ex nose predica segun tiempo vivimos
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EL MENSAJE DEL TERCER ANGEL
Expedientes Daniel y ApocalipsisEstudios e Investigaciones Escatológicas sobre el Tiempo del Fin
Fernando Silva Quintana. Profesor de Religión y estudios en Teología.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ellas escritas; porque el tiempo está cerca. Y me dijo: No selles las palabras
de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. (Apoc. 1: 3; 22: 10)
SERIE Nº - 4LA PROFECIA BIBLICA EN EL TIEMPO DEL FINCondiciones mundiales que prevalecen en la actualidad.
Período profético comprendido en el estudio: Tiempo de gracia y principios de dolores.
EXPEDIENTE PROFÉTICO Nº - 10
No se predica según el tiempo profético en que vivimos
I - Parte
La predicación de la verdad presente en tiempos pasados.
Fernando Antonio Silva [email protected]
MTA/ Agosto, 2010_____________________www.mensajetercerangel.com
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NO SE PREDICA SEGÚN EL TIEMPO PROFÉTICO EN QUE VIVIMOS I - PARTE
La predicación de la verdad presente en tiempos pasados.
Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo
cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. (Jer. 1: 9, 17)
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Hoy, más que en cualquier otro tiempo de la línea profética, las señales de los
tiempos son alarmantes, portentosas y pregoneras de acontecimientos de la
mayor gravedad sobre la tierra. En el mundo, muchos hombres y mujeres de
ciencia, educadores, políticos, activistas y defensores del medio ambiente, se
preguntan, quizás de viva voz o de forma secreta y en conciencia, qué está
sucediendo sobre la tierra, muchos anhelan encontrar las respuestas a las
condiciones imperantes en la naturaleza, el por qué de este descontrol
desquiciado a la cual está llegando el orden de lo natural, así como el
encontrar una pronta solución a todo este estado de cosas sobre el planeta.
Sin embargo, las respuestas que se dan o bien se buscan, no son las correctas,
de esta manera, científicos especializados en los temas medioambientales, dan
toda clase de respuestas, pero las explicaciones se encuentran lejos de la real
causa y trasfondo de todos estos acontecimientos que se están produciendo,
sin embargo, todos concuerdan en una sola cosa… que el futuro de la tierra no
es para nada auspicioso.
La preocupación es alarmante, mucho de esto no sale a la luz y la opinión
pública y permanece en la más hermética reserva, salvo que por allí, se filtran
informaciones que ponen de manifiesto y dejan entrever la verdadera situación
actual del planeta, existe una verdadera preocupación por lo que está
aconteciendo y que nos acercamos a momentos muy solemnes en la historia
de la tierra.
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El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los
gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y
autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la
atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro.
Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la intensidad
que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y
decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en víspera de una
crisis espectacular. –PR 394, c. 1914. (EUD. Cap. 1 La última crisis de la tierra.
Temor ampliamente difundido en cuanto al futuro. Pág. 7 formato flexible.)
Todo a nuestro alrededor, la propia naturaleza, el mismo actuar desquiciado y
a veces poseído de los hombres por las legiones demoníacas en su invención
del mal y en quitarle la vida a otros seres humanos, está proclamando de
manera solemne y a viva voz, que algo no está bien en la tierra.
Programas especializados de TV con su énfasis en los acontecimientos del fin,
pero con una perspectiva errada del asunto, encienden las alarmas en
respuesta a los serios acontecimientos que están sucediendo en el planeta,
muchos, incluso teólogos, echan mano y elevan a los altares de lo máximo,
sobreponiendo los escritos y pseudo profecías del mítico Nostradamus, por
sobre las Escrituras proféticas de la Biblia, como máxima autoridad en temas
contingentes y del fin del mundo. De esta manera, los hombres y mujeres del
mundo, aquellos que tienen grandes responsabilidades y puestos elevados en
diferente orden de cosas, se dan cuenta que algo se aproxima sobre la tierra,
que todo lo que está sucediendo, no es normal y de alguna forma u otra, lo dan
a conocer.
Y por otro lado, ¿Qué hay del pueblo de Dios? ¿Qué hay de aquél pueblo que
surgió como parte y resultado de la profecía apocalíptica? ¿Qué hay del pueblo
que tiene el único y más primordial mensaje del cual es la razón de ser y existir
como iglesia… el anuncio y la predicación de la segunda venida de
Cristo? ¿Qué hay de la voz de la iglesia, depositaria de la verdad para los días
finales y que ha de advertir al mundo sobre los acontecimientos que vienen?
¿No tenemos acaso una revelación profética completa entregada por Dios y en
base a una correcta perspectiva sobre los eventos finales para advertir a los
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moradores de la tierra? Y entonces ¿Por qué se guarda tanto silencio con
respecto a estos acontecimientos finales cuando las catástrofes que estamos
viendo sobre la tierra, como el reciente y cataclismico terremoto en nuestro
país, nos hablan que acontecimientos de mayor gravedad se producirán y
donde miles y quizás millones de personas estarán en riesgo de perder su vida
y para la eternidad?
Nuestras predicaciones que deberían de ser solemnes advirtiendo y señalando
al pueblo y al mundo el momento profético en que vivimos, se han tornado
faranduleras, jocosas, simpáticas, que sólo despiertan risotadas, predicaciones
amistosas, amantes del mundo y de los amigos, donde la palabra de Dios
simplemente se utiliza como una plataforma o un medio para promover un plan
o un determinado producto religioso, mensajes, que para cuando llegue el día
final, aquellos predicadores querrán desaparecer de la tierra.
De esta manera, muchos de los mensajes que se están predicando desde los
púlpitos de las iglesias, no obedecen y no se encuentran a la altura de lo que
realmente está sucediendo en la tierra y hacia donde Dios quiere que nuestras
miradas se dirijan, en este punto, otros, aunque bajo una errada perspectiva de
estos temas contingentes, nos llevan la delantera en hacer sonar la trompeta
en estos días finales.
Cuesta creer que un estado semejante de cosas se pueda estar dando al
interior de nuestras filas y a la altura del tiempo en que vivimos, así como a lo
avanzado de la hora en el reloj profético al interior del santuario celestial. El
mensaje que Dios le ha entregado a nuestra iglesia, es uno que está dado,
pensado y hecho para un tiempo como el nuestro o dicho en otras palabras,
que ese mensaje contiene los eventos de este tiempo, pero son nuestras
predicaciones, mensajes y conversaciones las cuales no están a la altura de los
planes de Dios y de los acontecimientos mundiales que revelan que se acerca
el hijo de Dios.
¿Dónde ha quedado nuestra predicación y la voz de la profecía como pueblo
del último tiempo? ¿Será acaso que hemos perdido de vista, a través de las
arenas del desierto de este mundo, el real propósito al cual hemos sido
llamados? ¿Por qué tanto cuestionamiento a la profecía apocalíptica? ¿Será
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acaso que somos uno con el mundo y no con Cristo? ¿Simplemente no nos
interesan los acontecimientos que suceden sobre la tierra y que señalan que el
fin de todas las cosas está cerca? Pero ¿Será acaso que por el simple hecho de
que no nos interesen los eventos finales estos no sucederán?
Sin embargo, la historia bíblica pasada nos revela cómo los hombres a los
cuales Dios llamó presentaron la verdad que era para sus días y que se
encontraba a la altura de las circunstancias que se vivían. La Biblia nos revela
cómo ellos, con peligro, incluso de sus propias vidas, expusieron un mensaje
que no les pertenecía y que provenía de la máxima autoridad del cielo y de la
tierra, de Dios mismo.
Aquellos mensajes que no eran para nada agradables, tenían un propósito
redentor, de advertir a los hombres y mujeres de aquel tiempo de los graves
peligros que corrían de persistir en conductas inapropiadas y alejadas de Dios,
así como de los catastróficos acontecimientos que vendrían sobre la tierra de
entonces de continuar en el pecado y la apostasía.
EL MUNDO ANTEDILUVIANO Y LA PREDICACIÓN DE NOÉ
El mundo antediluviano fue testigo en sus días de una de las predicaciones
más impopulares escuchadas para su tiempo, que el mundo de entonces sería
destruido por un gran diluvio. Este mensaje, fue entregado a Noé y provenía
del más alto cielo, Dios mismo, se encargó de revelar al Patriarca los
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acontecimientos que destruirían finalmente la maldad, depravación y
corrupción extrema del hombre y a la tierra de entonces, junto con todo lo que
tuviera vida.
Como es de suponer, nunca antes había llovido sobre la tierra y ni siquiera la
gente de esa época conocía lo que era una nube o lo que éstas podrían llegar a
hacer. Las condiciones climatológicas, geográficas y sociales del planeta, eran
muy lejos y distintas a las que encontramos y conocemos hoy en día.
Al escuchar tal predicación, la gente de entonces y como es de suponer y de
esperar, no creyó al mensaje y como suele suceder siempre y a través de todos
los tiempos, trataron al mensaje de la misma forma que al mensajero, de loco,
desquiciado, enfermo, fanático, engañador, desequilibrado, de alarmista y que
solamente asusta a la gente.
Sin embargo, y al fin de ese tiempo de gracia, ¿De qué sirvió al final de
cuentas, rechazar y calificar el mensaje como de fuerte, que daba miedo, de
alarmista o que nos asustaba? ¿Acaso, por el mero o simple hecho de no
predicar aquel mensaje, se impediría así que el diluvio no viniera sobre la
tierra? Pudieron tratar a Noé y a quienes predicaban ese mensaje como de
fanáticos, desquiciados, desequilibrados, desubicados, contrarios a la sociedad,
al orden y la paz, que solamente asustan a la gente, pero, fuera como fuera,
ese evento catastrófico, nunca antes visto sobre la tierra, sucedió de todas
formas, por que el mensaje provenía de uno mucho mayor que los más
grandes sabios y autoridad política o religiosa de aquel tiempo, del Dios del
cielo.
Pero nos hemos preguntado alguna vez ¿Cómo predico Noé, es decir, qué
predicaba? ¿Cuál era su mensaje? ¿Cuál era el mensaje de la verdad presente
para los días de Noé? ¿Invento Noé ese mensaje y se lo propuso luego a Dios?
La Biblia revela algo muy distinto, que fue Dios quien envió ese mensaje, el
cual consistía en una seria advertencia a todos los moradores de la tierra. De
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esta manera, lo que Dios pensaba y que además estaba resuelto a hacer en
ese tiempo, se encuentra claramente revelado, y la Biblia, no da lugar a
especulaciones o a interpretaciones de ninguna otra naturaleza que lo que está
allí revelado.
Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo
designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su
corazón.
Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado,
desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho. Y se corrompió la tierra delante de Dios, y
estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba
corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena
de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. (Gén.
6: 5-7, 11-13)
Además, aquel mensaje revelaba un medio de salvación para Noé, su familia y
todos los animales de ese tiempo, en caso que nadie aceptara aquella
advertencia, Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y
la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Mas estableceré mi pacto
contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos
contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en
el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. (Gén. 6: 14, 18-
19)
Ahora, ¿Nos imaginamos a aquel Patriarca predicando de tal forma que su
mensaje no despertara el miedo? Si Noé, no les hubiera anunciado claramente
lo que vendría sobre la tierra ¿Esa gente lo hubiera entendido? ¿Se hubiera
apercibido y preparado? O más aun, si Noé, no les hubiera advertido
claramente que lo que se acercaba sobre la tierra era cataclismico,
¿Justamente podría haber sido acusado Noé de haber encubierto la verdad? De
manera que, cuando se desató la catástrofe ¿Aquella gente hubiera tenido el
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pleno derecho a reclamar y a exigir que se les abriera la puerta del arca?
¿Podrían haber sido destruidos si no sabían lo que ocurriría? ¿Y Cómo podrían
saberlo si Noé les hubiera predicado un mensaje de paz y tranquilidad?
Pero pensemos un poco, lo que Dios le reveló a Noé que él iba a hacer sobre la
tierra en ese tiempo ¿Acaso no era para temer? O un diluvio de tal
proporciones, un cataclismo universal, donde hasta Satanás y sus ángeles
temieron por su existencia, ¿Era acaso para estar tranquilo? ¿Era motivo de
chacota y farándula, entretención o festejo? ¿Era chacota o parte de un club
social de esa época, que todo mensaje que Dios enviara tenía que entretener a
la gente? ¿Son los predicadores o mensajeros que Dios levanta en un tiempo
determinado, una especia de trovador de Castilla que solamente entretiene y
divierte a la gente? ¿Está Dios obligado a minimizar lo que él hará, todo porque
los hombres y mujeres se asustan?
Y por el contrario ¿Por qué los hombres y mujeres no se asustan mejor y temen
cuando están haciendo el mal y trasgrediendo la ley de Dios a propósito? ¿Por
qué mejor no se asustan y temen ante las exigencias de una minoría por una
ley que legaliza la homosexualidad, los mismos pecados que destruyeron al
mundo antediluviano?
Noé predicó lo que Dios le entregó, el Señor fue claro, revelador y nada les
ocultó de lo que él iba a hacer sobre la tierra, Noé cumplió con su misión y
como resultado, aquello le acarreó la mala fama, la difamación, el insulto y el
cuestionamiento hacia su persona.
En ese tiempo, Noé predicó lo que Dios le dijo que pregonara, un mensaje para
su tiempo en relación a los eventos que sucedían sobre la tierra de entonces y
en ese tiempo, su mensaje era del acontecer internacional del mundo de
entonces, su mensaje incluía y trataba lo que Dios haría en la tierra en ese
tiempo y para ese tiempo. El no predicó sobre la primera o segunda venida de
Cristo, él predico el mensaje que era verdad presente para su tiempo, Dijo,
pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de
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violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. (Gén. 6:
13)
SODOMA Y GOMORRA Y EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES
Sodoma y Gomorra, así como todas las ciudades de la llanura de Sinar, son
otro claro ejemplo de la predicación y anuncio de un urgente mensaje de
advertencia. Frente a la creciente maldad, aquellos moradores reprodujeron
en poco tiempo las mismas o peores condiciones que los antediluvianos, la
Biblia señala que la vida social de todas aquellas ciudades había alcanzado un
índice tal de maldad, que Dios se vio obligado a intervenir una vez más en los
asuntos humanos.
Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran
manera. Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y
Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en
extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor
que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. (Gén. 13: 13; 18: 20-21)
De esta manera, bajo estas condiciones imperantes en aquellas ciudades
cananeas, se hizo fundamental un mensaje de advertencia y redención para
ese tiempo y momento en particular. Se revela en las Escrituras que el
primero en conocer lo que acontecería en Sodoma y Gomorra fue Abraham,
así, tres seres divinos llegaron hasta donde el patriarca vivía, (Gén. 18: 1-3) la
Biblia señala que dos de ellos eran ángeles (v. 16, 22; 19: 1) mientras que el
otro o el tercero, era Dios mismo en forma humana, es decir, Cristo. (V. 17-22)
Dios mismo le reveló al Patriarca lo que él iba a hacer en aquellas impías
ciudades, Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo
de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él
todas las naciones de la tierra? (v. 17-18) Según el texto citado, Dios no
encubrió nada al Patriarca, no hubo ninguna verdad oculta del caso,
claramente se le informó y dio a conocer a Abraham lo que habría de acontecer
en la llanura de Sinar.
Por otro lado y mientras Dios conversaba aun con Abraham, los dos ángeles
llegaron a Sodoma, la llegada de estos seres divinos puso en plena evidencia la
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corrupción e inmoralidad que allí se vivía, la homosexualidad en todas sus
formas, era practicada por todos los moradores de la ciudad, desde el más
joven hasta el más viejo. (Gén. 19: 1-9)
Por lo tanto, estos ángeles le advirtieron a Lot lo que en breves horas más
acontecería en la ciudad, como resultado del pecado de estos moradores, una
gran catástrofe, Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y
tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este
lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha
subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para
destruirlo. (Gén. 19: 12-13)
Seguidamente, fue el mismo Lot quien reunió a toda su familia y les dio a
conocer el mensaje de los dos ángeles, un mensaje para nada agradable o
inspirador, sobre todo para quienes habían vivido y disfrutado de toda la
belleza y prosperidad de Sodoma, Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los
que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque
Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se
burlaba. (v. 14)
Como es de esperarse y como suele suceder siempre, no le creyeron, ¿Quiénes
no le creyeron? Dice el texto que fueron sus yernos, los cuales eran habitantes
naturales, es decir, habían nacido y se habían criado en Sodoma. Mas pareció a
sus yernos como que se burlaba. (v. 14)
Frente al mensaje que Lot les estaba dando, sus propios familiares, yernos, no
le creyeron, es más, ellos tomaron lo que Lot les comunicaba como una
especie de broma, el texto señala que ellos creían que Lot se burlaba de ellos.
