exégesis de la parábola del hijo pródigo
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CENTRO DE ESTUDIOS DE LOS DOMINICOS DEL CARIBE(CEDOC)
EXÉGESIS DE LUCAS 15, 11-32ESBI 529: EVANGELIOS SINOPTICOS
PROF. ROBERTO MARTÍNEZ, OFM CAP., S.T.D.
ROBERT B. MEDINA RADESCO, OSB28 DE OCTUBRE DE 2013
1
Introducción
El siguiente trabajo consiste de un análisis exegético de una de las parábolas del
evangelio de San Lucas del capítulo 15. La perícopa para ser analizada es la parábola del
Hijo Prodigo (Lc 15, 11-32). San Lucas en este capítulo narra tres parábolas sobre la
salvación de lo que estaba perdido. Cada una de ellas tiene su propio matiz, pero la
perícopa a analizar es la más importante de las tres parábolas, que ha sido trabajada de
diferentes maneras e incluso por artistas que han pintado esta escena del hijo pródigo.
El trabajo exegético consta de: un análisis crítico del texto, un análisis del contexto,
un análisis de la estructura literaria, la exégesis y una conclusión de los puntos más
sobresalientes de la parábola que más resonaron en mí durante la realización de dicha
investigación.
2
Análisis crítico del texto
11 Les contó también lo siguiente: «Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre les repartió la hacienda. 13 Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. 14 «Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una hambruna extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. 16 El muchacho deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada. 17 Entonces se puso a reflexionar y pensó: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! 18 Me pondré en camino, iré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. 19 Ya no merezco ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros.” 20 Entonces se avió y partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y se conmovió; corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. 21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Daos aprisa. Traed el mejor traje y vestidle, ponedle un anillo en el dedo y calzadle unas sandalias. 23 Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. 25 «Su hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la música y las danzas. 26 Llamó entonces a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él respondió: “es que ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” 28 Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le rogó que entrase. 29 Pero él replicó a su padre: “Hace muchos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya. Sin embargo, nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos. 30 Y ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado” 31 «Pero él replicó: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto, y ha vuelto a la vida; se había perdido, y ha sido hallado.”».
La traducción española de la perícopa de Lucas 15, 11-321 tiene dos variantes. Una
se encuentra en el versículo 16 que señala un término literal que dice: “y nadie le daba”
para reforzar que no recibía nada de comer. La otra variante que es una adición, la
encontramos en el versículo 21: “trátame como a uno de tus jornaleros” que hace referencia
al versículo 19. Al no ser críticamente seguras no las consideraré en mi trabajo exegético.
Análisis del contexto1 Texto tomado de: la traducción de la edición española de la Biblia de Jerusalén, 2009.
3
El texto de Lucas 15, 11-32 se encuentra en el capítulo que Lucas trabaja las
parábolas de la misericordia. Lucas defiende el tema de que la misericordia de Dios rompe
todas las restricciones humanas que le impedían actuar a favor de los pecadores2. Se percibe
una estructura de narración y discurso según el cual se presentan unas parábolas: dos
parábolas más breves en paralelismo sinonímico, seguida por una parábola más extensa que
transmite el mismo mensaje. Este tipo de estructura es creación de un comunicador
sumamente eficiente, que tienen en común la nota de la misericordia divina para con los
pecadores.3 En estas parábolas se revela la naturaleza de Dios y su amor incondicional, la
forma en que Dios busca a los hijos perdidos, la aceptación y la afirmación de los
pecadores arrepentidos, el impacto de la salación en la relación de las personas con otras
personas y la totalidad que el amor incondicional ofrece a quienes lo reciben.4
El contexto inmediato antes de mi perícopa (15 11-32), se encuentra la parábola de
la dracma perdida, versículos 8-10. En esta parábola Lucas quiere decirnos que la moneda
simboliza la fe5. Supone un grave daño para el alma el que uno pierda la fe. También
nosotros debemos hacer lo que hizo la mujer, encender una lámpara que es el ojo, pero el
ojo interior de la mente para buscar y recibir el aceite espiritual6.
El contexto inmediato después de mi perícopa es (16, 1-8), que es la parábola del
administrador infiel. En esta parábola el administrador fue sorprendido en el acto
fraudulento de los bienes de su amo. El administrador alteró las cuentas del amo antes de
2 Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Traducido por José Pedro Tosaus Abadía. Navarra: Editorial Verbo Divino, 2004.3 Ibid.4 Comentario Bíblico San Jerónimo. Editado por Raymond E. Brown. Vol. Tomo III. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1972.5 Just, Arthur A. La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia. Editado por Thomas C. Oden. Traducido por Marcelino Merino Rodríguez. Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 2006.6 Ibid.
