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UN PESO AL EES EN LA 11ASAS4

y 35 ra. fea.

PSET8I9d CM12 AAEi à2iTBL00

IN 6L ENTNAt1UR

5111C0 DE F06'f3.

vP p,^ D q CC^^4.

6 DO Dp

DIRIGIRAN

TODAS LAS COMUNTCAC10NIIS

y raalcsacono.

EL Nt?MY20 SUELTO SE VENDE

!N LA lwlfLST1UCION

GALEIUA DEL MOnO MUZA.

EP0%A vii. HABANA 15 DE 1KAYo DE 1870. NUMERO 33.

o

SR. TENIENTE CORONEL GRADUADO, D. CARLOS G. BOET,JEFE DE LA CONTRAGu TRILLA VALY SEUS.

LOS DEFENSORESDE LA

INZ È(3RYDAD leTCIONAI..

Cada vez nos felicitamos masde haber emprendido la publi-cacion de esta interesante gale-ría, destinada á dar á conocerlas nobles figuras de los valien

-tes, á cuyos generosos esfuerzosvamos á ser deudores pronto delos bienes morales y materialescon que la ya próxima paz nosestá brindando; porque cada cijarecibimos una prueba reas delderecho que esos dignos ciuda-danos tienen á la estimacion detodos los buenos españoles.

En efecto. ¿Quién no tendráel natural deseo de conocer ,fil

fiel trasunto de un Benegasi yun Boniche, los dos héroes dela memorable jornada de las Tu-nas, un coronel Fajardo,, deno-dado y entendido, jefe que tan-tas proezas ha realizado duran-te la campaña, y á otros muchos,entre los cuales brilla el intré-pido Montaner, que con un pu-ñado de hombres acaba de cu-brirse de gloria, dando muerte1 noventa enemigos de la Pá

-tria, quienes ha arrojado delas -posiciones en que se creien

invulnerables, quitándoles to-da la artillería, parque y cuan-tos útiles de guerra poseían?

El infatigable G}on.zalez Boetcuyo retrato damoa hoy, es uno

de esos invictoa..guerreros quemas justa y universal populari-dad han alcanzado,, y que porlo tanto, tienen mas derecho áocupar un lugar distinguido ennuestra gal+bría . Pos retratoshemos podido adquirir de eseilustre guerrillero; uno en trajede gala otro, que es el quenuestros' rectores están viendo;,en tra3e dè campaña, al que portodos conceptos hemos dado lapreferiancia.

El esmero-con que están he-chos. estos retratos no dehemoeeneárecerlo nosotros. Egs ní-nenlo las personas imparciales,y, digan si corresponda ó nó labondad del trabajo artístico allaudable pensamiento que pre-sidió á la creacion de esta im-portante galería que, si nos im-pone algun sacrificio, lo hace-mos con gusto por complacer ánuestros bondadosos favorece-dores.

ADVERTENCIA.

Tengan entendido nuestrosamados suscritores, que no he-inos echado en olvido el Alburn

,de los Voluntarios. Este trabajose está ya haciendo en Europay las láminas, que se repartirán ámedida que vayan llegando; es-tamos seguros de que estarán ála altura de su patriótico objeto.

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258 EL MORO MUZA

DE LA ENRAMADA A LA MANIGUA.

ARTICULO SÉRIO.

Porque yo tuve un SinsonteQue cantó en Jesus MaríaY se oyó en Jesus del Monte.

Y esta es la pura verdad, lectores de ELMono Muta, la verdad lisa y desnuda comovan los mambises. ¿Os acordais...... sí queos acordareis; os acordais, repito, de cierto'Juan Antonio, de feliz memoria,- que escribíaen La Charanga? Pues si os acordais de es-to, teineis que acordaros precisamente de queJuan Antonio era dueño y poseedor del talsinsonte; por cierto que era una alliaja el di-choso animalito, sea dicho de paso y sinagraviar á nadie.

Pues, señor, figuraos por uu momento,que el que ahora escribe este artículo sério ygrave, como todos los suyos, es el mismo, elmismísimo que escribia aquellos otros gravesy serios en La charanga y que por apéndiceera propietario del sinsonte en cuestion; yaunque la firma sea diferente, no hagais caso.

Tanto montaComo monta tanto.

Comoquiera que hace algun tiempo que memarché á la Madre Pátria, ya tenia vehemen-tes deseos, verdadera comezon de respirarlas brisas de Cuba, y aquí me tienen ustedespara lo que gusten mandar, pues bien sabenlos que de antiguo me conocen, que soy unmocito que sabe dar gusto á sus amigos, ysobre todo á sus amigas. No necesito decirque cuando me marché tuve que dejarmeaquí el sinsonte; no me era posible llevarlo.En la Península es una planta exótica elsinsonte: eso sí, lo dejé muy recomendado,porque, francamente, lo tenia ley al tal ani-malito; pero al volver, me he encontrado contales novedades, que le he retirado el cariñoque le tenia, y reniego para siempre de to-dos los sinsontes habidos y por haber. Des-pues de mi ida se enamoró el sinsonte; y pré-vias las formalidades de estilo, se casó contina sinsonta, que dicen que era una perla,aunque á la verdad, cuando yo la vi, estabaalgo entradita en carnes y en años, y si erauna perla, lo era por cierto bien falsa. De di-cho matrimonio vino al mundo un enjambreple sinsoñtitos que ya...... fue una bendicion(le Dios, y los cónyuges vivian en una pazoctaviana, aunque él era un poco vagamundoy dado á las rumbantelas; pero como no to-das son dichas en este mundo, y el diabloestá siempre al acecho, y donde menos sepiensa salta la liebre, parece ser que unoscuantos sinsontes muy poco ganados y síalgo perdidos, trataron de salirse de sus ca-iillas sin dejar al mio en su casa, y cate us-ted que á las primeras de cambio se lanzaná la manigua diciendo: «Enramada libre,queremos mas libertad, queremos cantar entodos los tonos y que nuestro canto resuenepor todos los ámbitos.» Y yo decia, cuandoesto me contaban: pero grandísimos bribo-nes, quereis mas libertad que la que teneis?...Entonces ¿á dónde vais á. parar? ¿Quereis quese oiga de mas léjos vuesto canto,

Cuando el bribon del SinsonteQue en otro tiempo tenia,Cantaba en Jesus MariaY se oyó en Jesus del Monte?