El mensaje que fue entregado al “pueblo” de Dios que vivía en Sodoma (Lot y
su familia) fue claro, no fue un mensaje de paz o de seguridad, los ángeles en
ningún momento hicieron un llamado a la calma o serenar los ánimos de
quienes podrían verse afectados para eternidad, al contrario, fue un mensaje
de advertencia y solemnidad, haciendo un llamado a la urgencia y a
preocuparse por lo que en breve acontecería.
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Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu
mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de
la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de
su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para
con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. (v. 15-16)
Con respecto a esto, Lot, fue claro en el mensaje que entregaba, no ocultó
nada de lo que se le reveló, él dijo la verdad en la ocasión precisa y puntual del
tiempo y momento que se vivía. ¿Qué hubiera pasado si Lot proclama a su
familia otro tipo de anuncio? ¿Qué tal si el mensaje de Lot hubiera sido que
todo va a estar bien y que mañana, una vez más, saldrá el sol en Sodoma? ¿Y
si Lot hubiera predicado a su familia un mensaje para congraciarse y no
despertar los temores o miedos? ¿Y si Lot hubiera predicado un mensaje tan
agradable como para no perder a sus yernos? Después de todo, ¿Acaso esa
gente no sintió temor o un mensaje como el que Lot entregaba, que en breves
horas más y antes que el sol salga, lloverá del cielo fuego y azufre, era para
sentirse bien o estar tranquilo?
Pero seamos sinceros, ¿Acaso lo que Lot estaba diciéndole a su familia, no era
alarmismo en el más amplio sentido de esa palabra? ¿Pero acaso, no es
alarmismo el mismo hecho que tengan que salir apresuradamente de la ciudad
y en aquella misma noche? ¿Todo esto que sucedió, era alarmismo o realidad?
Podemos pensar como queramos pensar, pero hay un hecho que es innegable,
frente a cualquier posición que tomemos y forma parte del mensaje para ese
tiempo que revela la más absoluta y plena realidad para ese entonces…
Sodoma y Gomorra iban a ser destruidas por fuego y azufre. Perdonen mi
ironía, pero ¿Acaso iban a caer del cielo algodón de dulce o palomitas de maíz?
El mundo antediluviano fue destruido por agua, donde nunca antes en la
historia de la humanidad que iba hasta ese entonces había ocurrido, luego,
Sodoma y Gomorra son destruidas por fuego y azufre, cosa que hasta allí
jamás había sucedido, por lo tanto, era evidente que un mensaje como ese no
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era agradable, jamás había llovido del cielo fuego y azufre solamente había
llovido agua.
Entonces, si hablamos de asustar, fueron los mismos ángeles quienes
asustaron a Lot y su familia con este mensaje y anuncio. Hoy se ha puesto de
moda la expresión o termino asustar o alarmismo para censurar o evitar que
mensajes como estos sean anunciados tal como son y en la realidad de lo que
representan como anticipo de lo que viene sobre la tierra.
En tiempos de Sodoma y Gomorra, Dios reveló claramente a las personas lo
que habría de ocurrir en esas ciudades, el Señor no ocultó nada, Abraham, al
tomar conocimiento de la gran catástrofe que se acercaba sobre Sodoma y
Gomorra, lo llevó a interceder fervorosamente ante el Señor por la salvación de
aquella ciudad, aunque hubiera un solo justo para que sea librado, (Gén. 18:
23-33) y por otro lado, Lot, la parte afectada, al momento de ser advertido
reunió a toda su familia y les contó lo que acontecería esa noche.
El resto del relato, señala que de aquella familia, formada por seis personas, la
mitad se perdió para la eternidad, los dos yernos de Lot, no creyeron y por lo
tanto, no salieron de Sodoma y por otro lado, la esposa del Patriarca, se
convenció y creyó a medias, al salir de la ciudad, esta miró hacia atrás y se
convirtió en estatua de sal. (Gén. 19: 26) La otra mitad, Lot y sus dos hijas, se
pusieron a resguardo de la gran catástrofe que cayó sobre Sodoma y Gomorra,
salvando así sus vidas.
JOSÉ EN EGIPTO Y EL MENSAJE A FARAÓN
En los tiempos de José, se vivió otro acontecimiento que marcaría el destino
eterno de muchos sobre la tierra de entonces, así como lo sería el del futuro
pueblo de Israel y el cumplimiento de las profecías que hablaban sobre su
esclavitud y servidumbre en tierra extraña.
Para realizar sus propósitos y dar cumplimiento a las profecías sobre el pueblo
de Israel, Dios preparó el camino a través de una cadena de acontecimientos y
circunstancias que traerían finalmente a Jacob y sus hijos a vivir a la tierra de
Egipto. Para ello, el Señor usó al Faraón como un medio, a través de
reiterados sueños, Dios inquietó y preocupó al rey a tal punto, que este exigió
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a los miembros de su corte, los sabios de la época, magos, hechiceros,
astrólogos etc. Que le revelaran el asunto, sabiendo Dios que estos sabios y
toda su ciencia serían inútiles frente a lo que Faraón pedía, fue entonces la
oportunidad para Dios y sus planes.
Estando José siete años encarcelado injustamente, fue sacado y llevado
prontamente a la presencia del mismo Faraón, como la única y última
alternativa para revelar el misterio y significado de los sueños del monarca.
Estando José ante Faraón, este le expresa su inquietud por sueños de los
cuales no sabe qué significan, Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no
hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para
interpretarlos. (Gén. 41: 15) Sin embargo, José fue claro en su respuesta y
solución al enigma, Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será
el que dé respuesta propicia a Faraón. (Gén.41: 16)
De esta manera, Dios preparaba el escenario para el cumplimiento de sus
propósitos, colocando a José en el lugar para lo cual el Dios del cielo lo estaba
preparando. Así, un sueño dado a Faraón en dos formas distintas, encerraban
a través de símbolos y figuras, un solemne mensaje para todos quienes vivían
en ese tiempo, Dios le anunciaba al rey de Egipto los terribles acontecimientos
que sucederían y llegarían a tal punto, que serían una catástrofe en toda la
tierra conocida de entonces.
Con la figura de siete vacas gordas y siete vacas flacas, Dios le hacía conocer
en primera instancia a Faraón, acontecimientos benignos y catastróficos de
carácter natural que acontecerían en Egipto. Seguidamente, el mismo sueño
se repite una vez más, pero bajo símbolos y figuras distintas, en esta nueva
ocasión, siete espigas llenas y hermosas, seguidas de siete espigas menudas y
marchitas, donde estas últimas, devoraban a las siete espigas primeras (Gén.
41: 22-24) contenían así el mismo mensaje a Faraón, acontecimientos
benignos y catastróficos que venían sobre la tierra.
Según la revelación e interpretación que Dios le da a José y este a Faraón,
tanto las siete vacas gordas, como las siete espigas hermosas y llenas
significan y representan siete años de plena abundancia en toda la tierra de
Egipto, en ese tiempo, la tierra produciría a montones como nunca antes visto
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por los hombres. Seguidamente, las siete vacas flacas y las siete espigas
menudas y marchitas, representan y significan siete años de sequía y hambre
en toda la tierra, un hambre y sequía de naturaleza catastrófica y grave, algo,
igualmente, nunca antes visto por los hombres. (v. 25-31)
Por otro lado, la frecuencia de estos sueños eran un claro indicio que el
mensaje contenido en estas visiones era urgente y que se aproximaba en
tiempo a su pleno cumplimiento, Y el suceder el sueño a Faraón dos veces,
significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a
hacerla. (v. 32)
Aconsejando qué hacer, José también reveló a Faraón cuáles eran los pasos a
seguir de allí en adelante para hacer frente a la catástrofe venidera. (v. 33-36)
Al ser escuchado por el monarca, este lo consideró como el hombre ideal para
su tiempo y para enfrentar la gran crisis que se aproximaba sobre la tierra,
crisis para la cual, Dios había estado preparando a un hombre para esa
instancia, José. Así, José se convierte en el hombre más poderoso de Egipto,
después de Faraón, para liderar a toda la nación y cumplir los propósitos del
Dios del cielo. (v. 37-46)
De esta manera, Dios le concedió estos sueños a Faraón, pero el rey no sabía
qué significaban, hasta ese momento, sólo Dios. Sin embargo, para cuando
José entra en acción, el señor allí le reveló el significado de los sueños y recién
Faraón supo de qué se trataba todo ese enigma.
Pero ¿Qué hubiera pasado si José cambia la interpretación y el significado de
estos sueños entregados a Faraón, por evitar, lo que algunos consideran hoy,
como de alarmismo? ¿Qué hubiera sucedido en toda la tierra de Egipto, si José
minimiza los acontecimientos a algo secundario y sin importancia, todo para
que Faraón, su corte y el pueblo no se asusten? Si José hubiera falseado la
verdad y ocultado los acontecimientos que vendrían sobre la tierra de Egipto,
¿Cómo se hubieran preparado para enfrentar el fenómeno, si no sabían qué
vendría o acontecería? ¿Qué preparación hubieran hecho?
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Así, para cuando hubiera llegado el momento que marcaba el fin del último año
de abundancia y a su vez, marcaba el comienzo de los siete años de grave
sequía ¿Cuántos hubieran muerto de hambre en Egipto y sus huesos hubieran
blanqueado en el desierto, todo porque alguien, el que sabia y conocía la
verdad de lo que vendría no lo dijo tal como era y de la forma como Dios se lo
había revelado? ¿Cuán grande hubiera sido la desesperación de todo un pueblo
y sus líderes, al ver que no sabían para qué se estaban preparando pues no
conocían la naturaleza de la catástrofe, pensando que era un evento de menor
importancia, entendiendo que quién sí sabía y conocía de qué se trataba,
nunca lo dijo?
Por otro lado, si José no hubiera revelado la verdad de lo que acontecería sobre
toda la tierra de entonces, ¿Cómo hubiera afectado esto a su familia, su padre
y hermanos en la distancia, en tierra de Canaán? ¿Hubieran muerto de
hambre? Y en un sentido mucho más amplio ¿Cuántos, hombres, mujeres,
niños, ancianos y animales, en toda la tierra conocida en aquel tiempo,
hubieran sido afectados de manera terrible y con consecuencias mortales, si
José quien conocía la verdad de lo que vendría sobre la tierra no lo hubiera
dicho al Faraón?
Si Dios mandó un mensaje de amonestación a todo un pueblo como lo fue
Egipto, que a través de su monarca, el Faraón, se preparan para lo que
acontecería, José tenía por lo tanto, el deber ético y moral, primero ante Dios,
quien le había entregado el significado de los sueños de Faraón y luego ante el
mismo Faraón y su corte, la gran responsabilidad de dar a conocer aquella
verdad tal como procedía de Dios.
De esta manera, José cumplió con su misión y respondió de la forma como Dios
esperaba que lo hiciera, estando a la altura de su llamamiento y de la verdad
presente para su tiempo, así, José fue el hombre de su época y preparado a
través de la más dura aflicción, para esa época, circunstancias y
acontecimientos que demandaban la presencia de un hombre de Dios, de
integridad y de valor como para anunciar ante la autoridad y en presencia de
los hombres sabios de la corte más poderosa y no importando las
consecuencias, lo que acontecería sobre toda la tierra de entonces, así como
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guiar y preparar a toda una nación para hacer frente a la más grande crisis que
se aproximaba en aquel tiempo.
MOISÉS Y EL MENSAJE A FARAÓN
El éxodo, figura como uno de los acontecimientos más extraordinarios y
milagrosos registrados en toda la Biblia y que pone en plena evidencia el poder
liberador de Dios, solamente comparable a los milagrosos acontecimientos
finales revelados en el libro del Apocalipsis.
Según lo había revelado Dios a Abraham (Gén. 15: 12-14) siglos antes que esto
ocurriera, tras cuatrocientos años de dura esclavitud y servidumbre en tierra
de Egipto, el tiempo del fin de aquel largo periodo, anunciado y profetizado,
llegaba de esta manera a su fin. De esta forma, también llegaba el tiempo
profético en que los grandes hombres que Dios había designado para la
realización de sus planes, aparecieran sobre el escenario mundial.
El éxodo, junto con Moisés a la cabeza, contiene y encierra un poderoso
mensaje hasta nuestros días del poder de la verdad presente. Al igual que
17
muchos otros, Moisés, fue elegido, preparado y llamado por Dios para ser el
gran libertador de quienes se convertirían en el pueblo escogido de Dios, Israel.
Preparado por medio de circunstancias difíciles y tras un largo tiempo de vida
en el desierto junto a su esposa y su suegro Jetro, Moisés olvidó y aprendió a
su vez, todo lo necesario para convertirse en el hombre de su tiempo.
Teniendo cerca de ochenta años, Moisés el gran libertador, fue llamado por
Dios desde el monte Horeb, allí y tras una serie de evidencias milagrosas
como la zarza que ardía sin consumirse, la vara convertida en serpiente, la
mano leprosa y sanada al mismo tiempo, le revelaron a este siervo de Dios que
el tiempo profético para la liberación de su pueblo había llegado.
No queriendo aceptar el llamado divino y presentado para ello escusas, quizás
desde el punto de vista humano válidas, fue obligado por Dios a la misión que
se le tenía reservada, junto a su hermano Aarón, Dios le proporcionaría la
ayuda necesaria para suplir sus falencias que eran presentadas como escusas
en ese momento.
Regresando a tierra de Egipto en donde había nacido y se había criado, Moisés,
se presentó por orden divina ante el Faraón y toda su corte con un mensaje
impopular para ese tiempo y sobre todo, para aquél gran imperio, que dejara ir
a Israel, sin embargo, la respuesta del monarca no se hizo esperar, Y Faraón
respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. (Ex. 5: 2)
Frente a la persistente negativa del monarca y a pesar del gran despliegue
milagroso de Moisés ante su presencia, (Ex. 7: 8-13) milagros que también
fueron imitados por los magos y hechiceros de Egipto, Moisés por orden de
Dios, no dudó en revelar al Faraón cuáles serían los acontecimientos y
consecuencias que vendrían sobre toda la tierra de Egipto de seguir en la
dureza de su corazón.
Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este
pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para
hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu
pueblo. Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón;
18
porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su
tierra. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. (Ex. 5: 22-23; 6: 1-
2)
Solamente con la mano fuerte, Faraón dejaría ir a Israel, es decir, vendrían
sobre toda la tierra de Egipto diez terribles plagas enviadas por el poder
milagroso de Dios, acontecimientos nunca antes vistos hasta ese momento
sobre la tierra. Estas diez plagas divinas pondrían finalmente de rodillas a todo
Egipto junto con el Faraón y su corte.
De esta misma forma, ¿Qué hubiera pasado si Moisés no cumple con su misión
al momento de estar ante Faraón? ¿Qué hubiera sucedido si Moisés no le dice
al cruel monarca egipcio que dejara ir a Israel? ¿Es que acaso podría ofenderse
el Faraón, la autoridad de toda la tierra de aquel tiempo, si se le daba un
mensaje como ese?
Y por otro lado, ¿Qué hay de la severa advertencia que con sólo la mano dura
Faraón dejaría ir a Israel? ¿Acaso Moisés no se lo dijo y le advirtió lo que
ocurriría? Moisés no ocultó nada al Faraón de lo que Dios le había revelado y de
lo que él haría en toda la tierra de Egipto.
Finalmente, las diez plagas devastaron a todo el país, dejándolo en ruinas y
sumido en el caos y el temor, frete a un Dios Todopoderoso que hacía pleno
despliegue de su poder divino en la liberación de su pueblo.
Moisés cumplió con su misión, cumplió con aquello que Dios le había
encomendado, el mensaje a Faraón fue lo suficientemente claro al respecto, se
le advirtió sobre los juicios divinos, ahora, que él no hubiera hecho caso, es
otra cosa muy distinta, el punto es que, fue advertido de lo que acontecería.
ELÍAS Y EL MENSAJE PARA SU ÉPOCA
Siglos más tarde, y en medio de una de las más grandes apostasías en las
cuales cayera el pueblo de Israel, Elías, fue llamado por Dios para ser el
hombre de su época. Estando toda la nación, comenzando por sus líderes
19
religiosos y políticos, sumida en la idolatría y siguiendo los pasos de las
naciones paganas, Elías se levanta como único profeta de Dios predicando un
mensaje impopular para sus días.
De esta manera, el gobierno político, el sacerdocio, la adoración a Baal, la
prostitución idolátrica sobre los lugares altos y debajo de todo árbol frondoso,
los sacrificios humanos, especialmente de niños ofrecidos por sus propios
padres como ofrendas a Baal, el ministerio de cuatrocientos cincuenta pseudo
profetas consagrados a la deidad pagana del sol, el ministerio de una mujer
sacerdotisa que fomentaba y patrocinaba el culto a Baal, Jezabel, se convertían
en el escenario político y religioso, al cual Elías habría de hacer frente.
