el ultimo simbolo
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Imagen de Tapa
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El Ultimo Smbolo
Hacia dnde va la humanidad?
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El Ultimo Smbolo
Hacia dnde va la humanidad?
Orlando Guzmn
www.reikidoin.com.ar / www.chishenghuo.com.ar
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Hecho el Depsito de Ley 11.723 Direccin Nacional de Derechos de Autor N 357826
Form. N 88.337 Buenos Aires- Argentina
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A Norma, mi compaera en la Vida y en el Amor.
El Autor
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Prefacio
El ltimo Smbolo est destinado a aquellos seres humanos que han
transitado la vida por senderos equivocados.
El camino de la existencia humana es, an para nosotros mismos, una
verdadera caja de sorpresas. Nos llenamos de experiencias, recibimos
enseanzas, aprendemos de algunas de ellas y tambin nos equivocamos,
no obstante lo aprendido.
An as, la bsqueda contina.
Algunos se detienen, otros se aletargan. Pero los ms avanzados miran
hacia atrs y, al observar la distancia recorrida y los conocimientos
incorporados, son conscientes de que deben regresar para ayudar a los
rezagados.
Esta actitud significa poner en prctica uno de los mandamientos que
forman parte de la filosofa de la vida; tal vez, el ms difcil de explicar y
transmitir: Amars a tu prjimo como a ti mismo.
El acercamiento, la llegada a quienes transitan con dificultad los
caminos de la vida para hacerles conocer esas maravillosas cajas de
sorpresas, es un acto de amor al prjimo.
No es un hecho casual que los seres humanos hayamos descubierto
smbolos milenarios cuasi mgicos para mejorar nuestra calidad de vida:
Podemos afirmar, seguramente, que ellos son una respuesta adecuada a las
necesidades de la humanidad.
Si mediante una serie de smbolos realizamos el intento de restaurar la
armona que debe existir entre las tres facetas del ser humano espritu,
mente y cuerpo-, nos insertaremos de la manera correcta en la corriente
de la vida. De este modo, volveremos a recibir todas las bondades de la
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Clida y Perfecta Energa Original. Ella no se cierra a nosotros: somos
nosotros quienes nos cerramos a ella cuando nos desarmonizamos.
O. G.
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PRIMERA PARTE
I Los grandes interrogantes
Al rememorar aquellos sucesos, pude darme cuenta de que ste
era el momento. Haba respetado los tiempos, pero tambin haba
intentado violarlos dejndome llevar por la ansiedad.
Ahora, con los ojos casi cerrados, puedo traer a mi memoria
aquellos aos en los que sembraba en mi vida las semillas del
conocimiento que me iba otorgando mi Maestro.
Por entonces me resultaba difcil, a medida que aprenda,
comprender las verdaderas razones por las cuales era yo y no otro el
que deba transitar este camino. No siempre hice bien la travesa;
dira, ms bien, que muchas veces ella me produjo rebelda y
disgusto, pues disponer de los tiempos de mi adolescencia para
repetir prcticas que yo crea harto sabidas, me resultaba fastidioso e
intil.
Si bien el anciano no era severo conmigo, tampoco le gustaba
perder su tiempo. Era entonces cuando, ante mis rezongos, me
dejaba solo, se sentaba a meditar y, aunque no me diriga la palabra,
bastaba su actitud para que yo recapacitara y continuara el
aprendizaje.
Qu difcil me resultaba, con mi educacin occidental, encajar
dentro de aquella cultura oriental! Mi formacin, desde que tuve
cinco aos y hasta los trece, tuvo como mbito los colegios catli-
cos. Por eso, cuando escuchaba al anciano dirigirse a m con palabras
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tan simples y ejemplos tan contundentes, mis creencias anteriores y
los misterios que las rodeaban ya no me servan: se derrumbaban.
Pensaba que quizs a otros les seran tiles, pero no a m.
En el transcurso de mis aos adolescentes y jvenes, pude
darme cuenta de que a mis docentes les resultaba ms fcil y simple
ensearnos la religin vista desde aspectos infantiles. No tenan en
cuenta que nuestra inteligencia de nios, en muchos casos, era inepta
para discernir entre lo natural y lo antinatural, entre lo justo y lo
injusto, entre lo bueno y lo malo, lo que generaba entonces, en la
mayora de nosotros, una aceptacin traumtica de conductas que no
eran las correctas.
Este ejemplo puede verse reflejado en cientos de miles de
comportamientos (aunque sean repetidos); en millones de hechos,
cuando las determinadas respuestas a circunstancias que le toca vivir
a la humanidad en el orden individual, familiar o social- no
procuran la felicidad a quienes padecen esas circunstancias
(pertenezca el sujeto a cualquiera de las religiones tradicionales).
Sin embargo, interrogantes esenciales como: Por qu nacemos?;
Por qu vivimos?; Por qu morimos? y -a pesar de que todava
cuesta aceptarlo, aunque cada vez menos-Por qu volvemos a
nacer?, son todas preguntas que tienen respuesta.
La explicacin pertinente es totalmente lgica, y, si la misma se
enseara desde la niez, es seguro que el ser humano no vivira tan
cargado de odios, rencores, dolor, angustia y sufrimiento. Imaginar la
vida sin la muerte o la muerte sin la vida es posible slo si atribuimos
ese pensamiento nica, pura y exclusivamente al espritu, ya que ste
puede trasladarse a cualquiera de esos estados incorporando
informacin, experiencia y sabidura.
Cuando un sujeto nace, comienza a trabajar. En este caso, son
sinnimos de trabajo aprender, corregir, rendir prueba o examen,
ensear y, sobre todo, experimentar. Luego de ese corto o largo
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perodo de trabajo, vienen las vacaciones; de all que la muerte sea las
vacaciones de la vida.
No importa cunto nos equivoquemos o cunto aprendamos en
una vida si las equivocaciones o los aprendizajes han afectado
solamente la nuestra; a eso lo llamamos experiencia personal.
Debemos, s, cuidarnos de no afectar negativamente a uno o a
muchos semejantes, pues ello redundar negativamente sobre
nosotros, provocando un efecto llamado karma (1), que deberemos
corregir pagndolo. Luego ampliar sobre este tema.
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II En bsqueda
A los doce aos ingres al colegio San Jos en Florida, provincia de
Buenos Aires, pensando que continuara mi vida bajo la orden de los
hermanos lasallanos, pero slo estuve internado un ao, ya que lo que all
me sucedi fue el comienzo de mi orientacin hasta el da de hoy.
Mi anciano Maestro me pidi que relatara y enseara aquellos
aspectos de mi vida que sirvieran como ejemplos, y que brindara las
enseanzas necesarias y justas de todo aquello por m aprendido y
experimentado.
Los tiempos que vivir la humanidad despus del 2000 sern
difciles: el rico necesitar mucho ms del pobre de lo que hoy imagina; el
sano necesitar del enfermo y los profesionales de todas las profesiones se
darn cuenta de que no les alcanzar con sus conocimientos. Por eso,
debern recurrir humildemente a la experiencia de los ancianos. Si los
nativos hubieran sido escuchados en lugar de ser avasallados, hoy todo
sera distinto. Felizmente, muchos han transmitido su sabidura o la han
escrito para ser usada cuando llegue el momento. Esto me deca mi
Maestro en la dcada del 60.
En aquella poca, yo no lo entenda muy bien o no le crea. Pero a
medida que iba aprendiendo de l, las cosas se aclaraban, todo era
sencillamente entendible.
Nunca destruyas aquello que no ests seguro de poder volver a
construir. Y por cierto que todas las generaciones de la humanidad se han
encargado nada ms que de destruir, pensando que los encargados de
reparar los daos no eran ellos sino las generaciones posteriores.
Qu triste resulta hoy ver que hemos destruido hasta la sonrisa de los
nios. Mientras lo hacamos estbamos seguros de que podramos volver
a construirla?
Corra 1961 y yo transitaba mis doce aos internado en el Colegio San
Jos. Era sta la sede principal para formarse como Hermano Lasallano.
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Lo cierto es que cuando me desped de mis padres en Paran, lo hice
convencido de que cuando me volvieran a ver estara vistiendo la sotana.
Si bien no me destacaba en el barrio por ser un nio excelente sino
que, por lo contrario, tena tendencia a la picarda y a la insolencia, las
amigas de mi madre no cesaban de decirle:
-Se va de cura tu hijo, Tita. Ests segura de dejarlo ir?
Y mi madre, pobre santa, responda:
- Y..., si es su vocacin... Si Dios lo eligi, sabr por qu.
Pobre vieja, ella s que era catlica, apostlica y romana. No dudaba
nunca sobre lo que se le haba enseado y de idntica manera nos formaba
a mi hermano y a m.
Mi adolescente decisin cont con todo su apoyo y, aunque le doli mi
alejamiento de su lado, lo soport con la alegra de creer que Dios me
llamaba.
Si antes me quejaba porque los domingos mi madre nos llevaba,
obligados por supuesto, a la misa, all en el internado tenamos misa y
oracin todos los das. Por lo tanto, empec a pensar seriamente que, si
por ir a misa los domingos no ira al infierno cuando muriera, yendo todos
los das tena el cielo asegurado.
Cunta ignorancia pude descubrir despus. Orar con los brazos en
cruz, hacerlo arrodillado sobre granos de maz, o pasar sed y hambre para
ofrendar estos sacrificios a Dios, eran parte de la estpida rutina diaria.
Claro, nadie nos deca nada, ni los superiores y mucho menos an los
aspirantes avanzados. Si hasta podra asegurar que competamos entre
nosotros para ver quin haca sacrificios ms tortuosos para mayor
alegra de nuestro Padre Celestial.
Lo que narrar ocurri en el transcurso de una de esas proezas,
cuando yo estaba con los brazos en cruz, arrodillado, y mi cabeza cada
hacia atrs. Recuerdo con toda nitidez que mi resistencia estaba en el
lmite y todo mi ser en un estado que hoy califico como un
desvanecimiento consciente. Entonces, una poderosa luz enfrent mi
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rostro. La segu con los ojos y pude observar que provena del costado de
la estatua de la virgen. Nunca hasta ese instante me haba sentido as.
Aturdido y temeroso pens por un momento que haba llegado mi
final.
-No te asustes, soy Oxcel, tu gua espiritual. Este internado no te
pondr en el camino que elegiste para tu vida. Debes comunicarles a tus
padres la nueva decisin e irte con ellos. No menciones mi presencia pues
no te creern y atribuirn tu relato solamente a las ideas de un muchacho
confundido. Recuerda, no hables de esto con nadie.
Una gran angustia se apoder de m y, como si se hubieran cortado
hilos invisibles que me sostenan, mi cuerpo se desplom: ca de bruces
sobre el piso de la capilla. Nunca ms ingres a sta si no haba alguien en
ella.
