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L a mayoría de los agricultores, y una gran parte de las perso- nas que les suministran el equipo mecánico que utilizan, se ha- cen permanentemente estas preguntas: ¿Será posible producir, de manera continua, prescindiendo del laboreo del suelo?. ¿Se abandonarán total- mente los aperos de trabajo del suelo y, de una manera especial, la utiliza- ción del arado de vertedera? Algunos agricultores han visto en la siembra directa una manera de redu- cir los costes de producción y se han lanzado a practicarla sin un buen co- nocimiento de la tecnología que nece- sita, por lo que a los pocos años la han tenido que abandonar. Otros han sido más precavidos, o más incrédulos, y aun conociendo la ventaja de reducir drásticamente el conjunto de operacio- nes de preparación del suelo para aba- ratar los costes, se siguen preguntado si el suelo no tiene algo que decir al respecto, o si es suficiente controlar las malas hierbas con un buen herbici- da para asegurar la producción. Por otra parte, a veces se confun- den ‘laboreo de conservación’ y ‘siem- bra directa’; desde el principio, hay que dejar claro que si bien la siembra directa es una forma de realizar laboreo de conservación –si se hace bien–, hay otras muchas formas de hacer laboreo de conservación que no pueden incluir- se en el apartado de la ‘siembra direc- ta’, ya que implican diferentes niveles de trabajo del suelo, incluso en profun- didad. Además, algunos suelos que no permiten la siembra directa de manera continuada, deben de manejarse con al- En los últimos años parece que se está produciendo un cambio en la ‘esencia’ de la Agricultura. De la producción agrícola asociada obligatoriamente a la labranza del suelo, hasta el punto de que el agricultor se consideraba ante todo labrador, se pretende pasar al ‘no laboreo’, o siembra directa, 22 agrotécnica

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Page 1: En los últimos años parece que se está produciendo un ... · gún tipo de laboreo de conservación. En las líneas que siguen a continua-ción se pretende dar unas ideas que ayuden

La mayoría de los agricultores,y una gran parte de las perso-nas que les suministran el

equipo mecánico que utilizan, se ha-cen permanentemente estas preguntas:¿Será posible producir, de maneracontinua, prescindiendo del laboreodel suelo?. ¿Se abandonarán total-mente los aperos de trabajo del sueloy, de una manera especial, la utiliza-ción del arado de vertedera?

Algunos agricultores han visto enla siembra directa una manera de redu-cir los costes de producción y se hanlanzado a practicarla sin un buen co-nocimiento de la tecnología que nece-sita, por lo que a los pocos años la hantenido que abandonar. Otros han sidomás precavidos, o más incrédulos, y

aun conociendo la ventaja de reducirdrásticamente el conjunto de operacio-nes de preparación del suelo para aba-ratar los costes, se siguen preguntadosi el suelo no tiene algo que decir alrespecto, o si es suficiente controlarlas malas hierbas con un buen herbici-da para asegurar la producción.

Por otra parte, a veces se confun-den ‘laboreo de conservación’ y ‘siem-bra directa’; desde el principio, hayque dejar claro que si bien la siembradirecta es una forma de realizar laboreode conservación –si se hace bien–, hayotras muchas formas de hacer laboreode conservación que no pueden incluir-se en el apartado de la ‘siembra direc-ta’, ya que implican diferentes nivelesde trabajo del suelo, incluso en profun-

didad. Además, algunos suelos que nopermiten la siembra directa de maneracontinuada, deben de manejarse con al-

En los últimos años parece que se está produciendo uncambio en la ‘esencia’ de la Agricultura. De la producción

agrícola asociada obligatoriamente a la labranza del suelo,hasta el punto de que el agricultor se consideraba ante todo

labrador, se pretende pasar al ‘no laboreo’, o siembra directa,

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gún tipo de laboreo de conservación.En las líneas que siguen a continua-ción se pretende dar unas ideas que

ayuden a comprender las posibilida-des de las nuevas técnicas para la im-plantación de los cultivos, a la vez desus limitaciones cuando se pretendenaplicar de manera indiscriminada.

EL ARADO: ¿BUENO O MALO?

El arado ha sido por siglos la basede la agricultura tradicional, pero tam-bién se ha considerado como el culpa-ble (¿presunto?) de la desertización degrandes áreas agrícolas cultivadas consu ayuda.