Estando solo y en medio de toda una nación separada de Dios, Elías, es
enviado por el Dios del cielo para hacer frente a la apostasía más depravada en
la cual había caído Israel.
Bajo el reinado del rey Acab y el sacerdocio de Jezabel, Elías comienza con su
ministerio profético, el primer mensaje que se registra en la Biblia fue dirigido
hacia el rey Acab en persona, la amonestación del profeta le advertía al rey,
que una severa sequía se aproximaba sobre todo Israel, y que por
consiguiente, la lluvia se produciría sólo a su orden.
Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive
Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en
estos años, sino por mi palabra. (1 R. 17: 1)
Esta advertencia entregada a la autoridad política de ese tiempo, Acab, fue
para el rey, un mensaje devastador, enfrentar una sequía por mucho tiempo,
trae consigo serias consecuencias, la usencia de agua, y con ello, la escases de
alimentos producidos por la tierra, ponen así, en grave peligro la existencia de
cualquier persona.
De esta manera, estando todo Israel en apostasía y en plena adoración del dios
Baal, dios de la fertilidad, del sexo y la producción agrícola de la tierra, esta
sequía venía a desafiar a ese dios y a quienes habían puesto su confianza en él
como gestor y sustentador de la vida.
20
Al igual que en Egipto, la idolatría pagana de esa nación fue desafiada por diez
plagas destinadas a cada una de las más importantes deidades, así también,
Dios desafiaba a la deidad pagana adorada en ese tiempo, Baal, por todos los
pueblos y aun por su pueblo escogido. Si ese dios era dios y tenía poder por
sobre los elementos, como la lluvia, para hacer germinar y producir alimentos
de la tierra, respondería y haría cesar la catástrofe climática.
Sin embargo, este mensaje poco popular para ese tiempo y que desafiaba la
autoridad y la cultura pagana, fue rechazado y el propio profeta fue acusado
por el mismo rey de ser él, el que perturbaba a todo Israel, es decir, Elías era el
culpable de lo que estaba aconteciendo sobre la tierra, hambre y sequía.
Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió:
Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los
mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. (1 R. 18: 17)
Acaso, ¿Ser acusado de perturbar a todo Israel, una nación, no es de por sí una
acusación grave? Entonces ¿Por qué predicar un mensaje como ese, despertar
y levantar la oposición de todo el pueblo y de la autoridad política de la nación?
¿Acaso fue poco inteligente Elías al hacer esto? ¿Acaso no era mejor dejar las
cosas como estaban? ¿Por qué ir contra la corriente desafiando la cultura
religiosa que se había adoptado? ¿Acaso Israel no se había abierto y entrado en
el camino de la tolerancia hacia otras expresiones de culto y adoración que
bien podrían ser consideradas como una alternativa válida?
¿Fue el profeta Elías un alarmista irresponsable, despertando el miedo y el
pánico al decir que durante tres años no llovería en la tierra? ¿Por qué predicar
esos mensajes cuando muy bien se puede hablar de otra cosa? ¿Acaso Elías se
auto llamó e inventó su ministerio profético a semejanza de los profetas de
Baal? ¿Ese mensaje, Elías lo inventó en la soledad y el calor del desierto tras
caer en un desequilibrio mental? Sinceramente y según las evidencias
textuales de lo que estaba ocurriendo en esos momentos con el pueblo de Dios
¿Estaba todo bien? ¿Era ético y moral lo que estaba aconteciendo con Israel, el
pueblo escogido de Dios?
Seguidamente y al tiempo después, Elías enfrentó derechamente y apuntó al
mismo corazón de la idolatría, desafiando al rey Acab, a Jezabel, al mismo Baal
21
y sus profetas y a todo el pueblo junto, a comparecer ante Dios mismo sobre el
monte Carmelo y ante su altar que estaba arruinado, a dar cuentas y a hacer
uso de sus supuestas facultades divinas.
Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de
Asera, que comen de la mesa de Jezabel. Entonces Acab convocó a todos los
hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Y acercándose
Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el
pueblo no respondió palabra.
Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de
los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues,
dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña,
pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre
leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de
vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere
por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien
dicho. (1R. 18: 19-24)
En una expresión de falsa fe que duró toda la mañana, entre gritos, bailes
rituales, mortificación del cuerpo a modo de ofrenda y penitencia, entre el
ruido de la música religiosa, los profetas de Baal invocaron la presencia y
poder de su deidad, la única respuesta conseguida así, fue el silencio de un
ídolo que tiene boca y no habla, tiene pies y no se hace presente. (1 R. 18: 20-
29) poniendo en evidencia la necedad e insensatez de un falso culto de
adoración, permitido y apoyado por las mismas autoridades religiosas del
pueblo escogido por Dios.
Seguidamente fue el turno del profeta Elías, en tan solo una oración que duró
no más de un minuto, el Dios del cielo respondió a la oración de su siervo, en
un despliegue de poder sobrenatural en presencia de todos los que estaban allí
congregados, del cielo descendía un poderoso fuego que consumió el
22
holocausto e incluso, lamió y secó el agua que rodeaba el altar de Jehová. (1R.
18: 30-38)
Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le
acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías
doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual
había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con
las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor
del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y
dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre
la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la
tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría
alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y
dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú
eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho
todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este
pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y
el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo,
se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! (1R. 18: 30-39)
Así, a través del fuego, que fue la prueba y la señal en ese momento y tiempo
para identificar al verdadero Dios, todo Israel postrado de rodillas finalmente
reconocía que Jehová es el Dios.
De esta misma manera, sí el profeta Elías estaba equivocado en el mensaje
que él presentaba, por ser de un contenido fuerte, o lo que algunos hoy en día
y bajo la actual perspectiva, que ya se está manejando y solidificando al
interior del actual pueblo de Dios, lo considerarían como de un enfoque
desequilibrado y de una falta de respeto al enfrentar a la autoridad política y
23
religiosa de su época, así como de un predicador irresponsable en la
presentación de su mensaje, asustando a la gente y alarmando a todo el
pueblo al predicar que un gran desastre se aproximaba, una sequía de tres
años, entonces, si fuera así, ¿Por qué Dios contestó a su oración? ¿Por qué Dios
se manifestó desde el alto cielo y sobre la cumbre del monte Carmelo por
medio de un despliegue de poder que consumió el holocausto y secó hasta el
agua si Elías estaba equivocado en su enfoque y énfasis?
Si el profeta Elías, era alguien desequilibrado y su mensaje tenía un enfoque
alarmista ¿Por qué todo el pueblo reconoció que Jehová es el Dios verdadero?
Entonces, ¿Por qué fueron decapitados los cuatrocientos cincuenta profetas de
Baal? ¿Por qué entonces, Elías se transforma en una figura y símbolo del
precursor de Cristo, Juan el Bautista, quien prepararía y despertaría las
conciencias ante la inminente llegada del Mesías, así como de todos aquellos,
que vivirán en los últimos días como parte de la iglesia remanente de quienes
predicarán la verdad y el mensaje final?
Elías, fue así, el hombre de su época y para su época, reconocido como profeta
entre muchos y como el varón de Dios entre algunos, hizo su aparición sobre el
escenario de aquel tiempo, siendo portador de un mensaje que estaba a la
altura de las circunstancias y eventos que se estaban desarrollando al interior
del pueblo de Dios.
Elías predicó la verdad presente cumpliendo así, la voluntad de Dios como
hombre de Dios, en su ministerio, Elías abrazó tanto el gozo como la tribulación
y la angustia extrema, experimentando el peligro, e incluso, de llegar a perder
su vida por las amenazas de muerte de quienes fueron oidores de su mensaje y
amonestación.
Elías no predicó ningún mensaje halagador, ni mucho menos hizo un llamado a
la calma y la tranquilidad, no porque fuera un alarmista o le gustara asustar a
la gente o de ser un irresponsable y cuyo enfoque de las cosas y su mensaje
estaba equivocado, no, no, porque simplemente o complicadamente, como
queramos verlo, el mensaje que él predicaba provenía de uno mucho mayor
24
que el mismo rey Acab, la autoridad política y de Jezabel, la autoridad religiosa,
sino porque las condiciones sociales, morales, civiles, políticas y religiosas de
su tiempo, estaban en una abierta y manifiesta apostasía en contra del Dios
del cielo.
LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y EL MENSAJE DE JEREMÍAS
Seguidamente y en la medida que el tiempo transcurría, llamados por Dios,
nuevos hombres se levantaron en un tiempo determinado para ejercer un
ministerio sagrado, con peligro incluso de sus propias vidas, presentaron así al
pueblo de aquél tiempo, un mensaje que era la verdad presente.
Entre ellos, se puede divisar a lo lejos en el tiempo, pero de forma cercana a
nosotros, través de las páginas de las Escrituras, la figura del profeta Jeremías.
Escogido de entre los hijos de un modesto sacerdote, Hilcías y viviendo en
Anatot, tierra de Benjamín, Jeremías es escogido por Dios, aun antes que
naciera, para ejercer un ministerio profético en un tiempo complicado y en
medio de una efervescente, agresiva y profunda apostasía.
Jeremías, quien fue despreciado, rechazado su mensaje, azotado, encarcelado,
torturado en el cepo, cuestionado, puesto en entre dichos y que por otro lado,
se auto calificó como un hombre de contiendas para toda la tierra de aquel
tiempo, hoy, también su nombre es usado de manera burlesca e irónica por
muchos como un adjetivo calificativo para cuestionar y ridiculizar a todos los
que lloran desde un púlpito.
Al igual que Moisés, no aceptó de primera gana el llamamiento que Dios le
hacía, presentando escusas muy parecidas a las presentadas por el gran
libertador de Israel, Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar,
porque soy niño. (Jer. 1: 6) Sin embargo, Jeremías fue obligado y seducido por
Dios a aceptar el llamado divino.
25
Desde el mismo comienzo se le advirtió que su trabajo y obra no sería para
nada fácil y que su ministerio no le iba a recompensar en fama, sino todo lo
contrario, así, Dios no lo engañó en ningún momento haciéndole creer que su
ministerio sería fácil.
Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y
dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy
para librarte, dice Jehová. Porque he aquí que yo te he puesto en este día como
ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra
toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el
pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy
contigo, dice Jehová, para librarte. (Jer. 1: 7-8, 18-19)
Pero ¿Por qué Jeremías llegó a ser tan cuestionado, insultado, ridiculizado aun
por su propia familia? ¿Por qué recibió un trato, físico y verbal, tan agresivo en
su época? Las respuestas a estas interrogantes se encuentran en dos
situaciones puntuales, el tipo o contenido del mensaje que él predicó y
segundo, el mensaje que él anunciaba, estaba en estrecha relación con las
condiciones que se vivían en todo orden de cosas al interior del pueblo de
Israel, es decir, predicó una verdad presente.
En cuanto a esto último, ¿Qué era lo que se vivía al interior del pueblo de Dios
en esos días? ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Al igual que tiempo atrás,
como en los días de Elías, en Israel se vivía nuevamente una profunda
apostasía cuyo índice de maldad y rebelión contra Dios había alcanzado tales
dimensiones, que toda la nación, comenzando por sus propios líderes políticos
y religiosos, se encontraban involucrados y la cual, traería serias y
devastadoras consecuencias.
Toda la nación había abandonado el culto a Dios, el altar de Jehová se
encontraba, una vez más, arruinado, la adoración a Baal y Semiramis, la reina
del cielo, conocida también en Israel como Asera o Astarté, eran las divinidades
26
de origen pagano que recibían la adoración de todo el pueblo, de cada hombre
y mujer, familia y autoridad.
Este culto, tenía la cualidad que se realizaba sobre la cumbre de todo monte o
lugar alto, allí y sobre los altares, los sacerdotes invocaban la presencia de los
demonios y ofrecían a Baal sacrificios humanos, especialmente de niños que
eran entregados por sus propios padres como ofrendas al dios pagano.
Las familias, padres, madres y niños, ofrecían tortas amasadas como ofrendas
a la imagen de una mujer con un niño en sus brazos, Semiramis, la cual era
conocida como la reina del cielo. Por acción y autorización de los mismos
sacerdotes, al interior del santuario o templo del Señor, se cometían los actos
más aberrantes que el mismo Señor los calificó como de abominaciones, la
adoración de la imagen del celo, es decir, la adoración de un ídolo al interior
del mismo santuario era cosa insoportable para Dios.
Por otro lado, y en medio de todo este estado de cosas, la presencia de falsos
pastores y profetas, hombres a los cuales Dios no los había llamado, trasmitían
mensajes de paz, prosperidad y seguridad, asimismo, la corrupción política,
sacerdotal, la injusticia, el crimen, la fornicación y adulterio, el chisme y la
murmuración y la traición, se contaban entre los actos que formaban parte de
la vida diaria al interior de aquella ciudad.
Ahora, seamos sinceros ¿Todo esto era ético y moral? ¿O la Biblia es una
alarmista y solamente está exagerando las cosas al presentar estas
condiciones de vida? ¿El Dios Todopoderoso, santo y de una gloria sublime y
aterradora, seguiría permitiendo por más tiempo un estado de cosas
semejantes? ¿Qué pensaba Dios con respecto a todas estas condiciones que se
vivían al interior de su pueblo?
Por consiguiente, Todo este estado de cosas traería serias consecuencias sobre
toda la nación, de manera que, se necesitaba con urgencia un mensaje de
advertencia, que revelara lo que estaba ocurriendo y que hiciera reflexionar a
toda esa gente sobre las condiciones de vida y en lo que podría llegar a pasar,
de persistir en aquella apostasía, acontecimientos que serían devastadores
donde la destrucción caería sobre hombres y animales.
27
De esta forma, el profeta Jeremías surge y se levanta como el único profeta de
Dios, siendo portador de un mensaje que denunciaba toda esta forma de
iniquidad, pecados y apostasía, pero además, advertía al pueblo de las terribles
consecuencias que vendrían sobre la tierra, sobre todo Israel, si esto
continuaba, presentando por otro lado, la única salida a todo este estado de
cosas, volver al Señor.
El mensaje de Jeremías fue fuerte, encontrándose también a la altura de la
fuerte apostasía que se vivía, su mensaje, formaba parte de una verdad
presente para su época. Entre algunas de las advertencias que él presentó al
pueblo de lo que Dios traería sobre toda la nación y de continuar en aquellos
caminos, podemos leer las siguientes:
Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet,
ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en
Tofet, por no haber lugar. Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para
comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las
espante. Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la
voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque
la tierra será desolada. (Jer. 7: 32-34)
De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán
como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán
consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las
bestias de la tierra. (Jer. 16: 4)
Dirás, pues: Oíd palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y moradores de Jerusalén.
Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre
este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le retiñan los oídos.
Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más
Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza. Y desvaneceré el
28
consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y les haré caer a espada delante
de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus vidas; y daré sus
cuerpos para comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se
asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción. Y les haré comer la carne
de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo,
en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que
buscan sus vidas. (Jer. 19: 3, 6-9)
Estas palabras de advertencia que Jeremías pronunciaba, no provenían de él
mismo, formaban parte del mensaje y palabras que Dios mismo había puesto
en su boca como parte de su llamado y ministerio, Y extendió Jehová su mano
y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu
boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para
arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para
plantar. Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande;
no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos.
(Jer. 1: 9-10, 17)
Además, este mensaje no lo inventó el profeta y desde el punto de vista que
concierne a él, no deseaba predicar un mensaje como ese, a él, le desagradaba
ser portador de una amonestación que incluía una devastación sobre Israel,
nunca deseó ser predicador de acontecimientos catastróficos, mas estaba bajo
órdenes divinas y uno mayor que todas las autoridades políticas y religiosas de
la época, delineó muy bien la verdad presente para ese tiempo.
¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de
discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos
me maldicen. (Jer. 15: 10)
He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla
ahora! Mas yo no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de
calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia. No
me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo. (Jer. 17: 15-17)
29
Sin embargo, el pueblo no aceptó aquel mensaje, de amonestación y
advertencia, fue calificado como de alarmismo, desequilibrado y de
irresponsable por parte de las autoridades, tanto políticas como religiosas. Las
consecuencias para el profeta fueron de igual manera desafortunadas,
sumiéndolo, por algunos pasajes de su ministerio, en una profunda depresión y
angustia mental que lo llevaron incluso, al extremo de maldecir el día en que
nació y desear la muerte a semejanza de algunos hombres del pasado. (Jer. 20:
1-18, Job. 3)
Pero ¿Cuál era la intensión de Dios al mandar un mensaje como este?
