discípulos, san Juan describe un proceso análogo: revelación misteriosa de Jesús, incomprensión del interlocutor y revelación explícita. En ambos casos, el punto de partida es vital y sencillo: la sed y el hambre.

Por otra parte, la Samaritana es prototipo personal que puede representarnos a los cristianos actuales. Hemos heredado unas tra­diciones reducidas con frecuencia a un culto formalista dirigido a quien no conocemos. En realidad, vivimos pendientes de nuestra vida, de nuestros "maridajes", divorciados del verdadero amor. Tenemos conversaciones y diálogos, pero rara vez nos dejamos interpelar profundamente por otro, o difícilmente interrogamos al otro. Mientras el otro no coincida con nuestro acento, habla, etnia,

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88 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

cultura o clase social, es, en principio, un cierto enemigo. Muchos hombres y mujeres, aunque vivan próximos como los judíos y los samaritanos, "no se tratan". Con frecuencia, hacemos de los otros adversarios o enemigos».

CANTO DE ENTRADA: «Nos has llamado al desierto» (CLN, 126).

SALUDO: «El que beba el agua que yo voy a dar nunca más tendrá sed», dice el Señor (Jn 4,14).

PRIMERA LECTURA: EX 17,1-7 (El agua de la roca); 2 Re 5,1-15a (El leproso purificado); Is 41,17-20 (El agua que da vida al desierto); Ez 47,1-9.12 (El agua que sale del Templo).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 102, «Gustad y ved» (CLN, 518).

EVANGELIO: Jn 4,5-42.

(Se puede proclamar entre varios lectores. Ver este evangelio en «Dramatizaciones bíblicas»)

HOMILÍA: Desde dos exigencias humanas fundamentales, como la sed y el hambre, Jesús revela el «agua viva» y el «alimento nuevo». El «agua» es sinónimo de «don de Dios» o de la pala­bra de Jesús, que debe ser «bebida», interiorizada por el dis­cípulo. El «alimento» de Jesús es la voluntad del Padre y el cumplimiento de su «obra», que es la misión cristiana. La Samaritana progresa en el conocimiento de Jesús gradual­mente. Al principio, Jesús es para ella un viajero desconocido; después es un judío enemigo; luego, un hombre desconcer­tante; más tarde, un profeta; y, finalmente, el Mesías. Según el credo de san Juan, los títulos básicos de Jesús son «Mesías» e «Hijo de Dios», que se resumen en «Salvador del mundo». Jesús está en medio del camino como un caminante más; se identifica con todos, y a todos «trata». Siempre está dispuesto al diálogo, a pronunciar palabras de «vida», a revelarse pro­gresivamente. Nuestros niveles de fe o nuestros juicios en relación a Jesús tienen una graduación extensa: es uno más, es alguien que desconcierta, es un profeta que interpela, es el Salvador del mundo. Como su descubrimiento conlleva un proceso analítico de nuestra vida, fácilmente desviamos su palabra dialogante; rara vez llegamos al final, hasta que se diga «todo».

CUARESMA 89

SÍMBOLO

(El agua; cfr. «Agua» en «Símbolos religiosos», pág.705)

COMPROMISO (Al acabar la homilía, y después de que el celebrante introduce el com­promiso, una religiosa que trabaje en la parroquia, en un hospital, en misiones o en cualquier campo pastoral, da un breve testimonio en nombre de todas las religiosas del mundo consagradas a la misión. Otra persona seglar da las gracias a Dios por el trabajo de las religiosas)

HIMNO: «Te damos gracias, Señor» (Ver «Himnos», pág. 506).

PRIMER ESCRUTINIO

(En donde se tenga un catecumenado estricto o un proceso catecume-nal con bautizados convertidos, se celebra en este tercer domingo el primer escrutinio para ayudar a reconocer los pecados personales)

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Te damos gracias, Dios vivo y verdadero, porque estás en medio de tu pueblo.

Tú eres la roca que nos sustenta, el agua que sacia la sed de todos los desiertos.

Tú conoces a cada uno por su nombre, ninguna historia personal te es ajena.

Te has manifestado en Jesucristo como palabra liberadora, que es para cada persona palabra de vida.

Él, para mostrar el misterio de su fragilidad, se sentó fatigado junto al pozo y pidió a la samaritana que le diese agua de beber.

Después de haber infundido en ella la gracia de la fe, le encendió el fuego de su amor.

Por eso imploramos de tu infinita clemencia que, abandonando la vasija de la malicia, tengamos siempre sed de ti, fuente de vida y origen de bondad, para que podamos complacerte a lo largo de esta Cuaresma por Jesucristo nuestro Señor. Amén.»

(O bien, Oraciones, III Domingo de Cuaresma A: «Diálogo», pág. 40)

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<H) CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

5. La luz de la fe: «El ciego de nacimiento»

INTRODUCCIÓN: «El ser humano no se resigna a reconocerse ciego. Para ello ha creado un mundo de ciegos videntes. Lo que imaginamos, lo que palpamos, los bultos que entrevemos, aquello con lo que tro­pezamos, lo hemos configurado a nuestra manera. Ha surgido así un cúmulo de valores, de criterios, de actitudes, de estructuras construidas por ciegos, al servicio de nuestra oscuridad y para que nos encontremos a gusto. Este mundo creado por ciegos está expuesto a graves errores. El engaño más importante es creernos videntes siendo ciegos. Esto nos obliga a estancarnos en nuestras tinieblas, a movernos para siempre entre sombras, a caminar con rumbo incierto y expuestos a equivocarnos en cada encrucijada. La salvación cristiana es presentada con una luz nueva, capaz de curar la ceguera humana. Hay una visión nueva, un modo más profundo de penetrar en las cosas, que nos lo ofrece Dios por medio de Jesucristo. Él es la luz que prende en las cuencas de los oscureci­dos ojos humanos. La conversión sólo es posible si uno reconoce que no ve o que la visión que tiene está equivocada».

CANTO DE ENTRADA: «TU noche será luz» (CLN, 124).

SALUDO INICIAL: «Dad gracias con alegría al Padre, que os ha hecho dignos de tener parte en la herencia de los consagrados, en la luz. Porque él nos sacó del dominio de las tinieblas para trasladarnos al reino de su Hijo querido» (Col 1,12-13).

ORACIÓN INICIAL: «Señor Jesús, tú abriste los ojos del ciego de nacimiento y te revelaste a él como Salvador: nosotros, como ciegos, que somos, tendemos hacia ti nuestras manos y te pedimos: Mira las sombras que cubren nuestras mentes: ilumínanos. Mira cómo cae la noche sobre nosotros: sálvanos. Envíanos tu santo Espíritu para que nos abra los ojos del corazón y podamos reconocerte como Salvador. Que nos llegue el amanecer del día eterno, en que veamos claramente el amor que tu Padre nos tiene. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(Lucien Deiss)

CUARESMA 91

PRIMERA LECTURA: IS 60,1-6 (La luz de la nueva Jerusalén).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 26 (I) «El Señor es mi luz» (CLN, 505).

SEGUNDA LECTURA: Rom 13,11-14 (Actuar en la luz, de día); Ef 5,8-20 (Vivir como hijos de la luz); 1 Jn 2,7-11 (Estar en la luz); 1 Jn 1,5-7; 2,9-11 (Vivir en la luz).

(Aclamación)

EVANGELIO: Mt 5,14-16 (Sois la luz del mundo); Jn 3,19-21 (El juicio de la luz).

HOMILÍA: El relato del ciego de nacimiento hace ver el itinerario ascendente del ciego (de la ceguera a la visión), en contraste con el descendente de los fariseos (de la visión a la ceguera). El ciego es figura del pueblo reducido a la impotencia por la opresión de sus dirigentes; es un subhombre, un pobre mar­ginado que puede ser liberado. La curación del ciego es como una nueva creación: barro o tierra, saliva o energía vital y lava­torio o integridad humana total, puesto que llega a ver y a conocer. El ciego se libera superando diferentes pruebas. Frente al reconocimiento ascendente que hace el ciego de la persona de Jesús («hombre de Dios», «profeta», «Señor»), surgen diferentes dudas o rechazos, presentados por los inter­locutores (vecinos, familiares y fariseos). La primera reacción proviene de los «vecinos», los cuales —próximos al ciego mendicante e inmediatos testigos de lo que ocurre— conocen desde fuera, están mal informados, tienen juicios poco sólidos y están llenos de miedo; no son libres. La segunda reacción proviene de los «padres» del ciego: creen, pero no se atreven a dar testimonio personal por «miedo a los dirigentes judíos». La sangre y la raza atenazan con frecuencia. La tercera reac­ción surge de los «fariseos», guardianes de la ortodoxia y de las tradiciones: se interrogan, pero no creen. Parece que acep­tan el hecho de la curación; incluso indagan, pero niegan su adhesión, no tienen interés por la verdad. La cuarta reacción es del mismo «ciego», que da su plena adhesión a Jesús. Su respuesta a los fariseos es contundente: «Es un profeta». Ha calado en el significado de la palabra y el gesto de Jesús. Este testimonio, firme y personal, representa a los que se interro­gan, creen y dan testimonio. Su historia es una marcha cate-cumenal hacia el bautismo como iluminación.

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92 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

OBJETO SIGNIFICATIVO (La pila bautismal)

ACCIÓN SIMBÓLICA (La lectura evangélica se proclama entre varios lectores)

SIGNIFICADO (Ver «Iluminación» en «Símbolos religiosos», pág. 721).

POEMA: «Creer» o «¡Soñar, Señor, soñar!» (Ver «Poemas», págs. 521 y 585).

COMPROMISO (A los enunciados de fe del credo, previamente redactado, todos con­testan como el ciego, o cantan: «Creo, Señor». Se eleva una cruz, y todos, desde el lugar en que estén, se inclinan y la adoran)

SEGUNDO ESCRUTINIO (El segundo escrutinio ayuda a examinar los pecados sociales)

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Te damos gracias, Señor, Padre santo, porque con tu luz revelas, iluminas y salvas. Tu luz nos hace ver la luz. Tú destierras y quieres que desterremos las tinieblas, que son ceguera de rencores, odios y egoísmos. Jesucristo, tu Hijo, es el sol naciente, la luz del mundo que se encarnó en las oscuridades de una noche y resucitó en la madrugada del primer día. Es la luz de quienes creen en Él, que se encarnó para conducir al género humano, peregrino en las tinieblas, al esplendor de la fe. Situados nosotros en las espesas nieblas del pecado, Tú nos has llamado a vivir la luz del día, para obtener los frutos de la luz, que son los frutos del Espíritu. Te pedimos, Padre, que, lavados por el baño bautismal e iluminados por tu llamada a una nueva vida, participemos de la luz inaccesible de tu rostro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(O bien Oraciones, IV Domingo de Cuaresma A: «Lucidez», pág. 42)

CUARESMA 93

6. Una nueva vida: «La resurrección de Lázaro»

INTRODUCCIÓN: «El relato de la resurrección de Lázaro es una catcque­sis sobre la fe en la resurrección. Muestra que Jesús es más fuerte que la muerte, y que su vida termina dando vida. Él mismo resuci­tará, porque es "la resurrección y la vida". El personaje central del relato es, evidentemente, Jesús, base de la vida cristiana. San Juan relaciona siempre la fe con la vida. La fe en Cristo es una partici­pación en la vida, que se hace plena en el bautismo. Dicho de otro modo, la fe y el bautismo nos hacen participar en la vida del resu­citado. Los otros personajes del relato son: "Lázaro", que repre­senta a los cristianos; los "discípulos", llenos de miedo y de lógica humana; "Marta" (más que María, que es secundaria), afligida y llena de esperanza; finalmente, los "judíos", que decretan en el Sanedrín, con ocasión de la resurrección de Lázaro, condenar a muerte a Jesús».

CANTO DE ENTRADA: «¿Le conocéis?» (CLN, 723).

SALUDO INICIAL: «Ésta es la voluntad de mi Padre: que no se pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día —dice el Señor—» (Jn 6,39).

ORACIÓN INICIAL:

«Señor Jesús, tú eres la resurrección y la vida; quien tiene fe en ti no morirá nunca. Con Marta y María te decimos: "Señor, mira que tu amigo está enfermo". Ahuyenta de nuestros corazones la tristeza, que nos aplasta como una losa sepulcral. Quita de nuestros rostros las vendas que nos envuelven como fúnebre mortaja. Cuando tú lloras a la vista de nuestro dolor, como lo hiciste ante la tumba de Lázaro, nos llenamos de gozo, Señor. Entonces estamos seguros de que tu voz nos llamará de nuestras tumbas para vivir en el gozo de tu amor para siempre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(Lucien Deiss)

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94 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

PRIMERA LECTURA: Gn 1,1 - 2,2 (La creación).

CANTO RESPONSORIAL: «Nueva vida» (CMD, 21).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cóf 15,20-28 (La resurrección de todos); Col 1,15-20 (Jesucristo, primogénito); Ap 7,9-14 (Victoria de Dios).

(Aclamación)

EVANGELIO: Le 24,1-8 (El anuncio de la resurrección); Jn 11,1-45 (La resurrección de Lázaro).

HOMILÍA: Ningún relato evangélico describe directamente la resu­rrección de Jesús. Todos ellos afirman lo que ha ocurrido mediante un anuncio (del ángel, voz de Dios) y una explica­ción (catequesis para profundizar la fe). Es una buena noticia que se debe anunciar a los hermanos y a todo el mundo. Es un hecho de fe. La resurrección —tanto la de Jesús como la de los muertos— es el centro de la experiencia cristiana y el núcleo básico de la fe. La Iglesia apareció como comunidad de cre­yentes en el Resucitado y de testigos de la resurrección. La pri­mera confesión de fe, «Jesús es el Señor» (Rom 10,9), procla­ma el señorío de Jesús o su victoria sobre la muerte por ini­ciativa de Dios. Según la tradición bíblica, la resurrección de los muertos responde al drama de la muerte; es respuesta que se fundamenta en Dios, fuente de la vida y señor de la justicia. Se alcanzará la plenitud del reino con la victoria sobre la muer­te. La resurrección ilumina no sólo el destino personal, sino el del mundo entero, que también aspira a la redención total. El mensaje de la resurrección amplía y profundiza las fronteras de la experiencia humana, encerrada entre el nacimiento y la muerte.

OBJETO SIGNIFICATIVO

(Plantar una cruz adornada con flores, encender el cirio pascual, ves­tirse de blanco, iluminar un árbol seco, distribuir cirios encendidos, encender una llama en la oscuridad)

ACCIÓN SIMBÓLICA

(La lectura evangélica se proclama entre varios lectores. Ver «Dramatizaciones bíblicas». Al acabar el relato evangélico, se inciensa la cruz)

CUARESMA 95

COMPROMISO

(Al acabar la homilía, un hombre da las gracias a las mujeres, sobre todo a las madres y educadoras cristianas, por escuchar como María y servir como Marta, por el despertar de la mujer en su dignidad de per­sona, por la conciencia adquirida en su igualdad con el varón y por su disponibilidad a ser corresponsable en la sociedad y en la Iglesia).

TERCER ESCRUTINIO

(El tercer escrutinio ayuda a contemplar el mal radical, que es la muer­te, junto a sus consecuencias: sufrimientos injustos, guerras, catástro­fes, desnutrición, falta de medicinas, hambre)

HIMNO: «¡Luz que te entregas!» (Ver «Himnos», pág. 496).

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Gracias, Padre, origen y meta de toda vida, porque tu presencia sostiene nuestro ser, sin que nos hundamos en la nada o nos perdamos en la muerte.

Tú nos has regalado a tu Hijo, luz sin ocaso, claridad sempiterna, que nos mandó caminar por la vida para escapar de las sombras de la muerte y alcanzar el banquete de tu reino.

Jesús, hombre mortal como nosotros, lloró a su amigo Lázaro en el sepulcro y lo devolvió a la vida, porque El es la resurrección.

Muestra, Señor, tu compasión con nosotros e intégranos en la felicidad de la vida.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(O bien, Oraciones, V Domingo de Cuaresma A: «Vida plena», pág. 44)

* * *

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96 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

7. Abiertos a la recepción de Dios: «La entrada del Señor»

INTRODUCCIÓN: «La Semana Santa conmemora la pasión de Cristo. Se compone de dos partes: el final de la Cuaresma (del Domingo de Ramos al Miércoles Santo) y el Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado-domingo), que celebra paso a paso los últimos aconteci­mientos de la vida de Jesús, desarrollados en tres días. Es el tiem­po de más intensidad litúrgica de todo el año. Ha calado honda­mente en el catolicismo popular, sobre todo a través de las proce­siones. La Semana Santa es inaugurada por el Domingo de Ramos, en que se celebran las dos caras centrales del misterio pascual: la vida o el triunfo, mediante la procesión de ramos en honor de Cristo Rey, y la muerte o el fracaso, a través de la lectura de la pasión correspondiente a los evangelios sinópticos (la de Juan se lee el viernes). Debido a las dos caras que tiene este día, se deno­mina Domingo de Ramos (cara victoriosa) o Domingo de Pasión (cara dolorosa)».

CANTO DE ENTRADA: «El Señor nos ha redimido» (CLN, 109).

OBJETO SIGNIFICATIVO

(Los ramos de olivo)

POEMA: «La entrada del Señor» (Ver «Poemas», pág. 545).

ACCIÓN SIMBÓLICA

(El domingo de Ramos —pregón del misterio pascual— comprende dos celebraciones: la procesión de Ramos y la eucaristía. Lo que importa en la primera parte no es el ramo bendito, sino la celebración del triunfo de Jesús. A ser posible, debe comenzar el acto en una igle­sia secundaria, para dar lugar al simbolismo de la entrada en Jerusalén, representada por el templo principal. Si no hay iglesia secundaria, se hace una entrada solemne desde el fondo del templo. El rito comienza con la bendición de los ramos, que deben ser lo suficientemente gran­des para que se dé al acto un tono festivo. Debe hacerse de tal modo que el pueblo vea; los ramos han de estar visibles. Después de la asper­sión de los ramos se proclama el evangelio, es decir, se lee lo que a continuación se va a realizar)

HIMNO:

«Alégrate, Señor, del ruido ronco de este recibimiento que miramos; pues mira que hoy, mi Dios, te dan los ramos, por darte el viernes más desnudo el tronco.

CUARESMA 97

Hoy te reciben con los ramos bellos, aplauso sospechoso, si se advierte, pues de aquí a poco para darte muerte te irá con armas a buscar entre ellos.

Y porque la malicia más te arguya de nación a su propio rey tirana, hoy te ofrecen sus capas, y mañana suertes verás echar sobre la tuya».

(Francisco de Quevedo)

(O, en su lugar, «El pueblo que fue cautivo». Ver «Himnos», pág. 487)

HOMILÍA: Por ser creyentes, estar convertidos y haber sido iniciados sacramentalmente a la vida cristiana, pertenecemos de tal modo al Señor que, al celebrar litúrgicamente su entrada en Jerusalén, nos asociamos a su seguimiento. La Semana Santa comienza y acaba con la entrada triunfal de los redimidos en la Jerusalén celestial, recinto iluminado por la antorcha del Cordero.

A la procesión sigue inmediatamente la eucaristía. Del aspecto glorioso de los ramos pasamos al doloroso de la pasión. Esta transición no se deduce sólo del modo histórico en que ocurrieron los hechos, sino porque el triunfo de Jesús en el Domingo de Ramos es signo de su triunfo definitivo. Los ramos nos muestran que Jesús va a sufrir, pero como vence­dor; va a morir, mas para resucitar. En resumen, el Domingo de Ramos es inauguración de la Pascua o paso de las tinieblas a la luz, de la humillación a la gloria, del pecado a la gracia y de la muerte a la vida.

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Ramos A: «Rey sufriente», pág. 46).

* * *

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98 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

8. Apertura de los cinco sentidos

Los filósofos griegos elaboraron una reflexión propia sobre los cinco sentidos. Nada semejante hay en las Escrituras, aunque en ellas aparecen con frecuencia, de un modo u otro, los cinco senti­dos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Así, aunque nunca se dice que Dios tiene cuerpo, se le atribuyen los cinco sentidos, a saber: Dios tiene boca (Mt 4,4), labios (Job 11,5) voz (Gn 3,8), oídos (Ez 8,18), ojos (1 Sm 15,19), nariz (Gn 8,21), manos (Is 42,6) y dedos (Dt 5,15). En el Nuevo Testamento destacan el oído y la vista, en tanto tienen menor relieve los otros tres: olfato, gusto y tacto. Ver y mirar, oír y escuchar aparecen con frecuencia en el testimonio cristiano. En la liturgia se aprecia el valor de los cinco sentidos, cuya función es orientar el significado. Mediante los sentidos, no sólo captamos el mundo de las personas, sino que expresamos nuestra experiencia personal. La fe depende de los signos, y el conocimiento empieza por los sentidos, órganos del espíritu. A Dios se le ve en signos y se le escucha en su palabra. Tradicionalmente, la catequesis cuaresmal de iniciación descansa en la apertura de los cinco sentidos.

a) Tercer domingo (Se simboliza la apertura del gusto: hambre y sed)

TEXTOS BÍBLICOS: Ex 17,1-7 (El agua de la roca); Rom 5,1-2. 5-8 (La salvación); Jn 4,5-42 (Jesús y la samaritana).

SIGNIFICADO: Necesidades primordiales del ser humano son el ham­bre y la sed. El alimento y la bebida son necesarios en función de la vida y del alejamiento de la muerte. Comer y beber sig­nifica alimentarse para vivir, convivir con los amigos o herma­nos, unirse en estrecha comunión, compartir sentimientos comunes y festejar. La comida, signo natural de la intimidad en la amistad y la alegría, es el acto por el que se mantiene la vida. Es sacramento de la sabiduría. Expresa la fraternidad, la celebración y la fiesta. La comida fraterna es acto de comuni­dad que simboliza la solidaridad del ser humano con el mundo, con los hermanos y con Dios. Dar de comer al ham­briento y de beber al sediento es un signo principal de caridad: ahí se encuentra Dios. Mediante el gusto se percibe el sabor de la comida. Recordemos que sabory saber proceden de la pala­bra sabiduría, percibida de dos modos: como alimento y como conocimiento. El gusto se pone de relieve en el hambre y sed

CUARESMA 99

de evangelio de la Samaritana, según Jn 4,5-42. Sabemos que el gesto cristiano por antonomasia, dado en la eucaristía, es un bocado y un trago, en el contexto sagrado de una comida.

Al gusto se añade el olfato. El buen olor tiene relación con el perfume. Se une asimismo a la unción, ya que el aceite se mezcla con sustancias aromáticas, como la mirra, el cinamo­mo y la casia. Jesús fue ungido y perfumado por la mujer de Betania, como signo de ternura y amor, de consagración y de esperanza. En la liturgia se perciben los olores del incienso, las flores y los cirios. Mediante el buen olor apreciamos el lugar donde nos reunimos y hacemos actuales las experiencias anteriores tenidas en una celebración.

b) Cuarto domingo (Se simboliza la apertura de la vista: iluminación).

TEXTOS BÍBLICOS: 1 Sm 16,1.6-7.10-13a (David, ungido rey); Ef 5,8-14 (Romper con el pasado); Jn 9,1-41 (El ciego de nacimiento).

SIGNIFICADO: Aunque el Nuevo Testamento da una gran importan­cia al oír, no desdeña el relieve que tienen el ver o el mirar. Con los ojos nos comunicamos con los demás, y a través de ellos expresamos nuestros sentimientos. Dios se ha hecho ser humano, visible y palpable. Además, los signos de Jesús se descubren viendo. Ver con los ojos equivale muchas veces a contemplar. Dicho de otro modo: contemplar el rostro de Dios es experimentar su proximidad, aunque sólo Jesús ha visto al Padre. Los evangelios relatan diversas miradas de Jesús: levanta los ojos al cielo en la multiplicación de los panes y en el bautismo del Jordán; mira al joven rico, a las muchedum­bres y a los fariseos... Es, pues, fundamental saber mirar. Al final de los tiempos, los creyentes «de corazón puro» adquiri­rán la visión. En la liturgia, la vista desempeña un papel fun­damental. (Recordemos el singular relieve que adquirió la vista cuando la liturgia se desarrollaba en latín).

En los profetas, la ceguera significa obcecación, negativa a comprender, rebeldía. San Juan une el ver y el creer: «Venid y veréis» (Jn 1,39), dice Jesús a sus primeros discípulos. Y a Tomás: «Porque me has visto has creído» (Jn 20,29). El ciego de los evangelios, por vivir en tinieblas, no percibe la gloria de

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100 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Dios. La vista —y su contrapart ida, la ceguera— se pone de relieve en la i luminación del ciego de nacimiento, según Jn 9,1-41.

c) Quinto domingo (Se simboliza la apertura del tacto: resurrección)

TEXTOS BÍBLICOS: EZ 37,1-14 (Los huesos secos); Rom 8,5-11 (Vida por el Espíritu); Jn 11,1-45 (La resurrección de Lázaro).

SIGNIFICADO: El tacto es el pr imer sentido que aparece en el ser humano y el ú l t imo que desaparece. Ayuda a tocar, a palpar; establece un contacto. Se desarrolla especialmente con las manos. De este modo se descubre toda la realidad material , la existencia. El tacto, como sentido total , se pone de relieve en la resurrección de Lázaro, según Jn 11,1.-45. Son múlt iples los pasajes del evangelio en los que Jesús contacta con los lepro­sos, palpa los ojos del ciego, impone sus manos a los niños y toca a sus discípulos después de la transf iguración para inspi­rarles confianza. Para curar, Jesús palpa, toca, contacta.

La l iturgia ejercita el tacto para bautizar, signar, ungir e imponer las manos. Recordemos que con el tacto se toman de la mano los novios en la celebración de su mat r imonio , se imponen las manos, y la asamblea da y recibe la paz.

d) Sábado Santo (Se simboliza el oído: comunicación)

TEXTOS BÍBLICOS: IS 35,1-7 (El regreso a Sión); Me 7,31-37 (El sordomudo).

SIGNIFICADO: De los cinco sentidos, sobresale el oído, es decir, el sentido de la palabra, hacia el cual convergen todos los demás. Es el órgano por excelencia de la comunicación huma­na y religiosa. No olv idemos la af i rmación paulina de que «la fe viene del oído» (Rom 10,14), af i rmación que se cumple en la celebración litúrgica mediante la proclamación y la audición de la palabra. «Lo que hemos oído y lo que hemos visto —dice san Juan— os lo anunciamos». Según estas palabras, los dos sentidos más espirituales son la vista y el oído. Pero, así como entre los griegos prevalece el ver sobre el oír, en el mundo

CUARESMA 101

judío veterotestamentar io ocurre al revés: es más importante el oír que el ver. En la Biblia predominan las audiciones sobre las visiones. «Todo lo que creemos —dice san Agust ín—, lo creemos por ver y escuchar». El oído acoge y recibe, en tanto que la vista analiza y divide. Para captar lo rel igioso es nece­sario oír. El oído equivale a disposic ión de escuchar y obede­cer a quien habla. «Quien tenga oídos, que oiga» (Ap 12,9). Más de veinte veces alude el Apocal ipsis a una voz «vibrante» (1,10), «potente» (5,2; 11,12; 16,1; 21,3), «grito desgarrador» (7,2; 10,3; 14,15), «aclamación» (12,10) o «vocerío» (19,1). El oído es el sentido de la comunicac ión en el evangelio del sordomudo, según Me 7,31-37. Escuchar es oír atentamente. Dios escucha los gri tos de su pueblo, Jesucristo escucha a los necesitados, y el crist iano escucha la palabra del Señor y el c lamor de los pobres. En def ini t iva, la l i turgia es un encuentro de dos palabras: la de Dios, que t iene la iniciativa, y la del cre­yente, que la expresa como respuesta. Es un diálogo. El polo audit ivo se pone de relieve en la l i turgia de la palabra, y el visual en la l i turgia sacramental. Así como el ver nos lleva a contemplar, el oír nos invita a actuar. Con la boca responde­mos a la palabra de Dios. La l i turgia es un diálogo a través de acciones y de palabras.

* * *

9. Viacrucis bíblico

El descubr imiento en el siglo iv de la que parecía ser la verdadera cruz dio lugar a un culto extraordinar io a las reliquias de la cruz y un gran deseo de peregrinar a los Santos Lugares. Los peregrinos que iban a Jerusalén en el siglo iv reconocieron que ya existía en la ciudad santa una vía sacra o via dolorosa. Literalmente, el cami­no de la cruz o «viacrucis» equivale al recorr ido que hizo Jesús desde el Pretorio de Pilato al Gólgota (Mt 27,22-61; Me 15; Le 23; Jn 19). Como devoción, surgió cuando el pueblo crist iano comen­zó a seguir en espíritu el m ismo t rayecto, deteniéndose en varias estaciones. Es quizá una de las más ant iguas y populares devo­ciones. Ante el Salvador que sufre, los fieles extraen arrepenti­miento, compasión y amor. Divulgadores de esta devoción fueron, entre otros muchos, san Bernardo y San Francisco de Asís. Los cruzados hicieron suya la devoción a la cruz. La forma definit iva del viacrucis de 14 estaciones cristal izó en España y se extendió

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102 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

por la península a comienzos del siglo xvn. Luego se divulgó por toda la cristiandad en el siglo xvm.

Hasta el Vaticano n, el viacrucis ha sido uno de los ejercicios de piedad más familiares a los cristianos. En el fondo, es un acto de fe bajo la forma de un drama vivo, completo en su ejercicio, nucle­ar en su contenido y fácil de repetir de memoria. En el viacrucis se asocian el gesto del cuerpo, la imaginación y el sentimiento reli­gioso. Se trata de ver, sentir y oír en comunión con el Cristo de la Pasión. Dom C. Marmion decía a sus monjes: «Estoy convencido de que, fuera de los sacramentos y acciones litúrgicas, nada hay más práctico ni más útil para nuestro espíritu que el viacrucis hecho con devoción».

Hay infinidad de viacrucis en cualquier librería religiosa. El tra­dicional se compone de catorce estaciones. Hay otro, utilizado por Juan Pablo u por primera vez el Viernes Santo de 1991 en el coli­seo romano, en el que se suprimen del tradicional las estaciones que no figuran en los evangelios y se sustituyen por otras, se evi­tan los duplicados (las tres caídas se reducen a una), se inicia con la última cena y se termina con la resurrección.

a) Viacrucis renovado

1. La última cena de Jesús (Mt 26,20-29) 2. La agonía de Jesús en el huerto (Le 22,41-46) 3. El arresto de Jesús (Mt 26,47-56) 4. Jesús ante el Sanedrín (Me 14,53-65) 5. Pedro niega a Jesús (Me 14,66-72) 6. Jesús ante Pilato (Jn 18,28-38) 7. La flagelación de Jesús (Me 15,15-19) 8. Jesús es condenado a muerte (Mt 27,12-15.26) 9. El cireneo y las mujeres del viacrucis

(Le 23,26-32) 10. La crucifixión de Jesús (Me 15,22-30) 11. Ultimas palabras de Jesús (Jn 19,31-34) 12. La muerte de Jesús (Jn 19,31-34) 13. La sepultura de Jesús (Le 23,50-56) 14. La resurrección del Señor (Mt 27,62-66; 28,1-7)

b) Viacrucis tradicional

COMIENZO: «Tened entre vosotros la misma actitud del Mesías Jesús: El, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos. Así, presentándose como simple

CUARESMA 103

hombre, se abajó, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,5-8).

CANTO: «Cristo por nosotros se sometió» (CLN, 157).

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Texto: «Al amanecer, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo llegaron a un acuerdo para condenar a muerte a Jesús y, atándolo, lo condujeron a Pilato, el gobernador, y se lo entregaron» (Mt 27,1-2).

Comentario: «Yo, como cordero manso llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que tramaban contra mí: Cortemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más» (Jr 11,19)

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Texto: «Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: "¿Y qué hago con ese que llamáis rey de los judíos?" A lo cual gritaban ellos: "¡Crucifícalo!" Pilato les replicó: "Pero ¿qué ha hecho de malo?" Ellos gritaban más y más: "¡Crucifícalo!" Pilato, queriendo dar satisfacción a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran» (Me 15,12-15).

Comentario: «Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humilla­do; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crí­menes» (Is 53,4-6).

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

Texto: «Ahora me siento agitado; ¿le pido al Padre que me saque de esta hora? ¡Pero si para esto he venido, para esta hora! ¡Padre, manifiesta tu gloria!» (Jn 12,27-28).

Comentario: «Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos» (Sal 139,5-6).

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104 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A MARÍA, SU MADRE

Texto: «Mira: éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten; será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón» (Le 2,34-35).

Comentario: «¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, virgen hija de Sión? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte?» (Lam2,13).

QUINTA ESTACIÓN: EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

Texto: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y me siga; porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí la sal­vará» (Le 9,23-24).

Comentario: «Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo» (Gal 6, 2).

SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Texto: «Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se prego­ne la buena noticia se recordará también en su honor lo que ha hecho ella» (Me 14,9).

Comentario: «Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores acostumbrado a sufri­mientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desesti­mado» (Is 53,2-3).

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Texto: «Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación» (Sal 118,13-14).

Comentario: «No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado, en todo igual que nosotros, excluido el pecado» (Heb 4,15).

CUARESMA 105

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS EXHORTA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Texto: «Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad mejor por voso­tras y por vuestros hijos, porque mirad que van a llegar días en que digan: "¡Dichosas las estériles, los vientres que no han parido y los pechos que no han criado!" Entonces pedirán a los montes: "¡Desplomaos sobre nosotros!", y a las colinas: "¡Sepultadnos!"; porque si con el leño verde hacen esto, ¿qué ocurrirá con el seco?» (Le 23,28-31).

Comentario: «Pues bien —oráculo del Señor—, convertios a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazo­nes y no los vestidos; convertios al Señor, vuestro Dios, que es compasivo y clemente, paciente y misericordioso» (Jl 2,12-13).

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Texto: «Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo: "Padre mío, si es posible, que se aleje de mí este cáliz. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú"» (Mt 26,39).

Comentario: «El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvida­dos. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto» (Sal 143,3-4).

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Texto: «Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica» (Sal 21,18-19).

Comentario: «Dejando, pues, vuestra antigua conducta, despojaos del hombre viejo, viciado por la corrupción del error, y revestios del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad verdade­ras» (Ef 4,22-23).

UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Texto: «Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", los crucifica­ron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que

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106 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

hacen". Y se repartieron sus ropas, echando a suertes» (Le 23,33-34).

Comentario: «Mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte. Me aco­rrala una jauría de mastines, me cerca una bandada de malhecho­res; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos» (Sal 21,16-17).

DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Texto: «Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró» (Me 15,37).

Comentario: «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13).

DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS, MUERTO, ES DESCENDIDO DE LA CRUZ

Texto: «Un senador, de nombre José, persona buena y honrada, no se había adherido a la decisión ni a la acción de los judíos; era natu­ral de Arimatea, pueblo de Judea, y aguardaba el reinado de Dios. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Lo descolgó y lo envolvió en una sábana» (Le 23,50-53).

Comentario: «Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad, fijaos: ¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado! El Señor me ha castigado el día del incendio de su ira» (Lam 1,12).

DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO

Texto: «En el sitio donde lo crucificaron había un huerto, y en el huer­to un sepulcro nuevo donde todavía no habían enterrado a nadie. Como para los judíos era día de preparativos y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19,41-42).

Comentario: «Sí, os lo aseguro: si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo; en cambio, si muere, da fruto abundante» (Jn 12,24).

CUARESMA 107

DECIMOQUINTA ESTACIÓN: JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS

Texto: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Le 24,6).

Comentario: «Se aniquiló la muerte para siempre. Muerte, ¿dónde está tu victoria?; ¿dónde está, muerte, tu aguijón?... Demos gracias a Dios, que nos da esta victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor 15,55-57).

CONCLUSIÓN: «Por haber muerto con Cristo, creemos que también vivi­remos con él, pues sabemos que Cristo resucitado de la muerte no muere ya más, que la muerte no tiene dominio sobre él... Pues lo mismo vosotros, teneos por muertos al pecado y vivos para Dios, mediante el Mesías Jesús» (Rom 6,8-9.11).

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4 Triduo Pascual

1. La Semana Santa

En la sociedad secular que nos toca vivir, la Semana Santa ha per­dido el halo religioso popular que le prestó la crist iandad. Sin embargo, subsisten manifestaciones de devoción centradas en la Pasión de Cristo, y se advierte en parroquias renovadas y en comunidades cristianas la aspiración a vivir con mayor hondura la fe durante esta semana.

La Semana Santa conmemora la pasión de Cristo, es decir, su muerte y resurrección. Por eso es el t iempo de más intensidad litúrgica de todo el año y de mayor calado en el catol icismo popu­lar. Litúrgicamente es celebrada en comunidades restringidas y en asambleas parroquiales; popularmente cobra relieve a través de ciertas manifestaciones y devociones. El centro de la pasión de Cristo reside en la cruz, símbolo de fe y de redención. Para el pue­blo cristiano, la cruz es un mister io que revela la victoria del Señor frente a todo adversario y toda adversidad. El sacrificio del Calvario es para el pueblo cristiano un castigo indebido e infame que recibe el Hijo de Dios, un crucif icado inocente l lamado a resu­citar porque Dios está con él.

Para entender la Semana Santa, centrada en la pasión de Jesús, conviene fijarse en sus tres estratos principales. En pr imer lugar, el sacramental, que corresponde a las celebraciones del Triduo Pascual, según indican los l ibros l i túrgicos. Es v iv ido por la feligresía más asidua a la convocatoria semanal eucarística. En segundo lugar, se descubre el estrato de las dramatizaciones, constituido por las representaciones de los hechos históricos, como la procesión de ramos del Domingo de Pasión, el lavatorio de pies del Jueves Santo, la adoración de la cruz del Viernes Santo y el lucernario pascual. A excepción del lucernario, de reciente restauración y más s imból ico, las otras tres representaciones (ramos, lavatorio y adoración de la cruz) son las únicas dramat i ­zaciones litúrgicas oficiales no desterradas de las iglesias. Una

TRIDUO PASCUAL 109

parte de nuestro pueblo cristiano que frecuenta la iglesia en las grandes ocasiones participa con gusto en estas manifestaciones. El tercer estrato de la Semana Santa corresponde a la religiosidad popular, const i tu ido por diversos actos piadosos y devociones populares, basados unos —la visita al monumento , la hora santa y el sermón de las siete palabras— en la agonía de Jesús, mien­tras que otros —el viacrucis, las representaciones teatrales y las procesiones de Semana Santa, por e jemplo— describen la pasión entera del Señor. Naturalmente, no todas estas devociones son válidas hoy. Sin embargo, cuando se realizan bien ayudan a pro­fesar la fe, a descubrir el sentido del pecado, a famil iarizarse con la cruz de Cristo, a crecer en el abandono de Dios y a encararse con las injusticias de este mundo. Todo radica en el e jemplo de Cristo y en su entrega como don salvador.

* * *

2. El Triduo Pascual

El Triduo Pascual, centro de la acción litúrgica de la Iglesia, cele­bra la muerte, la sepultura y la resurrección del Señor. Su pórt ico es la l i turgia vespertina del Jueves Santo; abarca el viernes, el sábado y la vigi l ia pascual. La muerte, la sepultura y la resurrec­ción no son sino diversas fases de un solo mister io, el pascual. La l iturgia separa esos tres días en celebraciones diversas, por la riqueza que encierra cada cara del misterio de Cristo. Pero en la celebración de cada una de estas fases no se han de perder de vista las otras. Así, la cruz es la muerte victoriosa de Jesús, y la resurrección es el resurgir de Cristo crucif icado, que probó la amargura y la soledad del sepulcro. El t r iduo es t iempo de cu lmi­nación celebrativa de todo el año l i túrgico, retiro espiritual comu­nitario y momento principal de revisión de la vida cristiana. Por consiguiente, debe ser preparado con antelación. En realidad, la Cuaresma es un prolongado retiro de los días santos pascuales.

En el caso de experiencias comunitar ias o de pascuas juveni­les, cabe destacar en cada día del t r iduo dos momentos: la oración de la mañana y la celebración vespertina. La celebración matut ina del jueves es la penitencia comuni tar ia; la del viernes es la hora santa; y la del sábado, una oración comunitar ia de esperanza en la resurrección.

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110 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

A una hora conveniente de la tarde, puede establecerse un diá­logo sobre un tema previamente elegido. En la «Comunidad de la Resurrección» de Madrid, que ha celebrado el triduo ininterrum­pidamente desde 1968 en régimen de convivencia, se han tratado en estos últimos años los siguientes temas:

1985: 1. La justicia (jueves) 2. El compartir (viernes) 3. El bautismo (sábado)

1986: 1. El testimonio 2. El perdón 3. La esperanza

1987: 1. El prójimo 2. Los juicios 3. La libertad

1988: 1. La escucha 2. El conflicto 3. La utopía

1989: 1. Lo que se opone a la paz 2. El dolor humano y el dolor de Cristo 3. Esfuerzo humano y esperanza

1990. 1. Las comidas de Jesús 2. Los retos para el cristiano de hoy 3. Cambios profundos y esperanza

1991: 1. Lo viejo y lo nuevo 2. Verdad y mentira 3. Acción y contemplación

1992: 1. Disponibilidad 2. Sacrificio 3. Descanso

1993: 1. El clamor de la tierra 2. El dolor de la tierra 3. La esperanza de la tierra

1994: 1. «Os doy un mandato nuevo» 2. Creer desde el dolor 3. La alegría de vivir

fRiDuo PASCUAL 111

1995: 1. El servicio a los demás 2. La muerte como entrega 3. Signos de esperanza

1996: 1. Comunión/Solidaridad 2. La entrega de Jesús/Compromiso 3. De la muerte a la resurrección

Estos temas de diálogo son introducidos sucintamente por un ponente de la comunidad mediante una breve aclaración del sen­tido y un par de preguntas. El coloquio puede prolongarse en torno a una hora y media.

3. Jueves Santo: «La Cena del Señor»

a) La penitencia del triduo

(En uno de los tres días anteriores al Jueves Santo, o en la misma maña­na de este día, puede celebrarse comunitariamente la penitencia. Recordemos que la celebración más antigua del Jueves Santo no es la Cena, sino la reconciliación, celebrada por el obispo, de los penitentes con la Iglesia. Lógicamente, los cristianos pecadores debemos reconci­liarnos antes de celebrar el Triduo Pascual, máxime teniendo en cuen­ta que el Jueves Santo es el «día del amor fraterno».

En cuanto a la celebración comunitaria de la penitencia propiamen­te dicha, después de una introducción al sentido de la reconciliación previa al triduo, se canta algo apropiado y se hace oración. Dos o tres lecturas bíblicas ayudan a tomar conciencia, además de un examen concreto comunitario, hecho eventualmente entre varias personas con­forme al tema elegido para la revisión. A cada lectura puede seguirle un examen, un canto y una oración. Se puede introducir al final de las lecturas y de la eventual homilía un símbolo penitencial, como es encender o apagar algunas velas, quemar papeles en un brasero, rom­per una cadena en trozos, quebrar en el suelo una vasija de barro, atar las manos con una cuerda y desatarlas, cortar un cartón en pedazos, cla­var clavos en una cruz o desclavarlos, arrojar clavos en un recipiente de metal, lavarse las manos o el rostro, esparcir carbón o pintura negra en un lienzo, manchar con barro un cartón blanco, etc. Si la comunidad es numerosa, se divide en grupos para tomar conciencia de los pecados. Después se pide perdón por medio de unas peticiones preparadas. Si es posible, se hacen también peticiones de perdón espontáneas y se invi-

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112 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

ta a la reconciliación con un silencio prolongado. Después de la con­fesión de los pecados, se da la absolución. El abrazo de paz y un canto sellan el final. Deben cuidarse la iluminación y la ambientación musical)

b) Cena pascual comunitaria (La celebración vespertina exige preparar la capilla o iglesia. Debe ponerse de relieve la mesa, a ser posible grande y bien adornada. Se preparan cálices o copas, patenas o platos, flores, doce velas y mante­les. Se sitúan en el centro del presbiterio los utensilios necesarios para el lavatorio: jarra con agua, jofaina y toallü. No olvidar el incienso e incensario. El «monumento» puede hacerse en una mesa sencilla, con vajilla adecuada de tipo rústico)

A LA ENTRADA

(El sacerdote y el equipo litúrgico reciben a los invitados. Se puede empezar fuera, en un patio, con una preparación especial para dispo­nerse a comenzar. Se entra cantando. Puede también darse a cada uno una pegatina alusiva al día, hacer un brindis antes de empezar, o perfu­mar con colonia a cada uno al entrar)

INTRODUCCIÓN A LA CELEBRACIÓN: «El Jueves Santo es día de la entre­ga amorosa, memoria de la eucaristía, festín de despedida y pórti­co de la pasión. Celebramos lo que Jesús vivió en la cena de des­pedida. Cumbre de la revelación es la confirmación de que Dios es amor y de que la vida de los hombres y mujeres entre sí y con Dios debe estar siempre presidida por la caridad. Por eso el mandamien­to supremo de la ley es amar a Dios de todo corazón y al prójimo como a uno mismo. Cristo hizo suyo este mandamiento y le dio un nuevo sentido —lo hizo "nuevo"— al identificarse con los herma­nos desvalidos, diciendo: "Lo que hicisteis con uno de esos herma­nos míos tan insignificantes, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40). Cristo, pues, al asumir la naturaleza humana, unió a sí, con solida­ridad sobrenatural, a todo el género humano como una sola familia y estableció la caridad como distintivo de sus discípulos».

CANTO DE ENTRADA: «En medio de nosotros» (CLN, A6); «Donde hay verdadero amor» (CMD, 191).

SALUDO DEL PRESIDENTE

GLORIA (Puede acompañarse de repique de campanillas)

TRIDUO PASCUAL 113

ORACIÓN: «Roguemos en silencio a Dios para que nos acompañe su Espíritu en esta noche (pausa). Señor, nuestro Dios y Padre, tú quieres injertar en nosotros hoy la presencia de tu Espíritu. Permítenos descubrir el amor fraterno en la cena pascual liberado­ra, en el lavatorio de pies del servicio mutuo y en la eucaristía de la Última Cena. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PRIMERA LECTURA: EX 12,1-8.11-14 (Preparación de la Pascua). (Al acabar la lectura, se prepara con cierta solemnidad la mesa mien­tras se escucha, por ejemplo, «La casa de mi amigo» de R. Cantalapiedra)

c) Lavatorio de pies

(El símbolo de lavarse los pies unos a otros debe hacerse en silencio. Un canto de caridad puede preceder o seguir a este gesto. Puede hacer­se una catequesis apropiada a los niños presentes sobre el sentido del lavatorio en el que participan. En general, puede oírse en estos momen­tos música clásica, polifonía o canto gregoriano. Aunque el gesto del lavatorio de pies es extraño a nuestra cultura, ha sido transmitido por los oficios de este día y significa un servicio que exige y requiere humildad)

INTRODUCCIÓN: «En el Jueves Santo tiene un especial relieve el lavato­rio de los pies, servicio que en tiempos de Jesús se prestaba obli­gatoriamente al huésped por parte de un esclavo no judío o de una mujer (la esposa al marido, y la hija al padre), en aquella sociedad patriarcal. Era un gesto hospitalario de acogida. Jesús lo hizo con sus discípulos como signo de entrega total. Es una catequesis de la eucaristía, una exhortación a la caridad, una actualización del man­damiento nuevo. Dios no es un dueño terrible, sino un servidor de los seres humanos que levanta a la persona en su dignidad».

EVANGELIO: Jn 13,1-15 (Lavatorio de los pies). (Mientras transcurre el lavatorio, se escucha «Ubi caritas» en gregoria­no o se canta «Donde hay caridad»: CLN 026)

d) El prójimo necesitado

(Al terminar el lavatorio, pueden presentarse objetos que simbolicen la caridad, con preguntas o frases en unos carteles:

* Bandeja de medicinas: «¿Visitamos a los enfermos?» * Paño con monedas: «¿Cómo tratamos a los mendigos?» * Bastón de anciano: «¿Qué hacemos con nuestros mayores?» * Esposas para presos: «¿Nos acordamos de los presos?»

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114 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

* Cartel del 0,7: «Tuve hambre y no me disteis el 0,7» * Cartel de amnistía: «¿Nos reconciliamos unos con otros?»

Los símbolos utilizados dependen del tema que se enfatice, y también puede haber sobre una mesa visible una cesta de mimbres [gitanos], una «litrona» [alcohólicos], unos ladrillos [paro], unas jeringuillas [drogadictos], una almohada [enfermo], un bastón [vejez], una chilaba [emigrantes marroquíes]... De este modo se ponen de relieve los servi­cios caritativos actuales)

CANTO: « O S doy un mandato nuevo» (CLN, 164). «Antes de ser lleva­do a la muerte» (CLN, 032)

e) Memorial eucarístico

CREDO

(Recitado por todos, o en forma de interrogantes o expresado entre varias personas, a cuyas estrofas se responde: «Creo, Señor»)

PRECES (Preparadas y/o espontáneas)

LECTURA: 1 Cor 11,23-26 (Exigencias de la eucaristía). (Se puede expresar el significado del pan a tres niveles: humano/ham­bre, social/justicia y eucarístico/comunión)

PLEGARIA EUCARÍSTICA

PADRE NUESTRO (Cantado, todos de pie y agarrados de la mano)

LA PAZ (El canto «Shalom» u otro)

CANTO DE COMUNIÓN: «Comiendo del mismo pan» (CLN, 027) . «Yo soy el pan de vida» (CLN, 038).

f) Monumento

(Podría situarse en un sitio apropiado del templo, ya que allí se cele­brarán, a la noche o al día siguiente, la «hora santa» y los oficios del Viernes Santo)

INTRODUCCIÓN: «El monumento es una mesa o altar donde se deposita y se guarda el pan consagrado para ser comulgado el Viernes Santo, ya que este día sólo tiene lugar la liturgia de la Palabra. Hacia el siglo xi se desarrolló en Occidente una gran solemnidad en torno a

TRIDUO PASCUAL 115

la "reserva", a imitación de la gran vigilia que se celebraba en Jerusalén para recordar la noche del proceso de Jesús. La celebra­ción vespertina del Jueves Santo se proyecta en el monumento hasta la conmemoración de la muerte de Cristo».

PROCESIÓN

(Se traslada la eucaristía con flores y velas mientras se canta: «Hambre de Dios» [CLN, 013]. Al llegar al monumento, poner incienso e incen­sar. Se puede escuchar el «Pange lingua» de Mocedades o el «Pañis Angelicus» de C. Franck. O se canta «Quédate y vela conmigo» [CLN, 167])

HIMNO: «Porque anochece ya», «Quédate con nosotros». (Ver «Himnos», págs. 500 y 501).

ORACIÓN PERSONAL (Se termina con una oración prolongada personal en silencio)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Jueves Santo A: «Amor fraterno», pág. 48).

ORACIÓN CONCLUSIVA

«¿Y quién sino tú, Señor, es el que nos ha recogido por el camino, el que ha tenido compasión de nosotros, el que nos ha hecho montar sobre la cabalgadura, el que ha derramado sobre nosotros aceite y vino, el que nos ha restablecido para reemprender el camino?

Tú eres el que, antes de proclamar el servicio mutuo de lavarse los pies, se arrodilló, ceñida la toalla, a los pies de cada uno y se los lavó con amor.

¡Haz que siempre comprendamos la grandeza de tus gestos tan sencillos, que proceden de tu corazón, de tu pertenencia al Padre, del sentido de tu misión!

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

CANTO FINAL: «Junto a ti al caer de la tarde» (CLN, 764).

* * *

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116 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

4. Viernes Santo: «La Pasión del Señor»

a) Rito de entrada (La celebración vespertina del Viernes Santo es austera: gira en torno a la inmolación del Señor. Comienza por un antiguo rito inicial: la pos­tración del celebrante y de sus ayudantes en silencio)

INTRODUCCIÓN: «En tiempos de Jesús, la cruz era un suplicio vergon­zoso para ejecutar la pena capital. "Maldito —era entonces— todo aquel colgado de un madero" (Gal 3,13). Jesús murió crucificado. Según los usos romanos, antes fue flagelado. El tribunal romano lo condenó por agitador, y el judío por blasfemo. Para los cristianos, la cruz es un símbolo cristiano radical que a menudo se ha desvia­do: se ha perseguido en su nombre, o se la ha convertido en joya o en emblema de honor por méritos militares o civiles... Por eso es preciso recuperar constantemente su sentido. El pueblo cristiano pobre y sufriente posee una intuición profunda sobre el valor redentor de la cruz. Entiende con facilidad que el Jesús histórico fue crucificado por su tenor de vida: al optar por los pobres, mar­ginados y miserables, concitó sobre sí el odio, la persecución y la condena. Por estar totalmente Dios con Él, resucitó.

El viernes se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte y sinónimo de redención. En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo —como amor que se ano­nada— y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad, pre­sentes en el anonadamiento de Jesús por Dios. La primera lectura, denominada "pasión según Isaías", es el cuarto canto del siervo de Yahvé, aplicado proféticamente a Jesús. En la segunda lectura, el siervo es el sumo sacerdote que se entrega por los demás. El evan­gelio es el relato de la pasión de San Juan, donde la cruz es la suprema revelación del amor de Dios».

CANTO: «Nosotros hemos de gloriarnos» (CLN, 163).

b) Liturgia de la palabra

MONICIÓN: El cuarto canto del Siervo de Dios que contiene el libro de Isaías es un relato profético de la pasión del Señor.

LECTURA: IS 52,13 - 53,12 (Cuarto cántico de la pasión). (Puede escucharse la versión cantada de Kiko Arguello)

ORACIÓN: Salmo 29, a dos coros. Música breve de meditación.

TRIDUO PASCUAL 117

MONICIÓN A LA PASIÓN: «La muerte de Jesús es un martirio. No es de orden ritual, ya que no es en el rito donde se encuentra a Dios, sino en la justicia con los pobres y marginados. No es de orden penal, sino consecuencia de un mundo que antepone el egoísmo indivi­dual a la caridad común. No es de orden moral, puesto que Jesús no mereció tal muerte; mereció el triunfo de la justicia en la resu­rrección. La muerte de Jesús fue consecuencia de su vida, al ser "testigo" que "no se echó atrás" (Is 50,5). Jesús murió de muerte violenta, muerte de un ajusticiado. Su muerte es explosión de la conflictividad de su vida en la fidelidad total a Dios como Padre y al reino de Dios. No podemos saber con certeza la interpretación que el mismo Jesús dio de su muerte. Sólo sabemos la interpreta­ción que dio del reino que predicó y que le condujo a la pasión. La cruz es el final de dicho proceso.

Frente a los conceptos de rescate, compra y expiación, derivados de teologías redentoras antiguas, hoy somos más sensibles a los conceptos de liberación, justicia y reconciliación. El problema resi­de en cómo dar sentido a la muerte de Jesús "por nosotros" o "por nuestros pecados" (Rom 4,25). En cualquier caso, podemos afirmar que la muerte de Jesús es, en primer lugar, muerte humana o muer­te del Justo, que se puede investigar históricamente. Es consecuen­cia de su actuación. En segundo lugar, la muerte de Jesús es acep­tada como muerte del Profeta. Entregó su vida con una esperanza. Dicho de otro modo, prefirió la justicia a su propia vida. Su muer­te no es inútil, sino que revela hasta dónde llega el odio y en qué medida es rebasado éste por el amor. Jesús fue dueño de su muerte como lo fue de su propia vida. En tercer lugar, la muerte de Jesús es reconciliadora por ser muerte del Mesías. En lugar de aplastar a sus enemigos, los perdona. Al desplegarse su muerte en la resu­rrección, restaura el reino de Dios. En una palabra, nuestra reden­ción procede del vínculo entre la cruz de Cristo y su resurrección».

PASIÓN SEGÚN SAN JUAN

(Puede leerse el relato de la pasión según san Juan entre varias perso­nas, dividido el texto en cinco secuencias. Entre secuencia y secuencia, se intercalan canto o música y momentos de oración. Un texto largo, como el de la pasión, se sigue mejor en posición sedente. A la hora de la crucifixión se pueden clavar dos tablas alargadas que formen una cruz)

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CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

1) Jn 18,1-11 («...¿voy a dejar de beberlo?»). (Música)

Lugar: el jardín o huerto. Acción: el «espadazo» de Pedro. Personaje: Judas. Declaración: «Yo soy».

2) Jn 18,12-27 («...y enseguida cantó un gallo»). (Escuchar «Hoy quisiera llorar igual que Pedro», de J. Madurga, en «Cantos de penitencia»)

Lugar: casa de Anas o palacio del gran sacerdote. Acción: la bofetada. Personaje: Anas. Declaración (de Pedro): «Yo no soy».

(Música)

3) Jn 18,28 - 19,16a («...para que lo crucificaran»). («...Y en medio Jesús»): clavar los dos palos. («...El rey de los judíos»): poner el cartel INRI.

(Canto: «Sube el Nazareno» [CMD, 349]) Lugar: casa de Pilato. Acción: la coronación. Personaje: Pilato. Declaración: «Soy Rey» (Señor).

(Música)

4) Jn 19,16b-37 («...entregó el espíritu»). (Música)

Lugar: el calvario. Acción: la lanzada. Personaje: María. Declaración: «Todo está cumplido».

(Canto: «Se cubrieron de luto los montes» [CLN, 168]. «A la hora de nona» de C. Erdozain, en «Cristo Liberador».)

5) Jn 19,38-41 («...pusieron allí a Jesús»). (Música)

Lugar: el sepulcro o huerto. Acción: la unción. Personajes: José de Arimatea y Nicodemo. Declaración: el silencio.

(Canto: Salmo 21 «¿Por qué nos has abandonado?», de R. Cantalapiedra, en «Salmos de muerte y de gloria»)

TRIDUO PASCUAL 119

ACTUALIZACIÓN DE LA PASIÓN

(Al final de la lectura evangélica, las personas que se han identificado con los personajes principales de la pasión expresan en voz alta y de forma directa una reflexión actualizada. Se comienza diciendo, por ejemplo: «Yo soy Judas», «Yo soy Pilato», etc. Los personajes son Judas, Caifas, Pilato, María y José de Arimatea. Ver estos textos en pág. 133)

c) Oraciones universales (Ver pág. 134).

d) Adoración de la cruz

HIMNO: «En esta tarde, Cristo del Calvario»; «En la cruz está la vida» (Ver «Himnos», págs. 489).

POEMA: «A Jesús crucificado»; «La saeta»; «Una cruz sencilla» (Ver «Poemas», págs. 514, 553 y 591).

CANTO: «Ved la cruz de la salvación» (CLN, 103); «Cristo por nosotros se sometió» (CLN, 157); «Oh cruz, te adoramos» (CMD 347).

IMPROPERIOS

(Evocan el misterio de la glorificación de Jesús, que muere herido de amor y de ternura hacia su pueblo [cfr. pág 142]. Se intercalan con el canto: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te he ofendido?, respón­deme» [CLN, 154 ó 165])

GESTO DE ADORAR LA CRUZ

(A la adoración de la cruz le precede una monición adecuada. El pue­blo la adora después de ser mostrada a la asamblea: «Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo». El gesto de adoración se hace espontáneamente, como cada persona lo desee, mediante un beso, abrazo, inclinación, de rodillas, tocando el madero, etc. Los matrimonios pueden ir juntos a adorar la cruz, a ser posible con sus hijos. Se adora la cruz con fondo musical o antífonas de gre­goriano. Al final se puede escuchar: «Oh cruz, te adoramos» de J. Madurga).

e) Comunión

LECTURA: Heb 4,14-16; 5,7-9 (Jesús, sumo sacerdote).

PADRE NUESTRO (Cantado).

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120 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

CANTO: «La muerte no puede atarme a la cruz» (CLN, 222); «Dios mío, Dios mío» (CLN, D34). Se puede escuchar «Christus factus est» en gregoriano.

ACCIÓN DE GRACIAS: «Te damos gracias, Señor, por la fe que nos has dado, por mantener en nosotros la esperanza en tu reino, por ense­ñarnos a amar a los demás. Gracias, Señor, por esta nueva ocasión de conmemorar hoy la pasión de Jesucristo. Gracias porque nos das fortaleza en la lucha contra el mal que nos rodea, contra el desáni­mo que provocan tantas injusticias. Gracias, finalmente, Padre, por el don de tu Hijo, que con la entrega de su vida anuló la distancia que nos separaba de ti, se hizo camino hasta ti y nos mostró tu cer­canía y amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CANTO FINAL: «Victoria, tú reinarás» (CLN, 106).

f) Hora santa (Se preparan textos bíblicos, cantos o música para ser oída, fragmentos religiosos literarios, noticias sucintas del mundo y oraciones de peti­ción o de acción de gracias. Recuérdese que el lenguaje religioso o litúrgico es en forma directa, dirigido a Dios. Como texto bíblico puede utilizarse el discurso de despedida de san Juan, las «siete palabras» o el itinerario del viacrucis. La experiencia muestra que esta oración per­sonal es una de las más importantes del año. Puede tenerse en cuenta, naturalmente, la Oración de las Horas propia del día)

* * *

5. Vigilia pascual: «La resurrección del Señor»

a) La luz (Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Según la tra­dición, es noche de vela. La celebración comienza fuera del templo, en las tinieblas, quizá con frío o humedad. Se inicia el acto con una hogue­ra, a cuyo alrededor pueden entonarse cantos jubilosos, efectuar danzas de niños y jóvenes y quemar cosas que rechazamos: juguetes bélicos, prensa manipuladora, jeringuillas de droga, etc. Se empieza la celebra­ción con una monición para dar sentido a todo el acto. Los fieles, con los cirios apagados en la mano, son los exiliados. Del fuego se encien­de el cirio pascual, y de éste las otras candelas. Con las velas encendi­das, se entra en procesión en la iglesia o sala, ya preparada y adornada profusamente. En el pregón pascual caben aclamaciones festivas de la asamblea)

TRIDUO PASCUAL 121

MONICIÓN INICIAL: «La noche de la Vigilia Pascual es la noche princi­pal de la comunidad cristiana. Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Es noche de fiesta. Es noche de espera, de expectación y de esperanza. Es noche de vela ante el tránsito del mundo viejo al nuevo, de la esclavitud a la libertad, de la desespe­ración a la esperanza, y de la muerte a la vida. Cristo, primogénito de entre los muertos, es la primicia del reino.

La celebración de esta noche consta de cuatro partes: lucernario, liturgia de la palabra, renovación bautismal y celebración eucarís-tica. La primera parte, en torno al cirio pascual, es la liturgia de la luz o lucernario. El fuego —que todo lo transforma y purifica— y la luz —que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo— son los dos grandes símbolos de esta parte de la celebración, que terminará con el pregón pascual. Queremos cantar a la luz, prego­nar la madrugada, dar firmeza a nuestra esperanza, creer en la resu­rrección del Señor. Las tinieblas serán vencidas en una madrugada definitiva por el día y por la luz. Desde las tinieblas de la noche partimos en procesión detrás del cirio con nuestras luminarias encendidas».

BENDICIÓN DEL FUEGO: «Haz, Señor, que esta llama, signo de purifica­ción, nos ilumine, nos dé su calor y su fuerza, para que con la nueva luz podamos penetrar en la creación de los redimidos y en la comu­nidad de los hermanos creyentes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

QUEMA DE SÍMBOLOS

(Juguete bélico, jeringuilla de drogadicto, polvo blanco como droga, bastón de mando, etc.)

PROCLAMACIÓN DEL CIRIO

(Después de encenderlo): «Si tomamos esta luz, todavía vacilante y temblorosa, y acogién­dola con apertura sabemos acrecentarla y robustecerla, lo que ahora es sólo una llama puede convertirse en una gran hoguera de luz, esperanza y fraternidad. De luz, para que distingamos el bien del mal. De esperanza, para que triunfe la justicia. Y de fraternidad, para que llegue la paz a todo el mundo.

La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón de todo ser humano y del mundo entero.

Cristo resucitado, ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. Él es el liberador y el Señor de la his­toria. A ti la gloria y el honor, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén».

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122 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

ACLAMACIÓN (Encendido de las velas)

PROCESIÓN: Canto «Tu noche será luz» (CLN 124); «Oh luz gozosa» (CLN, 760).

PREGÓN PASCUAL

(Ver textos del pregón, pág. 143. Al acabar el pregón se encienden la luces eléctricas y se apagan las velas)

b) La palabra

(La liturgia de la palabra —segunda parte de la vigilia— consta de una introducción catequética y de varias lecturas según la historia de sal­vación, hasta llegar al evangelio. Se intercalan las lecturas con cantos y oraciones. A veces los niños pueden intervenir en su dramatización. Proclamada la resurrección, se aplaude, se canta festivamente e inclu­so puede hacerse una danza, se reparten flores y hasta cabe encender algunas bengalas)

MONICIÓN A LAS LECTURAS: «Para los cristianos sólo hay una historia: la historia de salvación. Ahora, en una segunda parte, la vamos a celebrar. Las cuatro lecturas elegidas constituyen la catequesis básica cristiana. Recordaremos cuatro noches que acaban en madrugada. La primera noche es la de la creación, que se transfor­mó en el cosmos lleno de luz. La segunda noche es la del Mar Rojo, cuando un pueblo esclavo logró la libertad y de la servidumbre pasó al servicio. Isaías nos recordará las actitudes ante este largo peregrinar. La tercera noche sobrevino cuando murió Cristo, cuya resurrección fue en una madrugada. Estamos en la cuarta noche, la noche de la tierra, que —en medio de clamores y dolores— suspi­ra esperanzada por el día final, el del retorno del Señor. Las lectu­ras nos presentarán un cuadro universal de las maravillas de Dios. No son pasajes de un pasado; son proclamaciones de un presente, de una historia que es profecía y realidad actual».

PRIMERA LECTURA: Gn 1,1 - 2,2 (La creación). Salmo 8: «Señor, Dios nuestro» (CLN, 501); o bien «Cantad a Dios» (CLN, 619); «Aclamad al Señor» (CLN, 225).

SEGUNDA LECTURA: Ex 14,5 - 15,1 (Paso del Mar Rojo).

CANTO: «El pueblo gime en el dolor»; o bien «Te ensalzaré, Señor» (CLN, 506).

TERCERA LECTURA: Is 54,5-14 (La casa reconstruida). Is 55,1-11 (La alianza del Señor).

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ORACIÓN

CUARTA LECTURA (si hay bautismos): Ez 36,16-28 (Castigo y reconci­liación).

EVANGELIO: Mt 28,1-10; Me 16,1-7; Le 24,1-8 (El anuncio de la Resurrección).

CANTO: «Hoy el Señor resucitó», o bien «Cantamos al Señor» (CLN, 221).

(Reparto de flores, bengalas, carteles alusivos de los niños, danza. Música: fanfarrias o aleluya brillante)

HOMILÍA: Jesús anunció su propia resurrección, luego proclamada por María Magdalena y por los discípulos. En definitiva, la fe es fe en la esperanza, y la esperanza es esperanza de resu­rrección. Esto es lo que los primeros cristianos creyeron y anunciaron.

La resurrección cristiana, tal como se entiende desde la fe, es resurrección de los muertos, no transmigración del alma ni reencarnación. Comienza a morir y a resucitar el que cree, se bautiza, participa en la eucaristía y se entrega a su prójimo, porque tiene a Dios consigo y es miembro de Cristo. La fuerza de la resurrección se refleja en la vida humana.

Para atisbar al resucitado y la resurrección es necesario mirar hacia adelante y hacia arriba, no detenerse en la con­templación del «suelo», donde está la tumba. No se busca entre los muertos al que vive. Los testigos del Resucitado son testigos de la luz, revestidos de blanco, que no hablan de sí mismos, sino de Cristo, para decirnos: «Ha resucitado». Así como Cristo es una ausencia cuando adoramos los ídolos, es una presencia cuando en el prójimo más desvalido descubri­mos al Señor. Cristo crucificado es el resucitado.

HIMNO: «Ofrezcan los cristianos» (ver «Himnos», pág. 498).

c) El agua

(La tercera parte celebra el nuevo nacimiento. Se desarrolla especial­mente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos. En el caso del bau­tismo de niños, los padres hacen la petición, el presidente de la comu­nidad responde, se convoca a los santos en las letanías, se bendice el agua y se exhorta a la profesión de fe y a los compromisos cristianos y se procede al bautismo. Las promesas bautismales se renuevan estando

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todos de pie, con los cirios encendidos, mediante un diálogo que con­cluye con la aspersión. Un gran aplauso rubrica el acto sacramental de cara a los recién bautizados)

MONICIÓN BAUTISMAL: «La liturgia del agua renovará nuestro bautis­mo, por el que volvimos a nacer de nuevo. Somos cristianos por­que queremos practicar la justicia del reino y porque hemos recibi­do el don de la fe y el bautismo en el nombre del Señor. Es noche de profesión de fe y de compromisos».

LECTURA: Rom 6,3-11 (Sentido pascual del bautismo).

CANTO: «La vida venció a la muerte» (CLN, 231).

LETANÍAS (Ver texto de letanías, pág. 153).

BENDICIÓN DEL AGUA: «Señor y Dios nuestro, que nos has dado a Jesucristo nacido del seno de María, te damos gracias por la fecun­didad del seno materno de toda mujer que da a luz. Padre de todos, infunde tu espíritu sobre este agua para que apague la sed, purifi­que nuestros pecados y nos dé vida profunda. Así como todos nosotros nacimos de un seno materno, lleno de agua fecunda, haz, Señor, que los aquí reunidos en comunidad seamos renovados en nuestra fe, esperanza y caridad. Te pedimos que el agua bautismal sea hoy para nosotros sacramento de fe y de bautismo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

COMPROMISOS Y PROFESIÓN DE FE (Ver texto, pág. 208).

ASPERSIÓN

d) El pan y el vino

(La eucaristía —cuarta parte de la celebración— es la cumbre de la vigilia, la más solemne de todas las vigilias. Los recién bautizados par­ticipan activamente en la oración universal, procesión de ofrendas y comunión. Una monición adecuada le da comienzo, con un ofertorio solemne para preparar la mesa mediante flores, cirios y oblaciones; pueden intervenir también los niños. Cabe una danza a la hora de lle­var los dones. Al final de la fiesta, después de la comunión, se acaba con un encuentro festivo, en el que no debe faltar un ágape adecuado para todos. La eucaristía pascual anuncia solemnemente la muerte del Señor y proclama su resurrección en la espera de su venida)

TRIDUO PASCUAL 125

MONICIÓN A LA EUCARISTÍA: «El acontecimiento pascual, sacramen-talmente celebrado en la eucaristía, no se reduce sólo a Cristo y a la Iglesia sino que tiene relación con el mundo y con la historia. La eucaristía pascual es promesa de la Pascua del Universo, una vez cumplida la totalidad de la justicia que exige el reino. Todo está lla­mado a compartir la Pascua del Señor, que, celebrada en comuni­dad, anticipa la reconciliación con Dios y la fraternidad universal.

En el día pascual de la resurrección, Jesús se apareció a las "mujeres", a los discípulos de Emaús y a los Once en el cenáculo. Con todos ellos celebró comidas transitorias entre la resurrección y la venida del Espíritu. Estas comidas expresan el perdón a los dis­cípulos y la fe en la resurrección. Enlazan las comidas prepascua-les de Jesús con la eucaristía».

CANTO DE OFERTORIO: «Éste es el día». (Se lleva pan, vino, flores, luces y un huevo de pascua, y se expresa su sentido al entregar las ofrendas)

PRECES DE LOS FIELES

PLEGARIA EUCARÍSTICA

PADRE NUESTRO (Cantado)

ABRAZO DE PAZ (Canto: «La paz esté con nosotros»)

CANTO DE COMUNIÓN: «Un cántico nuevo» (CLN, 206).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Resurrección A: «Resurrección», pág. 52).

CANTO FINAL: «Gloria, gloria, aleluya» (CLN, 716).

* # *

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126 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

6. Hora santa (I): «El discurso de despedida»

(La hora santa se celebra en un clima de recogimiento personal y devo­ción popular. El acto religioso de la hora santa surgió por una inspira­ción de Santa Margarita María (f 1690), atribuida a una sugerencia del mismo Cristo. El pueblo une en el «monumento» y en la hora santa la pasión de Jesús con la eucaristía, memorial de su entrega. Para celebrar la hora santa se preparan textos bíblicos, cantos o música para ser oída, fragmentos religiosos literarios, noticias sucintas del mundo, oraciones de petición o de acción de gracias y breves revisiones personales de vida. Recuérdese que el lenguaje religioso o litúrgico es en forma directa, dirigido a Dios. Como texto bíblico puede utilizarse el discur­so de despedida del evangelio de Juan, las «siete palabras» o el itine­rario del viacrucis. La experiencia muestra que esta oración popular es una de las más importantes del año. Puede tenerse en cuenta en su desa­rrollo la oración de las Horas propia del día)

INTRODUCCIÓN: «En su decisión de proclamar y hacer efectivo el reino de Dios, la vida de Jesús amenazada toca a su fin. Se encuentra cer­cado por todas partes. Después de entrar victorioso en Jerusalén, Jesús mantiene varias disputas con sus adversarios, que intentan ponerle diversas trampas. Al anochecer se esconde en un huerto de olivos. De día aparece en el primer atrio del Templo judío, predi­cando abiertamente la buena noticia del evangelio. La noche de la cena pascual, reunido con sus discípulos en el cenáculo, es noche de tensiones y de traición. A pesar de las palabras de adhesión al Maestro que profieren los discípulos, pronto lo abandonarán. Se creen fieles discípulos, pero son unos cobardes preocupados por sus ambiciones. Aquella noche, Jesús les lava los pies para darles a entender que el sentido único de su vida es la entrega por amor hasta el final. Después les reparte el pan y el vino. Se despide con un largo discurso, propio del evangelio de Juan. Así como pasó el pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto a la libertad, así también pasa Jesús de este mundo, espacio de muerte, al mundo del Padre, lugar de resurrección. Todo se desarrolla de noche, bajo la amena­za del odio, propia del sistema autoritario. Al final se vislumbra la «gloria». Escucharemos varios episodios de este discurso: la trai­ción de Judas, el nuevo mandamiento, la negación de Pedro, Jesús camino del Padre, la promesa del Espíritu, el símbolo de la vid y el odio del sistema frente a la verdad y la justicia. Terminaremos leyendo juntos las últimas palabras de despedida de Jesús en forma de oración».

CANTO: «Gloria y honor a ti» (CLN A8).

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ORACIÓN: «Aquí estamos, Señor, débiles y cobardes como los discípu­los, pero dispuestos a seguir tu camino. Has manifestado con tu palabra y tu vida que tu amor y entrega por el reino de la justicia da pleno sentido a la vida. Has revelado a Dios como Padre y has mos­trado cómo debemos construir el reino de Dios. En este día de tu entrega, danos esperanza y decisión. Te pedimos que nos acompa­ñes, porque sin ti nada podemos hacer».

LECTURA DE SAN JUAN

1) Jn 13, 18-32 (La traición). (Música de órgano)

2) Jn 13,33-35 y 15,9-16 (El nuevo mandamiento). (Canto: «El mandato» [CLN, 152])

3) Jn 13,36-38 (Negación de Pedro). (Canto de Madurga: «Hoy quisiera llorar igual que Pedro»)

4) Jn 14,1-10 (Jesús, camino hacia el Padre). (Oración participada)

5)Jn 14,15-31 (Promesa del Espíritu). (Secuencia de Pentecostés en gregoriano)

6) Jn 15,1-10 (La verdadera vid). («Gracias a la vida» de Violeta Parra)

7) Jn 15,17-25; 16,1-4.25-33 (Odio del mundo). (Oración participada)

8) Jn 17,1-26 (Oración de Jesús). (Leerla todos juntos)

LECTURA CONCLUSIVA: Heb 13,1-3.5-6.8 (Actitudes cristianas).

CANTO: Salmo 102 «Gustad y ved» (CLN, 518).

MÚSICA

ORACIÓN: «Jesús, Señor y hermano nuestro, antes de comenzar el cami­no de la cruz nos dejaste el sacramento del amor, presente entre nosotros hasta la consumación del mundo. Llénanos de la vida que el mundo no puede dar. Acompaña con tu Espíritu a los que sufren solos y en silencio, a los que se encuentran encarcelados, a los enfermos de SIDA y de cáncer, a los drogadictos, a los discrimina­dos por su raza, etnia o idioma. Enséñanos a participar en la pasión del mundo y en tu propia pasión, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

CANTO FINAL: « O S doy un mandato nuevo» (CLN, 164).

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128 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

7. Hora santa (II): «Las siete palabras»

Las siete palabras de Cristo en la cruz fueron recopiladas y anali­zadas en detalle por primera vez por el cisterciense Arnaud de Bonneval (t 1156) en el siglo XII. A partir de ese momento son incesantes las consideraciones teológicas o piadosas que se han hecho de dichas palabras. Avaló la importancia de las siete pala­bras san Roberto Belarmino (t 1624). El pueblo cristiano las ha seguido mediante el «sermón de las siete palabras», predicado de ordinario en muchas iglesias y plazas públicas en la mañana o mediodía del Viernes Santo.

CANTO INICIAL: «Oh cruz, te adoramos» (CLN, 156).

INTRODUCCIÓN: «La muerte de Jesús es muerte victoriosa que vence a la misma muerte en su propio terreno. Muerte con sentido que salva al ser humano, que le prepara para la comunión con Dios y la relación sin trabas con los demás y con el universo. Esta muerte es la transformación necesaria para entrar a vivir sin riesgos el nuevo mundo, en el que se ha creído y esperado. En la cruz de Jesús se abren de par en par las puertas de la resurrección gloriosa del ser humano».

ORACIÓN INICIAL

R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta

1. Señor, Dios de bondad, nuestros corazones soportan los sufrimientos de todos los tiempos, el dolor causado por las cruzadas y los holocaustos, los miles y miles de años de violencias. La sangre de las víctimas clama al cielo, los gritos de angustia resuenan todavía en la noche. Hacia ti extendemos nuestras manos.

2. Señor, Dios de bondad, que nos amas como un padre, nos cuidas como una madre y compartiste en Jesús la vida como un hermano, te confesamos nuestro fracaso a la hora de vivir como tus hijos, como hermanas y hermanos unidos por el amor. Hacia ti extendemos nuestras manos.

TRIDUO PASCUAL 129

3. Hemos malgastado el don de la vida. La vida confortable de algunos se basa en el dolor de muchos; el placer de unos pocos y la agonía de millones. Hacia ti extendemos nuestras manos.

4. Rendimos culto a la muerte cuando queremos poseer cada vez más cosas; rendimos culto a la muerte cuando avasallamos a los demás con nuestra voluntad dictadora, como si Cristo no hubiese muerto por todos. Hacia ti extendemos nuestras manos

5. Señor, Dios nuestro, perdona nuestra manera de vivir que niega la vida, y enséñanos de nuevo a vivir como hijos tuyos. Hacia ti extendemos nuestras manos.

(«Acto penitencial» del Consejo Mundial de las Iglesias)

LECTURA: EZ 18,20-32 (Responsabilidad personal).

CANTO: Salmo 50, «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208). (Música de meditación)

INTRODUCCIÓN A LAS «SIETE PALABRAS»: «Según los cuatro relatos evangélicos, Jesús pronunció en la cruz siete palabras: una está en Marcos y Mateo; tres en Lucas, y otras tres en Juan. Jesús murió solo, acusado por el pueblo, que prefirió a Barrabás; abandonado por sus discípulos, que huyeron; traicionado por uno de los suyos, Judas Iscariote, que taimadamente le entregó con un beso; tres veces renegado por el primero, Pedro, y abandonado por Dios. Le condenaron a la cruz por su tenor de vida y murió libremente por nuestros pecados. En definitiva, la muerte de Jesús es humana: es la muerte del Justo, que cargó con todos los dolores, especialmen­te con los injustos o indebidos. La muerte de Jesús es aceptada: es la muerte del Profeta, que prefiere la justicia a su propia vida. La muerte de Jesús es reconciliación: es la muerte del Mesías, que perdona a sus enemigos, en lugar de aplastarlos, y que anuncia la restauración plena del reino de Dios».

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LAS «SIETE PALABRAS»

(Enunciado bíblico, comentario breve y canto gregoriano)

Ia «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Le 23,34) Palabra de misericordia. Perdón en toda circunstancia.

2a «En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Le 23,43)

Palabra de esperanza. La confianza en Dios, salida del dolor.

3a «Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu madre» (Jn 19,26-27) Palabra de generosidad. La solidaridad, contrapartida del egoísmo.

4a «Tengo sed» (Jn 19,28) Palabra de debilidad. Los dolores injustos.

5a «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» Palabra de soledad. [(Me 15,34; Mt 27,46) Dolores de angustia y de desesperación.

6a «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Le 23,46) Palabra de confianza. La vida entera tiene sentido.

7a «Todo está cumplido» (Jn 19,39) Palabra de perfección. La aceptación de la vida en Dios.

INVITACIÓN A ORAR Y A EXPRESARSE

SALMO 21 (A dos coros).

POEMA: «Siete palabras» (ver «Poemas», pág. 582).

HIMNO: «En la cruz está la vida» (ver «Himnos», pág. 589).

MÚSICA: «Christus factus est», en gregoriano.

***

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8. Hora santa (III): «Las otras siete palabras»

Ia «Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo» (Mt 27,39)

2a «Si de verdad lo quiere Dios, que lo libre ahora, ¿no decía que era Hijo de Dios?» (Mt 27,43)

3a «Uno de los malhechores lo escarnecía diciendo: "¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!"» (Le 23,39)

4a «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino» (Le 23,42)

5a «A media tarde, gritó Jesús muy fuerte: "¡Eloí, Eloí...!" Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Mira, está llamando a Elias"»

(Me 15,35)

6a «Uno de ellos fue corriendo a coger una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: "Déjale, a ver si viene Elias..."» (Mt 27, 48)

7a «El centurión... dijo: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios"» (Me 15,39)

(Seleccionadas por José Luis Blanco Vega)

* * *

9. Hora santa (IV): «El padrenuestro»

(Comentado por textos bíblicos)

La oración del Señor, o Padrenuestro, fue enseñada por Jesús a sus discípulos. Según Tertuliano es «un compendio de todo el evangelio». Desde los primeros tiempos de la Iglesia se rezó tres veces al día y constituyó un texto clave en el catecumenado anti­guo. Hoy rezamos el Padrenuestro en cada eucaristía y al final de las oraciones de la mañana (laudes) y de la tarde (vísperas).

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CANTO DEL PADRENUESTRO

(«Padrenuestro» de D. Cois, J. Jáuregui o A. Taulé)

1. «Padre nuestro, que estás en el cielo» Os 11,1.3-4.8c-9 (El amor de Dios como Padre) Gal 4,4-7 (Dios nos ama: envió a su Hijo) Mt 11,25-30 (La revelación del Padre).

2. «Santificado sea tu nombre» Ex 3,l-8a.l0.13-15 (Dios se revela a Moisés) 1 Jn 4,7-16.19-21 (La fuerza del amor de Dios) Jn 17,1-26 (Oración de Jesús).

3. «Venga a nosotros tu reino» Is 40,1-5.9-10 (Preparad el camino del Señor) Rom 8,18-39 (La esperanza de la gloria) Le 3,1-17 (El mensaje de Juan Bautista).

4. «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» Sab 9,13-18 (La sabiduría de Dios en la vida) Rom 12,1-2.9-18 (Vivid en paz con todos) Mt 26,36-46 (La oración de Jesús en Getsemaní).

5. «Danos hoy nuestro pan de cada día» Mt 15,32-39 (La multiplicación del pan) Mt 22,1-14 (Los invitados a la boda) Le 24,13-35 (Los discípulos de Emaús).

6. «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden»

2 Sm 12,1-15 (David es perdonado de su pecado) Col 3,12-17 (Vivid en acción de gracias) Mt 7,1-5 (La mota y la viga).

7. «No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal» Dt 11, 18.26-28 (Los dos caminos) 2 Cor 12,7-10 (La fuerza del apóstol) Jn 8,31-36 (La verdad os hará libres).

* * *

TRIDUO PASCUAL 133

10. Los personajes de la pasión

Judas: «Yo soy Judas. Cuando conocí a Jesús, no tuve la menor duda de que era el Mesías, el caudillo salvador anunciado por los profe­tas, que se pondría al frente de Israel con las armas en la mano para expulsar a los gentiles romanos, orgullosos e imperialistas, que ocupan nuestra patria desde hace ya tres siglos. De un tiempo a esta parte, observo que Jesús es un pacifista obstinado, partidario de amar a los enemigos, que manda poner la otra mejilla a quienes nos insultan y abofetean... ¡Por ese camino jamás podremos sacudirnos el yugo de las fuerzas romanas opresoras! Por eso, para que Jesús no destruya mi esperanza política, he informado al sanedrín y sumos sacerdotes acerca del sitio exacto donde nos íbamos a reunir esta noche, para que lo exterminen y no engañe más a otros fer­vientes patriotas judíos como yo. Mientras tanto, seguiremos espe­rando la llegada del verdadero Mesías con la espada en la mano».

Caifas: «Yo soy Caifas, sumo sacerdote del templo. Soy un buen polí­tico, y mi cargo es temporal, lo cual significa que tengo que jugar las cartas inteligentemente si quiero seguir ejerciendo el poder en años sucesivos. Todo transcurría bien hasta el momento en que un galileo iluminado ha comenzado a alborotar al pueblo con su men­saje. He de conseguir que el pueblo lo condene por blasfemo. Así se callará sin que peligre mi cargo. Las autoridades romanas se darán cuenta de mi eficacia. La condena del galileo será muy bene­ficiosa para mí».

Pilato: «Yo soy Pilato. Tengo un alto cargo en la administración y me encuentro en una de esas encrucijadas tan frecuentes en la vida dia­ria de un político... Ahora mismo se me presenta un problema de difícil solución: tengo que juzgar a un preso y condenarlo, a pesar de que estoy convencido de su inocencia. Lo he juzgado yo mismo, y me ha impresionado. Pero no estoy dispuesto a juzgar con justi­cia si ello significa arriesgar mi cargo. No tengo más remedio que lavarme las manos en este asunto».

María: «Yo soy María, la madre de Jesús. Siempre disfruté de una pre­sencia particular de Dios, sin que yo pusiese nada de mi parte. Desde que el Espíritu de Dios engendró en mi seno a mi hijo Jesús, guardé todos mis sentimientos en mi corazón. Acepté el llama­miento de Dios para ser madre. Cada sábado que escuchaba en la sinagoga la palabra de Dios, me ayudaba a dar sentido a mi vida. También escuché siempre la palabra de mi hijo. Comprendí la deci­sión de Jesús de predicar el reino y temí que lo apedrearan o lo cru-

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134 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

cificaran. Cuando llegó la hora de la ejecución, una espada de siete filos se clavó en mi corazón. Pero mi esperanza está puesta en el Dios de las promesas y de la resurrección».

José de Arimatea: «Yo soy José de Arimatea. Aunque pertenezco a un familia rica, he procurado ser recto y justo. Pertenezco al sanedrín y he sido amigo y condiscípulo de Nicodemo en la escuela del rabi­no Gamaliel. Allí entendí el sentido de las Escrituras y la esperan­za que debería tener todo el pueblo de Israel. Precisamente por ser rico y tener un cargo político importante, no me atrevo a ser discí­pulo de Jesús públicamente. Lo soy en secreto, con cierta cobardía y mala conciencia. Todo lo que he oído y visto de Jesús me ha impresionado. Creo que fue un hombre justo, que se le maltrató y que su cuerpo debe descansar en un sepulcro nuevo, esperando la resurrección de los muertos».

* * *

11. Oración universal (I)

«Al celebrar hoy el sufrimiento de Cristo, le acompañamos en el acto definitivo de su vida, en el límite de su existencia humana, en el umbral del misterio. Es momento de desamparo, de abandono, de dolor. La tie­rra entera expresa el desgarro de la muerte, la negación de la vida, la existencia humana torturada. Cada minuto en nuestro planeta es Viernes Santo. Constantemente oímos los lamentos del Tercer y del Cuarto Mundo, los relatos de la humanidad doliente. Escuchamos, sobre todo, los gritos de los que sufren indebidamente, injustamente. Es el sufrimiento de los que reproducen en su vida y en su muerte la pasión de Cristo. En la denuncia de estos dolores está el grito del triun­fo sobre la muerte, el clamor de la esperanza. Con todos los sufrientes compartimos nuestro propio dolor, la experiencia personal del sufri­miento, la angustia de nuestras noches oscuras. Con la oración univer­sal expresamos el desgarro que produce en nosotros el dolor del uni­verso entero».

1. «Por los creyentes en Jesucristo, por las personas y grupos que, con formas diferentes, escuchan y siguen a Cristo. Por los que mantienen viva nuestra fe con la fuerza de su testimonio. Por los que son fieles a Cristo hasta dar la vida. Por la Iglesia universal, que en todos los rincones de la tierra celebra hoy la pasión de Cristo, roguemos al Señor».

TRIDUO PASCUAL 135

2. «Por el Papa, para que esté atento al clamor de los que sufren indebidamente, al dolor de la humanidad humillada. Que el Espíritu de Dios le ilumine para que su palabra y su vida sean testimonio del triunfo de la vida sobre la muerte. Que todos los pueblos de la tierra y las diferentes culturas sean respetadas por su magisterio. Para que se deje guiar por el amor más que por la ley, roguemos al Señor».

3. «Por los obispos, presbíteros y diáconos, por los que ejercen algún ministerio o servicio en la Iglesia y por todos los miem­bros del pueblo de Dios. Que predomine en todos el servicio, no el dominio. Que sean sal de la tierra y luz del mundo. Para que transmitan valores evangélicos a la humanidad desalentada y sean testigos de esperanza, roguemos al Señor».

4. «Por todos aquellos que están a la espera de la palabra de Dios, por los que desean conocer a Cristo, camino, verdad y vida. Por los que están en proceso de conversión, para que la palabra de Dios comunique sentido a su existencia, y el ejemplo de los cris­tianos no sea un obstáculo en su itinerario de fe, roguemos al Señor».

5. «Por los cristianos de las diferentes Iglesias, anglicana, ortodo­xa y protestante, que viven un bautismo único y expresan su fe de distintas maneras. Para que las diferencias no impidan el encuentro de todos en la unidad y para que juntos transmitamos al mundo el mensaje de Cristo, roguemos al Señor.

6. «Por los creyentes de distintas religiones, para que a todos los una la llamada a lo transcendente, el ansia de la espiritualidad, la vivencia de valores universales de cada religión. Para que las religiones no sean excusa de enfrentamientos entre los pueblos, ningún credo justifique jamás una muerte violenta, y la vida de todos los creyentes deje entrever al mundo la existencia de Dios, roguemos al Señor».

7. «Por los gobernantes, para que conciban la política como tarea de servicio y sean honestos en sus funciones. Para que no se ais­len de la sociedad, y el contacto con el pueblo les sensibilice en su responsabilidad. Para que promuevan un orden internacional más justo, no ahoguen la existencia de los pueblos y personas más pobres, no se enfrenten estérilmente unos con otros, y la mezquindad no obstaculice su entendimiento, roguemos al Señor».

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CELEBRACIONES DEL A Ñ O LITÚRGICO

8. «Por los que sufren, por la humanidad doliente que vive siempre en Viernes Santo. Por los ancianos olvidados y despreciados, por los niños huérfanos de cariño, por los enfermos desahuciados, por los inocentes que padecen guerras, por los que ahora mismo mueren de hambre, por los emigrantes, los que padecen de SIDA, los drogadictos, y por todos los que hacen presente en sus vidas la pasión y muerte de Cristo, para que nunca se agote su pacien­cia y esperanza, roguemos al Señor».

(Matilde Muñoz)

***

12. Oración universal (II)

«Oremos, hermanos, por la Iglesia extendida por toda la tierra, por los que la representan y por quienes la rechazan:

Dios y Padre nuestro, te pedimos que la Iglesia dé testimonio de rectitud y de verdadera predilección por los más pobres, para que comprenda que únicamente será sacramento de salvación en la medida en que sirva a los intereses del reino; para que de ver­dad, siguiendo a su Maestro, opte del todo por el servicio y entienda que "una Iglesia que no sirve, no sirve para nada". Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

«Oremos, hermanos, por todos los miembros de la Iglesia, desde el Papa hasta los catecúmenos que se preparan para el bautismo:

Dios y Padre nuestro, te pedimos que acompañes con tu Espíritu al Papa, a los obispos, a los sacerdotes y a los religiosos y reli­giosas, para que den testimonio de fe, esperanza y caridad. Haz que todos los fieles se renueven según el espíritu del Vaticano n, y los catecúmenos ingresen en una Iglesia comunitaria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

3. «Oremos, hermanos, por la unidad de los cristianos, para que el mundo vea que somos uno, como el Padre y Cristo son uno:

Dios y Padre nuestro, te pedimos que se logre la unidad en la Iglesia, desgarrada durante siglos entre la Ortodoxia, el Protestantismo, la Unión Anglicana y el Catolicismo. Haz que caminemos en pos de la unidad, que no nos separen las envidias, los protagonismos y los celos apostólicos mal entendidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

TRIDUO PASCUAL 137

4. «Oremos por nuestros hermanos islámicos y judíos, creyentes, como nosotros, en un solo Dios:

Dios y Padre nuestro, te pedimos por los islámicos y los judíos, cuya dedicación a la plegaria y profesión de fe nos dan testimo­nio y ejemplo. Haz que sean tolerantes, sepan conjugar su amor a sus tradiciones con el respeto a las tradiciones de sus vecinos de distinta religión y emprendan el camino de una convivencia pacífica en los territorios que comparten. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

5. «Oremos por los que no creen en Dios, por quienes no aceptan a Cristo, por todos los agnósticos e indiferentes:

Dios y Padre nuestro, te pedimos por los que no creen en tu exis­tencia, no reconocen la divinidad de Jesucristo ni perciben ras­tro tuyo alguno que trascienda la existencia humana. Haz que por el amor, la solidaridad y la rectitud en sí mismos y en los demás intuyan tu existencia como fuente de todo amor y gene­rosidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

6. «Oremos por los gobernantes de todos los pueblos y naciones, para que Dios les guíe en sus justas decisiones hacia la prosperidad, la libertad y la paz:

Dios y Padre nuestro, te pedimos que el destino de todos los seres humanos y de todos los pueblos esté en manos de personas responsables libremente elegidas, para que se logre en el mundo el desarrollo, se fomente la paz y se defienda la libertad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

7. «Oremos por los enfermos, los pobres, los marginados y los que sufren:

Dios y Padre nuestro, te pedimos por las víctimas de la trampa mortal de la droga, con la que se enriquecen los traficantes. Por los pueblos que mueren de hambre, víctimas de la insolidaridad de los países ricos. Por los encarcelados injustamente y los desa­parecidos y por todos nosotros, que nos debatimos ente la deso­lación y la esperanza, para que encontremos en ti el consuelo, el perdón y la paz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

* * *

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138 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

13. Oración universal (III)

1. «Roguemos por la Iglesia de Dios, dispersa en distintas confesio­nes y tradiciones, que vive en miles de comunidades en medio del mundo:

Dios de la alianza, que revelaste en Jesucristo tu gloria a todos los seres humanos. Haz que, con la fuerza de tu Espíritu, la Iglesia busque la unidad, permanezca firme en la fe, confirme a los desesperados en la esperanza, sea decidida en la caridad y dé en todas partes testimonio de tu luz. Por Jesucristo nuestro Señor».

2. «Roguemos por el Papa, para que la realización de sus proyectos y esperanzas sean las de todo el pueblo cristiano, especialmente de los más pobres, desvalidos y oprimidos:

Dios del amor y del servicio, haz que el Papa, obispo de Roma, sea un signo de comunión y de unión de todas las Iglesias. Que ejerza su oficio a la luz de los evangelios y de la reforma del Vaticano n. Que el Vaticano sea un centro de caridad, una ciudad servidora y pobre. Por Jesucristo nuestro Señor».

3. «Roguemos por los que trabajan en aras de la unión de los cristia­nos y por todos los hombres y mujeres que tienen la difícil tarea de ayudar en su camino a la Iglesia:

Dios que riges cielos y tierra y santificas con tu Espíritu el cuer­po entero de la Iglesia, acoge las oraciones que te dirigimos en favor de todos los fieles que la componen. Que cada uno de ellos, según tu llamada y el carisma recibidos, te sirva con fide­lidad».

4. «Roguemos por los judíos, con quienes Dios celebró alianzas y en cuyo seno nacieron María, José, Jesús y los apóstoles. Roguemos por los islámicos, para quienes Abrahán es el padre de los creyen­tes, y Cristo un gran profeta de la historia, adoradores todos ellos de un Dios único y verdadero. Roguemos por los que practican las grandes religiones orientales, asiduos en la oración, amantes de la pobreza, misericordiosos y acogedores:

Dios del amor y de la verdad. Concede a todos los seres huma­nos un corazón sencillo y abierto para que lleguen al conoci­miento de la verdad plena. Concédenos amarnos unos a otros para poder ser en el mundo testigos de tu llamada».

TRIDUO PASCUAL 139

5. «Roguemos por los que no conocen a Dios y por aquellos a quie­nes les resulta difícil admitir su existencia. Roguemos por los que persiguen o maltratan a los que creen en Dios y por los creyentes intolerantes o fanáticos que creen rendir culto a Dios desatando guerras santas:

Dios que ves los corazones de los seres humanos, a quienes cre­aste para que pongan su corazón en tu búsqueda. Haz que en medio de este mundo tan difícil tengan la fortuna de discernir los signos de tu salvación y encontrar testigos de la fe en la cari­dad».

6. «Roguemos por los menos favorecidos, por los abandonados, por los que sufren hambre y epidemias, por los prisioneros y tortura­dos, los exiliados y los enfermos. Roguemos por los moribundos, por los que no tienen casa, por los que carecen de trabajo, por los disminuidos físicos y psíquicos, por los marginados, por las muje­res apaleadas o violadas, por los niños que carecen de hogar, por los ancianos solos o abandonados, por los emigrantes, por las víctimas de la rapacidad de los poderosos:

Dios, que eres ternura y compasión y nos diste a tu Hijo, concé­denos un corazón de pobre, un corazón puro y misericordioso, pacífico y con sed de justicia, para que los que te buscan puedan encontrar en nosotros el reflejo consolador del Padre».

7. «Roguemos, finalmente, los unos por los otros, para que nuestros lazos mutuos de fe, esperanza y caridad se estrechen cada vez más, para alegría de Dios y felicidad nuestra:

Que tu bendición, Dios todopoderoso, descienda sobre los aquí reunidos, que celebramos la muerte de tu Hijo en la esperanza de la resurrección. Despierta nuestra esperanza y aumenta nuestra fe. Concédenos el perdón de los pecados y reconfórtanos en nuestras penurias. Danos alegría de vivir, sed de justicia, perse­verancia en la oración, constancia en los compromisos y pacien­cia en el camino de la cruz».

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140 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

14. Intercesión para el Viernes Santo

1. «Oremos por este mundo, que suspira y gime buscando la salvación, por todos los hombres y mujeres que sufren, por las víctimas de todas las guerras y del racismo, por los que caen bajo la fuerza de la naturaleza, por los que mueren en accidente de carretera».

2. «Señor y Dios nuestro, que quieres el bien de los hombres y no deseas que sean destruidos, haz que no reine entre nosotros la violencia, apaga el odio de nuestros corazones, refrena la ira por la que un hombre amenaza a otro, y haz que la paz reine en la tierra para todos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor».

3. «Oremos por los que viven en la privación y la pobreza, por los que desesperan y se ven acorralados, por los que tienen la mente transtornada, por los que sufren una larga enfermedad y por quienes ven cómo su cuerpo se destruye lentamente».

4. «Oremos por los que mueren solos, sin esperanza de otra vida después de la muerte y sin fe en la resurrección de sus cuerpos. Señor Dios, que nos has creado caducos y mortales, te rogamos que no se apague entre nosotros la luz de la vida. ¿No eres tú un Dios de vivos? Te lo pedimos por el amor de Jesucristo».

5. «Oremos por los que se encuentran en apuros, por quienes han perdido la fe en el amor, la fe en Dios, por los que buscan la verdad sin poderla ya encontrar».

6. «Oremos por los esposos separados, por todos los sacerdotes caídos bajo el gran peso de su ministerio.

TRIDUO PASCUAL 141

Señor Dios, consuelo de los afligidos, fortaleza de los torturados, escucha el grito que te dirigen todos los seres que sufren, todos los que recurren a tu misericordia, y así tendrán la dicha de saber que has sido tú quien les ha socorrido, por Cristo Jesús, Señor nuestro».

7. «Oremos por la ciudad donde vivimos y trabajamos, por todos los que se sienten solos, por aquellos a quienes nadie escucha, por los que no tienen amigos».

8. «Oremos por quienes no tienen casa ni techo, por los que se sienten traicionados y sin fuerzas. Señor Dios, que nos has dado una morada donde habitar, una ciudad que construir y hombres con quienes vivir la vida, ábrenos los ojos para que veamos a los demás, haznos humildes y pequeños para que nuestra ciudad se convierta en un reflejo de tu amor, por Jesucristo nuestro Señor».

9. «Oremos para que el Señor nos perdone el mal que nos nacemos unos a otros al despreocuparnos y olvidarnos de los demás; porque no sabemos entendernos ni soportarnos, porque hablamos mal unos de otros, y con frecuencia somos todo rencor y amargura e incapaces de perdonarnos».

«Te rogamos, Dios y Padre nuestro, que nos acojas en tu paz tal como somos; envía tu Espíritu sobre nosotros para que seamos abiertos y acogedores y podamos así caminar hacia ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

(Huub Osterhuis)

* * *

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142 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

15. Improperios

1. «Tú prometiste justicia a los oprimidos y paz a los hombres y mujeres de buena voluntad, pero la guerra y la persecución han destruido muchas vidas y han hundido grandes esperanzas. ¿Cómo vamos a creer que se cumplirá tu palabra, si hasta nosotros mismos, con nuestros silencios y cobardías, abandonamos al hermano desvalido y dejamos las manos libres a los poderosos?»

2. «Tú has dicho que somos hijos tuyos, que todos somos hermanos. Sin embargo, en cualquier lugar del mundo hay más discriminaciones que estrellas en el cielo. Hay personas y pueblos con hambre, niños abandonados o vendidos, pueblos en camino de exterminio, en nombre de secretas razones».

3. «Tú prometiste a los sencillos la sabiduría y la posesión de la tierra, pero la violencia es la que gana siempre, y los poderosos son los dueños de la tierra. Nunca como hoy ha sido tan grande e insalvable, el foso entre pueblos ricos y pueblos pobres. Nunca como hoy nos sentimos tan impotentes».

4. «Tú nos dejaste este mundo tuyo para que lo sometiéramos y fuéramos felices en él. Pero ¿qué hemos conseguido? La amenaza escondida en los planes militares, la búsqueda incesante de armas eficaces y rápidas llena nuestros corazones de temor y de desesperanza en el futuro. Son perseguidos los que defienden la no violencia, los que se oponen radicalmente a la guerra».

5. «Tú has asegurado que hambrientos y sedientos, marginados y perseguidos, encontrarían alimento y bebida, amor, comprensión y apoyo de la justicia.

TRIDUO PASCUAL 143

Pero ¿qué es lo que pasa en tu mundo? ¿Acaso el hambre no arrasa pueblos enteros? ¿Acaso en los suburbios de nuestras ciudades, donde toda humillación y abandono tienen lugar, se da otra cosa que paro, miseria, droga y delincuencia? Y nosotros, seguidores de tu palabra, aturdidos por el ajetreo de nuestras vidas, ¿hemos escuchado estos gritos de soledad y de desesperanza o los hemos silenciado?»

6. «Tú nos dijiste que somos libres como hijos de Dios. Nos diste la libertad para que la usáramos en ayuda de los otros. Sin embargo, tenemos miedo de nuestra propia libertad y tememos el riesgo de tu cercanía, a la que nos llevaría el uso recto de esa libertad. Preferimos encerrarnos en fórmulas fijas que nos dispensen del compromiso, de las reformas, de la verdadera conversión de todo nuestro ser. Ayúdanos a convertirnos, aun en contra de nuestra propia voluntad que se resiste, y recuerda, Señor, que esperamos tu misericordia».

(Comunidad de la Resurrección, Madrid, Triduo 1994)

16. Pregón pascual (I)

(Además del pregonero y del agorero —que se sitúan a ambos lados del presbiterio—, está el pueblo, constituido por un pequeño grupo. El tono del pregonero es vibrante, y realista el del agorero).

Pregonero: «En esta noche de Pascua, brille la luz en los confines de la tierra y desborden de alegría nuestros corazones. Que renazca la esperanza, surja con fuerza la vida y brote la paz como fruto granado de la justicia».

Pueblo: «El pueblo entero lo necesita. Hora es ya de despertar del sueño. Es el momento de la escucha atenta».

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144 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Agorero: «¿Como podemos hablar de esperanza en medio del espesor de la noche que cubre como un manto el universo entero?»

Pregonero: «Anunciamos la buena nueva con la fuerza del evangelio, con la fortaleza de Jesús de Nazaret, con el Espíritu creador de nuestro Dios».

Agorero: «Nuestros gritos son voces que se apagan con el estruendo de las guerras, palabras que se pierden en el murmullo de los discursos».

Pueblo: «Aunque sumisos y callados, nadie nos manipula. Sabemos dónde se encuentra la verdad y en qué rincones nos acecha la mentira».

Pregonero: «Esta es la noche primera de la creación, que se transforma, por la palabra de Dios, en madrugada de primavera».

Agorero: «La creación está en manos de unos pocos que especulan con el suelo. Él dominio de los poderosos no respeta la vida de la naturaleza entera».

Pregonero: «Es esta noche, noche segunda de tránsito de la esclavitud a la libertad, de la servidumbre al servicio. Es la gran noche de la liberación».

Agorero: «Es incesante el dominio de los pueblos ricos sobre los pueblos pobres. Ejércitos guerreros y navios nucleares cruzan con soberbia los océanos por los estrechos de los mares».

Pueblo: «El pueblo unido jamás será vencido».

Pregonero: «Nuestra voz quiere ser grito de esperanza que conmemore una tercera noche, la de Jesús, resucitado al alba del día tercero».

TRIDUO PASCUAL

Agorero: «Son muchos los ídolos que suplantan a Dios: el poder, el dinero, el orgullo».

Pueblo: «El Dios del pueblo es el Padre de Jesús. El reino de los pobres y desheredados es el reinado de Dios».

Pregonero: «La esperanza de Jesús resucitado, amigos y hermanos, nos mantiene despiertos en esta noche santa. Juntos y agrupados queremos ser testigos de la nueva humanidad que hoy inaugura Jesucristo».

Pueblo: «No queremos gobernantes falaces ni dueños sin piedad, que en el fondo son inmisericordes dictadores».

Agorero: «En esta noche, como en cada noche, son millares los que mueren de sed y de hambre, los que gimen entre rejas, los exiliados lejos de su hogar, los marginados en rincones de miseria».

Pregonero: «También es noche de los que hicieron de sus lanzas podaderas, rejas de sus espadas y panes de justicia para el pueblo con su esfuerzo y su dinero».

Pueblo: «Reconocemos, amigos y amigas, que esta noche es noche santa, de amor y de alegría, de libertad y de esperanza».

Pregonero: «Nuestra confianza está puesta en el Señor y en su pueblo, que es el nuestro».

Agorero: «Me uno a vuestras voces de esperanza: no quiero ser ya más el agorero que pregona desventuras, sino ayudante feliz de pregonero».

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146 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Pueblo: «Es noche santa de todos, es nuestra noche de Pascua».

Pregonero: «¿Por que buscáis entre los muertos al que vive?»

Agorero y Pueblo: «Cristo ha resucitado, Cristo vive.

. Es noche de esperanza, es noche de alegría». Pregonero:

«Será larga esta noche, es nuestra noche cuarta. Vendrá el amanecer. Cristo en su plenitud será el Señor de la montaña».

Todos: pregonero, agorero y pueblo: «Cristo ha resucitado, Cristo vive. Juntos celebramos hoy su triunfo, que es el nuestro».

(Comunidad de la Resurrección, Madrid, Triduo 1979)

17. Pregón pascual (II) (A dos coros)

«Es justo que en esta noche de Pascua aclamemos con la voz y el corazón entero al Dios del reino y de los pobres y a su Hijo Jesucristo, Dios y hombre verdadero».

«Queremos que en esta noche de Pascua se llenen nuestros corazones de alegría, renazca la esperanza, brote la paz y se implante la justicia de por vida».

«A la luz del cirio pascual esperamos contemplar antes del alba toda la historia, que es historia santa, que comienza en una noche y termina en alborada».

«Ésta es la noche primera de la creación, en que por su palabra Dios transformó la tierra, desértica y sin vida, en vergel fecundo de luz y de calor».

2.

1.

TRIDUO PASCUAL 147

1. «Al principio la tierra no tenía forma, todo era un mar proceloso en la oscuridad de la tiniebla. Dijo Dios: "Haya luz", y de pronto el caos se transformó en rutilante primavera».

2. «Ésta es también la noche segunda del paso de la servidumbre al servicio y de la esclavitud a la hermandad del pueblo de Dios, libre, como el viento, en sus inicios».

1. «Es la noche en que una columna de luz y de fuego iluminó las tinieblas del pecado y disipó el sistema de dominio de los dictadores que se aferran a su poder».

2. «En esa noche sacaste a nuestros padres de la humillación de ser esclavos y les hiciste pasar sanos y salvos a tierra firme a través de las aguas procelosas de la muerte».

1. «Ésta es asimismo la tercera noche, la de Jesús, resucitado al amanecer del tercer día. La esperanza de la gloria del Señor nos mantiene en sobreaviso cual vigías».

2. «Juntos y agrupados, queremos ser testigos de la nueva humanidad, que en cada vigilia cobra al iento con el soplo de tu Espíritu y nuestro activo esfuerzo en cada intento».

1. «Pero vivimos, hermanos, en una cuarta noche. Creemos en la buena nueva del Señor: hay resurrección aquí y ahora, y un día se hará plena en todo su esplendor».

2. «Es la larga noche de los que hacen rejas de sus espadas, y de sus lanzas podaderas y amasan junto al pueblo hambriento el pan de la justicia, para que en los desiertos de este mundo florezcan las palmeras».

1. «En medio del hambre y de la guerra celebramos la promesa de abundancia y de paz. En medio de la opresión y la tiranía festejamos los anhelos de justicia y libertad».

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CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

2. «En medio de la tristeza y la traición celebramos la promesa de alegría y lealtad. En medio del odio y de la muerte festejamos la presencia del amor y la amistad».

1. «En medio de la corrupción y de la crisis celebramos la promesa de la salvación. En medio de la muerte que nos ronda cantamos la esperanza en la resurrección».

2. «Será larga esta noche; es nuestra noche cuarta. Cristo en su plenitud será el Señor de la montaña. Jesús ha resucitado. Cristo vive entre nosotros. En esta noche transfigurada celebramos nuestra Pascua».

1. «Proclamemos, hermanos y amigos, que esta noche es noche santa. de amor y de alegría, de libertad y de esperanza».

2. «Nuestra confianza está puesta en el Señor y en su pueblo, que es comunidad, no masa. Es noche santa de todos, es nuestra noche de Pascua».

(Comunidad de la Resurrección, Madrid, Triduo 1994)

18. Pregón pascual (III) (Sobre el Cantar de los Cantares:

2,8-17; 4,16; 5,10-16: 7,11-14)

1. «Amigos de esta noche, que es noche que da día, mirad que ya se acerca, a paso alegre, el amigo deseado, el Señor del amor y de la vida, que apuñaló a la muerte con su muerte y despertó del sueño del sepulcro la aurora florecida».

TRIDUO PASCUAL

2. «Que se acerca saltando por los montes, brincando por oteros y colinas, igual que una gacela, lo mismo que una joven cervatilla. Mirad que se detiene detrás de nuestras puertas en vigilia».

3. «Amigos de esta noche, que es noche que da día, amigos que tenemos la esperanza cansada y aburrida, salgamos a su encuentro, madruguemos el gozo y las canciones más frescas y más vivas, que ya pasó el invierno del frío y de la muerte, del hambre y la injusticia, que amanecen las flores en los campos, y los pájaros anuncian maravillas, y apuntan el verano los árboles frutales, y huelen a ilusiones los tilos y las viñas».

4. «Amigos de esta noche, que es noche que da día, tiremos la tristeza y el cansancio como se tira una muela ya podrida; huyamos de la carne y de la sangre alborotadas igual que de una bestia enfurecida; cacemos las raposas que devastan los prados verdecidos y las viñas».

5. «Salgamos hacia el campo, que ha venido la rosa de la luz y la alegría, la palmera que sube del mundo hasta los cielos, y nos llueve la gracia y la sonrisa».

6. «Sus ojos son palomas, macizos de perfumes su barba y sus mejillas, sus labios como lirios, como un cedro del Líbano su vista».

7. «Que se levante el cierzo poderoso, el cierzo de los besos y la dicha. Salgamos hacia el campo, que esta noche no hay guardias ni vigías. Amémonos debajo del manzano renacido y bebamos el mosto de las uvas encendidas».

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150 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

8. «Que esta noche no es noche, sino día. ¡Que esta noche es la pascua del Señor que pasa de la muerte hacia la vida!»

(Víctor Manuel Arbeloa)

19. Pregón pascual (IV): «Pregón de la gran fiesta»

1. «Hermanos cristianos, vigías que avizoráis las tinieblas y la oscuridad, ¿qué hay de la noche? ¿De la noche del odio, la opresión y la mentira; de la noche del hambre, el frío y las chabolas; de la noche de la soledad y del fracaso, del alcohol y de la droga; de la noche del dolor y de la muerte?»

2. «Compañeros de vigilia, ¿qué hay de esta noche? No echéis a correr. No dejéis apagar vuestras luces. No abandonéis vuestro puesto de adelantados y de guardianes de la noche. Esta noche va a poner fin a todas vuestras noches».

3. «Si esperáis un momento vigilando, veréis correr y alejarse para siempre y huir a los asesinos que venden su justicia, a los mentirosos que ahogan su verdad, a los que, firmes, os proponían la huida, a los que han engordado con vuestra hambre, vuestro frío y vuestro afán».

4. «Si mantenéis la esperanza, veréis a los desamparados y a los tristes, a los angustiados y a los doloridos, quedarse con vosotros y sonreír, y abrazaros, y esperar. Esta noche de maravillas y prodigios, noche de fiesta y de cantares, es noche más brillante que el sol.

TRIDUO PASCUAL 151

Esta noche esperamos al sol sin ocaso, al día sin noche, . a la luz sin tinieblas, al fuego que abrasa y renueva el amor».

5. «Mirad, hermanos, miradlo, helo que viene el que violó las puertas de la muerte, el que amó la justicia y aborreció la maldad. Aquí llega: vedle, que está ya detrás de los muros atisbando nuestra alegría. Viene de la muerte, Cristo, el Señor».

6. «Cristianos, hermanos, levantaos y caminad. Que no puede ya asustaros la noche. Huid de la conformidad y la estrechez, de los complejos, el miedo y la cobardía. Renace la tierra, y toda la Iglesia revive y se engalana un año más: resucitó Cristo nuestra esperanza. Sigue vivo para darnos la vida. Nada se ha perdido. Todo se amontona en nuestras manos, y en Cristo vivo todo se salvará».

(Comunidades Cristianas de Navarra)

***

20. Pregón pascual (V)

«Hermanas y hermanos, amigos todos:

1. ¡Que en esta noche santa brinquen de júbilo los ángeles, hagan corro los arcángeles del cielo y no cesen los músicos de tocar timbales, trompetas y platillos por la victoria de nuestro Rey y Señor!»

2. «¡Que se enciendan hogueras en las plazas y chisporroteen los cirios en la noche oscura! ¡Que volteen las campanas, tintineen las campanillas y se oigan las sirenas a la salida del duro trabajo, en vísperas de una gran fiesta que no acaba!»

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152 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

3. «¡Que estallen cohetes de paz en los cielos del mundo y resuenen las tracas en mitad de nuestras plazas! ¡Que los fuegos artificiales tachonen de colores el firmamento, y el bisturí del rayo láser haga de la noche una alborada!»

4. «¡Que vuelen las palomas mensajeras de paz, y salten a la pata coja los niños en el patio de la escuela! ¡Que los coros y orfeones del universo canten un "aleluya" a nuestro Dios y Señor, y los jóvenes lancen al unísono un atronador "hurra" de triunfo!»

5. «Que goce la tierra, respetada como una madre, y se inunde el cielo de tanta claridad. Que llueva cuarenta días y cuarenta noches hasta que los pantanos rebosen de agua dulce».

6. «Que los pobres del Tercer Mundo coman hasta saciarse y echen la casa por la ventana, dando rienda suelta a sus deseos y colmando de una vez sus aspiraciones».

7. «Alégrese también la Iglesia, revestida de luz y de justicia. Resuenen en los templos y capillas las aclamaciones del pueblo cristiano en asamblea».

8. «Ha ocurrido el acontecimiento más grande de los siglos: la muerte ha sido vencida por la vida. Combatieron muerte y vida cuerpo a cuerpo, y, cuando parecía haber sido derrotada por la muerte, la vida renació vigorosa en una primavera florida. La muerte es ya un espantapájaros inofensivo».

9. «La batalla ha tenido lugar hoy, en la madrugada de este día que no tiene crepúsculo ni ocaso: un día interminable de domingo sin lunes, de fiesta sin resaca, de danza y de alegría».

TRIDUO PASCUAL 153

10. «Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la opresión, Cristo asciende victorioso del abismo, hasta llegar al Padre como Rey de la gloria».

11. «¡Qué noche tan dichosa la noche de aquel día! Sólo la noche oscura conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos! Es noche iluminada por el gozo, es noche clara como el día».

12. «Esta noche santa disipa pesadumbres, alienta la confianza, da entrada a la concordia, suscita la alegría y ensancha la esperanza».

13. «Llenos de gozo en presencia del Señor Resucitado, tenemos el encargo de transmitir la Buena Nueva, la noticia más grande de los tiempos: ¡Jesús, el Cristo, vive! ¡El Señor ha resucitado!»

(Casiano Floristán)

***

21. Letanías de los santos (I)

MONICIÓN: «En nuestra peregrinación por el mundo, los cristianos no estamos solos. Con nosotros está el cortejo de los santos, que desde su bautismo hasta su muerte dieron testimonio de su fe en el Mesías. Cada vez que en la Iglesia un cristiano o varios transitan de un estado a otro —como es el caso de un bautismo—, se convoca a los santos por medio de las letanías. Ellos son testigos del creci­miento de la Iglesia, bajo cuya protección nos amparamos».

LETANÍAS

Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. R/ Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.

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154 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Santa María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia: IV Ruega por nosotros.

San José, esposo de María: Py Ruega por nosotros.

San Juan Bautista, precursor en la misión: Py Ruega por nosotros.

Santos apóstoles Pedro y Pablo, Juan y Andrés, testigos del Resucitado y columnas de la Iglesia:

Py Rogad por nosotros.

Santiago Apóstol, misionero y patrono de España: Py Ruega por nosotros.

San Esteban, diácono, que al morir apedreado contemplaste a Jesús en su gloria:

Py Ruega por nosotros.

Santos mártires Lorenzo y Vicente, diáconos, que disteis testimonio con vuestras vidas:

Py Rogad por nosotros.

Santos Agustín, Ambrosio y Jerónimo, obispos pensadores de una Iglesia misionera:

Py Rogad por nosotros.

Santos fundadores, Benito, Francisco de Asís, Domingo de Guzmán e Ignacio de Loyola:

Py Rogad por nosotros.

Santos Juan de Ávila, Pedro de Alcántara, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, místicos de la vida cristiana:

Py Rogad por nosotros.

Santos Francisco Javier y Pedro Claver, misioneros del evangelio:

Py Rogad por nosotros.

Santos León, Gregorio vil y Juan xxm, Papas de una Iglesia renovada:

Py Rogad por nosotros.

Santos y santas de Dios cuya vida estuvo escondida con Dios en Cristo:

Py Rogad por nosotros.

TRIDUO PASCUAL 155

Jesucristo: del pecado, el mal raíz de todos los males: Py Líbranos, Señor.

De la muerte eterna: Py Líbranos, Señor.

Por tu encarnación: Py Líbranos, Señor.

Por tu muerte y resurrección: Py Líbranos, Señor.

(Lorenzo Torrente)

22. Letanías de los santos (II)

Señor, ten piedad. Py Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. Py Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. Py Señor, ten piedad.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, que nos acompañas en nuestros dolores como acompañaste a tu Hijo al pie de la cruz:

Py Ruega por nosotros.

San Pablo, que elevaste el trabajo a la categoría de dignidad huma­na y dijiste que el título más preciado es gloriarse en Cristo:

Py Ruega por nosotros.

San Francisco, que renunciaste a todo, que no te vestías con sotana de seda sino con basto sayal, y hasta a eso renunciaste, andando desnudo:

Py Ruega por nosotros.

Santa Sabina, que dejaste riquezas, títulos nobilarios y comodida­des, y con sólo dos panes de cebada y la confianza en Dios pere­grinaste, dejando tu vida por el camino, por amor a tus hermanos los hombres:

Py Ruega por nosotros.

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156 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

San Eligió, patrono de los orfebres, por cuyas manos pasó abun­dante oro, pero que renunciaste a tanta riqueza y protección huma­na, y aun sin dinero ni favor real fuiste elegido obispo y llegaste a santo:

R/ Ruega por nosotros.

Santa Flora, hija de un mahometano, que, puesta a elegir, no optas­te por ser princesa, ni siquiera marquesa, sino pobre y cristiana, y por eso te rompieron el cráneo:

R/ Ruega por nosotros.

Santa María de Cervellón, que te hiciste esclava y no ministra, sal­vando esclavos para salvar y engrandecer la economía de tu orden mercedaria, y no hiciste tu trabajo yendo en avión ni en coche-cama, sino andando, incluso sobre las aguas:

R/ Ruega por nosotros.

San Lorenzo, oséense, guardián de los tesoros de la Iglesia, es decir, de los cojos, ciegos y miserables, que muriste en Roma y, aunque fuiste padre de todos, ni siquiera se sabe dónde está tu sepulcro:

Py Ruega por nosotros.

Santos y santas que estáis como tales en nuestros corazones: Charles de Foucauld, que al morir ni tumba tuviste; Óscar Romero, que empujado por tu opción por los pobres venciste sin miedo a la muerte; Juan xxm, que elegido Papa siendo un anciano convocas­te un Concilio para convertir a la Iglesia; y tantas y tantos santos cuya obra, aun siendo de Dios, no habéis tenido voceros ni valedo­res a lo largo de los siglos, porque los que recibieron vuestra ayuda fueron pobres y desheredados que no sabían escribir, ni acaso hablar, pero que eran también hijos de Dios:

R/ Rogad por nosotros.

De todo mal: R/ Líbranos, Señor.

Nosotros, que somos pecadores: R/ Te rogamos, óyenos.

Jesucristo, Hijo de Dios vivo: íy Te rogamos, óyenos.

Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

(Lorenzo Torrente) ***

TRIDUO PASCUAL 157

23. Letanías de los santos (III)

Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. R/ Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, a la que invocamos de mil maneras:

Py Ruega por nosotros.

