el silencio de dios
TRANSCRIPT
JOSE IGNACIO ESCOTO GONZALEZ, PEPE ESPERANZA ROMO DE ESCOTO, PERA
EL SILENCIO DE DIOS
José I. Escoto González
Prólogo
“Pepe, me gustaría que mucha, mucha gente leyera todo lo que has escrito desde que empezaste a sentirte enfermo. ¿Me das permiso de hacer un libro?” Estábamos a finales del mes de febrero y acababa yo de leer las cartas que Pepe, ante la imposibilidad de comunicarse, había escrito a Dios nuestro Padre, a su esposa Pera, a sus hijos Sofía, Marcela, Mónica, Ignacio José, Pablo, Joaquín y Santiago, a sus hermanos, a sus amigos. . . . Cartas en donde se expresa en todo su ser, donde comparte las cosas buenas de su persona, lo más profundo de su vida y lo que estaba experimentando, la fuerza inmensa de su fe, su gran amor a Dios, a su familia. Y Pepe, con el verdadero sentido de la generosidad que se manifiesta compartiendo, de buen grado aceptó, así como Pera y sus hijos, permitiéndonos caminar con él un trecho de su camino por la vida lleno de riqueza espiritual y de sufrimiento, mismo que nos lleva a descubrir los valores y creencias que contribuyeron a hacer su vida más significativa. En este libro, Pepe nos recuerda con su testimonio que Dios existe. Ojalá que esta realidad nos lleve a tener presente la perspectiva de nuestra muerte y nos ayude a vivir de una manera cada vez más plena de fe, esperanza y amor. El gran desafío que supuso para Pepe mostrar a Dios a través del sentido verdadero y profundo que le dio a su sufrimiento, es el legado que él nos deja.
GLORIA E. LOZANO DE ESCOTO Abril de 1993
Querido lector: Muchos han dicho que El Silencio de Dios es la historia de un Job moderno. En cierta forma, tienen razón. Como el personaje bíblico. Pepe Escoto sufre colosales azotes del enemigo. Sin embargo, existe una gran diferencia entre los dos: Job recupera todo lo perdido. Pepe Escoto pierde su batalla. Si los dos eran hombres de Dios, ¿por qué fue restaurado uno y el otro no? Todos sabemos que la Biblia dice que él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias … (Salmos 103:3-‐5), y que Él [el Mesías] fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5). Algunos preguntan ¿qué pasó? ¿Dios no cumple su promesa? ¿Pepe Escoto no tenía fe? ¿Quién tuvo la culpa de su enfermedad? Creo que este tipo de preguntas están mal enfocadas. Los “amigos” de Job trataron de contestar estas preguntas imputando a Job pecados y a Dios castigos. Decían: … los que siembran crimen y maldad cosechan lo que antes sembraron. Dios en su furor, sopla sobre ellos y los destruye por completo (Job 4:8-‐9). No juzguemos a Dios, Él es fiel. No juzguemos a Pepe: en sus cartas vemos un amor a Dios, a su esposa y a sus hijos mayor que el del personaje bíblico Job. Más bien, debemos juzgarnos nosotros mismos: ¿tenemos nosotros tal amor para Dios? ¿Hemos buscado una relación íntima con Dios como lo hizo Pepe? Abandonemos las preguntas sin respuestas y entreguemos nuestras vidas a Dios como lo hizo Pepe Escoto:
“Hola Padre Bueno: . . . Si vivo o muero, Tú sé mi dueño, mi guía, mi amigo. Tú sé la razón de vivir…”
Dr. Juan Hernández, Editor
LO DESCONOCIDO
Pasaron varios meses para que los médicos pudieran descubrir que los síntomas que Pepe estaba padeciendo: parálisis de su ojo derecho con visión doble, dificultad para hablar y pasar los alimentos y parálisis del lado izquierdo de su cuerpo, se debían a que tenía un tumor en el tallo cerebral . . .
Guadalajara, Jal., 13 de octubre de 1992. Señor: Me siento desesperado y muy preocupado porque el pesimismo me invade, veo las cosas con tristeza, me siento derrotado, inútil. Aquí me tienes resbalándome como aquella vez que me caí en el Nevado de Colima, que iba rumbo a la muerte al estrellarme contra unas rocas, sin poder evitarlo. Y hoy así me siento, cada vez peor, dándome cuenta con tristeza cómo voy perdiendo mis facultades, cortando los hilos que me unen a esta vida de los “sanos”. Mi voz, casi ronca de pedirte, suplicarte, que me devuelvas la salud. Pero entre más te pido menos me das y hasta me quitas. Estoy perdido, ahogándome, me invade el miedo, la angustia, la desesperación. Estoy totalmente en tus manos, sólo Tú puedes aliviarme o ponerme en las manos de alguien que sepa. Yo por mí ya no vería ningún doctor, pero la angustia, el miedo, la desesperación, son malas consejeras. Mi Dios mi Señor, Tú tienes unos planes mejores, házmelos sentir. Si he de morir de esto o de cualquier cosa, dame paz, dame tu luz. Hazme sentir tu mano, el sentir que Tú me conduces. Señor, te amo con lo que yo puedo. Aumenta mi amor y mi fe, aumenta el perdón en mi corazón. Déjame sentir tu presencia. Si he de llevar esta enfermedad, dame tu paciencia, tu luz para entender tus designios. En Tu sabiduría infinita escogiste esto para mí, porque viste que era lo que me convenía. Gracias Padre porque sé que nos amas y esto es lo que me conviene. Dejo en tus manos mis planes: imagen, deportes, energía, amigos, ilusiones, esfuerzo, por abrirme paso. Todo lo que soy, todo lo que me has dado, lo que me tienes reservado. Todo lo que me quieras quitar y dar, está bien, porque viene de Ti. Como decía Job “Tú me lo diste, tú me lo quitaste, está bien, ¡Bendito seas!” Sólo te pido que me
des tu paz, me quites los miedos, rencores, angustias, nos sigas socorriendo. Si me has de llevar antes de lo que yo quería, Tú sabes. Pero lo que me vayas quitando llénalo de Ti. Llénalo con tu amor, tu confianza, tu paz.
Pepe
Guadalajara, Jal., 20 de octubre de 1992. Buenos días mi Señor: Gracias por amarnos, Gracias porque eres un Dios de vivos. Gracias por tus pensamientos y tus palabras. Porque nos has hecho ciudadanos del cielo y conciudadanos de los santos. Por pertenecer a tu familia. Señor, recibe mis tristezas, angustias, penas, depresiones… Te ofrezco mis nostalgias, pesimismos, temores. Toma estas lágrimas ahogadas. Toma mis necesidades. El no poder organizarme. El no saber por dónde empezar, el sentir que pierdo el tiempo. El sentirme solo y desesperado. El querer mucho y poder tan poco.
Pepe
Guadalajara, Jal., 21 de octubre de 1992. Sálvame Señor de la enfermedad del cuerpo y del alma. Hazme un ser productivo en tu evangelización. Un ser lleno de Ti y que pueda serte útil en tus planes. No me margines ni me tires como un cacharro viejo, abandonado, olvidado. Permite que cada día sea mejor a tus ojos. Tú eres mi Dios y mi Salvador, contigo estoy seguro y nada temo. Ayúdame Señor. Manifiesta tu gloria y sálvame. Ayúdame a levantarme y a incorporarme a la vida activa. Quiero vivir para contar tus hazañas, para proclamarte. Devuélveme la vida. Déjame correr, jugar, bailar. Dame la oportunidad de nuevo. Permite que sea yo el que dé, no el que requiera ayuda humana. Compadécete de nosotros. Ayúdanos a que se resuelvan nuestros apuros. Ayúdame a perdonar, a dar sin esperar recibir. Ayúdame Señor. Dame tu mano y condúceme por los caminos que me tienes señalados, que Tú has escogido en tu inmensa bondad. Guadalajara, Jal., 22 de octubre de 1992. Padre bueno, Padre misericordioso, Tú que todo lo sabes, todo lo puedes, envíanos tu espíritu para que nos llene de tu paz y tu alegría y podamos cumplir con nuestra misión aquí en la tierra. Necesitamos de Ti y sólo de Ti.
Pepe
Guadalajara, Jal., 26 de octubre de 1992. Señor: El miedo me invade, me siento derrotado, me siento impotente, me invade el pánico, me siento deprimido, me siento triste, incrédulo. Señor, Tú que todo lo sabes, todo lo puedes. Tú que me hiciste de la nada. Tú que me diste a esta esposa, amiga, madre, compañera. Tú que nos diste estos hijos. Tú que nunca te olvidaste de nuestro sustento y nuestro vestido y nos prestaste este hogar que tanto nos gusta. Padre bueno, amoroso, Padre misericordioso, ven a nuestro corazón, métete, tómalo inflamado de tu amor, para que el miedo, la angustia, el temor, el pesimismo no nos invadan, no se adueñen de nosotros y arruinen nuestra vida. Señor, en tus manos amorosas pongo nuestras vidas. Tú que sabes el cuándo, el cómo, el dónde, apiádate de nosotros, une nuestras ilusiones a las tuyas. Tómanos como algo tuyo, algo querido, algo donde te sientas a gusto y puedas reclinar la cabeza. Mi Señor, mi Dios: aumenta nuestra fe, aumenta nuestra confianza en Ti. Danos valor para afrontar las pruebas que estamos viviendo y nos quieras enviar. Confiamos en tu misericordia, confiamos en tu bondad. De tu corazón nace la vida y la muerte. Tú sé nuestro Padre. Tú sé ese Padre amoroso que cuida, inspira, corrige. Manifiéstate en nosotros, suple nuestras carencias. Con tu amor y sabiduría danos la paz para aceptar lo que nos conviene. Que el miedo, el pesimismo, el rencor no quepan en nuestro corazón.
Instituto de Vida Sana, Guad., Jal, 29 de octubre de 1992. Buenos días mi Señor: Ayúdame a que me salgan la alegría y el optimismo porque hoy me siento muy triste, profundamente triste. Sé que no debo, porque tengo mucho de que darte gracias, por ejemplo de que Pera y los hijos estén sanos, mis hermanos y sobrinos también, lo mismo que mis cuñados. Todos tienen trabajo, amanecieron, tienen su casa, su escuela, en qué moverse, un clima agradable para que se desarrollen. Señor que me diste la vida, Padre amoroso, Padre, tengo miedo, mucho miedo a esta enfermedad, a lo que sigue. Señor, sálvame, despierta de tu sueño, ayúdame a sentirme bien, no me dejes solo, hoy te ocupo más que ningún otro día, hoy me siento impotente, inútil, solo, aislado, abandonado. Ayúdame Señor. Quisiera que me saliera el optimismo, pensar y sentir que habrá un mañana mejor, donde podré cantar, correr, brincar. Señor, no quiero seguir enfermo, no quiero morirme, no me gusta este tipo de final que me escogiste, no siento que les dé un buen ejemplo a mis hijos. Sólo Tú sabes, Tú conoces qué es lo mejor para mí y mi familia. Yo no sé, pero Tú sabes, Tú eres mi Señor, mi Padre. Tú me amas, Tú conoces como me siento, Tú me das lo que me conviene. Gracias Padre. Gracias porque Tú sí sabes, gracias porque tus planes son mejores que los míos, gracias. Bendito y alabado seas. Muchos han muerto en accidentes, asesinados, ejecutados en guerras, tampoco les dejaron escoger y a mí me das tiempo de preparar mi corazón para encontrarme contigo. Ese será mi premio: encontrarme contigo, Padre santo. Tú que eres lo más grande, Tú que eres lo más bello. Tú que nos tienes destinado un lugar por Ti preparado, gracias Padre. Hoy te devuelvo este cuerpo que me acompañó en mi vida aquí en la tierra. Gracias Padre por esta esposa, por esta compañera, por la madre de mis hijos, mi amante, mi amiga, mi socia, que el sólo hecho de haber vivido estos años junto a ella, hacen que aumente mi fe en Ti. Si Tú me escogiste ese ángel para mí,
¿qué no me tendrás preparado? Tenía un temor fuerte de qué pasará con ella ya sola, con los hijos, con los problemas; pero tú escogiste que ella se quedara, viste que así era mejor y seguro que sí, porque Tú nos das lo que más conviene. Señor, si ya decidiste llevarme, si ya decidiste tomarme para esta siguiente etapa, ayúdame a llevar con dignidad esta parte de mi camino, a ir con la frente en alto, con alegría por el camino al calvario. A suplir lo físico con lo espiritual. Que crezca mi alegría, mi entusiasmo, mi amor al prójimo, que pueda ser un enfermo digno, que les deje una lección de energía, de optimismo, de fe. Una última cosa, Señor. Si existe algún remedio, alguna solución para recuperar mi salud, ayúdame a encontrarle, oriéntame, guíame, acércame a ella y si no, házmelo ver para tomar las cosas con calma y aceptar mi destino y vivir cada día con alegría y entusiasmo, con lo mejor de mí mismo y ayúdame a no ser un enfermo latoso y menos una carga para nadie. Desde hoy te ofrezco todo por la salvación mía, de Pera, de los hijos. Haznos santos. Yo hubiera preferido una muerte heroica, por el bien de la humanidad, una muerte que ayudara en algo a mi familia, a mis hijos, a mi país, como Maquío. Sin embargo Tú me escogiste este camino y lo acepto y te digo: no te entiendo pero confío en Ti. Hubiera querido dejarles una empresa que les diera un ingreso, pero no lo viste bueno porque hasta el trabajo de 22 años de mi vida nos lo quitaste. ¡Gloria a Dios! ¡Bendito y alabado sea!
Guadalajara, Jal., 3 de noviembre de 1992. Cristo Jesús: Quiero pedirte no ocuparte, ya no necesitar tanto de Ti. Ayúdame a que pueda valerme por mí. Tú, que todo lo sabes, mira cómo me siento: triste, deshecho, miedoso, acabado, pobre, inútil. Cristo ¡mírame! Quizá no tenga nada o quizá yo me metí sin darme cuenta o quizá Tú me empujaste. Señor, ¿a quién recurro sino a ti? Mira cómo estoy haciendo sufrir a Pera y a mi familia. Ya Señor, ya te entendí, ya nunca me olvidaré de Ti. Ayúdame por favor. Hazme como a los demás que trabajan, juegan, viven normalmente. ¿A dónde me llevas? Sé que me amas. Sé que eres sabio, misericordioso. Que Tú sí sabes lo que me conviene y lo estas permitiendo. Yo qué puedo hacer contra tu voluntad, sólo pedir fuerzas para cumplir con lo que Tú esperas que yo viva o pase. Señor, yo no sé qué hacer para poner de mi parte, para poner mis “dos pescados” y Tú los multipliques. Tú tómame, toma mi barca, llévala por donde quieras, pero hazme sentir tu presencia, aunque te duermas, pero hazme sentir acompañado, apoyado, amado, guiado. Señor, no te escondas ni te quedes callado. Por ahora, ni dormido. Calma la mar que está agitada y amenaza con hundir nuestra barca. Sé que todo lo sabes, todo lo conoces. Necesitamos tu presencia, tu fuerza, tu inspiración. Pídele a tu Padre por nosotros, a tu Madre, al Espíritu. Señor, Tú tienes el tiempo, Tú sabes qué nos conviene, qué necesitamos. Bendito seas Dios tan bueno, paciente, misericordioso, que nos comprendes y perdonas todo. Dame esa paz que Tú sólo sabes dar. Déjame confiar en Ti, déjame entender un poco tus regalos. Fortalece mi amor hacia Ti, hacia Pera. Señor, te pedí independencia, libertad, y me tienes enfermo, preso, presionado en lo económico. ¿Qué quieres? ¿A dónde me llevas? ¿Hasta dónde quieres llevarme? ¿La muerte? ¿La miseria? ¿La soledad?
Hoy sólo veo nublado, lo negativo. Es cierto que tengo muchas cosas de qué darte gracias, muchísimas. Es cierto que tampoco las palpo. Ayúdame a verlas, a sentirlas. No quieres que coma, ni que camine. Quizá sólo quieres que me arrastre… Guadalajara, Jal., 4 de noviembre de 1992. Padre bueno, Padre misericordioso, ayúdame, échame la mano por favor. Me siento mal, muy mal. Estás acabando conmigo, dejando que me consuma. Sálvame Señor, por favor. ¿Cómo quieres que te pida? ¿Cómo? ¿Qué quieres que haga? ¿A dónde me llevas? ¿A la muerte? ¿Crees que estoy preparado? Tú sabes si me llevas al encuentro contigo. Si crees que es lo mejor ¡Adelante! Confío en Ti. Tú me estás dando lo que me conviene. ¿Me vas a salvar de esto? ¿Hasta dónde quieres que llegue? ¿Me falta mucho? ¿Poco? Lo que Tú quieras. Sólo dame paciencia, fuerza de voluntad para vivir esta pesadilla. Dale fuerzas a Pera, a mi familia, a mis hermanos. Que seamos fuertes ante las pruebas que nos estás poniendo. ¿Existe alguien que me alivie? ¿Alguien que tenga la solución? Ponme en el camino; si no existe dame la resignación, dame tu paz, tu fuerza; si mandas las pruebas, no me dejes sentirme tan débil y solo. Padre, Tú sabes, tú puedes, estoy en tus manos. Pondré lo que yo tengo y lo que yo puedo.
Pepe
Guadalajara, Jal., 5 de noviembre de 1992. Padre bueno: Me siento perdido, descontrolado, no sé ni por dónde irme. Siento necesario tener una fuente de ingresos. Te entrego mis deseos, mis capacidades, mis dudas. No quiero pedir limosna. Padre bueno, Padre misericordioso, ayúdame, oriéntame, ayúdame a encontrar lo que me conviene hoy. Padre bueno, ven a ponerle paz a mi alma. Ponle tranquilidad. Quítame el miedo, quítame la duda, ilumíname. ¿A cuántos Tú les has ayudado? ¿A cuántos les has tomado y les has conducido por donde Tú querías, por donde Tú viste que les convenía? Padre bueno, toma mi cuerpo, mi mente, mi enfermedad, mis temores, mi inseguridad, mis limitaciones, toma lo que soy. Hoy todo como que se olvida, como que me quedo en blanco. Actúa Tú en mis sentidos dormidos, dime qué quieres de mí. Señor, toma esta alma estrujada. Toma este amor, un corazón vacío de cosas superfluas. Ayúdame a entregarte todo, a devolverte todo, a quedarme sólo con mi espíritu. Te entrego mi tiempo, mis gustos, la paz, la salud, la esposa, los hijos, el hogar, mis esperanzas, mis ilusiones, mis sueños, mis libros, la música, el trabajo, los ahorros…
Pepe
Guadalajara, Jal., 13 de noviembre de 1992. Señor: Échame la mano, te necesito. Hoy amanecí más desconchinflado. Tengo miedo, no ve que vaya saliendo, ni siquiera deteniéndome. ¿Hasta cuándo me detendrás? ¿Hasta dónde? ¿Quieres mi vida? ¿A puños? ¿Qué quieres? ¿Por qué no me escuchas? ¿Por qué no me alivias? ¿Qué me falta hacer? Quiero vivir, quiero estar con mi familia, verlos crecer, ayudarlos, formarlos. Me faltan muchas cosas por hacer. Tú no me quieres lisiado. Tú no me quieres enfermo. Tú quieres que viva, que sea sano. Señor, me abandono a Ti, dame valor, fuerza, luz, sabiduría, alegría dame paz, mucha paz, para llevar esto que estoy viviendo que es como una pesadilla. Lléname de Ti. Señor, yo soy miedoso, delicado, comodino, inseguro, pero Tú puedes ayudarme a llevar esta cruz, échame la mano, déjame sentir tu presencia, déjame sentirte a mi lado, no me abandones, dame las fuerzas, si quieres que me alivie dame los medios, dame tu luz, estoy perdido, he perdido la brújula… Señor: despierta, despierta, la barca se hunde.
Pepe
Guadalajara, Jal., 14 de noviembre de 1992. Hola Señor: Amanecí con otro ánimo. Ayer fue un día difícil. Ya para la tarde, tuve muchas “caricias” de tu amor, como fue el amigo Juan Ángel Leaño, que me llevó a ver a un doctor y luego el casi diagnóstico de mi mal. Hoy harán unos estudios importantes. Ya se aproximan a descubrir al intruso. ¿Qué es? ¿Qué solución tiene? ¿Hasta dónde nuevamente obrarás, Señor? ¿Ya me llevas? ¿Tengo esperanzas de salud? ¿Nos vamos rápido o lento? ¿Unos meses? ¿Unos días? ¿Se acabó? ¿Qué tienes entre manos? Tú sabes. Yo sólo te necesito a Ti. Sentir tu compañía. Sentir tu presencia. Sentir tu paz y tu alegría. Hoy empieza esta carrera que has elegido para mí. Me abandono en tus manos. Me pongo bajo tu protección. Que se haga como Tú quieras. Tú sabes lo que me conviene. Yo no te digo lo que yo quisiera, porque de todos modos ya vi que Tú haces tu voluntad y es mejor que la mía. Dicen los entendidos que me amas, que soy de tus preferidos y que me estás acariciando. Que tus planes son mejores que los míos, que desde hace mucho me llevas cargando. Bueno, Señor. Con que vengas a mi lado me basta. Tú conduce esta barca, llévala a donde quieras y el tiempo que me quede de vida que sea para prepararme para ser ciudadano del cielo. Me la juego contigo. A esta esposa y a los hijos que me has prestado, te los devuelvo, porque sé que también tienes unos planes hermosos para ellos. Ya desde ahora quiero que se acerquen a Ti, que le vayan ganando a la vida, que sus naves estén volteando hacia tu puerto…
Guadalajara, Jal., 15 de noviembre de 1992. Señor, mi Padre bueno: Te pido que me ayudes en este día a perdonar a todos los que en mi corazón les guardo algún rencor. Guadalajara, Jal., 16 de noviembre de 1992. Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí: Quiero aliviarme, vivir muchos años en forma normal, apoyar a mi familia, dándote gracias a Ti. Siendo tu ayuda aquí en la tierra en el lugar que me corresponde. Tú puedes si Tú quieres. Tú quieres si ves lo que me conviene. Tú sabes qué es lo mejor para mí y mi familia. Padre, estoy en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Estoy dispuesto a todo con tal de que tu voluntad se haga en mí. Qué difícil aceptar la voluntad de Dios. Pero los que creemos en El, confiamos en su amor, confiamos en su sabiduría. Señor…, Tú sabes. Señor, Tú puedes. Obra en nosotros para poder ganarte y podamos sentirnos hijos tuyos. Hijos de un gran Padre. Señor, que no se haga mi voluntad sino la tuya. Prepara este corazón para lo que ha de venir. Si vivir es estar cerca de Ti y ya nunca separarnos, ya comprendí que lo único que vale eres Tú. Aquí o allá Tú eres lo único valioso. De Ti vienen todos los dones. De Ti nacen las emociones más saludables. Sé que estás moldeando una vasija nueva con este barro y que va a salir algo digno de tus manos. Señor todopoderoso. En tus manos santas y amorosas pongo mi alma. Ayúdame, a ser un hijo digno, un hijo del que te sientas orgulloso. Ayuda a Pera a seguir tus pasos, que pueda sentir tu fortaleza, tu confianza, tu alegría, tu paz, para que nos la comunique a todos los que la rodeamos. Tengo preocupación y tristeza por los hijos. Ayuda a que ésta sea una familia más fuerte, más unida, más alegre. Que puedas Tú tomar mi lugar. Úneles, mantéenlos, sácalos adelante.
