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Es inútil todo intento de desciframiento, de desvelar el misterio de la poesía que se nos presenta siempre como una aproximación.

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ÍNDICE

Notas Preliminares................................................................................................. 1

Prólogo................................................................................................................. ..4 Capítulo I: La Prosa de Versión Celeste: Oscuro Dominio...................................8 Capítulo II : Dulce Vecino......................................................................................21 Capítulo III : Atienza..............................................................................................56 Capítulo IV : Diente por Diente.............................................................................119 Capítulo V : Camino de Carne……………………………………………………......178 Capítulo VI: Fervor……………………………………………………………….190 Capítulo VII: Color Madre…………………………………………………………..….211 Capítulo VIII: Cavidad Verbal………………………………………………………....226 Capítulo IX: La Planicie y su Espejo…………………………………………………..245

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En primer lugar trataré de explicar cúales son las razones que me impulsaron al

estudio de la poesía de Juan Larrea.

Cuando asistí a unas jornadas sobre las Vanguardias, tomé conciencia por

primera vez de la figura de Juan Larrea, hasta entonces sólo era un nombre citado de

forma esporádica en los manuales de literatura y del que tenía un conocimiento escaso.

Fue entonces cuando me vino a la memoria el nombre de la “Sala Juan Larrea” que yo

había visitado en Bilbao con motivo de algunas exposiciones de pintura. También

recuerdo vagamente haber visto, en mis paseos por la ciudad, un rótulo medio

desvencijado que colgaba de una casa de la calle Henao, con el nombre de Juan Larrea y

que acabó por caerse y desaparecer

Así que, a pesar de no conocer su poesía, estos hechos me hicieron interesarme

por su figura y por su obra. Me interesó que fuera Bilbao su lugar de origen y la

familiaridad que su nombre despertaba en mí. De manera que pensé que podía haber un

principio de afinidad, “una sintonía”, que me permitiría acercarme al estudio de su obra

y paliar así la dificultad que suponía el total desconocimiento de su poesía.

Podría decirse que fue una elección casual, más consecuencia del azar que de un

interés especial por Larrea.

Todo esto unido al hecho de ser considerado como una figura atípica y, al mismo

tiempo, como un precursor de los movimientos de vanguardia en España, así como el

ser el gran olvidado de su generación, me llevó a la idea de que podía resultar de

interés un acercamiento al estudio de su poesía.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando llegó a mis manos un ejemplar de

Versión Celeste, comprobé entonces la dificultad y el hermetismo de su poesía y a punto

estuve de tirar la toalla .

Pude comprender así el porqué de su aislamiento y el olvido, en el que todavía

hoy, permanece el nombre de Juan Larrea. Pues sigue siendo un poeta desconocido para

el gran Público.

Decíamos antes que Juan Larrea era una figura atípica dentro del movimiento de

la vanguardia literaria española. No sólo porque su poesía se resiste a una adscripción

de escuela o movimiento, sino también por su personalidad que le llevó a vivir “en

poesía”. Larrea ve en la disposición poética, un modo de entregarse a los azares de la

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Vida, la energía creadora se apodera de la vida personal del artista convirtiéndolo en un

instrumento de expresión del inconsciente colectivo. Ideas que son producto de su

lectura de las obras de Jung, y que explican la cohesión entre literatura y vida que se da

en la poesía de Larrea.

Otro rasgo característico de su singularidad es el hecho de que escribiera la

mayor parte de sus versos en francés. Su libro de poemas Versión Celeste, está editado

en versión bilingüe, las composiciones originales están redactadas en francés y

traducidas después al castellano por su amigo Gerardo Diego, Luis Felipe Vivanco y el

propio Larrea quien supervisó y tradujo personalmente la edición española. Por eso

aparecen fluctuaciones en la acepción de algunos términos en notas aclaratorias a pie de

página.

No se trata de un caso único en la historia de la literatura española, y desde

luego, no es una coincidencia que dos de los poetas que más influencia ejercieron en

Larrea, escribieran también en francés. Me refiero a Rubén Darío y a Vicente Huidobro.

Larrea piensa que el francés es la lengua poética por excelencia, por eso dice que piensa

en esa lengua, más aún que piensa ideográficamente, en imágenes o figuras.

Aquí se presenta ya su idea de una lengua poética que sea superior a la de los

lenguajes vulgares. Larrea poseía el francés poéticamente y deseaba descubrir una

forma en la línea simbolista de Mallarmé, un verbo poético superior, poesía significante

en la que el símbolo y el mito se unen para dar cuenta de una transcendencia y una

profundidad que enfrentan al poeta con la incógnita de la Vida y de la Muerte.

El arte es una actividad que aspira al goce de lo eterno y al vencimiento del tiempo y el

espacio, es decir, a una colocación de la conciencia del ser más allá de la muerte.

Por eso ante la pregunta ¿ a dónde vamos? , Larrea contesta “no vamos a ninguna parte

ni a ningún tiempo, puesto que ambos son prácticamente infinitos. Venimos del Ser y

vamos al Ser. Y ese ser al que vamos no puede ser otro sino el correspondiente a un

nuevo estado de cultura, esencial y universal.”

Para Larrea la humanidad está en una fase de crisis, de transformación intensa,

transformación revolucionaria que se distingue de las transformaciones evolutivas hasta

entonces experimentadas por dos rasgos exclusivos; la universalidad y su carácter

esencial que confluyen en un estado de síntesis cultural. De aquí ha de surgir una cultura

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nueva como expresión de un nuevo estado de conciencia universal que abarca el

panorama entero de la cultura, transformación que se observa tanto en las ciencias de la

naturaleza: Física, matemáticas, astronomía, química,... como en las del espíritu, incluye

asimismo todos los campos de actividad humana. Esta crisis transformativa es

especialmente visible en el arte, en particular en la pintura donde las imágenes del

hombre y en particular de su mundo, han sido sustituidas por un panorama uniforme de

colores y formas que desprendidos de su objeto se comportan con arreglo a una

subjetividad que parece serles propias

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PRÓLOGO

Resulta difícil constreñir la obra poética de Larrea dentro de unas pautas concretas, de escuela o movimiento literario, pues su obra rebasa con mucho cualquier adscripción particular que pudiéramos atribuirle.

Larrea, hombre de vastísima cultura, parte del relato de los orígenes, del

Génesis e instalado en un pacto fiduciario, un hecho de confianza en el futuro, construye

un mito de proyección, orientado hacia el Nuevo Mundo.

Sabido es el papel que Larrea ha asignado a la conquista de América, que para él

tiene una transcendencia fundamental. Esta proyección de futuro plasmada en lo “ultra”,

“más allá” se expresa mediante la palabra, como signo enunciado en una dimensión

simbólica. Una mitopoética en la que la cuestión del sentido tiene como modo de

expresión la palabra en clave poética.

Por lo que serán los movimientos de vanguardia: el ultraísmo (en menor grado),

el creacionismo y el surrealismo los cauces apropiados para dar cuenta de ese trayecto

simbólico, de ese nuevo hecho cultural que Larrea pretende testimoniar en su poesía.

El hermetismo de sus versos nos ha obligado a considerar su poesía, no como un

hecho aislado, sino como una parte esencial de su vida, de su cultura y de su obra en

general para poder descifrar así, a través de los temas, símbolos e imágenes de su

poesía, su personal visión del mundo y de la historia, entendida como un relato desde el

inicio de los tiempos.

Relato, que la cultura oficial (Iglesia y Estado ), ha proyectado de manera

fraudulenta. De ahí la necesidad de una nueva cultura que retome el camino iniciado en

la Grecia antigua, cuyo símbolo manifiesto es el héroe literario del Ulises.

No deja de ser significativo que sea la literatura, la poesía épica la encargada de

transmitir el mensaje poético. Entendemos por eso que el poema que inicia su libro de

versos “Evasión” se constituya en una especie de manifiesto, de declaración de

intenciones, a veces sólo de intuiciones, del papel de la poesía en la comprensión del

mundo.

Es este un referente decisivo para la construcción de una nueva identidad

cultural.

No obstante, somos conscientes de haber atisbado sólo la punta del iceberg.

Hemos intentado aportar soluciones pero, al mismo tiempo, nuevas interrogantes

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surgían ante nuestros ojos, dado el vasto y complejo sistema cultural de la poesía de

Larrea.

La interpretación y el desciframiento reduccionista de algunas de sus claves

poéticas ha permitido entrever ciertas verdades, un “más allá” inalcanzable que hace

que esa búsqueda de “una nueva luz” no haya hecho más que comenzar.

Si hubiera que destacar algún rasgo característico de Larrea nos quedaríamos

con uno que es una constante a lo largo de su obra poética: la coherencia, que abarca no

sólo su quehacer literario sino su vida entera, de ahí la fusión que se da entre Vida y

Literatura.

Larrea interpreta su vida y su destino personal en clave simbólica, clave poética,

en definitiva. Por eso, su obra literaria y, en especial, sus versos escapan a todo intento

de sistematización.

No es extraño que los adjetivos más comunes a la hora de calificar su poesía

sean: “extraño”, “original”, “singular” y “hermético” un rasgo ilustrativo del choque

que producen sus versos en el lector y en el crítico.

