el sexto sol

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EL SEXTO SOL Diálogos para Construir un Discurso Antiétnico José Osbaldo García Muñoz El presente texto es una recopilación de las principales ideas que se han vertido sobre una propuesta de exposición pictórica colectiva planeada para el año 2012entre artistas del colectivo Gráfica Maya. La grabación y transcripción original es obra de Pierluigi Verardi. No obstante, para mayor comprensión y profundización en las argumentaciones, cada opinión ha sido revisada por los participantes. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México; Noviembre de 2011.

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Page 1: El Sexto Sol

EL SEXTO SOL Diálogos para Construir un Discurso Antiétnico

José Osbaldo García Muñoz El presente texto es una recopilación de las principales ideas que se han vertido sobre una propuesta de exposición pictórica colectiva —planeada para el año 2012— entre artistas del colectivo Gráfica Maya. La grabación y transcripción original es obra de Pierluigi Verardi. No obstante, para mayor comprensión y profundización en las argumentaciones, cada opinión ha sido revisada por los participantes. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México; Noviembre de 2011.

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EL SEXTO SOL

Diálogos para Construir un Discurso Antiétnico

Gráfica Maya

Concentrado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Gráfica Maya es un grupo

diverso de artistas visuales que surge en el año 2007 con la intención de motivar el

desarrollo de la capacidad creativa de sus participantes. A través del ejercicio artístico,

pretenden fomentar la comunicación y el intercambio de ideas, así como generar el

pensamiento crítico. La propuesta, pensada por y para la colectividad, se sostiene con sus

propios recursos; por lo que es autónoma e independiente. Del mismo modo, no existen

jerarquías institucionales ni la imagen del “maestro” —“o redentor intelectual”— para

llevar a cabo las prácticas; más bien, se piensa en el intercambio de experiencias por

voluntad propia.

A continuación, se transcribe el primer diálogo sobre posicionamientos artísticos,

étnicos e ideológicos del grupo. La estructura corresponde al orden de las participaciones

y opiniones originales; sólo se hizo una corrección de estilo. Asimismo, con la intención

de que cada dialogante pudiera mejorar, corregir, ampliar

o profundizar sus ideas, la primera transcripción

fue remitida a cada uno de ellos para concluir

en lo que aquí se presenta. Para tal efecto,

cada intervención será provista del nombre

de su autor; a saber: José Osbaldo García

Muñoz (OSBALDO); Antún Kojtom Lam

(ANTÚN); Enrique Peko T’iw

(ENRIQUE); Floridelma Sántiz López

(FLOR); y Pierluigi Verardi (PIERLUIGI).

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¿Qué es «El Sexto Sol»?

(OSBALDO) «El Sexto Sol» es un

proyecto de creación y exposición

colectiva, pensada para el año 2012, que

tiene la finalidad de incluir a todo un

grupo de pintores y grabadores en el

debate de las ideas, principalmente,

aquellas relacionadas con la forma en

que asimilamos y representamos

nuestra realidad frente a nuestro

universo indígena en Chiapas.

(ANTÚN) La idea

es dar un paso de otro

modo. ¿Qué es lo que

buscamos al pensar en

el tema de la

colectividad? Si solamente

deseamos divagar para

distraernos, está bien. Pero si

queremos, verdaderamente,

comunicar algo, entonces, hay que

hacer: ¡dar un paso más! ¿Por qué

queremos continuar con esto? ¿Aún

tenemos energía e interés para seguir

adelante? ¿Qué más podemos dar? En los

grabados hemos podido ver nuestras

diferencias: el cómo hacemos lo que

pensamos. Ahora, falta ver las posiciones

particulares en la pintura. ¿Qué tanto

podemos aportar dentro de ella?

Realmente, ¿somos pintores, grabadores?

Se trata de tomar la responsabilidad y

actuar para seguir adelante.

(OSBALDO) Cada artista

tiene derecho a crear lo que

quiera, efectivamente. Pero lo

que buscamos es un diálogo

entre las distintas partes

que somos, con la

finalidad de podernos

escuchar y mirar hacia

nuestras elucubraciones

intelectuales; y esto, más

allá del contenido puramente

artístico. Pues, entendemos que

todo pensamiento es una acción

que trasciende hacia un acto

colectivo fundado en el principio de la

intencionalidad. Por lo que, si bien el arte

es nuestro eje, el punto de arranque, no

debe convertirse en el derrotero final.

Porque, en todo caso, cada quien puede

trabajar por su cuenta y asumirse como un

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Page 4: El Sexto Sol

“artista verdadero”; sin duda, es posible.

