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El Retablo Mayor de la Catedral de Astorga en las crónicas de viajes (siglos XVI-XIX) MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GARCÍA I. INTRODUCCIÓN Astorga, por su ubicación, ha sido y es lugar de «camino». Si ya en época romana era centro viario de importancia, en la edad media y moderna lo si- guió siendo merced a su localización en la ruta jacobea y al trajín de los maragatos, que hicieron paso obligado de sus carromatos la ciudad inme- diata a su tierra. Se puede pues, desde el punto de vista artístico, estudiar con indudable interés lo que su ubicación proporcionó a Astorga. Artistas foráneos que aquí recalan, como la nómina importante de escultores flamencos que se documentan en el siglo XVI 1 , el conocimiento de corrientes artísticas incorporadas de forma más rápida, la presencia de motivos ico- nográficos peculiares de la peregrinación, la divul- gación de temas iniciados aquí, como la iconogra- fía de la Asunción del retablo mayor catedralicio, que se expandirá a otros lugares (vg. el retablo ma- yor de la catedral de Burgos), el conocimiento, va- loración, y transmisión de datos sobre los monu- mentos y obras de arte en ellos recogidas, que Astorga debe a los muchos viajeros que a lo largo del tiempo por aquí pasaron y dejaron escritas sus impresiones más o menos detallistas, que son fuente valiosa para comprobar el cambio de gusto estéti- co, la diferente sensibilidad y respuesta ante el es- tímulo artístico y en muchos casos para fechar, do- cumentar obras existentes y tener noticias de cam- bios o pérdidas de otras muchas. Creo que sin duda alguna, Astorga y sus monu- mentos y gentes deben a los viajeros que por mil motivos diferentes pasaron por ella y consignaron con mayor o menor galanura literaria sus impre- siones, bastante de su fama y casi todo el conoci- miento que de ella se tenía en los siglos pasados más allá de los siempre estrechos límites de lo re- gional. En esta ocasión a través de las crónicas viajeras, constataremos la positiva impresión que produce a lo largo de los siglos el retablo Mayor de la Cate- dral de Astorga, obra de Gaspar Becerra. Este co- mún juicio sobre esta obra que comparten los «via- jeros ilustrados», que son los que escriben, justifica que consideremos la magna fábrica del retablo asturicense, como una obra «clásica», es decir que se tiene por modelo digno de imitación. Plantear- nos las causas de estos juicios favorables no siem- pre es posible, porque quienes los emiten no justi- fican con razones sus opiniones, y aventurarlas no siempre es posible, conociendo los intrincados ca- minos del comportamiento humano. Señalemos, y ello es coherente en todos los autores, el manifies- to desdén y claro desprecio que les merece el arte barroco y más el «churrigueresco». La belleza «cul- ta, se identifica con la claridad, la razón, la mesu- ra, al menos en el limitado panorama de nuestra comunicación, que se opondría a los gustos «po- pulares» que valoran lo «anticlásico», resultándoles más atractivo la «fogosidad» y la complejidad de 1 Sobre la aportación de diversos artistas flamencos al arte astorgano, preparo en estos momentos un trabajo.

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El Retablo Mayor de la Catedral de Astorga en las crónicas de viajes(siglos XVI-XIX)

MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GARCÍA

I. INTRODUCCIÓN

Astorga, por su ubicación, ha sido y es lugar de«camino». Si ya en época romana era centro viariode importancia, en la edad media y moderna lo si-guió siendo merced a su localización en la rutajacobea y al trajín de los maragatos, que hicieronpaso obligado de sus carromatos la ciudad inme-diata a su tierra.