Simplemente o complicadamente ¿Asustar a la gente? ¿Alarmarla? ¿Fue el
profeta Jeremías un irresponsable por predicar este tipo de eventos que
marcaría el fin de todo este orden de cosas que se estaban dando?
Es evidente que la intensión primera y última era de redención, para ser
librados y que escaparan de estos acontecimientos que vendrían, de persistir
en tales acciones y estilo de vida. ¿Podemos imaginar a Dios con una intensión
distinta a esta? Por lo tanto, Dios fue claro al respecto y así se lo hizo saber a
toda la nación a través del profeta.
Sin embargo, muchos y comenzando por las mismas autoridades políticas y
religiosas, pidieron enérgicamente a Jeremías y bajo expresas amenazas de
torturas y muerte, que desistiera de predicar y anunciar tales acontecimientos
que vendrían, que dejara a un lado la predicación de mal augurio porque
asustaba a la gente.
El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de
Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. Y azotó Pasur al profeta
Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la
cual conducía a la casa de Jehová. (Jer. 20: 1)
Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas
palabras en la casa de Jehová. Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que
30
Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los
profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás. ¿Por
qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo,
y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó
contra Jeremías en la casa de Jehová. Y los príncipes de Judá oyeron estas
cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la
entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. Entonces hablaron los
sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena
de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad,
como vosotros habéis oído con vuestros oídos. (Jer. 26: 7-11)
Por el contrario, los líderes políticos y religiosos de la nación, deseaban
escuchar solamente y entregar a todo el pueblo un mensaje de esperanza, fe,
entusiasmo, un mensaje de paz y amor, palabras dulces y tranquilizadoras y no
lo que predicaba este hombre y además, era irresponsable en sus
declaraciones.
Para ello, los mismos pastores y falsos profetas, le predicaban y anunciaban a
todo el pueblo tiempos mejores, les predicaban y anunciaban mensajes
tranquilizadores donde las escenas de la destrucción de Jerusalén y de lo que
vendría sobre Israel eran reemplazadas por mensajes con un llamado a la
calma y la tranquilidad, así, mensajes efímeros y falaces que Dios nunca había
enviado, reemplazaban a la verdad presente y era dejada de lado para no
asustar al pueblo y no provocar según ellos, el disgusto de Dios.
¿Es esto así? ¿El pueblo y sus líderes deseaban escuchar este tipo de
mensajes? ¿Deseaban escuchar realmente predicaciones que invitaran a la
tranquilidad y vivir reposados para el futuro? ¿Los pastores y profetas de ese
tiempo dejaron a un lado la verdad presente? Dios mismo fue testigo de esto,
y la Biblia así lo declara, dando testimonio que esto realmente así ocurrió.
Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me
conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron
en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. (Jer. 2: 8)
31
Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de
Judá, dice Jehová. Negaron a Jehová, y dijeron: El no es, y no vendrá mal sobre
nosotros, ni veremos espada ni hambre; antes los profetas serán como viento,
porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos. Cosa espantosa y fea es
hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían
por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue
el fin? (Jer.5: 11-13, 30-31)
¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son
incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es
cosa vergonzosa, no la aman. Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehová, estoy
cansado de contenerme; la derramaré sobre los niños en la calle, y sobre la
reunión de los jóvenes igualmente; porque será preso tanto el marido como la
mujer, tanto el viejo como el muy anciano. Y sus casas serán traspasadas a
otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre
los moradores de la tierra, dice Jehová.
Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la
avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y curan
la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para
vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Puse también sobre vosotros
atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No
escucharemos. (Jer. 6: 10-14, 16-17)
He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. Andad
ahora a mi lugar en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que
le hice por la maldad de mi pueblo Israel.
Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová,
y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no
respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre,
en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros
padres, como hice a Silo.
32
Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y
vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para
que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en
sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron
hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la
tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos,
enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni
inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor
que sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te
oirán; los llamarás, y no te responderán. Les dirás, por tanto: Esta es la
nación que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni admitió corrección;
pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada. (Jer. 7: 8, 12-14, 24-
28)
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros?
Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas.
Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que
aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen? Por tanto, daré a
otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el
más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta
hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de la hija de mi
pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. (Jer. 8: 8-11)
Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron
reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora
de su maldad, y castigará sus pecados. Me dijo Jehová: No ruegues por este
pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan
holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con
hambre y con pestilencia.
33
Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis
espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz
verdadera. Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi
nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación,
vanidad y engaño de su corazón os profetizan.
Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre,
los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra;
con espada y con hambre serán consumidos esos profetas. Y el pueblo a quien
profetizan será echado en las calles de Jerusalén por hambre y por espada, y
no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y
sobre ellos derramaré su maldad. Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis
ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es
quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa. Si salgo al
campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de
hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la
tierra, y no entendieron. (Jer. 14: 10-18)
Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al
sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo de
lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras. (Jer. 18: 18)
A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis
huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino,
delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque tanto el profeta
como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.
Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y
caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice
Jehová. En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre
de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén he
visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las
manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron
todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
34
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí
que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los
profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su
propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me
irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de
su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.
Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién
estuvo atento a su palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová
saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de
los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta
que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo
entenderéis cumplidamente.
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos
profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis
palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la
maldad de sus obras. (Jer. 23: 9, 11-22)
Así, el pueblo de Israel de aquel tiempo, a través de mensajes aduladores,
palabras dulces, de paz y seguridad, al aceptar y creer en la palabra de los
falsos pastores y profetas, despreció y desechó la predicación de la verdad
presente contenida a través del mensaje y en las palabras del profeta Jeremías.
El clímax de este rechazo y que finalmente sentenció a Israel al largo cautiverio
babilónico, quedó en plena evidencia cuando la misma autoridad política en la
persona del rey Joacim, en presencia de los príncipes y sacerdotes, al tomar un
cortaplumas, destruyó y quemó el libro que Jeremías, por orden divina, había
escrito a través de Baruc, su escriba, despreciando así, el mensaje que Dios
había enviado a toda la nación… la verdad presente para ese tiempo.
Aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta
palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Toma un rollo de libro, y escribe en él
todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas
35
las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías
hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se
arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado.
Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías,
en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado.
Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en
la casa de Jehová. Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca,
las palabras de Jehová a los oídos del pueblo, en la casa de Jehová, el día del
ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus
ciudades. Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva
cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha
expresado Jehová contra este pueblo. (Jer. 36: 1-5)
Y le dijeron: Siéntate ahora, y léelo a nosotros. Y se lo leyó Baruc. Cuando
oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero,
y dijeron a Baruc: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras.
Preguntaron luego a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca
de Jeremías todas estas palabras.
Y Baruc les dijo: El me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía
con tinta en el libro. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el
rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el
brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero
había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos
que oyeron todas estas palabras.
Y entraron a donde estaba el rey, al atrio, habiendo depositado el rollo en el
aposento de Elisama secretario; y contaron a oídos del rey todas estas
palabras. Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, el cual lo tomó del
aposento de Elisama secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de
todos los príncipes que junto al rey estaban. Y el rey estaba en la casa de
invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él.
36
Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un
cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta
que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. Y no
tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron
todas estas palabras. (Jer. 36: 15-18, 20-24)
De esta manera, mientras los pastores, sacerdotes y profetas le predicaban a
todo el pueblo una verdad que no habían recibido, traduciéndola en mensajes
de paz y de seguridad, comenzando por el mismo rey y las autoridades
religiosas, todo el pueblo de Dios despreció la verdad presente contenida en el
libro del profeta Jeremías.
Jeremías, predicó una verdad inapropiada para muchos, alarmista para otro
tanto, desequilibrada e irresponsable para otros y que debía de ser castigado,
torturado y morir, sin embargo, ¿De qué sirvieron esas declaraciones cuando
los eventos, que les eran anunciados para su bien, se desataron finalmente
sobre toda la nación? ¿En donde están ahora sus líderes, pastores y profetas
permisivos, de dulces palabras, al momento cuando, niños, jóvenes y ancianos
clamaban por pan al hacer frente a los crueles rigores del hambre?
¡Qué sus líderes, quienes les ofrecían y predicaban de paz y seguridad, vean
ahora a los niños, a los de pecho, los recién nacidos, agonizando y pegada su
lengua al paladar por falta de agua! ¡Qué sus líderes, quienes les predicaban
de prosperidad y seguridad y acusaban al profeta Jeremías de alarmista e
irresponsable en sus declaraciones, vean ahora a su pueblo pagando elevados
precios a los que vendían tortas hechas de estiércol de paloma para satisfacer
su hambre! ¡Qué sus predicadores, vean ahora a las mujeres delicadas,
aquellas de fino y elegante vestir y que su pie nunca tocó el suelo,
abrazándose a los que olían y vendían estiércol para calmar el dolor del
hambre.
¿En dónde quedaron esos líderes permisivos y sus mensajes halagadores,
cuando las mujeres, las propias madres, afligidas por el dolor desesperante del
hambre, se comieron, cociendo a sus propios hijos? (Lm. 4: 10)
37
Todo esto, pudo evitarse si los líderes políticos y religiosos hubieran aceptado
la verdad presente para sus días, sino hubieran rechazado aquel mensaje de
amonestación y creído en lo que vendría sobre la nación por la advertencia que
el profeta les entregaba de parte de Dios.
¿Qué responsabilidad hubiera tenido Jeremías frente a todo lo que sucedió, si él
no predicaba ese mensaje que se le entregó? ¡Ahora sí y con plena autoridad
podemos decir! ¿Cuán grande hubiera sido su irresponsabilidad como
mensajero de Dios, de no haber advertido a su pueblo lo que vendría sobre
ellos, de persistir en los caminos que estaban siguiendo? ¿Qué hubiera pasado
con el profeta ante la presencia de Dios, si él predicaba un mensaje como el
que predicaban los falsos pastores y profetas?
En vista de toda la apostasía que se vivía a nivel nacional, político y religioso
¿Jeremías minimizó su mensaje porque muchos se podían asustar? ¿Ocultó el
mensaje de la verdad presente todo para contemporizar y ser famoso ante la
opinión de los demás? Y después de todo, ¿De qué sirvió la opinión de los
demás, de toda la mayoría, rey, sacerdotes, profetas y el pueblo frente a la
catástrofe que aconteció?
EL MENSAJE DEL SEGUNDO ELÍAS FRENTE A LA PRIMERA VENIDA DE
CRISTO
Al comenzar los tiempos del Nuevo testamento, era inminente el cumplimiento
de las muchas profecías que fueron dadas en el pasado. La llegada del Mesías,
en el perfecto y exacto cumplimiento de las profecías de tiempo del libro de
Daniel, hacía necesaria la predicación urgente de la verdad presente para ese
tiempo.
Para ello, se necesitaba el hombre de la época y para esa época, Juan el
Bautista. Calificado por Cristo mismo, como uno de los más grandes profetas y
hombre que haya nacido sobre esta tierra, (Mat. 11: 7-13) mientras que la
profecía, por su parte, lo llamaba el segundo Elías, (v. 14) Juan se levanta como
el precursor del Mesías, cuya venida y aparición eran inminentes.
Las circunstancias sociales, políticas y religiosas de aquella época, exigían que
un mensaje diferente a lo escuchado alguna vez hasta allí, se proclamara con
38
todo poder para despertar las conciencias y hacer reflexionar a la gente de ese
entonces, que el tiempo en que estaban viviendo era de naturaleza profética,
revelado y anunciado por todos los profetas y Escrituras del Antiguo
Testamento y de manera señalada, por el libro de Daniel.
En medio de las discordias y las luchas, se oyó una voz procedente del
desierto, una voz sorprendente y austera, aunque llena de esperanza:
"Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado." Con un poder nuevo y
extraño, conmovía a la gente. Los profetas habían predicho la venida de Cristo
como un acontecimiento del futuro lejano; pero he aquí que se oía un anuncio
de que se acercaba. El aspecto singular de Juan hacía recordar a sus oyentes
los antiguos videntes. En sus modales e indumentaria, se asemejaba al profeta
Elías. Con el espíritu y poder de Elías, denunciaba la corrupción nacional y
reprendía los pecados prevalecientes. Sus palabras eran claras, directas y
convincentes.
Muchos creían que era uno de los profetas que había resucitado de los
muertos. Toda la nación se conmovió. Muchedumbres acudieron al desierto.
Juan proclamaba la venida del Mesías, e invitaba al pueblo a arrepentirse.
Como símbolo de la purificación del pecado, bautizaba en las aguas del Jordán.
Así, mediante una lección objetiva muy significativa, declaraba que todos los
que querían formar parte del pueblo elegido de Dios estaban contaminados por
el pecado y que sin la purificación del corazón y de la vida, no podrían tener
parte en el reino del Mesías. (DTG. Cap. 10 La voz que clamaba en el desierto.
Pág. 79, 80)
Hasta ese momento, nunca nadie se había levantado antes con un mensaje tan
distinto y que anunciara de manera inminente y para esos días la llegada del
Mesías, muchos lo esperaban para siglos de distancia en el tiempo como lo
fueron los que vieron en los tiempos del Antiguo Testamento, y de igual forma,
todos los que vivieron en ese entonces tampoco lo esperaban tan pronto, pero
ahora, esto era distinto, una voz proclamaba que estaba muy cerca.
39
Llamando la atención de muchos y despertando la curiosidad de otros, su
apariencia se asemejaba a la de los antiguos profetas, desde que su voz se
comenzó a oír en el desierto de Judea, su mensaje no tardó en llegar hasta el
mismo recinto del sanedrín judío. Así, su mensaje obligó a hacer salir a su
encuentro a las autoridades religiosas de la época, quienes buscaron
respuestas sobre su autoridad para predicar, y saber así, cuál era su mensaje.
Entre preguntas y respuestas (Jn. 1: 19-22) Juan expone a las claras, ante
aquellas autoridades del sanedrín, el mensaje para ese tiempo, Dijo: Yo soy la
voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo
el profeta Isaías. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le
preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni
Elías, ni el profeta? Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas
en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el
que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado. (Jn. 1: 23-28)
De esta manera, su mensaje para ese entonces y momento era que el Mesías
estaba próximo a venir, es más, tan cerca era su aparición, que ya estaba
entre ellos, la llegada del Mesías, el Cristo, fue anunciada por Juan en ese
tiempo, por aquel que preparaba su camino.
Ese mensaje, debía de hacer a muchos reflexionar en el camino del Señor, su
mensaje era de tal envergadura y naturaleza, así como de impopular, que a
través de la figura de montes que son aplanados, valles que son rellenados,
donde lo torcido es enderezado y lo áspero allanado (Is. 3: 3-5) nos habla que
las profecías sobre este evento en particular, hacían un llamado a una gran
reforma espiritual para esa época, ante la inminente llegada del Mesías.
A los mismos miembros del sanedrín, la autoridad religiosa de ese tiempo, les
amonestó diciendo: Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos
venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a
huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no
penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre;
porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas
piedras.
40
Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol
que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os
bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado
yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su
trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Mat. 3:
7-12)
Esto revelaba que todo el sistema religioso y hasta el mismo sacerdocio
estaban corrompidos, por otra parte, a toda aquella gente que le escuchaba,
Juan les hacía un solemne llamado al arrepentimiento y reformar los caminos.
(Mar. 1: 5-8)
En el tiempo de Juan el Bautista, la codicia de las riquezas, y el amor al lujo y a
la ostentación, se habían difundido extensamente. Los placeres sensuales,
banquetes y borracheras estaban ocasionando enfermedades físicas y
degeneración, embotando las percepciones espirituales y disminuyendo la
sensibilidad al pecado. Juan debía destacarse como reformador. Por su vida
abstemia y su ropaje sencillo, debía reprobar los excesos de su tiempo. Tal fue
el motivo de las indicaciones dadas a los padres de Juan, una lección de
temperancia dada por un ángel del trono celestial. (DTG. Cap. 10 La voz que
clamaba en el desierto. Pág. 75)
Como profeta, Juan había de "convertir los corazones de los padres a los hijos,
y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo
apercibido." Al preparar el camino para la primera venida de Cristo,
representaba a aquellos que han de preparar un pueblo para la segunda
venida de nuestro Señor. (DTG. Cap. 10 La voz que clamaba en el desierto.
Pág. 76)
Por otro lado, el valor que tuvo Juan de enfrentar al mismo rey Herodes y
denunciar a viva voz su pecado al tener como conviviente a la esposa de su
hermano, el cual aun estaba vivo, revelan que toda la sociedad de aquél
41
tiempo, tanto política como religiosa, estaba corrompida y degrada. (Luc. 3: 19-
20; Mat. 14: 1-5)
Para aquél tiempo, la promesa del libertador, la primera venida de Cristo, se
había diluido a través de los siglos, los sistemas de sacrificio y el sacerdocio
demandaban con urgencia la llegada del Mesías, sin embargo, nadie lo
esperaba, es más, nadie pensó jamás que su venida estuviera tan cerca,
cuando nació, la indiferencia fue notoria y nadie sabía que un evento profético
y de extraordinaria grandeza estaba por acontecer, salvo unos pocos, los
magos que vinieron del Oriente y los humildes pastores en las colinas de Belén,
mientras que los líderes religiosos de la época desconocían los tiempos
proféticos en que vivían.
