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En la reflexión sobre lo oral y lo escrito: Educación escolar y práctica en pueblos indígenas. Editorial Universidad del Cauca, Colección Jigra de Letras, Serie Cuadernos de Trabajo Nº 1. Popayán. 2005- ISBN 958-9475-90-6. 42 páginas.

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En la reflexión sobre lo oral y lo escrito: Educación escolar y práctica en pueblos indígenas.

Editorial Universidad del Cauca, Colección Jigra de Letras, Serie Cuadernos de Trabajo Nº 1. Popayán. 2005-

ISBN 958-9475-90-6. 42 páginas.

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EN LA REFLEXIÓN SOBRE LO ORAL Y LO ESCRITO:

EDUCACIÓN ESCOLAR Y PRÁCTICA EN PUEBLOS

INDÍGENAS

Tulio Rojas Curieux (Departamento de Antropología, Universidad del Cauca)

Prólogo

En los estudios sobre las lenguas en general se ha insistido bastante en la competencia

gramatical y en la competencia comunicativa, en los estudios sobre las lenguas indígenas

también se ha insistido en esos tópicos lo cual supone como trasfondo que las dos lenguas

tienen el mismo estatus y que gozan de idénticas posibilidades de desarrollo. Presupuestos

que muy poco tienen que ver con la realidad. Las lenguas de los pueblos indígenas no solo

son minoritarias en nuestro país, sino que además han sido minorizadas por la sociedad

nacional e incluso, lo cual es más grave aún, por sus mismos hablantes.

El término gramática es polisémico (por lo menos en castellano) dado que puede usarse

para remitir al conocimiento de una lengua, a la construcción que hace un lingüista o a la

disciplina escolar. Y muchas veces se insiste demasiado en la función prescriptiva de esas

interpretaciones. Sin embargo es necesario salir de ese marco si realmente se quiere entrar

en la realidad de las lenguas y en tal caso es imperativo estudiar las estructuras de la lengua

aunadas a las formas y posibilidades de variación en la comunicación y a la realidad social,

cultural y política de los hablantes.

Para el desarrollo de las lenguas indígenas se debe prestar atención no solo a la valoración

de sus estructuras sino a los procesos sociales en donde ellas ganan o pierden terreno. Uno

de estos procesos es el relativo a la presión por escribir las lenguas indígenas, procesos que

para algunas de ellas representan treinta o cuarenta años de su vida social y para otras

solamente unos pocos años. Todos ellos están inmersos en la realidad nacional y no

escapan a sus vaivenes. Por lo tanto la propuesta es discutir de una manera amplia, seria y

respetuosa sobre las maneras de resolver las distintas tensiones que esta presión genera.

Esta reflexión está organizada en cuatro partes: En la primera se trabaja sobre la escritura

en general; la segunda se ha organizado alrededor de algunas preguntas lo cual permite

centrar las ideas sobre la práctica de la escritura en el proceso de enseñanza; la tercera se

adentra en algunos aspectos del paso de la oralidad a la escritura y la cuarta parte trata de

dar cuenta de algunas experiencias en comunidades nasa (paeces) del departamento del

Cauca. Es importante anotar que estas reflexiones son de un lingüista que ha acompañado

algunos procesos de tránsito de sociedades ágrafas a la escritura y que ha tratado de

contribuir en diversos aspectos educativos.

El documento está orientado a generar un debate y no a presentar soluciones cual recetas.

Se trata de que hablantes y no hablantes, académicos y no académicos, autoridades

indígenas y autoridades nacionales, profesores, líderes, estudiantes, madres y padres de

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familia entremos en la discusión, asumamos que la lengua nasa está viva, tiene tensiones y

preguntas que resolver, procesos que desarrollar, esperanzas que alcanzar.

Así que la invitación es para que este material sea leído, comentado, discutido, ampliado.

Tulio Rojas Curieux

Profesor, Departamento de Antropología

Universidad del Cauca

[email protected]

Agosto de 2005

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En la reflexión sobre lo oral y lo escrito: Educación escolar y práctica en pueblos indígenas.

Editorial Universidad del Cauca, Colección Jigra de Letras, Serie Cuadernos de Trabajo Nº 1. Popayán. 2005-

ISBN 958-9475-90-6. 42 páginas.

Una digresión necesaria

La escritura siempre ha ejercido una fascinación en los pueblos (antiguos o

contemporáneos); baste recordar los esfuerzos para llegar a ella y los trabajos para entender

la de aquellos pueblos que nos ha sido legada en sus monumentos, como la piedra de

Rosetta estudiada por Champollion1 o las investigaciones para entender los códices mayas.

Los pueblos aborígenes del Nuevo Mundo no escaparon a esa fascinación; desde la

Conquista los cronistas refirieron el temor que inspiraba a los aborígenes esas “gentes que

hacían hablar el papel” y que al hablar nombraban un dios por cuyo poder iban a ser

redimidos y si se resistían iban a ser sometidos; de esta forma los nativos del Nuevo Mundo

vieron que las palabras contenidas en esos papeles eran base de acciones para herir, matar,

dominar y expoliar, aunque para muchos de los conquistadores y misioneros de la época

esos mismos escritos sirvieran como instrumento de salvación de almas para el cielo (Eco

1995:44; Melià 1995)

Todos aceptamos sin recelo que la forma oral de la palabra ha servido de soporte a

las tradiciones y a la historia de los pueblos hasta cuando apareció la escritura y se creó una

oposición entre el texto oral y el texto escrito. Los documentos históricos dicen que la

escritura apareció, por diversas motivaciones, en Mesopotamia, Egipto, India occidental,

China y Mesoamérica de una manera más o menos simultánea (Diringer 1984; Cohen 1958;

Février 1959). Con la escritura y mediante una serie de signos se pasó de la palabra

hablada, que captamos por medio del oído, a una gráfica que captamos por la vista. La

sucesión lineal en el tiempo al pronunciar las palabras se convierte en una sucesión lineal

en el espacio al escribirla2 que luego, y a distancia, puede convertirse, nuevamente, en una

sucesión lineal en el tiempo al aprender la técnica de descifrar esos signos, técnica que

llamamos lectura.

Las primeras escrituras se constituyeron a partir de una esquematización de seres

existentes en el entorno de los pueblos que las desarrollaron; en algunos jeroglíficos todavía

se ven las figuras de un águila, una lechuza, una culebra. El alfabeto realiza una ruptura

tanto con los seres que le dieron origen como con los lugares en donde se utilizó de esta

manera, desterritorializando la escritura para favorecer lo que los seres humanos tienen en

común: la voz. Aunque se conoce el origen de las letras del alfabeto latino en su uso actual

no hay nada que nos permita evocar las figuras que las inspiraron.

Una vez inventada la escritura3 como un sistema gráfico que es producido y usado

con fines comunicativos (así como la lengua hablada) se difundió y fue apropiada por

pueblos diferentes de aquellos que la inventaron. Su adquisición, manejo y desarrollo no es

1 En 1799 uno de los miembros de una expedición de Napoleón en Egipto encontró una piedra de

114 x 72 centímetros con un texto en tres escrituras diferentes correspondientes a tres lenguas:

jeroglíficos egipcios, demótico y caracteres griegos. En 1822 Jean-François Champollion logró

descifrar los jeroglíficos egipcios. La piedra en mención se conoce como Piedra de Rosetta. (Crystal

2000). 2 Para explicar en castellano tanto la sucesión en el tiempo como la sucesión en el espacio se dice

“una unidad va después de la otra”. 3 La escritura cuneiforme apareció entre el año 4000 y el año 3000 antes de esta era (cf. Février

1984).

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únicamente un asunto de tecnología; todo cambio tecnológico produce otros cambios (a

veces los induce, a veces los obliga)4.

La utilización de la escritura tiene repercusiones en la estructura de la tradición

textual de los pueblos y en los procesos de construcción de la significación porque implica

un proceso de re-elaboración mental que concierne directamente a la organización del

conocimiento y los procesos de aprendizaje. Aunque la oración (en el sentido gramatical y

amplio del término) es una unidad importante en el análisis de cualquier lengua (máxime en

su forma escrita) los procesos de construcción de la significación remiten no sólo a patrones

de construcción textual y a estructuras de uso lingüístico sino también a patrones sociales y

culturales.

Lo que la escritura gana en estabilidad y permanencia lo puede perder en

comprensión. Austin (1962) distinguió entre el acto ilocutivo (lo dicho o afirmado) y la

fuerza ilocutiva5 (cómo pretende el hablante que sea interpretado lo dicho). En una

conversación normal los hablantes tienen poca (o ninguna) dificultad en captar la fuerza

ilocutiva de los enunciados; no sucede siempre lo mismo con la escritura y ahí reside uno

de sus retos. Así, cuando un profesor en el aula de clase dice “las evaluaciones son

estrictamente individuales” sus alumnos captan que no se trata de una simple descripción

que hace su maestro sino que está señalando una clara prohibición de ciertas conductas,

como la de mirar la evaluación de los compañeros o preguntar a su vecino; esta prohibición

se comprende gracias a que se apela al análisis de la situación, de las condiciones de

enunciación que proporcionan un marco espacio-temporal, conceptual y cultural

determinado compartido por quienes allí intervienen. Pero si nos encontramos con un trozo

de una carta en donde se puede leer “qué buen amigo eres” y no podemos establecer el

contexto ni las condiciones de enunciación no podemos saber si se trata de una exclamación

afectuosa o de una ironía pues en la escritura no se pueden reproducir todos los matices del

tono y la entonación ni la expresión facial, ademanes y gestos de quien habla o de quien

escucha. Varios sistemas de escritura han tratado de representar rasgos prosódicos y para

ello apelan a signos de puntuación tales como las marcas de interrogación (¿?) o de

admiración (¡!) que no se leen en sí mismos sino que indican cómo debe leerse un escrito6.

