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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO. Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales VIII (octava) Promoción 2010 -2013 Reconfiguración identitaria de mujeres indígenas en cargos de autoridad en el Estado Plurinacional de Bolivia Tesis para obtener el grado de Doctora en Investigación en Ciencias Sociales Mención en Sociología Presenta: Marianela Agar Diaz Carrasco DIRECTORA: Dra. Martha Patricia Castañeda LECTORAS: Dra. Fabiola Escárzaga Dra. Margara Millán Seminario de tesis: Las mujeres y el género: investigación en las Ciencias Sociales Línea de investigación: Política, políticas públicas y género. México, D.F. 12 de agosto 2013 Se agradece el apoyo brindado por la Secretaría de Educación Pública (SEP)

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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES

SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO.

Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales

VIII (octava) Promoción

2010 -2013

Reconfiguración identitaria de mujeres indígenas en cargos de

autoridad en el Estado Plurinacional de Bolivia

Tesis para obtener el grado de Doctora en Investigación en

Ciencias Sociales – Mención en Sociología

Presenta:

Marianela Agar Diaz Carrasco

DIRECTORA:

Dra. Martha Patricia Castañeda

LECTORAS:

Dra. Fabiola Escárzaga

Dra. Margara Millán

Seminario de tesis: Las mujeres y el género: investigación en las Ciencias Sociales

Línea de investigación: Política, políticas públicas y género.

México, D.F. 12 de agosto 2013

Se agradece el apoyo brindado por la Secretaría de Educación Pública (SEP)

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Resumen

La presente investigación pretende aportar a los estudios de género realizados desde el

feminismo descolonial y analiza cómo ha influido el proceso de descolonización del

género planteado por el gobierno del MAS –IPSP (Movimiento al Socialismo –

Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) desde el año 2006 en la

reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas aymaras y quechuas. Se centra en

las mujeres que ocupan cargos jerárquicos en los órganos Ejecutivo y Legislativo del

Estado Plurinacional de Bolivia y cargos de liderazgo de los movimientos sociales que

son parte del bloque histórico indígena. Esto en un contexto socio-histórico en el que se

cristaliza en la memoria corta elementos de una cadena de relaciones de dominación

desde la memoria larga vinculados a la colonialidad del ser, saber y poder y la

subalternización de los pueblos indígenas en Bolivia; las permanencias, rupturas,

procesos de interpelación y desnaturalización que realizan dichas mujeres en un proceso

de descolonización y de desubalternización de su identidad.

Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración identitaria,

mujeres indígenas, colonialidad.

Abstract

This research aims to contribute with the gender studies conducted from the feminist

decolonial perspective. It analyzes how the decolonization of gender, instituted by the

government of MAS-IPSP (Movement for Socialism - Political Instrument for the

Sovereignty of the People) since 2006, has influenced the identitary reconfiguration of

indigenous women of aymara and quechua descent. Moreover, the research focuses on

women in senior positions within the executive and legislative powers of the

Plurinational State of Bolivia and their leadership roles within social movements, groups

that form part of the historical indigenous movements. This research is ultimately based

on a socio-historical context that allows short-term memory to be crystallized by a series

of dominant relations derivative from a long-term memory, linked to the coloniality of

being, knowledge and power, and the subalternative process experienced by the

indigenous communities of Bolivia, which refer to the continuity, rupturing, interjection

and denaturalization processes brought upon by women through the method of

decolonizing and transforming the subalternation of their identity."

Keywords: decolonial feminism, subaltern, identity reconfiguration indigenous women,

colonialism.

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A las mujeres indígenas que no tienen miedo,

a las que luchan y a las de luchas pendientes…

A Rosa y Manuel, los de mi “memoria larga”,

mis bisabuelos aymaras…

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AGRADECIMIENTOS

Primero agradezco a FLACSO por la oportunidad de ser parte de un espacio de intercambio con

compañeros de distintos países de América Latina y tener la posibilidad de aprender tanto de

ellos. A los profesores del doctorado, especialmente al Dr. Fernando Cortés por hacer del aula,

un espacio crítico y reflexivo por su sencillez y grandeza académica y humana. A las profesoras

guías del seminario Mtra. Flérida Guzmán y Martha Subiñas, las y los compañeros que

participaron en el mismo, quienes enriquecieron la investigación. A mi tutora, la Dra. Patricia

Castañeda, mis lectoras Dra. Márgara Millán y Dra. Fabiola Escárzaga, por su cercanía,

rigurosidad en la lectura, apoyo y retroalimentación constante. A las mujeres y hombres

indígenas, autoridades gubernamentales, líderes de los movimientos sociales en Bolivia que son

el centro y razón de ser de la investigación, quienes brindándome su tiempo y su confianza

accedieron a las entrevistas.

A mi hermosa familia extendida por su apoyo incondicional, especialmente a mi abuelo

Crescencio; mis padres Jaime e Isabel, mi hermana Paola; mis queridos Nené, Toño; a los que se

fueron y siempre están: Amalia, Hugo y Norka, con quienes todo es posible. A mi segunda

familia: Javier, Gabriela, Marcos, Andrés, Paolita y nuestro querido Santi. A los amigos de

Bolivia, con especial cariño a los A-brazos Urbanos, Javier, Marcos B., Claudia, Vero, Lopo,

Julia, Paola, Andrés, Dario, Daniela y Manuel; a René Martinez por acompañar mis pasos

cotidianamente, a pesar de la distancia; a Martín y Enrique por los documentos y datos enviados

que fueron muy relevantes para el trabajo. A los amigos y amigas entrañables de México, de

Chile, de y en otros países que acompañaron, de forma presencial o virtual, este ciclo de vida

con su complicidad en los momentos académicos y no académicos, los buenos y los menos

buenos.

A la generación XVIII de la Maestría en Ciencias Sociales, un hermoso grupo humano que hizo

de este tiempo una etapa de bella lucha y alegría. A mis compañeros del Doctorado con los que

compartimos los momentos amables y complejos de nuestro proceso de formación,

especialmente a Gabriela, Fátima y Abril, por nuestros lazos incondicionales, por haber sido y

ser mi sostén y fortaleza imprescindible. A Julio Teodoro por su apoyo en el momento preciso,

por animarme a continuar y culminar lo iniciado. A Andrés, Javier, Jesús, Danilo, Lisandro,

Federico, Jorge y Cecilia, Agostina, Francisco, Fernando y Pablo por su sincero apoyo y cariño.

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INDICE GENERAL

Introducción

Capítulo 1: Planteamiento teórico de la investigación

1. Mujeres indígenas: lo político y la política……………… …………………........

1.1 Primera área de descentramiento….…………………………………………….

1.1.1 Procesos de democratización: La descolonización como un proyecto

. político………………………………………………………………………

1.2 Segunda área de descentramiento……………….………………………………

1.2.1 El devenir de la descolonización del género: la descolonización del

. Estado……………………………………………………………………….

1.3 Tercera área de descentramiento……..……………………………………………...

1.3.1 Feminismo: descolonización del género y despatriarcalización…………….

1.3.2 Feminismo descolonial en Bolivia: despatriarcalización……………………

1.4. El feminismo descolonial desde “una cadena de relaciones de dominación”….

1.4.1 Subalternidad y colonialidad………………………………………………

1.4.1.1 Identidad colonial y subalternizada……………………………………..

1.4.2 La colonialidad del ser, el saber y el poder……….…………………………

1.4.2.1Colonialidad del ser……………………………………………………...

1.4.2.2 Colonialidad del poder…………….…………………………………….

1.4.2.3 Colonialidad del saber…………………………………………………...

1.4.3 Identidades desubalternizadas y descolonizadas…...………...…..............

1.5 Los marcos del debate: ¿feminismo descolonial o post-colonial?........................

1.5.1 Identidad desde el feminismo descolonial…………………………………..

1.5.1.1 Primera tensión: Cuestionando el esencialismo de los nacionalismos y

. las políticas de identidad………………………………………………...

1.5.1.1.1 Identidad desde el feminismo indígena…….……………………….

1.5.1.2 Segunda tensión: La diferencias con los feminismos hegemónicos…….

Capítulo 2: Contexto socio-histórico

2. Mujeres indígenas en Bolivia: el colonialismo interno…………………………..

2.1 La memoria larga de las mujeres indígenas…………..........………………….

2.2 La memoria corta de las mujeres indígenas………………..………………….

2.2.1Antecedentes de participación de mujeres indígenas en la política – la

. identidad emblemática………………………………………………….....

2.2.2 Antecedentes de participación de mujeres indígenas en lo político –

. los movimientos sociales y sus proyectos políticos………………………

2.2.2.1 Disputas entre el feminismo metizo- blancoide y las luchas de las

. mujeres indígenas…………………………………………………......

2.2.2.2 Las organizaciones de mujeres y el MAS-IPSP………………………

2.2.2.2.1El movimiento indianista katarista………………………………...

2.2.2.3 La Federación de Mujeres indígenas, campesinas originaria Bartolina

. Sisa…………………………………………………………………….

2.3 Proceso de descolonización del género en el estado…………....……………..

2.3.1 Las mujeres indígenas y el proceso constituyente....................................

2.3.1.1 Cambios normativos……………………..…………………………….

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2.3.1.1.1 El mandato constitucional de descolonizar el Estado....................

2.3.1.2 La nueva institucionalidad estatal: descolonizando el Estado…………

2.3.1.3 Políticas públicas………………………..……………………………..

2.3.1.4 Reflexión teórica..………..……………………………………………

2.3.1.4.1La paridad a partir del chacha/warmi……………………………..

2.3.1.5 Prácticas políticas……….………………….........................................

2.3.1.5.1 Mujeres orgánicas e invitadas…………………………………….

2.3.1.5.2 Espacios de encuentro: mujeres hacia la descolonización del

género……………………………………………………………..

Capítulo 3: caracterización de las mujeres indígenas, algunos espacios comunes

3. La identidad desubalternizada………………………………………………….

3.1 Proceso de objetivación: una doble vía………………………………….........

3.2 El acceso a las mujeres indígenas en cargos de autoridad: un contexto de

. conflicto social………………………………………………………………...

3.3 Algunos elementos de caracterización de las mujeres indígenas entrevistadas.

3.3.1 Sobre la maternidad………………..……………………………………...

3.4 El contexto de las entrevistas………………………………………….............

3.5 El análisis de la memoria y los hitos significativos…………………………...

3.6 Espacios comunes de la memoria de las mujeres indígenas…….…………….

3.6.1 Trayectoria sindical camino o thaki – proceso de desubalternización….

3.6.2 El referente femenino……………………………………………………

3.6.3 La memoria corta: la década de los años 70……………………..............

3.6.4 La pérdida del miedo……………………………………….….………...

3.6.5 Referente paterno de desubalternización e inicio de lucha en lo político.

3.6.6 La escuela: espacio de emancipación, subalternización y discriminación

…………………………………………………………………………...

Capítulo 4: desubalternización y descolonización de la identidad

4. Subalternización: objetivación y subjetivación…………………………………..

4.1 La identidad: Subalternización vs. Subalternidad………………………………

4.2 Cadena de relaciones de dominación: colonialidad del ser, del poder y del

saber…….…………………………………………………………………………..

4.2.1 Colonialidad del ser…………………………………………………………

4.2.2 Colonialidad del poder……….……………………………………………...

4.2.3 Colonialidad del saber……………………………………………................

4.3 El núcleo chacha/warmi………..………………………………………………..

Conclusiones

5.1 La reconfiguración de las mujeres indígena en el bloque histórico indígena…...

5.2 De Bartolina Sisa a “las bartolinas”: la memoria larga y corta…………………

5.3 Desubalternización y descolonización de la identidad: desde lo político a la

política………………………………………………………………………………

5.4 En clave chacha/warmi y qhari/warmi: la dualidad andina…………….............

5.5 De la propuesta teórico- política seleccionada………………………………….

5.5.1 Descolonización un paradigma en construcción…………………………….

5.5.2 Identidades descolonizadas y desubalternizadas: objetivación y

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subjetivación……………………………………………………………………….

5.5.3 Feminismo descolonial………….…………………………………………..

5.5.3.1 ¿Desde dónde?..........................................................................................

5.5.3.2 ¿Qué? el objeto de descolonización y subalternización…………………

5.5.3.3 ¿Quiénes? El sujeto de desubalternización y descolonización………..

5.6 Identidad en proceso de desubalternización y de descolonización….…………..

5.7 Algunos apuntes de problematización……….………………………………….

Bibliografía…………………………………………………………………..…

Anexos………………………………………………………………………….

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INTRODUCCIÓN

La presente investigación pretende aportar a los estudios de género realizados desde el

feminismo descolonial a partir del análisis de la reconfiguración identitaria de las

mujeres indígenas, en este caso se trata de mujeres aymaras y quechuas que ocuparon u

ocupan cargos jerárquicos en el Estado Plurinacional de Bolivia desde el gobierno del

MAS-IPSP o son parte de su base política en los movimientos sociales, estas fueron

históricamente subalternizadas, excluidas de distintos espacios, subordinadas bajo

relaciones jerárquicas a partir de un proceso de construcción de identidades adscritas que

contienen cargas valorativas de inferioridad y, por ende, son relegadas de los cargos

jerárquicos de poder en el Estado, que ha sido un espacio eminentemente masculino y

occidental1/“blancoide”

2, en correspondencia la noción de “blanquitud” exigida por la

sociedad moderna (Echeverría, 2007) y en este caso en un Estado hegemónico

modernizante en el que primaba el sentido común colonizado de los mestizos-

blancoides como hegemónicos e indígenas como subalternos.

El problema de investigación se plantea en el contexto boliviano y comprende la

memoria larga que se cristaliza en la memoria corta, a partir de formas de subordinación

y legitimación de la subalternización de los hombres y mujeres que desde la colonia

vienen afianzando las relaciones jerárquicas y discriminadoras, haciendo permanente la

1Nos referimos a occidental en los términos de la distinción de las sociedades modernas capitalistas entre

“occidentales y no occidentales” que plantea Bolívar Echeverría “El rasgo identitario-civilizatorio que

queremos entender por “blanquitud” se consolida, en la historia real, de manera casual o arbitraria

sobre la base de la apariencia étnica de la población europea noroccidental, sobre el trasfondo de una

blancura racial-cultural. A lo largo de tres siglos (del siglo XV al XVIII), esa casualidad o arbitrariedad se

fue convirtiendo poco a poco en una necesidad y pasó a ser codeterminante de la identidad moderna del

ser humano como una identidad civilizatoria capitalista, en su variante puritana o “realista”. [...] En otras

palabras, debido a su frecuencia abrumadora, el hecho de que los “santos visibles” fueran también,

además de todo, “de raza y de usos y costumbres blancos” abandonó su factualidad y pasó a

convertirse en una condición imprescindible. Es gracias a este quid pro quo que el ser auténticamente

moderno llegó a incluir entre sus determinaciones esenciales el pertenecer de alguna manera o en

cierta medida a la raza blanca y consecuentemente [...] a relegar en principio al ámbito impreciso de

lo pre-, lo anti- o lo no-moderno (no humano) a todos los individuos, singulares o colectivos, que fueran

“de color” o simplemente ajenos, “no occidentales”. (2007: 18). 2 Categoría propuesta por intelectuales indígenas. Se refiere a los sectores que no se identifican como

indígenas, (Stefanoni, 2007(a); Stefanoni, 2007(b); Quisbert, 2007; Nina, 2008; Bautista, Briales y Hoyos,

2009; Zambrana, 2006) respondiendo a lo criollo/mestizo. Dicha crítica tiene sus precedentes en el

pensamiento indianista andino de Fausto Reinaga, quien asumiría una posición frontal de reivindicación

identitaria del “sujeto indígena” para confrontar las ideas revolucionarias blancas y mestizas en sus

diversas corrientes.

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noción de servidumbre como el horizonte posible que condiciona la relación entre

mestizo-blancoides e indígenas. Como claro ejemplo cabe señalar la respuesta que daba

el líder indianista, aymara y katarista Felipe Quispe “el Mallko”3 el año 1992 ante la

pregunta de la periodista no indígena Amalia Pando, acerca de su participación en el

Movimiento guerrillero4 ¿Por qué pone bombas, don Felipe? A lo que éste contestó: “...

porque no quiero que mi hija sea tu sirvienta...por qué sólo nosotros tenemos que ser

barredores, cargadores de los q’aras5 (Quispe en Albó, 1999:32), respuesta que daba

cuenta de las relaciones de subordinación existente inclusive entre las mismas mujeres

indígenas y no indígenas.

Si bien estos procesos de legitimación del colonialismo interno existente en Bolivia se

explican desde la Colonia, la investigación se centra en el período 2006 – 2013; es decir

a partir del primer mandato del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, que

constituye el período en el que se establece una Asamblea Constituyente en agosto de

2006 y se aprueba un nueva Constitución Política del Estado vía referéndum en enero de

2009, de la que devienen leyes y cambios sui generis a nivel normativo, de diseño

institucional, y prácticas políticas que afectan también al sentido común académico.

Dejando claro que las luchas de los pueblos indígenas en Bolivia tienen una memoria

mucho más larga y cuentan con otros protagonistas distintos además de los que

actualmente son parte del gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, la realización de

la Asamblea Constituyente resulta de un ciclo de movilización social de distintos

sectores subalternos que actúan de forma autónoma respecto al Estado, donde los

pueblos indígenas se visibilizan como sujetos políticos. Algunos de estos movimientos

sociales (los de mayor cantidad de integrantes) son parte el MAS-IPSP (Movimiento al

Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) que conforma un

bloque histórico indígena a través del llamado “Pacto de Unidad”; y si bien dicho pacto

no asume la totalidad de las luchas y reivindicaciones indianistas e indigenistas6, dado

3 Que en idioma aymara significa “gran jefe”.

4 Se refiere al “Ejército Guerrilero Tupac Katari (EGTK) organización armada integrada por mestizos e

indios”. (Escárzaga,2012) 5 Si bien el significado literal de q´aras significa desnudo – se utilizó la dicotomía t´ara (indígena) y q´ara

(mestizo-blancoide) con identidades confrontadas especialmente en la historia reciente.

6 Distinción que aclararemos más adelante.

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que algunos que quedaron fuera o se fueron distanciando7y continuaron sus luchas

autónomas, implica una irrupción en el sistema político a través, entre otras cosas, de la

numerosa presencia de indígenas en distintos espacios de los órganos estatales8.

De este bloque, abordo específicamente a las mujeres indígenas aymaras y quechuas

líderes de los movimientos sociales del MAS-IPSP; el Movimiento Cocalero, la

Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia

"Bartolina Sisa" - CNMCIOB-BS y la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar

de Bolivia (FENATRAHOB), que en la etapa constituyente fueron parte de la

Confederación Nacional por el Cambio (CONALCAM) y las mujeres indígenas que,

siendo parte de dichos movimientos sociales o no, ocuparon o aún ocupan cargos

jerárquicos en los órganos Legislativo y Ejecutivo9 del Estado Plurinacional de Bolivia,

espacios desde los que interpelan el sentido común colonizado, las identidades

colonizadas y subalternizadas.

Pero este período no lo asumo como un tiempo delimitado de forma estática, sino más

bien en el marco de su historicidad, comprendiendo el sedimento colonial y los

elementos que constituyen un continuum de la memoria larga que se cristaliza y re-

significa en la memoria corta de las mujeres indígenas, esto asumiendo el

abigarramiento de la sociedad boliviana, que es una noción propuesta por René Zavaleta

(1986) que Luis Tapia retoma señalando que “básicamente, consiste en pensar en la

sobreposición desarticulada de varios tipos de sociedad, lo que implica varios tiempos

históricos, modos de producción, lenguas y formas de gobierno, entre otros factores”

(2011: s/p).

7 Como en 2011 el caso de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) que representa a

los pueblos indígenas de tierras bajas (que son la mayoría de las naciones indígenas en Bolivia) y del

Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), que representa a las naciones

originarias de tierras altas y oficializa su alejamiento a inicios del 2013; Ambas organizaciones sociales,

fundadoras del Pacto de Unidad establecieron un quiebre definitivo en la coyuntura de la VII Marcha

indígena del Tipnis, que se explicará más adelante señalando que dicho pacto “no respondía a las

demandas que tenían los originarios” (http://www.cidob-bo.org) 8 La creciente movilización social en la historia reciente ha sido llamada por intelectuales cercanos al

gobierno del MAS-IPSP “proceso constituyente”, asumiendo la irrupción de la “Guerra del agua” en el

año 2000 (Romero, 2006; Moldiz, 2006; García Linera, 2009). 9 No se aborda ni el órgano Judicial ni el Electoral, dado que la mayor incidencia al gobernar se evidencia

en los dos órganos seleccionados.

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Se enfatiza la etapa post-constituyente10

en la que se plantea el proceso de

descolonización del género. Este se desprende del mandato constitucional de

descolonizar el Estado y se va materializando con cambios en distintas áreas, dando un

giro a la concepción de género, ya que orientan su enfoque a la despatriarcalización. En

este contexto, analizo cómo la identidad de las mujeres indígenas que participaron y

participan en lo político y ahora en la política11

institucionalizada a través de la

ocupación de cargos jerárquicos se reconfigura a partir de estos cambios, asumiendo que

los mismos no precisamente implican la ruptura inmediata de las tres formas de

colonialidad del ser, saber y poder que configuraron la identidad subalternizada de

dichas mujeres.

La pregunta de investigación planteada es: ¿Cómo ha influido el proceso de

descolonización del género planteado por el gobierno de Evo Morales en la

reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas en cargos jerárquicos de

autoridad en los órganos Ejecutivo y Legislativo del Estado Plurinacional de Bolivia y

cargos de liderazgo de los movimientos sociales que son parte del bloque histórico

indígena del MAS-IPSP?

Mi hipótesis central es que “en los hitos de la memoria larga y corta que se señalan

como importantes las mujeres indígenas aymaras y quechuas que forman parte del

10

Asumo como post-constituyente a la etapa que viene después de que el año 2009 fue aprobada vía

referéndum la nueva Constitución Política del Estado que surge de la realización de la Asamblea

Constituyente desarrollada ente el 6 de agosto de 2006 y el 9 de diciembre de 2007. El texto final de la que

ahora es la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia incluye ajustes de la denominada

“Comisión de estilo y concordancia” que también incorporó “algunos cambios previamente acordados

pero ausentes en el texto de Oruro, como los requisitos para poder ser región autónoma” (Carrasco y Albó,

2009: 21). 11

Bolívar Echeverría (2007) plantea esta distinción, estableciendo que “...sólo una muy severa (y

sintomática) restricción de lo que debe ser tenido por política —que se añade a la disminución previa de lo

que puede ser visto como político— permite al discurso reflexivo de la modernidad establecida dejar de

lado una parte sustancial de todo el conjunto complejo de actividades que modifican, ejecutan o adaptan

realmente la vigencia institucional de las formas sociales y adjudicar la efectividad política

exclusivamente a aquella que, desde su muy particular (y peculiar) criterio, reúne las condiciones de ser,

primero, una actividad “pública” y, segundo, una actividad “racional”. Una aproximación crítica a la

cultura política no puede dejar de insistir en que la realización de lo político por la vía de la actividad

especialmente política tiene necesariamente que ver, sin excepción, con todas estas instituciones

concretizadoras de la socialidad, instituciones que pertenecen a órdenes muy diferentes. En esta dirección

rescatamos el planteamiento central de Schmitd parte de la afirmación “ El concepto de Estado supone el

de lo político” se establece de inmediato que lo político excede a los formatos institucionales de la política

(Arditi, 2005: 220)

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bloque histórico indígena se evidencia que existen transformaciones significativas de

desubalternización y descolonización en la reconfiguración de su identidad en lo que

respecta a la colonialidad del poder y saber, pero en la colonialidad del ser existen

mayores tensiones”.

El enfoque teórico se centra en la epistemología descolonial basada en dos ejes teóricos:

el feminismo descolonial y la teoría de la subalternidad, la categoría central que se

propone es la de “cadena de relaciones de dominación colonial” (Rivera, 2010: 77) en la

que se analiza la colonialidad del ser, poder y saber. Este encadenamiento permite ver de

manera interconectada e imbricada los elementos de la opresión de dichas dimensiones

que no pueden ser analizadas en profundidad si se las fragmenta, dado que se

constituyen en tanto su relación. Se plantea la subalternización de la identidad de las

mujeres y no así la subalternidad, porque el primer concepto integra el segundo. Asumo

los procesos de objetivación de identidades adscritas, que es previa a las relaciones que

dichas mujeres establezcan, la subalternidad aborda sólo la subjetivación de dichas

identidades y las experiencias de opresión vividas a partir de ellas; a diferencia de la

desubalternización que tiene dos vías: la primera, cuestionar el proceso de objetivación

que delinea las relaciones que se establezcan, a partir de las identidades adscritas que

contienen una carga de prejuicios que denotan inferioridad a priori; y la segunda,

visibilizar críticamente y desnaturalizar la experiencia de subordinación vivida por las

propias mujeres indígenas; es decir las formas en que se subjetivan los tres tipos de

colonialidad planteadas.

Entiendo identidad a partir de un proceso de objetivación y subjetivación que las propias

mujeres auto identifican y definen de forma individual y colectiva; es decir la forma en

la que experimentan su vivencia de opresión-subordinación en la memoria corta y larga

a partir de las determinaciones que hacen los otros de ellas, en el yo, el nosotras, las y

los otros, con base en tres dimensiones analíticas, la colonialidad del ser, el poder y el

saber en lo político y la política. Asumiendo el carácter dinámico de la identidad, que

implica un proceso constante de actualización y por tanto de reconfiguración de lo que

se considera la identidad subalternizada y colonizada.

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Es necesario señalar que en el contexto estudiado, debido a la especificidad de la forma

hegemónica en que se tematizó el género en Bolivia desde espacios de poder

tecnocráticos en los años 90, las sujetas vinculadas a los mismos son vistas como parte

de un sistema que legitimaba la subordinación de las mujeres indígenas, y el feminismo

planteado desde la academia o desde las ONG´s tiene gran rechazo entre ellas, mas a

pesar de ello elegimos el “lente analítico” que proporciona el feminismo descolonial,

dado que es en sí mismo una alternativa que visibiliza a las mujeres interpelando a los

feminismos occidentales en cuanto sus prácticas concretas y la distancia que muchas de

estas prácticas tienen con los proyectos políticos de las mujeres indígenas. Si bien

recupera elementos teóricos de los que denomina “feminismos hegemónicos”, cuestiona

aspectos clave que lo diferencian, vinculándose a los discursos y generación de

propuestas de las mujeres indígenas e instalando en la academia nuevos presupuestos

epistemológicos y éticos para realizar investigaciones feministas. Se cuestiona respecto a

cuál es el sujeto y objeto de reivindicación al que se refiere, en el marco de

historicidades concretas y de relaciones de colonialidad y de subordinación

comprendidas a partir de los marcos de acción y pensamiento de los propios pueblos que

analiza.

En coherencia con lo anterior acudí a la metodología de la investigación feminista, dada

su búsqueda de visibilización de los sujetos, otorgamiento de voz, contextualización y

reconocimiento del lugar desde donde se produce el conocimiento. Los métodos y

técnicas que se llevaron a cabo en el estudio fueron: entrevistas semi-estructuradas en

profundidad y análisis documental; a partir de la primera se realizó el análisis de la

memoria, en el que “se vinculan los hitos (aquellos momentos que las mujeres

identifican y seleccionan como importantes porque introdujeron una reorientación en sus

vidas)(Valle, 1997:102 en Castañeda, 2006: 43), a partir de este se identificaron espacios

comunes de la memoria de las mujeres indígenas entrevistadas identificando los hitos

que dan cuenta de la reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas en cuanto la

descolonización y desubalternización de su identidad. Fueron entrevistadas ocho

mujeres indígenas del Órgano Ejecutivo; cuatro ex Ministras, una Ministra, una

Viceministra y dos directoras; nueve del Órgano Legislativo, seis diputadas y tres

senadoras y cinco participantes de los movimientos sociales. El trabajo de campo se

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14

realizó en Bolivia entre abril y agosto de 2012, las entrevistas se desarrollaron en las

ciudades de La Paz, Oruro y Cochabamba, en la mayoría de los casos en las

dependencias de las entidades gubernamentales y en otros adecuándome a viajes de las

autoridades se llevaron a cabo en otros espacios alternativos.

En relación a la pregunta de investigación y la hipótesis formulada se evidencia que

existe un cambio significativo en la colonialidad del poder y del saber, modificando el

sentido común y las relaciones establecidas por el colonialismo interno. En la

colonialidad del ser se identifica que si bien se han desnaturalizado de forma crítica la

lógicas de servilismo e inferioridad, la subvaloración de las propias mujeres indígenas

es un elemento que interpelan de forma individual, pero señalan como vigente de forma

colectiva elementos que mantienen presentes las relaciones patriarcales y

discriminatorias; en este sentido las identidades de las mujeres van estableciendo un

creciente proceso de desubalternización en la medida que revierten la carga peyorativa

de las identidades adscritas y a partir de ellas dotan de nuevos sentidos propuestos que

van irrumpiendo en el sentido común colonizado.

Por otro lado, esto se comprende en cuanto a los mencionados espacios comunes en los

que las mujeres indígenas identifican en la relaciones de la explotación, discriminación y

subordinación de sus antepasados, en la memoria larga a partir de hitos concretos y

momentos significativos en los que se puede destacar el referente paterno como quien

motiva los procesos de participación en lo político y en este el inicio de la

desubalternización de su identidad, y la escuela como espacio de emancipación pero a la

vez de legitimación de la colonialidad.

Respecto a la colonialidad del poder, en el nombrar y normar no se revierte la jerarquía

en la que priman los saberes y conocimientos, especialmente “técnicos y jurídicos”

adquiridos en la educación formal, pero se integran los saberes ancestrales, culturales,

comunitarios y de trayectoria en lo político de las mujeres indígenas. Uno de los

aspectos destacables es que las entrevistadas reivindican principios culturales que

asumen propios, mas no de forma esencialista, sino crítica. En sus planteamientos se

evidencia que el núcleo propuesto desde el Estado Plurinacional de Bolivia para la

despatriarcalización, el binomio chacha-warmi, no se asume en todos los casos como

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una realidad dada, sino como una forma de restituir lo que invisibilizó el conocimiento

occidental adoptado desde el Estado en cuanto al género, mas ellas van formulando otros

elementos vinculados al proyecto descolonizador más general cuestionando la aún

disímil pero creciente complementariedad y dualidad con sus compañeros varones

dentro de las organizaciones sociales, al igual que las pugnas y disputas aún presentes

con los hombres mestizo-blancoides que forman parte de los distintos órganos del

Estado. Si bien el binomio chacha-warmi forma parte crucial en el debate estatal

desarrollado por la instancia a cargo, la Unidad de Despatriarcalización, es matizada por

las mujeres indígenas cuando describen y analizan en sus relatos cuáles son las prácticas

y relaciones de poder y colonialidad aún vigentes entre hombres y mujeres y de ellas con

otras mujeres no indígenas que sí accedieron a la formación académica. Las principales

resistencias en cuanto a la colonialidad del saber son las relacionadas al análisis de

género. Todos estos aspectos permiten desencializar el debate aún en construcción.

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CAPÍTULO 1: PLANTEAMIENTO TEÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN

1. Mujeres indígenas: lo político y la política

Analizamos la presencia de mujeres en el Estado en dos ejes: lo político y la política. El

primero cuestiona la posibilidad única de comprender la política desde la

institucionalidad “formal” del Estado y su racionalidad hegemónica. Asumiendo que

más allá de los márgenes de la estructura gubernamental, también es posible realizar

acciones políticas y pensar la política en los espacios subalternizados. Bolívar

Echeverría (2007) plantea esta distinción, estableciendo que “...sólo una muy severa (y

sintomática) restricción de lo que debe ser tenido por política —que se añade a la

disminución previa de lo que puede ser visto como político— permite al discurso

reflexivo de la modernidad establecida dejar de lado una parte sustancial de todo el

conjunto complejo de actividades que modifican, ejecutan o adaptan realmente la

vigencia institucional de las formas sociales y adjudicar la efectividad política

exclusivamente a aquella que, desde su muy particular (y peculiar) criterio, reúne las

condiciones de ser, primero, una actividad “pública” y, segundo, una actividad

“racional”. Una aproximación crítica a la cultura política no puede dejar de insistir en

que la realización de lo político por la vía de la actividad especialmente política tiene

necesariamente que ver, sin excepción, con todas estas instituciones concretizadoras de

la socialidad, instituciones que pertenecen a órdenes muy diferentes”.

Se retoman estos dos ejes para poder analizar el contexto socio-histórico y las mujeres

indígenas que forman parte de la investigación, comprendiendo que, si bien la política

institucional de la forma Estado opera con ciertas lógicas en su “organización de las

jerarquías, un sistema burocrático determinado y marcos normativos que le dan

“legalidad” a los mismos, existen normas “no formales” que generan prácticas políticas

y relaciones de poder y dominación que responden a ciertos imaginarios, muchas veces

naturalizados, como el de la blanquitud, arraigado en las jerarquías de poder en distintos

países de América Latina, concepto que “se consolida, en la historia real, de manera

casual o arbitraria sobre la base de la apariencia étnica de la población europea

noroccidental, sobre el trasfondo de una blancura racial-cultural” (Echeverría, 2007:18).

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En Bolivia la idea de blanquitud se homologaría a la idea homogeneizante de “mestizo”,

con los respectivos matices que esto implica, o a la identidad adscrita de “blancoide”.

No entendiendo ambos desde una perspectiva biológica o esencialista sino como una

categoría en la que establecen pugnas internas y procesos de jerarquización. Seguiré la

idea de Rivera respecto al “mestizaje colonial andino” que parte de la comprensión de

un “proceso cultural boliviano contemporáneo, que lleva la impronta de varios siglos de

formación y reproducción de estas tres identidades fundamentales —indio, cholo (o

mestizo), q’ara (que en el sentido común se referiría al o la blanca)12

, con cambiantes

denominaciones— que aunque han variado en composición, proporción y contenido

cultural a través del tiempo, lo han hecho a partir de la continuidad de los procesos

estructurantes básicos que les han dado origen y sentido” (Rivera, 2010:67). Los

aspectos que determinarían la divergencia entre las tres identidades mencionadas se

establecen según las asociaciones que en el sentido común13

se hacen de las mismas. “La

diferenciación entre mestizos y “cholos” alude a la polarización interna de estas capas

intermedias según su grado de cercanía con uno de estos dos extremos: el “mestizo”

designaría a los estratos más próximos con lo español, y el “cholo”, en cambio a

aquellos contiguos con el indio (cf. Szeminski, 1983; Barragán, 1992 en Rivera, 2010).

Es así como estos procesos estructurantes en el caso de lo político operan a partir de

racionalidades diversas, muchas veces antagónicas y se manifiestan en relaciones de

subordinación. La “racionalidad estatal hegemónica del Estado” también contiene estas

identidades adscritas de inicio, sedimentadas por un proceso de racialización y

naturalización de quienes deberían o podrían estar dentro de la institucionalidad estatal y

quiénes no. En Bolivia las racionalidades antagónicas, es decir las que correspondían por

un lado, a una lógica vinculada al Estado nación moderno monocultural con elementos

como el bienestar individual y la democracia entendida en su versión reducida de

representación, adjudicada a una élite blancoide-mestiza que ocupaba la estructura

estatal, legitimando las lógicas de la cultura occidental; se contraponía por otro, a una

12

La aclaración entre paréntesis es mía. 13

Entiendo el sentido común como “un tipo de conocimiento social. Es aquel conjunto de creencias que

organizan de modo predominante las relaciones intersubjetivas y/o las intervenciones cotidianas y que ya

no son objeto de cuestionamiento por un tiempo. Producen certidumbre y, así, reproducen y legitiman el

orden social. (Tapia, 2008a: 103).

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racionalidad emergente desde un ethos indianista vinculado a otras corrientes o razones

revolucionarias proyectando un Estado plurinacional, en el que se entendía la

democracia con los propios sujetos del bloque histórico indígena, viabilizando una

mirada no occidental que planteaba alternativas de otro Estado y otras relaciones de

poder que exigían las luchas autónomas de los pueblos indígenas. Dichas racionalidades

entraron en disputa y la segunda mediante demandas crecientes y paulatinamente

equivalentes estableció un proceso de ruptura en la hegemonía estatal. Esto por ejemplo

en el caso de los movimientos sociales que se insertan en el entramado de la

organización del Estado, cuando parte de los que constituyeron los movimientos sociales

se encontraban fuera de los límites que proponía y permitía el Estado, a través de sus

mecanismos de legitimación, luego formaron parte del mismo sin desvincularse de sus

propios movimientos u organizaciones e interpelando la forma estatal. Es cuando el

análisis no debe asumir una dicotomía reduccionista de Estado/sociedad civil, sino dar

cuenta de la posibilidad de límites difusos entre estos campos y por tanto entre la política

y lo político o, más bien, lo político que contiene a la política.

En el caso de Bolivia esto se puede comprender a partir de dos conceptos propuestos por

Luis Tapia, primero el de bloque histórico que retoma de Gramsci que “sirve para pensar

los procesos y formas de articulación entre Estado y sociedad civil […] El bloque

histórico se vuelve la base social y la condición fáctica de posibilidad de hegemonía”

(Tapia, 2008a: 102) que en el caso boliviano

“no es una clase fundamental del modo de producción capitalista la que se

constituye como núcleo articulador del bloque, sino los campesinos,

indígenas y originarios, pero a través de la organización de algunas formas

modernas de hacer política, como son los sindicatos y los partidos;

sindicatos que generan partidos, pero tienen a la vez un fondo social e

histórico que son las estructuras comunitarias. Las organizaciones

campesinas y de pueblos comunitarios han aprendido a participar en los

procesos electorales en el seno de instituciones liberales sin tener una

cultura política liberal […] Ahora se enfrentan al reto de transformar una

estructura estatal monocultural […] ” (Tapia ,2008a: 113 )

Para la investigación formulo la existencia de un bloque histórico indígena andino, que

se constituye a partir de la superposición de formas organizativas comunitarias basadas

en la cosmovisión aymara y quechua, formas de legitimidad sindicales y normas de la

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política institucionalizada, estas dos últimas legitimándose mutuamente según la forma

en que sostienen el proyecto político del gobierno que adopta las formas de ejercicio del

poder según la obediencia a las “bases” y a la vez se subsume en las lógicas jerárquicas

de los mandatos que regulan los procesos burocráticos de las entidades estatales, siendo

sus estructuras comunitarias cooptadas por la primacía de la forma sindical y partidaria

gubernamental.

El segundo concepto es el de subsuelo y superficie, que el mismo autor propone en el

marco de la reflexión sobre el abigarramiento boliviano (que desarrollaremos más

adelante). Tapia señala que al subsuelo

“lo configura aquello que no es reconocido en la superficie de la sociedad,

porque es feo, inútil, atrasado, disonante, disfuncional, conflictivo o

incomprensible. El subsuelo es el margen más o menos amplio de los no

reconocimientos o desconocimientos que existen en un país o sociedad, la

superficie sólo se establecería como una síntesis articulada visible que no

da cuenta lo es imposible de representar absolutamente, los subyacente

muchas veces incomprensible que permanece y se re significa, no

corresponde a la organización moderna que se cristaliza en el Estado. En

países como Bolivia esta subterraneidad establece temporalidades diversas,

un país multisocietal” (Tapia 2008b, 95-98)

En este sentido, parafraseando a Tapia, los movimientos sociales, como “no lugares” de

la política que es un lugar de organización y representación, actúan en el marco de una

posibilidad de desorden, o de un orden diferente y nómada. “Una condición de su

desarrollo es circular por los diversos lugares políticos existentes promoviendo sus

objetivos, publicitando sus demandas, fines y proyectos” (Tapia, 2008b:56). Los

proyectos políticos de los movimientos que sobrepasan “la política” estatal,

entendiéndolos como “conjuntos de creencias, intereses, concepciones del mundo y

representaciones de lo que debe ser la vida en sociedad, los cuales orientan la acción

política de los diferentes sujetos…” ,“…no se reducen a estrategias de actuación política

en el sentido estricto, sino que expresan, vehiculan y producen significados que integran

matrices culturales más amplias” (Danigno, Olvera y Panfichi, 2006: 40-41) en dichos

proyectos se reconfiguran identidades de mujeres y hombres, dado que las mismas se

asumen como parte sustantiva de las reivindicaciones, repertorios y trayectorias de estos,

más aún si se adscriben a ciertas especificidades identitarias que, puestas en común

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hacen parte de estas luchas y establecen no sólo su identidad como forma de resistencia

sino “vocación hegemónica” para construir una “hegemonía alternativa”. En el caso de

las movilizaciones en Bolivia y la lucha por la tierra como marcos de sentidos culturales

y políticos que trascienden la propiedad sobre ella “hoy lo indígena no sólo tiene una

connotación étnico-cultural sino también una nacional. Esto quiere decir que no sólo se

está moviendo una parte de la sociedad sino, más bien, otra sociedad, con sus propias

formas de organización, sus creencias, su cultura. La cosa no sólo tiene rasgos de

movimiento social sino también de movimiento societal. Hay una ambigüedad que es

complejidad” (Tapia, 2008b: 65). Estas afirmaciones respecto al abigarramiento

boliviano son también elementos a partir de los cuales podemos comprender la compleja

configuración de lo político en Bolivia, dado que si bien lo que se estudia en esta

investigación es la identidad de las mujeres indígenas aymaras y quechuas que forman

parte de los órganos del gobierno, la forma en que esta se corresponde a un proyecto

político más amplio cuyos sujetos colectivos son parte de un bloque cuya formación

tiene base comunitaria, sindical y también cuenta con lógicas partidarias, además de

estar formado por indígenas de tierras altas y bajas, hace que se expliquen los momentos

de tensión y hasta de separación a partir de las distintas concepciones de las luchas

desarrolladas una vez que el MAS-IPSP asume el gobierno desde 2006 insertándose en

la política institucional del Estado, cuya estructura tiene condiciones limitantes, en

términos de las herencias normativas de la legislación pre-existente, el esquema

burocrático y los tiempos propios que la condicionan a comparación de las posibilidades

menos restrictivas de lo político. Por ello adoptamos el enfoque propuesto por el

feminismo descolonial y la teoría de la subalternidad, debido a que si bien ambos

permiten analizar la reconfiguración identitaria de las mujeres dentro de la política

institucionalizada, posibilitan también amplificar el análisis hacia lo político y en ambos

espacios poder indagar sobre el cambio y permanencia de la colonialidad del ser, saber y

poder.

Iniciamos el planteamiento teórico a partir de lo que Luis Tapia (2009) denominó el

triple descentramiento que reconoce tres ejes que constituyen el núcleo de dominación

que fue desestabilizado y desmonopolizado. Los tres ejes que señala son: la democracia,

la descolonización y el feminismo. Enfatizaré este último, a partir de las relaciones con

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los otros dos ejes, dado que es necesario analizar la vinculación y comprensión del

devenir de la descolonización el género y la despatriarcalización que se plantea en el

Estado Plurinacional de Bolivia de forma vinculada ambos. Se realiza un análisis cuya

lógica se relaciona a su historicidad; es decir desde marcos amplios y generales hasta

llegar a comprenderlos en los procesos sociales y políticos contemporáneos en Bolivia y

cómo estos cristalizan tiempos considerados pasados, sedimentadas relaciones de

subordinación y discriminación y cómo mantienen o transforman las jerarquías, esto

para poder comprender qué modificaciones existen en la identidad de las mujeres

indígenas.

El núcleo de dominación en términos generales se constituiría por a) el establecimiento

de normas universales y abstractas que homogenizan y dan una idea de igualdad,

basadas en “un monopolio legitimado con el discurso de un sistema jurídico o de

derecho con pretensiones de generalidad, es decir, de un grado de impersonalidad

y abstracción que formula un sistema de normas que serían válidas para todos

aquellos que se hayan incluido como súbditos o ciudadanos del mismo” (Tapia,

2009:200) y la propiedad privada dado que “ la idea de los derechos humanos —el

componente civil de estos derechos— está el principio de la propiedad privada, el

derecho a la propiedad privada como la condición que haría posible la libertad y

la seguridad individual; los segundos elementos a considerarse son b) Los procesos de

colonización territorial y las sedimentadas secuelas en los países que atravesaron por

ellas, a pesar de la liberación colonial, que la que de alguna forma esboza un

descentramiento inicial de la dominación “en estos procesos, la idea de lo universal

sirve para configurar una relación etnocéntrica-eurocéntrica en principio, luego

complementada con un fuerte anglocentrismo en la medida en que la dinámica del

capitalismo se desplaza de Europa a América del Norte— que hace que puedan convivir

regímenes llamados democráticos o estados constitucionales de derecho en el núcleo

europeo y anglosajón con colonias en el resto del mundo” (Tapia,2009: 203), pero a

pesar de ello muchos países de América Latina, Asia y África que pasaron por

estos procesos de descolonización desarrollaron procesos de modernización económica,

social y política que seguían los patrones del núcleo de universalidad eurocéntrico.

(Tapia, 2009:204); finalmente señala como tercer punto de partida c) las luchas que han

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establecido a nivel mundial las feministas visibilizando la profundización de la

dominación en el caso de las mujeres, dado que en estas rupturas “después de varias

décadas se llega a cuestionar la misma idea de universalidad del discurso político

liberal, en particular por aquellas corrientes que postulan un feminismo de la

diferencia” (Tapia,2009:204). Respecto a la especificidad boliviana, parafraseando el

mismo texto de Tapia, señala que la mayor participación de las mujeres en estructuras

partidarias patriarcales no aporta a la descolonización mas sí a la democratización, dado

que se perpetúan las lógicas de igualdad política, aspecto que retomaré en la discusión

más adelante.

Dada la emergencia epistémica-política en Bolivia del feminismo descolonial, para

situar la reflexión teórica, primero se desarrollarán los ejes de democratización y de

descolonización que ayudarán comprender los marcos en los que se sitúa el debate y

construcción actual a partir del feminismo descolonial (problematizado en función a la

idea de descolonización del género y despatriarcalización). El énfasis teórico se centra

en el descentramiento del feminismo a partir del proceso de descolonización del género

y la despatriarcalización que se aleja de la noción de cuotas o equidad de espacios.

1.1 Primera área de descentramiento

1.1.1 Procesos de democratización: La descolonización como un proyecto político

Tapia plantea que “la idea de que la democracia es posible a partir de un

descentramiento del lugar del poder” (2009: 202)14

. En este sentido la principal tensión

existente en Bolivia se gestaría porque ante estas nociones de democratización

homogeneizante a partir de una lógica liberal de la política, se confrontaba una noción

de democracia “comunitaria indigenista de memoria nacional popular” que emergió

desde los sujetos antes excluidos en base a un pacto que sustentó un proyecto político

que en su actualización va planteando la idea de descolonización, la cual no se entiende

como algo logrado, sino como un propuesta formulada que llega a establecerse en el

sentido común. Esta otra noción de democracia surge interpelando el sistema de

partidos vigente, en ella se destacan dos líneas, una es la de corte indianista-katarista y la

14

El autor, según señala, retoma dicho argumento de Claude Lefort y Ernesto Laclau.

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otra la indigenista que congrega un pacto de indígenas, campesinos y ciertos sectores de

las clases medias; línea con la que tuvo lugar “la victoria electoral de un partido de

origen campesino con la capacidad de volverse un partido nacional en la

coyuntura de crisis del estado producida por las grandes movilizaciones sociales

desplegadas desde el año 2000, produciendo una sustitución de los sujetos

gobernantes”. (Tapia, 2009: 209). Esta sustitución de sujetos, con mayor o menor

radicalidad en sus cuestionamientos, atacan los “núcleos duros del neoliberalismo”

(Tapia, 2009:207), que en Bolivia eran la privatización y el sistema de partidos vigente;

e inciden significativamente en otros núcleos de reflexión y pensamiento de lo que se

considera la democracia.

El gobierno del MAS como un proyecto político (García Linera, 2006: 27; Quijano,

2006:17; Mayorga, 2006:5; Geffroy y Komadina, 2007: 78; Mokrani, 2009: 192; García

y García, 2010:18) cuestiona las relaciones de dominación y se constituye como una

búsqueda de liberación nacional o de constitución de los indígenas y campesinos como

sujetos políticos (Harnecker, s/f; Do Alto Herve, 2009;Prada Alcoreza: Cambio

2011:s/f). Prada Alcoreza afirmaba que “no se puede poner en duda que el MAS

constituye un proyecto político, sobre todo cuando se aprueba una Constitución Política

del Estado que define el carácter del mismo a partir de su condición plurinacional,

comunitaria y autonómica. Este es el proyecto, un nuevo Estado, una nueva relación

entre Estado y sociedad, que va por el camino de la descolonización” (2011).

La presencia y visibilización de este proyecto político, implica la ruptura de las lógicas

de democratización y la desestabilización del núcleo de poder y dominación establecido,

reconociendo que se internalizan nuevas lógicas en una institucionalidad liberal por lo

que el “proyecto político de descolonización del MAS” se constituye inicialmente como

una forma de confrontar al Estado colonial existente, con la realización de un “paquete”

de políticas y proyectos para lograrlo (Svampa, Stefanoni, y Fornillo, 2010: 3; Gonzales,

2010:70), aunque muchas veces se ve entrampado en las misma institucionalidad que

interpelaba. Este proyecto que nace de los movimientos sociales (Prada, 2011b: 39;

Errejón, 2010:79) plantea también como parte central del descentramiento, el

desplazamiento de la idea de nación mestiza que este proyecto propone (Gamboa,

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2009:13). Pero no se trata de un proceso lineal en el que dicho proyecto se va

consolidando, sino que dado el arraigo de las prácticas políticas instaladas en una

estructura estatal neoliberal y las diferentes formas de interpretar la forma en que debe

irse materializando el proyecto, se van desarrollando distintas tensiones y hasta

contradicciones que incrementan la complejidad inicial. Hasta aquí la tensión sería la

siguiente: un proyecto o un programa político —la asamblea constituyente— lanzado

como parte de un proceso de descolonización, es decir, de descentramiento del conjunto

de instituciones que pertenecen a la cultura dominante, se lleva adelante según el

formato de la cultura dominante y los espacios y guías institucionales de la cultura

dominante. Esto ya implica una distorsión (Tapia, 2009:213).

En este sentido, la participación de los y las indígenas en lo político y la política como

parte de los procesos de democratización, se ha abordado en la investigación de las

identidades enfatizando la vinculación de la identidad étnica y política (Albó, 2002a), la

vinculación de la identidad étnica y nacional (Makaran, 2008) y la politización de la

identidad étnica (Crabtree, 2005), asumiendo la “preservación de la identidad colectiva

como forma de autodeterminación” (Bello, 2004:13). Por otra parte se ha establecido la

relación entre la identidad étnica y cultural “en la medida en que estas identidades

étnicas y culturales son consideradas por los pueblos que las viven como algo

fundamental, irrenunciable…” (Albó 2006:46). Se señala- también- la relación existente

entre identidad étnica y clase social, aclarando el carácter jerárquico constituido a partir

de esta relación durante la colonia y que aún permanece (Patzi, 2010: 242-243)15. Estos

distintos énfasis en la concepción identitaria proporcionan elementos presentes en la

problematización que ahondaremos en función al enfoque teórico en el que se basa la

investigación: el feminismo descolonial, dado que las relaciones de colonialidad

acentúan los elementos de etnia, clase, y pertenencia cultural que sin su carácter político

se restringen a la noción liberal de la diversidad, mas no profundiza en torno a las

15

Así, Nina Pacari, abogada quechua, activista y ex ministra de relaciones exteriores de Ecuador, y

Félix Patzi Paco, sociólogo aymara, y ex ministro de Educación y Cultura en los primeros años

del gobierno de Evo Morales, no tienen “privilegio epistémico” sino, simplemente, el “derecho

epistémico” de argumentar por sus intereses de la misma manera que mestizos y criollos lo hacen y lo han

hecho por los suyos. Ello no quiere decir que Pacari o Patzi Paco “representen” a todos los indígenas.

(Mignolo, 2009: 261)

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25

condiciones de subordinación que se presentan cuando se evidencian las relaciones de

dominación legitimadas.

1.2 Segunda área de descentramiento

1.2.1 El devenir de la descolonización del género: la descolonización del Estado

Asumo para este punto siguiendo a Tapia que “la descolonización implica un

descentramiento de un conjunto de instituciones que organizan y reproducen la

condición dominante de una de las culturas…no necesariamente implica la eliminación

de componentes de aquella cultura o conjunto institucional que ocupaba el lugar de lo

universal, pero implica un desplazamiento” (Tapia, 2009: 214). El establecimiento del

proceso democratizador se enmarca en “los tiempos de implementación del

neoliberalismo en el país y en el continente son en varios sentidos un tiempo de

actualización del componente colonial de la dominación”. (Tapia, 2009: 205). Bolivia

como país en el que se experimentó el colonialismo, cristaliza en la asamblea

constituyente de 2006 la posibilidad de descentrar el monopolio de la dominación que se

basa en una cultura no tanto homogénea como homogeneizante, en función a la idea de

blanquitud o monopolio en la de la política institucional de criollos y mestizos, por lo

que constituye la re-estructuración política a partir de sujetos “nuevos” y sus

trayectorias en los movimientos sociales que integran un Pacto de Unidad establecido

entre distintos movimientos sociales; en este sentido “la descolonización pasa también

por construir algo juntos, algo que vaya eliminando las formas de discriminación

entre ellos y dentro de cada una de estas formas sociales (Tapia, 2009:216)

“En este sentido, están presentes las dos facetas. Por un lado, hay descentramiento en el

sentido de que están circulando por el espacio central del poder sujetos

pertenecientes a los ámbitos humanos más explotados y excluidos desde tiempos

coloniales, pero lo están haciendo en el seno de las instituciones que hoy pretenden

ocupar el lugar de lo universal de manera monopólica o absoluta. Esto es también

lo que la historia de Bolivia permite ver en términos de cuestionamiento, de

tensión y de contradicciones” (Tapia, 2009:211). Por ello se analizará este proceso de

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26

descentramiento en el marco de estas tensiones y contradicciones constantes que van

deviniendo y transformándose.

Entendiendo la descolonización como un proceso (Chávez, 2010; Ticona, 2005), como

transición en curso, el punto es que no se tiene un modelo pre-establecido que sustituya

la situación de dominación presente, se va construyendo y discutiendo desde distintos

espacios y sujetos. Intelectuales aymaras como Roberto Choque16

–analiza el mismo

señalando que la descolonización ”es un proceso político, ideológico y sociológico cuyo

propósito es dar fin a una situación colonial de un territorio habitado por pueblos y

naciones sometidas a una serie de sumisiones y explotaciones” (Choque: 2010:37).

Por otro lado, se encuentran los intelectuales indígenas que fueron “oficialistas” que

también abordan la descolonización, en el marco de su identidad étnica y su

participación en el proceso de cambio, es el caso de Félix Patzi- aymara- ex Ministro de

Educación17

, que coincide en el énfasis de la descolonización estatal, pero enfatizando

más en los sujetos colonizados y su pugna contra la colonialidad, indica que la

descolonización posibilita plasmar la concepción plural de la nueva constitución (Patzi,

2010: 242 ). Entre las críticas realizadas a la forma en que se habría llevado a cabo el

proyecto político existente en cuanto a descolonización, se plantea que existirían dos

luchas: una protagonizada por un sector minoritario “señorial blanco-mestizo” (al que

pertenecerían inclusive intelectuales que trabajan el tema de descolonización) que

buscaría mantener los privilegios coloniales y otro sector invisibilizado, conformado por

los pueblos indígenas originarios populares y afro descendientes (Mamani, 2007: 16). La

crítica es que el gobierno estaría impulsado por ideólogos pertenecientes a este círculo

privilegiado (colonial) relegando a los indígenas de las decisiones del gobierno

(Quisbert, 2007:54) jerarquías y diferencias que profundizan el carácter colonial,

especialmente centrado en la clase “criolla” (Quisbert, 2007: 182). Por otro lado, estas

afirmaciones adoptan un elemento más para dicha problemática cuando Lucila Choque,

establece que el peligro de no romper con las élites discordantes con el gobierno, por el

16

Es un reconocido historiador aymara. 17

Este intelectual aymara ejerció el cargo de Ministro de Educación de 2006 a 2007. En 2008 fue

nombrado como candidato a gobernador del departamento de La Paz y renunció a la candidatura, dado que

cometió una infracción al conducir, lo que significó el alejamiento del gobierrno. Mientras integró el

MAS-IPSP era uno de los ideólogos que más aportó en pensar la descolonización y sus alcances.

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liderazgo de un indígena, es que al pertenecer a un Estado “liberal y colonial” (Choque,

2007: 114) Evo Morales podría convertirse en un caudillo dejando de lado el proyecto

político inicial impulsado por los movimientos sociales.

Por un lado, es evidente que diferenciando a los sujetos según sus distintos ámbitos de

pertenencia y trayectorias se puede identificar cuáles son sus posiciones la forma en que

se sitúan en el marco político contemporáneo, señalando la racialización de la

dominación y la dificultad de establecer espacios que puedan representar las luchas de

los indígenas. Pero los elementos que señalan no son triviales, porque dan cuenta de que

no todos los indígenas se sienten interpelados por el proyecto del MAS-IPSP y que por

otro lado la secuencia de rupturas y alejamientos evidencian también que las tensiones

propias de las disputas políticas vinculadas al poder, entendido en su forma más

tradicional, también influyen en las dificultades de poder mantener la unidad del bloque

histórico indígena. Por otra parte, estos señalamientos advierten acerca de la coherencia

de la relación entre las auto-denominaciones de “proceso de cambio” y “gobierno

indígena” con las prácticas que se llevan adelante.

Más allá de estas diferencias y distintas formas de concebir lo que implica el proyecto

descolonizador y sus tensiones y/o contradicciones, coincido en que la relación que se

establece con el proceso constituyente y la constitución política del Estado es también

una forma de democratización. “Hasta aquí la tensión sería la siguiente: un proyecto o

un programa político —la asamblea constituyente— lanzado como parte de un proceso

de descolonización, es decir, de descentramiento del conjunto de instituciones que

pertenecen a la cultura dominante, se lleva adelante según el formato de la cultura

dominante y los espacios y guías institucionales de la cultura dominante. Esto ya implica

una distorsión o redireccionamiento del proceso y le plantea ciertos límites, sobre todo

en el eje descolonización”. (Tapia, 2009:213). Lo que sí es innegable que, como afirma

García Linera, la descolonización se ha establecido “como parte de los flujos

ordenadores tanto del campo intelectual como del político nacional” (García Linera,

2010, 30). Esto también atañe a los debates en torno al género y al feminismo.

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28

1.3 Tercera área de descentramiento

1.3.1 Feminismo: descolonización del género y despatriarcalización

En el tercer eje de descentramiento se problematiza las diferencias entre las

reivindicaciones de las mujeres que se insertan o enarbolan como contenido de sus

luchas las problemáticas de género en la política y lo político. Dada la diversidad

cultural y la politización de estas identidades, también las diferencias y tensiones se

manifiestan en las sujetas que van resignificando y cuestionando la democratización y la

descolonización desde el feminismo, los movimientos de mujeres o las mujeres en

movimientos sociales, cuyas demandas casi nunca estuvieron articuladas, dado que las

luchas de las mujeres indígenas son las luchas insertas en la de sus pueblos, a diferencia

de las luchas de de movimientos constituidos específicamente por mujeres o

expresamente feministas que han tenido menor eco, tanto en su incidencia como en su

problematización desde la academia. Entre algunas diferencias están que “las mujeres

campesinas están privilegiando los temas de descolonización y de redistribución de la

tierra y la riqueza social, es decir, están preocupadas por el eje colonial y clasista”.

(Tapia, 2009: 213) y las “otras” mujeres (si bien es reduccionista analizarlas en un

mismo grupo, simplifico el análisis en esta primera parte) se dividen en dos corrientes

identificables en la actualidad 18

; las que tienen un énfasis en reivindicaciones que

corresponderían al feminismo de la diferencia en su versión de feminismo autónomo y la

línea de las ONG´s cuyas demandas, en congruencia con el feminismo de la igualdad,

son la equidad de género entendida como la igualdad de oportunidades y derechos entre

hombres y mujeres y la mayor participación de las mismas en la política institucional. La

posibilidad de articulación de las mujeres se ha dado en espacios de discusión, en los

que a pesar de los distintos enfoques e interpretaciones de “la descolonización del

género y la despatriarcalización” se han apropiado de la problematización de lo que

implicarían estos en Bolivia. En la academia se han iniciado distintos trabajos en torno a

18

Desarrollaré esto con mayor profundidad más adelante, al igual que otros antecedentes de los

movimientos feministas en la memoria corta.

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estos temas, mas aún no se conforman como líneas o campos de investigación

propiamente tales y menos aún como campos de acción unificada en lo político19

.

Como referí antes, al igual que en el caso de la descolonización, el feminismo (asumido

como despatriarcalización y descolonización del género) se instala en el sentido común

de la academia, al igual que en el de la política y el de lo político, por lo que se produce

un fenómeno de reflexión teórica desde dentro y fuera de la institucionalidad estatal,

pero siempre en referencia al proceso político por el que se atraviesa Bolivia. No existe

ningún trabajo que no lo articule con el proceso constituyente.

Quien ha trabajado con mayor profundidad el tema – desde una perspectiva teórica que

reconstruye y recupera las historias de los pueblos indígenas andinos, a partir de sus

propios discursos y prácticas – es la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui20

, quien ha

elaborado los primeros trabajos en relación a género y descolonización, inclusive antes

de ser planteado en el Estado, ella es también quien realizó las traducciones del trabajo

de autoras que incursionan en la vinculación entre descolonización (en relación con

subalternidad) y género como es el caso de Gayatri Chakravorty Spivak, cuya referencia

es coherente con el trabajo de Silvia Rivera dado que la investigadora india se cuestiona

respecto a la posibilidad de que los subalternos hablen por sí mismos, esto se relaciona

con lo que la autora boliviana realiza, junto a otros investigadores e investigadoras de

ascendencia indígena en el Taller de Historia Oral Andina (THOA) que, desde la década

de los ochenta en Bolivia 21

, va reconstruyendo la historia no oficial, a través de los

relatos orales de los pueblos indígenas aymaras y quechuas; por otra parte en el caso de

ambas se cuestiona el rol de intelectuales de occidente en cuanto a la invisibilización de

los sujetos subalternos22

. Esto se evidencia en la compilación denominada “Debates Post

19

Salvo excepciones como “Mujeres Creando” de creación reciente en la década de los 90. 20

Investigadora que releva la Historia Oral Andina de aymaras y quechuas en Bolivia. Es la precursora en

la visibilización de lo que llama “memoria larga” desde la época precolonial y a la vez plantea la

descolonialidad a partir de un análisis situado, especialmente a partir de su conocimiento de las culturas

andinas. 21

Nace en la carrera de sociología de la universidad estatal, Universidad Mayor se Sana Andrés en la

ciudad de La Paz – Bolivia. 22

Rivera manifestó en una entrevista realizada por el Colectivo Situaciones en 2011: “A mí hay lecturas

que me han ayudado muchísimo para pensar estas cosas, en especial el caso de Chandra, de Ranajit Guha,

que relata cómo los bienpensantes colonialistas salvaron a las viudas de ser quemadas, con un discurso

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30

Coloniales: Una introducción a los Estudios de la Subalternidad” que trabaja junto a

Rossana Barragán (1997 b). Entonces es a partir de Spivak, al igual que de otras

intelectuales indias, como Ranatij Ruha y Chandra Monhanty, que recupera la mirada

descolonial contextualizada en Bolivia a través de la re-significación de la memoria los

propios relatos y subjetividades de “los subalternos”.

La investigación la llevaré a cabo en torno a los planteamientos que desarrolla Silvia

Rivera Cusicanqui, pero antes considero necesario dar cuenta de los debates teóricos que

se han desarrollado en Bolivia en el marco de la descolonización el género y la

despatriarcalización. Si bien no han sido planteados en todos los casos como “feminismo

descolonial” propiamente tal, forman parte de este descentramiento vinculado de forma

ineludible a lo acontecido en la democratización y descolonización en la política desde

lo político en Bolivia. Dichos debates, como se evidenciará, no responden a un corpus

teórico único, sino más bien son una serie de reflexiones y apuntes para el debate, un

proceso de tensiones en construcción de lo que implica descolonizar el género y

despatriarcalizar.

1.3.2 Feminismo descolonial en Bolivia: despatriarcalización

La discusión desarrollada en Bolivia emerge de un contexto socio histórico concreto,

surge por los cambios establecidos desde el Estado en el período post-constituyente, a

partir del mandato descolonizador que va removiendo las categorías y referentes teóricos

con los que se analiza el género. En primer lugar, es necesario indicar que existe un

problema de fondo para poder entender el debate teórico y político en torno al tema y es

que en Bolivia dicha discusión no se basa en las divergencias existentes en torno a

distintas corrientes del feminismo y/o concepciones del concepto de género, sino en el

rechazo a dos tendencias hegemónicas; por un lado la incidencia en la política

institucionalizada para la ampliación de cuotas, con base en el concepto “equidad de

género” y por otro, la aplicación que hicieron del mismo distintas organizaciones de la

patriarcal cuyo efecto es dejarlas sin voz. De ahí la pregunta de Spivak: ¿puede hablar el subalterno?...”

(http://www.redlabol.com.ar/talleres/Talleres3.html)

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sociedad civil y ONG´s a partir de una “tecnocracia de género”23

(Monasterios, 2004:

52-54), subsumida a teorías de desarrollo cuyos enfoques y lineamientos se adoptaron

con particular efervescencia en la década de los años 90, vinculados a la política de

identidades del multiculturalismo liberal. Parafraseando a Paredes, el referente del

feminismo en Bolivia es un “feminismo occidental que disminuyó las posibilidades del

género como concepto de denuncia de la opresión, basándose en el enfoque

reduccionista de “equidad de género”, a partir del cual se establecieron prácticas

vinculadas a una noción funcional y políticamente correcta articulada al esquema de

poder y núcleo de dominación hegemónico siendo canalizado por mujeres que

ocupaban una posición de privilegio (Paredes, 2010: 19-22). Otro punto de resistencia es

que en el sentido común se vincula el feminismo al movimiento “Mujeres Creando”24

relacionándolo a la confrontación entre hombres y mujeres.

En segundo lugar, se debe destacar que la discusión de la descolonización del género y

la despatriarcalización en Bolivia se dan a partir de la llegada al gobierno el presidente

Evo Morales, específicamente en el período posterior a la aprobación de la Constitución

Política del Estado de la Asamblea constituyente en 2009 y es en este periodo temporal

(hasta la fecha) que se va asumiendo de forma explícita la tarea de descolonizar el

Estado, para ello se cuestionan las matrices de pensamiento que desarrollan en Bolivia.

En este sentido, se pueden identificar distintas vertientes de reflexión teórica, de acuerdo

a los sujetos y las posiciones adoptadas para el análisis y reflexión teórica:

a) Los debates que constituyen discursos “oficiales” del Estado.

23

La “tecnocracia de género” de los 90 congrega a una élite mestiza de mujeres profesionales que, sin una

previa formación feminista, monopoliza el marco discursivo y los fondos provenientes de la cooperación

para tratar el tema de la desigualdad de género; es decir como si estuviera desvinculado de una

sensibilidad y una praxis feminista. (Monasterios, 2007: 130). 24

El movimiento nació en 1992 como Comunidad Creando, en un barrio de la periferia de la ciudad de La

Paz; ese mismo año se convirtió en Mujeres Creando con una propuesta de feminismo no racista que

cuestionaba a una élite de mujeres privilegiadas que separaba lo público y privado, y el trabajo manual del

trabajo intelectual. Interpelaron también a la izquierda en la que militaron las primeras tres integrantes del

grupo y que colocaba a las mujeres en una posición de objeto, y recuperaron más bien el anarquismo

practicado por hombres y mujeres bolivianas a inicios del siglo 20. (Alvarez, 2009), a pesar de ello en el

sentido común de la sociedad boliviana se conoce bastante poco sobre las razones de su creación y la

diversidad de sus acciones. Dicho movimiento tienen una escisión el año 2002, debido a diferencias

políticas internas, las mismas que señalaremos más adelante.

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b) Los debates de mujeres vinculadas a la tecnocracia del género y los

análisis desde el feminismo académico y de movimientos sociales.

c) Los debates de mujeres feministas activistas.

d) Los debates de las intelectuales indígenas

a) Los debates que constituyen discursos “oficiales” del Estado: El primer

eje está constituido por los discursos oficiales que se generan en el marco de la

institucionalidad formal del Estado. Se han desarrollado publicaciones en las que

autoras y autores discuten (Mamani y Chivi, 2010 y 2011; Chavez, Quiroz,

Mokrani, Lugones, 2011; Salguero, Cárdenas, Flores, Chivi, Espinosa, Mamani,

Huanca, Vega, 2011) en ningún caso de forma acabada o definitiva, qué implica un

Estado que descoloniza el género y despatriarcaliza. La idea que sedimenta todos

estos trabajos es la existencia y permanencia de “una lucha dentro de otra lucha”; es

decir las distintas luchas de las mujeres en relación, y no de forma desvinculada con

las movilizaciones sociales de distintos sectores indígenas y campesinos. Los

debates en torno a la descolonización y género en el Estado boliviano, tienen

tensiones internas que, si bien no llegan a ser totalmente discordantes, manifiestan

la disputa por la legitimad según los sujetos que proponen el análisis sobre la

despatriarcalización y plantean sus posiciones al respecto. Identifico tres grupos: por

una parte están los indígenas que desde dentro del Estado realizan esta construcción

teórica-política y por otra parte las mujeres no indígenas que desde dentro de la

institucionalidad estatal o temporalmente en ella como investigadoras-consultoras

han sido profundizados desde la reflexión teórica-académica. Es posible identificar

dos corrientes: la primera que podríamos llamar “endógena”, dado que los sujetos

son compañeros indígenas y/o campesinos y utilizan ciertas referencias teóricas

occidentales en sus publicaciones, pero con la intención de posicionar una

concepción “propia” referida a la despatriarcalización, defendiendo desde su “ser

indígena” la adopción de una mirada que potencie la comprensión de la dominación

y opresión vividas, al igual que el conocimiento de la cosmovisión originaria. No se

adscriben a un feminismo, sino que asumen que su búsqueda y construcción teórica

de lo que es descolonización y despatriarcalización, implica también desafíos de

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transformación de las prácticas en la generación de conocimiento y en las relaciones

entre hombres y mujeres a partir de la cosmovisión andina. El punto central es que,

al no referirse al feminismo como tal, formulan una lucha semántica y simbólica

con el feminismo hegemónico y según señalan, este no tiene relación con la

despatriarcalización, como se evidencia a continuación:

“…la despatriarcalización ya viene de manos indígenas, de cerebros

indígenas y más propiamente de la identidad, entonces la identidad te

conduce en términos muy próximos a lo cotidiano, a la idea de chacha-

warmi y en términos mucho más lejanos a lo cotidiano que es lo

espiritual, lo ritual, a la Madre Tierra. La Madre Tierra viene a ser un

concepto, aglutinador, conceptualizado como un núcleo vital. En

realidad para el mundo panandino, estamos hablando del Ecuador,

Perú, Bolivia, Chile, Colombia, Argentina, que tienen su mundo

panandino, la idea de Pachamama25

es históricamente el núcleo de la

resistencia anti-colonial,…tienes un panorama ideológico que se

concentra en la idea de Pachamama, en la figura ideológica de la

memoria larga, en la idea de chacha-warmi de lo cotidiano, del mundo

familiar que no es una idea biológica, por cierto porque se establece

desde los muchos mitos del movimiento feminista en Bolivia de que la

idea del chacha-warmi es varón – mujer en términos biológicos , pero

visto desde el enfoque más bien de la comunidad, desde la realidad de

las comunidades, la idea de chacha-warmi no se traduce necesariamente

en una idea biológica de varón y de mujer, sino de par político y de

unidad, de jaq´i26

de lo que es una persona, no es lo que es individual

liberal, sino en un sentido colectivo y político de la comunidad”

(Entrevista a Idón Chivi27

, mayo de 2012)

Según este sentido colectivo de la comunidad, recuperan de la cosmovisión andina el

núcleo chacha-warmi vinculado a la forma cotidiana en que se establece la relación

entre lo femenino y lo masculino (organización política y territorial, actividades de

producción, reproducción y todas las formas de participación en la comunidad) y de su

sentido político, el vínculo con la Madre Tierra como una respuesta al capitalismo

moderno y la posibilidad de que esta dualidad sea un eje articulador que recupere la

armonía cosmogónica, dado que en todo (animales, seres humanos, deidades) existiría,

según esta mirada, una dualidad complementaria.

25

Que en idioma aymara significa Madre Tierra. 26

Que en idioma aymara significa gente, cuya idea es siempre plural. 27

Pensador aymara y primer responsable de llevar a delante la concreción de la Unidad de

Despatriarcalización en el Viceministerio de Descolonización.

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A continuación se recupera una extrapolación de dicha dualidad en la división territorial,

ya que la Madre Tierra según su concepción se forma de parcialidades. Son territorios bi

o cuatripartitos en los que también existe “un arriba y un abajo”, lo femenino y lo

masculino:

“…todavía tenemos que empezar a reflexionar partiendo desde nosotros

¿no? Ahora desde el Estado están haciendo algunas leyes, algunas normas

pero no es suficiente sino que tenemos que entrar a nuestro yo, tenemos que

empezar a reflexionar a analizar desde nosotros, entonces eso sí nos va a

permitir la complementariedad...demostrando que todo es par. Mira sí o no

hay la parcialidad de la mujer o la parcialidad del varón, al mismo tiempo

en la parcialidad de la mujer los del ´aran´ lo de arriba y los del urin los de

abajo, mira igual en la parcialidad del varón...no es la complementariedad

como piensan, no es que las mujeres tienen que dedicarse a cocinar, como

se vive actualmente, pero quien lo ha hecho es este sistema ¿no? En base a

esos mitos fundantes, le han hecho al hombre ¿no?, de proveedor por eso

dicen: “Hombre es pues que vaya a trabajar. No sé donde trabajará, la

cosa es que tiene que traer dinero a la casa, tiene que mantener a la

familia”, y a la mujer qué nos han dicho: “Tú tienes que cocinar lavar,

planchar, atender a tus hijos”, y tus hijos entonces son de este sistema

¿no? Lo que vivimos parece normal, lo vivimos todos los días, pero

tenemos que empezar a reflexionar, entonces por eso te digo, todavía las

comunidades se mantienen, por eso cuando hacemos ceremonias

espirituales, las mujeres tienen su lugar, pero en las ciudades todo eso ya se

ha perdido, no les han enseñado. Entonces eso yo creo que hay que

fortalecer y hay que recuperar…” (Entrevista a Esperanza Huanca28

, junio

de 2012).

Pero más allá de esta complementariedad que organiza la vida cotidiana, dicha

cosmovisión apunta a ser una base de principios y fines políticos que permee desde las

relaciones sociales hasta las estructuras estatales, en este sentido apunta a la crítica y

resignificación de todos los elementos estructurales del colonialismo interno, señalando

la religión, la fuerza pública (policía y militares),la educación y las leyes coloniales,

como los más relevantes espacios de dominación que la colonia trajo consigo, en sus

marcos de aculturación.

El Viceministerio de Descolonización plantea que la despatriarcalización es

28

Mujer indígena. Primera Directora de la Unidad de Despatriarcalización del Viceministerio de

Descolonización.

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35

“el enfrentamiento contra toda herencia colonial…la desestabilización de

relaciones sociales de dominio y ejercicio del poder…es la trasgresión de

las reglas sociales, culturales religiosas normativas y políticas patriarcales

que tiene la misión de eternizar el cautiverio de la mujeres…”29

(Mamani y

Chivi, 2010: 29). Uno de los puntos centrales que señala es que “la

despatriarcalización se proyecta como una transformación del lenguaje de

los derechos humanos, ya no entrampado en el eufemismo de la igualdad de

oportunidades” que disimula la tensión entre patriarcado y proceso de

despatriarcalización, sino el enfrentamiento directo con el problema

central: colonialismo y patriarcalismo” (Chivi y Mamani, 2010:30).

Cabe destacar que quienes piensan la despatriarcalización en este Viceministerio son

tanto hombres como mujeres indígenas, aymaras y quechuas, esto da cuenta de que no

sólo son las mujeres indígenas quienes asumen el reto de elaborar e interpelar una nueva

forma de articular la reivindicación de las mujeres con el proyecto político del MAS-

IPSP. Las dos mujeres que han ocupado la dirección de la Unidad de

Despatriarcalización; Esperanza Huanca y Elisa Vega, problematizan la cosmovisión

andina no sólo dando cuenta de una mirada cultural “otra”, sino como parte de los

presupuestos epistémicos necesarios para poder comprender cuál es el horizonte que

plantea respecto a la descolonización el género. Un aspecto es establecer que quienes

serian los principales pensadores de esto son los y las propias sujetos de discriminación

y opresión, siendo entonces el proceso de construcción teórica en sí mismo, un proceso

de descolonización pensado por ellos y ellas, no reflexionado en torno a teorías

planteadas por otros como lo señala la actual Directora de la Unidad de

Despatriarcalización:

“…las mismas mujeres que hemos sufrido la discriminación, el patriarcado

como empezamos a trabajar desde nuestras vivencias, no es una teoría por

hacer y escribir solamente en papeles, sino cómo hacemos realmente la

despatriarcalización la descolonización, lucha contra el racismo y toda

forma de discriminación entonces como tema de la educación mismo, las

mujeres mismas incidimos no, hay muchos casos o teorías que nos dice no

que el culpable de la reproducción patriarcal somos las mismas mujeres

no…” (Entrevista a Elisa Vega30

, junio de 2012)

29

Este concepto retoma los planteamientos de dos sociólogas Sarela Paz Patiño y Marcela Lagarde. 30

Mujer indígena. Segunda Directora de la Unidad de Despatriarcalización del Viceministerio de

Descolonización.

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36

En este espacio las reflexiones teóricas vienen planteado que son y fueron los indígenas

los sujetos de opresión y subalternización de la hegemonía colonial, por lo que

establecen un “horizonte indígena” en el denominado “proceso de cambio”, del cual son

parte, con el argumento de que quienes ocupan la institucionalidad estatal provienen de

trayectorias de lucha y la experiencia de la opresión vivida, por tanto esta vivencia del

colonialismo interno desde el cuerpo y la discriminación otorga mayor legitimidad para

proyectar el horizonte descolonizador que según esta perspectiva es un horizonte indio.

“…en el campo político están ahí a la mano las decisiones, tienes que

tomarlas con sentido político, sentido libertario y emancipatorio. No sé,

nunca hemos pensado en un Viceministerio de Descolonización en términos

de que eso nos va a permitir pintar el mundo de indio, no. El núcleo de esta

revolución es indio pues, punto. Por lo tanto su potencia epistemológica en

el futuro, en el largo plazo es eso: la identidad india. Sin decir es aymara o

es quechua, es identidad indígena de todo el país…” (Entrevista a Idón

Chivi)

“Este proceso, es un proceso vanguardizado por los pueblos indígenas,

porque para muchos de nosotros el futuro es indio, entonces si no

construimos un Estado Plurinacional desde la identidad no vamos a poder

avanzar. Entonces desde esa mirada, si entendemos que dos ejes

fundamentales del colonialismo es racismo y patriarcado. El patriarcado no

lo entendemos, la despatriarcalización por lo tanto, como la lucha de la

mujer en razón del hombre o la lucha de la mujer para igualarse al hombre,

igualdad de derechos como dicen, o igualdad de oportunidades o temas de

género. Para nosotros esos son feminismos, y los feminismos son de derecha,

son de izquierda, son feminismos de escritorio que han pretendido englobar a

todas las mujeres supuestamente en la lucha por la mujer.

Nosotros entendemos mucho más allá, que la despatriarcalización es algo

muy diferente al feminismo […]. Para la despatriarcalización es hacer que la

mujer se exprese en toda su potencia política, vamos con horizontes políticos

en la despatriarcalización. Entendemos también que la despatriarcalización

no es sólo la mujer, es la dualidad, la complementariedad. No se puede de

decir mujeres a un lado, hombres a un lado, cuando desde nuestra

cosmovisión somos complementarios, desde nuestra visión del mundo somos

hombre mujer, juntos aunque diferentes” (Entrevista a Félix Cárdenas31

,

agosto de 2012)

31

Indígena aymara. Nacido en Eucaliptus ubicado en el departamento de Oruro. Fue posesionado como

Viceministro de Descolonización desde 2009 y hasta el momento de la conclusión de la tesis permanecía

en el cargo.

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37

Por otro lado, en el marco de la institucionalidad estatal, una entidad gubernamental que

ha desarrollado diversos espacios de debate y encuentro para las mujeres de distintos

sectores sociales, cuenta con un enfoque que se podría asumirse, en algunos aspectos,

como contradictorio al señalado en el Viceministerio de Descolonización, es el

Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, que por su parte y en el marco de sus

mandatos institucionales, va desarrollando políticas públicas más vinculadas a la

equidad de género que a la descolonización del mismo, aunque también han elaborado

sus propios lineamiento teóricos relacionados como principios de su plan de acción, los

que recupera del enfoque del feminismo comunitario que desarrollaré más adelante:

“Descolonizar el concepto de género significa aplicarlo como categoría de

análisis a las relaciones que se dan aquí y ahora entre mujeres y

hombres[…]ubicarlo geográfica y culturalmente en las relaciones de

poder internacionales, entre un norte rico y neocolonial y un sur

empobrecido y neocolonizado, para denunciar que la situación que viven las

mujeres en este hemisferio se deriva de las relaciones desiguales entre norte

y sur […] reconocer que las relaciones injustas entre hombres y mujeres […]

no son sólo herencia colonial, también se dieron antes, en las culturas

originarias; en este sentido…significa recuperar la memoria larga de las

luchas de las mujeres contra un patriarcado que se instauró aún antes de la

invasión colonial; en consecuencia, igualmente se debe denunciar la

existencia de un patriarcado y un machismo boliviano, indígena y popular,

con rasgos propios y particulares”(MJ - VGAG32

, 2008: 11-12)

Se debe resaltar que quienes participan en la institucionalidad del actual Viceministerio

de Igualdad de Oportunidades, no son indígenas y, si bien no se puede establecer un

carácter excluyente en este sentido, la afirmación del “horizonte indio” planteado en el

Viceministerio de descolonización es un aspecto que desde el feminismo descolonial

tiene relevancia en cuanto a situar historias y temporalidades concretas, para profundizar

quiénes y desde dónde construyen el discurso y cómo se inserta en el proyecto político

de la descolonización.

Si bien existe una desconexión en el proceso de reflexión cuando se realizan los cambios

institucionales estatales que adoptan los mandatos de la nueva constitución política del

Estado y cada entidad va generando sus propios discursos según sus referentes teóricos,

32

Viceministerio de Género y Asuntos Generacionales, actual Viceministerio de Igualdad de

Oportunidades.

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38

existen similitudes identificables como la “memoria larga”; es decir comprender la

opresión desde la colonización del continente y a partir de ella su re-significación

jerárquica sostenida en el tiempo, pero una de las grandes diferencias es la visión

respecto a las lógicas de género en el mundo andino, dado que en el primer caso se

asumen como el tipo ideal establecido, y en el segundo como algo que no debe asumirse

como una realidad dada, por lo que se plantea la necesidad de desnaturalizar su

concepción para poder visibilizar también las dominaciones internas que se encontrarían

presentes también en la culturas indígenas a pesar de su concepción de mundo.

Siguiendo la línea teórico-académica de las publicaciones estatales, se encuentra la

literatura producida en la Vicepresidencia de Bolivia que desarrolló (y desarrolla)

publicaciones de los debates, encuentros y/o aportes de distintos intelectuales (indígenas

y no indígenas) en torno a la descolonización. Si bien cuenta con trabajos diversos en

relación al tema, uno de los que se destaca es el que lleva por el título “Despatriarcalizar

para descolonizar la gestión pública”, este vincula la descolonización del género en su

concepción teórica con su esfera práctica o los cursos de acción que pueden llevarse a

cabo para materializarlos en el proyecto político. En las reflexiones desarrolladas no se

considera que ni despatriarcalización, ni descolonización se subsuman una a la otra, más

bien establece que se trata de un proceso de doble vía, planteando “la noción de

descolonización desde la necesidad de despatriarcalización” (Chávez, Quiroz y Mokrani:

2011). Las autoras que han aportado a la reflexión, investigación y generación del

discurso oficial sin ser parte de la institucionalidad estatal son mujeres no indígenas

activistas e investigadoras sociales, cuyos referentes iniciales se adscriben a la propuesta

del feminismo descolonial. Plantearon como eje principal “ responder a una

preocupación común de contribuir a la constitución de un movimiento autónomo de

mujeres que trascienda la lógica de las políticas liberales de género, a la vez que

cuestione las miradas etnocentristas que sustentan los núcleos de desigualdad de

género” (Chávez, Quiroz y Mokrani, 2011:9). El documento que realizaron para la

Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia contiene cuatro ensayos en los que

las sujetas que fueron parte del proceso de investigación son “mujeres urbanas de la

ciudad de La Paz” (2011: 8). En líneas generales encuentran en Lugones una veta de

problematización que puede vincularse según una extrapolación crítica y realizada de

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39

forma conjunta a la realidad del proceso boliviano. Estableciendo el debate sobre la

posibilidad de descolonización en el Estado y la sociedad, el cuestionamiento de mujer

como sujeto político y la posibilidad de sobrepasar la sola ocupación de espacios en la

representación política, cuestionando las estructuras estatales liberales que mantienen las

relaciones de dominación. Esto a partir de un horizonte político que interpela “las

diferencias que han sido potenciadas desde las políticas neoliberales con el fin de

fragmentar las luchas sociales privilegiando unas identidades y subordinando otras”

(2011: 53)

Entre Algunos de los planteamientos críticos que se proponen en este documento están:

La desmitificación de la dualidad complementaria indígena en cuanto el tipo

ideal ya mencionado retomando la afirmación de Elizabeth Salguero, que fue

Ministra de Culturas33

, cuando establece la importancia de pensar:“…Cómo

superar el colonialismo desde sindicalismo machista, el patriarcado, asentados

en usos y costumbres también machistas y colonizadores” (Diálogo, 2008) y lo

que menciona Julieta Paredes respecto al “entronque patriarcal” (Entrevista,

2008), haciendo referencia a la funcionalidad del patriarcalismo indígena

respecto del patriarcalismo de los hombres blancos y mestizos (Chávez, 2011:

30).

La consideración de que todas las colonialidades están relacionadas, idea que

rescatan de la feminista decolonial María Lugones que plantea que “todas las

colonialidades son inseparables, es decir, que si empezamos a pensar en la

colonialidad del género y también la vamos a ver como inseparable de la

colonialidad del poder, del ser, de la naturaleza. Entonces no se trata solamente

de la problemática doméstica, por ejemplo, de reducir el género a la

reproducción (Lugones, 2008 en Chávez, 2011:34).

