farmacoeconomía y tratamiento de la hipertensión arterial

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Hipertensión 2003;20(5):193-4 193 Farmacoeconomía y tratamiento de la hipertensión arterial J. Honorato Servicio de Farmacología Clínica. Clínica Universitaria de Navarra. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra L a necesidad de conocer el coste real de una intervención terapéutica constituye una preocupación lógica por parte de los gestores del Sistema Nacional de Salud, que son, en definitiva, los que tienen que adminis- trar los recursos disponibles, pero debe ser una preocupación compartida por todos los elemen- tos que intervienen en el consumo de esos re- cursos. No cabe duda de que los médicos constituyen una pieza fundamental a la hora de manejar parte de esos recursos y por ello deben estar concienciados en ese sentido. Ahora bien, la colaboración de los médicos siempre será mu- cho más eficaz cuando se les convence con es- tudios farmacoeconómicos bien planteados de la idoneidad económica de una alternativa tera- péutica que cuando se les imponen medidas restrictivas que establecen interferencias en la relación médico-paciente. El papel del médico en las medidas de conten- ción del gasto se refiere fundamentalmente a su capacidad de recetar medicamentos que pue- den tener precios muy distintos. Y lo que llama la atención es que siendo el gasto farmacéutico inferior al 20 % del gasto total del sistema, sean precisamente objeto de tanta atención, ya que probablemente sería más rentable dedicar esa atención al 80 % restante del gasto global, cosa que no parece suceder. Sea como fuere, es incontestable que el coste de una enfermedad crónica como la hipertensión arterial (HTA) es muy considerable, no sólo por el tratamiento que implica, sino por el coste de las complicaciones que origina. El estudio farmacoeconómico de una interven- ción terapéutica en el tratamiento de una enfer- medad crónica está lleno de complejidad, ya que si bien resulta relativamente fácil conocer los costes directos que son los menos cuantio- sos, resulta muy complicado tener una idea aproximada de lo que representan los costes in- directos, y no digamos los intangibles, que son, sin duda, los más cuantiosos. Desde hace no muchos años sabemos que los fármacos antihipertensivos de que disponemos en la actualidad son suficientemente eficaces en el tratamiento de la HTA como para lograr redu- cir las cifras tensionales hasta los límites norma- les, y que ello es muy importante porque la re- ducción de las cifras es la piedra clave en el pronóstico de los pacientes hipertensos. Pero desde hace menos tiempo sabemos también que no se obtiene el máximo beneficio en térmi- nos de reducción de la morbimortalidad con unos fármacos que con otros a pesar de que to- dos reduzcan las cifras de tensión arterial (TA). Es muy conocido cómo la regresión de la hiper- trofia ventricular izquierda no se consigue igual con unos fármacos que con otros, que la pro- gresión de la nefropatía hipertensiva, sobre todo en diabéticos, no se produce de igual manera con diferentes fármacos antihipertensivos, o que la incidencia de accidentes cerebrovascula- res varía de forma considerable de una alterna- tiva terapéutica a otra, etc. El problema es que estas complicaciones a que da lugar la HTA son las que representan un cos- te verdaderamente extraordinario comparado con las diferencias que pueda haber entre el coste diario de una u otra alternativa. Solamente pensar en los costes directos que ge- nera un paciente de 50 años que ha tenido un accidente cerebrovascular con importantes se- cuelas neurológicas, pero que puede tener una expectativa de vida bastante amplia, da una idea de la importancia del gasto que genera esta complicación. Si además se tienen en cuenta los costes indirectos e intangibles, las cifras son verdaderamente astronómicas. Cuando hablamos de coste-efectividad es impor- tante recordar que estamos considerando no sólo el coste del fármaco, sino también su eficacia, y dentro del concepto de eficacia se encuentran las complicaciones que se pueden evitar. Por tanto, la valoración del coste de una inter- Correspondencia: J. Honorato. Servicio de Farmacología Clínica. Clínica Universitaria de Navarra. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra. Avda. Pío XII, s/n. 31008 Pamplona. Correo electrónico: [email protected] EDITORIAL

