enfermería y cultura

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ENFERMERÍA Y CULTURA: ESPACIO DE ENCUENTRO PARA EL CUIDADO DE PERSONAS Resumen La relación de la enfermería con la cultura y con la antropología es de larga data. Estudiantes y profesionales durante su formación y en la práctica cotidiana en hospitales, centros ambulatorios y comunidades, utilizan conceptos como cultura, valores, prácticas, creencias o estilos de vida y herramientas metodológicas como entrevistas a profundidad, observación participante y grupos focales, provenientes todos ellos de la tradición disciplinar de la antropología. Tal vez debido al mayor uso de la antropología y otras ciencias sociales en el campo de la salud pública y comunitaria, se ha ido creando en nuestro medio, la idea de que el tema de la cultura corresponde y es útil sólo en estos campos, y de alguna manera se percibe como ajeno al cuidado de enfermería del paciente hospitalizado. Esta situación contrasta con el desarrollo de la enfermería transcultural en países como Estados Unidos donde la competencia cultural se considera una condición necesaria para el cuidado de enfermería de todos los pacientes.

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problemas culturales de la enfermeria

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ENFERMERÍA Y CULTURA:

ESPACIO DE ENCUENTRO PARA EL CUIDADO DE PERSONAS

Resumen

La relación de la enfermería con la cultura y con la antropología es de larga data. Estudiantes y profesionales durante su formación y en la práctica cotidiana en hospitales, centros ambulatorios y comunidades, utilizan conceptos como cultura, valores, prácticas, creencias o estilos de vida y herramientas metodológicas como entrevistas a profundidad, observación participante y grupos focales, provenientes todos ellos de la tradición disciplinar de la antropología.

Tal vez debido al mayor uso de la antropología y otras ciencias sociales en el campo de la salud pública y comunitaria, se ha ido creando en nuestro medio, la idea de que el tema de la cultura corresponde y es útil sólo en estos campos, y de alguna manera se percibe como ajeno al cuidado de enfermería del paciente hospitalizado.

Esta situación contrasta con el desarrollo de la enfermería transcultural en países como Estados Unidos donde la competencia cultural se considera una condición necesaria para el cuidado de enfermería de todos los pacientes.

Esta competencia significa que la enfermera sea capaz de conocer la perspectiva cultural, los valores, conocimientos y las necesidades de los pacientes, con el fin de realizar acciones congruentes y respetuosas de esa diversidad. En este sentido, la cultura como lente de mirada no sería un campo especializado de la enfermería, sino más bien y como lo propone Leininger “se trata de lograr que los conocimientos y la práctica de enfermería tengan una base cultural y una conceptualización, una planificación y una aplicación basadas en la cultura”.

La Cultura: Concepto Central

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Hay una gran variedad de conceptos de cultura y antes de entrar a estudiar algunos y delimitar elementos centrales en la elaboración conceptual, quiero dejar claro qué no es cultura. La cultura no es lo que se logra asistiendo a teatros, conciertos o a la ópera; tampoco es un elemento negativo de la conducta humana, ni un subterfugio ideológico que se convierte en un factor de riesgo o en la razón por la cual los pacientes o comunidades no obedecen ciertas prácticas sanitarias.

En las mentes y los discursos de profesionales el sector salud con frecuencia se desprecia la cultura con el argumento de que es un obstáculo para lograr la salud de individuos y colectivos.

Para Leininger, la cultura “se refiere a los valores, creencias, normas y modos de vida que son aprendidos, asumidos y transmitidos por un determinado grupo y que guían sus pensamientos, decisiones, acciones o patrones de comunicación”.

Lipson plantea que una de las muchas definiciones entiende a la cultura como un sistema de símbolos que es compartido, aprendido y transmitido a través de las generaciones de un grupo social. La cultura media entre los seres humanos y el caos; influencia sobre lo que la gente percibe y dirige las interacciones de las personas.

Más que un estado la cultura es un proceso que cambia a través del tiempo.

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Wuthnow, entiende la cultura como las dimensiones simbólico expresivas de la vida social, como el aspecto simbólico expresivo de la conducta humana. Esta delimitación inicial permite considerar a la cultura como un fenómeno simbólico expresivo, y por ello mismo diverso y mediado por el lenguaje.

Para Harris “Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir su conducta). Más adelante define a la sociedad como un “grupo de personas que comparten un hábitat común y que dependen unos de otros para su supervivencia y bienestar”.

Estas definiciones permiten ver la complementariedad entre sociedad y cultura, la primera es el conjunto de personas y la segunda es el conjunto de comportamientos, creencias, actitudes, valores e ideales aprendidos y que caracterizan a determinada sociedad o población”.

Estas y otras definiciones en general consideran que las sociedades producen cultura, que ésta se transmite a través de las generaciones y se renueva a través de diferentes procesos ya sean de procedencia interna o por difusión de otras culturas.

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Para Habermas, los sistemas culturales de interpretación, forman parte del mundo de la vida, entendido éste como la totalidad de interpretaciones que son presupuestas por los participantes en la interacción como un saber de fondo. Es un saber pre-reflexivo de supuestos y de habilidades cotidianas que se presenta en forma de “certezas de sentido común”, es decir son supuestos cuyo significado compartimos con otros.

Además de los sistemas culturales de interpretación, el mundo de la vida contiene habilidades individuales, prácticas socialmente arraigadas, convicciones trivialmente sabidas e imágenes de mundo que reflejan el saber de fondo de los grupos sociales. El horizonte comúnmente compartido del mundo de la vida es un entramado de lenguajes, habilidades y saberes que nos permite entendernos, interpretarnos, argumentar, coordinar acciones, aprender y renovar la cultura, propiciar integración social y formar personalidades.

Este saber implícito y aproblemático da sentido, se constituye en el contexto que comparten colectivamente los hablantes y les permite entender el significado de las emisiones.

La cultura como uno de los elementos estructurales del mundo de la vida determina en un alto grado las interpretaciones de las emisiones explícitas en la comunicación, es la “lente” con la que miramos la realidad e interpretamos el mundo, el “código” con el que leemos todo lo que se nos presenta al paso; la realidad es ya una interpretación cultural que hace la persona desde un mundo de la vida compartido con otras personas en los grupos sociales.

Cultura, sociedad y persona son las estructuras simbólicas del mundo de la vida y éstas se reproducen en las interacciones a partir de tres procesos: reproducción cultural, integración social y socialización. La cultura es el acervo de saber del que los participantes en la comunicación se abastecen de interpretaciones para entenderse sobre algo en el mundo; en la interacción, los actores realizan procesos de interpretación en los que el saber cultural queda expuesto y al hacer uso de este saber, se reproduce, es decir, se transmite y tiene la posibilidad de transformarse en lo que Habermas llama reproducción cultural.

La sociedad es el conjunto de ordenaciones legítimas a través de las cuales los participantes en la interacción regulan sus pertenencias a grupos sociales asegurando con ello la solidaridad; a través de la interacción los actores que comparten un saber común y se entienden sobre algo en el mundo también están generando procesos de integración social, en tanto construyen y comparten “sentidos comunes”.

La persona está constituida por las competencias que convierten a un ser humano en sujeto capaz de lenguaje y acción que lo capacitan para tomar parte en procesos de entendimiento y para afirmar en ellos su propia identidad;la persona al participar en interacciones construye, a través de procesos de socialización, una identidad como individuo socializado.

