Ética a nicómaco aristóteles apuntes

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apuntes libro I

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tica a Nicmaco Aristteles ApuntesLibro ISi existe, pues, algn fin de nuestros actos que queramos por l mismo y los demAs por l, y no elegimos todo por otra cosa-pues as 116 seguirla hasta el infinito, de suerte que el deseo sera vaco y vano-, el evidente que ese fin ser lo bueno y lo mejor. Y as, no tendr su conocimiento gran influencia sobre nuestra vida? (p. 1)

Tal es manifiestamente la polftica. En efecto, ella es la que establece qu ciencias son necesarias en las ciudades y cules ha de aprender cada uno, y hasta qu punto. Vemos adems que las facultades ms estimadas le estn subo:rd.iD.a- 10M b das, como la estrategia, la economia, l& retrica. Y puesto que la poIftica se sirve de las dems ciencias prcticas y legisla adems qu se debe hacer y de qu C0888 hay que apartarse, el fin de ella comprender los de las dems ciencias, de modo que constituir el bien del hombre; pues aunque el bien del individuo y el de la ciudad sean el mismo, es evidente que ser mucho ms grande y ms perfecto ,alcanzar y preservar el de la ciudad; porque, ciertamente, ya es apetecible procurarlo para uno solo, pero es ms hermoso y divino para un pueblo y para ciudades.Este es, pues, el objeto de nuestra investigaci6n, que es una cierta disciplina poltica. hemos de damos por contentos con mostrar la verdad de un modo tosco y esquemtico; hablando slo de lo que ocurre por lo general y partiendo de tales datos, basta con llegar a conclusiones semejantes. Del mismo modo se ha de aceptar cuanto aqu digamos: porque es propio del hombre instruido buscar la exactitud en cada gnero de conocimientos en la medida en que la admite la naturaleza del asunto; evidentemente, tan absurdo sera aprobar a un matemtico que empleara la persuasin como reclamar demostraciones a un retrico. Por otra parte, cada uno juzga bien aquello que conoce, y de eso es buen juez; de cada cosa particular el instruido en ella, y de una (p. 2) manera absoluta el instruido en todo. el joven no es discpulo apropiado para 1& poltica, ya que no tiene experiencia de 188 acciones de 1& vida, y la poltica se apoya en ellas y sobre ellas versa; adems, por dejarse llevar de BUS sentimientos, aprender en vano y sin provecho, puesto que el fin de la poltica no es el conocimiento, sino la accin; y es indiferente que sea joven en edad o de carcter, pues el defecto no est en el tiempo, sino en vivir y procurar todas las cosas de acuerdo con la pasin. Para tales personas, el conocimiento resulta intil, como para los intemperantes; en cambio, para los que encauzan sus deseos y acciones segn la razn, el saber acerca de estas cosas ser muy provechoso. Tengamos presente que los razonamientos que parten de los principios difieren de los que conducen a los principios. (p. 3)

No parecera sin razn entender el bien y la felicidad segn las diferentes vidas. La masa y los ms groseros los identifican con el placer, y por eso aman la vida voluptuosa-pues son tres los principales modos de vida: la que acabamos de decir, la poltica y en tercer lugar la teortica-. (p. 4)

Acaso podra pensar alguien que sera muy til conocerlo para alcanzar los bienes que se pueden adquirir y realizar, porque teniendo este modelo conoceremos tambin mejor nuestros bienes, y conocindolos los lograremos. Este razonamiento ofrece, sin duda, cierta vero[p. 6]similitud; pero parece discordar de las ciencias: todas, en efecto, aspiran a algn bien y, buscando lo que les falta, dejan de lado el conocimiento del bien mismo. Y en verdad no es razonable que todos los tcnicos desconozcan una ayuda tan importante y ni siquiera la busquen. Y adems no puede comprenderse qu provecho sacar para su arte el tejedor o el carpintero de conocer el bien en s, o cmo podr ser mejor mdico o mejor general el que haya contemplado esta idea. Es evidente que el mdico ni siquiera considera as la salud, sino la salud del hombre, y ms bien probablemente la de este hombre, ya que cura a cada individuo.