Ahora, se acercaba el cumplimiento de las profecías de tiempo que revelaban
la llegada del Mesías, el Cristo, el ungido, de manera que su bautismo, para
luego dar inicio a su ministerio público, era inminente. La profecía de las 62
semanas del libro de Daniel y que terminaban de cumplirse en la primavera del
año 27 de nuestra era, las cuales a su vez, formaban parte de las 70 semanas
pertenecientes al pueblo de Israel, (Dan. 9: 24-25) eran parte de la verdad
presente para ese tiempo y el ministerio precursor de Juan el Bautista giraba
en torno a estos acontecimientos de naturaleza profética.
De esta manera, la misma aparición de Juan el Bautista sobre el escenario
mundial de aquella época y el contenido de su mensaje eran de naturaleza
profética y de profecías que estaban a punto de cumplirse en su tiempo,
¿Cuáles? La aparición en público y a vista de todo el pueblo, del Mesías y su
bautismo. Así, la verdad presente para ese entonces, se basaba en las
profecías del libro de Daniel, de esta forma, el segundo Elías (Juan el Bautista)
guardaba estrecha relación con eventos proféticos en el contexto de la primera
venida de Cristo a la tierra.
Juan se levantó como predicador y mensajero en el tiempo profético preciso e
indicado por la profecía, su ministerio lo ejerció dentro del periodo de las 62
42
semanas proféticas del libro de Daniel y comenzando poco tiempo antes que
éstas terminaran, y eventualmente, previo al primer advenimiento de Cristo.
Así, Juan el Bautista predicó un mensaje para su tiempo y época en que le tocó
vivir con forma a las profecías que eran para sus días. Su mensaje no consistió
en predicar fábulas, mistos o leyendas, ni mucho menos, mensajes que
solamente adulaban al pueblo, endulzando así su lengua, no, Juan y su
mensaje procedían de Dios para amonestar al pueblo de entonces, que un
evento de gran envergadura estaba por acontecer sobre la tierra… la primera
venida de Cristo.
EL MINISTERIO DE CRISTO Y LA VERDAD PRESENTE EN EL CONTEXTO
DE LA PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS
De esta forma, la llegada del Mesías prometido y su ministerio público,
obedecían a un programa divino, donde las profecías revelaban el tiempo de
esa aparición y la naturaleza de su obra. Para cuando Juan el Bautista ejerció
su ministerio precursor, preparando así el camino para la llegada del Mesías, lo
hizo tiempo antes que se cumplieran las 62 semanas proféticas del libro de
Daniel. Ese tiempo terminaba el año 27 dc. Y según la profecía, sería el año en
que Jesús, el Mesías, sería ungido, es decir, sería bautizado.
Así, al concluir las 62 semanas, marcaría el fin del ministerio de Juan el
Bautista y daría inicio a la última semana de tiempo profético perteneciente a
las 70 semanas destinadas a los judíos y dentro de la cual, Cristo ejercería su
ministerio público. De esta manera, para cuando Jesús se bautiza y comienza
con su ministerio público, él mismo declara como parte de su predicación que
el tiempo se había cumplido, Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a
Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio. (Mar. 1: 14-15)
43
Pero, ¿A qué tiempo se está refiriendo Jesús? ¿Qué tiempo es ese que se ha
cumplido? Resulta evidente que Jesús se está refiriendo al tiempo cuando
debía de comenzar su ministerio público, al tiempo en que tras su bautismo, el
Mesías se mostraría a todo el pueblo de Israel. Ese tiempo, estaba revelado en
las profecías de tiempo registradas por el profeta Daniel en relación a la
llegada del Mesías al término de las 62 semanas proféticas, dando inicio así, a
la última semana del periodo destinado a los judíos. (Dan. 9: 24-27)
De esta forma, para cuando Jesús fue bautizado y una vez que regresó del
desierto poniendo fin a su ayuno, Jesús entró en la sinagoga de Nazaret y en
ella, aquel día sábado, a través de la lectura del profeta Isaías, declaró a todos
los que estaban allí reunidos que él era el Mesías prometido, afirmando esto
con base en las Escrituras y que la profecía se cumplía delante de ellos.
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro
del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el
libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban
fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros. (Luc. 4: 16-21)
Mientras que Daniel revelaba el tiempo de la aparición del Mesías y el
comienzo de su ministerio público, por otro lado, el profeta Isaías revelaba la
naturaleza de su ministerio y obra entre las personas, de allí, que ese sábado
en la sinagoga, hiciera esta afirmación que la Escritura o profecía se había
cumplido.
Aquél ministerio, tendría una duración de tres años y medio, lo que
correspondía en tiempo profético, a la mitad de la última semana destinada a
los judíos, es decir, tres tiempos y medio desde la primavera del año 27 al 31
dc. (Dan. 9: 27)
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Así, las 70 semanas estaban destinadas exclusivamente al pueblo de Israel, las
cuales habían comenzado una vez terminado el cautiverio Babilónico, a partir
del año 457 ac. Las cuales se extenderían hasta el año 34 dc. Cubriendo un
periodo de tiempo de 490 años. De manera que, todo acontecimiento que se
desarrollara dentro de ese espacio de tiempo guardaba relación únicamente
con el pueblo de Israel. (v. 24)
De esta manera, el ministerio de Cristo se desarrolla solamente en la última
semana, cubriendo los tres primeros años y medio de ese tiempo profético. En
consecuencia, al mandar a sus discípulos a predicar el evangelio, les da
órdenes que solamente lo hagan a la casa de Israel y no a los gentiles, pues su
tiempo, el de los gentiles, aun no había llegado.
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de
gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id
antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. (Mat. 10: 5-7)
De igual manera, otro incidente que pone de manifiesto que su obra estaba
dirigida solamente al pueblo judío, según lo especificaba la profecía, es el caso
de la mujer cananea, la cual pedía al Señor un milagro de sanidad para su hija
que era atormentada gravemente por un demonio. (Mat. 15: 21-28)
Así, tras dar voces y bajo la manifiesta inquietud de sus discípulos, El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa
de Israel. (v. 24) y luego le declara a la misma mujer, No está bien tomar el
pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. (v. 26) dando a entender, que su
obra se realizaba solamente al pueblo de Israel y en cumplimiento con las
profecías. Sin embargo, eso no quitaba el hecho que Jesús fuera riguroso en
eso, solamente él daba a entender el tiempo profético que estaban viviendo.
De la misma manera, cuando Pedro le preguntó cuantas veces perdonaría a su
hermano que pecare contra él, ¿Solamente siete veces? (Mat. 18: 15-22) el
Señor le respondió, No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces
siete. (v. 22) setenta veces siete son 490 veces, y ese es precisamente el
tiempo de gracia que el Señor le dio una vez más al pueblo de Israel, que
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traducido de veces a años serían 490 años, el cual, es el mismo tiempo en que
se traducen las 70 semanas. (490 años)
De manera que, el ministerio de Cristo, se enfocaba y estaba determinado sólo
al pueblo de Israel, según la profecía de Daniel y dentro de un tiempo
determinado, lo cual, nos lleva a entender que también había un determinado
mensaje como parte de ese ministerio y tiempo profético, una verdad
presente.
El mensaje que Cristo presentó al pueblo de Israel y que enseñó luego a sus
discípulos enviándolos a predicar, se basaba en el libro de Daniel, “el tiempo se
ha cumplido, Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido,
y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. (Mar. 1:
14-15)
Aunque los discípulos creyeron y aceptaron a Jesús, sin embargo, nunca
comprendieron la naturaleza de su obra, para ellos, Jesús era simplemente un
gran hombre, un gran profeta, maestro y predicador, pero en ningún momento
le reconocieron como el Mesías.
Sin embargo, abrigaban las esperanzas que en última instancia, él podría ser el
gran libertador de Israel, pero no llegaron a comprender que su ministerio
consistía en ser primero, el Cordero de Dios y no el rey que sometería a sus
enemigos. Tras caer y ser influenciados por los errores teológicos de la época
sobre quién sería el Mesías y su obra de liberación del poder romano, los
discípulos pusieron sus esperanzas en lo terrenal y no lo celestial.
Esto quedaba en evidencia cuando las disensiones y discusiones sobre quién
sería el mayor en el nuevo reino de Cristo, se manifestaban entre ellos, a tal
punto, que en cierta oportunidad, una madre le pidió que sus dos hijos se
sentaran a su lado, uno a la derecha y el otro a su izquierda. (Mat. 20: 20-28)
Aunque teniendo un falso concepto y no comprendiendo la obra de Jesús, aun
así, cumplieron la predicación y obra que Jesús les encomendaba, sin saber lo
46
que realmente estaban haciendo. A través de todo su ministerio y en
reiteradas ocasiones, Jesús les reveló que el Mesías, el Cristo, padecería y sería
muerto y que al tercer día resucitaría, sin embargo, no comprendían de qué les
hablaba. (Mat. 20: 17-19)
Los mismos maestros de Israel, escribas, sacerdotes y fariseos, tampoco
comprendían la obra del Mesías y al igual que los discípulos, desconocían los
tiempos proféticos en que vivían. (Mat. 16: 1-4)
Así, ya al terminar su ministerio público, en las instancias cuando estaba
siendo crucificado, el Señor oro diciendo, Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen. (Luc. 23: 34) y evidentemente, todo el pueblo de Israel no sabía
lo que hacía. Ahora, sí los discípulos comprendían los tiempos y las profecías
sobre el Mesías, su obra y ministerio, entonces, ¿Por qué lo abandonaron en
esos momentos difíciles? ¿Por qué Pedro lo negó y Judas lo traicionó? ¿Y por
qué todo Israel lo rechazó?
Una vez resucitado y en camino a la aldea de Emaús, Jesús escuchó a dos de
ellos conversar, su diálogo y tema eran los últimos acontecimientos que habían
ocurrido en Jerusalén ese día, sin embargo, aquella conversación reveló que el
concepto que manejaban los discípulos de Jesús, de su persona y obra, era
completamente terrenales.
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros
gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de
todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. (Luc. 24: 19-21)
Seguidamente, fue en presencia de todos reunidos en el aposento alto, que
Jesús les enseñó, por medio de todas las Escrituras, que su persona y obra eran
el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, recién allí, llegaron a
tener un concepto claro de las Escrituras, de lo que había ocurrido y de qué se
trataba su obra y ministerio, pero no antes. (Luc. 24: 25-27, 36-49)
47
De igual manera, el no comprender ciertas partes de la verdad, ya sea por un
motivo u otro, les ocurrió también a varios en el pasado, los mismos profetas
intentaron comprender las Escrituras que hablaban sobre la muerte y obra del
Mesías, (1ª P. 1: 10-12) aunque se les reveló que aquellos acontecimientos no
era para sus días.
Daniel fue otro profeta que no comprendía las visiones que se le mostraban y
aunque intentó y pidió que se las enseñaran, aun así, no logró dimensionar y
comprender todo el cuadro profético del futuro. (Dan. 7: 15-16, 19-28; 8: 15-
19, 27)
Pablo también no logró comprender ciertos aspectos de las profecías con
respecto al segundo advenimiento del Señor, pensando que ese evento se
realizaría en sus días, comprendió tiempo después, que esa profecía, no se
efectuaría así como él pensaba en cuanto al tiempo.
Así, tampoco fue la excepción con los discípulos, quienes llegaron a
comprender después los acontecimientos que Cristo les reveló durante su
ministerio, así, el concepto de la verdad que ellos manejaban en sus días y que
supuestamente se cumpliría en su época estaba errado, la profecía del Mesías
como libertador y que pondría a todos sus enemigos debajo de sus pies, se
cumpliría mucho más adelante en la línea profética del tiempo y la cual no se
confirmaría en sus días.
Por lo tanto, la verdad presente que Jesús predicó en sus días estaba en
consonancia y armonía con los tiempos que se vivían. Esa verdad, no era una
nueva verdad o luz, no, era simplemente el cumplimiento de las profecías del
Antiguo Testamento que hablaban del Mesías, su aperción, su bautismo y
ministerio público.
La predicación de Jesús, se basó en las Escrituras, desde el mismo comienzo de
su ministerio, abrió las profecías, basándose en Daniel e Isaías, las presentó
cumpliéndose en sus días. El Señor, no presentó ninguna verdad o predicación
que estuviera fuera de su época, la verdad presente que él predicó estaba
48
contenida en las profecías, que llegado el tiempo de sus cumplimiento, fue
presentada a la gente de esa época.
LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LA PREDICACIÓN DE LA VERDAD PRESENTE
Habiendo efectuado su sacrificio sobre la cruz y después de su ascensión, el
Señor derramó su Espíritu sobre todos los discípulos, para comenzar así, y en
sus días, a predicar el evangelio, el cual se extendería a todo el mundo
conocido de entonces y donde este, no se detendría hasta el fin de los tiempos.
La predicación apostólica presentando a Jesús como el Cordero de Dios, el
Cristo y el Mesías profetizado, su muerte en la cruz, su resurrección, ascensión,
el perdón de los pecados, la reconciliación con Dios, el amor infinito del Padre
eterno, formaban parte de la verdad presente en los días de los apóstoles.
Sin embargo, es interesante que al momento de su ascensión, los discípulos le
preguntaron a Jesús cuándo iba a restaurar el reino a Israel, Entonces los que
se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a
Israel EN ESTE TIEMPO? es decir, le preguntaron cuándo iba a regresar, que
dicho de otro modo, le preguntaron sobre el tiempo y cuándo se produciría su
segunda venida, creyendo los discípulos que esa restauración o la segunda
venida sería en sus días, (En este tiempo) la respuesta de Jesús fue aun más
interesante Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones,
que el Padre puso en su sola potestad; (Hch. 1: 6-7)
En otras palabras, lo que Cristo les está respondiendo a los discípulos en ese
momento, es que las profecías que se refieren a los acontecimientos finales y
sobre todo, su segunda venida, no eran para sus días, de manera que, no
tenían por qué preocuparse en su época por ese acontecimiento de ese tramo
en la línea profética de tiempo. ¿El motivo? es que estos eventos escatológicos,
no formaban parte de la verdad presente para esa época, sino para mucho más
adelante. La respuesta que Cristo les dio, es semejante a la misma respuesta
49
que recibió el profeta Daniel en relación a los acontecimientos finales que le
fueron a él revelados, a él se le dijo, que serían para el tiempo del fin o para
muchos días (Dan. 8: 16-17,19, 26; 12: 4, 9) y que muchos de esos eventos no
se cumplirían en su época.
Por consiguiente y según la respuesta que les dio Jesús ¿Podía él haber venido
en los días de los discípulos, mientras recién cumplía su ministerio sacerdotal
en el lugar santo del santuario celestial? ¿Podía él venir en los días de los
discípulos y de la iglesia apostólica, mientras que la profecía que anunciaba el
juicio que se realizaría en el cielo se efectuaría en el segundo compartimiento
del santuario, el lugar santísimo, al fin de la profecía de los 2300 días y que se
cumpliría ésta recién en 1844 y previo a su segundo advenimiento? Por lo
tanto ¿Se podría haber esperado la segunda venida de Jesús en cualquier fecha
anterior a ese año?
Algunos dirán, es que el Señor podría haber acortado el tiempo y apresurado
los eventos, sí, pero volvemos a lo mismo y nos crea un problema, aunque el
Señor podría haber acortado el tiempo y apresurado los eventos ¿Cómo o de
qué forma hubiera él modificado la matemática y los cálculos que ya habían
sido entregados y registrados de forma escrita por Daniel sobre la profecía de
tiempo de los 2300 días la cual nos lleva al año 1844? Y si él hubiera acortado
el tiempo y apresurado los eventos ¿Cómo entender que aun así y después de
1844 aun quedaba un ministerio por cumplir? Tal vez podría haber acortado los
años, pero eso no significa saltarse los años en la línea de tiempo y los eventos
que registra la profecía.
Y por lo mismo, si el Señor hubiera acortado los tiempos para que él viniera
antes de 1844 o en los días de los discípulos ¿Qué confianza se podría haber
tenido en el registro escrito de la profecía como palabra de Dios, si la misma
profecía apuntaba hacia 1844 y no antes de fecha para recién comenzar el
juicio en el cielo previo a su venida?
