estado de la cuestión - iglesia católica y violencia política en el perú

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1 Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas Laureate International Universities Trabajo Final “Estado de la cuestión” Curso Seminario de Investigación Académica 1 (HU101) Sección O201 Ciclo 2007-02 Alumno Adrián Tamariz Flores - 200710640 Profesor Diego López Francia Fecha de entregaMartes 27 de noviembre del 2007

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Estudio de los diversos puntos de vista de este problema: el papel de la Iglesia Católica en el Perú de los tiempos de violencia política - terrorismo impulsado por organizaciones como MRTA y Sendero Luminoso.¿Cuál fue verdaderamente el papel de la Iglesia? ¿Es el Informe de la CVR justo sobre éste? No encontraremos respuestas exactas, pero se abre una puerta de diálogo y discusión sobre el tema.

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Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

Laureate International Universities

Trabajo Final

“Estado de la cuestión”

Curso Seminario de Investigación Académica 1 (HU101)

Sección O201

Ciclo 2007-02

Alumno Adrián Tamariz Flores - 200710640

Profesor Diego López Francia

Fecha de entrega Martes 27 de noviembre del 2007

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Durante las dos últimas décadas del siglo XX, nuestro país enfrentó una grave situación, política y social, de violencia. El conflicto interno entre las fuerzas del orden y movimientos revolucionarios tuvo origen en el interior del país y fue allí en donde cobró una gran cantidad de vidas, tanto de civiles como de personas enfrentadas en la coyuntura.

Según diversos informes sobre el período violento, el departamento de Ayacucho fue el principal escenario de la lucha armada ya que, además de originarse allí, fue la zona en donde se registró la mayor cantidad de víctimas.1 En este contexto la ayuda a los familiares de las víctimas y a la población ayacuchana en general era urgente y necesaria. La Iglesia Católica, mediante el Arzobispado de Ayacucho, respondió, junto con otras organizaciones más, a las necesidades de los ayacuchanos en la búsqueda no sólo de tranquilidad y consuelo, sino también de bienestar económico y social.

Sin embargo, existe una discusión en torno al papel del Arzobispado Ayacuchano en la lucha antisubversiva. Existen autores que creen que el papel de dicha institución no fue adecuado según las circunstancias en las que se encontraba la región que tenía a su cargo, mientras que otros defienden los esfuerzos del clero por contrarrestar, en la medida de sus posibilidades, la difícil situación de violencia. Es a partir de esta polémica que el siguiente estado de la cuestión plantea la interrogante sobre si fue adecuado, según la coyuntura, el papel que jugó la Iglesia Católica mediante el Arzobispado de Ayacucho en la lucha antisubversiva durante los años 1982 a 1997.

Para tratar de resolver tales interrogantes, el trabajo hará referencia a diversos autores conocedores del tema, entre los cuales tenemos a Federico Prieto Celi, periodista de amplia experiencia en medios escritos nacionales como El Comercio y La Prensa. En los últimos años, Prieto Celi ha orientado sus esfuerzos a la investigación del papel del Arzobispado de Ayacucho durante la época de violencia política, siendo éste uno más de sus numerosos trabajos periodísticos orientados a personajes de la Iglesia Católica tanto a nivel nacional como internacional.2

En segundo lugar, expondremos los resultados del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación que giran en torno al problema de investigación del presente texto. Esta Comisión fue creada a iniciativa del gobierno del Dr. Valentín Paniagua para realizar una profunda y amplia investigación sobre la violencia política y el impacto que ésta tuvo en nuestro país. Después de haber recogido numerosos testimonios y de haber convocado a varias asambleas públicas, dicha Comisión elaboró su Informe Final, entregado al país tras cerca de tres años de trabajo.3

En tercer lugar, mencionaremos brevemente a la investigadora Cecilia Tovar, profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú y filósofa de la Universidad de Lovaina, Bélgica. Tovar es, además, coordinadora de la investigación sobre el papel de comunidades eclesiales en Pucallpa, Huancayo, San Juan de Lurigancho, Huacho y el

1 Cfr. CVR 2003a:212 Cfr. Prieto 20073 Cfr. Wikipedia 2007c y CVR 2003a

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Sur Andino, así como la Coordinación de Pastoral de Dignidad Humana, durante el conflicto interno.4

Por último, citaremos la postura de diversos personajes de la Iglesia Católica en torno al tema de investigación de este trabajo. Entre estos personajes se encuentran el P. Albano Quinn, antiguo Obispo de la Prelatura de Sicuani5, ubicada al sur de nuestro país, el P. Ernesto Ranly c.pp.s , miembro de la Conferencia de Religiosos del Perú6, y el P. Ernesto Cavassa S.J. quien habla en representación de la Compañía de Jesús como Provincial7 de ésta en el Perú.8 En posición contraria a la de ellos encontramos al Mons. Isidro Sala, Obispo de Abancay.9

