el movimiento popular y la lucha contra la impunidad en argentina

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 MISCEL·LÀNIA-2007 ISSN 1696-4403  Graciela Daleo Resumen / Resum / Abstract  http://seneca.uab.es/hmic 221 El movimiento popular y la lucha contra la impunidad en la Argentina Graciela Daleo (Universidad de Buenos Aires) Resumen / Resum / Abstract El presupuesto sobre el que se asienta la exposición sobre el papel de las organizaciones populares en la construc ción de la memoria y la lucha contra la impuni dad en Argentina es el siguient e: la asociació n de ambas es indispensable. De lo contrario, se llega a un anclaje de la memoria colectiva en las derrotas sufridas los pueblos, en el horror que paraliza, sin que los artífices de ese horror sean juzgado s y sancionad os. La experien cia argentina reconoce en ese camino distintas etapas, y los avances logrados por la lucha de las organizaciones de derechos humanos, sociales, gremiales, políticas, en el juzgamiento de los genocidas han ido resignificando acciones e instrumentos de construcción de la memoria popular y ha ampliado su horizont e al no limitarse a "lo que significó la instauración de un Estado terrorista, la desaparición de miles de personas, la generalización de la tortura, sino también rescatar aquello que vino a desaparecer en la dictadura", los valores y proyectos de las organizaciones populares. L'objectiu de la exposició referent a les organit zacions popul ars en la construcció de la memoria i lluit a contra la inpunitat a Argentina és la següent: la associació d'ambdues és indispensable. En cas contrari, s'arriba a un ancoratge de la memoria col·lectiva en les derrotes patides dels pobles, en l'horror que paralitza, sense que els artífexs d'aquest horror siguin jutjats i sancionats. La experiencia argentina reconeix en aquest camí diferents etapes i els avenços aconseguits per la lluita de les organitzacions dels drets humans, socials, gremials, politiquees, en el judici dels genocides han anat resignificant accions i instruments de construcció de la memoria popular i ha ampliat l'horit zó al no limitarse a "allò que sifnificà la instauració d'un Estat terrorista, la desaparició de milers de persones, la generalització de la tortura, sino també rescatar allò que desapareixè en la dictadura", els valors i projecte s de les organitzacion s populars. This lecture, over the role of the popular organizatio ns in the constructi on of the memory and the fight against impunit y in Argent ina, grou nds in the neces sar y association between bot h fac tors . Othe rwis e the col lect ive memory is fixe d in people' s def eat, in terr or that paral yze, withou t the jud geme nt and punis hment of the responsibles of this terror. The a rgentine experience recognizes in this way different stages. The advances obtained by the human rights, socials, political organizations and trade unions for the judgement of the genocides have resignified actions and instruments in the building of a popular memory. Besides this advances not only have showed what mean a terrorist State - the disappearance of thousands of people, the systematic torture of political prisoners- but it helped to rescue all that the dictatorship made disappear: the values and projects of the popular organizations. Palabras clave / Paraules clau / Key Words Argentina, dictadura, derechos humanos, organizaciones populares. Argentina, dictadura, drets humans, organitzacions populars. Argentina, dictatorship, human rights, popular organizations.

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El Movimiento Popular y La Lucha Contra La Impunidad en Argentina

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  • MISCELLNIA-2007 ISSN 1696-4403 Graciela Daleo

    Resumen / Resum / Abstract http://seneca.uab.es/hmic

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    El movimiento popular y la lucha contra la impunidad enla Argentina

    Graciela Daleo (Universidad de Buenos Aires)

    Resumen / Resum / AbstractEl presupuesto sobre el que se asienta la exposicin sobre el papel de las organizaciones populares en la

    construccin de la memoria y la lucha contra la impunidad en Argentina es el siguiente: la asociacin de ambas esindispensable. De lo contrario, se llega a un anclaje de la memoria colectiva en las derrotas sufridas los pueblos,en el horror que paraliza, sin que los artfices de ese horror sean juzgados y sancionados. La experiencia argentinareconoce en ese camino distintas etapas, y los avances logrados por la lucha de las organizaciones de derechoshumanos, sociales, gremiales, polticas, en el juzgamiento de los genocidas han ido resignificando acciones einstrumentos de construccin de la memoria popular y ha ampliado su horizonte al no limitarse a "lo que significla instauracin de un Estado terrorista, la desaparicin de miles de personas, la generalizacin de la tortura, sinotambin rescatar aquello que vino a desaparecer en la dictadura", los valores y proyectos de las organizacionespopulares.

    L'objectiu de la exposici referent a les organitzacions populars en la construcci de la memoria i lluita contrala inpunitat a Argentina s la segent: la associaci d'ambdues s indispensable. En cas contrari, s'arriba a unancoratge de la memoria collectiva en les derrotes patides dels pobles, en l'horror que paralitza, sense que elsartfexs d'aquest horror siguin jutjats i sancionats. La experiencia argentina reconeix en aquest cam diferentsetapes i els avenos aconseguits per la lluita de les organitzacions dels drets humans, socials, gremials, politiquees,en el judici dels genocides han anat resignificant accions i instruments de construcci de la memoria popular i haampliat l'horitz al no limitarse a "all que sifnific la instauraci d'un Estat terrorista, la desaparici de milers depersones, la generalitzaci de la tortura, sino tamb rescatar all que desapareix en la dictadura", els valors iprojectes de les organitzacions populars.

    This lecture, over the role of the popular organizations in the construction of the memory and the fight againstimpunity in Argentina, grounds in the necessary association between both factors. Otherwise the collectivememory is fixed in people's defeat, in terror that paralyze, without the judgement and punishment of theresponsibles of this terror. The argentine experience recognizes in this way different stages. The advances obtainedby the human rights, socials, political organizations and trade unions for the judgement of the genocides haveresignified actions and instruments in the building of a popular memory. Besides this advances not only haveshowed what mean a terrorist State - the disappearance of thousands of people, the systematic torture of politicalprisoners- but it helped to rescue all that the dictatorship made disappear: the values and projects of the popularorganizations.

    Palabras clave / Paraules clau / Key WordsArgentina, dictadura, derechos humanos, organizaciones populares.

    Argentina, dictadura, drets humans, organitzacions populars.

    Argentina, dictatorship, human rights, popular organizations.

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    Conferencia de Graciela Daleo (Universidad de Buenos Aires)Realizada en la Sala de Juntas de la Facultad de Derecho, Universidad Autnoma deBarcelona, Jueves 15 de febrero de 2007.

    Organizada por: Secretaria General de la Universitat Autnoma de Barcelona, Facultat deDret, Facultat de Filosofia i Lletres, Departament d'Histria Moderna i Contempornia,Plataforma Argentina contra la Impunidad

    Presentan: Claudia Jimnez, profesora del Departament de Dret Pblic i de CinciesHistoricojurdiques y Alejandro Andreassi, profesor del Departament d'Histria Moderna iContempornia.

    Les agradezco la invitacin y poder participar y estar con ustedes. Me parece que es unmomento interesante, que desde ambos pueblos podamos debatir y reflexionar juntos sobretemas que quizs en otros momentos parecan afectarnos ms, o ser patrimonio de los puebloslatinoamericanos, y que ac, en el viejo continente tenan un montn de cosas resueltas. Peroest claro que no estn resueltas y pienso que es interesante que podamos charlar un poco denuestra experiencia. Hacer un recorrido del papel de las organizaciones populares, de lasorganizaciones sociales, de su participacin en la lucha contra la impunidad y en la construccinde la memoria. Memoria histrica y social e impunidad me parece que son dos temas que estnpresentes, que se estn debatiendo en este momento en... trato de ser cuidadosa, en Catalunya,en el Reino de Espaa, en la Pennsula Ibrica...

    Quizs en otro momento esta charla sobre construccin de la impunidad la hubiera empezadocon el perodo de la dictadura militar, y hacer el desarrollo de los instrumentos poltico-jurdicoscon los cuales se fue construyendo la impunidad. Quizs hoy podramos invertir un poquito elcamino y en lugar de arrancar de aquel momento, partir de considerar en qu situacin estArgentina hoy. Yo me voy a referir particularmente a Argentina aunque otros pases de AmricaLatina Uruguay, Chile, estn teniendo tambin un recorrido propio en la lucha contra laimpunidad que tiene caractersticas especficas y particulares.

