en comunidad

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Así rescatamos al Presidente Correa En Comunidad LEY LEY Edición No. 1 • Septiembre 2013 El Ministro del Interior y el 30S José Serrano Salgado hace una lectura política de los sucesos ocurridos hace tres años. Pág. 2 El Comandante General y el 30S El General Rodrigo Suárez Salgado habla por primera vez del sacudón institucio- nal de hace 3 años. Págs. 3-5 El Cabo Primero Cristian Bonilla del GOE, y el Capi- tán Santiago Ordóñez del GIR, fueron protagonistas y testigos excepcionales del 30S. Por primera vez de- tallan cómo protegieron, rescataron y salvaron la vida del Presidente Rafael Correa Delgado. Págs. 10-14 Imágenes del hecho histórico Cristian Bonilla. Estuvo siem- pre con el Presidente. Santiago Ordóñez. Manejó el auto con el que rescataron al Pre- sidente del Hospital de la Policía. Las cifras Entre septiembre del 2010 y septiembre del 2013, la Policía elevó su eficiencia en el con- trol antidelincuencial. Págs. 6-7 Una mirada al pa- sado y presente del 30S. Nuestra Policía Nacional tres años después. Págs. 8-9 2010 2011 2012 Cae la tasa de homicidios en porcentajes

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Page 1: En comunidad

Así rescatamos al Presidente Correa

En Comunidad LEYLEY

Edición No. 1 • Septiembre 2013

El Ministro del Interior y el 30SJosé Serrano Salgado hace una lectura política de los sucesos ocurridos hacetres años. Pág. 2

El Comandante General y el 30SEl General Rodrigo Suárez Salgado habla por primera vez del sacudón institucio-nal de hace 3 años. Págs. 3-5

El Cabo Primero Cristian Bonilla del GOE, y el Capi-tán Santiago Ordóñez del GIR, fueron protagonistas y testigos excepcionales del 30S. Por primera vez de-tallan cómo protegieron, rescataron y salvaron la vida del Presidente Rafael Correa Delgado. Págs. 10-14

Imágenes del hecho histórico

Cristian Bonilla. Estuvo siem-pre con el Presidente.

Santiago Ordóñez. Manejó el auto con el que rescataron al Pre-sidente del Hospital de la Policía.

Las cifras

Entre septiembre del 2010 y septiembre del 2013, la Policía elevó su eficiencia en el con-trol antidelincuencial. Págs. 6-7

Una mirada al pa-sado y presente del 30S. Nuestra Policía Nacional tres años después.Págs. 8-9

2010

2011

2012

Cae la tasa de homicidiosen porcentajes

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10 En Comunidad Especial 30STESTiMoNio

El 30 de septiembre de 2010 (30S) el Ecuador se conmovió. Un grupo de policías se insubordinó ante el po-der político democráticamente cons-

tituído y desencadenó una seria de hechos graves para la sociedad, para la Institución Policial y riesgosos para la democracia. La gran historia del 30S está en construcción. En el plano de la reconstrucción de los hechos hay un largo trecho por recorrer. Por ejemplo, muy poco se sabe del grupo de Unidades Espe-ciales de la Policía que actuó para defender la democracia y el orden público. Estas líneas calzan en ese esfuerzo. Este testimonio inédito permite adentrarse en los sucesos que escalaron al nivel más alto hasta involucrar al propio Presidente Correa. A continuación el Teniente Santiago Xavier Or-dóñez Rosemberg (SO) y el Cabo Primero Cris-tian Byron Bonilla Lescano (CB) -protagonis-tas y testigos únicos- narran cómo protegieron la vida del Presidente, cómo le rescataron y cómo llegó al Palacio Nacional:

‘Le entregamos al señorPresidente, sin novedad’

En este testimonio excepcional se descubren los detalles nunca divulgados del secuestro y rescate del Presidente Rafael Correa.

