el tiempo | 3 de noviembre 2010 | sección d

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D SECCIÓN cmyk MIÉRCOLES 3 de noviembre 2010 Edición especial por Aniversario de Independencia La Reina hermosa de fuentes y flores, como dice su himno, cumple 190 años de vida independiente. La historia de ese hecho está llena de acontecimientos y anécdotas que hoy se recuerdan.

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Sección especial del 3 de Noviembre de Diario EL TIEMPO. Cuenca - Ecuador.

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DSECCIÓN

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MIÉRCOLES3 d e n o v i e m b r e 2 0 1 0 Edición especial por Aniversario de Independencia

La Reina hermosa de fuentes y fl ores, como dice su himno, cumple 190 años de vida independiente. La historia de ese hecho está llena de acontecimientos y anécdotas que hoy se recuerdan.

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Los inicios y desarrollo de la lucha libertaria

HISTORIA

Trelles pidió a los funcionarios de la real hacienda “remitirme 100 pesos a buena cuenta para socorrer a la gente que se ha podido colectar el día de ayer desde el momento de la revolución para reforzar el cuartel y los cañones de artillería en las cuatro esquinas de la plaza…porque ni yo ni los ofi ciales que me acompañan podemos mover-nos de esta plaza…” Ese mismo día sábado 4 de noviembre, con la ayuda de Javier Loyola, cura de Chuquipa-ta, vencieron los patriotas, habiendo sido herido en una de sus piernas el principal líder del movimiento, Te-niente Tomás Ordóñez. Un cura que estaba de paso hacia su parroquia de Puebloviejo arengó con gran elocuen-

cia a los patriotas para que siguieran en su empeño. Después del triunfo fue nombrado Jefe civil y militar de la República de Cuenca, el abogado chileno, alcal-de de segundo voto y encargado de la Gobernación José María Vázquez de Noboa.Aunque no conocemos los documen-tos de esos días, como era ya frecuen-te desde el 10 de agosto de 1809, se debió proceder a la jura de la inde-pendencia en la iglesia matriz des-pués de una misa de acción de gracias o te deum, posiblemente el día cinco de noviembre. Pronunció la homilía como orador sagrado Andrés Beltrán de los Ríos.

Los hechos que se suscitaron desde el 3 de noviembre de 1820

al 21 de febrero de 1822Cuenca:

Cuenca. Con los preparativos previos en la casa de Margarita Torres de Ordóñez, bajo la dirección de To-más Ordóñez Torres se inició la lucha libertaria.