Llamamos ms perfecto al que se persigue por s mismo que al que se busca por otra cosa, y al que nunca se elige por otra cosa, ms que a los que se eligen a la vez por s mismos y por otro fin, y en general consideramos perfecto lo que se elige siempre por s mismo y nunca por otra cosa. Tal parece ser eminentemente la felicidad, pues la elegimos siempre por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el placer, el entendimiento y toda virtud los deseamos ciertamente por s mismos (pues aunque nada resultara de ellas, desearamos todas estas cosas), pero tambi6n los deseamos en vista de la felicidad, pues (p. 7) creemos que seremos felices por medio de ellos. En cambio, nadie busca la felicidad por estas cosas, ni en general por ninguna otra.

Parece que tambin ocurre lo mismo con la autarqua, pues el bien perfecto parece ser suficiente. Pero no entendemos por suficiencia el vivir para sr' s610 una vida solitaria, sino tambin para los padres y los hijos y la mujer, y en general para los amigos y conciudadanos, puesto que el hombre es por naturaleza una realidad social. (En la traduccin de Gredos dice, en vez de realidad social, ser social.) Estimamos suficiente lo que por s solo hace deseable la vida y no necesita nada; y pensamos que tal es la felicidad. Es lo ms deseable de todo, aun sin aadirle nada; pero es evidente que resulta ms deseable si se le aade el ms pequeo de los bienes, pues lo agregado resulta una superabundancia de bienes, y entre los bienes, el mayor es siempre ms deseable. Parece, pues, que la felicidad es algo perfecto y suficiente, ya que es el fin de los actos.

del mismo modo que en el caso de un flautista, de un escultor y de todo artfice, y en general de los que hacen alguna obra o actividad, parece que lo bueno y el bien estn en la funci6n, as parecer tambin en el caso del hombre si hay alguna funci6n que le sea propia. Habr algunas obras y actividades propias del carpintero y del zapatero, pero ninguna del hombre, sino que ser ste naturalmente inactivo? O bien, as como parece que hay alguna funcin propia del ojo y de la mano y del pie, y en general de cada uno de los miembros, se atribuir al hombre alguna funcin aparte de stas? Y cul ser sta finalmente?Queda, por ltimo, cierta vida activa propia del ente que tiene razn; y ste, por una parte, obedece a la razn; por otra parte, la posee y piensa. Y como esta actividad se dice de dos maneras, hay que to[p. 8]marla en acto, pues parece que se dice primariamente sta. Y si la funcin propia del hombre es una actividad del alma segn la razn o no desprovista de razn, y por otra parte decimos que esta funcin es especficamente propia del hombre y del hombre bueno, como el tocar la ctara es propio de un citarista y de un buen citarista, y as en todas las cosas, aadindose a la obra la excelencia de la virtud (pues es propio del citarista tocar la ctara, y del buen citarista tocarla bien), siendo esto as, decimos que la funcin del hombre es una cierta vida, y sta una actividad del alma y acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y primorosamente, y cada una se realiza bien segn la virtud adecuada y, si esto es as, el bien humano es una actividad del alma conforme a la virtud, y si las virtudes son varias, conforme a la mejor y ms perfecta, y adems en una vida entera. (p. 9)

Nuestro razonamiento est de acuerdo con los que dicen que la felicidad consiste en la virtud o en una cierta virtud, pues pertenece a sta la actividad conforme a ella. Pero probablemente hay no poca diferencia entre poner el mximo bien en una posesi6n o un uso, en un hbito o una actividad. Porque el hbito que se posee puede no producir ningn bien, como en el que duerme o est de cualquier otro modo inactivo, mientras que con la actividad esto no es posible, ya que sta actuar necesariamente y actuar bien. (p. 10) (Nota de Gredos: La vida humana es, preferentemente, accin, y son nuestras acciones las que nos hacen felices o desgraciados).