Como parte de la investigación llevada a cabo por la CVR, el papel de la Iglesia Católica en la lucha antisubversiva fue estudiado, a través de audiencias públicas y testimonios recogidos, los cuales ayudaron a sus miembros a concluir lo siguiente:

“[…] La CVR ha llegado a la conclusión de que muchas vidas fueron salvadas y muchos otros atropellos fueron impedidos gracias al concurso de estas organizaciones [organizaciones sociales de la Iglesia], así como de religiosos y laicos individuales, más allá de orientaciones teológicas o pastorales. […] el papel de sacerdotes, laicos y catequistas contribuyó a fortalecer el tejido social y construir una barrera que debilitó el avance del PCP-SL […].La CVR ha encontrado, sin embargo, que la defensa de los derechos humanos no fue firme en el Arzobispado de Ayacucho durante la mayor parte del conflicto armado. Durante buena parte del conflicto dicho arzobispado puso obstáculos a la labor de organizaciones de la Iglesia vinculadas al tema, a la vez que se negaba la existencia de violaciones de los derechos humanos cometidas en su jurisdicción.”(CVR 2003a: 459 – 460)

Según las conclusiones de la CVR, en general, el papel de la Iglesia frente al terrorismo y a la violencia política fue firme, esforzado e importante. Sin embargo, tales características no se ajustan al caso específico del Arzobispado de Ayacucho en donde, según el texto anterior, se pusieron obstáculos a la labor social eclesial en defensa de los DD.HH.

Pero, ¿en qué situaciones, hechos o testimonios se basa la CVR para realizar tales conclusiones? Al indagar en su Informe Final, encontramos testimonios de pobladores ayacuchanos que hablan sobre Mons. Federico Richter Prada y su posición frente a la violenta coyuntura. “El Señor Obispo como si no existiera. No dice nada. Ni siquiera por radio diría algo, nos alentaría”, [El Obispo] “Sigue en su imagen social, unido a los

4 Cfr. Tovar 2006 5 Cfr. Quinn 20036 Cfr. Ranly 20037 Uno de los principales superiores de una Orden Religiosa, que tiene como espacio de poder a una Provincia Eclesiástica8 Cfr. Cavassa 20049 Cfr. Prieto 2007:61

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militares” y “No hay quien diga nada, el obispo para más fuera que en la diócesis. No dice nada la Iglesia” son algunas de las declaraciones recogidas en el informe.10

Además, según la investigación hecha por la Comisión, la posición de Mons. Richter frente a la violencia política fue, en algunos momentos, enérgica y, en otros, débil y de indiferencia:

“[…] Condenó enérgicamente los actos terroristas y señaló que en vez de lograr justicia social o aliviar la situación la empeoran, pero se mantuvo en silencio cuando comenzaron a producirse crímenes por parte de las fuerzas del orden, como detenciones arbitrarias o violaciones […] No tomó posición frente a problemas graves como el de los desaparecidos, considerando terroristas hasta a los familiares […]” (CVR 2003b: 423-426)

Cabe destacar también que, desde su posición, Mons. Richter demandó la integración de todos los sectores de la población en la lucha antisubversiva, asunto reservado hasta ese entonces sólo a las fuerzas armadas. Además, pidió una mayor participación de los políticos en la creación de leyes que “realmente velen por las necesidades de los campesinos”11.

Conviene aquí añadir un hecho importante dentro del violento contexto dentro del cual se encuentra este análisis: la creación, en 1987, de la OAASA o Oficina Arquidiocesana de Acción Social de Ayacucho, dirigida en un inicio por el Padre Carlos Schmidt, S.J. Esta oficina al contar con un equipo de enfermeras, médicos y asistentes sociales cumplió una importante labor, al reemplazar, en algunos sectores, a la obra de Cáritas Ayacucho. La ayuda consistía de entrega de raciones alimentarias y medicinas a los más pobres, a los presos, a los ancianos residentes en asilos y a los niños que vivían en orfanatos. Pero además, como menciona la CVR, “asistía a las víctimas de la violencia y sus familiares, que acudían a OAASA en busca de protección y ayuda”12

Un integrante de la Oficina resume, en una frase, la labor de la organización:

“[…] «el enfoque que dábamos a nuestro trabajo, en una etapa de violencia, era que los Derechos Humanos tenían que ser respetados; y cuestionamos igualmente la brutalidad de Sendero, como también los excesos del Ejercito y del Estado a través de sus instituciones... íbamos con el aliento a la población, frente a la agresión de ambos bandos nos ubicamos junto a la población que estaba desprotegida» […]”(CVR 2003b:428)

Además de la ayuda alimenticia y médica, brindaron asesoría legal e implementaron proyectos de desarrollo agrícola. El informe de la CVR añade que OAASA y CEAS trabajaron estrechamente en pro de la defensa de los derechos humanos y el cuidado de