Pero no hay que olvidar que el

conocimiento no es unilateral ni

exclusivo. El individualismo no ayuda a

fomentar la discusión y el crecimiento

paralelo. A más de enriquecer las

visiones, se convierte en la base de la

imposición y el ejercicio del poder

vertical; ya que, si bien el poder existe

como capacidad de persuasión, no debe

erigirse como concentrado de voluntades

en el que gobierne la autoridad única. Por

el contrario, el ejercicio colectivo ayuda a

reconocer al otro como parte

fundamental en la construcción de los

universos personales. Por esa razón, el

«dar un paso de otro modo», como lo

llama Antún, es la preocupación que nos

mueve a crear «El Sexto Sol», como

proyecto alternativo de pensamiento,

discusión y creación. El punto de partida

es: ¿cómo asumimos de forma artística

—e ideológica, diría yo— el tema de lo

“indígena” quienes estamos vinculados

étnica, cultural y socialmente con él?

No obstante, al involucrarnos en

este planteamiento, tomando en cuenta

todo lo que va a girar en su entorno,

tenemos que pensar en qué consiste lo

que vamos a hacer. Como principio,

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Page 5: El Sexto Sol

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partimos del supuesto dialógico: creemos que es posible unificarnos a través del

intercambio de ideas, sin que resulte un obstáculo lo que cada quien esté produciendo de

manera individual en el lugar y momento que sea; al final de cuentas, el arte, como la

cultura, no es más que un diálogo permanente y constante en la construcción de espacios

temporales y significativos. ¿Cómo podemos lograrlo? Ante todo, conviene tomar un

tema en específico alrededor del cual se geste el debate; en este caso, partimos de «lo

maya». Pero más que pintar «lo maya» como un concepto cerrado, la cosa sería

reflexionar sobre lo que representa esto: «lo maya» como a) «concepto activo» que

construye identidades y b) «concepción» que distingue y racionaliza la etnicidad. En el

primer caso, se plantea el hecho de discernir sobre lo que la «palabra» —concepto e

imagen— encierra en sí misma, lo que se ha construido a su alrededor: el discurso

teórico, político, cultural, social, étnico, popular, artístico, etcétera; en el segundo,

buscamos entender en nuestro universo cotidiano qué significado tiene para nosotros:

¿cuáles son las posiciones y preocupaciones que se perciben? ¿Existe una concepción

maya contemporánea? Desde luego, no es necesario definirse como maya o indígena,

porque se puede discutir desde el ángulo que se quiera; es decir, «lo maya» desde mi

experiencia: del cómo lo entiendo y vivo y cómo lo puedo representar, criticar o

contravenir.

Sabemos que el concepto «maya» es un término que se impuso como nos han

impuesto muchas otras cosas. Entonces, si alguien dice “Soy maya”, la pregunta sería:

¿Por qué lo es? Esta es la discusión del concepto en sí, que, en ocasiones, se estigmatiza

hasta convertirse en símbolo. Referente a la concepción, nos podemos cuestionar sobre el

cómo nos estamos viendo en ese concepto frente a nuestra propia realidad. Pues, si hay

algo que nos hace diferentes a los que no son mayas, ¿en qué consiste?; o, en realidad,

todo tiene que ver con una incapacidad nuestra —fundada en la “costumbre”— para

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refutar o desechar cargas conceptuales y lineales como esa. Obviamente, esto no lo vamos

a reflexionar desde el punto de vista sólo filosófico o antropológico, sino, en efecto,

artísticamente. Quizá se retome desde las miradas sobre el ch’ulel, nahual o jaguar, como

es el caso de Antún; o, bien, dirigiendo nuestra atención hacia el indigenismo en Chiapas

o la política nacional. Pero todo inmerso en la discusión que se genera en la acción: en el

proceso de crear. Desde luego, no hablaremos sobre los cánones de «lo bello» y «lo

sublime» ni siquiera para decir si está bien o mal la obra terminada. Ése no va a ser el

punto, porque sería tanto como estar

poniéndonos el pie nosotros mismos:

escupir para arriba y comprobar que la

saliva nos cae en la cara, no es una

buena forma de avanzar en la

discusión de las alternativas de

pensamiento. No. Ya que lo que cada

quien pinta, a su manera, de alguna

forma tiene derecho a existir; aun si no

cumple con los requisitos estéticos que

conocemos. Pues, hay que entender

que todo estos asuntos —incluyendo

«arte», «pintura» y «estética»— no son

más que otro montón de palabras que no se discuten aun sabiendo la carga impositiva que

tienen. Entonces, más que traer a colación lo puramente “estético” y del arte por el arte,

está la propuesta que el artista tiene, las reflexiones de su obra. Eso nos va a servir para

debatir, y no necesariamente en vista de la obra concluida. Porque si alguien, en base a lo

que estamos hablando, tiene una idea o un boceto terminado, lo puede traer para ayudar a

la disertación; desde esa primera etapa se puede empezar a hacer este tipo de reuniones y

pláticas con el fin de ver lo que está planteando cada quien. Lo que interesa,

precisamente, es generar una discusión de conocimiento y reconocimiento de nuestro

mundo; y no es requisito coincidir de manera absoluta en todo lo que se diga: para nada

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nos tornaremos “democráticos”, sino críticos; no contará la mayoría de votos, basta con

que fluya una mayoría de pensamientos. Nuestro objetivo es no tener objetivo concreto,

porque quien tiene tal cosa no es capaz de llenarse de asombro ante los misterios que la

vida misma nos presenta; sólo aspiramos a emprender la búsqueda para que la llegada nos

prepare una mejor partida. “No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes

capitanes de nuestras vidas y que las obedecemos sin saberlo”, dirá Van Gogh.