La fuerza ilocutiva se capta rápidamente en un discurso oral; en un texto escrito es

necesario recuperarla con mayor grado de detalle. De aquí la importancia de la precisión

conceptual de los términos utilizados pues no se puede olvidar que una palabra es también

una forma de resumir la historia.

Algunas veces la escritura es sobre-valorada y otras es mirada con

desconfianza. Para quienes asumen la primera posición lo escrito se vuelve más fiable

que lo hablado; pareciera que se asociara el ser visible con validez y veracidad de la

4 Existe una estrecha relación entre la escritura y las prácticas del poder; incluso, uno de los

elementos claves de los cambios en el siglo XVI se debe al invento de la imprenta (hecho por

Gutenberg) que permitió la reproducción masiva de textos escritos y los puso al alcance de más

amplios sectores. Ya Grecia, y luego Roma, habían logrado un uso bastante amplio de la escritura

(cf. Landaburu 1998). 5 Algunos autores (Searle. J. 1969, Escandell 1993) han usado los términos “acto locucionario” y

“fuerza ilocucionaria”. 6 Cuando en castellano alguien está leyendo un texto en voz alta ante un auditorio y encuentra una

cita entre los símbolos que llamamos comillas (“ ”) en ocasiones hace con sus manos un gesto que

intenta representar los signos del escrito.

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información7. Quienes la miran con desconfianza parten de que al escribir se separan

las condiciones de enunciación, que han permitido materializar el mensaje, de su

representación gráfica. Platón (1977:881-882) señaló al respecto:

He oído contar, pues, que en Naucratis de Egipto vivió uno de los antiguos

dioses de allá, aquel cuya ave sagrada es la que llaman ibis, y que el nombre

del dios mismo era Theuth. Este fue el primero que inventó los números y el

cálculo, la geometría y la astronomía, a más del juego de damas y los dados, y

también los caracteres de la escritura. Era entonces rey de todo el Egipto

Thamus, cuya corte estaba en la gran ciudad de la región alta que los griegos

llaman Tebas de Egipto, y cuyo dios es Ammón, y Theuth vino al rey y le

mostró sus artes, afirmando que debían comunicarse a los demás egipcios.

Thamus entonces le preguntó qué utilidad tenía cada una, y a medida que su

inventor las explicaba, según le parecía que lo que decía estaba bien o mal, lo

censuraba o lo elogiaba. Así fueron muchas, según se dice, las observaciones

que, en ambos sentidos, hizo Thamus a Theuth sobre cada una de las artes, y

sería muy largo exponerlas. Pero cuando llegó a los caracteres de la

escritura: «Este conocimiento, ¡oh rey!- dijo Theuth -, hará más sabios a los

egipcios y vigorizará su memoria: es el elixir de la memoria y de la sabiduría

lo que con él se ha descubierto.» Pero el rey respondió: «¡Oh ingeniosísimo

Theuth! Una cosa es ser capaz de engendrar un arte y otra ser capaz de

comprender qué daño o provecho encierra para los que de ella han de

servirse, y así tú, que eres el padre de los caracteres de la escritura, por

benevolencia hacia ellos, les has atribuido facultades contrarias a las que

poseen. Esto, en efecto, producirá en el alma de los que lo aprenden el olvido

por el descuido de la memoria, ya que fiándose a la escritura, recordarán de

un modo externo, valiéndose de caracteres ajenos; no desde su propio interior

y de por sí. No es, pues, el elixir de la memoria, sino el de la rememoración, lo

que has encontrado. Es la apariencia de la sabiduría, no su verdad, lo que

procuras a tus alumnos; porque, una vez que hayas hecho de ellos eruditos sin

verdadera instrucción, parecerán jueces entendidos en muchas cosas no

entendiendo nada en la mayoría de los casos, y su compañía será difícil de

soportar, porque se habrán convertido en sabios en su propia opinión, en

lugar de sabios.

De estas posiciones se pasó a la discusión sobre la fidelidad de la transmisión: que es más

fiel la transmisión oral, dicen unos, que es más fiel la transmisión escrita, argumentan otros.

A la discusión se agrega otro ingrediente: la interpretación del texto, uno de los elementos

que se deberá tener en cuenta en el momento en que un pueblo ágrafo asume la escritura8.

Esta discusión fue propuesta por Platón en Fedro, o de la belleza:

7 En las discusiones en las cuales se contraponen dos puntos de vista es frecuente preguntar con

vehemencia: "Eso que usted dice, ¿en dónde está escrito?”. 8 Esta discusión sobre la interpretación no sólo incluye los textos escritos o hablados sino el

"mensaje-huella". De una forma general este tipo de mensaje supone una intención comunicativa

del emisor y un tipo de huella, como cuando algunos animales delimitan su territorio con orina. Hay

sociedades que consideran que la naturaleza habla a través de los truenos, las nubes, los sueños,

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“Mientras no se conozca la verdad sobre cada una de las cosas acerca de las

cuales se habla o escribe, mientras no se sea capaz de definir cada cosa por sí

misma, y, una vez definida, se sepa dividirla de nuevo por especies hasta lo

indivisible, y se pueda discernir de este modo la naturaleza del alma, y

descubrir la especie de discurso que se adapta a cada una para establecer y

ordenar así el discurso, y presentar al alma abigarrada discursos también

abigarrados que armonicen con todo y discursos sencillos al alma sencilla, no

será posible manejar con arte, en la medida en que su naturaleza lo permite,

el arte de la oratoria, ni para enseñar, ni para persuadir” (Platón 1977:883).

La escritura es una realidad innegable para las sociedades actuales pero aún quedan en el

mundo pueblos ágrafos (cada vez menos, pero existen) y otros que apenas han empezado a

discutir sobre la posibilidad de utilizar una forma escrita para representar su habla. Las

implicaciones del proceso de adquirir y utilizar la escritura en una comunidad, no sólo en la

educación sino en la vida diaria, son muy importantes y su debate puede ser complejo9.

La escritura es una herramienta que permite comunicarnos a distancia en el espacio

y en el tiempo y sin tener al interlocutor presente; es producto de un esfuerzo por

representar en un medio gráfico las señales del habla y siempre utiliza para ello un número

limitado de símbolos que combina para formar unidades mayores. Uno de los sistemas de

escritura es el alfabético. El alfabeto castellano forma las sílabas y las palabras a partir de

un número limitado de grafemas, 27 letras10 con las cuales escribimos cientos de sílabas, de

palabras y de oraciones11.

ciertos movimientos ('señas') en el cuerpo, y estos “mensajes” necesitan de una interpretación pues

no es accesible a todos los miembros de la comunidad al tratarse de la palabra de seres superiores.

Vale la pena citar el debate ocurrido en 1990 en el marco de las conferencias Tanner de Clare Hall,

Cambridge, cuando Umberto Eco indicó que “entre la intención del autor (muy difícil de descubrir

y con frecuencia irrelevante para la interpretación de un texto) y la intención del intérprete que

(citando a Richard Rorty) sencillamente «golpea el texto hasta darle una forma que servirá a su

propósito» existe una tercera posibilidad. Existe una intención del texto” (Eco 1995:27). 9 Trabajos en esta dirección han sido publicados en la Colección Lenguaje, Escritura,

Alfabetización dirigida por Emilia Ferreiro en Editorial Gedisa. 10 Me refiero a las letras simples y no a los dígrafos que utilizan dos grafemas ya existentes: a, b, c,

d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. De acuerdo con la Ortografía de la lengua

española (Real Academia Española 2002:2) “el español se sirvió desde sus orígenes del alfabeto

latino, que fue adaptado y completa a lo largo de los siglos. El abecedario español quedó fijado en

1803, en veintinueve letras… en realidad, ch y ll son dígrafos”. 11 Para tener una clara visibilidad gráfica de las sílabas es necesario usar algún dispositivo

adicional, como guiones o puntos.

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Escritura y educación

Hablar del sistema escolar implica hablar de la escritura en diversas formas y

manifestaciones, lo cual me permite formular algunas preguntas12: ¿cómo ayudar a los

estudiantes en sus búsquedas personales?; ¿cómo ayudarlos a comunicar sus

descubrimientos?; ¿cómo se articulan los procesos de lectura y escritura con la

investigación?; ¿la escuela propicia la producción de textos escritos sobre investigación?;

¿escribir es un acto de investigación? Estas preguntas posibilitan planteamientos sobre (a)

el valor del texto oral de los estudiantes y su expresión escrita y (b) el discurso del maestro

y su producción escrita.

Somos una sociedad que utiliza varios medios de comunicación a distancia: unos

privilegian la parte auditiva (radio, teléfono) y otros enfatizan la relación entre audio e

imagen (televisión), además de la prensa escrita y la multiplicidad de revistas y libros. Con

el desarrollo de la internet la comunicación se ha venido transformando en el estilo

epistolar dado el uso del correo electrónico y en el estilo conversacional dadas las

posibilidades de “conversación virtual” ofrecidas por el uso del chat.