Se puede pues, desde el punto de vista artístico,estudiar con indudable interés lo que su ubicaciónproporcionó a Astorga. Artistas foráneos que aquírecalan, como la nómina importante de escultoresflamencos que se documentan en el siglo XVI 1, elconocimiento de corrientes artísticas incorporadasde forma más rápida, la presencia de motivos ico-nográficos peculiares de la peregrinación, la divul-gación de temas iniciados aquí, como la iconogra-fía de la Asunción del retablo mayor catedralicio,que se expandirá a otros lugares (vg. el retablo ma-yor de la catedral de Burgos), el conocimiento, va-loración, y transmisión de datos sobre los monu-mentos y obras de arte en ellos recogidas, queAstorga debe a los muchos viajeros que a lo largodel tiempo por aquí pasaron y dejaron escritas susimpresiones más o menos detallistas, que son fuentevaliosa para comprobar el cambio de gusto estéti-co, la diferente sensibilidad y respuesta ante el es-

tímulo artístico y en muchos casos para fechar, do-cumentar obras existentes y tener noticias de cam-bios o pérdidas de otras muchas.

Creo que sin duda alguna, Astorga y sus monu-mentos y gentes deben a los viajeros que por milmotivos diferentes pasaron por ella y consignaroncon mayor o menor galanura literaria sus impre-siones, bastante de su fama y casi todo el conoci-miento que de ella se tenía en los siglos pasadosmás allá de los siempre estrechos límites de lo re-gional.

En esta ocasión a través de las crónicas viajeras,constataremos la positiva impresión que producea lo largo de los siglos el retablo Mayor de la Cate-dral de Astorga, obra de Gaspar Becerra. Este co-mún juicio sobre esta obra que comparten los «via-jeros ilustrados», que son los que escriben, justificaque consideremos la magna fábrica del retabloasturicense, como una obra «clásica», es decir quese tiene por modelo digno de imitación. Plantear-nos las causas de estos juicios favorables no siem-pre es posible, porque quienes los emiten no justi-fican con razones sus opiniones, y aventurarlas nosiempre es posible, conociendo los intrincados ca-minos del comportamiento humano. Señalemos, yello es coherente en todos los autores, el manifies-to desdén y claro desprecio que les merece el artebarroco y más el «churrigueresco». La belleza «cul-ta, se identifica con la claridad, la razón, la mesu-ra, al menos en el limitado panorama de nuestracomunicación, que se opondría a los gustos «po-pulares» que valoran lo «anticlásico», resultándolesmás atractivo la «fogosidad» y la complejidad de

1 Sobre la aportación de diversos artistas flamencos al arteastorgano, preparo en estos momentos un trabajo.

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otros estilos. Aunque en el segundo caso sin des-deñar abiertamente las obras clásicas. Comprendoque a estas afirmaciones caben matizaciones y queel problema del «gusto artístico» es lo suficiente-mente complejo para reducirlo sin más a unas lí-neas. No es por ello nuestro interés el hacerlo sinoconstatar en un caso concreto, con testimonios delos siglos XVI al XIX, cual es la respuesta emitidaante una obra de arte y la incidencia que los rela-tos de estos viajeros han tenido en la «consagración»del prestigio de un artista y de una determinadacorriente artística.

II. EL RETABLO MAYOR DE LA CATEDRAL

DE ASTORGA

El 8 de agosto de 1558 2, contrata Gaspar Be-cerra, la hechura de un retablo, de grandes propor-ciones para la Iglesia Catedral de Astorga. Dentrode la corriente romanista ha sido juzgado «comoel manifiesto del nuevo estilo» 3 y su influenciagrande. Él ha sido suficiente para cimentar el pres-tigio de Becerra, erigido por la tradición en prín-cipe de nuestro Renacimiento 4.

Se trata indudablemente de una obra «clave»,expresión en cuanto a su iconografía de las pautasmarcadas por Trento 5 buena muestra de la influen-cia de Miguel Ángel en nuestro Renacimiento encuanto a las formas y motivo siempre de prestigiopara la ciudad maragata. Su magnífica policromía,la llevaron a cabo Gaspar de Hoyos y Gaspar dePalencia entre 1570 y 1573 6.

Consta de predela, tres cuerpos y cinco calles,coronando la obra el Calvario y otras diez escultu-ras, que prolongan acertadamente la verticalidad delas calles.

