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BRIGANTIUMVOLUME 10

1997

III COLOQUIO INTERNACIONALDE ARTE MEGALÍTICO

A CORUÑA 8-13 DE SEPTIEMBRE DE 1997

ACTAS

MUSEO ARQUEOLÓXICO E HISTÓRICOCASTELO DE SAN ANTÓN

A CORUÑA

Museo Arqueolóxico e HistóricoCastelo de San Antón

BRIGANTIUMVolume: 10Ano: 1997

Dirección:José Ma Bello DiéguezBegoña Bas López

Ayuntamiento deLa Coruña

Concello deA Coruña

Correspondencia, orixinais e intercambios:BrigantiumMuseo Arqueolóxico e HistóricoCastelo de San AntónE-1500 1 A Coruña (España)

Tel.-Fax: 981 20 59 94/981 21 25 04E-Mail: [email protected]

Deseño das cubertas:Barro, Salgado, Santana (Grupo Revisión Deseño)

ISSN: 0211-318XDep. Legal: C- 308 - 1980Imprime: Vía Láctea, S. L.

Este volume edítase coa colaboración de

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BRIGANTIUM, 1997, vol. 10, pp. 333-342

CISTAS DECORADAS DE GALICIA y SU CONTEXTO REGIONAL

R. PENEDO ROMERO * R. FÁBREGAS VALCARCE *** Instituto de Restauración e Conservación de Bens Culturais. Conselleria de Cultura da Xunta de Calicia. 15703 Santiago de Compostela

** Departamento Conservación de Bens Culturais. Conselleria de Cultura da Xunta de Galieia. 15703 Santiago de Compostela

Resumen: Entre las cistas del Bronce Inicial del NO de la Península Ibérica se dan a conocer varios ejemplos de grabados en laslosas. Los motivos (puntos, retículas, triángulos) tienen sus equivalentes en los ortostatos que corresponden a los primeros sepul­cros megalíticos, en contrándose también algunos ejemplos en los petroglifos al aire libre. En el presente trabajo se propone quelas cistas decoradas, aunque se pueden relacionar con los petroglifos al aire libre contemporáneos, muestran una menor variedadiconográfica debido a la naturaleza particular de estas estructuras. Al mismo tiempo, se puede considerar un posible fenómeno de"bricolage", mediante el cual un motivo del Neolítico (un conjunto de triángulos) se vuelve a usar en la Edad del Bronce Inicial,otorgándole un nuevo significado relacionado con la definición de la élite social y el estatus individual en esa época.

Palabras clave: Cista, Petroglifos, Megalitismo.

Abstract: Cists in Galicia and their regional Contexto Among stone cists of Earlier Bronze Age in NW Iberia several examples areknown of carvings on the slabs. The motifs (dots, grinds, triangles) have counterparts in the decoration of orthostats belongingto earlier megalithic tombs, but sorne are present in the open-air rock carvings too. We suggest that the decoration of cists slabswhile related to the contemporary open-air rock carvings shows less iconographic variety due to the specialised nature of thesestructures. At the same time, a possible phenomenon of bricolage might be postulated, by which a motif (sets of triangles) of ne­olithic ancestry is reused in the Early Bronze Age conferring him a new meaning, related to the definition at this time of socialelites and individual status.

Keywords: Stone-cist, Rock carving, Megaliths.

Résumé: Cistes déeorées de Galiee et leur eontexte régional. Parmi les cistes du Bronze initial de la Péninsule Ibérique, on peut trouverplusieurs exemples de gravures sur dalles. On retrouve les équivalents de ces motifs (points, réticules, triangles) sur les orthostatsqui correspondent aux premiers tombeaux mégalithiques, ainsi que quelques examples sur les gravures rupestres. Dans ce travail,on propose que les cistes décorées, bien qu'elles puissent etre liées aux gravures rupestres, montrent une variété iconographiquemoins grande étant donné la nature particuliere de ces structures. En meme temps, on peut considérer un possible phénomene de"bricolage" a travers lequel un motif du Néolithique (un ensemble de triangles) est réutilisé a l'Age du Bronze initial, lui conférantune nouvelle signification concernant la définition de l'élite sociale et le statut individuel a cette époque-la.