Como elemento final vale la pena resaltar que los valores culturales son diversos, no son válidos universalmente, se restringen al horizonte de un determinado mundo de la vida y su crítica supone una pre-comprensión del mundo común entre los participantes en la argumentación.(6) Esta afirmación es válida para todo tipo de saberes ya sea científico, clínico o tradicional popular.

Desde esta perspectiva, entender el cuidado de enfermería como interacción supone que el primer paso de la comunicación orientada al entendimiento, es reconocer la validez contextual de

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todo saber, buscando conocer la perspectiva del otro, explicitando la propia, con el fin de llegar a una comprensión común de una situación dada y a la coordinación de acciones que generen procesos de reproducción cultural, integración social y socialización.

El Cuidado de Enfermería

La enfermería como práctica social se define a partir del concepto de cuidado, la acción social que realizamos enfermeras y enfermeros es cuidar, es decir interactuamos con otros -individuos, colectivos, sanos o enfermos- con el fin de promover su salud y atenderlos durante la enfermedad -prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación-.

El cuidado es una forma de interacción cuyos motivos y fines se encuentran en el horizonte de la salud y la enfermedad; los problemas, intereses y necesidades en el campo de la salud y la enfermedad son los que definen el inicio de la interacción; la promoción de la salud y la atención de la enfermedad son los fines intermedios para contribuir al bienestar, la calidad de vida y el desarrollo de las personas con quienes se interactúa.

Los elementos que definen, es decir que delimitan la acción social denominada enfermería son: interacción y horizonte salud -enfermedad. Una mirada al interior de cada uno de ellos y de las relaciones entre sus diversos elementos nos permitirá construir un concepto de cuidado de enfermería en el que haremos evidente la dimensión cultural propuesta en el numeral anterior.

El Horizonte Salud – Enfermedad

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La salud y la enfermedad son realidades cotidianas de las personas y los colectivos. En todos los grupos sociales se encuentran personas, saberes, habilidades, prácticas, valores e instituciones sociales que se han estructurado alrededor de las necesidades, problemas, intereses, conceptos y

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vivencias sobre la salud y la enfermedad. Asimismo, el cuidado de la salud y la enfermedad forman parte del mundo de la vida de las personas en los diferentes grupos socioculturales.

En este sentido, las diferentes versiones científicas y populares del fenómeno salud enfermedad se constituyen en formas culturalmente construidas y por ello mismo diversas y generadoras de formas particulares de comprender e intervenir personal y socialmente sobre la salud y la enfermedad. Como lo afirmamos en la investigación realizada con comunidades indígenas y afrocolombianas aisladas de Colombia, las diversas formas de denominar las enfermedades se relacionan de manera coherente con las explicaciones causales que dan a los eventos patológicos y con las formas terapéuticas de prevención, diagnóstico y tratamiento de las mismas.

Es así que, por ejemplo, en los Arhuacos (Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia), algunas enfermedades pueden ocurrir como un castigo que es consecuencia de hacer algo inadecuado contra la naturaleza, en las costumbres sexuales, o por odio, flojera o sueño. En el caso de estas enfermedades, “el Mamo por medio de un rito orientado a la confesión por parte del enfermo, adivina algunos aspectos relacionados con la infracción (pecado) cometida y define cómo se debe realizar el pagamento o limpieza del pecado”.

Más adelante en relación a las enfermedades de la niñez, encontramos que “cuando los niños se enferman, los padres deben ir donde el Mamo y él pregunta: ¿qué acción incorrecta hicieron antes de casarse? la persona debe recordar y hacer el trabajo que él le ordene, pagando donde se hizo el mal y -la madre entrevistada afirma: de inmediato se le quita al niño la diarrea o la gripa”.

En síntesis, el cuidado de la salud como práctica social ya sea cotidiana o institucional, tiene su génesis y se estructura a través del saber cultural, las instituciones sociales y las personas en el mundo de la vida. El cuidado de enfermería nace de esta raíz común con el cuidado de la salud. En los diferentes grupos sociales se encuentran formas diversas de sistemas de salud que corresponden a formas particulares de comprender el fenómeno salud enfermedad y a elementos sociales en el contexto local, nacional e internacional; estos elementos definen el horizonte salud-enfermedad del cuidado de enfermería.

El Cuidado de Enfermería como Interacción

Como ya se mencionó, el Cuidado es una acción propia del profesional de enfermería y se define como la interacción que la enfermera(o) realiza con otras personas con el fin de promover su salud, prevenir, diagnosticar, tratar y rehabilitar las enfermedades que puedan padecer. Asimismo, los propósitos que la enfermera busca intencionalmente al interactuar con ellos son el bienestar, la calidad de vida y el desarrollo humano y social a través de acciones de promoción de la salud y de atención de la enfermedad.

Los sujetos con quienes enfermeras y enfermeros interactúan en primera instancia son personas y colectivos en diferentes contextos sociales tales como instituciones de salud, educativas u otras instituciones sociales donde se encuentran cotidianamente los sujetos del cuidado, como guarderías, centros de tercera edad, organizaciones, hogar, etc. En segunda instancia interactúa

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con otros actores que también realizan acciones en el campo de la salud y la enfermedad; éste es un campo de intersección de saberes compartidos por diversas disciplinas y de intereses y finalidades en algunos casos comunes, en otros diferentes.

La interacción de la enfermera con estos otros cuidadores de la salud, se contextualiza, es decir adquiere significado en los fines ya propuestos para el Cuidado de Enfermería: propiciar el bienestar, la calidad de vida y el desarrollo humano y social de individuos y colectivos a través de acciones de promoción de la salud y atención de la enfermedad.

Concebir el Cuidado como una forma de interacción significa que los fines se logran a partir de la definición de una situación que busca intencionalmente la coordinación de acciones entre la enfermera y los sujetos del cuidado.

En este sentido, tanto la valoración como la definición de problemas y la ejecución y evaluación de los planes de acción se harían de manera participativa, a partir de la comunicación de saberes de los actores sociales interesados e involucrados en la interacción.

A manera de ilustración y de síntesis, es válido afirmar la diversidad y la multiculturalidad de todos los colectivos humanos es decir, de los sujetos del cuidado de enfermería. En este sentido, reconocer la dimensión cultural de nuestro quehacer significa abrir una puerta y poner ante nuestros ojos una realidad que transforma la práctica y la disciplina. Significa pasar de la actitud derrotista e impotente a la sensibilidad que genera el reconocer al otro como un sujeto competente, diferente a mí, poseedor de saberes diferentes y con quien compartimos algunos elementos comunes desde el mundo de la vida, lo cual nos permite interactuar.

Significa reconocer sus capacidades y nuestras propias capacidades como constructores de mundo, como hacedores de mundos posibles y de realidades con raíces sociales e históricas. Significa reconocer las incongruencias de unas prácticas hegemónicas en los servicios de salud y en las universidades que han contribuido a negar la diversidad cultural de pacientes, comunidades y estudiantes, buscando la homogenización, lesionando a las personas y agenciando unos valores que propician dolor, resentimiento y desintegración social.