CB - Soy Cristian Bonilla (Ambato, 1980), Cabo Primero de la Policía Nacional, pertenezco al Grupo de Operaciones Especiales (GOE). El 30 de septiembre de 2010 estaba de servicio, dis-puesto a una práctica de tiro en la Escuela Supe-rior Militar (ESMIL), en Parcayacu. El día anterior me habían indicado que fuera con ropa cómoda (pantalón, camiseta, etc.) para esa actividad que empezaría a las 8 de la mañana. Yo formaba par-te de la Seguridad del señor Presidente Correa. A esa hora estábamos reunidos con el personal de la Presidencia para dicha práctica y justo ese momento se escuchó en la radio que algo pa-saba en Quito y la práctica se suspendió. Estaba al mando de mi Mayor Montenegro -miembro del Ejército y del Cuerpo de Seguridad del Presi-dente- quien ordenó que nos movilicemos hacia el Regimiento Quito, pues ahí estaba el Presi-dente dando un discurso. Hasta ese momento no sabíamos qué sucedía y desconocíamos las razones por las que se encontraba ahí el señor Presidente. A las 8 y media de la mañana, el esce-nario era un caos, quemaban llantas en la parte

Foto: En Comunidad

El Cabo Primero Cristian Byron Bonilla Lescano (izq.) y el Capitán Santiago Xavier Ordóñez Rosemberg revelan hechos inéditos del 30S.

de afuera, había manifestaciones; fue lo primero que vi cuando llegué al Regimiento Quito.SO - Soy Santiago Ordóñez (Quito, 1979), ca-pitán de la Policía Nacional y miembro del Gru-po de Intervención y Rescate (GIR), especialista en Operaciones de Protección y Seguridad. Por disposición de la Casa Militar debíamos estar a las 8 de la mañana en la ESMIL, punto de en-cuentro de los miembros de la Seguridad del señor Presidente. Cuando salí de mi casa oí en la radio lo que pasaba en el Regimiento Quito; en eso recibí una llamada de mi Almirante San-tiago, entonces Jefe de la Casa Militar, quien me comentó: “teniente (esa época era teniente), ¿sí está escuchando la radio, verdad?, ¿sabe lo que está pasando con su institución?, ¿usted está trabajando con nosotros, no?, ¿sabe de qué lado está?”… Le respondí: “Tranquilo, mi Almirante, soy responsable de mi gente y sabemos qué te-nemos que hacer”. Contestó: “Entonces le hago responsable de lo que pase…”; éramos policías, alrededor de 15 personas.Casi al llegar a la ESMIL recibí la llamada del Capitán Celi: me indicó que no vaya hacia allá, que todos debemos reunirnos en el Palacio de Gobierno. Cuando llegué a Carondelet ahí esta-ba mi capitán Oswaldo Mora (entonces Teniente

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11Especial 30S En ComunidadTESTiMoNio

Foto: En Comunidad Foto: En Comunidad

20 de mayo del 2013: Condecoración al Valor por los actos excepciona-les en el desempeño de sus funciones específi-cas y por precautelar la integridad del señor Presidente de la República, Economista Rafael Correa.

29 de febrero del 2008: Condecora-ción al Mérito Profesional “Caballero” por aprobar con calificación sobresa-liente el décimo Curso de Perfeccio-namiento.

22 de agosto del 2005: Diploma del X curso y III Internacional avanzado de Intervención.

20 de mayo del 2013: Condecoración al Valor por los actos excepciona-les en el desempeño de sus funciones específi-cas y por precautelar la integridad del señor Presidente de la República, Economista Rafael Correa.

14 de abril del 2011: Felicitación pública solemne por su actuación en la custodia, evacuación y protección del Presidente de la República, Rafael Correa, el 30 de septiembre del 2010.

15 de marzo del 2010: Curso especializado de Búsqueda y Rescate Subacuático.

Santiago Ordóñez: experto del GIR. Cristian Bonilla: comando del GOE.

