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1 El surgimiento de Talcott Parsons y el institucionalismo de J. R. Commons Carlos Mallorquin El contexto de la ciencia en general -no solamente el de las ciencias sociales- en la década de los años 1920 y 1930, cuando Talcott Parsons estudia e inicia su carrera profesional como profesor en Harvard, está marcado por un claro giro hacia el desarrollo teórico modelado en la física y modelos matemáticos (Russett 1966; Weintraub 2002; 1991; Mirowski 1989; 1988); de allí surgirán ciertas nociones sobre el “equilibrio” así como lo que se pensaba conformaría la economía como disciplina lo cual en parte explica la aversión abierta contra los “institucionalistas norteamericanos”. La figura del profesor Lawrence Joseph Henderson, profesor de Harvard en biología química tiene una importante participación en la forma de pensar la ciencia, y su forma de evolución. Henderson difusor de la obra de V. Pareto reunía a varios intelectuales en el llamado “circulo de Pareto” (Heyl, 1968) incluyendo al entonces jefe de Parsons: Pitirim Sorokin. Henderson también fue miembro de la “Society of Fellows” por la misma época en la universidad con gran poder en la toma de decisión para la contratación de profesores. El grupo tendrá gran influencia en difundir ciertas visiones sobre la noción de la “cientificidad” en jóvenes estudiantes como el Nobel en economía Paul A. Samuelson. Las ideas en torno a la termodinámica y la física hegemonizaban mucho del vocabulario teórico entonces ejemplificado por la frase: “La Matemática es un Language” (J. Willard Gibbs, 1906 en Weintraub 1991 :62). Parsons había estudiado bajo W. Hamilton y C. Ayres, connotados líderes del institucionalismo perspectiva que Parsons irá desplazando como centro de interlocución paras elaborar sus ideas sobre las ciencias sociales y en particular para su propuesta sociológica muy particular. Parsons percibe el adverso ambiente intelectual donde los “institucionalistas” ya habían sido tipificados como simplemente recolectores de datos sin apreciación teórica alguna. (Hodgson 2004, 2001; Camic 1992, 1991, 1987). No existe mejor manifestación del clima intelectual de la época que por propia pluma, e inclusive cuando su obra aun presentaba aspectos teóricos “institucionales” no “superados”: “La batalla metodológica furiosa entre formas ´ortodoxas´ o

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El surgimiento de Talcott Parsons y el institucionalismo de J. R. Commons

Carlos Mallorquin

El contexto de la ciencia en general -no solamente el de las ciencias sociales-

en la década de los años 1920 y 1930, cuando Talcott Parsons estudia e inicia

su carrera profesional como profesor en Harvard, está marcado por un claro

giro hacia el desarrollo teórico modelado en la física y modelos matemáticos

(Russett 1966; Weintraub 2002; 1991; Mirowski 1989; 1988); de allí surgirán

ciertas nociones sobre el “equilibrio” así como lo que se pensaba conformaría

la economía como disciplina lo cual en parte explica la aversión abierta contra

los “institucionalistas norteamericanos”.

La figura del profesor Lawrence Joseph Henderson, profesor de Harvard en

biología química tiene una importante participación en la forma de pensar la

ciencia, y su forma de evolución. Henderson difusor de la obra de V. Pareto

reunía a varios intelectuales en el llamado “circulo de Pareto” (Heyl, 1968)

incluyendo al entonces jefe de Parsons: Pitirim Sorokin. Henderson también fue

miembro de la “Society of Fellows” por la misma época en la universidad con

gran poder en la toma de decisión para la contratación de profesores. El grupo

tendrá gran influencia en difundir ciertas visiones sobre la noción de la

“cientificidad” en jóvenes estudiantes como el Nobel en economía Paul A.

Samuelson. Las ideas en torno a la termodinámica y la física hegemonizaban

mucho del vocabulario teórico entonces ejemplificado por la frase: “La

Matemática es un Language” (J. Willard Gibbs, 1906 en Weintraub 1991 :62).

Parsons había estudiado bajo W. Hamilton y C. Ayres, connotados líderes del

institucionalismo perspectiva que Parsons irá desplazando como centro de

interlocución paras elaborar sus ideas sobre las ciencias sociales y en

particular para su propuesta sociológica muy particular. Parsons percibe el

adverso ambiente intelectual donde los “institucionalistas” ya habían sido

tipificados como simplemente recolectores de datos sin apreciación teórica

alguna. (Hodgson 2004, 2001; Camic 1992, 1991, 1987). No existe mejor

manifestación del clima intelectual de la época que por propia pluma, e

inclusive cuando su obra aun presentaba aspectos teóricos “institucionales” no

“superados”: “La batalla metodológica furiosa entre formas ´ortodoxas´ o

2

institucionalistas en la economía u otras formas no ortodoxas ha estado vigente

por un buen número de años sin muchos signos de paz.” (Parsons 1935 en

Camic 1991: 181). Una historia reciente ha descrito elocuentemente el periodo

como una lucha por el “alma” de la economía entre aparentemente dos

corrientes que no lograban conciliarse (Yonay 1998).

Por lo mismo, la situación profesional de Parsons en Harvard parecía muy frágil

lo cual explica que sus interlocutores teóricos serían aquellos menos

identificados con lo que por aquella época se entendía por “institucionalismo”

que lo indujo a cruzar el atlántico para continuar sus estudios. A su retorno,

entrenándose como instructor en economía, Parsons fue construyendo un

espacio teórico que lo alejaron de ciertas nociones ortodoxas de la “economía”

y la “sociología”, a las cuales volvía a incorporar como fuente de interlocución y

demostración de ciertas ausencias conceptuales y contradicciones que lo

llevarían a proponer el teorema sociológico a partir de sus críticas: la

concepción “voluntarista de la acción”.

Sus primeros trabajos previos a la Estructura de la acción social (1937) resaltan

las inconsecuencias teóricas de algunos teóricos de la economía donde varios

aspectos coneptuales como “las actividades” en Marshall, por ejemplo, que

suponían repensar lo “no económico” en términos de una teoría sobre las

“instituciones” (Parsons 1932, 1934, 1935a, 1935b; 1936a, 1936b, 1937a). La

“economía” seguía apareciendo como simplemente una cadena intermediaria

entre medios y fines racionalmente, cuyos fines o condiciones estaban fuera de

la reflexión y dados como datos pero que podrían haberse resuelto por la vía

del argumento institucionalista. Hoy sabemos eso no sucedió. Sus

interlocutores demuestran por lo general deficiencias, ya que los economistas

parecen apoyarse en nociones teóricas, o categorías “residuales” que no

obedecen lógicamente a sus perspectivas teóricas. Aspectos que Parsons

inicia señalando como “sociológicos”, en algunos casos y “valorativos” en otros,

aspectos que hacen del cálculo entre medios y fines un problema difícil de

resolver en los propios términos de sus interlocutores.

Hablaba de suplementar conceptualmente a la economía con aspectos

sociológicos, y es en ese espacio que lucha por construir, contra la

hegemonización del pensamiento económico ortodoxo, un ámbito que

corresponde a otras disciplinas, especialmente el sociológico. Las fronteras

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disciplinarias entonces eran importantes pero aún no se habían establecido. La

idea de las condiciones últimas y de un sistema de valores último integrados

como parte de una sistema más general que incluyera la noción conceptual de

la (s) cadena (s) medio-fin (es) tomaría unos años. Las cadenas intermedias

entre medios y fines eran las que corresponderían al ámbito de la economía; el

aspecto técnico de la relación entre los medios y fines, a la teoría política y el

poder, aspectos distributivos lo cual suponía resuelto la estabilidad e integrados

de los fines.