Reconocer la dimensión cultural como constitutiva de los colectivos y de las personas, provee elementos para pasar de la atención con fines puramente instrumentales, al cuidado-interacción, como una mano que protege, acompaña y propicia el desarrollo de la autonomía, reconociendo lo común en la diversidad y la diversidad de lo común.

Algunas investigaciones desde la perspectiva cultural en Colombia han permitido identificar algunos elementos presentes en las concepciones y prácticas de personas y colectivos sobre el fenómeno salud-enfermedad, los cuales expongo a manera de ejemplo.

Uno es el elemento religioso católico presente con gran fuerza tanto en la explicación de las enfermedades -con la relación pecado-culpa-enfermedad- como en los medios de tratamiento y curación. Otro, es la sociedad agraria y la cultura rural con sus valores y saberes particulares y de gran influencia en fenómenos como el trabajo infantil y los hábitos alimenticios.

Un tercer elemento es el urbano del pueblo y el de la ciudad que define otras formas de interacción con características culturales propias; igualmente encontramos elementos disímiles

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provenientes de culturas indígenas, afrocolombianos y de sociedades capitalistas. Reconocer estos elementos permite una mayor comprensión sobre la forma en que las personas y los colectivos asumen el cuidado de su salud, asimismo permite y propicia la interacción y la construcción de nuevos sentidos comunes.

Competencia Cultural del Cuidado de Enfermería

Juliene Lipson, Suzzane Dibble y Pamela Minarik, enfermeras norteamericanas, publicaron en 1996 la primera edición de un libro sobre edición de un libro sobre cuidado de enfermería y cultura. En las primeras diez páginas del libro se presentan los conceptos centrales, y a partir de allí y a través de más de 300 páginas se presentan las características culturales en aspectos relacionados con la salud y el cuidado de 23 grupos étnicos diferentes. El argumento central de las autoras es que el cuidado de enfermería debe ser culturalmente competente y para lograrlo se requiere que las enfermeras conozcan la perspectiva cultural de las personas a quienes brindan cuidado.

El cuidado de enfermería culturalmente competente se entiende como ser sensible a los asuntos relacionados con la cultura, la raza, el género, la orientación sexual, la clase social, la situación social, entre otros factores. Esto significa no sólo ser consciente y comprender las diferencias de los otros, sino también tener la habilidad de intervenir apropiada y efectivamente en el cuidado de las personas.

La competencia cultural implica una combinación de conocimientos, actitudes y habilidades. Por ejemplo, conocimientos sobre las características culturales del paciente y de la sociedad de donde proviene; actitudes como flexibilidad, empatía y facilidad en el manejo del lenguaje; y habilidades en la comunicación con otras culturas, y en la valoración, interpretación e intervención cultural.

La valoración cultural incluye aspectos como:

Procedencia y origen étnico del paciente

¿Quiénes son los soportes sociales del paciente?

¿Cuáles son las características del estilo de comunicación no verbal?

¿Cuál es la religión del paciente, qué importancia tiene en su vida diaria?

¿Cuáles son las preferencias y prohibiciones alimentarias?

¿Cuál es la situación económica del paciente? Sus ingresos son adecuados para cubrir las necesidades del paciente y su familia?

¿Cuáles son las creencias y prácticas en salud?

¿Cuáles son sus costumbres y creencias acerca de las situaciones de transición en la vida como nacimiento, enfermedad y muerte?

Los aspectos que las autoras recomiendan tener en cuenta para conocer el estilo de la comunicación del paciente y su familia, son:

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Estilo y velocidad de la conversación: ¿cómo entiende el paciente el silencio?. En algunas culturas significa respeto y en otras se interpreta como ignorancia. El estilo de la conversación puede variar y ser “franco y al punto” o respuestas indirectas o a través de historias.

Espacio personal: las personas de acuerdo con su cultura mantienen una distancia física en las conversaciones y pasar estos límites puede ser agresivo.

Contacto visual: puede variar de intenso a fugaz. Para algunas personas evitar el contacto visual es un signo de respeto.

Contacto físico: cada cultura tiene normas sobre lo que consideran un contacto físico correcto o inapropiado. De igual forma, algunas culturas prohiben tocar ciertas partes del cuerpo.

Orientación temporal: el tiempo puede estar definido por instrumentos como el reloj o tener una definición más subjetiva en la que más importante que estar a tiempo es reconocer a la persona.

Los elementos expuestos muestran algunas ideas sobre cómo operacionalizar los conceptos vistos sobre cultura y cuidado de enfermería en el cuidado de personas y colectivos.

Esta perspectiva provee posibilidades reales de generar condiciones de interacción en la relación de la enfermera con pacientes, familias y comunidades; asimismo permite pasar de un modelo vertical, hegemónico y autoritario a uno participativo y respetuoso, que al reconocer al otro como un sujeto con saberes y competencias, abre espacios para que las interacciones de la enfermera trasciendan a generar solidaridad e integración social.

El CUIDADO CULTURAL DE ENFERMERIA. NECESIDAD Y RELEVANCIA

MSc. Juan A. Castillo Mayedo. [email protected]

Lic. en Enfermería. Master en Enfermería. Miembro adjunto de la SOCUENF. Profesor Auxiliar. Aspirante al grado científico de Dr. C de la Enfermería

RESUMEN

El Cuidado Cultural de Enfermería ha emergido como un importante tópico en la Ciencia de la Enfermería, porque cuando los enfermeros conocen los valores culturales, creencias y modo de vida de los individuos, el cuidado que se brinda es mucho más provechoso e integral. El propósito de este artículo fue reflexionar sobre la importancia y relevancia del cuidado cultural en las prácticas de Enfermería. Los textos obtenidos de los documentos analizados fueron interpretados usando la lógica de análisis de datos de la investigación cualitativa. Fueron divididos en unidades de significados similares, agrupados y resumidos. Este artículo aumentó la comprensión sobre la importancia y relevancia del cuidado cultural en los sistemas de Enfermería en Cuba, que

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indudablemente fortalece el papel de los enfermeros en la práctica clínica. En este sentido, los valores, las creencias espirituales y elementos culturales no pueden estar ausentes a los fenómenos de la práctica de enfermería.

Palabras clave: Cuidado Cultural, Enfermería.

INTRODUCCION

El Cuidado Cultural de Enfermería es un oportuno y relevante campo para el estudio y las prácticas de enfermería. 1, 2 De hecho, la relevancia del cuidado cultural en los sistemas de asistencia de Enfermería permite al profesional de esta disciplina realizar un análisis integral del individuo, teniendo en cuenta tanto la enfermedad, así como los aspectos socioculturales y religiosos del paciente.

Cada individuo interioriza y aplica su cuidado según sus costumbres, sus creencias, y desde el inicio del mundo estas técnicas de alguna manera les ha servido para sobrevivir y mantenerse en el tiempo. Por consiguiente, los Cuidados de Enfermería deben tener presente estos postulados. En este sentido, el trabajo realizado en el campo de la Enfermería se destaca Dra. Madeleine Leininger que desarrolló la Teoría de los Cuidados Culturales, que trata de la importancia de brindar un Cuidado de Enfermería, según sea la cultura del paciente al que se le esté brindando un cuidado de salud. 1,2,3,4

Consecuentemente, es necesario que los enfermeros en Cuba tengan presente en su actuar las prácticas, expresiones, actitudes, significados del cuidado; pues cuando ellos dominan las costumbres, creencias religiosas, hábitos alimenticios, valores y los patrones del cuidado y de salud, los Cuidados de Enfermería son más útiles e integrales. Por lo tanto, el principal propósito de este artículo es reflexionar sobre la importancia y relevancia del cuidado cultural en las prácticas de Enfermería.