San Miguel Arcángel, que luchaste contra dragones, pero también te ocupaste de curar enfermos, proteger animales y montes:

Py Ruega por nosotros.

San José, hombre bueno y, sobre todo, justo, porque sin saber de quién era el hijo de tu mujer, pero sabiendo que no era tuyo, no qui­siste denunciarla:

Py Ruega por nosotros.

Santa Eduvigis, duquesa de Silesia y de Polonia, que, en tiempos en que tener poder era la única garantía de vida segura, te pusiste al servicio de los pobres para salvar su vida y las de muchos otros:

Py Ruega por nosotros.

San Francisco de Asís, hermano de todos los hombres, predicador de la alegría, de la canción, de la paz y del reparto de todos los bie­nes:

R/ Ruega por nosotros.

Santiago Apóstol, honesto hasta la muerte, tan amigo de Jesús que prometiste no tomar bocado hasta su resurrección, tanta era tu fe:

Py Ruega por nosotros.

San Ignacio, discípulo de Juan y obispo de Antioquía, que escri­biste a la Virgen María para preguntarle si era verdad lo que habí­as oído de Jesús. Tales razones te dio María, que tú, incansable en tu apostolado, acabaste muerto por las fieras del circo antes que abandonar la fe:

Py Ruega por nosotros.

Juan xxm, nuestro hermano mayor, profeta del amor, del buen humor y de la esperanza:

R/ Ruega por nosotros.

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158 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Óscar Romero, que venciste el miedo asumiendo todo riesgo y muriste víctima de los que te odiaban:

R/ Ruega por nosotros.

Ignacio Ellacuría y demás hermanos, prendidos en el Huerto de los Olivos de vuestro trabajo y muertos en la noche oscura de la mise­ria y el odio humanos:

fy Rogad por nosotros.

Cristianos anónimos, padres y madres de familia, enseñantes, sani­tarios, barrenderos y porteros, que ayudáis a transmitir la fe de generación en generación, con sacrificio, amor, humor, penas y alegrías:

R/ Rogad por nosotros.

Santos y santas de Dios, no nombrados en el santoral, caminantes anónimos a nuestro lado, que ponéis vuestra vida, inteligencia, esfuerzo y trabajo al servicio de vuestros hermanos, sin distinción de credos, razas, etnias o lenguas:

R/ Rogad por nosotros.

De la mentira, la envidia y la vanidad: R/ Líbranos, Señor.

Por tu muerte y resurrección: R/ Líbranos, Señor.

Nosotros, que somos mezquinos y pecadores: R/ Te rogamos, óyenos.

(Lorenzo Torrente)

* * *

24. Letanías feministas

Señor, ten piedad R/ Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad fy Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad R/ Señor, ten piedad.

Eva, primera mujer, que engendraste en los albores del mundo vida humana:

R/ Ruega por nosotros.

TRIDUO PASCUAL 159

Mujer de Noé, que con cariño exquisito cuidaste a tu familia y a los animales del arca:

R/ Ruega por nosotros.

Sara, esposa de Abrahán, tenida por estéril, que contra toda espe­ranza concebiste en tu vejez:

fy Ruega por nosotros.

Rebeca, mujer de Isaac, bella, dulce y apasionada, que por amor a tu hijo cambiaste la historia con una bendición:

R/ Ruega por nosotros.

Raquel, hija de Labán y esposa de Jacob, frágil y atractiva, que diste a luz a Israel, fundador de las doce tribus del pueblo de Dios:

R> Ruega por nosotros.

Lía, hija mayor de Labán, que fuiste fiel en la soledad: R/ Ruega por nosotros.

Dina, que te acercaste a otros pueblos: R/ Ruega por nosotros.

Débora, jueza intrépida y audaz, sedienta de justicia, que te enfren­taste al tirano con la fuerza puesta en Dios:

R/ Ruega por nosotros.

Rut, nuera de Noemí, extranjera moabita, de cuya descendencia nació el rey David, y de su linaje Jesús:

R/ Ruega por nosotros.

Judit, viuda de Manases, bella, sabia e intrépida en la fe, que con peligro de tu vida salvaste la vida de tu pueblo:

fy Ruega por nosotros.

Ester, huérfana y deportada, valiente y piadosa, que desobedeciste al tirano y salvaste a tus hermanos:

R/ Ruega por nosotros.

Ana, anciana profetisa, que reconociste a Jesús y lo proclamaste Mesías;

R/ Ruega por nosotros.

Isabel, esposa de Zacarías y madre de Juan, que hiciste fecundo lo que parecía estéril y te emocionaste con la visita de María, tu prima:

R/ Ruega por nosotros.

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160 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

Mujer Samaritana, que bebiste agua viva en el pozo de Jacob y vol­viste a casa con un cántaro lleno de fe y de entusiasmo, confesan­do que Jesús es el Señor:

Py Ruega por nosotros.

Marta y María, hermanas de Lázaro, que creísteis a pie juntillas en la resurrección de los muertos:

Py Rogad por nosotros.

María Magdalena, audaz y bella, amante de la vida y de los perfu­mes, inseparable de Jesús después de arrepentida, que lo recono­ciste resucitado por su palabra:

Py Ruega por nosotros.

María, Madre de Jesús, que te pusiste a la sombra del Espíritu y nos diste el fruto bendito de tu vientre;

Py Ruega por nosotros.

Santas sin corona ni canonización, que vivisteis el evangelio en la vida y en la muerte:

Py Rogad por nosotros.

Muéstrate propicio: Py Líbranos, Señor.

De la injusticia, la mentira y la opresión: Py Líbranos, Señor.

Por tu muerte y resurrección: Py Líbranos, Señor.

Por el envío de tu Santo Espíritu: Py Líbranos, Señor.

Para que renovemos nuestra fe: Py Líbranos, Señor.

Para que seamos fieles en nuestro compromiso: Py Líbranos, Señor.

(Casiano Floristán)

* * *

TRIDUO PASCUAL 161

25. Renuncias y compromisos

Renunciamos: «Antes de que los catecúmenos de la Iglesia primitiva fuesen bautizados en la Vigilia Pascual, se les exigía una confesión de fe personal y un conjunto de renuncias y compromisos. Esta tra­dición se realiza allí donde hay bautismos de adultos. En esta noche santa queremos renovar nuestra condición de cristianos creyentes y comprometidos.

Constantemente nos vemos incitados al consumo, al confort, a usar y aprovecharnos de todo. Como contraste, vemos los proble­mas del Tercer Mundo, aunque lejos, de oídas o en la pantalla. A veces nos remuerde la conciencia. Seguramente hay que renunciar a algo, a muchas cosas. Debemos renunciar al desánimo, que nos impide continuar en la lucha; al egoísmo, que nos separa de los demás; al miedo, que no nos deja ser libres».

* ¿Renunciamos al egoísmo, contrario al amor? R/ Sí renunciamos.

* ¿Renunciamos a la indiferencia y autosuficiencia que nos domi­nan? R/ Sí renunciamos.

* ¿Renunciamos a todo lo que va contra la justicia y nos impide hacer efectivo el reino de Dios? R/ Sí renunciamos.

Nos comprometemos * ¿Nos comprometemos a tratar de remediar, en lo que de nosotros

dependa, los graves problemas de nuestra sociedad: paro, delin­cuencia juvenil, drogadicción, etc., y a colaborar para ello en la parroquia, en la asociación de vecinos y en las agrupaciones populares en general? R/ Sí, nos comprometemos.

* ¿Nos comprometemos a interesarnos en las cuestiones sociales y políticas más allá de nuestro derecho a votar, informándonos de los problemas y apoyando y colaborando con los grupos y aso­ciaciones que de verdad defienden los intereses del pueblo? R/ Sí, nos comprometemos.

* ¿Nos comprometemos a ser menos violentos de palabra y de juicio, a defender la paz en solidaridad con las asociaciones y movimientos que tratan de extenderla palmo a palmo? Py Sí, nos comprometemos.

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162 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

* ¿Nos comprometemos a ser más generosos con todos los bienes que poseemos, no sólo con el tiempo libre o la cultura, sino tam­bién con el dinero? Py Sí, nos comprometemos.

* Por último, ¿nos comprometemos con la causa de Jesús, buscan­do el reino de los pobres y explotados, reino de verdad, de justi­cia y de amor, dispuestos a seguir en la Iglesia, a obrar como cristianos y a trabajar con nuestros sacerdotes y obispos en acti­tud de comunión crítica y fraterna? IV Sí, nos comprometemos.

Promesas: Por todo lo anterior, os invitamos a que respondáis con toda libertad y decisión al enunciado de estos compromisos y promesas:

* ¿Prometéis estar abiertos a las llamadas urgentes de la sociedad, buscando una mayor afiliación o solidaridad con los grupos que luchan por una vida más justa en el reparto del trabajo, más pací­fica en medio de la violencia y más dialogante en el ejercicio de una vida en compañía con los hermanos? Py Sí, lo prometemos.

* ¿Prometéis como cristianos ahondar la fe en comunidad, abrir caminos de esperanza en la resurrección y ejercer en la práctica cotidiana el mandamiento nuevo de la caridad? Py Sí, lo prometemos.

* ¿Prometéis colaborar con la parroquia, asistir a las celebraciones y relacionaros más con los vecinos necesitados? Py Sí, lo prometemos.

* ¿Prometéis ayudar a las necesidades de la Iglesia, visitar a los enfermos y repartir vuestros bienes con los pobres y menestero­sos? Py Sí, lo prometemos.

* ¿Prometéis seguir la causa y la vida de Jesús de Nazaret, amar a vuestros enemigos y buscar el reino de Dios y su justicia por encima de cualquier otra cosa? IV Sí, lo prometemos.

Si es así, que Dios nos lo premie; y si mentimos, que Dios nos lo demande.

(Gregorio Tomás)

5 Pentecostés

La fiesta cristiana de Pascua se prolonga por espacio de cincuenta días, denominado «tiempo pascual» o «cincuentena pascual», que finaliza con el domingo de Pentecostés. Recordemos que el núme­ro «cincuenta» significa consumación, conclusión y sello. Los cin­cuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés se celebran con alegría y júbilo, como si se tratara de un único día de fiesta o, mejor aún, de un gran domingo. Según los Hechos, en un Domingo de Pentecostés des­cendió el Espíritu sobre los primeros discípulos y se lograron las primeras conversiones. La cincuentena pascual es, pues, tiempo de alegría y agradecimiento por los frutos recibidos, especialmen­te por los dones del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es compa­rado en la Biblia con el viento y el aliento, sin los cuales morimos. El Espíritu es respiración de Dios. El soplo respiratorio del hombre viene de Dios, al cual retorna cuando una persona muere y emite su último aliento. Es también viento reconfortante, huracán que arrasa o brisa que reconforta la vida; es aliento que está en el fondo de la vida y es fuerza vivificante frente a la muerte.

* * *

1. La celebración de Pentecostés

a) La vigilia litúrgica no es simple preparación de la fiesta del día siguiente. Es celebración en la noche. Con ella se inicia la fies­ta correspondiente.

b) Con la vigilia comienza el Domingo de Pentecostés. Puede empezar con las primeras vísperas, o pueden emplearse algunos de sus textos: el himno, los salmos 112 y 146, las oraciones y las preces. La Vigilia de Pentecostés consta de varias lecturas bíblicas de libre elección. Se pueden usar las lecturas de la misa del día. En total hay 13 lecturas para elegir.

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164 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

c) La Vigilia de Pentecostés no debe ser una mera repetición de la Vigilia Pascual. Aunque las dos son iguales en importancia, sus contenidos son distintos. La de Pentecostés es adecuada para reunir varias comunidades y manifestar el universalismo cristia­no. Se centra, por supuesto, en el Espíritu Santo.

d) En la Vigilia de Pentecostés, cada lectura del Antiguo Testamento es seguida por un salmo responsorial y una oración. Así se cumple el ritmo fundamental celebrativo: lectura, canto, oración.

e) En esta vigilia cobran especial relieve los símbolos del Espíritu: soplo, viento, agua, luz y fuego. El soplo puede simboli­zarse con la música de una flauta de pan o de una quena; el vien­to, por medio de un sonido de huracán, grabado previamente; el agua, con vasos, jarras y tinajas; la luz, con velas o cirios encendi­dos; y el fuego, con una hoguera, unas teas o unas lamparillas de barro. Recordemos también los tres signos de la confirmación adaptables a esta vigilia: la crismación en forma de aceite perfu­mado o de perfume; la imposición de manos, hecha por un grupo representativo sobre la asamblea; y la signación, al trazar la cruz en la frente unos a otros.

f) Símbolos secundarios pueden ser la siembra de semillas y la recolección de frutos; la construcción de una torre como ima­gen de la soberbia y su destrucción como actitud de humildad; la danza de unos jóvenes vestidos de color negro con siluetas de esqueletos, para dar forma a la vivificación de los huesos; la entra­da de Noé y su familia en un arca simbólica; y el apagado total de las luces, seguido del encendido de las mismas, para sugerir la presencia vivificante del Espíritu de Dios.

g) En el proceso de significación, lo más importante no es el significante, sino el significado. Deben buscarse significados actuales en un plano personal y social.

* * *

PENTECOSTÉS lfi

2. La Vigilia de Pentecostés

a) Formación de la asamblea

La vigilia comienza con una procesión de entrada al lugar de s celebración, mientras canta la asamblea. La monición que da sen tido al acto puede hacerse a continuación o antes de la procesión Termina el rito de entrada con un saludo y oración del presidente No hay acto penitencial. Si la vigilia es en un patio, se puedi encender una hoguera y quemar en la misma objetos que simbo licen las cosas que se rechazan, por ejemplo, un juguete bélico, una jeringuilla de drogadicto, una vara o bastón de mando, m paquete de prensa manipuladora, etc. En el caso de que no sei posible la hoguera, puede encenderse una llama en un cuenco é barro.

b) Liturgia de la Palabra

La liturgia de la Palabra puede incluir tres lecturas (una del Antiguo Testamento, otra apostólica y el evangelio), elegidas ei función del tema que se desea resaltar, con su símbolo corres pondiente. A las dos primeras lecturas le siguen un canto y una oración. El evangelio concluye con la homilía, que debe ser muf breve, incluso si es compartida. La profesión de fe puede hacerss de forma interrogativa, a tenor de los textos elegidos. Las preces de los fieles debieran ser espontáneas, con sólo algunas prepara das de antemano. En la Liturgia de las Horas hay preces para el tiempo de Pentecostés que pueden servir de ayuda.

c) Gesto simbólico

El tercer momento de la vigilia es el gesto simbólico: agua, luz, llama, frutos, etc. Los portadores de los objetos van detrás del que lleva el cirio pascual encendido. Al llegar se lee, por ejemplo, un poema o unos textos alusivos al significado de cada cántaro que se derrama en una tinaja, de cada vela que se enciende, de cada llama que se prende o de las semillas o frutos que se presentan.

d) Liturgia eucarística

La liturgia eucarística comienza por el ofertorio, en el que, poi ejemplo, los niños llevan lo necesario.

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166 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

e) Rito de despedida

El rito final es simple. Si no se han dado las gracias espontánea­mente en el curso de la plegaria eucarística, pueden darse al final, para concluir con una oración del presidente y la bendición. Un canto vibrante puede rubricar el final de la Vigilia.

* * *

3. Vigilia de Pentecostés (I): «El soplo de la libertad»

a) Rito de entrada

MONICIÓN: «Cuando se contempla una genuina obra de arte, se dice que tiene espíritu, es decir, que comunica un modo de comprender el mundo y la humanidad y produce un placer estético. También hay personas con espíritu porque tienen algo dentro, un aliento vital fuera de serie, una fuerza que comunican a los que están con ellos. El Padre y el Hijo también tienen un espíritu, el Espíritu Santo, del que todos participamos. En Dios, la persona del Espíritu Santo es aliento de vida, empuje creador, fuerza para restañar lo separado, amor infinito, libertad total, viento impetuoso, fuego devorador, agua refrescante. Desgraciadamente, se desconoce el Espíritu al considerarlo etéreo, abstracto o inapreciable. En esta noche queremos hacer nuestra la confesión de fe del credo: cree­mos en el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios nos hacer ser perso­nas libres, hijos de Dios».

CANTO DE ENTRADA: «Envía tu Espíritu» (CLN, 254). (Durante el canto, transcurre la procesión con el incensario, la cruz, dos cirios, un cuenco con llama y el leccionario).

SALUDO: «Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muer­tos, habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros» (Rom 8,11).

ORACIÓN: «Dios de Jesús y Dios nuestro, que nos invitas a celebrar el misterio pascual durante cincuenta días, renueva hoy entre noso­tros el prodigio de Pentecostés para que las personas y los pueblos, sometidos a esclavitud por la avaricia del dinero y los poderes del mando, contribuyan libremente a la edificación de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor».

PENTECOSTÉS 167

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: EZ 37,1-14 (Los huesos secos); Ez 36,23-28 (Un espíritu nuevo).

CANTO: «Oh Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252).

ORACIÓN: «Dios de todos, haz que tu Espíritu conjure los huesos rese­cos que hay en nuestro mundo, para que las personas y pueblos sometidos se liberen de sus cadenas y vivan con dignidad y liber­tad, ya que todos hemos sido creados a tu imagen y semejanza. Por Jesucristo nuestro Señor».

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,22-27 (El Espíritu intercede por nosotros).

CANTO: «Ven, Espíritu Divino» (CMD, 377).

ORACIÓN: «Oh Dios, creador de todas las cosas y de la humanidad ente­ra, que escudriñas nuestros corazones y eres bondadoso y compa­sivo, haz que venga a nosotros tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que seamos hijos tuyos y hermanos unos de otros. Por Jesucristo nuestro Señor».

CANTO DEL ALELUYA

EVANGELIO: Jn 20,19-23 (Recibid el Espíritu Santo).

HOMILÍA: El Espíritu de Dios creó el mundo y dio vida humana al «barro» en la pareja de Adán y Eva. Se manifiesta particular­mente en los profetas, defensores de los desheredados y críti­cos de los mecanismos del poder y del culto desviado. También se advierte en los jueces, en cuanto promotores de la justicia, fuerza solidaria y fraterna. De un modo pleno reposó el Espíritu de Dios, en la plenitud de los tiempos, sobre el Mesías. Así se muestra en la concepción de Jesús, en su bau­tismo y el comienzo de su misión, en el momento de su muer­te y en las apariciones del Resucitado. Jesús murió entregan­do su Espíritu y apareció resucitado, dando el Espíritu por medio de su soplo a los discípulos. El Espíritu de Pentecostés es «sonido» que conmociona, «voz» que interpela y «fuego» que da calor. Su donación por parte de Dios tiene como pro­pósito crear comunidad y que las comunidades de la Iglesia se abran a los pueblos y culturas, den testimonio cristiano y defiendan la justicia y la libertad.

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168 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

PROFESIÓN DE FE (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»):

* «¿Creéis, hermanos y hermanas, en Dios, que por ser amor alien­ta la vida y vivifica a toda persona con el soplo de su boca y a todo creyente con el aliento de la fe?»

* «¿Creéis en Jesucristo, Hijo de Dios y Señor nuestro, que se encarnó en el seno de María Virgen por la fuerza del Espíritu Santo?»

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, soplo de Dios, ser personal de Jesús, fuerza del evangelio y alma de la Iglesia?»

* «¿Creéis en la Iglesia, pueblo de Dios, sacramento de salvación y comunidad de creyentes por la fuerza del Espíritu de Dios?»

PRECES DE LOS FIELES: «Celebremos la gloria de Dios, que en el día de Pentecostés llenó a los apóstoles del Espíritu Santo. Elevemos nuestras preces»:

* «Oh Dios, que al principio creaste el cielo y la tierra y, al llegar el momento culminante, recapitulaste en Cristo todas las cosas, renueva con tu Espíritu la faz del mundo y haz que se implante entre nosotros tu reino. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que infundiste tu aliento de vida en el barro para que apareciera el ser humano, haz que tu Espíritu comunique vida evangélica a la Iglesia para que se establezca como red de comu­nidades en todo el orbe. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que creaste la luz y la separaste de las tinieblas, ilu­mina todos las oscuridades del mundo para que el odio se con­vierta en amor, el sufrimiento en gozo, y la guerra en paz. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que hiciste germinar la vida de las aguas, fecunda el mundo con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo, para que los bienes se repartan con justicia y equidad. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que por obra del Espíritu Santo conduces a los hom­bres y mujeres a la luz de la fe y a la utopía del reino, dígnate dirigir, por este mismo Espíritu, a los aquí reunidos, para que seamos, como Iglesia, sacramento de salvación del mundo. Roguemos al Señor».

«Haz, Señor, que se cumplan estas peticiones con la ayuda de tu Espíritu y la colaboración de nuestro esfuerzo. Por Jesucristo nues­tro Señor».

Pl:N"l LCOSTK.S 169

c) Liturgia simbólica

MONICIÓN

«El Espíritu de Dios es:

* Aliento de vida, frente a torturas, mutilación y muerte. * Viento que oxigena, frente a recintos cerrados y oscuros. * Inspiración creadora, frente a rutinas e inmovilismos. * Soplo de universalidad, frente a localismos estrechos. * Empuje comunitario, frente a masificaciones estériles. * Irrupción de la base, frente a poderes dominantes. * Palabra de Dios, verdad, camino y vida de los seres

humanos».

GESTO (Se escucha en silencio una música que simboliza al Espíritu. Un grupo de personas responsables, o de más edad, extienden las manos sobre la asamblea)

Ayudante: «Que llegue el Espíritu de Dios a todos vosotros por medio de nuestra bendición. El Espíritu de Pentecostés es fuer­za para luchar por la verdad, la justicia y el amor, luz para com­prender, ayuda para servir, generosidad para amar y paciencia para sufrir y esperar».

(El presidente, o su ayudante, invita a la asamblea a aplaudir a los res­ponsables o ancianos como respuesta)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Santísima Trinidad C: «Libertad», pág. 298).

d) Rito de despedida

ORACIÓN FINAL: «Dios y Señor nuestro, que has comunicado a la Iglesia y a todos los creyentes el soplo de tu boca, haz que el Espíritu nos empuje a todos a ser en el ancho mundo hijos de la libertad. Por Jesucristo nuestro Señor».

* * *

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170 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

4. Vigilia de Pentecostés (II): «El agua que regenera»

a) Rito de entrada

AMBIENTACIÓN (Cada grupo de personas, al llegar, recibe un globo para decorarlo y colocarlo en el recinto de reunión, en una plataforma o gran mesa. A disposición de los que lo deseen hay rotuladores a la entrada para deco­rar el globo y una caja de maquillaje para que se pinten con fantasía y de manera festiva los que lo deseen)

MONICIÓN: «NOS hemos reunido en la Vigilia de Pentecostés para cele­brar la presencia del Espíritu en asamblea fraterna. Hace cincuen­ta días, celebrábamos la Pascua de Resurrección en comunidad. Hoy se cumple un tiempo de plenitud, de alegría, de anticipo de vacaciones, de vísperas de la recolección del trigo, de jornada que remata un itinerario. Queremos celebrar en son de fiesta en este anochecer, cuando se encienden las luces, brotan las llamas y se llena con agua fresca la jarra de los invitados al banquete. Nuestra vigilia tendrá hoy presente el agua regeneradora de la vida a secas y de la vida cristiana».

CANTO DE ENTRADA: «Danos, Señor, un corazón nuevo» (CLN, 253).

SALUDO: «El que bebe agua de ésta vuelve a tener sed, dice el Señor; el que beba el agua que yo voy a dar nunca más tendrá sed, porque ese agua se le convertirá dentro en un manantial que salta dando una vida sin término» (Jn 4,14).

ORACIÓN: «Padre y madre de todos, que nos invitas esta noche a reno­var el prodigio de Pentecostés, muéstranos la senda de tu Espíritu y haznos dóciles a sus insinuaciones evangélicas. Que nuestras len­guas sean una sola y que la sangre y el agua del costado de Cristo, signos de tu Espíritu, nos regeneren como nuevas criaturas, para que podamos confesar y llevar a cabo contigo la plenitud de tu pro­yecto salvador. Por Jesucristo nuestro Señor».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Gn 11,1-9 (La torre de Babel).

CANTO: «Oh Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252).

PENTECOSTÉS 171

ORACIÓN: «Dios y Señor nuestro, que no deseas la construcción de una ciudad o de una torre con los materiales del orgullo vanidoso, del poder arrogante o de las armas intimidadoras, haz que todos los bienes del mundo en que vivimos sean de todos y se repartan de manera equitativa. Por Jesucristo nuestro Señor».

OTRAS LECTURAS: EX 17,1-7 (El agua de la roca); 2 Re 5,1-15a (El leproso purificado); Is 41,17-20 (El agua que da vida al desierto); Ez 47,1.9-12 (El agua que sale del templo).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 12,4-13 (Un mismo Espíritu); Rom 6,3-11 (Sentido pascual del bautismo).

CANTO: «La Alianza nueva» (CLN, 253).

ORACIÓN: «Dios de la humanidad y de todos los creyentes, que repar­tes los dones de tu Espíritu entre todos sin que se rompa la unidad, haz que confesemos la fe en un solo Señor, en un solo Dios y en un solo Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor».

EVANGELIO: Jn 7,37-39 (Torrentes de agua viva).

HOMILÍA: El evangelio de la vigilia sitúa el grito de Jesús en rela­ción a los ritos del agua que se celebraban en la fiesta judía del templo o de los tabernáculos. Jesús es la roca, el agua viva, el Espíritu de Dios hecho carne, y nos invita a todos a beber dicho Espíritu. La Iglesia, reunida comunitariamente en el cenáculo, recibe la efusión del Espíritu vivificante y creador bajo la mirada serena y atenta de María. Nunca es más osten­sible la relación de María con la Iglesia que en el momento de la confirmación de la comunidad primitiva como nuevo pue­blo de Dios. Pentecostés es, pues, la fiesta de la manifestación de la Iglesia, formada por los apóstoles y discípulos del Señor, con María al frente. Y así como la luz del cirio pascual se difun­de por la comunidad sin que disminuya su fuente, así ocurre con el fuego pentecostal, que se distribuye sin menguar su contenido. La vida cristiana, que procede del agua bautismal, es eclesial, de un modo personal y comunitario, al servicio del mundo. Pentecostés es la confirmación de la Iglesia, del mismo modo que la confirmación es el Pentecostés personal cristiano.

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172 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

PROFESIÓN DE FE (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis en Dios Padre, que separó las aguas de la vida del caos de la muerte y de cuyo seno materno nace toda la vida?»

* «¿Creéis en Jesucristo, Hijo de Dios y Señor Nuestro, bautizado en el Jordán por Juan, y de cuyo costado, en la cruz, manó san­gre y agua, sacramentos salvadores?»

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, regenerador de la vida por medio de uh nuevo nacimiento en el seno de la pila bautismal?»

* «¿Creéis en la Iglesia, comunidad de los creyentes y bautizados en el nombre del Señor?»

PRECES DE LOS FIELES: «Oremos juntos al Señor, que ha congregado a su Iglesia por el Espíritu Santo, y expresemos nuestras peticiones»:

* «Señor nuestro Jesucristo, que, elevado en la cruz, hiciste que manaran torrentes de agua de tu costado, envíanos tu Espíritu, fuente de vida, para que la Iglesia renazca a una vida evangéli­ca. Roguemos al Señor».

* «Tú, que resucitado derramaste sobre tus discípulos el Espíritu, envíalo al mundo para que se transforme en un mundo nuevo. Roguemos al Señor».

* «Tú, que prometiste darnos el Espíritu Santo para que nos ense­ñara palabras de vida y nos recordara lo que nos habías dicho, acuérdate de los que no tienen nada, pasan hambre, están enfer­mos y son perseguidos. Roguemos al Señor».

* «Tú, que prometiste enviarnos el Espíritu de la verdad para que diera testimonio de ti, danos a los aquí reunidos ese mismo Espíritu, para que seamos testigos fieles de tu nombre. Roguemos al Señor». «Escucha, Padre, estas peticiones que te hace el pueblo en la Vigilia de Pentecostés, para que todos podamos contemplar la novedad de la vida según tus promesas. Por Jesucristo nuestro Señor».

c) Liturgia simbólica

MONICIÓN (Ver «Agua» en «Símbolos religiosos»). (Entran siete personas con los cántaros correspondientes, mientras se oye música. Si danzan suavemente, mejor. Echan el agua de los cánta­ros en la tinaja uno a uno, según las estrofas del poema)

I'I.MLCOSILS 173

POEMA: «LOS siete cántaros» (ver «Poemas», pág. 562).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Primer Domingo después de Epifanía C: «Bautismo», pág. 268).

d) Rito de despedida

ORACIÓN FINAL: «Te damos gracias finalmente, Padre, por haber parti­cipado en la Vigilia de Pentecostés y por la regeneración recibida con el agua viva de tu Espíritu. Haz que contribuyamos a inundar de Espíritu fraterno las parcelas de trabajo que nos has encomen­dado en el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor».

5. Vigilia de Pentecostés (III): «La luz de la verdad»

(Se comienza a oscuras, con todas las luces apagadas. Puede haber una música relajante al comenzar).

a) Rito de entrada

MONICIÓN: «Celebramos en la Vigilia de Pentecostés la confirmación de la Iglesia con el derroche que hizo Dios de luz y de fuego en la primera comunidad. El Espíritu del Señor es iluminación de los creyentes que quieren respirar verdad, libertad y justicia. Es Espíritu de opción por los pobres en un mundo dividido entre el Norte rico y el Sur pobre; Espíritu de paz en un mundo que se mueve bajo los huracanes de la guerra; Espíritu de transformación de la Iglesia institucional en Iglesia de los creyentes, del pueblo y de las comunidades. Por estar necesitados de verdad, frente a un mundo lleno de mentiras, nos reunimos en esta Vigilia de Pentecostés».

CANTO DE ENTRADA: «La Alianza nueva» (CLN, 253).

SALUDO: «Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros, dice san Pablo. Él nos ha ungido, él nos ha sellado y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu» ( 2 Cor 1,21-22).

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174 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

ORACIÓN: «Dios de la creación y Padre de todos los seres humanos, haz que brille sobre nosotros y sobre la humanidad entera el resplandor de tu verdad, y que el Espíritu Santo, luz de tu luz, ilumine nues­tras inteligencias, fortalezca nuestras voluntades y acreciente el amor de nuestros corazones hacia los desvalidos. Por Jesucristo nuestro Señor».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Jl 3,1-5 (Derramaré mi Espíritu).

CANTO: «Envía tu Espíritu, Señor» (CLN, D 38).

ORACIÓN: «Derrama tu Espíritu, Señor, sobre nuestros cuerpos y nues­tras almas y renueva el prodigio de Pentecostés sobre los fieles aquí reunidos, para que nos cubras siempre con tu sombra, comu-nicadora de verdad y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor».

SEGUNDA LECTURA: Hch 2,1-11 (El primer Pentecostés).

CANTO: «Oh Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252).

ORACIÓN: «Que tu pueblo, Señor, se alegre de estar presente en esta Vigilia de Pentecostés como lo estuvieron los discípulos de la pri­mera hora; haz que desciendan sobre nosotros las lenguas de fuego de tu Espíritu para que sepamos hablar con todo el mundo el mismo idioma de la justicia y de la verdad. Por Jesucristo nuestro Señor».

EVANGELIO: Jn 15,26-27; 16,12-15 (El Espíritu de verdad).

HOMILÍA: La fiesta cristiana coincide con la judía en el nombre («Pentecostés» significa «cincuenta») y en el tiempo (siete semanas después de Pascua). No celebra simplemente la siega de los cereales (fiesta de la cosecha o de las semanas) ni la antigua alianza del Sinaí (donación de la Ley), sino la efu­sión del nuevo Espíritu. El Pentecostés cristiano festeja el don escatológico del Espíritu Santo y la apertura de la Iglesia a todos los pueblos, especialmente a los del Tercer Mundo. El Pentecostés cristiano es el misterio que celebra la terminación de la obra redentora del Salvador y el comienzo de la Iglesia, confirmada para extenderse por todos los rincones de la tie­rra. Desde entonces, los apóstoles proclaman «en nuestra pro-

Pl.MECOS I ÉS 175

pia lengua» (en todas las lenguas) las «maravillas de Dios», es decir, las manifestaciones del Espíritu, que es inspirador del testimonio, del diálogo y del compromiso. De una parte, la Iglesia en estado de comunidad trabaja con los bautizados para hacerlos más evangélicos; de otra, el Espíritu actúa por medio de la Iglesia en el mundo, sobre todo de los pobres, para hacerlo reino de Dios.

PROFESIÓN DE FE (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis, hermanos y hermanas, en Dios, que es luz de los pue­blos e iluminación de la Iglesia por medio de Jesucristo?»

* «¿Creéis en Jesucristo, Hijo de Dios y Señor nuestro, que se encarnó por el Espíritu en el seno de María para predicar y lle­var a cabo en el mundo la verdad del reino?»

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, que nos empuja a poner en prácti­ca el evangelio predicado por Jesús a todas las naciones?»

* «¿Creéis en la Iglesia, comunidad de creyentes que se guía por la verdad encarnada en Jesucristo?»

PRECES DE LOS FIELES: «Oremos a Dios Padre, que por medio de Jesucristo ha congregado a la Iglesia. Elevemos nuestras preces»:

* «Oh Dios, que con tu Espíritu sostienes la tierra y a todos los seres vivos que la pueblan, haz que gobernantes y gobernados construyamos un mundo nuevo de justicia, de verdad y de paz. Roguemos al Señor».

* «Señor y Padre de toda la humanidad, que quieres reunir en una misma confesión de fe a tus hijos dispersos en grupos antagóni­cos, haz que las Iglesias se unan para que juntos confesemos todos un mismo credo. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que por tu Espíritu lo renuevas todo, danos fuerzas para luchar contra la segregación, la xenofobia y la marginación. Roguemos al Señor».

* «Oh Dios, que nos llamas a todos a ser cristianos por la acepta­ción de la fe y del bautismo de regeneración, haz que los aquí reunidos seamos creyentes sinceros. Roguemos al Señor».

«Haz, Señor, que se cumplan los deseos que hemos expresado. Por Jesucristo nuestro Señor».

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176 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

c) Liturgia simbólica

(Se entra el cirio pascual encendido y cinco cirios apagados que, por sus colores, pueden representar a los cinco continentes: blanco, negro, amarillo, cobrizo y aceitunado).

CANTO: «Hombres nuevos» (CMD, 59).

POEMA: «¡Soñar, Señor, soñar!» o «Las siete luces» (Ver «Poemas», pág. 585 y 557 al final de cada estrofa se enciende un cirio).

HIMNO: «¡LUZ que te entregas!» (Ver «Himnos», pág. 496).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo Ordinario A: «Luz», pág. 82).

6. Vigilia de Pentecostés (IV): «La llama de la justicia»

a) Rito de entrada

HOGUERA (Si es posible, se hace una hoguera en un patio, o al menos se encien­de la llama de un cuenco).

MONICIÓN: «El Espíritu de Dios está en el mundo desde que empezó la creación: aleteaba encima de las aguas. Se revela constantemente en los logros del pueblo humano, en el coraje y el valor de cada persona y de cada generación. El Espíritu de Dios se ha embarca­do en la misma historia y es para todos maestro, abogado, defen­sor, revelador de la palabra de Dios. Pero, a la vez, el Espíritu de Dios es el Espíritu de Jesús, el que ha resucitado a Jesús. Ello quie­re decir que el Espíritu que creó el mundo, el que lo sostiene incan­sablemente con su fuerza y su amor, será quien dé la plenitud al mundo, realizando en todo el universo la nueva creación mediante un nuevo calor y una nueva luz.

Nos hemos reunido aquí, en torno a esta hoguera, en la noche de Pentecostés. El fuego es fascinante y terrible, ilumina o ciega, da vida o la destruye, acrisola o abrasa... Es un símbolo de purifica­ción y de regeneración, de destrucción y de vida. Al mismo tiem-

PENTECOSTÉS 177

po que el fuego muestra la presencia viva de Dios por la ilumina­ción que produce, significa el juicio, en cuanto que purifica. Con la llama de la justicia nos presentamos ante el Señor. ¡Ojalá se enciendan nuestros corazones!»

HOGUERA SIMBÓLICA (Se queman cosas simbólicas que rechazamos. Lo expresamos con estos deseos).

* No rendimos culto al dinero ganado mediante la corrupción, amparándose en puestos de responsabilidad social o política.

(Se arroja al fuego la imagen de un billete) Py «¡Al fuego, al fuego!»

* No adoramos a los poderes que avasallan, ni a los que basan su poder en la fuerza de las armas.

(Se arroja al fuego un juguete bélico) Py «¡Al fuego, al fuego!»

* No escuchamos ni leemos los anuncios publicitarios de una sociedad de consumo que manipula las necesidades del pueblo.

(Se arroja al fuego una revista de actualidad) Py «¡Al fuego, al fuego!»

* No queremos permanecer sentados y ociosos mientras el Tercer Mundo se muere a causa del hambre o de luchas tribales intestinas.

(Se arroja al fuego una silla vieja) Py «¡Al fuego, al fuego!»

CANTO: «Envía tu Espíritu» (CLN, 254).

SALUDO: «LOS apóstoles —dicen los Hechos— vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, y se posó encima de cada uno el Espíritu Santo» (Hch 2,3-4).

ORACIÓN: «Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de la justicia, tú que congregas a todos los pueblos en fraternidad universal y eres el defensor de los pobres, que se hacinan hambrientos en el Tercer Mundo y en los mundos subdesarrollados de las sociedades opulentas; haz que nuestras decisiones se muevan hacia un reparto de los bienes de la tierra y hacia una solidaridad con los pobres y marginados. Por Jesucristo nuestro Señor».

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178 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: EX 19,3-8a.l6-20b (La alianza del Sinaí).

CANTO: «Oh Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252).

ORACIÓN: «Dios nuestro, que en el monte Sinaí, en medio del resplan­dor del fuego, diste a Moisés la ley antigua, y que en el día de hoy, con el fuego del Espíritu Santo, manifestaste la nueva alianza, haz que en nuestros corazones arda la llama del Espíritu que infundis­te a los discípulos, y que toda la Iglesia reciba con alegría tu pala­bra, para que luchemos por la justicia de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor».

SEGUNDA LECTURA: Gal 5,16-26 (Libertad y caridad); Rom 8,5-11 (Vida por el Espíritu).

HIMNO: «Ven, Creador, Espíritu amoroso», «Ven, Espíritu Divino». (Ver «Himnos», págs. 509 y 510).

CANTO DEL ALELUYA

EVANGELIO: Jn 15,26-27; 16,12-15 (El Espíritu de verdad).

HOMILÍA: El Espíritu de Dios descendió sobre los apóstoles, reuni­dos comunitariamente con ocasión de la fiesta del Pentecostés judío. Los judíos celebraban en ese día la fiesta de las sema­nas (recolección de cereales), el año jubilar (libertad/libera­ción) y la recepción de la ley antigua (primera alianza). La Iglesia, representada por los apóstoles, celebra el don de la nueva ley, la nueva alianza. En el Pentecostés judío del Sinaí, Dios habló por medio de truenos y relámpagos. En el Pentecostés cristiano del Cenáculo descendió el Espíritu en forma de luz que ilumina y de fuego que da calor. No escribe Dios sobre piedras, sino sobre corazones.

La fuerza del evangelio es Espíritu que llama a conversión, expulsa lo demoníaco, reconcilia a los pecadores, mueve a optar por los pobres y marginados y crea una Iglesia comuni­taria. En suma, el Espíritu promueve conciencia lúcida moral, da sentido agudo al discernimiento, empuja al compromiso social por el pueblo y ayuda a la puesta en práctica del men­saje de Jesús. Pecados contra el Espíritu son la injusticia, con las secuelas del subdesarrollo y de la miseria; la división de los seres humanos y de los pueblos, con todo el odio que genera; las dictaduras y el imperialismo, con el dominio del terror y de la guerra.

Pl:N TbCOSTÉS 1 7 9

PRECES DE LOS FIELES: «Concédenos, Padre, que con la fuerza del Espíritu nos dirijamos a ti para expresar nuestras peticiones»:

* «Envía tu Espíritu a nuestro mundo, lleno de odios, guerras y corrupciones, para que los gobernantes y responsables de los pueblos obren con verdad y con justicia. Roguemos al Señor».

* «Ilumina con tu gracia a la Iglesia, para que sea luz en medio de los pueblos. Roguemos al Señor».

* «Protégenos con tu manto de misericordia y acrecienta la justi­cia para que los pobres y marginados sean tratados como perso­nas humanas solidariamente. Roguemos al Señor».

* «Haz que los reunidos en esta Vigilia de Pentecostés renovemos nuestras promesas de servicio y amor a nuestro prójimo. Roguemos al Señor».

«Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor».

c) Liturgia simbólica

(Se entra el cirio pascual encendido y las cinco llamas, mientras se canta: «Danos, Señor, un corazón nuevo», CLN, 253)

POEMA: «Las cinco llamas» (Ver «Poemas», pág. 554). (Lo recitan dos lectores: mujer y hombre. Al mencionar cada llama en el comienzo de cada estrofa, se deposita el cuenco correspondiente)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XX Domingo Ordinario C: «Fuego», pág. 338)

d) Rito de despedida

ORACIÓN FINAL: «Te damos gracias. Señor, por habernos permitido celebrar la Vigilia de Pentecostés, y te pedimos que la llama de la justicia permanezca siempre encendida en nuestras decisiones y compromisos. Por Jesucristo nuestro Señor».

* * *

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180 CELEBRACIONES DEL ANO LI I I KI.K O

7. Vigilia de Pentecostés (V): «Los frutos del Espíritu»

a) Rito de entrada

MONICIÓN: «El reino de Dios tiende a crecer en el mundo como una semilla que se convierte en una gran planta. Ya en la creación, Yahvé es el maestro de todo crecimiento y progreso. La naturaleza sigue la orden y el orden de Dios. Pero, junto al crecimiento del bien, está el del mal, debido al pecado que lo hace proliferar. Sin embargo, así como el bien puede crecer de un modo sobreabun­dante, el mal tiene sus límites. La fiesta judía de Pentecostés era la fiesta de los primeros frutos, de la recolección o de la cosecha. Se celebraba en tiempos de Jesús, como día de acción de gracias, siete semanas después de Pascua. Los rabinos del siglo n de nuestra era conmemoraban en ese mismo día la entrega de la ley en el Sinaí y la conclusión de la alianza. Hoy queremos celebrar en la Vigilia de Pentecostés los frutos del Espíritu. El cristiano ha de sembrar y crecer ininterrumpidamente en una verdadera perspectiva escato-lógica, hasta que Dios sea "todo en todos" (1 Cor 15,28)».

CANTO DE ENTRADA: «Éste es el día» (CLN, 522). (En la procesión se lleva incensario, cruz, dos cirios y leccionario)

SALUDO: «LOS frutos del Espíritu —dice san Pablo— son amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí (Gal 5,22)».

ORACIÓN: «Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia y renuevas la faz de la tierra, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines del mundo para que se produzcan los frutos que nos prometes en el logro de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor».

HIMNO: «Ven, Creador, Espíritu amoroso» (ver «Himnos», pág. 509) o «Ven, Espíritu divino» (CLN, 258).

(A cada estrofa se responde con el canto: «Oh, Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra». Al cantar se entrelazan las manos).

b) Liturgia de la palabra (En el centro o en un sitio visible hay colocada una tinaja con agua)

HIMNO: «Ven, Creador, Espíritu amoroso» (Ver «Himnos»)

PENTECOSTÉS 181

1. LA SIEMBRA

LECTURA: 2 Cor 9,6-11 (La siembra oportuna).

MÚSICA (Se escucha música mientras se aproximan al centro cuatro personas que llevan macetas con tierra, otras dos con alforjas para sembrar semi­llas, y otras dos con plantas o tallos para plantar en las macetas)

MONICIÓN: «Queridos amigos: se cosecha lo que se ha sembrado. Algunos siembran corrupción política, rapiña económica, violen­cia... Nosotros queremos apostar por una siembra de solidaridad, justicia, honestidad, paz y libertad. Hay muchos sembradores honestos con quienes queremos trabajar. Como cristianos, desea­mos sembrar las semillas de una Iglesia del evangelio en el pueblo, profética y comunitaria».

(Se lleva a cabo el acto de la siembra, con música. Los sembradores se retiran)

2. EL CRECIMIENTO

LECTURA: Dt 32,1-4 (Cántico de Moisés).

MÚSICA (Se escucha música mientras se aproximan al centro dos personas con regaderas de agua, y otras dos con jarras vacías, que llenarán de la tina­ja sus recipientes y verterán el agua en las macetas)

MONICIÓN: «El riego del Espíritu es agua viva que fecunda la tierra cuando nuestras disposiciones, tomas de decisión y compromisos están al servicio de un mundo más humano y más justo. Nuestras comunidades cristianas tienen hoy necesidad de palabras veraces, análisis de situaciones, referencias explícitas cristianas, testimo­nios públicos y coordinación eficaz de tareas».

(Se riega con fondo musical. Los regadores se retiran)

3. LOS FRUTOS

LECTURA: Jn 4,34-38 (El alimento de Jesús).

MÚSICA (Se escucha música mientras se aproximan al centro dos personas con ramos de flores, y otras dos con cestas de frutos variados)

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182 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

MONICIÓN: «Al narrar la parábola del sembrador, Jesucristo vincula el logro de los frutos a la siembra, no a la siega, Por los frutos cono­cemos a los hermanos y nos conoce Dios. La rama que no da fru­tos debe ser arrancada; en cambio, la que los produce ha de ser podarda».

HOMILÍA: La vid es una buena imagen para dar entender nuestra vinculación a Cristo. Hay veces en que la vid se seca comple­tamente por falta de riego; otras veces tiene algunas ramas secas que no dan fruto... Todos tenemos una parcela en la vida que debemos cultivar, como lo hace un labrador paciente. Los sarmientos que no sirven se echan al fuego, y los que sirven se podan para que den más fruto. La savia de la vid es la pala­bra de Jesús, su sangre y su cuerpo. El cristiano debe estar unido a Cristo y a todos los hermanos. A través de un nuevo Éxodo y una nueva Pascua, Jesús, Primogénito de la nueva humanidad y Señor de la comunidad de creyentes, se dirige a la casa del Padre para preparar una morada a sus discípulos. El verdadero dinamismo del cristiano se muestra en la «per­manencia» del creyente con Jesús o en la «permanencia» de la palabra de Jesús en el discípulo. Ser discípulo es glorificar al Padre y dar frutos en el mundo.

PROFESIÓN DE FE: (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis, hermanos y hermanas, en Dios creador del universo y verdadero labrador que nos ayuda a cultivar la parcela de tierra que nos ha encomendado?»

* «¿Creéis en Jesucristo, el árbol de la vida, por cuya sangre reci­bimos la cosecha del Espíritu?»

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, que nos injerta en la vid de Jesucristo para que demos frutos en abundancia?»

* «¿Creéis en la Iglesia, viña del Señor, en la que estamos llama­dos a trabajar a todas las horas del día?»

PRECES DE LOS FIELES: «Dirijamos nuestra oración a Dios y pidamos con fe»:

* «Tú que eres el creador del mundo y deseas el reparto de los bie­nes de este mundo, haz que los gobernantes y responsables de

PENTECOSTÉS 183

los pueblos obren con justicia para que haya solidaridad entre el Norte y el Sur, entre los países ricos y las naciones pobres. Roguemos al Señor».

* «Tú que te has manifestado a lo largo de la historia como el abo­gado de los pobres para que haya justicia, ayuda con tu Espíritu a los pobres, enfermos, marginados y encarcelados. Roguemos al Señor».

* «Tú que llamas a la fe a todos los seres humanos, haz que se con­greguen en comunidad cristiana los fieles de tu Iglesia para que den fruto conforme a las exigencias de tu Espíritu. Roguemos al Señor».

* «Tú que nos envías tu Espíritu incesantemente, y en especial en la fiesta de Pentecostés, haz que los aquí reunidos lo aceptemos y respondamos a sus exigencias. Roguemos al Señor».

«Ayúdanos, Padre, para que se cumplan estas peticiones que te hemos dirigido. Por Jesucristo nuestro Señor».

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XI Domingo Ordinario B: «Germinación», pág. 208).

c) Rito de despedida

ORACIÓN FINAL: «Te agradecemos, Señor, la celebración que hemos tenido en vísperas de Pentecostés. Haz que trabajemos de tal modo en nuestro mundo que demos frutos acordes con las exigencias de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor».

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6 Santa María

La Virgen María evoca plenitud y abundancia, ya que es la «llena de gracia». Sus fiestas están impregnadas de un clima festivo, popular, dulce, maternal... María es el polo femenino de un catoli­cismo sacerdotal masculino. Simboliza ternura, sosiego, paz. María lleva a cabo lo imposible: engendrar al Hijo, a la sombra del Espíritu de Dios. No vive en sueños; sino despierta; es receptiva al mensaje de Dios, escucha y habla lo preciso y está siempre en movimiento, desde la Encarnación hasta la muerte de Jesús, en que vive su entrega como Dolorosa, al pie de la cruz. Por ser Inmaculada, es asunta a los cielos. Hasta la renovación conciliar se destacaban en María las virtudes de pureza, obediencia, resig­nación y sufrimiento, en tanto que después del Vaticano u se valo­ra su fe en la palabra, su solidaridad con los pobres, su perma­nente itinerancia. Es la madre de la Iglesia. El Vaticano n pidió que al hablar de la Virgen se evitara «toda falsa exageración» y una «excesiva estrechez de espíritu». María es una mujer sencilla, encarnada en el pueblo, madre de Jesús y de los creyentes, por la palabra recibida y cumplida. Es intercesora, figura de liberación y modelo de compromiso. Es respuesta plenamente humana a los deseos de Dios.

1. La mujer nueva

INTRODUCCIÓN: «Del mismo modo que la mujer ocupa un lugar central y único en la existencia de los humanos —la madre, la esposa, la hija, la hermana, la novia, la compañera...—, así también tiene un lugar irremplazable en la historia de salvación. Dios actúa a través de las realidades concretas que Él ha creado, desde ellas y en ellas, encarnándose y encarnado en el mundo real. Por eso, para la llega­da del Mesías, la mujer —no sólo el hombre: el Bautista— abrirá la puerta sellada, la puerta de los tiempos mesiánicos. Los dos pri-

SANTA MARÍA 185

meros capítulos de Mateo y de Lucas están dominados por una mujer concreta. "Su nombre era María"».

CANTO DE ENTRADA: «Mujer fuerte» (CMD, 387)

ORACIÓN: «Bendito seas Señor, Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que escogiste a la Virgen María para ser madre de tu Hijo y quieres que todas la generaciones la bendigan. Ya que María aprendió a amarnos amando a su hijo primogénito, ayúdanos a ser­virte mejor cantando tus alabanzas. Ensancha nuestros corazones para que todos nos reconozcamos como hermanos y hermanas y adoremos a su Hijo, Jesucristo nuestro Señor, por los siglos de los siglos. Amén».

PRIMERA LECTURA: Gn 2,18-25 (La creación de la mujer); Gn 3,9-19 (Consecuencias del primer pecado).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 97 «Aleluya. El Señor es nuestro rey» (CLN.515)

SEGUNDA LECTURA: Ef 1,3-6.11-12 (Destinados a la santidad). (Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Le 1,26-38 (El anuncio a María).

HOMILÍA: La acción de la mujer en la historia santa es absoluta­mente personal. Reposa sobre un acto de fe, de confianza, de intrepidez. No es meramente biológica, no se reduce a la ges­tación. No es una colaboración meramente pasiva, sino activa. Recordemos, con todo, que la situación de la mujer en el Antiguo Testamento es común a la situación sociológica de las antiguas civilizaciones. Aparece como un ser menor, tiene un rango inferior al hombre. Ciertamente, hay mujeres excepcio­nales que prefiguran a la mujer nueva. Así Sara, Rebeca y Raquel, estériles las tres, dan a luz por la fuerza de la palabra de Dios; su maternidad prefigura la de María y la de la Iglesia. Susana es el signo de la inocencia atropellada. Yael, Ester y Judit simbolizan la debilidad que triunfa con el Espíritu de Dios. Por otra parte, Mateo cita en su genealogía a cuatro prostitutas (Tamar, Rahab, Rut y Betsabé) que evocan el esta­do caído de la carne asumida por Cristo. Algunas mujeres desempeñan en el Nuevo Testamento un papel transcenden­tal: Isabel, madre del Bautista; Ana, la profetisa; Marta y María, las hermanas de Lázaro; las testigos de la muerte de Jesús y

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186 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

de su resurrección; las que forman parte de la primera comu­nidad... De esta historia, la mujer recibe un impulso decisivo para emanciparse de una muítisecular situación de relega-miento y discriminación, para tomar en sus propias manos las riendas de su destino, para entrar en diálogo con el hombre, como ¡nterlocutora de igual dignidad y personalidad.

SÍMBOLO (Un icono de la Virgen, con velas y flores)

HIMNO: «Todos te deben servir», «¿Quién podrá tanto alabarte?» (Ver «Himnos», págs. 508 y 503).

POEMA: «La visitadora» (Ver «Poemas», pág. 560).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Asunción de la Virgen María, 15 de agosto: «Mujer nueva», pág. 376).

* * *

2. La dicha de María

INTRODUCCIÓN: «La expresión "bienaventurados" o "dichosos" es en la Biblia una fórmula de felicitación. Las bienaventuranzas son pro­clamación de felicidad, no mera promesa. Se constata la felicidad y se la proclama. Por consiguiente, los destinatarios son dichosos en el momento en que se les felicita. La dicha de las bienaventu­ranzas, vinculada a la posesión del reino, hace feliz al que se con­tenta con lo que tiene. Los pobres son dichosos en la esperanza, porque Dios viene a instaurar su reino y dará la dicha a los priva­dos de ella. Pero lo decisivo de las bienaventuranzas es la persona que las proclama: Cristo, que anuncia el reino y lo realiza. Ahí esta la «buena noticia» que produce dicha en los pobres».

CANTO DE ENTRADA: «Salve, reina de los cielos» (CMD, 389)

ORACIÓN: «Bendita sea la Virgen María entre las mujeres; bendito sea Jesús, su Hijo; y bendito, sobre todo, sea Dios, nuestro Padre, fuen­te de toda gracia y bendición. Cuando María visitó a su prima Isabel, le llevó la presencia de Jesús y fue fuente de gozo para ella. Cada vez que encontramos a nuestros hermanos y hermanas, pode­mos llevarles también nosotros la presencia de Jesucristo e ilumi­narlos con el esplendor de su gozo. Dios y Padre nuestro, danos la

SAMA MARÍA 187

misma gracia que diste a Isabel en la Visitación. Te lo pedimos en nombre del amor que tienes a tu Hijo y en memoria de su amada Madre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PRIMERA LECTURA: Nm 6,22-27 (Bendición a los israelitas).

CANTO RESPONSORIAL: «María, feliz por creer» (CLN, 336).

EVANGELIO

Lector 1: En el evangelio de Lucas, María es llamada «dichosa» o bienaventurada cuatro veces.

Lector 2: La primera bienaventuranza es la que pronuncia el ángel en la escena de la Anunciación: «Alégrate, dichosa; el Señor está contigo» (Le 1,28).

Lector 1: María es dichosa por su cercanía a Dios, porque es recep­tiva al Espíritu. La escena tiene lugar en una casa humilde, en un pueblo ignorado. El saludo del ángel va dirigido a «una virgen» totalmente fiel a Dios, del pueblo de los pobres de Israel. El ángel le llama «dichosa» o «llena de gracia», porque goza del favor de Dios. Será la madre de Jesús, que significa «Dios salva».

Lector 2: La segunda bienaventuranza la recibe María de su prima Isabel en la escena de la Visitación: «Dichosa tú, que has creí­do» (Le 1,45).

Lector 1: María es dichosa por su fe; es la creyente por antonoma­sia.

Lector 2: La tercera bienaventuranza es pronunciada, en medio de la vida, por una mujer del pueblo: «¡Dichoso el vientre que te llevó...!» (Le 11,27).

Lector 1: Es dichosa por su maternidad, por haber engendrado y dado a luz a Jesús.

Lector 2: Por último, Jesús llama bienaventurada a su madre en respuesta a la mujer sanamente envidiosa: «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Le 11,28).

Lector 1: María es dichosa porque hace eficaz la palabra de Dios. Lector 2: De este modo se cumple la predicción de María: «Me lla­

marán dichosa todas la generaciones».

PLEGARIA MARIANA 1. Joven humilde de Nazaret,

prometida al carpintero José, saludada por el ángel Gabriel.

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188 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

2. Humilde sierva del Señor, en ti se complació; en ti, llena de gracia, el Señor estaba presente.

3. Amable madre del Hijo de Abrahán, exaltada madre del Hijo de David, santa madre de Jesús.

4. Tú, la más bendita entre las mujeres; el fruto de tu vientre fue bendecido; tú, la más alabada por todas las generaciones.

5. Sobre ti vino el Espíritu Santo; en ti el Verbo se hizo carne; gracias a ti vive entre nosotros.

6. Diste a luz a tu Hijo y lo acostaste en un pesebre, mientras los ángeles cantaban: «Gloria a Dios a Dios en las alturas y paz en la tierra a la gente de buena voluntad».

7. Tu Hijo fue cantado por los ángeles y aclamado con gozo por los pastores, mientas tú te maravillabas de su nacimiento grandioso.

8. Tú lo mostraste a los magos, lo llevaste al templo y llenaste de alegría al anciano Simeón.

9. Escogida madre del Mesías, virgen e hija de Sión, gloria y honor del pueblo santo de Dios.

10. Madre dolorosa al pie de la cruz, madre gloriosa de los apóstoles, reina y gozo de todas las generaciones.

11. Gloriosa mujer revestida de sol, con la luna bajo tus pies, coronada de doce estrellas.

(L. Deiss)

HIMNO: «¿Quién podrá tanto alabarte?» (Ver «Himnos», pág. 503).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVIII Domingo Ordinario B: «Felicidad», pág. 222).

SANTA MARÍA 189

3. María, peregrina

INTRODUCCIÓN: «Encarnarse es acampar, poner la tienda en el campo, en despoblado, a la intemperie, para hacer un alto en el camino. Tanto el Dios de la encarnación como el ser humano que se encar­na profundamente viven la vida en el sentido radical que ésta tiene de transhumancia itinerante, de provisionalidad, de marcha. El ser humano auténtico no vive instalado en el presente, sino que va de camino hacia un porvenir y hacia un futuro. La existencia nómada es la peculiar del creyente bíblico. Pero su itinerancia no es un mero vagar sin norte, sino un movimiento bien concreto, con sus objetivos y su localización bien determinados: es la salida de Egipto, la travesía del desierto y la entrada en la tierra prometida; es la marcha de la libertad, el movimiento de toda la humanidad hacia su liberación».

CANTO DE ENTRADA: «María, puente y camino» (CLN, 343).

SALUDO INICIAL: «YO soy el camino, la verdad y la vida, dice el Señor. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,5).

ORACIÓN: «Jesús, Señor nuestro e hijo de la Virgen María, tú quisiste que todas las edades aclamaran a tu santa Madre. También nosotros queremos cumplir la profecía y cantar las glorias de tu Madre. Acepta nuestras vidas en alabanza, ofrecidas al servicio de nuestros hermanos y hermanas por amor a ti, Jesús, hijo de María y herma­no nuestro, que vives y reinas pos los siglos de los siglos. Amén».

PRIMERA LECTURA: IS 55,6-11 (Buscad al Señor).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 137 «Te damos gracias, Señor» (CLN, 531).

SEGUNDA LECTURA: Heb 10,19-25 (Jesús, camino del Padre). (Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Mt 22,1-14 (Los invitados a la boda).

HOMILÍA: En las Escrituras, caminar es comportarse, conducirse, hacer la voluntad del Señor. Dios camina delante o en medio de su pueblo. El camino sugiere movimiento y dinamismo. Es sinónimo de itinerario en la fe. En nuestro camino secular, que es nuestra historia más propia, Dios va con nosotros en Jesús. María camina en su vida incesantemente: «se puso en cami­no» (Le 1,39) para visitar a Isabel; «subió desde la ciudad de Nazaret» (Le 2,4) a Belén, con José, para empadronarse; José

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190 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

y María «llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor» (Le 2,22); ambos «iban cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua» (2,41). Su último acto de peregrinación fue subir hasta el Gólgota, donde crucificaron a Jesús: «Estaba junto a la cruz su madre» (Jn 19,25).

Dios es el futuro absoluto, el porvenir que como «punto omega» nos ¡manta y nos dinamiza hacia sí. Pero a la vez es el Dios del camino, que comparte con nosotros todos los lances de la marcha, toda la fatiga y toda la esperanza de cada jorna­da. Dios pone su tienda junto a la nuestra en este campamen­to inmenso que es el mundo y en este continuo acampar y desacampar que es la historia humana. El nombre de la tienda es Jesús, Palabra hecha carne.

SÍMBOLO (Trazar un camino con arena entre rocas, hojas marchitas y flores)

HIMNO: «Todos te deben servir» (Ver «Himnos», pág. 508).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Asunción de la Virgen María, 15 de agosto: «Mujer nueva», pág. 376).

* # *

4. Las figuras de María

INTRODUCCIÓN: «La figura de María aparece con frecuencia en la litur­gia y en el catolicismo popular a través de una gama variada de manifestaciones. Desde los tiempos apostólicos, María fue figura protagonista en el ámbito de la fe y en el nacimiento de la primera comunidad cristiana. Recordemos los relatos de la infancia en los evangelios de Lucas y Mateo, dos documentos paradigmáticos del puesto excepcional de la Virgen en la vida de Cristo y en el naci­miento de la comunidad cristiana primitiva, como prototipo de cre­yente, engendradora de Jesús y madre de la Iglesia. Por influencia oriental, se llegó en el siglo vi a las cuatro fiestas marianas de gran raigambre popular: la Anunciación en primavera (25 de marzo), la Asunción en verano (15 de agosto), la Natividad en otoño (8 de septiembre) y la Purificación en invierno (2 de febrero). Más tardía es la fiesta de la Inmaculada (8 de diciembre), fijada al retroceder nueve meses desde la fiesta de la Natividad. En todas estas fiestas se reflejan las diversas figuras de María».

S A M A MARÍA 191

CANTO DE ENTRADA: «Santa María del Amén» (CLN, 312).

SALUDO INICIAL: «Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la cumplen, dice el Señor» (Le 11,28).

ORACIÓN: «Dios y Padre nuestro, te alabamos y te damos gracias por escoger a la Virgen María para ser Madre de tu Hijo. La Palabra encontró en ella una sierva, y tu amor la hizo reina. Haz que siga­mos su ejemplo, para que podamos escuchar tu Palabra y ponerla en práctica. Así mereceremos compartir la herencia del gozo eter­no que tú nos das por tu único Hijo, Jesucristo, nuestro salvador y hermano, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén».

PRIMERA LECTURA: Gn 3,9-19 (Consecuencias del primer pecado); Is 7,10-14 (El signo del Emmanuel); Sof 3,14-18a (Hija de Sión, alé­grate).

CANTO RESPONSORIAL: «Madre del Salvador» (CMD, 393).

SEGUNDA LECTURA: Hch 1,1-14 (María entre los apóstoles); Ap 12,1-6a. 10 (Una señal en el cielo).

(Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Le 1,26-38 (El anuncio a María); Le 1,39-56 (La Visitación); Le 2,22-35.39-40 (La presentación en el Templo); Jn 19,25-27 (María, madre de los creyentes).

HOMILÍA: Tres son los modelos marianos populares. En primer lugar, María aparece en los evangelios como virgen o doncella fecundada por el Espíritu, como Madre de Jesús. Así la con­templa el catolicismo popular, con el niño en brazos. Las tallas más antiguas, tanto románicas como góticas, muestran a María como madre fecunda que concibe y fructifica. En segun­do lugar, la Soledad o Dolorosa sufriente, imagen que cierra el cortejo de las procesiones de Semana Santa. Representa el sufrimiento de la humanidad, especialmente el «indebido», a causa de las injusticias que se comenten frecuentemente con el pueblo en su condición de gente sencilla, pobre, ignorante y desposeída. Dolorosa es por antonomasia la mujer viuda a la que crucifican injustamente a su hijo único. Es la madre enlu­tada y dolorida. Finalmente, es figura popular mariana la Inmaculada, sin pecado, transparente y hermosa. Es la Virgen idealizada por un sistema compensatorio: frente a una con­cepción demoníaca de la mujer (pecadora, tentadora, bruja,

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192 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

esclava, etc.), el pueblo exalta a María como la «Purísima», inmune a todo pecado por una gracia singular de Dios. Por el contrario, todos los seres humanos están dañados en su raíz. La contemplación de una mujer inmaculada revela la decisión de Dios de hacer una nueva creación. La Inmaculada es «el orgullo de nuestra naturaleza corrompida», la hermosa, la cre­ación nueva sin pecado.

SÍMBOLO (Venerar o besar una imagen o un icono de la Virgen. Adornarlo con flores).

HIMNO: «La Madre piadosa estaba», «Dame tu mano, María» (Ver «Himnos», págs. 495 y 486).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Asunción de la Virgen María, 15 de agosto: «Mujer nueva», pág. 376).

* * *

5. María Inmaculada

INTRODUCCIÓN: «Constantemente se pretende ir al fondo, al origen, a la raíz. Sabemos que el principio de solución de todas las cosas está en recomponer los cimientos sobre los que se apoya el edificio. De ahí nace ese deseo de ir a la base, de llegar al fondo de las cuestio­nes, de sanar las situaciones desde su misma raíz. Es lo que buscan, por ejemplo, los movimientos reformadores, que no se conforman con poner remiendos nuevos en vestidos viejos, sino que tratan de hacerlo todo nuevo; en el fondo, es lo que llamamos "revolución": se percibe el origen de los males y se intenta sanarlos de raíz, para que surja algo completamente nuevo. El ser humano está herido. Pero lo que tiene no es una llaga periférica, sino un mal profundo, arraigado. Es el núcleo mismo del ser humano lo que está dañado. La contemplación de una criatura inmaculada, sana, sin defecto, nos revela la decisión de Dios de hacer todo nuevo desde las mis­mas raíces».

CANTO DE ENTRADA: «Llena de gracia» (CLN, 335).

ORACIÓN: «Te bendecimos, Dios y Padre nuestro, porque amaste tanto a la Virgen María. Por medio de ella, encontramos tu favor en su Hijo Jesucristo, hermano nuestro. Envíanos tu Espíritu Santo para

SANTA MARÍA 193

que también nosotros seamos templo de tu gloria y para que Jesús nazca en nuestros corazones por la fe, ya que para tu amor nada es imposible, Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PRIMERA LECTURA: Gn 3,9-15.20 (Paraíso y pecado).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 97 «Aleluya. El Señor es nuestro rey» (CLN, 515).

SEGUNDA LECTURA: Ef 1,3-6.11-12 (Destinados a la santidad).

CANTO DE ACLAMACIÓN: «Reina del cielo, alégrate» (CLN,324).

EVANGELIO: Le 1,26-38 (El anuncio a María).

HOMILÍA: Según los profetas, llegará el Mesías a la Hija de Sión, no a Jerusalén y al Templo, ya que el primer pueblo de Dios, pre­figurado por una mujer infiel y repudiada, volverá a ser amado por su esposo. En María se encarna Dios bajo la imagen de la sombra que cubre la tienda del desierto y el Templo de Jerusalén. Lucas describe el nacimiento de Cristo en María, y el de la Iglesia en Jerusalén. La Inmaculada es el anuncio del plan que Dios se ha trazado de hacer surgir una creación nueva, en la que el ser humano alcanzará un estilo de vida lleno de luz, en posesión de sí mismo, en comunicación con los demás, en relación con Dios. El mensaje de la Inmaculada es el anuncio de que seremos sanados desde los cimientos de nuestra propia naturaleza. Ésta es la promesa de nuestra espe­ranza.

HIMNO: «¿Quién podrá tanto alabarte?» (Ver «Himnos», pág. 503).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Inmaculada Concepción de María, 8 de diciembre: «Inmaculada», pág. 380).

6. Asunta a los cielos

INTRODUCCIÓN: «¿Se pierde el ser humano con la muerte? ¿Tenemos un futuro, a pesar de que se cierren nuestros ojos terrestres y florezca en nuestro cuerpo una noche permanente? Muriendo, ¿se acabó todo? Preguntas inquietantes que, como primer fruto, nos hacen

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194 CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

entrever una cierta esperanza. ¿Por qué no nos cansamos ya de inquirir, si no tenemos derecho a esperar nada? Pero una y otra vez, como las estaciones del año, la esperanza llama a nuestra puerta. La Asunción de Santa María no es sino el grito de esperanza de todos los creyentes, que de ese modo expresan su confianza en que el ser humano no queda reducido al sepulcro. Este grito gozoso, por otra parte, no es sino el eco de aquel anuncio fundamental: "¡Cristo ha resucitado!" El "Magnificat" es un canto de victoria de María y de su descendencia, a saber, de Jesucristo y de toda la humanidad».

CANTO DE ENTRADA: «Honor y gloria» (CMD, 395).

SALUDO INICIAL: «¡Gracias, Señor Dios, soberano de todo, el que es y el que era, por haber asumido tu inmenso poder y haber empezado a reinar!» (Ap 11,17).

ORACIÓN: «Señor Jesús, Hijo de la Virgen María, te alabamos y te ben­decimos por haber glorificado a tu madre en alma y cuerpo. Si el día de la muerte es el día del nacimiento para el cielo, tu Madre nunca fue tan joven como la mañana de la Asunción. Ayúdanos a crecer como ella, para que seamos cada vez más jóvenes, hasta el día en que seamos lo bastante niños como para entrar en tu reino. Te lo pedimos en nombre del amor que profesas a tu Madre, que también es la nuestra, primera criatura entre los hijos de Dios. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

(L. Deiss)

PRIMERA LECTURA: 1 Cr 15,3-4.15-16 (Traslado del arca).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 135 «Dad gracias al Señor» (CMD, 210).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 15,54-57 (La muerte, vencida). (Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Le 1,39-56 (La Visitación).

HOMILÍA: En los primeros textos de la Escritura se anuncia la victo­ria del «linaje» o descendencia de la mujer sobre Satanás (Gn 3,15). A lo largo de la historia santa aparecerán mujeres que han intervenido en la victoria sobre los enemigos: Yael, Judit y Ester. Especialmente importante es la mujer evocada por Isaías (cap. 7), esperanza del pueblo, en oposición a las des­viaciones de Acaz. La fe cristiana confirma la esperanza que el ser humano intuye. Hay un futuro para todos; un futuro que ya

SANTA MARÍA 195

se ha cumplido en Cristo y, por Él, de un modo seguro, en su Madre. Ella asimiló tan profundamente la palabra de la pro­mesa de Dios, la guardó con tal cuidado, caminó tan rápida­mente hacia la promesa, que podemos decir que la ha alcan­zado ya de un modo definitivo. En una palabra, el término «Asunción» significa, por una parte, la decisión de Dios de hacer suya la naturaleza humana, es decir, la encarnación; por otra, es la acción mediante la cual introdujo Dios en la gloria a María, la Madre de Jesús. La exaltación de María por la Asunción nos revela el misterio que Dios tiene preparado a todo ser humano que sea fiel a la vocación que su Palabra le marca en la vida.

SÍMBOLO (Un icono de la Virgen, un ramo de flores)

HIMNO: «Al cielo vais, Señora» (Ver «Himnos», pág. 482).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Asunción de la Virgen María, 15 de agosto: «Mujer nueva», pág. 376).

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Tercera parte

CELEBRACIONES SACRAMENTALES

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1 Bautismo

Es cierto que la vida supera en riqueza a cualquier símbolo, inclu­so al sacramental; pero no es menos cierto que sin una expresión pública y simbólica la vida no sería plena. Los valores de la vida, al relacionarlos sacramentalmente con los del Señor, adquieren valor cristiano de plenitud. En el bautismo se subraya, sobre todo, el valor fundamental del comienzo o de la iniciación. Podemos afirmar que el bautismo tiene una doble dimensión: es sello de la fe y comienzo de una iniciación que dura toda la vida. Bautizarse es sumergirse en las aguas de la vida y de la muerte. Es, pues, un tránsito, un paso de la muerte a la vida. En una palabra, el bautis­mo hace eficaz el aspecto de la vida cristiana que significa: ini­ciación a la vida de fe, incorporación a la Iglesia, nacimiento a la vida de Dios y participación en la muerte y resurrección de Cristo.

Con la desaparición del catecumenado de adultos y la genera­lización del bautismo de niños, el primer sacramento se convirtió en simple rito de «cristiandad». Hemos olvidado que el paradigma neotestamentario del bautismo es el bautismo de adultos.

1.Celebración del bautismo (I)

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Pueblo de reyes» (CLN, 401)

MONICIÓN PREVIA: «Todo bautismo es acción de gracias por la vida y es invitación de Dios a dejamos conducir por él, tal como lo mues­tra el Salmo 22».

LECTURA DEL SALMO 22 (El salmo 22 se puede leer como oración de confianza, pero al enun­ciarlo en primera persona gana en intensidad afectiva. Puede contribuir a que la asamblea recobre la paz. Lo lee un monitor)

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200 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

«Yo soy tu pastor, nada te falta. Te llevo por praderas muy verdes, llenas de hierba, donde puedes tumbarte a gusto, sin miedo a nada ni a nadie. Te llevo hasta donde hay arroyos de agua bien clarita y fresca, donde da gusto beber después de haber corrido por el monte.

Te llevo por caminos que conozco, caminos seguros, y así hago honor a mi nombre de Buen Pastor. Y aunque a veces el camino y los parajes sean oscuros y nos den un poco de miedo, tú no temas, porque yo voy contigo. Voy a tu lado, marcho delante, vigilo desde atrás, oteo el horizonte: mi bastón de pastor te da tranquilidad. Vas acompañado de mi bondad y mi cariño. ¡Vamos a mi casa, a vivir todos juntos y felices! Conmigo vas seguro y sin temor».

Presidente: «La llegada de este/a niño/a es un motivo importante de alegría y celebración. Es la vida que irrumpe como proyecto en medio de nosotros. Nuestra tarea, como familia y comunidad, es darle un nombre y hacer que crezca en paz y dignidad humana: que su vida se logre en plenitud. Ése es nuestro compromiso humano y cristiano. Por eso os pregunto a los padres:

* ¿Qué nombre habéis elegido para este/a niño/a?

* ¿Queréis que sea bautizado/a?

* Al aceptar el bautismo de vuestro/a hijo/a adquirís el compromi­so de vivir en cristiano, a saber, escuchar el evangelio, acudir a la comunidad (parroquia) y echar una mano allí donde vivís. ¿Sois conscientes de estos compromisos?

* Y vosotros, padrinos, ¿estáis dispuestos también a vivir en cris­tiano?

N., la comunidad cristiana te recibe con alegría. Yo, en su nombre, te signo en la frente con la cruz de Cristo Salvador. Y vosotros, padres y padrinos, haced también sobre él/ella la señal de la cruz».

BAUTISMO 201

b) Liturgia de la palabra (Como en el Ritual)

PRECES DE LOS FIELES: «Pidámosle a Dios que nos ayude a hacer las cosas bien»:

* «Para que los padres y padrinos desempeñen con acierto la tarea de hacer crecer la vida».

* «Para que la comunidad cristiana sea ejemplo y testimonio para estos niños».

* «Para que el barrio (pueblo) donde vivimos sea una gran fami­lia, donde los niños se sientan como en casa».

* «Para que los mayores aprendamos que hay más alegría en dar que en recibir, y que toda solidaridad es fuente de felicidad».

«Guarda, Padre bueno, a esta familia y ayúdales, a ellos y a noso­tros, a crecer en tu evangelio. Por Jesucristo nuestro Señor».

c) Preparación bautismal

INVOCACIÓN A LOS SANTOS: «Son muchos los que en la historia han vivido, desde sus oficios y tareas, el proyecto de Jesús. Son nues­tros patronos. Recordemos a un puñado de ellos:

* Santa María de Nazaret, madre de Jesús y ama de casa. * San José de Nazaret, padre de Jesús y carpintero de oficio. * San Juan Bautista, primo de Jesús y profeta de Dios. * Santos Pedro y Pablo, discípulos de Jesús y pioneros del evan­

gelio. * San Francisco de Asís, sencillo y fraterno, que vivía y se con­

formaba con muy poco. * Santa Clara de Asís, hermana y compañera de la vida. * San Ignacio de Loyola, contemplativo y activo, creador de fra­

ternidad. * Santa Teresa de Jesús, mujer apasionada, amiga de Jesús. * San Juan de la Cruz, pequeño y valiente, poeta y místico. * Óscar Romero y todos los mártires que han muerto por amor a

su pueblo».

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202 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

UNCIÓN PRE-BAUTISMAL (Puede explicarse el signo tonificante del masaje con aceite, que nos dispone para la carrera o para el combate cuerpo a cuerpo)

«Padre de misericordia, que enviaste a tu Hijo Jesús a combatir contra lo demoníaco de este mundo: el poder, el dinero, el presti­gio, la arrogancia y los engaños cotidianos. Te pedimos que este/a niño/a tenga la fuerza de Jesucristo para enfrentarse a ellos y la resistencia necesaria para mantenerse en la carrera.

Para que la fuerza de Jesús resucitado te fortalezca, te unjo con este óleo de salvación, en el nombre del mismo Jesucristo vivo para siempre».

d) Acto bautismal (Es un momento central de la celebración. Por ello debe subrayarse un poco más).

CANTO: «Una nueva vida» (CMD, 21).

SÍMBOLOS (Pecera, regadera, planta, botijo)

BENDICIÓN DEL AGUA: «Dios y Padre nuestro, que te sirves de tu cria­tura, nuestra hermana agua, para significar la vida nueva y la lim­pieza de quienes quieren seguir los pasos de Jesús. Del agua nació la vida, la tierra es un planeta azul del color del agua, y los mares y los ríos están llenos de seres vivos. Nuestro cuerpo también tiene una inmensa cantidad de agua, y atravesando el agua nos embarca­mos hacia nuevas rutas, como el pueblo de Israel, que, cruzando el mar, descubrió la libertad. Que este agua realice en N. lo que sig­nifica: una vida nueva, como la de Jesús, limpia y verdadera».

COMPROMISOS: «Declaremos nuestro compromiso de llevar a cabo la nueva vida de Jesús. Os pregunto»:

(A cada pregunta se responde: «Sí, nos comprometemos») * «¿Os comprometéis a no creeros superiores a los demás, es

decir, a no abusar, a no discriminar a las personas por su color de piel, a ser sinceros y a respetar las diferencias personales legíti­mas?»

* «¿Os comprometéis a ser justos en el mundo y a luchar contra toda injusticia, lejana o cercana, sin dejaros llevar por la pereza, la comodidad o la ventaja personal?»

* «¿Os comprometéis a no poner el dinero por encima del servicio y del bien común?»

BAUTISMO 203

PROFESIÓN DE FE (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis en Dios Padre, autor y defensor de la vida?» * «¿Creéis en Jesucristo, luz y camino, creador de fraternidad?» * «¿Creéis en el Espíritu Santo, que anima a la familia humana a

construir un mundo mejor?» * «¿Creéis que es posible el futuro, incluso más allá de la muer­

te?»

«Ésta es nuestra fe, y es una alegría poder proclamarla en voz alta y todos juntos».

BAUTISMO (Como en el Ritual)

UNCIÓN CRISMAL: «El óleo perfumado consagraba a los que tenían la tarea de servir a la comunidad desde distintas funciones públicas: reyes, sacerdotes y profetas.

Dios Padre, que te ha dado el Espíritu de libertad, te incorpo­re a su pueblo de servidores y te haga sentirte siempre un miembro más en igualdad y dignidad».

RITO DE LA LUZ: «A vosotros, padres y padrinos, se os invita a haceros luz y a iluminar el camino de vuestros hijos y ahijados. A toda la comunidad cristiana se le pide comportarse como hijos del día, des­terrando todos los comportamientos oscuros».

e) Rito final

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo después de Epifanía C: «Bautismo», pág. 268).

PADRE NUESTRO: «Jesús enseñó a sus discípulos a nombrar a Dios como Padre. Además les enseñó cómo era su corazón: generoso, miseri­cordioso, santo... Todo un programa de acción. Enseñádselo a vuestros hijos y rezar con ellos, como lo hacemos ahora todos jun­tos:

"Padre nuestro que estás en el cielo..."»

PAZ (Si se considera oportuno, puede invitarse a que se den la paz unos a otros).

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.'III CELEBRACIONES SACRAMENTALES

MI NDKIÓN IINAL: «El Señor bendiga a esta madre, para que junto a su esposo siga haciendo posible la vida de su hijo/a.

El Señor bendiga a este padre, para que junto a su esposa trans­forme su hogar en una comunidad de amor.

El Señor bendiga a esta comunidad con la abundancia de su paz y su ternura.

Y la bendición de Dios misericordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. Amén».

(Cipri Díaz Marcos, Parroquia «Pilanca», Valladolid)

2. Celebración del bautismo (II)

a) Rito de acogida

CANTO: «Un pueblo que camina» (CLN, 719).

PRESENTACIÓN: «Hoy han venido varias familias a bautizar a sus hijos recién nacidos. Si os parece, vamos a presentarnos: nombre del niño/a; cuántos hijos tenéis; qué tiempo lleváis viviendo en el pue­blo/barrio; a qué os dedicáis...»

DIÁLOGO:

* «¿Por qué creéis que la gente trae a sus niños a bautizar?» * «¿Por qué queréis vosotros bautizar a vuestro hijo?» * «¿Qué creéis que significa ser cristiano?» * «¿Qué es lo más importante para ser cristiano?»

SALUDO Y ORACIÓN

SIGNACIÓN: «N., yo te signo con la señal de la cruz».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Rom 6,3-11 (Sentido pascual del bautismo); Ef 4,1-6 (Un solo cuerpo); 1 Pe 2,4-5.9-10 (Pueblo de Dios).

EVANGELIO: Mt 28,16-20 (Misión de los discípulos); Jn 3,1-6 (Nacer de nuevo).

ORACIÓN DE LOS FIELES

BAUTISMO 205

c) Liturgia bautismal

LETANÍAS

UNCIÓN PREBAUTISMAL

POEMA: «LOS siete cántaros» (Ver «Poemas», pág. 562).

BENDICIÓN DEL AGUA

RENUNCIAS (A cada pregunta se responde: «Sí, renunciamos»)

* «No sé si Jesucristo está de acuerdo con nuestra forma de vivir en familia. Muchas veces no sabemos escucharnos, comprender­nos, reconciliarnos. A veces existe tirantez entre los esposos, entre hermanos, entre padres e hijos.

¿Estáis dispuestos a renunciar al egoísmo, a la agresividad, al rencor, al odio, a la envidia y a la falta de amor?»

* «No sé si Jesucristo está de acuerdo con la forma en que vivimos los problemas del trabajo, del pueblo (barrio). Nos cuesta movernos para que haya más justicia, más respeto, más compa­ñerismo. Nos cuesta fomentar la unión y amistad entre los vecinos.

¿Estáis dispuestos a renunciar al individualismo, a la falta de confianza en las personas, a la hipocresía, a las críticas negati­vas, a querer aparentar más de lo que sois?»

* «Cristo cuenta poco en nuestra vida. A la hora de la verdad, lo que nos mueve son los intereses: el dinero, el orgullo, el querer dominar a los demás, la comodidad.

¿Estáis dispuestos a renunciar a vivir una vida superficial, a buscar recomendaciones y enchufes, a considerar el dinero como un valor absoluto, a buscar vuestros intereses personales sin pen­sar en el bien de los demás?»

«Vamos ahora a profesar la fe»:

(A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis de verdad que Dios es Padre y Madre que nos ama y que ama a estos niños? ¿Creéis que hemos sido creados a ima­gen de Dios, que hemos recibido el don del amor y que debemos amarnos como hermanos?»

* «¿Creéis de verdad que Jesús de Nazaret ha sido hombre como nosotros, menos en el pecado, sencillo y pobre, que se entregó

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206 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

hasta la muerte por el reino de Dios y que Dios lo resucitó de entre los muertos?»

* «¿Creéis de verdad en el Espíritu Santo, Espíritu de Dios que todo lo sostiene y que nos impulsa a vivir en libertad y en justi­cia?»

* «¿Creéis de verdad en la Iglesia, comunidad de los creyentes, de los pobres, de los que sufren y de los perseguidos por causa de la paz y la justicia?»

RITO BAUTISMAL (Como en el Ritual)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo después de Epifanía C: «Bautismo», pág. 268).

* * *

3. Renovación del bautismo

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Rocíame, Señor» (CLN, A 83, A 84).

INTRODUCCIÓN (Ver «Agua» en «Símbolos religiosos», pág. 705).

SALUDO INICIAL: «Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu» (1 Cor 12,13).

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Ez 36,23-28 (Un espíritu nuevo).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 22 «El Señor es mi pastor» (CLN, 538).

SEGUNDA LECTURA: Rom 6, 3-11 (Sentido pascual del bautismo).

EVANGELIO: Jn 3,1-6 (Nacer de nuevo).

HOMILÍA: El bautismo cristiano es designado en el Nuevo Testamento «baño de agua» (Ef 5,26) o «baño regenerador y renovador» (Tit 3,5), en el sentido de «nuevo nacimiento» que opera por el agua y el Espíritu (Jn 3,5). El bautizado penetra en

BAUTISMO 207

el señorío de Dios, en su reino, en la nueva creación. Al rena­cer de nuevo, su existencia es una vida en el Espíritu, don de los últimos tiempos (Jl 3,1-5). No es sólo un don particular, sino de la comunidad. Bautizarse es participar en el Espíritu de la Iglesia, recibido como don de Dios y experimentado en la vida y en las celebraciones litúrgicas en el nombre del Señor. Es una acción trinitaria: se celebra en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

c) Liturgia simbólica

SÍMBOLO (Asperjar con agua bendita; lavarse las manos o el rostro en un agua­manil; hacer la señal de la cruz en la frente con agua; echar agua en un recipiente o llenar con ella unos vasos y bebería... También puede sig­narse a cada cual en la frente con el dedo pulgar mojado en un reci­piente adecuado y decir: «Sé fiel a tu bautismo»).

POEMA: «LOS siete cántaros» (Ver «Poemas», pág. 562).

SIGNIFICADO: Bautizarse significa bañarse o sumergirse. El gesto tra­dicional del bautismo —común a numerosas religiones— fue la inmersión en agua de ríos o piscinas, practicada por las comunidades primitivas según el rito heredado de Juan Bautista. El bautismo tiene dos caras: la inmersión y la emer­sión. Equivale a sumergirse en el agua (co-sepultarse con Cristo) para emerger después (co-resucitar con él). El sacra­mento del bautismo no es el agua bautismal, sino el gesto del baño acompañado de la palabra de Dios, en nombre de Jesucristo y con la fuerza del Espíritu. El bautismo pone de relieve el misterio de la vida nueva. Es el primer sacramento de la iniciación cristiana, expresado por medio de un baño (inmersión) o ablución con agua (infusión), que junto a la pala­bra de Cristo hace a los candidatos hijos de Dios y miembros de la Iglesia. El bautismo cristiano es designado en el Nuevo Testamento «baño de agua» (Ef 5,26) o «baño regenerador y renovador» (Tit 3,5), en el sentido de «nuevo nacimiento» que opera por el agua y el Espíritu (Jn 3,5). Imprime un carácter indeleble, nunca se repite. La Iglesia bautizó desde sus inicios en nombre del Señor.

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo después de Epifanía C: «Bautismo», pág. 268).

***

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2Ü8 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

4. Renovación de las promesas bautismales

(Se coloca una mesa con mantel blanco y adornada con flores. Encima se pone una jarra con agua. Al lado puede haber una tinaja o vasija grande. El cirio pascual está al otro lado).

MÚSICA DE AMBIENTACIÓN: «Asperges me» o «Vidi aquam» (mientras se lleva el cirio pascual encendido).

INTRODUCCIÓN: «Durante siglos, los cristianos han considerado la pila bautismal como el lugar de la generación materna de la Iglesia. Por medio del bautismo hemos sido hechos cristianos. Este segundo nacimiento nos incorpora al nuevo pueblo de Dios. Fuimos bauti­zados de niños, de un modo inconsciente. Ahora podemos actuali­zar las exigencias de nuestro bautismo».

ORACIÓN INICIAL: «Te pedimos, Padre, que nos des hoy la fuerza de tu Espíritu para que podamos renovar nuestras promesas bautismales. De este modo seremos más conscientemente hijos tuyos y herma­nos de tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén».

EVANGELIO: Jn 3,1-6 (Nacer de nuevo)

SÍMBOLO (Se vierte agua de una jarra en un recipiente grande, a la vez que se recita un poema bautismal)

POEMA: «Los siete cántaros» (Ver «Poemas», pág. 562).

COMPROMISOS Y PROFESIÓN DE FE: «El significado del bautismo lo expresan los compromisos o renuncias y la profesión de fe. Renovamos hoy nuestra decisión de seguir siendo cristianos».

(A cada pregunta se responde: «Sí, nos comprometemos»)

* «¿Os comprometéis a trabajar en favor de los más pobres y mar­ginados, para que la sociedad sea más justa y más humana?»

* «¿Os comprometéis a formar parte activa de la comunidad de los creyentes para dar testimonio de la fe en el mundo?»

* «¿Os comprometéis a trabajar con seriedad, a ser responsables en vuestra familia, a ser honrados en todos los aspectos de vues­tra vida?»

BAUTISMO 209

«Y ahora profesemos nuestra fe»: (A cada pregunta se responde: «Sí, creemos»)

* «¿Creéis en Dios, Padre de todos los hombres y mujeres, y cre­éis que es amor y vida?»

* «¿Creéis en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, que murió por proclamar el reino y fue resucitado por Dios de entre los muer­tos?»

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, vida del universo y aliento de Dios, que nos da fortaleza y esperanza?»

* «¿Creéis en la Iglesia, pueblo de Dios y sacramento de salvación del mundo?»

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo después de Epifanía C: «Bautismo», pág. 268).

ORACIÓN FINAL: «Te damos gracias, Padre de todos, por la fe y el bau­tismo que hemos recibido generosamente de ti. Haz que seamos portadores de tu luz en el mundo y que nos mostremos como hijos tuyos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CANTO FINAL: «Gracias, Señor» (CLN, 604).

***

5. Presentación de un niño/a a la comunidad

a) Rito introductorio

CANTO DE ENTRADA: «Hombres nuevos» (CLN, 718).

ACOGIDA: «Queridos hermanos y amigos N. y N.: habéis tenido un hijo/a que es una novedad gozosa para vosotros y para todos. Es una criatura frágil, necesitada de cuidados, caricias y amor. Os corresponde educarlo/a con cuidado, entrega y responsabilidad. Habéis traído a vuestro/a hijo/a para que lo conozcamos y lo ben­digamos. Dios ha sido bueno con vosotros y os ha concedido un hijo/a. Permitidnos que demos gracias al Señor».

Madre: «Dios de entrañas maternales, que has mostrado tu amor y me has dado este/a hijo/a. Te lo agradezco de todo corazón. Ayúdame a llevar a cabo mi responsabilidad de madre para que aprenda a conocerte y a servirte en los hermanos».

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210 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

Padre: «Dios, Padre de todos, te doy gracias por este/a hijo/a que nos has dado. Dame fuerzas para ser un buen marido y un buen padre, a fin de que todos sepamos amarte y servirte en los her­manos».

PRIMERA LECTURA: Heb 4,14-16; 5,7-9 (Jesús, Sumo Sacerdote).

EVANGELIO: Me 10,13-16 (Bendición de niños).

RECEPCIÓN DEL NIÑO

(El sacerdote impone las manos sobre el niño y pronuncia la bendi­ción):

«N, yo te bendigo en el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén».

ACEPTACIÓN POR LA COMUNIDAD (Un miembro representativo de la comunidad toma en sus brazos a la criatura y pronuncia unas palabras de aceptación).

APLAUSO DE RATIFICACIÓN

PRECES DE LOS FIELES

«Padre nuestro, que estás donde el amor se enciende o se serena; Padre nuestro. que te llamas amor y al amor nos invitas, y sólo en el amor nos reconoces como hijos militantes de tu Reino, Reino del amor, que crece siempre más allá de la luz y el universo.

Y ésta es tu sola voluntad en la tierra de los hombres y en los hombres de tu cielo.

Queremos el pan que día a día se reparte, el trabajo, el deporte, las risas y los sueños.

Porque tú nos dejaste todo el mundo para hacerlo más limpio y más entero.

1 Queremos que nos quieras y comprendas y nos des tu perdón cuando faltamos, lo mismo que entre buenos compañeros.

Y entre todos, porque todo será poco, nos quitemos de los pies y la cabeza las mil trabas, los muchísimos tropiezos

BAUTISMO 211

que nos ponen quienes tienen de su mano los mangos de la fuerza y del dinero, y también los que algunos de nosotros nos ponemos.

Porque sólo quien ama de verdad tiene ganas de decirte: "Padre nuestro"».

(Víctor Manuel Arbeloa)

***

6. Acogida por la Iglesia en vistas al bautismo

a) Rito de apertura

ACOGIDA DEL CELEBRANTE (Si los participantes no se conocen, hágase la presentación)

RECONOCIMIENTO DE LOS PADRES: «Nuestro hijo acaba de nacer al mundo. Es el don más maravilloso que hemos recibido. Señor, Creador de la vida, tú eres un Dios silencioso. No sabemos quién eres, pero delante de nuestro hijo reconocemos que eres amor, ter­nura, vida. Gracias por nuestro hijo. Gracias por tu Hijo Jesucristo. Gracias por tu amor de Padre».

PRIMER GESTO DE ACOGIDA (Los padres besan al niño y le imponen las manos, diciendo: «Te he lla­mado a la vida y deseo que en tu vida seas feliz»- El celebrante impo­ne las manos sobre el niño)

ORACIÓN DE PETICIÓN: «Señor, suple nuestra insuficiencia. Que poda­mos acoger a este niño en medio de nosotros con amor. Abre nues­tros corazones. Líbranos de toda dureza. Que todos renazcamos como nuevas criaturas para que podamos recibir a este niño con los brazos abiertos. Tú, Señor, acoges a todos con corazón de Padre».

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS: «Bendito seas, Padre, que estás en el cielo: Tú, que eres tan diferente y tan próximo a nosotros; Tú, autor de todo cuanto admiramos y amamos».

(A cada bendición se responde: «Bendito seas, Señor») * «Bendito seas, Señor, por N., a quien has dado la vida». * «Bendito seas, Señor, por su nacimiento, por su primera mirada

y su primera sonrisa».

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212 CELEBRACIONES SACRAMENTAL!-,.S

* «Bendito seas, Señor, por sus ojos, que descubren poco a poco las maravillas del universo: que estén abiertos a la miseria y a la injusticia».

* «Bendito seas, Señor, por sus manos, que se extienden a todo cuanto vive: que sirvan para construir un mundo nuevo».

* «Bendito seas, Señor, por su inteligencia, que reconoce día a día a las personas y las cosas: que esté despierta a lo bello y verda­dero».

* «Bendito seas, Señor, por su corazón, que ama y responde al amor: que se abra cada día a la generosidad y a la gratuidad».

* «Bendito seas, Señor, que has puesto en el corazón de sus padres el deseo de presentarlo a la Iglesia: que la vida que han engen­drado encuentre un sentido nuevo en la familia cristiana».

b) Celebración de la palabra

PRIMERA LECTURA: 1 Jn 4,7-16.19-21 (La fuerza del amor de Dios).

EVANGELIO: Me 10,13-16 (Bendición de niños); Mt 11,25-30 (La reve­lación del Padre); Jn 15,1-10 (La verdadera vid).

HOMILÍA (Ver «Acogida» en «Temas de celebración», pág. 363).

c) Celebración de la acogida

COMPROMISO DE LOS PADRES (A cada pregunta contestan todos: «Sí, la aceptamos»)

* «Cristo nos dice que la verdadera dicha es abrirnos a su Espíritu de Amor. Él nos libera de todo cuanto nos agobia en la vida y nos impide avanzar hacia lo esencial. ¿Aceptáis esta palabra que nos interpela?»

* «Cristo nos dice que todos somos hermanos. Con su ayuda es posible respetar y amar al otro, aun cuando no podamos obtener nada. ¿Aceptáis esta palabra que nos interpela?»

* «Cristo nos dice que para ser discípulos suyos es necesario acep­tar la lucha y el combate contra la injusticia, la mentira y todo pecado, que nos separan a los unos de los otros, que nos apartan a todos de Dios y que rompen la unidad del mundo. ¿Aceptáis esta palabra que nos interpela?»

BAUTISMO 2 1 3

(A cada pregunta contestan todos: «Sí, estamos de acuerdo») * «¿Estáis de acuerdo en enseñar a N. que Dios es nuestro Padre y

que nos ama?» * «¿Estáis de acuerdo en ayudarle a comprender que vuestro amor

de padres por él hunde sus raíces en el amor de Dios?» * «¿Estáis de acuerdo en que la Iglesia os acompañe en la búsque­

da de una genuina actitud cristiana?»

PROFESIÓN DE FE

* «Nos reconocemos creyentes cuando creemos que Dios es un Padre que da la vida a todo ser humano, y que todos somos her­manos». (Silencio).

* «Nos reconocemos creyentes si creemos que Jesucristo, el Hijo de Dios, se ha hecho hombre, ha triunfado de la muerte y vive con todos sus hermanos». (Silencio).

* «Nos reconocemos creyentes cuando creemos que juntos forma­mos una gran familia, la familia de los cristianos comprometidos a poner más justicia y amor en nuestro mundo». (Silencio).

* «Puesto que pedís que vuestro/a hijo/a entre en la familia de los cristianos, queréis ayudarle de todo corazón a que sea hijo/a de Dios y amigo/a de Jesucristo». (Silencio).

* «Ya que pedís a la Iglesia que acoja a vuestro/a hijo/a y os com­prometéis en el camino del bautismo para que conozca un día a Jesucristo, puede ser bautizado/a en la fe cristiana».

ACOGIDA Y SIGNACIÓN: «N., la Iglesia te acoge con alegría como can­didato/a al bautismo y te concede un primer signo de Jesucristo: el signo de la cruz, signo de amor de quien ha dado su vida por nosotros».

(Signación en la frente) «Que este signo que he trazado sobre su frente penetre en su inte­ligencia y en su corazón. Trazad también, padres y padrinos, el signo de la cruz sobre la frente de N.»

d) Oraciones de conclusión

ORACIÓN UNIVERSAL:

* «Ven, Señor, en ayuda de este/a niño/a en proceso de ser bau­tizado un día, para que conozca y ame a tu Hijo Jesucristo y le siga libremente, siendo hermano/a de todos los seres humanos. Roguemos al Señor».

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214 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «Ven, Señor, en ayuda de sus padres para que le hagan conocer la Buena Nueva proclamada por Jesucristo, es decir, que Dios ama a todos, especialmente a los pequeños, pobres y oprimidos. Roguemos al Señor».

* «Te rogamos también por los miembros de nuestras familias: guárdalos en la paz y en el amor. Que todos los aquí reunidos seamos fieles a la fe y a nuestro bautismo. Roguemos al Señor».

* «Acoge, Padre, a este/a niño/a en tu Iglesia. Guárdale del mal que sale del corazón humano. Que ame a todos como nos amó Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

PADRENUESTRO

BENDICIÓN DEL CELEBRANTE

7. Acción de gracias por un/a recién nacido/a

Padre: «Con todos vosotros, queridos amigos, queremos dar las gracias a Dios por el alumbramiento de nuestro/a hijo/a».

Madre: «Nacido/a de nuestra propia carne, obra de Dios, deseamos que un día renazca por el Espíritu».

Presidente: «Bendito seas, Señor, origen de la vida y vida plena. Te damos gracias por N., a quien nuestros amigos N. y N. han dado la vida. Bendito seas, Padre de Jesucristo: tú eres el amor y la vida y nos concedes la alegría de vivir».

Madre: «En ti, Señor, está la fuente de la vida, porque creaste al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza y los pusiste en medio del universo para que dominaran con justicia la crea­ción».

Padre: «Confesamos que Dios procede como un ser personal viviente que concede la vida, cuya plenitud posee».

Madre: «Reconocemos que todos los acontecimientos están en las manos de Dios y en él tienen su cumplimiento».

Padre: «Reconocemos que en el mundo y en la historia están los testigos de tu reino, hacia cuya plenitud caminamos».

BAUTISMO 215

Presidente: «Te bendecimos y te damos gracias por Jesucristo, a quien entrevieron y anunciaron los profetas como el Mesías esperado».

Padre: «Deseamos que nuestro/a hijo/a, a semejanza del Hijo de Dios, progrese en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante sus semejantes».

Madre: «Bendito seas, Señor». Presidente: «Bendito seas, Padre, porque te has revelado con ros­

tro humano en Jesús de Nazaret, que quiso ser bautizado en su propia sangre para resurgir glorioso en la resurrección».

Padre: «Envíanos tu Espíritu para que te hagas presente en nuestro hogar».

Madre: «Haz, Señor, que nuestro/a hijo/a siga el camino de Jesucristo».

Presidente: «Maravillados por la esperanza que nos das, Padre, en el nacer y renacer, te bendecimos y te alabamos del mismo modo que lo hizo tu Hijo Jesucristo, que se entregó hasta el final».

Padre: «Al hacer memoria de tu Hijo, que se entregó por todos a la muerte, y a quien tú, Padre, resucitaste en la madrugada de un nuevo día, te bendecimos porque has dado sentido a nuestra vida».

Madre: «Tú has hecho que una criatura nuestra comparta la vida con nosotros, vida que procede de ti».

Presidente: «Cristo resucitado envió a los apóstoles a proclamar un nuevo nacimiento y a darle cumplimiento por el bautismo cris­tiano».

Padre: «La Iglesia, a través de sus comunidades, no cesa en su empeño de engendrar nuevas vidas, no por la fuerza de la san­gre, sino por el vigor del Espíritu que procede de ti».

Madre: «Quien acoge a los niños acoge a Jesús. Os damos las gra­cias, hermanos, por vuestra acogida».

Presidente: «Acuérdate, Padre, de nuestro Papa, de nuestro obispo y de los responsables de la Iglesia en todo el orbe».

Padre: «Acuérdate, Señor, de los que caminamos hacia tu reino con nuestros gozos y nuestras penas. Ten piedad de todos los esposos. Que su lucha contra el egoísmo no sea vana».

Madre: «Acuérdate de nuestros padres y de los que nos han ayu­dado a querernos y a formar una familia. Ten piedad de todos los hijos sin padres y de todos los hogares sin hijos».

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216 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

Presidente: «Acuérdate de nuestros hermanos y amigos que nos precedieron en esta vida. Acógelos en tu seno materno».

Padre: «Haz que sepamos dar ante nuestros hijos y amigos el tes­timonio de la presencia del reino de Dios».

Madre: «Haz que sepamos transmitir con la vida la fe».

Presidente: «A ti, Padre, juntamente con Cristo, con la fuerza del Espíritu, abierto desde los cielos, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén».

(Casiano Floristán)

8. Oraciones por un/a neófito/a

(Son siete oraciones, una para cada día de la semana que precede a la celebración del bautismo. Pueden rezarse a cualquier hora del día. Los temas desgranan preocupaciones de orden general).

1. La vida «Señor, te damos gracias porque podemos decirte: éste/a es nues­tro/a hijo/a, fruto a la vez de tu vida y la nuestra, de tu amor crea­dor y nuestro amor de padres. Nos llenaste de alegría cuando supi­mos que llegaba, le/a hemos querido antes de conocerlo/a y le/a hemos vivido desde que lo/a sentimos vivo/a. Dale ahora, Señor, vida abundante: que crezca sano/a, que su cuerpo se desarrolle con el vigor de la buena naturaleza y que, desde la gratuidad de lo que le das, sepa estimar y proteger siempre a los más débiles. Amén».

2. El amor familiar «Señor, Padre nuestro: tú nos has dado amor para tener a este/a hijo/a; guárdanos en el amor. Que la vida de familia sea para él/ella la costumbre del cariño. Ayúdanos a hacer de la casa un lugar de tu Reino, donde nuestro/a hijo/a vaya encontrando lo que nos diste con Jesús: que aprenda a llamarte Padre desde nuestra imagen de padres, que se abra a la fraternidad cristiana desde el amor de sus hermanos y que pueda entender el mundo como lugar de la convi­vencia humana desde el acogimiento y la paz de nuestra casa. Amén».

3. El hijo «Hoy te invoco a ti, María, para hablarte de mi hijo. Y tomo la palabra yo, la madre, segura de que aun sin palabras nos entende-

BAUTISMO 217

riamos. Mírame al corazón y deja que yo mire al tuyo. Ambos están llenos del mismo misterio de gozo: hemos tenido un hijo; un hijo tuyo para que el mío dé saltos de alegría cuando se lo encuentre; un hijo mío para que se una al grupo de todos los niños que se acerca­ron a Jesús. No quiero que le pidas que lo siente a su derecha o a su izquierda, pero sí que me lo tenga de su mano. Y para eso, María, Madre, vamos a llevárselo a él de nuestra mano, de la tuya y de la mía, enseñándole con ternura a dar los primeros pasos en la fe. Luego, que tu hijo le lleve a su paso por los caminos del evan­gelio. Amén».

4. La creación «Señor, hoy empezamos pidiendo perdón. Perdón por el mundo que entre todos echamos a perder. Ahora, al mirar a este hijo tan indefenso y tan frágil, quisiéramos para él lo que no hemos sabido conservar hasta ahora: un mundo donde el aire sea puro y transpa­rente, los ríos fluyan limpios y caudalosos, los árboles crezcan sanos y robustos, y los animales, que un día tanto habrán de fasci­narle, vean respetado su derecho a la existencia. Por nuestra parte, Señor, queremos inculcarle lo que fue tu primer encargo a la pare­ja humana: el cuidado de la creación. Ayúdanos a enseñarle a convivir con la tierra y a descubrir la solidaridad y el respeto hacia todos los seres que la pueblan. Amén».

5. El dolor «Señor, ésta de hoy es una oración preocupada; preocupada y espe­ranzada al mismo tiempo. Mirando a nuestro/a hijo/a, su pequeña humanidad, sabemos que, a pesar de nuestro amor y nuestra pro­tección, no podremos librarle de la experiencia del dolor, suyo y de los demás. No le vamos a contar, sin embargo, que la vida es dis­tinta de como es, para que se acostumbre a la realidad y a colabo­rar con los que quieren transformarla. Hazle fuerte, Señor, para que él/ella mismo/a pueda ser fortaleza de los otros e instrumento de tu paz en un mundo difícil (y todo lo demás que para ser útil a tu Reino te pedía san Francisco). Amén».

6. El bautismo «Señor, éste/a es nuestro/a hijo/a, que va a ser cristiano/a. Dale un sitio en tu Iglesia. Él/ella será bautizado/a porque nosotros así lo decidimos. ¡Si pudiéramos contárselo...! Tú sabes, Señor, que ésta es una opción que nos brota de muchas cosas: de la fe familiar, de nuestro ser cristiano, de la alegría del evangelio, de las esperanzas que nos das y las realidades que vivimos, y de la acogida que desde ahora le va a dar a nuestro/a hijo/a la comunidad. Que, a medida

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218 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

que él/ella descubra el sentido de su pertenencia a tu Pueblo, com­prenda nuestra opción, sienta el gozo de vivirla y la asuma en liber­tad como el don más hermoso del Espíritu. Amén».

7. Oración de todos «Señor, hoy somos todos (o casi todos) los de casa. Porque todos, como en alguna historia que nos contaron de niños, queremos expresar nuestros deseos ante la cuna del recién nacido. Ya sabe­mos que los deseos no siempre son eficaces —ni a veces son los mejores—, pero al menos revelan el buen corazón de quienes los expresan. Tú eres testigo, Señor, de todo el amor que ahora mismo rodea a este/a niño/a. Escucha, pues, la expresión de nuestro amor».

(Formulan sus deseos los padres, los hermanos, los abuelos, los ami­gos, etc.).

«Así entendemos nosotros, Señor, lo que es bueno para este/a niño/a. Danos tú lo mejor para él/ella. Amén».

(José Luis Blanco Vega)

2 Confirmación

El bautismo y la confirmación constituyen la iniciación cristiana, presupuesto exigido para la participación eucarística. Según el Vaticano II, «por el sacramento de la confirmación se vinculan más estrechamente [los fieles] a la Iglesia, se enriquecen con una for­taleza especial del Espíritu Santo, y de esta forma se obligan a un mayor compromiso de difundir y defender la fe con su palabra y sus obras como verdaderos testigos de Cristo» (LG, 11). El conci­lio acentúa en la confirmación tres cosas: el vínculo eclesial, la dinámica de la gracia bautismal y el testimonio de vida, siendo el primero el más importante. La confirmación «confirma» —valga la redundancia— el bautismo y a la Iglesia local. Se destacan en este sacramento su dimensión misionera, su dinamismo compromiso­rio y el testimonio de vida que entraña. La confirmación pretende dar sentido personal a una fe apenas presente en el bautismo de niños y escasamente madura en la primera comunión. En una palabra, es sello del Espíritu, comunión eclesial y maduración en la fe. Es sacramento del futuro cristiano. Pentecostés es la confir­mación de la Iglesia; la confirmación es el «Pentecostés» de cada cristiano.

* * *

1. Celebración de la confirmación

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Somos un pueblo que camina» (CLN 719). (Entran los portadores de la cruz, de dos luces y del leccionario, los confirmandos y el obispo)

INTRODUCCIÓN DEL PÁRROCO: «Nos hemos reunido hoy para celebrar la confirmación de algunos miembros de nuestra comunidad (parro­quia). En nombre de todos los feligreses de la parroquia de ..., salu­damos a nuestro obispo. Como sucesor de los apóstoles y respon-

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220 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

sable de nuestra Iglesia diocesana, el obispo preside esta asamblea, en la que el Espíritu Santo, que ya habita en los corazones de los bautizados, penetrará en todos con mayor plenitud, a fin de hacer­los madurar y crecer como cristianos. Renovemos nuestra fe en presencia del Espíritu de Dios en medio de su asamblea, y dispon­gámonos a recibir, tanto los que se han de confirmar como los que ya lo estamos, una nueva efusión de sus dones».

SALUDO LITÚRGICO DEL OBISPO (El obispo contesta al saludo del párroco y saluda litúrgicamente a la asamblea)

ACTO PENITENCIAL:

* «Tú que nos invitas a ser discípulos tuyos, luz del mundo y sal de la tierra, Señor, ten piedad».

* «Tú que, resucitado de entre los muertos, eres vida para todos los que te siguen, Cristo, ten piedad».

* «Tú que nos envías tu Espíritu para que seamos testigos de tu amor, Señor, ten piedad».

ORACIÓN DEL PRESIDENTE: «Cumple, Señor, en nosotros tu promesa: derrama tu Espíritu Santo para que nos haga ante el mundo testigos valientes del evangelio de Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: Is 61,1-9 (El Señor me ha ungido); Ez 36,23-28 (Un Espíritu nuevo); Jl 2,23.26-27 (Derramaré mi Espíritu).

CANTO RESPONSORIAL: «Oh, Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252). (Puede recitarse el «Poema de las cinco llamas». Ver «Poemas», pág. 554. También se pueden recitar los himnos «Ven, Creador, Espíritu amoroso» o «Ven, Espíritu divino», cantando después de cada párrafo: «Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra», CLN 252)

SEGUNDA LECTURA: Hch 2,l-6.14.22b-23.32-33 (Pentecostés); Rom 5,1-2.5-8 (La salvación); Rom 8,14-17 (Hijos por el Espíritu); 1 Cor 12,4-13 (Un mismo Espíritu); Gal 5,16-26 (Libertad y cari­dad); Ef 4,1-6 (Un solo cuerpo).

(Canto del aleluya o aclamación)

CONFIRMACIÓN 221

EVANGELIO: Me 1,9-11 (Bautismo de Jesús); Le 4,16-21 (Jesús en la sinagoga de Nazaret); Jn 7,37-39 (Torrentes de agua viva); Jn 15,26-27; 26,12-15 (El Espíritu de verdad).

c) Liturgia de confirmación

PRESENTACIÓN DE LOS CANDIDATOS (Lo hace el párroco o el catequista. Si es necesario, se presenta antes al obispo).

Párroco: «Los confirmandos de la parroquia de ..., llamados ... (se dan los nombres), piden a su obispo ser confirmados».

Obispo: «¿Tenéis la certeza moral de que están bien catequizados y son dignos del sacramento?»

Párroco: «Están bautizados, han sido instruidos en la fe y se han preparado conscientemente para el día de su confirmación. Creemos que son dignos de recibir el segundo sacramento de la iniciación cristiana».

(Se pide a los miembros de la asamblea que expresen su conformidad levantando sus manos en señal de aprobación).

HOMILÍA (Es deseable que los confirmandos intervengan en el diálogo y expre­sen su eventual compromiso)

HIMNO: «Ven, Espíritu Divino», «Ven, Creador, Espíritu amoroso» (Ver «Himnos», págs. 510 y 509).

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

Obispo: «Por medio de la confirmación, el Espíritu Santo cumpli­rá en vosotros su acción, iniciada con el bautismo. Por su unción recibiréis la consagración al sacerdocio real, a imagen de Cristo. Seréis los ungidos del Señor. Responded: ¿Estáis dispuestos a vivir esta vocación?»

Confirmandos: «Lo estamos». Obispo: «¿Estáis dispuestos a creer todo lo que Dios ha revelado y

la Iglesia enseña y proclama?» Confirmandos: «Lo estamos». Obispo: «¿Estáis dispuestos, con la fuerza del Espíritu, a amar a

Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a vosotros mismos?»

Confirmandos: «Lo estamos».

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222 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

Obispo: «¿Estáis dispuestos, con la ayuda de Dios, a confesar a Jesucristo ante todo el mundo y a padecer por ello ultrajes y des­precios?»

Confirmandos: «Lo estamos». Obispo: «Que el Espíritu de Dios os ayude».

RENOVACIÓN BAUTISMAL DE LA ASAMBLEA

Monitor: «Los miembros de la asamblea que deseen renovar su confirmación pueden responder a las preguntas de quien nos pre­side».

Obispo: «¿Estáis dispuestos a renovar las promesas bautismales, que un día ratificasteis por el sacramento de la confirmación, a seguir avanzando como comunidad en la profundización de la fe y a abriros a la acción del Espíritu?»

Comunidad: «Sí, estamos dispuestos». Monitor: «Con la aspersión del agua haremos presente hoy el bau­

tismo que un día recibimos inconscientemente. Así renovamos nuestra profesión de fe y nuestro ser cristiano».

(Mientras se canta o se escucha el «Asperges» o el «Vidi aquam», el obispo asperja a la asamblea).

IMPOSICIÓN DE MANOS (Monición, oración, silencio, cántico, imposición de manos, oración conclusiva)

CRISMACIÓN (Monición, presentación del padrino, unción con el crisma, felici­tación, imposición de la cruz)

APLAUSO DE RATIFICACIÓN (A los confirmados)

ORACIÓN DE LOS FIELES (A ser posible, que intervengan un padrino, un catequista, un joven y un confirmado)

d) Liturgia eucarística

PROCESIÓN DE OFRENDAS (Los confirmados llevan pan y vino, agua, cirios, flores y frutos, mien­tras se canta. Al final, cada uno entrega su ofrenda y le da sentido. Mientras, se canta la «Canción del testigo» [CLN, 404]).

PLEGARIA EUCARÍSTICA

CANTO DE COMUNIÓN: «Pescador de hombres» (CLN, 407).

CONFIRMACIÓN 223

e) Rito de despedida

COMPROMISOS DE LOS CONFIRMADOS

ORACIÓN FINAL (Oración sobre el pueblo).

CANTO FINAL: «Anunciaremos tu reino» (CLN, 402).

2. Renovación de la confirmación

CANTO DE ENTRADA: «Juntos, como hermanos» (CLN, 403).

INTRODUCCIÓN: «Para llevar a cabo cualquier decisión humana es nece­saria una toma de actitud. Es madura la persona de recias actitudes, la que reacciona ante la vida con una predisposición de fondo, des­pués de sopesar todas las razones. Evidentemente, nos movemos por diferentes motivos más o menos actuales o importantes, pero siempre es decisivo que nuestro comportamiento responda a una actitud madura. El evangelio insiste en las actitudes que debe pose­er el discípulo de Cristo. La actitud cristiana radica en un corazón limpio y una conciencia intachable. Ahora bien, el Espíritu de Dios manifestado en Jesús es un componente nuevo de la conciencia cristiana, que es, en definitiva, juicio profético o juicio al modo de los profetas, hombres y mujeres de Espíritu que se sumergen en la vida social para denunciar abusos, anunciar el reino y orientar la vida comunitaria. Al confirmarse, el bautizado acepta responsable­mente todas las exigencias y dones del Espíritu de Dios».

SALUDO INICIAL: «Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: "¡Abba, Padre!"» (Rom 8,15).

PRIMERA LECTURA: IS 61,l-3a.6a.8b-9 (El Señor me ha ungido); Ez 36,23-28 (Un espíritu nuevo); Jl 2,23.26-27 (Derramaré mi Espíritu).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 102 «Gustad y ved» (CLN, 518).

SEGUNDA LECTURA: Hch 8,1.4.14-17 (Les imponían las manos); Rom 8,14-17 (Hijo por el Espíritu).

(Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Jn 15,17-25; 16,1-4.25.33 (Odio del mundo).

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224 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

HOMILÍA: La confirmación es el sacramento del don del Espíritu o sello de la iniciación. Su función es confirmar el bautismo. «Por el sacramento de la confirmación —dice el Vaticano n— se vinculan más estrechamente [los fieles] a la Iglesia, se enri­quecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo, y de esta forma se obligan a un mayor compromiso de difundir y defender la fe con su palabra y sus obras como verdaderos testigos de Cristo» (LG, 11). Se acentúan en este texto tres ele­mentos: el vínculo eclesial, la dinámica de la gracia bautismal y el testimonio de vida. Así lo expresa Ad Gentes: «Todos los fieles, como miembros de Cristo vivo, incorporados y aseme­jados a Él por el bautismo, por la confirmación y por la euca­ristía, tienen el deber de cooperar a la expansión y dilatación del Cuerpo de Cristo, para llevarlo cuanto antes a la plenitud» (AG 14). La confirmación se sitúa en la perspectiva sacramen­tal de la iniciación, sin que sea sólo el sacramento del Espíritu. Los orientales llaman «crismación» a la confirmación, cuyo gesto sacramental es triple: unción con crisma, imposición de manos y signación.

RENOVACIÓN DEL COMPROMISO

Presidente: «Te rogamos, Padre, que derrames tu Espíritu sobre estos cristianos que hoy desean renovar su confirmación. Fortalécelos con la abundancia de tus dones y haz de ellos testi­gos en el mundo de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

RENOVACIÓN DEL BAUTISMO (Como en la Vigilia Pascual).

SÍMBOLO (Trazar la señal de la cruz, imponer las manos en la cabeza, ungir con aceite perfumado en las manos o en la frente, soplar en el rostro, entre­gar un crucifijo personal. Se dice a cada confirmado: «Sé fiel a la con­firmación que un día recibiste»)

PADRE NUESTRO: «Unidos de las manos, como símbolo de hermandad, digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó: "Padre nues­tro..."»

ORACIÓN FINAL: «Señor, Dios nuestro, mira con bondad a estos confir­mados, a los que hoy has enriquecido con los dones de tu Espíritu, para que manifiesten en el mundo, con obras y palabras, el nuevo mandamiento del amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CANTO FINAL: «Anunciaremos tu reino» (CLN, 402).

3 Penitencia

El sacramento de la penitencia —denominado hasta el Vaticano n «confesión» o «sacramento de la confesión»— es entendido des­pués del Concilio como sacramento de la reconciliación con los hermanos y con Dios. Reconciliar es hacer las paces con alguien. La reconciliación es el centro vital de la primera predicación de Jesús y del mensaje cristiano. La llamada de Dios es llamada a edificar el reino, a implantar la justicia y a penetrar en el recinto de la salvación liberadora. La penitencia, que equivale en el evange­lio a conversión o reconciliación, va dirigida al ser humano tal como es, en su realidad existencial. La conversión comienza con el sentimiento de la falta o el remordimiento por la culpa, que invi­ta a una decisión: la de retornar o volver a empezar. Pero el retor­no a Dios es retorno a los hermanos, y la acogida que Dios dis­pensa es acogida en la Iglesia. La reconciliación es posible a pesar de los conflictos, guerras, divisiones, lucha de clases, incompren­siones, abusos y dominaciones. Anunciar la reconciliación es ponerse en camino hacia una vida reconciliada. El perdón de Dios encuentra su consistencia y su verdad humana y evangélica en el cambio de vida. Por consiguiente, los frutos de la reconciliación deben manifestarse en la vida, a saber, han de ser vividos en el perdón mutuo. Es signo de un cambio de mentalidad y de vida, de una conversión que dura toda la vida.

Símbolos de la penitencia son, por ejemplo, la imposición de la ceniza, encender o apagar velas, anudar y desatar una cuerda, romper una cadena, romper contra el suelo una vasija de barro, atar las manos o soltar los lazos, quemar papeles en un brasero, romper un cartón en pedazos, clavar clavos en una cruz o descla­varlos, arrojar clavos en un recipiente de metal, lavarse las manos o el rostro, esparcir carbón o manchar con pintura negra un lien­zo, manchar con barro un cartón blanco...

* * *

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226 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

1. Celebración penitencial para todo tiempo (I): «La penitencia cristiana»

a) Rito de entrada

CANTO: «SÍ, me levantaré» (CLN, 107).

INTRODUCCIÓN: «La conversión cristiana va dirigida al hombre y a la mujer, al letrado y al inculto, al rico y al pobre. Los pobres (opri­midos, explotados, ignorantes o marginados) deben convertirse porque no son. Poseen escasas esperanzas en su futuro. Su conver­sión exige que tengan fe y esperanza en el reino de Dios, que llega como tarea de todos y don para todos. Su situación no es última. No deben confiar en las riquezas (hacerse ricos a base de dar un vuel­co a la sociedad), sino en la justicia (eliminación de las diferencias injustas), para que todos seamos hermanos e hijos de un mismo Padre. Los ricos se convierten cuando se reconocen propietarios injustos de las riquezas y optan por una real y verdadera sociali­zación de los bienes a la luz del evangelio».

SALUDO: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de reconciliación» (2 Cor 5,19).

HIMNO

«Si me desechas tú, Padre amoroso, ¿a quién acudiré que me reciba? Tú al pecador dijiste generoso que no quieres su muerte, ¡oh Dios piadoso!, sino que llore y se convierta y viva.

Cumple en mí la palabra que me has dado y escucha el ansia de mi afán profundo, no te acuerdes, Señor, de mi pecado; piensa tan sólo que en la cruz clavado eres, Dios mío, El Redentor del mundo»

(Miguel Agustín Príncipe)

ORACIÓN INICIAL: «Señor, al reunimos esta tarde en tu presencia, nos reconocemos pecadores. Con tu perdón, danos un corazón y un espíritu nuevos. Haz que estemos atentos a tu palabra para que, al penetrar ésta en nuestros corazones, nos ilumine y nos convierta. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PENITENCIA 227

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Jon 3,1-10 (Penitencia de Nínive).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 50 «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: Col 3,5-10 (Cambio de conducta). (Música o una aclamación apropiada)

EVANGELIO: Le 13,1-5 (Si no os enmendáis, pereceréis).