    Quiero plantear ya de entrada que memoria, construccin de la memoria y lucha contra laimpunidad estn profundamente vinculadas en todo el proceso poltico, social y cultural quevenimos viviendo en Argentina en estos ltimos aos. De hecho, yo partira prcticamente deun presupuesto: en la historia de nuestros pueblos no se puede pensar en construir memoria dela impunidad que sirva para construir identidad y identidad social, poltica, identidad de lucha,identidad popular, si eso no va asociado profundamente a una lucha contra la impunidad.

    Por qu? Porque en muchas situaciones, la memoria, la construccin de la memoria noasociada a la lucha contra la impunidad ha servido ms bien para obturar las luchas, o para dejarfijada la memoria en los momentos de tremendas derrotas de los pueblos. Sobre todo, dejarfijada la memoria en el horror que paraliza. En ese sentido, pienso que este momento esproducto de una lucha de muchos aos, que tuvo avances y retrocesos, momentos en los cualesprcticamente pareca que estaba todo absolutamente perdido. Y esta insistencia tuvo y tieneprotagonistas sociales.

    Este momento que estamos viviendo hoy no es resultado de la decisin de un gobierno sinoes resultado concreta y especficamente de un pueblo que a travs de sus organizaciones, conmayor, con menor nivel de compromiso, con mayor o menor nivel de intensidad en distintos

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    momentos, insisti en exigir juicio y castigo a los genocidas de la dictadura (por resumirlo enuna consigna). Y hoy nos encontramos en Argentina con que, en paralelo con el camino de luchaque logr que se reabrieran causas contra los represores que actuaron en nuestro pas, quehaban sido cerradas a lo largo del proceso de construccin de la impunidad, tambin estetrnsito de construccin de la memoria va tomando otro cariz. Y digo que va tomando otro carizporque durante un largo perodo especialmente, dira, en la dcada del 90, es decir, en plenoflorecimiento del gobierno menemista-, fueron surgiendo por iniciativa en general- deorganizaciones de Derechos Humanos, algunas propuestas y planteos que tenan que ver con loque uno puede catalogar como la memoria: colocacin de placas, establecimiento, porejemplo del Parque de la Memoria, creacin del Instituto de la Memoria Una serie deinstancias que tenan el aditamento de memoria y que, si bien analizadas en abstracto,parecan iniciativas importantes e interesantes, provocaron mucha polmica incluso en elmismo movimiento de derechos humanos. Muchos hicimos planteos y cuestionamientos es micaso, y el del organismo del yo form parte hasta hace muy poco (la Asociacin de ExDetenidos-Desaparecidos)- en torno a determinadas formas de construccin de la memoria.Considero que una cristalizacin de la memoria, un intento de focalizar la mirada sobre nuestropasado inmediato a travs de la institucionalizacin va monumentos, placas, parques, etctera,servan para tapar una problemtica que la impunidad imperante haca aflorarpermanentemente. Si esos gestos no van acompaando la accin concreta y especfica desde elEstado que encare la cuestin de la impunidad, en realidad contribuyen a tapar la problemticaque la lucha contra impunidad empujaba hacia la superficie.

    Hoy, ya desde mi perspectiva personal, y apelando incluso a elementos que venimostrabajando desde la Ctedra Libre de DDHH, entiendo que actualmente, por ejemplo, colocaren un colegio secundario una placa que recoja el nombre de los compaeros desaparecidos quefueron estudiantes de ese colegio, como producto de un trabajo de investigacin, que hacen losjvenes estudiantes de hoy, en el que participan los docentes, y los padres y familiares yantiguos compaeros de los desaparecidos hacen tambin su aporte, tiene una significacindistinta y realmente aporta a la construccin de la memoria, y opino esto porque en paraleloestamos obteniendo, a partir de la lucha, resultados en la exigencia de que muchos de aquellosque produjeron la desaparicin de los jvenes cuyos nombres estn en la placa, estn siendoprocesados.

    Con esto quiero subrayar lo que deca al principio: la construccin de la memoria social, dela memoria popular, en relacin a los crmenes cometidos durante la dictadura cvico-militarsirve, a mi entender, y produce efectos sobre el futuro tambin en la medida en que estclaramente asociada al juicio y castigo de los que protagonizaron y fueron artfices de esadictadura.

    Pero agregara otro elemento ms, que tambin forma parte del debate social, poltico ycultural sobre construccin de memoria que intentamos desarrollar en Argentina en distintosmbitos: que es tambin necesario avanzar en la construccin de la memoria no solamente encuanto a lo que signific la instauracin de un Estado terrorista, de la represin, la desaparicin,y la tortura, sino tambin rescatar desde esa mirada y en este trabajo, aquello que vino adesaparecer en la dictadura. Porque tambin insisto en lo que deca al principio: dejar fijada lamemoria, poner como punto de arranque de la construccin de una memoria social a losmomentos de mximo horror lo que hace es ocultar, obturar, opacar, lo que es el procesohistrico de la lucha de los pueblos. Es cierto que los pueblos sufrimos histricamente ladominacin y la represin, pero tambin es cierto que los pueblos nos levantamos, nos

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    oponemos, cuestionamos la dominacin, la explotacin. Para sintetizarlo, vale sealar: esnecesario recuperar, es cierto, la memoria de la represin, de lo que fue el terrorismo de Estado,pero tan necesario como eso es recuperar y construir la memoria de lucha de nuestro pueblo.

    Para traducirlo en una experiencia cercana a quienes estamos ac: estuve el ao pasado ac,en Barcelona, y compart una mesa con la Asociacin por la Recuperacin de la MemoriaHistrica, y en esta mesa se planteaba, en relacin al debate que se est desarrollando actambin, que no slo era necesario desenterrar la memoria de lo que fue la dictadura franquista,la sublevacin de 1936, y ponerle el nombre que tiene que tener, sublevacin y noenfrentamiento de bandos o disfraces similares, sino tambin recuperar la memoria y la historiade los valores que esa sublevacin, que la dictadura franquista pretendi enterrar. El significadode la Repblica. Porque si no, la no recuperacin de todo lo anterior, termina construyendo unamemoria funcional a los proyectos de dominacin que se siguen sucediendo.

    En Argentina tenemos hoy una situacin que puedo caracterizar no como ptima, pero s deavance. Cinco aos atrs otro hubiera sido el panorama. Pero, resultado de la lucha sostenida alo largo de tantos aos, logramos que fueran anuladas las Leyes de Punto Final y ObedienciaDebida, dos instrumentos jurdico-poltico que se pergearon en la dcada del 80. Gracias alPunto Final a muchos represores identificados los alcanz una amnista anticipada; por la Leyde Obediencia Debida la mayor parte de los represores que no se beneficiaron con la otra ley, yestaban siendo procesados quedaron en libertad. Ambas leyes fueron variantes de la decisindel Estado de renunciar a su pretensin punitiva. Estas leyes, que son de los aos 1986 y 1987gobierno de Ral Alfonsn- fueron complementadas poco tiempo despus por las dos tandasde decretos de indultos dictados por el entonces presidente Carlos Menem. En 1989 indult alos represores que estaban procesados, en 1990 a los que haban sido condenados en 1985.

    La insistencia que se mantuvo a lo largo de aos, incluso durante la plena vigencia de esosinstrumentos, trajo como resultado que en el ao 2003 el Parlamento muchos de cuyosmiembros haban levantado la mano para votar favorablemente en 1986 y 1987 para aprobar lasleyes- aprobara la anulacin de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Esto se debi,tambin, al recambio poltico con la asuncin en 2003 de Kirchner a la presidencia, que semostr a favor de esa medida. El Parlamento anular ley de Punto Final, la Ley de ObedienciaDebida, pero a pesar de la exigencia que seguimos manteniendo, no ha considerado ni haaprobado la anulacin de los indultos, si bien por una serie de acciones judiciales, hemos idologrando que los efectos de los indultos empiecen tambin a ser cuestionados.