(ENRIQUE) A mí, sí, me parece bien. Sólo que el detalle está en que se defina un

poco más sobre el tema de «lo maya», porque creo que nos metemos demasiado en eso: lo

que ya fue en aquel legado esplendoroso. Ahora, estamos viviendo otros tiempos, son

otros los factores que están aquí, en este espacio. Yo no lo veo tan factible. Tal vez están

presentes todavía algunas ideas, como este del 21 de diciembre del 2012, y, pues, de

alguna u otra forma, estamos en contacto con esa información porque nos involucra como

seres humanos pensantes que conviven en un mismo planeta, y más porque es una fecha

próxima en la que muchos empiezan a centrar su atención; aprovecharse de esto no me

parece correcto. A mi modo de ver y hacer las cosas, este tipo de acciones no son tan

viables cuando se trata de hacer un trabajo colectivo que involucre el ejercicio de pensar a

través de las imágenes, cuando se trata de

generar verdaderos espacios para la creación y

el encuentro de personas que conciban cosas

con sentido; no se trata de ser oportunistas.

Creo que sería mejor crear conciencia sobre las

actividades que realmente cobran sentido

cuando se practican y no en cosas pasajeras;

pero para concretarlo hay que actuar. Nuestro

objetivo, pienso, es anclar en algo que pueda

empujarnos hacia el reconocimiento de nuestro

grupo en el exterior, con la gente que no está

involucrada en el quehacer artístico.

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(OSBALDO) ¿Buscamos “anclar en algo que pueda empujarnos hacia el

reconocimiento de nuestro grupo en el exterior”? ¿Necesitamos ser legitimados?

Al lanzar la propuesta de exposición colectiva de pintura, no se piensa únicamente

en el “cuadro” como un objeto, sino como un punto de partida para una verdadera

reflexión que nos incluya a todos: tener un eje que nos permita verter criterios, ¡vaya!, un

pretexto para discutir lo que proponemos no como “pintadores” de “nuestro mundo”, sino

como pensadores de nuestra realidad; y más que la cuestión estética y lo relativo a

“bonito” o “feo”, como he dicho, es la propuesta que cada quien discute en lo que pinta

—o escribe, ¿por qué no?— a partir del concepto de «lo maya». Después vamos a ver

hasta dónde nos permite llegar todo esto. Si eres “maya”, ¿cómo entiendes eso? ¿Eres

parte de esta idea?; y si no lo eres, ¿cómo entiendes «lo no maya» o «lo maya que no eres

tú»? Obviamente, los elementos para discutir este tema son variados. Pero hay algo

importante en todo esto: no estamos pidiendo que se haga una “tesis” o un estudio de lo

maya como concepto muerto, así, con categorías ideológicas, científicas o filosóficas

estériles, sino, más bien, una reflexión desde nuestra propia experiencia personal y

colectiva; y al hablar de ella, hablamos de todo lo que vivimos todos los días, de lo que

sabemos a partir del vivir la vida.

(FLOR) Hablar de La Cultura Maya es

un tema sumamente profundo e interesante,

pero pocas veces reflexionamos sobre ello;

quizá porque tenemos poca información al

respecto. Sabemos que descendemos de ahí,

basándonos en nuestras experiencias

vinculadas con la información que nos dan en

la escuela, familia o costumbres

comunitarias, etcétera. A través de eso yo he

ido construyendo los conocimientos que

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ahora poseo de los Mayas; tal vez no tan profundos, y es posible que desconozca muchos

elementos más. Así, pues, la falta de información documental, aunada a lo expuesto, me

impide profundizar en este asunto, y sería un error de mi parte atreverme a decir: “La

Cultura Maya es Esto”. Aunque, de alguna forma, no podemos decir que no provenimos

de ella, pues, inconscientemente, la manifestamos en nuestras costumbres y tradiciones o

en nuestra manera de pensar, de ver la vida, de comportarnos, etcétera.

Reflexionando el tema, creo que a muchos, como yo, nos hace falta saber los

orígenes de nuestra cultura. Pero pienso que podemos conocerlos a través de nuestras

propias experiencias vividas; ya que, como bien lo había mencionado, constantemente

vivimos nuestra cultura en la forma en que nos expresamos. Hay rasgos que, de algún

modo, cada uno de nosotros rescata como suyo; probablemente, es eso: reflexionar y

analizar un poco más sobre este asunto.

(OSBALDO) Pero al plantear estas dudas, al mismo tiempo, estamos generando ya

un diálogo sumamente importante en la asimilación de nuestro tiempo histórico. La

cuestión no es pintar únicamente, sino «reflexionar y analizar».