Ahora, según las profecías del Apocalipsis que revelan el ministerio de Cristo
en el lugar santísimo, esa revelación profética y escrita nos muestra que el
Señor vendrá recién y una vez terminado el juicio en el cielo y él salga del
50
santuario (lugar santísimo) llenándose este de humo por la gloria de Dios
(Apoc. 8: 1-6; 22: 10-12; 15: 5-8) y no antes de ese evento.
Por lo tanto, ahora y para nuestros días, sí podemos esperar que Cristo regrese
en algún tiempo, pero después de 1844 dc. Y no antes de esa fecha, según la
línea profética de las profecías de tiempo de Daniel y de los eventos revelados
en el libro del Apocalipsis.
Entonces, ¿Por qué Pablo predicó que Jesús venía en sus días, si recién Jesús
para ese tiempo estaba en el lugar santo del santuario celestial? ¿Por qué le
escribió a la iglesia de Tesalónica que ellos, estarían con vida y verían al Señor
viniendo en su segunda venida? (1ª Ts. 4: 13-18)
Si sacamos la cuenta, para cuando Pablo escribió la primera epístola a esa
iglesia, Tesalónica, era recién el año 51 dc. Y para el cumplimiento de los 2300
días faltaban aun 1793 años. Pero Pablo, escribe diciendo que Jesús vendría en
sus días. Sin embargo, al leer la segunda carta que él escribió al año siguiente,
el 52 dc. Él rectifica la apreciación en cuanto al tiempo o la época en que Jesús
vendría.
Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión
con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro
modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta
como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor ESTÁ
CERCA. (2ª Ts. 2: 1-2)
Pablo, ahora le dice a la misma iglesia que no esperen al Señor en sus días, es
más, les escribe diciendo, que si ellos escuchaban predicar (espíritu o palabra)
que Cristo vendría de manera inminente o que ya había aparecido o que aun
estaba entre ellos y si por otro lado, recibían una carta como si fuera de ellos
escrita (los apóstoles) que les decía de igual forma, que Jesús venía en sus días
y que su venida era inminente, no se asustaran o no se alarmaran de ello,
porque Jesús, no iba a venir tan pronto como pensaban que lo haría.
51
Es decir, antes que Jesús regresara a la tierra, se tenían que cumplir otros
acontecimientos previos a su venida y que cualquier predicación que dijera lo
contrario, que él regresaría pronto, sería un engaño.
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es
objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios,
haciéndose pasar por Dios. (2ª Ts. 2: 3)
Claramente, Pablo les escribe diciendo que antes de la segunda venida de
Cristo vendrá primero la apostasía, la manifestación del hombre de pecado a la
cual se refería Daniel (Dan. 7: 7-8, 17-25) y que ese poder, de acuerdo a
Daniel, se levantaría derribando la verdad y según la profecía y los cálculos
matemáticos de esta, perseguiría a la iglesia y dominaría en todo el mundo
conocido de entonces, por 1260 años.
Por lo tanto, si Pablo les dice que primero vendrá esta apostasía, era imposible
que Jesús viniera en ese tiempo, pues esta apostasía duraría 1260 años, pero
empezando a partir de otra profecía y recién a contar del año 538 dc. En
adelante. Como podemos ver y en relación a esta profecía, Jesús no vendría
antes del año 538 dc. Ni mucho menos al fin de este largo periodo profético
que terminaría recién en 1798 dc.
De allí el consejo de Pablo a los tesalonicenses, Pero con respecto a la venida
de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos,
hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de
pensar, (2ª Ts. 2: 1-2) Es decir, que no cambien de parecer o modo de pensar
con respecto a que Jesús vendrá pronto en nuestros días (iglesia apostólica)
que sigan pensando y manteniendo su posición como lo han hecho hasta allí y
permanezcan firmes, Nadie os engañe en ninguna manera; (v. 3)
Por consiguiente la iglesia de tesalónica y todas las iglesias del tiempo de los
discípulos, no se preocuparan por los eventos del fin del mundo, pues serían
acontecimientos que no se verificarían para sus días.
52
Esa idea, Pablo la siguió manteniendo de allí en adelante en su ministerio
apostólico, para cuando le escribió a Timoteo su primera carta, el año 64 dc.
Mucho tiempo después de haber escrito la segunda epístola a los
Tesalonicenses el año 52 dc. Doce años después, él señala en esa carta a
Timoteo, que Jesús vendría a su tiempo y según un orden cronológico
establecido por Dios y que la segunda venida del Señor, no se produciría de
manera desordenada y antojadiza, saltándose eventos en la línea profética
cronológica o como resultado del capricho de cualquier predicación o carta.
Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que
dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el
mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro
Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene
inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha
visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. (1ª Tim.
6: 13-16)
Y la idea de un orden cronológico y el cumplimiento de todo un itinerario divino
Pablo lo dio a entender a la iglesia de Corinto, en su primera carta a esa
congregación, él les dice que, las profecías se acabarán, (1ª Cor. 13: 8) es
decir, se cumplirán todas. Y escribiendo a los Gálatas, Pablo les dice que la
primera venida de Cristo obedeció a un orden establecido en cuanto a tiempo,
época y hora profética cumpliéndose en la historia humana. (Gá. 4: 4)
De esta misma manera, era imposible que Jesús viniera en los días de Pablo y
de la Iglesia apostólica, pues la cronología bíblica no la tenía contemplada para
esos días.
Por otro lado, desde la perspectiva y posición de la profecía de Daniel capítulo
dos, (libro que ya estaba escrito para los días de Pablo y la iglesia apostólica) la
piedra que es cortada del monte, cae sobre los pies de la imagen, los cuales
representan los días finales y un reino dividido, es decir, una vez que el imperio
romano haya caído y desaparecido como tal. (Dan. 2: 34-45)
53
Si nos damos cuenta, la piedra no cae en la cabeza, ni los pechos y brazos, ni
el vientre y mucho menos en las piernas de hierro de la imagen, las cuales,
según la interpretación que hace el propio Daniel, representan al imperio
romano, sino que esta piedra cae en los pies de la imagen, una vez que Roma
cae como imperio. Ahora, para cuando Pablo desempeñó su ministerio y el
tiempo de la iglesia apostólica, el imperio romano estaba recién en su máximo
apogeo y el apóstol sufrió cárcel y la pena de muerte a manos de ese poder.
Según la historia, Roma cae recién hacia el año 476 dc. Mientras que Pablo fue
llamado y ejerció su ministerio evangélico y hasta su muerte, entre los años 34
y 67 dc. Mientras que todo el periodo de la iglesia apostólica se desarrolla
hasta fines del primer siglo, concluyendo este con la muerte del último
discípulo, Juan, hacia el año 100 dc.
Como podemos ver, faltaban muchos años más para recién llegar a la caída de
aquel imperio y comenzaran a desarrollarse los eventos proféticos, que de allí
en adelante, prepararían recién el camino para el establecimiento del hombre
de pecado. Así, era imposible según la cronología profética que el evento de la
segunda venida se cumpliera en los días de Pablo y de la iglesia apostólica.
Por otro lado, Pablo y el resto de los discípulos no vivieron en el tiempo
profético que la profecía de Daniel indicaba que se desarrollarían los eventos
finales, es decir, en el tiempo del fin. La profecía de Daniel revela que los
eventos finales que comenzarían a desarrollarse y dejándonos en dirección
hacia la segunda venida de Cristo, se cumplirían a partir del inicio del tiempo
del fin y concluyendo todo este periodo con la segunda venida de Cristo.
Seguidamente, para cuando comenzara el tiempo del fin, el libro de Daniel
recién sería abierto, es decir, se le quitaría el sello que lo mantenía cerrado en
cuanto a la comprensión de sus profecías, esa orden de sellar el libro la recibió
el profeta en sus días. (Dan. 8: 17, 19, 26; 12: 4, 9) Pero el libro y sus profecías
sobre el fin, se entendería al llegar el tiempo del fin y estaría de allí en
adelante abierto y no antes. (Apoc. 10: 2)
Según el libro de Daniel, ese tiempo, el tiempo del fin (Dan. 8: 17, 19; 12: 4, 9)
comenzaría al final del largo periodo profético de los 1260 años, los cuales
54
terminarían en el 1798 dc. (Dan. 12: 5-9) Ese año marcaría el comienzo del
tiempo del fin, periodo que se extendería y finalizaría con la segunda venida de
Cristo. Como podemos ver, para cuando Pablo vivió y aun para cuando murió
el último apóstol, faltaban siglos para el cumplimiento recién de esa profecía y
mucho más, para pensar en el cumplimiento de la profecía de la segunda
venida de Cristo.
Y por otro lado, para el tiempo en que vivió Pablo, el resto de los discípulos y la
iglesia primitiva, el libro de Daniel permanecía aun sellado, pues en esos días
aun no llegaba el tiempo del fin y por consiguiente, sus profecías no se
entenderían, lo cual revelaría que los discípulos y Pablo no podrían haber
comprendido eventos que no eran para sus días, no lo comprendió el mismo
Daniel cuando vio los eventos y aun a pesar que se los explicaron, (Dan. 7: 15-
19, 27; 12: 8) tampoco logró entenderlos, Guillermo Miller y todos los que
vivieron bajo el cumplimiento de esos eventos, de lo contrario ¿Cómo explicar
el chasco que vivieron? mucho menos lo entendería la iglesia apostólica.
Por otro lado, a fines del primer siglo, Apocalipsis completaba el cuadro de la
revelación profética del fin, para cuando Juan termina de recibir y escribir esas
visiones, Pablo y la mayoría de los apóstoles ya habían muerto hace años.
Mientras que en Apocalipsis se revelan acontecimientos y el surgimiento de
poderes mundiales que estaban muy lejos en el tiempo de la época de Pablo y
los apóstoles, de manera que y en consecuencia, era imposible según estas
evidencias y lo determinado en la agenda divina, que el Señor viniera en esos
días de la iglesia apostólica.
También resulta interesante notar, que cuando Jesús les reveló a los discípulos
las señales del fin del mundo, él las intercaló con la destrucción de Jerusalén,
de manera que, de las muchas señales del fin, la destrucción de Jerusalén sí
55
sería un evento a cumplirse en sus días. Sin embargo, de las señales que
revelaría que su destrucción había llegado, no eran evidencia del fin del
mundo, pues Jesús mismo les dice, Y cuando oigáis de guerras y de sediciones,
no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero
el fin no será inmediatamente. (Luc. 21: 9)
Es decir, que el fin del mundo no sería inmediatamente, dando a entender que
en la línea profética del tiempo de la profecía, restaban muchos
acontecimientos más por verificarse todavía. Jerusalén fue destruida recién el
año 70 dc. Y para cuando ese evento ocurre, Pablo y varios discípulos ya
habían muerto, de manera que era imposible que Jesús viniera en esa época.
Además, el Señor les reveló que antes de su venida se cumplirían señales de
carácter astronómicas, (Mat. 24: 29) como el oscurecimiento del sol y la caída
de las estrellas. (Meteoritos) Sin embargo, el Señor les dijo a los discípulos que
esas señales aparecerían recién después que la gran tribulación terminara. La
tribulación a la cual se refería Cristo (ver. Mat. 24: 20-22) son los 1260 años y
que proféticamente terminaron en 1798 dc. Pero que en virtud de la
misericordia del Señor, esos días de persecución e inquisición terminaron años
antes, en 1776 dc.
Para cuando Pablo vivió y todos los discípulos, el sol y la caída de estrellas no
habían ocurrido y no se tienen registros de acontecimientos sobre eventos
naturales astronómicos de esa época. Además, ni siquiera había comenzado la
gran tribulación o los 1260 años, en consecuencia, no podíamos esperar que el
cumplimiento de la segunda venida de Cristo se verificase en esa época
apostólica.
Por otro lado, desde el monte de los Olivos, el Señor les reveló a los discípulos
que el fin del mundo se produciría una vez que el evangelio fuera predicado a
toda nación (Mat. 24: 14) El concepto de mundo empleado aquí, es mucho
más extenso que el mundo que conocían los apóstoles y donde el evangelio se
extendió sólo por aquellos lugares del viejo continente. Con el descubrimiento
56
de América, recién en 1492, que abrió una ruta de escape hacia un nuevo
mundo para la perseguida iglesia en Europa, daría lugar en el tiempo, al
cumplimiento de las profecías del Apocalipsis y de un verdadero mundo
globalizado del cual se refería el Señor y que es el vocabulario empleado por el
Apocalipsis al presentar poderes de orden mundial y globalizados.
De manera que, los discípulos y el mismo Pablo no vivirían siquiera para ver
completada esa obra a escala mundial en los términos que el Señor tenía en
mente de una verdadera evangelización a escala planetaria. Esto nos
evidencia una vez más, que no estaba contemplada en la agenda divina la
segunda venida de Cristo para el tiempo de la iglesia apostólica, pues el fin y
según lo reveló Jesús, se produciría en el contexto de un mundo globalizado el
cual no era el de la iglesia apostólica.
Para cuando llegara el cumplimiento de la profecía de los 2300 tardes y
mañanas del libro de Daniel, el mensaje del primer y segundo ángel recién
habían comenzado a ser predicados, mientras que aun faltaba un mensaje más
por ser anunciado al mundo entero, el tercer ángel, para los días de Pablo y la
iglesia apostólica, no se conocían aquellos mensajes pues ni siquiera había sido
revelados.
De manera que, bajo esa perspectiva, también era imposible que Jesús viniera
en aquellos días, pues el tiempo y la profecía estaban recién en desarrollo y ni
si quiera habían alcanzado la plena madurez.
Por lo tanto, la segunda venida de Cristo no fue la verdad presente en los días
de los discípulos, aun estaba muy lejos aquél acontecimiento, la verdad
presente para ellos fue la respuesta que el Señor siguió dándoles a los
discípulos mientras ascendía al cielo, pero recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hch. 1: 8) Lo cual muestra
57
que es una ratificación y confirmación de lo que él mismo les había dicho en el
aposento alto, una vez que resucitó.
Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas
cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de
poder desde lo alto. (Lc. 24: 46-49)
Claramente Jesús les enseñó que su ministerio apostólico tendría la misión de
predicar y extender el evangelio a todo el mundo y que su mensaje debía de
consistir en que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén. (v. 47) Así y en ningún momento, Jesús les encargó la predicación
de la segunda venida, pues no era un tema y verdad presente para ese tiempo.
La segunda venida de Cristo, los tiempos y las señales que la acompañarían,
pertenecerían así, a otra época y tipo de personas, las cuales eran las
depositarias de la verdad que muchos de los profetas escribieron, para ellos,
sería el concepto y manejo a si como el cálculo matemático de las profecías
que revelaban el tiempo del cumplimiento de acontecimientos del fin y no para
el tiempo apostólico. De allí, la respuesta de Cristo a los discípulos sobre si la
segunda venida se verificaría en sus días, Y les dijo: No os toca a vosotros
saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; (Hch.
1: 7)
GUILLERMO MILLER Y EL GRAN DESPERTAR RELIGIOSO DEL SIGLO XIX
Al transcurrir los siglos y ya bien adentro en la era cristiana, se cumplieron
muchas de las profecía de tiempo del libro de Daniel y Apocalipsis, en relación
al poder apóstata que Pablo identificó y llamó como el hombre de pecado, el
hijo de perdición y lo que Daniel registró como el cuerno pequeño y Juan en
Apocalipsis, como la bestia que sube del mar.
58
Sin embargo, el reloj profético seguía avanzando y dirigiéndose
calculadamente hacia su medianoche en el cumplimiento de las profecías de
tiempo. Según la agenda divina, restaban aun por verificarse los 2300 días
proféticos del libro de Daniel y que se cumplirían según los cálculos, en el
otoño del año 1844 dc.
Era evidente que para cuando llegara esa fecha, las condiciones sociales,
políticas, culturales, económicas y religiosas, serían muy distintas a las vividas
por hombres y mujeres que fueron portadores de un mensaje en los siglos
pasados y en los cuales se predicó una determinada verdad.
Así, para 1844 y en los años anteriores al cumplimiento de esa fecha, el tiempo
y las condiciones vividas por todos aquellos que les tocó llegar a ese
cumplimiento de la profecía, serían tiempos proféticos que obedecerían a
determinadas profecías que revelaban y presentaban para esa época, una
determinada verdad presente, según los tiempos que se cumplían en el
programa y cronograma divino de la profecía.
Al acercarse la fecha profética del fin de los 2300 días y con ello, el comienzo
del juicio o día de la expiación en el santuario celestial, marcando así, el inicio
del ministerio de Cristo en el lugar santísimo, el Señor preparó y levantó una
vez más, al hombre para esa época y condiciones de aquel tiempo para
cumplir con su misión de anunciar al mundo que la profecía se cumplía una vez
más.