    Mencion que la situacin en trminos institucionales tiene una modificacin a partir de laasuncin del nuevo gobierno, pero sostengo clara y contundentemente que este resultado de laanulacin de las leyes de impunidad para los genocidas de la dictadura no es un resultadomilagroso, no fue que a este gobierno le lleg de repente la luz que le revel que los genocidasdeben ser castigados. La fuerza de fondo es que el pueblo sigui sosteniendo la exigencia dejuicio y castigo. Quizs sta es una de la luchas en las cuales podemos percibir, si hacemos unrecorrido de los casi veinte aos que van desde el fin de la dictadura -10 de diciembre de 1983-hasta el ao 2003, cmo se fue enriqueciendo y multiplicando la asuncin de esta reivindicacinde juicio y castigo por parte de distintos sectores populares. Durante la dictadura, quiz la accinms conocida en el mundo en contra de la dictadura militar la protagonizaron los familiares delos desaparecidos. Es entonces que surgen las Madres, que surgen las Abuelas, que se agrupanlos familiares en distintas organizaciones, que motorizan la bsqueda de los desaparecidos eincluso hacen conocer en el mundo lo que estaba pasando en nuestro pas. Y cuando lossobrevivientes empezamos a salir de los campos de concentracin hubo quienes, como en mi

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    caso, salimos del pas-, nuestra voz empez tambin a ser soporte concreto de la bsqueda y lasdenuncias. Nosotros sumamos a lo que los familiares denunciaban por la desaparicin de susparientes, la vivencia directa, empezamos a transmitir nosotros quines eran losdesaparecedores, qu pasaba, dnde estaban los campos de concentracin, quines eran losresponsables, a qu compaeros habamos visto all

    Este sujeto social que se va construyendo, este sujeto social de las organizaciones dederechos humanos, se potencia a lo largo del desarrollo de la dictadura, sostenido realmente convoluntad de lucha e incluso con el costo de la vida de muchos de sus integrantes y cuando asumeel primer gobierno constitucional posdictatorial encabezado por Alfonsn, mantiene el ejecentral de lucha por la vigencia de los DDHH, por la exigencia de juicio y castigo, por laexigencia de verdad y justicia. Y va recibiendo el aporte de distintas vertientes: organizacionespolticas, organizaciones gremiales que haban sufrido tambin la terrible amputacin de susmilitantes y activistas como resultado del accionar dictatorial empiezan a crear sus secretarasde derechos humanos. Situacin que no se haba dado antes en nuestro pas en esa dimensin.Los recreados centros de estudiantes de los colegios secundarios tambin forman sus secretarasde DDHH, los partidos polticos, especialmente los sectores juveniles se vinculan al tema. Yesto se iba dando en paralelo con el inicio de juzgamiento de los miembros de las tres primerasjuntas militares, y algunos otros de los ms notorios que encabezaron la represin.

    Si bien dije que iba a empezar por el final, quisiera ac fijarme un poquitito en ese diciembrede 1983 para poder seguir haciendo este puente permanente entre memoria, lucha por lamemoria y lucha contra la impunidad. La accin desde el gobierno, la accin institucional enrelacin al juicio y castigo como ustedes seguramente sabrn-, se tradujo en el enjuiciamientode los miembros de las tres primeras juntas militares. Pero el enjuiciamiento de estos nueverepresores y otros que comparecieron ante otros tribunales, tena una contrapartida. Tena ya,desde el vamos, una trampa relacionada con la construccin de la memoria y con la construccinde una versin de la historia asentada desde lo instrumental, desde lo institucional, desde losinstrumentos jurdico-polticos, en lo que en Argentina se conoci como la teora de los dosdemonios.

    Por qu digo esto? Porque despus de asumir, una de las primeras medidas de Alfonsn fueel dictado de dos decretos, el decreto 157 y el decreto 158. El decreto 157 estatuye lapersecucin penal de quienes haban sido referentes mximos de las organizacionesrevolucionarias que haban actuado en la Argentina en la dcada del 70. Y recin en segundotrmino, el decreto 158, ordenaba la persecucin penal de los miembros de las tres primerasjuntas militares.

    Por qu digo que esto tiene mucho que ver con la asociacin entre construccin de lamemoria, impunidad, construccin de una versin de la historia? Porque ya con esosinstrumentos jurdicos se estableca desde la mxima instancia institucional esta verdad: queen realidad el golpe del 24 de marzo de 1976 y todo lo que produjo despus la dictadura cvico-militar, en realidad no fue otra cosa que la respuesta que haban dado las fuerzas armadas al caosexistente, a la subversin, que era el argumento que esgrimieron los golpistas para justificar elgolpe, y que durante tanto tiempo fue la versin oficial. Por lo tanto, esta teora lo queterminaba habilitando incluso en trminos jurdicos, era que no se considerara como puntoindiscutible la ilegalidad absoluta de todos los actos cometidos del 24 de marzo de 1976 enadelante, sino apenas como errores y excesos. De ltima, lo que se estableca desde esosinstrumentos era que, en el enfrentamiento entre dos demonios guerrilla y fuerzas armadas-,hubo uno que empez, que motiv el golpe la guerrilla-, y el otro demonio, encarnado en

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    sectores de las Fuerzas Armadas no se responsabilizaba a la institucin-, que se haba excedidoen el ejercicio de la fuerza. Pero de ltimo se terminaba justificando, o dando una explicacinal golpe militar y a la masificacin del terrorismo de Estado, equiparando, poniendo en el mismonivel de la balanza el accionar de organizaciones revolucionarias de civiles y el ejerciciomximo del poder del Estado apropiado por las Fuerzas Armadas y sus asociados civiles.

    Durante mucho tiempo, esta versin, esta lectura sobre lo que haba pasado en nuestro pas,fue la versin que prim, la oficial. Y si hoy nos encontramos con una relectura de todo esto esporque tambin desde las organizaciones populares se pugn no solamente por mandar a lacrcel a los genocidas sino por empezar a ir ms atrs del 24 de marzo de 1976. Avanzar en elanlisis, en la necesidad de preguntarse no solamente qu hicieron los militares y el cmo, sinoquines lo hicieron, por qu, para qu, contra quines, qu pasaba antes. Creo que este es unsalto muy importante en la lucha popular en Argentina porque de alguna manera son esos datosde construccin de identidad popular los que nos fueron permitiendo tambin unir, irestableciendo ese puente entre lo que pas durante la dictadura militar, lo que pas antes del 76y lo que estaba pasando en Argentina posdictatorial, en la dcada del 90 e incluso qu siguesucediendo hoy.

    Vuelvo otra vez al presente, al hoy. Reapertura, a partir del ao 2003, de una serie de causasque se haban iniciado en los 80, algunas en los primeros momentos del gobierno constitucional,otras que heredaban acciones que los familiares iniciaron durante la dictadura militar. Si bien loque se conoce ms de los juicios es posterior a la asuncin de Alfonsn, los familiares, losorganismos de derechos humanos potenciaron, durante la dictadura militar, infinidad deacciones judiciales a los cuales el Poder Judicial no dio, generalmente, ms respuesta que elrechazo de los habeas corpus o la parlisis en los distintos tribunales porque la justicia noasumieron ninguna investigacin cuando reciban la denuncia de las desapariciones, o cuandose verificaba que determinada persona haba sido asesinada en la calle y su cuerpo haba sidodesaparecido, o incluso cuando haba sido entregado a sus familiares.