Porque ya en las primeras líneas del prólogo de Versión leemos:

“El lector tiene en sus manos el libro acaso más singular de la lírica contemporánea”1

Lo mismo sucede con el prólogo de Orbe, realizado por Pere Gimferrrer:

“Orbe es el título dado por Juan Larrea al conjunto de su diario de anotaciones del período

1926-1932, obra extremadamente singular, a la que no hallo otro parangón que el Libro

del desasosiego de Pessoa.”2

Otro tanto sucede a la hora de adscribir su poesía a un movimiento o –ismo determinado, así lo expresa Gloria Videla en su libro, a propósito del creacionismo de Larrea:

“Su etapa creacionista se advierte menos por su gran personalidad. Hay en sus poemas

más larreísmo que creacionismo.”3

1 Introducción de Versión Celeste, op. cit. p. 11 2 Orbe. Prólogo, selección y notas de Pere Gimferrer, op. cit. p. 3 3 Gloria Videla. El Ultraísmo. op. cit. p. 132

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Originalidad o coherencia, lo mismo da, que arranca de sus vivencias y formación más tempranas. Su agudeza y percepción sorprenden ya desde niño a su tío Marcelo, sacerdote, según una anécdota recogida por David Bary:

“un buen día el sobrino sostiene en una conversación con don Marcelo que si había existido

una época del Padre, y si estábamos ahora en la del Hijo, entonces tendría que venir una época

del Espíritu. Esta “época del espíritu” (será en adelante fuente espiritual e intelectual de

una nostalgia)”4

Percepción, intuición o videncia, como llama Larrea a esa predisposición natural

que le hace experimentar, en fenómenos debidos al azar, un contenido simbólico que

escapa a las leyes de la lógica. D. Bary se refiere a ellos como:

“fenómenos que la parapsicología llama “sincronismos”, para utilizar la terminología de Jung

y Pauli. Me refiero a esos sucesos misteriosos debidos a una especie de “azar” que parecen

tener sentido aunque no se pueden explicar por las leyes de la causalidad ni de acuerdo con

nuestras ideas normales de tiempo y espacio.”5

Así se entiende que hechos puntuales y aparentemente vulgares tengan una repercusión notable en su vida y en su obra. Nos referimos a su relación con Huidobro y, sobre todo, a su encuentro con César Vallejo, tan decisivo que le impulsa a convertirse en su mentor y exégeta.

Otro ejemplo de la simbiosis que se da entre literatura y vida es el impacto que

le produce la lectura de la Carta del Vidente de Rimbaud, circunstancia que le convence

de estar llamado a cumplir un destino colectivo y que le impulsa en su viaje a América.

Larrea siente que todas sus potencias están orientadas a un mismo fin y forman

parte de un proceso integrador, así lo expresa en su diario Orbe, el 27 de marzo de

1932:

“Vi cómo el yo era el hombre, vi cómo el yo del hombre era una existencia total,

complejo y participante consciente e inconscientemente de esa multiplicidad, en la

que intervenía el pasado íntegro de la humanidad y el presente de la materia cósmica.”6

4 D. Bary. Larrea: Poesía y Transfiguración. op. cit. p.29 5 Ibidem, pp. 31- 32 6 Orbe. op. cit. p.98

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La poesía de Larrea es una especie de religión, una literatura de la vida, donde la imaginación es un factor clave para la creación de un mundo nuevo y de una nueva conciencia del Ser.

La poesía es también una vocación, un destino ineludible que abarca todas las

facetas de su vida:

“Vi de qué modo particular, dentro de mi temperamento poético, desempeñaba

yo ese oficio de todo.”7

Es lógico pensar que, excepto algunas composiciones más o menos innovadoras

de su primera juventud, el resto de los poemas que integran Versión Celeste, responden

a un criterio uniforme. Presentan una “coherencia mental” el mismo concepto de

búsqueda de luz y de tinieblas porque la actividad poética la entiende Larrea como el

drama humano de adquisición de Conciencia.

El manifiesto literario y estético de Larrea, publicado en el número 1 de

Favorables, Presupuesto Vital, es algo de mayor transcendencia que la exclusivamente

literaria, es un manifiesto de vida , un compromiso vital.

En este mismo sentido hemos de interpretar el primer poema de Versión

“Evasión”, testimonio vital o “testamento” como lo califica Larrea en el prólogo del

libro. Testimonio no sólo de una trayectoria poética, sino vital que abre y cierra Versión

Celeste de forma simbólica, como una “Evasión” / “Sin Límites”.

Son los soportes sobre los que descansa esta poesía “singular y hermética”,

testigos de una búsqueda y de una lucha más allá del tiempo y del espacio.

7 Orbe. op. cit. p. 98

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CAPÍTULO I

LA PROSA DE VERSIÓN CELESTE: OSCURO DOMINIO

Según aparece en nota a pie de página, Oscuro Dominio “es el título del libro

que Larrea publicó, por mediación de Gerardo Diego, en Méjico, en el año de

1934”8.Esta mediación de su amigo Gerardo Diego viene a demostrar el escaso interés

que Larrea tiene por publicar sus obras. Escribe para sí mismo. Testigo mudo de una

época, que sólo quiere dar rienda suelta a sus reflexiones y a sus preocupaciones

literarias. No es el mundo que rodea la literatura lo que mueve su creación literaria, sino

más bien una respuesta a sus inquietudes metafísicas. Lo que le induce a escribir

.Oscuro Dominio es quizá, de toda su producción en prosa, el único libro junto con

Orbe cuya única finalidad es la de interiorizar su visión del mundo. No obstante, Larrea

muestra una actitud más abierta y así se lo hace saber a Gerardo Diego en carta fechada

el 15 de marzo de 1933 :

“Me propones gentilmente la edición de mi “Atienza” y de alguna otra prosa

de que carezco. “Atienza” misma tendría que ser revisada y tú posees el único

ejemplar. Como no diéramos el “Diente por Diente”(.......) En realidad tú eres mi

manager. Haz pues lo que mejor te parezca. Personalmente bien sabes cuán lejos me

encuentro de todas estas cosas”.9

Queda claro que la edición de Oscuro Dominio en 1934 responde a una

iniciativa de Gerardo Diego y a instancias de la editorial que publica en Méjico los

Poemas Adrede10 de Diego. La primera pregunta que surge es por qué Larrea inserta su

libro dentro de Versión Celeste, rompiendo así el ritmo de la poesía con una breve serie

de textos en prosa, que a su vez parecen tener entidad propia. Además, si tenemos en

8 Nota a pie de página de Versión Celeste. p.139. Ed. de Miguel Ángel Nieto. Cátedra 9 E. Cordero de Ciria, J. M. Díaz de Gereñu. Juan Larrea .Cartas a Gerardo Diego. ed. Mundaiz, Cuadernos Universitarios, S. Sebastián, 1986, p.255 3 Juan Manuel Díaz de Gereñu recoge en nota a pie de página en Cartas....op. cit. P. 255, cómo surgió el proyecto: “Los editores Justino Fernández y Edmundo O´Gorman solicitaron a Diego originales de otros poetas españoles, proponiendo éste a Larrea y García Lorca”.

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cuenta la fecha de composición del libro (1926-1927), vemos que esta época coincide

con el inicio de una serie de crisis que David Bary sitúa en París en 1926:

“estas prosas que venía redactando esporádicamente desde 1926 al filo de sus humores

constituían el testimonio perturbado de su experiencia sicológica y metafísica, algo así como un texto

documental y automático de su crisis”11

El título de Oscuro Dominio sugiere de forma literal y significativa, ese estado

de ánimo de profunda angustia existencial que embarga a su autor, anticipando ya que el

conjunto de textos que lo integran no son sino el producto de sus meditaciones.

Meditación discursiva que adentra al poeta en ese “dominio”, región de lo

desconocido, reino de las sombras, espacio metaforizado de la angustia e incertidumbre

que dominan su espíritu en ese momento. David Bary apunta que es la lectura de La

Evolución Mística del padre Juan G. Arintero, la que sugiere a Larrea la idea de que su

crisis existencial responde a ese estado de ánimo que en los místicos se conoce como

“noche oscura del alma”. Pero parece más probable que sea la lectura directa de la

poesía de San Juan, la que ejerce una influencia más notable en Larrea. Hecho que

podemos observar, sobre todo, en la organización y disposición del lugar que ocupa el

libro en Versión Celeste.

El título de Oscuro Dominio resulta así una paráfrasis de Noche Oscura del

Alma, en la que Larrea al igual que San Juan, se vale del espacio metafórico y

metaforizante de “lo oscuro”, para iniciar el viaje, el camino hacia ese estado anímico

de purgación negativa. Se inicia así la llamada ´vía purgativa ´, lo que explicaría su

relación con la sección denominada “Pure Perte” de Versión Celeste.

Es evidente que la influencia de S. Juan se muestra como una identificación

psicológica, un estado anímico que en Larrea adquiere un tono de meditación filosófica.

De ahí el empleo de la prosa como modo de elocución, que se adapta mejor para la

expresión de sus reflexiones metafísicas. Larrea se identifica con los poetas del

Renacimiento y del Barroco, en lo que tienen de creadores de un lenguaje nuevo y en la

expresión de la crisis y el pesimismo de los hombres del Barroco.

Estas ideas se manifiestan como la consecuencia de un proceso evolutivo de la

cultura, iniciado con el descubrimiento de América. Colón, portador de la simiente de la

latinidad, de su cultura y de su lengua a las tierras del Nuevo Mundo, hará posible “la

11 David Bary. Larrea: Poesía y Transfiguración , ed. Planeta, Barcelona, 1978, p.92

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futura cristalización mestiza”, expresión de la fusión del “indigenismo y latinismo”

como fuerzas operativas que “modificarán nuestra inteligencia, nuestro modo último de

ser”.12 Por eso fija su atención en este período histórico de los siglos XVI y XVII.

Larrea concibe el Ser como el producto de una evolución continua que parte de

un principio en el que tienen cabida tanto elementos religiosos como paganos. El Ser es

así contemplado desde una doble perspectiva:

-Una interna, que tiene que ver con el psiquismo y su evolución, basado en el

psicoanálisis de Jung y en la idea del inconsciente colectivo e individual. Así ciertos

individuos dotados de una sensibilidad y una voluntad superior son capaces de influir en

la colectividad.

Por otra parte, las teorías de Freud sobre el inconsciente y la represión, como el

fruto de una lucha interna que se manifiesta sobre el consciente, van marcando la

evolución según el predominio del uno sobre el otro: “Durante estos últimos tiempos el

arte es generalmente producto de la represión que la colectividad ejerce exteriormente

sobre el individuo”13

-Una perspectiva externa: para Larrea las distintas etapas de la historia son la

expresión del psiquismo proyectado al exterior, por eso el Ser es también un ser

histórico-cultural. Todo esto se traduce en una visión subjetiva u objetiva del mundo en

los distintos períodos de la historia:

“No hay que olvidarlo. Mirándome a mí mismo, objetivamente, y mirando al mundo,

subjetivamente, pueden descubrirse muchas cosas. La historia tiene un consciente y un

inconsciente. Esa unidad civilizada del mundo trabaja con más o menos perturbaciones

cuanto que su consciente y subconsciente sean más armónicos”14

Es evidente que Larrea toma de Freud la idea de la determinación sexual de la

represión, como fuerza contenida, latente en los procesos primarios que rigen el

inconsciente, metaforizados en el título del libro Oscuro Dominio. La acepción del

término ´dominio´ alude simbólicamente al significado de ´fuerza, control o

dominación´, localizada en un lugar físico, un topos o ´zona´ específica del cerebro, y

también como vía de conocimiento, función epistemiológica del inconsciente,

12 J. Larrea. Orbe. ed. Seix Barral,Barcelona, 1990, p.36 13 Ibidem,. p. 96. 14 Ibidem, p.103. El subrayado es nuestro para señalar la importancia que las teorías freudianas tienen en la obra de Larrea..