¿Cuál es la relación entre lo oral y lo escrito13? Desde hace algunos años se ha

dinamizado la discusión sobre este tema, en particular al reintroducirse el valor del texto

oral; ahora, incluso, se acepta la existencia de una literatura oral14. Esto ha llevado a

diferenciar la oralidad primaria (la de las personas que desconocen por completo la

escritura) de una oralidad secundaria, la mediada por el teléfono, la radio, la televisión (e.g.,

Ong 1987; Romero 1996)

Existe una tensión entre lo oral y lo escrito15. Mientras lo oral-directo se dirige a la

comprensión inmediata y simultánea que, si no ocurre, exige y permite la repetición o la

rectificación lo escrito puede esperar un tiempo (corto o largo) para ser leído y así

comprendido o interpretado; puede ser releído y, además, se puede acudir a otros

individuos para que lean y nos ayuden en la comprensión. Lo oral-no directo y, además,

masivo es posible en nuestra sociedad gracias a la existencia de tecnologías que pueden

transmitir o reconstituir la voz a distancia, como el teléfono, la radio y la televisión y,

recientemente, las redes digitales de amplio acceso (más o menos público). La

comunicación telefónica y la de redes son (o pueden ser) un paso intermedio entre lo oral-

directo (cara a cara) y lo oral-no directo porque sólo se puede ser receptor de las emisiones

12 No espero responder estas preguntas en este documento pero espero generar discusiones al

respecto entre los maestros, padres de familia, estudiantes y todos los interesados en el sistema

escolar y los procesos de lectura y escritura. 13 En este texto no me referiré al proceso de adquisición de una lengua y del lenguaje por los niños;

tampoco hablaré de su proceso de adquisición de la escritura. 14 Lingüistas y gramáticos se preguntan si el texto escrito se limita a ser una simple transcripción

del texto oral; algunos proponen que son dos sistemas diferentes que van ganando autonomía y

desarrollando reglas propias de funcionamiento. El mensaje oral supone al interlocutor presente y se

organiza en relación directa con él; si se pierde la atención del interlocutor el mensaje oral no pasa

del emisor al receptor. El mensaje escrito puede ser retomado por el receptor en múltiples

oportunidades. 15 En la primera parte de este documento señalé la oposición entre el texto oral y el texto escrito;

ahora me refiero al tipo de tensión que ocurre cuando ambos textos están presentes en la vida de las

sociedades.

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del aparato. En la gran mayoría de casos las emisiones de la radio y de la televisión están

basadas en guiones que han sido escritos para ser leídos y repetidos en voz alta. Así es

posible diferenciar varias situaciones de oralidad y de escritura.

En Occidente la práctica de la escritura es el fundamento del sistema escolar16 y se

manifiesta en los cuadernos de los alumnos o en los libros y documentos que los maestros

hacemos leer. Los cuadernos y notas de los alumnos usualmente transcriben el habla del

maestro o de otros alumnos; los libros y documentos son escritos que han sido elaborados

sin tener en cuenta si serán leídos en voz alta o no, si serán leídos en grupo o

individualmente; en realidad, son escritos que buscan presentar una serie de ideas y

conocimientos pero que no son transcripción de una exposición oral. Esta es una diferencia

importante porque la sintaxis, el léxico y otras características de estos escritos serán

diferentes. Si se trata de la transcripción del habla es necesario tener presente que posee

rasgos característicos como las repeticiones permanentes, los epítetos, las elipsis y

perífrasis, los rodeos y titubeos para la expresión; además, la conexión entre oraciones y

frases es simple (con predominio de la parataxis o la conjunción “y”, etc.). Esa escritura es

una escritura de la oralidad.

La segunda forma de escribir es aquella que se ha denominado de índole analítica;

en ella muchas de las características descritas para lo oral y que se reflejan en su

transcripción reciben el estigma de lo incorrecto. Esta escritura analítica tiene

características como la ausencia de frases incompletas, el uso estricto de los tiempos

verbales, uso de los signos de puntuación y el empleo de oraciones complejas con marcas

de subordinación diferentes de “y”. El uso sistemático de la escritura presupone la

comprensión de la estructura gramatical de lo escrito, no sólo por los expertos sino por los

usuarios.

Es aquí donde cabe traer a colación la gran ductilidad que tienen los niños para

construir palabras en función de la aplicación de reglas sistemáticas de una lengua.

Tomemos ejemplos de situaciones reales: en cierta ocasión un grupo de adultos manipulaba

una cámara fotográfica y al preguntarle a un niño (de cuatro años) si conocía ese aparato

contestó: “Pues claro, es una fotera”. En otra oportunidad la hija de tres años de una amiga

dijo a alguien que quería hacerle una broma: “no sea picaroso”. Estamos ante formas

particulares como “fotera” y “picaroso” construidas sobre las regularidades derivativas del

castellano como sopera de sopa, frutera de fruta, engañoso de engaño y tramposo de

trampa. No es infrecuente encontrar situaciones como las descritas, no sólo en contextos

orales sino en los escritos de los niños. Ante situación así acudimos a la norma sin que

medie reflexión alguna sobre este complejo proceso de comunicación. ¿Qué salida

propongo para solucionar la tensión entre lo oral y lo escrito?

A continuación presento algunos textos de una experiencia adelantada en la escuela

Fiscala Alta de Bogotá en 1989 por Gloria Castro, quien gentilmente ha facilitado parte de

su material de trabajo para alimentar esta reflexión. La profesora Castro solicitó a sus

alumnos de diversos grados la elaboración de un cuento; dos de ellos son17:

16 La alfabetización y la escritura se han vuelto una marca de ciudadanía desde que se declaró como

tarea de los Estados “la erradicación del analfabetismo” (Ferreiro 2002); Colombia no es una

excepción. 17 Respeto la ortografía y sintaxis de los niños en sus escritos.

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“Sin título: el raton miro a un vasurero y se metio y salio a un

ancantarillado y unos señores taparon el gueco para cojer al raton

porque iva a garosiar a una casa (Walter Lancheros Simbaqueba, 9

años, segundo de primaria).

El tote: se prendió un tote en la calle, alfredo salió y lo recogió, maria

llegó, y alfredo le dio el tote ella se quemó la mano. Se fueron a la

playa vieron que el faro se cayó al mar ana vino le cayó una piedra y

se totió una uña (Aleicer Rueda, Nidia Rueda, quinto de primaria)”.

Estos textos ilustran la escritura que he venido llamando de la oralidad. Daré a ambos

textos la oportunidad de ser historias coherentes, con una secuencia de oraciones simples

conectadas por la conjunción “y”. Nótese la manera como se han colocado juntas, una

después de la otra, dos oraciones de tal forma que se establece una relación de causa-efecto:

“le dio el tote ella se quemó la mano”. La sintaxis de este tipo de escritura es cercana a la

sintaxis típica de lo oral; es el caso del famoso estilo de Hemigway en literatura. Las

historias son descripciones y, muchas veces, están contextualizadas. Veamos cómo se

presenta esto en el segundo relato. Mientras en la primera parte se habla de los dos niños en

la calle y cómo la niña se quema con un tote en la segunda parte se cambia totalmente el

escenario después de un punto seguido pero no se pierde la coherencia porque se introduce

con “Se fueron a la playa...”. Vuelve a aparecer la parataxis (yuxtaposición y no

jerarquización) como mecanismo de concatenación de oraciones: “el faro se cayó al mar

ana vino le cayó una piedra”; en este caso la relación causa efecto fue introducida mediante

la conjunción “y”: “le cayó una piedra y se totió una uña”.

Este tipo de escritos lleva a la siguiente conclusión. Cuando hablamos, cuando

decimos algo, casi nunca tratamos, simplemente, de constatar un hecho sino de expresar

nuestra impresión afectiva (positiva o negativa). Se hace imperioso analizar la relación

entre el pensamiento, la vida y las formas de expresión que utilizan los alumnos cuando

escriben en este tipo de redacciones. Somos capaces de estimular la capacidad de hablar, de

expresarse oralmente, pero ¿qué tanto estimulamos la expresión escrita? Si en la oralidad

estimulamos la imaginación y la sensibilidad ¿por qué no hacemos lo mismo con la

escritura? Como maestros, como adultos, estimulamos los actos de habla pero no tenemos

la habilidad para volverlos “actos de escritura”.

La preocupación por la escritura tiene implicaciones en la enseñanza. Muchas veces

el discurso del maestro trata de seguir una línea argumentativa, coherente con su objetivo

de transmitir el conocimiento; utiliza recursos como la pregunta retórica; establece

conexiones jerarquizadas; se acerca mucho más al texto analítico que al descriptivo. El

alumno tiene dificultades para reproducir este discurso en su cuaderno de notas y dado que

no ha sido entrenado en la producción y lectura de textos analíticos también encuentra

dificultades para captar el del libro de texto. No es que sea más difícil la parataxis o la

hipotaxis; son distintas, punto.

