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41 Documentación Social 138 RESUMEN A pesar de la naturaleza un tanto aproximada de los datos sobre el sinhogarismo, la evidencia indica una grave carencia y exclusión de la vivienda entre gran parte de la población europea. Este trabajo explora algunas de las razones que explican la prevalecía y persistencia del proble- ma de la vivienda en Europa. La primera reflexión, sin embargo, se refiere a la necesidad de ob- tener unos datos estadísticos más precisos y completos sobre el problema de la vivienda y sobre algunos de los recientes intentos de desarrollar una tipología común que proporcione el marco adecuado para la recopilación de datos más fiables y consistentes. Para ello toma en considera- ción el Grupo de Trabajo para la Recopilación de Datos de FEANTSA y el Observatorio Euro- peo de la Vivienda, que han desarrollado una «tipología europea para la recogida de datos sobre el sinhogarismo y la exclusión de la vivienda» (ETHOS, según sus siglas inglesas). Joe Doherty* Coordinador junto a B. Edgar y H. Meert del Observatorio Europeo sobre Sinhogarismo (FEANTSA). Director del Joint Centre for Scottish Housing Research. Senior Lecturer en la School of Geography & Geosciences de la University of St. Andrews. Sumario 1. Introducción. 2. Evaluando el problema de la vivienda. 3. Razones por el problema de la vivienda. 3.1. La reestructuración económica. 3.2. La reducción de las prestaciones sociales. 3.3. El cambio sociodemográfi- co. 4. La UE y el problema de la vivienda. 5. Referencias bibliográficas. El origen del sinhogarismo (1) : perspectivas europeas 2 * Traducción Kate Angus. (1) Hemos optado por traducir el término inglés «homelessness» por la palabra «sinhogarismo» ya que se trata de un término acep- tado en medios académicos que permite evitar las distorsiones a que darían lugar otras opciones como por ejemplo traducirlo por «fal- ta de vivienda» que no acierta a reflejar las implicaciones sociales, relacionales y simbólicas del problema. También en francés ha ter- minado por imponerse el uso del neologismo «sans-abrisme».

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RESUMEN

A pesar de la naturaleza un tanto aproximada de los datos sobre el sinhogarismo, la evidenciaindica una grave carencia y exclusión de la vivienda entre gran parte de la población europea.Este trabajo explora algunas de las razones que explican la prevalecía y persistencia del proble-ma de la vivienda en Europa. La primera reflexión, sin embargo, se refiere a la necesidad de ob-tener unos datos estadísticos más precisos y completos sobre el problema de la vivienda y sobrealgunos de los recientes intentos de desarrollar una tipología común que proporcione el marcoadecuado para la recopilación de datos más fiables y consistentes. Para ello toma en considera-ción el Grupo de Trabajo para la Recopilación de Datos de FEANTSA y el Observatorio Euro-peo de la Vivienda, que han desarrollado una «tipología europea para la recogida de datos sobreel sinhogarismo y la exclusión de la vivienda» (ETHOS, según sus siglas inglesas).

Joe Doherty*

Coordinador junto a B. Edgar y H. Meert del Observatorio Europeo sobre Sinhogarismo (FEANTSA).Director del Joint Centre for Scottish Housing Research. Senior Lecturer en la School of Geography & Geosciences de la University of St. Andrews.

Sumario

1. Introducción. 2. Evaluando el problema de la vivienda. 3. Razones por el problema de la vivienda. 3.1.

La reestructuración económica. 3.2. La reducción de las prestaciones sociales. 3.3. El cambio sociodemográfi-co. 4. La UE y el problema de la vivienda. 5. Referencias bibliográficas.

El origen del sinhogarismo(1):perspectivas europeas

2

* Traducción Kate Angus.

(1) Hemos optado por traducir el término inglés «homelessness» por la palabra «sinhogarismo» ya que se trata de un término acep-

tado en medios académicos que permite evitar las distorsiones a que darían lugar otras opciones como por ejemplo traducirlo por «fal-

ta de vivienda» que no acierta a reflejar las implicaciones sociales, relacionales y simbólicas del problema. También en francés ha ter-

minado por imponerse el uso del neologismo «sans-abrisme».

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Las razones del sinhogarismo suelen combinar factores individuales y estructurales. Las expli-caciones centradas en las características y los comportamientos individuales tienden a resaltarla naturaleza excepcional del problema. Sin embargo es necesaria la vinculación de los micro-procesos a los factores estructurales (macroprocesos) entre los que destacan: la reestructuracióneconómica, que contribuye a la vulnerabilidad a problemas de vivienda; la reducción de lasprestaciones sociales, reduciendo el apoyo en materia de vivienda; y el cambio socio-demográfi-co, que ha expuesto ciertos sectores de la sociedad a un mayor riesgo de no tener vivienda. So-bre esta argumentación el autor hace un breve comentario sobre el papel de la UE en el des-arrollo de las perspectivas y políticas necesarias para solucionar este problema.

ABSTRACT

Despite the rather approximate nature of figures on the housing problem, the evidence pointsto a serious shortage and exclusion from housing among a considerable portion of Europe’s po-pulation. This work explores some of the reasons for the prevalence and persistence of the hou-sing problem in Europe. The first reflection, though, concerns the need to obtain more accura-te and comprehensive statistical data in regard to housing, and some of the recent attempts todevelop a common typology to provide an adequate framework to compile more reliable andconsistent data. Accordingly, it takes into account the FEANTSA Data Collection WorkingGroup and the European Observatory on Homelessness, which have developed a «EuropeanTypology for data collection on Homelessness and housing exclusion» (ETHOS).

Homelessness tends to result from a combination of individual and structural factors. Expla-nations which focus on individual characteristics and behaviours tend to emphasise the excep-tional nature of the problem. However, it is necessary to link micro-processes to structural fac-tors (macro-processes) which include: economic restructuring, which contributes to housingvulnerability; the reduction in social benefits, leading to cut-backs in housing support; and so-cio-demographic change, which has left certain sectors exposed to a greater risk of homeless-ness. Based on the above arguments, the author comments briefly on the EU’s role in develo-ping prospects and policies to solve this problem.

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«… el origen del sinhogarismo debería verse como “condición socio-políti-ca —un conjunto de relaciones y categorías históricas— derivada de lasluchas por la producción y distribución de la riqueza social”» (Hopper,2003; p. 210)(2).