Pasaron algunos das, los suficientes para que yo tomara la decisin
de contarles a mis padres lo que me haba ocurrido. Estuvieron lejos de
creerme, pero vinieron a buscarme pensando que yo no quera estar ms
internado all.
Qu vergenza pas al tratar de explicarles lo que me haba sucedido.
-Y ahora qu Orlando? Qu nueva ocurrencia tens para nosotros?
Nos hiciste perder tiempo y dinero. Cundo asentars cabeza, yo no s por
qu no aprendo a decirte que no y punto- murmuraba mi madre.
Y esto haca que el peso sobre mi conciencia fuera cada vez mayor. Mi
hermano de catorce aos, ms distante que cercano, me reprochaba
-Vas mal hermano, va mal lo tuyo.
Ya no encontraba lugar para reanudar las clases en ninguna escuela, lo
que signific que, ante la clemencia pedida por mis padres a las
autoridades del Colegio Don Bosco, me permitieran cursar el 6 grado
ubicado en una pequea silla y con una parcela del escritorio principal del
aula a mi disposicin.
Oxcel, dnde diablos te has metido? Me hiciste meter la pata al
inducirme a que dejara el internado; mis padres no me dan participacin
en nada, mi hermano est cada vez ms lejano, en el colegio mis
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compaeros me miran como un bicho raro, en el barrio los vecinos dicen
entre dientes adis curita, y las primas de mi madre machacan y
machacan
- Viste Tita cmo tenamos razn? Enderez a este chico desde ahora
porque despus te vas a agarrar la cabeza
Santo cielo, comet el pecado de nacer.
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III Un encuentro definitorio
Las horas de la siesta tenan para m un encanto especial. Disfrutaba
de ellas dejando volar mi imaginacin con grandes aventuras,
perdindome en los pastizales de aquel lugar que llambamos Prado
Espaol.
Pero esa vez fue distinto.
Decid explorar una obra en construccin y, como no haba ningn
obrero trabajando, me senta a mis anchas. Entraba por una ventana, sala
por la otra, suba por una escalera a medio construir y me imaginaba
persiguiendo a un ladrn, etc.
Me encontraba en el techo del segundo piso y, para hacer ms
emocionante la bsqueda del supuesto delincuente, me trep al andamio
que all haba. El alambre que sostena el tirante sobre el que se apoyaba la
tabla cedi y sta se desprendi conmigo encima. Cre que estaba volando
pues no llegaba nunca al piso. Luego no tuve dudas de que estaba
equivocado: el golpe fue tremendo. Haba cado de espaldas. No atinaba a
moverme pues supona que estaba roto en mil pedazos. Mi visin se hizo
borrosa y por un instante cre que el sol me daba en la cara, ya que estaba
enceguecido.
- No temas, no te ha pasado nada, levntate tranquilo. En el camino a
tu casa encontrars quin te ayude. Por si no me recuerdas, soy Oxcel;
pero esta vez hazme caso y no digas nada a tus padres. Confa en m.
- No, otra vez no. Qu nueva desgracia me espera? -dije sollozando.
Pero no hubo respuesta. Slo el silencio y el polvo que se desprendi de mi
cuerpo al incorporarme.
Creo que llegu a la calle simplemente porque se hallaba hacia el
rumbo que tom; y al mirar hacia mi hogar, oh sorpresa, mi madre estaba
barriendo la vereda exterior.
Por cierto que al ver el estado calamitoso en que me encontraba, me
llev dentro de la casa, no en brazos, precisamente, sino a las cachetadas.
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Mi indestructible pantaln Far West y mi buzo rompevientos no
haban resistido la cada. No obstante, tal como me haba indicado Oxcel,
no dije nada sobre l ni sobre la cada.
Mi madre me hizo baar; fue entonces cuando vio las heridas en mis
codos y en mi espalda. Agua oxigenada, alcohol y parches.
- Te queds encerrado en el dormitorio hasta que venga tu padre,
entonces vas a saber lo que es bueno. Yo debo ir a lo de tu ta a probarle un
vestido; en dos horas vuelvo.
Eran apenas las cuatro de la tarde. Esperar a mi padre insumira
mucho tiempo, l llegaba a las ocho de la noche; y mam demorara dos
horas. Mi hermano se encontraba estudiando en el comedor de la casa y la
puerta de mi dormitorio haba sido cerrada con llave.
Qu hara? Mir la ventana de la habitacin y pude ver que all estaba
mi salvacin. Sal por la ventana sin hacer ruido alguno y salt el tapial de
los fondos de mi casa.
Jams imagin que en ese preciso instante estaba comenzando a
transitar el verdadero camino de mi vida.
Cruc la calle y me sumerg en los yuyales de aquel inmenso baldo.
Los pastos eran tan altos que no me permitan ver el fondo del terreno y
yo, lejos de avanzar por el camino que ya se haba formado por el trnsito
de algunas personas, enfrent la maleza mientras imaginaba una aventura
en la jungla.
Cre encontrarme protegido por la espesura de los yuyos cuando
descubr lo que llam, en ese momento, un loco. Se trataba de un
diminuto personaje vestido de negro que bailaba solo en un pequeo
espacio despejado.
Detrs de l, una humilde casilla hecha con desechos y sobrantes de
obras. Estaba muy bien lograda, aunque lo que ms atrapaba mi atencin
era la danza del hombrecillo.
No s cmo sucedi, pero en un instante de descuido lo encontr
parado a escasos dos metros frente a m. Su dedo ndice me indicaba que
fuera hasta l.
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Presa del miedo, no saba si correr o quedarme all, esttico. Sin
embargo, un gesto de comprensin en su rostro hizo que me acercara tal
como me lo haba indicado.
- Qu haces? -me pregunt.
- Miraba, solamente miraba -respond temeroso.
Fue en ese momento que la remera que vesta dej translucir manchas
de sangre fresca en mis hombros y codos.
- Ven conmigo -me dijo. Y acercndome un banco de lata me indic
que me sentara y me quitara la remera. Mi madre, en su enojo, quizs no
se haba percatado de que algunas de las heridas eran bastante profundas.
- Esprame aqu, ya regreso.
Trajo un frasco con un lquido verde. Al verterlo en sus manos,
desprendi un olor agrio y penetrante. Freg fuertemente sus manos y las
dej con las palmas enfrentadas a unos veinte centmetros una de la otra.
Luego respir profundamente y contuvo el aire insuflado. Yo lo espiaba
con los ojos entrecerrados y, en un momento, vi que entre sus manos
haba luz, una luz que aumentaba en intensidad cuando l respiraba.
Se par detrs de m. Llegu a sentir que perdera el conocimiento. Un
vivo calor invadi todo mi cuerpo. Las heridas parecan arder y quemarme
intensamente. Quise reaccionar pero fue imposible. Senta que mi cuerpo
flotaba dentro de una burbuja sin que yo pudiera controlarlo. Qu me
est pasando? me preguntaba. Y como si estuviera viviendo nuevamente
lo ya acontecido en mi vida, pasaban ante m las imgenes del seminario,
de Oxcel; y otra vez escuchaba las palabras de ste cuando me aconsejaba
retirarme del internado. Pasaron tambin por mi mente las escenas
recientes en las que caa de aquel segundo piso. Todo era muy lento; y otra
vez las palabras de Oxcel.
Luego sent las manos del hombrecito en mi cara y reaccion cuando
uno de sus dedos toc el centro de mi frente. Su rostro expresaba dulzura,
y una sonrisa compasiva hizo que me sintiera completamente relajado y
tranquilo.
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Sin necesidad aparente, comenc a relatarle a mi recin conocido lo
que me haba sucedido en el internado y luego lo que me pas en la obra
en construccin. Sus ojos me miraban, aunque sin extraeza: l pareca
saberlo todo.
Al mirarme los codos y los hombros, no poda entender lo que haba
ocurrido, pues las heridas recientes eran tan solo cicatrices que parecan
datar de quince o veinte das.
- Qu hiciste? -pregunt sorprendido.
- Sgueme -me dijo sin mediar explicacin alguna.
Entramos en su vivienda. Era una sola habitacin, donde se
encontraba la cama de una plaza cuyo acolchado no disimulaba la dureza
de la madera, una mesa para cuatro personas y cuatro extraas sillas sin
respaldo sobre las que apenas se podan apoyar las nalgas y las rodillas.
Completaba el mobiliario una alacena con utensilios de cocina y un
perchero con cuatro cajones incorporados, entre los que podan verse
algunas prendas de vestir.
Segu caminando junto a l hasta el fondo de la habitacin y llegamos
a lo que pareca un pequeo taller artesanal. Algunos libros
aparentemente viejos estaban sobre una pequea repisa.
Tom un trozo de viga de madera de unos diez o quince centmetros
de espesor y cuarenta de largo y lo prens en una morsa. Apenas
sobresalan veinte centmetros hacia arriba.
- Trata de romperlo. Con las manos -me dijo.
Intent hacerlo con empujones y golpes: pude darme cuenta de que
era imposible.
- Qu ocurre? No puedes? Obsrvame a m.
Se par frente al trozo de viga y con un brazo apenas recogido dej la
palma de la mano a unos diez centmetros de la madera. Respir profundo
y, sin que mis ojos percibieran movimiento alguno, un trozo de madera
sali disparado hacia el frente. Yo corr a buscarlo atnito creyendo que
vera el secreto del truco. Como el hombrecito percibi mi duda, volvi a
colocar otro trozo en la morsa y dijo:
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- Mira bien.
Todo volvi a repetirse como antes, la madera se parti y el trozo salt
por los aires.
- Enseme a hacerlo -le dije, mientras mi cara de asombro
despertaba en l una estruendosa risa.
- Ya lo aprenders, ten paciencia; ahora debes irte pues debo
continuar con mis cosas. Ah, no olvides, no le cuentes esto a nadie, pero a
nadie, nadie.
- Cundo puedo volver?
- Todos los das, pero en secreto.
La prohibicin de comentar con nadie lo ocurrido era para m una
leccin bien aprendida. (Antes de hablar, asegrate de que tus palabras
sean ms tiles que tu silencio).
Me resulta difcil hasta hoy calificar el sentimiento tan especial y
profundo que gener desde ese da en m Sing Tom Lee. El amor que
senta hacia mis padres y hermano era distinto. Es difcil explicar cmo el
desaprensivo hijo de mis padres que era yo, desde ese momento de mi
adolescencia y gracias a las diarias enseanzas de Sing Tom, fue
convirtindose en un ser que comprenda a sus padres, los aceptaba como
eran, trataba de ayudarlos a cambiar en muchas cosas, pero siempre desde
la moderacin y el entendimiento. Dira que yo estaba convirtindome casi
en protector de mis mayores.