Guillermo Miller, fue el hombre que Dios usó para tales propósitos divinos, tras
estudiar las profecías por cerca de dos años, Miller descubrió en el libro de
Daniel, que el largo periodo profético señalado por el profeta, se cumpliría en
su época, 1844. Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado. (Dan. 8: 14)
De esta manera, el descubrimiento hecho por Miller del gran período de los dos
mil trescientos días del libro de Daniel y de los cálculos respectivos a los cuales
59
él llegó, señalaban a la fecha del 22 de octubre de 1844 dc. Según la
interpretación que él le dio a esta profecía en aquella época y el evento que se
produciría al fin de ese largo periodo, era que en dicha fecha, ocurriría la
segunda venida de Cristo a la tierra.
Todos los cálculos que Miller realizó al respecto estaban en lo correcto, sin
embargo, la interpretación que se hizo del evento estaba equivocada. Miller
interpretó el santuario, señalado en Daniel, según la interpretación que en
aquella época se tenía de éste, los errores de la teología y las influencias de las
cuales se vio afectado en aquél tiempo, lo llevaron así, a interpretar que la
tierra, era el santuario según se creía entonces.
Por lo tanto y bajo esta interpretación, concluyó entonces que la tierra sería
purificada con fuego al fin de aquel periodo y eso solamente podría ocurrir en
torno a la segunda venida de Cristo. Desde que hizo aquél descubrimiento,
hasta que lo predicó por primera vez, pasarían varios años, fue así que recién
el 14 de agosto de 1831 expuso por primera vez en público aquella verdad.
A pesar de la oposición que se levantó, especialmente por parte de líderes
religiosos y de la prensa de aquella época, comenzó a surgir un gran
movimiento que alcanzó dimensiones globales, tanto en Europa, como en otras
partes del mundo, se hizo extensiva la noticia que Cristo vendría en 1844, sin
embargo, fue en los EE.UU. donde el movimiento alcanzó mayor fuerza.
Ignorando que estaban equivocados en cuanto al evento, la profecía señalaba
que el acontecimiento que se cumpliría al fin de ese periodo no era la segunda
venida de Cristo, sino más bien, el comienzo del juicio en el santuario celestial,
tanto, Daniel como Apocalipsis, así lo daban a entender. (Dan. 7: 9-14; 12: 10;
Apoc. 14: 6-8) Por lo tanto, era de esperarse que lo que experimentaría todo
aquel movimiento al momento de llegar esa fecha, no sería el gozo y la alegría
de ver a Jesús, sino un amargo chasco y desilusión.
60
Sin embargo, la misma profecía anticipaba esa dulce y amarga experiencia por
la cual pasarían. En Apocalipsis, se revela que a Juan le es mandado a comer
de un pequeño libro, “un librito” que se encontraba en la mano del ángel que
veía en la visión.
Aquél librito, simbolizaba el libro de Daniel, que en su tiempo fue sellado y en
reiterados pasajes de ese mismo libro se le ordena al profeta sellarlo, Pero tú,
Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos
correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará. El respondió: Anda,
Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo
del fin. (Dan. 12: 4, 9) Las razones de hacer esto, fue que para cuando Daniel
recibió estas visiones, restaban siglos por delante y aquellos acontecimientos
no se podrían comprender hasta que no estuviera el tiempo maduro para
comprenderlas, Daniel mismo, no alcanzó a entender y comprender lo que se
le revelaba, (Dan. 8: 14-19, 27; 12: 8)
Seguidamente, el mismo ángel le dice que el libro estaría sellado hasta el
tiempo del fin, de manera que, para cuando llegara ese tiempo, recién el libro
de Daniel aparecería en la profecía como abierto, es decir, que para ese tiempo
profético, recién se podría comprender su contenido, interpretando sus
profecías con la historia transcurrida hasta allí.
De manera que, cuando Juan ve al ángel con aquél librito en su mano,
Apocalipsis señala el gran detalle que ese libro, aparece ahora, ABIERTO. Vi
descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris
sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de
fuego. Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el
mar, y el izquierdo sobre la tierra; (Apoc. 10: 1-2) Esto significa, que el libro de
Daniel podía ahora comprenderse, pero además, este mismo hecho de que
esté ahora abierto, revelaría que el tiempo del fin ya había comenzado.
61
Por lo tanto, el tiempo profético que vivieron todos los que predicaron las
verdades del libro de Daniel y del juicio, pertenecía al tiempo del fin, tiempo
que se extendería hasta que Cristo venga, ese tiempo, comenzó al fin del largo
periodo de los 1260 años, en 1798, (Dan. 12: 5-8) con la herida de muerte
papal y revelada en las profecías de Apocalipsis. (Apoc. 13: 3)
El acto del ángel, de poner un pie en el mar y otro en la tierra, (v.2) es símbolo
que el contenido de ese libro y sus profecías se predicarían a escala global y
eso fue lo que precisamente ocurrió, el movimiento millerita o del séptimo
mes, surgió como resultado del estudio de las profecías y de manera especial
del libro de Daniel, su predicación fue mundial y muchos creyeron que Jesús
vendría en ese tiempo.
Seguidamente, se le ordena a Juan que coma de ese libro, La voz que oí del
cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la
mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel,
diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará
el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de
la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando
lo hube comido, amargó mi vientre. (Apoc. 10: 8-10) Según este pasaje, la
experiencia que vivió Juan al comer del librito abierto, abrazó, tanto, dulzura
como amargura, la dulzura fue experimentada en su boca, como la miel, lo cual
significa que el probar su contenido fue agradable, tanto como la verdad que
probaron todos aquellos, que de las páginas de aquél libro, Daniel, creyeron
que el Señor regresaría en 1844.
Sin embargo, la otra experiencia de Juan fue la amargura en su vientre,
amargura que experimentaron, seguidamente, todos aquellos que al momento
de llegar la fecha del 22 de octubre de 1844 comprobaron, al comer del libro,
que aquella dulce verdad se volvía, ahora, amarga, al ver que Jesús no vino.
Juan, en aquél pasaje del Apocalipsis, se convierte así, en un símbolo de aquél
gran movimiento millerita de aquella época, que vivió la dulce y amarga
experiencia de probar y comer de aquél libro abierto que se le ofrecía, Daniel.
62
Sin embargo, y como podemos ver, aquella amarga experiencia estaba
profetizada, validando la profecía por este antecedente, que aquél movimiento
millerita era de naturaleza profética y levantado por Dios en un tiempo y hora
profética para anunciar la verdad presente para aquella época.
Pero además, este movimiento profético, fue validado por parte de Dios, por
medio de acontecimientos sobrenaturales registrados en la naturaleza,
preparando desde muy temprano, el camino y escenario, para esa hora que la
profecía anunciaba, el terremoto de Lisboa, acontecido el 1 de noviembre de
1755 y más tarde, con el extraño fenómeno del oscurecimiento del sol, el 19 de
mayo de 1780, el Señor ya estaba despertando y haciendo reflexionar a
muchos, que la hora de su juicio se aproximaba. (Mat. 24: 29; Apoc. 6: 12)
Resulta interesante, que para cuando llega el año de 1833, el año cuando
Miller recibe de la iglesia Bautista, a la cual él pertenecía, una credencial para
predicar el mensaje del segundo advenimiento que había descubierto, en ese
mismo año, se produce la formidable y maravillosa caída de estrellas en la
madrugada del 13 de noviembre, fenómeno anunciado por la profecía. (Mat.
24: 29; Apoc. 6: 13)
Así, estos acontecimientos sobrenaturales no hacían otra cosa, que confirmar y
avalar que el movimiento millerita era de origen divino y profético, levantado
por Dios en un tiempo y hora profética determinada.
Por otro lado y en cuanto a similitudes, toda esta experiencia profética se
asemeja a lo vivido en el pasado por los mismos discípulos del Señor. Aquel
movimiento que Cristo levantó, para luego dar comienzo con la iglesia, surgió
como resultado de las profecías de tiempo del libro de Daniel, de la manera
como ya lo hemos visto, y se encontraba conectado o envuelto por la profecía
de las 70 semanas y estas a su vez, perteneciendo al gran periodo de los 2300
años.
63
De manera análoga, el movimiento millerita también surge como resultado de
las profecías de tiempo del libro de Daniel y de manera señalada, de aquella
misma porción de la profecía de los 2300 años, tiempo profético que conectaba
en la distancia del tiempo, a ambos movimientos.
También resulta interesante, que ambos movimientos no comprendían las
profecías que vivían, tanto los discípulos, como el movimiento millerita,
interpretaron mal el ministerio y obra de Cristo en sus respectivos momentos,
los discípulos creyeron que Jesús se manifestaría como el Mesías que pondría
de rodillas a sus enemigos y librarlos del poder romano, mientras que el
movimiento millerita, creía que Jesús vendría en gloria y majestad en 1844.
Finalmente, por el hecho de no comprender las profecías, ambos movimiento
experimentaron un amargo chasco, los discípulos, al ver como Jesús era
tomado prisionero en el huerto, huyeron todos aquella noche dejando solo a su
maestro y más tarde, cuando fue crucificado, sus esperanzas de un reino
terrenal morían con Cristo en la cruz.
De igual forma, el movimiento millerita por el hecho de no comprender bien las
profecías para ese tiempo, experimentaron un gran chasco al ver que Jesús no
vino en 1844 y al igual que los discípulos, las esperanzas de muchos,
perecieron.
Sin embargo, y una vez pasada la amarga experiencia, ambos grupos
comprendieron la verdad de lo que realmente había ocurrido, a los discípulos,
Jesús les abrió el entendimiento para que comprendieran las profecías y
Escrituras que hablaban de su sacrificio como expiación por el pecado. (Luc.
24: 1-49) y que de allí en adelante, comenzaran a predicar el evangelio y la
verdad presente para aquel tiempo, dando inicio así, a la iglesia cristina. En
otras palabras, la iglesia cristiana que era portadora de la verdad, surge como
resultado de un chasco y amarga experiencia, la cual había sido profetizada.
64
De igual forma, los pocos que quedaron de aquel movimiento millerita, se
reunieron con el fin de buscar la verdad de lo que realmente había ocurrido, al
estudiar las Escrituras en busca de luz, descubrieron que el santuario, tal como
lo crían hasta ese momento y el cual sería purificado al fin de los 2300 días, no
era la tierra, sino el templo de Dios en el cielo. Esto animó a aquellos pocos
creyentes que quedaron y entendieron que a pesar del error, habían sido parte
de una profecía apocalíptica que revelaba aquella experiencia.
Así como la iglesia apostólica surgió del chasco de la cruz, la iglesia remanente
y que debería de predicar la verdad presente para su época, también surgió
como resultado de un chasco, el vivido en 1844. La profecía de Apocalipsis
que revelaba toda aquella experiencia de ese tiempo por la cual pasó el
movimiento millerita, termina diciendo, Y él me dijo: Es necesario que
profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. (Apoc.
10: 11)
Tal como hemos mencionado anteriormente, Juan en esta profecía es un
símbolo del movimiento que experimentó la amarga desilusión de aquel
tiempo, sin embargo, el mismo ángel, le dice una vez más a Juan, Es
necesario que profetices otra vez, es decir, que una vez experimentado y
pasara el gran chasco, la amargura del vientre, Juan una vez más, (otra vez)
tenía que volver a predicar el mismo mensaje y a escala global.
Dicho de otra forma, una vez que el movimiento millerita experimentara el
gran chasco de 1844, tenía que volver a predicar el mismo mensaje. Sin
embargo, como muchos se retiraron y retrocedieron y la gran mayoría siguió
poniendo fechas y cayendo en el fanatismo, a los pocos que quedaron de aquel
gran movimiento e investigaron la verdad de lo que ocurrió, se les da el
mensaje: Es necesario que profetices otra vez, como es a Juan en la visión
a quién se le da esta orden, asumimos que también, es a los mismos que
quedaron de ese movimiento y pasaron por aquella experiencia quienes
reciben esa orden y misión de comenzar de nuevo a predicar.
65
Pero ¿Qué tenían que hacer? Dice Apocalipsis, profetizar otra vez, es decir,
tenían que volver a predicar el mismo mensaje que anterior al chasco estaban
entregando y por el cual este se produjo, ¿Qué predicaba el movimiento
millerita que ocurriría en 1844? Ellos predicaban que Jesús vendría para esa
fecha, al fin del periodo profético de los 2300 días. En otras palabras, se tenía
que volver a predicar sobre la segunda venida de Cristo, pero esta vez, no
habría error, por lo tanto, y como lo anunció la profecía, ahora Es necesario
(v. 11)
Así, de aquella experiencia profética surge la iglesia remanente, la iglesia del
tiempo del fin, la iglesia que sería testigo presencial del retorno de Jesús, de la
misma forma cómo surgió la primera iglesia, de un chasco como resultado del
cumplimiento de las profecías de Daniel y de tan sólo once discípulos, la iglesia
remanente, surge también como resultado del cumplimiento de las profecías
de Daniel y de aquellos pocos que quedaron y quienes reciben la orden divina
de volver a crecer en un gran movimiento cuyo mensaje sería, una vez más,
sobre la segunda venida de Cristo y predicado nuevamente a todo el mundo, Y
él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes. (v. 11)
De esta forma, en aquella época se predicó el mensaje que correspondía a ese
tiempo, tiempo que estaba señalado en las profecías de Daniel y Apocalipsis.
Para entonces, también existía una verdad presente, la cual fue predicada por
Guillermo Miller.
Miller, no ocultó la verdad que descubrió en las Escrituras, aunque errado en la
interpretación, fue movido por el Espíritu Santo a predicar dicha verdad. ¿Qué
hubiera sucedido si Miller no predica esa verdad? Sin embargo, para cuando él
comenzó a exponer la segunda venida de Cristo, fue acusado por muchos de
quienes se levantaron en oposición, de ser un alarmista, un irresponsable y de
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ir en contra de la profecía bíblica, sin embargo, muchas de estas acusaciones y
oposición provenía, increíblemente, de los mismos líderes religiosos.
Para ese tiempo, la iglesia vivía un profundo adormecimiento espiritual y la
línea divisoria entre el mundo y la iglesia no se notaba, de manera que un
mensaje de esa naturaleza, que Jesús venía pronto, no era para nada
agradable, pues la apostasía de la iglesia de aquel entonces era muy profunda.
Pero a medida que el espíritu de humildad y piedad fue reemplazado en la
iglesia por el orgullo y formalismo, se enfriaron el amor a Cristo y la fe en su
venida. Absorbido por la mundanalidad y la búsqueda de placeres, el
profeso pueblo de Dios FUE QUEDANDO CIEGO Y NO VIO LAS
INSTRUCCIONES DEL SEÑOR REFERENTES A LAS SEÑALES DE SU
VENIDA. La doctrina del segundo advenimiento HABÍA SIDO
DESCUIDADA; los pasajes de las Sagradas Escrituras que a ella se
refieren fueron obscurecidos por falsas interpretaciones, hasta quedar
ignorados y olvidados casi por completo. (CS. Cap. 18 Heraldos de una
nueva era. Pág. 354)
La condición en que se hallaría entonces la iglesia está descrita en las palabras
del Salvador en el Apocalipsis: "Tienes nombre que vives, y estás muerto." Y a
los que no quieren dejar su indolente descuido, se les dirige el solemne aviso:
"Si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti."
(Apocalipsis 3: 1, 3.)
Era necesario despertar a los hombres y hacerles sentir su peligro
para inducirlos a que se preparasen para los solemnes
acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia. El profeta
de Dios declara: "Grande es el día de Jehová, y muy terrible: ¿quién lo podrá
sufrir?" (Joel 2: 11.) (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 355)
Una gran obra de reforma debía realizarse para preparar a un pueblo
que pudiese subsistir en el día de Dios. El Señor vio que muchos de los
que profesaban pertenecer a su pueblo no edificaban para la eternidad, y en
su misericordia iba a enviar una amonestación para despertarlos de su
67
estupor e inducirlos a prepararse para la venida de su Señor. (CS. Cap.
18 Heraldos de una nueva era. Pág. 357)
Por consiguiente, muchos de estos altos líderes religiosos que dirigían los
destinos de la iglesia del Señor de aquella época, actuaban igual que en los
tiempos del profeta Jeremías y de Cristo, no sabían reconocer los tiempos
proféticos en que vivían, no sabían interpretar y reconocer las señales que
hasta ese momento se estaban produciendo (ver. Mat. 16: 1-4) y en
consecuencia, los eventos que se sucedieron en cumplimiento de las profecías
se repitieron a semejanza del primer advenimiento de Cristo.
Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y los
fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios,
habrían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la
venida del Mesías prometido. La profecía de Miqueas señalaba el lugar de
su nacimiento. (Miqueas 5:2.) Daniel especificaba el tiempo de su
advenimiento. (Daniel 9:25.) Dios había encomendado estas profecías a
los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el
Mesías estaba a punto de llegar Y POR NO HABÉRSELO DICHO AL
PUEBLO.