4
ser despedido. El amo lo felicita por la astucia que tuvo al ganar favores con sus deudores
antes de ser despedido. Jesús no justifica la actividad fraudulenta, lo que hace es recordar a
los cristianos que usen el discernimiento y la prudencia en el servicio de Dios, porque si se
tiene el fin correcto, la sagacidad puede ser provechosa para el reino de Dios.7
El contexto próximo antes de mi perícopa es la parábola de la oveja perdida
(Lucas15, 4-7). El Pastor siempre está al cuidado de sus ovejas y si una se le pierde no
descansará hasta devolverla al redil. Como dice el mismo Jesús: “en verdad os digo que
habrá más alegría en el cielo en presencia de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.8
En el contexto próximo a mí perícopa se encuentra la parábola del buen uso de las
riquezas (16, 9-13). Lo que se ve en este texto continua con lo anterior (cfr. 16, 1-8). El fin
cristiano es el reino de Dios. Si los deshonestos emplean su riqueza mal adquirida, el
cristiano debe administrar debidamente su dinero, sin dividir la fidelidad entre dos grandes
amos: Dios y el amor al dinero o a las riquezas.9
Veamos ahora los contextos remotos. El contexto remoto antes de mi perícopa es la
del capítulo (15, 1-3), que es el marco narrativo inicial que sirve de contexto literario al
discurso de Jesús, situándolo dentro de su actividad pública. Mientras las multitudes se
reúnen en torno a Jesús, se acercan a él extraños como los recaudadores de impuestos y los
pecadores. Esto no es del agrado de los jefes religiosos, de manera que la acogida
dispensada a esos extraños proporciona el marco de controversia para las tres parábolas que
siguen.
7 Comentario Bíblico Internacional, 1287.8 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 337.9 Comentario Bíblico Internacional, 1288.
5
El contexto remoto después de mi perícopa va contra los fariseos, amigos del dinero
(16, 14-15). A los fariseos se les llama, amantes del dinero porque demuestran su oposición
a la voluntad de Dios en el uso que hacen de sus pertenencias. Cuando se proclaman justos
ante los hombres y se interesan en agradar a los hombres más que en agradar a Dios, los
fariseos delatan su propia hipocresía y su afición al dinero. Jesús dijo esta parábola porque
los fariseos estaban presentes y habían oído todo lo que Jesús había dicho. Entonces se
burlaron de él. Jesús expresa ahora directamente lo que ha dicho con parábolas e
implicaciones. Dios conoce sus corazones y su búsqueda de la riqueza es una abominación
ante él.10
Análisis de la estructura literaria
La estructura literaria de la perícopa de Lucas 15, 11-32 pertenece al género de la
parábola, llamada comúnmente la parábola del hijo pródigo11. No obstante, el nombre
popular no hace justicia a la parábola. Aquí el padre no ha perdido un hijo: tiene dos hijos
que se han perdido. Pero uno de ellos no sabe que está perdido.
La primera parte se desarrolla cuando el hijo menor pide a su padre la parte de la
herencia que le corresponde. No se indica que la petición o la concesión de la petición sean
insólitas o impropias. El padre accede y el hijo se marcha a un país lejano, donde
despilfarra todo lo que ha recibido. Después de caer en la miseria hasta el punto de tener
que alimentarse con la comida destinada a los cerdos, recapacitó y se dio cuenta de que los
jornaleros de su padre estaban mejor que él. Entonces decidió volver donde su padre y
pedirle trabajo. El padre al ver desde lejos al hijo menor, salió corriendo a su encuentro, lo
10 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 352.11 Comentario Bíblico Internacional, 1287.
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abrazó, lo cubrió de besos, le dio el mejor vestido, un anillo y sandalias y ordena que se
celebre una fiesta en su honor, porque estaba perdido y había sido hallado. Está claro que el
hijo menor estaba perdido (como la oveja y la moneda de las dos parábolas anteriores). Hay
alegría precisamente porque ha retornado o ha sido encontrado, al igual que las dos
parábolas anteriores donde lo que se buscaba se halló.12
La segunda parte de la narración consiste, en el momento en que el hijo mayor entra
en la escena. Éste al oír el alboroto de la fiesta pregunta el motivo. Cuando uno de los
criados se lo explica el hijo mayor se enfada y se niega a unirse a la celebración. No resulta
tan claro que también el hijo mayor estaba perdido. Dentro del pensar del hijo mayor, éste
le era fiel a su padre incondicionalmente. Merece la herencia y el padre lo admite, pero la
idea que tiene de sí mismo lo ha llevado a un país más lejano que aquel al que ha viajado su
hermano menor. El hijo mayor es el bueno, y lo sabe, considerándose a sí mismo como el
único hijo fiel, está convencido de su propia justicia y esto le impide reconocer el amor
incondicional de su padre, que se muestra libremente a ambos por igual. Una barrera lo
separa tanto de su padre como de su hermano menor. No sabemos si el hermano mayor se
unió a la fiesta. En este sentido el relato está incompleto no ofrece detalles sobre ello. Pero,
como en todas nuestras vidas, cada uno de nosotros tiene que decidir cuál será el final de
nuestra realidad incompleta13. El desafío de la parábola se intensifica porque su final queda
abierto: ¿entrarán los justos en el lugar del banquete para divertirse con los pecadores y con