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simbolizado en el “Oscuro”. Tres significados o acepciones que Larrea expresa por

medio de la alegoría del camino y de las tres vías del viaje místico.

De hecho, no es ajeno a la influencia de los clásicos de nuestro período áureo.

Una influencia que adquiere formas variadas, de la poesía de S. Juan toma imágenes y

símbolos que Larrea amplía y modifica, dotándolas de una nueva perspectiva. Así la

imagen de la amada, símbolo del alma que sale en busca del amado en S. Juan, es para

Larrea una manifestación del inconsciente y del deseo latente de unión que simboliza la

unión amorosa. Suplementación psicoanalítica para expresar el desdoblamiento del “yo”

subjetivo, ese estado de sublimación próximo a la unión amorosa de los místicos.

De esta forma se explica el papel simbólico del alma en S. Juan, quien como es

sabido se inspiró en el Cantar de los Cantares, conjunto de poemas esponsales de la

tradición hebrea, incorporados a la Biblia y cuya interpretación erótico-mística interesó

vivamente a Larrea dotándolo de un componente psicoanalítico como expresión de un

estado de conciencia superior.

Hemos de señalar también que Larrea interpreta la imagen del alma de los

místicos desde un punto de vista biológico, suplementándola y ampliándola, como el

elemento femenino fundamental en la perpetuación de la especie:

“Porque la mujer no sólo engendra hijos sino que influye físicamente en lo sublimado

del cerebro del hombre. Este es el sentido místico de la mujer.”15

Influencia que a nuestro juicio, cobra singular importancia también en la

disposición y estructura de los contenidos de Versión Celeste . En particular la función

que cumple la prosa de Oscuro Dominio dentro del conjunto de su poesía . Por otro

lado, ve en el verso un lenguaje sólo aproximativo para expresar contenidos de índole

mítico-religiosa.

De ahí que recurra al símbolo para expresar sus ideas y experiencias. No

olvidemos que S. Juan es pionero de la poesía simbolista en nuestra literatura, por eso

resulta significativo que también utilice el carmelita en Cántico Espiritual un género

literario mixto de prosa y verso de larga tradición literaria. Además de la concepción de

la poesía como revelación, así lo que en el místico es revelación divina, en Larrea es

15 Orbe. op. cit. p.43. Cabe señalar aquí la doble referencialidad del ser, como una unidad de índole psíquico-biológica que tiene su correspondencia en lo que se denomina “el lado femenino de la personalidad.

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revelación de orden transcendente, “una visión de un mundo regido por secretas

relaciones.”16

El mismo Larrea se constituye en puente de la cadena de la evolución cultural, y

como un nuevo eslabón adapta los materiales ya existentes, tomados de la tradición, y

los recrea añadiéndoles nuevos matices, una nueva red de relaciones en un intento de

explicar el enigma, el misterio de la poesía.

El Ser en su evolución pasa por distintas fases, puntos de inflexión que Larrea

identifica, en el espacio y en el tiempo-el ser aquí y ahora- con períodos de la historia y

de la cultura que han marcado un hito, o un salto en el camino de la evolución, uno de

los más significativos es el vanguardismo del que Larrea es uno de sus más notables

representantes.

Vanguardismo que se manifiesta como una búsqueda o necesidad de romper el

discurso tradicional, de suprimir fronteras y categorías en una actitud innovadora y

transgresora que le lleva del Ultraísmo- de ese más allá de los límites conocidos- al

Creacionismo-búsqueda de un nuevo modo de expresión, de un lenguaje nuevo- y al

Surrealismo donde se inscribe su pensamiento por oposición a la presencia metafísica y

logocéntrica del pensamiento occidental, y al problema de los referentes, de la “realidad

inteligible” de la metafísica tradicional.

La poesía de Larrea es una poesía que pretende expresar una Realidad nueva que

está por crear, por nominar a través del lenguaje poético. Surge aquí la relación con la

fenomenología de Husserl con su conocido aserto de “hay que ir a las cosas mismas”, lo

que significa un nuevo espacio para esa nueva realidad, fuera de los libros y fuera de las

teorías, en definitiva, un nuevo espacio para una nueva escritura, basada en una

percepción unitaria del Cosmos y del ser.

Es preciso crear un nuevo marco en el que tenga cabida la realidad no sensible,

la razón y la sinrazón, el yo y el no-yo, el “otro”, lo que no es otra cosa que la

instauración de una nueva forma de escritura como anhelo de transcendencia. Esto sólo

se consigue eliminando el dualismo existente entre: materia / espíritu, consciente /

inconsciente, afuera / adentro, en una búsqueda de ese instrumento que permita la unión

de elementos antagónicos y dé como fruto ese nuevo ser que ansía Larrea. Por eso el

Vanguardismo:

16 Pilar Pérez Yagüe. Epistolario inédito de Versión Celeste. Nota a pie de página de la “Carta de Juan Larrea a Luis Felipe Vivanco”, fechada en Córdoba(Argentina), el 25 de julio de 1969.

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“fractura el campo semántico y contextual de las palabras con relación a sus referentes ordinarios

para yuxtaponerlos en enunciados inconcebibles para la lógica naturalista. La palabra vanguardista de la

década de 1920 muestra claramente un aspecto que la fenomenología está explicando en nuestros días en

sus reflexiones sobre el lenguaje: difiere del significado tradicional, por lo cual lo difiere

momentáneamente, lo retrasa, para articular uno propio, diferente.”17

Estamos ya implicados en una nueva perspectiva de lectura o de interpretación

que a fin de descifrar su sentido, nos conduce a nuevas vías de exégesis, un ejercicio de

traducción, entendido como una práctica de lectura. Hay que leer y volver a leer los

textos de Larrea para encontrar el sentido de su escritura singular. Una escritura basada

en la repetición y en la fragmentación de palabras, imágenes y símbolos que se

superponen en el discurso, aportando así nuevos matices y nuevas significaciones.

Así la repetición se convierte en un movimiento incesante, un continuo devenir

como el eterno retorno de lo mismo nietzcheano, en una búsqueda del origen que no

existe sino en la repetición.

Esta operación doble de lectura-escritura es una característica de la poética

moderna, que busca la emoción, el elemento sorpresa, como en otro tiempo lo fue de la

literatura barroca al romper con lo habitual. Sorprende, por otra parte, la relación

existente entre los textos de Larrea y las teorías de Derrida sobre la deconstrucción, una

práctica exegética que pretende desmontar el edificio de la crítica tradicional, anclado

en una retórica y una lógica racionalistas, “una práctica textual atestiguada o situada en

la historia.”18

Si entendemos la deconstrucción como una práctica de lectura, estamos

hablando también del lector y de su papel en la transmisión en la obra. El lector-receptor

y el lector-autor lo que supone la “intención consciente del autor como lector de su

propio texto.”19 Cuestión fundamental para Larrea que abarca todo un capítulo de Orbe

en el que se cuestiona por la voluntad consciente o inconsciente que le ha llevado a

escribir esas notas:

“En efecto: el conjunto de estas notas aparece ante mí como sujeto bajo el aspecto concreto

y preciso de este libro. [...] Y situándome desde el punto del yo personal....tengo que

17 Oscar Rivera- Rodas. Ensayo sobre “El Vanguardismo Hispánico, Escritura de la Deconstrucción y la Diferencia.” The University of Tennessee, Knoxville. p.1 18 J. Derrida. Cómo no hablar y otros textos. Traducción de Patricio Peñalver, Proyecto A, 1997, p.13 19 J. Derrida. Márgenes de la Filosofía. ed. Cátedra, Madrid, 1998, p.18

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afirmar que no soy yo el autor. Más bien el libro se ha escrito en mí y para mí........

Sin embargo, situándome en otro lugar, tengo que convenir en que soy yo el que lo he

escrito.....”20

Larrea percibe su yo como producto de una voluntad interior, inconsciente, una

parte de una unidad relativa en la que se percibe un yo-sujeto, subconsciente y un yo-

objeto consciente:

“Ese yo no puede ser impersonal si no es personal al mismo tiempo, consciente e

inconsciente, unidad y colectividad, materialidad y espiritualidad.”21

Lo que Larrea nos trasmite aquí es ese pensar su otro, “Su otro. Lo que limita

y de lo que deriva en esencia su definición, su producción.” (Márgenes. p.18). Ese

otro representa el límite, la barrera psicológica o el pasaje, el medio físico también

que como la membrana auditiva permite el paso para que el yo que habla se oiga

hablar, ese yo que es hablante y oyente al mismo tiempo, origen del diálogo, de la

comunicación y del lenguaje:

“Así pues, llego a la conclusión de lo que ya sabía. La barrera interior que ha hecho

posible la aparición en mí de los tres rostros, significa que mi personalidad acaba su

proceso y que entre consciente y subconsciente se establezca una especie de membrana

semejante al tímpano, que sirve para que se oiga dentro lo que pasa fuera. Y parece el

comienzo del lenguaje.”22

Los “tres rostros” son así la manifestación de un sistema ternario que se

establece en torno a un tercero, intermediario o “medianero punto” (“Atienza”

p.146) que como la membrana del oído establece el equilibrio, la tensión entre las

presiones internas y externas. ¿Quiere esto decir que el origen del lenguaje (y en

consecuencia del ser) reside o pasa por el oído? La filosofía también se interroga por

esta cuestión que es, en definitiva, la cuestión de la alteridad, del otro que se oye

hablar y oye lo que se dice de él:

20 Orbe. p.228 21 Ibidem. p.228 22 Orbe. p. 167. El subrayado es nuestro, para señalar la identidad de conceptos, metáforas y símiles que podemos establecer entre la poética de Larrea y la teoría de la Deconstrucción de Derrida.