10 Cfr. CVR 2003b:424. La primera cita corresponde a la declaración de una señora a un sacerdote. La segunda es el testimonio de una profesora, y la tercera es el de unas religiosas.11 CVR 2003b:42512 CVR 2003b:428

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las víctimas del conflicto. Ambas instituciones practicaron la pastoral carcelaria, la educación para la paz, dieron una dimensión nacional al problema del conflicto y levantaron su voz de denuncia ante los hechos irregulares ocurridos en este departamento.13

A partir de 1990, la OAASA entra en una crisis institucional, declarándosela en reorganización y exigiendo a todos sus miembros su renuncia a sus respectivos cargos. Tiempo después, el Padre Schmidt renuncia a la dirección y, con esto, se paralizan por completo las obras sociales. “OAASA finalmente fue cerrada. Los archivos fueron quemados. En adelante ya no habría otra oficina similar en la arquidiócesis de Ayacucho, a diferencia de la mayor parte de las arquidiócesis y diócesis en las zonas afectadas por la violencia.”14, concluye la CVR.

En los últimos años en ejercicio de sus funciones arzobispales, Mons. Richter contó con la ayuda del Mons. Juan Luis Cipriani Thorne.15 Posteriormente, en 1991, Mons. Richter se retiró de su cargo, siendo reemplazado por Mons. Cipriani de manera administrativa hasta 1995, año en el que se oficializó su nombramiento como Arzobispo de Ayacucho.16

Siguiendo la línea de la investigación realizada por la CVR, la actitud conservadora que el Arzobispado Ayacuchano tomara durante el período de Mons. Richter continuó con el nuevo Arzobispo Cipriani:

“Desde el inicio [Mons. Cipriani] expresó reticencias frente a las observaciones de Estados Unidos sobre la situación de los derechos humanos,17 […] y comenzó una larga serie de cuestionamientos a los organismos de defensa de los derechos humanos. Cuando tuvo poder para hacerlo, les impidió trabajar en Ayacucho, como fue el caso de CEAS [Comisión Episcopal para la Acción Social], que como organismo de la Conferencia Episcopal necesitaba la autorización del obispo local para trabajar en esa arquidiócesis. […]” (CVR 2003b:426)

Cipriani, en una entrevista concedida al Diario El Peruano, argumentó su negativa a las denuncias sobre derechos humanos basándose en que la mayoría de estas eran anónimas, además de que los organismos internacionales que las respaldan difunden cifras erróneas sobre el número de abusos cometidos. Añade también que hay, por parte de la Iglesia, “un apoyo total para tratar de ayudar a aquellas personas que ni tienen medios para aclarar su reclamo” 18 y que ha comprobado que varias de las denuncias que le llegaban a su despacho eran efectuadas por ex terroristas.19

Pero Cipriani no sólo manifestó su rechazo a interceder por el cumplimiento de los derechos humanos de aquellos ayacuchanos afectados por la violencia mediante sus

13 Cfr. CVR 2003b:42914 Cfr. CVR 2003b:42915 Cfr. Wikipedia 200716 Cfr. Arzobispado de Lima 2007 17 En declaraciones al Diario El Comercio y al Diario Expreso – 3 de enero de 1993.18 CVR 2003b:42619 Cfr. CVR 2003b:426

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declaraciones a medios de prensa y su participación en el impedimento a la CEAS de operar en la arquidiócesis que tenía a su cargo. Lo hizo también de manera directa a aquellos fieles que se acercaban a la sede del Arzobispado, al colgar en la puerta de ésta un cartel que decía “No se aceptan reclamos sobre Derechos Humanos”.

Cipriani se caracterizó, según la CVR, por su apego a los militares y autoridades mientras estos se encontraban en Ayacucho. El Monseñor acompañaba al ex presidente Alberto Fujimori en sus visitas a la provincia de Huamanga, y a las delegaciones de las fuerzas armadas en los vuelos de inspección de la zona. 20

Es a partir de estos hechos que los ayacuchanos forman diversas opiniones con respecto al Arzobispo. Una de tales percepciones es la que se encuentra en el Informe Final de la CVR, en donde una persona afirma que Cipriani manifestaba su influencia en la clase burocrática de Ayacucho mediante su cercanía con los grupos de poder. La testigo añade que el Monseñor, además de influir en la designación de las autoridades de la administración pública, era una persona con la cual se debía tener cuidado.21

Cipriani no sólo obstaculizó la ayuda eclesial que llevaba a cabo el CEAS, hizo lo mismo, dice la CVR, con la acción social que realizaban en diversos ámbitos de la sociedad ayacuchana los religiosos y las religiosas pertenecientes a diferentes congregaciones.