Cuando se dispone de una ‘cultu-ra’ agrícola basada en el arado, frentea los cambios que se recomiendan hay

que preguntarse: ¿Resulta imprescin-dible el arado para obtener buenas co-sechas?, ¿es la mejor solución en de-terminadas circunstancias?, ¿hay al-ternativas a la labranza con volteo?,¿resulta viable, a largo plazo, la siem-bra directa?.

Si revisamos el refranero popular,que en muchas ocasiones se utiliza pa-ra justificar las actuaciones agrícolas,aparece en vanguardia el conocido‘ara profundo, echa basura…’ como elmejor procedimiento para conseguirlas mayores cosechas.

Esta norma, que puede haber ser-vido como orientación de muchas ge-neraciones de agricultores, en el mo-mento actual, posiblemente se ha su-perado, al menos en lo que respecta a

LLuuii ss MMáárrqquueezzDr. Ing. Agrónomo

abandonando totalmente la tecnología tradicional basada enel empleo del arado. Esto puede significar una renovación en el equipo mecánico que utilizan los agricultores, peroexige, además, un cambio total en la mentalidad de laspersonas que intervienen en la producción.

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la profundidad alcanzada por las labo-res. Los medios mecánicos disponi-bles permiten trabajar a profundidadesnunca soñadas por el agricultor queutilizaba una yunta de mulas o de bue-yes; sin embargo, nos hemos olvidadototalmente de la ‘basura’, ya que losfertilizantes minerales no proporcio-nan algo equivalente. Las consecuen-cias las tenemos delante: erosión, pér-dida de la estructura del suelo, lo quedificulta la nascencia de los cultivos,bajada de la productividad… deserti-zación.

En cualquier caso, pensando enuna agricultura productiva, válida pa-ra las condiciones socioeconómicasde los países de la Unión Europea, acualquier empresario agrícola le inte-resa mejorar la productividad redu-ciendo los insumos –fertilizantes y fi-tosanitarios– que puede necesitar parael desarrollo de los cultivos, así comomanteniendo bajos los costes deriva-dos de la mecanización. Pero además,en las circunstancias actuales, tam-bién debe de interesarle los efectosmediomabientales de la producciónagraria y sobre todo que le pagan por‘no producir’.

El trabajo del suelo, con inde-pendencia de las características delos aperos y demás herramientas quese pueden utilizar, tiene unos objeti-vos prioritarios: conseguir una den-sidad aparente del suelo facilita eldesarrollo radicular de los cultivos, ala vez que controlar la vegetaciónadventicia, pero también minimizarlas pérdidas de suelo que produce laerosión. Hay suelos que por sus ca-racterísticas, manejados convenien-temente, mantienen una densidadaparente que favorece el desarrolloradicular, por lo que en ellos se pue-de realizar sin dificultad la siembradirecta; en otros se necesita una acti-vidad mecánica para conseguirlo.Paralelamente, la oferta de productosherbicidas eficaces y de bajo impac-to ambiental ofrece alternativas parael control de la vegetación adventi-cia.

Serán los factores económicos yambientales los que condicionen laforma de actuar y las produccionespotenciales para las situaciones climá-ticas y edáficas de cada parcela consi-derada

PERDER EL SUELO

En el suelo desnudo se intensifi-can los fenómenos erosivos por la de-gradación de su estructura; por otraparte, con el desarrollo de abundantevegetación adventicia, el agua acumu-lada en el suelo a lo largo de los perío-dos húmedos se pierde por evapo-transpiración, en detrimento de su dis-ponibilidad para los cultivos.

Con las técnicas de labranza tradi-cional, que se ponen de manifiesto enel barbecho desnudo, se ha pretendi-do, de una manera especial, intensifi-car la producción combatiendo la ve-getación adventicia, recurriendo alvolteo del suelo que era la forma máseficaz para conseguirlo.

Esto, que en climas húmedos po-día resultar aceptable desde el puntode vista de la economía de la produc-ción agrícola, cuando se aplicaba enclimas áridos, en los que la lluvia seproduce de manera torrencial despuésde largos períodos de sequía, se con-

vierte en un factor desencadenante dela erosión en suelos desnudos y malestructurados.