Escribir no es, pues, lo mismo que transcribir; este es uno de los desafíos al

establecer las relaciones entre la literatura oral y la literatura escrita. Pero continuemos

mirando el papel de la escuela en este proceso. Sobre el particular Jorge Orlando Melo

(1998) adujo:

El ascenso del alfabetismo en los años sesenta y setenta, creó sobre todo lectores de

periódicos y revistas, que son todavía una minoría de la población colombiana,

pero no muchos lectores de libros. Colombia apenas se encuentra en las fases

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iniciales de una cultura del texto escrito. La escuela, por ejemplo, todavía basa su

funcionamiento en la tradición oral: un profesor que explica, o incluso dicta, para

que el estudiante memorice y repita lo que oye. La lógica de este aprendizaje se

mantiene en las pocas lecturas que hace el estudiante: un texto o manual que debe

aprenderse. Y probablemente se perpetúa, como actitud, a lo largo de la vida, por

ejemplo en cierta credulidad básica frente a lo que dicen las autoridades, los

periódicos, los noticieros. Casi nada en la escuela lleva al uso creativo del

lenguaje, al desarrollo de la capacidad crítica y argumentación, al dominio del

razonamiento complejo. Casi nada lleva tampoco a desarrollar el manejo libre y

expresivo del cuerpo, del sonido o la imagen. Las escuelas, en resumen, no tienen

los dos espacios básicos de un sistema educativo: ni bibliotecas ni procedimientos

para introducir los niños al arte. La escuela está hecha para formar personas

crédulas, pasivas, listas para ser entregadas luego a los medios de comunicación de

masas: la prensa, la radio y la televisión.

Melo señaló que desarrollar la escritura implica abrir o conquistar nuevos espacios que no

pueden limitarse a la escuela; esto sería demasiado restringido y, a mi juicio, uno de los

problemas que hoy agobian el desarrollo de las diferentes formas de escritura y el sistema

escolar.

Una de las condiciones que impone la escritura de un texto de carácter analítico es

que debe ser claro y evitar la ambigüedad18; Esta es una condición importante para una

buena comunicación oral pero si se ella se presenta queda siempre el recurso de preguntar

en el acto mismo “¿qué dijo?” o “¿qué quiso decir?”. Este recurso se pierde en el texto

escrito porque, casi siempre, el productor del texto y el lector no están juntos en el

momento de la lectura. Para lograr tal propósito cada palabra debe tener un valor y sólo uno

(salvo que la intención sea, precisamente, jugar con la ambigüedad). Un texto claro y

preciso exige un adecuado nivel de comprensión de la palabra y su valor en la oración y,

por ende, en la comunicación; además, obliga a conocer las diferentes posibilidades

significativas e interpretativas de una palabra y a evitar los “sobreentendidos”. Este tipo de

escritura exige prestar tanta atención a la morfosintaxis como a la semántica de la lengua;

exige, por ejemplo, saber utilizar el singular o el plural, el masculino o el femenino, si se

usa o no un verbo según la intención comunicativa. Ong (1994) señaló al respecto:

Las palabras escritas agudizan el análisis, pues se exige más de las palabras

individuales. Para darse a entender claramente, sin ademanes, sin expresión facial,

sin entonación, sin un oyente real, uno tiene que prever juiciosamente todos los

posibles significados que un enunciado puede tener para cualquier lector posible en

cualquier situación concebible, y se debe hacer que el lenguaje funcione a fin de

expresarse con claridad por sí mismo, sin contexto existencial alguno. La necesidad

de esta exquisita formalidad hace de la escritura la penosa labor que comúnmente

es.

18 También se encuentra el problema de la ambigüedad cuando nos enfrentamos al reto de la

traducción; sin embargo, este es un caso particular que involucra factores sociales y culturales,

además de los relativos a las lenguas concernidas, los códigos utilizados y el tipo de texto

propuesto.

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¿Esto significa que en los procesos de enseñanza estamos obligados a utilizar sólo un tipo

de oralidad y un tipo de escritura? Todo lo contrario. Debemos acostumbrarnos, cada vez

más, a las diferentes oralidades y escrituras; dicho de otra manera, a las diferentes formas

de la textualidad narrativa, descriptiva o analítica19. También debemos entrenar a los

alumnos para el paso cómodo de un “registro”20 al otro.

Lo dicho hasta ahora nos introduce en la contraparte de la escritura, es decir, en la

lectura. La lectura debe ser un placer y no una tortura21. Esto debemos tenerlo presente

para que al escoger lecturas para los alumnos no sea con la idea de “tenerlos tranquilos”

sino, más bien, para que les agrade, que les guste, que “les encarrete”, para usar las palabras

de los jóvenes de hoy. Un camino posible es leer cuando se ha formulado una pregunta y se

quiere tener respuesta para ella; de esta manera al leer se puede padecer pero, al mismo

tiempo, se puede disfrutar al encontrar la respuesta buscada. Este tipo de lectura contribuye

a romper dogmas y a que las letras atraviesen todo nuestro ser y que no nos pase la

información sin mayores repercusiones. Quienes somos padres hemos usado, muchas

veces, los libros con esa función (de tener tranquilos a los hijos) y en realidad lo que

logramos es ahogar en el tedio el valor de la imaginación. Cuando pensamos en un regalo

opinamos que lo más sencillo es dar un libro “que siempre será útil”. Estoy convencido de

que las dificultades para que los alumnos y los jóvenes asuman la lectura como algo

entretenido están más allá de los maestros; en consecuencia, la solución debe involucrar a

los padres, a las familias, a los maestros y a los productores de libros.

Esto me lleva a diferenciar el uso instrumental (como lengua de enseñanza), la

lengua como asignatura, la lengua como medio amplio de comunicación y la lengua como

parte integral de la cultura. Roman Jakobson (1984: 358) anotó lo siguiente sobre las

funciones del lenguaje: “Querer mantener aislada la poética de la lingüística sólo se

justifica cuando el campo de la lingüística se restringe más de lo debido... La función

poética no es la única función del arte verbal, sino sólo su función dominante,

determinante”. En todas las culturas se desarrollan determinadas formas de expresión

ligadas a funciones sociales, a situaciones y a temas específicos. La discusión se presenta

en el momento de conceder valor social a cada una de esas formas. Si esto no está claro en

nosotros no podremos aplicarlo consecuentemente en la enseñanza. Además, la reflexión

debe ser extensiva a la sociedad y no dejar todo el peso de esa responsabilidad,

exclusivamente, en el contexto escolar. Propongo a los maestros una tarea: la formación de

la biblioteca a partir de los textos conversados, escritos, trabajados, re-escritos y dibujados

por los propios alumnos.

Hablar de lectura y escritura es, en últimas, hablar de investigación; ésta jamás se

podrá hacer si no hay pasión por la búsqueda de la verdad de las cosas y tampoco podrá

hacerse sin una fantasía creadora que se complemente con la intuición, la observación, el

análisis cuidadoso y detallado.

¿Cómo hacer propia una pregunta del exterior?; ¿cómo formular la pregunta desde

nuestro interior para que ella nos motive a la investigación?; luego de tenerla ¿qué hacer

19 En la descripción y narración (que casi siempre están superpuestas) hay niveles de análisis; por

lo tanto, cuando aprendemos a describir nos formamos también en la capacidad de analizar. 20 El registro es la manera de expresarse que se adopta en función de las circunstancias. 21 Una hipótesis afirma que las dificultades para escribir se deben a los bajos niveles de lectura, lo

que nos lleva a pensar que la lectura en la escuela se ha reducido a la repetición insustancial (la

repetición por sí sola no es nociva; piénsese en el papel que juega en mitos, ritos, poesía y música).

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para construir la respuesta? La investigación va más allá del inventario bibliográfico.

Investigar es producir conocimiento y si de los alumnos se trata no interesa que ese

conocimiento ya haya sido producido. El objeto y el método de la investigación son

diferentes según su actor. Plantearse una buena y verdadera pregunta es el inicio de una

buena investigación. La exigencia de tener una respuesta cada vez más completa es la

condición para avanzar en el conocimiento y evitar el “saber en píldoras” que nos hacen

tragar cuando nos toca repetir cual loros los conocimientos encontrados y acumulados por

otros. Aunque se puede argumentar que es idealista lo planteado debemos llamar a cada

cosa por su nombre y saber cuál es el conocimiento que se va a buscar en el aula de clase y

cómo se va a hacer. Los niveles, objetivos y propósitos en la investigación deben ser claros

y debemos contar con la flexibilidad suficiente para dar pie atrás y rectificar si nos hemos

equivocado, si hemos confundido el nivel, si perdemos de vista el objetivo, si se oscurece el

propósito. Este no es un camino fácil, pero tampoco imposible de lograr.

¿En qué momento es posible unir la enseñanza con la investigación? No existe una

receta pero ello se podrá hacer en función de las preguntas que se planteen para el

conocimiento; todo depende de si se trata de producir un conocimiento nuevo o si se trata

de apropiar uno existente. En este último caso una condición fundamental para poder

utilizar los resultados de los trabajos de otros es que hayamos iniciado esa búsqueda, que

hayamos formulado la pregunta, que haya un esbozo de pensamiento propio al respecto. A

veces tratar de transmitir información sobre resultados de investigación (más allá del

informe final) no ofrece posibilidades de establecer intercambios reales pues no se logra

establecer un verdadero diálogo; si esto es difícil en la comunicación oral se vuelve aún

más en la comunicación escrita.