“[…] Los franciscanos fueron retirados de la Parroquia San Juan Bautista para darla a sacerdotes del Opus Dei. Mons. Cipriani se molestó cuando uno de los jesuitas le llevó al padre de dos jóvenes desaparecidos, los Mansilla, poniendo en duda lo que le contaron que había sucedido, y no ofreciendo ningún aliento ni consuelo. A otro jesuita lo acusó de terrorista por el mero hecho de enseñar en la universidad.” (CVR 2003b:427)

A pesar de tales impedimentos, la labor de ayuda se siguió llevando a cabo. Otras organizaciones eclesiales hicieron lo posible por responder adecuadamente a la difícil coyuntura. Entre tales organizaciones y congregaciones se encuentran las Misioneras Dominicas, los Padres Franciscanos - así como sus pares las Hermanas Franciscanas - , las Hijas de Santa Ana, las Mercedarias y las Canonesas de la Cruz.

“[…] cada congregación desde su particular carisma y desde una gran sencillez, trató de dar un testimonio de coherencia y compasión. […] En este contexto, las misiones de la CONFER [Conferencia de Religiosos del Perú], […] fueron muy importantes” (CVR 2003b:428)

La acción social se focalizó en los presidarios mediante la entrega de raciones alimentarias adecuadas. Para las mujeres y niños los albergues y casas hogares, en su mayoría destinados a los huérfanos de las víctimas de la violencia, fueron de vital apoyo. Además, la CONFER, motivada por el discurso que el Papa Juan Pablo II mencionara en

20 Cfr. CVR 2003b:426-42721 Cfr. CVR 2003b:427

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Ayacucho durante su visita a nuestro país22, organizó alrededor de 20 viajes misioneros con los cuales se esperaba aliviar el sufrimiento de los ayacuchanos. Tales misiones duraron hasta el año 1991 y movilizaron a, aproximadamente, dos centenares de religiosos y religiosas, los cuales pudieron ayudar al Arzobispado Ayacuchano en la ardua tarea de consuelo y evangelización.23

Como miembro de las misiones de la CONFER, el Padre Ernesto Ranly c.pp.s. vio de cerca como el Arzobispado de Ayacucho, en la persona de Mons. Richter y, posteriormente, de Mons. Cipriani, tomó actitudes contra las sugerencias e intenciones de ayuda de los misioneros de la Conferencia. Mons. Richter “rechazó definitivamente la sugerencia de fundar casas permanentes de religiosos/as inter congregacionales.”24 Al momento de dirigir la arquidiócesis, Mons. Cipriani pidió a los misioneros adecuaran sus prédicas a las “líneas pastorales de la arquidiócesis, en lugar de la teología de la liberación, de la lucha de clases y/o de dialéctica materialista25”26

El Padre Ranly explica, en un libro que resume la experiencia misionera de la CONFER, que estas actitudes contrarias a las nuevas corrientes teológicas que surgían en la Iglesia, como la Teología de la Liberación, estuvieron basadas en la formación religiosa que los sacerdotes miembros de la arquidiócesis, la mayoría de ellos de muy avanzada edad, recibieron. “La pastoral de la arquidiócesis era tradicional y conservadora desde siempre.”27, diría el autor en su obra. Pero, en determinados momentos, Arquidiócesis y misioneros trabajaron estrechamente para el bien de la religiosa población ayacuchana, la cual se encontraba “cansada y desanimada”28 en medio del fuego cruzado que significaba la lucha armada. A pesar de las dificultades económicas de la institución eclesial ayacuchana, se logró establecer una red de catequesis en la zona a pedido especial de Mons. Richter Prada.29

Cecilia Tovar, en su análisis sobre la Iglesia en el período de violencia, trata, basada en el Informe Final de la CVR, de buscar explicaciones sobre la excepción que significó la Arquidiócesis de Ayacucho en el conjunto de organizaciones eclesiales que participaron activamente, en una orientación a la ayuda espiritual, en la lucha contra la violencia política.

“La pregunta que surge entonces es a qué puede deberse esta diferencia. Consideramos que la respuesta de la Iglesia a la violencia depende […] de su trayectoria anterior, y en concreto de la manera como se acoge la renovación conciliar en las conferencias episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979). […]

22 “Es necesario que todos los peruanos de buena voluntad vuelvan su mirada al sufrimiento del pueblo de Ayacucho y de las otras regiones probadas por el dolor” (RANLY 2003:33)23 Cfr. Ranly 2003:8024 Ranly 2003:3625 “El materialismo dialéctico es considerado por la mayoría de los marxistas como la base filosófica del marxismo” (Wikipedia 2007b)26 Ranly 2003:75-7627 Ranly 2003:2628 Ranly 2003:7629 Ranly 2003:70

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Consideramos entonces [la editora y los coautores del libro] que las circunscripciones eclesiales, comunidades y grupos que en los años previos desarrollaron un trabajo pastoral orientado por la opción por los pobres, respondieron a la situación de violencia de una manera que guarda coherencia con esas características mencionadas de la opción por los pobres.” (TOVAR 2006:28-29)