(ANTÚN) Esto ya es muy interesante, porque hay diferentes puntos de vista que

nos permiten hablar sobre qué tanto podemos entender y abordar sobre el tema.

(OSBALDO) De lo que resulta la importancia que los posicionamientos tienen en el

juego de la racionalidad identitaria. ¿Es necesario definir más lo maya y no meternos en

el pasado? Esta es una

preocupación que algunos

manifiestan porque, según

afirman, “no todos estamos

preparados para eso” o “no es

bueno aprovecharse de eso”.

Pero, ¿en qué sentido se tiene

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que preparar el hombre para hablar de su propia vida? ¿De qué nos estamos aprovechando

cuando deseamos reflexionar sobre nuestro derecho a replantearnos las preguntas sobre

nuestra realidad? La cuestión acá no es meternos a un asunto de conceptos en sí, porque

no es nuestro campo, ni mucho menos a plantearnos la posibilidad de abrir un mercado

para negociar las ideas. Quizá se usen términos provenientes de los estudios científicos

para pensar el asunto que nos

ocupa, si se quiere, pero a la hora

de pintar y terminar un cuadro esto

no se va a percibir de manera

concreta. Lo que se va a ver es una

pintura, y la pintura habla por sí

misma. Sobre esto, bien podemos

fijar nuestra atención en lo que

dijo Flor: «reflexionar y analizar»;

las ideas están ahí, en nuestras

propias experiencias.

(FLOR) De algún modo,

cada uno vive nuestra cultura de

diferente forma: algunos, la

seguimos; y otros, no. Yo me

considero un poco maya porque

hay rasgos o cosas que ya he olvidado —quizá porque a mi familia se le olvidó

enseñarme—, pero no sé reflexionar sobre mis costumbres y visiones que, probablemente,

he aprendido por allá, a través de amigos u otras personas.

(OSBALDO) Más que descubrir lo maya en el pasado, es hallarnos en esto que

somos y que vivimos como una realidad que nos exige hacernos presentes y conscientes

de los espacios que elegimos a diario, descubrir por nosotros mismos esto que llamamos

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«el vivir la vida», que no es lo mismo que, simplemente, “vivir”. Al discutir de forma

artística lo que significaba el jaguar rojo para los “mayas del pasado”, Antún Kojtom está

dando una dirección interesante a este asunto, porque lo que se presenta a nuestra lógica

de pensamiento como una simple hipótesis, se vuelve un tema actual y trascendente; y no

solamente eso, sino que se hace algo diferente, porque la pintura tiene esa capacidad

ambigua y polisémica de volverse siempre muchas cosas más. Obviamente, todo esto que

estamos diciendo aquí se tiene que ver reflejado en la obra final; aun si ante el espectador

la imagen despierta otros intereses.

(ENRIQUE) Haciendo referencia a M, específicamente, he visto que en sus trabajos

mete imágenes de códices; y, por una parte, está bien como ejercicio, pero no veo que sea

buena idea para una propuesta artística. No hay un trabajo detrás, sólo una mera

reproducción. Y aunque no lo parezca, eso que hiciste para lograr una obra antes

de pintar te compromete mucho más. No sólo es la imagen misma o un

dibujo bien realizado —del códice, etcétera—, sino que abarca muchas

otras ideas que nos obligan a tener cuidado en tocar ciertos temas. Mi

preocupación es que, si alguien los retoma, deberá estar bien informado

sobre el origen de los mismos y lo que significan. El que pertenezcamos a

un grupo con la denominación MAYA no significa que debamos

aprovecharnos, indiscriminadamente, del lenguaje pictórico propio de

aquellos grupos; sobre todo, porque es algo que ya se ha resuelto.

(ANTÚN) Cuando hice la pintura que llamé “Eclipse Lunar”, metí un fragmento

que versa sobre la luz de Ixchel, perteneciente al clásico maya; y lo incluí porque hay una

relación del conejo blanco con mi comunidad: existe un vínculo que me une a ese

símbolo. Pienso que, a veces, se puede descartar algo así; pero si persigues alguna cosa

con ello, es totalmente válido: si forma parte de una investigación debe aparecer en la

obra. La intención no es hacer una réplica.

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(ENRIQUE) De hecho, sus ideas [Antún] son buenas, porque no las maneja con

esas imágenes —de códices— concretas, sino como una interpretación, a su estilo. A eso

me refiero: no meternos demasiado con esas imágenes porque implican más de lo que

representan, sino tener una ilación que nos ayude a transformarlas siguiendo esa

secuencia o, tal vez, cambiando la idea que tenemos sobre ellas.

(ANTÚN) Hay una pintura de Picasso sobre la obra de Velázquez: “Las Meninas”.

Picasso interpreta ese trabajo de acuerdo a como cree que estaba planteado. Esto se puede

hacer, incluso, una réplica, siempre y cuando la intención sea reinterpretar.

