el tercer eje de la muestra, “emblemas”, se

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“ Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mun- do una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes en- tre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que ha- yan de formarse [...] Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá te- ner lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración...” SIMÓN BOLÍVAR. Carta de Jamaica, 1815 EL ESCUDO DE LA REGENERACIÓN Alfredo Greñas Del portafolio Graficario de la lucha popular en Colombia Publicado en El Zancudo, nº 2, Bogotá, 20 de julio de 1890 Litografía DAVID Miguel Ángel Rojas 2005 Fotografía digital El tercer eje de la muestra, “Emblemas”, se concentra en la interpretación crítica de los símbolos laicos y religiosos del país. El escu- do aparece aquí como la forma privilegiada por la crítica artística, ya sea a través de la reinterpretación temprana de Alfredo Greñas, las caricaturas de Pepe Gómez, Alejandro Gó- mez Leal y Juan Cárdenas, los aguafuertes de Carlos Correa, o la famosa Primera lección de Bernardo Salcedo. A estos escudos distó- picos, responden la naturaleza usufructuada, de Edwin Monsalve, la conversión de Panamá en mercancía, de Fernando Bryce, y la ban- dera colombiana con denominación comercial de Antonio Caro. Al enfocarse en elementos constitutivos del emblema, estas obras dan cuenta de la posición del arte frente a la per- duración de las inequidades del pasado y de su uso en el discurso histórico. Más allá de la heráldica republicana, las obras de Juan Camilo Uribe y de Andrés Fe- lipe Uribe, alusivas al Sagrado Corazón de Jesús, recuerdan el paso del ícono de la Vir- gen de Chiquinquirá, protectora de la gesta independentista, al símbolo sangriento y masculino del Sagrado Corazón, el cual fue clave en la Guerra de los Mil Días. Al final de la muestra reaparece la utopía propuesta por Moro y retomada por Bolívar a través de una serie de talleres que la artista Gabriela Pinilla llevará a cabo con el público asistente a la exposición, los cuales buscan renovar, de manera colaborativa, el sentido y la construcción colectiva de nación como antesala a una nueva imagen histórica. CURADURÍA Y TEXTOS Sigrid Castañeda Julien Petit Luis Fernando Ramirez BIBLIOGRAFÍA Calderón, Camilo. “La pintura de historia en Colombia”. Credencial Historia, 2004. Rincón, Carlos, Mojica, Sarah de, & Gómez, Liliana. Entre el olvido y el recuerdo. Íconos, lugares de memoria y cánones de la historia y la literatura en Colombia. Bogotá: Editorial Javeriana, 2010. Schuster, Sven. La nación expuesta. Cultura visual y procesos de formación de la nación en América Latina. Bogotá: Universidad del Rosario, 2014.

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Page 1: El tercer eje de la muestra, “Emblemas”, se

“ Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mun-

do una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes en-

tre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas

costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un

solo gobierno que confederase los diferentes estados que ha-

yan de formarse [...] Ojalá que algún día tengamos la fortuna de

instalar allí un augusto congreso de los representantes de las

repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos

intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras

tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá te-

ner lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración...”

SIMÓN BOLÍVAR. Carta de Jamaica, 1815

EL ESCUDO DE LA REGENERACIÓNAlfredo Greñas

Del portafolio Graficario de la lucha

popular en ColombiaPublicado en El Zancudo, nº 2,

Bogotá, 20 de julio de 1890Litografía

DAVID Miguel Ángel Rojas

2005Fotografía digital

El tercer eje de la muestra, “Emblemas”, se concentra en la interpretación crítica de los símbolos laicos y religiosos del país. El escu-do aparece aquí como la forma privilegiada por la crítica artística, ya sea a través de la reinterpretación temprana de Alfredo Greñas, las caricaturas de Pepe Gómez, Alejandro Gó-mez Leal y Juan Cárdenas, los aguafuertes de Carlos Correa, o la famosa Primera lecciónde Bernardo Salcedo. A estos escudos distó-picos, responden la naturaleza usufructuada, de Edwin Monsalve, la conversión de Panamá en mercancía, de Fernando Bryce, y la ban-dera colombiana con denominación comercial de Antonio Caro. Al enfocarse en elementos constitutivos del emblema, estas obras dan cuenta de la posición del arte frente a la per-duración de las inequidades del pasado y de su uso en el discurso histórico.