Por Sing Tom senta una suerte de veneracin, la misma que hasta el
da de hoy provoca en m una conmocin emocional, la que cierra mi
garganta y no me permite contener las lgrimas.
Mis padres ya no estn. Es el ao 2004 y tengo cincuenta y cinco aos.
Mi Maestro parti en el ao 1984 despidindose por ltima vez. Sin que lo
que expreso signifique medir los sentimientos con una escala de valores,
acepto la partida de mis padres a quienes am profundamente; pero an
deploro, y cada vez ms fuertemente, la partida de mi Maestro.
Luego comprend que Sing Tom haba roto aquel trozo de madera no a
modo de ostentacin sino como una estrategia para atrapar mi atencin.
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Las visitas a mi nuevo amigo en las horas de la siesta se hacan cada
vez ms interesantes y en cada una de ellas fui aprendiendo las tcnicas
respiratorias y aquellos movimientos que parecan una danza.
Al comenzar a practicarlos todos los das, fui comprendiendo cules
eran sus beneficios y de qu manera enriquecan la salud, si bien a los
catorce o quince aos de edad puedo decir que la ma era ptima.
Mi Maestro me acompaaba en cada movimiento. No correga mis
errores en el momento, lo haca al otro da y siempre la correccin iba
acompaada de una explicacin y de una nueva enseanza.
Debo reconocer que no me senta bien mintindole a mis padres sobre
los lugares a los que me diriga, pero estaba absolutamente seguro de que
no haca nada incorrecto. Es ms: Ocultarle a mis padres lo que haca me
obligaba a estudiar durante la noche para obtener buenas notas en el
colegio. Tambin colaboraba en las tareas de la casa ayudndole a mi
madre en los quehaceres domsticos. Pobre madre, se regocijaba
enrostrndoles a sus primas -aquellas que la haban criticado por lo que
eran mis elecciones de vida y por lo permisiva que ella era conmigo- mi
cambio de conducta en positivo. Estaba convencida de que el ao que
estuve internado fue la razn de mi comportamiento ejemplar.
Las primeras tcnicas respiratorias que haba aprendido, las formas
de relajacin y mis primeros pasos en la meditacin, me servan
enormemente para mantenerme despierto, lcido y as poder asimilar lo
que estudiaba.
Cuando senta algo de somnolencia, ya fuera mientras estudiaba o al
otro da en el colegio, aplicaba lo que me haba enseado Sing Tom.
Llenaba mi boca de saliva, morda la punta de la lengua a punto de dolor
y, sin soltarla, tragaba la saliva poco a poco. Esto lo repeta dos o tres veces
y el sueo se disipaba.
Los sbados eran apasionantes: Cuatro horas intensivas de prctica de
Kung Fu.
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IV Me equivoco y... sigo aprendiendo
Llevaba ya dos aos y medio aprendiendo y practicando Tai Chi, Kung
Fu, relajacin, respiracin y meditacin.
Mis padres notaban en mi cuerpo un desarrollo muscular poco comn
para un muchacho de mi edad, pero como el deporte me encantaba, no
sospechaban absolutamente nada.
Mi prima festejaba su cumpleaos nmero dieciocho y haba invitado
a muchos jvenes para celebrarlo con una reunin. Fuimos con mi
hermano. Los mayores tomaban cerveza y, como siempre, algunos ms de
lo que deban.
Fue la primera vez que hice uso de mis conocimientos de Kung Fu.
Luego me di cuenta de que me haba excedido.
- Ests muy bonita. Dame un beso -requiri aquel muchacho a quien
acompaaban los otros pasados de copas. Tom a mi prima por el cuello y,
por la fuerza, la bes en la boca. Los chicos y chicas de mi edad miraban
atnitos y un tanto temerosos por la presencia de los muchachotes
exacerbados.
Mi prima reaccion inmediatamente dndole una soberana bofetada,
la que lejos de amedrentar al agresor lo enardeci an ms y provoc que
la sacudiera con violencia. Su puo fue detenido por mi mano a escasos
centmetros de la cara de mi prima.
Solt a la muchacha y reaccion violentamente contra m. Sus amigos
se adhirieron a la agresin y fue entonces cuando mi cuerpo supo
automticamente cmo actuar y lo hizo.
Me di cuenta de mi comportamiento cuando una cristalera con todas
sus copas se derrumb estruendosamente con dos cuerpos sobre ella. Los
trozos de cristal hirieron en la cara a los dos muchachos y los otros se
apartaron inmediatamente de m. Hubo un silencio sepulcral que me
permiti ver lo ocurrido.
Inmediatamente me arrodill junto al ms herido y le dije con voz
firme:
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- Quedate quieto.
Obedeci, posiblemente por temor de que volviera a pegarle.
Aprovech la sorpresa que le provoqu para acercar mis manos a las
partes ms sangrantes de su cara e imit lo que haba hecho conmigo mi
maestro la primera vez que me vio. De hecho, yo haba recibido ya algunas
explicaciones al respecto. La sangre que manaba de las heridas del
muchacho se detuvo.
Las explicaciones que yo intent darle a mi ta sobre lo sucedido no
sirvieron para apaciguarla. Reclamaba a mis padres la reposicin de la
cristalera rota y pona el acento en lo incorrecto de mi actitud, como si
hubiera sido yo el causante de todo el disturbio. Adems, los padres de los
dos muchachos heridos reclamaban formalmente un castigo por mi
comportamiento. Los mos fueron citados por la Polica del Menor a raz
de la denuncia formulada.
Como nadie haba alcanzado a ver en detalle mis movimientos
dragonezcos, me result fcil mentir aduciendo que solamente haba
sido consecuencia de un empujn con su correspondiente cuota de
prdida de equilibrio.
Las cosas no parecan querer arreglarse para m, ya que cuando todo
aparentaba haberse calmado, el grupo de muchachotes, una semana
despus, esperaron a que mi hermano saliera del colegio y, mientras
esperaba el colectivo que lo llevara a casa, lo obligaron por la fuerza a
internarse en la plaza donde paraban los colectivos. Yo sala de mi clase de
gimnasia y pude observar lo que pasaba.
Los cuatro que formaban el grupo comenzaron a golpearlo. Sin
dudarlo, corr hasta el lugar y me interpuse en la golpiza. No fue necesario
explicar nada: Era un acto de venganza por lo que haba pasado una
semana atrs.
Mi hermano peda por favor que nos dejaran ir y ellos respondieron
con agravios, agregando que de sa no nos salvaba nadie.
La situacin ya no tena arreglo. Habra pelea.
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- Vos no te mets -le indiqu tranquilizadoramente a mi hermano-,
dejame a m.
Esta vez no pude disimular mis movimientos; y no slo evit
reaccionar inmediatamente sino que adopt posturas cambiantes que, por
desconocidas, motivaron la risa de los agresores.
Ahora s estaba esttico. Creo que pareca una estatua.
Cuando avanzaron golpeando, mi cuerpo reaccion como el de un
tigre. No fueron necesarios ms de diez golpes y patadas para que todo
terminara. Tambin yo recib golpes en la cara, pero fueron mnimos.
A partir de all, nunca ms nos molestaron y hasta comenzaron a
buscar mi amistad.
Sing Tom pareca estar enterado de todo, pues cuando me vio llegar
aquella tarde su cara indicaba desaprobacin.
Jams olvidar esa tarde de sbado. Las cuatro horas que deba
dedicar a la prctica de Kung Fu estuve parado en postura de a caballo y el
rostro del anciano, parado en idntica postura frente a mi, no dejaba
mover un msculo. Sus ojos me miraban fijamente. Cuando mis fuerzas
no daban ms, yo sonrea nerviosamente esperando encontrar en l otra
sonrisa o un gesto de compasin. Lejos de hallarlo, el anciano dijo,
parndose en postura de a caballo a mi lado:
- Ahora despidmonos del sol y pidmosle que se lleve nuestra carga
de errores.
Eran las diecisiete y el sol se ocultaba a las veinte. Habamos
comenzado a las trece
Las primeras cuatro horas me propin una mezcla de distintos
estmulos e insultos en silencio, hacia adentro. De idntica manera viva
mi vergenza y crea que Sing Tom tratara de justificarme; pero la
verdadera leccin la aprend en las otras tres horas.
Algo en mi interior me deca que el anciano saba muy bien lo que
haca. Cuando las fuerzas me abandonaban, en mi mente entraban
imgenes a modo de indicaciones. Mis ojos se fueron cerrando poco a
poco hasta quedar ligeramente entreabiertos. Mis puos cerrados junto al
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pecho se abrieron y, como dos palomas, mis manos quedaron con las
palmas dirigidas hacia el piso. Por mi mente comenzaron a transitar
hechos extraos. Me encontraba en una poca pasada, en un campo de
batalla vestido con un traje de combate. Era en China, cientos de aos
atrs. El arma que portaba era una espada.
A mi alrededor slo se escuchaban gritos y relinchos de caballos. Una
flecha se estrell contra mi pecho y ca al suelo. Intent sacarla y una
mano me detuvo.
El guerrero que no me permita extraerla me mir a los ojos: era Sing
Tom. Con mucha ternura y lgrimas en el rostro me explicaba que se haba
equivocado, que el disparo no iba dirigido a m. La herida era mortal, pero
l se qued all, arrodillado a mi lado con sus manos en mi pecho para
evitarme el sufrimiento.
El sol ya caa en el horizonte. Entonces murmur:
- Dale tus errores al sol, yo le dar los mos.
Mi vida se fue entre sus manos.
Al abrir los ojos vi al anciano parado frente a m. Esta vez su cara
mostraba el gesto compasivo que antes haba esperado. Me sostuvo por
debajo de las axilas justo en el momento en que me desplomaba. Sus
palabras fueron:
- Dale tus errores al sol, yo le dar los mos.
Estaba anocheciendo. Mi despedida fue en silencio. Muy lentamente
me retir meneando la cabeza de un lado a otro; estaba confundido, no
entenda lo que me haba ocurrido. Lejos de acompaarme, el anciano
entr en su vivienda y encendi una vela.
Al darme vuelta, vi proyectada su sombra en la pared. Estaba sentado
en la posicin de loto; meditando, seguramente.
El domingo, al despertar, me senta ms maduro. Era como si una
infusin de conocimientos me hubiera abordado. Salt de la cama y el
dolor en las piernas me hizo recordar el da anterior. Lejos de estar
disgustado o cansado me vest, salud a mis padres y pregunt si
-
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necesitaban algo de m. Me dispens por no quedarme a almorzar con
ellos aduciendo que ira a pescar, que estara en la Gran Barranca.
En realidad, fuimos all con mi Maestro, aunque no precisamente a
pescar.
Al llegar, nos sentamos uno frente al otro y l dijo.