el Dios que disfruta de su compañía?14
12 Ibid.13 Ibid.14 Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo, 181.
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Tras haber analizado la perícopa presentaré la estructura del trabajo que seguiré a
continuación para mí exégesis:
El Hijo Prodigo (15, 11-24)
Identificación de los dos hijos
Los dos hijos representan dos pueblos
Por qué el hijo menor mereció perder los privilegios de hijo
Abandonar al Padre es alejarse de uno mismo
El Reino de la lujuria es destructor
El hijo pródigo sufre hambre
El ciudadano es el príncipe de este mundo
Una estancia entre cerdos
Vacío de alimento
A pesar su de pecado, el Espíritu no abandona al hijo
Retorno a la casa del Padre
La primera confesión busca la reconciliación
Repetir el Padre Nuestro
Hijo por el bautismo
Al correr el Padre inicia la reconciliación
8
Perdona los pecados del hijo
Acciones del Padre muestran los beneficios de la Encarnación
El Padre admite al hijo en la fiesta divina
El Hijo Mayor y su Padre (15, 25-32)
El Hijo Mayor no representa a Israel
El Hijo Mayor está siempre con el Padre
Cristo ha nacido por el Hijo Mayor
Exegesis
La parábola del hijo pródigo hace alusión a los escribas y fariseos, que murmuraban
de que Jesús se sentara a la mesa con los pecadores y se alegrara con su arrepentimiento y
conversión. Asegura la unidad de toda la narración, al establecer la existencia de una
relación de paternidad-filiación entre los tres actores de la narración, una relación que se
verá amenazada alternativamente durante el relato, cuyo objetivo está en lograr que se vea
de nuevo restablecida: el sujeto principal, apenas identificado, un hombre, queda definido
por tener dos hijos y una herencia que repartir.15
El Hijo Pródigo (15, 11-24)
La insistencia sobre el padre es evidente; todo el relato gira en torno a él. La
reacción alternativa de sus hijos ante la donación paterna y una respuesta del padre,
repetida dividen claramente la parábola en dos escenas: la primera parte, la narración del
15 John R. Donahue, S.J. «The parables of Luke.» The Bible Today (Liturgical Press), nº September/October (2003): 274-335.
9
hijo menor al pedir su herencia e irse; la segunda parte es sobre la reacción del hijo mayor a
la fiesta dedicada al hijo menor.16 Si la exigencia del hijo menor abrió el relato y el drama
familiar, la falta de respuesta por parte del hijo mayor deja abierta la narración y el drama
imaginado. El hijo mayor no pudo mantener su filiación, puesto que no quiso restablecer la
fraternidad: su sí al padre era, o debiera haber sido, al mismo tiempo, un sí a su hermano.
La primera escena se abre cuando el hijo menor abandona al padre y la casa paterna;
y se cierra con su retorno (Lc 15, 13-20). La segunda, en cambio, queda abierta estando el
hijo alejado del padre; se concluye sin que se haya decidido entrar en su casa y no sabemos
que sucedió después (Lc 15,25.28). 17
Un hombre tenía dos hijos, y es opinión de algunos que los dos hijos representan a
los santos ángeles y a nosotros, los que habitamos la tierra. El hijo mayor que vivía
sobriamente representa la comunidad de los ángeles, mientras que el hijo menor, el pródigo,
representa la raza humana. Otros autores le dan otra explicación diciendo que el hijo mayor,
el que se porta bien, representa al Israel terreno, mientras que el menor eligió vivir en la
lujuria de los placeres y se alejó de su padre, describe a los gentiles.18 No conviene pasar
por alto que la historia contada por Jesús tenía como protagonista real a un padre que tenía
dos hijos: ser padre es la única cualificación del personaje. Y será el padre quien ocupe el
puesto central del relato; los hijos tienen cada uno una relación diferenciada con su padre,
que mirando bien, el padre nunca sale del relato. Es la figura del padre quien une y sostiene
ambas historias.19
16 Bartolomé, La alegría del Padre, 25.17 Ibid.18 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 341.19 Iceta, Manuel. «El cuadro del hijo pródigo de Rembrandt (1606-1669).» Ecclesia, 7 2012: 4.
