62 9 de diciembre de 2016

Entre nosotros por siempre

Temprano en la mañana, en ceremonia íntima entre familiares, compañeros de la dirección revolucionaria y amigos, se realizó la inhumaciónde las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el cementerio de Santa Ifigenia. Raúl deposita dentro de la piedra de granito grisla urna con las cenizas de su hermano, jefe y compañero de luchas.

El último adiós,en el saludo militar ante

el monolito con la tarjade mármol verde

en la que solo se leeel nombre cercano,familiar, por el que

le conocimos todos: Fidel.

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63Año 108/No. 25

La direcciónde la Revolución,encabezadapor el compañeroRaúl, durantela ceremoniaen Santa Ifigenia.

Mandatariosextranjeros,

expresidentes,amigos,

en el homenajepóstumo al líderde la Revolución

Cubana.

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64 9 de diciembre de 2016

El general de ejército Raúl Castro Ruz, los miembros del Buró Político y el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, rindierontambién homenaje al Héroe Nacional José Martí.

Raúl y los demásintegrantesde la máxima direccióndel país homenajearona héroes y mártiresde la patria.

Tributo a MarianaGrajales, madre

de los Maceo.

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65Año 108/No. 25

EXHAUSTOS de duelo, seco el llanto y va-cío de ruido de cañones el aire alrededor,llegamos al último de los nueve días más tris-

tes entre todos los que nuestra memoria alcan-za a recordar.

Nueve días en los que, tras la noticia repentinade su muerte, comenzamos a añorar a Fidel, aextrañar su presencia física; a aceptar, no sin re-sistirnos, la idea de que ya no está, ni estará más,aunque como bien se dice, en realidad no se haido y de otro modo aún sigue aquí.

El 25 de noviembre, el Comandante en Jefe em-prendió el viaje definitivo a la inmortalidad. Ca-sualmente, la misma fecha en que 60 años antessalió de Tuxpan, México, rumbo a Cuba, al frentede la expedición del Granma; casi 58 años des-pués de su entrada triunfal en La Habana, el 8de enero de 1959, en medio de gran júbilo popu-lar, �con la tiranía descabezada a los pies�, comohabía jurado dos años antes.

Fue, su partida material, como la vuelta al lu-gar de un desembarco lleno de riesgos cuandovino con sus compañeros revolucionarios des-de México. O más allá en el tiempo, al asalto delos cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, yCarlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, dondeempezó su lucha con las armas, en 1953.

Siempre deudor de los humildes, viajó Fidelde pueblo en pueblo en el armón, envuelto enla bandera, a despedirse de los viejos, los jóve-nes, los niños y las mujeres; los obreros, cam-pesinos, intelectuales, artistas, científicos; ateosy religiosos, militares y civiles; médicos y maes-tros, albañiles, cuentapropistas y dirigentes; adecir adiós a las sierras, llanos, palmas, caña-verales, escuelas, presas, caminos, hospitales�

¡Qué Fidel!, siempre insomne, incansable; al tan-to de todo y de todos; sensible, humano, familiar,crítico, previsor. Cada cual tiene su visión y ver-sión de él. Los más lo admiran, los menos lo ca-lumnian a menudo sin conocerlo, por ignoranciao mala entraña. Prueba, esa rabia de infelices, elodio a la grandeza del Comandante, a su condi-ción de simple y a la vez extraordinario mortal.

Fidel infinitoPor HERIBERTO ROSABAL

¡Qué Fidel!, que aun convertido en cenizas �sucuerpo, nunca su espíritu, su genio, su ejemplo�nos une, nos hermana, más allá de la ruta de milkilómetros entre La Habana y Santiago; más alláde estos días tristes y de la pena que solo unidospodemos soportar. Que nos recuerda: juntos so-mos fuertes, invencibles.

¡Qué Fidel!, hombre imposible de enterrar ycapaz de germinar en la roca, de volver y sermillones, como dijo en su tiempo, a sus enemi-gos colonialistas españoles, Túpac Katari, el in-dio aymara.

Si un hombre de bien, y sabio, como FreiBetto, afirmó no hace mucho que para definir aFidel él tendría que ocupar un volumen compa-rable con las obras completas de José Martí,¿qué diré yo, que creo ser bueno, pero ni conmucho sabio?

Al jefe de la Revolución Cubana lo definen suvida y su obra, y fuera de estas, el pueblo, o lospueblos, como se ha visto en estos días. �Yo soyFidel�, la consigna multiplicada durante el ho-menaje póstumo, es una definición compro-metida, igual que �Somos Fidel�. Ambas se va-lidarán en hechos, con acciones. El futuro laspondrá a prueba. Vendrán más Granmas yMoncadas; vendrán.

El hombre que desde el Moncada y la Sierra,hasta el fin de su vida material, libró mil bata-llas y no perdió ninguna, tiene un monumentointangible en la memoria popular, del cual esparte esto que refería recién una cubana: sien-do ella joven estudiante, Fidel la invitó a un en-cuentro junto con un grupo de sus compañe-ros. Les dijo:

�El día que ustedes se sientan solos, el díaen que ya yo no esté entre ustedes, solo lespido una cosa, sean comandantes de ustedesmismos�.

Con Martí, Céspedes, Mariana, Frank, y suscompañeros combatientes del Moncada, Fidelconvoca, une, guía. Es cierto, sigue aquí, no seha ido.