1 INTRODUCCIÓN

Antes de la ampliación de mayo de 2004, las estimaciones apuntaban queen los 15 países miembros de la Unión Europea, unas 377 millones de personasocupaban 171 millones de unidades de vivienda. A nivel individual de cada Es-tado miembro, había una media de entre 300 y 500 viviendas por cada 1.000 ha-bitantes, una para cada 2 personas en el mejor de los casos y para cada 3 ó 4 enel peor. Aunque, por supuesto, las circunstancias variaban, y aún varían de unpaís a otro, y según el momento, con algunas zonas metropolitanas experimen-tando carencias y otras excedentes, estas cifras sugieren que no existe una faltaabsoluta y generalizada de vivienda en los 15. Sin embargo, las estimacionesagregadas también sugieren que al principio del nuevo milenio, había unos 3millones de personas sin techo y que unos 18 millones vivían en infraviviendas(es decir, viviendas que carecen de las necesidades más básicas), o en viviendasque eran estructuralmente inseguras, ofrecían condiciones de hacinamiento ocarecían de estabilidad a largo plazo (EU Working Group Report, 2000, p. 25).Desde la ampliación, la situación no ha mejorado. De hecho, según los datosdisponibles, la suma de los otros 10 países de Europa Central y Oriental y delMediterráneo ha empeorado el problema y, a pesar de algunas evidencias re-cientes que indican una estancación e incluso reducción del sinhogarismo en Ir-landa y Alemania, no ha habido una mejora notable en las circunstancias de lossin techo en los «viejos» países miembros de la Unión Europea.

A pesar de la naturaleza un tanto aproximada de los datos sobre el sinho-garismo, la evidencia indica una grave carencia y exclusión de la vivienda en-tre gran parte de la población europea. Este trabajo explorará algunas de lasrazones que explican la prevalecía y persistencia del problema de la vivienda

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(2) Hopper cita a Bourdieu y Wacquant, 1992, p. 245.

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en Europa y hará un breve comentario sobre el papel de la UE en el desarrollode las perspectivas y políticas necesarias para solucionar este problema. Laprimera reflexión, sin embargo, será sobre la necesidad de obtener unos datosestadísticos más precisos y completos sobre el problema de la vivienda y sobrealgunos de los recientes intentos de desarrollar una tipología común que pro-porcione el marco adecuado para la recopilación de datos más fiables y con-sistentes. Si los Estados miembros de la Unión Europea y la propia UE en suconjunto toman en serio las dimensiones del problema, según las evidencianlos sondeos esporádicos e informes periódicos de proveedores de servicios alos sin techo, deben instaurar unos instrumentos de medida más eficaces paraobtener unos datos consistentes y actualizados sobre el nivel y la tendencia delproblema de la vivienda, para poder desarrollar políticas y programas eficacesque alivien el problema o impidan que ocurra.

2 EVALUANDO EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA

Desarrollar una perspectiva general del sinhogarismo en la Unión Europeaes una tarea muy difícil(3), entre otras razones porque lo que le falta a Europaen términos de masa territorial lo compensa con creces en términos de pobla-ción —más de 400 millones— y en términos de la diversidad de culturas y dehistoria y niveles de desarrollo económico arraigados en 25 naciones, distintasy autónomas, y en las muchas y muy diferentes regiones que componen di-chas naciones. En este entorno tan variado y diverso, el problema de la vi-vienda es, inevitablemente, un concepto debatido; un concepto con varias ca-pas sociales, cuyo significado varía en función del sitio, y según las distintasnociones culturales de lo que constituye una vivienda y de lo que constituyeuna vivienda adecuada. Esta diversidad persiste a pesar de una cierta conver-gencia reciente de puntos de vista y, lo más importante, de expectativas encuanto a estilos de vida en toda Europa, a medida que las divergencias entrepaíses y regiones en cuanto a niveles de desarrollo económico y Bienestar so-cial van disminuyendo.

Hoy en día no existe una definición única y constante del problema de la vi-vienda que se acepte y se aplique por parte de los políticos e investigadores entoda la Comunidad Europea. La falta de dicha definición hace que la realiza-

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(3) Es interesante constar que las dificultades en la evaluación del problema de la vivienda se asemejan a las dificultades asociadas

a la evaluación de las incidencias de muchos fenómenos sociales. Por ejemplo: las medidas de urbanización se basan en criterios ad-

ministrativos y legales que varían –a menudo considerablemente– de un país a otro. Incluso las estadísticas sobre el tamaño de las

urbanizaciones son perjudicadas por la referencia a las fronteras administrativas y no la extensión de zonas construidas contiguas (ver

International Union for the Scientific Study of Population, 2005).

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ción de un estudio comparativo sea muy difícil. Algunos comentaristas vincu-lan el sinhogarismo con las condiciones de la vivienda, y de esta forma identi-fican situaciones de vivienda cuya característica común es la «falta del derechoo acceso a un espacio seguro y mínimamente adecuado para vivir». Estas si-tuaciones de vivienda se han descrito a menudo como: «estar sin techo» («viviren la calle»), «falta de vivienda» (teniendo que depender de un alojamiento deemergencia o de instituciones a largo plazo), o «infravivienda» (que engloba lavivienda insegura, en condiciones intolerables o de hacinamiento involuntario).Sin embargo, para otros, el problema de la vivienda también refleja la ausenciade unas relaciones y redes sociales y en este entorno es importante distinguirentre la falta de vivienda («houselessness»), que se vincula a la situación de vi-vienda de una persona, y el sinhogarismo («homelessness») falta de hogar, quese vincula a la situación social de una persona. Tal y como argumentó AntonioTosi (1997, p. 94), «de todos aquellos principios que ordenan la multiplicidadde nociones del problema de la vivienda, el más evidente es la polarización al-rededor de dos posibles significados: por un lado la falta de espacio —un te-cho— y por el otro lado la ausencia de relaciones sociales o de vínculos que asu vez esconden situaciones de exclusión social o de marginación». Estas inter-pretaciones plantean dos temas importantes: el primero trata del problema ge-neral de la relación entre la pobreza y la vivienda, y el segundo se refiere a lostipos y procesos de exclusión social que se exacerban debido a la pérdida de lavivienda. El problema de la vivienda es un concepto social e históricamente de-terminado, cuyo significado es fluido y sujeto a cambios y ajustes en tiempo yespacio; es, en este sentido, un concepto relacional, más que absoluto.

La investigación primaria sobre sinhogarismo se lleva a cabo principal-mente a nivel local, siendo poco frecuente a nivel nacional y no-existente a ni-vel europeo. En la UE, la documentación sobre el sinhogarismo a nivel nacio-nal oscila entre ninguna fuente fidedigna de datos primarios hasta sondeoscompletos nacionales sobre el tema, que recogen datos de múltiples fuentes.En Grecia y Portugal, por ejemplo, no existen fuentes primarias que sean re-presentativas para todo el país o para regiones administrativas o ciudadesgrandes; del mismo modo, España no tiene cobertura nacional y depende delos sondeos periódicos que se realicen en centros metropolitanos, a menudopor agencias benéficas o confesionales. Los albergues para los sin techo son laúnica fuente de datos empíricos en Bélgica. En el Reino Unido, tan sólo se dis-pone de datos parciales del registro de la administración pública de las perso-nas que se incluyen en listas de espera para vivienda (como grupos de altaprioridad) para el conjunto del país. En Irlanda, se dispone de datos adminis-trativos para todo el país y cada gobierno local proporciona estimaciones cadatres años del número de personas sin hogar. En Austria, Alemania, Francia,

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Italia y Luxemburgo, los sondeos especiales son la principal fuente de datosempíricos, aunque los objetivos y métodos pueden variar de manera conside-rable. Sólo en Dinamarca, Finlandia y Holanda existen dos o más fuentes re-presentativas que se pueden usar para estimar la prevalecía del problema dela vivienda y para describir las características de las personas sin hogar. Inclu-so en aquellos sitios donde se recopila copiosa información (por ejemplo, enSuecia), la diversidad en el tipo y variedad de datos recogidos limita las posi-bilidades de análisis comparativo tras-nacional.

