el perro, el gato y el ratón -...

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Exciting Reading with Fun Activities Copyright 2012 Houston Chronicle El Perro, el gato y el ratón Un leyenda de Romania As retold by Mike Peterson, c. 2005 Illustrated by Marina Tay, c. 2005 Hace años, perros, gatos y ratones se llevaban bastante bien. El gato se encargaba de todo lo que sucedía dentro de la casa, el perro se encargaba de todo lo que sucedía fuera de la casa. Los ratones no se encargaban de nada en particular, pero hacían su vida y nadie los molestaba. Pero un día el perro se encontraba recostado sobre el polvo del patio, y sintió una gota de lluvia. No tenía ganas de moverse, pero sabía que estaba a punto de llover más fuerte y no solo se empaparía si no se movía, sino que se encontraría recostado en el barro. Así que se levantó y trotó hasta un lugar en el porche. Mientras se encontraba sentado allí, con la lluvia comenzando a caer más fuerte y el viento frío agitándola hacia debajo del techo del porche donde él se encontraba sentado, echó un vistazo por la ventana, y allí vio al gato. El gato se encontraba recostado en la gruesa alfombra frente a la cálida chimenea, y mientras el perro observaba, el gato estiró las cuatro patas, alargando sus garras y abriendo la boca en un gran bostezo rosado. Después parpadeó un par de veces por nada en particular, acurrucó su nariz bajo sus patas delanteras y se volvió a dormir. Mientras el perro observaba esto, vio un movimiento por el rabillo del ojo. Una comadreja estaba robando en los alrededores del granero, se dirigía a la casa de la gallina y el perro tuvo que saltar bajo la intensa lluvia, ladrando fuertemente, para obligarla a volver al bosque donde pertenecía. A estas alturas el perro tenía frío, estaba mojado hasta los huesos y se había cortado la pata con una piedra afi lada mientras perseguía a la comadreja. Mientras cojeaba de vuelta al porche, notó que alguien había colocado el tazón de su comida un poquito más allá del límite de la casa, de modo que caía la lluvia del techo en él, convirtiendo su cena en una papilla fría y espesa. El perro pensó en esto durante toda la fría y lluviosa noche, y cuando salió el sol a la mañana siguiente le hizo una pregunta al gato. “¿Por qué es,” preguntó el perro, “que tú estás tirado todo el día en la agradable y cálida casa, mientras yo estoy aquí afuera con el frío y la humedad, persiguiendo comadrejas y lidiando con zorros y soportando que mi cena se llene con agua de lluvia y durmiendo en la mugre?”

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Exciting Reading with Fun Activities

Copyright 2012 Houston Chronicle

El Perro, el gato y el ratón Un leyenda de Romania

As retold by Mike Peterson, c. 2005

Illustrated by Marina Tay, c. 2005

Hace años, perros, gatos y ratones se llevaban bastante bien.

El gato se encargaba de todo lo que sucedía dentro de la casa, el perro se encargaba de todo lo que

sucedía fuera de la casa. Los ratones no se encargaban de nada en particular, pero hacían su vida y

nadie los molestaba.

Pero un día el perro se encontraba recostado sobre el polvo del patio, y sintió una gota de lluvia. No

tenía ganas de moverse, pero sabía que estaba a punto de llover más fuerte y no solo se empaparía si no

se movía, sino que se encontraría recostado en el barro.

Así que se levantó y trotó hasta un lugar en el porche. Mientras se encontraba sentado allí, con la lluvia

comenzando a caer más fuerte y el viento frío agitándola hacia debajo del techo del porche donde él se

encontraba sentado, echó un vistazo por la ventana, y allí vio al gato.

El gato se encontraba recostado en la gruesa alfombra frente a la cálida chimenea, y mientras el perro

observaba, el gato estiró las cuatro patas, alargando sus garras y abriendo la boca en un gran bostezo

rosado. Después parpadeó un par de veces por nada en particular, acurrucó su nariz bajo sus patas

delanteras y se volvió a dormir.