(OSBALDO) Lo más interesante del trabajo artístico es que no excluye —como la

ciencia, que, de pronto, tiende a separar—. El arte es incluyente y dialógica, porque te ves

necesitado a dialogar contigo mismo y con los demás; y colectiva, al final, porque es, en

sí misma, una construcción de todo lo que tú eres, y lo que tú eres no eres solamente tú

como persona única e individual. Es posible que si me pongo a leer todo lo que se haya

escrito sobre lo maya mi campo conceptual sea extenso, pero resulta que a la hora de

pintar esto no me sirve de nada porque darle forma a las imágenes es algo muy distinto: el

conocimiento adquirido debe convertirse en parte de la intuición y no en el parámetro

para medir la realidad. Si yo reproduzco una imagen hecha por alguien más, tal y como

está plasmada, existe ya una abstracción, una apropiación de la imagen como respuesta a

un interés. ¿Por qué elegir una imagen y no otra? La respuesta está

en el principio de la

intervención voluntaria en

base a una intención, la

práctica como fundamento de la

identidad: «Hacer» para «Ser» y «Ser Otro».

Lo importante aquí es ese punto trascendente

de la experiencia intersubjetiva —

teórica o empírica— como

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emoción y moción y necesidad de ser. Si yo

propongo en mi obra el rompimiento del pasado

con el presente maya, pero lo único que vemos en

la obra terminada es a un niño desnudo que flota

con los ojos cerrados en un espacio oscuro, un

mundo en blanco y negro, ¿dónde está ese

rompimiento? Y si, por el contrario, lo que

observamos es un ataque visual de la iconografía

de Yaxchilán, Bonampak, etcétera, en verdad,

¿estamos creando? ¿Somos “rescatadores” “de

signos mayas” que, simplemente, “escriben” “una

crónica”? ¿Buscamos identificar “en el hombre

prehispánico... la marginalidad del indígena sin

idealizar la cultura maya, sino más bien

mostrándola en su justa realidad en el ámbito de

una visión humanista”, tal y como apunta Magno

Fernández dos Reis al hablar de Antún Kojtom?

(2011: 1). O, a la manera de Reyes Matamoros,

hablando de la literatura indígena, ¿somos

“escribientes de historias” que bien podemos

formar parte del fenómeno que René Correa

llama “descolonización intelectual”, pues,

“expresamos” “distintas visiones del mundo

cargadas de simbolismos” que refieren nuestra

“cosmovisión cultural y ancestral”? (2010: 130 y

131) “Kojtom —dice Fernández dos Reis—

consigue mantener vivo el espirito (sic) de El

Popol Vuh, aunado a la tradición española lo cual

produce un arte indígena y, finalmente, crea Imagen 12

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nuevos paradigmas para heredarlos a la tradición occidental” (2011: 3). Si “el artista nos

trasmite mensajes universales” y “trasciende” “su historia”, aún sobre sus orígenes

“raciales” o “étnicos”, entonces, es una contradicción decir que es un reproductor de la

historia misma. Tal como lo veo, las formas no sirven para “demonstrar (sic) que desde

ellas y a través de ellas la realidad se manifiesta de otra manera” (Ídem), sino que, en ese

mundo, la realidad es siempre otra. La cuestión es más que querer condicionar nuestro

pensamiento desde esta posición de los términos muertos; la cosa es darles vida y sentido

desde nuestro posicionamiento colectivo e individual. El hecho es: ¿Cómo resuelvo todo

esto que me preocupa de manera tal que no quede en lo puramente subjetivo? Bajo esta

prerrogativa, el concepto es un punto de partida que permite descubrir que el tema de

nuestra realidad se vuelve una preocupación y una necesidad que invita a la reflexión,

más no la concreción de la realidad misma en una verdad absoluta: ¿el pasado maya

existe? ¿Por qué hablamos de lo maya? Es como Mesoamérica: ¿existe, realmente?

Sabemos que no. Pues, resulta que Mesoamérica es un término que inventó un alemán

para referirse a una región específica de nuestro continente. Esto es lo que hay que

revolver ahora, no para enredarnos en ese mundo de palabrejas desatinadas sino para

saber cómo nos metimos, o nos metieron, en su enredijo. Si le decimos a un impúber de

secundaria que discuta esto bajo esquemas escolares programados, sencillamente, no va a

poder. Pues existe una “jerarquía intelectual” que tienen que ver con la acumulación de

conocimientos previos. Las referencias del

“secundariano” están limitadas a ciertos conceptos

básicos. Pero es posible que ese mismo adolescente

logre una buena pintura de ese tema si se le deja hacer

una buena lectura de su entorno. El problema es que

llega un momento que nuestro proyecto de vida está

tan plagado de prejuicios y «marcos y corrientes

teóricas» que no tenemos más que ir hacia donde la

corriente va. Pero si aprendemos a ver el río desde

afuera, antes de tirarnos al agua, nos daremos cuenta

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que para cruzar existen varias opciones; sólo falta un poco de ingenio. No hay que dejar

que los grandes se hagan tan grandes al punto que, por su propio y gran peso, nos caigan

encima. Aquí lo que cuenta es solamente lo que la persona está proponiendo como

experiencia que se defiende. Ante todo, es vivir la experiencia: vivir la vida, al final de

cuentas.