Por consiguiente, dada la estrategia teórica y vocabulario seguida por Parsons

y por la sospecha de que discursos con similares apreciaciones cercanas a las

de los institucionalistas no eran bien vistas por ese entonces, desarrollaremos

en primer lugar la propuesta de Parsons (“La convergencia del pensamiento

social: Talcott Parsons”) siguiéndole la visión de Commons (“La mente

institucionalizada de John R. Commons”) que como podremos ver elabora un

vocabulario análogo sobre una concepción de la acción muy similar, para

culminar con una serie de señalamientos sobre la pertinencia del debate en las

ciencias sociales en términos de la presente coyuntura teórica (“Problemas del

pasado para el futuro”).

Así paradójicamente, Commons el institucionalista culmina teóricamente con un

esquema conceptual que si no fuera porque sus fuentes teóricas proceden de

polos diametralmente opuestos a los de Parsons, si no consideramos la

participación de Weber en ambos, podría haberse tachado de una especie de

plagio por parte del joven intelectual, lo que a su vez da pie a ciertas

especulaciones sobre el conocimiento de Commons por parte de Parsons y/o lo

que podría haber construido Parsons si no hubiera cambiado de rumbo.

Además, no es precisamente ese aspecto de los discursos lo que plantea

Parsons con su tesis sobre la “convergencia” téorica? Más aún si recordamos

que tanto Commons, como Parsons creyeron haber resuelto el problema tan

acucioso entonces como hoy día entre los que se dicen “metodólogos

individualistas” o “colectivistas”: Commons habla de haber “reconcilia(do) las

teorías colectivistas e individualistas” (Commons: 1934: 1), lo cual Parsons

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plantea en términos del “dilema individualismo-socialismo” (Parsons, 1968: VI y

XI) (1).

La convergencia del pensamiento social: Talcott Parsons

En 1937 Parsons llega a la teoría voluntarista de la acción (Parsons, 1937: 45,

cursivas del autor), después de haber "rastreado" los orígenes del esquema

conceptual "común" a partir de A. Marshall, V. Pareto, M. Weber y E. Durkheim.

Fue a ello que llamó la “convergencia” del pensamiento social de la época.

Supuso a su vez haber superado lo que llamó la "tradición positivista-

utilitarista", con H. Spencer su más importante exponente, no obstante su

desaparición del horizonte teórico: "...el objetivo de este estudio es seguir con

detalle un proceso de cambio fundamental de la estructura de un único sistema

teórico de las ciencias sociales"(Ibid.: 81). Operaba así un rescate y superación

teórica de las estructuras elementales del esquema utilitarista positivista hasta

entonces vigente. Por tanto tenía que explicar por qué la concepción utilitarista,

que partía del punto de vista del individuo racional persiguiendo sus propios

fines e intereses, se volvió insostenible y facilitó su superación.

La unidad básica de investigación es el “acto unidad”, no el individuo; ahora

bien, ¿cúal sería la "unidad" o "partes" que constituyen el sistema de la acción

social? La "unidad básica" a la que se refiere puede llamársele "acto unidad",

es la máxima descomposición de los elementos del esquema conceptual. De

ésta forma, un "acto" implica "lógicamente": un "agente o "actor", que tenga

cierto "fin" en mente, por eso es un "acto"; es en este sentido que Parsons

define el "fin" como un "estado de cosas futuras hacia el cual se orienta la

acción" (Ibid.: 82, 83). Por otra parte, la "acción" se da en una "situación"

determinada, que supone cambios debido a que el actor tiende a transformar

algunas de sus condiciones originales en la consecución de su (s) fin (es), es

un proceso más radical que el de una mera “adaptación” a la "situación".

La "situación" del actor está compuesta -en términos analíticos- de dos

elementos diferenciados como "condiciones" y "medios" y existe una elección

posible entre varios "medios" (alternativos) para la consecución de sus fines,

por lo cual se deduce que los "medios", en contraste con las "condiciones",

están bajo control del actor en la persecución de ciertos "fines"; las acciones

1 Aparece en la “Introduction to the Paperback edition” de la La estructura de la acción social (1937), que no forma parte de la versión en español.

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incluso pueden remitirse a cambiar las mismas "condiciones" pero a través de

ciertos "medios" determinados dentro de un contexto, con cierta "orientación

normativa". La unidad básica entonces, (actor, condiciones, medios, fin) posee

cierta articulación.

Esto supone que las elecciones del actor entre posibles medios a su alcance,

para realizar cierto fin, no se deben, ni son productos "exclusivamente" de las

"condiciones", sobre las cuales no tiene necesariamente alguna injerencia, pero

tampoco son realizadas al "azar", por eso en cuanto existe una acción ésta es

"normativa". Existe entonces el elemento subjetivo que implica que el actor

tome cierto curso de acción una vez que ha tomado en cuenta las alternativas

entre los medios y los fines en cuestión. Cuando se habla de "adaptación" a las

"condiciones" se pierde precisamente la actividad intencional del actor y se

evaporan las posibles elecciones entre los medios y sus respectivos fines. Es la

propia posibilidad de una elección entre una serie de "medios" por parte del

actor la que nos dice que la "situación" es un complejo de circunstancias que

podrían transformarse debido a su acción. Esto es lo que entiende Parsons por

la idea de que la acción tiene una "orientación normativa" (Ibid.:118-119), o

sea, supone que el actor debe seguir y tomar en consideración ciertas reglas y

normas específicas (su "situación" particular) para seleccionar ciertos "medios"

para lograr la consecución de cierto "fin". Pero en términos analíticos las

acciones se dan a través del tiempo, son temporales y el hecho de que ocupen

el "espacio", dentro de cierto contexto ecológico, no las convierte en un objeto

de las ciencias físicas o biológicas, o por lo menos no el sentido “subjetivo” al

que hace referencia Parsons.

El esquema de la acción, a partir del "acto unidad", tiene una serie de

implicaciones que caben resaltarse una vez descritos sus elementos. En primer

lugar debido a que se realiza en algún espacio y tiempo en particular, con la

consecución de cierto "fin", ello supone que la acción implica un cálculo. O sea,

considera las consecuencias y resultados de perseguir ciertos fines, lo cual no

garantiza alcanzarlos, ni la ausencia de "errores" como producto de una

inadecuada elección ya sea entre los medios y/o los "fines". Entonces el

elemento esencial en el esquema de la acción es la diferencia entre aspectos

normativos y lo no normativos.

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La teoría de la acción presupone que sus categorías se "expresen" en términos

"subjetivos"; esto significa que tienen un sustrato referencial en el "estado

mental" del actor e inteligibles por él como parte de su accionar. Lo subjetivo,

no es simplemente una estrategia metodológica según Parsons, es más bien el

principio básico de la teoría de la acción voluntarista, que estudia fenómenos

muy específicos que sólo se pueden comprender y analizar a partir de

categorías subjetivas. No niega que algunos elementos de la acción social

puedan ser analizados sin referirse a "estado mental alguno". Por ejemplo: es

posible observar y validar científicamente conceptos desde el "exterior" si

asumimos que cierto saber está "determinando" a la acción, lo cual

presupondría que sigue normas científicas de la racionalidad, haciendo

innecesario conocer el estado mental del actor o hacer referencia a su

subjetividad. La física, la biología, la química, ciencias y conocimientos que

podrían influir al agente hace factible clasificarlos bajo los aspectos de la

herencia y el medio (biología) donde no se requieren las categorías subjetivas.

Pero las partes estructurales del esquema conceptual de la acción ("acto

unidad" y sus respectivos elementos: fin, medios, condiciones y normas

orientadoras), son productos teóricos de un acto de “abstracción” que logra

"descomponer" el objeto en sus partes o unidades ("elementos más simples"),

que pueden ser incorporados también a otros sistemas teóricos. Para explicar

el caso, Parsons hace una analogía con el objeto de la física y la biología así

como con una serie de acciones sociales que aparentemente también pueden

disgregarse en sus elementos o partes respectivas:

La explicación teórica exige que se descomponga en elementos más simples, que sirvan como unidades de uno o más sistemas teóricos, de acuerdo con los cuales será explicado"( Ibid: 67). Proceso que se realiza a partir de cierto “realismo analítico” (Ibid: 887). Según

Parsons, la observación del objeto de investigación como un todo "orgánico",

integrado por sus respectivas partes, no significa perder de vista que son las

"relaciones" entre ellas lo que:

determina las propiedades de sus partes. Las propiedades del todo no son mero resultado de las últimas.[…] en la medida en que esto es cierto, el concepto de `parte´ adquiere un carácter abstracto y, en realidad, `ficticio´. Y es que la parte de un todo orgánico no es ya la misma una vez separada, fáctica o conceptualmente, del todo.", (Ibid: 68)

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En otras palabras: las partes y sus propiedades no pueden explicarse, fuera del

dominio de sus relaciones con las otras, lo cual supondría el "caso extremo

mecanicista".

La "abstracción" es indispensable en la medida que sus elementos son

"orgánicos", lo que significa de que analíticamente es posible desmenuzar el

objeto sin por ello perder la noción de su "totalidad", ya sea un sistema total de

acción o una acto-unidad individual específico. En otras palabras, no se pueden

agregar un sin fin de actos unidad y describirlos adecuadamente como

formando un sistema de acción total porque los sistemas de acción son más

que la suma de sus partes, tienen:

propiedades que sólo se manifiestan a un cierto nivel de complejidad en las relaciones recíprocas entre los actos unidad. Estas propiedades no son identificables en ningún acto unidad aislado, considerado aparte de sus relaciones con otros actos unidad del mismo sistema. No pueden derivarse, mediante un proceso de generalización directa, de las propiedades del acto unidad", (Ibid.: 896). (2)

Por otra parte, las "relaciones emergentes de las unidades de los sistemas" no

son:

lógicamente inherentes al concepto de un sistema como tal, pero se muestra empíricamente que existen en sistemas que van más allá de ciertos grados de complejidad. Realmente, en contraste con el sistema utilitario, es principalmente el reconocimiento de la importancia empírica de estos aspectos emergentes de los sistemas totales lo que caracteriza a la teoría voluntarista de la acción".(Ibid.: 891).

Parsons propone que existe cierta propiedad específica a nivel del sistema de

acción total (o sea varias unidades actos) llamada "relaciones emergentes de

las unidades de los sistemas"(Ibid.: 891), entidad supraindividual, la cual "existe

empíricamente".

El esquema de la acción social puede remontarse a ciertos elementos

provenientes de una vieja tradición hasta el siglo XVIII que hoy se denomina

como "iusnaturalista". Para el siglo XIX, un "subsistema" (o, quizá mejor, un

grupo interrelacionado de varios sub-sistemas", (Ibid.: 90) de la teoría de la

2 Esta indeterminación, una forma de inadecuación empírica, es la dificultad fundamental de las teorías atomistas cuando se aplican a los fenómenos orgánicos. No pueden hacer justicia a propiedades, tales como la racionalidad económica, que no son propiedades, de `la acción como tal´, o sea, de los actos unidad aislados o de los sistemas atomísticos, sino sólo a propiedades de los sistemas orgánicos de acción más allá de un cierto grado de complejidad. (Parsons, 1937: 898, cursivas mías).

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acción "dominaba" el escenario social de Europa. Sus elementos, nuevamente

reorganizados, serían incorporados, con todas sus limitaciones, por los autores

(Marshall, Weber, Durkheim, Pareto) cuyas obras Parsons analizará para

construir el esquema de la acción "voluntarista", reconstituyendo sus elementos

y su superación teórica.

Según Parsons, el "...origen de la costumbre de pensar en términos del

esquema de la acción" es muy viejo, y que al igual que la "física clásica", ".está

enraizado en la experiencia de sentido común de la vida cotidiana (...) de un

tipo (...) que puede considerarse universal para todos los seres humanos."

(Ibid.: 90-91). Sus elementos a pesar de haber sido organizado de variadas

formas, conserva "ciertos caracteres comunes". Uno de éstos es el "atomismo",

es decir, toma de manera "aislada" a los elementos del acto unidad y de allí

deduce los componentes de los sistemas de acción generalizándolos. Los

"actos unidad" pasan a formar parte de sistemas. Los posibles actos pueden o

no ser importantes como "medios" y/o "condiciones" para la acción del "otro".

Parsons explica la simplicidad del esquema o teorización por su proximidad al

"sentido" común", que se supera cuando se desentrañan (Ibid.: 91) sus

consecuencias lógicas.

El esquema "atomista" fue reforzado por toda una tradición "intelectual" a "partir

de la Reforma". Los sistemas "orgánicos" que subsumen al "individuo" en la

"sociedad" no fueron muy importantes con la excepción de Alemania. El

"individualismo" es obviamente un elemento "ético" más que "científico". La

Cristiandad creó entonces toda una serie de condiciones para que el

"individualismo" se desarrolle logrando sus máximas consecuencias con la

Reforma.

Un segundo aspecto del "subsistema de acción" es la relación "normativo de la

relación medio-fin en el acto unidad", o sea su rasgo principal es que exista una

especie de parámetro que guíe o norme el cálculo en la consecución de ciertos

fines a partir de la elección de ciertos medios. Debe considerarse la existencia

de una "norma racional de eficiencia", que presupone la elaboración de ciertos

pasos que deben tomarse con ciertos medios para alcanzar adecuadamente

ciertas metas. En síntesis se trata de la "racionalidad" de la acción, no obstante

la ausencia de una definición "positiva" del elemento normativo que regula la

relación medio-fin. La violación de la "norma racional" aparece como "ilógico" o

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"irracional". La acción racional se piensa en términos de que está guiada por un

conocimiento válido o científico de las circunstancias. El actor social aparece

como la réplica del investigador científico. Así Parsons establece los gérmenes

de los elementos (atomismo y norma) que compondrían la noción de la acción

social más general. La relación medio-fin debe suponer la existencia de varias

alternativas para transformar la "situación" a raíz de diversos medios al

alcance.

Es "atomista" ya que usa el modelo "acto unidad racional" (enfatizando el

aspecto racionalidad).Para analizar los sistemas de acción hay que teorizar la

manera en que dicha "unidad" al lado de otras, se constituyen en sistemas

generales de acción. Inicialmente, la teorización de "sistemas concretos de

acción" partió del supuesto que sólo cabía agregar otras unidades con las

mismas características. Pero a este nivel, el análisis se refiere, a lo sumo, a la

relación medio-fin y ni si quiera se intuyó la posibilidad de hacerse preguntas

en torno a la "relación de los medios entre sí" (Ibid.: 99). Y si se trata de un

modelo "concreto", existen dificultades porque excluye como importante el

planteamiento sobre las elecciones entre los medios posibles para los

respectivos fines. En otras palabras, parecería que las elecciones de los fines

no pueden explicarse, y aparecen de manera "aleatoria". No puede haber

explicación alguna que no considera pertinente razonar en torno a la elección

de los medios posibles o existentes que hicieron o hubieran hecho posible otros

fines. Surge entonces, de manera "indirecta", en el esquema del sistema, la

noción de que los "fines" son fortuitos o aleatorios. Este elemento implícito, no

explícito, siempre estará "asechando en la sombra" al sistema teórico de la

acción social.

