el margen es interior: normatividad y biomedicina en latinoamérica

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Gómez, Andrés & Castillo, Jorge.

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  • 70 ANDRt:s CMF.Z SECUEI. Y JORCt: CASTil-LO SEPLVF:DA

    consideracin de lo que es un cuerpo enfermo o un cuerpo sano, o un cuerpo riesgoso de uno sin riesgo.

    En la frontera de las normas se sita el mbito en que es posible confrontar las versiones de la vida y de los modos de vida de la ciudadana involucrada en su propio cuidado. A lo largo de este captulo, pretendemos delinear qu procesos pueden formar parte de estas acciones, mencionando aquellos que se expresan en los casos de investigacin que hemos mencionado: el cncer y las epidemias. Cabe considerar que en el mbito local, la constitucin de este tipo de dispositivos re-gulatorios es contemplado como estrategia adecuada para la gestin de los recur-sos disponibles en el plano sanitario (Fassin, 2008). Al respecto, Goss el aL (2013) ha sealado en un detallado informe respecto al abordaje del cncer en Latinoa-mrica que, si bien las condiciones sociales, econmicas y culturales difieren en cantidad y cualidad con las de Europa y Estados Unidos (considerando la d iversidad social y cultural en los pases latinoamericanos respecto a los sistemas de salud pblicos), los estados latinoamericanos deben intencionar la inversin pblica y el al ineamiento de los esfuerzos de investigacin mediante la coordinaci n y elabo-racin de protocolos de investigacin, permitie ndo la exposicin de tecno logas nuevas y emergentes.

    Consideramos que estas asociaciones responden antes que a un proceso de expansin socio-poltica intencionado, a la operacin de una lgica de produccin de objetividad fu ndada en las regulaciones, cuyas implicancias son de ndole cien-tfica, tcnica, poltica y vital.

    Para ello, hemos organizado el captulo de la siguiente manera. En primer luga1, abordamos el estatuto del horizonte normativo con un particular nfasis en las lecturas de George Canguilhem (1971) y Miche l Foucault ( 1996; 1976), ambos considerados como pensadores no slo de las propiedades nomotticas, sino tam-bin productivas de las normas. En segundo lugar, seguimos con la exposicin de tres ejes que sirvieron de articuladores comunes a.l anlisis del cncer y la gripe AH 1 N 1 . As, nos referimos a .los cambios institucionales y culturales en el mbito biomdico descritos por Nikolas Rose (2007, 2000), referentes a la variacin de escala epistemolgica en los procesos de investigacin e intervencin clnica, bajo la nominacin de mo.lecularizacin. De modo similar, observamos las cualidades principales de un nuevo tipo de compromiso ciudadano con su propia vida, o ms bien, con la autogestin de la propia vida, en relacin con este conocimiento biomdico. Finalmente consideramos lo que Cambrosio, Keating y Bourret (2006), han sealado como objetividad regulatoria; es decir, el surgimiento de un patrn de ejercicio de la verdad, o ms bien de la objetividad, que se articula necesaria-mente en la pro duccin de convenciones, regulaciones y tcnicas orientadas a sancionar dicha objetividad. En tercer lugar, concluimos destacando las maneras especficas del proceso y distinguiendo algunas consecuencias.

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    l.A I NTERIORIDAD DE l.A NORM A

    George Canguilhem, mdico y filsofo de las ciencias, consider que la enfermedad (como entidad genrica) es una configuracin novedosa del organismo, "una adaptacin posible de lo viviente a las perturbaciones del medio externo _o interno debido a la instauracin de otras normas (Le Blanc, 2004:9). Para Canguilhem (1971), e l concepto de norma remite inevitablemente a la idea de vida y, por lo tan to, resulta imposible disociar el binomio vida-norma. La vida misma resultara de un proceso creativo de un rgimen de normatividad, de eleccin y persistencia. S Todo ello acontece por medio de la relacin que establece e l organismo vivo en un entorno. Sin embargo, el mismo Canguilhem ( 1971) seala que el ser viviente no se limita a experimentar o padecer el medio, sino que contribuye a formarlo. Esta normatividad propia del cuerpo vivie nte asigna ra valores a una serie de su-cesos que implican una relacionalidad nutrida entre el cuerpo y sus circunstancias. La enfermedad misma es una mediacifl, una interaccin que transforma la nor-matividad del cuerpo y la sustituye por otra, adecuada a su situacin. En tanto puede ser la mediacin entre vida y muerte (ello procura que la muerte no deven-ga inmediata), es tambin mediacin entre clula, tejido, cuerpo, y una serie de otros elementos sociales y materiales. La enfermedad en s misma es un proceso de normatividad que extiende los patrones de la vida, es una adaptabilidad a nue-vas normas. De la misma manera, las enfermedades a las que nos referimos cons-truyen una propia normatividad que establece una regla diferente, un tipo de es-pacialidad y relacio nalidad distinta, un potencial.