Ya desde un principio se valoró encendidamentela obra de Becerra. Concretamente del año 1568

tenemos un testimonio de interés. Con el fin deque el Obispo Diego Sarmiento de Sotomayor, démarcha atrás en una providencia tomada contra lapublicación de una bula cuya limosna se aplicabaa la fábrica catedralicia, los administradores de laFábrica, presentarán testigos que declaran sobre elestado lastimoso de la hacienda catedralicia, y almencionar que por falta de dinero está sin pintarel retablo mayor, encarecerán la necesidad de supolicromía y la justificarán con el elogio más en-cendido de la obra. Así Pedro de Vilches, vecinode la ciudad de unos sesenta años más o menos,que ha conocido a Becerra y le ha tratado dirá que«la dicha santa Iglesia tiene necesidad de pintar odorar el retablo de la dicha Iglesia Catedral, quehizo Gaspar Becerra, que es pieza muy insigne yde mucho valor». El canónigo Pero FernándezDeza, de 34 años, sobre lo mismo declarará «quees una pieza muy insigne de las principales que hayen España» y que hacen falta 5.000 ducados parasu pintura «por ser una pieza muy grande y demucha estima». El también canónigo GarcíaBermúdez más parco en su testimonio abundará endeclararlo «muy insigne». Y Juan de Carrión, veci-no de Astorga suponiendo ya difunto a Becerra,afirmará «que la Iglesia de Astorga tiene un retablomuy insigne e principal fecho de talla que hizo GasparBecerra, que aya gloria, el cual sabe tiene mucha ne-cesidad de se pintar» 7.

Ésta era la común valoración del retablo, y esoya antes de su policromía, que indudablemente co-opera a dignificarlo. Veamos ahora qué dicen, quédestacan, qué elogian y qué impresión causó a losviajeros que hicieron de Astorga paso y casi siem-pre posada.

III. EL RETABLO DE BECERRA EN LAS

CRÓNICAS DE VIAJE

Seguiremos un orden cronológico, señalandotambién los viajeros que no lo mencionan y quecuriosamente son casi todos los extranjeros. Y cuáles la razón de este silencio. Proponemos dos, quesus más dilatados «caminos», les han «encallecido»

2 RODRÍGUEZ LÓPEZ, Pedro: Episcopologio Asturicense, T. III,Astorga, 1908, pág. 172.

3 GARCÍA GAINZA, M. C.: La Escultura romanista en Nava-rra, Pamplona, 1969, pág. 18.

4 GÓMEZ MORENO, Catálogo Monumental de España. Pro-vincia de León, Madrid, 1925, pág. 330.

5 Ver MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Precisiones sobre Gaspar Be-cerra, A.E.A., núm. 169, Madrid, 1969, pág. 331.

6 RODRÍGUEZ DÍEZ, M.: Historia de Astorga, Astorga, 1909,pág. 540.

7 A.D.A., Protocolos de Fco. de Bajo 1568, escrit. 192, fol.410-419.

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la sensibilidad, el retablo «sería uno más, todo lohermoso que se quiera, pero uno más de los quehan visto en las iglesias y catedrales. Podría ser tam-bién que por su formación, la sobriedad del mobi-liario litúrgico de sus templos, protestantes los más,interesados por otras cosas: costumbres, tipos, ar-quitectura, defensas militares, no tengan ojos pararetablos, coros, capillas…

3.1. Ambrosio de Morales

Su «Viaje Santo», es fuente importantísima parala historia del arte, aunque lo sea generalmente paraobras de orfebrería que engarzan pintorescas reli-quias, o sepulcros regios que ese objeto tenía pri-mordialmente su peregrinar por León, Galicia yAsturias. Sin embargo tras documentarnos una obraperdida de Becerra, el busto relicario de SantaMartina escribirá: «y el mismo Artífice dejó hecho elRetablo del Altar Mayor todo de vulto, con la perfec-ción que el sabía dar a lo que labraba». Morales es-cribe en 1572 8.