En la EU-10 el sinhogarismo no se definió ni se reconoció como un proble-ma antes de 1989. Al menos en teoría, todo el mundo tenía un hogar que leproporcionaba o sus empleadores o el Estado; a los que se escapaban por lasredes en cuanto a vivienda, la institucionalización y el encarcelamiento se en-cargaban de asegurar que no terminasen en las calles. Desde 1989, cuando sedesmontaron las formas anteriores de provisión de vivienda en el movimientode privatización y surgieron los consiguientes problemas económicos para ac-ceder a la vivienda, apareció el problema de la vivienda en forma de aloja-mientos inseguros y personas obligadas a pasar la noche en las calles. De mo-mento, aparte de los sondeos esporádicos, no se han implantado procedimien-tos sistemáticos para contar o estimar las tasas de falta de vivienda en laUE-10.

Hace años que el reto de proporcionar un estándar común de medida paraevaluar el sinhogarismo en toda Europa viene siendo una prioridad para lasagencias que se ocupan de este tema(4). Durante los últimos 2 años, el Grupo deTrabajo para la Recopilación de Datos de FEANTSA y el Observatorio Europeosobre Sinhogarismo han desarrollado una «tipología europea para la recogidade datos sobre el sinhogarismo y la exclusión de la vivienda» (ETHOS, segúnsus siglas inglesas)(5). Dicha tipología tiene como objetivo el proporcionar unmarco constante y común para medir las tasas de falta de vivienda que sea su-ficientemente flexible para adaptarse a las definiciones nacionales variables enrelación, por ejemplo, a la idoneidad y la seguridad de la vivienda. Las cate-gorías que se emplean en la tipología se construyen sobre la base de una defi-nición conceptual que engloba tres áreas: la física, la social y la legal. El área fí-sica se refiere a un espacio en el cual la persona o familia sea el único ocupan-te. Es decir, la persona o familia no tiene que compartir el espacio de manerainvoluntaria con otras personas. El área social se refiere al derecho a la privaci-dad personal y a tener un espacio íntimo propio. Mientras que la interacciónsocial se puede realizar en espacios públicos y en ambientes institucionales

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(4) Ver también trabajos recientes del INSEE (2004) para Eurostat.

(5) ETHOS todavía se está puliendo y la versión final, que se espera para mayo del 2006, puede variar en algunos aspectos de lo que

se presenta aquí.

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grandes, esta área se refiere a la capacidad de ejercer algún tipo de control so-bre estas relaciones y poder disfrutarlas en la intimidad. Las referencias a la de-finición legal del alquiler, en muchos países, también sugiere que para la seguri-dad en el alquiler debe existir un acuerdo legal entre las dos partes (propieta-rio e inquilino) lo cual especifica: la propiedad en alquiler (una descripción dela vivienda - una dirección), el período de alquiler y el derecho a la ocupaciónexclusiva (por parte del inquilino y su familia). Si una vivienda satisface todoslos criterios en estas tres dimensiones, entonces se le puede considerar una vi-vienda adecuada y apropiada (aunque esto no quiere decir que no sea posibleni deseable una mejora); una falta en cualquiera de estas dimensiones defineuna vivienda inadecuada o un problema de falta de vivienda.

En base a estas distinciones, la tipología ETHOS identifica 15 categorías decondiciones de habitabilidad en relación al problema de la vivienda (tabla 1).Se argumenta que dichas categorías deberían proporcionar una definición cla-ra y sin ambigüedades, que se pueda utilizar en cualquier país europeo paraevaluar los diferentes aspectos del problema de la vivienda. Este método otor-ga un nivel de flexibilidad y de generalidad que debería permitir la adapta-ción a la mayoría de los sistemas nacionales y locales de recogida de datos.

Tabla 1: Áreas de Sinhogarismo

Categoría conceptual Área física Área social Área legal

No tiene ningún No tiene No tiene espacio íntimo derecho legal a un

Sin techo vivienda (techo) para relaciones sociales espacio exclusivo

No tiene ningún Tiene un lugar No tiene espacio íntimo derecho legal a un

Sin hogar donde vivir para relaciones sociales espacio exclusivo

Tiene un lugar donde Vivienda insegura e vivir (no segura y no Tiene espacio para No tiene seguridad inadecuada habitable) relaciones sociales de ocupación

Vivienda insegura Tiene un lugar donde Tiene espacio para No tiene seguridad de (adecuada) vivir relaciones sociales ocupación

Infravivienda Vivienda inadecuada Tiene espacio para Tiene derecho legal/(ocupación segura) (no habitable) relaciones sociales seguridad de ocupación

La tipología ETHOS es ambiciosa en el sentido de que intenta evitar la im-posición de una clasificación descriptiva estática, siendo diseñada para formu-lar un marco analítico eficaz que retenga la suficiente flexibilidad como parapermitir el entendimiento del concepto del sinhogarismo como proceso ycomo algo continuo (no jerárquico). Otro aspecto importante es que, además,

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está diseñado para adaptarse a varias circunstancias nacionales y para propor-cionar datos comparables longitudinal e internacionalmente a nivel europeo.