10
El hijo menor inicia la acción, pide la parte de sus bienes que le corresponden al
padre. El padre reacciona sin oposición cumpliendo el deseo de su hijo. El hijo mayor no
recibe su parte, porque le corresponde la propiedad de todo lo restante. El padre seguirá
siendo considerado como propietario.20
Los dos hijos representan dos pueblos el judío y el gentil. Al pueblo judío se le
consideró más adulto por el conocimiento de la ley y al pueblo gentil más joven por la
necedad del paganismo. Porque así como las canas son signo de sabiduría, la necedad quita
todo lo que es característico del hombre.21
El hijo menor ha merecido perder su derecho de hijo, por el hecho de que no ha
querido poseer, junto a su padre aquellos bienes que eran propios del padre. Lo que induce
al hijo menor a esta temeridad es el hecho de saber, que el Padre celestial no puede estar
limitado por ningún tiempo, ni ser aniquilado por ningún poder de la muerte. Es por esto
que el hijo menor desea disfrutar de la generosidad del padre mientras este vive, sin esperar
su muerte para enriquecerse con sus bienes. Pero la generosidad del progenitor demostró
que no había ningún agravio a esta petición.22
El patrimonio divino se da a todos aquellos que lo piden. En el Reino de Dios no
existe la minoría de edad, ni crece la fe a medida que pasan los años. El que pide es que se
ha juzgado a sí mismo ya capaz, pero lo que no debió haber hecho era apartarse de su padre
para no tener que conocer los inconvenientes de su edad. Pero después que se marchó lejos
malgastó sus bienes. Aquí se puede ver que el que malgasta su patrimonio, se aleja de la
Iglesia. El que se separa de Cristo está desterrado de la patria y se hace ciudadano del
20 Ibid.21 Ibid.22 Ibid.
11
mundo. Nosotros, no somos extranjeros ni peregrinos, sino que somos conciudadanos de
los santos y de la casa de Dios. Pues los que estábamos lejos, nos hemos hecho hermanos
por medio de la sangre de Cristo. El país lejano es el país de las sombras de la muerte; sin
embargo, nosotros que tenemos al Señor Jesús, como espíritu ante nuestra vista, vivimos a
la sombra de Cristo.23
Es por esto que el reino de la lujuria es destructor. Vivir de pasiones sensibles es lo
mismo que vivir en un ambiente tenebroso, y esto precisamente es vivir lejos del rostro de
Dios. Pero no sólo las pasiones son materia grave aquí, sino también el destino que le dio al
patrimonio en tierra extranjera. El pecado del hijo consistió en su incapacidad para
conservar los bienes que el padre le había confiado para mantener una vida digna de hijo.
La salida de casa puede considerarse como el inicio de su rápida perdición.24
Aconteció que el hambre se empezó a sentir en esa región. No un hambre de
alimentos, sino, la de las buenas obras y la de las virtudes. Porque el que se aparta de la
palabra de Dios, siente una fuerte hambre, ya que no sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra de Dios. El que se aparta de la fuente, se muere de sed; el que se distancia del
tesoro, padece necesidad; el que se aleja de la sabiduría, se hace necio y el que abandona la
virtud se destruye a sí mismo. Y como consecuencia de esa penuria, le sobrevino el
comenzar a sentir hambre, porque el placer del que continuamente se está alimentando,
nunca dice basta. El que no sabe saciarse con el alimento que no se corrompe, siempre
estará hambriento. 25
23 Ibid.24 Bartolomé, La alegría del padre, 4725 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 342
12
Entonces fue, y se puso a servir a uno de los ciudadanos de allí. No hay duda de que
quien es esclavo está de alguna manera atado. Es fácil ver en este ciudadano la figura del
príncipe de este mundo. El hijo menor es enviado a una granja a guardar cerdos. Estos
animales representan el mal, porque fueron a esos animales a los que el demonio pide entrar
y precipitarse al mar. Se les relaciona con el mal porque viven entre inmundicia y fetidez.26
Esto es lo que encuentra quien rechaza a su padre y se confía a un extranjero: sufrir
un juicio severo al huir de un provisor tan indulgente. Quien abandona a un padre tan
amoroso y misericordioso, conoce la desgracia y lo penoso de haber perdido la felicidad de
la tranquilidad paterna.27
La extrema necesidad le ha convertido en siervo de extraños. Si estar al servicio de
unos cerdos era el culmen del oprobio para un judío, desear tener su alimento expresaba
gráficamente el grado de extrema necesidad al que había quedado reducido28. Los cerdos
representan las diversas clases de demonios y en las bellotas la falsa virtud de los hombres
vanos y la vanagloria de sus palabras, las cuales no sirven de provecho alguno, porque son
una falsa filosofía.
A pesar de su pecado, el Espíritu no abandona al hijo. Al estar en esta necesidad
recapacita y se da cuenta de que, ciertamente fue un pecado, y tanto que pecó por sus malas
acciones pero el Espíritu no le fue quitado, al contrario todavía llama padre a Dios. Esto
indica que no se le había quitado la gracia del Espíritu Santo, que se le concedió. En efecto,
nosotros no podemos y utilizar la palabra Padre, refiriéndonos a Dios, sin el permiso del
Espíritu Santo que habita en nosotros.