Se comenzó por pedir, por sugerencia de Joaquín Salazar Lozano, la renuncia del gobernador Díaz Cruzado, quien estaba ya palabreado, pero este fue apresado por el comandante militar Antonio Gar-cía Trelles y enviado preso a Quito el 2 de noviem-bre, escoltado por 20 soldados. Fue nombrado jefe político subalterno Antonio Arteaga.Varios ciudadanos quisieron que se integre un ca-bildo amplio más que abierto o ampliado, pero no se logró el objetivo. Al promulgarse un bando, se aprovechó de la oportunidad, preparada ad hoc, para desarmar a la guardia y así obtener unas pocas armas de fuego. Se quiso motivar a los ve-cinos del barrio de Todos Santos donde muchas personas participaban de una ceremonia religiosa dominical para iniciar la toma del cuartel, pero no se logró su objetivo.Los líderes que debían tomar parte en un levan-tamiento se reunieron en El Valle, una parroquia cercana a Cuenca y allí se organizaron para atacar el día tres. Los mentalizadores y participantes de este movimiento fueron Tomás Ordóñez, Joaquín Salazar y Lozano, Francisco Chica, Zenón San Martín, Vicente Toledo, el cura Juan María Ormaza y José María Váz-quez de Noboa, entre unos pocos más. Fue entonces que ese día el líder de la revolución, Tomás Ordóñez, encabezó al pueblo hacia la Plaza Mayor, donde se les impidió llegar al cuartel y a la casa de cabildo. Había 109 soldados al mando del realista Jerónimo Arteaga, que se colo-caron estratégicamente en las cuatro esquinas de la plaza central y en calles aledañas, con los únicos cuatro cañones que existían en Cuenca y que se habían fabricado aquí mismo hacia 1809 para de-fender a la ciudad de un posible ataque de los revolucionarios del 10 de agosto. El jefe de la resistencia era Antonio García Trelles. A los patriotas se unió el cura José Peñafi el y desde San Sebastián empeza-ron a acosar a las autoridades españolas. Aumentando el número de patriotas comenzaron a ascender a la Plaza de Armas. Con el entusiasmo prendido por la causa libertaria, más la arenga patriótica del cura Juan María Ormaza recorrieron los barrios buscando mayor apoyo y juzgaron que era mejor ubicarse en el barrio de El Vecino, por estar más cerca de los refuerzos que podían llegar desde el norte. Pasó ese día viernes 3 de noviembre acosando los patriotas a los españoles por las cuatro esquinas del par-que, como dice un ofi cio del jefe de la plaza, Antonio García Trelles, pero sin ofrecer batalla. Ambrosio Prieto y unos pocos patriotas fueron apresados por los realistas, pero no pudieron moverse de sus puestos porque estaban cercados por los patriotas que crecían en número. To-dos amanecieron sobre las armas, como dice otro parte, porque a cada momento les acometían los patriotas.

Detalles del 3 de noviembre de 1820

Lo sucedido el 4 de noviembre de 1820

República de CuencaEl 15 de noviembre, con la participación de representantes de los barrios de la ciu-dad se instaló la Asamblea o Consejo de Sanción y aprobó la Constitución de la República de Cuenca. Se reunió en el local donde hoy es la Corte de Justicia (Cordero y Sucre). Estuvo integrada por 35 diputa-dos elegidos por varias corporaciones y gremios: cabildo municipal, cabildo ecle-siástico, milicias republicanas, agriculto-res, comerciantes, abogados así como por representantes de la provincia de Cuenca: Azogues, Cañar, Chuquipata, Girón, Jima, Molleturo, Nabón, Oña, Paute, Pucará, Sígsig. Se concluía que “Cuenca es y será para siempre una provincia libre e independien-te de toda potencia y autoridad extraña sin que en ningún caso pueda ser sojuzgada

por su voluntad.” Se creó una junta de go-bierno y un senado para la administración de justicia. El gobierno sería electivo, re-presentativo y popular. El Cabildo tendrá las mismas atribuciones que en los tiem-pos coloniales. Se buscaría una confedera-ción con otros pueblos. Y se aprobó la con-fección de un escudo: “Un indio corpulento y musculoso representa a la raza dueña del Continente, la estrella luminosa es la de la libertad que le alumbra en su largo éxodo de paria, la lanza, cuya punta hinca en la tierra es el signo del dominio sobre el sue-lo querido que le usurparon. En resumen puede traducirse como trabajo libre, de la tierra libre, por la raza libre.” Aprobada la Constitución, se ratifi có como Jefe Político y Militar al Dr. José María Vázquez de Noboa.

Segundo verdeloma La duración de la Junta y de la Constitu-ción fue efímera por la pérdida de los pa-triotas, mal entrenados y con pocas armas, en el Segundo Verdeloma, lugar cercano al cantón Biblián el 20 de diciembre del mis-mo año. Los españoles eran 600 veteranos y experimentados soldados, mientras que los patriotas, quizá superiores en número, eran improvisados y estaban dotados de menor cantidad de armas y de municiones. Una estrategia envolvente que les llevó a los españoles a lo alto del cerro y desplazó a los patriotas a los fl ancos, fue fundamental para el triunfo.No se ha estudiado con profundidad esta derrota y uno de los testigos del momento, el doctor Cayetano Ramírez Fita, considera que fue decisiva la falta de un oportuno en-vío de tropas y armas que se pidió a Guaya-quil, con el envío de 15.000 pesos. Tal vez los miembros de la Junta, que también estaban defendiendo su independencia, Olmedo, Roca y Ximena, no pudieron hacerlo por falta de tiempo u otros motivos.Se calcula que el número de caídos llegó a los dos centenares y el de heridos a otro tan-to. Comandaba las tropas realistas venidas del norte el coronel Francisco González y las patriotas el coronel José María Hidalgo de Cisneros. Su vencedor, el coronel González, reasumió