Hoja de vida Hoja de vida

¿Qué pasó cuando el Presidente llegó al Hospital de la Policía? El escenario cambió drásticamente: no pudo salir de ahí. Entonces, con mi compa-ñero Giovanni Molina -por nuestra condición de policías no podíamos hacer nada sin autoriza-ción de la Casa Militar- pedimos a mi Subcoman-dante de Casa Militar que nos permita realizar algunas acciones… CB - Hacia las 9 de la mañana, cuando llegamos al Regimiento Quito, el Presidente trataba de ha-blar con el personal policial ahí reunido; unos gritaban y silbaban, otros abucheaban, algunos querían escucharle… había de todo. Se buscaba un altavoz para el Presidente, nadie ayudó. Entonces, alguien de la Seguridad pro-puso que el Presidente, junto con el doctor Gus-tavo Jalhk, suban al segundo piso del Edificio del Regimiento Quito y hable desde ahí. Así lo hizo, luego se sacó la corbata. Yo escuchaba en la parte de abajo, esperando que se calmen los ánimos; sabíamos que los compañeros policías estaban armados y que alguien quizá podía oca-sionar una tragedia. Casi todos tenían información parcial. Mucha gente fue llevada por otros compañeros que re-cién se enteraban de lo que pasaba. En general, les animaba la defensa de algunos beneficios que teníamos. Pero el Presidente también tenía su criterio: se nos estaba beneficiando bajo otra modalidad. En ese momento no hubo ningún acuerdo. El Presidente se retiró la corbata y la gente se exaltó. Él estaba recién operado y no podía caminar bien, necesitaba muletas y gente que lo ayude, ahí hicimos los primeros cercos. En ese momen-to el Capitán Celi me dijo: “Usted, que es policía, ayúdeme a buscar una puerta de salida porque la principal está obstruida”. Me fui hacia arriba, hacia el GOE, sabía que ahí había una puerta de salida, desgraciadamente, semanas atrás le ha-bían sellado. Luego hablé con mi Mayor Miño para que nos ayude tumbando la pared, pero no había tiempo. Me desplacé al otro lado del Regi-miento donde había salida a través de una malla. Regresé para decirle que era imposible. Cada quien daba su opinión teníamos comunicación confusa, la gente nos empujaba.SO - En ese momento se vio que no había un plan de contingencia para ese tipo de sucesos; cuando se tiene un plan de seguridad se hacen las adaptaciones pero los procedimientos gene-rales permiten saber qué hacer.CB - Fue ahí cuando vimos como le lanzaban gas al señor Presidente. A las 10 de la mañana, en el helipuerto del Regimiento Quito, buscan-do una salida, pero todo el mundo corría sin saber qué hacer. Unas motos cerraban el paso hacia la salida del hospital, en eso vino alguien y dijo: “les vamos a ayudar, vengan por la parte de acá para que salgan, fue cierto: un grupo de compañeros militares nos ayudó a abrir la puer-ta, bajamos al Presidente en andas y llegamos a la puerta del hospital. Ahí, la mayoría de la Segu-ridad Presidencial nos contactamos otra vez. En

de Navío), quien reunió al Grupo de Seguridad Presidencial para saber qué pasaba y organizar grupos que informen desde los puntos donde se apreciaban los mayores problemas: Regimiento Quito, Aeropuerto, Ministerio de Defensa, etc. También se envió gente para que informe qué pasaba en Guayaquil, Cuenca.Empezamos a mandar gente al Hospital de la Policía para tratar de sacar de ahí al Presidente, llegó información de que varios policías motori-zados venían a tomarse el Palacio de Gobierno. La presión de la Seguridad Presidencial recayó sobre nosotros, se nos pidió recabar datos de fuentes policiales para planificar, pero todo era un caos total.