DESARROLLO

Desde épocas muy remotas hasta nuestros días, ha existido un desarrollo acelerado en la sociedad humana, en la que se destacan los avances médicos tanto a nivel mundial como nacional; en ellos, el hombre tiene en sus manos todo el conocimiento de una ciencia encargada de resolver o investigar el desequilibrio entre el proceso salud–enfermedad con el entorno en que vivimos, pero aún existe una fuerte inclinación de la conciencia social en resolver problemas de salud mediados por creencias religiosas de cualquier vertiente. Esto se debe, sin dudas, a los valores culturales trasmitidos de generación en generación que influyen en el actuar de los seres humanos.

El término Cultura ha sido definido en más de 200 formas; sin embargo, fue conceptualizado por primera vez, según registra la historia por Sir Edward Tylor (1871), quien sostuvo que la cultura se refiere a la inclusión de conocimientos, creencias, arte, moralidad, leyes, costumbres y cualquier otra destreza y hábitos que adquieren los seres humanos en cuanto a miembros de la sociedad. 5

Asimismo, un siglo más tarde, en el campo de la Enfermería la Dra.C Madeleine Leininger (1978) define cultura como el conocimiento que se adquiere y trasmite acerca de una cultura con sus valores, creencias, reglas de comportamiento y prácticas en el estilo de vida, que orienta

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estructuralmente a un grupo determinado en sus pensamientos y actividades. 1 Esta investigadora afirmó que era de vital importancia para el personal de Enfermería tener en cuenta la dimensión cultural en el actuar asistencial.

Leininger nació en Sutton, Nebraska, inició su carrera profesional después de diplomarse en la Escuela de Enfermería de St. Anthony, en Denver. Es la fundadora de la Enfermería Transcultural y fue la primera enfermera profesional con preparación universitaria en esta especialidad, además obtuvo un Doctorado en Antropología Cultural y Social. 6, 7

Entre los años 1950 y 1960, señaló la existencia de varias áreas comunes de conocimiento y de interés científico-teórico entre la Enfermería y la Antropología; formuló diversos conceptos, teorías, prácticas y principios de la Enfermería transcultural. Nursing and Anthropology: Two Worlds to Blend, fue su primer libro publicado sobre Enfermería Transcultural, que sentó las bases del desarrollo de este campo del conocimiento, de su propia teoría y de la asistencia sanitaria basada en las diferencias culturales. 1,2

Resultado de la imbricación entre Antropología y Enfermería surge la dimensión cultural del cuidado enfermero. La relevancia radica en que los valores culturales de los individuos brindan información de sus costumbres y de la cosmovisión de un grupo en particular. Por ello, Leininger sostiene que los cuidados culturales de Enfermería son todos los actos y decisiones de asistencia, apoyo, facilitación o capacitación que se ajustan cognitivamente a los valores culturales, creencias y modo de vida de los individuos, grupos o instituciones con el fin de suministrar o apoyar servicios de bienestar o cuidados sanitarios significativos, provechosos y satisfactorios.1,8,9

Para entender y comprender a los individuos y su manera de enfrentar un problema de salud, resulta importante que los enfermeros tengan presentes dos enfoques que brinda la Antropología, es decir, a que nos referimos cuando hablamos de Padecer y Enfermar.

Se entiende por padecer la forma individual y personal como cada uno enfrenta su problema de salud, sea o no sea enfermedad. Por lo tanto, debemos distinguir entre enfermedades y padeceres. 10

La enfermedad es una construcción intelectual, en la que se reúnen: las causas, los procesos a través de los cuales se manifiesta en el cuerpo, los signos y síntomas que produce, y las lesiones del organismo o de la vida que pueden existir como su sustento. Así, cada sistema médico elabora intelectualmente sus enfermedades y las llama de formas tan variadas como: caída de la mollera, tlazol, o infarto del miocardio. 10

Por otro lado, el padecer es la forma personal como el individuo vive su problema de salud. Por ejemplo, la manera que los individuos enfrentan un problema de salud se diferencia por las influencias culturales de estos; es decir, un paciente con una enfermedad cardiovascular X en Cuba actúa o enfrenta su problema de salud diferente a un individuo que vive en Canadá, debido a que los sistemas culturales son disímiles. Por consiguiente, para el personal de Enfermería es de vital importancia considerar los factores culturales que rigen la convivencia de las personas.

La Enfermería cubana debe tener en cuenta los enfoques de brindar cuidados de salud coherente con los valores culturales de los individuos o grupo bajo asistencia, porque el padecer rige el comportamiento humano, sobre todo, en términos de salud. Por lo tanto, comprender que en el

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cuadro religioso cubano influyen de modo determinante el conjunto de pueblos de procedencia española, con su cultura y religión católica, y los pueblos africanos traídos en condiciones de esclavos y que eran portadores de culturas tribales, generalmente, llamados cultos sincréticos. El resultado radica en la herencia de nuestras raíces y que hoy tienen vital relevancia. Aunque en Cuba se practican otras tantas religiones.

De hecho, el personal de Enfermería debe tener presente al brindar asistencia las características de las prácticas religiosas más extendidas en Cuba, descritas a continuación:

a) Se realizan sistemáticamente, con asistencia no regular a templos u otros locales de cultos o con la simple posesión de símbolos religiosos. (Ninguna expresión religiosa ha alcanzado fuerzas para decidir la política o moral de la sociedad). 11

b) Marcado sincretismo, cuyas raíces principales provinieron del catolicismo español y los cultos de los negros africanos. Las principales festividades religiosas se realizaban a figuras sincretizadas entre santos y vírgenes católicas y deidades africanas. 11

c) Las principales motivaciones religiosas están relacionadas con problemas concretos, como salud, protección de las personas y solución de los problemas de la vida cotidiana. (No es frecuente una expectativa explícita de una vida post-mortem, donde predomina el carácter utilitario de la conducta religiosa). 11

Aunque en el contenido de las creencias y prácticas religiosas estén presentes símbolos, ideas y representaciones en particular del catolicismo, la santería y el espiritismo, esto no significa que los creyentes de este tipo practiquen una expresión específica. Lo más característico reside en lo mágico y supersticioso. Por lo tanto, resulta pertinente que la Enfermería cubana incremente las investigaciones en este campo del saber, de manera que contribuya a potencializar la calidad del cuidado enfermero en su dimensión cultural en el contexto cubano.

¿Qué puede suceder si no tenemos en cuenta los enfoques culturales?

Leininger sostiene que las principales consecuencias de no tener presente los enfoque culturales en los sistemas de asistencia de enfermería son:

a) Los pacientes que reciben cuidados de enfermería que no concuerdan razonablemente con sus creencias, valores y estilos de vida mostrarán síntomas de conflictos culturales, insatisfacción, tensión, así como preocupaciones éticas o morales. 1, 2

b) Los diagnósticos médicos y de enfermería que no tienen en cuenta los factores culturales producen resultados desfavorables, en ocasiones, con consecuencias graves. 1,2

En resumen, la dimensión cultural del cuidado de Enfermería ha sido un tema muy estudiado en el mundo, pero, en nuestro país no. Es necesario para todos los profesionales de la salud, comprender y estudiar los fenómenos religiosos y culturales de los individuos, familias y comunidades para de esta forma poder entender el comportamiento hacia los problemas de salud; teniendo en consideración, al brindar cuidados a individuos, los siguientes dominios inseparables a) Patrón cultural, b) Patrones de Salud, c) Patrones del Cuidado. De hecho, en el bello arte de brindar cuidados se debe tener presente que existen enfermos y no enfermedades, cada paciente es un mundo aparte.

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CONCLUSIONES

Se considera que la existencia de un enfoque del cuidado cultural en el sistema de atención de Enfermería, indudablemente fortalece el papel del enfermero en la práctica asistencial. Por consiguiente, los valores, creencias y prácticas culturales no pueden ser fenómenos ajenos en las prácticas de Enfermería. Además el conocimiento cultural es un patrón indispensable en los sistemas de asistencia de Enfermería.

ABSTRACT: Cultural care in Infirmary: the importance and significance.

Cultural care in Infirmary has emerged as an important issue in Infirmary Sciences because when nurses in general know the cultural values, , beliefs, and way of life of the population, nurses care become more profitable and integral. The purpose of this work is to make a reflection about the importance and significance of cultural care in Infirmary. The reviewed texts were analyzed utilizing the logics of data analysis of a qualitative investigation. The texts searches were divided into grouped and resumed groups of similar significance. This article increased the comprehension about the importance of educational care of Infirmary systems in Cuba, which doubtlessly strengthen the role of nurses in clinical practice. In this sense, values, spiritual beliefs and educational values must be present in Infirmary practice.

Delimitación del término

Es evidente que la comunicación como el amor, la libertad, etc, se desarrolla y se evidencia dentro de una comunidad, en el seno de grupos familiares, profesionales...; y no son vivencias etéreas sino que se desarrollan en un marco, que no es nada más y nada menos que nuestra sociedad. Por lo tanto, partiendo de este acontecer social se puede expresar el concepto de comunicación como aquel proceso por el cual intercambiamos mensajes que están compuestos no sólo de ideas sino también de afectos. Así pues, los profesionales de salud han de ser conscientes de la importancia que tiene en cuanto a su vida privada y personal y en cuanto al mundo exterior, especialmente en lo que concierne al trabajo profesional que desempeñan en el que la interacción comunicativa con los enfermos ocupa un papel tan relevante y destacado. Es necesario e interesante conocer, analizar y evaluar los efectos de las diversas formas en que se establecen las comunicaciones, en la satisfacción y en la eficacia. La conducta del paciente es un modo de luchar par comunicar sentimientos y deseos imposibles de manifestar en muchas ocasiones de forma verbal. La enfermera que explora sus sentimientos y deseos le está ayudando a madurar y establece una relación de afecto y aceptación y restaura la fe del paciente en si mismo [14]. Puede afirmarse, por lo tanto, que la completa comunicación se produce cuando hay retroalimentación o feed-back. La cual se puede definir como aquella parte del proceso comunicativo durante la cual se facilita a cada interlocutor información suficiente sobre cómo son percibidos, entendidos o vividos por los demás. En el sistema sanitario existen dificultades, errores o distorsiones que pueden hacer poco inteligibles los mensajes y más difícil la comunicación. Estas circunstancias pueden paralizar, detener o impedir el proceso comunicativo y la relación entre los profesionales sanitarios y los enfermos. A estas dificultades se les conoce con el nombre de barreras.

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A lo largo del tiempo la enfermería ha cambiado, ha evolucionado, de ser una mera aplicación de técnicas determinadas a abierto su campo de acción a otros ámbitos, como el de la prevención y el del desarrollo. No obstante, al igual que muchas otras disciplinas, como la Antropología Social, cuyo objeto de estudio es el hombre, es a partir de la II Guerra Mundial cuando se inicia la profunda transformación de la enfermería, comenzando el proceso que la ha llevado de estar al servicio de la medicina a tener una entidad independiente.

La confluencia de diversos hechos políticos, económicos y sociales derivados de la II Guerra Mundial, como es la presencia de un nuevo tipo de emigración, hizo que los profesionales de la enfermería debieran atender y cuidar a un colectivo cada vez más heterogéneo de pacientes. Como una de las posibles respuestas a estas nuevas necesidades surge, en los Estados Unidos de los años 50, la denominada “enfermería transcultural” que intenta unir la práctica de la enfermería con los conocimientos de la antropología. 

La enfermería transcultural es, en palabras de Madeleine Leininger (1999: 6), su fundadora: un “área formal de estudio y trabajo centrado en el cuidado y basado en la cultura, creencias de la salud o enfermedad, valores y prácticas de las personas, para ayudarlas a mantener o recuperar su salud, hacer frente a sus discapacidades o a su muerte”. No obstante esta definición no ayuda demasiado a comprender exactamente el significado de ésta área de conocimiento. 

¿Qué significa enfermería transcultural? La enfermería puede definirse como el conjunto de actividades profesionales destinadas al cuidado, promoción, mantenimiento o restablecimiento de la salud óptima tanto para la persona como para la sociedad, basándose en fundamentos teóricos y metodológicos. La enfermería puede considerarse, por tanto, una disciplina social ya que se ocupa tanto del individuo como de la salud del grupo, se trata de una profesión al servicio de la comunidad. 

Es decir, la enfermería conjuga dos aspectos importantes: la técnica médica y el trato al paciente. Para el profesional sanitario el organismo humano se asemeja a una máquina que hay que mantener, y reparar en ocasiones. Pero hay algo importante que no se debe perder de vista, y es

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la interacción del paciente con su propia enfermedad. Él debe colaborar en la prevención y lucha contra la enfermedad, y es aquí donde el trato con el paciente cobra sentido, en la fundamental interrelación que se establece entre los y las enfermeras y el paciente. 

Los profesionales de la enfermería tienen cada día una mayor variedad de pacientes, de personas a las que cuidar. No se trata ya tanto del paciente tradicional, de su propio vecino muchas veces, sino que son personas que llegan de muy diversos lugares y con distintas características y, en ocasiones, procedentes de culturas diferentes a la nuestra. De ahí la necesidad de conocer los condicionantes del paciente contextualizandolo en su propia cultura, comprenderlos desde su perspectiva, de entender qué es la salud y la enfermedad para estos individuos de cara a optimizar la relación persona a persona con ellos. 

La transculturalidad se define como “aquellos fenómenos que resultan cuando los grupos de individuos, que tienen culturas diferentes, toman contacto continuo de primera mano, con los consiguientes cambios en los patrones de la cultura original de uno de los grupos o de ambos.” (Herskovits, 1995: 565). La transculturalidad, al igual que la multiculturalidad o interculturalidad, son conceptos que comprenden en su interior el término cultura, si bien cada uno de ellos hace referencia a algún aspecto concreto de ella, así la transculturalidad incide más en los sistemas de creencias y valores. 