Así como partirá del "atomismo", será "racional" y supondrá un "empirismo

ingenuo", en el sentido de que no analiza las consecuencias de sumar

"unidades" con las mismas características, de donde cabe deducir

implícitamente que presupone una aleatoriedad o carácter "fortuito" de los

"fines" perseguidos, o sea, niega la pertinencia a la propia noción de

racionalidad: la consideración central entre medios-fines desaparece, es

insignificativa, cualquier "fin" es posible; en síntesis ese esquema ("centro

lógico del cuerpo de pensamiento") lo llama Parsons: "sistema utilitario de la

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teoría social" y del cual surgirán una serie de alternativas, inviables según

Parsons, que serán rescatadas bajo su acepción "voluntarista".

Pero la estructura lógica del esquema de la acción utilitarista lleva a Parsons ha

plantear que ésta es en última instancia una teoría social "positivista". Esto se

debe a que si examinamos al sistema utilitarista desde el punto de vista del

actor, no obstante que presupone "cierto conocimiento científico racional" de su

situación, no le resulta muy útil “para la determinación completa de la

acción"(Ibid.: 101), porque ante la ausencia de un "criterio selectivo alternativo

para la elección de los fines o de los medios" (Ibid. cursivas del autor), el

sistema aparece como aleatorio, fortuito. Este modelo hace pensar que la única

vía del actor (acción, el no yo, su mundo externo), en la acción es la "ciencia

positiva". Por eso cabe la idea de que el "sistema utilitarista" es realmente un

"sistema positivista" y una versión históricamente previa a éste último, lo cual

no implica que allí se agoten sus posibilidades teóricas, de hecho otras

variantes caben desde el punto de partida del esquema positivista.

La estructura lógica del pensamiento positivista y sus variantes, inclusive la

utilitaria, puede verse más fácilmente si se intenta desplazar el atomismo de

sus otros dos elementos explícitos: el status de los fines de la acción y la

propiedad de la racionalidad. Habría, no obstante serias dificultades, porque el

esquema positivista impone ciertas limitaciones para dicha desviación de su

base utilitaria. Otras alternativas sin dejar el marco positivista pueden

plantearse.

Una alternativa posible parte diferenciando los fines de la acción de los

elementos de la acción, es decir, la situación per se, interponiendo el aspecto

"positivista" consistente en que los fines deben entenderse como algo fortuito,

independientes, no deducibles de la relación medio-fin, ni del conocimiento por

parte del actor de su situación. Esta postura no podía quedarse sin ser

cuestionada. La misma perspectiva positivista la pone en duda intentándole dar

una respuesta, que de hecho no existe.

Si se parte de la idea de que los fines no son "fortuitos" sino que son productos

de un cálculo del actor, dentro de las bases positivistas, es decir, con

conocimiento de la realidad empírica, se produce un devastador efecto teórico:

se asimilan los fines a la situación de la acción, evaporándose la independencia

analítica de los fines. La acción se perdía como parte integrante de las mismas

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condiciones, o como producto de las condiciones. El actor se convierte en un

ser que se adapta a las condiciones. Las condiciones y los medios como

elementos para la acción quedan borrados si los fines pierden su

independencia o aleatoriedad, transformándose en productos de las

condiciones. Bajo la sospecha positivista, Parsons se pregunta sobre la

posibilidad de que la acción del actor alguna vez se "equivoque" si su acción

estaba subsumida y determinada por el conocimiento de sus condiciones. En

los hechos, el pensamiento positivista se veía encerrado en lo que llamó el

"dilema utilitario":

o bien la mediación activa del actor en la elección de los fines es un factor independiente de la acción, y el elemento fin debe ser fortuito, o bien se niega la implicación objetable del caracter fortuito de los fines. Pero, en este último caso, su independencia desaparece y son asimilados a las condiciones de la situación; es decir, a elementos analizables en términos de la herencia y del medio, en el sentido analítico de la teoría biológica."(Ibid. : 104-105). El "dilema utilitario" es, según Parsons, el trasfondo problemático teórico de los

autores que se analizarán con mayor profundidad; y lo que denominó como

"positivismo racionalista radical" es el caso límite porque prácticamente

prescinde del "utilitarismo", y la "acción" se convierte en producto de sus

"condiciones". También existe otro elemento problemático del esquema

utilitarista, la propia "norma de racionalidad", su maximización implica que el

actor posee algún conocimiento de la situación para la consecución de sus

fines. Un distanciamiento de dicha norma supone que sus "conocimientos" no

son los adecuados. Pero desde una postura utilitarista y/o positivista no existe

una norma distinta a partir de la cual se podría evaluar la extensión o razones

del "desvío", eso hace posible que surja el "error" y/o "ignorancia". Ante la

ausencia de la adaptación a la "norma racional", el esquema sólo propone que

el actor "creía que sabía, pero, en realidad, no sabía" (Ibid. : 106)

A su vez, el "anti-intelectualismo positivista radical" lleva al extremo el uso de la

biología negando la pertinencia de la teoría de la acción voluntarista ya que los

fines están dados por las condiciones. Asimismo, Parsons tampoco acepta que

la teoría de la acción se reduzca a la psicología, cuando mucho la psicología

podría haberse supuesto vía los procesos deterministas de la herencia

genética, lo cual supone un esquema conceptual que opera a otro nivel, como

el conductismo. Una forma de alejarse de dicho reduccionismo, supondría la

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posibilidad de negar la homología entre el organismo individual biológico y el

sujeto de la psicología. La biología estudiaría la anatomía y las relaciones de

las partes o elementos, que de hecho son "espaciales", pero la propia

psicología no podría deducirse de sus principios de la misma forma, se explaya

en términos no espaciales. En última instancia los dos esquemas dice Parsons,

se compenetrarían pero no pueden reducirse el uno al otro.

Además la teleología implícita de los organismos biológicos no significa que

requieran una referencia subjetiva, no obstante que son entes activos. En

contraste, el organismo en psicología sí implica una referencia subjetiva. Utiliza

necesariamente términos como "sensación", "fin", "propósito", etc. Pero a nivel

biológico éstas categorías subjetivas pierden significado porque no son

reducibles a términos de ubicación en el espacio

Al pensar en términos biológicos, nos enfrentamos con condiciones del aspecto subjetivo de la acción humana, condiciones que son necesarias pero no suficientes [ ] el hecho de que los rasgos mentales se transmitan, en parte, por herencia no prueba que sean, en este aspecto reducibles a categorías biológicas. [ ] Así pues, debe considerarse que los términos herencia y ambiente con los cuales se han resumido, desde el punto de vista del análisis de la acción, los factores positivistas radicales incluyen elementos tanto biológicos como psicológicos. (Ibid.: 131, cursivas del actor). En este sentido, el positivismo radical elimina la referencia subjetiva y termina

en el conductismo donde la psicología es subsumida por la biología. Por otra

parte, el esquema de la “personalidad” es otro esquema descriptivo secundario

o de acción: "es un sistema organizado de actos unidad, reunidos por su

referencia común al mismo actor." (Ibid.: 904). Este proceso de "agregación"

puede ampliarse, cuando se deben considerar sistemas de acción donde se

suponen una pluralidad de actores que pueden identificarse como "grupos"; y la

persona se convierte en un miembro de un grupo. Así mismo los propios

"grupos" tienen propiedades que no pueden deducirse de las "personas",

aisladamente. Así podemos describir el grupo haciendo economía, excluyendo

detallar los caracteres de las personas. Al mismo tiempo, las "propiedades", del

grupo pueden ser reducidas a las propiedades de los sistemas de acción y "no

hay teoría analítica de grupo no traducible a términos de la teoría de la acción."