    En relacin a las causas que se reabrieron a partir de la nulidad de las leyes, en agosto de2003, quisiera mencionar algunas caractersticas que tienen estos procesos para anotar otro datointeresante de la lucha por el juicio y castigo a los genocidas de la dictadura en Argentina. Unade ellas es el no haber dejado en manos pura y exclusivamente del Poder Judicial y de losabogados el desarrollo de los procesos, sino que ha sido asumido desde las organizacionespopulares, entendiendo que deben ser protagonistas de esta accin tanto los querellantesparticulares como las organizaciones de derechos humanos y las organizaciones sociales ypolticas a las cuales pertenecan las vctimas, pertenecan los desaparecidos, o que seconsideran herederas de esta lucha. En la Capital Federal tenemos en este momento, en plenofuncionamiento y con una cantidad de represores no todos los que deberan estar, pero unalarga lista- detenidos con prisin preventiva, la que se conoce como Causa del Primer Cuerpode Ejrcito. En sta se analiza, se investiga y se persigue penalmente a aquellos que fueroncadena de mandos del Primer Cuerpo de Ejrcito, y a otros denunciados como miembros de losgrupos de tareas, que actuaron en la Zona I (esto tiene que ver con que la dictadura dividi alpas en 5 zonas que se correspondan con los cuerpos de Ejrcito) que abarcaba la ciudad deBuenos Aires, el Gran Buenos Aires excepto la zona norte-, casi toda la provincia de BuenosAires y la provincia de la Pampa. Un altsimo porcentaje de las desapariciones y otras accionesrepresivas se produjeron en esta zona y no por casualidad: es la zona que concentra mayorcantidad de poblacin del pas. Esta causa se haba iniciado en 1985 como resultado de lo que

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    dispona el ltimo punto, el 30, de la sentencia en el juicio contra los ex comandantes-, y losrepresores que estaban imputados y procesados en 1987 haban quedado en libertad, mientrasque el nivel superior de la cadena de mandos haba sido indultado entre 1989 y 1990.

    La otra megacausa es la que investiga los delitos cometidos en el mbito de la Escuela deMecnica de la Armada (ESMA) que, si bien en trminos de ubicacin geogrfica y de mandodebera haber sido subsumida en la causa del Primer Cuerpo de Ejrcito, tal vez por suenvergadura o por alguna decisin judicial que nunca terminamos de entender se constituycomo una causa aparte. Tiene en este momento, cerca de 40 represores con prisin preventiva.Una diferencia que existe entre los que estn detenidos en esta causa y los que lo estn por lacausa del Primer Cuerpo es que el juez que lleva esta ltima enva a los detenidos a crcelescomunes, excepto a los que tienen ms de 70 aos que alcanzan el beneficio de la prisindomiciliaria, mientras que los detenidos en la causa de la ESMA, por decisin del juez, y si notienen los 70 aos cumplidos, permanecen en dependencias militares. Revertir esta situacin esuna de las exigencias que se siguen manteniendo: que estn detenidos en crceles comunes,porque entendemos que disfrutan de un privilegio sobre los miles de presos que se encuentranen los penales del sistema penitenciario. El juez argumenta que las crceles no garantizan laseguridad de los detenidos, pero si no garantizan la seguridad para los detenidos militarestampoco la garantizan para los presos comunes, por lo tanto habra que cerrar esas crceles omodificar el sistema penitenciario

    Estas dos causas son quizs las ms conocidas, las que tienen ms prensa, las que tienen unmayor nmero de represores procesados y camino en algunos tramos al juicio oral. En ellas hantenido un intenso protagonismo las organizaciones populares. Desde los organismos dederechos humanos y desde distintas organizaciones populares se ha impulsado la presentacinmasiva de querellantes, criterio que no siempre ha sido compartido, ya que hubo abogados queplanteaban que no haba que llenar de papeles los juzgados. Pensemos que en el juicio a losex comandantes de 1985, de las ms de 9.000 denuncias de detencin-desaparicin y dedesaparicin por un tiempo y luego liberacin, que haba registrado la Comisin Nacional deDesaparicin de Personas (la Conadep), cuando se enjuici a los miembros de las tres primerasjuntas militares en 1985, de esos 9.000 casos se seleccionaron solamente 700, porque en esemomento la fiscala y la Cmara que enjuiciaba, optaron por la seleccin de casosparadigmticos, en lugar de que se consideraran todos los hechos que haban sidoindividualizados hasta esa fecha como producidos por la dictadura militar, lo cual, entiendo,signific una debilidad profunda de ese enjuiciamiento de 1985. Por eso ahora desde distintasorganizaciones y grupos de querellantes se sostiene la exigencia de que en todas las causas quese estn llevando adelante se considere a todas las vctimas que estn identificadas que pasaronpor ese campo de concentracin, ya sea que hayan sido liberados o que permanezcandesaparecidas, y que sean enjuiciados no slo los miembros de las cadenas de mandos sinotodos los que formaron parte del elenco represivo de ese Centro Clandestino de Detencin eintegraron la dotacin del lugar cuartel, comisaras, etc.- donde funcion el campo deconcentracin.

    Es cierto que para lograr objetivos nos encontramos con una serie de dificultades quebuscamos ir salvando con instrumentos jurdicos, buscando las fisuras o los caminos que desdelo jurdico se pueden ir abriendo. Con qu dificultades nos encontramos? La primera dificultadcon la que nos encontramos es con que la represin fue clandestina, los represores actuaban sinexhibir documentos, o con documentos falsos, con uniforme de fajina sin identificacin, o decivil. A los sobrevivientes nos resultaba muy difcil conocer el nombre legal de los represores,pasaron 30 aos de los hechos y hasta se hace difcil el reconocimiento si uno se encuentra hoy

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    con un represor que 30 aos atrs torturaba en un centro clandestino, no es fcil reconocerlo porla fisonoma. Nos encontramos tambin con que las Fuerzas Armadas siguen actuando comocorporacin, por lo tanto, no contribuyen en nada en la investigacin. De hecho, cuando desdelos juzgados se les pide la remisin de los legajos de aquellos que revistaron en determinadacomisara, por ejemplo, o en determinado cuartel donde funcion un campo de concentracin,son remitidos a los juzgados tardamente e incluso sin las fotografas, les arrancan la fotografapara que se no pueda identificar a los que actuaron concretamente en cada CCD. Deca quehemos ido encontrando para esto algunas vas para romper las trampas. Lo primero ha sidoplantear que todo el personal que estaba asignado a ese lugar donde funcion un centro deconcentracin tiene un nivel de responsabilidad por haber formado parte del personal que estabaasignado a ese lugar. Quizs el lugar donde puede insistirse ms en esta va por el nivel deregistro existente es en las comisaras. Por ejemplo, todas las comisaras de la ciudad de BuenosAires funcionaron paralelamente en su faz pblica y como lugar de reclusin de prisionerosclandestinos durante ms o menos tiempo, en forma temporal. En el Gran Buenos Aires, en lazona de La Plata se produjeron miles y miles de desapariciones por el accionar de un circuitorepresivo de caractersticas especiales: un sistema de campos de concentracin por los cualeseran circulados los prisioneros, y se combinaban, por ejemplo, comisaras de la polica ytambin cuarteles militares. Entonces, en el caso de una de las causas abiertas en la provinciade Buenos Aires, con cabeza en La Plata, por ejemplo la de la Comisara Quinta por la quepasaron cientos de prisioneros, muchos de los cuales despus fueron derivados a cuarteles o aotras dependencias policiales, lugares en los que hubo partos de compaeras que fueronsecuestradas estando embarazadas y cuyos hijos permanecen apropiados por los represores-, seha logrado que considere para las imputaciones al personal que revist en esa comisara desdeel 24 de marzo de 1976 hasta la fecha en la cual existe el ltimo testimonio que da cuenta de queen ese lugar existieron prisioneros clandestinos. Esto no quiere decir que tengamos la batallaganada ni quiere decir que est garantizada la condena de todos los que revistaron comopersonal de esa comisara, pero s es una va desde la que se empuja para inutilizar este tremendoparaguas protectivo de la impunidad que fue la clandestinidad con la que oper la dictadura. Enel caso de la ESMA, si bien es uno de campos de concentracin de los cuales hay mssobrevivientes o por lo menos hay ms sobrevivientes que han testimoniado, que han hechopblica su condicin de sobrevivientes-, y tambin hay un nmero bastante interesante derepresores identificados, de ninguna manera esto agota el listado. Ni de represores ni devctimas. Estimamos que por la ESMA pasaron cerca de 5.000 prisioneros y hasta ahora, connombre y apellido hemos podido confeccionar un listado de aproximadamente 650 vctimas,entre desaparecidos y sobrevivientes. Y nos encontrbamos con este coto que pone el sistemapenal segn nos deca el juez: un hecho, un responsable, y refrendar este hecho y estaresponsabilidad por la aparicin de testigos. Claro, es muy difcil conseguir que haya testigosde sesiones de tortura sobre todo cuando el torturado est desaparecido. Entonces esto sepresentaba para el futuro como una va para darle una nueva vuelta a la impunidad, porquesabemos que tal represor actu en tal campo de concentracin, que tales y tales compaerosdesaparecieron en este campo de concentracin, pero cmo se iba a poder juntar una cosa conla otra, y responsabilizar a cada represor de tantos hechos que se produjeron en el campo deconcentracin de la ESMA? Ah tambin, como parte de la batalla jurdica hemos impulsado tal como se considera en la causa del Primer Cuerpo de Ejrcito-, la caracterizacin jurdica delco-dominio funcional del hecho, para que todos aquellos represores que estn identificados queactuaron en el campo de concentracin, en este caso de la ESMA, sean imputados y procesadospor todos los hechos que se produjeron en el perodo en que actuaron en el lugar. Hasta ahora,desde esta doctrina que tiene sostn jurdico, los represores que los sobrevivientes hemosdenunciado que actuaban en la ESMA, o que se pudieron identificar por otras vas, y queactuaron, por ejemplo, en el ao 1976, han sido indagados por todos los hechos individualizados