el poder en Cuenca y lo ejerció con tiranía. Estableció una junta de secuestros para de-comisar los bienes de quienes habían parti-cipado en el proceso y de manera sumaria, en la plaza de San Francisco mandó a fusi-lar a 28 patriotas en enero de 1821. Los que se salvaron viajaron a Guayaquil, donde se mantenía fi rmemente la independencia o se escondieron en lugares de difícil acceso.En el análisis histórico se ha considerado que Verdeloma, si bien fue una pérdida dura para Cuenca, fue la salvación para Guayaquil, pues las tropas realistas y ve-teranas podían ir a esa ciudad y someterla, con lo cual se hubiera cerrado la puerta para el acceso del apoyo de Simón Bolívar y de su principal colaborador Antonio José de Sucre y quizá se hubiera retrasado o di-latado todo el proceso fi nal de nuestra inde-pendencia.Francisco González gobernó Cuenca y su jurisdicción por el lapso de más de un año, junto con su ayudante Francisco Eugenio Tamariz, con despotismo, requisas, em-préstitos forzosos y extorsionando a los ciudadanos con contribuciones obligadas para el mantenimiento del ejército español. Para ello creó una junta de secuestros. Fue más de un año de terror, similar al que se implantó en esta misma ciudad entre los meses de agosto y diciembre de 1809.

El 21 de febrero de 1822Fue necesario esperar hasta el 21 de febrero de 1822 para que Antonio José de Sucre libe-rara defi nitivamente a Cuenca y su región. Partió de Machala, fue a Saraguro y llegó a Cuenca. En el camino se unieron las tropas peruanas del coronel Santa Cruz. Estuvie-ron en sus tropas el teniente Abdón Calde-rón, el coronel Alejandro Vargas Machuca, Tomás Ordóñez, Joaquín Crespo, José Mos-coso, Vicente Toledo, Zenón de San Martín, Manuel Chica, José Sevilla, distinguidos cuencanos. Los españoles, dirigidos por el coronel Carlos Tolrá huyeron con dirección a Riobamba. Una solemne misa y un desfi le de las tropas, recibiendo fl ores y aplausos cerraron este

acto fi nal de la independencia cuencana. Bartolomé Serrano, presidente del Concejo le recibió con un caluroso discurso en el que expresó la “gratitud que corresponde por las benéfi cas y generosas operaciones con que se ha conducido en la ocupación de esta plaza con el sagrado objeto de transformar su gobierno al nuevo establecimiento de la República.”Hay, pues dos fechas importantes dentro del proceso de liberación política de Cuenca: el 3 de Noviembre de 1820, que tuvo un éxito pasajero y el 21 de Febrero de 1822, que nos dio una independencia defi nitiva. Las dos son importantes y debemos recordarlas y conmemorarlas.

Juan Cordero ÍniguezEL TIEMPO - CUENCA

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Cuenca Reseña

Cuenca. Una apreciación retrospectiva de nuestra historia permite identificar, como antecedentes libertarios de lo que aho-ra constituye el Ecuador, al movimiento emancipador que surgió el 10 de agosto de 1809 y el sacrificio de muchos patriotas el 2 de agosto de 1810, en Quito.

Entonces hasta 1820 no se consolidó la independencia de los pueblos que cons-tituían la Real Audiencia, puesto que las autoridades españolas pudieron retomar el poder y fortalecerlo.