26 Ibid.27 Ibid.28 Bartolomé, La alegría del Padre, 49
13
La penuria radical le hace volverse hacía sí mismo, como si la carencia de medios
de subsistencia le hubiera obligado a descubrirse de nuevo, a convertirse a sí mismo, es
decir, en sí mismo, en hijo: volvió en sí. Primero el retorno a sí mismo y luego al padre.
Aún antes de volver él, el hambre ya le devolvió a su casa: las algarrobas de los puercos le
hacen pensar en el pan de los jornaleros. Aunque la motivación inicial fuese la búsqueda de
su propio provecho, añorando al padre comenzó el regreso, un retorno a sí mismo y el
reencuentro en sí con el hogar, el padre y sus asalariados. El regreso se inicia con el
recuerdo del hogar. La memoria del padre le hace, por vez primera, reconocerse perdido en
tierra extranjera. El recuerdo nostálgico de la casa paterna señala el comienzo de la
recuperación del hijo que se hallaba perdido: en dialogo consigo mismo se reencuentra
como hijo, abandonado a su suerte, alejado del padre que había abandonado.29
El monólogo es la primera confesión buscando la reconciliación. Este monólogo se
convierte en un diálogo por hacer con un padre aún lejano, sin haber regresado todavía, ya
tiene al padre a su alcance, o sea, en el corazón. El recuerdo y la recuperación de sí mismo
conduce a la maduración de la decisión del regreso30. “Padre he pecado contra el cielo y
contra ti” (cfr. Lc 15,21). Ésta debe ser la primera confesión que hemos de hacer al creador
de nuestra naturaleza, al maestro de la misericordia y al que ha de juzgar nuestra culpa. Y,
aunque Dios conoce todo, espera, sin embargo, la voz de tu confesión. Es mejor que te
confieses para que interceda por ti Cristo, a quien tenemos como abogado junto al Padre,
que ruegue por ti la Iglesia y que el pueblo llore a tu favor. El Padre también tiene razones
para perdonarte, puesto que lo que quiere el Hijo, lo quiere el Padre31.
29 Ibid.30 Ibid.31 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 344.
14
Cuando vuelve al Padre y clama que ha pecado contra él, en esto se puede visualizar
la oración del Padre Nuestro, que lo atestigua la Iglesia con la voz cotidiana que dice:
“Padre Nuestro que estás en los cielos”.
El hijo menor ya no se siente digno de ser llamado hijo, aunque somos hijos por
medio del bautismo. Al decir “ya no soy digno de llamarme hijo tuyo”, sabe que no debe
enorgullecerse por objeto de su pecado, hasta que no se humille y sea perdonado. También
pide que lo haga uno de sus jornaleros, porque sabe de sobra que existe una gran diferencia
entre hijos, amigos, jornaleros y criados. Se es hijo por el bautismo, amigo por la virtud,
jornalero por el trabajo y criado por temor. Pero los criados y jornaleros pueden hacerse
amigos, según lo que está escrito: “Vosotros seréis mis amigos si hiciereis lo que yo os
mando; ya no os llamaré siervos, sino amigos”.32
Al correr el Padre inicia la reconciliación. En efecto, Cristo ha escogido a los que
permanecen en pie. Por tanto, levántate, acude presuroso a la Iglesia; en ella está el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo33. El hijo se había preparado para una fría recepción: su ilusión
era llegar a ser asalariado; en vez de la autoridad paterna se encontró con su ternura. El
amor paterno, apenas demostrado, le hace imposible renunciar, por lógico que le pareciera,
a su padre: el hijo, al que sólo le importaba vivir y por eso volvía a la casa de su padre
como jornalero, vuelve a ser hijo, gracias al comportamiento del padre: ha sido perdonado
antes de pedir perdón34.
El padre no contesta al hijo, perdona los pecados del hijo. Se echó a su cuello y le
besó. El padre cura las heridas del hijo, de manera que no queden ni cicatrices, ni manchas.
32 Ibid.33 Ibid.34 Bartolomé, La alegría del Padre, 57
15
El amor paterno apenas demostrado le hace imposible renunciar, por lógico que le pareciera
a su padre. El amor del padre no ve los delitos y por eso el padre ha redimido los pecados
del hijo con un beso, los ha tapado con un abrazo, para que los pecados de su hijo no
queden al descubierto.35
Las acciones del padre muestran los beneficios de la encarnación. El Padre acude, y
acude desde lejos. Acude en el cielo cuando por sí mismo desciende del cielo y viene a la
tierra. Se echó a su cuello; se ha echado cuando, por mediación de Cristo, toda la divinidad
se ha inclinado y se ha apoyado en nuestra carne. Escucha a Cristo que dice: “Padre, como
tú en mí y yo en ti, así también, que éstos sean uno en nosotros”36. La acción del Padre ha
puesto en movimiento a todos los habitantes de la casa.