    La idea de norma deviene particularmente importante para el desarrollo de nuestro enfoque de investigacin. En el mbito mdico, sta no posee una funcin homegeneizante tanto como regulatoria, de establecim iento de cierto rgimen pn1gmtico. Una norma no se identifica con una ley, su carcter no es formal ni mucho menos se reconoce po un conjunto de enunciados que sirven de criterios sobre los cuales emitir juicios. En s, una norma constituira el juicio en s mismo, su formulacin pasara por ella. Ni para Canguilhem ( 1971) ni para Foucault (1996, 1971), las normas no se corresponden con reglas que son aplicadas desde una exterioridad a contenidos que les son independientes, "sino que definen su figura y ejercen su potencia directamente sobre los procesos l!n cuyo transcurso su mate ria y objeto se constituye poco a poco y adquiere forma, de una manera que disuelve la alternativa tradicional de lo espontneo y lo artificial" (p. 13). Por

    8 Canguilhcm (2005) establece diferencias e ntre las ideas de norma y normatividad. En tanto la segunda obedece al orden de persistencia de la vida, lo primero se corresponde a la imposicin de un conocimiento social que identifica la enfermedad con lo patolgico. La patologa y la nom1a codepcn-den de modo similar a la forma en que lo hacen normatividad, la vida y la enfermedad; en lal sen1ido, la patologa slo se comprende en relacin a una norma; la vida y la enfermedad slo en relacin ron la normatividad. La norma1ividad es la de cambiar la norma. Es1a diferenciacin entre la norma social y la normatividad -y, en ocasiones, norma- vital, ser resca1ada por diversos autores, no obslante en la obra del autor pueda apreciarse e n distintos momentos un intento por resolver la di.tcin de lo social y lo vi1al, dando cuen1a del poder de lo primero sobre lo segundo.

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    sobre su forma jurdica o legal (aparato que articula la inclusin y exclusin), ambos pensadores consideran la norma de "ma nera positiva y expansiva, como un movimie nto [ ... ] que, al ampliar progresivamente los lmites d e su mbi to de ac-cin, constituye e n conc reto y por s mismo el campo de experie ncia a l q ue las normas tienen que aplicarse" (p. 9 1). Y Macherey contina:

    En este ltimo caso, puede decirse que la norma "produce" los elementos sobre los cuales acta, al mismo tiempo que elabora los procedimientos y los medios reales de esta accin; es decir que determina la existencia de esos elementos por el hecho mismo de proponerse denominarla (p. 91 ).

    Una visin de la norma de esta manera no puede sino trascender e l plano lingstico, adquiriendo una organizaci n de tipo semi tico-material. Consiste en un esquema inclusivo, antes que excluyente; una materialidad que constituye los objetos y el nosotros. La fuerza d e las normas no se expresa como poder tanto como una "potencia", re flejando, sentidos o puestos: en tanto e l poder presupo ne la trascenden cia de un medio que antecede la causa con respecto a l efecto, algo externo, que ostenta cierta autonoma, una potencia es inmanente (se expresa e n sus producciones), asumiendo una c ierta simultane idad de la causa con sus efec-tos, una determinaci n mutua. Desde esta perspectiva, poder y no rma no pueden diferenciarse; ambos se e ncuentnm distribuidos en entramados d e cod e pende ncia y coafeccin. Re des en que e ncontramos nuevos agentes que redefinen la relacin que se sostiene con la e nfermedad, nuevas tcnicas y tecno logas que establecen y transfo rman los parme tros no rmativos: tomografas computadas, e ncefalogra-mas, resonancias magnticas, radiografas, ecografas tridime nsio nales, adems de lgicas que d efmen y conjugan su pe rline ncia. Normas productivas y e lementos tcnicos que, conectados, e laboran una criba que constituye una materialidad distinta con la cual relacionarnos (Castillo, 2012).