- Puedes preguntar lo que quieras.
- Lo que quiera?
- Si -aprob.
- Qu me ocurri ayer? Lo vi a usted como en un sueo, pero yo
estaba despierto.
- Lo s -respondi. Cre que ya era tiempo de que me conocieras. En el
pasado que reviviste, t eras mi hermano menor. Se trataba de la poca
moderna de China. Corresponda a la dinasta Ming, hace ms de
seiscientos aos.
Posteriormente, tus decisiones y las mas no coincidieron; no queras
reencarnar en China. Por lo que, con cada partida tuya, cuando iniciabas
una nueva vida, me costaba encontrarte. Muchas veces te asist desde
otros planos. Pero en verdad no poda retrasar mi evolucin esperndote;
as fue que en sta mi ltima existencia en la tierra, decid esperarte y
compartir contigo mis conocimientos.
Habrs notado que mis bienes materiales son escasos: ya no los
necesito. La verdadera riqueza la llevo dentro de m. Todas las cosas que
he ido aprendiendo en mis distintas vidas son mi verdadero tesoro. Las
capacidades que he adquirido las he puesto siempre al servicio de la
humanidad. Me quedaba slo una cosa por cumplir, y era encontrarte para
corregir mi error.
Cuando yo parta, comenzars a enfrentar un mundo diferente y es
necesario que sepas cmo hacerlo.
- Prepararse para un mundo distinto Cmo tan distinto? -le
pregunt.
-
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- Muy distinto -respondi. Lo irs viendo a medida que crezcas,
aunque algunos anticipos te ir dando en el transcurso del tiempo que
estemos juntos.
- Maestro, puede explicarme qu pas ayer?. Porque sent como algo
real lo que pasaba por mi cabeza, sent el dolor en mi pecho, los gritos de
otras personas y puedo asegurarle que, si bien no era su cuerpo el que vea
junto a mi, s eran sus ojos o su forma de mirarme.
- Los ojos, Orlando, son el espejo del alma y la mirada deja translucir
la evolucin de la persona. T me reconociste por ambas cosas, por mis
ojos y mi mirada. Eres buen observador. Si bien te has formado dentro de
una cultura diferente, con creencias y enseanzas distintas, tus principales
convicciones estn alojadas en tu mente, en aquello que se llama
subconsciente.
En tus otras vidas, estabas convencido de que la reencarnacin existe
y no slo no tenas dudas al respecto sino que tambin habas podido
comprobarlo. Hoy, esos conocimientos estn profundamente archivados
en tu memoria subconsciente. A medida que vayamos conocindonos en
esta vida y te relate y ensee ciertas cosas, algo dentro de ti te ir
indicando que esas cosas o conocimientos no te resultan extraos. Es ms:
la facilidad con la que aprendes es producto de estar recordando ms que
aprendiendo. Si no existiera la reencarnacin no existira la evolucin, y
esto se da en todo lo que existe. A veces se piensa que determinados
hechos o comportamientos de la naturaleza no deberan producirse; que
ciertas criaturas no deberan existir.
- Por ejemplo los mosquitos -dije sonriendo.
- Es un ejemplo al que puedes agregar muchos otros: las
enfermedades, las pestes, terremotos, tormentas, exceso de agua o
carencia de ella, etc., etc.
Todo acontece en esta tierra. Sabes por qu?. Porque la tierra es un
planeta karmtico.
-
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Ocurre algo similar a esta secuencia: un nio debe rendir cuentas ante
sus maestros, los maestros a los padres del nio, los padres a las
autoridades y stas al pueblo.
Todo lo que sucede en este planeta sirve para que el ser humano
experimente y produzca, a travs de esas experiencias, cambios positivos.
De idntica manera se da en todos los rdenes de la creacin. El planeta
Tierra trata de corregir los errores y el dao que le producen quienes viven
sobre l; y a travs de vibraciones muy sutiles de energa informa y rinde
cuentas ante su sistema solar, ste ante su galaxia y sta ante el universo.
Debe existir lo incorrecto tanto como lo correcto, caso contrario no habra
equilibrio.
- Cmo es eso? -pregunt.
- No puedes decir que la oscuridad sea mala slo porque existe la luz -
me respondi. Ni que el fro sea malo porque existe el calor.
- Ahora entiendo -respond. Las dos cosas son necesarias para
distintos tipos de experiencias. Si yo necesito leer necesitar de la luz, y si
deseo dormir buscar la oscuridad.
- Ests comprendiendo -me dijo- nada es malo en s mismo. Como
ejemplo: si yo deseo dormir con la luz y leer en la oscuridad no me sentir
cmodo, pero de este modo lograr vivir experiencias negativas que me
servirn, si no soy necio. Si lo soy es porque an me falta aprender y
deber seguir experimentando.
Muchos creen que la tecnologa que est creando el ser humano es
sinnimo de evolucin. Y presta atencin porque all vers algunos de los
hechos que harn al mundo distinto.
El hombre crea la tecnologa y, en muchsimos casos, en lugar de
disponer de ella como si fueran sanos juegos para entretenerse y
disfrutarla, la utilizan para generar un malsano poder, competir por ella y
depender de ella.
Bien podra utilizarla para suplir capacidades que an no despertaron
en l, tomar los productos que ella genera como herramientas positivas
para llegar a un mayor conocimiento propio.
-
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Pero no es as: en lugar de que esa tecnologa dependa de l, es l
quien depende enfermizamente de ella. La consecuencia es que el hombre
se atribuye un falso valor humano a travs de aquella.
Quien dependa de la tecnologa y la aparatologa jams podr
integrarse de manera positiva a la naturaleza, ya que sta lo rechazara por
antinatural. Pero esto es un proceso muy largo. Recuerda, el hombre
intenta leer en la oscuridad y dormir con la luz en la cara. Poco a poco se
ir dando cuenta de su necedad.
El apego al materialismo es la ms importante causa de temor y miedo
tanto a vivir como a morir.
La mayora de las religiones se formaron apartndose totalmente de lo
que es la genuina filosofa de la vida. Los hombres que las cimentaron
observaron una veta de poder en ellas y, lejos de explicar los fundamentos
-lo que era imposible pues hubieran quedado al descubierto- impusieron
su adopcin por la va del castigo. Esto fue perjudicial para ellas: en la
actualidad no tienen un soporte creble.
Amar a tu prjimo como a ti mismo es amar a Dios, ya que tanto t
como tu prjimo son hijos de Dios.
Respetar toda forma de vida es amar a Dios, ya que l la cre. Y no
hacerle a los dems lo que no te gustara que te hagan a ti tambin es amar
a Dios, del mismo modo que lo es cuando le haces a tu prjimo lo que te
gustara que a ti te hicieran. sa es la legtima filosofa de la vida, la que
ensearon Buda, Cristo, Mahoma y tantos otros.
- Sing, yo fui formado en colegios catlicos y mi familia es creyente.
Puedo explicarles esto? Es maravilloso.
- No intentes leer en la oscuridad -me respondi. Construye con tus
palabras, cuando lo hagas, ms lentamente que el tiempo que necesita el
tiempo.
En ese instante aprend otra leccin: Existe un tiempo para escuchar,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar.
-
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V La muerte de Beto
Ese domingo, al llegar a casa por la noche, trat de acomodar en mi
mente todo lo que haba escuchado del anciano. La cabeza me resultaba
chica para absorber tanta cantidad de informacin. Me senta molesto, ya
que venan a mi mente pensamientos que se repetan una y otra vez; eso
me agotaba. El tic tac del reloj pareca retumbar cada vez ms fuerte en la
habitacin, en mi cabeza. La luz de la luna entraba por la ventana de mi
cuarto dejando ver muy claramente cada una de las cosas que all haba.
Tres y treinta de la madrugada. Dios, qu noche tan larga!, murmur.
Mi hermano dorma con la boca abierta pues tena dificultades para
respirar por la nariz. Desde la habitacin de mis padres salan ronquidos
entrecortados. Qu suerte que tienen, dije entre dientes.
Sin pensarlo ms tiempo, y con mucho sigilo, me levant, cruc
gilmente la ventana y me dirig hacia el techo de mi casa. Me sent en la
posicin de loto y, decidido, me dispuse a relajarme.
El cielo pareca una obra maestra recin pintada. Dej que mis ojos se
cerraran y pens en Sing Tom.
De pronto, una voz clida y serena me habl desde dentro de mi
mente.
- No puedes dormir -me dijo-. Voy a acompaarte. No te muevas de
all y mantente relajado y tranquilo.
Intent unos movimientos para acomodarme mejor y mis msculos no
respondieron.
- Que no te muevas, te dije -y percib una sonrisa.
Estoy loco, pens, y es lo nico que me falta para completar esta
noche.
- No, no ests loco. Siente mis manos en tu cabeza y no te sobresaltes.
Como si me encontrara en el medio de una nube iluminada por la luz
de la luna, vi su imagen frente a m, con los brazos extendidos y las palmas
de sus manos envolviendo mi cabeza.
-
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- Respira con tu abdomen muy lentamente y sin esfuerzo. Suelta el
aire y, al hacerlo, abandona tu cuerpo junto con el aire. Desea salir de l,
pero no te excites.
Reptelo otra vez: Deseo salir de mi cuerpo, y otra, y otra vez
Vamos concluy- ya ests afuera.
Juro que no entenda absolutamente nada.
Primero estaba yo solo, luego Sing Tom estaba a mi lado y, por ltimo,
all sentado haba otro cuerpo que era el mo.
Presuroso, me abrac a Sing Tom buscando ayuda y, en ese instante,
mi cuerpo fsico se estremeci.
- No te asustes -me dijo completamente tentado de risa- no ests
soando. Ah est tu cuerpo fsico, ste es tu cuerpo espiritual y ste soy
yo, tambin fuera de mi cuerpo fsico. Vamos, quiero mostrarte algo.
Como si hubiera remontado una cometa, me llev sin esfuerzo.
- Lo que vers ahora no debe atemorizarte. No prestes atencin al
llanto de la gente ni a su desesperacin. Estn aprendiendo, recurdalo.
De acuerdo?
- De acuerdo respond sintindome, con l al lado, ms seguro que
nunca.
Crea reconocer el lugar y a muchas de las personas que all haba.
-Tan joven para morir as, pobre madre. Y los chiquitos que deja?
Qu tremendo comentaba una mujer.
- Qu pas? -le pregunt a quien haba vertido el comentario.
Fue como hablarle a una pared. Mir a mi Maestro con desconcierto.
ste mene la cabeza sonriendo.
- No pueden escucharte; luego te explicar.
En eso, percib que alguien, desde un lugar indefinido, me hablaba.
- Orlando, vos tambin moriste?
- Qu, qu? -mir a mi Maestro con desesperacin.
