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59 en foco ISSN 0717-9987 Movilidad social: El rol del prejuicio y la discriminación Roberto González

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Movilidad social: el rol del prejuicio y la discriminación 59en foco

ISSN 0717-9987

Movilidad social:El rol del prejuicio y la discriminación

Roberto González

Movilidad social: el rol del prejuicio y la discriminación

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IntroducciónDesde que Chile recuperó la democracia en 1989, la sociedad chilena

ha experimentado importantes transformaciones en su sistema económico,educacional, legal, de salud e infraestructura que, en su conjunto, han con-tribuido positivamente a su desarrollo. Pese a estos avances, nuestra socie-dad necesita enfrentar el hecho que muchos de sus ciudadanos, particular-mente aquellos que pertenecen a grupos en desventaja o minoritarios, notienen las mismas oportunidades para lograr movilidad social. La igualdad

Indudablemente, la movilidad sociales un proceso complejo que está de-terminado por un conjunto de facto-res socioestructurales y psicosocia-les. A través de la focalización enestos últimos, el presente artículopretende contribuir a su comprensióna partir del análisis de las conse-cuencias negativas que caracterizana las diversas formas que adopta ladiscriminación social, así como delefecto positivo que el contacto inter-grupal produce en la promoción decambio de actitudes prejuiciosas ycreencias negativas asociadas a de-terminados grupos en la sociedad.

de oportunidades y el tratamientojusto de todos los ciudadanos quecomponen una sociedad democráticamoderna deben ser considerados va-lores esenciales que guíen la genera-ción de políticas públicas que pro-muevan el desarrollo social. Teneracceso a la educación superior, a car-gos importantes en el mundo laboraly al poder político, por ejemplo, de-biera entonces basarse fundamental-mente en los méritos personales delos ciudadanos, independiente de suorigen social, estatus socioeconómi-co, raza, sexo, etnia, religión, orien-tación política o cualquier otra formade categoría social. Es decir, la movi-lidad social debiera ser un derechogarantizado toda vez que las personas muestren tener las competencias ocapacidades para desempeñarse en cualquier ámbito.

Indudablemente, la movilidad social es un proceso complejo que estádeterminado por un conjunto de factores socioestructurales y psicosociales.A través de la focalización en estos últimos, el presente artículo pretendecontribuir a su comprensión a partir del análisis de las consecuencias nega-tivas que caracterizan a las diversas formas que adopta la discriminaciónsocial, así como del efecto positivo que el contacto intergrupal produce enla promoción de cambio de actitudes prejuiciosas y creencias negativas

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asociadas a determinados grupos en la sociedad(1). La premisa central esque por medio de la promoción de actitudes intergrupales positivas y de lareducción de discriminación social, se espera que toda sociedad pueda con-tribuir al desarrollo de la movilidad social de sus ciudadanos.

La línea de investigación que a continuación se presenta está orienta-da fundamentalmente al logro de dos objetivos. Primero, a identificar losprincipales grupos que son destinatarios de prejuicio y discriminación enChile y, segundo, a comprender los mecanismos psicosociales que puedencontribuir a entender la naturaleza de dichos fenómenos y, más importanteque esto, a reducirlos. Los estudios que se reportarán en este trabajo involu-cran tres escenarios intergrupales reales: minorías en general, grupos condistintas orientaciones políticas y grupos étnicos. La mayoría de estos gru-pos se sienten motivados para lograr una mejor posición relativa dentro dela sociedad, defender sus derechos y mantener su identidad a través de lapromoción de sus valores, costumbres y/o tradiciones. Debido a las distin-tas formas que adopta la discriminación, algunos de estos grupos han sufri-do consecuencias negativas en el plano material y psicológico (pobreza,marginalidad y falta de movilidad social). A través de la generación deestrategias que promuevan la reducción del prejuicio y discriminación, se-remos capaces de contribuir a controlar uno de los factores que restringe olimita la movilidad social en Chile.

A continuación, se presentan brevemente los antecedentes conceptua-les y empíricos que permiten analizar el importante rol que tiene la nociónde identidad social al momento de comprender la naturaleza social delprejuicio y el valor asociado al contacto intergrupal como mecanismo parapromover mejores relaciones entre grupos y la reducción de prejuicio haciagrupos minoritarios.

Identidad social y prejuicioEn los últimos años, parte importante del debate académico de la

psicología de las relaciones intergrupales ha estado orientado a identificarmodelos conceptuales que analicen las “variables centrales” asociadas a lacomprensión y reducción de actitudes intergrupales negativas tales como elprejuicio, los estereotipos y afectos negativos. El presente trabajo centrará

(1) Brown, 1995.

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su atención fundamentalmente en las contribuciones que han hecho a estepropósito la teoría de la identidad social, formulada por Tajfel y Turner(1986) y la conocida hipótesis de contacto, propuesta en un principio porAllport (1954) y posteriormente reformulada por Pettigrew (1998). Antesde analizar los supuestos centrales en las que ellas se sustentan, se abordarála noción de prejuicio y su evolución conceptual junto al concepto de cate-gorización social.

