el origen divino de la iglesia

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EL ORIGEN DIVINO DE LA IGLESIA La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó - escribió San Pablo -, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y sellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición. Pero Jesucristo no sólo fundó una religión "el Cristianismo", sino también una Iglesia. La Iglesia "el nuevo Pueblo de Dios" fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia. Los grandes propulsores de la expansión del Cristianismo fueron los Apóstoles, obedientes al mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a todas las naciones. Nos consta que el Apóstol Pedro, al marchar de Palestina, se estableció en Antioquía, donde existía una importante comunidad cristiana. Es posible que luego residiera algún tiempo en Corinto, pero su destino definitivo sería Roma, capital del Imperio, de cuya Iglesia fue primer obispo. En Roma, Pedro sufrió martirio en la persecución desencadenada por el emperador Nerón (a. 64). El Apóstol Juan, tras una larga permanencia en Palestina, se trasladó a Efeso, donde vivió muchos años más. Viejas tradiciones hablan de las actividades apostólicas de Santiago el Mayor en España, del Apóstol Tomás en la India, del Evangelista Marcos en Alejandría. San Pablo fue el gran apóstol de los pueblos recorriendo Asia, Grecia y posiblemente España. Obtenida la libertad, la Iglesia tuvo necesidad de organizar sus estructuras territoriales, con vista a la acción pastoral en un mundo que se cristianizaba con rapidez. La expansión del Cristianismo en el mundo antiguo se acomodó a las estructuras y modos de vida propios de la sociedad romana. La Roma clásica promovió la difusión de la vida urbana: municipios y colonias surgieron en gran número por todas las provincias de un Imperio para el cual

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los origenes de la fe catolica

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EL ORIGEN DIVINO DE LA IGLESIA

La Resurreccin de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. Si Cristo no resucit - escribi San Pablo -, vana es nuestra predicacin y vana es vuestra fe (I Cor XV, 14). Desde entonces los Apstoles se presentaran a s mismos como testigos de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciaran por el mundo entero y sellaran su testimonio con la propia sangre. Los discpulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelacin, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradicin.

Pero Jesucristo no slo fund una religin "el Cristianismo", sino tambin una Iglesia. La Iglesia "el nuevo Pueblo de Dios" fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvacin, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitucin de la Iglesia se consum el da de Pentecosts, el da en que el Espritu Santo desciende sobre los discpulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.

Los grandes propulsores de la expansin del Cristianismo fueron los Apstoles, obedientes al mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a todas las naciones. Nos consta que el Apstol Pedro, al marchar de Palestina, se estableci en Antioqua, donde exista una importante comunidad cristiana. Es posible que luego residiera algn tiempo en Corinto, pero su destino definitivo sera Roma, capital del Imperio, de cuya Iglesia fue primer obispo. En Roma, Pedro sufri martirio en la persecucin desencadenada por el emperador Nern (a. 64). El Apstol Juan, tras una larga permanencia en Palestina, se traslad a Efeso, donde vivi muchos aos ms. Viejas tradiciones hablan de las actividades apostlicas de Santiago el Mayor en Espaa, del Apstol Toms en la India, del Evangelista Marcos en Alejandra. San Pablo fue el gran apstol de los pueblos recorriendo Asia, Grecia y posiblemente Espaa.Obtenida la libertad, la Iglesia tuvo necesidad de organizar sus estructuras territoriales, con vista a la accin pastoral en un mundo que se cristianizaba con rapidez. La expansin del Cristianismo en el mundo antiguo se acomod a las estructuras y modos de vida propios de la sociedad romana. La Roma clsica promovi la difusin de la vida urbana: municipios y colonias surgieron en gran nmero por todas las provincias de un Imperio para el cual urbanizacin era sinnimo de romanizacin. El Cristianismo naci en este contexto histrico y las ciudades fueron sede de las primeras comunidades, que constituyeron en ellas iglesias locales. Pero esas iglesias no fueron ncleos perdidos y aislados: la comunin y la comunicacin entre ellas era real y todas tenan un vivo sentido de hallarse integradas en una misma Iglesia universal, la nica Iglesia fundada por Jesucristo.La Iglesia ha tenido presencia en todos los acontecimientos histricos de la humanidad.