Recordemos que los miembros de la Arquidiócesis de Ayacucho, además de ser de avanzada edad, estaban caracterizados por tener una fuerte actitud orientada a posturas tradicionales y conservadoras dentro de la Iglesia, las cuales se vieron desplazadas después de que en las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla se construyera una doctrina y unos lineamientos de acción basados en la, llamada así por los propios obispos, enseñanza social de la Iglesia.30

Algunos otros miembros de la Iglesia Católica manifestaron su acuerdo con las conclusiones que la Comisión de la Verdad y Reconciliación hiciera sobre el papel de esta institución en el periodo de violencia que vivió nuestro país. La Compañía de Jesús, en carta abierta, reconoce, como parte de la Iglesia, que ésta no realizó todos los esfuerzos que tuvo a su alcance y que una situación violenta, como la del terrorismo, ameritaba. Asimismo, pide perdón por “nuestros pecados de Obra y Omisión que permitieron y encubrieron la violación de los más elementales derechos humanos”31 y solicita que todas sus obras apostólicas mediten y readecúen sus tareas evangelizadoras en torno a las conclusiones del Informe Final.32

Otro personaje de la Iglesia que tiene una percepción positiva de tal Informe es Albano Quinn, antiguo Obispo de la Prelatura de Sicuani:

“El papel de la Iglesia también está cuestionado. Con toda humildad, creo que es un momento de gracia para revisar nuestra evangelización. La crítica nos hace bien. […]Estoy seguro que la gran mayoría de los católicos del Perú respaldarán el Informe de la CVR. El Evangelio de Jesús y el Magisterio de la Iglesia Católica son claros en su compromiso con la verdad y con la dignidad y los derechos de la persona humana. […] Creo que la Iglesia Católica debe promover la aceptación y el estudio del Informe como base para ayudar a construir una nueva sociedad. De esa forma sería coherente con el Evangelio y con la orientación oficial de la Iglesia. Sería un aporte valioso a nuestro país.”(QUINN 2003:33)

Sin embargo, el Obispo de Ayacucho, Mons. Isidro Sala, no comparte la percepción de Quinn del Informe Final de la CVR. En una carta abierta a sus colegas obispos, Mons. Sala expresa su sorpresa frente a las conclusiones de la comisión. “He leído con asombro en el Nº 142 del Informe Final de la CVR, que deplora que ‘algunas autoridades

30 Prieto 2007:2431 Cavassa 200432 Cfr. Cavassa 2004 en Prieto 2007:117-119

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eclesiásticas de Ayacucho, Huancavelica y Abancay no hayan cumplido con su compromiso pastoral’”33, señala el prelado.Así también, hace memoria de las labores sociales que realizó su jurisdicción durante los años más difíciles de la violencia política. “[…] la casa San Martín […] y el hogar San Martín […] acogieron a docenas de hijos de víctimas del terrorismo.” 34 Además, añade que “Cáritas de Abancay ofreció programas de apoyo antes que ninguna otra institución en las zonas más afectadas por la violencia.” 35

Se pregunta el Obispo: “¿A qué autoridades eclesiásticas se puede referir el Informe? ¿De dónde sacó sus informaciones? […]”36, y concluye: “[…] me apena el juicio sesgado, apriorístico e injusto que se emite en nombre de la verdad […]”37. 38

Otro personaje que coincide con Mons. Salas es Federico Prieto Celi quien en su libro, titulado “El Trigo y La Cizaña: Radiografía de una conjura contra el Cardenal Cipriani”, investiga a profundidad el papel ejercido por la Arquidiócesis de Ayacucho en la época de violencia. Prieto Celi habla del Mons. Cipriani que dirigía la Iglesia Ayacuchana a inicios de la década de los noventa:

“Desde su llegada, Cipriani se preocupó por el estado de pobreza y abandono de los pueblos alto-andinos. Encabezó personalmente diversos esfuerzos por aliviar la miseria y el desamparo de los campesinos. Muchos pueblos fueron testigos de estas iniciativas, porque defendió los derechos de los campesinos y participó activamente en la pacificación del país, mediante la atención de las víctimas, a costa de sufrir incomprensiones y críticas, las que pasó por alto […] con una réplica valiente en respeto a la verdad […]” (PRIETO 2007:72)

Además, el autor entrevistó al ex director de Cáritas Ayacucho, Rudy Anyosa, quien manifiesta que a Cipriani le desagradaba la ayuda “meramente paternalista”39 de las organizaciones que asistían a los ayacuchanos, ya que “[…] mancillaba la dignidad de los asistidos, […] y los condenaba a vivir con las manos extendidas”40. Lo que buscaba el Monseñor era generar fuentes productivas de trabajo, basadas en las habilidades excepcionales para las artesanías y la agricultura de los ayacuchanos. Con esto, reactivaría la economía del alicaído departamento, y la atención del Estado en materia social se incrementaría.41