El Padre admite al hijo en la fiesta de la alegría de su retorno. Esta es la acción de
benignidad y de la bondad paterna, que no sólo devuelve la vida a los muertos, sino que
también muestra su gracia por medio del Espíritu. En lugar de la corrupción reviste al
hombre con la incorrupción; en lugar del hambre, mata el ternero; para que no viaje otra
vez lejos, cuida del que ha vuelto, calzando sus pies de nuevo. Y lo más admirable; puso un
anillo divino en su mano. Mediante todos estos signos lo regenera de nuevo según la
imagen de la gloria de Cristo. El vestido de fiesta tiene el sentido de lo mejor disponible,
significa una alta distinción; hay que ver en ello el símbolo de la salvación,37 pero además
hay que ver en ello el nuevo estado en que va a entrar el recién llegado, el padre le devuelve
a su hijo, la túnica que llevaba cuando estuvo en casa. El calzado también tiene un
distintivo especial, y es del hombre libre; quien era señor iba calzado y no sus siervos, ni
35 Ibid.36 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 345.37 Bartolomé, La alegría del Padre, 57.
16
sus huéspedes; por lo que andar calzado indica dominio y libertad. El hijo que regresaba
debía ser reconocido como señor.38
Cristo fue sacrificado según el designio del Padre. Y mató para él un novillo
cebado. El novillo es matado porque así lo ordena el padre, porque Cristo Dios, Hijo de
Dios, no podía ser matado sin la voluntad del Padre39. Los novillos eran unos animales que
se reservaban para ser alimento en ocasiones especiales. Señalaba días de fiesta
extraordinarios alrededor de una mesa común compartida. La comunidad de mesa con el
hijo perdido, certifica su rehabilitación y la alegría del padre, a un mismo tiempo. Celebrar
el banquete extiende al auditorio la invitación, y es aquí donde único se dirige la parábola a
los que le rodean. El sacrificio del novillo cebado también tiene la alusión a los rasgos
sacerdotales con que Lucas comenzó presentando a Zacarías cuando ofrece a Dios el
sacrificio; con esto estaba preparando el novillo que se iba a sacrificar por el hijo menor.40
Así pues se alegra el padre porque volvió el hijo que había perecido, y volvió a la
vida el que había muerto. Este pasaje puede hacernos ver, en la figura de uno solo, a todo el
género humano; Adán vivió y en él todos vivimos: murió y en él todos morimos. Pero el
hijo ahora es hallado en Cristo.41
El Hijo Mayor y su padre (15, 25-32)
Ahora entremos en la segunda parte de la narración de la parábola con el hijo mayor
y su padre. Aunque algunos comentaristas dicen que el hijo mayor representa a Israel,
resulta difícil dar una fundamentación sólida a esta interpretación. Se halla fuera de la
38 Ibid.39 La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia, 346.40 Ibid.41 Ibid.
17
Iglesia de los gentiles, lo mismo que los judíos, oyendo la música de la salvación pero
rehusando entrar. El hijo mayor está siempre con el padre, porque él forma parte del linaje
de los santos del Antiguo Testamento, y es por el hermano mayor por quien Cristo nació.42
De ninguna manera sería adecuado decir que Israel eligió una vida sin culpa. En
toda la sagrada Escritura vemos a los judíos acusados de rebeldía y desobediencia. Cristo
no fue sólo sacrificado para los paganos, sino también para redimir a Israel, que por
transgredir la Ley se había hecho a sí mismo portador de gran culpa.43
El hijo mayor estaba en el campo y al volver oye la música y el alboroto. El hijo
mayor estaba donde le quería su padre, trabajando en el campo; es por eso que no estaba
presente cuando comienza la fiesta. Su ausencia está motivada por la voluntad del padre y
por esto su reacción en un primer momento es más que comprensible. El hijo mayor se
estaba perdiendo la fiesta, por estar donde le quería el padre y haciendo lo que debía.
Cuando el padre se entera de que el hijo mayor llega y no quiere entrar en la fiesta
sale y tiene que ir en su búsqueda y quedarse, durante un tiempo rogándole. Si antes la
salida fue más precipitada, era debido a la más larga lejanía. En ambos casos los hijos
reciben el mismo gesto del padre: la salida en su búsqueda. El padre se empeña en que se
una a la fiesta con buenas palabras. El hijo, que no había perdido la herencia ni al padre, se
ve enfadado por su propio padre, por la aceptación de una fiesta que él nunca tuvo, por no
haberse alejado nunca de casa. Si la reacción del hijo mayor es desconsiderada, lo es por no
contemplar las razones del padre, y no tanto porque se vea como uno de sus siervos. La
extrañeza del hijo está en no aceptar al padre, al no querer dejar que su padre lo sea también