Pero, ¿qué es la cultura? Cuando un antropólogo habla de cultura no se refiere al conjunto de saberes académicos sino a otra cosa. Son muchas las definiciones que se han dado de la cultura desde que Tylor lo hiciera por primera vez en 1871, cada una de ellas, de las definiciones, incide en algún aspecto concreto de la misma. No obstante la cultura es algo que trasciende al hombre y lo comprende, la cultura debe ser entendida como un todo integrado, que abarca desde el sistema de creencias al sistema tecnológico pasando por los conocimientos, costumbres, leyes, artes, etc. y que permite al hombre, al ser humano, vivir en sociedad, o como dice el profesor Pedro Gómez (2000): “es la cultura lo que confiere sentido a nuestras vidas”. 

No obstante, a pesar de la unidad biocultural de la especie humana, no se puede, ni se debe, obviar la diversidad tanto biológica como cultural del hombre. Y es en este aspecto donde el concepto de enfermería transcultural cobra sentido en tanto que cada cultura requiere un tipo de atenciones, que varía según los distintos significados del qué es cuidar,

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de los diversos tipos de prácticas y creencias que sobre la salud y la enfermedad se tenga. 

Esta diversidad es hoy en día más manifiesta y cobra más importancia que en el pasado. Vivimos en un mundo cambiante, en rápida transformación, un mundo que cambia a una velocidad mucho mayor que en época anteriores, y que tiene sus propias características. Procesos de cambios que en ocasiones son patentes y fácilmente constatables, y en otras ocasiones son menos evidentes. Así por ejemplo las nuevas tecnologías, Internet, que se traduce en una realidad virtual, están provocando que los conceptos de tiempo y espacio cambien. El contacto físico tiende a disminuir y las relaciones se establecen por medio de la red. La impersonalidad va creciendo, sobre todo en las grandes ciudades, y en ocasiones parece que él único contacto físico que se tiene es cuando uno enferma, no tanto con el médico sino con los profesionales de la enfermería. 

La obsesión por la higiene y la asepsia, en otros casos, puede llevar incluso a la ocultación de la muerte en la vida cotidiana, y no me refiero en este caso a las múltiples secuencias de violencia que aparecen en los medios de comunicación sino a cosas como la proliferación de funerarias, por ejemplo, donde los rituales de muerte se transforman y se evita la visión del cuerpo. Lugares en los que, al igual que las residencias de ancianos o los hospitales, el cuerpo desaparece para reaparecer más tarde perfectamente maquillado, eliminando todo aquello que pueda ser desagradable a la vista. 

Asimismo la existencia de nuevas enfermedades o de aquellas que han adquirido mayor amplitud como por ejemplo la anorexia, de un concepto de enfermedad distinto surgido, entre otros, a consecuencia del SIDA, en que el portador de anticuerpos no está enfermo pero tampoco está sano, sino que es él mismo quien construye su propio concepto de normalidad. Todo esto requiere nuevos tipos de cuidados en los que tiene que ver mucho tanto los aspectos psicológicos del individuo como los culturales, en tanto que las necesidades son distintas según el grupo social de que se trate. 

Pero también hay una serie de factores sociodemográficos, como es el envejecimiento progresivo de las sociedades contemporáneas, en el que las pirámides de población aparecen invertidas, y se constata la reducción del número de nacimientos así como un aumento en la esperanza de vida y, en consecuencia, un número progresivamente

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mayor de personas no activas laboralmente, un envejecimiento de las sociedades como digo, en las que la distancia generacional se ha incrementado de forma notable, con lo que muchos de nuestros ancianos pertenecen a un mundo diferente. Esto requiere una serie de atenciones y cuidados específicos, no sólo por la edad de los mismo sino también por sus condiciones socioculturales. Al tiempo que la llegada progresiva de inmigrantes, procedentes de países subdesarrollados o en vías de desarrollo, de jóvenes en edad fértil que contribuyen cada vez más al aumento del crecimiento vegetativo de la población española, pone a los sanitarios en contacto con personas procedentes de lugares y culturas muy diversas. 

Las ciudades, incluso los pueblos hoy en día, se han convertido en auténticos mosaicos multiculturales. La relativa homogeneidad del pasado pierde terreno frente a una creciente heterogeneidad. Los grandes movimientos internacionales de población, ya sea debido a fenómenos migratorios con una fuerte motivación económica, así como los derivados de las guerras o de las grandes hambrunas que azotan periódicamente el continente africano y asiático, ponen en contacto poblaciones de muy diversa, y en ocasiones enfrentada, cultura. 

Estos factores implican nuevas formas de entender la disciplina y el cuidado de las personas. Hasta ahora el profesional de la enfermería ha tendido a cuidar de una forma uniforme, sin embargo los factores mencionados, y otros muchos que me he dejado en el tintero, implican la necesidad de nuevos conocimientos que hasta ahora no se veían como imprescindibles, así como de nuevas formas de interpretar y aplicar las prácticas y los cuidados sanitarios. 

La cultura, el conocimiento de la diversidad cultural, es la clave que permite un mejor adecuamiento de las prácticas sanitarias a las necesidades de la sociedad contemporánea. Y es aquí donde la Antropología presta su colaboración a la enfermería. 

Pero la Antropología no debe ser entendida como una colección de datos curiosos, como por ejemplo saber que se debe evitar mirar directamente a un recién nacido en según que grupos porque eso provoca el mal de ojo, o que los musulmanes no comen cerdo o que los gitanos tienen una estructura social basada en el parentesco. Si solo fuera eso bastaría con estudiar un libro de anécdotas para llevar adelante cualquier experiencia intercultural. La Antropología es una serie de conocimientos, pero también una forma de ver la realidad, es lo que denominamos la mirada

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antropológica, una mirada con una triple perspectiva: desde el relativismo cultural se da una visión holística y comparativa de la cultura. Y es desde este punto de vista donde la diversidad cultural adquiere su auténtica dimensión. 

El relativismo cultural consiste en la capacidad de comprender las creencias y costumbres de otros pueblos o sociedades desde el contexto de su propia cultura, partiendo de que todas las culturas son iguales y ninguna es superior a otra. El relativismo cultural es lo opuesto al etnocentrismo, es decir, la tendencia a juzgar las creencias y costumbres de otras sociedades desde la propia cultura. Estos son dos conceptos que se deben tener muy en cuenta a la hora de hablar de diversidad cultural. 

El etnocentrismo es consustancial a cada cultura en tanto que refuerza al grupo y es uno de sus mecanismos de reproducción. Desde que el individuo nace es educado en las creencias, valores y prácticas de su propia cultura, a la que considera distinta y superior a las demás (a esto se denomina enculturación o endoculturación). El antropólogo norteamericano Kroeber definió en 1948 el etnocentrismo como “aquella tendencia a suponer el universo girando en torno al pueblo propio, y que considera al endogrupo siempre situado en lo correcto y verdadero, y todos los exogrupos equivocados o incorrectos, cada vez que su conducta difiere de la del propio grupo”. Es decir, define una clara diferenciación entre el “nosotros” frente el “otros” que son todos aquellos que no pertenecen a mi mismo grupo, al tiempo que establece una desigualdad significativa en tanto que los “otros” son los que están equivocados en todo aquello en lo que no son iguales a “nosotros”, y por lo tanto son inferiores. 

Este etnocentrismo es el que, cuando se habla de la diversidad cultural, induce a que se tienda a pensar sólo en las diferencias respecto a “nosotros”, y no en las similitudes o en el por qué de esas diferencias. Y se pierde de vista que al caracterizar un sistema, una sociedad o una cultura hay que tratar tanto de las diferencias como de las semejanzas verificables en un momento dado o en un tiempo determinado. 

