fabulas libro chinita i
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Indice
La liebre y la tortuga ........................................ 4
La paloma y la hormiga .................................... 6
La gallina de los huevos de oro......................... 7
Los hijos del labrador ......................................... 9
La vaca lechera ................................................. 10
La cigarra y la hormiga ................................... 12
El padre y las dos hijas ..................................... 13
La zorra y las uvas ............................................ 15
El ratón campesino y el cortesano.................. 17
El león y el ratón ................................................ 19
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Prologo
Las fábulas son cortas y breves narraciones literarias,
normalmente en verso, que terminan siempre con un mensaje de
enseñanza o moraleja de carácter instructivo, cuyos personajes
casi siempre son animales u objetos ficticios.
Una buena vía para entretener y a la vez educar a los niños.
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La liebre y la tortuga
n el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y
vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se
burlaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta!
Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la
liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una
carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la
liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos
nuestras apuestas y veamos quién gana la
carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la
apuesta.
Así que todos los animales se
reunieron para presenciar la carrera. El búho
señaló los puntos de partida y de llegada, y sin
más preámbulos comenzó la carrera en medio de
la incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre dejó coger ventaja a
la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr
velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar.
Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se
dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida,
mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin
detenerse.
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Cuando la liebre se despertó,
vio con pavor que la tortuga se
encontraba a una corta distancia de
la meta. En un sobresalto, salió
corriendo con todas sus fuerzas, pero
ya era muy tarde: ¡la tortuga había
alcanzado la meta y ganado la
carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que
no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso
de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie,
absolutamente nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de
los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar
nuestros objetivos.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla
con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.
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La paloma y la
hormiga.
bligada por la sed, una hormiga bajó a un arroyo;
arrastrada por la corriente, se encontró a punto de morir
ahogada.
Una paloma que se encontraba en una rama cercana observó la
emergencia; desprendiendo del árbol una ramita, la arrojó a la corriente,
montó encima a la hormiga y la salvó.
La hormiga, muy agradecida, aseguró a su nueva amiga que si
tenía ocasión le devolvería el favor, aunque siendo tan pequeña no sabía cómo
podría serle útil a la paloma.
Al poco tiempo, un cazador de pájaros se alistó para cazar a la
paloma. La hormiga, que se encontraba cerca, al ver la emergencia lo picó en
el talón
haciéndole
soltar su arma.
El
instante fue
aprovechado por
la paloma para
levantar el
vuelo, y así la
hormiga pudo
devolver el
favor a su amiga.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla
con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.
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La gallina de los
huevos de oro.
na vez, un Granjero y su esposa tenían la dicha
de tener una Gallina que ponía huevo de oro cada día.
Sin embargo, su ambición y curiosidad fue tan
grande, que creían que su gallina tenía en su interior una milagrosa
máquina de hacer oro, y para asegurarse de que nunca les falte aquel oro a
cada momento, decidieron sacrificar a su gallina para obtener dicha
"maquina".
Al revisar las entrañas de la
pobre Gallina, su sorpresa fue colosal, ya
que no encontraron nada diferente de sus
otras gallinas.
Y así, este par de ingenuos que
creyeron ser más ricos de una sola vez,
perdieron su único y seguro ingreso que era
por día.
Moraleja Nunca destruyas por
ninguna razón, lo que buenamente haz
adquirido, y te está proveyendo de
bienestar.
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Los hijos del
Labrador.
os dos hijos de un labrador vivían siempre
discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como
quién iba a manejar el arado, quién sembraría, y así
como todo. Cada vez que había una riña, ellos dejaban
de hablarse. La concordia parecía algo imposible entre los dos. Eran
testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una dificultad mejorar estos
sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.
Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió
que se fueran al bosque y les trajeran un manojo de leña. Los chicos
obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver
quién recogía más leños. Y otra pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea,
se fueron hacia su padre que les dijo:
- Ahora, junten todos las varas, las amarren muy fuerte con una
cuerda y veamos quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas
las varas al
mismo tiempo.
Y así lo
intentaron los dos
chicos. Pero a
pesar de todos sus
esfuerzos, no lo
consiguieron.
Entonces deshizo
el haz y les dio las
varas una a una;
los hijos las rompieron fácilmente.
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- ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos
como el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están
divididos serán vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos,
somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño.
