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El mundo es una ilusión (la teología de Phillip K.Dick)
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Autor: Aleph de Pourtales
Publicación: 05/12/2011 9:02 am
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Un enigmático episodio, en el que recibió una “invasión mental cósmica”, marcó la vida de Phillip K. Dick e hizo
que creyera que el mundo en el que vivimos es un simulacro, desarrollando toda una teología de la gran ilusióncósmica.
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Hace un par de semanas se publicó The Exegesis, la obra póstuma de Phillip K. Dick de más de 900 páginas en
donde el que actualmente es el escritor de ciencia ficción más popular de Hollywood (y quizás pase a ser el más
importante en la historia del género), explora y reflexiona sobre un intrigante episodio que le ocurrió en 1974 ydel cual se deriva (y cifra) su teología. Estas meditaciones metafísicas, que no fueron escritas para ser
publicadas, constan de más de 9,000 páginas, las cuales fueron editadas para componer una obra relativamente
digerible.
La teología sobre la que devanea K. Dick es, como quizás sea obvio para sus lectores, una espectral madeja de
paranoia y lucidez que, más allá de explorar una veta un tanto radical (y alucinatoria) del cristianismo, se centra
en la preocupación central de la obra de este escritor estadounidense: qué es la realidad. Este cuestionamiento,
que ha sido abordada con cierto parentesco por Borges, Baudrillard, Hume y los filosófos presocráticos,encuentra en K. Dick a uno de sus más profundos inquisidores.
El 20 de febrero de 1974, Phillip K. Dick vivió un acontecimiento —que alguna vez describió como una
invasión mental cósmica— en el que, aparentemente, un rayo láser rosa le disparó una corriente deconocimientos arcanos.
Ese día de febrero de 1974, justo la semana en la que se había
publicado la novela Flow My Tears, the Policeman Said, Dick fue al dentista a que le quitaran las muelas del
juicio bajo los efectos del tiopentato de sodio. Pocas horas después se halló sufriendo un dolor extremo en sucasa. Su esposa habló a la farmacia a pedir analgésicos. Tocaron a su puerta y, según relata, K.Dick sintió la
necesidad de abrir él mismo pese a que estaba sangrando y adolorido. La chica de la farmacia llevaba puesto un
collar brillante con un pez dorado en el centro. Este pez hipnotizó a Dick, quien le preguntó a la chica:
“Qué significa?”
La chica tocó el pez dorado resplandeciente con su mano y dijo :”Es un símbolo usado por los primeroscristianos”.
Luego me dio mis medicamentos. En ese instante, mientra volteaba a ver el símbolo del pez brillante y oía
sus palabras, experimenté de súbito lo que luego descubrí se conoce como anamnesis —una palabragriega que significa, literalmente, “pérdida del olvido”. Recordé quién era y dónde estaba. En un instante, en
un parpadeo, todo regresó a mí. Y no solo podía recordarlo: lo podía ver. La niña era una cristiana secreta
y yo también. Vivíamos con miedo de ser detectados por los romanos. Teníamos que comunicarnos consignos crípticos. Ella me había dicho esto y era verdad.
Phillip K. Dick viviría el resto de su vida, hasta 1982, obsesionado por este episodio que incluiría una serie de
comunicaciones telepáticas el mes subsecuente. De aquí se desprende la extraña cosmogonía de Phillip K. Dick,
que si bien ya había sido esbozada en muchas de sus obras previas, toma un cariz radical y se afianza en suteoría de que la realidad en la que vivimos es un simulacro. En su ensayo How to Build a Universe That
Doesn’t Fall Apart explica:
La respuesta a la que he llegado tal vez no sea la correcta, pero es la única que tengo. Tiene que ver con el
tiempo. Mi teoría es esta: en algún sentido fundamental: el tiempo no es real. O quizás sí sea real, pero no
como lo experimentamos o como imaginamos que lo es. Tuve una aguda y abrumadora certidumbre (y
todavía la tengo) de que pese a todo el cambio que vemos, un paisaje específico permanente subyace almundo del cambio: y este paisaje invisible subyacente es el de la Biblia; es, específicamente, el periodo
inmediato a la muerte y la resurrección de Cristo; es, en otras palabras, el tiempo del Libro de los Hechos.