la puerta recibí una orden: “Tú hazte cargo y no permitas que nadie ingrese por esta puerta (de emergencia)”, fue la disposición de mi almirante Santiago. Estaba con dos compañeros militares, sabía que los compañeros policías podían identi-ficarse pero no podían ingresar. En ese momen-to, el señor Presidente estaba asfixiándose, esta-ba mal, aparte, tenía la dolencia de la pierna y estaba siendo atendido. Media hora después co-municaron al Presidente que le iban a trasladar al segundo piso; igual, gente que se apostaba en las ventanas gritaba que salga. Le trasladamos al segundo piso, a una habitación del ala izquierda del hospital; había una puerta de emergencia por donde comenzaron a asomarse miembros

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12 En Comunidad Especial 30STESTiMoNio

El Cabo Bonilla y el Capitán Ordóñez rinden testimonio de su participación durante las trágicas horas del 30 de septimbre del 2010.

policiales con capuchas. Por tanto, era muy di-fícil y peligroso quedarnos ahí en esas condi-ciones, aunque algunos compañeros militares que estaban a cargo del señor Presidente eran menos pesimistas. En todo caso, unos señores del hospital nos ayudaron a subir al tercer piso, a la parte derecha. Había una puerta de ingreso y dos habitaciones al final del pasillo. Me ordena-ron cuidar la puerta de acceso. Ahí fue colocado el señor Presidente, luego llegaron asesores, de la fuerza de seguridad no éramos muchos. Era casi mediodía, estábamos relativamente tranqui-los: había una puerta de seguridad, nadie pudo ingresar sin autorización de los miembros de Se-guridad. Se apostaron más compañeros en esa puerta y en la puerta de cristal.SO - ¿Qué pasaba ese rato en el Palacio de Go-bierno? Nos acercamos al Subcomandante de la Casa Militar, al ver que el hospital estaba tomado por policías y era difícil el acceso. Los policías sabían quiénes eran de la Seguri-dad, quiénes trabajaban con el Presidente, por eso pedimos autorización para ir –conocíamos el hospital- para tratar de encontrar medidas de evacuación para el señor Presidente. Cuando nos acercamos al hospital subimos a pie, todo era un caos, jalando dedo, una camio-neta nos dejó en el hospital. Estábamos de civil y fue fácil ingresar. Distribuí al personal: unos se quedaron en el cerco exter-no, yo fui al cerco interno para ver la situación. Era la una y media de la tarde. Para eso ya había avanzado personal de Seguridad del Presidente, no tan cerca pero alrededor del hospital. Con-tacté con mi Mayor Mora a quien informé de la situación, también a mi mayor Celi. Entré al hospital sin mayor problema porque me iden-

tificaron como policía, no como miembro de la Seguridad de Presidente, porque había llegado tres meses antes. Me identifiqué como miembro del GIR y dije que venía con una emergencia; me dejaron pasar, todos estaban encapuchados y era difícil identificarles, además yo no iba para identificar personas, el fin era identificar rutas. Subí al piso donde estaba el Presidente; fui a la terraza para ver si se podía hacer una evacuación aérea.Ahí contacté con el Capitán Celi y me dijo que ayude a sacar al Presidente. Vi el movimiento donde estaba el Presidente, había un gran cerco; la Seguridad Presidencial y los médicos tranqui-lizaban a la gente que estaba afuera, explicaban que era una casa de salud, que había gente en-ferma. Al interior estaba calmado. Hacia las tres y media de la tarde salimos a la parte externa y vimos que un grupo de gente -con banderas- su-bía para apoyar al Presidente. Los policías empe-zaron a lanzar bombas para replegar la marcha. En el plano de la seguridad, aquel escenario se complicó más porque se cerraron las rutas de evacuación que habíamos visto temprano para sacar al Presidente; los manifestantes llegaron por distintos lugares y cercaron el hospital. El ambiente era muy violento y era difícil el paso. A las cinco y media de la tar-de todo estaba totalmente complicado. En eso, desde la terraza del hospital, vimos que helicópteros militares aterrizaban en el Colegio Mi-litar. Luego supimos que los militares buscaban algún tipo de opción.¿Cuál era el escenario a las