Pero nada, ni por esas; se empeñaron enlue se los Babia de llevar la trampa, y lo es-tán consiguiendo á pasos ajigantados, con laparticularidad de que en su obcecacion y es-:upidez, están talando, destruyendo y que-mando hasta la enramada que les dió el sery oyó sus primeros cantos. De manera que,rn cuanto mi Sinsonte supo esto, abandonola enramada por la manigua, se lanzó lalestruccion y al exterminio, y ya es uno delos tantos manlbïseR que sé arrastran por esosmontes sin casa ni hogar y sin Dios ni ley.Y eso que la echaba de reflexivo, y hastamomentos tuvo en sus ratos de expansion enque me decía que, aunque era pájaro, y pájarode cuenta, no quería ser sinsonte sino gor-rion. Ya se ve, como no habia encontradotodavia una ocasion favorable, se hacia el ta-mañito, hasta que el tiempo y los sucesos nosdieron á conocer lo que se puede esperar deun sinsonte.

¡Ay, Señor, quien lo diría!Que el que español se llamabaY por España cantaba......

. A la manigua se iría!

Fíese usted de cantos y de palabritas, y;qué canto tan dulce tenia!...... hubiera, comolas sirenas, derretido la cera en los oidos deUlises; pero no hay que tener confianza,cuanto nias melosos y mas chiqueones, menosme fío

Eres turco, y no te creo.

Como los tales mambises no tienen ley niá la camisa que llevan puesta; verdad es quesiendo unos descamisados, si acaso tienenley á a1 1111aTeamisa set*.`...á la clel-projiiino;...conto quiera que no tienen sentimientos ra-cionales, y están destituidos de toda ideamoral y religiosa, al marcharse á la maniguael sinsonte en cnestion, dejó abandonados ásu mujer é hijos, y en la actualidad es muyfactible que se haya casado tantas veces co-mo le viniera en alientes por medio del pri-nler prefecto que topare á mano en la mani

-gua; esto, es muy usual entre semejante ca-nalla. Allíse estará dando una vida regaladaá su manera., viviendo sobre el pais, comien-do á costa del prójimo, y sin trabajar, que eslo que mas les gusta á ellos; aunque pasandoalgunos susto,, y l)ien gordos loor cierto......echando mano del puerquecito y de la va-quita, sea de quien fuere,..y trampa adelante,siga la danza y viva la libertad......Pero estodurará hasta que tope con un cazador que lecorte el vuelo, y aquel canto de Jesus .Haríase convierta en el estertor de] moribundo,aunque esto puede costar algun trabajilloporque el mambí recurre siempre á la heroi

-cidad de los pies y lleva su carrera hasta latemeridad. Y no se extrañe que"llarae á estoheroicidad, porque creo que se necesita, ymucha, para provocar al noble enemigo áquien trata de combatir, y echar á correr álas primeras de cambio, diciendo como el curade Gabia: «ahí queda eso.» Porque no háy

• que asustarse, cada uno entiende, la lleroici-.dad .t su planera, y así corno hubo uno que

,scribia jarvanzos en vez de garbanzos, ylecia: si la Academia tiene su ortografía, yoengo la mia; de la misma manera dice elnambí: Si eI soldado y voluntario tienen su7alor, yo tengo el mio; ellos acometen, yoluyo; los dos corremos, no hay mas diferen-:ia sitio que yo les tomo la delantera. Y yoiñado á esto: que así como de un soldado-aliente en grado heróico, se dice que lleva;1 valor hasta la temeridad, del mambí se)uede decir que lleva el miedo hasta mas allále la temeridad. ¿Y estos mozos pelean poro que ellos llaman su libertad? tontería; co-no dice una amiga que yo tengo.

Como mi sinsonte era aficionado á la lite-'atura, si bien literatura sinsonti1 ó sea depacotilla, no podrá menos de leer el perio-lico La Estrella, que dirige el ex-presidiarioLanza, y como este trata de corregir las cos

-:umbres, puede ser que le corrija las suyas.Lo que debe hacer el tal Lanza es aprendervergüenza, y luego enseñarla a todos losmambises que tenga a, su alrededor, y á losiue están en la manigua, donde parece que,l no tiene ánimo de ir. Ya se ve, en NuevaYork está mas tranquilo y mas seguro. Aun-que creo que ni él ni sus compinches necesi-tan aprender nada: para ser bandoleros conlo que saben les basta.

Pero yo me he figuradoSin dar lugar á querella,Que el director de La Estrella

• IIa de morir estrellado.Y quizá no tarde el dia

Si á la manigua se lanza,En que el presidiario LanzaSe junte con Goicuría.

Tendria gusto en que esto sucediera, loconfieso francamente.

Ele es un gusto corno otros muchos queá mí me da el capriyllo de tener. Por ejem-plo, he tenido el gusto de que me guste mu-cho la compañía de zarzuela que trabaja enTacon, pero lamento, y no es (le mi gusto quetodos los aplausos sean para la señora Za-nlacois, y no le den ninguno ti la señoritaCadena; que, si bien son merecidos los de laprimera, no deja (le merecerlos tambien lasegunda.