(Ibid: 906.) de hecho, según Parsons, Durkheim partió de las características de

los grupos produjo el esquema de la acción y a la teoría general de la acción.

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La mente institucionalizada de John R. Commons En contraste, para Commons la “ultima unidad de la investigación económica”

(Commons 1934: 4), es la “transacción”, que se convierte en la base para

poder explicar la transferencia del control legal a diferencia con aquella unidad

última de la economía política clásica bajo la idea de “mercancías, trabajo,

deseos, individuos e intercambio”.

Una transacción, con sus participantes, es la unidad más pequeña de la economía institucional. (…) no son los intercambios de mercancías en el sentido físico de su entrega, son la alienación y adquisición entre individuos de los derechos de la futura posesión de las cosas físicas, determinadas por las pautas de trabajo de la sociedad. La transferencias de estos derechos deben negociarse entre las partes en cuestión, en acorde a las pautas de trabajo de la sociedad, antes de que el trabajo pueda producir y los consumidores puedan consumir, o las mercancías puedan entregarse físicamente a otras persona (Commons, 1934: 57.-58).

Por ello el centro de atención debe darse en torno a las “transacciones” y cuya

actividad económica mayor la representaba, la del proceso interesado

(outgoing concern), donde confluyen varias transacciones dependiendo del

punto de vista observado, empleadores, gerentes, bancos, etcétera.

Si las unidades de las “transacciones de regateo” (bargaining) son las unidades

de investigación” (Commons 1934: 93), entonces el mundo cambiante de la

acción colectiva y el “cambio perpetuo del mundo futuro” es el objeto de la

economía institucional. Sin embargo, desde el punto de vista de los

economistas del pasado la unidad última de investigación fue la “mercancía”

(Commons 1934: 118) tanto en las corrientes objetivas y como en las

subjetivas. La primera hace de la mercancía algo útil (valor de uso; objetivo) la

segunda, recupera los sentimientos para explicar la mercancía (decrecimientos

marginales; marginales-subjetiva), los economistas transaccionales hacen de

las transacciones la unidad última de investigación. Lo cual supone una

relación de propiedad, entre los hombres, mientras aquellos que tratan a la

“mercancía” como tal, como su última unidad de investigación, omiten la noción

de posesión y la convierten en una relación de hombre-naturaleza: una relación

física de producción de riqueza o la relación psicológica de satisfacción de

necesidades. Pero ello supone que la transacción -como una unidad propietaria

o unidad de investigación- contiene en sí misma todos los efectos que había

14

dividido a esas escuelas. “Conflicto, dependencia y Orden. Toda transacción

las supone.” (Commons 1934: 120).

Es cierto que en su previa obra, Legal Foundations of Capitalism (1924) ya

había hecho hincapié sobre la estructura elemental de las relaciones sociales

de las Transacciones, la cual supone a cinco partes interactuantes: por un lado,

en el caso del proceso interesado -una empresa por ejemplo-, existe el

vendedor actual de cierta mercancía a cierto precio y la contraparte potencial

de otra oferta, y por el otro, el comprador actual y el comprador potencial

alternativo con otro precio, y finalmente la quinta parte: “juez, paterfamilias,

sacerdotes, árbitro” (Commons 1924: 67), que trata el aspecto de los límites de

poder que se pueden ejercer para resolver cualquier diferendo antes o después

de la “veta-compra” (que como veremos más adelante se trata de posesiones

de deudas y sus liberaciones), en otras palabras se trata de un fenómeno que

es por esencia conflictivo que se pierde por la economía ortodoxa que lo

estipula como un simple acto de intercambio y/o demanda-oferta.

Pero lo que distingue Legal Foundations…, de Institutional Economics (1934),

es que en el primer libro, se presenta la historia legal de las transformaciones

de propiedad, de posesión en separación entre distintas “propiedades” y la

manera como evolucionaron, siguiendo de cerca las decisiones de la Corte

Suprema Estadounidense, mientras que en el segundo, se relata la historia de

la comedia de errores del pensamiento económico sobre dicha “unidad última”,

la cual se organiza bajo ciertas “pautas de trabajo” (working rules) para que el

proceso interesado pueda proseguir su actividad hacia el futuro con cierta

“estabilidad”.

Las pautas de trabajo establecen límites sobre la conducta del individuo y por lo tanto reduce su voluntad a cierta acción uniforme (...) Lenguas y muchas otras pautas de trabajo son aceptadas por individuos a través de la experiencia cotidiana e instrucción de sus mayores (...) [las pautas] nacen a raíz de los convenios que surgieron de disputas y de la acción asociada del grupo como masa en ofensiva o defensa con otros grupos. Esto necesariamente significa la selección entre los buenos hábitos y las prácticas de los individuos y los malos hábitos y prácticas que debilitan al grupo como totalidad. (...) No debe pensarse que las pautas de trabajo son algo externo, fijo o preciso, existiendo fuera del mismo comportamiento. Se manifiestan solo como actos, transacciones y actitudes - siendo la actitud una disposición para actuar de cierta manera en vez de otra. (...) Éstas pautas de trabajo (...) han atribuido su origen histórico a muchas y diferentes fuentes, tales como dioses, antecesores,

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conquistadores, ´a la naturaleza', ´la voluntad del pueblo', etcétera. (...) De todas formas, aparecen, en la historia de la raza humana, como el último medio y esencia a través de los cuales los miembros de las unidades pueden trabajar de manera conjunta por un fin común y ejercer su poder de manera conjunta contra otras unidades.", (Commons 1924: 135 - 136 - 138 - 140 - 68 y 69).

La economía política clásica -insiste Commons-, así como la escuela ortodoxa

suponía que la posesión era un fenómeno relacionado con cosas materiales, y

por tanto eludía temas sobre la ética, la costumbre y el derecho. Todo podía

verse como el intercambio o “circulación” físico de materiales y servicios.

Omitían derechos de propiedad, porque lo suponían natural. Commons señala

que los economistas de la escuela histórica alemana enfrentaron a dichas

corrientes teóricas pero no lograron superarlas ya que no descubrieron la

unidad de actividad común al derecho, a la economía y la ética. La materia de

la economía política no son solamente “los individuos y las fuerzas de la

naturaleza, sino seres humanos obteniendo su sustento mutuo y transferencias

entre sí derechos de propiedad” (Commons 1934: 57), Lo cual exigía observar

al derecho y a la ética para comprender los grandes cambios que dichas

actividades traen consigo. Pero en la economía clásica, basada en las

relaciones de los hombres y la naturaleza no existía el

conflicto de interés( ) entre demandante y defensor (...) no tenían conflictos de intereses las unidades de investigación, debido a que sus unidades eran mercancías e individuos” (…) Estas unidades últimas produjeron, en los hechos, con la analogía de equilibrio, una armonía de intereses en lugar de conflicto. Por lo tanto la última unidad de actividad debe buscarse en el problema de correlacionar derecho, economía y la ética es la unidad de intereses de la posesión en conflicto. Pero esto es insuficiente. La unidad última de actividad debe ser también una unidad de intereses dependientes mutuos. La relación entre el hombre y hombre es una de interdependencia al igual que el conflicto. Más aún, esta unidad última debe ser una que no solamente se repite continuamente a sí misma, con variaciones, pero también cuyas repeticiones se esperan que continúen en el futuro por parte de los participantes (…) La unidad debe contener una seguridad de expectativas. A este tipo de esperanza la nombramos Orden. (Commons, 1934: 57, cursivas en el original).

