el reporte, enero 2016

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REPORTE EL COORDINADORES : ARMANDO JAVIER GUERRA GUERRA Y GIOVANNI HERNÁNDEZ ESPITIA COLABORACIONES: [email protected] DISEÑO E IMPRESIÓN : QUINTANILLA EDICIONES SEGUNDA ÉPOCA, NO. 5 AÑO 1 ENERO 2016 Luna Ferrari La vida me obligó a madurar, a ver las cosas y los hechos de manera realista. El tiempo nunca me dejó curarme, solo me hundió en la apatía y en la aceptación de los errores ajenos, porqué lo amé, como a un amigo, como a un hermano, como al prójimo, como al dios que una vez adoré. Y ahora que vislumbro sus manos lujuriosas tocando mi cuerpo, parto en un llanto desolador, porque ese hombre, ese ente que pensé que era luz, oscureció mi trayecto, obligó al paraje de cambio hormonal, a mutar, a con- vertirse en el espectro lúcido que ahora soy. Y yo nunca quise perder ese encanto, dejarle de amar, y por ello tuve que soportar que noche y día me torturara, me decepcionara, me bañara en su agua sucia. Hay que recordar que toda rosa tiene espinas. Inmortalizo el momento, fue muy tarde, yo estaba distante, envuelta en un paño de problemas, él me arrancó la ropa, me dejó las mejillas rosadas por abofetearme, al día siguiente hasta el cuero cabelludo me dolía porque jaló mi cabello, arrastrándome a lo que sería el olvido de mi situación. Hoy en día, el cinismo se refiere a las perso- nas que mienten descaradamente. En su origen, un cínico era en realidad el hombre que seguía la filosofía fundada en la antigua Grecia, cuyo mayor exponente fue Diógenes. Ésta se dedicaba a rechazar todos los convencionalismos sociales de la época; sus seguidores eran impúdicos, subversivos, por eso se les conocía como cínicos (lo que signifi- caba “perros”, en su idioma original). Quién sabe cómo fue que la palabra se tergiversó a su significado actual. Cuenta el mito (porque Diógenes tenía una persona- lidad tan excepcional que incluso su exis- tencia puede ponerse en duda) que un día el filósofo recibió una invitación para comer en la casa de un rico. El hombre le pidió al cínico que no escupiera en las alfombras pues las acababan de lavar; en respuesta, Diógenes le escupió la cara: no encontró un lugar más inmundo dónde hacerlo. Quizá de ahí viene el origen del segundo signifi- cado, aludiendo a que una mentira es como un escupitajo en la cara. La popular canción mexicana “Allá en el ran- cho grande” representa una obra musical de enorme trascendencia, ya que fue la primera que apareció en los albores del cine sonoro en nuestro país. Esta canción campirana pertenece a un artista que nació en Tacubaya, en la capital de México, Juan Díaz del Moral, y cuya obra la- mentablemente nunca ha sido reconocida en la proporción que justamente merece. De este compositor podemos también citar la no me- nos importante y bella canción “La Sandunga”, misma que irónicamente es de las más repre- sentativas del istmo de México, sin pertenecer él a esa parte de nuestra geografía nacional. Este compositor mexicano estuvo exilia- do en Laredo, Texas, durante un tiempo, en la década de los treinta, debido a las fuertes críticas que hacía del gobierno en sus obras de teatro de revista. También se desempeñó como periodis- ta de espectáculos, y se especializó en es- cribir obras para cómicos como el Panzón Soto, Mario Moreno Reyes Cantinflas y José Medel. Del Moral compuso “Allá en el rancho grande” en coautoría musical con Emilio de Uranga, autor, entre otras bellas obras del cancionero popular, de la también importan- te canción vernácula “La negra noche”. Inicialmente, “Allá en el rancho gran- de” fue escrita para una obra de teatro, sin embargo, la importancia de dicha obra mu- sical radica en que es una de las canciones populares que le dieron rumbo y cimiento al desarrollo de nuestra música, principalmente en el cine nacional, y que en forma magis- tral el maestro zacatecano Manuel M. Ponce retomó como significativas de nuestro rico cancionero popular. Antinocturno cuatro Juan Martínez Tristán Acostarme contigo no sería como sufrir en carne propia. Los cuellos Ángeles Dimas sobre angulosas clavículas desembocan como útiles embudos expanden las apófisis de una mujer gestualizan bridas marionetas entre cada seno navegan desde las costillas prófugas de tu garganta MONÓLOGO: (Parte 1 de 2) Qué cinismo Cecilia Rivas Historia de una canción Allá en el rancho grande y La Sandunga Gerardo Herrera

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Edición pagada por la Secretaría de Cultura de Coahuila. Número 5. Colaboran: Luna Ferrari, Cecilia Rivas, Valdemas Ayala Gándara, Ángeles Dimas, Juan Martínez Tristán y Gerardo Herrera.