seis de la tarde? Muy complicado, se escuchaban disparos, había más agresión entre manifestan-tes y policías, el uso del gas era descontrolado, se veían los impactos de proyectiles en los vi-drios del Hospital Metropolitano. Si hasta ese momento pensábamos que la única manera de sacar al Presidente era vía helicóptero, improvi-sando un helipuerto, a las seis y treinta esa idea colapsó: entraba gente al hospital, donde estaba el Presidente (creo que él les llamó para que le expliquen qué estaba pasando).CB - Hacia las dos de la tarde llegó algo de co-mida para el Presidente, le dejaron una bandeja, pero su edecán ordenó que le retiren; sospecha-ba que podía tener algo dañino. Veíamos por TV los saqueos en Guayaquil, el caos en Quito. Mi comandante estuvo en contacto por radio, tra-tando de comunicarse, buscando una ruta para sacar al Presidente, no había manera. El Presi-dente hizo dos o tres apariciones por la ventana, yo estaba a sus espaldas y se molestó con no-sotros porque no le dejamos salir, obviamente, por razones de seguridad; hasta cierto punto se disgustó porque le dijimos que no había cómo hacer eso. Llegó el Ministro Patiño. Mi Coman-dante General trataba de calmar las cosas, hubo reuniones de miembros policiales con el Presi-

dente. Tres grupos subieron a hablar con él: entraban tran-quilos, al salir se iban más dis-gustados, bravos. Alguno dijo: “no sé qué hacemos aquí” y se fue.SO - No podían entrar enca-puchados a hablar con el Pre-sidente, todos tenían unifor-mes, eran de distintos rangos

Foto: En Comunidad

“Llegó comida para el Presidente en una bandeja;

su edecán ordenó que le retiren: todo

era sospechoso”

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13Especial 30S En ComunidadTESTiMoNio

policiales. Yo me encargué de ver que tengan sus credenciales, que tengan sus uniformes. Pero hubo también personal vestido de civil, un mi-litar registraba sus nombres. Las conversaciones del Presidente con esos grupos fueron a puerta cerrada, nosotros, afuera, nunca supimos de qué se habló. A quienes entraban, algunos les aren-gaban diciéndoles: “no te dejes convencer”. A las seis media de la tarde, unos encapuchados entraron corriendo y disparando. “Esto se c…, vienen los militares”, dijo. Yo estaba en la parte externa del círculo interno, es decir, entre la pre-vención del hospital y el hospital. Ví un herido que entró a emergencia. “Vienen los militares no les dejen entrar, vienen disparando”, dijo otro policía. Hablaban por radio. Inmediatamente subí donde estaba el Presidente.CB - Aproximadamente a las 6 de la tarde apare-cieron policías con el distintivo de GOE y decían que venían a sacar al Presidente. Se tomaron el segundo y tercer piso distribuyendo a la gente casi en hilera. Mi mayor Miño estaba dispuesto a sacarlo pero no tenían el ingreso, se le consultó a mi Comandante, hubo la apertura; habló con el Presidente para sacarlo del lugar, le indicó cómo tenia distribuido el personal para el ope-rativo. Fueron miembros del GOE y del GIR, que también ingresaron al sitio, quienes intentaron sacar la primera vez al Presidente.SO - Me dejaron ingresar, subí corriendo y le indiqué a mi Capitán: ahora ya es más compli-cado sacar al Presidente, entraron disparando al interior del hospital, en la radio se oye decir “hay que matarlo”, llegaron los militares, todo colapsó, hay violencia, bombas de gas, agresión física, los policías llegaron disparando, con un herido, y bloquearon todas las salidas. Ahí se conmocionó todo, todo el mundo comenzó a disparar. Cuando ingresé a la sala donde esta-ba el Presidente vi que el cabo Cristian Bonilla ayudaba al señor Presidente a sentarse en una silla de rue-das, comenzamos a evacuar el tercer piso, no teníamos un plan establecido, el momen-to en que estábamos sacando al Presidente se apagaron las luces; había gente del GOE alrededor.CB - Ese momento, el señor Presidente de la República ya no quería caminar, le subimos a la silla de ruedas, sonaron disparos y una bom-ba reventó cerca de la silla de ruedas; escucha-mos pa-pa-pa-pa, eran disparos y empezamos a correr con la silla de ruedas…SO - Estábamos el cabo Gallegos, Geovani Moli-na, Cristian Bonilla, mi capitán Rocha del Ejérci-to, Piedra, Quiroga, el doctor Pancho de la Torre. Tomé la silla de ruedas para evacuar al Presiden-te, y a lo que íbamos saliendo, nos botaron una bomba de gas aún en el tercer piso, ahí estaban periodistas y fotógrafos; se rompieron vidrios y se oía disparos de gente que subía por las gradas