Mots-clés: Ciste, Gravures rupestres, Mégalithisme.

Presentación

A lo largo de la transición del IIIer.j 110 milenio a.C., en el cuadrante noroccidental de la PenínsulaIbérica, coexisten situaciones culturales que mues-

tran un variado polimorfismo en el registro arque­01ógico1, tanto en el ámbito doméstico como en el

Este polimorfismo cultural no es nuevo, ya desde el Neolíticose observan diversas tradiciones culturales en lo que al ámbitofunerario se refiere (BELLO, 1995, FÁBREGAS, 1995).

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funerario. En este último es donde mejor se apre­cia esta situación donde, por un lado, se sigue re­curriendo a los grandes túmulos megalíticos, queson reutilizados (con nuevos accesos a la estruc­tura principal, o con enterramientos secundariosen el túmulo), y por otro lado, construcciones ex

novo (túmulos tipo cairn, y cistas) con un patrón deemplazamiento diferente al de los túmulos mega­líticos. En el presente trabajo vamos a tratar deanalizar las representaciones artísticas presentes enalgunas cistas de Galicia y sus eventuales rela­ciones con el arte megalítico y otras manifesta­ciones de distinto signo.

De forma previa, y a modo de puntualización, esnecesario reconocer la existencia de una serie defactores que impiden un encuadre riguroso de lasevidencias arqueológicas, pues a la falta de un sis-

temático trabajo de campo, hay que añadir que losdatos relativos a cistas provienen de excavacionesde urgencia y, la mayor parte, se deben a hallazgosazarosos (caso de la totalidad de las cistas con de­coración). A esto se suma la falta de fechas abso­lutas, lo que nos obliga a depender de la cronolo­gía comparada con las limitaciones intrínsecas queconlleva este método de datación. Es decir, dadolo exiguas y, en cierto modo, ambiguas evidenciasarqueológicas con que contamos debemos en pu­ridad entender este texto como una propuesta pa­ra comprender las relaciones que se establecen en­tre las manifestaciones artísticas ligadas a las cistasy otros contextos, en el marco del resbaladizo einaprehensible mundo del pensamiento, más queuna explicación de las transformaciones que sedan en este período.

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Fig. 1.- Distribución delas cistas decoradas enGalicia:1. A lnsua;2. Coitemil;3. As Amas;4. Camota y5. Gandón.

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Anxo R. Paz 7/97

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La evidencia

Como ya hemos señalado, durante el último terciodel HIer. milenio y los primeros siglos del Ho (enaños solares) asistimos en el NW a la aparición deun variado mosaico de manifestaciones culturalesque vienen a significar ala vez un cambio en rela­ción con el período anterior, pero que tambiénmuestran una cierta continuidad, al dotar de nuevoscontenidos a elementos de clara tradición megalíti­ca. Esta situación toma forma en lo que, nosotroscreemos, es una nueva concepción del fenómeno fu­nerario que se refleja en varios aspectos.

En primer lugar, el patrón de emplazamiento delos monumentos cambia con respecto al anterior,de forma genérica los túmulos se suelen emplazaren zonas de penillanura con suelos ligeros y biendrenados; en el caso de las cistas su patrón de em­plazamiento no es, en principio, tan característico,lo cual puede deberse bien a la escasez objetiva dedatos empíricos, o bien a que no sigue unas pautasde distribución tan definidas como en el horizontetumular. Incluso esta indefinición del patrón deemplazamiento sería coherente con ese cambio deconcepto funerario que aquí postulamos, y que yaha sido señalado por otros autores (Fábregas, 1995,Fábregas y Ruiz-Gálvez, 1997). Esta diferencia secompleta con la pérdida del carácter de marcador es­pacial que se asocia a los monumentos megalíticos(en este sentido algunos autores proponen que elmegalitismo es la primera apropiación del espaciopor el hombre -Criado, 1993), con la disminucióndel volumen de los túmulos o -en el caso de lamayoría de las cistas- la simple desaparición de és­tos. Además, también desaparecería -o en su caso,se atenuaría- el carácter comunitario de estos mo­numentos (como construcción realizada por y parauna colectividad); en suma, se produciría una pér­dida de monumentalidad. En segundo lugar, seaprecia una simplificación arquitectónica, tendien­do a disminuir la complejidad estructural propia delas grandes cámaras con corredor. En tercer lugar,y completando los dos puntos anteriores, destaca lacantidad de esfuerzo energético invertido en laconstrucción de los monumentos megalíticos, quecontrasta con las otras formas funerarias que coe-