- El s puede verte, habla con l -me indic Sing Tom
- Beto, qu te pas? pregunt, reconociendo a quien me haba
hablado.
-
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- Ca desde un pilote del puente que estbamos construyendo y las
botas no me dejaron salir del agua. Pero me siento bien, no me duele
nada. Estoy triste porque ellos lloran, no me ven ni me escuchan. Qu voy
a hacer? Tengo miedo.
El Maestro intervino.
- Beto, no debes permanecer en el sufrimiento de ellos. Desales lo
mejor y, cuando lo hayas hecho, sin angustias, sin sufrimiento, yo te
ayudar a llegar a un lugar maravilloso.
Beto dud un poco y dijo:
- Irme ahora, cuando ms me necesitan?
- Confa en l, Beto, tanto como confas en m que soy tu amigo. Sabe
lo que dice y lo que hace tranquilic a mi amigo.
Entonces, Sing Tom entrecruz los dedos de las manos y pidi a Dios
que ayudara a la familia en desgracia. Creo que pasaron algunos minutos.
Cuando estuvo listo, el Maestro traz un dibujo con las palmas de las
manos, luego otro, y Beto sonri con mucha paz. Un gran camino de luz le
indic por dnde seguir.
El foco de la habitacin titil, subi su intensidad de luz y se quem.
- Vamos Orlando, es hora de regresar.
El despertador son a las seis de la maana. Mi madre ya se haba
levantado.
Se acerc hasta mi cama, se sent a mi lado, tom mis manos y me
dijo:
- Orlando, tengo que decirte algo feo. Beto muri ahogado. Lo supe
ayer, pero como viniste tarde no quise amargarte con esta noticia. Hoy no
vayas al colegio si no quers. Lo llevan a las nueve.
Las experiencias vividas tan seguidamente dejaban espacio slo para
formularle a Sing Tom preguntas y ms preguntas.
Vidas anteriores, desprendimiento espiritual, evolucin, materialismo,
religiones, poder
Tena yo edad para procesar tanta informacin?
-
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Mam fue muy condescendiente al sugerirme que no fuera ese da al
colegio. El reloj marcaba las siete. Me levant presuroso, albergando an
la esperanza de que lo vivido esa noche no fuera ms que un sueo.
- Voy a la casa de Beto, mam.
- Est bien hijo, yo ir luego -respondi.
Al llegar al velatorio de mi amigo, mi presencia fue requerida en la
habitacin donde se encontraba el fretro. Le haban colocado la tapa. Un
grupo de mujeres mayores se haba puesto de acuerdo al verme: me
pidieron, por mi experiencia en el seminario, que dirigiera el rezo del
rosario.
- Est bien. Ya sellaron el fretro?
- Todava no, lo velamos as, con el cajn cerrado -respondi su
madre-. Ests hecho un hombrecito Orlando; gracias por venir.
- Beto est bien, est junto a Dios -le dije para consolarla.
- Ya no s si Dios existe -me respondi.
- Por supuesto que s. Yo no s si fue un sueo o no, pero Beto se
despidi de m anoche. Fue hermoso verlo totalmente baado en luz.
Crame que est bien.
Rec el rosario y, al terminarlo, ya se encontraba la gente que
trasladara el cuerpo de mi amigo hasta el cementerio.
No quise permanecer all en esos momentos. Me fui muy
apesadumbrado rumbo a la casa de Sing. Si no iba al colegio, no quera
perder esa oportunidad de aprender junto a mi Maestro.
Pas antes por mi casa y le comuniqu a mi madre que volvera al
atardecer.
Sing pintaba muy prolijamente unas estanteras de metal que
terminaba de armar.
- Que suerte encontrarlo Maestro dije-. Si no le molesta, puedo
ayudarlo?
- All tienes lija y un pincel. Quita el xido de esos estantes y a pintar.
Vendrn a buscarlos esta tarde.
-
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- Maestro, cuando me pidi que saliera de mi cuerpo, usted estabas
fuera del suyo?
- S respondi- estaba fuera de mi cuerpo fsico.
- Cmo es posible hacer eso?
- El cuerpo fsico puede ser tu vivienda o tu prisin. Si aprendes las
tcnicas puedes entrar y salir de tu vivienda cuando lo desees. De lo
contrario, slo lo hars mientras duermas, pero inconscientemente;
mientras ests despierto tu cuerpo fsico ser una especie de prisin. Para
salir de l, la forma de respirar es una de las vas que puedes utilizar,
acompaada de un estado de relajacin muy profundo. Esta forma es la
ms comn, la que utilizan quienes recin se inician en estas prcticas.
- Es la forma que yo utilic cuando lo hice.
- Casi, pues anoche yo te ayud a salir. Se conocen setenta y siete
formas de respirar diferentes y doscientas diez combinaciones de ellas.
Cada una sirve para experimentar situaciones diferentes. No conozco
quin pueda llegar a controlarlas a todas.
- Usted tampoco? -pregunt.
-Tampoco. Las conozco, pero no las he practicado a todas.
La mayora de las personas respiran mal ya que utilizan nada ms que
la parte media del trax para hacerlo. Eso significa que si divides los
pulmones en tres partes y utilizas solamente una, desperdicias las otras
dos partes. Yo te he enseado a respirar con la parte baja de tus pulmones
porque ella es, de las tres, la que ms energa puede acumular en tu
cuerpo.
- Por qu la mayora respira solo con la parte media? -pregunt.
- Eso comienza a ocurrir despus de los seis o siete aos de vida. El
nio, hasta esa edad, respira con el abdomen, pues mantiene activo el
centro de la alimentacin que tena antes de nacer. Luego, aunque no
debera ocurrir as, las distintas actividades que comienza a cumplir hacen
que se olvide del cuidado de su cuerpo. En realidad, se comienza a respirar
equivocadamente con la parte media del trax cuando las
responsabilidades y obligaciones a las que se ve expuesto un nio
-
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empiezan a provocarle sensaciones de inseguridad y miedo. Fjate qu
ocurre cuando te asustan o esperas un reto de alguien. Te tensionas y slo
activas la parte media de tu pecho. Si, por lo contrario, en ese momento
respiraras con el abdomen, todas las partes de tu cuerpo vuelven a la
normalidad en forma inmediata.
- Pero Maestro, en las clases de gimnasia del colegio nos ensean
siempre a respirar con el pecho. Respiren profundamente y saquen
pecho, nos dicen, eso est mal?
- En gran medida s. Quienes ensean esa forma de respirar han sido
mal informados y continan informando y formando mal a sus alumnos.
- Qu va a pasar cuando les diga que estn equivocados? -dije
sonriendo.
- Shhhh... Recuerda: No trates de leer en la oscuridad. Todo este
proceso conforma la verdadera evolucin y ste es el perodo de aprender
a conocernos a nosotros mismos, descubrir nuestras capacidades y
controlarlas.
Te he enseado a respirar con el abdomen verdad? Bien, ahora te
explicar algunas formas nuevas.
Si deseas captar mayor cantidad de energa y trasmitirla a travs de las
palmas de tus manos, realiza el siguiente ejercicio: Respira
profundamente, pero sin esforzarte; retn el aire unos treinta segundos y,
en el transcurso de los mismos, lleva el aire a las partes altas de los
pulmones y bjalo al abdomen varias veces. Al ir exhalando por la nariz,
frota fuertemente tus manos y apyalas sobre las partes del cuerpo que
desees. Puedes repetirlo cuantas veces quieras y aplicar las manos no slo
a tu cuerpo sino a cualquier otra persona, animal o planta. Esta es una
forma muy simple de utilizar la energa para aliviar; en algunos casos,
para hacer desaparecer ciertas dolencias o inflamaciones.
En tu caso, Orlando, sta es una forma de captar ms energa de la que
captas con todas las prcticas fsicas que llevas a cabo diariamente. Tu
sistema energtico funciona con un nivel mayor que el de cualquier
-
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persona comn, ya que has aprendido a manejar la energa de tu cuerpo
con el pensamiento.
- Pero no puedo hacer lo que hace usted, Maestro! -contest
preocupado.
- Ocurre que ests recin en una etapa elemental, bsica para un
iniciado. Con el tiempo irs recordando viejas tcnicas que ya conoces; yo
me encargar de que as sea. Ten paciencia. O te olvidas de que tu
aprendizaje lleva seiscientos aos de postergacin?
-
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VI Nubes en mis proyectos
En los momentos libres que me quedaban, que por cierto eran cada
vez menos, practicaba meditacin. Muchas veces, sin quererlo, mi mente
viajaba hacia los aos de mi niez.
Recordaba a mi padre, cuando nos sentaba a mi hermano y a m en su
bicicleta para llevarnos a pasear. Eran ms de treinta kilmetros los que
recorramos viajando por caminos que, aunque polvorientos, estaban
bordeados por frondosa vegetacin. Mi padre era un eximio deportista. Se
destacaba en equitacin, natacin, y su fuerza para levantar pesas no
dejaba espacio para la duda: era muy bueno.
Desde mi niez, envidiaba su gran fortaleza y resistencia; yo quera ser
como l. Me ense a nadar a la perfeccin y siempre me deca que tena
un fsico maravilloso. Esto me pona muy contento y me estimulaba para
perfeccionarme.
Mi hermano tena otro tipo de actividades: le gustaba el dibujo, la
msica y jugar con instalaciones elctricas en miniatura hechas con pilas.
Las desarmaba y volva a armarlas de maneras diferentes. En esos
tiempos, tenamos cinco y seis aos respectivamente.
ramos una familia feliz, transitando los problemas tpicos de la
poca. Nuestra madre se esmeraba con nosotros mantenindonos siempre
impecables y vestidos con la ropa que ella misma nos cosa.
Nos acostbamos todas las noches acompaados por sus tiernas
caricias en nuestra frente y la enseanza de los rezos. Luego nos despeda
con un beso enorme y sentamos la paz de un sueo reparador durante
toda la noche.
Me resultaba difcil seguir ocultando lo que hoy llamara doble vida.
Mi madre insista en llevarnos a misa todos los domingos y, para
complacerla, alguna que otra vez la acompabamos con mi hermano.
A los diecisiete aos yo tena una concepcin de Dios totalmente
distinta. Me acercaba a l orando bajo profundos estados de relajacin.
-
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Los lugares donde lo haca no me importaban demasiado, aunque elega
habitualmente las barrancas que caan sobre el ro Paran.
Dos hechos fueron coincidentes con mis diecisiete aos: Conoc a
Norma y me dispuse ingresar a la Escuela de Aeronutica.
Norma era mi primera novia y me senta muy importante a su lado, ya
que no obstante sus jvenes diecisis aos era ya una hermosa mujer.
Estaba conceptuada entre las jvenes como la ms linda de Paran. Haba
aceptado ser mi novia ms por consejo de su abuela que por decisin
propia.