Partida

Fue necesario que llegara el 9 de octubre de 1820, cuando Guayaquil consigue li-berarse del dominio español. Esta fecha fue el punto de partida para que los pue-blos de la Región Interandina, en forma progresiva, se independizaran luego de heroicos enfrentamientos con las tropas realistas. Y es en esta fase libertaria que se inscribe la independencia de Cuenca, el 3 de noviembre de 1820.Esta carrera por la libertad culminará el 24 de mayo de 1822, con la Batalla del Pichincha.Han transcurrido 190 años desde aquel 3 de noviembre de 1820 y Cuenca conme-mora con altura y civismo un aniversario

más de emancipación política. En la acción libertaria de Cuenca, la his-toria revela lo siguiente: “Puesto en mar-cha el plan de acción, el 3 de noviembre se manda a publicar por bando, ciertas órdenes españolas acompañado de la co-rrespondiente escolta militar. Y mientras se leía el bando, los conjurados se tiran sobre la escolta y la desarman. Allí están Tomás Ordóñez, Vicente Toledo, Zenón de San Martín y otros”El día 4 de noviembre, los contingentes de Ordóñez recibieron el apoyo de los pobla-dores de Chuquipata, con el párroco Ja-vier Loyola a la cabeza. De esta manera la independencia de Cuenca quedó inscrita en la Historia Nacional.

Monumento en honor al héroe cuen-cano Abdón Calderón Garaicoa, en el

parque que lleva su nombre.

El nuevo edificio del Poder Judicial del Azuay, un bloque arquitectónico de concepción moderna y funcional.

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conmemora su Independencia

El 9 de octubre de 1820 fue el punto de partida para la liberación del yugo español

Julio Espinoza C.El tiEMPo - CuEnCA

Cuenca en la Gran ColombiaCuenca. Luego del 24 de mayo de 1822, se conforma el Distrito del Sur con Quito, Guayaquil y Cuenca, jurisdicción geográfica y política que se anexa a la Gran Colombia. Cuenca se adhiere el 11 de abril de 1822 por decisión de un Cabildo Abierto. Quito el 29 de mayo y Guayaquil el 30 de junio de 1822. De esta anexión se deduce que el Ecuador formó parte de la Gran Colombia desde 1822 hasta el 13 de mayo de 1830, cuando optó por separarse y adoptar el modelo republicano.En este período, Cuenca contó con la primera imprenta, en gran me-dida por gestión de Fray Vicente Solano. Pues se recuerda que en esta imprenta se editó el Eco del Azuay (1828), primer periódico de

Cuenca. Asimismo, con la inter-vención de Antonio José de Sucre, Intendente del Distrito del Sur, el 22 de marzo de 1822, fue crea-da la Corte Superior de Justicia de Cuenca, pocos días antes de la anexión a la Gran Colombia (11 de abril de 1822). Fue notorio el desa-rrollo cultural de los pueblos de la región; la educación se aproximó al laicismo y también fue aprecia-ble el avance económico.Entre 1822 y 1830, Cuenca y sus pueblos cercanos se vieron com-prometidos en la Batalla de Tar-qui, el 27 de febrero de 1829, al en-frentarse los ejércitos de la Gran Colombia y el Perú. Los apremios de esta guerra fueron afrontados por Cuenca, como centro de opera-ciones militares y logísticas.