xisten en estos momentos: túmulos bajos, carentesde estructuras ortostáticas como los de Monte dasCabras (Comendador 1991-92), Mamoa de Outei­ro (Faro, Cleto y Carneiro, 1988), Rechaba (Fábre­gas, 1992) y los túmulos tipo cairn -de poca altura,de piedras y conteniendo cámaras de tipo cista­(Fábregas, 1995: 103).

Los túmulos del grupo Rechaba suelen presentarajuares bastante normalizados de componente béli­ca y carácter verosímilmente masculino como sonmazas, útiles pulimentados con perforación (doblehacha o doble azuela), acompañados de largoscinceles y láminas de azada (Fábregas, 1992, 1995;Fábregas y Ruiz-Gálvez, 1997) y en ellos se aúnanla disminución de su carácter monumental yel én­fasis en lo individual reflejado a través de losajuares depositados. Esas características se aprecianigualmente en los monumentos de tipo cairn y ad­quieren su máxima expresión en el caso de las cis­tas, dado el relativamente poco esfuerzo que impli­caría su construcción; significando en este sentidola coronación de esa tendencia con la desapariciónde la cobertura -marcador externo- tumular y portanto una ruptura clara en el plano formal.

Los ajuares de las cistas parecen mostrar uncarácter más individual, y en cierto sentido priva­do, representando la persona social (a través de ele­mentos de prestigio tales como metal, joyas, artí­culos de guerra), lo que contrasta con el caráctermás comunal de los ajuares megalíticos, donde eramás difícil de apreciar artefactos que nos indiquencierta diferenciación social. Podemos decir, ensuma, que se observa una dicotomía entre el tra­bajo invertido en la construcción de los monu­mentos funerarios y los ajuares que contienen, detal modo que en el caso megalítico se da un granesfuerzo constructivo no reflejado en los ajuares,si bien con evidencias de rituales mortuorios rela­tivamente sofisticados, probablemente de carácterpúblico, según deducimos de las complejas estruc­turas de acceso detectadas en los grandes megali­tos (Bello, 1995). De forma simétrica pero a la in­versa, encontramos que en las cistas el esfuerzoconstructivo es mucho menor y el ajuar más ricosin embargo, a veces casi personal o individual, altiempo que no hay evidencia de rituales funerarios

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de carácter comunal, posiblemente debidos almencionado carácter más privado del enterra­miento. Ya por último, en el plano estricto del tra­tamiento del cadáver, en las cistas coexisten dosformas diferentes: así nos encontramos tanto la in­humación (cista de Lordelo, Silva y Marques, 1984;Vale da Casa, Baptista, 1983), como la incineración(cista de Gandón, Peña 1985 ), incluso coexistien-

do a la vez en la misma necrópolis (Agro de No­gueira, Meijide, 1992 y 1993).

Catálogo de eistas (fig. 1)

A Insua (Borneiro, San Xoán de Cabana, A Coruña)(fig. 2).- Cista de 7 losas, 4 decoradas 2 a 2.

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Fig. 2.- Cista de A Insua,Camota, A Coruña.

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Losa A.- Enmarcadas por dos líneas paralelas a loslados mayores de la piedra se desarrollan los si­guientes temas: una banda de cinco triángulosequidistantes que no llegan a cerrarse en su vérticesuperior, una fila de cinco cawletas equidistantesque se coorresponden de un modo aproximadocon los vértices de los triángulos. Paralelamente aéstos va una línea recta a la que se adosan once pe­queñas perpendiculares (Vázquez 1980a: 42).