Guadalajara, Jal., 16 de noviembre de 1992. Hijos: Los amo intensamente. Me duele muchísimo separarme de ustedes. Pero Dios tiene otros planes. Mejores para cada uno. Ámense, ayúdense, quieran y cuiden a su mamá. Cuídense cada uno, que lo único importante es que salven su alma. Acuérdense que al final, lo único que importa son sus obras. Qué hubiera dado por estar a su lado. Pero el que nos hizo, el que nos ama más que nadie, tiene unos planes mejores. A donde voy es su lado, o sea que por mí no se apuren, estaré muy bien, estaré del otro lado del río. En cuanto a ustedes, El los hizo, El los puso aquí, El sabía qué iba a pasar, El tiene un plan de amor para ustedes, para cada uno, El los sacará adelante. Yo desde allá estaré echándoles porras. Pediré por ustedes. No estarán solos. Siempre alegres. Todo es para bien, aunque en ese momento no lo captemos o entendamos.
Su Papá
Guadalajara, Jal., 17 de noviembre de 1992. Cada vez me siento más separado de aquí, de las cosas de la tierra. Hoy en la Misa veía unos “ejecutivos” de los que yo fui o quería llegar a ser y no se me antojó, se me hizo superficial, se me hizo vano. Yo creo que de ésta no me escapo, veo las cosas muy diferentes. Hoy ya me estoy quitando muchas cosas que me amarraban: el trabajo, los deportes, los planes, lo económico. Me falta mi familia. Son como extensiones de mi cuerpo, partes de mi ser y no son, porque ellos tienen sus propios sistemas. Tengo que abrir las manos y soltar a esos hijos, a cada uno con sus características, sus hermosuras, sus cualidades. Los veo tan hermosos, tan únicos, tan brillantes. Nos amamos tanto y no nos habíamos dado cuenta. Pero los veré como un pedazo de mí que se quedará a completar mi tarea, a ver lo que me falta, a abrazar a sus hijos por mí, a besarlos y disfrutarlos por mí, esa es la gran necesidad que me llevo. Cómo me hubiera gustado verlos con su pareja y sus hijos, ir de vacaciones juntos, ir de fin de semana juntos. Pero me llaman a otro destino. El Pastor tiene otros planes mejores.
Pepe
Guadalajara, Jal., 17 de noviembre de 1992. 7.30 p.m. Ya volví de la punción lumbar y de la radiografía que se me hizo en el Hospital Ángel Leaño. He estado descansando en la tarde y me siento desesperado. De pronto me viene el recuerdo del diagnóstico tan pesimista. Señor, me siento preso de mis síntomas y esclavo de mis temores. Señor, qué lejos me siento de la vida del trabajo, de las actividades, del mundo normal. Me persiguen temores y angustias. Mi mente como que va descendiendo a los niveles del fondo del tinaco y sólo toma miedos, angustias, temores. Ya siento revolotear los buitres sobre la casa. Señor, échame de nuevo la mano y vámonos a trabajar a tu parcela. Llévame a trabajar para Ti. Aquí en la tierra, como cualquiera de tus hijos…
Pepe
Guadalajara, Jal., 18 de noviembre de 1992. Señor: Tengo miedo, mucho miedo. Ayer que noté a Esaúl asustado, me pasó su preocupación. Señor, dame paz, dame la paz de saber que Tú estás conmigo. Tú me amas. Tú me quieres así como me siento. Déjame vivir este día con plenitud, en Ti. Voy a ver a mis hermanos, déjame estar en paz; aunque ya me da miedo pedirte porque veo que haces tu voluntad, iba a decir que tu capricho, pero no me hagas caso. Sé que todo es por mi bien. Señor, te necesito. Vente junto a mi hazme alegre, valiente, optimista. Tú sabes hasta dónde vamos a llegar por lo que veo, no te vas a detener y nos vamos hasta el otro lado. Ahora, si tu decisión es llevarme ya, ahórrame las operaciones, los hospitales, los cuadros tétricos para los hijos y los familiares, los gastos. Dame una buena muerte, una muerte en paz, con tranquilidad, con lucidez. Si ya lo decidiste, ayúdame en este final. Dame ese regalo. Otra cosa muy importante. Ayúdame a preparar mi alma para tu encuentro, ayúdame a entrar pronto a tu gloria. Dame un corazón puro, un corazón limpio. Ayúdame a pagar lo que deba, que pueda cubrir lo que tenga pendiente. Acuérdame para que en vida rehaga lo mal hecho, que aún pueda. Señor, dame fuerza y valor para hacerle frente a lo que me tienes preparado. Sé que has escogido con amor. Sé que es lo que más me conviene. Ayúdame a enfrentarlo con dignidad, a que sirva para tu gloria y para mi salvación y la de mis seres queridos.
Pepe
Guadalajara, Jal., 19 de noviembre de 1992. ¿Qué puedo hacer contra tu fuerza? ¿Qué puedo hacer contra tu voluntad? Si Tú eres Señor hasta de mi aliento. Padre: hágase tu voluntad. Si veo como día a día avanza ese fruto de salvación, si así es, si así lo deseas, si Tú has tomado mí vida en tus manos, si Tú estás destruyendo esta vasija de barro para hacer una nueva, si Tú eres mi Padre, Padre amoroso, sabio, bueno, misericordioso, si Tú has tomado esta familia a tu cargo ¡Bendito seas! ¡Gloria! ¡Bendito seas Dios del amor, Dios de la vida! Ayúdame a encontrarle el sentido a este camino. Ayúdame a seguirte con alegría, a seguirte despierto, a decirte hoy ¡Sí! Sí Señor, cuenta conmigo, así como Tú ya decidiste que cuente contigo. Señor, gracias por tomarme en cuenta. Gracias por acordarte de mí. Tú conduce mi barca. Tú llévame por el camino que me has escogido. Ya has tomado todo. Abro mis manos, suelto todo lo que queda retenido por mí para que Tú dispongas de todo y libremente hagas mi vida, de mi ser, algo útil para Ti. Señor, bendito seas. Bendito y alabado. Gloria.
Domingo tapalpeño, 22 de noviembre de 1992 Hoy es nuestro tercer día aquí en la sierra que nos trae tantos recuerdos y satisfacciones. Vine con deseos de descansar y distraerme. Lo hemos logrado en gran parte. Pero en cuanto amanece se me “sube” la realidad de mi enfermedad. Estos escritos empezaron como oraciones, pero ahora lo dejaré entre diario y plegaria. Veo la casa tapalpeña bonita, casi completa, después de muchos años de luchar. ¿La volveré a ver? ¿Volveré a disfrutarla? Casi siento como despedida. De seguir así, difícilmente llegaré por mí solo hasta mi cuarto, menos aquí a Tapalpa. Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra… Qué poderoso eres, qué bueno, qué bueno que nuestro Padre es poderoso y si además me ama inmensamente, si salí de sus manos, soy obra de Él. Este Padre en su gran amor a mí, como su hijo que soy, me tiene un nuevo regalo. Estoy viviendo el plan divino. Me dejo llevar por esa guía santa, me dejo conducir por ese gran corazón. Padre, Tú sí sabes lo que me conviene, Tú quieres lo mejor para mí. Desde nuestra Santísima Madre, todos hemos estado implorando tu compasión y Tú nos has escuchado y has decidido continuar tu plan amoroso. No estoy solo, estoy muy bien acompañado. Has hecho mucho por mí, y tienes mucho que hacer para nosotros. Padre todopoderoso, Tú sí sabes lo que nos conviene, dánoslo, pero acompañado con tu paz, tu fuerza, tu sabiduría, para poder caminar al paso que quieras. Virgen santísima, abogada nuestra ¿Cuántos milagros y favores has hecho? Tú que siempre nos escuchas, Tú puedes componer todo. Tú puedes interceder y pedir por nosotros. Madrecita, si nos conviene, devuélveme la vida. Dame la oportunidad de irme cuando termine mi misión aquí encomendada. Po favor Madre mía, “cúbreme con tu manto”, protégeme de estos peligros que nos acechan.
México, D.F., 23 de noviembre de 1992. ¿Cómo te hago sentir que Dios está aquí a nuestro lado? PERA: Hemos vivido jornadas muy difíciles y gracias a Él no nos hemos derrumbado. Hoy aquí en México, después de ver a este Dr. De Leo y escuchar su diagnóstico y su plan para resolver ese “tumor”, me siento tranquilo, me siento acompañado, me siento apoyado. Sé que Dios está aquí, sé que Dios quiere algo de nosotros. Yo creo que no es algo, sino mucho, pero sé que estamos dentro de ese plan divino. Sólo hemos ido siguiendo las “pistas” que nos va dejando en el campo, campo nuevo para nosotros dos, donde tenemos que ir tomando decisiones sobre la marcha, como la que tenemos que hacer en caso de operarme. Pero el saber que Dios está con nosotros me ayuda a sentirme apoyado, aunque hay cosas que no entiendo, como el dejarme llegar hasta donde he llegado, como que ya debería de parar esto. Siento que ya hemos llegado muy lejos. Ahora tengo la esperanza de que sí hay solución a mi problema y que nuestro Padre amoroso tenga compasión de mí y pronto termine esta prueba. Pera, gracias por tu apoyo y compañía. No sabes lo que me has ayudado.
Te quiero:
Pepe
México, D.F., 24 de noviembre de 1992. Señor mío y Dios mío: Aquí al lado de mi cama en este Hospital de Neurología, en México, te grito, te llamo, te suplico como un náufrago ¡Sálvame! ¡Sálvame que me hundo! Señor, ten compasión de mí. Por favor Señor ayúdame a salir de esta tormenta, ayúdame a encontrarle el sentido. Ayúdame a verla como Tú la ves. Ayúdame a vivirla como Tú la vivirías. Señor, por favor, dale luz a mi alma, a que encuentre el sentido divino en este momento. Virgencita, no te olvides de nosotros. Virgen, si es posible sácanos de esta angustia. Sácame de esta enfermedad. Virgencita, Madre nuestra, danos tu amor, danos la salud, danos tu protección. Tú que sufriste en vida la pasión de Cristo, ayúdanos a pasar este trance. Ayúdanos a no hundirnos. Despierta a Tu hijo, despiértalo y dile que se hunde el barco. Padre, ayúdanos a vivir tu voluntad. Padre, Tú nos amas y Tú nos das lo que más conviene. Padre, es inmenso tu amor.
Pepe
México, D.F., 24 de noviembre de 1992. ¿Qué le agradecemos a Dios en este momento? Querida Pera: En este momento de aparente soledad y tinieblas, aquí en el cuarto 105 de Neurología, le agradezco a Dios que estás junto a mí, aquí a mi lado. Esposa fiel, esposa amante, esposa y compañera en las buenas y en las malas. Amo inmensamente tu presencia. Amo a Dios porque estás tú aquí acompañándome. Agradezco a Dios la fuerza que te da para estar de buenas, positiva, optimista, siendo para mí un baluarte tu presencia y tu forma de ser. Agradezco a Dios también que nos dio este cuarto privado, que me hace sentir más cómodo, menos deprimido, en que podemos estar los dos solos, aunque sea un rato. Agradezco a Dios que hoy estoy completo, a mi lado están otros operados o destazados. Agradezco que aún pueda salvarme de que me abran, que con sólo medicinas reaccione y salga el tumor. También agradezco que estoy en un centro especializado para mi problema y que ya se está llegando el diagnóstico correcto y se puedan tomar medidas apropiadas. Confío en Dios que estamos haciendo lo correcto. Agradezco también la armonía que tenemos para vivir las decisiones y analizar lo que más nos conviene.
Te amo:
Pepe
México, D.F., 25 de noviembre de 1992. Muy pronto Dios, nuestro Padre amoroso me llevará con Él. Y quiero decirles que veo positivo el pronto disfrutar de Él, gozar de su presencia. Veo su casa como un reino de felicidad. Desde niño aprendí que nuestra patria está en la otra vida; pero al paso de los años se me olvidó y pensé que aquí era nuestro destino; y mi corazón y preocupaciones se centran en esta vida. Y ahora que esta enfermedad me ha llevado a un callejón sin salido, me he detenido un poco para dejar pasar la angustia y el miedo que están pisándome los talones. Me he puesto a reflexionar, a meditar en la gran verdad, aunque a veces quizá más de lo que deseo, se me olvida que. “Venimos a este mundo a salvar nuestra alma… y a conocer a Dios, para servirlo y después gozarlo”. Señor, si Tú ya conocías mi destino y has hecho lo posible por salvarme a pesar de mí, aquí estoy, suelto mis remos, suelto el timón, llévame a donde Tú quieras. Confío en tu amor, que tantas veces me mostraste durante mi existencia con esos papás, esa familia, escogidos por Ti mismo; luego el tipo de vida; después el cariño de Pera, los hijos que nos diste, esta felicidad de 20 años, gracias Padre. Gracias porque conocí el amor, gracias por ese hogar, gracias por cada uno de los hijos que nos prestaste; gracias por la familia de Pera que fue como una extensión de la mía: el abuelo y la Tata. Gracias por mi profesión, mi universidad, mis amigos, mis compañeros. Gracias por mi país, mi ciudad, mi rumbo. Si hoy Tú decidiste que mi alma emigre, si hoy tomaste la decisión de que me cambie de hogar, confío en Ti, me lanzo contigo al vacío, porque sé que Tú me tomarás en tus brazos, sé que tienes algo mejor para mí y para todos, sé que te pertenecemos y soy de tu propiedad, Tú me creaste, con tu muerte pagaste mi rescate, qué bueno que me tienes en tus planes, y no te olvidas de mí, ni de Pera, ni de los hijos, ni de nadie.
Gracias Padre, gracias porque me das la oportunidad de caminar hacia Ti, no permites que mi vida se pierda, y sabes que mi vida y mi muerte no serán inútiles. Hace 20 años se me iba el sueño de apuro, porque tenía miedo de que después de casado despertara sin amor para Pera, ¿Qué iba a hacer?, y eso me tenía lleno de temor e insomnio; hace 20 años de esa pesadilla, de ese temor, y mira qué equivocado, la realidad que yo mismo había contemplado, ni siquiera me imaginaba resultó inerrablemente hermosa; Dios Padre Todopoderoso me hizo a un lado y me colmó de más mi medida; así que esta vez no quiero caer en esa trampa de mi razonamiento sin tomar en cuenta a Dios y prefiero dejar en sus manos mi vida. Él sabe más, Él me va a dar lo que me conviene. Soy tuyo, dale para donde quieras. Tú eres el piloto. Quiero también darte gracias muy especialmente por el Encuentro Matrimonial, que fue la oportunidad de conocerte a Ti Dios, en el amor de Pera, de los sacerdotes, de las parejas, de las charlas. Allí me llenaron mi vida de sentido. No tengo palabras para agradecerles, sólo les digo que cada minuto que le dediqué me lo convirtieron en 100 alegrías eternas. También guarda un espacio en mi corazón Tapalpa. Allí conocí en sus paisajes y pueblito algo de lo que será el cielo con esa naturaleza, esos bosques, arroyos, atardeceres; las tardes de flores, las mañanas frescas y limpias, el canto de los pájaros, los paseos como el Valle de las Piedrotas, su gente, especialmente Chayito, Andreíta y Adelita y su familia. Gracias Tapalpa, que me diste más de lo que yo te pude dar. Quedo en deuda.
Pepe
México, D.F., 25 de noviembre de 1992. Positivo de nacer a la otra vida: Disfrutar de Dios. Vivir el reino del amor. Reino de felicidad. Conocer la verdad. Ser libre. Conocer a la Virgen. Conocer a los ángeles. Gozar de la comunidad de los santos. Gozar de la plenitud de Dios Padre. Conocer el espíritu de Dios. Conocer a Jesucristo. Me da tristeza: Los hijos que dejo, pero por otro lado veo: no son míos, son de Dios. Son prestados. Son independientes, pronto tendrán su propio camino. No estoy en sus planes. Dios los cuida mejor. Sólo soy un observador. La viudez de Pera: Dios vio y seguirá viendo por ella. Dios la ama, es de sus predilectas. Tiene sus hijos, luego vendrán los nietos. Tiene su familia. Vive en su ciudad, tiene amistades. No debemos dinero, tiene para unos años, mientras se encarrila. Las cosas pendientes: La primera etapa la cumplí bien. La segunda Dios tiene otros planes. Terminar así: Dios me escogió el final. El vio que así convenía. Tiempo para despedirme, perdonar y corregir lo malo. Tiempo para valorar.
Pepe
México, D.F., 25 de noviembre de 1992. Si llego a salir de ésta, mejor. Desde este momento y lo que me quede de vida, voy a hacer lo siguiente: 1. Me gustaría amar más a Dios. Agradecerle más. Conocer y
descubrir a Dios en todo.
2. Disfrutar más a mi familia.
3. Disfrutar más lo que Dios me ha puesto: a mi familia, a Pera, a mis hermanos, mis sobrinos, los amigos, la oportunidad de hacer más por los demás.
4. Apostolados: Pera, los hijos, Encuentro Matrimonial, hospitales, los que tienen hambre, los huérfanos.
5. Una empresa más humana.
6. Hacer el menos daño posible, saber perdonar.
7. Ser evangelizador: ayudar a que más gente conozca a Dios. Ayudar a los que se dedican a Dios.
8. No preocuparme de tantas insignificancias.
9. Aumentar la comprensión, la paciencia.
10. Tener las menos cosas posibles y aumentar el ser.
11. Invertir en bienes de los que no corroen ni te pueden robar.
12. Vivir con la mirada en el más allá.
13. Levantar la cara y ver hacia el horizonte y no sólo la punta de mis pies.
Guadalajara, Jal., 27 de noviembre de 1992 Buenos días Padre amoroso: Me dio gusto saber que me amas a pesar de todo y que Tú no nos olvidas y que Tú quieres lo mejor para todos. Gracias por ese amor inmenso; sólo ayúdame a descubrirlo, ayúdame a encontrarte, a descubrirte, a sentirme apoyado. Gracias por este día. Gracias porque me pude poner de pie. Gracias porque pude subir a mi estudio. Gracias por esa llegada al hogar entre tantos sobrinos, Salvador, los hijos, Ceci mi cuñada.
Pepe
Guadalajara, Jal., 29 de noviembre de 1992. ¿Qué me quieres decir Señor con esta enfermedad? ¿Qué quieres señor? Me siento desesperado, me siento con miedo. Mi desesperación es porque veo cómo avanza mi mal. Todo me va cambiando. No puedo hablar, caminar, ver bien, pensar y ahora hasta escribir. Señor, estás matándome poco a poco o rápidamente. Esta es una forma de que nos comuniquemos, pero las letras están como mis palabras, no se forman como las pienso. Señor, ¡despierta! ¡Despierta! ¡Sálvame! Quiero vivir. Señor, ayúdame.
Pepe
México, D.F., 30 de noviembre de 1992. ¿Por qué creo que tengo que seguir viviendo? Porque amo la vida; aún tengo mucho qué hacer, qué disfrutar, qué aprender. Aún tengo que vivir junto a Pera muchos sueños que nos faltan realizar y junto a los hijos e hijas. Porque sus mejores años están por venir y quiero estar para vivirlos, yo los necesito y ellos también. En mi actividad profesional también siento que aún no compongo mi mejor sinfonía, que la actividad que realicé durante estos años fue de preparación, de capacitación, y que apenas empezaría a hacer mi empresa, tal como me he preparado y como lo he soñado: me siento con el deseo y la capacidad de entrarle y de sacarla adelante en estos tiempos borrascosos. Estoy joven aún puedo hacer y aprender muchas cosas: quiero emprender algo importante por los demás, que ayude a gente más necesitada, puedo unir mi esfuerzo a un grupo que ya esté trabajando o puedo empezar una actividad que venga a aliviar algo el sufrimiento y la desesperanza humana. Me falta conocer más a Dios, tratarlo más, amarlo más, ayudar corazones. Necesito ayudar a los grupos que luchan por salvar el mundo del desastre ecológico, dejar un pedazo de mundo mejor del que recibí. Me siento un ser incompleto, a medio terminar, me siento con ganas de corregir muchos errores que tengo y permitirme ser una persona madura que ama la vida tal co-‐ mo es y no ser un escultor con un cincel en la mano y en la otra el mazo, queriendo modificar y hacer todo a su modo.
Pepe
México, D.F., 30 de noviembre de 1992. ¿Por qué creo que tengo que seguir viviendo?
Papito: Porque creo que Nuestro Señor aún tiene planes para mí, me falta mucho por hacer para ser grata a los ojos de Dios y merecer el cielo. Lo tengo muy caro. Me veo compartiendo contigo y con nuestros hijos momentos de dicha, de apoyo y esfuerzo. Veo a nuestros nietos llegando encantados a la casa de los abuelos, porque se sienten amados. Tengo aún mucho qué aprender, no sé ganarme mi pan, ni esforzarme más allá de mis fuerzas y eso todavía lo tengo que aprender. Deseo llevar a cabo a tu lado las acciones que no hicimos, todo aquello a lo que hemos llegado estos días, en beneficio de nuestros semejantes. No puedo decir: “mejor yo ya me bajo de este tren”, porque soy parte importante del carro impulsor y tengo muchos vagones a mi cargo. Deseo seguir al frente de ellos, para llegar al encuentro con Nuestro Señor cargada de todos los vagones. Quiero seguir pintando, creando, cada que aprendo algo me doy cuenta que sé muy poco.
Te amo:
Pera
México, D.F., 1o. de diciembre de 1992. Cuarto 105, Hospital de neurología. Señor, tengo miedo. Mañana me hacen la biopsia, en un rato más me ponen el suero, me van a rapar. Señor, tengo miedo. Sé que todo es para bien y que esto no es más que una caricia contra la operación en forma o la enfermedad de algo que no sea operable. Señor, ¿hasta dónde me llevas, pero me entrego a Ti. Confío en Ti. Mi cabeza zumba, las manos están frías. Dame paz, dame confianza de saber que Tú estás conmigo. Tú me amas. Tú quieres lo mejor para mí. Señor, yo no entiendo, yo no comprendo, pero quiero entregarme a Ti. Ayúdame, dame paz, dame tranquilidad. Ayúdame a pensar en forma positiva. Señor, sé que Tú estás aquí.