Sin embargo, la adopción de la tipología por parte de los gobiernos y lasagencias que proporcionan servicios a las personas sin vivienda no es ni mu-cho menos una realidad. Cualquier tipología sobre el problema de la viviendacuestiona las maneras más arraigadas de enfocar el problema y choca, implíci-ta y explícitamente con intereses propios. Por ejemplo, las autoridades locales,carentes de fondos, responsables de solucionar el problema de la viviendapueden no querer adoptar una definición tan amplia del sinhogarismo ya quea su vez se ampliaría su esfera de responsabilidades. Al mismo tiempo, los go-biernos nacionales, en su afán de establecer claras metas que se puedan mediry demostrar a sus potenciales votantes como evidencia de su «éxito», tambiénserán cautos a la hora de ir más allá de unas definiciones minimalistas en re-lación a los sin techo; una tipología como ETHOS «enturbia la situación» yaque introduce conceptos poco claros, como la «falta encubierta de vivienda»que por su propia naturaleza son muy difíciles de identificar y muy difícilesde evaluar y solucionar. Además, las agencias benéficas y no gubernamentalesque proporcionan servicios a los sin techo, que objetivamente podrían consi-derarse los más abiertos a semejante tipología, pueden expresar cierta reticen-cia si perciben que su financiación está abierta a la amenaza de acciones puni-tivas por parte de los que proporcionan los fondos, que querrán retener unadefinición más restrictiva. En contra de estas posibles objeciones y reticencias,se reconoce cada vez más que hasta que se adopte y se implante una tipologíaETHOS o su equivalente de manera regular por parte de los Estados miembrosy los proveedores de servicios para los sin techo, dependeremos para nuestrosdatos sobre el problema —como en las cifras agregadas que citamos al princi-pio de este trabajo— de las estimaciones y aproximaciones que se derivan deuna gran variedad de sondeos intermitentes que utilizan criterios de defini-ción inconsistentes. El reciente encargo del trabajo sobre el desarrollo de indi-cadores de falta de vivienda por parte de EUROSTAT es una señal halagüeñaen este contexto (INSEE, 2004).

Aunque hay que reconocer la ausencia de una información estadísticacompleta y precisa, lo cierto es que incluso los datos incompletos y fragmen-tados de los que se dispone ahora demuestran claramente que el sinhogaris-mo es un problema persistente y predominante en todos los países de la UE.A pesar de las fluctuaciones en el tiempo, es evidente que parte importante dela población Europea padece el sinhogarismo, ya sea como falta material detecho o como infravivienda o vivienda inadecuada: 1 de cada 5, si nos fiamosde las cifras antes mencionadas del EU Working Group (2000). La UE no es ex-cepcional en este sentido. Todas las economías desarrolladas del mundo han

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padecido y siguen padeciendo unas tendencias preocupantes y persistentesen niveles de falta de vivienda. Las razones de la aparición del fenómeno delsinhogarismo como problema social importante en la segunda parte del si-glo XX y su continuidad en el siglo XXI son el tema principal de la siguientesección.

3 RAZONES DEL SINHOGARISMO

Las explicaciones comprehensivas del sinhogarismo de vivienda combinanfactores individuales y estructurales. Las explicaciones que se centran en lascaracterísticas y los comportamientos individuales tienden a resaltar la natu-raleza excepcional del problema, vinculando las «condiciones del sinhogaris-mo» —pobreza y desempleo— con el infortunio o los errores de juicio; a me-nudo se favorece la imagen de las personas sin techo como «víctimas»: bien delas acciones de otra persona, como en situaciones de abuso doméstico o de se-paración familiar, bien de su propio (mal)comportamiento, como en el caso deluso de las drogas y otras sustancias. Las explicaciones más constructivas cen-tradas en lo individual/el comportamiento resaltan la importancia de losacontecimientos que causan el problema de vivienda, como son la salida delhogar familiar después de una discusión, la ruptura de un matrimonio o rela-ción, la muerte de una pareja, la evicción, el alta institucional de la carrera mi-litar, o salida de la cárcel o de una institución psiquiátrica (Fitzpatrick y Klin-ker, 2000). La vinculación de este tipo de experiencias (microprocesos) a facto-res estructurales (macroprocesos) a través de una perspectiva de canalizaciónse ha mostrado especialmente beneficiosa a la hora de mejorar nuestra mane-ra de entender el sinhogarismo en los últimos años (Clapham, 2001).

La capacidad de los europeos para ejercer un derecho de acceso a una vi-vienda adecuada y segura depende de la integración de las naciones y de lasociedad europea en las estructuras económicas, sociales y políticas; la vulne-rabilidad en cuanto a la vivienda se constituye sobre la base de la exclusión ola amenaza de exclusión de estas estructuras. Mientras que la mayoría de losciudadanos europeos pueden estar adecuadamente alojados, para muchos elacceso a la vivienda adecuada es un tema de preocupación diaria e intensa.Para estos individuos y hogares, las agencias e instituciones proveedores devivienda (principalmente el marcado privado y el Estado) se han mostradoincapaces de garantizar el acceso a una vivienda adecuada. Algunos indivi-duos y grupos, debido a características heredadas (raza, discapacidad, géne-ro, orientación sexual, etc.) o a acontecimientos en el curso de su vida (des-

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empleo, ruptura familiar, violencia doméstica, enfermedad grave, etc.) sonmás susceptibles de sufrir vulnerabilidad residencial que otros, evidenciandolas deficiencias duraderas en el tejido social y las estructuras de la sociedad.Las características precisas de quienes son los más vulnerables en un mo-mento y lugar específicos no están, sin embargo, predeterminadas. El tipo depersonas vulnerables a los problemas de vivienda es cambiante, indicando elimpacto directo e indirecto de las circunstancias económicas cambiantes, lastendencias sociales y el clima político. Asimismo, también son cambiantes lospapeles y las responsabilidades de los principales agentes e instituciones res-ponsables de proveer la vivienda. En las últimas décadas, las formacioneseconómicas, sociales y políticas cambiantes no sólo han agravado la vulnera-bilidad al sinhogarismo entre los individuos tradicionalmente vulnerables,sino que han llegado a crear nuevas vulnerabilidades. Por ejemplo, el cambioeconómico asociado a la desindustrialización y la creación de una fuerza la-boral flexible ha llevado al desempleo y la vulnerabilidad al sinhogarismo en-tre personas que antes disfrutaban del empleo asegurado. Los resultantescambios sociales y demográficos, con, entre otros, el fin del hogar constituidoalrededor de un hombre cabeza de familia han expuesto a algunas mujeres alos caprichos del mercado laboral y ha limitado sus capacidades para formary sustentar un hogar independiente. Además, las circunstancias políticascambiantes han diluido el consenso de la post-guerra sobre el papel del Esta-do del Bienestar, llevando a la creación de nuevas clases de vulnerabilidad aproblemas de vivienda entre grupos tan diversos como los jóvenes y los soli-citantes de asilo político, mientras que la aparición de una nueva derecha po-lítica amenaza los derechos ya frágiles de algunas minorías inmigrantes, étni-cas y religiosas.

En la búsqueda de una explicación estructural de la falta persistente y ge-neralizada de vivienda en Europa podemos invocar una trilogía que resultamuy familiar para todos los investigadores realizando estudios sobre el pro-blema de la vivienda en países avanzados capitalistas: la reestructuracióneconómica, la reducción de las prestaciones sociales y el cambio socio-demo-gráfico. En resumen, nuestro argumento es que la reestructuración económicacontribuye a la vulnerabilidad a problemas de vivienda, la reducción de lasprestaciones sociales a un declive en la prestación del apoyo en materia de vi-vienda y el cambio socio-demográfico ha expuesto ciertos sectores de la so-ciedad a un mayor riesgo de no tener vivienda. Mientras estudiamos cadauno de estos procesos en los siguientes párrafos, debemos recordar el hechode que es su coyuntura en momentos y lugares precisos lo que crea las cir-cunstancias y condiciones específicas para la aparición y persistencia de pro-blemas de vivienda.