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    del aos 1976, procesados por eso y dictada la prisin preventiva. Esta es la situacin hastadiciembre del ao pasado. En noviembre del ao pasado el juez adopt la misma mecnica conlos hechos producidos en 1977 y 1978. Todava no est confirmado el procesamiento de losrepresores por estos hechos pero entendemos que esta debe ser el criterio que debe utilizarsehasta agotar los hechos y los represores que actuaron hasta llegar al fin del funcionamiento delcampo de concentracin de la ESMA, que coincide con el final de la dictadura, porque si bienno siguieron secuestrando con la misma intensidad que en los aos anteriores, en 1980 seproduce el ltimo nacimiento de que tengamos informacin, de una nia nacida en cautiverio,en ese ao hubo secuestros y desapariciones, y algunas libertades, pero, por ejemplo, VctorBasterra, sobreviviente, sigui siendo controlado hasta el momento de la asuncin del gobiernoconstitucional de Alfonsn, aunque ya estaba en su domicilio, por personal de la ESMA que estidentificado.

    Esta es una de esas pequeas victorias que podemos ir asentando en nuestra lucha contra laimpunidad que implica el juicio y castigo a los genocidas, pero esto tambin responde, como unnuevo aditamento, un poco reforzando lo que haba planteado antes, al intenso protagonismoque tienen en esto los familiares que se presentan como querellantes (no s si aqu existe lafigura del querellante particular), que pueden proponer medidas, que tienen un papel importanteen el desarrollo del juicio. Lo que se ha potenciado es la presentacin de las vctimas directas,o sea, los sobrevivientes, la de los familiares como querellantes, y desde esta concepcin de laparticipacin de las organizaciones sociales en el juicio y castigo, tambin se han presentadocomo querellantes por ejemplo las organizaciones de derechos humanos cuyos estatutos lespermiten justificar el inters, se han presentado organizaciones gremiales y organizacionesestudiantiles. Hay otras organizaciones que trabajan en la lucha contra la impunidad y en laconstruccin de la memoria que no han podido hacerlo an porque no tienen personera jurdica,pero que acompaan permanentemente este trabajo y esta lucha. Eso tambin creo que esinteresante anotarlo, por ejemplo hay asociaciones de vecinos, como la del barrio de SanCristbal, que se organiz contra la impunidad, que tuvo su origen en una de las formas deaccin contra la impunidad creadas por las organizaciones populares cuando toda va judicialestaba cerrada, me refiero a los escarches. El escrache est vinculado a la condena social y a lacondena moral, y fundamentalmente lo implementa la organizacin H.I.J.O.S., apel a estodesde sus inicios. Este grupo de Vecinos de San Cristbal contra la Impunidad surge comoorganizacin a partir de vecinos de ese barrio de Buenos Aires que se enteran de que en la zonavive un represor de apellido Rovira, uno de los que est ahora detenido por la causa queinvestiga los crmenes cometidos por la Triple A, una causa que se reimpuls despus de haberestado cerrada durante aos, a partir de que un colectivo, Argentinos en el Exterior, identificael lugar donde est viviendo Almirn, un miembro de la Polica Federal, que fue uno de los msactivos miembros de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), una organizacin parapolicialque actu durante el gobierno de Isabel Martnez de Pern, o sea, antes del 24 de marzo del 76.Identificado este personaje, Rovira, que era, adems, el jefe de seguridad de Subterrneos deBuenos Aires, el barrio fue gestando una organizacin que tuvo como un eje central de accinla denuncia de su presencia en la zona, para impulsar la condena social. Esta organizacin hoysigue actuando no solamente en actividades de estas caractersticas, sino tambin y en paraleloen el trabajo de la construccin de la memoria, ir rescatando la historia, la participacin, lapertenencia, las acciones de los compaeros desaparecidos originarios del barrio, o quedesaparecieron en el barrio.

    Estos caminos apuntan, entonces tambin, a reconstruir no slo el entramado, del horror. Elcompaero no naci el da que desapareci, como a veces pareciera inscribirse en la memoria,que el desaparecido tomaba estatuto de existencia precisamente a partir del momento de su

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    desaparicin, pues recin entonces se lo individualiza y se lo nombra pblicamente. Es pararevertir esto que creemos necesario reconstruir la historia militante de los compaeros, deaquello en que la desaparicin es la ltima instancia. Pero este compaero tiene una historia, yestas organizaciones lo que procuran es rescatar esa historia con la mayor amplitud posible.

    En muchos mbitos se repiten situaciones similares a la que les mencionaba. Por ejemplo, enlos colegios, rescatar la historia de sus estudiantes. Y parte de la reconstruccin de esta memoriay esta historia es la produccin historiogrfica, y por mencionar uno de los trabajos, dos exalumnos del Colegio Nacional Buenos Aires, publicaron un excelente libro, La otra Juvenilia;ellos no son sobrevivientes de aquella historia sino dos jvenes graduados que terminaron nohace mucho el colegio secundario, y se dieron no solamente a rescatar la memoria de quienesdesaparecieron, de quines son los desaparecidos del colegio, sino qu se desarroll adentro deese colegio en la dcada del 70, qu fue lo que quiso destruir esa terrible represin dictatorial,y ms aun, el sistema represivo que se empieza a implementar antes de que la dictadura seinstaurara.

    Hablaba de lo que est sucediendo en el mbito judicial con estas causas en Capital Federal.Pero quiz sera importante tambin hacer un recorrido hacia el interior. Por qu? Porquerealmente en el interior, en lugares donde la represin fue tan terrible, por ejemplo, estoypensando en la provincia de Tucumn, hay similitudes, pero tambin grandes diferencias. EnTucumn recin ahora, en los pueblos y ciudades donde funcionaron los CCD, en las zonasvecinas, estn iniciando un camino de reconstruccin de la memoria, de su propia memoria. Uncamino que en otros lugares se empez tal vez 4, 5, 10 aos antes. Me parece que es sumamenteimportante ver esta asincrona de los procesos, que tiene que ver con algunas particularidadesde la represin en los distintos lugares del pas. No es casual que Tucumn est desde haceaproximadamente dos aos en este trnsito, empezando a poder hablar de lo que les pasdurante la dictadura.