Entonces, la intención del proyecto es seguir manteniéndonos en una discusión, por

lo medios que sea, sin meternos en la cuestión estética, porque creo que lo más

interesante es meter el tema ahí y ver cómo lo resuelve cada quien: resolver el problema

de la praxis artística implica resolver nuestras propias vidas. Para ello, ¿es necesario

volver al pasado?

(ERIQUE) El pasado ya no es tan válido en

el lenguaje pictórico. Cuando exponemos,

mostramos la imagen de cada uno y, obviamente,

la del grupo. La experiencia de la feria de arte

(Feria Chiapas 2011) me dejó la sensación de que

aún estamos casi imposibilitados para hablar

sobre el tema, especialmente, cuando nos

topamos con gente que, de alguna u otra manera,

está involucrada directamente en el estudio de

estas civilizaciones. Lo recomendable es aclararse

a uno mismo estas cuestiones, saber a ciencia cierta a qué pertenece, hacerse del

conocimiento del lugar del que proviene, de la familia que tiene para que de este modo

podamos defendernos a la hora de debatir y exponer nuestras ideas; sobre todo, porque la

mayoría de nosotros pertenece a cierto grupo étnico.

(OSBALDO) Pero, a veces, sucede que nada de lo que creemos ser lo hemos

pensado nosotros. Llega alguien con placa de licenciado y dice: “Hazte a un lado porque

eso tú no lo puedes explicar”. Por eso es que los antropólogos nos “aclaran” nuestras

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vidas. Vienen y nos dicen cómo somos y qué

pensamos, pero siempre usando e imponiendo

categorías mentales que reducen al individuo a un

archivo muerto; de ahí que se nos niegue la

posibilidad de pensar o “repensar” lo que somos: el

tsotsil ya era tsotsil e indígena desde mucho antes

de que él se diera cuenta que lo era; es más, lo era

sin serlo.

(ANTÚN) Feliz es el que se acepta como

indígena; y esto porque cree que está reconociendo

una identidad. Pero ésta, también, es una

imposición. ¿Cómo romper, entonces, con ello? Si

parece que hoy el “indio” es feliz llamándose

“indígena”; sobre todo, porque es lucrativo.

¿Gráfica Maya es lucrativa como para llamarnos

indígenas o defendernos como mayas? Nosotros nos hallamos en un círculo que está

gestando pensadores, líderes, creadores libres que buscan dar su segundo paso. Por lo

tanto, debemos preguntarnos: ¿Qué sigue? ¿Sobre qué vamos a debatir? Hace unos años

yo defendía mucho la idea del indigenismo: ¡Yo soy indígena!, pregonaba. Pero uno

crece, descubre y cambia mientras se gira en otro sentido. Así vamos rompiendo los

esquemas que existen. Eso nos permite decir: “Ahora, yo soy esto; mañana, quién sabe”.

De lo que se trata es de proponer, decidir y tomar la responsabilidad de hacer.

Necesitamos dar otro paso para no estancarnos; de lo contrario, no vamos a crecer.

(OSBALDO) ¿Es posible que nos quedemos a donde hemos llegado hasta ahora?

La verdad es que hay flojera sobre este asunto. ¿Qué más sigue, pues? Y es curioso, pero

parece que ya no tiene sentido hablar de esto porque, al final, ¿a quién le interesa hablar

de lo que somos? En una época los pueblos indígenas se quejaban por la discriminación.

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Ahora resulta que es ganancioso decir: “Soy indígena”. Y hay

gente de la “indiada” que se pone a favor de la “vida tradicional”

e institucionalizada de los indígenas (muchas veces paupérrima y

denigrante) aun viviendo como burgueses disfrazados. Se trata

de personas que manejan autos propios y caros, con puestos

públicos prominentes y casas exuberantes y cuentas en el banco,

mientras se atreven a asegurar que “son los mestizos quienes nos

están fregando”, cuando ellos se han vuelto los nuevos

explotadores de los pueblos. Ese es el tema que tenemos que

meter a discusión. ¿A quién le conviene esa declaración de lo

maya o indígena, a fin de cuentas? Pareciera que eso no es más

que una cuestión de poder. Así que todo se mueve de acuerdo a intereses y cada quien se

acomoda como le conviene: van y llevan el discurso de la identidad “india” con gran

aplomo, pero jamás dicen —o quizá ni saben— que la cosa, proveniente de más arriba, es

que nos quieren mantener así para que no pensemos: “Síguele pintando y escribiendo

como hasta ahora; lo tuyo son las maripositas, el bosque y la montaña: esa es tu

identidad”. Nos siguen viendo como nos vieron los primeros españoles hace muchos

siglos. Y lo peor es que no sólo lo hacen los llamados “mestizos”; hoy, el enemigo de los

pueblos está también en su propio interior.