Pepe
México, D.F., 1o. de diciembre de 1992. ¿Por qué te quiero hoy? ¿Qué siento? ¿Qué pienso? Pera: No sé cuál es la causa, pero en nuestra vida de matrimonio, mañana que cumplimos 20 años de amarnos, yo sólo sé que te quiero inmensamente, algo nunca sentido. Yo te había querido mucho siempre, pero en estos momentos tan fuertes en nuestra relación, el sentir tu apoyo, tu presencia, el sentir tu confianza, hacen que mi corazón se una al tuyo. Quisiera haberte amado así en circunstancias más normales, pero aquí al pie de mi cama de hospital, sin pelo, pelón como bola de billar, te digo que te amo. Pera, le agradezco a Dios que se manifiesta en ti; gracias por tu apoyo y comprensión, Dios quiera regalarnos muchos años de felicidad y de amor como estos 20 años. Gracias Pera, por ponerle tantas ganas. Me siento muy afortunado, bendecido, agradecido de que Dios te haya puesto en mi camino. Gracias Pera, te amo intensamente. Dentro de lo duro de estos momentos tú eres la fuerza que me sostiene. Dios te cumpla todos tus anhelos. Dios bueno que nos bendijo con esa familia, Dios que derramó su gracia a nuestras peticiones, nos sacará de este momento. Pera, gracias. Padre bueno, gracias. La amo.
Pepe
México, D.F., 2 de diciembre de 1992. ¿Qué regalo me gustaría darte ahora? ¿Cómo me siento hoy? Querida enfermera: Quiero darte mi agradecimiento por tu amor que me has dado en estos días, en estos momentos. He sentido como si tuviera un ángel que comparte conmigo mis ilusiones, mis anhelos, mis dolencias. Has sido una esposa fiel, una esposa que me acompaña en la enfermedad, aquí encerrados en este cuarto de hospital. Me siento afortunado de que me ames así. He tenido la mejor compañía y el mejor apoyo. Pera, muchas gracias, ojalá y tenga la oportunidad de saberte pagar y corresponder, pero si no, de menos que las hijas y los hijos sepan que fuiste un testimonio puro de abnegación y entrega y que supiste hacerme llevaderos estos momentos de prueba que el Señor nos envía. Me he sentido muy acompañado, apoyado, comprendido y chiqueado. Quizá no alcance a captar todo el sacrificio que haces pero te digo gracias y gracias a Dios que se manifiesta a través de ti. Gracias Padre porque no me has dejado solo. Gracias Padre porque le diste ese corazón a Pera y porque puedo tenerla cerca, tan cerca que te invocamos juntos, tan cerca que hacemos dos 10-‐10. Gracias Padre, y sigue aquí con nosotros.
Te quiero:
Pepe
México, D.F., 1o. de diciembre de 1992. ¿Por qué te quiero hoy? ¿Qué siento? ¿Qué pienso? Papito: Te quiero hoy y todos los días porque gozo el estar contigo, porque cuando no te tengo me haces falta, porque anhelo tu presencia y a tu lado me siento segura y tranquila. Hoy te quiero porque me permites compartir contigo esta prueba, acompañarte y confiar en que si estoy a tu lado, todo debe ir bien. Hoy me siento muy contenta y llena de fe, porque te veo más tranquilo y confiado en que vas a salir con bien de esta prueba, porque te veo ilusionado por lo que tienes por delante y me enseña a afrontar el dolor con esperanza. He gozado los momentos de relajación, confío en que se metan por tus poros y lleguen a cada una de tus células las energías de sanación. El Señor está obrando y una forma de hacer oración ha sido eso; aunque no lo nombramos, es a Él a quien pedimos que entre y sane, Él es el jefe de ese ejército de células blancas que acaban con los malvados y los desintegran. Yo te quiero porque sí.
Te amo:
Pera
México, D.F., 3 de diciembre de 1992. ¿Qué regalo me gustaría darte hoy? Amorcito: Vuelvo a repetirte que lo que quisiera darte es la salud y por eso estoy aquí, porque quiero guiarte en busca de esa salud; pero si al buscarla encontramos paz, creo que me daría por satisfecha. Te mereces todos los regalos, materiales y espirituales. De algunos podría yo dar razón y traértelos, pero esto que hoy te quiero dar, después de 20 años maravillosos, me siento triste de no podértelo dar, porque sólo Dios lo puede. Cuántas veces no lo cuestiono y le pregunto ¿Qué pues, no me oyes? ¿Qué pretendes? ¿No me quieres tanto? ¡Demuéstramelo! y ¿Qué gano? Pero veo lo positivo que ha tenido este calvario, pues las cosas podrían ser de otro modo. Creo que entonces mi regalo sería darte mi tiempo, estar aquí y agradecerte que me permitas atenderte y acompañarte en estos amargos momentos.
Tuya:
Pera
Guadalajara, Jal., 3 de diciembre de 1992. Papá: Hoy jueves 3 de diciembre, estoy en clase de Psicología y está muy aburrida, así es que mejor voy a aprovechar mi tiempo. Una cosa que te quiero decir es que ya no llego tarde a nada, como que cuando no está ninguno de los dos (ni mi mamá ni tú), me hago súper responsable y rápida. No sé porque, pero así es ¿sabes? Ayer fuimos a la Basílica de Zapopan para hacer un recorrido que ya se me olvidó como se llama. El caso es que es un Rosario de ida, uno con todo y Letanía en la Basílica y otro de regreso. Fuimos Imeldita, Lolita, Salvador chico, un amigo de Salvador y yo. Lo hicimos por ti y dándole gracias de la familia que tienes y somos y pidiendo que todo saliera bien y ya te aliviaras. Estuvo súper bonito. No sé qué sientas tú, pero cuando estoy en la casa y contesto el teléfono, me da muchísimo gusto que haya tanta gente que te quiere y se preocupa por ti, porque todo el día habla gente. En la calle, en el club, en el Colegio, en Misa con las Carmelitas, en mi salón, en todos lados preguntan por ti y te mandan saludar. ¿Tú qué piensas? Yo sé que te sientes muy mal, pero no puedes dejarte acabar por ese mal, y es cierto lo que me dice mucha gente, que la mente es control total y si la programas o la dejas que se programe y te maneje enfermo, tu mente, lo vas a controlar y le vas a poner un alto. Piensa que te vas a aliviar, que tienes a tu alrededor mucha gente que te queremos y una familia que te necesita, pues no eres desechable, funcionas siempre y nos vas a funcionar.
Piensa también que dios te ama y esta enfermedad es una racha que te manda a ti y a todos los que te queremos para corregir en lo que estamos mal. Bueno, ya me voy, porque tengo clase de Integración y debo poner atención. ¡Ánimo papá! Porque te quiero y te queremos todos.
MARCELA
México, D.F., 3 de diciembre de 1992. Aquí al pie de mi lecho, con la cabeza perforada, te digo ¡Hola! ¡Hola, Padre! Viste como hace rato llorábamos Pera y yo implorando tu ayuda. Nos sentimos tan solos, tan débiles, tan poca cosa. Te necesitamos. Acompáñanos con tu presencia. Que podamos sentirnos amados, arropados, protegidos, que no tengamos miedo, miedo a lo que nos estás enviando, miedo a lo que nos espera. Queremos saber que Tú estás con nosotros y que no nos dejas solos. Señor, necesitamos tu fuerza, independientemente de todo, necesitamos que estés a nuestro lado, que pase lo que pase es algo que me tienes reservado como un regalo. Qué te puedo decir de cómo me siento. Para qué te platico lo que yo quisiera, lo que yo más añoro. Tú todo lo sabes, Tú nos amas, Tú eres nuestro Padre. Enséñanos a ponernos en tus manos y decirte “fiat”…
Pepe
Guadalajara, Jal., 7 de diciembre de 1992. ¡Hola Padre bueno! Me gustó mucho la lectura del libro “Confía en el Señor” en el que habla de cómo Tú sigues amando a todos a pesar de que te fallen como el Rey David, Salomón, el pueblo de Israel, los apóstoles. Y allí sigues Tú amándolos, aguantándolos. Si esos elegidos te fallaron, entonces tengo más oportunidad de saber que con mi insignificancia, Tú me amas y Tú tienes grandes planes conmigo. Señor, ahora en este momento siento calma. Sé que sigue algo muy difícil, riesgoso, pero estoy acompañado por Ti. Sé que muchos ya me dan por muerto, pero no saben que te tengo a Ti. Que Tú estás de mi lado y que Tú tienes planes mejores. Señor, no me sueltes, no te vayas de mi lado nunca y menos ahora cuando todos me ven con susto, con lástima y no es para menos, te has llevado muchas cosas que me distinguen de los sanos: con trabajos me muevo solo, el equilibrio, el pelo, la voz, la vista, el comer, la sensibilidad y el movimiento del lado izquierdo y otras que Tú sólo sabes. Señor, me estás llevando en pedazos, pero Tú como capitán te irás al último, no me abandonarás. Mucha gente te estamos pidiendo que me rescates. Hemos abogado a tu Madre, nuestra reina y protectora, a los santos y Tú guardas silencio. Señor, sé que voy a una de las últimas oportunidades que es Tucson. ¿Me salvarás? ¿Me darás otra oportunidad? ¿La merezco? Señor, qué más puedo pedirte, sólo que estés junto a mí, que seas mi espíritu, que me de vida aquí y allá. Tómame de la mano como lo hacen mis parientes, mis amigos. Sostenme porque las piernas ya me flaquean, ya casi no me pueden. Si vivo o si muero Tú sé mi dueño, mi guía, mi amigo. Tú sé la razón de vivir, alguien en quien Tú te sientas en confianza de “reclinar tu cabeza”.
Guadalajara, Jal., 7 de diciembre de 1992. Papi: Quiero que sepas que tu enfermedad me ha servido para darme cuenta de lo mucho que vales para mí y no me gustaría que te dieras por vencido, porque yo sé que tú puedes, aunque a veces no sepas ni de dónde sacar fuerzas. Cuando sientas que ya no puedes, acuérdate de todos los que te queremos y que confiamos en ti y en Dios. Mucha suerte. Te quiero mucho:
SOFIA
P.D. Si las enfermeras son sangronas, pícales los ojos y tuérceles la nariz ¿O.K.?
Guadalajara, Jal., 7 de diciembre de 1992. Papi: Yo sé que casi nunca te escribo cartas, pero no sé cómo decirte lo que siento, no sé cómo ayudarte. Sé que te sientes muy mal y tratas de que no nos preocupemos, pero quiero que sepas que todos sufrimos contigo porque nos duele verte sufrir. Trato de ayudarte a que no te sientas tan mal, pero me siento inútil porque sé que no puedo curar tu dolor. Quiero darte las gracias por darme un hogar tan bonito, por habernos educado, por darnos todo lo que tú tienes. Gracias por estar con nosotros, por habernos regalado mucho de tu tiempo. Perdón por todas las veces que sufriste por mi culpa, perdón por decir todo hasta ahora, por no haberlo sabido demostrar con mis actitudes. Cuando rezo le pido a Dios que me ilumine y que me diga la manera de ayudarte, de hacerte sentir mejor. Yo sé que te vas a aliviar y que esto no ha sido en vano. A mí me ha ayudado a darme muchos golpes en la cabeza, a arrepentirme, a valorar mi familia y a acordarme de que existe alguien todopoderoso que siempre va a estar velando por nosotros. Quisiera con todo mi corazón que la enferma fuera yo y no tú, porque me duele mucho verte sufrir de esa manera. Siento que tú no te mereces ni una gripa. No tengo palabras para decirte cuánto te quiero. Aunque casi no te lo haya demostrado, me gustaría ser más abierta para demostrarte cuánto te quiero. Espero y confío en que muy pronto te aliviarás, porque yo
ofrezco todo lo que soy y lo que tengo a Dios para que te devuelva la salud. No sé de qué otra forma decirte que te quiero, no encuentro otra palabra para agradecerte. Te quiero muchísimo.
MONICA
TUCSON
Sin embargo, a pesar del diagnóstico tan sombrío, le fue recomendado un tratamiento de radiaciones que le serviría para evitar que el tumor siguiera creciendo …
Tucson, Ariz., diciembre de 1992. Los Doctores. La mayoría: se van por lo fácil. Si le atinan, muy bien, pero si es algo más grave, malo. Porque pierde uno días muy importantes que a la larga pueden tener un costo muy alto. Quizá la vida. Conclusiones: hay buenos doctores. Quizá les falte equipo y más fogueo, estudios, cursos, roce y animarse a diagnosticar, no sé, o mandarlo a uno a otro lugar a que le den el diagnóstico correcto, pero no quedarse a la mitad, con peligro para el paciente, para su familia y para el doctor su prestigio, porque a la larga todo sale. También saber ganar la confianza del paciente, para que no se les vaya y ponga todo de su parte para que puedan diagnosticar bien. Yo me les iba porque veía que me sentía igual o peor con su medicina y ellos tan tranquilos, como el homeópata, que ni siquiera captó lo que estaba manejando y me decía que me aguantara, que eran nervios y me daba calmantes. ¡Qué responsabilidad! Como que deberían saber cuándo es de su área y si no remitirte al indicado y no querer hacerle de todólogos o santos de pueblo. Hubo otro que no andaba errado, pero le faltó carácter. El se tiró a fondo con la tomografía, buscaba lo correcto. Pero pronto nos dejó tranquilos, con grave perjuicio. Mejor nos hubiera advertido, porque él sí conocía y más cuando me vio en México. Podía haberme dicho algo. Quizá se molestó porque ya íbamos rumbo a San Diego. Se lo dejo a su conciencia. Los que sí se me hacen mucho arriesgarle son los naturistas. Qué lástima porque creo mucho en los principios,
aunque pienso que es mucho lo que se juega de por medio diagnosticar tan a la ligera, sólo por el iris. A mí me dijeron que no tenía nada, sí, nada. Me dijeron que era pura cosa de la cabeza, que me quisiera yo mismo. Pobres de los que no se pueden sacar otro diagnóstico o análisis. Allí se mueren y tan campantes. Realmente somos tercermundistas hasta para la salud. Quizá yo ya no tenga remedio. Pero yo aconsejaría que el que pueda se esté checando a fondo en un buen lugar, para que se sepa a tiempo qué tiene y cómo atenderse. Y los doctores, especialmente los paisanos, si ven que no está en sus manos, animarse a decirlo y pasarlo al médico adecuado, así sea en otro país. Lo importante es que se alivie su paciente. Como que deberían tener contactos con estos sistemas tan avanzados, contar con ellos como una herramienta, un apoyo, hasta una fuente de ingresos y no quieran resolver todo entre las rodillas, allí bajo la mesa, que luego salen los aciertos o mentiras.
Pepe
Tucson, Ariz., 9 de diciembre de 1992. Querida hermana Imeldita: No quiero dormirme sin dedicarte unos renglones que tarde empecé en esta etapa de mi vida, donde ya casi no puedo escribir. Pero quiero decirte que como te portas conmigo me hace sentir amado. La misma Imelda que desde que vi a mi lado fuiste querida, amada de todos. La indispensable, quien te conoce no te olvida, eres como una joya, siempre luciendo, siempre subiendo de valor. Muchas cosas hicimos en la vida. La vida que se nos pasó muy breve. Yo la veo difícil salir de esta enfermedad, pero ojalá y Dios se apiade y me sane. Me gustaría tener más cerca de nosotros tu presencia y darte más de mí. Conocerte más, apoyarte más. Pero Dios tiene sus planes y por lo pronto tú dejaste impregnado todo el aroma Imeldita, un perfume de la mejor fragancia. ¿Te acuerdas cómo les gustabas a mis compañeros? Era el más popular del colegio, todos querían venir a la casa. ¿Te acuerdas de los pericos, cotorros, perros y gatos? ¿Te acuerdas cuando fuimos a Monterrey? ¿Cuando ibas a la farmacia? Paremos un paréntesis en nuestras vidas de hermanos queridos, Dios sabe cuando lo reanudemos y cómo.
Pepe
Tucson, Ariz., 9de diciembre de 1992. Gloria: Gracias por venir, gracias por apoyarnos en estos momentos tan difíciles e importantes de la vida. Hoy hasta escupida y salpicada te tocó. Sé que te haces la fuerte para aguantar este sacrificio sin merecerlo. Yo estoy más mudo que parlanchín y no puedo darte las gracias y pedirte disculpas cuando te charpeo. Sé que estás asustada y preocupada de verme así, quizá a veces más que yo; está bien, tú estás viendo mi deterioro y en unos cuantos días ves como voy y te imaginas a donde iré. Voy a poner todo de mi parte para hacer lo que yo deba hacer ante Dios, de esta vida que me anda quitando y que El me dio. Gracias por apoyar a Pera, porque esta vez la veo más desconcentrada, quizá porque ve las decisiones más fuertes o porque el cansancio empieza a hacer mella. Creo que sólo nos queda confiar en Dios y que se cumpla lo que nos tiene reservado. Sólo queremos que Dios se manifieste a través de estos dolores.
Pepe
Tucson, Ariz., 9 de diciembre de 1992. Aquí enfrente de mí, al pie de mi cama está mi silla de ruedas. Qué días estamos viviendo, especialmente Pera y yo. Sé que la familia, nuestros hijos y hermanos sufren mucho. Casi les entiendo, veo sus ojos, sus rostros como que algo les pasó y más cuando me toca ver parientes o amigos que hace unas cuantas semanas que no veía y me encuentran tan traqueteado. Hasta hoy no he recibido un tratamiento adecuado para mi tipo de enfermedad. Estoy muy malo, más de lo que me imagino, porque hasta Pera ya está preocupada. Hoy di show todo el día, desde que llegué al aeropuerto, hasta en l anoche que dejé el hospital; aún aquí en el cuarto escupí a Gloria en un acto involuntario. Es cierto, se me están acabando las oportunidades. El es-‐tar aquí ya casi es la penúltima, porque la última la haré allá arriba. Me estoy muriendo, creo que me están quitando día a día facultades que tenía; yo veo que en el fondo soy el mismo yo, es mi mismo espíritu que lucha y que ama más a los que ha a-‐ mado, sé que mi cuerpo está en crisis, quizá se salve, quizá no. ¿Hasta dónde? ¿Cuándo? Si es cierto que no tengo lucha, le pido a Dios que abrevie mi paso: a ratos quisiera que se caye-‐ ra el avión, para acabar pronto, pero viene Pera y otras gentes. Que curioso que de pronto llegó la pesadilla de la enfermedad mortal a nuestro hogar, cuando más deseaba vivir, más se empeña en que muera. Empezando por mí, todos le estamos suplicando a Dios que me salve, hasta un salmo dice “De qué te sirven mis ceni-‐ zas, déjame vivir para cantar tus proezas… pero ese clamor que sube hasta el cielo, implora a la Virgen, a Dios Padre, no tiene respuesta. Ese Dios poderoso, amoroso, comprensivo, es-‐ tá callado, se confía en que tiene mejores planes y debo dejar-‐ me chiquear. Sólo en la fe podemos entender este misterio de la muerte, este misterio del Silencio de Dios, sólo decimos: “Hágase según tu palabra”. He aquí el Silencio del Señor.
Tucson, Ariz., 10 de diciembre de 1992. Al personal de Bombacreto, donde trabajé 22 años: Muchas gracias. Muchas gracias por haberlos conocido, por haber trabajado junto con ustedes. Me llevo en mi corazón a Juan, siempre capaz y servicial y valiente. Ojalá y no se quede allí, porque eres un águila, ¡vuela Juan, Dios te hizo libre! A Chavo Ruiz, el mejor ayudante que yo tuve, siempre responsable, siempre honesto y servicial. Gracias Chavo. A Rosa, eres mí orgullo, las gentes como tú serán las que me confirman lo que yo creo: que el ser humano llega hasta donde quiere. Rosa, la más hermosa, gracias y ojalá no te quedes de pura secretaria, ¿por qué no contador público? Puedes intentarlo. A Daniel Rodríguez, excelente, de 24 quilates, fuiste una gran ayuda. No saben lo que tienen. Héctor, “el norteño”, fina estampa, el mejor alumno de Daniel. Serio, trabajador, aguantador. Rafael Velazco, mi mejor operador, conocías de todas; fue un placer conocerte y tenerte a nuestro lado, qué bueno que Dios te dio tu hijo. Los Vargas, eran indispensables, son el arma secreta de Bombacreto. Le agradezco a Dios que me los envió, no hubiéramos llegado sin ustedes, cada uno aportó oro molido. Chuy, el operador viajero; Israel, el ejemplo a seguir, su bomba bien cuidada, la más antigua pero la mejor y su trabajo excelente, reconocido hasta por la competencia. Manuel, el comodín útil para todo, excelente, el relevo de oro. Gracias y felicito a sus papás.
Higinio, siempre cumplidor, otro de los ases bajo la manga. Mario, mi ahijado, qué bueno que volviste, mucho nos ayudaste. Primo, mi cuate, eras como mi hijo de operador, me tocó empujarte a que te lanzaras. Vicente, el nuevo estrella. Héctor Eduardo, siempre útil, comodín indispensable. Rigo, lástima que sea tan desesperado pero es tan bueno como el mejor. Toño Z., el inteligente pero que aún no se lanza. Boni, mi querido Boni, buen operador con madera para ser el mejor, pero la copita… Juan Pablo, no creí que fueras tan bueno, cómo ayudas a la compañía. Javier Calderón, cuando lo vean me lo saludan, era de mis cuates, me gustaba mucho como piensa y actúa. Eva, siempre servicial, cumplidora, te deseo lo mejor y que no te conformes con lo que has conseguido. Benito, lo mismo que Eva, sólo agrégale que puedes llegar lejos. Chayo, única, irrepetible, me ayudaste muy bien cuando requerí de tus servicios, ojalá te valoren y te tomen en cuenta. Javier, gracias por tu disponibilidad y por tu fe que te tienes: me acuerdo cuando aceptaste el reto de ser cobrador en lugar de ayudante, ánimo y busca el siguiente.
Tucson, Ariz., 11 de diciembre de 1992. Gloria: Gracias por la entrega en estos días de lucha, de sufrimiento. Te agradecemos que te hayas metido a esta batalla por tu propia decisión. ¿Qué obligación tenías? Podías haber inventado alguna disculpa, la hubiéramos aceptado, pero no, aquí estás al “pie del cañón”, resistiendo las incomodidades de esta situación. Es fácil ser amigo en las buenas, sin embargo, en estas difíciles aquí estás, poniendo el ejemplo, ayudando con tu simpatía, tu realismo, tu optimismo; felicito a mi hermano Felipe por su ángel fumador que tiene de esposa y a los hijos por la madre que tienen. Ya con que apoyes a Pera me ayudas directamente, y así ha sido; vemos horas y días más difíciles, pero mientras existan Glorias en el mundo, la iremos pasando. Gracias a Gloria, gracias a su amadísimo y a sus maravillosos hijos que nos la prestaron.
Pepe
Qué nos ha dado de positivo esta enfermedad
1. Darnos cuenta de lo que tenemos.
2. Darnos cuenta del amor.
3. Darnos cuenta de nuestra familia.
4. Darnos cuenta de nuestros familiares.
5. La belleza de vivir.
6. El amor por cada uno de los hijos. No acabo de apreciarlos a cada uno.
7. La fuerza entre Dios y nosotros.
8. Ver cómo el Espíritu, es eterno.
9. La esencia es el Espíritu, es eterno.
10. Somos una unidad, padres, hijos, hermanos, cuñados,
sobrinos, abuelos, amigos.