Mientras el perro observaba esto, vio un movimiento por el rabillo del ojo. Una comadreja estaba

robando en los alrededores del granero, se dirigía a la casa de la gallina y el perro tuvo que saltar bajo la

intensa lluvia, ladrando fuertemente, para obligarla a volver al bosque donde pertenecía.

A estas alturas el perro tenía frío, estaba mojado hasta los huesos y se había cortado la pata con una

piedra afi lada mientras perseguía a la comadreja. Mientras cojeaba de vuelta al porche, notó que

alguien había colocado el tazón de su comida un poquito más allá del límite de la casa, de modo que

caía la lluvia del techo en él, convirtiendo su cena en una papilla fría y espesa.

El perro pensó en esto durante toda la fría y lluviosa noche, y cuando salió el sol a la mañana siguiente

le hizo una pregunta al gato.

“¿Por qué es,” preguntó el perro, “que tú estás tirado todo el día en la agradable y cálida casa, mientras

yo estoy aquí afuera con el frío y la humedad, persiguiendo comadrejas y lidiando con zorros y

soportando que mi cena se llene con agua de lluvia y durmiendo en la mugre?”

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“No me culpes a mí,” respondió el gato. “Ese fue nuestro acuerdo.”

“No creo que yo haya aceptado esto,” dijo el perro.

“Oh sí,” insistió el gato. “Se supone que los gatos deben estar adentro de la casa y los perros afuera,

vigilando la parte externa de la casa. Todo está fi rmado y sellado como corresponde. Por lo que, no

podríamos cambiarlo aunque quisiéramos.”

“Veamos eso,” dijo el perro. “Muéstrame ese acuerdo. Quiero ver qué dice y, especialmente, quiero ver

quién fi rmó en nombre de nosotros los perros.”

“Muy bien,” dijo el gato. “Iré a buscarlo.”

Entró a la casa y subió al altillo para buscar el papel pero cuando estuvo allí, no puedo encontrar el

acuerdo. Buscó en el baúl donde debía estar, pero todo lo que encontró fueron unos pedazos de papel y

un montón de pelusa.

El gato se dio cuenta de lo que había sucedido: los ratones habían entrado al baúl y habían roído el

acuerdo, masticándolo y convirtiéndolo en pelusa para sus nidos.

Bajó las escaleras y salió por la puerta de la cocina donde estaba esperando el perro.

“Desapareció,” dijo. “Pero recuerdo exactamente lo que decía. Decía que tú estarías afuera vigilando

el patio y el granero y yo adentro de la casa, vigilándolo todo.”

“¿Qué?” rugió el perro, “¿piensas que soy tonto? ¡Muéstrame el acuerdo!”

Y al tiempo que decía eso, agarró al gato de la piel de la parte trasera del cogote y le dio una buena

sacudida.

El gato se escapó con miedo y corrió tan rápido como pudo y mientras escapaba del perro, espió a un

pequeño ratón que lo observaba.

“¡Tú!” gritó. “¡Tú, ratón, me has hecho esto!” Persiguió al ratón furiosamente.

Desde ese día, cuando un perro se encuentra con un nuevo gato, inmediatamente lo persigue, gritándole

que le muestre el acuerdo.

Desde ese día, cuando un gato ve a un ratón, inmediatamente trata de atraparlo y matarlo por haber

provocado que su perfecta vida se trastocara.

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Actividades

1. Muchas fábulas son coloridas e imaginativas descripciones de las relaciones entre los

animales y cuentan cómo surgieron esas relaciones. ¿Qué relaciones se describen en esta

fábula? ¿Cuáles son las explicaciones que se dan con respecto a las relaciones en esta fábula?

2. La mayor parte de esta fábula está contada desde el punto de vista o perspectiva del perro. ¿A

qué conclusión llega acerca de su función cuando se compara con la función del gato? ¿Qué

incidentes conducen a esta conclusión? Busca en la sección Comics de Houston Chronicle y

descubre una historieta que muestre el mundo a través de los ojos de un animal. Describe el

punto de vista del animal y explica cómo se diferencia del punto de vista de una persona.