Puede parecer un tanto delirante que un escritor ahora tan reconocido, y cuyas historias alimentan el cine y la
televisión cada vez más, creyera que en realidad estamos en Judea, inmóviles (como el Ser de Parménides),
2000 mil años atrás. Phillip K. Dick era consciente de esto y muchas veces buscó desestimar esta espisodio
visionario —que siempre persistió como un enigma. Lo transmutó en ficción en la que para algunos es su obramaestra, VALIS, novela en la que el rayo láser que percibió dispararse del collar de la repartidora de fármacos
se vuelve el rayo láser satelital que usa la computadora cósmica para proyectar hologramas y transmitir
información en la Tierra —mantener también esta ilusión temporal. El sueño eléctrico de la divinidad de K. Dick,
novelado, en el que esta divinidad informática que proviene de Sirio se comunica con él para revelarle lo que
podríamos llamar los intersticios de la Matrix.
Dick escribió en Exegesis:
Parece que somos bucles de memoria (portadores de ADN capaces de experiencia) en una sistemacomputacional pensante en el que, aunque hemos correctamente grabado y almacenado miles de años de
información experiencial, y cada uno de nosotros posee depósitos un tanto diferentes de todas las otras
formas de vida, hay un mal funcionamiento —una falla— en la recuperación de la memoria.
Tenemos aquí una clara muestra de la anamnesis que es clave en el sistema filosófico-religioso de K. Dick y lacual equivale a la gnosis platónica: saber es recordar. Recordar quiénes somos, intuye K. Dick, es ver más allá
del simulacro, acceder a la esencia intemporal que participa en el Logos (el Logos que es “aquel que piensa, y
aquello que se piensa: el pensador y el pensamiento juntos”; Dick cree, como cierta corriente en la física
cuántica, que la información es el constituyente primordial del universo). Asimismo, la conciencia de que somos
proyecciones holográficas o seres ensoñados nos abre la puerta a ser el proyector de hologramas y el soñador.
El éxito de K. Dick se sustenta en que pese a que llevó a su mente a los límites más extremos de la metafísica,que en ocasiones rayaron en la más pura psicosis, siempre conservó el humor y la crítica. También de How to
Build a Universe That Doesn’t Fall Apart:
Me puedo imaginar a mí mismo siendo examinado por un psiquiatra. El psiquiatra dice, “¿Qué año es? Yo
respondo, “50 d.C”. El psiquiatra parpadea y luego me pregunta. “¿Y dónde estás tú?” Yo respondó, “En
Judea”. “¿Dónde rayos está eso?”, me pregunta. “Es parte del Imperio Romano”, tendría que responder.
“¿Sabes quién es presidente?”, me preguntaría el psiquiatra, y yo repsondería, “El procurador Felix”.
“¿Estás seguro de esto”, diría el psiquiatra, mientras que da señales encubiertas a dos asistentescorpulentos. “Sí”, le respondería. “A menos de que Felix haya dejado su puesto y entonces habría sido
reemplazado por el procurador Festus. Ve, San Pablo fue aprehendido por Felix por…”. “¿Quién te dijo
todo esto?”, interrumpiría el psiquiatra, irritado, y yo respondería, “El Espíritu Santo”. Después de eso me
retendrían en la habitación de hule, dentro mirando hacia afuera, y sabiendo exactamente por qué estaba
ahí.
Siempre esta doble realidad en el pensamiento de K. Dick: el psiquiatra es también el procurador romano quedetiene a los cristianos, que lo detiene a él que ha escuchado la voz del Espíritu Santo, cuya paloma ahora es un
rayo láser. Estamos aquí y allá, sentados en la eternidad y en esta película (una especie de cinta de Hollywood
personalizado) que es el tiempo.
La obsesión por el episodio epifánico de K. Dick se vio
aumentada por el hecho de que aparentemente recibió información telepática que comprobó ser cierta más allá
de su mente. Supuestamente se le avisó que su hijo estaba enfermó y podría morir. Examinaciones médicas de
rutina mostraban que el niño no tenía ninguna enfermedad; sin embargo, K. Dick insistió en que se realizaran
exámenes exhaustivos. Se le decubrió una hernia inguinal que lo habría matado si no hubiera intervenido la
inteligencia cósmica. Esta comunicación, de manera cambiante, fue percibida por K. Dick como proveniente de
una inteligencia del sistema estelar de Sirio (para los interesados en el tema se recomienda leer Cosmic Trigger,
donde Robert Anton Wislon explora la sincronicidad de que por la misma época varias personas reportaron
recibir comunicación telepática de Sirio, entre ellos, él y Tim Leary). Los emisores son los constructoresoriginales, que en VALIS revelan: “Nunca lo hemos dejado de hacer… Todavía construimos. Construimos este
mundo. Esta matriz de espacio-tiempo”. Phillip K. Dick liga a los arquitectos de la Matrix sirianos con los
cristianos del código del pez: ¿acaso las entidades sirianas son semidioses marinos, una especie de peces
cibernéticos súper-evolucionados, cuyo linaje entronca con Cristo?
Añadiendo a la mistificación, por el tiempo de la invasión cósmica mental la esposa de K.
Dick supuestamente transcribió sonidos cuando lo oyó hablar dormido y descubrió que estaba hablando engriego koiné, el dialéctco que se hablaba en la era helénica de la antigua Grecia y el cual nunca había estudiado.
Este espisodio de supuesta xenoglosia no se ha podido aclarar si es parte de una mitificación à propos del
mismo K. Dick o un suceso que él mismo penso que sí ocurrió –quizás en su mente se borran las fronteras entre
su obra y la realidad.
En febrero de 1974 K. Dick acababa de publicar su novela Flow My Tears, The Policeman Said, la cual,
según contó en varias ocasiones, descubrió a posteriori que estaba, inconscientemente, registrando sucesos que
ocurrían en el Libro de los Hechos y cuyos personajes describían de manera puntual a personas que aún noconocía. Esto contribuyó a que no tomara el episodio visionario a la ligera.
Evidentemente los críticos y biógrafos de Phillip K. Dick proponen teorías alternativas para explicar la fuente de
su trance visionario. Una de las versiones más socorridas es la de que este episodio fue propiciado por un
ataque de epilepsia del lóbulo temporal (al parecer K. Dick, como Van Gogh, Dostoievski o Flaubert, padecía
esta condición con la que la ciencia muchas veces intenta explicar las teofanías). También se han esbozado
versiones de que fue el resultado del exceso de vitaminas que consumía, un flashback de su experimentacióncon drogas psicoactivas o simplemente una manifestación de su psique desequilibrada que por momentos lo
llevaba a la locura. El mismo K. Dick consideró en algunos momentos de su vida que podía tener un origen
neurológico, lo cual es parte de la tesis que desarrolla en VALIS a través de su alter ego Horselover Fat, quien
tal vez padece esquiozofrenia. Consideró, sin embago, muchas otras posibilidades, algunas bastante extrañas,
como la de que el obisbo muerto Jim Pike estaba invadiendo su mente (acaso por resonancia mórfica espectral)
y luego pensando que más bien era la mente de un antiguo griego llamado Asklepios o una posesión avatárica
del profeta Elías.
Aún más interesante que definir qué fue lo que sucedió aquella mítica tarde del 20 de febrero de 1974 es
navegar a través de las elucubraciones que suscitó dicho episiodio, consolidando en este escritor una inexorable
suspicacia de que la realidad que experimentamos es falsa. Aquí vale la pena salir un momento de la dimensión
psicótica de K. Dick para encontrar ecos de su visión radical de la realidad en otros autores que quizás sean
considerados con mayor estimación por el mainstream. Vemos en Borges un notable parangón:
“El mayor hechicero (escribe memorablemente Novalis) sería el que hechizara hasta el punto de tomar suspropias fantasmagorías por apariciones autónomas. ¿No sería ese nuestro caso?” yo conjeturo que es así.
Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado
resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su
arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso.
Estos intersticios pueden ser los canales por los
cuales la divinidad se comunica a sí misma su ilusión de ser en el tiempo. Y quizás no es del todo importante si
ocurren generados por una aflicción neurológica, la ingestión de una sustancia psicodélica, un rayo láser rosa o
por el mismo Espíritu Santo, ya que lo que se comunica es, más que la esencia de la divinidad, la ilusión del
mundo —en cuyo desvelo está esa divinidad. Phillip K. Dick era un maestro en hacernos cuestionar esta
realidad, ver, por así decirlo, los cables detrás de las cosas, el engranaje de la máquina y la escenografía que
subyace al paisaje. “Me gusta construir universos que se deshacen. Me gusta verlos desbaratarse y ver cómo los
personajes en las novelas se adaptan a este problema”. La crisis del momento en el que se desmorona larealidad es el estado de máxima conciencia y transformación. Ponernos en esa situación, como lectores, es una
extraordinaria virtud que germina la semilla central del pensamiento filosófico de nuestra civilización (que Platón
atribuye a Sócrates): el derecho y la responsabilidad de cuestionar las cosas y cuestionar a la autoridad, una
autoridad que podemos identificar con los constructores de la ilusión. En este sentido la teología de K. Dick
tiene una lectura filosófica que no se ve necesariamente contaminada de religión o fanatismo.
La filosofía gnóstica de Phillip K. Dick tiene un profundo sentido ético (una ética metafísica). Más allá de que suobra, dentro de la simulación y el artificio que predomina, celebra al humano auténico y exalta la empatía como
la emoción suprema que permite al hombre permanecer dentro de la ilusoriedad que, como en Ubik, hace todo
evanescente y corrupto, K. Dick sugiere que es nuestra labor realizar el mundo:
En el Timeo, Dios no crea el universo, como sí lo hace el Dios cristiano. Simplemente lo encuentra un día.