Las políticas neoliberales cedieron a las mujeres algunos espacios de poder en

nombre de una “equidad de género” que en realidad significó más una equidad

formal que no resolvía los problemas implicados en la opresión de género,

puesto que de hecho sólo consistía en una inclusión en el mismo sistema de

dominación. Exactamente lo mismo se puede decir en lo que concierne a la

inclusión de indígenas y campesinos en el Estado (Chávez, 2011: 14).

La decolonialidad del género implica asumir de forma intrínseca la existencia de

relaciones de dominación y poder, dado que “La colonización, (que) en casi

todos los casos implica una relación de dominación estructural y una supresión,

muchas veces violenta, de la heterogeneidad del sujeto o sujetos en cuestión

(Brah, 2004 en Quiroz, 2011:57).

33

Nombrada el año 2011.

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40

Lo que se hace es pensar el feminismo descolonial en el marco de la descolonización del

género y de la sociedad, con una proyección a la articulación de las mujeres; es decir

que se presenta como un marco para la acción con la finalidad de que los sujetos de la

descolonización sean todas y todos aquellos que interpelen y desestabilicen sus propios

presupuestos de análisis proporcionados por la hegemonía estatal y la hegemonía del

pensamiento feminista “blanco”34

posibilitando aprender, reinterpretar y re-significar los

mismos a partir de las propuestas teóricas y políticas de las mujeres indígenas y sus

experiencias.

Un espacio interesante fue el ocupado por Elizabeth Salguero, feminista, activista e

investigadora que siendo parte de la Coordinadora de la Mujer35

llega a ser diputada y

posteriormente de Ministra de Culturas, en el primer espacio manifestaba que “no debe

perderse de vista que los movimientos indígenas no son esencialmente buenos, y que,

por lo tanto, hay cosas que hay que criticar desde el feminismo” (Salguero, 2008 en

Mokranis, 2011: 131). Como Ministra de Culturas, siendo que en dicho ministerio se

encuentra el Viceministerio de Descolonización, en su gestión planteó el reto de

conciliar las líneas de discusión e investigación desarrolladas a partir del feminismo de

la igualdad y la trayectoria de ONG´s con las posturas establecidas y el “horizonte

indio” del Viceministerio de Descolonización, involucrando enfáticamente la

discriminación como un pilar para poder comprender y construir la despatriarcalización

y la descolonización.36

Por lo que desarrollaron, con las tensiones correspondientes, los espacios de diálogo y

debate interno que asumían tanto las discusiones en torno al rol que juega el racismo en

34

Este sistema de género se consolidó con el avance del(los) proyecto(s) colonial(es) de Europa. Tomó

forma durante el período de las aventuras coloniales de España y Portugal y se consolidó en la

modernidad tardía. El sistema de género tiene un lado visible/claro y uno oculto/oscuro. El lado

visible/claro construye, hegemónicamente, al género y a las relaciones de género. Solamente

organiza, en hecho y derecho, las vidas de hombres y mujeres blancos y burgueses, pero constituye el

significado mismo de “hombre” y “mujer” en el sentido moderno/colonial (Lugones, 2008:85) 35

Que es una organización no gubernamental. 36

Un documento relevante que da cuenta de esta relación señalada es la Política del Estado Plurinacional

de Bolivia contra el racismo y toda forma de discriminación. Plan de Acción 1012-2015. Disponible en

http://noracismo.gob.bo/index.php/politica-del-estado-plurinacional-de-bolivia-contra-racismo-y-toda-

forma-de-discriminacion-plan-de-accion-2012-2015

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la composición colonial y patriarcal de la dominación y a la vez la no esencialización del

equilibrio qhari-warmi o chacha-warmi de la cosmovisión andina. Aunque en este

sentido existieron posiciones discordantes, dado que la cosmovisión andina en un caso

se asume como aprendizaje de la cultura propia, adquirida desde el nacimiento y en otro

es objeto de investigación y problematización. Esto implica que por un lado, para los y

las indígenas se trate de algo que es parte de la identidad asumida y se vaya

resignificando y en el caso de los y las no indígenas se trata de un elemento de análisis

como parte de la identidad de los y las otras, asumiéndola como parte del proyecto

descolonizador del Estado.

Esta distancia tiene otra dimensión y es la reflexión realizada desde “fuera” o dentro del

Estado, cuyas sujetas tienen a su vez trayectorias de vinculación política o de activismo

feminista que otorgan especificidad a sus discursos. Como en el caso del Plan de

Igualdad de Oportunidades en el que participó activamente Julita Paredes, feminista-

aymara-lesbiana (que es la identidad que reconoce), cuyos planteamientos

desglosaremos en el punto c) dada la especificidad del movimiento feminista del que se

originan sus principales aportes de acción y reflexión teórica.

b) Feminismo descolonial desde la academia fuera del Estado. En este espacio

están dos tipos de investigaciones y reflexiones desarrolladas fuera del estado por

mujeres no indígenas que van estableciendo las diferencias del feminismo

descolonial con otras corrientes del feminismo y los retos que constituyen para el

Estado asumir esta discusión. Por un lado, se encuentran investigadoras sociales

que no abordan su trabajo desde el feminismo, sino más bien profundizan el rol

de las mujeres indígenas en los movimientos sociales más amplios y las

reflexiones sobre lo político en el Estado.

Otra corriente es la constituida por mujeres específicamente feministas o

adscritas a los enfoques de género que provienen de las teorías del desarrollo

adoptadas por las organizaciones no gubernamentales. Lo que tienen en común

las producciones y reflexiones académicas e intelectuales de esas dos corrientes

es que todas empiezan a problematizar la descolonización del género en la

coyuntura del gobierno de Evo Morales. Es decir, no se piensa la teoría con

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pretensión de generalización, sino en un tiempo y contexto específico que

cuestiona el devenir histórico con actores concretos en el marco de relaciones de

dominación determinadas, estas sí desde la memoria larga.

En la segunda corriente que indiqué se encuentra el trabajo de Karen Monasterios, en

este se señala por ejemplo que “las condiciones de posibilidad del feminismo en Bolivia

han sido perfiladas a partir del quiebre fundamental entre sociedad mestiza y sociedad

colonizada, el mismo que produce, por una parte subjetividades engeneradas vinculada a

identidades coloniales”, dando cuenta de la dificultad de superar las barreras étnico

culturales y de clase entre mujeres…” reconoce también que no existe aún trabajos que

articulen en el plano teórico- metodológico la condición femenina y la condición

colonial, por lo que plantea su análisis como un intento embrionario” (2007: 112) para

poder avanzar en dicha articulación.

Como ya mencioné, del mandato de “descolonizar el Estado” devienen diversos

cambios, que también implican modificaciones en la concepción del género que habían

manejado previamente los gobiernos en Bolivia, la misma que estaba vinculada al

feminismo de la igualdad en función a las teorías de desarrollo o la llamada “tecnocracia

de género”37

, (Monasterios, 2004: 52-54) analizada en un contexto de colonialismo

interno, que impulsó según señala “políticas de género en un campo endeble, vacío de

referentes concretos de reivindicación, el nuevo sujeto activo de la reivindicación

femenina, centrado en el liderazgo de la mujeres de descendencia indígena, tiene por

referente la condición básica de subalternidad colonial a la que ha estado sujeta por

mucho tiempo la gran mayoría de las mujeres bolivianas” (Monasterios, 2007:134),

siguiendo el argumento respecto a la diferenciación de las sujetas a las que se haría

referencia desde uno u otro enfoque, establece que se contrapone el sujeto abstracto de la

teoría del desarrollo ante un sujeto activo del devenir político que asume en sí la

canalización y concreción del proyecto político (2007:134), esto tiene relación con la

perspectiva de pretensión universal y homogeneizante de algunas nociones occidentales

37

La “tecnocracia de género” de los 90 congrega a una élite mestiza de mujeres profesionales que, sin una

previa formación feminista, monopoliza el marco discursivo y los fondos provenientes de la cooperación

para tratar el tema de la desigualdad de género; es decir como si estuviera desvinculado de una

sensibilidad y una praxis feminista. (Monasterios, 2006: 130).

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del feminismo hegemónico respecto a las reivindicaciones de género, en contraposición

a la especificidad de las propuestas desarrolladas por las mujeres indígenas como sujetas

protagónicas de las reivindicaciones de los movimientos sociales, elemento común que

investigadoras como Sppeding y Denisse Arnold han profundizado.

Ambas38

, como parte de la primera corriente indicada, analizan las trayectorias de las

mujeres indígenas en los movimientos sociales y tomando en cuenta las disputas internas

que se han generado en torno a quienes problematizan la despatriarcalización y la

descolonización del género a partir del ser o no indígena como presupuesto de

legitimidad, señalan “la relevancia de no sustituir un racismo criollo por un racismo

indígena” (2007: 184), mas ambas reconocen que “sólo con el gobierno del MAS la

presencia indígena es más fuerte” señalando que identifican dos consecuencias “la

primera es la de asumir actitudes “maternalistas” (la versión femenina del paternalismo)

hacia las mujeres de clase baja, que son la “población meta” de sus actividades —

articulando o representando “sus demandas” (las que ellas parecen incapaces de

identificar, o las expresan en términos que no son aceptables para los programas

estatales e internacionales). La segunda consecuencia es el rechazo popular a cualquier

iniciativa que se ve asociada con “el género” o, aún peor, con “el feminismo”, porque

son vistas como provenientes de una clase social o una etnicidad ajena y por tanto,

irrelevantes y hasta destructivas del entorno propio (2007:163).Además de visibilizar las

resistencias existentes, el aporte teórico-analítico que enfatizan es la noción de clase con

referencia a la actividad productiva que desarrollan las mujeres indígenas, esto para no

exacerbar las demandas de arraigo cultural. Otro aporte central que señalan es la

construcción del feminismo como tal en la academia y en el activismo, en el primer

punto indican que no existen programas específicos en las currículas formales de las

universidades y por otro, lado que no se han generado movimientos específicamente

feministas de envergadura, a pesar de que el feminismo habría llegado a Bolivia a mitad

del siglo XX (2007:183). Estos antecedentes del activismo feminista en Bolivia los

abordaré más adelante.

38

Ambas investigadoras extranjeras que residen en Bolivia.

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44

La recuperación el binomio chacha-warmi vinculado a las reflexiones en torno al

proyecto político y el horizonte descolonizador del género, más allá de su sentido

culturalista, ha suscitado que se lo analice o retome de forma crítica y no esencialista.

Respecto a esto, Sppeding señala que “una postura difundida entre activistas que apoyan

la descolonización en Bolivia es que el feminismo en todos sus colores es otra

imposición colonial, ajeno a las culturas indígenas y amazónicas, las cuales practican la

complementariedad de género, representada por el clisé aymara del chacha-warmi, el

ejercicio de cualquier actividad en pareja hombre-mujer, supuestamente de manera

igualitaria y armónica (2011:97). El señalar el chacha-warmi como cliché implica no

asumirlo como descripción de la realidad “tal cual es”, sino más bien cuestionar de qué

forma se cristaliza esta dualidad, dadas las arraigadas condiciones patriarcales en la

sociedad boliviana. Con estas salvedades, es necesario reconocer que este núcleo andino,

generó la posibilidad de que desde la academia y la tecnocracia de género se integre el

binomio chacha-warmi en congruencia a las propuestas estatales emergentes del proceso

sociopolítico en Bolivia, dado que “…las mujeres andinas reconocen que por efecto del

estado moderno, colonial y neo-liberal en la Bolivia de los últimos 20 años, se han

desestructurado los principios del chacha-warmi y los valores de la comunidad

indígena y su visión cosmocéntrica. Esto ocurriría por esa penetración que habría

incorporado el sentido patriarcal en las relaciones entre mujeres y hombres (Crespo,

E. Julio 2006 en Farah y Sánchez, 2008: 91).

En Bolivia, desde las distintas corrientes de los feminismos existentes se desarrollaron

espacios de discusión intentando comprender e integrar esa mirada “otra” que si bien no

se autodefine como parte de los feminismos, es imprescindible para comprender cómo se

orientan o al menos proyectan las relaciones de género en el mundo indígena andino,

específicamente aymara y quechua. Si bien la propuesta de pensar la

despatriarcalización tiene varias perspectivas, la predominante desde el gobierno es la

que retoma la noción de dualidad señalada.

Un trabajo reciente elaborado por Jenny Ybarnegaray Ortiz interpela la forma en que se

ha vinculado ambas variables: patriarcalización y despatriacalización; indica la

existencia de límites en el proyecto político gubernamental y su incipiente desarrollo

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conceptual, mas reconoce que “la sola enunciación del objetivo trascendente de la desco-

lonización marca el hito fundacional de subversión del orden instituido en la conquista

española y sostenido durante toda la República” (Ybarnegaray, 2011:163). El análisis

que realiza da cuenta de la incidencia que ha tenido la formulación descolonización en

ciertos círculos vinculados al tema, ya sea desde el campo político y/o académico.

Rescata en su análisis elementos de la noción de equidad de género y espacios paritarios

a partir de antecedentes etnohistóricos que demuestran que las relaciones entre hombres

y mujeres antes de la colonia eran eminentemente patriarcales. Esto para desmontar la

idea de que el patriarcado es solamente un legado de la colonia que corrompió las

relaciones de equilibrio pre-existentes, para ello rescata ciertos fragmentos de las

crónicas de Guaman Poma de Ayala (1530-1621) como las siguientes:39

Yten: Mandamos que la muger biuda que no se casasen otra ues ni que

fuesen amansebados después de auer muerto su marido. Teniendo hijo, sea

eredero de toda su hazienda y casas y chacras [sementera], y ci tubiere

hija, sea eredera de la mitad de la hazienda y de la mitad sea eredero su

padre o su madre o sus ermanos.

Yten: Mandamos que la muger que mouiese [abortase] a su hijo, que

muriese, y ci es hija, que le castigasen dozientos asotes y desterrasen a

ellas.

Y señala que “[…] esta crónica muestra que el incario se organizó como una sociedad

profunda y severamente patriarcal, y creo que quizás por ello resultó tan permeable al

patriarcalismo colonial español investido por la religión cristiana-católica y sus rígidas

reglas de obediencia de las mujeres a los hombres” (Ybarnegaray, 2011:166)

Como se evidencia, la discusión de la descolonización trasciende el Estado, los espacios

de discusión propuestos por entidades no gubernamentales y mujeres que trabajaron

temas de género desde otras perspectivas, adoptan la problematización de la

descolonización y la despatriarcalización. Una entidad emblemática de ello es la

Coordinadora de la Mujer que es una red conformada por 26 organizaciones no

39

Seleccionamos dos de las 3 que la autora registra en su ensayo.

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gubernamentales con cobertura a nivel nacional. La presiden Katia Uriona40

y Mónica

Novillo41

.

Dicha red articuló y aún articula activistas, investigadoras y mujeres vinculadas a las

teorías de género y desarrollo, entre ellas algunas se asumen feministas que se

propusieron aportar en la elaboración de las leyes gubernamentales en coherencia a los

mandatos constitucionales que surgen de la Asamblea Constituyente realizada en Bolivia

y pensar el marco teórico-político de la descolonización del género y la

despatriarcalización. Katia Uriona se basa en una definición del patriarcado indicando

que es “una estructura social jerárquica, basada en un conjunto de ideas, prejuicios,

símbolos, costumbres e incluso leyes respecto a las mujeres, por la que el género

masculino, domina y oprime al femenino” (Montero y Nieto, 2002). Esta estructura

permea las relaciones sociales en general y determina las relaciones de poder entre

mujeres y hombres. En particular, se expresa en prácticas machistas, actitudes y

conductas, individuales o colectivas, desde las cuales se subordina, discrimina y excluye

a las mujeres” (Uriona, 2010: 33). En este sentido vincula la “descolonización y

despatriarcalización, como constitutivos de este proceso. Ambos principios se

sostienen en la necesidad de transformar aquello que establece la supremacía y el

ejercicio del poder, en un caso en relación a la mayoría de la población indígena

campesina y originaria del país y, en otro caso, en relación a las mujeres, que

además de constituir la mitad de la población definida por su carácter étnico, al mismo

tiempo constituyen la mitad de la población en nuestro país (Uriona, 2010: 37).

Tratando de establecer un vinculo de las distintas discusiones que se llevan adelante,

Pilar Uriona plantea “vincular descolonización con la despatriarcalización como ejes

paralelos de lucha” (Uriona, 2012:16) y retomando a Cristina Molina (2003) señala que

“el patriarcado puede concebirse como el poder de asignar espacios colocando a las

mujeres en lugares de sumisión y como el acto simbólico de nombrar y valorar esos

espacios, establecer la diferencia entre quien tiene autorizado el uso de la palabra y es el

dueño del lenguaje y quien viene expropiado de su facultad de nombrarse e interpretar

40

Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer 41

Responsable de incidencia política de la Coordinadora de la Mujer.

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su vida, dándole un sentido al igual que a su propia historia” (Uriona, 2012: 41). El

trabajo esboza una sistematización que desarrolla con base en un proceso colectivo de

discusión de diversas corrientes del feminismo sintetizadas en dos niveles de trabajo:

uno micro, en el que se intente agotar aquella parte de la tarea compleja que implicaba el

“pensar desde”; y otro macro, en el que se asuma el compromiso que supone “pensar

en”. Es decir, concibiendo a Bolivia como una realidad inserta en el mundo, un

escenario que puede verse desde dentro y desde fuera y que no se cierra a resignificar

debates que, aunque se califiquen de extranjeros, contribuyen a autocomprendernos

(2012:16). Señala que las discusiones desarrolladas en distintos espacios podrían

entender el concepto de despatriarcalización como a) una estrategia emancipatoria, de

denuncia de la desigualdad y discriminación en todas sus formas, cuyo punto de llegada

debe ser la transformación de un modelo socioeconómico-político injusto; y b) un

ejercicio de reorganización horizontal de los pactos relacionales y de desarticulación del

poder en tanto esquema relacional opresivo basado en la desvalorización de las

diferencias y en el tratamiento estratificado, jerárquico e injusto de las mismas –que en

lo macro se expresa a través de la desigualdad económica, el nivel de posesión de

recursos y la explotación de la naturaleza y el trabajo familiar, y en lo micro se valida

con discursos, imposición de estereotipos, modelos culturales y explotación emocional,

como formas de regular la actuación y el pensamiento imperceptiblemente (Uriona,

2012: 41). Es así como en función a la propuesta estatal de despatriarcalizar se gestan

estos espacios de discusión también como estrategia y acto político para repensar los

feminismos y las teorías de género posibilitando que sean problematizadas a partir de

una mirada descolonizadora.42

También se retoma la relevancia de la historicidad para

pensar la identidad y los mecanismos de dominación a través de los cuales se van

construyendo “se constata que la mayoría de las feministas no se han detenido a

42

El hecho de que, a partir del año 2010, el Estado boliviano manifestase interés en colocar dentro de las

políticas públicas una reivindicación que puede verse como netamente feminista –la despatriarcalización–,

y que muchas instituciones que trabajan por los derechos de las mujeres hayan considerado apostar por la

misma como estrategia clave para desmontar relaciones de poder asentadas en la diferencia sexual,

invitaba a hacer un alto en el camino para aclarar las ideas. Dejar en el aire por un momento las lógicas

conocidas y dar cabida a un espacio de discusión para pensar de modo conjunto los itinerarios recorridos y

reexaminar rigurosamente los horizontes trazados desde los feminismos instalados en Bolivia se convirtió

así en una tarea no solo pendiente, sino sobre todo urgente. (Uriona, 2012:13)

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examinar el género viéndolo a través del prisma de sus relaciones con otros sistemas de

dominación”.

Coincido con Uriona cuando plantea que en el caso boliviano “el patriarcado como

sistema de dominación, para perpetuarse no requiere únicamente socializarse en los

imaginarios como algo natural, sino que también necesita reproducir su lógica dual de

poder cooptando complicidades. Aunque pueden ser no razonadas, tales complicidades

se basan en el hecho de que aquellas mujeres que pertenecen a una clase no

marginalizada y a una raza no colonizada no han vivido el tipo de dominio ejercido

sobre mujeres cuya clase y raza las coloca en la posición más precaria dentro de las

escalas sociales.” (Uriona, 2012:43). Esta afirmación da cuenta de las diferencias que

existen en cuanto a la vivencia de la subalternización, dado que muchas de las mujeres

que son parte de las reflexiones, sin asumirse de forma explícita como “superiores”

ejercen el rol de “patronas”, por ejemplo, si cuentan con una mujer indígena que en sus

casas empleada como trabajadora del hogar; o si fueron parte de aluna forma de la

tecnocracia de género vinculada a los gobiernos de la democracia pactada (1982-2003),

lo que es para las mujeres indígenas una diferencia sustancial para entender y concebir la

descolonización del género.

c) Feminismo descolonial: la condición sexual diferente. Otros espacios de discusión lo

promueven las activistas feministas que incluyen también es sus reivindicaciones el

cuerpo, dada su opción sexual diferenciada, pero este no es el foco de su movimiento,

más sí un elemento que les otorga cierta especificidad, dado que no está inserto en otras

corrientes de activismo y las ONG´s abordan el tema a partir del discurso de respeto a la

diversidad sexual, mirada que no tiene la vinculación política que les dan las Mujeres

Creando que plantean que todas sus acciones tienen sentido“[…] en la calle, afuera y no

adentro. Afuera en medio de las relaciones sociales y no adentro de las mediaciones

institucionales […]” (Galindo, 2006: 27). En este punto se generó una escisión en el

movimiento, ya que se establecieron dos vertientes a partir del desacuerdo, en torno a la

coyuntura del gobierno del MAS-IPSP. Por un lado se asumía la posibilidad de

mantenerse al margen de la institucionalidad estatal, y por otro trabajar de forma

articulada o tener cierta vinculación con esta, dado el carácter diferenciado del que había

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emergido. Estos dos enfoques fueron llevados adelante por los liderazgos más visibles,

María Galindo y Julieta Paredes, respectivamente. Esta escisión hace que se establezcan

dos corrientes: la del feminismo autónomo y la del feminismo comunitario (en un

segundo momento).

El grupo feminista “Mujeres creando” es el único grupo reconocido de visibilización

pública que ha llevado adelante un activismo feminista de forma sostenida a través de

distintas manifestaciones públicas, inclusive siendo un referente de asociación directa

con lo que implicaría “ser feminista” en el sentido común de la sociedad boliviana. Una

disputa presente es que el planteamiento de la despatriarcalización habría sido propuesto

en primera instancia por “Mujeres creando”, específicamente por Julieta Paredes,

durante el período de discusión en la constituyente que abrió espacio a otros

movimientos, organizaciones sociales y agrupaciones civiles, que realizaron debates y

elaboraron propuestas durante el proceso de la Asamblea en sí misma. Posteriormente

dicho planteamiento fue asumido en el Estado, pero resignificándolo y articulando sus

contenidos al proyecto político del MAS. Durante el proceso analítico que se fue

gestando el movimiento de “Mujeres Creando” destaca la necesidad de partir de la

memoria larga y corta del proceso de conformación de la propia interpelación del sujeto

feminista.

Se trata de una postura crítica que se diferencia claramente del feminismo de la

tecnocracia de género “oenegista”, que coopta cierto discurso de género para viabilizarlo

en tres puntos, que Julieta Paredes denomina de “falencia política a) la interpretación

ideológica que hacen las tecnócratas de género al concepto de patriarcado, b) el hecho de

depositar en el Estado, en sus leyes e instituciones, el encargo de solucionar las

opresiones e injusticias que nos destruyen y violentan c) el recurso a una metodología de

presión no es el movimiento organizado, la movilización, la calle, o la protesta, lo que

actúa, sino el lobby con los líderes de los partidos políticos”. (Paredes, 2006:80).

d) Las intelectuales indígenas en el debate de la despatriarcalización. Entre las sujetas

consideradas intelectuales indígenas que no han sido parte de la institucionalidad política

del Estado, adoptando una postura crítica y cuestionando los elementos que retoma la

propuesta estatal de la cultura andina a la que pertenecen. Proponen tomar en cuenta en

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el análisis dos conceptos que ayudan a indagar sobre la presencia de atisbos patriarcales

en la propia cultura andina (aymara y quechua): la idea de sullka (minoridad) y mayt`ata

(prestada). Eugenia Choque señala que la condición de Sullka “muestra cómo la

cultura aymara basa sus relaciones de desigualdad mediante una forma muy sutil de

encubrir la subordinación y marginación de la mujer” (Choque, 2009:10). Por otra

parte, existe la condición de prestada (mayt`ata), término que se refiere a aquello que no

es propio, es decir algo prestado. Choque nuevamente nos dice que “es en la esfera

doméstica que la mujer se constituye un ente no propio, que no es de la familia…

entonces la inversión en su crianza debe ser mínima” (Choque, 2009:10). Esto dado que

una mujer al casarse o al conformar un nuevo núcleo familiar se va con el varón.

También problematiza cómo en la cultura andina la idea de “ser un ser completo”

corresponde a la unión de la pareja o chacha-warmi, para ser parte plena de la

comunidad. “En el mundo andino, tú eres gente en tanto eres jaqi, sino no eres gente,

eres menor de edad, eres waynucho, tawacu, imilla, llocalla. El jaqi, es un

concepto profundamente arraigado en la vida cotidiana, política, social. Eres jaqi

cuando tienes derechos y deberes con la familia, la comunidad. Por experiencia propia

puedo decir que eres mujer en tanto tienes tu pareja, y se consolida cuando tienes

hijos…” (Entrevista, María Eugenia Choque: 2008 en Quiroz, 2011:77).

Desde un intento de visibilización de lo que llama “voces ocultas” en el proceso de

guerra del gas de 2003, Lucila Choque analiza “las relaciones patriarcales sociales en su

contexto, como la prebenda, hacen de las mujeres un uso, un instrumento al servicio de

caudillos para aprovechar estas luchas colectivas de las mujeres, para sus espacios

individuales de poder, haciendo uso en forma legítima del sistema estatal (Choque,

2006: 76). Esclarece que las luchas de las mujeres trascienden las demandas vinculadas

al núcleo familiar y se inscriben en el espacio político a partir de las que llama

“demandas a nivel nacional”.

Ambas posiciones posibilitan también el camino de indagación acerca de la distancia

que puede existir entre el horizonte de recuperación de los procesos de

complementariedad dual a partir del núcleo chacha-warmi o qhari-warmi y las formas

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de opresión que podrían invisibilizarse, en caso de que este se asuma sin

cuestionamientos como algo existente en todos los espacios.

Cabe diferenciar las diversas formas de reproducir la cosmovisión andina, debido a que

las familias extendidas de las comunidades rurales la van actualizando y resignificando

en la ciudades. Además de esto, las mujeres atraviesan procesos de ruptura y continuidad

de estas lógicas de complementariedad, por todos los cambios que conllevan la

migración campo-ciudad y su participación en distintas organizaciones sociales que

reinterpretan estas lógicas en sus estructuras. Muchas veces las mujeres se insertan en

espacios en que estas lógicas se aplican de forma diferenciada y las experimentan tanto

en las ciudades como en su continuo retorno a sus comunidades, en las que siguen

siendo parte de las actividades comunales, fiestas y asambleas, instancias en las que

estos principios se materializan de distintas maneras.

Como se ha visto, no existe una visión o perspectiva única en las reflexiones teóricas

propuestas, tampoco una propuesta única y explícita de una marco conceptual del que se

parte, aunque se pueden ir identificando algunos aspectos generales convergentes, de

acuerdo a los distintos énfasis que se van haciendo desde los cuatro espacios señalados.

Cabe mencionar, que no se tratan de espacios estancos, sino que interactúan de forma

conflictiva o armónica, en espacios de diálogo, interpelación o negación. Las diferencias

no siempre son conceptuales, sino de posición de sujeto. El decir dentro o fuera del

Estado, indígena o no indígena no es trivial, como se evidencia se tratan de elementos

que de partida pueden significar un obstáculo en la posibilidad de intercambio o

comprensión común de ciertos presupuestos que permitan ir afianzando la propuesta

despatriarcalizadora y llevarla adelante en la sociedad boliviana, ya sea desde el Estado

o desde espacios de lucha autónomos.

Según los diversos planteamientos expuestos se puede llegar a las siguientes

conclusiones respecto a lo desarrollado en Bolivia sobre la descolonización del género y

la despatriarcalización: a) Se comprende en una historicidad concreta b) Visibiliza la

dominación y subordinación en el marco de las jerarquías basadas en procesos de

racialización de sedimento colonial c) Asume la identidad en la política y nunca fuera de

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esta (entendiendo esto en el marco de lo político que contiene la política) d) Cuestiona al

investigador(a) no sólo desde su posición sujeto-sujeto, sino en cuanto su experiencia de

dominación y de producción de conocimiento desde un espacio de poder geopolítico,

dado que el territorio no es trivial por las experiencias y cercanías o lejanías de la

investigadora respecto a los sujetos que aborda en espacios-tiempos concretos e)

Visibiliza la violencia en la imposición hegemónica d) Resalta la condición de clase y la

desnaturalización de presupuestos de esencialismo cultural e) No cuestiona solamente

las relaciones de dominación en la dicotomía masculino/femenino, sino

hegemonía/subalternización, reconociendo la dominación hombre/mujer como parte de

otras relaciones de dominación, dentro de esta subalternización.

Es decir, si bien el feminismo descolonial se nutre de corrientes distintas de

pensamiento, emerge en el marco de la proyección política de ciertos pueblos indígenas.

En el caso que se estudia se retomarán autoras que desde dentro y fuera del estado han

ido esbozando la posibilidad de analizar teóricamente algo que emerge en la práctica

política, estableciendo convergencias y divergencias.

1.4. El feminismo descolonial desde “una cadena de relaciones de dominación”

Habiendo revisado las discusiones desarrolladas en Bolivia, encuentro en la propuesta de

Silvia Rivera Cusicanqui una posibilidad de articulación que parte de un conocimiento

cercano de las luchas indígenas al que la cultura andina a través de THOA (Taller de

Historia oral Andina) y una reflexión sobre el Estado y su historicidad, a su vez un

ejercicio de construcción teórica conceptual que nos permitirá analizar la

reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas, que habiendo sido parte de los

movimiento sociales en su irrupción en lo político son parte de la institucionalidad

política estatal tomando en cuenta también elementos con los que ella discute e integra

de los debates académicos que se dan en torno a la descolonización en general y la

descolonización del género en específico, al igual que con la teoría de la subalternidad.

Rivera propone, discute y retoma tanto los debates internos desarrollados en Bolivia

como los propuestos desde la academia en cuanto a los estudios de la subalternidad y el

feminismo descolonial. En este sentido, no se trata solamente de una construcción

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teórica e intención puramente académica, sino implicada e imbricada en la configuración

del colonialismo interno de Bolivia y las reivindicaciones político-culturales de los

pueblos indígenas. Para Silvia Rivera Cusicanqui,

“existen dos repúblicas, una de criollos y otra de indígenas, ambas

coexisten en Bolivia y cada una remite a tipos de memoria (memoria corta y

memoria larga). La negación del indígena como agente histórico y su

incorporación, en calidad de elemento exótico dentro de la historia oficial,

es un ejemplo de ello. Ahora bien, la revolución de abril de 1952, con el fin

de viabilizar un proyecto nacionalista, consigue entrecruzar ambos

registros mnemotécnicos cuando crea una alianza entre diversos sectores

sociales, donde por supuesto se inscriben los grupos aborígenes. Pasado el

momento de ruptura revolucionaria y en la etapa de consolidación del

nuevo sistema político, las masas indígenas son reubicadas en sus

estamentos subalternos, incumpliéndose las promesas con las que las élites

criollas que lideraron la revolución, las convocaron. Esta situación genera,

por eso, una suerte de eco de instancias insurgentes de principios del

período colonial e incluso precolombinas. Es allí cuando se viabiliza la

activación de lo que Rivera Cusicanqui llama “memoria larga”,

adormilada por más de un siglo de vida republicana; se revela la

colonialidad interna y sus efectos y, correlativamente, surge una crítica

indígena que apunta a desatar el nudo mnemotécnico producto del 52 y a

hacer propuestas fundadas en un registro histórico distinto en tanto está

ligado a la memoria larga indicada (Rivera Cusicanqui, Oprimidos pero no

vencidos 168-177 y 178-184 en Alfaro, 2008: 214).

En este sentido, entiendo el feminismo descolonial enmarcado en los procesos de

hegemonía y resistencia de la memoria corta y larga; en cuanto a las relaciones de

colonialidad y subalternización que se presentan en las relaciones que se han perpetuado

a pesar de planteamientos de otros feminismos en Bolivia, dado que existen relaciones

de opresión patriarcal inmersas en una serie de formas de colonialidad concatenadas. Por

esto, la investigación adopta el concepto de “cadena de relaciones de dominación

colonial” (Rivera, 2010: 77) que plantea Silvia Rivera, asumiendo las combinaciones de

los distintos tipos de colonialidad existentes (ser, saber, poder). La subalternización de

los y las indígenas implica que “cada estrato se afirme sobre la negación de los de

‘abajo’ y sobre el anhelo de apropiación de los bienes culturales y sociales de los de

‘arriba’”7, esto porque las colonialidades perpetúan relaciones que se construyen

asumiendo que mestizos y blancoides son superiores a mujeres y hombres indígenas.

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La mirada que retomo de Silvia Rivera implica pensar interpelando las “formas de

construcción colonial del género” (Rivera, 1996:11) desde una sociedad abigarrada

(Millán, 2011: 15). Me baso en la metáfora que utiliza Silvia Rivera para entender este

abigarramiento en el caso boliviano, ella parte de una imagen que en cuanto metáfora

posibilita visibilizar esta composición societal. Se refiere al chixxi43

, que según señala

“como muchas otras obedece la idea aymara de algo que es y no a la vez, la idea del

tercero incluido” (Rivera, 2010:11) que rebate la noción de hibridez, cuyo enfoque es

excluyente y da cuenta de que de “la mezcla de dos diferentes, pueda salir un tercero

completamente nuevo, una tercera raza o grupo social capaz de fusionar los rasgos de

sus ancestros en una mezcla armónica y ante todo inédita44

. La noción de chixxi por el

contrario […] plantea la coexistencia en paralelo de múltiples diferencias culturales que

no se funden, sino que antagonizan o se complementan. Cada una se reproduce a sí

misma y se relaciona con las otras de forma contenciosa” (Rivera, 2010: 11). Esto invita

el desafío de superar las nociones de la interseccionalidad en la que elementos separados

se relacionan, en este caso la propuesta de encadenamiento plantea que se yuxtaponen y

son uno y otro tipo de opresión, es decir no se puede comprender una sin otras de forma

no simultánea. Esto plantea que, si bien está presente la opción analítica de la

interseccionalidad que involucra diversas variables analíticas y sus relaciones (etnia,

raza, opción sexual, etc.) para comprender la opresión y subordinación colonial y

patriarcal en Bolivia, no permite abordar la complejidad que puede generarse en

sociedades abigarradas como la boliviana, en la que además de presentarse la necesidad

de adoptar estas distintas variables, se logran entender a partir de tiempos históricos

distintos, formas organizativas que trascienden el orden estatal, combinaciones de

lógicas comunitarias, sindicales, gubernamentales que coexisten y conviven de forma

paralela en un mismo tiempo y espacio. Se logran comprender transitando en las

rupturas y continuidades de los elementos de la memoria larga y corta en el presente,

según historicidades concretas.

43

Mezcla. 44

El mestizaje entonces no es la resolución de la contradicción colonial de fondo, ni tampoco un espacio

libre de las relaciones de poder, sino un campo muy conflictivo constituido justamente en base a los

términos de dominación originales (Thomson, 2010:15)

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Ahora cabe esclarecer dos conceptos centrales para poder comprender cómo los vinculo

con la reconfiguración identitaria ¿Si existen relaciones de colonialidad que

subalternizan a las mujeres indígenas, cómo entiendo entonces la subalternidad y la

colonialidad?

1.4.1 Subalternidad y colonialidad

El primer punto que esclareceremos es qué implica una situación de colonialidad, para

ello nos basamos en el planteamiento de Silvia Rivera Cusicanqui que plantea que la

colonialidad es “…un conjunto de contradicciones diacrónicas de diversa profundidad

que emergen a la superficie de la contemporaneidad, y cruzan, por lo tanto, las esferas

coetáneas de los modos de producción, los sistemas político-estatales y las ideologías

ancladas en la homogeneidad cultural “ (Rivera, 1993:30) y en este sentido retomamos

el concepto de colonialismo interno45

que “no sólo es una estructura interna, que

gobierna los distintos eslabones de la cadena de exclusiones y silenciamientos que

constituye la sociedad boliviana, es también una estructura internalizada, que se muestra

en las prácticas inconscientes y en los gestos cotidianos no sólo de los indios sino

también de sus intermediarios y de las elites mestizo-criollas que los dominan”(Rivera,

2008: 8). Por esto, la situación de colonialidad se aborda como una realidad presente en

las estructuras sociales y por tanto estatales, que van delimitando las relaciones de

dominación existentes que desde la memoria larga se actualizan en la corta.

Cabe enfatizar las diferencias y convergencias entre el colonialismo que “denota una

relación política y económica, en la cual la soberanía de un pueblo reside en el poder de

otro pueblo o nación…” y la colonialidad que “implica un patrón de poder que emergió

como resultado del colonialismo moderno, pero que en vez de estar limitado a una

relación formal de poder entre dos pueblos o naciones, más bien se refiere a la forma

como el trabajo, el conocimiento, la autoridad y las relaciones intersubjetivas se

articulan entre sí, a través del mercado capitalista mundial y de la idea de raza”

45

Si bien dicho concepto fue planteado previamente por Casanova Gonzales y Stavenhagen en los años 60

(Mignolo, 2003: 172), el carácter situado del mismo en la especificidad boliviana es planteada y apropiada

por Silvia Rivera, siendo retomada por diversos autores, especialmente desde la investigación en ciencias

sociales desarrollada desde el inicio del proceso constituyente en el año 2000. Felix Patzi utiliza el

concepto de “colonialismo persistente”.

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(Maldonado, 2007: 131). La colonialidad se perpetúa y actualiza constantemente,

cristalizándose en expresiones en la vida cotidiana, lo político y la política. Ante esta

distinción adhiero un elemento señalado para comprender estos eslabones que componen

la cadena de la dominación se trata de la violencia encubierta con que estos se ejercen.

En relación a la colonialidad, la subalternidad, en primera instancia, se comprende como

“la subjetivación política surgida de la relación de dominación y de la experiencia de la

subordinación” (Modonessi, 2010: 52). Lo subalterno “como expresión de la experiencia

y la condición subjetiva del subordinado, determinada por una relación de dominación

–en términos gramscianos, de hegemonía– “… En este sentido cabe destacar que no

es preciso referirse a un enfoque teórico de la subalternidad sino más bien “una reflexión

teórica ligada a la observación histórica” por tanto, “la subalternidad como expresión y

contraparte de la dominación encarnada o incorporada en los sujetos oprimidos, es la

base y, por ende, punto de partida ineludible de todo proceso de conflicto y

emancipación” (Modonessi, 2010: 30).

En este caso utilizamos el concepto de “subalternización” y no subalternidad, debido a

que asumo que no existe una ontología subalterna, sino más bien un proceso histórico de

relaciones de dominación que subalternizan a ciertos sujetos. La forma en que la

experiencia desde la subalternización va configurando y re configurando la identidad

subalterna, se trata de un proceso de doble vía, si bien es innegable una experiencia de

subjetivación, es también un proceso de objetivación dado que “las identidades

internamente experimentadas son “subjetivas” y las identificaciones externas son

“objetivas”. Como plantea Silvia Rivera “en una sociedad en la que el insulto y el

estereotipo étnico marcan claramente las fronteras por la vía de la exclusión de “los de

abajo”, este acto resultará “naturalizado”, al asociarlo a connotaciones raciales (no otra

cosa son los términos “cholo”, “indio” o “mestizo”) que contienen un carga de

valoraciones y características adscritas previamente que denotan inferioridad y se

asumen, inclusive, de forma discriminatoria a través de procesos de naturalización de las

mismas. Este fenómeno alude a la existencia de un doble nivel, objetivo y subjetivo, en

la construcción no sólo de las identidades propias, sino también, en las capacidades

diferenciales de “atribuir identidades al otro”, que toda situación colonial confiere

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mediante un rígido sistema de estratificación (Rivera, 2010: 127). Este proceso es

además transmitido y legitimado generacionalmente siendo vivido en la vida cotidiana y

asumido también en la institucionalidad estatal.

Si bien se afirmó que no existe una ontología subalterna, coincido en que el concepto de

subalterno “permite centrar la atención en los aspectos subjetivos de la subordinación en

un contexto de hegemonía: la experiencia subalterna, es decir, en la incorporación y

aceptación relativa de la relación de mando-obediencia y, al mismo tiempo, su

contraparte de resistencia y de negociación permanente”. (Modonessi, 2010: 37), esto en

coherencia con las relaciones de dominación que implican los tres tipos de colonialidad

(ser, poder, saber) y el carácter eslabonado entre las mismas.

Ambas condiciones: subalternidad y colonialidad, establecen relaciones de dominación

en diversos ámbitos en los que establecen la relación colonizador – colonizado en

sectores hegemónicos y subalternos respectivamente. La identidad colonizada es una

identidad subalternizada. Si bien desde el feminismo descolonial se establecen procesos

de desencialización de la identidad, dejando de lado preceptos normativos que

categoricen de forma previa a las mujeres, dado el proceso de etiquetación y

jerarquización del que parten las identidades, se acudirá a una definición orientadora que

resulta pertinente para poder orientar el estudio de la identidad de las mujeres indígenas.

Se entenderá identidad a partir de un proceso de objetivación y subjetivación que las

propias mujeres auto-identifican y definen de forma individual y colectiva; es decir la

forma en la que experimentan su vivencia de opresión subordinación en la memoria

corta y larga de determinaciones que hacen los otros de ellas, en el yo, el nosotras, las y

los otros, con base en tres dimensiones analíticas, la colonialidad del ser, el poder y el

saber en lo político y la política. Asumiendo el carácter dinámico de la identidad, que

implica un proceso constante de actualización y por tanto de reconfiguración de lo que

se considera la identidad subalterna y colonial.

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1.4.1.1 Identidad colonial y subalternizada

Retomamos la idea de Silvia Rivera de que existiría una configuración colonial de las

identidades, en este marco la identidad de las mujeres indígenas también responderían a

dicha construcción en la que la lógicas hegemónicas determinan la idea de “la

blanquitud”, dado que el enfoque descolonizador reconoce las identidades politizadas,

en el caso de Bolivia la idea del mestizo-criollo46

hegemónico estableciendo proceso de

subalternización de los pueblos indígenas. Esta configuración no esencial, va

reconfigurándose en el marco de las dinámicas socioculturales y político-históricas.

La identidad colonial y subalternizada está atravesada por una serie de imaginarios que

fueron establecidos de forma violenta, no solamente física, sino también simbólica y

epistémica, dado que la dominación y subordinación no implican solamente una

construcción hegemónica que se origina per sé por la figura de la conquista y la posterior

“independencia” territorial. El colonialismo reproduce distintos valores normativos,

unos de los más evidentes están relacionados con el cristianismo católico como religión

de la conquista, que no solamente se manifiestan en sincretismo, sino en imposiciones

que generaron imaginarios del “deber ser y del destino” respecto a lo que implica “ser

hombre”, “ser mujer” y/o “ser indígena”, naturalizando su superioridad o inferioridad.

En este proceso de etiquetamiento y designación jerárquica, la “cadena de relaciones de

dominación colonial” resultante permite, así, que “cada estrato se afirme sobre la

negación de los de “abajo” y sobre el anhelo de apropiación de los bienes culturales y

sociales de los de “arriba” (cf. Lehm y Rivera, 1988). El reconocimiento de estas

relaciones jerárquicas que instituyen un orden en el que se naturaliza la superioridad o

inferioridad de estos sectores, hace que se arraiguen distintas asociaciones vinculadas a

prejuicios funcionales a la idea de blanquitud dominante. “El sentido común

contemporáneo de la sociedad persiste, por ejemplo, la asociación entre indio y “clase

campesina”; entre cholo y “clase trabajadora”, y entre criollo o “blanco” y “clase

señorial o burguesa”, con las implícitas valoraciones diferenciales que tales categorías

asignan a los distintos tipos de trabajo o no-trabajo” (Rivera, 2010: 78).

46

En la investigación sustituiremos la idea de criollo que plantea Silvia Rivera por la de “blancoide”

planteada por intelectuales indígenas aymaras.

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En el caso de las mujeres indígenas, a pesar de los antecedentes previos de su lucha en lo

político –en distintos movimientos sociales - y en la política- en casos aislados de

participación en el Estado (aunque paulatinamente crecientes)47

- el “horizonte de

posibilidad” planteado para las mujeres indígenas aymaras y quechuas giraba en torno a

la relación mujer indígena - “empleada doméstica”48

dada la asociación existente entre

mujer indígena andina y “trabajadora del hogar”, evidenciando la idea establecida en la

sociedad boliviana de que las “mujeres indígenas y pobres no son civilizadas, “no son

completas” “no conocen, no saben y por lo tanto son sujetas de abuso y discriminación”

(Peredo, 2006:10), describiendo “aquellos mecanismos que permiten construir

identidades femeninas que reflejan la ambigüedad y violencia del mandato patriarcal y

colonial (…) (Peredo, 2006: 11). Como plantea Silvia Rivera “ser indio cholo/chola,

chota birlocha o misti en la Bolivia de hoy, significa a la vez una marca étnica y una

marca de clase y se encuentra en una sociabilidad pública dominada por un mundo

mestizo/criollo49

que les impone a la vez un sello de desprecio, manipulación y

negación” (Rivera, 1996: 19).

Esta marca étnica no sólo establece una jerarquización racializada, sino también una

fuerte permanencia y actualización de distintas formas en que se van manifestando las

relaciones de colonialidad que desarrollo a continuación.

1.4.2 La colonialidad del ser, el saber y el poder

Los procesos de dominación y explotación que permanecieron en a) un lógica de

servidumbre y naturalización de inferioridad y superioridad entre indígenas y mestizo

blancoides; b) la idea “civilizatoria” demarcada por los conocimientos occidentales

adquiridos, los cuales dejaban por fuera todo saber o los saberes que no forman parte del

conocimiento científico occidental moderno; y c) la permanencia de las estructuras

hegemónicas de poder en la que los espacios de decisión, de nombrar y normar estaban

ocupados por sectores privilegiados en cuanto a los imaginarios de superioridad y la idea

de legitimidad para asumirlos; son elementos presentes que dan continuidad a la

47

Que describiré en los antecedentes socio-históricos del estudio. 48

Forma en que se denominaba a las mujeres que trabajaban realizando labores de casa que luego fue

modificada por “trabajadoras del hogar” al promulgarse la Ley 2450. 49

Al que referimos como blancoide según señalan algunos intelectuales indígenas.

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colonialidad. Respecto a lo señalado, entonces, me refiero a continuación a tres tipos de

colonialidad: la colonialidad del ser del poder y del saber.

1.4.2.1 Colonialidad del ser

La “colonialidad del ser” responde, pues, a la necesidad de aclarar la pregunta sobre los

efectos de la colonialidad en la experiencia vivida, y no sólo en la mente de sujetos

subalternos (Mignolo, 2007: 130). Se trata entonces de un proceso de subjetivación muy

relacionada con las nociones establecidas de sub-valor en torno al cuerpo y la

racialización que determina el imaginario de inferioridad. En esto la estructura del

Estado moderno a través de “el derecho y la formación histórica moderna de lo que se

conoce como "espacio público", tienen en Europa un anclaje renacentista e ilustrado a

través del cual renace el ser humano como Sujeto Universal (y masculino) de la noción

misma de "derecho"…” (Rivera, 2004: 1) que va legitimando las sedimentadas y

subyacentes formas de dominación. Este anclaje se retoma en América Latina, y es

planteando muchas veces para legitimar este sujeto cuyo referente, además de ser

masculino, es blanco y ocupa el “espacio público” estatal.

Aunque se asuma la obsolescencia de la idea de “raza”, dado su carácter biologicista y

esencialista ya superado desde las ciencias sociales, no se puede negar que la

subalternización y colonialidad se establecieron también en la noción racista y

discriminatoria de los fenotipos y cuerpos racializados, a partir de la cual se permitía o

no a los indígenas y afrodescendientes estar presente en ciertos espacios o, como su

manifestación más extrema, se determinaba que sean sujetos de explotación y violencia.

“…La codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de

‘raza’, una supuesta estructura biológica que puso a algunos en una situación natural de

inferioridad con respecto a otros. Los conquistadores asumieron esta idea como el

elemento fundamental y constitutivo de las relaciones de dominación que impuso la

conquista” (Quijano, 2000: 533). En Bolivia en cuanto a los estereotipos raciales y su

terminología, subsisten todo una gama de discriminaciones: indio “puro”, “t´ara”50

, son

50

“[...] es el nombre peyorativo con que los quechuas y aymaras se refieren a los blancos y mestizos

(llamados también misti), en contraste con los jaqi o runa (`persona` en aymara y quechua,

respectivamente; y de ahí `indio`). Este término lingüísticamente vinculado con “pelado” y “desnudo”,

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los insultos raciales dirigidos al comunario rural o inmigrante de primera generación, en

tanto que “indiaco”, “cholo” “cholango” “medio pelo” y otro aluden a los sectores

intermedios en ascenso. Si bien en su versión femenina el contenido despectivo de esos

términos se atenúa (“chola” o “cholita”, que también se utilizan como autodesignación),

las variantes ascendentes femeninas continúan siendo en términos despectivos:

birlocha”, “chota”, etc. En el caso masculino los insultos al cholo provienen

específicamente del mundo q´ara en tanto que en el caso femenino, el término

“birlocha”, por ejemplo puede ser usado despectivamente tanto por la mujer oligarca

como por la chola orgullosa que siente como una degradación el adoptar “vestido” o

vestimenta femenina criolla – q´ara. (Rivera, 2010: 79)El planteamiento en Bolivia se

refiere a esta noción de “normatividad y fuerza hegemónica en los criterios

pigmentocráticos y racistas propios del horizonte colonial” (Rivera, 2010: 79).

La colonialidad del ser también está influida por la religión, dado que en los procesos de

conquista (en unos más que en otros), esta fue un aspecto fundamental para el

establecimiento de relaciones de dominación en las que la predestinación o los designios

de un ser superior favorecerían en un futuro a los pobres, que en Bolivia

coincidentemente son indígenas, porque tendrían el beneficio de la salvación en el cielo,

habiendo a travesado situaciones de carencia, y sacrificio en la tierra. La religión fue

también la que tuvo el carácter “civilizatorio” que intenta modificar hábitos, tradiciones

y creencias “no civilizadas” de los pueblos indígenas en la llegada de los españoles al

continente.

Esta noción de lo que implica ser o no ser humano, ser o no ser civilizado o cómo ser un

hombre o una mujer está también influenciado por el ethos cristiano cuyos principios de

sumisión y naturalización de la mujer y el hombre se sedimentaron y resignificaron en

los pueblos indígena de América Latina, como ya mencioné no sólo a través de formas

diversas de sincretismo religioso. Como manifiesta Rivera la denominada colonización

no sólo se refiere “…a la catequización o colonización religiosa, sino a muchos otros

mecanismos (como la escuela, o la noción más englobante de “civilización”) utilizados a

tiene que ver con la falta de cultura andina de estos blancos y también con su falta de ética, que le lleva a

robar y explotar. No tiene una connotación totalmente racial pues también un jaqi/runa se puede volver

q´ara cuando rechaza a su gente y adopta este mismo estilo y conducta”. (Albó, 2002b: 80).

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lo largo de la historia por las élites dominantes para imponer a los indígenas la negación

de su propia identidad de introyectarles la visión del mundo occidental” (Rivera

Cusicanqui y THOA, 1991: 8 n).

Pero cuestionar el cómo se construye y mantiene latente la colonialidad del ser no sólo

implica la sospecha de la herencia colonial, sino la contemporaneidad de los núcleos

culturales andinos. En este sentido Rivera va más allá de la perspectiva étnica

esencialista respecto a la cosmovisión chacha-warmi, asume que se estableció en las

comunidades andinas procesos modernización que produjeron que también sean

“afectadas” e influenciadas por ciertas ideas hegemónicas de corte occidental, como la

de la familia. En este sentido, cita el trabajo desarrollado por Arnold y Yapita que

muestra “cómo a través de los llamados clubes de madres, la "modernidad" contribuyó a

crear una imagen maternalizada de las mujeres, en la que resultaban desvalorizados sus

saberes como pastoras, tejedoras y ritualistas…Además, en vista del creciente impacto

de la emigración, una estrategia "patriarcal" de los migrantes Qaqa51

a las ciudades o al

Chapare consiste en dejar preñadas cada año a sus cónyuges para mantener el control

sobre su fertilidad (Arnold y Yapita, 1996; Arnold, 1994). Resulta claro a través de este

ejemplo, que occidentalización y patriarcalización de los sistemas de género, pueden

leerse en los Andes como dos procesos paralelos (Rivera, 1997). Respecto a esta última

afirmación de la autora, considero que más que paralelos se tratan de procesos

imbricados que se van tejiendo simultáneamente y se refuerzan en el tiempo en base a

sus cambios y permanencias.

Se asumirá la presencia de la colonialidad del ser en la identidad de las mujeres

indígenas en tres sentidos: la naturalización de la inferioridad, la desnaturalización52

del

servilismo y la subjetivación de la “inferioridad” – baja autoestima.

51

Dado que el estudio se realizó en la comunidad Qaqachaca una comunidad andina, ubicada en el

municipio de Challapata al sur del departamento de Oruro. 52

Desnaturalización se entiende como el proceso de ruptura y cambio de los imaginarios naturalizados

que legitiman relaciones de subordinación y colonialidad.

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63

1.4.2.2 Colonialidad del poder

Rivera entiende la vinculación de colonialidad de saber-poder, a partir del planteamiento

del colonialismo interno que se explicó previamente, esta relación la realiza pensando en

que “la normativa legal, tanto penal como civil, así como la formulación de leyes y

reglamentos del manejo de lo público, han sido hasta ahora monopolio de élites

eurocéntricas herederas del Estado colonial” (Rivera, 2008:6), posteriormente este

argumento es trabajado de forma explícita como colonialidad del poder por Quijano

(Quijano, 1991, 1992, 1993, 1997, 1998, 2007) y otros autores (Walsh, 2007; Castro

Gómez, 2007). La dimensión de colonialidad del poder establece se caracteriza como un

tipo de relación social constituida por la co-presencia permanente de tres elementos:

dominación, explotación y conflicto (Quijano, 2000:1). En el marco del feminismo

descolonial es necesario identificar cómo estos tres elementos se manifiestan en las

relaciones cotidianas, pero no solamente evidenciadas entre hombres y mujeres, sino

también entre mujeres, entre indígenas y no indígenas, a partir de la relaciones de

colonialidad presentes en la política institucional y en los propios movimientos u

organizaciones sociales en el campo político, en el marco de su memoria corta y larga.

Como manifiesta Rivera “se trata de una estructura, un ´modo de dominación´ que

organiza las relaciones de exclusión y subordinación de las mayorías indígenas y cholas

al dominio de estas élites, las que se constituyen en el eslabón más alto, aunque

subordinado a su vez a los centros hegemónicos mundiales, del Estado y del gobierno de

la sociedad. La colonialidad de la estructura de poder en Bolivia es un rasgo que

reproduce e internaliza, desde la colonia hasta nuestros días, el monopolio de los

herederos de los antiguos conquistadores sobre el Estado y la cosa pública; este

monopolio les otorga el derecho exclusivo ´de nombrar y de normar´, gobernando el

sentido común de la sociedad y la lógica de su aparato estatal”. (Rivera, 1993:125).

Refiriéndose a lo que sedimentó en Bolivia la revolución de 1952, plantea que el

carácter imaginario de la comunidad en base a la homogeneización de lo mestizo se debe

“tanto a la reserva de legitimidad del hecho revolucionario como – a través del poder un

sentido de pertenencia de las capas medias protagonistas de las reformas, quizás como

compensación al desarraigo e inseguridad que trajo consigo su tránsito deculturador por

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los eslabones indio-cholo-mestizo” (Rivera, 2010: 97). Esta idea de nación

homogeneizante buscó reforzar e invisibilizar la explotación a los pueblos indígenas,

obreros y obreras que eran y son de ascendencia indígena, a través de la lógica de

ciudadanización y el establecimiento de la identidad campesina que no reconocía

diferencias entre las distintas nacionalidades indígenas existentes ni su condición de

subalternos. Dicha concepción homogeneizante e invisibilizadora sustentó los varios

ciclos de conflictos, o lo que Rivera llama “ciclos rebeldes”, tanto en la historia

contemporánea y en los ciclos de irrupción colonial que interpelaron la dominación

hegemónica mestizo-blancoide del Estado en Bolivia.

Ser mestizo o ´blancoide’” no tenía, o aún tiene, que ver tanto con el color de la piel

como con la escenificación personal de un imaginario cultural tejido por creencias

religiosas, tipos de vestimenta, certificados de nobleza, modos de comportamiento y

(esto es muy importante) formas de producir y transmitir conocimientos” (Castro

Gómez, 2005: 58), aspectos según los que se establece la noción de superioridad, por

tanto de subordinación de los pueblos, la raigambre de la colonia respecto a las y los

indígenas va reproduciéndose, resignificándose y reconfigurando las identidades de los

mismos. “Es la experiencia presente de discriminación racial la que sirve de elemento

catalizador de la memoria histórica colectiva y de la reivindicación de un pasado

glorioso” (Rivera, 1984: 142).

Esta reivindicación fue multiforme e interpeló el poder hegemónico que se manifestaba

en distintos ámbitos de las relaciones de dominación y discriminación dentro y fuera del

Estado y, como indica Rivera, en el derecho de nombrar y normar teniendo el poder para

hacerlo. Con estos precedentes, analizo la reconfiguración identitaria de las mujeres

indígenas en un contexto descentramiento del poder desde el año 2000, periodo en el que

se van generando de forma creciente distintas acciones colectivas de indígenas,

campesinos y obreros; a momentos apoyados por sectores de clases medias53

que van

cuestionando, primero a través de demandas sectoriales y luego equivalentes, el conjunto

de la estructura estatal y su sedimento colonial que reproducía relaciones de la

53

Como en la “Guerra del agua” en la ciudad de Cochabamba en 2001 y los piquetes de huelga de hambre

en 2003 realizados en distintas ciudades del país.

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dominación, explotación y conflicto vividos por ellas siendo parte de la institucionalidad

formal del Estado, en la que también están presentes los ocupantes históricos, mestizos y

blancoides, quienes representaban la hegemonía estatal afianzando estos espacios por ser

quienes tenían el conocimiento que se asumía válido para ello.

1.4.2.3 Colonialidad del saber

La colonialidad del saber54

(Lander, 2000:11-26) plantea como propuesta, entre otros

puntos, la búsqueda de transformaciones radicales en la geografía del conocimiento que

se observan en todo el mundo y en el continente americano, cuestionando la ontología y

la ideología de una división continental entre «América Latina» y «América Sajona»

(Mignolo, 1998). A partir de cuatro puntos 1) la visión universal de la historia asociada a

la idea del progreso (a partir de la cual se construye la clasificación y jerarquización de

todos los pueblos y continentes, y experiencias históricas); 2) la “naturalización” tanto

de las relaciones sociales como de la “naturaleza humana” de la sociedad liberal-

capitalista; 3) la naturalización u ontologización de las múltiples separaciones

propias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa

sociedad (‘ciencia’) sobre todo otro saber (Lander, 2000: 22). Esta idea de saberes

superiores a otros, provee elementos que logran segregar los que no serían, válidos,

útiles o pertinentes, dentro del Estado por tanto esta noción dicotómica válido/inválido

relegaba cualquier saber que no fuese considerado “científico”. Esta forma de

colonialidad implica la superposición de saberes académicos, y la omisión,

invisibilización y/o subordinación de otro tipo de saberes, sin problematizar que los

primeros son producidos también en el marco de una relación geopolítica del

conocimiento.

La represión recayó, ante todo, sobre los modos de conocer, de producir conocimiento,

de producir perspectivas, imágenes y sistemas de imágenes, símbolos, modos de

significación; sobre los recursos, patrones e instrumentos de expresión formalizada y

objetivada, intelectual o visual... Los colonizadores impusieron también una imagen

54

La búsqueda de alternativas a la conformación profundamente excluyente y desigual del mundo

moderno exige un esfuerzo de deconstrucción del carácter universal y natural de la sociedad capitalista-

liberal (Lander, 2000:12)

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mistificada de sus propios patrones de producción de conocimientos y significaciones»

(Quijano 1992:438). En lo que compete a la investigación la colonialidad del saber

implicaría una relación de dominación y la experiencia vivida de la subordinación de los

“saberes propios” no desde una perspectiva étnica esencialista de “lo propio”, sino más

bien en el marco de las trayectorias personales, históricas y políticas con las que cuentan

las mujeres indígenas.

Refiriéndose desde el inicio de los años 1970 y 1980 cuando se manifiesta el

movimiento indigenista katarista, Rivera señala que en cuanto a los saberes se produjo

un desplazamiento y subordinación neutralizadora en función de

“un proceso similar puede verse en el caso de las organizaciones indígenas,

cuyos dirigentes fueron seducidos intermitentemente por los esquemas

reformistas y neutralizadores del Estado, que maquillaban la dominación

de casta con una tenue capa culturalista, a la par que desmantelaron

sistemáticamente las estructuras productivas del agro, allí donde mujeres y

hombres indígenas crean todavía el tejido vivo de la producción

alimentaria básica y del mundo comunitario ritual, tan estrechamente

ligado a los saberes predictivos y a los conocimientos espaciales, genéticos

y botánicos que hacen posible la vida en ecologías tan extremas y variadas

como las que caracterizan el territorio de Bolivia” (Rivera, 2008: 42).

Dichos saberes, además de los que pueden identificarse en el marco de sus trayectorias

en los movimientos sociales indígenas, deben ser visibilizados para poder establecer un

proceso de resistencia y ruptura con el conocimiento hegemónico y su proceso de

selección y jerarquía sobre lo que se entiende por conocimientos válidos y legítimos

dentro del Estado. Por otra parte, es importante tomar en cuenta qué conocimientos y de

qué forma son cooptados y neutralizados por la estructura estatal.

La subalternización de tradiciones y de formas de pensamiento distintas que

paulatinamente fueron incorporadas en el conocimiento que el colonizador generó sobre

los colonizados llevó a la disociación entre saberes y conocimientos, conformó, así, una

estructura jerárquica atravesada por relaciones de poder desde donde se legitima

qué es conocimiento y qué no lo es. Por ello la investigación analizará lo que se

considera conocimiento y saberes válidos y cómo se manifiesta su subalternización, para

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identificar cuál es la forma en que se relacionan unos con otros: complementariedad o

confrontación.

Los tres tipos de colonialidad: ser, saber y poder son las categorías que se tomará en

cuenta para el análisis de las identidades y su reconfiguración demandan aproximarnos a

este proceso buscando y analizando elementos que coadyuven a entender cómo una

identidad subalternizada y colonizada dejaría de serlo, o cómo se van presentando

elementos que puedan referirme a identidades que van proyectándose a estar

desubalternizadas y descolonizadas.

1.4.3 Identidades desubalternizadas y descolonizadas

En este marco, no es posible referirse como tal a las identidades descolonizadas o

desubalternizadas de forma absoluta, dado que se trata de una doble vía no estática, en el

sentido de que los procesos históricos de colonización y subalternización construidos de

forma naturalizada y hasta ontologizada, en su versión culturalista más extrema,

condicionan que ambos conceptos deban ser entendidos como procesos inseparables. En

el marco de las identidades operan procesos constantes de reconfiguración que esbozan

elementos de movilidad y transformación de la experiencia de opresión y las modifiquen

en las relaciones de poder y dominación.

Los procesos de descolonización del género y des-subalternización de la identidad

responden a la desvinculación de preceptos normativos y una reconfiguración de su

identidad a partir de la propia experiencia de las subalternas o, en este caso, de las

subalternizadas. Una identidad descolonizada y des-subalternizada implicaría una tarea

de descolonización que “sólo puede llevarse a cabo desde el pensamiento crítico de

los que vivimos en la frontera, frente a múltiples exclusiones. La experiencia personal

del dolor y marginación por la falta de adecuación a las categorías dominantes,

es teórica y política. Frente al victimismo, la esencialización de la cultura, y el

racismo que niega el valor de su historia y experiencia, se reivindica un sujeto

más allá de la fragmentación postmoderna, pero no como esencia, sino como un

activo posicionamiento que no tiene soluciones o direcciones establecidas a priori”

(Hernández y Suarez, 2008: 46). La desubalternización por tanto tendría dos vías: la

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primera, cuestionar el proceso de objetivación que delinea las relaciones que se

establezcan, a partir de las identidades adscritas que contienen una carga de prejuicios

que denotan inferioridad a priori; y la segunda, visibilizar críticamente desnaturalizar la

experiencia de subordinación vivida por las propias mujeres indígenas; es decir las

formas en que se subjetiva la misma.

Por tanto, la interpelación crítica de la naturalización de los elementos que condicionan

la colonialidad y la subalternización, la concreción de rupturas de las relaciones de

dominación naturalizadas va estableciendo este proceso, de acuerdo a la especificidad de

subordinación vivida.

Si bien, he señalado que para la investigación retomaré la propuesta teórica de Silvia

Rivera, esta se enmarca en una corriente que poco a poco ha ido irrumpiendo en los

marcos de debate del pensamiento feminista. Se trata del feminismo descolonial en sus

distintas versiones. Por esta razón, realizo una breve revisión de las formas en que se ha

ido teorizando y vinculando a la acción académica y política dicho feminismo y su

diferencia con el feminismo post-colonial. Si bien ambos tienen propuestas bastante

similares, las divergencias que se plantean entre uno y otro dan sentido a un

posicionamiento vinculado a la forma de comprender la descolonización del

pensamiento. A continuación realizo dicha revisión y aclaración correspondiente.

1.5 Los marcos del debate: ¿feminismo descolonial o post-colonial?

Los planteamientos de Rivera discuten, según su mirada del contexto boliviano, con

quienes establecieron el denominado giro decolonial, especialmente con Walter

Mignolo, no tanto por sus planteamientos teóricos, sino por el lugar de poder desde el

cual los construye, dada la necesidad de tener una práctica descolonizadora desde la

propia experiencia de construcción del conocimiento situado. Rivera manifiesta que “la

academia gringa no interactúa con la ciencia social andina en ningún modo significativo

(salvo la otorgación de becas o invitaciones a seminarios y simposios)”55

(Rivera

2006:10) y que además muchas veces recae en folklorizar o multiculturalizar el debate

vaciado de su contenido político, por lo que Rivera plantea que mucho de lo teorizado se

55

Rivera. 2006. Ibidem. Pag 10.

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rige en este nuevo aparato de “think tanks” (tanques de pensamiento) (Idem),

refiriéndose a las ideas hegemónicas, que generan y promueven nuevos procesos de

subalternización en la academia, por más alternativas o descoloniales que se

autodesignen. En este sentido, afirma que “la geopolítica del conocimiento de signo

anticolonial es una noción que no se pone en práctica, y que más bien se contradice a

través de prácticas de recolonización de los imaginarios y la intelectualidad del sur”

(Rivera, 2006:9). Es decir, se refiere a sujetos concretos que se sitúan en espacios de

privilegio académico para investigar y proponer nuevos enfoque analíticos acerca de los

“subalternos”, con todo lo que implica la distancia norte- sur y la academia de élite que

en muchos lugares, lejana y distante de los marcos de lucha e historicidades específicas

de los sujetos de quienes habla, teoriza sobre ellos. Este sería el debate central de los que

se asumen como postcoloniales y la disputa por el concepto descolonial.

Si bien, muchas de las feministas que se aproximan a dicha corriente constituyen una

vertiente que retoma los preceptos teóricos de la post colonialidad, con la intención de

establecer un conocimiento situado del feminismo en América Latina (Bidaseca y

Vasques, 2011; Lugones, 2011; Curiel, 2007; Arreaza, 2002; Monaterios, 2006;

Femenías, 2007 y 2009; Espinosa Miñoso, 2009; Bidaseca, 2010) cabe hacer una

distinción relevante entre las llamadas corrientes “post” del feminismo descolonial y las

que se denominan descoloniales. Retomo la idea de descolonialidad y no de post

colonialidad, alejándome de los sujetos abstractos que buscan deconstruir el sujeto

femenino en clave post moderna o post estructuralista, sino más bien cuestionando la

modernidad y “el sujeto moderno”, pensando el feminismo desde una pluralidad de

sujetas y sujetos, al igual que la posibilidad de articular modernidades alternativas

“tanto en términos históricos (como proyectos de modernidad que no se

desarrollaron como hegemónicos), como potenciales, es decir, posibles en tanto

actuales aunque de formas fragmentarias y no totalizantes” (Echeverría, 1995a y 1998ª

en Millán, 2011: 18) sin perder de vista que esto demanda comprender las identidades en

cuanto su carácter político. Rivera bajo la idea de que el pensamiento descolonizador

debe estar acompañado de una práctica descolonizadora asume que las reflexiones que

parten desde una posición de poder epistémico “no se prestan atención a las propias

dinámicas de los subalternos” (Rivera, 2006: 10). En este sentido, la discusión entre post

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y des colonial, se resuelve en términos de una opción de posicionamiento crítico dentro a

la colonialidad vigente y presente, en sus diversas expresiones, que naturalizan la

“validez científica” de los sujetos y quienes “hacen objeto” a otros sujetos a partir de

una matriz dominante del conocimiento. Dado el carácter geopolítico que ocupa el

pensamiento que intenta descolonizar el género, reconoce dos vertientes: una que viene

desde el norte intentando investigar y teorizar sobre el sur, problematizando en clave

feminista y a partir de la subalternidad la deconstrucción o “desestabilización del sujeto

universal abstracto y masculino que propone el paradigma moderno” (Millán, 2011:13).

Otra vertiente también plantea dicha desestabilización, pero la profundiza, ya que

cuestiona desde su ubicación geográfica, asumida como posicionamiento epistémico, la

“observación” y problematización de la investigación que hace la academia desde el

norte hacia el sur que podría constituir una nueva “moda académica” de carácter

etnocéntrico y basada en relaciones de colonialidad. Ante esto propone que observe las

especificidades de este pensamiento desde los sujetos propiamente tales; es decir los

pueblos no occidentales de América latina y en este caso las mujeres indígenas. Entre

estas dos vertientes mencionadas una distinción que se debe destacar es la que establece

la “urgencia política” desde América Latina, dado que en el caso de los planteamientos

post coloniales aún prima un norte (centro) que problematiza al sur (márgenes),

respondiendo a una geopolítica del conocimiento “desprovisto[s] del sentido de urgencia

política que caracterizó las búsquedas intelectuales de los colegas de la India […]”

(Rivera, 2006: 59), dicho intelectuales (Mohanty ,2003; Spivak, 1999) fueron

problematizando el sedimentado carácter racista y colonial del imaginario occidental.

Si bien el feminismo descolonial se reivindica situado y construido a partir de la

visibilización de relaciones de dominación en contextos concretos y localizados que

analizan las relaciones de colonialidad. En términos de la construcción teórica en

América Latina tiene elementos de tensión que valen la pena explicar, como los aspectos

principales que problematizan y “desde dónde” las feministas descoloniales en el

continente van construyendo sus saberes y cuáles son sus referentes. Para analizar la

reconfiguración identitaria a partir del feminismo descolonial recupero algunos debates

del mismo y sus tensiones con el multiculturalismo liberal, cierto feminismo indígena y

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el feminismo hegemónico planteando como desde estas corrientes se ha abordado la

identidad.

1.5.1 Identidad desde el feminismo descolonial

El feminismo descolonial cuestiona desde sus distintas fuentes la univocidad y

pretensión de universalidad en la identidad del “sujeto mujer” en el pensamiento

feminista académico que no visibiliza la “memoria larga” de la historia colonial de las

mujeres, la violencia de la conquista y las distintas relaciones de dominación y

subordinación que atraviesan las mismas, inclusive entre distintos grupos de mujeres.

Ante esto surgen las propuestas de analizar elementos como la etnia, clase, género

(Lugones, 2011: 106) y sexualidad como conceptos que asumen como objeto de estudio

a las culturas indígenas o las “minorías” étnicas, como el caso de las mujeres

afrodescendientes (Curiel, 2002 y 2007) y, otros elementos problematizados desde el

enfoque de las intersecciones entre las tres “variables” señaladas (Hill, 1998; Lugones,

2008) que profundizan las formas de opresión cuando estas se presentan al mismo

tiempo.

El feminismo descolonial no trata de analizar al sujeto “mujeres” desde una perspectiva

fragmentada sino dar cuenta de los procesos de dominación colonial superando la

dicotomía masculino/femenino, visibilizando las distintas formas de colonialidad aún

existentes que perpetúan las relaciones de opresión, por lo que no basta asumirlas como

objeto/sujeto de estudio sino realizar aproximaciones desde sus propias trayectorias

históricas y proyectos epistémico-políticos para asumir las múltiples implicancias de ser

mujer(es) desde sus luchas históricas.

Por ello, desde el feminismo descolonial en la investigación se asume que “[…] el

feminismo como pensamiento crítico abierto, impulso vivido hacia la justicia, tras des-

estabilizar al sujeto de la modernidad hasta ese momento abstracto-racional-masculino,

se vuelve hacia el propio sujeto del feminismo, revelando su constitución genérica en

cadenas de subalternidades y racializaciones. Esto es resultado de la reflexión crítica

que ocurre en el interior del feminismo (anglo-afro-americano, chicano, y el no

occidental)” (Millán 2011: 14). Por lo que el racismo como forma de subalternización

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colonial es parte de los principales elementos de análisis del feminismo descolonial, más

en América Latina donde la conquista violenta estableció sistemas de explotación y

trabajos forzados a los indígenas, adscribiendo la noción de servidumbre perpetuada

hasta la actualidad, aunque cuestionada y parcialmente modificada con algunos cambios

simbólicos en ciertos países del continente como Perú, Bolivia y Ecuador.

El estudio de las identidades desde la epistemología descolonial, como ya se mencionó,

se distingue de la búsqueda de la diferencia de los multiculturalismos, dado que éstos

asumen un reconocimiento de esta diversidad en términos culturalistas, derivados

muchas veces en formatos institucionalistas de la política a partir de políticas de la

diferencia. En este sentido se debe aclarar que “una cosa son las políticas identitarias y

otras las identidades en la política” distinción que hace Walter Mignolo (Mignolo, 2007:

43-72). La primera se queda atrapada en el sistema, la segunda nos lleva a la

descolonialidad (Grosfoguel en Lamus, 2007: 330). El autor argumenta que “las

políticas identitarias parten de un reduccionismo identitario y culturalista que terminan

esencializando y naturalizando las identidades culturales. […] Usualmente mantienen

fronteras identitarias aún entre los propios grupos subalternos imposibilitando el diálogo

y las alianzas políticas…” (Grosfoguel, 2007: 41). A diferencia de las identidades en la

política que “se basan en proyectos ético-epistémicos abiertos a todos, no importa el

origen racial de la persona” (Grosfoguel, Idem), la investigación asumiría más bien los

proyectos epistémico-políticos. El feminismo decolonial corresponde a esta segunda

postura –las identidades en la política- debatiendo con las identidades esencialistas de

las políticas de la identidad (Curiel, 2005) por lo que la identidad de las mujeres deberá

ser analizada a partir de los proyectos de las propias mujeres subalternizadas, en las que

su identidad, ha respondido siempre a una construcción y proyección en lo político.

Dado que como se señaló el enfoque teórico que se propone para la investigación parte

de dos ejes: la descolonización del género y la desubalternización de la identidad. En

este marco se plantean distancias iniciales con lo que representan los enfoques

hegemónicos del feminismo. Para establecer estas distancias nos basamos en tensiones

relevantes que según Hernández y Suárez (2008) serían las siguientes:

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1) La tensión con los nacionalismos y las políticas de identidades, a partir de la relación

ambivalente con nacionalismos culturales y/o identidades étnicas que a la vez que

proporcionan espacios de resistencia frente a regímenes de poder coloniales y

poscoloniales y/o frente a la globalización neoliberal, engendran “construcciones

de una feminidad idealizada sobre todo a través de una construcción cultural

conservadora de la “tradición” de acuerdo a un modelo patriarcal y heterosexual de

familia” (Blackwell).

2) La tensión con los feminismos hegemónicos. La tensión con un feminismo que habla

desde una posición estructural de poder y que ha logrado imponer su agenda política

como la única agenda válida para la construcción de la equidad de género. Chandra

Mohanty denuncia esta hegemonía como una manifestación más del colonialismo

occidental.

1.5.1.1 Primera tensión: Cuestionando el esencialismo de los nacionalismos y las

políticas de identidad

En el marco de la primera tensión, la deshistorización o desvinculación de la

comprensión de las mujeres indígenas fuera de los proyectos políticos a los que

pertenecen o esbocen (en caso de que estos existan) pueden recaer en el enfoque

restrictivo del reconocimiento de la diferencia étnica y cultural en los mismos marcos de

pensamiento que se definan desde otros feminismo igualmente alejados de la

cosmovisión o epistemes académicas y políticas de las mismas mujeres indígenas. El

“reconocimiento” se tradujo en formas diversas a través del discurso iniciado en los 90

con el multiculturalismo liberal, la identidad de género, vinculada a raza o clase, se

asumió como la constitución de “la triple discriminación de las mujeres” que sustentó

distintas acciones de la “tecnocracia de desarrollo” y las políticas estatales de

reconocimiento de la diferencia (etnia, género, religión). En esta corriente se puede

identificar a Iris Young, cuyos escritos, especialmente el publicado en 1990: La justicia

y la política de la diferencia plantea un desarrollo extendido sobre identidad (Guerra,

2006: 81-96). Su influencia se basó en el enrevesamiento de las identidades grupales y

los derechos con el feminismo desde una posición que se consolidó bajo el rubro de

“políticas de reconocimiento” (Femenías, 2007: 127). En esta línea también se encuentra

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Nancy Fraser que sostiene que el género es una diferenciación social bidimensional,

que debe analizarse a partir de la política de reconocimiento y redistribución (Fraser,

2008:92), para que se vinculen las políticas de identidad y las políticas de igualdad

(Fraser, 2008: 84).

Otros autores no feministas sustentaron muchos de los escritos y las políticas de la

diferencia como Kymlicka (1990, 1995 y 2007) y Taylor (1993) las que fueron aplicadas

a género (Okin, 1999; Philips y Saharso, 2008; Femenías, 2007; Puleo, 2000).

Intentando alejarse de matrices hegemónicas de los feminismos y no caer en la mirada

restrictiva que otorga las políticas de la identidad se establece el feminismo indígena

como un primer paso a la descolonización del género o el feminismo descolonial. Las

políticas de la identidad “ilustrarían precisamente esa clase de estrategia de

desmantelamiento de objetivos políticos y de concesión apaciguada” (Ciriza, 2003: 53)

Esta afirmación ha sido respaldada por varios análisis críticos de feministas de distintas

corrientes del feminismo descolonial, más aún por las que se adscriben a este.

En el caso de los nacionalismos, a través de a idea “de nación” se invisibiliza a amplios

sectores de la población, al igual que la especificidad y diversidad de mujeres, sus luchas

y reivindicaciones. Si se restringe el análisis a la idea de pertenencia a la nación o a la

existencia de una sola nación con proyección unitaria y homogénea, no se hacen

evidentes las afianzadas relaciones de dominación y subordinación, al igual que las

tensiones, conflictos y diferencias existentes en esta, por lo que se coadyuvaría a la

subalternización constante de ciertos sujetos. En cuanto a las identidades, la

investigación toma en cuenta lo que Santiago Castro-Gómez propone que es “analizar

los dispositivos de poder desarrollados por los Estados nacionales a partir de una doble

gobernabilidad: una ejercida hacia adentro, por los Estados nacionales, en su intento por

crear identidades homogéneas; otra ejercida hacia afuera, por las potencias hegemónicas,

en su esfuerzo por asegurar el flujo de riquezas desde la periferia hacia el centro”

(Castro-Gómez, 2000 en Flórez – Flórez, 2007: 257). Siguiendo esta línea se debe

recordar que distintos referentes adoptados en las repúblicas llamadas

“independendientes” de América Latina después de la colonia, afianzaron los elementos

que se adscribían a las élites y los imaginarios dominantes, como “el universalismo que

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gran parte de las elites criollas blancas latinoamericanas, imitando el republicanismo

imperial francés, han reproducido en los discursos de ´nación´ (Grosfoguel, 2007: 72).

Esta noción de nación no implica per sé una “comunidad imaginada” de referentes

simbólicos y políticos compartidos, sino un mecanismo que viabiliza la invisibilización

y subordinación de sectores que no responden a los cánones “nacionales” establecidos.

La perspectiva homogenizante y monocultural hegemónica, invisibilizó (y aún

invisibiliza) las diferentes identidades en la política y lo político, a través de lo que se

consideraba un proceso civilizatorio, cuyos criterios eran caracterizados, legitimados y

determinados en base a referentes que partían de “universales abstractos”, que muchas

veces se alejaban considerablemente o totalmente de las realidades locales. Por ello

desde el paradigma decolonial se hacen una amplia argumentación crítica de los mismos

(Grosfoguel, 2006; Mignolo, 2003; Quijano, 1992; Walsh, 2010; Cesaire, 2006), dado

que se prioriza y se requiere partir de la especificidades concretas, para poder analizar y

entender un contexto determinado.

El feminismo descolonial asume una noción “ambivalente” en cuanto a la noción de

nación, dado que, como se explicó, “hacia adentro” los nacionalismos pueden constituir

una forma de resistencia ante la hegemonía, haciendo también referencia con esto a los

feminismos hegemónicos, por lo que la nación étnica-cultural podría ser parte,

irrenunciable de las identidades de las mujeres. Siendo pertinentes y estableciendo

mayor proximidad a la práctica descolonizadora desde la investigación, es importante no

dejar de lado elementos que podrían ser cruciales para poder comprender la

reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas, sin recaer en las naturalizaciones

que las propias cosmovisiones de naciones étnicas podrían intentar invisibilizar, a través

de discursos de la tradición como descriptores de una realidad dada, pero retomando los

propios procesos sociopolítico e históricos situados y contextualizados. “Esta

construcción de un paradigma otro que cambia no sólo los contenidos sino los marcos

del debate, se aleja de los proyectos liberadores universales y responde a las necesidades

locales de los que portan la herida colonial56

(indígenas, afrocaribeños y afroandinos,

56

La idea de “herida colonial” proviene del planteamiento de Frantz Fanon, problematizado en la obra de

la feminista afroamericana y lesbiana Blackwell.

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“latinos” en Estados Unidos). Esto “les permite reconfigurar identidades, conocimientos

y subjetividades” (Velásquez, 2008: 262)

En el marco de rebatir ciertas tendencias y nociones de los nacionalismos, el feminismo

descolonial rebate la “esencialización” y exacerbada diferenciación a través de los

discursos de “identidades minoritarias” (nombrando minoría inclusive a las mayorías

como ocurría en países como Bolivia), generan proceso de discriminación positiva,

como acontece con distintos pueblos indígenas. Bajo esta perspectiva también el

llamado feminismo indígena puede o no reproducir los mecanismos del reconocimiento

desde la política, o de los feminismos hegemónicos, vacíos de su contenido político.

1.5.1.1.1 Identidad desde el feminismo indígena

Con base en la afirmación realizada, si bien ciertas tendencias de feminismos indígenas

exacerban la noción étnico-identitaria al igual que las políticas de identidad vinculadas a

las nociones multiculturales del género, el feminismo indígena da inicio a una

reivindicación de las propias problemáticas de las mujeres indígenas a partir de sus

propias realidades socioculturales.

La identidad de género en el feminismo indígena ha sido planteada vinculándola a las

identidades de etnia y clase (Hernández, 2001, 2003 y 2008; Femenias; 2007; Alberti,

1999). Su emergencia ha “determinado las estrategias de lucha de estas mujeres, que han

optado por incorporarse a las luchas más amplias de sus pueblos, pero a la vez han

creado espacios específicos de reflexión sobre sus experiencias de exclusión como

mujeres y como indígenas” (Hernández, 2001: 3). Por ejemplo en el caso de México,

vinculando los análisis de los movimientos y organizaciones indígenas (Millán, 1996a y

1996 b; Lau, 2006; Sierra, 2008; Marcos, 2010) o en países de América latina, donde la

existencia de fenómenos relacionados a movimientos sociales indígenas o movimientos

indígenas insurgentes como los de Ecuador y Bolivia es problematizando en el marco

de las luchas de los movimientos sociales que tienes distintas formas y contenidos de

interpelación al Estado (Prieto, Maldonado, Flores, Cuminao, Pequeño, 2006; Pacari,

1998; Tibán, 2009; Minaar, 1998; Zurita, 2005; Choque 2006 y 2007; Speeding y

Arnold, 2005; Rivera Cusicanqui, 1997) por lo que esbozan de alguna forma un

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feminismo situado, aunque no lo nombren como tal, a partir de las luchas concretas de

distintos movimientos indígenas en dichos países. Estableciendo en algunos casos una

cercanía a la perspectiva del feminismo decolonial.

Se puede identificar una tensión que no se establecería con todas las corrientes del

feminismo indígena, sino con aquellas que, en nombre la tradición, invisibilizan formas

de dominación o “construcciones de género que disciplinan y controlan los cuerpos de

las mujeres” (Hernández y Suarez, 2008:118), dado que como plantea Hernández “las

representaciones ahistóricas de las culturas como entidades homogéneas de valores, y

costumbres compartidas al margen de las relaciones de poder, dan pie a

fundamentalismo culturales que ven cualquier intento de las mujeres por transformar

prácticas que afectan sus vidas una amenaza para la identidad colectiva de grupo”

(Hernández , 2008:100). El punto central es evitar recaer en una perspectiva estática de

la identidad que no problematice la dinámica de matrices culturales y luchas

sociopolíticas en las que se asientan, estableciendo o recayendo nuevamente en otro tipo

de naturalización esencialista.

Es necesario esclarecer que en algunos casos el feminismo indígena se manifiesta en la

conformación de movimientos de mujeres indígenas que cuestionan de forma explícita

en algunos casos los temas denominados de género o feministas, pero en otros, a partir

de su especificidad dichos movimientos se adscriben a otro tipo de reivindicaciones más

amplias vinculadas a los movimientos de sus pueblos y sus proyectos políticos. En

ambos casos el feminismo académico auto-designado indígena, por los procesos de

visibilización de dichas mujeres incorpora elementos de análisis que proporcionan las

mujeres indígenas y sus luchas.

Si bien existen puntos comunes entre el feminismo indígena y el feminismo descolonial

en la búsqueda de desencializar y desmistificar las construcciones culturales

deshistorizadas y con pretensión de “despolitización”, refiriéndome a su sentido político

amplio, en torno a las mujeres indígenas, la diferencia se encuentra en que muchos de

los llamados feminismos indígenas no cuestionan la matriz de pensamiento a partir de la

cual se comprende y analiza a las mujeres indígenas y sus movimientos. Dado que

muchas veces, desde el feminismo académico se recae en analizar y visibilizar las

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problemáticas de las mujeres indígenas a partir de los lineamientos teóricos y

epistémicos de los feminismos hegemónicos.