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Figura 1: La comprensión del Sinhogarismo en Europa

Esta interacción e interrelación entre la reestructuración económica, la re-ducción de las prestaciones sociales y el cambio socio-demográfico está condi-cionado por un cierto grado de dependencia que refleja las tendencias y expe-riencias históricas en algunas sociedades en particular (contexto histórico en lafigura 1) y por las recientes y predominantes políticas económicas y sociales,especialmente en relación a la operación del mercado de la vivienda y la pro-visión de las prestaciones sociales (contexto político, figura 1). En la siguientedescripción del cambio socio-económico, se intenta demostrar algunas de estascuestiones de interacción y contextuales.

3.1. La reestructuración económica

Después de la crisis del petróleo en 1973, el capitalismo occidental emergióde un período de crecimiento y estabilidad relativos para experimentar variasdécadas de inestabilidad e incertidumbre. Se podría argumentar que estamostodavía padeciendo algunos de los efectos de aquel período de crisis y de los in-tentos de reestructuración que le siguieron. En las décadas sucesivas todos lospaíses europeos han adoptado una agenda económica y política neo-liberal; al-gunos con alacridad, otros de forma más reticente. El impacto del neo-liberalis-mo ha sido universal en el sentido de que todos los países de la UE han vistocómo el mercado ha penetrado la mayoría de los sectores económicos y socia-les. En los países miembros más antiguos del Norte y Oeste industrializado, elmercado ha reemplazado la actividad estatal o patrocinada por el Estado, comolo ha hecho también en los nuevos países miembros de la Europa Central yOriental. En los países del Sur, el mercado ha venido a sustituir muchas activi-dades antes centradas en la familia y la comunidad, y continúa avanzando en

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nombre de la modernización y el desarrollo. Todos los Estados miembros de laUE han experimentado, hasta cierto punto, una liberalización de la empresa —en forma de una relajación de las reglas y la retirada por parte de los Estadosde su papel en la producción directa (desnacionalización), la privatización delpatrimonio del Estado y la comercialización de los recursos de la comunidad /familia (por ejemplo, la conversión en mercancía de la vivienda)—. En paraleloa este proceso de reestructuración económica, se ha desarrollado una nuevaagenda moral en toda la UE que ha visto cómo el individualismo reemplaza alas formas más comunales de organización de la sociedad.

El impacto de la reestructuración económica sobre el sinhogarismo se ma-nifiesta a través de dos fenómenos interrelacionados. Al cesar los regímenestradicionales del empleo a través de cierres, reducciones de plantilla o absor-ciones de empresas, las agendas neo-liberales han condenado a muchos traba-jadores tradicionales industriales y agrícolas a trabajos mal remunerados o in-estables, o al desempleo a largo plazo. Al mismo tiempo, la política económi-ca neo-liberal ha penetrado el mercado de la vivienda, convirtiendo en unamercancía la antigua vivienda social y forzando un incremento de los preciosde la vivienda ocupada por sus propietarios y de la vivienda en alquiler. La re-sultante crisis de accesibilidad económica ha expuesto a los que reciben sala-rios bajos o ningún salario a situaciones de vulnerabilidad y riesgo de falta devivienda. Estos problemas afectan a todos los países de la UE en este momen-to; incluyendo los que están experimentando un crecimiento económico soste-nido, como el reino Unido, España e Irlanda.

3.2. La reducción de las prestaciones sociales

El segundo proceso estructural que contribuye a nuestra forma de enten-der el sinhogarismo es la reducción de las prestaciones sociales. Los Estadosde Bienestar en Europa se han transformado totalmente en las últimas déca-das, dando lugar a una cambiada, y muchas veces reducida, prestación deciertos tipos de servicios de apoyo. Muy generalmente, lo que hemos visto esun cambio en el programa de Bienestar diseñado para prestar cobertura uni-versal para todos en la sociedad a un programa de Bienestar enfocado haciaunos objetivos, donde el acceso al Bienestar está cada vez más determinadopor el cumplimiento de unos draconianos requisitos en cuanto a medición derecursos. Sin idealizar el Estado del Bienestar del pasado (había muchas nece-sidades y bastante potencial de mejora), se puede argumentar que la provisiónde Bienestar en toda Europa ha pasado de ser una herramienta de justicia re-distributiva (protección social) a, en el mejor de los casos, una herramienta queatiende a los más necesitados en la sociedad (asistencia social). Lo anterior es

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una imagen que se deriva de las experiencias de los países del Norte y el Oes-te donde los Estados del Bienestar se establecieron después de la SegundaGuerra Mundial. Se podría decir que, con el colapso del comunismo, un pro-ceso similar había impactado en los nuevos Estados miembros de la UE de Eu-ropa Central y Oriental. En esta zona, igual que en el Norte y Oeste, ha habi-do un cambio del Bienestar Universal (aunque con sus imperfecciones), a unsistema de objetivos y, algunas veces, el colapso virtual del Bienestar en su to-talidad. Sin embargo, en el Sur de Europa la prestación social del Estado hasido tradicionalmente menos desarrollada e incluso casi inexistente hasta hacepoco. En términos generales, dejando de lado los detalles históricos, se puededecir para los propósitos que nos ocupan en este trabajo que los países del Surde Europa nunca han experimentado el modelo universal de prestación deBienestar Social. La prestación de Bienestar en estas regiones ha seguido, des-de el principio, el modelo basado en objetivos.

En relación a la vivienda, los cambios en la forma de proveer el Bienestarse han manifestado de una manera más clara en la retirada del Estado de sulabor directa de aprovisionamiento de vivienda, en la «privilegización» de lavivienda en propiedad a través de programas de «derecho a comprar» y el fo-mento de programas de propiedad a bajo coste, en el fin de la construcción devivienda social y en el cambio desde las subvenciones de «ladrillos y cemen-to» (donde los fondos se invertían directamente en la construcción de vivien-das) a las prestaciones para los hogares «necesitados». Los detalles de este pro-ceso de lo que algunos (p.e. Peck y Tickell, 2002) han llamado el «roll-back» orepliegue (desde la prestación universal) y «roll-out» o despliegue (a la presta-ción basada en objetivos) por parte del Estado en relación al Bienestar han va-riado sustancialmente de un lugar a otro. De hecho, la variación ha sido talque la aplicabilidad del modelo de repliegue/despliegue en relación a los des-arrollos en la vivienda se ha llegado a cuestión incluso en los países donde elEstado del Bienestar tiene una larga tradición (ver Doherty, 2004). En este sen-tido, aunque tan sólo el contexto de la vivienda, la adopción de un modelo deBienestar basado en objetivos en países como Bélgica donde la implicación delEstado ha sido históricamente mínima (De Decker, 2004), tiene quizás más encomún con los países del Sur de Europa que con los del Oeste y Norte con losque están tradicionalmente más alineados. El proceso común en este caso es laconversión de la vivienda en mercancía; la cesión de la vivienda al mercado,como resultado de la retirada del Estado de sus responsabilidades en relacióna la vivienda social o de la sustitución de la prestación más informal en los países del Sur. Los resultantes aumentos de costes en los sectores de viviendaocupada por propietario y de vivienda privada en alquiler, en combinacióncon la escasez de la vivienda social subvencionada y la falta de prestaciones