El prejuicio puede ser comprendido como una forma particular deactitud referida hacia un objeto (sea este una persona, un grupo o un país,

Tres son los componentes que típica-mente se asocian a las actitudes pre-juiciosas. El primero, alude a nuestrosistema de cogniciones o creenciasacerca del objeto de actitud (…). Elsegundo, corresponde al repertorioafectivo o emocional que, depen-diendo de su naturaleza, puede acti-var sentimientos favorables o desfa-vorables hacia el objeto de actitud.Por último, los afectos o emocionesasociadas a las creencias pueden, asu vez, generar un impacto en la ma-nera como las personas se compor-tan ante los grupos.

entre otros) que se traduce en posi-ciones favorables o desfavorables ha-cia ellos. Tres son los componentesque típicamente se asocian a las acti-tudes prejuiciosas. El primero, aludea nuestro sistema de cogniciones ocreencias acerca del objeto de acti-tud. Por ejemplo, creencias acerca delas personas de origen mapuche, delos adherentes a la corriente políticade izquierda y de las personas disca-pacitadas, entre otros grupos. El se-gundo, corresponde al repertorioafectivo o emocional que, dependien-do de su naturaleza, puede activarsentimientos favorables o desfavora-bles hacia el objeto de actitud. Porúltimo, los afectos o emociones asociadas a las creencias pueden, a su vez,generar un impacto en la manera como las personas se comportan ante losgrupos. Esto es lo que en psicología social se conoce como discriminacióno dimensión conductual del prejuicio.

El primero que aportó un cambio significativo en la manera de concebirel prejuicio fue Gordon Allport (1954), quien pasó desde un enfoque centradoen variables individuales (personalidad) a uno basado en variables grupales(identidad). El fijó su atención en los procesos cognitivos que están en labase de la formación de los grupos, especialmente en la categorización so-

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cial. Esta fue la primera oportunidad en la que los psicólogos sociales fueroncapaces de pensar el prejuicio como resultado de un mecanismo cognitivonormal y no patológico, común a todos los seres humanos, que subyace a lamanera como las personas se vinculan con su mundo social. Allport definió elprejuicio como: “Una actitud hostil hacia una persona que pertenece a ungrupo, simplemente porque pertenece a ese grupo, suponiéndose, por lo tan-to, que posee las cualidades objetables atribuidas al grupo”(2).

La categorización social, tal como también lo propusieron Tajfel y Tur-ner (1986), estimula los procesos de comparación social autoevaluativos,convirtiéndose en una herramienta cognitiva que ayuda a las personas a seg-mentar, clasificar y organizar su mundo social inmediato. Este mecanismopsicológico logra este propósito acentuando, por un lado, las similitudes entrelos miembros dentro de una misma categoría o grupo y, por otro, subrayandolas diferencias entre los integrantes de diferentes categorías. De esta forma,los individuos tienden a estereotiparse o caracterizarse a sí mismos comosemejantes entre sí (dentro de su grupo) o diferentes respecto de otros (entrelos grupos). Por ejemplo, la clase social, el género, la raza, la religión, entremuchas otras, pueden ser fácilmente reconocidas como importantes distincio-nes sociales que dividen a las personas –categorizándolas– como parte delpropio grupo (“nosotros”) o exogrupo (“ellos”). De los procesos de categori-zación social emergen dos consecuencias fundamentales. Primero, la cons-trucción de los estereotipos o creencias que representan las característicasgeneralizadas, de naturaleza positiva o negativa que se atribuyen tanto a losmiembros del propio grupo como a los del exogrupo. Por ejemplo, “los ma-puches son lentos, flojos, porfiados” o “los inmigrantes nos quieren quitarnuestro trabajo”. Los estereotipos se construyen, en parte, producto de lainformación que aprendemos cotidianamente de nuestro entorno social, perotambién a partir de la manera en como pensamos que son “ellos” y “noso-tros”. Segundo, la categorización social también activa una fuerte tendencia ala homogenización. No solo se asume que los miembros del exogrupo son deuna u otra forma, sino que además “son todos iguales”. Es justamente estaconfiguración de procesos psicológicos lo que explica, en parte importante, lacomplejidad asociada al cambio de actitud prejuiciosa.

(2) Allport, 1954, p. 7.

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A partir de la noción de categorización social, Tajfel y Turner (1986)desarrollaron la teoría de identidad social que permite comprender con ma-yor precisión la manera como las personas construyen su identidad social ylas razones que explican por qué están dispuestas a defenderla cuando estase ve amenazada. Esta teoría sostiene que los grupos representan aspectoscentrales para nuestra autodefinición (sí mismo). Las personas pueden, porejemplo, percibirse como miembros de un grupo en particular (chilenos),pero también como hombres o mujeres, católicos, evangélicos, de izquierdao de derecha. Es decir, pueden percibirse como miembros de varios gruposque contribuyen a su definición social. Por cierto, no todos estos gruposson relevantes al mismo tiempo y todo el tiempo. Su importancia relativavaría en función del contexto que requiere o hace más visible una identidaden particular. Por ejemplo, no siempre estamos conscientes de nuestra iden-tidad nacional, excepto cuando la situación lo demanda (cuando nos com-paramos con otros países). Sin embargo, hay identidades sociales que porsu naturaleza son más visibles, y muchas veces irrenunciables, como laraza, el sexo y la etnia. Lo central es que el conjunto de ellas explica lo quese conoce como identidad social.