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Hacia dónde está orientada mi vida? ¿Qué actitud tengo ante el dinero? ¿Soy generoso o tacaño? ¿Doy mi tiempo a los demás? ¿Qué uso hago de los dones recibidos de Dios?»

* «¿Tengo compromisos con la sociedad, aunque sea a escala reducida? ¿Contribuyo a mejorar el mundo en el que vivo? ¿Utilizo a los demás para mis propios fines?»

* «¿Cuál ha sido mi comportamiento en la familia? ¿Soy causa de tensión y de conflictos? ¿Colaboro responsablemente?»

* «¿Trabajo con honestidad? ¿Contribuyo a que haya un buen ambiente en mi lugar de trabajo? ¿Hago bien las tareas de la casa?»

* «¿He sido veraz? ¿He perjudicado a otros con mentiras o juicios indebidos? ¿He dañado la fama de alguna persona? ¿Estoy ene­mistado con alguien sin que yo lo quiera remediar? ¿Conservo odio o rencor hacia alguna persona? ¿Tolero los sufrimientos recibidos? ¿Qué comportamiento he tenido con mis sentidos y mi cuerpo?»

* «¿Ocupa un lugar importante Dios en mi vida? ¿Oro suficiente­mente? ¿Leo o escucho la palabra de Dios? ¿Tengo otros dio­ses?»

GESTO PENITENCIAL (Apagar una vela cada vez que uno se reconoce pecador).

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228 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

PETICIONES DE PERDÓN «Señor, te pedimos perdón:

* Por no haber encontrado tiempo para orar; por haber rezado úni­camente por costumbre o de un modo fugaz.

* Por no haberte buscado en medio de las dificultades de la vida. * Por haber construido nuestra vida fuera de Ti. * Por quedarnos satisfechos superficialmente, sin profundizar

seriamente en nuestra fe. * Por no haber tenido caridad ni haber fomentado la unidad y la

solidaridad. * Por no haber sabido perdonar y olvidar el mal que nos han

hecho. * Por no haber sido testigos de la fe. * Por transigir demasiado fácilmente, sin esforzarnos en nada. * Por nuestras omisiones o negligencias en el compromiso».

POEMA: «De profundis» (Ver «Poemas», pág. 526).

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia inspirada en las «obras de misericordia», o bien en forma de donativo de dinero, reconciliación con alguna perso­na concreta, lectura bíblica, oración personal, visita a una iglesia, etc.)

INVOCACIÓN: «Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. No te acuerdes de nuestros pecados. Por tu bondad, ten piedad de nosotros».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VIII Domingo Ordinario C: «Perdón fraterno», pág. 314).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Señor nuestro, por la revela­ción de tu poder en la creación del universo y por tu providencia en la vida del mundo. Te bendecimos por haber hecho al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza. Hoy te damos gracias porque nos has perdonado y nos has hecho nuevas criaturas tuyas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PENITENCIA 229

2. Celebración penitencial para todo tiempo (II): «El pecado, lesivo para el reino de Dios»

a) Rito de entrada

CANTO: «Alma mía, recobra tu calma» (CLN, 519)

INTRODUCCIÓN: «En la evolución de toda la creación hay un ascenso de la humanidad, coronada con la presencia de Cristo en virtud de la promesa: Dios será todo en todos. Pero entrecruzado con este ascenso hay otro: el del pecado, dirigido contra la historia ascen­dente y plenificadora de la salvación en Cristo. Los seres humanos somos mediadores unos de otros, para bien o para mal. Facilitamos o impedimos el crecimiento de la gracia, de la salvación, de la libe­ración total. Al nacer, se nos entrega un mundo: un mundo viejo, aunque provisto con la imagen de Dios. Nacemos incompletos y nos hacemos paulatinamente. Cristo es el principio, la imagen pri­migenia, el prototipo del hombre nuevo. En el camino de la difícil realización del mundo y de nosotros mismos, en el tramo de nues­tras propias decisiones y actitudes, se presenta la culpa como una piedra en la que podemos tropezar. En la esfera de la confrontación de nuestra intimidad con la de Cristo, aparece el pecado como una sombra. Estamos en situación de pecado, pero en vías de salvación gracias al amor que Dios nos tiene».

SALUDO: «Si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos lavará los delitos» (1 Jn 1,9).

HIMNO (Como oración inicial)

«Delante de la cruz, los ojos míos quédense, Señor, así mirando, y sin ellos quererlo estén llorando porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos, quédense, Señor, así cantando y, sin ellos quererlo, estén rezando, porque pecaron mucho y son impíos.

Y así con la mirada en vos prendida, y así con la palabra prisionera, como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera; y así clavada en vuestra cruz mi vida, Señor, así, cuando queráis me muera».

(Rafael Sánchez Mazas)

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230 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Gn 2,25; 3,1-24 (El pecado del paraíso); 2 Sm 12,1-15 (David es perdonado de su pecado).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Rom 5,12-19 (Gracia y pecado). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Jn 8, 1-11 (La mujer adúltera).

HOMILÍA: El pecado, a la luz de la Biblia, es ruptura con Dios, con el hermano necesitado y con uno mismo. Pecar equivale a rom­per la alianza, traicionar al amor y alejarse de la comunidad de los hermanos. Para Jesús, peca quien no vive la alianza o las exigencias del reino de Dios. En última instancia, el pecado es lo contrario del amor. Es un mal, una relación negativa con Dios (oposición al reino) y con el hermano (corrupción del ser humano). El pecado radica en la raíz del comportamiento, en el núcleo central de la persona, en lo que la Biblia llama «cora­zón». En suma, el pecado, cristianamente entendido, es infide­lidad o injusticia de cara al compromiso bautismal y de fe res­pecto del reino de Dios. Es, pues, rechazo del Dios que es amor, ruptura de solidaridad fraternal y autodestrucción per­sonal. El creyente reconoce ante Dios su culpa, su infidelidad, su insuficiencia, y cree que Dios está siempre dispuesto a per­donar.

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Centramos nuestra vida en nosotros mismos? ¿Nos creemos mejores que los demás? ¿Somos orgullosos, vanidosos o sober­bios? ¿Nos preocupa sobre todas las cosas el éxito personal?»

* «¿Cómo es nuestra actitud cuando algún hermano solicita nues­tra atención o una ayuda concreta? ¿Nos preocupa de verdad la situación de tantos parados? ¿Repartimos lo que tenemos con los demás? ¿Qué compartimos con los necesitados?»

* «¿Qué actitud real tenemos con el dinero? ¿Somos generosos? ¿Estamos preocupados por nuestro futuro sin importarnos el de los demás?»

PENITENCIA 231

* «¿Cuál es mi actitud con la familia? ¿Me aprovecho de los fami­liares sin dar lo suficiente? ¿Doy ejemplo? ¿Comparto el traba, jo con los de casa?»

* «¿Soy un buen cristiano? ¿Qué echo en falta en mis relaciones con Dios? ¿Doy testimonio de creyente?»

GESTO PENITENCIAL (Esparcer carbón sobre una tela blanca)

PETICIONES DE PERDÓN: «Señor, te pedimos perdón:

* Por no haber orado suficientemente. * Por haber guardado amargura al enjuiciar negativamente a nues­

tros prójimos. * Por haber malgastado los talentos que Dios nos había confiado. * Por no haber respondido con fidelidad al amor que se esperaba

de nosotros en la familia, en el trabajo, entre los amigos. * Por no ser testigos tuyos ante nuestros hermanos. * Por haber dimitido en la educación de la fe de nuestros hijos,

abandonando esta tarea al cuidado de otros. * Por no haber reaccionado contra las injusticias».

POEMA: «De profundis» (Ver «Poemas», pág. 526).

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia inspirada en las «obras de misericordia» o en forma de donativo de dinero, reconciliación con alguna persona con­creta, lectura bíblica, oración personal, visita a una iglesia, etc.)

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo de Cuaresma B: «Pruebas», pág. 156).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Reconocemos, Padre, tu misericordia inagota­ble a lo largo de los siglos. Gracias al sacramento de la penitencia que hemos celebrado, nos has reconciliado y nos has dado el don de la alegría. Tu Espíritu continúa en nosotros, pues estábamos

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232 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

muertos y hemos vuelto a la vida. Te lo agradecemos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

* * *

3. Celebración penitencial para todo tiempo (III): «El perdón de los pecados»

a) Rito de entrada

CANTO: «Acuérdate, Señor» (CLN, 113)

INTRODUCCIÓN: «La reconciliación es perdón, indulto o amnistía, y es lucha o combate de liberación. Por una parte, no estamos reconci­liados como hermanos: existe en la sociedad un antagonismo de clases sociales, de primer y tercer mundo, que no es natural ni pro­cede de la voluntad de Dios. Es preciso analizar el conflicto social existente, con objeto de establecer las oportunas estrategias y tácti­cas para llegar a la supresión de esos antagonismos. Es la cara de la lucha como forma activa de reconciliación. Por otra parte, esta­mos reconciliados con Cristo, mediador de la plena e inmerecida reconciliación final, ya que El ha muerto por la causa de la recon­ciliación de todos. El perdón y la pacificación, profundamente deseados y buscados, son impulsores de una reconciliación futura, puesto que vivimos de esperanza y no de fatalidad. Es la cara del perdón reconciliador y creador de un orden nuevo, en el que Dios posibilita la reconciliación absoluta».

SALUDO: «Si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas» (Mt 6,14-15).

ORACIÓN: «Señor Dios todopoderoso, perdona a tu Iglesia su riqueza entre los pobres, su miedo ante los injustos, su cobardía entre los oprimidos.

Perdónanos a nosotros, tus hijos, nuestra falta de confianza en ti, nuestra falta de esperanza en tu reino, nuestra falta de fe en tu presencia, nuestra falta de confianza en tu misericordia.

PENITENCIA 233

Restablécenos en tu alianza con tu pueblo; condúcenos a un arrepentimiento verdadero; enséñanos a aceptar el sacrificio de Cristo; danos fortaleza con la ayuda de tu Santo Espíritu.

Quebrántanos cuando somos orgullosos; haznos de nuevo cuando somos débiles; humíllanos cuando confiamos en nosotros mismos; danos un nombre cuando nos encontremos perdidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(«Prayers and Litanies», Consejo Mundial de las Iglesias)

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: 2 Sm 12,1-15 (David es perdonado de su pecado).

CANTO (gregoriano): «Attende, Domine» (CLN, 101).

SEGUNDA LECTURA: Rom 5,6-12.17-19 (Todos pecamos en Adán). (Música o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Jn 8,1-11 (La mujer adúltera).

HOMILÍA: Por comparación con la remisión de una deuda, el perdón bíblico es el acto por el cual Dios pone f in a una situación des­graciada, originada por el pecado humano. Es una amnistía, un acto que restablece al ser humano en relación fi l ial con Dios y en comunión con los hermanos. Dios se muestra lleno de misericordia al perdonar; quiere la conversión, no la muer­te, pero exige el reconocimiento de la fe y la contr ic ión del corazón. Dios promete una nueva alianza, un pueblo nuevo que conozca a Yahvé. La purif icación será total . Pero sólo los corazones contr i tos recibirán el don del perdón. El don de per­donar pasó de Cristo a la Iglesia. Cristo resucitado comunica a los apóstoles dicho don, conforme lo había expresado en su vida pública. Pero Dios no perdona a quien, a su vez, no per­dona a los otros. El perdón es una v i r tud especial de la vida nueva de los discípulos y de la Iglesia. El perdón de Dios encuentra su consistencia y su verdad humana y evangélica en el cambio de vida. En la vida concreta deben manifestarse los frutos de la reconcil iación, v iv idos en el perdón mutuo.

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234 CELEBRACIONES SACRAMLMALES

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA: «Jesucristo nos llama a conversión desde los pobres de hoy para que podamos invocar, sin engaño, a Dios como nuestro Padre, y nos dispongamos a colaborar con su proyecto sal­vador. Examinemos las exigencias del llamamiento».

* «¿Somos sensibles a la situación de los parados, emigrantes, pre­sos, drogadictos, alcohólicos, minusválidos, enfermos, ancianos, y al estado de cualquier persona, grupo o pueblo marginado? Ante el clamor o el silencio de los pobres, ¿tenemos la osadía de poner en cuestión nuestra seguridad, nivel de vida y formas bur­guesas de comportamiento?»

* «En segundo lugar, ¿tratamos de vivir la pobreza como una acti­tud de confianza humilde en el Dios de Jesús y, al mismo tiem­po, de rechazo de la idolatría del poder, del tener y del saber? ¿Nos servimos de la causa de los pobres para nuestros intereses o, por el contrario, asumimos su causa como un servicio en la solidaridad?»

* «Por último, la conversión al Dios del evangelio ¿nos lleva a construir una Iglesia que se alegra porque la buena noticia es acogida por los pobres? ¿Una Iglesia que se edifica en la frater­nidad y no en la dominación? ¿Hemos alimentado ensueños fáci­les y cómodos sobre el futuro, que luego nos han llevado a desa­lientos invencibles? ¿Estamos abiertos a colaborar con otros gru­pos en orden a construir la justicia del reino de Dios?»

POEMA: «Haz la paz»; «Empresa de lavado» (Ver «Poemas», págs. 542 y 538).

GESTO PENITENCIAL (Darse mutuamente el abrazo de paz)

PETICIONES DE PERDÓN: «Te pedimos perdón, Padre,

* Por haber discriminado a las personas por su raza, cultura, etnia o vestimenta.

* Por quedarnos al abrigo de nuestro dinero, en nuestro propio confort de vida.

* Por no haber compartido con los enfermos su dolor y sus penas. * Por haber humillado en ocasiones a los que nos caen mal. * Por no haber sido generosos con nuestros bienes y nuestro

tiempo. * Por la sequedad de nuestras relaciones humanas».

PENITENCIA 235

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia inspirada en las «obras de misericordia» o en forma de donativo de dinero, reconciliación con alguna persona con­creta, lectura bíblica, oración personal, visita a una iglesia, etc.)

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXIV Domingo Ordinario C: «Perdón de Dios», pág. 346).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Señor, por las maravillas de tu misericordia y te alabamos con toda la Iglesia cantando para ti un cántico nuevo con nuestros labios, nuestro corazón y nuestras obras. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

4. Celebración penitencial al comienzo de curso (I): «El afán de riquezas».

(Final de septiembre o principios de octubre. En el centro de la asam­blea o en el presbiterio se pone una mesa cubierta con un mantel, y encima un cuenco o una vasija grande llena de agua, y a su lado una toalla. Cerca de la mesa puede situarse el cirio pascual. Una luz ade­cuada ilumina estos signos)

a) Rito de entrada

CANTO: «A ti levanto mis ojos» (CLN, 526).

INTRODUCCIÓN: «Convertirse no es simplemente renunciar, hacer sacri­ficios o mortificaciones. Tampoco es disponerse a recibir la gracia sacramental mediante la confesión. Ni siquiera equivale a creer en Dios desde lo más privativo de la conciencia. La conversión no se da exclusivamente en el interior del corazón, sino que hunde sus raíces, como la fe, la esperanza y la caridad, en la conciencia madu­ra y adulta. Por supuesto, nadie se convierte por imposición, sino

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236 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

por invitación y, en definitiva, por invitación del Espíritu de Jesús. Esta invitación exige una respuesta que se traduce en el rechazo de los falsos ídolos esclavizadores (tendencias y acciones diabólicas), en el reconocimiento de la finitud y culpabilidad (deseos y apro­piaciones narcisistas u omnipotentes) y en la aceptación del próji­mo como hermano desvalido (manifestaciones y realizaciones de la justicia social)».

SALUDO: «"Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportuna­mente" (Heb 4,16). Que la gracia, la misericordia y la paz que pro­ceden de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Salvador, esté con todos vosotros».

ORACIÓN: «Oremos en silencio (silencio). Dios de bondad, que has reconciliado a la humanidad entera en tu Hijo Jesucristo, muerto y resucitado, reconciliando a los seres humanos entre sí, permite que reconozcamos hoy tu amor y haz que nos renovemos profunda­mente por tu Espíritu de verdad, para que seamos en el mundo arte­sanos de reconciliación, de unidad y de paz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Am 6,la.4-7 (Cuidado con el lujo y las riquezas).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Sant 5,1-6 (Ricos explotadores). (Música o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Le 16,19-31 (El rico y Lázaro). (Ver «Dramatizaciones bíblicas», pág. 663).

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA (Se apagan las luces)

* «¿Estamos atentos a los problemas que surgen a nuestro alrede­dor? ¿Nos despreocupamos de los mismos por inconsciencia, comodidad, egoísmo, angustia, miedo o escepticismo? ¿Qué valo­res rigen nuestra vida? ¿Son de solidaridad o de insolidaridad?»

PENITENCIA 237

* «¿Somos solidarios en el trabajo? ¿Llevamos a cabo nuestro tra­bajo con interés, sentido social, como parte de una tarea común, o bien como si fuese algo que sólo tiene que ver con uno mismo? ¿Damos más valor al ser que al tener? ¿Dedicamos tiempo y energías a lo que no es rentable económicamente? ¿Procedemos con generosidad?»

* «¿Somos solidarios con respecto al dinero? ¿Acumulamos inne­cesariamente? ¿Exigimos remuneraciones demasiado elevadas en relación a la media general? ¿Cómo es nuestro tren de vida, en qué gastamos el dinero? ¿Qué aportamos económicamente a la comunicación cristiana de bienes?»

* «¿Somos solidarios con las necesidades del prójimo? ¿Nos sen­timos justificados con entregar un modesto donativo a los mar­ginados? ¿Qué experiencias directas tenemos respecto de los que sufren? ¿Qué aportaciones hacemos en forma de apoyo, solida­ridad, compañía y búsqueda concreta de soluciones?»

* «¿Participamos en la construcción de una sociedad más justa? ¿Cómo participamos en la búsqueda de soluciones colectivas y en la denuncia de situaciones injustas? ¿Tenemos alguna partici­pación en la vida pública?»

* «¿Tenemos experiencia de Dios? ¿Optamos de verdad por los pobres? ¿Nos llena de alegría esta esperanza? ¿Bendecimos de verdad al Señor? ¿Qué hacemos como cristianos o como miem­bros de la Iglesia?»

(Música de meditación)

GESTO PENITENCIAL: «"NO he venido a invitar a la conversión a los jus­tos, sino a los pecadores", dice el Señor (Le 5, 32). Reconozcamos delante de Dios y de los hermanos nuestros pecados».

(Cada persona que pide perdón se acerca a la mesa y se lava las manos o el rostro, o toca el agua como muestra de purificación).

POEMA: «Condiciones para la paz del corazón»; «Pídele muchas cosas»; «No hagas de mí un verdugo» (Ver «Poemas», págs. 521, 576 y 568).

PETICIONES DE PERDÓN

(A cada petición se responde: «Perdónanos, Señor»)

* «Señor Jesucristo, que nos diste el mandamiento nuevo de amar­nos unos a otros (Jn 13,14), perdona nuestras faltas contra la cordiali­dad, la fraternidad, la acogida y el servicio generoso».

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238 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «Tú, Señor, que dijiste a tus discípulos: "El mayor sea entre vosotros como el menor, y el que manda como el que sirve" (Me 10,44), perdona nuestros pecados de vanidad, orgullo, rivalidad, envidia y desprecio».

* «Cristo, Señor, que nos destinaste a dar "un fruto que permanez­ca" (Jn 15,16), perdona nuestra escasa laboriosidad, nuestra poca participación social y nuestras negligencias».

* «Señor compasivo y misericordioso, que fuiste pobre y amigo de los pobres, perdona nuestras ambiciones, la búsqueda desmesu­rada de dinero, el ansia de comodidad y el egoísmo con que uti­lizamos los bienes y saberes».

* «Jesucristo Santo e Inmaculado, que en tres días levantaste el santuario de tu cuerpo, perdona los pecados cometidos, sin amor y sin entrega, con nuestros cuerpos, templos del Espíritu».

* «Jesús, Maestro e Hijo del Padre, que subiste con frecuencia "al monte a solas para orar" (Mt 14, 23) y que dijiste "ora a tu Padre, que está en lo secreto" (Mt 6,6), perdona nuestra escasa o nula oración, nuestras celebraciones rutinarias y nuestra poca fe en el Padre celestial».

(Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.).

INVOCACIÓN: «Lava del todo nuestros delitos, Señor, limpia nues­tros pecados, pues reconocemos nuestras culpas y tenemos pre­sentes nuestros pecados» (Sal 50,4-5).

ABSOLUCIÓN (Se encienden las luces)

ABRAZO DE PAZ, con el canto «La paz esté con nosotros».

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXXII Domingo Ordinario B: «Donación», pág. 250).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Señor, porque nos has reconciliado con el amor que nos profesas y nos profesamos. Que

PENITENCIA 239

sepamos perdonar como tú lo haces, cuando nos encontremos de nuevo en medio de nuestros hermanos. Haz que seamos reconcilia­dores en la sociedad y testigos de tu justicia y de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor».

5. Celebración penitencial al comienzo de curso (II): «El juicio de Dios»

(Final de septiembre o principios de octubre. En una pequeña mesa o en el suelo, sobre una chapa, se pone un brasero o un cuenco resisten­te con algodón impregnado en alcohol, que se encenderá al empezar la celebración o en el momento del examen de conciencia. A ser posible, todos se colocan en círculo. Reciben un pequeño papel para escribir un pecado, personal o social, del que se arrepienten. Preside una cruz visi­ble, que puede ser la procesional)

a) Rito de entrada

CANTO: «Vuelve hacia nosotros» (CLN, 112).

INTRODUCCIÓN: «Mediante la penitencia, el cristiano se reconoce recon­ciliado en Cristo y se autocomprende como un reconciliador en el mundo con todos los seres humanos y con sus hermanos de fe. Ahora bien, la originalidad cristiana de la reconciliación o de la penitencia consiste en arrepentirse a causa de las exigencias de Dios. Ciertamente, las exigencias de la fe o del reino son también exigencias humanas. Dicho de otro modo, en las necesidades humanas de la reconciliación se verifican —se hacen verdad— las llamadas cristianas a la reconciliación. De ahí que la reconciliación entre los seres humanos, deseada por Dios y realizada por Cristo, se sitúe hoy y aquí en la realidad social: es una tarea eminente­mente personal y social, dentro de la cual ha de situarse cualquier celebración cristiana de la reconciliación».

SALUDO: «"Respóndenos, Señor, con la bondad de tu gracia. Por tu gran compasión, vuélvete hacia nosotros" (Sal 68,17). Hermanos, gracia y paz a vosotros de parte de Dios Padre y de Jesucristo, que nos amó y nos libró de nuestros pecados lavándolos con su sangre. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén».

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240 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

ORACIÓN: «Dios de misericordia y de bondad, que nos has reunido en nombre de tu Hijo para obtener misericordia. Abre nuestros ojos para que descubramos el mal que hemos hecho. Mueve nuestro corazón para que nos convirtamos sinceramente a Ti. Que tu amor reúna de nuevo a quienes dividió y dispersó el pecado; que tu fuer­za sane y robustezca a quienes debilitó su fragilidad; que el Espíritu vuelva de nuevo a la vida a quienes fueron vencidos por la muerte. Así podremos reconocer que tú has enviado a tu Hijo Jesucristo para la salvación del mundo. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Dt 5,1-3.6-7.11-12.16-21; 6,4-6. (Los mandamientos)

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 29 «Te ensalzaré, Señor» (CLN, 506).

SEGUNDA LECTURA: 1 Jn 1,5-7; 2,9-11 (Vivir en la luz). (Música de meditación o una aclamación)

EVANGELIO: Mt 25,31-46 (El último juicio).

HOMILÍA: La palabra «juicio», muy común en la Biblia, nos produce miedo, porque todos nos sentimos culpables y porque duran­te mucho tiempo se acentuó en la predicación y en la cate-quesis el «juicio final» de Dios, exigente y terrible. Quizá hoy hemos olvidado el significado del juicio de Dios. Nos gusta juz­gar, pero no que nos juzguen. Naturalmente, el juicio de Dios existe, pero no es un juicio condenatorio. El Hijo del Hombre no ha venido a condenar al mundo, sino a salvarlo. «Aunque nuestra conciencia nos condene, Dios es más grande que nuestra conciencia» (1 Jn 3,20).

c) Liturgia penitencial

POEMA: «Vimos a Dios» (Ver «Poemas», pág. 594).

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Amo a Dios por encima de todas las cosas? ¿Amo a mi próji­mo como a mí mismo? ¿Obro con recta intención?»

PENITENCIA 241

* «¿Doy testimonio de mi fe? ¿Me avergüenzo de ser cristiano? ¿Ayudo a que los demás lo sean?»

* «¿Escandalizo a alguien con mis actitudes? ¿Hago algo por los demás? ¿Me comprometo a que la sociedad cambie y sea más humana y más justa?»

* «¿Cómo me comporto en el seno de mi familia? ¿Cómo trato a mis padres o a mis hijos? ¿Contribuyo a la paz familiar?»

* «¿Comparto mis bienes, y en qué medida? ¿Cumplo con mis deberes de ciudadano? ¿Contribuyo al bien común?»

* «¿Soy honesto en mi trabajo? ¿Me aprovecho del trabajo de otros? ¿He robado? ¿He hecho daño a alguien? Si me han inju­riado, ¿estoy dispuesto a perdonar?»

GESTO PENITENCIAL: «Muéstrate propicio, Señor, con tus fieles pecado­res, para que, libres de todo pecado, merezcan darte las gracias con un corazón nuevo».

(En un brasero o recipiente adecuado se quema lo que parezca más oportuno. Al expresar la petición de perdón, se echa el papel escrito con un pecado para que se queme)

PETICIONES DE PERDÓN:

* «"Todo árbol que no da buen fruto será cortado y echado al fuego", dice el Señor (Mt 3,10). Tú, que eres "fuego purifica-dor", Señor, ten piedad».

* «"El Señor está sobre mí, para cambiar la ceniza en corona", dice el Señor (Is 61,3). Tú, que de las cenizas haces personas nuevas, Cristo, ten piedad».

* «"Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Convertios y creed en la buena noticia", dice Jesús (Me 1,15). Tú, que eres la plena libertad y el camino de conversión, Señor, ten piedad».

(Se expresan las peticiones de perdón espontáneas. Finalmente las per­sonales, en silencio)

IMPOSICIÓN DE LA PENITENCIA

(Se hace la propuesta de la penitencia en forma de donación de dinero, reconciliación personal con otro, lectura de un pasaje bíblico, etc.).

INVOCACIÓN: «Si el pecador recapacita y se convierte, ciertamente vivi­rá y no morirá, dice el Señor» (Ez 18,20-32).

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

Page 121: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

242 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Solemnidad de Cristo Rey A: «Juicio», pág. 140).

ORACIÓN FINAL: «Bendito seas, Dios y Padre nuestro, porque continua­mente nos das testimonio de tu amor. Bendito seas porque en Jesús, tu Hijo y Señor nuestro, nos libras de todas las fuerzas del mal, para que vivamos como personas libres en estado de justicia. Bendito seas, porque mediante tu Espíritu nos invitas a edificar una socie­dad nueva. Bendito seas, porque se levanta en la noche de los tiem­pos el alba nueva de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

* * *

6. Celebración penitencial en Adviento (I): «El cambio de vida»

(Finales de noviembre o comienzos de diciembre. Se coloca sobre una mesa central una gran variedad de velas apagadas, con una caja de ceri­llas. Preside un gran crucifijo, que puede ser la cruz procesional)

a) Rito de entrada

CANTO: «Al reunimos» (CLN, A7). (Mientras se canta, entran con el celebrante y un ayudante tres grupos que llevan sendos carteles: «Pueblo», «Recaudadores» y «Jefes»)

INTRODUCCIÓN: «El año litúrgico comienza cada año con el Adviento, que significa venida o advenimiento. El Adviento es tiempo propi­cio para convertirse, suscitar esperanza y anunciar la liberación sal­vadora de Dios. Es tiempo, además, de vigilancia ante lo que espe­ramos, que es el retorno de Cristo en la plenitud de su reino. Nos prepara a la doble venida del Señor: la histórica en la encarnación, por medio de María (Navidad), y la escatológica al final de los tiempos (Parusía). Su venida nos exige permanecer vigilantes. Convertirse equivale a practicar la justicia, es decir, a defender al pobre y al marginado. Equivale también a promover la paz con Dios, con los otros y con la naturaleza. En suma, el Adviento es reconciliación mutua y cercanía de Dios, acogida de los necesita­dos y servicio del Señor. La conversión, según el evangelio, es cambio o giro desde el reino; se mide por sus frutos. Que esta cele­bración penitencial nos ayude a reconocernos pecadores y a pedir perdón a Dios, del que esperamos su perdón».

PENITENCIA 243

SALUDO: «"Daos cuenta del momento en que vivís", dice san Pablo; "ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y per-trechémonos con las armas de la luz" (Rom 13,11-12). La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en la verdad y en el amor, estén con todos vosotros».

ORACIÓN: «Señor, Dios de misericordia, lento a la ira y presto al per­dón, te pedimos en esta celebración de la penitencia el arrepenti­miento de nuestras faltas, para que nos otorgues el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Mal 3,l-7a (La voz del mensajero).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 121 «¡Qué alegría cuando me dijeron!» (CLN, 525).

SEGUNDA LECTURA: 1 Tes 3,12 - 4,2 (Exhortación a la santidad). (Música de meditación o aclamación)

EVANGELIO: Le 3,3-17 (La predicación de Juan Bautista). (Ver «Dramatizaciones bíblicas», pág. 663).

HOMILÍA

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA (Se basa en los tres grupos que aparecen en el evangelio de Lucas)

* «¿Escuchamos la voz de Dios? ¿Leemos alguna vez la Biblia? ¿Estamos dispuestos a convertirnos a Dios y a los hermanos? ¿Qué frutos producimos en la vida? ¿Somos savia nueva o sar­mientos viejos que se queman? ¿Nos paraliza el escepticismo o la desidia?»

* «¿Compartimos nuestra túnica con el necesitado? ¿Qué hacemos por los hambrientos y sedientos del Tercer Mundo? ¿Vivimos instalados y cerrados en nuestro egoísmo?»

* «¿Manipulamos a los demás? ¿Exigimos a los otros lo que no nos exigimos a nosotros? ¿Trabajamos con seriedad y eficacia? ¿Somos capaces de enfrentarnos a las injusticias? ¿Procedemos correctamente en el seno familiar?»

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244 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «¿Ejercemos algún tipo de violencia? ¿Somos miembros activos en la sociedad? ¿Nos preocupan los derechos humanos concul­cados? ¿Somos irascibles? ¿Guardamos rencor?»

POEMA: «De profundis» (Ver «Poemas», pág. 526).

ORACIÓN DEL PRESIDENTE: «Señor Dios nuestro, nos da miedo tu pala­bra que nos manda perdonar a los demás. Nosotros hacemos lo contrario y exigimos sin compasión lo que nos pertenece. ¿Cómo podemos llegar así a Jesucristo, tu Hijo? Te rogamos que nos ense­ñes por dónde pasa su camino, ya que Él es la gracia hecha hom­bre, el perdón de los pecados. Es el derecho y la justicia para este mundo y para todos los tiempos. No has venido a juzgar, Dios nuestro, sino a buscar lo que estaba perdido, a liberar a quien está aprisionado por la culpa y el temor y a salvarnos cuando el corazón nos acusa. Acéptanos como somos, con nuestro pasado de pecado, con el pecado del mundo. Tú eres mayor que nuestro corazón. Tú eres el creador de un futuro nuevo, un Dios de amor hasta la eter­nidad. Amén».

(Huub Oosterhuis)

GESTO PENITENCIAL

(Al pedir una persona perdón, se acerca a la mesa y enciende una vela. Después se dicen las peticiones de perdón espontáneas. Se da un tiem­po de silencio para las personales)

PETICIONES DE PERDÓN: «Reconozcamos delante de Dios y de los her­manos nuestros pecados. Te pedimos, Señor, perdón:

* Por el cinismo de nuestras relaciones humanas. * Por la doble personalidad con que actuamos. * Por la dureza de nuestros juicios implacables. * Por no implicarnos en lo social para mejorar el mundo. * Por ser cobardes a la hora de ser cristianos. * Por nuestras escasas relaciones contigo».

INVOCACIÓN: «NO he venido a invitar a la conversión a los justos, sino a los pecadores, dice el Señor» (Le 5,32).

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

PENITENCIA 245

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VI Domingo Ordinario A: «Cambio», pág. 84).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Dios misericordioso, que no abandonas al pecador, sino que lo sigues amando como padre, te damos gracias por las maravillas de tu misericordia y te alabamos con toda la Iglesia, entonando en tu honor un cántico nuevo con la voz, el cora­zón y la vida: Gloria a ti, por Cristo, en el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

* * *

7. Celebración penitencial en Adviento (II): «Las exigencias del reino de Dios»

(Finales de noviembre o comienzos de diciembre. Se tienen preparadas varias cuerdas para atar las manos y soltar sus lazos después)

a) Rito de entrada

CANTO: «Hacia ti, morada santa» (CLN, 016)

INTRODUCCIÓN: «El Adviento es tiempo de conversión, tiempo de pre­parar los caminos y enderezar las sendas para que se acerque el advenimiento del reino. Sólo Dios puede desenmascarar nuestro autoengaño y arrancarnos de nuestra mentira. Esa acción cauteri­zadora que Dios realiza es el juicio, el juicio de Dios. El primer paso de la conversión estriba en sentirse juzgado por Dios. Lo que puede haber de decisión personal para cambiar está movido por la acción previa de la iniciativa de Dios. Cuando se ha recibido el fuego de la acción juzgadora de Dios, entonces se recibe el Espíritu.

El juicio de Dios, que nos lleva a la conversión, es el juicio de nuestra justificación. Ahora bien, Dios no nos justifica moviéndo­nos a realizar actos puramente externos, rituales, sino a dar buenos frutos; es decir, nos impulsa a la multiplicación de nuestros talen­tos, a las acciones fecundas de donación y de entrega, a vivir en la justicia. Somos justificados si aceptamos el impulso de Dios a vivir en la justicia.

Page 123: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

CELEBRACIONES SACRAMENTALES

La conversión es un cambio radical de mentalidad y de actitudes profundas, que luego se va manifestando en acciones nuevas, en una vida nueva. El reino de Dios está cada vez más cerca. Nadie puede detenerlo. El juicio pende de nuestras cabezas, como el hacha sobre la raíz del árbol que va a ser cortado. De cada uno depende el que ese juicio dé paso a una conversión o a un endure­cimiento irremediable».

SALUDO: «"Acercaos confiadamente al Señor, que no se complace en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva" (Ez 33,11). Hermanos, que Dios abra vuestros corazones a su ley y os dé la paz; que escuche vuestras oraciones y os reconcilie con él».

ORACIÓN: «Padre de toda misericordia y Dios de todo consuelo, que no te complaces en la muerte del pecador, sino en que se convierta: auxilia a tu pueblo para que vuelva a ti y viva. Ayúdanos a escu­char tu palabra, confesar nuestros pecados y darte gracias por el perdón que nos otorgas. Haz que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer tu reino, por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Ez 18,20-32 (Responsabilidad personal).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 118 «Tu palabra me da vida». (CMD,232).

SEGUNDA LECTURA: Col 3,8-10.12-17 (Las virtudes cristianas). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Mt 4,12-17 (La predicación de Jesús).

POEMA: «El difícil todo»; «Padre nuestro». (Ver «Poemas», págs. 528 y574).

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA: * «¿Amo a Dios por encima de todas las cosas? ¿Amo a mi próji­

mo como nos amó el Señor? ¿Me ocupo de que crezca el reino de Dios?»

* «¿Escucho la palabra de Dios? ¿Participo asidua y activamente en la celebración de la eucaristía? ¿Doy testimonio de mi ser cristiano?»

PENITENCIA 247

* «¿Cómo es mi comportamiento familiar? ¿Qué contribuciones hago a la paz familiar?»

* «¿Soy capaz de compartir mis bienes con los que no tienen nada? ¿Soy sensible a los problemas del Tercer Mundo?»

* «¿Fomento el bienestar y la paz en la sociedad en la que vivo? ¿Contribuyo a que haya justicia, concordia y amor?»

* «¿Soy trabajador honrado? ¿Cumplo mis promesas y contra­tos?»

* «¿Abuso de mis hermanos? ¿Estoy dispuesto a perdonar? ¿Conservo odio, rencor o deseos de venganza? ¿Soy capaz de pedir perdón?»

GESTO PENITENCIAL: «El pecado nos esclaviza, nos hace rehenes del egoísmo, nos quita la libertad verdadera».

(Varias personas atan las manos a los asistentes o a un grupo represen­tativo. Silencio).

«La misericordia de Dios rompe las ataduras del pecado, su perdón nos hace libres, podemos unirnos a nuestros hermanos»

(Las mismas personas encargadas rompen las ataduras y unen una mano con otra).

PETICIONES DE PERDÓN:

* «Señor Jesucristo, que nos diste un mandamiento nuevo: "Que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 13,34), perdo­na nuestros miedos ante el compromiso, nuestras justificaciones egoístas, nuestras disensiones, nuestros protagonismos narcisis-tas».

* «Tú, Señor, que dijiste a tus discípulos: "El que quiera subir, sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero sea el esclavo vues­tro" (Mt 20,27), perdona nuestras faltas contra la acogida y la fraternidad, la acepción de personas, los intentos vanidosos de ser los primeros».

* «Cristo, Señor, que nos elegiste y nos destinaste a "ponernos en camino y dar un fruto que dure" (Jn 15,16), perdona nuestras ambiciones personales, el ansia de comodidad, el egoísmo res­pecto de nosotros mismos y de nuestros bienes».

* «Señor compasivo y misericordioso, que fuiste pobre y amigo de "descreídos" (Le 15,2) y de marginados, perdona nuestras dis­criminaciones personales y nuestros caprichos injustificados».

* «Jesucristo santo y transfigurado, que en tres días fuiste capaz de "levantar el santuario de tu cuerpo", perdona los pecados de tu Iglesia. Perdona nuestra escasa fe».

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248 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.).

INVOCACIÓN: «Señor y Dios nuestro: a la luz del amor manifestado en Jesucristo y deseado como aspiración profunda de la humani­dad, reconocemos que hemos sido duros y egoístas, impacientes y cobardes, soberbios e inmisericordes. Desde lo hondo de noso­tros mismos, en el silencio de nuestras voces externas, pero con el balbuceo de nuestra palabra escondida, te pedimos perdón» (Silencio prolongado).

«Deseamos convertirnos a una esperanza de vida sincera, no devolver mal por mal, construir la paz, comprometernos con la justicia y ser leales a la verdad».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de despedida

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVII Domingo Ordinario A: «Valores», pág. 106).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Padre de todos, que nos has transformado por tu perdón en imágenes vivas de tu Hijo, concédenos que, después de haber sido objeto de tu misericordia, seamos signos de tu amor en el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor».

***

8. Celebración penitencial en Cuaresma (I): «El retorno a Dios»

(En los días anteriores al Miércoles de Ceniza. En una mesa hay un cuenco, una jarra de agua, un cartón blanco y pintura roja. A la hora del gesto penitencial, se manchará el cartón blanco con la pintura roja)

a) Rito de entrada

CANTO: «Sí, me levantaré» (CLN, 107). (Durante el canto se tiene la procesión de entrada)

PENITENCIA 249

INTRODUCCIÓN: «La invitación a la conversión la formula Jesús en forma de alternativas: ahora o nunca; Dios o las riquezas; la frater­nidad o la sangre familiar... La conversión que pide Jesús viene exi­gida por la llegada del reino de Dios, que es inminente, inaplaza­ble. Consiste en el cambio del ser humano en lo más profundo de sí mismo, lo que equivale a una transformación personal y social. Naturalmente, Jesús invita a la conversión a todos. Dos notas prin­cipales se manifiestan en el convertido: el desasimiento, que con­siste en relativizar el poder o las riquezas poniéndolas al servicio común, y el seguimiento, que implica cooperar en la llegada del reino, de acuerdo con la normatividad de Jesús. La conversión es dejar las tierras del egoísmo y retornar a la casa del Padre».

SALUDO: «"YO juzgaré a cada uno según su proceder, dice el Señor Yahvé. Convertios y apartaos de todos vuestros crímenes... Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere, dice el Señor. Convertios y vivid" (Ez 18,30-32). Que estén con vosotros la gra­cia y la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo el Señor, el cual se entregó a sí mismo a la muerte por nuestros pecados».

CANTO: «Acto penitencial» (CLN, B14)

ORACIÓN: «Padre de bondad, que te identificas con la vida y el amor, que estás lejano y presente a un tiempo y que te has manifestado por medio de tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo: queremos pedirte perdón, una vez más, por medio de Jesús, que vino a llamar a los pecadores, a buscar a la oveja perdida, a consolar a los atribulados, a salvar a las prostitutas, a perdonar a los ladrones. Ten tus oídos atentos a nuestro arrepentimiento y concédenos el perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra (Pueden elegirse las lecturas del Miércoles de Ceniza)

PRIMERA LECTURA: Dt 30,15-20 (Las exigencias de Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 50 «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: Rom 5,5-12.17-19 (Todos pecamos en Adán). (Música de meditación o aclamación apropiada)

LECTURA EVANGÉLICA: Le 15,1-3.11-32 (El hijo pródigo).

POEMA: «Cada mañana» (Ver «Poemas», pág. 518).

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250 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Hemos perjudicado a los demás, especialmente a los pobres, haciendo gastos excesivos?»

* «¿Nos hemos buscado a nosotros mismos, pensando sólo en nuestro interés, en nuestra satisfacción?»

* «¿Hemos olvidado a los que sufren pruebas, a los marginados, a los enfermos, a los ancianos, a los que están solos?»

* «¿Hemos adoptado aires de superioridad y herido con nuestro orgullo a hermanos menos dotados?»

* «¿Hemos tenido el valor y la humildad de reconocer nuestros errores y volver sobre nuestros pasos para reconciliarnos?»

* «¿Guardamos resentimiento contra alguna persona? ¿Son nues­tros juicios malévolos y envidiosos?»

* «¿Reaccionamos ante situaciones injustas en las que se encuen­tran hermanos nuestros?»

GESTO PENITENCIAL (Se mancha con pintura roja el cartón blanco)

PETICIÓN DE PERDÓN

«Padre, como el hijo pródigo, vuelvo otra vez sobre mis pasos y llamo a tu puerta.

Sé que eres tú quien me atraes hacia ti, y que he sido yo quien se ha marchado de tu casa. Acepto mi responsabilidad. Tú sabes cuál ha sido el fruto de mi vida: estoy deshecho, abatido, roto, y lo reconozco en tu presencia.

Tú, Padre, lo sabes todo, pero quiero contarte quién soy yo. Soy pecador. Éste es el estado de mi vida...»

(Narrar la propia situación ante Dios)

«Te he manifestado mi intimidad, Padre, porque confío en ti, porque te amo de nuevo con todo mi ser y quiero emprender la tarea de una vida nueva.

PENITENCIA 251

Sí, Padre, he aquí mi corazón decidido a todo. ¡Ayúdame a transformarme!

Te pido perdón en medio de esta comunidad y unido a Jesucristo, tu hijo y mi hermano, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

(Se expresan también las eventuales peticiones de perdón espontáneas. Se guarda un silencio para las personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA

(Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.)

INVOCACIÓN: «Aunque vuestros pecados fuesen rojos como la grana, se volverán, por mi palabra, más blancos que la nieve, dice el Señor».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de despedida

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, X Domingo Ordinario B: «Purificación», pág. 206).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «ES justo que te demos gracias, Padre, siempre y en todo lugar, pues tú nos corriges con justicia y nos perdonas con bondad, y en ambos casos muestras tu misericordia. Haz que con la gracia de tu perdón volvamos al mundo reconciliados y reconciliadores. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

* * *

9. Celebración penitencial en Cuaresma (II): «Compartir los bienes»

(En los días anteriores al Miércoles de Ceniza. Se necesita un jarrón de barro para romperlo en la celebración y una chapa para que no dañe el suelo. Además, hacen falta para el rito de entrada una cruz procesional, dos velas, un jarrón con flores, un cuenco con algodón y alcohol y un leccionario o Biblia)

Page 126: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

252 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

a) Rito de entrada

CANTO: Salmo 122 «A ti levanto mis ojos» (CLN, 526). (Mientras se canta, entran el presidente y sus ayudantes con la cruz, el cirio pascual, un jarrón con flores, un cuenco de barro vacío y dos cirios encendidos).

INTRODUCCIÓN: «Nos hemos reunido aquí, en asamblea, para celebrar el perdón, es decir, para confesar nuestros pecados y reconciliarnos entre nosotros y con Dios. Las riquezas, como trampolín del poder, constituyen un ídolo que se opone a los intereses del reino de Dios. Muchos de los aquí presentes somos ricos, quizá no en dinero, pero sí en multitud de aspectos. Al otro lado de los ricos están los pobres, desprovistos tantas veces de justicia.

La celebración tiene cuatro partes. En primer lugar, nos congre­gamos en asamblea de pecadores que imploran misericordia, presi­didos por la cruz del Señor. Su luz intenta iluminar nuestras oscu­ridades. En segundo lugar, la palabra de Dios nos interpelará con la penetración del Espíritu. En tercer lugar, al confesar nuestros peca­dos imploraremos el perdón para que Dios nos absuelva. El gesto penitencial será una colecta de dinero que entregaremos a los nece­sitados. Terminaremos con el abrazo de paz. Ahora levantemos nuestros ojos a Dios».

PRESENTACIÓN DE LOS SÍMBOLOS:

Lector: «El Mesías murió por nosotros cuando éramos aún peca­dores: así demuestra Dios el amor que nos tiene» (Rom 5,8). (Se coloca la cruz, y al pie de la misma el jarrón con flores)

Lector: «Cuando nos movemos en la luz, imitando a Cristo, que está en la luz, somos solidarios unos de otros» (1 Jn 1,7). (Se coloca el cirio pascual en su pie correspondiente)

Lector: «La obra de cada uno se verá por lo que es, pues el día aquel la pondrá de manifiesto; porque ese día amanecerá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la calidad de cada obra» (1 Cor 3, 3). (Se coloca el cuenco en el altar y se le prende fuego; en el cuenco hay algodón y alcohol)

Lector: «Está lejos de nosotros el derecho y no nos alcanza la jus­ticia: esperamos la luz, y vienen tinieblas; claridad, y caminamos a oscuras» (Is 59,9). (Se colocan los dos cirios en el altar y se apagan todas las luces, menos los cirios y la llama)

PENITENCIA 253

SALUDO: «El Señor Jesús, que no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, os acoja con bondad. Confiad en él» (Le 5,32).

CANTO: «Acto penitencial» (CLN, B14)

ORACIÓN: «Padre bondadoso, que te identificas con los pobres, que estás lejos y cercano a un tiempo y que te has manifestado por medio de Jesús, ayúdanos a pedirte perdón, una vez más, por medio de Jesús, que vino a llamar a los pecadores, a buscar a la oveja per­dida, a salvar a las prostitutas, a defender a los pobres y a perdonar a los ladrones arrepentidos. Ten tus oídos atentos a nuestro arre­pentimiento y conversión. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Neh 5,1-13 (Devolución de bienes).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 102: «Gustad y ved» (CLN 508).

SEGUNDA LECTURA: 1 Jn 3,10-18 (Caridad fraterna). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Le 19,1-10 (La conversión de Zaqueo).

POEMA: «Canción»; «Solidaridad» (Ver «Poemas», págs. 519 y 583).

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA

* «¿Estamos decididos a reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos?»

* «¿Nos preocupa el deseo de hacer nuestra vida conforme a las exigencias de la palabra de Dios?»

* «¿Intentamos buscar a las personas con las que nos encontramos alejadas, para reconciliarnos con ellas?»

* «¿Oramos suficientemente? ¿Damos gracias a Dios en la ora­ción?»

* «¿Trabajamos con honradez y eficacia? ¿Hacemos algo por los demás?»

* «¿Damos ejemplo en nuestra familia, en nuestro trabajo, en el círculo de amigos, en nuestro tiempo de ocio?»

Page 127: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

254 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

GESTO PENITENCIAL: «Nuestro pecado hace quebrar muchas cosas: compromisos, amistades, solidaridad, igualdad... ¿Quién puede reconstruir un jarrón roto en mil pedazos? Sólo el perdón de Dios nos hace hombres y mujeres nuevos. Nosotros, por el pecado, des­trozamos lo que gratuitamente recibimos».

(Se rompe el jarrón contra el suelo)

PETICIONES DE PERDÓN: «NOS dirigimos a Ti, nuestro Dios y Padre, para implorar tu misericordia y perdón por nuestros pecados, por todo los que nos aleja de ti y de nuestros hermanos. Reconocemos que somos pecadores, que estamos lejos de las exigencias del evange­lio, y te pedimos perdón»:

(A cada petición se contesta: «Perdón, Señor, perdón»)

* «Por nuestras impaciencias con el prójimo, por nuestras envidias y presunciones, por nuestra vanidad y desprecio a los hermanos y por hurtar nuestra ayuda al necesitado»:

* «Por nuestras faltas de respeto y caridad con los miembros de nuestra familia, por nuestras rebeldías, murmuraciones y deso­bediencias»:

* «Por nuestros juicios temerarios, por la acepción que hacemos de las personas, por nuestra desconfianza y doblez con los demás, por nuestra intolerancia con los que no piensan como nosotros»:

* «Por nuestro apego desordenado al dinero, por aspirar a ganar lo más posible sin importarnos nada, por sucumbir a las exigencias de la sociedad de consumo, por dejarnos llevar de las satisfac­ciones del propio cuerpo»:

* «Por nuestra lejanía de Dios, por la escasez de nuestra oración, por nuestra apatía en la celebración de la eucaristía»: (Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.)

INVOCACIÓN:

Celebrante: «¿Qué habéis venido a buscar hoy y aquí?, dice el Señor. ¿Estáis dispuestos a poner en práctica la verdad y la justicia? No confundáis la vergüenza y el pecado, la falta y la culpabilidad, el remordimiento y el arrepentimiento. Reconciliaos con vosotros mismos. Perdonaos vosotros mismos. Perdonaos mutuamente. No me invoquéis como tapaagujeros, dice el Señor. Estoy en medio de

PENITENCIA 255

vosotros cuando os volvéis hacia mí, cuando os volvéis hacia el hermano. Comenzad de nuevo y seréis perdonados; haced de nuevo un proyecto de vida auténtico; salid de vuestro mundo vacío y penetrad en el mundo de vuestros hermanos. Tened confianza, esperad contra toda esperanza, aceptad mis promesas. Yo soy el amor, el perdón y la paz, dice el Señor».

Ayudante: «Nos abruma nuestra situación de irreconciliados y nos duele observar y conocer tantas clases de antagonismos existentes en nuestro país y en el mundo. Tú te hiciste presente en la historia a través de Jesús, quien nos habla de reconciliación y de paz. Te has acercado y rebajado de un modo inaudito. Reconcilíanos, Padre, y nos reconciliaremos. Deseamos reconciliarnos como hermanos para merecer tu perdón. Sabemos que la tarea de la reconciliación tiene un aspecto de lucha y de decisión, del que no podemos ni que­remos dimitir. Pero tiene también un final: tu paz plena, a la que tenemos acceso por el don de Jesús».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo de Pascua B: «Compartir», pág. 176).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Señor Dios, creador de la humanidad, que de tal manera has amado a este mundo que entregaste a tu Hijo para redimirnos, infunde en nosotros amor filial y fe viva para que bus­quemos la justicia del reino en todas nuestras obras. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

* * *

10. Celebración penitencial en Semana Santa (I): «La magnanimidad de Dios»

(Entre el Domingo de Ramos y el Jueves Santo. Se coloca en el centro de la asamblea una lata grande. Al entrar se da a cada asistente un clavo, que arrojará en la lata cuando pida perdón de sus pecados)

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256 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

a) Rito de entrada (Antes de entrar el presidente de la celebración, cuando todos están sentados y en silencio, se lee la monición inicial. Empieza a sonar sua­vemente la música, grabada o en directo; o bien, simplemente, se guar­da silencio. Después sale el presidente, mientras todos siguen sentados. Quien preside va a su lugar y se sienta. Tras un tiempo prudencial, cesa la música, y un lector lee el texto introductorio)

INTRODUCCIÓN: «Terminada ya la Cuaresma, y a punto de celebrar el Triduo Pascual, nos hemos reunido para pedir perdón a Dios, que se muestra siempre magnánimo. Comencemos con un rato de silen­cio, de reflexión, de oración. La música nos ayudará. Seguiremos sentados, en clima de oración, mientras entra el que va a presidir nuestra celebración».

ENTRADA DE LOS MINISTROS (Sigue el silencio)

SALUDO: «Si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas» (Mt 6,14-15).

TEXTO INTRODUCTORIO:

* «Se acercan los días en los que Jesús llega al final de su camino, los días en que nos mostrará plenamente su amor».

* «Se acercan los días en los que Jesús abrirá para cada uno de nosotros un camino nuevo: el camino de la entrega que produce alegría y deseos de seguirle. Es camino de muerte y fuente de vida».

* «Se acercan los días en los que, al contemplar a Jesús, nos damos cuenta más que nunca de la fuerza del mal en nuestro mundo, donde abundan la mentira y la falsedad, el afán desmedido de honores, las ansias de poder y la búsqueda desmesurada de las riquezas. Es un sistema que no tolera la palabra ni la vida de Jesús. Por eso fue crucificado».

* «Se acercan los días en los que, al contemplar a Jesús, caemos en la cuenta de hasta qué punto somos parte también del sistema de este mundo que rechaza a Jesús. Aceptamos con egoísmo la pereza, la insolidaridad, la superficialidad, el "no te metas en líos", el "ir tirando", sin plantearnos en serio nuestra vida».

* «Estamos aquí para reconocer la debilidad de nuestro segui­miento de Jesús, para reconocer el trecho que nos queda por recorrer. Estamos aquí para confesar nuestros pecados».

PENITENCIA 257

* «Estamos aquí, por encima de todo, para recibir con esperanza la gracia salvadora de la cruz de Jesús y el perdón de Dios».

ORACIÓN:

«Padre, aquí estamos. ¿Para qué vamos a hablarte mucho? Tú nos conoces y sabes lo que nos falta y hasta dónde podemos llegar, puesto que nos conoces mejor que nosotros mismos. Conoces la debilidad de nuestros corazones, nuestro desánimo y nuestro cansancio. Ya sabes lo extraviados que andamos.

Nos has dado fe, esperanza y amor a todo el mundo. Ten paciencia con nosotros. No nos reproches la culpa que nos oprime y que nos hace indignos de ser escuchados.

No te fijes en nuestros fallos ni en nuestras omisiones. Míranos con los ojos de la esperanza para que despertemos y te alabemos lo mejor posible.

Enciende tu luz en medio de muestra oscuridad con el resplandor de la mañana de Pascua. Amén».

(Jürgen Moltmann)

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Jr 7,21-26 (Obediencia, no sacrificios).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 50 «Perdón, Señor, hemos pecado» (CMD, 208).

SEGUNDA LECTURA: Ef 2,4-10 (Dios misericordioso). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Jn 8,1-11 (La mujer adúltera).

HIMNO: «¿Qué tengo yo...?» (Ver «Himnos», pág. 503).

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258 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «Examinemos nuestra relación con Dios. ¿Contamos con la pre­sencia de Dios en nuestras vidas? ¿Oramos suficientemente? ¿Participamos en la reunión cristiana, por excelencia, que es la Eucaristía?»

* «Examinemos el crecimiento o estancamiento de nuestra vida cristiana. ¿Nos preocupa madurar nuestra fe y conocer mejor el mensaje cristiano? ¿Reflexionamos sobre nuestra vida cristiana, individualmente o en grupo? ¿Participamos en la vida comunita­ria cristiana o en otras actividades de la Iglesia? Si formamos parte de la parroquia, ¿qué hacemos?»

* «Examinemos nuestras relaciones con los demás. ¿Nos preocu­pamos por el bien de los más necesitados o pensamos sólo en nosotros mismos? ¿Tenemos el ánimo dispuesto a ayudar a los demás en toda ocasión o buscamos ante todo los propios intere­ses? ¿Intentamos controlar nuestros enfados y nuestras iras? ¿Somos capaces de ceder o queremos tener siempre la razón? ¿Somos leales con los demás? ¿Somos generosos?»

* «Examinemos nuestra preocupación por el bien común. ¿Nos interesamos por los problemas de la vida ciudadana, social, cul­tural y política? ¿Contribuimos de algún modo a hacer posible un mundo más justo y más humano? ¿Nos preocupan los pro­blemas de nuestro pueblo (ciudad, barrio)? ¿Nos preocupamos por los pobres y marginados?»

* «Examinemos nuestra vida de trabajo o estudio. El que es empresario, ¿se preocupa de dar trabajo y sueldo dignos? El que es trabajador, ¿rinde como es debido en el trabajo? El que es estudiante, ¿dedica al estudio el tiempo y la atención necesarios? Y todos nosotros, ¿mantenemos buenas relaciones con los com­pañeros? ¿Actuamos siempre con espíritu solidario?»

* «Examinemos, finalmente, nuestra vida de familia. ¿Hacemos lo posible para fomentar la buena relación entre todos? ¿Sabemos respetarnos mutuamente? ¿Buscamos el bien del otro con verda­dero amor mutuo?»

PETICIONES DE PERDÓN: «Pidamos que el Señor tenga piedad de noso­tros y respondamos a cada invocación cantando (diciendo): "Señor, ten piedad"».

* «Tú que eres la luz que nos guía en la oscuridad: Señor, ten piedad».

PENITENCIA 259

* «Tú que nos amaste como nadie amó jamas: Señor, ten piedad».

* «Tú que nos llenas de gracia, de misericordia y de confianza: Señor, ten piedad».

* «Tú que eres para nosotros el camino, la verdad y la vida: Señor, ten piedad».

* «Tú que con la sangre de la cruz nos purificas de todo pecado: Señor, ten piedad».

GESTO PENITENCIAL (AI pedir perdón, cada penitente arroja su clavo en la lata. Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

«Hermanos y hermanas: Jesucristo nos ha reconciliado con su san­gre y nos ha devuelto la filiación con Dios, nuestro Padre. Por eso, como él nos enseñó, llenos de confianza, decimos (cantamos) jun­tos: "Padre nuestro..."»

PROPUESTA DE PENITENCIA (Como signo de la voluntad de conversión se pueden proponer dos cosas: que cada uno realice alguna ayuda a necesitados —con dinero o llevando a cabo algún servicio—, y que cada uno dedique un tiempo a la oración personal durante los próximos días santos)

INVOCACIÓN; «Aparta de nuestro pecado tu vista, Señor; borra en noso-tros.toda culpa. Crea en nosotros un corazón puro y renuévanos por dentro con espíritu firme».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ: «Ahora, compartiendo el perdón y la reconciliación que hemos recibido, démonos fraternalmente la paz».

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Ascensión del Señor C: «Plenitud», pág. 294).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Padre, tú nos has renovado a imagen de tu Hijo. Concédenos tu misericordia para que seamos testigos de tu amor en el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CANTO DE ACLAMACIÓN: «Victoria, tú reinarás» (CLN 106). ***

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260 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

11. Celebración penitencial en Semana Santa (II): «El arrepentimiento de Pedro»

(Entre el Domingo de Ramos y el Jueves Santo. Se tiene preparada una cuerda gruesa y larga para poder atar a varias personas y después desa­tarlas)

a) Rito de entrada

CANTO: «Desde lo hondo» (CLN, 529).

INTRODUCCIÓN: «El Dios de Jesucristo y de los cristianos es un Dios del perdón, de la rehabilitación o de la amnistía. Esta afirmación es un postulado bíblico y teológico evidente. No olvidemos, sin embar­go, que Dios concede la amnistía no sólo para borrar las penas y sus efectos, sino para recrear continuamente al ser humano, invi­tándole a través de Jesucristo a que practique la justicia en una situación de gracia nueva, superando el estadio antiguo de la ley y de las leyes. Dios no es un mero juez: es un soberano que imparte graciosamente la amnistía en cada situación de conversión».

SALUDO: «Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos; ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios, dice el Señor» (Ez 11,19-20).

CANTO: «Acto penitencial» (CLN, B14)

ORACIÓN: «Señor nuestro Jesucristo, cuando Pedro te negó tres veces, tú lo miraste con amor misericordioso, para que llorase su pecado y se convirtiese a ti de todo corazón; míranos y mueve nuestros corazones, para que volvamos a ti y te sigamos fielmente durante toda nuestra vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Le 22,31-34 (La prueba de Pedro).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66 (II) «El Señor tenga piedad» (CLN, 539).

PENITENCIA 261

SEGUNDA LECTURA: Le 22,54-62 (La triple negación de Pedro). (Música de meditación o aclamación apropiada)

TERCERA LECTURA: Jn 21,15-19 (La triple afirmación de Pedro).

POEMA: «Un día me miraste» (Ver «Poemas», pág. 592).

c) Liturgia penitencial

GESTO PENITENCIAL (Entre dos o más personas anudan con la cuerda a otros y, después de un silencio, los sueltan)

PETICIONES DE PERDÓN (A cada petición se contesta: «Señor, ten piedad»)

* «Dios y Padre nuestro, en muchas ocasiones no hemos obrado como hijos tuyos, hemos dejado pasar ocasiones de hacer el bien y nos hemos olvidado de los demás, pensando sólo en nosotros»:

* «No hemos contribuido al bienestar y felicidad de la familia, porque hemos fallado en la dedicación a las tareas del hogar. Tampoco hemos ayudado en la educación cristiana de los peque­ños. A veces hemos sido autoritarios, poco corresponsables»:

* «No hemos compartido suficientemente nuestros bienes con los más necesitados, ni hemos estado con los más débiles, ni hemos defendido en su momento a los oprimidos»:

* «Apenas hemos contribuido a la mejora del pueblo (barrio o ciu­dad), ni hemos hecho ningún esfuerzo por la promoción de la justicia o la concordia entre las personas»:

* «No hemos sido justos en el trabajo o en el estudio, hemos falla­do a nuestras responsabilidades cívicas y nos hemos retraído de colaborar con los demás»:

* «Hemos dañado la fama de otros y hemos fomentado enemista­des con nuestras críticas. Nos cuesta perdonar y hemos alimen­tado deseos de venganza»:

* «Nos hemos olvidado de que tu Espíritu está dentro de nosotros. Hemos orado muy poco y hemos participado en las celebracio­nes pasivamente. Nuestra fe es débil y nos manifestamos cobar­demente como cristianos»:

* «Hemos degradado nuestro interior con deseos indignos. No hemos sido hijos de la libertad y nos hemos sometido a diversas pasiones»: (Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

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262 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

PROPUESTA DE PENITENCIA (Como signo de la voluntad de conversión se puede proponer que cada uno realice alguna ayuda a necesitados —con dinero o llevando a cabo algún servicio— y dedique un cierto tiempo a la oración personal)

INVOCACIÓN: «En el nombre del Señor, encarnado entre nosotros, puedo anunciaros la buena nueva: Dios tendrá misericordia de nosotros porque Él es mayor que nuestro corazón. Envió a su Hijo, no para condenar, sino para salvarnos de la injusticia y de la muer­te. Perdona, Padre, nuestros pecados y absuélvenos, de forma que nos perdonemos mutuamente. Que el Dios de la reconciliación tenga piedad de todos nosotros».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

c) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo de Cuaresma C: «Arrepentimiento», pág. 278).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Señor nuestro, Jesucristo, que eres generoso en perdonar, concédenos recibir agradecidos todo lo que tú nos das para ayudar a nuestros hermanos y edificar en este mundo tu reino. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

12. Celebración penitencial en Tiempo Pascual (I): «Dios reconcilia a los arrepentidos»

(En los días anteriores a Pentecostés. Se coloca una gran cruz hecha con dos troncos o tablas, de tal manera que se puedan dar martillazos a clavos que están ya levemente clavados en la cruz)

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Juntos como hermanos» (CLN, 403). (Al entrar, puede llevarse la cruz de madera)

PENITENCIA 263

INTRODUCCIÓN: «Sin reconocimiento y experiencia del amor de Dios no hay posibilidad de atisbar el pecado. El amor de Dios, enteramen­te gratuito, manifestado en el despojo de la cruz, es redentor, libe­rador. Es un amor que perdona. Por el perdón se comprende el pecado, no al revés. De ahí que la penitencia cristiana no se centre en el pecado, sino en el amor, en el perdón. Expresa que la exis­tencia humana no está bajo el fatalismo o la desesperación, sino perdonada y reconciliada con Dios. Ahora bien, el pecado no es mera transgresión de una ley, sino intento de ser uno mismo dueño independiente de su propia vida y amo de las de sus semejantes, al considerarse señor absoluto. De ahí que el pecado sólo pueda ser reconocido delante de Dios, por medio de la fe. Arrepentirse no es tener remordimientos, sino aceptar las exigencias del reino de Dios y de sus promesas».

SALUDO: «Que el malvado abandone su camino y regrese al Señor; ten­drá piedad, pues es rico en perdón, dice el Señor» (Is 55,7).

CANTO: «Acto penitencial» (CLN, B14)

ORACIÓN: «Señor, al reunimos esta tarde en tu presencia, nos recono­cemos pecadores. Con tu perdón, danos un corazón nuevo y un nuevo espíritu. Que estemos atentos a tu palabra para que, al pene­trar en nuestros corazones, nos ilumine y nos convierta. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Is 58,1-12 (Los pecados de Israel).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 120 «Levanto mis ojos a los montes» (CLN, 524).

SEGUNDA LECTURA: 1 Jn 4,7-16.19-21 (La fuerza del amor de Dios). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Le 7,36-50 (La pecadora perdonada).

HOMILÍA: Una de las palabras más originalmente cristianas es «per­dón», que está en el padrenuestro. El Dios misericordioso con­cede el perdón en Jesús a la mujer adúltera, a Zaqueo, al hijo pródigo. No exige nada. Perdonar nos acerca a Dios. El perdón es una especie de re-creación, regeneración, entrada en una nueva vida.

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264 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

c) Liturgia penitencial

P O E M A : «Empresa de lavado»; «Haz la paz» (Ver «Poemas», pág. 538 y 542).

E X A M E N DE CONCIENCIA

(Se lee el texto bíblico, se enuncian las preguntas de revisión y se oye un poco de música)

Familia: «"En esto se conoce a los hijos de Dios y a los hijos del diablo. El que no practica la just icia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su he rmano" (1 Jn 3,10-11). ¿He contribuido en el seno de mi familia a crear un ambiente de paz? ¿ M e ocupo de la educación de mis hijos? ¿Les doy ejemplo? ¿Colaboro con mis padres en sus obligaciones?»

Riquezas: «"Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborre­ciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menos­preciará al otro. N o podéis servir a Dios y a las r iquezas" (Mt 6,24). ¿Vivo obsesionado por el dinero? ¿Compar to mis bienes con los que nada t ienen? ¿Gasto en cosas superfluas?»

Vida cristiana: «"Mientras decía esto, apareció una nube que los cubrió, y quedaron atemorizados al entrar en la nube. Salió de la nube una voz que dijo: Éste es mi Hijo elegido, escuchadle" (Me 8,34-35). ¿ M e preocupa madurar mi vida de fe? ¿Tengo relación personal con Dios? ¿Ayudo en la Iglesia con mis bienes y posi­bil idades? ¿Escucho la palabra de Dios?»

Trabajo: «"Os exhortamos, hermanos , a progresar más y a que os esforcéis por llevar una vida laboriosa, trabajando con vuestras manos" (1 Tes 4,10-11). ¿Trabajo o estudio con responsabil idad? ¿Pongo al servicio de los demás lo que hago?»

Mundo social: «"¿Sabéis qué ayuno quiero yo?, dice el Señor Yahvé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los lazos opresores, dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo; partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, ves­tir al desnudo y no volver tu rostro ante tu h e r m a n o " (Is 58,6-7). ¿Me preocupa la comunidad humana donde vivo o me ocupo solamente de mis propias cosas? Si tengo algún cargo, ¿lo utili­zo para servir a los demás o para mi provecho personal? ¿Me he aprovechado injustamente de cosas ajenas?»

G E S T O PENITENCIAL

(Se clavan los clavos en la cruz)

PENITENCIA 265

PETICIONES DE PERDÓN

(Al final de cada petición se clava un clavo en la cruz)

«Tú eres bendito, Señor y Dios de nuestros padres, y tu nombre es glorificado por siempre. Eres jus to con todo lo que haces, mientras que nosotros hemos pecado, te hemos traicionado y abandonado. Delante de Dios y de los santos, de todos los hermanos , nos reco­nocemos pecadores y te pedimos perdón. A lo largo de nuestra vida hemos clavado muchos clavos en el cuerpo de nuestros hermanos:

* Clavos de soberbia y de orgullo: nos creemos superiores a los demás

* Clavos de infidelidad a las promesas bautismales: hemos sido cobardes.

* Clavos de envidia: hemos sido mezquinos.

* Clavos de lujuria: no hemos sido transparentes.

* Clavos de posesión de riquezas: no hemos compartido lo que tenemos.

* Clavos de miedo a los compromisos: nos hemos refugiado en nosotros mismos.

Nuestros pecados son martillazos que damos sin piedad. Señor, escucha nuestro arrepentimiento».

(Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA

(Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc)

INVOCACIÓN: «Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se con­vierta», dice el Señor.

ABSOLUCIÓN

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo de Cuaresma C: «Reconciliación», pág. 276).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Dios y Señor nuestro, que por tu bondad nos transformas de pecadores en justos y de afligidos en dichosos; con­cédenos tu auxilio para que tengamos la fortaleza de trabajar en tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

##*

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266 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

13. Celebración penitencial en Tiempo Pascual (II): «La llamada del Señor»

(En los días previos a Pentecostés. Se prepara una cadena formada por por unos eslabones que se puedan romper o separar)

a) Rito de entrada

CANTO: «Vuelve hacia nosotros» (CLN, 112).

INTRODUCCIÓN: «La fe en Jesús supone o entraña creer como creyó Jesús, afiliado enteramente al Padre, a quien descubre y con quien se identifica desde su entrega a la edificación del reino de Dios. Consecuencia de esta praxis es el hecho del seguimiento. Creer en Jesucristo es nada más y nada menos que aceptar su llamada. Dicho de otro modo: tiene fe quien cree consecuentemente en el Dios de Jesús o en el Jesús de Dios. Arrepentirse es abandonar el pecado para seguir al Señor, que nos llama a construir su reino».

SALUDO: «Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este mundo perverso, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Gal 1,3-5).

ORACIÓN: «Señor y Dios nuestro, cada vez que nos encontramos ante ti para reconocernos pecadores y recibir tu perdón, nos sentimos intranquilos y necesitados. Tú nos conoces porque salimos de tus manos; conoces nuestra fragilidad y los pecados que cometemos. Por la palabra y la obra de Jesús, tu Hijo, has prometido que sere­mos un día libres de todo mal. Pronuncia esta palabra nuevamente sobre nosotros. Que tu perdón nos llegue hoy. Acógenos en tu bon­dad por encima de nuestros pecados y enséñanos a perdonarnos mutuamente. Así, Padre, gracias al trabajo de tu Espíritu, nuestro pecado será borrado, y resplandecerá la victoria de Jesús ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Is 53,1-7.10-12 (Poema del Siervo de Yahvé).

CANTO RESPONSORIAL: «Perdónanos nuestras culpas» (CLN, 115).

PENITENCIA 267

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 2,20b-25 (Cristo padeció). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Mt 9,9-13 (La conversión de Mateo).

HOMILÍA

c) Liturgia penitencial

POEMA: «Me has seducido, Señor»; «Señor que lo quisiste» (Ver «Poemas», págs. 564 y 580).

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Hemos optado por los pobres? ¿Vivimos demasiado pendien­tes del dinero? ¿Buscamos la comodidad aunque sea a costa de algún perjuicio para nuestros hermanos?»

* «¿Damos lugar a discordias, enemistades, envidias, rencores y rencillas?»

* «¿Soportamos con paciencia a nuestros hermanos? ¿Estamos cerca de los afligidos?»

* «¿Defendemos siempre la verdad y la justicia? ¿Hacemos tram­pas? ¿Mentimos?»

* «¿Perdonamos y sabemos perdonar? ¿Somos misericordiosos?» * «¿Somos transparentes o retorcidos? ¿Nos dejamos llevar por

los malos deseos?» * «¿Promovemos la paz o la discordia? ¿Somos pacíficos?»

GESTO PENITENCIAL (Con la cadena se ata a una o más personas, y se rompe después en trozos)

PETICIONES DE PERDÓN; * «Señor y Dios nuestro, cuando revisamos nuestra conciencia, si

somos culpables llegamos a la rutina. Si profundizamos y anali­zamos nuestras actitudes, podemos desesperarnos. Tú te opones al pecado, a nuestros pecados, porque eres el más fuerte, porque eres amor. Haz que tu Espíritu hable por nosotros, que sepamos arrepentimos, que sepamos convertirnos. Escucha nuestras peti­ciones de perdón».

* «Señor y Dios nuestro Jesucristo, que dijiste a los discípulos: "Saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano" (Mt 7,5): te pedimos perdón porque hemos preferido nuestra comodidad a las necesidades de los hermanos».

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268 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «Hijo de David, que dijiste a la mujer adúltera: "Tampoco yo te condeno, vete, y en adelante no peques más" (Jn 8,10): te pedi­mos perdón porque nos cuesta mucho perdonar, al creer que somos inocentes».

* «Hijo de Dios que nos diste el mandamiento del amor mutuo (Le 16,3-4), te pedimos perdón por los odios, rencores y envidias que anidan en nuestros corazones».

* «Servidor de la humanidad, que dijiste a los apóstoles: "A quie­nes perdonéis los pecados, les quedan perdonados" (Jn 20,23): te pedimos perdón porque nos cuesta reconocernos pecadores».

* «Imagen de Dios invisible, que estando preso en casa del sumo Sacerdote te volviste y miraste a Pedro con misericordia (Le 22,54-62): te pedimos perdón porque no somos misericordio­sos».

* «Redentor del mundo, que dijiste al buen ladrón en la cruz: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Le 23,43): te pedimos perdón porque no escuchamos tu palabra».

* «Resucitado glorioso, que "al vencedor le darás a comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios" (Ap 2,7): te pedimos perdón porque nos cuesta creer en tu resurrección». (Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.)

INVOCACIÓN: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido», dice el Señor.

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, II Domingo Ordinario B: «Llamada», pág. 190).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Dios y Padre nuestro, tú has perdonado nues­tros pecados y nos has dado la paz; haz que también nosotros nos perdonemos mutuamente nuestras ofensas y nos esforcemos por extender la paz en el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PENITENCIA 269

14. Celebración penitencial al final de curso (I): «La dicha de las bienaventuranzas»

(Antes de las vacaciones de verano. Se necesitan dos tipos de pancar­tas. Unas de tono positivo, en las que se lea: «Somos solidarios», «Trabajamos por los demás», «Formamos comunidad», «Defendemos el Tercer Mundo», etc.; otras de tipo negativo, en las que esté escrito: «Yo paso», «A mí qué», «Yo a lo mío», «El mundo soy yo», «Ése no es mi problema», etc.)

a) Rito de entrada

CANTO: «En medio de nosotros» (CLN, A6).

INTRODUCCIÓN: «En cierto sentido, puede decirse que las bienaventu­ranzas son las "mentiras piadosas" del cristianismo. Presentan un lenguaje y una sabiduría tan distintos del lenguaje y la sabiduría humanos, que toleramos el leerlas u oírlas alguna vez al año, pero nos negamos en rotundo a vivirlas. Las proclamamos, pero dicien­do desde lo más profundo de nuestro ser que no las queremos creer del todo. Deseamos ser ricos, tener poder, estar lejos de los que llo­ran y alejarnos de los compromisos para seguir tranquilos. Nuestra gran mentira cristiana, a la luz nueva de las bienaventuranzas, es la propia vida concebida con criterios distintos de los de Cristo. Las bienaventuranzas son una proclamación real y comprometida del amor universal, justo y verdadero, que hace vivir a todos los seres humanos en una fraternidad dependiente de Dios. No podemos seguir presentando falsamente el reino de Dios; tenemos que sen­tirnos pobres, mansos, pacíficos, misericordiosos, hermanos de todos, libres y, si es necesario, perseguidos».

SALUDO: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré, dice el Señor» (Mt 11,28).

ORACIÓN: «Enséñanos, Señor, el silencio de humildad, el silencio de sabiduría, el silencio de amor, el silencio que habla sin palabras, el silencio de fe. Enséñanos a silenciar nuestros corazones y mentes para que podamos escuchar el aleteo del Espíritu Santo en nosotros y sentir tu presencia en el fondo de nuestro ser. Abre, Señor, nues­tro corazón para escuchar hoy tu palabra, de tal modo que, al reci­bir el evangelio de tu Hijo, por su muerte y resurrección nos deci­damos a caminar con una vida renovada. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

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270 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

b) Liturgia de la Palabra

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS:

* «Nos hemos reunido para reconocer y celebrar el amor de Dios, que nos salva con su perdón en la medida en que nos dejamos reconciliar con Él, con nuestros hermanos y con nosotros mis­mos».

* «Reconocemos que nos cuesta mucho pedir perdón, porque no nos gusta examinar nuestros pecados. A nadie le complace ver con sinceridad su interior. Sin embargo, nuestro propósito es examinarnos frente al espejo misterioso del Señor».

* «Sabemos que Dios nos perdona cuando nos reconocemos peca­dores. Lo difícil es creernos de verdad que lo somos. Creemos que nuestros pecados personales o no existen o son pequeños. Los pecados graves los vemos en los demás».

* «No seamos hipócritas. ¿Quién de nosotros puede decir con ver­dad que vive las bienaventuranzas? Muchos no seguimos el mensaje del evangelio».

* «Hoy pretendemos revisar nuestros pecados a partir de ámbitos cercanos y concretos: las exigencias sociales, el mundo del tra­bajo, el ámbito familiar, el círculo de amigos, la vida cristiana personal, la comunidad de los creyentes. Que cada cual examine lo que hace y lo que no hace».

* «Pongámonos en presencia de Dios. Escuchemos su palabra. El Señor nos invita a la reconciliación, a la conversión».

PRIMERA LECTURA: Jl 2,12-18 (Penitencia y súplica).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 122 «A ti levanto mis ojos» (CLN, 526).

SEGUNDA LECTURA: Ef 4,17-32 (La vida nueva en Cristo). (Música de meditación o aclamación adecuada)

EVANGELIO: Mt 5,1-12 (Las bienaventuranzas).

ACTUALIZACIÓN:

«Felices los pobres que combaten la pobreza no querida. Los sencillos que quieren la tierra en heredad. Los que lloran su audacia y su esperanza en la cárcel o el destierro. Los que tienen hambre de pan y de justicia y sed de libertad.

PENITENCIA 271

Felices los que piensan y actúan limpiamente. Los que luchan cada día, sin descanso, por la paz. Los que son perseguidos, por justos y exigentes, odiados porque buscan un mundo compartido, transparente, una humanidad liberada de verdad. Éstas son las condiciones de la humana y la divina, única felicidad».

(Víctor Manuel Arbeloa) (O bien el poema «Bienaventurados los llenos de humor»: ver «Poemas», pág. 516)

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA (Cada bienaventuranza es leída entre dos lectores)

* «"Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos".

Perdona nuestro apego al dinero y a todas las formas de pose­sión. Perdónanos por acercarnos a nuestros hermanos exigiendo el prestigio de quien todo lo tiene y quiere dominar».

* «"Bienaventurados los sufridos, porque ellos poseerán la tierra".

Perdona nuestros arrebatos, nuestras brusquedades, nuestras impaciencias ante cualquier obstáculo, nuestras incomprensio­nes frente a los que no piensan como nosotros».

* «"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados".

Perdona el que hayamos negado el consuelo a los que a nues­tro alrededor sufren penas, tristeza, abatimiento».

* «"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados".

Perdona por haber sido jueces implacables y severos de nues­tros hermanos y por habernos puesto siempre del lado de los más poderosos e importantes».

* «"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia".

Perdona nuestros rencores, nuestras venganzas, nuestra resis­tencia a perdonar».

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272 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios".

Perdona el que no hayamos tenido limpieza en nuestra mira­da a causa de nuestros egoísmos, nuestras intemperancias, nues­tras acciones manipuladoras».

* «"Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios".

Perdona nuestras guerras fratricidas, nuestras actitudes béli­cas, nuestra ferocidad con los adversarios y enemigos».

* «"Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos".

Perdona nuestras actitudes cobardes frente a las injusticias, nuestro silencio de complicidad, nuestras acusaciones injustas».

GESTO PENITENCIAL (Levantan sus pancartas, primero las de contenido positivo; luego las de contenido negativo)

PETICIONES DE PERDÓN:

* «Con frecuencia hemos sido insensibles a las exigencias evan­gélicas del Espíritu de Dios, en contraste con la docilidad que tuvo Jesús. Señor, ten piedad».

* «En muchas ocasiones hemos estado tentados de abandonar la fe, con la excusa de una Iglesia institucional inservible. Reconocemos hoy nuestros desánimos y desalientos. Cristo, ten piedad».

* «En el trabajo, en la familia, en las asociaciones, en los esparci­mientos, hemos buscado nuestra propia satisfacción, no la gloria de Dios ni el bien de los hermanos, como la buscó Jesús. Señor, ten piedad». (Se expresan también las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guarda un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA (Se propone la penitencia en forma de donativo de dinero, reconci­liación con alguna persona concreta, lectura bíblica, etc.).

INVOCACIÓN: «Si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos lavará los delitos».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

PENITENCIA 273

c) Rito de despedida

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo Ordinario A: «Bienaventuranzas», pág. 80).

ORACIÓN DE CONCLUSIÓN: «Dios y Padre nuestro, que nos reconcilias por medio de Jesucristo, tu Hijo; haz que vivamos en el mundo la reconciliación con nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

# * *

15. Celebración penitencial al final de curso (II): «Renovación de la vida»

(Antes de las vacaciones de verano. Se tiene preparado carbón en polvo que se pueda esparcir sobre una tela blanca)

a) Rito de entrada

CANTO: «Caminaré en presencia del Señor» (CLN, 520).

INTRODUCCIÓN: «El fariseísmo, como sistema de pensamiento y de con­ducta, se pronuncia por una religión formalista y exterior, sin inte­riorización personal. Está más atento a la letra que al espíritu y supervalora las obras humanas frente a Dios. El fariseo es soberbio e hipócrita; es guardián celoso de la pureza legal, minuciosa, ritua­lista. Hoy se advierte en ciertos ámbitos de la sociedad una moral farisea, a saber, la de quienes manifiestan públicamente unas nor­mas, y a escondidas se guían por otras. Se escandalizan de ciertos actos humanos de poca entidad y se acogen a derechos y privilegios que se justifican sólo por la herencia. Defienden la ley cuando les conviene, y en otros momentos proclaman la primacía de su conciencia. El espíritu fariseo se manifiesta en todos los tiempos; es opuesto al espíritu cristiano. En cuanto tal, es una amenaza cons­tante del cristianismo, ya que tiende a reducirlo a una secta de estrictas observancias legales, sin universalismo y sin perdón. Todos los cristianos poseemos zonas de fariseísmo; son los ámbi­tos personales que se resisten a la conversión».

Page 137: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

274 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

SALUDO: «Así dice el Señor: Aguardará Yahvé para haceros gracia, y así se levantará para compadeceros, porque Dios es Yahvé: ¡Dichosos todos los que esperan en él!» (Is 30,18).

ORACIÓN: «Oremos, hermanos, con humildad, a Cristo nuestro Salvador, a quien el Padre de los cielos ha dado poder para juzgar, porque Él es el Hijo del Hombre, ya que Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que el mundo se salve por el mismo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 63,16b-17; 64,1.3b-8 (Plegaria de perdón).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66 (II) «El Señor tenga piedad» (CLN, 539).

SEGUNDA LECTURA: Sant 3,1-10 (Pecados de la lengua). (Música de meditación o aclamación apropiada)

EVANGELIO: Le 18,9-14 (El fariseo y el publicano).

POEMA: «Cada mañana»; «Dame, Señor» (Ver «Poemas», págs. 518 y 525).

c) Liturgia penitencial

EXAMEN DE CONCIENCIA:

* «¿Hemos sido soberbios? ¿Nos ha faltado humildad? ¿Nos hemos creído superiores a los demás?»

* «¿Nos hemos alegrado de la desgracia ajena? ¿Hemos huido de los compromisos con los necesitados o desgraciados? ¿Hemos despreciado a los demás?»

* «¿Hemos trabajado bien en nuestra profesión? ¿Somos holgaza­nes?»

* «¿Cómo nos hemos comportado en el seno de la familia? ¿Hemos tenido paciencia con los más débiles?»

* «¿Hemos sido buenos cristianos? ¿Hemos hecho oración? ¿Hemos participado bien en los actos comunitarios?»

GESTO PENITENCIAL (Se queman papeles en un brasero)

PENITENCIA 275

PETICIONES DE PERDÓN (A cada petición se contesta: «Te rogamos, óyenos»)

* «Señor nuestro, Jesucristo, que fuiste "enviado a anunciar a los pobres la buena nueva y a proclamar la liberación de los cauti­vos"» (Le 4,18).

* «Mesías esperado, que al comienzo de tu misión dijiste: "Convertios, porque se acerca el reino de Dios"» (Mt 4,17).

* «Maestro único, que llamaste a Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijiste: "Sigúeme"» (Mt 9,9).

* «Justo y Santo, que no viniste "a llamar a conversión a justos, sino a pecadores"» (Le 5,32).

* «Esposo del mundo, que dijiste a una prostituta: "Tus pecados quedan perdonados porque has mostrado mucho amor"» (Le 7,37-50).

* «Hijo del Hombre, que acogiste a pecadores y comiste con ellos» (Le 15,2).

* «Salvador, que ante Zaqueo arrepentido afirmaste que "el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido"» (Le 19,10). (Se expresan las eventuales peticiones espontáneas de perdón. Se guar­da un silencio para las peticiones personales)

PROPUESTA DE PENITENCIA (Lectura de un pasaje de la Biblia, dar dinero a los pobres, reconciliar­se con alguien a quien sentimos alejado...)

INVOCACIÓN: «Que el malvado abandone su camino y regrese al Señor, y Él tendrá piedad, pues es rico en perdón».

ABSOLUCIÓN

ABRAZO DE LA PAZ

d) Rito de conclusión

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Vigilia Pascual A: «Renovación», pág. 50).

ORACIÓN FINAL: «Señor Jesucristo, dulce y humilde, misericordioso y pacífico, que te entregaste en aras del reino de Dios y de su justi­cia, haz que todos nosotros, perdonados de nuestros pecados, siga­mos tu camino y seamos testigos tuyos en el mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

Page 138: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

4 Eucaristía

Eucaristía significa «acción de gracias». En sentido estricto, es la celebración del memorial de Jesús por medio de la Santa Cena, celebración que la Iglesia reconoce haber recibido de una tradi­ción que se remonta al mismo Jesús. Esta acción simbólicamente operativa, de la que nace la Iglesia —que ha hecho de ella su cele­bración privilegiada—, es «fuente y cumbre de toda la vida cris­tiana» (LG 11), de «la predicación evangélica» (PO 5) y de «la asamblea de los fieles» (PO 5). A partir del Vaticano n, la entende­mos como «cena de los cristianos», «acción de gracias dirigida a Dios», «memorial del sacrificio de Cristo», «nueva alianza de fe» y «presencia del crucificado y resucitado en medio de nosotros».

El signo fundamental de la eucaristía es el banquete. Recordemos que el cristianismo no es primordialmente religión del ayuno, sino religión de la comida compartida con los ham­brientos, que son los pobres. Los profetas señalan que al final de los tiempos se celebrará un gran festín. Jesús compara el reino de los cielos con un banquete de bodas. Será el momento de la comunión plena final.

* * *

1. La eucaristía, centro de la vida cristiana

INTRODUCCIÓN: «La eucaristía es el sacramento de la obra salvífica de Dios y de la vivencia que de esta salvación tiene la comunidad. En ella se hace presente la comunión con Dios y la comunión fraterna. Los gestos del servicio de Cristo exigen que todos los miembros de la comunidad estén dispuestos a poner lo propio en común. Por otro lado, al comer la eucaristía, sacramento de la Pascua, hemos de estar dispuestos a emprender el camino de la liberación, porque la eucaristía es un signo que manifiesta nuestra decisión de pasar de la esclavitud a la libertad, de un mundo envejecido a la nueva creación. La eucaristía como banquete, fiesta, sacrificio, pascua,

EUCARISTÍA 277

reunión, perdón, alianza, anticipo escatológico, reanudación de la promesa...: he aquí un misterio inefable y sin fondo, que el cre­yente ha de ir desgranando en el transcurso de su vida».

CANTO DE ENTRADA: «El Señor nos llama» (CMD, 74)

SALUDO INICIAL: «Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado —dice el Señor—; dejaos de simplezas y viviréis, y diri­gios por los caminos de la inteligencia» (Prov 9,5-6).

PRIMERA LECTURA: EX 16,1-15 (El maná); Ex 12,37-42 (Los panes del desierto).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 77 «Escucha, pueblo mío, mi enseñanza».

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 11,23-26 (Exigencias de la eucaristía); Heb 9,11-15 (El sacrificio de Cristo).

EVANGELIO: Jn 6,51-69 (El pan de vida).

HOMILÍA: La realidad sacramental del cuerpo y la sangre del Señor se funda en la realidad simbólica del pan, el vino y la vida. La fracción del pan y la bendición de la copa son símbolos del banquete. Así, la comunión en la mesa es comunión de vida. Dios da la vida con el pan y el vino que la sustentan. La ben­dición del pan y del vino dimensiona la comida con una nueva vida de comunión total. Mediante la fe, iluminada por la pala­bra de Dios, se reconocen los signos del pan y del vino y su significado. Lo importante es que quienes asisten a la eucaris­tía no se limiten a estar presentes, sino que sean creyentes, es decir, que participen en la comunión total. La eucaristía no es un rito, sino una expresión de fe de la vida cristiana, una prue­ba de autenticidad creyente. El creyente alimenta su fe con la eucaristía de la Iglesia. La plegaria de acción de gracias tiene lugar en la eucaristía, en relación a los gestos y palabras de Jesús en la última cena.

SÍMBOLO (Una mesa con manteles, luces, flores, pan y vino y vasos para el brin­dis; trazar una cruz sobre el pan; compartir una comida; brindis con vino; abrazo de paz...)

HIMNO: «Que la lengua humana» (Ver «Himnos», pág. 501). POEMA: «Vives en el pan» (Ver «Poemas», pág. 595). ACCIÓN DE GRACIAS (Ver III Domingo de Pascua A: «Eucaristía»,

pág. 56). ***

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278 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

2. La acción de gracias

INTRODUCCIÓN: «Dar gracias es reconocer que se ha recibido algo como don gratuito o desinteresado por parte de otra persona. La acción de gracias surge cuando, desde la sencillez y la simplicidad y a partir de una conciencia de limitación, se valora cualquier don con admi­ración y gozo. En la Escritura, la acción de gracias es la respuesta a una gracia permanentemente recibida. Dios, a quien siempre corresponde la iniciativa, da gratuitamente sus dones. Expresiones de acción de gracias se encuentran por toda la Biblia. Dar gracias a Dios es la mejor forma de orar. Los cristianos deben vivir en con­tinua acción de gracias. Sobre todo a través de la expresada en la asamblea eucarística. El Apocalipsis proyecta la acción de gracias cristiana en toda la eternidad».

CANTO DE ENTRADA: «Reunidos en el nombre del Señor» (CLN, A9).

SALUDO INICIAL: «En toda ocasión tened la acción de gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros» (1 Tes 5,18).

PRIMERA LECTURA: 1 Re 8,54-61 (Acción de gracias de Salomón).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 137 «Te damos gracias, Señor» (CLN, 531).

SEGUNDA LECTURA: Ef 1,3-19 (Acción de gracias de san Pablo); Flp 1,3-11 (ídem); Col 3,12-17 (Vivid en acción de gracias).

ACLAMACIÓN

EVANGELIO: Mt 11,25-27 (Jesús pronuncia la acción de gracias); Le 17,11-19 (El samaritano curado de la lepra).

HOMILÍA: En el Antiguo Testamento, la acción de gracias es alaban­za y reconocimiento por lo que Dios ha hecho y por lo que pro­mete hacer. Naturalmente, como la gracia no es plena en la antigua alianza, tampoco es perfecta su acción de gracias. En el Nuevo Testamento, la acción de gracias es perfecta, porque lo es la revelación de Dios y la intervención salvífica de Jesucristo. Aparece el término nuevo de «eucaristía», que es el memorial de agradecimiento por la gracia divina conferida en Cristo Jesús. Al morir, Cristo glorifica al Padre. Según san Pablo, a Dios se le agradece la fe, la esperanza y la caridad, la vida entera y la vida cristiana. Mediante la acción de gracias, bendecimos a Dios por sus beneficios, sobre todo por la voca-

EUCARISTI'A 279

ción recibida y por la victoria sobre la muerte conseguida por Jesucristo. La plegaria eucarística es una bendición ascenden­te en la que bendecimos a Dios («decimos bien» de Él) y le damos las gracias por lo que nos regala: el pan y el vino, sig­nos de la vida y símbolos sacramentales de Cristo. También se llama anáfora (llevar hacia lo alto). Dar las gracias en la litur­gia es reconocer que todo cuanto somos y tenemos viene de Dios, que es todo gracia.

SÍMBOLO (Presentar un ramo de flores a Dios o a la Virgen)

HIMNO: «Gracias, Señor»; «Te damos gracias, Señor» (Ver «Himnos», págs. 492 y 506).

POEMA: «Gloria a Dios»; «Criaturas de Dios y de los hombres» (Ver «Poemas», págs. 541 y 522).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo de Pascua A: «Eucaristía», pág. 56).

* * *

3. El banquete de la nueva alianza

INTRODUCCIÓN: «La institución de la eucaristía no arranca sólo de la Ultima Cena, sino de otra serie de momentos, actos y líneas maes­tras de la vida de Jesús que confluyen en ella como diversos estra­tos o niveles que le dan una densidad singular. La eucaristía reco­ge, recuerda y actualiza aquellas comidas que Jesús celebraba con sus discípulos en Galilea durante su misión: las comidas de recon­ciliación con los pecadores y publícanos; las otras comidas con los hambrientos al multiplicar el pan; las cenas pascuales celebradas por Él en su vida terrena; la cena de despedida antes de morir; y los banquetes gozosos, tras su resurrección, en torno a su persona ya glorificada».

CANTO DE ENTRADA: «Alrededor de tu mesa» (CLN, A4).

SALUDO INICIAL: «Dichosos los invitados a las bodas del Cordero» (Ap 19,9).

PRIMERA LECTURA: EX 12,1.3-7.13-16.21-28 (La comida pascual judía).

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280 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

SALMO RESPONSORIAL: Sal 8 «Señor, Dios nuestro» (CLN, 501).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 10,16-17 y 11,18-34 (La eucaristía cristiana).

EVANGELIO: Mt 15,32-39 (La multiplicación de los panes); Mt 22,1-14 (Los invitados a la boda); Le 24,13-35 (Los discípulos de Emaús).

HOMILÍA (Ver «Comida» en «Símbolos religiosos», pág. 703).

SÍMBOLO (Poner una mesa bien aderezada; comer juntos)

HIMNO: «Porque anochece ya»; «Quédate con nosotros» (Ver «Himnos», págs. 500 y 501).

POEMA: «Emaús» (Ver «Poemas», pág. 537).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXVIII Domingo Ordinario A: «Banquete», pág. 128).

4. El pan y el vino

INTRODUCCIÓN: «Consecuencia directa de las desigualdades sociales, el hambre es hoy uno de los problemas más graves y urgentes de la humanidad. Es una calamidad social, efecto y causa de la miseria en que viven millones de seres humanos en el mundo. De ordina­rio, se producen más tensiones en las regiones subalimentadas que en las de alto nivel de vida. Precisamente a causa de la explotación de los pueblos subdesarrollados, existe una peligrosa e injusta carrera de armamentos. Vivimos, a nivel planetario, una economía de guerra, no de paz. El Dios de Jesucristo y de los cristianos, sin embargo, es un Dios de vida, no de muerte; de paz, no de guerra; de saciedad, no de hambre; de abundancia, no de escasez... Dar pan y agua a los hermanos es un imperativo bíblico fundamental. Alimentar al hambriento y dar de beber al sediento es un deber básico del discípulo de Cristo. En este gesto reside el juicio de Dios. El hambre y la sed de Dios son símbolos de la fe y llama­mientos a la caridad. Jesús apaga la sed y alivia el hambre, al tiem­po que suscita otros deseos profundos: del agua viva, que es su Espíritu, y del pan verdadero, que es él mismo».

CANTO DE ENTRADA: «Yo soy el pan de vida» (CLN, 038).

EUCARISTÍA 281

SALUDO INICIAL: «YO soy el pan el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed, dice el Señor» (Jn 6,35).

PRIMERA LECTURA: EX 16,1-15 (El maná); 1 Re 19,1-8 (El pan de Elias).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 66 (I) «A Dios den gracias los pueblos» (CLN, 510).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 11,23-29 (La tradición eucarística).

EVANGELIO: Jn 6,26-27.48-57 (La verdadera comida).

HOMILÍA (Ver «Pan y vino» en «Símbolos religiosos», pág. 725).

SÍMBOLO (Compartir juntos un bocado de pan y un trago de vino. Presentar un canastillo con panes y uvas)

HIMNO: «Quédate con nosotros» (Ver «Himnos», pág. 501).

POEMA: «El pan y el vino»; «El pan de cada día»; «Te ofreces al Padre y a nosotros» (Ver «Poemas», págs. 534, 533 y 585).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Corpus Christi A: «Pan y vino», pág. 74).

***

5. La primera comunión

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «¡Qué alegría cuando me dijeron!» (CLN 525); o «Vienen con alegría» (CLN 728).

(Los niños y niñas que hacen la primera comunión van en procesión desde el fondo de la iglesia hasta el presbiterio, donde se acomodan. Los padres pueden acompañarles y toman asiento en las primeras filas)

Un padre o una madre: «En nombre de los padres de los niños y niñas que hoy participan por primera vez en la eucaristía, os damos la bienvenida a todos los que vais a estar con nosotros en esta celebración. Hace unos pocos años, trajimos a nuestros hijos en brazos para ser bautizados. Después de prepararse para la pri-

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282 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

mera comunión, hoy vienen con nosotros para refrendar el com­promiso de ser cristianos, de seguir a Jesucristo. Estamos muy contentos de su decisión. Quiera el Señor inspirarnos el modo de enseñar a nuestros hijos a progresar en el camino de la fe».

El párroco: «Los niños y niñas que hoy comulgan por primera vez han preparado con ilusión, junto a sus padres y catequistas, esta celebración, a la que todos estamos invitados. De nosotros depende que esta eucaristía pueda transcurrir en una clima fra­terno de comunicación y de oración con Dios. Conozcamos, en primer lugar, a los que van a comulgar».

Un niño o niña: «Antes de seguir la celebración, queremos presen­tarnos». (Lee los nombres de los comulgantes, que se levantan de sus asientos a medida que son nombrados. Al final se presenta a sí mismo/a).

El párroco: «Bienvenidos todos, hermanos y hermanas, a nuestra parroquia, a esta reunión cristiana. Que el Señor, que tanto nos ama, esté con todos vosotros».

ACTO PENITENCIAL (Expresado por tres niños): * Tú que quisiste a los niños a tu lado y los bendecías, Señor, ten

piedad. * Tú que curaste a los enfermos y perdonaste a los pecadores,

Cristo, ten piedad. * Tú que diste de comer con cinco panes y dos peces a una gran

multitud que tenía hambre, Señor, ten piedad.

ORACIÓN INICIAL (La del día).

b) Liturgia de la Palabra

Un catequista: «Siempre hemos entendido el acto de comulgar o de hacer la primera comunión como un encuentro con el pan con­sagrado. En toda eucaristía comulgamos antes la palabra del Señor. El Concilio nos recordó que en la eucaristía hay dos mesas: la de la palabra y la del sacramento. Tan importante es la primera como la segunda. Recibamos el leccionario de las lectu­ras bíblicas con respeto y adoración».

(Dos niñas y un niño, o viceversa, van al fondo de la iglesia y vuelven con dos velas encendidas y el leccionario. Al tomarlo, el presidente lo muestra al pueblo y lo deposita en el ambón. Mientras tanto, se oye una música apropiada)

EUCARISTÍA 283

PRIMERA LECTURA: EX 16,1-15 (El maná); Dt 8,1-3.7-10 (Dios alimen­ta a su pueblo); Prov 9,1-6 (La sabiduría y sus invitados).

SEGUNDA LECTURA: Hch 2,42-44 (La fracción del pan); 1 Cor 10,16-17; 11,18-34 (La eucaristía cristiana); Ap 3,19-20 (Estoy a la puerta).

EVANGELIO: Mt 26,26-28 (El pan y la copa de la cena); Me 14,12-25 (La institución de la eucaristía); Me 9,10-17 (La multiplicación de los panes).

HOMILÍA (Debe dirigirse fundamentalmente a los niños que comulgan, después a los padres, y por último a toda la asamblea. Si se puede dialogar con los niños y niñas, mejor)

PROFESIÓN DE FE

Presidente: «Cuando todavía erais infantes, y por consiguiente inconscientes, fuisteis bautizados. Ahora os toca expresar vues­tro compromiso de ser cristianos».

Un niño: «Jesucristo creció delante de Dios y de los hombres. Con la ayuda de Dios, de nuestros padres y de la Iglesia, queremos crecer en la bondad, en la verdad y en la justicia. No queremos ser mentirosos, egoístas, envidiosos. Queremos participar en la eucaristía cada domingo. Amaremos más a nuestros padres. No reñiremos con nuestros hermanos o amigos. Ayudaremos siem­pre a los más necesitados».

Una niña: «Creemos en Dios, que es el Padre del amor y de la vida. Creemos que todo lo ha hecho para nuestra felicidad, y que todo es de todos, porque todos somos hermanos, hijos e hijas de un mismo Padre. Creemos en Jesucristo, que nació de la Virgen María, nuestra Madre. Jesús predicó el evangelio del reino, se entregó por todos, ayudó a los más pobres y, por tener la valen­tía de decir la verdad y denunciar la mentira, lo crucificaron. Pero Dios lo resucitó. Creemos en el Espíritu de Jesús, que todo lo renueva y da esperanzas de una vida futura y plena. Creemos en la Iglesia, formada por los discípulos de Jesús».

Presidente: «Después de escuchar la confesión de fe de nuestros niños, podéis profesarla todos juntos, hermanos y hermanas»:

(A cada pregunta, se responde: «Sí, creemos») * «¿Creéis en Dios, nuestro Padre, creador de todas las cosas?» * «¿Creéis en Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro, que nació de la

Virgen, predicó el evangelio, fue crucificado y resucitó, y está sentado a la derecha del Padre?»

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284 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

* «¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Iglesia Católica, en el perdón de los pecados, en la resurrección final y en la vida eterna?»

ORACIÓN DE LOS FIELES (Cada una leída por un niño)

* «Para que se acaben las guerras y el hambre, y todos podamos vivir en paz, roguemos al Señor».

* «Para que los gobernantes y todos los que tienen poder estén siempre a favor de los más pobres, roguemos al Señor».

* «Para que los niños abandonados y los que no tienen lo necesa­rio encuentren ayuda, cariño y amor, roguemos al Señor».

* «Para que los niños y niñas que hacemos hoy la primera comu­nión seamos amigos verdaderos de Jesús, roguemos al Señor».

* «Para que nuestros padres y familiares sepan ayudarnos a ser cada vez más cristianos, roguemos al Señor».

* «Para que nuestros catequistas y todos los que nos han ayudado a crecer en la fe sigan haciendo su labor con fidelidad y amor, roguemos al Señor».

* «Para que todos los presentes en esta celebración vivamos con alegría esta fiesta, roguemos al Señor».

c) Liturgia eucarística

OFERTORIO (Los niños llevan pan, vino, flores, luces, el dinero de una colecta hecha entre ellos mismos para los pobres, algún juguete y unos dulces, que después compartirán con todos)

POEMA: «Vives en el pan» (Ver «Poemas», pág. 595).

PLEGARIA EUCARÍSTICA (Una de las propias para niños).

RITO DE LA PAZ

(Los que comulgan por primera vez dan la paz a sus padres)

FRACCIÓN DEL PAN: «Llegamos al momento en que vosotros, niños y niñas, vais a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Jesús viene a vosotros. Amadlo de verdad».

EUCARISTÍA 285

d) Rito de conclusión

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN (Acción de gracias de un niño)

«Jesús, tú eres nuestro hermano, nuestro amigo. Te damos gracias porque has venido a nuestro corazón y estás con nosotros. Te que­remos. Gracias por nuestros padres y familiares que hoy nos acom­pañan. Gracias por nuestros catequistas y por las personas que nos han ayudado a prepararnos para la primera comunión. Gracias por todas las cosas buenas que hay en nosotros y en todas las personas que tenemos a nuestro lado. Por todo, gracias, Señor».

HOMENAJE A LA VIRGEN (Tres niños traen del fondo de la Iglesia un ramo de flores para depo­sitarlo a los pies de la Virgen. Puede cantarse un cántico mariano apro­piado)

DESPEDIDA (El párroco agradece a todos su asistencia y felicita a los niños).

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5 Unción de enfermos

Con frecuencia no sabemos qué decir a un enfermo. El sufrimien­to nos deja mudos, aunque nos invita a entrar en comunión con el que lo padece. Recordemos que Dios no ha suprimido el sufri­miento de Cristo, sino que lo ha convertido en poder del que mana la vida. El sufrimiento es un mal, al mismo tiempo que medio sal­vador. En el proceso de la enfermedad de un creyente, la Iglesia celebra la salud frente a las amenazas de la enfermedad, y procla­ma la vida frente a la proximidad de la muerte. Los sacramentos dirigidos a los enfermos son gestos humanos transidos de Espíritu para vivir cristianamente la enfermedad, que incluyen también en lontananza la entrega de la vida por medio de la muer­te. Los sacramentos de la enfermedad nos remiten a Cristo, salud del mundo doliente, injusto y en pecado. En ciertos momentos de la enfermedad, los sacramentos expresan la fe en Cristo, vencedor de la muerte, la solidaridad con sus sufrimientos y la esperanza de la resurrección de la carne. Cristo nos salva de la angustia y de la muerte revelándonos la acción del Padre, que resucita a su Hijo por la fuerza del Espíritu.

1. Celebración cristiana del sufrimiento

INTRODUCCIÓN: «LOS seres humanos sufrimos de distintos modos y por diversas circunstancias. Hasta tal punto sufrimos todos, que el dolor es una especie de segunda naturaleza humana. De hecho, la memoria humana es memoria de sufrimiento. Al mismo tiempo, nos esforzamos por combatir el sufrimiento con toda clase de remedios. La vida humana parece ser un intento trágico de supri­mir o, cuando menos, alejar el sufrimiento. El sufrimiento debe ser combatido; no tiene sentido en sí mismo. Sin embargo, hay sufri­mientos que tienen su origen en el acaparamiento por unos pocos de los medios de producción, en las discriminaciones étnicas o raciales, en los abusos de poder, en la restricción de las libertades

UNCIÓN DE ENFERMOS 287

básicas, etc. Son los sufrimientos típicos del Tercer Mundo. El combate contra estos sufrimientos insoportables engendra un nuevo tipo de dolor, que se deriva de una pasión por la justicia y la libertad. Es un dolor digno, gratificante, liberador. Jesús conoció el sufrimiento físico, la angustia y la tentación del abandono, cargó con nuestros sufrimientos, sufrió por el reino de la justicia y dio al sufrimiento un valor redentor».

SALUDO INICIAL: «Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida» (Sant 1,12).

PRIMERA LECTURA: Job 7,1-4.6-7 (Desamparo ante el sufrimiento).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 21 «¿Por qué nos has abandonado?»

SEGUNDA LECTURA: Sant 5,13-16 (La unción de enfermos); Col 1,24-29 (Completar la pasión de Cristo).

EVANGELIO: Me 1,29-34 (Jesús cura a los enfermos).

HOMILÍA: El sufrimiento —afirma el Vaticano n— ha dado lugar a diversas explicaciones, en función de «las muchas opiniones, incluso contradictorias, que el hombre ha dado y sigue dando sobre sí mismo, ... o bien exaltándose a sí mismo como regla absoluta o bien deprimiéndose hasta la desesperación» (GS 12,2). En el actual mundo pluralista coexisten inevitablemente diversas interpretaciones sobre las grandes cuestiones rela­cionadas con la vida, la felicidad, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Según el Mensaje del Concilio a los enfermos (n. 4), «la única verdad capaz de responder al misterio del sufri­miento es la fe y la unión a los padecimientos de Cristo, cruci­ficado por nuestros pecados y nuestra salvación». «Por la unción sagrada de los enfermos y la oración de los presbíte­ros, la Iglesia entera —afirma la constitución Lumen Gentium— encomienda al Señor sufriente y glorificado a los enfermos para que los alivie y los salve (cf. Sant 5,14-16); más aún, los exhorta a que, uniéndose libremente a la pasión y a la muerte de Cristo (Rom 8,17), contribuyan al bien del pueblo de Dios» (n. 11). Ciertamente, aunque la enfermedad es un mal, no es castigo de Dios, sino condición humana. A la luz de la fe, el sufrimiento es en el fondo un misterio, puesto que Jesús lo tomó sobre sí y le dio valor redentor, aunque no lo desveló enteramente. Por esta razón, el sufrimiento tiene un significa­do soteriológico en el misterio total de la salvación, al paso que la enfermedad es una ocasión privilegiada, aunque des­concertante, de comunión con Cristo.

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288 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

SÍMBOLO (Ánfora con aceite, unción de manos, bastón de anciano, canastillo con medicinas...)

SIGNIFICADO (Ver «Aceite» y «Unción» en «Símbolos religiosos», págs. 704 y 729).

HIMNO: «La Madre piadosa estaba» (Ver «Himnos», pág. 495).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo Ordinario B: «Curación», pág. 196).

* * *

2. Unción de un enfermo/a

a) Ritos iniciales

SALUDO: «La paz del Señor reine en esta casa y en todos los que en ella habitan».

ASPERSIÓN CON AGUA BENDITA (Se asperja al enfermo/a y a los presentes)

«El Señor es nuestro pastor, él nos conduce a los manantiales de la vida. Que esta agua bendita, como río en el desierto, recuerde el bautismo que un día recibimos y renueve nuestra fe en Cristo».

INTRODUCCIÓN: «Jesús curaba a los enfermos, que acudían en busca de salud. El Nuevo Testamento recuerda la práctica de ungir a los enfermos, adoptada por los apóstoles a imitación del Maestro. Esta práctica fue común en las comunidades eclesiales primitivas, hasta dar lugar al sacramento de la unción de los enfermos, mediante la imposición de manos y la unción con óleo».

ACTO PENITENCIAL: «Hermanos y hermanas, pongamos nuestra con­fianza en el Señor y pidámosle perdón por nuestros pecados» (Silencio).

* Tú que curaste a los enfermos, Señor, ten piedad. * Tú que perdonaste a los pecadores, Cristo, ten piedad. * Tú que entregaste tu vida para sanarnos a todos y darnos for

taleza, Señor, ten piedad.

UNCIÓN DE ENFERMOS 289

b) Liturgia de la Palabra

EVANGELIO: Mt 11,25-30 (La revelación del Padre); Me 2,1-12 (Curación del paralítico); Le 7,18-23 (Jesús es el Mesías de la salud).

c) Liturgia de la unción

ORACIÓN POR EL ENFERMO: «Con la oración de nuestra fe, invoquemos al Señor y roguemos por nuestro/a hermano/a»: * «Muéstrale, Señor, tu misericordia y confórtalo/a por medio de

esta santa unción. Roguemos al Señor». * «Libra a este/a enfermo/a de todo mal, de todo pecado y de toda

tentación. Roguemos al Señor». * «Alivia los sufrimientos de todos los enfermos de esta casa.

Roguemos al Señor». * «Concede también tu gracia a todos los que se consagran al ser­

vicio de los enfermos. Roguemos al Señor». * «Concede vida y salud a este/a enfermo/a, a quien vamos a

imponer las manos en tu nombre. Roguemos al Señor».

IMPOSICIÓN DE MANOS: «Padre, mira con amor a nuestro/a hermano/a. Tú eres ternura para con los pobres y débiles, eres esperanza para los que te buscan, eres amor para todos. Concede a nuestro/a enfer­mo/a paz, fortaleza y confianza. Llénalo/a de tu Espíritu Santo y de la vida nueva que recibió en el bautismo. Tú eres el Dios de la bon­dad, el Dios de la vida, nuestro Padre por los siglos de los siglos. Amén».

BENDICIÓN DEL ÓLEO: «Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo, escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo sobre este óleo. Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición + este óleo, para que cuantos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

UNCIÓN: «Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén.

Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te con­forte en tu enfermedad. Amén».

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290 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

ORACIÓN DESPUÉS DE LA UNCIÓN: «Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo cures el dolor de este/a enfermo/a, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufri­miento de su cuerpo y de su alma y le devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecido/a por tu misericordia, se incor­pore de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

d) Rito conclusivo

PADRENUESTRO

BENDICIÓN FINAL: «Que Dios Padre te bendiga. Que el Hijo de Dios te devuelva la salud. Que el Espíritu Santo te ilumine. Que el Señor proteja tu cuerpo y salve tu alma. Que haga brillar su rostro sobre ti y te lleve a la vida eterna. La bendición de Dios todopoderoso...»

3. Celebración comunitaria de la unción

a) Ritos iniciales

CANTO DE ENTRADA: «Junto a ti al caer de la tarde» (CLN, 764).

INTRODUCCIÓN: «Después del Vaticano n, la "extrema unción" es deno­minada "unción de enfermos". No es un rito mágico dirigido al enfermo que ya no tiene remedio, ni es un sacramento para ayudar a morir. Es un sacramento dirigido a las personas que por su enfer­medad, prolongada o de cierta importancia, no pueden acudir a la comunidad cristiana o acuden con alguna dificultad. También se dirige a las personas que van a sufrir una operación quirúrgica y a los ancianos seriamente debilitados. Hoy celebramos la unción comunitariamente. Pedimos en esta celebración que los enfermos y enfermas que van a recibir la unción recobren la salud por el don de la misericordia de Dios y queden restablecidos o que, al menos, se fortalezca su actitud cristiana ante el dolor y la enfermedad».

SALUDO INICIAL: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobia­dos, y yo os aliviaré, dice el Señor» (Mt 11,28).

UNCIÓN DE ENFERMOS 291

RITO PENITENCIAL:

* «Tú que por el misterio pascual nos has dado la salvación, Señor, ten piedad».

* «Tú que no cesas de hacer presente entre nosotros las maravillas de tu pasión, Cristo, ten piedad».

* «Tú que por la comunión de tu cuerpo eucarístico nos haces par­ticipar del sacrificio pascual, Señor, ten piedad».

ORACIÓN: «Dios nuestro, lleno de compasión, tú mismo cuidas a cada una de nuestras familias y conoces nuestras necesidades. Transforma nuestra debilidad con la fuerza de tu gracia y haz cada vez más firme nuestra alianza contigo, para que podamos crecer en la fe y en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 61,l-3a.6a.8b-9 (El Señor me ha ungido).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 22 «El Señor es mi pastor» (CLN, 538).

SEGUNDA LECTURA: Ap 1,5-8 (El testigo fiel). (Música de meditación)

EVANGELIO: Le 4,16-21 (Jesús en la sinagoga de Nazaret).

HOMILÍA

HIMNO: «¿Qué tengo yo...?» (Ver «Himnos», pág. 503).

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS: «Con humildad y confianza, invoquemos al Señor por los enfermos y enfermas que van a recibir la santa unción».

(A cada petición se responde: «Te rogamos, óyenos»)

* «Dígnate visitar a nuestros enfermos con tu misericordia y con­fortarlos con la santa unción».

* «Alivia el dolor de todos nuestros enfermos». * «Asiste a los que cuidan a los enfermos». * «Da vida y salud a quienes en tu nombre vamos a imponer las

manos».

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292 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

c) Liturgia del sacramento

IMPOSICIÓN DE MANOS (En silencio)

BENDICIÓN DEL ÓLEO: «Demos gracias a Dios por el óleo con el que ungiremos a nuestro hermano/a».

(A cada bendición se responde: «Bendito seas por siempre, Señor»)

* «Bendito seas, Padre nuestro, que por nosotros y nuestra salva­ción enviaste a tu Hijo al mundo».

* «Bendito seas, Hijo de Dios y hermano nuestro, que te humi­llaste, haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades».

* «Bendito seas, Espíritu Santo, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo».

«Muéstrate propicio, Señor, y santifica con tu bendición este acei­te, que va a servir de alivio en la enfermedad de tus siervos. Por la oración de nuestra fe, libra de sus males a quienes ungimos con el óleo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

UNCIÓN: «Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén.

Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te con­forte en tu enfermedad. Amén».

ORACIÓN DESPUÉS DE LA UNCIÓN: «Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo cures el dolor de estos enfermos, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufri­miento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la salud espiri­tual y corporal, para que, restablecidos, se incorporen a los queha­ceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XV Domingo Ordinario B: «Ungido», pág. 216).

c) Ritos conclusivos

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN: «Dios nuestro misericordioso, al celebrar estos misterios tu pueblo ha recibido los dones de la uni­dad y de la paz. Cura a los afligidos, restituyeles la salud, en el nombre de tu único Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

UNCIÓN DE ENFERMOS 293

BENDICIÓN: «Que el Dios de todo consuelo os bendiga y conceda espe­ranza durante la vida. Que Dios os devuelva la salud y os conceda la salvación. Que Dios llene de paz vuestros corazones y os con­duzca a la vida eterna. La bendición de Dios todopoderoso...»

* * *

4. Plegarias para la enfermedad

a) Sendero de vida

«Señor, siempre he tenido miedo a la enfermedad, y aún lo tengo. Sin embargo, confieso que me ha madurado. Algo ha cambiado en mí. Yo fundaba mi seguridad en la vitalidad física, en mis éxitos. La enfermedad ha hundido todas mis seguridades. Estoy ahora descubriendo una nueva realidad, una realidad más profunda: he descubierto el corazón de la vida: el valor de amar y ser amado. Pero, Señor, no es fácil transformar la enfermedad en sendero de vida».

(Aldo Pangrazzi)

b) Gracias, Señor

«Señor, te doy gracias por haberme enseñado, durante la enfermedad, a reflexionar, a ampliar horizontes. Tantas cosas, ayer importantes, las veo ahora secundarias. Estoy descubriendo nuevos valores. He aprendido a descubrir y apreciar la belleza interior, el valor de los gestos sencillos, las pequeñas realidades de cada día.

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294 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

La vida humana no se mide por la actividad, sino por la capacidad de comprensión y afecto. Te doy gracias, Señor, por los ojos que comprenden, por los corazones que sienten, por las palabras que confortan».

(Aldo Pangrazzi)

c) Oración del enfermo

«Oh Dios de mi debilidad y mi fortaleza, de mi tristeza y mi alegría, de mi soledad y mi compañía, de mi certidumbre y mi esperanza.

En la noche de mi enfermedad me pongo en tus manos de Padre: alumbra esta oscuridad con un rayo de tu luz, abre una rendija a mi esperanza, llena con tu presencia mi soledad.

Señor, que el sufrimiento no me aplaste, para que también ahora sienta el alivio de tu amor y sea agradecido a la generosidad de cuantos sufren conmigo. Amén».

(Departamento de Pastoral de la Salud)

d) Oración para ponerse en manos de Dios «Padre: Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma.

UNCIÓN DE ENFERMOS 295

Te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre».

(Charles de Foucauld)

5. Plegarias de la Tercera Edad

a) Benditos sean

«Benditos sean los que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos temblorosas.

Benditos los que saben que mis oídos van a tener hoy dificultades para oír. Benditos los que aceptan mi vista cansada y mi espíritu ralentizado.

Benditos los que apartan benévolos sus ojos cuando se me cae el café en el desayuno.

Benditos los que, sonriendo, se paran a charlar conmigo un momento.

Benditos los que nunca me dicen: "Ya es la segunda vez que me cuentas hoy esa historia".

Benditos los que tienen tino para hacerme evocar mis días felices de otros tiempos.

Benditos los que hacen de mí un ser amado, respetado y no abandonado.

Benditos los que intuyen que yo ya no sé cómo encontrar fuerzas para llevar mi cruz.

Benditos los que suavizan con su amor los días que me quedan en este último viaje hacia la casa del Padre».

(Esther M. Walker)

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296 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

b) Enséñame a envejecer «Señor, enséñame a envejecer como cristiano. Convénceme de que no son injustos conmigo los que me quitan responsabilidad; los que ya no piden mi opinión; los que llaman a otro para que ocupe mi puesto.

Quítame el orgullo de mi experiencia pasada; quítame el sentimiento de creerme indispensable. Señor, que en este gradual despego de las cosas yo sólo vea la ley del tiempo y considere este relevo en los trabajos como manifestación interesante de la vida que se releva bajo el impulso de tu providencia.

Pero ayúdame, Señor, para que yo todavía sea útil a los demás: contribuyendo con mi optimismo y mi oración a la alegría y al entusiasmo de los que ahora tienen responsabilidad; viviendo en contacto humilde y sereno con el mundo que cambia, sin lamentarme por el pasado que ya se fue; aceptando mi salida de los campos de actividad, como acepto con naturalidad sencilla la puesta del sol.

Finalmente, te pido que me perdones si sólo en esta hora tranquila caigo en la cuenta de cuánto me has amado, y concédeme que al menos ahora mire con gratitud hacia el destino feliz que me tienes preparado y hacia el cual me orientaste en el primer momento de mi vida.

Señor, enséñame a envejecer así. Amén».

c) Espíritu Santo, Espíritu de amor «Espíritu Santo, Espíritu de amor, dador incansable que habitas en nuestros espíritus para configurarnos al Hombre-Dios y para arrimarnos, como hijos adoptivos, al amor glorioso del Padre: a ti tiendo mis manos, pesadas y torpes.

UNCIÓN DE ENFERMOS 297

Derrama en ellas el tesoro de tus dones. Diste a mi juventud el regalo de la fuerza: "Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes" decía, ya viejo, san Juan.

Gracias a tu fuerza he luchado contra gigantes y demonios, he atravesado ríos y mares, he escalado montañas, he conocido alternativamente victorias y fracasos. Pero gracias a tu fuerza me levanté tras cada caída y pude continuar el combate.

Diste a mi edad madura el regalo de la ciencia. Gracias a ti sondeé los abismos y atravesé lo infinito de los cielos. Gracias a ti conocí los secretos de la naturaleza y del corazón humano. Gracias a ti pude entrever las profundidades de la Divinidad. Gracias a ti me cubrió y se apoderó de mí, hasta el estremecimiento, la alegría de tu conocimiento.

Espíritu Santo: da a mis días viejos el regalo de la Sabiduría y de la indulgencia, que es su compañera. Que gracias a ti guste yo los frutos del árbol de la vida y ayude a que otros los gusten también.