Por lo tanto la unidad última de actividad, que correlaciona el derecho, la

economía y la ética, debe contener en sí mismo los tres principios de conflicto,

dependencia y orden. Como se ha enfatizado, esta unidad es la Transacción.

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Por lo mismo las acciones individuales son realmente “trans-acciones”

(Commons, 1934: 73), acciones entre individuos así como “comportamiento

individual”, ya que todo acto individual es algo que incorpora a los “otros”. Es

“el cambio de mercancías, individuos e intercambios hacia el de las

transacciones y las pautas de trabajo de la acción colectiva lo que marca la

transición de la escuela clásica y hedonista”(Ibid.) a la escuela institucional; la

transformación teórica se da en torno a la unidad última de la investigación

económica: de mercancías e individuos a transacciones entre individuos” (Ibid).

Pero estrictamente hablando se trata de

ciudadanos de un proceso interesado. En lugar de fuerzas de la naturaleza, ellos son la fuerza de la naturaleza humana. En lugar de las uniformidades mecánicas del deseo de los economistas hedonistas, ellos son personalidades altamente variables. (…) participantes en transacciones, miembros del proceso interesado”(Commons, 1934 :74).

Dada la noción de propiedad explícita como implícita de los economistas

clásicos, les estaba vedada la observación de que no solamente se trataba de

bienes corpóreos sino de un poder de regateo (“bargaining power”) y la

“libertad”, como poder de regateo, en todas las transacciones económicas.

Igualmente, fue el concepto del “Tiempo” subyacente en el pensamiento

económico del pasado donde se encuentran las limitantes: Macleod fue el

primero -no obstante su inconsistencia de señalar que “el presente” es el punto

cero del tiempo entre el “futuro entrante” y el “pasado que se aleja”(Commons,

1934: 83)-, en destacar que se trataba de la posesión y traslado de deudas, de

entidades incorpóreas e intangibles, de “cantidades de tiempo” entre el precio

actual y el precio “esperado” en el futuro de las deudas-débitos en cuestión,

siendo las “cosas materiales” algo incidental. Fue difícil aceptar que se debían

observar las transacciones en lugar de las “mercancías” y su producción para

incrementar la “riqueza”. Según Commons, todo gira en torno a la “posesión”,

no de los materiales sino de la venta y la compra de deuda, que como tal es

una mercancía, lo cual supone reglas para su enajenación. Un aspecto es de la

posesión de una cosa material, propiedad corpórea, el otro es el de una

“posesión de deudas” (ownership), propiedad incorpórea. Por un lado, una

deuda de un vendedor para entregar productos a futuro como obligación y su

ejecución, y por otro, se trata de una deuda del comprador de pagar por dichos

17

productos, obligación de pagar: estas deudas son los equivalentes económicos

de las obligaciones legales. Esa es una idea de la “cantidad económica” de

Macleod, algo que no es una cosa física, sino una “cantidad” comerciable.

La confusión en la economía política clásica surge de la noción de riqueza con

su doble significado, por un lado como algo material y por el otro como su

“posesión”. Los derechos y las libertades aplican no a cosas físicas per se, sino

al de su posesión y el significado de la propiedad se convierte en la expectativa

de transacciones entre individuos y/o en el proceso interesado. Por lo tanto el

“significado de propiedad se amplía de cosas físicas a transacciones y a la

esperanza de la repetición de las transacciones y de valores de uso a valores

en términos de escasez (“scarcity values ”) expresados en precios.”(Commons,

1934: 168).

Igualmente, si bien en Legal Foundations… se menciona el concepto de

escasez, es en Institutional Economics… donde se desarrolla ampliamente el

tema, ya que se trata de un fenómeno que implica la exclusión de la posesión y

del uso de ciertos bienes-precios respecto otros agentes potenciales. Lo cual

nuevamente implica desarrollar la idea de posesión y su enajenación.

Cada sociedad resuelve con pautas específicas del trabajo las bases para la exclusividad de la posesión de aquello que es escaso. La escasez es causada por las misma acción colectiva política y propietaria al igual a la que denunciaba (Smith) como monopolios artificiales del mercantilismo (Commons 1934: 198) . Por ello el valor de la “propiedad” se incrementa con el valor de escasez. Y el

“significado de la propiedad se mantiene como la retención de aquello que es

escaso relativamente a las necesidades de otros.(Ibid.: 201)

Commons insiste que la base de la posesión es su escasez y la “acción

colectiva de la sociedad construye las reglas de intercambio de la

posesión”.(Ibid.: 253) Pero su significado tiene consecuencias, ya que un

aspecto tiene que ver con el monto de la producción (output) -valor de uso- que

no decrecen con su producción ampliada y el otro, el del -valor de escasez-,

tiene que ver con el del ingreso que depende de la diferencia entre los

materiales y su posesión, entre riqueza y activos, con la capacidad de excluir a

otros de su posesión y por tanto incrementar su escasez para elevar el ingreso.

La “economía tecnológica” (“engineering economics”) se dedica a incrementar

la producción de materiales independientemente de quien los posea, pero el

18

derecho de propiedad lo convierte en ingreso. Existe una diferencia crucial:

entre “output e ingreso, entre capital tecnológico que amplia el output y el

capital propietario que obtiene y limita su demanda u oferta.” (Ibid.: 254).

Por tanto si el valor de uso, la producción de riqueza (output), se define

anticipadamente como ingreso de la riqueza, es obvio que se trata del doble

significado señalado por Fisher: “la propiedad y los servicios son, es cierto,

inseparables de la riqueza y la riqueza de ellos, pero ellos no son riqueza. Al

abrazar a todos bajo un término implica un especie de conteo triple” (Ibid.: 253).

Pero la posible duplicación contable sólo sucede si previamente existía un

doble significado de riqueza: riqueza y activos, lo cual reniega del significado

que el otorga Macleod, ya que no son cosas las que se intercambian o

“circulan”, sino los derechos de posesión, o mejor dicho, son deudas las que se

intercambian. En lugar de las cosas, Macleod elabora un concepto de “cantidad

económica”. El crédito, puede comprarse, poseerse y venderse. Commons

señala que a pesar de la noción contradictoria de crédito en Macleod, él señaló

que el ingreso monetario derivado de una venta futura de productos -propiedad

incorpórea- es un ingreso-deuda y que el ingreso monetario del pago futuro de

una deuda -propiedad intangible- se trata de una venta-ingreso. No obstante,

hizo del “intercambio de posesiones” el centro de su sistema en lugar del de

intercambio de cosas.” (Ibid.: 417).

Sin embargo, una deuda-crédito es simplemente “una institución negociable, un

estatus económico de seguridad y conformidad, una cantidad económica con

futuro como una de sus dimensiones, hechas como una mercancía para

venderse.”(Ibid.: 413) lo cual se convierte en el sentido moderno de capital.