En la ruta del desarrolloCuenca. En el período de 190 años, la capital azuaya, la tercera ciudad del país, reconocida por la solvencia de sus entidades públicas y particu-lares, ha logrado desarrollarse en tecnificados servicios, obras públi-cas, urbanismo y rescate de bienes patrimoniales, en la industria y el comercio, en actividades culturales y artísticas. En obras públicas constan la moder-na sede del Poder Judicial y el reno-vado aeropuerto. Se han construido puentes sobre los ríos que cruzan la ciudad, avenidas y distribuidores de tránsito, nuevas calles y espacios verdes. Edificios de arquitectura mo-derna, áreas residenciales y pasos deprimidos; amplios locales comer-ciales, parques y plazas regeneradas, embellecen a nuestra ciudad, Patri-monio Cultural de la Humanidad.“El centro por antonomasia de Cuen-ca, su corazón, es el parque Abdón Calderón, la antigua Plaza de Armas. Dentro de un haz circular de inmen-sos pinos, sembrados por la mano del presidente Luis Cordero, se levanta el monumento al joven héroe Abdón Calderón”, señala un texto histórico.

Antonio José de Sucre, intendente del Distrito

del Sur, decretó la creación de la Corte Superior de Cuenca.

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Vista de la entrada interior del que fuera Cine Sucre,

desde el patio de la Corte Provincial de Justicia.

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Cuenca RECUERDOS

La entrada al Cine Sucre, por la calle del mismo nombre. Ahora es un tea-

tro destinado a actos culturales.

Los cines de

Eliécer Cárdenas E.EL TIEMPO - CUENCA

uencauencaLos cines deLos cines de

Eliécer Cárdenas E.EL TIEMPO - CUENCA

Desde los jueves, en esquinas estratégicas del entorno del Teatro Salesiano, se situaban carteles de coloridas letras, que anunciaban el progra-ma sabatino y dominguero: películas con Errol Flynn, Tyrone Power, Vivian Leigh, los nombres de las artistas no importaban, lo que valía la pena eran las películas ge-neralmente tan cortadas que no duraban más allá de los 40 minutos. Cada función iba acompañada por una “Cómi-ca Final”, infaltable Chaplin, Abott y Costello, los Tres Chifl ados, o los dibujos ani-mados de Waldt Disney, éstos a colores para regocijo de los pequeños.Ninguna escena de romance o besos aparecía en el purita-no Teatro, puesto que previa-mente el Padre Crespi con el proyectista “cortaban” toda escena “inconveniente”. Una ocasión en que una pareja se besó apasionadamente, por-que el Padre Crespi había olvidado suprimir la escena con tijeras, inmediatamente explicó a los espectadores, tanto infantiles como adul-tos. “No se preocupen”, son hermanitos”, explicación que resultaba peor que el beso de una pareja de novios.En las inmediaciones del Tea-tro Salesiano los sábados y domingos fl orecían pequeños negocios, desde la venta de unos sándwiches de pernil con lechuga y tomate, que en nuestra infancia jamás pudi-mos probar porque costaban la “astronómica cantidad” de 60 centavos, hasta cuadros de rollos de película con Tarzán, La Mona “chita”, y otras es-trellas en el fi rmamento de los sueños infantiles.Cuando allá por los sesentas, el Teatro Salesiano se incen-dió por completo, en las ceni-zas volaron sobre la ciudad los entrañables fantasmas de Du-rango Kidd, Abott y Costello y Chaplin. Se reabrió el Teatro Salesiano tiempo después, en otro local, pero nunca volve-ría a ser lo que fue.

Las superproducciones, en cambio, las pasaban en el Cine Cuenca, antes que el Teatro de la Casa de la Cultu-ra abriera sus puertas, y a los muchachos imposibilitados de pagar el boleto a luneta, les quedaba la galería, donde cuando una película era abu-rrida, se trenzaban los más regocijantes duelos verbales entre las pandillas de mucha-chos de barrio. “Los cañones de Narine” tronaron en el Cine Cuenca; “Espartaco”, o sea Kirt Douglas, combatió a los romanos en su pantalla, y allí mismo Richard Burton como Marco Antonio se ena-moraba instantánea y apasio-nadamente de Cleopatra-Liz Taylor, aunque para degustar la belleza de Sophía Loren, o el atractivo de Brigitte Bar-dot, siempre estaba la peque-ña sala del Candilejas.Los chiquillos de El Vado y San Sebastián, tenían su cine en el primero denominado Popular y luego Alhambra. Simpáticos o intimidantes personajes como el Gordo de los caramelos, el Sargento Pi-zarro o el señor Dávila, eran una especie de corte a la en-trada de aquel cine, especia-lista en películas mexicanas, donde mariachis mezclaban sus alaridos, tiros y guitarras, aunque los domingos había un vermouth infantil donde un niño podía ver películas tan terrorífi cas como las de Drácula o Frankenstein, o fi lmes como El último héroe, con el recientemente falleci-do Tony Curtis, protagonista también de otro célebre fi lme, éste visto en el Cine Cuenca, “Taras Bulba”, donde Yull Bryner hacía del cosaco que se vio obligado a matar a su hijo traidor Tony Curtis.