Que gracias a ti ya nada me extrañe, pero que sepa admirarlo todo. Que no busque ser comprendido, sino comprender. Que mis palabras destilen, como licor dorado, la verdad viva. Que perdone siempre y sin límites, sin reclamar el perdón de los hombres, porque me baste el perdón de Dios.

Que sepa aconsejar respetando la libertad de mis hermanos. Que viva en plenitud el presente y no espere más que la eternidad. Espíritu Santo: que tu rocío y tus llamas lluevan sobre mi viejo corazón para que se colme de tu Amor, que es la única Sabiduría. Amén».

(Selección hecha por Gregorio de Pablos Otero)

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6 Ministerio

Para que haya Iglesia, y no mero conglomerado de individuos o masa anónima, con el consiguiente peligro de anarquía o de autoritarismo, es necesario que el pueblo de Dios esté organizado en comunidades estructuradas, bajo unos ministros responsables. Aunque en la Iglesia todos somos hermanos, iguales a partir de los sacramentos de la iniciación, es imprescindible la existencia de responsables. La organización variaba primitivamente de una comunidad a otra. Pero ya desde el principio apareció un colegio de «ancianos» o «presbíteros», encargado de dirigir las tareas de la comunidad bajo la presidencia de un «obispo». Hoy se preten­de descubrir en la Iglesia diversos ministerios asumidos por los miembros de la comunidad. Hay ministerios «ordenados» (obis­pos, presbíteros y diáconos) y ministerios «instituidos» o «dele­gados». En última instancia, ministros son los responsables de la Iglesia. Básicamente, el servicio de la apostolicidad de la Iglesia y de la comunión de los cristianos descansa en el sacerdote, pres­bítero u obispo.

1. El servicio cristiano

INTRODUCCIÓN: «LO normal, hoy, es que nadie quiera servir a nadie, al punto de que el servicio se ha convertido en un trabajo remunera­do... y despreciado. Tanto el "servicio militar" de los varones como el "servicio doméstico" de las mujeres son hoy cuestionados. ¿Quién es capaz de ponerse a servir espontáneamente a los demás? Los que tienen dinero conquistan con el poder de la riqueza a per­sonas pobres, a las que ponen a su servicio. Cuanto más poderosa es una persona, tantos más servidores tiene, y tanto menos tiene ella que servir. Con esta mentalidad, no es fácil entender los crite­rios evangélicos sobre el servicio a los demás: el servicio es la manifestación de que nos amamos los unos a los otros. El amor es

MINISTERIO 299

una preocupación mutua, por la que los que se aman están dis­puestos a conllevar la trabajosa vida de cada uno. Un amor que no puede reducirse a meras palabras, sino que se ha de manifestar en actos. Estar pendiente del otro, preocupado, atento a sus necesida­des, en actitud de ayuda: en eso consiste el servicio».

SALUDO INICIAL: «El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor» (Jn 12,26).

PRIMERA LECTURA: IS 61,l-3a.6a.8b-9 (El Señor me ha ungido); Jos 24,l-2a.l5-17.18b (Un pueblo servidor).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 1 «Dichoso el hombre que no sigue el con­sejo de los impíos».

SEGUNDA LECTURA: Rom 6,12-23 (Servir a Dios en libertad).

EVANGELIO: Me 10,42-45 (Los jefes deben servir); Le 4,16-21 (Jesús en la sinagoga de Nazaret).

HOMILÍA: El servicio es una actitud básica cristiana de ayuda perso­nal, opuesta a todo tipo de dominación y a todo intento de suplantar a Dios. Se corresponde con la humildad. En la Biblia hay dos formas de servicio: la obediencia del creyente a Dios (verdadero servicio) y la sujeción del ser humano por su seme­jante (esclavitud). Jesús vino a servir, no a ser servido. El ser­vicio es ministerio (de «minus», menor, humilde), contrapues­to a magisterio (de «magis», mayor, superior). La diaconía fue el rasgo mayor de la comunidad primitiva. El servicio no situa­ba a los responsables en una condición privilegiada, sino que realzaba su condición cristiana. La comunidad cristiana en el mundo no tiene más sentido que ser servidora de los seres humanos: la misión de la Iglesia es el anuncio de la salvación, impulsada por el amor al mundo. La Iglesia, por otro lado, como sacramento de la salvación, tiene que realizar en su seno la realidad de la vida humana: el amor o el servicio. La institución de los diáconos, servidores, es una muestra de esta tendencia fundamental que la comunidad debe realizar. El ser­vicio o diaconía es caridad hacia dentro y hacia fuera.

SÍMBOLO (Un bastón de responsable; una bandeja de servir; lavar los pies unos a otros...)

HIMNO: «Señor, el día empieza»; «Vosotros sois luz del mundo» (Ver «Himnos», págs. 505 y 511).

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300 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

POEMA: «Servir» (Ver «Poemas», pág. 582).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXIX Domingo Ordinario B: «Servicio», pág. 244).

2. Los ministerios en la Iglesia

INTRODUCCIÓN: «El ministerio en la Iglesia es un servicio, no un domi­nio; un carisma, no un privilegio; una preocupación, no una digni­dad; un sacrificio, no un honor. De entre los ministerios básicos evangélicos, destacan dos: el servicio de la palabra, o evangeliza-ción, y el servicio de la reconciliación. En estos últimos años han surgido ministerios nuevos de base laical (presidentes de asamblea, líderes de comunidades de base, catequistas, etc.) que sustituyen a ministerios clericales obsoletos. Es de esperar que se llegue a refor­mar profundamente la concepción de los servicios en la Iglesia y de la Iglesia para que haya comunidades vivas responsables».

SALUDO INICIAL: «Estoy a la puerta llamando —dice el Señor—: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos» (Ap 3,20).

PRIMERA LECTURA: Jr 23,1-6 (Contra los falsos profetas).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 22 «El Señor es mi pastor» (CLN, 538).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 12,4-13 (Un mismo Espíritu); 2 Cor 3,4-8.12-14.16-18 (El ministerio apostólico).

EVANGELIO: Le 10,38-42 (Marta y María).

HOMILÍA: LOS ministerios son servicios cualificados, es decir, preci­sos (relativamente circunscritos), de importancia vital (sin ellos no se garantiza la madurez de la comunidad), que entra­ñan responsabilidad personal (no son meramente delegados), reconocidos por la Iglesia local (estabilidad) y variados (según las necesidades). Corresponden fundamentalmente a un cris­tianismo de base laical. Están en relación con una comunidad cristiana concreta o con una Iglesia local. Sin comunidades no hay ministerios; y al revés, sin ministerios no hay comunida­des. De ordinario, son funcionales, es decir, aparecen como nuevos carismas bajo la presión de los acontecimientos y a

MINISTERIO 301

impulsos del Espíritu. Todos tienen un sello misionero, a saber, están al servicio del evangelio, vivido comunitariamen­te y proclamado testimonialmente en la sociedad. Para ejercer un nuevo ministerio son necesarias, evidentemente, ciertas cualidades: fe sólida, personalidad madura y formación teoló­gica adecuada.

SÍMBOLO (La Biblia o los evangelios; el cáliz/vaso y la patena/plato; ungir con óleo las manos; el bastón de responsable; unas llaves grandes; el alba y la estola; una bandeja de servir; un cestillo para la colecta...)

HIMNO: «Vosotros sois la luz del mundo» (Ver «Himnos», pág. 511).

***

3. El Buen Pastor

INTRODUCCIÓN: «El pueblo padece con frecuencia la presencia de líde­res, jefes y salvadores. La padece porque se le imponen, como si fueran imprescindibles para la marcha de la comunidad. Las acti­tudes de los dirigentes, inspiradas casi siempre en la voluntad de poder y de dominio, aniquilan al pueblo, lo enmudecen; de esta manera, los pueblos son como niños a los que hay que dar todo hecho. Esta situación, propia de cualquier grupo humano, se da también en la Iglesia. Los que tienen más cualidades se erigen en líderes y tratan de arrastrar a los demás, como un pastor a sus ove­jas, hacia las metas que ellos pretenden alcanzar. En la comunidad cristiana, en concreto, se corre el riesgo de que los servidores se conviertan en dominadores, de que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de un poder. Sin embargo, quien pretenda salvar al pueblo dominándolo no conseguirá nunca la promoción que inten­ta. La actitud de Jesús de Nazaret, en cuanto Pastor, es una lección que nunca se acaba de aprender. El pastor bueno, el líder verdade­ro, es el que sabe dejar de ser pastor o líder, en beneficio del pue­blo. Es pastor quien da la vida por el rebaño, no quien sacrifica o diezma el rebaño para conservar su liderazgo. El verdadero diri­gente es aquel que ayuda a que el grupo sea capaz de enfrentarse responsablemente a su propio destino».

CANTO DE ENTRADA: «Gloria y honor a ti» (CLN, A8)

SALUDO INICIAL: «Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto a vuestro pastor y guardián» (1 Pe 2,25).

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302 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

ORACIÓN INICIAL

PRIMERA LECTURA: IS 53,6-12 (Como ovejas sin pastor); Ez 34,11-16.23-25.30-31 (Dios será el pastor).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 22 «El Señor es mi pastor» (CLN, 538).

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 2,20b-25 (Cristo padeció); Ap 7,13-17 (La sangre del Cordero);

EVANGELIO: Jn 10,11-18.27-29 (El buen pastor); Jn 21,15-19 (Pedro, el primer pastor).

HOMILÍA: El pastor saca a las ovejas de madrugada para pastar, y por la tarde las lleva al abrevadero. En todas las religiones, el pastor es símbolo de guía de un pueblo o de una comunidad. Dios guió a su pueblo de la esclavitud a la libertad como un buen pastor. Tanto Moisés (liberador) como David (organiza­dor) son pastores, figuras de Cristo. Pero los reyes fueron malos pastores. El pueblo esperaba la venida de'un gran pas­tor. En los tiempos mesiánicos, Dios conducirá a su pueblo como verdadero pastor. Jesús se reconoce como el buen pas­tor, que conoce a su ovejas, las defiende de los peligros y les da la auténtica comida y bebida. Ascendido a los cielos, el supremo Pastor confía su rebaño a sus lugartenientes, que deberán apacentarlo en actitud de genuino servicio.

PRECES: «Reúne a tus ovejas, Señor, desde los lugares donde están dispersas entre nieblas y oscuridad.

Llévalas al buen pasto; que descansen en buenos prados.

Busca a las que están perdidas; trae a las que van erradas.

Cura a las que están heridas; sana a las que están enfermas.

Cuida a las que están preñadas; guárdalas a todas en tu redil.

Señor Jesús, puesto que tú eres nuestro buen pastor, ayúdanos a ser ovejas de tu rebaño.

Reúne a todo el pueblo en el redil de tu amor para que haya un solo rebaño y un solo pastor».

(Lucien Deiss)

MINISTERIO 303

SÍMBOLO (Un cayado de pastor, un zurrón, una piel de oveja...)

POEMA: «Invocación a Cristo» (Ver «Poemas», pág. 542).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo de Pascua A: «Pastor», pág. 58).

4. Veinticinco años de ordenación sacerdotal

INTRODUCCIÓN: «Presbítero significa "anciano". En las comunidades primitivas de origen judío hubo siempre un encargado o consejero que se ocupaba de moderar las decisiones. Pero no actuaba aisla­damente, sino en grupo, en torno al obispo, en el "presbyterium". Los presbíteros tienen el encargo de conducir a la comunidad en la línea del evangelio, en comunión con el obispo. La conducta de los presbíteros se encuentra en el discurso de despedida que san Pablo hace en Mileto, al borde del mar, dirigiéndose a los ancianos: ser­vir al Señor con humildad en las penas y pruebas de la vida, dar tes­timonio de la buena noticia, cuidar el rebaño como buenos guar­dianes y socorrer a los necesitados, porque "hay más dicha en dar que en recibir" (Hch 20,17-38)».

PRIMERA LECTURA: Jr 1,4-10 (La vocación de Jeremías).

SEGUNDA LECTURA: Rom 12,4-8 (Diversos dones); 1 Cor 1,3-9 (Mantenernos firmes); 1 Cor 2,1-5 (La predicación de Pablo); 2 Tim 1,6-14 (Exhortación al evangelio); Hch 20,17-38 (Discurso de Pablo en Éfeso).

EVANGELIO: Jn 10,11-18.27-29 (El buen pastor); Jn 15,9-15 (Jesús nos ha escogido).

HOMILÍA : Cada Iglesia local —y la comunión universal de la Iglesia católica— está presidida por un hermano en la fe. Desde los inicios de la Iglesia, siempre hubo unos responsables. Pero la Iglesia está en camino hacia la plenitud del reino. No vive en la perfección, sino en la dificultad de continuar el camino de Jesucristo, en la dificultad de anunciar y vivir la buena noticia. Los cristianos, sin embargo, creemos que Jesucristo —por su Espíritu— está presente en esta Iglesia, que camina con ella,

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304 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

que la guía, que no nos dejó huérfanos. Sacramento de esta presencia y de este ministerio en la comunidad son el Papa para la Iglesia universal, los obispos en sus Iglesias diocesa­nas y los presbíteros en sus comunidades. Por ello, los cristia­nos son conscientes de la importancia de que quienes han de ser signos y servidores de Jesucristo conduzcan realmente a la comunidad hacia el reino, en el anuncio y fidelidad a la buena noticia.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS (Se presenta el pan, vino, flores y tres velas significativas: de la fe familiar, de la comunidad o parroquia y del pueblo)

IMPOSICIÓN DE MANOS (Cuatro personas representativas extienden sus manos sobre el presbí­tero para indicar que están de acuerdo en su ordenación y ministerio. Se introduce el gesto con una monición adecuada. Durante este rito puede oírse el «Veni Creator»).

7 Matrimonio

El matrimonio cristiano no se sitúa meramente en el orden del amor, sino en el de la fe. «Por el sacramento del matrimonio —afirma el Ritual— los creyentes cristianos significan y partici­pan del misterio de unidad y fecundo amor entre Cristo y la Iglesia» (n. 8). En el símbolo expresado se entrelazan la fe bautis­mal y amorosa de los contrayentes con el don irreversible y gra­tuito de Dios —la denominada «gracia», en este caso matrimo­nial— en el interior de una comunidad cristiana, no meramente en el encuentro de dos familias o de unos amigos. Los que se casan escuchan la palabra de Dios, oran y se comprometen testimonial-mente con el símbolo celebrado. En una palabra, el matrimonio es consentimiento amoroso y público de dos bautizados —hombre y mujer— que, con fe viva y verdadera, se casan en una comunidad cristiana. Por el sacramento del matrimonio, la pareja deviene signo del hogar de amor, que es la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El matrimonio es signo del amor de Cristo a su Iglesia. Precisamente la Biblia utiliza el término «alianza conyu­gal» para expresar el amor de Dios por su pueblo, por la hu­manidad.

1. Celebración del matrimonio

DISPOSICIÓN DEL TEMPLO (Al ser los novios los principales actores de la celebración, parece con­veniente que ocupen un lugar central de cara a la asamblea. En el pres­biterio se colocan seis sillas frente al pueblo, para los novios y sus padres. El sacerdote preside la asamblea a un lado de quienes «co-pre-siden» con él. Los bancos de las primeras filas pueden completar con la presidencia un cuadrado. En el centro se puede colocar una alfom­bra. En un vértice del cuadrado se sitúa el ambón; en el otro, el cirio pascual encendido. No deben faltar flores)

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306 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

a) Rito de entrada y acogida (Los novios deberían acoger a los invitados a su boda, puesto que son los anfitriones de la fiesta, no los últimos invitados que se retrasan. Se entra en procesión por parejas: la novia y el padrino, el novio y la madrina, los padres de los contrayentes [que no ejerzan de padrinos], mientras se canta o se escucha el órgano. El sacerdote y su ayudante se colocan en su sitio. Sentados todos, un amigo o pariente de los novios presenta a las familias: padres, abuelos, hermanos, familiares próxi­mos, sobre todo si han venido de fuera, y amigos íntimos [normalmen­te, en una boda no se conocen todos]. El último en ser presentado o en presentarse es el sacerdote)

INTRODUCCIÓN: «NOS hemos reunido aquí para celebrar la boda de N. y N. En su nombre y en el de las dos familias, me complace daros a todos una cordial bienvenida. Os agradecemos vuestra presencia. Con los novios están su padres, N. y N. Nos alegra especialmente la presencia de los abuelos, N. y N., y de cuantos habéis venido de lejos, a quienes damos las gracias. El sacerdote que preside la cele­bración se llama N.N. Bienvenidos seáis todos, familiares y ami­gos. Estamos aquí como testigos de una promesa de amor y de un consentimiento de fidelidad que se darán los novios. Escucharemos la palabra de Dios. Los cantos (o la música) nos ayudarán a medi­tar; rezaremos por N. y N. y seremos testigos de la boda. Que Dios nos acompañe».

CANTO DE ENTRADA: «Reunidos en el nombre del Señor» (CLN, A9); «Vienen con alegría» (CLN, 728); «El Señor nos llama» (CLN, A5).

SALUDO INICIAL: «"Quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él", dice san Juan» (1 Jn 4,16).

PETICIONES DE PERDÓN: «El amor es el principal deseo y el mayor com­promiso en la vida humana y en la vida cristiana. Antes de celebrar el amor conyugal, hagamos revisión de nuestros pecados: ¿Nos amamos unos a otros como Dios nos ha amado? ¿Estamos en estos momentos separados egoístamente de alguien? ¿Perdonamos de verdad? ¿Pedimos perdón de veras?» (Pausa).

* «Tú que te hiciste presente en las bodas de Cana de Galilea san­tificando el amor humano, Señor, ten piedad».

* «Tú que convocaste a los apóstoles como Iglesia sin mancha ni arruga, en espera del Esposo presente y prometido, Cristo, ten piedad».

* «Tú que nos esperas en la Jerusalén celestial para celebrar el banquete de bodas definitivo, Señor, ten piedad».

MATRIMONIO 307

«El Dios del amor, que se hizo presente en Jesús de Nazaret, quien dio la vida por los hermanos, juntamente con el Espíritu de miseri­cordia, more en vuestros corazones. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén».

«Oremos en silencio» (Pausa).

«Señor, Dios nuestro, que te manifiestas en la vida, la verdad y el amor. Tú creaste al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza y deseas que sean uno. Haz que N. y N. se amen sin egoísmos, para que sean en medio de nosotros un signo de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor».

b) Liturgia de la palabra (Las dos lecturas han sido previamente elegidas por los mismos novios del leccionario de bodas. La primera la lee un pariente o amigo de los novios. A continuación se canta, se oye a un solista o se escucha una música apropiada. Después del evangelio se tiene una homilía breve. En el caso de novios pertenecientes a una comunidad, puede haber diá­logo después de la homilía. Los novios podrían expresar su profesión de fe, a la que se puede añadirse el testimonio de algún cristiano cuali­ficado)

PRIMERA LECTURA: Gn 1,26-28.31a (Hombre y mujer los creó); Gn 2,18-25 (La creación de la mujer); Tob 7,9c-10.11c-17 (Bendición matrimonial).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 117 (I) «Éste es el día» (CLN, 522).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 12,31 - 13,8a (Himno a la caridad). (Canto del aleluya o aclamación)

EVANGELIO: Mt 19,3-6 (Lo que Dios ha unido...); Mt 22,35-40 (El doble mandamiento); Me 10,6-9 (Una sola carne); Jn 15,9-15 (Jesús nos ha escogido).

HOMILÍA: El sacramento del matrimonio, como símbolo de fe, posee una originalidad propia. Se casan por la Iglesia o en el Señor dos creyentes bautizados que se quieren. Al testimoniar su alianza de amor con perspectivas bautismales de fe, delan­te de la asamblea litúrgica encabezada por el presbítero, ese amor humano expresado es sacramento o símbolo de una rea­lidad amorosa profunda: el amor de Dios a su pueblo o de

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308 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

Cristo a su Iglesia. «Por el sacramento del matrimonio —afir­ma el Ritual— los creyentes cristianos significan y participan del misterio de unidad y fecundo amor entre Cristo y la Iglesia» (n. 8). En el símbolo expresado se encuentran la fe bautismal y amorosa de los contrayentes y el don irreversible y gratuito de Dios (la denominada «gracia», en este caso matrimonial) en el interior de una comunidad cristiana (no meramente en el encuentro de dos familias o de unos amigos), que escucha la palabra de Dios, ora y se compromete testimo-nialmente con el sacramento celebrado.

c) Celebración del matrimonio (Se hace una breve monición como introducción a esta parte. Las pre­guntas y respuestas del escrutinio, en casos concretos de contrayentes con una cierta madurez cristiana, podrían transcurrir con un estilo adul­to, más que bajo la forma de un interrogatorio infantil y escolar. Lo mismo cabe decir del consentimiento. No se trata de leer una fórmula, sino de expresar o, en definitiva, de declarar un amor con toda la serie­dad del momento. Los novios podrían declarar su amor de frente, con las manos entrelazadas, en voz alta.

Puede hacerse que uno de los asistentes o testigos de la boda expre­se que acepta la declaración oída, antes de que el sacerdote invoque la confirmación por parte de Dios.

La entrega de los anillos se desarrolla sin especial dificultad. En el caso de usarse las arras, habría que expresar el sentido social del dine­ro. Pueden concluir estos dos simbolismos con un abrazo mutuo de los novios o beso de paz, extensible a padres y padrinos. Todo puede rubri­carse con un aplauso. Esta parte puede terminar con un canto como ratificación)

CANTO: «Donde hay caridad» (CLN, 026); «Bendigamos a Dios» (CLN, 707).

ORACIÓN DE LOS FIELES (La oración de los fieles, preparada de antemano en relación a la boda concreta, puede dar lugar a oraciones espontáneas de los asistentes que deseen expresar alguna intencionalidad precisa. Las últimas intencio­nes son expresadas por los esposos)

Esposo: «Ayúdanos, Señor, a progresar los dos juntos bajo tu mira­da; a realizar tu voluntad en los cometidos de nuestra vida; a pedir tu ayuda; a ofrecerte nuestras alegrías y nuestras penas y a educar en la fe a los hijos que tú nos confíes bajo nuestra pater­nidad responsable. Roguemos al Señor».

MATRIMONIO 309

Esposa: «Señor, tú que eres el amor, haz que conservemos siempre nuestro amor. Roguemos al Señor».

c) LITURGIA EUCARÍSTICA (Se prepara la mesa con los manteles, cirios y flores. Los novios podrí­an intervenir en la presentación de las ofrendas. Para los cristianos, éste es el genuino banquete de bodas. Ayudan los padrinos. De pie y a los lados del celebrante, en torno al altar, se sitúan los novios, padrinos y padres.

La «bendición sobre la esposa y el esposo» es un constitutivo esen­cialmente cristiano de las bodas: es una oración que revela la dimen­sión sacramental del matrimonio. Parece lógico que esta oración siga al consentimiento y vaya seguida de la entrega de los anillos. No debe estar ausente la comunión bajo las dos especies. El abrazo de paz podría tener lugar después de la entrega de los anillos)

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXVII Domingo Ordinario B: «Amor humano», pág. 240).

CANTOS DE COMUNIÓN: «TÚ eres, Señor, el pan de vida» (CLN 041); «Te conocimos al partir el pan» (CLN, 025).

d) Conclusión de la celebración (Después de la bendición del sacerdote y antes de las fórmulas de des­pedida de la asamblea, el novio puede invitar a los asistentes al even­tual banquete o aperitivo; la novia puede ofrecer el hogar del nuevo matrimonio. Un canto final o la marcha nupcial con el órgano sirve de conclusión a la liturgia del matrimonio)

CANTO FINAL: «Gracias, Señor» (CLN, 604).

2. Bodas de plata de un matrimonio

(Como símbolos, cabe intercambiar de nuevo los anillos de bodas, compartir el dinero mediante las arras, entregarse mutuamente flores, brindar con vino)

a) Rito de entrada y acogida (En la sala o capilla se prepara una mesa de banquete de bodas con manteles, flores, cirios, pan para consagrar, panecillos dulces y vino, tanto para consagrarlo como para la fiesta posterior. En el fondo hay un gran crucifijo, símbolo del Esposo. Al entrar a la sala o al templo, cada

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310 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

uno recibe una flor roja de manos de algún amigo. Al son de un canto o de una música entra la pareja que celebra su aniversario de boda, junta­mente con sus hijos. Una vez que todos estén en su sitio —a ser posible en semicírculo—, alguien próximo a la pareja presenta a los asistentes, como se indicó para la boda. Puede tener lugar un acto penitencial)

ORACIÓN INICIAL: «Dios del amor, creador del universo, que hiciste al hombre y a la mujer a imagen y semejanza tuya, para que se com­plementaran en la unión conyugal, bendice a N. y N., que hoy renuevan su amor matrimonial, y confírmalos en sus deseos para que sean imagen del amor que tú tienes a tu pueblo y del que Jesucristo tiene a la Iglesia. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén».

b) Liturgia de la palabra

PRIMERA LECTURA: 1 Cor 12,31 - 13, 8a (Himno a la caridad).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 148 «Alabad al Señor en el cielo».

EVANGELIO: Jn 13,33-35; 15,9-16 (El nuevo mandamiento).

HOMILÍA

(A ser posible, compartida)

PROFESIÓN DE FE (De la pareja, de forma breve y sencilla)

PRECES DE LOS FIELES

* «Por N. y N., que hoy celebran sus bodas de plata, para que el Espíritu les siga llenando con su gracia y para que su matrimo­nio sea un signo del amor de Dios en medio de nosotros, rogue-mos al Señor».

* «Por los matrimonios de nuestras familias y de nuestros amigos, para que Dios les socorra en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, con la cooperación de todos nosotros, roguemos al Señor».

* «Por la paz del mundo entero, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por doquier el amor y la tolerancia, roguemos al Señor».

* «Por los matrimonios y familias que no tienen el pan necesario, por los que sufren a causa de la enfermedad o viven lejos de sus hogares, para que el Señor sea su auxilio y nosotros les preste­mos generosa ayuda, roguemos al Señor».

MATRIMONIO 311

«Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria y de inmortalidad, roguemos al Señor». «Por los aquí reunidos, para que amemos a Dios y a los herma­nos con obras y no de palabra, roguemos al Señor».

c) Bendición de manos (Los dos esposos se colocan delante de todos. A un lado puede estar el sacerdote, y al otro los hijos. El sacerdote bendice las manos unidas de los esposos)

«Señor, mira estas manos unidas. En el momento de su matrimonio tú las bendijiste. Estas manos han acariciado y han acunado, han consolado y han dado vigor, como signo de tu ternura y misericor­dia. Testimonian el trabajo cotidiano y las amistades trabadas. Son señales de tu generosidad, portadoras de los anillos de alianza. Te damos gracias por el amor y la vida que han dado. Guarda estas manos, Señor, en las tuyas hasta las bodas de la vida eterna. Amén».

d) Renovación de las promesas matrimoniales

Esposo: «Al cumplirse hoy el ... aniversario de la celebración de nuestro matrimonio, N. [nombre de la esposa] y yo, queremos renovar públicamente ante vosotros, en cuanto asamblea cristia­na, nuestro compromiso sacramental».

Esposa: «Nos dirigimos a los presentes para que sean testigos de nuestro renovado compromiso, nos acompañen con su plegaria y nos ayuden siempre, como lo han hecho hasta hoy».

Esposo: «Damos gracias a Dios por lo que nos ha bendecido, a pesar de todas las dificultades, y por el don de la vida concedido a nuestros hijos [nombres de los hijos/hijas]. Tú eres, Señor, el Dios de la vida».

Esposa: «Te bendecimos, Padre, por la fe que nos has dado, por la esperanza que hemos recibido y por la caridad que nos has reve­lado. El amor, Señor, eres tú».

(Los anillos están puestos en una bandeja, que sostiene uno de los hijos) Esposo: «Yo, N., renuevo hoy mis promesas matrimoniales junto a

ti, N. [nombre de la esposa], delante del Señor, de nuestros hijos [si están] y de nuestros hermanos y amigos cristianos [pone el

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312 CELEBRACIONES SACRAMENTALES

anillo a su esposa]. Con la ayuda de Dios y la tuya, deseo per-manecerte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la alegría y en el llanto, en la salud y en la enfermedad. Deseo que el amor que te tengo sea siempre un reflejo del amor de Dios, hasta que el Señor nos llame y nos introduzca en el banquete de bodas de su reino».

Esposa: «Yo, N., renuevo asimismo mis promesas de matrimonio junto a ti, N. [nombre del esposo], delante de Dios y de esta asamblea cristiana [pone el anillo a su esposo]. Con el favor de Dios y la ayuda de nuestros hijos, hermanos y amigos, prometo seguir guardándote fidelidad y estar contigo en los momentos malos y buenos, en los momentos de crisis y en los días de ale­gría, en la enfermedad y en la salud. También deseo que mi amor por ti sea firme y refleje el gran amor que Dios nos tiene a todos».

Esposo y esposa juntos: «Gracias a Dios y a todos los presentes».

(Los asistentes les aplauden. Los esposos se dan un abrazo y abrazan luego a todos)

ORACIÓN POR LA PAREJA (Los presentes extienden su mano derecha sobre la pareja mientras un asisten­te expresa las siguientes oraciones)

* «Haz, Señor, que al renovar N. y N. su matrimonio sigan com­partiendo el amor que un día se profesaron en la Iglesia».

* «Dales, Señor, a los dos el amor, la salud y el pan de cada día». * «Haz, Padre, que los dos te alaben cuando estén contentos y te

busquen cuando sufran algún dolor». * «Te damos gracias, Señor, por sus hijos [se dicen los nombres].

Mantenles llenos de vida, de ilusión y de esperanza».

e) Liturgia eucarística (En la procesión del ofertorio se llevan, con el pan y el vino, tres velas: la primera representa la fe de la familia; la segunda es signo de la fe del pueblo; y la tercera simboliza la fe de la Iglesia. En el canon de la misa, la pareja reza por los difuntos de la familia, con sus nombres concre­tos. La pareja da la paz a cada uno de los presentes, si no se ha hecho antes)

MATRIMONIO 313

f) Rito de conclusión (La acción de gracias es pronunciada por la pareja, los hijos, los parien­tes y los amigos. Termina el acto con la oración final del celebrante y la bendición)

«Que Dios colme vuestra fe de alegría y de paz. Que la paz de Cristo actúe de arbitro en vuestro corazón. Que el Espíritu Santo derrame en vosotros sus dones. Amén».

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Cuarta parte

CELEBRACIONES DIVERSAS

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1 Liturgia de las Horas

La Liturgia de las Horas es la oración oficial de la Iglesia que alaba al Padre e intercede por la humanidad para santificar el tiempo, a saber, el curso entero del día y de la noche, de la mañana y de la tarde. El sujeto orante es el pueblo de Dios reunido en asamblea litúrgica, ya que es plegaria de la Iglesia. Transcurre a lo largo del día en sus diferentes horas. Ciertamente, los ministros ordenados y los religiosos se comprometen de un modo más especial y cons­tante en la alabanza de esta liturgia, en la que destacan dos horas: «laudes» y «vísperas». Los laudes, como oración de la mañana, $e dirigen a santificar el comienzo de la jornada. Por consiguiente, esta hora recuerda la resurrección de Jesús, «luz verdadera» Un 1,9) y «sol de justicia» (Mal 4,2). Las vísperas se celebran por la tarde, en relación a la jornada cumplida, como acción de gracias y petición de perdón por los fallos cometidos. A estas dos horas §e añadieron otras tres: tercia (hora del Espíritu pentecostal), sexta (hora de la crucifixión) y nona (hora de la muerte de Cristo). Con los maitines y las completas se llegará al número simbólico de siete. De este modo se conmemora cotidianamente el misterio pascual.

La Liturgia de las Horas es, en primer lugar, oración de la Iglesia, es decir, que pertenece a todos los fieles, aunque los cris­tianos participen en ella con papeles diferenciados según los ministerios recibidos. En segundo lugar, por ser liturgia, es cele­brada y, en cuanto tal, se diferencia de otros tipos de oración, ya que exige unos elementos litúrgicos (lecturas, cantos, oraciones, gestos), una estructura cultual (dialogal o verbal-simbólica) y una asamblea como sujeto activo. En tercer lugar, por ser santificación de las horas, está en función del tiempo presente, de la historia y del esfuerzo humano, desde la dimensión pascual, con un des­pliegue adecuado a lo largo del día, de la semana y del año. Finalmente, posee una estructura propia: invocación inicial, himno, salmodia, lectura, respuesta a la palabra, cántico evangé­lico, preces, padrenuestro, oración conclusiva y bendición y des­pedida.

* * *

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318 CELEBRACIONES DIVERSAS

1. Laudes de domingo

INTRODUCCIÓN: «La semana cristiana comienza en domingo, denomi­nado por el Vaticano n "la fiesta primordial de los cristianos" (SC 106). Se basa en "una tradición apostólica que se remonta al mismo día de la resurrección de Cristo" (SC 106). Los evangelios lo designan "primer día de la semana" según el cómputo judío. Es, pues, el día de la resurrección de Jesús. Desde el principio, también fue día de reunión de la comunidad cristiana para celebrar al Señor mediante la cena fraterna, la eucaristía, la reconciliación y la comu­nicación de bienes. Al despertar el día, la Iglesia alaba y da gracias a Dios con los laudes, oración de la mañana. Un nuevo día signifi­ca renacer a una nueva vida, "contemplar con gozo la alborada", símbolo de la resurrección del Señor».

INVOCACIÓN INICIAL «Dios mío ven en mi auxilio».

Py «Señor, date prisa en socorrerme».

«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el prin­cipio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

HIMNO: «ES domingo; una luz nueva»

1. Es domingo; una luz nueva resucita la mañana con su mirada inocente, llena de gozo y de gracia.

2. Es domingo; la alegría del mensaje de la Pascua es la noticia que llega siempre y que nunca se gasta.

3. Es domingo; la pureza no sólo la tierra baña, que ha penetrado en la vida por las ventanas del alma.

4. Es domingo; la presencia de Cristo llena la casa: la Iglesia, misterio y fiesta, por él y en él convocada.

5. Es domingo; «éste es el día que hizo el Señor», es la Pascua, día de la creación nueva y siempre renovada.

LITURGIA DE LAS HORAS 319

6. Es domingo; de su hoguera brilla toda la semana y vence oscuras tinieblas en jornadas de esperanza.

7. Es domingo; un canto nuevo toda la tierra le canta al Padre, al Hijo, al Espíritu, único Dios que nos salva. Amén.

SALMODIA Salmo 62: «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo»

Py «Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío».

1. Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi cuerpo desfallece cual tierra reseca, sedienta de agua.

2. Yo quiero contemplarte en el santuario para admirar tu gloria y tu poder. Pues es mejor tu amor que la existencia, tu alabanza mis labios contarán.

3. Podré así bendecirte mientras viva, y levantar mis manos en tu nombre. Como de carne sabrosa me hartaré, te elogiaré con labios jubilosos.

4. Cuando estoy acostado pienso en ti, y durante la noche en ti medito, pues tú fuiste un refugio para mí, y me alegraré a la sombra de tus alas.

5. Mi alma se estrecha en ti con fuerte abrazo encontrando su apoyo en tu derecha. Mas aquellos que tratan de perderme, que caigan en los abismos de la tierra.

6. El rey se sentirá feliz con Dios; cuantos juran por él se gloriarán, mas la boca del hombre mentiroso, en silencio, quedará cerrada.

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320 CELEBRACIONES DIVERSAS

Cántico de Daniel: Criaturas del Señor, bendecid al Señor» (Dn 3,57-88) 1. Criaturas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles de Dios, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

2. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del cielo, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Ity «Bendiga la tierra a su Señor y lo ensalce por todos los siglos».

3. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

4. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Nieves y escarchas, bendecid al Señor; noches y días, bendecid al Señor.

R/ «Bendiga la tierra a su Señor y lo ensalce por todos los siglos».

5. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Montes y cumbres, bendecid al Señor; frutos de la tierra, bendecid al Señor.

6. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel a su Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

R/ «Bendiga la tierra a su Señor y lo ensalce por todos los siglos».

LECTURA BÍBLICA: Ef 1,3-10 (El designio de Dios). (Comentario breve. Silencio)

Benedictus (Le 1,68-79)

1. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación

LITURGIA DE LAS HORAS 321

en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

2. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que hizo a nuestro padre Abrahán.

3. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

4. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

5. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

PRECES «Glorifiquemos a Jesucristo, luz que alumbra a todo ser humano y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:

"Cristo es nuestra luz y nuestro gozo"».

* «Señor del universo, al darte gracias por el nuevo día que ahora empieza, te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este día».

* «Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones».

* «Concédenos, Señor, un día lleno de paz, de alegría y de ino­cencia, para que al llegar a la noche podamos alabarte con gozo».

* «Muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz para que durante el día sintamos cómo nos protege tu luz».

* «Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor: Padre nuestro...»

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322 CELEBRACIONES DIVERSAS

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Oh Dios, que por la glorificación de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino; haz que esta recepción de dones nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y al de los hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor».

BENDICIÓN Y DESPEDIDA «El Señor esté con vosotros».

R/ «Y con tu espíritu».

«La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros cora­zones y vuestros pensamientos en el conocimiento y en el amor de Dios y de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén».

«El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén».

2. Laudes de día ordinario

INVOCACIÓN INICIAL

Dios mío ven en mi auxilio».

fy «Señor, date prisa en socorrerme».

«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo». Py «Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

HIMNO: «En el nombre del Padre» 1. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,

salimos de la noche y estrenamos la aurora; saludamos el gozo de la luz que nos llega resucitada y resucitadora.

2. Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría, y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia: silabeas el alba igual que una palabra; tú pronuncias el mar como sentencia.

3. Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria, acude a su trabajo, madruga a sus dolores; le confías la tierra, y a la tarde la encuentras rica de pan y amarga de sudores.

LITURGIA DE LAS HORAS 323

4. Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas en sus pequeñas manos tus manos poderosas; y estáis de cuerpo entero, los dos así creando, los dos así velando por las cosas.

5. ¡Bendita la mañana que trae la noticia de tu presencia joven, en gloria y poderío, la serena certeza con que el día proclama que el sepulcro de Cristo está vacío!

SALMODIA Salmo 137: «Te damos gracias, Señor»

R/ «Te damos gracias, Señor, de todo corazón. Te damos gracias, Señor, cantamos para ti».

1. A tu nombre daremos gracias, por tu amor y tu lealtad, te llamé y me escuchaste, aumentaste el valor en mi alma.

2. Te alaban los reyes de la tierra, porque oyeron la voz de tu palabra; en los caminos del Señor van cantando, porque grande es la gloria del Señor.

3. Si camino en medio de la angustia, me das vida a pesar del enemigo; tú miras al pobre y al humilde, grandioso es el Señor.

4. Tiendes tu mano y me salvas, cumplirás tu amor hacia mí; Señor, tu amor es eterno; no abandones la obra de tus manos.

Cántico: «Dios, protector de su pueblo» (Jdt 16,1-2.13-15).

1. ¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre!

2. Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor.

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324 CELEBRACIONES DIVERSAS

3. Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso, admirable en tu fuerza, invencible.

4. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y existió; enviaste tu aliento y la construiste, nada puede resistir a tu voz.

5. Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como la cera, pero tú serás propicio a tus fieles.

LECTURA BÍBLICA: Flp 2,6-11 (Obediente hasta la muerte). (Comentario breve. Silencio)

Benedictus (Le 1,68-79) 1. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

2. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que hizo a nuestro padre Abrahán.

3. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

4. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

5. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

LITURGIA DE LAS HORAS 325

PRECES «Hermanas y hermanos: Nosotros, creyentes, que por Cristo tene­mos acceso al Padre en el Espíritu, roguemos por la santa Iglesia y el mundo entero, diciendo:

"Atiende nuestra súplica, Dios nuestro"».

* «Pidamos a Dios que su Espíritu guíe a la Iglesia hacia la verdad plena, en la unidad y el espíritu de servicio».

* «Pidamos a Dios que su Espíritu rejuvenezca a la Iglesia y la renueve constantemente con la fuerza del evangelio».

* «Pidamos a Dios que desaparezca la división entre los cristianos, contraria a la voluntad de Cristo y escándalo para el mundo».

* «Pidamos a Dios que todo problema humano encuentre eco en el corazón de los discípulos de Cristo».

* «Pidamos a Dios que las naciones en vías de desarrollo partici­pen de los bienes de las naciones ricas en el campo político y económico».

* «Pidamos a Dios que los cristianos abracemos libremente nues­tra cruz y sigamos a Cristo».

* «Pidamos a Dios que nunca nos abandone a los que creemos en Cristo y que no se defraude nuestra esperanza».

«A ti, Dios nuestro, el único bueno y dador de todo bien, te dirigi­mos la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro...»

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Señor, Dios nuestro, fuente y origen de toda vida; concédenos que tu Hijo único sea nuestro pastor y nuestro camino, para que, siguiéndole construyamos entre todos los her­manos y hermanas tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

BENDICIÓN Y DESPEDIDA «El Señor esté con vosotros».

fy «Y con tu espíritu».

«La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie nuestros cora­zones y nuestros pensamientos en el conocimiento y en el amor de Dios y de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén».

«El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén».

***

Page 163: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

326 CELEBRACIONES DIVERSAS

3. Vísperas de domingo

INTRODUCCIÓN: «Al caer la tarde, los cristianos alabamos a Dios por el trabajo realizado en el día, pedimos perdón por lo que no hemos hecho bien e imploramos su protección contra las sombras de la noche, símbolo de nuestro paso de la muerte a una nueva vida. Al atardecer recordamos las comidas que tuvo Jesús cuando declina el día. Para dar la bienvenida a la noche encenderemos un cirio. Jesús es la luz del mundo, que triunfa sobre las tinieblas del pecado y está con nosotros en la fracción del pan».

INVOCACIÓN INICIAL «Dios mío ven en mi auxilio». fy «Señor, date prisa en socorrerme». «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el prin­cipio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

HIMNO: «Quédate con nosotros» IV «Quédate con nosotros, la tarde está cayendo».

1. ¿Cómo te encontraremos al declinar el día, si tu camino no es nuestro camino? Detente con nosotros: la mesa está servida, caliente el pan y envejecido el vino.

2. ¿Cómo sabremos que eres un hombre entre los hombres, si no compartes nuestra mesa humilde? Repártenos tu cuerpo, y el gozo irá alejando la oscuridad que pesa sobre el hombre.

3. Vimos romper el día sobre tu hermoso rostro, y al sol abrirse paso por tu frente. Que el viento de la noche no apague el fuego vivo que nos dejó tu paso en la mañana.

4. Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca, las ascuas encendidas del Espíritu; y limpia, en lo más hondo del corazón del hombre, tu imagen empañada por la culpa.

LITURGIA DE LAS HORAS 327

SALMODIA Salmo 113 A :«Cuando Israel salió de Egipto»

Py «En presencia del Señor se estremece la tierra».

1. Aleluya, Señor, porque me has permitido a mí, tu hijo, salir de la esclavitud de este mundo a la libertad de los hijos de Dios.

2. Porque me has liberado del ejército de los que sólo buscan consumir, no pensar, «vivir a tope», quemar los días...

3. Se han librado, dicen, de tu tiranía, de tu dependencia, y han caído en la esclavitud de sus pasiones, de las que no se pueden liberar.

4. Esta generación no te ve. En la época de la electrónica y la robótica, se han quedado sin imaginación, sin sensibilidad, sin poesía para verte a ti, estar bajo tu dominio.

5. Me alegro y me gozo cuando puedo llamarte Dueño mío. Bajo tu tutela me siento fuerte y poderoso, capaz de hacer milagros con mis hermanos, con los que también te han elegido a ti.

6. Con ellos sé y siento que estamos creando algo nuevo, algo fuerte y hermoso. Contigo a la cabeza, mi pequeña comunidad se puede comer la tierra entera.

Cántico: «Alabad al Señor» (Ap 19,1-7)

R/ «¡Aleluya!»

1. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. porque sus juicios son verdaderos y justos.

2. Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes.

Page 164: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

328 CELEBRACIONES DIVERSAS

3. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

4. Llegó la boda del cordero, su esposa se ha embellecido.

LECTURAS BÍBLICAS: 1 Pe 2,21b-24 (Ejemplo de Cristo).

Magníficat: Le 1,46-55.

1. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.

2. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

3. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

4. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

PRECES «Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y supliqué-mosle, diciendo:

"Escucha a tu pueblo, Señor"».

* «Padre todopoderoso, haz que florezca en la tierra la justicia y que tu pueblo se alegre en la paz».

* «Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino y obten­gan así la salvación».

* «Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia y sean fieles a su mutuo amor».

* «Recompensa, Señor, a todos los que hacen el bien y concédeles una vida en plenitud».

* «Acoge con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra».

LITURGIA DE LAS HORAS 329

«Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro...»

ACCIÓN DE GRACIAS: «Gracias, porque al fin del día» (Ver «Himnos», pág. 492).

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Al terminar el día, te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos recibido de ti y de los hermanos; te pedi­mos que nos concedas un descanso tranquilo y que renovemos nuestras fuerzas para vivir con más alegría e intensidad la comu­nión con todos los hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

BENDICIÓN Y DESPEDIDA: «El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén».

4. Vísperas de día ordinario

INVOCACIÓN INICIAL «Dios mío ven en mi auxilio».

R/ «Señor, date prisa en socorrerme».

«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el prin­cipio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

HIMNO: «Como el niño que no sabe dormirse». 1. Como el niño que no sabe dormirse

sin cogerse a la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse, sobre tus manos al caer la tarde.

2. Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y de esperanza, así descansará mi alma segura, sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

3. Tú endulzarás mi última amargura, tú aliviarás el último cansancio, tú cuidarás los sueños de la noche, tú borrarás las huellas de mi llanto.

4. Tú nos darás mañana nuevamente, la antorcha de la luz y la alegría, y por las horas que te traigo muertas tú me darás una mañana viva.

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330 CELEBRACIONES DIVERSAS

SALMODIA Salmo 148: «Alabad al Señor en el cielo».

Py «Alabad al Señor en el cielo».

1. ¡Aleluya! Alabad al Señor desde el cielo, alabad al Señor en lo alto; alabadlo, todos sus ángeles, alabadlo, todos sus ejércitos.

2. Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes; alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.

3. Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó y quedaron creados; les dio consistencia perpetua y una ley que no pasará.

4. Alabad al Señor desde la tierra, cetáceos de todos los océanos. Rayos y granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes.

5. Montes y todos los collados; árboles frutales y cedros; fieras y animales domésticos, reptiles y aves que vuelan.

6. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo; jóvenes con las doncellas, viejos junto con los niños.

7. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime; su majestad sobre el cielo y la tierra, él acrece el vigor de su pueblo.

8. Himno de todos sus fieles, de Israel, su pueblo cercano. ¡Aleluya!

Cántico: «Tierra entera, canta tu gozo al Señor, aleluya, aleluya» (CLN, D 59).

R/ «Tierra entera, canta tu gozo al Señor, aleluya, aleluya».

* «Bendito seas, Padre, por el don del oído y de la palabra, que nos permite comunicarnos contigo y con los hermanos; por todo lo

LITURGIA DE LAS HORAS 331

que deleita nuestros oídos: el murmullo del arroyo, el susurro del viento, el canto de los pájaros y la sinfonía maravillosa del uni­verso».

* «Bendito seas por el ruido de las máquinas y de los cohetes espa­ciales, símbolos de un universo paulatinamente transformado por la capacidad del ser humano; por la sinfonía de las orques­tas, las risas de los niños y los aplausos del pueblo en fiestas».

* «Bendito seas por el inmenso privilegio del lenguaje humano, por el balbuceo del niño que todavía anda a gatas, por el diálogo de los esposos, por las tertulias de los amigos, por los encuentros fraternos, reflejo de tu vida trinitaria».

* «Bendito seas por el don de tu palabra al mundo, encarnada en Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Te ofrecemos nuestros esfuerzos de todo el día. También te presentamos la pobreza de nuestros diálogos y las dificultades que hemos vivido a lo largo del día».

LECTURA BÍBLICA: Jn 17,1-26 (Oración de Jesús).

CÁNTICO: «Sólo a Dios honor y gloria» (1 Cr 29,10-13). 1. Bendito eres, Señor,

Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.

2. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, tú eres rey y soberano de todo.

3. De ti vienen la riqueza y la gloria, tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

4. Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos las gracias, alabando tu nombre glorioso.

PRECES: «Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que, recordando siempre su alianza, no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:

"Trata con bondad a tu pueblo, Señor"».

* «Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad». * «Congrega en la unidad a todos los cristianos, para que el mundo

crea en Cristo, tu enviado».

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332 CELEBRACIONES DIVERSAS

* «Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos: que difundan en todas partes la fragancia de Cristo».

* «Muestra tu amor a los agonizantes: que puedan contemplar tu salvación».

* «Ten piedad de los que han muerto y acógelos en el descanso de Cristo».

«Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó Jesús: Padre nuestro...»

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Te damos gracias, Padre, por haber terminado la jornada y realizar nuestras obras en tu nombre. Te agradecemos los dones que de ti hemos recibido. Eres amor que hermana, amor que rompe ligaduras de esclavitud, amor que genera fraternidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

BENDICIÓN Y DESPEDIDA: «El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén».

* * *

5. Lucernario

INTRODUCCIÓN: «Desde los primeros tiempos dé la Iglesia, los cristia­nos santificaron el final del día con una oración en común. Los ofi­cios de la tarde giraban en torno a la luz. Al alumbrar las lámparas, el presidente pronunciaba una bendición o acción de gracias en referencia a la luz. Recordemos la costumbre judía de encender un candelabro de siete brazos o, al menos, dos cirios con una oración, al comenzar el sábado. El lucernario es, pues, un oficio de la tarde, rito con el que se saluda o proclama la luz, símbolo de Cristo. Su nombre viene de la palabra "lucerna", que en latín significa lámpa­ra. De ordinario, se celebra en sábado o en la vigilia de las grandes fiestas. Precisamente la Vigilia Pascual comienza con un lucerna-rio solemne».

Ayudante: «Llegados al final del día, recordemos el amor que Dios nos tiene y cómo nos lo ha demostrado enviándonos a un Salvador, Jesucristo, que con su luz nos guía al reino del Padre. Cantamos tu gloria, oh Cristo, luz sin ocaso».

CANTO DE ENTRADA: «Oh luz gozosa» (CLN, 760) (Procesión con una lámpara o con el cirio pascual)

LITURGIA DE LAS HORAS 333

ORACIÓN DEL PRESIDENTE:: «Oremos en silencio (pausa). Dios nuestro, que en todo tiempo nos das confianza para invocarte. Al reunimos para la oración de la tarde, líbranos de las culpas cometidas en nuestro trabajo y haz que sea más firme nuestro propósito. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

POEMA: «Las cinco llamas» (Al final de cada estrofa se enciende una vela)

1. Enciende en nuestras almas la llama de una vida en caridad. Da salud a los que sufren los quebrantos de la pobreza, marginación y enfermedad; y presta ayuda generosa a quienes viven sin cesar su entrega en lucha contra la mentira y la maldad.

(Se enciende la primera llama)

2. Alumbra en el cuenco de las manos la llama del trabajo creador, tarea que embellece la materia surgida de tu soplo creador; quehacer del pensamiento que investiga ciencias aplicadas al progreso para que el mundo brille como un sol.

(Se enciende la segunda)

3. Ilumina nuestros pensamientos con la llama tercera de la verdad, que hace libres a hombres y mujeres en su lucha contra la mentira y la maldad; sin manipulaciones engañosas que desvían los deseos más genuinos de los que ansian vivir en hermandad.

(Se enciende la tercera)

4. Reaviva nuestra inteligencia con la cuarta llama del saber, que escudriña todos los rincones del mundo y de la historia, al entrever que la cultura, patrimonio de los pueblos, es de todos, sin reservas, al servicio de los que quieren aprender.

(Se enciende la cuarta)

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334 CELEBRACIONES DIVERSAS

5. Haz que crezca en nuestro entorno el ansia de vivir en paz, fruto de una justicia implantada en medio de la sociedad. Cesen las guerras y las luchas, entre pueblos y entre hermanos; triunfe entre los creyentes el amor cristiano.

(Se enciende la quinta)

Salmo del lucernario: Salmo 140: «Suba mi oración»

fy «Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

1. Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo.

2. Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios.

3. No dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos.

4. Ni que con los hombres malvados participe en banquetes.

5. Señor, mis ojos están vueltos hacia ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

6. Guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

ORACIÓN DE LA TARDE: «Te damos gracias, Dios nuestro, por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que nos ha iluminado al revelarnos la luz incorruptible. Habiendo acabado el día y llegados a los confines de la noche, saciados por la luz del día que has creado para nuestra alegría, celebramos tu santidad y tu gloria por tu Hijo único, Jesucristo, por quien te sean dadas la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

Salmo 4: «Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío»

fy «Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración».

1. Escúchame, Señor, cuando te llamo. ¡Sálvame de la angustia! Ten piedad de mí y óyeme.

LITURGIA DE LAS HORAS

2. ¿Hasta cuándo los grandes y poderosos van a ser los dueños de la tierra? Ellos son orgullosos y embusteros y no quieren saber que Dios sólo ama a los que guardan su Ley y que sólo oye el lamento de los débiles.

3. Haz que te teman, Señor, y que vuelvan su corazón hacia ti, que te obedezcan y que tengan fe.

4. Los débiles, los humildes, confiamos en ti, porque sabemos que nos cuidas y nos amas.

5. Tú eres, Señor, nuestra alegría, y eso vale más que todas las riquezas. En paz dormimos cuando nos acostamos porque tú, Dios nuestro, velas por nosotros.

LECTURA BÍBLICA: 1 Jn 1,5-7; 2,9-11 (Vivir en la luz). (Breve silencio)

CANTO RESPONSORIAL: «Tu palabra me da vida» (CMD, 232)

HIMNO: «¡Luz que te entregas!» (Recitado a dos coros; el estribillo todos juntos)

R/ «¡Luz que te entregas!, ¡luz que te niegas!, a tu busca va el pueblo de noche: alumbra su senda».

Dios de la luz, presencia ardiente sin meridiano ni frontera: vuelves la noche mediodía, ciegas al sol con tu derecha. Como columna de la aurora, iba en la noche tu grandeza; te vio el desierto, y destellaron luz de tu gloria las arenas. Cerró la noche sobre Egipto como cilicio de tinieblas; para tu pueblo amanecías bajo los techos de las tiendas. Eres la Luz, pero en tu rayo lanzas el día o la tiniebla: ciegas los ojos del soberbio, curas al pobre su ceguera.

2.

3.

Page 168: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

336 CELEBRACIONES DIVERSAS

5. Cristo Jesús, tú que trajiste fuego a la entraña de la tierra, guarda encendida nuestra lámpara hasta la aurora de tu vuelta.

INCENSACIÓN Preste: «Mi oración, como el incienso, se eleve a ti, mi Señor» Todos: «Es suave aroma, oblación que Dios acepta con agrado»

1. Corre hacia mí presuroso, Señor, que te llamo a gritos; no desoigas mi llamada ni la voz de mi gemido.

2. Como incienso en tu presencia, se eleve a ti mi oración, a ti se eleven mis ojos cuando ya se pone el sol.

3. A la puerta de mi boca, pon centinela y guardián, no guste yo los deleites que llevan a la impiedad.

4. Cuando el justo me aconseja, me reporta un gran favor, su reprensión es perfume de agradable y suave olor.

5. Líbrame tú de la trampa que me tienden los impíos, caigan en sus propias redes todos juntos los malvados. Yo seguiré mi camino; por los siglos yo te alabo.

PRECES:«Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:

"Venga a nosotros tu reino, Señor"».

* «Señor, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y de unidad entre los seres humanos y signo de salvación para todos los pue­blos».

* «Protege con tu brazo poderoso al papa y a todos los obispos y concédeles trabajar en unidad, amor y paz».

* «A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestra cabeza, y que demos testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino».

LITURGIA DE LAS HORAS 337

* «Concede, Señor, al mundo el don de la paz y haz que en todos los pueblos reinen la justicia y el bienestar».

* «Otorga a los que han muerto una resurrección gloriosa y haz que un día gocemos con ellos de la felicidad eterna».

«Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro...»

BENDICIÓN VESPERTINA:

«Que el Señor os bendiga y os guarde. Que haga resplandecer su faz sobre vosotros y os otorgue su gracia. Que se vuelva hacia vosotros y os dé la paz. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. Amén».

CANTO FINAL: «Junto a ti, al caer de la tarde» (CLN, 764).

***

6. Oración de la tarde

(En medio de la nave se coloca el candelabro con el cirio apagado; enfrente, un incensario fijo o un plato resistente al fuego, con carbones encendidos. A un lado puede estar el atril con el leccionario)

a) Oración de acción de gracias

CANTO DE ALABANZA: «Junto a ti, al caer de la tarde» (CLN, 764).

ORACIÓN INICIAL: «Después de los trabajos de este día y de los proble­mas que nos ocasiona, estamos en paz delante de ti, Señor. Concédenos poder ofrecerte alabanza y acción de gracias por tu bondad, a ti, fuente y conductor de nuestras vidas, que cuidas de tus hijos y nos salvas. Gloria, alabanza y honor a ti ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén».

EXHORTACIÓN: «Hermanos: somos hijos de la luz. Esto quiere decir que el cristiano vive en la luz que es Cristo. Al atardecer, cuando falta el sol, nosotros somos iluminados por el Señor. Él es el verdadero sol que no conoce ocaso».

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338 CELEBRACIONES DIVERSAS

LUCERNARIO (Se presenta el cirio apagado al presidente. Éste lo enciende y hace con él la señal de la cruz hacia la comunidad, recitando la fórmula de pre­sentación. Después pone el cirio sobre su pedestal)

CANTO: «Oh luz gozosa» (CLN 760).

LECTURA: Ef 1,3-10 (El designio de Dios).

ORACIÓN DEL LUCERNARIO: «Señor, Dios nuestro, que diste nombre al día y mandaste que el sol conociera su ocaso, disipa las tinieblas de nuestro corazón para que en tu resplandor te conozcamos a ti, Dios verdadero y luz sin ocaso».

b) Oración penitencial

EXHORTACIÓN: «Hermanos: nuestras manos deben alzarse agradando a Dios como la ofrenda de la tarde. Para ello, deben estar limpias de injusticia. Levantémoslas, purificadas por la ayuda al que lo necesita».

(El presidente o un ayudante pone incienso sobre las brasas)

Salmo 140: «Suba mi oración».

R/ «Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

1. Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo.

2. Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios.

3. No dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos.

4. Ni que con los hombres malvados participe en banquetes.

5. Señor, mis ojos están vueltos hacia ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

6. Guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

ORACIÓN DEL INCIENSO: «Cristo Señor, abismo de misericordia, que aceptaste la penitencia de Pedro después de sus tres negaciones, haciéndole fundamento de tu Iglesia y poseedor de las llaves del Reino de los cielos; que hiciste de Pablo, antiguo perseguidor del

LITURGIA DE LAS HORAS 339

nombre cristiano, un instrumento de elección y un arquitecto de la fe. Te suplicamos por este perfume del incienso que acojas a cuan­tos nos volvemos a ti y perdones todas nuestras faltas y desvarios. Vuélvete a nosotros, Señor. No permitas nuestra vergüenza en el día del juicio, sino invítanos a tu festín eterno y colócanos a tu derecha, a fin de que podamos rendirte gloria, alabanza y adoración a ti, y también al Padre que te ha enviado para nuestra salvación, y al Espíritu Santo vivificante, por los siglos de los siglos. Amén».

LECTURA: 1 Cor 12,31 - 13,8a (Himno a la caridad).

LECTURA EVANGÉLICA (Evangelio del domingo siguiente).

GESTO DE PAZ

c) Oración de súplica

PRECES LITÁNICAS: «Hermanos: Nosotros, creyentes, que por Cristo tenemos acceso al Padre en el Espíritu, roguemos por la santa Iglesia y por el mundo entero, diciendo:

"Atiende a nuestra súplica, Dios nuestro"».

* «Pidamos a Dios que su Espíritu guíe a la Iglesia hacia la verdad plena, en la unidad y el espíritu de servicio».

* «Que su Espíritu rejuvenezca a la Iglesia y la renueve cons­tantemente con la fuerza del evangelio».

* «Que desaparezca la división entre los cristianos, contraria a la voluntad de Cristo y escándalo para el mundo».

* «Que todo problema humano encuentre eco en el corazón de los discípulos de Cristo».

* «Que las naciones en vías de desarrollo participen de los bienes de la civilización actual en el campo político y económico».

* «Que los obreros y campesinos desarrollen sus dotes personales y participen en la organización de la vida social».

* «Que Dios muestre a los extraviados el camino de la salvación y los acoja en su misericordia».

* «Que los cristianos aprendamos a abrazar nuestra cruz y, así, seguir a Cristo».

«A ti, Dios nuestro, el único bueno y dador de todo bien, te supli­camos con segura esperanza: Padre nuestro...»

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340 CELEBRACIONES DIVERSAS

ORACIÓN CONCLUSIVA: «Señor, Dios nuestro, aumenta en nosotros el don de la fe y la alegría del amor fraterno; y sean estos dones la esperanza de la vida que prometes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

BENDICIÓN: * «Cristo Señor, que soportó la afrenta de la cruz, bendiga a esta

familia de Dios. Amén». * «El que pendió del madero nos lleve con Él a su reino. Amén». * «El autor de nuestra paz nos coloque a la derecha del Padre.

Amén».

(Parroquia de Santa Eugenia, Madrid).

2 Liturgia de difuntos

La muerte origina infinidad de sentimientos, al romper nuestras relaciones personales y cortar en seco la trayectoria de la vida. Es decir, la muerte agudiza el misterio, acentúa la soledad del indivi­duo, pone a prueba la relación con los otros y cuestiona el futuro y la esperanza. Frente a la muerte, los cristianos creemos estar en los brazos de Dios, pues hemos sido hechos para la vida. Recordemos con el Vaticano n que «la fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del peca­do, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el peca­do» (GS 18). La promesa de vida se cumple en Cristo. Cristo muere por todos, pero triunfa de la muerte. La liturgia considera el tránsito de la muerte como condición para conseguir el des­canso, la paz, el paraíso, la ciudad santa de Jerusalén, la luz eterna. La resurrección de Jesús es promesa de nuestra propia resurrección.

* * *

1. La muerte de un cristiano/a

INTRODUCCIÓN: «La muerte es el acto definitivo del ser humano. Le enfrenta con su propio destino y le hace tomar una opción funda­mental. No es superficial el enfrentamiento de la muerte. Ante su propia muerte, el ser humano se encuentra desamparado, abando­nado. El grito humano que se resiste a morir no recibe por parte de Dios otra respuesta que el silencio. "¿Por qué me has desampara­do?". Los seres humanos tampoco pueden hacer nada a nuestro lado, tanto si son amigos como enemigos. La muerte nos hace pre­guntarnos si la vida tiene sentido, si hay alguien que nos acoge y si queda un resquicio para la confianza. Alrededor es la noche oscu­ra. La muerte proporciona la oportunidad de realizar el acto de fe definitivo. Una fe contra toda evidencia; una esperanza contra toda

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esperanza; la confianza que traspasa la espesa noche de la nada para encontrar unas manos que nos acogen con amor infinito. "A tus manos encomiendo mi espíritu"».

CANTO INICIAL: «La vida venció a la muerte» (CLN, 231).

SALUDO INICIAL: «Nuestro Salvador, Jesucristo, destruyó la muerte e iluminó la vida mediante el evangelio» (2 Tim 1,10b).

PRIMERA LECTURA: Job 19,1.23-27a (Yo sé que está vivo).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 38 «Yo me dije: vigilaré mi proceder».

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 15,54-57 (La muerte, vencida); 2 Cor 4,14-15; 5,1 (Dios nos resucitará); Hch 10,39-43 (Testimonio de Pedro).

EVANGELIO: Le 24,1-8 (El anuncio de la resurrección); Jn 11,17-27 (Yo soy la resurrección y la vida).

HOMILÍA: Jesús anunció a sus discípulos que su muerte era parte de su vocación, pero que no sería dominado por ella, ya que Él era la resurrección y la vida. Cristo muere por todos, pero triunfa de la muerte. «Ha sido Cristo resucitado el que ha gana­do esta victoria para el ser humano, liberándolo de la muerte con su propia muerte» (GS 18). «Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además, abrió el camino, en cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquie­ren nuevo sentido... Por Cristo y en Cristo se ilumina el enig­ma del dolor y de la muerte, que fuera del evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó, y con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida» (GS 22). «Vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y la corrupción se revestirá de incorruptibilidad» (GS 39). La muerte cristiana es el acto final de la vida bautismal. «Por el bautismo, los hom­bres son injertados en el misterio pascual de Jesucristo: mue­ren con Él, son sepultados con Él y resucitan con Él» (SC 6). Con Cristo «fuimos sepultados por el bautismo para participar en su muerte; mas, si hemos sido injertados en El por la seme­janza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrec­ción» (Rom 6,4-5).

SÍMBOLO (Una guadaña)

LITURGIA DE DIFUNTOS 343

POEMA: «Muerte»; «A Jesucristo muerto» (Ver «Poemas», págs. 567 y 514).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo de Cuaresma C: «Muerte/vida», pág. 274).

2. Responso por un difunto/a (I)

INTRODUCCIÓN: «Ante la muerte de un familiar o amigo, las reacciones más sentidas y generales son el llanto, el silencio o la plegaria. En la tradición cristiana, la respuesta más apropiada en relación a los que mueren es la oración, sobre todo la que transcurre entre el momento de la muerte y el entierro».

ORACIÓN: «Oremos con fe a Dios, para quien toda criatura vive: Te suplicamos, Dios de la vida, por el descanso eterno de N. en tu regazo. Con gozo y sencillez reconocemos su testimonio en nues­tra memoria, porque tú eres Padre del testigo por antonomasia, Jesús. Con rabia e indignación, nos rebelamos contra toda tiranía, porque tú eres un Dios de igualdad y de liberación. Guárdanos del rencor y del miedo. Que tu espíritu de paz y de lucha nos penetre como un rocío, y que tu luz perpetua brille siempre en los que die­ron su vida por tu causa. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

LECTURA BÍBLICA: «Creemos que Jesús ha muerto y resucitado; del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él» (1 Tes 4,14).

BENDICIONES:

IV «A ti la gloria y la alabanza por los siglos».

* «Bendito eres, Dios de vivos y no de muertos, que te identificas con los pobres y perseguidos, a quienes prometes introducirlos para siempre en el banquete nupcial de tu reino».

* «Bendito eres, Jesucristo, Hijo de Dios y Señor nuestro, que compartiste la mesa con hambrientos, el perdón con pecadores arrepentidos, la salud con enfermos incurables, y la resurrección con los que tienen fe, esperanza y amor».

* «Bendito eres, Espíritu creador y liberador, que alientas con ímpetu en los testigos del evangelio y das fortaleza a los profe­tas que escuchan el clamor del pueblo y se enfrentan a los pode­rosos».

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344 CELEBRACIONES DIVERSAS

* «Bendito eres, Dios de los que mueren por los hermanos y Dios nuestro, que suscitas en el Tercer Mundo hombres y muje­res bienaventurados, dignos de participar en tu gozo santo».

«Oremos juntos a Dios nuestro Padre como nos enseñó Jesús: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ANTÍFONA DE DESPEDIDA:

«Al paraíso te lleven los ángeles en volandas, porque tuviste alas de paz. A tu llegada te reciban los mártires, porque fuiste testigo del reinado de Dios. Que te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén, después de haber peregrinado por este mundo. El coro de los ángeles salga a tu encuentro y te reciba en son de triunfo, para que junto con los Lázaros, pobres en esta tierra, tengas descanso eterno en el reino definitivo de los cielos».

«Descanse en paz. Amén».

3. Responso por un difunto/a (II)

ANTÍFONA: «A ti levantamos nuestros ojos, Señor. Tu amor es más fuer­te que la muerte; por eso esperamos en ti».

LECTURA BÍBLICA: «Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos vol­verán a la vida. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte» (1 Cor 15,20-22.25-26).

PRECES: «Ya que este primer mundo ha pasado definitivamente para N., pidamos al Señor que le conceda gozar del cielo nuevo y la tierra nueva que El ha dispuesto para sus elegidos».

* «Que Jesucristo, que sufrió muerte de cruz y resucitó, le conce­da felicidad eterna. Roguemos al Señor».

* «Que el Hijo de Dios vivo lo/la acoja en su paraíso. Roguemos al Señor».

LITURGIA DE DIFUNTOS 345

* «Que Jesús, el buen Pastor, lo/la cuente entre sus ovejas. Roguemos al Señor».

* «Que Cristo perdone todos sus pecados y lo/la agregue al núme­ro de sus elegidos. Roguemos al Señor».

* «Que pueda contemplar cara a cara y gozar de la visión del Señor por los siglos de los siglos. Roguemos al Señor».

«Digamos juntos la oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ORACIÓN: «Señor Dios, que has querido que nuestro/a hermano/a N., a través de la muerte, fuera configurado/a con Cristo, que por noso­tros murió en la cruz; por la gracia renovadora de la Pascua de tu Hijo, aleja de tu siervo/a todo vestigio de corrupción terrena y, pues quisiste marcarlo/a ya en su vida mortal con el sello del Espíritu Santo, dígnate también resucitarlo/a un día a la vida eterna de la gloria. Amén».

«Descanse en paz. Amén».

4. Responso por un difunto/a (III)

ORACIÓN: «Oremos con fe a Dios, para quien toda criatura vive» (Silencio).

«Oh Dios de vida y de salvación, para quien vive todo lo desti­nado a la muerte y para quien nuestros cuerpos, al morir, no pere­cen, sino que se transforman y adquieren una vida nueva, te pedi­mos humildemente que tu espíritu de paz y de esperanza nos inun­de y que tu luz perpetua brille siempre en los que creyeron en ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PETICIONES DE PERDÓN:

* «Tú que dijiste a la hermana de Lázaro: "Yo soy la resurrección y la vida", Señor, ten piedad».

* «Tú que nos dices por medio de san Juan: "Dichosos los muer­tos que mueren en el Señor", Cristo, ten piedad».

* «Tú que agonizando en la cruz dijiste al buen ladrón: "Hoy esta­rás conmigo en el Paraíso", Señor, ten piedad».

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LECTURA BÍBLICA: «YO, Juan, oí una voz que decía desde el cielo: Escribe: "¡Dichosos ya los muertos que mueren en el Señor!" Sí — dice el Espíritu—, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan» (Ap 14,13).

BENDICIONES:

R/ «A ti la gloria y la alabanza por los siglos».

* «Bendito eres, Dios de vivos y no de muertos, que prometes introducirnos un día en el banquete de tu reino».

* «Bendito eres, Jesucristo Hijo de Dios y Señor nuestro, que compartiste la mesa con hambrientos, el perdón con pecadores arrepentidos, la salud con enfermos incurables y la resurrección con los que tienen fe, esperanza y amor».

* «Bendito eres, Espíritu creador y liberador, que inspiras vida a la hora de la muerte».

«Oremos juntos al Padre como nos enseñó Jesús: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ANTÍFONA DE DESPEDIDA:

«Al paraíso te lleven los ángeles. A tu llegada te reciban los mártires y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén. El coro de los ángeles te reciba y, junto con Lázaro, pobre en esta vida, tengas un descanso eterno».

«Descanse en paz. Amén».

5. Responso por un difunto/a (IV)

INTRODUCCIÓN: «¡Dichoso el que ha muerto en el Señor! Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen!»

PRECES: «Pidamos por nuestro/a hermano/a a Jesucristo, que ha dicho: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siem­pre"».

* «Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nues­tro hermano/a. Roguemos al Señor».

LITURGIA DE DIFUNTOS 347

* «Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro/a hermano/a en tu reino. Roguemos al Señor».

* «Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste glo­riosamente del sepulcro, concede a nuestro/a hermano/a la vida feliz de la resurrección. Roguemos al Señor».

* «Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enju­gar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro/a her­mano/a. Roguemos al Señor».

«Digamos juntos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ORACIÓN: «Señor, nuestra vida es corta y frágil, y la muerte que con­templamos hoy nos lo recuerda; pero tú vives eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de confianza, ponemos en tus manos a nuestro/a hermano/a que acaba de dejar­nos. Perdónale sus faltas y acógelo/a en tu reino, para que viva feliz en tu presencia por los siglos de los siglos. Amén».

«Descanse en paz. Amén».

6. Oración en familia por un difunto/a

AMBIENTACIÓN (Es conveniente crear un ambiente de penumbra. Se enciende un cirio. Cabe poner unas flores y una cruz. Se comienza con un recuerdo del difunto, en un clima distendido y cariñoso, sin que predomine lo lúgu­bre o funerario)

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Te damos gracias, Señor Dios, por N., que nos fue tan cercano/a y de repente ha sido arrancado/a de nuestro mundo. Te damos gracias por la amistad que nos regaló, por la paz que derramó a su alrededor. Te damos gracias porque con su sufrimiento pudo aprender la obediencia

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y porque, aunque debilitado/a, fue una persona digna de ser amada.

Te rogamos que nada de su vida se pierda, que los que vengan después de él/ella puedan respetar lo que para él/ella era sagrado; que sus buenas obras nos sirvan de ejemplo ahora que ya ha muerto.

Queremos que continúe viviendo en su familia y en sus amigos, en sus corazones y en sus ganas de vivir, en sus ideas y en su conciencia. Que todos los que estuvimos unidos a él/ella cuando estaba vivo/a, estemos aún más unidos ahora que la muerte nos lo/la ha arrebatado».

LECTURA BÍBLICA: «Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os aflijáis como los hombres sin esperan­za. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras» (1 Tes 4,13-14.17b-18).

HIMNO (Cantado o recitado):

IV «Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. El es nuestra salvación, nuestra gloria para siempre».

* «Si con él morimos, viviremos con él. Si con él sufrimos, reinaremos con él».

* «En él nuestras penas, en él nuestro gozo. En él la esperanza, en él nuestro amor».

* «En él toda gracia, en él nuestra paz. En él nuestra gloria, en él la salvación».

PRECES (Espontáneas, con la participación de todos)

PADRE NUESTRO

ANTÍFONA DE DESPEDIDA:

«Al paraíso te lleven los ángeles. A tu llegada te reciban los mártires y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.

LITURGIA DE DIFUNTOS 349

El coro de los ángeles te reciba, y Cristo, tu Señor, te lleve al seno de Abrahán, para que junto con Lázaro, pobre en esta vida, tengas descanso eterno».

«Descanse en paz. Amén».

(De «Cuadernos de Oración», n° 10, 1983)

7. Vigilia comunitaria de oración

INTRODUCCIÓN: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Aunque el dolor por la pérdida reciente de N. nos llena de triste­za, nos dirigimos con confianza y esperanza a Dios, Padre miseri­cordioso y Señor de todo consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

SALMO Sal 120: «Levanto mis ojos a los montes» (CLN, 524) (Ver «Salmos», pág. 648).

LECTURA BÍBLICA: «En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mí los que estáis cansados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y apren­ded de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero, y mi carga ligera"» (Mt 15,25-30).

PRECES: «Oremos, hermanos, a Cristo el Señor, esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los que han muerto; llenos de confianza, digámosle:

"Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos"»

* «Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdas de los pecados de nuestro/a hermano/a N.»

* «Por el honor de tu nombre, Señor, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia».

* «Que habite en tu casa por días sin término y goce de tu presen­cia contemplando tu rostro».

* «No rechaces a tu siervo/a ni lo/la olvides en el reino de la muer­te, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida».

* «Se tú, Señor, el apoyo y la salvación de cuantos a ti acudimos; sálvanos y bendícenos, porque somos tu pueblo y tu heredad».

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ANTÍFONA: «El Señor abra a nuestro/a hermano/a las puertas del paraí­so, para que pueda gozar ya de aquella patria donde no existe ni el dolor ni la muerte, sino sólo la paz y la alegría sin fin».

PADRENUESTRO: «El mismo Señor que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía, acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ORACIÓN FINAL: «Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo/a N., para que lo/la recibas en tu seno, pues deseó cum­plir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo/la unió aquí en la tie­rra al pueblo fiel, que tu bondad ahora lo/la una al coro de los ánge­les y elegidos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

«Dale, Señor, el descanso eterno».

fy «Y brille sobre él/ella la luz eterna».

«Descanse en paz. Amén».

CANTO FINAL: «Al paraíso» (CLN, 464).

3 Celebraciones ocasionales

El misal de Pablo vi (1970) da cabida a «misas en diversas cir­cunstancias» que no corresponden al calendario litúrgico fijado de antemano, sino al calendario real e imprevisible de la vida de la comunidad cristiana. En las «misas en diversas circunstancias» se percibe un espíritu de universalismo y de servicio, de compromi­so con el mundo y de responsabilidad social. De ahí que pueda celebrarse en infinidad de ocasiones diversas.

* * *

1. Celebración de la paz (I)

(Preside el acto una cruz con dos troncos desnudos, o una imagen de Cristo niño. En el otro extremo se coloca el ambón con la Biblia o lec-cionario. En medio puede ponerse el cirio pascual adornado con flores. Todos los asistentes forman un semicírculo. En una mesa adyacente hay vasos con vino para el brindis)

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Canto de paz» (CLN 710).

INTRODUCCIÓN: «Vivir en paz es una de nuestras aspiraciones más pro­fundas. La paz evoca buenas relaciones, bienestar, salud individual y colectiva. Nos estremecemos cuando una guerra rompe la paz; vivimos preocupados con la sensación de que la paz es un bien constantemente en peligro. El día primero de cada año ha sido declarado "Jornada Mundial de la paz", y se han creado organiza­ciones internacionales para velar por la paz. Al mismo tiempo se va consolidando la idea de que la guerra, cualquier guerra, es conde­nable».

BRINDIS (Mientras se sirven las copas, puede haber música ambiental. Se brin­da con los vasos de vino. Al elevarlos, dos personas expresan el senti­do de la reunión y los deseos de todos)

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Presidente: «La paz de Dios, que supera todo razonar, custodie vuestra mente y vuestros pensamientos mediante el Mesías Jesús» (Flp 4,7).

Ayudante: «Nos dirigimos a ti, Padre de la humanidad, necesitados de paz. Estamos rodeados de hostilidades, dispuestos a desen­fundar la espada para amenazar y amedrentar. No sólo nos asus­tan las armas mortíferas, sino las desigualdades sociales, que ori­ginan enfrentamientos en los que prevalece el más fuerte. Dentro de nosotros se desatan a veces mecanismos de destrucción, con palabras aceradas, proferidas con ira o rencor. Tú eres el Señor de la paz y quieres un reino de paz. Ayúdanos a vivir en paz».

Presidente: «La paz que tú nos das por medio de Jesucristo no es la del mundo. Es la paz de la concordia, de la armonía fraternal, fruto de la justicia y regalo de la libertad. A menudo hemos trai­cionado la paz. Te pedimos perdón».

Ayudante: * «Por las guerras que hay en el mundo, por las tiranías que se

ejercen sobre muchos ciudadanos, por el dinero injusto que negocia con armamentos, por las conferencias de paz una y otra vez fracasadas, Señor, ten piedad».

* «Por las violencias entre nosotros, por los odios entre herma­nos, por los obstáculos que dificultan una convivencia pacífi­ca, Cristo, ten piedad».

* «Por las críticas excesivas que nos hacemos mutuamente, por las tensiones y conflictos entre miembros de una misma comunidad o colectividad y por las agresividades que deja­mos crecer en nuestro interior, Señor, ten piedad».

Presidente: «El Dios de la paz tenga misericordia de nosotros, per­done nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén».

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 52,7-10 (El mensajero de la paz).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 7 «Señor, Dios mío, a ti me acojo».

SEGUNDA LECTURA: Sant 3,17 - 4,3 (Guerra y paz).

CELEBRACIONES OCASIONALES 353

PLEGARIA POR LA PAZ (Alternan dos lectores)

* «Te pedimos la paz, que nos es tan necesaria como el agua y el fuego y la tierra y el aire».

* «La paz que es perdón que nos libera de la rabia y la ira, de la envidia y la sangre».

* «La paz que es amnistía de presos y exiliados que desean un hogar más digno y más estable».

* «La paz que es libertad, la vida siempre abierta en la casa y la fábrica, en la escuela y la calle».

* «La paz que es el pan amasado cada día, que se rompe en la mesa con júbilo y con hambre».

* «La paz que es la flor de tu reino que esperamos y que hacemos más bello y cercano cada tarde».

* «Te pedimos la paz, y a nosotros nos pedimos, porque somos hermanos y tú eres nuestro Padre».

(Víctor Manuel Arbeloa)

TERCERA LECTURA: Jn 14,27-29 (Paz como despedida).

HOMILÍA: La paz no es mera ausencia de guerra, ni es tampoco la tranquilidad que proporciona el orden cuando éste va en menoscabo de la justicia. La paz es la suprema aspiración de toda la humanidad. Se construye con los valores básicos de la justicia y la libertad. Es «obra de la justicia» (Is 23,7) o un «perpetuo quehacer» (GS 78) que intenta superar la miseria económica, la opresión política y la coacción moral. En la Biblia, la paz («shaiom»), además de ausencia de guerra y de desorden, es bienestar, felicidad, salud y armonía cordial entre los seres humanos y con Dios. La paz del evangelio es una per­sona: el Mesías, «Príncipe de la paz». Es un don de Dios; no la da el mundo, sino Cristo, y es, por consiguiente, una tarea de los discípulos, de la Iglesia. Según el Vaticano n, la paz es un «signo de los tiempos» y se relaciona con el reino de Dios. La paz es promesa de Dios (don escatológico) y esperanza de una meta final («descanse en paz»). Dios se hará plenitud con la paz mesiánica. Al mismo tiempo, es esfuerzo humano o res­ponsabilidad moral. Incluye lo que anhela todo ser humano: amistad, concordia, entendimiento, encuentro, etc.

CREDO DE LA PAZ (Ver «Credos», pág. 447).

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354 CELEBRACIONES DIVERSAS

c) Reconciliación

Lector: «Os ruego, hermanos, por el mismo Señor nuestro, Jesús Mesías, que os pongáis de acuerdo y no haya bandos entre voso­tros, sino que forméis bloque con la misma mentalidad y el mismo parecer. Recibimos informes, hermanos míos, de que hay discor­dias entre vosotros. Me refiero a eso que cada uno por vuestro lado andáis diciendo: "Yo soy de Pablo", "yo de Apolo", "yo de Pedro", "yo de Cristo"..." ¿Acaso está Cristo dividido?» (1 Cor 1,10-12).

Presidente: «Padre bondadoso, que te identificas con la paz, que estás lejano y presente y que te has manifestado por tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, queremos pedirte perdón, una vez más, por medio de Jesús, que vino a dar la buena noticia a los pobres y la libertad a los oprimidos, a devolver la vista a los ciegos y a procla­mar una era de perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

INTERCESIONES: * «Por las guerras que desgarran el mundo, por las tiranías que se

ejercen sobre muchos pueblos y por el dinero injusto que se emplea en negociar con drogas y en fabricar armamentos, Señor, ten piedad».

* «Por las violencias desatadas en tantos países, por los conflictos y tensiones partidistas, por los atentados contra la unidad y la concordia y por todos los obstáculos que impiden una conviven­cia pacífica, Cristo, ten piedad».

* «Por las críticas, a menudo injustas, que nos hacemos mutua­mente, por las disensiones entre hermanos y amigos y por todas las agresividades que manifestamos, contrarias a la paz cristiana, Señor, ten piedad».

Presidente: «Pidamos perdón en silencio al Dios de la paz (Silencio). Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén».

POEMA: «Balada para pedir la paz de todos»; «Haz la paz»; «La paz íntima»; «Las armas de la paz»; «Un instrumento de paz» (Ver «Poemas», págs. 515, 542, 551, 554 y 593).

ABRAZO DE PAZ: «Como gesto de reconciliación, nos damos el abrazo de la paz».

(Se termina con una música ambiental)

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CELEBRACIONES OCASIONALES 355

2. Celebración de la paz (II)

INTRODUCCIÓN: «"Paz" es una palabra cargada de diversos sentidos y que se puede interpretar erróneamente. Puede usarse como saludo ("La paz con vosotros"), o expresar un deseo ("Vete en paz"; "Descanse en paz") o una evasión ("Déjame en paz"...) En la actua­lidad hemos redescubierto que hay otra palabra que va necesaria­mente unida a la paz; es la palabra "justicia" ("La justicia y la paz de besan": Sal 84,11). Y hemos descubierto también que ambas suponen una tarea conjunta: "La obra de la justicia será la paz" (Is 32,17); "los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia" (Sant 3,18). Sólo es pacífico el ser humano justo. Esto vale para uno mismo y para los demás, para los que están cerca y para los que están lejos. No puede haber paz si en el propio corazón hay codicia, envidia, desprecio. La paz colectiva será el fruto de un orden social. La lucha por la paz y la justicia pertenece a la misión testimonial y profética del creyente».

CANTO DE ENTRADA: «Canto de paz» (CLN, 710).

SALUDO INICIAL: «Que la paz de Cristo actúe de arbitro en vuestro cora­zón; que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su rique­za» (Col 3,15a.l6a).

PRIMERA LECTURA: Gn 4,1-16 (Caín y Abel); Is 9,2-7 (El Mesías, Príncipe de la paz).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 4 «Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío».

SEGUNDA LECTURA: Rom 12,1-2.9-18 (Vivid en paz con todos); Ef 2,11-18 (Judíos y gentiles reconciliados); Sant 3,17 - 4,3 (Guerra y paz).

EVANGELIO: Mt 5,38-48 (Yo os digo); Mt 10,34-39 (La paradoja de la paz); Jn 14,27-29 (Paz como despedida).

HOMILÍA: La paz no es ausencia de guerra (mera tregua) ni equili­brio de fuerzas adversarias (guerra fría) ni imposición de la calma por la fuerza (orden público). La paz es «Shalom», armonía con Dios, con los hermanos y con la creación; es feli­cidad espiritual y material, consecuencia de la justicia, la liber­tad y el amor. La paz es un don de Dios en Cristo, «príncipe de la paz». A la hora del nacimiento de Jesús, el mensaje que los ángeles pregonan es: «paz a los hombres que Dios ama». La paz es, asimismo, una tarea de todos y de cada uno (GS 78).

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356 CELEBRACIONES DIVERSAS

Es responsabilidad común de la persona entera, porque es una aspiración profunda; es consecuencia del respeto a la dignidad personal; es cultura solidaria, bienes compartidos, sociedad justa. Pero la paz está amenazada constantemente por el peca­do personal y social. No es algo del todo hecho, sino constan­te quehacer.

CANTO DE LA PAZ: «Sea la paz con nosotros» (CLN, NI).

SÍMBOLO (Darse el abrazo de paz; soltar una paloma de una jaula)

POEMA: «Balada para pedir la paz de todos»; «Haz la paz»; «La paz íntima»; «Las armas de la paz»; «Un instrumento de paz» (Ver «Poemas», págs. 515, 542, 551, 554 y 593).

3. Renovación de la vida religiosa

a) Rito de entrada

CANTO DE ENTRADA: «Éste es el tiempo en que llegas» (CLN, 762). (Procesión de entrada con incienso, cruz, cirios y leccionario)

INTRODUCCIÓN: «Desde los primeros siglos de la Iglesia, algunos cris­tianos han abrazado la vida religiosa. La profesión religiosa es la decisión pública —por parte de un bautizado o bautizada— de vivir los consejos evangélicos en una comunidad, cuyo superior o supe-riora acepta esta entrega en nombre de la Iglesia. Hoy vamos a vivir la renovación de la vida religiosa de varios/as hermanos/as que la profesaron hace algunos años».

PRESENTACIÓN (El superior/a presenta a los religiosos/as que renuevan su vida religiosa)

. PRECES DE PERDÓN

SALUDO DEL PRESIDENTE

ORACIÓN: «Oh Dios, que cuidas del universo y gobiernas con amor a los seres humanos, mira a estos/as hijos/as tuyos/as, que desean renovar su entrega; concédeles que, de día en día, se unan más ínti­mamente al misterio de la Iglesia y se consagren al bien de la socie­dad humana. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

CELEBRACIONES OCASIONALES 357

b) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: 1 Sm 3,1-21 (Vocación de Samuel)

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 99 «Aclama al Señor, tierra entera» (CLN, 517).

SEGUNDA LECTURA: Flp 3,8-14 (Ser consecuentes). (Aclamación del aleluya)

EVANGELIO: Mt 19,16-29 (El joven rico); Me 10,17-31 (El hombre rico); Le 18,18-30 (Jesús y el rico).

HOMILÍA

CREDO (Se presentan tres velas como signo de fe de la familia, del pueblo y de la congregación. Los religiosos/as expresan su profesión de fe. Al ter­minar cada expresión de fe, se enciende una vela)

PRECES DE LOS FIELES

c) Liturgia simbólica

RENOVACIÓN DE VOTOS

SÍMBOLO (Velo, anillo y diurnal [oración]. Se puede usar asimismo una corona de hojas y flores, un canastillo de pedir [voto por los pobres], un icono de la Virgen [castidad] y una campanilla [obediencia])

BENDICIÓN:

«En verdad es justo, Señor, que cantemos tus alabanzas, pues eres tú quien hace germinar los santos propósitos, tú quien los lleva a término.

Por medio de tu Hijo, en el Espíritu Santo, creaste con amor inefable a la familia humana, y tu amor para con ella fue tan grande que la enriqueciste como a una esposa, haciéndola semejante a ti y dándole parte en tu misma vida eterna.

Cuando llegó la etapa final de la historia, suscitaste de la raíz de Jesé una Virgen, y sobre ella vino el Espíritu Santo, que la cubrió con su sombra para que diera a luz al Redentor del mundo.

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358 CELEBRACIONES DIVERSAS

Te pedimos, pues, Padre que envíes sobre estos/as hijos/as tuyos/as el fuego del Espíritu para que alimente siempre la llama de aquel propósito que él mismo hizo germinar en sus corazones.

Resplandezca en ellos/as, Señor, todo el esplendor de su bautismo y la ejemplaridad de una vida santa. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén»

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo Ordinario C: «Vocación», pág. 306).

d) Rito de conclusión

MAGNÍFICAT

CANTO FINAL: «Si me falta el amor» (CLN 741).

4. Inauguración de una nueva vivienda

INVITACIÓN: «Sed todos bienvenidos a esta casa que hoy inauguramos. Como cristianos, lo primero que queremos hacer en este hogar es dirigirnos a Dios para implorar su bendición y alabarle por su bon­dad. Antes de formular nuestras peticiones, escucharemos lo que Dios mismo nos dice a través del libro que contiene su palabra».

PRIMERA LECTURA: Eclo 29,21-23 (Necesidad de una casa para llevar una vida humana).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 126

(Leído por un lector o cantado y recitado por todos)

EVANGELIO: Le 10,5-7a (Cuando entréis en una casa...).

INVOCACIONES

(Las introduce el padre de familia, las enuncia otro miembro de la fami­lia y son respondidas por todos los asistentes)

INTRODUCCIÓN: «Hemos escuchado que todas las familias necesitan una casa para vivir y que para satisfacer esta necesidad hay que confiar plenamente en la bondad del Señor. Y hemos escuchado

CELEBRACIONES OCASIONALES 359

también que una casa verdaderamente cristiana favorece la paz entre sus moradores y ofrece hospitalidad a todo el mundo. Invoquemos a Dios, nuestro Padre, por mediación de Jesucristo, en la fuerza y el amor del Espíritu Santo, para que todas estas cuali­dades se cumplan en la casa que hoy inauguramos. Respondamos diciendo: "Te lo pedimos, Señor"».

PRECES:

R/ «Te lo pedimos, Señor»

* «Para que este (nuevo) hogar satisfaga las necesidades de refu­gio, protección e intimidad de la familia que aquí vive, regue­mos al Señor».

* «Para que los que viven en esta casa sean siempre fieles a tu palabra y obedientes a tu voluntad, reguemos al Señor».

* «Para que esta casa sea un hogar de paz, concordia, amor y ser­vicio mutuo, reguemos al Señor».

ORACIÓN FINAL: «Señor y Padre nuestro, te damos gracias por todos tus dones, y especialmente por esta nueva casa. Haz de ella una mora­da digna de tus hijos, donde el amor una a los que viven en ella y acoja generosamente a los que llamen a su puerta. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(Joan Llopis, en Plegarias familiares)

5. Oraciones familiares

a) Antes de emprender un viaje

LECTURA BÍBLICA: Tob 5,4-7.16-17 (El arcángel Rafael, compañero de viaje de Tobías).

CÁNTICO EVANGÉLICO: Le 1,68-79: «Benedictus» (Ver «Cánticos», pág. 600 ).

ORACIÓN: «Dios y Padre nuestro, ahora que estamos a punto de emprender este viaje, te pedimos que guíes nuestros pasos por el camino de la paz, que nos protejas de toda clase de peligros y que nos hagas regresar con salud y alegría a nuestros hogares. Marchemos en paz. En el nombre de Cristo. Amén».

(Joan Llopis, en Plegarias familiares)

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360 CELEBRACIONES DIVERSAS

bj En tiempo de tribulación (Para un momento familiar de desgracia: calamidad, desgracia, enfer­medad grave, encarcelamiento, etc.)

ORACIÓN INICIAL: «Dispon nuestros corazones, Señor, a escuchar tu palabra, con la que nos consolamos mutuamente en estos momen­tos de tribulación. Amén».

PRIMERA LECTURA: Lam 3,17-26 (Confianza en Dios).

SALMODIA: «Ahora haremos nuestra la oración que Jesús dirigió al Padre cuando se encontraba en la gran tribulación de su muerte inminente»

(Se lee la primera parte del Salmo 21)

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,31-39 (Si Dios está con nosotros...).

SALMODIA

(Se lee la segunda parte del Salmo 21)

EVANGELIO: Mt 7,7-11 (Pedid y se os dará).

SALMODIA

(Se lee la tercera parte del Salmo 21) ORACIÓN FINAL: «Confortados con las palabra de la Escritura que

hemos escuchado y meditado, dirijamos ahora al Padre que nos ama la misma oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro...»

«Líbranos de todos los males, Señor, mientras esperamos la glo­riosa venida de nuestro Salvador Jesucristo».

Py «Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor».

(Joan Llopis, en Plegarias familiares)

6. Veinticinco años de una Coral

a) Rito de entrada

INTRODUCCIÓN

(Se narra brevemente la historia de la Coral, cuya finalidad es cantar, sin olvidar su eventual función religiosa. Hecha la memoria, se da sen­tido a la celebración: dar las gracias a quienes la hicieron posible y, por supuesto, a Dios, si se trata de una coral con dimensión cristiana. Se agradece la presencia de los asistentes)

CELEBRACIONES OCASIONALES 361

SALUDO INICIAL: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres» (Flp 4,4-5).

h) Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: IS 61,10-11 (Me alegro con Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 125 «Cuando el Señor cambió la suerte de Sión».

SEGUNDA LECTURA: 1 Tes 5,16-24 (Estad siempre alegres).

EVANGELIO: Jn 16,19-24 (Os alegraréis de verme).

HOMILÍA: La música y el canto dan a la existencia un carácter festi­vo. El canto en la celebración cristiana logra una mayor inci­dencia de la palabra, expresa con profundidad la confesión de fe, despliega la plegaria y vigoriza el gesto sacramental de la comunión. En suma, es una palabra más intensa que desplie­ga su poder, es un medio de unión que exige y produce una­nimidad y es una expresión de la fiesta que concita senti­mientos de alegría. La palabra adquiere una nueva dimensión por medio del canto, que rastrea lo inefable del misterio cris­tiano, sondea lo profundo de la interioridad y ayuda a que la fe se enraice en el mundo de la afectividad. El canto de la asamblea a una sola voz es símbolo de concordia, armonía y vida ejemplar. Muchas partes de la liturgia se cantan para que su contenido penetre en las capas profundas de la persona creyente.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

* «Te pedimos, Señor, por todas las personas que se comprometen en el servicio de la comunidad aportando sus propios dones, cua­lidades y carismas. Roguemos al Señor».

* «Te rogamos, Señor, por nuestra coral, que bajo el nombre de ..., se propone comunicar alegría en son de fiesta y en paz. Roguemos al Señor».

* «Acuérdate, Señor, de los compañeros y compañeras que han formado parte de nuestra coral a lo largo de estos veinticinco años, gracias a los cuales podemos celebrar este aniversario. Roguemos al Señor».

* «Acoge en tu seno, Señor, a los que cantaron en esta coral y nos precedieron en la vida. Que sigan cantando delante de ti con los ángeles y arcángeles. Roguemos al Señor».

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CELEBRACIONES DIVERSAS

* «No te olvides, Señor, de los que semana tras semana nos reuni­mos para ensayar. Que seamos fieles a tu llamada y a nuestro modesto servicio. Roguemos al Señor».

* «Ayuda, Señor, a toda nuestra feligresía para que por medio de tu palabra y nuestro canto viva en paz y en concordia. Roguemos al Señor».

c) Liturgia simbólica

OFRENDAS

Partitura: «Esta partitura es un signo de nuestros esfuerzos por cantar bien, merced a la ayuda de nuestro director y al trabajo conjuntado de todos nosotros».

Reloj: «Este reloj simboliza el tiempo que dedicamos al canto y los momentos de gozo que esta tarea nos produce».

Flores: «Este ramo de flores representa nuestra diversidad. Los miembros de la coral somos diferentes, pero queremos vivir como hermanos y amigos. A semejanza de la belleza y el aroma que difunden las flores, nosotros queremos transmitir alegría y felicidad con nuestros cantos».

Vela: «Con la luz de esta vela ofrecemos el trabajo de todos los gru­pos que en nuestro pueblo (ciudad) intentan ensanchar el nivel cultural y elevar la calidad de la vida. Ojalá que esta llama per­manezca siempre encendida».

Pan y vino: «El pan y el vino, alimentos básicos de la vida, repre­sentan nuestros ágapes en común, especialmente en la celebra­ción de nuestros cumpleaños. Hoy simbolizan la eucaristía, acción de gracias cristiana».

d) Rito de conclusión

HOMENAJE (Después de la celebración, se recuerda la labor de todos los directores de la coral y se les da algún objeto significativo)

(Celebración tenida en Cintruénigo [Navarra] el 20 de noviembre de 1994, con ocasión del XXV aniversario de la Coral «Virgen de la Paz», fundada por D. Félix Floristán)

4 Temas de celebración

El Vaticano n desencadenó en la Iglesia una nueva dinámica comu­nitaria que, lógicamente, necesitaba guías y orientaciones para liturgias domésticas o grupales. Se pretendía celebrar de acuerdo con situaciones o problemas surgidos por necesidades de la comunidad cristiana. Incluso se habló de celebraciones «temáti­cas». Otro tanto ocurrió en el campo de la catequesis, tanto de jóvenes como de adultos, que solía incluir en el tratamiento de muchos temas una jornada final en forma de celebración de la palabra.

Naturalmente, aunque toda celebración cristiana debe mante­ner siempre un carácter espontáneo y plural, sin ceñirse excesiva­mente a un tema prefijado, es exigible que mantenga una cohe­rencia, un hilo conductor. Pueden y deben hacerse presentes en la celebración litúrgica ciertos hechos o situaciones de la vida real a los que se aplica, a veces exageradamente, incluso en el lenguaje común, el término «tema».

Estos «temas» de celebración giran en torno a una idea central como orientación y guía. Pueden utilizarse con libertad, eligiendo de aquí y de allá diversos elementos.

* * *

1. Acogida

INTRODUCCIÓN (Ver «Acogida» en «Símbolos religiosos», pág. 704).

CANTO DE ENTRADA: «TÚ, fuente viva» (CLN, 758).

SALUDO INICIAL: «Esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trans­ciende todo y lo penetra todo y lo invade todo» (Ef 4,3-6).

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364 CELEBRACIONES DIVERSAS

PRIMERA LECTURA: Gn 18,1-10a (Hospitalidad de Abrahán).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 23 «Del Señor es la tierra y cuanto la llena».

SEGUNDA LECTURA: Rom 15,5-9b (Mutua acogida cristiana); Ap 3,14-22 (Entraré en tu casa).

EVANGELIO: Le 19,1-10 (La conversión de Zaqueo).

HOMILÍA: El ser humano, desde su nacimiento, necesita protección y ayuda. Todos nacemos con una vital necesidad de ser acogi­dos, gratificados. Una persona hospitalaria es una persona capaz de realizar espontánea y generosamente el fecundo gesto de la acogida. Ser «hospitalario» significa acoger, recibir, albergar, hospedar... Exige solicitud amorosa y gratuidad. Según Jesús, la hospitalidad es un signo de reconocimiento de sus seguidores. Quien acoge a un extranjero acoge al mismo Jesús. La acogida es un signo de recepción que se des­prende siempre del amor, ya sea respecto del prójimo, ya sea respecto de Dios. La práctica de la hospitalidad es un signo cristiano. Cada vez que nos reunimos, ejercemos el oficio de la acogida.

SÍMBOLO (Aderezar una mesa para una comida compartida; brindar con vino; dar la mano o un abrazo al que llega; abrir las puertas al que entra; entrar y presentarse; perfumar al que viene...)

POEMA: «Oración por los que somos de carne» (Ver «Poemas», pág. 573).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXXI Domingo Ordinario C: «Acogida», pág. 360).

* * *

2. Alegría

INTRODUCCIÓN: «La alegría es un sentimiento de satisfacción y de bie­nestar. Está alegre la persona que se siente feliz consigo misma y con los demás. La alegría, pues, nace de unas relaciones persona­les satisfactorias, del hecho de haber realizado lo que uno se había propuesto, de haber logrado algo plenamente satisfactorio para el grupo... En última instancia, la alegría brota del destino final huma-

TEMAS DE CELEBRACIÓN 365

no, que consiste en glorificar a Dios y disfrutar de su compañía en la comunidad de hermanos».

CANTO DE ENTRADA: «Cristo, alegría del mundo» (CLN, 761).

SALUDO INICIAL: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca» (Flp 4,4-5).

PRIMERA LECTURA: Is 61,10-11 (Me alegro con Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 125 «Cuando el Señor cambió la suerte de Sión».

SEGUNDA LECTURA: 1 Tes 5,16-24 (Estad siempre alegres).

ACLAMACIÓN: «Aclamad al Señor» (CLN, 225).

EVANGELIO: Jn 16,19-24 (Os alegraréis de verme).

HOMILÍA: Desde el punto de vista bíblico, la alegría se relaciona con el cumplimiento de las promesas de Dios y la presencia salva­dora de Jesús. La nueva situación inaugurada por Jesucristo produce alegría, que es un don de Dios. Naturalmente, se vive la alegría en tensión con el sufrimiento y la tristeza, tensión que ha de sobrellevarse con fe. La alegría es también gozo anticipado por lo que Dios ha preparado. De hecho, aunque la Iglesia no siempre ha sabido transmitir un mensaje de alegría, sí ha habido siempre en ella hombres y mujeres de fe que la han testimoniado. Entre los dones del Espíritu Santo está el carisma de la alegría. San Pablo nos invita a estar alegres: ale­gres por la venida del Señor, por mantener la esperanza, por situarnos en proceso de conversión y por compartir con los hermanos la cena del Señor. Cuando Jesús asciende a los cie­los y bendice a sus discípulos, éstos regresan a Jerusalén «con gran alegría».

SÍMBOLO (Inflar globos, encender bengalas, explotar petardos, danzar en grupo, arrojar «confetti», entregar un ramo de flores...)

HIMNO: «En el nombre del Padre» (Ver «Himnos», pág. 488).

POEMA: «Primero era la tierra y la alegría» (Ver «Poemas», pág. 576).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVIII Domingo Ordinario B: «Felicidad», pág. 222).

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366 CELEBRACIONES DIVERSAS

3. Alianza

INTRODUCCIÓN: «La vida humana, por ser vida social, es impensable sin acuerdos, pactos, alianzas. El ser humano nace menesteroso, débil, y necesita tutelas amorosas. Quiere ser libre y está circundado de servidumbres. Busca amores definitivos, sublimes, y encuentra ofrecimientos interesados. La vida, en el mejor de los casos, es pacto y alianza, relación de amor. La alianza es un signo de amor, de paz, de victoria. Puede ser también acuerdo de asociación de naturaleza religiosa. Al aliarse dos partes, asumen un compromiso de fidelidad mutua en beneficio de ambas. En definitiva, la alianza es como un matrimonio. Precisamente al casarse, los novios inter­calan sus "alianzas" y sellan un compromiso. El pacto de Dios con la humanidad es, según la Biblia, una alianza conyugal. En multi­tud de ocasiones traicionamos la alianza por infidelidad. Pero, aun­que nosotros seamos infieles, Dios es siempre fiel».

CANTO DE ENTRADA: «Dios es fiel» (CLN, 117).

SALUDO INICIAL: «Que el Dios de la paz, que libró de la muerte al Sumo Pastor del rebaño, portador de una sangre de alianza perpetua, a nuestro Señor Jesús, os equipe con dones de toda clase para reali­zar su designio y os utilice para ir realizando lo que él estima indi­cado, por medio de Jesús el Mesías. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Heb 13,20-21).

PRIMERA LECTURA: Gn 17,1-9 (Alianza con Abrahán); Ex 24,3-8 (Alianza del Sinaí); Jr 31,31-32a.33-34a (La nueva alianza).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 88 «Cantaré eternamente» (CLN 512).

SEGUNDA LECTURA: 2 Cor 1,18-22 (Alianza de Cristo).

EVANGELIO: Me 14,12-16.22-26 (Signo de la nueva alianza); Jn 19,25-37 (La nueva alianza de la cruz).

HOMILÍA: El término «alianza» es muy utilizado en las Escrituras, donde se describe el pacto irrevocable y eterno de las relacio­nes de Dios con su pueblo, en virtud del cual Dios concede gratuitamente su gracia. Hubo alianzas de Dios con Noé, Abrahán, Moisés y David. En el Antiguo Testamento, la comi­da cultual rubrica la alianza. El cristianismo es pacto y alianza, relación de amor entre Dios y el ser humano. La iniciativa es de Dios, que en la nueva alianza ofrece a su propio Hijo, el cual derrama su sangre para la nueva alianza. Jesucristo es el

TEMAS DE CELEBRACIÓN 367

mediador de la nueva alianza gratuita, definitiva, radical y cre­adora de un mundo nuevo. La eucaristía, nueva alianza, pre­cede al sacrificio de la cruz. Por la muerte y resurrección de Jesucristo, todas las naciones son invitadas a la nueva alianza, que no está escrita en las tablas de la Ley, sino en lo más pro­fundo de los corazones. Así se manifestó en Pentecostés. Los que rubrican la nueva alianza constituyen el nuevo pueblo de Dios. Dios se convierte en el aliado del pueblo. Al exigir la nueva alianza frutos de santidad y de justicia, los cristianos fácilmente rompemos el pacto, no queremos servir, nos da miedo el compromiso... Jesús no llegó a un acuerdo con los poderes dominantes de su tiempo, sino que vivió una indes­tructible alianza con el pueblo, porque sólo pactó con Dios. La Iglesia, en cuanto pueblo de Dios, ha de pactar según las exi­gencias de la alianza de Jesús.

SÍMBOLO (Intercambiar anillos de boda; brindar con vino; firmar en un libro o pergamino adecuado...)

HIMNO: «Señor, el día empieza» (Ver «Himnos», pág. 505).

POEMA: «Epílogo abierto» (Ver «Poemas», pág. 539).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Corpus Christi C, «Alianza»; pág. 300).

***

4. Amor

INTRODUCCIÓN: «La caridad ha sido frecuentemente falseada, reducida espiritualmente a consuelo de afligidos y, materialmente, a limos­na. Para rescatar su sentido primigenio, se ha dicho que la caridad es amor. Pero también el amor ha sido prostituido por la retórica o la inoperancia. Ha sido reducido al amor-sentimiento, al amor-belleza o al amor-sexualidad. Un primer paso para rescatar el amor consiste en verlo como constitutivo antropológico humano. Pero no puede ser reducido al ámbito personal, familiar o conyugal. La relación de amor no es simplemente yo-tú, sino yo-pueblo, yo-her-manos. Sin praxis, es decir, sin acción transformadora del mundo, no hay amor. El amor cristiano es caridad política: ha de alcanzar a la sociedad entera. El "prójimo" evangélico no es tanto el que está próximo cuanto el que padece necesidad, el desheredado, el desva-

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368 CELEBRACIONES DIVERSAS

lido. Pero los desvalidos no son hoy sólo personas aisladas, sino clases sociales y países enteros. La liberación y su celebración cris­tiana sólo son posibles a partir de la praxis de la caridad política. Si la eucaristía celebra una entrega, una donación, un servicio, no es posible celebrarla más que en la búsqueda de justicia, en una diná­mica de caridad. Dios es reconocido en la Biblia como aquel que nos ama. El amor resume todo el evangelio».

SALUDO INICIAL: «Dios es amor; amémonos, pues, unos a otros como Dios nos ha amado» (1 Jn 4,8.11).

PRIMERA LECTURA: LV 19,1-2.17-18 (Amarás a tu prójimo).

DECÁLOGO ACTUALIZADO (Con fondo musical)

«Escucha, Adán; escucha, Eva: Yo soy tu Dios, el Padre de Jesús, tu único Señor.

1. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón. 2. No adorarás ídolos: ni el Dinero, ni el Consumo, ni el Poder, ni

el Prestigio... 3. No tentarás al Señor tu Dios, ni le irritarás con desconfianzas.

No utilizarás a Dios ni le silenciarás. 4. Serás agradecido, respetuoso y servicial para quienes te dieron la

vida. Serás responsable de la vida que has hecho nacer. 5. Respetarás y protegerás la vida de tus semejantes. No les harás

daño ni les privarás de lo necesario para vivir. 6. Te ganarás el pan y servirás a tus hermanos con tu trabajo. 7. No abusarás sexualmente de ninguna persona. Serás fiel a tu

cónyuge y a tus compromisos. 8. Serás justo con tus semejantes y respetarás sus derechos y sus

bienes. 9. Serás buen ciudadano, respetuoso y colaborador con el bien de

todos. 10. Dirás la verdad, respetando la intimidad. No engañarás ni men­

tirás». (Augusto Hortal)

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 12,31 - 13,8a (Himno a la caridad); 1 Jn 4,7-16.19-21 (La fuerza del amor de Dios).

EVANGELIO: Mt 7,1-15 (No juzguéis); Mt 25,31-46 (El último juicio); Le 10,25-37 (El buen samaritano); Jn 13,33-35; 15,9-16 (El nuevo mandamiento).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 369

HOMILÍA: La palabra «amor» se ha utilizado tan abusivamente que ha sido trivializada o devaluada. De hecho, abarca en nuestro idioma multitud de contenidos. Hay quienes no entienden —o entienden mal— el «amor al prójimo» y el «amor de Dios». Para volver a reconocer lo que significa amar, es preciso des­cubrir la entrega de Jesucristo. Sólo así se puede entender que Dios es amor radical y sin límites. Los profetas afirman que Dios ama a los seres humanos como un padre, como una madre, como un esposo..., y que espera ser amado. Desde las diversas concepciones humanas del amor hasta el misterio del amor divino, que culmina en la cruz de Cristo, la Biblia descu­bre el sentido del amor de Dios al ser humano y del amor del ser humano a su prójimo y al propio Dios. El amor de Dios a la humanidad se revela en las intervenciones históricas en favor de su pueblo; es un amor que se renueva de generación en generación. Este amor se manifiesta de un modo electivo y personal bajo la forma de una amistad, siendo los profetas sus confidentes. Finalmente, es amor misericordioso que salva y perdona. Al amor de Dios corresponde el amor al prójimo. En la Biblia no hay oposición entre fe y caridad, entre liturgia y amor. La fe que no es activa en el amor no es fe. Y el amor que no se expresa con el perdón no es amor cristiano. El amor a los hombres y mujeres —especialmente a los desvalidos— desde el seguimiento de Jesús ha sido y es fuente de renova­ción y de liberación.

SÍMBOLO (Ofrecer un ramo de rosas rojas; darse la mano o un abrazo; encender una llama...)

POEMA: «El doble mandamiento»; «Solidaridad» (Ver «Poemas», págs. 529 y 583).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXXI Domingo Ordinario B: «Amor nuevo», pág. 248).

5. Asamblea

INTRODUCCIÓN: «La asamblea es un grupo de personas que se reúne en un lugar por un motivo común, animadas por un espíritu de her­mandad. Los cristianos se reúnen con frecuencia, no sólo para cele­brar dominicalmente la memoria del Señor, sino para ayudarse

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370 CELEBRACIONES DIVERSAS

mutuamente en lo personal, en lo comunitario, en lo espiritual y en lo social. Por consiguiente, es necesario que la reunión cristiana esté penetrada de Espíritu, activo en la reflexión común, en la dis­cusión dialogal, en el trabajo bien hecho, en el acuerdo que quiere ser un paso más en el camino hacia el reino. La reunión dominical es un rasgo distintivo cristiano».

SALUDO iNiciAL:«Vosotros sois el cuerpo de Cristo, dice el Señor, y sus miembros cada uno por su parte» (1 Cor 12,27).

PRIMERA LECTURA: LV 19,1-2.17-18 (Amarás a tu prójimo); Neh 8,1-4a.5-6.8-10 (Asamblea del pueblo).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 11,17-34 (Eucaristía y compromiso).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 112 «Alabad, siervos de Dios».

TERCERA LECTURA: Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-14 (Los tres «sumarios»).

HOMILÍA: Desde el comienzo del cristianismo, los creyentes, convo­cados por Dios, se han reunido periódicamente para celebrar. Asamblea cristiana es la reunión de la comunidad de creyen­tes o del pueblo de los bautizados, convocado por Dios o por sus representantes para escuchar la palabra del Señor y cele­brar la acción litúrgica, a la que se agregan los creyentes por el bautismo, formando una unidad por la eucaristía. Cada vez que celebramos, nos reunimos en asamblea. La asamblea es, pues, el sujeto de la celebración y el principal signo de la Iglesia. En las asambleas bíblicas —y, por consiguiente, en las cristianas— se observan cuatro elementos: la reunión del pue­blo, previamente convocado en el nombre de Dios; la procla­mación de la palabra del Señor; la adhesión del pueblo a esta palabra; y un gesto que sella el pacto o el sacrificio. Lo decisi­vo en la liturgia no es, en realidad, el local, ni la obligación, ni el ministro (presidente-servidor de la asamblea), sino el sacra­mento cristiano de la asamblea, en la medida en que los cre­yentes reunidos por el Espíritu escuchan, oran, cantan, alaban e interceden. En una palabra, la asamblea cristiana es una comunidad de fieles (congregados por la fe y el bautismo), ministerialmente ordenada (con responsables), reunida en un lugar para la liturgia (un local apto) y en la que está presente el Señor (es de Dios).

SÍMBOLO (Tomarse de la mano; dar el gesto de paz; comer juntos)

TEMAS DE CELEBRACIÓN 371

HIMNO: «Porque anochece ya» (Ver «Himnos», pág. 500).

POEMA: «El don de Dios» (Ver «Poemas», pág. 530).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXI Domingo Ordinario C: «Reunión», pág. 340).

6. Ascensión

INTRODUCCIÓN: «La perfección del ser humano es concebida como una superación, un progreso, una maduración. Perfeccionarse es dar pasos adelante, alcanzar nuevas metas, desarrollar facetas inéditas de la personalidad, acercarse a la plenitud, ascender a lo más alto. Las imágenes que indican las posibilidades de la vida humana son la semilla que crece, el camino que se recorre, la meta que se espe­ra... El ser humano, sin embargo, nunca llega a alcanzar la madu­rez que persigue; la vida es un proyecto que se va perfilando, pero que nunca se acaba. Por ello, para mantenerse en forma es necesa­rio tener presente la promesa, la meta, aquello que queremos alcan­zar: la ascensión total. Pero la esperanza no es una mera lejanía que se intuye, sino un quehacer, un compromiso actual. El futuro del ser humano interpreta y diseña su presente. Nuestra última espe­ranza está en Cristo, que ascendió a los cielos, a la plenitud de Dios».

SALUDO INICIAL: «¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús al que se han llevado de aquí al cielo volverá como lo habéis visto marcharse» (Hch 1,11).

INVITATORIO PRESIDENCIAL:

«Cuando el Señor inició su ruta hacia la pasión, decía a los apóstoles durante el camino: "Estamos subiendo a Jerusalén, donde será entregado el Hijo del hombre".

Hoy nosotros queremos acompañarle para sufrir y morir con Él.

Entonces podremos escuchar su nueva palabra, que dice: "Ahora no subo ya a la Jerusalén terrena; asciendo a mi Padre y a vuestro Padre,

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372 CELEBRACIONES DIVERSAS

a mi Dios y a vuestro Dios, para llevaros conmigo un día a la Jerusalén de arriba, al reino de los cielos"».

(Liturgia bizantina)

PRIMERA LECTURA: Job 19,1.23-27a (Yo sé que está vivo).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 46 «Pueblos todos, batid palmas» (CMD, 207).

SEGUNDA LECTURA: Hch 1,1-11 (Ascensión de Jesús); Rom 14,7-9 (Sentido de la vida y de la muerte); Heb 9,24-28; 10,19-23 (El camino del Padre).

EVANGELIO: Le 24,46-53 (Ascensión de Jesús).

HOMILÍA: La Ascensión de Jesús es la plenitud de su Encarnación. En virtud de la Ascensión, Dios asume el cosmos, la vida, la humanidad. Este misterio del Señor nos revela que la plenitud sólo la alcanzamos al final y que, además, es un don de Dios. Jesús, exaltado, hecho Señor y Primogénito de los hermanos, es la garantía de la promesa que esperamos. Pero es a la vez un proyecto inmediato de acción, un quehacer, una tarea sin dilación: «¿Qué hacéis mirando al cielo? Volverá»; pero por el momento «quedaos en la ciudad» e «id y haced discípulos», sabiendo «que yo estoy con vosotros todos los días». La Ascensión es, en definitiva, un misterio de esperanza.

PRECES: * «Jesucristo, Señor exaltado a los cielos, mira con amor a tus her­

manos y hermanas en la tierra». * «Tu ascensión a la esperanza de nuestra gloria futura y tu pre­

sencia junto al Padre anuncian nuestra entrada en la mansión eterna».

* «Te pedimos que el deseo de lo celestial nos inspire respeto hacia el momento presente».

* «Que tu ascensión al cielo nos mueva a trabajar para que tu glo­ria brille en la tierra».

* «Así daremos testimonio de tu presencia ante nuestros hermanos y hermanas hasta el fin de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(Lucien Deiss)

TEMAS DE CELEBRACIÓN 373

SÍMBOLO (La extinción del cirio pascual. Antiguamente, al acabar la eucaristía de la Ascensión se apagaba el cirio pascual, como un símbolo del final de la vida terrestre de Jesús, y se llevaba a las fuentes bautismales. Ahora lo apagamos para significar el misterio de la Ascensión de Jesús. Según los Hechos, Cristo subió a los cielos a los cuarenta días de la resurrección. Los judíos situaban a Dios arriba, y la tierra abajo. Por este motivo, Cristo asciende. Significa la glorificación de Jesús, su exaltación como Señor. La Ascensión es, a la vez, comienzo de la misión de la Iglesia, protegida por el Cristo glorioso y el Espíritu)

POEMA PARA APAGAR EL CIRIO PASCUAL:

1. «Reconocemos hoy, ante esta luz, que nuestra vida tiene sentido porque tú, Padre, eres fuente de luz, y tu Hijo Jesús es la luz del mundo.

2. Fuimos iluminados un día desde el cirio pascual; en nuestros corazones hay prendida una luz. Al ascender, Jesús se alejó de los suyos, y al bendecirlos en su ascensión, se quedó.

3. La vida es un apagar y un encender, un descender y un subir. Durante la Pascua hemos cantado la iluminación de Jesús, su resurrección.

4. Al apagar ahora este cirio queremos expresar la Ascensión del Señor y su nueva presencia en la luz de la fe y en el compromiso de justicia y caridad.

5. Que la oscuridad sea instantánea; que los nubarrones de la vida acrecienten el deseo de ver la luz. Gracias, Padre, por la luz de la verdad».

ORACIÓN FINAL: «Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo como luz verdadera, derrama tu Espíritu para que siembre la semilla de la verdad en el corazón de los seres humanos y suscite en ellos la fe, de modo que todos, renacidos a una nueva vida por medio del bau­tismo, lleguen a formar parte de un único pueblo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

HIMNO: «A contraluz subías» (Ver «Himnos», pág. 481).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Ascensión del Señor A: «Ascensión», pág. 64).

***

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374 CELEBRACIONES DIVERSAS

7. Bendición

INTRODUCCIÓN (Ver «Bendecir» en «Símbolos religiosos», pág. 709).

CANTO DE ENTRADA: «Aclamad al Señor» (CLN, 225).

SALUDO INICIAL: «¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos sido bendecidos desde el cielo con toda clase de bendiciones del Espíritu!» (Ef 1,3).

PRIMERA LECTURA: Nm 6,22-27 (Bendición a los israelitas); Dt 33,1.13b-16a (Bendición de Moisés); Sab 13.1-7 (Hermosura del universo); Eclo 18,1-9 (Dios es Señor).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 117 «Éste es el día» (CLN, 522).

SEGUNDA LECTURA: Col 1,9b-14 (Que Dios os bendiga).

EVANGELIO: Jn 14,1-10 (Jesús, camino hacia el Padre).

HOMILÍA/. La eucaristía se celebra siempre para ciar gracias y alabar al Padre, dadas sus bendiciones. Por eso se llama «eucaristía», que significa «acción de gracias». Esta acción de alabar, agra­decer, elogiar y bendecir a Dios se apoya en un motivo princi­pal: el recuerdo de las acciones maravillosas de Dios, sus ges­tas salvíficas Por eso, toda misa se dice y celebra también para conmemorar, para hacer un memorial. Ahora bien, los hechos salvadores que se agradecen y llenan al creyente de admira­ción no son siempre ni exclusivamente pretéritos. Son tam­bién futuros. Entonces en la eucaristía se agradece, elogia, rememora y bendice algo que está por venir, que se desea que ocurra, pero que aún no ha sucedido. En este sentido, es cier­to que se pide algo, pero con tal fe y confianza de recibirlo que, ya en ese momento y simultáneamente al ruego, se empieza a dar gracias por la obtención y realización de lo que aún está pendiente por ser futuro.

SÍMBOLO (Imponer las manos; hacer la señal de la cruz; asperjar con agua ben­dita; incensar...)

HIMNO: «Gracias, Señor» (Ver «Himnos», pág. 492).

POEMA: «Gloria a Dios» (Ver «Poemas», pág. 541).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, II Domingo de Cuaresma B: «Bendición», pág. 158).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 375

8. Compromiso

INTRODUCCIÓN: «Compromiso es el empeño que pone una persona en llevar a cabo una acción. Es tarea personal o colectiva, consciente­mente pensada, a partir de unos imperativos éticos, para ayudar a otros en ciertos valores fundamentales. Comprometerse equivale a luchar por un cambio importante, dada una situación de dependen­cia u opresión. El compromiso exige militancia. Tiene que vei* con el cambio social y político para que el mundo sea más justo y más humano».

SALUDO INICIAL: «Aquel que dio principio a vuestra buena empresa le irá dando remate hasta el día del Mesías, Jesús» (Flp 1,6).