    BIOMEDICINA Y BIOC IUOADANA

    Como he mos sealado, son tres los antecedentes formulados desde la investigacin en el mbito biomdico que pueden a rticularse con los p lan teamientos presenta-dos. En primer lugar, diversos autores han docume n tado d esde hace dcadas una aut ntica variacin de escala respecto a los p rocedimientos biomdicos tcn icos e institucionales. sta ha sido deno minada como molecularizacin y consiste en la articulacin de una serie de compone ntes tecnolgicos y culturales en torno a la posicin d e los genes y las molculas com o agentes que median la relacin entre salud y enfermedad. Un segundo aspecto, derivado de lo anterio r, refiere que este proceso no slo redefine la relacin e ntre un cuerpo sano y uno enfermo, sino sita un nuevo escenario respecto a la responsabilidad misma de la ciudadana sobre su propio cuidado y oplimizaci n . Finalmente, un tercer a ntecedente plantea

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    que la articulacin de las entidades que forman parte de tales eventos son produ-cidas y adquie re n inteligibilidad a partir de un nuevo tipo de objetividad: una objetividad regulatoria. Este m ecanismo concentra tanto la produccin d e proce-dimientos y tcnicas, as com o las categoras y crite rios de inte rpre tacin de resul-tados de pruebas, q ue promulgan tipos de e ntidad es que participan de los entra-mados sanitarios.

    a] Molecularizacin

    Respecto a la molecularizacin,9 Rose (2007) la d escribe como un eslilo d e pensa-miento que prev la vida a nivel gen tico-molecular, conllevando diversos procesos aplicad os a enlidades microscpicas que no se encontraran constreidas por el orden a parente de la vida, implicando la reorgani1.aci n de la c ul tura y la institu-cionalidad m dica. Segn esta lgica, cuando un nuevo e leme nto pa tolgico es e ncon trado, la respuesta inmediata es buscar la estructura mo lecular que acta com o agente causante, previendo la posib ilidad d e diagnosticar o intervenir anti-c ipndose a a lguna manifestacin sintomtica. Preguntar por la fuente de una e nfermedad es re mitirse, e n este sentido, al origen y proceso que articula la vida, su escala gentica (Castillo, 2012). En lo refe re nte al cncer, y segn seala un especia lista entrevistado:

    Cientficamente hay una teora sobre el cincer: mecanismo por el cual unas clulas deter-minadas escapan al control, proliferdn y se dife rencian de forma anmala, y tienen la capa-cidad de invddir localmente los tejidos en pmcesos regulados por los oncogenes y los anti-o ncogcncs. (&fJeciali.!ta, mm. 1, entrevista personal, 18 de octubre de 2010).

    Es posible concebir que e l diagnstico de cualquie r e nfe rmedad se inicia desde el cuerpo del paciente. No obstante, e n el caso de l cnce r, progresivamente ste atiende a su exam en gen tico o a la extensin del mismo a los fami lia res ms cercanos. El cuerpo del pacie nte, e l s ignificado de la familia y las re lacio nes gen

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    racionales se resemantizan a partir de un procedimiento tcnico y mdico: los genes promulgan la existencia de un cuerpo colectivo, biolgico, que no depende de las relaciones temporales asincrnicas entre vnculos de parentesco, sino de la actualidad biolgica de quienes comparten y se enlazan por una base molecular comn (Tirado y Castillo, 2011) . sta slo es posible a partir de la participacin de tecnologas especficas que hacen viable operar sobre entidades microscpicas; no obstante, por ella se constituye una organizacin que, desde un cuerpo enfermo, involucra una serie de otros cuerpos que se constituyen desde ya como parte del padecimiento.