1.5.1.2 Segunda tensión: La diferencias con los feminismos hegemónicos

En la segunda tensión, siguiendo el argumento de Mohanty, es posible afirmar que

“cualquier discusión sobre la construcción intelectual y política de los “feminismos

del tercer mundo” debe tratar dos proyectos simultáneos: la crítica interna de los

feminismos hegemónicos de “Occidente”, y la formulación de intereses y

estrategias feministas basados en la autonomía, geografía, historia y cultura. El primero

es un proyecto de deconstrucción y desmantelamiento; el segundo, de construcción

y creación” (Talpade Mohanty, 2008: 112). Cabe destacar que este planteamiento esboza

el reto de la construcción epistémica y teórica feminista, aunque cabe resaltar que esta

surge posterior a las trayectorias históricas y políticas que tienen una base material

existente en América Latina.

Existen distintos tipos de relación entre las prácticas “feministas” (aunque no utilicen

dicha denominación) de organizaciones en las que mujeres indígenas y no indígenas

participan (sean estas no gubernamentales o movimiento sociales) y la teoría feminista

descolonial en sí. A partir de la problematización de dicha vinculación, surgen procesos

de interpelación de y entre investigadoras que desde su papel de activistas y su

proximidad con ciertos movimientos sociales y sus luchas; y/o desde la investigación

académica, lejana a los lugares y procesos en que estas se dan, van fortaleciendo el

posicionamiento del feminismo descolonial e irrumpen en el sentido común académico

cuando orientan su mirada a las propias propuestas que emergen de las mujeres

indígenas en América Latina. Por esto, plantean un debate académico vinculado al

activismo y al reconocimiento de los contextos concretos en los que se desarrollan las

luchas de las mujeres, tratando de alejarse de una reflexión teórica de la reconfiguración

identitaria escindida de los procesos políticos e históricos de sus pueblos.

En el caso de las propuestas desarrolladas dentro del feminismo hegemónico, puede

identificarse uno de los más grandes debates de los estudios de la identidad, entre las

identidades esencialistas y las fragmentadas, ambas producidas a través de “…una

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relación arbitraria construida por personas particulares” (Talpade Monhanty, 2008:115).

Dada la visibilización de la diversidad de “las mujeres” y al no existir una única

concepción de “la mujer” se van planteando posiciones diversas dentro del movimiento

feminista, por ello también tensiones internas entre las corrientes de la igualdad y la

diferencia. Una de las críticas más contundentes que hace el feminismo de la igualdad al

feminismo de la diferencia es el retorno al esencialismo biologicista y la idealización de

la feminidad de las mujeres (Curiel, 2005:100). Por otro lado, entre los puntos de

convergencia entre ambas corrientes, se señala por ejemplo que “el poder movilizador de

«lo femenino» contagia en algunos momentos a las defensoras de la igualdad, de la

misma forma que la necesaria reivindicación de derechos fundamentales también dejará

su huella entre las partidarias de la diferencia” (Casado, 1999:74).

Si bien es cierto que existe un núcleo común en los distintos feminismos, cuestionando

los denominados “hegemónicos”, la descolonización del feminismo interpela cuál es el

sujeto de partida al que se hace referencia, que es en general una mujer blanca,

occidental, concebida en el marco de los códigos, símbolos y roles que se adscriben a

una sociedad moderna, sin cuestionarse a fondo sobre las diferencias existentes entre las

mujeres y sus distintos procesos colectivos y reivindicaciones. El sujeto del feminismo

descolonial se plantea en razón de “otras mujeres”, no se refiere a un sujeto individual y

no sólo enfatiza las relaciones de opresión de género, sino que busca visibilizar y

analizar los referentes prioritarios que incorporan las mujeres indígenas en sus proyectos

políticos (sean estos reconocidos como feministas de forma explícita o no y las razones

de ello).

En el feminismo de la igualdad se reconocen las relaciones de dominación, mas se

enfatiza la búsqueda de equidad de derechos y distribución de espacios de participación

en la política institucional, lo que no afectan precisamente al carácter patriarcal de

dichas relaciones y no cuestionan los precedentes socioculturales o sociopolíticos

naturalizados en las mismas. Además de tener a priori la idea del esquema de

dominación masculina/femenina sin cuestionarse otro tipo de dominación o

subalternización presentes, por ejemplo entre las propias mujeres, aspectos que sí

contempla el feminismo descolonial, porque entre las mujeres también existen relaciones

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de poder y dominación que se han ido sedimentando, especialmente a través de las

lógicas de colonialidad existentes. Como manifiesta Antón “quienes defendían la

igualdad veían la diferencia de género como un instrumento de la dominación

masculina. En su opinión las injusticias fundamentales del sexismo eran la marginación

de las mujeres y la mala distribución de los bienes sociales y el principal objetivo de la

igualdad de los géneros era alcanzar una participación y distribución igualitarias” (2002:

164), objetivo que el feminismo descolonial complejiza respecto a quién define, y por

qué razones, los contenidos de esta participación e igualdad, dado que al no tener

presentes estos elementos en el análisis se puede caer en una concepción restrictiva

respecto a las estrategias posibles que tienen las mujeres para materializar sus

reivindicaciones “de género” en sí mismas o en el marco de otros proyectos políticos

mayores.

Otro aspecto que se pude discutir es que el feminismo de la igualdad no indaga acerca de

la especificidad sociocultural en el marco de la visión de mundo y los distintos niveles y

formas de interpelación de las mujeres en lo político y la política. En este campo las

estrategias fundamentales del feminismo de la igualdad fueron, y aún lo son, entrar a los

espacios de poder público, la negociación, el cambio de leyes, entrar a la normativa del

mundo androcéntrico bajo el supuesto de que con ello se minimizarían las diferencias de

género (Amorós, 1990: 56), sin cuestionarse acerca de cierta imposición en torno a

quienes definen los elementos que condensaría esta “igualdad”. Existe una gran

diversidad en el marco de las implicaciones de la igualdad en el feminismo: el

feminismo liberal, el feminismo marxista y hasta el feminismo radical han centrado sus

propuestas en nociones igualitarias del género.

Con todo, se le puede reconocer al feminismo de la igualdad el establecimiento y/o

reclamo de espacios negados a las mujeres, reconoce entonces algunas formas de

subalternización de las mujeres, aunque las aborda en cuanto a la demanda de espacios

comunes con los de los hombres en base a su carácter de derecho positivo o en el marco

de políticas públicas; esto centra, aún un carácter patriarcal de quienes “otorgarían”

dichos espacios, sin cuestionar el tipo de relaciones de poder existentes, menos aún

reconociendo la formas de colonialidad que la sedimentan, inclusive realizando análisis

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de las mujeres indígenas para generar espacios de igualdad, con una perspectiva

homogeneizante y etnocéntrica dado que por un lado, las mujeres “deberían” o

“podrían” alcanzar los mismos derechos y oportunidades de los varones y, por otro lado,

las mujeres indígenas, deberían o podrían contar con los mismos derechos que cuentan

las mujeres no indígenas y/o los varones no indígenas.

El feminismo que se autoproclama de la diferencia se opone en su apelativo al

feminismo existente (…) y también hay que advertir que, aún cuando este feminismo de

la diferencia en Europa tiene en el feminismo cultural latinoamericano algunas de sus

principales claves teóricas, no por ello cabe asimilar uno a otro sin más (Posada,

2006:110). Esto porque el feminismo de la diferencia no asume la idea de “la mujer” o

“las mujeres”, sino que cuestiona toda categoría concepto o definición que en torno a

esto se haya establecido, dado que se estaría hablando en nombre de las mujeres en

función a mecanismos de poder para definirla y de alguna forma encasillarla en

definiciones pre-establecidas desde el mundo masculino, por lo que deconstruye estas

categorías andro y falocéntricas.

Según Alcoff, el mencionado feminismo cultural “establece que el problema del

imperialismo cultural de los varones se engendra en un proceso en el que las mujeres

están definidas por los varones, un grupo que tiene un punto de vista y una serie de

intereses opuestos a los de éstas, […] no se opone a definir a la mujer, sino únicamente

al modo en que los varones la definen”. Por lo que buscan “revalorizar los atributos

femeninos depreciados”57

(Alcoff, 2002: 2); es decir que reivindica la diferencia pero a

la vez se basa en una identidad esencialista femenina que pretende reivindicar y

recuperar. Entre las autoras más representativas señala a Daly y Rich, Echols, Susan

Griffin, Kathleen Barry, Janice Raymond, Florence Rush, Susan Brownmiller y Robin

Morgan (Alcoff, 2002: 4).

Es decir que el feminismo cultural admite las diferencias entre hombres y mujeres, a

partir de una esencia definitoria de “lo femenino”, posición distinta la que demarca el

proceso deconstructivo del feminismo de la diferencia que niega el origen falocéntrico

57

Como la sensibilidad, la creatividad, la crianza de los hijos, etc.

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que establece la idea de “las mujeres” y en general todas las categorías que a partir de

este orden eminentemente masculino se hayan establecido.

El feminismo descolonial a diferencia del feminismo cultural no asume una única

esencia de “lo femenino”, rebatiendo cualquier intención de esencialización y coincide

con el feminismo de la diferencia en cuanto a no establecer un único proceso de

búsqueda de espacios y participación que abogue solamente por una equidad formal o de

derechos, sino que desnaturalice las categorías especialmente en cuanto a la

naturalización predefinida de lo que implica ser hombre ser mujer o lo que se entiende

por feminidad (es) y maculinidad (es).

Todas estas posturas también tienen dentro de sí mismas debates internos, en este

sentido desde la década de los setenta, el tema de la identidad femenina ha sido objeto de

nuevas problematizaciones y críticas de los desarrollos dentro del propio movimiento

feminista. Durante la década de los ochenta se producen algunos aportes fundamentales

(Amorós, 1985; De Lauretis, 2000; Alcoff, 1988; Butler, 1990; Rossanda, 1982) que

plantean nuevos términos en el debate, buscando alternativas distintas al dilema

igualdad-diferencia en el que se habían polarizado las principales corrientes del

feminismo (Aragón, León y Viveros, 1995: 21). Celia Amorós por su parte plantea que

la identidad femenina autoconstituyente, incólume ante cualquier mestizaje, aparece en

ocasiones como estando o habiendo estado ya ahí” (Amorós y Miguel, 2005: 54). “La

«diferencia sexual» es ontologizada hasta el punto de que no podría haber mediación de

ninguna clase entre estas modalidades irreductibles de ser humano que constituyen el ser

varón y el ser mujer [...]. Esa supuesta identidad femenina autoconstituyente tiene que

encontrar su arraigo en una situación previa a la instauración del poder patriarcal”

(Amorós y Miguel, 2005: 48). Este planteamiento de la autora establece una crítica a la

vinculación de la reconfiguración de la identidad femenina en cuanto a su pertenencia a

un sistema patriarcal que la determina y a pesar de que no se plantea el reconocimiento

de una situación patriarcal vinculada a la colonialidad instaura la noción de poder que

está implícita al analizar la identidad.

La identidad analizada desde Lauretis formula el “sujeto del feminismo” entendido

como “un sujeto en proceso de definición o de concepción […] un sujeto que está al

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mismo tiempo dentro y fuera de la ideología del género y es consciente de ello”

(Lauretis, 2000: 44). Al poner en relación identidad y política, de Lauretis se pregunta

“¿por qué será a veces tan difícil entenderse sobre lo que puede constituir un proyecto

político común? ¿Será inevitable que la exigencia de reconocimiento expresada en

términos de identidad conduzca forzosamente a una política de identidad?” (2000: 158).

En este sentido se plantea una diferencia con el enfoque de la investigación, dado que a

partir de la epistemología descolonial se reconoce las identidades en la política y no así

las políticas de identidad, que como ya se expuso responden a una perspectiva

reduccionista en cuanto a su relación con la identidad étnica o cultural que reduzcan la

diferencia en una “esencia” constituyente de la “otredad”.

Una posición que se aproxima a los planteamientos del feminismo descolonial, en

cuanto a las sujetas que cuestionan el lugar de enunciación y de generación de

conocimiento respecto a las identidades es Buttler, dado que no parte de una identidad

esencial de “ser mujer”, ni de la dicotomía hombre/mujer, sino de una diversidad de

construcciones y diferencias de ser mujeres (discursivamente constituidas) y asume que

“la noción de un patriarcado universal ha sido criticada ampliamente en estos últimos

años por su incapacidad para dar cuenta del funcionamiento de la opresión por causa del

genero en los contextos culturales en los que existe. Donde esos contextos distintos han

sido tenidos en cuenta dentro del marco de estas teorías ha sido para encontrar

“ejemplos” o “ilustraciones” de un principio universal que se asume desde el comienzo.

Esta forma feminista de teorizar ha sido criticada por sus esfuerzos por colonizar y

apropiarse de culturas no occidentales para apoyar nociones de opresión eminentemente

occidentales, pero que tienden también a construir un “Tercer Mundo” o incluso un

“Oriente” en el que la opresión por causa del género es sutilmente explicada como

sintomática de un barbarismo esencial y no occidental”. (2007: 110). Como se hace

visible las categorías establecidas, se repiten una y otra vez en diversos análisis de

género o corrientes feministas, pero a partir de etiquetas elaboradas verticalmente. Si

existe un primer y segundo mundo en el que no serían parte las mujeres del tercero

menos aún sus mujeres indígenas.

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La presente investigación se basa la presencia de elementos de carácter no occidental de

las mujeres y también en los que sí presentan la permanencia de la colonialidad; ambos

inevitablemente presentes, dado que las mujeres indígenas se insertaron en la

modernidad hegemónica de un Estado que estaba permeado por los imaginarios y

relaciones de poder coloniales, pero a la vez, el abigarramiento de la sociedad boliviana

establecía y permitía la permanencia y presencia simultánea de otras formas

organizativas, lógicas de poder y autoridad, relaciones de género; espacios de fuga, en

los que las mujeres son parte. Es en estos marcos de vivencia de la dominación colonial

y subalternización cuya reconfiguración identitaria se pretende analizar, dado que se

trata de mujeres indígenas, pero no se aborda de forma separada o fragmentada la

identidad étnica, identidad política, sino que se asume que, desde el abordaje epistémico-

teórico planteado, estás se encuentran vinculadas y relacionadas, desagregarlas sería

fragmentarlas. Por lo que la idea de “cadena de relaciones de dominación” posibilita

concretar esta mirada.

Decir que existen tensiones con los feminismos hegemónicos, las políticas de identidad

y nacionalismos puede dar lugar a generalizaciones que no den cuenta de la

especificidad de cada contexto. Cada historia de lucha en su memoria larga traen

consigo la de manifestar la necesidad de su localización. En Bolivia, las tensiones del

feminismo descolonial se establecerían en síntesis de acuerdo a los feminismos de la

igualdad canalizados en la políticas estatales, la teoría de transversalización del género y

empoderamiento instauradas desde organismos no gubernamentales insertas en las

distintas teorías de desarrollo; la idea de nación boliviana e identidad nacional que trae

consigo el nacionalismo revolucionario de 1952 que con medidas de aplicación de la

ciudadanía cooptan de forma homogenizaste la diferencia y la fuerza de los proyectos

políticos que esta enmarca y el multiculturalismo liberal que con las políticas de

identidad establecidos en 1994 con la reforma constitucional logra “mitigar” la fuerza de

movilización en base al reconocimiento constitucional de la diferencia.

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CAPÍTULO 2: CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO

2. Mujeres indígenas en Bolivia: el colonialismo interno

A partir de la opresión colonial, el rol de servilidad adscrito a las mujeres indígenas se

ha mantenido en el tiempo, con un imaginario que legitimaba la idea de las mujeres

indígenas vinculadas a roles de servicio en distintos ámbitos. Comparto en este sentido,

lo que plantea Rivera respecto a la existencia de un “horizonte colonial de larga

duración, al cual se han articulado —pero sin superarlo ni modificarlo completamente—

los ciclos más recientes del liberalismo y el populismo. Estos horizontes recientes han

conseguido tan sólo refuncionalizar las estructuras coloniales de larga duración,

convirtiéndolas en modalidades de colonialismo interno que continúan siendo cruciales a

la hora de explicar la estratificación interna de la sociedad boliviana, sus contradicciones

sociales fundamentales y los mecanismos específicos de exclusión-segregación que

caracterizan la estructura política y estatal del país y que están en la base de las formas

de violencia estructural más profundas y latentes”. (2010: 37).Esta violencia estructural

también deviene en un imaginario naturalizado que demarcaba (y aún demarca) las

“distancias e imposibilidades” para que estas mujeres resignifiquen esta identidad

subalternizada. Entre estas “imposibilidades” estaba el no poder ocupar cargos

jerárquicos en el Estado, o hacerlo a partir de una identidad emblemática; es decir en un

sentido casi ornamental de su presencia en ciertas candidaturas que otros partidos,

constituidos por mestizos o “blancoides”, les adscribían.

Para analizar esto no basta solamente comprender los cambios normativos establecidos

para que estas mujeres sean visibilizadas en la política, sino las especificidades que

caracterizaban (cuestionándonos si aún caracterizan) las relaciones de dominación que

muchas veces no son nombradas en el marco de la colonialidad del ser, del saber y del

poder. La relación de “señora de la casa”- “trabajadora del hogar”, tan extendida en las

clases medias y altas de la sociedad boliviana es parte de la articulación de los vínculos

de superioridad-inferioridad y una exacerbación de los roles domésticos delegados

socialmente a las mujeres indígenas. Como manifiesta Rivera “lo que queda fuera de

discusión con esta transacción entre mujeres de distinto poder económico y origen

cultural, es la imagen de las ocupaciones domésticas como si “naturalmente”

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correspondieran al sexo femenino. Esta naturalización es algo que la teoría feminista

viene impugnando desde hace varias décadas, aunque en Bolivia resulta casi un tema

tabú, debido a la labor invisible de las trabajadoras domésticas” (Rivera, 2010:219). Esta

relación de dominación jerárquica entre mujeres es parte también de la especificidad de

la opresión de las mujeres indígenas. Si bien existe un proceso naturalizado en el que los

y las indígenas ocupaban puestos de servidumbre, esto se profundiza con la idea

naturalizada de que la mujer indígena debe además ser servil en su forma de

relacionarse. Se trata de una reducción al espacio del hogar de mestizos y criollos en los

que la “cholita”58

es quien realiza las labores de subsistencia del hogar. Como manifiesta

Rivera esta relación con las mujeres indígenas es un ejemplo de “etnicidad segregada y

discriminada en la región andina de Bolivia -aunque también existe en otras regiones…”

(Rivera, 2010:219).

Pero es distinta la forma en que estas mujeres se relacionan con la vida comunitaria

siendo migrantes del campo a las ciudades, o residiendo en sus comunidades, el vínculo

con su lugar de origen en ambos casos no se rompe, se re articula en las fiestas

comunitarias, en el trabajo comunitario, en el constante retorno y en “la resistencia a este

modelo patriarcal que asume la forma del retorno al campo, donde la fiesta patronal de

la marka59

de origen se convierte en escenario fugaz de un máximo de poder femenino,

expresado en el derroche del propio dinero y la acumulación simbólica de prestigio.

Estos actos legitiman y compensan las profundas desigualdades de la vida cotidiana,

donde las penurias y sufrimientos de género se suman al desprecio cultural de la

sociedad, por su condición de “cholas” (Criales, 1994 en Rivera, 2010: 217). Aunque

este poder temporal adquirido se diluye en cuanto retornan a los hogares donde trabajan

en los centros urbanos, que son espacios en los que priman las relaciones de dominación

y discriminación. En este punto cabe notar que el vínculo de mando-obediencia o

patrón(a)-empleado(a) operan de forma patriarcal entre el “señor” o “joven” no indígena

con los indígenas y de igual manera entre mujeres “señoras” o “señoritas” no indígenas

58

Pero si aun cabe un ejemplo más vivo de etnicidad segregada y discriminada en la región andina de

Bolivia -aunque también existe en otras regiones- este es el llamado “trabajo del hogar”, o servicio

doméstico remunerado, que caracteriza la estructura del empleo urbano en nuestro país. (Rivera,

2010:219). 59

Que significa pueblo en idioma aymara.

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con hombres y mujeres indígenas. Esto se acentúa en los núcleos familiares y se

evidencia en espacios de interacción cotidiana como el mercado y la contratación de

oficios, los cuales serán ocupados por indígenas, interacciones y relaciones donde se

reafirman y objetivan estas identidades.

Por otro lado, a pesar de este imaginario social tan arraigado, la participación de

mujeres indígenas en distintos movimientos sociales indígenas y campesinos desde la

década de los años 1970, determinó que las mismas establecieran desde su especificidad

de género un proceso de articulación con las luchas reivindicativas de sus pueblos,

vinculadas a la explotación y relaciones de discriminación y dominación presentes y la

cooptación que hacía el sistema de partidos de las reivindicaciones indígenas y de

algunos de sus líderes. En la política institucional, es desde los años 90, que se van

visibilizando algunos espacios (aunque marginales) ocupados por las mujeres indígenas.

En este marco, si bien existieron varios procesos de participación y reivindicación de las

mujeres indígenas por sus derechos como trabajadoras y como parte de demandas

mayores vinculadas a su clase como obreras o indígenas y campesinas, la noción de su

participación política en cargos jerárquicos no existía, dado que el imaginario colonial

concebía solamente la posibilidad de relaciones de servidumbre. La intradiferenciación

entre mujeres “de pollera”60

, como se las denomina en el lenguaje común, hace que sea

mucho más compleja la forma en que se entiende cómo estas “indígenas” y “cholas” se

van insertando en el proceso de movilización social demarcado por el imaginario

“mestizo-blancoide”. Estas diferencia responden a símbolos y vías de status que

responden a su locación geográfica campo/ciudad, los códigos de cambio insertos en la

migración rural/urbana, la actividad económica que desempeñan (comerciantes

propietarias, trabajadoras del hogar, obreras, campesinas, etc.) y la forma en que usan

esta pollera (tipo y calidad de tela, número de bastas, largo – característica que responde

60

Se denomina pollera a las faldas que utilizan las mujeres indígenas aymaras y quechuas, estas tienen

algunas características diferentes entre sí. En el caso de las aymaras son en general hasta la mitad de la

pantorrilla y en el caso de las quechuas, pueden llegar a estar encima de las rodillas. Son una forma de

unificación simbólica dado que todas usan pollera, pero el tipo de pollera, según la tela, volumen, número

de bastas con los que cuenten (pliegues en medio de las mismas), calidad de los “centros” o enaguas con

que se acompañen determinará el grupo social al que pertenecen. Se llama mujer de pollera o chola a la “

mujer vestida de más de una falda, de sombrero y de manta, vestimenta típica de las mujeres aymara de La

Paz que las diferencia de las mujeres de vestido, vestidas del traje occidental, criollas y mestizas”

(Makaran, 2008:49).

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a la región, la de las quechuas es más corta y la de las aymaras más larga-) que inclusive

tiene códigos de moda en los sectores más privilegiados que ocupan las cholas urbanas

burguesas (generalmente comerciantes); estas entre otras características también son

aspectos que incrementan la complejidad de la reconfiguración de la identidad de dichas

mujeres.

“Uno de los ejemplos más elocuentes de la estigmatización de las conductas

mimesis cultural, lo ofrece la evolución —desde el siglo XVIII— de la

vestimenta de la chola paceña (Barragán 1992). Ideada inicialmente como

una estrategia que permitiría a las indígenas migrantes cambiar su status y

acceder al mundo mercantil y social dominante, la pollera, mantón de

Manila y sombrero Borsalino (adoptado en el siglo XIX) se han convertido en

emblema de una etnicidad discriminada y excluida, que niega y afirma

ambiguamente las diferencias de gesto y de conducta, pero las enmascara

también en aspiraciones y autopercepciones “mestizas” o de “clase media”

(Rivera, 2010:216).

Esta estética disímil como marca de diferencia limita, por un lado, la separación entre lo

indígena y no indígena; y establece por otro, marcas de clase entre las mujeres

indígenas, que aunque difusas en sus límites están presentes. Por tanto, las

reivindicaciones de las mujeres de pollera (comerciantes, trabajadoras del hogar,

campesinas, obreras) tienen espacios comunes en el marco de las cadenas de relaciones

de dominación vividas, pero elementos de diferenciación que deben considerarse, debido

a que proveen elementos significativos en su memoria y por ende influyen en las re

significaciones identitarias que establezcan.

Es entonces, a partir de estas diferencias y del espacio común de la subalternización que,

desde lo político, van irrumpiendo en el orden de la política. Ahondaré primero en su

participación en la política institucional y luego en lo político, revisando las

características de su capacidad organizativa y de ruptura de las nociones hegemónicas

que las consideraba inferiores y las relegaba del ejercicio del poder en el Estado al que

llegan primero desde reivindicaciones sectoriales y luego logrando ser parte de la

institucionalidad estatal, que había sido negada para estas mujeres. Sus acciones

colectivas tienen una potencia y profundidad en su proceso de lucha autónoma fuera del

Estado y luego como parte del mismo.

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Como se señaló en el capítulo teórico los dos ejes que atravesarán todo el texto son: lo

político y la política. La propuesta de dar cuenta de procesos de larga data, no sólo

implican una complejidad histórica específica, sino interpelan la posibilidad de

reflexionar acerca de los elementos a considerar para entender el devenir de la

descolonización del género en un contexto en el que se imbrican el descentramiento,

tanto la democratización, descolonización y el feminismo en la historia contemporánea y

con este la llegada de mujeres indígenas a cargos jerárquicos de la política

institucionalizada, que son parte de este cambio y resignifican su identidad a partir de

sus propias experiencias de subalternización.

Entonces, para poder comprender los antecedentes de la investigación existen dos

nociones relevantes que deben tomarse en cuenta, la memoria larga y la memoria corta.

En ambos casos se evidencian las mencionadas relaciones de colonialidad existentes,

desde el establecimiento de las relaciones en el período de la Colonia como también en

la historia contemporánea boliviana. Inicio revisando algunos antecedentes de la época

colonial que se van cristalizando y re-significando a través de los siglos, hasta la

actualidad.

2.1 La memoria larga de las mujeres indígenas

La reconfiguración identitaria de la abigarrada sociedad boliviana tiene elementos del

colonialismo que demarcó especialmente la distancia con los pueblos indígenas, a pesar

de la compleja y diversa configuración de lo que implicaría ser indígena, mestizo o

criollo (blancoide), lejos de las nociones biologicistas y/o esencialistas. La existencia de

varios repertorios culturales y más aún de la racialización que delimita en sí aspectos

jerárquicos establece que “la interacción colonial deviene un hecho determinante y

constitutivo de las identidades culturales de todos los sectores socio-culturales del país,

tanto en el pasado como en el presente” (Rivera, 2010: 35).

Si bien en la Colonia se establecieron distintos trabajos forzados a los pueblos indígenas

como el pongueaje que fue “un servicio gratuito que los indios estaban obligados a

prestar al patrón y a las autoridades políticas y eclesiásticas” (Monasterios, 2007:123).

Las nociones de servilismo establecidas se remontan a esta relación servil que tenía de

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forma implícita carácter de obligatoriedad. En el caso de las mujeres, la violencia

colonial es además física, pero no solamente a través del abuso y explotación del

esfuerzo corporal, sino mediante la violación sexual que es el elemento colonial

originario para comprender lo que, en términos biológicos se entendería como mestizo,

quien nace de español(a) con indígena; es decir que “en tanto mestizaje de sangre, se

remonta a la práctica de la violación y acaparación de mujeres por parte de

encomenderos, curas y soldados españoles. La sociedad invasora accedía de esta manera

a un doble servicio: la fuerza de trabajo de las mujeres, especialmente a través del

tributo textil y la exacción privada del trabajo de las tejedoras, y el “servicio” sexual tan

elocuentemente denunciado por Waman Puma, que condenaba a las mujeres indígenas a

“parir mesticillos” despreciados tanto por la sociedad española, como por la indígena.

(Rivera 2010:72). Este desprecio va canalizando distintas formas de diferenciación

gradual adoptando procesos de “blanqueamiento”, es decir de alejamiento de todo lo que

implique ser indígena e integrar en su habitus códigos de conducta, símbolos y discursos

que propicien el mismo. Por otro lado va afianzando idea de “no humanidad” o idea de

objeto y no sujeto que viabilizaba, por ejemplo, que familias indígenas regalen a sus

hijas para que trabajen en casas de señores y señoras mestizos y “blancoides”.

En el caso de las mujeres indígenas “acabaron nomás subordinadas a amos o amantes

españoles; qullqi jaqi de los ayllus desarrollaron iniciativas individuales que los

apartaron del control y de las reglas étnicas de endogamia; en tanto que las autoridades

indígenas, forzadas a mediar entre dos mundos antagónicos, acabaron muniéndose de las

armas culturales de los invasores y transitando hacia la occidentalización, reforzada a

través del acceso a la educación y el matrimonio tolerado con mujeres españolas

(Rivera, 2010:73).

Esta violencia inicial en la Colonia también explica las diversas formas violentas de

explotación y dominación histórica y su permanencia durante el colonialismo

republicano y la historia reciente boliviana. Estas a su vez fueron reforzadas a través de

la religión como determinante de una normatividad “del ser” que, si bien no logra

sustituir la espiritualidad de las naciones indígenas, logra su hegemonía con más a

menos violencia en el tiempo, instalando referentes femeninos y masculinos y

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legitimando jerarquías, en este sentido los procesos de educación como espacios

negados a los indígenas, van configurando conocimientos legítimos que tienen un doble

proceso de exclusión, ya que si bien estos no estaban pensados para los indígenas, se los

discriminaba por no tenerlos.

Ante la opresión colonial existen dos referentes que constituirían un ícono y símbolo de

lucha y rebelión durante la Colonia, es Tupac Katari, indígena aymara juzgado y

descuartizado en 1781 por haber liderado rebeliones anticoloniales y su compañera

Bartolina Sisa, que junto con él “luchó contra el poder colonial en el siglo XVIII”

(García Linera, 2004: 504). Ambos serían los referentes emblemáticos de las luchas de

los y las indígenas, de sus principios y horizonte político. La fuerza simbólica de Tupac

Katari se sintetiza en una frase citada constantemente para argumentar la lucha de los

indígenas en Bolivia: “Hoy muero, pero volveré y seré millones”. “Los pueblos andinos

se reconocen en personajes como éste con quienes comparten las mismas raíces étnicas y

culturales; se identifican con estos antepasados que hicieron temblar la administración

colonial y que demostraron que el poder de masas es muy intenso” (Komadina y Gefroy,

2007:133).

La época republicana establece una sustitución del orden colonial pero no cambia

sustancialmente las ya asumidas, validadas y legitimadas formas de dominación, la idea

de la “señora” respecto a la india o imilla, relación que61

adquiere entonces matices de

condescendencia, que se respalda por marcos normativos que gradualmente van

eliminando la obligatoriedad del mantenimiento de las lógicas serviles, pero no las

eliminan. “La Ley de Indias fue reemplazada por la masacre de indios (también la

masacre de obreros) como lenguaje principal de la política, cuando ésta tenía que salir de

los salones oligárquicos para normar la “convivencia” entre la élite criollo mestiza y el

mundo indio-cholo dominado. Mecanismo que, no está de más recordarlo, fue y sigue

siendo practicado más como represión preventiva que como represión punitiva (Rivera,

2010:53). Esta memoria larga va manteniendo su carácter colonial y aunque

gradualmente van realizándose cambios dentro del Estado para eliminar las relaciones

serviles, esto no incide precisamente en la forma que la sociedad asume la modificación

61

Que significa niña en aymara.

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de las mismas. Por un lado la noción mencionada de pongueaje fue abolida legalmente

recién a mediados del siglo XX (en 194562

), aunque esto no devino en su abolición

absoluta y por otro lado, la violencia del Estado a través del uso de la fuerza pública

tiende a una naturalización respecto a quienes son los muertos o heridos en distintos

enfrentamientos, ya que siempre son indígenas, sean estos campesinos u obreros63

. Digo

entonces que la represión y el uso de la fuerza pública, también tienen un proceso de

jerarquía entre indígenas y no indígenas y una evidente subvaloración de la vida de estos

segundos. Con esto es posible afirmar la existencia de la colonialidad del ser a través de

cánones normativos implícitos en la relaciones de poder y la naturalización de la

subordinación; además de que están presentes la colonialidad del poder y del saber en la

prerrogativa de nombrar y normar de mestizos blancoides y las relaciones de explotación

que permanecen en el tiempo en la memoria corta.

2.2 La memoria corta de las mujeres indígenas.

La memoria corta cristaliza los elementos de la memoria larga, es decir que estos son

más que antecedentes que ayudan a fortalecer el análisis, sino que evidencian la

permanencia de la colonialidad, las distintas formas en que se manifiestan las relaciones

de dominación y los prejuicios que sustentan la idea de inferioridad de los indígenas.

Ahondaré en el siguiente punto sobre cómo las relaciones de colonialidad se evidencian

tanto en la política como en lo político.

2.2.1 Antecedentes de participación de mujeres indígenas en la política

– la identidad emblemática

Considero necesario señalar por un lado la relevancia de las búsquedas desde el

feminismo de la igualdad en cuanto a mayores espacios de participación política de las

mujeres en general, vía cuotas; y por otro, las tensiones y diferentes proyectos políticos

existentes que ayudan a comprender cómo dentro de este feminismo hay corrientes

distintas a las que se adscriben las mujeres indígenas y campesinas vinculadas también a

62

Que es parte de lo que podríamos llamar memoria media como parte del periodo nacional popular

(Svampa, 2010) 63

En Bolivia resulta difícil encontrar un campesino u obrero, que trabaje de forma corporativa o

individual “a destajo” (pago por tiempo trabajado) que no sea de ascendencia indígena.

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las características de las luchas sociales y políticas coyunturales, tensiones que

generalmente se explican por el papel que en Bolivia desempeñan dichas mujeres en el

marco de las disputas en lo político. Esto es un punto importante de enfatizar, debido a

que no es posible comprender la política institucional sin problematizar la incidencia y

capacidad de transformación de los movimientos indígenas y campesinos en el campo

político, sin que esto menosprecie los logros alcanzados por la política de cuotas que, en

distintos países en América Latina (Colombia, Guatemala, Ecuador, Perú, Bolivia, como

algunos ejemplos) han permitido la presencia, ya sea esta amplia o marginal de mujeres

indígenas y afro-descendientes en el Estado. En el caso boliviano, si bien estos lugares

alcanzados en la política permitieron generar rupturas dentro de los propios códigos de

la democracia electoral, estos fueron profundizándose cuando paulatinamente se

cuestionaba su presencia desde una identidad emblemática y sin proyectos político a una

identidad que se pretende descolonizar y desubalternizar en un proyecto político propio.

En este sentido, el acceso de mujeres a cargos jerárquicos en el Estado, responde a

avances en la participación de mujeres (en general) y mujeres indígenas (en específico),

proceso que fue marcado por distintos momentos históricos. La participación de

las mujeres en la política inicia en 1956, cuando siendo parte de las listas de los

partidos, integran el poder legislativo dos mujeres como diputadas, Lidia Gueyler

y Rosa Lema64

(Uriona, 2009:10), años en los que, paradójicamente, no estaba

garantizado el voto de las mujeres; dado que la participación partidaria no

consideraba necesaria la decisión de las mujeres en el campo político. Esto sucede en

el marco del inicio del ciclo rebelde desde la revolución de 1952, que inicia el período

nacional-popular en Bolivia, y marca “el ensanchamiento del mestizaje por obra del

etnocidio o la deculturación autoimpuesta” (Rivera, 2010: 103), si bien el nacionalismo

revolucionario sedimentó la idea homogeneizante de mestizaje, emprendiendo un

proceso civilizatorio de eliminación de lo indio, implica un quiebre significativo en las

relaciones de subordinación y la construcción de la idea de “igualdad” en el marco de la

bolivianidad, a través de una identidad nacional, que logra adherir a indígenas y obreros,

64

Una como diputada titular y otra como diputada suplente.

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configurando un horizonte de extensión de mestizaje con la idea de civilizara los

indígenas mediante la denominación de campesinos.

Si bien las reformas establecidas en el contexto revolucionario, como la reforma agraria

y la reforma educativa, reconfiguran las relaciones entre indígenas y mestizos blancos,

se asume una ampliación de derechos pero no así la ruptura del pongueaje, cuya

denominación sale del discurso pero sigue vigente en distintas prácticas y lógicas de

servilismo en las relaciones entre indígenas y no indígenas. La permanencia de estos

vínculos y las aspiraciones de nación homogénea más blanca o tendiente a códigos y

símbolos eurocentrados “muestra que los procesos de modernización emprendidos por el

Estado desde la década del ‘50, tuvieron un aspecto trunco y encubridor, que velaba la

opresión económica y étnico cultural (el pongueaje político tantas veces denunciado por

los kataristas) que el sistema imponía sobre la mayoría de la población” (Rivera, 2010:

126). El voto femenino, que fue reconocido más tarde con la reforma de voto universal

de 196165

, que a pesar de no ser restrictiva66

(en cuanto a sexo o pertenencia étnica) no

garantizaba la participación de mujeres indígenas.

En lo que respecta a cargos jerárquicos en el Estado, la primera vez que una mujer ocupa

el cargo de la presidencia fue el año 1979, se trató nuevamente de Lidia Gueyler, mujer

no indígena cuyo período fue interrumpido por un golpe de estado militar.67,

uno más en

la cadena de golpes militares desde 1964, que culmina con la recuperación de la

democracia, denominada “democracia pactada” en 1982 hasta el año 2000.68

65

Es a partir de 1961 con el voto universal cuando se establece constitucionalmente que “Son

ciudadanos todos los bolivianos mayores de veintiuno…cualquiera sea su grado de instrucción

ocupación o renta, sin más requisitos que su inscripción en el Registro Cívico” (Art. 40). Aspecto que

amplía la inicial concepción limitante establecida en la primera Constitución Política del Estado. 66

Sólo establecía, como se menciona en la cita previa, un límite de edad vinculado al reconocimiento de

ciudadanía a los 21 años. 67

Se trata de Lidia Gueyler Tejada, militante del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). 68

La denominación de pactada responde a una forma de alianzas de partidos políticos que obtenían un

porcentaje de votación menor al 30% y estaban conformados predominantemente por mestizo/blancoides.

Tres de estos fueron los que ejercieron el poder de forma intercalada entre 1982 y el año 2005: el MNR

(Movimiento Nacionalista Revolucionario; ADN, Acción Democrática Nacionalista y MIR, Movimiento

de Izquierda Revolucionaria. Desde la recuperación de la democracia estos tres partidos, según distintas

combinaciones de alianzas (llamadas coaliciones), “sumaban alrededor del 60% del electorado y, mediante

una práctica de acuerdos políticos… lograban cómodas mayorías parlamentarias para gobernar. A estos

acuerdos se sumaron dos expresiones políticas del neopopulismo boliviano: Unión Cívica Solidaridad

(UCS) partido de un empresario cervecero y Conciencia de Patria (CONDEPA) conducido por un popular

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La primera ruptura, en cuanto a las relaciones de dominación jerárquicas racializadas en

el Estado, se dio cuando una mujer aymara, Remedios Loza, ocupó un escaño de

diputada5 el año 1989. Esto acontece en un tiempo de cuestionamientos a la “…´clase

política´ de raigambre señorial”, como manifiesta Rivera Cusicanqui, generando “nuevas

formaciones políticas que reivindican, implícita o explícitamente, la identidad “chola” o

mestiza-indígena, como base de su accionar público, y se sitúan a prudente distancia de

la cultura política oficial (sea de derecha o de izquierda), a la que consideran elitista,

excluyente y antidemocrática. Estas nuevas formaciones políticas —Conciencia de

Patria (CONDEPA), encabezada por el popular comunicador radial y televisivo, el

“compadre”69

Palenque (Rivera, 2010: 34). La imagen de la chola Remedios Loza

estableció el inicio del cuestionamiento de mujeres “de pollera” presentes en cargos

similares a las mujeres y hombres no indígenas. Carlos Palenque justificaba su

candidatura de este modo: “Si somos país de mestizos, cholos e indios, ¿por qué razón

los cholos, indios y mestizos no estamos en el gobierno y en el parlamento?” (Saravia y

Sandola, 1991 en Makaran, 2008:51). En este sentido, la ruptura simbólica establecida

no solamente era emblemática sino un inicio de posibilidad, a pesar de que esta

presencia no precisamente estaba vinculada a los horizontes políticos de dichas mujeres,

dado que no implicaba ni la articulación de movimientos de mujeres indígenas o de estas

en movimientos, se trató de una primera aproximación a sectores populares excluidos, a

través del fuerte lazo que implica el compadrazgo en el mundo andino y una

interpelación simbólica inédita en la colonialidad del ser y del poder. Por lo que el

referente femenino de la mujer indígena da cuenta de una ruptura en cuanto a lo

emblemático de su identidad e inicia, aunque de forma poco extendida, no la discusión

pero sí la mención de la mujer y el varón como parte diferencial la estrategia y

concepción del partido, como manifestaba una de sus integrantes: "La presencia del

comunicador social, Carlos Palenque, que ocuparon importantes espacios en la votación durante los 90

(juntos obtienen alrededor del 30% de votos) denotando ya en ese momento, la crisis de representación de

los partidos hegemónicos y la búsqueda de alternativas por parte de la población. (Zegada, Arce, Canedo y

Quispe, 2011: 37). En 1998 se forma una “megacolaición integrada por cuatro partidos “u ocho partidos

si tomamos en cuenta que ADN y MIR establecieron alianzas con partidos pequeños como el PDC, el

NFR, el FRI y ASD (Mayorga, 1997). La diferencia con el MAS-IPSP es que fue la primera vez un

partido obtiene más del 50% de votos y accede al gobierno sin la necesidad de pactos con otras fuerzas

políticas. 69

“Compadre” es en la cultura andina una forma de proximidad, familiaridad y acercamiento el inicio para

formar parte del núcleo familiar

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hombre y la mujer, de la mujer y el hombre, siguiendo a la naturaleza que expresa la

relación de Orko y Kachu, de Chacha y Warmi son un principio que marca y debe

marcar el rumbo de nuestro partido"(Gutierrez, 1 992: 73)

CONDEPA posicionó en el espacio público, a través de los medios de comunicación

masiva con los que contaba70

, la presencia de las "mujeres de pollera", fue un partido de

amplia convocatoria y éxito local en el departamento de La Paz y buscaba tener un

proyecto nacional endógeno, según el discurso que enarbolaban. “La chola paceña y la

mujer en general entre 1989 y 1993 en la política, que se traduce en la consigna de la

´pollera al parlamento´ (1989)”. La forma de interpelación entonces influye en los

círculos urbanos empobrecidos de la ciudad de La Paz, pero a nivel nacional se

posiciona la posibilidad de la participación de mujeres de pollera en la policía

institucionalizada, esto sucede en el contexto de la década de los años 90, existe un

proceso de efervescencia del multiculturalismo liberal y las reformas de cuotas para las

mujeres. Se fueron incrementando los espacios de participación de hombres indígenas,

mujeres indígenas y mujeres no indígenas (los tres grupos subalternizados), en términos

de la apertura normativa en cuanto a mayores cuotas y estableciendo el discurso del

reconocimiento de la diversidad y la pluralidad. En el año 1994 cuando se reconoce

constitucionalmente a Bolivia como un país “multiétnico y pluricultural”71

, entre otras

reformas (participación popular, descentralización administrativa, reforma educativa) se

inicia en el gobierno boliviano la aplicación de una política de identidades que, mediante

el reconocimiento de determinados derechos sociales, económicos y culturales para los

pueblos indígenas, ampliaba los espacios de participación en los procedimientos de

planificación del Estado. Otra característica es que se hizo un énfasis en la diferencia

cultural por el idioma, elemento fuertemente incorporado en la reforma educativa,

aunque estas medidas no implicaban que se garantice su aplicación dado que

70

Canal de televisión Radio Televisión Popular (RTP) y su programa “La Tribuna de Pueblo” el que

posiciona la figura del compadrazgo y el comadrazgo para solucionar problemas de los asistentes, que

eran mujer y hombres de sectores populares y ascendencia indígenas. Estos eran desde la necesidad de

unos lentes para la vista, la pérdida de un niño, ser víctima de violencia, entre otras denuncias; y la Radio

Metropolitana por la que se transmitía el mismo programa. 71

Constitución Política del Estado Boliviano, Artículo 1° “Bolivia, libre, independiente, soberana,

multiétnica y pluricultural constituida en República Unitaria, adopta para su gobierno la forma

democrática representativa y participativa, fundada en la unión y la solidaridad de todos los bolivianos”.

(www.abi.bo)

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“el reconocimiento jurídico por el gobierno boliviano de la diversidad

étnica y la multiculturalidad del país, se ajustaba a la política internacional

vigente en la materia, y por ello recibió gran apoyo de las instituciones

internacionales para su aplicación. Internamente buscaba contrarrestar el

creciente descontento social que las drásticas medidas económicas y la

pérdida de derechos sociales generaban entre los sectores populares, y con

ello, neutralizar la amenaza permanente que representaban los sectores

indígenas mayoritarios” (Escárzaga, 2011: 151).

Esto en un gobierno que forma parte de un fenómeno político interesante, que se da con

la unión de dos de las tres razones revolucionarias en Bolivia72

, el partido que hereda el

nacionalismo revolucionario y el katarismo (que explicaremos posteriormente).

Representando también la cooptación que hace un partido hegemónico, el MNR de un

líder del movimiento katarista73

. Si bien el planteamiento de la plurietnicidad y

multiculturalidad boliviana no reconocía constitucionalmente a las naciones indígenas,

cabe enfatizar que en Bolivia existen 36 culturas indígenas (consideradas actualmente

como naciones en la constitución política del Estado) que constituyen el abigarramiento

boliviano, a partir de cosmovisiones diversas, un escenario de distintas formas de

organización política, territorial, distintas formas de comprender el “mestizaje”, y de

establecer vínculos desde sus organizaciones sociales y movimientos con la política

institucional, en este punto es en el área andina donde se concentra la mayor articulación

de organizaciones sociales.

72

Alvaro García (2005) sostiene que las dos grandes ideologías en disputa en los últimos 100 años en

Bolivia son el indianismo a partir de la derrota del indígena Zárte Willka y Juan Lero a finales del siglo

XIX y un marxismo primitivo que señala incipiente como narrativa que se adopta en reducidas esferas

sindicales e intelectuales desde los años 30, entre estos sumamos también el nacionalismo revolucionario.

corriente ideológica que el autor menciona y que también ha delineado las lógicas de la política

institucionalizada en cuanto al proyecto de estado-nación y la relación de este con los pueblos indígenas

desde 1952. Revisar el texto del autor titulado “Indianismo y marxismo. El desencuentro de dos razones

revolucionarias”, en Revista Donataria, no. 2, marzo-abril de 2005. 73

Se trata de Víctor Hugo Cárdenas intelectual aymara que formaba parte del movimiento katarista, luego

de su participación en el gobierno del MNR (1993-1997), habiendo sido el primer Vicepresidente indígena

de Bolivia, fue desconocido por las “bases” de los movimientos sociales indígenas y campesinos,

asumiéndolo como parte del bloque neoliberal y de derecha. Teniendo el desconocimiento y la pérdida de

legitimidad como representante de los pueblos. Realizó los siguientes estudios: Diplomado en Derechos

Humanos; Univ. Carlos III de Barcelona; Maestría en Comunicación Periodística Institucional y

Empresarial; Universidad Complutense de Madrid; / CEBEM; 2001 – 2003.

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En el marco del incremento de espacios de participación política para las mujeres,

fueron los movimientos feministas y ONG´s74

vinculadas al tema y mujeres en cargos

del Estado, que propiciaron las reformas al código electoral del año 1997, y la inclusión

de escaños especialmente en el poder legislativo. En dicha reforma “se introdujeron

importantes cambios en el sistema electoral incluida la incorporación de las cuotas

de participación femenina del 30% como mínimo en las listas electorales para

senadores/as y diputados/as plurinominales. En segundo lugar se encuentran las

modificaciones hechas al Código Electoral de 1995 donde se consolida el 30% y

se incorpora el principio de alternancia en la elaboración de listas de candidatos

a los concejos en el nivel municipal. El mismo año se introduce en la Ley de

Partidos Políticos la obligatoriedad de promover la igualdad de oportunidades

entre militantes hombres y mujeres, así como la efectiva participación de la mujer

en los órganos de dirección de los partidos". Por último, en la Ley de

Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas de 2004 se introduce, como

resultado de las acciones de incidencia política de las diferentes expresiones del

movimiento de mujeres, en su Artículo 8° que "las agrupaciones ciudadanas y

pueblos indígenas establecerán una cuota no menor al 50% para las mujeres, en

todas las candidaturas para los cargos de representación popular, con la debida

alternancia". (Brañez y Baldez, 2005: 143-144). El hecho de incorporar a los pueblos

indígenas en el sistema de partidos y a su vez establecer espacios para las mujeres en

estos, da cuenta de la legitimación del orden de la democracia neoliberal y constituye

también un paliativo para la irrupción de los pueblos indígenas en su potencia de

movilización desde lo político. En este sentido, la estrategia asumida no se conformó

desde los propios códigos de los pueblos indígenas, sino que desde el reconocimiento se

omiten las identidades políticas a través de las políticas de identidad, fragmentando la

identidad étnica y de género.

74

Cuando en 1989, con el apoyo de UNICEF, se elabora un directorio de instituciones privadas de

desarrollo que trabajan con la mujer, se establece la existencia de 102 La Paz (68.6%); en 25 en

Cochabamba (24.5%) y Santa Cruz con 7( 6.9%).123 una estimación más reciente (1992) y que abarca el

conjunto de departamentos del país, no desmiente en mucho la numeración anterior, pues registra la

cantidad de 106 instituciones, de las cuales menos de una tercera parte de ellas (31.8%) dedica proyectos

específicos a las mujeres, más de la mitad (55.2%) las incluye dentro sus proyectos más amplios, mientras

que una minoría (13%) , con un espectro no muy bien definido, únicamente las-toma en cuenta«"(sic),

(SAG; 1994: 10).

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Posteriormente el año 2002, por primera vez una mujer indígena ocupa un cargo de

Ministra de Estado, en la cartera de Asuntos Campesinos. Se trata de la indígena

quechua Tomasa Yarhui Jacome75

con el partido PODEMOS (Poder Democrático Social)

cuyo candidato presidenciable fue sucesor del líder de ADN, partido presidido por el ex

dictador militar Hugo Bánzer Suarez. Este nombramiento responde a las condiciones de

cooptación de las mujeres indígenas, a partir de su identidad emblemática.76

Respondía,

al igual que otras mujeres indígenas que ocuparon espacios promovidos por los partidos

tradicionales del sistema hegemónico que estaba vigente, a proyectos políticos que no

cuestionaban las relaciones regidas en el esquema patriarcal, racista y colonial del

Estado, aunque lo hicieran de forma personal, quedaban desvinculadas de los

movimientos sociales a los que pertenecían, por tanto resultada imposible plantear, en

esas condiciones, proyectos políticos alternativos.

Debo resaltar que comprendo el análisis del contexto socio histórico en la memoria

corta, no únicamente para dar cuenta del incremento de la participación política de las

mujeres a través de la cantidad de escaños logrados, ya que sería una mirada

insuficiente y restrictiva, por lo que esto es importante en relación a otros elementos 77

que también son parte de la sedimentación de una idea de identidad subalternizada y

colonizada de las mujeres indígenas que son relegadas de distintos espacios, donde el

poder es un elemento que en base al carácter del colonialismo interno estatal,

determinaba aperturas en cuanto a los propios códigos de los sujetos que mantenían un

orden jerárquico y excluyente. Este iba más allá de la jerarquía estatal propiamente tal,

sino que permeaba las relaciones de colonialidad, dado que en su adscripción a partidos

primaba como requisito implícito la noción de pertenencia a la clase “media” o alta y, a

la vez la de blanquitud de sus miembros, más en el caso de las élites partidarias. En este

75

Ex dirigente de la Federación Única de Campesinos de Chuquisaca. 76

Como plantea Rivera Cusicanqui “La noción de identidad emblemática fue propuesta por Rossana

Barragán para comprender la función de los cambios identitarios expresados en la vestimenta de los

sectores cholos y mestizos durante el período colonial” (Barragán 1992:101). La aplicamos en el sentido

de que la figura indígena en cuanto a su pertenencia étnica vinculada a vestimenta e idioma, planteaban

con su sola presencia, sin mayor participación, incidencia y lejos de ser sujetas políticas, su participación

encubría “como un ropaje, la estructura subyacente de discriminaciones coloniales” (Rivera, 2008: 36). 77

Se entiende por proyecto político “los conjuntos de creencias, intereses, concepciones del mundo y

representaciones de lo que debe ser la vida en sociedad, los cuales orientan la acción política de los

diferentes sujetos” (Olvera, Danigno y Panchifi, 2006: 40)

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espacio se encuentran por tanto, por un lado, quienes participaban de la disputa de

espacios que se debatían en el marco de la “democracia pactada” del esquema liberal y

por otro, las mujeres indígenas que desde diversos tipos de movimientos sociales, fuera

de la institucionalidad estatal, interpelaban el sistema político y las condiciones que

formaban parte del colonialismo interno.

Otra referencia importante es la actualización de las relaciones de dominación, entre

mujeres indígenas y no indígenas, es la discriminación étnica de género que desde la

demanda de cuotas no se problematiza; otro punto que debo aclarar es el carácter de la

participación y/o militancia político-partidaria, que no es trivial, dado que cada uno de

los partidos que formó parte del núcleo hegemónico del sistema liberal desde 1982, y

neoliberal desde 1985: Acción Democrática Nacionalista (ADN)78

,Movimiento

Nacionalista Revolucionario (MNR)79

y Movimientos de Izquierda Revolucionaria

(MIR)80

, legitimaban una y otra vez la sedimentación de las jerarquías existentes sobre

los pueblos indígenas, a pesar de los cambios normativos que reproducían la burocracia

e institucionalidad política sin mayores cambios en las relaciones de dominación o el

núcleo del poder. “Esta práctica de gobiernos de coalición entre partidos neoliberales —

para ponerlo de manera sintética— llevó a pensar a los miembros de ese bloque político

partidario que el modelo se habría consolidado en el país, tanto a nivel de las

instituciones como del modelo económico y el contenido político del mismo. Sobre

todo, una vez que habían expulsado del parlamento a partidos con ideología

78

Cuyo antecedente es la presidencia de facto del Gral. Hugo Bánzer entre los años 1971-1978. “Gracias

al apoyo de ADN en el Congreso, el jefe del MIR. tercero en las elecciones de marzo de 1989. Es

presidente de la República” (Lazarte, 1991: 592). 79

Partido referente de la revolución de 1952 que integra el voto universal entre otras reformas como la

nacionalización de las minas y la reforma agraria, pero que en sus posteriores participaciones

establece el modelo neoliberal en Bolivia a partir del año 1985, con el Decreto 21060, con el que

se adoptan medidas de ajuste estructural como parte de las recomendaciones del Consenso de

Washington y en el período de 1994, llevan adelante procesos de capitalización de las empresas estatales,

estableciendo la participación del sector privado en las mismas ( los que concluyen a partir del primer

período de gobierno de Evo Morales Ayma desde el año 2006 cuando se inicia el proceso de

nacionalización). El año 2003, a la cabeza de Gonzalo Sánchez de Lozada, se llevan adelante los

sucesos denominados el febrero y octubre negro, donde se confronta la fuerza pública (policías y

militares) a miembros de movimientos sociales. 80

El MIR se fundó el año 1971. con fuerte influencia izquierdista y guerrillera. Más tarde, en los años

ochenta, se dividió, dando origen a tres partidos: el MIR actual, con Jaime Paz Zamora, presidente de la

República desde agosto de 1989: el Movimiento Bolivia Libre, dirigido por Antonio Aranibar. y el MIR

(Masas). sector obrero, reciente-mente incorporado al MBL (Lazarte, 1991: 592). Se alía con ADN

para formar la denominada “megacoalición” y accede de esta forma al gobierno en dicho año.

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socialista y a partidos que representaban la presencia del clivaje étnico-cultural en

el parlamento, en particular a los kataristas”. (Tapia, 2009: 207). Esta supuesta

hegemonía político- partidaria liberal fue puesta en jaque por los cuestionamientos de

los movimientos sociales que fueron estableciendo paulatinamente el inicio de una

hegemonía alternativa.

El inicio del ciclo rebelde desde el año 2000 marca una diferencia sustancial en la

política institucional, si bien en ninguno de los períodos mencionados queda exenta la

influencia de las movilizaciones sociales indígenas y campesinas para los cambios y

rupturas que ocurren. Es esta etapa la que da inicio al periodo que poco a poco propicia

la realización de la Asamblea Constituyente, dado que es en este año cuando irrumpe la

llamada “Guerra del agua” en la ciudad de Cochabamba, movilización social que por un

lado aglutinó a distintos sectores sociales, inclusive los de la clase media y por otro lado,

además de interpelar la privatización del servicio de agua, va cuestionando el modelo

económico, la estructura estatal en su totalidad y recuperando la memoria histórica en

relación a la represión de la fuerza pública contra la población (Tapia, 2000:14); es decir

ya no se trataba de una demanda sectorial o corporativa sino más bien amplificada en lo

que respecta a la cantidad de sectores y unificación del sentido de la demanda que va

proyectándose a la modificación total de la estructura estatal, dado que a partir de este

conflicto social “tomó mayor fuerza la idea de llevar adelante una Asamblea

Constituyente” (Molina, 2007: 41), es por esta razón que este hito se asume por

intelectuales afines al gobierno como el inicio del llamado “proceso constituyente”

(Romero,2006; Moldiz, 2006;Linera,2009), mas este proceso de rupturas no es rédito

exclusivo sólo del MAS-IPSP, es necesario entenderlo a partir de la lucha autónoma de

los movimientos sociales entre los cuales algunos posteriormente forman parte del

proyecto político que se plantea desde el gobierno. En esta “guerra” las mujeres

indígenas como sujetas políticas ocupan un espacio crucial en los movimientos sociales,

las cuáles a través de las distintas movilizaciones que fueron incrementándose hasta que

llegar al gobierno Evo Morales Ayma, lograron incorporarse paulatinamente no sólo

como la base social y política del MAS-IPSP, sino como parte de la estructura

burocrática en cargos de autoridad de dicho gobierno.

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A partir del año 2006, las mujeres indígenas ingresan a cargos jerárquicos de la política

institucionalizada, pero esta vez de forma distinta a la que ocuparon en el período de la

“democracia pactada”, no sólo en términos de cantidad, sino de la especificidad del

proyecto político del que forman parte. El presidente electo, Evo Morales Ayma, es de

ascendencia indígena aymara, campesino cocalero, miembro de movimientos sociales,

características disruptivas en sí mismas para el imaginario establecido en el perfil

mestizo blancoide de los presidentes en Bolivia y lo que esto implicaba en las relaciones

de mando-obediencia o en el derecho de nombrar y normar, por lo que “simboliza el

quiebre de un imaginario y un horizonte de posibilidades restringido a la subalternidad

de los indígenas” (García Linera en Svampa y Stefanoni 2007:151) ruptura que no

implica la eliminación per sé de la cadenas de relaciones de dominación, pero sí una

interpelación a la naturalización de la subalternización de los y las indígenas. Siendo

estas especificidades un aspecto impensado que va cristalizándose gradualmente por la

crisis de dicho sistema político, de la estructura colonial y el núcleo neoliberal.

Si bien la base organizativa del movimiento social a la que pertenece Evo Morales

responde al sindicato de campesinos cocaleros, desde el año 1996.

“No se podría explicar esa victoria electoral como un mero desarrollo

del crecimiento de este partido en el conjunto del país; más bien se

puede afirmar que esa victoria electoral no hubiese sido posible sin

el despliegue de los varios movimientos sociales que cuestionaron, de

manera intensiva, el núcleo neoliberal durante todos esos años. Es decir,

esa victoria no se puede explicar sin la emergencia de la coordinadora del

agua en Cochabamba; sin las varias movilizaciones de la CSUTCB en el

altiplano boliviano los años 2000, 2001, 2003 y 2005, sin los procesos de

organización y movilización de las centrales de pueblos indígenas de tierras

bajas, que desde el año 90 empiezan a movilizarse reclamando el

reconocimiento de sus territorios comunitarios y también una asamblea

constituyente” (Tapia, 2009:209).

En el marco de las propias reglas del sistema electoral vigente, el triunfo electoral

logrado demarca un hito, dado que desde la recuperación de la democracia en 1983 fue

la primera vez que un presidente es electo, sin tener la necesidad de recurrir a los pactos

con otros partidos en el Parlamento para poder lograr dicha mayoría.

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A partir del inicio del gobierno del MAS-IPSP que es probabilizado por la serie de

movilizaciones sociales señaladas que a su a vez tienen precedentes que van

afianzándola irrupción de la acción colectiva conjunta, en términos de visibilización de

las mujeres indígenas y en el marco de la especificidad de este ciclo, significó que, a

partir de la lógica de la política institucional, se lleven a cabo cambios en los tres

órganos81

Estatales: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Estos cambios precedieron y, en

su momento, fueron paralelos a los planteamientos de descolonización del género y

despatriarcalización que se formularon como parte de las modificaciones

descolonizadoras en el marco del proyecto político del gobierno.

a) En lo que respecta al poder Ejecutivo se nombran en cargos jerárquicos a

Ministras de Estado, hecho inédito, dado que el 23 de enero de 2010, se conforma el

primer gabinete ministerial paritario. Por designación del presidente del Estado

Plurinacional, Evo Morales Ayma, 10 de los 20 ministerios son ocupados por

mujeres titulares en las carteras de: Justicia; Transparencia y Lucha Contra la

Corrupción; Planificación del Desarrollo; Desarrollo Productivo y Economía Rural;

Trabajo, Empleo y Prevención Social; Medio Ambiente y Aguas; Culturas; Salud;

Desarrollo Rural y Tierras y Defensa Legal del Estado.

b) En lo que se refiere al órgano Legislativo “uno de los primeros pasos, en

concordancia con lo establecido en la nueva Constitución, es la inclusión de los

principios de paridad y alternancia en la Ley de Régimen Electoral Transitorio del 14 de

abril de 2010, base para la convocatoria a la elección de las autoridades nacionales de

diciembre de 2009 (Presidente y Vicepresidente) y la conformación de la nueva

Asamblea Legislativa Plurinacional; y las elecciones municipales y departamentales

de abril de 2010. “Como resultado de estos procesos electorales, se cuenta por

primera vez con la presencia de 47% de mujeres en el Senado y 25% en la Cámara

de Diputados/as. Si bien el criterio de paridad y alternancia no ha sido implementado

para la elección de representantes uninominales, existiendo en este sentido sólo un

11% de mujeres elegidas como titulares, esta limitación claramente identificada,

debe ser encarada para su superación en el tratamiento de la nueva Ley de

81

Antes llamados poderes.

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Régimen Electoral que será aprobada hasta el 22 de julio de la presente gestión,

según establece el mandato constitucional” (Uriona, 2010). Siendo una medida que

responde a las lógicas de cuotas del feminismo, pero se enmarca en el avance de la

despatriarcalización.

c) En lo que se refiere al órgano Judicial durante el gobierno de Evo Morales, el año

2008 por primera vez se designa a una jueza indígena. Se trataba de la aymara Amalia

Morales Rondo. Posteriormente en las elecciones judiciales del año 2011, Cristina

Mamani y Wilma Mamani, son elegidas juezas, ambas aymaras.

Estos nombramientos tienen una especificidad debido a que el cargo institucionalizado

en una dependencia estatal no las desvincula de los movimientos sociales. La

característica en este caso es que, si bien están ocupando el cargo de autoridad por

mandato con todo lo que conlleva el mismo, mantienen su pertenencia a las “bases” o

son parte de la “dirigencia” en dichos movimientos. Esto también es un elemento que

constituye su identidad, ya que siendo partícipes de este proyecto político desde

determinados espacios de la burocracia estatal y de las organizaciones de base, la forma

en que interpelan las relaciones de explotación o dominación con base en repertorios de

acción concretos y a la vez sus procesos de ruptura dentro de un Estado elitista y

blancoide son irrupciones que están imbricadas. Algunas de las mujeres indígenas que

forman parte de estos espacios han sido también asambleístas en la Asamblea

Constituyente, viviendo de cerca esta etapa particularmente conflictiva que develó

distintas tensiones, otro aspecto común es que cuentan con distintas trayectorias de

cargos ocupados en sus organizaciones sociales como forma de potenciamiento político.

2.2.2 Antecedentes de participación de mujeres indígenas en lo

político – los movimientos sociales y sus proyectos políticos

Como ya mencioné, en Bolivia no es posible comprender los cambios existentes en la

política institucionalizada sin vincularlos a la memoria larga y a cómo esta se sedimenta

en las trayectorias y repertorios de lucha de los distintos movimientos sociales, indígenas

y campesinos. Es a través de estos que las mujeres indígenas canalizan su

potenciamiento político en el marco de sus luchas históricas y la posibilidad de plantear

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sus reivindicaciones a partir de sus propias vivencias de subordinación, resignificadas

una y otra vez. Dichas reivindicaciones de alcance sectorial o regional, en el caso de la

llegada de Evo Morales al gobierno, logran ser equivalentes y plantearse objetivos

comunes cuestionando la totalidad del sistema político en Bolivia.

De la multiplicidad de tipos de organizaciones y movimientos sociales en Bolivia, que

han formado parte de estos procesos de ruptura y cuestionamiento a las inercias de las

relaciones de colonialidad existentes, en el campo de lo político cabe diferenciar tres de

estos tipos, que no son excluyentes y hacen referencia a la relación de las mujeres

indígenas con los movimientos sociales. “La primera es una organización mixta, de

mujeres y hombres juntos, sin distinción formal, en una misma estructura. La segunda

nos plantea que la organización global sea mixta, pero que dentro de ella se establezca

una sección u oficina particular para las mujeres…una tercera opción corresponde a

organizaciones independientes de mujeres que pueden ser paralelas a la de los varones”

(Arnold y Spedding. 2007: 164). Decimos no excluyentes porque muchas veces las

mujeres pueden pertenecer a más de una organización o movimiento social.

Por un lado, el primer caso, entre las organizaciones propiamente de mujeres podemos

mencionar la FENATRAHOB, Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar de

Bolivia; para el tercer caso la CNMIOCB-BS, Confederación Nacional de Mujeres

Indígena Originarias Campesinas Bartolina Sisa y para el segundo, aunque varias

organizaciones sindicales indígenas y campesinas cuentan con una dependencia de

vinculación femenina, este esquema responde más a organizaciones como “la Unión de

Mujeres Parlamentarias y el Foro Político de Mujeres Políticas” (Arnold y Spedding,

2007: 164) conformado por mujeres de diversos partidos que operan en el ámbito de la

política institucional. Las mujeres indígenas dentro de los movimientos mixtos o de

hombres también dan cuenta, desde su especificidad de género, de su inserción y

participación en estas luchas. En ambos espacios se juegan elementos que encadenan la

reconfiguración identitaria de las mujeres a partir de la multiplicidad de relaciones de

dominación que interpelan y de las cuales se sienten parte.

Después de realizar esta distinción, de acá en adelante divido la exposición en dos

partes, por un lado los antecedentes generales de otras organizaciones de mujeres

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indígenas y no indígenas que van esbozando las distintas tensiones y desencuentros entre

las lógicas feministas de clases medias altas y los movimientos sociales desde los años

20, que básicamente se centran en una lógica identitaria, étnica y de clase sumada a la de

género y posteriormente paso a explicar a las tres organizaciones sociales señaladas:

FENATRAHOB, CNMIOCB-BS y Federación de mujeres del Movimiento cocalero,

que son con las que trabajo en esta investigación.

2.2.2.1 Disputas entre el feminismo mestizo- blancoide y las luchas de las mujeres

indígenas

En Bolivia, salvo el actual Movimiento de Mujeres Creando, no es posible referirse a un

movimiento feminista estable, que se reivindique como tal logre interpelar a diversas

agrupaciones a nivel nacional. En lo político; es decir en cuanto a los movimientos

sociales o agrupaciones de “sociedad civil” que cuestionan de forma crítica al Estado, ya

sea desde la demanda de derechos específicos que beneficien a ciertos grupos o

cuestionando ciertas condiciones estructurales, existen diferencias de clase evidentes

como primer recurso identitario en el que convergen las luchas de los distintos sectores

de mujeres.

El primer antecedente, en referencia a lo mencionado, se vincula a la problematización

del ejercicio de ciudadanía y a las condiciones inequitativas para el ejercicio de la misma

que tenían las mujeres de la época siendo parte de un sector de clase media. Se trata de

"El Ateneo Femenino", dicha agrupación desde 1923 “logra crear un clima de debate

con propuestas que buscan ampliar su participación en la vida pública. El peso de la

clase se hace visible cuando el derecho de ciudadanía es reivindicada sólo para las

mujeres letradas, quienes, dada la naturaleza del sistema social vigente, son apenas una

minoría. Por ello mismo, no encuentran necesario que su poder contestatario se haga

patente en movilizaciones o acciones colectivas que convoquen un espectro femenino

más amplio y se nutran de sus métodos y formas de luchas”. (Zabala, 1995: 26) Las

preocupaciones centrales que recogen los artículos y publicaciones del Ateneo, giran en

torno a cambios en la legislación que discrimina a las mujeres, derecho al trabajo,

independencia económica, capacitación y acceso al estudio, ser sujetos de herencia y

exigencia de una paternidad responsable (Medinaceli, 1989).

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La primera ruptura entre la lucha de las mujeres de “clase media” que se adscriben a un

feminismo vinculado a la lógica de igualdad y la lucha de mujeres de ascendencia

indígena que reivindican la ruptura de patrones de colonialidad, se evidencia en mayo de

1929 en la Convención femenina que presenta una diputa entre dos grupos: uno

conformado por mujeres letradas del Ateneo y otra por la cholas anarquistas, “mostrando

claramente que sus diferencias de enfoque estaban cruzados por los ineludibles temas de

clase y etnia. El fracaso del evento, si bien mostró que las mujeres están logrando crear

sus propios espacios, reveló un desencuentro medular que es todavía un desafío del

presente: mientras las señoras del Ateneo tratan de exhibir una lírica superioridad, las

mujeres populares, desilusionadas, organizan un mitín contra la Convención donde

menudean los discursos en aimara (Medinacelli, 1989:149-152). El utilizar el idioma

como elemento disruptivo no es un punto trivial dada la relación de la vestimenta

“pollera”; los rasgos físicos raciales, tez morena; y el idioma nativo quechua o español

que sólo era manejado por las mujeres indígenas y en algunos casos por las “patronas”

para poder relacionarse mejor con las mismas. Por tanto, este opera como una forma de

lucha y ruptura en la comunicación, dado el proceso de castellanización fue y aún es

parte de los recursos que legitiman la colonialidad y subalternización de los sectores

indígenas en Bolivia. Aún son, en la mayoría de los casos, las mujeres las que mantienen

su carácter monolingüe hasta la actualidad.

Luego a confrontación bélica de la Guerra del Chaco82

, a mediados de la década del 30,

surgen nuevos sindicatos de culinarias y sirvientas, vendedoras en mercados, floristas y

vianderas. (Zabala, 1995: 28). Ellas tenían demandas políticas, porque pedían la

“construcción de mercados, abolición del cargo de maestro mayoral y protestaban contra

el abuso de las autoridades municipales” (Zabala, 1995, 29). “La discriminación étnica,

por ser mujeres de pollera, recorre su experiencia cotidiana de segregación y define el

carácter de sus reivindicaciones (lengua, vestimenta y métodos de lucha) afirmando ante

el Estado y la sociedad colonial excluyente, su identidad mestiza. “Son conocidas las

movilizaciones que protagonizan las cholas frente a la prohibición que promueven las

mujeres de la oligarquía, para que aquellas no puedan acceder al uso de los tranvías”

82

Se trata de un conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay por el territorio del Chaco Boreal, este dura de

1932 a 1935.

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(Tahipamu, 1988). Este es un antecedente relevante para la conformación de la

FENATRAHOB que muestra cómo se establecía la inferioridad y diferenciación de las

indígenas, que reafirmaban su “mestizaje” para no ser subvaloradas, dado que eran

consideradas como parte de los sectores que ”debían” naturalmente asumir una actitud

servil y de aceptación con sus jefas o patronas.

Por otra parte, en Bolivia existieron movimientos que si bien estuvieron articulados a

partidos, que formaban parte de la política institucionalizada, fueron una forma de apoyo

fuera de esta como parte de la lucha en el campo político más amplio. En la década de

los años 50 se presentan las acciones de las barzolas, mujeres de clase media y sectores

populares proclives del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Constituyeron

un frente de asistencia y de resistencia en defensa de los militantes del MNR y

posteriormente, en la llegada al gobierno del MNR en la etapa post-revolucionaria de

1952, como frente de apoyo a las medidas gubernamentales.

Otra es la experiencia de la Unión de las Mujeres de Bolivia (UMBO). Fundada en 1961,

fue la primera organización femenina declaradamente política integrada por mujeres que

se asumen “independientes”, algunas con experiencia previa en el MNR. En expresiones

de la Presidente de UMBO, en ocasión de su Primer Congreso Nacional (1967)

manifestaron:

"Nuestra lucha por la superación de la Mujer empieza allí donde comienza /a lucha

social y política del proletariado". (Primer Congreso Nacional; 1967:9)(Zabala,

1995:38).Esta noción de la afirmación de la clase obrera y trabajadora es común en los

frentes de lucha vinculados, ya sea a los partidos de este período o, a las organizaciones

sociales obreras que influyen en la formación política de las organizaciones sindicales de

los centros mineros.

En los años 70, la organización más significativa es la de los Comités de Amas de Casa

Mineras. Además de conformarse como movimiento de resistencia durante el período de

las dictaduras militares, logran posicionar y hacer político lo que se circunscribía al

espacio privado del hogar. La idea de ser madres y mujeres es también parte de sus

luchas para lograr mejores condiciones para las familias de los centros mineros que

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fueron: primero el del Ingenio Miraflores, luego en el del centro minero Siglo XX

propiamente tal, después se conformó otro en Pulacayo y Catavi.

Dichos comités de madres estuvieron conformados “por esposas y familiares de los

trabajadores mineros, en tanto nuevas formas institucionalizadas de acción colectiva,

datan de los años 60' y están vinculados al desmoronamiento del pacto - que había

nacido al calor de la insurrección de Abril de 1952 - entre el Estado Populista

(cristalizado en el Movimiento Nacionalista Revolucionario - MNR) y los trabajadores

mineros” (Zabala, 1995: 50). Sus reivindicaciones estuvieron circunscritas a la lucha

minera en términos generales como clase obrera, asumiendo que era perjudicial y ajena

cualquier propuesta que enarbole de forma separada otras reivindicaciones

fragmentadas, por tanto las tendencias feministas se asumían como “divisionistas”. Una

de las líderes más destacadas que reivindicaba esta lucha conjunta fue Domitila

Chungara, quien visibilizó a partir de su especificidad como mujer, las relaciones de

explotación permanentes con los hombres y mujeres mineras, siendo extensivo a los

sectores populares empobrecidos del país. A partir de su capacidad organizativa van

demandando la liberación de sus compañeros apresados por la fuerza pública y operan

como parte del proceso de resistencia. Dicha organización no buscaba lograr una

interpelación política a “las mujeres” en términos generales, ni tampoco basare en una

identidad que exacerbe su carácter indígena, sino más bien aludir a las relaciones de

subalternización a partir de la lucha de clases.

Para entender la posterior emergencia del movimiento cocalero, en los años 90, es

necesario saber que el fenómeno socio-político que lo constituye es justamente la

capacidad organizativa de estos centros que se trasladan y reconstituyen en las zonas de

Los Yungas y El Chapare, cuando masivamente se trasladan a estas regiones el año

1985, con la adopción de las medidas neoliberales por las que se despiden a

aproximadamente 28.000 trabajadores83

. Se utiliza el eufemismo de “mineros

relocalizados” siendo más bien obreros despedidos, explotados en condiciones de

83

Según el libro “El rostro minero de Bolivia” (Arturo Crespo, 2009), de 30.174 trabajadores al 31/08/85,

fueron retirados 24.755. Estas cifras incluyen 2.599 trabajadores de las fundiciones de Vinto y

Karachipampa, de los que fueron retirados 1.962, vale decir que de 27.575 trabajadores de las operaciones

y oficinas mineras, fueron despedidos 22.793.

(http://www.eldiario.net/noticias/2011/2011_07/nt110719/1_05opn.php)

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pobreza que, habiendo tenido una larga tradición de resistencia a dicha explotación y a la

represión estatal, se insertan a una nueva actividad económica de subsistencia, el cultivo

de hoja de coca, teniendo que “relocalizarse”. Estos elementos fueron parte de su

reconfiguración identitaria de clase obrera a campesina y de esta derivaría

posteriormente el enarbolamiento de la identidad de “cocalero y cocalera”, que fue

adoptando paulatinamente mayor presencia e incidencia en el campo político boliviano

por la trayectoria y capital organizativo previos.

Por tanto, veo en estos antecedentes una fuente para comprender la reconfiguración

identitaria de las mujeres, primero el carácter de la naturalización de las mujeres de

pollera en su rol de servidumbre; segundo, la previas luchas autónomas y trayectorias de

organización, movilización e incidencia política; tercero, las propuestas de lucha

conjunta entre hombres y mujeres y la inserción de temas específicos como partes de

estas luchas comunes; finalmente otro aspecto, que no abarco en este punto sino en el

siguiente, es la fuente del discurso indianista que sustenta al movimiento de “las

bartolinas”, el cuál es el que ha tenido mayor incidencia, al menos en algunos de los

planteamientos discursivos del MAS-IPSP. Como se ve, se trata de una vivencia de

subordinación que desde las condiciones de vida cotidiana, en la memoria larga y corta

de organización colectiva comunitaria de los sindicatos, se canaliza en un proyecto

político conjunto que logra articularse posteriormente en el gobierno de Evo Morales, en

cuya coyuntura son retomados, mas este es precedido, en tiempo y en la profundización

de los repertorios y contenidos de sus consignas de lucha, por las organizaciones

previamente mencionadas.

2.2.2.2 Las organizaciones de mujeres y el MAS-IPSP

Si bien hice un breve recuento histórico de la forma en que se van conformando los

movimientos de mujeres indígenas y no indígenas, son los primeros los que cuestionan

la estructura estatal logrando afinidad y equivalencia de sus demandas en el campo

político del que forman parte, cada una según sus propias trayectorias y demandas

específicas. Lo que les es común a las siguientes organizaciones es su vinculación con el

MAS-IPSP; especialmente en el caso de “las bartolinas” y el movimiento cocalero. Es

distinto el caso de la FENATRAHOB, dado que una de sus participantes, Casimira

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Rodríguez, al formar parte del gabinete gubernamental logra irrumpir en las relaciones

de poder establecidas y abrir el debate sobre el racismo y la discriminación existentes

hacia los indígenas y hacia las mujeres indígenas trabajadoras del hogar

específicamente, dentro y fuera de la esfera estatal. Como organización social, esta se

asocia al gobierno en coyunturas clave, pero a la vez mantiene su autonomía respecto al

mismo.

La FENATRAHOB ampliamente constituida por mujeres del sector andino del país,

luego amplificada por otras mujeres de distinto origen étnico, representa la vinculación

entre trabajadora del hogar-mujer indígena como empleada. Viviendo en los espacios

urbanos la relación de subordinación frente a la patrona o ama de casa. Si bien el trabajo

que desarrollan tiene como referente los centros urbanos, las reivindicaciones de esta

organización, más que un movimiento social, se ha caracterizado por demandar sus

derechos, realizando acciones de exigencia al Estado para mejorar sus condiciones de

trabajo y lograr la protección legal necesaria, atenuando la explotación y aportando en la

modificación de las relaciones de subordinación84

. En un estudio realizado en 201085

se

concluía que las principales causas de discriminación eran sólo por el hecho de ser

trabajadoras del hogar (23%), por ser migrantes el área rural (17%), por ser “mujeres de

pollera” (12%), por su forma de expresarse ( 7%), y por no contar con estudios

superiores (5%).

El primer Sindicato de Trabajadoras Asalariadas del Hogar surge el año 1984 en la

ciudad de La Paz, posteriormente se organizan otros sindicatos en Cochabamba, Potosí,

Sucre, Santa Cruz, Trinidad, Tarija y Cobija. En 1993 se funda la Federación Nacional

de Trabajadoras Asalariadas del Hogar de Bolivia (FENATRAHOB) propiamente tal,

para defender los derechos humanos y laborales de las trabajadoras asalariadas del hogar

84

Tener una vajilla aparte, una habitación mucho más pequeña que la del resto de los integrantes de la

familia, levantarse antes que los dueños de la casa y ser las última en acostarse independientemente de las

horas de trabajo realizadas, son sólo algunas de los aspectos que caracterizan las condiciones del trabajo

del hogar. 85

En una encuesta realizada a 198 trabajadoras del hogar de los sindicatos afiliados a FENATRAHOB el

año 2010.

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del país.86

Las condiciones de discriminación tienen también diversos antecedentes, esta

es una muestra de la prohibición de acceso que tenían dichas mujeres a ciertos espacios

de la ciudad. Este es un ejemplo de esto reflejado en el periódico La República de 1935

“El sindicato de culinarias pide con amplio derecho y justicia que se suspendan las

medidas que prohíben el ingreso de las mujeres del pueblo a los tranvías, aduciendo el

fútil pretexto de que son sus canastas que molestan a las señoritas y les ensucian sus

costosos vestidos de seda y que rasgaban las medias” En el mismo periódico el 24 de

agosto se publica la resolución de las autoridades: “No debe prohibirse radicalmente la

entrada de bultos sino que el buen criterio de los cobradores debe apreciar cuando tales

bultos puedan manchar a los demás pasajeros u ocupar el espacio de éstos, prohibiendo

entonces su entrada”.87

Es por esta situación, entre otras por las que las trabajadoras del

hogar atraviesan y se articula la organización. Otro de los reclamos centrales que

plantean es la categoría utilizada para nombrarlas, dado que planteaban no ser llamadas

“domésticas”, sino empleadas de labores del hogar88

.

Un punto clave de incidencia es cuando logran, años después, a través de distintas

acciones de presión y negociación, que se promulgue el año 2003 la Ley de Regulación

del Trabajo asalariado del hogar en el que además de reconocer sus derechos en el marco

de las leyes laborales. Dicha norma fue impulsada por Casimira Rodríguez, indígena

quechua, quien ocuparía el cargo de Ministra de Justicia en el gobierno de Evo Morales.

A pesar de este respaldo normativo, las relaciones de subordinación no han sido

eliminadas del todo como da cuenta una de sus miembros:

86La Federación Nacional de Trabajadoras Asalariadas del Hogar (FENATRAHOB), organización sindical

de bases con Personería Jurídica N° 218812 (Resolución Suprema del 15 de julio de 1999). La sede del

Comité Ejecutivo Nacional está ubicada en la ciudad de La Paz. La FENATRAHOB, que aglutina a 15

sindicatos y 3 organizaciones en el ámbito nacional, está afiliada a la Central Obrera Boliviana (COB) y a

la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO)

87 Ambas referencias obtenidas del sitio web de la organización: www.fenatrahob.org.

88Por esta razón el Sindicato de Culinarias hizo conocer sus Principales reivindicaciones: 1) Libre

expresión de ideas, 2) Libertad de prensa, 3) Que el arte culinario sea reconocido como profesión, 4)

Jornada de 8 horas, 5) Descanso dominical, 6) Sustitución de la palabra “doméstica” por la de Empleada

de labores del hogar 7) Esta reivindicaciones fueron aprobadas como Resoluciones Finales por el

Congreso Obrero.

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“Todavía muchas compañeras almuerzan por ejemplo en la cocina o

paradas y algunas quizás ya se sientan con ellos. “Ven sentate a almorzar

con nosotros” les dicen, pero no en su totalidad, quizás del uno al diez debe

haber un dos por ciento de avance todavía, a paso lento pero seguro dicen,

[…] todavía hay esa discriminación, quizás no es discriminación, pero ese

rango de que tú eres superior y tú eres inferior ese denominativo entonces

…Algunas empleadoras son así, tienes que sentarte en la cocina, no puedes

usar mis platos, estos platos son finísimos, me vas a cuidar y por ahí me

vas a romper, así que en tu plato come no más, este plato que es más

barato digamos, entonces son cosas así que todavía existen”. (Entrevista

Antonia Khuno – FENATRAHOB, mayo de 2012).

Las nociones de superioridad- inferioridad; si bien no son generalizadas o en este caso,

generalizables, permanecen y si bien en algunos casos existe la posibilidad de que se

cumplan los derechos establecidos, se asume que las mujeres que llevan a cabo estas

tareas, que en Bolivia son mujeres indígenas, sean consideradas como “no iguales”, por

tanto son subalternizadas. Por esto la FENATRAHOB se ha caracterizado por demandar

sus derechos laborales, realizando acciones de exigencia al Estado para lograr la

protección legal necesaria que permita evitar que las mujeres atraviesen condiciones de

sobreexplotación. Esta organización durante el proceso constituyente formó parte del

CONALCAM (Coordinadora Nacional para el Cambio) junto a otros movimientos

sociales89

. Entidad que se crea para resguardar la realización de la Asamblea

Constituyente y el proceso de aprobación de la Constitución Política del Estado, que

atravesó constantes conflictos y tensiones.

Otro movimiento relevante por su incidencia en la participación dentro del gobierno del

MAS-IPSP es el movimiento cocalero, que “elaboró un discurso antiimperialista que

denuncia la subordinación de los gobiernos bolivianos neoliberales, a la política

89

Integran la Coordinadora el presidente de la Cámara de Diputados Edmundo Novillo, César Navarro de

la Bancada del MAS, la secretaria ejecutiva de la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar

(FENATRAHOB) Miguelina Colque Iño, la secretaria de hacienda de la FENATRAHOB; Francisca Sisgo

Soliz, Gerardo García Mendoza e Isaac Avalos de la CSUTCB; la senadora del MAS Leonilda Zurita;

Adolfo Chávez del CIDOB; Lidio Gómez y Teófilo Martínez del Movimiento Sin Tierra; Ernesto Sánchez

de CPEM-B; Anselmo Martínez Tola, Mauricio Arias Alavi y Martín Condori Flores del CONAMAQ;

Julio García Colque de la Confederación de Jubilados; Rubén Darío Quispe de la Confederación de Luz y

Fuerza; Porfirio Roque Nierva de CONMERB; Román Loayza Caero de la Bancada Nacional del MAS;

Silvia Lazarte, Presidenta de la Asamblea Constituyente; Roberto Aguilar, Vicepresidente de la

Constituyente; Segundina Flores de la FNM-BS, y Alex Villanueva y Macario Villanueva de la

CONAMAXPE. (http://constituyentesoberana.org/3/propuestas/gobierno/enero2007/230107_1.html)

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norteamericana contra las drogas y la creciente presencia militar en la zona, lo que

constituye la renuncia a la soberanía nacional boliviana” (Escárzaga, 2011:154). A

través de su lema “kawsachun coca“90

, conforma también un referente de los

movimientos sociales mixtos que en su seno tiene figuras centrales de la lucha de los

movimientos que también forman parte de la Confederación de Mujeres Bartolina Sisa,

esa múltiple militancia no es contradictoria, sino más bien amplía los espacios de lucha y

responsabilidad política.