3.2. Bartolomé de Villalba y Estaña

Poco después de Ambrosio de Morales, en 1577visitaba Astorga este interesante viajero que reco-gerá sus impresiones en la obra titulada El Pelegrinocurioso y grandezas de España, que se editará sinembargo en 1886, cuando el romanticismo avivael gusto por la literatura viajera. Villalba y Estañaadmirará la perfección de la obra destacando so-bre todo el tamaño de las figuras. Aspecto este, elde la monumentalidad y grandes dimensiones, queha sido una constante en «la valoración» y fama deedificios y obras por el gusto popular: «…Y sobretodo tienen un altar, que lo vendo y doy por la mejorpresea de los de entretalladura de toda España. Hízoloun maestro Vesera (sic), tiene todo el Testamento Vie-jo y Nuevo con los bultos de la mayor estatura quehay hoy de hombres: cosa, por cierto, que sólo porhaberla visto holgara el Pelegrino de dar todo el tra-

bajo pasado» 9. Equivócase al señalar que «tiene todoel Testamento Viejo y Nuevo», pues únicamente serepresentan temas del Nuevo Testamento relacio-nados con la Vida de María, lo que evidencia quepara Villalba y Estaña el retablo no cumplió la mi-sión «catequética» que sus comitentes desearon yel impacto que le produjo fue primordialmente es-tético.

3.3. Doménico Laffi y Alfred Jouvin

En las últimas décadas del siglo XVII un italia-no Laffi (1670) y un francés Jouvin (1672) recalanen Astorga, el primero camino de Compostela. Ensus relatos evidenciamos ya ese silencio o esa im-precisión que caracteriza a los viajeros extranjeros,al hablar del retablo astorgano y en general sobrela escultura y pintura existente en los lugares quevisitan. Laffi habla de «la iglesia antigua, hermosa yadornada con mármoles finísimos, estatuas y figu-ras» 10. Mármoles que no existían en Astorga y queserá la impresión que le produzcan las carnacionesal pulimento de los personajes del retablo mayor,particularmente las virtudes de la predela, en aquelmomento sin los paños de pudor, añadidos en fe-chas posteriores. No será el único que caiga en se-mejante error. A Jouvin por su parte de la Catedralno le llamó la atención más que «un campanario yun reloj curiosos» 11.

3.4. Edward Clarke

Ya muy avanzado el siglo XVIII, visitan o via-jan por Astorga un número importante de viaje-ros, entre ellos el inglés Clarke, que desde La Co-ruña, y de paso hacia Madrid, llega a Astorga el18 de junio de 1760, donde se detiene tres días.Del retablo consignará: «El retablo es magnífico: con-tiene veinte escenas esculpidas en altorrelieve de már-mol, con figuras de tamaño natural. Su tema es lahistoria de Nuestro Salvador; en lo alto Dios Padre

8 MORALES, A.: Viaje de Ambrosio de Morales… a los Reinosde León y Galicia y Principado de Asturias, Madrid, 1765. (Hayediciones facsimilares modernas).

9 Citamos por CASADO LOBATO-CARREIRA VEREZ, Viajerospor León, León, 1985, pág. 164.

10 Ibid., pág. 165.11 Ibid., pág. 165.

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corona a la bendita Virgen. La gloria está bien re-presentada, pues habiéndose cortado a través del bas-tidor, y con una lámpara situada por detrás, la luzimita los rayos» 12. De nuevo la excelente policro-mía del Retablo equivoca a quien no está familia-rizado con la escultura española en cuanto a sumaterial, lo que merecerá las críticas de Ponz po-cos años más tarde. El tamaño de las figuras se des-taca y nos proporciona un dato de interés: Esa glo-ria subrayada mediante efectos lumínicos detransparencia. La verdad es que no nos explicamosbien como se incorporó al retablo este efecto tanpropio del gusto barroco, y que por supuesto noha llegado hasta nosotros.

3.5. Dalrymple, John Adams y Southey

En los relatos de estos tres viajeros los inglesesWilliam Dalrymple (1774) y Roberto Southey(1795), y el norteamericano John Adams (1780),constatamos el vacío emocional que les causa el re-tablo y que se evidencia en pasarlo por alto en susrelatos. ¿Entrarían en este silencio prejuicios de tiporeligioso, al ser la obra de Becerra un canto de exal-tación mariana? El hecho es que Dalrymple se ad-mirará de la torre de la Catedral iluminada conmuchos cientos de luminarias y describirá los bai-les y el ambiente festivo que encontró a su llegada,Astorga celebraba la fiesta de la Asunción 13. Adamsafirmará que la Catedral «es la más magnífica quehabía visto hasta entonces en España» 14, pudien-do incluir en el elogio al retablo, aunque no lo sig-nifica. Southey valorará también la catedral peroserán otras cosas las que llaman su atención.