Más allá de la heráldica republicana, las obras de Juan Camilo Uribe y de Andrés Fe-lipe Uribe, alusivas al Sagrado Corazón de Jesús, recuerdan el paso del ícono de la Vir-gen de Chiquinquirá, protectora de la gesta independentista, al símbolo sangriento y masculino del Sagrado Corazón, el cual fue clave en la Guerra de los Mil Días.

Al fi nal de la muestra reaparece la utopía propuesta por Moro y retomada por Bolívar a través de una serie de talleres que la artista Gabriela Pinilla llevará a cabo con el público asistente a la exposición, los cuales buscan renovar, de manera colaborativa, el sentido y la construcción colectiva de nación como antesala a una nueva imagen histórica.

CURADURÍA Y TEXTOS Sigrid Castañeda

Julien Petit Luis Fernando Ramirez

BIBLIOGRAFÍACalderón, Camilo. “La pintura de historia en Colombia”.

Credencial Historia, 2004.

Rincón, Carlos, Mojica, Sarah de, & Gómez, Liliana. Entre el

olvido y el recuerdo. Íconos, lugares de memoria y cánones

de la historia y la literatura en Colombia. Bogotá: Editorial

Javeriana, 2010.

Schuster, Sven. La nación expuesta. Cultura visual y procesos

de formación de la nación en América Latina. Bogotá:

Universidad del Rosario, 2014.

Page 2: El tercer eje de la muestra, “Emblemas”, se

BOLÍVAR AMARILLO, AZUL Y ROJOBeatriz González1983Grabado en linóleo

GUÍA DE

ESTUDIO

Casa RepublicanaSala LBibliotecaLuis Ángel ArangoCalle 11 # 4 – 14Bogotá

1 AGO2019

20 ENE2020

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REINTERPRETACIONES DE LA NACIÓNEN LA COLECCIÓNDE ARTEDEL BANCO DE LA REPÚBLICA

En 1516, el humanista Tomás Moro crearía una nueva palabra: uto-pía. Se trataba de la combinación del nombre griego topos (lugar) y

los prefi jos eu (lo bueno, lo deseable) y ou(negación). Utopía era, entonces, un lugar ideal, que no podía existir debido a su per-fección. La palabra aludía a una isla imagi-naria, con un sistema político, social y legal ideal. Durante siglos, fi lósofos, gobernan-tes, políticos e intelectuales trataron de hacer real tan anhelado sueño. A pesar de que se sabía desde el principio que era imposible de realizar, sirvió como símbolo para generar un horizonte de sentido so-cial, un proyecto que guiaba a los pueblos en la construcción del Estado ideal.

La utopía cobró nuevamente vigencia des-pués del proceso independentista que se llevó a cabo en los territorios latinoame-ricanos. En 1819, al fi nalizar la Campa-ña Libertadora, esa ilusión protagonizó la construcción de las nuevas repúblicas americanas. La consigna era construir na-ción y hacer una tabula rasa, dejando atrás el pasado colonial para forjar la construc-ción de nuevas naciones con gobiernos locales, autónomos. De esta manera, se fueron consolidando la construcción de leyes, la estructura de los poderes loca-les, la organización de la sociedad civil y la creación de símbolos que representaran la identidad nacional.

Dentro de aquel proceso de conformación, las imágenes fueron particularmente de-cisivas. La iconografía religiosa, hasta entonces centro del repertorio visual de la época, comenzó a compartir protago-nismo con el surgimiento de otros géneros como el retrato de los héroes de la Inde-pendencia, reproducidos con gran fre-cuencia. Los retratos de Simón Bolívar o de Francisco de Paula Santander se multi-plicaron por doquier, creando un imagina-rio visual que, incluso hasta la actualidad, es posible reconocer.