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generalmente disponibles y bien financiadas han tenido un especial impactoen las personas perjudicadas por la reestructuración económica. De hecho, lacrisis de la vivienda en algunos países de la UE tiene tal dimensión que hadado lugar —totalmente en contra de las tendencias recientes— a nuevas in-tervenciones por parte del Estado en forma de la inversión en nueva viviendasocial; Irlanda y Bélgica se han comprometido a lograr unos objetivos anualesen materia de vivienda social y en otros países, como Portugal, los asenta-mientos chabolistas han sido demolidos y reemplazados por viviendas sub-vencionadas por el Estado (ver Edgar, Doherty y Meert, 2002, esp. Capítulo 3).

3.3. El cambio socio-demográfico

A la hora de identificar los cambios en la prestación de Bienestar en todaEuropa, debemos tener en cuenta otros factores además del impacto de unaideología neo-liberal en pleno auge que aborrece el control público y aplaude laampliación de la empresa privada hasta el territorio social. El modelo universalde la prestación de Bienestar también se ha probado y se ha mostrado carenteen un proceso de cambio socio-demográfico; un proceso tan profundo que seha llegado a llamar la «segunda transición demográfica» (Lesthaeghe, 1995).Las principales dimensiones de este cambio son bien conocidas: las crecientesexpectativas de vida y una población europea envejecida; la cohabitación, lapostergación de la maternidad/paternidad y las crecientes tasas de divorcio; laruptura de las estructuras tradicionales de la familia y la conversión en mer-cancía del empleo femenino; y una movilidad cada vez mayor dentro de y en-tre los países de la UE, además de la creciente inmigración de terceros países.Los tradicionales Estados del Bienestar se formaron durante un período de fa-milias tradicionales (hombre-cabeza de familia, mujer en casa), de bajos nivelesde desempleo y de menores expectativas de vida, y no estaban preparados parael aumento tan drástico en las demandas de los grupos tradicionales (derivadode las penurias de la reestructuración económica) y no tenían las herramientas(sobre todo en el entorno de recortes en la financiación pública) para satisfacerlas nuevas demandas de nuevos colectivos como mujeres e inmigrantes.

La falta de vivienda entre mujeres(6): tradicionalmente, el acceso «normal» paralas mujeres a la vivienda fue a través del hogar con el hombre cabeza de fami-lia en el cual la mujer desempeñaba el papel de mujer, madre y cuidadora de-pendiente. Aunque estas estructuras tradicionales fueron discutidas indirecta-mente por el primer movimiento feminista del siglo pasado —la lucha por laemancipación política en los años 20 y 30— no fue hasta el segundo movi-

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(6) Gran parte de lo que sigue en relación a la vulnerabilidad de las mujeres a problemas de vivienda es una adaptación de Doherty,

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miento feminista durante los 60 y 70, con un enfoque más explícito sobre lostemas sociales y económicos, que se confrontó de manera eficaz las estructurasestablecidas y la ideología patriarcal de la familia nuclear. Desde los años 60,la naturaleza cambiante de las relaciones diádicas se han reflejado en el matri-monio cada vez más tardío, el aumento de las tasas de cohabitación y la «con-vivencia por separado» además de tasas crecientes de divorcio y de separa-ción. Con la aparición del «hogar con dos sueldos», mientras que cada vezmás mujeres entraban a formar parte de la fuerza laboral y posponían la ma-ternidad o volvían a trabajar poco después de tener un hijo, las relaciones fa-miliares asimétricas de antes de la Segunda Guerra Mundial se fueron, en par-te, reemplazando por una relación más simétrica con un cambio importante enlas actitudes tanto de hombres como de mujeres. La naturaleza variable de lasrelaciones diádicas tiene un paralelo en las familias no-tradicionales —padressolteros, hogares unipersonales y hogares donde la cabeza de la familia es unamujer— con unas necesidades de vivienda no-tradicionales y un comporta-miento residencial no-tradicional. Hoy, en muchas zonas de Europa, la familiade dos personas heterosexuales con niños ya no representa la mayoría y el ac-ceso de la mujer a una vivienda y una posición dentro de la familia ya no estánecesariamente determinado o caracterizado por una relación de dependenciade un hombre. Un cambio significativo que ha contribuido a la aparición delas familias de un solo padre/una sola madre y que refleja el aumento en el ni-vel de emancipación de las mujeres ha sido la creciente indisposición de lasmujeres a tolerar la violencia doméstica y el reconocimiento por parte de la so-ciedad en general del derecho de las mujeres a buscar una forma segura e in-dependiente de vivir fuera de un entorno de abusos.

La búsqueda de la independencia financiera y personal ha llevado a lasmujeres paulatinamente hasta el mercado laboral durante los últimos 30 años.Mientras muchas han adquirido formación y han conseguido trabajos bien re-munerados en puestos que les proporcionan suficientes recursos como paracontribuir un sueldo a un hogar con dos sueldos o a mantener sus propios ho-gares independientes, las características principales de las pautas de empleode mujeres en toda Europa son unos altos niveles de segregación ocupacional,sueldos más bajos y altos niveles de desempleo. La participación femenina enel mercado laboral suele ser en el sector servicios y es, en su mayoría, a tiem-po parcial, temporal y con una baja remuneración. La transición de un «refu-gio seguro» en forma de la familia nuclear a la «libertad» del mercado se havinculado con la «feminización de la pobreza»; una pobreza que ha expuestoa muchas mujeres a un mayor riesgo de no tener vivienda. Existen varias ex-plicaciones que contribuyen a la feminización de la pobreza, y a la concentra-ción de las mujeres en puestos de trabajo mal pagados: la falta de capacitación,

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las carreras truncadas, la necesidad de (re)formación y la persistente discrimi-nación en el trabajo que sigue negando a las mujeres un sueldo igual por igualresponsabilidad. Además, la feminización de la pobreza también la explica lacoincidencia de la participación de las mujeres en la fuerza laboral con unaerosión en el contrato estándar de empleo y su sustitución por el concepto delempleo flexible. El puesto de trabajo a tiempo pleno, permanente y para todala vida, clave para las políticas sociales en décadas anteriores, ha sido perjudi-cado en el nuevo mercado laboral, cediendo su sitio a los contratos de empleotemporal, a corto plazo, muchos de los cuales son a tiempo parcial y a menu-do mal pagados. Es la concentración desproporcionada de mujeres en estospuestos lo que les lleva a la marginación y a la pobreza.