Losa B.- Decorada como la anterior.Losa C.- Dos filas de triángulos afrontados. En

una hay ocho triángulos y en otra nueve (Váz­quez, 1980a: 42).

Losa D.- Decorada como la anterior, pero cada fi­la tiene nueve triángulos.

Bibliografía: Vázquez, 1980a.

Pedra Marrada (Carnota, A Coruña).- Grupo de 3cistas, una de ellas tenía su tapa rota y según el des­cubridor de la misma se apreciaban en ésta unas in­cisiones todo a lo largo que pudieran ser obra humana(Vázquez, 1980a: 43).Ajuar.- En otra de las cistas apareció 1 puñal de es­

pigo y 1 brazal de arquero en arenisca.Bibliografía: Luengo, 1965; Vázquez, 1980a.

Coitemil (As Sete Mámoas, Agolada, Pontevedra)(fig. 3).- Sólo una losa decorada: seis líneas parale­las sobre las que se desarrolla una compleja seriede zigzags. Las líneas superior e inferior llevan unahilera de círculos (Vázquez, 1980a: 42).Ajuar.- Un vaso trípode hemisférico con el borde

volado sin decoración, hoy perdido (Vázquez,1980a: 42).

Bibliografía: Filgueira y García, 1977; García y Pe­ña, 1981; Vázquez, 1980a.

As Antas (San Estevo de Carboentes, Rodeiro,Pontevedra) (fig. 4).- También conocida como cistade Rodeiro (Monteagudo et al., 1981: 132).

El tema representado es un reticulado que ocupa1,40 m. de long. por 0,60 m. de anchura máxima (...)Lo que se puede apreciar con claridad es un reticu­lado incompleto de una longitud máxima de 1,40 m.por una anchura máxima de 0,60 m. compuesto porun conjunto de siete líneas tendentes a rectas, para-

lelas y horizontales, en parte discontinuas, cortadaspor trece perpendiculares de características simi­lares, lo que da lugar a cuadrados y rectángulos irre­gulares de difrentes proporciones y a algunos espa­cios sin grabar (Vázquez, 1985-86: 93)2.Ajuar.- 1 puñalito perdido, y 1 pequeño vaso cerá­

mico roto al que le falta el borde, con fondo pla­no, que presenta una ligera panza alta y suavegollete con borde muy poco saliente (Vázquez,1985-86: 91).

Bibliografía: Monteagudo et al., 1981; Vázquez,1985-86.

Gandón (Aldán, San Cibrán, Cangas de Morrazo,Pontevedra).- Dos cistas de las que nos interesa lasegunda:

Formada por 4 losas y cubierta (l85x160x35cm.). La cara superior de la losa de cubierta corres­ponde a la superficie original de la masa rocosa dela que se desgajó, tal y como se puede comprobarobservando el desgaste producido en ella por laerosión atmosférica. Sobre ella, en su cuadrantesudoriental, aparecen grabadas cinco cazoletas,tres de ellas forman un conjunto, mientras que lasrestantes están sueltas (Peña, 1985: 81).Ajuar.- 1 brazal de arquero de arenisca y una pun­

ta Palmela en cobre.Bibliografía: Peña, 1981.

Análisis

La diversidad funeraria, antes mencionada, que pa­rece ser uno de los rasgos definitorios de la transi­ción del IlIer al lIo milenio, también se observa enel plano de las manifestaciones plásticas dondenos encontramos con varias formulaciones (Fá-

2 Momeagudo proporciona una descripción y un dibujo dife­rentes basados en una fotografía poco nítida, por lo que en unprincipio optamos por la descripción de Vázquez Varela(1985-86: 93). Momeagudo proporciona la siguiente descrip­ción: decoración grabada (alparecerporpicado), superficialya veces di­ficilmente perceptible parecen seguros los rectángulos escaleriformes de loslados, el de la ii!/uierda más anchoy sin ~je. En el centro iifjuierda hayun círado cruzado casi seguro, y encima otra cruv que posiblemente tieneotro círculo alrededor. En el centro derecha hay líneas indeterminadas(cruces?, ángulos?) que por su oblicuidad pudieran ser rasguños del ara­do. Debqjo del rectángulo hay restos como de un pequeño círculo romanoacaso inscrito en otro (MONTEAGUDO et al., 1981: 133).