Con ello la teoría bancaria y la economía quedaron fusionadas. Producto

teórico de Macleod que trastoca los materiales al “futuro” y los sustituye por

actos mentales y el ejercicio del derecho que dan pie a derechos-propiedades.

Si derechos-propiedades “son en sí mismos créditos, entonces lo bancario es

solamente un caso especial del principio universal de comprar y vender

créditos.” (Ibid.: 413).

Por lo tanto, Macleod fue uno de los primeros en relacionar la concepción de la

economía objetiva como algo relacionado con el Futuro. (“futuristic”). Fue su

significado contradictorio del “crédito como ingreso futuro de pagos de deudas

e ingreso futuro de ventas” (Ibid.: 418), traslapado a veces como significado de

19

una propiedad corpórea, lo que lo excluyó de ser tomado en cuenta por los

economistas quienes se quejaban que contabilizaba dos veces la misma

actividad.

Tuvo que surgir la noción moderna de propiedad incorpórea para poder

distinguir y comprender que el intercambio yla “circulación”, comprar-vender,

se realiza entre los derechos a deudas y su aplicación legal. Así el “ingreso

futuro de las ventas –a saber, propiedad intangible- es distinguida del ingreso

futuro de los pagos-deudas- a saber, propiedad incorpórea.” (Ibid.: 419) La

propia empresa, el “proceso interesado” entre la gente y los empleados, crea y

libera deudas y obligaciones al final del periodo de producción. Por lo mismo, el

proceso interesado es “una sucesión de propiedades incorpóreas e intangibles,

creadas sucesivamente” (Ibid. 423).

Obviamente que el crédito no produce mercancías, como lo hace el trabajo,

pero “el crédito incrementa la velocidad de las transacciones sobre las cuales

depende la producción de riqueza.” (Ibid. :450) Similar a Ricardo, la maquinaria

no es capital, “solamente incrementa la productividad del trabajo”, igualmente el

crédito es productivo, no produciendo “algo”, “sino que incrementa la velocidad

de producir algo”.(Ibid.)

Macleod cambia el sentido de la “producción” por el de “velocidad de la

producción”, un cambio de la producción por la eficiencia, de “circulación” por la

tasa de repetición, o sea, el crédito incrementa la velocidad de rotación, y por

tanto, la tasa de producción de riqueza: “Si la corriente de la Circulación o la

Producción se detendría hasta que los Consumidores hayan pagado por los

bienes en dinero, (la producción) se disminuiría ampliamente.” (Ibid.: 451).

Pero el universo “económico” del cual habla Commons, no se puede

comprender sino se recupera el aspecto “volitivo” (“volitional”), o de la voluntad

de los actores respecto del futuro: “Si la economía institucional es una

economía volitiva (“volitional”), requiere una psicología volitiva (“volitional”) que

la acompañe”,(Ibid.: 90) que es la psicología de las transacciones. Había hecho

alusión en Legal Foundations al aspecto de la voluntad:

Detrás del comportamiento está la voluntad. (...) Es esto lo que distinguimos como la diferencia entre la teoría del ´conductismo' (behavioristic) y la teoría volitiva del valor. Una teoría del conductismo toma en cuenta todos los factores de un mecanismo en movimiento bajo el principio de múltiples hipótesis (...) En otras palabras es una ciencia

20

natural (physical science). Llega a su fin cuando todos los factores del mecanismo pueden establecerse en términos de números y ecuaciones. (...) Por otro lado, la teoría volitiva va un paso más adelante; después de eliminar la voluntad divina, el éter cósmico y toda metafísica, subsiste la voluntad humana que actúa misteriosamente a la distancia, sencillamente debido a que no toma en cuenta a todos lo factores complementarios sino que selecciona aquél factor limitante que puede ser controlado y cuyo control puede ser utilizado para guiar otros factores (...) En este sentido, todos los fenómenos de la voluntad humana son ´artificiales', en contraste con aquellos que se pueden distinguir como ´naturales'. Aquello que es ´artificial' no es por ello lo no natural, sino que es el proceso altamente ´natural' de la voluntad humana, seleccionando los factores limitantes de la naturaleza con el fin de guiar ciertos factores complementarios en la dirección deseada por las intenciones humanas (...) El atributo esencial de la teoría volitiva es el concepto del fin último o meta y los instrumentos directos o indirectos para alcanzar esa meta. (Commons, 1924: 375-376 y 381) (3)

Se trata de una causalidad pensada hacia el futuro en lugar de un anterior o del

pasado, que es donde lo ubican las teorías del trabajo de Locke, los

economistas clásicos y los comunistas. La teoría de voluntada (“volitional”)

tiene de consecuencias futuras ya que mira las “negociaciones actuales y

transferencias del control legal, determinando si es que la producción se llevará

a cabo”, (…) determinando hasta que punto la “producción será expandida o

contraída” (Commons 1934: 7). Sin embargo, el tiempo es un fenómeno

totalmente “institucional” (Ibid.: 642).

Se trata del tiempo humano (durante las transacciones) dirigido hacia el futuro;

y “una economía teórica basada sobre ella no es ni una teoría materialista de

mercancías, ni una teoría subjetiva de las sensaciones o fisiología, sino una

teoría volitiva de la actividad económica dirigida hacia metas en el futuro. (Ibid.:

643)

Igualmente hay subrayar que el análisis no inicia con el “individuo” sino con

las transacciones entre individuos y las repeticiones esperadas de dichas transacciones, que desde el punto de vista organizado es el de los

3 Cabe mencionar que uno de sus primeros libros la noción de “voluntad propia” no tiene participación alguna en su libro A Sociological View of Soverignty (1899), solamente la “soberanía” de la “coerción y la persuasión”¡¡¡ Sin mebargo en el libro póstumo subraya la relación entre la valuación y la voluntad . “Los primeros economistas fueron descarrilados (“misled”) por lo problemas de valuación por su imitación de las ciencias naturales (“physical sciences”). Una teoría más adecuada de la valuación gira sobre el análisis de las metas humanas y la voluntada humana en acción. Tal teoría debe rechazar una teoría causal mecánica simple; también debe mirar más hacia el futuro que el pasado. Finalmente una teoría del valor que sea suficiente para las necesidades de la acción moderna, debe ser relevante para la acción colectiva y los intereses en conflicto” (Commons 1950: 150).

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procesos interesados y desde el desorganizado el de la costumbre. Cada transacción de regateo en sí misma es un proceso colectivo. En su más extrema simplicidad la transacción no puede resolverse en unidades de individuos, sino que requiere la actual o potencial presencia de por lo menos cinco individuos quienes representan ante los otros varias relaciones de oportunidad iguales o desiguales, justa o injusta competencia, moral, económica y poder físico y la compartida esperanza de una decisión en disputas posibles por parte de una quinta parte representada por la colectividad de la cual cinco individuos son sus miembros.” (Commons 1934: 241-242, mis cursivas).

El concepto de lo volitivo -“volitional”- es distinto al de Benthan hedonista, e

igualmente diferente al del voluntarismo -“volitional”- tradicional de la ética

individualista, tratase aquí del voluntarismo -“volitional”- colectivo. Este es un

concepto de una elección entre oportunidades relativamente escasas:

es por lo tanto un concepto económico de voluntad, contra el concepto introspectivo del placer y el dolor. Estas oportunidades son la propiedad del yo y otra gente; esta propiedad depende de una acción concertada, no sólo del Estado, sino de corporaciones, sindicatos, agrupación criminal, que determinan por medio de sanciones morales, económicas físicas, cuales deberán ser los valores, conformidades, libertades y la exposición de los individuos en su elección de oportunidades, ejercicio del poder y competencias”. (Commons 1934: 242-243).