Page 18: Es inútil todo intento de desciframiento, de desvelar … como expresión de un nuevo estado de conciencia universal que abarca el panorama entero de la cultura, transformación que

“¿Podemos penetrar violentamente su campo de escucha sin que.....la filosofía,

si escuchamos lo que se dice de ella, si decodificamos el enunciado, lo haga

resonar en ella, se apropie de su emisión, se lo comunique entre el oído interno

y el oído medio, según la vía de una trompa o de una ventana interior, sea redonda

u oval?”23

Derrida parte de la morfología del oído, de su estructura para explicar la relación

entre la vista y el oído, en lo que él llama “la concepción por el oído”:

“Pero hay en la estructura del tímpano algo que se llama el “triángulo luminoso”.

Se le nombra en Los cantos de Maldoror (II), cerca de una trinidad grandiosa.”24

Se establecen así una serie de analogías entre el conducto auditivo y el aparato

reproductor femenino para explicar la concepción o el origen, poniendo en relación

aquello que aparentemente no tiene relación a través de un razonamiento, aparentemente

ilógico, basado en la morfología de la línea oblicua, idéntica a la del conducto auditivo:

“la figura de lo oblicuo. Es también, temáticamente, la vía de la diseminación.

Sabemos que la membrana del tímpano, tabique delgado y transparente,.... está

tendido oblicuamente.”25

La analogía afecta también al nombre que se da a ambos conductos “trompas de

Eustaquio y trompas de Falopio”, relación que Derrida explica en nota a pie de página:

“El habla es el esperma, indispensable para la fecundación. Desciende por el oído de

la mujer y se enrolla en espiral en torno a la matriz.” (Márgenes,p.21)

Concepción en la que se aúnan lo biológico y lo psíquico, al igual que Larrea,

para explicar el origen del ser que parte de un movimiento helicoidal, elíptico 23 J. Derrida.Márgenes......op. cit. p.19 24 Ibidem, p.19 25 J. Derrida. Márgenes....op. cit. p.21

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desechando la línea recta, frontal propia de la oposición y el dualismo de la metafísica y

de la cultura occidentales, pues pone en relación lo más profundo del psiquismo

humano, el adentro del ser y el exterior, a través de ese instrumento fisiológico de la

membrana del tímpano que amortigua las vibraciones y hace posible que el afuera pase

adentro sin que nos estallen los oídos.

También Larrea utiliza este símil de la línea curva en espiral para expresar el

movimiento ascendente y reiterado del ser en su evolución biológica:

“De nuevo he ido viendo crecer el poblado hacia el poniente como un caracol que

subiese por mi vida con su castillo a cuestas.” (“Atienza”, p.148)

Donde se evoca la semejanza existente entre la concha de un caracol y el caracol

de un oído. De ahí la importancia de esta membrana como límite o como paso cuya

importancia estriba en poner en comunicación el sujeto(subconsciente) y el

objeto(consciente):

“La materia y la forma de la materia se unen en un punto gracias al cual algo remoto

puede ser percibido. Ese algo es la unidad al modo como puede ser percibida por él al modo que

él es sujeto, objeto e instrumento entre ambas.”26

Esta compleja relación entre el adentro y el afuera no es fácil, sitúa al ser en un

delicado equilibrio, en el borde o en el límite y conlleva el riesgo de pérdida o caída en

el abismo. Se entienden así las metáforas biológicas de Larrea, que de forma implícita

aluden a esa pérdida de equilibrio, y como sucede con ciertas patologías del oído,

producen la pérdida de equilibrio o vértigo, “vértigo histórico”(“Atienza”, p.145), del

que habla Larrea para expresar la inestabilidad del equilibrio en épocas de crisis y

conflictos.

Pero el límite según una interpretación deconstruccionista:

“tampoco posee una estructura perfectamente nítida y tajante sino que ésta,

por el contrario, es sinuosa y retorcida como la de una lima. En ocasiones Derrida habla de

invaginación para aludir.......a la imposibilidad de zanjar una vez por todas la relación entre el

adentro y el afuera.”27

26 Orbe. p.217.

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Las analogías reseñadas nos han permitido abordar los textos de Larrea como

una estrategia de lectura, ya propuesta por Derrida:

“escrutando entre líneas, en los márgenes, escudriñando las fisuras, los

deslizamientos, a fin de producir, de forma activa y transformadora, la estructura significante del

texto; no su sentido, sino su fondo de ilegibilidad y, a la vez suplemento de escritura o de

lectura que .......abre la lectura en lugar de cerrarla o protegerla......”28

Por otra parte las semejanzas entre ambos autores no son evidentemente la

consecuencia de un influjo o contacto directo, sino del nuevo rumbo que toma la poesía

a partir del s.xix para expresar los conflictos del “yo inmanente”:

“- un yo que ha navegado desde el siglo xvi sobre su fe en la razón para explicar el

mundo y su propia existencia y que ahora se ve abocado al fracaso absoluto de la

razón, cuando se trata de dar una explicación definitiva a ambos, pues el ser siente

que la racional y la científica no bastan.”29

Estas consideraciones en torno a Oscuro Dominio explican el interés de Larrea

por incluir estas prosas en la edición española de Versión Celeste, pues en la edición

italiana de Bodini, fechada un año antes en 1969, no aparecía Oscuro Dominio por

deseo expreso del editor. Así consta en otro apartado de la mencionada carta a Luis

Felipe Vivanco:

“Oscuro Dominio constituía la tercera parte del original que le facilité a Bodini. Pero

a éste le pareció “grotesca” y en desarmonía con las demás y me pidió que la suprimiese. Le

expuse las razones por las que estos textos, inseparables del sentido general de la experiencia, y

en los que a partir de 1931 me pareció descubrir no pocos atisbos proféticos [...], debían figurar

por derecho propio junto a sus compañeros de Versión.”30

Es por tanto la función de una nueva vía de conocimiento y de viaje interior, que

forma parte “del sentido general de la experiencia”, la que dota a Oscuro Dominio de

27 Cristina de Peretti. Deconstrucción. Entrada del Diccionario de Hermenéutica, dirigido por A. Ortiz-Osés y P. Lanceros, Universidad de Deusto, Bilbao, 1998, p.145. 28 Ibidem, p. 147. 29 Javier del Prado. Teoría y Práctica de la Función Poética. ed. Cátedra, Madrid, 1993, p.120 30 Epistolario inédito de Versión Celeste. Pilar Yagüe López. Universidade da Coruña, cita tomada de la carta de julio del 69.

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importancia capital en el conjunto de la obra. Se inicia así como prolegómeno de lo que

Gourney denomina “etapa de misticismo” en la poesía de Larrea. Concebido,

precisamente, como una etapa crucial que el mismo Larrea califica de “proceso psico-

espiritual”, comparable al de los procesos místicos de identificación o unificación.”31

Según su autor Oscuro Dominio presentaba “no pocos atisbos proféticos” que

hacen referencia a los conflictos bélicos del período 1936-1945, y que Larrea presiente

e identifica como expresión de su estado de ánimo, de crisis y angustia existencial : “A

consideraciones de esta índole se debió la publicación en 1934, de la sección titulada

Oscuro Dominio”.32

Así debemos entender el sentido del libro como un estado de ánimo y una

visión particular del mundo.

Nos queda otra cuestión, a nuestro juicio relevante, por analizar y es la

denominación del conjunto de textos como de “poemas en prosa” o la de “prosa

poética”. Denominación dada por Larrea y que responde a la igualdad existente entre

vida y poesía. Larrea es, en tanto que poeta, hombre de un único libro, ha sintetizado

en una sola obra (poética) la experiencia y la esencia de toda una vida, como él

mismo afirma:

“.....mi descubrimiento esencial era el modo poético de tratar la vida, el modo desinteresado,

guiado exclusivamente por un móvil que podríamos llamar estético. Hoy esto es más claro

que nunca. En su desarrollo y en su sentido se asemeja al modo que fueron construidos mis

poemas”.33

Estas afirmaciones de Larrea apuntan ya a la disolución de géneros, supresión

de la distinción de prosa y poesía, pues para Larrea todo es poesía, en tanto que

manifestación de un ideal estético y de una voluntad de aprehender contenidos de índole

metafísica, que sólo pueden ser transmitidos mediante un lenguaje simbólico. De ahí

que distinga entre el lenguaje ordinario apto para la comunicación y el lenguaje poético

que como el de los sueños, habla en imágenes y símbolos para expresar realidades de

orden transcendente.

31Ibidem, p.180 32 Prólogo del autor a la edición española de Versión Celeste op. cit. p.216 33 Orbe. op. cit, p. 177.

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Es decir, aunque formalmente sean textos en prosa ( a excepción de “Diente

por Diente” que presenta una mezcla de prosa y poesía ), el resto de los ocho

títulos34que conforman Oscuro Dominio, presentan una técnica discursiva más

próxima a la meditación filosófica que a lo que se conoce como “poema en prosa”.

Predomina en estos textos el uso de un significado figurado que obedece a la

intención de exégesis o explicación de un estado emocional, “vital” por el que

atraviesa el poeta, y que son a su vez, “un tránsito” hacia la poesía mística de “Pure

Perte”.

El uso de un lenguaje simbólico y de ciertas imágenes recurrentes en su

poesía obedecen, sobre todo, a la complejidad inherente a esa Realidad, ese más allá

intuido en la sección precedente de Versión, “Ailleurs”. Es decir, “esa otra parte”

que el poeta pretende aprehender. Desde un punto de vista formal podemos clasificar

estos escritos dentro del género de la prosa poética o poemas en prosa, fruto de una

intuición poética que Larrea justifica cuando se refiere al modo de elocución

utilizado: “aunque la parte exterior de ellos muestra diferencias de estilo el espíritu

que los anima es demasiado único para aislarlos”.35 Así la prosa de Oscuro Dominio

puede encuadrarse dentro de lo que se llama “prosa poética” por la intencionalidad

con que fueron escritos y por el concepto larreano de poesía como un todo, “como

una entidad poético-cultural de la que él mismo es exponente”.36

Larrea pone especial empeño en la consideración poética sus textos “ porque

no se trata de una simple obra filosófica sino poética en la que las ideas no forman

sino una parte”.37 La filosofía para Larrea sirve para exponer una realidad consciente

y él pretende, sobre todo, dar cuenta de esa otra realidad del Ser, basada en la

aprehensión de lo inconsciente. En un viaje interior a las profundidades del yo.