En condiciones de relativa pobreza, el acceso a la vivienda económica se haconvertido en algo problemático para muchas mujeres cabezas de familia amedida que la liberalización (los crecientes alquileres en un entorno estático oincluso de reducción de vivienda social) y la privatización (la campaña para laocupación por parte del propietario) gobiernan cada vez más los mercados eu-ropeos de la vivienda. A pesar de las recientes mejoras, los mercados de la vi-vienda en Europa todavía responden mayoritariamente a estereotipos de gé-nero y de relaciones y su operación sigue vinculada a la supuesta predomi-nancia de la familia tradicional nuclear. Las mujeres relativamente pobres consueldos bajos y a menudo sin acceso a la financiación hipotecaria, dependenhasta límites desproporcionados de la vivienda social. Sin embargo, inclusoaquí las necesidades de vivienda de las mujeres, especialmente cuando sonprovocadas por acontecimientos repentinos en sus vidas como el embarazo,las separaciones, la violencia sexual o física, no están correctamente tratadas ninecesariamente reconocidas. Muchas agencias de vivienda social, por ejemplo,requieren pruebas legales de su separación de sus antiguas parejas antes deotorgarles un contrato de alquiler. Muchas muestran una falta de sensibilidada la hora de ofrecer contratos de alquiler en lugares cercanos a sus anterioresparejas violentas y continúan contribuyendo a la desestabilización de las rela-ciones madre/hijos al proveer tan sólo una vivienda temporal y a menudo in-adecuada para mujeres solteras con niños.

En estas circunstancias, las mujeres, amenazadas por el sinhogarismo, seapoyan en unas estrategias de emergencia que dependen de las redes de apo-yo social. La dependencia de dichas redes para proporcionar un techo efecti-vamente elimina a muchas mujeres pobres y marginadas de las listas de las vi-siblemente sin techo y, por tanto, de las estadísticas oficiales. En condicionesde una inadecuada provisión de una vivienda económicamente accesible, lafalta oculta de vivienda se ha convertido en una dimensión significativa delproblema de vivienda entre las mujeres en toda Europa.

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La falta de vivienda entre los inmigrantes: un segundo ejemplo de la apariciónde los «nuevos» problemas de vivienda asociados con estructuras socio-demo-gráficas cambiantes, es el aumento en el número de personas sin techo entrelas comunidades de inmigrantes/étnicas. Igual que ocurre con el aumento deproblemas de vivienda entre las mujeres, la relación entre la etnicidad y el sin-hogarismo es compleja.

La pertenencia a una minoría, especialmente una que se distingue por elcolor de la piel, expone a los inmigrantes al racismo y xenofobia de la sociedadde acogimiento. Esto se manifiesta de forma tangible en la discriminación quesufren muchos inmigrantes en el acceso a la vivienda, en sus dificultades paraconseguir créditos y en los precios más altos de los alquileres que a menudo seexigen a los extranjeros en el mercado privado. Los asuntos de etnicidad y gé-nero y tolerancia cultural centran los debates sobre los programas sociales di-señados para combatir la pobreza de los inmigrantes y la discriminación. Lavociferante derecha política que propaga sus agendas racistas, sexistas y xenó-fobas ha contrarrestado cualquier intento de avanzar en el «multiculturalis-mo» y la mejora de la condición de las comunidades de inmigrantes. Ademásde la clasificación según origen étnica, la asignación a los inmigrantes a cate-gorías como documentados (legal) o indocumentados (ilegal) según las leyes ypolíticas de inmigración ha tenido un gran impacto en sus experiencias. Unavez catalogado como «ilegal» —porque no ha cumplido con un procedimientoo ha desaparecido después de serle negado el asilo o el estatus de refugiado—un inmigrante está condenado a una existencia clandestina; la búsqueda delempleo y la vivienda al tiempo que se evitan las autoridades crea una muyreal vulnerabilidad a la explotación por empleadores y propietarios de vivien-das sin escrúpulos. La ciudadanía, para los que cumplen los requisitos, conlle-va una serie de privilegios los cuales formalmente equiparan a los inmigrantescon la población indígena. Sin embargo, la ciudadanía, aunque permite recur-so al Estado de Derecho, no garantiza una protección contra la hostilidad coti-diana y los prejuicios de la sociedad de acogida.

Algunos miembros de comunidades «inmigrantes» han tenido buenos re-sultados al conseguir un buen posicionamiento en los sistemas social y econó-mico de las sociedades de «acogida». Otros, sobre todo los más recién llegadospero incluyendo miembros de comunidades bien establecidas, se han vis-to sometidos a los efectos negativos de cambios políticos, sociales y económi-cos, hasta límites desproporcionados. El hecho de tener una comunidad enque refugiarse puede ofrecer cierto grado de protección contra las formas másabiertas de discriminación, pero también puede conllevar sus propias dificul-tades en forma de la explotación intra-comunitaria de los inmigrantes reciénllegados. Una duración más larga de la estancia puede, sin embargo, tener un

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impacto positivo en los residentes a más largo plazo que a menudo, aunque nosiempre, consiguen una mejora en sus oportunidades.

En su estudio de la situación en el Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Fran-cia, Holanda, Bélgica, Alemania, Irlanda, Italia y España, Daly (1996) demues-tra que, aunque hay una considerable variedad entre las tasas de falta de vi-vienda entre inmigrantes en estos países, la barrera de la ciudadanía se citacada vez más para justificar la discriminación y exclusión. De manera muygráfica, Daly describe una especie de proceso de «clasificación» que diferenciaentre los «excluidos» de los «incluidos», para definir quién se puede quedar yquién se debe marchar: «En toda Europa Occidental… se les está segregando alos inmigrantes, limitándoles a los peores trabajos y relegándoles a la peor vi-vienda en las zonas menos deseables de las grandes ciudades. Es evidente lacreciente polarización entre los ciudadanos medios y los que no tienen plenosderechos» (Daly, 1996, p. 11).