    En el caso de la AH 1 N 1, es crucial el anlisis molecular d e laboratorio a fin de descomponer el virus. Dada las permanentes transformaciones y mutaciones en los virus de inOuenza, una vez detectada una nueva cepa se activa un conjunto de protocolos e n laboratorios especializados y designados mundialmente para su an-lisis. En forma paralela, la primera fase de deteccin y anlisis del virus suscita tensiones y controversias asociadas a su denominacin, se ensaya socialmente un conjunto de metforas que cobran importancia segn su connotacin prctica, tal como fue la denominacin de purky jlu o jam jlu (Chew y Eysenbach, 2010). No obstante, en tal caso, ha sido la denominacin oficial de la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) la que se ha impuesto: AHINt, y luego HtNt /og: una referida a la familia de las gripes humanas y la otra haciendo referencia a la fecha de ocu-rrencia. En ambas la composicin molecular de Hemaglutininas y Ncuraminidases, protenas que caracterizan a l virus, componen la denominacin molecular. Hay un vnculo por ello, entre esta denominacin molecular y la afectacin social de la poblacin mundial, e l cuerpo colectivo enlazado por una denominacin molecular comn. Parte importante de su denominacin y existencia se debe por ello a un entramado tecnolgico que permite al mismo tiempo descomponer y nominar la AH 1 N 1 , organizando desde ese instante los esfuerzos colectivos por la bsqueda de controles y aplicacin de retrovirales.

    La molecularizacin redefine los procesos biolgicos: sita la totalidad de la vida en una misma escala, disponie ndo en un plano sus mltiples configuraciones. En el proceso, se hace imposible pensar en conceptos o terminologas mdicas sin hacer referencia a las tecnologas que las habilitan. Se trata de una nueva disposi-cin del conocimiento, uno indisociable de las entidades no humanas que lo po-sibilitan, smge un campo epistmico y tecnocientfico que impregna cualquier tipo de conocimiento sobre la vida. Slo atendiendo a esta variacin respecto a las condiciones de posibilidad y asignacin de certeza del conocimiento sobre el cuer-po es posible aprehender intervenciones como la mastectoma preve ntiva (cncer de mama): mujeres en quienes se ha detectado un gen que disjJone un riesgo; 10 o bien

    '0 Nos rererimos aqu al riesgo con relacin a la propia vida, en tanto la promocin del bienesta r

    o de salud implican asumirse en una condicin de susceptibilidad a optimizar. Distinta es la nocin de riesgo desarrollada por socilogos como Ulrich Beck (2002), quien establece e l riesgo como una pro-piedad de la modernidad tarda, consecuencia de los desarrollos promovidos por la tecnologa y la industria. Para lleck (2002) , el riesgo e~ consecuencia de la bsqueda racionali.tada de desarrollo; para

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    mamas sanas que son extradas contando slo como antecedente un historial fa-miliar de enfermedad (Castillo, Tirado y Rosengarten, 2012). Asimismo en el caso epidmico: medidas de control social o mediciones de distancia social en relacin con el riesgo (Caley, Philp y McCracken, 2007) o capacidad de contagio, asociados a la nocin de "potencial pandmico".

    Este proceso confiere una nueva relacin con la vida y de la poltica sobre la vida, en el sentido de ejercer transformaciones sobre el cuerpo o la sociedad que prevengan la ocurrencia de una enfermedad o manifestacin biolgica riesgosa. Ello formula una disposicin diversa de las relaciones entre normalidad-anormali-dad y la temporalidad de los procesos biolgicos. Lo primero, en tanto la reduccin de la vida a escala molecular conlleva una redefinicin del riesgo en la que ste no se sita en la exterioridad, sino en la definicin misma de interioridad. Esta inversin relacional establece la enfermedad como un campo de inmanencia, se-gn la posibilidad expresada por alguna configuracin molecular o gentica.

    Sea en el caso del cncer o de las epidemias, la enfermedad no es un propsito del cuerpo y su resistencia a un e ntorno, sino una articulacin entre molculas. Y evadir la e nfermedad implica la reorganizacin de la vida a este nivel, alterando su nm..,nalidad. Ya no se tratara de ajustar la a normalidad para retornar a un modo de vida normal, sino de alterar la nonnalkul de lo. vidll para promover su perpetua-cin. Y, asimismo, al reducirse los procesos de la vida y la enfermedad a escala molecular, las relaciones entre eventos relevantes para lo viviente tienden a la anticipacin; cualquier proceso de cura no -emite a la expresin progresiva de un proceso de enfermedad y a la intcvcncin para promover una nueva normatividad, sino a la alteracin de los cdigos de la vida para C"Umr antes de requerir de C"Ura. lmpliul una normatividad de la vida que altera la vida en s, sobre la base de lo biolgico y sus temporalidades.

    b] Responsabilidad y ciudadana activa

    En los protocolos del cncer, la molecularizacin se expresa en las escalas que ope-ran para definirlo. ste es comprendido como una enfermedad, pero tambin como una susceptibilidad, 11 una predisposicin a desarrollarla segn la configuracin que adoptan nuestros genes y por la misma historia que nos antecede; y as, ste se ex-tiende por todo el campo de lo viviente (Castillo y Tirado, 2012). No basta con Sl:-I1alar que el cncer deviene de una mutacin; la mutacin es una propiedad de la dinmica gentica y, as, se sita en la misma dinmica de la formacin de la vida.

    nu..olros, es una propiedad intrnseca de lo vi,iente, segn los entramados conceptuales)' pr.kticns clt l;o biomcdicina.

    11 En este captulo, comprendemos la susceptibilidad como la probabilidad de desarrollar tum mulacin, de ndole individual; el riesgo, en tanto, como un proceso de carcter e mine ntcmtnlc p hladon;ol o cpiclcmiolgico (Rose. 2007, 2009). En la prctica , sin embargo, los lmites cnloc smcqoti-hilicla

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    De este modo, tanto la susceptibilidad como el riesgo se han convertido en componentes de las intervenciones biomdicas que son mediadas por los proto-colos (Tirado y Castillo, 2011 ). stos ya no se sitan exclusivamente en el entor-no de una persona (como se establece en algunas aproximaciones que de termi-nan la causa d el cncer o las e pidemias e n ciertos factores a m bien tales) , sino que de manera creciente comienza n a depositarse en la fuente misma que o rganiza la vida. sta fundamenta la necesidad de operaciones y la activacin d e rutinas presintom ticas que facilite n o bien la prevencin o bien el control de la e nfer-medad. Puede considerarse que, e n el caso del cncer, ste se encuentra ya presente antes de que sea diagnosticado, y los cuerpos, entrelazados por una entidad tan abstracta como un gen y su posible mutacin, se reorganizan en torno a la enfermedad y se pre paran pa ra su ocurrencia, o bie n establecen estra-tegias que lo promulgan como una entidad acta!, incluso antes de cualquier >ntoma (Tirado, Clvez y Castillo, 2012). Esto se expresa en las mismas guas clnicas para abordar e l cncer:

    Los recientes descubrimientos de genes de predisposicin hereditaria al cncer han pcrmi-:ido el nacimiento de un nuevo campo de especialidad dentro de la oncologa y la preven-:in del cncer, cuyo objetivo principal no slo es conseguir optimizar el tratamiento del :ncer sino que, a travs del diagnstico gentico presintomtico, idemilica a aquellos in-lividuos de alto riesgo de desarrollar determinados tipos de tumores con el fin ele conseguir a deteccin precoz y la prevencin de la neoplasia, y aumentar la supervivencia asociada ti cncer. Se est pasando de una medicina en la que los ejes principales eran el diagnsti-:o y el tratamiento de la enfermedad a una medicina basada ms en la prediccin y la >revencin, en que las implicaciones genticas, las in tervenciones preventiv;ls y la denticin le las interacciones ambientales y genticas juegan un papel ms fundamental. Asimismo, a atencin a los aspectos psicolgicos y el asesoramiento personalizado forman pan e clcl >roceso asistencia (Agencia d'Avaluaci de Tecnologa i Recerca Mediques, 2006:2 1 ).

    Ciertos individuos genticamente riesgosos -o susceptibles- subvierten las re Ja-iones clsicas en medicina; rompen la asimetra o, ms bien, la reconfiguran. Rose 2000, 2009) ha denominado esta relacin en funcin de una ciudadana biolgi-amente activa. En ella se articulan nuevos modos de gobernar e l self, depositn-. ose la responsabilidad del cuidado en el paciente y la ciudadana, mediante la auto)promocin de la autoeducacin y la autogestin. De hecho, ante este pano-.tma, la distincin e ntre categoras como paciente y ciudadana, o entre enfermo sano, se hace compleja. Incluso la misma figura de paciente deja de capturar

    Klo el sentido de la relacin entre los sujetos y las prcticas bio mdicas. Los ac->res ya no slo esperan ser atendidos o captar la vista del mdico para que su ondici n adquiera un estatus ontolgico, devenga real ante la serie de operacio-cs que conlleva la enfermedad . Por e l contrario, los actores, articulados a una rie de conocimientos distribuidos a escala social y material,junto a, por ejemplo, 1 disposicin de pruebas genticas, se demandan a s mismos como responsables e su condicin actual y futura, su propia sanidad. Las prcticas de autocuidado y

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    autogestin, se generan en interaccin entre las bases socio-materiales de la bio-me dicina y las expectativas de la ciudadana respecto a su condicin de salud.

    En el caso de la epidemia de la AH 1 N 1 acontece algo similar. En este fe-nmeno es necesario considerar el tipo de accio n es protocolizadas que debe realizar la poblacin e n cuestin, a travs de las guas clnicas (MINSAL, 2009; Secre tara de Salud de Mxico, 2009). Guas que se ela bo ran e n conformidad a las directrices que la OMS recomienda a los pases. Es as como e n su apartado re fe re nte a los individuos y las familias, el Manual de Orientacin de la OMS pon e de manifiesto que:

    Dado que la inOuenza se transmite de una persona a OU'll, las medidas individuales y do-msticas, como cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, el lavado de las manos y el aislamiento voluntario de las personas con la enfermedad respiratoria, pueden evitar nuevas infcc

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    u n lado de indicaciones ind ividuales de cuidado y po r o tro de indicacio nes hacia la comunidad y la socied ad d e m edidas de riesgo.

    Son importantes las medidas a escala individual, en el hogar, en la sociedad, las relativas a los viaj es internacionales y el uso de medicamentos antivirales, otros medicamentos y vacu-nas. Entre las medidas a escala individual o en el hogar figuran la comunicacin del riesgo, la higiene individual y la proteccin personal, la asistencia domiciliaria a los enfermos y la cuarentena de los contactos. Las medidas en la sociedad se aplican a las comunidades, ms que a los individuos o las fami lias (OMS, 2009:42).

    Es muy pro ba ble que estas indicacio nes activasen la dispa ridad de a plicacin d e pro tocolos y secue ncias e n la intensificacin d e los sistemas d e vigilancia epide mio-lgicos. Dado que e l cuadro cl n ico de la influe nza es habi tualme nte inespecfico y que las condiciones d e labo ra to rio para certificar los casos son dife n :ntes en cada pa s, la informacin sobre casos y m uertes se p ro dujo en secuencias q ue no estn relacio nadas con la d inm ica bio mdica d el con tagio o la enfermed ad: pases y zo nas que tardaron en e l conteo de casos respec to a o tros, magnificacin d e casos o medidas pr-eventivas, y aplicacin d e farmacos segn clculos de riesgo.

    E n e l caso d e la e pide mia, la respo nsabilidad y autogobierno de la ciudada na se manifestaba e n dos espacios: en la colidia ne idad individual y en la d efinici n d e ms o menos casos naciona les, basculando desde la estig malizacin y c ierre de fron teras a la vigilancia mutua y capacidad de com rol tecnolgico sobre los con-tagios.