11. La importancia de la salud.
Pepe
Tucson, Ariz., 11 de diciembre de 1992. Estos días en que me he movido en este importante centro de cancerología, he puesto más los pies sobre la tierra y veo que soy uno de los elegidos a partir para la tierra del más allá, al mundo de la eternidad, a gozar de dios. El me trajo, El me puso en este mundo; no lo tomaré con amargura sino como un gran regalo, soy un afortunado, fui elegido entre millones, El se va a encargar de que sea aceptado en su reino como uno más entre los elegidos; no soy digno pero una sola palabra de Él y quedaré sano. Me adelanto, me lleva el que me puso aquí, confío en El; lo que El elige, un Señor tan poderoso, está bien. Hace 22 años era un ser pobrísimo, miserable, había fracasado en mis intentos de descubrir, sentir, tocar el amor. Recuerdo cuando en una clase de moral en la que se hablaba del amor, le pregunté al sacerdote Hernández Ramírez si de veras existía el amor; yo tenía, y era muy afortunado el de mis padres, hermanos, amigos pero me faltaba el de un ser del que yo me sintiera plenamente amado, comprendido, una sola cosa, un solo ser, alguien por quién vivir, por quien morir, que juntos reclináramos la cabeza, alguien con quien compartir los sueños, con quien vivir cada día, compartiendo el pan, con quién fundar una familia, alguien a quien poder decirle “te amo”. Y puse mi petición a Dios, especialmente a Sta. Rita, y me hizo el milagro, y manifestó su amor con abundancia, a su estilo, a manos llenas, nos bendijo con más y mejores hijos de los que merecía y hoy en esta etapa de la vida, si ya amaba a Pera y a los hijos, me lo multiplicó varias veces, como yo no esperaba ni creí que se pudiera; así se porta El, así me quiere, así actúa cuando lo dejamos que El gobierne. Señor, Tú sabes, Tú puedes. Señor, soy un miserable, un pordiosero de la salud, Tú tienes tus planes; Pera y yo sólo nos vamos enfrentando a nuestro destino, el que Tú nos tienes marcado. Señor te necesitamos, tómanos de la mano y condúcenos a donde tienes ya apartado el lugar, nos da miedo,
pero Tú, Padre amoroso, puedes ayudarnos y calmar nuestros miedos y angustias. Confiamos en que allí estás y nos cruzarás esta parte del camino tan obscura o más bien dicho tan dura. Sabemos que escribes con “renglones torcidos”, que sabes a dónde vas; Cristo haznos ver lo bueno de este calvario, haznos ver que todo está planeado con mucho amor por tu Padre. Bendito seas porque estamos en tus planes, porque lo que Tú tienes es mejor que lo que nosotros alcanzamos a ver. Somos tus hijos, dispón como más nos convenga.
Pepe
Tucson, Ariz., 12 de dic. de 1992, antesala de Radiología. Hoy va la segunda sesión de radiología, le van a echar “balas” al tumor, ya lo tiene ubicado, clasificado y saben qué es lo que necesitan mandarle. Llevo casi cuatro días en Tucson, me siento mejor, de menos se paró la caída vertiginosa que llevaba, con la que cada día tenía novedades negativas. Desde ayer viernes pude dejar la silla de ruedas (rentamos una y la traigo en la cajuela del auto) y la cambié por un bastón que ya ando aprendiendo a manejar, ya vi que le gusta ir parejo de mi pierna izquierda. Estamos con más ánimo a pesar de las noticias de los doctores, que están apurados de los problemas que ha ocasionado el tumor. Nos vemos con la novedad de afrontar lo que nos toca. Este día de lo bueno que tenemos es que en comparación con el miércoles que llegamos, han disminuido las flemas que nos traían desconcertados y abrumados. Ahora lo que queda latosón es el hipo, que se ha vuelto muy mañoso, apareciendo en los momentos de reposo o de relax, pero cuando mi mente se distrae, se esfuma. Yo creo que el máximo logro de ayer a la fecha es que me pueda mover con independencia, sin la silla de ruedas; aunque camino con mucha dificultad, no estoy esperando que me muevan o me estacionen volteando para la pared, como cuando estaba en la primaria; creía que ya había superado eso. La voz ya me empieza a salir, muy rara, extraña, medio de ultratumba, pero ya me puedo comunicar. Ahora ya estamos en nuestro apartamento, está muy bonito, muy bien equipado. No sé porque no puedo pensar que aquí voy a estar, si no pasa algo antes, la Navidad, año nuevo y quizá mi cumpleaños, lejos de los hijos, los hermanos, los sobrinos.
Pepe
Tucson, Arizona, 13 de diciembre de 1992. Hablamos con los hijos de Imeldita, fue mucha alegría oírlos. Fue desesperante no poder decirles más, pues la garganta y la mente no se ponen bien aún, sólo los sentimientos fluyen. Cuando Santiago me preguntaba cómo estaba, me sentía desesperado por no poder decirles más, pero ya comprenderá.
Pepe
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Amanecimos con el ánimo nuevo de adaptarnos a las semanas que tenemos que vivir aquí. Hoy se va Gloria a Guadalajara, queremos buscar temprano al cónsul en esta ciudad para enviar el poder a Felipe y puedan regresar con todos los hijos, porque no tenemos pasaporte de Santiago; y otro poder para finiquitar el pleito laboral de Bombacreto. Se ve que afuera está haciendo frío, aquí en la recámara está calientito y yo me compré una ropa de camiseta y calzón especial, ¡ah, que a gusto! ¡qué maravilla traer calientito el cuerpo! Otra de las cosas que debo aceptar es que soy un minusválido para vestirme, para bañarme. Para muchas cosas tengo ahora que depender de Pera, inclusive para hablar. Mi boca, mi garganta, mis sonidos, lo que digo, no es entendible por muchos, y menos en inglés; la mente todo capta, quiero comunicarles y ante lo que me sale y lo que me entienden, me debo hacer el ánimo, aprender a decir lo indispensable y escuchar; ahora es tiempo de los demás. De las molestias que quisiera superar, una de las más importantes es poder pasarme el agua y los alimentos, se me antoja poder pasarme de corrido un vaso de agua, mi boca lo desea, mi garganta lo resiente, ojalá pronto… Por aquí Pera como que se cansa de su papel de niñera o de asistente, quisiera ser más independiente, hacer sus cosas de antes, pintar, artesanías, desayunos, libertad, etc., y se ve prisionera, se desespera, se le sale la incomodidad, lo capto, trato de valerme por mí solo, pero es hasta mi chofer, (ahí tampoco tengo esa independencia), procuraré que me haga lo menos posible, me va a servir.
Pepe
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Ya comimos, ya se fue Gloria, estamos como sin mamá, le ponía chispa, alegría, ruido, ánimo; ahora nos sentimos como a medio mar, solos. Es triste, pero cada quien tiene sus cosas qué hacer; nos dio un buen empujón, fue muy positiva su venida, se desempeñó como una profesional. Dios la bendiga y bendiga a mi hermano que nos la prestó. Hicimos un programa de acuerdo al horario que vamos a seguir para sacarle ventaja a estos días de invernación, estamos como detenidos en el tiempo; por un lado no estamos haciendo lo que quisiéramos, nuestras actividades más comunes, por ejemplo yo, aunque tengo el tiempo, me faltan mis libros, mi música, videos, no sé, como actividades de estar quieto. Ya no se diga de moverse, que parece lejísimos, quizá nunca; pero eso es material de otro día, ahora debo encontrar junto con Pera estar muy bien estos días, creciendo como seres ante Dios, como pareja, como papás, como amigos, con nuestro cuerpo; que al final de estos 45 días estemos mejor, con la ayuda de Dios y podamos rendir buenas cuentas. Pera y yo nos hemos acostumbrado con mi diagnóstico y las caras de los diferentes doctores; Murillo Tostado, de Leo, González, Hamilton, Stea…, su preocupación por decirme su diagnóstico y su pronóstico, Gloria en estos días anda por acá sorprendida. Nosotros hechos el ánimo, como alguien al que un ciclón se llevó su casa, y la destruyó y le avisan que puede recoger lo que quedó. Nosotros lo que queremos es volver a empezar, ya se nos hace ganancia el que estemos con una esperanza de vida, ya no nos fijamos cómo quede, lo que queremos es seguir hacia adelante, ¿qué nos espera? ¿viviré? Seguro siento lo que puedo hacer si logran detener al intruso, el tumor; los doctores como que lo tienen planeado. Yo me he sentido estable, ya no en picada, ¿qué seguirá?, con optimismo a lo mejor lo pararon, ¿cuánto tiempo?, quién sabe, sólo el de arriba. Nosotros proponemos y El tiene unos planes mejores, aunque nos los hace saber en forma muy brusca, pero sabemos que todo es para bien. ¡Gloria a Dios!
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Querida Sofi: Gracias por tus palabras; sé que dicen más tu hechos y tus actitudes para conmigo. Te veo como una persona que no se ha podido desenvolver, una persona con una gran capacidad dormida, no por tu culpa, sino por la mía, no supe ser el padre para tus primeros años, sólo te vi como una niñita que de pronto crece y va a la universidad, pero, en el fondo hay una gran mujer, un ser en la que aún ni los primeros rayos del amanecer aparecen; en mucho es culpa mía porque yo mismo me he ido descubriendo. De hecho, el salirme de Bombacreto fue un gran paso; entonces el que tú hayas sido mujer y con un papá en un largo proceso, te afectó. Todo esto te lo digo para que si vivo, espérame tantito, si no, detente, destápate, descúbrete en buen plan, escucha tu interior, escúchate, únete a maestros, a compañeros, a amigos, a alguien que busque algo más; salta del montón, no te dejes envolver por las masas; estás destinada a algo más que la rutina, no te vayas por lo fácil. Quizá esto te suene extraño y fuera de tiempo. Créeme que nunca es tarde, estás empezando. Si vivo, recuérdame esta carta cuando te quiera meter al molde, al tronquel, si no, que sea tu bandera; busca eco en lo que te digo, quizá no sea muy claro, pero lo que trato de decirte es que saques a Sofía Escoto Romo, ese ser único en el mundo que allí está dormida dentro de ti y sé como hija, como hermana, como alumna, como novia, como todo, diferente en buen plan; hay mucho qué hacer, como cristiana, como ciudadana, como vecina. Saca las manos, lucha, pelea, muerde, hazlo por tu vida. Así lo siento, Sofi, así te lo quiero decir. Yo aquí invernando, enfrentándome de la mejor manera posible a lo que me toca, sólo digo “Hágase tu Voluntad, Señor, Tú sabes mejor que yo, Tú me quieres así, bendito seas”. Te quiero, Sofi, hasta luego: Tu Papá
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Querida Marce: Calladita, llevando tu cruz, llevando tu vida y la de los demás. Eres como esos ríos subterráneos de agua viva, tú sabes lo que quieres y a dónde vas, aunque desgraciadamente los que andamos en la superficie no nos enteramos, quizá sólo sabremos parte de tus beneficios y a veces quizá más te afectamos. Si me dieras a escoger, quizá te pediría que me comuniques más como piensas, cómo sientes, qué deseas. Gracias por tu apoyo, gracias por tus cartas. Sé que también sufres, sé que quieres lo mejor para mí. Gracias por tus oraciones y tu apoyo, creo que Dios nos ha escuchado. Hoy se ha abierto un compás de espera, me siento mejor, no tengo la serie de molestias con que llegué aquí, que presagiaban unos momentos muy difíciles, los han controlado, me siento contento con este sistema de atención médica. Hemos tenido apoyo, atención; es cierto, nos cuesta, pero creo que lo desquitan, y si logran que viva ya lo pagaremos o recuperaremos. Desde que me vieron inmediatamente prestaron atención y con acierto, esperamos que sigan por ese camino. Marce: se preguntarán qué pueden hacer por nosotros. Yo creo que le están haciendo bien, rezando, ofreciendo lo que hacen, acompañándonos en nuestro peregrinar, y ahora con el fax, nos envíen cada uno su carta, sus dibujos, sus puntadas. Necesito saber de ustedes.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Moni: Me has movido las fibras más internas de nuestro ser, estas palabras que has puesto nos han llegado a tu mamá y a mí, porque lo que me dices es como si se lo dijeras a los dos. Gracias por tu sinceridad, gracias por tu gran corazón aunado a tu gran inteligencia; yo, como papá, me doy por inmensamente agradecido y complacido con lo que me dices, de mi parte no hay ningún rencor, sé que obraste como una adolescente; Dios te tocó y te hizo madurar antes de tiempo, te hizo ver que es inútil esa lucha que marca la naturaleza, de que peleen padres e hijos. Por qué desperdiciar un tiempo, tan breve, tan necesitada de apoyo, de admiración, de chiqueo; pero hoy nos toca vivir esta realidad, tan rara, tan cruel, tan insegura. ¿A dónde vamos? ¿Qué sigue? Por lo pronto estamos viviendo, y aunque sea a través de un ojo y de muchos kilómetros de distancia, nos sentimos unidos, muy unidos; nuestros corazones vibran juntos, el de un padre y una hija que sus sentimientos son comunes. Por lo pronto te digo que te quiero, y ojalá la vida nos deje decírnoslo muchas veces y que aunque cometamos errores cada uno en su papel de padre e hija sepamos perdonarnos sepamos ayudarnos a cumplir cada uno con su destino. Nunca es tarde. Qué bueno que Dios te dio la oportunidad de decirme en tu carta lo que en vida yo quise decirle a mi papá, pero un día ya no volvió con vida y yo estaba esperando un momento especial que no llegó. Sé que desde el cielo él sabe que lo amaba, pero es mejor en vida…, en vida; eso mismo que me dices se lo pude decir a mi madre antes de morir, unos días antes… ¿por qué esperarse tanto? me pregunté yo. Tú ya le ganaste muchos años a la vida Moni, tengo envidia de la buena, de todas las facultades que Dios te dio, no las desaproveches, no las vendas barato, ponte a descubrirlas, conócelas, valóralas, ponte metas, desarróllalas,
puedes llegar muy lejos, por el bien de Dios; es lo único que vale. Esta vida se pasa volando, y lo que tenemos es porque Dios nos lo presta. Si mañana le vas a dar cuentas, de una vez ponte a servirlo donde te toque, entre más te dio, más te pedirá. Enfréntatele, descubre sus caminos, pídele que te ayude, pregúntale qué es lo que de ti espera. Ponte a su servicio, y al final no andarás con prisas ni con arrepentimientos; créeme Moni, Dios hizo maravillas en ti; yo como papá sólo le doy gracias de tenerte y quiero ser una ayuda para que alcances tu salvación el tiempo que Dios me deje junto a ustedes. Gracias por quererme así como soy, ojalá y todos los días me mandes cartas.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Querido Nacho: ¿Cómo estás? Ya la letra casi se me parece a la tuya. Entre lo tuerto y un pulso de torero ya nos vamos pareciendo. Ojalá y le entiendas. Me acuerdo cómo estabas triste las últimas semanas con mi enfermedad. Me apena, pero tú y yo sabemos que poco podemos hacer por remediarla, digo poco porque le podemos echar buen humor; por ejemplo, hoy todavía estoy vivo y a la mejor un rato más, según parece. Lo que sí se ve es que por mucho tiempo ya no volverá a ser igual, o sea que si vivo, por un tiempo largo seguiré cojo, manco y otras cosas, pero lo bueno es que sí podré echarles porras al estudiar, al jugar; me convertiré en tu porrista oficial, pero con medio aplauso, mientras me devuelven la izquierda. ¿Qué te parece? Algo es algo. Arriba el ánimo. Ayúdame con el ánimo de Pablo y Joaquín, a ellos tú los tienes más cerca, yo puedo hacer poco desde estas distancias, estamos lejos y es difícil comunicarnos, voy a hacer la lucha de comprar un fax si encuentro uno a buen precio. A ver.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Querido Pablo: Te me figuras a un niño genio, como un Ciro Peraloca, se me hace que no lo conoces, pero Imeldita te explicará. Hola Pablo, Pablo, así mejor, aquí estamos tu mamá y yo en nuestro iglú, invernando como muchos animalitos que el Creador programa. Estoy vivo, estoy mejor sentado que caminando, cuando camino me parezco a un viejito que sale en la televisión con un bastón; al mío ya lo ando conociendo, nos vamos haciendo cuates, hicimos un trato de no tumbarnos. ¿Qué te parece? Con la ayuda de Dios creo que sí te vuelvo a ver y cuando regrese seré tu porrista oficial, aunque ya le dije a Nacho que con sólo medio aplauso, que vale más. Vas a entender cuando aprendas música lo que valen los silencios, así va a estar mi medio aplauso. ¿Me estás cuidando a Joaquín y a Santi? Acuérdate que tú tienes la facultad y el carisma de un gran corazón y es una forma en que nos puedes ayudar a mí y a tu mamá que tenemos que estar aquí viviendo este momento lo mejor que podamos; así tú también puedes ayudar a tus papás cumpliendo lo que debes como hermano, como sobrino, como alumno, como nieto, como jugador; de esa forma haces mucho porque pronto me ponga bien. Trata de mandarme alguna carta como puedas, quiero saber qué piensas, qué sientes, nos hace falta. Estamos muy cerca de ustedes aunque sean muchos los kilómetros que nos separen y nuestros corazones están cerca, más quizá que cuando vivíamos bajo el mismo techo. Mándame algunos chistes y dibujos, me los recetó el doctor, son parte de mi medicina. Cuando supe el doctor que tenía un hijo llamado Pablo, hermano de Joaquín, le dio mucho gusto, porque se dio cuenta que allí había una explosión de chispa, ingenio, creatividad.
Te quiere: tu Papa
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. Don Joaquín: La chispa, la bujía, el alma, la luz. ¿Qué haríamos sin Joaquín? Lo inventaríamos. El regalo más grande de Dios. Nos sentimos inmensamente bendecidos con tu presencia. ¿Cómo agradecerle? Ojalá y hayas captado que nos caes muy bien, que eres un niño especial, un niño fuera de lo común, alguien en quien Dios se pulió y nosotros muy afortunados de que te haya puesto a nuestro cargo. Ya, ya, ya basta, muchacho mugroso, que no se baña bien, ¿qué se estaba creyendo? Muy, muy, ¿no?, pues no, que ahora que lo vea le tengo guardadas unas nalgadas sacudidoras, junto con unas cosquillas de esas que lo dejan sin habla. Qué, ¿no crees? Deja que te agarre con la mano buena y le haré la lucha. Ya, ya, ya estuvo bueno de amenazas. ¿Qué dices Joaquín? Yo creo que no le entiendes a mi letra, pero es lo mejor que tengo en esta época, que te traduzcan los que la entienden, porque a mí es lo único que me sale. ¿Cómo vas con el fut? ¿Cómo te ha ido? ¿Contra quién jugaron? ¿Cómo te fue? ¿Cuántos goles? ¿Cuántos faules hiciste? ¿O te hicieron? Escríbeme, ponle dibujos. Dimos con una pista de go-‐karts, te va a gustar. Si no está congelada para cuando vengan, te vas a subir con un grande, porque se ve muy buena la pista. Si te vienes por carretera, hazte el ánimo, que está lejísimos. Yo creo que van a hacer como tres días de venida a buen paso. Ve el mapa; sólo de donde empieza Sonora hasta Nogales, que es la frontera, se hace un día y una noche a dale y dale, y de allí de la frontera ya sólo 3 horas, pero vale la pena. No es Orlando ni Disneylandia, es un desierto que los espera con los brazos abiertos.
Te quiere: El Pelón, tu papá
Tucson, Ariz., 15 de diciembre de 1992. ¿Cómo me siento cuando otras gentes hacen por nosotros lo que nosotros quizá no haríamos? Queridos amigos: Me siento muy amado, me parten el alma sus actos de solidaridad, sus hechos para tratar de remediar un poco nuestra vida. Sólo me sale decirles GRACIAS, sé que están conmovidos. Ahora quizá impotentes de corresponderles, nos sentimos inmerecidos de sus actos, los aceptamos con agradecimiento, con alegría, con hermandad en Cristo, como un regalo que El nos da; como flores en el camino, este camino que nos toca recorrer, sabemos que muchos aquí estarían a nuestro lado ayudándonos a llevar nuestra cruz, pero el momento es que lo vivamos así, a muchos kilómetros unos de otros, pero nuestros corazones muy unidos. GRACIAS, ustedes saben que Dios se los pagará. No esperen mucho de mí pero con la ayuda de Dios, quizá llegue a corresponderles algo. Mi corazón y mis oraciones están con ustedes. Les deseo que esto que hacen sea una oportunidad para acercarse más a Dios, para que encontremos sus caminos y sepamos confiar en El. El sabe a dónde nos lleva.
Los ama:
Pepe
Tucson, Ariz., 14 de diciembre de 1992. ¿El Señor nos muestra sus caminos? ¿Qué te dice esta vez? Ahora que estamos aquí, en estas circunstancias de la enfermedad, la angustia, el temor, la incertidumbre, la distancia, los gastos, los doctores, las radiaciones, ¿qué me dice el Señor? ¿qué quiere de mí ahora? Ahora sólo podemos vivir este momento como mejor podamos, ante uno y el otro, una entrega como pareja que quizá muchos no entiendan, pero ante Dios, estamos tranquilos. Pera ha sido más que una pareja, se ha entregado en alma y cuerpo a atenderme y cuidarme. Ha sido más que un prójimo. Ojalá y sirva para otras parejas de testimonio y para muchos cristianos. En cuanto a mí, lo que Dios quiere es que viva con resignación estas angustias, se las ofrezca con alegría y lleve con dignidad mi cruz de esta época. Si eso le sirve se la ofrezco con alegría, junto con la separación temporal de mi familia, las angustias que les originamos. Señor, Tú sabes a dónde nos conduces, agacho la cabeza, como el borrego de la ofrenda y te dejo que cumplas tu plan. Si así te soy útil, dando lástimas, ¡Gloria a Ti! Sólo quiero ser digno a tus ojos, ser de los tuyos. No me hagas caso cuando me desespero. Gracias por amarme, Tú, la Virgen, Pera, los críos, hermanos, amigos, etc.
Gracias.
Tucson, Ariz., 15 de diciembre de 1992. El tiempo se duplicó o triplicó para varias cosas. Gasto más tiempo: 1- Para vestirme. 2- Para comer. Horas. 3- Para bañarme. 4- Para desvestirme. 5- Para ir al baño. 6- Para trasladarme. 7- Para hablar. 8- Para reaccionar.
Pero estoy vivo. Me puedo poner de pie, lento, pero llego. Despacio, pero como y saboreo lo que pruebo. Qué dulce, qué salado, qué suave, qué duro. Todo por ahí está girando y pasando por el paladar, que se ha vuelto un aparecido. Es de los sentidos que podían haberse dormido. ¡Alabado sea Dios!
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. Las cuatro de la mañana de por acá, el sueño se me fue desde hace rato. Estoy preocupado, me siento desesperado, todo está demasiado lento, en un compás de espera de algo, ¿de qué? Se me figura que no salgo, que aquí quedo, que no aguanto. Oigo que mucha gente está pidiendo por mi salud, tengo mucha gente que se preocupa de mí, de Pera, de la familia. Yo mismo le suplico a Dios que me ayude a llevar esta prueba, este regalo que Él me dio, me ayude a confiar en El, a saber que El está aquí conmigo. El va a mi lado, nada pasará que El no quiera, El me ama, aquí está El, dentro de ese ángel que es Pera tengo parte de Él, no estoy solo, aunque mil acampen contra mí, teniéndolo a mi lado nada pasará.