Pero esto va en gustos, y cada uno tienelos suyos. Ahora trato de darme uno que hade ser rnny conveniente. Entre los sinsonti-tos que dejó el sinsonte de la enramada alvolarse .i la manigua, me parece que hay unoque es laborante y anda en inteligencias consu papaito: ya se ve, á tales padres tales hijos.Pero estoy al acecho, y como sea cierto,ahorco en seguida al tal sinsontito, para quese cumpla el refran de que: «muerto el per-ro se acabó la rabia.»

No digo mas, .me desespero al pensar quenuestros valientes soldados, despues de- lasmarchas y penalidades consiguientes á unacampaña, y sobre todo á una campaña bajoel sol de los trópicos; cuando topan con losmambises y sienten la alegría natural y pro-pia del español que encuentra á su enemigopara batirlo en buena ley, toca el amargodesengaño de que ellos recurran al valor de

.los piés, á la heroicidad del miedo. (1) '

(1) De esto ha visto mucho el autor de este articulo.

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EL MORO MUZA 259

En fin, lo mas seguro es que se les vayapescando como se pescó á Goicuría y que selos vaya mandando á que lo acompañen.

Y no asustarse por nada.

Que aunque le pique una nigua,

El que cantó en la enramada

Ahora canta en la manigua.

CInE HAMETE B1:YENGELI.

¿PARA QUE?

I.

¿Para qué?He aquí la terrible palabra, que, como el

soplo helado'del cierzo pasa sobre las flores,tronchando sus verdes tallos, destruye la sa-via de las ilusiones, y troncha todas las floresdel corazon.

¿Para qué? es decir, ¿á qué conduce eso?¿qué beneficio, ó qué placer me reporta? ¿quéme importa la opinion ajena? ¿qué el bien pa-recer? ¿qué la dicha de los otros?

Laprimera vez que oí esas terribles pregun-tas, un temblor recorrió todo mi cuerpo, por-que adiviné con terror que salian de un al-ma marchita y de un corazon yerto y sin ca-lor.

El que las pronunciaba era un hombre: unhombre que ya entraba en el otoño de la vi-da, y cuyas sienes estaban prematuramentevestidas de cabellos de plata.

Hablábale yo de su talento, que hacia tiem-po no producia obra ninguna, y que era uni-versalmente reconocido; me quejaba de loque llamaba su pereza, y le instaba para quetrabajase como en otro tiempo.

—¿Para qué? me preguntó encogiéndosetristemente de hombros.

—¡Pira qué! repetí: para complacer al pú-blico y á sus amigos de V!

Volvió á repetir el mismo triste y desola-.do movimiento.

—¡Para tener gloria, ó para aumentar laque ya ha alcanzado!

—¡La gloria es humo!—Para ganar dinero.—Me sobra aun con lo que tengo.—¡Cásese V!—La mujer á quien amaba, me ha engaña-

do, y no puedo ponerme á la persecucion deun nuevo amor.

¡Dios mio! Si no cree V. en el amor nien la gloria, ¿en qué crée?

—Casi en nada.--Ni en la amistad?—Ni en la amistad.—Comprendo ahora el suicidio por la pri.-

niera vez de mi vida, pensé con tristeza.—Así, continuó mi amigo, no hago esfuer-

zo alguno para salir del marasmo en que vi-vo: si voy á trabajar, no hallo motivo paraello: nadie me interesa y á nadie intereso j o.

—¿No ama V. á nadie?—Ya he dicho á V. que amé: amé con fé,

con entusiasmo, con pasion...... y fui enga-ñado...... Una mujer, es la que lla llevado acabo mi (lestrucciou moral.

—Péro todas las demás no han de ser co-mo esa mujer.

—La creia la mejor...... piense V. comojuzgaré á las demas: algunas Yaces he desea-do volver á amar, y siempre me he hechoesta pregunta:—¿Para qué?

—¡Fatal pregunta!—A la cual responden siempre la razon y

la lógica......—¿Qué responden?—Me responden que la dicha es un sueño:

que todo es mentira en la tierra, y que soloimperan en ella, el cálculo y el egoismo.

Bajé la cabeza con un amargo desaliento:no asintiendo á las ideas de aquel, pobre serdesengañado, sino lamentando amargamen-te el no poder hacer brotar una flor en elerial de sil corazon, herido y disecado porel dolor.

Il.

Era. una hcr.nosa tarde.Moria el sol tras un alto monte, cuya fal-

da se hallaba cubierta de verdor: grandes pi-nos y álamos jigantes crecian allí haria mu-chos años con la libertad que solo es unaverdad en la naturaleza: un arroyo murmu-raba bajo los árboles, y extendía su anchacinta de plata entre una doble guirnalda deflores.

Todo amaba en la naturaleza: las aves, quesolo piden el diario sustento, amor y espa-cio, cantaban el himno de despedida á latarde: aun el sol iluminaba con sus rojos res-plandores, y ya la luna aparecia clara y sere-na en el cielo, pronta á derramar en la cam-piña sus rayos argentados.

Sentados el escéptico y yo al lado de unaventana, guardábamos silencio; yo contem

-plando. el, paisaje, 41 con -la mirada fija en elvacío: aun resonaba en mi oido el eco tristede la conversacion anterior, y queriendo ver-ter una gota de bálsamo en aquella alma ul-cerada, buscaba, sin hallarla la idea de quedebia servirme, y que no quería llegar hastami mente.

Al fin me aventuré con timidéz á tomar lapalabra; y digo con timidéz, porque no haynada que intimide tanto al débil y tierno es-píritu femenil como la proximidad de unaalma helada. -

—Ya que no anua V. nada, ni á nadie, di-je, ¿tampoco quiere V. á nadie?