Insisto una vez más: investigar no es hacer un recuento bibliográfico. Gabriel

Restrepo (1998) señaló:

Cuando uno ve la ebullición de una excelente biblioteca como la Luis Angel Arango

y pregunta a los estudiantes qué hacen allí y cuando la mayoría responden que

„investigando‟ uno corrobora el engaño a que conduce la fetichización de la

investigación y sospecha que tras la palabra mágica de la „investigación‟ (simple

mojar el dedo para pasar página tras página) se esconde el autoritarismo de un

profesor que... manipula vertical „la ignorancia enciclopédica‟ de los estudiantes.

Soy optimista; creo que todos podemos aportar elementos para solucionar las dificultades

nombradas:

La escuela que puede transformar nuestra cultura debe tener unos rasgos que ya

enuncié antes: estar centrada en el dominio del lenguaje, en la búsqueda activa del

conocimiento por el estudiante, en el desarrollo de la capacidad de crear, de decir

cosas propias, de ser original. Esto supone bibliotecas, laboratorios y equipos para

el arte. Y las bibliotecas no deben ser para aprender muchas cosas, sino para

desarrollar la capacidad de comprender, confrontar, debatir y pensar. Para ello

hay que aprender a leer pero también a escribir, cosa que como lo sabe cualquiera

que ha enseñado en una universidad, sólo logran hacer unos pocos estudiantes

(Melo 1998: 42).

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La escritura es un sistema de transmisión de información y de apropiación del

conocimiento; cuando lo utilizamos nos obliga a pensar, a reflexionar. El valor lúdico de la

escritura y, por ende, de la lectura nos proyecta sobre un gran juego de posibilidades, de

emociones y sentimientos que debemos saber desarrollar. No he hablado de lo que algunos

han dado en llamar “la segunda alfabetización”. En el mundo de hoy han irrumpido nuevas

tecnologías como la síntesis electrónica de la palabra; las máquinas hablantes e interactivas

han hecho su aparición y junto a los medios de comunicación oral-no directos comienzan a

competir con la escritura, que tenía el monopolio y la exclusividad de la transmisión a

distancia de la información y del conocimiento. La revolución de Gutenberg ha sido

superada, pero esto no implica que la escritura vaya a desaparecer; por el contrario, parece

ocurrir un proceso de revitalización, sobre todo en algunas de sus funciones.

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El paso a la escritura: vida, palabra y discusión

Algunos pueblos fueron recelosos con la escritura, pero luego cedieron ante la fuerza de su

uso y poco a poco la incorporaron, incluso en su tradición oral. Este es el caso del pueblo

páez (en el sur occidente de Colombia), que se autodenomina nasa. Desde el momento de

la invasión a sus tierras este pueblo se rebeló y convocando a los pueblos vecinos lideró una

guerra que duró más de cien años; quizás algunos recuerden la historia de la cacica Gaitana,

quien sin ser páez asumió la causa. Hacia 1650, y cuando no fue posible derrotar a los

aguerridos paeces, la lucha se trasladó a otros terrenos y se dio un proceso para lograr el

reconocimiento de las tierras. Las acciones de los caciques Guayamuses de la región de

Togoima, quienes con ayuda de los doctrineros buscaron el alinderamiento de sus tierras

hasta lograrlo22, fueron notables.

El 8 de marzo de 1700 la corona española reconoció a Don Juan Tama que los

indios de Jambaló, Quichaya, Pueblo Nuevo y Caldono eran los únicos poseedores de los

territorios por ellos ocupados. Juan Tama pasó a la tradición oral nasa como un héroe

creador quien tuvo un nacimiento maravilloso en una laguna en donde cayó un lucero; la

noche de su nacimiento se formó una gran tormenta y una gran creciente. Los sabios del

pueblo páez tuvieron conocimiento de ese nacimiento y fueron a recoger al niño que bajaba

en la creciente. El relato es pródigo en los problemas que tuvieron para sacarlo; a pesar de

existir diversas versiones, todas coinciden en afirmar que este niño llegó con un libro que

traía los títulos de sus tierras. Así que las escrituras de propiedad de los resguardos no

fueron otorgadas por nadie; fueron entregadas por la misma naturaleza y Don Juan Tama

fue el encargado de traerlas. Ellas son fuente de poder. Nótese que en este caso la escritura

se asume como una forma de defensa de los derechos propios y que puede ser utilizada por

los mismos indígenas sin que sea necesaria la intervención de terceros23.

Años más tarde, entre 1910 y 1920, el Departamento del Cauca y el país fueron

testigos del movimiento organizado por Manuel Quintín Lame, quien en un momento dado

reunió una fuerza contra los terratenientes caucanos y, luego, al ser derrotado militarmente,

continuó su lucha con el apoyo de las leyes y las letras. Quintín Lame fue un indio que se

atrevió a escribir en castellano:

Yo no puedo enorgullecerme de que hice detenidos estudios en una escuela o

en un Colegio; pues mi colegio fue un entusiasmo incansable, porque le pedí

a mi padre Señor Don Mariano Lame la educación, es decir, que me

mandara a la escuela y me consiguió una pala, un hacha, un machete, una

hos y un agüinche y me mandó con siete hermanos a socolar y derribar

montaña; pero yo con ese entusiasmo que sobrepujaba en mi interior me

llegó el pensamiento de que debía escribir aunque fuera en una tabla con un

carbón y que la pluma debía ser dicha aguja en la hoja de un árbol (Lame

1973:57).

22 En 1667 se concedieron títulos y amparos a los indios de esta región (Findji y Rojas 1985:39). 23 Por los mismos años de Juan Tama vivió Eujenio del Castillo i Orosco, cura de Tálaga, quien

hacia 1755 escribió un diccionario páez-castellano, un catecismo y varias pláticas en la lengua páez;

sin embargo, esto no llevó a un uso masivo de la escritura en esta lengua porque ese no fue el

propósito del padre Castillo.

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Aunque para este dirigente páez la escritura era ajena y no estaba en su lengua sirvió para

ayudar en la lucha y evitar el engaño y fue vista como una herramienta de protección y de

defensa.

La escritura fue incorporada al mito de Juan Tama; aunque sabemos que fue sobrino

de Jacinto de Moscay pasó a ser Juan Tama de la Estrella, hijo del trueno. Esta valoración

positiva de la escritura ha llevado, quizás, a que los paeces adopten muy rápidamente una

escritura alfabética con los caracteres latinos24.

Las experiencias de los Cree y los Inuit de Norteamérica también son positivas; esos

grupos desarrollaron silabarios con letras originales, es decir, un sistema propio (Queixalós

1989; Bundy de Olson 1995). Más famoso aún es el trabajo realizado por Sequoiah -

indígena cheroki-, quien después de doce años de búsquedas inventó un silabario,

terminado en 1819. Trató de convencer a su gente de que funcionaba adecuadamente para

escribir la lengua y que sería útil; al principio nadie le creyó. Él enseñó a su hija a escribir

con su propuesta y siguió insistiendo hasta que el consejo de ancianos decidió ponerlo a

prueba. Se reunieron un día. Un anciano le dice algo a Sequoiah, éste lo escribe, otro

anciano se lo pasa a la hija de Sequoiah, ella lo lee en voz alta. ¡Sorpresa! La joven repite

exactamente lo que dijo el primer anciano a su padre. A partir de ese momento ocurrió un

proceso masivo de alfabetización, de producción literaria y de publicación. Su invento fue

de tal repercusión que en cerca de treinta años se logró una alfabetización cercana al 90%

del grupo, compuesto por unos 20.000 hablantes.

Estos ejemplos muestran dos posiciones sobre la escritura: en el caso páez se trata

de aprovechar la escritura del blanco; en el caso cheroki se trató de escribir en la lengua

propia. En ambos casos se fue consolidando la voluntad de reforzar la identidad indígena,

lo cual se tradujo en discurso y acciones políticas.

Con los desarrollos de las reivindicaciones políticas los pueblos indígenas de

Colombia propusieron la revitalización de sus culturas y de sus lenguas. El discurso

reivindicativo llegó a la escuela, la cual durante muchos años no había tenido otro objetivo

que garantizar la inserción de los jóvenes indígenas en la cultura de la sociedad dominante.

Entonces se abrió el debate de la reorientación de las finalidades de la escuela: ya no se

trataba de dejarla por fuera de la reorganización de la vida comunitaria; se pensó que la

escuela debía servir para el fortalecimiento y desarrollo de las reivindicaciones políticas

como pueblos indígenas; se planteó la discusión con los “dueños de la palabra”, la cual

estuvo presente en los escritos de Manuel Quintín Lame, quien a este respecto escribió:

Aquí se encuentra el pensamiento del hijo de las selvas que lo vieron nacer y

que se crió y se educó debajo de ellas como se educan las aves para cantar, y

se preparan los polluelos batiendo sus plumas para volar desafiando el

infinito para mañana cruzarlo y... para hacer uso de la sabiduría que la

misma Naturaleza nos ha enseñado, porque ahí en ese bosque solitario se

encuentra el libro de la filosofía; porque ahí está la verdadera poesía, la

verdadera filosofía, la verdadera literatura... Pero el coro de hombres no

indígenas que han corrido a conocer los grandes claustros de enseñanza en

los Colegios, en las Universidades principiando por las escuelas primarias,

24 Este es uno de los pueblos indígenas a cuya lengua se tradujeron apartes de la Constitución

Política de la República de Colombia (cf. Rojas 1997).