PRIMERA LECTURA: JOS 24,l-2a.l5-17.18b (Un pueblo servidor).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 1 «Dichoso el hombre que no sigue el con­sejo de los impíos».

SEGUNDA LECTURA: 2 Tes 1,11 - 2,2 (Una fe activa).

EVANGELIO: Mt 20,1-16 (Los jornaleros de la viña); Me 8,34-38 (El compromiso exige renuncia).

HOMILÍA: El Dios de Israel es el Dios de la promesa; una promesa mantenida en la fidelidad. Y esa promesa nace de una alianza que da cuerpo a la forma de ser y de actuar que Dios tiene: como un padre, como un esposo, como un pastor solícito, comparte nuestra historia sin abandonarnos nunca. Esta alian­za ha surgido de su iniciativa personal y es un compromiso suyo de vivir en comunión constante con nosotros, aunque nosotros le seamos infieles. El compromiso más elocuente y expresivo, más sugerente y profundo, es el que se forja entre dos amigos, dos amantes, dos esposos. La alianza de Dios con el pueblo es —según la Biblia— parecida al compromiso nup­cial; más aún, es su raíz y posibilidad. No es un contrato, una ley, sino un compromiso personal. La comunidad cristiana es el grupo de creyentes comprometidos en la causa de Jesús, que es el reino de Dios. Es un compromiso de ser hermanos, de servir al necesitado y de ser responsables y solidarios. El compromiso cristianamente entendido es una exigencia inelu­dible de la fe. Aunque la liturgia y el compromiso mantienen sus campos propios de acción, es evidente que ambos se deben relacionar desde la función profética y desde la utopía del reino.

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376 CELEBRACIONES DIVERSAS

SÍMBOLO (Poner ladrillos, piedras, arena u otros utensilios)

POEMA: «El difícil todo»; «Solidaridad» (Ver «Poemas», págs. 528 y 583).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo de Adviento C: «Compromiso», pág. 262).

9. Comunidad

INTRODUCCIÓN: «En el actual movimiento asociativo, sea cristiano o no, las personas que forman comunidad buscan espontaneidad de expresión, liberación de alienaciones, identificación afectiva, parti­cipación gratificante, cohesión global y proyectos comunes de rea­lización. En cuanto agrupación social humana, la comunidad es una realidad cultural y religiosamente insustituible, debido a sus fun­ciones de pertenencia, identificación y maduración. Recordemos que la raíz etimológica de la palabra "comunidad" se refiere a tener algo en común».

SALUDO INICIAL: «Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa» (1 Pe 2,9).

PRIMERA LECTURA: Jr 31,7-9 (El regreso gozoso).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66 «A Dios den gracias los pueblos» (CLN, 510).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,17-25 (Subversión de valores); Ef 4,1-7.11-16 (Diversas tareas); Ap 21,1-7.9-14.22-23 (La nueva Jerusalén).

TERCERA LECTURA: Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-16 (Los tres «sumarios»).

HOMILÍA: La comunidad cristiana es un grupo no excesivamente numeroso de personas que intentan vivir una vida fraternal. Los miembros de la comunidad son además creyentes que comparten la fe en función de los pobres y de la participación ministerial, con el fin de edificar la Iglesia, sacramento del reino. Son cristianos iniciados en la fe o en proceso de ini-

TEMAS DE CELEBRACIÓN 377

ciación, que viven una liturgia viva. A través del compromiso personal y social desarrollan la evangelización. Además, acep­tan un ministerio compartido o una corresponsabilidad en los servicios. En una palabra, la comunidad cristiana es la comu­nión de vida humana y de fe cristiana que vive un grupo res­tringido de creyentes como Iglesia, al servicio del mundo. Las comunidades de vida cristiana desarrolladas después del Vaticano n poseen tres constitutivos fundamentales: el mensa­je evangélico de Jesús (no son meras agrupaciones humanita­rias), la constitución de un grupo social comunitariamente tra­bado (no son conglomerados) y el compromiso social y políti­co por los pobres y marginados (no son meros grupos de ora­ción o de liturgia).

SÍMBOLO (Tomarse de la mano; dar el abrazo de la paz; comer juntos; poner una mesa bien aderezada...)

HIMNO: «Porque anochece ya» (Ver «Himnos», pág. 500).

POEMA: «El don de Dios» (Ver «Poemas», pág. 530).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, II Domingo de Pascua A: «Comunidad», pág. 54).

* * *

10. Creación

INTRODUCCIÓN: «El primer artículo del credo expresa la fe en Dios "creador del cielo y de la tierra". La creación es, pues, un misterio de fe. Dicho de otro modo, la fe en la creación no se centra en el origen del mundo, sino en la actitud de estar en el mundo. Dios crea por amor, y crea al hombre y a la mujer a imagen suya. Al ser el mundo criatura de Dios, es profano, no sagrado. Aunque Dios es el Señor de lo creado, ha puesto al mundo en manos del hombre y de la mujer para que lo trabajen, lo perfeccionen y obtengan de él todo su rendimiento. Naturalmente, habrán de responder de su gerencia».

CANTO INICIAL: «Señor, Dios nuestro» (CLN, 501).

SALUDO INICIAL: «Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación, dice el Señor» (Me 16,15).

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378 CELEBRACIONES DIVERSAS

PRIMERA LECTURA: Gn 1,1-2,1 (La creación); Job 38,1-18 (Habla Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 64 «Oh Dios, tú mereces un himno en Sión»

SEGUNDA LECTURA: Hch 17,22-28 (Pablo a los atenienses); Rom 8,28-33 (La esperanza de la gloria). Ap 21,1-5a (La nueva tierra).

EVANGELIO: Mt 6,25-34 (No os agobiéis).

HOMILÍA: Según el Génesis, Dios creó el mundo y a los primeros seres humanos, Adán y Eva, como un alfarero, con el barro y su soplo vital. Al crear, llamó Dios a la existencia a lo que no existía. El mismo Dios creador sostiene la existencia de todas las cosas y personas. Asociado a Dios, que es su Padre, Jesucristo inaugura la nueva creación y anuncia que todo será nuevo. Naturalmente, la fe bíblica en el creador no se vincula a ninguna concepción del mundo determinada. Por eso hay que mantener la compatibilidad entre la fe en Dios creador y cualquier interpretación científica del origen del mundo.

SÍMBOLO (Rocas, espinas, flores y frutos)

HIMNO: «Cántico del hermano sol»; «Alfarero del hombre» (Ver «Himnos», págs. 484 y 483).

POEMA: «Memoria sin presencia» (Ver «Poemas», pág. 565).

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Bendito seas, Señor, por tantas maravillas como has hecho por tu cuenta: por el aire y por el sol, por las galaxias y por nuestro planeta, por la tierra y por el agua, por la humilde luciérnaga y por los grandes cometas, por la noche callada y por los lagos, donde se bañan la luna y las estrellas. Gracias, Señor, por todo lo que hiciste por nosotros. Gracias también por todo lo que has hecho con nosotros, colaborando, guiándonos, llevándonos de la mano y del corazón para encontrar tus leyes,

TEMAS DE CELEBRACIÓN 379

para inventar el fuego, para labrar la tierra, para sembrar el trigo, para cocer el pan, para tejer, hilar, modelar, fundir y fabricar tantos y tan maravillosos instrumentos que alegran nuestra vida, que la hacen llevadera, que nos ayudan a ser un poco más humanos, a mejorar el mundo y a cumplir tus mandatos. Bendito seas por nuestro fiel teléfono, que salvando las distancias abraza a los hermanos. Y siempre bendito seas por la luz eléctrica, que alarga nuestro día como el sol a Josué, y en medio de la noche es fuente de alegría, sacramento de Cristo, símbolo de la fe. Bendito seas también, Señor, por las imprentas, que siembran las palabras de Dios y de los hombres, y luego las reparten por el mundo, en cosecha multiplicada, generosa, fecundante y ubérrima. Bendígante cada segundo, desde todos los pueblos, emisoras de radio y de televisión, en un inmenso coro de voces, de músicas, de ecos, que cantan la grandeza del hombre y de tu creación. Por los "cines", los coches, los barcos y los trenes, por el reloj de cuarzo, por el ordenador, por todas nuestras obras, Dios bueno, Padre eterno, te alabamos alegres en tu Espíritu de Amor, por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro».

(Alberto Iniesta)

11. Cruz

INTRODUCCIÓN: «La cruz fue entre los sumerios, en la antigua India y en el neolítico europeo, un signo cósmico de la unión de los opues­tos (arriba-abajo, derecha-izquierda) y de los cuatro puntos cardi­nales. Incluso fue usada por los asirios como signo de protección y de salvación. También la cruz fue suplicio de una muerte despre­ciable, aplicada sobre todo a los esclavos y delincuentes de baja extracción social. Pasó de Persia o de Fenicia a los cartagineses y romanos. Tácito calificó la crucifixión de "suplicio de siervos". Había dos tipos de cruces: la "simple", formada por un solo palo

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380 CELEBRACIONES DIVERSAS

(cfr. Gn 40,19), y la "desplegada", que constaba de un palo longi­tudinal y otro transversal. A veces tenía además dos travesanos para apoyar el cuerpo y los pies, con objeto de lograr que el ajusti­ciado no muriese rápidamente de asfixia. Así fue probablemente la de Cristo. La pena capital de morir en cruz, con el castigo previo de la flagelación, era reservada por los romanos para el delito de sedición. En el mundo judío era un castigo adicional aplicado a los ya lapidados, sentenciados por blasfemos y tenidos como malditos. Al crucificado se le negaba la sepultura, salvo por un recuso espe­cial de tipo administrativo. "Maldito todo aquel colgado de un madero" (Gal 3,13)».

CANTO INICIAL: «Cristo por nosotros se sometió» (CLN, 157).

SALUDO INICIAL: «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo» (Gal 6,14).

PRIMERA LECTURA: Ez 37,15-22 (Las dos varas).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 21 «¿Por qué nos has abandonado?»

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,17-25 (Subversión de valores).

CANTO: «Ved la cruz de la salvación» (CLN, 103).

EVANGELIO: Jn 12,23-33 (La hora de Jesús); Jn 19,25-37 (La nueva alianza de la cruz).

HOMILÍA: En tiempos de Jesús, la crucifixión era un suplicio ver­gonzoso. Por eso fue un escándalo para los judíos y una locu­ra para los romanos. Efectivamente, la salvación vino al mundo por un cadáver, por el que los judíos sentían tanto horror, y por un ajusticiado maldito, despreciado por los roma­nos. Es evidente que los discípulos quedaron aterrorizados ante la muerte de Jesús en una cruz. Tres veces aluden a este rechazo apostólico los anuncios de la pasión, puestos en boca de Jesús.

San Pablo habla como ningún otro de la cruz y de la crucifi­xión, quizá porque vio en su conversión el significado victo­rioso de un crucificado resucitado. La cruz es el centro del evangelio paulino. En la cruz reside la verdadera sabiduría: a través de la debilidad humana se hace presente la fuerza de Dios. El árbol del pecado ha sido sustituido por el madero de la cruz; la carne corrompida ha sido santificada por el cuerpo

TEMAS DE CELEBRACIÓN 381

destrozado; la sangre nueva ha dado nueva vida; la ley del pecado ha sido suprimida por la sentencia de la nueva ley; el hombre descendido ha sido elevado en la cruz; la humanidad sin vida recibe agua y sangre salvadoras. Pero el misterio de la cruz solo puede ser entendido a la luz de la fe, con las pala­bras de la Escritura. Discípulo de Cristo es el que toma la cruz, el que da testimonio de la misma, el que se gloría sólo en la cruz de Cristo.

SÍMBOLO (Adorar la cruz)

HIMNO: «En esta tarde, Cristo del Calvario»; «En la cruz está la vida» (Ver «Himnos», págs. 489 y 489).

POEMA: «A Jesús crucificado»; «La saeta»; «Una cruz sencilla» (Ver «Poemas», págs. 514, 553 y 591).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXII Domingo Ordinario A: «Cruz diaria», pág. 116).

12. Dios Padre

INTRODUCCIÓN: «De ordinario, nos movemos en la superficie. Cuando ahondamos en nuestras experiencias, vemos que todo es distinto y que tenemos que seguir ahondando. Presentimos que hay una pro­fundidad sin fondo, infinita. A esta profundidad infinita y a este fondo inagotable de nuestro ser se refiere la palabra "Dios", que no significa más que esto: las profundidades últimas de nuestra vida, la fuente de nuestro ser, de nuestro interés último, de lo que toma­mos en serio sin reserva alguna. Ese fondo íntimo de cada ser humano se trasluce, ante todo, en su apertura a la persona, en la seriedad absoluta de la inclinación de su "yo" a un "tú" personal y al "nosotros" que surge de ese encuentro. Así llevamos troquelada en el fondo de nosotros la imagen trinitaria del Dios cristiano».

SALUDO INICIAL: «YO soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el soberano de todo» (Ap 1,8).

PRIMERA LECTURA: EX 3,l-8a.l0.13-15 (Dios se revela a Moisés).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 150 «Aleluya. Alabad al Señor» (CLN, 533).

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SEGUNDA LECTURA: Rom 11,33-36 (El misterio insondable de Dios); Ef 1,3-14 (Las acciones universales de Dios); Hch 17,22-28 (Pablo a los atenienses).

EVANGELIO: Mt 11,25-30 (La revelación del Padre).

HOMILÍA: Dios no es una ¡dea, sino una persona que se da a cono­cer por sus obras en la historia. Ha creado por amor el univer­so y la humanidad entera. En la plenitud de los tiempos, el Verbo de Dios tomó carne en Jesús, su Hijo. Lo que dijo e hizo Jesús se hace presente hoy por su Espíritu. Por consiguiente, el Dios cristiano es trinitario. La Trinidad nos revela además el ser del cristiano, imagen y semejanza de un Dios que es comu­nidad de vida y comunión de personas. Aunque el término «Trinidad» no se encuentra en el Nuevo Testamento, sí hay pasajes en los que se describe la acción amorosa y creadora del Padre, la acción liberadora y salvadora del Hijo y la acción santificadora y plenificadora del Espíritu. La catequesis actual de Dios sugiere que se comience por reconocer a Dios como Padre y se aprenda a darle gracias y a pedirle perdón. Después se presenta a Jesús como Hijo de Dios Padre, con el que pode­mos decir juntos el «Padrenuestro». Por último, se hace paten­te el Espíritu Santo como aquel que nos ayuda a relacionarnos con Dios Padre y con todos los hermanos, como se relacionó Jesús. Precisamente Jesús llamó a Dios «Abba», palabra ara-mea que significa «padre» o «papá». Con este término cariño­so, de carácter filial, se dirigía Jesús a Dios cuando oraba. Lo mismo hicieron los discípulos de Jesús. La comunión cristiana es comunión con el Dios trinitario. Por eso las oraciones litúr­gicas van dirigidas al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

SÍMBOLO (Encender algodón y alcohol en un recipiente, a la vez que se apagan todas las luces. O bien encender en la oscuridad un candelabro con tres velas)

HIMNO: «Padre: has de oír» (Ver «Himnos», pág. 499).

POEMA: «Gloria a Dios»; «Oración»; «Aleluya» (Ver «Poemas», págs. 541, 570 y 515).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Trinidad A: «Dios cristiano», pág. 72).

*#*

TEMAS DE CELEBRACIÓN 383

13. Discípulo

INTRODUCCIÓN: «A partir del evangelio, puede afirmarse que discípulo de Cristo no sólo es el que cree en la esperanza del reino, sino, sobre todo, quien practica o hace las obras de Jesús, no quien dice y no hace: éste es el fariseo, enemigo de Jesús. La fe, como adhe­sión total a la persona del Señor, entraña confianza, obediencia, conocimiento y reconocimiento del Salvador. Las obras no son una mera consecuencia y manifestación de la fe, sino verificación de la misma; algo que hace verdadera la misma fe. No hay fe si no hay acción. Lo que especifica al discípulo no es una doctrina o una ortodoxia, sino una praxis, que sólo es vivida por quien practica el amor de Jesús, en la medida en que ese amor cambia las relaciones sociales y transforma a la persona. Es cristiano el discípulo de Jesús, único hombre que hizo con plenitud las obras del Padre».

SALUDO INICIAL:«Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies, dice el Señor a sus discípulos» (Mt 9,38).

PRIMERA LECTURA: Eclo 17,24-29 (Arrepentimiento).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 112 «Alabad, siervos de Dios».

SEGUNDA LECTURA: 1 Jn 2,7-11 (Estar en la luz).

EVANGELIO: Le 6,39-45 (Actitud del discípulo).

HOMILÍA: El término «discípulo», correlativo de «maestro», aparece sólo en los evangelios y en los Hechos. Discípulo es la perso­na que, llamada por Jesús, se adhiere a Él, sigue su camino y se entrega a los demás hasta dar la vida. La comunidad «pre-pascual» de discípulos que formó Jesús es modelo funda­mental del nuevo pueblo de Dios o lugar teológico del que se origina la Iglesia. Ante la inminente llegada del reino, Jesús reúne al pueblo para constituirlo como nuevo pueblo de Dios. Los discípulos existen por una llamada de Jesús. Al escoger a sus discípulos, Jesús les da una gran libertad respecto de las reglas tradicionales, les corrige en sus ambiciones, fruto del mesianismo heredado, y les revela su relación con Dios como Padre y con el reino universal de la justicia, destinado a los pobres y marginados. A su vez, los elegidos reconocen a Jesús como Señor: son creyentes. Se agrupan en torno al Maestro, lo siguen y comparten su destino: son seguidores. Y cambian de vida o de escala de valores al adquirir amor fra­terno, actitud sin doblez, reparto de bienes y servicio: están

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384 CELEBRACIONES DIVERSAS

convertidos. Los discípulos que siguen a Jesús forman grupo o comunidad. De hecho, son llamados de dos en dos. Se trata de constituir de nuevo el pueblo de Dios, en cuyo interior está el Espíritu.

SÍMBOLO

(Presentar algunos instrumentos de trabajo y un manojo de mieses)

HIMNO: «Vosotros sois luz del mundo» (Ver «Himnos», pág. 511).

POEMA: «Once peticiones desoídas» (Ver «Poemas», pág. 569). ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo de Pascua C:

«Fe pascual», pág. 286).

14. Emigración

INTRODUCCIÓN: «La emigración y el exilio no constituyen un simple cambio de lugar. Son fenómenos humanos que entrañan, en las per­sonas que las padecen, todo un cambio de destino, buscado por necesidad o impuesto coercitivamente, de hondas consecuencias. Los emigrantes y exiliados son los nuevos pobres de la sociedad. De ordinario, este problema afecta a las clases sociales menos favorecidas, a las más pobres y abandonadas: obreros no cualifica­dos, parados y campesinos sin tierra, que se desplazan en busca de mejores posibilidades de vida. El derecho a emigrar es un derecho que concierne a toda persona humana; pero, al mismo tiempo, la emigración es un atentado contra su misma dignidad y, de ordina­rio, deshumaniza y desarraiga. En general, se emigra de los países pobres (sin recursos, con baja renta "per capita" y elevado índice de desempleo, etc.) a los países desarrollados (con prosperidad eco­nómica, alto nivel de vida, empleo abundante, etc.) por razones de trabajo. Cuando la emigración se lleva a cabo entre dos sistemas culturales muy diferentes, se producen con frecuencia tragedias. Un problema central de la emigración es la integración de los inmi­grados en la nueva realidad cultural, lingüística y religiosa, con la consiguiente desintegración de los valores propios del emigrante. De ordinario, se producen otros problemas como el de la segrega­ción que se sufre en la sociedad más desarrollada económicamen­te, y los innumerables conflictos, tanto en el interior del grupo (ten­siones entre nuevos y veteranos) como en relación a la población establecida. Tampoco podemos olvidar lo que supone el retorno de los emigrantes».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 385

SALUDO INICIAL: «NO oprimirás ni vejarás al emigrante, porque emi­grantes fuisteis vosotros en Egipto, dice el Señor» (Ex 22,20).

PRIMERA LECTURA: Dt 26,1-11 (El pueblo proclama su fe); Ex 22,20-26 (Fuisteis extranjeros).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 129: «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Heb 10,19-25 (Jesús, camino del Padre).

EVANGELIO: Mt 2,13-15.19-21 (La huida a Egipto).

HOMILÍA: La Escritura nos dice que Abrahán fue un emigrante en Hebrón, Moisés en Madián, y el conjunto de los israelitas en Egipto. También Jesucristo fue un emigrante y un exiliado en el país de los faraones. Pero el retorno, la vuelta a la tierra y a la posesión de sus frutos, es una constante bíblica. Es cierto que en este mundo todos somos «extranjeros», pero no es menos cierto que nuestra tierra y nuestro mundo, por ser cre­ación de Dios y re-creación de Cristo, son nuestros, de todos los seres humanos, y en ellos podemos encontrar también una cierta «ciudadanía».

SÍMBOLO (Un bastón; una concha de peregrino)

POEMA: «Emigrantes»; «El hombre que se parece a ti» (Ver «Poemas», págs. 535 y 531).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XIV Domingo Ordinario C: «Caminantes», pág. 326).

* * *

15. Encuentro

INTRODUCCIÓN: «En la sociedad masificada, a menudo estamos juntas muchas personas, pero no "nos encontramos". El encuentro con otro supone entrar en relación. A veces, el encuentro exige abrir la propia casa, ya que encontrar al otro es acogerlo, respetarlo y reci­birlo por lo que es: un hermano con quien se comparte. Sobre todo, es importante acoger al emigrante, al extranjero, dada la necesidad que tiene de que se le trate como persona. Cristiano es quien encuentra a su prójimo en cualquier circunstancia de la vida, acti­tud recomendada por san Pablo. Precisamente en el encuentro con el hermano desvalido se encuentra a Dios».

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386 CELEBRACIONES DIVERSAS

SALUDO INICIAL: «El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado» (Mt 10,40).

PRIMERA LECTURA: Gn 18,l-10a (Hospitalidad de Abrahán).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 33: «Bendigo al Señor en todo momen­to» (CMD, 245).

SEGUNDA LECTURA: Rom 15,5-9b (Mutua acogida cristiana); Ap 3,14-22 (Entraré en tu casa).

EVANGELIO: Le 7,11-17 (Jesús y la viuda de Naím); Le 19,1-10 (La con­versión de Zaqueo).

HOMILÍA: Dios busca el encuentro con los seres humanos, quienes a su vez buscan de un modo u otro a Dios. A Dios se le encuen­tra en todas partes: en su palabra, en la oración, en las cele­braciones... Pero, sobre todo, se le encuentra en el ejercicio de la caridad con el hermano desvalido y en la reunión fraterna.

SÍMBOLO (Un abrazo de dos que salen al paso)

POEMA: «No envíes mensajero» (Ver «Poemas», pág. 567).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXVIII Domingo Ordinario C: «Encuentro», pág. 354).

16. Espíritu Santo

INTRODUCCIÓN: «El "espíritu universal" es un signo de nuestro tiempo. Las tribus, las regiones, las fronteras nacionales, van quedando relegadas, para dar paso a la concentración de los diversos pueblos. El hombre actual se perfila como ciudadano del mundo. Por otro lado, los medios de comunicación difunden tan ampliamente la cul­tura que podemos afirmar que, en la construcción de la nueva torre de Babel, los trabajadores comienzan a entenderse. Este espíritu universal no se realiza sin graves tensiones. Además, el motivo que empuja a los pueblos a reunirse no es siempre el de realizar una fra­ternidad sin fronteras. A veces, los únicos móviles se reducen a tener más capacidad para competir en el mercado internacional o poder realizar la pretensión de un imperialismo colonialista. Estas graves dificultades son como los dolores de parto de un mundo que

TEMAS DE CELEBRACIÓN 387

dificultosamente va dando a luz lo universal, va construyendo la unidad, la conciencia de que toda la humanidad es un solo pueblo y tiene un mismo destino. La Iglesia, comunidad del Espíritu de unidad, intenta realizar torpemente esta aspiración humana. Ella es la católica, la universal, la extendida entre todos los pueblos, como anunciando que hay un solo pueblo, haciendo entre todas las razas una comunión de hermanos».

SALUDO INICIAL: «La gracia de Jesús el Mesías, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros» (2 Cor 13,13).

PRIMERA LECTURA: IS 61,l-3a.6a.8b-9 (El Señor me ha ungido); Ez 37,1-14 (Los huesos secos); Jl 3,1-5 (Derramaré mi Espíritu).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 103 «Bendice, alma mía, al Señor».

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,5-11 (Vida por el Espíritu); Hch 2,1-11 (El primer Pentecostés).

EVANGELIO: Le 4,16-22 (Jesús en la sinagoga de Nazaret); Jn 14,15-31 (Promesa del Espíritu).

HOMILÍA: «Espíritu» significa en la Biblia «soplo de Dios». Es un signo de la vida que procede de Dios. Es comparado con el viento y el aliento, sin los cuales morimos. El soplo respirato­rio del hombre viene de Dios, a quien vuelve cuando una per­sona muere y emite su último suspiro. Es también viento reconfortante, huracán que arrasa o brisa que reconforta la vida; es aliento que se halla en el fondo de la vida y es fuerza vivificante frente a la muerte. El Espíritu de Dios creó el mundo y dio vida humana al «barro» en la pareja de Adán y Eva. La efusión del Espíritu es un signo de los tiempos mesiánicos. Se manifiesta particularmente en los profetas, defensores de los desheredados y críticos de los mecanismos del poder y del culto desviado. También se advierte en los jueces, en cuanto promotores de la justicia, ya que es fuerza solidaria y fraterna. Jesús es concebido por obra del Espíritu y revela al Espíritu en su bautismo y comienzo de su misión, en el momento de su muerte y en sus apariciones una vez resucitado. Jesús murió entregando su Espíritu y apareció resucitado, dando el Espíritu a los discípulos por medio de un «soplo». El Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo para completar la obra de Cristo, hará de cada ser humano una persona nueva y reunirá a los pueblos en la unidad. Con su don tenemos la posibilidad de

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388 CELEBRACIONES DIVERSAS

conocer la verdad, amar, rezar y vivir en paz, con alegría y esperanza. Su donación por parte de Dios tiene como propósi­to crear comunidad y que las comunidades de la Iglesia se abran a los pueblos y culturas, den testimonio cristiano y defiendan la justicia y la libertad. El término griego «Paráclito», asociado frecuentemente al Espíritu Santo, signi­fica abogado, defensor, consolador e intercesor.

SÍMBOLO

(Recibir el soplo y transmitirlo; imponer las manos; escuchar el rumor del viento en una grabación; encender una llama o unos cirios; hacer una hoguera; ungir con aceite; usar vasos o cántaros de agua...)

HIMNO: «Ven, Creador, Espíritu amoroso»; «Ven, Espíritu Divino» (Ver «Himnos», págs. 509 y 510).

POEMA: «Espíritu divino» (Ver «Poemas», pág. 539).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Pentecostés A: «Espíritu», pág. 70).

* * *

17. Evangelio

INTRODUCCIÓN: «En el griego profano, "evangelio" era la propina que se daba al pregonero de buenas noticias; después significó la "buena noticia" misma. Así, el ángel del Señor da la buena noticia a los pastores (Le 2,10). Evangelio es, pues, un hecho histórico extraordinario o un testimonio a favor de Jesús de Nazaret como Señor, que comienza un orden nuevo y clausura el viejo. En el siglo ii se denominan evangelios los cuatro libros escritos sobre la per­sona de Jesús. Hubo también evangelios apócrifos, descartados por su carácter legendario o herético. La proclamación del evangelio es el punto culminante de la liturgia de la palabra. Como palabra del Señor, el evangelio ha sido proclamado a lo largo de los siglos en todas las eucaristías. Evoca lo más nuclear y genuino del cristia­nismo»-.

SALUDO INICIAL: «La palabra del Señor permanece para siempre, y esa palabra es el evangelio que os anunciamos» (1 P 1,25).

PRIMERA LECTURA: IS 61,1.3a.6a.8b-9 (El Señor me ha ungido).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 75 «Dios se manifiesta en Judá».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 389

SEGUNDA LECTURA: Gal 1,1-2.6-12 (Un solo evangelio).

EVANGELIO: Le 4,16-21 (Jesús en la sinagoga de Nazaret).

HOMILÍA: El evangelio es mensaje de esperanza, llegada del reino de Dios, es decir, intervención divina en el mundo injusto para instaurar la justicia y la paz. Es anuncio con un triple sentido: histórico, en relación con el hecho («se acerca el reino»); kerig-mático, referente al mensaje que entraña («convertios»); y mesiánico, que promete consecuencias de futuro («os salva­réis»). El evangelio es buena nueva de Dios, de Jesús y de la Iglesia, en función de Dios y de Cristo. La buena noticia es la llegada del reino de Dios. Y esa noticia la da Jesús, que es su heraldo o su alegre mensajero. Después la noticia es el propio Jesús resucitado, vencedor de la muerte.

SÍMBOLO (Presentar el leccionario, incensarlo, besarlo)

POEMA: «Las Escrituras» (Ver «Poemas», pág. 556).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXIII Domingo Ordinario B: «Palabra viva», pág. 232).

* * *

18. Familia

INTRODUCCIÓN: «La familia es una realidad cardinal en la vida, y a la vez una paradoja. Al mismo tiempo que se la impugna como insti­tución caduca, se la defiende como imprescindible. En los medios católicos tradicionales, y en otros medios, ha habido como una absolutización de la familia, una especie de idolización. La familia lo era todo, y en aras de la familia había que sacrificarlo todo. La evolución actual nos hace comprender mejor la puesta en cuestión del absolutismo familiar. Los jóvenes reciben fuera de la familia tanto o más que dentro de ella. Reciben fuera —en la escuela, en los medios de comunicación y en las "pandillas"— las ideas, la cul­tura, la enseñanza, la amistad, etc. El grupo familiar queda en cier­to modo homologado con los otros grupos humanos. Ahora bien, la familia aunque relativizada, mantiene todo su valor singular, imprescindible. Diversos hechos contemporáneos lo confirman. Tanto la experiencia de los países donde se ha llevado al máximo la socialización como los estudios psicoanalíticos muestran la deci-

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390 CELEBRACIONES DIVERSAS

siva trascendencia que para toda la vida tiene la relación paterno-filial».

SALUDO INICIAL: «¡Qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos uni­dos...!» (Sal 132,1).

PRIMERA LECTURA: Gn 2,18-24 (La creación de la mujer); Tob 8,5-10 (Tobías y Sara).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 126 «Que el Señor nos construya la casa».

SEGUNDA LECTURA: Ef 6,1-4 (Padres e hijos); Col 3,12-17 (Vivid en acción de gracias).

EVANGELIO: Le 2,41-50 (Jesús en el Templo).

HOMILÍA: Cristo asume y acepta la realidad familiar, comulga con ella, pero a la vez la pone en cuestión radicalmente. La desmi-tificación que hace Jesús de un exagerado aprecio a la familia se extiende a todos los aspectos de la cuestión: a la vocación social, a la vocación política y a la vocación personal, que nunca pueden ser absorbidas por el grupo familiar cerrado. El Vaticano n afirma que «de la unión conyugal procede la fami­lia, en la que nacen los nuevos miembros de la sociedad humana. Éstos, por la gracia del Espíritu Santo, se convierten en hijos de Dios por el bautismo, para perpetuar el pueblo de Dios a través de los siglos. En esta especie de Iglesia domésti­ca, los padres han de ser para sus hijos los primeros anuncia­dores de la fe con su palabra y con su ejemplo» (LG 11). En este texto conciliar se afirma que la familia cristiana se basa en el sacramento del matrimonio, en el bautismo de los hijos y en su iniciación cristiana por parte de los padres. En una palabra, los padres son para los hijos los primeros educadores de la fe. La familia _dice la exhortación Evangelii nuntiandi_ ha mereci­do por parte del Vaticano n «el hermoso nombre de Iglesia doméstica. Esto significa que en cada familia cristiana deberí­an reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio desde donde se transmita y se irradie el evangelio» (n. 71).

SÍMBOLO (Una mesa-camilla)

POEMA: «Un día más o menos» (Ver «Poemas», pág. 592).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, La Sagrada Familia C: «Familia», pág. 266).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 391

19. Fe

INTRODUCCIÓN: «El cristianismo ha sido identificado con muchas cosas, inadmisibles unas veces (por ejemplo, las cruzadas), super­ficiales otras (la abstinencia de comer carne) e incluso preocupan­tes (la civilización occidental cristiana). Después del Vaticano II, la pregunta por la especificidad de la fe se ha convertido en una cues­tión angustiosa e inquietante: ¿Qué añade la fe, si es que añade algo? ¿En qué consiste su aportación? ¿Para qué sirve? ¿En qué se diferencia un cristiano de uno que no lo es? Algunos cristianos aplazan esta cuestión, porque la creen insignificante frente a los problemas reales de la sociedad. Otros la debaten sin cesar, porque pertenecen al grupo de los perplejos en estado continuo de búsque­da y sin arribada posible a ninguna conclusión. Hay quienes la solucionan por la vía de las afirmaciones teológicas. Algunos la consideran desde el lenguaje ético y psicológico de las motivacio­nes. Los hay que la resuelven por los caminos simbólicos de los sacramentos, y no faltan los que indagan lo cristiano mediante algo tan evidente como el hecho o la causa de Jesús el Cristo».

SALUDO INICIAL: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Jn 5,5).

PRIMERA LECTURA: Gn 22,l-2.9a.l0-13.15-18 (La fe de Abrahán); Dt 26,1-11 (El pueblo proclama su fe).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 90 «Tú que habitas al amparo del Altísimo».

SEGUNDA LECTURA: Gal 1,1-2.6-12 (Un solo evangelio); Gal 3,22-29 (La fe de nuestro bautismo); Sant 2,14-18 (La verdadera fe); 1 Jn 5,1-6 (El que cree vence al mundo).

EVANGELIO: Mt 15,21-28 (La fe de la cananea); Mt 17,14-20 (La fe que mueve montañas); Le 11,27-28 (La fe de María).

HOMILÍA: La fe, como experiencia vivida del creyente con Dios en el Espíritu de Jesús, tiene una naturaleza sacramental y una dimensión ética. Creer es comprometerse en el crecimiento del reino de Dios y celebrar la salvación en los signos sacra­mentales. En una palabra, fe es adhesión de la persona cre­yente a la palabra de Dios y a la confianza en que el mismo Dios cumplirá sus promesas. Mediante la fe se reconoce a Dios como Padre, se confiesa a Jesús de Nazaret como Cristo y se vive la experiencia del Espíritu Santo. En el cristianismo o en la práctica de Jesús hay una cara de la fe que no se puede

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392 CELEBRACIONES DIVERSAS

obviar: es la fe como «verdad» o como «luz del mundo» (Jn 8,12). El lenguaje de la fe no puede reducirse únicamente a un lenguaje de acción o de praxis; ha de ser un lenguaje de aser­ción, de afirmación y de interpretación. Hay un contenido del acto de fe, que es el credo. Jesús une la salvación con la afir­mación de Dios. El ser humano no se reduce a acción, ni la vida es mera praxis de transformación. El ser humano, como apertura que se trasciende a sí mismo, como apertura infinita, nos abre un horizonte definitivo para la misma liberación. Si la relación de Jesús es de confianza, haciéndose en la historia Hijo de Dios, la relación de los creyentes con Jesús, que es totalmente de Dios, ha de ser de naturaleza análoga. Esto es lo que intenta expresar la fe.

PROFESIÓN DE FE (Pueden hacerla cuatro personas de distinta procedencia, raza o lengua. Cada una expresa un credo breve y personal relativo al Padre, al Hijo, al Espíritu y a la Iglesia. Al expresar cada credo, se adelanta la perso­na que lleva cada uno de los símbolos:

* llama en un cuenco [el Padre] * cruz [el Hijo] * ramo de olivo [el Espíritu] * cuerda gruesa anudada [la Iglesia])

SÍMBOLO (Besar una cruz; entregar un crucifijo; arrodillarse; encender una vela...)

POEMA: «Padre Nuestro»; «Creer» (Ver «Poemas», págs. 574 y 521).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXI Domingo Ordinario A: «Fe en Dios», pág. 114).

20. Fieles

INTRODUCCIÓN: «Cristiano o fiel es el creyente que intenta eficazmente pertenecer al reino de Dios, calificado bíblicamente como pueblo universal en estado de justicia, no entendida ésta como reparto equitativo según la ley, sino como apasionada defensa de quienes están al margen de la sociedad. Los problemas centrales del reino no son los de la Iglesia institucional, sino los de la humanidad. Por razones evangélicas y sociales, el creyente o fiel ha de madurar,

TEMAS DE CELEBRACIÓN 393

vivir y comunicar su fe y ha de intentar hacer a la sociedad más humana, es decir, más libre y más justa. Parece necesario, pues, recordar dos notas imprescindibles para los fieles creyentes. La pri­mera se refiere a la necesidad de crear comunidades cristianas, mínimamente organizadas y coordinadas. La segunda se centra en la celebración cristiana, que exige unas condiciones que favorezcan el hecho mismo de lo que es una celebración: sopesar libre, res­ponsable y gratuitamente el valor profundo de la existencia en un sentido grupal y colectivo de comunión popular en las perspectivas del Señor».

SALUDO INICIAL: «Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa» (1 P 2,9).

PRIMERA LECTURA: EX 24,3-8 (Alianza del Sinaí); Dt 5,1; 7,6-11 (Pueblo santo).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66 «El Señor tenga piedad» (CLN, 539).

SEGUNDA LECTURA: Ef 1,3-14 (Las acciones universales de Dios); 1 Pe 2,4-12 (Un pueblo sacerdotal).

EVANGELIO: Jn 15,1-10 (La verdadera vid).

HOMILÍA: LOS primeros cristianos crearon una fraternidad, distinta de las existentes en el mundo de entonces; al mismo tiempo, tuvieron conciencia de tener una relación con Dios, de cuya santidad participaban. Por su unión con Cristo, son el nuevo pueblo de Dios; por su testimonio en el mundo, son la nueva comunidad de creyentes. Los cristianos se distinguen de quie­nes no lo son por la fe en el Dios de Jesús, por el bautismo que los incorpora a Cristo, por la participación en la eucaristía comunitaria y porque sus vidas están al servicio del evangelio y del reinado de Dios. Son discípulos del Señor y hermanos entre sí; ni el ministerio ni el carisma los separan de su condi­ción común cristiana. Fieles son los creyentes. El antiguo cali­ficativo de «laico» o de «seglar» puede ser sustituido por el de «fiel» o «fiel cristiano»: es la persona incorporada a la Iglesia por el bautismo, que forma parte del pueblo de Dios y está lla­mada a desempeñar algún ministerio, sobre todo en el mundo. Cuando los fieles se reúnen en comunidad, hacen visi­ble a la Iglesia. Les pertenecen en la eucaristía unas oraciones propias, denominadas «preces de los fieles».

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394 CELEBRACIONES DIVERSAS

SÍMBOLO (Instrumentos de trabajo; una mesa redonda familiar; plantas y semi­llas; piedras y vegetación)

POEMA: «Bienaventurados los llenos de humor» (Ver «Poemas», pág. 516).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VI Domingo Ordinario C: «Bienaventurados», pág. 310).

* * *

21. Fiesta

INTRODUCCIÓN: «En la vida se celebran muchas cosas: nacimientos, bodas, cumpleaños, aniversarios, fiestas populares, etc. Fiesta es el tiempo dedicado a celebrar un acontecimiento vital para manifestar un estado de gozo o de alegría. Es tiempo de regocijo comunitario vivido por un grupo o un pueblo, en relación con acontecimientos de la naturaleza, del trabajo o de la historia. La fiesta es afirmación de la vida, contraste con el tiempo ordinario y símbolo de la pleni­tud de deseos. A la fiesta se opone el trabajo alienante o el descan­so vacío. "Fiesta" es una palabra mágica que siempre conmueve el corazón humano, porque responde a un deseo profundo que aún no se ha devaluado. Tanto en las religiones antiguas como en el mundo desacralizado moderno, el ser humano necesita y busca espacios de tiempo despejados para celebrar la fiesta. El deseo de participar en ella le brota porque quiere liberarse de la caducidad de todo lo que le rodea y empalmar con un tiempo, pasado o futuro, que sea sal­vador. La fiesta pretende la liquidación de un mundo viejo y ame­nazador. Los ritos de la expulsión del pecado y de purificación per­siguen este fin. Por eso en la fiesta humana aparecen los elementos de la quema de imágenes del año transcurrido, la destrucción de todo tipo de cosas, el arrumbamiento de las formas viejas, el derro­che de todo lo acumulado... Pero la fiesta busca también una reno­vación: hacer realidad el nuevo ser humano, penetrar en ese círcu­lo en el que sea posible empalmar con toda la energía vital. De esta manera se consigue destruir la amenaza del mundo viejo y hacer acopio de las fuerzas vitales de lo nuevo».

SALUDO INICIAL: «Éste es el día que hizo el Señor, alegrémonos y gocé-monos en él» (Sal 118,24).

PRIMERA LECTURA: Neh 8,l-4a.5-6.8-10 (Asamblea del pueblo); Jr 31,7-9 (El regreso gozoso).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 395

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 97 «Aleluya. El Señor es nuestro rey» (CLN, 515).

SEGUNDA LECTURA: Ap 5,11-14 (La Iglesia celestial).

EVANGELIO: Mt 22,1-14 (Los invitados a la boda); Le 7,31-35 (Las ale­grías precursoras).

HOMILÍA: La fe cristiana no prescinde de la fiesta, pero la encaja en la historia y la salva de la alienación. La fiesta está en el cora­zón humano y en el centro del pueblo. La superación del ser humano viejo, abocado a la muerte, no se obtiene destruyen­do frenéticamente cosas exteriores, sino mediante la conver­sión del corazón. El edificio del mundo nuevo, de la criatura regenerada, es el resultado de aceptar el principio vital de una levadura nueva que hará fermentar toda la masa. La fiesta cris­tiana es recuerdo del pasado, fidelidad a Dios en el presente y actualización de la esperanza en el cumplimiento de las pro­mesas. Tiene relación con el misterio de Cristo y con la vida humana. Pero el misterio cristiano celebrado no separa a los cristianos de la vida ordinaria. En la fiesta se celebra el triunfo de Jesús y su presencia. La Iglesia celebra la fiesta de la resu­rrección de su Señor, no mediante ritos externos, sino median­te la novedad de vida de sus miembros.

SÍMBOLO (Entregar una flor o un ramo, o colocar en un sitio visible un centro de flores)

HIMNO: «ES domingo; una luz nueva» (Ver «Himnos», pág. 491).

POEMA: «La danza del Señor»; «La fiesta de la vida» (Ver en «Poemas», págs. 544 y 546).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IX Domingo Ordinario B: «Fiesta», pág. 204).

22. Fraternidad

INTRODUCCIÓN: «La distinción y separación entre minorías y masas ha sido y es una realidad constante en la sociedad. Así lo era en tiem­pos de Cristo, que no se identificó con los círculos dirigentes, sino con los pobres y marginados, mayoría en su tiempo, por no decir

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396 CELEBRACIONES DIVERSAS

de todos los tiempos. Cristo propone para la futura comunidad un nuevo tipo de relaciones. En la Iglesia es fundamental el título de "hermano", que corresponde al fiel bautizado creyente. Los otros títulos, secundarios, son de servicio o de ministerio. Nunca deben reproducirse en la comunidad las relaciones existentes entre amos y esclavos. Las relaciones de dependencia no son rigurosamente cristianas; han de ser siempre fraternales. Sólo así es posible el ver­dadero pueblo de Dios, comunidad de fieles, servida con actitud de servicio y no de honor, por los obispos, presbíteros y diáconos. La Iglesia tampoco es, frente al mundo, una minoría distinguida y notable que ejerce poderes, que posee derechos. Los cristianos son hombres y mujeres con una fe y una convicción: sólo hay un Padre común a todos los seres humanos, y un solo Señor, Jesucristo, ade­lantado de la humanidad en el reino definitivo».

SALUDO INICIAL: «Uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos» (Mt 23,8).

PRIMERA LECTURA: Jr 31,7-9 (El regreso gozoso).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 62 «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo».

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,17-25 (Subversión de valores); Ef 4,1-7.11-16 (Diversas tareas); Ap 21,1-7.9-14.22-23 (La nueva Jerusalén).

TERCERA LECTURA: Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-14 (Los tres «sumarios»).

HOMILÍA: Para Jesús, hermanos son sus discípulos, que hacen la voluntad del Padre, y los pobres y menesterosos. La nueva fra­ternidad cristiana se desprende de la paternidad de Dios, comunicada por Cristo en el Espíritu. Por consiguiente, las relaciones de los cristianos, desde la más remota antigüedad, son relaciones de hermanos en virtud de una fraternidad espi­ritual que supera a la fraternidad natural. Hermano es todo aquel que participa en la misma fe y en idéntico compromiso. Pero la base de la fraternidad es la persona. Por eso todo movimiento personalista es movimiento de fraternidad. Además, la fraternidad se funda en la misma paternidad, que para los cristianos es la paternidad de Dios. Finalmente, los hermanos se hacen fraternidad espiritual en la asamblea litúr­gica, especialmente en la celebración de la eucaristía y de la penitencia. Sin olvidar que la fraternidad se muestra a través

TEMAS DE CELEBRACIÓN 397

de la caridad y las obras de la justicia. La búsqueda actual de comunidad muestra la necesidad de vivir en fraternidad. Sin duda alguna, el ethos de los cristianos es un ethos de igualdad y de hermandad al servicio de la fraternidad universal de todos los seres humanos.

SÍMBOLO (Colocar una mesa-camilla en el centro)

HIMNO: «Señor, el día empieza» (Ver «Himnos», pág. 505).

POEMA: «Condiciones para la paz del corazón» (Ver «Poemas», pág. 521).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VI Domingo de Pascua B: «Fraternidad», pág. 180).

***

23. Gloria

INTRODUCCIÓN: «En sentido ordinario, "gloria" significa renombre, celebridad. Es lo que funda la fama de alguien y le da reconoci­miento. En una palabra, "gloria" quiere decir "tener peso", es decir, honor, magnificencia, esplendor y belleza. Fundamentalmente, la gloria es un atributo de Dios que refleja su poder y autoridad. La gloria humana, en cambio, si no es reflejo de Dios, es falaz, enga­ñosa. Dios manifiesta su gloria de dos modos principales: con sus maravillas y con sus epifanías. La creación es la primera manifes­tación de la gloria de Dios; la segunda es la aparición en Jesús de Nazaret. Dios se manifiesta en sus apariciones. En suma, Dios hace participar de su gloria a la creación entera, al pueblo elegido y a sus privilegiados».

SALUDO INICIAL: «YO les he dado a ellos la gloria que tú me diste» (Jn 17,22).

PRIMERA LECTURA: EX 40,34-38 (La gloria de Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 150: «Aleluya. Alabad al Señor» (CLN, 533).

SEGUNDA LECTURA: Heb 1,1-4 (Jesús, reflejo de la gloria); 2 Cor 3,18; 4,3-10 (Mensaje de gloria).

CANTO DEL GLORIA: «Gloria a Dios en las alturas» (CLN, 65).

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398 CELEBRACIONES DIVERSAS

EVANGELIO: Le 9,28b-36 (La transfiguración de Jesús); Jn 17,1-26 (Oración de Jesús).

HOMILÍA: Dios es gloria pura, y sus manifestaciones son muestras de su propia gloria. Dar gloria a Dios es honrarlo, reconocer y alabar su grandeza. Jesucristo es el reflejo perfecto de la glo­ria del Padre, porque es «el Señor de la gloria». La gloria de Dios se muestra en determinados momentos, como en el bau­tismo de Jesús y en la Transfiguración. Los creyentes estamos llamados a compartir esta gloria en la medida en que pasamos de la desfiguración a la transfiguración, instante celebrativo y místico de iluminación y de gloria. Pero antes hay que pasar por la cruz.

SÍMBOLO (Encender uno o varios cirios)

POEMA: «Las siete luces»; «Oración» (Ver «Poemas», págs. 557 y 570).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VII Domingo Ordinario B: «Gozo», pág. 200).

24. Hambre

INTRODUCCIÓN: «Uno de los mayores problemas de nuestro mundo lo constituye la enorme diferencia existente entre las clases sociales ricas y las pobres, o entre los países opulentos y las naciones que viven en la miseria más espantosa. Recordemos estas cifras: cinco sextas partes de la población del mundo viven en condiciones infrahumanas, mientras que una sólo sexta parte vive en regiones prósperas. Un niño nacido en los Estados Unidos consume tanto como 12 chinos, 30 indios, 280 tanzanos o 422 etíopes. Las dieci­nueve naciones más ricas (la mayoría de cuyos habitantes están bautizados), que representan el 16% de la población mundial, con­trolan el 75% de la renta global. Nuestras sociedades no son cris­tianas ni humanas. El clamor de los pobres y hambrientos sube al cielo. Una lucha efectiva se impone: no pueden ser mantenidas por más tiempo las estructuras que condicionan la opresión. En nom­bre de Dios vivo, de Cristo, que da de comer al hambriento y que multiplica el pan, es necesario luchar contra la pobreza y la injus­ticia de los seres humanos».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 399

SALUDO INICIAL: «OS lo aseguro: cada vez que lo hicisteis con un her­mano mío de esos más humildes, lo hicisteis conmigo» (Mt 25,40).

PRIMERA LECTURA: IS 49,8-18 (La alegría del retorno); Is 58,1-9a (El ayuno); Ex 16,1-15 (El maná).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 145 «Aleluya, Alabad al Señor» (CLN, 533).

SEGUNDA LECTURA: Sant 2,14-18 (La verdadera fe).

EVANGELIO: Mt 25,31-46 (El último juicio).

HOMILÍA: La existencia de los pobres es tachada en la Biblia de escandalosa, ya que todos los hijos de Dios son hermanos, y todos los hombres y mujeres no son sino meros administra­dores de los bienes de Dios, que pertenecen a todos. Aunque la miseria es a veces consecuencia de la pereza o del desor­den, de ordinario los pobres son víctimas de la injusticia. Dios ama a los pobres precisamente porque, al ser miserables, su situación revela una ausencia de justicia. Es su abogado. En suma, los pobres son «vicarios de Cristo», porque hay en ellos un misterio y un sacramento. La corriente que reivindica a los «condenados de la tierra», porque entiende a Dios como «vin­dicador de los pobres», atraviesa la historia entera del cristia­nismo. En suma, los pobres son los destinatarios de la buena nueva. Lo son porque, en cuanto tales, no tienen salud o sal­vación, y porque Dios, siendo justo, lo ha querido así. Dicho de otra manera, el evangelio es para los pobres «buena noticia» porque proclama la liberación, ya que para los creyentes cono­cer a Dios es practicar la justicia (Jr 22,16). En realidad, todo el ministerio de Jesús fue buena noticia para los pobres.

SÍMBOLO (Unos cuencos y platos vacíos sobre una mesa)

POEMA: «La pobreza, tabernáculo de Dios» (Ver «Poemas», pág. 552).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVIII Domingo Ordinario A: «Hambre», pág. 108).

* * *

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400 CELEBRACIONES DIVERSAS

25. Humildad

INTRODUCCIÓN: «El término "humildad" viene de humus, perteneciente a la tierra. La humildad es una de las siete virtudes capitales. En realidad no es virtud, sino disposición de ser virtuoso. El humilde se humilla, y a veces es humillado o padece humillaciones. El humilde es servicial, pero a veces hace de esclavo o padece escla­vitudes; obedece, y en ocasiones se le tiene por sumiso. A menudo muchos hombres y mujeres sienten la humillación del fracaso y el dolor y, sin embargo, se engríen con el triunfo, el prestigio, el dine­ro o el poder. Lo contrario de la humildad es el orgullo, la soberbia o la arrogancia, es decir, la negación del servicio fraterno, la jac­tancia de los méritos propios y la búsqueda del éxito personal a costa de los demás».

SALUDO INICIAL: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, dice el Señor» (Mt ll,29ab).

PRIMERA LECTURA: Ef 4,1-6 (Un solo cuerpo).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 12 «¿Hasta cuándo, Señor?» (CLN, 502).

SEGUNDA LECTURA: Flp 2,6-11 (Obediente hasta la muerte).

EVANGELIO: Le 7,1-10 (El siervo del capitán).

HOMILÍA: La humildad, como virtud cristiana, nace de la experien­cia de la grandeza de Dios y del conocimiento de la condición de criatura. El pueblo de Dios, al reconocer las hazañas de Dios, continuamente celebradas en el culto, vive la humildad. Incluso los desastres y enfermedades son una fuente de humi­llación. Moisés fue humilde (Nm 12,3) porque fue fiel a Dios y se mantuvo como servidor (Heb 3,5). Los profetas anunciarán la humildad del Siervo, que aceptará la obediencia hasta la muerte (Is 53,4-10). El Mesías tendrá una condición humilde (Zac 9,9). Jesús tomó la condición de «siervo obediente», en lugar de tener una existencia poderosa. Por eso encarna un nuevo rostro o imagen de Dios crucificado, humillado. El evan­gelio une el binomio manso-humilde (Mt 11,29). Humilde es el que soporta todo con paciencia; manso es el pacífico. Por eso, sólo el pequeño y el que se humilla puede entrar en el reino de Dios.

SÍMBOLO (Dejar caer al suelo un puñado de tierra)

TEMAS DE CELEBRACIÓN 401

POEMA: «NO hagas de mí un verdugo»; «Tolerancia (I)» (Ver «Poemas», págs. 568 y 587).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXII Domingo Ordinario C: «Humildad», pág. 342).

26. Iglesia

INTRODUCCIÓN: «Según el Nuevo Testamento, la Iglesia es al mismo tiempo comunidad local y comunión universal. Es decir, la Iglesia universal se concentra en la acción o el acontecer de la Iglesia local como comunidad. La Iglesia comenzó, después de la resurrección de Jesús, como grupo (los doce) o comunidades (las apostólicas), con la preocupación de una continuidad entre Jesús (su persona, su mensaje y su obra) y sus discípulos. El "pequeño rebaño" al que alude Jesús (Le 12, 23) está formado por "pequeños" libremente elegidos, que constituyen un "resto" solidario de las promesas, son servidores, no dueños de la comunidad, no tienen miedo a mani­festarse evangélicamente y poseen una plena esperanza».

SALUDO INICIAL: «Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa» (1 P 2,9).

PRIMERA LECTURA: IS 60,1 -6 (La luz de la nueva Jerusalén).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 147 «Glorifica al Señor, Jerusalén».

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 2,4-12 (Un pueblo sacerdotal); Hech 2,42-47 (La primera comunidad); 1 Cor 12,12-30 (La Iglesia, cuerpo de Cristo); Ap 21,1-7.9-14.22-23 (La nueva Jerusalén).

EVANGELIO: Mt 28,16-20 (Misión de los discípulos).

HOMILÍA: «Iglesia» procede de la palabra griega ekklesía, que signi­fica reunión de ciudadanos para un propósito concreto. En el Nuevo Testamento, «iglesia» equivale a asamblea reunida o comunidad de convertidos que creen en Jesús y han recibido el bautismo. La Iglesia no es primordialmente un edificio, ni la jerarquía, sino el pueblo de los cristianos llamados por Dios. Es, pues, el cuerpo de Cristo, la comunidad de creyentes, la

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402 CELEBRACIONES DIVERSAS

asamblea que se reúne en nombre de Dios. Como pueblo de Dios, la Iglesia es la congregación de creyentes en Jesús resu­citado que recibe la misión del evangelio. Al mismo tiempo que la comunidad cristiana se visibiliza en las Iglesias locales o particulares, es también Iglesia universal. La realidad de la Iglesia comprende dos dimensiones: la convocación de Dios hecha por Jesucristo para la salvación, y la congregación de los convocados para compartir los bienes de dicha salvación. Radicalmente, la Iglesia nace de la fe pascual o se congrega después de la Pascua como comunidad, gracias a la resurrec­ción de Jesús y a la efusión del Espíritu.

PRECES:

«Dios y Padre nuestro, te rogamos por la Iglesia de tu Hijo Jesús.

Haz que resplandezca con su belleza y evite adornarse con la belleza vana de este mundo.

Haz que no se desfigure con las arrugas de la vejez y represente para todos los pueblos la esperanza del futuro.

Haz que su rostro sea purificado de toda mancha de orgullo y que prefiera a los pobres y a los humildes.

Haz que sea santa y sin mancha y no se vea mutilada por el pecado.

Haz que sea hermosa como una novia engalanada para su esposo y evite la seducción del dinero y del poder.

Señor Jesús, tú has amado a tu Iglesia y te has entregado por ella; te rogamos guíes a tu Iglesia, para que ella, a su vez, ame a todos los pueblos y se entregue a su servicio».

(Lucien Deiss) SÍMBOLO

(Entrelazarse las manos un grupo; la silueta de una barca; un candela­bro de varias velas; una columna; un farol...)

HIMNO: «Señor, el día empieza» (Ver «Himnos», pág. 505). POEMA: «El don de Dios» (Ver «Poemas», pág. 530). ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo de Adviento B:

«Iglesia», pág. 144).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 403

27. Jesucristo

INTRODUCCIÓN: «Se han dado y se siguen dando las más variadas y pin­torescas imágenes de Jesús, desde el "dulce niño" de la Navidad hasta el Cristo Rey "guerrillero" o el Cristo "revolucionario". El abanico es amplísimo. Por eso necesitamos precisar algunos lími­tes. Esta necesidad apareció ya en los orígenes del cristianismo, cuando la Iglesia aceptó los cuatro evangelios y rechazó los apó­crifos. No es posible enraizar la fe en la conciencia crítica sin des­cubrir a Jesús en la historia humana, a partir de lo que hizo y dijo en el plano público de lo social, con las consecuencias que se deri­van de su muerte en cruz. A Jesús lo mataron los piadosos por blas­femo, y los dominantes por sedicioso. Conoció el exilio, estuvo en la cárcel, padeció torturas y fue ajusticiado impunemente. Su com­portamiento es el de un hombre extraordinariamente libre y libera­dor. A Jesús lo mataron, pero murió por nuestros pecados».

SALUDO INICIAL: «La Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros, y contemplamos su gloria: gloria de Hijo único del Padre, lleno de amor y lealtad» (Jn 1,14).

PRIMERA LECTURA: IS 52,13 - 53, 12 (Cuarto cántico del Siervo); Is 61,l-2a.l0-ll (El Siervo y su misión).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 39 «Yo esperaba con ansia al Señor».

SEGUNDA LECTURA: Flp 2,6-11 (Obediente hasta la muerte); Col 1,15-20 (Jesucristo, primogénito).

EVANGELIO: Mt 1,18-25 (Nacimiento de Jesús); Jn 1,1-18 (Cristo, palabra de Dios).

HOMILÍA: En un momento decisivo de su vida, Jesús pregunta a sus discípulos: «¿Quién decís que soy yo?» Esta pregunta se le plantea a cada uno de los cristianos en las diferentes etapas de su vida. Las contestaciones han sido y son de lo más variado. Así, Jesús es el hombre para los demás, el Varón de dolores, el Cristo de los milagros, el profeta revolucionario, el Redentor de los pecados, el Señor sacramentado, el Liberador del pue­blo, etc. Recordemos que cada evangelista da una imagen dis­tinta y verdadera de Jesús. De hecho, sólo a través de la Iglesia, basada en los evangelios, es posible conocer a Cristo. En definitiva, como dicen las confesiones primitivas de fe: Jesús es el Señor o el Cristo, el Hijo de Dios, nacido de la vir­gen María, consagrado por el Espíritu Santo para establecer el

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404 CELEBRACIONES DIVERSAS

reino de Dios. El Mesías-Jesús, que murió en una cruz como consecuencia de su misión, ha sido glorificado por Dios, que lo ha resucitado: está vivo. Es la cabeza de la Iglesia, primogé­nito de una multitud de hermanos, Señor del mundo y de la humanidad entera.

SÍMBOLO (Una piedra, una cruz, una corona de espinas, un «niño Jesús»)

HIMNO: «Jesucristo, palabra del Padre»; «Nombre: Jesús» (Ver «Himnos», págs. 494 y 497).

POEMA: «Invocación a Cristo» (Ver «Poemas», pág. 543).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Ramos A: «Rey sufriente», pág. 46).

28. Justicia

INTRODUCCIÓN: «La persona justa vive en tensión con la estructura del mundo en que tiene que moverse. Son muchos los conflictos pro­vocados por las injusticias, incomprensiones, coacciones y corrup­ciones. Hay quienes se conforman con estar en desacuerdo; otros se dedican a realizar su transformación individual y esperan que, por el proceso imprevisible del tiempo, todo cambie y evolucione. Vano intento. No basta con pensar lo recto, sino que hay que esfor­zarse en cumplirlo. La estructura de este mundo está poseída por un espíritu de injusticia. La persona honrada y creyente, con su acción, ha de trabajar para expulsar este espíritu del mal. En esta lucha para conseguir la justicia, no hay espacios acotados. El orden temporal, en todos sus aspectos, debe ser invadido por la crítica y transfor­mación del Espíritu del Resucitado».

SALUDO INICIAL: «¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas!, dice el Señor. ¡Que fluya el jui­cio, sí, el juicio como agua, y la justicia como arroyo perenne!» (Am 5,23-24).

PRIMERA LECTURA: EX 22,20-26 (Fuisteis extranjeros); Is 58,1-11 (Los pecados de Israel); Am 8,4-7 (Los daños de la injusticia).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 14 «Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 405

SEGUNDA LECTURA: Sant 2,1-5 (La dignidad de los pobres); Sant 5,1-6 (Ricos explotadores).

EVANGELIO: Mt 5,17-24.27-48 (La justicia según Cristo).

HOMILÍA: Según el parecer de los antiguos, justicia es dar a cada uno lo suyo. Pero «lo suyo» no es aquello a lo que uno tiene derecho, sino lo que debiera tener para ser persona y desarro­llarse. En el fondo, la justicia se refiere al prójimo, sobre todo al indefenso, en relación a lo que le falta y a lo que tiene dere­cho. Según la Biblia, justicia es salvar o liberar a quienes ven sus derechos injustamente conculcados. Conocer a Dios —dicen los profetas— es practicar la justicia. El evangelio es mensaje social de justicia, ya que la justicia es el corazón del reino de Dios. No se puede disociar caridad y justicia. Digamos, asimismo, que justo se llama al ser humano impar­cial que defiende el derecho y la justicia. Dios es, pues, justo. Para Jesús, justo es quien busca el reino de Dios y su justicia. La lucha por la justicia y contra los poderes que practican la injusticia es un imperativo evangélico, una urgencia del reino. Cuando falla la justicia, no existe la paz. Y la justicia falla cuan­do la persona no se desarrolla íntegramente, cuando no exis­ten suficientes garantías de trabajo, cuando no hay igualdad de oportunidades en la cultura, cuando no se dan seguridades jurídicas para todo el pueblo.

SÍMBOLO (Una balanza)

POEMA: «Rezad por la paz y la justicia» (Ver «Poemas», pág. 577).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo Ordinario B: «Liberación», pág. 194).

29. Ley

INTRODUCCIÓN: «La ley judía es una enseñanza que da Dios a su pue­blo para regular su conducta. Va unida a la alianza. Así, para cada tiempo de la alianza hay una expresión de la ley. Después de la liberación del pueblo hebreo en Egipto, Dios comunicó a Moisés las leyes que debían obedecer, y que abarcaban todos los aspectos de la vida. Están contenidas en los cinco libros del Pentateuco y se

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406 CELEBRACIONES DIVERSAS

resumen fundamentalmente en los diez mandamientos, ley de la alianza divina. Sirve de guía en las relaciones del pueblo con Dios, y de todos entre sí. Al ratificar la alianza del pueblo israelita con Dios, se propuso ser fiel y cumplir la ley. La ley es para el israeli­ta lo que para los cristianos es el evangelio».

SALUDO INICIAL: «¡Que Dios abra vuestro corazón a su Ley, a sus pre­ceptos, y os conceda la paz!» (2 M 1,4).

PRIMERA LECTURA: EX 19,1-6; 20,2-4.7-10.12-17 (Alianza); Jr 31,31a.33-34a (La nueva alianza).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 18 «El cielo proclama la gloria de Dios».

SEGUNDA LECTURA: Rom 13,8-10 (Resumen de los mandamientos).

EVANGELIO: Mt 5,43-47 (Amar a los enemigos).

HOMILÍA: Entendida como revelación viva, Jesús no abolió la ley, sino que la llevó a cumplimiento. La centró en el doble man­damiento de la caridad, que es la ley del reino, y en las biena­venturanzas. El evangelio inaugura un tiempo nuevo que sobrepasa a la ley y a los profetas. Se trata de una ley de per­fección, imitación de la perfección de Dios. Para los cristianos, Jesús ocupa el lugar de la ley. La ley nueva, que es ley del Espíritu, indica que el reino de Dios ha llegado.

SÍMBOLO (Dos tablas con la ley de Moisés)

POEMA: «El doble mandamiento» (Ver «Poemas», pág. 529).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXII Domingo Ordinario B: «Ley de Dios», pág. 230; VII Domingo Ordinario C: «Ley nueva», pág. 312).

***

30. Libertad

INTRODUCCIÓN: «"Libre" significa "disponible". Una persona libre dis­pone de sí misma para los demás. Junto a la justicia, la libertad es uno de los valores fundamentales de la Biblia y de la sociedad moderna. Cuanto más libre es uno, más persona es, aunque nadie es totalmente libre. En todo caso, la libertad es tan digna de apre­cio como la vida misma. De ahí tantas luchas para conquistar la

TEMAS DE CELEBRACIÓN 407

libertad, sin la cual no hay convivencia social ni desarrollo de la persona».

SALUDO INICIAL: «El Espíritu del Señor me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Le 4,18a).

PRIMERA LECTURA: Eclo 15,15-20 (Los mandamientos con libertad).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 135 «Dad gracias al Señor» (CMD, 210).

SEGUNDA LECTURA: Rom 6,12-23 (Servir a Dios en libertad); 2 Cor 3,4-8.12-14.16-18 (El ministerio apostólico); Gal 5,1.13-16 (Libertad responsable).

EVANGELIO: Jn 8,31-36 (La verdad os hará libres).

HOMILÍA: La libertad absoluta es propiedad de Dios. En sentido cris­tiano, libertad es disponibilidad para servir a Dios y al prójimo. El ser humano es un ser liberado por Dios para hacer lo que Dios quiere. Quien no se abre a Dios y a los hermanos es un esclavo. Los evangelios nos recuerdan que Jesús fue un hom­bre totalmente libre frente a la ley, la familia, el templo y el sacerdocio judío. Para san Pablo, los creyentes hemos sido lla­mados a la libertad. Nos ha liberado Cristo para liberar a los demás. Según san Juan, la verdad nos hará libres. Lleno de fe y de esperanza, el cristiano ejerce la libertad del Espíritu. Vivir cristianamente la libertad es poseer una confianza audaz y vivir bajo el mandamiento nuevo de la caridad. De ninguna manera equivale la libertad al señorío de los ídolos ni a la injusticia social.

SÍMBOLO (Abrir una puerta; romper una cuerda; soltar un pájaro de una jaula; deshacer unas cadenas...)

POEMA: «Bienaventurados los llenos de humor» (Ver «Poemas», pág. 516).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Santísima Trinidad C: «Libertad», pág. 298).

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408 CELEBRACIONES DIVERSAS

31. Luz

INTRODUCCIÓN (Ver «Iluminación» en «Símbolos religiosos», pág. 721).

CANTO DE ENTRADA: «TU noche será luz» (CLN, 124).

SALUDO INICIAL: «YO soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn7,12).

ORACIÓN:

«Señor: Tú no nos llamas a iluminar las sombras con frágiles velas protegidas de los vientos con la palma de la mano, ni a ser puros espejos que reflejan luces ajenas, trémulas estrellas dependientes de otros soles que, como amos de la noche, hacen brillar las superficies con reflejos pasajeros a su antojo.

Tú nos ofreces ser luz desde dentro (Mt 5,14), cuerpos encendidos con tu fuego inextinguible en la médula del hueso (Jr 20,9), zarzas ardientes en las soledades del desierto que buscan el futuro (Ex 3,2), rescoldo de hogar que congrega a los amigos compartiendo pan y peces (Jn 21,9), o relámpago profético que rasgue la noche, tan dueña de la muerte.

Tú nos ofreces ser luz del pueblo (Is 42,6), hogueras de Pentecostés, en la persistente combustión

TEMAS DE CELEBRACIÓN 409

de nuestros días encendidos por tu Espíritu; ser lumbre en ti que eres la luz, fundido inseparablemente de nuestro fuego con tu fuego».

(Benjamín González Buelta)

PRIMERA LECTURA: IS 60,1-6 (La luz de la nueva Jerusalén).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 26 «Oigo en mi corazón» (CLN, 540).

SEGUNDA LECTURA: Rom 13,11-14 (Actuar en la luz, de día); Ef 5,8-20 (Vivir como hijos de la luz); 1 Jn 1,5; 2,2 (Caminar en la luz).

EVANGELIO: Mt 5,14-16 (Sois la luz del mundo); Jn 3,14-21 (Escoger la luz).

HOMILÍA: La luz, primera realidad que el ser humano descubre cada día al despertarse, es la primera obra de la creación. Es asi­mismo una de las realidades escatológicas más importantes. La luz simboliza la vida, como las tinieblas representan la muerte. Las teofanías de Dios van envueltas en una gran luz, reflejo de su gloria. También la luz es una imagen del conoci­miento, que transmitirá el Siervo de Yahvé, luz de las nacio­nes. Dios es luz; por eso Jesucristo se identifica con la luz. Al nacer el Señor, todo quedó iluminado. Al dar la vista a los cie­gos, Jesús muestra que es capaz de dar la vida. Para san Juan la vida es un drama entre la luz y las tinieblas. Creer es llegar a la luz. El cristiano es un hijo de la luz, que debe llevar a los demás. Al final de la historia será el triunfo de la luz. De ahí que las liturgias bautismales (el cirio pascual), pascuales (el lucernario) y funerarias (la luz perpetua) estén bañadas con la imagen de la luz.

SÍMBOLO (El cirio pascual; un farol)

HIMNO: «De luz nueva se viste la tierra» (Ver «Himnos», pág. 487).

POEMA: «Las cinco llamas»; «Las siete luces»; «¡Soñar, Señor, soñar!» (Ver «Poemas», págs.554, 557 y 585).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo Ordinario A: «Luz», pág. 82).

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410 CELEBRACIONES DIVERSAS

32. Misericordia

INTRODUCCIÓN: «En el lenguaje actual, misericordia equivale a un sen­timiento de piedad o de compasión para con los culpables. En la Biblia es más que compasión o perdón; es disposición a ayudar al necesitado. Tener entrañas de misericordia es tener compasión y llevar a cabo una obra ejemplar. Según el catecismo, obras de mise­ricordia son aquellas con las que socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades espirituales y corporales. Hay siete espirituales y siete corporales».

SALUDO INICIAL: «El Señor es compasivo y clemente, paciente y mise­ricordioso, no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo» (Sal 103,8-9).

PRIMERA LECTURA: Gn 18,20-33 (Intercesión de Abrahán); Ex 33,18-19; 34,4-7 (Dios misericordioso).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 9 B «Te doy gracias, Señor, de todo corazón».

SEGUNDA LECTURA: Heb 4,14-16; 5,7-9 (Jesús, sumo sacerdote).

EVANGELIO: Jn 8,1-11 (La mujer adúltera).

HOMILÍA: Dios aparece en el Antiguo Testamento como el Dios de la misericordia, tanto respecto del miserable como del peca­dor. Aunque los profetas anuncian grandes castigos a un pue­blo desviado, al final puede más la ternura de Dios, especial­mente cuando el pecador se arrepiente. Naturalmente, el Dios de la misericordia quiere misericordia. Jesús fue misericordio­so en sus acciones con los pobres y pecadores. Desde su pro­pia miseria, el creyente descubre la misericordia de Dios, des­crita por los profetas como ternura maternal e infinita respec­to de las infidelidades personales y del pueblo, misericordia que desciende y se relaciona con la justicia. El capítulo 15 de Lucas, evangelista de la misericordia, es un comentario al capítulo 34 de Jeremías, en el que se canta el amor afectuoso de Yahvé a su pueblo.

SÍMBOLO

(Perfumar; ungir con aceite)

HIMNO: «Te damos gracias, Señor» (Ver «Himnos», pág. 506).

POEMA: «Y me declaro culpable», (Ver «Poemas», pág. 596).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 411

ACCIÓN DE GRACIAS: (Ver Oraciones, XI Domingo Ordinario C: «Misericordia», pág. 320).

33. Misión

INTRODUCCIÓN: «Las palabras finales de Jesús relativas a la misión ("Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación") no pueden reducirse a una tarea encomendada a unos cuantos cristia­nos, los misioneros. Son palabras dirigidas a toda la Iglesia, a todos los cristianos. Sin embargo, es preciso reconocer que con frecuen­cia la Iglesia no se preocupa más que de sí misma, las comunida­des se encierran en su interior, y se anuncia el evangelio a quienes ya lo conocen desde pequeños. En la actualidad, los cristianos des­pertamos a la necesidad de evangelizar, pero estamos tan poco acostumbrados que no sabemos cómo hacerlo. El primer objetivo de nuestra oración no es que otros evangelicen, sino que todos evangelicemos, que la Iglesia redescubra su prioritaria tarea misio­nera. El Vaticano n ha supuesto una extraordinaria recuperación, interna y externa, de la misión de la Iglesia en el mundo actual, sobre todo en propósitos y enunciados. Muchos cristianos piden y exigen que la Iglesia recupere su misión evangelizadora, sea insti­tución crítica de libertad, apoye con su fuerza moral las reivindica­ciones de los pobres, marginados y grupos más desfavorecidos, ponga fin a sus concordatos con los poderes y suscriba acuerdos con el pueblo liso y llano. Siendo evangélica en su interior y pro-fética en su exterior, será la Iglesia del Señor».

CANTO DE ENTRADA: «Oh, Señor, envía tu Espíritu» (CLN, 252). (Procesión de entrada con una cruz, una Biblia y dos cirios)

SALUDO DEL CELEBRANTE: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo, dice el Señor» (Jn 20,21).

PRIMERA LECTURA: Ef 4,1-7.11-16 (Diversas tareas); Ef 3,l-3a.5-12 (Pablo, misionero de Cristo); 1 Tim 2,1-8 (Oración pública); Ap 7,9-14 (Victoria de Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66 «El Señor tenga piedad» (CLN, 539).

EVANGELIO: Mt 28,16-20 (Misión de los discípulos); Mt 9,35-10, 8 (Misión de los Doce).

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412 CELEBRACIONES DIVERSAS

HOMILÍA: Antes del Concilio, el término «misiones», en plural, se refería al trabajo apostólico de los misioneros en tierras leja­nas («países de misión»), donde no se conocía el evangelio. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, se empieza a usar el tér­mino «misión» en singular, para indicar una nueva tarea apos­tólica de conversión en los países de cristiandad. Se habló del paso de una Iglesia «con misiones» a una Iglesia «en estado de misión». Misión es el ministerio profético de la palabra que la Iglesia lleva a cabo con no creyentes para encaminarlos a la conversión y a los sacramentos de la iniciación o reiniciación. Después del Vaticano n, la misión es entendida como evange­lizaron. Incluye la lucha por la justicia para que este mundo sea reino de Dios.

SÍMBOLO (Entrega de un crucifijo sencillo a cada enviado, con unas palabras de este tipo: «Proclama la buena noticia del reino de Dios y anuncia el evangelio a los pobres». O bien, entrega de una semilla —grano de trigo, maíz o arroz— a cada uno, con estas palabras: «Ve al mundo como sembrador de la palabra»)

HIMNO: «Benditos los pies de los que llegan» (Ver «Himnos», pág. 484).

POEMA: «El militante»; «Señor que lo quisiste» (Ver «Poemas», págs. 532 y 580).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, I Domingo después de Epifanía A: «Misión», pág. 34).

***

34. Obediencia

INTRODUCCIÓN: «A menudo, la obediencia se interpreta como limita­ción de la libertad y aceptación del dominio de otra persona, al identificarla con sujeción al poder o voluntad de otra persona sin discusión, resistencia ni diálogo. Se la considera, por tanto, des-personalizadora, ciega, irracional. "Obediencia", sin embargo, quiere decir respuesta, escucha a una llamada para responder. No es ciega, sino racional. Es decisión libre ante una autoridad, no ante un poder. Se obedece, no porque esté mandado, sino para bien de otros. De ahí la diferencia entre la obediencia del funcionario, que se caracteriza por su desgana y por la búsqueda de su propio inte­rés, y la obediencia del responsable, que tiene autoridad, que arras-

TEMAS DE CELEBRACIÓN 413

tra con el ejemplo y que se caracteriza por su buena disposición y su generosidad. La obediencia lleva consigo apertura para escu­char, disponibilidad o servicialidad, prontitud y cooperación».

SALUDO INICIAL: «Haremos todo lo que manda el Señor y obedecere­mos» (Ex 24,7b).

PRIMERA LECTURA: EX 24,3-8 (Alianza del Sinaí).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 8 «Señor, Dios nuestro» (CLN, 501).

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 5,2-3 (Cuidad del rebaño).

EVANGELIO: Le 2,41-50 (Jesús en el Templo).

HOMILÍA: La obediencia aparece en Isaías ligada a la fe. De ahí que configure al Mesías como Siervo de Dios por excelencia. Según Pablo, Jesús «se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2,8), a diferencia de Adán, que se negó a creer en la palabra divina y desobedeció. Después del Vaticano n, vuelve a relacionarse fe con obediencia (DV 5); es decir, la obediencia cristiana se entiende en el ámbito de la fe. Por con­siguiente, la obediencia no se limita a la vida religiosa, sino que se extiende a toda la vida cristiana. En el voto religioso, la obediencia es despojo del egoísmo propio para entregarse a Dios.

SÍMBOLO (Tocar una campana o campanilla)

HIMNO: «¿Qué tengo yo...?» (Ver «Himnos», pág. 503).

POEMA: «Oración por la figura más antigua de mi Nacimiento» (Ver «Poemas», pág. 571).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, VIII Domingo Ordinario A: «Confianza», pág. 88).

***

35. Oración

INTRODUCCIÓN: «A consecuencia del torbellino de la vida diaria, llena de ruidos y prisas, apenas tenemos tiempo para el recogimiento y la contemplación. Esto dificulta la posibilidad de orar. Por otra parte, dadas las relaciones utilitarias y comerciales, tenemos esca-

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414 CELEBRACIONES DIVERSAS

sa experiencia de la gratuidad. Precisamente para rescatar la ora­ción es necesario recabar el gusto por lo gratuito, por la comunica­ción y por el gozo. Orar es estar con Dios, tal como lo enseñó Jesús. Pero orar no es fácil, sobre todo si no se está arropado por una litur­gia, por una comunidad. La oración nos descubre el misterio de Dios vivido en el ser humano».

SALUDO INICIAL: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírse­lo, dice el Señor» (Mt 6,7-8).

ORACIÓN: «Señor, enséñanos el silencio de humildad, el silencio de sabiduría, el silencio de amor, el silencio que habla sin palabras, el silencio de fe. Señor, enséñanos a silenciar nuestros corazones y nuestras mentes para que podamos escuchar el aleteo del Espíritu Santo en nosotros y sentir tu presencia en el fondo de nuestro ser. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

PRIMERA LECTURA: Eclo 35,14-26 (Los gritos del pobre).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 122 «A ti levanto mis ojos» (CLN, 526).

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,14-17 (Hijos por el Espíritu); Gal 4,4-7 (Dios nos ama: envió a su Hijo); Col 3,12-17 (Vivid en acción de gracias); 1 Tim 2,1-8 (Oración pública).

EVANGELIO: Mt 5,1-2; 6,5-13; 7,7-12 (Orar en secreto); Mt 26,36-46 (La oración de Jesús en Getsemaní); Le 11,1-13 (Enséñanos a orar).

HOMILÍA: El antiguo catecismo afirmaba que orar es «levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes con humildad y confianza». Para santa Teresa de Jesús, la oración es «conversación con Dios». Según el nuevo catecismo católico, la oración es «una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero». Es conversación con Dios a partir de dos realidades básicas: la palabra del Señor y el clamor por la llegada del reino de la jus­ticia. Así se manifiesta en el Padrenuestro, que es la oración cristiana por excelencia. Aunque dirigida a Dios coloquial-mente en actitud virtuosa, la oración cristiana se ha entendido entre nosotros como plegaria individual de petición. Hoy se entiende que orar es responder a la palabra de Dios con acción de gracias, petición y alabanza. Mediante la oración se comu­nica el ser humano con Dios para obtener su bendición. En unas situaciones, la oración es desinteresada, a saber, es ado-

TEMAS DE CELEBRACIÓN 415

ración, alabanza, acción de gracias. En otras, es súplica, peti­ción. En la eucaristía se dan ambas clases de oración, aunque la principal es, evidentemente, la acción de gracias.

SÍMBOLO (Quemar incienso; adorar o besar una cruz; venerar o besar una ima­gen, un icono, el diurnal o los libros de las horas; toque de campanas o campanillas...)

POEMA: «Salmo inicial»; «Once peticiones desoídas» (Ver «Poemas», págs. 579 y 569).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XIII Domingo Ordinario A: «Plegaria», pág. 98).

36. Palabra de Dios

INTRODUCCIÓN: «Hay palabras desgastadas, caducas, indiferentes, que se han reducido a meros sonidos fonéticos, incapaces de presentar y transmitir una realidad viva. Y hay palabras que nunca pasarán, pues conservan un perenne sentido actual cargado de novedad. La palabra de la Biblia nos dice que todo ha surgido por el poder de la palabra de Dios. A semejanza de la palabra humana, esta palabra de Dios ha iniciado el diálogo en el mundo, se ha convertido en revelación. Es palabra inicial, que tiende necesariamente a ser pro­clamada siempre y en todo lugar; y es palabra terminal, que cum­ple y realiza lo que anuncia. De ahí que la palabra de Dios sea siempre nueva y se escuche como "buena noticia". Es palabra que convoca a los seres humanos para que se reúnan, que los edifica en Iglesia, que los juzga y exige de ellos una continua conversión; es palabra que libera de oscuridades y desorientaciones, que ayuda a encontrar el sentido de la vida, que abre el corazón del ser humano a la esperanza. Proclamar esta buena nueva de la salvación exige muchas veces evitar las palabras engañosamente dulces, que pro­longan situaciones falsas por intereses económicos, políticos o reli­giosos. Exige, asimismo, hablar con claridad comprometida, des­pertando la conciencia de los oprimidos y marginados, promovien­do la legítima libertad y el necesario diálogo».

SALUDO: «Porque habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y per­manente» (1 Pe 1,23).

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416 CELEBRACIONES DIVERSAS

PRIMERA LECTURA: Neh 8,l-4a.5-6.8-10 (Asamblea del pueblo); Dt 30,10-14 (La palabra cercana); 1 Sm 3,1-21 (Vocación de Samuel); Is 55,6-11 (Buscad al Señor).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 118 «Tu palabra me da vida» (CMD, 232).

SEGUNDA LECTURA: Heb 4,12-13 (La palabra viva); Sant 1,17-27 (La palabra, germen de vida).

EVANGELIO: Le 4,16-22 (Jesús en la sinagoga de Nazaret); Me 4,1-20 (El sembrador de la palabra); Jn 1,1-18 (Cristo, palabra de Dios).

HOMILÍA: La palabra de Dios surge cuando se proclama cualquier parte de la Biblia en la asamblea. Al concluir la lectura, el lec­tor dice: «palabra de Dios» o «palabra del Señor». Esta misma expresión la empleaban los profetas del pueblo de Dios. Así ponían de relieve el carácter de su mensaje. En cambio, Jesús habló con autoridad propia: «yo os digo». La comunidad cris­tiana, reunida por el evangelio de Jesús, reconoce la palabra que viene de Dios, que no anula las demás palabras humanas, sino que les da pleno sentido. El movimiento revelador va de Dios, que habla, a la palabra hecha carne; y de la palabra encarnada a Jesucristo, que pronuncia y realiza la buena nueva, el evangelio. La Biblia es la cristalización en un libro de la palabra de Dios, absolutamente necesaria en la evangeliza-ción, catequesis y eucaristía dominical. La tarea principal de la Iglesia es anunciar la palabra de Dios y evidenciar su cumpli­miento. Desde tiempos inmemoriales, el pueblo cristiano se ha reunido semanalmente en asamblea para celebrar la frac­ción del pan o cena del Señor. La primera parte de esta reu­nión la constituye la liturgia de la palabra. Al proclamar la palabra de Dios en la comunidad, se proclaman los designios de Dios. Lucas presenta a Jesús por primera vez en su evan­gelio mediante una celebración como Señor de la palabra o como profeta mesiánico. En Marcos y Mateo, Jesucristo se hace presente como evangelizador que anuncia la llegada del reino. Según Lucas, en toda liturgia de la palabra está el Señor, como lo está en el cuerpo y la sangre eucarísticos. La liturgia de la palabra no es mera preparación a la eucaristía ni mera enseñanza doctrinal, lección moral o recuerdo de un pasado histórico. Es algo que sucede, es manifestación de lo que Dios quiere, es actualización de lo que Jesucristo hace.

TEMAS DE CELEBRACIÓN 417

SÍMBOLO (Incensar o besar la Biblia)

POEMA: «La palabra de Dios» (I) y (II); «Las Escrituras» (Ver «Poemas», págs. 550, 551 y 556).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo Ordinario C: «Palabra de Dios», pág. 304).

37. Peregrinación

INTRODUCCIÓN (Ver «Peregrinación» en «Símbolos religiosos»).

SALUDO INICIAL: «YO soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí, dice el Señor» (Jn 14,6).

PRIMERA LECTURA: EX 12,37-42 (Los panes del desierto); Dt 8,1-3.7-10 (Dios alimenta su pueblo); Is 40,1-5.9-10 (Preparad el camino del Señor).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 121 «Qué alegría cuando me dijeron» (CLN, 525).

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 10,1-13 (Ejemplo del pueblo de Dios); Heb 11,8-16 (La fe de Abrahán).

EVANGELIO: Le 9,28b-36 (La transfiguración de Jesús); Jn 14,1-10 (Jesús, camino hacia el Padre).

HOMILÍA: Al ser humano le caracteriza la movilidad, aunque no todos sus desplazamientos son peregrinaciones. Peregrina quien abandona su instalación en el sistema, quien se libera de todo sedentarismo y se enfrenta al hoy y al mañana, quien busca constantemente el camino correcto. A la hora de pere­grinar, el creyente se mueve con esperanza y alegría en medio de incertidumbres e inseguridades. Así procedió Abrahán cuando peregrinó de su patria —una sociedad cerrada— a la tierra que le mostró Dios: un futuro de comunión divina. Moisés libera a su pueblo de la esclavitud para peregrinar por el desierto, sin más guía que la de Yahvé. El pueblo peregrino descubre al Dios de la historia, que no puede ser fijado en un

ir, sitio, como el Baal de los paganos. Frente a los dioses del entorno estático, el Dios del pueblo peregrina bajo el símbolo

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418 CELEBRACIONES DIVERSAS

de la tienda y el arca de la alianza. Los profetas predican la movilidad espiritual y social, pero casi siempre triunfa el fixis-mo legalista. Jesús aparece en movimiento e invita al segui­miento: «Venid en pos de mí». De este modo se abre un hori­zonte nuevo, el del reino de la conversión. Peregrinar es salir al encuentro de Dios.

SÍMBOLO (Un cayado de peregrino)

HIMNO: «Ando por mi camino, pasajero» (Ver «Himnos», pág. 483).

POEMA: «Caminante»; «Tú eres el camino» (Ver «Poemas», págs. 518 y 589).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo de Pascua A: «Camino», pág. 60).

***

38. Pobres

INTRODUCCIÓN: «El ser humano nace con hambre y sed; viene al mundo desvalido, menesteroso, pobre. Para que sea persona adulta hay que prestarle atenciones, cuidados, gratificaciones. Sin embargo, muchas personas nacen y viven en la pobreza, que, en cuanto que entraña carencia, constituye una desgracia. La humanidad tiene una obligación primordial de suprimir la pobreza en todas sus dimen­siones. El hambre debe combatirse como un mal. Además, no hay derecho a que los pobres sean maltratados, despreciados, explota­dos. Y es injusto que los ricos vivan a costa de los pobres. El ham­bre de los pobres clama al cielo. La existencia de los pobres, según el Deuteronomio, es un hecho escandaloso. Dios ama a los pobres porque ama la justicia. Es su esperanza. Cristo se identificó con los pobres, a los que llamó bienaventurados».

SALUDO INICIAL: «El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres» (Is 61,1).

PRIMERA LECTURA: Sof 2,3; 3,12-13 (Los humildes de Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 1 «Dichoso el hombre que no sigue el con­sejo de los impíos».

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,22-30 (Dios escoge a los pequeños); 2 Cor 8,1-15 (La colecta de Jerusalén).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 419

EVANGELIO: Mt 5,1-12 (Las bienaventuranzas); Le 6,17.20-26 (Bienaventuranzas e imprecaciones); Le 16,19-31 (El rico y Lázaro).

HOMILÍA: En la Vulgata, «pobre» (pauper) equivale a «poco». El pobre, pues, es el que tiene pocos recursos y, al mismo tiem­po, carece de libertad, ya que lo contrario del pobre no sólo es el rico, sino el rico y poderoso. La palabra lucana piojos (pobre) se traduce literalmente por «encorvado» o «asustado». Pero el pobre en la Biblia, además de ser categoría social o económica, es categoría espiritual y religiosa: los pobres son en Lucas destinatarios privilegiados de la «buena nueva». A lo largo de toda la Biblia se muestra que Dios exalta a los insig­nificantes. Pero la pobreza no tiene valor en sí misma, sino como apertura. Es un mal y una virtud. El ideal cristiano no es la pobreza, sino el compartir con los pobres lo que se tiene. Jesús se hizo pobre para enriquecernos.

SÍMBOLO (Colocar en una mesa tres platos con trigo, arroz y maíz —la comida de los pobres en tres continentes— o, simplemente, unos platos y cuen­cos vacíos y unos harapos; una banqueta o una silla vieja)

POEMA: «El pobre»; «Para una paternidad de la pobreza»; «La pobre­za, tabernáculo de Dios»; «Los más pobres» (Ver «Poemas», págs. 535, 575, 552 y 561).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVIII Domingo Ordinario A: «Hambre», pág. 108).

39. Profesión de fe

INTRODUCCIÓN: «La fe teológicamente expresada como ayuda a la "inteligencia de la fe" está al servicio de la fe teologalmente vivi­da y cultualmente celebrada. En estos años posconciliares, la teo­logía de la liberación ha hecho muchas y atinadas reflexiones sobre la fe en relación a la praxis de liberación, quizá porque se han dado experiencias personales y grupales de cristianos insertos en el pro­ceso liberador. De otra parte, las actuales teologías de los sacra­mentos dirigen sus reflexiones en conexión con la expresión de la fe en las celebraciones sacramentales. Un encuentro teórico y prác­tico de la fe, bajo la dimensión de la praxis y desde su naturaleza

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420 CELEBRACIONES DIVERSAS

sacramental, será valioso de cara a la génesis y maduración de la comunidad cristiana y de su presencia en el mundo. La fe es profe­sada pública y personalmente en la iniciación cristiana. Hoy se pro­fesa antes del bautismo y en las eucaristías dominicales».

SALUDO INICIAL: «Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único. Todos los que creen en él tienen vida eterna» (Jn 3,16).

PRIMERA LECTURA: Dt 6,1-9 (Profesión de fe judía).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 5 «Escucha nuestros gritos en la noche».

SEGUNDA LECTURA: Rom 10,8-13 (Confesión de fe del creyente); 1 Cor 15,l-8a (Fe en el Resucitado).

EVANGELIO: Mt 16,13-18 (Confesión de Pedro); Jn 6,35.63-71; 12,44-50 (Cristo es la luz).

HOMILÍA: En la vida humana hay momentos que sirven para tomar conciencia y caer en la cuenta. Entonces nos restauramos, nos recreamos. Son momentos significativos, por no decir celé­brateos o festivos. Lo mismo ocurre o debe ocurrir a la hora de profesar la fe. La primacía de la fe —entendida, no lo olvi­demos, como conversión, obra de Dios al mismo tiempo que tarea del ser humano— es vital para el cristiano. Pero no hay fe sin mediaciones humanas. En determinados momentos, estas mediaciones son sacramentales. La celebración es el lugar primordial donde se reconoce la fe. La fe se verifica en la praxis y en la celebración de los hechos históricos, puesto que ahí se reconoce el don máximo de Dios, que es Jesucristo. La praxis y la celebración no son, sin embargo, dos modos dife­rentes de verificar la fe, sino dos caras complementarias de un único obrar cristiano. La fe vivida es una exigencia de la fe celebrada, y la fe celebrada es una fuente gratuita de la fe vivi­da.

CANTO DEL CREDO: «Credo» (CMD, D2/D3).

SÍMBOLO (Santiguarse; besar un crucifijo)

POEMA: «¡Señor, Jesús!»; «Señor, Señor» (Ver «Poemas», págs.580 y 581).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Vigilia de Pentecostés A: «Profesión de fe», pág. 68).

***

TEMAS DE CELEBRACIÓN 421

40. Pueblo de Dios

INTRODUCCIÓN: «El pueblo no es mera agregación de individuos. Se construye comunitariamente a través de un origen, una historia, una cultura o un proyecto religioso. En la Biblia, junto al "pueblo ele­gido" por Dios en virtud de la elección y de la alianza antigua o nueva, están los "pueblos paganos", que pertenecen a Dios, aunque no lo reconocen, y la "multitud del pueblo", masa de gente o muchedumbre pobre y despreciada, abandonada a su suerte. El tér­mino "pueblo", por su fundamentación bíblica, es una categoría central teológica. Se emplea en la eclesiología según el contenido social, político y cultural que de antemano se le presta. No es fácil describir qué es el pueblo. El Vaticano n no especificó qué signifi­ca pueblo en la expresión "pueblo de Dios". Ante Dios, los cre­yentes no son individuos aislados, sino un pueblo que debe vivir unido y responder solidariamente a la llamada de Dios. Israel es el pueblo de la antigua alianza; la Iglesia es el pueblo de la nueva alianza».

CANTO DE ENTRADA: «Pueblo de hermanos» (CLN, 26).

SALUDO INICIAL: «Dice el Señor: "Arrancaré de vuestra carne el cora­zón de piedra y os daré un corazón de carne y os infundiré mi espí­ritu. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios"» (Ez 36,26-28).

PRIMERA LECTURA: Gn 17,1-9 (La alianza con Abrahán); Dt 5,1; 7,6-11 (Pueblo santo); Jos 24,l-2a.l5-17.18b (Un pueblo servidor).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 32 «Dichoso el pueblo que el Señor escogió».

SEGUNDA LECTURA: Ef 4,14-16 (Un pueblo adulto); 1 Pe 2,4-12 (Un pueblo sacerdotal).

EVANGELIO: Jn 15,1-10 (La verdadera vid).

HOMILÍA: El pueblo de Israel surge por disposición histórica de Dios en virtud de la alianza con Yahvé, ya que Dios, en definitiva, es un Dios del pueblo. Nuevo pueblo de Dios, según el Nuevo Testamento, es el que se constituye por la nueva alianza de Cristo, actualizada en el bautismo y en la eucaristía. El verda­dero pueblo de Dios es pueblo de pobres y de quienes optan por los pobres; es pueblo que lucha por la justicia y la libertad; es pueblo que sufre persecución y es pueblo sostenido por la gracia de Cristo.

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422 CELEBRACIONES DIVERSAS

SÍMBOLO

(Una mesa adornada con flores, luces y comida)

HIMNO: «Te damos gracias, Señor» (Ver «Himnos», pág. 506).

POEMA: «Solidaridad» (Ver «Poemas», pág. 583). ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo de Pascua C:

«Solidaridad», pág. 290).

41. Reino de Dios

INTRODUCCIÓN: «Jesús no se predicó a sí mismo: su predicación es rela-cional; el centro es algo distinto de Él. Tampoco predicó a Dios, sino el reino de Dios o, mejor, el reinado de Dios. Según la palabra de Jesús, Dios es el que reina o actúa. La revelación de Dios, que es pública, no oculta o privada, crea una nueva situación de comu­nidad y de solidaridad, con implicaciones sociales. Dios se acerca como gracia y amor liberadores. Por ser amor, se encarna en un gesto; por ser liberador, no es mera palabra de conocimiento. Jesús se comporta como un hombre libre de los vínculos familiares o de carne y sangre, de los poderes religiosos y políticos y de las atadu­ras de la ley y de las tradiciones. Por eso irradia libertad y produce liberación de necesidades materiales, con repercusiones políticas (acción social), de enemistades y pecados (acción reconciliadora) y de enfermedades (acción sanadora). La lucha por la justicia indica el camino del reino de Dios. En esta lucha se revela el Dios de Jesús como amor incondicionado. Y Jesús se manifiesta a través de un signo inequívoco: el amor al pobre y al oprimido».

SALUDO INICIAL: «Venid vosotros, benditos de mi Padre —dice el Señor—; heredad el reino preparado para vosotros desde la crea­ción del mundo» (Mt 25,34).

PRIMERA LECTURA: Sal 46 «Pueblos todos, batid palmas».

SALMO RESPONSORIAL: Sal 96 «El Señor reina».

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 1,3-9 (Nuevo nacimiento).

EVANGELIO: Me 1,1-15 (La buena noticia); Jn 3,1-6 (Renacer de nuevo).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 423

HOMILÍA: El término gr iego basileia, que se encuentra en casi todas las páginas de los evangel ios, se traduce por reino (subdi tos y terr i torio) y reinado (ejercicio de soberanía real). Los p r imeros israelitas se imaginaban a Dios como rey inf in i tamente jus to , defensor de los pobres, capaz de establecer la paz para s iem­pre. Esperaban el día en que se instaurase este reino en toda la t ierra. El término «reino» surge, pues, de la experiencia de la realeza de Israel. Aunque el pueblo de Dios tuvo var ios reyes (David, Salomón y otros), el verdadero rey era Dios. El centro del mensaje y de la actividad de Jesús —su utopía— es la cercanía o llegada del reino de Dios, que es exigencia de convers ión, dicha para los pobres, fuerza l iberadora del mundo y magni tud úl t ima de futuro en una línea profét ica, no apocalíptica. Jesús anuncia la llegada del reino de Dios y lo hace presente con sus acciones y palabras. Promete que v e n ­drá en pleni tud, pero que ya ha llegado en ciernes como leva­dura en la masa, sal en la comida o luz en las t inieblas. El re ino que expresó Jesús ante Pilato equivale a la utopía de la frater­nidad, el amor, el perdón, la justicia y la fel icidad.

SÍMBOLO (Una mesa con símbolos de boda, a elegir: anillos, arras, ramo de flo­res, vestido blanco...; granos de mostaza o de otra semilla; levadura y masa; una lamparilla o candil; un cuenco o plato con sal)

POEMA: «El reinado de Dios» (Ver «Poemas», pág. 536).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Cristo Rey C: «Solemnidad de Cristo Rey», pág. 366).

* * *

42. Resurrección

INTRODUCCIÓN: «La resurrección de Jesús sucedió únicamente delante de Dios. Ningún ser humano ha sido testigo directo del momento en que Cristo resucitó. Sin embargo, podemos llegar a percibir este acontecimiento por otros caminos y ser testigos veraces de este suceso singular. El Resucitado se hace presente, se "aparece", y los discípulos lo pueden "ver". Con esto los evangelios nos sugieren que hay unos signos por los que el Resucitado se hace presente. Para llegar a percibirlos es necesaria la fe. El Resucitado pertenece ya a una esfera del mundo totalmente nueva, a la situación defini­tiva que nos espera. No hay ningún hecho conocido en la historia

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424 CELEBRACIONES DIVERSAS

que se pueda comparar con la resurrección de Jesús. Es algo nuevo y, además, pertenece al futuro, no al pasado; por eso no se puede sino creer y esperar. "Dichosos los que creen sin haber visto". Uno de los signos más reveladores del Resucitado es el estilo de vida de la comunidad, que surge cuando, llevados por el Espíritu de Jesús, se establece una relación fraternal hasta llegar a poner todo en común. Se manifiesta también el Resucitado en el perdón de los pecados y en la capacidad de superación que Dios ha concedido al ser humano para que camine hacia la consecución de la promesa, ya cumplida en Cristo. Pero los signos del Resucitado no se agotan en la Iglesia. Hay incontables señales que nos indican cómo el poder de Dios va dirigiendo la historia hacia su plenitud. ¿Percibimos algunos de estos signos de nuestro tiempo?»

SALUDO INICIAL: «LO que os transmití fue, ante todo, lo que yo había recibido: que el Mesías murió por nuestros pecados, como lo anun­ciaban las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día» (1 Cor 15,3-4).

PRIMERA LECTURA: Ex 14,15-31 (Paso del Mar Rojo).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 135 «Dad gracias al Señor» (CMD, 210).

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,5-11 (Vida por el Espíritu).

EVANGELIO: Le 24,13-35 (Los discípulos de Emaús); Le 24,36-49 (Jesús se presenta a los discípulos).

HOMILÍA: La acción de resucitar es expresada en la Biblia con dife­rentes verbos: despertar, ponerse de pie, resurgir... El creyen­te del Antiguo Testamento imagina que resucita todo el ser humano, incluido el cuerpo. Esta concepción no equivale a la inmortalidad del alma o al retorno a la vida terrena, como en el caso de Lázaro. Es el acto por el cual Dios da al justo su pro­pia vida. Es, pues, acceso a la vida plena y definitiva. Yahvé es el Dios de la vida y de la justicia, que triunfa sobre la muerte. Los relatos y testimonios neotestamentarios de la resurrección coinciden en esta afirmación: «Hemos visto a Jesús, que había muerto. Ha resucitado corporalmente». Es el mismo Jesús, pero glorioso. Los primeros cristianos hablaron de exaltación y resurrección de Jesús al confesarlo como Señor y Cristo.

SÍMBOLO (El cirio pascual)

TEMAS DE CELEBRACIÓN 425

HIMNO: «Ofrezcan los cristianos» (Ver «Himnos», pág. 498).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Resurrección A, «Resurrección», pág. 52).

43. Retribución

INTRODUCCIÓN: «El hombre actual, sensible a la justicia, lo es también a la retribución. El fruto del trabajo corresponde justamente a los que trabajan, y muchos de los esfuerzos por una sociedad más justa se dirigen al logro de un sistema de retribuciones equitativo. En cualquier país es fundamental el reparto justo de la renta nacional, o suma de las rentas percibidas por los habitantes de la nación, en razón de su participación en el proceso productivo. Al mismo tiem­po que un grupo reducido de personas o de familias se apropian de la mayor parte de la renta nacional, otro gran sector del país —de ordinario el campesinado— no alcanza sino un tanto por ciento mínimo. Los desequilibrios de renta, funcionales, personales o territoriales, son escandalosos e injustos.

En la Escritura también se habla de retribución; Dios recompen­sa a sus servidores. Pero se distingue la retribución en el tiempo y la retribución al final de los tiempos. De hecho, la felicidad y el sufrimiento no corresponden a un comportamiento bueno y a otro malo. Al mencionar Jesús la retribución de la vida, puede decir que ya ha comenzado, aunque todavía no en su plenitud. El evangelio utiliza diversas imágenes para la retribución divina: la recompensa en el cielo (Mt 5,12), la participación en el banquete mesiánico (Le 13,29), la entrada en el gozo del Señor (Mt 25,21) y la entrada en el reino de los cielos (Mt 25,34). La recompensa del cristiano, desde ahora, es Cristo. Dios mismo es el premio de los justos. Pero, en definitiva, cada uno será retribuido de acuerdo con sus obras».

SALUDO: «Dios pagará a cada uno según sus obras» (Rom 2,5).

PRIMERA LECTURA: Is 55,1-11 (La alianza del Señor).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 144 «Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey».

EVANGELIO: Mt 20,1-16 (Los jornaleros de la viña).

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426 CELEBRACIONES DIVERSAS

HOMILÍA: La retribución humana, en forma de salario u honorarios, establece una relación entre el dueño y el empleado. Si el dueño es Dios, la retribución se hará cuando se juzgue la obra de su servidor. Ante Dios, el ser humano es pobre; el salario será la recompensa por su servicio. Naturalmente, Dios paga a cada uno según sus obras, y nadie puede sustraerse a su jui­cio. La retribución está en relación con la responsabilidad per­sonal, que se dibuja en la Escritura poco a poco. Al comienzo es una responsabilidad individual muy colectivizada. Después, con los profetas, se acentúa la cara personal. Pero la retribu­ción no se da rigurosamente en esta vida. Los sabios intentan descifrar el misterio del sufrimiento del justo, que sólo se puede explicar con la fe en la resurrección. La doctrina de Jesús sobre la retribución sigue la línea del Antiguo Testamento. Dios recompensará a los trabajadores de su reino. Al final de una vida entregada al reino, se obtendrá la recompensa. La retribución no consiste, pues, en buscar satis­facciones humanas; los que tal hacen «ya han recibido su paga» (Mt 6,2). El salario definitivo del justo es la herencia divi­na. El cristiano, llamado por Dios a participar en la herencia de los santos, ha de colaborar en el trabajo de la viña.

SÍMBOLO (Una cepa, sarmientos secos y racimos de uvas)

HIMNO: «Hora de la tarde»; «No me mueve, mi Dios» (Ver «Himnos», págs. 493 y 498).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XVI Domingo Ordinario B: «Gratuidad», pág. 218).

44. Santidad

INTRODUCCIÓN: «En el mundo de las religiones, lo santo es lo total­mente separado de lo profano, la manifestación de lo numinoso, ante lo cual el ser humano tiene conciencia de su pecado, debilidad y limitación. Santo por antonomasia es Dios, tres veces santo. Pero Dios comunica su santidad al pueblo, y el pueblo se separa de los pueblos impuros o, si se prefiere, de sus impurezas. De ahí los ritos de purificación. Pero el pueblo no fue fiel a la vocación de santi­dad; será necesaria una nueva santificación. Cristo, concebido del Espíritu Santo, es el Hijo de Dios, el "santo servidor" de Dios. Su

TEMAS DE CELEBRACIÓN 427

santidad queda revelada en la transfiguración y en la resurrección. Los cristianos estamos llamados a participar de la santidad de Dios, a ser santos».

SALUDO INICIAL: «Que el Dios de la paz os santifique íntegramente y que vuestra entera persona, alma y cuerpo, se conserve sin tacha para la venida de nuestro Señor, Jesús el Mesías» (1 Tes 5,23-24).

PRIMERA LECTURA: LV 19,1-2.17-18 (Amarás a tu prójimo); Ez 36,23-28 (Un espíritu nuevo).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 23 «Del Señor es la tierra y cuanto la llena».

SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 1,13-16 (Sed santos); 2 Cor 6,14 - 7,1 (Templos de Dios).

EVANGELIO: Mt 5,1-12 (Las bienaventuranzas).

HOMILÍA: En el Antiguo Testamento son santos los justos, y en el Nuevo Testamento lo son los testigos. Los cristianos son san­tificados por el Espíritu Santo y convertidos en templos divi­nos, en hijos de Dios. Por eso se llamaron «santos», no por sus esfuerzos, sino por elección. Todos ellos forman la «commu-nio sanctorum», es decir, la comunidad de los que comulgan las cosas santas. Hoy denominamos santa a una persona admirable, ejemplar y generosa (da lo que tiene), que sabe perdonar (reconcilia), que obra con justicia y libertad (el reino es su causa), que vive la cercanía de Dios (dialoga con Él) y que reacciona siempre evangélicamente ante la vida y ante la muerte (sus valores son los de Jesús). En plural, los santos son modelos propuestos por la Iglesia, intercesores entre el pueblo y Dios, a quienes se venera y que son capaces de ayu­dar o conceder favores. Nunca deben desplazar a Jesucristo.

SÍMBOLO (Presentar una corona de hojas verdes)

POEMA: «Frontera»; «No hagas de mí un verdugo» (Ver «Poemas», págs. 540 y 568).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Todos los Santos, 1 de noviembre: «Santidad», pág. 378).

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428 CELEBRACIONES DIVERSAS

45. Seguimiento

INTRODUCCIÓN: «La palabra "seguimiento" se encuentra a cada paso en los evangelios. Sin embargo, ha sido poco utilizada para calificar la actitud del creyente. Tradicionalmente, se ha hablado más de "imi­tación", en una línea puramente espiritual. El seguimiento entraña una donación total de la persona al servicio del reino de Dios. La recuperación del seguimiento ha sido favorecida por el alza de la praxis. El seguimiento va unido en los evangelios al binomio "negación/cruz", que no tiene un significado negativo. Negarse es vencer el egoísmo en favor de los demás; la cruz es la dimensión costosa de una vida justa».

SALUDO INICIAL: «YO soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).

PRIMERA LECTURA: Nm 21,4-9 (Serpiente de bronce).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 129 «Desde lo hondo» (CLN, 529).

SEGUNDA LECTURA: Rom 8,31-39 (Si Dios está con nosotros...).

HOMILÍA: Jesús sitúa las exigencias del seguimiento a partir de un segundo anuncio de la pasión, que los discípulos siguen sin entender, ya que discuten «quién es el más importante». No comprenden el sentido de la cruz ni el protagonismo de los últimos. Precisamente en la cruz Jesús se hizo el último, y en la resurrección el primero. Los discípulos se resisten a aceptar una comunidad en la que los primeros criterios son el servicio y la humildad. La llegada del reino trastoca los esquemas del mundo, sensibles siempre a encumbrar al primero y a menos­preciar al último, en virtud de la vanidad, el orgullo y la ambi­ción. Los menores, es decir, los pobres y marginados, tienen en la comunidad nueva una relevancia inusitada, porque son sacramento desconcertante de Dios.

SÍMBOLO (Erigir una cruz y besarla)

HIMNO: «Alfarero del hombre» (Ver «Himnos», pág. 483).

POEMA: «TÚ que andas sobre la nieve» (Ver «Poemas», pág. 589).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, III Domingo Ordinario B: «Seguimiento», pág. 192).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 429

46. Servidor sufriente

INTRODUCCIÓN: «Servidor es aquel que cumple lo que manda el amo. Para el Antiguo Testamento, el título de "servidor de Dios" supone un gran honor. De una parte, se aplica a los que reciben una misión especial de Dios: Moisés, David, los patriarcas, los sacerdotes, los profetas...; de otra, se observa que el pueblo es infiel al servicio de Dios e indócil a sus servidores. Por si fuera poco, también hay ser­vidores corruptos que incumplen su cometido. Por eso mandará Dios un Servidor fiel. Isaías lo anuncia (capítulos 40-55), especial­mente en los cuatro cantos del Siervo de Yahvé (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-9; 52,13 - 53, 12). El Siervo será el encargado de reunir a Israel y de enseñarle. No se puede saber bien si se trata de un "resto" o de un individuo. Posee grandes cualidades y, sobre todo, es capaz de sufrir confiando plenamente en Yahvé. Representa anti­cipadamente la pasión del Señor».

SALUDO INICIAL: «OS deseamos el favor y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor, Jesús Mesías, que se entregó por nuestros pecados para librarnos de este perverso mundo presente, conforme al designio de Dios nuestro Padre» (Gal 1,3-5).

PRIMERA LECTURA: IS 42,1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52,13 - 53, 12 (Los cua­tro cantos del Siervo).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 3 «Señor, cuántos son mis enemigos».

SEGUNDA LECTURA: Rom 5,12-19 (Gracia y pecado); Rom 6,3-11.22-23 (La muerte redentora); Flp 2,6-11 (Obediente hasta la muerte).

EVANGELIO: Me 8,34-38 (El compromiso exige renuncia).

HOMILÍA: Jesús es reconocido en el Nuevo Testamento como el ver­dadero Servidor de Yahvé. Hace presente la profecía cumbre del Antiguo Testamento: ha venido para servir, rescatar y cum­plir. Los evangelistas ponen en boca de Jesús tres anuncios de su pasión. El seguimiento de Jesús entraña incomprensión y persecución. Jesús fue «entregado en manos de los hom­bres», es decir, manipulado. Tuvo conciencia de que se dirigió al encuentro de una muerte violenta. Después de la resurrec­ción, los apóstoles reconocen a Cristo como «Jesús servidor», y todos ellos se entienden como servidores. El servicio, no obstante, entraña persecución y dolor. Constantemente, a lo ' largo de la historia, los justos sufren afrentas, los profetas son perseguidos y los mártires padecen una muerte violenta. San

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430 CELEBRACIONES DIVERSAS

Esteban, el protomártir, reproducirá en su pasión los rasgos principales de la pasión de Jesús. María, próxima a su Hijo, participará en los sufrimientos injustos.

SÍMBOLO (Mostrar y adorar una cruz)

POEMA: «Ecce Homo»; «El Cristo de Velázquez» (Ver «Poemas», págs. 526 y 527).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, Domingo de Ramos A, «Rey sufriente», pág. 46).

***

47. Signo de la cruz

INTRODUCCIÓN: «La señal de la cruz se hace en la frente de toda perso­na que se dispone a ser bautizada. Este rito de acogida expresa la vinculación con Cristo y con la comunidad cristiana. Jesús entregó en la cruz su vida por toda la humanidad. La signación expresa la recepción de ese don. Por otra parte, cristiano es quien oye la pala­bra de Dios, a la que responde con fe y con la aceptación del bau­tismo. La signación es el primer gesto bautismal, preceptivo a la entrada en el catecumenado, mediante el cual un candidato se con­vierte en catecúmeno con toda clase de derechos y obligaciones. Con este gesto comienzan y terminan todas las celebraciones. Es el signo de los cristianos».

SALUDO INICIAL: «El Dios de la paz, que suscitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas en virtud de la san­gre de una Alianza eterna, os dispense toda clase de bienes para cumplir su voluntad» (Heb 13,20-21).

PRIMERA LECTURA: 1 Cor 1,17-25 (Subversión de valores); Gal 5,24-26 (Signo de muerte al pecado).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 21 «¿Por qué nos has abandonado?»

SEGUNDA LECTURA: Ap 7,2-4.9-12 (Sello personal cristiano).

EVANGELIO: Me 8,34-38 (El compromiso exige renuncia).

HOMILÍA (Ver el término «Cruz», pág. 716).

SÍMBOLO

(Alzar o mostrar una cruz, besarla; trazar la señal de la cruz en la frente).

TEMAS DE CELEBRACIÓN 431

HIMNO: «En la cruz está la vida» (Ver «Himnos», pág. 489).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXX Domingo Ordinario B: «Iniciación», pág. 246).

48. Trabajo

INTRODUCCIÓN: «LOS trabajadores, en su condición de base, son pieza clave en la vida de un pueblo. Sólo puede entenderse el trabajo humano aceptando seriamente el sentido genuino que del mismo poseen los trabajadores. Es evidente que el constitutivo básico del momento está formado por las relaciones laborables o, si se prefie­re, por el trabajo, en todo el entramado de las condiciones y facto­res que condicionan la existencia del trabajador, la vida real del obrero. Realzar las excelencias del trabajo es obligado, pero insu­ficiente. Si es verdad que quien no trabaja no tiene derecho a comer (2 Tes 3,10), no es menos cierto que todos los trabajadores han de tener derechos reconocidos e iguales».

SALUDO INICIAL: «Hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para honra de Dios» (1 Cor 10,31).

PRIMERA LECTURA: Sab 9,13-18 (La sabiduría de Dios en la vida).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 8 «Señor, Dios nuestro» (CLN, 501).

SEGUNDA LECTURA: 2 Tes 3,7-12 (Trabajar esperando al Señor); 2 Tim 4,6-8 (La tarea de Pablo).

EVANGELIO: Mt 25,14-30 (Parábola de los talentos); Me 4,26-32 (El crecimiento del reino); Le 10,38-42 (Marta y María).

HOMILÍA: Según la Biblia, el trabajo de Dios es el prototipo del tra­bajo del ser humano. Dios trabaja desde el comienzo. También Jesucristo trabajó como el Padre. Pero el trabajo es anterior al pecado. De ahí las ordenanzas divinas sobre el trabajo. Con el pecado original entró en el mundo el carácter penoso del tra­bajo, que puede incluso convertirse en una idolatría o en un medio de explotación del prójimo. En los tiempos mesiánicos el trabajo no será penoso, ya que el mundo estará reconcilia­do con Dios. El fin último del ser humano, sin embargo, no es trabajar, sino descansar. Por eso el día de descanso es el día del Señor.

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432 CELEBRACIONES DIVERSAS

SÍMBOLO (Instrumentos de trabajo de hombre y de mujer)

HIMNO: «Alfarero del hombre»; «Señor, el día empieza» (Ver «Himnos», págs.483 y 505).

POEMA: «Primero era la tierra y la alegría» (Ver «Poemas», pág. 576).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXV Domingo Ordinario A: «Trabajo», pág. 122).

49. Unidad

INTRODUCCIÓN: «La división entre los cristianos es un escándalo. La existencia de las Iglesias separadas —a veces enfrentadas— es una herida en el Cuerpo de Cristo. Pero la unidad es una utopía; dicho con el lenguaje de los teólogos, es una realidad escatológica. Por eso es verdad que los cristianos deberemos luchar siempre contra la división, no conformarnos con ella, reconocer que hay en ella pecado; pero también que siempre estaremos en camino hacia esa unidad, que los conflictos y las divisiones son inevitables, que nunca alcanzaremos la comunión perfecta. Aunque siempre deba­mos luchar y orar para avanzar hacia ella. El ecumenismo no es tarea de una época, sino tarea coextensiva con la historia de la Iglesia. Hoy las Iglesias viven un urgente impulso espiritual hacia la unidad. No faltan obstáculos ni dificultades, pero es un impulso del Espíritu. Ningún cristiano puede sentirse desinteresado, insoli-dario. Aunque sepamos que la unidad siempre será imperfecta, que surgirán otras divisiones —quizá hoy en el interior de cada Iglesia—, será necesario emprender un nuevo camino de búsqueda de comunión en Jesucristo».

SALUDO INICIAL: «Andad de acuerdo entre vosotros, sintiendo un amor recíproco y un interés unánime por la unidad» (Flp 2,2).

ACTO PENITENCIAL:

Lector: «En presencia de nuestro Señor Jesucristo, arrepintámonos y confesemos nuestros pecados contra la unidad. Henos aquí, Señor, humillados delante de ti: hemos introducido la división en tu obra de unidad. Al confesar la verdad, hemos sido frecuentemente duros y exclusivos».

Py «Señor, ten piedad».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 433

Lector: «Hemos olvidado la viga en nuestro ojo, al ver la mota de paja en el ojo ajeno. Hemos ignorado e incluso menospreciado a nues­tros hermanos, sobre los cuales hemos querido triunfar».

fy «Cristo, ten piedad».

Lector: «Entre nosotros, tus hijos, hemos trazado fronteras de raza o de nación, de cultura o de clase social. Por nuestras divisiones hemos entorpecido el testimonio del amor y la extensión del evangelio en el mundo».

Py «Señor, ten piedad».

ORACIÓN: «Jesucristo, Señor nuestro, que en la víspera de morir por todos nosotros rogaste para que tus discípulos fuesen uno como tú y el Padre sois uno, haz que sintamos dolorosamente la infidelidad de nuestra desunión. Danos la lealtad de reconocer y el coraje de rechazar lo que hay en nosotros de indiferencia, de desconfianza y de hostilidad mutua. Concédenos encontrarnos todos en ti, para que de nuestras almas y de nuestros labios suba incesantemente tu ora­ción por la unidad de los cristianos, tal como tú la quieres y por los medios que tú deseas. Tú, que eres la caridad perfecta, haznos encontrar la vía que nos conduce a la unidad en la obediencia a tu amor y a tu verdad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

PRIMERA LECTURA: IS 2,1-5 (El centro del reino).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 127 «Como brotes de olivo» (CLN, 528).

SEGUNDA LECTURA: Ef 2,11-18 (Judíos y gentiles, reconciliados).

EVANGELIO: Jn 10,11-18.27-29 (El buen pastor); Jn 17,1-26 (Oración de Jesús).

HOMILÍA: La unidad es una de las cuatro características de la Iglesia denominadas notas. Se experimenta en la comunidad reunida en una misma fe, en un solo bautismo y en una eucaristía. Los miembros de la comunidad se hacen amigos y hermanos. Pero la unidad no es uniformidad en el conocimiento, en el sentimiento y en el comportamiento ético. La unidad es evan­gélica, no legalista. Desgraciadamente, la unidad de la Iglesia coincide con el hecho de su escisión. La unión de las Iglesias separadas consiste en la re-unión de las mismas. De ahí el empeño ecuménico, orientado a la consecución de la unidad

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434 CELEBRACIONES DIVERSAS

basada en estos tres postulados: el carácter escatológico de la unidad, ya que la Iglesia es una, pero aguarda su consumación definitiva; el convencimiento de que las escisiones han sido culpa de ambas partes y que, por consiguiente, los esfuerzos de integración han de ser de todos; y la necesidad del diálogo, del retorno a las fuentes y del reconocimiento de la entidad cristiana de cada Iglesia.

SÍMBOLO (Un aro; un círculo de personas cogidas de la mano)

POEMA: «Tolerancia (II)» (Ver «Poemas», pág. 588).

ORACIÓN LITÁNICA: ÍÍ f

Lector: «Demos gracias a Dios por el don de la unidad». Py «Gloria a Dios por los siglos de los siglos».

Lector: «Por la sangre preciosa de tu Hijo y por su resurrección de entre los muertos has reconciliado todas las cosas y reúnes en la unidad a tus hijos dispersos».

R/ «Gloria a Dios por los siglos de los siglos».

Lector: «Por tu Espíritu, repartido en abundancia, y por la gracia de la regeneración, quieres que formemos un solo cuerpo para alimen­tarnos con un solo pan».

Py «Gloria a Dios por los siglos de los siglos».

Lector: «Te damos gracias, Padre nuestro, por el movimiento ecumé­nico, por todos los que sufren, oran y trabajan en favor de la uni­dad»,

ly «Gloria a Dios por los siglos de los siglos».

CONCLUSIÓN: «En unión con los que llevan el nombre de cristianos, digamos la oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro que estás en el cielo...»

ACCIÓN DE GRACIAS:

«Gracias te sean dadas, Padre, por el deseo que has puesto en el corazón de cada persona de encontrar a sus hermanos y de vivir compartiendo con ellos su riqueza y su cultura, pues es así como el ser humano se realiza a imagen y semejanza tuya».

Py «¡Gloria a ti, Señor!»

TEMAS DE CELEBRACIÓN 435

«Gracias te sean dadas, Señor Jesús, porque te has despojado de tus privilegios de Hijo de Dios, de tus derechos como hijo de Abrahán y hasta de tu vida de hombre; porque has abrazado a cuerpo limpio la condición humana y te has prestado a cualquier encuentro».

Py «¡Gloria a ti, Señor!»

«Gracias te sean dadas, Espíritu Santo, porque nos haces comulgar a unos con otros, aun cuando algunos a veces nos resistamos; gracias porque en tu persona toda persona se refleja: el extraño se hace huésped, el pagano se hace hermano, el adversario, amigo, y todos comensales de Dios».

Jy «¡Gloria a ti, Señor!» (Thierry Maertens)

(Ver otra «Acción de gracias» en Oraciones, VII Domingo de Pascua C: «Unidad», pág. 296).

