fernando adán

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El instituto del terror Un fatídico 11 de Enero, en el instituto, el aire se tornaba asfixiante y el día parecía noche. Todo transcurría como una jornada normal, pero yo estaba inquieto por algo... Miré por la ventana y vi algo que me paralizó. Un hombre de unos 30 años a lo sumo, con ojos revenidos, piel oscura y carácter agresivo fue corriendo hacia el profesor de Literatura, al cual mordió. Tras esto, se desmayó. ¡Creía que había muerto! pero no, tras un breve lapso de tiempo, el profesor se levantó, con la misma apariencia que el primer hombre y volvió a repetir el acto con la profesora de Dibujo. La cual tras ese breve retardo también se levantó para repetir infinitamente el proceso. Cogí a mi compañera de clase de laboratorio y huimos sin mediar palabra con el profesor. Asustada, la gente empezó a huir formando un colapso en la puerta principal. Cuando quisimos salir Marta y yo nos encontramos con un gran grupo de “infectados”, como decidimos llamarlos. Sus cuerpos desprendían un horrible hedor, como si llevaran muertos días y, cada vez más, los seres se aglomeraban por todo el instituto infectándose unos a otros. Finalmente, fuimos al garaje del instituto donde había un infectado, teníamos que deshacernos de él para llegar a uno de los grandes todoterrenos del profesor de Música. Era un gran debate emocional, pues nunca había agredido a nadie y menos había matado; pero es que ya habíamos notado que no sentían dolor, por lo que era imposible atacarles para inutilizarlos. Cogí un palo de hierro que teníamos cerca y le golpeé en la cabeza. La imagen de la sangre y los restos traumatizó a mi amiga la cual lloró desconsoladamente Finalmente nos montamos en el coche y logramos huir. Afortunadamente fue un incidente aislado dentro del instituto. Al parecer los profesores de biología habían creado un virus que reactivaba la infraestructura celular convirtiendo la carne muerta en nueva. Con ello pretendían revivir a los muertos. La vida no es algo que puedas arrebatar y menos devolver. Porque

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Page 1: Fernando adán

El instituto del terrorUn fatídico 11 de Enero, en el instituto, el aire se tornaba asfixiante y el día parecía noche.Todo transcurría como una jornada normal, pero yo estaba inquieto por algo...Miré por la ventana y vi algo que me paralizó. Un hombre de unos 30 años a lo sumo, con ojos revenidos, piel oscura y carácter agresivo fue corriendo hacia el profesor de Literatura, al cual mordió. Tras esto, se desmayó.

¡Creía que había muerto! pero no, tras un breve lapso de tiempo, el profesor se levantó, con la misma apariencia que el primer hombre y volvió a repetir el acto con la profesora de Dibujo. La cual tras ese breve retardo también se levantó para repetir infinitamente el proceso.

Cogí a mi compañera de clase de laboratorio y huimos sin mediar palabra con el profesor.Asustada, la gente empezó a huir formando un colapso en la puerta principal. Cuando quisimos salir Marta y yo nos encontramos con un gran grupo de “infectados”, como decidimos llamarlos.

Sus cuerpos desprendían un horrible hedor, como si llevaran muertos días y, cada vez más, los seres se aglomeraban por todo el instituto infectándose unos a otros.

Finalmente, fuimos al garaje del instituto donde había un infectado, teníamos que deshacernos de él para llegar a uno de los grandes todoterrenos del profesor de Música.Era un gran debate emocional, pues nunca había agredido a nadie y menos había matado; pero es que ya habíamos notado que no sentían dolor, por lo que era imposible atacarles para inutilizarlos.

Cogí un palo de hierro que teníamos cerca y le golpeé en la cabeza. La imagen de la sangre y los restos traumatizó a mi amiga la cual lloró desconsoladamenteFinalmente nos montamos en el coche y logramos huir.Afortunadamente fue un incidente aislado dentro del instituto. Al parecer los profesores de biología habían creado un virus que reactivaba la infraestructura celular convirtiendo la carne muerta en nueva. Con ello pretendían revivir a los muertos.

La vida no es algo que puedas arrebatar y menos devolver. Porque al fin y al cabo... No somos nadie para hacerlo...

Fernando Adán Galán. 3ºB