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no han podido ni podrán conferenciar con ese libro de la poesía, con ese

libro de la filosofía” (Lame 1973:71).

Esta discusión entre la enseñanza de la naturaleza y la enseñanza de lo escrito en las hojas

de papel no es exclusiva de los paeces:

En las selvas de Ka'aguasú un Guaraní-Mbayá, el sabio Pablo Vera, le

confiaba a otro sabio, León Cadogan, el atajo de la sabiduría: Para

aprender esas cosas, deberás permanecer un año conmigo en la selva...

Dejarás de leer, pues la sabiduría de los papeles te impedirá comprender la

sabiduría que nosotros recibimos, que viene de Los de Arriba (Melià

1995:107).

En sociedades donde hay “dueños de la palabra” debe haber una reflexión detenida sobre el

uso de la escritura y la posibilidad de acceder a ciertos conocimientos. He tenido

conocimiento de que los paeces han discutido mucho sobre la cosmovisión y la

conveniencia o no de escribir las conclusiones de esos debates. Luego de varias asambleas

que involucraron muchos de los sabios (thê‟ wala25) concluyeron que se puede poner por

escrito siempre que aparezca en las dos lenguas (castellano y nasa yuwe). También se hizo

el debate sobre la escritura de las lenguas vernáculas. El debate sobre la escritura, ya de por

sí complejo, se amplió a la necesidad de escribir las lenguas indígenas y en las lenguas

indígenas. Este es un debate que involucra la política de los pueblos indígenas.

La escritura de una lengua es un proceso que va más allá de la manera de graficarla

(tratando de encontrar soluciones adecuadas a las dificultades que presenté en la primera

parte de este documento); este proceso incluye la existencia de sujetos que quieran

introducir y desarrollar esta práctica (la de la escritura), que se sientan motivados a hacerlo,

que sus motivaciones vayan más allá de la escuela y que, además, cuenten con los medios

técnicos y el conocimiento práctico necesario; no menos importante es que encuentren

múltiples situaciones de ejercitarla. Como se ve el paso de la oralidad a la escritura implica

muchos cambios e importantes repercusiones en una sociedad26.

Uno de los primeros puntos en la escritura de una lengua es el asunto de la grafía.

Ya señalé que la escritura es una tecnología que permite representar gráficamente la lengua;

ésta se puede hacer mediante la escogencia de un grafema para cada una de las unidades

distintivas de la lengua en cuestión y a partir de un número limitado de grafemas

representar las sílabas y las palabras; este es el alfabeto.

El éxito de una propuesta de grafía de una lengua depende de la conjunción de

varios factores. Uno de ellos (si se opta por una escritura alfabética) es la relación entre las

unidades de sonido de una lengua y sus unidades distintivas. Quienes hablamos castellano

sabemos que la lengua tiene un “sonido” b y que para pronunciarlo se pone la lengua en

una determinada parte de la boca, se mueven los labios de una determinada manera y el aire

que circula tiene una forma particular de ser expulsado. Si la persona ha asistido a la

25 El diacrítico sobre la vocal indica nasalidad; el apóstrofe señala un corte glotal asociado al

segmento vocálico. 26 A veces no tenemos en cuenta estos puntos porque para nuestra sociedad la escritura existe desde

hace mucho tiempo y su práctica está muy difundida. No sucede lo mismo en las sociedades

indígenas.

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escuela entonces dirá que tiene una letra b y si pronuncia una palabra como bebé nos dirá

que allí está el sonido b en dos letras b. Si esta persona no ha tenido alguna iniciación a la

fonética no sabrá que, en realidad, los dos sonidos de b no son iguales: en la primera b el

aire es interrumpido en su salida y en la segunda el aire no es interrumpido pero el canal se

angosta y se restringe, produciendo una fricción.

¿Está equivocado el hablante de castellano cuando dice que sólo existe una b? No,

no está equivocado. Lo que sucede es que está dando el valor distintivo en el sistema de la

lengua y en castellano no existe sino un tipo de b27. El hablante tiene conciencia de los

sonidos en cuanto a su función distintiva se refiere (nivel fonológico), pero los dos sonidos

que he llamado b se diferencian en sus elementos constitutivos (nivel fonético). En este

ejemplo la escritura de la lengua castellana está perfectamente adecuada al nivel

fonológico28 de la lengua. Esta es una de las dificultades al tratar de elaborar un alfabeto

pues cuando los hablantes toman conciencia de estas diferencias de pronunciación

(diferencias fonéticas) pueden tratar de escribirlas al pensar que la escritura es un reflejo

fiel de la pronunciación.

Luego tenemos la manera de representar las unidades. En el ejemplo anterior he

usado las letras del alfabeto latino pero podría usar otros símbolos, como . Así

que asumir una forma de escritura es asumir una convención. Los factores para escoger los

caracteres del alfabeto latino (o alejarse de ellos) dependen de la funcionalidad que se le

otorgue, del valor e importancia de la escritura en esa sociedad, de la actitud de los

indígenas frente a la lengua de la sociedad mayoritaria y de las posibilidades técnicas con

que se cuente.

La grafía no depende, solamente, del análisis fonológico de la lengua; también es

necesario tener presente las relaciones entre la fonología y la gramática. Por ejemplo, los

hispanohablantes sabemos que existen dos tipos de r; para una se utiliza el grafema r y para

la otra un dígrafo (dos veces el mismo grafema), rr. Somos conscientes de que suenan

distinto y sabemos que en el interior de una palabra (en posición intervocálica) se oponen,

como en el par mínimo pera / perra. También sabemos que en principio de palabra no se

escribe jamás con rr pero quizás no seamos plenamente conscientes de que en nuestra

lengua en este punto de la cadena hablada no existe la oposición entre las dos unidades29;

por lo tanto se escribirá república y no rrepública30. Pero ¿qué hacer al formar un

compuesto? Si a esta palabra le anteponemos otra como aero y seguimos las reglas

fonológicas de la lengua tendremos que escribir aerorrepública y no aerorepública; salta a

la vista una contradicción entre las reglas de la lengua y este nombre.

Cuando en castellano se incluyen palabras como águila o avena en una unidad

mayor estamos obligados a utilizar un determinante del tipo un, una, el o la. Se dice el

águila y la avena. La explicación de por qué se dice así, aun cuando ambas unidades estén

27 Un lingüista la describirá en términos de sus rasgos distintivos como oclusiva, bilabial y sonora. 28 La fonología estudia los fonemas en tanto que unidades abstractas y distintivas en una lengua

específica; la fonética, en cambio, estudia las unidades de sonido llamadas fonos. 29 Me refiero a la oposición fonológica que existe en castellano entre un fonema definido como

vibrante simple, alveolar y sonoro y otro fonema definido como vibrante múltiple, alveolar y

sonoro. En la escritura para el primero se usa un grafema y para el segundo dos. En principio de

palabra se presenta una neutralización de la oposición entre estos dos fonemas. 30 El lector comprenderá entonces, por qué muchas veces los niños cuando están aprendiendo a

escribir en castellano, usan rr en principio de palabra.

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categorizadas como de “género femenino”, es que si el acento va sobre la primera sílaba,

como en águila, se usa el determinante masculino el, no obstante sabemos que en el plural

se usa el femenino las. Sólo se dice la avena en una pronunciación lenta y cuidadosa, pues

normalmente se dice lavena; es decir, escribimos dos palabras pero pronunciamos una sola

porque en la mente del hablante hay una regla que dice “una la vocal a del final de la

primera palabra con aquella que es idéntica en el principio de la siguiente y pronuncie una

sola vocal” 31. No estoy tratando de decir que sea bueno o malo; simplemente es así y ni la

Real Academia Española, ni la Academia Colombiana de la Lengua, ni los Ministerios, ni

las normas podrán evitarlo.

En la definición de la práctica de la escritura será necesario buscar alguna manera de

representar rasgos como el acento, los contornos entonativos, las cadencias. Todos ellos

pueden ser de gran importancia en la elaboración/transmisión de un texto y van más allá de

la definición del alfabeto.

Para la grafía se tendrá en cuenta el análisis fonológico, el morfológico (quizás sería

más pertinente decir morfosintáctico) y el gramatical. Las lenguas cambian con el tiempo y

una vez que fijemos una escritura, ésta será menos permeable a los cambios que la lengua

hablada. Además, es importante tener en cuenta el número de variantes dialectales. Aquí

entran consideraciones de tipo lingüístico y político. Lingüístico porque será necesario

estudiar las distintas variantes, sus fonologías, sus sistemas fonológicos y ver la pertinencia

de proponer un diasistema que podría definir como el común denominador de las diferentes

variantes y que puede coincidir o no con una de ellas. Este criterio lingüístico conduce,

necesariamente, al político. ¿Cuál de las variantes se debe privilegiar al escribir? Una

respuesta puede ser todas, pero ¿acaso es dado hacerlo en todas, acaso todas tienen el

mismo prestigio, acaso todas tienen la misma función? No se puede olvidar jamás que en

las sociedades ágrafas muchas veces la fragmentación lingüística funciona como

mecanismo de identidad.