El movimiento cocalero surge a partir de la defensa de la hoja de coca y su uso

tradicional y se amplía en momentos de antagonismo con las medidas estatales de

erradicación desde fines de los años 80, con el plan “coca cero” e inicios de los 90, que

es llevado adelante en 1994, durante el mismo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada

que estableció diversas medidas en el marco de las políticas de identidades.91

Esto

desató varias movilizaciones de “autodefensa” en el que las mujeres participaron

activamente en todos los enfrentamientos con la fuerza pública. Los principios de su

lucha parte de la lógica sindical comunitaria que “…es la puesta en marcha…de una

maquinaria sindical donde se entrecruzan responsabilidades, compromisos, mecanismos

de coordinación y abastecimiento, todas redes muy densas entretejidas con la memoria

organizativa de comunidades indígenas de los mineros relocalizados, y de los sindicatos

agrarios…” (García Linera, 2008:415).

Si bien existe una identidad indígena, a esta se superpone la de sindicalista campesina,

en torno a la idea del valor simbólico y milenario de la hoja de coca. Este movimiento

tiene dos regiones específicas de cultivo de dicha hoja donde se desarrolla una constante

y activa vida sindical, la zona de El Chapare, en el departamento de Cochabamba y a

90

Que significa ¡Viva la coca! en idioma quechua. 91

El estado asumió un punitivo marco normativo, a partir del año 1988 con la promulgación de la ley

1008, denominada Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas. Los conflictos incrementan a

partir del año 1990 con la «Estrategia Nacional de Desarrollo Alternativo» elaborada por el gobierno de

Bolivia, respondiendo también a los requisitos para favorecer las posibilidades de cooperación en

proyectos de desarrollo. Esta estrategia, bautizada con el nombre de «Coca por Desarrollo» calculaba la

pérdida de ingresos ocasionada por un programa de erradicación total de los cultivos excedentarios de

coca – opción cero. (Quiroga 1994:147)

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zona de Los Yungas92

en el departamento de La Paz, en ambos casos existen

especificidades, en el norte paceño, el cocal articula la vida social, económica y cultural

de la región; los cocaleros yungueños, culturalmente, están vinculados al discurso

aymara del altiplano. Los chapareños son una combinación de campesinos, quechuas y

mineros relocalizados. Un entorno con mayor mestizaje (García Linera, 2004).

Dentro del movimiento cocalero “a mediados de los años 90 se lograron consolidar

federaciones de mujeres de manera más orgánica. Por ejemplo en el Chapare, el Primer

Congreso de la Federación Campesina de Mujeres del Trópico se celebró el 8 de

septiembre de 1995. En los Yungas, existen organizaciones paralelas a las federaciones

de “varones” a nivel de provincia o sección de provincia, pero en ambos casos son

consiste en una directiva que no se ha extendido hasta conformar sindicatos de base (a

nivel de la comunidad) de mujeres” (Arnold y Spedding, 2007:170). Los repertorios de

movilización de este movimiento no sólo se circunscriben al lugar donde pertenecen

sino, han sido también movimientos clave de articulación y convocatoria de otros

sectores y movimientos sociales, especialmente en el proceso constituyente boliviano

desde el año 2000. En cuanto a las formas, la dirigencia no sólo tiene una fracción

femenina y otra de varones, sino que también algunas mujeres han llegado a ocupar

cargos de dirigencia antes ocupados sólo por varones.

La fuerza movilizatoria de choque con la fuerza pública, tenía la presencia femenina en

los frentes para aminorar el impacto físico de la represión a sus compañeros varones. El

movimiento cocalero ha constituido liderazgos visibles que articulan la dirigencia y las

92

En los Yungas existen seis Federaciones de cocaleros, entienden su territorio como la zona cocalera, en

particular la “zona tradicional”, esto claramente es una consecuencia de la Ley 1008, que indica la

territorialización de los sectores de cultivo. Dentro de los Yungas, las zonas “tradicionales” tratan de

distinguirse de las zonas de colonización (Chamaca y Asunta). Social y culturalmente no hay diferencias

significativas (la presencia de la minoría afrodescendiente y una fracción que también habla quechua en

Inquisivi, no obstante) y hasta se puede decir que económicamente son homogéneas. Esto es lo que

básicamente une a estas seis organizaciones (Arnold y Spedding 2005:6). Por otra parte los mayores

conflictos atravesados con la fuerza pública se desarrollaron en El Chapare porque se asumía que en la

región la mayoría era “coca no tradicional o excedentaria”. En esta región están las seis Federaciones del

Trópico de Cochabamba, éstas son: Federación Especial Agraria de Trabajadores -- Campesinos del

Trópico de Cochabamba (1969, refundada en 1975) -- Federación Especial de Colonizadores de Chimoré

(1970, refundada el 23 de junio de 1984) -- Federación de Colonizadores de Carrasco Tropical (6 de junio

de 1984). -- Federación de Yungas-Chapare (1988) -- Federación de Centrales Unidas (1989), Federación

Mamoré (9 de agosto de 1996) (Salazar, 2008: 125)

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bases con otros movimientos sociales y de esta forma la amplificación de su discurso

político, especialmente en torno a la defensa del cultivo de la hoja de coca. Un ejemplo

claro de la mencionada articulación se condensa en el papel de dirigentes como Leonilda

Zurita, actual dirigente del movimiento cocalero, jefa departamental del MAS- IPSP, ex

senadora por el MAS-IPSP y ex dirigente del Confederación Nacional de Mujeres

Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”, ejemplo que da cuenta de las vinculaciones que

entablan las mujeres indígenas entre lo político y la política institucional.

Las mujeres del movimiento cocalero y de la FENATRAHOB, entre otras, forman parte

también de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de

Bolivia “Bartolina Sisa” (CNMCIOB-BS) que, como movimiento, constituye el

paraguas que aglutina a otras organizaciones menores (en lo que respecta a la cantidad

de miembros y cobertura territorial). Como mencioné, esta tiene cobertura nacional y

cuenta con la participación de varias mujeres de organizaciones indígenas, originarias y

campesinas de todo el país. La Confederación se gesta en 1980 a partir de los principios

y el proyecto político del movimiento katarista, problematizando desde su origen al

Estado colonial, y las relaciones de dominación que este impone. Por lo que inicialmente

abordaré algunos elementos que considero relevantes para dar cuenta del carácter de

dicho movimiento y su importancia respecto a las relaciones de colonialidad que

interpela.

2.2.2.2.1 El movimiento indianista katarista

El movimiento katarista claramente adopta una matriz de pensamiento propio regido por

una búsqueda descolonizadora distinta a la del pensamiento y la razón moderna. El

pensamiento de Fausto Reinaga93

, influyó de forma determinante en el katarismo, con

una serie de obras orientadas a repensar a los indios94

en Bolivia a partir de una

perspectiva de descolonización, esto se evidencia en trabajos como “La intelligentsia del

cholaje boliviano” (1967), “El indio y los escritores de América” (1969), “La revolución

93

Fundador del Partido Indio en Bolivia y el intelectual más influyente en el movimiento indianista. 94

El denominativo indio es el que usó el movimiento, aunque actualmente en Bolivia este término se

utiliza de forma peyorativa, dado que el sujeto político que se asume es indígena, campesino u originario.

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india” (1970), “Manifiesto del Partido Indio de Bolivia” (1970), “Tesis india” (1971),

entre otros.

Particularmente esta Tesis puede ser asumida como el antecedente principal que

proporciona elementos para poder integrar los presupuestos iniciales de la configuración

descolonizadora y la irrupción de los pueblos indígenas en la política y lo político. Silvia

Rivera, formula la necesidad de revisar en profundidad lo acontecido en los años setenta,

cuando se reorganiza la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de

Bolivia, bajo la égida del movimiento katarista, decretando un masivo bloqueo de

caminos en noviembre de 197995

, en el que se emulaba el cerco de Tupac Katari y la

posibilidad de influir en la reconfiguración de las relaciones de poder, asumiendo que

“... las estructuras y relaciones de la sociedad dominante han penetrado en las otras

sociedades o pueblos y culturas” (Tapia, 2008:63). Lo que buscaba el indianismo era

consolidar la revolución india, revolución que se alejaba de la noción de lucha de clases

y que llamaba la atención respecto a que las relaciones de dominación estaban

constituidas básicamente a partir de un componente racial, dado que los indios era la

mayor parte de la población boliviana, por esto se constituía como

“[…] el discurso y el proyecto político indio de transformación de las

condiciones de opresión y explotación vigente sobre la mayoría india del

país por parte de las élites blancas y mestizas. Afirma el papel protagónico

de los indios en la historia boliviana y su capacidad para luchar por sus

propias reivindicaciones y bajo su propio programa, liderazgos y

organizaciones. Cuestiona los mecanismos racistas que perpetúan la

exclusión de la población india y legitiman por esa vía su explotación

sistemática”. (Escárzaga, 2012:191).

A su vez este planteamiento confronta abiertamente cualquier rasgo euro-céntrico de la

intelectualidad, inclusive el marxismo, que omita las propias proyecciones de los indios

del país. En este marco, uno de los documentos más importantes se publica en 1970 es el

Manifiesto Indio de Bolivia que plantea expresamente:

95

Rivera Cusicanqui, Silvia. Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos

descolonizadores - 1a ed. - Buenos Aires: Tinta Limón. 2010. Pag 12.

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El Manifiesto del Partido Indio de Bolivia (PIB) no tiene por qué sujetarse a un

modelo, regla o lógica formal e intelectual de los partidos políticos del cholaje

boliviano-mestizo de Bolivia y de Indoamérica. No es un manifiesto de una clase

social. Es un manifiesto de una raza, de un pueblo, de una nación; de una cultura

oprimida y silenciada. No se puede establecer un parangón ni con el Manifiesto

Comunista de Marx. Porque el genial “moro” no se enfrentó al Occidente. Enfrentó la

clase proletaria con la clase burguesa, y propuso, como solución de la lucha de clases,

dentro de la “civilización occidental”96

, occdidental intangida la Revolución

comunista” (Pacheco, 1992:35).

A pesar de que el katarismo sedimenta la actual propuesta descolonizadora y tiene

influencia en lo político y la política, en la década de los años 70 no modificó

sustancialmente la situación de la población indígena, salvo como espacio de resistencia

al orden del Estado-nación moderno, dado que en el proceso de subalternización de las y

los indígenas en Bolivia no se los reconocía como sujetos políticos. La política

entendida en términos institucionales se asumía como un espacio restringido a la lógica

hegemónica y “racional” del Estado, por esto las luchas de las mujeres indígenas se

adscribieron a los proyectos políticos autónomos del movimiento étnico, las mujeres se

habían movilizado junto a sus compañeros desde los años 70, también en torno a la

lucha contra la herencia del colonialismo y la colonialidad presente reproducida en la

sociedad y el sistema político. Es partir de la crítica a estos, que las mujeres indígenas

bajo la ideología indianista re-significada, y en el caso del MAS-IPSP transformada en

la tendencia indigenista, logran generar procesos disruptivos en el campo político.

2.2.2.3 La Federación de Mujeres indígenas, campesinas originarias

Bartolina Sisa.

Reitero la necesidad de comprender el devenir de la descolonización del género y la

despatriarcalización, analizando los orígenes de las organizaciones de mujeres indígenas

y campesinas. Como se menciona y evidencia en el movimiento katarista un componente

96

Negrillas mías.

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ineludible en estos es la relevancia de la opresión colonial y lo que esto significa para las

mujeres indígenas, como lo plantea su actual Secretaria General:

“[…] sabemos la historia cómo es antes, en años pasados, tiempos y temas

que está pasando. Por ejemplo, el sistema del colonialismo republicano, del

neoliberalismo…Así gestiones o por años que pasan, 500 años que ha

estado o sometido o colonizado, este país y todo el continente

Latinoamericano ahora. Es ABYA YALA, antes decíamos, pero ahora ya es

diferente también. Viendo todo eso ha sido una lucha por hacernos

conocer, como mujer aymara o hermano aymara o quechua, guaraní, ha

sido muy difícil porque la forma de vivir de nosotros es diferente, la parte

política, económica, social, cultural; en lo político como elegir a los

autoridades de la comunidad…” (Felipa Huanca LLupanqui, entrevista

realizada en mayo de 2012).

En este marco el precedente del movimiento katarista en sus distintas versiones da pie a

que se geste internamente un movimiento de mujeres. Es en 1980 cuando se crea una

organización específicamente de mujeres indígenas la Federación Nacional de Mujeres

Bartolina Sisa que constituye el “lado femenino” de la Confederación Sindical Única de

Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Inicialmente se conforma en la

CSUTCB una cartera de vinculación femenina, pero posteriormente al estar restringida

la participación de las mujeres en la dirección nacional, se establece un comité ad hoc

ante “la necesidad (de poder) con la participación activa de la mujer en todos los planos

de la vida político- sindical” (García Linera, 2004:504). Este se asume como forma de

“reeditarla visión de autoridad andina” aunque existe diferencias que deben tomarse en

cuenta entre las estructura dual del chacha-warmi dado que “la visión originaria

contempla una dualidad complementaria entre hombre y mujer. En este caso el

sindicalismo, a partir de la efervescencia de la mujer en sus niveles de organización

urbanos, absorbe estos niveles de organización a espacios rurales para concluir en la

fundación de esta Federación, que con ese rango se incluye en la estructura orgánica”

(Pacheco, 1992: 296). Es decir que existen varios factores, por un lado la “necesidad” de

establecer en la estructura un ente de mayor articulación entre las mujeres originarias y

campesinas, pero por otro lado se trata de una forma de extrapolación de esta

cosmovisión dual más que de la creación en sí de una organización propiamente

femenina.

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La Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia (que actualmente cuenta con

la jerarquía de Confederación) “se posesiona el 10 de enero de 1980, “…dirigentas como

Lucila Mejía de Morales, Irma García, Isabel Juaniquina e Isabel Ortega, fueron la base

fundamental, una de ellas, Lucila Mejia de Morales fue electa como la nueva

ejecutiva…” (www.bartolinasisa.org). La FNMBS nace como una organización

representativa de las mujeres campesinas e indígenas de la región andina y algunas

zonas del trópico de Bolivia, fundada como organización “hermana” de la

Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), a

nivel nacional, departamental, regional y de centrales de comunidades campesinas.

Adopta el nombre de Bartolina Sisa, esto en el marco de la fuerza simbólica que en la

memoria larga tenía esta mujer indígena que había luchado en contra la opresión

colonial española. La creación de esta entidad ya contenía en sí la proyección

anticolonial pero en sus marcos lineamientos de lucha anticapitalista, en contra de los

partidos que participaban en el sistema electoral y la noción de “recuperar la identidad

cultural para asumir el poder político basado en la verdadera democracia de nuestras

naciones originarias”97

La fundación de “las bartolinas” no fue un proceso sin tensiones, se generaron disputas

internas dado que existían posiciones diversas en cuanto a discutir la existencia de una

entidad autónoma de mujeres dentro de la organización social. Parafraseando a García

linera, las tres posiciones en síntesis eran a) Que participen en las negociaciones con el

gobierno sin posibilidad de decidir b) Que desparezca (que era una propuesta de los

compañeros hombres de la CSUTCB) argumentando la división de la “familia” c) Tener

independencia sindical y coordinar directamente con la organización más grande en

Bolivia la Central Obrera Boliviana (COB) (2004:505). Las tensiones existentes dentro

de los propios movimientos sociales, en cuanto a la necesidad de esta facción autónoma

de mujeres no se resolvieron del todo, pero sí ha existido un proceso de permanencia y

fortalecimiento creciente del mismo. La actual Confederación tiene un carácter orgánico

propio, aunque participa de forma coordinada con la CSUTCB en negociaciones de

97

Inciso e) de la Comisión Política de la Resolución del IV Congreso Ordinario de la FNMCB –BS.

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interés común. Ambas conformaron el Pacto de Unidad, junto a otros movimientos

sociales y fueron protagonistas de las movilizaciones durante el proceso constituyente.

Hacemos un énfasis más significativo en este movimientos social, dado que las mujeres

de la investigación pertenecen, en todos los casos a la misma, salvo la primera Ministra

del gabinete de Evo Morales Casimira Rodriguez, es en este sentido que lo mencionado

es también parte de la memoria larga y corta que forma parte de su re-significación

identitaria, especialmente por la relación que tienen con el movimiento indianista y

posteriormente con el indigenista del actual gobierno de Bolivia. En ambas propuestas

(indianista e indigenista) se plantea la descolonización, más en el primer caso se apuesta

por la revolución india y la indigenista, que actualmente está presente en el gobierno es

la propuesta de descolonización en y desde el Estado.

2.3 Proceso de descolonización del género en el Estado

Desde que se inicia el denominado proceso constituyente, a partir de la irrupción

de la denominada guerra del agua en el año 2000, realizada en contra de la privatización

de este recurso98

se amplificaron las formas de intervención y participación de los

movimientos sociales indígenas que fueron el precedente de una nueva configuración en

su participación en el Estado, dado que este proceso implica una ruptura histórica

que busca el cambio absoluto del sistema estatal a través de la realización de una

Asamblea Constituyente. La denominada “guerra del agua” del año 2000 aglutinó a

otros sindicatos de carácter más urbano, como los fabriles, y a otras organizaciones

como las de los regantes, la Federación Nacional de Mujeres Indígenas y Originarias

“Bartolina Sisa”, el Movimiento Sin Tierra, gremialistas y vecinos y vecinas de los

sectores periurbanos de la ciudad de Cochabamba” (Chávez, Uriona y Mokrani, 2010:

85).

Entre el año 2000 y el año 2003 fueron incrementándose las movilizaciones sociales

indígenas y campesinas99

, la característica de sus acciones fue su paulatina

98

Se buscaba la expulsión de la empresa Bechtel, una de las principales accionistas de la empresa

concesionaria Aguas del Tunari (Romero, 2006:56)

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122

constitución como sujeto colectivo, aunque dicha constitución debe comprenderse en

la “memoria larga” desde las luchas de los pueblos indígenas durante la Colonia.

En enero de 2002 se levanta el sector cocalero100

en defensa de la hoja de coca, ya que el

gobierno había determinado restricciones para la comercialización de la misma101

, en

mayo del mismo año, desde Santa Cruz rumbo a la ciudad de La Paz, sale la cuarta

marcha indígena campesina de tierras bajas encabezada por la Coordinadora de Pueblos

Étnicos de Santa Cruz (CPESC) es integrada por varias otras organizaciones rurales,

demandando restringir la consideración de la ley de necesidad de reforma constitucional

al reconocimiento de la Asamblea Constituyente, y que su integración no se encuentre

mediada forzosamente por los partidos políticos . Esta marcha se uniría en el Altiplano a

otra, encabezada por la Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo

(CONAMAQ) y motivada por la misma demanda. (Romero, 2006:58) Esta fue la

primera movilización indígena directamente orientada a conseguir la convocatoria de la

Asamblea Constituyente (Ticona, 2007:126) parte central de la llamada “Agenda de

octubre.”102

o “Agenda de los Movimientos Sociales”, “en que las demandas de

“Nacionalización de la producción de hidrocarburos” y la realización de una

“Asamblea Constituyente” marcaban y resumían el carácter del proyecto popular

que allí emergía y se configuraba. (Chávez, Uriona y Mokrani, 2010: 74).

Dicha agenda emerge en el año 2003, año de inflexión para el proceso. En este las

mujeres indígenas y de sectores populares en las ciudades, tanto en el llamado “febrero

negro” y en octubre con la “guerra del Gas” son parte de todas las movilizaciones

sociales que van desarrollándose e incrementando en l medida que más sectores se

suman. Ambos meses (febrero y octubre) “están signados por el desarrollo del discurso

indígena de denuncia que alude a “las dos Bolivias”, la indígena y la blanca, lanzado

públicamente desde el año 2000 por Felipe Quispe –secretario ejecutivo de la Central

100

Denominativo que se utiliza para los agricultores de la hoja de coca, Evo Morales Ayma era

considerado “cocalero” entendido en estos términos. 101

Los conflictos terminan con la expulsión del (entonces) diputado Evo Morales sin más trámite

ni causal del recinto parlamentario y con el retroceso del gobierno respecto a las medidas contra la coca

(Romero, 2006:57) 102

Esta agenda abordaba la nacionalización de los hidrocarburos cumplida el 1 de mayo de 2006 (aunque

se discute la validez del alcance de la misma), la convocatoria a la Asamblea Constituyente y el juicio de

responsabilidades contra el ex presidente de la República Gonzalo Sánchez de Lozada.

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123

Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) en ese momento”.

(Chávez, Uriona y Mokrani, 2010: 76). Tanto en febrero por la medida del llamado

“impuestazo” desarrollada durante el Gobierno de Sánchez de Lozada, y en octubre por

la decisión gubernamental de exportar el gas por Chile, se desata un proceso que va

cristalizándose en la instalación de un nuevo discurso en la sociedad boliviana, dado que

si bien la fuerza movilizatoria residía en los movimientos sociales indígenas y

campesinos, se logra una articulación con sectores populares y medios de los centros

urbanos, respondida violentamente con el saldo de muertos y heridos. Esta vez la

articulación de las movilizaciones buscaba cambios trascendentales en el sistema

político, ya no se trataba de demandar la realización de reformas, sino que a través de

esta lucha actualizaba la lucha de los pueblos indígenas en contra del sistema neoliberal

y de los procesos de colonialidad en contra del Estado-nación tal como estaba

establecido en Bolivia. A este periodo crítico le sigue la huida de Sánchez de Lozada,

una conflictiva sucesión presidencial103

, y finalmente la convocatoria a elecciones en el

año 2005.

En las elecciones realizadas en 2005, el MAS-IPSP – (Movimiento al Socialismo -

Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos), participa de las elecciones en el

marco de las normas establecidas en el sistema electoral; es decir como partido político.

Para ello, establece entre los puntos centrales de su “programa” la descolonización. En

este no se plantean una serie de reformas a modo de programa de gobierno tradicional,

sino que inicia la cristalización no sólo de las demandas centrales de todo el proceso

constituyente – sino también de lo que denominan “la lucha histórica de 500 años” de

los pueblos indígenas y en relación al proyecto de descolonización se señala:

103

Inicialmente Carlos D. Mesa Gisbert quien después de varias renuncias dado el creciente alejamiento de

los partidos tradicionales aún presentes en el parlamente y de los movimientos sociales, posteriormente se

despliegan acciones colectivas para evitar que Hormando Vaca Diez y Mario Cossío, presidentes de la

cámara de senadores y diputados respectivamente, ambos miembros del MIR, ocupen estos espacios. Si

bien la lucha fue en contra del mantenimiento del sistema político permitir dichas sucesiones

determinarían la prolongación del mismo. Por normas constitucionales finalmente, después de las dos

renuncias asume el cargo el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodriguez Veltzé quien

convoca a las elecciones que se realizan el 18 de diciembre de 2005.

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124

“Se proponen acciones integrales que revaloricen la identidad cultural en el marco de

la cosmovisión de igualdad entre hombres y mujeres chacha-warmi104

/cuimbaycuña,

orientadas a la descolonización social y cultural reconociendo las diferencias” (PG

MAS-IPSP, 2005:164)

El gobierno de Evo Morales, por tanto deviene de esta historicidad compleja, desde la

memoria larga y corta. Tomando en cuenta que la facción más radical del movimiento

katarista, en esta coyuntura y con los precedentes señalados desde fines de los años 60,

estaba representada por el MIP (Movimiento Indígena Pachakuti) liderado por Felipe

Quispe “El Mallko”105

. Si bien parte de la corriente katarista está presente en el proyecto

político del MAS, este tiene debilitado el horizonte político inicialmente planteado dado

que la mirada “indianista”, que sí asume el MIP, estableciendo una posibilidad mucho

más profunda de reordenamiento estatal y de descolonización de la sociedad con un

horizonte indígena y la reconstrucción del Kollasuyo. El proyecto indianista “desde y

para los indios” se basa en la corriente que recupera el discurso elaborado por los

propios indígenas y el MAS-IPSP llega a ser una corriente indigenista que, a pesar de su

articulación con ciertos movimientos sociales que conforman el llamado Pacto de

Unidad, tiene un corte más moderado. Es en este sentido que este precedente de distintas

formas de proyectar la lucha, siendo el indianismo el de más larga data, esboza las

tensiones y contradicciones posteriores que emergen dentro del propio MAS-IPSP,

especialmente respecto a la relación del Estado conciertos sectores de los movimientos

sociales que conforman el Pacto de Unidad y otros sectores indígenas que quedan al

margen, dado que si bien ambos tienen espacios en común, cuentan con diferencias

significativas respecto a quienes serían los protagonistas del bloque histórico.

104

Estas palabras aymaras en su traducción al español significan Hombre-mujer. 105

El dirigente campesino aymara Felipe Quispe (1942) se formó en el sindicalismo katarista y en las ideas

indianistas de Reinaga, al contrario de éste, su perfil es más organizador y dirigente que intelectual. Fue

cofundador del Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK) en 1989, una organización armada integrada por

mestizos e indios; fue encarcelado durante cinco años (1992-1997) por su participación en él y más

adelante fue elegido como secretario ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores

Campesinos de Bolivia (CSUTCB), cargo que ocupó entre 1998 y 2006, y desde cual condujo la

movilización aymara en el altiplano de Bolivia entre 2000 y 2005. En ambas iniciativas asume la herencia

indianista de Reinaga e intenta traducirla en una estrategia radical de la lucha india, en un katarismo

revolucionario. (Escárzaga, 2012:186)

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125

Haciendo una comparación entre Felipe Quispe y Evo Morales es posible afirmar que

“ambos personajes representan a las multitudes indias que no tienen la capacidad

oratoria en castellano o en aymara, ni acceso a la cultura letrada, ni un papel protagónico

en la historia como ellos tuvieron. Las representan en un doble sentido: como

encarnación de una identidad que rechaza la inferiorización que les ha sido impuesta y

como voceros de sus aspiraciones”. (Escarzaga,2012:187), pero en el marco de las

diferencias se encuentra el efectivo protagonismo indígena más allá de ciertos escaños

ocupados en los órganos estatales, dado que si bien reivindicación en el segundo

proyecto existe mayor laxitud en relación a la mirada indianista, dada la presencia de un

núcleo mestizo-blancoide – que es una crítica enarbolada por diversos intelectuales

indígenas- esto a la vez materializa la plurinacionalidad y la posibilidad de una mayor

capacidad de interpelación estatal que, especialmente en el primer período de gobierno,

se extiende a clases medias, profesionales e intelectuales. En síntesis, cabe diferenciar

las dos corrientes: la indianista, más radicalizada en cuanto al “pensamiento indio” y la

indigenista que flexibiliza sus posiciones en cuanto aceptar acuerdos con sectores no

indígenas que apoyan el proceso y proyecto político del MAS-IPSP.

En este contexto, si bien a partir del año 2006, se incrementa la participación de mujeres

en general y de mujeres indígenas en específico, el carácter diferenciador con gobiernos

previos es que ocupan cargos jerárquicos en los tres órganos del Estado: Ejecutivo,

como ministras de Estado; Legislativo, diputadas y senadoras y Judicial, como juezas, a

partir de un proyecto político propio. Estos cambios también son acompañados de un

giro en relación a la concepción tradicional del género, entendido solamente como

paridad, equidad, equiparación de cuotas, dado que se enmarca en la visibilización de la

situación de colonialidad estatal “como la forma en la que hoy se presenta el

colonialismo, en los ámbitos del saber, poder y del ser”. (Mamani Huallco y Chivi,

2010:21), que también formó parte de la colonialidad del género por lo que se propone

descolonizarlo. Si bien aumenta la presencia de mujeres indígenas en términos

cuantitativos, esta presencia no implica una designación que opera bajo la lógica de

incremento de cuotas o acompañamiento de los escaños principales de hombres mestizos

o blancoides, sino que estas mujeres forman parte de los procesos de elección interna de

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126

los movimientos sociales que conforman el Pacto de Unidad de donde emergen y se

proyectan liderazgos que van visibilizándose dentro de dichos movimientos.

Si bien esta participación de las mujeres es acompañada del posterior inicio del discurso

de la despatriarcalización como parte del de descolonización, el punto central de todo

este proceso es la realización de la Asamblea Constituyente que, además de formar parte

de la llamada “agenda de octubre”, establece una serie de cambios en la estructura

estatal de las que deviene el horizonte descolonizador del mismo y la proyección de la

descolonización del género.

2.3.1 Las mujeres indígenas y el proceso constituyente

La Asamblea Constituyente106

, cuyo proceso dura de 2006 a 2009 (desde la ley de

convocatoria a su aprobación oficial), implica un espacio de debate y construcción

colectiva no sólo en el mismo periodo oficial establecido para su duración, sino también

porque previamente a su realización generó que, desde la sociedad civil, se realizaran y

enviaran distintas propuestas, algunas promovidas desde los espacios de la política

institucional y otras a partir de los propios movimientos sociales, en muchos casos

apoyados por los Organismos no Gubernamentales. Tuvo amplia presencia de mujeres

indígenas y no indígenas, estuvo presidida por una mujer quechua Silvia lazarte,

dirigente campesina, lo que implicó en términos simbólicos un hito de ruptura en las

relaciones de colonialidad del ser, el poder y el saber.

La Federación de Mujeres Bartolina Sisa se adhirió junto a otros movimientos sociales a

la propuesta presentada por el Pacto de Unidad107

; por otro lado, la Federación de “las

106

Se sanciona una Ley Especial de Convocatoria de la Asamblea Constituyente en marzo de 2006. Se

realiza un proceso de elección de asambleístas vía votación popular el 2 de julio de 2006.Constituida por

255 asambleístas, es declarada originaria y aprobada en elecciones vía referéndum 25 de enero de 2009,

junto a un artículo vinculado al latifundio. (61.43% de aprobación).

107El Pacto de Unidad presentó dos propuestas, una de carácter preliminar con aclaraciones conceptuales y

otra definitiva: La primera, como documento aclaratorio, el 5 de agosto del año 2006, donde se plantea

textualmente que “A partir de la aprobación y promulgación de la Ley Especial de Convocatoria a la

Asamblea Constituyente, en el mes de marzo de 2006, comenzamos de manera intensa un proceso de

convergencia entre las organizaciones campesinas, indígenas, originarias y de colonizadores para construir

de manera colectiva una sola propuesta de consenso. Con este fin, desde el mes de abril, hemos realizado

una serie de encuentros nacionales, en Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, que culmina en una gran

Asamblea Nacional, en la ciudad de Sucre, celebrada entre el 3 y 5 de agosto del presente año”.107

La

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127

bartolinas” con sede en Cochabamba, presenta a su vez otra propuesta, que tenía la

especificidad de plantear derechos para las mujeres. Una de las propuestas de mayor

participación de agrupaciones de mujeres indígenas y mestizas fue el “Movimiento de

Mujeres presentes en la Historia” estuvo constituido por más de 25.000 mujeres en todo

el país, que aportaron en la construcción de una propuesta común desde las mujeres para

el nuevo texto constitucional. Las mujeres trabajaron en cada una de las 21 comisiones

de la Asamblea Constituyente en las etapas deliberativas, informes y en la construcción

del nuevo texto que ha incorporado la mayoría de sus demandas y sus propuestas”

(Salguero, 2011: 17).

Cabe notar que en este punto el debate en torno a la descolonización del género y a la

despatriarcalización no se había gestado, sino que surge posteriormente a la aprobación

de la nueva constitución política boliviana. Quien plantea la idea inicialmente es Julieta

Paredes, miembro del movimiento feminista “Mujeres Creando”, quien señaló en esa

etapa la necesidad de despatriarcalizar el Estado. A esta noción se le dio posteriormente

un contenido distinto al que ella formulaba, respecto al núcleo andino del chacha-

warmi; en síntesis la propuesta de Paredes implica repensar los fundamentos

esencialistas del chacha-warmi reconociendo el patriarcado andino y desnaturalizando la

idea de lo masculino y lo femenino, reconceptualizándolo y planteando a la mujer como

principio de alteridad y esta dualidad a partir de una complementariedad horizontal sin

jerarquías, asumiendo que la comunidad es “punto de partida y de llegada para su

transformación” (Paredes, 2010: 31). Se debe tomar en cuenta que la cercanía del

feminismo comunitario con el proceso sociopolítico que atravesó Bolivia durante el

inicio del gobierno de Evo Morales, surge desde su activa participación en las

movilizaciones sociales desde la guerra del agua, la realización de un piquete de huelga

de hambre durante la guerra del gas el 2003 y también, en parte, por una escisión previa

en el movimiento de “Mujeres Creando” el año 2002. Las diferencias políticas internas

segunda propuesta el 23 de mayo de 2007, que fue la definitiva, se trabajó en base al planteamiento inicial

y da cuenta de una posición convergente donde se establece que “Después de un largo debate donde se

reafirma la Unidad y el compromiso en tan importante momento histórico”. Las organizaciones que

firman en ambos documentos son: CSUTCB, CONAMAQ, CSCB, CNM – BS, MST, CIDOB,

Movimiento afroboliviano.

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128

sustentaron por un lado, un movimiento feminista más autónomo a la cabeza de María

Galindo y por otro, la idea de una construcción colectiva del feminismo que llama

comunitario a la cabeza de Julieta Paredes108

, este último planteándose la posibilidad de

construir un feminismo no racista con otras mujeres a través de Asambleas feministas.

Se trata de un feminismo “autodeterminado y enriquecido desde la memoria larga que se

concibe como un movimiento social insertado en un proyecto político nacional”

(Monasterios, 2006: 23). Si bien desde el gobierno posteriormente se asume la idea de

despatriarcalizar y descolonizar el género, el sentido del primero se inscribe en clave

étnica andina, más que en el cuestionamiento de los elementos patriarcales presentes

desde la memoria larga, pero a pesar de estas diferencias en torno a la noción de

dualidad y complementariedad andina se problematiza la propuesta del feminismo

comunitario en las reflexiones en algunos documentos oficiales.109

La Asamblea Constituyente incluye diversas demandas de los movimientos sociales

indígenas y de los movimientos de mujeres que llevaron adelante propuestas específicas

que lograron ser incorporadas en el nuevo texto constitucional. Muchas de ellas tenían

relación con la noción de paridad en los distintos espacios de los órganos del Estado,

pero sobre todo delineaban una agenda de leyes a aprobarse y modificarse en términos

de la coherencia con el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia en el período post -

constituyente.

Esta etapa posterior a la Asamblea, se trata de un proceso en el que emergen distintas

tensiones de actores que van abordando lo que es o debería ser la descolonización; se

interpelan las contradicciones y tensiones de las prácticas políticas del gobierno del

MAS-IPSP, sobre todo en su segundo periodo de gobierno. Uno de los principales

puntos de conflicto en este proceso retoma enfáticamente la matriz cultural andina en

torno a la que se plantea asumir posiciones respecto a esta “visibilizando a las mujeres

que fueron invisibilizadas por el orden patriarcal” (Salguero,2011:31). Con esta

perspectiva, se han llevado adelante los siguientes cambios normativos, institucionales,

108

Mujer feminista declarada lesbiana y aymara. Pertenecía al Movimiento Mujeres Creando, pero por una

separación del mismo es parte de la llamada “Asamblea Feminista”. 109

Que señalaré posteriormente en el punto “La nueva institucionalidad estatal”.

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129

de políticas públicas y de reflexión teórica respecto a la descolonización del género y la

despatriarcalización, como se evidencia a continuación.

2.3.1.1 Cambios normativos

El Estado boliviano, a partir de la promulgación de la nueva constitución política, se

nombra y reconoce como Estado Plurinacional; en el marco de la politización de las 36

culturas indígenas existentes (de las cuales las mayores están conformadas por quechuas,

aymaras y guaraníes), a las que les otorga el carácter político de nación. Dadas las

diferencias en sus matrices culturales, reconoce y recupera sus formas plurales

organizativas, jurídicas y culturales.

Esto se evidencia en el Artículo 1, donde se establece “Bolivia se constituye en un

Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente,

soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se

funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y

lingüístico, dentro del proceso integrador del país”.

En lo referente a los principios culturales indígenas que se recuperan a nivel estatal, el

Artículo 8 determina: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de

la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso

ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida

buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. Principios que

son parte de las culturas indígenas e implican un carácter holístico de la forma de vivir y

la cosmovisión de las mismas, por lo que también se relacionan a las concepciones que

tienen de género, que no es llamado como tal, pero establece formas de relación,

culturalmente determinadas, entre hombres y mujeres que se rigen por la lógica de

dualidad complementaria.

En el marco del reconocimiento de los derechos políticos en el Artículo 26 se indica:

“Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la

formación, ejercicio y control del poder político, directamente o por medio de sus

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representantes, y de manera individual o colectiva. La participación será equitativa y

en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.110

En la CPE se hace una distinción en la fuerza del mandato respecto a la participación

equitativa entre hombres y mujeres, dado que en el caso del órgano legislativo se

manifiesta expresamente que se garantizará la igualdad entre ambos y; en el caso del

órgano ejecutivo sólo se hace una mención que distingue a Ministras y Ministros, sin

establecer ninguna obligación que indique que debe constituirse un número igual de los

mismos, distinción que se realiza de igual forma en el caso del órgano judicial.

En este sentido, cabe notar que el planteamiento de descolonización del género, a partir

de la propuesta chacha-warmi como tal, fue propuesto después de la promulgación de la

CPE, dado que, como se evidencia en el texto constitucional, aún se mantiene la lógica

paritaria que es parte de las reivindicaciones del feminismo de la igualdad. Las

modificaciones de dichas concepciones van estableciéndose a partir del año 2009,

iniciándose con los cambios de diseño institucional.

En lo que se refiere al órgano legislativo en el Artículo 147 en su punto I se establece:

“En la elección de asambleístas se garantizará la igual participación de hombres y

mujeres”

En relación al nombramiento de los miembros del gabinete, como parte del órgano

Ejecutivo se establece en el Artículo 165. I. El Órgano Ejecutivo está compuesto por la

Presidenta o el Presidente del Estado, la Vicepresidenta o el Vicepresidente del Estado,

y las Ministras y los Ministros de Estado.

En el poder judicial se especifica en el Artículo 182 que ”I. Las Magistradas y

Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia serán elegidas y elegidos mediante

sufragio universal”.

Además de retomar estos mandatos vinculados a la equidad de género, la legislación

boliviana fue respondiendo paulatinamente a los lineamientos constitucionales, que si

bien relevan principios, valores formas organizativas del territorio y de justicia

110

Las partes en negrillas son las partes que destaco para enfatizar aspectos que considero relevantes.

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indígenas, empiezan a problematizar un punto que se plantea en el gobierno de Evo

Morales: los retos de asumir la plurinacionalidad, ya que las diferencias en Bolivia no

sólo implican el reconocimiento de la diversidad cultural, sino también la permanencia

de las relaciones de dominación y discriminación, cuyas expresiones de superioridad e

inferioridad estaban claramente naturalizadas en la subalternidad de las mujeres

indígenas. Por ello, un punto central que destaco en relación al problema de

investigación es la promulgación de la Ley 45 de octubre de 2010, elaborada en el

periodo post constituyente. Se trata de una ley contra el racismo y toda forma de

discriminación, que constituye una respuesta al señalado proceso histórico de

subordinación a los pueblos indígenas, a la discriminación histórica y el poder colonial

que se estableció en el sentido común de la sociedad boliviana. En esta ley se “entiende

por ´discriminación racial´ a toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada

en motivos de raza o por el color, ascendencia u origen nacional o étnico que tenga por

objeto o por resultado anular o menoscabar, directa o indirectamente el reconocimiento,

goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades

fundamentales reconocidos en la Constitución Política del Estado y las normas

internacionales de Derechos Humanos, en las esferas política, económica, social,

cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública y/o privada”. Por otro lado hace

énfasis en distintos tipos de discriminación entre las que señala la discriminación racial y

la misoginia.

Esta ley es parte sustancial de los cambios que tienen como punto central el mandato

descolonizador que se plantea a nivel constitucional.

2.3.1.1.1 El mandato constitucional de descolonizar el Estado

Considero que el punto central de la nueva CPE, que posibilita la formulación de la

propuesta despatriarcalizadora, es la manifestación expresa de desmontar las relaciones

de colonialidad. La CPE establece entre los principios, valores y fines del Estado:

“Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin

discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades

plurinacionales” y en el marco del sistema de gobierno: “La República de Bolivia

adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y

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comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”. Esto implica

que la descolonización se plantea como el fundamento del proyecto político, dado que

Bolivia se reconoce como un país “colonial, colonizante y colonizado” (Cárdenas, 2010:

25) cuyas estructuras coloniales deben ser transformadas desde la propia

institucionalidad estatal, para poder dar gradualmente el paso de un Estado colonial a un

Estado Plurinacional propiamente tal, más allá de la sola denominación.

2.3.1.2 La nueva institucionalidad estatal: descolonizando el Estado

Como manifiesta el Viceministro de Descolonización en ejercicio, Félix Cárdenas:

“Para que se pueda trabajar la descolonización del Estado desde el Estado

como punto de partida, hay que descolonizar todo, porque toda la

institucionalidad, Ministerios, Gobernaciones y otros son absolutamente

coloniales en su estructuración y comportamiento. Entonces descolonización

es la tarea de las tareas, porque se puede hacer caminos e industrias desde

la derecha o desde la izquierda, lo que nunca han aprendido los países es

asumir que sus estados son coloniales, esa es la primera tarea:

descolonizar” (Entrevista realizada en agosto de 2012).

En función a lo mencionado previamente y tomando en cuenta que la crítica desarrollada

a la herencia colonial del Estado-nación occidental y moderno contaba con una

determinada estructura institucional, que sostenía y legitimaba las relaciones de

dominación, se adoptaron medidas de “rediseño institucional” que re-articulan el órgano

ejecutivo. En relación al proceso de descolonización del género se crearon dos entidades

concretas:

Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, en reemplazo al anterior

Ministerio de Asuntos de Género y Generacionales, asumiendo que el género no

es un tema estanco sino parte de este proceso planteado. Se crea como parte del

Ministerio de Justicia y sus competencias atribuidas son: formular, dirigir y

concertar, políticas, normas, planes, programas y proyectos que promuevan la

igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, de niños, niñas,

adolescentes, juventud, personas adultas mayores y personas con discapacidad.

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133

La creación del Viceministerio de Descolonización111

que cuenta con la “Unidad

de Despatriarcalización”112

, cuyo objetivo estratégico es: “complementar los

procesos de descolonización iniciados por el Estado Plurinacional”, y cuyos

objetivos específicos son: “a) la visibilización de las relaciones sociales de

dominio que responden al orden patriarcal, b) la desestabilización y puesta en

crisis de esos ordenes de dominio patriarcal, y; c) la transformación de esas

relaciones sociales de dominio, para constituir una sociedad justa y armoniosa”.

(Mamani Huallco, 2011: 11). Como visión se plantea: “Visibilizar, desestabilizar

y transformar las relaciones de dominio social de carácter patriarcal del Estado,

sociedad y economía”.

Dados los retos que se plantean desde la nueva institucionalidad estatal, la gestión

burocrática y los procesos de planificación muchas veces no logran una articulación

constante que pueda llevar adelante de forma coordinada los mandatos de la

constitución. En este caso, no existen marcos de coordinación entre ambas entidades, e

inclusive se presentan tensiones en cuanto a las formas de asumir lo que es descolonizar

el género. El Viceministerio de Igualdad de Oportunidades sigue la línea de “la

igualdad” establecida previamente en el Viceministerio de Asuntos de Género y

Generacionales, operando según la noción de defensa de derechos y participación

política de las mujeres, con especial énfasis en la diferencia generacional y la

discriminación étnica. Esto a pesar de que en su Plan de Acción de 2009 (que

analizamos en el siguiente punto) se posiciona teóricamente a partir de la formulación

del feminismo comunitario propuesto por Julieta Paredes, quien como mencionamos

anteriormente buscaba establecer un proceso de construcción colectiva del feminismo

con mujeres de base vinculándose al denominado “proceso de cambio” que es la forma

en que autodesignaron los miembros del MAS-IPSP al momento sociopolítico durante

su gobierno. Paredes resalta que con esta proximidad a las entidades estatales “se ha

hecho la propuesta de una nueva forma de entender la planificación de políticas

públicas, […] haciendo una revolución de la planificación social y criticando las formas

111

Creado por Decreto Supremo N° 29894 de 7 de febrero de 2009, Estructura Organizativa del Órgano

Ejecutivo 112

Nace por Resolución Ministerial Nº 130/2010 de 4 de agosto de 2010

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134

de planificación social hacia las mujeres” (Cambio, 2013), esto teniendo como referente

el feminismo hegemónico boliviano y la planificación unidireccional vinculada a los

lineamientos provistos por las teorías de género y desarrollo en el país. A pesar de que

recuperan el binomio chacha-warmi resignificándolo, esto no logra aproximar las

medidas y políticas públicas adoptadas con las de la otra entidad que tiene el mandato de

iniciar el proceso de despatriarcalización y descolonización del género desde el Estado;

el Viceministerio de Descolonización.

El Viceministerio de Descolonización por su parte, a través de su Unidad de

Despatriarcalización establece un “horizonte indio” para poder re significar a partir de

esta noción una perspectiva no colonizante de la concepción de género adoptada desde el

Estado. En palabras del actual Viceministro, en relación a algunas de estas tensiones

señala:

“Ellos tienen la mirada legal, nosotros tenemos la mirada histórica de la

lucha de las mujeres y el horizonte histórico de esa misma lucha. Entonces,

eso de igualdad de oportunidades se crea en un momento de comienzo de

este gobierno, donde las miradas conservadoras aún tenían su peso. Pienso

que ahora estamos pasando de ese conservadurismo a escenarios mucho

más propositivos de real construcción del estado plurinacional. Vamos a

seguir teniendo esas tensiones, es parte del proceso, hay tensiones entre

Ministerios es parte del proceso, con organizaciones es parte del proceso.

Lo importante es que se discuta” (Félix Cárdenas, entrevista realizada en

agosto de 2012).

Ambas entidades se crearon posteriormente a la aprobación de la Constitución Política

del Estado en febrero de 2009113

, con un Decreto destinado a la re-organización del

Órgano Ejecutivo, mas esta medida no viabilizó que las entidades de dicho órgano

trabajen políticas públicas de forma conjunta. Al menos en esta primera etapa, la

atención se centra en la elaboración de planes que se desprendan y respondan a esta

nueva estructura estatal y sus mandatos, pero que en el tema específico de la

descolonización del género realizan un trabajo sectorial sin unirse para la planificación

de políticas públicas.

113

Por Decreto Supremo N° 29894 del 7 de febrero de 2009

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135

2.3.1.3 Políticas públicas

Los procesos de discusión que acompañaron las políticas públicas van desarrollando sus

bases conceptuales a partir de numerosos espacios de discusión que se realizan dentro y

fuera de la institucionalidad estatal. El punto central de debate y cambio gira en torno a

re-pensar qué es progreso y/o desarrollo, porque las concepciones en torno a estos

conceptos que orientaron las políticas públicas diseñadas en gobiernos anteriores al del

MAS-IPSP, durante el período de la democracia pactada, se rigieron por las miradas

tecnócratas o las llamadas “recetas de desarrollo” sin problematizar la especificidad del

tipo de Estado existente en Bolivia. Por lo que el Estado Plurinacional de Bolivia, a

través de la aprobación de la nueva constitución, no sólo permite el reconocimiento legal

del abigarramiento de la sociedad boliviana, sino que también asume el “vivir bien”

como un enfoque alternativo que se constituye como el paraguas de las reflexiones en

torno a qué es desarrollo, en directa relación con el núcleo chacha-warmi. Ambos

planteamientos responden a la lógica de complementariedad e integralidad de las

cosmovisiones indígenas, con énfasis en las culturas andinas y el vínculo existente entre

hombres y mujeres y la Pachamama o Madre Tierra, dado que según la cosmovisión

andina en la Tierra, dadora de vida, habitan todos los seres que tienen una parte

femenina con su complemento masculino.

“…El Vivir Bien refleja una visión de país basada en la recuperación de la

identidad cultural, de la preexistencia a la Colonia de naciones y pueblos

indígenas, y de conocimientos y saberes ancestrales […] Además, este

concepto representa el establecimiento de una unidad dual entre la

parcialidad occidental y la parcialidad indígena, entre sistemas

multicivilizatorios complementarios. […] Ese valor del Vivir Bien,

expresado en los idiomas propios de tierras altas y bajas, refleja una

filosofía que pregona: suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida

armoniosa), teko kavi (vida nueva), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan

(camino a la vida noble). Todo ello significa: mirar el pasado, vivir el

presente para proyectar al futuro como sueño de vida plena, siguiendo el

camino (thakhi o ñan), en un sendero del reencuentro, del pachakuti (volver

a la tierra). Asimismo, los valores liberales expresados en el texto

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136

constitucional se articulan con los valores propios de la identidad

boliviana, desde su origen precolonial.” (VEPB, 2010:195).114

La expresión suma qamaña dependería, según Yampara, de su entorno y su contorno del

ecosistema y la ecología profunda (Yampara, 2004). Según el planteamiento de

Yampara, se trata de una armonía que nace de la dualidad complementaria, la armonía

en comunidad con la naturaleza y todos los seres vivos, centrada en el eje de la

articulación conjunta que implica la comunidad, el jiwasa (nosotros).Se trata entonces de

este vínculo de dos y más, la pareja y la comunidad, estos con el entorno que también

conforman pares; unos y otros se deben respeto y pertenencia y deben establecer una

convivencia armónica, esto es imprescindible; supera las nociones materiales, evoca una

mirada de lo espiritual y lo trascendente.

El vivir bien es, además, una propuesta de reivindicación política e identitaria, cuyas

implicaciones prácticas involucran temas diversos como las relaciones entre lo femenino

y lo masculino, entre hombres y mujeres. Estos principios fueron retomados como parte

del discurso oficial el Estado, permeando de esta forma las propuestas de los

documentos oficiales, tal como se expresa la actual Directora de la Unidad de

Despatriarcalización “el colonialismo junto al capitalismo, se trazó toda una cadena de

dominación. En este ejercicio de poder, de explotación y de dominio, las mujeres y la

Madre Tierra están en el último eslabón […] para establecer el Vivir Bien es necesario el

equilibrio entre mujeres y hombres, y la Madre Tierra, nuestra Pachamama...” (Vega,

2012:1).

En coherencia con estos nuevos lineamientos y formas de comprender el giro que

establece la noción de plurinacionalidad, el Plan Nacional de Desarrollo 2005-2010

señala:

114

El vivir bien ha tenido varias definiciones, todas buscando ser la más próxima a las cosmovisiones

indígenas, pero el ser parte de un texto constitucional de precedentes claramente occidentales y

subsumirse a formas de normar basadas en las lógicas del derecho occidental, hacen que si bien existe una

reflexión cosmogónica, enriquecida en textos de reflexión académica y política, esta no se despoje del todo de valores liberales y se dificulte en la práctica los intentos de materializarla sin que se trate

solamente de un cambio de núcleo de pensamiento sin formas distintas de “hacer”. Lo que sí se rescata es

insertar en las reflexiones y lógicas dominantes de desarrollo la búsqueda de armonía que no implica

acumulación o excedente de riqueza, sino más bien contar con lo necesario para vivir dignamente sin

carencias y/o excesos, sin dañar el entorno ni la Madre Tierra.

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137

“La nueva propuesta de desarrollo se basa en la concepción del Vivir Bien,

propia de las culturas originarias e indígenas de Bolivia. A partir de los

elementos comunitarios enraizados en pueblos indígenas, comunidades

agrarias, nómadas y urbanas de las tierras bajas y altas, el Vivir Bien

postula una visión cosmocéntrica que supera los contenidos etnocéntricos

tradicionales del desarrollo. El Vivir Bien expresa el encuentro entre

pueblos y comunidades, respeta la diversidad e identidad cultural. Significa

“Vivir Bien entre nosotros”, es una convivencia comunitaria con

interculturalidad y sin asimetrías de poder, “no se puede Vivir Bien si los

demás viven mal”.

Respecto a la búsqueda de transformación de las relaciones de colonialidad establecidas

enfatiza en la necesidad de retomar el enfoque comunitario, asumiendo la presencia de

diversas naciones en el país:

“El cambio del patrón de desarrollo se inicia con la conformación de la

matriz productiva nacional; el desmontaje del colonialismo neoliberal; la

descolonización del Estado y la construcción de la nueva identidad

boliviana, basada en la institucionalidad multinacional con enfoque

comunitario” (MPD, 2007: 1). Estableciendo que “En lo político la

descolonización implica aceptar las prácticas políticas de poblaciones

sometidas y excluidas…” (MPD, 2007: 20).

Este último punto que señala la aceptación de distintos tipos de prácticas políticas de los

indígenas u otros sectores subalternizados, puede ser interpretado a partir de la

perspectiva de tolerancia cultural, y es que si bien la constitución incorpora principios y

valores de los pueblos indígenas, existen también en ella resabios del enfoque del

multiculturalismo liberal, siendo por tanto necesario reconocer que también en la

constitución política existen valores y principios liberales. Esta tensión atraviesa todos

los documentos que van despojándose de los elementos de una estructura previa e

intentando conformar otra en coherencia con la plurinacionalidad del Estado boliviano.

En la misma línea de desarrollo de los mandatos de la constitución, en el Viceministerio

de Igualdad de Oportunidades se elabora el Plan Nacional para la Igualdad de

Oportunidades "Mujeres Construyendo la Nueva Bolivia para Vivir Bien"115

en el que

115 Aprobado por Decreto Supremo N° 29850

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138

expresamente se plantea recuperar el concepto de género, descolonizándolo, establece

que

“es imprescindible descolonizar y recuperar el enfoque feminista de género,

quitándole su carga de enfoque homogéneo, para desmontar el patriarcado

que está a la base de la sociedad y es más antiguo que la colonización y el

neoliberalismo. Es un enfoque que plantea acabar con la socialización

de las mujeres en género femenino y la socialización de los hombres

en género masculino, para formar personas más humanizadas, mujeres

y hombres libres, desprovistas y desprovistos de los estigmas del género,

para vivir bien”(MJ y VGAG, 2008: 12).116

Es así como se relaciona el vivir bien con la propuesta de la despatriarcalización. El

desarrollo de los debates en Bolivia continúa, a pesar de que las publicaciones oficiales,

en planes u otro tipo de documentos tiene definiciones vinculadas a ambos, no las

consideran definitivas, sino en construcción. Se trata de conceptos en disputa y diálogo,

que han modificado el sentido común dentro del Estado y de parte de la academia

vinculada a estos temas, proveyendo hilos conductores que orientan los discursos y

prácticas políticas.

Una de las más claras posiciones de la entidad a cargo, el Viceministerio de

Descolonización, es el expreso alejamiento con el análisis de género y los feminismos en

todas sus expresiones. Este es un elemento a destacar, dado que el feminismo

descolonial como alternativa teórica, ha sido adoptada especialmente por las

intelectuales no indígenas que no pertenecen a la institucionalidad estatal, es decir que

no se plantea como tal en la postura oficial del gobierno boliviano, mas es la propuesta

116

Esta idea de “liberarse de los estigmas de género” no es un planteamiento del feminismo de la igualdad,

sino más bien del feminismo de la diferencia. La idea de no tener género y/o llevar el debate más allá de la

determinación binaria femenino/masculino, al igual que la discusión sobre la noción de la imposición

heterosexual, ha sido ampliamente discutida en la misma (Destaca en ello la influencia de Butler, 1990 y

1997). Cabe notar que en las reflexiones gubernamentales existen ideas a veces contradictorias, en

términos de la discusión teórica, que adopta elementos del feminismo de la igualdad, la diferencia y los

aportes del feminismo descolonial. Estos planteamientos aparentemente contradictorios responden a los

procesos de temporalidad y fluctuaciones que fueron teniendo todas las discusiones dentro del gobierno.

Dado que se plantea no sólo un hacer distinto, sino modificar los núcleos hegemónicos de pensamiento,

pero durante el proceso también se retoman categorías y definiciones que consideran pueden aportar a las

aproximaciones de la despatriarcalización y la descolonización del género. Se trata de un proceso de construcción que recoge miradas diversas y se retroalimenta constantemente, he ahí los cambios

constantes.

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139

que asumo coherente desde los feminismos para poder abordar el problema de

investigación.

Si bien esto puede asumirse como una contradicción inicial, se explica en que el

desarrollo teórico que se ha ido construyendo en el Estado boliviano tiene su base en la

resistencia a los feminismos hegemónicos que se adoptaron en el país. La propuesta de

descolonización del género y despatriarcalización busca un posicionamiento político que

coadyuve a la descolonización del Estado y los vestigios patriarcales de este, más que

constituirse como una propuesta que pretenda insertarse en los debates teóricos de los

distintos tipos de feminismo abordados, más aún cuando estos, previamente a esta

coyuntura reciente estuvieron ausentes o disminuidos en cuanto a su abordaje en el

campo académico boliviano.

Después de haber analizado cómo se manifiesta el feminismo descolonial a través de la

propuesta de despatriarcalización en los debates que constituyen discursos “oficiales”

del Estado, se puede afirmar que a nivel teórico las versiones más adoptadas e

incorporadas son dos: la del feminismo comunitario planteado por Julieta Paredes,

incluida en distintas publicaciones del Ministerio de Culturas y el Plan de Igualdad de

Oportunidades del VIO y la de despatriarcalización a partir de la dualidad andina

chacha-warmi, desde la perspectiva del “horizonte indio”.

2.3.1.4 Reflexión teórica

Si bien esta área responde a los antecedentes teóricos del problema, se incluyen en este

punto, dado que han sido parte del proceso socio-histórico en el que se repiensan los

sedimentos que sustentarán las otras áreas de cambio ya mencionadas.

Como ya señalé, el proceso post constituyente gatilló al mismo tiempo prácticas

políticas, el desafío de la elaboración de políticas públicas y el desarrollo normativo,

áreas que deberían ser coherentes con la nueva ley de leyes. El Plan Nacional de

Desarrollo (PND) como primer documento marco señalaba expresamente que su marco

teórico “se sustenta en la convicción de que las limitaciones y frustraciones del

desarrollo del país son producto de un sistema de dominación étnica, cultural y política,

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140

impregnado de racismo y enraizado en las diversas formas del colonialismo”. (GOB-DS

29272, 2010: 15). La discusión teórica durante la elaboración del PND y la de otros

documentos centrales para el accionar político, generó a su vez que en distintos espacios

del Estado boliviano se vayan llevando adelante iniciativas, debates y diálogos para

replicar en las entidades respectivas de cada uno de los órganos estatales un desarrollo

conceptual coherente que permita orientar y coadyuvar las medidas del proceso que

desemboque en la supresión paulatina de estas formas de dominación y colonialismo.

En el caso del Viceministerio de Descolonización, los debates iniciales residen en la

propuesta de despatriarcalizar el Estado, las familias, la sociedad y la religión. Se realiza

el énfasis especialmente en la religión, la cual se identifica como la principal fuente de

las relaciones de colonialidad como indica Cárdenas:

“Lo fundante del racismo y del patriarcado para nosotros es la iglesia, de

ahí se desprende todo lo demás. Entonces vemos seriamente el papel de la

iglesia en la historia y en la actualidad. La iglesia nos ha enseñado que el

hombre es superior a la mujer. Por eso hasta ahora la iglesia en su

jerarquía, tiene puros hombres desde el Obispo, desde el papa, obispos y

curas, son los únicos que celebran matrimonios y las mujeres son

accesorios a la iglesia, aún siendo monjas. El escenario del patriarcado es

la iglesia, nosotros sólo reproducimos eso. Por lo tanto, no se trata de

matar curas, de hacer caer iglesias. Se trata de recupera identidad desde

nuestra espiritualidad, por eso nace esto de celebrar nuestros matrimonios

con nuestras propias formas, desde nuestra identidad, con nuestro

sacerdotes que sean hombre y mujer” (Félix Cárdenas, entrevista realizada

en agosto de 2012).

Idea que refuerza Esperanza Huanca, que fue la primera Directora de la Unidad de

Despatriarcalización:

“…la Madre Tierra es mi mamá, es nuestra mamá porque de ella vivimos.

Ella nos da de comer, ella nos cobija. ¿Qué sería de nosotros si no

tuviéramos esta Madre Tierra? A veces me hago preguntas tal vez muy

capciosas, y digo: Gracias a nuestra Madre Tierra, cómo nos ha ido

adormeciendo la religión, cómo con esas palabras nos dice cuando

alguien te da un lapo117

en la mejilla da la otra mejilla más. Cuando nos

dicen que los pobres aquí tenemos que sufrir, eso es nuestro destino: de

sufrir. Pero cuando vamos a morir con la ilusión de ir al paraíso y

cuando preguntamos y decimos ¿qué de los ricos? No te estoy hablando de

117

En el lenguaje coloquial boliviano, se dice lapo al golpe recibido en la mejilla.

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los ricos de nuestro país, sino de otros países ¿no ve?, ellos que han hecho

la construcción de eso del primer mundo, segundo mundo y tercer mundo y

cuando preguntamos ¿qué? De ellos no hay que preocuparse, ellos tienen

que disfrutar en esta vida, pero cuando van a morir ellos no van a ir al

lado de Dios, van a ir a arder en el infierno, entonces imagínate cuando tú

piensas, te pones a analizar cómo nos han adormecido la mente”

(Esperanza Huanca, junio de 2012).

Retomando estas discusiones, entre otras, en los documentos oficiales que se desarrollan

en dicha Unidad no existe una definición única ni de descolonización del género, ni de

despatriarcalización, sino más bien se presentan varias ideas y diálogos internos en torno

a dichas propuestas. Partiendo de la forma de exposición en que se presentan los

documentos señalados, se evidencia que se trata de un proceso en construcción. Una de

las definiciones que rescato y adopta el Viceministerio de Descolonización, entiende el

patriarcado como:

[…] un sistema de dominio masculinizado que, de la familia se extiende al

poder, el saber y el ser […] es por tanto, un producto social que ha sido

reforzado por el colonialismo, la división social y sexual del trabajo y

principalmente por el capitalismo […]. El poder patriarcal no se limita a la

opresión hacia las mujeres, sino también hacia otros sujetos sometidos al

poder. Tal es el caso de las niñas, niños, la juventud, los pueblos indígenas

originarios que son minoritarios o diferentes al grupo dominante […]

oprime a los hombres, quienes son interpelados constantemente a través de

los estereotipos sexistas (Ministerio de Culturas y Viceministerio de

Descolonización, 2012: s/p).

La propuesta de la despatriarcalización y la forma de entender lo que implica el

patriarcado en el Estado boliviano, surge en respuesta a los activismos feministas

occidentales desarrollados fuera del mismo y las reivindicaciones de “igualdad de

género” que se propusieron dentro de este en anteriores gobiernos. El centro de la

reflexión teórica va vinculada a la producción de pensamiento “propio”; entendiendo

como “propio” el que recupera las formas y cosmovisiones de sujetos concretos

pertenecientes al bloque histórico indígena, por lo que

“…las resistencias mencionadas y la reversión del orden jerárquico de las

relaciones de producción de conocimiento están vinculadas a la fundación misma

de la Unidad de Despatriarcalización, resultado de las reflexiones de ex

constituyentes indígenas: Marcela Choque Barrionuevo, Esperanza Rosario

Huanca Mendoza, Elisa Vega Sillo, Dora Arteaga Alanoca y Félix Cárdenas

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(Mamani Huallco y Chivi, 2010: 9). Dos de ellas ocuparon la jefatura de dicha

Unidad, primero, Esperanza Huanca (quechua) y posteriormente, Elisa Vega

(kallawaya). Ambas instauran con su presencia, la posibilidad de pensar la

despatriarcalización desde sus propias experiencias de lucha en el campo político.

De ahí, que planteen la construcción de una matriz de pensamiento que surja de

las propias sujetas políticas de este periodo; sin embargo, esto no implica la

eliminación inmediata de las relaciones de dominación (Diaz, 2013: 82)”.

Su postura se inserta en la contraposición que formulan entre las nociones del mundo

occidental y el mundo indígena, enfatizando lo andino (aymara y quechua). Es a partir

de esta contraposición que se van tejiendo jerarquías y nociones de verdad en relación a

las lógicas coloniales que definen lo que es ciencia, religión, arte, etc. (Cárdenas, 2010)

y entre estas nociones el Estado también asume corrientes específicas respecto a lo que

es el género y las demandas y/o reivindicaciones de género, según la especificidad

boliviana señalada en el anterior capítulo. Básicamente se asume que, por un lado, los

feminismos occidentales parten de una perspectiva individualista y por otro la

despatriarcalización parte de la lógica de paridad y el enfoque comunitario de la

dualidad chacha-warmi que es el centro articulador de las relaciones sociales (Diaz,

2006: 83).

En Bolivia, la matriz cultural que predomina en el mundo andino se vincula al carácter

relacional de las lógicas de género según las culturas aymaras y quechuas, y estas (por

ser las dos grandes mayorías poblacionales indígenas del país y las de mayor trayectoria

de lucha en lo político) han sido adoptadas como la base de las propuestas estatales.

Dichas culturas asumen que “la relación mutua entre dos seres hace que éstos al ser

opuestos se complementen constituyendo una unidad, por ello este concepto se opone a

la racionalidad occidental de la exclusión e individualidad, lo contrario de la unión es la

individualidad, lo contrario de la unión de los seres “incompletos” que se unen para

conformar un todo completo, donde la reciprocidad permite la interrelación entre el

hombre y la naturaleza, y entre el hombre, la comunidad y los seres sobrenaturales que

los protegen, entre el dar, recibir y compartir.” (Villarroel, 2004:57). A continuación

desarrollo con mayor profundidad el sentido de dicha dualidad complementaria.

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2.3.1.4.1 La paridad a partir del chacha-warmi

La lógica de la dualidad, muchas veces entendida como equidad de cuotas, tiene un

sedimento, al menos discursivo, arraigado en el núcleo dual de la pareja andina , que

constituida establece el inicio del thaki (camino), entendido como una metáfora para

referirse a un proceso de crecimiento de responsabilidades comunales. Por ello, «la

autoridad y demás cargos comunales son concebidos como un “servicio” y cubren roles

muy específicos, tanto en el ámbito político comunal, como en el ceremonial-religioso»

(Ticona, Rojas, Albó, 1995: 80-83). Es un proceso que comienza cuando se forma la

pareja o chacha-warmi y continúa con el cumplimiento de distintas responsabilidades

que la comunidad va asignando a lo largo de su vida (Calle, Colque, Plata, 2003: 96).

El origen de la palabra qamaña está inscrito en el proceso del acto ceremonial de la

jaqicha, que es la consagración de la pareja en la celebración matrimonial. Tiene que ver

con la institucionalización de la familia andina, jaqi qamaña (Yampara, 2004: 84).Pero

esta institucionalización siendo el núcleo central que consolida la pertenencia y

participación de las mujeres y hombres de la comunidad en esta, tiene salvedades que

deben mencionarse para poder comprender la relación que se establece en la comunidad

a partir de la de la relevancia de estar en pareja, solo o sola.

“La mujer sola (Jani munata tawaqu)5o sola con hijos, se aprecia como un

«ser incompleto», es castigada de forma implícita, también por las mujeres,

debido a que, al haber transgredido el principio de dualidad, deberá cumplir

roles que hubiera realizado su pareja varón por la desjerarquización de sus

tareas, a pesar de que ella las cumpla. Esta desjerarquización no se

relaciona con el «ser menos» sino más bien con el «no ser». No ser jaqi, no

pertenecer, no tener tierra, hogar propio, ni posibilidades fáciles de ser

autoridad a pesar de que cuente con la formación o educación para ejercer

cargos, debido a que estos factores no se superponen a las costumbres

comunales de la rotación de autoridades; no es igualmente valorada que la

mujer casada, desarrolla una autoexclusión por haber roto un principio

fundamental de pertenencia y de participación. Existe un estricto control

social sobre las formas de ejercer los roles y respetar de forma estricta las

lógicas vigentes, tal como se hace con los recursos”. (Diaz, 2010:15).

Aunque esta forma de asumir la soledad o la soltería tiene variantes en las comunidades,

dado que en algunas se hace más laxa la sanción implícita y en otras se integra más a

dichas mujeres, es necesario dar cuenta de existen estas diferencias también con ciertos

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sectores campesino urbano-populares en los que esto no es determinante para la

participación o no de las mujeres en las organizaciones sociales. Podríamos afirmar que

en las comunidades andinas la soltería no es sólo una condición, sino una condicionante

que se vincula a lo político en cuanto al valor comunitario que se le otorga a las mujeres

que son autoridades y tienen pareja, mas a pesar de ello con el tiempo, especialmente es

las organizaciones sindicales, se presentan mujeres solteras que desempeñan cargos de

autoridad en las mismas y no son minusvaloradas por sus compañeros.

La matriz andina se transforma, mas no desaparece, inserta en procesos y prácticas

políticas, va adquiriendo distintos matices y hasta contradicciones, que pueden

evidenciarse en las prácticas gubernamentales actuales del gobierno boliviano.

2.3.1.5 Prácticas políticas

En el caso del órgano ejecutivo del Estado boliviano se van tejiendo las prácticas

políticas, en el marco del proceso de descolonización en general y de descolonización

del género en específico, primordialmente, a partir de las lógicas de la matriz cultural

andina, el planteamiento de la despatriarcalización se sustenta en el binomio chacha-

warmi (hombre-mujer) que responde a la lógica de complementariedad.

Habiendo señalado estos matices, diferencio tres espacios para poder entender la

dualidad chacha-warmi: la organización comunitaria propiamente tal; que responde a la

forma en que se establecen roles y responsabilidades comunitarias, su relación con la

tierra, los seres vivos, las deidades y la organización del territorio; las organizaciones

sociales que, como en el caso de la CSUTCB y CNMIOC-BS, son un correlato de esta

dualidad en cuanto a la paridad de una organización masculina y femenina que se

complementan o en caso de otras organizaciones se manifiesta con la existencia una

cartera femenina; y finalmente el Estado Plurinacional de Bolivia que durante el

Gobierno de Evo Morales asume los elementos de complementariedad entre hombres y

mujeres de la cosmovisión andina a través del nombramiento paritario de Ministras y

Ministros de Estado.

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145

En la conformación del primer gabinete del presidente Evo Morales, se nombró una

mujer indígena quechua, Casimira Rodríguez, que era Secretaria Ejecutiva de la

Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar (FENATRAHOB) como Ministra de

Justicia. Ella posteriormente fue reemplazada por otra mujer indígena quechua, Celima

Torrico. En este período también se integra a Julia Ramos Sánchez como Ministra de

Desarrollo Rural y Tierras. En el segundo mandato establece un nombramiento

equitativo118

de diez hombres y diez mujeres en el Gabinete Ministerial, de las cuales

tres fueron indígenas, Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural: Antonia

Rodríguez; Ministra de Justicia: Nilda Copa Condori y Nemesia Achacollo, Ministra de

Desarrollo Rural y tierras, quien actualmente119

es la única mujer indígena en el

Gabinete.

En el marco de las prácticas políticas se han generado espacios de reflexión para poder

construir qué es descolonización en general, descolonización del género y

despatriarcalización. Llevando adelante: “debates a nivel nacional e internacional sobre

la despatriarcalización desde una visión indígena, un encuentro nacional de mujeres

profundizando el Estado Plurinacional para vivir bien, conversatorios internacionales

con mujeres indígenas, dos Encuentros de Descolonización y un Encuentro de

Despatriarcalización, al igual que gestionado compromisos de las autoridades para crear

la institucionalidad de Descolonización y Despatriarcalización en los gobiernos

departamentales” (MC/VD – IPAS, 2012). Esto en torno a un ejercicio contante de

reflexión, discusión y construcción colectiva del sentido de la despatriarcalización y la

descolonización del género, que no solamente busca establecer una línea de acción

transversal en la estructura estatal, sino que se elabora acompañada de las

contradicciones y tensiones internas existentes entre las propias mujeres que conforman

el gobierno boliviano, las cuales en muchos casos responden también a cuán “orgánicas”

o no son. A continuación aclaro este punto.

118

En su discurso el Presidente boliviano manifestó que esto correspondía a "chacha-warmi

(complementariedad hombre-mujer en aymara), fifty-fifty (50 y 50 en inglés) o como dicen los mestizos

igualdad de género", 119

Hasta el momento de concluir la investigación en agosto de 2013 permanecía en el cargo.

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146

2.3.1.5.1 Mujeres orgánicas e invitadas

Si bien, dado el carácter de la historia reciente boliviana y el proceso en construcción

que ha tenido diversas tensiones y contradicciones no sólo por el hecho de la llegada de

un presidente indígena, sino por la misma constitución interna del MAS-IPSP, las

mayores críticas en cuanto a sus prácticas políticas responden a la conformación de un

movimiento en el que las clases medias, profesionales e intelectuales insertas en el

proyecto político no son precisamente parte del bloque histórico indígena, mas tienen

gran influencia y hasta son parte del círculo más cercano en la toma de decisiones del

presidente Evo Morales, por lo que muchas veces resulta disonante su incidencia bajo

los preceptos de la corriente más indianista inserta dentro del gobierno boliviano. Una de

las formas en que se divide a los miembros del proyecto político del MAS-IPSP se basa

en su carácter de participante o no de las organizaciones sociales “indígena, originaria o

campesina”, requisito que de acuerdo a la fuerza del vínculo existente y el activismo

desarrollado dentro del Pacto de Unidad que agrupa a los más grandes movimientos

sociales, otorgaría mayor o menor legitimidad al cargo ocupado; por tanto quien no es

parte de los mismos, sería un o una simpatizante adscrita al proyecto y aceptada en el

mismo. En este sentido están los y las denominadas “orgánicas” y por otro lado los y las

“invitadas”, como indica Martha Cabezas:

“Las parlamentarias “orgánicas” serían propuestas por las bases sociales

organizadas del MAS tras haber sobresalido en una trayectoria ascendente

de liderazgo en organizaciones subalternas. El apelativo “invitadas” remite

a un proceso de nombramiento diferente, por invitación directa de Evo

Morales a propuesta de su círculo íntimo de influencia. Se trata de mujeres

con titulación académica y una experiencia profesional vista como útil para

complementar los bajos niveles educativos y la escasa experiencia en la

gestión del Estado de las y los parlamentarios orgánicos […] Lo que

distingue de forma más radical a estos dos subgrupos de parlamentarias del

MAS es su extracción social: la categoría “invitadas” remite a mujeres de

clase media de matriz cultural más bien occidental, mientras que las

“orgánicas”, lo sean en mayor o menor grado, son mujeres de extracción

social subalterna y con vínculos fuertes con el mundo indígena-campesino.

Esta es, en última instancia, la diferencia más sustantiva entre orgánicas e

invitadas”. (Cabezas, 2008: 242)

Esta conformación interna nos ayuda a comprender las tensiones iniciales de miradas

que se fueron presentando, dado que entre las mujeres no indígenas existen distintas

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147

corrientes de pensamiento. Si bien la investigación se centra en las mujeres indígenas,

señalaré algunos casos emblemáticos del conflicto que dan cuenta de la dificultad de

encontrar puntos de conexión en un “sujeto mujeres” dentro del gobierno que haga eco

de la propuesta despatriarcalizadora en las instancias estatales.

Algunas de las mujeres no indígenas que llegaron a ocupar espacios visibles o se

posicionaron en el campo político a nivel público y mediático responden a otras

reivindicaciones del proyecto en sí, mas no precisamente a un discurso vinculado ni al

género ni al feminismo, pocos son los casos en los que estas mujeres tienen una

trayectoria previa en ello, uno de los casos es el de Elizabeth Salguero, ex Ministra de

Culturas que ejerció el cargo de febrero de 2011 a enero de 2012.

En el segundo mandato de Evo Morales han existido disputas internas con ciertos

liderazgos importantes como el caso de la ex Ministra de Defensa, Cecilia Chacón,

mujer no indígena, de formación abogada y politóloga que fue la primera mujer

nombrada en el cargo en el país, a la cabeza de una entidad tradicionalmente masculina,

responsabilizánose de las fuerzas armadas cuyo carácter es eminentemente jerárquico y

constituido primordialmente por hombres. Ella renuncia en la coyuntura de la Octava

Marcha del Tipnis que parte del departamento del Beni en agosto de 2011, se la

categoriza de forma inmediata como detractora del gobierno. La razón de su renuncia es

que dicha movilización fue respondida, bajo la orden de una autoridad no identificada

aún, por una fuerte represión policial120

el 25 de septiembre del mismo año en la región

de Chaparina.

Nemesia Achacollo, mujer quechua, actual Ministra de Desarrollo y única mujer

indígena que forma parte del actual gabinete se refirió a la renuncia de Cecilia Chacón

de la siguiente forma:

“Ahorita en el Ministerio en el Gabinete de los 20 que hay, somos 7, pero

hemos llegado a manejarnos el 50% por dos o tres años, pero también

hemos tenido dificultades con algunas compañeras, también ahí allá

120

El 25 de septiembre de 2011 indígenas del TIPNIS fueron reprimidos por las fuerzas policiales en la

región de Chaparina siendo interceptados por la realización de la VIII marcha indígena que se manifestaba

en contra construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. Este fue un hito de quiebre con

el gobierno.

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148

adentro. No sé si fueron por mismas decisiones de ellas, yo no he visto que

el Presidente haya dicho no han rendido y por eso se ha cambiado,

inclusive hemos tenido una renuncia en el Ministerio, y que para mí era un

cargo muy importante porque era Ministra de Defensa, había confiado el

Presidente y era una mujer joven. A la hora de la verdad con todos los

conflictos que siempre pasa, ha tenido que terminar renunciando, veo que el

presidente no lo ha sacado, sino ha terminado renunciando e

inmediatamente sustituye otro compañero varón”. (Entrevista a Nemesia

Achacollo, 2012).

Por otro lado, la presidenta del Senado Rebeca Delgado que en la discusión en torno a la

presentación de una ley a la Asamblea Legislativa Plurinacional y por haber realizado

observaciones a la misma tuvo una respuesta confrontativa de Carlos Romero, Ministro

de Gobierno, cercano asesor del presidente Evo Morales, que descalificó su formación y

capacidad profesional respecto a la suya. Esta situación, ampliamente divulgada en los

medios masivos de comunicación, fue vinculada por la senadora a una manifestación de

machismo dentro de la jerarquía estatal, mas fue rápidamente silenciada y resuelta a

favor del Ministro; es decir si bien la ley se sometió a evaluación por el Tribunal

Constitucional, la discusión pública tendió a favorecer a Romero, en el marco de la

cercanía al presidente. Las respuestas oficiales, dan cuenta que el círculo de confianza en

el gabinete está formado por hombres profesionales, mestizo-blancoides. El presidente

indicó que Romero está entre sus tres mejores Ministros y su respuesta ante el conflicto

fue: “Lamentablemente con la señora Rebeca Delgado ha habido muchos problemas,

eso va a ser evaluado” (Morales, 2013),121

evidenciado no solamente las llamadas en

algún momento “tensiones creativas”122

, sino tensiones internas que desde mi

perspectiva de análisis permiten comprender ciertos límites de la propuesta

despatriarcalizadora y cómo se orientan ciertas prácticas en relación a las mujeres

indígenas y no indígenas o en los términos señalados por Cabezas, estas coinciden con

ser orgánicas o invitadas y a la vez la forma en que se asumen las decisiones orgánicas

por mandato y disciplina partidaria.

121

http://www.la-razon.com/nacional/Vicepresidente-espacio-librepensantes-decisiones-

organicas_0_1758424201.html 122

“empate catastrófico”, esto es de dos proyectos históricos antagónicos de sociedad y Estado, dos

voluntades de poder social y dos bloques de fuerzas de movilización territorializadas. Incluso la victoria

electoral que vence el atávico prejuicio colectivo de que los indios no están capacitados para gobernar

pertenece a este momento de rebelión ascendente de la sociedad. (Linera, 2011: 44).

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149

Esto muestra la relación de tensión entre las posiciones de las mujeres partícipes del

proyecto político, y demuestra también cómo el debate de la descolonización y el vivir

bien pueden tener distintas o hasta antagónicas formas de ser comprendidas o apropiadas

cuando se cristalizan en prácticas de un Estado que se plantea el horizonte

descolonizador y la materialización del mismo en decisiones y acciones políticas

concretas. Estos sucesos recientes, que generan cuestionamientos en cuanto la relaciones

de poder internas en los cargos jerárquicos del Estado Plurinacional de Bolivia, son

posteriores al impulso normativo de la CPE y de las modificaciones que se evidencian

en el órgano legislativo y el ejecutivo, en términos del incremento numérico y la

reversión simbólica que implica la participación de mujeres indígenas. Además

demuestran que se establece una jerarquía implícita basada en la legitimidad de

participación corporativa en las organizaciones sociales que son parte del Pacto de

Unidad, por lo que la reconfiguración identitaria también es influenciada por la forma en

que se relacionan con las mujeres indígenas orgánicas y las mujeres partícipes de la

estructura estatal, independientemente de que las reivindicaciones estén o no vinculadas

a temas que coadyuven en el proceso despatriarcalizador.

2.3.1.5.2 Espacios de encuentro: mujeres hacia la descolonización del género

Además de la actividad desarrollada en la política institucionalizada existen también

instancias de reunión decisión e incidencia que no son precisamente instancias

autónomas de la burocracia estatal, sino más bien se constituyen como espacios de

encuentro para las mujeres –indígenas y no indígenas, orgánicas e invitadas-que se

proyectan a la construcción de un Estado descolonizado y despatriarcalizado.

La Alianza de Organizaciones Sociales de Mujeres por la Revolución Intercultural y la

Unidad que inicia la realización de cumbres de mujeres para discutir, analizar y adoptar

posicionamientos políticos está formada por Confederación Nacional de Mujeres

Campesinas Indígenas y Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” (CNMCIOB-BS),

Confederación Sindical de Mujeres de Comunidades Interculturales de Bolivia

(CSMCIB), Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyo (CONAMAQ),

Organización Matriz de Mujeres “Juana Azurduy De Padilla” (OMMJAP),

Confederación Nacional de Trabajadoras por Cuenta Propia de Bolivia (CONTPCUPB),

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150

Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar de Bolivia (FENATRAHOB),

Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB),

Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (FENCOMIN), Federación

Regional de Cooperativas Mineras Auríferas (FERRECO), Centro Afroboliviano para el

Desarrollo Integral y Comunitario (CADIC), Confederación Nacional de Trabajadores

de Empleo Solidario de Bolivia (CONATESBOL), Coordinadora de Integración de

Organizaciones Económicas Campesinas de Bolivia (CIOECB), Confederación

Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB), Organización de Mujeres

Aymaras del Kollasuyo (OMAK), Federación de Caficultores Exportadores de Bolivia

(FECAFEB), Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (CONAMYPES),

Federación Nacional de Pequeños Deudores o Prestatarios (FENAPDOP), Red de

Mujeres Trabajadoras Sindicales de Bolivia (RMTSB) Movimiento de Economía

Solidaria y Comercio Justo de Bolivia (MESyCJ) y representantes de mujeres de los

Órganos Legislativo, Ejecutivo, Electoral y Judicial123

.

Estas organizaciones sociales, no son específicamente de mujeres, algunas representan el

brazo femenino de sus propias organizaciones matrices en las que participan tanto

hombres como mujeres. La característica de dicha alianza es que no existe una

mediación, al menos explícita de organismos no gubernamentales, aunque es evidente el

liderazgo que asume el movimiento social de “las bartolinas” que son parte del Pacto de

Unidad. Las “dirigentes” de dicha organización han sido quienes convocaron los tres

encuentros que se realizaron.

En dichos encuentros se pueden identificar dos espacios, por una parte, uno dedicado a

analizar las leyes y el proceso de avance de toda la legislación que se desprende de la

Constitución Política del Estado vinculada a los derechos de las mujeres y a los

lineamientos establecidos desde el gobierno en cuanto la descolonización del género; y

por otro lado, uno en el que se debaten las disputas del campo político a nivel nacional o

123

http://www.justicia.gob.bo/index.php/noticias/notas-de-prensa/747-encuentro-nacional-de-mujeres-en-el-estado-plurinacional-para-vivir-bien

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151

internacional con actores locales de la oposición o problemáticas políticas que

consideran relevantes para manifestar su posición.124

A continuación se presenta un cuadro con algunos datos resumidos de dichos

encuentros:

Nombre

de la

Cumbre

Fecha y lugar Temas tratados

Primera

cumbre

mujeres

campesinas

Junio de 2008

en Sucre

- Marcha de inauguración por los hechos del 24 de

mayo de 2008 en Sucre (violencia contra

indígenas)

- Continuidad del proceso de cambio Aprobación

del nuevo texto Constitucional. Estrategias para

erradicar el racismo y la discriminación.

- Trabajo de Comisiones.

- Acto de desagravio a las mujeres y varones

víctimas del racismo y discriminación.125

Segunda

cumbre

social de

mujeres

Mayo de 2009

en Santa Cruz

- Formas de como implementar los Derechos de la

mujer en el marco de la Nueva Constitución

Política del Estado. Control social desde las

mujeres.

- Régimen electoral.

- Autonomías.

- Leyes específicas para las mujeres.126

124 Un ejemplo es el caso de a convalecencia del Presidente Hugo Chávez durante su III Cumbre en julio

de 2011 resolvieron en el punto 3 de los votos resolutivos: “La Cumbre Social de Mujeres, se solidariza

con el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por la delicada situación de salud que atraviesa y rechaza

la arremetida mediática que insinúa su muerte. Concluye la resolución, pidiendo respeto al estado de salud

del presidente Hugo Chávez, expresando el deseo de su pronta recuperación”.

http://www.apcbolivia.org/genero/inf/noticia.aspx?fill=120

125 http://www.coordinadoradelamujer.org.bo/web/index.php/actividades/mostrar/id/11

126 http://www.cidob-bo.org/index.php?option=com_content&view=article&id=262:2da-cumbre-social-

de-mujeres-de-bolivia&catid=82:noticias

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152

Tercera

cumbre

social de

mujeres

Noviembre de

2011 en la

ciudad de

Cochabamba

- Preparación de la II Cumbre Intercontinental de

Mujeres ABYA AYALA

- Control Social de Políticas Públicas a favor de las

mujeres: Construcción de políticas con visión de

igualdad y equidad de género.

- Agenda normativa de las mujeres.

- Análisis de la coyuntura política, social,

económica, desde la mirada de las mujeres.

- Fortalecimiento de la Identidad, Visión y Misión

de la Alianza de las organizaciones de mujeres por

la revolución intercultural y unidad además de

establecer el plan de trabajo de la alianza.

- Madre Tierra, soberanía alimentaria.127

Encuentro

nacional de

mujeres

para vivir

bien

Marzo de 2012

en la ciudad de

La Paz

- Descolonización y despatriarcalización.