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bregas y Penedo, 1994): en la zona de Tras-os Mon­

tes pintura y grabado esquemático; en el SW deGalicia -con extensiones hacia el interior- petro­glifos; y, por último, las cistas con losas decoradasque coexisten, al menos parcialmente, con ambasmanifestaciones.

De la revisión del catálogo precedente, parececlaro que algunos de los temas decorativos de lascistas muestran un cierto parentesco con repre­sentaciones de monumentos megalíticos. Así losmotivos formados por series de triángulos unidos alíneas (cista de A Insua) son paralelizables contemas semejantes en pinturas de los sepulcros de

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Fig. 3.- 1. Cista de Coitemi/, Agolada, Pontevedra; 2. Cista de As An­tas, Rodeiro, Pontevedra; 3. Diadema aúrea de la cista de Quinta deAgua Branca, Vilanova da Cerveira, Portugal.

corredor de Pedra Coberta y Dombate (Bello,1995), en tanto que el particular reticulado de Coi­temil remite sobre todo a las series de zigzags hori­zontales tan frecuentes en los ortostatos megalíti­cos, sea en forma de pintura o grabado. Pero elprimero de los motivos, de amplia distribución cul­tural y cronológica, parece adquirir unas nuevasconcomitancias en el período que estamos tratan­do y así nos lo encontramos en forma casi idénticadesde el punto de vista formal decorando objetosde tanto valor y prestigio como las diademas áureas(v.g. cista de Quinta de Auga Branca -Vilanova daCerveira, Portugal) (fig. 5)3 (Monteagudo el al.)

1981) o alguno de los vasos del Tesoro de Caldas,en concreto el cuenco bitroncocónico de asa late­ral y la jarrita con asa de cinta (Ruiz-Gálvez, 1978,174-176). En este sentido, Monteagudo proponeque algunas decoraciones de cistas podrían ser in­terpretadas como ofrendas simbólicas de joyas(Monteagudo el al.) 1981: 134). En una línea seme­jante Bueno y Balbín (1996: 61) sugieren que mo­tivos semejantes a los de A Insua constituyen unaforma particularmente abreviada (o la decoraciónmisma) de vestimentas (¿ceremoniales, divinas?),vinculándose así a un vasto elenco de representa­ciones más o menos antropomórficas (v.g. Gara­bandal en la fig. 4.2). Por nuestra parte, creemosque el motivo de los triángulos sobre una línea re­coge probablemente tradiciones del Neolítico final(placas alentejanas p. ej.), pero que tal vez desde latransición Calcolítico-Edad del Bronce adquiereuna nueva dimensión semántica, como un elemen­to significador de status sociales o ceremonialesprivilegiados que se expresarían a través de una re­lación metonímica, haciendo su aparición en con­textos diversos (grabados al aire libre o sobre losasfunerarias, orfebrería).

Por otra parte, el reticulado de matriz cuadran­gular presente en la cista de As Antas (Rodeiro,Pontevedra) muestra afinidades con grabados demonumentos megalíticos como el del ortostato 4de Alagoas (norte de las Beiras, Portugal) y algunasde las representaciones pintadas del dolmen de

3 El ajuar de esta cista estaba formado por una diadema de oro,2 anillos de oro, 2 espirales de plata y una espada corta de co­bre (MONTEAGUDO et al., 1981: 134).

Cistas decoradas de Galicia y su contexto regional 339

Antelas (Viseu), estas últimas datadas radiocar­bónicamente hacia el 3600-3200 ANE (Fábregas yPenedo, 1995). Sin embargo también aparece enotros contextos globalmente coetáneos con las cis­tas como son los petroglifos del grupo galaico, enel cual se encuentran asimismo buenos referentespara el peculiar reticulado de Coitemil (Fábregas yPenedo 1993 y 1994).