La teoría de identidad social sostiene que las personas típicamentebuscan una autoestima positiva. Este aspecto constituye la fuente motiva-cional que energizaría la búsqueda de una distintividad grupal positiva, esdecir, percibirse y ser percibido en grupos que contribuyan a desarrollaruna autoimagen positiva de sí mismos. ¿Cómo se logra esto? A través deprocesos de comparación entre el propio grupo y el exogrupo en dimensio-nes relevantes. Dado que las personas buscan mantener una autoestimapositiva, las comparaciones que se hacen con un exogrupo relevante son, entérminos relativos, más favorables hacia el propio grupo. Esto es lo que seconoce como sesgo o favoritismo endogrupal. Este concepto, sin embargo,no es sinónimo de “discriminación”, sino más bien da cuenta de la “valora-ción” del propio grupo como un aspecto esencial de la identidad. Es decir,la valoración del propio grupo no implica necesariamente derogación uhostilidad hacia el exogrupo con el cual las personas se comparan(3).

(3) Brewer, 1999.

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Contacto intergrupal y reducción de prejuicioLa llamada hipótesis de contacto ha sido concebida como una de las

estrategias centrales para reducir el prejuicio hacia grupos minoritarios(4).

Ella se basa en una serie de supuestos que describen las condiciones ópti-mas para que el contacto intergrupal genere los resultados esperados. Elprimero de ellos supone que cuando los grupos entran en contacto, ya seaen el ámbito laboral, en la sala de clases, en un ambiente social, en unseminario o en una actividad deportiva, las personas tienen que mantenerigualdad de estatus, al menos en la situación de contacto, de forma tal quelos grupos perciban que contribuyen al logro de algún objetivo o meta

La llamada hipótesis de contacto hasido concebida como una de las es-trategias centrales para reducir elprejuicio hacia grupos minoritarios.Ella se basa en una serie de supues-tos que describen las condiciones óp-timas para que el contacto intergrupalgenere los resultados esperados.

común. De esta manera, se esperaque cada grupo perciba que su contri-bución grupal sí importa. Esto se co-necta con el segundo supuesto: lasactividades de contacto tienen queser de naturaleza cooperativa, ele-mento que la investigación ha revela-do sistemáticamente como una de lasvariables clave en la promoción deactitudes positivas hacia exogru-

pos(5). La cooperación supone postergar los intereses particulares de losgrupos en pos de los intereses grupales involucrados, que se materializan enel logro de metas comunes superiores que no pueden ser conseguidas porcada grupo por separado. El tercer supuesto, por su parte, alude a que laspersonas lleguen a conocerse, a descubrir cómo son “ellos” (los del exogru-po) a través del contacto. En este sentido, se ha postulado que la personali-zación contribuye a romper creencias o estereotipos negativos acerca delexogrupo(6). El contacto de esta naturaleza permitiría contrastar la informa-ción que dispone el observador con la evidencia que le entrega la experien-cia de contacto positivo. Por último, está el supuesto del apoyo institucio-nal, vale decir, el importante rol que deben cumplir las figuras de autoridad(padres y profesores, entre otros) e instituciones sociales relevantes (entre

(4) González & Brown, 2003; Brown & Hewstone, 2005; Pettigrew, 1998 y Stephan & Stephan, 1996.(5) Brown & Hewstone, 2005.(6) Brewer & Miller, 1984.

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ellos, el Estado y los sistemas legales) en la promoción de experiencias decontacto entre distintos grupos. Dichas instituciones guían y regulan elejercicio de los derechos y deberes de los ciudadanos, por tanto legitimansu existencia(7).

Es importante indicar que en la literatura ha existido un debate acercade los costos y beneficios asociados a la activación de las identidadesgrupales en la situación de contacto(8). En el presente trabajo se mostraráevidencia a favor de la necesidad de mantener algún grado de distintividadgrupal en la situación de contacto, con el fin de promover efectos positivosen las actitudes intergrupales. De hecho, se ha postulado que es muy difíciltransferir (generalizar) las experiencias positivas logradas en la situación de

A comienzos de 2001, una nueva lí-nea de investigación en Chile co-menzó a analizar el problema delprejuicio y la discriminación hacia di-versos grupos minoritarios del país,examinando el rol de la distintividadgrupal como moderador del efectode las variables de contacto (canti-dad y calidad) sobre el cambio deactitudes hacia dichos grupos.

contacto a la evaluación del exogru-po como un todo si no se hace visiblela membresía grupal durante el con-tacto(9).