- Aporte de las mujeres para el vivir bien

(Económico, Político, Social, Cultural)

- Desafíos de las mujeres en espacios de decisión

para la gestión.

- Articulación política y fortalecimiento de nuevos

liderazgos.

- Avances en la aplicación de la constitución

política del Estado (marco normativo)

- Comunicación alternativa (oral, visual, escrita)

- Eventos Nacionales e internacionales

Es así que en el proyecto político del MAS, los y las sujetas concretas que lo conforman,

deben ser entendidas en su heterogeneidad y como parte de un proceso de más larga

data, como mencionamos, a partir de los elementos de colonialidad y de lucha de la

memoria larga, sus rupturas y permanencias en la memoria corta y la forma en que

distintos actores han sido, no solamente un precedente de la ocupación actual de las

mujeres indígenas en cargos jerárquicos, sino quienes desde sus luchas autónomas

posibilitaron que la posterior llegada de MAS-IPSP sea posible.

Habiendo revisado en este capítulo, los distintos cambios que se fueron gestando dentro

del proyecto político descolonizador del MAS inserto en la política institucionalizada, es

importante tomar en cuenta que la descolonización del género demanda prácticas

127

http://www.acobol.org.bo/acobol/index.php?option=com_content&view=article&id=209:tercera-

cumbre-social-de-mujeres-de-bolivia-prioriza-que-se-apruebe-la-propuesta-de-ley-contra-el-acoso-y-la-

violencia-politica-en-razon-de-genero&catid=54:acopando&Itemid=115

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descolonizadoras, por lo que los elementos de reflexión y acción son relevantes para

entender por una parte, las distintas formas en que se discute y se materializa la

despatriarcalización y la descolonización del género en y desde el gobierno boliviano y

por otra, qué elementos han posibilitado la reconfiguración identitaria de las mujeres

indígenas en cargos jerárquicos, siendo a partir de su memoria que se puede evidenciar

los espacios comunes que existen entre las mujeres indígenas, sus luchas colectivas

como mujeres insertas en las luchas colectivas planteadas por el bloque histórico

indígena.

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154

CAPÍTULO 3: CARACTERIZACIÓN DE LAS MUJERES INDÍGENAS,

ALGUNOS ESPACIOS COMUNES

3. La identidad desubalternizada

Para analizar los resultados de la investigación me baso en elementos propuestos por la

metodología de investigación feminista, dada su búsqueda de visibilización de los

sujetos, otorgamiento de voz, contextualización y reconocimiento del lugar desde donde

se produce el conocimiento.

Como punto de partida cabe recordar dos puntos centrales para el análisis respecto a lo

que implica una identidad desubalternizada. La desubalternización tiene dos vías: la

primera, cuestionar el proceso de objetivación a partir de las valoraciones adscritas a un

etiquetamiento previo cuya carga de prejuicios denotan inferioridad a priori y

sedimentan imaginarios anclados en la idea colonizante de servilismo; y la segunda,

visibilizar la experiencia de subordinación vivida por las propias mujeres indígenas; es

decir las formas en que se subjetiva la misma. Ambas delinean las relaciones posibles

que se establezcan entre las mujeres indígenas con mujeres y hombres indígenas y no

indígenas, al igual que la presencia, modificación y/o permanencia de las relaciones de

opresión.

3.1 Proceso de objetivación: una doble vía

Se debe resaltar como investigadora que, a partir del proceso de objetivación previo que

demarca el carácter de relaciones de poder entre entrevistadora-entrevistada, las mujeres

sujetas del estudio evidenciaron el etiquetamiento que tenían respecto a mí, el mismo

con base en una serie de características que asociaban a mi persona, vinculadas a la idea

de mestizo-blancoide desde la memoria larga. Las mujeres sujetas de la investigación

señalaron elementos de diferenciación que, en un contexto de opresión de mujer a mujer,

pueden influir en la apertura o no que ellas tengan para llevar adelante la entrevista y dar

sus respuestas. Estos elementos eran matizados con un espacio de poder formal ocupado,

por tanto, se trataba de una situación que evidenciaba inicialmente la permanencia de

ciertas desconfianzas, pero permitía a las mujeres entrevistadas afianzarse en un lugar

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155

que les posibilitaba desmontar la objetivación y naturalización de inferioridad que podía

haber sido asumida por ellas mismas. En la relación establecida durante las entrevistas,

la confianza fue paulatina y gradual, logramos “observar” y aproximarnos juntas a los

elementos de objetivación/subjetivación de su identidad a partir de distintos términos,

cada quien en su lenguaje. El proceso de objetivación previa se hizo evidente

especialmente en la entrevista a Esperanza Huanca que fue la primera jefa de la Unidad

de Despatriarcalización en el Viceministerio de Descolonización:

“…yo Esperanza una mujer que viene del campo, tú mujer has tenido la

oportunidad de educarte en la ciudad yo creo que la pelea no es entre tú y

yo […] Por ejemplo para nosotros desde nuestra visión queremos que las

mujeres, quiero que tú aprendas de mí, porque tú también ahoritita con

todo el conocimiento que has aprendido, pero conocimientos foráneos

¿no?128

Has ido a aprender a otros lugares, […] entre las edades ¿no?

Decir por ejemplo a vos, que siempre yo te voy a mirar, eres joven, no

tienes experiencia, yo por lo que soy mayor tengo experiencia, así es que

yo tengo que hegemonizar ¿no? …”129

(Entrevista a Esperanza Huanca)

Los elementos señalados: edad, educación formal e intercambio de saberes en torno a los

conocimientos adquiridos, que se asumen como ajenos o propios, son parte de este

proceso de objetivación cuyos efectos también provienen de la ruptura con las lógicas de

jerarquías establecidas generacionalmente, las relaciones de poder basadas en la

discriminación racial, el proceso de invisibilización de sus conocimientos y las

distancias existentes entre los referentes con los que las mujeres indígenas y no

indígenas cuentan para la legitimación y validez que se otorga a la producción de

conocimiento.

Las relaciones de colonialidad y dominación cuya posición “superior” la ocupaba el

hombre y/o mujer blancoide o mestiza con acceso a la educación y las marcas del

colonialismo interno en torno al saber-poder, son características cuya permanencia debe

asumirse. Reconociendo en el carácter situado de la investigación estos puntos de partida

128

Esta es una forma de expresión que las mujeres indígenas utilizan como afirmación es decir que el ¿no?

implica una aseveración posible de cuestionamiento. Esta forma de expresión se identificará a los largo del

capítulo. 129

Esto lo planteaba como supuesto, refiriéndose a que no sería correcto plantear que la diferencia

generacional sea un argumento para la dominación.

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156

también forman parte de la sedimentación colonial de relaciones de subalternización

existente entre las mujeres.

Tomando en cuenta los puntos señalados, realicé entrevistasen profundidad y a partir de

ellas un análisis de la memoria de los resultados de las mismas, esto en concordancia

con la metodología cualitativa y en el marco de la metodología feminista. Se logró un

acercamiento y una confianza que permitió tener acceso a cada una de las participantes

de la investigación, moviéndose “emociones y afectos” (Ríos, 2008: 188), que emergen

especialmente de las formas de colonialidad vividas, los procesos de descolonización y

desubalternización en las mismas, dado que la situación de identidades colonizadas y

subalternizadas involucra también emociones.

3.2 El acceso de las mujeres indígenas a cargos de autoridad: un contexto de

conflicto social.

Cabe resaltar que el hecho de la llegada y el acceso de dichas mujeres a cargos

jerárquicos, está marcado por las condiciones propias del mismo, esto implica que tienen

una ocupada agenda de actividad legislativa, ejecutiva o liderando los movimientos

sociales del IPSP. Por tanto, si bien per sé estos sitios tienen una impronta que el poder

gubernamental dota, establecen también una reversión en las relaciones de poder con

otros grupos de hombres y mujeres, cuando estas mujeres van tomando decisiones y

fijando límites de acceso a sus espacios. Los tiempos de las entrevistas se adaptaron a las

agendas de las autoridades, en muchos de los casos fueron desarrolladas en los

despachos correspondientes de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Con todo resulta llamativo que dichas mujeres, a pesar del cargo que ocupan me

permitieron, en la mayoría de los casos, acceder tanto a sus espacios laborales como a su

vida personal o íntima. Existe un tránsito en sus relatos entre la explicación de cómo

llegaron estos “cargos formales oficiales”, la vivencia en sus respectivos movimientos u

organizaciones sociales y cargos ocupados en los gobiernos locales o a nivel nacional, al

igual que elementos de su historia familiar. Cuando explican o recuerdan el carácter de

las relaciones con mujeres (“no indígenas”) y hombres (indígenas y “no indígenas”) que

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se experimentan o se han modificado, están combinadas en todos los casos con sus

propias emociones y vivencias vinculadas a la subordinación y discriminación.

Por tanto, en lo que respecta al afecto y emociones involucradas, el proceso de la

investigación daba cuenta de cómo algunas figuras que lograron tener repercusión

mediática y ser asumidas en el sentido común como las ”mujeres fuertes” del MAS-

IPSP por su papel en las movilizaciones sociales y los discursos establecidos en sus

respuesta a los medios masivos, llegaron a resquebrajar la voz e inclusive derramar

lágrimas en sus relatos manteniendo siempre firme el tono del mismo, no deteniendo por

ello lo que iban desarrollando, resignificando lo que implicaría entender fortaleza.

El nivel de confianza logrado fue muy importante, dado que posibilitó transitar entre lo

colectivo lo individual, la política y lo político, su memoria larga y corta y poder así

identificar la conformación del encadenamiento de relaciones de dominación que operan

en la subalternización y colonialidad, delimitando la reconfiguración identitaria de las

mujeres que son sujetas del estudio.

Es importante evidenciar que todas las mujeres entrevistadas son aymaras y quechuas, y

si bien este fue un criterio de selección considerado, dado que ambas corresponden a la

cultura andina y los planteamientos de la descolonización del género propuestos en el

gobierno boliviano, tienen como núcleo la lógica que corresponde a estas nacionalidades

(como se las denomina a partir de denominarse Estado Plurinacional otorgándole un

carácter político y no sólo cultural). Se debe resaltar que ambas son las que tienen mayor

presencia en los cargos jerárquicos ocupados en el Estado; específicamente en el caso de

las ministras, todas las mujeres indígenas que ocuparon estos espacios de autoridad son

de nacionalidad quechua, con excepción de una viceministra aymara, ninguna autoridad

pertenece a una nacionalidad distinta, esto asumiendo que en Bolivia existen 36 pueblos

indígenas. En el caso de senadoras y diputadas sólo una mujer indígena de Tierras Bajas

(la zona oriental del país) es diputada y pertenece a la nacionalidad ayorea (ocupando un

cargo de suplencia) en los otros casos, los escaños son ocupados por mujeres indígenas

aymaras y quechuas.

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158

Esto debe llamar la atención, dado que si bien la investigación se centra en el análisis de

las mujeres indígenas pertenecientes a tierras altas, específicamente aymaras y quechuas,

la ausencia o presencia mínima de las otras nacionalidades evidencia la omisión o

insuficiente problematización de las cosmovisiones de los pueblos indígenas de tierras

bajas que incide en una nueva forma de invisibilización.

En este sentido, cabe resaltar que el momento político en el que se realizó el estudio se

enmarcaba en uno de los más grandes conflictos que tuvo el gobierno del Movimiento al

Socialismo - Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, se trata del tema del

Tipnis (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure)130

, que cristalizó diversas

tensiones en torno al Vivir bien y la descolonización del Estado, dado que se debatía la

construcción de una carretera en un área protegida y los indígenas de la región realizaron

una marcha desde sus lugares de origen hasta la ciudad de La Paz, que es la sede de

gobierno, ocupando toda la zona aledaña a la Asamblea Legislativa Plurinacional, que

fue el lugar donde se desarrollaron las entrevistas a las diputadas, senadoras y directoras

130

Que se encuentra entre los departamentos de Beni y Cochabamba. El conflicto se genera por la

represión policial en la región de Chaparina a los marchistas de la llamada “VIII marcha” que se inició en

agosto de 2011 y termina cuando el gobierno acuerda con los movimientos sociales lo que se plasmó en la

Ley 180 de protección del TIPNIS de octubre de 2011 que declara intangible al territorio y establece

expresamente en su Art. 3 que “la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos, como cualquier otra, no

atravesará el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure – TIPNIS”. Posteriormente promulgó

el Decreto reglamentario 1146, que prohíbe la ejecución de megaproyectos. Ante las disidencias de ciertos

sectores indígenas de la región que manifestaron su posición al bloque mayor que estaba en desacuerdo

con dicha carretera, la respuesta del gobierno fue la aprobación de la Ley 222 de Consulta Previa de

febrero de 2012, la cual ya era la vía legal para que realizando la consulta, finalmente se decida si llevar

adelante el proyecto o no. Acá estaban en juego por una parte, la escisión de la base política del gobierno,

especialmente con la CIDOB (Confederación de Indígenas del Oriente de Bolivia) y por otro, la

contradicción entre la declaración de intangibilidad y la promulgación de una ley que posibilitaba

cuestionar la misma. Si bien se realizaron visitas y negociaciones por parte de las autoridades

gubernamentales, la desconfianza y disconformidad de los pueblos indígenas de la región propició que se

lleve adelante la IX marcha que partió a finales de abril de 2012 a La Paz, finalmente la movilización es

neutralizada y el 10 de julio inician el retorno al territorio con el objetivo de resistirse a la realización de la

consulta. Antes de los resultados ya se vislumbraba mayores disconformidades, por el anuncio que había

hecho el gobierno de que modificaría o hasta abrogaría la ley 180 “si los resultados de la post consulta así

lo sugieren” (http://www.elpotosi.net/2012/1218/23.php). “El informe, plasmado en un libro que describe

la participación de las 69 comunidades del Tipnis, describe la aceptación de 58 comunidades a la

Consulta en sus cabildos y asambleas, concluyendo que de todas, 55 –cerca del 80 por ciento– dijeron

“sí” a la construcción de la carretera que unirá Villa Tunari-San Ignacio de Moxos y 57 –82 por ciento–

rechazaron que el territorio sea intangible” (http://www.la-

razon.com/suplementos/la_gaceta_juridica/informe-final-Consulta-Previa-Tipnis_0_1819618146.html).

Todo este proceso fue llevado adelante en el marco de discusiones, sospechas y desconfianzas acerca de la

transparencia de los procesos llevados adelante por el gobierno. El conflicto del TIPNIS implica un

quiebre en la gestión del MAS - IPSP en cuanto a las contradicciones con el Vivir bien, la solidez de su

base política y las prácticas descolonizadoras de las decisiones oficiales.

Page 159: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

159

(ex directora y actual) de la Unidad de Despatriarcalización. Este dato no es menor, dado

que se debieron llevar adelante las entrevistas logrando que estas no se concentren en los

debates emergentes en dicha coyuntura, de gran efervescencia política y cobertura

mediática. Por esto las entrevistas, especialmente las desarrolladas en los meses de mayo

y junio, debieron dejar aún más claro el objetivo central de la investigación. Dicho

proceso se facilitó debido a que las propias mujeres en sus relatos siempre realizan

relaciones entre la memoria corta y larga para auto-explicar su vivencia.

3.3 Algunos elementos de caracterización de las mujeres indígenas entrevistadas

Si bien están presentes más elementos que se deben integrar. Entre los aspectos comunes

se evidencia que todas las entrevistadas que ejercen actualmente o ejercieron cargos

jerárquicos de autoridad en el gobierno del MAS-IPSP pertenecen a la CNMIOCB – BS

(Confederación Nacional de Mujeres Indígena Originario Campesino Bartolina Sisa),

salvo las dos mujeres miembros de la FENATRAHOB (Federación Nacional de

Trabajadoras del Hogar), razón por la que también se realizaron entrevistas a las líderes

de dichos movimientos.

Por ello, el otro grupo de entrevistas realizadas incluye mujeres miembros de

organizaciones y movimientos sociales, se llevaron adelante entrevistas a mujeres de tres

organizaciones sociales: FENATRAHOB, dos de las Federaciones que forman parte de

la CNMIOCB – BS y una a la Confederación del Movimiento Cocalero. Esto dado que

las mujeres Ministras, Senadoras y Diputadas pertenecen algunos de estos o a

organizaciones afiliadas, y quienes ocuparon estos cargos luego retornan a la dirigencia

de dichos movimientos. Un ejemplo de esto es la mujer quechua Julia Ramos ex

Ministra de Desarrollo Rural y Tierras y actual Secretaria Ejecutiva Nacional del

CNMIOC- BS. A continuación se presenta una tabla con datos básicos referenciales de

las entrevistadas:

Page 160: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

160

No

mb

re

Ed

ad

Ca

rgo

Na

cio

nali

da

d

Niv

el d

e

form

aci

ón

en

edu

caci

ón

form

al

de

hij

os

Órg

an

o E

jecu

tivo

Cas

imir

a R

odrí

gu

ez

Fecha de

nacimiento:

1966.

Edad:

46 años.

Ministra de Justicia

de enero de 2006 a

enero de 2007 y Ex

presidenta de la

FENATRAHOB

Qu

ech

ua

Concluyó el

Bachillerato,

realizó tres años

de antropología

en la UCB de

Cochabamba.

2 hijas

Cel

ima

Torr

ico

Fecha de

nacimiento:

agosto de

1968

Edad:

44 años.

Ministra de Justicia

de enero de 2007 a

inicios del 2010 y

actual Directora de

desarrollo humano

integral de la

Gobernación del

departamento de

Cochabamba.

Miembro de la

Federación de

Mujeres Bartolina

Sisa de Cochabamba

Quec

hua

Quinto básico

(primaria)

1 hija

2 hijos

Juli

a R

amo

s

Fecha de

nacimiento:

12 de abril

de 1963

Edad:

49 años

Ministra de

Desarrollo Rural y

Tierras de febrero de

2009 a enero de

2010 Secretaria

Ejecutiva de la

CNMIOC - BS

Qu

ech

ua

Formación

universitaria en

enfermería.

No

respondió

Page 161: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

161

An

ton

ia R

od

ríg

uez

Fecha de

nacimiento:

1950

Edad:

62 años.

Ministra de

Desarrollo

Productivo y

Economía Plural de

enero de 2010a

enero de 2011.

Actual Directora de

la Asociación

Artesanal Boliviana

Señor de Mayo

(ASARBOLSEM)

Qu

ech

ua

------- 2 hijos

1 hija

Nem

esia

Ach

acoll

o

Fecha de

nacimiento:

18 de julio

de 1967

Edad:

45 años

Actual Ministra de

Desarrollo Rural y

Tierras desde enero

de 2010.

Quec

hua

Segundo básico

(primaria).

4 hijos

Isab

el O

rteg

a

Fecha de

nacimiento:

20 de

diciembre

de 1954

Edad:

58 años

Actual Viceministra

de Justicia Indígena

Originario

Campesino de

febrero de 2010.

Aym

ara

Segundo básico

(primaria)

No tiene

Órg

an

o L

egis

lati

vo

Seg

un

din

a F

lore

s

----------- Diputada

plurinominal de

2009 hasta la

actualidad y

Representante de la

organización

FDMIOCB - BS del

Departamento de

Santa Cruz

Qu

ech

ua

Tercero básico

(primaria)

No tiene

Page 162: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

162

Ad

rian

a A

rias

Fecha de

nacimiento:

8 de

septiembre

de 1974

Edad:

38 años

Diputada uninominal

de 2009 hasta la

fecha por la

circunscripción 55

Plan 3000 Santa

Cruz. Qu

ech

ua

Octavo básico

(primaria),

concluye

estudios en

Centro

Enseñanza

Media Adultos

(CEMA)

2 Hijos

1 Hija

Pat

rici

a M

anci

lla

Fecha de

nacimiento:

9 de octubre

de 1967

Edad:

44 años

Diputada

plurinominal de por

el departamento de

La Paz de diciembre

de 2009 hasta la

fecha.

Ay

mar

a

Bachiller,

vestibulares -

Universidad

Mayor de San

Andrés (UMSA)

1 Hija

Juli

a F

iguer

edo

Fecha de

nacimiento:

22 de mayo

de 1966

Edad:

45 años

Diputada

plurinominal por el

departamento de La

Paz de diciembre de

2009 hasta la fecha.

Aym

ara

Cuarto básico

(primaria)

3hijas

4 hijos

Nin

fa H

uar

achi

Fecha de

nacimiento:

24 de

diciembre

de 1953

Edad:

53 años

Diputada

plurinominal por el

departamento de

Tarija de diciembre

de 2009 hasta la

fecha. Quec

hua

6 meses en

primero básico

(primaria).

4 hijos

Em

ilia

na

Aiz

a

Fecha de

nacimiento:

10 de mayo

de 1980

Edad:

32 años

Diputada

Plurinominal por el

departamento de

Potosí de diciembre

de 2009 hasta la

fecha

Qu

ech

ua

No realizó

estudios.

1 Hijo

1 Hija

Page 163: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

163

Car

men

Gar

cía

Fecha de

nacimiento:

16 de julio

de 1963

Edad:

49 años

Senadora por el

departamento de

Potosí de diciembre

de 2009 hasta la

fecha

Qu

ech

ua

Licenciatura en

Administración

Educativa y

Maestría en

Educación

Intercultural

bilingüe -

Universidad San

Simón

1 Hija

2 Hijos

Nél

ida

Sif

uen

tes

Fecha de

nacimiento:

18 de julio

de 1982.

Edad:

30 años.

Senadora por el

departamento de

Chuquisaca de

diciembre de 2009

hasta la fecha

Qu

ech

ua

Quinto básico

(primaria).

Retomó sus

estudios en La

Paz.

No tiene

Mar

celi

na

Cháv

ez

Fecha de

nacimiento:

1958

Edad:

54 años

Senadora del

Departamento de

Cochabamba Q

uec

hua

Bachiller -

Centro de

Enseñanza

Media Adultos

(CEMA)

1 Hijo

Vic

emin

iste

rio d

e D

escolo

niz

aci

ón

Esp

eran

za H

uan

ca

Fecha de

nacimiento:

--------

Edad:

47 años

Ex Directora de la

Unidad de

Despatriarcalización

del Viceministerio

de Descolonización Quec

hua

Bachillerato

No

se

reg

istr

ó e

l d

ato

Eli

sa V

ega

Fecha de

nacimiento:

--------

Edad:

28 años

Directora de la

Unidad de

Despatriarcalización

Kal

law

aya Enfermería

Movim

ien

tos

socia

les

Isab

el D

om

ing

uez

Edad:

41 años

Ejecutiva

departamental de la

Federación Nacional

de Mujeres Indígena

Originario

Campesino de

Cochabamba

Quec

hu

a

Segundo básico

(primaria)

Page 164: FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES … · de descolonización y de desubalternización de su identidad. Palabras clave: feminismo descolonial, subalternidad, reconfiguración

164

Fel

ipa

Hu

anca

---------- Ejecutiva

departamental de la

Federación Nacional

de Mujeres Indígena

Originario

Campesino de La

Paz

Ay

mar

a

----------

Mar

ibel

San

ta M

aría

Edad:

40 años

Secretaria General

de la Federación

Departamental

Única de Mujeres

Campesinas

Indígenas

Originarias de La

Paz Bartolina Sisa.

Actual Embajadora

del Estado

Plurinacional de

Bolivia en Ecuador

dese febrero de

2013.

Aym

ara

Ingeniera

Agrónoma -

Universidad

Técnica de

Oruro.

Dan

iela

Quen

ta

Edad:

24 años

Secretaria Ejecutiva

FENATRAHOB

Qu

echua

(iden

tidad

mes

tiza

)

Estudiante de la

Universidad en

Sucre en San

Francisco

Xavier de

Chuquisaca la

carrera de

Derecho o

Ciencias

Políticas.

An

ton

ia K

hu

no

------------- Consultora

FENATRAHOB

Ay

mar

a

------------

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165

3.3.1 Sobre la maternidad

A continuación se registran las nociones que las mujeres entrevistadas tienen de la

maternidad, siendo que desde la cosmovisión andina se homologaría la figura de la

feminidad a la de la Madre Tierra como dadora de vida.

Nombre Sobre la maternidad y la ocupación del cargo

Casimira

Rodríguez

“… yo creo que no hubiera sido Ministra si hubiera tenido mis hijitos en

el momento, porque ahorita ya soy mamá. Tres años que tienen mis

hijitas, gemelas son, entonces con ellas yo me siento muy, muy, muy difícil

de separarme, por una parte no sé si soy muy apegada a ellas. Yo creo

que hubiera sido tan difícil, porque he visto a algunas compañeras que sí

eran mamás como la propia Celinda ¿no? Tenía su hijo, pero tenía una

hermana, una pariente cercana que estaba cuidando, algunas han tenido

la suerte de alguna forma, algunas líderes que les han acompañado sus

compañeros, sus esposos. Se han sentido más bien apoyadas…”

Celima

Torrico

“…recibí una llamada de La Paz y me decían de que debería estar allá

porque hay una reunión, entonces me fui a la reunión, me dijeron de que

el compañero Juan Ramón131

dijo ´tú vas a acompañar, vas a ser parte

del gabinete´. Yo le dije: ´ahora, mi trabajo y mis wawas, mi esposo, ¿qué

hago?”. Llamo de La Paz a mi esposo, mi esposo se calló, no me dijo

nada, se calló, pero con eso me dijo todo ¿no? Con todo eso que no

quería a mis hijos. A mi hijita le llamo, mi hijita me dice ¿nos vas a

dejar? Ay, no sabía qué decirle, al poco rato después porque ya le note

a mi esposo su indiferencia con callarse ¿nove?...”

Julia

Ramos

“…tengo mi familia, pero mi familia es Bolivia, ya la familia de uno

queda ahí ¿no? y bueno lo importante es que le apoyen a uno que le

respalden y uno sale, por eso decimos también uno compartiendo con el

esposo, él también se queda es el que ve la casa y bueno, la armonía es

cuando hay entendimiento pero uno lucha ya desde otra visión ya no es

un hijo, ni dos ni tres, sino es ya todos…”

Antonia

Rodríguez

“Acá en La Paz 42 años que vivo es con mis hijos. Yo vine con un hijo de

7 meses. Él ha visto desde niño, todo aspecto, cómo nos organizábamos

las mujeres, cómo producíamos, cuál es nuestra parte de administración,

todo. Hasta hoy me apoyan ellos en la parte política, en la parte

131

Actual Ministro de la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

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166

administrativa y la parte económica. Ellos son muy comprometidos con la

sociedad, no se han desmarcado. Valoran el campo, valoran a la gente

humilde, por lo menos los tres”.

Nemesia

Achacollo

“Mi pareja cuida ayuda y siempre me está acompañando. No hemos

tenido tampoco problema, este trabajo a veces una descuida a los hijos.

Los hijos quieren atención, quieren estar con uno y el trabajo de aquí en

la parte del Órgano Ejecutivo es mucho más dura que la del Órgano

Legislativo o la de cualquier otro funcionario, peor cuando uno está

cabeza, uno es parte de la dirección. Si la cabeza y voz de mando no hay,

todo puede derrumbar eso es importante, pero la familia es

complementaria hay que hacer entender. Mis hijos son grandes no son

chiquitos, no tengo niños ya”.

Isabel

Ortega

“…hemos organizado una organización, hemos visto no es para mujeres

que tienen wawas no más, sino que jóvenes, que no tienen hijos todavía,

hay mujeres que ya no tiene hijos, son de edades, todo ellos entonces

hemos visto una Central Andina de Mujeres Campesinas Indígenas

Originarias”.

Segundina

Flores

“Yo lamentablemente hasta ahorita soy soltera y sola, y tengo muchos

sobrinos varones. Lo quiero a los varoncitos mis sobrinos, tengo

sobrinas, bueno de esa manera yo lo comparto con todos la familia que

tengo, bueno no lo tengo hasta ahora mi compañero”.

Adriana

Arias

“Tengo mis hijos, tengo mi esposo. Por esta responsabilidad que he

asumido tengo que dejarlos, viven allá mi familia, mi esposo. Con su

padre están mis hijos. Tampoco me quejo porque tenemos que asumir la

responsabilidad como nos reconoce la constitución. También nuestro

hermano Presidente que nos ha tomado en cuenta, en otros países sigue

como objeto considerado la mujer, pero aquí en nuestro país hay gran

avance, hay agradecerlo a nuestro hermano Presidente…pero semanal

me voy dos ditas, hay veces ni dos días…”

Patricia

Mancilla

“En ese tiempo tenía una hijita de dos años, me decía ´vamos a ver, si no

sabes tienes que aprender´. Justo en ese tiempo mi marido estaba

trabajando económicamente mucho me ha apoyado. Me ha ayudado con

mi hija, después en la parte de la cocina, porque las mujeres tenemos

hartos roles, el marido, los terrenos, las wawas, la cocina, muchas cosas.

Cuando yo viajaba siempre me iba sábados, domingos a las provincias.

Él asumía, él cuidaba a mi hija, lavaba ropas todo, así a mí me ha

apoyado mi marido. Si no hubiera sido mi marido no hubiera ejercido

como Diputada no hubiese llegado a mi cargo…”

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167

Julia

Figueredo

“…soy mamá de 7 hijos, con mi chiquitito…6 hijitos tenía 3 varones tres

mujeres tenía, con mi chiquitito me he aumentado, ahora 4 varones ya

tengo. Mis hijos no me quejo, me han apoyado, ellos se han dado de

cuenta, hoy por hoy lo que es el país y antes cómo estamos. Mayores son,

mis hijas también ya se dan de cuenta. He tenido pequeñito este tiempo y

otro tengo de 7 años. Se dan de cuenta, No me quejo de mis hijos me

apoyan”.

Ninfa

Huarachi

“Algunas veces las parejas, no entienden son muy radicales. Nunca no

apoyan a nada así, aunque me apoye, no me apoye yo he estado siempre

con las organizaciones ¿no? Tengo mis hijos, a veces he tenido que

dejarle a mis hijos, pero también dedicarme de ellos a los dos partes que

yo trabajaba, ir a vender, ir a mis organizaciones, a mi hogar a mi casa

¿no?”.

Emiliana

Aiza

“A veces a las mujeres nos falta planificar cómo vamos a alcanzar a

nuestra familia. Yo tengo dos hijitos; dos hermanos mujer y varón. Asumo

la responsabilidad de mis hermanos, no tenemos mamá ni papá, en ese

caso es mi responsabilidad tiene que ser. Desde mi niñez asumo la

responsabilidad de mis hermanos. Yo tengo pareja, mi esposo me da

apoyo moral, me ayuda, yo no puedo dejar por cargo a mi familia, el

cargo es pasajero. Mi familia es más principal importante. Yo tengo que

planificar moralmente económicamente mi tiempo para poder verlo.

Apoyar, animar a mi familia, en ese caso estamos juntos con nuestras

familias”.

Carmen

García

“Estoy consciente de que he dejado a mis hijos con una cierta

responsabilidad no completa, porque ahí he dejado un vacío, pero de

pronto hago una evaluación y digo que necesitan apoyo mis hijos en un

momento más difícil en el que yo debería estar ahí, sin embargo tengo

una madre que ella me ayuda. Tenía mi papá, que en paz descanse, hace

dos años. Hasta cierto periodo de escolaridad hacía el papel de padre,

tenía su pizarrita les enseñaba a sus nietos y eso un poco me fortalecía,

me hace sentir bien, pero eso en cuestión de formación. En cuestión

emocional, el cariño todo eso queda vacío, entonces yo tarde y mañana

siempre estoy llamando “como están, dónde están, qué están haciendo”

así. “

Nélida

Sifuentes

“No, no por suerte que ningún hijo nada, también seguramente es bien

complicado para aquellas mujeres que tienen hijos, que tienen esposos,

debe ser mayor responsabilidad. Por lo menos yo siempre digo y saco la

conclusión, nuestro Presidente que no tiene, si bien tiene sus hijos, pero

no tiene mujer; nuestro Vicepresidente de la misma manera y trabajan

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168

tiempo y materia. No hay nadie que les diga un fin de semana ´oye ya no

vayas a trabajar o quédate con nosotros´ o los hijos de igual forma.

Entonces, si uno no tiene y va suelto, pues se queda en las reuniones

hasta media noche…también nuestras Ministras que están junto a

nuestro Presidente realmente se sacrifican. Tienen que olvidarse de su

familia, entonces junto con el Presidente ir de un lado a otro lado…”

Marcelina

Chávez

“…Yo soy mujer sola, tengo mi familia una sola hermana, que no está a

mi lado, pero sin embargo yo me saco tiempo para así organizarle

también a mi hijo, también educarle al modo que nos ha educado nuestra

mamá. Levantarme temprano, revisar sus cuadernos ver Luego ocuparme

de la casa un poco y ya…” (ERBOL, 2010)

Los relatos de las mujeres dan cuenta de que su participación en lo político y la posterior

ocupación de su cargo en la política institucionalizada constituyen hitos a partir de los

cuales se modifica la idea de la maternidad vinculada a la noción de cuidado, esto lo

planteo en relación a la Madre Tierra (Pachamama) como dadora de vida que es la idea

que permea las lógicas de feminidad, que se homologa a las mujeres indígenas quienes

además de ser dadoras de vida deberían ser responsables del cuidado familiar. Esta idea

es, en la práctica, desnaturalizada y desencializada, dado que no se cuestiona el ser o no

mujer a partir del tener o no hijos, las valoraciones en torno a las mujeres indígenas

dentro del campo político y las trayectoria de los movimientos sociales, se relacionan

con sus capacidades de liderazgo colectivo, de articulación de las bases y de

organización de las movilizaciones sociales. Se resignifica su sentido y se otorga un

cambio de lugar, dado que la priorización de su actividad política reordena los roles del

trabajo socialmente necesario para la reproducción de su hogar, la perspectiva de lo

colectivo se amplifica y por tanto, la valoración de su participación en la lucha colectiva

se comprende también como la que beneficiará a sus familias y las familias de las bases,

del pueblo. Con todo es posible identificar cuatro figuras en torno a la maternidad:

a) La mujer soltera que no tiene hijos y asume incompatible este rol de madre con

la actividad política.

b) La mujer con hijos que cuenta con el apoyo de su pareja y/o compañero que,

pudiendo o no participar también de acciones políticas, apoya a su compañera en

el cuidado de los hijos y los trabajos del hogar en su ausencia.

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169

c) La mujeres con hijos que naturalizan los roles del hogar como propios de la

mujer, por lo que su actividad política es un trabajo que amplifica sus

responsabilidades e implica varios sacrificios, levantarse más temprano, dejar la

comida preparada, etc.

d) Las mujeres con hijos que no cuentan con una pareja, pero reciben apoyo de

otros familiares en el cuidado de sus hijos e hijas.

Respecto al último inciso, existe una diferencia central entre una mujer no indígena y

una indígena que son parte de la política institucionalizada, en cuanto la delegación del

cuidado. Las primeras lo delegan, por lo general, a una mujer trabajadora de hogar que

es, en la mayoría de los casos, una mujer indígena manteniendo la relación de

dominación y servilismo, en el caso de las segundas la delegación tiene una lógica de

apoyo y ayuda comunitaria comprendiendo que el apoyo familiar a la trayectoria política

de las mujeres tendrá efectos y beneficios no solamente individuales sino colectivos.

En todos los casos influye mucho la ubicación geográfica, dado que las funciones en los

cargos de autoridad se desarrollan en la ciudad de La Paz, que es la sede de gobierno en

Bolivia, por lo que, en caso de las senadoras, diputadas y ministras sean de otras

regiones deben trasladarse constantemente a su lugar de origen, tanto por las tareas de

trabajo de legislación y visita a circunscripciones132

o para ver a sus familias, lo que

determina también una reorganización y reordenamiento en su rol de madres. Por tanto,

también se da una re-significación a la idea de la mujer respecto a los roles adscritos en

el hogar, que deben ser sustancialmente modificados por la dinámica propia de los

cargos jerárquicos que ocupan, lo que posibilita por una parte, el cuestionamiento y

desnaturalización a la idea de mujer-madre vinculada al cuidado de los y las hijas y por

otra, la desencialización de la idea de la mujer-dadora de vida y si bien esta no se rompe,

cambia la manera en que las prácticas establecidas en torno al desempeño de los cargos

que actualmente ocupan.

132

Que es la delimitación territorial establecida según el Órgano Electoral del Estado Plurinacional de

Bolivia. Según el Art. 50 de la Ley de Régimen Electoral a nivel nacional se tiene a) Una circunscripción

nacional, que incluye los asientos electorales ubicados en el exterior, para Presidenta o Presidente y

Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado Plurinacional. b) Nueve (9) circunscripciones departamentales

para Senadoras y Senadores. c) Nueve (9) circunscripciones departamentales para Diputadas y Diputados

plurinominales. d) Setenta (70) circunscripciones uninominales para Diputadas y Diputados uninominales.

e) Siete (7) circunscripciones especiales para Diputadas y Diputados indígena originario campesinos.

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170

Cabe resaltar que, si bien se identificó esta configuración del ejercicio de la maternidad

en las sujetas de la investigación, el hecho de que, previamente a la ocupación de cargos

en la política institucionalizada, cuenten con trayectorias de liderazgo y/o de

participación activa en sus organizaciones y movimientos sociales, hace que dicha

configuración sea un espacio común con otras mujeres indígenas aymaras y quechuas de

dichos movimientos. Lo político para ellas implica acatar los mandatos de las bases y

adaptarse a las características y actividades del cargo: las estructuras organizativas, los

repertorios de protesta y/o negociación (movilizaciones, bloqueo de caminos y

carreteras, huelgas, elaboración de pliegos petitorios, reuniones de diálogo o demanda a

las autoridades, reuniones con autoridades gubernamentales, entre otras); es decir que

mientras más activa sea su participación más constantes son sus desplazamientos

territoriales, por tanto la predisposición de la distancia con sus hijos e hijas.

3.4 El contexto de las entrevistas

El contexto de las entrevistas no solamente se trató de una coyuntura compleja, la

novena marcha del Tipnis, sino que también suponía una constante significación de mi

identidad como investigadora “mestiza” en un período de cambio en las relaciones de

poder, dado que las autoridades jerárquicas, en cada uno de los casos, eran mujeres

indígenas quienes probablemente antes de ocupar estos espacios en el Estado, se habrían

referido a mi persona como “señorita”, etiqueta ampliamente extendida cuando se

relaciona una mujer indígena con otra que no lo es a pesar de que, por ejemplo, tengan la

misma edad. El no utilizar este término es un cambio relevante en cuanto a la ruptura de

una legitimación de la subordinación.

Los procesos burocráticos y de seguridad, para ingresar a los predios del Estado, cuentan

con requisitos de acceso y seguridad propios de una entidad de gobierno. Para poder

ingresar a la Asamblea Legislativa Plurinacional se requiere un pase que debe ser

proporcionado por las asambleístas y llevar su firma, este es válido por un día y en casos

especiales puede durar hasta 15 días. Por lo tanto, no se trata de un espacio abierto a toda

la ciudadanía en general ni de fácil acceso. La entrega de dichos pases es posible por la

disponibilidad y disposición que tienen las asambleístas de llevar adelante dichas

entrevistas.

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171

Además de la dificultad de contacto y cita previa, existe control policial de seguridad

que revisa dicha documentación con la identificación respectiva. El ingresar es un

primer paso de acceso133

, posteriormente se debe tener como precaución que el momento

coincida con el tiempo disponible que tenga la senadora o diputada o inclusive que esté

presente en las instalaciones, ya que en algunos casos realizan viajes inesperados a su

región como parte del trabajo de legislación. Si bien se puede haber realizado una cita

previa no es fácil que se concrete la entrevista en la hora acordada, en casi todos los

casos tuve que esperar para ello, especialmente en el caso de las asambleístas.

La asamblea legislativa plurinacional tiene una infraestructura cuyas oficinas están una

al lado de la otra, dividida por vidrios oscuros. Los espacios en general, cuentan con una

antesala al despacho, tiene algunos escritorios donde se encuentra el personal

administrativo, el escritorio destinado al asesora o asesor de la senadora o diputada que,

en la mayoría de los casos, se trata de gente joven mestiza y profesional. En cada piso

existe una organización establecida por bancadas, estas se refieren a los distintos

partidos políticos en la asamblea legislativa plurinacional y brigadas estas son

agrupaciones de diputados por representación departamental. Por otra parte la división

temática del trabajo se establece por comisiones. Estas comisiones son: 1) Planificación,

Política Económica y Finanzas; 2) Organización Territorial del Estado y Autonomías; 3)

Naciones y Pueblos Indígenas Originarios Campesinos, Culturas e Interculturalidad; 4)

De Educación y Salud; 5) Política Social; 6) Gobierno, Defensa y Fuerzas Armadas; 7)

Política Internacional y Protección al Migrante; 8) Región Amazónica, Tierra, Territorio,

Agua, Recursos Naturales y Medio Ambiente;9) Comisión de Ética. Cuatro de las

diputadas entrevistadas participan en las siguientes comisiones: 10) Constitución,

Legislación y Sistema Electoral en cuyo Comité de Democracia y Sistema Electoral,

Flora Aguilar Fernández es vocal y en el Comité de Control Constitucional y

Armonización Legislativa lo es Emiliana Aiza Parada; 11) Justicia Plural, Ministerio

Público y Defensa Legal del Estado en cuyo Comité de Ministerio Público y Defensa

133

En otros casos un apoyo imprescindible fue el jefe de gabinete de cada asambleísta que en algún caso

como el de facilitaba el acceso y la relevancia de su participación en la investigación, en otros se trataba

de la argumentación, dado que en este periodo desde su posesión en el cargo, han tenido diversas

demandas de entrevistas tanto periodísticas como de investigadores nacionales e internacionales.

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Legal del Estado es Julia Figueredo quien es vocal;12) Economía Plural, Producción e

Industria en cuyo Comité de Energía e Hidrocarburos, Ninfa Huarachi Condori es

Secretaria;8) Derechos Humanos en cuyo Comité de Derechos de Género, Patricia

Mancilla es vocal.

En lo que respecta a los senadores, esta cámara se divide en 9 comisiones; la senadora

Carmen García Mamani ocupa el cargo de primera Secretaria del Comité de Energía,

Hidrocarburos, Minería y Metalurgia en la Comisión de Economía Plural, Producción,

Industria e Industrialización.

Una característica propia de la dinámica de las entrevistas es la probabilidad de que la

contingencia defina los horarios de las mismas más que la agenda previamente

establecida. En muchos casos fue necesario estar atenta a las pausas de los horarios de

debate y deliberación dentro de la Asamblea, según la “orden del día” o algún

imprevisto que debía ser atendido de inmediato y que demandaba una modificación

premeditada. En general, el espacio donde se llevaron adelante las entrevistas fue el

despacho de diputadas y senadoras, en cada uno de ellos se encuentra colgada en la

pared la fotografía del Presidente Evo Morales.

Las entrevistas que se realizaron fuera de este contexto fueron la de la senadora Carmen

García, que se desarrolló en la antesala de su despacho, la de la diputada Adriana Arias

que se llevó a cabo en la antesala de la Asamblea Legislativa Plurinacional, en una

pausa de la deliberación y la de Emiliana Aiza se llevó adelante en una oficina cercana a

la Asamblea Legislativa Plurinacional.

En el caso de las ex Ministras, las características son peculiares. Con Casimira

Rodríguez se realizó la entrevista en su actual casa ubicada en las afueras de la ciudad de

Cochabamba. Se trataba de una casa sencilla cuyo patio tenía piso de tierra y un

tendedero de alambre con ropa colgada. Sus gallinas atravesaban el patio mientras

conversábamos. Me atendió vestida sencillamente con una pollera hasta la rodilla,

sandalias y un suéter de lana. Otra ex Ministra, Julia Ramos me atendió en la Oficina de

la Viceministra Isabel Ortega, fundadora de la CNMCIOB-BS, se encontraban

conversando con ella en la pequeña sala que tiene dicha autoridad en su despacho. La

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Viceministra fue su mentora política, por lo que se refería a ella como “mama Isabel”,

mientras desarrollaba la entrevista con la ex Ministra, la Viceministra estuvo presente

afirmando con la cabeza partes de las respuesta que me brindaba Julia Ramos, siendo

evidente una trayectoria de lucha inter generacional en la que las mujeres se acompañan

y promueven. Nemesia Achacollo, que actualmente es la única Ministra indígena del

gabinete de Evo Morales, me recibió en su despacho, en este estaba presente su

secretaria en una pequeña mesa circular de trabajo. Tenía una actitud inicial de algo de

desconfianza, respondía de forma concisa y apresurada las preguntas que realizaba. Por

su parte, la entrevista con la ex Ministra Celima Torrico la llevamos a cabo en una

antesala de una oficina en la gobernación del departamento de Cochabamba, a la que

ingresamos por ser la más cercana y disponible que ella identificó en el momento de

acceder a la entrevista, esto debido a que no se hizo una cita previa y en el predio no

estaba la propia oficina de la actual autoridad. Ella primero respondía con seriedad y de

forma escueta, mas fue tomando confianza y relatando posteriormente íntimas vivencias

familiares.

Las entrevistas con la primera y segunda Directoras de la Unidad de

Despatriarcalización del Viceministerio de Descolonización, Esperanza Huanca y Elisa

Vega respectivamente, se desarrollaron: una dentro de instalaciones de la entidad y la

segunda en otro espacio distinto. Las oficinas de dicha unidad se encuentran en un

edificio antiguo en el que se distribuyen diversos escritorios en un mismo ambiente, por

lo que en el caso de Elisa Vega el tono de voz de la entrevista fue bajo y discreto,

influenciado por la cantidad numerosa de servidores públicos que compartían el espacio.

Elisa está muy enterada de los debates que se dan dentro y fuera de la institucionalidad

estatal sobre descolonización del género y despatriarcalización, me sugirió en dos

ocasiones la asistencia a actividades y seminarios referentes al tema. En el caso de

Esperanza Huanca estuvimos en un espacio mucho más horizontal y neutro para ambas,

un café cercano a las oficinas del Viceministerio, en este donde antes probablemente ella

no hubiese entrado, porque en estos espacios se ejercía de forma implícita violencia

simbólica en cuanto a una restricción de acceso que no se nombraba pero estaba

presente. Nuestra entrevista fue larga, duró mucho más de lo previsto, un relato extenso

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desde su niñez a la actualidad, se generó mucha confianza dados los intereses comunes

en cuanto al proyecto despatriarcalizador del actual gobierno en Bolivia.

En lo que respecta a las mujeres indígenas que son parte de las organizaciones sociales,

las entrevistas fueron realizadas en sus respectivas sedes. En el caso de “las Bartolinas”

en sus sedes departamentales de La Paz y Cochabamba, ubicadas en zonas populares de

dichas ciudades y la sede Nacional ubicada en el centro de la ciudad de La Paz, en cada

una de estas estaban colgados retratos de Tupac Katari, Bartolina Sisa y del presidente

Evo Morales. A unas cuadras de la sede departamental de La Paz, también se encuentra

la sede de la FENATRAHOB, cuyas oficinas tienen en sus paredes, a diferencia de “las

bartolinas”, afiches cuyo contenido es vinculado a sus demandas como organización.

En la entrevista a Felipa Huanca en la sede nacional de “las bartolinas” llamaba la

atención que la asistente de dicha dirigente era una mestiza que le iban dando datos

acerca de los detalles de un vuelo que realizaría. Las instrucciones que le daba eran

firmes y con voz de mando; por otra parte, la entrevista fue interrumpida varias veces

por llamadas recibidas, todas vinculadas a temas de la organización social. Isabel Santa

María, me recibió de forma amable, con amplia predisposición, en las oficinas de la sede

departamental. Me otorgó el tiempo necesario, previendo que no existan interrupciones a

nuestra entrevista, indicándole a la secretaria del lugar, que velara por ello.

Ubicar a Isabel Dominguez, que además de ser líder de “las bartolinas” de Cochabamba

es ex asambleísta de la Asamblea Constituyente, fue algo más complejo, primero porque

abiertamente en la entrevista señaló “cuando viene una compañera del campo donde la

ciudad discriminan; también nosotros como campesinos no aguantamos, discriminamos

también a las representantes de la ciudad” lo que da cuenta de su inicial desconfianza.

La ubiqué en la sede departamental después de una larga espera, habiéndola seguido

inclusive a un evento en la Gobernación de Cochabamba organizado justamente por el

Viceministerio de Descolonización.

Otro aspecto notorio era la vestimenta tradicional, utilizada como forma de resistencia y

representación de la cosmovisión andina. Esperanza Huanca respecto a su vestimenta

comentaba:

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“se muestra hasta en nuestros tejidos mira (me mostró el tejido). Aquí yo te

puedo mostrar el par imprescindible…esta es la parte de la izquierda es la

parcialidad de las mujeres y este lado es la parcialidad de los varones

Están los de arriba y los de abajo, aran y urin. Mira, en la parcialidad de

la mujer, también en la parcialidad del varón en ti misma está la parte

femenina y la parte masculina, entonces así es la estructura de nuestro

territorio, es la estructura de los pueblos indígenas”.

Elisa Vega explicando la cosmovisión andina a través de su faja tejida134

Así como ella Carmen García, Isabel Ortega y Elisa Vega no utilizaban la tradicional

pollera y manta, sino trajes bordados de distintos colores, tejidos de su comunidad, más

visibles aún en un contexto en el que estos atuendos eran vistos desde una perspectiva

“folklorizante” y es en estos casos que son parte de su reivindicación identitaria.

Los elementos del contexto mencionados nos permiten dar cuenta de las distintas formas

de ocupar los predios oficiales que la institucionalidad estatal dota para ello.

Simbólicamente también influyen en la identidad de las mujeres, porque los espacios

antes restringidos ahora son ocupados de forma legal; nombrar y normar es parte ahora

de su identidad, no de forma receptiva, sino activa, a partir de un espacio en el que

pueden revertir la colonialidad de saber-poder. La infraestructura estatal tampoco es

trivial, es un lugar donde antes existían prohibiciones y símbolos asociados a prejuicios

134

Todas las fotografías, excepto la de Domitila Chungara son de mi autoría.

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sobre qué vestimenta se debería llevar vinculadas a una serie de formas y normas de

protocolo en torno a la ropa, por lo que ocupar estos lugares con su ropa tradicional o la

ropa de la chola urbano-popular (pollera, manta y sombrero) implica modificar los

símbolos de poder de los espacios mestizo-blancoides cuya estética occidental en la

vestimenta era predominante y formaba también parte de la diferenciación que

determinaba la superioridad e inferioridad, lo permitido y prohibido implícitamente o

aceptado como inferior.

La forma en que se ocupan estos espacios dan cuenta de que muchas restricciones de la

burocracia estatal permanecen, demostrando que no se han descolonizado del todo los

códigos y formas ligadas a la idea de seguridad y el orden burocrático, a pesar de que

estos espacios son ocupados por otros y otras sujetas. Este orden tiene mayor apertura en

las organizaciones sociales, a pesar de que también cuentan con sus propias estructuras

jerárquicas, evidentes también en la forma de organizar el espacio y las relaciones de

mando obediencia entre, por ejemplo, autoridades y asistentes (sean hombres o mujeres)

o dirigentes y secretarias mestizas, que son relaciones de mujeres a mujer y de mujeres

con hombres en las que operan también jerarquías. Es en estos lugares con las

especificidades descritas en los que se desarrollaron las entrevistas profundizando en los

hitos de la memoria los elementos que re-significan la identidad de las mujeres

indígenas.

3.5 El análisis de la memoria y los hitos significativos

Descrito el contexto, para analizar las entrevistas realizadas recurrimos a lo propuesto

por Teresa del Valle, en base a los hitos de la memoria como momentos importantes en

la elaboración de la memoria social, entendida ésta como “…una manera de acceder a la

comprensión de los mecanismos del poder a través del conocimiento de la construcción

del pasado. Esto implica el delinear las constelaciones del poder…” (Valle, 1997:102 en

Castañeda, 2006: 43) en el estudio de la memoria “se vinculan los hitos (aquellos

momentos que las mujeres identifican y seleccionan como importantes porque

introdujeron una reorientación en sus vidas), las encrucijadas (momentos de cruce en las

experiencias), las articulaciones (momentos en que se vinculan las diferentes

encrucijadas) y los intersticios (momentos en que las mujeres encuentran la forma de

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resolver situaciones difíciles). Todos ellos devienen ejes articuladores del recuerdo, que

a la vez es el que da sustancia de la experiencia” (Castañeda, Idem).

Acorde con la teoría planteada respecto a las relaciones de dominación y la experiencia

de subordinación en el marco de la subalternización y la colonialidad, los hitos comunes

identificados en la memoria de las mujeres indígenas, presentan claramente lo que Silvia

Rivera asume como chixxi, en este sentido el constante tercero incluido, da cuenta de las

vinculaciones en cadenas de los distintos tipos de colonialidad. La codificación,

inclusive como parte del proceso de categorización, sí tuvo dificultades al hacer

referencia a sólo un tipo de relación de dominación y subordinación como formas de

subalternización y colonialidad (ser, saber, poder) o al reconocer hitos comunes que no

estén relacionados con más de una de estas, todos dan cuenta de otros, están siempre

relacionados, se explican unos por otros y se unen la memoria larga y corta; constituidas

por el tiempo de lucha de sus antepasados, de sus padres, madres y abuelos a partir de

las que reconocen y explican hitos relevantes de su vida y los referentes de

subordinación que promovieron el inicio de sus trayectorias en lo político y la política

re-significando su identidad, que visibiliza su “ser indígena” y sus nociones de

discriminación vividas como mujeres al interior de dicha identidad, una contiene la otra;

es decir cuando hablan de ellas como mujeres es generalmente después de explicarse

como indígenas, o campesinos, esto se diferencia de la interseccionalidad que, si bien

aborda diferentes formas de opresión y discriminación estableciendo ciertas relaciones

entre elementos que identifican y explican distintos tipos de desigualdad, lo hace de

forma inicialmente escindida (etnia, clase, género). En síntesis hay dos aspectos

centrales que diferencian la interseccionalidad con la idea de “cadena de relaciones de

dominación”: por un parte, la segunda no sólo propone simultaneidad de elementos

distintos que se entienden al relacionarse, sino que son uno en cuanto otro, es decir que

se inter-constituyen y no pueden comprenderse a partir de elementos inicialmente

desagregados; por otra, la diferencia más relevante sería que la primera al no demandar

el análisis de la memoria - larga y corta- no propone expresamente la comprensión de las

relaciones de opresión de forma historizada, elemento sustantivo de la segunda

propuesta. Con esta salvedad, a partir de la identificación de los espacios comunes de las

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mujeres y de los hitos de la memoria que comprendemos como se reconfigura su

identidad.

3.6 Espacios comunes de la memoria de las mujeres indígenas

Dado que la metodología propuesta implica la revisión de los hitos de la memoria,

tomando en cuenta esta perspectiva analizamos la memoria corta en su vinculación con

la larga, ambas como constitutivas de la reconfiguración identitaria. Encontré los

siguientes elementos comunes en los relatos de las mujeres indígenas entrevistadas.

3.6.1 Trayectoria sindical camino o thaki – proceso de desubalternización

Todas inician un camino de desubalternización a través de la participación en distintas

organizaciones sindicales, en este espacio asumen que organizadas de forma colectiva

pueden alcanzar reivindicaciones que de forma individual no podrían. Algunas de ellas,

previa a su participación en dichas organizaciones, se desempeñaron como “trabajadoras

del hogar”; otras siempre se dedicaron a las luchas sociales y políticas como miembros

orgánicos (tal como se denominan) de dichas organizaciones, siendo parte de sus

“bases” y asumiendo paulatinamente cargos de dirigencia. En estas trayectorias se da

cuenta de un crecimiento en las organizaciones; es decir una serie de pasos y tramos

recorridos que son acumulativos, en cuanto experiencia de dirigencia y servicio,

elementos que les permiten, como dicen, ir “avanzando” en el camino de dirigencia

sindical. El ejercicio de autoridad comunal es también un inicio de este camino, pero la

comunidad en sí, no opera con la misma lógica que la de los sindicatos, dado que en el

mundo andino las autoridades comunales se eligen de forma rotativa por sayaña135

, por

lo que todo comunario con tierra podrá llegar a ser autoridad; a diferencia del inicio del

camino de dirigencia sindical en la que se va avanzando en un proceso de representación

135

Las tierras de propiedad familiar se denominan sayaña; la tierra acoge a grupos familiares que

reproducen minifundios por herencia patrilineal. Generalmente la entrega de aquella se formaliza cuando

los hijos varones contraen matrimonio, es decir, no se trata de una responsabilidad adquirida por la edad,

sino a través de una división por sexo. En caso de que el padre de familia fallezca, el hijo mayor se hará

cargo de la tierra y no así la mujer viuda o las hijas, esto porque se concibe que «ella siempre irá a él»,

razón que explica por qué la mujer no tiene necesidad de ser propietaria. La carencia de tierra es un factor

decisivo que marca diferencias intrínsecas entre varones y mujeres, debido a que tener un terreno o parcela

determina la pertenencia legítima a la comunidad, y esta se materializa con la participación en trabajos

comunitarios. (Diaz, 2010:16-17)

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territorial cada vez mayor, Sub Centralía, Centralía, Federación Departamental y

Nacional, que va desde las organizaciones sindicales de la comunidad hasta las

federaciones o confederaciones a nivel nacional. En este sentido, existe una analogía con

la lógica del thaki136

o camino que implica inicialmente una forma de integración a la

comunidad y de servicio, aunque no se deben dejar de lado otros elementos no

visibilizados, presentes en las lógicas sindico-comunales como las coyunturas de

tensión, apoyo de las bases y fuerzas internas en disputa dentro de dichas organizaciones

de las que emergen liderazgos. A continuación se citan algunos fragmentos de las

entrevistas que dan cuenta de esta noción de “camino recorrido”.

“Bueno el camino que he ido recorriendo ha sido fundamentalmente el trabajo, el

trabajo social con las organizaciones fundamentalmente de mujeres y al mismo tiempo

trabajo con los compañeros de las diferentes provincias…” (Carmen García).

Carmen García

“… puedes caer, pero de esos tropiezos, de esos errores puedes aprender pero no es

bueno que cuando estés en medio camino tú te retractes, porque ya no tienes esa

visión de un líder y un líder o una lideresa tiene que tener, tiene que llegar al punto

donde se ha trazado ¿no? También es una experiencia como líder, muchas veces tienes

136

Es el camino recorrido de vinculación comunitaria. El ser jaqi (persona) implica ser chacha warmi y así

la pareja sería parte plena de su comunidad.

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que tratar de no equivocarte, porque quienes vienen tras de ti. Entonces también es

como si estuvieras dando, abriendo caminos o tal vez tratando de levantar esas piedras

no, que te dificultan el caminar para seguir avanzando en el camino…” (Esperanza

Huanca)

Esperanza Huanca Elisa Vega

“Uno de estos días que estaba reflexionando con esta coyuntura actual que está

viviendo Bolivia y como de fieles de convicción somos las mujeres, como nos

trazamos un horizonte y como no desviamos del camino ¿no?, y tenemos bien

seguros de donde queremos llegar y estamos en ese camino bien fuertes, eso le

estaba viendo con los ministros, ex Ministros, ex diputados, ex senadores y todos los

que eran varones, de la clase media que han estado en este partido en el gobierno

ya no se les ha dado espacio, se han ido en el otro lado, el otro lado les ha dado

espacio, entonces todo es un interés…”(Elisa Vega)

Cabe resaltar en esto que existe un paso de las mujeres que conduce, en todos los casos,

a su participación política; una vez visibilizadas en sus liderazgos son promovidas por

las bases a espacios de mayor representación y, de esta forma, después de dicha

trayectoria como parte de las luchas autónomas de sus propias organizaciones, llegan a

integrar el MAS-IPSP. Algunas de ellas se integran desde la realización de la Asamblea

Constituyente y otras desde elecciones anteriores al año 2005, en el que el MAS-IPSP

llega a ser gobierno.

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Otro punto que se debe tomar en cuenta es que en la mayoría de los casos las mujeres

inicialmente son parte de las organizaciones mixtas de hombres y mujeres y

posteriormente llegan a conformar la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas

Originarias Campesinas - Bartolina Sisa, la excepción en este caso en de la

FENATRAHOB que es una organización que es un movimiento de mujeres. A

continuación se da cuenta de lo mencionado:

“Bueno, en realidad es un proceso largo desde la propia construcción de

uno ¿no? En mi caso yo he hecho mi propia lucha de mi liderazgo. Por una

parte, he crecido con el sindicato de las trabajadoras del hogar; luego, con

la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar, porque hemos fundado

también esta organización, pero más que todo con la lucha de la ley de la

trabajadora del hogar nos hemos aproximado más al Congreso137

, nos ha

durado más de doce años de lucha; entonces, entre las bases por una parte

y mediante esta lucha yo conozco al compañero Presidente y ya como los

líderes vamos sobresaliendo, entonces van coqueteando de alguna manera

los políticos ¿no?, entonces este instrumento que sale, también de alguna

manera yo he participado, diríamos más bien después del 92. La celebración

de los 500 años para mí ha sido un poco aproximarme a toda esa

conclusión, de que se estaba trabajando el Instrumento Político por la

Soberanía de los Pueblos con un grupo de dirigentes que eran de la

Federación Única de Campesinos de Cochabamba ¿no? y entre ellos uno ha

muerto ya y algunos viven todavía, ha sido muy bonito ver desde que era un

pequeño grupito antes que esté el Movimiento al Socialismo así ¿no?, pero

ahí se suma también el compañero Evo, hay un momento que se hace el

congreso138

y se juntan las fuerzas…” (Casimira Rodríguez)

137

Se refiere al Congreso de la República. Dicha Ley 2450 que se promulgó en abril de 2003 durante el

gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Posteriormente durante el segundo mandato de Evo Morales en

noviembre de 2012 se promulga la Ley 309 ratificando e incorporando a la normativa de protección a las

trabajadoras del hogar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 138

El acercamiento de la FENATRAHOB con el MAS se da en el contexto de la aprobación de la Ley en

2003, mas orgánicamente se establece una cercanía más concreta en el Congreso que se realiza para la

constitución de la Coordinadora Nacional por el Cambio en enero de2007 de la cual forman parte en la

coyuntura más álgida de defensa y acompañamiento de la realización de la Asamblea Constituyente.

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Casimira Rodriguez.

“…Luego he sido presidenta de Centro de Madres también de la Subcentral, luego ya

he tenido que abarcar a la regional de Caracollo y en ahí como presidenta he estado

también, luego he entrado como Secretaria Sindical de Organización, de varones y

mujeres, antes era mixto, de la provincia Cercado. Luego he entrado también como

Presidenta Departamental de Mujeres Campesinas de Oruro en una Asociación

Departamental de Mujeres Campesinas de Oruro (ADEMCO), bueno ahí estuve, y así

nuevamente he tenido que regresar, no sé qué año era, a la regional Caracollo ¿no?,

entonces hemos organizado una organización. Hemos visto que no es para mujeres que

tienen wawas no más, sino que jóvenes que no tienen hijos también, hay mujeres que ya

no tienen hijos, son de edades, todos ellos. Entonces hemos visto una Central Andina de

Mujeres Campesinas Indígenas Originarias ¿no? Con eso funcionó, pero ahora ya

cambiaron también el nombre ¿no?, ya no es “campesinas” sino Central de Mujeres

Indígenas Originarios, entonces ahora es así […] Después de eso cuando he sido

secretario sindical o secretaria de organización, entonces de esa manera he llegado a la

Presidencia de Mujeres campesinas de Oruro primero era ADEMCO, primero era

provincial, luego departamental. Después de unos cuantos años me han elegido a la

Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia - Bartolina Sisa, ahora ya es

Confederación Nacional de Mujeres de Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”;

entonces luego de eso me han elegido como Secretario de Defensa Sindical de la

Central Obrera Boliviana, luego me han elegido como Secretaria General de la Central

Obrera Boliviana, segunda persona de la COB, entonces ahí estuve así terminé así en

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mi comunidad, luego me han elegido para que yo vaya como candidata a diputada…”

(Isabel Ortega).

Isabel Ortega

“…entonces en esa vida personal, yo llegué ser ya cuando un poquito más jovencita,

ser una promotora de esa misma comunidad de las mujeres. Yo trabajaba con unos

cien mujeres en mi comunidad Chuquisaca, todavía trabajando con huertos comunales,

trabajando tejidos, trabajando obras sociales, digamos que era el apoyo de

capacitación llevaba el radio ACLO de Chuquisaca. Entonces la Fundación Radio

ACLO Chuquisaca capacitaba a las jóvenes y mujeres para trabajar con las mujeres

De ahí por falta de recursos mi papá, mi mamá fallecieron en Chuquisaca, de mi

comunidad me fui a buscar la vida con mis hermanas que vivían en el departamento de

Santa Cruz. Yo migré ahí junto a ellas, como ya estaban migraron más delante de mí,

me fui con ellas […].Ahí empecé todavía a trabajar de empleada doméstica en el

departamento de Santa Cruz más de un año, empleada doméstica en la ciudad

sirviendo a la patrona, vendiendo de todo, entonces de ahí salimos a la comunidad

donde tenemos unas cuatro, cinco hectáreas de terreno al lado el Municipio de la

Guardia en Porongo. Entonces, desde ahí tenemos ahí una organización de mujeres nos

organizamos también ya había, ya existía, yo sumé a esa organización, entonces como

yo era promotora en mi departamento, fácilmente me lograron entender para sumar,

entonces de ahí ya asumí dirigencia, Secretaria de Actas y muchas cosas en esa

organización de mujeres en mi departamento. De ahí ya me eligieron después que he

hecho dirigencia en centros de mujeres de la Guardia, me eligieron como Ejecutiva

Departamental para que yo pudiera trabajar con las mujeres de todo el departamento

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de Santa Cruz, yo fui ahí dos años ejecutiva. Después me volvieron a elegir, otra vez

dos años ejecutiva, cuatro años ejecutiva en el departamento, entonces yo ahí de ese

trabajo orgánico, más que todo en organización, organicé muchas mujeres en diferentes

provincias del departamento sin conocer. Llegué a las 15 provincias del departamento

para poder conocer las compañeras cómo vivían en las comunidades del departamento

de Santa Cruz. Entonces ya ahí cuatro años ejecutiva, me llevaron ser Secretaria de la

Organización a la Confederación Nacional de Mujeres, entonces de ahí también he

estado dos gestiones, cuatro años, una gestión Secretaria de Organización y en otro

gestión Secretaria de Hacienda, entonces de ahí después de ser Secretaria de Hacienda

ya me eligieron para ser candidatura para la Asamblea Legislativa Plurinacional que

hoy estamos llevando, mi cargo actual, entonces creo que en mi vida orgánica he

venido viviendo en esas etapas pasando de dirigencia a más dirigencia de municipio,

departamento y a esta nacional. Entonces esas vidas orgánicas he venido viviendo como

persona” (Segundina Flores)

Segundina Flores

Como se ve en sus trayectorias, tienen inicios diversos, inclusive en alguno de los casos

integran fundaciones católicas como la radio ACLO, que desde los años 60 busca

promover procesos de articulación y problematización de los indígenas y campesinos a

través de la formación de reporteros populares, o como el caso señalado por Isabel

Ortega, de los centros de madres que han recibido críticas que giran en torno a su

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carácter desmovilizador, político y potenciador de la lógica de roles adscrita a la

comprensión de “lo femenino”, pero más allá de estas críticas constituyeron un puente o

parte del proceso de “avance” en la vinculación y camino sindical de las mujeres, como

espacios de intercambio y articulación.

3.6.2 El referente femenino

El referente femenino de figuras previas de liderazgos de mujeres indígenas también

marca hitos relevantes entre las entrevistadas, esto sucede en dos casos que aluden a dos

figuras significativas en las luchas de las mujeres. En el caso de Julia Ramos ex Ministra

de Desarrollo Rural, el referente es Isabel Ortega una de las fundadoras de la Federación

de Mujeres Bartolina Sisa. La trayectoria de Isabel Ortega inicia en la Federación de

Mujeres Campesinas Bartolina Sisa desde 1980, hasta su actual desempeño en un

Viceministerio; es decir que constituye una figura central en la lucha de las mujeres

indígenas. Ha recorrido y vivenciado los cambios y modificaciones de los movimientos

sociales, desde sus luchas autónomas hasta la conformación de cuadros indígenas

pertenecientes a los mismos que ingresan en la política institucionalizada. En el

momento de la entrevista Julia Ramos se encontraba reunida con Isabel Ortega en su

despacho, su mentora política. Siendo también la trayectoria realizada en el camino

sindical resultado de la identificación de perfiles de liderazgo y promoción en lo político

entre las propias mujeres:

“Ahora justo me pillas aquí, junto a la mama Isabel, por qué ella ha sido la

que me lo lanzó a nivel nacional pues. Cuando ha habido la marcha el 96139

,

yo he hecho esa marcha también como dirigente, estaba en la Central Obrera

Departamental, después que he dado cuatro gestiones en la Federación de

Campesinos de Tarija y ya me han puesto en la Central Obrera, entonces yo

vine representando a Tarija, porque era esa cartera del sector agropecuario.

139

Se refiere a la segunda marcha indígena que “se dio lugar en 1996; esta marcha se denominó "Marcha

por el Territorio, el Desarrollo y la Participación Política de los Pueblos Indígenas". Se trató de una

caminata indígena-campesina de todos los pueblos miembros de la Confederación de Pueblos Indígenas

del Oriente Boliviano (CIDOB); la marcha partió de Samaipata. Este desplazamiento indígena logro

arrancar al gobierno de turno dos reivindicaciones importantes: la promulgación de la Ley INRA y el

reconocimiento de 33 Tierras Comunitarias de Origen (TCOs)”. (Prada, 2012).

http://horizontesnomadas.blogspot.mx/2012/05/las-lineas-de-fuga-de-las-marchas.html

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Ahí ya he ido conociendo a la mama Isabel, y bueno, ya después del

congreso ya me pusieron a mí como dirigenta nacional, también me ha

permitido conocer bastante el contexto de otros departamentos. Si bien

estaba en Tarija, no conocía otros departamentos como La Paz,

Cochabamba, Santa Cruz y también he tenido posibilidad esa vez de viajar

por primera vez a Brasilia a afiliar a la Federación (antes Federación era la

Bartolina Sisa, hoy Confederación), a la CLOC, que es la Coordinadora

Latinoamericana de Organizaciones del Campo, vía campesina ¿no?....”

(Julia Ramos)

Julia Ramos

Celima Torrico recuerda a Domitila Chungara140

, lideresa obrera mujer que luchaba por

los derechos de los mineros, hombres y mujeres y buscaba que las reivindicaciones

sociales y políticas no dividan la lucha del pueblo, sino más bien mejoren las

condiciones de vida y explotación por las que atravesaban, habiendo sido ella esposa de

un minero, madre de 7 hijos y atravesado de cerca la situación de pobreza y represión

militar de los años 70 en Bolivia. Fue representante del Comité de Amas de Casa de

140

Además de ser un referente de luchas concretas para el movimiento minero y obrero en Bolivia,

implica un símbolo de la mujer que reivindica una lucha dentro de otra, visibilizando la relevancia de

comprender sus opresiones junto a las que viven con sus compañeros. Nace en Pulacayo el 7 de mayo de

1937 y fallece el año 2012 a sus 75 años.

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Siglo XX, que era el nombre del centro minero al que ella pertenecía. Representó a las

mujeres en diversos espacios a nivel nacional e internacional. En la memoria corta de las

mujeres indígenas, si bien existe una diferencia en el referente de constitución de sujeto,

dado que no prima su identidad de indígena como tal, sino más bien de mujer obrera,

tiene en su forma de asumir la lucha de las mujeres una perspectiva similar a la que

manifiestan las entrevistadas, en lo que respecta a la relación con sus compañeros. El

hito más relevante con el que se la recuerda es su participación en la huelga de hambre

que realiza en diciembre de 1977 junto a otras mujeres mineras y sacerdotes jesuitas,

Xavier Albó y Luis Espinal, con la que se logra la convocatoria a elecciones después de

7 años de la dictadura del militar Hugo Bánzer Suarez141

. Respecto a lucha de las

mujeres planteaba:

“…yo en este momento es mucho más importante pelear por la liberación

de nuestro pueblo junto con el varón. No es que yo acepte el machismo, no.

Sino que o considero que el machismo es también un arma del imperialismo

como el feminismo. Por lo tanto, considero que la lucha fundamental no es

una lucha entre sexos, es una lucha de la pareja. Y al hablar de la pareja,

hablo también de los hijos y los nietos, que tienen que integrarse desde su

condición de clase, a la lucha por la liberación…” (Chungara, 1978:7)

Domitila Chungara

Foto: Archivo - Carlos López Gamboa Los Tiempos142

141

Quien llama a elecciones, pero el proceso es interrumpido por el golpe de estado de Juan Pereda

Asbún, posteriormente de Juan Padilla Arancibia y la dictadura de García Meza y Luis Arce Gómez, que

duraría hasta el año 1982. 142

http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/local/20120313/fallecio-domitila-chungara-la-

madrugada-de-hoy_163834_343148.html

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Esta relación de “clase” cuya tendencia proviene de la influencia marxista en las minas

se reproduce en la noción de identidad étnica politizada que reivindican las mujeres.

Aspecto que incide en la forma de entender cuál es el sujeto de emancipación. Otro de

los elementos centrales que atraviesa la reconfiguración identitaria de las mujeres

indígenas en cuanto a la desnaturalización de las relaciones de poder con hombres y

mujeres mestizos y blancoides y con sus pares hombres dentro de las organizaciones

sociales es lo que Domitila denomina “romper el miedo”143

. Celima Torrico, ex Ministra

de Justicia la rememora, vinculando los momentos compartidos con ella a las luchas

posteriores en las que participó:

Celima Torrico

“…encontramos un problema departamental con la organización, donde los

partidos políticos neoliberales: adenistas, miristas, ucesistas144

, tomaron la sede de

143

Eduardo Galeano escribió: "Recuerdo una asamblea obrera, en las minas de Bolivia, hace más de treinta

años: una mujer se alzó, entre todos los hombres, y preguntó cuál es nuestro enemigo principal. Se alzaron

voces que respondieron “El imperialismo”, “La oligarquía”, “La burocracia”… Y ella, Domitila Chungara,

aclaró: “No, compañeros. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro“.

(http://www.eldia.com.bo/index.php?cat=150=3=29326&pla=3&id_articulo=86997) 144

Se refiere a los partidarios de ADN, MIR y UCS, citados en el contexto sociohistórico.

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la federación sindical, dividieron la organización a su antojo, a su gusto. En un día

elegían a su antojo cual un partido político en la organización y eso no nos gustaba

y eso nos vino, entonces ahí después tuvimos las amas de casa que festejaron 25

años de lucha, bodas de plata. Fuimos a esa mesa redonda ahí conocí a doña

Domitila, conocí a las cuatro mujeres145

, a doña Aurora le conocí…, a otras

compañeras más. Entonces fuimos a siglo XX, uyy, esa experiencia discutimos

bastante, escuchamos entonces toda esa experiencia, todo lo que hemos visto, los

muertos en la dictadura, lo que contaban las compañeras, cómo han luchado en la

época de la dictadura, lo que nosotros en la organización hemos tomado. Por

ejemplo, los partidos políticos que nos quisieron manejar y nunca…Solamente

llegaban por ejemplo, me acuerdo, cuando había elecciones, llegaban papeletas

verdes ya votados eran, me acuerdo siempre. Eran del Asbún146

, una del general

Asbún, papeletas verdes, así estaban, esto van a poner a la ánfora, entonces estaba

ya listita para poner a la ánfora ¿no? Entonces así manejaban y eso no gusta pues

a nadie, porque uno ya se da cuenta y en eso entonces de que lo que hemos hecho

es, y después posteriormente ya la defensa de la hoja de coca, yo no soy del

trópico, yo soy del valle, del otro lado…” (Celima Torrico).

Las madres también están presentes pero son mencionadas de forma menos frecuente como

quienes las apoyan para poder realizar las actividades que les demanda lo político y

también como las principales actoras de la transmisión del idioma nativo, elemento muy

relevante en la configuración de su identidad:

“…tenía la libertad de volar todas partes, no ha sido muy difícil, digamos de

trasladarme, solo mi mamá me ayudaba, estaba entonces viva y estaba un

poco delicada, pero aun así estábamos en el mismo país y no era mucho

problema ¿no? y se podía arreglar […] yo creo que siempre aunque ya eres

grande a la mamá es a la que se he preocupado y a mi familia ¿no? porque

como es tan fuerte el problema político entonces siempre de mi mamá yo creo

que he recibido más bien un apoyo muy espiritual de mi familia…” (Casimira

Rodriguez)

“…como mi mamá es quechua, a veces es la madre que transmite la vivencia

la costumbre, todo ¿no? y eso optamos por mi madre que hablamos

quechua…” (Nemesia Achacollo)

145

Se refiere a Aurora Villarroel de Lora, Angélica Romero de Flores, Luzmila Rojas Rioja y Nelly Colque

de Paniagua, que fueron las mujeres amas de casa que fueron parte la huelga y lograron que el General

Hugo Bánzer Suárez, presidente de facto dimitiera. 146

El General Juan Pereda Asbún ejerció el gobierno de facto de julio a noviembre de 1978, la presión

desde la huelga obliga al Gral. Bánzer a convocar a elecciones y nombra Asbún como candidato, quien

gana por vía fraudulento, esta corta dictadura termina con otro golpe de estado a la cabeza del militar

David Padilla Arancibia.

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“…yo he prendido esta lengua desde mi nacimiento, desde mi madre que he

vivido, que me ha educado en ese idioma y tenemos el conocimiento nuestros

ancestros…” (Julia Figueredo)

“…me dijo mi mamá, en su idioma en quechua me decía: “vos tienes que

saber leer, tienes que saber escribir, ya no tienes que ser como yo que tiene

que estar parado detrás de la puerta” en su idioma me decía así. Yo le estoy

transmitiendo en castellano, entonces yo decía “que querrá decir, qué me

querrá decir con eso”. (Marcelina Chavez)

Esta última frase se vincula a la idea de la importancia otorgada a la mantención del idioma

y las tradiciones “propias”, pero también a la formación y/o participación en la educación

formal como vía de ruptura de la naturalización de la dominación. El analfabetismo fue un

mecanismo de abuso y humillación para los pueblos indígenas y la escuela como el lugar

que podía establecer rupturas ante esto atravesaba su paradoja al ser a la vez un espacio de

emancipación y legitimación de la colonialidad del ser, saber y poder.

3.6.3 La memoria corta: la década de los años 70

La edad de las mujeres da cuenta de que muchas de ellas fueron jóvenes o adolescentes

en el periodo dictatorial de la década de los 70 por el que atraviesa Bolivia. Esta

vivencia hace que hayan presenciado y hasta sido víctimas de la represión estatal

mediante la fuerza pública en las comunidades rurales. Por tanto, las relaciones de

subordinación no sólo fueron cotidianas, sino vividas en el campo de la lucha política y

la resistencia que también inciden en la reconfiguración de su identidad. En esto existen

dos puntos en común que identifico, por un lado la referencia a la década de los años 70

que evoca hitos de lucha y las muertes de sus familiares en el contexto señalado y por

otro la pérdida del miedo que lo analizo en el siguiente punto.

“Cuando nosotros mediante radio escuchamos, solamente a nuestras

comunidades llegaba una radio que era radio Illimani, antes era radio

Progreso también, no sé … era de La Paz, parece que ahora se ha cerrado

y había de Sucre una radio Padilla, entonces mis papás siempre

escuchaban esa radio, la información y había otra también radio Pio XII

de Huanuni, captaban unas horitas no más, entonces decían que está

pasando tal cosa en ese lugar, tal y tal está pasando, entonces así

comentaban, pero después lo que más me acuerdo comentaban bastante en

la época de la dictadura ¿no? Entonces decían ´mira tantos habían muerto,

haber escuchen radio, pobres qué pobres serán, dicen que están mujeres

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marchando con sus ollas´ comentaban escuchando la radio y bueno,

después lo que más nos acordamos era de la masacre de Epizana, Tolata en

la época del 72, 73147

cuando Hugo Banzer Suarez estaba de presidente.

Epizana es también nuestro lugar, nuestra jurisdicción de la provincia y

decían uno más está pasando, empezaban a tocar campanas de la Iglesia y

la gente decía ´quien más habrá muerto, quién más habrá muerto´.

Nosotras éramos wawas ¿no? Entonces escuchábamos así, y eso daba

rabia, que han ido por ejemplo a convocatoria de las organizaciones, han

ido a asistir a esa convocatoria de las organizaciones y volvieron muertos,

entonces mi mamá esperaba a mi papá, preguntaba a la gente que pasaba si

lo han visto a mi papá, buscaba en algún lado si lo han visto, muy

preocupada mi mamá ¿no? y nosotros también nos preocupábamos, ´mami,

tal persona está viniendo, ya hay otra persona que viene´, para que mi

mamá preguntara, después ya algunos decían que no le han visto, que no lo

veían, o que lo han visto o tal vez estaban ahí, era una preocupación de la

familia y pasaban muertos ¿no? Entonces mi mamá lloraba, pero después

ya mi papá llego con su aguayito148

y se puso a llorar, ¿por qué se puso a

llorar? dijo que perdió a su amigo en su lado, ¿no? Entonces después de la

balacera en la dictadura se ocultaron ellos bajo de un tráiler, encima de

las llantas, bajo de un trailer, y entonces en ahí decían de que cuando la

balacera pasó su amigo de mi papá sacó la cabeza para decir ´qué pasa´ y

lo balearon, entonces mi papá decía por poco yo más ya no hubiera estado.

Mi papá más lloraba y bueno esas cosas escuchamos con el fin de

analizarlo, duele ¿no? escuchar esas cosas. (Celima Torrico)

“…yo empecé a estudiar, ya a los 10-12 años ya sabía leer, escribir y ya

con toda esa visión armamos así en mi casa no más. Ese año le habían

colocado una autoridad a mi papá y empezamos a organizar a todas las

mujeres para que aprendan a leer, escribir así y creo que esos años

estábamos en una época de dictadura, no me recuerdo mucho y ya he

empezado pues a organizar, a las mujeres enseñar reflexionábamos, me

cuestionaba ¿no?, porque tiene que ser así…”. (Elisa Vega)

En el primer caso se refleja esta década vivida con la claridad del recuerdo que marcó la

vida de Celima Torrico y en el segundo caso Elisa Vega, de menor edad, lo recuerda

como un contexto difuso pero presente.

147

Dicha masacres ocurren en enero de 1974, fueron el precedente para una mayor articulación del

movimiento de resistencia a la dictadura. 148

Aguayo es un tejido tradicional andino en el que las mujeres indígenas cargan a sus wawas (bebés) en

la espalada, igualmente sirve de mantel en la tierra cuando al extenderlo se comparte la comida comunal o

apthapi.

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192

3.6.4 La pérdida del miedo

Por otro lado, la paulatina pérdida del miedo de estas mujeres, se trata de un miedo que

se manifestaba en distintos niveles, desde el temor a aparecer en cualquier contexto

público, manifestar lo que pensaban dentro de la propia estructura de su organización

y/o comunidad ante la idea que de “mujer no más es” afirmación que expresa una forma

de aminorar su capacidad o valor para aportar o participar de igual forma a la de los

varones, y a la vez, al igual que otras mujeres mestizas o blancoides dentro de las

entidades de la política institucional y en la vida cotidiana.

El recuerdo de sentir miedo y posteriormente perderlo, reconfigura la identidad de las

mujeres indígenas, dado que el mismo es un elemento central en la reproducción de las

relaciones de dominación y subordinación porque perpetúa la subalternización y la

relaciones de colonialidad. El miedo es un referente constante que señalan también

como parte de su memoria, animarse a participar tomando la palabra y denunciar el

abuso es también una constante en sus relatos, como se evidencia a continuación:

“… cual la diferencia ¿no? entre uno que es de vestido y entre uno que es

de pollera, en quechua me decían chota…, chola…, daba rabia pues cuando

nos decían nuestros propios compañeros, porque digamos una de pollera

que no podía hablar y así iba perdiendo el miedo y todo, pero todavía no

escuchábamos eso. Más antes todavía mi papá era Secretario de Actas de la

comunidad y no estaba mi papá, porque ha ido a ganarse en la caba de

papa, en la caba de papa ha ido a ganarse y ni mi mamá no estaba…”

(Celima Torrico)

“… por eso digo yo, los cargos jamás Celima no se ha buscado pa´ la

Celima, digamos siempre los cargos ha habido, pero pensándolo muy bien

hay que responder a eso bastante. Aunque para otros no es bueno, para la

oposición, por ejemplo, qué pues ellos a una mujer, a una campesina lo van

a perdonar, por ese lado tengo problemas en Cochabamba, pero no importa

yo no tengo ningún miedo, jamás robaremos, jamás seremos flojas, no

mediremos el tiempo, pero lo importante tenemos que seguir trabajando

¿no?”. (Celima Torrico)

“Bueno, ese es el paso que ha ido dando la organización, como hemos ido

buscando entre mujeres de poder participar en público, porque más antes

yo me recuerdo teníamos miedo de hablar hasta en pequeños grupos, pero

ahora ya hablamos en grandes grupos, conferencias y todo. Eso nos ha

articulado en poder construir esa Constitución Política que antes no nos

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reconocía, era hecha por otros intereses, por gente que no conocía nuestra

realidad” (Julia Ramos)

“Esta oportunidad que tenemos como un folklore está en la administración,

en el palacio, en el parlamento. Aquella mujer con manta, con pollera;

aquel hombre con poncho, con lluch´u. Antes eso no se veía, solamente se

veía señoritas muy delicadamente vestidas y hombres de corbata inclusive

daba miedo. Hoy en estos años que venimos luchando, hemos perdido ese

miedo, pero debemos administrar con mucha responsabilidad, hay que dar

la respuesta que el pueblo nos quería, hay que dar la respuesta”. (Antonia

Rodríguez)

“…Entonces, yo he visto aquellas veces a las compañeras de Norte Potosí,

están mendigando ¿no es cierto? Están sentaditos ahí, con su wawita149

y le

echaban con agua. Yo dije: “¡pero por qué, cómo te vas hacer maltratar

así, vamos a la prensa!” y no aceptaba por miedo a la señora. “Más me va

a botar de aquí” decía. “Qué miedolentos somos ¿no?” dije, yo también he

sido así miedolenta.” (Isabel Ortega)

“[…] sigue está150

produciendo también en algunos espacios donde no se

habla de estos temas de despatriarcalización, sigue se está produciendo.