    Tanto e n e l caso d e l cncer como en el de las epidemias se aprecia un despla-zam ien to, o bien la consti tucin de un e nsamb laje d iverso, e n el cual la figura del riesgo y la susceptibi lidad se configuran de modo m o lar, es decir, ya sea al n ivel m icroscp ico d e los genes, o al d e los comportam ie n tos individua les. En ambos casos, la respo nsabilidad se sita en e l colectivo b io lgico a unad o por composicio-nes mo leculares o ind ividuales, del com porta m ien to r iesgoso. Los protocolos y s u aplicacin diferencial, potencian nuevas fig uras de ciudadanas que intentan o pti-m izar su vnculo con la salud.

    e) Objetivi.da.d regulatoria

    En e l

  • M o ANDRS CMEZ SEGUEI. V JORGE CASTILLO SEPLVEDA ll\ liunilia del p aciente. Desde este mo mento, las tres escalas deben coordina rse J)UI'll lograr un diagnstico y estimac in apropiada del riesgo de d esarro llar la cul'l'f'mcdad . El rbo l genealgico es un e lemento que, a la vez, e nlaza una ex-puusin d e la escala familia r: trasciende e l tiempo y espacio local, atrae el pasa-clo, lo vuelve presente, y faci li ta proyectar el futuro. Me ncionar e l cncer e n el conltxto de la gentica oncolgica significa necesariamente ha blar de muchos ctwrpos, reasignando el sentido de esta e n tidad como una que se encuentra a la hase de un cuerpo fam iliar o de colectivo biolgico (Tirado y Castillo, 2011; Castillo y Tirado, 2012).

    Respecto de la epidemia A H 1 N 1 podemos indicar dos procesos colectivos de produccin de pruebas que implican la introduccin de convenciones, no fa ltas de controversias, que ta mbi n panicipan en su significado prctico. Una de ellas es la definicin de caso "O" o caso ndice. Esta tcnica t:pidemiolgica traza hacia el p1imer momento de infeccin un caso que indica el compo rtamie nto y la l'orma posterio r de la epidemia (Van Loon , 2005:45). Se desarrolla por lo tanto una tem-poral idad invertida basada en la trazabilidad del virus, reconstruyendo las media-ciones y facto1cs que habra hecho posible la manifestacin de la epidemia. Los mapas que d efinen su camino se orientan hacia un punto de inicio, efecto lineal de reconsuuccin hacia e l origen (Van Loon, 2005).

    Este procedimie nto, que en el caso de la A H 1 N 1 adquie re detractores tanto en trminos tcnicos como en su aplicacin (L pez-Cerv.mtes, M., 2010), tie ne la capacidad de conectar expertos y cientficos de diferentes reas y definir un pun-to hipottico para la mayora de situaciones a panir del cual se define el espacio de accin epidemio lgica.

    Otro proceso lo podemos e ncontrar e n la produccin del "caso clnico" para la pandemia, que se vincula d irectame nte

  • 8~ ANU Rts GMEZ SEGUEL Y J O RGE CASTILLO SEPLVEOA

    tuye de por s en la norma: el riesgo es una propiedad inmanente y actual de la concepcin biomdica de la vida.

    Creemos que los procesos sealados respecto a los componentes que constituyen el significado de la enfermedad y la e me rge nc ia biolgica, tiene n cabida para el caso latinoamericano. Como se ha sealado, las lgicas d e accin biomdica ad-quieren dimensiones locales y globales, asociando actores y territorios he terog-neos. Los fenmenos biolgicos -efectos de regulaciones- implican la conexin entre entidades epistmicas d e diferentes escalas, definiendo e n ltima instancia los eventos que forman parte de las po lticas sanitarias en nuestra regin. Como resultado se constituye progresivamente un mbito socio-tcnico cuya exterioridad es arbitraria. En tal sentido, su margen es interior, se provoca en sus procesos normativos.

    lA INSTRUMENTALIZACIN DE lA CIENCIA SOCIAL EN EL CHILE POSTRANSICIN A lA DEMOCRACIA~

    INTRODUCCIN

    CLAUOIO RAMOS ZINC KE

    En contraste a una comprensin de la ciencia como au torreferida y con su desa-nollo basado en el cie rre de sus fronteras, tal como es presentada prototpicamen-te en la teora de sistemas de Luhmann, la ciencia social se e ncuentra enuelazada constitutivamente con la sociedad, en complejos procesos de coproduccin. La forma e n que eso ocurre incide sobre las caractersticas de la construccin inves-tigativa y sobre la configuraci n m isma de l campo de produccin cie ntfico social (JassanofT, 2004; Fourcade, 2009; Wagne r, 2003a, 2003b; Ramos, 2012).

    En Amrica Latina, esta conexin en genera l h