Lo estancado, lo parado, el relax, la inmovilidad, estar medio invernando, la falta de actividad, el estar detenido, encharcado, nos hace que nos desesperemos. Veo a Pera que apenas lleva dos o tres días y como que empieza a desesperarse y yo puedo hacer muy poco, sólo ofrecerle a Dios esta situación y confiar en El, confiar que estamos en sus planes, que éste es su plan, que El está obrando. Somos sus instrumentos para que nosotros y otros se salven. Tengo que aceptar como “cayó” la moneda, esto me tocó jugar: la de enfermo y minusválido. Aquí quiere Dios que juegue mi papel. Me cambió mi vida, debo aceptar que ya nunca será como antes, hoy soy otro, tengo otras condiciones, vivo como puedo y en ese poder, unas cosas puedo hacer, pocas, muy pocas de las de antes y voy a hacer otras menos que antes, que no les dediqué tiempo y quizá eran mucho más importantes. Hoy soy más espíritu que cuerpo, más reflexión que actuar. En algunas cosas mi mente no quiere hacer el esfuerzo de pensar, en otras sí encuentra campo de meditación. Yo sólo me dejaré llevar a esas nuevas corrientes, como ahora que mis miedos e inquietudes me conducen a recargarme en mi Dios. Señor, tengo miedo… pero Tú sabes… Tú me conoces… Tú me llevas a donde me conviene… yo no sé… yo no conozco, pero en ti confío. Tú sabes mejor, tómame en tus brazos… llévame a donde Tú quieras… Lo que queda de esta noche me abandono a Ti. Tú repararás mis fuerzas para este nuevo día. Con este día me debe de bastar, el de mañana ya traerá sus afanes. Gracias porque te tenemos, Padre ¡Bendito y alabado seas!
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. A Gaby y Juan Jorge: En mis reflexiones matutinas, me viene la nostalgia de la “Boda de Gaby y Juan Jorge”. Hoy es, llegó el día, qué envidia, realmente es uno de los días más importantes de su vida. Gaby, la sobrina querida, la ejemplar, la niña que desde que nació fue diferente, alguien quien ya le va ganando en la vida: siendo buena hija, tiene asegurado el cielo, tiene asegurada la felicidad como hija, como esposa, como madre. Se vio una novia formal, cariñosa, seria. De seguro tendrá un hogar firme, sólido, amoroso, indispensable para estos tiempos de tantas sacudidas que van dejando unos cuantos hogares y familias útiles a Dios. Gaby, te felicitamos a ti y a tu consorte. Tuviste muy buen gusto y tino, se me hace un muchacho formal, valioso, caballeroso, vas a tener el padre que esperas para tus hijos y más. Desde estas distancias les mandamos el mejor de los deseos, que sean felices, que sepan encontrar lo que anhelan, que sean uno y se ayuden a crear y alcanzar lo que Dios les tiene destinado; ojalá y deseen muchos hijos no se arrepentirán.
Los quieren:
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. Querida hermana Lola: No está tan callada la relación entre tú y yo aunque no nos hablemos. Sé que constantemente tu oración está por mí. Recuerdo tu mano sobre mi pecho invocando a la Virgen para que me sane, esa voz llena de fe; tenemos fe, Lola, creemos en nuestro Padre y en la Virgen, sabemos que tienen sus planes de amor. Nosotros queremos fe, fe para podernos abandonar y decirle que todo está bien, que confiamos en sus planes, aunque a veces nos den miedo. Honestamente, han pesado las oraciones, porque a pesar de los doctores, sí, a pesar, porque están asustados, medios pesimistas, están viendo resultados y ya va cambiando el pronóstico; pero al principio hasta pusieron una sesión de radioterapia el sábado que fue como una excepción. Por lo pronto tengo muchas cosas a favor qué corregir y eso me hace sentir mejor, aunque no aflojo totalmente mis temores, allí andan, que me hacen como hoy interrumpir el sueño. Tanta calma me asusta. Pero ustedes sigan ayudando desde donde Dios los tiene. Un abrazo a tus hijos que los extraño, y a mi compadre.
Los quieren:
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. Para Felipe: Hola carnal: Quiero darte las gracias por todo lo que estás haciendo por nosotros. Muchas cosas que no hacen ruido pero que se sienten. Sé que les estás dedicando de tu tiempo, de tu dinero, de tu paz. Muchas cosas que quizá ni cuenta me dé, quizá ni mis hijos, pero el de arriba sí se da cuenta y has cumplido como un hermano. Gracias. Yo sólo en este momento te digo gracias, ni lo merezco, ni creo poder corresponderte algún día, pero gracias por lo que haces. No es sorpresa para mí porque ya había palpado tu gran corazón, por eso Dios te dio la mujer que te dio. Ojalá y Pipo tu hijo se dé cuenta de lo que tiene a tiempo, en vida, hermano… en vida, y no cuando ya no tenga papás. Ahora la vida nos ha dejado en circunstancias muy diferentes. Yo casi soy un pordiosero del amor y de la salud; pero lo que hacen tú y otras gentes, nos ayuda muchísimo a sobrellevar estos momentos con fe en Dios. Los liberaremos y algún día podremos sentirnos satisfechos de haber cumplido con el papel de este momento. Hasta pronto. Recibe un abrazo de hermano.
Pepe
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. Hola hermano Checo: Quizá ya estés muy enterado de cómo me la estoy pasando por mis escritos, que es la forma como trato de comunicarme con ustedes en este remanso, sí remanso, porque ahora que veníamos en el avión pasamos horas y horas volando por muchos parajes desiertos, y entre ellos muchos ríos, largos y caudalosos, solos rumbo al mar, e iban serpenteando como que no querían llegar a su destino, vuelta y vuelta, y a lo mejor me está pasando igual. Mi río dio una vuelta más en la vida, me salí del que creía era mi cauce, me sacaron, pero en fin, aquí le estoy echando valor y ánimo. Con la ayuda de Dios esperamos librarla, me siento mejor que cuando vine, veo algunas cosas positivas que me hacen sentir optimista, porque por allá era de “barreno”, como dicen los pilotos. Aquí como que me estabilicé abajo, pero como dice Gloria, ya todo es para arriba. El viernes o sábado le hablé a Helio, lo asusté, pero él insiste en venirme a ver este fin de semana; se me hizo mucho, pero mucho mérito, porque está como a 18 horas de camino. Yo no quería que viniera, sólo avisarle por si me moría, siquiera supiera. Gracias por la despedida que me diste. Me acuerdo como hermano y me da fuerza. Es como un regalo que traigo en mi corazón. Checo, yo no sé qué pasará conmigo y con nosotros. Hemos andado en momentos difíciles, no sé qué sigue, a dónde voy. Pero como decía un autor “camino hasta donde alcanzo a ver y vuelvo a andar”. Ahora vamos de 24 horas, yo creo que más lejos. Está muy difícil. Sólo hay que confiar en Dios. El sí sabe a dónde vamos. Para un lado u otro nos lleva. Me siento como los marineros en medio del océano. Tú allá en el puerto, yo acá en la tormenta. Allí espérame, quizá sí vuelva y caminaremos juntos otro trecho, como tantos…
Te quiere: Pepe
Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. 1.-‐ Si me controlan el mal: Cambia mi actitud, baja el temor y la angustia, disfruto más de la vida, baja el pesimismo, hago más llevadera la vida para todos. 2.- ¿Por qué creo que sí pueden controlar el mal? Están dedicados a eso, tienen conocimientos, tienen la capacidad y el deseo, han investigado mucho, tienen tecnología de punta. 3.-‐ ¿Cómo me siento hoy? Me he sentido mejor, varios signos de mejoría, me siento por buen camino. 4.-‐ ¿Cuál debe ser mi actitud positiva de vivir este momento? De alegría, voy sobreviviendo. Tengo muchas cosas de qué dar gracias. En salud, puedo comer, pararme, caminar, hablar, no tengo hipo, tener esperanza, contar con Pera, el departamento, el auto, el hospital. El lugar, el pueblo tranquilo, el clima, el calor que me da el uderwear, las medicinas atinadas, poder pagar estos servicios medicinales y hospitalarios, que haya quien atienda a los hijos, el hogar, que muchos vean por ellos y con suerte pasamos la Navidad juntos, podremos verlos, convivir, acariciarlos. Son más mis bienes. Alégrate, goza el hoy. Este es el día que Dios hizo para nosotros. Está bien hecho. Gracias Padre bueno, gracias. Tucson, Ariz., 16 de diciembre de 1992. Por qué mando cartas a los de Guadalajara: Positivo: Es una forma de amarlos. Es una forma de comunicarme con mis seres queridos. Es una forma de echarles porras. Es una forma de agradecerles, de devolverles algo. Que se enteren que nos damos cuenta de sus actos extras. Es una oportunidad. Riesgos: Mal interpreten mis letras y sentimientos. Que después de algo me arrepienta. Dejar de ser dueño de mis silencios. Hiera a otros. Sea latoso, cause lástima.
Tucson, Ariz., 17 de diciembre de 1992. ¿Cómo me siento hoy? Desesperado-‐ Por el molesto hipo. Triste-‐ Por contar con males antiguos. Esperanzado-‐ Pasará este momento. Contento-‐ Estoy en buen camino. Satisfecho-‐ Hicimos una buena elección con
este hospital. Acompañado-‐ Pera y los que están en mi corazón. Agradecido-‐ Con los que nos hablan. Confiado-‐ Todo saldrá bien. Optimista-‐ Vamos para arriba y adelante, las
cosas van a ser mejor. Esto también pasará.
Tranquilo-‐ Todo pasa, todo cambia. Esto no es más que una tempestad en un vaso de agua. Afuera todo sigue igual.
Sorprendido-‐ Cuánta impotencia, qué poco puedo. Qué grande es el amor de Pera hacia mí.
Contento-‐ En insignificancia y debilidad, Dios y su amor se manifiestan de diferentes formas. Me siento amado.
Tucson, Ariz., 17 de diciembre de 1992. Me siento como que me caí a un agujero, una noria; quiero hacer muchas cosas y no puedo, sólo esperar. Entre el tumor y las radiaciones, tienen mi mente atarantada y el hipo, qué inoportuno compañero. Mal, muy mal, caminar; dificultad de movimiento; el equilibrio… Es cierto, puedo moverme sin silla de ruedas y por allí dejo el bastón (el nuevo, porque el viejo se perdió). Para hablar me entiendo mejor. Pera me entiende también. Quisiera que esta enfermedad se pudiera quitar como quien se cambia de camisa: ya no me gustó y ¡fuera!, al bote. Pero no, ella es muy importante, solemne, gandalla. Ella dirá cuándo y cómo, si es que se va. Mientras, nosotros somos sus vasallos y todos los días acudimos puntuales a la cita de las 11 a.m. a radiología, pongo mi cabeza en el cadalso, aplican las radiaciones de acuerdo al crecimiento, en donde duran más los preparativos que la sesión; la radiación cuando mucho 2 minutos y esos dos minutos me vienen constando más del millón de pesos… mientras sirvan, son baratos. El aparato, las gentes que lo operan, se ven muy profesionales, gente de primer nivel, gente capaz. Me siento en buenas manos. En el nombre sea de Dios.
Pepe
Tucson, Ariz., 17 de diciembre de 1992. Según las cuentas, hoy deben de haberse cumplido 8 días de que llegamos. Ya fue la 6ª. Radiación. Mi ánimo está mejor que hace 8 días, sólo que desde ayer apareció un nuevo hipo, acompañado de doble succión. Está medio latoso, apantallador, escandaloso, muy molesto, porque no está uno acostumbrado a estas novedades, hay ratos que me desespero. Entre los males internos que me traen la cabeza muy rara, entre la falta de movimiento adecuada y la voz de ultratumba, me desconciertan, pero mientras me estoy sentado, como que se me olvida. Pero cuando aparece “don hipo” se vuelve la estrella macabra. Paciencia… también pasará. Tengo algo que ofrecer por el Papa y la Iglesia, porque se difunda el Evangelio. Por aquéllos que flaquean, por los misioneros en sus angustias y soledades. Sepan que les dedico mis molestias. Me acaban de hablar dos gentes muy queridas. El profesor Sánchez, presidente del Club Providencia y Lola, mi hermana. Me hicieron saber que rezaron por nosotros en el club, a través de los Balderas. Gracias, me caen muy bien sus plegarias para adquirir fortaleza, que buena falta nos hace a Pera, la familia y a mí.
Pepe
Tucson, Ariz., 17 de diciembre de 1992. Si después de este destierro vuelvo a Ti mi Dios, lleno de Ti, ya la gané. Que sea mi acopio de buen temple, que puedas hacer un instrumento para tu evangelización, que mis noches sean luz para otros, que Tú puedas recrearte en lo que esperas hacer de nosotros. Aquí, Pera y yo nos acercamos a Ti, ponemos nuestra humanidad en tus manos, haz de ella algo útil a tu obra. Sabemos que estás haciendo una nueva vasija, la otra ya la destruiste, no nos convenía. Nosotros no sabemos, no entendemos, no comprendemos. Sólo confiamos en Ti, en tus planes. Sabemos que nos amas, que tus planes son mejores que los de nosotros. Tú sí sabes qué quieres, Tú tienes algo bueno, estás obrando, son maravillas las que salen de tus manos. Duele, sacude, sorprende, quisiera uno echarse para atrás, pero cuando me viene la confianza de que estamos tomados por el Padre bueno, vamos al siguiente round, estamos bien apadrinados. Sólo con Dios se pueden llevar estos momentos, teniendo confianza que es para bien, que todo está calculado, que va a salir algo bueno de este “cocimiento”, de esta olla hirviendo. El sí sabe lo que le está poniendo, nosotros sólo brincamos… Es el agua que hierve, a ratos como que sofoca, pero luego pasa…
Pepe
Tucson, Ariz., 17 de diciembre de 1992. Querida hermana Lety: Algo te pasa que no me llamas, algo se me escapó de esta pluma que no te gustó. Ya te conozco. Pero créeme que como se viven estos momentos no hay muchas componendas ni florituras. Aquí me siento en medio de la selva, buscando sobrevivir, superar esta situación ya de por sí difícil, extraña, desconocida, donde cada día aparecen novedades no muy agradables y no me dan oportunidad de rechazarlas como en la baraja. Necesito oírte de vez en cuando. Somos hermanos, tenemos mucho en común, nos amamos, nos necesitamos. Sé que cuento con todo lo tuyo; sé que deseas que salga bien de esta prueba, créeme que le estamos echando ganas. Sé que la partida está difícil, pero Dios tiene la baraja y mucha gente nos ha apostado. Algo bueno tiene que pasar. Sólo somos dos peones de su ajedrez, a Él le toca moverlos. Admiro a Pera, que haz de cuenta que se “brincó al ruedo” a jugársela conmigo. Ha sido una ayuda indispensable, no creo que la haría sin ella. Es la primera prueba de Dios aquí a mi lado, ojalá aguante el paso, aún nos faltan casi 6 semanas. Hay un fax público por si me quieres enviar algo.
Te quiere:
Pepe
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Mis hijas queridas: Yo no sé expresarme como su papá, pero sí les quiero decir que les agradezco su disposición para todo. No saben lo que yo daría porque no tuvieran mortificaciones, pero los caminos de Dios no los entendemos. A ustedes esto las está madurando y quizá a mi misma también. Es difícil vivir en tanta paz. Me falta actividad, el ruido, hasta los pleitos. Me da mucho gusto que vayan a venir. Tarde se me hace para que llegue el día. Este lugar es muy tranquilo, les va a gustar.
Las quiere mucho: Su Mamá
18 de diciembre de 1992. Tucson. Mis chiquitos más mi adolescente: No se imaginan la falta que me hacen: sus risas, sus gritos, su alegría. Qué no daría por estar con todos. Ahora este es mi lugar y cuando vengan les va a gustar esta casita. Estoy contando los días para que lleguen y preparándome para que pasemos la mejor de las Navidades. Nachito, espero que hayas salido con bien de tus exámenes y que aprendas cómo hacer para estudiar mejor. Fue bueno un descanso de raqueta, pero había que atender los estudios. Que Dios los bendiga. Los quiere:
Mamá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Querida Sofi, nuestra primogénita: ¿Cómo te va en tu nuevo papel? ¿De qué le haces más, de mamá o de papá? De pronto tuviste que asumir tu nuevo rol, a fuerzas, dejaste rápidamente el de niña, el de hija de papás. Ahora tienes, a la sombre de esa muer, Imeldita, que llevar el hogar. Qué bueno que encontraste esa ayuda, fue algo providencial. Acuérdate que para Dios no existe el tiempo y acomodó las cosas que se sucedieron. ¿Qué sigue? ¿A dónde vamos? El sólo sabe. Sigue haciendo lo mejor que puedas lo que te corresponde y lo que esté a tu alcance. Nosotros vivimos esta realidad, de buscar regresar juntos de la mejor forma; con ayuda de Dios y de ustedes, lo lograremos. No está fácil, pero tampoco es imposible. Hay muchas cosas buenas de qué alegrarnos. Una de ellas es la gran mamá que tienen. Cómo se ha puesto a mi lado, hombro a hombreo. Yo creo que si pudiera, tomaría mis achaques y me ayudaría, pero no quiero tanto, yo con que me acompañe y me aguantes, voy pasando estos días. Hoy ya completé prácticamente la primera semana de radiación, por lo que faltan otras 5. Quisiera platicarte más, pero me faltan tus hermanos y no tengo mucha paz para escribir. Quisiera decirles tanto, tranquilizarlos, acariciarlos, amarlos, decirles que los extraño, esto también pasará y nos hará valorar lo que allí estaba y no apreciábamos. Ánimo Sofi.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Querida Marce: Que esto que estamos viviendo todos no sea motivo de que afecte tu gran personalidad. Busca el lado bueno, velo como un regalo que el Padre bueno nos dio esta Navidad a nuestra familia. Si observamos, hay muchas cosas buenas que ya florecen en nuestro “árbol de navidad”. Nosotros nos sentimos orgullosos de ver cómo han crecido, cómo se han superado. Como papás no esperábamos más. Qué bueno que nuestra semilla no cayó en tierra mala y a su vez nuestros padres no sembraron inútilmente. Te extraño y nos da mucho gusto, muchísimo, no te imaginas la alegría, que la próxima semana podamos contar con ustedes. Es de lo más alentador. Nunca podré pagarles el esfuerzo que hacen por venir a pasar esta Navidad juntos, quizá la más bella o real. Gracias a todos, especialmente a mi hermano y su familia. Que Dios los haga llegar con bien y vuelvan igual. Marce: haz un esfuerzo y ponme cartas por fax. Necesito tus palabras. Ayúdame y sácales una carta a los que puedan de tus hermanos. Y dibujos. Serán como mi alimento. Platíquenme lo que sienten, piensan, creen. Aquí en la oficina hay fax, no sean flojos. Hoy me llegaron los de unos amigos y de Lucha, pero yo quisiera recibir también de ustedes. No saben, necesito mucho de ustedes.
Los quiere:
Su Papá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Querida Moni: Ocupo tus cartas. Yo espero que te animes a abrir tu corazón y me platiques de todo lo que se te ocurra. Es cierto que quizás no me digas cosas tan bonitas como en la carta que me diste antes de venir, pero, ¿por qué no? En vida… en vida. Mañana quizá ya sea tarde. Platícame lo que pasa en la casa, en la cuadra, con los parientes, la boda de Gaby. ¿Cómo estuvo? ¿Cómo les fue? ¿Quién los llevó? ¿Cómo le va a Imeldita? ¿Cuál es su principal problema como mamá y papá? ¿Qué te gustaría que hiciéramos desde por acá? ¿Qué pasa con tus romances? ¿Con los pegues? Apenas van 10 días de que nos venimos y se nos hace como un mes o más. Es duro, quizá como la convalecencia, pero “ahí la llevamos” como dice Gloria. Aquí es uno de los mejores centros de cáncer del mundo. Ven muchas cosas y están al día. Moni: no se te olvide traerme la grabadora y el compact, porque aquí en estas soledades la música será una compañía. La televisión, aunque tenemos más de 60 canales, nos aburre y la mantenemos apagada. Otro favor: escoge un álbum de fotos de los chicos, algo que podamos regresar fácilmente, para tener fotos de ustedes. Aquí tu mamá lleva muy avanzado el inglés. Le ha puesto mucho valor y entusiasmo, como que le entienden. Cómo hace falta (el inglés).
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Sargento Nacho: ¡Firmes! ¿Qué tal, Nacho? Muchas cosas ya no haremos juntos. Qué bueno. Ahora vas tú. En muchas cosas te declaro vencedor, pero échame una mano, enseña a los que siguen: Pablo, Joaquín, Santi. Saliste buen alumno, excelente, ya superaste al maestro, eso es bueno, ahora te toca a ti. A lo mejor lo hacemos juntos en algunas cosas, eso iremos viendo qué se puede. Arriba el ánimo, Nacho. Te ocupamos optimista, alegre, dicharachero, payaso. Acuérdate, esto también pasará, esto es para bien, el mundo no se acaba, el sol sigue saliendo, la vida sigue igual. Sólo tu papá, como mucha gente, está viviendo su papel de enfermo, que le mandaron a su medida, y tú desde allí tienes que ponerle muchas ganas, el doble, a estudiar casi solo y aún ayudar al que puedas. Además, sigue jugando con más ganas, hazlo por mí. Tú sabes lo que extraño el deporte, juega por mí y pon lo mejor de ti. Saca tu madera de campeón, así pones en grande nuestro nombre y les enseñas a tus hermanos el camino del triunfo y no el de la mediocridad, el ahí se va, el no se pudo… el ni modo. Nacho, mándame un fax, necesito saber de ti.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Querido Pablo: El sorprendente Pablo, cómo cambias cuando juegas fútbol, o algún otro deporte, hasta en la bici. Como que brilla tu personalidad. Te ves fuerte, brillante, con madera de campeón. Vas a llegar lejos. Ojalá y me toque verte y echarte porras. No te hemos valorado en todo tu esplendor. Es de las desventajas de estar en sándwich entre el sargento Nacho, con fama de campeón y don Joaquín, el entusiasmo andando, ídolo de los de su edad y alrededor. Pero eso te reta a superarte, porque te das cuenta que puedes, que Dios te dio mucho talento, que tienes algo más que la mayoría, eres de los escogidos, reúnes habilidad, fuerza, inteligencia, chispa. Ojalá y no desperdicies tus talentos. Ve cómo, a esta pequeña edad, ya empiezan a repuntar. Ojalá y encuentres un buen entrenador, un buen guía, que pueda llevarte por el camino de la madurez y no te pierdas como tantos privilegiados que por allí se quedan a medio camino. Todo este talento que quede en segundo lugar, porque el primero es estudiar como lo estás haciendo, es la forma de labrarte un futuro para ti, tu familia y tu patria. Cada día que aprendes algo es como si pusieras un ladrillo de la casa donde habitarás, no hay peor cosa que la ignorancia, la mala educación. Échale ganas, Pablo. Aunque no esté junto a ustedes, acuérdate que te queremos.