A los pocos meses de haber iniciado nuestro noviazgo conoc a sus
padres, quienes me aceptaron como a un hijo.
La idea de continuar nuestra vida juntos se enriqueca cada vez ms y
eso nos llevaba a generar proyectos.
Decid ingresar en la Escuela de Aeronutica pues vea en ello una
salida laboral como militar.
La solicitud de ingreso lleg a mis manos por mi madre, quien se
haba encargado de pedirla a uno de nuestros vecinos, que era militar.
Mientras la iba llenando con mis datos, mi madre me observaba.
- Ests seguro de lo que vas a hacer? -me deca sonriendo con
picarda.
- S mam, quedate tranquila.
- Kung Fu, qu es eso? -me pregunt al leer el prrafo de aptitudes
fsicas.
- Es como el judo respond- como la defensa personal.
- Y cundo aprendiste eso?
- Me lo ense el chino que tiene el taller en el baldo.
- se es un vago, nadie sabe muy bien de qu vive, ten cuidado con l.
- Pero mam, es un anciano; y buensimo.
- Si l es un anciano entonces yo soy una vieja: no tiene ms de
cincuenta aos.
- Algn da te voy a mostrar todo lo que me ense y vas a darte
cuenta de que no es como decs.
-
41
Cmo explicarle a mam que Sing tena ya ochenta y un aos?
Cmo decirle que todo lo aprendido con l hasta ese momento haba
provocado en m cambios importantsimos para enfrentar la vida?
Aquella tarde fui a ver a Sing. Llevaba conmigo la solicitud ya firmada
con la autorizacin de mis padres.
- Maestro, necesito que me d un certificado para demostrar que
aprend Kung Fu.
- Orlando, Orlando, los ttulos no hacen a las personas; lo que has
aprendido nadie puede quitrtelo.
- Pero Maestro, si no llevo un certificado no puedo decir que s Kung
Fu. Acaso van a creerme slo porque digo que s?
- Orlando, yo no tengo ningn certificado y sin embargo te enseo.
- S, pero yo bien podra dudar de todo lo que me ense.
En ese preciso instante me di cuenta de la tremenda ofensa que haba
cometido contra Sing.
- Orlando, cuando me sienta digno de tu confianza voy a volver a
ensearte.
Dijo esto, gir sobre sus pies y se introdujo en su vivienda.
En ese instante sent que mi relacin con Sing Tom Lee se rompa.
Dnde iran a parar todas sus enseanzas? Qu pasara con esa filosofa
que todos los das desenmaraaba los misterios de la existencia, de la vida
-hasta donde me era posible entenderla-, quitando de ella todo lo que no
aportara claridad y transparencia?.
Se me derrumbaba la vida. Al lado de Sing Tom Lee haba aprendido
artes marciales, filosofa, un estilo de vida vinculado con el
desprendimiento de los elementos materiales y un fuerte arraigo a los
valores de la espiritualidad.
Intent hablarle nuevamente, pero su respuesta fue el silencio. Slo el
silencio.
En ese momento, agregu a la anterior otra equivocacin: fui presa del
odio, de la ira de la soberbia.
-
42
Gir y lo dej. Despus entend que en realidad haba sido l quien me
haba dejado.
En el camino hacia mi casa no poda razonar; la bronca era ms fuerte
comparada con lo poco que haba aprendido de Sing. Olvidaba que en
nuestra filosofa no haba espacio para sentimientos tan primarios como el
rencor o la soberbia. Cunto me faltaba asimilar, todava!
Pese a la atraccin que Norma ejerca sobre m, viaj a Crdoba para
ingresar a la Escuela de Aviacin. Mi solicitud haba sido aceptada.
Los tres primeros meses que pas all transcurrieron rpidamente,
pero los siguientes marcaron una rutina que, realmente, me aburra.
El trato que recibamos los recin ingresados por parte de nuestros
superiores era casi un castigo premeditado.
Si bien mi preparacin fsica era excelente pues haba aprendido junto
a Sing a respirar y a contrarrestar el cansancio a travs de mi mente, no le
encontraba sentido al mal trato. Consideraba (y considero) que no era sa
la forma de educar fsica y psquicamente a un ser humano.
Una noche no pude contenerme. Los sesenta y siete aspirantes
habamos sido encerrados en lo que llambamos bao grande. Las
duchas de agua caliente fueron abiertas a pleno cuando nos
encontrbamos adentro. Llevbamos cuatro horas de intensa actividad
fsica, flexiones de piernas y de brazos. Una gran cantidad de mis
compaeros tuvieron que ser retirados de all, agotados o casi
desmayados. De pronto, uno de ellos cay a mis pies y yo me detuve para
ayudarlo. El aire era irrespirable. Me encontraba agachado sostenindole
la cabeza con mis manos, cuando un fuerte golpe me cruz la espalda,
derribndome. Luego supe que fui golpeado con una bayoneta. Mi voz se
hizo or con una frase que recordaba a la madre del atacante, aunque no
precisamente para elogiarla. El superior apret mi cabeza con su borcegu
y orden al resto de los aspirantes ir a la compaa para dormir.
- Parece -me dijo- que se est insubordinando Por qu no me
insulta de nuevo?
- Porque usted es un superior -respond.
-
43
Se quit violentamente las insignias que lo destacaban como tal y dijo:
- Ahora soy igual que usted, bpedo.
- Usted es un hijo de p -dije, mientras senta profundamente el dolor
en mi espalda.
Un golpe de puo se estrell en mi mandbula. Mis brazos no se
movieron, slo gir; mi pierna derecha sali disparada como un latigazo y
mi pie se estrell contra su pecho. Creo que nunca supo lo que le pas.
Cay desmayado como a tres metros de donde se encontraba.
Ms que nunca comprend el poder que Sing me haba conferido con
sus enseanzas. La forma de aplicar la energa en ese golpe me asust. Mi
permanencia en la Escuela de Aeronutica fue ms breve de lo que
imagin.
El cielo estaba lejos, los misterios no tenan espacio en la formacin
militar y los ojos de Norma haban ocupado en mis sentidos un espacio
mucho ms importante que el de aquella formacin tan diferente de la de
mi fantasa.
Hoy puedo decir que nuestros caminos astrales deban cruzarse
necesariamente, para transitar juntos por el terreno espiritual y gestar la
vida de Andrea, quien sigue nuestros pasos por su propia senda, y la de
Gabriel, quien encontr en el Derecho la manera de servir.
Durante mi permanencia en la Escuela, pens en reiteradas
oportunidades en quien haba sido mi Maestro. La ira, la soberbia y el
rencor que sent hacia l antes de trasladarme a Crdoba haban
desaparecido para dar lugar a una profunda vergenza y un inconfundible
sentimiento de amor hacia Sing.
-
44
VII Reconciliaciones y cambios
Ms de un ao haba pasado desde mi alejamiento de Sing.
En mis caminatas diarias junto a Norma, solamos cruzarnos; l me
saludaba con la humildad y cordialidad que definan su carcter. Yo no
poda an desprenderme de aquel sentimiento de culpa que, a pesar de los
acontecimientos posteriores, todava se reaviva en los intrincados
laberintos de mi memoria.
Mis padres, sobre todo mi madre, insistan con el tema de que yo
deba trabajar o estudiar y no pensar solamente en mi novia. Con el pasar
de los aos, fui comprendiendo que tenan razn y pude comprobarlo,
luego, con mis hijos. Pero tambin es cierto que el amor y la pasin tpicos
de un primer noviazgo (el nico para m) generalmente sobrepasan
cualquier otro tipo de estmulo.
En esa oportunidad, tambin los padres de Norma criticaron mi
holgazanera. No slo por haber dejado la Escuela de Aeronutica sino
tambin porque no haca absolutamente nada: ni estudiaba ni trabajaba.
Esta situacin gener nuestro primer conflicto con Norma. Como
suele suceder en esos casos, trajo aparejado un circunstancial
distanciamiento.
Me senta desconsolado, ya que ms all de mis padres, mis afectos
ms fuertes se alineaban en dos direcciones: Norma y Sing; y ambos
caminos estaban vedados para m.
El panorama de mis das era desolador.
Despus de una noche de insomnio, en la que realmente sent que
todo lo aprendido no serva para controlarme, pude ver -como en una
visin del pasado- mis jornadas que transcurran sin generar ninguna
expectativa ni proyecto. Aquella noche el sueo lleg tarde; y tarde,
tambin, me despert.
Termin de vestirme y, al levantar una de mis zapatillas para
calzrmela, descubr dentro de ella un pequeo trozo de papel donde se
lea: Soy tu amigo.
-
45
Apenas pocos minutos tard en estar golpeando a la puerta de la
vivienda de Sing Tom.
l sali a recibirme como si hubiramos dejado de vernos apenas el
da anterior. Su rostro se ilumin una vez ms con aquella sonrisa que yo
tan bien conoca y dijo:
- Creo que ya soy digno de tu confianza Te he estado esperando-. Y
sin hacer ningn otro tipo de mencin a nuestro ltimo encuentro o a mi
vida de los ltimos dos aos agreg:
- Todo va a estar bien en tu mente y en tu corazn.
Ca de rodillas frente a l llorando de alegra. Pos una de sus manos
en mi cabeza y dijo:
- Vamos, vamos que ya has descansado demasiado.
Al regresar a casa encontr a Norma. Lo que puedo asegurar es que,
despus del tiempo compartido con mi Maestro y de las palabras con las
que me recibi, el encuentro con mi novia no me result sorpresivo.
La alegra en mi rostro era indisimulable. Me senta eufrico.
El hermano de mi madre, Mario Mathieu, era en ese tiempo
Intendente de Paran. Mi relacin con l era excelente: me quera tanto
como yo a l. En realidad, era mi to preferido. Se haba destacado a nivel
mundial en el ciclismo. Ese deporte era su pasin; a tal punto, que al
retirarse de la prctica como consecuencia de un accidente, mont una
fbrica de bicicletas. Cuando regres del seminario no recib de l ni crtica
ni comentario alguno. Por el contrario, me regal una magnfica bicicleta.
Fui decididamente a hablar con l.
- To, necesito trabajar; quiero que me des una mano.
- Me alegro de que vengas, precisamente, a pedirme trabajo, Orlando.
Cuenta con eso, yo me encargo. En esta semana tendrs novedades.
Nos invit a almorzar a Norma y a m y, muy hbilmente, en medio de
la charla, pudo darse cuenta de que mis intenciones con Norma eran
buenas; que apuntaban al matrimonio.
A los diez das me encontraba trabajando en el Banco Municipalidad
de Paran.
-
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Mis padres recobraron la alegra y, como no poda ser de otra forma,
depositaron toda su confianza en mi decisin.