Su ignorancia era resultado de culpable descuido. Los judíos estaban
levantando monumentos a los profetas de Dios que habían sido muertos,
mientras que con la deferencia con que trataban a los grandes de la tierra
estaban rindiendo homenaje a los siervos de Satanás. Absortos en sus
luchas ambiciosas por los honores mundanos y el poder, perdieron de
vista los honores divinos que el Rey de los cielos les había ofrecido.
(CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 358, 359)
Los ancianos de Israel deberían haber estudiado con profundo y
reverente interés el lugar, el tiempo, las circunstancias del mayor
acontecimiento de la historia del mundo: la venida del Hijo de Dios
para realizar la redención del hombre. Todo el pueblo debería haber
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estado velando y esperando para hallarse entre los primeros en
saludar al Redentor del mundo.
En vez de todo esto, vemos, en Belén, a dos caminantes cansados que vienen
de los collados de Nazaret, y que recorren toda la longitud de la angosta calle
del pueblo hasta el extremo este de la ciudad, buscando en vano lugar de
descanso y abrigo para la noche. Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un
miserable cobertizo para el ganado, encuentran al fin un refugio, y allí fue
donde nació el Salvador del mundo. (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era.
Pág. 359)
Un ángel desciende a la tierra para ver quiénes están preparados para dar la
bienvenida a Jesús. Pero no puede discernir señal alguna de
expectación. No oye ninguna voz de alabanza ni de triunfo que
anuncie que la venida del Mesías es inminente. El ángel se cierne
durante un momento sobre la ciudad escogida y sobre el templo donde
durante siglos y siglos se manifestara la divina presencia; pero allí también
se nota la misma indiferencia. Con pompa y orgullo, los sacerdotes
ofrecen sacrificios impuros en el templo.
Los fariseos hablan al pueblo con grandes voces, o hacen oraciones
jactanciosas en las esquinas de las calles. En los palacios de los reyes, en las
reuniones de los filósofos, en las escuelas de los rabinos, nadie piensa en el
hecho maravilloso que ha llenado todo el cielo de alegría y alabanzas,
el hecho de que el Redentor de los hombres ESTÁ A PUNTO DE HACER
SU APARICIÓN EN LA TIERRA. (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág.
359, 360)
Mientras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y
expositores TITULADOS DE LA VERDAD, quedaban envueltos en tinieblas,
la estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que el
Rey acababa de nacer. (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 361)
De esta manera, todas las circunstancias que se dieron en el tiempo del primer
advenimiento de Cristo entre los líderes religiosos de aquel tiempo y las
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condiciones en que se encontraba el Israel de Dios, se reprodujeron fielmente
en los días de Miller y en torno del anuncio, esta vez, del mensaje de la
segunda venida de Cristo. Así, de manera análoga, todos los líderes religiosos
y la misma iglesia actuaban como aquellos que vivieron en el pasado, sin saber
que estaban duplicando semejantes actitudes y formas de pensar.
Al igual que en el pasado, en que los líderes religiosos estaban dormidos y no
sabían reconocer los tiempos proféticos en que vivían y mucho menos pensar
en que podían despertar al pueblo haciéndole saber que la llegada del Mesías
era inminente, de igual forma, también los líderes religiosos de la iglesia de
aquel tiempo estaban cegados y no conocían los tiempos del inminente
cumplimento de solemnes profecías para su época, mucho menos se podría
esperar que predicasen y entregaran a toda la iglesia un mensaje de
advertencia.
De esta manera y en medio de esta terrible apostasía y condición espiritual en
que encontraba la iglesia del Señor en aquel entonces, los predicadores,
pastores y maestros de aquel tiempo, anunciaban a la gente mensajes
halagüeños, de prosperidad terrenal, mensajes agradables, de confianza, paz y
seguridad, desconociendo así, que sus mensajes no estaban a la altura de los
tiempos proféticos en que vivían.
Mensajes y sermones que no respondían a los tiempos solemnes en que se
vivía eran predicados por hombres que desconocían las profecías y por lo
mismo, no sabían cómo interpretar las señales de ese tiempo, es más, ni
siquiera las podían reconocer. Así, el pueblo desconocía lo que estaba
aconteciendo, confiando en que sus líderes espirituales, preparados en el
conocimiento de la verdad, los podrían guiar cual ovejas por el aprisco.
Es "para la salvación de los que le esperan" para lo que Cristo aparecerá "la
segunda vez, sin pecado." (Hebreos 9: 28, V.M.) Como las nuevas del
70
nacimiento del Salvador, el mensaje del segundo advenimiento no fue
confiado a los caudillos religiosos del pueblo. No habían conservado
éstos la unión con Dios, y habían rehusado la luz divina; por consiguiente NO
SE ENCONTRABAN entre aquellos de quienes habla el apóstol Pablo
cuando dice: "Vosotros, empero, hermanos, no estáis en tinieblas,
para que aquel día a vosotros os sorprenda como ladrón: porque todos
vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; nosotros no somos de la
noche, ni de las tinieblas." (1 Tesalonicenses 5: 4, 5, V.M.) (CS. Cap. 18
Heraldos de una nueva era. Pág. 361)
Los centinelas apostados sobre los muros de Sión deberían haber sido
los primeros en recoger como al vuelo las buenas nuevas del
advenimiento del Salvador, los primeros en alzar la voz para
proclamarle cerca y advertir al pueblo que se preparase para su
venida.
Pero en vez de eso, estaban soñando tranquilamente en paz, mientras
el pueblo seguía durmiendo en sus pecados. Jesús vio su iglesia,
semejante a la higuera estéril, cubierta de hojas de presunción y sin embargo
carente de rica fruta. Se observaban con jactancia las formas de religión,
mientras que faltaba el espíritu de verdadera humildad, arrepentimiento y fe, o
sea lo único que podía hacer aceptable el servicio ofrecido a Dios.
En lugar de los frutos del Espíritu, lo que se notaba era orgullo, formalismo,
vanagloria, egoísmo y opresión. ERA AQUÉLLA UNA IGLESIA APÓSTATA
QUE CERRABA LOS OJOS A LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS. Dios no la
había abandonado ni había dejado de ser fiel para con ella; pero ella se alejó
de él y se apartó de su amor. Como se negara a satisfacer las condiciones,
tampoco las promesas divinas se cumplieron para con ella. (CS. Cap. 18
Heraldos de una nueva era. Pág. 361, 362)
¿Será acaso que esta condición que se dio en la iglesia de aquel tiempo se esté
reproduciendo en nuestros días? ¿Si les pasó a ellos, por qué no a nosotros que
vivimos tiempos peores y mucho más liberales que entonces? ¿Será acaso que
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la actitud y modo de pensar de los actuales líderes religiosos de nuestro pueblo
se asemejen a la misma actitud y modo de ver las señales de los tiempos, con
respecto a la segunda venida de Cristo, como las que tuvieron aquellos líderes
en el pasado? ¿Se está repitiendo una vez más la historia pasada? ¿Se
asemejarán nuestras actuales predicaciones a las que proclamaban los
pastores de aquel tiempo? ¿Será acaso, que al igual que ellos, hoy nosotros no
sepamos reconocer las señales de los tiempos en que vivimos?
En esto hay una lección para nosotros y una seria advertencia a no repetir
semejantes conductas y modo de pesar con respecto a las profecías. Altos
líderes religiosos, pastores, predicadores y maestros, no supieron reconocer las
señales de los tiempos, no les pusieron atención, seguramente para no causar
alarmismo, preocupación o quién sabe qué cosa, pero en esto, cometieron un
error y fueron dejados de lado por el Dios del cielo en una hora profética
solemne.
¡Oh! ¡Qué lección encierra esta maravillosa historia de Belén! ¡Qué
reconvención para nuestra incredulidad, nuestro orgullo y amor propio! ¡Cómo
nos amonesta A QUE TENGAMOS CUIDADO, no sea que por nuestra
criminal indiferencia, NOSOTROS TAMBIÉN DEJEMOS DE DISCERNIR
LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS, Y NO CONOZCAMOS EL DÍA DE
NUESTRA VISITACIÓN! (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 360)
De esta manera, siglos y siglos que hasta ese momento habían trascurrido, que
nunca nadie había predicado y escuchado sobre la segunda venida de Cristo,
hasta ese momento, nunca nadie había proclamado de esa forma, como lo hizo
Guillermo Miller, que Cristo venía pronto, nunca nadie hasta allí, había
escuchado jamás mensajes semejantes y de una seriedad tan solemne, propia
de los tiempos en que se vivía. Por lo tanto, Dios pasó por alto a todos
aquellos que eran los eruditos en la palabra de Dios en aquella época, pues los
que debían de haber conocido y proclamado los tiempos en que vivían no lo
hicieron y en esto, se repitió una vez más, la historia pasada.
Los que llegaron a comprender esta verdad y se dedicaron a
proclamarla no fueron los teólogos eruditos. Si éstos hubiesen sido
centinelas fieles y hubieran escudriñado las Santas Escrituras con
72
diligencia y oración, HABRÍAN SABIDO QUÉ HORA ERA DE LA NOCHE;
LAS PROFECÍAS LES HABRÍAN REVELADO LOS ACONTECIMIENTOS QUE
ESTABAN POR REALIZARSE. Pero tal no fue su actitud, y fueron hombres
más humildes los que proclamaron el mensaje. (CS. Cap. 18 Heraldos de una
nueva era. Pág. 358)
Increíble pensamiento y reflexión, que aquellos que eran los líderes de la
iglesia, teólogos eruditos, colocados para conducir al pueblo, para ser la voz de
Dios, para reconocer los tiempos en que se vivía, para dar la voz de alerta a
toda la iglesia, que deberían de conocer lo avanzado de la hora en el reloj
profético, no supieron reconocer los tiempos en que vivían y al igual que en
Belén, Dios los pasó por alto y tuvo que utilizar a hombres humildes y algunos
de ellos, hasta despreciados por la sociedad de aquel tiempo.
Hombres fieles, obedientes a los impulsos del Espíritu de Dios y a las
enseñanzas de su Palabra, iban a pregonar al mundo esta
amonestación. Eran los que habían estado atentos a la "firme. . .
palabra profética," la "lámpara que luce en un lugar tenebroso, hasta
que el día esclarezca, y el lucero nazca." (2 S. Pedro 1: 19, V.M.) Habían
estado buscando el conocimiento de Dios más que todos los tesoros
escondidos, estimándolo más que "la ganancia de plata," y "su rédito" más
"que el oro puro." (Proverbios 3: 14, V.M.) Y el Señor les reveló los grandes
asuntos del reino. "El secreto de Jehová es para los que le temen; y a ellos hará
conocer su alianza." (Salmo 25: 14.) (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era.
Pág. 357, 358)
Así, y de la misma forma cómo surgió y se escuchó en el desierto de Judea por
primera vez un mensaje diferente, algo nunca antes proclamado y escuchado
por los mortales, que la llegada del Mesías era inminente, siglos más tarde,
surge también un mensaje diferente, distinto, con un sello propio, a la altura de
los tiempos y profecías que se estaban por cumplir y cuyo acento era… la
segunda venida de Cristo.
"SOLEMNEMENTE CONVENCIDO de que las Santas Escrituras
anunciaban el cumplimiento de tan importantes acontecimientos en
tan corto espacio de tiempo, surgió con fuerza en mi alma la cuestión
73
de saber cuál era mi deber para con el mundo, en vista de la evidencia
que había conmovido mi propio espíritu." -Id., pág. 81. No pudo menos que
sentir que era deber suyo impartir a otros la luz que había recibido. (CS. Cap.
19 Una profecía Significativa. Pág. 377)
El deber de hacer conocer a otros lo que él creía estar tan claramente
enseñado en las Sagradas Escrituras, se le impuso entonces con nueva fuerza.
"Cuando estaba ocupado en mi trabajo -explicó,- sonaba continuamente en mis
oídos el mandato: Anda y haz saber al mundo el peligro que corre. Recordaba
constantemente este pasaje: ' Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si
tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por
su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu mano.
Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se aparte, y él no se
apartare de su camino, por su pecado morirá él, y tú libraste tu vida." (Ezequiel
33: 8, 9.) Me parecía que si los impíos podían ser amonestados eficazmente,
multitudes de ellos se arrepentirían; y que si no eran amonestados, su sangre
podía ser demandada de mi mano." -Bliss, pág. 92. (CS. Cap. 19 Una profecía
Significativa. Pág. 378)
Empezó a presentar sus ideas en círculo privado siempre que se le ofrecía la
oportunidad, rogando a Dios que algún ministro sintiese la fuerza de ellas y se
dedicase a proclamarlas. Pero no podía librarse de la convicción de que
tenía un deber personal que cumplir dando el aviso. De continuo se
presentaban a su espíritu las siguientes palabras: "Anda y anúncialo
al mundo; su sangre demandaré de tu mano." Esperó nueve años; y la
carga continuaba pesando sobre su alma, hasta que en 1831 expuso por
primera vez en público las razones de la fe que tenía. (CS. Cap. 19 Una profecía
Significativa. Pág. 378)
Su primera conferencia fue seguida de un despertamiento religioso,
durante el cual treinta familias enteras, menos dos personas, fueron
convertidas. Se le instó inmediatamente a que hablase en otros lugares, y casi
en todas partes su trabajo tuvo por resultado un avivamiento de la obra del
Señor. Los pecadores se convertían, los cristianos renovaban su
consagración a Dios, y los deístas e incrédulos eran inducidos a reconocer la
74
verdad de la Biblia y de la religión cristiana. El testimonio de aquellos entre
quienes trabajara fue: "Consigue ejercer una influencia en una clase
de espíritus a la que no afecta la influencia de otros hombres." -Id.,
pág. 138. Su predicación era para despertar interés en los grandes
asuntos de la religión y contrarrestar la mundanalidad y sensualidad
crecientes de la época. (CS. Cap. 19 Una profecía Significativa. Pág. 378)
La manera de predicar del Sr. Miller no era florida o retórica, sino que
presentaba hechos sencillos y alarmantes, que despertaban a sus
oyentes de su descuidada indiferencia. El apoyaba sus declaraciones y
teorías con pruebas bíblicas a medida que progresaba en la exposición. Un
poder convincente acompañaba sus palabras, y parecía darles el sello de un
lenguaje de verdad. (Notas biográficas de Elena de White. Cap. 3 Luchando
contra la duda. La causa adventista en Portland. Pág. 29, 30)
Guillermo Miller, se levantaba así, como el hombre y predicador de su época
marcando la gran diferencia que existe entre predicadores mundanos, amantes
del mundo y los placeres, de aquellos que para entretener al pueblo incluyen
en sus sermones anécdotas y chistes, aquellos que solamente llaman a la
tranquilidad y reposar tranquilos, con aquellos a quienes Dios levanta para
entregar un mensaje diferente, distinto y que solamente se encuentra en las
Escrituras, que llaman la atención del pueblo a los acontecimientos proféticos
que anuncian la segunda venida de Cristo.
Así, todos estos hombres y muchos más, con peligros de sus propias vidas, le
presentaron al mundo de entonces y a través de cada época la verdad
presente que provenía del más alto cielo, una verdad que era para esa hora y
circunstancias en que se vivían, ninguno de ellos expuso mensajes
acomodados a su manera o para congraciarse con la iglesia, el mundo y las
personas que despreciaban a Dios. El mensaje presentado era claro, revelaba
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los tiempos que a cada uno les tocó vivir en su propia época, cada uno cumplió
con la misión que Dios les había designado y preparado para ello.
¿Hoy será de esa misma forma? los hombres y mujeres del presente tiempo,
líderes espirituales ¿Qué tipo de mensajes están presentando a la iglesia y al
mundo? ¿Cuál es el contenido de los mensajes que cada sábado se presentan a
la iglesia? ¿Son los actuales atalayas fieles porta estandartes y verdaderas
copias de los hombres de Dios en el pasado? ¿Cuál es el contenido de los
mensajes que estamos presentando hoy a la iglesia y al mundo, en medio de
los terribles acontecimientos que se están produciendo en la naturaleza?
No se predica según el tiempo profético en que vivimos II parte, contestará a
muchas de estas interrogantes que hemos presentado, el siguiente estudio
abordará las situaciones actuales del pueblo de Dios que vive en los días
finales de esta tierra y los peligros que implica, tanto predicar la verdad, así,
como ocultar la verdad presente que Dios ha enviado ahora para nuestro
tiempo.
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Fernando Antonio Silva Quintana.Profesor de Religión y estudios en Teologí[email protected]
MTA/ Agosto del 2010www.mensajetercerangel.com