Consideraciones generales

El entramado de relaciones que acabamos de di­bujar nos refleja una cierta continuidad de tradi­ciones decorativas megalíticas en cistas, a través dedeterminados motivos del arte megalítico (fig. 4).Este arte presenta un variado corpus de motivosrepresentados, de los que sólo unos pocos seránseleccionados para decorar las cistas. De igual mo­do, dentro del amplio registro iconográfico pre­sente tanto en la pintura esquemática como en lospetroglifos del grupo galaico, apenas se seleccionaalguno como los reticulados o las cazoletas/pun­tos. Esta forma de usar los elementos decorativosmegalíticos o al aire libre se asimila al conceptoantropológico de bricolajé, en el marco del cualson seleccionados una serie de motivos del artemegalítico, posiblemente por su fuerte caráctersimbólico, para darles un 'nuevo' significado ocontenido. Este último variará en función del con­texto en que se utiliza, sea funerario o doméstico,pero en todo caso parece estar en relación con unaetapa que contempla el surgimiento de cierta dife­renciación en el seno de la sociedad, ligado a laaparición de la metalurgia y a una intensificación ycontrol de los circuitos de intercambio (Fábregas yRuiz-Gálvez, 1997).

Las representaciones en cistas se imbrican, anuestro juicio, en los procesos que tienen lugar du­rante la transición entre el HIer. y Ho milenio a. C.,

4 Este término fue acuñado por Levi-Strauss (1975) para des­cribir la forma en que las sociedades etnográficas se piensan así mismas y a su universo, a partir de los elementos de su en­torno, reordenándolos y significándolos, creando un pen­samiento original. En un contexto estrictamente arqueológicoeste témino fue utilizado por Damm (1992) aplicado al análi­sis de la cultura material, en concreto de los grupos cardados.

a través de los cuales se detecta un cambio en lasuperestructura ideológica, que se podría expresarseñalando que se diluye el carácter comunal!colectivo del megalitismo, y se inicia un proceso deindividuación (incipiente diferenciación social)que queda reflejado en los diferentes ámbitos delregistro arqueológico. Este proceso se puede ras­trear desde momentos tardíos del Neolítico Finaly Calcolítico, durante los cuales el túmulo pierdesu carácter de marcador del paisaje de una comu­nidad, al variar su patrón de emplazamiento, dis­minuyendo su tamaño y altura, con la consiguientepérdida de visibilidad. Asimismo se aprecia unasimplificación arquite<;:tónica acompañada porcambios en la composición de los ajuares, asocia­dos a un tipo de enterramiento de carácter más in­dividual; lo que todo ello parece sugerir un ciertogrado de prestigio social representado a través delos ajuares como ya se ha señalado.

Pero es en el Calcolítico final/Bronce inicialcuando los ajuares evidencian, más nítidamente uncarácter de prestigio y con connotaciones bélicas(o al menos ligados a esferas de actividad masculi­na). De forma paralela, estos materiales muestranuna gran coherencia interna, independientementedel contexto funerario en el que se localicen, biensea en monumentos megalíticos (que son reutiliza­dos ahora), túmulos realizados ex novo, cairn o cis­tas, todos presentan como denominador común lapresencia del metal tanto en armas como en joyas,acompañados por complementos de la panopliabélica como los brazales de arquero. Estos ajuaressuelen presentar materiales cerámicos como losvasos troncocónicos y los floreros'. Por su parte, losartefactos asociados con las cistas decoradas (vid.catálogo) se muestran totalmente coherentes conlos proporcionados por otras cistas y las formas al­ternativas de enterramiento coetáneas.

Con la argumentación precedente no pre­tendemos dar a entender que nos hallemos ante unproceso a través del cual se conforma el individuocomo sujeto, sino que simplemente se aprecia unamayor diferenciación social, o sin darse esta cir­cunstancia necesariamente, al menos un deseo demarcar los status existentes (quizás ya desde elperíodo precedente). Todo ello nos lleva a pro-

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poner que podríamos estar ante el reflejo arque­ológico del paso de una sociedad indivisa a una so­ciedad dividida (Clastres 1981), donde los meca­nismos de control no están ya en manos de la co­lectividad, sino que se han desplazado a unos indi­viduos o a un segmento de ésta. Creemos que to­do ello nos está indicando una dinámica culturalcuya expresión arqueológica hay que poner enrelación -entre otros elementos- con la aparicióndel fenómeno metalúrgico, como reflejarían losajuares de las cistas.

