el palomo

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El palomo. Santiago de Querétaro. A 23 de junio de 1892. A Maclovia Alarcón Ramírez. Presente. Querida Maclovia: Hace dos meses que deje la bella ciudad de León, Guanajuato. Con ella a usted linda señorita. Le cuento que las tardes de viernes posteriores al ensayo de la orquesta juvenil suelo disfrutar de una rica nieve de garambullo en el jardín Obregón, a veces lo paso solo porque a mis compañeros de sección les dicen sus padres que lleguen temprano a casa para comer, otras veces ellos mismos me invitan a comer a sus casa y después vamos a la plaza, a comernos una paleta coloradotas sentados en la banca número tres con vista al poniente del kiosco. Jared “La gacela” Jiménez y “el piojo” Fernández son mis compañeros de sección. Hernández es todo un Don Juan, eso, solo hasta que comienza a comer nieve, pues siempre pierde el estilo y en un santiamén arma pasa de un jovencito pulcro a todo un arlequín de feria, pues termina todo batido al tomar la de sabor garambullo. Jared y yo siempre nos reímos del “piojo” con sus hazañas en la nevería. Sin más por el momento, me despido extrañándole, querida señorita. Mando saludos a tu madre Doña Alvarita de Alarcón, espero se encuentre saludable y enérgica como siempre. Desde la amabilísima y barroca cuidad de Querétaro, tu palomo. León Ortiz Zamarripa.

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Carta ficticia inventada por Juan Luis Ortiz Hernández.

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Page 1: El palomo

El palomo.

Santiago de Querétaro. A 23 de junio de 1892.

A Maclovia Alarcón Ramírez.

Presente.

Querida Maclovia:

Hace dos meses que deje la bella ciudad de León, Guanajuato. Con ella a usted linda señorita. Le

cuento que las tardes de viernes posteriores al ensayo de la orquesta juvenil suelo disfrutar de una

rica nieve de garambullo en el jardín Obregón, a veces lo paso solo porque a mis compañeros de

sección les dicen sus padres que lleguen temprano a casa para comer, otras veces ellos mismos me

invitan a comer a sus casa y después vamos a la plaza, a comernos una paleta coloradotas

sentados en la banca número tres con vista al poniente del kiosco. Jared “La gacela” Jiménez y “el

piojo” Fernández son mis compañeros de sección. Hernández es todo un Don Juan, eso, solo hasta

que comienza a comer nieve, pues siempre pierde el estilo y en un santiamén arma pasa de un

jovencito pulcro a todo un arlequín de feria, pues termina todo batido al tomar la de sabor

garambullo. Jared y yo siempre nos reímos del “piojo” con sus hazañas en la nevería.

Sin más por el momento, me despido extrañándole, querida señorita. Mando saludos a tu madre

Doña Alvarita de Alarcón, espero se encuentre saludable y enérgica como siempre. Desde la

amabilísima y barroca cuidad de Querétaro, tu palomo.

León Ortiz Zamarripa.