También hay las mujeres, muchas de las mujeres estamos callando no lo

estamos demostrando no, tal vez miedo a que nos afecte en nuestros

espacios laborales, en la familia entonces hay todavía, entonces lo que hay

que reflejarlos estamos aquí las mujeres mayoría a muchas mujeres

indígenas de la misma forma de vestirte ¿no?, mismo entonces nos están

tolerando…”. (Elisa vega)

“Al principio cuando he participado, pensé que iba a salir como miembro

del directorio, pero como he salido cabeza, me he preguntado también a mi

marido si es que puedo asumir o no, porque yo no sabía la parte política

tenía miedo. Entonces le he dicho: ´He salido cabeza ¿qué voy a hacer?, yo

no sé la parte política bien´. Entonces él me ha dicho: ´…tienes que asumir,

si te vas ahorita…no tienes que renunciar”, porque el segundo era hombre,

yo le quería dar paso a él, entonces me dijo: ´vas a hacer quedar mal a tu

provincia, vas a hacer quedar mal a las mujeres; las mujeres no saben, no

pueden asumir´…” (Patricia Mancilla)

149

En las áreas andinas se denomina wawa a los bebés o a los niños y niñas pequeños. 150

“Sigue está” es una expresión que utilizan los aymara y/o quechua hablantes en castellano e indica que

algo permanece, que sigue sucediendo en la actualidad.

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Patricia Mancilla

Como se evidencia, el miedo es parte de la memoria corta y está presente aún, se vincula

al silenciamiento en cuanto a la naturalización de la humillación y la discriminación,

evitando inclusive la posibilidad de interpelación en el momento mismo de la

experiencia de subordinación y discriminación vivida. En el análisis de la colonialidad

del ser desplegaremos con mayor amplitud diversas vivencias de discriminación

identificadas, incluyendo las que son generadas por el miedo a demandar o a nombrar las

relaciones patriarcales y discriminatorias vigentes. El silencio caracterizaba la

participación de las mujeres, entendiendo esta sólo como la presencia física de las

mismas en espacios de deliberación, diálogo y toma de decisiones tanto en lo político

como en la política institucionalizada.

Si bien a partir de las nociones del núcleo chacha-warmi o qhari-warmi se establece la

presencia de la mujer, existiendo procesos disímiles en la forma que este núcleo se

cristaliza, el habla y el silencio han sido dos espacios que se deben analizar, dado que la

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pérdida de temor implica un proceso de desubalternización cuando las mujeres empiezan

a decir por sí mismas en espacios donde no se atrevían a hacerlo, porque su silencio

estaba también naturalizado. En este sentido, es evidente un proceso de transformación

en la subjetivación de la subordinación.

Por otro lado, si bien se asume que en la familia andina la mujer es la que incide en las

decisiones de su pareja en el hogar o estas se toman de forma conjunta, con base en el

equilibrio chacha-warmi y que son los hombres quienes trasladarían dichas decisiones a

los espacios comunales o de deliberación colectiva, se puede dar cuenta de que dada la

naturalización de su exclusión, las mujeres que son parte de formas organizativas en las

que operan lógicas sindicales, van estableciendo rupturas al hablar, decir y ser parte “por

sí mismas”, ya no sólo como acompañantes o complemento. Su identidad subalternizada

es entonces transformada internamente (en los movimientos sociales) en la relación con

sus compañeros, y externamente (desde los espacios que proveen los movimientos

sociales), debido a que los cuestionamientos que realizan aunque no estén

exclusivamente formulados como demandas “de” las mujeres tienen efectos en las

relaciones de opresión de entronque patriarcal con hombres que son parte del bloque

histórico indígena y con hombres y mujeres mestizo-blancoides que no participan del

mismo.

3.6.5 Referente paterno de desubalternización e inicio de lucha en lo político

Para la mayoría de las mujeres su primer referente masculino no es una figura de

opresión, sino más bien un punto común que recuerdan como inicio de la motivación y

concreción del proceso de desubalternización, pero no así de descolonización y

despatriarcalización. Planteo esto, dado que si bien recuerdan a su padre o abuelo como

quienes inciden, con sus cuestionamientos a determinadas condiciones de explotación y

discriminación, para que sus hijas no reproduzcan las experiencias de subordinación

vividas y asuman acciones que les permitan evitar dicha reproducción, en los hitos que

señalan no es evidente un cuestionamiento al sedimento colonial de dichas relaciones,

pero sí es clara la idea de transformación de la subordinación. Esto motiva y logra

promover la participación de las mujeres, ya sea en procesos educativos y/o en ciertas

organizaciones sociales. Los procesos educativos se mencionan como necesarios por la

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relación que asumen sus antepasados entre la ignorancia y el engaño, el analfabetismo y

la dominación que ejercían los patrones con sus abuelos y abuelas, padres y madres.

Elemento que es parte no sólo de la colonialidad del saber, sino que ha legitimado y

afianzado a la colonialidad del poder.

Inicialmente expongo los fragmentos que dan cuenta de dicho cuestionamiento a partir

de un elemento central que implica la valoración de la vida, entendemos esto como parte

de la colonialidad del ser, dado que la muerte en determinadas condiciones se naturaliza

en el pasado y es interpelado en el presente:

“…casi yo acabe mi escuela ¿no?, la primaria, entonces en mi pueblo no

teníabamos151

colegio. Quería estudiar, yo quería ser alguien, pero no tenia

económicamente cómo, no estaba mi papá. Mi papá como era minero

mucho más pronto se murió, como era minero tenia enfermedad de la mina

y ya no podía ni trabajar, no podiábamos tener, porque para entonces 20

bolivianitos tenía como su seguro, 20 bolivianos que no le alcanzaba para

nada…” (Celima Torrico)

“Entonces es que te sientes bien impotente desde la visión bien clara que

tienes ¿no? Por ejemplo, yo alguna vez le veía a mi papá, les veía a los

abuelos, cómo mueren y cómo morían, entonces yo en algún momento

pienso eso ¿no? Y mi papá me decía: ´Hija cómo es la vida, es un proceso

pero al final…´ también mi papá era un líder que peleaba y decía:

´Esperanza, tal vez yo no he peleado mucho, pero ya no puedes permitir

que mueran así, tal vez ahora tú vas a aceptar que yo estoy muriendo así,

pero la lucha sigue´…”. (Esperanza Huanca)

“De mí es muy grande, desde niñas, desde pequeña, desde mis 7 años, la

historia que me contaba mi abuelo, era benemérito de la guerra del Chaco,

me contó lo que pasó, me contaba lo que pasaba antes y lo que era en ese

momento…” (Julia Figueredo)

151

Esta es otra forma de conjugación del castellano, muchas de las palabras empleadas se enuncian de una

forma determinada dados dos elementos: primero, que el idioma inicial de las mujeres es quechua o

aymara y segundo, porque ambos idiomas tienen sólo tres vocales y una gramática distinta a la del

castellano.

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197

Julia Figueredo

“…mi papá antes era también igual dirigente, ha sido dirigente nacional,

inclusive ha sido CSUTCB. Él me llevaba a mí, en lo personal, siempre a

los ampliados nacionales antes ¿no? Ahora ya hay bastante cambio,

tenemos libertad de nuestras organizaciones, antes no era así ¿no? y mi

papá me decía: ´Mira hija cómo discriminan, cómo mira los campesinos,

siempre estamos humillados´ así. Ni siquiera entrábamos ni a la Plaza

Murillo152

. Yo entraba desde niña ¿no? siempre le acompañaba, desde ahí

ya siempre he luchado por nuestro prójimo, por las mujeres ¿no? por

nuestro prójimo más que todo (Maribel Santa María)

152

La Plaza Murillo es la plaza principal de la ciudad de La Paz, sede de gobierno en Bolivia. En esta se

encuentra el Palacio de gobierno y la Asamblea Legislativa Plurinacional.

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Maribel Santa María

Una de las características de las movilizaciones sociales en Bolivia en los momentos de

amplia conflictividad y confrontación de los movimientos sociales con la fuerza pública,

es la noción de llevar adelante las medidas de protesta “hasta las últimas

consecuencias”, esto implica la posibilidad de morir. La posibilidad de la muerte motiva

que la lucha por la transformación de las relaciones de subalternización y colonialidad

sea el sentido de la vida de las mujeres. Existe una reconfiguración de la forma de

comprender el valor de su vida, dado que el centro de la misma no radica en naturalizar

la explotación y por tanto, la posibilidad de la muerte; sino en la posibilidad de perder la

vida al luchar contra esta. Aunque este no ha sido un espacio común entre las mujeres

entrevistadas es relevante evidenciarlo:

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199

Isabel Dominguez

“Voy a morir dentro de la bala, así mi sueño yo he pensado como mujer

campesina, también ya sabía parte de la historia de la Bartolina Sisa, la

historia de mi pueblo en tiempo de guerra de la independencia. Mi pueblo es

Independencia, por eso desde ese tiempo hay unos patrones para manejar a

la gente, la gente humillada, discriminada, por eso yo conozco, mi papá

mismo me ha avisado…”. (Isabel Dominguez).

Como se ve, los hitos señalados que van asumiendo relevancia, la historia que recuerdan

las mujeres en el marco de la memoria corta como el caso de Julia Figueredo, que

menciona la Guerra del Chaco en la que indígenas aymaras y quechuas fueron reclutados

o entregados por las propias familias indígenas153

al ejército para combatir a elevadas

temperaturas en difíciles circunstancias de adaptación. En este contexto murieron muchos

153 Una muestra de ello es lo sucedido en el período de la Guerra del Chaco, cuya exacerbación del

heroísmo mestizo invisibilizó el papel de los pueblos indígenas reclutados como solados en la guerra

“Warisata ofreció durante la Guerra un espectáculo nunca visto en nuestra historia republicana. Los indios

se presentaron al puesto militar, para entregar espontáneamente a sus hijos al sacrificio patrio, a más de

eso llevando víveres.” (Elisardo Pérez)

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indígenas en precarias condiciones154

, los mismos fueron invisibilizados por la exaltación

de heroicidad del mestizo155

lo que iba sedimentando una lógica de homogeneización y

sobrevaloración del mestizaje manteniendo la omisión histórica de la contribución de los

indígenas a las causas mestizas en los distintos ciclos o períodos históricos o

superponiendo las causas indígenas

Por otro lado, en Bolivia las consecuencias del sistema de explotación minera

implicaban (y aún implican en algunos centros mineros) la muerte temprana, dadas las

condiciones de supervivencia en las que vivieron y viven varios indígenas mineros156

, no

sólo por los riesgos propios del trabajo en las minas y la nula inversión en mejorar las

condiciones de seguridad de este, sino por la discriminación que naturalizaba la

explotación de mineros de procedencia indígena. Condiciones que llevan a la

naturalización de esa muerte, que es visibilizada por Celima Torrico. Estas historias no

sólo cristalizan un hito de la memoria personal, sino las condiciones de subordinación de

ciclos históricos clave que marcan otros procesos posteriores.

El padre, como señalé, es quien promueve su interés en la conformación de los

movimientos sociales y su participación activa, porque también ellos formaban parte de

organizaciones sociales e impulsan que sus hijas los sustituyan en ciertos espacios, o

vayan a las reuniones de estos en nombre de sus madres. En este sentido, a pesar de la

primacía de los liderazgos masculinos y de la restringida participación de las mujeres en

los espacios de carácter síndico-comunal, posibilitan que ellas puedan estar presentes y

sean paulatinamente visibilizadas en las estructuras sindicales, modificando en este

proceso muchas de las dinámicas de carácter patriarcal existentes en las mismas. La

dualidad chacha-warmi no está presente tal cual se plantea en su expresión ideal, en la

154

Esto coincide con la siguiente afirmación “De este periodo colonial pre-capitalista hasta la guerra del

Chaco, coincide la discriminación real con la formal: a partir de la guerra, la discriminación formal tiende

a eliminarse pero permaneciendo la real”. Si bien la misma plantea el problema desde otro enfoque teórico

ayuda a comprender el contexto de discriminación al que se hace referencia y lo que eso implica en l

memoria larga. El autor entiende por discriminación. 155

“…desde la década de 1920, ocurre un giro de conversión fundamental en la conciencia de las élites

ilustradas de las principales ciudades, que se agudizaría con la pérdida territorial del Chaco en los años

‘30. La posición celebratoria del mestizaje, a través de un activo esfuerzo de relectura de su papel en la

historia, comienza a hacerse hegemónica” (Rivera, 2010: 124-125) 156

Cualquiera que haya visitado un campamento minero debe haber notado la brutal segregación entre la

ostentosa comodidad de las viviendas de los empleados y la miseria e insalubridad de los hogares

mineros. (Lehm, Rivera 1988 en Rivera, 2010: 84)

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201

perspectiva descriptiva de la cosmovisión andina, es evidente según los relatos de la

mismas que el camino hacia los cargos de dirigencia no es siempre paritario para

hombres y mujeres y que esto se ha ido modificando poco a poco en lo político. Esto por

un lado ha sido promovido por un miembro activo, que en la mayoría de los casos es su

padre y sus madres se ocupaban más del espacio comunal y familiar, espacio que ellas

también van desestabilizando, modificando, mas no eliminando, un rol adscrito a las

tareas de reproducción familiar y productiva del hogar.

“Mi papá me dice: ´por cuenta de tu madre anda porque con las wawas no

va a poder´, porque lejos se viaja, a pie se va casi cuatro horas, entonces de

esa manera me mando mi papá. Me habían elegido en una reunión para que

yo vaya. Entonces me dice: ´te han elegido, tienes que ir´. Yo no más por tu

cuenta estuve, bueno yo decía: ´no voy a ir, no voy a ir´. Al final he tenido

que ir. Mi papá me dice ´tienes que ir´ Mi mamá también…”. (Isabel Ortega)

“Bueno, tengo que decirlo con mucho orgullo y respeto a mi padre, porque

yo desde muy pequeña he aprendido los pasos de mi papá, porque él hasta

ahora casi con sus ochenta años sigue siendo dirigente, representando ahí

en mi comunidad. Bueno, yo cuando he aprendido a caminar, desde que me

acuerdo he estado siguiéndole sus pasos y he aprendido a ser dirigencia

desde la comunidad, Secretaria de Actas, después Secretaria General de la

subcentral, por los años más o menos ochenta. Entonces, me considero la

heredera de ese conocimiento, ese don, ese poder que ha tenido mi padre

que ha compartido conmigo y siempre orgulloso él de que he seguido sus

pasos…” (Julia Ramos)

“…mi papá siempre me explicaba que cuando una mujer se propone sí se

puede lograr y por lo menos en esas épocas todavía la participación de la

mujer era totalmente restringida, yo recuerdo al inicio cuando mis 15 años,

14 años cuando tenía, iba a las reuniones a representar por cuenta de mi

padre y no me aceptaban, por menor de edad y otro por ser mujer no… y

después más allá que ha ido pasando el tiempo a mí me gustó en realidad ir

así a talleres, ser promotora de una cosa, de otra cosa, explicar a los

comunarios volviendo de las reuniones, ya me gustó. Simplemente porque

me gustaba, como no aceptaban que yo pueda representar en la comunidad,

en representación de mis padres, entonces yo me afilié unos dos tres años

aparte, por ejemplo para poder seguir participando y tener los derechos, los

requisitos por ejemplo para llegar a la Federación o a la Provincia decía que

tiene que ser afiliado, no sé qué ciertos requisitos, entonces algunos

requisitos me limitaba ser afiliada, tenía que ser representante no más, ir en

representación de mis padres…” (Nélida Sifuentes)

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202

Nélida Sifuentes

Si bien se evidencia que el involucramiento en las luchas sociales de sus pueblos tiene

como referencia a la figura masculina del la línea paterna (abuelo o padre), esto no implica

que se omita del todo los referentes femeninos maternos. Como ya mencionamos, las

mujeres que son parte de los movimientos sociales encuentran una serie de mentoras que

son otras mujeres indígenas157

cuyas trayectorias de luchas previas no son sólo ejemplo a

seguir, sino que ejercen de forma activa la promoción y visibilización de mujeres

específicas para que se conviertan en lideresas y a la vez conforman redes de apoyo y

solidaridad ante las posibles resistencias que puedan existir con sus compañeros. El punto

común es, entonces, que los padres y abuelos son quienes principalmente promueven su

acción en lo político y que las mujeres insertas en las luchas sociales y políticas coadyuvan

a que esta se vaya consolidando.

157

Lo descrito en el caso de Celima Torrico con Domitila Chungara y Julia Ramos con Isabel Ortega.

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203

3.6.6 La escuela: espacio de emancipación, subalternización y discriminación

Otro hito que es significativo para las mujeres es su forma de acceso a la escuela o los

elementos que determinaron que no concluyan la educación formal. En el caso de las

acciones concretas que puedan evitar la reproducción de la relaciones de dominación, es

la educación un espacio que identifican como el que posibilita la desubalternización, al

igual que la participación y liderazgo en las organizaciones sociales en las que empiezan

a formar parte desde su adolescencia y juventud.

“Muchas veces en el campo uno prefiere ser ovejera o ir a la casa a

ayudar a nuestros padres, a nuestros papás, nuestras mamás, no queremos

estudiar. Yo recuerdo mis papás me exigían que yo vaya al colegio y mi

profesor como era malo me rompió la oreja, y yo dije una semana me

enfermé y dije ´me va a matar si vuelvo´ entonces, ya prefiero no volver

más para nada. En realidad ya ni he concluido siquiera, faltando un mes ya

para acabar las clases me he enfermado y como los profesores eran malos

en esas épocas ya no quise ir y mi papá, me ha dicho: ´Prefieres ser

ovejera o qué, anda no más a estudiar´, ya no quise. Después me he

arrepentido y dije: ´mis papás por lo menos quisieron que continúe en

realidad y tan importante es estudiar, si uno supiera mucho más fluido leer,

sumar, muchas cosas´. Por supuesto uno será, uno de pantalón, otra de

pollera, pero nada fuera la diferencia, porque las capacidades también

tenemos de la misma manera…” (Nélida Sifuentes)

“Como se va ¿no? la cadena, los mensajes del papá se te va transmitiendo

¿no? Si murió tal vez es por lo que sirvió a los patrones, ha sido muy duro

¿no? Esas épocas donde él quería que yo me esfuerce, porque antes en las

comunidades no había escuela y en el sector de donde vengo no había.

Tenías que ir horas, para ir a la escuela ¿no? Entonces, mi papá hizo que

de entrar a la mina […] de alguna manera para que al menos yo sepa leer

y escribir, era lo que él quería, me decía: ´Esperanza yo quiero que tú

aprendas a leer y a escribir porque es necesario aprender a leer, escribir,

porque necesita nuestra gente, nuestra comunidad que alguien lea y

escriba y no seas como yo´ me decía o sea ´como yo ciego, soy un ciego que

ve, pero ciego te digo en el sentido de que no sé leer, no sé escribir, pero

esa experiencia que sea en mí y que tú tienes que aprender a leer y a

escribir´, entonces cómo ha sido el sueño de mi padre […] Algunas veces

me enseñaba él, esto qué es, esto es la “A”. En algunos momentos él se

equivocaba ¿no?, entonces yo le decía: “esto es E”, así más o menos,

entonces así poco a poco hemos ido más tal vez aprendiendo de mi padre

con toda la experiencia que él había vivido ¿no? porque me decía: ´Tu

abuelo ha muerto también sirviendo a los patrones´, o sea que todo me

decía: ´Cómo nuestras tierra, estas tierra que hemos obtenido nos cuesta

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mucha lágrima, nos cuesta mucho derramamiento de sangre y hay que

cuidarlo´…”(Esperanza Huanca)

“…mi padre que falleció hace veinte años atrás siempre me decía:

´Tienes que estudiar, tienes que ser alguien en la vida´ y hasta ahora me

dice mi madre que vive todavía en el campo: ´Tienen que prepararse, no

quiero que estén como yo labrando tierra´, muchas veces problemas hay a

través de la tierra y discusiones, hay peleas con los hermanos, con los

familiares que te quieren quitar su pequeño parcela que tienen, entonces

por eso siempre ha habido apoyo a todos mis hermanos que somos seis y

siempre ha habido apoyo desde mi papá. Quizás él falleció pero ya no

hemos podido terminar en su momento el colegio, pero todos mis

hermanos han terminado el colegio, otros están estudiando, otros ya hemos

salido profesional y eso es lo bueno que te apoyen los familiares

también…” (Antonia Khuno)

Otro hito vinculado al punto anterior es la violencia simbólica vivida en la escuela, que

analizamos específicamente en relación a la memoria larga de las mujeres, dado que si

bien la escuela se asume como posibilitadora y vía de emancipación existe en ella una

sedimentada estructura colonial que asume los procesos civilizatorios y

homogeneizantes que se manifiesta en varios sentidos. Uno de estos es forzar a las

mujeres indígenas a no utilizar su ropa y no hablar su idioma, ya no utilizarlos también

se puede comprender como parte de este proceso civilizatorio, una especie de

“blanqueamiento” forzoso y a la vez aparente, dado que el no usarlos no tiene como

resultado la eliminación de los procesos de objetivación relacionados a los prejuicios

existentes respecto a ellas, sino más bien es una forma más de ejercer la dominación.

Otro punto es el tema de los referentes en la educación, que hacía uso de elementos

supuestamente universales, mas en los relatos de las mujeres se evidencia que son parte

de los procesos invisibilizadores de la historia y el contexto de los pueblos indígenas,

por lo que imponían referentes incomprensibles y ajenos. Esto implica también una

forma de colonialidad que niega, aunque no de forma explícita, sino a partir de la

omisión las propias características de su entorno.

Recuerdan la vivencia en la escuela como una encrucijada atravesada, un hito relevante

en el marco de la colonialidad del saber y del ser. A pesar de que en la transmisión oral

de generación en generación los indígenas encuentran en el campo educativo

(específicamente en lo que respecta a la educación escolarizada) un aspecto de gran

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importancia e incidencia en los procesos de transformación de la subalternidad, este es

también un espacio de dominación y subordinación, e inclusive de violencia simbólica,

física y verbal. Esta violencia cotidiana forma parte de lo que expongo a continuación:

“Al colegio tenía que ir sacándome la ropa, tenía que ponerme un buzo158

,

no te permitían. Te estoy hablando de aquellos tiempos ¿no? Donde yo he

vivido, entonces de cuando entrábamos a la escuela, siempre nosotros los

que hablan el quechua. En el idioma castellano hay las cinco vocales, pero

en el idioma quechua solamente tres vocales, entonces no podía hablar,

entonces en algún momento no podía decir el texto, no yo decía la tixto

porque era muy complicado ¿no? y veía como se reían de mí. Yo me sentía

mal, me sentía tan impotente. Eso ha hecho que yo trate de leer o sea que

para mí, todavía hasta ahora ¿no? sigo con algunas complejidades, pero

ha sido eso mi esfuerzo, he tenido que escucharles como hablaban para

poder hablar. Ha sido muy duro para mí, ha sido un reto muy bastante

difícil y muy duro el poder tratar, por lo menos hablar el castellano. Son

esas limitaciones también ¿no? porque en el campo ha sido muy duro para

mí, porque yo me acuerdo siempre nos daban el libro “Marcelino” y con

ciertas vocales donde yo no conocía pues qué era lima, qué es lima- Él

trataba de decirme: ´la lima es parecido a la naranja´. Claro, la naranja

conocía, alguna vez cuando viajaba mi papá al pueblo a veces traía

naranja, la naranja me decía, pero no ese tiene su cascara gruesa es medio

amarillo, verde, tiene otro sabor ya también decía. Pero también la lima es

un instrumento de trabajo ¿no? en sus palabras trataba de explicarme

¿no? pa´ que sepa “es un instrumento de trabajo” me decía. Entonces yo

tenía ciertas dificultades, ciertas limitaciones en cuanto a la enseñanza,

entonces ¿qué es la Iglesia?, ¿qué es el elefante?, porque son cosas que te

enseñan ¿no? no desde la lógica donde el entorno en que tú vives. ¿Qué es

el elefante? porque de ese “e-e-e” ¿no ve? viene de elefante, entonces mi

papá trataba de hacerme entender. Me decía: ´Es un animal más o menos

como la vaca” me decía ¿no?´. Tal vez un poco más grande”, porque tal

vez él también, él seguramente hacia los modos, ´que tiene una nariz

largo´ me decía así es entonces, o sea que trataba un poco mis inquietudes

también”. (Esperanza Huanca)

158

Se denomina “buzo” al pantalón deportivo.

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206

Felipa Huanca

“Cuando yo era chica iba a la escuela, esta pollera tenía que votarle, yo

tenía que poner pantalón, pero yo no he nacido así, yo he nacido de

pollera que me lo hace mi papá mi vestimenta, con eso me vestía, pero si me

obliga a poner pantalón, ya me sentía mal, ya no quiero estudiar y

además no teníamos esa oportunidad de estudiar, terminar. Hasta

bachillerato apenas tres, cuatro años estudiamos, entonces eso es una

discriminación. Además ´no tienes que hablar aymara, tienes que hablar

castellano´, decían y nos hace olvidar.” (Felipa Huanca)

A pesar de que lo experimentado en la escuela podría ser relacionado con la colonialidad

del saber, en lo expuesto por las mujeres indígenas priman elementos que corresponden

a la colonialidad del ser, aunque no está totalmente escindida de la primera y de la

colonialidad del poder. El hecho de que los maestros obliguen a quitarse la vestimenta a

las niñas indígenas es una agresión a la manifestación simbólica de su identidad, es parte

de la violencia colonial ejercida ante un elemento clave de lo que implica ser mujer

indígena. La afirmación “yo nací de pollera” de Felipa Huanca, da cuenta de su

cuestionamiento a que les nieguen la posibilidad de ser quienes asumen que son,

incluyendo en esto el carácter simbólico étnico-identitario de la vestimenta que las

caracteriza como mujeres indígenas. El obligar a las mujeres a no usar su vestimenta es

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otra manifestación de discriminación y colonialidad del ser a través de la violencia

simbólica y verbal. La vestimenta es por un lado lo que ha caracterizado la

intradiferenciación entre “mujeres de pollera”; comunarias, migrantes, empresarias, etc.

que denota ascenso social, o posibilidad de mestizaje; pero, por otro lado afirma, en su

diversidad, ser chola o ser mujer indígena; en el primer caso la asimilación de la manta y

la pollera ha constituido una forma de “cambio de status y mímesis” (Rivera,2010) y en

las comunidades rurales, donde la elaboración de la ropa representa una manifestación

de la reproducción simbólico-cultural de la comunidad y contiene “los rasgos de

identificación” (Rivera, 2010) cultural y, por tanto, de afirmación étnico-identitaria o la

negación de la misma.

Por otro lado, la broma ante su inadecuada pronunciación de las vocales es otra muestra

de ello, tomando en cuenta que como menciona el aymara y el quechua sólo tienen tres

vocales y no cinco. El plantear que no hablen en su idioma sino en castellano, no implica

solamente imponer un saber sobre otro, dado que el idioma constituye también parte de

la afirmación identitaria como resistencia ante la hegemonía de una sociedad cuyos

procesos civilizatorios se orientaban al mestizaje y blanqueamiento, a partir del uso del

español que también es una forma de “civilización”. Como se ve, la cadena de relaciones

de dominación se va definiendo entre las distintas formas de colonialidad. Estos puntos

señalados dan cuenta de las formas de opresión con los pueblos andinos: la relevancia de

la trayectoria sindical que se homologa al camino o thaki de un proceso de

desubalternización; el referente femenino de las mujeres con otras mujeres que

paulatinamente construyen y asumen su lucha dentro de proyectos políticos con sus

compañeros; la importancia de la temporalidad y la memoria corta especialmente en los

años más críticos de las dictaduras militares en Bolivia en los años 70; el referente

paterno de desubalternización e inicio de lucha en lo político que rompe la idea de la

subordinación inicial ante la figura masculina -mas no niega su existencia - y la

manifestación del machismo en distintos espacios en los que están insertas; la escuela

que con sus paradojas de perpetuación de la dominación, a partir de una mirada

occidental y occidentalizante de la educación, era un espacio de abuso de por parte del o

la profesora quien subvaloraba los saberes, vestimenta e idioma de las mujeres indígenas

y finalmente; la pérdida del miedo ante todo esto, son espacios comunes que constituyen

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rupturas y quiebres de un proceso intergeneracional, comunitario y familiar, en los que

las mujeres van cuestionándose por una parte, la legitimación histórica de la

subordinación y por otra, van atreviéndose a interpelarla y confrontarla. Utilizo la

palabra atreverse, dado que se asumía cualquier acción contestataria, cotidiana o de

movilización masiva, como “un atrevimiento” en cuanto desafío al orden establecido en

torno a las relaciones sociales de mando-obediencia entre no indígenas e indígenas y

por otra, implicaba a atreverse (perder el miedo) de cuestionar los fundamentos de ese

orden, asumiendo las distintas consecuencias con las que respondía el Estado y los

sectores – mestizo blancoides- dominantes de la sociedad boliviana. Estos son elementos

que posibilitan profundizar el análisis de la colonialidad (del ser, saber y poder) y la

reconfiguración de la identidad, descolonización y desubalternización de las mujeres

indígenas que ocupan cargos jerárquicos en el gobierno del MAS – IPSP.

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209

CAPÍTULO 4: DESUBALTERNIZACIÓN Y DESCOLONIZACION DE LA

IDENTIDAD

4. Subalternización: objetivación y subjetivación

Dado que el análisis de la investigación se centra en la identidad, se debe recordar en

primer lugar que la misma se configura a partir de los procesos de colonialidad y

subalternización; esta segunda demarca un punto de partida basado en nociones previas

objetivadas que caracterizan las relaciones de modo jerárquico, a partir de la

naturalización de prejuicios de inferioridad adscritos a las mujeres indígenas. En

segundo lugar las relaciones de colonialidad parten de este proceso previo de

objetivación y establecen la experiencia de subordinación vivida en función de la

colonialidad del ser, saber y poder. A continuación se ahondan estos aspectos:

4.1 La identidad: subalternización vs. subalternidad

Para analizar la reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas entrevistadas,

asumo la subalternización diferenciándola de la subalternidad, esto debido a que la

experiencia de subordinación se atraviesa no solamente en el momento mismo de la

relación o en función a las características de la misma sino, como ya se mencionó en el

capítulo primero, a partir de una identidad previa asignada que condiciona la forma en

que se desarrolla la relación. Es en este marco donde se puede confirmar que las mujeres

indígenas entrevistadas reconocen y nombran estas formas de etiquetación, que expresan

una serie de prejuicios, es entonces donde los denominativos de: “esta indias” “estas

cholas”, “estas campesinas” que generalmente se manifiestan de forma despectiva y

peyorativa, van marcando diferencias que no se basan en el reconocimiento de

identidades culturales diversas, sino en la naturalización de la inferioridad, por el hecho

de ser indígena y campesina. Estas manifestaciones de segregación son manifestadas de

forma verbal y no verbal en las interacciones cotidianas, como señalan las mujeres

indígenas entrevistadas:

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210

“En el mismo viaje, ya en la flota159

misma ya te ven una mujer así

indígena originaria, ya están empezando a murmurar: ´Ay estas indias,

estas campesinas´, renegando con furia, más aún cuando ven que el

Presidente es indígena ¿no? entonces nos ven todavía con odio, con rabia,

entonces eso tiene que haber un cambio. Yo creo que en tema de

descolonización nos falta trabajar bastante, […] ya no podemos estar con

esa actitudes un poco discriminatorias ¿no? Finalmente mujeres somos

todas ¿no?, serán nuestras culturas las diferencias, pero finalmente somos

mujeres, somos madres, entonces todos debemos unirnos aportar para una

construcción de un estado, entonces no había sido fácil también

descolonizar ¿no?, porque ha sido más de 500 años que han estado

siempre en el poder, han estado con esa mentalidad y para nosotros recién

está ¿no? con nuestro gobierno también. No estamos ni siquiera seis años,

estamos recién empezando, entonces poco a poco tiene que avanzar”

(Maribel Santa María)

“Por ejemplo uno llevaba la pollera era como sinónimo de atraso o de

pobreza o de provincia, o de mujer que no se ha preparado ¿no?, porque

somos de campo ¿no? y hoy vemos nosotras diferente. Decimos ´no es

porque nosotros queremos que nos quedamos ahí, sino porque no hay

oportunidades para que nosotros también no podamos ser todos

profesionales ¿no? y salir adelante´…” (Julia Ramos)

“… todavía queda ¿no?, para nosotros eso es un poquito lamentable

realmente a veces. Bueno, a veces nos decimos las mujeres campesinas,

indígenas, antes era difícil entrar en aquí, en la Plaza Murillo, no dejaban.

Nos decían: ´estos campesinos, qué quieren estas mujeres´ ¿no? Las

mismas mujeres que son como nosotras, pero decimos ´ellas´, claro ´las

señoras´, decimos ¿no? ´las de sociedad ´, entonces pues las q’aras

decimos ¿no?, porque ellos no tienen conocimiento tal vez, pero nos

discriminaban, mucha discriminación había”. (Maribel Santa María)

“Nos han hecho mucho abuso, no sólo ha sido en Tarija, ha sido en Santa

Cruz igualito y ahora de indias, de indígenas, de sonsas así nos trataban.

Ahora cómo apoyan, ahora dicen: ´Nuestros indígenas, sus propios

indígenas pobres´, yo no sé, no lo entiendo esta gente eso ha sido, y yo decía

´nosotros peleábamos por los indígenas, por los campesinos. Si por los

campesinos comemos todos, si no fueran los campesinos no comeríamos, no

tuviéramos ni una papa, la plata no vamos a comer los que tienen plata´,

así...” (Ninfa Huarachi)

159

Se denomina “flota” a los buses de trayectos interdepartamentales.

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211

Ninfa Huarachi

“Yo digo, no ha sido en vano lo que nos han dicho ´indias, cholas a qué han

venido a ensuciar Sucre´, no sé a todos, que a unos cuantos, no ha sido en

vano,[…] menos mal de que ya no tiene que haber, bueno claro habrá o hay

todavía. Por ejemplo, acá hay cinco personas de la oposición, entonces yo

veo que aquí no es a Celima que pueden criticar, que pueden decir, sino aquí

es a una mujer chola- campesina, eso es. Entonces todavía su mentalidad de

que en ese lugar debería estar, una discúlpame ¿no? una quizás como ellos

quieren, no y no está pues”. (Celima Torrico)

Como se evidencia, la idea que homologa ser indígena con pobre, indigna o incapaz de

ocupar ciertos espacios, entre otras características adscritas a las mujeres indígenas que

ahora ocupan cargos de gobierno, la recuerdan a través de ciertas vivencias que

evidencian una subjetivación en la que van re-elaborando y modificando las

valoraciones referenciales de inferioridad de esta identidad asignada, mas no a partir de

la negación de ser indígena, campesina o chola, sino a partir de la resignificación de lo

que esto implica. Se trata entonces de una subversión de contenidos otorgados a esa

identidad, un proceso de desjerarquización y descentramiento de las relaciones de

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dominación y poder que mantenían la relación constituida por las nociones de

superioridad de mujeres y hombres no indígenas e inferioridad de las y los indígenas.

Cada uno de los denominativos que se les otorga, determina la diferenciación con

“otros” y “otras” quienes asumen que dichas denominaciones siendo peyorativas

cuentan con las características necesarias que los diferencian y alejan de las mismas.

Estas características no precisamente corresponden a sus rasgos físicos que pueden

asemejarse a los de los indígenas, sino a mecanismos y códigos simbólicos culturales,

como la forma de vestir, hablar, comer y los espacios que frecuentan; operan como un

sujeto externo que constituye la identidad adscrita de las mujeres indígenas en esa

diferencia, asumiendo que a pesar de la disminución de las expresiones racistas y

discriminatorias estas aún son vividas: “no te dicen en tu cara pero te miran con una

mentalidad muy racista, muy discriminadora, pero por lo menos te toleran, ya no te

insulta…”,”…entonces nos ven todavía con odio, con rabia, entonces eso tiene que

haber un cambio”. Esto vinculado a la relación con las mujeres no indígenas que no

elimina las jerarquías establecidas, pero esboza un proceso de interpelación respecto a

estas: “Finalmente mujeres somos todas ¿no?, serán nuestras culturas las diferencias”.

Otro punto indicado es el tema del conocimiento o el ser profesionales como referente

de subordinación “… pero finalmente somos mujeres, somos madres entonces todos

debemos unirnos ¿no? podamos ser todos profesionales”.

La idea de “la señora o la señorita” implica parte de los procesos de objetivación que

naturalizaban la superioridad en contraposición a “india, chola y campesina”. Esta se

mantiene presente, aunque haciendo uso de un término cuya carga valorativa inició

también en el discurso de los movimientos sociales una forma de deslegitimar estas

nociones de superioridad en torno a la blanquitud: q´ara” Las mismas mujeres ¿no? que

son como nosotras, pero decimos ellas, claro las señoras, decimos ¿no? las de sociedad

tal vez, entonces pues las q’aras decimos ¿no?...” En este sentido la confrontación entre

t´aras (indígenas) y q´aras (“mestizos o blancos”), fue también una forma de establecer

esta contraposición y subvertir su relación de discriminación. Aunque el significado

literal de q´ara implica una metáfora de la noción de usurpación y “desnudez

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213

cultural”160

. Otra asociación que se hace es la “oposición política”, denominada en

términos generales “la oposición”, implica también una forma de señalar un elemento

que constituye su identidad, “por ejemplo acá hay cinco personas de la oposición”, este

es un denominativo que se reitera en sus relatos para establecer su identificación política

vinculada a los otros elementos señalados, que son los que finalmente priman.

Esta forma de enfrentar al otro, responde a las relaciones de discriminación y

subordinación cuyas expresiones radicalizan la diferenciación. En este sentido, el

manifestar que los indígenas “ensucian” un lugar, siendo que el opuesto de ensuciar es

“limpiar”, puede entenderse como una metáfora que refiere a la indeseabilidad de su

presencia, responde a expresiones de racismo más extremo que inclusive se relacionan a

su eliminación. En el caso de la Viceministra de Justicia Indígena Originario

Campesino, Isabel Ortega da cuenta de forma escueta de estas posibilidades sin

mencionarlas, también ella asume menos evidente la discriminación o trato de

subordinación por ser mujer que por ser mujer indígena.

“¿Por ser mujer? Bueno de mujeres casi no estoy viendo, por ser india,

originario, campesino. ´Esos indios estamos barriendo´ dicen ¿no?

Entonces eso no es justo ¿no? Ellos de dónde habrán salido, entonces si

son de otro país que se vayan pues a su país ¿no?”(Isabel Ortega)

4.2 Cadena de relaciones de dominación: colonialidad del ser, del poder y del saber

Por otro lado, reconociendo la existencia de dichas denominaciones y lo que estás

generan a priori en las relaciones establecidas, el colonialismo interno; la colonialidad

del saber – poder y del ser, va estableciendo un proceso de resignificación constante en

cada uno de los tipos de colonialidad planteadas. A continuación desarrollo cada una a

partir de ciertos espacios comunes identificados, que no son similares en todas las

mujeres según sus procesos de subjetivación, pero sí como temas que en su memoria

están vinculados o relacionados con hechos, momentos o personas diversas que

evidencian las relaciones de colonialidad. La forma en que se establece las categorías y

dimensiones responde a la siguiente matriz:

160

Revisar la nota al pie N° 50.

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214

Colonialidad del ser Colonialidad del poder Colonialidad del saber

- Naturalización de la

inferioridad.

- Desnaturalización161

del

servilismo.

- Subjetivación de la

“inferioridad” – baja

autoestima.

- Explotación

(servidumbre).

- Conflicto-tensiones

- Reconocimiento de

la dominación.

- Potestad de

nombrar y normar.

- Ausencia de saber.

- Reconocimiento de

los saberes propios.

- Confrontación entre

saberes.

- Relación entre

saberes.

4.2.1 Colonialidad del ser

Retomo lo planteado en el marco teórico en el que formulé la colonialidad del ser

manifestada especialmente en “los efectos de la colonialidad en la experiencia vivida”,

esto se refiere al proceso de subjetivación de las relaciones de dominación, las cuales

son múltiples e implican las relaciones sociales cotidianas vinculadas a los procesos de

las luchas sociales de las mujeres indígenas y su participación en el Estado que va

legitimando las sedimentadas y subyacentes formas de dominación.

El análisis lo realizamos en tres dimensiones:

- Naturalización de la inferioridad. Implica la “normalización” y noción estática

de la superioridad de los mestizos o en proceso de blanqueamiento respecto a las

mujeres indígenas campesinas, más allá de la variabilidad de valoraciones

adscritas que siempre re-significaran esta jerarquía. También la noción de

jerarquías con los hombres dentro las organizaciones sociales, que afirman

relaciones patriarcales.

161

Desnaturalización se entiende como el proceso de ruptura y cambio de los imaginarios naturalizados

que legitiman relaciones de subordinación y colonialidad.

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215

- Desnaturalización del servilismo. Esto se refiere específicamente al proceso de

ruptura y cuestionamiento al sedimentado imaginario de servilismo de las

mujeres indígenas.

- Subjetivación de la “inferioridad” – baja autoestima. Esto da cuenta del

mantenimiento y reconocimiento de la subvaloración de las propias mujeres, que

muestran “baja autoestima” como uno de los elementos que explica la

permanencia de la subalternización y colonialidad.

a) Naturalización de la inferioridad

La frase “mujer no más es” es parte de los estigmas y prejuicios establecidos en los

quelas mujeres indígenas se reconocen inmersas, estos a su vez predeterminan de

forma naturalizada que “son” una situación de superioridad. El uso de dicha frase, la

sorpresa que implica que una mujer indígena ocupe un cargo de autoridad, o cuando

se refieren a ellas literalmente como inferiores, son formas en que se cristalizan las

relaciones de colonialidad. La concepción de inferioridad o de subvaloración llega,

en su versión más extrema, a deshumanizarlas motivando acciones en las que se

demuestra que no las consideran sujetas sino objeto de cambio sin precio.

“…hay muchos prejuicios realmente, o sea de trabajadora del hogar,

bueno ´cholita con preferencia´, eso siempre se escucha ¿no? La otra parte

es que muchas veces a las compañeras que están de pollera igual las han

hecho transformar, hasta en las propias casas, de vestido. Les han creado

muchos estigmas, por ejemplo si eres de pollera siempre te va a mirar sólo

el jardinero, el carpintero, el basurero, el carnicero ¿no ve? o el lechero.

Entonces esos prejuicios hay con uno ¿no?, muchas veces. ‘Es que tu

pollera lavas, más jabón gastas´, todas esas cosas hemos tenido que pasar,

o sea realmente es una cosa muy fuerte ¿no?, esa cuestión de

discriminación por ser cholita. Por último, muchos de frente han dicho: ´es

más sumisa, nos hace más caso la cholita´ ¿no ve? Entonces cuando entro

al Ministerio de Justicia, algunos se han rasgado las vestiduras como se

dice ¿no? ¿¡Cómo una empleada va a ser ministra!? , eso bien claro era

¿no? De pronto en los titulares, me acuerdo, de un periódico así decía:

“De empleada a ministra”, eso también ¡ucha!162

Yo me acuerdo había el

162

Se utiliza esta expresión como asombro, por alguna situación extrema. Por algo que se presenta en gran

cantidad, que está muy bien hecho o muy mal hecho. En este caso se refiere a que había varias situaciones

similares a la que menciona.

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216

programa de la Panamericana Confidencias163

, hasta era chiste ¿no?, 30 de

marzo me acuerdo, entonces la trabajadora del hogar pide permiso. Su jefa

le dijo: ´cuidado que te vayas a avisar a la Casimira…´ Hay muchas cosas

¿no? y bueno, al final un grupo del Colegio de Abogadas también ha pedido

mi renuncia, o sea no les entraba ¿no?, porque uno que no era titulada en

derecho, tampoco era egresada de ninguna carrera, entonces era también

otro problema y además nosotros mismos ¿no?...” (Casimira Rodríguez)

Lo expuesto demuestra la permanencia de la colonialidad del ser (del saber y el poder,

pero estos dos puntos los analizaré más adelante), el nombramiento de la primera mujer

indígena que ocupó el cargo de Ministra, Casimira Rodríguez, ex Ministra de Justicia,

desató en el país una serie de reacciones colectivas e individuales. Entre las reacciones

corporativas como la del Colegio de Abogados164

se asumía que no era posible que una

“empleada” ocupe el cargo de Ministra y las manifestaciones del sentido común,

demostraban a través de la broma cómo no se asumía posible o “correcto” (con la carga

normativa que esto implica) que esta mujer y posteriormente las que ocuparon cargos

similares estén presentes en estos espacios jerárquicos de decisión, dado que “su lugar”

tenía un marco limitado a los roles de servidumbre. Por tanto, su presencia interpelaba y

descentraba toda noción que articulaba los horizontes de posibilidad planteados para las

mujeres indígenas, dado que si bien supuestamente en Bolivia se asume la “equidad” de

derechos por estar reconocida en la legislación boliviana existente, esta no se cristaliza

en la aceptación de la reversión de las jerarquías (dado que muchas autoridades

indígenas son jefas de asesores o secretarios y secretarias no indígenas profesionales) o

la co-ocupación de espacios laborales dentro del Estado, cuyas condiciones siempre

estarían vinculadas y determinadas por una naturalización de inferioridad previa.

“Quien te cuenta por ejemplo: yo recibo a diario discriminación,

desde el momento en que salgo de mi cuartito, donde estoy ahorita, hasta

el momento en que vuelva a ingresar a mi cuarto. Primero por ser mujer,

soy del campo, a veces mis mismas hermanas ¿no? A veces los mismos

hermanos que te invisibilizan, como siempre tienen en la mente que el

campesino, la campesina no sirve para nada, que es analfabeta ¿no ve?

163

Confidencias es el nombre de un programa de humor político que se emite en una de las radios de

mayor cobertura territorial en Bolivia. 164

“Cuando asumí, el Colegio de Abogados pidió mi renuncia. El viceministro, que era un hombre

tradicional de la Justicia, nunca aceptó que yo fuera su autoridad. Todo el tiempo me decía: “Oye, te

enseño...”. O: “Pero estas ideas no sirven...”. Esas actitudes te muestran el machismo. Los primeros días

hasta la secretaría que tenía asignada tenía una actitud discriminatoria y de desprecio”

(http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-81954-2007-03-19.html)

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217

incluso lo tienen metido165

, entonces te miran así. Entonces tienen que tener

mucha fuerza y mucho valor ¿no? Yo digo en alguna momento tienen que

ser muy capaces las mujeres si quieren aguantar, porque hay momentos

que no puedes aguantar. El hecho de que tu hayas venido del campo es

también para que a veces se sorprendan ¿no?”¿Tú eres del campo?”. Mira,

si estamos hablando de este proceso de cambio, no significa de que tú…no

importa de que tú lleves pantalón, de que tú lleves falda, como te vistas, no

importa”. (Esperanza Huanca)

En este segundo caso, el de Esperanza Huanca, que fue la primera mujer indígena (y la

primera persona en sí) que ocupó la jefatura de la Unidad de Despatriarcalización en el

Viceministerio de Descolonización, manifiesta que, a pesar de ocupar el espacio con el

que cuenta en la actualidad siguen vigentes las distintas formas de colonialidad del ser,

dado que asume de forma previa la identidad asignada y con esta la afirmación de la

naturalización de la inferioridad.

Cuando manifiestan que “los hermanos también invisibilizan” hace referencia a la

relación con los hombres que asumen como compañeros iguales, en lo que respecta a su

identidad étnica y trayectoria en las organizaciones sociales, en esta reconocen que

también están presentes nociones de inferioridad o minoridad; refiriéndose a que si bien

están presentes y forman parte de los mismos espacios, ya sean estos comunales o

sindicales, lo hacen en muchos casos a partir de sus “condiciones menores”, las cuales

son planteadas como tales por los hombres y reconocidas o rebatidas por las mujeres.

Estas se señalan como situación pasada, en proceso de transformación o como aún

presentes:

“Si eso dicen: ´mujer qué sabe´ dicen ¿no?´ ¿Qué saben las mujeres? vaya

a atender a sus hijos, las ollas´ ¿no? eso hacían, pero ahora ya casi ya no

es eso. Por eso le digo, cuando en nuestros barrios había reuniones, ´a qué

vas a ir vos, qué tiene que hacer, eso es pa´ los hombres, las mujeres a sus

casas, a sus hogar´ y si no nos pegaban también los hombres, nos

golpeaban ¿no?...” (Ninfa Huarachi)

“… mi persona en carne propia ha visto, ha sufrido discriminación, uno,

también uno por las clases medias, otro también por la instancia de lo

que son los varones, digamos, ¿no? Hay esa total vulnerabilidad de la

mujer en estos temas [...] en general, discriminada, uno por los

compañeros, otro también, cierta diferencia de los que manejan las

165

Se refiere a la idea de “metido en la cabeza”.

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cuestiones académicas, ¿no? Temáticas que quizás las mujeres no hemos

abordado mucho, pero tenemos esa noción, ese posicionamiento de luchar,

de verter nuestros criterios, nuestra forma de pensar, porque tampoco

podemos estar solo en esa línea de que otras decidan por nosotras, entonces

eso nos ha permitido, al menos a mí me ha permitido un poco, levantar mi

interés y trabajar en este ámbito de temáticas que en algún momento pueda

servirme también como persona a poder discutir o debatir de igual a igual

con el otro, porque esto es el problema más grande que tenemos los

pueblos indígenas que inician con la lucha por los territorios. Segundo que

inicia, por la lucha de participar, es que ya no queremos ser parte solo

de…como apoyo digamos, como una escalera, o que alguien tenga que

estar decidiendo por nosotras o es que alguien tenga que estar ocupando

nuestro lugar. (Carmen García)

“Yo tengo una hermana con discapacidad, desde nacimiento con polio, con

ella nos quedamos, toca pututo166

. Para que mis papás no se falten de la

reunión, porque faltarse es pagar multa ¿no ve?, yo fui a la reunión y me

dicen ´tráelo el libro de actas´, entonces lo llevo, quería pasar lista, no me

permitieron. ´Cómo pues ha de pasar una de sus hijas esto es sindicato, es

de los afiliados, de los varones. No puede pasar una mujer’, entonces me

han hecho dejar el libro de actas del sindicato, entonces yo decía ´pero por

qué, si yo podía pasar lista de cuenta de mi papá´, pero no me permitieron

¿no? Entonces son anécdotas que pasan, pero después de ahí vamos cada

vez formándonos, capacitándonos, asistiendo a reuniones, lo que más me ha

servido es por ejemplo trabajar en la radio ¿no?” (Celima Torrico)

“… […] Yo por lo menos pienso para uno, si uno quiere ser algo tiene que

prepararse, porque también los hombres hasta ahora yo siempre siento,

muchos hombres dirigentes o muchos de los colegas senadores mismo

dicen: ´Bueno, para qué quieren ser ustedes jefe o jefa si no tienen ni

capacidad, o sea solamente pa´ calentar asiento, o sea qué cosa opinan,

qué sugieren novedades, igual que nosotros. No están a la misma

capacidad de nosotros todavía, si están, están por ahicito todavía´167

Entonces existe todavía un poco esa de discriminación. Yo no considero

como discriminación, tal vez yo acepto que nos falta también a las mujeres

prepararnos y si no estamos preparadas, por supuesto cada uno estamos en

todos los niveles.” (Nélida Cifuentes)

Los hitos citados que recuerdan las mujeres tienen relación con el planteamiento que

hace Eugenia Choque sobre la condición de sullka o minoridad que, en muchos casos no

es modificada, inclusive en los que internamente la estructura organizativa tiene

asignados lugares para la dirigencia femenina con una jerarquía similar o cercana a los

166

Es un instrumento de viento que se utiliza para las ceremonias y rituales andinos. 167

La expresión “por ahicito todavía” se refiere a que no llegan al nivel deseado para algo, que se quedan

en algún punto inferior a este.

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espacios de dirigencia masculina. A pesar de que tienen recuerdos en los que la relación

con sus compañeros afianzan dicha condición, las mujeres rememoran experiencias

vividas en distintas organizaciones y movimientos sociales que los constituyen como el

primer espacio de reconfiguración de su identidad, respecto a las imposibilidades y

restricciones existentes que se les había planteado como mujeres indígenas en los

espacios con los que compartían luchas comunes con los hombres, mas en estas ellas

atravesaban por otras luchas que se desarrollaban internamente, por una parte, para

poder llegar a ocupar cargos de dirigencia y por otra, para que una vez ocupados estos

cargos se les otorgue el mismo valor, reconocimiento y capacidad que a sus compañeros;

esto también se replica en su participación como parte de las “bases”, en los que dicha

lucha también está presente.

b) Desnaturalización de servilismo

En este proceso de desnaturalización se destaca la relación de mujer a mujer. El

desempeñarse como trabajadora del hogar implica, generalmente, realizar dicho trabajo

en hogares de familias constituidas. En relación a esto, el referente inmediato que

señalan las mujeres indígenas en sus relatos es la relación con “la patrona”, quien es la

primera persona con la que se legitima, transforma o rompe el vínculo de

superioridad/inferioridad a modo de proceso de desubalternización de las mujeres

indígenas. El patrón o, como se denomina en la sociedad boliviana, "caballero" no es

precisamente quien personifica, con la igual profundidad esta relación de subordinación.

Esto es una de las muestras de la vigencia de las cadenas de opresión sedimentadas en el

proceso de objetivación de sus identidades y explica la resistencia con otras mujeres no

indígenas, ya que por un lado el ofrecimiento de este tipo de empleo se realiza

exclusivamente a las mujeres indígenas (o de ascendencia indígena que habitan sectores

urbano-populares) y por otro lado la relación de mando-obediencia se establece

generalmente con “la señora de la casa”.

El elemento que implica una reconfiguración identitaria es que las mujeres ya no asumen

estas tareas como propias, pre-establecidas o menos aún como las únicas posibles para

desempeñar laboralmente. La desnaturalización de la inferioridad y servilismo a partir

de la interpelación sin temor es un proceso de desubalternización y descolonialidad del

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ser. Este punto es interesante ya que demuestra la necesidad de cuestionar las

condiciones asociadas a la naturalización del servilismo. Las mujeres indígenas que

ocupan u ocuparon cargos jerárquicos de autoridad visibilizan y asumen en sus

planteamientos que la principal expectativa sociales que se tiene de ellas es la

servidumbre, mas ellas ya no la asumen como la única posibilidad y menos aún como

algo “natural”; lo que va modificándolas relaciones de poder, pero no de forma absoluta,

dado que aún existe esta relación de trabajo en Bolivia, inclusive agencias de empleos

donde la mayoría de las mujeres reclutadas por estas oficinas son mujeres indígenas. El

ser trabajadora del hogar aún responde a la necesidad existente de tener un trabajo más o

menos estable como fuente de subsistencia y manutención de sus propios hogares. La

vigencia de esta situación es influida también porque en muchos otros espacios, fuera

del ámbito estatal, la brecha existente en el acceso a la educación formal, no les permite

ocupar otros espacios laborales, aunque han diversificado su acceso a otros oficios, en

los que al igual que el trabajo de la mina no tiene las condiciones de seguridad

necesarias.

Si bien el acceso a ciertas organizaciones sociales de base les otorga mayores

oportunidades de emancipación, su participación en lo político no incide per sé en la

total transformación de las arraigadas relaciones laborales de explotación, tampoco en la

desaparición del imaginario de inferioridad o de su rol de servidumbre; pero sí propician

que, cuestionando estas, modifiquen la concepción sobre sí mismas y deslegitimen esta

situación, por tanto a dejar de reconocerla como “normal” la van transformando.

Al mismo tiempo, la existencia de cierta institucionalidad y de marcos legales proclives

a la defensa de sus derechos no determinan el cumplimiento total de los mismos, dado

que además de la transgresión de la norma, se da por sentado que dicho trabajo merece

reducidos niveles de remuneración168

y de otro tipo de retribuciones, dado que si bien la

identidad de las mujeres ha atravesado por cambios respecto a la “reversión de

contenidos” de su identidad adscrita, esta reversión no tiene efectos similares en ciertos

sectores mestizo/blancoides en los que aún se definen dichos contenidos para afianzar su

168

A pesar de que en Bolivia se tiene establecido un salario mínimo regulado por la Ley de las

Trabajadoras del Hogar.

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situación de privilegio o diferenciación. Esto es posible a partir de una posición de poder

que aún conservan en la vida cotidiana, a pesar de los evidentes cambios en el Estado. A

continuación en el siguiente relato se demuestra que el proceso de inserción a una

organización social potencia la modificación las relaciones de servidumbre y amplifica

el horizonte de posibilidades para las mujeres indígenas.

Antonia Rodriguez

“Cuando migré de Potosí siendo empleada doméstica, todavía trabajé aquí

en La Paz. Nos hicimos varias mujeres un compromiso de tener la

igualdad de derechos de la mujer y tener ese mismo trato que no den los

varones. En esa búsqueda encontramos que podíamos hacer

organizaciones. Como tipo las organizaciones sociales, pero no

organización social qué reclama solamente, sino una organización social

productiva y dentro de eso encontramos al WFTO, que es la organización

mundial o el movimiento mundial que es de los productores pequeños, de

los artesanos, de los alimentos, que son pequeños productores que se está

detrás de eso la WFTO, dedicada al comercio fair tride o el llamado en

nuestros países el comercio justo”. (Antonia Rodriguez)

Si bien existen otros espacios en los que la explotación es milenaria, y va desde la

memoria larga, por ejemplo el trabajo en la mina como palliris. La visibilización y

énfasis que se hace de la relación con la indígena como “sirvienta”, se da porque es la

más duradera, permanente y reproducida constantemente por las nuevas generaciones,

dado que en el caso de las clases medias o medias altas en Bolivia, los hogares nucleares

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ya formados o los nuevos hogares que se conforman cuando los y las hijas se casan

cuentan con los servicios de una trabajadora del hogar, por lo general distintos días a la

semana o diariamente (a este comúnmente se lo denomina “cama adentro”). La noción

racista de este vínculo hace que si existiese una relación digna y de respeto esta tenga un

carácter maternalista o paternalista, pero difícilmente de horizontalidad.

La relación de servidumbre se establece como un centro que articula los distintos tipos

de colonialidad. Es posible sintetizar esto en tres prejuicios latentes: es sirvienta quien

no sabe o sabe poco (colonialidad del saber); quien es inferior naturalmente, y lo seguirá

siendo inclusive si estudiase, esto como parte del racismo instalado (colonialidad del ser)

y finalmente, la relación “natural” de mando-obediencia indica que quien mande fuera y

dentro del Estado –quien nombre y norme-será un o una no indígena (colonialidad del

poder). En este sentido, resulta emblemático el caso de Casimira Rodríguez que

interpela y desestabiliza fuertemente estos tres aspectos. Por un lado, no cuenta con lo

que se consideraba saber legítimo: el derecho; por otro, es una mujer indígena en un

espacio caracterizado por ser masculino y ocupado en la mayoría de los casos por

hombres mestizos y blancoides169

; finalmente ocupa el cargo jerárquico más alto donde

se nombra y norma en el Estado. Las reacciones ya citadas del colegio de abogados, son

formas de exhibir públicamente de forma manifiesta la latencia del sentido común

blancoide-mestizo dominante en el que la servidumbre existe “naturalmente”. A

continuación Casimira Rodríguez da cuenta de esto, además de otras situaciones que

evidencian las diferencias de los códigos culturales:

“…para mí habían estado todos esos ramos170

, y no sabía pues, porque no

estamos acostumbrados a tantos halagos. Mis compañeras ¿no? Se han

escuchado muchas ironías, o sea al final, hasta han jugado, hasta el teatro

en sus farras. Algunos empleadores de la derecha ¡Que la Ministra de

justicia nos sirva el café!´ haciéndose la burla entre ellos ¿no? Entonces

ha sido muy fuerte ¿no?, así como para el propio Presidente, ¡Cómo un

indio de Presidente!, ¡cómo se van a atrever a hacernos esto! ¿no? Estaba

doliéndoles en el alma. La tradición que se estaba perdiendo de que

169

Con el detalle no menor de que en Bolivia se denomina “Doctor” al profesional licenciado en ciencias

jurídicas otorgándole un lugar privilegiado inclusive en comparación con otros profesionales. 170

Se refiere a los arreglos de flores encontrados en su despacho el primer día de asistir a esto, mismos que

en los códigos blancoide-mestizos son sinónimo de halago y felicitación, los que no están presentes en las

mujeres indígenas y campesinas.

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siempre era un grupo escogido para ser autoridades del estado ¿no?… o

sea era un momento ¡uf!, que era para rasgarse las vestiduras a todo

nivel”. (Casimira Rodríguez)

Esta desnaturalización del servilismo, como citamos anteriormente, tiene antecedentes

en una afirmación que realizó el líder indianista Felipe Quispe y quedó instalada en la

sociedad boliviana: “para que mi hija no sea tu sirvienta” como la razón de las lucha de

la que era parte171

. Esta afirmación interpelaba la relación histórica de humillación y

predeterminación del poder de mestizos y blancoides con los indígenas y la emergencia

de la lucha buscaba entre otra cosas romper con esta noción hegemónica como parte del

horizonte descolonizador que cuestiona las relaciones de dominación y formula la

guerrilla como la vía de interrupción abrupta de la reproducción de patrones de

subordinación y colonialidad que se van “heredando”.

“Entonces en el campo no hay una buena educación, entonces inmigramos

desde 1953 no hay una distribución la tierra, no hay un desarrollo. Ya

inmigramos a la ciudad y llegando qué pasa, ahí está volvemos de

sirvienta. Algunos patrones que tenemos que servirle, lavar su plato todo

eso, lo que plata poquito es ahí es la gran discriminación ha habido[…].El

proceso no ha caído así no más, sino ha sido un proceso de lucha para

tener ese proceso de cambio, nuestra hijas, hijos que no sean

discriminadas y además que no sean sirvientas para otras personas, sino

generar actividades y nuestros hijos, hijas que puedan tener ese trabajo.

No como que hemos vivido los que del campo vinimos a la ciudad, en la

ciudad ha sido mucha discriminación (Felipa Huanca)

Esto da cuenta de que muchas de la cuestionadas relaciones de colonialidad están aún

presentes, cristalizadas en las prácticas de distintos sectores de la sociedad boliviana,

mas desde el Estado se logra afianzar las trayectorias personales y organizativas previas

autónomas que se habían llevado adelante las mujeres indígenas desde los años 70. Por

lo que cuando dichas mujeres que, teniendo antecedentes propios de su crecimiento-

familiar, comunitario y sindical- en distintas luchas previas al proceso constituyente y

durante este con la llegada del MAS – IPSP – son visibilizadas y posicionadas,

llevándose adelante con mayor profundidad el proceso de desnaturalización de la

171

Respuesta que daba habiendo sido entrevistado y cuestionado respecto a la forma violenta de sus

reivindicaciones el año 1992, por liderara el Ejército Guerrilleto Tupac Katari (EGTK).

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servidumbre que en el imaginario social se presentaba como la única alternativa de vida

para las mujeres indígenas.

“Ahora se ve así por lo menos, es normal que seas autoridad, no importa

que seas de pollera. Más bien más valoradas las compañeras de pollera,

pero todo es un proceso ¿no ve? No puedes cambiar un país de un día para

otro, por lo menos nosotras decimos que diez años no es suficiente para

cambiar, quizá veinte años si se puedes pero es un avance importante”.

(Daniela Quenta)

Los siguientes relatos son intersticios de la memoria. Elisa Vega, actual Jefa de la

Unidad de Despatriarcalización plantea estos hitos como recuerdos de resolución y

respuesta a situaciones difíciles y significativas, dado que se dan en la interacción con

otra mujer “no indígena”, quien llevaría la identidad adscrita de “señora”, la cual en

otras circunstancias reconocería como patrona, dado que en las situaciones que

rememora, quienes hablan con ella se proyectan como tales, mas no son reconocidas de

la misma forma. Lo que se evidencia es que Elisa interpela estos imaginarios, ya no a

través de su participación en una protesta o movilización social, sino en la interacción

cotidiana, pero en contextos socio-históricos concretos, primero durante el desarrollo de

la Asamblea Constituyente y segundo cuando se encuentra ocupando un cargo en el

Estado. La relación de señora- contratante e indígena- contratada como empleada, se

asume a partir de la naturalización de servilismo, a partir de un pre-concepto que asume

que la mujer indígena, por serlo, estaría buscando trabajo como empleada de una casa;

para constatar esto no existen en el diálogo preguntas de verificación, esto se da por

sentado:

“…Cuando estaba en la Asamblea Constituyente…primera vez llego con mi

ropa originaria y en las comunidades decían, los que se van así a la ciudad

con su ropa se escapan de la comunidad mediante los familiares, entonces

llegan así a la ciudad…

Cholita, cholita, dice, una señora me llama.

¿Sí señora? le digo.

¿No quieres trabajar? me dice.

Sí, quiero trabajar, le digo.

Ya172, me dice.

¿Cuánto me vas a pagar?

172

En Bolivia se utiliza “ya” como sinónimo de aceptación, querer o estar de acuerdo con algo.

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¿Cuánto quieres que te pague? me dice.

No sé, si me pagas más de lo que estoy ganando, totalmente voy a trabajar, le

digo.

¿En qué estás trabajando…?

En la Asamblea Constituyente…

Cómo pues estas indias van a trabajar en estos espacios, eso me dijo una

señora, entonces nunca aceptan las que son de la clase media…alta… no sé

que puedo decir, que estemos en estos espacios. Siempre cuando nos ven, si

estamos sentados indígenas o estamos sentados de pollera en un escritorio

puede ser más importante por lo que sea, te tratan mal… no te dicen en tu

cara, pero te miran con una mentalidad muy racista, muy discriminadora,

pero por lo menos ahora te tolera, ya no te insulta: “eres una india , una

campesina”. Entonces, son en esos espacios que también estamos luchando

mucho ¿no? Cómo tenemos que explicarle ¿no? A veces yo todos los días

bajo, entonces a veces siempre que en el auto me encuentro con alguien, ya

me estoy retrasando, ya es tarde. Así empezamos a hablar con las señoras:

”Ay sí pues, tu jefe, tu patrona te va a reñir” me dice.

Yo digo: “No señora no ve va a reñir mi patrona, yo estoy trabajando en

una institución”. “Pero ¿cómo así vas a trabajar, cómo pues? Las señoritas

pintadas de taco van pues., ¿Has entrado a la Universidad?” me dice.

“He entrado a la universidad” le digo.

“Ay, pero ¿cómo así has ido a la universidad?”

“Si, así he ido” le digo, tengo mis fotos puedes entrar al internet ahí me vas a

encontrar”, le digo.

La señora es de nuestra clase, pero como tienen esa mentalidad que las

mujeres de pollera todos hemos nacido para ser empleadas domésticas, para

hacer las labores de la casa para trabajar para otra mujer, quizá servirle su

cafecito, lavárselo su ropa para otra mujer, entonces como nosotros mismos

nos hemos apropiado de ese trabajo y con esa mentalidad nos seguimos

viviendo. Entonces es muy complicado cambiar nuestra mentalidad, tanto

como mujeres de pollera, como las mujeres que son profesionales,

académicas, también somos mentalidades que tenemos todavía entonces es

muy difícil todavía de cambiar ¿no? Entonces alguna vez pienso: ¿cómo

cambiamos, cómo revolcamos? Quisiera tener algo y darle, meterle a su

cabeza, digo y cada uno cambiarle ¿no?, entonces es todavía un trabajo

muy difícil…” (Entrevista a Elisa Vega, 2012).

Otro ejemplo de esto es lo planteado por Isabel Ortega:

“Aquellos años cuando yo estuve en la Central Obrera Boliviana, me decían:

“¿No quieres emplearte?” me decían.”Yo también necesito empleada

señora, soy de la Central Obrera Boliviana”, “Ay, va a disculpar, va

disculpar” dicen, ¿no?” (Isabel Ortega)

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La reacción demuestra nuevamente que se tenía la certeza de que el “emplearse” para las

mujeres de pollera significaba ser trabajadora del hogar.

Si bien lo señalado irrumpe en la identidad de las mujeres, a partir de estas rupturas en el

horizonte colonial, existe también un proceso de reconocimiento de que dicha

naturalización de inferioridad fue asumida por las propias mujeres, por lo que esta

reconfiguración de identidad subalternizada y colonizada implica también la

desubalternización y descolonización de su auto-concepción, dado que la sub-valoración

social de las mismas era también legitimada en el reconocimiento implícito que hacían

ellas de las etiquetas impuestas, las cuales eran transmitidas a sus hijos e hijas cuando

les enseñaban a llamar, por ejemplo, “señora o caballero”, “joven o señorita” a hombres

y mujeres no indígenas, en la vida cotidiana y “licenciado(a), doctor(a), ingeniero(a),

etc.” en caso de interactuar con ellos en el Estado, mas ahora se refieren a ellos como

“compañero(a) o hermano(a)” u opositores, lo que cambia su noción de subordinación,

re-significando el carácter subalterno de su identidad.

c) Subvaloración (baja autoestima)

En base a lo planteado anteriormente se evidencia que en la memoria de dichas mujeres

son momentos significativos en los que se cuestionan su baja autoestima y la sub-

valoración que tienen ellas o que otras de sus compañeras tienen respecto a ellas.

Por tanto, señalan cuáles fueron o serían las circunstancias clave para “elevarla”,

cuestionando su posición subalterna, iniciando así la transformación de la forma en que

subjetivan la subordinación:

“Un poquito, no se puede cambiar más rapidito eso debe quedar claro

porque las mujeres mismas hay veces no sabemos valorarnos, entonces

nuestra autoridad, nosotras nos sentimos muy bajoneada173

. En eso la ley

respalda a las mujeres. En las comunidades siempre y cuando nosotros

socializamos en las comunidades mujer y varón debe ser respetada, en ese

caso siempre se respeta en ampliados o reuniones a veces que tenemos, las

mujeres deben ser respetados”. (Emiliana Aiza)

173

Se refiere a un bajo estado de ánimo.

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Emiliana Aiza

“¿Sólo los efectos en lugar de la causa?, eso no hace de que queramos

decir todo, pero de pronto no somos atendidas. Nos coartan, nos cortan la

palabra cuando nos dicen ¡al punto, al punto! y de pronto decimos ´pero

ellos tienen tanto tiempo y a ellos no le dicen al punto, qué raro…´, y ya

hay un choque, es que de pronto esa misma imagen o ese mismo discurso

automáticamente baja la autoestima ¿y entonces qué?, bueno hay que

seguir insistiendo, aunque digan: ‘al punto´, no sé, ya una se molesta y

dice: ´Ya me lanzo, equivocándome o aunque tenga que redundar pero

tengo que decir completa la idea´ por ejemplo, ese es el problema que

tenemos las mujeres fundamentalmente indígenas”. (Carmen García)

“…hay resistencias pero también hay algunas aperturas. Por ejemplo,

hicimos nosotros el Congreso de las Trabajadoras del Hogar en Perú el

2006, yo era la Secretaria General de la Confederación y bueno, la verdad

es que a mis compañeras trabajadoras vinieron un buen grupo por tierra y

les trataron pero de lo mejor en la migración, les hicieron pasar por la

parte diplomática, ellas estaban como en las nubes ¿no? O sea algunas

dirigentes que estaban junto conmigo en el Ministerio igual ¿no? O sea

ellas estaban ufffff ¿no? O sea las mimadas, abiertas ¿no? Entonces han

disfrutado algo y yo creo que han ayudado a elevar autoestima por una

parte también para sentirse con más orgullo, con más identidad, más

creatividad, o sea es una apertura a la propia cultura, o sea ahora hasta la

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forma de cantar, los grupos todo uyyy. Ahora la pollera está hasta en el

pupu174

está la pollera ¿no ve? Entonces es increíble, yo creo que hay

pequeños cambios en la parte cultural, y bastante creativo también en

algunos detalles digamos en hacer un poco más lo nacional ha reforzado”.

(Casimira Rodríguez)

“…en el Octavo Congreso yo entraba aquellas veces y ahora en el Décimo

Tercer Congreso nuevamente como Ejecutiva Nacional de “las Bartolinas”,

pero enriquecida de muchos conocimientos para poder seguir haciendo

mucho, para levantar la autoestima de las mujeres, porque estoy segura

que si las mujeres nos preparemos, nos informamos, vamos a ser gestoras

de futuras generaciones con una nueva visión de respeto, de reciprocidad,

de valor a la vida, de cuidado entre nosotras y de servicio ¿no?...” (Julia

Ramos).

Nemesia Achacollo

“A veces tiene mucho que ver la autoestima de las propias compañeras

“hago, no hago; me decido, no decido; lanzo, no lanzo”, entonces también es

otra de las dificultades que yo lo veo. Por eso muchos de los compañeros

dicen que la mujer no está preparada para asumir cargos, sean políticos,

sean sindicales, que falta la preparación […] Hemos elegido alcaldes o

alcaldesas que deben salir a la arena política, hay que discutir con los

174

Es una forma coloquial que utiliza para decir que están en todas partes.

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hombres con la población. Hemos visto que las compañeras han retrocedido,

han dicho no soy capaz de poder enfrentar, han dicho me voy no más de

compañera pero no me voy de cabeza, entonces vemos que el tema de la

autoestima está aún por debajo. Es un tema bastante complejo que vemos”.

(Nemesia Achacollo)

“Cuando yo era dirigente sí había resistencia. Ahora con la coyuntura se

está cambiando chacha-warmi, más o menos se está aceptando, más o menos

estamos encaminando lo de hombres y mujeres. Como se ha dicho

descolonización nos ha metido a la cabeza una idea, entonces eso es un

poquito difícil de concientizarte para tener nuestra autoestima”. (Patricia

Mancilla)

Asumen, como se evidencia, el organizarse como la posibilidad de elevar su autoestima,

atreverse a perder el miedo de hablar, repensarse desde una identidad descolonizada.

4.2.2 Colonialidad del poder

Retomamos la noción teórica planteada para entender la colonialidad del poder, a partir

de su especial relación con la colonialidad del saber. La colonialidad de saber-poder,

constituye la legitimación y reproducción del colonialismo interno en el que se

presentan constantemente en las relaciones elementos de dominación, explotación y

conflicto y un poder de “normar y nombrar”, gobernando el sentido común de la

sociedad y la lógica de su aparato estatal” (Rivera, 1993:125).

En este sentido planteamos las siguientes dimensiones:

- Explotación (servidumbre) Se reconocen las relaciones de explotación cuando

las mujeres las identifican de forma expresa, señalando elementos como la

realización de trabajo sin salarios, trabajo forzado, horarios extenuantes, etc.

tanto en la memoria corta como larga de las mujeres.

- Conflicto-tensiones Estos se entienden como los momentos en los que se

evidencian conflictos específicos vividos por las mujeres indígenas en el marco

de la ocupación de los cargos jerárquicos y los atravesados en función en las

movilizaciones de sus organizaciones en coyunturas de conflictividad social.

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- Reconocimiento de la dominación. Planteo con esto evidenciar que las mujeres

señalan hitos en los que asumen la ruptura o permanencia de las relaciones de

dominación colonial, así como experiencias concretas que dan cuenta de ello.

- Potestad de nombrar y normar. Dado lo reciente de las experiencias de estar

en el Estado y ocupar espacios antes negados para las mujeres indígenas, se

evidencia a quienes normaban y nombraban antes, o quienes contaban con el

requisito de hacerlo por ser mestizos, blancoides, de clase alta, etc. o no ser

indígenas, asociando esto con “ser menos”. Este punto está estrechamente

relacionado al colonialismo interno, es decir al vínculo entre la colonialidad de

saber y poder.

a) Explotación (servidumbre).

Las relaciones de explotación son mencionadas en distintos niveles y dan cuenta de la

cadena de relaciones de subordinación y discriminación vividas, el referente que señalan

en cuanto a las nociones de explotación son: los hombres, el Estado, el sistema

establecido a través de la globalización y la replicación de la explotación de la Madre

Tierra hacia las mujeres. Hacen referencia, simultáneamente, a la explotación en tiempo

pasado y presente con los vestigios que conforman al sujeto colonizado.

Se identifica la presencia en la memoria larga de las mujeres indígenas que evoca las

relaciones de explotación originadas en los trabajos forzados impuestos a los pueblos

indígenas en la Colonia y su continuación en el posterior pongueaje en el que la noción

deshumanizadora de los mismos asumía que los y las indígenas debían y podían

desarrollar trabajos de mayor esfuerzo físico durante mayor tiempo y que los “blancos”

no tenían que realizarlos:

“… yo vine aquí, por primera vez he pisado este La Paz ese año, entonces

quería trabajar al mismo tiempo estudiar, pero los que me agarraron así

para trabajar no me quisieron dar tiempo para estudiar, no me quisieron

dar. ´Tienes que trabajar desde las 6, hasta 10, hasta 12 de la noche ‘y

con qué tiempo voy a estudiar, no es cierto? entonces así he empezado a

trabajar, también a veces nuestros propios compañeros que han venido así

a sobresalir, nos tratan como cualquiera persona que no existe, como un

animal ¿no?” (Marcelina Chávez)

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Marcelina Chavez

“…a pesar de que hay leyes como la Ley General del Trabajo, la Ley 2450

que ampara a las trabajadoras del hogar entonces ahí todavía se ve la

explotación laboral a través de la línea gratuita, pues llegan diferentes

preguntas. El salario mínimo que todavía no ganan, que ahora es 1000

bolivianos. En Oruro por ejemplo, una compañera llamaba han acordado

en pagar 800 bolivianos, pero su empleadora le paga 600 bolivianos,

entonces son los mismos empleadores que desconocen las leyes, entonces

lo que hay que hacer es, lo que deberían hacer los empleadores

informarse un poquito más de las leyes, profundizar y así también acabar

con la explotación laboral y las compañeras también tienen que ponerse a

denunciar, a atreverse a denunciar lo que están sufriendo en su lugar de

trabajo. Muchas veces te maltratan, aunque no te maltratan físicamente

diciendo: ´Tú no sabes hacer nada, pero pides aumento salarial, si no sabes

hacer nada, cómo te voy a aumentar´. Así, cosas así que muchas veces te

lastiman, entonces uno ya pues se desanima para quizás preguntar a otras

compañeras. Lo que tienen que hacer las trabajadoras del hogar es asistir a

los sindicatos para capacitarse para informarse de las leyes”. (Antonia

Khuno)

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También se asume dos dimensiones de la explotación, la existente entre el hombre y la

mujer y por otro lado, la explotación de un sujeto colectivo más amplio- que las

incluye- esto se da cuenta cuando plantea “todo lo que nos han explotado”, haciendo

referencia a un pueblo y/o país explotado; es decir que en señalan una vinculación entre

lo personal y lo colectivo que va desde la explotación de la mujer hasta la colonización

de un país:

“Hay muchas cosas que tenemos que seguir el proceso sin dar atrás. Si

damos atrás estamos como se dice bien fregados, por la sociedad por el

cambio que hemos buscado. Por esta razón debemos seguir adelante

acompañando a nuestro presidente, al acompañar al presidente nos

estamos poniendo en nuestra posición de que somos boliviana y bolivianos

que estamos buscando este cambio, esta apropiación de nuestra patria, de

valorar nuestras riquezas. Todo lo que nos han explotado, estamos

tratando de decir ahora podemos decir ahora: “es nuestro” tiene que tener

ese valor. Antes a todas nuestras riquezas ponían de afuera el precio, ahora

de nuestras riquezas de afuera ponían el precio. Ahora hay una discusión

que no debe ponerse de afuera el precio, decir este es el precio. Debemos

ponernos firmes en cuáles son nuestros valores nuestra cultura”. (Antonia

Rodriguez)

“Por ejemplo nuestros beneméritos han luchado para defender nuestros

recursos naturales, como el petróleo. Así también nosotros tenemos que

dejar un recuerdo para nuestros hijos el avance, el trabajo y no se queda

ahí, va a seguir el proceso de cambio en este país Bolivia, que realmente

que ha sido excluido, postergado y explotado en sus recursos naturales,

sabemos muy bien todos. Por ese lado nosotros tenemos esa meta de

cambiar en la Asamblea Legislativa, y estamos cambiando con nuevas

leyes implantados que tenemos implantados, que tenemos hoy por hoy, a

pedido de todo el pueblo boliviano nombre de todos nuestros hermanos de

nuestro país (Julia Figueredo)

Como se evidencia, el “nosotros” y el nuestro implica en la identidad de las mujeres el

asumir en primera persona la posibilidad y deber de transformación de las relaciones de

explotación del país; orientándose por un proyecto político mayor del que se asumen

parte y al que llaman:”proceso de cambio”, en el que consideran que la modificación de

la legislación existente hasta antes de que el MAS- IPSP fuese gobierno es un punto de

gran relevancia para lograrlo.

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Un punto en común que se identifica es que la ruptura de las relaciones de explotación

reconocida en el pasado como el caso de los beneméritos175

; se transforma en un futuro

no definido, cuando asumen que deben ser ellas quienes inicien los proceso de

transformación; establecen la misión de dejar un legado futuro a sus hijos, planteado en

forma plural “nuestros hijos”, con ello se verifica otro elemento de la perspectiva

colectiva en sus planteamientos emancipadores.

Por otro lado, en el encadenamiento de las relaciones de explotación se establece que el

explotar a la Madre Tierra confluye en la explotación a las mujeres. Se plantean dos

nociones en torno a la reproducción; por un lado se asume que las mujeres no pueden ser

vistas sólo como reproductoras, y por otro no realizan interpelaciones en torno a esto176

.

Se asumen también dos luchas, una para sí mismas y otra para el Estado; descolonizar el

Estado y descolonizarse a sí mismas para romper con el “sujeto colonizador” y

cuestionarse como sujeta(o) colonizado:

“El ser humano ha desafiado a la madre naturaleza, a la Madre Tierra

entonces va mas allá, pero todavía seguimos explotando a la Madre Tierra

y como también las mujeres la globalización nos explota a las mujeres,

porque cómo nos ve a las mujeres solamente como reproductoras ¿nove? para que nuestros hijos vayan a ser mano de obra barata para que siga

creciendo estos , ni siquiera países esta familias. Estamos convencidos que

son 300 familias o más de 300 que deciden tu destino, mi destino, nuestro

destino de cómo vamos a vivir haciéndonos creer que tenemos que luchar

contra la pobreza ¿nove? hay que luchar contra la pobreza . Yo les digo

“no tenemos que luchar contra la pobreza, sino tenemos que luchar contra

la riqueza que unos cuantos acumulan “entonces imagínate cuánto

tenemos que trabajar, cuánto tenemos que analizar y justo me voy ¿no?

Tal vez saltando ahoritita a la situación actual que estamos viviendo, la

coyuntura que estamos viviendo. Entonces diría es una tarea muy a largo

plazo, porque mira ahoritita para nosotros es una pelea y para el Estado

es otra pelea, tal vez ahoritita como me ves a mi Esperanza como partecita

del Estado ya que estoy, pero son con dos mundos tan grandes con los que

tenemos que pelear. En primer lugar que es el sujeto colonizado yo todavía

me incluyo ahí porque todavía tengo algunos resabios y con el sujeto

colonizador que sigue colonizándonos”. (Esperanza Huanca)

175

Se denomina así a los beneméritos a los sobrevivientes de la Guerra del Chaco que inicia en 1932 y

culmina el año 1935. Como se mencionó, muchos de estos soldados fueron indígenas. 176

Posteriormente daremos cuenta que la maternidad está relacionada para las mujeres indígenas con la

fecundidad de la Pachamama.

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b) Relaciones de conflicto-tensiones

Los conflictos y tensiones se evidencian en la memoria corta, en el periodo constituyente

y post constituyente; en el primer caso se señala la presencia de indígenas en Sucre

vinculadas a la tarea de elaboración de la nueva Constitución Política del Estado (desde

su instalación el 6 de agosto de 2009, hasta la promulgación de la Constitución en

febrero de 2009); que ocurre en el primer mandato de Evo Morales y en el post

constituyente (desde la promulgación hasta la actualidad), que es la fase de “rediseño

institucional” y elaboración de la legislación que se desprende de los nuevos mandatos

constitucionales.

Es necesario señalar que Sucre es la ciudad donde se fundó la república en su momento

constituyente, estuvieron presentes criollos y mestizos, por otro lado en esta ciudad el

imaginario de “blanquitud” como auto-identificación está altamente arraigado en un

sedimento racista a partir de la idea de los patrones en relación a los sirvientes indígenas,

el imaginario colonial de la “gloria” de la etapa177

. A pesar de que en esta ciudad se

encuentra ubicado el órgano judicial no era común que aconteciesen conflictos

sociales178

ni enfrentamientos, dada naturalización y pasividad de la relaciones entre

indígenas y no indígenas en función a la tareas serviles. Por tanto, la presencia de los

indígenas en el periodo de realización de la Asamblea Constituyente irrumpe e interpela

177

Se recomienda ampliar estos aspectos en Racismo en Sucre: El mito fundante y el peligro de una guerra

heredada de Martín Gabriel Torrico Zas

http://200.87.119.77:8180/musef/bitstream/123456789/322/1/631-642.pdf” 178

Entre algunos de los conflictos registrados están: noviembre de 2006, la huelga de hambre de la

oposición por la forma de aprobación en la Asamblea Constituyente: 2/3 de votos; junio de 2007, la toma

violenta de estudiantes universitarios al Colegio Junín donde sesionaban las 21 comisiones de la Asamblea

Constituyente por la propuesta de “Control social” a universidades pública en la comisión de educación;

julio de 2007, Fernando Morales de PODEMOS golpea al dirigente indígena Adolfo Chávez; agosto de

2007 “un grupo de 50 personas allana la sede de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de

Bolivia (CSUTCB), la Federación Nacional de Colonizadores de Bolivia y la Federación Nacional de

Mujeres Campesinas “Bartolina Sisa” en Sucre y destruyen lo que ven a su paso. Otro domicilio

particular, ubicado a media cuadra del teatro Gran Mariscal, sufre destrozos en sus puertas, ventanas,

utensilios de cocina y otros, debido a que se supone que en dicha casa se encuentra refugiado el

asambleísta chuquisaqueño Ignacio Mendoza (MAS). Ante el clima conflictivo que persiste en Sucre, las

sesiones plenarias de la AC se postergan indefinidamente, para garantizar la seguridad física de cada uno

de los constituyentes; noviembre de 2007 se genera una confrontación violenta en el centro de Sucre

contra la instalación de la plenaria. Se producen los primeros enfrentamientos con la policía, que al

finalizar el día dejan como resultado más de un centenar de lesionados, intoxicados, contusos, heridos por

balín, y alrededor de 50 detenidos (Albó, 2008) .

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estos elementos que son manifestados por la ex asambleísta Isabel Domínguez que

señala la experiencia de discriminación vivida en esta etapa. Si bien se pueden registrar

distintos tipos de conflictos internos, tanto por la misma normativa interna de la

asamblea, el rol de la oposición cuya versión más radicalizada era de PODEMOS (Poder

Democrático Social) que demostró una actitud interna agresiva y de complot en varias

ocasiones a la realización de la Asamblea.

Las tensiones entre oposición y el MAS-IPSP se exacerban en el período final, durante

noviembre de 2007cuando la Asamblea Constituyente debería concluir las sesiones y

aprobar inextenso el texto constitucional, el conflicto se traslada a las calles de Sucre en

las que se generan confrontaciones entre los sectores mestizo-blancoides conservadores

de la ciudad y los movimientos sociales que se trasladan a dicha ciudad imposibilitando,

inclusive, el tránsito normal de las y los constituyentes del MAS-IPSP. “Esas últimas

semanas, las más hostigadas e insultadas con tonos racistas, sobre todo por grupos

juveniles, son las mujeres constituyentes de pollera y gente de los grupos sociales.