Las personas que pertenecen a comunidades étnicas minoritarias llevantiempo experimentando la exclusión social en relación a la vivienda. Las difi-cultades en el acceso a la vivienda, la mala calidad de ésta y sus posibilidadeseconómicas de acceder a ella son problemas que las personas de las comuni-dades de inmigrantes y de minorías étnicas comparten con otros grupos vul-nerables, mientras que la tendencia hacia una alta concentración de familias deminorías étnicas en unos pocos barrios, a menudo en zonas de vivienda másantigua, agrava el problema aún más. La exposición de los inmigrantes al ries-go del sinhogarismo refleja su estatus tal y como lo determinan las leyes de ex-tranjería; cada vez más, estas leyes contribuyen a establecer el grado en el cualse les proporciona una protección y apoyo social durante el proceso de acogi-da y asentamiento. En este sentido, se puede quizás hablar de una «jerarquíade vulnerabilidad» en lo que concierne al sinhogarismo entre los inmigrantes.Arriba, en los primeros peldaños de esta jerarquía, están los que cumplen losrequisitos del reglamento de extranjería y por tanto tienen acceso al empleobien remunerado, por lo general tienen pocos problemas para conseguir unavivienda adecuada y apropiada. Un poco más abajo están los refugiados, soli-citantes de asilo, cuyos derechos de residencia y acceso a prestaciones puedenser muy limitados. Abajo del todo están los inmigrantes clandestinos que hanentrado ilegalmente y no tienen derecho a la residencia. La UE y las políticasnacionales de inmigración y controles fronterizos han sido determinantes en laconstrucción de esta «jerarquía de la vulnerabilidad». Mientras se hace más di-fícil para los migrantes en potencia acceder al derecho de entrar y residir a tra-vés de los canales legales de los permisos de trabajo o la consideración de re-fugiados políticos con derecho al asilo, e incluso por reagrupación familiar, alos inmigrantes se les empuja hacia abajo en la jerarquía hasta la clasificación

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de clandestino con todo lo que esto significa en términos de exposición a la ex-plotación por parte de traficantes en el viaje de migración, y por parte de losempleados sin escrúpulos una vez que han entrado. Los inmigrantes clandes-tinos una vez que han conseguido entrar desaparecen en las sombras de la so-ciedad, en los espacios liminales de la economía sumergida y ahí se juntan conotros inmigrantes irregulares, como los trabajadores temporales y temporerosque se han quedado después de caducar su período limitado de residencia le-gal, y los solicitantes de asilo que se han dado a la fuga por temor a que su so-licitud sea rechazada. Es entre estos inmigrantes que la vivienda supone unproblema más agudo y sus condiciones de vida a menudo son susceptibles aperíodos sin techo o en viviendas que carecen de los servicios esenciales y encondiciones de hacinamiento. Sin embargo, los problemas para conseguir unavivienda adecuada no se limitan a los recién llegados. La llamada «segundageneración» de inmigrantes, debido a la discriminación persistente, tambiénson susceptibles a la exclusión del mercado de la vivienda y por lo tanto apa-recen como principales usuarios de los servicios que proporcionan viviendasubvencionada o para los sin techo. De hecho, los niveles de utilización de losservicios para los sin techo por parte de los inmigrantes y minorías étnicas haaumentado de manera notable en los últimos años, a medida que se han en-contrado en primera línea a la hora de abordar el fracaso de la política de in-tegración de inmigrantes.

4 LA UE Y EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA

Para conseguir el objetivo de integración económica y, en especial, paracumplir con los criterios de la unión monetaria, los países de la UE se hanmovilizado para reducir los impuestos, recortar el gasto público y reducir elendeudamiento público. Las consecuencias de fijar estos objetivos es la pro-pia «objetivización» y limitación de las prestaciones sociales. Las gananciaseconómicas llevan al endeudamiento social, en el sentido de que la privilegi-zación de la economía trae consigo nuevos problemas y agrava los proble-mas existentes de exclusión social. Las competencias de la UE no englobandirectamente la esfera social. La UE empieza a prestar atención tan sólocuando las divisiones sociales amenazan al desarrollo económico y la inte-gración. Y es precisamente el tema de la exclusión social que ha atraído laatención de los Comisarios Europeos. En la reunión del Consejo de Ministrosen Lisboa en 2000, se acordó una agenda estratégica para implantar un nue-vo conjunto de objetivos de cohesión social para esta década. En Lisboa y enotras reuniones posteriores se establecieron dos instrumentos principalespara conseguir estos objetivos: Los «Planes de Acción Nacionales» y el «Mé-

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todo Abierto de Coordinación». Los planes se diseñaron para establecer ob-jetivos comunes y para programar agendas y objetivos; el método abierto decoordinación se diseñó para permitir identificar y adoptar las mejores prácti-cas. Se fijaron como objetivos claves: facilitar la participación en el empleo yel acceso de todos a los recursos, derechos, bienes y servicios; prevenir losriegos de la exclusión; ayudar a los más vulnerables y movilizar a todos losactores implicados (una referencia a la necesidad de involucrar no sólo a losEstados y gobiernos, sino también a las agencias de la sociedad civil y a lospropios excluidos).

Apenas hubo referencias al sinhogarismo como parte de una agenda de in-clusión social en la primera ronda de los Planes de Acción Nacionales. Sin em-bargo, los objetivos 1.2 y 2 sí hicieron referencia al problema con el fin de pro-veer el «acceso para todos a una vivienda decente y en condiciones salubres,así como los servicios básicos necesarios para vivir normalmente teniendo encuenta las circunstancias locales» (objetivo 1.2) y de resaltar la necesidad deprevenir «el riesgo de exclusión» al implantar «políticas que buscan prevenircrisis de vida que pueden llevar a situaciones de exclusión social, tales comola pérdida de la vivienda» (objetivo 2). Ignorado por la mayoría de los gobier-nos en sus primeros Planes de Acción Nacionales, la vivienda y, por consi-guiente, el sinhogarismo, recibió más atención en la segunda ronda de planes.El plan irlandés, por ejemplo, se refirió a la necesidad de aumentar el acceso ala vivienda, de desarrollar estrategias para combatir el sinhogarismo y de faci-litar alojamiento a colectivos con necesidades especiales, como son los travelers(Roma). El plan finlandés destacó la necesidad de equilibrar la demanda conla oferta en el mercado de la vivienda (algo que también hizo el plan danés) ypreservar el equilibrio social en algunas zonas a la vez que diversificar la es-tructura residencial. El plan danés, además, recalcó la necesidad de integrar alos refugiados y los inmigrantes y de aumentar la oferta de vivienda para gru-pos especiales como jóvenes, mayores y discapacitados, mientras que el planbritánico destacó la importancia de los servicios de apoyo relacionados con lavivienda y del desarrollo de estrategias regionales para combatir el problemade la vivienda (ver Frazer, 2005).

Mientras el papel de la UE en la lucha contra el sinhogarismo no está claroen estos momentos, el creciente interés de la Comunidad en asuntos de políti-ca social indica una creciente preocupación por el tema asociado de la exclu-sión social. Las recientes llamadas por parte del Eurostat en 2003 y 2005 paraque se realizaran unos estudios de viabilidad sobre el desarrollo de los indica-dores de la UE relacionados con el sinhogarismo también son una señal tangi-ble de la aparición de una «Europa Social» en línea con las tradicionales preo-cupaciones de la «Europa Económica».

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