principales, ya no pudimos evacuar por ese lado. Entonces fuimos a la sala de neonatos, donde, gracias a Dios no hubo ningún niño prematuro. Una enfermera, aparecida del cielo, nos abrió la puerta y entramos. Le dijimos que estábamos con el señor Presidente; nos llevó a una esqui-na de la sala, cerramos la puerta y apagamos la luz… Ella nos salvó la vida. Vino mi mayor Miño y le dio un casco y un chaleco al señor Presiden-te. El escenario de violencia era increíble: por efecto de los disparos las ventanas se iluminaron como en las películas. Pasamos de 15 a 20 minu-tos con la luz apagada.Estando ahí buscábamos un alicate para zafar los pies del Presidente que estaban atados a la silla, eso le provocaba mucho dolor en sus rodillas,

pero no había manera. En ese momento de tanta adrenali-na, al doctor De la Torre se le ocurrió hacer una oración, re-zar un Padre Nuestro. Todos los que estuvimos ahí pen-samos que no íbamos a salir vivos. Junto con el Presidente estábamos: mi comandante Andrade, Cristian Bonilla, el cabo Gallegos de la FAE, Geo-vani Molina, mi capitán Rocha

del Ejército, Piedra, Quiroga, el médico del Pre-sidente y el doctor De la Torre. Eran como las 8 de la noche. Estábamos en una situación de extrema vulnerabilidad: ¡alguien podía abrir la puerta, disparar una ráfaga, y todo habría termi-nado así sin que nadie sepa qué pasó y ya! En ese momento de tanta adrenalina, sin embargo, hubo un breve tiempo para pensar en la familia, en nuestros hijos, en nuestros padres. El doctor De la Torre rezó el Padre Nuestro, nosotros le escuchábamos. Luego el señor Presidente nos agradeció, nos dijo: “yo les agradezco por su

lealtad, por estar aquí”. Añadió: “si salgo vivo de aquí nunca me olvidaré de ustedes”. Nosotros le dijimos que esté tranquilo, que proteger su vida era nuestro trabajo, que para eso estábamos, que no se preocupe. Entonces remarcó: “muchas gracias por su lealtad”. En realidad, en nuestro fuero interno, creo que todos los allí presentes esperábamos un desenlace fatal. Admitíamos la posibilidad de que nos maten. En medio de este escenario desolador, reaccio-né y le dije a mi Comandante: “yo conozco este lugar porque mis hijos nacieron aquí”. Sabía que al lado de la sala había una bajadita para salir con el señor Presidente. Me adelanté, bajé y me topé con miembros del GIR. Les pregunté: “¿qué hacen aquí?”. Me respondieron: “buscamos al Presidente”. Entonces les dije: “suban conmigo”. Ahí comenzamos la evacuación. La enfermera milagrosa nunca más apareció.CB - Salimos de la sala de neonatos y empeza-mos a evacuar el lugar cuando ya había un cer-co de seguridad para el Presidente. Cuando me encontré con los del GIR me comentaron que habían tenido un serio problema con miembros del GEO pues les habían querido desarmar. El problema era entre militares y policías: los del GEO querían desarmar a los del GIR pensando que estaban contra el Presidente. Cuando llega-ron les dije a los del GIR: suban para sacar al se-ñor Presidente. Me dicen: “ya mi comando”. An-tes subí yo y le digo a mi Comandante Andrade: “está listo, salgamos. Él me dice: “no, tengo la disposición de salir solo con los del GEO”. “Pero mi comandante –le dije- está asegurado”. En eso se presentó el mayor Apolo del GEO y dijo: “Se-ñor Presidente, son del GEO, estamos listos para su evacuación”. Así empezó el operativo.SO - Cuando empezamos a salir hubo la triful-ca total: querían llevar al Presidente pero no se sabía a dónde. La misma silla de ruedas del Pre-