—Creo que nó.—¿No tiene V. padres?—Hace ya largo tiempo que los perdí.— ¿Ni hermanos?—Tengo una hermana de leche, madre de

cinco niños: me escribe cada mes.—Luego, ¡le quiere á V! exclamé •alegre,

al ver este rayo de luz entre tantas tinie-blas.

—Nó: me escribe para que no se me olvi-de el enviarle la cantidad mensual que letengo asignada: este mes ha ido el dinerosin carta, y le importa tan poco de mí, queni una letra me ha dirigido para informarsede la causa de mi silencio: recibió el dineroy eso basta.

—Escríbale V.

—a Para qué?—Para saber de ella: acaso esté enferma.Mi amigo meneó negativamente la ea-

beza.En aquel momento, una mujer aparecia

en la avenida que iba á espirar al pié de lamontaña.

Venia lentamente, y parecía agobiada defatiga: sus vestidos eran pobres, y su rostroestaba cubierto de una extrema palidéz: alpasar por el arroyo brilló en sus ojos unaráfaga de alegría: inclinóse y llenó el huecode su mano de agua fresca que llevó á suslabios: el descreído la vió, dejó su asiento,y como un mentís dado .í.su eterno y fatá..l¿para qué?, se lanzó fi su encuentro.

III.

—¿A qué has venido? preguntó :í la po-bre mujer, tomándole la mano.

—A verte, contestó ella: muchos dias heestado esperando tu acostumbrada carta: alver que no llegaba, he temido que estuvie-ras enfermo.

—¿No ha llegado el dinero?—Sí, ha llegado: pero ¡ah! ¿qué importa el

dinero, cuando se trata de tu salud?Al hablar así aquella mujer, fijaba en su.

hermano de leche una mirada húmeda deternura y cubierta de lágrimas.

—¿Y has dejado-tus hijos? preguntó él.—¡Sí!—¿Solos?—Solos: la mayor tiene ya diez años.—¿Y los has dejado por mí?—Solo por verte.

IV.

Al dia siguiente la; pobre viajera se halla-ba en cama v atacada de una fuerte calen-tura.

La flitiga de un largo viaje, en un caloro-so dia de Julio, había encendido la sangreen sus venas.

La ciencia no pudo salvarla: dos días mastarde las campanas doblaban por ella.

Murió con tranquilidad y sonriendo.—No está V. arrepentida de lo que ha he-

elio? ¿no ha sentido venir aquí? le preguntésel sacerdote que asistia sus últimos instantes.

—No, padre mío, respondió ella: hice loque debia: el señor Ine ha llamado f sí: ¿quémas dá en esta ocasion que en otra? ¡hága. esu voluntad!

Mi amigo ya no ha vuelto á pronunciarsu terrible ¿para qué?

Trabaja sin descanso para sus cinco hijos,como él llama á los huérfanos: y cuando lafatiga le agobia, mira al cielo,'donde con losojos del alma vó la sombra de su hermana.

El sacrificio le ha mostrado el amor.La muerte le ha mostrado á Dios.Hoy su vida tiene un noble objeto: la feli-

cidad de cinco desvalidas criaturas.7,, :.i u.

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262 EI. MORO >IUZA

EL CHARLATANISMO.

Dos preguntas, lectores, hacer quiero,Para entrar en materia, y allá van:Quien dijo charlatan, ¿dijo embustero?Y todo aquel que miente, ¿es charlatana'

Poco á poco, hilaba la vieja el copo, comodice un refran de los tiempos en que las vie-jas hilaban, desde los cuales hasta hoy la hu-manidad ha progresado bárbaramente.

Sí, porque dicho refran nos hace ver queentonces las viejas solo sabían 'hilar, mas ómenos gordo, mas ó menos delgado, aunqueme inclino á creer que hacían buen hilo, yeso lo deduzco de no haberse roto el queAriadna dio á Teseo para que este pudierasalir del terrible laberinto de Creta. Despues,en la época de la guerra de Troya, las jamo-nas se subieron á mayores, y empezaron átejer, segun lo manifiesta la historia ele Pe-nélope, aquella virtuosa mujer que pasóveinte años haciendo y deshaciendo la famo-sa tela con que entretuvo las esperanzas degalanes importunos, y hoy son los hombreslos que urden, como nos lo prueba la malavida de los laborantes, mientras que las vie-jas sacan partido de las telas para hacer ban

-deras á los revoltosos, sobre lo cual apelo alirrefragable testimonio de Doña Emilia.

¡Ah! ¡Qué paso tan atróz ha dado la hu-manidad femenil caduca en poco mas ele tresmil años, es decir, desde la guerra de Troyahasta la guerra de Cuba! Entónces las Pe-nélopes tejian para entretener á los galanes,y hoy las Emilias cosen y bordan banderaspara divertir al mundo.

Pero sospecho que voy apartándome de lacuestion y...... ¡tilin! ¡tilín! Yo mismo mellamo al órdeu.

¡Voto á Barrabás! Ahora veo que acabo deprestar un servicio á la bordadora de bande-ras; porque se dice que esa señora ha pasa-do gran parte de su vida buscando los me-dios de hacer tilin, sin haberlos hallado, ygracias á lo que yo acabo de hacer para lla

-marme al orden.Hoy, la pobre, sin mancilla,

Sin esfuerzo, sin sofoco,Sin mas que una campanillaCoger, y agitarla un poco,

De hacer tilin ha logradoEl magno secreto al fin,Y aun lo hará por duplicado,Haciendo: ¡tilin! ¡tiliu!

Esto sentado, entro en materia y digo:que es embustero el que echa mentiras sinsustancia, y es charlatan' el embustero quesaca partido de sus mentiras,

De donde al fin, con mi licencia, infiero,Como ustedes tambien lo inferirSn,Que todo charlatan es embustero,Y no todo embustero es eharlatan.