Prieto Celi, además, hace hincapié en la defensa de los derechos humanos de los niños huérfanos con la construcción de cinco casas-hogar especialmente para cuidar de aquellos infantes. Otro derecho que se “defendió”, en palabras del autor, es el de “a la

33 Sala 2005 en Prieto 2007:61-6234 Sala 2005 en Prieto 2007:61-6235 Sala 2005 en Prieto 2007:61-6236 Sala 2005 en Prieto 2007:61-6237 Sala 2005 en Prieto 2007:61-6238 Cfr. Sala 2005 en Prieto 2007:61-62 y ACI 200339 Prieto 2007:7240 Prieto 2007:7241 Cfr. Prieto 2007:72

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buena alimentación”42, mediante la implementación de un programa de nutrición que benefició a 400 niños.43 Destaca, también, el impacto que las obras impulsadas por el Arzobispado de Ayacucho tuvieron en la economía regional de aquella época:

“El reconocimiento de los pobladores ayacuchanos a Cipriani tiene su lógica, porque la alicaída economía de Huamanga experimentó una saludable reactivación a causa de las obras sociales realizadas por iniciativa del arzobispado. Hubo inversiones en obras religiosas y civiles, hechas íntegramente en la región. De esta manera se facilitó el movimiento económico necesario para mantener los empleos existentes y crear nuevos.”(PRIETO 2007:74)

Recordemos que Ayacucho fue, en la década de los ochenta y noventa, junto con Apurímac y Huancavelica, uno de los departamentos más olvidados en materia política, social y económica por parte del Estado. Más de la mitad de la población de estas regiones vivió, y aún lo sigue haciendo, en pobreza44, y es en este contexto en donde Sendero Luminoso encuentra una excusa para alentar la rebelión contra el Gobierno. Según Prieto Celi, las obras realizadas en coordinación con el Arzobispado dieron una seguridad de ingresos económicos tanto a antiguos como a novatos trabajadores, asi como tranquilidad en respuesta a la tristeza que los integrantes de Sendero Luminoso generaban en la población, dados los dolorosos atentados y violaciones a los DD.HH.

Una investigación llevada a cabo por el periodista Víctor Alvarado Salazar, a quien Prieto Celi hace referencia en un capítulo de su libro, recoge testimonios de diversos personajes ayacuchanos quienes destacan aquellas obras sociales realizadas por el Arzobispado, además de las actitudes del Arzobispo de cercanía con la población y de enérgica crítica, principalmente, a la ideología senderista y al modo de actuar de la organización. Alvarado, con esta suma de testimonios, pretende realizar “un deslinde”45 del capítulo del Informe Final de la CVR que critica el papel de la Iglesia Ayacuchana en el periodo violento.

“Los encuestados confirman lo que se sospechaba: que en la redacción del citado capítulo, la mayoría de integrantes de la Comisión de la Verdad fueron sorprendidos, por no decir burlados, pues aprobaron una visión del comportamiento de la Iglesia Católica Ayacuchana durante la época de la violencia, que no se condice con la realidad de sus acciones desplegadas, sobre todo durante esos casi once años, desde 1988 hasta 1999, en que el Cardenal […], Juan Luis Cipriani Thorne, […] desarrolló una difícil y abnegada labor como cabeza de la Iglesia Católica de Ayacucho.” (PRIETO 2007:94)

Las personas que brindaron sus testimonios, escribe Alvarado, nunca fueron consultadas por la CVR. Además, destaca que las experiencias personales acontecidas durante el

42 Prieto 2007:7343 Cfr. Prieto 2007:7344 Cfr. http://www.mimdes.gob.pe/locales/indicadores/ayacucho3.htm45 Prieto 2007:93

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conflicto interno de muchas de aquellas personas no fueron tomadas en cuenta ni por diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos, ni por el Estado. El entrevistador añade también que, si bien la mayoría de los testigos entrevistados aprueba la existencia de una Comisión de la Verdad que realmente investigue a profundidad los hechos, rechazan el pronunciamiento que hicieran los miembros de aquella sobre el Arzobispado Ayacuchano y su papel en la lucha antisubversiva. Este sentimiento de malestar, sostiene, es mayoritario en Ayacucho.46

“La labor de Monseñor Cipriani es rescatada por todos ellos como eficiente, ejemplar, íntegra y sacrificada y ponen al desnudo algunas mentiras, como aquella de que dispuso la colocación de un cartel en la puerta del arzobispado, donde supuestamente decía:”No se reciben denuncias por derechos humanos”. Ese cartel nunca existió y fue una invención, sin lugar a dudas, de sus detractores, ubicados, mejor diríamos infiltrados, en algunos organismos defensores de derechos humanos […]. Tampoco se descarta que sea una invención de los rivales clericales del Cardenal Cipriani […]” (PRIETO 2007:98)

Algunos de estos testimonios, enunciados con un título que resume estos junto con los nombres y apellidos de quienes los dieron, son importantes para tener una idea más clara, real y precisa de cómo la ciudad de Ayacucho sobrellevó la violencia acompañada de “la Iglesia Católica de Ayacucho y su Pastor”47, como llama Alvarado a Cipriani Thorne. Algunos de los títulos son ilustrativos del accionar de la Iglesia en aquellos tiempos son: “En Cáritas Ayacucho hicimos una obra desarrollista”48, “Confesamos a muchas víctimas de la violencia”49,”Tuvimos un ‘milagro’ reactivador del desarrollo”50, “Cipriani puso las bases para el desarrollo turístico”51, “Hicimos misiones en las zonas ‘liberadas’”52, “La Iglesia de Ayacucho no fue escuchada por la CVR”53 , entre otros más.