50. Verdad

INTRODUCCIÓN: «La verdad es una de las cosas que más sentido de la responsabilidad requieren en este mundo, porque está prohibido expresarla. Si alguien es testigo de la verdad, se convierte inme­diatamente en mártir de esa verdad. El mundo no tolera oír la ver­dad; los que se atreven a proclamarla son amordazados, encarcela­dos; se les corta el cuello o se les apedrea. El mundo actual tiene otro muchos medios más sutiles de hacer callar: la intimidación, la coacción, el halago, la compra de la verdad para archivarla... La verdad desvela tan claramente la mentira y la injusticia de los seres humanos, que quien es hijo de la mentira no puede menos de odiar la verdad. La persona sincera, iluminada por la palabra de la ver­dad, no pertenece a este mundo. Por eso se confabulan los poderes injustos para hacerla desaparecer. Es duro mantenerse como testi­go de la verdad en medio del mundo; de ahí que Jesús ore a fin de que los discípulos "sean consagrados en la verdad: tu Palabra es

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436 CELEBRACIONES DIVERSAS

Verdad". Esteban, el primer testigo, como todos los que le han seguido hasta hoy, no hace sino seguir los pasos de Jesús y de todos los profetas. ¿Nos impulsa la fe a ser testigos de algo? ¿Estamos dispuestos a afrontar las incomodidades que conlleva el dar testi­monio de la verdad?»

SALUDO INICIAL: «Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él os guiará hasta la verdad plena —dice el Señor— y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 16,13a; 14,26b).

EVANGELIO: Jn 8,31-36 (La verdad os hará libres); Jn 14,1-6 (Yo soy la verdad).

HOMILÍA: «Verdad», en la Biblia, equivale a «fidelidad». Y la fideli­dad se comprueba a través de los hechos. Es verdadero quien da lo que promete, quien es fiel. Dios es verdadero porque cumple lo que promete. En definitiva, la verdad no sólo se piensa, sino que se hace o se practica. La verdad no es, pues, lo que yo capto con mi mente en actitud distanciada, sino lo que logro con fidelidad en actitud comprometida. El criterio verificador de la verdad es el amor o caridad efectiva y la unión o la solidaridad entre los hermanos. San Juan concibe la verdad como la revelación en Jesucristo del proyecto libe­rador o salvador de Dios. Se identifica la verdad con la fe. «Hacer la verdad» (Jn 3,21) equivale en la tradición judía a «practicar la justicia» de Dios. Jesús fue veraz porque dijo la verdad. Incluso afirmó de sí mismo: «Yo soy la verdad».

SÍMBOLO (Colocar la Biblia en el ambón, besarla)

POEMA: «Tolerancia (I)» (Ver «Poemas», pág. 587).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XXVI Domingo Ordinario A: «Veracidad», pág. 124).

51. Vid/viña

INTRODUCCIÓN: «En tiempos de Jesús, Palestina era un país rico en viñedos. Cada vid es un tronco vigoroso que sostiene unas ramas vivas y produce frutos. Los sarmientos o ramas secas, sin valor, se queman; las ramas que producen fruto se podan para que den más fruto. La vid simboliza la vida y la abundancia. Para los profetas,

TEMAS DE CELEBRACIÓN 437

la viña es signo del pueblo elegido, objeto del amor y la solicitud de Dios, que espera obtener buenos frutos pero no recoge más que agrazones. Isaías cantó el poema de la viña, señalando la ingratitud de Israel frente a la atenciones de Yahvé. Ezequiel piensa que sólo sirve para el fuego. En el salmo 80 se espera que la viña del Señor dé frutos de nuevo».

SALUDO: «YO soy la vid, y vosotros los sarmientos —dice el Señor—; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante» (Jn 15,5).

LECTURA: IS 5,1-7 (Canción de la viña).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 79 «Pastor de nuestro pueblo».

LECTURA: Ez 15,1-8 (La cepa inútil).

EVANGELIO: Jn 15,1-10 (La verdadera vid); Mt 20,1-16 (Los jornaleros de la viña).

HOMILÍA: Los contemporáneos de Cristo, al igual que sus antepa­sados, soñaron con matar al hijo del viñador. Por el contrario, Jesús anuncia la llegada de trabajadores paganos a la viña de Dios. El viñedo simboliza al pueblo elegido. La cepa significa la vida y la abundancia. Se configura como un tronco vigoro­so que sostiene ramas vivas y produce frutos. Los sarmientos o ramas secas, sin valor, se queman. Los que producen fruto se podan. Jesús es la verdadera vid, que derrama su sangre en la cruz. En la eucaristía, el vino se convierte en sangre de Cristo. Los cristianos son los sarmientos de la viña nueva, que es Cristo.

SÍMBOLO (Colocar una cepa en un tiesto, con sarmientos secos y racimos de uvas)

HIMNO: «Hora de la tarde»; «Vosotros sois la luz del mundo» (Ver «Himnos», págs. 493 y 511).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, V Domingo de Pascua B: «Vid y sarmientos», pág. 178; XXVII Domingo Ordinario A: «Viña», pág. 126).

* * *

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4 3 8 CELEBRACIONES DIVERSAS

52. Vida

INTRODUCCIÓN: «La vida es el valor más importante que tenemos, pero, a la vez, es también nuestro problema. Siempre nos amenaza el miedo a perderla. La muerte física, o la destrucción de la vida, nos angustia. Pero hay otra muerte que nos ronda sin dejarnos en paz: la ausencia del sentido de la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Merece la pena vivir la vida? Esto que tenemos entre las manos ¿es una opor­tunidad o un castigo? ¿Somos algo más que un absurdo, una pasión inútil, un sinsentido?... A pesar de todo, queremos seguir viviendo. De las raíces mismas del ser humano surge un valor que nos empu­ja a desear la vida, a amarla, a cuidarla, a aceptarla. Nuestra vida es tan importante que el núcleo de la revelación cristiana es el anun­cio de la salvación, como vida ofrecida al ser humano. Pero Dios no ofrece otra vida distinta de la nuestra, sino que nos garantiza la salvación de nuestra propia vida. El creyente sabe que el ser huma­no no acaba con la muerte, que nuestra vida no se estrella contra el muro de la nada y el absurdo. Confiamos en que Dios recogerá en sus manos la vida del ser humano, y tenemos la esperanza de que la plenificará».

ORACIÓN:

Presidente: «Espíritu de Dios, Creador, que al principio planeabas sobre las aguas y por medio de cuyo soplo todos los seres adquirieron vida, ya que sin ti todo ser viviente expira y retorna a la nada».

Py «Ven, Espíritu de Dios».

Presidente: «Santo Espíritu, Consolador, por quien hemos sido hechos hijos de Dios: Tú nos transformas en templos vivos de tu presencia e intercedes en nosotros con gemidos inenarrables»

Py «Ven, Espíritu de Dios».

Presidente: «Espíritu Santo, Vivificante, que eres el alma de la Iglesia: Tú habitas en cada uno de los cristianos para lograr que un día tengan vida sus cuerpos mortales».

Py «Ven, Espíritu de Dios».

TEMAS DE CELEBRACIÓN 439

SALUDO: «Éste es el testimonio: Dios nos ha dado la vida eterna, y esa vida está en su Hijo» (1 Jn 5,11).

PRIMERA LECTURA: Dt 30,15-20 (Las exigencias de Dios).

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 8 «Señor Dios nuestro» (CLN, 501).

SEGUNDA LECTURA: Hch 17,22-28 (Pablo a los atenienses).

EVANGELIO: Jn 3,14-21 (Escoger la luz).

HOMILÍA: El tesoro más apreciado del ser humano es la vida. Las Escrituras afirman que Dios es el autor de la vida, quien manda transmitirla. Bajo la imagen de un árbol, la vida inmor­tal es una promesa que Dios hace a Adán y a Eva si le son fie­les. Pero el orgullo entra en la tierra, y con el orgullo la muer­te. Por ser un don de Dios, la vida es sagrada. Pero a causa de la lucha contra la muerte, debida al pecado, la vida es frágil. En la historia de la salvación, Dios dispensa a su pueblo la vida, tanto en el Éxodo como en el Exilio. Es «la fuente de la vida» (Sal 36,10). A sus elegidos les alarga la vida y les da muchos hijos. Pero esta vida es imagen de otro tipo de vida, cuya ple­nitud está en el futuro. Con Jesucristo aparece en la tierra la plenitud de dicha vida. Dios es un Dios de vivos y fuente de vida. Jesús anuncia la vida, y Él mismo es la vida. Habla del «agua viva», de la «luz de vida», del «pan de vida». Da vida a los muertos y manifiesta con su resurrección que es el «Príncipe de la vida». La misión de la Iglesia será anunciar la resurrección, es decir, la vida. La posee el que vive en Cristo, el que cree y se bautiza en Él. La vida es, pues, Cristo. Tendrá plena manifestación en la Jerusalén celestial.

SÍMBOLO (Una cuna, un biberón, un sonajero, un chupete...)

POEMA: «Salmo de las rosas»; «Oración por las rosas» (Ver «Himnos», págs. 578 y 572).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, XII Domingo Ordinario A: «Vida cristiana», pág. 96).

ORACIÓN FINAL: «Señor Dios nuestro, Creador de todas las cosas, Dios de la tierra, del sol, de la lluvia y del viento, que creaste el mundo con un soplo y a nosotros nos hiciste con tu aliento.

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440 CELEBRACIONES DIVERSAS

Te damos gracias, Dios misericordioso, por la belleza de la tierra y del mar, por la riqueza de las montañas, las llanuras y los ríos, por el canto de los pájaros y la hermosura de las flores. Te alabamos por todos esos dones y te rogamos que podamos conservarlos siempre. Señor, hemos recogido la cosecha. La lluvia regó la tierra, el sol extrajo de los campos trigo, uvas y olivas. Tu misericordia derramó bendiciones sin fin. Los riachuelos se hicieron ríos y los pantanos se convirtieron en lagos. Señor, la naturaleza te da las gracias, tus criaturas te dan las gracias. Todos te damos las gracias por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

(Oración del Consejo Mundial de las Iglesias)

53. Vida y muerte

INTRODUCCIÓN: «El tesoro más apreciado por el ser humano es la vida. Por ser don de Dios, es sagrada; por ser la suprema riqueza del ser humano, es inapreciable; y por estar amenazada por la enfermedad y la muerte, es frágil. De hecho, el dolor —sobre todo el injusta­mente infligido— domina la vida. Hay una distancia considerable entre la vida ideal y la fatigosa (y a menudo injusta) vida real. Pero todos deseamos y buscamos una vida placentera y plena, a pesar de estar tan sometidos y condicionados por influencias de todo tipo. Ciertamente, hoy se conocen y dominan muchos aspectos de la vida, pero se corre el peligro de desconocer el sentido de la vida».

CANTO DE ENTRADA: «Una nueva vida» (CMD, 21).

SALUDO INICIAL: «YO soy la resurrección y la vida: el que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá» (Jn 11,25).

PRIMERA LECTURA: Is 40,1-8 (La buena noticia).

SEGUNDA LECTURA: Rom 14,7-9 (Sentido de la vida y de la muerte). «En medio del hambre y de la guerra

celebramos la promesa de paz y de abundancia.

TEMAS DE CELEBRACIÓN 441

En medio de la opresión y de la tiranía celebramos la promesa de servicio y libertad.

En medio de la duda y de la desesperación celebramos la promesa de fe y de esperanza.

En medio del miedo y de la traición celebramos la promesa de alegría y lealtad.

En medio del odio y de la muerte celebramos la promesa de amor y de vida.

En medio del pecado y de la ruina celebramos la promesa de salvación y renovación.

En medio de la muerte que nos rodea celebramos la promesa del Cristo vivo».

EVANGELIO: Jn 12,24-26 (El grano de trigo que muere).

HOMILÍA: El ser humano ha recibido de Dios la vida, no simple­mente para vivirla, sino para realizarla. Y sólo se realiza con una vida ética y, en el caso del creyente, con la práctica de la palabra de Dios. Una vida alejada de los hermanos y de Dios es la muerte, precisamente porque Dios es la síntesis de la vida. Por pertenecer el cuerpo y el espíritu a la vida, no hay vida sin cuerpo: de ahí la necesidad de prestar atención a los cuerpos desnutridos. En suma, la vida espiritual no es vida abstraída del mundo, sino fuente de toda vida, con misericor­dia y con justicia. Frente a la vida presente —en continuidad y, a la vez, en ruptura— está la vida plena futura. Esta sobrevie­ne, no por la inmortalidad del alma, sino por la resurrección de los muertos con la intervención Dios. Según el Nuevo Testamento, esta vida está determinada por la resurrección de Jesucristo y es comunión con Dios, vencedor de la muerte. El creyente vive ya una vida nueva por la fuerza del Espíritu, entre el «ya» y el «todavía no»: es realidad presente con dimensiones de futuro. Será plena cuando sea vencido el últi­mo enemigo, que es la muerte, con todas sus actuales conse­cuencias.

SÍMBOLO (Encender un cirio encendido en la oscuridad; transmitir una luz de unos a otros)

POEMA: «A Jesús crucificado»; «Frontera» (Ver «Poemas», págs. 514 y 540).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver ORACIONES, Vigilia Pascual C: «Vida nueva», pág. 282).

***

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442 CELEBRACIONES DIVERSAS

54. Vocación

INTRODUCCIÓN: «El cristiano es un ser llamado por el Padre, y en nin­gún caso puede sentirse excluido de esta llamada. Pero cada llama­da es peculiar, personal, específica. La comunidad de los cristianos necesita esta diversidad para que cada función se realice, para que cada servicio se cumpla. Necesita especialmente que de su seno surjan cristianos que se sientan llamados a una especial dedicación al servicio del evangelio, al servicio de la comunidad. "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies" (Mt 9,37-38). A veces hemos respondido a estas palabras de Jesús de Nazaret sola­mente con la oración, como si la llamada fuese sólo para los reli­giosos o sacerdotes. En realidad, todos somos responsables, y nues­tra oración no es para que otros vayan, sino para que todos, cada cual siguiendo su llamada, nos ayudemos unos a otros. Y si en una comunidad faltan vocaciones, si en la Iglesia de una época o de un país faltan vocaciones, no es que Dios deje de llamar. Es que en la comunidad o en la Iglesia hay algo que impide la acogida de la lla­mada».

SALUDO INICIAL: «NO sois vosotros los que me habéis elegido; soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure, dice el Señor» (Jn 15,16).

PRIMERA LECTURA: Gn 12,1-4a (Vocación de Abrahán); Dt 7,6-8 (Dios elige a su pueblo); Is 42,1-4.6-7 (Vocación del «Siervo»); Jr 1,4-10 (La vocación de Jeremías).

SALMO RESPONSORIAL: Sal 67 «Se levanta Dios, y se dispersan sus ene­migos».

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 1,22-30 (Dios escoge a los sencillos); 1 Cor 12,4-13 (Un mismo Espíritu); Hch 11,2-17 (Dios elige a los paga­nos); Hch 26,12-18 (Vocación de Pablo).

EVANGELIO: Mt 20,1-16 (Los jornaleros de la viña); Le 9,23-26.57-62 (Seguir a Jesús); Jn 1,35-51 (Vocación de los apóstoles).

HOMILÍA: La vida cristiana, que es vida de fe y de compromiso, comienza por una llamada de Dios, libre y gratuita. Cristo es el primer llamado, el Servidor por excelencia. «Vocación» equi­vale a llamada, a realización del proyecto de Dios, que es su reino. Dios elige de manera espontánea, gratuita y sin acep­ción de personas. Sin embargo, opta por los segundos, los

TEMAS DE CELEBRACIÓN 4 4 3

últimos, los sencillos, los pobres. La elección o vocación no quiere decir nunca exclusión.

SÍMBOLO (Hacer sonar una campana o campanilla. Imponer las manos unos a otros, en cadena, diciendo: «Acepta el Espíritu de Dios y sé fiel a la lla­mada»)

HIMNO: «¿Qué tengo yo...?» (Ver «Himnos», pág. 503).

POEMA: «Me has seducido, Señor»; «Mi vocación»; «Señor que lo qui­siste» (Ver «Poemas», págs. 564, 566 y 580).

ACCIÓN DE GRACIAS (Ver Oraciones, IV Domingo Ordinario C: «Vocación», pág. 306).

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Quinta parte

TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Page 223: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

1 Credos

Creer significa tener a alguien por verdadero, fiarse y confiar en él. En el cristianismo es básico el «credo» o «profesión de fe» en Dios Padre, en Jesucristo, en el Espíritu y en la Iglesia. La profesión es a la fe lo que la declaración es al amor. La fe es la respuesta per­sonal que el creyente da a Dios, al reconocerle en sus palabras y en sus intervenciones. El objeto de la profesión de fe no son las verdades, sino la Verdad que fundamenta las verdades. La fe es conocimiento vital, compromiso de conversión, adhesión de la inteligencia, obediencia amorosa y confianza total en Dios. La pro­fesión o confesión de fe es una fórmula breve, mediante la cual las Iglesias expresan el contenido de la propia fe y las comunidades cristianas se identifican en cuanto tales. En la eucaristía hay dos profesiones de fe o credos: el apostólico (breve) y el niceno-cons-tantinopolitano (largo). Están redactados en singular, ya que en sus orígenes fueron profesiones de fe personal de los candidatos al bautismo. Pero estos credos no son únicos. En la Iglesia se han hecho muchas profesiones de fe con alcance catequético o litúrgi­co. Aquí seleccionamos algunos credos utilizables en celebracio­nes creativas.

Celebración de la fe

Creo en el Dios vivo, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Dios y Padre todopoderoso. Él ha creado todas las cosas en su querido Hijo único, imagen y semejanza de su gloria.

Jesús, luz de la eterna luz, palabra auténtica y fiel de Dios, Jesús, luz de la luz eterna.

Page 224: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

448 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Para servir a este mundo, para compartir nuestra suerte, se hizo carne de nuestra carne. Nacido por obra del Espíritu Santo y de la Virgen María se hizo hombre como nosotros. Fue destrozado por nuestros pecados, sacrificándose, obediente hasta la muerte de cruz. Por eso le ha sido dado el nombre de primogénito de entre los muertos. A El es a quien he de parecerme.

Creo en la fuerza del Espíritu, en el amor del Padre y del Hijo, en la alianza entre Dios y los hombres, en la Iglesia, cuerpo del Señor, reunida y enviada __ para hacer lo que Él hizo: servir e iluminar, cargar con los pecados de este mundo y construir la paz en la tierra.

Creo que resucitaremos con un cuerpo nuevo e inmortal, porque Él es Dios de vivos. Amén.

(HUUB OSTERHUIS)

Credo comunitario

Creemos en Jesús de Nazaret, amigo de publicanos y prostitutas, de mendigos y marginados, que predicó el reino de Dios, en el que resplandece la dignidad de la persona, la igualdad en la justicia, la disposición al servicio, el universalismo que supera toda barrera, y la justa distribución de los bienes.

Creemos en Jesús de Nazaret, concebido a la sombra del Espíritu en el seno de María,

que no se identificó con el sacerdocio saduceo ni con el escriba fariseo, dueño de las leyes, sino que fue maestro de sabiduría popular, profeta descubierto por el pueblo, servidor sufriente asesinado, hijo de los hombres y de Dios, Mesías, Cristo y Señor.

Creemos en Dios, Padre de Jesús y Padre nuestro, que resucitó a Jesús y que nos otorga a todos la resurrección a una vida nueva después del segundo nacimiento, tránsito de la muerte por las angosturas de la vida.

Creemos en la presencia de Dios por el Espíritu de Jesús, salvadora y liberadora. Creemos en la comunidad de los creyentes, y en la praxis de caridad con los hermanos menores, los pobres y los pueblos oprimidos.

Creemos que el ser humano, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios por Dios mismo.

Creemos en la vida perdurable, en el gozo de una nueva creación y en la visión de Dios cara a cara. Amén.

(CASIANO FLORISTÁN)

Credo de la juventud crítica

Creo en Dios, creador de un mundo no terminado, como algo que está ahí y así debe seguir, que nos promulga un eterno plan de desarrollo, en el que podamos participar.

Creo en Dios, que no ha dividido a los hombres en pobres y ricos, en especialistas e ignorantes, en amos y esclavos.

Creo en Jesucristo, que vio la situación del mundo y tomó postura ante ella.

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450 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Tomándole como ejemplo, reconozco con cuánta precaución nos tenemos que organizar, hasta qué punto está atrofiada nuestra inteligencia, empobrecida nuestra imaginación y equivocados nuestros esfuerzos. Cada día tengo miedo de que Él haya muerto inútilmente, porque no vivimos como Él vivió, porque hemos traicionado su mensaje.

Creo en Jesucristo, que resucitó para nuestra vida, para que nos liberemos de los prejuicios y de la presunción, del miedo y del odio; para que llevemos el mundo hacia su reino.

Creo en el Espíritu Santo que vino con Jesús al mundo. Creo en la comunidad de todos los pueblos y en nuestra responsabilidad sobre lo que haremos de nuestra tierra: o un valle de miseria, hambre y violencia, o la ciudad de Dios.

Creo en la paz justa que es posible construir. Creo en la posibilidad de una vida llena de sentido para todos los hombres y en el futuro de este mundo de Dios. Amén.

(Credo de la celebración ecuménica en la «Peterskirche» de Frankfurt)

Credo de la paz

Creemos en ti, Señor, Padre de todos, que eres un Dios pacífico, no violento. Tú creaste al hombre y a la mujer y deseas la convivencia entre todas las personas y todos los pueblos.

CREDOS 451

Tus profetas anunciaron la paz y rechazaron los poderes de este mundo que tiranizan, crean injusticias y desatan guerras y odios. Ahora profesamos la fe cristiana confesando juntos: «Creemos en el Dios de la paz».

Py Creemos en el Dios de la paz.

Creemos en Jesucristo, Príncipe de la paz, que nació de Santa María. Én la noche de su nacimiento, los ángeles anunciaron a los pastores la paz. Cristo vino a traer la paz, no la división; rechazó la espada y la violencia y propuso como únicas armas la verdad, la justicia y la caridad. Fue condenado a muerte por haber dicho la verdad, pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Por eso recitamos todos juntos: «Creemos en Jesucristo, príncipe de la paz».

Py Creemos en Jesucristo, Príncipe de la paz.

Creemos en el Espíritu Santo. La paz es don del espíritu de Dios y fruto de los artesanos que la construyen. Creemos en la Iglesia, en el perdón de los pecados y en la vida eterna en paz. Nuevamente profesamos la fe juntos diciendo: «Creemos en el Espíritu de la paz».

Py Creemos en el Espíritu de la paz.

(CASIANO FLORISTÁN)

Credo de la vida nueva

Creo en Dios Padre, cuya palabra sostiene la vida de los hombres y mujeres y su trabajo creador.

Py Porque Él es la Vida.

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452 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Creo en su Hijo, encarnado entre nosotros, que caminábamos en tinieblas, y nacido entre los más pobres, para manifestar la gracia de Dios.

B/ Porque Él es el Señor.

Creo en el Espíritu Santo, que nos ha hecho nacer a la vida de Dios y nos llena de fuerza y de alborozo en nuestras luchas de cada día.

IV Porque Él es el Amor.

Creo en la Iglesia, puesta al servicio de los hombres y mujeres para que todos reciban la plenitud de Dios.

Py Porque es mensajera de Buena Noticia.

Creo en la vida eterna comunicada por el pan y el vino a todos los testigos de Dios en el mundo.

fy Porque ésa es nuestra Gloria.

(THIERRY MAERTENS)

Credo del hombre nuevo

Creo que Dios es amor. Creo que el Creador no se burla de sus criaturas.

Creo que Cristo ya ha vencido al pecado y a la muerte. Creo que la muerte en Cristo es ya la resurrección.

¡Creo en el hombre nuevo que es Cristo resucitado, primogénito de todo hombre nuevo! Creo en otra humanidad más fraterna.

CREDOS 453

Creo que «la creación entera gime con dolores de parto, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios».

Creo que en aquel día Dios «enjugará todo lágrima de nuestros ojos, y ya no habrá muerte ni llanto, ni gritos ni fatigas, porque el viejo mundo habrá pasado».

Entretanto, con todos los que creen, con todos los que luchan, yo grito la más cierta palabra que se ha escrito en este reino de la muerte y de la esperanza: «¡Ven, Señor, Jesús!» ¡Amén, aleluya!

(PEDRO CASALDÁLIGA)

Credo de Navidad

Creo en la bondad humilde de José de Nazaret y en la fe desbordada de María.

Creo en la pobreza del portal con un buey y una muía, y aun sin ellos.

Creo en el anuncio de los ángeles, presencias múltiples de Dios donde están la verdad, el amor y la belleza.

Y en el gozo compartido de los pobres pastores que sueñan ilusiones y viven de esperanzas.

Creo en la estrella peregrina y mensajera y en los Magos inquietos y tenaces, que siempre encuentran la luz cuando la siguen, asomada a la inmensa maravilla de Dios entre los hombres.

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454 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Creo en los caminos que llevan a Belén, en los ríos de plata, en los montes de musgo, en los árboles de corcho, en las luces de colores.

Creo en las estrellas, más curiosas y despiertas que nunca en el cielo madrugador de la Nochebuena.

Creo en la alegría natural, en la clara amistad entre los hombres, nacida de repente o crecida a ritmo de cosecha.

Creo en la sorpresa virgen y fértil de los niños. Creo en la ternura de los hombres.

Creo en el amor, difícil e inseguro, pero cierto, muestra gratuita de Dios, ángel, estrella, belén de su hermosura generosa.

Creo en Jesús, hombre perfecto, Hijo de Dios, Dios perfecto a la altura del hombre.

(VÍCTOR MANUEL ARBELOA)

Credo de Palacagüina

Creo, Señor, firmemente, que de tu pródiga mente todo este mundo nació; que de tu mano de artista, de pintor primitivista, la belleza floreció; las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas, los barquitos navegando por el río junto al mar; los inmensos cafetales, los blancos algodonales y los bosques mutilados por el hacha criminal.

CREDOS 455

Creo en vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador. Creo en vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y del amor, (bis)

Yo creo en vos, Cristo obrero, luz de luz y verdadero unigénito de Dios, que para salvar al mundo en el vientre humilde y puro de María se encarnó. Creo que fuiste golpeado, con escarnio torturado, en la cruz martirizado, siendo Pilato Pretor: El romano imperialista, puñetero y desalmado que lavándose las manos quiso borrar el error.

Creo en vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador. Creo en vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y del amor, (bis)

Yo creo en vos, compañero, Cristo humano, Cristo obrero, de la muerte vencedor; con tu sacrificio inmenso engendraste al hombre nuevo para la liberación. Vos estás resucitado en cada brazo que se alza, para defender al pueblo del dominio explotador; porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu Resurrección.

(CARLOS MEJÍA GODOY)

Credo «Fe y Justicia»

Creemos en Jesús, hombre libre y solidario, camino y meta del ser humano y de la historia universal.

Muerto violentamente en la cruz, por el poder civil y religioso, a causa de su compromiso con los últimos de la tierra y, a través de éstos, con todos los hombres y mujeres.

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456 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Profeta de la fe y de la justicia, se convirtió por su resurrección en líder de la humanidad, para gloria de Dios y salvación de todo el mundo.

Creemos en el Dios de Jesús, su Padre y nuestro Padre, fuente de todo bien y enemigo de todo mal, que ha creado un mundo en marcha y lo ha puesto en nuestras manos para que desarrollemos la creación en beneficio de todos.

Él nos ha enviado a su Hijo Jesús para que dé comienzo a su reinado, a fin de que no haya más dioses ni amos, y seamos todos libres y solidarios.

Creemos en el Espíritu Santo, Espíritu de justicia y de amor que llenaba a Jesús, derramado sobre nosotros para que continuemos su obra y hagamos un mundo nuevo, sin clases ni desigualdades.

Creemos que la Iglesia es la comunidad de Jesús, santa y pecadora al mismo tiempo, enviada a anunciar a todo el mundo la Buena Noticia y a ser signo eficaz de fe y de justicia.

Proclamamos que hay un futuro ilimitado para cada ser humano, por encima del dolor y la injusticia, porque el mal ha sido vencido, y la muerte también ha sido vencida por Jesús. Amén.

(PATXI LOIDI)

Declaración de fe

Creemos en Dios, Espíritu Eterno, Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro, y de cuyos dones nosotros damos testimonio: Él llamó al mundo a la existencia, creó al hombre y a la mujer a su imagen y puso ante ellos los caminos de la vida y de la muerte.

CREDOS 457

Él, con santo amor, quiere salvar a todos los hombres y mujeres de la debilidad y del pecado. Él juzga a los seres humanos y naciones con su recta voluntad, manifestada por medio de los profetas y los apóstoles.

Creemos en Jesucristo, el hombre de Nazaret, Señor nuestro crucificado y resucitado, que vino a nosotros y nos mostró nuestra suerte común, venciendo al pecado y a la muerte y reconciliando al mundo con Él. Él derramó sobre nosotros su Santo Espíritu, que crea y renueva la Iglesia de Jesucristo y confirma en la fe a los hombres y mujeres de toda edad, lengua y raza.

Él nos llamó a su Iglesia para que asumiéramos el peso y el gozo de ser sus discípulos, para que fuéramos sus servidores en el servicio a la humanidad, para que proclamáramos el evangelio en todo el mundo y resistiésemos a las fuerzas del mal, para que participáramos del bautismo de Cristo y comiéramos en su mesa, __ para que nos uniéramos a Él en su pasión y en su victoria.

Él promete a cuantos le confiesan el perdón de los pecados y la plenitud de la gracia, fortaleza en la lucha por la justicia y la paz, su presencia en el mundo del juicio y de la felicidad, y su vida eterna en su reino que no tiene fin. Sean para Él la alabanza y el honor, la gloria y el poder. Amén.

(UNITED CHURCH OF CHRIST)

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458 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Profesión de fe

Creemos en Dios, que se nos ha hecho presente en Jesucristo. Él es el Padre que creó la humanidad libre y concedió la vida al universo.

Creemos en Jesús, el Hijo de Dios, nacido en esta tierra para que nosotros llegásemos a conocer quién es Dios y quiénes somos nosotros mismos. El es el Cristo, el enviado por Dios: luz para todos los pueblos, verdad para todo el mundo. Por Jesús, Dios nos ha manifestado personalmente quién es y cómo nos ama. Por Jesús, Dios ha proclamado el derecho de toda persona a la libertad la justicia y el amor. Por nosotros se ha hecho hombre en el seno de María, la primera mujer que creyó verdaderamente más allá de la palabras y contra los hechos mismos. Él se hizo pobre, y llegó a ser libre y amigo de todos.

Creemos que Jesús murió en la agonía y en el dolor para que nosotros aprendiéramos el camino de la esperanza. Creemos que se repite la realidad del crucificado en nuestro mundo cada vez que una mujer o un hombre, cualquiera que sea, es juzgado, abandonado, explotado o menospreciado.

Creemos que Jesús vivió, y en él se cumplió la promesa de Dios, la única capaz de decirnos: «Tú no morirás para siempre».

Creemos que vive hoy entre nosotros y que continúa la verdadera obra de liberación cuando ofrecemos nuestras manos, nuestros cuerpos y todo lo que somos al servicio de la humanidad.

CREDOS 459

Creemos en el Espíritu de Cristo, que enciende en nuestros corazones la esperanza de los profetas.

Creemos en la Iglesia, pueblo que camina proclamando dentro del mundo la obra de Jesús y que vive en la carne real el encuentro con Dios.

Creemos que la salvación que Jesús nos ha entregado a los hombres y mujeres es la única, al denunciar el pecado, manifestar el poder de Dios y llamar a todos apremiantemente a convertirse al amor.

Esperamos, por la fuerza y la luz de la fe, la venida ininterrumpida de Jesús y la victoria de la vida sobre la muerte. Amén.

(Trobada d'estiu)

Símbolo de los apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos; en el perdón de los pecados; en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Amén.

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2 Peticiones de perdón

Mediante el perdón, Dios pone fin a una situación injusta origina­da por el pecado. El perdón de Dios es amnistía: restablece al ser humano en relación filial con el Padre y en comunión con el próji­mo. Al perdonar. Dios se muestra lleno de misericordia; quiere la conversión, no la muerte, pero exige el reconocimiento de fe y la contrición del corazón. Dios promete una nueva alianza, un pue­blo nuevo que conozca a Yahvé. La purificación será total. Pero sólo los corazones contritos recibirán el don del perdón. Al anun­ciar la venida del reino, Juan Bautista exigió el arrepentimiento, la conversión. Jesucristo cumple los designios de Dios de perdonar a su pueblo. Él ha venido a salvar a los pecadores, y de este modo revela el misterio de la misericordia divina. Derrama su sangre por todos los pecadores. El don de perdonar pasó de Cristo a la Iglesia. El mismo Cristo resucitado comunicó a los apóstoles dicho don, conforme lo había expresado en su vida pública. Pero Dios no perdona a quien, a su vez, no perdona. Pedir perdón y perdonar son virtudes especiales de la vida nueva de los discípu­los y de la Iglesia.

Acto penitencial

1. Señor, Dios de misericordia, nuestros corazones llevan el peso de los sufrimientos de todos los tiempos, de las cruzadas y los holocaustos de miles y miles de años. Hacia ti elevamos nuestras manos.

R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.

2. Oh Señor, que nos amas como un padre, que nos cuidas como una madre, que quisiste compartir nuestra vida como un hermano.

PETICIONES DE PERDÓN 461

Confesamos nuestro fracaso en vivir como hijos tuyos, como hermanos y hermanas en un mismo amor. Hacia ti elevamos nuestras manos. R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.

3.Hemos malgastado el don de la vida. La buena vida de algunos se basa en el dolor de muchos; el placer de unos pocos, en la agonía de millones. Hacia ti elevamos nuestras manos.

R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.

4. Rendimos culto a la muerte al querer poseer más y más. Rendimos culto a la muerte cuando anhelamos nuestra propia seguridad, nuestra propia supervivencia, nuestra propia paz; como si la vida no fuese de todos, como si el amor fuese de unos pocos, como si Cristo no hubiera muerto por todos. Hacia ti elevamos nuestras manos. R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.

5. Oh Señor, perdona nuestra manera de vivir, que niega la vida de los demás, y enséñanos de nuevo lo que significa ser hijos tuyos. Hacia ti elevamos nuestras manos. R/ Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.

(CONSEJO MUNDIAL DE LAS IGLESIAS)

Confesión penitencial

Dios creador; al infundirnos tu propia vida nos diste el don de la vida; Nos has puesto en esta tierra,

con sus montañas y valles, con sus flores y frutos, con sus criaturas hermosas de gracia y belleza,

y nos has encomendado cuidar de ella.

Page 231: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

462 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Hoy nos llamas y nos preguntas: «¿Dónde estás?, ¿qué has hecho?»

(silencio)

Nos escondemos avergonzados, porque estamos desnudos,

Hemos saqueado la tierra y la hemos explotado. Nos negamos a repartir sus recursos. Intentamos poseer lo que no es nuestro,

sino tuyo y de todos.

^Perdónanos, Dios creador, y reconcilíanos con tu creación.

Dios del amor, Nos has dado el don de los diferentes pueblos,

con sus culturas y tradiciones, para hacer radiante nuestra vida.

Nos preguntamos hoy: «¿Dónde están tu hermano y tu hermana?»

(silencio)

Nos escondemos con vergüenza y con miedo. La pobreza, el hambre, el odio y la guerra

dominan la tierra. Los refugiados, los oprimidos y los pobres

claman hacia ti.

^Perdónanos, Dios del amor, y reconcílianos contigo y con nuestro prójimo. Enséñanos, Dios creador, que la tierra y su plenitud, y los que en ella moran, te pertenecen. Llámanos de nuevo con tu voz para que seamos responsables del don de la vida.

PETICIONES DE PERDÓN 463

Declaración de complicidad

Confesamos que somos cómplices de los poderes demoníacos de la violencia. Nos hacemos ricos en la opresión. Dormimos en blancas sábanas de racismo. Hablamos muy bien del amor y maldecimos a nuestros enemigos. Nos enorgullece la libertad e inventamos nuestra esclavitud. Decimos que nuestro objetivo es la paz y preparamos nuevos instrumentos para la guerra.

Gritamos contra la explotación y nos explotamos entre nosotros. Y de esta forma somos cómplices en el crimen de quemar cuerpos

quemar ciudades, quemar «ghettos», quemar libertad.

Somos cómplices por nuestra violencia, por nuestra atroz violencia, de volver la cara y no hacer nada.

(IGLESIA LIBRE DE BERKELEY)

Perdón inspirado en Baruc 1,15-22

1. Confesamos que el Señor, nuestro Dios, es justo; nosotros, en cambio, sentimos vergüenza y confusión de las culpas que vemos en nuestros gobernantes, en nuestros sacerdotes y en nosotros mismos.

2. Hemos pecado contra el Señor, no haciéndole caso, desobedeciendo los mandatos que nos dio por medio de su Hijo.

Page 232: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

464 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3.Desde el día en que Dios nos ha liberado, sacándonos de las tinieblas, de la injusticia y de la mentira, no hemos hecho caso de nuestro Dios. Hemos rehusado obedecerle.

4. No hemos escuchado la voz de Dios, recordada por las palabras y compromisos de sus profetas y testigos. Todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a ídolos ajenos y haciendo lo que el Señor Dios reprueba.

Perdón inspirado en Esdras 9,6-15

1. Dios de todos, Creador y Redentor, Padre de Jesucristo y Padre nuestro: nos da vergüenza y apuro levantar la vista, porque los pecados nos envuelven como aire contaminado, y nuestras culpas se amontonan como en un inmenso basurero.

2. Desde que aprendimos a andar a gatas, hemos incurrido en muchas culpas. Nuestros ojos son envidiosos, nuestras lenguas afiladas como cuchillos, y a nuestras manos, sedientas de dinero, se pegan las monedas como a la miel las patas de las moscas.

3.Mas ahora, en un momento, Dios nos revela su compasión. Jesús, nuestro Señor, pasa por nuestras vidas repartiendo perdón, curando heridas, restaurando cuerpos maltrechos y fortaleciendo espíritus desfallecidos.

4. ¿Qué diremos ahora, Dios de todos? Tú nos propones la paz, y nosotros nos empeñamos en la guerra.

PETICIONES DE PERDÓN

Tú nos invitas a querernos como hermanos, y nosotros nos tratamos como perros rabiosos. Tú nos propones la justicia, y apenas nos conmueve el desempleo, la corrupción, la delincuencia, la tortura, el crimen y la pobreza del Tercer Mundo.

5. ¿Volveremos a desobedecer tus mandamientos y a dar la espalda al mandato nuevo de Jesús? Señor, Dios nuestro, tú eres justo, y nosotros un puñado de cobardes. Aquí estamos delante de ti, con nuestros pecados. Perdónanos, Señor, y sabremos perdonarnos mutuamente.

La vuelta a casa

Volver cada día a tu regazo. Marchar y volver, volver y marchar.

Nuestra vida es un continuo abandono de tu casa y de tu compañía. Tomamos la hacienda y nos vamos, y la malgastamos en la prostitución.

Malgastamos el tiempo y la vida, la inteligencia, las fuerzas, el dinero. Malgastamos el amor...

Y no labramos tus campos, y no cultivamos la hacienda, tuya y nuestra, y pasamos hambre...

El hambre nos trae tu recuerdo. ¡Qué vergüenza que sea precisamente el hambre, la soledad, la falta de dinero para volver a malgastarlo! Estómago, corazón y cartera... ¡Qué vergüenza que no seas tú!

Page 233: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

466 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Pero volvemos y te damos un abrazo apretado. Y tú estás contento, muy contento, aunque sepas que volvemos por hambre. Y pones música y una buena mesa, la fiesta en familia, eucaristía de retornos, abrazos y aleluyas.

¿Mañana nos iremos otra vez?

(PATXI LOIDI)

Miserere (sobre el salmo 50)

Porque eres bueno, perdónanos.

Porque eres limpio, límpianos.

Reconocemos nuestras culpas: absuélvenos.

Nacimos en un clima de pecado: compadécenos.

Porque eres como la nieve, niévanos.

Con tu alegría inagotable alégranos.

Porque eres puro y siempre nuevo, renuévanos.

A tu mirada de luz y gozo acércanos.

De tu Espíritu de fuerza llénanos.

En tu amistad gozosa afiánzanos.

De la ira y de la sangre líbranos.

PETICIONES DE PERDÓN

Nuestros labios mudos de vergüenza ábrenos.

Y el corazón rendido tómanos.

Somos un pueblo viejo: únenos.

Tu pueblo arrepentido: perdónanos.

Plegaria de perdón

Oh Dios nuestro y de nuestros padres: que nuestra oración llegue hasta ti. Ya lo ves, Señor, no somos ni audaces ni valientes, ni vamos a decirte: «Somos inocentes, no tenemos pecado», sino que lo confesamos: «Hemos pecado,

somos de verdad culpables, hemos sido rebeldes a tu voluntad,

hemos cometido abusos de confianza, hemos blasfemado,

hemos incitado al mal, hemos condenado al inocente,

hemos sido orgullosos, hemos actuado con violencia,

hemos afirmado cosas falsas, hemos engañado,

hemos despreciado cosas respetables, hemos desobedecido,

hemos menospreciado tus leyes, hemos sido perversos,

hemos cometido injusticias, hemos oprimido al prójimo,

hemos endurecido nuestro corazón, nos hemos entregado a la corrupción,

hemos cometido acciones vergonzosas, hemos seguido malos caminos,

hemos rechazado a nuestro prójimo, hemos abandonado tus mandamientos».

Page 234: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

468 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Y Tú, tan justo en todo lo que nos sucede, has seguido siempre actuando con amor y fidelidad para con nosotros; pero nosotros te hemos desconocido y hemos pecado.

(RITUAL HEBREO)

Salmo de perdón (de los Salmos 24, 62 y 102)

¡.Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de nosotros con piedad, porque eres vida plena.

2. Ensancha nuestros corazones oprimidos y sácanos de nuestras tribulaciones. Mira nuestros pesares y nuestras penas y perdona nuestras culpas.

3. Oh Dios, tú eres nuestro Dios, nuestro espíritu esta sediento de ti; tenemos necesidad de ti como tierra reseca, agostada, sin agua.

4. Tú eres siempre nuestro auxilio; a la sombra de tus alas nos cobijamos; nuestros corazones están unidos a ti, y tu diestra nos sostiene.

5.El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras ofensas.

6. Como los padres sienten ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestro interior, se acuerda de que somos vasos de barro.

7.Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla.

8. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza y recitan y cumplen tus mandatos.

PETICIONES DE PERDÓN 469

Yo soy el que te ofendí

Soy yo quien te ofendí, y tú el ofendido, aunque tú eres el Señor, y yo criatura: yo soy el mal siervo, y tú el mal servido.

Tú eres mi hacedor, y yo tu hechura: yo soy el barro, tú el alfarero: tú el poderoso, yo una vil basura.

Yo soy, Señor, quien te dejó primero, y eres tú quien primero me buscaste, y yo el que ahora se vuelve a ti postrero.

Tú eres quien mil veces me llamaste: yo soy quien te cerró otras mil puertas, y tú eres quien tras ella te quedaste.

Yo soy, Señor, quien tiene el alma muerta: tú eres vida en quien podrá valerse; yo soy el dormido, y tú quien lo despierta.

Oh, si un «pequé» bastase, y un dolerse, para que me perdonases mi pecado, ¡qué gloria a quien en tal pudiera verse!

Dios mío, heme aquí, yo he pecado, Señor, con tu gran ira no me asombres; levanta al que a tus pies se ha derrocado.

(PIERRE MALÓN DE CHAIDE)

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3 Preces de los fieles

La denominada oración de los fieles, o plegaria universal, va diri­gida al Padre. En realidad, toda oración litúrgica expresa el movi­miento de la asamblea hacia Dios. Pero la oración de los fieles se caracteriza porque nace la vida; es decir, enumera deseos, necesi­dades, sufrimientos y esperanzas para presentarlas a Dios. Por ser de los fieles, es oración de todos, oración común. Asimismo, es oración de súplica o intercesión por toda la humanidad y todas sus necesidades. La tradición y las normas litúrgicas actuales señalan que no deben faltar estas cuatro intenciones: la vida de la Iglesia; los asuntos públicos y sus responsables; los pobres, mar­ginados y enfermos; y, por último, la asamblea local reunida para celebrar. Se desarrolla así: el presidente invita a la asamblea a orar. Después un diácono o cualquier miembro de la asamblea enuncia las intenciones, y de nuevo el presidente concluye el for­mulario con una breve oración.

Intercesión

1. Oremos, y oremos intensamente, por este mundo, que es nuestro mundo, por nuestros niños, por nuestros amigos, por todos los que amamos y por nuestros enemigos.

2. Oremos por todos aquellos que en el mundo tienen responsabilidades en puestos elevados o humildes; por nuestros gobernantes; por todos los que tienen autoridad en la Iglesia; por los artistas y los científicos; por los médicos y las enfermeras; por las madres preocupadas por su familia;

PRECES DE LOS FIELES 471

por los voluntarios que marchan a los países subdesarrollados y a las misiones; por todos los rectos de corazón. Tú nos ves a todos, Señor, tú pones en nosotros tu esperanza y suscitas en nosotros la fuerza para ser buenos.

3. Oremos por los hombres y mujeres que viven a nuestro lado, en nuestras fatigas y dificultades, escondidos y humildes; por todos los que están tristes y desilusionados; por todos los que no saben dar un sentido a su vida; por todos los que viven en soledad, para quienes el tiempo no pasa nunca; y oremos especialmente en estos días por los que no gozan de ninguna amistad.

4. Te pedimos, oh Dios, por todas las víctimas: por los asesinados y los secuestrados; por los muertos en accidente de carretera; por los niños sin padre; por los prisioneros y los extranjeros; por los prófugos, los sin patria y sin nombre; por los que están en guerra con otros hombres y no ven ninguna solución; por los enfermos sin esperanza de curar. Te rogamos por nuestros muertos, oh Dios: recuerda sus nombres y haz que vivan junto a ti.

5. Pidamos por todos los problemas e intenciones que nos han sido encomendados. Señor Dios, todas estas palabras, esta hora de oración, somos nosotros mismos. Tú conoces el abismo en el que nos podemos perder. Desde lo hondo gritamos a ti; en este día, en que muestras tu ternura para con los hombres y mujeres, nosotros te suplicamos.

Page 236: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

472 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Estamos todavía vivos: conserva en nosotros la vida. Te lo pedimos en unión de Jesús, tu Hijo.

(HUUB OOSTERHUIS)

Intercesión por el mundo y por la gente

1. Oremos por este mundo ancho e inabarcable, desbordante de seres vivos y lleno de noticias de todos los países.

2. Oremos por ese otro mundo, más pequeño y más cercano, de los que «nos pertenecen»: la familia y los amigos, los que comparten nuestras preocupaciones y los que dependen de nosotros.

3. Oremos por todas las mujeres y hombres famosos, por los jefes de estado y por quienes con sus palabras y opiniones influyen sobre los acontecimientos importantes: haz que no soporten la injusticia, que no elijan el camino de la violencia, que no tomen a la ligera ninguna decisión sobre el porvenir de los demás.

4. Oremos por todos aquellos que viven a la sombra de los acontecimientos mundiales y por quienes pasan desapercibidos cumpliendo tranquilos con su deber, resignados a su oscuro destino. Por aquellos que son espontáneamente justos, sencillos y acogedores; por las madres que cuidan de su familia, y por los médicos y enfermeras que cumplen con en silencio con su obligación.

5. Oremos por todos nuestros semejantes cuya miseria vemos a diario en los periódicos y en la televisión; por las víctimas del racismo; por los millones de seres que a diario son víctimas del hambre.

PRECES DE LOS FIELES 473

6. Oremos también por los que están enfermos cerca de nosotros, por los que han tenido un accidente, por los despreciados, por los que carecen de toda seguridad, por todos aquellos a los que de un modo u otro les resulta difícil convivir con los demás. Y por todos nosotros, para que no seamos crueles ni intolerantes ni vivamos a costa de los demás.

7. Oremos por la Iglesia de Dios en este mundo, por todos aquellos que se sienten llamados a vivir el evangelio y a predicarlo, por todos los que están revestidos de autoridad, por el Papa, por el Consejo Mundial de las Iglesias, por los obispos y los párrocos, por los pastores y los sacerdotes; por todos los que se han gastado ejerciendo el ministerio, por los religiosos y religiosas, para que no se dejen vencer por el cansancio ni por el silencio de Dios. Y por nosotros mismos, para que Dios nos haga capaces de trabajar en este mundo y seamos arrastrados por la fuerza del Espíritu, en el camino de la fe que persevera.

(HUUB OOSTERHUIS)

Intercesión por los viven en la angustia y en la represión

1. Por todos aquellos que son crucificados como tu Hijo; por los que están dejados de tu mano, por los que no soportan su destino, por los que sufren sin verle sentido al dolor.

Page 237: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

474 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Por los que se rebelan, por los que están acabados y paralizados, por los que están cargados de desprecio y de amargura, de sarcasmo y de cinismo; amánsales el corazón, abre sus ojos a la bondad posible, a tu creación y a tu futuro.

3. Por todos aquellos en quienes nadie confía; por quienes viven bajo la opresión, víctimas de la duda y de la calumnia; por todos los que desconfían de sí mismos por la dureza con que son juzgados; por todos los que no encuentran compasión ni palabras que los curen ni a nadie que los acepte.

4. Por todos los que viven reprimidos y angustiados porque tienen una conciencia temblorosa; por todos los que están inquietos y desesperados.

5. Por los que han sido víctimas del chantaje o la corrupción; por los que han sido destrozados en el juego con falsos dioses y fuerzas tenebrosas, para que puedan parecerse a Jesús, tu Hijo, que en manos de los hombres estuvo indefenso como ellos.

6. Por los que viven en la injusticia, víctimas de un sistema inhumano que no pueden cambiar. Por los soldados que combaten y mueren en el frente contra su propia voluntad y contra su conciencia.

7. Por todos los que quieren la guerra y van sembrando la discordia; por los que se enriquecen a costa de destruir a los demás; por los socialmente peligrosos y los fanáticos: pidamos para ellos la liberación y la humanidad y pidamos también el perdón.

PETICIONES DE PERDÓN 475

8. Por todos los que se desalientan al ver tanto mal en este mundo; también por los optimistas, por los que están desbordantes de fuerza y saben regalar el don de la amistad; para éstos te pedimos fortaleza en el día de la prueba y que no falten nunca entre nosotros.

9. Te pedimos por todos aquellos que no tienen elegancia ni belleza y a quienes nadie mira. Por todos los anormales, por los niños que nacen deformes, por los tarados y subnormales, por los enfermos incurables; te rogamos que nos hagas capaces de comprender el sentido de su presencia en este mundo.

(HUUB OOSTERHUIS)

Oración litánica de Taizé

Presidente: Dios y Padre nuestro, Tú no has querido sacrificios ni ofrendas, sino que nos has enviado a tu Hijo Amado para reconciliar por Él todas las cosas del cielo y de la tierra, haciendo la paz por la sangre de tu cruz.

Monitor: Dios, Padre de la Iglesia, guárdanos en tu amor.

Asamblea: Dios, Padre de la Iglesia, guárdanos en tu amor.

Presidente: Dios Hijo, Salvador del mundo, que has participado como nosotros en la carne y en la sangre y has sido semejante a nosotros en todo, menos en el pecado.

Monitor: Salvador del mundo, danos tu bendición.

Asamblea: Salvador del mundo, danos tu salvación.

Presidente: Dios, Espíritu Santo, Tú has descendido sobre Cristo, en quien habita toda la plenitud de la divinidad.

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476 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Monitor: Espíritu de Dios vivo, manifiesta tu presencia.

Asamblea: Espíritu de Dios vivo, manifiesta tu presencia.

Presidente: Que tu encarnación y tu humilde nacimiento nos hagan apreciar nuestra condición humana; que tu exilio en este mundo nos recuerde sin cesar que somos extranjeros en la tierra; que la sencillez de tu infancia dé a nuestros corazones la verdadera alegría.

Monitor: Escúchanos, Señor.

Asamblea: Escúchanos, Señor.

Presidente: Que tu fidelidad al trabajo nos haga a todos fieles a nuestra vocación; que la sencillez de tu vida oculta nos ayude a vivir en la humildad.

Monitor: Escúchanos, Señor.

Asamblea: Escúchanos, Señor.

Por la unidad de los cristianos

Unidos a todos los cristianos, nuestros hermanos, de los que estamos separados, y para que los hombres no rechacen a la Iglesia por ser incapaz de alcanzar la unidad, ofrecemos a Dios nuestros deseos de unidad y le presentamos nuestras súplicas.

Padre nuestro, que estás en los cielos: que todos nos sintamos hermanos; que sepamos santificar tu nombre con obras de caridad; que venga a nosotros tu reino de justicia, de amor y de paz.

Que aprendamos a hacer tu voluntad y a amarnos en la tierra como se aman tus hijos en el cielo. Da a todos los hombres y mujeres el pan de la fe, de la esperanza y del amor.

PRECES DE LOS FIELES 477

3. Haz, Señor, que olvidemos odios y rencores. No permitas que nos acostumbremos a nuestras divisiones. Perdona las separaciones debidas a nuestro orgullo, a nuestra incredulidad, a nuestra falta de comprensión y caridad, y manten en nosotros la conciencia del pecado que divide lo que tú has unido.

4. No nos dejes caer en la tentación de ser duros de corazón; líbranos de considerar normal lo que constituye un escándalo para el mundo y una ofensa a tu amor.

Padre nuestro, que vivamos siempre como hijos tuyos y veamos a todos los cristianos unidos en una gran familia. Amén.

(De Cuadernos de Oración, n. 13, 1984)

Preces de/en Navidad

1. En medio del silencio de la noche descendió la palabra divina.

Estáte atento, Señor, al silencio de quienes no hablan porque nadie les escucha, porque están hartos de palabras vacías, porque no saben expresarse, porque son los últimos en reuniones y asambleas.

Para que Dios sea la palabra de los que no tienen voz, roguemos al Señor.

2. En medio de los sufrimientos de la noche escuchamos cantos de alabanza a tu gloria.

Haz compañía, Señor, a los que lloran a solas, padecen enfermedades, o sufren injustamente.

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478 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Para que la alegría de la Navidad sea gozo de niños, danza de jóvenes y canto esperanzador de adultos, roguemos al Señor.

3. En medio del descampado, en plena noche, nació Jesús en un pesebre.

Acércate, Señor, a los que viajan sin rumbo, a los exiliados de su patria, a los presos detrás de las rejas, a los parados que buscan trabajo.

Para que Dios reparta suerte y todos seamos corresponsables en un cambio de sociedad, roguemos al Señor.

4. En medio de un corro de pastores la palabra se hizo carne.

Ayuda, Señor, con pan y vino, a los que pasan hambre, sed y frío; a los que se cobijan en chabolas, a los que duermen en el suelo.

Para que tengan pan los que tienen hambre y hambre de Dios los que tienen pan, roguemos al Señor.

5. En medio de dos creyentes, José y María, nació el Salvador, el Mesías, el Señor.

Danos, Señor, a los presentes alegría y paz en Navidad.

Para que seamos fieles cristianos y personas agradecidas, roguemos al Señor.

PRECES DE LOS FIELES 479

Por los niños del mundo

1. Por todos los niños del mundo, para que encuentren, como el Niño Jesús, el cariño de un padre y una madre que los reciba, roguemos al Señor.

2. Por los niños que sufren a causa de la maldad de los otros, que son víctimas del odio y mueren en las guerras, para que encuentren la paz y el gozo junto a Dios, nuestro Padre, roguemos al Señor.

3. Por los niños que nacen débiles, con el cuerpo deformado o la mente retardada, para que encuentren la belleza del corazón cerca de Dios, fuente del esplendor, roguemos al Señor.

4. Por los niños que no son queridos ni amados, para que experimenten que Dios, su Padre, los ama como nadie en el mundo puede amarlos, roguemos al Señor.

5. Por los niños huérfanos, para que descubran en la familia adoptiva el amor de su Padre celestial, roguemos al Señor.

6. Por todos los niños que nacen fruto de un amor hermoso y que se alegran en este tiempo de Navidad, para que aprendan a compartir su felicidad, roguemos al Señor.

7. Dios y Padre nuestro, fuente de toda paternidad en el cielo y en la tierra, te pedimos: Que tu amor vele sobre todos los niños del mundo, ayudándoles a crecer en sabiduría y gracia. Conserva en nosotros la humildad y la niñez espiritual para que un día entremos en el Reino. Te lo pedimos en nombre de Jesús, que nació por nosotros como niño en Belén y reina por los siglos de los siglos. Amén.

(THIERRY MAERTENS)

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480 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Señor Jesús

1. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy el pan de vida», sacia nuestra hambre de justicia. Roguemos al Señor.

2. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy la luz del mundo», ilumina nuestras tinieblas con tu resplandor. Roguemos al Señor.

3. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy la puerta del aprisco», condúcenos hacia tu reino. Roguemos al Señor.

4. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy el buen pastor», reúnenos en tu comunidad. Roguemos al Señor.

5. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy la resurrección y la vida», despiértanos del sueño de la muerte. Roguemos al Señor.

6. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», muéstranos el rostro del Padre. Roguemos al Señor.

7. Señor Jesús, que dijiste: «Yo soy la verdadera vid», ayúdanos a dar frutos en tu nombre. Roguemos al Señor.

(LUCIEN DEISS)

4 Himnos

Después de las invocaciones, los oficios de la Liturgia de las Horas empiezan con un himno. De carácter poético, lírico y popular, el himno expresa en la liturgia adoración, alabanza y acción de gra­cias. El término «himno» viene del verbo griego «hymnein», que significa cantar. Los primeros cristianos expresaban su alegría y su fe por medio de himnos, que se encuentran fragmentariamen­te en el Nuevo Testamento (Flp 2,6-11; Ef 5,14; 1 Tim 3,16; Ef 1,4-14; Col 1,15-20). Según san Agustín, el himno es «un canto de ala­banza a Dios». Es texto poético y composición musicalizada. En realidad es un texto no bíblico creado para ser cantado. Con una particularidad: su contenido refleja la historia de la salvación a partir de un lenguaje tipológico o juego de asociaciones. En una palabra, el himno cristiano tiene su especificidad propia. Tanto en la Iglesia de Oriente (san Efrén) como en la de Occidente (san Ambrosio) se compusieron muchos himnos. Pero proliferaron especialmente en la Edad Media, y su éxito fue considerable. De ordinario, cada himno expresa una hora determinada o la fiesta litúrgica correspondiente. La Liturgia de las Horas en castellano posee un conjunto espléndido de himnos, bien sea traducidos del latín, entresacados de la poesía religiosa española (clásicos y actuales) o creados expresamente por autores contemporáneos.

A contraluz subías

1. A contraluz subías; lentamente ibas subiendo a contraluz; subías milímetro a milímetro, como una mazorca de maíz, doradamente, y tu corporeidad, al remontarse, resbalaba su sombra por los rostros de los que habían ido a despedirte.

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482 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Eran las ocho en punto de la tarde, justo empezando a anochecer. Subías despacio, retrasando los adioses últimos; ascendías gota a gota, lo mismo que la savia por las vides.

3. Tú hacia lo alto, colgado por los hombros de la barquilla de tu globo de oro, y ellos, allí, en el suelo, los que habían compartido contigo su tartera.

4. Eran los mismos, los de siempre. Y tristes: jornaleros, mineros, pescadores, peones, emigrantes —los de siempre—, viendo tu remontar irremediable.

5. Los de siempre, los tuyos, contemplando tus alpargatas, tu mahón gastado de carpintero. Que te ibas, ellos se quedaban allí sin comprenderlo, con miedo, como niños, de la vida.

(MANUEL ALONSO ALCALDE)

Al cielo vais, Señora

1. Al cielo vais, Señora, y allá os reciben con alegre canto. ¡Oh, quién pudiera ahora asirse a vuestro manto para subir con vos al monte santo!

2. De ángeles sois llevada, de quien servida sois desde la cuna, de estrellas coronada: ¡Tal reina habrá ninguna, pues os calza los pies la blanca luna!

3. Volved los blandos ojos, ave preciosa, sola humilde y nueva, a este valle de abrojos, que tales flores lleva, do suspirando están los hijos de Eva.

HIMNOS 483

4. Que, si con clara vista miráis las tristes almas deste suelo, con propiedad no vista las subiréis de un vuelo, como piedra de imán al cielo, al cielo.

(FRAY LUIS DE LEÓN)

Alfarero del hombre

1. Alfarero del hombre, mano trabajadora que, de los hondos limos iniciales, convocas a los pájaros a la primera aurora, al pasto a los primeros animales.

2. De mañana te busco, hecho de luz concreta, de espacio puro y tierra amanecida. De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta de los sonoros ríos de la vida.

3. El árbol toma cuerpo, y el agua melodía; tus manos son recientes en la rosa; se espesa la abundancia del mundo al mediodía, y estás de corazón en cada cosa.

4. No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte. Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro. Tú por la luz, el hombre por la muerte.

5. ¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra! Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

Ando por mi camino, pasajero

1. Ando por mi camino, pasajero, y a veces creo que voy sin compañía, hasta que siento el paso que me guía, al compás de mi andar, de otro viajero.

Page 242: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

484 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

No lo veo, pero está. Si voy ligero, él apresura el paso; se diría que quiere ir a mi lado todo el día, invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario, él me presta valor para que siga, y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir monte (Calvario lo llama él), siento en su mano amiga, que me ayuda, una llaga dolorosa.

(JOSÉ MARÍA SOUVIRON)

Benditos son los pies de los que llegan

1. Benditos son los pies de los que llegan para anunciar la paz que el mundo espera, apóstoles de Dios que Cristo envía, voceros de su voz, grito del Verbo.

2. De pie en la encrucijada del camino del hombre peregrino y de los pueblos, es el fuego de Dios el que los lleva como cristos vivientes a su encuentro.

3. Abrid, pueblos, la puerta a su llamada, la verdad y el amor son don que llevan; no temáis, pecadores, acogedlos, el perdón y la paz serán su gesto.

4. Gracias, Señor, que el pan de tu palabra nos llega por tu amor, pan verdadero; gracias, Señor, que el pan de vida nueva nos llega por tu amor, partido y tierno.

(FRANCISCO MALGOSA)

Cántico del hermano sol

1. Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor: tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

HIMNOS 485

2. Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor.

3. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡Loado mi Señor!

4. Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡Loado mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡Loado mi Señor!

5. Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡Loado mi Señor!

6. Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡Felices los que sufren en paz con el dolor, , ¡ porque les llega el tiempo de la consolación!

7. Y por la hermana muerte: ¡Loado mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡Ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

8. ¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor.

(SAN FRANCISCO DE ASÍS; versión de José Luis Blanco Vega)

Como el niño que no sabe dormirse

1. Como el niño que no sabe dormirse sin cogerse a la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse, sobre tus manos al caer la tarde.

Page 243: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

486 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y de esperanza, así descansará mi alma segura, sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura, tú aliviarás el último cansancio, tú cuidarás los sueños de la noche, tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente la antorcha de la luz y la alegría, y por las horas que te traigo muertas tú me darás una mañana viva.

(JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO)

Dame tu mano, María

1. Dame tu mano, María la de las tocas moradas; clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí, en mi torpe mejilla, quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla.

2. Déjame que te restañe ese llanto cristalino, y a la vera del camino permite que te acompañe. Deja que en lágrimas bañe la orla negra de tu manto a los pies del árbol santo, donde tu fruto se mustia. Capitana de la angustia: no quiero que sufras tanto.

HIMNOS 487

3. Qué lejos, Madre, la cuna y tus gozos de Belén: «No, mi niño, no. No hay quien de mis brazos te desuna». Y rayos tibios de luna, entre las pajas de miel, le acariciaban la piel sin despertarle. ¡Qué larga es la distancia y qué amarga de Jesús muerto a Emmanuel!

(GERARDO DIEGO)

De luz nueva se vista la tierra

1. De luz nueva se vista la tierra, porque el Sol que del cielo ha venido en el seno feliz de la virgen de su carne se ha revestido.

2. El amor hizo nuevas las cosas, el Espíritu ha descendido y la sombra del que es poderoso en la Virgen su luz ha encendido.

3. Ya la tierra reclama su fruto y de bodas se anuncia alegría, el Señor que en los cielos moraba se hizo carne en la Virgen María.

4. Gloria a Dios, el Señor poderoso, a su Hijo y Espíritu Santo, que en su gracia y amor nos bendijo y a su reino nos ha destinado.

(FRANCISCO MALGOSA)

£1 pueblo que fue cautivo

1. El pueblo que fue cautivo y que tu mano libera no encuentra mayor palmera ni abunda en mejor olivo.

Page 244: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

488 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Viene con aire festivo para enramar tu victoria, y no te ha visto en su historia, Dios de Israel, más cercano: ni tu poder más a mano, ni más humilde tu gloria.

3. ¡Gloria, alabanza y honor! Gritad: «¡Hosanna!», y haceos como los niños hebreos al paso del Redentor. ¡Gloria y honor al que viene en el nombre del Señor! Amén.

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

En el nombre del Padre

1. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, salimos de la noche y estrenamos la aurora; saludamos el gozo de la luz que nos llega resucitada y resucitadora.

2. Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría, y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia: silabeas el alba igual que una palabra; tú pronuncias el mar como sentencia.

3. Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria, acude a su trabajo, madruga a sus dolores; le confías la tierra, y a la tarde la encuentras rica de pan y amarga de sudores.

4. Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas en sus pequeñas manos tus manos poderosas; y estáis de cuerpo entero los dos así creando, los dos así velando por las cosas.

5. ¡Bendita la mañana que trae la noticia de tu presencia joven, en gloria y poderío, la serena certeza con que el día proclama que el sepulcro de Cristo está vacío!

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

HIMNOS 489

En esta tarde, Cristo del Calvario

1. En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

2. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados cuando veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mis manos vacías cuando las tuyas están llenas de heridas?

3. ¿Cómo explicarte a ti mi soledad cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor cuando tienes rasgado el corazón?

4. Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias. El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.

5. Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta.

(GABRIELA MISTRAL)

En la cruz está la vida

1. En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.

2. En la cruz está el Señor de cielo y tierra, y el gozar de mucha paz, aunque haya guerra; todos los males destierra en este suelo, y ella sola es el camino para el cielo.

Page 245: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

490 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Es una oliva preciosa la santa cruz, que, con su aceite, nos unta y nos da luz. Hermano, toma la cruz con gran consuelo, que ella sola es el camino para el cielo.

4. Al alma que a Dios está toda rendida, y muy de veras del mundo desasida, la cruz le es árbol de vida y de consuelo, y un camino deleitoso para el cielo.

5. Después que se puso en cruz el Salvador, en la cruz está la gloria y el amor, y en el padecer dolor vida y consuelo, y el camino más seguro para el cielo.

(SANTA TERESA DE JESÚS)

Entonad los aires

1. Entonad los aires con voz celestial: «Dios niño ha nacido pobre en un portal».

2. Anuncíale el ángel la nueva al pastor, que niño ha nacido nuestro Salvador.

3. Adoran pastores en sombras al sol, que niño ha nacido, de una Virgen, Dios.

HIMNOS 491

4. Haciéndose hombre, al hombre salvó. Un niño ha nacido, ha nacido Dios.

(ANÓNIMO)

Es domingo; una luz nueva

1. Es domingo; una luz nueva resucita la mañana con su mirada inocente, llena de gozo y de gracia.

2. Es domingo; la alegría del mensaje de la Pascua es la noticia que llega siempre y que nunca se gasta.

3. Es domingo; la pureza no sólo la tierra baña, que ha penetrado en la vida por las ventanas del alma.

4. Es domingo; la presencia de Cristo llena la casa: la Iglesia, misterio y fiesta, por él y en él convocada.

5. Es domingo; «éste es el día que hizo el Señor», es la Pascua, día de la creación nueva y siempre renovada.

6. Es domingo; de su hoguera brilla toda la semana y vence oscuras tinieblas en jornadas de esperanza.

7. Es domingo; un canto nuevo toda la tierra le canta al Padre, al Hijo, al Espíritu, único Dios que nos salva. Amén.

(Aurora lucís rutilat, traducción de Bernardo Velado Grana)

Page 246: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

492 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Gracias, porque al fin del día

Gracias, porque al fin del día podemos agradecerte los méritos de tu muerte, y el pan de la eucaristía, la plenitud de alegría de haber vivido tu alianza, la fe, el amor, la esperanza y esta bondad en tu empeño de convertir nuestro sueño en una humilde alabanza. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

Gracias, Señor

1. Gracias, Señor, por este agua que llega del aire hasta los campos, hasta el bosque y el huerto; gracias por tu palabra que riega este desierto del alma, prometiendo las horas de la siega.

2. Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega, por el sol que calienta este corazón yerto; gracias por estas flores primeras que han abierto ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.

3. Gracias porque te he visto latiendo en los bancales, favoreciendo, urdiendo los tiernos esponsales del verdor con la tierra, la rosa con la rama.

4. Gracias porque me enseñas a ser en lo que era, a olvidar mis estiajes en esta primavera; gracias porque es llegado el tiempo del que ama.

(JOSÉ GARCIA NIETO)

HIMNOS 493

Hermanos, Dios ha nacido

1. Hermanos, Dios ha nacido sobre un pesebre. Aleluya. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas».

2. Desde su cielo ha traído mil alas hasta su cuna. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas».

3. Hoy mueren todos los odios y renacen las ternuras. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas».

4. El corazón más perdido ya sabe que alguien le busca. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas».

(RAFAEL MONTESINOS)

Hora de la tarde

Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores.

1. Al romper el día, nos apalabraste. Cuidamos tu viña del alba a la tarde. Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria no hay trabajo grande.

Page 247: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

494 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Das al vespertino lo que al mañanero. Son tuyas las horas y tuyo el viñedo. A lo que sembramos dale crecimiento. Tú que eres la viña, cuida los sarmientos.

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

Jesucristo, palabra del Padre

1. Jesucristo, palabra del Padre, luz eterna de todo creyente: ven y escucha la súplica ardiente, ven, Señor, porque ya se hace tarde.

2. Cuando el mundo dormía en tinieblas, en tu amor tú quisiste ayudarlo y trajiste, viniendo a la tierra, esa vida que puede salvarlo.

3. Ya madura la historia en promesas, sólo anhela tu pronto regreso; si el silencio madura la espera, el amor no soporta el silencio.

4. Con María la Iglesia te aguarda con anhelos de esposa y de madre, y reúne a sus hijos en vela, para juntos poder esperarte.

5. Cuando vengas, Señor, en tu gloria, que podamos salir al encuentro, y a tu lado vivamos por siempre dando gracias al Padre en el reino.

(FRANCISCO MALGOSA)

HIMNOS 495

La Madre piadosa estaba

1. La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.

2. ¡Oh, cuan triste y cuan aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.

3. Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? ¡Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?

4. Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.

5. ¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.

6. Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.

Page 248: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

496 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

7. Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.

8. ¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea; porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.

9. Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.

10. Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén; porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria.

(LOPE DE VEGA)

¡Luz que te entregas!

¡Luz que te entregas!, ¡luz que te niegas!, a tu busca va el pueblo de noche: alumbra su senda.

1. Dios de la luz, presencia ardiente sin meridiano ni frontera: vuelves la noche mediodía, ciegas al sol con tu derecha.

HIMNOS 497

2. Como columna de la aurora, iba en la noche tu grandeza; te vio el desierto, y destellaron luz de tu gloria las arenas.

3. Cerró la noche sobre Egipto como cilicio de tinieblas; para tu pueblo amanecías bajo los techos de las tiendas.

4. Eres la Luz, pero en tu rayo lanzas el día o la tiniebla: ciegas los ojos del soberbio, curas al pobre su ceguera.

5. Cristo Jesús, tú que trajiste fuego a la entraña de la tierra, guarda encendida nuestra lámpara hasta la aurora de tu vuelta.

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

Nombre: Jesús

1. Nombre: Jesús. El Hijo de María. Nació en Belén. Oficio: Carpintero. Treinta años puliéndose el madero para tres lentas horas de agonía.

2. Jerusalén... Betsaida... La alegría de un loco Tiberíades... El sendero de la casa de Marta... El hormiguero de «hosannas» por su frente todavía...

3. Jesús de Nazaret; Cristo prendido: tres años de cosechas y nublados dándose en su palabra iluminada.

4. Cristo muerto en la cruz, escarnecido: una esponja con hiél, unos soldados y una Mujer que llora desolada.

(JULIO MARISCAL MONTES)

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498 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

No me mueve, mi Dios

1. No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.

2. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido muévenme tus afrentas y tu muerte.

3. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera que aunque no hubiera cielo yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera.

4. No me tienes que dar porque te quiera, porque, aunque cuanto espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

(ANÓNIMO, atribuido a Antonio de Rojas)

Ofrezcan los cristianos

1. Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la pascua.

2. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.

3. Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.

4. ¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? —A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.

HIMNOS 499

5. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza; Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la pascua.

6. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que está resucitado; la muerte en ti no manda.

7. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

(Vwtimae paschali laudes, de Wipo, siglo xi, traducción de José Luis Blanco Vega)

Padre: has de oír

1. Padre: has de oír este decir que se me abre en los labios como flor. Te llamaré Padre, porque la palabra me sabe a más amor.

2. Tuyo me sé, pues me miré en mi carne prendido tu fulgor. Me has de ayudar a caminar sin deshojar mi rosa de esplendor.

3. Por cuanto soy gracias te doy: por el puro milagro de vivir. Y por el ver la tarde arder, por el encantamiento de existir.

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500 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

4. Y para ir, Padre, hacia ti, dame tu mano suave y tu amistad. Pues te diré: solo no sé ir rectamente hacia tu claridad.

5. Tras el vivir, dame el dormir con los que aquí anudaste a mi querer. Dame, Señor, hondo soñar. ¡Hogar dentro de ti nos has de hacer!

(GABRIELA MISTRAL)

Porque anochece ya

1. Porque es tarde, Dios mío, porque anochece ya y se nubla el camino; porque temo perder las huellas que he seguido, no me dejes tan sola y quédate conmigo.

2. Porque he sido rebelde y he buscado el peligro y escudriñé curiosa las cumbres y el abismo, perdóname, Señor, y quédate conmigo.

3. Porque ardo en sed de ti y en hambre de tu trigo, ven, siéntate a mi mesa, bendice el pan y el vino. ¡Qué aprisa cae la tarde! ¡Quédate al fin conmigo!

(ERNESTINA DE CHAMPOURCIN)

HIMNOS 501

Quédate con nosotros

Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.

1. ¿Cómo te encontraremos al declinar el día si tu camino no es nuestro camino? Detente con nosotros; la mesa está servida, caliente el pan y envejecido el vino.

2. ¿Cómo sabremos que eres un hombre entre los hombres si no compartes nuestra mesa humilde? Repártenos tu cuerpo, y el gozo irá alejando la oscuridad que pesa sobre el hombre.

3. Vimos romper el día sobre tu hermoso rostro, y al sol abrirse paso por tu frente. Que el viento de la noche no apague el fuego vivo que nos dejó tu paso en la mañana.

4. Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca, las ascuas encendidas del Espíritu; y limpia, en lo más hondo del corazón del hombre, tu imagen empañada por la culpa.

(Regardez oü nous risquons d'aller, de D. RIMAUD, traducción de José Luis Blanco Vega)

Que la lengua humana

1. Que la lengua humana cante este misterio de la preciosa sangre y el precioso cuerpo. Quien nació de Virgen Rey del universo, por salvar al mundo, dio su sangre en precio.

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502 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Se entregó a nosotros, se nos dio naciendo de una casta virgen; y, acabado el tiempo, tras haber sembrado la palabra al pueblo, coronó su obra con prodigio excelso.

3. Fue en la última cena —ágape fraterno—: tras comer la Pascua según mandamiento, con sus propias manos repartió su cuerpo, lo entregó a los Doce para su alimento.

4. La Palabra es carne y hace carne y cuerpo con palabra suya lo que fue pan nuestro. Hace sangre el vino, y, aunque no entendemos basta fe, si existe corazón sincero.

5. Adorad postrados este sacramento. Cesa el viejo rito; se establece el nuevo. Dudan los sentidos y el entendimiento: que la fe lo supla con asentimiento.

6. Himnos de alabanza, bendición y obsequio; por igual la gloria y el poder y el reino al eterno Padre con el Hijo eterno y el divino Espíritu que procede de ellos.

(Pange lingua de Santo Tomás de Aquino, traducción de José Luis Blanco Vega)

HIMNOS 503

¿Qué tengo yo...?

1. ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno oscuras?

2. ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

3. ¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»!

4. ¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana!

(LOPE DE VEGA)

¿Quién podrá tanto alabarte?

1. ¿Quién podrá tanto alabarte según es tu merecer?; ¿quién sabrá tan bien loarte que no le falte saber?; pues que para vos valer tanto vales, da remedio a nuestros males.

2. ¡Oh Madre de Dios y hombre! ¡Oh concierto de concordia! Tú que tienes por renombre Madre de misericordia; pues para quitar discordia tanto vales, da remedio a nuestros males.

3. Tú que estabas ya criada cuando el mundo se crió; tú que estabas muy guardada para quien de ti nació;

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504 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

pues por ti nos conoció, si nos vales, . fenecerán nuestros males.

4. Tú que eres flor de las flores, tú que del cielo eres puerta, tú que eres olor de olores, tú que das gloria muy cierta; si de la muerte muy muerta no nos vales, no hay remedio a nuestros males.

(JUAN DEL ENCINA)

Reyes que venís por ellas

1. Reyes que venís por ellas, no busquéis estrellas ya, porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.

2. Mirando sus luces bellas, no sigáis la vuestra ya, porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.

3. Aquí parad, que aquí está quien luz a los cielos da: Dios es el puerto más cierto, y si habéis hallado puerto no busquéis estrellas ya.

4. No busquéis la estrella ahora: que su luz ha oscurecido este Sol recién nacido en esta Virgen Aurora.

5. Ya no hallaréis luz en ellas, el Niño os alumbra ya, porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.

HIMNOS 505

6. Aunque eclipsarse pretende, no reparéis en su llanto, porque nunca llueve tanto como cuando el sol se enciende.

7. Aquellas lágrimas bellas la estrella oscurecen ya, porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.

(LOPE DE VEGA)

Señor, el día empieza

1. Señor, el día empieza. Como siempre, postrados a tus pies, la luz del día queremos esperar. Eres la fuerza que tenemos los débiles, nosotros.

2. Padre nuestro, que en los cielos estás, haz a los hombres iguales: que ninguno se avergüence de los demás; que todos al que gime den consuelo; que todos, al que sufre del hambre la tortura, le regalen en rica mesa de manteles blancos con blanco pan y generoso vino; que no luchen jamás; que nunca emerjan, entre las áureas mieses de la historia, sangrientas amapolas, las batallas.

3. Luz, Señor, que ilumine las campiñas y las ciudades; que a los hombres todos, en sus destellos mágicos, envuelva luz inmortal; Señor, luz de los cielos, fuente de amor y causa de la vida.

(ENRIQUE DÍAZ CAÑEDO)

Page 253: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

506 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Te damos gracias, Señor

1. Te damos gracias, Señor, porque has depuesto la ira y has detenido ante el pueblo

v la mano que lo castiga.

2. Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina, la mano que nos sostiene y el techo que nos cobija.

3. Y sacaremos con gozo del manantial de la vida las aguas que dan al hombre la fuerza que resucita.

4. Entonces proclamaremos: ¡Cantadle con alegría! ¡El nombre de Dios es grande; su caridad, infinita!

5. ¡Que alabe al Señor la tierra! Contadle sus maravillas. ¡Qué grande, en medio del pueblo, el Dios que nos justifica!

(JOSÉ LUIS BLANCO VEGA)

Te Deum

1. A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.

2. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.

507

3. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud adorable de los profetas, el blanco ejército de los mártires.

4. A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

5. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino de los cielos. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.

6. Creemos que un día has de venir como juez. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.

(Atribuido a SAN AMBROSIO DE MILÁN)

Te diré mi amor, Rey mío

1. Te diré mi amor, Rey mío, en la quietud de la tarde, cuando se cierran los ojos y los corazones se abren.

2. Te diré mi amor, Rey mío, con una mirada suave, te lo diré contemplando tu cuerpo que en pajas yace.

Page 254: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

508 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Te diré mi amor, Rey mío, adorándote en la carne; te lo diré con mis besos, quizá con gotas de sangre.

4. Te diré mi amor, Rey mío, con los hombres y los ángeles, con el aliento del cielo que espiran los animales

5. Te diré mi amor, Rey mío, con el amor de tu Madre, con los labios de tu Esposa Y con la fe de tus mártires.

6. Te diré mi amor, Rey mío, ¡oh Dios del amor más grande! ¡Bendito en la Trinidad, que has venido a nuestro valle!

(RUFINO GRÁNDEZ)

Todos te deben servir

1. Todos te deben servir, Virgen y Madre de Dios, que siempre ruegas por nos y tú nos haces vivir.

2. Tanta fue tu perfección y de tanto merecer, que de ti quiso nacer quien fue nuestra redención.

3. El tesoro divinal en tu vientre se encerró, tan precioso que libró todo el linaje humanal.

4. Tú sellaste nuestra fe con el sello de la cruz, tú pariste nuestra luz, Dios de ti nacido fue.

HIMNOS 509

5. ¡Oh clara virginidad, fuente de toda virtud!, no ceses de dar salud a toda la cristiandad.

(JUAN DEL ENCINA)

Ven, Creador, Espíritu amoroso

1. Ven Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.

2. Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente, de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.

3. Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano; tú eres el dedo de su diestra mano; tú nos dictas palabras y razones.

4. Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza con tu eterna virtud fortalecidos.

5. Por ti nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

6. Por ti al eterno Padre conozcamos, y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti, Espíritu, de ambos procedente con viva fe y amor siempre creamos.

(FRAY DIEGO GONZÁLEZ)

Page 255: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

510 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Ven, Espíritu divino

1. Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus manos espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

2. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas del fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

3. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

4. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

5. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

(Veni, Sánete Spiritus, de Inocencio ni, ca. 1216; traducción de José Luis Blanco Vega)

HIMNOS 511

Vosotros sois la luz del mundo

1. Vosotros sois luz del mundo y ardiente sal de la tierra, ciudad esbelta en el monte, fermento en la masa nueva.

2. Vosotros sois los sarmientos, y yo la vid verdadera. Si el Padre poda las ramas, más fruto llevan las cepas.

3. Vosotros sois la abundancia del reino que ya está cerca; los doce mil señalados que no caerán en la siega.

4. ¡Dichosos porque sois limpios y ricos en la pobreza, y es vuestro el reino que sólo se gana con la violencia!

(FRANCISCO MALGOSA)

Vuestra soy, para vos nací

Vuestra soy, para vos nací: ¿Qué mandáis hacer de mi?

1. Soberana majestad, eterna sabiduría, Bondad buena al alma mía; Dios, Alteza, un Ser, Bondad: La gran vileza mirad, que hoy os canta amor así: ¿Qué mandáis hacer de mí?

2. Vuestra soy, pues me criasteis; vuestra, pues me redimisteis; vuestra, pues que me sufristeis; vuestra, pues que me llamasteis; vuestra, porque me esperasteis; vuestra, pues no me perdí; ¿Qué mandáis hacer de mí?

Page 256: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

512 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma: mi cuerpo, mi vida y mi alma, mis entrañas y afición. Dulce esposo y Redención, pues por vuestra me ofrecí: ¿Qué mandáis hacer de mí?

4. Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí: ¿Qué mandáis hacer de mí?

6. Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar; si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando: decid dónde, cómo y cuándo, decid, dulce Amor, decid: ¿Qué mandáis hacer de mí?

(SANTA TERESA DE JESÚS)

5 Poemas

Desde el inicio de la Iglesia, los cristianos compusieron poemas comunitarios de carácter cristológico, ampliamente usados en la liturgia. A comienzos del siglo ni decreció la creatividad poética por decisión de la autoridad episcopal, ya que a través de la poe­sía parecían infiltrarse algunos peligros, sobre todo el gnosticis­mo. En la época patrística renacieron de nuevo los himnos y poe­mas. De hecho, muchos Padres de la Iglesia fueron teólogos y poetas. Pero, en contra de lo ocurrido en Occidente, donde se que­bró la creatividad poética a causa de ciertas convulsiones históri­cas, en Oriente continuó la tradición creativa. No obstante, se compusieron en latín medieval infinidad de himnos y secuencias, al mismo tiempo que se difundía el canto gregoriano. Desgraciadamente, no ocurrió lo mismo a partir del concilio de Trento. A causa de la congelación litúrgica originada por el rubri-cismo normativo y la lengua latina, no hubo creatividad poética en la celebración cristiana. Tampoco se pudo renovar entonces el len­guaje religioso.

A partir de la reforma del Vaticano n se han creado muchos poemas, no todos aptos para ser usados en la liturgia. Lo mismo vale decir de la poesía religiosa actual en lengua española, que cuenta con espléndidos ejemplos. Si bien toda poesía —según Dámaso Alonso— es en el fondo religiosa, ya que el sentimiento religioso y la vena poética se asientan en el corazón, no toda poe­sía religiosa es válida para la celebración litúrgica. La poesía litúr­gica requiere calidad literaria, contenido evangélico, hondura reli­giosa y un cierto sentido comunitario. Un texto poético puede ser litúrgico cuando expresa la paradoja del misterio cristiano, cuan­do su lenguaje simbólico emana del corazón y cuando traduce de algún modo la historia de salvación.

* * *

Page 257: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

514

A Jesucristo muerto

Casi en las manos sosteniendo el brío, desprendido y yacente el cuerpo santo, deshabitado está, ¡no alzad el llanto! Ya tiene luz la rosa y gozo el río.

La muerte confirmó su señorío sobre la carne del Señor y, en tanto, si es sombra sana su mortal quebranto, ya está el tiempo parado, Cristo mío; ya está el tiempo en el mar y está cumplida la noche en la mirada redentora que vio la luz mirando el firmamento, ¡y volverá el pecado con la vida, y clavada en la cruz está la Aurora, ya inútil al abrazo y leve al viento!

(Luis ROSALES)

A Jesús crucificado

Delante de la Cruz, los ojos míos quédenseme, Señor, así mirando y, sin ellos quererlo, estén llorando, porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos quédenseme, Señor, así cantando y, sin ellos quererlo, estén rezando porque pecaron mucho y son impíos.

Y así, con la mirada en Vos prendida, y así, con la palabra prisionera como la carne a vuestra Cruz asida, quédeseme, Señor, el alma entera, y así, clavada en vuestra Cruz mi vida, Señor, así, cuando queráis me muera.

(RAFAEL SÁNCHEZ MAZAS)

POEMAS 515

Aleluya

Aleluya, Padre nuestro, tú eres el misterio último, nuestro origen dichoso y nuestro futuro bienaventurado. Tú eres la tiniebla luminosa. Tú, la noche paternal. Tú, las manos últimas que rescatan y reciben todo aliento, toda lágrima, toda vida y toda muerte. Tú eres el Dios de los pobres. Tú eres el Dios de la vida.

Aleluya, mi Señor, creo en ti; puedo creer en ti. Porque Jesús, el crucificado, está vivo. Nadie te ha visto, Señor, pero hemos visto tu gloria en su vida translúcida y terrible. Nuestra tierra sigue llena de cruces y de horrores, pero seguir a Jesús es trabajar por la vida y transparentar un poco tu amor y tu victoria.

(JAVIER JIMÉNEZ LIMÓN)

Balada para pedir la paz de todos

Los que derraman fuegos y rompen las arenas, los que olvidan los días, los vejados, los hambrientos, los que aman esperanzas, los que soportan penas, los que acumulan mares y aploman monumentos, los que escriben los libros, los nunca condenados, los que sufren y piensan y dicen y meditan, los que jamás vencieron, los no condecorados, los que limpian sus manos y nada necesitan...

Necesitamos corazón abierto para ver la razón más escondida, necesitamos olvidar lo incierto y hallar la paz que tienes prometida.

Page 258: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

516 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Los que viven a tientas y elevan tempestades en el libro caduco de páginas tachadas, los que mueren sumisos en las adversidades y soportan la letra de las leyes descastadas, los que temen la duda, los que se hallan perdidos, los que niegan la fiebre, los que entierran los años en las lluvias adversas, los que están desvalidos y buscan el silencio para olvidar sus daños...

Necesitamos azotar la frente con el dolor de la palabra herida, desacatar la vida prontamente y hallar la paz que tienes prometida.

Los que han vivido solos, los que jamás rezaron, los que se olvidan, mienten, responden y rechazan, los fuertes, los humildes, los que no meditaron, los que aman, los que arriesgan, los que acusan y pasan, los que quieren hablarte, los que nunca Te oyeron, los que se esconden, luchan, padecen y atesoran, los que con ojos limpios miraron y Te vieron, los que todo lo aceptan, los que nada deploran...

Necesitamos corazón y mente libres y fieles a la nueva vida, necesitamos paz que nos aliente hacia la paz que tienes prometida.

Hace frío, Señor, y he de buscarte, Soy uno más. La gente está vencida. ¡Que mis palabras puedan alcanzarte para la paz que tienes prometida!

(ENRIQUE BADOSA)

Bienaventurados los llenos de humor

Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos, porque siempre encontrarán apoyo.

Bienaventurados los que pueden distinguir una montaña de un montón de arena,

porque se ahorrarán muchos enfados.

POEMAS 517

Bienaventurados los capaces de descansar y dormir sin buscar disculpas para hacerlo,

porque llegarán a sabios. Bienaventurados los que saben escuchar y callar,

porque aprenderán muchas cosas nuevas. Bienaventurados los que son bastante inteligentes para no tomarse en serio a sí mismos,

porque serán valorados por los demás. Bienaventurados los que saben sonreír sin poner mala cara,

porque serán luminosos. Bienaventurados los que aprenden a tomar en serio las cosas pequeñas y ven con tranquilidad las cosas serias,

porque llegarán muy lejos en la vida. Bienaventurados los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar,

porque se ahorrarán muchas tonterías. Bienaventurados los que pueden callar y reír aunque se les quite la palabra o se les aparte,

porque están muy cerca del espíritu del evangelio. Bienaventurados los que reconocen y aman al Señor en todas las cosas,

porque irradiarán luz, bondad y alegría.

(De la revista «Alandar»)

Bienaventuranzas

Feliz aquel que no da su modelo y sus medidas para hacer el traje o el vestido de los otros.

Feliz quien no impone a martillazos, con pistola o con obuses, sus modos y su moda.

Feliz aquel que se alegra al ver mil trajes diferentes en el universal desfile de modelos.

Felices las modistas y los sastres que cortan y hacen los trajes o vestidos a medida.

Feliz quien se resiste y se enfrenta a la moda de cortar todo por un único patrón.

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518 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Feliz aquel que tiene manga ancha frente a la moda impuesta y al «esto es lo que se lleva».

Feliz el arquitecto que se niega a que todas las cosas sean iguales. Y escucha al que le pide poner el tejado en el lugar de los cimientos.

(DEMETRIO GONZÁLEZ C.)

Cada mañana

Cada mañana sales al balcón y oteas el horizonte por ver si vuelvo.

Cada mañana bajas saltando las escaleras y echas a correr por el campo cuando me adivinas a lo lejos.

Cada mañana me cortas la palabra, te abalanzas sobre mí y me rodeas con un abrazo redondo el cuerpo entero.

Cada mañana contratas la banda de músicos y organizas una fiesta por mí por el ancho mundo.

Cada mañana me dices al oído con voz de primavera: hoy puedes empezar de nuevo.

(PATXI LOIDI)

Caminante

Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino: se hace camino al andar.

POEMAS 519

Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en el mar.

(ANTONIO MACHADO)

Canción

No es lo que está roto, no, el agua que el vaso tiene: lo que está roto es el vaso, y el agua al suelo se vierte.

No es lo que está ioto, no, la luz que sujeta al día: lo que está roto es el tiempo, y en la sombra se desliza.

No es lo que está roto, no, la sangre que te levanta: lo que está roto es tu cuerpo, y en el sueño te derramas.

No es lo que está roto, no, la capa del pensamiento: lo que está roto es la idea que la lleva a lo soberbio.

No es lo que está roto Dios, ni el campo que El ha creado: lo que está roto es el hombre que no ve a Dios en su campo.

(EMILIO PRADOS)

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520 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Canción del comerciante

Río abajo hay arroz, río arriba la gente necesita arroz. Si lo guardamos en los silos, más caro les saldrá luego el arroz. Los que arrastran las barcas recibirán aún menos. Y tanto más barato será para mí. Pero ¿qué es el arroz realmente?

¡Yo qué se lo que es el arroz! ¡Yo qué sé quién lo sabrá! Yo no sé lo que es el arroz. No sé más que su precio.

Se acerca el invierno, la gente necesita ropa. Es preciso, pues, comprar algodón y no darle salida. Cuando el frío llegue, encarecerán los vestidos. Las hilanderías pagan jornales excesivos. En fin, que no hay demasiado algodón. Pero ¿qué es en realidad el algodón?

¡Yo qué se lo que es el algodón! ¡Yo qué sé quién lo sabrá! Yo no sé lo que es el algodón. No sé más que su precio.

El hombre necesita abundante comida, y ello hace que el hombre salga más caro. Para hacer alimentos se necesitan hombres. Los cocineros abaratan la comida, pero la ponen cara los mismos que la comen. En fin, son demasiado escasos los hombres, pero, ¿qué es realmente un hombre?

¡Yo qué se lo que es un hombre! ¡Yo qué sé quién lo sabrá! Yo no sé lo que es un hombre. No sé más que su precio.

(BERTOLT BRECHT)

POEMAS 521

Condiciones para la paz del corazón

Si no busco el poder, ningún poderoso podrá hacerme daño.

Si no ambiciono riquezas, jamás me sentiré amenazado por la miseria.

Si no corro tras los honores, convertiré toda humillación en humildad.

Si no me comparo con nadie, seré feliz con lo bueno que hay en mí mismo.

Si no me dejo invadir por la prisa, encontraré tiempo para todo lo necesario.

Si no soy esclavo de la eficacia, daré el fruto que los demás esperan de mí.

Si no me enredo en la competitividad, entraré en comunión con lo bueno que hay en todo.

Si vivo a fondo el momento presente, seré dueño absoluto del pasado y del futuro.

Si acepto el fracaso de mi vida, habré librado mi vida de toda frustración.

Si vivo para el AMOR,

el AMOR estará siempre vivo para mí.

(ANTONIO LÓPEZ BAEZA)

Creer

Porque, Señor, yo te he visto y quiero volverte a ver,

quiero creer. Te vi, sí, cuando era niño y en agua me bauticé y, limpio de culpa vieja, sin velos te pude ver.

Page 261: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

522 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Quiero creer. Devuélveme aquellas puras transparencias de aire fiel, devuélveme aquellas niñas de aquellos ojos de ayer.

Quiero creer. Limpia mis ojos cansados, deslumhrados del cimbel; lastra de plomo mis párpados y oscurécemelos bien.

Quiero creer. Ya todo es sombra y olvido y abandono de mi ser. Ponme la venda en los ojos. Ponme tus manos también.

Quiero creer. Tú que pusiste en las flores rocío, y debajo miel, filtra en mis secas pupilas dos gotas frescas de fe.

Quiero creer. Porque, Señor, yo te he visto y quiero volverte a ver, creo en ti y quiero creer.

(GERARDO DIEGO)

Criaturas de Dios y de los hombres

Bendito seas, Señor, por tantas maravillas que has hecho por tu cuenta: por el aire y el sol, por las galaxias y por nuestro planeta; por la tierra y el agua, por la humilde luciérnaga y los grandes cometas; por la noche callada y por los lagos donde se bañan la luna y las estrellas.

Gracias, Señor, por todo lo que hiciste por nosotros.

POEMAS 523

Gracias también por todo lo que has hecho con nosotros, estimulándonos, guiándonos, llevándonos la mano y el corazón para encontrar tus leyes, para inventar el fuego, para labrar la tierra, para sembrar el trigo, para cocer el pan, para tejer, hilar, modelar, fundir y fabricar tantos y tan maravillosos instrumentos que alegran nuestra vida y la hacen más llevadera, que nos ayudan a ser un poco más humanos, a mejorar el mundo cumpliendo tu mandato.

Bendito seas por nuestro fiel teléfono, que salvando distancias abraza a los hermanos, que acerca nuestras voces y junta nuestras manos.

Y por la luz eléctrica, siempre bendito seas: alarga nuestro día, como el sol a Josué, y en medio de la noche es fuente de alegría, sacramento de Cristo, símbolo de la fe.

Bendito seas también, Señor, por las imprentas, que siembran la palabra de Dios y de los hombres, y luego la reparten por el mundo, en cosecha multiplicada, ubérrima, fecunda y generosa.

Bendígante cada segundo, desde todos los pueblos, emisoras de radio y de televisión, en un inmenso coro de voces, de músicas, de imágenes que cantan la grandeza del hombre y de tu creación.

Por los cines, los coches, los barcos y los trenes, por el reloj de cuarzo, el avión y el ordenador, por todas nuestras obras, Dios bueno, Padre eterno, te alabamos alegres en tu Espíritu de Amor, por Jesucristo, tu amado Hijo y nuestro buen Señor.

(ALBERTO INIESTA)

Cuando venga

Cuando venga, ay, yo no sé con qué le envolveré yo, con qué.

Page 262: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

524 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Ay, dímelo tú, la luna, cuando en tus brazos de hechizo tomas el roble macizo y le acunas en tu cuna. Dímelo, que no lo sé, con qué le tocaré yo, con qué.

Ay, dímelo tú, la brisa, que con tus besos más leves la hoja más alta remueves, peinas la pluma más lisa. Dímelo y no lo diré con qué le besaré yo, con qué.

Pues dímelo tú, arroyuelo, tú que con labios de plata le cantas una sonata de azul música del cielo. Cuéntame, susúrrame con qué le cantaré yo, con qué.

Y ahora que me acordaba, Ángel del Señor, de ti, dímelo, pues recibí tu mensaje: «he aquí la esclava». Sí, dímelo por tu fe, con qué le abrazaré yo, con qué.

O dímelo tú, si no, si es que lo sabes, José, y yo te obedeceré que soy una niña yo, con qué manos le tendré que no se me rompa, no, con qué.

(GERARDO DIEGO)

525

Dame, Señor

Dame, Señor, un poco de sol, algo de trabajo y un poco de alegría. Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena digestión y algo para digerir. Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros. No permitas que me preocupe demasiado por esta cosa embarazosa que soy yo. Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar la felicidad en esta vida y ser provechoso para los demás. Que siempre haya en mis labios una canción, una poesía o una historia para distraerme. Enséñame a comprender los sufrimientos p n o vet en ellos, wa& maldición. Concédeme tener buen sentido, pues tengo mucha necesidad de él. Señor, concédeme la gracia, en este momento supremo de miedo y angustia, de recurrir al gran miedo y a la asombrosa angustia que tú experimentaste en el Monte de los Olivos antes de tu pasión. Haz que a fuerza de meditar tu agonía, reciba el consuelo espiritual necesario para provecho de mi alma. Concédeme, Señor, un espíritu abandonado, sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo. Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos experimente el gusto de tu Espíritu santo y bendito. Dame, Señor, una fe plena, una esperanza firme y una ardiente caridad. Que yo no ame a nadie contra tu voluntad, sino a todas las cosas en función de tu querer. Rodéame de tu amor y de tu favor.

(TOMÁS MORO)

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526 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

De profundis

Si vais por la carrera del arrabal, apartaos, no os inficione mi pestilencia. El dedo de Dios me ha señalado: odre de putrefacción quiso que fuera este mi cuerpo, y una ramera de solicitaciones mi alma; no una ramera fastuosa, de las que hacen languidecer de amor al príncipe sobre el cabezo del valle, en el palacete de verano, sino una loba de arrabal, acoceada por los trajinantes, que ya ha olvidado las palabras de amor y sólo puede pedir unas monedas de cobre en la cantonada. Yo soy la piltrafa que el tablajero arroja al perro del mendigo, y el perro del mendigo arroja al muladar. Pero desde la mina de las maldades, desde el pozo de la miseria, mi corazón se ha levantado hasta mi Dios y le ha dicho: Oh Señor, tú que has hecho también la podredumbre, mírame, yo soy el orujo exprimido en el año de la mala cosecha, yo soy el excremento del can sarnoso, el zapato sin suela en el carnero del camposanto, yo soy el montoncillo de estiércol a medio hacer, que nadie compra, y donde casi no escarban las gallinas. Pero te amo, pero te amo frenéticamente. ¡Déjame, déjame fermentar en tu amor, deja que me pudra hasta la entraña, que se me aniquilen hasta las últimas briznas de mi ser, para que un día sea mantillo de tus huertos!

(DÁMASO ALONSO)

Ecce homo

Tu cuerpo de hombre con blancura de hostia para los hombres es el evangelio. Dieron sus cuerpos los helenos dioses de la rosada niebla del Olimpo para la vista en pasto de hermosura, regocijo de vida que se escurre;

POEMAS

mas sólo Tú, la carne que padece, la carne de dolor que se desangra, a las entrañas nos la diste en pábulo, pan de inmortalidad a los mortales. ¡Tú eres el Hombre-Dios, Hijo del hombre! La humanidad en doloroso parto de última muerte que salvó la vida te dio a luz como Luz de nuestra noche, y hombría es su humanidad divina. Tú eres el Hombre, la Razón, la Norma, tu cruz es nuestra vara, la medida del dolor que sublima, y es la escuadra de nuestra derechura: ella endereza, cuando caído, al corazón del hombre. Tú has humanado al Universo, Cristo, ¡que por ti es obra humana! ¡Vedlo todo! «¡He aquí al Hombre!» por quien Dios es algo. «¡No tengo hombre!», decimos en los trances de la vida mortal; mas Tú contestas: «¡Yo soy el Hombre, la Verdad, la Vida!». ¡Tal es el Hombre, Rey de las naciones de desterrados, de la Iglesia santa, del pueblo sin hogar que va cruzando el desierto mortal tras de la enseña y cifra de lo eterno, que es la cruz!...

(MIGUEL DE UNAMUNO)

El Cristo de Velázquez

Me gusta el Cristo de Velázquez. La melena sobre la cara... y un resquicio en la melena por donde entra la imaginación. Algo se ve. ¿Cómo era aquel rostro? Mira bien, compónlo tú. ¿A quién se parece? ¿A quién te recuerda? La Luz entra por los cabellos manchados de sangre y te ofrecen un espejo.

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528 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

¡Mira bien!... ¿No ves cómo llora? ¿No eres tú?... ¿No eres tú mismo? ¡Es el hombre! El hombre hecho Dios. ¡Qué consuelo! No me entendéis... ¿Por qué estoy alegre? No sé..., tal vez porque me gusta más así: el hombre hecho Dios, que el Dios hecho hombre.

(LEÓN FELIPE)

El difícil todo

Tan sólo mejor que la mejor parte que escogió María, el difícil todo.

Acoger al Verbo dándose al silencio. Vigilar Su Ausencia gritando Su nombre. Descubrir Su Rostro en todos los rostros. Hacer del silencio la mayor escucha. Traducir en actos las Sagradas Letras.

Combatir amando. Morir por la vida luchando en la paz.

Derribar los tronos con las viejas armas quebradas de ira, forradas de flores.

Plantar la bandera —la justicia libre— en los gritos pobres.

POEMAS 529

Cantar sobre el mundo el Advenimiento que el mundo reclama, quizás sin saberlo.

El difícil todo que supo escoger ...la otra María.

(PEDRO CASALDÁLIGA)

El doble mandamiento

Los mandamientos se encierran en dos, «Amarás a Dios por encima de todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo».

Amar a Dios no es cantar cada domingo en misa, ni presenciar entierros o bautizos, de espaldas a un pueblo subdesarrollado y pobre que pasa hambre, que agoniza en el paro.

Amar a Dios derribando nuestra sangre con lumbre en las venas, saliendo de nosotros mismos, es descubrir al Dios de la verdad en la palabra hiriente del marginado.

No puede arder tu palabra sin un reino que tiemble al sur de tu costado; donde todos recojamos primaveras.

¿Como se puede amar a un Dios que es invisible, si cerramos la ventana y su locura, ese rumor de marginación y miseria que sube borrando nuestra risa?

Cerré los ojos, Señor, acepté el reto de la oscuridad y encendí con su lumbre mi pupila.

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530 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Allí, en su hambre, su destierro y su cárcel, Tú me esperabas callado. Me abrazaste más cercano que nunca y, juntos, alcanzamos la otra orilla.

(GLORIA LIMA)

El don de Dios

Recibir el don de Dios en comunidad de hermanos significa trabajar codo a codo, mano a mano.

Por el paisaje de humo, la luz reveladora del Espíritu inunda nuestro invierno. Vive, toma conciencia de ser luz, adensa nuestro palpito, nos hace cárcel de su locura, nos llama: hijos.

Te alabamos Señor, atravesaste nuestra noche. Anochecía cuando entraste en nuestro silencio. Brilló por un instante el hombre, el amor, la justicia.

En un giro del alba donde habita el Espíritu, hay trabajo y justicia para todos, zapatos de agua verde para esperar el reino, y que los hombres codo a codo, mano a mano, desentierren la miel de tu promesa.

En un giro del alba hoy ha vuelto a nacer el hombre y Dios.

(GLORIA LIMA)

POEMAS 531

El hombre

Poetas: el hombre es lo que importa. Vamos a poner vertical esta palabra. La H es una torre, la O es como un ojo mirando eternamente a la esperanza. la M es como el mundo que lleva entre los hombros, la B como una bala disparada hacia el odio y el amor, la R como un rayo buscando en las tinieblas

la aurora del mañana, la E como una espiga hacia el trigo del hijo, Hombre, así, vertical, aunque lo metan en una jaula y le sequen la voz y los ojos y le arranquen la entraña. Hombre, así, vertical, aunque lo llenen de pústulas y lágrimas. Hombre con el estómago hundido por el hambre, con la cara abrasada por el sol de los campos o el brillo de las máquinas. Hombre de la oficina, cegado por los números, hombre de los andamios, las minas y las fábricas. Hombre como una nube de tormenta sobre la yerba dulce de la mujer tendida. Lo que importa es el Hombre, porque si muere el Hombre se apagarán para siempre las antorchas del Alba.

(MANUEL PACHECO)

El hombre que se parece a ti

He llamado a tu puerta, he llamado a tu corazón en busca de una buena cama, en busca de un buen fuego, para calentarme. ¿Por qué me rechazas? Ábreme, hermano.

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532 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

¿Por qué me preguntas si soy de África, si soy de América, si soy de Asia, si soy de Europa? Ábreme, hermano.

¿Por qué me preguntas por la longitud de mi nariz, el tamaño de mi boca, el color de mi piel y el nombre de mis dioses? Ábreme, hermano.

Yo no soy un negro, yo no soy un piel roja, yo no soy un oriental, yo no soy un blanco, yo sólo soy un hombre. Ábreme, hermano.

Ábreme tu puerta, ábreme tu corazón porque soy un hombre, el hombre de todos los tiempos, el hombre de todos los cielos, un hombre como tú.

(RENE PHILOMBE [Camerún])

El militante

He sufrido todas las derrotas, y siempre Tú, indescriptible, has llegado hasta mi refugio con sonrisas y abrazos felices.

Me has encontrado herido, piel abierta en contradicciones, palabra falsamente dicha, manos sin fuerzas, torpes.

POEMAS 533

He dicho tantas veces: hoy será mi jugada, que apenas puedo escuchar: mi gracia te basta.

Es mi orgullo e impotencia, son mis errores y caídas, pero eres Tú más grande lo que alienta mi vida.

Tarde de sol y de luz, felicidad en vuelo de esperanza, algo nace y no lo sé en un rinconcito de mis entrañas.

En tus manos, Padre, en tus manos: ¿qué más desear quiero? Si todo en ti da calor si todo en mí te pertenezco.

(De la revista «Militante»)

El pan de cada día

Primero sea el pan, después la libertad. La libertad con hambre es una flor encima de un cadáver. Donde hay pan, allí está Dios.

«El arroz es el cielo», dice el poeta de Asia. La tierra es un plato gigantesco de arroz, un pan inmenso y nuestro para el hambre de todos.

Dios se hace pan, trabajo para el pobre, dice el profeta Ghandi.

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534 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

La Biblia es un menú de pan fraterno. Jesús es el Pan vivo. El universo es nuestra mesa, hermanos. Las masas tienen hambre, y este Pan es su Carne, destrozada en la lucha, vencedora en la muerte.

Somos familia en la fracción del pan. Sólo al partir el pan podrán reconocernos. Seamos pan, hermanos. Danos, oh Padre, el pan de cada día: el arroz o el maíz o la tortilla, ¡el pan del Tercer Mundo!

(PEDRO CASALDÁLIGA)

El pan y el vino

Bendito seas, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que haces brotar espigas en los campos de trigo y racimos de uva en los llanos y recuestos. Gracias a tu bondad, no nos falta el alimento.

Tú nos sacias con pan y vino, fruto del trabajo compartido por el hombre y la mujer. Bendito seas porque nos has dado la vida, nos la conservas y a todos das sustento.

Éste es el pan de cada día, extraído de los granos de trigo para que los comensales lo saboreen sabroso, crujiente, partido y repartido.

Éste es el pan de los pobres, pan de vida, sólido en su firmeza, tostado por el fuego, comparable a nuestros cuerpos. Bendito seas, porque el pan es comida de hermandad, festín nupcial de los que buscan la verdad.

POEMAS 535

Éste es el vino extraído de los granos de uva para que los comensales lo beban como signo de triunfo, alegría y esperanza. Es vino del Espíritu, comparable a la sangre. Bendito seas por permitirnos renovar la nueva alianza y jalonar los días de trabajo con fiestas anticipadoras de un banquete de bodas, con cantos y con danzas.

(Inspirado en el Haggadah judío)

El pobre

Pasó el rico, calculadora en mano; sacó porcentajes y no eran tan malos. Y el pobre allí muriendo sin entender de gastos.

Pasó el político, discurso engalanado; quiso comprar su voto para su mandato. Y el pobre allí perdido sin poder tocarlo.

Pasó el cura, voluntad de Dios enojado, postración en la tierra a causa de tu pecado. Y el pobre allí solo con Dios Padre en la mano. Pasó el comerciante con sus productos de encanto; quiso vender a crédito, se fue desilusionado. Y el pobre allí sufriendo el hambre, el frío, el llanto.

Pasó otro pobre, sin empleo, desempleado, se sentó en silencio, le ofreció un cigarro. Y el pobre sonrió contento; fue tratado como hermano. (De la revista «Militante»)

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536 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

El reinado de Dios

Tu reino, Señor, se hace presente cuando se fomenta la justicia y es respetada la libertad. Cuando todos somos hijos tuyos, los sueños deletrean: amistad hermanos, paciencia, caridad.

Tu reinado, Señor, viene a nosotros siempre que el pueblo dispone de sustento, vivienda, trabajo y sanidad. Tú nos enseñas, por Jesús, a vivir con dignidad la vida y a festejarla en la fraternidad.

En tu reino, Señor, no caben privilegios de quienes se creen el fruto de la espiga en honor y dignidad. Eres un Dios vivo, enemigo de los ídolos humanos, y no hay mayor cansancio que el tuyo, Señor, ascendiendo nuestra sed de vanidades por un bosque de luz.

El reino que predicaste llega casi de puntillas, se revela y está escondido. Es simiente que se esparce por los campos, levadura que fermenta entre la masa, luz que muestra el horizonte a los perdidos.

El reino de Dios, según los evangelios, es un banquete de bodas, un adviento de ternura que reparte los panes en las manos frágiles de los que gozan detrás del corazón.

(CASIANO FLORISTÁN)

POEMAS 537

Emaús

Porque es tarde, Dios mío, porque anochece ya y se nubla el camino; porque temo perder las huellas que he seguido, no me dejes tan sola y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde y he buscado el peligro, y escudriñé curiosa las cumbres y el abismo, perdóname, Señor, y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de Ti y en hambre de tu trigo, ven, siéntate a mi mesa, bendice el pan y el vino. ¡Qué aprisa cae la tarde...! ¡Quédate al fin conmigo!

(ERNESTINA DE CHAMPOURCIN)

Emigrantes

¿Somos emigrantes? Siempre encontré falso ese nombre que nos daban: emigrantes. Quiere decir que hemos emigrado. Pero no hemos emigrado por nuestra voluntad. No hemos elegido otro país. Ni siquiera hemos emigrado a un país para quedarnos en él, en lo posible para siempre. No, hemos huido. x Expulsados, desterrados, eso somos. No es el país que nos ha acogido un hogar, sino un exilio.

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538 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Allí estamos, impacientes, muy cerca de la frontera, esperando la hora del regreso, observando el menor cambio al otro lado de la frontera, interrogando, febriles, a todo recién llegado, sin olvidar nada, sin ceder en nada. ¡Ah! ¡El silencio de la hora no nos engaña! Hasta aquí se oyen los gritos que suben desde sus campos. Somos casi nosotros mismos como los rumores sobre sus perversidades que atraviesan sus fronteras. Cada uno de nosotros, al marchar a través de la multitud con los zapatos rotos, da testimonio de la vergüenza que cubre nuestro país. Pero ni uno solo de nosotros se quedará aquí. La última palabra aún no ha sido dicha.

(BERTOLT BRECHT)

Empresa de lavado

Aquí se lava todo, todo queda borrado, la mancha y el zurcido, el crimen y el pecado. Aquí se lava todo. Empresa de lavado abierta el año treinta por un ajusticiado.

Era un hombre del pueblo, carpintero de oficio. No llevaba corona, ni espada, ni cilicio. A los hombres piadosos los sacaba de quicio. Comía con los malos. No tenía otro vicio.

Predicó por los pueblos algo más de dos años. Hablaba de la siembra, de pesca y de rebaños. Curaba al paralítico que rondaba los baños; echaba los demonios, veía sus engaños.

Era Dios en persona y murió como un hombre. Se levantó de nuevo —que ninguno se asombre—, y a uno de sus amigos, Pedro de sobrenombre, le encargó que lavara, que lavara en su nombre.

(LORENZO GOMIS)

POEMAS

Epílogo abierto

Yo me atengo a lo dicho: la Justicia, a pesar de la Ley y la Costumbre, a pesar del Dinero y la Limosna.

La Humanidad, para ser yo, verdadero. La Libertad, para ser hombre. y la Pobreza, para ser libre.

La Fe, cristiana, para andar de noche y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso, hermanos, yo me atengo a lo dicho: ¡la Esperanza!

(PEDRO CASALDÁLIGA)

Espíritu divino

Luz de Dios, disipa la tiniebla de mis dudas y guíame.

Fuego de Dios, derrite el hielo de mi indiferencia y abrásame.

Torrente de Dios, fecunda los desiertos de mi vida y renuévame.

Fuerza de Dios, rompe las cadenas de mis esclavitudes y libérame.

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540 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Alegría de Dios, aleja los fantasmas de mis miedos y confórtame.

Aliento de Dios, despliega las alas de mi espíritu y lánzame.

Vida de Dios, destruye las sombras de mi muerte y resucítame.

Ven, Espíritu Paráclito, Espíritu creador y santificador, Espíritu renovador y consolador, Espíritu sanador y pacificador.

Ven y concede hoy a tu Iglesia, reunida en el Cenáculo con María, la experiencia de Pentecostés.

(ÁNGEL SANZ ARRIBAS)

Frontera

Hay que nacer en ti y morir en ti: lo demás es costumbre.

Lo demás es sentir que los huesos son huesos y no árboles antiguos y secretos.!

Pensar que el pensamiento es pensamiento y no un trozo de música caliente.

Que en los pies hay gusanos insepultos y no alas dulcemente recogidas.

Hay que nacer en ti: para dar pruebas de que amamos la luz, la tierra húmeda, los niños inocentes, las candidas palomas y los tigres rebeldes y sonámbulos...

POEMAS

Hay que morir en ti: para dar gracias a un Dios con ojos claros; para que signifique algo la huella que deja nuestro paso en la mañana; para que el mar no sea un infinito llanto; para que el viento olvide los gritos de los muertos.

Hay que nacer en ti: hacer de ti frontera, respuesta a la terrible pregunta inevitable. Hay que nacer en ti, morir en ti, lo demás es costumbre... Es llenarnos el alma de sudor.

(MANUEL MARTÍNEZ REMIS)

Gloria a Dios

Gloria al Dios del reino de los pobres, aliento de los que buscan la verdad; luz de una mañana reflejada en la justicia, fuente de vida, reconciliación y libertad.

Hacia ti, Señor de todo amor, suba nuestro canto bendiciendo al Padre y Madre de nuestra historia, alfa y omega de la humanidad.

El océano, los montes y los cielos pregonen sin cesar tu sublime majestad; hiciste a la mujer y al hombre a imagen tuya. Pusiste todo bajo sus pies. Levántate, amigo, que nuestro trabajo sea comunión, justicia y lealtad.

(Se enciende una primera luz) Gloria a Jesús de Nazaret, Dios con nosotros, profeta que proclama conversión. La justicia abre y cierra el evangelio, lo envuelve, lo impulsa, lo caracteriza compartiendo la mesa y repartiendo a manos llenas dulzura y santidad.

(Se enciende una segunda luz)

Page 271: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

542 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Gloria al Espíritu que nos empuja al compromiso de una nueva sociedad, sin ídolos de barro, sin miedos, libres de toda atadura. Festín de bodas, ven y verás, en la hora postrera, todo es amor y caridad.

(Se enciende una tercera luz)

Gloria a ti, Padre, Madre de misericordia, por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, en el Espíritu, don que guía nuestros pasos por un camino de vida en fraternidad.

(CASIANO FLORISTÁN)

Haz la paz

Haz la paz con tu enemigo, hoy mejor y no esperes a mañana.

Haz la paz contigo mismo antes de que te duermas.

Haz la paz con Dios hoy mismo sin esperar al más allá.

Haz la paz, mejor hoy mismo, no quieras ver qué pasará.

Quien tenga ojos para ver, sepa mirar.

POEMAS 543

Quien mire a su hermano un momento tendrá la paz.

Quien tiene un momento para contemplar al otro, sabrá ver al mismo Dios.

Y Dios le dará la paz.

(PETER CEELEN)

Invocación a Cristo

Te adoramos, Dios Altísimo. Has descendido a la tierra y nos has elevado; te has humillado y nos has exaltado; te has hecho pobre y nos has enriquecido.

Has nacido en este mundo y nos has hecho renacer; has recibido el bautismo y nos has purificado; has ayunado y nos has saciado; has combatido y nos has dado fuerza.

Te montaste sobre un asno y nos has asociado a tu cortejo; has sido conducido prisionero ante el sumo sacerdote y nos has liberado; has sido sometido a interrogatorio y nos has hecho tomar parte como jueces; has guardado silencio y nos has enseñado.

Fuiste abofeteado como un esclavo y nos has emancipado; te despojaron de tus ropas y nos has revestido; fuiste atado a una columna y nos has desatado; te crucificaron y nos has salvado.

Page 272: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

544 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Bebiste vinagre y nos has empapado de dulzura; fuiste coronado de espinas y nos has hecho reyes; moriste en la cruz y nos has hecho revivir; te pusieron en una tumba y nos has despertado.

Resucitaste en la madrugada y nos has alegrado; fuiste revestido de gloria y nos has llenado de admiración. Has ascendido a los cielos y nos has elevado; nos envías el Espíritu y hemos sido santificados. Bendito seas, tú que vienes radiante de bondad.

(De la liturgia maronita)

La danza del Señor

Yo dancé en la primera mañana del universo, dancé en torno a la luna, las estrellas y el sol. Descendí de los cielos y dancé en la tierra. Entre ángeles y pastores vine al mundo en Belén.

Danzad donde estéis, dice Dios, porque yo soy el Señor de la danza. Yo guiaré vuestra danza popular; donde estéis, guiaré vuestro baile.

Dancé para el escriba y fariseo, pero no quisieron ni danzar ni seguirme. Dancé para los pescadores, para Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Me siguieron y danzaron conmigo.

Dancé en sábado, curé al paralítico y levanté a la mujer encorvada. Las gentes decían que era una maravilla.

Pero me abofetearon, me dejaron desnudo, me colgaron en lo alto de una cruz para morir. Dancé el viernes santo, y el cielo se cubrió de nubarrones. ¡Qué difícil es danzar con el diablo a las espaldas!

POEMAS 545

Embalsamaron mi cuerpo y creyeron que todo se acabó, yo que soy la danza y guío siempre el baile. Quisieron suprimirme pero yo subí más alto. Yo soy la vida que no muere.

Viviré en vosotros y viviréis en mí, porque yo soy, dice Dios, el Señor de la danza.

(SYDNEY CÁRTER; versión libre de C. Floristán)

La entrada del Señor

Hermanos y amigos, batid palmas, aclamad a Dios con cantos de alegría, porque el Señor es excelso y es humilde, que con los mortales comparte muerte y vida.

No domina con imperio ni con miedos, ni corta yugulares con la espada; monta en un asno como un pobre, entra en la ciudad a la alborada.

Dios llega entre aclamaciones, tapizado el suelo con los mantos, con el júbilo de los hosannas y las palmas de los jóvenes y ancianos.

¡Dueños de las casas, abrid las puertas! Que nadie se esconda a su llegada. Va a entrar el rey de la gloria en la plenitud de la jornada.

Dios reina sobre el universo, planta su tienda entre los pobres; tomemos asiento todos juntos, abramos de par en par los corazones.

(Inspirado en el Salmo 46)

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546 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

La fiesta de la vida

Venid, venid todos, venid. Celebremos la cena del Señor. Hagamos todos juntos un pan enorme y preparemos mucho vino, como en las bodas de Cana.

Venid, venid todos a la mesa del Señor.

Que las mujeres no se olviden de la sal. Que los hombres consigan levadura. Que vengan muchos invitados: ciegos, sordos, cojos, presos, pobres.

Venid, venid todos al encuentro del Señor.

¡Pronto! Sigamos la receta del Señor. Amasemos todos en la artesa con las manos y veamos con alegría cómo crece el pan.

Venid, venid todos a la celebración del Señor.

Porque hoy celebramos el encuentro con Jesús. Hoy renovamos nuestro compromiso con el reino: Nadie quedará con hambre.

Venid, venid todos a participar en la fiesta de la vida con el Señor.

(ELSA TÁMEZ)

¿La Navidad sin Cristo?

Belén y Navidad es puro encanto, por dentro y por fuera gozo pleno, amor, felicidad, ambiente ameno, hermoso villancico, todo canto.

La base de este ambiente limpio y santo es Cristo, Dios y Hombre, Jesús bueno, nacido de María, en cuyo seno surgió la luz, cesó el mal y el llanto.

POEMAS 547

La Navidad sin Cristo es un engaño, camelo, falsedad y fantasía. Es fiesta toda chata, sin tamaño.

¡Oh cuánto mal supone y cuánto daño vivir así, sin Cristo, sin María en Navidad! ¡También durante el año!

(RUFINO JESÚS ZAVALA)

La niña esperanza (I)

Lo que me admira, dice Dios, es la esperanza. No salgo de mi asombro. Esta pequeña esperanza que parece tan poquita cosa, esta niña esperanza, inmortal...