Prejuicio y afectos positivoshacia grupos minoritarios

A comienzos de 2001, una nue-va línea de investigación en Chile(10)

comenzó a analizar el problema delprejuicio y la discriminación haciadiversos grupos minoritarios del país,examinando el rol de la distintividad grupal como moderador del efecto delas variables de contacto (cantidad y calidad) sobre el cambio de actitudeshacia dichos grupos. Entre los grupos estudiados se encuentran la etniamapuche, los discapacitados, los peruanos, los evangélicos, los viejos oancianos, los gitanos y los pobres. Este estudio se llevó a cabo en unamuestra no probabilística de 1.965 estudiantes chilenos de Educación Bási-ca y Media, de ambos sexos, provenientes de colegios particulares, particu-lares subvencionados y municipalizados de Santiago. El estudio contemplóla administración de una encuesta que evaluó con escalas confiables y váli-

(7) Stephan & Stephan, 1996.(8) González, & Brown, en prensa, a y b.(9) Para una completa revisión ver Brown & Hewstone, 2005.(10) González, et al. 2003b.

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das las dimensiones de contacto intergrupal, prejuicio y afectos positivoshacia los distintos grupos evaluados(11).

Tal como se puede apreciar en la Figura 1, y en concordancia conhallazgos internacionales, los gitanos, seguidos por los pobres indigentes ylos peruanos fueron los grupos hacia los cuales los niños y jóvenes exhibie-ron mayores niveles de prejuicio y discriminación. Consistente con estepatrón de resultado, los peruanos y gitanos también resultaron ser los gru-pos menos queridos, respetados y admirados del estudio.

Figura 1Prejuicios hacia grupos minoritarios en Chile: total muestra

En la dimensión afectiva, el grupo de indigentes produjo un patróndistinto. Ellos provocaron sentimientos altamente positivos en los partici-pantes, lo cual revela el nivel de ambivalencia que se produce al coexistirestos sentimientos con un alto grado de prejuicio. En el caso de los evangé-

(11) La escala de puntaje de las dimensiones medidas se construyó de tal manera que una mayorpuntuación indica mayor nivel de prejuicio o de afectos positivos hacia los grupos evaluados, con unrango que varía de 1 a 5.

Mapuches Peruanos Discap. Evangél. Viejos Pobres Gitanos

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licos, las personas de edad, los discapacitados y la etnia mapuche, losencuestados exhibieron un nivel medio-bajo de prejuicio junto a altos nive-les de valoración positiva (confianza, admiración y agrado).

El grado de prejuicio hacia los diversos grupos estudiados, sin embar-go, cambió en función de las variables demográficas consideradas en elestudio. Consistente con los resultados obtenidos en otras latitudes, loshombres, en general, se mostraron más prejuiciados que las mujeres, espe-cialmente hacia los peruanos, los evangélicos y, en menor medida, respectode los discapacitados y los mapuches (ver Figura 2). Respecto de los indi-gentes y gitanos, las diferencias observadas entre hombres y mujeres nolograron significación estadística. De esta manera, independiente del sexode los participantes, estos grupos fueron los más discriminados y a loscuales se les atribuyeron más características negativas.

Figura 2Prejuicio hacia grupos minoritarios en Chile según sexo

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Los resultados también variaron en función del nivel de escolaridadde los estudiantes, siendo los niños de Educación Básica –en comparación alos jóvenes de Educación Media– quienes, en general, mostraron mayoresniveles de prejuicio hacia los peruanos, los discapacitados y los mapuches.Por otra parte, independientemente del nivel de escolaridad de los encuesta-dos, estos exhibieron altos niveles de prejuicio hacia los pobres indigentesy los gitanos (ver Figura 3).

Figura 3Prejuicio hacia grupos minoritarios en Chile según escolaridad

Finalmente, en relación al efecto del nivel socioeconómico sobre lasactitudes, se observaron patrones de diferencias según el grupo evaluado.Las mayores variaciones se advirtieron respecto de los peruanos, donde seobservó un mayor nivel de prejuicio en los estudiantes de nivel socioeconó-mico bajo. Un patrón similar se obtuvo respecto de los evangélicos y, enmenor grado, hacia las personas discapacitadas y de edad (ver Figura 4). El

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caso de la etnia mapuche, por su parte, también fue distintivo. Los niños yjóvenes provenientes de sectores socioeconómicos altos fueron los que ex-hibieron mayores niveles de prejuicio hacia ellos. Por su parte, respecto delos dos grupos peor evaluados (pobres indigentes y gitanos), con indepen-dencia del nivel socioeconómico, todos los participantes exhibieron altosniveles de prejuicio y bajos afectos positivos hacia ellos.

Figura 4Prejuicio hacia grupos minoritarios en Chile según nivel socioeconómico

Consistente con la hipótesis de contacto, los resultados de este estudiorevelaron que la calidad de contacto resultó ser uno de los predictores másimportantes de reducción de prejuicio y promoción de afectos positivoshacia las diversas minorías. Esto es, mientras más positivas fueron las ex-periencias de contacto reportadas por los estudiantes con miembros de losgrupos estudiados, menores fueron los niveles de prejuicio y mayores losniveles de afectos positivos que se expresaron hacia ellos.