Puesta en abismo hacia “lo oscuro”. Así la consideración poética de su prosa no

depende tanto de la forma cuanto de la intencionalidad con que fue escrita: “Porque

la poeticidad no está ligada al poema –ni siquiera al poema en prosa”.38

34 “Dulce Vecino”, “Atienza”, “Diente por Diente”,”Camino de Carne”, “Fervor”, “Color Madre”, “Cavidad Verbal”, “La Planicie y Su Espejo”. 35 Cita tomada de una carta, fechada el 29 de noviembre de 1933, dirigida a Gerardo Diego. Cartas........op. cit. p.263. 36 Epistolario Inédito. Carta ya citada del 15 de agosto de 1970.op. cit.p.216. 37 Cartas......op. cit. p.266. Se refiere aquí a Orbe, obra que guarda relación con las prosas de Oscuro Dominio. 38 Javier del Prado. Teoría y Práctica de la Función Poética. op. cit. p.51.

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El libro está dividido en ocho textos que no presentan, a primera vista, una

relación aparente. Todos parecen tener independencia, realidad propia. Así es

preciso hacer una lectura atenta para encontrar sentido a los textos. Son como las

piezas de un puzzle, que aisladas y por separado resultan enigmáticas pero una vez

dispuestas en su lugar, cobran sentido y nos muestran una serie de relaciones

insospechadas antes. Cada pieza es así parte de un todo, un complejo entramado de

relaciones en las que nada es ajeno.

Las leyes físicas de la naturaleza del tiempo y del espacio se funden en un

nuevo espacio poético que Larrea relaciona con un nuevo “orden poético-cósmico”.

De ahí que encontremos una recurrencia, una temática común a todas sus

obras tanto en prosa como en poesía, como tendremos ocasión de constatar en el

análisis de los textos que forman parte de Oscuro Dominio.

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CAPÍTULO II

DULCE VECINO

“Llega un punto en que la tierra endurecida por los talones del viajero y en el fondo molesta

por su silencio, se esconde entre rocas negándose a dejarse pisar. Entonces es cuando ante

unos ojos atónitos se dibujan las cordilleras, glaciales de gesto en colaboración con los des-

melenados días del otoño. Pero el viajero lanza un suspiro y emprende la ascensión.

Ya no son sus talones sino la afilada punta de sus pies la que se hinca, hasta que viajero y

tierra acaban por comprender su mutuo error, quisieran satisfacerse. Y si algo les detiene es

mera vanidad. –Ud. Primero. –Oh, de ninguna manera, primero Ud. Sigilosamente viene la

hierba a suavizar asperezas, después, y a un mismo tiempo, palabras y florecillas, hasta que

por último en fácil pendiente abajo todo reingresa en la normalidad.

-Ud. primero, Ud. primero...Se trata de coger al otro por la espalda, posición por muchos

motivos ventajosa. Se puede cerrar la puerta dejando al adversario dentro. Es el caso de

aquel pintor que puesto ante su cuadro llegó al prodigio de esta insistente técnica,

-Ud. Primero, consiguiendo que su modelo penetrara descuidadamente. Después ya no

era cuestión sino de a rápido brochazo tapiar la salida. La verdadera dificultad apareció

cuando quiso hacer su autorretrato, mas, ingenioso como era, no tardó en descubrir la

fórmula. Ayudado por el silencio de una noche se coló él mismo dentro del lienzo y desde

el otro lado cerró. Todo el universo quedó prendido en la ratonera. Murió, cierto es, pero

con él la pintura realista. Desenterrado años más tarde, se pudo comprobar la existencia

de una inscripción en la parte interna de la tapa de su ataúd: “Aquí yace el mundo entero

de la pintura.” Había conseguido su autorretrato.

El que dude, antes de proseguir, debe llevar a cabo una sencilla experiencia. Tome un

revólver cargado y como jugando aproxímeselo a la sien, inmediatamente sentirá el anuncio

de una nueva primavera y el licuarse de las piernas del mundo que se niegan a sostenerle.

Si no dispone de razones en contra, dispare, dé paso a su masa encefálica, distribúyase como

el sol a mediodía equitativamente, abandonando su orgullo de verticalidad. La dulzura que

en torno se extiende no es comparable sino con las violetas que deja crecer una mano que

se enfría. Una a una las banderas interiores irán saliendo. Paz, Paz, Paz.

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Porque cuando el caos logró su primer esbozo de postura, hundido hasta los hombros en la

levadura cenicienta y al sol se puso sin esfuerzo buscando una corteza protectora, todas las

otras posibilidades incumplidas meditaron la venganza que se cumple día tras día. Basta

considerar el espectáculo que nos ofrece el cerebro humano, donde quedó acechando un

puñado de esa materia prima, informe hasta en latencia, y donde todas aquellas frustradas

posibilidades se albergan sosteniendo su derecho contra el vigente código de la naturaleza.

Ahí está, ahí, el imposible físico encerrado en forma vaga de fruto, el actualmente imposible

físico que desdeñó el universo al limitarse. Se pone el hombre a mirar, por ejemplo, la

corriente del agua y se siente irse, pero al mismo tiempo se siente llegar; ¿de dónde? Y se

dice: Es preciso poseer la longitud plena, el antes y el después. En el fondo no es otra la

lucha empeñada. Es preciso hacer regresar al mundo a su primitiva informidad para vivir

en él a capricho, dosificar de modo variable tiempo y espacio, sometiéndolos a diferentes

presiones mentales sin más asesor que el propio sentimiento del ritmo, libertándonos de

esa triste velocidad que nos hace llegar a todas partes. Es preciso anular la muerte de tan

sencilla manera, llegando a tiempo y no quedándose en el andén perdido el aliento.

Para caminar de dentro afuera se necesita haber hecho antes el camino contrario, de fuera

a dentro y viceversa; lo que aplicado a nuestra humana naturaleza nos demuestra que si en

alguna parte somos, el tiempo no tiene realidad sino como respiración del espacio. El antes

y el después son simples perspectivas parciales. En prueba de ello me asomo a un espejo,

que evidentemente existía con anterioridad a mi impulso, y me encuentro en él y contemplo

mi satisfacción al verme tenido en cuenta y hasta comentado por la materia que hemos dado

en llamar insensible. Pero por mis personales sentidos, única verídica fuente de conocimien-

to, nunca me atrevería a afirmar mi inexistencia dentro del espejo antes de entonces. La

simultaneidad que observo es meramente cerebral. A causa de la refracción aún no bien

estudiada de ciertas materias brillantes hacia la eternidad, mi cerebro logra en aquel momen-

to aislarse del tiempo, situándome en el preciso instante en que el cristal piensa en mí.

De otro modo me vería obligado a admitir que siempre permanecía dentro del espejo, que ni

a fumar salía jamás de é, que el espejo era el infinito donde se encuentran las líneas paralelas

de la lluvia.

Y cuando un espejo se hace añicos....

el poeta entra en escena como el zafiro sin pulir al llegar el alba montada en oro, en su asno

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de oro a puros dedos.”

Comienza el libro con “Dulce Vecino”, publicado en octubre de 1926, en el

segundo y último número de la revista Favorables Paris Poema. El hecho de que

figure en Favorables y posteriormente aparezca incluido en Oscuro Dominio, da

cuenta de la importancia que Larrea otorga al texto, pues no es frecuente que los

textos publicados en revista pasen luego a los libros. Robert Gourney en un artículo

sobre la revista, analiza el papel de la misma “en la difusión de ideas antiliterarias de

una literatura de vida [...... ], que inspiraba la exploración en España, del concepto

de crisis individual como fuente de inspiración poética”.39

Este tema de la exploración de regiones desconocidas para el viajero inicia,

precisamente, “Dulce Vecino” :

“Llega un punto en que la tierra endurecida por los talones del viajero y en el

fondo molesta por su silencio, se esconde entre rocas negándose a dejarse pisar”.

Entonces es cuando ante unos ojos atónitos se dibujan las cordilleras, glaciales de

gesto en colaboración con los desmelenados días del otoño. Pero el viajero lanza un

suspiro y emprende la ascensión".

Esta primera oración del texto anuncia ya de forma simbólica el tema central

de la composición: el viaje iniciático.

El poeta adopta en metonimia la identidad de un “viajero” en un viaje

plagado de obstáculos, un viaje “psico-espiritual” a la manera de los místicos. El

viajero debe vencer una resistencia expresada negativamente en la personificación

de la tierra, que se le muestra “endurecida y molesta por su silencio”. No se trata de

un camino llano sino serpenteante y laberíntico. Donde “ las rocas” ocultan la visión

de la “ tierra prometida”, que Larrea identifica con el Nuevo Mundo.

La relación temporal “Llega un punto en que...” / “Entonces es cuando.....”

puede hacernos creer en una secuencia lineal que marca hitos en el camino de un

viaje físico, pero no es así puesto que responde a una subversión del orden lógico-

39 Robert Gurney. (Universidad de Middlesex-Londres ) “Larrea y Vallejo. Retorno a Favorables Paris Poema”. Artículo recogido en el monográfico dedicado a Juan Larrea y César Vallejo en la revista Zurgai.Editada por el Departamento de Cultura Diputación Foral de Vizcaya. Junio, 1995, p.52.

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temporal. Es así un tiempo subjetivo, psicológico en el que el tiempo y el espacio se

unen desde el primer momento “Entonces es cuando...” Estructura hiperbática,

dislocación de las coordenadas espacio-temporales que exigen al lector una

concentración. Larrea utiliza un lenguaje simbólico pero al mismo tiempo no

descarta la literalidad del lenguaje denotativo. Por eso no es casual el término

“llega” que alude de forma directa al punto de “llegada”, desde el comienzo mismo

del viaje.