Una maana, fuimos con mi novia a visitar a Sing. Norma no se senta
muy cmoda all, pues no tena confianza con l; pero como era mi
Maestro y amigo, accedi a profundizar un poco ms la relacin.
Luego de conocerlo y reiterar las visitas, invitamos a Sing a tomar el t
en la casa de mis futuros suegros.
Aquella tarde, mientras esperbamos a nuestro invitado, Mario -el
padre de Norma- haba puesto el auto (un flamante Dodge Polara) en
marcha dentro del garaje para que tomara temperatura el motor antes de
salir a realizar las compras de rutina.
De pronto, un grito cargado de angustia se dej or desde el garaje:
- Mario!, Mario! Mataste los canarios con el humo!
Con toda prisa me levant de la silla y en el camino tropec con la
madre de Norma. Traa en sus manos una jaula y, en el piso de la misma,
yacan los cuatro canarios. Tom uno entre mis manos; al hacerlo, sus
ojitos fueron cerrndose, las plumitas se inflaron y la cabecita cay entre
mis dedos.
La dramtica situacin fue interrumpida por el timbre de la puerta de
calle. Al abrir la puerta me encontr con Sing.
- Qu ocurre? -pregunt.
- El humo del auto asfixi a los canarios respond, mostrando el que
tena entre mis manos.
- Cunto hace?
- Recin, apenas unos minutos.
- Vamos, rpido, llvame a donde estn los otros -dijo en tono firme.
Al llegar al lugar, me indic que tomara otro canario entre mis manos.
- Pon tu espalda pegada a la ma y cierra los ojos; piensa en m y
respira dirigiendo el aire hacia Tan-Tien (2).
l respir de una manera diferente de las que yo conoca. A los pocos
segundos, un intenso calor suba por mi columna vertebral y se diriga
hacia mis manos. Cre tener fuego en ellas. Sing contuvo el aire en sus
-
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pulmones al menos tres minutos. Cuando solt el aire, comenz a colocar
uno a uno los canarios en la jaula. Al colocar el ltimo, los primeros ya
haban comenzado a incorporarse.
Los cambios de nimo que se produjeron en ese momento se
manifestaron como una mezcla de silencio, llanto y risas.
La opinin de los padres de Norma, no obstante haber quedado
asombrados por lo acontecido, fue decir que Sing los haba reanimado.
Nosotros sabamos que no haba sido as.
Trabajar en el Banco me ocupaba ocho horas del da. Al medioda,
pasaba por mi casa y mi madre me acompaaba durante el almuerzo.
Tenamos largas charlas, principalmente referidas a mi futuro
inmediato.
En muchas de ellas fui blanqueando las cosas que Sing me enseaba,
aunque slo lo haca respecto de los temas que se referan a las prcticas
fsicas y a las respiratorias y teraputicas.
Con Edgardo, mi hermano, nos veamos poco, ya que l estudiaba
kinesiologa en Crdoba. Segua, pues, la profesin de mi padre.
Muchas veces, cuando nos encontrbamos con Edgardo en los
feriados de Semana Santa, vacaciones de Julio o fines de semana largos,
discutamos sobre temas inherentes a la salud fsica. Para l, obviamente,
yo hablaba en un idioma distinto y absolutamente increble.
En la Facultad a la que concurra (en realidad, creo que en todas las
Facultades de Kinesiologa existentes en ese tiempo) no tenan la ms
mnima idea de lo que eran meridianos de energa, sistemas de
respiracin, chakras (3) y, mucho menos an, que pudiera transmitirse
energa a travs de las palmas de las manos para ayudar a sanar a una
persona, animal o planta.
Norma conclua en el Colegio otra de las prcticas de estudio del
Magisterio. Sus dieciocho aos estaban cargados de alegra y chispeante
picarda. Pero ese da excedi todos los lmites.
- Tengo un dolor de cabeza terrible, creo que se me parte en dos -dijo
entre dientes-. Hoy fue un da realmente difcil.
-
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- Vamos a ver a Sing, l te va a ayudar -le dije.
- Te parece? Mira que ese chino es un charlatn -dijo rindose con
dolor.
Al llegar a la vivienda, vimos a Sing en una intensiva prctica de Chi
Kung.
- No lo interrumpamos, esperemos que termine -dije a Norma.
- Qu?! Yo no doy ms.
Sin pensarlo, sin que yo pudiera evitarlo, se par detrs de Sing.
Tocndole un hombro con la mano, le dijo:
- Sing, me duele la cabeza Squeme el dolor, por favor. Orlando dice
que usted puede.
Sing gir parndose frente a ella. Levant la mano -estaba a unos
cincuenta centmetros de la cara de Norma-, larg el aire y Norma
comenz a caer casi desvanecida. Yo estaba justo detrs para sostenerla y
evitar que se desplomara en el piso.
Transcurrieron apenas unos segundos. Norma se incorpor con una
rapidez increble y, mirando a Sing de frente, dijo:
- Qu me hizo?... Se me fueron todos los malestares.
Salt sobre l abrazndolo casi irrespetuosamente y llenndolo de
besos.
- Es mago, es mago! -deca.
- Norma! -grit alarmado y avergonzado.
Sing dijo firmemente:
-No soy un charlatn.
Y en ese preciso instante, toda su cultura oriental se desplom en una
estruendosa carcajada.
Nunca haba visto a mi Maestro rerse tanto.
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VIII Mi primera misin importante
Quin es Oxcel?
Hoy podra definir a Oxcel. Fue el portador de la primera revelacin y
quien acept ser mi gua en el espritu y la materia, acompandome;
dira que hasta cuidndome.
Su voz es mi propia voz en valores superlativos, es un Mensajero de
los Seres de Luz. Dicho en trminos terrenales, es como mi propia
conciencia con cuerpo astral. Expresado en trminos csmicos, es un
Hermano Csmico Superior cuya misin es mostrarnos el camino, aquel
que elegimos antes de encarnar nuevamente.
El grado de evolucin que vamos logrando, como as tambin la
magnitud de la tarea karmtica que debemos rendir en cada
manifestacin, son los que nos permiten una visin ms o menos ntida de
la ayuda que desde el astral se nos otorga.
Es fundamental que comprendamos, en tanto seres adultos, que el
verdadero papel en cada vida lo cumple nuestra niez, ya que hasta
nuestros siete aos se nos conceden capacidades de recuerdo y visiones de
nuestro programa, el que fue armado por nosotros mismos antes de
reencarnar. La comprensin de lo antedicho har nuestra vida mucho ms
certera en alcanzar los objetivos.
Nuestras negaciones, reproches y desinters hacia los relatos que
plantea un nio, convierte a los adultos en los verdaderos causantes de las
equivocaciones que aquel cometa a lo largo de su vida. Nosotros tambin
somos vctimas de esos desaciertos. Cuntas veces hemos escuchado a un
nio hablando con su amigo invisible?
Oxcel se ha manifestado, y se manifiesta, de diferentes maneras y en
las ms diversas circunstancias. sta es una de ellas.
Mientras cumplo con el mandato de memorar aqu la experiencia y
volcarla en letras para dar curso al mensaje muestro uno de los modos a
travs de los cuales mi gua se manifiesta, al nutrirme de la capacidad
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necesaria para condensar en palabras la misin que debo cumplir, en tono
de mensaje, durante el tiempo que me resta.
Otros guas, con otros portadores, continuarn la difusin para que los
tiempos del nuevo milenio se encuadren en el marco tico y esttico que la
creacin les deparar a los habitantes del planeta.
Tal vez usted ya tiene contacto fluido con algn gua. Tal vez todava
no lo ha percibido conscientemente. Tal vez no ha reparado en los
mensajes y en su contenido.
Aprenda a relajarse, no slo fsicamente sino tambin mentalmente.
Al estar en esos estados de relajacin, pida ayuda a su gua; nunca le ser
negada.
Muchas de las tareas no sern hechas por l, aunque s le indicar
cmo hacerlas. NO LO DUDE.
Los aprendizajes continuaban en mis escasos ratos durante el da y,
con ms tiempo, durante la noche. No me imaginaba que en el mes de
agosto del 69, se pondran a prueba mis conocimientos, por primera vez,
para salvar una vida.
Sing me comunic su intencin de viajar a la India en el mes de marzo
de ese ao. Si bien me invit a acompaarlo, creo que saba de antemano
que no aceptara. Prometi volver antes de mi casamiento.
- Practica, practica mucho -me dijo-. Cuando vuelva ser para
ensearte cosas muy importantes, no imaginas cun importantes Tu
mente est abierta, no dejes que se cierre. No olvides repetir tu mantra (4)
todos los das tres veces al da. Yo soy el que deseo sanar a los seres
enfermos con el poder de la clida y perfecta energa original, guiada y
transmitida por mis manos y mi mente.
Recuerda colocar tus manos unidas por los pulgares y los ndices
formando el Tiang (5). Aunque no lo entiendas an, es muy importante.
No olvides hacerlo cuando respires hacia Tan Tien y mientras repites tu
mantra.
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No deseo referirme a nuestra despedida porque el relato no cambiar
en nada la esencia de esta obra; adems, ella forma parte de los tesoros
afectivos que pertenecen a mi intimidad.
Mucho se ha teorizado sobre el lugar fsico que ocupa el alma en el
cuerpo. En verdad, ignoro si hay algo de cierto en esa posibilidad; pero de
lo que s puedo dar fe es de que, tras la partida de Sing y con el paso de los
das, un vaco difcil de definir se acrecentaba en algn lugar donde
confluan mi espritu y mi materia.
Aquella noche de agosto despert sobresaltado. Ms bien dira que fui
despertado.
- Orlando, Orlando, ten calma, soy Oxcel
Sacud la cabeza, an somnoliento, diciendo:
- No, otra vez no, siempre que me llamas pasa algo malo.
- No soy yo quien causa lo malo; simplemente te lo advierto cuando es
necesario que ests preparado. Se trata de tu padre: sufrir un accidente y
debers ayudarlo. Ocurrir pronto. Tendrs que mantener la calma pues
sers el sostn emocional de tu familia.
- Si piensas que saberlo antes me ayuda, creo que te equivocas. No s
si estoy preparado
- Lo ests, lo ests y lo estars ms an.
Haba regresado del Banco como otros das. Mam, como siempre, me
acompaaba en el almuerzo.
- Qu te pasa, Orlando? Te noto triste.
- Nada mam, es slo que estoy un poco cansado. Me parece que voy a
dormir una hora.
- And, yo te llamo cuando llegue tu padre.
Pap no lleg; mi cabeza se cans de pensar y me dorm. Escuch el
timbre de la puerta de calle entre sueos, pero me despert rpidamente
al escuchar a mi madre llorar y gritar.