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Page 1: Farmacoeconomía y tratamiento de la hipertensión arterial

Hipertensión 2003;20(5):193-4 193

Farmacoeconomía y tratamiento de la hipertensión arterial

J. Honorato

Servicio de Farmacología Clínica. Clínica Universitaria de Navarra. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra

La necesidad de conocer el coste real de una intervención terapéutica constituyeuna preocupación lógica por parte de los

gestores del Sistema Nacional de Salud, queson, en definitiva, los que tienen que adminis-trar los recursos disponibles, pero debe ser unapreocupación compartida por todos los elemen-tos que intervienen en el consumo de esos re-cursos.No cabe duda de que los médicos constituyenuna pieza fundamental a la hora de manejarparte de esos recursos y por ello deben estarconcienciados en ese sentido. Ahora bien, lacolaboración de los médicos siempre será mu-cho más eficaz cuando se les convence con es-tudios farmacoeconómicos bien planteados dela idoneidad económica de una alternativa tera-péutica que cuando se les imponen medidasrestrictivas que establecen interferencias en larelación médico-paciente.El papel del médico en las medidas de conten-ción del gasto se refiere fundamentalmente a sucapacidad de recetar medicamentos que pue-den tener precios muy distintos. Y lo que llamala atención es que siendo el gasto farmacéuticoinferior al 20 % del gasto total del sistema, seanprecisamente objeto de tanta atención, ya queprobablemente sería más rentable dedicar esaatención al 80 % restante del gasto global, cosaque no parece suceder.Sea como fuere, es incontestable que el coste deuna enfermedad crónica como la hipertensiónarterial (HTA) es muy considerable, no sólo porel tratamiento que implica, sino por el coste delas complicaciones que origina.El estudio farmacoeconómico de una interven-ción terapéutica en el tratamiento de una enfer-medad crónica está lleno de complejidad, yaque si bien resulta relativamente fácil conocer

los costes directos que son los menos cuantio-sos, resulta muy complicado tener una ideaaproximada de lo que representan los costes in-directos, y no digamos los intangibles, que son,sin duda, los más cuantiosos.Desde hace no muchos años sabemos que losfármacos antihipertensivos de que disponemosen la actualidad son suficientemente eficaces enel tratamiento de la HTA como para lograr redu-cir las cifras tensionales hasta los límites norma-les, y que ello es muy importante porque la re-ducción de las cifras es la piedra clave en elpronóstico de los pacientes hipertensos.Pero desde hace menos tiempo sabemos tambiénque no se obtiene el máximo beneficio en térmi-nos de reducción de la morbimortalidad conunos fármacos que con otros a pesar de que to-dos reduzcan las cifras de tensión arterial (TA).Es muy conocido cómo la regresión de la hiper-trofia ventricular izquierda no se consigue igualcon unos fármacos que con otros, que la pro-gresión de la nefropatía hipertensiva, sobre todoen diabéticos, no se produce de igual maneracon diferentes fármacos antihipertensivos, oque la incidencia de accidentes cerebrovascula-res varía de forma considerable de una alterna-tiva terapéutica a otra, etc.El problema es que estas complicaciones a queda lugar la HTA son las que representan un cos-te verdaderamente extraordinario comparadocon las diferencias que pueda haber entre elcoste diario de una u otra alternativa.Solamente pensar en los costes directos que ge-nera un paciente de 50 años que ha tenido unaccidente cerebrovascular con importantes se-cuelas neurológicas, pero que puede tener unaexpectativa de vida bastante amplia, da unaidea de la importancia del gasto que genera estacomplicación. Si además se tienen en cuentalos costes indirectos e intangibles, las cifras sonverdaderamente astronómicas.Cuando hablamos de coste-efectividad es impor-tante recordar que estamos considerando no sóloel coste del fármaco, sino también su eficacia, ydentro del concepto de eficacia se encuentranlas complicaciones que se pueden evitar.Por tanto, la valoración del coste de una inter-