El cine en Cuenca, en los años finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, estaba representado por unas cuantas salas llamadas en-tonces Teatros, entre los que destacaba como un imán por la niñez y, por supuesto, los cuidadosos padres de familia que deseaban evitar cualquier tentación pecaminosa en los pequeños, el Teatro “Salesia-no”, que dirigía el Padre Car-los Crespi, frente a la plaza Guayaquil, de entonces, hoy parque María Auxiliadora.

El cine en cuestión funciona-ba los días sábados y domin-gos como tal, y el resto de la semana era utilizado en diver-sos menesteres por el Padre

Crespi. La función comenzaba cuando llegaba el religioso, provisto de una campanilla y vestido con una sotana y abri-go polvorientos. Los niños que no disponían de los 20 centavos para la función, se apegaban en torno al Padre Crespi, para ingresar en medio de la alga-rabía. La sala olía a “canguil” y otros aromas menos gratos, y antes de la función el Padre Crespi trepaba al escenario y resumía en una mezcla de ita-liano y español el argumento de las películas.

Películas

Cine CandilejasCuando niños e íbamos rumbo al “Salesiano”, muchas veces pasábamos frente a un lugar prohibido por antonomasia: el Cine Candilejas, regentado por el artista Ricardo León y que, según la opinión de padres y madres de familia, pa-saban por sus pantallas las “peores inmoralidades”. Había un curita viejo y estrecho de mente, el Padre Aulestia, que en ocasiones destrozó las carteleras del pequeño Candilejas con chicas no muy provistas de ropa. Lugar “maldito”, en las adolescencia se convirtió en guarida durante las esca-padas o “ranclas” del colegio, y así un muchacho de 14 o 15 años, sin quererlo podía convertirse en un exigente degus-tador del Séptimo Arte, porque en el Candilejas solían pasar lo más selecto del cine francés, Cállate, Goddard, el italiano, Fellini, Rossellini, Antonioni, cintas de Igmar Bergman, y tantos otros famosos directores cinematográfi cos, sabidu-ría que un adolescente completaba hurtando la famosa re-vista “Ecran”.

Duelos en la galería

Especiales dominicalesLos especiales dominicales del Cuenca y luego a mediados de los años sesentas del Teatro de la Casa de la Cultura, eran especiales en más de un sentido para los adolescentes, porque en ellos se podía fi ltrar con las chicas, a más, por supuesto, de ver a Suzane Pleschette en “Los amantes de-ben aprender” o a Sue Lyon en la célebre “Lolita”. Cuántos romances se fraguaron en la penumbra de los cines Cuen-ca y Casa de la Cultura durante las tardes de los domingos. Un joven que hubiera iniciado la infancia en el Salesiano, seguido en el Popular, continuando la adolescencia en el Candilejas, el Cuenca o el Casa de la Cultura y fi nalmente el Sucre, podía considerarse un experto en cine, aunque no supiera defi nir qué signifi ca un Encuadre o un Plano Ame-ricano. Además, algo muy diverso de la fría crítica cinema-tográfi ca, entonces el cine se lo sentía, gozaba y sufría con el corazón. Dejaba huellas y marcas inolvidables, que nos harían lo que hemos sido, para siempre.