Mujeres aymaras que llegaban en autobús tuvieron que cambiar de ropa para no ser

agredidas” (Albó, 2008). Estas expresiones en extremo racistas son una muestra de la

vigencia del colonialismo interno – colonialidad del poder y del saber – que también

tienen efectos en la colonialidad de ser, dado que en el debate no estaba en discusión la

formalidad del proceso de aprobación o el contenido de la constitución sino en el

conflicto a través de la agresión física y la identificación de los agredidos a través de

“rasgos raciales” y la vestimenta se evidencia la mentalidad colonial sedimentada y

manifestaba en su versión más violenta .

“Sucre mismo han puesto una racismo, colonialismo y después hay mucha

discriminación para los asambleístas ni siquiera no tenemos ganas de

caminar en las calles. Cerca de la plaza principal humillan la gente, ven

a las constituyentes, humillan e insultan, hemos recibido insultos, todo.

Por eso yo como mujer campesina y a través dirigente campesina, yo he

sufrido harto dentro de la Constitución Política del Estado y además a

nuestra Presidenta…la Presidenta de la Asamblea Constituyente, la

compañera Silvia Lazarte, ella es de pollera, ella es dirigenta también, ex

Ejecutiva Nacional, ex dirigente, luchadora y además por el caso de la

defensa de las mujeres, pero ella también ha sufrido mucho, porque no

están…no está agradando parte política de la para derecha ¿no?…. hasta

sus discursos igualito, como si fuera un niño malcriado cuando su madre

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habla y discuten con las mismas palabras, modifican, igualito ha pasado

dentro de la Asamblea. Ahora más bien dentro de la Constitución ya

tenemos derecho […] dentro de Sucre hemos sufrido y además hemos

salvado nuestras vidas solamente Dios, la Pachamama179

sabe …y tampoco

yo no he avisado a mi familia, porque si…si aviso todas las cosas a mi

familia, mis hijos capaz se va a llorar capaz se va quedar traumados por

eso yo no quiero avisar a mis hijos y además hasta ahorita dentro de Sucre

todas mis cositas estaban, así no más hemos dejado, no hemos recogido,

pero gracias a la organización, junto con las organizaciones hemos hecho

la Constitución Política del Estado Plurinacional, no solamente las

constituyentes, los constituyentes. Las y los constituyentes solamente son

una parte representativa de la parte de la organización…” (Isabel

Dominguez)

Al finalizar las conflictivas sesiones de la Asamblea Constituyente se genera en Bolivia

una disputa que evidencia no solamente un conflicto territorial, sino que da cuenta de las

miradas coloniales respecto a la asociación de lo indígena con el retraso, la inferioridad

o incapacidad, vinculado estas etiquetas a ciertos territorios del país, especialmente al

área andina. Si bien en los departamentos no andinos se encuentran 34 de los 36 pueblos

indígenas existentes, prima la idea hegemónica de un país “blancoide”, construida por

las élites de estas regiones, imaginario fuertemente promovido desde las autoridades

departamentales.

En junio de 2008, se realizan referéndums no reconocidos por autoridad competente180

,

en estos el choque con la fuerza pública u otros tipos de mecanismos de poder como los

llamados comités cívicos y los respectivos grupos de choque juveniles, tuvieron en los

departamentos de Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz manifestaciones de agresión física

violenta con los indígenas y campesinos, la coyuntura se encontraba en torno a la

noción de las posiciones autonomistas y de las “dos Bolivia”, como indiqué en el fondo

también se asumía una idea de “blanquitud”, dado que una Bolivia estaría relacionada

con el “progreso” y la menor presencia indígenas y la otra con el “retroceso” y las

movilizaciones indígenas, manifestaciones de clara raigambre colonial. Noción

179

Significa Madre Tierra en aymara. 180

El año 2006 se lleva a cabo un referéndum autonómico convocado por el gobierno en el que gana el

No en 5 de los 9 departamentos del país, mas dado el descontento y la creciente confrontación regional se

desarrollan de facto nuevamente referéndums autonómicos en cuatro departamentos, en mayo de 2008 en

Santa Cruz y en junio del mismo año en Tarija, Pando y Beni. El argumento que utilizaban las autoridades

opositoras a nivel departamental era que dado que en dichos departamentos ganó el SÍ ese triunfo debería

ser los resultados que se tome en cuenta.

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imperante en la llamada “media luna” del país, configuración territorial que conformó

grupos de choque que por los que los indígenas fueron golpeados y desplazados de los

centros de las ciudades, tal como en la época republicana no se les permitía el acceso a

los espacios del centro de la ciudad. Las mujeres indígenas que ocupan cargos

jerárquicos en el Estado también hacen referencia a los conflictos de memoria corta de

agresión y violencia física en los que fueron reprimidos por la fuerza pública:

“… nosotros hemos sido muy discriminados en Tarija cuando ha sido el

2008 yo le digo ¿no? de 2008181

cuando estaban haciendo sus autonomías,

autonomías departamentales, como Mario Cossío que se ha escapado a

Paraguay, él su gente de autonomías cómo no nos dejaba entrar a la

plaza, que de cholas, de cochinas, de trenzudas, de todo nos insultaba, no

nos dejaba pisar. En las ventas sabíamos estar, todas las de pollera siempre

estamos en la venta, nos venía a botar las cosas, nos quitaban, nos

saqueaban, yo nunca voy a olvidarme el 2008, el 10 de septiembre de 2008

hemos sido pegados, golpeados, quemados ehhh…, hemos sido arrojado

con palos, con piedras, hasta el Alcalde trajo las volquetadas de piedras.

No sé si usted conoce Tarija, la pasarela de Tarija, el puente hacia el

campesino182

, de ahí arriba nosotros estábamos y de las autonomías estaba

del puente hacia abajo, así que ahí era el choque ¿no? Desde las 10 de la

mañana hasta las 11 de la noche, que los universitarios, nuestros propios

hijos mandado por los de la universidad que nos golpeaban ¿no? A

nuestros hijos les decían que les iban a dar más este…notas a favor, les

decía: “si van aquí, les vamos a dar notas”, entonces estaba contra

nosotros, nuestros hijos, mismo. Cómo nos han hecho pelear y cómo nos

han hecho marginar, pelear con nuestros propios hijos esa vez. Yo nunca y

nunca me voy a olvidar esa pelea que hemos tenido, nos han hecho saquear

los changos183

, han venido, lo quemaban las movilidades, agarraban a los

que nos apoyaban a nosotros y les agarraban les pegaban los changos con

palos,…con escudos de turriles, cantidad como los policías que se paran,

así venían. Nos han hecho mucho abuso, no sólo ha sido en Tarija, ha sido

en Santa Cruz igualito y ahora de indias, de indígenas, de sonsas así...”.

(Ninfa Huarachi)

181

Se refiere a la violenta confrontación vivida entre grupos organizados del comité cívico de Tarija (que

se encuentra en el departamento que concentra la mayor cantidad de recursos hidrocarburíferos del país)

con las organizaciones campesinas que, en apoyo al gobernador de turno Mario Cosió y, como parte de la

“media luna” conformada por departamentos de composición opositora al MAS-IPSP organizaban

manifestaciones violentas y racistas. La confrontación se llevó a cabo en el mercado campesino, ubicado

en la ladera de la ciudad, donde se desarrolla la labor de comercio de los indígenas agricultores y se

encuentran las sedes de las organizaciones campesinas. 182

Se refiere al mercado campesino ubicado en una zona popular de la ciudad de Tarija. 183

En Bolivia es la denominación coloquial utilizada para decir “chicos o muchachos”.

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Una vez promulgada la constitución después de febrero de 2009, en el periodo post

constituyente que demanda modificaciones institucionales y el inicio del trabajo de

elaboración normativa las tensiones evidenciadas son de dos tipos: por un lado, las que

provienen de los momentos de encrucijada en que se confrontan posiciones encontradas,

que deben ser resueltas y son parte de su vida cotidiana en el momento mismo del

ejercicio del cargo, esto implica la negociación con otros miembros del aparato

gubernamental o las reacciones de los mismos desde que las mujeres ocupan los cargos;

y por otro, los conflictos sociopolíticos a partir de la movilización en las calles y la

respuesta de la fuerza pública u otros mecanismos civiles de choque, que son

mecanismos del poder utilizados en coyunturas específicas de violencia exacerbada por

el racismo sedimentado. La violencia en dichas confrontaciones llega a ser inclusive

física:

“Hasta menospreciando a sus propios compañeros Viceministros que eran

su mismo bueno, tal vez no abogados algunos pero… ¿no?, y he conocido

gente así tan pésimo, también gente así muy bueno, muy comunitario ¿no?

Por ejemplo este viceministro era típico funcionario antiguo, primero, lo

primero que decía: pero ¿qué es pues esto?, mi oficina es mejor en

Cochabamba, esta porquería así, por poco así, en esos términos decía el

tipo ¿no? O de pronto el no querer trabajar fines de semana, fines de

semana cualquier rato tenias que trabajar, y sigue todavía hasta el

momento eso creo, y de pronto él llegaba martes o jueves, entonces así de

estos típicos […] Nada profesional para empezar, ningún aporte, así que

él quería mandar y quería ser a toda costa Ministro, así que estaba ahí

diciendo en muchos momentos ¿no? Yo tenía que ser Ministro de Justicia,

por poco me decía “haber levantate”, así estaba, fuerte, fuerte la tensión.

Yo creo que es una de las cosas mucho me ha perjudicado […] ha habido

también Viceministros que pucha increíble hemos trabajado en equipo, una

maravilla o sea que hay gente que ha apoyado, ha prestado sus ganas de

poner el hombro con una propuesta, con otra propuesta, o de pronto se han

equivocado y han dicho está mal, y así hemos estado juntos también en

otras cosas, entonces yo creo que siempre hay una manzana podrida en

algunas cosas ¿no? Si. (Casimira Rodríguez)

En el segundo punto se manifiesta el conflicto con la oposición, a partir de las

posiciones que asumen sus miembros en los momentos problemáticos, las mujeres

indígenas señalan que se trata de un constante veto u obstaculización en el proceso de

toma de decisiones en la legislación. Si bien en el sentido común este es un papel

predecible de una oposición política, identifican que, en este caso, se trata de una disputa

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de saberes. Señalan que si bien profesionales que son mestizo-blancoides ya la vez

opositores tienen conocimiento de las normas y sus contenidos, los utilizan como

estrategia de subordinación a las mujeres indígenas en cargos de autoridad que tienen un

menor dominio de estos, a pesar de que cuentan con el acompañamiento de sus asesores

que, por lo general, son profesionales.

Cuando hacen referencia a las tensiones existentes en torno a la elaboración de la nueva

legislación se establece una relación conflictiva con la oposición, por un lado a través de

la violencia simbólica que ejercían sus miembros ante el incremento de la presencia

indígena en el parlamento y las manifestaciones de discriminación que atravesaron en

este proceso de visibilización de los pueblos indígenas en estos cargos. Este incremento

que, bajo otra perspectiva teórica, podría reducirse a la noción cuantitativa de

representación por cuotas, implica a su vez un cambio en el “escenario parlamentario”

en términos simbólicos con los efectos políticos correspondientes. Los indígenas

irrumpen en lo que respecta a la vestimenta y los códigos que se asumían como

“políticamente correctos” en este espacio en espacios de poder formal, que ahora siendo

compartido se van manifestando y transformando las relaciones discriminatorias de la

colonialidad del poder, aunque no precisamente de forma armónica sino en relación a los

conflictos que derivan de los procesos de objetivación de doble vía en los que aún se

mantienen latentes, tal como se puede evidenciar en lo que señala Isabel Ortega.

“[…] cuando era Senadora seguía, yo no me acercaba a la Plaza Murillo,

porque había una compañera que era suplente, le han hecho sacar su

ajsu184

, su ropa la típica, ya le conocían, le seguían. Hasta con cuchillo le

sabían seguir esas mujeres. Serán pagadas ¿no?, y eso hemos soportado

harto nosotros, tanto como varones, como mujeres, ¿no? como indígenas

originario campesinas. Entonces eso es el racismo que había no, incluso al

Presidente le decían: ´Qué va a poder este indio´ ¿no ve?, pero sin embargo

está siguiendo, ´no va a tener ni apoyo´ decían ¿no? entonces todo eso.

(Isabel Ortega)

Un ejemplo al que se refieren las mujeres es el reciente conflicto del año (2012) “El

Tipnis” en el que, como se mencionó, mientras se discutía internamente el problema en

la Asamblea Legislativa, en las calles aledañas se encontraban en todo el manzano los

184

Prensa tradicional de vestir que usan las mujeres andinas (aymaras y quechuas)

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marchistas-indígenas de tierras bajas en la llamada “IX marcha”. Esta fue una coyuntura

excepcional debido a que marcó un quiebre en la “legitimidad “ del discurso indigenista

del vivir bien que sostiene el gobierno boliviano, con el uso de la fuerza pública en la

que fue la VIII marcha185

donde se intervino a los pueblos indígenas de tierras bajas. Si

bien enfatizan el tema, se hace una referencia general al papel de la oposición en las

tensiones que cristalizan otros elementos de más larga data que trascienden de las

coyunturas específicas:

“Entonces ellos leen, lo entienden, pero lo distorsionan ¿no? No ponen sus

propuestas, solamente ellos perjudican ese proyecto, esa ley. No dicen sí,

esto lo hagamos o esto aprobemos. Ellos se oponen, oponen, oponen y ahí

es la discusión que hacemos: ´Si ustedes son profesionales, nosotros que

no somos profesionales le entendemos, pero pongan la propuesta para

aprobar estas leyes, porque es beneficio para todo Bolivia, no es solamente

para los del MAS o pa´ los de la derecha ¿no? Si esa ley, todas las leyes

que se aprueba va a ser para todos, bolivianos y bolivianas se van

beneficiar con todos las leyes”, pero ellos se oponen. Siempre lo dicen a

contra del Presidente, que el Presidente que es lo que él ha sido o lo que

actualmente hay muchos narcotraficantes de esos cocaleros, como ahora

está del Tipnis, ´que por el Corazón del Tipnis va pasar el camino y por

qué, porque los cocaleros se van a entrar´…con esa posición ahorita están.

Entonces como la oposición, como no lo propone, cómo podemos hacer

¿no ve? […] solamente se oponen y se oponen. No sólo eso, hay muchas

leyes, muchos proyectos, así hacen esas cosas…” (Ninfa Huarachi).

Dada la especificidad del tema citado y habiendo sido este un punto de quiebre y

cuestionamiento al MAS-IPSP en cuanto a la coherencia de la decisión de la

construcción de la carretera con el proyecto político inicialmente planteado de

protección a la Madre Tierra. Se puede evidenciar en el discurso de las mujeres

indígenas entrevistadas que forman parte de la CNMCIOB-BS una posición alineada a la

manifestada oficialmente por el Estado; es decir que en este como otros temas se puede

indagar sobre la cooptación estatal de la fuerza y capacidad organizativa de los

185

Se desarrolló el año 2011, exigiendo que se lleve adelante un referendo para definir si se realizaba o no

la carretera, a pesar de que la construcción de la misma ya se había iniciado, habiendo sida adjudicada la

obra a la empresa brasilera OAS el año 2008. Siendo esta movilización un hito de ruptura con

organizaciones sociales indígenas de tierras bajas. Para revisar la posición oficial del gobierno en dicha

coyuntura revisar: García Linera, A. (2011) 4 razones porque se debe construir la carretera.

http://www.gobernabilidad.org.bo/desarrollo-legislativo/noticias-de-la-asamblea-plurinacional/1372-

transcripcion-alvaro-garcia-4-motivos-porque-se-debe-constuir-la-carretera-posicion-oficial-del-gobierno-

sobre-el-tipnis

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movimientos sociales para sostener decisiones tomadas e instruidas por mandato más

que vinculadas a las reivindicaciones de los pueblos indígenas propiamente tales. En este

sentido, resalto la idea de una reconfiguración identitaria reivindicada en cuanto a la

subordinación con sectores blanco-mestizos vinculados a la oposición, pero también la

configuración de una nueva relación de poder ejercida en ciertas prácticas respecto a

otros pueblos indígenas de “tierras bajas”.186

Esto además de una admiración y defensa

constante a la figura presidencial de Evo Morales como líder del llamado “proceso de

cambio”, que si bien tiene una explicación en el proceso de identificación de la historia

de subordinación vivida como parte del pueblo indígena, es también una demostración

de liderazgos que se subsumen al de una figura masculina, siendo los liderazgos

femeninos fuertes dentro del Estado visibilizados públicamente ocupados por mujeres no

indígenas.187

c) Relaciones de dominación

La dominación a diferencia de la explotación y las relaciones de tensión y conflicto

vividas tiene un referente en la memoria larga, en este sentido la lógica de vinculación a

la relación de subordinación a quienes ejercían el rol de “los patrones” de sus

antepasados, inicia una ruptura en el recuerdo de la participación de su familia en las

organizaciones sociales y el inicio que hacen ellas en su trayectoria sindical. El motivo

de la organización entonces sería terminar de forma definitiva con la dominación, en

este sentido asumen una identidad descolonizada aunque en términos de la

subalternización esto no implica la ruptura de la objetivación que se hace de ellas en el

sentido común colonizado:

“Eso es lo que yo me recuerdo que tanto desde el 76, hemos organizado en

provincia Ayopaya, porque hemos sido dominados de los patrones porque

186

“La secretaria General de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia –

Bartolina Sisa (CNMCIOB-BS), Felipa Huanca, señaló que esa organización rechaza la movilización de los

pobladores del Territorio Indígenas Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en contra de la construcción del

segundo tramo de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos. Según la dirigente campesina, antes se debe

acudir al diálogo con el gobierno. “Nosotros ninguna movilización aceptamos las Bartolinas. Cuántas veces hemos

dicho que el diálogo es importante. Marchar, eso nos perjudica (…) es su decisión (marchar) pero primero es el

diálogo”, reiteró Huanca”. (ERBOL, 2013)

http://www.erbol.com.bo/antiguo/noticia.php?identificador=2147483947321 187

Como el caso de a Gabriela Montaño en la cámara de Senadores y Rebeca Delgado en la cámara de

diputados, a pesar del incidente citado de confrontación con el Ministro de Gobierno.

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hemos sido explotados de los patrones, eso es lo que nos ha llevado a

organizarnos como indígenas, originarias, campesinas. Entonces por eso

nos hemos organizado, para entonces no teniábamos federaciones, ni

departamentales, ni nacionales. Entonces hemos empezado a estar en mi

pueblo como le he dicho, nos hemos organizado como Club de Madres, ya

después de ahí en mi comunidad. En mi comunidad dentro de los hombres

todavía, como vocales. A mí me pusieron la primera vez de actas, dentro de

mi comunidad con ello las cosas que se han hecho tenían que hacerse.

Cómo se preparaban las actas, yo no sabía, pero sin embargo con un poco

de ayuda de los ex dirigentes que ya no estaban pasando, con ellos me he

hecho ayudar y hemos hecho hartas cosas”. (Marcelina Chávez)

Otro punto que se señala es la relación entre saber-poder, los conocimientos como parte

del proceso de dominación; es decir la colonialidad del saber que consolida la

colonialidad del poder. Pero la referencia señalada no establece una relación con los

conocimientos académicos, sino los referentes al manejo y autodeterminación en torno a

los recursos naturales que es también una constante en las reivindicaciones que son parte

de su proceso de desubalternización colectiva, dado que cuando plantean estos temas lo

hacen en términos colectivos y no individuales. Esperanza Huanca que fue la primera

directora de la Unidad de Despatriarcalización establece estas referencias que inclusive

llegan a términos globales asumiendo una implicancia glocal188

de esta lucha contra la

dominación:

“El hecho de que tienen su capital, siempre quieren dominarnos, o sea

que seguimos a la inversa, es como te digo ¿no ve? siempre nos están

trayendo costumbres, conocimientos de otros países de afuera hacia

adentro, pero en cuanto a los recursos naturales que somos tan

ricos…Alguna vez yo no podía entender cuando los maestros decían:

“Nosotros bolivianos somos ricos, estamos sentado en una silla de oro” y

pensaba “No, esta silla en que estoy sentada es de…”. Pero, poco a poco

he ido entendiendo qué es lo que me querían decir, estoy muy convencida

que somos un país privilegiado, afortunado de tener los pisos ecológicos

más importantes. Tenemos riqueza, que no los da, nos brinda nuestra madre

naturaleza, pero esos quienes nos imponen su cultura, su conocimiento

después de imponernos ellos lo que se llevan de adentro hacia afuera. Se

llevan nuestros recursos naturales ¿no? en lo bruto y después aún

volviendo a comprar ya cuando le ponen su valor agregado. Entonces eso

es lo que tenemos que visionar, entonces la pelea es contra la

globalización, contra el capitalismo. (Esperanza Huanca)

188

Global y local.

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A continuación presento de forma separada tres elementos que señala una de las mujeres

indígenas entrevistada. Elisa Vega analiza tres aspectos de la dominación de las mujeres

indígenas: la religión, la educación y la economía.

La religión: en lo que respecta a la religión da cuenta de la relación del “mandato de

Dios” la mujer, con una maternidad naturalizada en la que debería tener los hijos que

“Dios mande” además de que esto cumplía de forma más cabal los principios de la

religión católica que se había recibido, si estos hijos llegaban a ser 12 al como los

apóstoles de Jesucristo. Si bien actualmente en las comunidades rurales indígenas de

todo el país se practica el sincretismo religioso, la noción de naturalización de la pobreza

a través del valor de la resignación y la aceptación de los designios de Dios es

cuestionada de forma crítica recordando hitos en los que se explicaban y naturalizaban

situaciones de subalternidad aceptando los mismos y otorgándole además un valor moral

que predestinaba a su madre a la llegada al cielo por la cantidad de hijos.

Como se evidencia, la mayoría de las mujeres indígenas en cargos de autoridad sí tiene

hijos y esta tarea debió ser puesta en segundo plano o establecer un reordenamiento,

como indiqué antes, por la serie de renuncias que señalan es parte de la trayectorias en lo

político, estando es sus propias organizaciones y dadas las circunstancias de ubicación

en su propia comunidad o pueblo esto no sucede, pero una vez en el ejercicio del cargo

gubernamental es clara la tendencia a la separación de los hijos y el núcleo familiar,

asumiendo su inserción al proyecto político. En el caso de las mujeres más jóvenes

habiéndose incorporado recientemente al proyecto político, como el caso de Nélida

Sifuentes, sí problematiza la dificultad de tener hijos, dadas las condiciones

demandantes del cargo ocupado y la vinculación del trabajo con “las bases” que esto

implica, por tanto se evidencia también un cambio generacional en cuanto a la noción de

lo femenino estrecha vinculación a la Madre Tierra como dadora de vida. Sólo una de

las entrevistadas tiene siete hijos, cifra numerosa que era mucho más común en las

mujeres indígenas, pero entre las entrevistadas es una excepción. Por tanto, los distintos

mecanismos que operaban como vía de control de la tenencia de hijos y a la vez del

cumplimiento del rol materno bajo principios culturales comunitarios se transforman.

Esto no tiene una relación con la idea de la mujer ocupada del cuidado, sino más bien

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más autónoma respecto al núcleo familiar tradicional, esta autonomía que desnaturaliza

una predestinación divina reconfigura su identidad, pero no desmonta la idea de respeto

a la cosmovisión andina y la relación con la Madre Tierra y la idea de dar vida. El punto

central es que se identifican los mecanismos que operan a través de los valores

normativos de la religión para mantener los procesos de dominación, respecto al carácter

de la predestinación o los designios de un Dios para la tenencia de hijos, esto es

cuestionado y formulado como parte de su descolonización.

En este sentido, cabe recordar que parte de la propuesta descolonizadora del

Viceministerio señala la religión como el núcleo central del colonialismo:

“Es muy triste la vida porque estoy aquí ¿no?, yo soy de una familia como

te digo… que mi mama tenía 7 hijos y anterior ha tenido mellizos y como la

Iglesia todo nos ha enseñado que para las mujeres que tengan los hijos,

para las parejas que tengan los hijos se van a ir al cielo. Yo me recuerdo

mi mama ya tenía 9 hijos y decía: ´me falta 4 todavía para que ya no tenga

hijos y me vaya, cuando me muera, al cielo´, y nosotros pensábamos…Yo

iba a pastear chanchito y ovejas así, pasteamos y pasteamos, ´mi mamá

ha tenido hijitos, ha tenido 12 hijos mi mamá, ahora va a irse al cielo y

todititas las familias nos vamos a ir al cielo porque somos pobres, los

pobres se van al cielo´, entonces eso hablábamos con las chiquitas que

estábamos, entonces yo decía ´mi mamá que tenga nomás´ […]En la

actualidad ya estamos pensando ¿cómo despatriarcalizamos?, tanto el

estado o la sociedad , la familia, la religión mismo, como es una religión

impuesta, para dominar a la mujer y al más pobre también, entonces

¿cómo reponemos, cómo descolonizamos todo esto?, es en esos espacios

que estamos trabajando las mismas mujeres que hemos sufrido la

discriminación, el patriarcado ¿cómo empezamos a trabajar desde

nuestras vivencias, si no es una teoría, por hacer o escribir solamente en

papeles, sino ¿cómo hacemos realmente la despatriarcalización, la

descolonización, lucha contra el racismo y toda forma de discriminación?

Entonces como el tema de la educación, las mujeres mismas incidimos

no…” (Elisa Vega).

La educación: se asume que la educación formal es un espacio en el que se legitiman las

diferencias y las jerarquías, se forma a unos para mandar y quienes no están dentro de

estos espacios son quienes deben obedecer. La crítica en este caso no es a los referentes

del conocimiento adquirido, sino más bien a cómo en estos procesos se va sedimentado

y afirmando las nociones de superioridad, en la que se establecería que “lo indígena” es

objeto de dominación a partir de la relación de mando-obediencia que se basa en la

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adquisición del conocimiento occidental, la profesionalización que evade, salvo como

objeto de estudio, el capital cultural y los conocimientos de adquiridos en otros

espacios: la comunidad, la familia, la trayectoria en lo político de las mujeres indígenas.

“Si lo que más se está reflejando, es esa separación todavía ¿no?, que lo

indígena es para dominar o para imponer todavía tienen esa visión,

porque tienen todavía esa mentalidad, el que ha estudiado, el que ha ido a

la universidad es para dominar al otro o para servirse del otro. Tienen

todavía esa mentalidad, entonces tenemos que empezar a descolonizarnos

nosotras mismas, y que eso nos ha traído el colonialismo de afuera ¿no?

porque han venido a dominarnos, a mandarnos o a estudiarnos como

éramos de salvajes” (Elisa Vega).

La economía: esto tiene una relación con la migración campo-ciudad, que es un hito que

rearticula las relaciones y jerarquías de dominación, al igual que las relaciones del

patriarcado y los referentes que predominan en estas. Las posibilidades de mayor

autonomía económica en la comunidad como productores agrícolas son cambiadas en las

ciudades por la predominancia de la multiplicidad de oficios asalariados y las

reminiscencias serviles que los caracterizan en los que el hombre indígena se inserta en

el llamado “mercado laboral”-aunque esto sean oficios de obediencia o como mano de

obra-, a diferencia de las mujeres que tienen menores opciones brindadas, dado que si

bien han existido variantes recientes a la noción mono-referencial de servilismo en el

trabajo del hogar, este sigue siendo predominante.

Si bien, tanto en el caso de los hombres como de las mujeres se trata de un traslado de

figuras de explotación como la del pongueaje del campo a la ciudad y un desplazamiento

que implica una mayor pérdida de autodeterminación, dado que ya no cuentan con

referentes territoriales como la tenencia de la tierra, agricultura (que la menos les

garantiza la subsistencia) crianza de animales y todas las formas de participación y

pertenencia comunitaria, la determinación de las relaciones económicas y la explotación

en términos laborales hace que exista un “dominio” del sistema económico que continúa

afianzando las relaciones de subordinación, especialmente, de las mujeres indígenas:

“Las mujeres indígenas no estamos preparadas para vivir en las ciudades

¿no?, los hombres ya tienen esa facilidad de encontrar trabajo por eso es

que más ya se está reforzando el patriarcado, por el dominio de la

economía ¿no?, porque esa es una debilidad que las mujeres no tenemos

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en nuestras manos, cómo obtener los recursos económicos. Pero en área

rural, en las comunidades indígenas sí tenemos la posibilidad de tener

nuestro alimento, nuestra vestimenta, nuestro espacio territorial tenemos, y

todavía ejercemos, lo que son los derechos de las mujeres aunque no se

reconozca, no se visibilice pero lo ejercemos lo vivimos, y tanto como en

el ejercicios de la autoridad, es muy importante reflejarlo esto tema”.

(Elisa Vega)

d) Potestad de nombrar y normar.

Dado que la posibilidad de estar en el Estado implica formar parte de espacios de

decisión antes negados para las mujeres indígenas, el proceso de tomar decisiones de

políticas públicas, de nombrar autoridades, de modificar la legislación vigente; en

síntesis de “normar y nombrar”. Este espacio estatal estaba monopolizado por los

mestizo-blancoides, en él se asumía la participación emblemática de los indígenas dentro

de la política institucionalizada y la presión que ejercían desde fuera de esta mediante las

movilizaciones sociales a través de las cuales tenían cierta incidencia en algunas

decisiones, pero no lograban producir un cambio en la administración y los procesos

establecidos para quienes ocupaban el mando. Mas ahora, las mujeres indígenas se

reconocen en espacios de la organización estatal, destacando la presencia de mujeres

indígenas en otros cargos, por tanto se recuerda la Asamblea Constituyente como un

momento de ruptura que va generando la posibilidad de cuestionar la colonización y

fundación de la república colonizante y excluyente, dado que ahora asumen que pueden

ser quienes nombren y normen:

“Cuando vienen los asambleístas algunos son profesionales sirven para

humillar gente campesina y antes según… antes Constitución república,

cuando están formando Fundación de República de Bolivia, ni siquiera no

han participado ni una persona como ciudadano como campesino,

ehhh…dentro de la constitución. Solamente los españoles, los patrones,

los ricachos no más trabajan la Constitución República y ahora con este

proyecto político nosotros participamos 36 nacionalidades indígenas,

originarias, como pueblo boliviano reconocidas y además, cuando

trabajamos dentro de la Asamblea Constituyente querían destrozar

políticamente los de la derecha y la derecha quería reconstruir no más a la

casa. Nosotros como parte de la Instrumento Político, su sueño de la

organización desde las bases, era reconstruir desde el cemento, hasta el

techo construir nueva casa para vivir igualdad, democracia, para vivir bien

y entonces por eso motivo hay peleas dentro la constitución”. (Isabel

Dominguez Meneses)

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“Pero ha avanzado ¿no? Como decía ¿no? ¡Cuándo se ha visto una mujer

de pollera que sea Presidenta de Asamblea Constituyente!, donde se

escribía constitución política, es un avance y hoy en día mismo en Cámara

de Senadores, ¿Quién es? una mujer; en Cámara de Diputados, una mujer

¿no ve? Eso no quiere decir ´vos tienes pollera no hablas´ […] la

participación es un gran avance, pero ¿cuando ha habido también que una

dirigente que puede expresar públicamente? no había, pero ahora sí, esa

oportunidad hemos tenido”. (Felipa Huanca)

“…para ir más allá, de ahí el resultado, también la constitución ha

planteado como la primera mujer que ha encabezado la Asamblea

Constituyente ha sido una mujer la Silvia Lazarte, entonces de ahí

planteamos un espacio ¿no?, como las injusticias, ahora como lo reponen

el Estado colonial, el patriarcal que ha discriminado a las mujeres y a los

pueblos indígenas, ¿cómo hace esa injusticia, cómo repone?¿no?, ¿cómo

restablece?, entonces esos temas también han sido dirigidos por una mujer

indígena de pollera y hay ya empezamos en la constitución 50 – 50, ese es

el piso, después veremos, pero de ahí ha sido también la participación de

varias, ya fuimos varias, también algunos jóvenes también en las

universidades se están preparando, ya hay espacios también para entrar, ya

no hay discriminación con la ley 045 que se ha logrado en 2010 también

hemos frenado mucho la discriminación…”(Elisa Vega)

Pero estos procesos de nombrar y normar también tienen posiciones encontradas y

conflictos entre quienes son profesionales, los cuales se asocian a la oposición, que

confrontan a los miembros del MAS-IPSP a partir del etiquetamiento y nociones

discriminatorias, vinculadas a su desconocimiento sobre las leyes. Por otro lado se

asume también que quienes son parte del MAS-IPSP, en ciertos momentos y

circunstancias, repiten el monopolio de las decisiones y no consultan previamente a las

bases de las organizaciones sociales, esto a partir de las decisiones que se asuman sobre

los tiempos burocráticos del estado, ya sea para priorizar una medida y acelerarla o

retrasarla. En relación a esto, existe un reconocimiento de que en ciertas instancias se

estarían reproduciendo nuevamente las relaciones de poder y los conflictos y tensiones

en estas interpelaciones de “normar y nombrar”:

“Como nosotros somos de las organizaciones, mayormente somos personas

humildes, campesinos, indígenas, pero de la posición son de la alta

sociedad, son abogados, profesionales mayormente ¿no?, entonces hay

hombres que nos marginan dicen: ´¿Qué saben ustedes indias, qué saben

ustedes las leyes?´ Andamos llevando la leyes en la plenaria, nuestro curules

y nos gritan ¿no? los hombres y algunas mujeres también, pero ahí en el

curul peleamos, discutimos, decimos ambos, pero salimos de curul y afuera

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estamos como si no hubiera pasado, no nos llevamos tanto rencor”.(Ninfa

Huarachi)

“A veces los Ministerios también desde ahí no más ellos hacen sus normas y

rápido también lo tratan de trabajar, entonces a veces es ahí donde un

poquito fracasa, pero cuando uno está ya todo consensuado todo eso es ya

más rápido también ¿no? Entonces obviamente desde el Ministerio ellos

han planteado sus normas, en consulta claro con las organizaciones

matrices ¿no? La participación, pero no ha sido tan activa ¿no?, desde los

diferentes actores sociales. No ha sido 100% activa ¿no?, entonces eso

falta un poco”. (Maribel Santa María)

4.2.3 Colonialidad del saber

La colonialidad del saber vinculada a normar y nombrar forma parte de la legitimización

de las relaciones de poder en las que determinados conocimientos se asumen como

válidos y superiores y otros como inválidos e inferiores, en este sentido las relaciones de

jerarquía y subordinación a partir de los saberes hegemónicos, no solo constituyen un

saber sin referente concreto, son saberes que poseen sujetos específicos vinculados a una

larga duración en cuanto a la monopolización del poder en la política institucionalizada.

Esto no hace referencia a un tema político partidario, sino más bien a una élite mestiza

blanqueada.

- Ausencia de saber. En el primer caso se aborda lo que las mujeres indígenas

señalan “no tener”; es decir que el conocimiento se asume como carencia o falta,

por tanto el reconocimiento de un vacío y de cierta manera la evidencia de su

identidad subalterna.

- Reconocimiento de los saberes propios: Esto implica la afirmación,

reconocimiento y legitimación de los saberes propios, vinculados tanto a la

trayectoria en los movimientos sociales; es decir en base a su experiencia sindical o

la reivindicación de los saberes culturales comunitarios de los antepasados como

elementos de aporte concreto a la gestión estatal

- Confrontación entre saberes. Esto implica las posiciones de confrontación o de

negación de otros tipos de conocimientos que no asumen, como válidos legítimos o

pertinentes.

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- Relación entre saberes: planteo de forma genérica “relación” pero la misma

puede ser establecida como jerarquización o complementariedad.

a) Ausencia de saber (la falta).

Las mujeres indígenas parten de la ausencia, carencia, o insuficiencia de los

conocimientos profesionales considerados legítimos, relacionando esto con el

reconocimiento de la necesidad del manejo de la burocracia estatal que requiere de

ciertos saberes o una técnica vinculada a o los procesos de gestión estatal. Las mujeres

indígenas señalan la ausencia de estos saberes y formas de subordinación vividas por

esta razón. Indican especialmente dos tipos de saberes de los que carecen: técnicos y

jurídicos. “Ser profesional” o “no serlo” disminuiría, según plantean, la capacidad para

poder manejar la maquinaria burocrática, pero esta dificultad sería resuelta a partir de la

decisión de ocupar estos espacios y de aprender en la práctica, asumiendo que no contar

con dichos conocimientos no debe ser un factor que las excluya de estos espacios, dado

que el no haber tenido formación profesional se explica por las condiciones de

desigualdad socio-económica (que en Bolivia muchas veces coincide con ser o no ser

indígena) respecto a quienes habrían logrado tener la oportunidad de adquirirlos. A pesar

de ello, también existen casos en los que está presente el planteamiento de que la

profesionalización habría incidido en que cuenten con mejores posibilidades del manejo

del discurso y la gestión estatal:

“[…] También hay que ser sincera,…por ejemplo cuando me dice el

Presidente vas a ser, para que sea Ministra de Justicia, decía ¡pucha!189

….

pero voy aprender, entonces también un poco me motivó para poder asumir

y así esos prejuicios hemos pasado. Lo más importante es que hemos puesto

todo el esfuerzo más bien, esa esperanza grande también era otra motivación,

digamos que el pueblo había dado tanta confianza votando ¿no?, entregando

una confianza tan tremenda, siendo que fuchaaa no se podía, no se ha dado

nunca en nuestro país, entonces era una esperanza que estaba floreciendo

después de que estaba agonizando la situación política, había eso de ´para

leyes, para sabios´, digamos ¿no?… así exactamente, pero el Presidente

tuvo mucha facilidad de decir ´yo tampoco sé cómo ser Presidente´, una

fuerza tan especial, yo creo que había muchas cosas ¿no?”. (Casimira

Rodríguez)

189

Se utiliza esta expresión cuando algo se considera de gravedad o de difícil realización.

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“En poco tiempo cuando nuestro líder encontramos el hermano Evo Morales,

bueno él dice, esta petición él escucha y sabe que venimos luchando muchos

años. Dice si voy a ser la cabeza debo dar las oportunidades a la gente del

campo, a los indígenas, puedan o no puedan reaccionar, y sepan aprender,

saber administrar. No ha sido fácil para los que realmente han ocupado los

cargos más grandes, los que siempre se han creído dueños de las tierras, ha

sido muy dura. Tal vez estamos haciendo bien, pero no ha habido esa

conformidad que han dicho estamos haciendo bien, siempre han atacado,

que estamos haciendo mal. Ahora reconocemos, por falta de experiencia, tal

vez nos equivocamos en algo, pero tratamos de reconocer y subsanar, eso

ellos no lo entienden. ¿Quién no se equivoca?, todos nos equivocamos en

todo aspecto las primeras veces, ¿qué te enseña?, es a largo plazo la

práctica y la práctica”. (Antonia Rodriguez)

“…sigo siendo tal como soy, entonces yo creo que así la humildad, lo que

nosotros somos nos lleva aunque nos falta, por ejemplo, técnicamente de

aprender muchas cosas, sufrimos de esa parte por eso hay veces digo

carácter, che, caramba porque no he sido profesional, ¿no? pero a veces

con la experiencia…Terrible es ¿no?, pero hay que sacar adelante no más. Si

bien técnicamente para pronunciarnos, por ejemplo de las normativas en

gestión pública no manejamos muy bien, pero si te acompaña un técnico o

pides explicación, aunque perdiendo tiempo, entonces se va a delante ¿no?

[…] muy bien hay que responder a eso bastante, aunque para otros no es

bueno, para la oposición, por ejemplo aquí tenemos”. (Celima Torrico)

“…y hoy vemos nosotras diferente. Decimos: ´no es porque nosotros

queremos que nos quedamos ahí, sino porque no hay oportunidades para

que nosotros también no podamos ser todos profesionales” ¿no? y salir

adelante. Esperamos que los jóvenes hoy en día todos sean técnicos,

profesionales y desde sus conocimientos puedan prestar un servicio mejor a

su patria y como también mejoremos el sector productivo y cuidemos a la

Madre Tierra. Eso es lo que nosotros queremos como mujeres y vivir en

armonía y cuidando ese pequeñito Estado que es la familia, de un hombre y

una mujer y sus hijos, hijas que buscan vivir dignamente con los derechos

básicos y fundamentales”. (Julia Ramos)

“Hoy que me falta conocer el estudio, me falta conocer más, posiblemente

conocer parte técnica, entonces en esa vida personal, yo llegué ser ya

cuando un poquito más jovencita, una promotora de esa misma comunidad

de las mujeres. Yo trabajaba con unas cien mujeres en mi comunidad, en

Chuquisaca, todavía trabajando con huertos comunales, trabajando tejidos,

trabajando otros sociales digamos que era el apoyo de capacitación llevaba

el radio ACLO de Chuquisaca. Entonces la Fundación Radio ACLO

Chuquisaca capacitaba los jóvenes mujeres y trabajar con las mujeres”.

(Segundina Flores)

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“Muchas veces somos comités, comisiones nos apoyan y algunas como

diputadas para asumir, entonces ellos dicen: ´Que por qué ustedes sin saber

quieren asumir eso´ ¿no? ´eso es para los que saben´. Todos podemos

aprender ¿nove?, no sé, puedo aprender, todo es posible cuando uno se

propone”. (Ninfa Huarachi)

A pesar de las salvedades señaladas inicialmente, las rupturas en cuanto a asumir estos

cargos y proponerse no autoexcluirse de ellos, o que prime el imaginario de capacidad o

incapacidad vinculada a ser indígena y no ser profesional, implica también la posibilidad

de que, a partir del reconocimiento de la ausencia de determinados saberes y

conocimientos, se establezca la afirmación y reconocimiento de los saberes , trayectorias

y experiencias con los que cuentan, dado que la principal crítica a las formas de gestión

de los gobiernos previos era la desconexión con las propias realidades de los pueblos

indígenas. Cabe resaltar que en Bolivia este ha sido un tema de amplio debate en

relación a la legitimidad social y responsabilidad por la función pública y los marcos

normativos que establecen una serie de requisitos formales para los cargos establecidos,

en estos términos el conocimiento occidental adquirido en las universidades ha sido

cuestionado al no estar vinculado a una formación política o de experiencia de vida que

permita conocer las realidad de los sectores subalternizados, mas la contra

argumentación establece la necesidad de conocimientos mínimos requeridos para que

pueda operarse de forma más expedita y responsable la gestión burocrática del Estado.

Se trata de un debate de amplia repercusión y constante tematización.

b) Reconocimiento de saberes propios

Como se señaló, el reconocimiento de la carencia establece un proceso de afirmación

identitaria, reconocimiento y valoración de los propios saberes de las mujeres indígenas.

En este sentido, se reconoce a partir de ellas la posibilidad de aportar y de problematizar

los temas que plantean en el Estado o ser ellas quienes a partir de estos los planteen,

tomando en cuenta dichos saberes. El origen de los mismos tiene dos fuentes: por un

lado, la formación a partir de la experiencia en los movimientos sociales, la capacidad

organizativa y conocimiento de las demandas de las organizaciones sociales; y por otro,

los conocimientos ancestrales mantenidos, recuperados y resignificados en estos

espacios. Lo que no queda claro es hasta qué punto estos saberes inciden de forma

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concretas en las decisiones finales pero si se presentan en los proceso de tensión y

disputa en el ejercicio del cargo, el auto-reconocimiento y la exigencia del

reconocimiento externo de su validez y legitimidad contrapuesta a una noción

naturalizada de la jerarquía y primacía hegemónica del conocimiento académico:

“…pero muchas veces, aunque quizás mucha gente que está en el

parlamento, por ejemplo que no son estudiantes, que no son profesionales,

pero la experiencia de la vida es mejor formador que las universidades,

muchas veces lo que son las Universidades nos forman a través de la

teoría, pero la práctica con la teoría tienen que ir juntos para llevar una

buena formación. A través de la experiencia podemos saber más que los

profesionales muchas veces, porque lo hemos vivido en carne propia y la

discriminación como le digo está latente, todos los días hay discriminación

racismo, de alguna forma existe”. (Antonia Khuno)

“Muchas de nuestras hermanas que han estudiado teóricamente,

profesionales han ido aprendiendo también todas las sabidurías de nuestros

hermanos. Todavía los aymaras, quechuas, tenemos nuestras sabidurías de

nuestros abuelos, de nuestros ancestros seguimos conservando. Acaso

nuestro idioma aymara, yo hablo mi lengua nativa aymara. Yo no he

estudiado para hablar esa lengua nativa, yo no he entrado a la universidad

ni al colegio, sino yo he aprendido esta lengua desde mi nacimiento, desde

mi madre que me ha educado en ese idioma y tenemos el conocimiento de

nuestros ancestros […]. Tenemos guardado ahí, todavía nos quería hacer

desaparecer. Nos decía: ´aquél, aquella que habla aymara puro, el que no

habla español no tiene buena educación, tiene que hablar español o inglés´

todavía en eso estaba la educación. Nosotros tenemos reservado, guardados

nuestros conocimientos de nuestros abuelos, de nuestros ancestros. Por ese

lado, la Asamblea Constituyente ha recogido todas las sabidurías, las

propuestas, planteamientos en su lengua nativa que han planteado nuestros

hermanos y hermanas, lo que es Estado Plurinacional en Bolivia”. (Julia

Figueredo)

“Cuando de la Dirección Nacional habían mandado un minero para que

vaya titular, entonces, y allá dicen la federación ha reunido, somos este 12

provincias, 16 provincias somos, pero de la circunscripción 35 somos 12

provincias, dentro de eses 12 provincias han dicho “aquí nadie puede

mandar, aquí nosotros sabemos a quién elegir” me dijo de que el

candidato que le han mandado de aquí nacional, entonces ha dicho no,

aquí no nos pueden imponer nadie, sinos vamos a elegir nosotros,

sabemos a quién elegir”. (Isabel Ortega)

“Nosotros nos ha obligado la necesidad de poder leer, de poder

comprender, es necesaria la parte de la formación, pero la mejor escuela

que hemos visto es la educación sindical y política que hemos asumido

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como dirigente y participar en muchos eventos, talleres internacionales,

encuentros internacionales. La formación que hemos tenido en muchos

países, eso me ha ayudado muchísimo a asumir la responsabilidad que

estamos asumiendo. (Nemesia Ahacollo)

“Nadie sabe nadie, lo recomienda, no hay ese valor cultural que se sigue la

sabiduría de los antepasados valorando. Esto nuestra Constitución Política

dice que debemos recuperar nuestra sabiduría, perfecto eso nos va a dar

valor”. (Antonia Rodriguez)

Pero ante una memoria larga que reivindica los saberes ancestrales también existen

cuestionamientos a la perspectiva esencialista de las mismas, especialmente en lo que

respecta a la subalternización de la mujeres que como se señaló anteriormente podría

participar en “condiciones menores” diferenciadas o inferiores, por lo que, por ejemplo,

Julia Ramos, establece la necesidad del cuestionamiento a la nociones culturalistas que

puedan evocar de forma no crítica esta herencia de sabiduría ancestral, que inclusive

podría contener rasgos patriarcales que se van actualizando:

“Bueno, los saberes sabemos que son transmitidos de nuestros abuelos a

nuestros padres y ellos a nosotros, pero ahora ya nosotros tomamos lo

que a nosotros vemos que eso nos sirve, tampoco podemos tomar ya así

la cosa como lo que acabo de decir que, porque nuestros abuelos decían,

la mujer es para la casa y el hombre es para que salga, no… Ahora

nosotros decimos los niños y niñas igual tiene que ser, si tiene que salir la

niña sale, igual el niño tiene que hacer esto también tiene que hacer, y eso

tenemos que vivir nosotros, si nosotros no lo vivimos desde la casa. Esos

saberes entonces tenemos que volver a construir nosotros desde nuestra

vivencia desde nuestra necesidad, para que esa mujer y hombre ideado y

soñado, sea el día de mañana, pero quizá diferente a lo que hemos sido

hoy”. (Julia Ramos)

a) Confrontación de saberes

Un punto de confrontación de los saberes se vincula al tema de la propuesta de

despatriarcalización formulada en el Estado, que ha generado distintas interpretaciones

de lo que implica. En este contexto se han visibilizado distintas corrientes del feminismo

existente en Bolivia.

En el caso de quienes ejercen cargos de autoridad en la Unidad de Despatriarcalización

el referente del concepto de la categoría de género en Bolivia tiene dos vías señaladas,

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por un lado el feminismo de la igualdad reducido al concepto de “equidad de género” en

función al multiculturalismo liberal de los años 90 con la “tecnocracia de género” y el

feminismo como tal, se asocia al movimiento de “Mujeres creando” movimiento

vinculado a la opinión pública a la homosexualidad femenina, dado que sus líderes más

visibles eras dos mujeres lesbianas, que reconocían abiertamente su opción sexual,

siendo la pareja homosexual en Bolivia aún un tabú, además de que es poco frecuente en

la sociedad boliviana encontrar parejas homosexuales que manifiesten serlo en los

espacio públicos, razones que se superponían a los objetivos políticos y trayectorias de

dicho movimiento feminista, invisibilizándolos con marcado prejuicio, más allá de las

distintas posiciones que se pueda tener respecto a ellos190

.

Si bien los planteamientos teóricos de las organizaciones estatales retomaron elementos

formulados desde el feminismo comunitario, la interpelación que realizan las mujeres

indígenas al feminismo se da porque también lo consideran parte del núcleo de

conocimiento opresor, por ende como un elemento más que sedimenta las relaciones de

dominación. El punto central de disputa se presenta porque comprenden el feminismo

como el que promueve la confrontación o separación de sus compañeros varones y en

última instancia, como una matriz de pensamiento ajeno a sus propias vivencias y

experiencias191

. En este sentido, se presentan resistencias en cuanto a la forma en que

ellas comprenden la despatriarcalización alejándose de su problematización a partir de

los feminismos:

“…se está reproduciendo el colonialismo pero ya de otra forma: de ver de

traer las autoras del feminismo de otro lado, de otros países como esta,

si está bien. En eso las mujeres indígenas planteamos desde nuestra

vivencia, desde nuestra realidad. Pero hay una separación. La vida de la

ciudad también es diferente a la del campo ¿no? entonces yo creo que

tenemos que apostar por construir juntos. No debería haber esa separación,

ya ambos cambiar ¿no? Nosotros también pensar, las mujeres indígenas no

190

El movimiento feminista realiza manifestaciones públicas alternativas y performativas, habiendo

estado presentes en varias coyunturas conflictivas en la historia reciente boliviana, entre otros servicios

por ejemplo en la sede del movimiento ubicado en la ciudad de La Paz, casa llamada “Virgen de los

deseos” se cuenta un centro de atención gratuito a las mujeres víctimas de violencia en el que realiza todo

el proceso de diagnóstico, denuncia y seguimiento los casos y se llega juzgados si esto fuese necesario. 191

Esta noción de “lo ajeno”, respecto a lo propio, lo indio, distinguiéndolo de los conocimientos y teorías

políticas occidentales demuestra la permanencia de los principios del indianismo katarista, que señalaba la

necesidad de un pensamiento propio, a partir de la historia y vivencias de los indígenas.

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pensar solamente que hay que revelarse, sino construir de ambas partes.

Tiene que haber esa complementariedad, como le llamamos nosotros”.

(Elisa Vega)

“Hacia la mujer, yo creo que cada uno, tenemos que aportar construir en el

país, porque malo sería como feminismo dar contra, no es bueno. Si

queremos que un país se vaya transformado todo bien, como bolivianos

debemos aportar, debe haber cambio. Digamos los derechos, ya hemos

visto por cuanto una mujer había aportado la mujer en el trabajo y cómo el

varón ha habido más de la cuenta esfuerzo de la mujer y hablando de otra

manera la mujer hubiera planteado mucho más allá…” (Julia Figueredo)

b) Relación entre saberes

Esta forma de colonialidad implica la superposición de saberes académicos, y la

omisión, invisibilización y/o subordinación de otro tipo de saberes, sin problematizar

que los primeros son producidos también en el marco de una relación geopolítica del

conocimiento. En lo que compete a la investigación, la colonialidad del saber implicaría

una relación de dominación y la experiencia vivida de la subordinación de los “saberes

propios” no desde una perspectiva esencial de “lo propio”, sino más bien en el marco de

las trayectorias personales, históricas y políticas de las mujeres indígenas y sus

movimientos sociales.

La relación de saberes se da en términos de jerarquización y de complementariedad; en

este sentido existe una diferenciación entre los que serían saberes ajenos, los técnicos y

jurídicos; y saberes propios que, más allá de la carencia de los primeros, constituyen la

base de la reivindicación de sus trayectorias de vida, especialmente sindicales y

comunales y de su formación en lo político, a partir de prácticas concretas de acción y

movilización. Por otra parte, la relación entre saberes más que contrapuesta se puede

asumir como complementaria

Esta relación puede ser conflictiva y de tensión entre el intento de la subordinación y la

posibilidad de dar el mismo valor o nivel a ambos.

La complementariedad no solamente se plantea en términos de los saberes ancestrales

con los que se reconocen como científicos, sino también a partir de la necesidad de

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complementar y/o articular el conocimiento profesional con la experiencia política de las

mujeres indígenas:

“Bueno pues hay que ver ¿no? de acuerdo a la Nueva Constitución Política

del Estado se puede hacer algunas leyes ¿no? Entonces también ellos,

como son sus saberes hay que respetar, no, su cultura, sus saberes, sus

vivencias hay que seguir respetando porque no podemos tergiversar, tal

como viven ahí, sí se puede mejorar, no podemos tergiversar ni hacerlos a

un lado ¿no?, fortalecer su idioma su cultura”. (Isabel ortega)

“Podemos tener técnicos y técnicas y podemos tener la participación la

parte de la gobernabilidad como Estado Ahí está la parte de

complementariedad que tenemos que hacer con ambas partes [...]. Un

trabajo que debería hacerse es la toma de conciencia, la socialización la

gente y ya complementario es lo técnico y político que hay que trabajar con

los movimientos sociales. Se trata de un tema conjunto, coordinado y

únicamente así vamos a poder sacar y de poco en poco. (Nemesia

Achacollo)

“…por ejemplo hermanas con las que he conversado y si me dicen: “Yo

soy capísima192

técnicamente ¿no? pero me falta la parte política”, y yo

les digo: “Es como si tú tienes un pie bien con ganas de trabajar de seguir

avanzando y el otro pie esta débil”, entonces eso no nos va a permitir

avanzar, le digo ¿no?, pero yo también soy lo mismo y soy la parte

política, ya he avanzado mucho y me falta la parte técnica. Lo que sí es

que hay que tratar de que estén igual al tanto de lo político, entonces ese es

requisito primordial; la parte técnica y la parte política. Así vamos a poder

avanzar, eso es un requisito, es un reto, es un desafío donde hay que estar

en los espacios técnicos ¿no?”. (Esperanza Huanca)

La jerarquización se asume a partir de la subordinación de sus saberes en torno al saber

profesional, al cual interpelan a partir de la legitimación y valoración de “su realidad” y

sus experiencias vividas. La superioridad del conocimiento profesionalizado ya no es

asumida silenciosamente, sino más bien a partir de la irrupción y cuestionamiento de los

elementos que la constituyen:

“Yo que iba a ir a aportar si, digamos, yo 'no era un abogado, no conocía

las leyes ¿cómo iba a aportar en la Asamblea Constituyente?, porque ese

era un espacio para los abogados y los abogados no había en mi

comunidad y teníamos que aportar ¿no?, espacios de varones que también

tenían que ir. Ha sido una pelea muy fuerte, una experiencia en ahí y

192

En Bolivia se utiliza el término “capo” o “capa”, para afirmar que alguien es muy bueno o buena

haciendo algo.

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después ya la post constituyente, como teníamos que convencer a la

población que tiene que aprobar la constitución, hacer conocer artículo

por artículo de la constitución para que se apropie la constitución misma

[…] ahora en la actualidad, en el servicio público, hay que trabajar

también con instituciones, todavía una institución nueva que se está

planteando, descolonización y despatriarcalización desde el estado mismo,

pero si estas todavía en el estado colonial y patriarcal y de ahí mismo

plantearte es ir contra la pared ¿nove? Es complicado, pero es una

experiencia muy bonita de estar trabajando y aprendiendo y aportando

también algo no de la experiencia vivida y también otras experiencias.

(Elisa Vega)

“Sí trabajamos y junto con los hombres, no hay mucho problema dentro de

las organizaciones, pero hay problema con los profesionales. Yo soy por

parte del sindicalismo, yo no soy profesional, pero por parte de los

profesionales a mi me discriminan, por falta de ortografía, por falta de la

idioma español, por eso tengo sufrimiento y además estaba dentro de la

Sucre193

”. (Isabel Dominguez)

“Hay algunos profesionales que dicen “qué saben ella”. Sí

verdaderamente, nosotros no sabemos las palabras técnicas, jurídicas, no

sabemos, pero sí sabemos nuestra realidad. Esas leyes no es cosa de otro

mundo. Si un término que no entendemos nos explican, no sabemos una

palabra y nos explican, esta palabra qué quiere decir, entonces entendemos

de acuerdo a nuestra realidad que vivimos, opinamos las leyes a nuestra

vivencia. No es cosa de otro mundo nos falta entender la parte técnica, así

nos hemos forzado a entender. Esas leyes que se están estructurando desde

el comité, que en la plenaria ahí no se discute, solamente se aprueba. Se

discute en el comité, después en las comisiones […] Nuestra realidad, lo

que vivimos, nosotros aportamos en ese aspecto a las leyes que se están

elaborando”. (Patricia Mancilla)

4.3 El núcleo chacha-warmi

Uno de los puntos de debate se establece a partir del supuesto equilibrio establecido a

través de la complementariedad andina, entre lo femenino y los masculino en el que todo

ser vivo tiene un par complementario. Dado que dichos principios entrarían en disputa

con la relación confrontacional entre hombres y mujeres que reconocen en el feminismo,

en este sentido dado los referentes planteados con los que asocian el feminismo en

Bolivia se asume el debate en términos de contraponer una propuesta que unen como

propia otra ajena. Esto implica más que un cuestionamiento a los fundamentos teóricos

193

En la coyuntura de la realización de la Asamblea Constituyente.

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de las distintas corrientes del feminismo académico la reivindicación del núcleo andino

chacha warmi, pero esta reivindicación no implica que las mujeres invisibilicen las

relaciones patriarcales.

En este punto existen diferencias entre las mujeres entrevistadas, respecto a la vivencia y

concepción de dicho equilibrio. Encuentro dos puntos relevantes: primero que se

cuestiona el equilibrio fundante que se daría de forma natural sin contradicciones

internas, por lo que existe una clara perspectiva crítica a partir de las propias vivencias,

mas por otro lado esta lucha conjunta en la que no se prioriza una la lucha autónoma

como mujeres, sino más bien la necesidad de esta al lado de sus compañeros, a pesar del

reconocimiento de ciertas reminiscencias patriarcales. Este planteamiento paritario y

colectivo, tiene el referente en la memoria corta en los movimientos mineros de los años

setenta, durante el periodo dictatorial en Bolivia, dado que en ese entonces la

subalternización como clase trabajadora se planteaba como prioritaria, siendo explotados

hombres y mujeres de igual forma y sufriendo los núcleos familiares y campamentos

mineros de las mismas condiciones paupérrimas d supervivencia , por lo que entro del

propio movimiento minero las mujeres vincularon temas relacionados al cuidado y

supervivencia familiar, como el de alimentación a estas luchas.

Por un lado, se asume que se trata de la experiencia vivida en las comunidades como

parte de los conocimientos ancestrales y la forma en que se reproducen las lógicas de

género en las comunidades andinas; por otro lado, lo cuestionan en el marco del

reconocimiento de sus luchas internas en las organizaciones sociales para lograr su

visibilización. En esto cabe diferenciar el núcleo organizativo comunitario del sindical, a

pesar de que este segundo mantenga ciertos elementos del primero, en las prácticas

concretas los liderazgos son predominantemente masculinos e inclusive como en el caso

de las trabajadoras del hogar espacios vetados por mandato expreso del estatuto de

conformación del movimiento del que son afiliadas. El estatuto de la Central obrera

Boliviana señala que pueden ser lideres sólo hombres del sectores minero o fabril, lo que

es una limitación expresa que impide que una mujer trabajadora del hogar haya sido, o

hasta el momento pueda ser Secretaria Ejecutiva de dicha organización.

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“Porque hay mucho de estas teorías hay gente feminista no que son muy

que estudian en las universidades que han hecho sus doctorados, sus

licenciaturas, sus especialidades en tema de género, pero cómo nos ve no

a los pueblos indígenas, el tema del ejercicio de autoridad porque lo

hacemos en chacha warmi, eso lo reflejan porque las mujeres, cuestionan

desde el lugar que ocupan mismo, por qué las mujeres se sientan en el

suelo y los varones están sentados en la silla, entonces todo eso tiene una

filosofía no, desde que viene de la Pachamama, porque las mujeres

tenemos una relación con la Madre Tierra, por eso es que siempre estamos

sentados en el suelo, una relación de esas que empieza desde una

reproducción de vida ¿no?. Entonces sin la mujer, sin la Pachamama no

hay vida para nosotros, dentro de los pueblos indígenas no porque la

Pachamama te da vida no, se representa la mujer entonces por eso esta con

ese contacto, entonces el rol que juega en la forma de vestir mismo la

mujer indígena porque tiene que llevar cuando es autoridad las

simbologías no, eso no es por adorno no es cuestión de manejar por así no

mas simbólicamente pero tiene una profundo filosofía no, entonces es muy

importante reflejar estas sabidurías que tiene nuestros abuelos y nuestras

abuelas”. (Elisa Vega)

“Hay pues ese respeto, más que todo nuestras autoridades originarias que

llevan poncho, la mama t´alla lleva su aguayo, entonces eso funcionan.

Yo me acuerdo desde antes cuando yo era niña, más bien han querido

hacer perder, pero nosotros hemos fortalecido, porque anteriores

gobiernos nos han impuesto con corregidores. El corregidor solito

funciona, mientras nuestra autoridad originaria funciona los dos, marido y

mujer, chacha warmi que decimos. La madre orienta y la autoridad

originario también orienta, nuestro justicia reparadora, es rápida y

también es, como se puede decir, no cobran plata, es gratuita, ¿no?…”.

(Isabel Ortega)

Como se señaló existe el reconocimiento del binomio chacha warmi no como una

realidad dada, sino como un núcleo organizativo de relacionamiento entre lo femenino y

lo masculino que debe rearticularse, dado que el colonialismo interno establecido a

través de las entidades del Estado como las Fuerzas Armadas o instituciones como la

iglesia habría establecido nociones de entronque patriarcal:

“No es lo que falta, si no hay que restablecer si realmente, vivíamos el

chacha warmi, pero en la actualidad no, por eso le digo que se ha

reforzado el patriarcado, no porque lo han querido los hermanos, los

compañeros, la educación les ha reforzado, el servicio militar les ha

reforzado, como ellos han sufrido de sus superiores el maltrato de

dominación, como les insultaba “hijos de puta” son temas que tenemos

que empezar a reflexionar y en la misma iglesia católica no, como ha

reforzado ese patriarcado cuando viene a celebrar digamos el matrimonio

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porque era obligatorio, para que ya no seas salvaje tenias que casarte por

la iglesia y ahí empieza. Primero que te dice que a tu esposa le va a

enseñar a ser mujer o cómo te va a atender, después la viola el cura ya

siembran no desde el matrimonio desde el inicio del matrimonio empieza el

patriarcado entonces el hermano que se lo ha violado a su esposa el

cura….el hermano que se lo ha violado a su esposa entonces ya tenía que

criar ese hijo más y todavía te recomienda en ese matrimonio que tienes

no mas los hijos que vas a tener, como Jesús tiene sus 12 discípulos”.

(Felipa Huanca)

Por otro lado, existe la confrontación explícita ante “el feminismo” que debe ser

entendido a partir de los dos referentes planteados, según cómo se tematizó en Bolivia.

Se trata de una lucha política en contra de todo lo que se vincule a los referentes que

legitimaron la subordinación de las mujeres indígenas y sus pueblos. Siendo la escuela

un espacio donde se obtiene inicialmente conocimientos, y habiendo vivido violencia de

distinto tipo en ella; y siendo los centros de educación superior espacios que conocen,

salvo el caso de Carmen García, a través de las relaciones de dominación de los

profesionales hombres y mujeres que se formaron en ellas existe un rechazo expreso a

una “descolonización del género” que emerja de estos ámbitos. El rechazo a este

feminismo académico o de activismo, con el ya citado movimiento de “Mujeres

Creando” no significa la invisibilización de relaciones de opresión patriarcal, ni tampoco

el cuestionamiento a la naturalización comprendida a partir de definiciones de feminidad

y masculinidad. Las mujeres indígenas en dichos cargos reconocen y nombran sus

propias contradicciones, por una lado, la defensa acérrima a sus movimientos sociales y

a la figura del presidente Evo Morales; y por otro, la evidencia de la propia

subordinación patriarcal vivida de distintas formas dentro de sus propias organizaciones

y núcleos familiares, visibilizando el proceso paulatino de ruptura que significó estar

donde se encuentran en la actualidad.

“Porque hay mujeres feministas, eso tampoco puede ser. Nosotros hemos

salido de chacha warmi entonces como es marido y mujer, haber ella

sola que tenga su hijo…Tampoco puede ser, entonces siempre también

algunos a los varones les odian “que tal, que cual” dicen. Claro, algunos

hombres maltratan también a las mujeres no es que no y algunas mujeres le

maltratan también al hombre, entonces es mejor hacer entender desde

niñez. Yo les digo hay que dar juguete de varón, y de mujer a los niños y

así para que se formen varón y mujer algún día se ayuden ambos, marido

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y mujer, para que no haya esa discrepancia entre ellos marido y mujer”.

(Isabel Ortega)

Como se indicó en el tercer posicionamiento están quienes asumen estos principios, pero

cuestionan que se estén dando como tipo ideal. Señalan hitos que les generaron

cuestionamientos respecto a las relaciones de invisibilización de las mujeres, a pesar de

encontrarse en un contexto socio cultural- del que serían parte- en que se aplicaría la

dualidad complementaria, tanto en la vida sindical, la convivencia comunitaria y la vida

cotidiana en el hogar:

“En algunos sectores, en algunas comunidades también manejan el

chacha- warmi es una buena relación también, donde ambos toman

decisiones también, siempre en consulta. Por ejemplo yo vengo de la

provincia Loayza, he estado como Ejecutiva Provincial de Bartolina Sisa

y también de la Federación Tupac Katari también había y ambos nos

coordinábamos, siempre tomábamos decisiones, porque si alguna decisión

no se da consulta a mi organización , eso ya nosotros directamente

anulábamos y ahí tomamos decisión ambos ¿no? y ha sido muy importante

esa experiencia nosotros en mi provincia, porque se ha podido así

mejorar tal vez el desarrollo mismo de toda nuestra provincia ¿no? un

poquito había más cambio, porque anteriormente en gestiones un poco

no se tocaba así no mas era decisión del hombre todo el hombre, incluso

hasta en el mismo membretado decía Tupac Katari, pero igual firmaban

las Bartolinas y para nosotros llegamos pues “no pues hermanos aquí, pues

si nosotros vamos a firmar las mujeres también tiene que ahí estar en el

membretado Tupac Katari Bartolina Sisa. No podemos nosotros ir ahí no

más y a nombre de ustedes salga todo”. Entonces ya desde ahí nosotros

hemos planteado como mujeres mismo, en un ampliado, aquí tiene que

ser, si ex mixto el chacha warmi tienes que manejar así todo, tiene que

estar incluido también la mujer y el hombre, así como complementario y

sí han hecho caso, se ha hecho ¿no? se ha logrado y actualmente en mi

provincia se maneja así el chacha warmi”.

“La decisión de la mujer tiene que estar ahí, tiene que haber consulta

siempre a la mujer, no puede solamente tomar decisión los varones[…] la

mujer plantea más desde el punto de vista de su familia ¿no? , entonces

más que todo en tema de salud, educación, entonces es ahí las mujeres

donde van a defender eso ¿no? en cambio los hombres no más es

construcción, construcción, construcción. Ellos se van a eso no más, en

cambio las mujeres se plantea más proyectos sociales en temas de mejoras

de salud, de la nutrición todo lo que es la educación todo ¿no? La

participación entonces es muy importante siempre el tema de la equidad, se

maneja el tema del chacha warmi funciona, pero en algunos no, solamente

el hombre toma decisiones. “Acaso qué sabe la mujer” dicen, estamos

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siempre ¿no ve? Por eso a nivel nacional vemos en Bolivia todavía sigue el

machismo ¿no? un poco. En otros países no es así, pero en Bolivia es una

sociedad machista”. (Maribel Santa María)

“En realidad, en esto de compartir todavía el hombre no lo toma a pecho,

muy pocos que lo están tomando a pecho. Por ejemplo en pareja, nunca

dice, yo me levanto preparo el desayuno, limpio la casa y los dos salimos al

trabajo, eso no se ve, todavía la mujer se levanta, prepara el desayuno,

arregla la casa, toman el desayuno, salen. Esa tarea de ir a trabajar se

sigue duplicando todavía en la mujer, porque la mujer llega, ¿qué hace?

prepara la alimentación ve si la ropa lavada está. El hombre ve si su ropa

está lista para ponerse, hay muchas diferencias. Eso de llamar chacha-

warmi todavía no se ha dado, Eso se está comenzando a valorar, yo creo

que esto va hacer un proceso, esto ha sido un proceso para llegar la

originalidad de los campesinos para llegar al parlamento ha sido muchos

años de proceso, al igual va a ser el cambio para el hombre y la mujer

para la igualdad de derechos, uno a otro”. (Antonia Rodriguez)

“Por ser mujer, por las responsabilidades, por ser mamá-esposa. Las

mujeres estamos dando esa cancha para los hombres, está cansado

decimos, como si nosotras como mujeres no nos hubiésemos cansando.

Los que estamos haciendo, nosotros ponemos esa barrera de decir

compartamos por igual o nos estamos incómodo, va a moler ají, entonces

yo lo moleré, todavía pensamos que no lo va a hacer bien. Haga bien o

haga mal las mujeres debemos dar las tareas para que ellos respondan

también, para que ellos digan estamos trabajando en par. Se necesita

mucha concientización al varón y a la mujer” (Nemesia Achacollo).

En este punto podemos evidenciar que las posiciones de las mujeres indígenas que

forman parte del equipo que planteó la despatriarcalización del Estado tienen diferencias

respecto a las formas en la que esta es asumida por las propias mujeres sujetas de esta

despatriarcalización, refiriéndome específicamente a las otras mujeres indígenas que

forman parte de los órganos del Estado y lideran los movimientos sociales

seleccionados. Finalmente el relato y los hitos de la memoria que señala Casimira

Rodriguez también ponen en evidencia, distintos puntos de debate que resultan de a

propuesta del Estado boliviano. Por un lado señala el peligro de la generalización que no

problematiza la pluralidad del sujeto de reivindicación recayendo en un “sujeto

homogéneo”, el bloque histórico indígena andino homogéneo; por otro, la forma de

entender el patriarcado y la respuesta despatriarcalizadora, dejando de lado a los pueblos

indígenas de tierras bajas; otro punto que señala, a partir de un ejemplo, es la evidencia

de que dentro de las prácticas concretas también existen diferencias entre aymaras y

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quechuas, campesino y originarios, dado que los campesinos que habitan poblaciones

intermedias tiene rasgos más urbanos alejados de ciertas características de la

cosmovisión andina que se manifiestan de forma más arraigada en las comunidades

originarias; luego resalta el trato diferenciado entre mujeres casadas y solteras, que

ocuparían un sitio de minoridad; por último se refiere al chacha warmi desde una

perspectiva territorial ¿dónde existe? ¿Cómo se presenta? Cuestionando si a partir de

este núcleo dual se interpela, al menos a la mayoría del país, esto implica que

probablemente más allá de la reflexión y comprensión de lo que esto aborde, no pueda

ser apropiado por sectores no indígenas y por otras naciones del país en las que operan

lógicas similares pero no idénticas.

“Bueno ¿no? Cuando estuve no había todavía por ejemplo el

Viceministerio de Descolonización, solamente había…este no me acuerdo,

pero exactamente de descolonización no había todavía, pero sí se hablaba

en el discurso digamos de la descolonización, pero yo creo que esto del

chacha warmi, ha traído a ratos contradicciones diríamos,

contradicciones o por querer generalizar. Por ejemplo en el oriente, en

valle por ejemplo no hay chacha warmi que yo conozca desde mi

comunidad no existe chacha warmi ¿no? O de pronto yo veo también las

chacha-warmi que están en el Altiplano, las pocas veces que he ido, pero yo

no les veo mucho la participación de ellas ¿no? O sea más es como

símbolo…, como una, no como adorno tal vez con el respeto que merecen,

pero están así como acompañantes o tal vez si en algún rato toman la

decisión la asamblea no sé?, pero no les he visto mucho participar a las

hermanas ¿no? Si están ahí o sea en las celebraciones en coas, todo ¿no?

Muy importantes. Además, yo creo que en la parte del Altiplano por lo

menos, desde mi punto, en las comunidades que he visto. Por ejemplo en

una familia lo que dan más importancia es a los que tienen ya esposo o

casados ¿no? Por más que sea el menor y la hermana mayor soltera por

ejemplo, ella es la que no participa. Yo me acuerdo en un “Todos Santos”,

fui a una comunidad y de pronto era el hermano menor de la compañera

el joven que tenía ya la esposa y toda la familia entraron donde el lugar

del difunto que se está haciendo la mesa, yo le digo: y tú no vas a entrar?,

entraremos” le digo, porque en mi pueblo se entra y ahí estamos, pero

ella me dijo: “no, yo no tengo esposo no puedo entrar”. Entonces como

que no le tomaban mucha atención a ella, muchas cosas era así muy

aislada ¿no? Así yo dije wuau ¿no? O de pronto una mujer soltera que

tenga hijo igual ¿no?, hay muchas hermanas que igual son muy

discriminadas de su comunidad, entonces yo creo que hay veces un poco…

querer practicar hay veces esta clase de…también se ponen muy injustos

y muy…. Y muy… bueno…. que se creen lo máximo, pero no es tanto ¿no?

O en el oriente por ejemplo no sé cómo se llama la chacha warmi no existe

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creo la chacha warmi ¿no? Tal vez otra forma de autoridad que son las

capitanas que es otra cosa interesante también ¿no? No sé si son casadas

o no son casadas, pero hay capitanas allá. (Casimir Rodríguez)

Algunos elementos preliminares de análisis:

- Las relaciones de opresión patriarcal se establecen en el marco de un referente de

subalternización y colonización mayor que es parte de las cadenas de las

relaciones de dominación que señalan vividas desde sus antepasados por ser

indígenas y campesinos.

- Los elementos simbólicos o de caracterización étnica como la vestimenta y/o el

idioma no implica solamente una reivindicación simbólica, sino una ruptura en

las relaciones de la colonialidad del ser en términos de la interpelación a las

nociones de inferioridad y las valoraciones asociadas a la subordinación de los

indígenas.

- El reconocimiento de los propios saberes y experiencias, tanto tradicionales

como de trayectorias sindicales no implica que las mujeres no consideren

necesarios saberes de una matriz de conocimiento occidental como los

conocimientos profesionales.

- Las etiquetas de “clase alta”, “oposición” y “profesional” son asociadas con los

hombres; las de “señora”, “patrona”“de clase media o alta “se señalan

relacionadas a las mujeres predominantemente, aunque también se asume su

jerarquía en torno a las mujeres profesionales (que de todas formas constituirían

la figura de patrona en las relaciones naturalizadas del servilismo).

- Cabe notar las relaciones de subordinación reconocidas predominantemente son

las que se desarrollan de mujer a mujer, dado el naturalizado vínculo entre mujer

indígena- señora de la casa mestiza-blancoide. Las relaciones jerárquicas dentro

del Estado en el ejercicio mismo del cargo tienen una mayor referencia hacia los

hombres profesionales.

- Por otro lado, si bien asumen una lucha conjunta con sus compañeros en el

Estado al referirse a la vida en la organizaciones sociales comunitarias o la vida

cotidiana sí señalan otras luchas como mujeres, dado que se mantienen las

relaciones patriarcales.

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- Uno de los más grandes cambios en el marco del colonialismo interno y la

identidad de las mujeres es la desnaturalización del servilismo y asumirse en la

posibilidad de normar y nombrar y ya no ser sólo nombrados y normadas

- Reitero lo planteado respecto a la dificultad de analizar las distintas dimensiones

y categorías planteadas de forma separada, debido a que se presentan

constantemente las relaciones de colonialidad encadenadas.

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CONCLUSIONES

La tesis que he desarrollado busca identificar cómo se re significa la identidad de las

mujeres indígenas aymaras y quechuas que ejercen cargos de autoridad en el gobierno de

Evo Morales y el MAS-IPSP a partir del año 2006, siendo este un cambio disruptivo que

establece un descentramiento del poder desde lo político en la política institucionalizada

e incide en la democratización, la descolonización y el feminismo. Para ello, habiendo

seleccionado el enfoque teórico de la subalternidad y la descolonización del género,

demuestro los elementos de cambio y permanencia en la identidad de dichas mujeres a

partir de tres dimensiones analíticas la descolonialidad del ser, del poder y del saber.

La identidad de las mujeres indígenas históricamente subalternizada y descolonizada va

teniendo cambios sustanciales, que no emergen propiamente de la coyuntura del

gobierno del MAS-IPSP, sino de un largo proceso de afianzamiento de un bloque

histórico indígena que se relaciona con los hitos de la memoria de las mujeres quienes, a

través de sus distintas vivencias personales y trayectorias, van cuestionando y

desnaturalizando las lógicas de subordinación y explotación cuyos sedimentos de

colonialidad afianzaron la naturalización del servilismo y la aceptación intergeneracional

de la noción de inferioridad.

5.1 La reconfiguración de las mujeres indígena en el bloque histórico indígena

Siendo que propongo que el bloque histórico indígena andino constituye una

superposición de formas organizativas comunitarias basadas en la cosmovisión aymara y

quechua, formas de legitimidad sindicales y normas de la política institucionalizada,

estas dos últimas legitimándose mutuamente según la forma en que sostienen el proyecto

político del gobierno que adopta las formas de ejercicio del poder según la obediencia a

las “bases” y a la vez se subsume en las lógicas jerárquicas de los mandatos que regulan

los procesos burocráticos de las entidades estatales, siendo sus estructuras comunitarias

cooptadas por la primacía de la forma sindical y partidaria gubernamental.

Al plantear la existencia de dicho bloque no me refiero a todas “las indígenas“ de

Bolivia y mucho menos a todas la indígenas del área andina, dado que las mujeres que

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aborda la presente investigación tienen una especificidad; se trata mujeres con una

trayectoria política que desde lo político han ido promoviendo el espacio que ocupan

actualmente en el Estado y si bien muchas de ellas se integran de forma más activa a los

movimientos sociales en la historia reciente, otras son parte de los movimientos sociales

desde que estos constituyen reivindicaciones que son parte de un proyecto político

mayor desde fines de los años 60.

Por una parte, cabe reiterar que no todos los movimientos sociales indígenas están

vinculados al MAS-IPSP y que muchos de estos han desarrollado luchas de más larga

data evocando un proyecto político propio, de forma autónoma al Estado. Algunas de las

mujeres que se insertaron en las luchas del movimiento katarista, que es el más

representativo en cuanto a la profundización de los fundamentos teóricos- políticos

indianistas, llegan a ser parte del proyecto del actual gobierno boliviano, esto involucra

un tránsito a un proyecto de perspectiva indigenista. Más allá de dicho tránsito, el punto

de quiebre es que llegan a estar presentes en espacios antes negados, en los que fueron

previamente violentadas, discriminadas y hasta humilladas incorporando elementos de

afirmación identitaria de su etnicidad que se traducen en su dimensión politizada- afirmo

desde el feminismo descolonial que toda identidad es política-. Proponen la nación,

exactamente la idea de “plurinacionalidad”, como la marca irrenunciable de su

identidad; es decir que no se puede entender la reconfiguración identitaria de estas

mujeres de forma escindida de su proyecto político. Su trayectoria en los movimientos

sociales, sus saberes ancestrales, sus códigos y símbolos; ya no se asumen desde la

búsqueda de un reconocimiento provisto por otros en ejercicio del poder, sino como

parte de una afirmación colectiva propia y compartida con otras mujeres, esta vez desde

el poder estatal que ejercen por sí mismas como parte del bloque histórico.

Las mujeres indígenas presentes en estos cargos jerárquicos comparten hitos de

similares condiciones de explotación y discriminación. Por lo que viabilizan en dichas

instancias no sólo las responsabilidades oficiales que se les otorga por mandato, sino que

articulan luchas simultáneas en la propia dinámica del trabajo de legislación y decisión

desde el órgano ejecutivo. Estas luchas no sólo se refieren a las tensiones y disputas

propias del campo político, sino a la colonialidad y patriarcalismo que reconocen

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presentes en la relaciones con otros y otras mujeres (no indígenas) y hombres (indígenas

y no indígenas).

El o la mestizo-blancoide representados en el o la profesional, el o la opositora, inclusive

entre algunos compañeros que forman parte del mismo proyecto político no asumen el

horizonte político descolonizador que se plantea desde el gobierno boliviano, sino más

bien, a partir de su condición de superioridad naturalizada mantienen en sus prácticas,

situaciones de privilegio.

La parte del bloque histórico indígena más cercano al gobierno de Evo Morales y

especialmente las mujeres indígena que son parte de la dirigencia de los movimientos

sociales y a la vez son parte de de las bancadas partidarias del MAS-IPSP, en el pleno

ejercicio del cargo como autoridad atraviesan mayores constricciones referentes a los

límites del Estado, sus tiempos, formalidades, jerarquías y esquemas burocráticos que

coadyuvan a constreñir las posibilidades de cambio en la relaciones de dominación, pero

a la vez generan aperturas, teniendo distintos procesos en que se viabiliza la

descolonización del ser, saber y poder.

En este marco, la investigación aborda un bloque histórico indígena con un proyecto

político cuya univocidad inicial se va fragmentando interna y paulatinamente, en un

contexto cuyo horizonte colonial ha perpetuado la idea de “indígena subalterna”. Es

posible afirmar que no sólo se trata de rupturas en la relación de mando- obediencia,

sino también de una serie de cuestionamientos que proponen las mujeres indígenas

respecto a las complejas y distintas formas que ellas y sus pueblos, a través de

organizaciones y movimientos sociales, establecen con los hombres con base en distintas

alianzas que no se quiebran.

A pesar de que se libra una lucha en cuanto a la presencia de elementos patriarcales en la

relación con sus compañeros dentro de sus movimientos sociales, los hombres y mujeres

indígenas son parte del mismo bloque histórico y estas alianzas no son coyunturales, su

identidad no se asume de forma fragmentada, me refiero a la identidad étnica o de

género, se asume ésta en cuanto a la modificación de las relaciones de colonialidad que

van haciendo que la interpelación a ciertos elementos de opresión de un tipo de

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colonialidad tengan efectos y cambios significativos en otros. La memoria larga es para

las mujeres indígenas un espacio común en relación a las condiciones de opresión de la

colonia que llegan a deshumanizarlas, imponerles mayores capacidades de esfuerzo

físico (en comparación con mujeres no indígenas) y a subvalorarlas; el tener esto

presente de forma crítica genera un cambio en la idea del valor de su vida y de la

desnaturalización de la forma en que se muere, dado que sus abuelos y abuelas, padres y

madres soportaron condiciones de abuso y explotación. “Lo ancestral” es también otro

espacio de encuentro y no se trata de evocar una mirada esencialista de la cultura,

porque además de pensarlo como la recuperación de cosmovisiones y saberes que se

conciben útiles, valiosos y posibles de incorporar al gobernar; se lo entiende como la

explotación, dominación y subordinación presente desde sus ancestros, por ende una

memoria larga que siendo común va adquiriendo vías distintas y contradicciones cuando

éstas se transforman en prácticas identificables en la memoria corta que llega hasta la

actualidad y se sitúan en un “lugar” cuyo referente es la relación con el gobierno actual.

La posibilidad de que las mujeres transformen estas condiciones y en su identidad se

cristalice un proceso de descolonización del ser, poder y saber, tiene diferencias y

principales desencuentros que pasan también por la pertenencia o no al movimiento

político gobernante. Las mujeres de ”las bases” del IPSP, si bien están altamente

vinculadas a las dinámicas gubernamentales están menos provistas de ese poder formal

que dota el Estado y las dinámicas dentro de los movimientos sociales tienen sus propias

limitaciones en cuanto a un juego de rupturas y permanencias de los elementos

patriarcales, que posibilitan o limitan las jerarquías internas. Muchas de las mujeres de

base estarán más cercanas a la experiencia de las relaciones de subordinación en la vida

cotidiana, otras mucho más insertas en las actividades gubernamentales que van

acompañando.

El movimientos por excelencia es el de las “Bartolinas” que se ha consolidado como un

sujeto colectivo de gran peso dentro del bloque histórico siendo determinante para la

defensa del gobierno del MAS-IPSP, entonces si bien se constituye como sujeto

colectivo fuerte en el campo político, logrando que esta presencia re signifique una

identidad que pasa de ser emblemática a “propia”, asumiendo un proceso político como

“suyo” , por otra parte esta cercanía probabiliza la cooptación de las fuerza del discurso,

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capacidad organizativa y trabajo que se desarrolla en dicho movimiento para sostener las

decisiones gubernamentales. Esto opera de forma distinta en el movimiento cocalero que

es de forma más abierta un movimiento de apoyo directo a todas las decisiones de

gobierno, más allá de cuáles fuesen estas y en la FENATRAHOB, que mantiene un

carácter de lucha más autónoma, en la que la identidad de las mujeres debe disputar en la

cotidianidad, en la relación con la patrona y el patrón los contenidos de su identidad

adscrita, es por esto que el nombramiento de Casimira Rodriguez es un quiebre

importante en el imaginario colonial existente dentro y fuera del Estado. Ella no se

confronta a colegas o profesionales solamente, sino a patrones y patronas que se asumen

como tales y no ven en y a través de ella las reivindicaciones sociales de un sujeto

colectivo inserto en un bloque histórico, sino que a partir de una concepción que hacen

de ella de forma individual, la consideran extraída de un espacio personal y familiar en

el que debería “estar sirviendo”, realizando un trabajo naturalmente posible y aceptable

en su condición subalternizada y estar desempeñándose en las esferas estatales de un

espacio público y restringido en el que su “desubicada” presencia incomoda. La Ministra

deja de ser Casimira y siendo una mujer indígena “de pollera” y trabajadora del hogar

tiene todas las características que socialmente se habría asumido para ocupar un “lugar”

subalterno, por lo que este referente es también un punto de quiebre importante.