Otro factor importante es la actitud y la relación que los hablantes-usuarios de la

grafía tienen respecto de la lengua de la sociedad dominante. ¿Quieren que su alfabeto se

parezca al del castellano o, por el contrario, quieren que se diferencie muy bien? Estos son

algunos interrogantes que será necesario responder. También habrá que esperar que no se

presente una ideologización extrema de las propuestas. Recuerdo el caso de los paeces

enfrentados porque un grafema propuesto por una organización debía ser mejor que el

propuesto por una iglesia y el caso de los guambianos, quienes dilataron por mucho tiempo

la definición de un grafema del alfabeto porque una letra era el emblema de dos propuestas

(una política y otra religiosa); incluso, al observar que esta unidad vocálica no estaba

presente en la lengua castellana durante un tiempo la llamaron “la vocal guambiana”.

Seamos optimistas y aceptemos que después de un prudente periodo de

experimentación logramos proponer una grafía adecuada para la lengua indígena. Vendrá el

proceso de apropiación y de normalización de su uso. El manejo de la escritura deberá

introducirse teniendo en cuenta lo que ella es y lo que no es (cf. Olson 1994). Está claro que

la escritura no puede ser el reflejo, como en espejo, del habla.

¿Cuáles serán los patrones del texto oral frente al texto escrito? Nuevamente

debemos estar atentos para que no sea el patrón de la sociedad dominante el que se enseñe

como el único. Para muchos pueblos es fundamental especificar el estatus epistemológico

del texto que está presentando: ¿lo conoció por experiencia directa?; ¿por experiencia

31 Estas reglas son estudiadas por la fonología.

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indirecta? ¿Acaso hay marcas obligatorias en esta lengua que determinan distintos tipos de

discurso? Será imprescindible analizar los tipos de textos existentes en la lengua, sus

narrativas, el arte verbal, sus cantos, etc.

La introducción y el desarrollo de la escritura como práctica constante en la

sociedad tendrán consecuencias que no podemos evitar; incluso, a veces, ni siquiera prever.

Se gana, pero también se pierde. La motivación política puede ser decisiva para la

expansión de la práctica de la escritura si sus usuarios la estiman conveniente para la

construcción o el fortalecimiento de su identidad colectiva.

Un beneficio palpable de la escritura en la lengua indígena es el refuerzo de la

identidad porque se verá la amplitud de su uso en un territorio; es más, he sido testigo de

casos en los cuales los pueblos indígenas ponen letreros en su propia lengua en sitios y

puntos estratégicos. En algunos casos pareciera que el acto de escribir es más importante

que el valor comunicativo del texto escrito.

Algunos indígenas tienen una visión pragmática sobre la escritura y la reclaman

para sus pueblos pero, al mismo tiempo, tienen una visión romántica de su tradición oral.

Esto puede llevar a posiciones equivocadas. Se van construyendo representaciones

nostálgicas que no contribuyen a enfrentar los retos del mundo de hoy. Algunos líderes

letrados han reflexionado en compañía de ancianos y han aprendido mucho de la tradición.

En un esfuerzo por tratar de responder algunas preguntas van presentando conclusiones

que, si llegaren a ser consideradas definitivas, podrían atropellar el discurrir consensual y

pausado al que muchos estaban acostumbrados. Pero así como algunos pueden tomar esa

dirección es imprescindible resaltar el dinamismo que muchos líderes y dirigentes

imprimen a los trabajos de reflexión y acción. Los esfuerzos por lograr grafías adecuadas a

las lenguas indígenas van acompañados de interesantes aplicaciones que dan lugar a

múltiples materiales para la sociedad y para la escuela32.

A veces el reflejo mimético es de particular importancia. Al respecto vale la pena

recordar el relato de Claude Levi-Strauss, quien en el Mato-Grosso brasilero tomó notas de

todo lo que sucedía a su alrededor. Cierto día el jefe de la comunidad le arrebató su

cuaderno de apuntes y simulando escribir trazó garabatos en el papel al mismo tiempo que

hablaba en su lengua. Luego le tradujeron al antropólogo diciéndole que allí estaban

consignadas las peticiones que el jefe hizo al antropólogo para que regresara otra vez y

fuera recibido por la comunidad. No sé si las peticiones fueron o no satisfechas pero quiero

insistir en este acto, que nuevamente apunta al acto de escribir y no al valor comunicativo

de la escritura. Es como si se dijera: “nosotros también podemos hacer que el papel hable y

esto es lo que queremos que diga”.

La mnemotecnia de lo oral se ve afectada por la escritura. Muchos pueblos,

incluidos los paeces, conciben su territorio para ser leído. Esta es una “mnemotecnia

cultural positiva que se construye y reconstruye en la oralidad de los mitos y se concreta en

los espacios conservados de su territorio: lagunas, páramos, bosques, ríos, cerros, rocas,

peñascos, espacios que la sociedad nacional no ha podido ni podrá apropiarse, les

pertenecen y saben defenderlos, porque sin ellos no habrá mitos, rito y territorio” (Gómez y

Portela 1994:281). Algunos jóvenes han propuesto que mejor que contar todo eso se

escriba. Es un primer momento de afectar la tradición oral; es la tensión entre la

32 En Colombia se han llevado a cabo varios esfuerzos en ese sentido por diferentes instituciones,

organizaciones y personas.

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propagación en forma oral y su propagación en forma escrita. A este respecto se deben

analizar dos componentes: la circulación de la información y los contenidos.

Si se escribe una historia podrá llegar a regiones más apartadas pero también creará

un cierto poder en quien escribe y en quien lleva lo escrito. Queda la pregunta del

contenido. La tradición oral se va actualizando, se recrea en cada realización. El escrito, de

alguna manera, congela ese relato de la tradición oral, presenta la versión que se recogió:

esa se difunde y, si no llegan otras, se puede volver la única.

Una vez que tengamos textos será necesaria su publicación porque para que el texto

escrito se lea es preciso difundirlo. Nuevamente tendremos que tener en cuenta

consideraciones no lingüísticas como el número de hablantes. Este es un punto delicado. Es

conocido que muchas lenguas no sobrepasan los mil hablantes; de las más de sesenta

lenguas aborígenes de Colombia por lo menos treinta están en esta condición.

La escritura en lenguas indígenas crea una tensión entre la lengua propia y la lengua

nacional. Estamos apenas en los inicios de un proceso y, por lo tanto, debemos estar atentos

a su desarrollo.

El tema de la escritura va más allá de la escuela y sus efectos cubren muchas de las

actividades humanas. Estas reflexiones buscan suscitar interrogantes y nuevas reflexiones,

agudizar la observación y el espíritu crítico y así diseñar una política lingüística apropiada

para la construcción de una relación deliberadamente respetuosa con los pueblos indígenas

de Colombia.

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Y el pueblo nasa encontró el camino de la escritura de su propia

lengua

En 1971 se organizó el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) lo cual dio inicio a un

proceso de revitalización del ser nasa; con ello el panorama social y político de la región se

empezó a transformar. La nueva organización definió un programa de siete puntos: (1)

recuperar las tierras de los resguardos; (2) no pago de terraje33; (3) ampliar los resguardos;

(4) fortalecer los Cabildos indígenas; (5) hacer conocer las leyes sobre indígenas y exigir su

justa aplicación; (6) defender la historia, la lengua y las costumbres indígenas; y (7) formar

profesores bilingües para que eduquen de acuerdo con las condiciones de las comunidades

Trabajar con un programa de tal naturaleza implicó que la organización indígena

asumiera procesos de alfabetización de adultos para que se pudieran leer los textos legales

que consagraban los derechos indígenas. También significó que en la práctica y, ante la

inoperancia del sistema educativo nacional en esa época, se organizara el Programa de

Educación Bilingüe en 1973 y, a partir de él, se trabajara en la educación escolarizada y no

escolarizada. Aprender a leer es aprender a luchar (Castillo 1999:146).

Joanne Rappaport (1988) analizó “la actitud páez frente a la escritura, la influencia

de la palabra escrita en su pensamiento histórico y las alternativas indígenas a la

comunicación escrita”; por ello no me detendré en este punto. Sin embargo, es importante

resaltar que una vez el pueblo nasa aprovechó la escritura en castellano para fortalecer la

lucha por sus derechos y defender sus ideales el camino para buscar una escritura en su

propia lengua estaba allanado.

Los esfuerzos por escribir el nasa yuwe se dieron por tres caminos diferentes: dos

organizaciones de carácter religioso (el Instituto Lingüístico de Verano, ILV, y el Instituto

Misionero Antropológico, IMA) y la organización política, el Consejo Regional Indígena

del Cauca. Como puede colegirse las motivaciones de cada uno de ellos eran diferentes34.

Pronto las diferentes propuestas de escritura se trenzaron en franca lid, lo que no hacía sino

reflejar la lucha entre sus impulsores y las organizaciones a las cuales pertenecían. Era una

auténtica “guerra de los alfabetos”. Lo que no se notaba en aquel entonces era que había

muchos puntos en común; por ejemplo, las tres propuestas eran alfabéticas y con los

caracteres del alfabeto latino; las tres tenían símbolos similares para representar las misma

unidades del nasa yuwe. Fue necesario que pasara un buen tiempo, que fracasara el primer

intento de unificación impulsado por el Instituto Colombiano de Antropología en 1987 (en

San Andrés de Pisimbalá) y que los usuarios empezaran a reflexionar en el por qué de tres

propuestas para que en 1997 se empezara a trabajar seriamente en un proceso de

unificación.