42 Bartolomé, La alegría del Padre, 63-65.43 Ibid.
18
de su hijo menor, por indigno que; éste se haya hecho. En realidad, las razones del hijo
mayor resultan obvias: no se siente suficientemente recompensado, no se sabe tratado como
hijo auténtico. Y se percata de ello, al ver cómo el padre trata al hijo menor. Se creía con
mayores méritos para obtener más reconocimiento apoyándose en su obediencia y servicio,
esperando un mejor trato, como mejor hijo que fue.44
La verdadera causa del alejamiento del hijo mayor está, en el acercamiento del
padre hacia su hijo menor. El hijo fiel no puede comprender la actitud ni las razones del
padre: su ira y su problema, no se dirigen contra su hermano, sino contra su padre, a quien
debe reconocer que, tras tantos años de servicio, no le entiende. Porque el hijo mayor era
ahorrador, más sin embargo el hijo menor despilfarrador; que despilfarró su hacienda con
prostitutas Hay que notar que es el hijo mayor quien concretiza la vida disoluta de su
hermano. La severidad del juicio del hijo mayor no se deduce de lo narrado, sino de la
interpretación maliciosa del hijo mayor. El hijo menor no se merece esa fiesta por haber
malgastado la hacienda y haber estado viviendo disolutamente. Pero las razones del padre
no fueron comprendidas, porque lo que está sucediendo en su casa no es normal: el fiel es
olvidado y el pecador causa de alegría.45
La respuesta del padre es crucial: “hijo tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es
tuyo”. Esta respuesta refleja una ternura que no había sido alcanzada en la narración. Con
esta respuesta el padre le afirma la constante compañía que le ha ofrecido, y como
consecuencia le reconoce el señorío sobre todo cuanto posee. No sólo reconoce su fidelidad
y le confirma como heredero, insiste en la diferencia con el recién llegado. Puede verse en
la respuesta del padre, que reafirma las razones del hijo, y una ligera corrección de su
44 Ibid.45 Ibid.
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postura, si es que su fidelidad y la compañía del padre, no le motivaron para sentirse señor
en su hogar y atreverse a celebrar fiestas en su casa. El padre puede estar aludiendo a que la
convivencia junto a él no le debió resultar trabajo penoso, como se desprende de su queja,
sino una oportunidad para verificar su libertad y para acrecentar el gozo de vivir. Además,
el reconocimiento paterno de que estuvo siempre con él, confronta su actitud con la
actuación del hijo menor y la valora positivamente: el mayor no se le había perdido. Ahí
radica, precisamente, la novedad del punto de vista del padre, que el mayor no sabe
aceptarse. Si lo hiciera, se apropiaría de todo lo que pertenece al padre, y el hermano
incluido.46
La conclusión del padre, mejor dicho su deber paterno, le aleja de quien había
estado siempre junto a él, pues, como dice: “era preciso celebrar y alegrarse”. Para el padre
la fiesta no es optativa, ni fruto de un caprichoso proceder. La alegría festiva le viene
impuesta: sólo así se reconfirma como padre del hijo encontrado vivo; repitiéndoles a los
dos hermanos la misma invitación vinculándolos a sí.47
La ausencia de respuesta por parte del hijo mayor, y la falta en la narración de
cualquier indicación a la reacción de los oyentes de Jesús, confiere al discurso un final
abierto: no sabemos si las razones del padre llegaron a convencer al hijo mayor, o si su
larga convivencia le impidió convivir con el hermano pequeño; ni conoceremos nunca cuál
fue el impacto que las palabras de Jesús produjo en sus críticos.
En esta apertura del discurso de Jesús es donde aparece mejor la táctica del
narrador: para cualquier lector que pueda reconocerse aludido en las palabras de Jesús de
46 Ibid.47 Ibid.
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Nazaret, éstas le tienen que sonar a invitación urgente, siendo, como son, a seria
advertencia. El padre al ofrecer la fiesta, ponía al hijo mayor en la posibilidad de
perdérsela; cuando la salvación está en oferta, existe el riesgo de no aceptarla.48
Para los dos hijos la paternidad es gracia: el menor, que la había perdido, la
recuperó sin merecerlo; el mayor, que nunca la había gozado, la cuestionó con su
resistencia a aceptarla. La fraternidad recobrada no es sólo motivo de fiesta del padre, es,
además, garantía última de la filiación mantenida en fidelidad. El que la historia acabe sin
anotar reacción alguna por parte del hijo mayor, no nos debe hacer olvidar, que tampoco el
hijo menor reaccionó ante la inesperada acogida del padre: lo que importa al narrador no es
juzgar a los hijos sino, desvelar al padre que no quiere perder a ninguno de sus dos hijos.
Conclusión
En la parábola del hijo pródigo que es una parábola que se le puede sacar mucho
provecho, vemos dos hijos a pesar de sus diferentes experiencias en la vida, ambos hijos
tienen una imagen similar del padre. Los dos definen la imagen de la filiación en términos
de obligaciones serviles, cada uno a su manera destruye, la unión familiar. La historia es
realmente una historia del "padre pródigo", pródigo en amor, que rompe la servil auto-
comprensión de los hijos y quiere la libertad de sus hijos, que sean libres de amar a su
padre por lo que es y no por lo que les puede dar.