3.6. Ponz

El «Viaje de España» 15 de D. Antonio Ponz,Secretario de S.M. y de la Real Academia de SanFernando, es un valioso texto para el Historiador

del arte, dada la finalidad del mismo, el interés porlos monumentos, sus meticulosas descripciones, latranscripción de inscripciones, y la inclusión en eltexto de plantas de edificios y otros grabados deinterés artístico. En el tomo Undécimo, Ponz de-dica varias páginas a las cosas de Astorga. Recogede la Catedral, con bastante pormenorización, todocuanto hay de destacable. Nos ha conservado ins-cripciones que el tiempo ha borrado. Emite juiciospeyorativos sobre el barroquismo de su portadaprincipal y describe con bastante acierto y elogiacon calor el retablo de Becerra. Hay que señalar quees el primero que nos ofrece un primer estudio so-bre esta obra, que es válido, se acerca a la icono-grafía, da sus opiniones, recoge los datos históri-cos más indispensables sobre su arquitectura ypintura y nos informa de un intento desafortuna-do de limpieza. Más no se podía pedir en aquellasfechas. «Lo más singular es el retablo mayor, obradel insigne Gaspar Becerra y de las mejores de sumano: consta de tres cuerpos con decoración de co-lumnas dóricas, corintias y compuestas, y en losintercolumnios medios-relieves con figuras algo meno-res que el tamaño natural, colocados en nichos cua-drados, cada uno con su frontispicio…» indicará lostemas representados y al señalar que el retablo estápresidido por la Asunción de María escribe: «LaAsunción de la Virgen con un bello trono de ángeles,que por poco no acabó de afear un impostor que sepresentó con el secreto de que limpiaría, y dejaría nue-vo este famoso retablo: efectivamente empezó por losÁngeles, que forman el trono de la Virgen, y con suslavaduras les vino a quitar el bello color de carne,dexándolos blanquecinos. Fue fortuna que no ledexasen continuar». Este acertado criterio de salva-guardar la obra de Becerra de cualquier agresiónque la privara de su indiscutible belleza, le hacetambién observar que en el sagrario «vi introduci-das dos figuritas de Santo Domingo y San VicenteFerrer, que no tienen mérito alguno; y si todavía es-tán allí, harían bien de quitarlas». Insinúa ser la Vi-gilancia la cuarta virtud del basamento que se unea las tres teologales, y remata con unos párrafos enelogio exultante de la obra: «Son pocas todas lasalabanzas que se hagan de tanta, y tan preciosaobra, por su invención, bellas formas, grandiosidadde estilo en todas las figuras, y por otras circuns-tancias que se necesitan para construir a un hom-bre verdaderamente grande en su profesión. En tan-tos objetos como Becerra representó, se acomodaría

12 Ibid., pág. 167.13 Ibid., pág. 168.14 GONZÁLEZ LÓPEZ, E.: El paso por Galicia de dos futuros

Presidentes de los Estados Unidos: John Adams y su hijo John QuincyAdams, Revista núm. 8 y 9, La Coruña, 1972-73, págs. 145 sigs.

15 PONZ, A.: Viaje de España, tomo XI, Madrid, 1787, págs.261-263.

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al gusto, y al uso de entonces. Así como se puededecir que el que no ha visto a Murillo en Sevilla, aJordán en el Casón del Retiro, y a Velázquez en esePalacio nuevo, no puede saber adonde llegaron di-chos Autores; lo mismo digo, que no puede saberadonde llegó Becerra quien no ha visto el altar deAstorga, donde, además de lo que queda dicho,hizo manifiesto su profundo conocimiento de Ana-tomía, buena proporción y simetría».

Ponz es buena expresión de una nueva mentali-dad, de un nuevo modo de ver las cosas, de valo-rar el arte, de acceder a él. No en vano pertenece aaquel grupo de Ilustrados que pusieron las basesde la moderna historiografía.