No es, en verdad, cosa nueva el charlata-nismo. Desde que un hijo de Noé inventó laastrología judiciaria y el gran Mermes escri-bió sobre las llamadas ciencias ocultas, con loque innumerables astrólogos han vivido ha-ciendo predicciones, en que de seguro . nooreian, hasta Holloway y otros descubrido-res de panaceas ó remedios que lo curan to-do, han trascurrido muchos siglos, viéndosecontinuamente la humana candidez explota-da por los charlatanes.

¿Qué han sido, si no, los expendedores deamuletos otras zarandajas? La novedad está enla forma. Los que antes vendian dichosamuletos para preservar de todos los males ásus compradores, venden hoypíldoras para en

-rar todas las dolencias físicas de sus consu-midores, y á eso está reducida la diferencia.

Pero uno de los ramos que mas han ex-plotado los charlatanes es la literatura, nodeteniéndose para ello ante consideracionde ninguna especie.

Léjos de mi ánimo está el acusar de char-latanes á todos los editores; pero es un he-cho que algunos, careciendo completamentede conciencia, se han burlado del público,dándole gato por liebre, y yo no sé por quéno habia de imponerse un fuerte castigo á losbribones que hacen eso.

Por ejemplo, un editor , antiguo concibióla idea de especular con el nombre de Ho-mero; encontró quien le hiciese un pequeñopoema titulado la Batrochomiomaquia (ó coni-bate de las ratas), se lo atribuyó con la ma-yor desfachatez al venerable autor de la lija-da, y se hizo poderoso.

Se crée que las tragedias Tito-Andrónico yPerdies, que pasan por obras de Shakspeare,son ele un autor cualquiera, y que un editorlas publicó despues de la muerte del grantrágico inglés, suponiendo háberlas recibidode este, con lo que logró vender varias edi-ciones en poco tiempo.

En nuestro pais hubo otro galopin que,un siglo ó dos despues de la muerte de Al-fonso el Sabio, colgó á este rey una obra enverso titulada Libro del Tesoro, haciendo de-cir al supuesto autor, entre otras cosas:

«La piedra que llaman philosol•halSabia facer, c me la enseñó,Ficímosla juntos • despues solo yo,Conque muchas veces creció mi caudal.»

Mentira tan patente, que salta á la vista,porque ni el lenguaje de esos Versos es el delautor de las Partidas, sino -bastante poste-rior, ni es posible que declarase haber sabi-do hacer oro quien, por haberlo prodigadoen Roma, bien infructuosamente por cierto,puesto que los Papas se opusieron siempre áreconocerle como emperador de Alemania,llegó á verse tan pobre de recursos, que tu-vo que empeñar su corona cuando le decla-ró la guerra su aunado hijo D. Sancho.

En fin, seria larga tarea la de hablar detodos los apócrifos con que han estafado alpúblico los editores sin conciencia, verda

-deros charlatanes del comercio de libros, yalgo ricas que charlatanes, puesto que hansacado el dinero con engaños.

¿Y qué extraño es que j para hacer fortuna,se atribuyes^ri á `P'naut•l"^a Annales de Egipto,á I'itAgoras los Versos Dorados, á Orfeo y á lasSibilas los libros que llevan sus nombres &.,si uno ele los teólogos modernos mas acepta-dos por la iglesia, (el abate Bergiere) recono-ce que, para sacar los cuatro Evangelios hoyconocidos, hubo que desechar treinta y nue-ve apócrifos?

Lo raro es que esas picardías se pue-dan hacer impunemente, porque las leyesque castigan al que èngaiia á un hombre pa-ra sacarle una peseta, no siempre se ocupande los que con el mismo objeto engañan átodo un público.

Y como toda causa tiene su natural efec-to, la inmoralidad dá sus frutos naturales,llevando el charlatanismo ú todas las esferas,inclusa la política. De ese modo se explicaverdaderamente que hasta lo's facciosos se"hayan vuelto charlatanes.

Porque, hablando con formalidad, ¿hay hoypersona sensata que crea una palabra de loque dice Quesada en Nueva York, cuandopinta el estado brillante del ejército mambí,ni cuando supone haber ido á desempeñaruna mision diplomática; siendo sabido quehuyó de Cuba para no expolierse á purgarsus robos y asesinatos en el patíbulo? ¿IIayquien, teniendo dos dedos de frente, prestefé á la milésima parte de lo que se escribe enlos periódicos revolucionarios?

No, los mismos :gtYe hablan y escribenesas cosas, saben que son charlatanes, y nodudan en apelar á la mentira con que han(lado en explotar á los incautos, cuando ven

la indiferencia con que la sociedad va miran-do el charlatanismo.

Es, por lo tanto, preciso cortar el. mal deraiz, moralizar la sociedad humana, inspirarel desprecio al charlatanismo, castigando conrigor á los embusteros que sacan partido desus mentiras, y á sus cómplices, que no haycharlatan que no- los tenga, por aquello eleDios los cria y ellos se juntan, y los legisla-dores y los filósofos que contribuyan á esesanto propósito, merecerín bien de la huma-nidad entera.

EL MORO MUZA.

¿Y QUE DIJO LA ACADEMIA?

Tontería:Cuando Calderos lo dijo,Estudiado lo tondria.

31. Lieuçvis.

O

Poco hc aprendido; tan poco, que ignorola mayor parte de lo que hombres muy vul-gares tienen como se suele decir, en la uña.