(ANTÚN) Ahora es nuestra gente contra nuestra gente; eso es lo maya actual. Los

que fueron escalando aprendieron cómo joder a otro.

(OSBALDO) El enemigo ya no tiene rostro: es multidimensional y diverso; y es así

como hay que mirarlo. La imagen del mestizo y el indio no sirve ya para explicar la

hecatombe de las identidades de movimiento. ¿Necesitamos replantearnos nuestros

mundos o basta con asumir un discurso étnico para asegurarnos un pasado y porvenir

utópicos?

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(FLOR) Imaginando en los temas que podría trabajar para pintar alguna cosa sobre

la cultura Maya, pensé en lo que había escrito en mi tesis de la Universidad, en la que

hablo sobre las mujeres curanderas y parteras de Zinacantán. En los relatos que ellas me

contaron durante las entrevistas, se puede conocer cómo perciben la vida, el mundo y

cómo reciben el don de curar. Entonces, conociendo todos estos saberes, me dije a mí

misma: “Bueno, que no quede plasmado sólo en un texto, sino también en imágenes”.

Este proyecto espero concluirlo pronto; aunque unos de mis obstáculos es la falta de

tiempo y el conocimiento de algunas técnicas de dibujo.

(OSBALDO) Cada quien pinta y pinta bonito; y hay quién pinta muy bien; y hay

gente que viene a Gráfica Maya y hace buenos grabados. Pero tienen en la mente que la

idea es venir a “aprender”; y no es cierto. Al menos, el tiempo que yo llevo compartiendo

con el grupo me he convencido de que el taller no es para “aprender”, como cuando uno

va a la primaria y tiene que “aprender” el abecedario. Yo creo que el punto interesante de

un espacio como este, que no depende de nadie, más que de cada uno de los que

participan, es que se puede hablar con mayor libertad. «Pintar» y «Pensar» son dos cosas

muy diferentes, pero concatenadas al mismo tiempo. El que pinta es un pintor, mas el que

«piensa» y «pinta» es un creador; y un creador es más que un artista.

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(PIERLUIGI) Lo que interesa es ver las historias desde abajo; o sea, ver un poco

esas historias que no son la historia oficial, sino, más bien, las historias de las personas

que no tienen una voz oficial en la historia. Entonces, un poco esa es mi preocupación y

es lo que me lleva a seguir mis estudios, porque como se ha dicho: no me interesa ir

detrás de las corrientes, sino hacer salir lo que está escondido, oculto por algo o por

alguien.

(OSBALDO) Todo está interconectado. Tanto la cuestión de la identidad como lo

maya y la política. Aunque no se quiera, las políticas públicas y las iniciativas de

gobierno nos afectan a todos. No solamente entra en juego la cuestión étnica, porque

aunque hoy esa cuestión —así como la identidad— parece que ya no tiene sentido, se

sigue explotando con fines económicos y políticos. Antes, quizá se podía hablar de una

identidad en el sentido estricto de la palabra, pero, ahora, las “culturas” han entrado en

una gran dinámica que cada vez es imposible saber quién es quién. A veces resulta más

«indígena» el «mestizo» porque pareciera que él tiene mayor

entusiasmo por el mundo maya —por las razones que sea—, igual

que un extranjero que sueña con volverse chamán. ¿De qué sirve el

patrimonio cultural y la etnicidad en estos tiempos? Como bien

pregunta Pierluigi: “¿Cuál es la disputa alrededor de lo maya? ¿Qué

importancia tiene el Programa Mundo Maya 2012 lanzado por

Calderón y los gobiernos de los estados del área maya o el ch’uk que

viste el gobernador Sabines?” Nada. Simplemente, que ese tipo de

proyectos o programas turísticos y símbolos que se usan “están

hechos para vender”, como bien ha dicho Antún. Ese es el discurso

que permite negociar con los pueblos. Lo peor es que se acepta como

una gran opción y la única alternativa. Lo maya se institucionaliza

como un producto que se traspasa de mano en mano. Para el

gobierno los mayas son los lacandones y la selva, “agua azul” y las

tradiciones que se han vuelto patrimonio cultural de la humanidad,

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como si, ésta, no pudiera aspirar a otra cosa más, como si la vida se tuviera que detener en

ese punto de la historia exactamente. Pero eso es,

en efecto, lo que se busca: estandarizar la cultura

para negarle al hombre la posibilidad de

renovarse. ¿Por qué habría de cambiar el sistema

sus formas de apropiación de los recursos

naturales y culturales? Sólo por una razón: que

las formas de explotación no estén rindiendo las

ganancias suficientes para seguir manteniendo el

poder y el control. Si los ecosistemas se están

convirtiendo en museos ecológicos, sin duda,

llegará el momento en que el hombre sea

excluido de la cultura y convertido en un

producto simple de ella; como ha sucedido ya

con las supuestas tradiciones llamadas “Patrimonio de la Humanidad”, donde los hombres

ven a los hombres como parte del pasado, de una historia congelada. O como celebra de

forma estúpida e irresponsable el actual Ayuntamiento de San Cristóbal en su oferta

turística al afirmar que, en dicha ciudad,

“lo mismo se observa a un niño indio

que ofrece limpiar los zapatos que a una

mujer que oferta un textil de vivos

colores” (en Jovel, Enero 2012: 20).