Se inicia así un nuevo orden no lineal sino circular, donde principio y fin se

unen. Nos encontramos aquí con uno de los temas fundamentales de la poética de

Larrea, el sentido teleológico de la cultura. Él mismo se encarga de explicar en

reiteradas ocasiones, cúal es el significado de su producción literaria: “un proceso no

literario [........... ], vivido como en sueños, que parte de la tendencia al más allá del

Fin de la tierra.”40

Este fin de mundo es para Larrea el Finisterre del ámbito mediterráneo

situado en España. Y cobra así sentido la cita apocalíptica: “Soy el Alfa y la Omega,

el principio y el fin”. Esta concepción escatológica está presente en el viajero que

presiente y adivina el fin del viaje, antes de su llegada incluso.

De ahí que la expresión temporal “Entonces es cuando ....ante unos ojos

atónitos se dibujan las cordilleras....”, sea como una premonición, una visión

anticipada en el tiempo, de lo que vendrá después, percibido como un obstáculo o

dificultad por vencer. Esto explica el uso de la conjunción adversativa con que se

inicia la siguiente cláusula : “Pero el viajero lanza un suspiro y emprende la

ascensión”.

Larrea explica la dislocación de tiempo y espacio como producto de la

“videncia” :

“Que la mente del lector no se soliviante al penetrar en esta dimensión de los

misterios psíquicos [................] ; esa dimensión de videncia que, así como nuestra vista salva las

distancias psíquicas percibiendo en simultaneidad realidades muy distantes entre sí y sin

40 Epistolario Inédito. En la carta ya mencionada a Luis Felipe Vivanco (15 de agosto 1970 ), Larrea achaca a Vivanco no haber entendido este sentido en Versión Celeste, que es para el poeta “una experiencia en su totalidad”, con motivo de la edición española de su poesía.

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aparente ilación, salva las distancias y los tiempos, percibiendo las cosas en una nueva

perspectiva”.41

Por otra parte, el viaje se ha transmutado ya en un viaje “psico-espiritual”, en

una escalada de doble referencia “místico-bíblica”, cuyos antecedentes se pueden

rastrear en la Biblia ( recordemos la subida de Moisés al monte Sinaí, donde se produce

la visión y el diálogo con Dios ). La visión produce asombro en el viajero que

contempla el paisaje “ante unos ojos atónitos”. La plasticidad de la imagen

impresionista con que Larrea expresa el éxtasis de la contemplación, se advierte no sólo

en los “ojos atónitos” del viajero sino en “las cordilleras glaciales de gesto”. La

expresión hierática de un rostro en éxtasis se ha desplazado simbólicamente a la cima de

las montañas, en un proceso de humanización, metáfora de la impenetrabilidad y

dificultad del ascenso.

El eco de la poesía mística de Fray Luis y de San Juan se evidencia en el tema de

la ascensión mística. La reelaboración del tema se plasma en la imagen de un alpinista,

trasunto del viajero, en una escalada en la que se entrecruzan :

-El plano real A > imagen del montañero escalando una cima.

-El plano imaginario B > imagen simbólica de carácter mítico-religioso. El alma

asciende en busca de Dios.

-El plano psíquico C > imagen impresionista, caleidoscópica. El poeta se sirve

de toda una serie de símbolos y de iconos culturales a los que añade elementos propios

del psicoanálisis, como el sueño y el inconsciente, en un deseo de unión con la

naturaleza. Fusión cósmica que le proporciona una nueva perspectiva, una nueva mirada

de esos “ojos atónitos”.

Hay un movimiento interior que se resuelve en oposiciones antitéticas. Así el pie

resulta ser un símbolo dual y fragmentado en la oposición talón / punta, es la expresión

de un ritmo, un impulso que mueve al viajero en su ascenso :

“Ya no son sus talones sino la afilada punta de sus pies la que se hinca, hasta

que viajero y tierra acaban por comprender su mutuo error, quisieran satisfacerse”. Y si

41 Juan Larrea. Guernica. ed. Cuadernos para el Diálogo. Madrid, 1977, p.79. Larrea explica así el significado teleológico del Guernica de Picasso.

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algo les detiene es mera vanidad. –Ud. primero. –Oh, de ninguna manera, primero Ud.

Sigilosamente viene la hierba a suavizar asperezas”.

Pero la punta no pone en contacto el pie con una superficie. No se extiende sobre

ella sino que la horada en un deseo de hondura, de búsqueda interior. De forma

implícita surge la imagen del alpinista, en el zapato especial provisto de una sobresuela

de clavos que le permiten fijarse al suelo y escalar la montaña.

No podemos evitar la consideración freudiana del zapato como fetiche. Freud en

su ensayo de 1927 sobre El Fetichismo, atribuye al zapato o al pie el valor de símbolo

fálico. Y no sólo al zapato o al pie sino también a “una parte de este”. La consumación

de la unión amorosa de Cántico Espiritual aparece aquí, pero con una sobrecarga o

plusvalía, un suplemento añadido, el componente psicoanalítico que transciende el

sentido meramente religioso de la lírica mística.

Larrea lo utiliza como medio de conocimiento, de búsqueda de lo Absoluto, en

un afán de transcender la finitud del yo.

Desde un punto de vista formal, Larrea no sólo se sirve del símbolo para

expresar una realidad compleja, sino que utiliza fórmulas propias de la lengua coloquial

para lograr un acercamiento más directo. Ya desde el título de la composición “Dulce

Vecino”, hace referencia a una proximidad, algo familiar y cotidiano, como puede ser

la relación de vecindad y anticipa su gusto por la expresión coloquial.

En el fondo se trata de eso, de relaciones de vecindad, de convivencia. Relación

del Ser con la naturaleza en la que se reflejan actitudes propias de las relaciones

interpersonales. Así se comprende el uso de personificaciones : “la tierra

endurecida......y en el fondo molesta”, o de fórmulas de cortesía: “-Ud. primero. – Oh,

de ninguna manera, primero Ud.” El uso de estas expresiones reflejan un modo de

relación social, un modo de ocultar la realidad y de guardar las apariencias que sólo

sirven para ocultar los sentimientos. Ocultamiento plasmado en la utilización modal del

adverbio: “Y sigilosamente viene la hierba a suavizar asperezas”

La reiteración anafórica del “Ud .primero, Oh, primero Ud.” del segundo

párrafo inicia el proceso de desdoblamiento de la 1ª persona gramatical y aparece el

otro, en la inversión quiasmática de la estructura, el otro considerado como enemigo,

rival que hay que vencer.

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Por eso la frialdad y el distanciamiento del “Ud”, y la manifestación directa de

las intenciones:

“Se trata de coger al otro por la espalda, posición por muchos motivos ventajosa.

Se puede cerrar la puerta dejando al adversario dentro. Es el caso de aquel pintor

que puesto ante su cuadro llegó al prodigio de esta insistente técnica, -Ud.

primero, consiguiendo que su modelo penetrara descuidadamente. Después ya

no era cuestión sino de a rápido brochazo tapiar la salida”.

El desdoblamiento plasmado en el eje morfológico Yo / Ud, es un símbolo

múltiple para Larrea. Por una parte simboliza el proceso de despojamiento, de negación

del yo consciente similar al de los procesos místicos. Por otra, representa la lucha entre

contrarios, dos realidades antitéticas que son la cara y la cruz de la moneda. Concepto

este que toma del Barroco y de la lírica del amor cortés.

Así la espalda simboliza el lado oscuro, el inconsciente reprimido que pugna por

salir y que exige la paralización o anulación de la parte racional del individuo.

Pues para Jung :

“ el acto de creación o el hecho positivo incluye los contrastes como elementos necesarios de la

coordinación, del mismo modo que un movimiento muscular coordinado comprende siempre la

inervación de los antagónicos”42

El uso de términos como “sigilosamente”, “adversario”, “descuidadamente”

aluden a una realidad conflictiva, a una tensión que el artista siente en su interior cuya

solución pasa por dejar aflorar, salir a la superficie aquello que permanecía oculto,

latente. Pero esto sólo es posible si nos dejamos coger “por la espalda”, es decir,

desprevenidos. De ahí que sea una “posición ventajosa”.

Ese estado de desinhibición como método de exploración del inconsciente fue

utilizado por las vanguardias, que se sirvieron de todos los medios a su alcance,

alucinógenos, drogas y también del auge y desarrollo de las teorías psicoanalíticas.

Dando cuenta así del proceso de creación del hecho artístico, creación que se

basa en el conocimiento y funcionamiento del psiquismo humano como fuente de

conocimiento, función epistemiológica de la poesía.

42 C.G.Jung. Tipos Psicológicos.II. ed Edhasa, Barcelona, 1971, p.72

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Se dan en el texto una serie de asociaciones que parten de un centro, el de la

tradición literaria de la lírica mística, desde el que irradian por adición otros elementos,

que conforman el pensamiento poético de Larrea.

La imagen de la unión amorosa de la mística sirve de marco, para expresar

conceptos como la unión de contrarios, tomados de la lírica del amor cortés, que en

Larrea se amplían con elementos psicoanalíticos. Es por tanto, una ampliación por

superposición de planos, que enriquecen la realidad y que introducen ideas nuevas como

la pugna entre lo consciente y lo inconsciente resumida en la alteridad, el otro como

rival, adversario. Cobra así sentido la frase: “se puede cerrar la puerta dejando al

adversario dentro”. Sobre todo si tenemos en cuenta el significado simbólico que tiene

la puerta: “Psicoanalíticamente símbolo femenino [......] implica todo el significado del

agujero, de lo que permite el paso”.43

La imagen simbólica de la unión mística da paso a esa otra que hemos

denominado “imagen impresionista, caleidoscópica”, para mostrarnos una realidad más

rica y variada. Larrea se vale también de la analogía como método de conocimiento y

alude al ejemplo de las artes, de la pintura en tanto que creación artística: “Es el caso de

aquel pintor que puesto ante su cuadro llegó al prodigio de tan insistente técnica”. La

pintura es otro de los puntos de interés para Larrea en cuanto objeto de producción

entendida como proyección externa de una búsqueda o introspección interior. Surge así

el problema de la auto-producción metaforizada en el autorretrato, símbolo del otro yo,

imagen real o soñada del yo:

“La verdadera dificultad apareció cuando quiso hacer su autorretrato, mas,

ingenioso como era, no tardó en descubrir la fórmula. Ayudado por el silencio de una

noche se coló él mismo dentro del lienzo y desde el otro lado cerró. Todo el universo

quedó prendido en la ratonera. Murió, pero con él la pintura realista.”