Por ejemplo, yo sé que Cervantes y Cal-clerorl murieron bastantes años antes de lacreacion de la Academia Española; pero ig-noro si esos grandes hombres, á quienestantos y tan justos elogios se tributan confrecuencia en el seno de la citada corpora-cion, habrian alcanzado, viviendo en nues

-tros dias, la honra de ser académicos.Mis duelas estriban en algo. Yo tengo en-

tendido que "Pousseau, el primer escritor deeatilo de los franceses, y hombre ademas do-tado de un génio universalmente reconocido,no llegó á merecer tanto como Le Franc dePonipignan, y creo haber oidó tambien decirque Moliére, el profundo, el inspirado, elclásico Moliere, tampoco logró llamarse aca-démico, aunque pocos años despues de sumuerte, no solo la Academia ofreció un pre-mio al que mejor hiciera su elogio, sino quehizo poner el busto del gran poeta cómicoen el salon donde celebraba sus sesiones, conla inscripcion siguiente:«Riel ple manque ú sa gloire; il mnanquait ti la notre. (1)»

Y como la sociedad es siempre y en todaspartes la misma, sospecho que Calderon, á "vivir en nuestros dias, no habria tenido talvez entrada en la corporacion donde hoy se

` le la hace justicia que no suele negarse á losdifuntos; pero no lo aseguro, porque no losé de cierto. En cuanto á Cervantes, comoparece que le alumbró mala estrella en estemundo, desde luego afirmo que nunca hu-biera llegado á ser académico, - aunque tam-poco eso me consta.

Consuélame, sin embargo, la idea de verelogiado á Calderon de la Barca, y reconoz-co que uno de los mas elocuentes elogios queeso insigne dramaturgo ha recibido en laAcademia, es el que allílehatributado en sudiscurso de recepcion el Sr. D. AdelardoLo-pez dp, Ayala. Porque, me complazco en de-cirlo, ese discurso, aunque tiene los defectosinherentes á toda obra humana, y aun masquizá de los que lícitamente puede contenerun trabajo académico; aunque con pena ob-servo que no está del todo á la altura delasunto en cuanto á la apreciacion del geniodramático del autor che La vida es sueño, yaunque en él veo sacrificada de vez en cuan-do la propiedad del lenguaje á la come-zon de la grandilocuencia, es un notable dis- •.curso, literariamente considerado.

Por esta, y por otras razones que algunosde mis lectores adivinarán, acaso no habriayo dicho nada de ese discurso, si el Sr. Aya-la no hubiera vertido en él algunas ideas queme atrevo á calificar de anti-patrióticas, porcuanto son ofensivas al carácter del puebloespañol, precisamente en el acto de recibirdicho Sr. Ayala una gloriosa investidura

(1) Nada fallaba (í su gloria, él faltaba d la nuestra.-Treduccion de Ibral,int Zaragate.

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EL MORO Mtz. 263

que las naciones no conceden mas que á uncorto número de sus mas mimados hijos.

Por de contado, el solo hecho de ir á ha-blar contra un pártido, en un lugar que de-be ser sagrado para talas las opiniones polí-ticas, hubiera constituido una gravísima fll-ta. El Sr. Ayala, en honor de laverdad, no hahecho eso, al menos, no lo ha hecho de unamanera ostensible; pero ha hecho mas que eso,al poner como chupa de dómine á todos losespañoles, sin distincion de partidos, tal vezporque estaba muy enojado cuando, al pare-cer, debia estar mas contento, y como creoque sus infundadas acusaciones habrán teni-do digna contestacion, allí donde él las lla,formulado, he aquí porqué abrigo yo tantosdeseos de saber lo que dijo la Academialuego qu acabó de oir el discurso de recep-cion del Sr. Ay ala.

Entre tanto, séame á nií permitido defen-der con entusiasmo al pueblo español en eltribunal de la prensa periódica, como conuna fé que aplaudo ha defendido el Sr. Aya-la al poeta D. Pedro Calderon en el templode las españolas letras, y aunque el Sr. Aya-la, por eso de estar tan enojado cuando pa-recia lo natural que estuviese muy contento,haya creido que necesitaba maltratar ungran pueblo para justificar á un ilustre poeta,yo no pienso rebajar en lo mas mínimo elmérito de nadie al refutar todo lo que contraese gran pueblo ha dicho el Sr. Ayala.

( Goncluird.)EL MORO MUZA.

HIPOCRESIA.

La Virtud, apenada por el mal recibimien-to que le habitin dispensado en las ciudades,huyó de ellas un dia, refugiándose en lasprofundidades de una enmarañada selva, pa-ra llorar allí su desventura.

Arrojése sobre la fresca yerba, y aletarga-(lao por el dolor y el cansancio, se quedó dor-mida.

El Vicio, que como grau señor; favorito dela, humanidad y poderoso, se aburría frecuen-temente, vagaba por entre aquella espesura,y acertó á pasar por el sitio donde la Virtudse hallaba entregrda al sueño.

Acompañaba al Vicio ca aquella excursionla Maldad, hija suya, y doncella (le tan feoaspecto que, hasta entonces, ningun manee-1)0 de la corte habia querido unirse á ella, notanto porque no le gustase, como por noaparecer ei compañía suya delante de losdemás que la Habían despreciado.

Cuando el. Vicio distinguió á lá Virtud,que dormida sémejaba una a.paricion celeste,dirigióse admirado hacia ella, y sintiendodeslizarse en su pecho liti serpiente de la En-vidia:

—¡IIerníosísirna doncella! exclamó el Vi-r+io. ¿Cuánto darías por tener su hermosura?

La Maldad que, como todo envidioso, noconfesó la admiracion que le habia producidola belleza de la Virtud, calló como si no lIu-biera oído la pregauta de su padre.

—]olí, hija mía, repitió este ¿qué darías porser tan hermosa como esa doncella?

—¡Eso no es posible! exclamó la Maldadcon doloroso acento.

—Lo será, dijo el Vicio con altanería. Aunno he usado un talisman que lame ha dado laRiqueza, y que lo puede todo.