¡Esto es el colmo! Ahora resulta que la

pobreza, la desigualdad y la

marginación son parte de una identidad.

¿De qué diablos estamos hablando: de

resistencia cultural o asistencia sistémica? En fin, ahí la dejamos…

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De los dialogantes

Antún Kojtom Lam

Artista maya tseltal que nace en la comunidad tenejapaneca de Ch’ixaltontik,

Chiapas. Autodidacta, es un experto impresor, dibujante, pintor y muralista.

Ha expuesto personalmente en distintos países de Europa (Italia, Francia, España,

Bélgica y Austria) y América (México, Estados Unidos de América, Guatemala y Brasil).

Fundador del colectivo Gráfica Maya.

Enrique Peko T’iw

Maya Tsotsil originario de La Libertad, municipio de Huixtán en el estado de

Chiapas. Actualmente, vive en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Es profesor de

nivel primaria y miembro activo de Gráfica Maya a partir del año 2009.

E-Mail: [email protected]

Floridelma Sántiz López

Nace en Oxchuc, Chiapas, pero radica en San Cristóbal de las Casas. Es Licenciada

en Pedagogía e imparte clases en el nivel medio superior. Pertenece desde hace dos años a

Gráfica Maya, donde ha incursionado en la pintura y grabado. Ha participado en

exposiciones colectivas.

E-Mail: [email protected]

José Osbaldo García Muñoz

Pintor nacido en el municipio de Unión Juárez, en la región maya mam del estado

de Chiapas, México. Ha cursado Diplomados en Creación Literaria y Composición

Pictórica; estudia la licenciatura en antropología social (UNACH) y escribe para su blog

personal sobre temas artísticos y sociales.

E-mail: [email protected]

Blog: www.el-mayoral-ujkpaj.blogspot.com

Pierluigi Verardi

Licenciado en ciencias de la comunicación en Roma (Italia) es estudiante de la

maestría en Antropología social de Ciesas Sureste. Se ha interesado en los procesos

educativos y el cambio cultural en las comunidades autónomas de Chiapas. Actualmente,

investiga los cruces entre arte, cultura y poder en colaboración con el colectivo Gráfica

Maya.

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Imágenes

1. “Los dioses cuidan el sueño del jaguar” (detalle). Alberto Tonjol. Grabado.

2. “Dios Solar” (detalle). El Mayoral. Óleo sobre tela.

3. “Carnaval de Zinacantán”. El Mayoral. Óleo y miel de maíz sobre papel.

4. “Pesadilla No. 2”. Lisandro Solís. Grabado.

5. “La mujer colgada”. Jama Asunción. Grabado.

6. “Ch’in Balam”. Enrique Peko. Grabado.

7. “Juego de Pelota”. Pedro Tsujkin. Grabado.

8. “Jaguar de Bala”. Alux Antún. Grabado.

9. “Mi comunidad”. Miriam Gómez. Grabado

10. “Ixchel” (detalle). Maritza Pérez. Grabado.

11. “Suspenso” (detalle). Antún Kojtom. Grabado.

12. “Niyuu Niyee”. Enrique Peko. Grabado.

13. “Equilibrista sobre el humo”. Yeeni García. Crayola sobre papel.

14. “Dualidad”. Antún Kojtom. Óleo sobre tela.

15. “Mujer-Jaguar”. Antún Kojtom. Grabado.

16. “Mujer maya”. Floridelma Sántiz. Grabado.

17. “Ritual tsotsil”. Andrés E. García. Grabado.

18. “Inocencia”. Erik Hernández. Grabado.

19. “Asclepiodoto”. Carlos Jiménez. Óleo sobre tela.

20. “Sueños y realidades”. Xitlaly Gómez. Grabado.

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Bibliografía citada

Ayuntamiento Constitucional San Cristóbal de las Casas 2011-2012. Enero 2012.

“San Cristóbal de las Casas: Capital Cultural”. Jovel, No. 65. Pag. 20.

Correa Enríquez, René. 2010. Paseos por la Narrativa Chiapaneca de Ficción.

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

Fernández dos Reis, Magno. Noviembre 2011. Azabache Brasil (PDF). San

Cristóbal de las Casas, Chiapas.

Van Gogh, Vincent. 2000. Cartas desde la locura. Ediciones Coyoacán. México, D. F.