Lo que antes era la puerta es ahora “el parergon” o marco, y el deseo de

traspasar sus límites es una cuestión que se relaciona con Kant y Derrida en lo que se

refiere al modelo o paradigma de la obra estética:

43 J.E.Cirlot. Dicccionario de Símbolos. ed. Siruela. Madrid, 1998, p.379.

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“Hace falta un patrón pero sin imitación. Tal es la lógica de lo ejemplar, de la auto-producción

de lo ejemplar, este valor metafísico de producción que siempre tiene el doble efecto de abrir y cerrar la

historicidad.”44

Larrea busca una nueva forma de expresión artística, una salida a ese estado de

confusión y de crisis en que se encuentra el arte en general, cuya solución se plasma en

el cierre de un período histórico metaforizado en la expresión: “a rápido brochazo

tapiar la salida”.

Otra cuestión relevante es cómo conseguir esa transformación, necesaria para la

creación de un arte nuevo. El artista nos da la clave, se trata del “ingenio” de la

imaginación. La imaginación creadora propugnada por Huidobro y representada en un

movimiento literario: “El Creacionismo”. El uso del atributo “ingenioso”, por parte de

Larrea nos retrotrae al significado que el ingenio o la invención tenían para los poetas y

teóricos del Barroco. Así se expresa Gracián en la Agudeza y Arte de Ingenio:

“Es necesaria una disciplina – un arte – nueva e independiente en que se contenga el

artificio de la sutileza”45

El ingenio es así medio eficacísimo y transcendente para alcanzar “el otro lado”,

un valor de índole metafísica, que aúna en síntesis elementos tomados de la tradición

literaria. Otra vez resuenan en nuestros oídos los versos de S. Juan de Noche Oscura del

Alma :

“En una noche oscura

con ansias en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!

Salí sin ser notada,

Estando ya mi casa sosegada.”46

44 J. Derrida. La Veritè en Peinture. París. Flammarion,1978.p.118. Derrida analiza el tema de la mímesis en el capítulo sobre el “Parergon”. 45 Baltasar Gracián .Agudeza y Arte de Ingenio. Edición de Evaristo Correa Calderón. Clásicos Castalia, tomo I Madrid,1969, p.47 46 Vid. El artículo de Roger Duvivier “Noche Oscura del Alma”, en Hª y Crítica de la Literatura Española. ed. Crítica, Barcelona, 1980, pp.525 y siguientes.

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Larrea parte de la imagen simbólica de estos versos, el alma que sale en el

silencio de una noche oscura, como referente de la búsqueda : “Ayudado por el silencio

de una noche se coló él mismo dentro del lienzo y desde el otro lado cerró”.

Pero, ¿qué es lo que se cierra?, ¿la puerta o la tapa de un ataúd?. Vayamos por

partes, “el otro lado”, la otra orilla es desde los griegos símbolo de la muerte, del reino

de los muertos . Lugar del que no se puede salir, de ahí el misterio, su impenetrabilidad.

Es la puesta en abismo del alma que contempla la posibilidad de su propia muerte, así

lo expresa Larrea en la línea siguiente: “Murió, cierto es, pero con él la pintura realista.”

La pintura como medio de conocimiento es una forma de abordar el secreto

insondable de la vida y de la muerte. Y el cadáver se ha transformado en metonimia en

el cadáver de la “pintura realista”.

Larrea entiende la pintura como un lenguaje cuya finalidad no es la

comunicación oral, sino como un lenguaje capaz de suscitar la emoción en nuestra

conciencia a través de imágenes o símbolos. Por eso, el poeta como el lector se

preguntan, qué es lo que una pintura o un cuadro expresan. De ahí que “la muerte de la

pintura realista” se corresponda con lo que Larrea llama época de crisis, de

transformación, pues:

“si hasta el presente, durante la época moderna, las artes plásticas han sido sobre todo una actividad

atinente al orden físico a que pertenecen sus materiales, desde ahora puede decirse, y es la gran novedad

de estos días, que el arte vuelve a ser, como en sus mejores tiempos, una actividad de orden psíquico, que

en sus manifestaciones más elevadas trata de entrar en conexión, para expresarlo, con el psiquismo del

mundo.”47

Hablábamos antes de relaciones, pero de una suerte de relaciones que se dan

sobre todo en épocas de crisis, de transformación existencial. En este sentido, el arte es

un factor decisivo que contribuye a crear conciencia y a ponernos en contacto con

nuestra realidad esencial y por ende a la transformación del mundo.

47 J.Larrea. Guernica. op. cit.p.159

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Transformación que “ se realiza mediante la aportación de elementos para la

adquisición de conciencia en el campo psíquico, lo que a fin de cuentas acabará por

modificar las relaciones humanas”.48

Es precisamente en épocas de crisis y de transformación cuando la comunicación

humana es más conflictiva, por eso se percibe la confrontación y la violencia hasta el

punto que la relación sexual, vista como la forma de comunicación más directa entre los

seres, se hace más perentoria.

Esta imagen de la unión sexual se percibe desde el comienzo del texto en una

intrincada red de asociaciones simbólicas. El lenguaje amoroso experimentado a través

de la mirada de unos “ojos atónitos”, y del gesto “glaciales del gesto”, que van

perfilando progresivamente la personificación de la tierra como una figura femenina.

Sabido es el gusto de Larrea por la identificación de ciertos atributos femeninos con

accidentes geográficos : “se dibujan las cordilleras, glaciales de gestos en colaboración

con los desmelenados días del otoño.”

La alusión a la cabellera y a la caída de la hoja se nos presenta ahora como una

doble metáfora erótico-mística de la unión. Donde se entremezclan el elemento erótico

y sensual, y el ascético-místico de la vía purgativa, simbolizada en la caída de la hoja.

Este proceso es paralelo al de la pintura en el pensamiento larreano :

“La pintura se va alejando cada vez más de la realidad sensible, prescindiendo de ella para sumirse en lo

abstracto [..............], y hallándose en estados a veces no muy disímiles de lo que suele denominarse la

noche mística. El fin de ambos procesos es llegar por la vía unitiva a la identificación con el espíritu de

universalidad.”49

Cuando nos acercamos a un cuadro lo hacemos con un intento de aprehensión de

un universo abierto al inconsciente del otro, como con una mirada ajena, extraña en la

que sólo se percibe algo que queda velado, oculto a nuestros ojos. Un misterio, un

secreto que el féretro y el cofre comparten. Freud en El tema de los tres cofres, habla

del símbolo del cofre como “el vientre femenino, incluso materno”.50

48 Ibidem. Estas consideraciones de Larrea,al hilo del Guernica de Picasso, son de gran utilidad para entender la conexión entre pintura y literatura. 49 Guernica. pp.159-160. 50 J. Derrida.op. cit. p.209.

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Es un deseo de vuelta al origen, al útero materno que pasa por la muerte

simbolizada en el ataúd. Si antes se cerraba una puerta para encerrar al otro ahora se

abre. Pero ya no es la abertura de un paso sino la apertura de una tapa, la del ataúd, para

contemplar lo que queda del otro:

“Desenterrado años más tarde, se pudo comprobar la existencia de una

inscripción en la parte interna de la tapa de su ataúd: “Aquí yace el mundo entero de la

pintura. “Había conseguido su autorretrato.”

Exhumación de un cadáver, los restos, siempre queda algo. Esta exploración,

esta búsqueda de un más allá de la muerte incluso queda plasmada en el tratamiento del

resto, ese espacio inaprehensible, que se escapa a cualquier determinación, lo que

queda, el resto de un cuerpo o de un objeto a la deriva, diseminación, como tema de

algunas poesías de Versión Celeste. A veces sirven como título en “Al Bello

Derrelicto”, el título apunta ya al tratamiento del resto de un naufragio que flota a la

deriva, otras son imágenes diseminadas en sus versos:

“Mis cabellos se llenan de peces de penumbra

y de esqueletos de navíos forzosos”

“El Mar en Persona” vv.14-15

Cobran sentido ahora las frases del texto: “Desenterrado años más

tarde.........Aquí yace el mundo entero de la pintura realista”. ¿Qué es lo que queda?. Un

ataúd vacío, vacío del propio cuerpo, “un cuerpo que no se deja dibujar fácilmente

desde todas las perspectivas y al que se puede intentar, a lo sumo, rodear, aunque el

rodeo nunca se acabe.”51Sólo la inscripción nos conduce a una serie de círculos

concéntricos, en una operación interminable a “la parte interna de la tapa”, y por tanto,

al hermetismo de la obra de arte.

El ataúd o el cofre o el cadáver de un ahogado son símbolos recurrentes en la

poesía de Larrea, para expresar ese resto flotante, a la deriva del secreto, del hermetismo

inútil, legible sólo por la inscripción, resto cifrado.

51 Vid. La crítica de J. Derrida en torno a una serie de dibujos de Gèrard Titus-Carmel, titulada “The Pocket Size Tlingit”, con motivo de la exposición en el Museo de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, en “Orlas”, La Veritè en Peinture, op. cit. p.200

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Por otra parte, la contemplación de un ataúd vacío ejerce un magnetismo, la

atracción del abismo. Dan ganas de asomarse, de caer y meterse dentro, pero al mismo

tiempo, se desea guardar una distancia, separarse. Esta doble fuerza de naturaleza

antitética es también una constante en las poesías de Larrea, metaforizada en la duda o

en la atracción del peligro evidente en los títulos: “Orilla donde Empiezan las

Conjeturas”, “Atracción del Riesgo”. Composiciones que forman parte de la sección

denominada “Ailleurs”, hecho curioso si tenemos en cuenta la acepción que el término

tiene en castellano de ´otra parte´ , símbolo del otro lado y también del otro, de la

alteridad. Resulta lógico pensar que son la duda, la vacilación y el gusto por el peligro o

por los juegos peligrosos los que dan lugar a las líneas siguientes:

“El que dude, antes de proseguir, debe llevar a cabo una sencilla experiencia.

Tome un revólver cargado y como jugando aproxímelo a la sien, inmediatamente sentirá

el anuncio de una nueva primavera y el licuarse de las piernas del mundo que se niegan

a sostenerle.”