Esto diciendo, obligó á la Maldad á que seechase al lado de la Virtud, y derramandosobre el rostro de ambas no sé qué filtro,consiguió que instantáneamente pasara alsemblante de su hija la hermosura de la Vir-tud, en tanto que la fealdad de aquella seextendia por el rostro de esta.

Ya conseguida la trasformacion, el Vicio

llevóse apresurado de aquel paraje á la Mal-dad, quien, al contemplarse en las aguas deun arroyo, que copió fielmente su rostro,quedó orgullosa de su nueva hermosura.

La Virtud despertó á muy poco, y sin no-tar la variacion que en ella se habia operadodurante el sueño, púsose en camino háctauna aldea cercana, llegando á la cual pidióhospitalidad á los moradores de una humildecasa.

La doncella que salió á recibirla, retroce-dió espantada ante el feo aspecto de la via

-jera.—¡Cómo! exclamó al notar el mal recibi-

miento que se le hacia, ¿nò me conoces?—No por cierto.—¡Soy la Virtud!—¡Mentira! ¡Es mas bella; yo la conozco

muy bien! Mil veces la ]le ciado hospitalidade11 1111 casa.

Gran trabajo costó á la Virtud darse .í co-nocer á la doncella; y cuando con los ojosempañados por las lágrimas, miró reflejadoen un cristal su desfigurado rostro, compren-dió que si antes los mortales, en su inmensamayoría, la rechazaban, despues de tan las-timosa trasformacion seria mas difícil que laacogieran.

Y así fué, efectivamente: recorrió el mun-do, y solo consiguió verse agasajada por aque-llos que, no fiándose de su mal aspecto, com

-prendieron toda la belleza que encerraba ensu corazon.

Mientras ella era recibida en la casa delpueblo á donde habia llamado, el Vicio consu trasformada hija, llegaba á la Corte.

Rabian convenido entre ambos: que el Vi-cio presentaria á su hija como si no fuera laya conocida por los cortesanos, nombrándolaal efecto de otro modo que hasta entonces.

—Os presento, les dijo, á la Hipocresía.Les cortesanos rodearon á la retien-llega-

da, y hasta hoy, desde entonces, no han ce-sadR de prodigarla sus, favores; vive entreello como soberana, y muchos la adoran co-mo á un ídolo.

BOABDII. E1. CHICO.

LA PROVIDENCIA.FÁBULA ROMÁNTICA.)

Es preciso morir. Ya nada esperoDe este mundo maldito, do inclementeEl destino cruel, sombrío y fiero,Hirió sin tregua mi abatida frente.

Aquí la copa esté. Pronto apuradaHasta las heces, perderé la vida;La cicuta que en ella va encerradaAl eterno reposo mc convida.

Vanos, pues..... fuera dudas..... yaen mi almaSe extiende un bienestar dulce, profundo:Parece que la dicha y que la calinaRecobro al acercarme al otro mundo.

Adios, ini dulce madre: léjos tu hijoDe tí se vá; perdónale amorosa,Y no en los brazos del dolor prolijoTe entregues en tu afua, triste y llorosa.

Todo descansa en paz: nada se sient doce!...... corazon, muestra tu brío......

Apuremos la copa antes que intenteAlguno detener el brazo mio.

Al fin veré cumplido mi deseo.¿Por qué en la duda y el tenor me 'atasco?Adelante...... es preciso, mas ¿qué veo?¡Una araña en la copa! ¡Zape! ¡qué asco!

Tiró la copa al punto el desgraciado;Acostóse, pasó su efervescencia,Reflexionó cuando hubo descansado,Y tomó mils cariño á su existencia.

Esto prueba, lector, que en este mundoNo existe ningun bicho despreciable,Porque, como hemos visto, el mas inmundoPuede volver al un hombre razonable.

Sabe la Providencia bien lo que hizoCuando formó las muchas alimañasQue median entre el gato y el erizo,Entre el tigre feroz y las arañas. (1)

ALl—AL All.

(1) En efecto; llasta las arañas sirven para algo; perohay un bicho que para nada bueno sirve, y ese es el mambí,

Nota del M. M.

MISCELANEA.

Los compañeros de Goicuría D. Diego y D.Gaspar Agüe-ro, llegaron á las cinco de. la mañana. Inmediatamentefueron llevados á la cárcel y trasladados luego al castillodel Príncipe, en cuya explanada occidental sufrirán hoyla muerte en garrote vil á las cuatro de la tarde. Uno estáal parecer oías animado que el otro.

Ea, ciudadanos: ya sabeis que el intrépidoMontaner cogió tres cañones á los mambi-ses, y no les cogió mas, porque los cañonesque los mambises tenian eran nones y nollegaban á cinco. Ya sabeis que dòs de esoscañones, regalados por nuestro querido Ca-pitan General á los artilleros de la MiliciaVoluntaria habanera, van á pasear nuestrascalles. Recibámoslos con regocijo, victorean-do á los valientes que los han tomado, alGeneral que sabe darles honroso destino yal benemérito cuerpo á que ya pertenecen.

Acabando de leer EL Mono MUZA el patrió-tico artículo que su buen amigo D. JoséOlano, dignísimo capitan de los Guías deRocías ha publicado en el Diario de la Ma

-rina., no pudo menos de exclamar:Muy bien, capitan Olano,

Ilablas, decírtelo quiero,Como cumple al caballeroQue es noble y buen ciudadano.Bien puedes mostrarte ufanoCuando dice en tu loorTodo aquel que con fervorLa enseña fiel enarbola,Que tienes sangre española,Y haces ú tu sangre honor.