Estos cambios en la superestructura ideológica,cuyo reflejo se puede rastrear en el registro arque­ológico, tienen lugar en un marco socioeconómicocomo el propuesto por Fábregas y Ruiz-Gálvez(1997): en el curso del Neolítico Final/Calcolíticose da un descenso en altura del poblamiento (quese puede entender como una ampliación del espa­cio habitado), con un modo de vida más estableque en el período anterior, consolidándose el sis­tema agropastoril. En este sentido se aprecia unadiversificación e intensificación en la producción

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Fig. 4.- 1. Sepulcro de corre­dor de Dombate, A Coruña; 2.Grabado al aire libre de Gara­banda/, Cantabria; 3. Grabadodel dolmen de A/agoas, Aveiro;4. Sepulcro de corredor de An­te/as, Viseu; 5. Jarrita del Tesorode Caldas de Reís, Pontevedra.

Cistas decoradas de Galicia y su contexto regional 341

de alimentos, con una explotación más intensivadel medio, y una disminución de la caza. De todasformas, esta situación no sería uniforme ni ho­mogénea para todo el cuadrante noroccidental,sino que habría diferentes grados e intensidad deaprovechamiento del medio y de complejidad so­

cial, variando según las comarcas.Paralelamente, la aparición de la metalurgia y el

aumento de la circulación y consumo de materialesexóticos y/o raros (como el metal), que conllevanun alto valor simbólico y posiblemente de presti­gio, sumado a un incremento de la belicosidad o ri­validad dentro del sector masculino de la sociedad(cuando menos en un plano simbólico), nos pro­porciona un panorama marcado por la estrategia deciertos grupos sociales destinada a convalidary asentar suposición de control sobre determinados territorios impor­tantes por sus recursos o su posición clave en los circuitos deintercambio (Fábregas y Ruiz-Gálvez, 1997: 195).

En suma, durante el Bronce Inicial y en los mo­mentos inmediatamente anteriores se produce elsurgimiento de élites simbólicas, patente en unaserie de evidencias como son el énfasis en el ar­mamento y el adorno personal, plasmado tanto enlos ámbitos artístico (petroglifos de armas) comofunerario. La movilización de redes de intercambiopara la obtención de materias primas exógenas,nuevos usos y tecnologías, el carácter netamentesocial de la metalurgia inicial, la individualizacióndel registro mortuorio, etc... , tienen un desarrolloparalelo con unas pautas habitacionales que tantodesde el punto de vista estructural como de dis­posición en el paisaje, no aparentan una nítida rup­tura con la norma propia del Neolítico final/Cal­colítico, si bien denotan una ocupación más exten­sa del paisaje y una preocupación ulterior por elcontrol de ciertas zonas del mismo, como reflejanlos petroglifos. Así trabajos recientes han puestode relieve la significativa relación existente entrelos petroglifos y zonas de paso y/o reserva de pas­to (Bradley, Criado y Fábregas, 1994; Criado, Fá­bregas y Santos, e.p.), e igualmente la relación en­tre grabados con armas y determinados territorios(Peña y Rey, 1993).

Esa coexistencia de innovación y tradición se re­flejaría de modo puntualmente feliz en la pervi-

vencia de túmulos pequeños tipo cairn hasta mo­mentos avanzados de la Edad del Bronce, confor­mando así una solución particularmente salomóni­ca entre el sustrato tumular -megalítico- y las nue­vas concepciones funerarias. De igual forma, estamisma convivencia se aprecia en las todavía es­casas cistas decoradas de Galicia, a través de la in­teresante combinación de temas pertenecientestanto al repertorio megalítico como al de los pe­troglifos del grupo galaico. Tal vez como un signode los tiempos, un motivo de amplia tradición co­mo el de los triángulos unidos a líneas adquieredesde la transición Calcolítico/Bronce un nuevocontenido simbólico, posiblemente más ligado a laexpresión de la posición privilegiada de determi­nados individuos.

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