Y los tres se abrazaron
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La vaca lechera.
a hija de un granjero llevaba un recipiente lleno
de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes
futuros:
- Cuando venda esta leche, compraré trescientos
huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos
doscientos pollos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de
ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente
dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo
los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una
piedra, cayendo junto con la vasija de leche al
suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un
instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más
próspera fortuna,
que vivirás ansiosa sin que pueda
saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro.
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La cigarra y la
hormiga.
a cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol
brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra
cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una
pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando,
recogiendo alimentos.
- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un
rato conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.
- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de
tanta holgazanería – le respondía la
hormiga, mientras transportaba el grano,
atareada.
La cigarra se reía y seguía
cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse,
sintió el frío intenso del invierno. Los
árboles se habían quedado sin hojas y del
cielo caían copos de nieve, mientras la
cigarra vagaba por campo, helada y
hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su
vecina la hormiga, y se acercó a pedirle
ayuda.
- Amiga hormiga, tengo frío y
hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú
tienes mucha comida y una casa caliente,
mientras que yo no tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para
trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para
allá?
- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
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- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el
invierno-
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido
la lección.
Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven
debe aprovechar el tiempo.
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El padre y las dos
hijas.
n padre tenía dos hijas. Una casó con un
hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos. Al cabo
de un tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano, y
le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un deseo especial:
que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan
siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole
sobre su estado. Y ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se
mantengan
secos, sin
lluvia, con
sol brillante,
para que así
los ladrillos
sequen y
endurezcan
muy bien.
El
padre meditó: si una desea lluvia, y la otra tiempo seco, ¿a cuál de las dos le
adjunto mis deseos?
Moraleja: No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el
mundo. Te será imposible.
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La zorra y las uvas.
n una mañana de otoño, mientras una zorra descansaba
debajo de una plantación de uvas, vio unos hermosos
racimos de uvas ya maduras, delante de sus ojos. Deseosa decomer algo
refrescante y distinto de lo que estaba acostumbrada, la zorra se levantó, se
remangó y se puso manos a la obra para comer las uvas.
Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho
más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para
alcanzarlos. Saltó, saltó, pero sus dedos no conseguían ni tocarlos.
Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó
carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aún así, la zorra no se dio
por vencida. Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían
estar cada vez más altas y lejanas.
Cansada por el esfuerzo y sintiéndose incapaz de alcanzar las
uvas, la zorra se
convenció de que era
inútil repetir el
intento. Las uvas
estaban demasiado
altas y la zorra
sintió una profunda
frustración. Agotada
y resignada, la zorra
decidió renunciar a
las uvas.
Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de
que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió
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avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir
alcanzar las uvas, la zorra se dirigió al pájaro y le dijo:
- Yo habría conseguido alcanzar las uvas si hubieran estado
maduras. Me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero
cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, preferí desistir de
alcanzarlas. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan
refinado como el mío.
Y así fue, la zorra siguió su camino, intentando convencerse de
que no fue por su falta de esfuerzo por lo que ella no había comido aquellas
riquísimas uvas. Y sí porque estaban verdes.
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El ratón
campesino y el
cortesano.
n ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y
lo invitó a que fuese a comer a la campiña.
Pero como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos,
el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo
poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su
amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo
corazón y renegaba de su mala suerte.
Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la
puerta. Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los
agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó
en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una
rendija para esconderse.
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Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró
y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy
satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en
cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, pero sin
congojas ni temores hacia nadie.
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El león y el ratón.
espués de un largo día de caza, un león se echó a descansar
debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido,
unos ratones se atrevieron a salir de su madriguera y se
pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la ocurrencia
de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó.
Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al ratón
entre sus garras y dijo dando un rugido:
-¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy
a comerte para que aprendáis la lección!-
El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo
temblando:
- Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas
te estaré eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún
día me necesites –
- ¡Ja, ja, ja! – Se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como
tú, ¿de qué forma va a ayudarme? ¡No me hagas reír!.
Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido
por su tamaño y su valentía, le dejó marchar.
Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó
unos terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.
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Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se
encontró allí al león, que había quedado atrapado en una robusta red. El
ratón, decidido a pagar su deuda, le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré.
Y el león, sin pensarlo le contestó:
- Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo.
El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba
atrapado el león, y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:
- Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por
ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones
somos agradecidos y cumplidos.
El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este
día, los dos fueron amigos para siempre.