La palabra, pródigo (prodĭgus), puede verse con dos connotaciones dentro de la
parábola: a) una persona que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin
medida ni razón.; o b) muy dadivoso. En la perícopa que analicé podemos ver estas dos
connotaciones claramente; la primera connotación la podemos ver en el hijo menor y la
48 Ibid.
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segunda en el padre. San Lucas juega maravillosamente con ambos términos, dándonos a
entender que se puede ser derrochador con los bienes que poseemos o ser muy generoso
con los mismos bienes utilizándolos responsablemente.
También con la parábola podemos ver los pasos que se efectúan en el sacramento de
la reconciliación: examen de conciencia, contrición, confesión y penitencia o satisfacción.
El hijo menor cuando estaba pasando hambre, recapacitó y se dijo a sí mismo: ¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de
hambre! (Lc 15,17). El hijo menor recapacitó pero fue mediante el hambre y la necesidad
que le hizo entrar en razón y dolerse por haber abandonado la casa de su padre; con esto
veo la contrición. Entonces decide volver a su casa y pedir perdón al padre. Cuando llega
ve al padre le confiesa su pecado y el padre le perdona. Con estas acciones vemos los otros
dos pasos del sacramento; la confesión y la penitencia o satisfacción.
Lo mejor que pude captar en el trabajo exegético de esta perícopa fue que la figura
central de la parábola es el padre no el hijo. Se le podría llamar mejor la parábola del “amor
del padre” o “padre bondadoso”. Siempre tuve la visión de que la figura central era el hijo,
y los demás personajes los veía como secundarios. Pero lo más que me hizo reflexionar de
todo este trabajo fue el versículo 31: “hijo tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es
tuyo.”
De tantas veces que he leído esta parábola, nunca me había llamado la atención esta
perícopa del versículo 31 como ahora. Muchas veces en la vida uno experimenta ser el hijo
menor y otras el hijo mayor. Pero cuando hacemos del hijo mayor, estamos inmersos en
nuestro propio yo que se nos olvida lo que el padre le dijo al hijo mayor: “todo lo mío es
tuyo.” Si entendiéramos esta gran realidad que nos dice el Padre en esta pequeña perícopa,
que diferentes serían nuestras vidas. Dios nos está diciendo que siempre está con nosotros y
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que todo, todo, todo lo de él es nuestro también. No puede expresar con palabras la
iluminación que me dieron estas palabras durante este trabajo exegético, es que aún todavía
terminando este trabajo no salgo del asombro de esta gran realidad, o mejor dicho, el
misterio que encierran estas palabras de la parábola.
Como menciona Henri Nouwen en su libro: “es el mismo Jesús, que fue quien contó
la historia, es el hijo menor y también el hijo mayor, Jesús ha venido a mostrar el amor del
Padre y a liberarme de mis rencores.”49 Las palabras del padre en la parábola expresan la
verdadera relación de Dios Padre con Jesús, su hijo. Es difícil en el mundo en que vivimos
hoy día ver compasión infinita, amor incondicional, perdón eterno; todas estas realidades
divinas que emanan de un Padre creador común a todos que nos invita a que hagamos lo
mismo, olvidándonos de nuestros rencores y egoísmos.
Estas dos realidades, humanas y divinas, pueden coexistir siempre y cuando nuestra
voluntad así lo exprese y lo sienta. Estamos muy ensimismados en nosotros mismos que
estas realidades espirituales se nos escapan. Debemos hacer mucho silencio interior y dejar
que la voz del corazón nos hable para dejarnos guiar por las palabras que escuchemos en
nuestro interior que vienen de ese espíritu que mora en nosotros. Podría decir que en el
99.9% de las veces cuando estamos con el agua hasta el cuello, es que recapacitamos y nos
damos cuenta de los errores que realizamos en nuestras vidas, para luego ir corriendo a los
brazos del padre, arrepentidos, al sacramento de la reconciliación. Debemos acudir al Señor
en las buenas y en las manos, y ser conscientes del amor incondicional que el Señor nos
prodiga en todo momento y meditar en nuestro interior “Tú siempre estás conmigo y todo
lo mío es tuyo”. Grabarnos bien estas palabras para llegar a ser mejores seres humanos.
49 Nouwen, Henri J.M. El regreso del Hijo Pródigo. Madrid: PPC, 1994.
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Termino este trabajo exegético dándole gracias a Dios por haberme dado la
oportunidad de reflexionar con profundidad esta bella parábola que Jesús nos regaló para la
edificación de nuestras almas, y que siga produciendo buenos frutos en mí y en toda la
humanidad.
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Bibliografía
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