El Cine Cuenca fue derruido y ahí se construyó un esta-cionamiento que conserva su estilo arquitectónico.

El Teatro Casa de la Cultura funcionó como cine hasta

hace unos pocos años.

El desarrollo del séptimo arte en la ciudad ha dejado huellas inolvidables

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Cuenca también fue cuna de Águilas

23 de agosto de 1980, primer vuelo nocturno (22:00) desde el cerro Rayoloma.

7 de septiembre de 1980, Marcelo Calderón impone record de sustentación: 1h 15min.

29 de diciembre de 1985, Iván Durán sale de Barabón y aterriza en el aeropuerto.

En un feriado de noviembre de hace 30

años, el primer club de vuelo libre de la ciudad organizó un

campeonato nacional de alas delta

Cuenca. Con sus brazos extendi-dos, las manos juntas y abiertas, sentado sobre el piso y haciendo un ademán de lanzar una bola de ener-gía –como los personajes de anime japonés- José Antonio Acevedo ex-plica a Tony Guittes los detalles de su vuelo.

Los dos pertenecen al club de vuelo libre en alas delta Los Gavilanes, de Quito, y esta imagen está peren-nizada en la edición del lunes 21 de abril de 1980 de diario El Comercio, que registraba el Primer Campeo-nato Nacional de Alas Delta reali-zado en la Capital.Junto a la fotografía de Acevedo y Guittes, otra desplegada a tres co-lumnas, en blanco y negro, mues-tra a una de esas alas cobijando a 42 personas, acompañada del siguien-te pie de foto: “El club Las Águilas de Cuenca, un animador y compe-tidor de calidad en el campeonato

nacional de alas delta”.Cronológicamente es la primera noticia de un amarillento álbum de recortes de prensa de un archivo particular. El primer hito en la bús-queda de los inicios de un club de vuelo libre que, después del vuelo de Elia Liut en el Telégrafo I sobre Cuenca el 4 de noviembre de 1920, es el segundo paso en la región por la senda de los vuelos no comercia-les.En realidad el club se conformó en el año 1978 cuando el cultor de las artes marciales, Francisco Cisne-ros, contacta a los promotores del deporte en Quito. El 3 de febrero de 1979 Águilas alcanza personería jurídica e inicia sus prácticas en la zona de Tarqui.Los primeros cuencanos que se graduaron como piloto en esta nue-va forma de desafi ar a las limitacio-nes humanas fueron: los hermanos Edmundo y Patricio Jaramillo,

Fausto Tamariz, Jaime Palacios y Marcelo Calderón.Quince aspirantes iniciaron, el viernes 14 de marzo de 1980, el se-gundo curso teórico de vuelo en Alas Delta, en el antiguo local del colegio Manuela Garaicoa de Cal-derón, junto a la plazoleta de Santo Domingo. La práctica se realizaba en el sector de Monay, donde hoy está el hospital del IESS, José Ca-rrasco Arteaga.De ellos salió la nueva camada de pilotos: Iván Toral Calle, Iván Du-rán Andrade y Vicente Tello Ca-rrión. Luego se sumarían Mauro Montesinos, Patricio Ortiz, Jacinto Medina, Isaac Ávila, Carlos Sa-lazar, Cristian Ramírez, Nicolás Puyol e Iván Moscoso. La semilla estaba lanzada.

CLUB ÁGUILAS:

De pie, Isaac Ávila, Iván Toral, Patricio Jaramillo, Marcelo Calderón, Eugenio Maldonado, Jaime Pala-cios, Patricio Ortiz, Marco Jara, Jacinto Medina, Vicente Tello Carrión, Vicente Tello Tapia.

Sentados, Fausto Ta-mariz, Gonzalo Mata, Iván Duran Andrade, Patricio Gómez, Edmundo Jarami-llo, Mauro Montesinos y Marco Larrea.