Mapuches Peruanos Discap. Evangél. Viejos Pobres Gitanos

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Ahora bien, la predicción más importante del estudio buscó demostrarque el contacto intergrupal tiene un efecto más significativo sobre las actitu-des y afectos positivos hacia el exogrupo cuando se hace visible la membre-sía grupal de las personas durante la situación de contacto. Es decir, cuando,por ejemplo, se explicita el hecho de ser mapuche o peruano durante elcontacto con personas no indígenas y chilenos, respectivamente. Los resulta-dos revelaron que la calidad de contacto tuvo un impacto significativo en lasactitudes (menos prejuicio y más afectos positivos), principalmente en aque-llas situaciones de contacto intergrupal en las cuales se hizo visible el hechode pertenecer a un grupo determinado (alta visibilidad de la membresía gru-pal). Por el contrario, los efectos de las variables de contacto se diluyeron operdieron su potencial cuando la visibilidad de la membresía grupal fue baja.

Actitudes de tolerancia política en jóvenes universitarios¿Qué revelan las encuestas de opinión acerca de los jóvenes y la

percepción de la política en general? Sistemáticamente se encuentra eviden-

¿Qué revelan las encuestas de opi-nión acerca de los jóvenes y la per-cepción de la política en general?Sistemáticamente se encuentra evi-dencia de un distanciamiento delmundo político, con indicadores cla-ros de desconfianza y desinterés,particularmente hacia los políticos.

(12) Informe PNUD 2002, González, et al., en prensa.

cia de un distanciamiento del mundopolítico, con indicadores claros dedesconfianza y desinterés, particular-mente hacia los políticos. Esto se hatraducido en una disminución en elinterés por inscribirse en los registroselectorales o participar, en general,más activamente en política(12). Pesea esto, las encuestas de opinión nohan indagado la relación que puede

existir entre dichas actitudes y los niveles de identificación que ellos tienencon los referentes políticos.

Es en este ámbito es donde creemos que la investigación de Gonzálezy colaboradores hace su principal aporte, a través del estudio de las actitu-des políticas de los jóvenes universitarios de Santiago y del análisis del roldel contacto intergrupal en el desarrollo de actitudes más favorables hacialos distintos grupos políticos. Dicho estudio administró un cuestionario depreguntas cerradas en una muestra no probabilística de 1.416 estudiantes

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universitarios, de ambos sexos, en carreras de distintas áreas (ciencias,ciencias sociales, humanidades, educación y salud, entre otras), en 14 uni-versidades estatales y privadas de Santiago, organizadas según orientacio-nes políticas generales estimadas (en el continuo izquierda-derecha).

En este artículo se abordarán tres temas fundamentales investigadosen dicho estudio: (1) Relación entre identidad política y actitudes intergru-pales; (2) Relación entre identidad política y tolerancia; y (3) Rol del con-tacto intergrupal en la promoción de actitudes políticas más favorables.

Respecto del primer punto, la investigación reveló que aproximada-mente un 79% de los jóvenes universitarios –a diferencia de lo que se hareportado en estudios de opinión– mostraron claras preferencias políticashacia los distintos partidos y coaliciones(13). Del mismo modo, emergió ungrupo muy importante de estudiantes (21%) que no se sintió representado porninguno de los referentes políticos. Los resultados también confirmaron lahipótesis de que son los partidos políticos (61%) y no las coaliciones (18%)los referentes de identidad relevantes para ellos. Los jóvenes, sin embargo,no solo se identificaron con los partidos políticos, sino que además actuaronen función de esta identidad al momento de reportar sus creencias y afectoshacia estas colectividades, sus aliados y coaliciones en general.

Los resultados también revelaron la presencia de favoritismo hacia elpropio partido, es decir, quienes se identificaron con estas organizacionesevaluaron en forma más positiva a su propio grupo que a los miembros departidos o coaliciones contrarias. Aun cuando este hallazgo era esperable,no fue así la distancia observada entre la evaluación del propio partido ysus aliados y, particularmente, la que se estableció con los partidos oposito-res(14). En este sentido, se observó una fuerte polarización de las actitudes,especialmente cuando se juzgó a los partidos opositores en dimensionesafectivas y estereotipos negativos. En este punto es interesante notar que lapoblación estudiada tenía entre 8-10 años promedio cuando Chile recuperóla democracia, por lo que parte importante de su socialización políticaocurrió post gobierno militar. Estos hallazgos muestran que la intoleranciagenerada en los momentos más críticos de la dictadura fue, de alguna ma-nera, transmitida a las nuevas generaciones. Estos hallazgos también reve-

(13) González et al. en prensa.(14) González et al. 2005.

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lan la necesidad de generar mecanismos y políticas que permitan orientar eldesarrollo de mayor confianza, respeto y aceptación de las distintas visio-nes políticas que cada persona sustenta. Adicionalmente, los resultadosmostraron de manera sistemática que aquellos jóvenes que no se identifica-ron ni con los partidos ni con las coaliciones, en general, asumieron unapostura muy crítica, evaluando a todos los partidos y coaliciones –conindependencia de la orientación política– como entidades con pocos atribu-tos positivos, altos atributos negativos y muy bajos niveles de confianza,admiración y agrado.