Cuando se habla de transculturalidad, interculturalidad o multiculturalidad se está aludiendo a la diversidad cultural, pero también a la diferencia. Es más, cuando se habla de prácticas multiculturales para preservar la identidad étnica de los pueblos, está implícita la tendencia a considerar a

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los “otros” desde una posición de superioridad estructural, para marginarlos de nuestro grupo. Ya que la diferencia implica desigualdad. 

La presencia en los hospitales y centros de salud de personas con características diversas o procedentes de otros países o etnias presentan una serie de cuestiones que los profesionales sanitarios deben resolver en el día al día. Se tiende a ver las situaciones de contacto cultural como conflictivas, en tanto que la proximidad al “otro”, el desconocimiento que sobre los otros grupos culturales se tiene, provoca diversas reacciones. Reacciones que van desde las posturas más paternalistas, como son las posiciones de superioridad implícita al considerar al “otro”, al culturalmente distinto, como alguien que no sabe, un menor de edad al que hay que guiar y dirigir, al que se debe educar, hasta las posturas más racistas y xenófobas en las que el “otro” constituye un buen blanco sobre el que se proyectan nuestras fobias colectivas y el horror a lo diferente. 

No obstante, no se debe problematizar al grupo distinto, a aquello que lo caracteriza, es decir, a su identidad, y a lo que se percibe como conflictivo, su cultura, en relación a la nuestra, ya que esto conduce a la marginación del grupo o grupos distintos, a situarlos en una posición estructural de marginalidad, de inferioridad respecto al resto. Con ello se les niega de entrada la posibilidad del pleno acceso a la sociedad mayoritaria. Se trata más bien de aprender a relativizar, de construir un marco, un mismo espacio social en el que sea posible la convivencia, no coexistencia sino convivencia, de las distintas culturas. 

El contacto cultural provoca modificaciones, intercambio y adopción de elementos y patrones culturales en mayor o menor medida, en todos los grupos que entran en relación, es lo que se denomina procesos de aculturación. De ahí una necesidad de conocimiento, pero un conocimiento dinámico, en acción, entendido como un proceso de intercambio. Teniendo en cuenta que las diferentes formas de concebir y elaborar la realidad constituyen modos específicos y particulares, es decir, culturales, de ver y explicar el mundo que nos rodea. Y es la interacción de las personas con sus contextos la que define su realidad. 

No obstante el proceso de aculturación no funciona del mismo modo ni con la misma intensidad en todas las culturas. Así en el caso de los inmigrantes extranjeros, por ejemplo, la sociedad mayoritaria, la española, va cambiando tanto en la medida que integra rasgos procedentes de otras culturas como en la medida que las nuevas

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circunstancias presentan una serie de cuestiones nuevas que deben tener respuesta. Mientras que para el inmigrante la aculturación puede presentar formas distintas, como son laasimilación, es decir, el abandono de la identidad de origen tomando como propia la identidad del lugar de acogida; la integración en la que se mantiene lo más significativo de su identidad de origen, pero el individuo o el grupo adquiere aquellos elementos de la identidad de acogida que le permitan vivir mejor en la sociedad de destino; la segregación o rechazo total a la identidad de acogida refugiándose en la identidad de origen, y en este caso podría hablarse de guettización del inmigrante y, finalmente, otra forma de aculturación es la marginalización es decir, el inmigrante se va distanciando cada vez más de la identidad de origen pero también de la de acogida. 

Tampoco hay que perder de vista que las identidades son múltiples y compuestas, y no únicas. Y que cada momento y contexto el individuo o el grupo puede adoptar una u otra, o un conjunto de ellas. Como dice Maalouf (1999: 35): “la identidad no se nos da de una vez por todas, sino que se va construyendo y transformando a lo largo de toda nuestra existencia”, es decir, a través de la experiencia vital. Y esto ocurre así tanto con el individuo como con el grupo.

Como puede observarse el proceso de contacto cultural es múltiple y complejo, como lo es también la resistencia que las personas y los grupos ofrecen a la aculturación. Y esta resistencia es lógica ya que todos somos enculturados en nuestra propia cultura, y son los mecanismos etnocéntricos, de reproducción y perpetuación cultural, los que hacen consideremos a nuestra cultura como la correcta y la que está por encima de las demás. Al entrar en contacto con la diversidad cultural, se produce un mecanismo de reacción al cambio, a perder aquello que se considera propio de uno mismo, su identidad. El grupo mayoritario o bien el grupo que está en el poder intentará que los demás sean como él, mientras que los grupos minoritarios reaccionaran, no queriendo perder lo que ellos consideran superior. Es decir, se trata de una lucha implícita entre dos o más etnocentrismos. 

Los mecanismos de reacción a la aculturación pueden ser de ajuste o adaptación, en el que la persona intenta cambiar adaptándose al nuevo contexto pero sin perder lo que es significativo para ella, por ejemplo aquellos inmigrantes magrebíes que aprenden la lengua, adoptan costumbres españolas, se pueden llegar a casar incluso con un español, pero mantiene su religión y sus prácticas rituales como

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puede ser el Ramadán. Mecanismos de reacción cuando lo que se pretende es que el ambiente cambie y sea éste el que se adapte a él, por ejemplo el caso de conversos españoles al Islam que pretenden un cambio en el sistema legislativo español de modo que se rijan por la ley islámica incluso en aquellos puntos que es contraria al sistema español, como por ejemplo en el caso de la herencia. Y finalmente mecanismos de aislamiento, es decir, el individuo se escapa de las presiones que supone el contacto cultural, es decir, se margina, por ejemplo el caso de aquellos inmigrantes magrebíes que ante la imposibilidad por su parte de adaptarse al contexto español crean sus propias comunidades en las que son prácticamente autárquicos, disminuyendo al máximo el contacto con la sociedad española: viven en los mismos barrios, tienen como punto de referencia la mezquita, trabajan entre ellos (para pequeños empresarios magrebíes) e incluso rechazan aprender el idioma. 

Todos estos factores deben ser tenidos en cuenta por el profesional sanitario a la hora de ofrecer la mejor atención y cuidado al paciente. Así por ejemplo, en el caso de los inmigrantes, hay que tener en cuenta los distintos aspectos de la aculturación y la resistencia al cambio para poder contextualizar mejor al paciente y, de este modo, ofrecerle las atenciones y cuidados que sean más eficaces y efectivos, ya que la interacción paciente/enfermera es primordial en la atención sanitaria. Pero al mismo tiempo no se debe olvidar que ellos también participan de nuestra cultura en tanto que han entrado en contacto con ella, y que han emigrado en busca de mejorar su calidad de vida. Y que si bien muchos de ellos mantienen sus señas de identidad determinadas, pueden que no deseen ser tratados como diferentes por los profesionales de la salud. Confinarlos en la diferencia implica perpetuar, directa o indirectamente, su marginación. 