AL SEMANARIO CONSABIDO. —Te he dichoque no te nombro por razon de tu orígen, ycorno, aunque Molto, no acostumbro á in-fringir el 79 mandamiento de la Ley de]Dios de los cristianos, tengo derecho á espe-rar que no pongas en duda mis palabras.

Convengo en qué se puede realizar unaventa por tercera persona; pero niego queesta persona pueda vender lo que ya ha ven-dido el propietario. Si lo hace, corre peligrode habérselas con la justicia.

El saber lo que contesta it Ruiz Aguilerapuede valer la pena de hacer un viaje á Eu-ropa, porque si Ruiz Aguilera dice, y loprueba, que ha escrito hoy expresamente para tí,lo que publicó hace dos años en otra parte, ha-brá hecho lo que no puede hacer Dios, y elmundo entero querrá conocer á un escritormas poderoso que el Omnipotente.

La demanda consabida sigue su curso.Esto te convencerá de que no se ha retirado.

En fin; veo que convienes en que no dijis-te la verdad cuando atribuiste á Manuel delPalacio la poesía Despedida dc. ni cuandoasegurasté que la composicion titulada Positi-visnio se habia escrito expresamente para tí; nicuando afirmaste que la sdtira de Ruiz Agui-lera tambien para tí se labia escrito expre-samente, visto lo cual digo yo: Basta...... porahora.

Dos palabras ha dirigido á sus compatrio-tas el bandolero Quesada, en las cualesdice que hace lo posible por ser sordo, ciegoy mudo. Mucho sacrificio es este, porquetodo ladron necesita los ojos para ver dondeha de dar el golpe, y los oídos, para sentirlos pasos de la policía., y la lengua para dis-culparse, cuando le echan mano; pero con

•esta muestra de abnegacionDecir quiso de buen modo

El rival de las garduñas:

Como me dejen las uñas.»

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Quéjase luego, el muy tunante, de que letengan ódio los mismos laborantes, á quienescon una de sus tretas ha despojado de loa re-lojes y joyas que poseian, por lo cual le di-go yo:

«Si te execran, desdichado,Tus amigos, no te enojes.¡Qué! ¿Vieras t(i con agradoAl que te hubiera robado'Pua joyas y tus relojes?»

Despues de ponerse en las nubes, el muybelitre, exclama: ¿«Porqué, repito, tratar derobar á la Pátria el apoye de ese hombre....?

A esto me parece que han de contestarIcs robados diciendo:

¿Quién tu ha robado, bribon?¿Y eso crées, inverecundo?Es claro, piensa el ladron,Que todos en esto mundo,Somos de su condicion.

Perq él añade: «Por qué robarle sus servi-cios? Y al ver la instancia con que dice

Quesada que sus amigos le roban, capaces se-rán ellos de contestarle.

Sí, te queremos robar,

Por la sencilla razonDe que el que roba al ladron,Sabe que puede contarCon cien días de perdon.

lumnias y de los insultos y del cieno que searroja sobre su nombre ...............?»

0 tempora, 0 mores! Ayer daban los labo-rantes eerenatas al bandido de quien espe-raban algo, y le llamaban héroe, y él mismodeclara ya que aquellos que tanto ántes leensalzaban, ahora le calumnian, le dirigeninsultos y le arrojan cieno. -

.Es que ya no reconocen nada bueno en él,y^sou injustos, porque las uñas de sus manosvaleu mucho, y sus piés no tienen precio, se-gun lo prueba en ese manifiesto que ha dado,y que está escrito con ellos indudablemente:de modo que no mentiría Quesada si dijese:

Bien mis piés puedo lucir,Porque, como es fácil ver,Me sirven para correr,Y tambien...... para escribir.

Prosigue el muy galopin, y dice que paraprestar auxilios á Cuba por medio de un in-dividuo, no hay necesidad de negar la hon-radez de otro.

¿Honrado un criminal de su especie? No,Jovellanos no pensó en ningun miserablecomo Quesada, cuando escribió su Delinci4enteHonrado. ¿Qué-pretende e] cuatrero, áquienhasta sus cómplices desprecian ya?

¿Figurar quiere en un drama,Donde quede bien probado,Que es de El Delincuente Honrado,Una segunda edicion?

Pues, ¿no ve, si de é1 se trata,Qe el autor dirá severo:.El honrado bandolero,

Y eso pugna A la rason?

En ñn, el hombre ofrece no contestar álos cargos que en adelante se le hagan y pidemisericordia, diciendo que hará tolo el bienposible á los laborantes que han dado enafligirle. Esto apostaría yo á que ha hechollorar á la misma DI, Emijia Vieja Verdetanto como el desengaño que ha sufrido consus conciertos, mediante loe cuales la pobrepentsal)a habilitarse para vivir con desahogounos cuantos meses, y no ha sacado ni parael gas que en las funciones se ha consumido.

A bien que la de la estrella

Dirá armando poco ruido,Que si el gas se ha consumido.....Mas consumida está ella.

Charada.

A la prima repetidaHuele el manmbí desdichado;Prima y segunda perdieronLos que al monte se largaron:Prima y tercera revelan,En general, sobra de aflos;Prima y cuarta nombre ha sidoPara nuestra patria infausto;Segunda y prima nos dicenLo que hace Quesada, es claro;Todo hombre en segunda y tercia*Ser quiere calificado,Y si cuarta ç prima come,Sin duda'pnede lograrlo.En fin, la cuarta y segundaNos pintan un mentecato,Y es e1 todo un apellidoGroteeeamente aÇamado.

IMPwsare .Ei Iais,^. O.isro 20.

,<¿Por qué, continúa, pretender apagar enese hombre el desinterés, el patriotismo, v tra-tar de encender en su lugar un rencor y unapesafeccion que no debe, que no puede exis- 1tir, que no existirá nunca, á pesar de las ca-