Una de las actitudes centrales medidas en este estudio fue el nivel detolerancia política. Desde los estudios de Stouffer en los años 50, su con-ceptualización se ha asociado al reconocimiento de derechos para miem-bros de grupos rechazados(15). En contraste, la intolerancia se manifiesta enla resistencia a extender a grupos rechazados los derechos que se reconocenpara el propio grupo. Guiados por esta definición, los participantes de estainvestigación debieron indicar cuál de los grupos políticos existentes enChile les producía más rechazo. Posteriormente, se les solicitó que juzgaranla medida en que estarían dispuestos a aceptar que personas de dicho grupopolítico tuviesen un programa de televisión, escribieran en un diario o fue-sen profesores de Enseñanza Básica, entre otras actividades.

Consistente con lo observado en estudios nacionales e internacionales,los resultados revelaron una asociación entre niveles de tolerancia y orienta-ción política(16). De esta manera, se confirmó que quienes adhirieron a parti-dos o a la coalición de derecha fueron significativamente menos tolerantesque quienes se identificaron con partidos o coaliciones de centroizquierda.Con respecto al nivel de tolerancia de los jóvenes que no se identificaronpolíticamente, se observó un patrón muy similar al que exhibieron los jóve-nes que sí se identificaron con partidos o coaliciones de centroizquierda, entanto se diferenciaron de aquellos participantes que se identificaron con parti-dos o con la coalición de derecha. Resulta destacable que el nivel de toleran-cia se asoció positivamente con una mayor valoración hacia la democracia yuna disminución en la creencia de que la motivación de los actores paraparticipar en política se centra solo en su interés personal (cinismo político).

(15) Sullivan, Marcus, Feldman y Piereson, 1981.(16) Manzi et al., 2003.

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Los datos obtenidos también indican que las identidades políticas delos jóvenes son relevantes y guían sus actitudes hacia aquellas personas quepiensan políticamente distinto a ellas(17). Al igual que en el estudio degrupos minoritarios, también se hipotetizó que solo en la medida que sehaga visible la identidad política, al momento de entrar en contacto positivocon miembros de otros grupos políticos, entonces será posible beneficiarsede dicha experiencia, y más importante aún, habrá un cambio de actitudhacia miembros del partido político con los cuales no se ha tenido contac-to(18). El estudio encontró evidencia a favor de esta hipótesis.

La calidad de contacto establecido con miembros de partidos políticoscontrarios, por su parte, predijo, como se esperaba, afectos positivos haciadichos partidos. Es decir, a medida que los jóvenes encuestados declararontener buena calidad de contacto con personas de partidos contrarios, fueroncapaces de desarrollar más confianza, agrado y admiración hacia ellos (lasrelaciones dejaron de ser tan polarizadas en forma negativa). Más importan-te aún, se obtuvo contundente evidencia, consistente con lo encontrado enel estudio de minorías, acerca de la importancia de mantener la visibilidadde la identidad política durante el contacto para favorecer la generalizacióndel cambio de actitudes.

Actitudes interétnicas en el contexto mapuche no indígena enChile

Según los datos del Censo 2002, la comunidad mapuche es el pueblooriginario más numeroso en Chile (84% de la población indígena, la querepresenta cerca del 8% de la población total del país).

Las relaciones entre la etnia mapuche y los chilenos no indígenastienen una larga historia de conflictos que se ha traducido en una serie deconsecuencias negativas, especialmente para el primer grupo(19). La eviden-cia de estudios previos revela que la comunidad mapuche ha sido objeto deprejuicio y discriminación por muchos años. El último Censo los caracteri-

(17) La literatura especializada ha fortalecido la idea de que para cambiar actitudes es necesario produciruna transformación a nivel de las creencias (estereotipos), de los afectos (confianza y agrado) y de lasconductas (convivencia social).(18) Brown & Hewstone, 2005.(19) Esta se ha hecho más visible en la última década, afectando negativamente a los grupos involucra-dos y creando las condiciones para aumentar la intolerancia (Saiz, 1986; Saiz et al., 1998).

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za como el grupo social más pobre de la sociedad chilena (con una alta tasade desempleo, de deserción del sistema escolar y de pobreza, entre otros).En este escenario, es indudable que, en la medida que las actitudes intergru-pales mejoren, será posible observar mayor movilidad social en la comuni-dad mapuche en su conjunto.

Con el propósito de contribuir a la comprensión del conflicto mapu-che y de desarrollar estrategias de promoción de actitudes intergrupales

Con el propósito de contribuir a lacomprensión del conflicto mapuche yde desarrollar estrategias de promo-ción de actitudes intergrupales positi-vas interétnicas, efectuaron un estu-dio en Temuco para analizar lasactitudes intergrupales entre estu-diantes de origen mapuche y chilenosno indígenas de Enseñanza Media.

origen chileno no indígena mostraron importantes niveles de identidad chi-lena, hallazgo relevante, en la medida que confirma que ambos tipos deestudiantes tienen un referente común de identidad. Pese a esto, al compa-rar los niveles de identidad chilena por grupo étnico se observó una dife-rencia significativa. Como se esperaba, fueron los estudiantes de origen noindígena quienes mostraron mayores niveles de identificación con Chile.También, según lo esperado, al comparar los niveles de identificación conChile y la etnia mapuche, se constató que los estudiantes de la comunidadmapuche se identificaron más con su etnia. Ambos resultados revelan laimportancia que reviste para estos estudiantes la identidad con su propiogrupo y la identidad común (ser chileno).