Otro aspecto a tener en cuenta en esta diversidad cultural, no solo en relación a los inmigrantes extranjeros sino teniendo en cuenta todos los indicados anteriormente (ancianos, portadores del VIH, anoréxicos, drogodependientes, enfermos de Alzheimer, etc.), es que cada persona tiene una imagen sociocultural de lo que debe ser su encuentro y relación con el profesional de la salud, ya sea el médico o el enfermero. Imagen que está culturalmente definida y que afecta a todo el proceso, anterior y posterior al contacto directo con el sanitario. En palabras del profesor José Luis García (1985: 83-84) “La respuesta del enfermo y de los que le rodean puede verse influida por la adecuación del encuentro con la imagen previa del mismo (...) La cultura define y tipifica las

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enfermedades, las dota de significación social y crea su contexto terapéutico.” 

Es decir, son las creencias y las conductas de cada grupo, la cultura, la que determinan quién está sano o quién no lo está. Por lo que, independientemente de la exactitud del diagnóstico científico, se considerará que determinados síntomas son o no indicativos de enfermedad así como el tratamiento que debe llevarse a cabo en relación al contexto en que cada uno se mueva. Por poner un ejemplo, en muchas áreas rurales de Iberoamérica se considera, a grandes rasgos, que hay dos tipos de enfermedades: las de los médicos y las que no son de médicos, como por ejemplo el mal de ojo. Y no es sólo la diferencia que se pueda establecer entre una medicina oficial y una medicina popular, sino que se trata ya de un nivel claramente simbólico, que influye o determina el comportamiento individual y social. 

Los conceptos de salud y enfermedad, los tratamientos terapéuticos son, de este modo un complejo proceso en el que, en un nivel simbólico del cuidado, se combinan indicadores patológicos, es decir, diagnóstico, tratamiento y cuidados adecuados y signos de significado social en tanto que producen una respuesta social que puede ir desde la recepción de regalos y visitas, permitirse caprichos o extravagancias a estar eximido de las responsabilidades cotidianas, y lo hacen a través de símbolos que señalan los límites del sistema social, por ejemplo la justificación de una enfermedad determinada por considerar que determinada patología es un castigo divino por algún tipo de infracción social. Y estos elementos, que se presentan claramente en un contexto multicultural, pueden coexistir asimismo dentro del marco de una misma cultura, pasando más desapercibidos. 

Como puede observase, la función del profesional de la enfermería en la actualidad, en unas sociedades contemporáneas cada vez más complejas y donde hay una mayor diversidad cultural, requiere de nuevas formas de conocimiento y de prácticas de atención y cuidado. 

La Antropología no tiene una única respuesta o solución a los problemas y cuestiones aquí planteados. Pero si proporciona una serie de pautas como es el relativismo cultural y el profundo respeto a la diversidad. Se trataría de antropologizar, en caso de que exista esta palabra, el análisis de los fenómenos sociales propios de las sociedades contemporáneas, de proyectar nuestra mirada antropológica y los procederes antropológicos para obtener un mayor conocimiento de nuestros mundos

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contemporáneos. Pero sin olvidar que estos estudios, investigaciones, análisis antropológicos deben ir unidos a un interés práctico, es decir, poner nuestro conocimiento a disposición de otras disciplinas de cara a la aplicación práctica y concreta del mismo. 

La enfermería transcultural, en este caso, que une la práctica sanitaria con el conocimiento antropológico puede convertirse en una herramienta muy eficaz al servicio de la comunidad. 

Succinato deshidrogenasaLa enzima succinato deshidrogenasa (SDH), succinato coenzima Q reductasa o complejo II mitocondrial (número EC 1.3.5.1) es un complejo proteico ligado a la membrana interna mitocondrial que interviene en el ciclo de Krebs y en la cadena de transporte de electrones, y que contiene FAD (flavín-adenín-dinucleótido) unido covalentemente. Cataliza la reacción:

Succinato + ubiquinona   fumarato + ubiquinol

Esta proteína puede degradarse a la enzima número EC 1.3.99.1 que ya no reacciona con la ubiquinona necesitando otros aceptores de electrones.

Succinato + aceptor   fumarato + aceptor reducido

Estructura[editar]

Figura 1. Estructura del complejo Succinato-coenzima Q en la membrana mitocondrial interna.

El espacio intermembrana está en la parte superior de la

imagen. SDHA, SDHB, SDHC and SDHD. Adaptedo de PDB 1YQ3 .

La enzima está compuesta de cuatro subunidades, doshidrofílicas y dos hidrofóbicas:

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Succinato deshidrogenasa subunidad A (SDHA). Es una flavoproteína (Fp) hidrofílica que tiene unida covalentemente como cofactor una molécula de FAD. También contiene el sitio de unión del succinato.

Succinato deshidrogenasa subunidad B (SDHB). También hidrofílica, contiene tres clústers de hierro-azufre: 2Fe-2S, 4Fe-4S y 3Fe-4S. Su acrónimo es Ip.

Succinato deshidrogenasa subunidad C (SDHC). Hidrofóbica. Une el complejo proteico a la membrana de la mitocondria.

Succinato deshidrogenasa subunidad D (SDHD). Hidrofóbica. Une el complejo proteico a la membrana de la mitocondria.

Adicionalmente hay dos proteínas que participan en el montaje de la succinato deshidrogenasa pero no forman parte de ella.

Succinato deshidrogenasa factor de montaje 1 (SDAHF1). Participa en la biosíntesis mitocondrial de los clústers de hierro-azufre. HGNC 33867, UniProtKB A6NFY7.

Succinato deshidrogenasa factor de montaje 2 (SDHAF2). Es necesaria para la inserción del FAD en la SDHA. No está claro si participa con actividad enzimática en la unión covalente del FAD a la SDHA, o manteniendo a la SDHA en una conformación adecuada para que el FAD se una a la SDHA. HGNC 26034, UniProtKB Q9NX18.

Mecanismo[editar]

Figura 2. Función de la succinato deshidrogenasa; el camino seguido por los electrones se

muestra con flechas rojas.

El FADH2 de la succinato deshidrogenasa, al no poder desprenderse del enzima, debe oxidarse nuevamente in situ. El FADH2 cede sus dos hidrógenos a la ubiquinona (coenzima Q) que se reduce a ubiquinol (QH2) y abandona el enzima, difundiendo en la bicapa lipídica hasta alcanzar el siguiente complejo enzimático de la cadena respiratoria.

La molécula de FAD del enzima es el aceptor de electrones de la reacción. En general la función bioquímica del FAD es oxidar losalcanos a alquenos, mientras que el NAD+ oxida los alcoholes aaldehídos o cetonas. Esto es debido a que la oxidación de un alcano (como el succinato) a un alqueno (como el fumarato) es

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suficientemente exergónica como para reducir el FAD a FADH2, pero no para reducir el NAD+ a NADH. Es poco usual hallar una unión covalente entre el FAD y una proteína; en la mayoría de los casos, el FAD se encuentra asociado a los enzimas de forma no covalente.

La succinato deshidrogenasa actúa separando dos átomos de hidrógeno que entre sí se hallan en posición trans de los átomos de carbono metilénicos del succinato.

Este enzima posee algunas características de un enzima alostérica: es activada por el succinato, el fosfato, elATP y el coenzima Q reducido, y es inhibido por el malonato, un análogo estructural del succinato.

Por otro lado, esta enzima se constituye como una de las dianas moleculares en la intoxicación por cianuro, compuesto que inhibe su acción y así bloquea la producción de ATP, induciendo a hipoxia celular.