A lo largo de los siglos, en unagran parte de los suelos agrícolas es-pañoles se ha llegado a un punto decuasi equilibrio, dando lugar a agro-sistemas más o menos estabilizados.En otros, como son los suelos en pen-

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diente, el fenómeno erosivo aumentadía a día como consecuencia de la ma-yor disponibilidad de energía mecáni-ca en las labores, unida a aperos ina-propiados.

El ‘barbecho’, como una forma de‘acumular’ agua en el suelo, se ha vis-to que en muchos casos proporcionaun balance del agua con saldo negati-vo y, sin embargo, se mantiene la ideade relacionar barbecho y alta produc-ción

El aumento de la disponibilidadde energía de origen mecánico con laentrada de la motorización y origenquímico con el empleo de los fertili-zantes minerales, permitió llegar a laintensificación del aprovechamientode los suelos ‘cultivables’ y las conse-cuencias las tenemos delante: primeroautoabastecimiento, después exceden-tes, pero siempre con elevados costesde producción.

Una gran parte de la energía nece-saria para la producción agrícola seutiliza en el trabajo del suelo, por loque los altos costes de producción, encierto modo, tienden a aumentar la de-gradación de la estructura del suelofavoreciendo la erosión.

LA EFICACIA DE LOS APEROS

El laboreo del suelo ha estado tra-dicionalmente encaminado a conse-guir aumentos de la productividad demanera inmediata con costes reduci-dos. De esta manera, en los aperos tra-dicionalmente se valora su eficienciamecánica, la perfección de su trabajo,

la simplicidad de su diseño, sus costesde operación y las posibilidades quetienen para trabajar en condicionesmeteorológicas adversas, asegurandoo incrementando la producción. Así sedecide la ‘bondad’ de la máquina y loadecuado de su empleo, pero ¿cuálesson sus efectos sobre el suelo?.

Se puede decir que ha habido unafalta de preocupación por conocer losefectos de las operaciones de labranzasobre el propio suelo, al margen desus rendimientos productivos inme-diatos.

El suelo está sometido a una de-gradación continua, con pérdida de supotencial productivo, que lo devalúa

como bien. Sin embargo, el mayor va-lor de las tierras en el mercado, engran parte como consecuencia de lapérdida de valor de la moneda, perotambién por tratarse de algo escaso, yel aumento generalizado de la produc-tividad actúan como pantalla queoculta la devaluación del suelo comomedio de producción.

Esta evolución negativa se vienerealizando por siglos, pero con laintroducción de la tecnología mecáni-ca el proceso se acelera. Con el aradoromano y la tracción animal sólo sepueden producir pequeños daños quepodían ser compensados, en algunoscasos, con la edafización de nuevascapas de suelo, pero cuando esto noera así, y se sobre explotaba, termina-ba convertido en erial.

Con la tracción mecánica se acele-ra este proceso, superándose en me-nos de 100 años la degradación produ-cida en el milenio anterior. Sin embar-go, los resultados obtenidos dieron alas tecnologías mecánicas un cariz op-timista: se aumentaba el perfil cultiva-do, con lo que lo hacían los nutrientesy el agua puestos al alcance del siste-ma radicular de las plantas, que, ade-más, eran más fácilmente absorbidospor el aumento del grado de pulveri-zación del suelo; se aceleraban lasoperaciones con mayor independenciade las circunstancias climáticas; se re-partía mejor en el perfil los fertilizan-tes aportados y el estiércol, aunque es-te último esté, por el momento, en cla-ra recesión.

La consecuencia de todo ello hasido un aumento de los rendimientosmedios, lo que ayudaba a la valoriza-ción de la tierra, enmascarando supérdida de capacidad productiva. Larealidad es que la producción ha au-mentado como consecuencia del in-cremento de los insumos en forma demecanización, fertilizantes, semillas,fitosanitarios, todos ellos valorablesen términos de energía consumida porunidad de superficie cultivada, a lavez que disminuye la capacidad pro-ductiva del suelo.