La fuerza de los extremos, “ la atracción del riesgo” nos sitúa en el límite

explorado como un juego de posibilidades, tentándonos a rebasar los bordes y a caer.

Abandonar la lucha, dejarse ir como un líquido que se desborda y rompe los bordes del

recipiente: “sentirá...el licuarse de las piernas del mundo”. Y se desparrama, se esparce,

en un deseo de fusión, de unión y descomposición sin forma:

“dispare, y dé paso a su masa encefálica, distribúyase como el sol a mediodía

equitativamente, abandonando su orgullo de verticalidad. La dulzura que en torno se

extiende no es comparable sino con las violetas que deja crecer una mano que se enfría.

Una a una las banderas interiores irán saliendo. Paz, Paz. Paz.”

Resto seminal, tal vez, después sobreviene la distensión final, la paz. Imágenes

entremezcladas para describir la laxitud, el abandono de un cuerpo como una muerte

dulce expresada en el simbolismo del color.

Según la psicología de Jung hay una relación entre el color y la naturaleza capaz

de influir en el pensamiento humano. Así en la metáfora “las violetas que deja crecer

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una mano que se enfría”, el color violeta se asocia con “los colores fríos y retrocedentes,

que corresponden a procesos de desasimilación, pasividad y debilitación”52. Y vuelve a

surgir la imagen de las flores, sugerida ya desde el principio del texto. Pero ¿de qué

principio? Del comienzo de la escalada : “Sigilosamente viene la hierba a suavizar

asperezas, después , y a un mismo tiempo, palabras y florecillas...”

Larrea utiliza la tópica del lugar ameno representado por la hierba y “las

florecillas” y se sirve de emparejamientos semánticos “palabras y florecillas” para

expresar la fusión, la unión del Ser con la naturaleza, con la madre tierra en última

instancia.

La estructura del pensamiento larreano nos obliga a retroceder, a volver al punto

de partida y regresar agregando, añadiendo matices. Asociaciones nuevas que permiten

una perspectiva más amplia. En un proceso parecido al del pintor “que con su insistente

técnica” va dando los últimos retoques con leves pinceladas. Lo mismo sucede con las

palabras que regresan pero ya no son las mismas, son otras provistas de nuevas

significaciones, regresión suplementaria.

Así “ las florecillas” cumplen ahora una misión nueva, transformadas en

“violetas” , o mejor, en un ramillete de violetas que se lleva en la mano como una

ofrenda fúnebre. Lo que antes era explosión de vida es ahora representación del fin.

“Una mano que se enfría” para expresar la muerte de forma lenta y gradual.

Esta asociación de la lentitud, del movimiento paulatino con la violeta , no es

nueva pues Larrea ya la utiliza en el poema “Centenario” :

“Virgilio, abre tus ojos de violeta lenta,” ( v.16.)

Curiosamente, el proceso de enfriamiento que trae aparejado la muerte,

comienza por los pies pero Larrea invierte el orden y es la mano, la que en su disolución

en la tierra, contiene como ésta la simiente de nuevos frutos, nuevas flores, nueva vida

en: “las violetas que deja crecer una mano que se enfría”.

Seguimos la marcha del pensamiento de Larrea que con la fuerza de una marea

nos impulsa, nos retrotrae al centro, al principio para expulsarnos de nuevo afuera.

Multiplicando las asociaciones y las proyecciones para atrás o para adelante, hacia

arriba y hacia abajo, en círculo en suma. Fuerza vital, de naturaleza antagónica

52 Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de los Símbolos.op. cit. p.139

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desvelada a través de emparejamientos opuestos: ascenso / descenso, verticalidad /

horizontalidad, talón / punta, pies / manos.

Y, en definitiva, principio y fin unidos en un trayecto circular que se repite

incesantemente. La violencia, la lucha, símbolo de la pasión da paso al abandono,

metáfora de “la caída, del caído o del decaído”, que “abandonando su orgullo de

verticalidad” hace asomar “una a una las banderas interiores”.

La presión acaba por ceder, fin de la resistencia: “Paz, Paz, Paz”. Equilibrio de

fuerzas, que a través de la enumeración intensificadora expresa la calma que invade el

ánimo del poeta.

La sucesión de párrafos sin ilación aparente adquiere sentido como un estado

interior de disgregación del yo “dispare y dé paso a su masa encefálica, distribúyase

como el sol a mediodía equitativamente”. Un estado interior que expresa la idea de la

fusión amorosa pero también la disolución de la muerte:

“Semejante estado de disgregación.....se presentaba como un malestar absoluto e indefinible

algo semejante en su esfera al que precede al vértigo, la pérdida de conocimiento. Luego de

mi subida al Collao tan mortales ansias desaparecieron. La lucha de los dos polos dejó lugar

a un cansancio sin sufrimiento..........Simultáneamente a estas manifestaciones observé un

notable enfriamiento, casi inhibición de los sentidos, del sexo muy particularmente.”53

Larrea asocia las nociones de lo alto, de la escalada con la imagen o representación del

acto sexual y de la muerte, Derrida ya ha notado la relación existente : “La escalera

siempre conduce a la muerte: hacia lo alto y por etapas, escalas, con el sostén del otro.

Edipo y Cristo se encontraron en una escalera.”54 De ahí la noción de muerte asociada a

la unión sexual que encontramos en el texto, pues “Ya desde Jacob cada vez que

soñamos con un acto sexual, este se representa simbólicamente con una escalada o una

caída”55.

53 J. Larrea.Orbe. op. cit. p.17. Así expresa Larrea la sensación experimentada en el Cuzco, en el altiplano peruano, como una sensación de absoluto. 54 Vid., la crítica de Derrida con motivo de una exposición de Valerio Adami, “El Viaje del Dibujo”. Cap. “+ R (además ). La Veritè en Peinture. Op. cit. p.179. 55 Derrida. La veritè en peinture, op. cit. p.179.

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Larrea parte del Génesis y del Apocalipsis para expresar la evolución del Ser,

en un proceso vital, cíclico.

Concepción organicista, organismo vivo regido por las leyes naturales de la vida

( ciclo biológico ), a su vez, responde a un orden de potencia superior, “en el que se

congregan en unidad, como atraídos por un deseo de significado común, elementos

dispares que provienen de sistemas independientes entre sí y aislados unos de otros en

el espacio y en el tiempo”.56

Otra vez nos hallamos inmersos en el eterno retorno de lo mismo que es para

Larrea como :

“Una inmensa espiral creadora que da testimonio de un movimiento que nada tiene que ver con

el movimiento tal como se lo entiende en términos espacio-temporales. Estamos ante un proceso en

marcha que viene desde la no existencia”57

Es decir, otra vez arrastrados hacia la nada del principio por ese viento, hálito

creador del Génesis : “La tierra era caos y confusión y oscuridad”. La Vida creadora

retorna a sus orígenes, a la nada del principio. Esto es lo que en el párrafo siguiente nos

dice Larrea:

“Porque cuando el caos logró su primer esbozo de postura, hundido hasta los

hombros en la levadura cenital y al sol se puso sin esfuerzo buscando una corteza

protectora, todas las otras posibilidades incumplidas meditaron la venganza que se

cumple día tras día”.

Larrea tiene un concepto de la teleología que podemos encuadrar dentro de lo

que la filosofía denomina: “La teleología del todo”, según la cual “se concibe el mundo

como un Absoluto, como una unidad informante creadora; en suma, como un principio

de todo movimiento”58. Esta es la razón de que comience el párrafo con la conjunción

causal “Porque”. La noción de finalidad va unida a la de causalidad, según la cual, y

56 Guernica. “Develación Terminal”p.165. Explica aquí Larrea algunos de los símbolos de su pensamiento poético según el significado poético-simbólico que atribuye al cuadro de Picasso. 57 J: Larrea. Rubén Darío y la Nueva Cultura Americana. ed. Pretextos. Valencia, 1987, p.48 58 J. Ferrater Mora.Diccionario de Filosofía. Tomo I. Ed. Ariel, Barcelona1984, p.3459.

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siguiendo a Kant: “El hombre no sólo tiene un propósito natural, como todos los seres

orgánicos, sino que es el propósito último de la Naturaleza”.59

Es preciso recorrer esos lapsus del pensamiento de Larrea para encontrar el hilo

conductor que nos traslada de un párrafo a otro, en una lógica interna que sólo se hace

visible a través de lo que él denomina “sintaxis poética o simbólica”.

Así el nexo causal “porque”, con el que se inicia el párrafo, nos traslada de

golpe desde la cita bíblica del Génesis al principio de causalidad de la filosofía kantiana.

Todo ello inscrito en un movimiento cultural que va desde Aristóteles a Kant, dentro de

lo que se ha dado en llamar “tradición teleológica”.

La imagen del caos bíblico como masa informe, materia sin forma surge del

abismo: “cuando logró su primer esbozo de postura” y vino a erigirse en un primer

movimiento o impulso vital y tomó forma humana “hundido hasta los hombros”.

Metáfora orgánica que nos ofrece la formación del universo como un todo

orgánico. “La levadura cenicienta” es así metáfora del magma y metáfora biológica

también del germen seminal de la vida que vuelve sobre sí misma. Y se desarrolla y se

reproduce en otro de manera fecunda. Larrea se sirve en sus prosas del concepto

kantiano del todo como un organismo vivo y así es frecuente encontrar analogías de este

tipo en sus ensayos literarios :

“Dentro del cuerpo de la humanidad toda, este es un sistema comparable al sistema genésico

que efectivamente tiende a la constitución o advenimiento de otro Ser”.60

El principio de selección natural queda expresado metafóricamente como la

posibilidad de vida latente, dando así lugar a la formación de otras vidas futuras:

“Basta considerar el espectáculo que nos ofrece el cerebro humano, donde quedó

acechando un puñado de esa materia prima, informe hasta en latencia, y donde todas

aquellas frustradas posibilidades se albergan sosteniendo su derecho contra el vigente

código de la naturaleza.” 59 Diccionario de Filosofía. op. cit. Kant hace estas consideraciones en la Crítica del Juicio Teleológico. que constituye la 2ª parte de la Crítica del Juicio. 60 J. Larrea. Rubén Darío y la Nueva Cultura Americana, op. cit. p.50. Larrea explica la conciencia colectiva a través de un planteamiento teleológico.