Te quiere:
Papá
Tucson, Ariz., 18 de diciembre de 1992. Don Joaquín: Acabo de guardar las fotos que me traje. En algunas estás tú, ya te las enseñaré cuando vengas. ¿Te acuerdas de la de Pablo y tú, de futbolistas? ¿Y la de la Piedra Bola con Dany? Me encanta tu cara, tu chispa. Tienes algo, eres un niño especial, un regalo de Dios destinado a algo. Me acuerdo cuando juegas fútbol, las ganas que le pones, por allí traes atareados a los defensas, eres muy peligroso, tú sabes cómo atacar. Lo que no me gusta es verte de faulero, como que no te va. Mejor vuélvete hábil, burlador. ¿Cómo te está yendo en la escuela? ¿Quizá le batalles más? A la mejor estás distraído, no es para menos, pero ya mero pasa la tormenta; a mí ya me está saliendo el pelo, dice tu mamá que parezco alfombra fina, ya se nota, sólo que no me peino porque aún no es hora. No pelees a tus hermanos, es mucho pedirte. Hazte cuate de ellos, que sean tus mejores amigos. No te vas a arrepentir nunca. Lo mucho va a estar en que domines tu carácter. No está muy difícil porque acuérdate que tienes el lado simpático, que me hace reír y no te podía regañar. A ver si me mandas dibujos o carta.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 19 de diciembre de 1992. Imeldita e hijos: Hoy descanso de las radiaciones y mañana podré darme cuenta de cuáles son sus efectos laterales y descansar de ellos. Por ejemplo, mi ex amigo el estómago, hoy con las medicinas, las dietas, la falta de ejercicio, se ha vuelto una estrella lacerante, con una tráquea que cobra todo lo que pasa y pone tantas trabas, empezando con una alarma de carne viva que en cuanto siente que la tocan, hace un escándalo que ya me la pienso. Hambre, como que sí tengo, se me juntan las horas de la comida. Pera me prepara lo mejor, unos banquetes, pero el sistema digestivo está de chocante. Yo creo que es la cortisona. Dicen que es muy brava, y me están dando el doble que en México. Yo creo que pronto le irán bajando, porque no puedo quedarme sin comer. En cuanto a ustedes que vienen hasta acá, les prevengo que vengan más con el alboroto de ver algo, muy poco de Estados Unidos. Es un pueblito sin chiste, con buenas tiendas. No le he hallado otro atractivo, que sí los hay. Otro deseo es pasar la Navidad juntos, vernos, tocarnos, oírnos, cargar las baterías para aguantar otro tramo de la vida. En cuanto a mí, soy casi como un mueble viejo, sin mucho uso, mucho sentimiento y poca acción. Pero estoy aún vivo.
Pepe
Tucson, Ariz., 19 de diciembre de 1992. Hicimos 10-‐10. Oramos juntos, hicimos unas buenas compras, tuve menos hipo, mandamos faxes al hogar. Hay la llevamos. Estamos juntos y de buenas. Me voy a dormir temprano. Estoy tranquilo, mejor que ayer. Pera está ocupada. Leí.
Pepe
Tucson, Ariz., 19 de diciembre de 1992. ¿Cuál es la cualidad que más te admiro hoy? Querida Pera: Hay varias, pero sobre todo el entusiasmo, la entrega, el optimismo, la adaptabilidad. Has aceptado esta situación con mucha inteligencia, haciéndole frente a cada momento. Poco puedo aportar a la causa, casi soy un bulto con muchos achaques. Por fuera como que estoy mejor, pero en cuanto me muevo o quiero hacer algo, veo mis limitaciones. Pero tú has sabido acariciarlas, embellecerlas, me haces la vida más llevadera, porque a ratos como que me canso. El tenerte junto a mí dando tanto, el verte cómo me amas, es mi mejor medicina. Gracias, Pera, yo no sé qué ves en mí, pero sé que me mamas, has hecho más de lo que está en tus manos por ayudarme. Dios y los hijos te tienen que pagar. Yo no sé qué va a ser de mí, pero esas estrellas que has sacado de tu corazón me han ayudado como no tienes idea. Si yo fuera tu papá o mamá estaría orgulloso de esta hija. Si fuera un hijo tuyo sentiría una gran admiración y cariño por esta mamá que Dios me dio. Una gran esposa y madre. Dios te conserve el ánimo y te llene de fuerza. Dios te bendiga, esposa amada.
Tuyo: Pepe
Guadalajara, Jal., 19 de diciembre de 1992. Papi: ¿Cómo estás? Ojalá que igual de emocionado que nosotros porque vamos a verlos. Me da mucho gusto que estés mejor y ya muy pronto vas a regresar. Aquí hay muchísima gente que reza por ti y hasta la abuelita de Polo, dicen que le dan dolores muy fuertes y que todos los ofrece por “Pepe, del que todos hablan” y que aunque ella no te conoce, ella reza y ofrece sus dolores por ti. Las que peinan y depilan en el Club también rezan por ti y hasta el chofer de casa de Sergio; así que imagínate, si ellos hacen eso por ti, que no te conocen, pues los que te conocemos ¿Qué no vamos a hacer por ti? Me da muchísimo gusto que ya no estás pensando cosas feas todo el día, que ya tienes una AMP (actitud mental positiva). Bueno, que te siga yendo muy bien.
Te quiero mucho:
SOFÍA
P.D. Gracias por tu carta. Te mandan saludos los Valencia, Tejeda, Pericos, etc., etc.
Guadalajara, Jal., 19 de diciembre de 1992. Papi: ¿Cómo estás? Espero que mejor. Gracias por tu carta, me gustó mucho. El miércoles fui a una Misa que organizaron los frontenistas en San Javier. Fueron muchos señores y señoras que te mandaron saludar. Jorge Martínez me dijo que te iba a mandar con nosotros una camisa autografiada por todos los frontenistas. Es teléfono no deja de sonar en todo el día, con gente que quiere saber cómo sigues. Espero que muy pronto nos vayamos otra vez a Tapalpa en bici, porque estuvo muy padre. Espero que cada día te sientas mejor. La abuelita de Polo Magaña dice que reza mucho por ti aunque no te conoce, pero que le han hablado mucho de ti. Ahí nos vemos, si Dios quiere el miércoles o jueves.
Te quiere mucho:
MONICA
Mami: ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Gracias por cuidar a mi papá ahorita que más lo necesita. Ahora que no estás, nos estamos dando cuenta de lo difícil que es tu trabajo. Gracias por habernos aguantado a todos y en especial a mí por casi 15 años.
Tucson, Ariz., 20 de diciembre de 1992. Para Don José Romo Gutiérrez y doña Esperanza Anguiano de Romo A mi Tata y mi Abuelo: Usted se preguntará cómo me siento al tener una suegra así como es. Me siento, amado, afortunado, muy contento y agradecido con Dios por ustedes, hasta con Sayula por haber dado esa familia Anguiano que poco los he saboreado, aunque don José les haga bromas, sabemos que son de buen linaje. Han pasado más de 20 años desde que la conozco y a pesar de que parecen muchos, se me han hecho sólo unos días y es que han sido muy agradables gracias a las ganas que le han puesto de ser una ayuda, un apoyo y no un estorbo. Sé que a veces es difícil no intervenir, pero la prudencia ha reinado. Señor, gracias por su amor. Por todo lo que han hecho por nosotros. Aquí estoy, viviendo egoístamente, centrado en mí, mientras ustedes tienen sus propias penas y angustias. Perdón, tengo mis males y riesgos, pero no me estoy fijando que a gentes como ustedes los distraigo y alejo de sus propias urgencias. Nuevamente perdón. Espero pronto regresar con el ánimo renovado y vuelto más hacia ustedes. De Pera, es otra. Ha crecido su corazón, ya mero se parece al suyo.
Los quiere:
Pepe
Tucson, Ariz., 20 de diciembre de 1992. Para Jorge Martínez. Para Jorge y Familia: A veces, muy seguido, me vienen a la memoria los recuerdos de que tú eres mi pareja para el frontón. ¿Te acuerdas qué partidos cuando despedimos a Pepe Lupe antes de su operación? ¿Y cuando le ganábamos a Gilberto las rondas contra Fernando Ramírez y Jesús Flores? Todo eso allí quedó, como algo que nunca nos quitarán. ¿Qué seguirá? Sólo Dios dirá. Siempre viene algo mejor, quizá no igual, pero confiemos en Dios. Físicamente estoy desconchinflado, pero el espíritu está mejor. Ahora me acuerdo de la última vez que salimos con Jorgito, tu hijo, y los míos, en bici. Fue un paseo muy difícil: llovía, los campos enlodados, el se ha de acordar, que te platique. Mientras Salvador mi sobrino tuvo que quedarse por su lesión en la mano y Pablo y Joaquín no pudieron seguir, Jorgito, con ese gran coraje, corazón y entusiasmo, siguió y venció. ¡Felicidades! Gracias Mercedes, gracias Jorge y Mari Mer, por todo lo que han hecho por nosotros. Traten de hacerlo por el de arriba, porque nosotros no podemos pagarles, somos humanos y con muchas limitaciones. De todos modos, gracias. Los quieren:
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 20 de diciembre de 1992. Estimado Jorge Tostado y amigos: Sé que te sigues moviendo como humanamente te es posible, para ayudarnos; te lo agradecemos. No olvidaré nunca la noche que me llevaste a hablar con D. Javier. Fue una noche importantísima, tus palabras principalmente, tu actitud en ese momento definitivo de nuestra vida. Gracias. Sé de tu buena disposición, las oraciones, las misas; el unir sus intenciones nos han hecho a ustedes y a nosotros un corazón más fuerte para las pruebas que el Señor nos pone. Hoy escuché cómo el Padre bueno les cambió su vida a la misma Virgen y a San José. Ellos tenían otros planes, que tú ya has estudiado; sólo te digo que somos muy afortunados de que nos tenga un plan, estos simples que ni a burritos llegamos, quizá piedrecillas, de menos, arenas de su retablo (aquí en este desierto se usan pinturas con arenas), pero que estemos en sus planes. Mi Jorge, gracias por echarnos la mano. Sé que ya te está pagando el de arriba. Pera y yo sólo te decimos ¡Gracias! Has hecho mucho. Más que muchos que creíamos que eran amigos. Cuando regrese, si Dios quiere, visítame, y vuélveme a platicar de Él. Gracias a nombre de Pera y mío.
Pepe
Tucson, Ariz., 20 de diciembre de 1992. Queridos hijos: Hace unos minutos nos enteramos que están muy cerca de que nos encontremos por aquí en Tucson. Mi corazón se emociona, qué alegría. Sé que han hecho un gran esfuerzo, han puesto mucho de su parte. Vienen con tantos deseos y sueños, con ilusiones y anhelos. Gracias. Sé que este esfuerzo y sacrificio les será recompensado. Yo sólo les digo gracias. Es el mejor regalo que recibiré esta Navidad tan especial que Dios nos ha regalado. Su papá no ofrece mucho, pero el que estemos juntos en circunstancias tan difíciles y adversas le da otra dimensión. Gracias hijos, me siento muy orgulloso de ustedes; momentos como éstos sacan cualidades y talentos que hasta nosotros desconocemos de ustedes, pero ya van enseñándome que se puede cuando se quiere. Me retan a seguir poniendo todo de mí para salir adelante en estas pruebas. Sigamos confiando en Dios y poniendo lo que está de nuestra parte y dejemos que El siga haciendo milagros. El tiene muchos planes para cada uno. Vamos dejándole que haga sus maravillas. Nos conoce, nos ama y es bueno. He aquí el milagro, a través de los que hicieron posible que estemos juntos. Gloria a Dios.
Los quieren:
Papá y Mamá
Tucson, Ariz., 20 de diciembre de 1992. Queridos Felipe, Gloria, sus hijos, Juan Pablo, Imeldita, Salvador: No quiero dormirme sin decirles GRACIAS. Ojalá y hubiera alguna otra palabra que pudiera manifestar lo que mi corazón siente en este momento. Un corazón sin puertas les dice muchas gracias. Imagínense el agradecimiento que siento de que hayan podido hacer posible estos momentos para unos papás, perdidos en este desierto norteño, buscando una salud que se escabulle. A esa angustia, súmenle la separación física de la familia en estas fechas tan especiales, en estos momentos que tuvimos que dejar todo a cambio de una esperanza que sólo Dios puede. Pero ustedes hicieron el milagro gracias a su buen corazón, gracias a su espíritu de sacrificio, gracias a alguien que supo inculcarles su espíritu indómito, de voluntad, de amor fraterno, que ahora pocos entienden, pero él, junto con su familia, lo más sagrado, se sacrificó y los involucró y aquí están, aquí llegaron, lo hicieron, estamos felices, nunca se nos olvidará. Hijos, jamás olviden este detalle. Hoy sus papás estamos felices y muy agradecidos con todos estos hermanos que hicieron posible este momento. Muchas gracias por su amor. Que Dios los bendigo y los deje volver con bien.
Los aman:
Pera y Pepe
Tucson, Ariz., 24 de diciembre de 1992. Se siente, se escucha, se huele… ¡Hoy es Navidad! Todo está listo para la llegada de este acontecimiento. Pero ¿Qué es para cada uno? ¿Qué nos quiere decir? ¿Qué espera de nosotros? Para mí, por ejemplo, es una explosión de alegría, que gracias a esa importante fecha hizo posible que otros corazones se esforzaran por traernos esa felicidad hasta esta ciudad; para Pera y para mí, es agradecimiento a Dios, a estas almas buenas que supieron entender las palabras “amor y dar”. Estamos felices. Me acuerdo lo que decía una tía de todos nosotros, la tía Luz Escoto: “Ay, que fuera siempre domingo para poder vernos”. Así quisiéramos que esta Navidad nunca se acabe, que siempre encontremos formas de amarnos, que pueda el Padre bueno sentirse en su casa y siga derramando dones como éste, donde estas familias somos una sola, un solo corazón, un solo espíritu rumbo a la gran meta donde hay un solo corazón. Siéntanse en paz. Vamos por el camino. ¡Aleluya!
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 24 de diciembre de 1992. Si te pidiera un regalo esta Navidad, sólo te pediría que me dejes conocerte más, tratarte, poderte amar, que tengas en este corazón tu casa y traigas al Padre bueno; y así, lo que suceda mientras están conmigo, no me apurará ni me cansará. Es difícil llevar los nuevos “regalos”. Es difícil, pero no imposible, cuando me hagas sentir que no estoy solo, que estoy en tus planes, que soy parte de tu equipo, que soy parte de los escogidos. Este, sí, este regalo quiero esta Navidad. Que pueda sentirme tu cuate, tu amigo, parte de tu plan. Sólo te ocupo a Ti
y a tus gentes. Quizá es mucho pedirte; sí, quizá es mucho para mí, para nosotros. Sí porque Pera, los hijos, Imelda, Felipe, etc. sufren. Pero qué te cuesta, Tú eres poderoso, eres valiente, eres sabio, todo lo puedes, ¿qué se te atora? Y tienes a la Madre que tienes. Aquí sí nos dejaste a tu misericordia, por eso nos abandonamos, por eso recurrimos a Ti, y hasta te gusta. Así que esta Navidad te encargo que me des mi regalo y pueda repartirlo y compartirlo con estos corazones que nos rodean. Que hoy sea el principio de una Navidad diferente, una Navidad que sí cambie estos corazones materiales, duros, sensuales, en corazones divinos, amorosos, espirituales, perdonadores, caritativos, marianos…
Pepe
Tucson, Ariz., 24 de diciembre de 1992. Quisiera regalarles esta Navidad la llave para que pudieran sacar de dentro de su corazón ese espíritu que cada uno tiene guardado en el fondo y lo ha hecho ser diferente, único de los demás, y les pide, les suplica que lo hagan crecer, que no le hagan caso al mundo, que ustedes valen más, son únicos, nunca ha habido ni habrá otro igual, seres irrepetibles. Esa llave es para que saquen lo mejor y tírenla, destrúyanla, si piensan volverlo a guardar. Porque ese espíritu, esa alma, los va a llevar hasta donde se atrevan, no les dé miedo. Si son mujeres, si son hombres, sueñen, imagínense lo que quieren alcanzar, imagínenselo, hagan planes, ayúdense, tírenle a algo grande, cuando menos piensen ya estarán allí. No se queden como el águila que fue creada con las gallinas mientras veía a sus hermanos volar, ella creía que era gallina. Imagínense cómo quieren que sea su futuro, que tipo de
oficio desempeñar, hasta dónde, con qué nivel. ¿Por qué no jefe? ¿Por qué empleado? ¿Qué tipo de esposo? ¿Qué tipo de papá? ¿Qué tipo de madre para los hijos? ¿Sólo eso quiero? ¿Sólo ese sueño? Atrévete a ser grande. Tú eres un milagro. Dios espera mucho de nosotros. Sepamos decirle “Sí, cuenta conmigo”.
Pepe
Tucson, Ariz., 29 de diciembre de 1992. Los días pasan, no les importa si hay alegrías o penas. Ellos corren, avanzan, empujan, atropellan, pero las horas recorren su destino. Nosotros, inmersos en la rutina de las radiaciones, todos los días hábiles a las 10.30 y así hemos acumulado más de 13. El doctor ya nos dijo que acaba la segunda semana de enero, o sea, ya vemos más cerca el final de esta etapa y con esto, la alegría de volver a casa, volver al hogar después de este destierro. Volver al hogar, estar con los nuestros, nuestra casa, nuestros hijos, nuestros vecinos, amigos, parientes, el perro, tus objetos, tu cama, tus espacios, el tener a la mano tus gentes. Realmente hay muchas cosas que ni cuenta se da uno que las tiene o que hasta que te alejas las valoras. Regresar a casa ¿cómo? Lo más probable es que muy disminuido, más minusválido, con todo por recuperar. Dicen los doctores que después de su tratamiento habrá cierta recuperación. ¿Les creemos? Yo creo que con que detengan el mal, ya es ganancia. ¿Cuánto tiempo? Quizá unos meses. Que el señor eche mano de sus recursos y reconsidere el rumbo, porque estamos total y absolutamente en sus manos, somos sus hijos amados y hará de nosotros lo que desee.
Pepe
Tucson, Ariz., 30 de diciembre de 1992. Se está acabando el año 92, año que nunca olvidaré. Un año cargado de experiencias fuertes para nuestras vidas. Independientemente de la enfermedad, el haberme salido de Bombacreto fue un reto muy difícil, un proceso de separación que se llevó meses; un desligarse de tantas dependencias morales, psicológicas, económicas, sentimentales, amenazas, luchas, etc. No me arrepiento, había mucho que ganar. Lo platicamos mucho Pera y yo. Siempre estuvimos de acuerdo; desde hacía años tenía que haber empezado este camino. Pero hasta este año fue posible por la serie de acontecimientos que se fueron cruzando. Hoy me encuentro en mi decisión, “libre” de ese trabajo, esa dependencia, ese jefe, pero no como yo quisiera. Dios conoce mi situación. Me siento como atascado, a la orilla del camino. Estoy descarrilado, quizá ya no emprenda nada. Así como me encuentro le veo sólo la posibilidad y la ilusión de que para Dios no hay imposibles y tenga algo para este hijo suyo y su familia. El conoce nuestros planes, sé que los de El son mejores y quizá a no entre yo a hacer alguna empresa. Me da tristeza, pero me abandono a Él. Confiemos más en sus planes. El tiene un camino de amor. El nos tiene un sendero, una vereda que nos llevará a donde El quiere. El toma el timón de nuestra barca y así, uno se echa a andar, se levanta. El tiene el plano, El tiene el destino, El quiere conducir. Me dio un buen empujón, fuerte, muy fuerte, casi estoy fuera, me queda el casi. ¿Cuáles son sus planes? ¿Cómo entro yo? El sabe. Por lo pronto aquí estoy en el papel de enfermo vía al más allá; esperamos milagros, para El no es imposible, pero sus milagros son de otra forma, más grandes, menos espectaculares y nosotros ahora no los comprendemos y hasta le exigimos que nos cumpla, que nos haga los favores que le pedimos y como que no nos escucha, como si no habláramos el mismo idioma. ¿Qué pasa, Señor, que no nos entiendes? Ya llévate tu tumor a alguna de tantas gentes que se quieren morir, que se quitan la vida, que no tienen ningún plan, ninguna ilusión. Eres dueño de todos, Tú
puedes si quieres. Perdón, me siento como el diablo cuando te tentó en el desierto. No Señor, si Tú escogiste esto para nosotros es que nos amas, porque tus planes son mejores que los nuestros. Así que, adelante. Yo pongo mi cuello, mi cabeza en el cadalso. Tú sabes a qué horas sueltas la guillotina.
Pepe
Tucson, Ariz., 30 de diciembre de 1992. Te decía que este año 92 hiciste unas modificaciones muy extremas, que se escaparon de nuestras manos: el trabajo, el desempleo, la enfermedad. Esta última se llevó casi toda la atención. Hoy todo está dependiendo de si vivo o muero. Ahora la vida ha entrado a un compás de espera. Andamos en Tucson haciendo la lucha a encontrar una esperanza, estoy rodeado de lo mejor del mundo: mis seres más queridos. Dios me ha permitido ese regalo, han sido como ángeles que me transportan entre algodones a mi radiación, me regresan, me dejan descansar para luego llevarme a algún evento o lugar. Les agradezco mucho a ellos como se han comportado, como me han acompañado. Mis hijos, mis hermanos, mis sobrinos cada uno, mi esposa. ¿Qué les puedo yo decir? ¿Cómo les puedo pagar? Soy pobre, muy pobre para agradecer. Sólo me sale decirles GRACIAS. Estoy muy contento de tenerlos cerca. Han hecho posible que refuerce mi deseo de vivir y pasar estos días que se estaban haciendo muy difíciles y me sentía egoísta, teniendo a Pera a mi lado, quitándoles a su mamá que les pertenece y yo ya como que estoy dejando de dar lata. Empezando por Imelda allá, con algo que ni le toca; con Joaquín y Pablo que ni agradecen. Marce y Moni que le saben “hacer el cuento” en momentos que tanto se ocupa lo contrario, y la responsabilidad y la obligación allí presentes. Pero lo bueno es que el tiempo avanza y ya mero por algún lado las cosas llegan a su destino. Ya pronto, estamos cerca.
Ahora vivamos este momento de la vida. De mi parte no tengo más que agradecimiento por todo lo que han hecho por mí y por Pera. Nos han dado más que un rato o días de felicidad. Han llenado nuestra necesidad de pertenencia, a ustedes, a los hijos, a una familia; saber que no estamos solos, nuestra necesidad de autovalor, que somos importantes a los ojos de ustedes, que valemos, que no nos demos por vencidos. Que ante otros somos un símbolo que hay que llevar alto. No cabe la derrota ni el desánimo. ¡Adelante! Aunque a mi cuerpo me lo traigan por la calle de la amargura, acá en el fondo está este espíritu que les dice ¡Hola!, aún estoy vivo y del fondo sale la palabra GRACIAS, LOS AMO. No sé que más darles de mí.