Los daños en el suelo se ponenclaramente de manifiesto ya que laerosión resulta mayor siempre en loscultivados que en los incultos, o losque se protegen con una cubierta na-tural. Además, las labores, en los ca-

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“En muchoscasos se ha

podidocomprobar que

el barbechoofrece un

balance delagua con saldo

negativo”

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sos menos desfavorables, producendesplazamientos de las capas superfi-ciales en el sentido de la pendiente; elmullido, conseguido con la pulveriza-ción del suelo, rompe la estructura deéste, favoreciendo la erosión, y, cuan-do llueve, mientras el suelo sea capazde absorber el agua caída, los efectosson poco apreciables, pero si se llegaa un exceso de agua la erosión se ha-ce decenas de veces superior. Tam-bién hay que contar con las pérdidasde nutrientes por lavado, tanto en per-colación como en escorrentía, y aquíel tipo de labores y la forma en la quese realizan influyen de manera deci-siva.

COMPENSAR LADEGRADACIÓN DEL SUELO

En la degradación del suelo comomedio productivo hay unos factoresque son compensables mientras queotros no lo son. Así, con la fertiliza-ción, se reponen los nutrientes, tantolos extraídos por las cosechas comoperdidos por lavado, pero los efectossobre la estructura del suelo, que alafinarse deja libre partículas sobre lasque es más fácil que se produzca laerosión, no son fácilmente reponi-bles.

Cuando la erosión de un suelo sepone de manifiesto en forma de rega-jos y cárcavas, el agricultor decidecombatirla con más o menos energía.En la mayoría de los casos lo que sesuele hacer es ‘tapar’ el problema quepermanece y se desarrolla en el tiem-po. Más importante todavía puede ser

el problema en los suelos que no tie-nen erosión, ya que la erosión lami-nar, no apreciable a simple vista, oca-siona pérdidas de nutrientes de mayorimportancia económica que la erosiónen regajos de apariencia tan escanda-losa, y constituyen un problema gravede contaminación de las aguas profun-das y superficiales.

Cuando el terreno dispone de unsubsuelo apropiado, tanto en caracte-rísticas como en profundidad, unaparte de las pérdidas se compensan,pero cuando cambia el material defondo, o se llega a la roca, se alcanzael final del proceso, siendo necesariocambiar de forma de explotación, por-que lo ha hecho la tierra, o ésta termi-nará convirtiéndose en erial.

Así, se ha llegado a un equilibriomás o menos estable que caracteriza ala zona agrícola considerada. Cuandocambian las reglas del juego, y deja deser interesante producir en abundan-cia, se puede pensar en cambiar la for-ma de actuar, lo que traerá como con-secuencia un cambio de la línea deevolución con un punto de equilibriodistinto: ‘mejor’ o ‘peor’ según los as-pectos que se utilicen para la valora-ción.

En cualquier caso, el capital ‘tie-rra’, de la misma manera que losotros capitales, debe conservarse, loque exige unos gastos que casi nuncaserán consecuencia de la ejecución degrandes obras de conservación desuelo, sino de un cuidado especial uti-lizando técnicas de labranza que per-mitan que el suelo se mantenga es-tructurado, con suficientes residuossuperficiales, y con una rugosidad su-perficial apropiada. Esto en su con-

junto es lo que se ha venido a deno-minar como ‘laboreo de conserva-ción’.

Además, durante mucho tiempo,el análisis de los procesos productivosde la agricultura se ha realizado sobrela base de trabajar en un sistemacerrado, de forma que con el laboreoprofundo y el abonado mineral se po-día mantener la productividad del sue-lo. Sin embargo, el sistema suelo esun sistema abierto en desequilibrio, yaque responde con intensidades supe-riores a las perturbaciones que en elmismo se producen, por lo que todaslas técnicas de producción deben ana-lizarse en conjunto para que el medioalcance la estabilidad y la autorregula-ción de los sistemas naturales.

LA PRÁCTICA DELLABOREO DECONSERVACIÓN

El arado que primero se utiliza co-mo elemento surcador y después co-mo único sistema para defender elcultivo de la vegetación natural com-petitiva pasa, gracias a los avances dela tecnología mecánica, a convertirseen algo, además de costoso, cierta-mente peligroso en suelos erosiona-bles.