La pintura histórica ha sido de gran utilidad en la construcción simbólica de la nación, pues ha permitido difundir los acontecimien-tos, las hazañas y los héroes de la gesta libertadora. Gracias a su condición de rea-lismo —como en el caso de la Batalla de Bo-yacá, de José María Espinosa, o el Paso del ejército libertador por el páramo de Pisba, de Francisco Antonio Cano—, se interpretó como testimonio visual de hechos históri-cos con un supuesto carácter documental. La pintura, y el arte en general, permitieron integrar en el imaginario social un relato de la historia nacional, a la par que exaltaban valores como el patriotismo, la valentía y el heroísmo, nutriendo el universo simbólico nacional de la construcción de emblemas como banderas, escudos, insignias, alego-rías, monedas e himnos. Eran así, los esbo-zos de la conformación de una nación.

Han transcurrido cerca de dos siglos desde la independencia nacional, durante los cua-les esos símbolos se han ido asimilando a diferentes niveles. Para muchos colombia-nos, las alegorías de la patria, la libertad o la justicia, tan comunes hasta la primera mitad del siglo veinte, parecen representa-ciones distantes. La letra del himno nacio-nal, del cual se recuerdan algunas cuantas estrofas, resulta a menudo incomprensible por el arcaísmo de sus palabras; el emble-ma del escudo nacional evoca signos remo-tos, como Panamá; y la bandera tricolor o la efi gie de Simón Bolívar, por su omnipre-sencia cotidiana, han perdido la relación con el origen de su simbología.

“El tigre no es como lo pintan” hace referen-cia a la falsa apariencia de las cosas, cuando estas no son lo que parecen. La exposición propone, en este sentido, una refl exión crí-tica a partir de diversas visiones que los ar-tistas han planteado de la nación y del uso que han hecho de sus símbolos para seña-lar, criticar o evidenciar la situación del país. Las obras seleccionadas para esta mues-tra forman parte de la Colección de Arte

del Banco de la República y se presentan en el contexto de los doscientos años de la independencia y del nacimiento de una nueva nación en el mundo.

Tres conjuntos de obras articulan la cu-raduría de la exposición, a lo largo de un recorrido por el segundo piso de la Casa Republicana de la Biblioteca Luis Ángel Arango. El primer eje, titulado “Nuestra América”, alude a los ideales utópicos que conformaron las naciones americanas a partir del siglo XIX. El recorrido empieza con la obra Yamaikaleter, de Alexander Apóstol, en la que la lectura incomprensi-ble de la Carta de Jamaica, escrita en in-glés por Simón Bolívar en 1815, sirve de sustento a los deseos de unidad paname-ricana que llegan hasta el siglo XX con las caricaturas de Carlos Correa, la acuarela de Débora Arango, la fotografía de Daniel Rodríguez y las ilustraciones del poema Canto general, de Pablo Neruda, realiza-dos por Pedro Alcántara Herrán y Virginia Amaya. Las astas del colectivo Maski re-toman el tema de la IX Conferencia Pana-mericana, celebrada en Bogotá en el año 1948, y que junto con los ideales de con-formación de la Organización de los Es-tados Americanos (OEA) siguen estando presentes en el fallido sueño utópico de una América unida.

El segundo eje de la muestra, titulado “Hé-roes”, se afi nca en la construcción de la imagen de un individuo en torno al cual se construyó la nación; en el caso colombia-no, la de Simón Bolívar. Denominado Padre de la Patria, su retrato, piedra fundacional de la iconografía republicana, fue repro-ducido serialmente por la artista Beatriz González, recargándolo de intención con los colores del tricolor nacional. Esta imagen invasiva del prócer ha eclipsado a los otros héroes, esos héroes anónimos y desconocidos que evocan las obras de Elías Heim y Miguel Ángel Rojas, a través de íconos que, como en el video de Carlos Castro, se van desgastando poco a poco en el tiempo.