Porque mis tres virtudes, dice Dios, mis criaturas, mis hijas, mis niñas, son como mis otras criaturas de la raza de los hombres: la Fe es una esposa fiel, la Caridad es una madre, una madre ardiente, toda corazón, o quizá es como una hermana mayor,

que es como una madre.

La Esperanza es una niñita de nada que vino al mundo el día de navidad del año pasado. Sin embargo, esta niñita esperanza es la que atravesará los mundos; esta niñita de nada, ella sola, llevará consigo a las otras dos virtudes; ella es la que atravesará los mundos llenos de obstáculos.

Por el camino empinado, arenoso y estrecho, arrastrada y colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores, que la llevan de la mano, va la pequeña esperanza. En medio de sus dos hermanas mayores, da la sensación de dejarse arrastrar como una niña que no tuviera fuerzas para caminar.

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548 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Pero, en realidad, ella es la que hace caminar a las otras dos, y la que las arrastra, la que hace caminar al mundo entero y la que le empuja. Porque en verdad no se trabaja sino por los hijos, y las dos mayores no avanzan sino gracias a la pequeña.

La niña esperanza camina entre sus dos hermanas mayores; nadie se fija en ella. Por el camino de la salvación, por la senda carnal, por el camino quebrado de la salvación, por la carretera interminable, por el camino, entre sus dos hermanas, la pequeña esperanza avanza.

Entre sus dos hermanas mayores, la que está casada y la que es madre. Y no le hacen caso: el pueblo fiel no hace caso sino a las dos hermanas mayores, la primera y la última, que van a lo más urgente, al tiempo presente.

El pueblo fiel no ve sino a esas dos, no tiene ojos sino para las dos hermanas mayores, la de la derecha y la de la izquierda, y apenas si mira a la que va en medio, la pequeña, la que aún no va al colegio y que avanza, perdida en las faldas de sus hermanas, que sin ella no serían nada sino dos mujeres, ya de alguna edad, dos mujeres de cierta edad por la vida gastadas: es ella, la pequeña, quien todo lo arrastra.

(CHARLES PÉGUY)

POEMAS 549

La niña esperanza (II)

Yo soy, dice Dios, el Señor de las tres virtudes.

La fe es una esposa fiel, la caridad es una madre ardiente, pero la esperanza es una niña.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las tres virtudes.

La fe es aquella que se mantiene firme por los siglos de los siglos. La caridad es aquella que se da por los siglos de los siglos. Pero mi pequeña esperanza es aquella que se levanta cada mañana y nos da los buenos días.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las tres virtudes.

La fe es un soldado, un capitán que defiende una fortaleza, la ciudad del rey. La caridad es una enfermera, una hermanita de los pobres del rey. Pero mi pequeña esperanza es aquella que da los buenos días al pobre y al huérfano.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las tres virtudes.

La fe es una iglesia, una catedral que se eleva hacia el cielo. La caridad es un hospital, un asilo que recoge todas las miserias del mundo. Pero sin esperanza, todo esto sería un cementerio.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las tres virtudes.

La fe se eleva como un árbol frondoso, y bajo su sombra la caridad, mi hija, abriga todas las angustias del mundo. Pero mi pequeña esperanza es esta nueva savia que anuncia el camino de la primavera.

(El poema anterior, en versión libre)

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550 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

La palabra de Dios (I)

Tú eres un Dios de palabra creadora, voz primera que hace renacer la vida, luz que apaga las tinieblas de la noche, fuego encendido que da calor y que ilumina.

Al principio ya existía la palabra, palabra de sabiduría que interpela, susurro que se cuela en la conciencia, voz del que sufre en soledad su pena.

Con la palabra que sale de tu boca hablaste por los labios del profeta, verbo vigoroso que le llega al creyente que vigila en la azotea.

La palabra del Señor es enérgica y es viva, más cortante que una espada de dos filos, penetra en los rincones más oscuros, juzga sentimientos, conductas y sentidos.

No hay criatura que escape a su mirada, todo es vulnerable ante su fuerza, desciende como el agua de la lluvia, es a ella a la que habremos de dar cuenta.

Tu palabra, Señor, se hizo carne cuando acampó en la noche entre pastores, en la tienda humilde y pobre de María, con José extasiado ante los ángeles cantores. Una legión enviada desde el cielo, con sinfonía de coros celestiales, brindaba honor y gloria a Dios y deseaba paz y bien a los mortales.

¿Qué hemos hecho, Señor, de tu palabra los creyentes? Sordinas hemos puesto a tu boca mensajera. Nuestros oídos están tapados al mensaje que brota en primavera.

Haznos, Señor, más silenciosos, más atentos a tu voz que nos despierta. Eres el Señor de la palabra, y nosotros centinelas en la alerta.

¡ (CASIANO FLORISTÁN)

POEMAS 551

La palabra de Dios (II)

Tu palabra, Señor, es evangelio anunciado en los confines de la tierra. Está en las Escrituras, está en los pobres, se siembra en el otoño y brota en primavera.

Tu palabra, Señor, llegó a nosotros con esperanza nueva, como un grito en la noche que alerta al centinela.

Tu palabra, Señor, la transmitieron nuestros padres a sus hijos. Hoy queremos que se encarne en nuestros entresijos.

Tu palabra, Señor, es fuerza y lucha, es sal, es luz y es levadura. Es paz en armonía, es convocatoria juvenil que invita a la alegría.

Bendita es la palabra del Señor, proclamada en comunidad de hermanos. Cantad un cántico gozoso y aplaudan calurosas nuestras manos.

(CASIANO FLORISTÁN)

La paz íntima

Enfría, Señor, mi boca; Señor, reduce mi brasa; dame, como te lo pido, concordia de cuerpo y alma.

Frente al perverso oleaje ponme costado de gracia. Dame, como te demando, concordia de cuerpo y alma.

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552 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Señor, mitiga mi angustia; remite, Señor, mi ansia; dame, como te la clamo, concordia de cuerpo y alma.

No dejes que los sentidos me rindan en la batalla. Señor, Señor, no me niegues concordia de cuerpo y alma.

(ANTONIO OLIVER BELMAS)

La pobreza, tabernáculo de Dios

«Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de los cielos» (Le 6,20).

Tabernáculo es la pobreza de todo lo que abarca tu ser de Dios. Como en una eucaristía trasladable y visible, te paseas y manifiestas, Señor, Dios entero, en la pobreza.

¡La pobreza, sacramento tangible de la presencia de tu santidad divina en el mundo! «El que es de Dios, dice san Juan, escucha la palabra de Dios».

Como la tierra humilde, el limpio de vanidad, el que viste sólo la ropa de la pobreza, el descendido de la montaña de la soberbia, que entra en el valle de los necesitados, es el hombre de Dios que escucha tu Palabra y se deja invadir por el milagro de sus raíces, para dar así frutos de santidad y llenar de ramas de amor el árbol de la justicia.

Porque sólo el que está lleno de ti, mi Dios, puede darte a ti; no así el que está hinchado de sí mismo, que sólo ofrece y da sus obras de pecado, sus contradicciones y angustias todas.

POEMAS 553

De este modo, Señor, deseo despojar mi corazón de cualquier abundancia, para que, vacío de sí mismo, haya lugar en su interior para ti, oh Dios, para ti solo, que te das en Jesús, cordero sacrificado.

Me haré, pues, Señor, tierra de pobreza, surco en espera del grano que llene mi vacío, y me saciaré así de tu lluvia, que regará y hará crecer en mí las obras de tu Espíritu.

(VICENTE GARCÍA HERNÁNDEZ)

La saeta

¿Quién me presta una escalera, para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?

(Saeta popular)

¡Oh la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar ni quiero a este Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!

(ANTONIO MACHADO)

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554 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Las armas de la paz

Señor, Dios nuestro, a ti nos dirigimos. Líbranos de quienes pretenden dominar la tierra, henchidos de orgullo por tener entre sus manos las armas destructoras de la guerra. Haz que no nos atrape el miedo, la indiferencia o la resignación. Nuestra fuerza reside en la justicia, fruto de sembrar la paz en el amor.

Señor, Dios nuestro, el pecado nos abruma por guardar odios en nuestro corazón. Con humildad te pedimos nos reconcilies y nos inundes de bondad y de perdón.

Levántanos del suelo, Dios de la justicia, y revístenos con las armas de la paz, para erradicar del mundo el odio y trabajar juntos en fraternidad.

Eres severo con los dominantes y exigente con los poderosos. Sé compasivo con los humildes y defiende a los menesterosos.

Los que afilan sus espadas y sus dardos jamás lograrán apagar la luz, pues tú venciste a los amigos de la muerte en el árbol frondoso de la cruz.

(CASIANO FLORISTÁN)

Las cinco llamas

Enciende en nuestras almas la llama de una VIDA en caridad. Da salud a los que sufren los quebrantos de la pobreza, marginación y enfermedad, y presta ayuda generosa a quienes viven sin cesar su entrega en lucha contra la mentira y la maldad.

(Se enciende la primera llama)

POEMAS 555

Alumbra en el cuenco de las manos la llama del TRABAJO creador, tarea que embellece la materia surgida de tu soplo creador; quehacer del pensamiento que investiga ciencias aplicadas al progreso para que el mundo brille como un sol.

(Se enciende la segunda llama)

Ilumina nuestros pensamientos con la llama tercera de la VERDAD, que hace libres a hombres y mujeres en su lucha contra la mentira y la maldad, sin manipulaciones engañosas, que desvían los deseos más genuinos de los que ansian vivir en hermandad.

(Se enciende la tercera llama)

Reaviva nuestra inteligencia con la cuarta llama del SABER, que escudriña todos los rincones del mundo y de la historia, al entrever que la cultura, patrimonio de los pueblos, es de todos, sin reservas, al servicio de los que quieren aprender.

(Se enciende la cuarta llama)

Haz que crezca en nuestro entorno el ansia de vivir en PAZ, fruto de una justicia implantada en medio de la sociedad. Cesen las guerras y las luchas entre pueblos y entre hermanos; triunfe entre los creyentes el amor cristiano.

(Se enciende la quinta llama) (CASIANO FLORISTÁN)

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556 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Las Escrituras

Las Escrituras son del pueblo, de todo el pueblo de Dios. (Se repite al final de cada estrofa)

Hiciste a la mujer y al hombre a tu imagen y semejanza. Les entregaste todo lo creado: playas y montañas, árboles y flores y todo cuanto existe en lontananza. Así se lee en las Escrituras.

Te revelaste, Señor, en la creación y en la historia al servicio del menor. Sacaste al pueblo oprimido de la servidumbre y del dolor. Así lo dicen las Escrituras.

Quisiste que lo creado fuese de todos, sin acumulaciones injustas ni apropiaciones ofensivas que desfiguran a los pobres, amenazados por la muerte, sin alcanzar lo justo de la vida. Así lo proclaman las Escrituras.

Jesús de Nazaret, Hijo tuyo y Señor nuestro, formó un discipulado de creyentes, repartiendo la palabra, el pan y el vino. Llamó dichosos a los pobres, curó a enfermos y tullidos en sinagogas, casas y caminos. Así lo sostienen las Escrituras.

Murió sin túnica en la cruz, a causa de su tenor de vida, clavado de pies y manos. Dios lo resucitó de entre los muertos, y está sentado a su derecha, primogénito entre los hermanos. Así lo resumen las Escrituras.

POEMAS

Haz, Padre, que tengamos fe en tu palabra que da vida; que nuestros pies caminen por tus sendas y nuestras manos sostengan la justicia. Así lo quieren las Escrituras.

(CASIANO FLORISTÁN)

Las siete luces

El Espíritu de Dios es soplo creador, aliento de vida humana, viento profético de Pentecostés. Se manifiesta en sus siete dones, representados por siete luces, que significan siete quehaceres.

(Al final de cada estrofa se dice: «Bendito sea el Espíritu de Dios», y se enciende una luz)

La primera luz del santo Espíritu es la LIBERTAD y la LIBERACIÓN de toda dictadura, cautiverio y tiranía. Hoy nos reconocemos hijos e hijas de Dios frente a todo poder de dominación, de las naciones ricas sobre los pueblos pobres, del centro sobre las periferias, de las oligarquías sobre el pueblo llano, del varón sobre la mujer, de la raza blanca sobre las razas de color.

La segunda luz del santo Espíritu es la PAZ, obra de la justicia, no consecuencia de las armas. Nos sentimos hoy cercanos a todo exiliado, próximos a los que padecen violencia, lejos de todo poderío bélico y en contra de los oscuros negocios de las armas y de las drogas.

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558 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

La tercera luz del santo Espíritu es el TRABAJO humanizado, repartido, remunerado y creador, que nos hace semejantes al Dios de las obras, al Espíritu que lo rehace todo, al Cristo trabajador. Nos identificamos hoy con los parados y marginados, víctimas de un capital concentrado en pocas manos, que sólo se preocupa de su posesión.

La cuarta luz del santo Espíritu es el PAN de los pobres del Tercer Mundo, que viven en cobertizos inhumanos y en barriadas miserables, como seres abandonados a su suerte. Nos reconocemos hoy hermanos de los que nada tienen, porque ladrones de la tierra y especuladores del suelo se han hecho propietarios de lo que es de todos.

La quinta luz del santo Espíritu es la CULTURA y la CIENCIA, patrimonio del pueblo, pero privilegio de letrados, escritores, músicos y catedráticos, cuyos saberes deben ser transmitidos a raudales en las escuelas, talleres y casas de cultura. Queremos estar hoy cerca de la sabiduría popular para que se entrelace con las letras de la cultura cultivada.

La sexta luz del santo Espíritu es la FE en la esperanza del reino, llamada para vivir en comunidad, sabiduría de creyentes que comparten, entendimiento de las verdades de la vida, consejo en las decisiones, fortaleza en los compromisos, piedad con los hermanos y temor fascinante y tembloroso de los hijos e hijas de Dios.

La séptima luz del santo Espíritu es el EVANGELIO, noticia nueva de esperanza, aliento de compromiso, comunión de penas y alegrías, opción de vida por los pobres, vigor en las decisiones y tareas, caridad y misericordia con los desvalidos, impulso para edificar el reino de Dios.

(CASIANO FLORISTÁN)

Las siete llamas

(A cada estrofa se enciende la luz de un candelabro de siete velas)

Como todos saben, hay en el mundo siete llamas que forman juntas el aire que respiramos y el suelo bajo nuestros pies: todas las cosas, en suma.

Pero en todo ser humano hay también siete llamas, porque todo ser humano es un pequeño mundo, y precisamente por eso hay siete candelas encendidas en este candelero.

La primera llama es la del SOL, que es la fuente y el guardián de todo, y todos los niños, de algún modo, han nacido un poco del sol, y el sol los conserva.

La segunda llama es la del LENGUAJE. Los hombres se buscan con palabras de fuego, y es mejor una lengua ardiente y balbuciente que una cabeza sabia que calla.

Page 280: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

560 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

La tercera llama es la del ENTUSIASMO. Ésta nos enseña a amar, se apodera de todo nuestro ser, por ella el hombre se hace un alma ardiente, un árbol en llamas que no se consume.

La cuarta llama es la del HAMBRE y la SED, según está escrito; el hambre es un fuego que devora las piedras, la sed es un fuego que ningún mar lograr extinguir. La quinta llama es Dios, que manda sus chispas sobre todo lo que vive en el cielo y en el abismo.

La sexta llama es la de la MÚSICA, que se puede situar en el oído para escuchar, y en la boca para cantar, y en las manos para tocar, y en los pies para danzar.

La séptima llama es la de la ESPERANZA, que hace a los hombres niños, caballeros andantes y profetas que cantan: setenta veces siete árboles florecerán allí donde habitamos, y la luz refulge sobre el agua.

(HUUB OOSTERHUIS)

La visitadora

Era en Belén y era Noche buena la noche. Apenas ni la puerta crujiera cuando entrara. Era una mujer seca, harapienta y oscura con la frente de arrugas y la espalda curvada.

Venía sucia de barro, de polvo de caminos. La iluminó la luna y no tenía sombra. Tembló María al verla; la muía no, ni el buey, rumiando paja y heno igual que si tal cosa.

POEMAS 561

Tenía cabellos largos color ceniza, color de mucho tiempo, color de viento antiguo; en sus ojos se abría la primera mirada, y cada paso era tan lento como un siglo.

Temió María al verla acercarse a la cuna. En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿qué llevaría?... Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente y le ofreció la cosa que llevaba escondida.

La virgen, asombrada, la vio al fin levantarse. ¡Era una mujer bella, esbelta y luminosa! El Niño la miraba. También la muía. El buey mirábala y rumiaba igual que si tal cosa.

Era en Belén y era Noche buena la noche. Apenas si la puerta crujió cuando se iba. María al conocerla gritó y le llamó «¡Madre!» Eva miró a la Virgen y le llamó «¡Bendita!».

¡Qué clamor, qué alborozo por la piedra y la estrella! Afuera aún era pura, dura la nieve y fría. Dentro, al fin, Dios dormido sonreía teniendo entre sus dedos niños la manzana mordida.

(ANTONIO MURCIANO)

Los más pobres. Los más humildes y perdidos

Tienes tu escabel, y tus pies descansan, entre los más pobres, los más humildes y perdidos.

Quiero inclinarme ante Ti, pero mi postración no llega nunca a la sima donde tus pies descansan entre los más pobres, los más humildes y perdidos.

Page 281: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

562 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

El orgullo no puede acercarse a Ti, que caminas, con la ropa de los miserables, entre los más pobres, los más humildes y perdidos.

Mi corazón no cabe encontrar tu senda, la senda de los solidarios, por donde Tú vas entre los más pobres, los más humildes y perdidos.

(RABINDRANATH TAGORE)

Los siete cántaros

Hay siete cántaros en el mundo; encierran la razón del espacio infinito, de la tierra que poseemos; encienden ventanas de vida.

El primer cántaro es el AGUA DEL SENO MATERNO. Como un milagro nos da el ser. Todos nacemos del llanto del mar. Bendita seas, agua, dándonos la vida.

(Al final de cada estrofa dicen todos: «Bendita sea», y se vierte un cántaro de agua en una tinaja)

El segundo cántaro: de AGUA DE LLUVIA. Esa serena voz que nos llueve, generosa, sobre justos e injustos, que fecunda la tierra, sembrándola de hermosura. Agua blanca que guardamos con dulzura para apagar nuestra sed. Bendita seas, agua de justicia.

El tercer cántaro es el AGUA DEL MAR, majestuosa, casi late su azulado rumor de vida. Bendita sea el agua de vacaciones y su larga mirada renaciéndonos.

POEMAS

El cuarto cántaro: AGUA DE MANANTIAL, fresca, limpia y dulce, que llena de luz la piel entera. Bendita sea el agua que reconforta a los sedientos y olvidados.

El quinto cántaro: AGUA DE LOS RÍOS. Dios la hizo llegar desde montañas, sembrando sus riberas de juncos y de álamos. Aleluya de los campesinos y de sus campos de trigo. Bendita sea el agua de los labradores.

El sexto cántaro: AGUA DE LOS GRIFOS. Penetra los ríos oscuros de la urbe, se adentra en nuestros baños y cocinas desde sus raíces ciegas para devolvernos la alegría. Bendita sea el agua cantarína del pueblo que pide un justo reparto de aguas.

El séptimo cántaro: AGUA BAUTISMAL. Se derrama desde el seno de Dios, madre que nos engendra en la gracia, nos llena de vida en la esperanza, más cercano que nunca está Dios en este agua. Memoria y presencia de la luz. Bendita es el agua viva del Señor.

(CASIANO FLORISTÁN)

Los tres reyes magos

1. Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso. Vengo a decir: la vida es pura y bella. Existe Dios. El amor es inmenso. ¡Todo lo sé por la divina estrella!

2. Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo. Existe Dios. Él es la luz del día. La blanca flor tiene los pies en lodo, y en el placer hay la melancolía.

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564 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro que existe Dios. Él es grande y fuerte. Todo lo sé por el lucero puro que brilla en la diadema de la muerte.

4. Gaspar, Melchor, Baltasar, callaos. Triunfa el amor y a su fiesta os convida. ¡Cristo resurge, hace la luz del caos y tiene la corona de la Vida!

(RUBÉN DARÍO)

Me has seducido, Señor

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir, desde que aprendí tu nombre balbucido en familia.

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir en cada nueva llamada que el alto mar me traía.

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir hasta el confín de la tarde, hasta el umbral de la muerte.

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir en cada rostro de pobre que me gritaba tu rostro.

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir, y en el desigual combate me has dominado, Señor, y es bien tuya la victoria.

Me has seducido, Señor, y me dejé seducir en un desigual comercio, y la victoria es bien nuestra.

(PEDRO CASALDÁLIGA)

POEMAS 565

Memoria sin presencia

Por salvar la rosa me he salvado yo: No hay rosa de ayer ni de hoy, sino la rosa de Dios.

Por salvar los vientos me he salvado yo: No hay vientos del sur ni del norte, sino los vientos de Dios.

Por salvar las aguas me he salvado yo: No hay aguas de mar ni de ríos, sino las aguas de Dios.

Por salvar la tierra me he salvado yo: No hay tierra ni sol ni umbría, sino la tierra de Dios.

Por salvar los tiempos me he salvado yo: No hay tiempo de ayer ni de hoy, sino el Eterno de Dios.

Puesto que Dios lo quiere, sólo me importa qué digo: digo lo que quiere Dios.

(EMILIO PRADOS)

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566 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Mi vocación

Me encanta mi nido; para mí es el más hermoso del mundo. Mi nido es pequeño y frágil; mis padres lo han elaborado lentamente a base de paja y algodón. Mi nido es muy bonito, con todas las pajas entrecruzadas, como si fuera una labor de encaje. Mi nido es muy seguro, y de él nunca se ha caído una sola cría. Mi nido es muy caliente, porque todos estamos juntos y nos acurrucamos en invierno. Mi nido está colocado en la rama de un almendro; es verdad que este árbol no es muy alto, pero es el primero que florece en primavera, y sus flores nos perfuman el hogar. Además, desde mi nido contemplo el cielo, el sol, las estrellas, todo el mundo. Sólo tengo un problema: me han crecido las alas y quiero volar, quiero volar y no quiero marcharme del nido. Esto es imposible, ya he hecho algunos vuelos cortos sobre mi nido, y por eso sé que las alas son fuertes. Mis padres me han enseñado a usarlas. Ahora tengo que volar más lejos, y cuando me asomo siento algo de vértigo porque, por debajo de mí, el suelo no sé cómo es. Sin embargo, el cielo me llama todos los días y, cuando por las mañanas veo volar a otras aves, sé que dentro de poco yo buscaré también esta inmensidad, ignota y amiga, para la que fui creada.

(MARGARITA SALDAÑA)

POEMAS 567

Muerte

Señor, lo tienes todo: una zona sombría y otra de luz, celeste y clara. Mas, dime Tú, Señor, los que se han muerto, ¿es la noche o el día lo que alcanzan? Somos tus hijos, sí, los que naciste, los que, desnudos en su carne humana, nos ofrecemos, como tristes campos, al odio o al amor de tus dos garras. Un terrible fragor de lucha, siempre nos suena, oscuramente, en las entrañas, porque, en ellas, Tú luchas sin vencerte, dejándonos su tierra ensangrentada. Dime, dime, Señor, ¿por qué a nosotros nos elegiste para tu batalla? * Y después, con la muerte, ¿qué ganamos, la eterna paz o la eterna borrasca?

(JOSÉ LUIS HIDALGO)

No envíes mensajero (Ex 33,3.15)

No envíes mensajero, ven tú mismo, no mandes a tu Ángel en campaña; no otorgues protector ni des a nadie el mando y el consuelo de tu vara.

Tu Gloria abrasa, quema los pecados, y somos todos dignos de tu llama; mas eres Padre, pródigo en perdones y más glorioso cuanto más agracias.

Por eso, ven tú mismo, Padre Santo, y muestra entre nosotros tu llegada; levántanos, condúcenos, corrígenos, mas tú, tan sólo tú, con mano blanda.

O envíanos tu propio corazón mandando al Unigénito del alba, a aquel que viene y entra hasta la médula y nunca por venir de ti se aparta.

Page 284: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

568 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Que venga el Verbo y haga su aposento en todo gozo, en toda pena y lágrima; y sea nuestra crónica y camino su historia verdadera y cotidiana.

(RUFINO MARÍA GRÁNDEZ)

No hagas de mí un verdugo

Señor, no hagas de mí un verdugo, pero te pido que no me conviertas tampoco en un corderillo a merced de verdugos despiadados.

Ayúdame a decir las verdades en presencia de los poderosos; y que nunca trate de expresarme con falsedades para ganar votos o aplausos de los débiles.

No me dejes acusar a mis opositores de que no aprueban mis procedimientos o no comulgan con mi manera de ver las cosas.

Si me colmas de riquezas, no me arrebates la felicidad; si me concedes poderes, no me quites el buen juicio; si me das triunfos, no me hagas perder la humildad; si quieres que sea un servidor humilde,

que lo sea con dignidad.

Aléjame de los males de la codicia, dame la virtud de gozar y disfrutar con el bienestar de mis semejantes; enséñame a hablar y a juzgar mis actos antes de condenar la conducta de los demás.

Apártame del mal de pasiones infundadas; y en mis fracasos, líbrame de una decepción fatal. Recuérdame que una derrota es una prueba que quizás anteceda a la cima del éxito.

Si me despojas de mis bienes, dame fortaleza para sobreponerme a la adversidad; si me quitas la salud, dame el apoyo y los recursos de la fe.

Si incurro en ofensas a cualquiera de mis semejantes, dame valor para pedir disculpas, y si me ofenden, te pido el valor de saber perdonar.

(ELIAS SAAD)

POEMAS 569

¿No oíste sus pasos silenciosos?

¿No oíste sus pasos silenciosos? El viene, viene, viene siempre. En cada instante y en cada edad, todos los días y todas las noches. Él viene, viene, viene siempre.

He cantado muchas canciones y de mil maneras, pero siempre decían sus notas: «Él viene, viene, viene siempre».

En los días fragantes del soleado abril, por la vereda del bosque, él viene, viene, viene siempre. En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio, sobre el carro atronador de las nubes, Él viene, viene, viene siempre.

De pena en pena mía, son sus pasos los que oprimen mi corazón, y el dorado roce de sus pies es lo que hace brillar mi alegría porque Él viene, viene, viene siempre.

(RABINDRANATH TAGORE)

Once peticiones desoídas

Yo había pedido a Dios poder para ser amado, y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.

Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas, y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.

Yo le había pedido la riqueza para ser feliz, y me he encontrado con la felicidad para poder vivir en la pobreza.

Yo le había pedido leyes para dominar a otros, y me he encontrado libertad para liberarlos.

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570 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente,

y me he encontrado amigos para no estar solo.

Yo le había pedido ideas para convencer, y me he encontrado respeto para convivir.

Yo le había pedido dinero para comprar cosas, y me he encontrado personas para compartir mi dinero.

Yo le había pedido milagros para creer, y él me ha dado fe para hacer milagros.

Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo, y él sólo me ha dado a su Hijo para acompañarme por la tierra.

Yo le había pedido de todo para gozar en la vida, y él me ha dado la vida para que goce de todo.

Yo le había pedido ser un dios, y él sólo pudo hacerme ser humano.

(JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE)

Oración

Que estás en la tierra, Padre nuestro, que te siento en la púa del pino, en el torso azul del obrero, en la niña que borda curvada la espalda, mezclando el hilo en el dedo.

Padre nuestro que estás en la tierra, en el surco, en el huerto, en la mina, en el puerto, en el cine, en el vino, en la casa del médico.

POEMAS 571

Padre nuestro que estás en la tierra, donde tienes tu gloria y tu infierno y tu limbo que está en los cafés donde los pudientes beben su refresco.

Padre nuestro que estás en la escuela de gratis y en el verdulero, y en el que pasa hambre, y en el poeta, ¡nunca en el usurero!

Padre nuestro que estás en la tierra, en un banco del Prado leyendo, eres ese Viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.

Padre nuestro que estás en la tierra, en el cigarro, en el beso, en la espiga, en el pecho, en todos los que son buenos.

Padre nuestro que habitas en cualquier sitio. Dios que penetras en cualquier hueco. Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra; Padre nuestro que sé que te vemos, los que luego te hemos de ver, donde sea, o ahí en el cielo.

(GLORIA FUERTES)

Oración por la fígura más antigua de mi «Nacimiento»

Señor mío, Niño-Dios: tú que velas desnudo desde tu casa pobre y ves cada diciembre, cada mañana fría, avanzar por mi mano y hacia ti, lentamente, de mi belén de sueño todas las figuritas, la pastora dorada del cordero a los hombros, el molinero blanco de la saca de harina, el recoveco triste con sus pavos de siempre y el niño de la cántara con su pierna partida, Tú que sabes la oculta desazón de su prisa,

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572 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Tú que ya los conoces, déjame que te pida por cada uno de ellos, y en especial, Dios-Niño, déjame que te pida por la mujer aquella junto al pozo vacío, por la samaritana de barro, pequeñita, que espera, cada año, en el sitio que sabes, descolorida ya y antigua. Mi oración es por todos, Señor, pero es por ésta en especial, por esta figurita, a la que luego, cuando pecadora, cuando tú vayas a Samaría un día, te acercarás sediento para llenarle el pozo del agua verdadera y eterna de la Vida.

(ANTONIO MURCIANO)

Oración por las rosas

¡Oh Señor!, Tú que acoges en Ti las rosas muertas, guárdalas una a una para cuando yo vaya. Las rosas, en su fuga, nos rozan con sus alas, nos contagian de angustia mortal y de crepúsculo. ¡Oh, cómo os vais llevando mi alma en vuestros brazos, rumbo hacia Dios, hacia ese gran mar del universo! Todas llevan un poco de mi vida al marcharse. Si Tú no me las guardas, no podré estar entero, Señor, para gozarte... Guárdalas. Lo merecen. Yo he de necesitarlas. Han empapado mi alma igual que, desde un búcaro, la penumbra de un cuarto. Yo no quiero pedirte que no mueran las rosas. La muerte es lo que anima su belleza infinita. ¡Mas no quiero morir en ellas poco a poco dejando que se lleven mi efluvio hacia la nada, que se entierre con ellas mi sangre en primavera! Y las rosas que han muerto sin que las haya visto, ¿dejarás, oh Señor, que hayan vivido en vano? Si por una tan sólo todo se justifica... Guárdamelas también, que en Ti lo encuentre todo.

POEMAS 573

¿No lo merecen ellas por sí mismas, acaso? Han sido y han pasado, lo mismo que los hombres, brotando a nuestro lado como unos chorros ciegos, y han cumplido, sumisas, su efímero destino. ¡Ábreles otra vida en donde te perfumen, en donde nunca pasen, lo mismo que los hombres!

(JOSÉ MARÍA VALVERDE)

Oración por los que somos de carne

Madre, aquí están tus hijos que tanto batallaron; que no los pesen como se pesa a un ángel. Que Dios ponga en ellos un poco de ese fango de que fueron sacados y al que son devueltos.

Madre, aquí están tus hijos que tanto batallaron; que no los pesen como se pesa a un demonio. Que Dios ponga en ellos un poco de ese limo, del que fueron sacados y al que son devueltos.

Madre, aquí están tus hijos que tanto batallaron; que no los pesen como se pesa a un espíritu. Que se les trate como se trata al desterrado que regresa a escondidas por senderos perdidos.

Madre, aquí están tus hijos y su ejército inmenso; que no sean juzgados sólo por su miseria. Que Dios ponga en ellos un poco de esa tierra en la que se perdieron y que tanto amaron.

Madre, aquí están tus hijos que tanto se perdieron; que no sean juzgados por una intriga baja. Que sean acogidos como el hijo pródigo, que vino a caer en dos brazos abiertos.

(CHARLES PÉGUY)

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574 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Padre nuestro

Padre nuestro, que en los cielos estás: haz a los hombres iguales; que ninguno se avergüence de los demás; que todos al que gime den consuelo; que todos al que sufre del hambre la tortura, le regalen en rica mesa de manteles blancos, con blanco pan y generoso vino; que todos, en su hogar, el fuego aviven para que a su calor los fríos miembros del caminante vuelvan a la vida; que no luchen jamás; que nunca emerjan entre las áureas mieses de la historia, sangrientas amapolas, las batallas; que no profanen la extensión augusta del mar inmenso las armadas naves, y reinando la paz, que todos tengan, como cifra de amor, por ti bendita, una mujer, un campo y una casa. Y haz, Señor, que descienda sobre el mundo la luz de la verdad: luz prodigiosa que trueca en alegría los pesares y en risa desata el triste llanto. Luz, Señor, que ilumine las campiñas y las ciudades; que a los hombres todos en sus destellos mágicos envuelva y en las almas unidas desarrolle los mismos sentimientos y equilibre para todos las fuerzas corporales.

(ENRIQUE DÍEZ CAÑEDO)

Para una paternidad de la pobreza «El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Le 4,18).

Los pobres, en la nueva realidad cristiana, tienen un Padre. Siempre los pobres, Señor, habían sido los desheredados, los huérfanos de todo, los que jamás habían conseguido ni el pan ni la sal. Pero en la misma línea de vanguardia del cristianismo se coloca la pobreza como punta de lanza.

POEMAS 575

La pobreza abre y cierra el evangelio, Lo envuelve, lo impulsa, lo caracteriza. Y tú mismo, Jesús, haces de tu vida una cátedra de pobreza. No sólo dices: «Bienaventurados los pobres», sino que andas y ríes y lloras y tiemblas como los pobres.

Toda tu vida es una pobreza salvadora, puesta al abrigo de cualquier desesperación. Cuando se te pregunta por el lugar donde habitas, dices: «Ven y verás», y te quedas donde estás; es decir, a la orilla del camino o en la soledad de la montaña.

Estas dos soledades —el camino y la montaña, soledades de pobreza— son tu habitación, tu casa, tu lumbre. Y los que te siguieron, que sabían todo esto, lo dejaron todo y empezaron a vivir tu misma casi cruenta aventura de pobreza.

Y así, al saberse pobres de los bienes de la tierra, se saben ricos en la posesión del corazón del Padre. Y es que para poseerte a ti plenamente, Señor, se necesita ser libre absolutamente, con la libertad de los más pobres.

En la última tentación, el Enemigo —Espíritu del mal, que lo es por serlo de la riqueza— dice: «Todo esto te daré si, postrado, me adoras». Y yo me pregunto que de qué puede servir poseerlo todo, si diaria e infantilmente has de estar postrado, adorando lo poseído.

Al lado del amor, la pobreza es el signo de los que te siguen, porque no se entiende el amor si no hay una pobreza clara y gozosa que lo alimente. Y es que nada hay más pobre que el hecho de amar, pues todo amor no es sino una tremenda y maravillosa donación.

Por eso hay, entre nosotros, una paternidad para la pobreza: la del Espíritu Santo, al que llamaste Padre de los pobres por ser Él el alimentador del amor de la Trinidad de Dios, resumen de todos los amores y sueño espectacular de toda esperanza.

(VICENTE GARCÍA HERNÁNDEZ)

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576 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Pídele muchas cosas . V.

Pídele muchas cosas, pídele cuanto quieras, mas pídele de veras. •

Pídele rosas cárdenas de martirios, pídele flores blancas, alegría de cumbres y barrancas, pídele lirios que no hilan sus nevadas corolas, pídele florecillas de las que nacen solas, sin sembrador ni riego ni semillas.

Mas no alegues tu amor, alega el suyo, ni tu derecho: su derecho es tuyo; y nunca, nunca dudes, suplica sin cansarte, y él sabrá si a la noche, si a la mañana, si a tu puerta viene, si a tu ventana, con sus amores, con su divino don a visitarte.

Pídele cuanto quieras, las cosas cotidianas, las triviales y efímeras; mas no alegues tu amor, alega el suyo, ¡y pídele de veras!

(FRANCISCO ALDAY)

Primero era la tierra y la alegría

Primero era la tierra y la alegría. Alegría de árbol con misión, alegría de aire respirado, tierra pisada, vivo ser, canción, boca primera que el amor mordía, tierra, tierra y amor desenterrado, cuerpo de lluvia y barro colorado.

POEMAS 577

Primero era la mano solitaria, el hambre repetida y el veloz alimento. ¡Cómo la vida quiso ser vivida! La piedra estaba allí, quieta y diaria. Y luego fue la mano y su instrumento.

Así nació la única alegría, la que aumentaba el vivir, la del sembrar el campo y la mujer, la del que haya luz, más cada día, la del hacer con manos, la del reproducir, la del comer, la del pisar la tierra y ser humanos.

En la tierra celeste todo era alegría. Una sagrada luz, un mundo, y este fuego que aún perdura.

Y la mano asombrada, madre de la alegría, creadora de todo lo que dura. El cuerpo alegre, el alma aún no creada, azul arriba y siempre verde abajo. Entonces era toda una alegría y esta gran alegría se llama trabajo.

(JESÚS LÓPEZ PACHECO)

Rezad por la paz y la justicia

Señor, has venido a traer una buena noticia a los pobres. Has puesto sus gritos en su boca y vienes a vendimiar la injusticia en el tonel de la cólera de Dios.

Tú asumes la reivindicación de los oprimidos hasta sufrirla en tu carne y vienes a llenarla en el amor más allá de toda esperanza.

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578 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Abre nuestros ojos a los que sufren los terribles desórdenes del reino del dinero y de la guerra, y de los poderes que les sirven en lugar de servir al hombre.

Abre nuestros corazones a la justa cólera. Purifica y sostén nuestras posiciones y compromisos en las acciones sociales y políticas, para que aumente la dignidad y la fraternidad de los hijos de Dios.

En esas luchas y en el progreso del desarrollo, pon en nosotros generosidad, amor y esperanza para que por nuestro testimonio los pobres sepan que Dios les ama y que eres tú, Jesucristo, el Salvador, que vive del Padre y en el Espíritu Santo.

(De la revista «Cuadernos de Oración»)

Salmo de las rosas

Oh rosas, fieles rosas de mi jardín en mayo; ya venís, como siempre, a reposar mi angustia con vuestro testimonio de que Dios no me olvida. Hubo un tiempo en que lo creí perdido todo. Pero vuestra constancia no se enteró siquiera, y seguisteis viniendo a acariciar mi frente y a decirme que el mundo seguía estando intacto. Surgís difícilmente lentas, de dentro afuera, como torres de nubes que, imitando dragones, se alzan en el ocaso, saliendo de sí mismas; o como un sentimiento, tan nuestro y tan profundo, que al subirlo a la boca va espeso del esfuerzo, arrastrando en su parto los más hondos aromas. ¿Qué decís, qué decís, bocas de Dios infantes? ¡Cuánto trabajo nos cuesta pronunciar la palabra oliente y no entendida! Os morís, fatigadas, cuando acaba, al decirla, vuestro oficio en la tierra.

579

Vuestra belleza es eso: morir, pasar el vuelo. Vuestro aroma es la muerte. Y por eso enloquece. Más ¿qué importa morir cuando se ha sido, y tanto?

Yo os doy la eternidad que os quita el ser bellas. Os tengo en mi recuerdo lo mismo que en un libro, evocándome mayos, muchachas y ciudades, al hallaros de pronto, cuando paso las hojas.

Voy contando mis años por relevos de rosas que me animan, diciéndome que el Señor sigue en pie.

(JOSÉ MARÍA VALVERDE)

Salmo inicial

Señor, no estás conmigo, aunque te nombre siempre. Estás allá, entre nubes, donde mi voz no alcanza, y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia, hay noches en que apenas logro pensar que existes. Eres una ciudad detrás de las montañas. Eres un mar lejano que a veces no se oye. No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco devorando mi entraña, como una hambrienta boca.

Y por eso te nombro, Señor, constantemente, y por eso refiero las cosas a tu nombre, dándoles latitud y longitud de Ti. Si estuvieras conmigo, yo hablaría de cosas, de cosas nada más, sencillas y desnudas, del cielo, de la brisa, del amor y de la pena. Como un feliz amante que dice sólo: «Mira qué pájaro, qué rosa, qué sol, qué tarde clara», y vierte así en la luz de los nombres su amor. Pero no. Tú me faltas. Y te nombro por eso. Te persigo en el bosque detrás de cada tronco. Te busco por el fondo de las aguas sin luz. ¡Oh cosas, apartaos, dadme ya su presencia que tenéis escondida en vuestro oscuro seno! Marcado por tu hierro, vago por las llanuras, abandonado, inútil como una oveja sola... Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy.

(JOSÉ MARÍA VALVERDE)

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580 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

¡Señor Jesús!

Mi fuerza y mi fracaso eres Tú. , Mi herencia y mi pobreza. Tú mi justicia, Jesús. Mi guerra y mi paz, ¡mi libre libertad!

Mi muerte y mi vida, Tú. Palabra de mis gritos, silencio de mi espera, Testigo de mis sueños, ¡Cruz de mi cruz! Causa de mi amargura, perdón de mi egoísmo, crimen de mi proceso, juez de mi pobre llanto, razón de mi esperanza, ¡Tú!

Mi tierra prometida eres Tú... La Pascua de mi Pascua, ¡nuestra gloria por siempre, Señor Jesús!

(PEDRO CASALDÁLIGA)

Señor que lo quisiste

Señor que lo quisiste, ¿para qué habré nacido? ¿Quién me necesitaba, quién me había pedido? ¿Qué misión me confiaste? ¿Y por qué me elegiste, yo, la inútil, la débil, la cansada...? La triste.

Bien sé que todo tiene su objeto y su motivo: que he venido por algo y que para algo vivo. Que hasta el más vil gusano su destino ya tiene, que tu impulso palpita en todo lo que viene.

POEMAS 581

Y que si lo mandaste fue también con la idea de llenar un vacío, por pequeño que sea... Que hay un sentido oculto en la entraña de todo; en la pluma, en la garra, en la espuma, en el lodo...

Que tu obra es perfecta, ¡oh Todopoderoso, Dios justiciero, Dios sabio, Dios amoroso!... El Dios de los mediocres, los malos y los buenos... En tu obra no hay nada ni de más ni de menos...

Pero... No sé, Dios mío; me parece que a ti, ¡un Dios!, te hubiera sido fácil pasar sin mí...

(DULCE MARÍA LOYNAZ)

Señor, Señor

Señor, Señor, tú antes, tú después, tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior; tú en la aurora que canta y en la noche que piensa; tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.

Tú en el cénit a un tiempo y en el nadir; tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer; tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas; tú en el beso primero y en el beso postrer.

Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros; tú en la frivolidad quinceañera y también en las graves ternezas de los años maduros; tú en la más negra sima, tú en el más alto edén.

Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo; si sus labios te niegan, yo te proclamaré. Por cada hombre que duda, mi alma grita: «¡Yo creo!» ¡Y con cada fe muerta se agiganta mi fe!

(AMADO ÑERVO)

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582 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Servir

Donde hay un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú.

Sé el que apartó del camino la piedra, el odio de los corazones y las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y justo, pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.

Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho. Si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

No caigas en el error de que sólo se hacen méritos con los grandes trabajos.

Hay pequeños servicios: poner una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.

El servir no es una faena de seres inferiores. Dios, que es el fruto y la luz, sirve. Y te pregunta cada día: ¿Serviste hoy?

(GLORIA FUERTES)

Siete palabras

Y muere Dios con labio desbordado. Acosado de muerte habla el quejido de un Dios que por amores está herido: siete palabras dice enamorado.

Siete palabras son de ajusticiado. Siete rosas al viento estremecido altos izan aromas y el latido desde rosal con sangre veteado.

POEMAS

Siete palomas raudas alzan vuelo de entre costado abierto, carne herida; son aceradas flechas desde aljaba hacia el pecho del hombre, hacia el cielo.

Bajo cárdena nube rayo hendida, siete palabras son pulsando aldaba; piden del alma en aflicción sonora abrir las puertas y esperar la aurora.

(PEDRO HERNÁNDEZ)

Solidaridad

Mantener siempre atentos los oídos al grito de dolor de los demás y escuchar su llamada de socorro, es solidaridad.

Mantener la mirada siempre alerta y los ojos tendidos sobre el mar en busca de algún náufrago en peligro, es solidaridad.

Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y del de allá, hacer propia la angustia de los pobres, es solidaridad.

Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad, denunciar al injusto y al malvado, es solidaridad.

Dejarse transportar por un mensaje cargado de esperanza, amor y paz, hasta apretar la mano del hermano, es solidaridad.

Convertirse uno mismo en mensajero del abrazo sincero y fraternal que unos pueblos envían a otros pueblos, es solidaridad.

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584 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Compartir los peligros en la lucha por vivir en justicia y libertad, arriesgando en amor hasta la vida, es solidaridad.

Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de amistad, es vivir y morir con Jesucristo, es solidaridad.

(LEÓNIDAS PROAÑO)

Sólo Dios

Sólo Dios puede dar la fe... pero tú puedes dar tu testimonio.

Sólo Dios puede dar la esperanza... pero tú puedes devolverla a tu hermano.

Sólo Dios puede dar el amor... pero tú puedes enseñar a amar.

Sólo Dios puede dar la paz... pero tú puedes sembrar la unión.

Sólo Dios puede dar la fuerza... pero tú puedes animar al desanimado.

Sólo Dios es el camino... pero tú puedes señalarlo a otros.

Sólo Dios es la luz... pero tú puedes hacer que brille a los ojos de todos.

Sólo Dios es la vida... pero tú puedes hacer que florezca el deseo de vivir.

Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible... pero tú puedes hacer lo posible.

Sólo Dios se basta a sí mismo... pero prefiere contar contigo.

(Oración de un equipo de Campiñas, Brasil)

POEMAS 585

¡Soñar, Señor, soñar!

Hazme soñar... ¡Soñar, Señor, soñar!... ¡Hace tiempo que no sueño! Soñé que iba una vez —cuando era niño todavía, al comienzo del mundo— en un caballo desbocado por el viento, soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento... que era yo mismo el viento... Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento, el viento bajo la Luz, el viento traspasado por la Luz, el viento deshecho por la luz, el viento fundido por la luz, el viento... hecho Luz... Señor, hazme soñar que soy la Luz... que soy Tú mismo, parte de mí mismo... y guárdame, guárdame dormido, soñando, eternamente soñando que soy un rayito de Luz de tu costado.

(LEÓN FELIPE)

Te ofreces al Padre y a nosotros

El pan tan blanco y el aroma del vino traen hasta el altar, en el centro mismo de la comunidad reunida, una historia turbia de surcos y contratos.

Tierras aradas, abonos y podas, el rumor del molino, el calor del horno, lagares y bodegas donde fermentan tantos meses de trabajo maduro en las uvas estrujadas.

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Esfuerzos mal pagados de obreros y campesinos, emigrantes temporeros, transportes y rutas, y toda la competencia de las leyes del mercado.

Toda hora mal pagada, toda orden abusiva de capataz y rendimiento, todo contrato amañado, llegan en el pan y el vino que acoges en esta hora.

Y tú transformas en cuerpo y sangre esta historia humana de amor y subsistencia, de trabajo y de injusticia. Atravesado de vida nuestra, te ofreces al Padre y nos llevas contigo hasta su encuentro. En ti todo se integra en este instante que anticipa resucitado el triunfo definitivo de la unidad sobre el caos y del amor sobre la muerte.

También te ofreces a nosotros para que comulguemos con tu presencia y, al acogerte a ti, hecho de tiempo y de historia nuestra, acojamos también la vida de los otros, que en ti se ha hecho sacramento cercano.

Te ofreces a nosotros para que comulguemos con tu proyecto

POEMAS 587

que congrega y resucita tantas horas humanas desmenuzadas como harina por mecanismos que giran como prensas y molinos.

Un día, toda la historia descansará en tu encuentro, reconciliada eternidad, como el pan y el vino de la vida tuya y nuestra, compartidos sin codicia en la mesa fraterna donde festejaremos sin ocaso.

(BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA)

Tolerancia (I)

Los que me han hecho sufrir tal vez no sean tan malos.

Los que no son de mis ideas tal vez no sean intratables.

Los que no hacen las cosas como yo tal vez no sean unos locos.

Los que discurren de otro modo tal vez no sean unos ignorantes.

Los que no me son simpáticos tal vez sean buenas personas.

Los que son más viejos que yo tal vez no sean unos atrasados.

Los que son más jóvenes que yo tal vez no sean unos inexpertos.

Los que tienen más éxito tal vez se lo hayan merecido.

Page 294: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

588 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Los que me contradicen tal vez tengan razón.

Los que tienen más dinero que yo tal vez sean muy honrados.

Los que me han dicho una palabra amable tal vez lo han hecho con desinterés.

Los que me han hecho un favor, tal vez lo han hecho de mil amores.

Los que «pasan» de lo que a mi me importa tal vez me ayudan a buscar lo verdaderamente importante.

Los que no van en mi misma dirección tal vez buscan lo mismo por otros caminos.

Los que no me lo ponen fácil tal vez me obligan a renovar el esfuerzo y la ilusión día a día.

(De la revista «El Ciervo»)

Tolerancia (II) «Le querían matar los iguales,

porque era distinto» (Juan Ramón Jiménez)

Si veis un árbol distinto, ayudadle a que crezca distinto.

Si veis un río distinto, abrid cauces para que corra distinto.

Si veis un pájaro distinto, cantad con él porque es distinto, dejadle volar un vuelo distinto.

Si veis un camino distinto, alegraos porque, además de vuestro camino, hay otros caminos distintos.

POEMAS 589

Las mujeres buenas y los hombres buenos no le querían matar, como los iguales; le querían más, porque era distinta, porque era distinto.

(DEMETRIO GONZÁLEZ C.)

Tú eres el camino

Tú eres el camino, Señor. Viniste desde el Padre, como José, a visitar a tus hermanos, a darnos los saludos y la salud de Dios, y, por unas monedas, te vendimos. Eras nuestro camino, y te perdimos. Pero has vuelto otra vez. Tú vuelves siempre a buscar a los hermanos perdidos, hambrientos, asustados, ateridos, en la noche del mundo a oscuras, desanimados, sin alma, desalmados. Te pones en camino con nosotros en cada Eucaristía. De viaje por el mundo, Tú eres nuestro guía, consejo, antorcha, estrella, fuerza, motor y alegría, defensa, refugio, amparo, alforjas, viático, merienda, conversación, amistad y compañía.

(ALBERTO INIESTA)

Tú que andas sobre la nieve

Ahora que la noche es tan pura y no hay nadie más que Tú, dime quién eres.

Page 295: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

590 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Dime quién eres y qué agua tan limpia tiembla en toda mi alma; dime quién soy también; dime quién eres y por qué me visitas, por qué bajas hasta mí, que estoy tan necesitado, y por qué te separas sin decirme tu nombre.

Ahora que la noche es tan pura y no hay nadie más que Tú. Ahora que siento mi corazón como un árbol derribado en el bosque, y aun el hacha clavada en él siento, aun el hacha y el golpe en mi alma, y la savia cortada en mi alma, Tú que andas sobre la nieve.

Ahora que alzo mi corazón, y lo alzo vuelto hacia ti mi amor, y lo alzo como arrancando todas mis raíces, donde aun el peso de tu cruz se siente.

Ahora que el estupor me levanta desde las plantas de los pies y alzo hacia Ti mis ojos, Señor, dime quién eres, ilumina quién eres, dime quién soy también, y por qué la tristeza de ser hombre. Tú que andas sobre la nieve.

Tú que al tocar las estrellas las haces palidecer de hermosura; Tú que mueves el mundo tan suavemente que parece que se me va a derramar el corazón; Tú que habitas en una pequeña choza del bosque donde crece tu cruz;

Tú que vives en esa soledad que se escucha en el alma como un vuelo diáfano; ahora que la noche es tan pura, y que no hay nadie más que Tú, dime quién eres.

POEMAS 591

Ahora que siento mi memoria como un espejo roto y mi boca llena de alas. Ahora que se me pone en pie, sin oírlo, el corazón.

Ahora que sin oírlo me levanta y tiembla mi ser en libertad, y que la angustia me oscurece los párpados, y que brota mi vida, y que te llamo como nunca, sosténme en tus manos, sosténme en la tiniebla de tu nombre, sosténme en mi tristeza y en mi alma, Tú que andas sobre la nieve...

(LEOPOLDO PANERO)

Una cruz sencilla

Hazme una cruz sencilla, carpintero... sin añadidos ni ornamentos... que se vean desnudos los maderos, desnudos y decididamente rectos: los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos. Que no haya un solo adorno que distraiga este gesto: este equilibrio humano de los dos mandamientos... sencilla, sencilla... hazme una cruz sencilla, carpintero.

(LEÓN FELIPE)

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592 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Un día más o menos

Sobre la mesa están el agua, el vino, los cubiertos, el pan, la loza nueva. Hoy ha salido el sol y, en tanto funde la mucha nieve —sucia ya de ayer—, acaricia el blancor de los manteles y arranca chispas del cristal. Llegamos ante la mesa familiar y, mudos, vamos tomando asiento: cinco seres de Dios, en esta casa que ahora empieza a conocernos y a ser nuestra —un hombre, una mujer, tres hijos—, silenciosamente, vamos cumpliendo un viejo rito, uniendo nuestros claros eslabones a la cadena del vivir. Aroma la hierbabuena, cuando voy sirviendo, humeante la sopa. Tomo luego un pedazo de pan y, mientras gozo repartiéndolo, digo: «Dios, bendice este techo, esta mesa, este alimento, este poco de lumbre y este mucho de amor». Y es una música celeste el leve son que inician las cucharas.

(CARLOS MURCIANO)

Un día me miraste

Un día me miraste como miraste a Pedro... No te vieron mis ojos, pero sentí que el cielo bajaba hasta mis manos.

¡Qué lucha de silencios libraron en la noche tu amor y mi deseo!

Un día me miraste, y todavía siento la huella de ese llanto que me abrasó por dentro.

POEMAS 593

Aún voy por los caminos, soñando aquel encuentro... Un día me miraste como miraste a Pedro.

(ERNESTINA DE CHAMPOURCIN)

Un instrumento de paz

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

Donde haya odio, que yo ponga amor.

Donde haya ofensas, que yo ponga perdón.

Donde haya discordia, que yo ponga unión.

Donde haya error, que yo ponga verdad.

Donde haya duda, que yo ponga fe.

Donde haya desesperación que yo ponga esperanza.

Donde haya tinieblas, que yo ponga luz.

Donde haya tristeza, que yo ponga alegría. Haz que yo no busque tanto ser consolado como consolar; ser comprendido como comprender; ser amado como amar.

Porque dando es como se recibe, olvidándose de sí mismo es como se encuentra uno a sí mismo.

(Atribuido a SAN FRANCISCO DE Asís)

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594 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Vimos a Dios

Vimos cruzar los pasos de Dios por las sendas de los hombres.

Vimos arder una fogata para alegría de todos los pobres.

¿Vendrá Dios a caminar por nuestras sendas, a cambiar nuestros corazones de piedra?

¿Vendrá a sembrar en los cuencos de las manos el amor y la luz?

Vimos danzar a los desgraciados como en un día de fiesta.

Vimos renacer en el fondo de los ojos la esperanza que estaba muerta.

¿Vendrá Dios a caminar por nuestras sendas, a cambiar nuestros corazones de piedra?

¿Vendrá a sembrar en los cuencos de las manos el amor y la luz?

Vimos saciarse de pan a los hambrientos del mundo.

Vimos entrar en el festín a los mendigos de nuestra tierra.

¿Vendrá Dios a caminar por nuestras sendas, a cambiar nuestros corazones de piedra?

¿Vendrá a sembrar en los cuencos de las manos el amor y la luz?

Vimos a Dios abrir los brazos al hijo pródigo.

Vimos brotar del corazón de Dios la fuente de la vida.

¿Vendrá Dios a caminar por nuestras sendas, a cambiar nuestros corazones de piedra?

¿Vendrá a sembrar en los cuencos de las manos el amor y la luz?

(MlCHEL SCOUARNEC)

POEMAS 595

Vives en el pan

Vives en el pan roto y compartido. Vives en la copa redonda de vino.

Banquete de pobres. Botín de mendigos. Compañero fiel, amigo entre amigos.

Vestido de vientos y sol de domingo, moreno de viñas y hermoso de trigos.

Muerto por los hombres, y en los hombres vivo. Cuando nos juntamos, te abrimos caminos, y vienes y pasas alegre y activo por todas las cosas por todos los sitios.

Cantamos tu muerte: el definitivo triunfo de la vida por mundos y siglos.

Cantamos la muerte fatal del destino. Cantamos la fiesta final del sentido.

Vives en el pan roto y compartido. Vives en la copa redonda de vino.

(VÍCTOR MANUEL ARBELOA)

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596 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Y me declaro culpable

Me declaro culpable de no haber hecho, con estas manos que me dieron, una escoba.

¿Por qué no hice una escoba? ¿Por qué me dieron manos?

¿Para qué sirvieron si sólo vi el rumor del cereal, si sólo tuve oídos para el viento y no recogí el hilo de la escoba, verde aún en la tierra, y no puse a secar los tallos tiernos y no los pude unir en un haz áureo, y no junté una caña de madera a la falda amarilla hasta dar una escoba a los caminos?

Así fue: no sé cómo, se me pasó la vida sin aprender, sin ver, sin recoger y unir los elementos.

En esta hora no niego que tuve tiempo, tiempo, pero no tuve manos, y así, ¿cómo podía aspirar con razón a la grandeza, si nunca fui capaz de hacer una escoba, una sola, una?

Sí, soy culpable de lo que no hice, de lo que no sembré, corté, medí, de no haberme incitado a poblar tierras, de haberme mantenido en los desiertos y de mi voz hablando con la arena. (PABLO NERUDA)

6 Cánticos

Además de los salmos, hay en la Biblia una gran diversidad de cánticos. Son poemas o himnos de alabanza, de alegría, de triun­fo, de amor o de marcha. Algunos se compusieron con una finali­dad cultual y se cantaban con acompañamiento de instrumentos musicales, coros e incluso danza. Los primeros cristianos celebra­ban la fe, en la liturgia, mediante himnos de alegría. En el año 112 afirmaba Plinio que los cristianos se reunían para entonar «cantos a Cristo como a un dios». Los cánticos del Antiguo y del Nuevo Testamento se utilizan, sobre todo, en la liturgia de las horas.

* * *

Sólo a Dios honor y gloria (1 Cr 29,10-13)

1. Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.

2. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, tú eres rey y soberano de todo.

3. De ti viene la riqueza y la gloria, tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

4. Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos las gracias alabando tu nombre glorioso.

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598 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Dios, protector de su pueblo (Jdt 16,1-2.13-15)

1. ¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre!

2. Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor.

3. Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso, admirable en tu fuerza, invencible.

4. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y existió; enviaste tu aliento, y la consumiste, nada puede resistir a tu voz.

5. Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como la cera, pero tú serás propicio a tus fieles.

Cántico de Daniel (Dn 3,57-88.56)

1. Criaturas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles de Dios, bendecid al Señor, cielos, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra a su Señor y ensálcelo por todos los siglos.

2. Aguas del espacio, bendecid al Señor, ejércitos del cielo, bendecid al Señor, sol y luna, bendecid al Señor, astros del cielo, bendecid al Señor.

CÁNTICOS 599

3. Lluvia y rocío, bendecid al Señor vientos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor, fríos y heladas, bendecid al Señor.

4. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor, témpanos y hielos, bendecid al Señor, nieves y escarchas, bendecid al Señor, noches y días, bendecid al Señor.

5. Luz y tinieblas, bendecid al Señor, rayos y nubes, bendecid al Señor. Montes y cumbres, bendecid al Señor, frutos de la tierra, bendecid al Señor. Hijos de los hombres, bendecid al Señor, bendiga Israel a su Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor, siervos del Señor, bendecid al Señor.

(CLN, 617)

Magníficat (Le 1,46-55)

1. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.

2. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

3. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

4. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

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600 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Benedictus (Le 1,68-79)

1. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

2. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

3. Para concedernos que, libres del temor, arrancados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

4. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

5. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Nunc dimittis (Le 2,29-32)

1. Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

2. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:

3. luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

CÁNTICOS

Alabad al Señor (Ap 19,1-7)

1. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. porque sus juicios son verdaderos y justos.

Py ¡Aleluya!

2. Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes.

Py ¡Aleluya!

3. Porque reina el Señor nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

Py ¡Aleluya!

4. Llegó la boda del cordero, su esposa se ha embellecido.

Py ¡Aleluya!

Page 301: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

Salmos

Los ciento cincuenta salmos del salterio fueron compuestos entre los siglos x y iv antes de Cristo —en el espacio de unos seiscien­tos años— como oraciones para ser cantadas con el acompaña­miento del psalterion, instrumento de cuerdas semejante a una lira. El contenido de los salmos recoge situaciones personales y sociales del pueblo de Israel. Su estilo literario es poético, lleno de comparaciones, símbolos e imágenes. Son, por consiguiente, poemas cantados. Mediante alabanzas, acciones de gracias y súplicas, el salmista expresa la situación religiosa humana ante Dios, y más concretamente la situación del pueblo oprimido, cuya confianza está puesta en Dios. De hecho, el salterio es la mejor escuela para aprender a orar. Las primeras comunidades cristia­nas usaron con profusión los salmos, interpretándolos a la luz de la vida, pasión y resurrección de Jesús. Por eso con tan citados en el Nuevo Testamento.

El salterio ofrece el material para el «salmo responsorial» y es parte sustantiva de la liturgia de las horas. Si los salmos se uti­lizan en comunidad, se recitan a dos coros, o bien alternándose la asamblea y un solista. También cabe que una persona lea el salmo, y la asamblea responda con un estribillo. «Salmodia» es el modo de recitar o cantar los salmos. He elegido traducciones inte­ligibles, acomodadas a nuestra situación.

* * *

Salmo 1: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos»

fy Dichoso el que pone su confianza en el Señor.

1. Dichoso el hombre que no se deja seducir por los que adoran el poder y el dinero al precio que sea.

SALMOS 603

Dichoso el que no participa en la loca carrera de querer ser el que más tiene y salir en todas las fotos.

Dichoso aquel que es tenido por tonto, por haber puesto su corazón en el Señor, y sigue el camino que es Él, que parte de Él y que lleva a Él.

El hombre que actúa así no es admirado por nadie, pero es fuerte como un árbol recio de tronco grande y de profundas raíces.

Cuando lo necesitas lo encuentras, bajo Él puedes cobijarte, en Él puedes apoyarte cuando lo necesites: nunca te defraudará.

El camino de los hombres vacíos no lleva a ninguna parte; es como un callejón sin salida. Pero el camino de los justos lleva directamente a Dios.

(Versión de F. Trillo-Figueroa)

Salmo 3: «Señor, cuántos son mis enemigos»

IV Tú, Señor, eres mi escudo, tú mantienes alta mi cabeza.

1. Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí, cuántos dicen de mí: «Ya no le protege Dios».

2. Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, Él me escucha desde su monte santo.

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604 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al ejército innumerable que acampa a mi alrededor.

4. Levántame, Señor; sálvame, Dios mío; tú abofeteaste a mis enemigos, rompiste los dientes de los malvados.

5. De ti, Señor, viene la salvación y la bendición para tu pueblo.

(Versión de L. Alonso Schókel)

Salmo 4: «Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío»

fy Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

1. Escúchame, Señor, cuando te llamo. ¡Sálvame de la angustia! Ten piedad de mí y óyeme.

2. ¿Hasta cuándo los grandes y poderosos van a ser los dueños de la tierra? Ellos son orgullosos y embusteros y no quieren saber que Dios sólo ama a los que guardan su Ley y sólo oye el lamento de los débiles.

3. Haz que te teman, Señor, y vuelvan su corazón hacia ti, que te obedezcan y tengan fe.

4. Los débiles, los humildes, confiamos en ti porque sabemos que nos cuidas y nos amas.

5. Tú eres, Señor, nuestra alegría, y eso vale más que todas las riquezas. En paz dormimos cuando nos acostamos porque tú, Dios nuestro, velas por nosotros.

(Versión de F. Trillo-Figueroa)

SALMOS 605

Salmo 5: «Escucha nuestros gritos en la noche»

fy Escúchanos, Señor; escucha nuestros gritos en la noche.

1. Secaron nuestra voz en el silencio, de cerca siguieron nuestros pasos; el temor allana nuestras casas, recordando sus burlas y tormentos.

2. Sus palabras están llenas de mentiras, nos hieren los oídos sin descanso; pero algunos se hacen eco de sus dichos acatando sus consignas, sus engaños.

3. Cambiaron el sentido a sus palabras: la justicia y la libertad no se conocen; el amor es algo dulce y alienante que bautizan a veces con tu nombre.

4. No eres amigo de farsantes que encadenan a tu pueblo con promesas, ni ofreces tu amistad a los traidores; que fracasen sus proyectos criminales.

5. Y volverá a nosotros la alegría, tu pueblo cantará siempre tu nombre; junto a ti obtendremos la victoria; el gran día amanece tras la noche.

(Música de J.A. Espinosa)

Salmo 7: «Señor, Dios mío, a ti me acojo»

fy Se levantará el Señor para juzgar a los pueblos con justicia.

1. ¡Señor, Dios mío, a ti me acojo, sálvame de todos mis perseguidores, dame alivio; que no me arrebaten como a un león mi vida, que no me la desgarren sin que haya quien me libre!

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606 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Señor, Dios mío, si algo de esto hice, si he urdido fraude con mis manos, si a un amigo he pagado con mal o despojé al que me atacaba sin razón, que el enemigo me persiga y me alcance, que estrelle mi vida contra el suelo y esparza mi honor por el fango.

3. ¡Levántame, oh Señor, en tu cólera, reprime los excesos de mis enemigos! Ven ya, Dios mío, al juicio que pretendes; que te rodee la asamblea de los pueblos, y siéntate sobre ellos en lo alto.

4. El Señor juzga a las naciones. Júzgame, oh Señor, conforme a mi justicia y según tu inocencia. Pon fin a la maldad de los impíos, recobra al justo; el que escruta corazones y entrañas es el Dios justo.

5. Es Dios el escudo que me cubre, el que salva los corazones rectos. Dios, un juez justo, en todo tiempo vengador.

6. ¿No afila su espada el enemigo, comba su arco y lo apareja? Mas sólo se prepara armas de muerte, en sus saetas sólo hace tizones.

7. Vedle engendrar la iniquidad: engaño ha concebido y da a luz la mentira. Cava una fosa bien profunda; caerá en el hoyo que excavó. Su engaño se volverá contra su cabeza, en su cerviz recaerá su violencia.

8. Alabo al Señor por su justicia, ensalzaré el nombre del Altísimo.

(Versión de S. Benetti)

SALMOS 607

Salmo 8: «Señor, Dios nuestro»

Py Señor, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

1. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?

2. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.

3. Rebaños de ovejas y de toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar: todo lo sometiste bajo sus pies.

(Música de F. Palazón: CLN, 501)

Salmo 9 A: «Te doy gracias, Señor, de todo corazón»

Py El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

1. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas; y me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.

2. Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro. Defendiste mi causa y mi derecho, sentado en tu trono como juez justo.

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608 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Reprendiste a los pueblos, destruíste al impío y borraste para siempre su apellido. El enemigo acabó en ruina perpetua; arrasaste sus ciudades, y se perdió su nombre.

4. Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. Él juzgará el orbe con justicia y regirá a las naciones con rectitud.

5. Él será refugio del oprimido, su refugio en los momentos de peligro. Confiarán en ti los que conocen tu nombre, porque no abandonas a los que te buscan.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 12: «¿Hasta cuándo, Señor?»

R/ ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo, Señor, va a triunfar mi enemigo?

1. ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día?

2. Atiéndeme y respóndeme, Señor, Dios mío, da luz a mis ojos

3. Para que no me duerma en la muerte; que no diga mi enemigo: «Le he podido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso.

4. Porque confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio, te cantaré por el bien que me has hecho.

(Música de M. Manzano: CLN, 502)

SALMOS 609

Salmo 14: «Señor, ¿quién puede acudir a tu templo?»

R/ Señor, ¿quién puede acudir a tu templo y habitar en tu casa santa? ¿ Y quién puede decir que es creyente sincero y que tiene verdadera fe?

1. Quien procede honradamente practicando la justicia, y a cada uno lo suyo da. El que obra con lealtad y con su lengua no calumnia y siempre dice la verdad. El que así obra nunca fallará.

2. El que al prójimo no daña ni difama a su vecino, y no devuelve mal por mal. El que no mancha sus manos en actos de injusticia y estima a los que temen al Señor. El que así obra nunca fallará.

3. Quien mantiene su palabra y cumple su promesa aunque tenga que perder. Quien no presta su dinero a usura y con engaño abusando del que está en necesidad. El que así obra nunca fallará.

(Música de M. Manzano: CLN, 503)

Salmo 15: «Tú eres la parte de nuestra herencia»

R/ Tú eres la parte de nuestra herencia, de ti nos viene la libertad.

1. Refugio en los momentos de peligro, buscamos en ti nuestra alegría; y en todos los que entregan por el pueblo sus fuerzas, ilusiones y la vida.

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610 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Qué fácil adorar a dioses falsos, poniendo la ilusión en el dinero, siguiendo sin pensar a los de arriba, aceptando sus modas y su credo.

No envidio el esplendor de sus banquetes ni el oro que ostentan en sus fiestas; prefiero cantar con los sencillos canciones de un pueblo que despierta.

Señor, eres la herencia de tu pueblo, con tus manos defiendes nuestra suerte; es bella la tierra que preparas a los hombres que luchan y combaten.

Tú siempre vas delante de nosotros sin dejar que la muerte nos oprima; por eso, al caminar vamos alegres: nos muestras el sendero de la vida.

(Música de J.A. Espinosa)

Salmo 18:

«El cielo proclama la gloria de Dios»

íty Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

1. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos; el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

2. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

3. Allí le ha puesto su tienda al sol: Él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino.

4. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

SALMOS

Salmo 21: «¿Por qué nos has abandonado?»

íty ¿Oh Dios, por qué nos has abandonado?

1. Al vernos nos maltrataban, gritaban a nuestro lado: «¡Si esperaron en Dios, que Él los ponga a salvo!»

2. Los grandes nos acechan, sujetan nuestras manos. Señor, no quedes lejos y ven pronto a ayudarnos.

3. Te busco y no respondes, día y noche te llamo. Malvados me acometen, se burlan de mi llanto.

4. Mis huesos se dislocan, la muerte está llamando. Señor, ven a ayudarme, me tienes en tus manos.

(Música de R. Cantalapiedra)

Salmo 22: «El Señor es mi pastor»

R/ El Señor es mi pastor, nada me falta.

1. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

2. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por oscuras cañadas, nada temo, porque tú vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.

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612 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

4. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

(Música de A. Taulé: CMD, 206)

Salmo 23: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena»

Py El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

1. Del Señor es el cielo y la tierra y todo cuanto hay en ella.

2. Él es dueño de todo cuanto existe, porque Él lo creó todo de la nada.

3. ¿Quién puede acercarse al Señor? ¿Quién puede llamarse amigo suyo?

4. Solamente el inocente, el de puro corazón, el humilde, el sincero.

5. La persona buena y justa que lo ama y de corazón cumple sus leyes.

6. Esa persona logrará la bendición de Dios, su justicia y su salvación.

7. Porque así premia Él a los que le buscan, a los que desean ver su rostro.

(Versión de F. Trillo-Figueroa)

SALMOS 613

Salmo 26 (I): «El Señor es mi luz»

Py El Señor es mi luz y mi salvación El Señor es la defensa de mi vida. Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré?, ¿quién me hará temblar?

1. Una cosa pido al Señor: habitar por siempre en su casa, gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo santo.

2. No me escondas tu rostro, Señor, buscaré todo el día tu rostro. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá.

3. Oh Señor, enséñame el camino, guíame por la senda verdadera. Gozaré de la dulzura del Señor en la tierra de la vida.

(Música de A. Taulé: CLN, 505)

Salmo 26 (II): «Oigo en mi corazón»

Py Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

2. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.

3. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

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614 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

4. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida; espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

(Música de M.A. Alvarez, CLN, 540)

Salmo 29: «Te ensalzaré, Señor»

fy Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

1. Venciste a los enemigos, has salvado a mis hermanos, nos sacaste de la muerte, nos libraste de sus manos.

2. Cantad, hermanos, al Señor, pregonad su nombre santo: ha librado a nuestro pueblo, nos tiene bajo su manto.

3. Ten piedad de mí, Señor, y socórreme en mi llanto; te daré gracias por siempre: nunca me has abandonado.

4. Corto es tu enojo, Señor, tu favor dura por siempre; por la tarde vienen lágrimas, y al alba nos alegramos.

5. Cuando tengo paz, yo digo: «Siempre miraré tus manos»; mas apartas de mí el rostro, y ya quedo conturbado.

(Música de R. Cantalapiedra: CLN, 506)

SALMOS 615

Salmo 32:

«Dichoso el pueblo que el Señor escogió»

R/ Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.

1. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

2. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones.

3. La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; Él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena toda la tierra.

4. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano.

5. Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante Él los habitantes del orbe, porque Él lo dijo, y existió; Él lo mando, y surgió.

6. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad.

7. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra; El modeló cada corazón, y comprende todas sus* acciones.

8. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

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616 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

9. Nosotros aguardamos al Señor: Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

10. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

(De la Liturgia de las Horas)

Salmo 33: «Bendigo al Señor en todo momento»

Py Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.

1. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

2. Proclamad la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.

3. Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias.

4. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.

5. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

(Música de A. Taulé: CMD, 245)

SALMOS 617

Salmo 38: «Yo me dije: Vigilaré mi proceder»

Py Aguardamos la redención.

1. Dije en mi corazón: «Guardaré mis caminos para no pecar con mi lengua; pondré un freno a mi boca mientras tenga al impío frente a mí».

2. Enmudecí, quedé en silencio en mi penuria. Entonces mi dolor se exacerbó, me ardía el corazón dentro del pecho; con mis gemidos se encendía el fuego, y tuvo que hablar mi lengua.

3. Dame a conocer, Señor, mi fin, cuál sea la medida de mis días, que sepa cuan caduco soy.

4. Mira, mis días sólo de un palmo los hiciste, cual nada es ante ti mi duración. Un soplo todo él: eso es el hombre.

5. Cual mera sombra va pasando cada uno. Un soplo son las riquezas que amontona; no sabe quién las ha de recoger.

6. Y ahora, ¿qué puedo yo esperar, Señor? En ti está mi esperanza. De todos los que pecan contra mí, libérame, no me entregues al escarnio del necio.

7. Me callo ya, no abro la boca, pues eres tú quien lo ha dispuesto. Quita de mí esta tu visita, que el rigor de tu mano me consume.

8. Si tú corriges por su culpa al hombre, corroes cual polilla su tesoro. Un soplo, nada más, es todo hombre.

9. ¡Escucha mi súplica, oh Señor, atiende a mi clamor, ante mis lágrimas no enmudezcas!

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618 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Un peregrino soy en tu presencia, como mis padres todos, un advenedizo.

10. Aparta de mí tus ojos para que yo alce alegre mi mirada antes de que me vaya y deje de existir.

(Versión de S. Benetti)

Salmo 39: «Yo esperaba con ansia al Señor»

fy Señor, date prisa en socorrerme.

1. Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito.

2. Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca y aseguró mis pasos.

3. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.

4. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños.

5. ¡Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro! Nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.

6. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy —como está escrito en mi libro— para hacer tu voluntad».

SALMOS 619

7. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 41: «Como busca la cierva corrientes de agua»

fy ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

1. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

2. Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

3. Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?»

4. Recuerdo otros tiempos y desahogo mi alma conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

5. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».

6. Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor.

7. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas; tus torrentes y tus olas me han arrollado.

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620 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

8. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.

9. Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?»

10. Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?»

11.¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 45: «El Señor de los ejércitos»

Py El Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

1. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.

2. Aunque el mar se alborote con las olas y sacuda a los montes con su furia, el Señor siempre está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

(CLN, 537)

SALMOS 621

Salmo 46: «Aleluya, pueblos todos»

Py Dios asciende entre aclamaciones; El Señor, al son de trompetas. Aleluya, aleluya, aleluya.

1. Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo, porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

2. Él nos somete los pueblos y nos juzga las naciones, Él nos escogió por heredad suya, gloria de Jacob, su amado.

3. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

4. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

(Música de F. Palazón: CMD, 207)

Salmo 50: «Perdón, Señor, hemos pecado»

Py Perdón, Señor, hemos pecado.

1. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

2. Pues yo conozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

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622 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. En la sentencia tendrás razón en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

4. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré más blanco que la nieve.

5. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

6. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

7. Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

8. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón humillado no lo desprecias.

9. Por tu bondad, reconstruye Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.

(Música de A. Taulé: CMD, 208)

Salmo 61: «Sólo en Dios descansa mi alma»

R/ Descansa sólo en Dios, alma mía.

1. Sólo en Dios descansa mi alma, porque de Él viene mi salvación; sólo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar; no vacilaré.

SALMOS 623

2. ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa?

3. Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen.

4. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque Él es mi esperanza; sólo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar; no vacilaré.

5. De Dios viene mi salvación y mi gloria, Él es mi roca firme, Dios es mi refugio.

6. Pueblo suyo, confiad en Él, desahogad ante Él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio.

7. Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en una balanza subirían más leves que un soplo.

8. No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón.

9. Dios ha dicho una cosa y dos cosas que he escuchado: que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

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624 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 62: «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo»

IV Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

1. Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi cuerpo desfallece cual tierra reseca, sedienta de agua.

2. Yo quiero contemplarte en el santuario para admirar tu gloria y tu poder. Pues es mejor tu amor que la existencia, tu alabanza mis labios contarán.

3. Podré así bendecirte mientras viva y levantar mis manos en tu nombre. Como de carne sabrosa me hartaré, te elogiaré con labios jubilosos.

4. Cuando estoy acostado, pienso en ti, y durante la noche en ti medito, pues tú fuiste un refugio para mí, y me alegraré a la sombra de tus alas.

5. Mi alma se estrecha en ti con fuerte abrazo, encontrando su apoyo en tu derecha. Mas aquellos que tratan de perderme, que caigan en los abismos de la tierra. Sean muertos al filo de la espada y sirvan de festín a los chacales.

6. El rey se sentirá feliz con Dios; cuantos juran por Él se gloriarán, mas la boca del hombre mentiroso, en silencio, quedará cerrada.

(Versión de S. Benetti)

Salmo 64: «Oh Dios, tú mereces un himno en Sión»

fy Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.

1. A ti se debe la alabanza, oh Señor, a ti los votos sean cumplidos, tú que escuchas las plegarias.

SALMOS 625

2. A ti recurre toda carne confesando sus culpas. Si nos superan nuestras iniquidades, tú las borras.

3. Dichoso quien, por ti elegido, puede acercarse a ti para habitar en tu templo. ¡Hartémonos de los bienes de tu casa, de las cosas santas de tu templo!

4. Con tu obrar humilde y justiciero nos escuchas, oh Dios de nuestra salvación, tú, la esperanza de todos los confines de la tierra.

5. Tú, que das firmeza a los montes con tu fuerza, que acallas el estruendo de los mares, el bramar de las olas y el tumulto de las naciones.

6. Por tus prodigios temen los que habitan los límites del mundo; las puertas del oriente y del occidente tú alegras.

7. Propicio visitas la tierra y la alimentas, la colmas de riquezas. La corriente de Dios rebosa de agua; tú preparas los trigales.

8. Así es como lo haces: riegas los surcos, allanas las glebas, las ablandas con lluvia, bendices sus semillas. Tú coronas el año con tus dones, las huellas de tu carro destilan grosura.

9. Saltan de gozo los pastizales, y los collados de júbilo. Las praderas se visten de rebaños, los valles se cubren de trigales y prorrumpen en gritos de júbilo y te aclaman.

(Versión de S. Benetti)

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626 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 66 (I):

«A Dios den gracias los pueblos»

fy A Dios den gracias los pueblos, alaben los pueblos a Dios.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro entre nosotros; conozca la tierra tus caminos, las naciones tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, con rectitud riges los pueblos y gobiernas las naciones de la tierra.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga, y que le teman los confines todos de la tierra.

(Música de J.A. Espinosa: CLN, 510)

Salmo 66 (II):

«El Señor tenga piedad»

fy ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

1. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben, que se alegren por tu salvación. ¡Aleluya!

2. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su faz entre nosotros: conozca la tierra sus caminos, los pueblos su salvación.

3. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, rectamente conduces a los pueblos y gobiernas las naciones de la tierra.

(CLN, 539)

SALMOS 627

Salmo 67:

«Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos»

I^ Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos.

1. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que le odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios.

2. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosan de alegría.

3. Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto; su nombre es el Señor; alegraos en su presencia. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.

4. Dios prepara a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece; sólo los rebeldes se quedan en la tierra abrasada.

5. Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo y avanzabas por el desierto, la tierra tembló, el cielo destiló ante Dios, el Dios del Sinaí; ante Dios, el Dios de Israel.

6. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada, y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

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628 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 71: «TAI reino es vida»

fy Tu reino es vida, tu reino es verdad; tu reino es justicia, tu reino es paz; tu reino es gracia, tu reino es amor: ¡venga a nosotros tu reino, Señor!

1. Dios mío, da tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.

2. Que los montes traigan la paz, que los collados traigan la justicia; que Él defienda a los humildes del pueblo, que socorra a los hijos del pobre; que Él defienda a los humildes del pueblo y quebrante al explotador.

3. Que dure tanto como el sol, como la luna, de edad en edad; que baje como lluvia sobre el césped, como rocío que empapa la tierra. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna.

4. Librará al pobre que suplica, al afligido que no tiene protector; se apiadará del humilde e indigente y salvará la vida de los pobres; salvará de la violencia sus vidas, pues su sangre es preciosa ante sus ojos.

5. Que su nombre sea eterno, que su fama dure como el sol, que las naciones lo proclamen dichoso. Bendito eternamente su nombre, que su gloria llene la tierra.

(Música de M. Manzano: CLN, 511)

SALMOS 629

Salmo 75: «Dios se manifiesta en Judá»

fy Grande es en Israel la fama del Señor.

1. Dios se manifiesta en Judá, su fama es grande en Israel; su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en Sión: allí quebró los relámpagos del arco, el escudo, la espada y la guerra.

2. Tú eres deslumbrante, magnífico, con montones de botín conquistados. Los valientes duermen su sueño, y a los guerreros no les responden sus brazos. Con un bramido, oh Dios de Jacob, inmovilizaste carros y caballos.

3. Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti al ímpetu de tu ira? Desde el cielo proclamas la sentencia: la tierra teme sobrecogida cuando Dios se pone en pie para juzgar, para salvar a los humildes de la tierra.

4. La cólera humana tendrá que alabarte, los que sobrevivan al castigo te rodearán. Haced votos al Señor y cumplidlos, y traigan los vasallos tributo al temible: Él deja sin aliento a los príncipes y es temible para los reyes del orbe.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 76: «Alzo mi voz a Dios: nadie me escucha»

B/ ¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios?

1. Alzo mi voz a Dios: nadie me escucha. Levanto mis manos: nada alcanzo. Busco al Señor de las promesas: no lo encuentro, y de día y de noche me consuelo en mi búsqueda. Los miedos y las dudas nos cercan como sombras. Cada noche nos trae el fantasma de la nada.

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630 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. ¿Será que Dios nos ha dejado para siempre? ¿Que se agotó la copa demencial de sus ternuras? ¿Que se olvidó tal vez de su bondad? ¿O que cerró su entraña la llave de la cólera?

3. Nuestro Dios hacía maravillas en los pueblos. Llenos de Dios estaban los caminos, las banderas y la historia. Dios estaba en el mar, en la espina dorsal de la tormenta o en la comba del viento juguetón.

4. Las nubes nos traían sus regazos, y en el claro y genial zig-zag de los relámpagos veíamos contritos las saetas de Dios que todos merecíamos.

5. Nuestro mundo no es el mundo de los salmos. Ya no vemos la sonrisa de Dios en las estrellas, ni se asoma el cierzo de Dios a las ventanas.

6. No encontramos a Dios en el libro de los dioses científicos, ni esperamos su ayuda en la guerra o en la clínica. Acuérdate de nuevo de nosotros, Señor de nuestros padres.

7. Muéstranos los nuevos caminos por donde pasa tu gracia peregrina. Haznos oír la nueva voz de tus silencios. Vuelve a tu antigua ley del amor y de esperanza con tu pueblo.

(Versión de V.M. Arbeloa)

Salmo 77: «Escucha, pueblo mío, mi enseñanza»

Py No olvidaremos las acciones de Dios.

1. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias para que broten los enigmas del pasado.

SALMOS 631

2. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo ocultaremos a sus hijos, lo contaremos a la futura generación.

3. Las alabanzas del Señor, su poder, las maravillas que realizó; porque Él estableció una norma para Jacob, dio una ley a Israel.

4. Él mandó a nuestros padres que lo enseñaran a sus hijos, para que lo supiera la generación siguiente, los hijos que nacieran después.

5. Que surjan y lo cuenten a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza y no olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos.

6. Para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz, generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 79: «Pastor de nuestro pueblo»

B/ La viña del Señor es la casa de Israel.

1. Pastor de nuestro pueblo, nos guiabas como los viejos pastores guiaban sus rebaños.

2. ¿Por qué no vienes un rato con nosotros? ¿Por qué has de sentarte siempre sobre tus nubes de querubes blancos?

3. Ábrenos tu cara luminosa como nos abre el sol la suya cada día.

4. ¿No ves que estamos comiéndonos las lágrimas y nos bebemos el llanto de los ojos?

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632 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

5. Somos los mismos que sacaste del destierro y nos plantaste después por todos los países.

6. Hemos cubierto valles y montañas. Crecimos mucho más que los pámpanos y cedros. Llegamos hasta el mar, más allá de los polos.

7. Como una viña somos. ¿Dejarás que se acerque el jabalí, que nos ronden ladrones y alimañas?

8. Ven con nosotros. Cuídanos. Vendímianos con tu mano generosa. Somos las cepas que plantaste tú, las uvas que soñabas, el vino que solías prometer a tus amigos.

9. No dejes que vuelvan a talarnos, que nos roben el fruto en el otoño.

10. Ven por la tarde a reparar la cerca, a mirar los racimos, a sentarte un rato a la sombra de los pámpanos.

(Versión de V.M. Arbeloa)

Salmo 80: «Aclamad a Dios, nuestra fuerza»

R/ Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

1. Aclamad a Dios, nuestra fuerza, dad vítores al Dios de Jacob.

2. Acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta.

3. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel!

4. No tendrás un dios extraño, no adorarás a un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

SALMOS 633

Salmo 83: «¡Qué deseables son tus moradas!»

R/ Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

1. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor Dios nuestro! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

2. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos, Rey y Dios mío.

3. Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación.

4. Cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión.

5. Señor Dios nuestro, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob. Fíjate, oh Dios, en nuestro escudo, mira el rostro de tu Ungido.

6. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.

7. Porque el Señor es sol y escudo, Él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

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634 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 88: «Cantaré eternamente»

R/ Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré su fidelidad por todas las edades.

1. Tuyo es el cielo, tuya la tierra; tú cimentaste el orbe y cuanto contiene; tú has creado el norte y el sur, el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

2. Tuyo es el brazo y su bravura, fuerte es tu mano y sublime tu diestra. Justicia y derecho sostienen tu trono, amor y verdad caminan contigo.

3. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro. Tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.

4. Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el santo de Israel nuestro rey.

(Música de F. Palazón: CLN, 512)

Salmo 89: «Señor, tú has sido nuestro refugio»

R/ Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

1. Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios, tú eres Dios.

2. Tú reduces al hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán». Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó.

SALMOS 635

3. Los siembras año por año, como hierba que se renueva, que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.

4. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

(Música de F. Palazón: CLN, 513)

Salmo 90: «Tú que habitas al amparo del Altísimo»

R/ Al amparo del Altísimo no temo los peligros.

1. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti».

2. Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura.

3. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía.

4. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.

5. Nada más mirar con tus ojos, verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa.

6. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes, para que te guarden en tus caminos.

Page 318: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

636 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré, lo saciaré de largos días y le haré ver mi salvación»

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 94: «Venid, aclamemos al Señor»

Py Escucharemos tu voz, Señor.

1. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.

2. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en sus manos las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque Él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.

3. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque El es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía.

4. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, cuando el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

SALMOS 637

5. Durante cuarenta años, aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso».

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 96:

«El Señor reina»

Py El Señor reina sobre toda la tierra.

1. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.

2. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

3. Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 97: «Aleluya. El Señor es nuestro rey»

R/ ¡Aleluya, aleluya! El Señor es nuestro rey.

1. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

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638 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

3. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

4. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

5. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra.

6. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.

(Música de M. Manzano: CLN, 515)

Salmo 99: «Aclama al Señor, tierra entera»

R/ Entrad con vítores en presencia del Señor.

1. Aclama al Señor, tierra entera, ¡aleluya! Servid al Señor con alegría, ¡aleluya! Entrad en su presencia con vítores, ¡aleluya!

2. Sabed que el Señor es Dios, ¡aleluya!, que Él nos hizo y somos suyos, ¡aleluya!, su pueblo y ovejas de su rebaño, ¡aleluya!

3. Entrad por sus puertas, ¡aleluya!, con acción de gracias, ¡aleluya!; por sus atrios con himnos, ¡aleluya!, dándole gracias y bendiciendo su nombre, ¡aleluya!

4. El Señor es bueno, ¡aleluya!, su misericordia es eterna, ¡aleluya!, su fidelidad por todas las edades, ¡aleluya!

(Música de M. Manzano: CLN, 517)

SALMOS 639

Salmo 102: «Gustad y ved»

R/ Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.

1. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

2. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. El Señor es compasivo y bondadoso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestras culpas ni nos paga según nuestros pecados.

3. Como se eleva el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente amor por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles, porque Él conoce nuestra masa y se acuerda de que somos de barro.

4. El hombre dura lo que la hierba y florece como flor del campo, que el viento la roza y ya no existe, su terreno no volverá a verla. Pero el amor del Señor dura siempre, su justicia de hijos a nietos, para aquellos que guardan su alianza y recitan y cumplen sus mandatos.

(Música de M. Manzano: CLN, 518)

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640 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 103: «Bendice, alma mía, al Señor»

fy Tu luz nos envuelve como un manto.

1. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.

2. Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro.

3. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas;

4. Pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles, cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera que no traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra.

5. De los manantiales sacas los ríos para que fluyan entre los montes; en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto.

6. Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados y forraje para los que sirven al hombre.

7. Él saca pan de los campos, y vino que le alegra el corazón, y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas.

SALMOS 641

8. Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que Él plantó; allí anidan los pájaros, en su cima pone casa la cigüeña. Los riscos son para las cabras, las peñas son madriguera de erizos.

9. Hiciste la luna con sus fases, y el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas y viene la noche, y rondan las fieras de la selva; los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida.

10. Cuando brilla el sol, se retiran y se tumban en sus guaridas; el hombre sale a sus faenas, a su labranza hasta el atardecer.

11. ¡Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría! La tierra está llena de tus criaturas

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 109: «Oráculo del Señor a mi Señor»

Py Se sentará siempre sobre su reino.

1. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro; somete en la batalla a sus enemigos.

2. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora»

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642 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

3. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec»

4. El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente; por eso levantará la cabeza.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 112: «Alabad, siervos de Dios»

IV Alabad al Señor, que ensalza al pobre.

1. Alabad, siervos de Dios alabad el nombre de Dios, bendecid el nombre de Dios.

2. Desde ahora y por siglos sin fin, de la aurora al ocaso del sol, alabad el nombre de Dios.

3. Sobre todos los pueblos se eleva el Señor, más alta que el cielo la gloria de Dios. ¿Quién como el Señor, nuestro Dios?

4. En la altura se sienta el Señor y se inclina a la tierra y al cielo y levanta del polvo al humilde.

5. Del estiércol al pobre levanta, entre príncipes le hace sentar, entre todos los reyes del pueblo.

6. Y a la estéril la hace habitar como madre gozosa en su casa, rodeada de hijos, feliz.

(Versión de L. Deiss)

SALMOS 643

Salmo 113 A: «Cuando Israel salió de Egipto»

Py En presencia del Señor se estremece la tierra.

1. Aleluya, Señor, porque me has permitido a mí, tu hijo, salir de la esclavitud de este mundo a la libertad de los hijos de Dios.

2. Porque me has liberado del ejército de los que sólo buscan consumir, no pensar, «vivir a tope», quemar los días...

3. Se han librado, dicen, de tu tiranía, de tu dependencia, y han caído en la esclavitud de sus pasiones, de las que no se pueden liberar.

4. Esta generación no te ve. En la época de la electrónica y la robótica, se han quedado sin imaginación, sin sensibilidad, sin poesía, para verte a ti, estar bajo tu dominio.

5. Me alegro y me gozo cuando puedo llamarte Dueño mío. Bajo tu tutela me siento fuerte y poderoso, capaz de hacer milagros con mis hermanos, con los que también te han elegido a ti.

6. Con ellos sé y siento que estamos creando algo nuevo, algo fuerte y hermoso. Contigo a la cabeza, mi pequeña comunidad se puede comer la tierra entera.

(Versión de F. Trillo-Figueroa)

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644 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 114 (I): «Alma mía, recobra tu calma»

fy Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo; alma mía, recobra tu calma, que el Señor escucha tu voz.

1. Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.

2. Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia; invoqué el nombre del Señor: «¡Señor, salva mi vida!»

3. El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos; estando yo sin fuerzas, me salvó.

4. Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

(Música de M. Manzano: CLN, 519)

Salmo 114 (II): «Caminaré en presencia del Señor»

ífy Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

1. Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.

SALMOS 645

Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia; invoqué el nombre del Señor: «¡Señor, salva mi vida!»

El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos; estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo. Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.

(Música de J.A. Espinosa: CLN, 534)

Salmo 115: «El cáliz que bendecimos»

IV El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.

1. ¿Cómo pagaré al Señor el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la Salvación invocando su nombre.

2. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava, rompiste mis cadenas.

3. Cumpliré mis votos al Señor en presencia del pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

(CLN, 536)

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646 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 116: «Alabad al Señor todas las naciones»

Ity Todos cantamos a ti, Señor. ¡Aleluya!

1. Todos los pueblos alaben tu nombre, el nombre del Señor, porque tu amor a los hombres es fuerte: por siempre fiel es Dios.

2. Gloria a Dios Padre que está en el cielo, y a Cristo el Señor; gloria al Espíritu que vive en nosotros: la gloria a nuestro Dios.

(Música de J.A. Espinosa: CMD, 231)

Salmo 117 (I): «Éste es el día»

Jty Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya, aleluya!

1. Que lo diga la casa de Israel: es eterna su misericordia. Que lo diga la casa de Aarón: es eterna su misericordia. Que lo digan los fieles del Señor: es eterna su misericordia.

2. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa; es excelsa la diestra del Señor».

3. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Yo no he de morir, yo viviré para contar las hazañas del Señor.

SALMOS 647

4. La piedra que el cantero desechó es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, esto ha sido un milagro patente. Te doy gracias porque me escuchaste, porque fuiste mi salvación.

(Música de M. Manzano: CLN, 522)

Salmo 117 (II): «Dad gracias al Señor»

fy El Señor es mi fuerza y mi energía.

1. Dad gracias al Señor porque es bueno, aleluya, aleluya, porque es eterna su misericordia, aleluya, aleluya.

2. Diga la casa de Israel, aleluya, aleluya, es eterna su misericordia, aleluya, aleluya,

3. La diestra del Señor es poderosa, aleluya, aleluya; la diestra del Señor es excelsa, aleluya, aleluya.

4. No he de morir, viviré, aleluya, aleluya, para contar las hazañas del Señor, aleluya, aleluya.

5. La piedra que desecharon los arquitectos, aleluya, aleluya, es ahora la piedra angular, aleluya, aleluya.

6. Éste es el día en que actuó el Señor, aleluya, aleluya, sea nuestra alegría y nuestro gozo, aleluya, aleluya.

(CLN, 535)

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648 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 118:

«Tü palabra me da vida»

Py Tu palabra me da vida: confío en ti, Señor. Tu palabra es eterna, en ella esperaré.

1. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor. Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.

2. Postrada en el polvo está mi alma; devuélvame la vida tu palabra. Mi alma está llena de tristeza; consuélame, Señor, con tu promesa.

3. Escogí el camino verdadero y he tenido presentes tus decretos. Correré por el camino del Señor cuando me hayas ensanchado el corazón.

4. Éste es mi consuelo en la tristeza: sentir que tu palabra me da vida. Por las noches me acuerdo de tu nombre, recorriendo tu camino dame vida.

5. Repleta está la tierra de tu gracia, enséñame, Señor, tus decretos. Mi herencia son tus mandatos, alegría de nuestro corazón.

(Música de J.A. Espinosa: CMD, 232)

Salmo 120:

«Levanto mis ojos a los montes»

1. Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Py El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

SALMOS 649

2. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.

3. El Señor te guarda a su sombra, el Señor está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

4. El Señor te guarda de todo mal, el Señor guarda tu alma; Él guarda tus entradas y salidas ahora y por siempre.

(Música de M. Manzano: CLN, 524)

Salmo 121: «¡Qué alegría, cuando me dijeron!»

Py ¡Qué alegría, cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

1. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor.

2. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

3. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, en tus palacios seguridad».

4. Por mis hermanos y compañeros voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

(Música de M. Manzano: CLN, 525)

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650 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 122: «A ti levanto mis ojos»

fy A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo; a ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.

1. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia.

2. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia.

3. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas; misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios.

4. Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos; nuestra alma está saciada del desprecio de los orgullosos.

(Música de M. Manzano: CLN, 526)

Salmo 125: «Cuando el Señor cambió la suerte de Sión»

fy El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

1. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

2. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

SALMOS 651

3. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraron con lágrimas cosechan entre cantares.

4. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 126: «Que el Señor nos construya la casa»

fy Que el Señor nos construya la casa, que el Señor nos guarde la ciudad; que nos llene de su riqueza, que nos guarde siempre del mal.

1. Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.

2. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de la fatiga: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

3. La herencia del Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.

4. Dichoso el hombre que llena con estas flechas su aljaba: no quedará derrotado al litigar con sus adversarios en la plaza.

(Música de M. Manzano)

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0)52 TliXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 127: «Como brotes de olivo»

Py Como brotes de olivo en torno a tu mesa, Señor, así son los hijos de la Iglesia.

1. El que teme al Señor será feliz, feliz el que sigue su ruta.

2. Del trabajo de tus manos comerás, ¡a ti la alegría, el gozo!

3. Y tu esposa, en el medio de tu hogar, será como viña fecunda.

4. Como brotes de olivo, reunirás los hijos en torno a tu mesa.

5. El Señor bendecirá al hombre fiel con esta abundancia de bienes.

6. A los hijos de tus hijos los verás; ¡la gloria al Señor, por los siglos!

(Versión de L. Deiss y M.P. de la Figuera: CLN, 528)

Salmo 129: «Desde lo hondo»

1. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Py Mi alma espera en el Señor; mi alma espera en su palabra. Mi alma aguarda al Señor, porque en Él está la salvación.

2. Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¡quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.

SALMOS 653

3. Mi alma aguarda al Señor más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora.

4. Porque del Señor viene la misericordia y la redención copiosa, y Él redimirá a Israel de todos sus delitos.

(Música de M. Manzano: CLN, 529)

Salmo 135: «Dad gracias al Señor»

1. Dad gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia.

Py ¡Aleluya, aleluya!

2. Sólo Él hizo grandes maravillas, gorque es eterna su misericordia; Él hizo sabiamente los cielos, porque es eterna su misericordia.

3. El sol que gobierna de día, porque es eterna su misericordia; la luna que gobierna de noche, porque es eterna su misericordia.

4. Guió por el desierto a su pueblo, porque es eterna su misericordia; le dio su tierra en heredad, porque es eterna su misericordia.

(Música de F. Palazón: CMD, 210)

Salmo 137: «Te damos gracias, Señor»

Py Te damos gracias, Señor, de todo corazón. Te damos gracias, Señor, cantamos para ti.

1. A tu nombre daremos gracias por tu amor y tu lealtad; te llamé y me escuchaste, aumentaste el valor en mi alma.

Page 327: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

TEXTOS

Te alaban los reyes de la tierra, porque oyeron la voz de tu palabra; en los caminos del Señor van cantando, porque grande es la gloria del Señor.

Si camino en medio de la angustia, me das vida a pesar del enemigo; tú miras al pobre y al humilde, grandioso es el Señor.

Tiendes tu mano y me salvas, cumplirás tu amor hacia mí; Señor, tu amor es eterno; no abandones la obra de tus manos.

(Música de J.A. Espinosa: CLN, 531)

Salmo 138:

«Señor, tú me sondeas y me conoces»

fy Señor, tu saber me sobrepasa.

1. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto; de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso; todas mis sendas te son familiares.

2. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.

3. ¿Adonde iré lejos de tu aliento, adonde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.

4. Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.

SALMOS 655

5. Si digo: «Que al menos la tiniebla me cubra, que la luz se haga noche en torno a mí», ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día.

6. Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos; mira si mi camino se desvía, guíame por el camino recto.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 140: «Suba mi oración»

fy Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

1. Señor, te estoy llamando, ven deprisa; escucha mi voz cuando te llamo.

2. Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios.

3. No dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos.

4. Ni que con los hombres malvados participe en banquetes.

5. Señor, mis ojos están vueltos hacia ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

6. Guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 144: «Te ensalzaré, Dios mío, mi rey»

IV Cerca está el Señor de los que lo invocan.

1. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

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656 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

2. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas.

3. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

4. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

5. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.

6. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 145: «Alaba, alma mía, al Señor»

fy Alabaré al Señor mientras viva.

1. Alaba al Señor mientras vivas; mientras existas, alaba al Señor.

2. No pongas tu confianza en los poderosos: ellos son como tú y no te pueden salvar, ellos no son nada; aunque quieran hacerte creer que son algo, son de barro y perecerán.

SALMOS 657

3. No pongas tu confianza en el dinero: no te librará de la muerte ni de la enfermedad. Ni en el placer, que es efímero.

4. Pon tu confianza en el Señor, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que existe.

5. El Señor te será siempre fiel, nunca te defraudará. Él hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y nos libera de nuestras esclavitudes.

6. El Señor abre nuestros ojos y nos hace ver. Nos endereza de nuestras torceduras, protege al extranjero en tierra extraña, al huérfano y a la viuda y a todo el que tiene necesidad.

7. Ten en cuenta que Él reina para siempre, y nosotros somos limitados; que en su reino los de corazón limpio tienen un sitio privilegiado, y los malvados no caben el él.

(Versión de F. Trillo-Figueroa)

Salmo 147: «Glorifica al Señor, Jerusalén»

fy Glorifica al Señor, pueblo de Dios.

1. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.

2. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza.

Page 329: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

658 TEXTOS COMPLEMENTARIO:

3. Hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren.

4. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos.

(Versión de la Liturgia de las Horas)

Salmo 148: «Alabad al Señor en el cielo»

R/ Alabad al Señor en el cielo.

1. ¡Aleluya! Alabad al Señor desde el cielo, alabad al Señor en lo alto; alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.

2. Alabadlo, sol y luna; alabadlo, estrellas lucientes; alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.

3. Alaben el nombre del Señor, porque Él lo mandó y quedaron creados; les dio consistencia perpetua y una ley que no pasará.

4. Alabad al Señor desde la tierra, cetáceos de todos los océanos. Rayos y granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes.

5. Montes y todos los collados; árboles frutales y cedros; fieras y animales domésticos, reptiles y aves que vuelan.

SALMOS 659

Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo; jóvenes con las doncellas, viejos junto con los niños.

Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime; su majestad sobre el cielo y la tierra, Él acrece el vigor de su pueblo.

Himno de todos sus fieles, de Israel, su pueblo cercano. ¡Aleluya!

(Versión de L. Alonso Schókel)

Salmo 149: «Cantad al Señor un cántico nuevo»

R/ Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey.

1. ¡Aleluya! Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los leales; festeje Israel a su Creador, los hijos de Sión a su Rey.

2. Alabad su nombre con danzas, tañendo para Él panderos y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y corona con su victoria a los oprimidos.

3. Que los leales celebren su gloria y canten jubilosos desde sus lechos: en las gargantas, vítores a Dios; en las manos, espadas de dos filos.

4. Para tomar venganza de los pueblos y ejecutar el castigo de los paganos, sujetando a reyes con argollas y a nobles con esposas de hierro.

5. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus leales. ¡Aleluya!

(Versión de L. Alonso Schokel)

Page 330: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

660 TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Salmo 150: «Aleluya. Alabad al Señor»

fy ¡Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya!

1. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

2. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras. Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.

3. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor, aleluya.

(Música de A. Taulé: CLN, 533)

Sexta parte

ACCIONES SIMBÓLICAS

Page 331: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

1 Dramatizaciones bíblicas

Por su carácter narrativo y dramático, hay innumerables textos bíblicos que se prestan a una dramatización. Sobresalen las pará­bolas evangélicas, debido a su carácter escénico. Se componen normalmente de tres actos (trama narrativa estilizada) y de dos o tres personajes (con acciones diferenciadas y contrapuestas), actores de un drama en el que se introduce el oyente, para culmi­nar con un propósito final. En la parábola se representa simbóli­camente lo que pertenece a la vida corriente (lo real), para expre­sar lo inaudito (lo posible, lo imaginario). Es un drama narrado que se convierte en discurso religioso, o una obra de arte poética que hace percibir lo transcendente. A través de un hecho real o de un comportamiento humano, se nos insinúa el comportamiento de Dios. En definitiva, Dios se deja oír.

Varias personas escenifican el relato de un modo sencillo. Pueden llevar vestiduras que no sean complicadas. Para identifi­car a los personajes también basta un rótulo con el nombre del que interviene en la escena. Que el lector se acompase a la esce­nificación. Debe ensayarse previamente. Conviene hacer fotoco­pias del leccionario, subrayando el texto de cada lector. Ayuda mucho una música ambiental, especialmente para acompañar los movimientos, no el texto.

* * *

El primer Pentecostés (Hch 2,1-11) (Domingo de Pentecostés)

a) Preparación (Se graba en un magnetofón el ruido del viento. Se coloca al fondo del presbiterio un lampadario de siete velas, el cirio pascual o un candela­bro con cinco cirios de colores, correspondientes a las cinco razas: blanca, negra, amarilla, cobriza y aceitunada. Si en la comunidad hay variedad de lenguas o razas, conviene que todas sean representadas. Al menos es útil hacer algunos carteles para indicar dichos grupos. Hacen falta tres lectores)

Page 332: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

(idl ACCIONES SIMBÓLICAS

h) Relato

LECTOR 1:

«Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés (los ministros y ayudantes del presbiterio se apiñan alrededor del altar). De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban (se escucha la graba­ción del sonido del viento). Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno (se enciende el cirio pascual, el candelabro o el lampadario, puestos en alto, detrás de todos). Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa (un grupo de personas sube de la nave al presbiterio, con carteles que representan a distintos grupos lingüísticos o étnicos, sin que se vea todavía el texto del grupo). Quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma (uno tras otro se levantan y enseñan cada cartel en silencio o pronunciando el nombre del grupo). Enormemente sorprendidos, preguntaban:

LECTOR 2: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oye hablar en nuestra lengua nativa?"

LECTOR 3: "Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto o en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o proséli­tos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua"».

(Se canta o se escucha un «aleluya» vibrante. Si se leyese el evangelio de Juan 20,19, 23, propio de la fiesta de Pentecostés, al pronunciar las palabras «os envío yo», las personas que han subido al presbiterio bajan y se mezclan con la asamblea)

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DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 665

La opción básica (Sant 2,1-5) (Domingo 23 ordinario, ciclo B)

a) Preparación (Un personaje va vestido con lujo —anillo, capa, sombrero—, y otro andrajosamente —ropas raídas, descalzo o con sandalias—. El que juzga injustamente viste con normalidad. Hace falta una silla lujosa)

b) Relato

LECTOR: «Lectura de la carta del apóstol Santiago.

Hermanos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica (entran en la asamblea). Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís:

AYUDANTE: "Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado" (se sien­ta en una silla lujosa).

LECTOR: Al otro, en cambio:

AYUDANTE: "Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo" (el pobre se sien­ta en el suelo).

LECTOR: Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino, que prometió a los que ama?»

La visita de los Magos (Mt 2,1-12) (Epifanía del Señor)

a) Preparación (Tres personas hacen de Reyes Magos, vestidos con rasgos diferencia-dores o con unos carteles con sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Hace falta un cofre para el oro, un pebetero o incensario para el incien­so y un cuenco o recipiente de cristal para los granos de mirra. Uno hace de Herodes, y otro de ayudante, con una estrella, a ser posible ilu­minada con una farol o linterna. Dos o tres son letrados. La escena se desarrolla delante del belén o nacimiento. Hace falta una grabación de trompetas y de ruido fuerte)

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6(id ACCIONES SIMBÓLICAS

h) Rehilo

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes (se oye sonido de trompetas). Entonces, unos Magos de Oriente (entran en el presbiterio) se presentaron en Jerusalén preguntando:

UN MAGO: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella (un ayudante muestra la estrella) y venimos a adorarlo".

LECTOR: Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó (estaba sentado y se pone de pie), y todo Jerusalén con él (ruido adecuando de música); convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país (dos o tres letrados se acercan) y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

UN LETRADO: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta (abre y lee de un rollo): Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel".

LECTOR: Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos (los lleva aparte) para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

HERODES: "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo".

LECTOR: Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino (se van), y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos (lo hace el de la estrella) hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño (la pone encima del nacimiento). Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas (caen de rodillas), lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra (cada uno ofrece su dones). Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcha­ron a su tierra por otro camino» (salen en otra dirección).

* * *

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 667

Predicación del Bautista (Mt 3,1-12) (Segundo domingo de Aviento, ciclo A)

a) Preparación (El que hace de Juan Bautista lleva una túnica anudada con una correa, piel de oveja y sandalias. Un pequeño grupo de la asamblea represen­ta al pueblo. Se necesita un ayudante para llevar la cruz. Prepárese un recipiente para asperjar, una cruz procesional y un cuenco de cerámica con algodón y alcohol, unas piedras y un hacha)

b) Relato

LECTOR «Lectura del Evangelio según San Mateo. Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó (aparece Juan) en el desierto de Judea predicando:

JUAN: "Convertios, porque está cerca el reino de los cielos".

LECTOR: Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo:

JUAN: "Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, alla­nad sus senderos".

LECTOR: Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán (se acercan o suben al presbiterio algunos de la asamblea); confesaban sus pecados (se arrodillan), y él los bautizaba en el Jordán (Juan les asperja). Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara (se acercan), les dijo:

JUAN: "¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar de la ira inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilu­siones pensando: 'Abrahán es nuestro padre', pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras (señala las piedras). Ya toca el hacha la base de los árboles (coge el hacha), y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni desatarle las sandalias (aparece uno que lleva la cruz). Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego."Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga"» (se enciende el cuenco).

***

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668 ACCIONES SIMBÓLICAS

El sembrador (Mt 13,1-23) (Domingo 15 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Se necesita un lector para proclamar el texto, un sembrador con semi­llas en una bolsa, y alguien que destruye lo sembrado. Dos hacen de discípulos. A la salida se da una semilla a cada participante. En una esquina de la sala se sientan los miembros de la asamblea, y delante hay una mesa con frutos hermosos y apetitosos: naranjas, manzanas, peras, ciruelas, etc., que significan la buena tierra. En otra esquina hay una tira de papel para señalar el camino; es la vereda. En la tercera esquina hay unas piedras; es el terreno rocoso. En la cuarta esquina hay unos frutos secos, con espinas y flores marchitas. Los que actúan se ponen de pie. El que hace de sembrador imita el gesto del sembrador)

b) Relato

LECTOR «Lectura del Evangelio según San Mateo.

Un día salió Jesús de casa (sale) y se sentó junto al lago (se sien­ta). Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse en una barca (se pone detrás de la silueta de la barca); se sentó (en un asiento alto), y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas.

JESÚS: "Salió el sembrador a sembrar (sale el sembrador y hace el gesto de sembrar). Al sembrar, un poco cayó al borde del camino (gesto y pausa); vinieron los pájaros y se los comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso (gesto y pausa), donde apenas tenía tie­rra, y como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas (gesto y pausa), que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena (gesto y pausa) y dio grano; unos, cien­to; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".

LECTOR: Se le acercaron los discípulos (dos o tres de la asamblea) y le preguntaron:

DISCÍPULO: "¿Por qué les hablas en parábolas?"»

JESÚS: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías".

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 669

ISAÍAS: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo les cure".

JESÚS: "Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron. Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:

Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sem­brado al borde del camino (sale el destructivo y quita los granos del camino).

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstan­te y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe (sale de nuevo el destructivo).

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra, pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril (nueva acción del destructivo).

Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o setenta o treinta por uno"» (el sembrador hace señales de que la semilla está espar­cida en la asamblea, reunida en un lado de la sala).

El perdón de las ofensas (Mt 18,21-35) (Domingo 24 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes intervienen el lector, Jesús, Pedro y dos empleados. Se necesitan esposas para las muñecas y rejas)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús (se acerca) le pre­guntó:

Page 335: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

• /o ACCIONES SIMBÓLICAS

CHIMO: "Ni mi Imnuinn me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdo-uur? ,,! Insta siete veces?"

Ji sus: "No le digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".

LECTOR: Y les puso esta parábola: Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados (se ponen en el centro el rey y el empleado 1). Al empezar a ajustarías, le presen­taron a uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies (se arroja), le suplicaba diciendo:

EMPLEADO 1: "Ten paciencia conmigo, y todo te lo pagaré".

LECTOR: El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda (se va). Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros (a otro) que le debía cien dena-rios y, agarrándolo (hace el gesto), lo estrangulaba diciendo:

EMPLEADO 2: "¡Págame lo que me debes!"

LECTOR: Pero él se negó, y fue el otro y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía (le pone unas esposas). Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido (van dos o tres hacia el señor). Entonces el señor le llamó (se presenta) y le dijo:

JESÚS: "¡Siervo malvado, Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste! ¿No debías tú también tener compasión de tu compañe­ro, como yo tuve compasión de ti?"

LECTOR: Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda (lo ponen detrás de una reja).

JESÚS: "LO mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano"».

* * *

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 671

Los jornaleros de la viña (Mt 20,1-16) (Domingo 24 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes son necesarios un lector, un propietario, su capataz y tres grupos diferentes, de unas tres personas cada grupo. El altar se adorna con flores y plantas, símbolo de la viña. Cada grupo de perso­nas se sitúa en un lugar diferente de la capilla o sala. El propietario se sitúa cerca del altar. Mientras transcurre la acción, se oye música. Hacen falta varias monedas)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña (sale el propietario y se dirige al primer grupo). Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña (se dirigen los del grupo al lugar de la viña). Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:

PROPIETARIO: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido".

LECTOR: Ellos fueron (el segundo grupo va a su sitio en la viña). Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

PROPIETARIO: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?"

GRUPO 3: "Nadie nos ha contratado".

PROPIETARIO: "Id también vosotros a mi viña" (van)

LECTOR: Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:

PROPIETARIO: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros".

(el ayudante hace el gesto de pagar con una moneda a cada uno, y cada cual se va a su puesto en la asamblea)

LECTOR: Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno (se hace). Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo (hacen gestos de protesta):

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ACCIONES SIMBÓLICAS

(ÍKIU'O I: "¡lisios últimos han trabajado sólo una hora, y los has trata­do igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno!"

LECTOR: Él replicó a uno de ellos:

PROPIETARIO: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajusta­mos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este últi­mo lo mismo que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?"

LECTOR: ASÍ, los últimos serán los primeros, y los primeros los últi­mos.»

* * *

Los dos hijos (Mt 21,28-32) (Domingo 26 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, Jesús, el padre, dos hijos y un sacerdote o «anciano»)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo. En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos (el padre y los dos hijos, a cada lado, se ponen de pie). Se acercó al primero (se vuelve) y le dijo:

PADRE: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña".

LECTOR: Él le contestó:

HIJO 1: "No quiero" (se sienta, y se hace una pausa).

LECTOR: Pero después se arrepintió y fue (se levanta y se va). Se acer­có al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó:

HIJO 2: "Voy, señor".

LECTOR: Pero no fue (se sienta).

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 673

JESÚS: "¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?"

LECTOR: Contestaron:

UN SACERDOTE: "El primero".

LECTOR: Jesús les dijo:

JESÚS:"«OS aseguro que los publícanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a voso­tros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cam­bio, los publícanos y prostitutas le creyeron. Y aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis"».

El gran banquete (Mt 22,1-10) (Domingo 28 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, el rey, cuatro ayudantes, cuatro convidados, tres soldados con lanzas, y tres con defectos físicos. Téngase preparada una mesa con mantel, vajilla, comida y bebida, con flores. Prepárese un brasero o cuenco con algodón y alcohol. Ambientación musical)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:

El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo (se prepara la mesa con fondo musical). Mandó criados para que avisasen a los convidados (envía a dos ayudantes), pe r 0

no quisieron ir. Volvió a mandar criados (a otros dos), encargándo­les que les dijeran:

REY: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses ceba­das, y todo está a punto. Venid a la boda".

LECTOR: LOS convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras (se va), otro a sus negocios (abre su cartera y se va), los demás echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos

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674 ACCIONES SIMBÓLICAS

(acción apropiada de los otros dos). El rey montó en cólera (gesto oportuno) y envió a sus tropas (salen los soldados con lanzas), que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad (se enciende la llama en el brasero o cuenco). Luego dijo a sus cria­dos:

REY: "La boda está preparada, pero los convidados no se lo merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis convidadlos a la boda".

LECTOR: LOS criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos (traen a tres que hacen de cojos, cie­gos y mancos). La sala del banquete se llenó de comensales» (se sientan en la mesa y se oye una gran música).

* * *

Las diez vírgenes (Mt 25,1-13) (Domingo 32 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, el esposo, un pregonero y diez chicas vestidas con fantasía, cinco de las cuales están adornadas con sobriedad, y otras cinco exageradamente. Las chicas llevan lámparas y un pequeño recipiente para el aceite. Hay en medio una mesa adorna­da para un banquete)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parece a diez doncellas que tomaron sus lám­paras y salieron a esperar al esposo (entran las diez chicas, a ser posible rítmicamente). Cinco de ellas eran necias (llevan la lámpa­ra, pero no el recipiente), y cinco eran sensatas (llevan ambas cosas). Las necias, al tomar sus lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas (termina la suave danza). El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron (se sientan en el suelo las diez y hacen como que duermen). A medianoche se oyó una gran voz:

PREGONERO: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!"

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 675

LECTOR: Entonces se despertaron todas aquellas doncellas (lo hacen) y se pusieron a preparar sus lámparas (gesto oportuno). Y las necias dijeron a las sensatas:

UNA NECIA: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".

LECTOR: Pero las sensatas contestaron:

UNA SENSATA: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".

LECTOR: Mientras iban a comprarlo (se van), llegó el esposo (entra), y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas (se sientan en la mesa las cinco con el esposo), y se cerró la puerta (se coloca una barrera ante la mesa, con un biombo o banco). Más tarde, llegaron también las otras doncellas diciendo:

UNA NECIA: "¡Señor, señor, ábrenos!" (se la oye, pero no se la ve).

LECTOR: Pero él respondió:

ESPOSO: "OS lo aseguro: no os conozco".

LECTOR: Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Los talentos (Mt 25,14-30) (Domingo 33 ordinario, ciclo A)

a) Preparación (Como personajes intervienen el Señor, tres empleados y dos criados. Hacen falta dos paquetes grandes, dos medianos y uno pequeño)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados (los llama y se acercan) y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata (un paquete grande); a otro, dos (paquete

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676 ACCIONES SIMBÓLICAS

medio); a otro, uno (paquete pequeño); a cada cual según su capa­cidad. Luego se marchó (se va).

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco (se va y trae otros dos paquetes grandes). El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos (acción similar). En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor (lo mete debajo de una mesa o en un baúl).

Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos emplea­dos (regresa) y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, dicien­do:

EMPLEADO 1: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco" (muestra los dos paquetes).

LECTOR: El señor le dijo:

SEÑOR: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor".

LECTOR: Se acercó luego al que había recibido dos talentos y dijo:

EMPLEADO 2: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos" (muestra los dos paquetes).

LECTOR: Su señor le dijo:

SEÑOR: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante: pasa al banquete de tu señor".

LECTOR: Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:

EMPLEADO 3: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo" (le ofrece el paquete pequeño).

LECTOR: El señor le respondió:

SEÑOR: "¡Eres un empleado negligente y holgazán! ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debí­as haber puesto mi dinero en el banco para que, al volver yo, pudie-

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 677

ra recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento (los criados se lo quitan) y dádselo al que tiene diez (se lo dan al otro). Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quita­rá hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo afuera, a las tinieblas: allí será el llanto y el rechinar de dientes"» (lo sacan fuera).

* * *

Misión de los discípulos (Mt 28,16-20) (Ascensión del Señor, ciclo A)

a) Preparación (Una cruz)

b) Relato

LECTOR: «Final del Evangelio de San Mateo.

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado (se acercan a la cruz). Al verlo, se postraron (unos lo hacen), pero algunos vacilaban (dudan).

Acercándose a ellos (lo hace el que representa a Jesús), Jesús les dijo:

JESÚS: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"».

* * *

La tempestad calmada (Me 4, 35-40) (Domingo 12 ordinario, ciclo B)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, Jesucristo y tres discípulos. El que hace de Jesucristo puede llevar túnica o manto. La barca o las bar­cas se pueden hacer en forma de silueta con cartón grueso. Puede

•! ponerse un almohadón en donde repose el que hace de Jesús. El ruido del viento se puede imitar con un micrófono)

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678 ACCIONES SIMBÓLICAS

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Marcos.

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

JESÚS: "Vamos a la otra orilla".

LECTOR: Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban (salen los que llevan la barca). Se levantó un fuerte huracán (se hace ruido apropiado), y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua (nuevamente ruido de golpes). Él estaba a la popa, dormido sobre un almohadón. Lo des­pertaron diciéndole:

DISCÍPULO 1: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?"

LECTOR: Se puso en pie (lo hace), increpó al viento (gesto correspon­diente) y dijo al lago:

JESÚS: "¡Silencio, cállate!"

LECTOR: El viento cesó, y vino una gran calma (cesa el ruido). Él les dijo:

JESÚS: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?"

LECTOR: Se quedaron espantados (hacen un gesto pertinente), y se decían unos a otros:

DISCÍPULO 2: "Pero ¿quién es éste?"

DISCÍPULO 3: "¡Hasta el viento y el mar le obedecen!"

*#*

El sordomudo (Me 7,31-37) (Domingo 23 ordinario, ciclo B)

a) Preparación (Como personajes, se necesita un lector, Jesús, unos discípulos, un sordo y un oyente)

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 679

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Marcos.

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago del Galilea, atravesando la Decápolis (entra el que hace de Jesús o cruza de un lado a otro). Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar (los discípulos traen al sordo), y le piden que le imponga las manos (le suplican). Él, apar­tándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua (hace el gesto). Y mirando al cielo, sus­piró y dijo:

JESÚS: "Effatá, ábrete".

LECTOR: Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad (gestos del sordo). Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:

OYENTE: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

***

El anuncio a María (Le 1,26-38) (Cuarto domingo de Adviento, ciclo B)

a) Preparación (Como personajes intervienen el lector, una chica que hace de Virgen, vestida adecuadamente, y un chico que representa a un ángel vestido de blanco. Se necesita un reclinatorio)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret (el ángel se coloca frente a María), a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María (María está en un reclinatorio; se oye música durante un cierto tiempo). El ángel, entrando a su presencia, dijo:

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(íKO ACCIONES SIMBÓLICAS

ÁNGEL: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres".