(20) González, et al. (2003a.(21) Esta investigación se enmarcó en un escenario definido por una relación de estatus grupal asimétri-ca, de larga data, que incluye una minoría indígena de bajo estatus y una mayoría dominante de altoestatus (chilenos no indígenas). Se trata de un escenario intergrupal, cuyas identidades son más establesy de alta relevancia en la autodefinición social de los involucrados las que, debido a ello, son másresistentes al cambio.

positivas interétnicas(20), efectuaronun estudio en Temuco para analizarlas actitudes intergrupales entre estu-diantes de origen mapuche y chilenosno indígenas de Enseñanza Media(21).

Uno de los aspectos centralesde este estudio fue analizar la medidaen que ambos grupos de estudiantesse identifican con Chile. Los resulta-dos revelaron que tanto los estudian-tes de origen mapuche como los de

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Ciertamente, lo que interesa analizar ahora es si existe asociaciónentre los niveles de identificación con el propio grupo (chileno o mapu-che) con las actitudes que expresan hacia miembros del exogrupo. Esteúltimo análisis fue hecho en forma separada para los estudiantes no indí-genas y los de origen mapuche. Con este propósito, se les solicitó a losjóvenes que juzgaran a ambos grupos en general, utilizando una lista decaracterísticas o rasgos predefinidos, indicando el grado en que dichascaracterísticas constituyen aspectos distintivos o estereotipados de cadauno de estos grupos. Dicha lista contenía características positivas delexogrupo (cuán inteligentes, seguros y capaces son) y negativas (su nivelde agresividad, deshonestidad y amargura, entre otras características). Losresultados revelaron que, a medida que aumentó el nivel de identidad conel país, los estudiantes no indígenas exhibieron niveles más bajos de atri-butos positivos de los miembros de la etnia mapuche, pero no necesaria-mente más afectos negativos hacia dicho grupo. Es decir, tal como sepredijo, la valoración positiva del propio grupo no implicó necesariamen-te la derogación del exogrupo(22). En relación a las características negati-vas, ambos grupos se evaluaron con puntajes medios, esto es, se atribuye-ron rasgos como lentos, agresivos y desconfiados, lo cual no fue privativodel propio grupo. Los participantes de ambas etnias también le asignarondichas características a la etnia con la cual se comparan (o exogrupo). Losresultados revelaron que tanto los estudiantes de la etnia mapuche comolos no indígenas atribuyeron más atributos negativos al exogrupo que alpropio grupo, dando cuenta nuevamente de la existencia de sesgo endo-grupal.

Esta investigación no solo incluyó el análisis de los estereotipos de losgrupos estudiados, sino que también midió los sentimientos que los jóvenesexpresan hacia la etnia mapuche y la mayoría no indígena. En términosprecisos, se indagaron los sentimientos positivos (admiración, cariño y respe-to) y negativos (rabia, resentimiento y odio, entre otros) que ellos expresanhacia su propio grupo étnico y hacia el grupo con el cual se comparan. Losresultados revelaron que la mayoría de los jóvenes de origen mapuche y noindígena expresaron niveles medios de sentimientos positivos tanto hacia elpropio grupo como hacia el exogrupo. Pese a esto, todos mostraron niveles

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(22) Brewer, 1999.

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significativos de sesgo, es decir, mayores sentimientos positivos a favor de supropio grupo. Es interesante destacar que si bien este patrón de resultados escoincidente con el observado en el plano de los estereotipos, la magnitud delefecto se incrementó sustantivamente en el plano de los afectos. Esta eviden-

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(23) Zagefka, González y Brown & Manzi, 2005.

Los resultados revelaron que la ma-yoría de los jóvenes de origen ma-puche y no indígena expresaron ni-veles medios de sent imientospositivos tanto hacia el propio grupocomo hacia el exogrupo. Pese aesto, todos mostraron niveles signi-ficativos de sesgo, es decir, mayo-res sentimientos positivos a favorde su propio grupo.

cia revela que aunque relacionados,los estereotipos tienen un grado de in-dependencia de los afectos. En el casode los sentimientos negativos, los re-sultados revelan que, en general –conindependencia del grupo étnico–, to-dos los jóvenes expresaron niveles re-lativamente bajos de sentimientos ne-gativos hacia la etnia mapuche y haciala mayoría no indígena.

Como se anticipó, este estudiotambién evaluó el nivel de contacto

exhibido por los jóvenes con miembros del exogrupo. Para ello, se registróla cantidad de contacto (número y frecuencia de contacto con personas delexogrupo) y la medida en que el contacto establecido se caracterizó portener buena o mala calidad. Los resultados revelaron que mientras mejorfue la calidad de contacto que establecieron los jóvenes de origen mapuchecon jóvenes no indígenas, menor fue, en general, el nivel de efectos negati-vos exhibido hacia las personas no indígenas. Estos resultados se replicaronen la misma dirección en el caso de los jóvenes no indígenas. Por otraparte, consistente con lo que se predijo, se observó que la frecuencia decontacto se asoció positivamente con más creencias y afectos positivoshacia las personas mapuches (únicamente en el caso de los participantes noindígenas). Esto, sin duda es valioso, porque constituye el grupo al cual sedeben dirigir mayoritariamente los programas de intervención orientados acambiar actitudes menos favorables hacia la etnia mapuche.