El Capitán Ordóñez dibuja el mapa de evacuación del Presidente en el hospital.

Foto: En Comunidad

“Una enfermera, aparecida del cielo, abrió la puerta, nos llevó a una esquina y apagamos la luz… Nos salvó la vida.

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Los dos miembros de la Policía Nacional recuerdan los momentos dramáticos del 30S.

El Cabo Bonilla y el Presidente Correa, el momento de su ingreso al Palacio Nacional.

sidente era halada por gente del GEO y del GIR. Decidimos proteger más al Presidente, Cristian estaba siempre detrás de la silla. Los del GEO querían sacarle por las gradas principales, por donde ya hubo la balacera. Les dije que por ahí no llegaremos a ninguna parte. Les quité la si-lla de ruedas donde estaba el Presidente, justo en eso llegaron los del GIR. Reconocí a uno de ellos. “Guzmán –le dije- tú eres del GIR, ayú-danos a evacuar al Presidente por la salida de emergencia. Cuando llegaron los del GIR me sentí más tranquilo porque es mi gente. Cuan-do comenzamos a salir, la gente apostada dentro del hospital nos golpeó, nos insultaron, nos di-jeron “desleales” y cosas por el estilo. Al llegar al borde de la puerta de salida de emergencia nos topamos con que no había un conductor.CB - En la salida de emergencia del hospital aún no teníamos escudos que nos protegieran. El Presidente y nosotros estábamos expuestos. Luego llegaron, justamente cuando comenzaron los disparos desde las partes aledañas y altas. Gritábamos pidiendo ayuda. En la salida de la evacuación no había militares, solo mi capitán Quiroga, quien estuvo hasta el último con no-sotros. El señor Presidente se mostraba bastan-te tranquilo, tenía un casco, máscara. No decía nada; él vio todo lo que pasó.SO - Hay imágenes donde se ve que los policías retroceden y llegan los escudos para proteger-nos, eran del GOE y del GIR. Cuando me dicen que no hay conductor, decidí conducir yo y an-tes de subirme al vehículo un policía empezó a dispararme, gracias a Dios no me pegó. Llegué al auto y no había la llave, los del GIR ven eso, gritan y ponen sus escudos. Alguien dice: “tran-quilo, mi comando, nosotros le protegemos”. En eso, alguien tira la llave y me dicen: “mi coman-do ahí la llave”. Encendí el motor, pero la trasmi-sión automática del Nissan Patrol estaba trabada. Puse en “D” y sonó pero empezó a andar. Fue