Gracias a cada uno. A Vero que me lee, Juan Pablo que
ayuda a mis niños, Salvador a todos y a Imelda, Pipo, Yoya, Alex, Gloria el espíritu del grupo, gracias. Felipe, el hermano…
Gracias.
Pepe
Tucson, Ariz., 1o. de enero de 1993. Llegué al 93, gracias a Dios. A tiros y empujones aquí estoy. Se veía muy lejana la otra orilla pero ya llegué. Gracias a Dios, a la Virgen y a todos los que me empujaron y sostuvieron para que no me quedara en el camino. ¿Qué quiere el Señor de mí así como estoy? Yo creo que desea que viva mi realidad de enfermo, se la ofrezca y ponga de mi parte para aliviarme. Y que sea un enfermo agradable, que no sea latoso. Ojalá y pueda dar algún ejemplo de paciencia, fortaleza, alegría. Mis seres queridos se me figuran como pajaritos que con sus picos chicos y grandes me ayudan a sostener el “vuelo”. Ellos me levantan, me impulsan, me chiquean, me empujan. Están siempre atentos a los gruñidos que salen por sonido, gracias. Y ¿Qué tal Felipe y su corte? Cómo han sabido ayudar. Han hecho todo y más por hacerme más llevaderos estos momentos que me ha regalado el Padre bueno, que aunque están difíciles, me han puesto mejor. Gracias, ha sido muy confortante tenerlos cerca a todos ustedes. Juan Pablo, elemento indispensable. Cómo encaja. Salvador, ayudador en lo que se ocupe. Pipo, marcando su camino de dar. Alejandro, observador, queriendo ser él el que da. Vero, la chispa, la generosidad. Yoya, haciendo su vida. La mamá Gloria, el impulso, la energía. Todos han sido una gran familia, una gran compañía. Está llegando el momento de que se marchen, mañana es el día. Nos da mucha tristeza, pero vamos pensando que sólo se adelantan, sólo son unos días, luego los alcanzaremos y por mucho tiempo estaremos juntos en nuestra patria, nuestra ciudad, nuestro hogar, nuestro seno familia. Ustedes sólo van por delante. Aunque no escuche sus voces, sus risas, sus llantos. Unos los guardaré aquí en mi corazón y otros sé que allá estarán esperándonos. Que esos besos húmedos de “buenos días” nos están aguardando.
Le pido a Dios con mucha fe y a la Virgen, me concedan la dicha de volver a la normalidad, ser papá de estos polluelos y palomas; hermano, tío, amigo y vivir de nuevo. Me devuelva algo de mi energía, poder pasarme los líquidos en forma normal, alimentarme naturalmente. Quizá sea mucho para mí, pero al Poderoso ¿qué le cuesta? Todavía no termino mi misión de padre y esposo, eso creo yo. Pero El tiene sus planes y yo sólo debo decir: ¡Hágase tu voluntad! Qué curiosa la vida de los desahuciados. Lo eterno toma cada vez más importancia. Por un lado está el atractivo de que un Dios Padre, lleno de todas las cualidades: la belleza, la sabiduría, la verdad, el amor, la justicia, la paz, la quietud, los ángeles, arcángeles, los santos, los profetas, tus antepasados, los mártires, Jesucristo, la Virgen, como que todo lo bueno, lo valioso, lo hermoso allí está esperando. Son regalos del Padre a sus elegidos: la música, los sonidos, las armonías, los cantos celestiales, los cielos, los planetas, la eternidad, alabar a Dios eternamente, donde ya no habrá penas, tristezas, enfermedades, dolores, angustias, temores, decepciones, enojos, violencia, contaminación, hambre, guerra, odio y no sé cuántas cosas más. No está mal, es muy atractivo. Acá de este lado me aferro a la vida. Quedan en mis manos, tengo sujetos a Pera y a nuestros hijos, hermanos, sobrinos. Pero abro las manos y te las entrego, Señor mis posesiones. Tú ponme en donde quieras. Tú conoces lo que me conviene. Qué soy yo, nada. Si para ti soy importante así como estoy, qué bueno. Mira, qué bueno que te fijas en mí y me chiqueas como en estos días en que me rodearon de amor. Todos estos días en que me hicieron sentir que no estoy solo, que me aman, que me quieren, que hay que seguir luchando. Les prometo seguir poniendo de mi parte lo que en mí esté, como ir a las radiaciones que sé que son tan agresivas y sabe Dios qué consecuencias tendrán y luego la quimioterapia que es peor, y la cortisona que estoy tomando, que sólo ellos saben, pero ahí estoy en lo que puedo y tengo. A ver hasta dónde llegamos… Padre estoy en tu manos, haz de mí lo que
quieras… por todo lo que haces te doy gracias… sólo me basta tu amor… Déjame sentirme de tu mano como un chiquito cuando su papá lo lleva de la mano cruzando calles y el niño va feliz brincando, corriendo, sintiéndose tomado, llevado, protegido, paseado. Me acuerdo cuando mi papá me llevaba al “centro” de la ciudad y me incorporaba en su plan. Iba feliz. Me acuerdo de los aparadores y la mano fuerte de mi papá en la mía, su traje a la moda. ¡Qué bonitos paseos! Así ahora échame la mano y vámonos a donde Tú quieras que vaya. Tú conoces mis intenciones, pero Tú tienes las tuyas.
Pepe
Tucson, Ariz., 1o. de enero de 1993. A Pipo: Quisiera platicar mucho contigo. Tengo tanto que contarte, pero la voz se fue y voy a tratar, aunque sea entre renglones, de decirte algo, porque todo me cuesta mucho trabajo. Primero, acuérdate que yo conviví con tu papá muchos años. Nos conocimos bien, fue una lucha de dos temperamentos, yo digo que inútil. Me hubiera gustado tener amistad con él. En ti ya han pasado muchos años de hermandad o lucha con Alex. No sé, pero si yo volviera a vivir, buscaría qué hacer para evitar ser enemigos y hacer de alguien de mi misma sangre un amigo, sí, amigo. Y qué mejor: hermano. Es un regalo de Dios tener un hermano. Nunca es tarde para empezar. Yo no cambiaría a ningún amigo por un hermano. Te veo en un proceso normal de evolución, aunque con muchas angustias de tu imagen. Como que te exiges mucho, todo quieres “ser” ya. Exitoso en los negocios, en los amores, en la amistad, en la sociedad y no sé qué más. Yo, si estuviera en tu edad, viviría esa época como hijo de familia en esa edad. Aprendiendo de tus papás lo bueno, haciendo vida familiar. ¿Cuántos años crees que te queden de comidas familiares? Te asustarías de lo poco que queda, todo cambia tan pronto y nunca regresa, todo está en movimiento continuo. Esos papás que ves como que son eternos, jóvenes, alegres, amorosos, apoyadores, de la noche a la mañana pueden cambiar. Vive el ahora. Igual esos hermanos que ves a la mano, mañana ya no estarán. De los amores, pídele a Santa Rita que te escoja una buena compañera, alguien que de Dios venga. Déjalos que te den tu esposa, amiga, amante, madre, socia, enfermera, nuera, cuñada, es algo muy delicado y déjate llevar. Ellos saben qué
te conviene. Olvida el pasado, que el pasado entierre sus muertos, por algo no te convino. ¿Qué sabe uno? Yo sufrí mucho por eso y qué inútil. Créeme, es tan agradable, tan sabio lo que Dios tiene, que más vale que enfoques ese tiempo, tú que puedes hacerlo y sabes, a orar. Platícale a Dios tus planes, cuéntale como a un amigo y déjale actuar, sé dócil. También si fuera tú, aprovecharía y sería más deportista, en forma diaria, para canalizar esa energía doble que traes y poder estar sin el cigarro de una vez. Le ganarías a la vida y aprovechas ese físico y cualidades que Dios te dio. Seguiría el ejemplo de tu papá; a la mejor te ha pasado de noche, pero ha sido un campeón en su especialidad del frontenis. Eso le ha dado muchas satisfacciones, amistades, buenos momentos, buenas experiencias. Tú escoge lo que quieras, y sé constante. Otra cosa que te envidio y no desperdiciaría es la música. A ti te dio Dios el talento, explótalo, no lo dejes para la vejez. Tus amigos, tú, tus hijos, tu esposa te lo van a agradecer. No te vas a arrepentir de que en tu hogar por allí algún talento emita sonidos musicales y llene el hogar de acordes en lugar de llantos y quejas. La vida sería más llevadera. Disciplina, Pipo, disciplina para todo. Haz tu programa diario de acuerdo a lo que quieras llegar a ser. Pont un plan a 5 años y recórrelo hacia atrás. ¿Dónde quieres estar dentro de 5 años? ¿Qué pasos tienes que dar? Y ponte un plan para cada día, cada hora. Te sorprenderás de lo rápido que llegas. El tiempo de todos modos pasa, yo luego te platico sobre esto. Tengo una experiencia muy interesante. Por ahora ya se me acabó el gas, el ojo necesita descanso. Ojalá y te sirvan estos renglones.
Con cariño:
Tu Tío Pepe
Tucson, Ariz., 2 de enero de 1993. Ya se fueron hace como 5 horas, se adelantaron, partieron rumbo a su casa, su hogar, su patria. Ya están en México, van presurosos rumbo a su ciudad. Yo sé que cada minuto que pasa también corre a mi favor y el de Pera. Pronto nosotros los alcanzaremos, también el tiempo avanza en el mismo sentido. Aquí observo el calendario y veo que lo más difícil pasó: las primeras semanas de radiación sin saber cuáles serían sus efectos, la soledad, el hastío; hoy lucho contra la monotonía, el aburrimiento, la impotencia, los “regalos” de la enfermedad. Antes era para mí un placer leer y escuchar música. Ahora, algo les pasa a mis sentidos, la música no la aprecio igual, algo pasa, la lectura con un ojo y algo en la cabeza, no es igual, pero me está ayudando a pasar estas horas. Me dan ganas de acostarme y descansar de estar sentado. Las pompis protestan. Qué delicadito. Señor, así como estoy cuento contigo. Échame la mano, Tú eres mi único apoyo junto con la pobre de Pera. ¿A dónde me llevas? A donde quieras, pero que sea junto a Ti.
Pepe
Tucson, Ariz., 4 de enero de 1993. Pera ¿Qué me gusta de ti hoy? ¿Sabes? Me gustas toda, pero especialmente me llama la atención el silencio y discreción con que me acompañas, me haces más llevadera las horas, sabes estar y sabes desaparecer. Es difícil cuidar un enfermo, yo no podría. Tú has sabido aprender, inventar y salir adelante. Has sido una gran compañera, porque hoy no soy esposo, soy enfermo, a veces latoso, medio sucio por las babas, pero allí estás sonriente, con los papeles o servilletas al lado para ayudarme a comer, que se ha vuelto una lucha. En fin, Pera, te doy nuevamente las gracias. Amor ya lo tienes. Ahora ni caricias te puedo dar, pero te quiero como eres. Me gusta verte alegre, fresca y como ahora lo haces, pintando. Me siento pleno contigo, te veo bella, hermosa, como cuando te conocí. No has perdido tu frescura. Nunca creía que fueras tan grande, que pudieras desenvolverte como lo has hecho. Sólo Dios sabe de lo que somos capaces. Qué bueno que me tocaste tú, que Dios te puso en mi camino. Te bendigo y beso tus manos y ojalá alguno de nuestros hijos sepa devolverte algo de esto que me has dado cuando tú lo ocupes, porque yo no creo poder.
Te quiero:
Pepe
Tucson, Ariz., 4 de enero de 1993. Estoy en el fondo de una profunda barranca, muy profunda, sin fuerzas, con el lado izquierdo como de estorbo o de adorno, el ojo, la garganta, la voz, pero sobre todo las fuerzas, la energía. Qué trabajo hasta para ver la hora del reloj. ¿Cambiaré?, ¿saldré?, sólo Dios sabe, El me puso aquí; Pera y yo ponemos lo que podemos, lo que tenemos; qué difícil camino, quizá sea por la novedad de verme del lado de los caídos, de los enfermos. Vivimos esta tormenta; todo estará bien, quitando la enfermedad. Pera de gran ayuda, una gran compañera, los dos solos, con todas las horas del mundo para atendernos; tanto que queríamos unas vacaciones solos, pero nos las dio raras, porque paso más de 5 horas del día comiendo, tratando de pasar los alimentos, y otras descansado. Fe en Dios, esto también va a cambiar, ¿ya iremos para arriba?, ¿todavía hay espacio para abajo?, ¿no he tocado fondo antes de partir? Dios sabe. ¿Me regresará con los sanos?, ¿volveré a la vida normal? Silencio, sólo me toca hoy, estas horas, ya mañana es otro día. Gracias por este día. Bendito seas, Señor.
Pepe
Tucson, Ariz., 4 de enero de 1993. Estimados hijos, hijas e Imeldita: Qué bueno que llegaron bien, fue un alivio cuando nos hablaron que ya estaban en casa. Aquí su mamá y yo estamos disfrutando de la soledad, planeamos los días más despacio, y así ya se nos acabó el lunes 4, ya mero nos dormimos; hoy tuve nota buena, porque hice mis ejercicios para el brazo y la pierna huelguistas; en la noche caminé alrededor de los apartamentos 3 vueltas, qué no ni qué no, a caminar, con Pera de bordón. Ahí la llevo. Les pido que unan su intención de la oración a la Virgen, que aunque sea me componga en partes y ahora le estamos pidiendo la sanación de la garganta para poder comer y beber con normalidad, aunque no pueda hablar; que pueda comer y beber porque cada día es una triple batalla de los mil demonios, ¿se oye feo? Pero así es, todo un show.
Los quieren:
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 4 de enero de 1993. Estimado amigo Juan Ángel Leaño: Aunque sean unos renglones, pero te quiero agradecer de corazón todo lo que siempre has hecho por mí y los míos: gracias. Me cuesta mucho trabajo todo, disculpa la letra. Esta prueba es difícil. Sólo con la ayuda de Dios y las gentes que nos quieren la vamos sorteando, hasta donde El lo disponga. Posiblemente regresemos a Guadalajara para el día 15 de éste; las condiciones en que regreso ya te las has de imaginar, pero el deseo de estar en el hogar es muy fuerte, ver nuestra casa, los hijos, los amigos, la colonia con sus parques, etc., todo lo extraño. Pero lo importante es vivir cada día, ya no pido más. Ahora batallo hasta para poderme pasar un vaso con agua, porque de los “regalos” de esta enfermedad, uno es que me dejó la garganta desconchinflada y tomar un simple vaso con agua es una lucha y cómo se antoja tomárselo corridito. Imagínate un coco helado con ginebra o una margarita, ésos son los antojos de esta garganta seca. Juan Ángel, saludos a Rafael Vargas, Jesús Ángel, a Toño tu compañero de despacho, a Tato, etc. A ti y tu familia, a tu señora Patricia, un abrazo de pésame por la muerte de tu señor suegro. Aunque no tuve el gusto de conocerlo, sólo de ver los hijos se sabe era una gran persona. Saludos y pésame a Héctor, Conchita, Pepe González Iñigo, etc. No dejes de mandar algún fax. Aquí tenemos dos lugares en donde nos hacen favor de recibir. Gracias por tus oraciones y buenas intenciones. Nuevamente estamos en manos del que yo creo que nunca hemos salido y sus planes son mejores que los nuestros. No los entendemos, pero confiamos en El, no nos abandonamos a Él,
cuesta trabajo porque nos desconcentramos, nos asustamos, no la creemos; me veo en el espejo y me pregunto ¿ése soy yo?, no es posible. Pero el espíritu es el mismo, es el que me mantiene, es eterno. Ojalá y no me lo desconecte, porque del cuerpo ya recogió varias cosas, pero si estoy en sus planes, vamos bien. El es el titiritero, El mueve los hilos, uno debe bailar la que le pongan ¿no crees? Estimado y fino arquitecto, recibe un abrazo.
Los quieren:
Pepe y Pera
Tucson, Ariz., 7 de enero de 1993. Pepito: Qué difícil me resulta ahora todo aquello que era sencillo. Me siento tan inútil, tan limitada, es como querer estar en otro mundo y tener que aterrizar en éste. Qué cerca te tengo, pero qué lejos te siento. Cómo quisiera meterme en tu corazón, sentir lo que sientes, desear lo que deseas, sanar tu corazón, devolverle la vida a cada uno de tus sentidos y verte sonreír. Volver a verte alegre, optimista, trabajador. Qué no daría por darte todo esto, por estar en tu lugar y sacarte de esta esclavitud, acercarme a tu dolor, a tu angustia, tan solo para entenderte mejor. Pero Dios lo quiere así. ¿Por qué? No lo sé. ¿Para qué? No tardamos en saberlo. Quisiera poder decir las palabras adecuadas que no perturben tu corazón, pero que te traigan luz y paz interior. No sé hacerlo, pero sí puedo decirte que eres lo más grande que me pudo suceder; aún ahora, nada me ha acercado más a Nuestro Señor que tu dolor, pero al mismo tiempo tu valor y tu serenidad. Sólo me resta pedirte que no te des por vencido, que luches por sanar. Dios nos está haciendo el milagro, recuerda esto y no dudes. Confía, desea, espera y pide una y mil veces tu salud, completa y absoluta. Recuerda que aunque somos los últimos, los más pequeños a los ojos de Dios, El está con nosotros, con tu familia que tanto te necesita. Paciencia, papá, paciencia.
Te amo:
Pera
Tucson, Ariz., 9 de enero de 1993. Mi querida Moni: No puedo negar que nos duele no estar a tu lado en esta fecha tan bonita e importante, pero tú ya sabes que entramos en una “avalancha” que va arrasando todo, fechas, onomásticos, acontecimientos. Se ha llevado la de los “20 años de casados”, ese día me intervinieron, Navidad, año nuevo, bodas, cumpleaños, y nosotros nos hacemos fuertes y celebramos el acontecimiento porque las fechas sólo nos servirán de referencia; así que te felicito, y celebramos que entras a otra etapa de tu vida, eres una dama, ya dejas de ser niña, ahora empiezas con una madurez que muchas envidiarán, esta nueva época, en donde ves una realidad dura, cruel, con lo que nos pasa, pero que es para bien, así y todo es para bien. Qué difícil aceptarlo, pero no nos queda de otra sonreímos, nos limpiamos las lágrimas y adelante, a vivir este día que el Señor nos da. Me da mucha felicidad descubrir tu forma de pensar, me gustó, se me hizo un tesoro, ya notaba que eras inteligente, muy inteligente, dale gracias a Dios, vale más que tu belleza que es como las flores, no te abraces a ella, cultiva tu inteligencia, explótala para tu bien y de los demás, cuida tu alma, el mundo está lleno de peligros, escoge tus amistades, ellas te hunden o te elevan, toma a la Virgen de modelo, que sea tu compañía el resto de tu vida, no te arrepentirás.
Te quiere:
Tu Papá
Tucson, Ariz., 9 de enero de 1993. Mi querido Jesús: Paciencia, mucha paciencia ocupo, Señor. El saber que estás conmigo aunque no te sienta en estos momentos de prueba, el saber que Tú permites esto para nuestro bien, que todo está en tus manos; yo estoy vivo porque Tú quieres; para lo que me queda al despertar, lo mismo amanecería del otro lado de los vivos. Soy ahora un pedazo de ser, mi cuerpo está más allá, mi mente es la que queda con un poco más, pero no crean que mucho. El sabe, El me sostiene, El me lleva a algún lado, junto con ustedes. Lo que queda de mí, aflojo mi ser y se lo entrego. Tómalo, Tú me lo diste, ¿qué me quieres devolver? Hoy hasta escribir ya te lo andas llevando, era mi ventana con ellos; el leer me lo estás haciendo difícil. Tú sabes, pues aunque ya esperábamos regresar a casa, con tantas ilusiones y entusiasmo, ándale, que nos pones 5 días más. Tú sigues mandando. Qué patrón tan duro eres a veces; pero dame paciencia y también a estos ángeles que me acompañan, Pera y Lupita mi hermana. Yo te pido que ya no me des otras enfermedades, ya no le compliques, espérame tantito. Ya no tantos “regalos”, ayúdame a llevar estos momentos, Tú puedes. Déjame entenderte, ayúdame a comprenderte. Recibe mi ofrenda, junto con la de mis ayudas y los sufrimientos de mis familiares y amigos.
Pepe
Tucson, Ariz., 12 de enero de 1993. 6 p.m. Mañana es miércoles, día de la última radiación. Yo ¿qué les diré? Que me da mucho gusto porque quizá empiece la recuperación. De cómo me siento, me veo, me ven, porque ahora está jijo. Es como una caída. Poco a poco, es cierto, han parado muchas cosas de las que nos traían preocupados. Pero otras como el comer, qué difícil. Bueno, mañana a estas horas tenemos que estar en casa. Eso me da mucha alegría. El viaje no será fácil, el traslado de mi humanidad. Ánimo, ya mero veremos a los hijos, los hermanos, los amigos, el hogar. Señor, gracias. Que sea para bien. Pera ya empacó. Lupita está lista, ya se estiró; sí porque se la pasa dando slogans, es como una gimnasia. Dicen los doctores que poco a poco me voy a sentir mejor después de sus tratamientos y yo mejor les creo, para que no me derrote, porque ahora hasta Santi me tumba, no puedo ni con mi alma. Pero creo en Dios, El me sostiene, porque ahora sí me tiene más abajo que en la lona K.O. Pero lo bueno es que El conoce a su chante, El me da las dosis, El sabe hasta cuándo y hasta dónde me lleva. Ya ni las letras las encuentro, pero quiero dejarle mi confianza a Él y a su Madrecita. Ustedes me sostienen, me acompañan. No me dejen solo. Tucson, Ariz., 13 de enero de 1993. Por fin llegó el día. Hoy es la última radiación. Ya nos vamos a casa; cohetes, brincos, alegría. Todo está empacado. Sobraron cosas. Unas las guardamos con un amigo para cuando vuelva al otro tratamiento. Lo que importa es terminar esta etapa y después lo que sigue.
VUELTA AL HOGAR
Lamentablemente, ya el tumor había lesionado funciones vitales del organismo de Pepe…
Guadalajara, Jal., 20 de enero de 1993. Llegamos hace 8 días, muy contentos, bien recibidos, como unos campeones. Los días han pasado, Pera muy bien, ha cambiado sus quehaceres por las obligaciones. Le han ayudado conmigo, que cada día me vuelvo una carga. Sí, voy dando pasos hacia atrás, me estoy acabando, me estoy consumiendo, urge un cambio, voy cayéndome, vean, ya ni escribir, no puedo moverme por mí mismo, dependo de los demás. Auxilio, me hundo, algo va mal Dios mío, sálvame, estoy en el límite de mis fuerzas, soy una barca a la deriva, soy un náufrago, agoté mis reservas, veo pasar las lanchas junto a mí: ¡Súbete! ¡Tú puedes! ¡Ánimo! ¡Hola, aquí te estamos esperando! ¿Qué tal? ¿Ya mero? ¡Estamos pidiendo por ti, allá te esperamos! Gracias, pero no puedo ni con mi brazo, menos con el remo, pero con un milagro llego el primero. Mientras, Dios sabrá hasta dónde y cuándo, porque las fuerzas se acaban. Se acerca el principio del final de esta etapa. Ojalá y entiendan mi letra, pero es parte de este espíritu que se apaga. Ya descansaremos todos. Ofrezco esto por Dios, por la Iglesia, por la salvación mía y la de ustedes. Gracias por todo, que Dios los bendiga.