Esta peligrosidad potencial se in-crementa por un criterio de utilizaciónequivocado: ‘si el uso inicial del aradopara la labranza del suelo mejora laproducción, intensificando este labo-reo la producción se debe incremen-tar’. La realidad es muy diferente: estesobrelaboreo pulveriza excesivamenteel suelo, degrada su estructura y, ade-más de aumentar los costes de produc-ción, llega a afectar a la cosechadaesperada, favoreciendo la erosión; elrecurso a largo plazo desaparece y sefomenta la desertización.

La oferta de productos químicoscapaces de controlar las malas hierbashace posible cuestionar la necesidadde este laboreo tradicional. Mantenerel suelo ‘limpio’ es la máxima ilusiónde muchos agricultores y eso, a costade un sinfín de pasadas que incremen-tan los problemas del campo de culti-vo. La mayor parte de las labores pue-den llegar a ser innecesarias, y a vecesperjudiciales.

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Cuando el agricultorllega al convencimientode que el laboreo del sue-lo no es esencial para pro-ducir una cosecha, y quepuede resultar más favora-ble, sobre todo a largoplazo, mantener el suelocubierto de residuos decosechas anteriores toda-vía tiene algunas dificul-tades que vencer: encon-trar una maquinaria capazde controlar las malashierbas en un suelo conabundantes residuos su-perficiales dejados por el cultivo ante-rior y obtener rápidamente resultadosaceptables que le ayuden a soportarlas críticas que recibirá por la innova-ción.

Y esta maquinaria, adecuada parael laboreo que se define como ‘deconservación’, puede encontrarla en-tre los equipos que a veces emplea pa-ra el laboreo tradicional, pero esto noes tan sencillo en lo que respecta al la-boreo secundario, donde la oferta esmás escasa y con pocas posibilidadesde adaptación a muchos de nuestrossuelos.

MANTENER EL RESIDUO SUPERFICIAL

Uno de los objetivos del laboreotradicional ha sido la incorporacióndel rastrojo al suelo para producir sudescomposición anaerobia, sin quellegue a interferir en la preparaciónposterior del lecho de siembra. Aquí,la vertedera, y en menor grado el ara-do de discos, ofrecen el trabajo de ma-yor calidad.

Al establecerse científicamente lacorrelación entre la pérdida de suelo yel residuo superficial ha sido necesa-rio buscar otros sistemas que puedanremover el suelo, eliminar la vegeta-ción natural, e incluso preparar ade-cuadamente el lecho de siembra quefacilite la germinación y nascencia dela semilla, manteniendo en mayor omenor grado este residuo superficialprocedente del cultivo anterior.

La dificultad es, sin duda, elevada,y cualquiera de los aperos diseñadoshasta ahora producen un cierto grado

de deterioro en la capa vegetal que cu-bre el suelo, pero las distintas técnicasde laboreo de conservación establecenunos límites mínimos admisibles quese deben respetar.

Cada operación de campo pulveri-za y entierra parte de este residuo, pu-diéndose llegar, en operaciones suce-sivas, a la desaparición de esta cubier-ta vegetal muerta que actúa de protec-ción. Así, una labor con vertedera en-tierra más del 95% del residuo vegetalpresente, mientras que con un chiselel grado de enterrado del residuo pue-de ser del 20-25% solamente. La sem-bradora capaz de realizar la siembradirecta elimina menos del 10% del re-siduo superficial que se encuentre pre-sente.

Se ha establecido que la protec-ción mínima requerida para poder ha-blar de laboreo de conservación debeser al menos del 30% del residuo de la

cosecha anterior, realiza-da esta evaluación inme-diatamente después desembrar, aunque aparez-can claras diferencias se-gún el tipo de rastrojoconsiderado.

Esto supone que si,desde la cosecha del culti-vo anterior, se han reali-zado varias operaciones,hay que considerar elefecto acumulativo de ca-da una de ellas, además dela descomposición naturalque se produce por el

tiempo transcurrido, que se intensificasi ha transcurrido un periodo invernal,que ocasiona una descomposición su-plementaria del 25 al 30% del rastrojoinicial.

El grado de residuo existente pue-de marcar dos niveles extremos en ellaboreo de conservación:• Laboreo mínimo de conservación, o

laboreo bajo residuo de rastrojo, sis-tema de compromiso entre la labran-za tradicional y la técnica de conser-vación, que exige mantener al menosel 30% del residuo superficial.