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Page 1: El Reporte, Enero 2016

REPO

RTE

EL

COORDINADORES : A R M A N D O J AV I E R G U E R R A G U E R R A Y G I O VA N N I H E R N Á N D E Z E S P I T I A COLABORACIONES: G I O VA N N I H E R N A N D E Z E S P I T I A @ G M A I L . C O M DISEÑO E IMPRESIÓN : Q U I N TA N I L L A E D I C I O N E S

SEGUNDA ÉPOCA, NO. 5A Ñ O 1 E N E R O 2 0 1 6

Luna Ferrari

La vida me obligó a madurar, a ver las cosas y los hechos de manera realista.El tiempo nunca me dejó curarme, solo me hundió en la apatía y en la

aceptación de los errores ajenos, porqué lo amé, como a un amigo, como a un hermano, como al prójimo, como al dios que una vez adoré.

Y ahora que vislumbro sus manos lujuriosas tocando mi cuerpo, parto en un llanto desolador, porque ese hombre, ese ente que pensé que era luz, oscureció mi trayecto, obligó al paraje de cambio hormonal, a mutar, a con-vertirse en el espectro lúcido que ahora soy.

Y yo nunca quise perder ese encanto, dejarle de amar, y por ello tuve que soportar que noche y día me torturara, me decepcionara, me bañara en su agua sucia. Hay que recordar que toda rosa tiene espinas.

Inmortalizo el momento, fue muy tarde, yo estaba distante, envuelta en un paño de problemas, él me arrancó la ropa, me dejó las mejillas rosadas por abofetearme, al día siguiente hasta el cuero cabelludo me dolía porque jaló mi cabello, arrastrándome a lo que sería el olvido de mi situación.

Hoy en día, el cinismo se refiere a las perso-nas que mienten descaradamente.

En su origen, un cínico era en realidad el hombre que seguía la filosofía fundada en la antigua Grecia, cuyo mayor exponente fue Diógenes. Ésta se dedicaba a rechazar todos los convencionalismos sociales de la época; sus seguidores eran impúdicos, subversivos, por eso se les conocía como cínicos (lo que signifi-caba “perros”, en su idioma original).

Quién sabe cómo fue que la palabra se tergiversó a su significado actual. Cuenta el

mito (porque Diógenes tenía una persona-lidad tan excepcional que incluso su exis-tencia puede ponerse en duda) que un día el filósofo recibió una invitación para comer en la casa de un rico. El hombre le pidió al cínico que no escupiera en las alfombras pues las acababan de lavar; en respuesta, Diógenes le escupió la cara: no encontró un lugar más inmundo dónde hacerlo. Quizá de ahí viene el origen del segundo signifi-cado, aludiendo a que una mentira es como un escupitajo en la cara.

La popular canción mexicana “Allá en el ran-cho grande” representa una obra musical de enorme trascendencia, ya que fue la primera que apareció en los albores del cine sonoro en nuestro país.

Esta canción campirana pertenece a un artista que nació en Tacubaya, en la capital de México, Juan Díaz del Moral, y cuya obra la-mentablemente nunca ha sido reconocida en la proporción que justamente merece. De este compositor podemos también citar la no me-nos importante y bella canción “La Sandunga”, misma que irónicamente es de las más repre-sentativas del istmo de México, sin pertenecer él a esa parte de nuestra geografía nacional.

Este compositor mexicano estuvo exilia-do en Laredo, Texas, durante un tiempo, en la década de los treinta, debido a las fuertes críticas que hacía del gobierno en sus obras de teatro de revista.

También se desempeñó como periodis-ta de espectáculos, y se especializó en es-cribir obras para cómicos como el Panzón Soto, Mario Moreno Reyes Cantinflas y José Medel.

Del Moral compuso “Allá en el rancho grande” en coautoría musical con Emilio de Uranga, autor, entre otras bellas obras del cancionero popular, de la también importan-te canción vernácula “La negra noche”.

Inicialmente, “Allá en el rancho gran-de” fue escrita para una obra de teatro, sin embargo, la importancia de dicha obra mu-sical radica en que es una de las canciones populares que le dieron rumbo y cimiento al desarrollo de nuestra música, principalmente en el cine nacional, y que en forma magis-tral el maestro zacatecano Manuel M. Ponce retomó como significativas de nuestro rico cancionero popular.

Antinocturno cuatroJuan Martínez Tristán

Acostarme

contigo

no sería

como sufrir

en

carne propia.