3.7. Jovellanos

Pertenece igualmente este genial asturiano algrupo de ilustrados que hicieron de sus viajes mo-tivo de estudio, erudición y acertadas observacio-nes que luego consignaron en sus apuntes o dia-rios. Jovellanos en 1792 estuvo en Astorga. En sutercer diario 16 recoge sus interesantes apuntes so-bre las cosas de la ciudad. Es muy interesante lalectura de las páginas de los Diarios para el histo-riador del Arte. Concretándonos a las jornadas desu viaje al Bierzo, a cuya ida y vuelta se detiene enAstorga señalamos las oportunas informaciones so-bre diversas inscripciones romanas aparecidas enAstorga, que incluso dibuja, las obras que el inge-niero Carlos Lemaur, hizo en el puerto de Man-zanal y en Villafranca, la intervención del arqui-tecto neoclásico D. Guillermo Casanova enCarracedo y Villafranca del Bierzo, la obra escul-tórica del académico José Guerra 17 en la Colegia-ta villafranquina…

Jovellanos que apunta telegráficamente casi susimpresiones y noticias, se muestra igualmente de-cidido admirador de la obra de Becerra: «A la ca-tedral, escribirá, nueva observación del célebre reta-blo de Becerra; las columnas entalladas en el todounas, y otras calzadas en el tercio inferior. Tales son

también las de un excelente retablo de piedra que haytras el presbiterio de la Catedral de León, del tiempode Carlos V» 18. Y a su regreso en el archivo con-templará dos «bellos bustos de madera, dorados,que fueron relicarios. El de mujer es de grandísi-mo mérito, y sin duda será de Becerra», que indu-dablemente coincide con el de Santa Martina, queya elogió Morales y que lamentablemente se habráperdido cuando en la guerra de la Independenciaardió el archivo capitular. Triste sino, el de las obrasdel maestro que el fuego se las llevó a excepcióndel retablo.

Retablo que Jovellanos vuelve una vez más acontemplar: «El retablo, de Becerra, gusta cada vezmás. Las cuatro medallas del zócalo son dignas dela escuela de Miguel Ángel».

Nos parece oportuno destacar ese término decomparación, esa relación que descubre entre el re-tablo del trascoro de León y el arte de Miguel Án-gel con las virtudes de la predela, es un paso másen la metodología de la historia del arte, aún hoycon provecho utilizada.

3.8. Charles Davillier

Ya avanzado el siglo XIX, siglo en el que abun-dan los viajeros que nos han dejado el testimonioescrito de su peregrinar, concretamente llegan aAstorga procedentes de León el coleccionista e his-toriador del arte Charles Davillier y el espléndidodibujante Gustavo Doré. Como cabría esperar dequien amaba las bellas artes hace oportunas, aun-que breves, observaciones sobre el retablo: «Admi-ramos mucho el gran retablo de Gaspar Becerra, obramagnífica y famosa en toda España. Este retablo, cu-yas numerosas figuras y caprichosos adornos desafíantoda descripción, es la obra maestra del gran escultorespañol que había ido, como Berruguete a estudiar aItalia con Miguel Ángel. Se dice que el cabildo de laCatedral quedó tan contento del trabajo de Becerra,que le dio para guantes tres mil ducados más del pre-cio convenido, lo que formó un total de treinta milducados, suma muy considerable en aquella época» 19.Estas noticias se las proporcionarían a Davillier en

16 G. M. DE JOVELLANOS: Diarios, tomo I, Oviedo, 1953,págs. 258 y 272.

17 Conde de la Viñaza, Adiciones al Diccionario Histórico, T.II, Madrid, 1889, págs. 246-247.

18 Se referirá sin duda al sepulcro-altar de San Alvito obrade interés debida a Juan de Badajoz.

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Astorga, por algún clérigo de la catedral, y comoes frecuente en la trasmisión oral de noticias agran-dando y exagerando la realidad. En concreto el re-tablo de Becerra se contrató en la cantidad de 3.000ducados, no en 27.000 como da a entenderDavillier, cantidad de todo punto desorbitante. Lapropina dada por el Cabildo, tampoco se documen-ta, si bien es voz común y así lo recogía el Histo-riador de la ciudad, aunque señalando, comoDavillier, «que se dice» 20.