Para las mujeres indígenas esta lucha no tiene sentido si no está inserta en la lucha

mayor e histórica, y se trata de una conquista en bloque, es decir una suma de

colectividades vinculada a la lógica del abigarramiento de la sociedad boliviana, dado

que mas allá de constituirse como un solo sujeto colectivo, se evidencia la articulación

de varios sujetos colectivos que se afianzan a partir de una noción que pone en juego las

formas coordinadas, no siempre iguales, de ejercer autoridad, de las trayectorias de lucha

y repertorios culturales. Por lo que la experiencia individual evoca la reivindicación de

una identidad colectiva, esta pasa por lo que denominé como “reversión de los

contenidos adscritos” a una identidad colonizada y subalternizada. La etiquetas de

“chola, india, campesina” se asumen y apropian como forma de visibilizar las relaciones

de opresión, mas no de legitimarlas; son etiquetas de resistencia y no de subordinación;

etiquetas que permiten contar lo invisibilizado y no de nombrar lo que naturalmente

debe continuar siéndolo, esto con una pretensión mayor, transformar el Estado y la

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sociedad desde el Estado, estableciendo la idea de la despatriarcalización, cuyos avances

son limitados y poco afianzados, más allá del ámbito académico o el núcleo reducido de

sujetos indígenas que lo formulan dentro del Estado, pero sí es amplio en cuanto que

logra introducir esto como parte de los debates en ciertos espacios de reflexión dentro y

fuera del Estado y afianzarse en el discurso del proyecto político del MAS-IPSP que

inicialmente cuestionaba la existencia un Estado colonial, racista y patriarcal.

No todo proyecto político o lucha de movimientos sociales llega a constituirse en

política institucionalizada, muchas veces las movilizaciones sociales o las demandas de

los movimientos inciden únicamente en las modificaciones de las políticas de

identidades cuyos efectos no garantizan cambios sustanciales en las relaciones de

dominación. Si bien existe una interpelación sustancial a los procesos de objetivación

identitaria y un cambio simbólico en la transformación de las relaciones entre indígenas

y no indígenas que ejercen desde sus cargos el poder dentro del Estado, muchas de las

prácticas políticas recaen en reducidas perspectivas para la despatriarcalización y

descolonización, debido a que replican el carácter de cuotas de la representación liberal.

Una muestra de ello es la paulatina reducción de la presencia de mujeres indígenas en el

Poder Ejecutivo y el entorno asesor que está conformado por hombres no indígenas; el

liderazgo en la Asamblea Legislativa Plurinacional, que en ambas cámaras, como ya

indiqué está a la cabeza de dos mujeres no indígenas.

En casos donde persisten arraigadas historias de discriminación y procesos de

colonialidad del ser, saber y poder , la respuesta y opción de las mujeres es la

vinculación con las luchas sociales más abarcadoras, dado que interpelan a través de las

mismas y logran la subversión de dichos procesos, por lo que el primer referente de

lucha de las mujeres se realiza entre hombres y mujeres o, como ellas denominan, con

sus “hermanos” o “compañeros”, siendo los hitos de humillación, discriminación,

subordinación y explotación, los que articulan sus trayectorias en lo político. Si bien las

organizaciones a las que pertenecen dichas mujeres tienen distinta configuración

organizativa; es decir son expresamente de mujeres, mixtas o tienen una cartera dentro

de la organización masculina mayor, no establecen luchas distintas o ajenas a las de los

hombres indígenas, aunque muchas veces se organizan específicamente en torno a

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demandas vinculadas a “roles tradicionales” como la reproducción del hogar, a partir de

sus saberes culturales comunitarios en cuanto a la manutención y seguridad alimentaria

del hogar, los tejidos u otras labores. Un ejemplo de ello son los llamados “centro de

madres” en los sectores rurales o en los centros mineros, pues aunque hayan sido

desarrollados con la incidencia o en algunos casos injerencia de organismos externos, la

defensa de las necesidades básicas de manutención de los hogares canalizada de forma

colectiva también fortalece sus procesos de resistencia, descolonización y

desubalternización ante un Estado hegemónico que las excluye y discrimina.

A partir de este marco que va de la mano del nombramiento de las mujeres indígenas en

los cargos jerárquicos del Estado, el punto central del proceso de una identidad

desubalternizada y descolonizada de las mujeres es la ruptura de la noción de servilismo,

dado que reconocen que está presente y que fueron sometidas a este; pero que al asumir

estos espacios en este proyecto político que se sostiene también en la identificación con

el presidente Evo Morales como un indígena que también fue objeto de discriminación,

logran subvertir elementos claves de la colonialidad del ser, saber y poder.

5.2 De Bartolina Sisa a “las bartolinas”: la memoria larga y corta

La existencia de un bloque histórico indígena andino proporciona elementos de análisis

de la forma en que opera la cristalización de las condiciones de colonialidad de la

memoria larga en la corta. El cuestionamiento y la desnaturalización de la

deshumanización y la muerte temprana como final previsto, dadas las condiciones de

explotación de sus ancestros y la inicial indignación ante esto que es transmitida

especialmente por el padre, evoca un pasado que tiene un sedimento colonial en el que al

indígena, desde la llegada de los españoles, se le atribuye un rol de servilismo que

genera a su vez que se lo invisibilice como referente de lucha en la historia oficial, la

cual le otorga un rol de vencido, para este caso se trataría de mujeres indígenas vencidas.

Es a partir del cuestionamiento de este referente de pasividad, que no fue tal, dados los

distintos levantamientos indígenas que se dieron desde la colonia, que las y los indígenas

se revelan ante las condiciones de explotación y cuestionan las razones que las

sedimentan. De la profundización de estos cuestionamientos, en la memoria corta es que

surge la posibilidad de su organización, inicialmente fragmentada y luego conjunta, en

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la constitución de distintos sujetos colectivos que recuperan las ideas de los

levantamientos de sus antepasados, específicamente de Tupac Katari y Bartolina Sisa.

La frase mítica de Katari “volveré y seré millones”, si bien se ha hecho parte del

discurso gubernamental, logra dar cuenta de que lo acontecido desde el inicio del

gobierno del MAS-IPSP trasciende el propio Movimiento al Socialismo, va más allá de

este. Sin negar la relevancia de la articulación del bloque conformado por el “Pacto de

Unidad”, la presencia de los movimientos sociales en el campo político sigue siendo

mayor que la que se logró a través de la política institucionalizada, la sobrepasa. Es en

este escenario, donde los efectos de la presencia de las mujeres indígenas también van

más allá de la ocupación de cargos formales en los órganos estatales. El hecho de que

caminen por las calles con su ropa tradicional y con la ropa de la chola urbana, el

acceder a espacios públicos de la vida cotidiana; restaurantes, buses, salones etc. y

participar en distintos eventos políticos y de debate cuyos códigos de protocolo y

vestimenta son occidentales, son formas de afirmación identitaria que re significa su

identidad cultural no sólo de forma simbólica, sino también cuestionando la idea de un

identidad vinculada a una cultura oprimida y despolitizada. Esta presencia es

innegablemente política, porque a través de ella se canaliza la de los sujetos colectivos

del bloque, que cuentan con un discurso afianzado en un proyecto político que va

teniendo distintas modificaciones en el tiempo, las que aportan a construir la

descolonización del género.

El espacio más contradictorio se evidencia en las prácticas políticas y las tensiones

propias existentes, especialmente en lo que respecta el alcance de la despatriarcalización

interna en el Estado, donde aún priman liderazgos masculinos o la idea de la organicidad

que se superpone a las situaciones concretas de abuso de poder masculino y es que la

exacerbación de lo colectivo muchas veces hace menos relevante lo que se asume como

individual y las citadas situaciones de conflicto, referidas en las prácticas políticas el

contexto socio histórico, con autoridades mujeres no indígenas son también un elemento

a considerar para analizar las posibilidades y limitaciones de exclusión o inclusión de

otros actores para consolidar en la práctica la idea de descolonizar el género y que no sea

convierta en un espacio restringido solamente a las participantes orgánicas aymaras y

quechuas del bloque.

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Otra característica de estas relaciones de dominación, según los resultados obtenidos en

la investigación, es que se auto-comprenden a partir de tiempos que transitan en el

futuro, pasado y presente, que se encuentran para darle sentido a la multiplicidad de

vivencias de subordinación vividas, al igual que las formas de desubalternización y

descolonialidad, por ello se enfatiza la importancia de la historicidad en cuanto a su

capacidad explicativa de estas relaciones de los espacio-tiempo políticos que responden

a dimensiones diversas en distintos niveles; en síntesis la memoria corta de las mujeres

sólo se entiende en su verdadera dimensión conociendo y profundizando los elementos

de la memoria larga de la historia colonial boliviana.

5.3 Desubalternización y descolonización de la identidad: desde lo político a la

política

Desde lo político, a partir de la paulatina configuración del bloque histórico, la serie de

movilizaciones autónomas y luego la presencia institucionalizada de las mujeres

indígenas, no solamente se disputa en los términos y códigos que se plantean desde el

Estado, sino que también son una forma de desmontaje o interpelación de los

imaginarios existentes en la sociedad boliviana.

Los imaginarios de inferioridad y superioridad parten de una serie de etiquetamientos

que implican racializaciones con una carga de valoraciones, las que tienen un doble

juego: por un lado implican movilidad y tránsito hacia la blanquitud, que está

relacionada al ser mestizo o en proceso de blanqueamiento; por otro, esto implica que,

más allá de los elementos adoptados para realizar tales diferenciaciones, quienes realizan

las mismas utilizando como insulto o forma de etiquetamiento peyorativo “chola,

campesina o india” para referirse a las mujeres indígenas, afirman esto dando cuenta de

que no lo son, por tanto ellas serían, en su propia concepción, mestizas y/o blancas. El

espacio de lo político, según los imaginarios predominantes estaba ocupado por las

“cholas, indias, campesinas”, que ahora se asumen como mujeres “indígenas, originarias

y campesinas”, recuperando su propia forma de autodenominarse; y la política estaba

ocupada por mujeres y hombres profesionales mestizo-blancoides. Ahora, la política

también es un espacio que se imagina para las mujeres indígenas campesinas,

originarias; más allá de que aún permanezcan ideas discriminadoras al respecto y que

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estas convivan con una serie de contradicciones en las que las mujeres indígenas son

parte, esto porque su participación en el aparto burocrático estatal tiene también sus

propias lógicas de disputa y tensión política.

Este tránsito de lo político a la política no es excluyente, es una forma de amplificar

espacios de acción del bloque histórico indígena y una forma de desubalternizarse. Las

mujeres indígenas, en algunos casos, ingresan a la política institucionalizada con cierto

temor por el desconocimiento de los procesos y procedimientos propios de la burocracia

estatal y por la violencia simbólica arraigada históricamente en las prácticas estatales. Si

bien parten de la idea de aprender acerca de dichos procesos, también se afianzan en sus

trayectorias políticas y de vida. Sus vidas las comprenden como políticas, porque han

estado siempre imbricadas y sostenidas en las luchas sociales de sus pueblos; es decir,

no parten de la negación de los etiquetamientos o identidades adscritas, sino más bien las

retoman, para establecerse como autoridades y les otorgan nuevas valoraciones no

peyorativas, sino “afirmativas” en términos de asumirlas como propias y vincularlas a

sus propias nociones de valor, de lo que son y significan según su memoria larga y corta.

Recuperan el uso de “chola, campesina e india”, condensadas en una identidad común:

“mujer de pollera”, porque la pollera, como mencioné previamente, no es solamente una

manifestación simbólica cultural, sino una forma de afirmación identitaria.

Las mujeres indígenas presentes en los distintos órganos del Estado, al usar la pollera sin

temor van desmontando elementos de la colonialidad del ser, poder y saber. Las mujeres

de pollera por tanto asumen una identidad que deslegitima la idea de “ser” inferiores,

incapaces y/o sumisas. Esto se manifiesta en cambios concretos en las relaciones

establecidas con hombres y mujeres no indígenas, en la forma en que a partir de los hitos

de su memoria van desnaturalizando, cuestionando y buscando transformar las

relaciones de explotación en las que obedecer y callar no es “natural”, en este sentido el

miedo a ser, “ser de pollera”, “ser indígena” y “ser mujer” son identidades, que son una

y se van desubalternizando en forma de cadena una con otra.

En las relaciones establecidas y los procesos de confrontación con los opositores (sean

hombres o mujeres) o con sus compañeros en las dinámicas dentro del Estado y en los

movimientos sociales, sedimenta la idea de minoridad (sullka) de las mujeres indígenas

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andinas (Choque, 2009). El “ser indígena, sumisa y pobre” en Bolivia son prejuicios

imbricados que se suponen unos a otros; se asume que si se es pobre es porque se es

indígena, si se es indígena se es pobre, si se es sumisa y servil es por ser pobre e

indígena, en fin, esta serie de combinaciones posibles no operan en términos de

intersecciones, se trata de un encadenamiento de relaciones de dominación cuyos

eslabones se van vinculado y se comprenden unos con otros al mismo tiempo. Si bien

rearticulan de distintas formas, las nociones discriminatorias que los sustentan,

conforman un continuum de la dominación colonial.

La idea naturalizada de sumisión de las mujeres indígenas ya no es tal, en relación a esto

es relevante el nombramiento progresivo de mujeres indígenas en distintos espacios de

la burocracia estatal y si bien, paulatinamente en el órgano ejecutivo se redujo a una la

presencia de mujeres indígenas, la mayor cantidad de estas en el órgano legislativo y el

papel de presión e incidencia constante que realizan en el escenario político en Bolivia,

especialmente “las bartolinas”, hace que su presencia sea parte de un cambio de

referentes de lógicas de género que se ponen en contraste, discusión y provocación a las

hegemónicas; desestabilizan los discursos de género y desarrollo que eran la tendencia

predominante, los llevan a otros campos de debate, nombrados y sostenidos por mujeres

distintas, indígenas y no indígenas.

Cuando se presentan resistencias como las que se evidencia la investigación, se gesta

también un proceso de dinamización de otros elementos a modos de propuestas, como la

reversión del orden jerárquico de las relaciones de producción de conocimiento, ya sea

de forma individual o colectiva. A esto se suma el hecho de que la creación de la Unidad

de Despatriarcalización fue resultado de las reflexiones de ex constituyentes indígenas,

entre quienes dos mujeres ocuparon la jefatura de dicha Unidad; primero Esperanza

Huanca (quechua) y posteriormente Elisa Vega (kallawaya)194

, quienes instauran con su

presencia la posibilidad de pensar la despatriarcalización desde sus propias experiencias

de lucha en el campo político. De ahí que planteen la construcción de una matriz de

pensamiento que surge de las propias sujetas políticas de este período. Esto tiene

194

Elisa Vega ocupa actualmente la jefatura de la Unidad de Despatriarcalización. Esperanza Huanca es la

actual Responsable de Coordinación con Movimientos Sociales en el Viceministerio de Interculturalidad.

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relación con lo que propone el feminismo descolonial, asumiendo la posibilidad de que

las mujeres subalternizadas sean parte de la construcción del conocimiento; por tanto,

parte de la descolonialidad del saber.

Destaco la idea del “horizonte indio estatal” y la idea de ser las y los propios sujetos

indígenas que con “cerebros indígenas” planteen las ideas centrales del proceso de

despatriarcalización y descolonización del género, más allá de la radicalidad de este

planteamiento no debe entenderse como una postura esencialista, tiene rasgos de ello

pero más allá de esto lo que formula es una identidad que descolonice saberes y el poder

para hacer que estos sabes sean los dominantes para articular sentidos comunes en torno

otros ejes y referentes que ellos mismo propongan, objetivo que inicialmente se ha

logrado, especialmente en los ámbitos vinculados a análisis de género y feminismos en

Bolivia y América Latina.

5.4 En clave chacha-warmi y qhari-warmi: la dualidad andina

Si bien, asumir una “cosmovisión” puede hacerse con un carácter esencialista, en

algunos casos explica y ayuda a comprender cómo está presente como principio básico

ordenador. Puedo concluir que la cosmovisión andina se relaciona con dos espacios; por

un lado la forma en que está sedimentada en la identidad de las mujeres y su pertenencia

a la comunidad, las organizaciones sociales y el discurso político-estatal propuesto en el

gobierno del MAS-IPSP, y por otro la vivencia del racismo, la explotación y

discriminación que implica también la relegación de la misma como válida para poder

ser parte visible y parte el discurso oficial en el Estado, es por ello que en este segundo

punto, se afianza la adopción de la cosmovisión paritaria de la dualidad del chacha-

warmi.

Si bien bajo la perspectiva del feminismo descolonial se asume que las historias de

opresión son distintas, esta perspectiva ayuda a reconocer las búsquedas y proyecciones

políticas, vinculadas a los pueblos indígenas y en el marco de la construcción del

conocimiento cuestionar los presupuestos de las resistencias a cualquier espacio en el

que se asuma la presencia de un discurso hegemónico, por lo que la lucha en Bolivia no

se asume como feminista propiamente tal, sino descolonizadora y en la disputa, más

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semántica, que se vincula al desafío al colonialismo interno y la prerrogativa de normar

y nombrar se la denomina despatriarcalizadora.

Debe quedar claro que quienes logran insertarse dentro del entramado de la burocracia

estatal y plantean la propuesta despatriarcalizadora no son representativas de todas las

mujeres indígenas, ni siquiera andinas, pero sí irrumpen en un orden jerárquico racista y

discriminador de la sociedad boliviana, desnaturalizando y cuestionando el mismo y

estableciendo un carácter de legitimidad no sólo con base en “lo ancestral” que reclama

para sí el carácter originario de su identidad, sino mediante. La otorgación de valor a sus

saberes, no por terceros, sino por sí mismas, en una estructura estatal en la que sólo se

reconocían los conocimientos académicos occidentales. Dichos saberes, además,

concatenan sus formas de ejercer poder en el estado, como espacio en el que enfrentan

de forma condensada la permanencia de distintas expresiones de colonialidad. Es decir,

que los procesos de objetivación de su identidad de cholas, imillas etc. no se rompen,

como no se eliminan tampoco las lógicas de superioridad, lo que cambia es la forma en

que ellas las reinterpretan y van transformándolas, reconociendo las dificultades que se

presentan en sus relaciones con los hombres, el machismo vivido, sin que éstas

determinen una separación como los mismos, con quienes comparten formas y procesos

de resistencia.

En este punto cabe hacer una distinción entre la experiencia comunitaria y la experiencia

sindical, dado que el carácter de las organizaciones y el arraigamiento de “los usos y

costumbres” que las mujeres indígenas aymaras y quechuas tienen en sus prácticas,

también marca la forma en que se va adoptando el núcleo chacha-warmi como parte del

discurso político de reivindicación y resistencia o efectivamente como un horizonte

posible a recuperar. En ello quienes han tenido una trayectoria organizativa comunitaria,

en la que la designación de las autoridades se da por pares, y se determina por otros

elementos de su cosmovisión, como la tenencia de tierra y la rotación195

, asumen este

núcleo como legítimo y posible; la noción es distinta entre quienes tienen un origen

campesino vinculado a las lógicas sindicales, que si bien adoptan elementos

195

En las comunidades la tenencia de tierra o sayaña, es otro requisito para ser parte de la comunidad. Las

autoridades ejercen su cargo cada año y debe ocuparlo otro comunario con su pareja. Por lo tanto, este

cargo no es permanente sino que va rotando entre todos los miembros de la comunidad.

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organizativos comunitarios, hacen más evidente la primacía de los liderazgos masculinos

y en ésta las distintas relaciones patriarcales que debieron desafiar para poder alcanzar

espacios de liderazgo y emprender la trayectoria de autoridad sindical.

La diferencia generacional es un punto que también determina diversas formas de

asumir el núcleo chacha-warmi como parte de los usos y costumbres, dado que se ve

que los campesinos (especialmente quechuas) de sectores urbano-populares son distintos

a las comunidades andinas aymaras de sectores rurales. En los primeros la dualidad

complementaria andina no se apropia con el arraigo existente en las comunidades

aymaras.

El Viceministerio de Descolonización cristaliza esta noción extendida del sentido

común, y a partir de ella se reflexiona críticamente el tema, por lo que se asume que el

feminismo hegemónico busca establecer las reivindicaciones de las mujeres en torno a la

disputa con los hombres, por tanto la consideran divergente con el núcleo chacha-warmi

y con el centro de la propuesta despatriarcalizadora. Esto abre uno de los grandes

debates a partir de la visión de complementariedad del mundo andino, que se basa en

asumir el chacha-warmi y qhari-warmi como vivencia existente, a partir de la dualidad

como forma de organización del mundo; o como tipo ideal a recuperarse, resignificarse

y reconstituirse de forma crítica; desnaturalizando la idea de que en todas las

comunidades y movimientos sociales se aplica o aplicó este equilibrio complementario.

En este sentido, cabe rescatar la propuesta del feminismo comunitario, ya que no se basa

en la crítica que argumenta la perspectiva esencialista o culturalista de dicho núcleo, o

asume la visibilización del mismo en términos de su “no aplicabilidad” en las prácticas

ya sea comunitarias, sindicales o en los espacios de la política institucionalizada. Lo que

sugiere es establecer real equilibrio horizontal femenino masculino no sexualizado, esta

noción horizontal entonces, parte de que ambos sean referentes del otro, y que se logre

este equilibrio en distintos espacios, a partir de la especificidad del cuerpo femenino

como principal campo de lucha. Si bien el cuerpo como tal no es problematizado o

asumido en las propuestas estatales, los hitos de discriminación son el primer punto que

refieren las mujeres en este proceso de subordinación desde el cuerpo, en términos de

dar cuenta de varias experiencias de discriminación vividas, del cuerpo vestido, su

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vestimenta; el cuerpo golpeado, la violencia física; el cuerpo como forma de

identificación de su diferencia considerada inferior. Es la lucha de la mujer indígenas

desde su cuerpo, tez morena, estética de belleza no occidental, la idea de un cuerpo

deshumanizado que puede cargar mayores pesos y realizar sacrificios físicos, estas ideas

son las que ingresan en un proceso de desnaturalización-

Nombrar a los hombres y las mujeres indígenas como “animales” no es una exageración

de las mujeres, sino que se evidencia en la actualidad, en el trato y maltrato que

atraviesan en la vida cotidiana, trato que surge en la colonia y se refuerza con la

búsqueda de la construcción de una identidad nacional mestiza-blancoide profundizada

en la década de los 50. Cuando en coyunturas de confrontación política, mujeres y

hombres no indígenas, mencionan la necesidad de “barrer indios”, entiendo “barrer”

como la metáfora de eliminar, desaparecer y/o invisibilizar sus cuerpos; es entonces que

el cuerpo de las mujeres y sus rasgos andinos visibilizados, revierten no sólo un

escenario que de ser más o menos homogéneo, se convierte en “plural”, mas no se trata

sólo de pluralidad, sino de una disputa simbólico-política desde que surge desde sus

cuerpos racializados y discriminados.

5.5 De la propuesta teórico- política seleccionada

Es importante dar cuenta de que el enfoque teórico elegido, siendo una opción teórico

política, cuenta con alcances y limitaciones, ya que la descolonialidad en sí es una

propuesta en torno a la cual se realiza una serie de críticas respecto a su carácter

“científico” y también forma parte de una disputa política dentro de las ciencias sociales,

y entre éstas, en el caso del problema abordado, dentro del feminismo, dado que se

asume como respuesta a la multiplicidad de feminismos que se enmarcan dentro del

feminismo hegemónico y a la multiplicidad de formas en que éste se asume y

materializa, la existencia de esta diversidad no evade la discusión que desde el

feminismo descolonial se le plantea y es una propuesta que se construye por sujetas

imbricadas en espacios de privilegio cuyos referentes principales son las lógicas

académicas eurocéntricas.

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5.5.1 Descolonización, un paradigma en construcción

El enfoque teórico de la investigación constituyen un reto, debido a que el paradigma

descolonizador transita un proceso en construcción constante, retomado por los estudios

subalternos y adaptado desde academias distintas con diversos referentes teóricos y

empíricos que pretenden responder a problemáticas de subordinación específicas, por lo

que su marco conceptual reactualiza definiciones cuyos significados no son definitivos.

Las críticas que se le han hecho manifiestan que se trata de una reivindicación política

de inconsistencia o poca “novedad” teórica, demandando lógicas de consistencia para

establecer procesos de coherencia que le den validez y legitimidad en “su diferencia”,

que vayan acompañadas del ejercicio mismo de la investigación en la forma en la cual se

lleva adelante la metodología de investigación y la relación entre quien investiga y lo

investigado. En primer lugar, es necesario admitir que efectivamente no tiene un corpus

teórico único, y que explícitamente se declara una reivindicación política, dado que el

campo académico es político en cuanto la disputa de tensiones y contradicciones, cuyos

referentes e interpretaciones tienen un tiempo, espacio e historicidad concreta; en ese

sentido el punto de partida propuesto es el descentramiento del núcleo de poder y

dominación en el que los ejes de la democratización, descolonización y feminismo dan

cuenta de ello. Con esto reafirmo lo señalado por Silvia Rivera (2006) cuando indica que

no existe paradigma descolonizador sin práctica descolonizadora.

En este marco el feminismo descolonial asume muchos de estos retos y los aplica a

realidades situadas e historicidades concretas, dado que parte de la premisa de visibilizar

los conocimientos generados por las mujeres indígenas sin desvincularlos de sus luchas

desde lo político, asumiéndolas como sujetas activas. Si bien han sido asumidas como

“subalternas”, esta condición no las define, dado que no implica la única posibilidad de

comprender las relaciones de subordinación, que invisibilizan su potencialidad de

generar sus propios proyectos políticos y sus formas de auto identificación; reivindica la

potencialidad de las mujeres de auto identificarse y resignificar esta identidad

“subalterna” y las condiciones de subalternización naturalizadas para reconfigurar su

propia identidad, inclusive a partir de los cuestionamientos a los enfoques teóricos

feministas que se utilizan para estudiarlas como sujetas pasivas, respecto a su capacidad

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de hablar por sí mismas. Es evidente que las cadenas de racializaciones y de dominación

cuyo sedimento colonial va adoptando formas de cristalización y mantención diversa

entre quienes desarrollamos investigaciones en un contexto de opresión colonial de

memoria larga y corta, que se cristalizan en lo político y la política; en términos fácticos

condiciona que quienes hacen (hacemos) investigación desde distintas posiciones de las

corrientes teóricas feministas reconozcan (reconozcamos) la condición de privilegio

respecto a esta cadena de racializaciones y discriminación que afianza la permanencia

del colonialismo interno. Los elementos de racismo, explotación y discriminación

operan de forma mucho más profunda y larga en el caso de las mujeres indígenas

quienes en este sentido se identifican desde dicha vivencia con los hombres indígenas

mucho más que con las mujeres en términos genéricos.

No es posible hablar de un sujeto mujer y decir “las mujeres” en contraposición a “los

hombres” esta distinción no permite analizar de forma integral las relaciones de

“entronque patriarcal” (Paredes, 2008), se trata de mujeres que construyen

complicidades y solidaridades de memoria larga arraigadas en los procesos de

indignación, lucha y cuestionamiento de la manifestación de los tres tipos de

colonialidad analizados a lo largo de la tesis. Proceso que no se manifiesta de forma

estática o se vincula solamente a la puesta en común de la cultura ancestral y tradicional

indígena, sino convergen por una lucha de ruptura de la dominación del patrón, la

patrona, la figura de autoridad representada en un hombre y/o mujer mestizo-blancoide.

Si bien, también están presentes mecanismos de reivindicación común con estas otras

mujeres no indígenas que forman parte del mismo proyecto político, o que se asumen

como opuestas al mismo, respecto a la permanencia de elementos patriarcales, la

diferencia es que son vividos de distinta forma. Para las mujeres indígenas esta lucha no

tiene sentido si no está inserta en la lucha mayor e histórica, y se trata de una conquista

en bloque, es decir una suma de colectividades vinculadas a la lógica del abigarramiento

de la sociedad boliviana, dado que se evidencia la articulación de varios sujetos

colectivos que se afianzan a partir de una noción que pone en juego las formas

coordinadas, no siempre iguales, de ejercer autoridad, de las trayectorias de lucha y

repertorios culturales. Es en este sentido que, desde fuera o siendo parte del Estado, se

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establecen procesos de cooptación, autonomía o correspondencia con las rupturas en las

relaciones de dominación desde y en el Estado.

Para poder problematizar la identidad de las mujeres indígenas desde el feminismo

descolonial se debe retomar la contraposición de hegemonía/subalternidad, dado que las

identidades subalternizadas lo son en tanto existe una construcción de colonialidad

hegemónica que articula las relaciones de dominación y subordinación tanto entre

mujeres y hombres como entre distintos grupos de mujeres. En función a esto se

establece la contraposición entre un feminismo hegemónico y el feminismo descolonial,

este segundo como parte de la resistencia a la hegemonía de un Estado neoliberal que

asumía una visión restrictiva del género en Bolivia, a partir de una lógica excluyente que

afianzó una estructura estatal que relegaba a los indígenas, con base en los tanques de

pensamiento (think tanks), que representan las tendencias teóricas hegemónicas,

específicamente cuales sostenían análisis del multiculturalismo liberal y de género y

desarrollo ad hoc al sistema vigente. En lo que respecta al género se afianzaba un

feminismo de la igualdad funcional a los discursos de equidad, igualdad y democracia

que sustentaba las denominadas “buenas prácticas” de empoderamiento a mujeres, vía

proyectos (en los que el Estado era un mediador) con una perspectiva a priori que

despolitizaba su identidad, asumiendo a las mujeres como subalternas y con pocas

posibilidades de cambio. En América Latina, según la clasificación de países en menores

condiciones de desarrollo, los países como Bolivia, cuyos estados apropiaron estas

teorías hegemónicas, las intervenciones con “perspectivas de género” eran

despolitizadas, inmovilizadoras y se basaban en un búsqueda de mejora de las

condiciones de pobreza de las mujeres indígenas, mas no establecía cuestionamientos

mayores acerca de lo elementos de la colonialidad vigente que sustentaban y afianzaban

dichas condiciones de pobreza y los procesos de subalternización de los pueblos

indígenas..

Este “feminismo hegemónico” no es único ni tiene sólo una lectura, dado que los

procesos de invisibilización, subordinación y opresión se comprenden, como

mencionamos, en su historicidad, más aún cuando los efectos coloniales se van

actualizando de acuerdo con los diferentes procesos sociopolíticos e históricos de los

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países del continente. En este sentido, los énfasis son distintos al igual que las corrientes

existentes, tanto en el feminismo de la igualdad como en el feminismo de la diferencia.

La subversión fundamental que se plantea es comprender cómo cada corriente ha sido

problematizada y aplicada y quiénes han sido los y las sujetas que han llevado adelante

dichas reflexiones y en qué marcos de poder los han desarrollado, comprendiéndolos en

historicidades concretas. Es sintomático entonces cómo ciertos feminismos se afianzan a

las políticas de los Estados que a su vez legitiman estrategias de poder y dominación

dentro del marco de la institucionalidad estatal y fuera de ésta.

Por ello, los temas de atención que priman en las reivindicaciones de las mujeres

subalternizadas responden a los contextos en los que ellas se desenvuelven. Esto sucede

en el caso de los pueblos indígenas, cuyas múltiples opresiones se concatenan de

acuerdo al tipo de sociedad de la que son parte y establecen procesos de lucha desde el

campo político en un tiempo y espacio determinado, ya sea a través de demandas de

reforma para su reconocimiento desde la política institucionalizada, o a través de

proyectos políticos alternativos, como en el caso de Bolivia. Esto determina la primacía

de su orientación por la política de identidades o por las identidades en la política. Las

mujeres indígenas van reconfigurando su identidad en su tránsito del campo político a la

política institucionalizada a partir de la conformación de un bloque histórico indígena

que cuenta con un proyecto político alternativo, en el cual se pone en juego el

descentramiento del núcleo de poder, el cual va tejiendo en su proceso las paradojas,

tensiones y contradicciones que muchas veces se alejan de sus planteamientos y

principios iniciales, especialmente vinculados al “vivir bien”. La idea de vivir bien y la

relación del núcleo chacha-warmi son formas de resistencia, si bien es posible afirmar

sus contradictorias implicancias en las prácticas políticas.

El análisis de la memoria a partir del concepto propuesto por Silvia Rivera (2010) en el

marco de la cadena de relaciones de dominación permite también entender la

multiplicidad de organizaciones y movimientos de los que las mujeres indígenas son

parte. Esto da cuenta de que desde el feminismo descolonial es importante visibilizar

estas manifestaciones diversas en las que las relaciones patriarcales se subsumen a otras

relaciones de dominación y no pueden comprenderse de forma separada. Las mujeres

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libran una lucha inserta en otra lucha, mas los resultados nos demuestran que se va

gestando y atravesando un proceso de desubalternización a partir de la afirmación auto-

concebida de lo que implica “ser mujer indígena”, en un proceso descolonizador del ser,

saber y poder.

5.5.2 Identidades descolonizadas y desubalternizadas: objetivación y subjetivación

La distinción teórica que se ha propuesto entre subalterno y subalternizado no es trivial,

dado que si bien, como se mencionó la subalternidad permite analizar la subjetivación de

la experiencia de subordinación vivida, la subalternización ahonda en la vinculación

entre el proceso de objetivación-subjetivación. La carga valorativa y peyorativa de la

identidad adscrita a las mujeres indígenas que predetermina su inferioridad y la jerarquía

de la cual parten las relaciones es cuestionada en tres espacios imbricados: la lucha

desde lo político, la política institucionalizada y la vida cotidiana.

En este sentido la desubalternización tiene dos vías: la primera, cuestionar el proceso de

objetivación que delinea las relaciones posibles que se establezcan, a partir de las

valoraciones adscritas a un etiquetamiento previo que contiene una carga de prejuicios

que denotan inferioridad a priori y sedimentan imaginarios anclados en la idea

colonizante; y la segunda, visibilizar la experiencia de subordinación vivida por las

propias mujeres indígenas; es decir las formas en que se subjetiva la misma.

5.5.3 Feminismo descolonial

5.5.3.1 ¿Desde dónde?

Otro elemento que asumo es la distinción expresa entre post colonial y descolonial, dado

que más allá de que implica un posicionamiento geopolítico del conocimiento, vemos

que dicha distinción es coherente cuando la discusión de fondo plantea también el tipo

de referentes empíricos que tiene la teoría planteada y el espacio de privilegio donde se

construye el conocimiento; si bien la crítica que se hace desde el feminismo descolonial

es la construcción de categorías universales, el conocimiento situado que se propone

desde la investigación es desmontar una pretensión universalizante del “sujeto mujer”,

asumiendo dos cosas; por un lado desde dónde se construye el conocimiento (que

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involucra la distinción des y post colonial), desde qué relaciones de poder dentro de la

academia se sitúan nuestros enfoques teóricos y por otro lado, los referentes analíticos

que involucra, en este sentido la diferencia central que propone el feminismo

descolonial, es asumir el proceso previo de objetivación de las racializaciones, los

tiempos y espacios históricos de lo político como elementos para entender las

identidades.

Para comprender el surgimiento del feminismo descolonial es necesario aclarar cuáles

son los problemas de fondo que enfrenta, ya que no siempre se basa en las divergencias

existentes en torno a distintas corrientes del feminismo y/o concepciones del concepto

de género, sino que depende de las tendencias hegemónicas establecidas, que en el caso

de Bolivia se relacionan con la “tecnocracia de género” en dos sentidos: por un lado, la

ampliación de cuotas en la política institucionalizada, con base en el concepto “equidad

de género”; y por otro, la aplicación que hicieron de este concepto distintas

organizaciones de la sociedad civil y ONG. El identificar las tensiones de fondo también

demanda analizar cuáles son las relaciones existentes con otros mecanismos de

dominación vinculados a los núcleos de poder. Para comprender las mismas en Bolivia,

parafraseando a Paredes (2012), se puede afirmar que el referente del feminismo en

Bolivia tiene un carácter occidental de privilegiadas, funcional a un sistema democrático

racista que las subyugaba, lo que disminuyó las posibilidades del género como concepto

de denuncia de la opresión, orientado por el enfoque reduccionista de “equidad de

género”, razones por las cuales en el Viceministerio de Descolonización los “ecos” que

provienen de estas tendencias generan fuertes resistencias.

La referencia al sistema racista se señala, porque las investigaciones e intervenciones

fueron llevadas adelante, en la mayoría de los casos, por agentes de desarrollo

constituidos por hombres y mujeres que desde el Estado o en ONG´s conformaban un

espacio de privilegio, en términos de su identidad de clase y étnica adscrita

(mestizo/blancoide). A partir del trabajo con base en el enfoque de “la igualdad” se

establecieron determinados avances respecto a investigaciones e intervenciones en

políticas públicas, programas y/o proyectos, los cuales focalizados en las mujeres

indígenas ahondaban sobre sus necesidades (según relevamientos o definiciones previas

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de dicho enfoque) y qué tipo de vías deberían transitar para alcanzar la “equidad de

género”. Aunque participaron en algunos de ellos, las mujeres indígenas no los asumen

como propios, pero aunque sostienen posiciones críticas en su discurso, en algunos

casos, consideran que constituyeron posibilidades de formación alternativa, a falta de la

conclusión de sus estudios en la educación formal, y una vía de potenciamiento de sus

liderazgos para poder participar en lo político, siendo esto un hito común que enfatizan

la mayoría de las mujeres. Es así, que también estos espacios que las fortalecen de forma

individual son transformados en procesos conjuntos para desplegar el poder colectivo

acumulado en las fisuras que se presentan en el poder estatal.

Las mujeres indígenas reconocen en las mujeres “mestizas/blancoides” vinculadas a las

reivindicaciones de equidad de género a quienes ejercían su condición de opresoras, de

decisoras, como parte de quienes nombran y norman por los otros, también por ellas. Es

decir, como quienes son parte de un espacio distante y ajeno a las que se asumen como

realidades “propias”. Esto implica un rol pasivo de las mujeres indígenas y se aproxima

más bien a las políticas de identidad que delinean como “población meta” a mujeres en

determinadas circunstancias, donde se asocia la situación de pobreza con las mujeres

indígenas, y a partir de ello se adoptan una serie de decisiones y cambios normativos. El

punto de distinción que se traza desde el feminismo descolonial es que las mujeres son

sujetas políticas activas; es decir, no son sólo beneficiarias de proyectos, de ampliación

de derechos, etc., sino son ellas quienes determinan quiénes son, qué reivindican y

cuáles son sus referentes.

Por tanto, se deben diferenciar los discursos de las prácticas políticas, dado que si bien la

idea de un “Estado Plurinacional”, el “vivir bien” que es el enfoque de “desarrollo”

planteado y el equilibrio complementario del núcleo chacha-warmi como propuesta

despatriarcalizadora debería permear todas las acciones estatales, en los hechos no es

posible afirmar que la elección de Evo Morales como primer presidente indígena de

Bolivia, modifica por completo el imaginario de subalternidad de los indígenas, dado

que el sentido común colonizado tiene una memoria larga y arraigada tanto en la

sociedad como en las prácticas estatales. Sin embargo, aunque no desmonte del todo este

imaginario, ni la estructura patriarcal del Estado desencadene una serie de rupturas en

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los imaginarios que legitimaban nociones de superioridad e inferioridad, esto se

evidencia en la reconfiguración identitaria de las mujeres indígenas a partir de su

ocupación de espacios negados como lo hacen ahora. Esto ocurre de forma paralela al

proceso de reflexión crítica que se inicia en torno al análisis epistémico-teórico del

concepto “género” desde los distintos feminismos existentes en Bolivia, siendo

comprenderlo fuera del campo político, es político en sí mismo o se reivindica como tal.

A pesar de estas distinciones teóricas existe una praxis política que permite comprender

el proceso emergente del feminismo descolonial en el marco de historicidades concretas

en el caso de Bolivia: la mayor tensión interna, que establece incluso las contradicciones

propias de la formulaciones de reflexión epistémica-teórica que se da dentro del

gobierno, ya que, por ejemplo, aún están presentes de forma muy extendida elementos

de análisis del concepto de equidad de género en lo que respecta a la parte “operativa”

interna de las organizaciones estatales. Esto se evidencia de forma muy clara en el caso

del Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, que si bien en la parte conceptual de

su Plan Nacional integra elementos del feminismo comunitario, en su parte práctica no

logra modificar la forma de entender el género y aplica la misma mirada tecnocrática

que interpela y esto parece ser uno de los principales obstáculos: la técnica vinculada a

un giro discusivo epistémico y político que no logra articularse.

Por otro lado, el llamado del horizonte indio en la propuesta del Viceministerio de

descolonización establece la noción del mundo andino como una propuesta

generalizable para todo el Estado Plurinacional. En ello es evidente la tendencia andino-

céntrica, pues si bien las tres mayorías poblacionales son la quechua, aymara y guaraní y

las restantes 33 nacionalidades en Bolivia son minorías étnicas, el hecho de no

considerarlas bajo el argumento de que son minorías, establece que nuevamente se

incurra en las lógicas que se cuestionaba, con esto se evidencia la omisión o insuficiente

problematización de las cosmovisiones de los pueblos indígenas de tierras bajas, lo que

impone una nueva forma de invisibilización.

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5.5.3.2 ¿Qué? el objeto de descolonización y subalternización

Un punto que debe esclarecerse es de qué objeto de emancipación se habla, entendiendo

esto como qué se quiere descolonizar. Este es uno de los grandes puntos de debate

identificados de la propuesta del feminismo descolonial. En este sentido– para el caso

boliviano – se debe partir de la idea de que las resistencias establecidas y sedimentadas

por la precaria y hasta inexistente discusión en torno a las diversas corrientes del

feminismo existentes y la noción extendida en el sentido común de la sociedad boliviana

de que el feminismo buscaría en primera instancia una reivindicación de los derechos de

la mujer en términos contrapuestos a los del hombre.

Los resultados de la investigación también dan cuenta de que el relacionamiento

jerárquico entre mujeres es un elemento crucial para comprender las nociones racistas de

inferioridad que actualizan los procesos de objetivación y su carácter de subordinación

colonial, lo que pone en entredicho cuál es el “objeto de emancipación”. Dado que el

referente de subordinación es otra mujer que ejerce como patrona, esta relación

jerárquica de mujer a mujer se señala como quien va manteniendo la idea de servilismo

establecida, mas de forma actualizada en un nuevo contexto en el que mujeres indígenas

como ella ocupan cargos jerárquicos. Este vínculo de servidumbre no se menciona de la

misma forma en torno al “señor o caballero” de la casa, existe pero es un referente que

se subsume a la idea de la “señora de la casa” esto porque en la sociedad boliviana aún

prima la idea de que es la mujer quien organiza el hogar, por ello la relación de mando-

obediencia se va construyendo de manera cotidiana de mujer a mujer. Por lo que el

objeto está constituido por las relaciones de carácter patriarcal vigentes con hombres y

mujeres (indígenas y no indígenas) y las lógicas coloniales y discriminatorias que, en la

sociedad y desde el Estado, permiten que se afiancen y permanezcan.

5.5.3.3 ¿Quiénes? El sujeto de desubalternización y descolonización

Otro debate que se establece gira en torno al “sujeto de emancipación”, dado que se

contrapone una perspectiva del feminismo autónomo que asume que no es

imprescindible que la despatriarcalización se lleve adelante sólo desde el Estado. Este

argumento amplía el horizonte descolonizador del género planteado desde el gobierno

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que busca descolonizar la sociedad desde la esfera estatal. Las mujeres indígenas

identifican lo no estatal con las ONG´s siendo éstas parte del núcleo de poder

hegemónico que constituye también el centro de monopolio de poder. Por esto, como

parte del descentramiento del núcleo de la dominación, buscan cambiar no solamente los

contenidos de dichas reivindicaciones, sino basarse en la legitimidad o ilegitimidad

política de quienes los plantean. Esta legitimidad se disputa en términos de su

vinculación a un proyecto político que formula

Inicialmente se retoma en el discurso estatal, la idea del proyecto despatriarcalizador que

había sido esbozada inicialmente por Julieta Paredes en los procesos de diálogo y debate

durante la Asamblea Constituyente, pero se le otorga un contenido distinto, cuestionando

en primer lugar a quienes lo proponen, lo piensan y bajo qué referentes de lucha socio-

política, los mismos que difieren a los referentes del feminismo radical y en menos

puntos del feminismo comunitario que propone posteriormente Paredes. Esto va

delineando los límites de comprensión y ampliación social de su propuesta. Pero

también proporciona una perspectiva que, además de situar y visibilizar a las sujetas de

las que se habla, a partir de la especificidad de las relaciones concretas de

subalternización y colonialidad, genera que ellas sean parte de estas reflexiones y

debates, posibilitando que sus aportes y reflexiones se planteen a partir de sus

conocimientos culturales comunitarios, sus trayectorias de organización y movilización

y los procesos de subordinación y discriminación vividos individual y colectivamente;

saberes que interpelan el conocimiento académico que invisibiliza sus propuestas

epistémicas y teóricas, por no presentarse en las claves establecidas desde el

conocimiento académico del feminismo hegemónico. Esto da cuenta de que las mujeres

indígenas pueden, en muchos casos, al hablar por sí mismas, cuestionar las categorías

analíticas de quienes hablan de o por ellas a partir de distintas corrientes feministas.

A partir de este punto, podemos afirmar que no es suficiente un análisis de género en

Bolivia en términos de los referentes abstractos y universales de reivindicación, ya que

el feminismo descolonial en este país es posible y se entiende en la medida que las

mujeres indígenas sean parte activa del proceso despatriarcalizador y descolonizador,

según referentes de sus propias trayectorias de vida.

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291

5.6 Identidad en proceso de desubalternización y de descolonización

En el marco de la colonialidad del ser el proceso de descolonización de la identidad tiene

como principal elemento la desnaturalización del servilismo, esto no implica la ruptura o

modificación total del mismo, o de ninguna forma la negación de ésta, sino se revierte

esto como la única posibilidad de consolidación de las mujeres, por tanto la referida

relación de mando-obediencia ya no está constituida por esta relación entre mujeres

cuyas nociones de subordinación se caracterizan por la sumisión. Por otro lado está claro

que las mujeres sí discuten y problematizan el inicio de esta relación que es el proceso

de objetivación en sí mismo y las asociaciones señaladas: mujer indígena- pobre-

sumisa, etc. Se atreven a confrontar los momentos de tensión cuando estas identidades

adscritas son el inicio de una interacción, el “atreverse” implica perder el miedo, proceso

que se fortalece a partir de la ocupación de otros espacios políticos, que en general

“descolocan” a las y los interlocutores cuya expectativa es el “rol natural” que deberían

tener estas mujeres: el empleo como trabajadoras del hogar, desequilibran el estar”

arriba “y abajo”. En este punto cabe resaltar que se resquebraja el sentido común

colonizado. La hipótesis se cumple dado que la colonialidad del ser es la que menos

avances significativos de ruptura ha tenido, siendo la subvaloración de las propias

mujeres indígenas el punto que, si bien no impide que existan cambios significativos en

la colonialidad del saber y del poder, permite que se legitimen las relaciones patriarcales,

de colonialidad y subalternización tanto en los movimientos sociales como en la

estructura estatal.

Este sentido común también ha llegado a constituir parte de la subjetivación de las

relaciones de colonialidad de las mujeres, dado que de alguna forma han asumido los

valores de inferioridad, por lo que reconoce en la “autoestima” o como denominamos

“subjetivación de la inferioridad” la evidencia de una identidad colonizada que va

desestabilizando las propias nociones largamente “impuestas” a las mujeres indígenas a

partir de las cuales las reconocían y se reconocían a sí mismas. Esta “baja autoestima”

implica la aceptación de “ser, poder, y saber menos que otro u otra”. Este otro u otra son

un hombre indígena o no indígena y una mujer no indígena a los que reconocen las

etiquetas de ser “de clase alta, media, profesional o la patrona”. Esta identidad

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colonizada esboza sus propios límites e imposibilidades, que a su vez perpetúan las

relaciones patriarcales dentro de sus propia organizaciones, dado que el referente de

capacidad y poder dentro de las mismas ha tenido predominancia masculina y si bien

están presentes en ellas, su presencia en la mayoría de los casos tiene la noción de

“minoridad” que mencionaba Eugenia Choque (2009), es decir, que la subordinación no

se juega en términos de invisibilización sino de exclusión por carencia de las

capacidades reconocidas a los varones o la falta de oportunidades para contar con éstas.

En lo que respecta a la colonialidad del poder el reconocimiento de la explotación

(servidumbre) se vincula a la deshumanización de los indígenas desde la colonia, en la

que todos los trabajos pesados, no pagados o de baja remuneración no implicaban

solamente una cuestión de vulneración de derechos o de negación y exclusión de la

ciudadanía tal como se analiza desde otras perspectivas teóricas, sino la idea de que la

capacidad de “carga” de esfuerzos físicos era mayor y natural en los indígenas. Los

blancos y mestizos decidían y ellos realizaban los trabajos manuales, obedecían.

Condiciones que van adquiriendo características distintas pero mantienen un sustrato

básico de colonialismo interno. Esta relación con el pensar y decidir constituye el

vínculo entre la colonialidad del poder y del saber que otorgaba la “legitimidad” auto-

otorgada de normar y nombrar.

En este marco, el proceso de la identidad de las mujeres indígenas que se

desubalternizada establece tensiones cuando se materializa en instancias compartidas en

las que no estaban antes presentes, en ellas no se disputan sólo saberes para realizar

debates o consensos políticos; se disputan espacios de poder, se impugnan las

vinculaciones verticales con las que se asumía su presencia, se “permitía” o prohibía de

forma implícita la misma. Las tensiones más cruciales ponen en juego la violencia

verbal, física y simbólica, dado que en los hitos que se señala se recuerdan las

confrontaciones con la fuerza pública y otros grupos de choque que apelan a los proceso

de objetivación: “estas indias, cholas, campesinas” que configuran su diferenciación

para poder confrontarlas de forma violenta.

Las coyunturas específicas de conflictividad hacen evidente el racismo y la

discriminación subyacente que sedimenta otro tipo de disputas políticas, esto se

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evidencia en la coyuntura de la Asamblea Constituyente y en el debate en torno a las

autonomías que se dio en Bolivia.

El reconocimiento y negación de la persistencia de la dominación se debe destacar, dado

que sólo existe en cuanto se reconoce y se acepta. Cuando las mujeres indígenas dicen:

“nos dominaban” esta afirmación primero implica asumir que se daba tal relación de

aceptación ( ya sea voluntaria, obligada o impuesta por el temor) y por otro lado se

plantea en tiempo pasado; en ningún momento se plantea “nos dominan” y esto implica

un cambio, dado que sólo se asume en tiempo presente la intención de continuidad de

quienes dominaban, es decir “nos quieren seguir dominando”, pero esta vez no está

presente el reconocimiento y la aceptación de dicha relación. Uno de los cambios más

importantes en la configuración identitaria que descoloniza el poder es que asumen la

potestad de nombrar y normar queestaba restringida al saber masculino, blancoide o

mestizo de clase media y/o alta que dominaba el núcleo de poder interpelado en el

proceso de democratización durante todo el proceso constituyente.

En la colonialidad del saber, siendo el referente de los conocimientos válidos los

adquiridos en la educación formal, existe un reconocimiento de ausencia, carencia que

determina sus imposibilidades y adaptación a los ritmos, tiempos y procesos

gubernamentales, dado el carácter técnico-jurídico que se pone en práctica en la

burocracia estatal en sus distintos órganos. El punto de diferenciación es que ante la

ausencia de los saberes señalados, reconocen y reivindican otros saberes con los que sí

cuentan. La jerarquía establecida en torno al acceso a la educación formal como medio

de dominación se cuestiona, ya que las mujeres no sólo consideran válidos sus propios

conocimientos sino necesarios; es decir que no sólo plantean recuperar conocimientos

ancestrales, sino predominantemente los adquiridos en las luchas sociales.

Pero los conocimientos se relacionan de dos formas: a través de la complementariedad o

el conflicto entre los conocimientos occidentales y los propios, el conflicto es la relación

dada y la complementariedad la deseada. Esto propone el desafío de pensar cómo desde

el feminismo descolonial se pueden establecer procesos complementarios de saberes de

las mujeres, no sólo en lo que compete a la teoría feminista descolonial en sí o lo que se

entiende por ella, sino a partir de ella entender estas distinciones, divergencias y

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tensiones que se van tejiendo al llevar a la práctica sus propios principios

reivindicativos.

5.7 Algunos apuntes de problematización

El tránsito por el que atraviesan las mujeres indígenas en lo cargos jerárquicos del

Estado Plurinacional de Bolivia, desde las lógicas de servilismo - es decir, la actitud y

predisposición de ejercer la servidumbre, esperada y aceptada, la dominación que se

naturalizaba cuando la identidad adscrita se vinculaba a la condición de sirviente y la

legitimación de este vínculo con el silencio o con las luchas colectivas que cuestionaban

ciertas condiciones de esta posición servil (mejores salarios, respeto de ciertos derechos

colectivos) -, hacia los procesos de cuestionamiento y desnaturalización de estos es un

camino sin retorno y por tanto, un avance en la descolonización del género.

Las experiencias organizativas y de lucha en el campo político, que resultan en la

inserción en un cargo jerárquico en la política institucionalizada de las mujeres

indígenas que atraviesan esta trayectoria, no es análoga al proceso por el que atravesaron

las mujeres no indígenas e indígenas desde fines de la década de los años ochenta en

Bolivia y no puede leerse de la misma forma que se comprendía la ocupación de

espacios en la democracia pactada en Bolivia; especialmente según las lógicas de

representación del multiculturalismo liberal. Esto no implica invisibilizar las relaciones

de opresión patriarcal y colonialidad que se mantienen vigentes y son vividas dentro y

fuera del Estado por las mujeres indígenas que ocupan dichos espacios, las que forman

parte de los movimientos sociales que son la base social del MAS u otras mujeres que

están fuera de éstos y se organizan de forma autónoma. Dicha situación demanda

analizar el alcance de la subversión del imaginario de servilismo vinculado al

desmontaje de un proceso de objetivación que se resignifica contantemente en función

de las lógicas de superioridad/inferioridad.

Si bien en Bolivia el género como categoría, genera aún tensiones y divergencias en el

contexto socio-histórico actual, éstas van siendo repensadas en distintos espacios en

cuanto a su coherencia con el proyecto político de descolonización y las interpelaciones

que se hacen desde el feminismo descolonial al feminismo hegemónico. Especialmente

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en lo que concierne a la construcción de referentes universales abstractos y

deslocalizados.

Las reflexiones de despatriarcalización producidas desde el Estado, así como los

discursos de las mujeres indígenas que ocupan cargos jerárquicos, pueden ser

cuestionados con la sospecha de ser parte de nuevos procesos de cooptación estatal,

dadas las lógicas de mandato y jerarquías burocráticas aún presentes.

Un punto relevante es que la vivencia de dichas mujeres permite analizar cuáles son las

rupturas y continuidades de subalternización y colonialidad desde el campo político y

sus posibilidades y limitaciones en la política institucionalizada. Dado que en ésta deben

cristalizar procesos de coordinación y prácticas políticas concretas que materialicen, a

partir de las concepciones de despatriarcalización planteadas, las políticas públicas y los

procesos de gestión estatal, al igual que las relaciones cotidianas vividas en las

instancias estatales entre hombres y mujeres indígenas y “no indígenas”.

Dos elementos centrales a considerar son: la problematización de las relaciones de

subordinación y colonialidad entre distintas mujeres que forma parte de las resistencias y

objetivaciones existentes; y la desnaturalización y desesencialización de los análisis

culturalistas que interpelan los supuestos equilibrios fundantes, debido a que en las

relaciones concretas y cotidianas que se dan dentro y fuera del Estado existen relaciones

de dominación, jerarquización y expresiones discriminatorias y patriarcales vividas e

interpretadas de distintas formas.

Es relevante re-pensar el binomio chacha-warmi y qhari-warmi como el centro de la

propuesta despatriarcalizadora, ya que la condición de plurinacionalidad demanda

analizar el carácter abigarrado de la sociedad boliviana, por tanto no puede mantener o

restablecer semejantes o iguales estructuras jerárquicas mono-referenciales que cierren

las posibilidades de intercambio y construcción conjunta de la despatriarcalización. En

este sentido, retomo la importancia de la construcción de un núcleo común196

, que

permita fortalecer los procesos de intercambio y complementariedad entre distintos

espacios que se debate y analiza que implica descolonizar el género y despatriarcalizar.

196

Concepto propuesto por Luis Tapia.

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Tercera Cumbre Social de Mujeres de Bolivia prioriza que se apruebe la propuesta de Ley contra

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concejalas de Bolivia S/f. La Paz – Bolivia. Obtenido desde:

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ley-contra-el-acoso-y-la-violencia-politica-en-razon-de-

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Transcripción Alvaro Garcia: 4 motivos porqué se debe constuir la carretera- posición oficial del

Gobierno sobre el Tipnis. Gobernabilidad Democrática, La Paz – Bolivia. 20/09/2011.

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constuir-la-carretera-posicion-oficial-del-gobierno-sobre-el-tipnis

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318

Vicepresidente dice que no hay espacio para “librepensantes” que rompan decisiones orgánicas

La Razón, La Paz- Bolivia. 10/01/2013. Obtenido desde: http://www.la-

razon.com/nacional/Vicepresidente-espacio-librepensantes-decisiones-

organicas_0_1758424201.html

Documentos oficiales del gobierno del Estado en línea

Política del Estado Plurinacional de Bolivia contra Racismo y toda forma de Discriminación

(Plan de Acción 2012 – 2015). “Construyendo la Bolivia digna desde nuestras

identidades” Comité Nacional contra el racismo y toda forma de discriminación. Estado

Plurinacional de Bolivia. Obtenido desde: http://noracismo.gob.bo/index.php/politica-

del-estado-plurinacional-de-bolivia-contra-racismo-y-toda-forma-de-discriminacion-

plan-de-accion-2012-2015

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ANEXOS

Anexo 1 – Guía trabajo de campo

FFLLAACCSSOO –– MMÉÉXXIICCOO

MMaarriiaanneellaa AAggaarr DDiiaazz CCaarrrraassccoo

RReeccoonnffiigguurraacciióónn iiddeennttiittaarriiaa ddee mmuujjeerreess iinnddííggeennaass eenn ccaarrggooss ddee aauuttoorriiddaadd eenn eell EEssttaaddoo

PPlluurriinnaacciioonnaall ddee BBoolliivviiaa

PARTE 1

Reformulación de pregunta e hipótesis incorporando lo formulado en la metodología

- análisis de la memoria:

Pregunta de investigación

¿Cómo ha influido el proceso de descolonización del género planteado por el

gobierno de Evo Morales en la reconfiguración identitaria de las mujeres

indígenas en cargos jerárquicos de autoridad en los órganos Ejecutivo y Legislativo

del Estado Plurinacional de Bolivia y cargos de liderazgo de los movimientos sociales

que son parte del bloque histórico indígena del MAS-IPSP?

Hipótesis

En los hitos de la memoria larga y corta que se señalan como importantes las mujeres

indígenas aymaras y quechuas que forman parte del bloque histórico indígena se

evidencia que existen transformaciones significativas de desubalternización y

descolonización en la reconfiguración de su identidad en lo que respecta a la

colonialidad del poder y saber, pero en la colonialidad del ser existen mayores tensiones.

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PARTE 2

PLANIFICACIÓN TRABAJO DE CAMPO

Las tres fases que se señalan podrán realizarse de manera simultánea o según la

pertinencia que se vaya identificando para tener mayor claridad en las actividades a

llevarse a cabo para aplicar los métodos y técnicas señalados en el proyecto.

a) Perspectiva histórica. La misma estará presente en toda a reflexión y aplicación

de la metodología planteada, dado que al realizarse un análisis de la memoria es

fundamental. El análisis de la memoria en sí ya implica dicha perspectiva que

permite reconocer la especificidad y variabilidad histórica de un contexto socio-

histórico concreto. Las fuentes a revisarse para ello son: documentos oficiales,

entrevistas a los protagonistas de los procesos de interés de la investigación

(informantes clave) y entrevistas a las mujeres indígenas sujetas del estudio.

Los métodos y técnicas a utilizarse a partir de dicha perspectiva son:

b) Análisis de memoria ( a través de entrevistas en profundidad)

c) Investigación documental (a través del análisis de documentos oficiales)

Fases de la investigación:

A continuación se describen las mismas:

FASE 1

- En esta fase se tendrá entrevistas introductorias con las mujeres indígenas en

cargos de autoridad, esto para identificar cuáles son los hitos más relevantes que

ellas señalan del proceso de descolonización del género y despatriarcalización

Fase 1:

Entrevistas

introductorias

Identificación

de hitos

relevantes

Fase 2:

Visitas a

entidades

clave.

Entrevistas a

protagonistas

del proceso

(informantes

clave)

Fase 3:

Revisión

documental

Triangulación

con entrevistas

introductorias y

entrevistas a

informantes

clave

Fase 4:

Entrevistas de

cierre y

consolidación

Profundización

de los hitos

identificados

en todo el

proceso

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321

llevado a cabo por el gobierno y por qué los asumen como significativos para la

reconfiguración de su identidad.

- Esta primera ronda de entrevistas podrá ayudar a identificar líneas a profundizar

a partir de lo que las propias mujeres indican y así posteriormente hacer una

extrapolación más dinámica que vaya de lo individual a lo colectivo y retorne a

lo individual; al igual que de lo personal a lo político y ver cómo esto “retorna o

re-significa” lo personal.

- Es decir que se establecerán lineamientos que se profundizarán tanto en la

segunda fase a través de las visitas a entidades clave y entrevistas a informantes

clave; como en la tercera fase a través análisis documental.

FASE 2

- En esta segunda fase se realizarán visitas a las entidades clave y se realizarán

reuniones (a modo de entrevistas) a informantes clave que son los protagonistas

del proceso de descolonización y despatriarcalización, para poder afianzar la

descripción y explicación del cómo el gobierno ha llevado a cabo el proceso de

descolonización del género y la despatriarcalización, si bien este no es el foco de

la investigación se debe tener con claridad del contexto socio-histórico al que nos

referimos y las tensiones existentes en el mismo.

Actividades:

Se realizarán visitas a las instituciones gubernamentales que cuenten con

entidades o áreas vinculadas a la descolonización del género y/o la

despatriarcalización con dos finalidades:

a) Recopilar mayor información bibliográfica.

b) Indagar a través de reuniones (a modo de entrevistas) sobre las tensiones

existentes en la producción de los documentos oficiales.

c) Indagar acerca de las características de los y las sujetas que hayan participado en

la producción de dichos documentos para dar cuenta de qué tipo de discursos

emergen en los mismos.

d) Realizar entrevistas previas a informantes clave, esto implica:

Consultores, servidoras (es) públicos, técnicas (os) y/o asesoras (es) que

conozcan y estén o hayan estado involucrados en el planteamiento del

proceso de descolonización y despatriarcalización.

Directores de área de la Unidad de despatriarcalización y al Viceministro de

descolonización.

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FASE 3

- La tercera fase implica realizar la revisión documental correspondiente de los

documentos recopilados en las visitas del trabajo de campo para triangular lo

obtenido en las entrevistas con los informantes clave y las tensiones o

“contradicciones” que puedan identificarse.

Actividades:

- Revisión detallada de los documentos oficiales faltantes que no se hayan

integrado en el proyecto.

- Realización de triangulación con las entrevistas realizadas.

- Identificación de tensiones según posiciones de sujetos.

- Determinación de procesos de invisibilización, subalternización o relaciones de

poder que se hayan dado en este proceso (colonialidad del saber) a modo de

indicios para la siguiente fase.

- Afianzar los antecedentes socio-históricos y teóricos.

FASE 4

- La cuarta fase es la más relevante del trabajo de campo. Se abordará con mayor

profundidad el tema central de la investigación, por lo que en este se realizarán

entrevistas semi-estructuradas para poder aplicar el análisis de la memoria; es

decir que se llevarán adelante las entrevistas con las mujeres indígenas que han

ocupado los cargos jerárquicos de autoridad entre el 2005 y el 2011. Estas

entrevistas se llevarán adelante habiendo tenido la previa introducción inicial con

las mujeres que son sujetas de la investigación y la triangulación con lo obtenido

en la fase 2 y 3 del trabajo de campo.

Actividades:

- Diseño de agenda de entrevistas y logística de desplazamiento

- Realización y confirmación de citas para las entrevistas.

- Realización de entrevistas a las mujeres indígenas aymaras y quechuas que hayan

ocupado cargos jerárquicos en dos órganos (ejecutivo, legislativo) en el Estado

Plurinacional de Bolivia entre el año 2005 y el año 2011.

- Ajuste de preguntas preliminares.

Criterios a tomarse en cuenta en las entrevistas

De las mujeres indígenas a entrevistarse:

a) Pertenencia étnica: si es aymara quechua, dado que a pesar de que ambas so

culturas andinas, las características territoriales, modos de producción,

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especificidades en relación a cuerpo, la vestimenta son elementos que podrán

fortalecer y aportar a la formulación de preguntas.

b) Edad: no como dato demográfico trivial, sino que esto puede dar cuenta de un

pensamiento generacional de las mujeres dado que al dar cuenta de que ningún es

anciana o ninguna es joven por ejemplo se podrá pesquisar si existe un discurso

generacional que pueda identificarse.

c) Relación familiar: esto implica identificar ciertos referentes de identidad de

género que puedan tener las mujeres respecto a su vivencia familiar.

d) Maternidad: este es un factor que dará cuenta de elementos clave para entender si

relaciona el “ser mujer” con la idea de “roles” vinculados a la maternidad, su

relación con el cuerpo y permitirá identificar elementos vinculado a la vivencia

del cuerpo, en la cultura andina la mujer da vida como la “Madre Tierra”

(Pachamama) dadora de vida, por lo que se debe tomar en cuenta este precedente

cultural normativo. También ayudará a poder identificar si existen aspectos que

configuran un “deber ser” vinculado a la maternidad que se plasma en las

expectativas políticas de su accionar; es decir aspectos vinculados con el

cuidado, la responsabilidad, la protección, la “abnegación”, por citar posibles

ejemplos.

e) Relación de pareja: el discurso étnico vinculado a la complementariedad de pares

en la cosmovisión andina tiene un fuerte componente normativo en cuanto al ser

completo en pareja, ser gente (jaqi) por lo que a situación de las mujeres (en

concubinato, matrimonio, etc.) podrá dar cuenta de elementos que tiene tensiones

entre su discurso vinculado a su características socioculturales y su propia vida.

f) Nivel de estudios: nuevamente no como dato trivial sino que esto puede dar

cuenta de la participación de espacios de relaciones diversas dado que ciertos

niveles educativos como las universidades se han caracterizado por no tener a

indígenas, menos aún a mujeres indígenas como estudiantes, por lo que en caso

de que alguna de ellas haya pasado este proceso se podrán identifica elementos

de discriminación subalternización en esto espacios restrictivos y violentos, dado

que muchas ingresas modificando su vestimenta tradicional a atuendos más

“occidentales”, entre otros elementos rico de indagar como la relaciones con los

“otros” hombres y mujeres no indígenas en estos procesos.

g) Características del equipo próximo: esto implica indagar acerca de quiénes son

los o las asesoras de dichas autoridades (hombres o mujeres indígenas o no

indígenas, entre otros aspectos como nivel de formación edad, etc.) para analizar

qué tipo de relaciones se establecen y poder contrastar esto con el discurso que

emerja en las entrevistas.

Del contexto socio-político:

a) Vinculación con el movimiento social: dado que si las mujeres han participado

en dichos movimientos se deberá indagar acerca del discurso “de la

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organización” que defienden incorporan o aprehenden y cómo re-significan esto

a partir de su identidad de género individual como colectiva.

b) Liderazgo de un movimiento social: el hecho de que algunas de las mujeres que

hayan ocupado cargos de autoridad sean a la vez líderes de determinado

movimientos social establecerá elemento a analizarse en cuento a la

heteroasignación identitaria.

c) Participación en la asamblea constituyente: el hecho de haber sido parte de la

asamblea y la deliberación en las mismas establecerá una referente de

especificidad significativa respecto a los planteamientos de descolonización que

devienen de esta etapa.

d) Momento en el que participaron en el gobierno: dado que el planteamiento del

proceso de descoloniza e género y la despatriarcalización surgen post asamblea

constituyente, dado que antes primaba el discurso del feminismo de la igualdad

con algunas modificaciones semánticas vinculadas a la descolonización de estado

en términos más generales.

De la metodología:

Identificar cuando pasa de lo individual a lo colectivo (yo, nosotros, nosotras) y

de qué forma se retorna a lo individual.

De lo deseado a lo que sucedió (queremos, buscamos, fue, pasó...)

Del discurso normativo a la descripción de hechos concretos (nuestra cultura

dice, lo que vamos haciendo es...)

Cuando hace referencia al “deber ser” según otros o según principios que asume

de estos discurso ajenos a ellas (tenemos que respetar...o hacer...o

ser...determinado mandato indica que nosotras o yo...)

INSTITUCIONES A VISITARSE

MINISTERIO DE CULTURAS:

- PALACIO CHICO. CALLE

AYACUCHO ESQ. POTOSÍ S/N.

TELF. 2220910/2200946 / LA

PAZ – BOLIVIA.

Este ministerio es el que encabeza y

cuenta con la responsabilidad principal de

llevar adelante el proceso de

descolonización en coordinación con el

Viceministerio de descolonización.

MINISTERIO DE JUSTICIA

- AVENIDA 16 DE JULIO Nº1769

/TELÉFONO: 2158900 - 2158901

- 2158902 – 2313838 / LA PAZ-

BOLIVIA

-

A este Ministerio pertenece el

Viceministerio de igualdad de

oportunidades donde se formula por

primera vez en una entidad gubernamental

la idea de descolonizar el género.

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325

VICEMINISTERIO DE DESCOLONIZACIÓN Y

UNIDAD DE DESPATRIARCALIZACIÓN

- CALLE POTOSÍ, ESQ. COLÓN,

EDIFICIO AGUIRRE Nº 1355/ LA

PAZ- BOLIVIA

-

Es la entidad gubernamental a la que se

delega el mandato específico de la

descolonización estatal y en el que

posteriormente se integra la unidad

despatriarcalización.

VICEPRESIDENCIA DEL ESTADO

PLURINACIONAL DE BOLIVIA

CALLE AYACUCHO ESQUINA MERCADO,

TELF. 2142000

LA PAZ, BOLIVIA

En la Vicepresidencia se encuentra la

Presidencia de la Asamblea Legislativa

Plurinacional donde se han llevado

adelante varias actividades y espacios de

reflexión intelectual para poder

conceptualizar lo que es la

descolonización del Estado y la

descolonización del género.

PARLAMENTO DEL ESTADO PLURINACIONAL

DE BOLIVIA

- CALLE COMERCIO – PALACIO

LEGISLATIVO/ TELÉFONO

2201120/ LA PAZ - BOLIVIA

CONSEJO DE LA JUDICATURA

- CALLE LUIS PAZ (EX PILINCO) Nº

290 | TELF.: 6461600/ SUCRE-

BOLIVIA

En este se realizan las sesiones de

diputadas u senadoras que deberán

seleccionarse para las entrevistas.

CONSEJO DE LA JUDICATURA

- CALLE LUIS PAZ (EX PILINCO) Nº

290 | TELF.: 6461600/ SUCRE-

BOLIVIA

En este órgano la participación de mujeres

indígenas se dio en el gobierno del MAS

por primera vez de la historia del país.

Preguntas a realizarse – entrevistas semiestructuradas

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Se llevó a cabo una batería de preguntas posibles para las entrevistas semi-estructuradas

de las fases 1, 2 y 4, pero estas tienen un carácter flexible en canto a la pertinencia que

se identifique en la lógica establecida para el proceso, dado que como se señaló se

iniciará con una primera ronda de entrevistas a las mujeres indígenas.

Iniciamos con la batería de preguntas planificadas para la fase 2, posteriormente están

las preguntas de la fase 1 y 2, dado que serán realizadas a las mimas sujetas: las mujeres

indígenas que ocuparon cargos jerárquicos en el Estado entre 2005 y 2011.

A informantes clave (Fase 2):

a) Viceministro de Descolonización y jefa de la unidad de despatriarcalización

1. ¿Quienes plantean la idea de la descolonización estatal?

2. ¿Cómo se asume en esta entidad este mandato qué responsabilidades principales

se tiene?

3. ¿Qué tarea e ha llevado a delante para cumplirlo?

4. ¿Por qué se plantea la necesidad de descolonizar el género?

5. ¿Quienes plantearon esto?

6. ¿Cómo se fue consolidado esta iniciativa quienes definieron que se

institucionalice este planteamiento?

7. ¿Quienes participaron o participan?

8. ¿Las mujeres de los movimientos sociales tiene conocimiento de esto?

9. ¿Cómo se les ha hecho saber de esto?

10. ¿Han participado en este proceso en qué momento y cómo?

11. ¿Otras mujeres no indígenas han participado de qué manera?

12. ¿Participaron profesionales contratados hombres o mujeres que no forman parte

del equipo

13. ¿En qué momento de qué manera?

14. ¿Por qué luego se plantea la unidad de despatriarcalización?

15. ¿Se trata de una iniciativa de las mujeres?

16. ¿Qué mujeres?

17. ¿Es un planteamiento de los o las compañeras quienes y en qué momento?

18. ¿Por qué se considera relevante despatriarcalizar el Estado?

19. ¿Qué se ha hecho para poder lograrlo?

20. ¿Con quienes se coordina dentro del gobierno este proceso?

21. ¿Con quienes se coordina fuera del gobierno actores de la sociedad civil,

movimientos sociales etc.)?

Al equipo técnico (Consultores, servidoras (es) públicos, técnicas (os) y/o asesoras )

1. Existieron proceso participativos para plantear la descolonización del Estado

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2. ¿Cómo fueron estos quienes participaron?

3. ¿Quién o quienes plantearon la iniciativa tanto de descolonizar el género

como de despatriarcalizar el Estado?

4. ¿Por qué se considera necesario?

5. ¿Cuáles son los pilares centrales de este proceso?

6. ¿Cuáles han sido las medidas concretas para llevarlo a cabo?

7. ¿Con quienes se coordina?

8. ¿Existe retroalimentación o participación constante de las mujeres indígenas

o de los movimientos sociales?

9. ¿De otras mujeres?

10. ¿De qué forma participan?

11. ¿Cómo se ha “identificado” los temas centrales que implican los problemas

de subalternidad y patriarcado?

12. ¿No existe una tendencia a hacia unas culturas invisibilizando a otras?

13. ¿Quienes participaron en la realización de los documentos oficiales?

14. ¿Son resultado de consultorías o procesos participativos?

15. ¿Cómo se establecen los criterios para uno u otro caso?

16. ¿Cómo se coordina dentro del gobierno la elaboración de los mismos?

17. ¿Hay un discurso oficial de “descolonización y despatriarcalización del

género o varios?

18. ¿Por qué hay uno o varios?

19. ¿En qué contenido y de qué forma se ven reflejados los saberes de las

mujeres indígenas en el documento?

20. ¿Cómo se trabajó? ¿con mujeres que son parte del gobierno o fuera de este?

Preguntas a mujeres indígenas participantes del bloque histórico

Órgano ejecutivo

Órgano legislativo Líderes sociales

MINISTRA DE DESARROLLO

RURAL Y TIERRAS: NEMECIA

ACHACOLLO

MINISTRA DE JUSTICIA:

NILDA COPA

MINISTRA DE DESARROLLO

PRODUCTIVO Y ECONOMÍA

PLURAL: ANTONIA

RODRÍGUEZ MEDRANO.

AL MENOS 5 DIPUTADAS

AYMARAS Y 5 QUECHUAS

MIEMBROS DEL ÓRGANO

LEGISLATIVO.

CRITERIOS DE SELECCIÓN DE

LAS ENTREVISTADAS:

- MUJERES INDÍGENAS

AYMARAS Y QUECHUAS

QUE HAYAN SIDO O SEAN

PARTE DE LA ACTUAL

AL MENOS 3 LÍDERES

SOCIALES DE LOS

MOVIMIENTOS

SELECCIONADOS.

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328

EX - MINISTRA DE JUSTICIA:

CASIMIRA RODRIGUEZ

ASAMBLEA LEGISLATIVA

PLURINACIONAL DESDE

EL AÑO 2005 HASTA LA

ACTUALIDAD, HAYAN

FORMADO PARTE DE

MOVIMIENTOS SOCIALES

INDÍGENAS Y

CAMPESINOS

(PREFERENTEMENTE QUE

SEAN PARTE DEL

INSTRUMENTO POLÍTICO

Y/O HAYAN

PARTICIPADO EN LA

ASAMBLEA

CONSTITUYENTE) Y

FORMEN PARTE DEL

MOVIMIENTO AL

SOCIALISMO.

Fase 1 y fase 4

En la fase 1 se tratará de indagar lo más posible acerca de los hitos del proceso de

descolonización del género más significativos para las mujeres, en la fase 4 se

profundizarán los que se considere relevantes y se complementará con otras preguntas.

Aclaraciones de la formulación de las preguntas:

Se realizan preguntas introductorias para poder identificar elementos que se

apuntaron como relevantes a tomar en cuenta y poder dar cuenta de

especificidades de cada una de las mujeres y espacio comunes entre ellas.

Se realizan preguntas de cierre para poder identificar algunas percepciones o

formas de subjetivación de la colonialidad, subalternización y discriminación.

Se analizará la pertinencia de la reiteración de las preguntas e el transcurso del

trabajo.

Se utiliza la palabra compañera o compañero dado que en el contexto actual se

asume como una palabra coloquial y de cercaría para poder acceder a las sujetas

entrevistadas.

Primero se indaga con lenguaje más sencillo algunos aspectos que pueda develar

los hitos que interesan a la investigación y finalmente se utilizan los términos

planteados: proceso de descolonización y despatriarcalización.

Preguntas introductorias:

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¿Cuál es su nombre?

¿Quiénes decidieron que tenga ese nombre y por qué?

¿Vivía con sus dos papás cómo recuerda a su familia?

¿Tenía hermanos o hermanas?

¿Tuvo que cuidarlos?¿De qué forma?

¿Qué responsabilidades tenía en su casa?

¿Qué momentos tuvo difíciles en la escuela, la terminó?

¿Le hubiese gustado terminarla por qué?

¿Cuántos años tiene?

¿Considera un buen momento esta edad para ser autoridad del Estado por qué?

¿En qué espacios siente que aprendió más de las cosas que sabe?

¿Tiene hijos e hijas cómo es la relación con ellos?

¿Tiene un compañero? ¿Cómo es la relación con él?

¿Su compañero la apoya en su participación en los movimientos sociales?

¿Él la apoya en su participación en el gobierno?

¿Ha sido difícil mantener sus tareas de madre y su rol en la política?

¿Es necesario ser madre o tener pareja para ser autoridad por qué?

Dimensiones Categorías (relacionales)197

Preguntas

Colonialidad del

ser

Situación de

otredad,

subalternidad y

dominación

Identidad individual: Cuándo

y cómo se refiere a sí misma

como individualidad y a qué

referentes de la

descolonización apela.

Identidad colectiva:

¿Si yo le digo que me defino

como una mujer joven, de clase

media profesional, soltera de

ascendencia aymara y activista

social, cómo se definiría usted?

¿Usted participó en los

movimientos sociales antes del

proceso constituyente?

197 Estas se fueron reajustando significativamente en el proceso de investigación.

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330

colonial Cuándo y cómo se refiere a sí

misma como parte de la

colectividad (movimientos

social, partido, proyecto

político) y a qué referentes de

la descolonización apela.

Otredad:

A quienes identifica como

propios (as) en el marco de su

identidad y como otros/otras:

en términos de mujeres

indígenas, mujeres no

indígenas, hombres

indígenas, hombres no

indígenas; de los/las “otras”

como otros u otras.

Subalternidad:

Cuándo y cómo se asumen

como subalternas o

subalternizadas.

¿Por qué formó o forma parte de

este?

¿Era un movimiento de mujeres

solamente? ¿Tenían demandas

específicas de mujeres?

¿Cómo era la relación con los

compañeros varones?

¿Cómo se tomaban las decisiones

dentro de su movimiento?

¿Con quienes se coordinaba?

¿A qué pueblo indígena

pertenece?

¿Qué caracteriza a su pueblo

indígena?

¿Usted cree que es distinto ser

mujeres indígena aymara o

quechua a ser “mujer no

indígena” o ser una mujer

indígena de otra cultura?

¿Existen ventajas o desventajas al

respecto?

¿Con quienes se siente mejor

trabajando?

¿Considera que las compañeras no

indígenas entienden la forma de

pensar de las mujeres indígenas?

¿Por qué en qué aspectos sí o no?

¿Es distinto ser aymara a ser

quechua, en qué?

¿Algún vez la han discriminado?

Cuando?

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331

¿Lo siguen haciendo?¿Por qué?

¿Piensa que ha habido un cambio

en la relación con las demás

personas dentro del gobierno

después de la asamblea

constituyente?

¿En qué ha ayudado plantear

descolonización del género a la

situación de las mujeres?

¿Y de las mujeres indígenas

específicamente?

¿Han cambiado las relaciones con

hombres y mujeres? De qué

forma? En qué?

¿Qué hacían las mujeres en las

reuniones de los movimientos

sociales?

¿Cómo es el trato que recibe de

los compañeros no indígenas

dentro del gobierno en el trabajo

diario?

¿Es distinto al trato de los

compañeros indígenas en qué?

¿Cuáles son las principales

dificultades en esta relación?

¿Hay una diferencia con la

relación con los compañeros

indígenas y los no indígenas?

¿Qué cosas que se hayan hecho

con el fin de descolonizar el

género han ayudado a mejorar

estas relaciones?

¿Qué otros factores han influido

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332

en estos cambios?

¿Qué momentos recuerda como

los más importantes?

¿Qué momentos recuerda como

los más difíciles en este proceso

Colonialidad del

poder:

Procesos y formas

de dominación,

explotación y

conflicto que

permanecen o

fueron superadas.

Relaciones de dominación y

explotación con mujeres

indígenas y no indígenas.

Relaciones de dominación y

explotación con mujeres

indígenas y no indígenas

Conflictos por rupturas y

cambios de relaciones de

dominación y explotación

con mujeres indígenas y no

indígenas.

Conflictos por rupturas y

cambios de Relaciones de

dominación y explotación

con hombres indígenas y no

indígenas.

¿Quiénes forman parte de su

equipo de trabajo cercano?

¿Qué decisiones y cómo se

coordina con el presidente Evo

Morales

¿Qué decisiones y cómo se

coordina con otros Ministros?

¿Qué decisiones y cómo se

coordina con los movimientos

sociales?

¿Los líderes varones de los

movimientos sociales influyen en

algunos cambios o consenso de

las decisiones con el gobierno?

¿En sus decisiones finales como

autoridad?

¿Cómo en qué momentos?

¿Los movimientos de mujeres

pueden tomar de cisiones y

coordinar el trabajo

gubernamental sin consultar a los

compañeros, por qué?

¿Trabaja con mujeres no

indígenas, cómo es la relación con

ellas?

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333

¿Existen dificultades?¿Cuáles?

¿Trabaja con hombres no

indígena?

¿Cómo es la relación con ellas?

¿Hay conflictos con ellos?

¿Quiénes son sus asesores?

¿Tiene que tener algunas

características especiales? Cuáles?

¿Son ellos o ellas del MAS?

¿Y con los que no son del MAS

cómo es la relación?

¿Alguna vez le han faltado al

respeto o no la han escuchado

dentro del gobierno?

¿Fuera de este, quienes y de qué

forma?

¿Piensa o siente que ha

incomodado o molestado la idea

de que una mujer indígenas sea la

máxima autoridad?

¿A quiénes y de qué forma?

¿Cuál es la dinámica y los

principales problemas que

identifica en este proceso de

trabajo?

¿Cuáles son las ventajas?

¿Prefiere trabajar con mujeres o

con hombres? Por qué?

¿Indígenas o no indígenas? Por

qué?

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¿Qué piensa de las otras

compañeras que no son

indígenas?

¿Con quienes es más fácil o

difícil dialogar con mujeres u

hombres? ¿En qué contexto?

¿En los ampliados de los

movimientos sociales para

analizar las decisiones de

gobierno las compañeras se

encargan de la alimentación qué

tareas más realizan?

¿En qué ha influido la

despatriarcalización para mejorar

las relaciones? Y la

discriminación?

¿Qué momentos de este proceso

considera importantes para estos

cambios

¿Qué medidas son las que más

han ayudado

¿Qué momentos han tenido más

tensiones o dificultades?

¿Han habido resistencias para los

cambios? ¿En qué las nota?

¿Usted ha cambiado alguna forma

de ver el tema de género con estos

planteamientos de

descolonización?

¿Si una compañera es soltera se la

toma en cuenta de igual forma por

qué?

¿Varía esto si es indígena o no

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indígena?

¿Por qué se plantea descolonizar

el género?

¿Usted participó en alguna parte

de este planteamiento o iniciativa?

¿Cómo se inserta la matriz

chacha-warmi en este proceso?

¿Hay elementos de otras culturas

que se tomen en cuenta para esto?

¿La complementariedad es una

realidad o a veces no se logra con

los compañeros?

¿Cómo recuerda que se llevo

adelante el proyecto de

descolonización en el gobierno?

¿Piensa que es importante

descolonizar el género. Por qué?

¿Está de acuerdo con esta

propuesta, por qué?

¿Quienes deciden finalmente

cuando se plantan los avances o

medidas de este proceso?

¿Usted cree que es necesario tener

estudios universitarios o de otro

tipo para participar en el proceso

de descolonización?

¿Qué tío de saberes son

necesarios?

¿Se han tomado en cuenta los

saberes que señala de qué forma y

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en qué momento?

¿El movimiento social al que

pertenece participó en la

formulación de esta propuesta?

¿Participó usted o su movimiento

social en la elaboración de los

documentos oficiales de

descolonización del género y

depatriarcalización?

¿Conoce los documentos oficiales

del gobierno de estos temas?

¿De qué forma se han dado a

conocer la población?

¿Las mujeres bolivianas los

conocen?

¿Las mujeres indígenas?

¿Las mujeres de los movimientos

sociales?

¿Qué momentos considera

relevantes de todo en los que se

haya incorporado otros saberes

distintos a los académicos?

¿Cuáles han sido los principales

problemas para esto?

¿Existen cambios importantes?

¿Usted ha modificado su forma de

ver el género? En qué sentido?

¿Qué puede señalar del proceso

de descolonización que haya

ayudado a cambar el

conocimiento respecto al género y

al patriarcado?

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Preguntas de cierre:

¿La sociedad boliviana es machista?

¿Existe patriarcado en el país?

¿En su vivencia más cercana tuvo vivencias relacionadas al machismo, patriarcado o

algún tipo de discriminación?

¿Dentro del gobierno las ha vivido?

¿En su movimiento social?

¿En el proceso constituyente?

¿En su trabajo cotidiano?

¿Considera que hay muchas diferencias en las relaciones entre indígenas y no indígenas

que se hayan mejorado en este proceso de descolonización del género y

despatriarcalizaciòn?

Que aspectos cree que deban cambiarse o mantenerse de las relaciones entre:

a) Hombres y mujeres

b) Entre indígenas y no indígenas

c) Mujeres indígenas y hombre no indígenas

d) Mujeres indígenas y mujeres no indígenas

¿Cómo ven el futuro del proceso de descolonización del género y despatriarcalización?

¿Qué ve a futuro para ustedes y para las mujeres en este proceso?

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