Los placeres de la mayora de los hombres estn en pugna porque no lo son por naturaleza, mientras que para los inclinados a las cosas nobles son agradables las cosas que son por naturaleza agradables. Tales son las acciones de acuerdo con la virtud, de suerte que son agradables para ellos y por s mismas. La vida de stos, por consiguiente, no necesita en modo alguno del placer como de una especie de aadidura, sino que tiene el placer en s misma. Es ms, ni siquiera es bueno el que no se complace en las buenas acciones, y nadie llamara justo al que no se complace en la prctica de la justicia, ni libre al que no se goza en las acciones liberales y del mismo modo en todo lo dems. Si esto es as, las acciones de acuerdo con la virtud sern por s mismas agradables. Y tambin buenas y hermosas, y ambas cosas en sumo grado, si es que juzga rectamente acerca de estas cosas el hombre bueno; y juzga como ya hemos dicho.Es claro, no obstante, que necesita adems de los bienes exteriores, como dijimos; pues es imposible o no es fcil hacer el bien cuando se est desprovisto de recursos. (p. 11)

Adems esto tambin estar de acuerdo con lo que dijimos al principio, pues establecimos que el fin de la poltica es el mejor, y sta pone el mayor cuidado en dotar a los ciudadanos de cierto carcter y hacerlos buenos y capaces de acciones nobles. Tiene sentido, pues, que no llamemos feliz al buey, ni al caballo ni a ningn otro animal, pues ninguno de ellos es capaz de participar de tal actividad. Y por la misma causa, tampoco el nio es feliz: pues por su edad no puede practicar tales cosas, y los as llamados se consideran venturosos en esperanza. Pues la felicidad requiere, como dijimos, una virtud perfecta y una vida entera (p. 12)

Puesto que lo porvenir nos est oculto, concluimos que la felicidad es fin y completamente perfecta en todos sentidos. Y si esto es as, llamaremos venturosos entre los vivos a aquellos que poseen y poseern lo que hemos dicho, es decir, venturosos en cuanto hombres. (p. 15)

Adems en los tratados exotricos (11) se estudian suficientemente algunos puntos acerca del alma, y hay que servirse de ellos; por ejemplo, que una parte de ella es irracional y la otra tiene razn (si stas se distinguen como las partes del cuerpo y todo lo divisible, o son dos para la razn, pero naturalmente inseparables como en la circunferencia lo convexo y lo cncavo, nada importa para la presente cuestin). Lo irracional en parte parece comn y vegetativo, quiero decir la causa de la nutricin y el crecimiento; pues esta facultad del alma puede admitirse en todos los seres que se nutren, incluso en los embriones, 1102 b Y sta misma tambin en los organismos perfectos, pues es ms razonable que admitir alguna otra. Es claro, pues, que su virtud es comn y no humanaPero parece que hay adems otro principio irracional en el alma, que participa, sin embargo, de la razn en cierto modo. (p.17)

Resulta, por tanto, que tambin lo irracional es doble, pues lo vegetativo no participa en modo alguno de la razn, pero lo apetitivo y, en general, desiderativo, participa de algn modo en cuanto le es dcil y obediente (as tambin respecto del padre y de los amigos decimos tener en cuenta y raz6n, pero no como las matemticas) (12). Que lo irracional se deja en cierto modo persuadir por la razn lo indica tambin la advertencia y toda reprensin yexhortaci6n. Y si hay que ll03 a decir que esto tambin tiene razn, lo que tiene raz6n ser doble, de un lado primariamente y en s mismo, de otra parte como el hacer caso del padre. Tambin la virtud se divide de acuerdo con esta diferencia: pues decimos que unas son dianoticas y otras ticas, y as la sabidura, la inteligencia y la prudencia son dianoticas, la liberalidad y la templanza, ticas; pues si hablamos del carcter no decimos que alguien es sabio o inteligente, sino que es amable o morigerado; y tambin elogiamos al sabio por su hbito, y a los hbitos dignos de elogio los llamamos virtudes. (p. 18)