    Tucumn fue ellaboratorio, el lugar donde en 1975 empieza a ensayarse en forma masivay sistemtica pero acotada a la provincia lo que despus se generaliz en todo el pas. Esto fueproducto de dos decretos, de dos actos de un gobierno constitucional, que es el gobierno deIsabel Martnez de Pern hechos por los cuales tambin est pedida su extradicin-. Merced aesos decretos, la provincia de Tucumn se transform en un territorio ocupado por las fuerzasarmadas, impuso el funcionamiento de las distintas poblaciones, casi diramos, como en lasaldeas estratgicas que instalaron las tropas norteamericanas en Vietnam. All la convivencia delos pobladores poblacin muchas veces campesina, poblacin muy humilde- con los militaresmarc la cotidianidad. No era que el militar estaba en el cuartel y la vida de la poblacin sedesarrollaba por otro lado; la convivencia era estrecha y permanente. Para graficar esto en sumxima expresin dramtica: el primer campo de concentracin que se instala en Argentina yfunciona en forma sistemtica fue la Escuelita de Famaill una poblacin tucumana no muyalejada de la capital de la provincia-. Era una escuela, estaba dividida en dos: una parte deledificio estaba destinado a campo de concentracin, tortura y exterminio; y la otra mitadfuncionaba como escuela primaria. Esto asent, construy en la subjetividad social y en la vidaconcreta de la poblacin un peso tan grande de la impunidad, del terror, de inexistencia delmites identificables, que recin ahora, ms de 20 aos despus de finalizada la dictaduramilitar, en esta poblacin de Famaill se est empezando a resignificar hasta desde lo discursivolo que fue el imperio del Estado terrorista. An hoy, en el lenguaje cotidiano, no se habla de lostiempos de la dictadura sino que se sigue utilizando el lenguaje del represor, se habla de lostiempos de la subversin. Acompaar ese proceso es lo que estn haciendo compaeros quellevan adelante un proyecto de investigacin denominado Proyecto Tucumn, explorando esas

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    marcas en la subjetividad social, el tema del lenguaje, el tema de los comportamientos. Son tanfuertes las marcas, que a veces pareciera que la dictadura termin hace seis meses y no endiciembre de 1983.

    Volvemos ahora al desarrollo de esta lucha contra la impunidad en el terreno jurdico.Tambin en el interior hay una serie de causas abiertas, que tambin tienen distintos orgenes.As como me refera a aquellas viejas causas de la dcada del 80 -de las cuales son resultado lade la ESMA, la causa de Primer Cuerpo-, hay otras que se abrieron en el interior del pas,resultado de otros instrumentos. Uno de ellos, cuando se lo empez a implementar, gener enel mbito de los organismos de derechos humanos mucho debate; me refiero a los Juicios por laVerdad, a partir del reconocido derecho a la verdad. Impuestos todos estos cerrojos de laimpunidad obediencia debida, punto final, indultos, etctera-, que les mencionaba hace unrato, uno de los vericuetos que se fueron encontrando para tratar de forzar los lmites y evitarque el tema quedara sepultado, fue apelar a ese derecho: si se negaba desde el Estado laposibilidad de avanzar en la justicia, avanzar sobre la verdad, saber qu pas con losdesaparecidos. Se trat de echar mano al derecho a la verdad, que tienen los familiares deconocer el destino, qu pas con sus parientes. As se iniciaron los juicios por la verdad. Lesdeca que esto trajo mucho debate en el mbito de las organizaciones de derechos humanos yotras organizaciones populares porque hubo quienes -yo me cuento en esos quienes-plantebamos que eso slo iba a servir para seguir poniendo sobre la mesa las atrocidadescometidas por la dictadura militar pero, nuevamente, conocidas esas atrocidades no habracastigo a los responsables, no habra quines fueran a ser juzgados por esos hechos. Por lo tanto,en lugar de contribuir a la construccin de una memoria que alentara la exigencia de justicia,iba a obturar la posibilidad de esa lucha. Hoy, en la situacin en la que estamos, debo reconocerque estos juicios por la verdad han hecho un aporte. No como mrito de los propios juicios, peros por lo que las organizaciones populares fueron capaces de hacer con lo que iba saliendo deesos juicios. Por ejemplo, lo sucedido a partir del Juicio por la Verdad que se desarroll en laciudad de La Plata, a cargo de la Cmara de Apelaciones instancia que tena a su cargo estosprocesos-. Este juicio por la verdad se desarrolla a travs de audiencias pblicas, con asistenciade pblico. Y si bien no siempre la sala de audiencias estuvo llena como hubiese sido laaspiracin, especialmente se intent promover que los estudiantes de derecho asistieran-, en loshechos, los familiares y sobrevivientes testimoniaron y denunciaron con gran amplitud,encontraron en ese mbito algo que en instancias judiciales anteriores no haban encontrado:esta Cmara, por la presencia de algunos de sus miembros, o quin sabe por qu, result muchoms permeable a que el familiar, el sobreviviente, pudieran desarrollar la totalidad de su relatosin ser interrumpido. Hago esta acotacin porque por ejemplo en el juicio de 1985 contraalgunos miembros de las juntas militares, una de sus tremendas debilidades y limitaciones seenvidenci en el trato a los testigos. Nunca pudimos plantear, quienes fuimos convocados comotestigos familiares o sobrevivientes- todo lo que tenamos para decir. Eramos, como decamosen aquel momento, prcticamente tratados como caseteras: se nos apretaba el play y elstop a gusto del tribunal. En muchsimas oportunidades, en especial los sobrevivientes, no sepudo exponer todo lo visto, vivido, aprendido y muerto en el campo de concentracin. En eljuicio por la verdad de La Plata se percibi un cambio en este aspecto. Es cierto que esto tuvocomo punto cuestionable, o contrapartida que algunos represores fueron convocados a declararen estas audiencias, y en general todos resultaban desmemoriados, obscenamentedesmemoriados, porque nunca recordaban nada. Y algo ms grave aun: se saba que el militaro polica que se sentaba ah haba secuestrado, torturado, porque haba sido sealado por algnsobreviviente o por algn familiar que lo vio participar en el acto de secuestro, pero se levantabay se iba tan tranquilo a su casa. De todos modos, acoto alguna singularidad: si bien yo no creoen la justicia divina pero a veces algo parecido sucede Un miembro ya no recuerdo de cul

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    de las estructuras represivas fue convocado a declarar en una de las audiencias del juicio por laverdad; pretenda irse tan tranquilo como otros, pero se gener un escrache a la salida deltribunal y se ve que su corazn no resisti que fuera sealado tan claramente como genocida yasesino y se muri de un infarto. No s si habr sido la justicia divina De todos modos, hayuna contradiccin que aparece cuando muere alguno de ellos: mueren impunes. Un poco lasensacin que quizs tuvimos cuando muri Pinochet: respiramos un aire ms puro, peromueren impunes, cuando quisiramos que el da que les llegue el momento de la muerte seacuando tambin hayan sido sancionados socialmente en el mbito judicial.

    En sntesis, estos juicios por la verdad, que no eran los juicios de verdad que exigamos,hicieron su contribucin a seguir manteniendo en trminos sociales en Argentina esta cuentapendiente, a ratificar que lo que pas no es pasado, que sigue siendo presente, que la impunidadsigue siendo una afrenta para el pueblo argentino, y que es necesario seguir avanzando paratransformar estos juicios por la verdad en juicios de verdad. Y de hecho, gran parte del capitaljurdico que se recogi en estas audiencias ha sido incorporado a las causas judiciales, como sihubieran sido recogidos en el proceso de la instruccin judicial, y entendemos que esto tambines un aporte importante al desarrollo de las causas. En la ciudad de Mar del Plata se sigui unproceso similar con la apertura de juicios por la verdad, que ahora se han transformado enjuicios penales. De todos modos, siguen funcionando en paralelo, por ejemplo el juicio por laverdad de La Plata, aun cuando hay una serie de procesos penales avanzados, pero siguentomndose testimonios en audiencias del juicio por la verdad.

    Para hablar de algunas realizaciones concretas, o sea no solo los juicios en perspectiva quese vienen desarrollando, hay que referirse a dos sentencias dictadas el ao pasado contra dosrepresores en causas que se abrieron algunos aos atrs. Una primera de ellas, derivada deljuicio por la verdad de La Plata, contra el represor comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz,director general de Investigaciones de la polica bonaerense, una de las cabezas mximas de larepresin en la provincia de Buenos Aires, en la zona de La Plata; fue imputado y procesadoluego tras una serie de testimonios que lo involucraban en casos que no haban sidoconsiderados antes, o sea, nuevos hechos. La Cmara Federal resuelvi iniciar una causa penala partir de esas declaraciones e imputaciones que se le haban hecho. La sentencia se dict en elmes de septiembre del ao pasado, y fue condenado por seis casos tormentos, privacionesilegales de la libertad-, no por la totalidad de los hechos de los cuales l es responsable, queson cientos. Pero estos seis casos tenan la particularidad de que no haban sido considerados enel enjuiciamiento al que Etchecolatz haba sido sometido a mediados de la dcada del 80, y enel que haba sido condenado por 91 tormentos y luego exculpado por la ley de obedienciadebida.

    Y para subrayar que punto tan hondo de garanta del ejercicio del poder es la garanta de laimpunidad, hay que ver cul a sido la respuesta de aquellos que quieren seguir amparados porla impunidad. La respuesta a la condena a Etchecolatz es la desaparicin del compaero JulioLpez, desaparecido el 18 de septiembre de 2006. Julio Lpez, sobreviviente de los campos deconcentracin que regente Camps, fue un testigo fundamental contra Etchecolatz, y susecuestro y torturas durante la dictadura fueron hechos considerados en este juicio. Este hechotan tremendo vuelve a subrayar que realmente la impunidad de los crmenes de la dictadura noes tema del pasado, sino del presente. Y esto se reactualiza a diario, porque hasta hoy siguesiendo una exigencia Aparicin con vida de Julio Lpez, exigencia que no ha tenido respuestaefectiva, concreta, desde el mbito estatal.

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    La vinculacin de la impunidad de los crmenes de la dictadura con el presente es otro temade debate que nos ha recorrido y nos recorre. Es que su enjuiciamiento y condena no es slo unnecesario acto de justicia por lo sucedido aos atrs aunque ya es indispensable que eso se hagapor lo que fueron-, sino que tiene que ver con la construccin de la sociedad presente. Creo quesi algo potenci y fue sumando sectores a la lucha contra la impunidad y por el juicio y castigode estos crmenes, fue que las violaciones a los derechos humanos no se terminaron el 10 dediciembre de 1983, lamentablemente. S es cierto que no es igual la situacin que durante elEstado terrorista, pero las violaciones que se dan an hoy tambin fueron encontrando otrosblancos y otras vas. Por poner una fecha simblica de hechos: cuando los familiares de tresjvenes pobres de un barrio marginal del Gran Buenos Aires Ingeniero Budge- que fueronasesinados a sangre fra por la polica, empezaron a exigir justicia. Quiz recogieron laexperiencia de las madres y de los familiares, que venan reclamando justicia desde la dcadadel 70. Los familiares de estos pibes empezaron a organizarse como familiares y a reclamar porlas acciones de lo que se conoce en Argentina como gatillo fcil, o sea, el accionar de lapolica que so pretexto que estar actuando contra supuestos delincuentes, lo que hacedirectamente es asesinar jvenes pobres. Algo que hizo y sigue haciendo- durante muchosaos impunemente. Pero cuando esta actuacin, en este caso de la polica bonaerense, se pudojuntar con que sa era la escuela de la Bonaerense que reprimi durante la dictadura, que laBonaerense que mat a los pibes de Budge es la alumna de la polica bonaerense del represorgeneral Camps jefe de la polica durante varios aos durante la dictadura militar-, que habauna lgica comn, una lgica que se alimenta de la impunidad de los poderosos, aunque norequiere necesariamente que sean los mismos personajes, permiti ir trenzando una trama quehoy hace que esta lucha contra la impunidad de los crmenes de la dictadura est profundamenteemparentada con la lucha contra todas las impunidades. Y eso constituye un elementoimportante para establecer estos puentes.

    Vayamos en un salto hacia otro costado, ms vinculado con la lucha por la construccin dela memoria, no slo contra la impunidad, y creo que es un tema que se est discutiendo ac.Hacia fines de la dcada del 90, tambin en este camino, adems de recordar a los desaparecidoscon las limitaciones que a juicio que a muchos de nosotros tena, por ejemplo, la colocacinde placas, los monumentos, del parque de la memoria- , empez a tomar cuerpo el ir sealandocomo parte del escrache a los lugares que funcionaron como campos de concentracin, comocentros clandestinos de detencin, tortura y desaparicin. Y se instal, de alguna manera, estapregunta: qu significa que en el barrio exista este lugar, que fue un lugar de tortura, dedesaparicin y de muerte, y que quizs como sucede con tantos lugares- sigue funcionando conotros usos, por ejemplo como escuela (como les deca que sucede con la escuela de Famaill),o como centro de tramitacin de pasaportes, instalado all donde funcion el campo deconcentracin Garaje Azopardo, o que los propietarios de automviles hagan la verificacinreglamentaria de sus vehculos donde funcion el campo de concentracin Olimpo? Hubo unasostenida pregunta desde las organizaciones de derechos humanos, pero tambin desde elvecindario y desde el barrio. Y se fue otro eje convocante de organizacin y de trabajo enfuncin de construccin de la memoria.

    Hoy, en torno a esta pregunta y a qu hacer con estos lugares se han ido gestando distintasformas de organizacin y tambin de propuestas. Por ejemplo, lo referido al lugar dondefuncion el Club Atltico, uno de los primeros lugares en la ciudad de Buenos Aires respecto alos cuales se empez a trabajar en este sentido. Un grupo de vecinos de los barrios del sur de laciudad fueron constituyendo el Encuentro por la Memoria, que rene vecinos y militantespopulares de la zona y empezaron a preguntarse qu hacer con ese lugar. El campo deconcentracin Club Atltico funcion en un edificio de la Polica Federal, que fue demolido

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    hacia fines de la dcada del 70 porque sobre ese lugar pasa un tramo de la autopista. Pero tapadocon escombros y tierra, en el stano las dependencias del campo de concentracin seguanestando. A partir de esto se mantuvieron discusiones infinitas, debates, propuestas, que fuerongestando una trama que tiene etapas de contradicciones, de grandes complejidades, conflictiva,que enlaza organizaciones populares y distintas instancias institucionales segn sea ladependencia del lugar, gobierno de la Ciudad, Gobierno Nacional, gobierno de la provincia-. Enel caso del Club Atltico, por ejemplo, se construye esta trama de organizaciones del barrio,organismos de derechos humanos, sobrevivientes individuales e instancias del gobierno de laCiudad de Buenos Aires. A su impulso empezaron hace ya varios aos las tareas de excavacinque han hecho aparecer y no uso esta palabra casualmente o con inocencia-, subrayo, hanhecho aparecer en la superficie ese lugar de desaparicin que fueron los stanos del ClubAtltico, una dependencia que estaba bajo la rbita del Primer Cuerpo pero manejado por laPolica Federal, lugar por el cual se estima que pasaron, por lo menos, 1500 compaeros de loscuales la mayora estn desaparecidos.

    Ese trabajo material de desenterrar lo hacen arquelogos, lo hacen antroplogos. Pero eltrabajo de desenterrar la historia es una construccin colectiva que se hace en una mesa deconsenso que, insisto, tiene sus momentos de consenso y sus momentos de profundo conflicto.Todava no se han terminado las tareas de desenterramiento, hay problemas con el presupuestopara seguir adelante y preservar lo aparecido, y tambin se enfrenta una dificultad material muygrande: parte de las dependencias del campo de concentracin qued efectivamente debajo deltalud que sostiene a la autopista. Por lo tanto, no es tan fcil desarmar una autopista o hacerlacorrer por otro lado para producir el desenterramiento total. Pero hay gran parte que est a lavista, y se tomaron algunas de proteccin contra el deterioro, aunque insuficientes. En la veredade enfrente se proyecta instalar un espacio para la memoria que permita que aquel que vaya allugar, que vea esto, tenga la manera de enterarse qu es lo que est frente a sus ojos. No alcanzacon poner ah una chapa que diga: Ac funcion el Campo de Concentracin Club Atltico,sino que es necesario que se sepa que, efectivamente, ah funcion un campo de concentracin,un centro de tortura, de desaparicin, de muerte, quines fueron los responsables, quinesactuaron en ese campo de concentracin. Y tambin que se sepa quines desaparecieron all ysu historia, esa historia anterior a la desaparicin.

    Otro lugar que tiene quizs un estatuto, un recorrido similar es el Olimpo, ubicado en elbarrio de Floresta, hacia el oeste del centro geogrfico de la ciudad de Buenos Aires. Cuandolos vecinos empezaron a movilizarse en torno a este lugar se planteaba como lemarecuperemos el Olimpo, y confieso que a algunos nos resultaba chocante ese trmino.Pensaba: si hay algo que no quisiera es recuperar el Olimpo. Qu quiere decir recuperarun lugar que fue campo de concentracin? Ese lugar fue bautizado Olimpo por los represores,en referencia al olimpo de los dioses, donde ellos actuaban como dioses. Luego se pas autilizar como lugar de verificacin de automotores, a cargo de la Polica Federal la mismainstitucin que actuaba all durante la dictadura-. Desde lo personal cmo me resonaba esapropuesta, recuperar? Pero los vecinos estaban diciendo otra cosa con recuperar.Recupermoslo para el pueblo, resignifiquemos ese lugar, que sea despojado de la presencia dela Polica Federal, que el vecino de Buenos Aires no se vea obligado a hacer un trmite alldonde fueron martirizados cientos de compaeros, y que el barrio y las organizaciones que seinteresen en esto debatan qu destino darle a ese lugar. Tambin es un proceso complejo,contradictorio. Contradictorio entre los vecinos, los organismos de derechos humanos, lasorganizaciones polticas que intervienen; complejo y contradictorio tambin con lasinstituciones, con las instancias gubernamentales. Son temas que las organizaciones populares,los movimientos populares tienen en permanente conflicto: cul es el papel que deben jugar las

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    instituciones estatales, las instituciones oficiales, hasta dnde la intervencin de algunainstancia gubernamental es cumplimiento de sus obligaciones y respuesta a las reivindicacionespopulares, y hasta dnde es una pretensin de apropiarse de esas reivindicaciones; hasta dndeel Estado est obligado a garantizar la conservacin de estos lugares, de quin deben dependerinstitucionalmente. Son temas que estn en debate, son temas contradictorios y conflictivos yno siempre nos ponemos de acuerdo, ms bien todo lo contrario. Hay ac una disputa poltico-ideolgica que tambin tiene que ver con cmo se construye la memoria, cmo se construye laidentidad y cul debe ser la intervencin del Estado en este terreno.

    Otro caso que tambin tiene sus particularidades que es el de la Escuela de Mecnica de laArmada. La ESMA adosa a sus otras particularidades el hecho de que es un predio muy grande,17 hectreas con 33 edificios, a lo que hay que adosarle un terreno de superficie similar, elcampo de deportes que est cruzando la Avenida Lugones. Muchos sostienen que el campo deconcentracin como tal slo funcion en uno de sus edificios, el Casino de Oficiales, ya que alles donde estuvieron recluidos los prisioneros, y por lo tanto slo eso es lo que debe serpreservado como testimonio de la memoria o el ttulo que se le quiera poner.

    Qu debate se desarroll y se sigue desarrollando en torno a la ESMA? En 1998, el entoncespresidente Carlos Menem anunci que las instalaciones de la ESMA se trasladaran a otroslugares, y que iba a demoler todos los edificios existentes en ese terreo, y que all se iba aconstruir un monumento a la reconciliacin nacional. Los organismos de derechos humanoslograron paralizar esta accin, entendiendo que el propsito era la demolicin de la memoria,que formaba parte de la propuesta poltica del menemismo. Pero ya entonces de alguna maneradej instalada la idea de que el lugar a preservar pura y exclusivamente era el Casino deOficiales. Cuando el actual gobierno se muestra receptivo a atender el reclamo de variosorganismos de derechos humanos en cuanto a hacer algo con la ESMA, se potencia mscolectivamente, entre las organizaciones de derechos humanos, las organizaciones populares,los sobrevivientes, un debate acerca de si lo que hay que hacer es preservar como espacio o sitiode memoria slo el Casino de Oficiales, y al resto de los edificios darles otro destino. Omantener en paralelo con el Casino de Oficiales como sitio de memoria, funcionando en elmismo predio las instituciones navales all establecidas. O partir de que la ESMA, con sus 17hectreas, su campo de deportes, sus 33 edificios fue una unidad productiva del terror y es estaltima propuesta la que yo sostengo-. Por lo tanto, para que por el Casino de Oficiales pasaranms de 5.000 prisioneros, de los cuales la mayora estn desaparecidos, fue necesario que todoese complejo de edificios y de hectreas prestara un servicio necesario para el funcionamientode ese lugar especfico en el que estaban recluidos los prisioneros. Porque los guardias quecustodiaban a los prisioneros, eran estudiantes, alumnos de la ESMA, que se alojaban en lospabellones-dormitorio donde dorman los otros estudiantes, y tantos otros ejemplos en cuanto ala funcionalidad de cada lugar. Pero adems del detalle puntual de cada uno de los edificios ysu funcionalidad en esta unidad productiva del terror, sostener esta concepcin de unidadproductiva del terror, permite dar idea de la institucionalidad que tuvo la represin en nuestropas, de cmo todo el aparato del Estado fue puesto al servicio de la represin clandestina, de ladetencin, de la tortura y la desaparicin. Otro argumento que fundamenta esta mirada es queresulta absolutamente necesario el desalojo de toda presencia naval del predio de la ESMA,porque si hay algo que volvera hacia atrs estos avances que hemos ido logrando en cuanto ala construccin de la memoria es establecer una convivencia con una institucin que siguecubriendo con el silencio y con la clandestinidad a quienes actuaron desde el arma. En unmomento de agitado debate entre quienes participamos de estas discusiones hubo quienesllegaron a proponer que permaneciera funcionando en el predio el Liceo Almirante Brown,argumentando que esto provocara alguna reflexin en los jvenes que estudiaban en ese liceo

  • El movimiento popular y la lucha contra la impunidad en la Argentina

    http://seneca.uab.es/hmic Revista HMiC, nmero V, 2007

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    naval, simplemente por tener pared de por medio al Espacio para la Memoria. Desde esosargumentos parece olvidarse que los lugares no producen efectos mgicos. En este caso, losedificios, las materialidades, servirn si se construye en torno a ellos una trama de memoria, dedenuncia, de testimonio, de nombres y apellidos de responsables, una trama que los inscriba enel proceso poltico-histrico del cual esos lugares fueron parte.

    Y as como pienso que los edificios y los lugares no producen efectos mgicos, hara unparalelo con otro eslogan al que se suele apelar cuando se habla de la necesidad de laconstruccin de la memoria. Se suele argumentar que hay que saber lo que pas para nos diceque no es el saber en abstracto, el conocer lo que pas lo que garantiza la no repeticin, porquesi fuera as, despus del genocidio nazi por citar uno-, no habra habido ningn otro genocidioen la humanidad, y hoy las fuerzas comandadas por Estados Unidos estn asesinandosistemtica y planificadamente en Irak; y toda Amrica Latina fue blanco de prcticas genocidasen las ltimas dcadas del siglo XX. No alcanza con saber lo que pas para no repetir. Lacuestin es qu se hace con ese saber, dnde, en qu proceso poltico histrico se inscribe esoque nosotros conocemos y cmo elaboramos ese conocimiento para que realmente elconocimiento sea una herramienta de construccin de identidad y de propuestas polticas delucha y de transformacin, y no simplemente algo que se pone en el archivo de la memoria.