en internet somos mucho más que consumidores

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  • 8/12/2019 En internet somos mucho ms que consumidores

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    EN INTERNET SOMOS MS QUE CONSUMIDORES

    Eduardo Villanueva

    Ante la televisin somos solo consumidores. Ante la Internet no. En la Internet, an no secontrolan los contenidos ni se limita la capacidad de los ciudadanos de ser algo ms queconsumidores. Pero cuidado: a la industria cultural le conviene criticar a esta red abierta ydefender un statu quoprovechoso para ellos. Le conviene confundir las nuevas prcticasculturales, con las mafias que medran cualquier contenido, para censurar a ambas.Internet no es buen negocio para ellas. Y es una buena oportunidad para nosotrosdemostrar que somos ms que consumidores.

    No siempre somos conscientes de la complejidad de nuestras vidas, hasta que las

    complicaciones estallan en nuestras manos y nos hieren. Aquel accidentado en un auto quetoma conciencia de la necesidad de regulacin del transporte, o la persona que de prontodescubre que un prstamo bancario puede ser un proceso de complejidad bizantina y duracinbblica, son ejemplos comunes. La vida cotidiana tiene tantos niveles de decisin, tantos planosde interaccin, que la nica manera de vivirla en el da a da es ignorar siquiera en parte estacomplejidad y asumir que las cosas funcionan bien.

    Esto es lo que hemos hecho respecto de la Internet y de nuestros derechos como ciudadanos yconsumidores que usamos, que vivimos, en la Internet. Acostumbrados como estamos a unparaso del consumo, del intercambio y de la privacidad, no hemos visto como poco a pocoaparecen amenazas a esa libertad.

    Basta contemplar el panorama: desde la dcada de 1990, cuando en los Estados Unidos seproclam la DMCA, o Ley del Copyright digital del milenio, que crea un entorno altamenterepresivo a cualquier intento de circular contenidos protegidos por derechos patrimoniales deautor, y que incluso prohbe la discusin de tcnicas que permitan quebrar la proteccin tcnicaque dichos contenidos reciben; hasta hace unas semanas, cuando en el Reino Unido seproclam, en un procedimiento parlamentario de poco debate y medio oculto por la campaaelectoral, la Ley de la Economa Digital, que entre otras provisiones castiga a quienes usan lasredes de intercambio de archivos para acceder a materiales protegidos con la prdida temporaldel acceso a la Internet.

    El punto ms importante no es el copyright, sino la concepcin de la Internet. Nacida en un

    entorno acadmico, en el cual lo ms natural es compartir y difundir las ideas y las obrasintelectuales, la Internet fue diseada como una red neutral: los distintos tipos de contenidos noson realmente fciles de detectar, ni son fciles de acelerar o ralentizar. Un correo electrnicocarente de urgencia recibe el mismo trato que un video de alta definicin.

    Esta neutralidad ha permitido varias cosas: que la expansin de la Internet sea simple y masiva,dado que es tcnicamente una red de relativa facilidad de implementacin; que todo tipo decontenido pueda circular por la red, puesto que no hay mecanismos para discernir qu entra oqu sale. Claro est, esto tiene varios problemas, como la abundancia de contenidos ilegales,como el abuso de menores o el trfico de mensajes entre grupos terroristas o criminales. Pero elcosto de una red abierta es la posibilidad de trasgresiones; justo como ocurre en una sociedadabierta.

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    El grueso del trfico de la Internet es entretenimiento legal, ms all de nuestras preferencias ogustos. La generosa presencia de la red en todo el mundo, desde los rincones ms recnditoshasta las pantallas de los smartphonesms avanzados en las ciudades ms cosmopolitas, es unreflejo de este diseo neutral y abierto. La Internet ha penetrado en la sociedad hasta el puntoque se ha engranado en lo cotidiano, en lo crtico, en la vida misma en todas sus formas.

    La Internet es pues esencialmente indispensable: como fuente de entretenimiento, de consumo,pero tambin de informacin para la accin social, pblica y poltica; para el ejercicio de nuestracreatividad y para la adquisicin de nuevas ideas. Por eso, varios pases han planteado que elacceso irrestricto a la Internet es un derecho.