Correspondencia:J. Honorato.Servicio de Farmacología Clínica.Clínica Universitaria de Navarra. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra.Avda. Pío XII, s/n.31008 Pamplona.Correo electrónico: [email protected]

EDITORIAL

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vención terapéutica en HTA no debe limitarse alcoste de la medicación y su relación con el des-censo de las cifras de TA, sino que debe ir másallá y valorar, por ejemplo, cuántos accidentescerebrovasculares se han evitado en un períodoconcreto de tiempo en relación con otra medi-cación, o cuántos infartos o cuántas insuficien-cias cardíacas u otras muchas complicaciones,porque son esas complicaciones las que verda-deramente van a representar un coste muy ele-vado, y no sólo en términos euros, sino en unsentido humano, personal para el paciente ytambién familiar y social.Sólo considerando todos estos aspectos podre-mos decir que la relación coste-efectividad deun fármaco es mejor que la del otro. Aunque sa-bemos que el tratamiento farmacológico de laHTA es coste-efectivo, puede decirse que en elmomento actual no disponemos de estudios defarmacoeconomía de suficiente solidez comopara poder recomendar un fármaco concretofrente a otro en términos de mejor relación cos-te-efectividad.Por lo demás, siempre es reconfortante compro-bar que un fármaco de acción retardada es másbarato que una formulación estándar porquecuesta menos y es igual o más eficaz sólo enfunción de la reducción de las cifras de TA. Ellosupone no sólo un menor consumo de recursos,sino además una mayor fijación del paciente altratamiento.Es suficientemente bien conocido cómo uno delos mayores problemas que actualmente tene-mos en el tratamiento de la HTA es la falta decumplimiento por parte del paciente del esque-ma posológico prescrito por el médico. Los tresfactores que más influyen en este aspecto son:

1) Que la HTA, en la mayor parte de los casos,sea una enfermedad asintomática.2) La complejidad de los esquemas posológicos.3) La aparición de efectos secundarios queafectan a la calidad de vida de los pacientes.Las formulaciones de acción retardada incidende una manera directa en estos dos últimos as-pectos y por ello pueden contribuir de una ma-nera eficaz a que aumente el número de pacien-tes con cifras de TA compensadas. De todasformas, lo ideal sería disponer de un estudio decoste/efectividad entre ambas formulaciones quepermitieran conocer cual de las dos presentauna mejor relación en este sentido.

Bibliografía recomendada

Ambrosioni E. Pharmacoeconomic challenges in disease mana-gement of hypertension. J Hypertens Suppl 2001;19(Suppl 3):S33-S40.Elliott WJ. The costs of treating hypertension: what are the long-term realities of cost containment and pharmacoeconomics?Postgrad Med 1996;99(4):241-8.Fletcher AE, Bulpitt CJ. Pharmacoeconomic evaluation of riskfactors for cardiovascular disease: an epidemiological perspecti-ve. Pharmacoeconomics 1992;1(1):33-44.Goldberg Arnold RJ. Disease management and pharmacoecono-mics as tools for mass prevention of hypertensive complications.Heart Dis 2001;3(3):152-6.Knapp DA, Michocki RJ, Richardson JP, Knapp DA. An evalua-tion of antihypertensive prescribing practices.Pharmacoeconomics 1994;5(5):408-18.Materson BJ. Disease management, pharmacoeconomics, andmolecular biology: tools for prevention of hypertensive compli-cations. Am J Hypertens 1998;11(8):101S-2S.McMurray J. The health economics of the treatment of hyperlipi-demia and hypertension. Am J Hypertens 1999;12(10):99S-104S.Pardell H, Tresserras R, Armario P, Hernández del Rey R.Pharmacoeconomic considerations in the management of hy-pertension. Drugs 2000;59(Suppl 2):13-20.

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