El conjunto de estos resultados es consistente con los encontrados enotros estudios nacionales e internacionales que buscan comprender el roldel contacto intergrupal en el mejoramiento de las actitudes de sus miem-bros(23). Es interesante notar, sin embargo, que la cantidad de contacto no

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predijo el cambio de actitudes en el caso de los estudiantes de la etniamapuche. Para ellos, que tienen contacto crónico con la mayoría no indíge-na, solo resultó ser importante la calidad del contacto y no la cantidad.

ConclusionesEl análisis del conjunto de estudios conducidos en Chile, ya sea en

escenarios intergrupales que involucran a grupos minoritarios, políticos oétnicos, demuestra el valor que reviste para ellos la mantención de la identi-dad grupal. Estos grupos no solo valoran sus respectivas identidades, sinoque actúan conforme a ellas. De esta forma, la identidad social adquiere unrol central a la hora de comprender por qué los grupos pueden sentirsemotivados a generar acciones cuando perciben que ella se encuentra amena-zada (tal es el caso de los inmigrantes, los partidos políticos al interior de lacoaliciones políticas o el de la etnia mapuche cuando enfrentan las presio-nes para asimilarse a la cultura dominante).

La identidad también permite comprender la manera como se moldeanlas relaciones intergrupales. Esto lleva al segundo punto de esta conclusión.Dado que normalmente la identidad social es valiosa para las personas,ellas buscarán mecanismos que les permitan diferenciarse positivamente deotros grupos, pero no necesariamente a costa de derogarlos.

Los estudios analizados también muestran contundente evidencia queconfirma el efecto positivo que produce el contacto entre los grupos parapromover el desarrollo de actitudes intergrupales favorables (a nivel deestereotipos, afectos y conductas). Esto es especialmente importante cuan-do se desea intervenir en escenarios grupales marcados por historias deconflictos que se han disipado en un grado importante, pero que han dejadouna huella muy profunda en los grupos involucrados. Tal es el caso de lasrelaciones entre miembros de la etnia mapuche y los chilenos no indígenasy de los grupos que representan los bandos que caracterizaron el conflictopolítico vivido por Chile desde comienzo de los 70 hasta el término de ladictadura militar. Más importante aún fue constatar que el desarrollo deactitudes intergrupales se benefició de manera sustantiva al hacer visible laidentidad o membresía grupal durante el contacto positivo.

Nuestra sociedad en su conjunto, requiere de la existencia de mecanis-mos autorregulatorios, especialmente a nivel educacional, que permitan cons-

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truir o promover formas de contacto positivo entre los distintos grupos que lacomponen. Para ello, es necesario fortalecer y diseñar políticas públicas que,por una parte, permitan resguardar los derechos de todas las personas, y porotra, promuevan la diversidad como un valor que oriente nuestro desarrollosocial y cultural.

La evidencia presentada es contundente al mostrar que no todos losciudadanos de este país tienen las mismas oportunidades y derechos y, másaún, que muchos de ellos son objeto de discriminación. Solo en la medida

Solo en la medida en que nuestrasociedad promueva mecanismos queaseguren la igualdad de derechos yoportunidades de todos sus ciudada-nos –a través de un sistema educa-cional, legal y económico, en el cualesté fuertemente instalada la nociónde tolerancia y respeto a las diferen-cias grupales, sean estas étnicas, re-l igiosas, polít icas, de género uotras– entonces será posible contri-buir al desarrollo de la movilidad so-cial en nuestro país.

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en que nuestra sociedad promuevamecanismos que aseguren la igualdadde derechos y oportunidades de todossus ciudadanos –a través de un siste-ma educacional, legal y económico,en el cual esté fuertemente instaladala noción de tolerancia y respeto a lasdiferencias grupales, sean estas étni-cas, religiosas, políticas, de género uotras– entonces será posible contri-buir al desarrollo de la movilidad so-cial en nuestro país. La discrimina-ción, en cualquiera de sus formasnocivas, debe ser enfrentada con fir-meza, ya que ella constituye, como

anticipamos, uno de los factores más importantes que restringen o limitanlas posibilidades de movilidad social en Chile y otras latitudes.

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Autor

Roberto González GutiérrezLicenciado en Psicología, Escuela de Psicología Pontificia UniversidadCatólica de Chile. Doctor en Psicología, University of Kent, Reino Unido.Profesor adjunto y Jefe del Programa de Doctorado Escuela de Psicolo-gía, Pontificia Universidad Católica de Chile.

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La serie en foco recoge las investigaciones deExpansiva que tienen por objeto promover undebate amplio sobre los temas fundamentales dela sociedad actual.

Este documento, cuya presente edición fueeditada por Cony Kerber y contó con lacolaboración de Uca Pérez, es parte de unproyecto de la Corporación que funcionó con elobjetivo de analizar propuestas sobre movilidadsocial en Chile. Esto, bajo la premisa de que elestudio y discusión sobre este tema es clave parafuturas decisiones de política en esta área.

Esta iniciativa fue coordinada por Heidi Berner.

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