3.9. José María Quadrado

Un viajero y un libro bien conocido, cuya lec-tura indudablemente ha ilustrado a muchas gene-raciones sobre las bellezas de España es la de JoséMaría Quadrado, que en 1855 publicó el tomocorrespondiente a Asturias y León 21. El viajero es-tuvo en Astorga y le dedicó el Capítulo VII, ha-ciendo un recorrido bastante erudito por los mo-numentos y la historia de Astorga. Muchas de susrotundas frases han sido repetidas hasta la saciedadpor quienes con posterioridad han hablado de laciudad. Quadrado tras reconocer que es «la obraque más gloria y nombradía comunica a la Cate-dral de Astorga, objeto de constante admiración yencarecimiento por espacio de tres siglos, produc-ción maestra del insigne Gaspar Becerra, escultortal vez el más aventajado de cuantos produjo Es-paña en el apogeo de su grandeza» e indicar conexagerada equivocación que además de los veintemil ducados de contrata, se le dieron tres mil enpremio a su buena labor, describe el retablo, sig-nificando la iconografía de sus relieves, adjetivapositivamente la escultura, «no cabe en la escultu-ra, en los semblantes, en las actitudes, en los ropa-jes más expresión, más gentileza, más exquisito tra-bajo», y pone algún pero a la arquitectura, porconsiderarla demasiado recargada «pero la arquitec-tura, de orden compuesto en el cuerpo principal,corintio en el segundo y dórico en el tercero, de-clina ya precozmente a su degeneración, especial-

mente en las columnas del primer cuerpo cubier-tas de ángeles, hojas y colgajos». Quadrado, comohijo de su tiempo, detesta todo cuanto pueda re-cordar el barroco arquitectónico. Sin embargo con-cluirá: «lo cual no impide que el conjunto del re-tablo sea reputado con razón como maravilla».

3.10. Deverell y George Edmud Street

Dos viajeros ingleses hacen trayecto por Astorgaen la segunda mitad del XIX, F. H. Deverell en1883 con el principal deseo de conocer a los«maragatos» 22, y el arquitecto G. E. Street unosaños antes, en 1863, que se distinguió como res-taurador de edificios medievales, vinculado con losprincipales artistas del «pre-rafaelismo» y con los ojosabiertos sólo para el arte medieval, románico y prin-cipalmente gótico 23. Y ambos en Astorga no vieronotra cosa que maragatos y arte gótico. Nada más.

3.11. Ricardo Becerro de Bengoa

Un último viajero, por no salirnos del siglo XIX,D. Ricardo Becerro de Bengoa, publicará en1883 24 una crónica de su viaje en ferrocarril conminuciosas noticias y descripciones de los monu-mentos y curiosidades de las ciudades y lugares queaquel tramo de vía férrea une. Es una obra que in-dudablemente hay que valorar positivamente y con-siderar casi como una de las «guías» pioneras, tanimportantes en la divulgación de la historia del arte.Respecto al Retablo Mayor Catedralicio se hace ecode la fama que lo envuelve, lo elogia como casi to-dos y toma del «guía local» la abultada cantidadpagada a Becerra: «El viajero busca ansioso en laCatedral de Astorga la gran joya, que pronto se ofrecea sus ojos: las admirables esculturas de Gaspar Bece-rra, que llenan los cinco lados, y tres cuerpos respecti-vos, del altar mayor. Gran detención y algún tiemporequiere el examen de aquel rico álbum religioso, enel que uno de los más gloriosos artistas del siglos XVIprodigó las envidiables galas de su talento y maestría.En el zócalo o pedestal vénse las cuatro virtudes, dig-

19 CASADO LOBATO-CARREIRA VEREZ: Op. cit., pág. 172.20 RODRÍGUEZ DÍEZ: Op. cit., pág. 539.21 QUADRADO, J. M.: Recuerdos y bellezas de España.