- Qu ocurre mam, por qu llors?
- Tu padre tuvo un accidente, est grave en el hospital.
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- Tranquila mam, todo va a salir bien -dije abrazndola fuertemente
contra mi pecho.
La noticia cundi rpidamente en la ciudad, ya que mi padre era el
nico kinesilogo en Paran.
El hospital San Martn quedaba a tres cuadras de casa. Cuando
llegamos, un mdico amigo de mi familia nos estaba esperando.
- Vengan por ac dijo-; y nos llev a la sala de Primeros Auxilios.
Mam fue la primera en pasar y sali rpidamente acompaada por
una enfermera: se haba descompuesto.
Al ver a mi madre acompaada y asistida, pas a la sala sin dudarlo.
El cuerpo de mi padre yaca sobre una mesada de mrmol totalmente
cubierto de sangre.
El fmur de la pierna izquierda, fracturada, perforaba la masa
muscular. Brazos y costillas, tambin quebrados. Cortes profundos en el
abdomen, pecho y cara.
Luego de evaluar la situacin, el mdico que lo haba asistido llam a
otros colegas y trasladaron a mi padre a la Sala de Ciruga.
Llevaba all ms de ocho horas cuando uno de los mdicos sali para
darnos el primer informe:
- Contamos veinticuatro fracturas, un pulmn perforado, traumatismo
de crneo, prdida de un testculo, hemotrax, rotura total o parcial del
bazo, prdida del 50% del globo ocular derecho Hemos hecho lo posible,
pero, honestamente, no creemos que pase la noche.
- Gracias doctor, pero mi padre no va a morir: se lo aseguro.
Fui al bao a lavarme las manos. No haba nadie all, entonces dije en
voz alta:
- Oxcel, si mi padre va a morir yo lo habra sabido antes verdad?
No hubo respuesta. Di por sentado que el silencio fue asentimiento.
Pas toda la noche junto a pap. Hora por medio trabajaba sobre su
cuerpo dndole, en los lugares vitales ms afectados, energa al por mayor.
Mi madre me reemplaz a las ocho de la maana y a ella la relev
Norma.
-
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Cuando mam lleg a casa me transmiti el informe mdico.
- Es increble, pero se estabilizaron todos los signos vitales. Si Dios
quiere, tu padre va a salvarse.
Con el transcurrir de los das, los tiempos normales de recuperacin,
cicatrizacin y soldadura de huesos se haban reducido a la mitad. Trabaj
en la salud de mi padre por ms de cuarenta das consecutivos.
La fecha que habamos fijado con Norma para nuestro casamiento se
aproximaba.
El tiempo que mi madre dedicaba al cuidado de mi padre fue
deteriorando la salud de ella de modo ostensible. La recuperacin de pap
-pude darme cuenta tiempo despus- signific el derrumbe de la salud de
mam.
Nunca nos deca lo mal que se senta. Si bien su silencio fue una
equivocacin, producto de la ignorancia, valoro hasta el da de hoy su
entereza, responsabilidad y valor. Slo una fuerza muy especial poda
sostener estas tres virtudes: la del amor.
Mi hermano continuaba sus cursos de especializacin en la ciudad de
Crdoba, mientras yo viva aferrado a mi trabajo, a Norma que me
acompaaba durante las noches y a colaborar en todo lo posible con las
tareas de la casa para hacerle ms llevadero el diario vivir a mi madre.
Muchas veces, Norma se quedaba dormida y yo, entrando en
profundos estados de relajacin, requera a mi Maestro la asistencia
energtica que necesitaba para poder continuar llevando una vida normal.
Durante varios meses no dorm. Esto fue posible porque recordaba y pona
en prctica lo que Sing me haba enseado.
Recuerda Orlando, no es tan necesario dormir si aprendes a controlar
tu mente en un profundo estado de relax. A veces se puede dormir pero
no descansar, y lo verdaderamente necesario es descansar; para esto,
basta con que ests profundamente relajado y dirijas tu mente al lugar que
ms te agrade para reposar. Si aprendes a hacerlo, podras pasar toda tu
vida sin dormir.
-
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Una visita inesperada
Eran aproximadamente las 23. Mi madre y mi padre dorman
profundamente.
Comenc a efectuar prcticas respiratorias sentado en el piso de mi
habitacin. Luego me incorpor y continu la prctica desde el Tai Chi.
Me senta extrao, todo mi cuerpo pareca estar guiado en sus
movimientos y estos se sucedan con una precisin impecable. Al terminar
las formas, dej que mis ojos se cerraran y mi cuerpo qued esttico,
quieto, como si algo o alguien lo sostuviera.
Qu me ocurre?, pregunt mentalmente. La risa que escuch me
result familiar, pero extraa.
- Soy yo, tu amigo!
- Sing, respond. Ests aqu?
- No, Orlando, no estoy aqu. Soy yo, pero astralmente. Escucha bien
porque tengo poco tiempo. Estoy en algn lugar del Tibet reunido con los
veintin grandes maestros; este es un pequeo recreo, pero abre los ojos,
hombre!
Los abr sin perder la calma y su cuerpo astral me ilumin llenndome
de paz y amor.
- Estamos reunidos para tomar una gran decisin: Cada uno de
nosotros debe elegir a siete discpulos. T, por supuesto, ests entre los
que yo he elegido; eres el ltimo que he elegido aunque en mi corazn eres
el primero. Tu tarea ser dura porque debers llevarla a cabo nada menos
que en Sudamrica y de ti dependern cientos de personas.
- Cundo? -pregunt preocupado.
-No te preocupes, tendrs todo el tiempo necesario para asimilar lo
que aprendas y transmitirlo. Aceptas? Si me dices que no, comienzo a
correrte por toda la habitacin dndote golpes hasta donde no imaginas.
- S, Maestro, acepto.
- Una cosa ms; no estar presente en tu casamiento. S que ser el 7
de marzo de 1970. Todo ir bien. Ah, tambin te felicito por lo que has
hecho con tu padre. Nos veremos pronto. Dame tus manos.
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Lo hice y sent cmo mi espalda se ubicaba cmodamente sobre la
cama.
- Durmete Orlando, durmete tranquilo, esta noche puedes y debes
hacerlo.
Cuando despert aquella maana me senta distinto. Dentro de m
perciba una fuerza extra y saba muy bien de dnde provena. Gracias
maestro!, dije entre dientes.
Mi madre, en cambio, se levant desganada y deprimida. Cuando le
pregunt por qu estaba as, me respondi que pensaba en el tiempo que
todava tendra que vivir de esta manera. Que eso la agotaba, la debilitaba.
- Vamos mam, ven conmigo a la camilla. Comprob qu es capaz de
hacer tu hijo.
- No, dej de hacerme perder el tiempo; tengo mucho que hacer y no
estoy bien.
- Ah, noooo. Vens conmigo y se acab -le dije alzndola como si fuera
un capullo de algodn.
- Dejame, no seas loco, dejame! -comenz a gritar entre risas.
La acost en la camilla, le quit el calzado, le acarici varias veces la
cabeza. A los cinco minutos mi madre se dio cuenta de que le estaba
haciendo algo agradable; y se entreg.
Humedec mis manos con un poco de aceite de oliva y comenc a
trabajarle las piernas desde las rodillas hacia los pies con movimientos
lineales, mientras le envolva las piernas con mis manos. Lentamente, muy
lentamente, mis manos cargadas de energa fueron despejando sus
puntos terminales en piernas y pies. Yo saba la repercusin favorable que
esto tena en todo su cuerpo.
Unt nuevamente mis manos con aceite y me dirig a su rostro. Con
las yemas de los dedos trabaj en crculos sobre los principales centros de
energa de la cara. Esto, y el altsimo nivel de energa que al mismo tiempo
transmitan las palmas de mis manos, fueron liberando a mam de los
pensamientos negativos. As, ingres en un hermoso y reparador sueo
especial.
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Esto te lo deba mam; te lo deba desde que comenc a ocultarte
todo lo que aprenda en las tardes y las noches junto a Sing; te lo deba
porque sos la persona que ms amo en el mundo. Mientras pensaba estas
palabras, mis ojos no pudieron evitar que las lgrimas afloraran. Los de mi
madre, tampoco.
Lentamente me fui apartando de la camilla, cubr a mi madre con una
manta y dej que descansara. Saba que no despertara enseguida.
Aprovech para llamar telefnicamente a Norma; la invit a que nos
acompaara en el almuerzo y luego fui a comprar asado.
Norma lleg cuando yo comenzaba a encender el fuego y se puso a
preparar las ensaladas.
Llamamos a mam cuando faltaba media hora para almorzar. Haba
dormido y descansado casi cuatro horas. Mientras comamos, mi madre
luca como haca mucho tiempo no la vea: renovada, distinta, alegre y
optimista.
En los sucesivos das, los requerimientos de mi madre para recibir las
caricias especiales se hicieron cada vez ms frecuentes.
... Y lleg el da
6 de marzo de 1970. Diecinueve aos Norma y veinte yo. Estamos por
dar el paso ms importante de nuestras vidas: casarnos.
Referir las crticas que vertan las primas de mi madre, que ni siquiera
tenan en cuenta el estado en que ella se encontraba, sera perder el
tiempo. Me bastaba con que mam hubiera aceptado a Norma y me diera
su bendicin. De todas formas, saba muy bien qu clase de hijo tena y
creo- tena la seguridad de que siempre estara a su lado. Mi padre haba
salido de su estado de gravedad, pero le qued una incapacidad total para
las actividades que realizaba profesionalmente: la Kinesiologa.
Nos casamos viviendo la ms extraordinaria magia de amor que hasta
el da de hoy recordamos.
Nuestros proyectos fueron siempre sencillos y humildes. Los
basbamos en los sueos despiertos del mira cuando tengamos
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El 26 de junio de 1970 Norma cumpli aos. El regalo ms
maravilloso que pudo recibir (reconocido por ella) fue la presencia de
Sing.
En verdad, fue la ms hermosa sorpresa para ella y para m. Si bien la
cultura oriental es poco expresiva en sus afectos, creo que Sing se haba
contagiado de nuestra forma de ser. El abrazo con mi Maestro fue
interminable, y Norma, haciendo gala de su chispeante humor, tom con
sus dedos las mejillas del recin llegado mientras repeta:
- Lleg mi chinito, lleg mi chinito.
Debo reconocer que Sing no paraba de rerse mientras tomaba la
cabeza de Norma entre sus manos.
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IX - Experiencia, aprendizaje, equilibrio
Obviar hacer referencia a todo lo que fuimos aprendiendo durante
siete aos consecutivos ya que, salvo algunos otros hechos importantes,
esas enseanzas sern relatadas ms adelante.
En el transcurso del tiempo , cambi de trabajo varias veces; hasta que
me establec, a