El seminario de unificación realizado en San Andrés de Pisimbalá (Tierradentro,

Cauca) en 1987 dejó elementos positivos: el Instituto Misionero Antropológico retiró

oficialmente su propuesta al comprobar que no representaba adecuadamente las unidades

distintivas de la lengua nasa; también se realizó un análisis cuidadoso de las otras dos

propuestas, encontrando puntos de convergencia y divergencia, amén de permitir una

33 Terraje: modalidad impuesta por los terratenientes mediante la cual los indígenas estaban

obligados a trabajar varios días al mes para ellos, obteniendo a cambio el permiso de residir y

autorización para ciertos cultivos.

34 Algunos elementos de la historia de cada propuesta se presentan en Rojas (2002).

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discusión amplia, abierta y sincera de sus bondades o deficiencias. En términos paeces esta

discusión se hizo “a los ojos de las comunidades”, con lo cual la búsqueda de una escritura

unificada dejó de ser exclusividad de los especialistas (paeces y no paeces, académicos o

no) para empezar a ser considerada en las discusiones públicas de los padres de familia en

las escuelas o en las asambleas de las autoridades indígenas y llegó, incluso, a volverse

tema de conversación de las familias alrededor de sus fogones en los momentos de comida

en las cocinas de las casas. La discusión interesó a un público cada vez más amplio y se

volvió tema de reflexiones por doquier.

En 1997, diez años después de la reunión promovida por el Instituto Colombiano de

Antropología, se reunieron dirigentes paeces y decidieron buscar, nuevamente, el camino

de la unificación de la escritura alfabética para su lengua. Para ello convocaron una reunión

"interna" en Tierradentro; los asistentes discutieron durante varios días la necesidad e

importancia de contar con una sola propuesta de escritura y estudiaron los posibles caminos

para lograrlo. Allí decidieron conformar una comisión para tal efecto y nombraron cinco

delegados por sector (Prefectura apostólica, Cabildo de Pitayó35 y Consejo Regional

Indígena del Cauca) y solicitaron la asesoría de un lingüista36.

Esta comisión acordó un plan de trabajo que, en líneas generales, consistía en las

siguientes fases: (a) discusión y estudio de las propuestas; (b) diseño de la propuesta

unificada; (c) experimentación en distintos grupos de trabajo; (d) aprobación de la

propuesta; y (e) socialización y difusión amplia. Las dos primeras fases se realizaron en

1998; la fase de experimentación ocupó buena parte de 1999 y parte del 2000. El XI

Congreso del Consejo Regional Indígena del Cauca (reunido en La María-Piendamó,

Cauca, en marzo de 2001), cuyo lema central fue “Sabiduría y pensamiento de pueblos que

nos resistimos a desaparecer”, designó una comisión para reflexionar sobre la educación

propia y discutir las conclusiones del trabajo de la comisión de unificación del alfabeto.

Este Congreso, en el cual participaron las autoridades de los Cabildos, respaldó por

unanimidad el trabajo de la comisión y aprobó sus recomendaciones. Se pasó, entonces, a la

fase de difusión y aplicación en las diferentes zonas.

La comisión de unificación fue una experiencia enriquecedora para todos sus

miembros. Se realizó un trabajo de apropiación de elementos lingüísticos y se hicieron

análisis de distintas experiencias de escritura y de gramática contrastiva. Los miembros de

este equipo de trabajo se reafirmaron en el convencimiento de que el alfabeto unificado es

una herramienta que debe ser utilizada en beneficio de la experiencia política del pueblo

nasa; en ese sentido se amplió la concepción sobre la escritura y el uso de las lenguas. Ya

no es válido escribir solamente en castellano, conocer y dominar esta lengua; ahora es

imperativo hacerlo también en nasa yuwe.

Las tareas que se derivaron de los trabajos de la comisión molestaron a algunos de

los miembros; uno de ellos, al ver que ya no era posible detener el proceso, optó por

retirarse el último día de trabajo y cuando ya se estaban organizando las conclusiones. Los

otros miembros de la comisión decidieron continuar con el encargo que habían recibido de

las autoridades nasa y de sus propias comunidades y, conscientes de su responsabilidad,

han continuado trabajando en su fortalecimiento, apropiación y desarrollo. De esa manera

se han realizado innumerables talleres para explicar la grafía unificada a las diferentes

35 El Cabildo páez de Pitayó impulsó la propuesta del Instituto Lingüístico de Verano. 36 Fui designado como asesor de la comisión tripartita conformada.

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comunidades, escuelas, maestros y padres de familia. Llegar a conclusiones ha sido un

paso; difundirlas es otro y lograr que se apropie es una tarea que aún no se culmina.

Junto con este proceso de difusión la comisión ha ido avanzando en la definición de

un metalenguaje en nasa yuwe que permita explicar este trabajo en la lengua indígena y no

sólo en castellano. Este metalenguaje deberá ser sometido a la prueba de su práctica, de su

apropiación y, sin lugar a dudas, tendrá reformas en el camino. Un elemento importante es

que este proceso ya ha echado a andar y su paso no se detendrá.

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Repercusiones en estudio

El alfabeto nasa pretende ayudar a representar mediante señales gráficas de habla en lengua

nasa. Pareciera que la sociedad nasa necesitara de esta herramienta para reafirmar su

identidad una vez más y poder revalorar su lengua durante tantos años vilipendiada,

relegada a una “jeringonza demoníaca”. Estamos ante una época que traerá repercusiones

en la vida de las familias, en las escuelas; es la búsqueda de un desarrollo amplio de la

escritura en nasa yuwe (lo mismo que en otras lenguas aborígenes). Sin embargo, y aunque

comparto la euforia de la experiencia, no podemos olvidar las palabras que nos legara

Platón (1977:882) en uno de sus diálogos:

… el que cree que deja establecido un arte en caracteres de escritura, y el que

recíprocamente, lo acoge pensando que será algo claro y firme porque está en

caracteres escritos, es un perfecto ingenuo… Lo terrible en cierto modo de la

escritura, Fedro, es el verdadero parecido que tiene con la pintura: en efecto,

las producciones de esta se presentan como seres vivos, pero si les preguntas

algo mantienen el más solemne silencio. Y lo mismo ocurre con los escritos:

podrías pensar que hablan como si pensaran; pero si los interrogas sobre

algo de lo que dicen con la intención de aprender, dan a entender una sola

cosa y siempre la misma. Por otra parte, una vez que han sido escritos

circulan por todas partes, e igualmente entre los entendidos que entre

aquellos a quienes nada interesa, y no saben a quiénes deben dirigirse y a

quienes no. Y cuando los maltratan o los insultan injustamente tienen siempre

necesidad del auxilio de su padre, porque ellos solos no son capaces de

defenderse a sí mismos.

Este pasaje vuelve a traer a la mente la relación que existe entre las personas cuando

hablan, cuando interactúan frente a frente, cuando tienen la oportunidad de interpelarse. La

reflexión sobre la palabra que se escribe para ser leída vuelve a nosotros con la certeza de

que es muy difícil (quizá imposible) que el texto escrito logre la independencia que el texto

oral tiene; este último no implica al primero, lo que sí sucede en el otro sentido. No es

adecuado sobrevalorar el poder de la palabra escrita.

El pueblo nasa ha asumido su defensa de muy variadas formas y usando diversos

instrumentos: la escritura no ha sido ajena a este proceso. Desde antes de Juan Tama el

cacique Quilo y Siclos recurrió a memoriales dirigidos al Rey de España en los cuales

reclamó el derecho a ser reconocidos como “auténticos americanos”; esto fue continuado y

desarrollado por Juan Tama. Años más tarde Manuel Quintín Lame lo hizo no sólo para

defenderse en los estrados judiciales sino para buscar solución a múltiples atropellos a los

indígenas. El Consejo Regional Indígena del Cauca lo ha hecho desde su nacimiento como

organización; los cabildos, autoridades, representantes y delegatarios de las comunidades lo

han hecho en diversas oportunidades y circunstancias. Las otras organizaciones indígenas

presentes en el Departamento del Cauca (Autoridades Indígenas de Colombia y Alianza

Social Indígena) también lo han hecho. Pero siempre ha sido en la lengua castellana. De

esta forma se acalló la voz indígena en su propia lengua; no sólo se censuró sino que se

logró imponer una auto-censura. En este momento la situación ha venido variando

paulatinamente. El nasa yuwe no sólo se escucha en la casa y alrededor de los fogones;

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también ha llegado a la escuela, al mercado, a la radio local y, en algunos casos, a la

televisión nacional. La escritura en nasa yuwe viene conquistando espacios, no solo el

espacio escolar o las revistas de las organizaciones indígenas. Estamos en un momento en

el cual es tan importante el qué y el cómo se dice como en cuál lengua se dice.

Pasar a una etapa de amplio uso de una grafía para la lengua nasa supone trabajar en

varias direcciones: hacia los adultos letrados en castellano o en las anteriores propuestas,

hacia los niños que no han sido alfabetizados en ninguna lengua y hacia aquellos que ya lo

han sido en castellano. Hay una población cercana a los 100.000 hablantes de nasa yuwe y

un número considerable de hablantes pasivos (aquellos que entienden la lengua pero no se

atreven a hablarla). El avance de la escritura en nasa yuwe, va ligado, directamente, al

avance paulatino de la conquista de nuevos espacios sociales para esta lengua. Dicho de

otra manera, la vitalidad de la lengua debe fortalecerse y desarrollarse; no basta sólo con

resistir.

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