Guadalajara, Jal., 30 de enero de 1993. Papi: Más vale tarde que nunca, que aunque te felicité con palabras, ahora lo hago por escrito. ¡Feliz 46 aniversario! Espero que cumplas muchos más y veas a los nietos de Santiago. ¿Sabes? En uno de los faxes que mandaste me decías que querías saber qué pienso y ahí te va. Creo que eres muy raro. Cuando estabas sano decías, repetías y volvías a decir que tuviéramos fe siempre en Dios, que tú confiabas en que todo lo que El hacía era para bien de nosotros, que El lo puede todo, que El ya tiene sus planes, etc. Y ahora que estás enfermo, te veo desanimado, triste, desconsolado, apagado y muy calladito. Siento que ya te diste por vencido. Entiendo que te sientes muy mal, pero creo que hay momentos en los que te sientes un poco mejor y sin embargo no parece que te aproveches y trates de programarte a decir: “¡De aquí, hacia arriba!” o como si pensaras que como así te pasa, después de lo mejor tiene que venir lo peor. No sé si me entiendas, lo que quiero decir es que ¿dónde quedó el optimismo, el buen humor, tus puntadas? ¡Ánimo, papá! Tú puedes salir adelante. Es imposible que una persona como tú se deje vencer; sólo ve hacia el frente, rompe esas barreras que se están construyendo en tu mente, lucha contra ellas; proponte metas, ilusiones por cumplir, sueña, busca alcanzar tus ideales, antojos, todo puedes, sólo piénsalo y lucha por alcanzarlo: -‐Tú parado en un pie sobre la moto.
-‐ Otra gran empresa como la que hiciste en Bombacreto. -‐ Tú con mi mamá otra vez por toda Europa. -‐ Muchos letreros que digan: “Pepe Escoto, campeón de frontenis”. -‐ “Pepe Escoto, campeón de fútbol”. -‐ Un partidazo de tenis. Sueña papi, imagínate todos tus antojos, lucha por alcanzarlos todos. ¡Sí, se puede! Dios nos ama, y más quizá a ti porque estás en su mano ahora más que nunca y te va a sacar de este agujero en que te estás metiendo. Por lo pronto trata de no meterte más. Bueno papi, acuérdate de que no es regaño, ni mucho menos, sólo es lo que siento y pienso. Pero hay algo mejor todavía y es que te quiero mucho y quiero que conozcas a mis bisnietos.
Marcela
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 31 de enero de 1993. Me siento mucho, me da tristeza no poder decirles “lo siento”. Son momentos difíciles, pienso que de ésta no libro. Me duele en el alma tener que dejarlos. Gracias por todo lo que han hecho por mí, hasta esta forma de poder decirles los amo, los amo, los amo. Todos han hecho lo imposible, pero el Padre bueno tiene su plan. Necesito tanta paciencia.
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 1o. de febrero de 1993. Quiero salir con dignidad. Qué raro es morirse en pedazos. A uno, tanto miedo que le causa el infarto, pero cuando de morir se trata, qué mejor solución. Porque por este camino se está poniendo muy difícil. Lo bueno es que va rápido el paso al más allá. El pensar alimentarme por sonda el resto de mi vida, depender de este tubito, de lo que quepa por su diámetro o por la operación que me iban a hacer, no. Es difícil, me deprime, veo que se han llevado muchas cosas para vivir con dignidad, no me interesa esa clase de vida. Seguiré poniendo de mí, no quisiera quejarme, pero qué raro, qué extraño morirse en pedazos. Físicamente no soy nada, espiritualmente queda un poco más, pero ese espíritu ya se lo están llevando, así que si mañana ya me desconectan y digo algo que no está en mi línea, ustedes me comprenderán. Nunca pensé que pudiera amar tanto a mis hijos. Es increíble. Ahí los tuve tantos años, sin embargo no los aproveché. Ojalá otros papás lo hagan. Ahora se me acabó el tiempo, el juego terminó. Hace un momento se fue D. Javier. El dice que viviré hasta los 100 años, que pida a Dios vida. El se expresa en términos lógicos, nadie conoce la fecha final, es cierto. Pero hay avisos muy claros que no necesita uno ser un gran médico para saber que algo anda mal. El mal ahí está, es como una pesadilla. Amanece, pasa el día, los doctores hacen su mejor esfuerzo, veo que luchan con lo mejor que tienen, pero mientras el de arriba no quiera, todo es por demás. Independientemente de la ciencia médica, está El. El tiene la última palabra.
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 1o. de febrero de 1993. Queriendo empezar esta comunicación contento de que el esfuerzo no se pierda en vano, hoy he recibido alientos diversos que me hacen luchar un día más. Por ejemplo, ofrecer los sufrimientos por las vocaciones sacerdotales, que haya más y mejores, tanto bien que hace un buen sacerdote. Otra causa, mi amigo Max, al que las tinieblas de la noche lo han cubierto, su esposa lo dejó y su madre ya se le adelantó, dejándolo más solo. Dentro de lo malo que me siento, creo tener mucho qué agradecer a Dios y no se tome como el estar mejor, sino el verlo con diferentes criterios. En este escribir, en que cada palabra la debo ir capturando con mucho esfuerzo: primero buscar la palabra, luego tratar de armarla entre todas las letras. Con un ojo verifico que salga lo que intento decirles, pero siquiera encontré una forma de que les comunique; así que aunque sea poco, éste es un medio para que fluyan los sentimientos. Por ejemplo, me siento muy amado y bendecido por Pera. Todo lo que hace por mí. Y mis hermanos y hermanas, los amigos. También me siento muy afortunado porque Dios nos ha rodeado de una serie de apoyos, que si no fuera por su ayuda, aquí quedaríamos despasurrados. Hoy, como de costumbre, vino el doctor y me dijo que en dos días, si todo va bien, ya podré irme a casa. Qué padre, pero en qué condiciones. Estoy igual a como estaba, pero ahora con esa alimentación por sonda. Hay una modificación radical en mi vida, desde cómo me alimentaba hasta cómo voy al baño: pero ya no son esas luchas contra la comida, cada 4 ó 5 horas. En cuánto tiempo volveré a la normalidad, sólo Dios sabe.
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 2 de febrero de 1993. Quiero empezar este día poniéndome en manos de nuestro Padre amoroso. Sólo le pido que camine junto a mí y los que quieran, que vayamos como a un paseo por el campo, junto a un amigo al que hace mucho no vemos y al que queremos decirle cuánto lo admiramos, y escucharlo horas porque El es muy importante en nuestras vidas y el amor entra por el conocimiento. Nadie ama lo que no conoce. Yo creía que era a base de sentimientos, de inspiración.
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 3 de febrero de 1993. Dios mío, me siento muy aislado, será la anestesia, será. Pero que feo es estar sin poder comentar nada. Cada día peor. Perdónenme por crearles esperanzas, pero no me hago el ánimo. Los amo, hacen mucho por mí. Ya me van sacando de la jugada, hoy no esperaba que fuera para atrás. Los oigo lejos, los veo lejos, es como una pesadilla. Yo sé que todo lo comprenden, también sé que pocos me apuestan a que salgo de ésta, pero la última carta la tiene el gran Maestro, El puede. Aquí sólo somos sus peones; mientras, participo en estos misterios de la vida de donde me va sacando a empujones del escenario. Hoy no sólo no puedo hablar, siento como que me alejo, que me retiro, hasta oigo mal. Veo mal. Pero sé que son ustedes, los más queridos, los más cercanos…
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 5 de febrero de 1993. Queriendo comunicarles algo para los que tienen mucho interés, aunque me cuesta el triple, pero todo sea para bien. Esta mañana estamos más optimistas, con un poco de ayuda de Dios podría ir saliendo hacia arriba. Por un lado los nutrientes me fortalecen y podré ir recuperando mis fuerzas por el otro, con la atención adecuada a las vías respiratorias. Hemos puesto lo mejor de nuestra parte, sólo esperamos el milagro. Ahora estos renglones son para Pera: En esta prueba de amor, ahora que la enfermedad nos separa, nos aparta, Dios siga con nosotros. El conoce hasta dónde podemos. Yo por medio de esta máquina de escribir, proclamo que TE AMO a pesar de tantos obstáculos. Hasta aquí se imprimen sólo unas palabras de las que quisiera decirte, pues me han quitado el habla, me han quitado el tacto, no te puedo acariciar, no te puedo tocar, pero a pesar de todo, con actitudes nos amamos. Y si Dios nos devuelve nuestra relación anterior, seremos dichosos mientras vivamos, cada día con las sorpresas que Dios nos vaya regalando. En fin, querida esposa, en esta prueba nada más queda decir: Señor, por hoy, a tus órdenes.
Pepe
Guadalajara, Jal., 5 de febrero de 1993. 6.50 a.m. Papá: Aprovecho para escribirte porque ya se me fue el sueño ¿Sabes? Ya no sé qué es lo que siento; no sé si es coraje, miedo, confusión o tristeza, o igual y es todo a la vez. - Tristeza, porque eres mi papá y a nadie que yo conozca le gustaría ver a su papá así, porque veo de repente que no puedo ayudarte más que con mi apoyo y mi oración, porque no quiero verte así, y es por eso que huyo a veces de ese cuarto, para no llorar. - Miedo, porque veo a mi mamá, a mis hermanas y sobre todo a mis hermanos desubicados y me da miedo que nos puedas dejar, si esa es la decisión de Dios. - Confusión, porque de repente siento que ese no es el papá que yo tenía, que luchaba, luchaba y luchaba por alcanzar lo que se proponía y lo lograba, el papá que me decía “termina lo que ya empezaste”; creo que ahora te toca a ti, si ya empezaste un tratamiento que nos dio esperanzas a todos, créelo, puedes salvarte. Cuando se termine el tratamiento podrás decir eso no sirve o eso sí sirve, pero antes no. - Y coraje, porque te das por vencido a cada ratito; es cierto, yo no puedo saber cómo te sientes, pero por lo menos creo que poquito sí, y con eso tengo para decir ¡Qué horror!, pero es que yo no tengo fuerza ni carácter para luchar y salir adelante como sólo tú sabes; siento coraje porque se te olvida que eres el plato fuerte de la comida y sin ese platillo no quedamos satisfechos y al no comer ése, cada día nos vamos haciendo más flacos y débiles y más si somos menores de 15 años de edad que es cuando más y mejor debemos alimentarnos de ese platillo tan importante.
No sé si te interese y quieras que te haga una lista de las personas que te necesitamos. Podría comenzar por Dios, que El te necesita aquí con nosotros para que sigas siendo el Pepe que todos conocíamos, y sigo con mi mamá, que no se cansa, ni se tira a llorar porque ella tiene fe en Dios, cree en tu recuperación total, igual que muchísima gente que te quiere; luego siguen Sofía, Marcela, Mónica, Nacho, Pablo, Joaquín, Santiago, que necesitan un papá de quién aprender y con quién vivir, piensa en ellos. Y sigo con tus hermanos Lucha, Lolita, Felipe, Leticia, Lupe, Imeldita, Checo, tus cuñados, suegros, consuegro. Acuérdate también que tienes 10 hijos porque no sólo somos nosotros, sino que faltan tus sobrinos Felipe, Juan Pablo y María Leticia, de los que has sido también como su segundo papá; lo siento, no tienes pasaporte para otro lugar, más que para el lugar en donde vives, la tierra. Espero ya no volver a oírte decir “me voy”, esas palabras ya no existen, bórralas de tu mente. Ahora mejor di “ahí voy”. Acuérdate que con decir la frase que ya no se puede ni escribir, no te ayudas en nada más que a empeorar. Espero al igual que la lista de personas que te queremos y que no escribo porque nunca terminaría, verte en poco tiempo arriba de la bici, diciendo “vámonos a Tapalpa”. Destiladeras también quiere verte pronto. Ya quitó las matas con espinas y las piedras del camino para que te tires boca arriba en la arena para decir “Gracias Dios mío, que tonto fui al decir cosas negativas aquellas veces cuando estaba enfermo”. Ya no hay: es que…, ni pero…, ni qué más quisiera…; busca y lucha por alcanzar eso que más quisieras. En lo que yo pueda, sabes que ahí estaré. No nos falles, papi, y saca tus cualidades y ese carácter que has guardado en un cajón con llave. La llave está en tus manos, sólo te hace falta tomar fuerzas y tener fe en que al abrir el cajón vas a encontrar esas cualidades que ya se cansaron de estar sin usar. No lo pienses más, mejor sácalas ya. Te quiero muchísimo.
Marcela
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 6 de febrero de 1993. Buenos días ¿Cómo amaneciste? Y así paso las horas y los días viviendo el milagro de cómo subsisto. Cómo le voy a hacer en este día con tantas limitaciones. Unos hermanos se dan cuenta bien cómo van las cosas y no están satisfechos. Ven que me consumo, como una ofrenda se va apagando la vela. Mucho optimismo, mucha fe, pero me voy consumiendo. Los doctores han hecho su trabajo muy bien, pero tengo un gran enemigo que es al que no hemos desterrado, allí está haciendo estragos y es el que modifica el metabolismo y tiene a los doctores desconcentrados. Por lo pronto, viviré este día como mejor pueda. Señor, cada hora, cada instante, las veinticuatro horas de este día te las ofrezco. ¿Qué quieres hoy de mí? Por un lado, lejos de todo, es como muerto en vida; todo tan extraño, todo nuevo en esta pesadilla. Realmente no acabamos de despertar y darnos cuenta de nuestra realidad. Pero al fin de cuentas, no deja de ser realidad. Yo soy el artista, el actor, el bufón trágico. Mi verdad es que soy un enfermo grave. Depende de muchas cosas ajenas a mí el que regrese a la normalidad. He puesto lo que está en mí. Han hecho de mí un hilacho: le ponen, le quitan, le agregan medicinas. Deberían de ver la farmacia que está aquí en mi cuarto…
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 7 de febrero de 1993. Con mucho gusto y más esfuerzo trataré de comunicarme con mis dos lectores. Es un día más que trataré de pasar lo mejor posible, que se me haga lo menos pesada esta monotonía, esta cárcel, esta esclavitud. Bueno, ahora escribo con ánimo de decirles mis penurias, mis soledades, pero eso es lo que debo vivir. Ánimo, repiten todos al unísono. Ánimo. Como si fuera la fórmula. Dios está contigo, eres de los privilegiados. Hasta hay quien envidia mi lugar en la fila y en un acto sublime me cambian de lugar. Yo nada más los juzgo. Con una hora de inmovilidad se darían cuenta… y eso multiplicado por 24 horas y vuelvo a multiplicar por los días, semanas que falten para un alivio, para algo. ¿Qué será ese algo? ¿Será para bien? Confiemos en Dios. Qué difícil tener los hijos tan cerca y tan lejos, donde las caricias y la convivencia se extrañan, como ahora que Pera los llevó a la competencia de bicicletas de montaña. Poco a poco van funcionando sin papá. Es parte de lo que vamos dejando o voy entregando. Cuántas cosas, Jesús mío. Duele mucho. Pero el saber que Tú estás en estas pruebas, me tiene que dar la confianza. El espera nuestro sí así como andamos. Cuenta hoy conmigo así con todas las deficiencias, carencias, angustias. Debemos, como los ejércitos, dar pasos al frente y algo sacarán de nuestras alforjas. Que sea útil y me ayude a ir alcanzando mi salvación. Por ahora muchas gracias por su atención:
Pepe
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 8 de febrero de 1993. Buenas tardes tengan: A mí por lo pronto me vienen rachas de desesperación, quisiera no estar en esto. Señor: ya no le des más vueltas a la tuerca, ya no puedo, ayúdame, porque para qué te sirve tanto sufrimiento. Yo ya estoy en el límite desconocido, mi cuerpo se rebela, mi espíritu suplica. Dios, Señor Padre, toma lo que me has dado, pero dame tu paz, dame tu fuerza, no puedo solo. Manifiéstate, ven en nuestro auxilio, más en estos momentos en que nos sentimos tan solos, tan débiles; pero Tú, mi Señor poderoso, muéstrate, necesitamos de Ti, nos urge. En estos momentos qué difícil veo regresar con los míos en circunstancias normales. Por ahora depende de gente, de aparatos y eso hace que no tenga fecha de regreso y eso hace un acto de fe. Aguantar, ver el lado bueno de las cosas, saber que estoy bien atendido, de otra forma tendría que llevarme aparatos, enfermeras y doctores. Es más cómodo ver su rutina. Así que hay que ver el lado positivo. Por lo pronto, aquí acabo; si más tarde me dan tiempo y hay ánimo, terminaré mi tarea.
Pepe
Guadalajara, Jal., 9 de feb. de 1993. (Pepe en el hospital) Pepito lindo: A pesar de que ayer estabas entre confiado y desesperado, desanimado por no poder volver a casa, creo que comienzo a ver claro, que tu voluntad está respondiendo. Cómo hubiera querido tener tu respuesta a mi carta y creo que a ti también te puede no poder expresarlo. Esto es otro punto que debemos ofrecer y tratar de no perder estos contactos entre tú y yo. Alguna forma encontraremos para hacerlo. Hoy me siento más optimista, muy confiada en que está más cerca la mejoría. No dejo de pensar en que el milagro se está dando. Por favor, papito, confía, y como dijo el terapeuta, es básico estarte moviendo todo el día. Brazos, piernas, cabeza, torso, manos. No necesitas que te lo recuerden. Y confío, porque no eres de los que permiten que les gane la flojera o el cansancio. Trata de hacer tu oración como aprendimos en “La terapia de Dios”, donde dice que puedes y debes comunicarle todo lo que sientas, lo que temes, lo que deseas, todo aquello que te gustaría realizar. No esperes a que otros vengan y recen contigo. Tu oración debe salir de lo que tú eres, de lo que tú sientes y deseas. Inténtalo a cada momento, ya sabes que Dios responde bastante aprisa.
Te amo:
Pera
Sanatorio Santa María Chapalita, Guadalajara. 10 de febrero de 1993. En las penurias de este día, que va más para la tarde que para la noche, aquí estoy arrancándole las palabras a esa pared que me va dando letra por letra. Contra toda mi flojera, contra toda la apatía que hace mejor una claudicada, una retirada honrosa, por esos que algo esperan, aquí estoy contra todo pronóstico. Ya también se lleva mi espíritu, lo último y más valioso porque ése no me pertenece, es un regalo divino, con el que no sé si cuento porque se esconde y me hace falta, es mi ventana con ustedes, mi última oportunidad, antes del silencio eterno. Hoy la ilusión es regresar al hogar; un poco marchito, dependiendo de fuerzas ajenas para llevar mis movimientos. Lo que más extraño es ir al baño, me tiene preocupado pobre gente, qué culpa tienen aguantar todas esas molestias. El no poder darte vuelta por ti mismo en la cama, esperar ayuda de alguien. Señor, Señor, ¿estás seguro de que no estoy sólo? Soy tan poca cosa, dependo totalmente de los demás. Señora abogada nuestra, me siento inútil, muy inútil. Soy ese leño enredado en la soga de la barca que arrastra allí a la deriva, hasta que Tú digas. Me he convertido en nada, nada, sólo soy nada. Pero quizá ya recuperando mis fuerzas con la alimentación especial que me están dando, más el régimen del fisioterapeuta, pueda adueñarme de mis movimientos como antes. Qué feliz sería. Pero existen otros planes mejores en los que no me toman en cuenta, soy nada, solo asumo mi papel de leño, no pongo resistencia. Así en silencio, como me tienen, agacho la cabeza y digo “todo está bien, haz de mí lo que quieras, Señor, tú conoces mis deseos escondidos”.
Pepe
16 de febrero de 1993. (Estando Pepe en el hospital) Papacito: ¡Qué vacío de casa, qué soledad! Faltas tú y es como si faltara el aire. Todos jugamos a parecer normales, a dar la impresión de que nada sucede, pero no podemos engañarnos. Cuánta falta nos haces, tus consejos, tu cariño, tu empuje, hasta los sermones… Eres la sal que da sabor, la luz que nos alumbra, la sombra que protege, la cobija que cubre y calienta. Qué triste es la vida sin ti. Aún cuando tengo confianza de que vas a estar bien (totalmente), ahora te siento en otra dimensión. Quizá es que estás tan cerca de Nuestro Señor que ves las cosas con mayor claridad. Pero tus silencios te mantienen lejano a nosotros. Déjanos conocer lo que sientes, lo que piensas, escríbenos para saber que nos necesitas, que te gusta que estemos contigo y si algo anda mal, dínoslo para corregir. Dios ha sido grande y misericordioso con nosotros. Si como dicen, estas pruebas las manda sólo a quienes más quiere, te debe de querer más que yo, porque te manda por el camino largo y lleno de peligros, de sinsabores. Sólo que recuerda que El te lleva en sus brazos, que te ama muchísimo y que algo espera de ti y de mi. Abramos nuestro corazón para escuchar su mensaje, para responderle como sus amados hijos.
Tuya:
Pera
Guadalajara, Jal., 17 de febrero de 1993. Querido Santi: Es difícil dirigirme a ti, en primer lugar porque ahora no lees, pero pronto lo harás y comprenderás mejor que muchos. Veo tu rostro que no comprende muchas cosas. No te preocupes. Yo mismo, son tantas las cosas que no comprendo y sólo asumo. Algún día los dos entenderemos que El nos quiso. Me duele mucho dejarte y más en esa edad, pero nuestros planes no son mejores que los de Él, y debemos confiar en su bondad infinita. Yo no tengo la suficiente fe. La solicito, la exijo, pero El tiene sus planes. Mi querido Santiago, no nos dieron tiempo de tratarnos, tiempo de vivir nuestras vidas. A los dos nos tomó el destino para otros rumbos. Me siento con cierto cargo de conciencia por dejarte tan pequeño, pero ni tú ni yo escogimos nuestro camino; nuevamente somos socios involuntarios, socios de un gran camino donde sólo nos toca asumir. Es por demás decirte que lo hubiera dado todo por crecer junto a ti y tus hermanos y hermanas. Bueno, sólo voy por delante unos pasos. Pero el puerto es el mismo. Somos caminantes hacia un mismo destino. Allí todos llegaremos, unos antes y otros después, pero estaremos juntos al final. Aquí llegas a mi lado, tan gracioso, tan pequeño. Qué chiquito te veo y no lo creo. Pero la moneda está lanzada. Ahora por lo pronto aquí termino. Espero existan más oportunidades de comunicarnos.
Te quiere:
Tu Papá
En Cristo volverás a la vida
El jueves 1o. de abril, a las 7 a.m. José Ignacio Escoto González, Pepe, rodeado de su esposa y de sus hijos, con una sonrisa en los labios se encontró con nuestro Padre amoroso y goza ya para siempre de la compañía de Dios en la gloria del Reino.
PEPE, JOAQUIN, PABLO, PERA CON SANTI,
NACHO, MONICA, SOFIA Y MARCELA
Árbol de Santa María del Tule, Oaxaca.