cuando grité: “listo, embarquen al Presidente”.CB - Estaba mi capitán Díaz también. Subimos al señor Presidente por el asiento de atrás. Para protegerle le pusimos en el piso, le viramos la silla y le abracé. Le dije: “señor Presidente, esté tranquilo, no puede moverse”. Le llevamos con el capitán Quiroga; eran las nueve de la noche.SO - Empecé a salir cobijado por un un escu-do humano, cuando giré en el parqueadero vi que empezaron a disparar a un carro del GEO que estaba parqueado en la salida principal del hospital, por donde ellos querían sacar al Pre-sidente, se desató fuego cruzado con munición real. Cuando llegué a la puerta principal no pude salir; estaba bloqueada con piedras. Di retro y los del GIR levantaron el obstáculo. Al frente vi que un Trooper rojo empezó a dispa-rarme. Puse retro y evadí los disparos haciendo un zigzag. Logré salir a la avenida Mariana de Je-sús. Ahí Froilán Jiménez me dijo: “tranquilo mi comando, yo protejo su ventana”; él estaba con el escudo. Veía por los retrovisores y escuchaba que me estaban disparando. Salimos y vi caer a Froilán; pensé que le topé con el carro por la maniobra que hice (luego me enteré que había caído por un impacto de bala y falleció). Nunca imaginé que iba tan rápido, pensé que nos se-guían porque escuché las municiones. Me subí a las veredas pues había vehículos cruzados. CB - Casi se vira el carro, pero no le dejamos levantar la cabeza al señor Presidente, yo le tenía abrazado, le decía: “tranquilo señor Presidente”. Él nunca dijo nada. Hasta ese momento no ha-bíamos recuperado la situación normal. SO - En la avenida América y Selva Alegre la cosa empezó a calmarse un tanto. Detuve el auto porque sentía que golpeaban la ventana… ¡era mi capitán Yépez, quien durante todo ese tra-yecto se había quedado colgado de la ventana! Abrimos la ventana y el Presidente ordenó que se suba. Ahí me comentó: “bajaste rapidísimo

por la América, a unos 80 km por hora, y casi te pegas contra un carro”. Muchos vehículos esta-ban cruzados sobre la avenida como barricadas.CB - Le preguntamos al señor Presidente si se encontraba bien, dijo que sí. Le pregunté a dón-de vamos: “Al Palacio”, dijo. En ese momento el Presidente volvió a preguntar quiénes éramos, de dónde éramos. Y por primera vez revelo aquí un hecho inédito que casi nadie sabe: al señor Presidente se le fueron las lágrimas. “Estoy vivo –dijo-, todos estamos bien”. Me tomó del bra-zo, yo le dije: “soy Cristian Bonilla, soy del GOE, soy policía”. También se apoyó en el hombro de mi teniente Ordóñez y le dijo: “¿quién eres tu?” “Soy Ordóñez, de la policía”, respondió. SO - Nos preguntó si hay muertos, si hay he-ridos. Ese momento no teníamos información. Nos dirigimos al Palacio Nacional. Seguí condu-ciendo. La gente, el pueblo, al ver la caravana se lanzó a las calles; el Presidente quiso salir pero no le dejamos, no era seguro, incluso en la Pla-za Grande. Hice una maniobra de distracción indicando que el Presidente venía en el auto de atrás, todo el mundo se desplazó y así pude entrar al Palacio Nacional. Le dije: “señor Presi-dente, espero que nunca se olvide que los que le sacamos fuimos policías”. Él comentó: “nunca me voy a olvidar”.CB - Llegar con el Presidente al Palacio Nacio-nal fue gratificante, porque el trabajo de tantos años de preparación en el GOE y en el GIR estu-vo bien encaminado, fue bien hecho.SO - Una vez en la cochera de la Presidencia, yo bajé del auto y le dije a mi Almirante Santiago: “le entrego al señor Presidente, sin novedad”. Enseguida se bajó el Presidente, le recibió el al-mirante Santiago. Ahí mismo me quisieron sacar del lugar porque estaba de civil, pero el señor Presidente les dijo “a él no le topan, viene con-migo”. Entonces subí en el ascensor con él.CB - Yo no pude subir, luego el señor Presiden-te salió con sus muletas y me dijo: “ven conmi-go”. Me tomó del hombro y caminé junto al Pre-sidente, mientras de la parte de atrás me halaban la camista. Decían: “es policía, retírenlo”. SO - Simplemente nadie sabía lo que nosotros habíamos hecho: cuidamos y rescatamos al se-ñor Presidente de la República, Rafael Correa, y le llevamos vivo al Palacio Nacional.

Foto: En Comunidad

Foto: archivo particular