En el rescate de la obra de Commons, hemos intentado presentarla

subrayando la similitud con la tesis de Parsons sobre la “acción”, a veces

extraordinariamente equivalentes no ostante la manera tan dispar en la manera

de construir sus conceptos, Parsons aludiendo a nociones de “análisis” y

“abstracción” y Commons vía la reconstrucción de un vocabulario que no

percibía los significados que implícitamente llevaba el lenguaje, que asu vez se

considera como algo estrictamente “artificial” y utilizado “pragmáticamente” por

el Hombre para calcular el futuro.

Problemas del pasado para el futuro Creemos entonces poder “traducir” ciertas nociones comunes entre Parsons y

Commons y que desafortunamente solamente pueden percibirse a posterior. La

idea de las condiciones de los valores últimos para la acción puede ser el

análogo de las pautas de trabajo en Commons, y también podemos realizar la

misma identidad cuando se piensa en la acción como un acto volitivo o

voluntarista pensado hacia el “futuro”.

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Pero finalmente la propia obra de Parosns es el claro ejemplo de intentar

recomponer tardíamente su alejamiento del institucionalismo norteamericano;

sus libros como el de Economy and Society (1956) escrito con Smelser y El

Sistema Social (1951) intentan “integrar” conceptualmente a la “economía”

dentro de un medio ambiente sociológico general que entonces había sido

relegado como un sector “intermedio de la cadena medio-fines”. El análisis

“estructural de los sistemas de acción” reveló, según Parsons que la “teoría

económica no está, en modo alguno, igualmente interesada por todos los

elementos estructurales de tal sistema” (Parsons 1937: 340), o sea solamente

a lo que llama el “sector intermedio” (Ibid. 341) el cual Parsons divide a su vez

en tres subsectores: a) “el orden distributivo” y las reglas no explicada por la

ortodoxia económica, o los intentos por romper con las reglas en cuestión; b)

el sector tecnológico de la cadena medio-fin que los supone resueltos y

finalmente c) el “subsector central” del “sector intermedio” como el punto central

de “la teoría económica”:

Es el punto en el que resultan implicadas consideraciones de asignación de medios escasos entre recursos escasos. Consiguientemente, y a efectos de este estudio, cabe definir a la economía como la ‘ciencia que estudia los procesos de adquisición racional de medios escasos para los fines del actor mediante la producción y el intercambio económico, y de su asignación racional entre usos alternativos’ (ibid.) De esta manera Parsons otorga a la “economía” un ámbito muy específico no

obstante que estaría bajo la lógica más general de los sistemas de acción que

se guían por valores últimos que en ningún sentido podrían deducirse de

aspectos “tecnico-racionales”.

Las posturas de Parsons y Commons facilitan actualmente poder pensar a los

actores y sus respectivas decisiones en términos que hacen posible desplazar

la dicotomía “individualismo-social”. Siempre y cuando no busquemos construir

a su vez lo que Parsons intentó realizar -como hemos mencionado- en su obra

posterior a La estructura de la acción social…: una teoría general del “sistema

social” o de la “personalidad”.

Pero la noción de un agente que toma decisiones con ciertas metas en una

situación y medios específicos todavía asume el fenómeno de lo “subjetivo” el

cual debe problematizarse. Si no existe razón alguna para suponer que

solamente “individuos” humanos pueden tomar decisiones, entonces cabe

sostener la idea que no todos los agentes-actores son individuos-humanos

23

cuyo presupuesto es fundamental en Parsons y Commons. Si bien la estructura

de la acción o las pautas de trabajo son el elemento indispensable para pensar

la acción y decisión de los agentes, ya sea en su versión parsoniana o en la de

Commons, cabe plantear que existen agentes de otra naturaleza con

“capacidades” similares para realizar cálculos y tomar decisiones. Toda una

serie de agentes sociales, partidos, estados, universidades, corporaciones,

etcétera, lo hacen sistemáticamente y por tanto la idea sobre la necesaria

“orientación subjetiva” sale sobrando siempre y cuando las entidades en

cuestión posean algún mecanismo de resolución-decisión. (Hindess 1988;

1989)

Es cierto que la crítica de Savage (1999) y Hindess (1977) a Parsons tiene

sentido si nos referimos a sus escritos después del texto clásico de 1937

cuando intentaba construir una teoría general sobre una totalidad social

específica. Pero si los discursos no tienen unidad necesaria alguna, hace

factible la recuperación de los mejores momentos teóricos de 1937 y los que le

antecedieron que son aspectos teóricos que asimilan gran parte del corpus

institucionalista sin confesarlo. Como de lo que se trata es evadir la

construcción de una teoría general sobre las decisiones y cálculos de los

agentes y los sitios específicos desde los cuales se llevan a cabo por medio de

ciertos medios discursivos en particular, entonces elementos de la obra de

Commons y Parsons resaltadas pueden sernos muy útiles. De hecho en la

latitud latinoamericana, a partir de la década de 1950 surgieron discursos en

torno a la problemática del desarrollo muy similares, corriente teórica

denominada como la “escuela estructuralista latinoamericna” (veáse por

ejemplo: Sanchez Torres y Mallorquin, 2006).

Eso cabe solamente donde se presupone que no existen “centros” (Hirst 1982;

1979) o totalidades organizadas de antemano. Ese es el proyecto de

construcción de la “integración” y “socialización” del sujeto de Parsons post

1937 que no debemos porqué asumir. Por otra parte las críticas de Hodgson

(2004) a Commons son sin duda alguna coherentes, especialmente las que se

refieren a la interpretación de Darwin por parte de Commons respecto la

distinción entre la “selección natural y la “artificial” y también si lo que se busca

es establecer un principio básico último sobre el “origen” y “causalidad” de las

acciones de los agentes, lo cual supone la teorízación de los “hábitos” y la

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“predisposición” del ser humano. Pero esa postura no cree posible una

explicación “científica” de las acciones humanas solamente a partir de actos de

voluntad, sus creencias y sus formas discursivas específicas ya que las supone

determinadas bajo una causa primordial, que son las predisposiciones

engendradas por la información genética. Sin embargo, el supuesto de los

aspectos de la herencia en los seres humanos no necesariamente implica que

sean el punto de la causalidad privilegiada para explicar las acciones sociales.

Para el caso podemos señalar la idea rescatada por D. Davidson de que las

propias “razones” explicativas de los agentes pueden operar en el sentido

“causal” de su acciones y que en parte subsume la idea que presenta Hodgson,

ya que como todo “materialismo” acepta que los eventos son algo “físico” pero

reniega de la idea de que los fenómenos mentales se les pueda dar una

“descripción puramente física” (Davidson en Malpas 1992: 71, nota a pie de

página) postura que se ha llamado “materialismo anómalo”. Las acciones de

los agentes y los términos planteados como las razones para sus actos -lo cual

no significa que siempre procedan correctamente- obviamente ofrece la

posibilidad de eludir la idea de un criterio “causal” ontológico privilegiado,

supuesto por cierta noción de ciencia y su validación, pero tal vez esa idea ya

no sea necesaria, como argumentarían D. Davidson y R. Rorty entre otros.

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