LECTOR: Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

ÁNGEL: "NO temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin".

LECTOR: Y María dijo al ángel.

MARÍA: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?"

LECTOR: El ángel le contestó:

ÁNGEL: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban esté­ril, porque para Dios nada hay imposible".

LECTOR: María contestó:

MARÍA: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu pala­bra".

LECTOR: Y el ángel se retiró» (se retira mientras se oye música).

***

La Visitación (Le 1,39-56) (La Asunción de la Virgen, 15 de agosto)

a) Preparación (Se necesita una mesa camilla y tres sillas. Además del lector, dos mujeres hacen, respectivamente, de María y de Isabel, y un hombre de Zacarías, que está sentado sin hablar)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 681

En aquellos días, María se puso en camino (sale del fondo de la iglesia) y fue aprisa a la montaña (camina deprisa), a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel (se dan un abra­zo). En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. (Música de júbilo). Se llenó del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

ISABEL: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuan­to tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".

LECTOR: María dijo:

MARÍA (recitado o cantado): "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre".

LECTOR: María se quedó con Isabel unos tres meses (se sienta en la mesa camilla; música). Y después se volvió a su casa» (regresa hacia el fondo del templo).

* * *

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682 ACCIONES SIMBÓLICAS

El mensaje de Juan Bautista (Le 3,1-17) (Segundo y tercer domingo de Adviento, ciclo C)

a) Preparación (Se organizan tres grupos de unas cuantas personas por grupo que representan a tres tipos de personas: «gente», «publícanos» y «milita­res». Hace falta un lector y un ayudante. También hay que preparar dos túnicas o mantos para cada persona del grupo «gente», uno puesto y otro en la mano; una bolsa de dinero o cartera de ejecutivo para el grupo «publícanos», y algún instrumento bélico (lanza, espada, metra­lleta o pistola de plástico) para el grupo «militares». También puede llevar cada grupo un cartel con el que se identifique, según el tipo de grupo. Tener a mano unos sarmientos o ramas secas. Entrarán los gru­pos en un determinado momento. Después, según la narración del texto, se pondrá en pie cada grupo. El lector se coloca en el ambón, y un ayudante entra con la Biblia y se la da al lector. Fondo musical)

b) Relato

LECTOR 1: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anas y Caifas, vino la pala­bra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto (el mismo lector toma la Biblia y la muestra a los oyentes, mientras se oye música). Y recorrió toda la comarca del Jordán predicando un bau­tismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escri­to en los oráculos del profeta Isaías:

ISAÍAS:

"Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios".

(Iluminación, música y entrada de los tres grupos)

LECTOR: Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él:

BAUTISTA: "¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abrahán". Ya

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 683

está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego".

(El ayudante pone un hacha y unos sarmientos secos en el centro)

LECTOR: La gente preguntaba a Juan (se pone en pie el grupo «gente» y dicen juntos):

«GENTE»: "¿Qué hacemos nosotros?"

BAUTISTA: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo".

LECTOR: Vinieron también a bautizarse unos publícanos y le pregunta­ron

(se pone en pie el grupo "publícanos" y dicen juntos):

«PUBLÍCANOS»: "¿Qué hacemos nosotros?"

BAUTISTA: " N O exijáis más de lo establecido".

LECTOR: Unos militares le preguntaron (se pone en pie el grupo "militares" y dicen juntos):

«MILITARES»: "¿Qué hacemos nosotros?"

BAUTISTA: "No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denun­cias, sino contentaos con la paga".

LECTOR: El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías (se pone en pie toda la asamblea). Él tomó la palabra y dijo a todos:

BAUTISTA: "YO os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bauti­zará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga".

LECTOR: Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anun­ciaba la buena noticia.

Éste es el evangelio, la buena noticia del Señor».

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6X4 ACCIONES SIMBÓLICAS

Jesús en la sinagoga de Nazaret (Le 4,16-21) (Jueves Santo: misa crismal)

a) Preparación (Como personajes intervienen Jesús y un ayudante. Prepárese un rollo de papel tipo pergamino, como unas Escrituras. Hace falta música gra­bada, de tipo oriental o judía, y un aleluya)

b) Relato

LECTOR:

«Lectura del Evangelio según San Lucas (suena música religiosa). En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado.

Entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados (entra Jesús y se sienta), y se puso en pie para hacer la lectura (lo hace). Le entregaron el libro del profeta Isaías (se lo da el ayudante) y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

JESÚS: "El Espíritu está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor".

LECTOR: Y, enrollando el libro, lo devolvió al que lo ayudaba y se sentó (hace estos gestos). Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:

JESÚS: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír"». (se escucha un aleluya vibrante, o un canto apropiado).

El buen samaritano (Le 10,25-37) (Domingo 15 ordinario, ciclo C)

a) Preparación (Son necesarias tres personas vestidas de campesinos, con útiles de tra­bajo y cesta con productos del campo, que representan al «hombre que bajaba de Jerusalén». Otras tres personas van vestidas también de cam­pesinos: representan al buen samaritano. Uno aparece con ropaje cleri-

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 685

cal (el «sacerdote»), un segundo es profesor (el «escriba»), y un terce­ro es «posadero». Varios se visten de «ricachones», simulando a los ladrones. En el centro se puede poner una alfombra. Una música suave apoya la acción, no el relato. El lector, el letrado y el celebrante (que hace de Jesucristo) proclaman la lectura en polos opuestos. Los otros personajes entran desde el fondo de la sala. Se hacen breves interrup­ciones al leer el texto)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas. En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

LETRADO: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"

JESÚS: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"

LETRADO: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo".

JESÚS: "Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida".

LECTOR: Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús:

LETRADO: "¿Y quién es mi prójimo?"

JESÚS: "Un hombre bajaba de Jerusalán a Jericó (salen los tres campe­sinos con sus cosas, mientras se escucha una música apropiada). Cayó en manos de unos bandidos (les asaltan los «capitalistas», les quitan las cosas, los arrojan al suelo y se marchan). Lo desnu­daron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muer­to (se escucha una canción sobre los sufrimientos del pueblo).

Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo (el sacerdote hace ese gesto; se oye una música religiosa apropiada).

Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo (idéntica acción del levita; música).

Pero un samaritano que iba de viaje (salen los tres campesinos) llegó adonde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó y le vendó las heridas, echándoles aceite y vino (los campesinos ayu­dan a levantarse a los que están en el suelo). Lo montó en su pro-

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()H(> ACCIONES SIMBÓLICAS

pia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó (todos ellos for­man un círculo con las manos enlazadas). Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero (que aparece), le dijo:

SAMARITANO: 'Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuel­ta' (alzan las manos entrelazadas).

JESÚS: "¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"

LETRADO: "El que practicó la misericordia con él".

JESÚS: "Anda, haz tú lo mismo"» (los del círculo se quedan frente a la asamblea).

c) Conclusión

(El celebrante invita a todos a la reconciliación. Salen los «capita­listas», el sacerdote y el profesor, cabizbajos en señal de arrepenti­miento; devuelven las cosas a los campesinos y les abrazan. Después piden perdón en nombre de sus «colegas»: el capitalista, el sacerdote y el profesor. Los demás miembros de la asamblea, invitados por el cele­brante, pueden pedir públicamente perdón. Se dan unos a otros el abra­zo de la paz)

* * *

Marta y María (Le 10,38-42) (Decimosexto domingo ordinario, ciclo C)

a) Preparación (Los personajes son Jesús, Marta y María. Se necesitan dos sillas, una mesa donde trajina Marta y un cojín donde pueda sentarse María. Entran en su casa las dos hermanas, con música suave instrumental)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa (entra Jesús y le recibe Marta, salu­dándole, lavándole las manos y tomando el bastón y el manto; Jesús se sienta; María está a la espera). Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor (se sienta frente a

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 687

Jesús), escuchaba su palabra (pausa). Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio (se mueve en torno a la mesa, agitada), hasta que se paró (lo hace) y dijo:

MARTA: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano" (hace los gestos correspondientes mientas habla).

LECTOR: Pero el Señor le contestó:

JESÚS: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas...; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán"» (sale María con una Biblia en sus brazos al son de una música apropiada).

* * *

El hijo pródigo (Le 15,1-3.11-32) (Cuarto domingo de Cuaresma, ciclo C)

a) Preparación (Los personajes son un lector, el padre, el hijo menor, el hijo mayor, un mozo y varios fariseos. En la grabación debe haber música festiva)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publícanos y los peca­dores a escucharlo (se acercan). Y los fariseos y los letrados mur­muraban entre ellos (se apiñan y hacen como que murmuran):

FARISEO: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos".

LECTOR: Jesús les dijo esta parábola. Un hombre tenía dos hijos (se pone el padre entre los dos hijos); el menor de ellos dijo a su padre:

Huo MENOR: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna".

LECTOR: El padre les repartió los bienes (el padre rompe en dos una gran cartulina y da los trozos a sus hijos). No muchos días des­pués, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano (se va), donde derrochó su fortuna viviendo perdidamente (rompe lo que lleva y lo pisotea).

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó a pasar necesidad. Fue entonces, y tanto le insis-

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dKS ACCIONES SIMBÓLICAS

tió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guar­dar cerdos (toma un palo). Le entraban ganas de llenarse el estó­mago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer (se sienta). Recapacitando entonces, se dijo:

HIJO MENOR: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientas yo aquí me muero de hambre...! Me pondré en cami­no adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".

LECTOR: Se puso en camino adonde estaba su padre (se levanta y se pone en movimiento). Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo (el padre hace esos gestos). Su hijo le dijo:

HIJO MENOR: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merez­co llamarme hijo tuyo".

LECTOR: Pero el padre dijo a sus criados:

PADRE: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo (le ponen un manto); ponedle un anillo en la mano (ídem) y sandalias en los pies (ídem); traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banque­te, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdi­do y lo hemos encontrado" (se prepara una mesa para un banque­te).

LECTOR: Y empezaron el banquete (se oye música). El hijo mayor esta­ba en el campo. Cuando, al volver, se acercaba a la casa, oyó la música y el baile y, llamando a uno de los mozos (lo hace), le pre­guntó qué pasaba. Éste le contestó:

Mozo: "Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud".

LECTOR: Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e inten­taba persuadirlo (sale el padre y le persuade). Y él replicó a su padre:

HIJO MAYOR: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo, que se ha comido sus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado".

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 689

LECTOR: El padre le dijo:

PADRE: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberí­as alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivi­do, estaba perdido y lo hemos encontrado"».

* * *

El rico y Lázaro (Le 16,19-31) (Domingo 26 ordinario, ciclo C)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, Abrahán, Lázaro, un rico y varios que hacen de ángeles [vestidos de blanco] y de demonios [vesti­dos de negro]. A un lado o detrás del altar, está el que hace de Abrahán, con túnica y barba blancas. En el presbiterio hay una mesa con manja­res: frutas, jarras de vino y agua, algún plato y vasos. Sentado a dicha mesa están el hombre rico [con vestidos lujosos] y unos ayudantes ves­tidos de negro [demonios]. Cerca de él, pero en el suelo, está el pobre, vestido de harapos [con los ángeles]. Se oye música alegre en la muer­te del pobre [por ejemplo, el «Aleluya» de Handel], y música triste en el entierro del rico [por ejemplo el «Dies irae, dies illa», en gregoria­no]. Se termina con música, mientras se prepara la mesa del altar)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día (el rico, sentado en un sillón, simula darse un banquete). Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal (se echa), cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas (Lázaro está, con cajas de cartón a su alrededor, como un pobre). Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán (el pobre se muere, lo llevan los ánge­les en volandas, con música alegre, y es sentado en un sillón, entre candelabros). Se murió también el rico, y lo enterraron (el rico se muere, se le lleva con música del «Dies irae» y es sentado en una silla sencilla; a su lado hay un cuenco con algodón y alcohol ardiendo). Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó:

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6M0 ACCIONES SIMBÓLICAS

RICO: "¡Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me tor­turan estas llamas!"

ABRAHÁN: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre vosotros y nosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros".

Rico: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento".

ABRAHÁN: "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".

Rico: "NO, padre Abrahán; pero, si un muerto va a verlos, se arrepen­tirán".

ABRAHÁN: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto"».

El fariseo y el publicano (Le 18,9-14) (Domingo 30 ordinario, ciclo C)

a) Preparación (Como personajes son necesarios un lector, Jesús, un fariseo conve­nientemente vestido y un publicano, con ropaje adecuado)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y desprecia­ban a los demás (se pone Jesús delante de un grupo de fariseos):

JESÚS: "Dos hombres subieron al templo a orar (entran el fariseo y el publicano). Uno era un fariseo, el otro un publicano. El fariseo, erguido (está de pie), oraba así en su interior":

FARISEO: "¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 691

JESÚS: "El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo (está como arrodillado); sólo se golpeaba el pecho, diciendo":

PUBLICANO: "¡Oh Dios, ten compasión de este pecador!"

JESÚS: "OS digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido"».

***

La conversión de Zaqueo (Le 19,1-10) (Domingo 31 ordinario, ciclo C)

a) Preparación (Como personajes intervienen un lector, Jesús, Zaqueo y varios fariseos)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad (entra Jesús y cruza el lugar). Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura (intenta ver). Corrió más adelante y se subió a una higuera (se sube a una silla) para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

JESÚS: "Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".

LECTOR: Él bajó enseguida y lo recibió muy contento (baja y se sien­ta). Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

FARISEO: "¡Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador...!"

LECTOR: Pero Zaqueo se puso en pie (lo hace) y dijo al Señor:

ZAQUEO: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más".

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692 ACCIONES SIMBÓLICAS

LECTOR: Jesús le contestó:

JESÚS: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido"».

Los discípulos de Emaús (Le 24,13-35) (Tercer domingo de Pascua, ciclo A)

a) Preparación (El presidente de la celebración puede hacer de Jesús. Hacen falta un lector, dos discípulos —uno es Cleofás— y un pequeño grupo de após­toles. Los discípulos llevan pan y vino con una alforja o saco. Las luces se apagan cuando se dice: «el día va de caída». Se pone una mesa —puede ser el altar— y tres sillas)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Lucas.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el pri­mero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén (dos personas caminan). Iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían (hacen los gestos pertinentes), Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos (se pone Jesús en medio de los dos). Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

JESÚS: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?"

LECTOR: Ellos se detuvieron preocupados (se detienen), y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

CLEOFÁS: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?"

LECTOR: Él les preguntó:

JESÚS: "¿Qué?»"

LECTOR: Ellos le contestaron:

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 693

DISCÍPULO: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muer­te, y cómo lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresal­tado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron".

LECTOR: Entonces Jesús les dijo:

JESÚS: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los pro­fetas... ! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?"

LECTOR: Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura (señala el texto sagrado). Ya cerca de la aldea adonde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:

CLEOFÁS: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída" (se apagan las luces, y la sala queda en penumbra).

LECTOR: Y entró para quedarse con ellos (se sientan los tres a la mesa). Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio (hace estos gestos). A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció (se va el que hace de Jesús). Ellos comentaron:

DISCÍPULO: "¿NO ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?"

LECTOR: Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén (vuelven por el mismo sitio), donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros (un grupo de la asamblea), que estaban diciendo:

GRUPO: "¡Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón!"

LECTOR: Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».

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()i)4 ACCIONES SIMBÓLICAS

Jesús y la samaritana (Jn 4,5-42) (Tercer domingo de Cuaresma, ciclo A)

a) Preparación (Intervienen en el relato un lector, Jesús, la samaritana, dos discípulos y un samaritano. Se proclama la palabra alrededor de una mesa baja redonda, puesta en el centro de la sala, con un mantel apropiado, una jarra y vasos. Al lado de la mesa se pone una vasija grande o tinaja para el agua. Se puede imitar un pozo artesanal esbozado. En un momento dado del relato —cuando la samaritana dice: «Señor, dame de ese agua»—, se vierte el agua de la jarra en la tina o tinaja. A ser posible, que se oiga y se vea bien. Los que intervienen dan la bienvenida con gestos y ofrecen agua para beber a los que llegan, que se sientan en semicírculo. Puede haber un fondo musical. Cabe comenzar la cele­bración o terminarla con un canto relativo al agua o a la sed)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob (entra Jesús). Jesús, cansado del camino, esta­ba sentado junto al manantial (se sienta). Era alrededor del medio­día. Llega una mujer de Samaría a sacar agua (entra la mujer con un cántaro), y Jesús le dice:

JESÚS: "Dame de beber»".

LECTOR: SUS discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:

SAMARITANA: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?"

LECTOR: Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó:

JESÚS: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva".

SAMARITANA: "Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 695

JESÚS: "El que bebe de este agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna".

(canto apropiado sobre el agua o el bautismo)

SAMARITANA: "Señor, dame de ese agua: así no tendré más sed ni ten­dré que venir aquí a sacarla".

JESÚS: "Anda, llama a tu marido y vuelve".

SAMARITANA: "No tengo marido".

JESÚS: "Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad".

SAMARITANA: "Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres die­ron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".

JESÚS: "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la sal­vación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espí­ritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y en verdad"

(se oye una antífona en gregoriano)

SAMARITANA: "Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, nos lo dirá todo".

JESÚS: "Soy yo: el que habla contigo".

LECTOR: En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estu­viera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?». La mujer, entonces, dejó su cánta­ro, se fue al pueblo (pasa a otro lado) y dijo a la gente (hay un grupo de dos o tres):

SAMARITANA: "Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será éste el Mesías?"

LECTOR: Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto, sus discípulos le insistían:

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696 ACCIONES SIMBÓLICAS

JESÚS: "YO tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis".

LECTOR: LOS discípulos comentaban entre sí:

DISCÍPULO 2: "¿Le habrá traído alguien de comer?"

JESÚS: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna; y así se alegran lo mismo el sembrador y el segador. Con todo, tiene razón el proverbio: 'Uno siembra y otro siega'. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores".

LECTOR: En aquel pueblo, muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho». Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:

SAMARITANO: "Ya no creemos por lo que tú nos dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo"».

La mujer adúltera (Jn 8,1-11) (Quinto domingo de cuaresma, ciclo C)

a) Preparación (Como personajes, Jesús, la adúltera y tres fariseos)

b) Relato

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al ama­necer se presentó de nuevo en el templo (entra Jesús), y todo el pueblo acudía a él, y él, sentándose (se sienta), les enseñaba (abre la Biblia). Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendi-

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 697

FARISEO: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulte­rio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices?"

LECTOR: Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo (Jesús hace como que escribe). Como insistían en preguntarle, se incor­poró (se pone de pie) y les dijo:

JESÚS: "El que esté sin pecado, que tire la primera piedra".

LECTOR: E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último (se retiran). Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó (lo hace) y le preguntó:

JESÚS: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condena­do?"

LECTOR: Ella contestó:

ADÚLTERA: "Ninguno, Señor".

JESÚS: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más"».

***

El ciego de nacimiento (Jn 9,1-41) (Cuarto domingo de Cuaresma, ciclo A)

a) Preparación (Los miembros de la comunidad se sientan en forma circular u ovala­da. Entre ellos se sitúan los actores de la celebración. En medio puede colocarse el cirio pascual. En una pizarra visible se escriben de ante­mano estas palabras: «Jerusalén - Sábado». En el centro hay una pila bautismal o un recipiente adecuado, y en la pared un gran crucifijo o la cruz procesional. Se debe contar con un lector del texto, dos locutores de noticias, dos lectores de oraciones, el coro y estos actores: Jesús, el ciego, los padres, tres vecinos y dos fariseos. Cuando alguien intervie­ne, se pone de pie. De lo contrario, permanecerá sentado. Las voces de Jesús y del ciego deben ser sonoras y firmes; tímidas las de los padres, escépticas las de los vecinos, y gritonas y estridentes las de los farise­os, quienes al hablar se suben en actitud soberbia encima de sus sillas)

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(•)98 ACCIONES SIMBÓLICAS

b) Relato (Sale un pregonero, con un tambor o con un cornetín, y proclama solemnemente un bando, que lee en una hoja de papel que lleva enro­llada)

PREGONERO: «¡Por orden del Sanedrín y de los Sumos Sacerdotes, todo aquel que reconozca que Jesús de Nazaret es el Mesías será expul­sado de la Sinagoga y perderá los derechos de ciudadanía!» (puede proclamarlo dos veces en dos sitios distintos; después lo cuelga en la pared).

LECTOR: «Lectura del Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de naci­miento (se leen algunas noticias que sean actuales y referidas a los «ciegos» de hoy en nuestra sociedad). Y sus discípulos le pregun­taron:

DISCÍPULO: "Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?"

JESÚS: "Ni éste pecó ni sus padres, sino que es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tengo que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacer­las. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".

LECTOR: Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo (Jesús hace el gesto de tomar tie­rra y aplicar las manos en los ojos del ciego):

JESÚS: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé" (se lava el ciego en la pila bautismal o recipiente puesto en el centro).

LECTOR: Él fue, se lavó y volvió con vista» (el ciego eleva las manos y adora a Dios).

PRESIDENTE: «Como el ciego del evangelio, también nosotros, en bra­zos de nuestra madrina, fuimos llevados un día, recién nacidos, a la pila bautismal, nueva piscina de Siloé. Las escamas de nuestros ojos se nos han caído en algunas ocasiones cuando nuestra fe nos ha puesto en camino de compromisos concretos con los hermanos necesitados. ¿Tenemos ahora los oídos abiertos? ¿Sabemos y que­remos ver la realidad social que nos rodea? ¿Estamos presentes en la sociedad?»

(Pausa)

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 699

«Hagamos un esfuerzo para reconocer quién nos envía hoy a lavar­nos, con objeto de recuperar la vista perdida.

A las peticiones que ahora siguen podemos contestar todos:

«Aumenta nuestra fe».

1. Tú que eres el artesano y el arquitecto del universo, el dueño de la tierra y del barro, escucha nuestros deseos:

2. Tú que eres misericordia y justicia, defensor y abogado de los pobres y marginados, oye nuestra petición:

3. Tú que te has mostrado humano en Jesús, salud de los enfermos incurables, libertador de encarcelados y sabiduría de quienes no tienen letras, atiende nuestra súplica:

LECTOR: «LOS vecinos y los que antes solían verle pedir limosna pre­guntaban:

VECINO 1: "¿No es éste el que se sentaba a pedir?"

VECINO 2: "Es él mismo".

VECINO 3: "No es él, pero se le parece".

CIEGO: "Soy yo".

VECINO 1: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?"

CIEGO: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé y empecé a ver".

VECINO 2: "¿Dónde está él?"

CIEGO: "No lo sé". (Canto: «Con vosotros está»: CLN, 723)

LECTOR: Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los farise­os le preguntaban cómo había adquirido la vista. El les contestó.

CIEGO: "Me puso barro en los ojos, me lavé y veo".

LECTOR: Algunos de los fariseos comentaban:

FARISEO 1: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado".

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700 ACCIONES SIMBÓLICAS

LECTOR: Otros replicaban:

FARISEO 2: "¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?"

LECTOR: Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

FARISEO 1: "¿Y tú qué dices del que te ha abierto los ojos?"

CIEGO: "Que es un profeta".

LECTOR: Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les pre­guntaron:

FARISEO 2: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ve ahora?"

LECTOR: SUS padres contestaron:

PADRE: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros; y quién le ha abierto los ojos, tampoco lo sabemos".

MADRE: "Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse".

LECTOR: SUS padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos, que ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, pre­guntádselo a él». Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:

FARISEO 1: "Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".

CIEGO: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo".

LECTOR: Le preguntaron de nuevo:

FARISEO 2: "¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?"

CIEGO: "OS lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué que­réis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?"

LECTOR: Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:

FARISEOS (LOS DOS): "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos dis­cípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene".

DRAMATIZACIONES BÍBLICAS 701

CIEGO: "Pues es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder".

FARISEOS (LOS DOS): "Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?"

LECTOR: Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

JESÚS: "¿Crees tú en el Hijo del Hombre?"

CIEGO: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?"

JESÚS: "Ya lo estás viendo, es el mismo que habla contigo»"

CIEGO: "Creo, Señor".

LECTOR: Y se postró ante él» (ante la cruz).

c) Confesión de fe comunitaria

«Creemos en "el hombre llamado Jesús". Tenemos nuestra con­fianza en todos los hombres que trabajan a la luz del día, que hacen las obras de la nueva sociedad, que se comprometen en la praxis de liberación.

Creemos que Jesús "es un profeta". Confiamos plenamente en los profetas de nuestro tiempo, expulsados de las sinagogas pode­rosas de hoy. Son todos aquellos que creen en un futuro mas huma­no y más justo, que tienen fe en unos nuevos cielos y en una nueva tierra, porque sus obras son visibles, manifiestas.

Creemos que "Jesús es el Señor", encarnado entre los pobres y miserables, crucificado por blasfemo y alterador del orden público; resucitado de entre los muertos porque amó apasionadamente la vida y se identificó con la justicia del Reino. Reconocemos hoy que Jesús es la resurrección y la vida.

Nuestra acción de gracias personal puede ser expresada ahora por quienes lo deseen. Dejemos hablar en nosotros al Espíritu de Dios. Expresemos nuestra plegaria con libertad, espontáneamente, sin miramientos. Escucha, Padre común, la oración de los creyen­tes aquí reunidos».

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/<)2 ACCIONES SIMBÓLICAS

LECTOR: «Dijo Jesús:

JESÚS: "Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no vean, vean, y los que ven se queden ciegos".

LECTOR: LOS fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:

FARISEOS (LOS DOS): "¿También nosotros estamos ciegos?"

JESÚS: "Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste"».

2 Símbolos religiosos

Toda fiesta empieza con la preparación de un lugar y de las cosas necesarias para celebrar un acontecimiento, con el fin de dar sen­tido al encuentro amistoso, familiar o social. Después de saludar y acoger a los invitados, tienen lugar los gestos simbólicos, que se entrelazan con palabras pronunciadas para que la acción sea completa. Al acabar la fiesta, los participantes se despiden y se van.

En la vida se pueden encontrar muchas acciones simbólicas celebrativas de mero gesto, o de gesto y palabra. Algunas nos han llegado a través de las celebraciones litúrgicas. Sirven para expre­sar lo invisible: el amor de Dios, la salvación de Jesucristo y la esperanza del reino en su plenitud. En todo caso, los signos son esenciales a las relaciones humanas e imprescindibles en el encuentro con Dios. Los cristianos nos reunimos en asamblea para celebrar por medio de ciertas acciones simbólicas.

Sabemos que el gesto simbólico es de ordinario una acción, pero en muchos casos es acción apoyada, insinuada o realzada mediante ciertos elementos con capacidad de significar. Son sig­nificantes visibles, audibles o palpables que pueden expresar rea­lidades invisibles, inaudibles o impalpables. De hecho, cualquier cosa vale en principio para dar sentido a un deseo, pero la expe­riencia muestra que algunos elementos naturales o artesanales tienen una capacidad mayor de significación.

Ablución: Ablución viene del verbo latino abluo, que significa lavar o purificar. Las abluciones del cuerpo con agua equivalen a una puri­ficación interior o a inocencia. La ablución cristiana más impor­tante es el bautismo. En la liturgia se conserva el lavatorio de pies del jueves santo. El gesto de lavar las manos es hoy facultativo en la misa. Recordemos el lavatorio de manos de Pilato.

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704 ACCIONES SIMBÓLICAS

Absolución: Absolución viene de absolvere, perdonar. La absolución de los pecados es un momento importante del sacramento de la penitencia, signo por el cual la Iglesia acoge al pecador, que mues­tra su arrepentimiento, y le perdona en el nombre de Dios. Puede hacerse de dos modos: declarativo o indicativo («yo te absuelvo») y deprecativo u optativo («que Dios perdone nuestros pecados»). Quien absuelve extiende las manos.

Abstinencia: Abstinencia equivale a no comer carne los viernes de cuaresma, el miércoles de ceniza y el viernes santo. En su origen, es una renuncia a consumir sangre, símbolo de los impulsos carna­les. Tiene un sentido purificador y expiatorio; es un camino de interioridad. Hoy ha perdido significado.

Aceite: El aceite, producto del olivo, es símbolo de fuerza espiritual y de luz, ya que sirve para alumbrar las lámparas y curar cuerpos maltrechos. Se ha usado y se usa como alimento, condimento, medicina, loción y fricción. Unido al perfume en forma de óleo, su unción revela una presencia agradable, casi invisible, que atrae. El aceite mitiga los dolores, sana las heridas, vigoriza los miembros, refresca la piel y condimenta la comida. Para los antiguos egipcios, la unción hacía brillar los cuerpos, bañándolos de luz y buen olor. Entre los nómadas es sinónimo de vida, algo necesario para atra­vesar el desierto. Los gladiadores romanos lo usaban para tornarse escurridizos en las luchas. Según los hebreos, la penetración del aceite en el cuerpo confiere vigor, agilidad y belleza. La unción con óleo es medicinal (gesto del buen samaritano) y consecratoria (con­sagración de reyes, ordenación de sacerdotes, vocación de profetas y dedicación sagrada de ciertos objetos). Es fuerza para luchar con­tra la injusticia. El ungido por antonomasia es el Mesías.

Ácimo (ázimo): Ácimo o ázimo es pan «sin levadura» en forma redon­da, como una torta. Este tipo de pan era preparado por los judíos antes de la pascua. Al no ser tratado con levadura, tenía un sentido de pureza: era masa nueva. En la liturgia actual este simbolismo cuenta poco. Lo importante para la eucaristía es el pan que se pueda partir, compartir y comer, signo del cuerpo de Cristo.

Aclamación: Las aclamaciones son breves asentimientos de la asam­blea en forma de aplauso o de canto para favorecer la participación litúrgica. Son aclamaciones «amén», «aleluya» y «hosanna». Equivalen al «hurra» profano.

Acogida: La acogida es sinónimo de hospitalidad. Es el acto por el cual una comunidad cristiana recibe a un nuevo miembro, bien como catecúmeno para recorrer el itinerario de la iniciación cristiana,

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bien como creyente y bautizado que se integra en una comunidad. La acogida se ritualiza mediante un abrazo, un apretón de manos u otro signo fraterno. El servicio de acogida se lleva a cabo en la puerta de la iglesia para saludar, recibir y acomodar a los fieles. De este modo se les integra mejor en la celebración.

Agua: El agua como principio vital —ya proceda de la profundidad de la tierra o de las alturas del cielo— es origen de todo lo existente. Sin agua no hay vida. Se encuentra en las fuentes, en los ríos, en los lagos o lagunas y en el mar. Brilla por su transparencia, movi­lidad y eficacia. Es fuente de vida, medio de purificación y energía vital de regeneración. El agua apaga la sed, limpia la suciedad, da origen a la vida, aniquila el fuego, es fuerza motriz y desencadena la muerte. De ahí que simbolice el comienzo de la vida, el seno materno, el nacimiento y la perennidad. Por ser fuerza violenta que destruye o arrasa, es signo de muerte. Por ser fuente de vida y de fecundidad que apaga la sed y hace germinar, es signo de vida. Por ser elemento que limpia y purifica, es signo de perdón. Las aguas del diluvio y del paso del Mar Rojo son aguas de vida y de muer­te. El agua del desierto produce el oasis. Usada en el bautismo, es destructora del pecado y alumbradora de la gracia, es purificación y regeneración. Su simbolismo se expresa en el descenso del bau­tizando a las aguas de la muerte, para salir de las mismas con vida renovada. En un sentido natural, el agua de manantial, en contra­posición al agua muerta de los estanques, es agua viva, es decir, agua bautismal. En sentido bíblico, el agua designa a Dios como fuente de vida. Es símbolo del Espíritu Santo. Se la presenta en una jarra, cuenco, vasija, tinaja, etc.

Agua bendita: A la entrada de las iglesias hay una pila con agua ben­dita. Al santiguarse con agua, el cristiano actualiza su propio bau­tismo. Los domingos se asperja a la asamblea con agua bendita como signo bautismal y penitencial. Se emplea el agua bendita en la consagración de una iglesia o de un altar, en la bendición de los anillos nupciales, en la aspersión del ataúd en las exequias, etc. Puede asperjarse con una rama.

Aire: El aire y el fuego (masculinos), junto a la tierra y el agua (feme­ninos), son los cuatro elementos básicos del universo. El aire se asocia con tres factores: el soplo creador, que es la palabra; el vien­to de la tempestad, que es la creación; y el espacio como ámbito de movimiento, que es la vida. En forma de viento y de aliento, el aire es símbolo del espíritu invisible. Puede ser brisa o hálito, huracán o fuerza generadora de energía. Puede escucharse el ruido del aire en una grabación.

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Alba: Alba significa en latín «blanco». Fue en su origen la vestidura propia de los adultos recién bautizados. Era un túnica larga de lino blanco que llevaron todos los cristianos hasta el siglo vi. Después fue exclusivamente de uso eclesiástico. Los que se bautizaban en la vigilia pascual se desprendían del vestido viejo y se revestían del nuevo. Hoy usan el alba los ministros de la celebración, desde los acólitos hasta el presidente. También es traje de primera comunión, de novia y de religiosa que se consagra a Dios.

Altar: Altar procede de «altus», alto, lugar elevado donde se hacen los sacrificios o actos litúrgicos dirigidos a Dios. Es testimonio de pre­sencia divina y centro espiritual, ya que ahí tienen lugar las ofren­das y se llevan a cabo los sacrificios. Es vínculo con Dios y signo del encuentro con la divinidad. El altar de los cristianos es la «mesa del Señor», donde se celebraba primitivamente la eucaristía y se compartía la cena con los hermanos. Era una sencilla mesa de madera. Hubo resistencia a llamarle altar, por la confusión que podría darse con los altares judíos o paganos. El altar principal, tallado en piedra, puede ser consagrado con el crisma.

Ambón: El ambón es un podio o lugar apto y reservado para procla­mar la palabra de Dios, predicar y expresar la oración de los fieles. Forma un tríptico importante con el altar y la sede.

Ancla: El ancla hace que el navio permanezca en puerto y no se vea arrastrado por la tempestad. Por su fijación en un fondo sólido, es símbolo de sostén y seguridad, de fe y esperanza.

Anillo: Al no tener ni comienzo ni fin, el anillo, con su forma redonda o circular, simboliza la eternidad. También es signo de dignidad. Es usado en las bodas como señal de compromiso, a saber, de amor, unión y fidelidad. Se llama con razón «alianza». Se coloca en el dedo anular, cuya vena llega al corazón, según la tradición popular. En la consagración de las religiosas o esponsales con Cristo se emplean el velo, la corona y el anillo. El anillo es asimismo un signo episcopal de alianza con la Iglesia diocesana.

Antorcha: La antorcha primitiva era una vara untada con grasa o cera, de la que, una vez encendida, se desprendía fuego y luz. Es símbo­lo de purificación y de iluminación. Dado el sentido pagano que tenía la antorcha, la Iglesia la sustituyó por el cirio. Cabe usarla hoy en una procesión.

Aplauso: El aplauso es un signo cálido y entusiasta de aprobación. Actualmente se usa en las celebraciones festivas. Se aplaude al

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comunión, a los recién casados, a los que consagran su vida, a los ordenados e incluso, en algunas ocasiones, a un difunto en un funeral.

Árbol: El árbol enlaza la tierra con el cielo: es de arriba y de abajo, per­tenece al «ser de dos mundos». Hunde sus raíces en el suelo para vivir y se proyecta hacia las alturas para manifestarse. Es símbolo de la vida en perpetua evolución. Su sombra es refugio. Si un árbol no produce frutos, debe ser cortado. Puede ser de hoja caduca, que significa renovación de la vida, o de hoja perenne, que expresa inmortalidad. En el Génesis aparecen dos árboles: el de la vida (plenitud de realización) y el del conocimiento del bien y del mal (tentación de desobediencia). El árbol de la cruz de Cristo nos hace retornar al árbol de la vida, vencido el árbol de la desobediencia.

Árbol de Navidad: El árbol de Navidad, con luces y una estrella en su cima, simboliza a Cristo. Comenzó a usarse en Alemania en el siglo xvi.

Arca: El arca, el cofre y el baúl sirven para guardar algo apreciado y misterioso. En el arca, nada se pierde y todo puede renacer. El arca es como una gruta o cueva creada por el ser humano. Es la nave o barco que hizo Noé por orden de Dios, en la que se salvaron del diluvio el patriarca, su familia y unos animales elegidos. El arca de la alianza era un armario de acacia recubierto de oro, con dos vara­les para su transporte. Para los israelitas era la señal de la presen­cia de Yahvé. El arca, a secas, simboliza la morada de salvación y es signo del bautismo. Representa a la Iglesia, en camino hacia un puerto seguro, pero zarandeada por las aguas tormentosas. En psi­cología profunda es imagen del seno protector de la madre.

Arcilla: El alfarero modela con arcilla diversos objetos de naturaleza frágil y, en ocasiones, preciosos. El ser humano es como vasija de barro en manos del supremo alfarero, que es Dios.

Arco iris: El arco iris, puente entre el cielo y la tierra, simboliza la alianza entre Dios y su pueblo.

Arena: Por el gran número de sus granos, la arena es símbolo de lo inmenso, de lo infinito. También puede significar el suelo movedi­zo, en el que no se debe construir una casa.

Arpa: El arpa es el instrumento tradicional por excelencia, frente a los instrumentos de viento o de percusión. En la Biblia hay dos clases de arpas: la cítara y la lira oblicua. El arpa se reserva para la músi-

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708 ACCIONES SIMBÓLICAS

Arras: Las arras eran entre los judíos una cantidad a cuenta, un antici­po de la cantidad debida. En la tradición matrimonial hispana, las arras (trece monedas) significaban el patrimonio que llevaba el novio al matrimonio. Hoy expresan los bienes que aportan ambos y que compartirán juntos.

Aspersión: Asperjar procede de aspergeré, rociar. Es un rito de purifi­cación. Equivale a derramar agua sobre los fieles o sobre algunos objetos para bendecirlos o purificarlos. Durante el tiempo pascual se hace la aspersión bautismal al comienzo de la eucaristía, en lugar del acto penitencial.

Atar y desatar: La expresión judía «atar y desatar» hacía referencia a la potestad rabínica de tomar decisiones importantes, como era la excomunión. Pedro recibe de Jesús este poder, relativo a la entrada en el reino de Dios. «Retener y remitir» es expresión equivalente.

Atrio: Atrio es el pórtico o espacio que está delante del templo, como zona de transición entre la calle y el templo. Es lugar de encuentro y de despedida. Protege la intimidad de la reunión.

Ayunar: En el mundo de las religiones, el ayuno equivale a abstenerse parcial o totalmente de alimentos por motivos religiosos. En el Antiguo Testamento es práctica preparatoria para encontrarse con Dios. En el cristianismo, ayunar no significa dejar de comer para mortificarse, ni abstenerse para dominar la gula, ni ahorrar comida para luego donarla. El ayuno cristiano no es ascético, sino místico. Dejar de comer significa adquirir debilidad y fuerza a partir del cuerpo humano en una dirección privilegiada: la del reconocimien­to de Dios, fuente de toda abundancia, que quiere una creación repartida y glorificada, en la que nadie se muera de hambre. El ayuno, unido a la limosna y la oración, es preparación para el encuentro con Dios. En la Iglesia católica hay sólo dos días de ayuno: el miércoles de ceniza y el viernes santo. Aunque tengan algún parecido, no es ayuno la dieta para adelgazar, ni la huelga de hambre para protestar o conseguir un logro. La finalidad del ayuno es religiosa.

Azucena: Por su color blanco, la azucena fue primitivamente símbolo de pureza y de luz divina. En la Biblia es símbolo de elección y de gracia. Es atributo de la Virgen María.

Báculo: Un palo largo puede ser bastón de anciano, báculo de obispo o de abad, cayado de peregrino, instrumento de pastor o vara de

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dad, apoyo y justicia. El báculo del obispo es símbolo de su solici­tud pastoral.

Balanza: La balanza es signo de la justicia y del comportamiento recto. Es atributo del Juez del mundo.

Bandeja: La bandeja tiene en la liturgia un doble uso. Si es de «comu­nión», sirve para que no caigan al suelo formas consagradas; si es de «pedir», se utiliza para recoger dinero. Significa caridad y reparto.

Bandera: Los pueblos, naciones y grupos tienen su bandera, que se coloca en un mástil. Es signo de convocatoria, pertenencia y pro­tección.

Baptisterio: El baptisterio es el lugar donde se celebran los bautismos. Su forma es redonda, hexagonal u octogonal. Suele adornase con una imagen del Bautista. En su centro está la pila bautis­mal. Antiguamente había una pequeña piscina para el bautismo de adultos.

Barca: La barca es signo de la cuna recobrada y del claustro materno. Equivale a fuerza y seguridad en una travesía peligrosa. Sirve para cruzar las aguas y para pescar. Puede hundirse y llegar a puerto. Es imagen de la Iglesia, arca salvadora en la que los elegidos pueden sobrevivir. La vida es una navegación peligrosa con destino en el último puerto de salvación, que es Cristo.

Barro: El barro o el lodo simbolizan la materia primordial de la que procedemos, junto al soplo de Dios. Es punto de partida y comien­zo de degradación.

Bastón: El bastón es signo de apoyo e instrumento de castigo.

Bendecir: Bendecir significa «decir algo bueno» a alguien, alabarlo. El ser humano tiene necesidad de bendecir y de ser bendecido. En el ámbito religioso, bendecir es comunicar el don divino. Cuando se bendice a alguien, se hace en nombre de Dios. Dios es quien en rea­lidad bendice, pero la bendición llega a su cumbre por medio de Jesucristo. El creyente en comunidad responde a la bendición de Dios con la acción de gracias o eucaristía. Quien bendice a Dios devuelve la bendición a su origen. Toda la liturgia, no sólo la euca-rística, es bendición, alabanza, doxología. La bendición es, en pri­mer lugar, don de Dios. Dios bendice, y su bendición es vida; los hijos son, por ejemplo, bendición de Dios. Pero la bendición es también alabanza. El creyente agradecido le devuelve a Dios la bendición que previamente ha recibido. Al agradecer repetidamen-

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710 ACCIONES SIMBÓLICAS

te a Dios lo que es, sobre todo cuando por la fe se reconoce que Dios se da a sí mismo eri Jesucristo, se termina por adorar. Para bendecir y alabar a Dios hay que saber lo que éste ha hecho, hace y hará a partir de la alianza. De ahí el valor de la palabra de Dios, que acompaña a cada bendición. El libro litúrgico Bendicional con­tiene las bendiciones de la Iglesia. Se bendice mediante la exten­sión o imposición de manos, con el signo de la cruz, con agua ben­dita y por medio de la incensación.

Beso: La boca sirve para comer, hablar y besar. El beso sirve para manifestar amor, amistad, afecto. Es signo de pertenencia y de veneración. Es ostensible en los saludos y despedidas, en las ale­grías y en el dolor. El beso de paz es un signo de comunión frater­na. Se besa el altar al comienzo y al final de las celebraciones. También se besa la cruz y el evangeliario. Son besados, asimismo, los recién ordenados, los confirmados y los profesos. El beso de los que se casan es signo de compromiso matrimonial.

Biblia: El término «biblia» significa en griego «los libros». Es el con­junto de libros compuestos durante más de mil años, inspirados por Dios y que constituyen las Escrituras. Son relatos sobre la historia del pueblo judío en su relación con Dios, sobre Jesús en su misión y pascua y sobre la Iglesia y los primeros cristianos en su primera expansión. Hay en su interior historias, llamamientos proféticos, plegarias y reflexiones de creyentes. Los libros de la Biblia se agru­pan en dos testamentos: el antiguo (antes de Jesús) y el nuevo (des­pués de Jesús). «Testamento» significa alianza. La Biblia es, pues, el conjunto de libros que relatan la alianza de Dios con Israel por medio de Moisés y que se cumple en Jesús, como nueva alianza.

Bolsa: Es un recipiente para guardar el dinero o los alimentos. Equivale a algo apreciado, de valor. Si es bolsa de dinero puede significar avaricia.

Brindis: Al comienzo de ciertas comidas, se brinda con el primer trago, al tiempo que se expresan deseos que se espera ver realiza­dos. Al chocar los vasos con vino tinto —que recuerda la sangre—, se expresa una alianza de hermanos.

Cadena: Las cadenas simbolizan la relación entre dos extremos o dos seres. Es ligación o comunicación. Indican que alguien está ligado a algo o a alguien. Romper las cadenas equivale a liberación.

Caja: La caja guarda en secreto lo precioso o temible. Protege, pero también asfixia. Su simbólica procede de su contenido o de la acción de abrirla y de cerrarla.

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Calabaza: La calabaza significa fertilidad y abundancia, por la canti­dad de semillas que contiene. También equivale a la caducidad de la vida, ya que crece y se pudre fácilmente. Como todas las cucur­bitáceas, sugiere estupidez.

Caldero: En el caldero se elabora la comida y el caldo. Es símbolo del reparto y del compartir.

Cáliz: El cáliz o vaso en forma de copa, donde se escancia el vino, se emplea para celebrar la eucaristía. Es memoria del cáliz de Jesús en la última cena, cáliz de pasión y copa de alegría. Beber el cáliz es comprometerse con la causa de Jesús. La vida del ser humano es un cáliz que debe ser bebido.

Camino: El camino se forma por las pisadas de los que van de un lugar a otro. Sugiere movimiento y dinamismo. En las Escrituras tiene un triple significado: plan divino sobre el mundo, ruta de la vida y comportamiento o conducta según la voluntad del Señor. Dios camina delante o en medio de su pueblo. Consiguientemente, el pueblo debe seguir «los caminos de Dios» (Sal 25,10). Los profe­tas invitan a dejar el mal camino y seguir la ruta de la buena senda. En Juan, «camino» es un concepto subordinado a un término rela­tivo, «verdad», que nos lleva a un concepto absoluto: «vida». Jesús no recorre un camino, sino que es el camino que lleva a la verdad y a la vida, o el camino que conduce al Padre. En los Hechos, «el camino» es sinónimo de nueva vida en la fe cristiana. Está asocia­do al seguimiento. Cristiano es el creyente que recorre el camino de Jesús: vive de la verdad, y la verdad le conduce a la vida. Lo con­trario de la verdad es la mentira, y lo opuesto a la vida es la muer­te. Al camino verdadero se opone el camino mentiroso. Junto a «los caminos de Dios» están «las sendas del mal».

En la liturgia, caminar es desplazarse en procesión, peregrinar a un santuario, entrar en la asamblea y salir al mundo, acercarse a la mesa con las ofrendas o desplazarse para la comunión. El creyente recorre en el viacrucis la «vía sacra» de Jesús. La Iglesia está en camino desde sus inicios.

Campana: La campana sirve para convocar a la comunidad en asam­blea o para advertirle de algún acontecimiento. Es símbolo de obe­diencia, eco de la voz de Dios. El toque de campanas puede indicar fiesta popular, hora del Ángelus, muerte de un cristiano, incendio, entrada de un personaje... El toque de campanillas convoca a la oración, llama la atención y expresa sentimientos de alegría.

Candelabro: El candelabro es el soporte de la vela o candela. Con la vela encendida, simboliza la luz espiritual, la semilla de vida y la

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712 ACCIONES SIMBÓLICAS

salvación. En el judaismo, el candelabro de siete brazos —número de perfección— significa la esperanza de Israel. El candelabro es al judaismo lo que la cruz al cristianismo.

Cantar: En la celebración litúrgica intervienen de un modo lírico la música y el canto, dándole un carácter festivo. El canto logra una mayor incidencia de la palabra, expresa con profundidad la confe­sión de fe, despliega la plegaria y vigoriza el gesto sacramental de la comunión. En suma, es una palabra más intensa que despliega su poder, es un medio de unión que exige y produce unanimidad y es una expresión de la fiesta que suscita sentimientos de alegría. La palabra adquiere una nueva dimensión por medio del canto, que rastrea lo inefable del misterio cristiano, sondea lo profundo de la interioridad y ayuda a que la fe se enraice en el mundo de la afec­tividad. El canto unísono de la asamblea es símbolo de concordia, armonía y vida ejemplar. Muchas partes de la liturgia se cantan para que su contenido penetre en las capas profundas de la persona creyente. Intervienen en el canto el salmista o solista, la schola o coro, el organista o los músicos y el director o animador.

Cántaro: En los pueblos primitivos, el cántaro es signo de fertilidad, abundancia y bebida de inmortalidad. Adornado con ramas, flores y hojas, hace referencia al agua de la vida.

Caña: La caña brota en las regiones cálidas a las orillas de los ríos. Simboliza la vida, llena de fragilidad y flexibilidad. También es signo de falta de solidez interior. A Jesús le dieron una caña como cetro, y con una caña le golpearon la cabeza. Equivale a humildad.

Capa: Como toda prenda circular abierta, con un agujero en su cima (capote, manteo, esclavina, casulla, etc.) simboliza la cúpula o la tienda con una abertura de chimenea.

Carbón: El carbón —vida apagada y negra— representa, por un lado, la fuerza escondida que necesita una chispa para desatar las ener­gías que contiene; por otro, y debido a su suciedad, es símbolo de castigo. Cuando el carbón arde, se convierte en ascua que da calor y vida.

Cartel: Se dice que el cartel es «un grito en la pared». Los carteles son útiles para dibujar en ellos siluetas significativas o expresiones alu­sivas. Pretenden llamar la atención.

Ceniza: La ceniza es residuo de una combustión, lo que queda al extin­guirse el fuego. Es resto de un fuego purificador y protección de los rescoldos. No está hecha para ser conservada. Ampliamente usada

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en las religiones antiguas, la ceniza significa en el Antiguo Testamento lo mismo que el polvo: pecado y fragilidad humana, ya que mancha, es perecedera y no tiene valor. Es conciencia de la nulidad y la pequenez de la criatura frente a Dios. Recibida en la cabeza, como duelo y penitencia, es reconocimiento público de la condición frágil y pecadora del ser humano y exhortación a la con­versión. Los primitivos penitentes se cubrían de ceniza sus cabezas para indicar públicamente que eran pecadores, que el polvo sucio de sus pecados fluía de su interior. La ceniza mancha, aunque es más ligera que la tierra y el barro. Es símbolo de muerte e inicio de nueva vida. Dios saca vida de las cenizas, de la tierra y del barro.

Cesta: La cesta o canasta simboliza el cuerpo materno, la fertilidad y los trabajos domésticos.

Cetro: El cetro, como insignia del rey o del emperador, es símbolo de autoridad y de poder. Romperlo es renunciar al poder. Sinónimos del cetro son el báculo del pastor y la vara del dignatario.

Cinturón: Debido a su forma circular cerrada, el cinturón simboliza fuerza, atadura y fidelidad. Adornado lujosamente, es signo de dominio y de poder, de castidad y de consagración.

Círculo: Opuesto al cuadrado, el círculo es signo de unidad, de per­fección y de eternidad. En el círculo no hay delante ni detrás. Según los griegos, es la forma más perfecta.

Cirio: El cirio encendido simboliza la luz espiritual que ilumina las tinieblas de la noche en el caminar de los humanos. A los recién bautizados se les entrega un cirio encendido, que significa la misión de los cristianos en el mundo como portadores de la luz de Cristo. Los cirios preceden en las procesiones, dan solemnidad a la proclamación del evangelio, iluminan las imágenes y los iconos y expresan veneración por los muertos. Son signos de gozo, de espe­ranza y de fiesta.

Cirio pascual: El cirio pascual es símbolo de Cristo resucitado, ven­cedor de las tinieblas y de la muerte. Se enciende con fuego nuevo, en la oscuridad de la noche, para indicar que todo se renueva. Su llama se propaga a los cirios de los bautizados. Se le entroniza en un gran candelabro, se le inciensa, y ante su luz se proclama el pre­gón pascual. Está encendido durante la cincuentena pascual. Se emplea en el bautismo y en las exequias.

Cizaña: La cizaña es yerba venenosa parecida al trigo. Es sinónimo de mala intención, deseos aviesos y palabras que fomentan la dis­cordia.

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Clavar: Clavar dos maderas para hacer una cruz recuerda la crucifi­xión de Jesús. También es significativa la acción de clavar o de qui­tar clavos de la cruz de Cristo.

Clavel: Sus hojas puntiagudas y verdeazuladas sugieren el clavo. Es símbolo de la pasión de Cristo. También es signo de amor y de fecundidad.

Cofre: Por su contenido interior, el cofre simboliza un tesoro material o espiritual. Abierto, equivale a una revelación.

Colores: Los colores de los ornamentos litúrgicos cambian según los tiempos y fiestas del año litúrgico. El color principal es el blanco, del que surgen los siete colores del arco iris. Recordemos que los sistemas simbólicos y los códigos sociales giran en torno a la opo­sición entre el blanco y su dos contrarios: el rojo y el negro. En una tela o en un vestido, los colores ayudan a configurar símbolos (ban­deras) o acontecimientos (procesiones, manifestaciones). Los colo­res pueden excitar o tranquilizar. Hay un color cálido (rojo) y otro seco (amarillo), uno frío (azul) y otro húmedo (verde). El azul va ligado al varón, y el rojo a la mujer. El blanco significa alegría, ino­cencia, resurrección, gloria celestial. El rojo, asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón; denota pasión, revolución, vida, Pentecostés y martirio. El amarillo indica alegría, optimismo y buen sentido. El naranja, coraje, motivación, creatividad y organi­zación. El verde, sociabilidad, responsabilidad, esperanza, paz, serenidad y ecología. El morado, humildad, penitencia, deseo y dolor. El azul, suavidad, fidelidad, paciencia, tolerancia y confian­za. Y el negro, anarquía, oscuridad, luto y muerte. Los colores litúrgicos subrayan el sentido de cada celebración. Por ejemplo, en Navidad y en Pascua se celebra de blanco; en Cuaresma, de mora­do; en Viernes Santo, en Pentecostés y en las fiestas de los márti­res, de rojo. Las festividades de Cristo y de la Virgen se festejan de azul y rojo, colores del cielo y de la aurora.

Columna: Al ser soporte arquitectónico y elemento de construcción, la columna simboliza firmeza y fuerza. La columna de fuego que guió al pueblo de Dios hacia la libertad prefigura al Espíritu. Los após­toles son llamados en el Nuevo Testamento «columnas de la fe».

Collar: Al estar compuesto de muchas cuentas ensartadas, el collar sig­nifica unificación de lo diverso. Simboliza también la relación y la ligazón.

Comulgar en la mano: La comunión en la mano fue costumbre gene­ral de la Iglesia durante los siete primeros siglos. A partir del siglo

SÍMBOLOS RELIGIOSOS 715

VIII, se comenzó a dar la comunión en la boca a los laicos para evi­tar prácticas supersticiosas al llevarse la hostia consagrada a casa. Hacia el año 1000, el pan consagrado era «intocable» para los lai­cos. A partir de entonces, el laico estuvo marginado en la liturgia: no entendía el latín, era prácticamente ignorado por el sacerdote, que le daba la espalda en la misa, y no tenía acceso al cáliz. Al comulgar de nuevo en la mano a partir de 1969, después de la refor­ma del Concilio, se recibe la hostia en la palma de la mano izquier­da, poniendo debajo la mano derecha. Como dijo en el siglo iv san Cirilo de Jerusalén: «haz de tu mano izquierda como un trono para tu derecha, donde se sentará el Rey. Recibe el cuerpo de Cristo en la cavidad de la mano y responde amén». Con este gesto se resalta el recuerdo bíblico de entregar el pan.

Comunión: La palabra «comunión» traduce el término griego koino-nía (en latín, communio, derivado de communis o común). La comunión es algo más que recibir la hostia consagrada. Equivale a comulgar en la eucaristía, en el afecto unánime de los hermanos de comunidad, en la solidaridad con los pobres y en la comunicación de bienes para que no haya necesitados. Es decir, es participación personal en el cuerpo sacramental de Cristo y en su cuerpo místico o Iglesia, a través de una comunidad, mediante la fe, los sacramen­tos, la obediencia, la participación y el compromiso.

Concha: La concha alude al órgano femenino y su relación con el naci­miento. Simboliza procreación y fertilidad.

Consagrar: Consagrar es hacer que algo o alguien sea sagrado. Cuando Dios consagra, elige, asigna una misión. La consagración es la parte de la plegaria eucarística en la que el pan y el vino se convierten, por la fuerza del Espíritu, en cuerpo y sangre de Cristo. Se le llama oficialmente «narración de la institución y consa­gración».

Copa: La copa —sea de arcilla, de madera, de loza, de cristal o de metal— es vaso para beber. Designa el destino de una persona, la prueba que ha de llevar a cabo. Su contenido puede ser bueno o malo. Es símbolo de sufrimiento y de salvación. Beber la copa hasta las heces es hacer la voluntad de Dios. Compartir la copa eucarística es comulgar con Cristo y con los hermanos.

Corazón: Tres son los puntos principales del cuerpo humano: el cere­bro, el corazón y el sexo. El corazón concentra el significado de los dos últimos. Es símbolo de la persona, ya que es una especie de condensado de uno mismo. Quien conoce el corazón de una perso­na conoce el fondo de su ser. «Donde está tu tesoro, allí está tu

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corazón» (Mt 6,21). Actualmente predomina como simbolismo amoroso.

Corona: La corona ennoblece a la persona por su emplazamiento sobre la cabeza como una guirnalda. Es símbolo de dignidad y majestad. Su forma redonda recuerda el significado del círculo: perfección y participación. Su contenido, vegetal o mineral, simboliza la consa­gración. En suma, es expresión de elevación, poder y dignidad. Por consiguiente es atributo de vírgenes y de reyes. La corona toma la forma de diadema, tiara o turbante. Representa la victoria y el premio.

Corona de adviento: Se hace con ramas verdes y cuatro cirios, nor­malmente rojos, que se encienden a lo largo de las cuatro semanas de adviento.

Corona de espinas: La espina significa fatiga, sufrimiento y dolor. La corona de espinas se refiere a la que se impuso a Cristo en su pasión, símbolo de dolor y de burla. Fue una caricatura de la dia­dema real.

Credo: Las confesiones de fe usadas en la liturgia comienzan con la palabra «credo» —creo, en singular—. El credo se confiesa en el bautismo y en la eucaristía.

Criba: La criba o el bieldo es un instrumento de trabajo agrícola que sirve para separar el grano de la paja. Equivale a discernimiento.

Crisma: Crisma es el aceite de oliva perfumado con especias aromáti­cas que consagra el obispo el jueves santo para la unción postbau-tismal y, sobre todo, para la confirmación, denominada precisa­mente «crismación» por los orientales. Se usa en el bautismo, en la confirmación y en la ordenación. Significa participación regia en el ministerio del Señor.

Cristal: El cristal es símbolo de limpieza y pureza, de ideas claras y de mente lúcida.

Cruz: La cruz es el signo religioso más difundido, por ser el instru­mento de suplicio y ejecución en el que murió Jesús, escándalo para los judíos y necedad para los paganos. Jesús murió crucifica­do. De ese modo, la cruz pasó de ser suplicio ignominioso a ser tro­feo de victoria, ya que la muerte de Cristo es la muerte de la muer­te. Tiene, pues, significado de sufrimiento y de resurrección. Con ramas y flores, la cruz es símbolo de victoria y de esperanza. El leño seco de la cruz se convierte en el árbol de la vida. Para los cris­tianos, la cruz es un símbolo cristiano radical que a menudo se ha

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desviado. Se han dado persecuciones con la cruz, que además se ha convertido a veces en una joya o en un emblema de honor por méri­tos militares o eiviles. Constantemente hay que recuperar su senti­do. El pueblo cristiano, pobre y sufriente, posee una intuición pro­funda sobre el valor redentor de la cruz. Entiende con facilidad que el Jesús histórico fue crucificado por su tenor de vida. Al optar por los pobres, marginados y miserables, concitó el odio, la persecu­ción y la condena a morir en la cruz. Por estar totalmente Dios con él, resucitó. La tradición cristiana, siguiendo a san Pablo, ha enten­dido la muerte de Jesús como sacrificio expiatorio de nuestros pecados; también ha interpretado que el mundo es reconciliado por la muerte de Cristo. Estas afirmaciones, sin fe, no son inteligibles ni aceptables. Los discípulos de Jesús aprendieron pronto que la cruz no es algo pasado, sino presente: el bautismo se da en la muer­te de Cristo, y la eucaristía es memorial de la pasión del Señor. Discípulo de Jesús es el que carga con la cruz, el que se gloría sólo en la cruz del Señor y el que da testimonio de la cruz de Cristo. Naturalmente, la cruz no tiene sentido sin la resurrección. Una «cruz procesional» abre la marcha del cortejo litúrgico. En la mesa del Señor hay una «cruz de altar». En el viernes santo se adora solemnemente la cruz. El crucificado es el centro de las pro­cesiones de la semana santa. Con el signo de la cruz, el cristiano se santigua y el sacerdote bendice.

Cuerda: El símbolo de la cuerda es parecido al de la cadena: equivale a unión y atadura. Si la cuerda se rompe, se produce la liberación.

Cuerno: El cuerno es el arma de ataque del carnero y del toro. Simboliza la fuerza y el orgullo.

Decoración: El espacio en que se reúne la asamblea para celebrar debe estar adecuadamente decorado. La belleza es un signo de la pre­sencia de Dios.

Desierto: El desierto es una tierra sin vida, un lugar de muerte. En el desierto se corren diversos peligros: el hambre y la sed, las tor­mentas de arena y las alimañas. El camino por el desierto equivale a prueba y purificación. Al no haber allí caminos, es necesario un guía. El desierto significa también espacio de retiro. Es lugar pro­picio de revelación de Dios.

Dinero: El dinero es símbolo de bienestar y de poder. Representa una necesidad vital y una tentación de avaricia. Como ídolo, es lo con­trario de Dios.

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Entrega de los evangelios: A los bautizandos adultos se les entregaba el libro de los evangelios como expresión de compromiso, en orden a conocer mejor la persona, las palabras y los hechos de Jesucristo. Además, se comprometían a ser fieles en su profesión de fe, en una dura lucha contra el pecado y sus consecuencias injustas.

Espada: La espada es signo de fuerza y de poder militar. Al mismo tiempo que destruye o mata, establece la paz y la justicia. En la Biblia, la espada forma parte, como símbolo de destrucción, de las tres plagas: la guerra, el hambre y la peste. Envainada, simboliza la templanza. Cristo rechazó el uso de la espada.

Espejo: Por su capacidad reflectora, el espejo es signo del conoci­miento y del reconocimiento. También simboliza la vanidad y el egoísmo.

Espiga: La espiga simboliza el crecimiento y la fertilidad, ya que es alimento y semilla. Es llegada a la madurez. Unas espigas y un racimo de uvas significan la eucaristía.

Espina: El espino es un arbusto que no produce fruto, estropea el terre­no y lastima a quien se acerca a él. La espina, aunque defiende a la planta, simboliza el obstáculo, la dificultad, lo áspero de la vida. Las espinas y abrojos son símbolo del castigo del pecado. En la parábola del sembrador, la maleza impide que germine la semilla. Cristo fue coronado de espinas.

Estrella: Las estrellas son como luminarias litúrgicas o fuentes de luz que tachonan la oscuridad del firmamento. A los primitivos les ha fascinado siempre lo que está detrás del centelleo de las estrellas, El ser humano ha pretendido tocarlas o llegar a ellas. Una estrella —como ángel o como guía— condujo a los Magos hasta Jesús, recién nacido. Jesús, pendiente de la cruz, es el «lucero de la tarde», porque venció a las tinieblas de la muerte. María, coronada de estrellas, es la «estrella matutina».

Farol: El farol, como la lámpara, es símbolo de luz y de lucidez.

Flecha: La flecha o saeta es símbolo de penetración y de destino. Al alcanzar un blanco, indica un término.

Flores: Las flores son signo de belleza y de armonía. Entregadas a una persona, significan amistad, fraternidad o amor. Como se marchi­tan pronto, también equivalen a fragilidad o a caducidad. Las flo­res anuncian la vida, la alegría de vivir. En las sepulturas, son signo de vida y de esperanza.

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Fracción del pan: La «fracción del pan», gesto del padre o de la madre de familia que lo parte y reparte entre sus hijos, fue el primer nom­bre de la eucaristía. Los relatos de la última cena dicen que Jesús «tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio». Partir el pan es romperlo, símbolo de la pasión, pero es gesto necesario para su reparto.

Fruto: El fruto significa madurez. Varios frutos equivalen a abundan­cia y bienestar.

Fuego: Por su capacidad de dar vida y de destruir, el fuego simboliza lo divino y lo demoníaco. Es puro y purificador. Como prolonga­ción material de la luz, el fuego se acerca a Dios por su inmateria­lidad o espiritualidad. Es una luz viva, fascinante y terrible, que ilu­mina o ciega, da vida y destruye, purifica y abrasa, quema y con­sume. Como el agua, es símbolo de purificación y de regeneración, de destrucción y de aniquilación. Significa el juicio de Dios, en tanto que purifica, al mismo tiempo que muestra la santidad de Dios por la iluminación que produce. Como elemento inmaterial y no circunscribible, el fuego representa en el diálogo personal la presencia viva de Dios. El fuego abrasa, fascina y produce temor. Dios se reveló a Moisés en una zarza ardiente y condujo al pueblo en forma de columna de fuego. El fuego que bajó a los discípulos en Pentecostés es símbolo del Espíritu. El bautismo de fuego es bautismo de entrada en la comunidad escatológica. En la liturgia se hallan juntos los simbolismos luz-llama e iluminar-arder, especial­mente en la vigilia pascual.

Gestos corporales: Estar de pie es actitud de la persona libre, con los pies en el suelo y la cabeza elevada al cielo. En muchas culturas indica respeto hacia otras personas. En la asamblea litúrgica es gesto de esperanza y de resurrección. Significa dignidad y pronti­tud. Con esta actitud aclamamos al Señor, escuchamos el evange­lio, proclamamos la fe y nos unimos a las oraciones del presidente. Estar sentado equivale a una actitud de recepción, de escucha y de diálogo. Expresa tranquilidad y dignidad. El obispo celebrante pre­side sentado desde su «cátedra», que significa silla. Cuando Jesús subió al cielo, «se sentó a la derecha de Dios» (Me 16,19). Sentados escuchamos las lecturas no evangélicas, interiorizamos la homilía y meditamos. El gesto de arrodillarse significa homenaje y súplica. Solamente nos postramos ante un ser superior. Es un gesto de humildad, penitencia y adoración; quien lo hace reconoce su debilidad personal y la grandeza de Dios. Nos arrodillamos para confesar los pecados y adorar la eucaristía y la cruz.

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Junto a estas tres posturas corporales fundamentales, se da tam­bién en la liturgia la actitud de inclinarse, como gesto de súplica. El celebrante se inclina ante el altar. La reverencia expresa respeto. El gesto de postrase o de yacer sobre el suelo es excepcional. Ocurre en la ordenación de un obispo, sacerdote, diácono o abad, así como en la consagración de vírgenes, mientras se convoca a los santos en las letanías como testigos de lo que se hace. Al postrar­se, la persona se iguala con la tierra, con su «humus», y acata a Dios: se hace humilde. Renuncia a su voluntad y se entrega a un servicio o ministerio.

Como han señalado algunos escrituristas, los evangelios ponen de relieve el símbolo de los ojos, las manos y los pies. Los ojos o la mirada tienen relación con la fe. Ver con ojos de fe equivale a convertirse o a cambiar de valores. El ojo «malvado» indica avidez, ambición, envidia. Las manos simbolizan la caridad. Con las manos curó Jesús a muchos enfermos y repartió el pan a la multi­tud de hambrientos. Impresionada la gente por los hechos de Jesús, se preguntaba: «¿Qué portentos son esos que le salen de las manos?» (Me 6,2). Se observa este gesto en el reparto del pan y en la transformación de los cuerpos. Las manos tienen un gran relieve en la liturgia. Precisamente las manos orantes, al elevarlas, expre­san el diálogo con Dios. Es un signo tradicional de atención y de escucha. Es actitud de oración. Los golpes de pecho son gestos de arrepentimiento y humildad, mediante los cuales se reconoce la propia culpa. Se hace este gesto al recitar el acto de reconciliación con el «yo confieso» («confíteor»). Para significar el recogimiento se cruzan las manos en el pecho. Cuando las palmas de las manos se unen, expresan una súplica, y si los dedos se entrelazan, indican compenetración. Darse la mano es un signo de confianza. Los pies simbolizan la esperanza. Caminar a pie significa seguir una ruta de futuro. Los evangelios narran la vida de Jesús a lo largo de un iti­nerario, en forma de subida, desde Galilea a Jerusalén.

Hacha: El hacha simboliza la guerra o la destrucción. Aplicada a la raíz de los árboles, es signo del juicio de Dios.

Harapos: Los harapos significan la pobreza material, la miseria y las angustias. Pero a veces, tras los harapos, hay una gran riqueza espi­ritual. No hay que fiarse de la mera apariencia.

Hisopo: El hisopo es una planta medicinal que servía antiguamente para asperjar al pueblo. Este nombre se aplica al objeto metálico que se emplea en los ritos de aspersión y purificación con agua bendita, especialmente en la vigilia pascual y en los domingos.

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Hoja: La hoja, porción del reino vegetal, simboliza la dicha y la pros­peridad. Un ramillete de hojas representa a la comunidad.

Huevo: El huevo es símbolo de germen de vida o de fertilidad. El huevo de pascua es signo de resurrección, ya que Cristo salió de la tumba como un polluelo maduro.

Icono: Icono proviene de eikon, imagen. Es una pintura sagrada en madera, normalmente portátil, propia de Oriente. La teología orien­tal del icono se basa en que el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios. Cristo es el «icono de Dios invisible» (Col 1,15), su revelación.

Iluminación: Desde la primera creación a la última, la luz ilumina todo cuanto Dios hace, porque Dios es luz. La aparición del mundo se asocia a la creación de la luz. En un proceso evolutivo de ilumina­ción, Dios hace aparecer gradualmente todas las cosas hasta la apa­rición del hombre y de la mujer. Por esta razón, la luz es buena, y malas las tinieblas de la noche. En la Biblia, la luz material es manifestación de la gloria del creador. Dios es el padre de la luz y habita en «una luz inaccesible». Jesús nació de noche, pero a los pastores «la gloria del Señor los envolvió en su luz». Es el sol invencible, la luz del mundo, vida y verdad de la humanidad. Por consiguiente, los cristianos son hijos de la luz. Lo contrario de la luz son las tinieblas, signo de la mentira, de la injusticia o de la muerte. En la Jerusalén celestial —según el Apocalipsis— ya no habrá noche ni tinieblas, porque el Señor alumbrará a los hijos del cielo. El bautismo fue entendido primitivamente como ilumina­ción. Más tarde la iluminación significó una fase de purificación del pecado para llegar a un estadio superior de unión con Dios. La iluminación se simboliza encendiendo velas o el cirio pascual. Tiene como finalidad modular el espacio y crear cierto ambiente.

Imágenes: Por herencia judía, hubo en el cristianismo primitivo resis­tencia a usar imágenes sagradas. Con el tiempo se impusieron por exigencias del pueblo, que las necesita y venera. Debido al culto exagerado que a veces se dio a las imágenes, surgieron los icono­clastas, contrarios a su uso. Las imágenes simbolizan lo inexpresa­ble del misterio de Dios, de Cristo, del Espíritu, de María y de los santos. El sentido de la vista enriquece a la palabra.

Imposición de manos: La imposición de manos tiene un doble signi­ficado: integración y embajada. Al transmitir con las manos un calor vivo, se asemejan al seno materno o al ave que cobija bajo sus alas a los polluelos: son manos integradoras, protectoras, de adop-

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ción. Pero también se imponen las manos como gesto de delega­ción o de envío. Quien impone las manos delega en quien recibe la imposición: es gesto de conceder responsabilidad. Primitivamente significó toma de posesión o transmisión de bendición. La imposi­ción de manos es un gesto usado por Jesús en su acercamiento a los niños y en las curaciones de enfermos. Con esta acción simbólica se pone de manifiesto la acogida por parte de Dios y la dispensa­ción de los ministerios. El gesto de la imposición de manos forma parte de la ordenación sacerdotal y de la confirmación. Equivale a la transmisión de un don o de una responsabilidad.

Incensar: El incienso se produce quemando resinas y esencias perfu­madas. En razón del humo que se produce y que sube más alto que el fuego, significa la oración que se eleva hacia Dios. Sirve para crear una atmósfera peculiar. Es una ofrenda, una oblación. Incensar es reconocer la dignidad de la persona, Su acción simbo­liza la oración: «Que mi plegaria ascienda hacia ti como el aroma del incienso» (Sal 141,2). Pero su uso, actualmente en retroceso, es facultativo, ya que en Occidente no se entiende bien su significa­ción. Uno de los magos ofreció incienso a Jesús.

Inmersión: La inmersión en agua es un gesto de purificación y rege­neración. Psicoanalíticamente, es un intento de volver al útero materno, a la placenta original. Usado en el rito bautismal, equiva­le a nuevo nacimiento. Gracias al baño del bautismo, el creyente se purifica de sus pecados y se regenera para una nueva vida.

Jarra: La jarra simboliza el vaso de la abundancia.

Lábaro: El lábaro es una tela estrecha y larga, con dibujos o adornos, que puede colgar del techo para decorar una iglesia o una sala.

Lámpara: La lámpara, la antorcha, el farol y la linterna son objetos portadores de luz. La lámpara de aceite hecha de barro equivale al ser humano, frágil pero con fuerza vital. Simboliza la vigilancia y la irradiación de la fe. La lámpara del sagrario indica que Jesucristo está presente en el sacramento eucarístico. Dios es como una lám­para.

Lanza: Como toda arma, la lanza simboliza la guerra y el poder.

Látigo: El látigo es símbolo del poder judicial y del castigo.

Lavar las manos: En las antiguas culturas religiosas, lavar con agua tiene significado de purificación. El lavatorio de manos es un signo de limpieza ritual. En la eucaristía, el sacerdote se lava las manos

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antes de la plegaria eucarística, como símbolo de purificación inte­rior. También puede significar declararse ajeno a un asunto grave, como hizo Pilato.

Lavar los pies: El lavatorio de pies del jueves santo recuerda y actua­liza lo que hizo Jesús en su cena de despedida. Representa la acti­tud de amor abnegado, el servicio a los hermanos y la virtud de la humildad.

Leccionario: Leccionario es el libro que recoge de forma ordenada, según los tiempos y los ciclos litúrgicos, las lecturas bíblicas que se proclaman en la misa, los sacramentos y la liturgia de las horas. Es la Biblia litúrgicamente organizada. El antiguo evangeliario era lle­vado en procesión entre luces, se le incensaba y besaba, y era acla­mado antes y después de su lectura. El evangeliario puede perma­necer abierto en el ambón. Hay varios leccionarios.

Leche y miel: Leche y miel son alimentos que representan los bienes divinos y la vida espiritual. Se ofrecían en la Iglesia primitiva al recién bautizado como signo de dulzura y de inmortalidad.

Leer: La lectura de pasajes bíblicos de los leccionarios ha sido y es en la liturgia un momento fundamental. Jesús hizo la lectura en la sinagoga de Nazaret. Luego la comentó. Desde la antigüedad exis­tió el oficio del lector, encargado de proclamar la palabra de Dios desde la Biblia o el leccionario.

Levadura: Levadura es un pedazo de masa vieja y acida que se intro­duce en la masa nueva para que fermente y se transforme, ya coci­da, en pan esponjoso. Sin la masa, la levadura se hace agria y se corrompe. Sin levadura, el pan es incomestible, por duro. Los cris­tianos deben ser levadura del Señor en el mundo.

Libro religioso: El libro cristiano por antonomasia es la Biblia, pala­bra griega que significa «los libros». En la liturgia se emplean tres libros principales: el misal, el ritual de sacramentos y la liturgia de las horas. Hay tres religiones del libro o de la palabra: el judaismo, el cristianismo y el islamismo.

Lira: La lira es signo de la música, de la armonía, del agradecimiento y de la alabanza a Dios.

Luz: Después de la noche, cada mañana amanece con la luz. Al rom­per las tinieblas de la noche, la luz despierta fascinación y alegría. Es símbolo de vida, felicidad y esperanza. La luz brilla por su res­plandor, ilumina en su difusión y da fisonomía a las cosas. Sin luz,

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ludo desaparece. Al «dar a luz», la mujer tiene un hijo; «ver claro» sibilítica comprender; e «iluminar» es despejar un problema oscu­ro. El contraste entre la luz y la oscuridad se encuentra en todas las religiones. Lo contrario del día es la noche. Durante el día se tra­baja y se redime; la noche es sinónimo de tentaciones, peligros y traiciones. Una luz o un faro en la noche es guía para los extravia­dos. Jesucristo es la luz que transforma a los creyentes en hijos de la luz. En una palabra, la luz simboliza la presencia y manifestación de Dios.

Llama: La llama simboliza la purificación, la iluminación y el amor espiritual. Representa el fuego del Espíritu Santo.

Llave: La llave sirve para abrir y para cerrar una puerta. La entrega de las llaves es concesión de poder o autoridad. El poder de las llaves equivale a unir y desunir, atar y desatar. Cristo entregó a Pedro el poder de las llaves sobre la Iglesia. Una llave puede significar la virtud teologal de la fe.

Mantel: El mantel se usa en la mesa familiar. Se emplea asimismo para cubrir el altar o la mesa eucarística.

Manto: El manto es señal de dignidad superior, de separación y de pro­tección. En el Antiguo Testamento equivale a la persona, a su espí­ritu personal. Por eso Elias entrega su manto —es decir, su carisma profético— a Elíseo (1 Re 19,19). Tocar el manto de Jesús equiva­le a recibir de él la salud. Dar el manto es darse a sí mismo.

Máscara: El vocablo latino persona significa máscara. La máscara o la careta representa al yo que se oculta bajo el rostro. La máscara teatral se usaba en Atenas quinientos años antes de Cristo. Es utili­zada con profusión en los carnavales.

Mesa: La mesa constituye un centro a cuyo alrededor se sientan los comensales y donde se come y se celebra la eucaristía. La comida fraterna es acto de comunidad que simboliza la solidaridad del ser humano con el mundo, con los hermanos y con Dios.

Mostaza: Los granos de mostaza, de los que se obtiene el condimento del mismo nombre, son tan minúsculos que designan algo peque­ño, pero capaz de crecer y hacerse grande.

Nacimiento: El belén, nacimiento o pesebre, reducido a veces al «mis­terio» (José, María, el Niño y, la muía y el buey), ambienta fami­liarmente la Navidad. Desde que san Francisco de Asís hizo por primera vez en 1223 un belén, se ha divulgado mucho en las regio­nes católicas.

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Noche: La noche es en los relatos de experiencia religiosa tiempo pri­vilegiado de encuentro con Dios, momento de purificación, condi­ción para volver a los orígenes y prueba de fe. San Juan de la Cruz nos habla de la «noche oscura» como itinerario hacia Dios.

Nudo: El nudo significa unión, relación y ligadura. Por su atadura, equivale a conexión cerrada.

Óleos: Los óleos son aceites perfumados, esenciales en la liturgia cris­tiana. En la liturgia se emplean tres, que bendice el obispo en la misa crismal del jueves santo: el crisma, el óleo de los catecúme­nos y el óleo de los enfermos.

Olivo: Los tres cultivos característicos de Palestina y del Mediterráneo son la higuera, la vid y el olivo. El olivo, por su adaptación a la tie­rra seca y por su tronco retorcido, es símbolo de resistencia y lon­gevidad. Por ser de hoja perenne verde, simboliza la justicia y la sabiduría. La rama de olivo es signo de paz y de alianza. La coro­na de olivo era el símbolo del premio en los juegos olímpicos. Los ramos de olivo se llevan en la procesión del domingo de Ramos para cantar hosannas al Hijo de David.

Oscuridad: En contraste con la luz, la oscuridad simboliza cautividad, injusticia, muerte. Las tinieblas son la mentira. Cristo muere entre tinieblas.

Paja: La paja no tiene vida ni peso ni estabilidad. Va de un lado a otro, según sople el viento. Es símbolo de la necedad o de la impiedad.

Palma: La palma es símbolo de victoria, ascensión e inmortalidad. Hay palmas de Ramos y palmas de los mártires.

Palmatoria: La palmatoria es un candelera bajo que sirve para alum­brar. Se usa para dar la comunión a los fieles.

Pan y vino: El pan y el vino, alimentos básicos en los pueblos del Mediterráneo, se obtienen mediante un proceso de elaboración a partir de los granos de trigo y de uva, que brotan de la tierra, en forma de espigas y de racimos respectivamente, por la acción del sol y de la lluvia. Son regalo de la naturaleza y fruto del trabajo humano. Los granos son triturados, y las uvas prensadas. El pan y el vino son símbolos de lo sólido y de lo líquido, del cuerpo y de la sangre, de la naturaleza y de la historia, de la cultura y del culto, de la dispersión y de la unidad, del trabajo y de la fiesta, de la subsis­tencia y de la inspiración, de lo masculino y de lo femenino, del hambre y de la sed de los pobres... Representan el conjunto del uni­verso. Desde las espigas y las uvas, pasando por la harina y el

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mosto, hasta llegar al pan y el vino, se ha dado un proceso largo y complejo de moler y prensar, cocer y fermentar, comer y beber.

Dios quiere que todos comamos y que se reparta la comida, que se compartan solidariamente los alimentos de este mundo. Precisamente los tiempos mesiánicos se caracterizarán por el ban­quete de los pobres y por la abundancia de la comida y la calidad de la bebida. Cristo, que es «el pan de vida», sacia a las multitudes hambrientas multiplicando el pan y el vino. Al repartir el pan en el desierto, enseña a sus discípulos a distribuirlo con abundancia. Al final de su vida se entrega en forma de pan roto y compartido, signo de su cuerpo. La copa distribuida es signo de su sangre. El cristia­nismo no es primariamente religión del ayuno, sino de la comida compartida. Con un bocado de pan y un trago de vino se celebra la eucaristía. Bendecidos y consagrados, el pan y el vino se transfi­guran en el cuerpo y la sangre de Cristo. El reino de los cielos se describe como un banquete mesiánico. El banquete pascual del Antiguo Testamento fue figura de la nueva alianza de Jesús, pan partido y sangre derramada.

Papel: El simbolismo del papel va ligado a la escritura y a la fragilidad de su textura.

Paz: El beso o el abrazo de paz es signo de afecto y de ternura, de amor y de amistad, de entrega espiritual y de veneración. Este gesto es muy antiguo entre los cristianos. Es símbolo de hermandad, de comunión fraterna antes de la comunión eucarística. La paz no es ausencia de guerra, sino posesión de salud y felicidad. Se busca con ahínco: es don de Dios y quehacer humano. Jesús resucitado se aparece dando a sus discípulos la paz. En las eucaristías celebradas por el obispo, la primera palabra es el deseo de que los fieles reu­nidos tengan paz. En las eucaristías primitivas se daba el «ósculo de la paz» al final de la liturgia de la palabra. Así lo hacen los orientales. Es un signo de reconciliación con los hermanos en forma de beso, abrazo o apretón de manos, antes de presentar las ofrendas.

Peregrinación: Peregrinar es salir de casa para acudir a un lugar de manifestación divina. Equivale a caminar hacia Dios. Los peregri­nos buscan descanso y paz, curación y consuelo, elevación y dicha. La vida es una peregrinación hacia la morada definitiva.

Perfume: Los aromas son necesarios para que las ofrendas resulten agradables. El perfume, por su buen olor, expresa virtud y alegría. Va ligado a una unción. En el culto se quemaba incienso y perfu­mes. El humo oloroso que asciende representa la oración que sube a Dios.

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Pez: El pez —en griego, «ijzys»— es uno de los símbolos más anti­guos de Cristo. Su nombre es acróstico de «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador». Los recién bautizados son como peces renacidos por el agua bautismal. Se salvan permaneciendo en el agua.

Piedra: Por su dureza e inalterabilidad, la piedra representa la fuerza divina. La roca es el fundamento de un edificio, de una obra. Cristo es la piedra angular de la que dimana la vida. Pero también es pie­dra de escándalo.

Pila bautismal: La pila bautismal es un recipiente grande, normal­mente redondo y de piedra, que contiene el agua para el bautismo. Primitivamente, las fuentes bautismales eran cuadradas, hexagona­les, octagonales o redondas. La pila bautismal significa el seno materno de la Iglesia.

Planta: Con toda su variedad y belleza, la planta representa la vida que se renueva cíclicamente. Es símbolo de vida y de creación.

Procesión: Procesión viene de «proceder», es decir, caminar hacia delante. En la liturgia, equivale a un caminar comunitario de un lugar a otro para expresar con la oración y el movimiento un rela­ción particular con Dios, bajo la consideración de un misterio. Las procesiones religiosas son peregrinaciones cortas. Una cruz abre la marcha. Se procede en paz.

Puerta: La puerta equivale a la apertura de una casa para entrar o salir. Sirve para abrir la vida y para cerrar la muerte. Jesús es «puerta de las ovejas», y María «puerta del cielo».

Quemar papeles: La acción de quemar papeles, que pueden contener los pecados personales, es romper con un pasado y empezar de nuevo sobre unas cenizas que son residuo y rescoldo de vida.

Rama: La rama, sobre todo de olivo, significa el honor, la fama y la inmortalidad.

Ramo de flores: El ramo variado de flores es signo de la unidad den­tro de la multiplicidad. También equivale a belleza y a vida.

Red: Por ser instrumento de pesca y de caza, la red equivale a servicio de captura y de introducción. Una red con peces representa a la Iglesia.

Romper una vasija de barro: El acto de romper una vasija de barro significa destrozar algo que no puede volver a ser lo mismo. Sólo Dios es capaz de reconstruir totalmente la multitud de añicos. Es signo del pecado que destroza.

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Rosa: La rosa, por su forma, belleza y perfume, es la flor más emble­mática de Occidente. Es símbolo del amor puro. María es llamada en los himnos latinos «rosa espléndida», y en las letanías «rosa mística». La peonía, por no tener espinas, es la rosa sin pecado.

Sal: Por su capacidad de conservar los alimentos, la sal es símbolo de incorrupción y de justicia. También significa amistad y hospitali­dad. En las heridas, la sal escuece al ayudar a cicatrizar. Un puña­do de sal era el «salario» de un trabajador en ciertas culturas pri­mitivas. Significa la recompensa por un esfuerzo. «Vosotros sois la sal de la tierra», dijo Jesús a sus discípulos y a una muchedumbre de pobres. El cristiano ha de ser condimento para el mundo. Pero la sal excesiva deteriora la sopa y la comida, el agua y la tierra: es su faceta sombría. Por consiguiente, hay que saber sazonar. A los bautizandos se les daba a gustar un poco de sal como aperitivo cris­tiano antes del banquete eucarístico.

Sede: La sede es un asiento elevado, símbolo de autoridad y de magis­terio. Se reserva a quien preside la celebración y dirige la oración.

Semilla: La semilla es símbolo de vida y de abundancia. Al morir en la tierra para que nazca la planta, equivale a cambio profundo y a renacimiento espiritual. Cosechamos lo que sembramos.

Señal de la cruz: La señal de la cruz en la frente fue un signo muy extendido desde los orígenes cristianos. Esta señal se amplió más adelante en una triple forma: en la frente, en los labios y en el cora­zón. Así se distinguió el signarse del santiguarse. La señal de la cruz se traza hoy en la frente de los candidatos al bautismo y a la confirmación. A los misioneros que parten para la evangelización se les entrega un crucifijo. La señal de la cruz simboliza la perte­nencia del cristiano a Dios. Es distintivo del creyente. Con la señal de la cruz empieza y termina la celebración de la eucaristía.

Silencio: El ser humano, locuaz y taciturno, es animal que puede hablar o callar. El silencio exige suspender todo gesto, palabra o rito. Pero no es mero mutismo, sino tiempo de asimilación de lo visto, oído, dicho, gustado o tocado. El silencio abre la revelación, y el mutis­mo la cierra; el silencio da que pensar, y el mutismo agosta el pen­samiento; el silencio es progreso, y el mutismo es retroceso; el silencio no es tiempo muerto, sino paz interior. Según el monacato antiguo, el silencio es una gran ceremonia, un constitutivo esencial de la liturgia. Pero en la celebración no se trata sólo de escuchar en silencio, sino de entrar en comunión con Dios y con los hermanos. El silencio se dirige hacia el interior de uno mismo y hacia arriba,

SÍMBOLOS RELIGIOSOS

para oír. Sirve para que la palabra de Dios y sus consecuencias penetren mejor. Es momento de recogimiento, de meditación y de apertura a Dios y a los hermanos. Hay silencios antes de hablar, silencios intencionados y elocuentes durante la manifestación de la' palabra, y silencios cuando concluye la palabra. Porque en el dis­curso del silencio encuentra el ser humano el hondón de su propia intimidad. Donde mayor es el misterio, más grande es el silencio y mejor penetra el Espíritu. La palabra de Dios descendió en el silen­cio de la noche. El Espíritu habla en el silencio; para percibirlo es necesario hacer silencio.

Soplo: El aliento o el soplo equivale al principio vital que sale de las narices o de la boca. Creado por el soplo de Dios, el ser humano muere cuando la falta el viento (desde fuera) o el aliento (desde dentro). Pero Dios promete un soplo nuevo, el del Espíritu, soplo de creación y de resurrección. En los exorcismos antiguos se sopla­ba sobre el poseso para ahuyentar al espíritu del mal y acoger al espíritu del bien. En suma, el viento puede ser soplo de vida que haga crecer o huracán violento que desaloje.

Tierra: En contraposición al cielo, la tierra es femenina, pasiva y oscu­ra. Es el seno en el que nacen todos los vivientes y la tumba en la que son enterrados. Es símbolo de fecundidad y regeneración. La nueva tierra es la tierra recobrada tras el exilio.

Tinaja: La tinaja es un recipiente de barro que sirve para contener agua. Es símbolo de la pila bautismal.

Toque de campanas: El toque de la campaña o de la campanilla es lla­mada o convocatoria para reunirse. También es signo de alegría.

Trigo, maíz y arroz: El significado del trigo en Europa, del maíz en América y del arroz en Asia es el mismo: comida básica. Equivalen a nacimiento y a muerte. El grano de trigo enterrado y que florece es símbolo de Cristo que baja a los infiernos y resucita.

Unción: La unción es el rito por el que se unge a alguien con aceite o con un bálsamo medicinal. Recordemos que el aceite es símbolo de vigor, y las unciones equivalen a comunicación de fuerza espiritual y a curación. La unción en la Biblia consagra y da fuerzas para vivir en el nuevo estadio. La unción mesiánica del Antiguo Testamento significa consagración por el Espíritu para «practicar la justicia» y salvar a los pobres (Sal 72,1). El ungido del Señor por

-: antonomasia es el Mesías-Cristo. Significa que tendrá totalmente el b¡ Espíritu, como lo prueban las escenas del bautismo y de la transfi­

guración, anticipos de la unción real de Jesús en su cruz y resu-

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730 ACCIONES SIMBÓLICAS

rrección. Tres son los óleos que consagra el obispo en la misa cris­mal del jueves santo: Crisma, óleo de los catecúmenos y óleo de los enfermos.

Unción con crisma: Crisma es el aceite perfumado con ungüentos aro­máticos que consagra el obispo el jueves santo para la unción post-bautismal y, sobre todo, para la confirmación, denominada precisa­mente crismación por los orientales. Originariamente, crismación es signo de pertenencia y de reconocimiento, al modo como se señalaban en la antigüedad —mediante la sphragis o signación— personas, animales o cosas que pertenecían a una misma corpora­ción o propiedad. De acuerdo con la simbólica de la Biblia, la unción de la confirmación hecha con el crisma significa acogida e integración o, si se prefiere, consagración. El ungido llega a ser cristiano. La crismación en la coronilla del neófito o recién bauti­zado expresa el sacerdocio real de los cristianos y la entrada del ungido en el pueblo de Dios. La unción crismal de la confirmación es signo sacramental en sentido estricto, que ratifica lo que signifi­ca la imposición de manos: adopción, integración, delegación y embajada, bajo el signo de la penetración. Son, asimismo, un­gidos con crisma los presbíteros (en las manos) y los obispos (en la cabeza).

Unción con óleo de los catecúmenos: Usado en la unción de los cate­cúmenos, en el pecho y en la nuca, el óleo penetra, empapa e impregna, mientras que el agua resbala. Esta unción ayuda a poner de relieve la personalidad. Significa que el bautizando se apresta a estar en forma y a tornarse escurridizo en la lucha cristiana de la vida. Es signo de fortalecimiento.

Unción con óleo de los enfermos: La unción de enfermos no es unción de moribundos o extrema unción. A través de la unción, el enfer­mo recibe la gracia de luchar por su curación y el deseo de vivir una vida más evangélica, más compartida y más plena. El acento de la unción de enfermos no se pone en el perdón de los pecados, sino en la restauración del cuerpo y del espíritu. Lo decisivo no es el acei­te, sino la oración y el obrar en el nombre del Señor. Dicho de otro modo, el aceite no es remedio, sino mediación de la acción de Dios. La unción de enfermos es una acción simbólica que equivale a for­talecimiento de salud y aceptación del Espíritu de Dios. Atenúa sufrimientos y vigoriza el espíritu.

Unir las manos: En la boda cristiana, la unión de las manos («dexte-rarum iunctio») de los novios significa concordia y fidelidad mutua.

SÍMBOLOS RELIGIOSOS 731

Vela: La vela encendida significa la luz de la fe. En toda celebración se encienden al menos dos velas, que son llevadas en la procesión de entrada. Son expresión de veneración o de celebración festiva.

Velo: El velo significa ocultamiento de cosas secretas. Desvelar es revelar. Hay velos de gloria (de la novia o de la virgen consagrada) y de muerte (de luto). En la tradición hispana del matrimonio, la velación, o imposición del velo nupcial a los que se casan, indica la indisolubilidad del matrimonio. Con el velo «humeral» se lleva la custodia.

Vestidos: En las celebraciones litúrgicas, y en toda celebración en general, juega un papel significativo el vestido, que sirve para dis­tinguir la diversidad de ministros, para realzar la estética y para insinuar el misterio que se celebra. Las personas se revisten para ir de fiesta o para un funeral. Hay vestidos de neófito, de novia, de religioso consagrado, de monje, de sacerdote... Ponerse un vestido nuevo es convertirse. El vestido fundamental es el alba, túnica blanca de origen bautismal, símbolo de la dignidad nueva de los cristianos. Hoy es vestidura sacerdotal y diaconal.

Vid/viña: En tiempos de Jesús, Palestina era un país rico en viñedos. Cada vid es un tronco vigoroso que sostiene ramas vivas y produ­ce frutos. Los sarmientos o ramas secas, sin valor, se queman; las ramas que producen fruto se podan. La cepa simboliza la vida y la abundancia. Para los profetas, la viña es signo del pueblo elegido, objeto del amor y la solicitud de Dios, que espera obtener buenos frutos, pero no recoge más que agrazones. Jesús es la verdadera vid.

Yugo: El yugo es símbolo de avasallamiento, opresión y coacción. Llevar un yugo es señal de esclavitud.

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índice de celebraciones

ACCIÓN DE GRACIAS (ver «Eucaristía») ACOGIDA (ver «Temas de celebración») ACOGIDA de un niño (ver «Bautismo») ADORACIÓN (ver «Navidad») ADVENIMIENTO (ver «Adviento») AGUA QUE REGENERA (ver «Pentecostés») ALABANZA (ver «Navidad») ALEGRÍA (ver «Temas de celebración») ALIANZA (ver «Temas de celebración») AMOR (ver «Temas de celebración») ÁRBOL DE NAVIDAD (ver «Navidad») ARREPENTIMIENTO DE PEDRO (ver «Penitencia») ASAMBLEA (ver «Temas de celebración») ASCENSIÓN (ver «Temas de celebración») ASUNTA A LOS CIELOS (ver «Santa Mana»)

BANQUETE (ver «Eucaristía») BAUTISMO (ver «Bautismo») BENDICIÓN (ver «Temas de celebración») BIENAVENTURANZAS (ver «Penitencia») BODAS DE PLATA DE UNA CORAL (ver «Celebraciones ocasionales») BODAS DE PLATA DE UNA ORDENACIÓN (ver «Ministerio») BODAS DE PLATA UN MATRIMONIO (ver «Matrimonio») BUEN PASTOR (ver «Ministerio»)

CAMBIO DE VIDA (ver «Penitencia») CENA DEL SEÑOR (ver «Triduo Pascual») CENIZA (ver «Cuaresma») CIEGO DE NACIMIENTO (ver «Cuaresma») COMPARTIR LOS BIENES (ver «Penitencia») COMPROMISO (ver «Temas de celebración») COMUNIDAD (ver «Temas de celebración») CONFIRMACIÓN (ver «Confirmación») CONVERSIÓN (ver «Adviento») CORONA DE ADVIENTO (ver «Adviento») CREACIÓN (ver «Temas de celebración») CRUZ (ver «Temas de celebración»)

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ACCIONES SIMBÓLICAS

DICHA DE MARÍA (ver «Santa Mana») Dios PADRE (ver «Temas de celebración») DISCÍPULO (ver «Temas de celebración») DISCURSO DE DESPEDIDA (ver «Triduo Pascual»)

EMIGRACIÓN (ver «Temas de celebración») ENCARNACIÓN (ver «Navidad») ENCUENTRO (ver «Temas de celebración») ENTRADA DEL SEÑOR (ver «Cuaresma») ESPERANZA (ver «Adviento») ESPÍRITU SANTO (ver «Temas de celebración») EUCARISTÍA (ver «Eucaristía») EVANGELIO (ver «Temas de celebración») EXIGENCIAS DEL REINO DE DIOS (ver «Penitencia»)

FAMILIA (ver «Temas de celebración») FE (ver «Temas de celebración») FIELES (ver «Temas de celebración») FIESTA (ver «Temas de celebración») FIGURAS DE MARÍA (ver «Santa María») FRATERNIDAD (ver «Temas de celebración») FRUTOS DEL ESPÍRITU (ver «Pentecostés»)

GLORIA (ver «Temas de celebración»)

HAMBRE (ver «Temas de celebración») HUMILDAD (ver «Temas de celebración»)

IGLESIA (ver «Temas de celebración») INMACULADA (ver «Santa María»)

JESUCRISTO (ver «Temas de celebración») JUICIO DE DIOS (ver «Penitencia») JUSTICIA (ver «Temas de celebración»)

LÁZARO (ver «Cuaresma») LAUDES (ver «Liturgia de las Horas») LEY (ver «Temas de celebración») LIBERTAD (ver «Temas de celebración») LUCERNARIO (ver «Liturgia de las Horas») Luz (ver «Temas de celebración») Luz DE LA VERDAD (ver «Pentecostés»)

LLAMA DE LA JUSTICIA (ver «Pentecostés») LLAMADA DEL SEÑOR (ver «Penitencia»)

ÍNDICE DE CELEBRACIONES

MAGNANIMIDAD DE DIOS (ver «Penitencia») MARÍA PEREGRINA (ver «Santa María») MATRIMONIO (ver «Matrimonio») MINISTERIOS (ver «Ministerio») MISERICORDIA (ver «Temas de celebración») MISIÓN (ver «Temas de celebración») MUERTE (ver «Liturgia de difuntos») MUJER NUEVA (ver «Santa María»)

OBEDIENCIA (ver «Temas de celebración») ORACIÓN (ver «Temas de celebración») ORACIÓN DE LA TARDE (ver «Liturgia de las Horas»)

PADRE NUESTRO (ver «Triduo Pascual») PALABRA DE DIOS (ver «Temas de celebración») PAN Y VINO (ver «Eucaristía») PASIÓN DEL SEÑOR (ver «Triduo Pascual») PAZ (ver «Celebraciones ocasionales») PECADO, LESIÓN DEL REINO DE DIOS (ver «Penitencia») PENITENCIA CRISTIANA (ver «Penitencia») PERDÓN DE LOS PECADOS (ver «Penitencia») PEREGRINACIÓN (ver «Temas de celebración») POBRES (ver «Temas de celebración») PRIMERA COMUNIÓN (ver «Eucaristía») PRESENTACIÓN DE UN NIÑO (ver «Bautismo») PROFESIÓN DE FE (ver «Temas de celebración») PROFETISMO (ver «Adviento») PUEBLO DE DIOS (ver «Temas de celebración»)

RECONCILIACIÓN DE ARREPENTIDOS (ver «Penitencia») REINO DE DIOS (ver «Temas de celebración») RENOVACIÓN DE LA VIDA (ver «Penitencia») RESURRECCIÓN (ver «Temas de celebración») RESURRECCIÓN DE LÁZARO (ver «Cuaresma») RESURRECCIÓN DEL SEÑOR (ver «Triduo Pascual») RETORNO A DIOS (ver «Penitencia») RETRIBUCIÓN (ver «Temas de celebración») RIQUEZAS (ver «Penitencia»)

SAMARITANA (ver «Cuaresma») SANTIDAD (ver «Temas de celebración») SEGUIMIENTO (ver «Temas de celebración») SERVICIO (ver «Ministerio») SIERVO SUFRIENTE (ver «Temas de celebración»)

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736 ACCIONES SIMBÓLICAS

SIETE PALABRAS (ver «Triduo») SIGNO DE LA CRUZ (ver «Temas de celebración») SOPLO DE LA LIBERTAD (ver «Pentecostés») SUFRIMIENTO (ver «Unción de enfermos»)

TENTACIONES (ver «Cuaresma») TESTIMONIO (ver «Adviento») TRABAJO (ver «Temas de celebración») TRANSFIGURACIÓN (ver «Cuaresma»

UNCIÓN (ver «Unción de enfermos») UNIDAD (ver «Temas de celebración») UTOPÍA (ver «Adviento»)

VERDAD (ver «Temas de celebración») VIACRUCIS (ver «Cuaresma») VID/VIÑA (ver «Temas de celebración») VIDA (ver «Temas de celebración») V«>K9£.YACAOS>k(Nelí «Celebraciones ocasionales») VIDA Y MUERTE (ver «Temas de celebración») VIGILANCIA (ver «Adviento») VÍSPERAS (ver «Liturgia de las Horas») VOCACIÓN (ver «Temas de celebración»)

índice General

Presentación 9

Primera parte DINÁMICA LITÚRGICA

Creatividad celebrativa 13 l.La celebración cristiana 13 2. La función simbólica 14 3. La creatividad litúrgica 16 4. La inculturación del culto 19

La corporeidad en la celebración 20 1. Los gestos en la liturgia 20 2. La danza religiosa 21

La dramatización en la liturgia 23 1. Los actores de la celebración 23 2. La recuperación del drama en la liturgia 24 3. Exigencias litúrgicas en la dramatización 26

El canto y la música en la liturgia 28 LEÍ servicio del canto 28 2. La música instrumental 29 3. La elección de los cantos 30

La celebración de la Palabra 31 1. Liturgia de acogida 31 2. Liturgia de la Palabra 32 3. Liturgia simbólica 34 4. Liturgia de conclusión 34

El equipo litúrgico 35 1. Preparar la celebración 35 2. Ambientar el lugar 36 3. Acoger a los invitados 36 4. Dar vida a la liturgia 37

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738 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

Segunda parte CELEBRACIONES DEL AÑO LITÚRGICO

1. Adviento 41 1. La corona de Adviento 41 2. Vigilia de Adviento (I): «El advenimiento» 42 3. Vigilia de Adviento (II): «El testimonio» 46 4. Vigilia de Adviento (III): «La utopia» 50 5. Celebración de Adviento (I): «La esperanza» 53 6. Celebración de Adviento (II): «El profetismo» 55 7. Celebración de Adviento (III): «La conversión» 57 8. Celebración de Adviento (IV): «La vigilancia» 59

2. Navidad 61 1. Vigilia de Navidad: «La encarnación» 62 2. El árbol de Navidad 65 3. Pregón de Navidad 66 4. Evangelio de Navidad: Le 2,1-14 68 5. Homilía breve de Navidad 69 6. Vigilia de fin de año: «La alabanza» 70 7. La Epifanía: «La adoración» 75

3. Cuaresma 78 1. Imposición de la ceniza 79 2. Las pruebas de la vida: «Las tentaciones» 81 3. La experiencia de Dios: «La transfiguración» 85 4. El agua viva: «La samaritana» 87 5. La luz de la fe: «El ciego de nacimiento» 90 6. Una nueva vida: «La resurrección de Lázaro» 93 7. Abiertos a la recepción de Dios: «La entrada del Señor» . . . . 96 8. Apertura de los cinco sentidos 98 9. Viacrucis bíblico 101

4. Triduo Pascual 108 1. La Semana Santa 108 2. El Triduo Pascual 109 3. Jueves Santo: «La Cena del Señor» 111 4. Viernes Santo: «La Pasión del Señor» 116 5. Vigilia pascual: «La Resurrección del Señor» 120 6. Hora santa (I): «El discurso de despedida» 126 7. Hora santa (II): «Las siete palabras» • 128 8. Hora santa (III): «La otras siete palabras» ; . . . . 131 9. Hora santa (IV): «El padrenuestro» 131

10. Los personajes de la pasión 133

ÍNDICE GENERAL 739

11. Oración universal (I) 134 12. Oración universal (II) 136 13. Oración universal (III) 138 14. Intercesión para el Viernes Santo 140 15. Improperios 142 16. Pregón pascual (I) 143 17. Pregón pascual (II) 146 18. Pregón pascual (III) 148 19. Pregón pascual (IV): 150 20. Pregón pascual (V) 151 21. Letanías de los santos (I) 153 22. Letanías de los santos (II) 155 23. Letanías de los santos (III) 157 24. Letanías feministas 158 25. Renuncias y compromisos 161

5. Pentecostés 163 1. La celebración de Pentecostés 163 2. La Vigilia de Pentecostés 165 3. Vigilia de Pentecostés (I): «El soplo de la libertad» 166 4. Vigilia de Pentecostés (II): «El agua que regenera» 170 5. Vigilia de Pentecostés (III): «La luz de la verdad» 173 6. Vigilia de Pentecostés (IV): «La llama de la justicia» 176 7. Vigilia de Pentecostés (V): «Los frutos del Espíritu» 180

6. Santa María 184 1. La mujer nueva 184 2. La dicha de María 186 3. María, peregrina 189 4. Las figuras de María 190 5. María Inmaculada 192 6. Asunta a los cielos 193

Tercera parte CELEBRACIONES SACRAMENTALES

1. Bautismo 199 1. Celebración del bautismo (I) 199 2. Celebración del bautismo (II) 204 3. Renovación del bautismo 206 4. Renovación de las promesas bautismales 208 5. Presentación de un niño/a a la comunidad 209 6. Acogida por la Iglesia en vistas al bautismo 211 7. Acción de gracias por un/a recién nacido/a 214 8. Oraciones por un/a neófito/a 216

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740 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

2. Confirmación 219 1. Celebración de la confirmación 219 2. Renovación de la confirmación 223

3. Penitencia 225 1. Celebración penitencial para todo tiempo (I):

«La penitencia cristiana» 226 2. Celebración penitencial para todo tiempo (II):

«El pecado, lesivo para el reino de Dios» 229 3. Celebración penitencial para todo tiempo (III):

«El perdón de los pecados» 232 4. Celebración penitencial al comienzo de curso (I):

«El afán de riquezas» 235 5. Celebración penitencial al comienzo de curso (II):

«El juicio de Dios» 239 6. Celebración penitencial en Adviento (I):

«El cambio de vida» 242 7. Celebración penitencial en Adviento (II):

«Las exigencias del reino de Dios» 245 8. Celebración penitencial en Cuaresma (I):

«El retorno a Dios» 248 9. Celebración penitencial en Cuaresma (II):

«Compartir los bienes» 252 10. Celebración penitencial en Semana Santa (I):

«La magnanimidad de Dios» 255 11. Celebración penitencial en Semana Santa (II):

«El arrepentimiento de Pedro» 260 12. Celebración penitencial en Tiempo Pascual (I):

«Dios reconcilia a los arrepentidos» 262 13. Celebración penitencial en Tiempo Pascual (II):

«La llamada del Señor» 266 14. Celebración penitencial al final de curso (I):

«La dicha de las bienaventuranzas» 269 15. Celebración penitencial al final de curso (II):

«Renovación de la vida» 273

4. Eucaristía 276 1. La eucaristía, centro de la vida cristiana 276 2. La acción de gracias 278 3. El banquete de la nueva alianza 279 4. El pan y el vino 280 5. La primera comunión 281

5. Unción de enfermos 286 1. Celebración cristiana del sufrimiento 286 2. Unción de un enfermo/a 9ac

ÍNDICE GENERAL -I A-.

3. Celebración comunitaria de la unción 290 4. Plegarias para la enfermedad 293 5. Plegarias de la Tercera Edad 295

6. Ministerio 298 1. El servicio cristiano 298 2. Los ministerios en la Iglesia 300 3. El Buen Pastor 301 4. Veinticinco años de ordenación sacerdotal 303

7. Matrimonio 305 1. Celebración del matrimonio 305 2. Bodas de plata de un matrimonio 309

Cuarta parte CELEBRACIONES DIVERSAS

1. Liturgia de las Horas. '. 317 1. Laudes de domingo 318 2. Laudes de día ordinario 322 3. Vísperas de domingo 326 4. Vísperas de día ordinario 329 5.Lucernario 332 6. Oración de la tarde 337

2. Liturgia de difuntos 341 1. La muerte de un cristiano/a 341 2. Responso por un difunto/a (I) 343 3. Responso por un difunto/a (II) 344 4. Responso por un difunto/a (III) 345 5. Responso por un difunto/a (IV) 346 6. Oración en familia por un difunto/a 347 7. Vigilia comunitaria de oración 349

3. Celebraciones ocasionales 351 1. Celebración de la paz (I) 351 2. Celebración de la paz (II) 355 3. Renovación de la vida religiosa 356 4. Inauguración de una nueva vivienda 358 5. Oraciones familiares 359 6. Veinticinco años de una Coral 360

4. Temas de celebración 363 1. Acogida 363 2. Alegría 364 3. Alianza 366

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742 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

4. Amor 367 5. Asamblea . . . .\ 369 6. Ascensión 371 7. Bendición 374 8. Compromiso 375 9. Comunidad 376

10. Creación 377 11. Cruz 379 12. Dios Padre 381 13. Discípulo 383 14. Emigración 384 15. Encuentro 385 16. Espíritu Santo 386 17. Evangelio 388 18. Familia 389 19. Fe 391 20. Fieles 392 21. Fiesta 394 22. Fraternidad 395 23. Gloria 397 24. Hambre 398 25. Humildad 400 26. Iglesia 401 27. Jesucristo 403 28. Justicia 404 29. Ley 405 30. Libertad 406 31. Luz 408 32. Misericordia 410 33. Misión 411 34. Obediencia 412 35. Oración 413 36. Palabra de Dios 415 37. Peregrinación 417 38. Pobres 418 39. Profesión de fe 419 40. Pueblo de Dios 421 41. Reino de Dios 422 42. Resurrección 423 43. Retribución 425 44. Santidad 426 45. Seguimiento 428 46. Servidor sufriente 429 47. Signo de la cruz 430

ÍNDICE GENERAL 743

48. Trabajo 431 49. Unidad 432 50. Verdad 435 51. Vid/viña 436 52. Vida 438 53. Vida y muerte 440 54. Vocación 442

Quinta parte TEXTOS COMPLEMENTARIOS

1. Credos 447 Celebración de la fe 447 Credo comunitario 448 Credo de la juventud crítica 449 Credo de la paz 450 Credo de la vida nueva 451 Credo del hombre nuevo 452 Credo de Navidad 453 Credo de Palacagüina 454 Credo «Fe y Justicia» 455 Declaración de fe 456 Profesión de fe 458 Símbolo de los apóstoles 459

2. Peticiones de perdón 460 Acto penitencial 460 Confesión penitencial 461 Declaración de complicidad 463 Perdón inspirado en Baruc 1,15-22 463 Perdón inspirado en Esdras 9,6-15 464 La vuelta a casa 465 Miserere 466 Plegaria de perdón 467 Salmo de perdón (de los Salmos 24, 62 y 102) 468 Yo soy el que te ofendí 469

3. Preces de los fíeles 470 Intercesión 471 Intercesión por el mundo y por la gente 472 Intercesión por los viven en la angustia y en la represión 473 Oración litánica de Taizé 475 Por la unidad de los cristianos 476 Preces de/en Navidad 477 Por los niños del mundo 479 Señor Jesús.

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744 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

4. Himnos 481 A contraluz subías . >. 481 Al cielo vais, Señora 482 Alfarero del hombre 483 Ando por mi camino, pasajero 483 Benditos son los pies de los que llegan 484 Cántico del hermano sol 484 Como el niño que no sabe dormirse 485 Dame tu mano, María 486 De luz nueva se vista la tierra 487 El pueblo que fue cautivo 487 En el nombre del Padre 488 En esta tarde, Cristo del Calvario 489 En la cruz está la vida 489 Entonad los aires 490 Es domingo; una luz nueva 491 Gracias, porque al fin del día 492 Gracias, Señor 492 Hermanos, Dios ha nacido 493 Hora de la tarde 493 Jesucristo, palabra del Padre 494 La Madre piadosa estaba 495 ¡Luz que te entregas! 496 Nombre: Jesús 497 No me mueve, mi Dios 498 Ofrezcan los cristianos 498 Padre: has de oír 499 Porque anochece ya 500 Quédate con nosotros 501 Que la lengua humana 501 ¿Qué tengo yo...? 503 ¿Quién podrá tanto alabarte? 503 Reyes que venís por ellas 504 Señor, el día empieza 505 Te damos gracias, Señor 506 Te Deum 506 Te diré mi amor, Rey mío 507 Todos te deben servir 508 Ven, Creador, Espíritu amoroso 509 Ven, Espíritu divino 510 Vosotros sois la luz del mundo 511 Vuestra soy, para vos nací 512

ÍNDICE GENERAL 745

5.Poemas 514 A Jesucristo muerto 514 A Jesús crucificado 514 Aleluya 515 Balada para pedir la paz de todos 515 Bienaventurados los llenos de humor 516 Bienaventuranzas 517 Cada mañana 518 Caminante 518 Canción 519 Canción del comerciante 520 Condiciones para la paz del corazón 521 Creer 521 Criaturas de Dios y de los hombres 522 Cuando venga 523 Dame, Señor 525 De profundis 526 Ecce homo 526 El Cristo de Velázquez 527 El difícil todo 528 El doble mandamiento 529 El don de Dios 530 El hombre 531 El hombre que se parece a tí 531 El militante 532 El pan de cada día 533 El pan y el vino 534 El pobre 535 El reinado de Dios 536 Emaús 537 Emigrantes 537 Empresa de lavado 538 Epílogo abierto 539 Espíritu divino 539 Frontera 540 Gloria a Dios 541 Haz la paz 542 Invocación a Cristo 543 La danza del Señor 544 La entrada del Seño r 545 La fiesta de la vida 546 ¿La Navidad sin Cristo? 546 La niña esperanza (I) 547 La niña esperanza (II) 549 La palabra de Dios (I) 550

Page 373: Floristan, Casiano - Celebraciones de La Comunidad

rj»¿ CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

La palabra de Dios (II) 55 j La paz íntima 551 La pobreza, tabernáculo de Dios 552 La saeta 553 Las armas de la paz 554 Las cinco llamas 554 Las Escrituras 555 Las siete luces 557 Las siete llamas 559 La visitadora 560 Los más pobres. Los más humildes y perdidos 561 Los siete cántaros 562 Los tres reyes magos 563 Me has seducido, Señor 564 Memoria sin presencia 565 Mi vocación 566 Muerte 567 No envíes mensajero (Ex 33,3.15) 567 No hagas de mí un verdugo 568 ¿No oíste sus pasos silenciosos? 569 Once peticiones desoídas 569 Oración 570 Oración por la figura más antigua de mi «Nacimiento» 571 Oración por las rosas 572 Oración por los que somos de carne 573 Padre nuestro 574 Para una paternidad de la pobreza 575 Pídele muchas cosas 576 Primero era la tierra y la alegría 576 Rezad por la paz y la justicia 577 Salmo de las rosas 578 Salmo inicial 579 ¡Señor Jesús! 580 Señor que lo quisiste 580 Señor, Señor 581 Servir 582 Siete palabras 583 Solidaridad 583 Sólo Dios 584 ¡Soñar, Señor, soñar! 585 Te ofreces al Padre y a nosotros 585 Tolerancia (I) 587 Tolerancia (II) , 588 Tú eres el camino 589

ÍNDICE GENERAL 747

Tú que andas sobre la nieve 589 Una cruz sencilla 591 Un día más o menos 592 Un día me miraste 592 Un instrumento de paz 593 Vimos a Dios 594 Vives en el pan 595 Y me declaro culpable 596

6. Cánticos 597 Sólo a Dios honor y gloria ( lCr 29,10-13) 597 Dios, protector de su pueblo (Jdt 16,1-2.13-15) 598 Cántico de Daniel (Dn 3,57-88.56) 598 Magníficat (Le 1,46-55) 599 Benedictus (Le 1,68-79) 600 Nunc dimittis (Le 2,29-32) 600 Alabad al Señor (Ap 19,1-7) 601

7. Salmos 602 Salmo 1: «Dichoso el hombre que no sigue

el consejo de los impíos» 602 Salmo 3: «Señor, cuántos son mis enemigos» 603 Salmo 4: «Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío» . . 604 Salmo 5: «Escucha nuestros gritos en la noche» 605 Salmo 7: «Señor, Dios mío, a ti me acojo» 605 Salmo 8: «Señor, Dios nuestro» 607 Salmo 9 A: «Te doy gracias, Señor, de todo corazón» 607 Salmo 12: «¿Hasta cuándo, Señor?» 608 Salmo 14: «Señor, ¿quién puede acudir a tu templo?» 609 Salmo 15: «Tú eres la parte de nuestra herencia» 609 Salmo 18: «El cielo proclama la gloria de Dios» 610 Salmo 21: «¿Por qué nos has abandonado?» 611 Salmo 22: «El Señor es mi pastor» 611 Salmo 23: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena» 612 Salmo 26 (I): «El Señor es mi luz» 613 Salmo 26 (II): «Oigo en mi corazón» 613 Salmo 29: «Te ensalzaré, Señor» 614 Salmo 32: «Dichoso el pueblo que el Señor escogió» 615 Salmo 33: «Bendigo al Señor en todo momento» 616 Salmo 38: «Yo me dije: Vigilaré mi proceder» 617 Salmo 39: «Yo esperaba con ansia al Señor» 618 Salmo 41: «Como busca la cierva corrientes de agua» 619 Salmo 45: «El Señor de los ejércitos» 620 Salmo 46: «Aleluya, pueblos todos» 621

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748 CELEBRACIONES DE LA COMUNIDAD

Salmo 50: «Perdón, Señor, hemos pecado» 621 Salmo 61: «Sólo en Dios descansa mi alma» 622 Salmo 62: «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo» 624 Salmo 64: «Oh Dios, tú mereces un himno en Sión» 624 Salmo 66 (I): «A Dios den gracias los pueblos» 626 Salmo 66 (II): «El Señor tenga piedad» 626 Salmo 67: «Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos» . . . . 627 Salmo 71: «Tu reino es vida» 628 Salmo 75: «Dios se manifiesta en Judá» 629 Salmo 76: «Alzo mi voz a Dios: nadie me escucha» 629 Salmo 77: «Escucha, pueblo mío, mi enseñanza» 630 Salmo 79: «Pastor de nuestro pueblo» 631 Salmo 80: «Aclamad a Dios, nuestra fuerza» 632 Salmo 83: «¡Qué deseables son tus moradas!» 633 Salmo 88: «Cantaré eternamente» 634 Salmo 89: «Señor, tú has sido nuestro refugio» 634 Salmo 90: «Tú que habitas al amparo del Altísimo» 635 Salmo 102: «Gustad y ved» 639 Salmo 103: «Bendice, alma mía, al Señor» 640 Salmo 109: «Oráculo del Señor a mi Señor» 641 Salmo 112: «Alabad, siervos de Dios» 642 Salmo 113 A: «Cuando Israel salió de Egipto» 643 Salmo 114 (I): «Alma mía, recobra tu calma» 644 Salmo 114 (II): «Caminaré en presencia del Señor» 644 Salmo 115: «El cáliz que bendecimos» 645 Salmo 116: «Alabad al Señor todas las naciones» 646 Salmo 117 (I): «Éste es el día» 647 Salmo 117 (II): «Dad gracias al Señor» 647 Salmo 118: «Tu palabra me da vida» 648 Salmo 120: «Levanto mis ojos a los montes» 543 Salmo 121: «¡Qué alegría, cuando me dijeron!» 649 Salmo 122: «A ti levanto mis ojos» 650 Salmo 125: «Cuando el Señor cambió la suerte de Sión» 650 Salmo 126: «Que el Señor nos construya la casa» 651 Salmo 127: «Como brotes de olivo» 652 Salmo 129: «Desde lo hondo» 652 Salmo 135: «Dad gracias al Señor» 653 Salmo 137: «Te damos gracias, Señor» 653 Salmo 138: «Señor, tú me sondeas y me conoces» 654 Salmo 140: «Suba mi oración» 655 Salmo 144: «Te ensalzaré, Dios mío, mi rey» 655 Salmo 145: «Alaba, alma mía, al Señor» 656 Salmo 147: «Glorifica al Señor, Jerusalén» 657 Salmo 148: «Alabad al Señor en el cielo» 658

ÍNDICE GENERAL 7 4 0

Salmo 149: «Cantad al Señor un cántico nuevo» 659 Salmo 150: «Aleluya. Alabad al Señor» 660

Sexta parte ACCIONES SIMBÓLICAS

1. Dramatizaciones bíblicas 663 El primer Pentecostés (Hch 2,1-11) 663 La opción básica (Sant 2,1-5) 665 La visita de los Magos (Mt 2,1-12) 665 Predicación del Bautista (Mt 3,1-12) 667 El sembrador (Mt 13,1-23) 668 El perdón de las ofensas (Mt 18,21-35) 669 Los jornaleros de la viña (Mt 20,1-16) 671 Los dos hijos (Mt 21,28-32) 672 El gran banquete (Mt 22,1-10) 673 Las diez vírgenes (Mt 25,1-13) 674 Los talentos (Mt 25,14-30) 675 Misión de los discípulos (Mt 28,16-20) 677 La tempestad calmada (Me 4, 35-40) 677 El sordomudo (Me 7,31-37) 678 El anuncio a María (Le 1,26-38) 679 La Visitación (Le 1,39-56) 680 El mensaje de Juan Bautista (Le 3,1-17) 682 Jesús en la sinagoga de Nazaret (Le 4,16-21) 684 El buen samaritano (Le 10,25-37) 684 Marta y Mana (Le 10,38-42) 686 El hijo pródigo (Le 15,1-3.11-32) 687 El rico y Lázaro (Le 16,19-31) 689 El fariseo y el publicano (Le 18,9-14) 690 La conversión de Zaqueo (Le 19,1-10) 691 Los discípulos de Emaús (Le 24,13-35) 692 Jesús y la samaritana (Jn 4,5-42) 694 La mujer adúltera (Jn 8,1-11) 696 El ciego de nacimiento (Jn 9,1-41) 697

2.Símbolos religiosos 703

índice de celebraciones 733 índice General 737