Asturias y León, Madrid, 1855, citamos por la edición de 1885,págs. 613-614.

22 CASADO LOBATO-CARREIRA VEREZ: Op. cit., págs. 176-177.23 G. E. Street: La arquitectura gótica en España, Madrid,

1926, págs. 143-144.

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nas de un cincel ateniense, sobre el tabernáculo se alzael atrevido y magistral grupo de la asunción de la Vir-gen; en lo alto un Calvario, cuyo Cristo por lo senti-do, atribuyen muchos a Berruguete y en los grandescuadros esculpidos, que ocupan los intercolumnios la-terales, dóricos estos en el cuerpo superior, corintios enel medio y compuestos en el bajo, hay doce asuntos dela Vida de Jesús y María, que cautivan la atenciónpor todos conceptos, por la composición, por el traza-do y sobre todo por la ejecución; cuya obra totalescultórica merece ser visitada por cuantos sientanamor a el arte, y reproducida por la fotografía y dadaa conocer entre los inteligentes. Valió esta obra a Be-cerra, además de la admiración y asombro de sus con-temporáneos, treinta y un mil ducados».

IV. CONCLUSIONES

Tras el seguimiento de estos 15 «viajeros» queen el transcurso de tres siglos largos visitaron o pa-saron por Astorga y comprobar sus impresiones so-bre una obra de arte de objetiva calidad e impor-tancia nos parece oportuno señalar algunos aspectosde interés que justifican estas páginas:

4.1. Sobre el retablo

En primer lugar, constatamos que desde el pri-mer momento autor-obra van unidos en la memo-ria y en el elogio. La paternidad de Becerra sobreel retablo es indiscutida y no se oscureció nunca.Los estudios realizados sobre documentación 25 lahan confirmado.

En segundo lugar, destacar que también es cons-tante la valoración positiva de esta obra, inclusohasta podríamos pensar que en algunos casos esdesmesurada la lista de elogios. Y a ello indudable-mente contribuyen los propios relatos.

Tercero. En general se trata con acierto la his-toria del retablo, en los casos en los que se realiza,

como Pons que incluso da noticia exacta de suspolicromadores a excepción de la cantidad pagadaque, sin duda, obtenida la información de unafuente «oral equivocada», se trasmite con error.

Cuarto. El retablo con su indudable categoríaha eclipsado en el conocimiento y valoración otrasimportantes obras de arte astorgano en casi todoslos autores, hasta el siglo XIX.

Quinto. Es indudable que a estas crónicas y aestos viajeros debe el Retablo astorgano, su gene-ral conocimiento entre los estudiosos del arte ypúblico en general.

4.2. Sobre los viajeros

Sobre los 15 viajeros que estudiamos dos delXVI, 2 del XVII, 6 del XVIII, y 5 del XIX, 6 sonespañoles y 9 extranjeros. De ellos 8 hablan delRetablo, siendo los 7 que lo pasan por alto extran-jeros. ¿Causas de este distinto comportamiento?Insinuamos los distintos gustos, formación, inte-reses no artísticos del viaje, prejuicios religiosos…Son todos ellos como es lógico personas de cultu-ra, cada una según su época, y de cierta posiciónsocial.

4.3. Sobre los relatos o crónicas

En general como fuente de sus relatos está laobservación personal y la información oral. Ofre-cen más que nada «impresiones». Más interesan-tes por atender a criterios «ilustrados» son los tex-tos de Ponz, Jovellanos y el mismo Quadrado. Seevidencia una común aceptación del arte renacen-tista-clásico, como la perfección y la belleza con-sagrada.

Agradecemos a estos «curiosos» personajes quehayan divulgado el arte y también que aunque enpequeños detalles hayan sido y sean fuente de in-formación inédita.

24 BECERRO DE BENGOA, R.: De Palencia a La Coruña,Palencia, 1883, pág. 88.

25 Los citados libros de Rodríguez López, Rodríguez Díez,Gómez Moreno, que fueron los primeros en publicar la docu-mentación o en utilizarla.

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MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GARCÍA118

Fig. 1. Astorga. Catedral.Tres detalles del Retablo Mayor, obra de Gaspar Becerra.