Ricardo TelloEL TIEMPO - CUENCA

Experiencia

Historias de records y vuelos nocturnos

Cuenca. Era sábado. Lo recuerdo per-fectamente.La cita semanal iniciaba a las 14:00 en lo que para la fecha era la pista oficial de aterrizaje del club de vuelo en alas delta Águilas: un enorme terreno bajo el cerro Rayoloma, donde hoy está el hospital del IESS.Los vuelos se realizaban entrada la tarde y temprano, para aprovechar las condiciones atmosféricas. Aquel sába-do, cuando los pilotos Fausto Tama-riz, Marcelo Calderón, Vicente Tello y

Jaime Palacios, acompañados de otros miembros del club, se disponían a ins-talar el conjuro de siempre, una enor-me luna llena se asomó por el macizo oriental.La presencia de la luna fue interpre-tada como una invitación a un nuevo reto: un primer vuelo nocturno en la historia del vuelo no comercial cuen-

cano. Era 23 de agosto de 1980.La zona no estaba muy poblada hace 30 años. No había iluminación pública, apenas se instalaban postes de hormi-gón que, para el vuelo, fueron rodeados con neumáticos a los que se les pren-dería fuego para alertar a los pilotos tal como lo hacen hoy las balizas de aproximación al aeropuerto local. El terreno de aterrizaje fue rodeado con vehículos con sus faros encendi-dos. Los preparativos terminaron a las 21:00. Una hora después Calderón, Pa-lacios, Tello y Tamariz despegaban en ese orden para un vuelo de menos de 15 minutos, pero que marcó un capítulo en la trayectoria del club.Pero ese no ha sido el único hito que implantaron los temerarios Águilas: el 7 de septiembre de 1980 Marcelo Calde-rón impone un record de sustentación de 105 minutos en la otra pista en la que desplegaron sus alas: Barabón, so-bre el Cuenca Tenis y Golf Club.Cinco años más tarde, un 29 de diciem-bre, desde la misma plataforma de lan-zamiento, Iván Durán se alzó sobre las nubes, cruzó la ciudad y aterrizó en el aeropuerto Mariscal Lamar. Las alas habían brotado, y se estaba de-mostrando valentía y técnica.

La influencia de los pilotos norteños

Cuenca. El ejemplo del vuelo libre vino, al fi nal de la década de los años 70, desde el norte.Nombres como Lenin Torres, militar retirado; sus hi-jos Mao y Yuri; Rafael Arcos, Jorge Salinas, Rodrigo Miño, José Antonio Acevedo… fueron determinantes. Muchos de ellos vinieron como primeros instructores; otros al VII Campeonato Nacional de Alas Delta previs-to para el 1 y 2 de noviembre de 1980.Pero de ellos, una huella profunda quedó con el ejem-plo del chileno José Antonio Acevedo. “Me gusta vivir mi libertad, por eso uso el cabello largo y vuelo en co-metas”, decía con su acento grave la noche anterior al inicio de las competencias.Acevedo había llegado a Cuenca con un subcampeona-to en el primer Campeonato Intercontinental de Alas Delta en Arica, Chile. Pero en mente ya tenía su próxi-ma aventura: atravesar el Estrecho de Magallanes, des-de Punta Arenas a Tierra de Fuego.El miércoles 1 de febrero de 1981, a las 20:30 y tras dos días de espera a que el viento amaine, Acevedo em-prendió vuelo y diez minutos después desapareció para siempre.

Personajes

Lenin Torres (izquierda) y su hijo Yuri, entusiastas pilotos que

trajeron la afición por las alas delta hace más de 30 años.

Los integrantes del club fueron invitados constan-tes a vuelos demostrativos en cantones del Azuay, tales como Paute, Gualaceo, Santa Isabel o Cañar.

Vicente Tello, Iván Toral e Iván

Durán, tres pilotos graduados en la segunda promo-

ción del club, hace 30 años.

HISTORIA

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