Está en un estado de caos total. Dios se dispone a transformar el caos en orden. Esta idea me atrae y la he
adaptado para adaptarla con mis propias necesidades intelectuales: ¿qué pasaría si nuestro universo
empezara como algo no del todo real, una especie de ilusión, como la religión hinduista sostiene, y Dios,
por amor y caridad hacia nosotros, lentamente lo está transmutando, lenta y secretamente, en algo real?
Para llegar (o llevar) al mundo a la realidad, según la exploración teológica de K. Dick, el hombre debe descubir
su ilusoriedad fundamental, pero también combatir todo aquello que falsifica y simula. Por lo tanto son losvalores que históricamente predican las grandes religiones los que le permiten afianzarse dentro de la
desintegración ontológica que permea a este mundo, concebido como una contracreación o una copia de la
realidad divina por un demiurgo a veces identificado con el diablo. En el amor y en la empatía el hombre
vislumbra el orden divino original y participa en la esencia subyacente de las cosas o espíritu. Dice Dick:
La suma de mucha de la teología y la filosofía presocrática puede expresarse así: el kosmos no es como
aparenta ser, y probablemente lo que es, en su nivel más profundo, es exactamente lo que los sereshumanos son en un nivel más profundo —llámenlo alma o mente, es algo unitario que vive y piensa, y solo
parece ser plural y material.
Dudar de la realidad del mundo material, del mundo sólido
que experimentamos todos los días y en el cual nos construimos como entidades individuales aparentemente
independientes de los demás, puede considerarse para muchas personas una simple alucinación o unapercepción poco fundamentada según los preceptos aprendidos de la razón (o como algo aterrador al
significarnos como simulacros). Las cosas no se desintegran de la nada, siguen ahí, pueden tocarse y a la vez
cambian conforme a leyes establecidas, predecibles y constantes. Pero consideremos la posibilidad de que esto
sea así precisamente porque nosotros —o alguien más— las dotamos de esta realidad: al participar después de
todo en la divinidad subyacente somos entidades dadoras de realidad, la mirada es siempre transformadora.
Phillip K. Dick definió la realidad como “aquello que persiste, incluso cuando dejamos de creer en ello”. Lascosas —la mesa, el árbol, el auto— persisten en nuestra experiencia común: no nos despertamos y nuestra mesa
ha desaparecido. Pero, ¿cuándo hemos dejado de creer en la mesa? ¿Cuándo hemos en verdad dejado de
creer en la solidez del mundo? Y, al morir, ¿acaso permanecerá la personalidad que supuestamente integramos:
ser Phillip, o Juan, o Yo, si dejamos de creer que somos esa persona?
El autor de esta entrada manifiesta su afinidad con la delirante y valiente obra de Phillip K. Dick y la fascinación
por interrogar la naturaleza de la realidad. Quizás esto muestra una especie de rechazo al mundo, una excesiva
oniricidad, pero quien alguna vez ha visto —o al menos ha creído ver— la radical ilusoriedad de este, el códigode glifos y fractales luminosos de la Matrix o los fotogramas con los cuales los agentes van concatenando el
holograma del tiempo, difícilmente dejará de sentirse atraído por estos temas y estará genuinamente interesado
en descorrer el velo, siquiera por un instante, y asomarse al jardín que yace suspendido en la eternidad, aquí.
Escribiendo en Disneylandia, Phillip K. Dick anticipó la realización al final de los tiempos:
Tal vez el tiempo no solo se está acelerando; tal vez, además, está por terminar.
Y si lo hace, los juegos de Disneylandia no serán nunca igual. Porque cuando el tiempo finalice, las aves ylos hipopótamos y los leones y los venados de Disneylandia no serán más simulaciones, y, por primera vez,
un ave real cantará.
Twitter del autor: @alepholo
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Dick, Phillip K. Dick anfetaminas, realidad e ilusión, realidad simulada, realidad virtual, simulacro, teología
COMENTARIOS
25 Comentarios
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Amanita dice:
02/01/2012 a las 10:15 am
Sin duda, esto nos plantea un conflictocada vez más intenso y real, se trata
de la imposibilidad que nos plantea elpensar la infinitud de lo que somos
desde la aparente finitud que nos handeterminado como único Ser, la finitud que supone el cuerpo, que nos han hecho creer como una forma y
función determinada en la realidad para nuestras conciencias.¿Por qué creer que el legítimo conocimiento delcuerpo humano lo tiene la medicina? Es necesario desencadenar el pensamiento.
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