En otro punto, Prieto Celi manifiesta que las investigaciones realizadas a la Iglesia Ayacuchana fueron encargadas a una “comisión de sacerdotes”, basado en las declaraciones de uno de los miembros de la CVR a un programa de televisión. Se pregunta, además, sobre la identidad de aquellos sacerdotes y sus vínculos con actitudes “progresistas” del clero, es decir vinculados a la teología de la liberación, o con la CEAS, organización que, según el autor, es simpatizante de una teología populista. Más adelante, critica que la CVR, en lugar de haber consultado a sacerdotes, obispos y otros colaboradores de la Iglesia, haya solamente tomado en cuenta a personas que exclusivamente comparten su punto de vista negativo sobre el Clero Ayacuchano, y

46 Cfr. Prieto 2007:9847 Prieto 2007:9848 Anyosa Chuchón, Rudy – Director de Cáritas Ayacucho (Cfr. Prieto 2007:99)49 Crespo Barboza, Antonio – Sacerdote (Cfr. Prieto 2007:99)50 Bellido Vílchez, Jorge – Ingeniero Constructor (Cfr. Prieto 2007:99)51 Ascarza Oliveros, Walter – Ex alcalde de Ayacucho (Cfr. Prieto 2007:99)52 Poma, Sixto Jorge – Sacerdote (Cfr. Prieto 2007:99) Las zonas “liberadas”, según los terroristas, eran aquellas que estaban en control absoluto de Sendero Luminoso.53 Richter Prada, Federico – Ex Arzobispo de Ayacucho (Cfr. Prieto 2007:99)

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precisa también la identidad de aquellos sacerdotes convocados a conformar la comisión mencionada líneas arriba.54

“Excepcionalmente, los comisionados han escuchado, por lo visto, a algunos religiosos. El […] padre Orlando Cárdenas Vega, afirma: “Ignoro qué participación tendrán en esta conjura otras personas que se indispusieron con Monseñor Cipriani por el solo hecho de haber sido reprendidas o puestas en vereda o sancionadas. Me refiero, por ejemplo, […] [a] Esvin Vargas, […] [quien] adoptó una actitud de rebeldía al no querer asumir la parroquia a la que había sido designado. Luego se apartó para casarse. Y el […] sacerdote Carlos Schmidt S.J., ya fallecido, que fue amonestado por Monseñor Richter OFM por una serie de negligencias en la dirección de Cáritas, que estaba a su cargo, omisiones que dieron lugar a filtraciones sobre cargamentos de alimentos, que fueron a dar a los almacenes clandestinos de Sendero Luminoso. […] Otro religioso jesuita, el Padre Carlos Flores, fue reprendido por Cipriani; renunció a los hábitos y se casó.” (PRIETO 2007:124)

Aquellos religiosos contrarios, según el Padre Cárdenas y Federico Prieto, a las denuncias firmes y decididas de Cipriani a las violaciones de derechos humanos y a aquellas organizaciones que solamente defendían los derechos de algunos, son los autores de una “campaña sistemática”55, ya que “no perdonan las ‘cuadradas’ que les hizo de frente, cara a cara, con armas limpias”.56 Agrega el sacerdote que “Monseñor Cipriani tenía una forma distinta de pensar y ver las cosas y, en su momento, debió escuchársele antes que declararle la guerra, como lo han hecho a través de ese documento [el Informe Final de la CVR]”57. 58

Como hemos visto a lo largo de esta investigación, los autores, además de tener diversas opiniones, han recurrido a diferentes fuentes para argumentar su posición frente a la cuestión planteada al inicio del estudio. La Comisión de la Verdad y Reconciliación destaca la labor de la Iglesia Católica en general en la lucha antisubversiva, haciendo una grave excepción en la zona Sur Central de nuestro país, específicamente en el Arzobispado de Ayacucho. Los comisionados concluyen, en base a testimonios, noticias y previos análisis históricos de la situación desarrollados por otras organizaciones, que, en Ayacucho, la Iglesia no defendió firmemente los derechos humanos y obstaculizó la labor de organizaciones humanitarias eclesiales que trataban de realizar acciones solidarias en dicha arquidiócesis.59 Junto con la CVR, otros personajes del ámbito eclesial nacional también consideran que el trabajo de la Iglesia en algunas partes del país no ha sido el más adecuado a las circunstancias sociales por las que la nación pasaba. Por otro lado, Federico Prieto Celi, y con él otros religiosos más, defienden los esfuerzos de la Iglesia Ayacuchana y sus pastores, Mons. Richter y Mons. Cipriani, en la lucha contra el