La Iglesia de Benedicto XVIEs obvio que para cada Pontfice la Iglesia es su casa y, como tal, quiz piensan en tenerla arreglada segn cmo las convicciones espirituales de su corazn les instan a hacerlo. Y para el Santo Padre actual, cmo debe ser la Iglesia de la que tiene la llave que, a travs de los siglos, le llega desde Pedro?En principio, la Iglesia es, en cuanto creacin de Jess, unanueva comunidad visible de salvacin.Esta expresin, recogida en El nuevo Pueblo de Dios, texto de Benedicto XVI, clarifica bastante bien el sentido que quiere darle, su forma de ser, ante el mundo actual; al fin y al cabo, cmo quiere que sea esa casa comn creada por el Mesas, este nuevo sucesor del Apstol que reneg, pero supo levantarse a tiempo, de su amistad con Cristo.Porque, ante la actual situacin de incredulidad, de planteamiento de dudas acerca de todo lo relacionado con la fe cuando no con evidentes signos de atesmo materialista y hedonista, la Iglesia, para Benedicto XVI, no ha de ser nada ambigua sino, al contrario, profundamente santa y signo que invite, que invita, a la fe; ante las asechanzas propias de un ser huidizo de Dios y amparado en lo pragmtico y til, la propuesta del actual Pontfice es que la Iglesia sea sensible a los problemas sociales; que se abra a la relacin con los hermanos separados; que comprenda al otro que no piensa como quien tiene enfrente, quiz en su contra, pugnando y, por ejemplo, que lleve a cabo una liturgia que sea accesible al pueblo (me refiero a la Iglesia) Estos parmetros determinan que la Iglesia sea verdadera casa comn, acogedor cauce para el alma de todos.Tambin, ante la pretensin de que la Iglesia responda con una voluntad propia, subjetiva, frente a la universalidad de su misin, Benedicto XVI entiende necesario comprender que los proyectos individuales si no se incardinan en lo que es la Iglesia de Cristo son, digamos, dice, como castillos de arena que fcilmente se vienen abajo.Por eso, la Iglesia de Benedicto XVI no puede ser nuestra en el sentido antes dicho, de apropiacin particular y, lo que es peor, particularista, sino suya y, as, los fines que ha de abarcar, buscar y realizar han de tener, por eso mismo, un asiento en la voluntad de Dios y no, claro, en la nuestra. Al fin y al cabo, el Santo Padre establece su doctrina al respecto porque entiende que en el fondo no es nuestra sino suya (se refiere a Cristo) He aqu una poderosa razn para sentirse bien dentro de la Iglesia.Adems, uno de los aspectos ms importantes en este tema es que Benedicto XVI entiende que la Iglesia se ha de regir por dos criterios esenciales: la justicia y al amor, esos dos bienes sin los cuales no se entiende una sociedad moralmente avanzada.Si por una parte la lucha contra la injusticia brota de un impulso fundamentalmente cristiano y entender otra cosa no es, sino, manipular la realidad misma acaecida a lo largo de los siglos (esto ltimo es opinin del que esto escribe), el amor, ley fundamental, primera, del Reino de Dios, ha de ser la savia que alimente a la Iglesia, porque sin una cierta cantidad de amor no se encuentra nada.Ese amor, esa caridad, la cual, el cual, ha sido claramente determinado y explicado en su primera Carta EncclicaDeus Caritas Est, ha de ser, como no puede ser de otra forma, el eje que conduzca el devenir de la Iglesia, porque el amor no es esttico ni acrtico y, por lo tanto, y as, la Iglesia, puede transformar al hombre amndolo y hacerlo pasar de lo que es a lo que puede ser. Esto es lo que pretende el Santo Padre.Todo esto apunta hacia un espacio que determina algo fundamental para la vida de cada uno de nosotros: solamente la fe de la Iglesia salva al hombre.El concepto que Benedicto XVI tiene de la Esposa de Cristo, y que ha sido brevemente explicado aqu, tiene ese fin, ese objetivo que radica en el sueo que, a lo largo de los siglos, condujo al pueblo elegido por Dios por los desiertos de su vida y luego, tras la constitucin de la alianza definitiva hecha por el Creador con el hombre a travs de Jesucristo, en la consecucin de la salvacin eterna.Esa salvacin (en s misma), meta esencial de todo hombre, slo se puede llevar a cabo dentro del seno de la Iglesia. Pero esto hay que entenderlo correctamente, pues no quiere decir, como quiz se piense, que nadie ms pueda salvarse. Por ejemplo, como Bonifacio VIII dice la ignorancia invencible de la verdadera religin no implica culpa alguna. Y estas personas tambin pueden alcanzar la vida eterna, pues esto es voluntad de Dios.

La Iglesia del Papa Francisco

El Papa Francisco habla sobre la Iglesia y las posibles reformas a realizar. Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, afirma el Papa. Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompandolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prjimo. Esto es Evangelio puro. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen despus. La primera reforma debe ser la de las actitudes.De este modo, reclama una Iglesia que salga de s misma: Busquemos ms bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de s misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se march de ella, hacia el indiferente. El que abandon la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor.