el matriarcado vestigios de una cultura

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2° WALLFFIGUER, Daniela. EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA. Organización de Escritoras de Chile (OECH). Febrero 2012.[online], Disponible desde: http :// oech . blogspot . com /2012/02/ ensayo - el - matriarcado - vestigios - de - una . html. 1° WALLFFIGUER, Daniela. EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA. La revelación.com, Septiembre 2009. [online], Disponible desde: http :// www . larevelacion . com /? p =257 EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA Por Daniela Wallffiguer Este ensayo tiene como propósito dar un diagnóstico descriptivo de la importancia del matriarcado como organización social y analizar algunas de sus características. Se busca abrir interrogantes y cuestionar las formas organizativas actuales que se configuran a partir de una estructura patriarcal que ha determinado un orden, una relación de poder jerárquica entre sus miembros, estableciendo formas de dominación tales como la explotación indiscriminada del medio ambiente o la diferenciación social según el lugar que se ocupe en relación con la producción económica, lo que está provocando por doquier crisis que desembocan en estallidos para que esta estructura se derrumbe. El surgimiento del sistema económico capitalista que se gestó en el patriarcado ha dado como resultado desigualdad, miseria, exclusión, pobreza, explotación indiscriminada y la sensación de estar sujetos a parámetros de vida lejos de lo natural, tal como se vivía en una etapa en la comunidad humana que ha sido identificada como matriarcado. Como bien manifiesta Bachofen(1), precursor de los estudios del matriarcado, señala a esta forma de organización como un estadio importante dentro de la historia de la vida en comunidades, que es capaz de desarrollar una cultura centrada en la veneración de lo femenino, entendiendo «lo Femenino» como una cosmovisión en donde la capacidad de fecundación y crianza de los seres humanos en su larga infancia(2), configuran una manera de ver y organizar a las personas en torno a la necesidad esencial de los seres vivos: la perpetuación. El principio femenino en una comunidad matriarcal no es la obtención del poder ni la organización política y civil exclusiva en los miembros femeninos. Si bien en el periodo aludido los hombres pasan mayor tiempo fuera de la comunidad, también son parte de los ritos y roles que permiten la cohesión del grupo humano. Este principio femenino consiste entonces en que a través de lo simbólico e inconsciente se venera la representación de lo esencialmente femenino y, en una primera etapa, estará muy asociado a las funciones fisiológicas de la mujer como lo es su extraordinaria capacidad de procreación. Para este autor, el matriarcado se realiza a través de etapas claramente visibles: laafrodita o simbiosis de lo femenino con la naturaleza, asociada principalmente a la promiscuidad, donde esto último coincidiría con la formación de la horda humana, donde nadie sabe a ciencia cierta los lazos de parentesco, punto de discordancia con algunos autores que afirman que el matriarcado solo es una forma de organización centrada en la capacidad reproductiva biológica y exclusivamente genital; de ahí la veneración al cuerpo femenino, al útero y los ritos en cavernas, casi cercano a lo irracional, saltándose u obviando el carácter holístico de lo femenino en lo universal rastreados en cultos importantes de «Diosas» y no de «Dioses». La segunda etapa es la demétrica(3) o de la maternidad y el matrimonio, donde la comunidad humana busca formalizar las relaciones entre los individuos y se establecen lazos en la forma de matrimonio.(4) Las relaciones se afianzan bajo la premisa de que se necesita identificar los parentescos para agrupar de forma más eficiente la cantidad de trabajo hecho en directa 1

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2° WALLFFIGUER, Daniela. EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA. Organización de Escritoras de Chile (OECH). Febrero 2012.[online], Disponible desde: http://oech.blogspot.com/2012/02/ensayo-el-matriarcado-vestigios-de-una.html.

1° WALLFFIGUER, Daniela. EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA. La revelación.com, Septiembre 2009. [online], Disponible desde: http://www.larevelacion.com/?p=257

EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA

Por Daniela Wallffiguer

Este ensayo tiene como propósito dar un diagnóstico descriptivo de la importancia del matriarcado como organización social y analizar algunas de sus características. Se busca abrir interrogantes y cuestionar las formas organizativas actuales que se configuran a partir de una estructura patriarcal que ha determinado un orden, una relación de poder jerárquica entre sus miembros, estableciendo formas de dominación tales como la explotación indiscriminada del medio ambiente o la diferenciación social según el lugar que se ocupe en relación con la producción económica, lo que está provocando por doquier crisis que desembocan en estallidos para que esta estructura se derrumbe. El surgimiento del sistema económico capitalista que se gestó en el patriarcado ha dado como resultado desigualdad, miseria, exclusión, pobreza, explotación indiscriminada y la sensación de estar sujetos a parámetros de vida lejos de lo natural, tal como se vivía en una etapa en la comunidad humana que ha sido identificada como matriarcado. Como bien manifiesta Bachofen(1), precursor de los estudios del matriarcado, señala a esta forma de organización como un estadio importante dentro de la historia de la vida en comunidades, que es capaz de desarrollar una cultura centrada en la veneración de lo femenino, entendiendo «lo Femenino» como una cosmovisión en donde la capacidad de fecundación y crianza de los seres humanos en su larga infancia(2), configuran una manera de ver y organizar a las personas en torno a la necesidad esencial de los seres vivos: la perpetuación. El principio femenino en una comunidad matriarcal no es la obtención del poder ni la organización política y civil exclusiva en los miembros femeninos. Si bien en el periodo aludido los hombres pasan mayor tiempo fuera de la comunidad, también son parte de los ritos y roles que permiten la cohesión del grupo humano. Este principio femenino consiste entonces en que a través de lo simbólico e inconsciente se venera la representación de lo esencialmente femenino y, en una primera etapa, estará muy asociado a las funciones fisiológicas de la mujer como lo es su extraordinaria capacidad de procreación. Para este autor, el matriarcado se realiza a través de etapas claramente visibles: laafrodita o simbiosis de lo femenino con la naturaleza, asociada principalmente a la promiscuidad, donde esto último coincidiría con la formación de la horda humana, donde nadie sabe a ciencia cierta los lazos de parentesco, punto de discordancia con algunos autores que afirman que el matriarcado solo es una forma de organización centrada en la capacidad reproductiva biológica y exclusivamente genital; de ahí la veneración al cuerpo femenino, al útero y los ritos en cavernas, casi cercano a lo irracional, saltándose u obviando el carácter holístico de lo femenino en lo universal rastreados en cultos importantes de «Diosas» y no de «Dioses». La segunda etapa es la demétrica(3) o de la maternidad y el matrimonio, donde la comunidad humana busca formalizar las relaciones entre los individuos y se establecen lazos en la forma de matrimonio.(4) Las relaciones se afianzan bajo la premisa de que se necesita identificar los parentescos para agrupar de forma más eficiente la cantidad de trabajo hecho en directa

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2° WALLFFIGUER, Daniela. EL MATRIARCADO VESTIGIOS DE UNA CULTURA. Organización de Escritoras de Chile (OECH). Febrero 2012.[online], Disponible desde: http://oech.blogspot.com/2012/02/ensayo-el-matriarcado-vestigios-de-una.html.

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relación con la productividad, y el provecho de las raciones alimenticias derivadas de una caza prolongada, donde el hombre no sabía con cuánta cantidad llegar y a quienes repartir; al no reconocer parentesco alguno, se tuvo que producir mucha confusión y pleitos mortales y ante tal situación, crear una solución racional que consistió en establecer un lazo de parentesco duradero y legitimado ante la sociedad a través de la formación de familia, fenómeno que sería rastreable incluso antes del descubrimiento de la agricultura.(5) Y una tercera etapa de organización, la de Apolo o del dios Solar, que coincide con la supremacía del patriarcado, en donde lo racional, lo militar reforzado con el sedentarismo y la aparición de nuevas funciones, caracterizarán este tramo, el cual no es objeto de descripción para esta reflexión. Y como comprobamos lo anteriormente dicho, de creer y asegurar que una sociedad matriarcal fue tan significativa, a la vez que poseía dimensiones simbólicamente profundas, el aparente y peyorativo culto a lo genital y netamente procreador es sólo parte de análisis realizados desde un prisma con mucho dejo patriarcal. En estudios de la lituana Marija Gimbutas(6), quien dedica una vida entera a conectar y entrelazar vestigios arqueológicos en la vieja Europa, se comprueba una serie de artefactos materiales que simbolizan un culto anterior a los Dioses celestes del patriarcado, un culto generalizado a la Diosa o Diosas que representaron todas las esferas de la vida en relación con la naturaleza. No solo es un culto personalista a una Diosa en particular, sino dimensiones de la vida humana en Diosas específicas, como Diosa pájaro o partenogénica, Diosa Blanca, la que representa a la muerte, Diosa de la naturaleza, que se representa a través de una osa salvaje, Lilith, Morrigan, Baba Yaga, Jedga, Mora o Frau Holla(7), que luego encontrarán su continuidad en el tiempo y en el espacio en las diosas griegas como Atenea, quien era una Diosa Partenogénica que tenía la facultad de engendrar y dar a luz sin ayuda del varón, y luego en un mundo patriarcal se transforma en una Diosa guerrera nacida de la cabeza de Zeus. Por otra parte, Artemisa, que es una Diosa de los Bosques, la cazadora y virgen que en cultos antiguos se simboliza con traje y cabeza de Osa(8) y refleja el rol masculino ausente tras las largas caminatas masculinas en busca de la gran cacería, es también Diosa de la caza, que luego será caracterizada por un arco y una flecha, rol que hablaría de una función dentro de una sociedad matriarcal de importancia que fue asumido por mujeres; después, en el mundo antiguo, Artemisa es una doncella virgen que no conoce hombre, de características masculinas en lo físico, la eterna enamorada de su hermano Apolo, donde esta nueva relación permite la continuidad de los cultos. Coincidimos con Risquez que, contemporáneo a Gimbutas, (de hecho se puede llegar a pensar que tratando el mismo tema y de similar carácter no la cita en su libro), llega a las mismas conclusiones en que este culto femenino devela un principio y orden del universo a través de las características de la mujer. En la actualidad, este principio está subyugado al orden patriarcal y no por ello desaparece. De acuerdo a Rísquez, la feminidad no necesita del elemento masculino para hacer sociedad.

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La humanidad habría pasado indefectiblemente por este Estado matriarcal, bajo el cual se hizo más eficiente la supervivencia del grupo humano. En este esquema el hombre no habría participado como protagonista ni como poseedor de los medios coercitivos. La principal característica de la feminidad es tener tres dimensiones que se autocomplementan para hacer perdurar una forma de sociedad muy válida: una mujer es capaz de ser madre (Deméter), esposa(9) (Hera), amante (Afrodita), doncella (Proserpina), guerrera (Artemisa) y una dimensión que revela una feminidad primitiva o devoradora de hombres (Hécate, Diosa hechicera de tres caras que devora hombres, símbolo del miedo de la facultad de una mujer de permitir la vida de un recién nacido; la Medusa es una manifestación de Hécate), todas las dimensiones de la sociedad bajo un principio trino de hija, madre y encantadora, tal como lo expresa los vestigios medios ocultos rastreables en la mitología griega, que es parte del inconsciente colectivo de la cultura occidental. En opinión de Gimbutas, para que desaparezca totalmente el matriarcado, deben desaparecer las mujeres. Lo que en realidad sucedió luego de la imposición del culto de los Dioses solares o celestes, fue una fusión de lo anteriormente explicado, bajo la figura de dominación, en donde las Diosas aparecerán después como amantes, en función del amor erótico o como hijas o esposas de los grandes Dioses Celestiales. El matriarcado no es una forma extinta de organización, sino que coexistiendo con el patriarcado, ha sido anulada, estudiada como proceso lineal de una fase anterior al neolítico. Lo que se ha tratado de enfatizar en esta reflexión es que son dos formas organizativas que están en constante tensión, una se superpuso a la otra, coronando con éxito la irrupción violenta del patriarcado y sus consecuencias. A modo de conclusión, el patriarcado establece una relación irruptiva, funcional y de posesión forzosa con el medio que lo rodea, en este caso la tierra, asociado como elemento femenino que contiene, luego es germinada y otorga frutos. La tierra será la primera afectada a la hora de las satisfacciones humanas, subordinándola a un orden patriarcal, que genera una relación penetrante, aguda e intensiva de explotación y por lo tanto el culto femenino es subordinado al nuevo orden patriarcal. Quizás para fortalecer lo último, el patriarcado cambia su eje de divinización hacia dioses celestiales que representan el camino recorrido habitualmente de los hombres en busca de su alimento en los tiempos de la caza. Como se mencionó anteriormente, este proceso de transculturación queda demostrado en los lugares que ocupan las diosas en el panteón masculino, de mujeres autónomas a serviciales, funcionales a la maternidad (Deméter), hijas, esposas de grandes Dioses (Hera) o amantes ( Afrodita(10)). Creemos que el matriarcado tiene una relación con el medio en todas sus dimensiones y, más explícitamente, de explotación con el ambiente natural, en su cosmovisión del mundo y sus formas organizativas, de un desarrollo sustentable y profundo respeto casi sagrado con la tierra, que contrarrestarían en gran medida el desastre causado por la forma de relacionarse creada a partir de la agricultura hasta nuestros días, porque parte de la base de que su elemento clave para la organización humana es la supervivencia del grupo humano en manos de la feminidad procreadora y posibilitadora de trascendencia de la comunidad humana; crea con ello ritos, cultos y nuevas relaciones que crean una cultura basada en una cosmogonía femenina, en donde lo importante radica en la mantención y sumo cuidado del elemento

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dador de vida, en este caso, la mujer y su capacidad reproductora en una fase, que luego se extenderá a todos los ámbitos humanos posibles. NOTAS: 1. Bachofen, Juan Sebastián, El matriarcado, traducción castellana de Begoña Ariño, Editorial Anthropos. 1988. 2. Es necesario aclarar que «larga infancia» es un término usado por etólogos tales como Desmond Morris (1970) y Joseph Rielcholf (2001), donde afirman que el extremado cuidado de las crías humanas al nacer pudo bien haber provocado una supremacía y preponderancia de los roles femeninos en las comunidades nómades, que al no tener un sustento alimentario a largo plazo, las temporadas de caza de animales de mayor tamaño estarían a cargo de los hombres, quienes pudieron constituir grupos y cofradías exclusivas a su género. Sin embargo, en desmedro de esto, la ausencia de hombres en la comunidad hace que las mujeres asuman gran parte de los roles que permiten la supervivencia de la comunidad, y no es descabellado pensar que incluso al no llegar la carne de la caza a tiempo, mujeres sin hijos y un poco mas desarrolladas físicamente hayan ido en busca de animales mas pequeños, satisfaciendo así casi todas las necesidades de la comunidad. 3. Diosa Deméter, o Ceres, Diosa de los cereales o la Diosa madre que para el mundo antiguo incluso antes de Grecia, era una Diosa de Carácter dócil, contemplativa y de una naturaleza extraordinaria para contener y criar hijos con la mayor seguridad y placer de una madre deseosa de serlo, cumplirá un rol designado de acuerdo a su naturaleza. En Rísquez Fernando, Aproximación a la feminidad op Cit, pag 42. Editorial Edita Arte 1985. 4. Para la antropología clásica, el matrimonio es un rito entre comunidades para anular el nivel de violencia que pueda existir entre individuos que no tienen ningún lazo de parentesco. El matrimonio es el lazo inventado que faltaría para justificar las relaciones de dependencia entre una comunidad y otra y así asegurar la protección del conjunto, además de su fortalecimiento y tiempos de paz duraderos. 5. Reichholff, Joseph. La Aparición del Hombre, editorial crítica 2001, Pág. 168-171. 6. Gimbutas Marija, The Language of the Goddess (1989) Harper Collins Publishers. 1st. Ed. 1991. 7. Gimbutas Marija, Continuidad y transformación de la Diosa en las eras Indoeuropeas y Cristiana. Artículo en perso.wanadoo.es/s915083000/biblio/marija _ gimbutas.doc, en este artículo describe que las diosas en distintos lugares de Europa cumplen la misma función y son representadas por los mismos símbolos: son partenogénicas, a excepción de Frau Holla, que es la Diosa del invierno, vieja bruja de nariz ganchuda de quien de sus dientes y pelo emana energía; provoca tempestades y nieve, pero renueva a la naturaleza. También menciona a la Diosa Blanca, que es la Diosa de la muerte. En la era cristiana este creencia se transmuta al color negro en contraposición a esta cultura sin hacerla desaparecer. 8. Risquez Fernando, Ibíd., Pág 97. 9. Entiéndase que «esposa» no es algo exclusivo de una estructura patriarcal. Bajo los parámetros del matriarcado tal como lo devela Bachofen, una etapa también necesitó de este vínculo para formalizar lazos de parentescos fundamentales para un orden más eficiente y no por ello sin la importancia del

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principio femenino. 10. Risquez, Ibid, pág.111. Afrodita es una Diosa que representa la feminidad primitiva, la promiscuidad y su capacidad constante de fecundación (he ahí su símbolo de la espuma de mar, que luego será el semen de un Dios). Al ser agregada al culto patriarcal, Afrodita se convierte en amante de los Dioses con una imposibilidad tremenda de formar una relación estable como lo propone el nuevo orden. El artículo completo nos ha sido facilitado por la autora del mismo: Daniela Wallffiguer, quién además expresa que la publicación original se encuentra en: http://www.larevelacion.com/?p=257

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