Los cuellosÁngeles Dimas

sobre angulosas clavículas desembocan como útiles embudos

expanden las apófisis de una mujer

gestualizan bridas marionetas entre cada seno navegan desde las costillas prófugas de tu garganta

MONÓLOGO:(Parte 1 de 2)

Qué cinismoCecilia Rivas

Historia de una canciónAllá en el rancho grande y La Sandunga

Gerardo Herrera

Page 2: El Reporte, Enero 2016

“Tres” de Mónica Álvarez Herrasti

Carbón sobre papel

CRÍTICA DEL ESPEJO MÁGICOJesús de León

Tópico de cuento de hadas: la bruja

preguntándole al espejo quién era la

más hermosa. Desde el punto de vista

de la crítica literaria, este archicono-

cido pasaje es una incongruencia. Si

esa mujer era bruja y tenía un espejo

mágico, ¿por qué no utilizó su magia

para volverse más hermosa o para

que el espejo le devolviera una imagen

perfeccionada de sí misma? ¿Para qué

sucumbir a ese sutil masoquismo de

arriesgarse a que le dijeran que la más

bella era Blanca Nieves? La princesa,

sin necesidad de magia, resultó más

lista que la madrastra. Para asegurar-

se de que siempre le dijeran que era

la más hermosa, se hizo rodear de un

montón de enanos. Eso no falla.

PÓLVORA NEGRA SON SUS CABELLOS

Ángeles Dimas

él muerde su cara en vez de besarla,treinta y seis músculos del rostro: el movimientola sangre experimenta el beso erótico como un animalen su cama las mujeres duermen boca abajosesenta por ciento de los cuellos jamás serán besados1

sus hombros emiten un pH ardoroso, balas blindadasen su camisa, convulsos giros son condenados a la rigidezno relaja la nuca ni aun cuando besa...2

una gota de sudor resbala como una estampida una recta imaginaria se extiende hasta el infinito3

perfora su garganta, dispárame en la boca4

la lengua en un impacto se desdobla como su cadera en sus piernas carga, cierra, dispara, abre, extrae, expulsa cartuchos, humedece sus talones en saliva púrpura, símil del mal pronósticopulveriza la sangre, suspira en la herida5

su cuerpo es el gatillo de un fusil

1 Palabras que alguien dijo en una cafetería. 2 Anne Carson, Decreación (traducción de Jeannette L. Clariond, 2014), p. 97.3 Palabras tomadas de unos apuntes de física.4 Miguel Gaona, El ciervo vulnerable (México, 2011), p. 27.5 Palabras escuchadas en un pasillo de la Infoteca de la Salud.

Creo que sería factible y funcional uti-lizar un verbo que refiera el acto (como se entiende hoy en día) de ser cínico: tu cini-cas, yo cinico.

Sin embargo, probablemente la idea de desprenderle un verbo no se ha implemen-

tado porque la palabra en sí encierra toda su acción; y qué bonito es usarla como adjetivo o sustantivo para acusar a alguien de querer mentirte cuando tú ya fuiste, viniste, y en ese trayecto hasta te dio tiempo de escribir un mi-niensayo como resultado de tus divagaciones.

(En Celebración. Poesía erótica de lengua inglesa. Antología de Mauricio Schoijet. Juan Pablos Edi-tor, México, 1986, p. 37.)

IIISupón que digo invierno, escribo ave, y dentro de un sobre guardo la hoja para enviarla por correo en dirección al Sur.Cuando el cartero te entregue la correspondencia, una brisa cálida habrá de cobijarte y reconocerás esa caligrafía de mi pasión.

IEsta cama sin ti es una forma del vacío,caja de madera callada y encalladacubierta de tierra, agujero para irse a temblar junto al Demonio. Pero algo de tu cuerpo se quedó,y la hizo un escenario de canciones programadas porencima de ésta y todas las noches.

Serie: Recrearte a partir de los otros (poÈtica de celular)Valdemar Ayala Gándara

CAMA SIN MUJERUna cama sin mujer/es una cosa de made-ra y resortes, un pozo/para revolcarse con el Diablo. Pero deja/que su cuerpo toque su extensión y se torna/en lugar de mara-villas que cantan, ansioso trampolín/hacia el cielo y más alto. Y puedes hacerle com-pañía/en esas horas entre sueño y mañana.

Raymond Souster

COLIBRÍVamos a suponer que digo verano/es-cribo la palabra colibrí,/la meto en un sobre,/y la llevo colina abajo/hasta el buzón. Cuando abras/mi carta recorda-rás/aquellos días y cuánto,/cuantísimo, te quiero.

Raymond Carver

(En Un sendero nuevo a la cascada. Últi-mos poemas. Visor Libros, Madrid, 1993, p. 117.)

LOS ENCOBIJADOS