    Esto no quiere decir que es un derecho de la escala de la educacin pblica o del agua, quedeben ser provistos por el Estado; pero s que es un derecho en el gran, importantsimo sentido,de que no se nos puede negar el acceso salvo razones muy precisas. Para ser ciudadano en lostiempos actuales, ser consumidor, ser actor en la vida social es necesario usar la Internet.

    Si aceptamos esta premisa, todo lo dems comienza cobrar otro sentido. Si la Internet es unespacio de ejercicio de la libertad, entonces no protegerla de cualquier intento de desbaratarla,de debilitarla, de negar su esencia como espacio de libertad, no es solo un error, sino unatentado contra nuestras posibilidades de ejercer la libertad

    Este atentado es, en realidad, el deseo de las industrias culturales y, en menor medida, de lasindustrias de telecomunicaciones. Para las industrias culturales, la Internet es un enemigo,puesto que la innovacin, la neutralidad de la red y el acceso generalizado sin restricciones acontenidos destruye sus modelos de negocios. Si bien el argumento que se usa en estos casoses el de los derechos de autor, es claro que hay otros elementos detrs de la argumentacincontra la Internet mucho ms significativos: no importa cunta informacin se coloque sobre laprecariedad de los argumentos de las industrias, o sobre la inexistencia de perjuicioseconmicos significativos para los creadores intelectuales, como en la msica, las industrias

    siguen argumentando que los empleos y los beneficios estn en riesgo, y que los consumidoresdeben respetar los derechos de los creadores.

    Lo que se pierde de vista es que la Internet ha creado dos fenmenos nuevos: por un lado, hatrado abajo el modelo econmico de las industrias, como el caso de la msica lo demuestracotidianamente; es imposible pensar que el consumo de msica regrese a los niveles y formasprevias a la masificacin del intercambio de archivos y, en general, que los sellos discogrficoscontrolen el negocio como lo hacan antes. Nuevos actores, desde sitios como Facebook oMySpace hasta empresas como Apple con la iTunes Store, han cambiado por completo elnegocio. Entonces, la defensa del modelo es la defensa de intereses comerciales, no de loscreadores.

    El otro fenmeno es la expansin de la creatividad cultural. La Internet ha permitido que laseparacin tradicional, clara, entre consumidores y creadores se difumine. No es que todosseamos creadores, pero todos tenemos la oportunidad de jugar con herramientas creativas. Este

    juego existe gracias a la posibilidad de manipular contenidos, desde fotos hasta videos,disponibles por la Internet, y difundirlos de manera amplia, tambin gracias a la Internet. En elmodelo de las industrias culturales, la clave del negocio reside en el oligopolio de la creatividad;con la Internet, existe una expansin de la creatividad, vaga y tenuemente definida. Esto essocialmente bueno y culturalmente renovador. Pero no es buen negocio.

    Esto no niega problemas serios, como la piratera, que es la compra y venta de obrasintelectuales con claros fines de lucro por organizaciones criminales. La piratera no es lo mismo

    que el intercambio de archivos, la cultura del remix y el uso de contenidos para finesacadmicos, personales o no comerciales. La piratera es un delito; moralmente, tambin es un

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    delito tratar de vendernos que bajar una cancin o editar un video y subirlo a YouTube espiratera. El peor favor que se hacen las industrias culturales es mezclar los usos de buena fe,resultado de las nuevas prcticas culturales nacidas de la Internet, con las mafias que medrancon las pelculas de Hollywood. Pero no es de extraarse, puesto que en realidad lo quedefienden es un statu quo completamente favorable a ellos, completamente esttico y

    completamente insostenible.Por eso, porque necesitamos defender nuestro derecho a consumir, a crear sonseras, a accedera todo y a nada, y a ejercer nuestra libertad sin angustias ni cortapisas, es que es necesariodefender a la Internet. La propuesta de discutir nuestros derechos digitales busca participar deun dilogo global tanto como prepararnos para amenazas que estn por llegar, en la forma detratados muy agresivos, redefiniciones groseras en favor de la industria, y presiones paraconvertir la Internet en una nueva televisin, donde los dueos de la infraestructura controlen loscontenidos y nos quiten la capacidad de ser algo ms que consumidores.

    Este es un debate de ideas, que busca plantear principios y no vivir amarrado por tratados ynormas creadas bajo la gida del inters de las industrias y no de los ciudadanos.