54 Cfr. Prieto 2007:11655 Prieto 2007:13156 Prieto 2007:13157 Prieto 2007:13158 Cfr. Prieto 2007:13159 Cfr. CVR 2003a:460

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terrorismo mediante la crítica desde el púlpito de la Catedral de Ayacucho de la ideología senderista, su modo de actuar, y el llamado a la verdadera defensa de los derechos humanos de las víctimas del conflicto.60 Además, tal lucha se vio reflejada en obras sociales como la construcción de hogares, la reapertura del Seminario de la ciudad, la reestructuración de un Instituto Superior Técnico, la reactivación de las actividades turísticas mediante el arreglo de plazas y plazoletas, entre otros accionares materiales y espirituales más.

A partir de esta confrontación de posiciones, nuevos problemas de investigación pueden surgir como los siguientes: ¿Fue objetiva la Comisión de la Verdad y Reconciliación al redactar sus conclusiones sobre el papel de la Iglesia Católica durante la lucha antisubversiva?, ¿Porqué la CVR solo consultó a algunos sacerdotes y no a los anteriores obispos de Ayacucho para llegar a afirmar que la Iglesia Ayacuchana no fue firme en la defensa de los derechos humanos en la época de violencia?, ¿Qué influencia ha tenido la Teología de la Liberación en el accionar social de la Iglesia Católica contra la violencia política?, ¿Porqué la Iglesia Católica en conjunto no ha adoptado una única posición frente al Informe Final de la CVR, además de no defender la labor del Arzobispado de Ayacucho?, ¿Qué hechos llevaron al Monseñor Cipriani, y a su antecesor el Monseñor Richter, a clausurar la OAASA y no permitir el accionar de otras organizaciones eclesiales de acción social?

Finalmente, y a partir de las posiciones expuestas, me es posible postular una hipótesis que responda al problema de investigación que planteara al comenzar este trabajo. Tomando en cuenta la difícil situación que vivía Ayacucho, y que luego se generalizaría a todo nuestro país, durante la década de los ochenta y noventa; el rol que jugó la Iglesia Católica, mediante el Arzobispado de Ayacucho, fue adecuado dadas las violentas circunstancias, ya que la institución hizo todo lo posible para responder de la mejor manera al avance terrorista.

60 Cfr. Prieto 2007:131

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Bibliografía

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b. QUINN, Albano

c. PRIETO CELI, Federico

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2003b Tomo III – Capítulo 3 – Sección 3.3 - Informe FinalLima: Comisión de la Verdad y Reconciliación

2003a “Hatun Willakuy” – Versión abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y ReconciliaciónLima: Comisión de entrega de la Comisión de la Verdad y Reconciliación

2003 “La Iglesia Católica y el Informe de la CVR: "Un momento de gracia para revisar nuestras evangelización"” pp. 31-33En: Revista Ideele, No. 159

2007 ““El Trigo y la Cizaña”, Radiografía de una conjura contra el Cardenal Cipriani”Lima: Federico Prieto Celi Editor.

2004 “Pronunciamiento de la Compañía de Jesús en el Perú ante el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación”(Consulta: 3 de Noviembre)(http://www.jesuitasperu.org/pags/index.asp?id=148&doc=990)

2003 “Obispo peruano revela horrores ignorados por controvertida “Comisión de la Verdad””(Consulta: 3 de Noviembre)(http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=1767&PHPSESSID=d18d211c0b2fccc31ec599fb94d8b394)

2007a “Juan Luis Cipriani Thorne”(Consulta: 3 de Noviembre)(http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Luis_Cipriani_Thorne)

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2007 “Biografía de Su Eminencia Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima y Primado del Perú”(Consulta: 3 de Noviembre)(http://www.arzobispadodelima.org/notas/datosbio.htm)

2006 “Ser Iglesia en tiempos de violencia”Lima: Centro de Estudios y Publicaciones

2003 “Los religiosos en tiempos de violencia en el Perú”Lima: Centro de Estudios y Publicaciones

2007b “Materialismo dialéctico”(Consulta: 25 de Noviembre)(http://es.wikipedia.org/wiki/Materialismo_dial%C3%A9ctico)

2005 “Una Iglesia en defensa de la vida. Perú 1980-2000”Lima: Centro de Estudios y Publicaciones

2007c “Comisión de la Verdad y Reconciliación”(Consulta: 25 de Noviembre)(http://es.wikipedia.org/wiki/Comisi%C3%B3n_de_la_Verdad_y_Reconciliaci%C3%B3n)