• No laboreo, o siembra directa, sinremover el residuo superficial quequeda en más del 90% cubriendo lasuperficie del campo de cultivo unavez realizada la nueva implantación.

Entre ambos pueden considerarsesistemas intermedios, como el laboreopor bandas o en caballones que permitemantener del 50 al 65% del residuo en

“Se conoce comolaboreo de conservaciónlas técnicas de labranza

que permiten que el suelose mantenga

estructurado”

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el campo sembrado, que-dando el trabajo del sueloreducido a las fajas o caba-llones en los que se realizala implantación del cultivo.

En la siembra directa,el laboreo del suelo se li-mita a la acción de la uni-dad sembradora, pero enel laboreo mínimo de con-servación hay un verda-dero trabajo del suelo conaperos para labranza pri-maria y secundaria.

A MODO DECONCLUSIÓN

Se ha intentado poner de manifies-to la importancia que tiene el laboreode conservación en el mantenimiento alargo plazo de una agricultura produc-tiva, pero también señalando que eltrabajo del suelo,incluso profun-do, puede formarparte del laboreode conservación,o lo que es lomismo, que el nolaboreo, o siem-bra directa, no esla única alterna-tiva para unaproducción agrí-cola compatiblecon el ambiente.

Incluso elempleo de la ver-tedera puede seruna opción admi-sible desde elpunto de vistaeconómico y am-biental, siempre que se utilice con ra-cionalidad en suelos apropiados.

El tipo de labranza recomendadaen cada circunstancia, con indepen-dencia de los condicionantes econó-micos de cada empresario agrícola,debe de tener, como punto de partida,el conocimiento del estado del sueloen profundidad.

Con un suelo compactado en laszonas en las que se debe de desarrollarel sistema radicular del cultivo resultaimprescindible un trabajo profundodel suelo que lo descompacte, seguido

del laboreo secundario que, junto conla sembradora, se encargue de prepa-rar el lecho de siembra donde se va acolocar la semilla.

En el caso de un suelo fisurado enprofundidad aparecen dos alternati-vas. Si la superficie se encuentra sufi-cientemente nivelada, la siembra di-recta puede ser la opción más aconse-

jable, pero cuando aparece una super-ficie irregular se necesitará cierto gra-do de laboreo secundario que se en-cargue de preparar el lecho de siembraantes de que pase la bota de la sem-bradora, aunque esto se pueda haceren una operación combinada. La pre-sencia de residuos de fitosanitarios enlas capas superficiales del suelo puedeobligar a un cierto volteo, aunque elsuelo se encuentre fisurado en profun-didad.

Tanto si el suelo se encuentracompactado como si el grado de fisu-

ración es adecuado, la se-lección de los aperos debeestar en función del gradode residuo que se necesitamantener en superficie,mayor a medida que lossuelos son más suscepti-bles de erosión.

A este respecto, hayque resaltar que la siem-bra directa continuadaexige residuos superficia-les abundantes que ac-túan, a modo de ‘sombre-ro’, como protección del

suelo y sólo podrá realizarse año trasaño en suelos cuya naturaleza les per-mite mantenerse fisurados en profun-didad. Esto hay que tenerlo muy encuenta para la elección del tipo desembradora que puede trabajar sinproblemas en esta situación.

Por otra parte, no hay que olvidarque cualquier reducción del nivel en

las operacionesmecánicas detrabajo del suelodebe de ir com-binada con téc-nicas para elcontrol de lasmalas hierbas,como las rota-ciones de culti-vos, y sobre todocontando con unbuen equipo deaplicación ajus-tado para conse-guir este controlcon mínimascantidades dematerias activas.

Por último,conviene recor-

dar que, si bien el trabajo del suelotiene como objetivos prioritarios lamodificación de la densidad aparentey el control de las malas hierbas, tam-bién a veces se necesita controlar elmovimiento del agua y la temperaturaen el suelo, así como enterrar parási-tos, residuos y aportes minerales y or-gánicos. En estos casos el trabajo delsuelo cobra mayor importancia y es lavertedera la que, en muchas ocasio-nes, permite realizar este trabajo conla mayor eficacia. Pero, cuidado, ma-nejándola con precaución.♠

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“El no laboreo, osiembra directa, no es la

única alternativa para unaproducción agrícolacompatible con el