el hilo conductor de la conciencia en sintergÉtica · 2020. 7. 8. · jorge ivÁn carvajal posada...

EL HILO CONDUCTOR DE LA CONCIENCIA

EN SINTERGÉTICA

JORGE IVÁN CARVAJAL POSADA QUE HAY DE NUEVO EN SINTERGÉTICA 2020

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EL HILO CONDUCTOR DE LA CONCIENCIA EN SINTERGÉTICA

Dr. JORGE CARVAJAL

Necesitábamos un hilo conductor que nos llevara a través de las diferentes visiones del mundo, sostenidas por diversos sistemas médicos, para tratar de encontrar su denominador común. Esto, a su vez, nos podría permitir revelar su complementariedad, y nos brindaría al mismo tiempo la posibilidad de trasegar por diferentes paradigmas médicos, utilizando lo mejor de cada uno de ellos, para incrementar la efectividad de nuestra medicina. Esta búsqueda de la síntesis partió de una concepción sobre lo que podría ser una medicina integral, a la vez sencilla, sintética y efectiva, a la altura de las necesidades de la cultura emergente, una cultura de síntesis. Para trajinar por este sendero no fue suficiente ya el análisis clásico, fundado en la lógica; fueron además necesarios otros usos de la razón que incluían los métodos de la teoría general de sistemas, fundados, además de la lógica lineal tradicional, en analogías e isomorfismos. Ya sean densas o sutiles, las diferentes medicinas tienen espectros específicos de interacción que, en esta acepción, denominamos territorios. Unas medicinas actúan más a un nivel físico denso, otras a un nivel más funcional. En una concepción más sutil otros sistemas involucran principios y métodos para modular los flujos de la energía en el cuerpo y, en el caso de las más incluyentes de las terapias, se propone analizar el patrón de relaciones consigo mismo y con el entorno, para incidir de este modo sobre hábitos y comportamientos, que están en la raíz misma de buena parte de las enfermedades crónicas.


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Si bien es difícil la clasificación, pues todas las medicinas al actuar sobre un territorio indirectamente inciden sobre los demás, sí podemos remarcar que cada sistema médico tiene un área de influencia predominante, a partir de la cual fundamenta sus métodos terapéuticos. Es decir que, si vamos más allá de sus concepciones teóricas y nos concentramos en su práctica terapéutica, podremos dar una selectividad mayor a cada sistema, para lo cual nos reduciremos a hablar de territorios terapéuticos, como aquellos sectores de la vida sobre los que los diferentes sistemas médicos actúan predominantemente. Vistos así, nos encontramos territorios terapéuticos como el de la medicina

occidental, que se ocupan predominantemente de esa parte de nuestra vida que puede encontrar su explicación en funciones bioquímicas, establecidas en el sustrato molecular. A este sector lo denominamos territorio de la materia, no sin reconocer que los más modernos avances tienden a conquistar el territorio de la biofísica y, con él el de la energía. – Es clara la tendencia moderna de la medicina hacia el campo sutil de las diluciones infinitesimales, las microdosis, que establecen una interfase entre las dosis ponderales y las altas diluciones de la homeopatía, por ejemplo -.

Así como la medicina occidental se mueve predominantemente en el territorio de la materia, la medicina tradicional china parte de principios de regulación energética que se expresan a través de una práctica terapéutica, -la acupuntura y la moxibustión- cuya acción es primariamente energética.

• En la medicina occidental partimos de la materia para actuar sobre otros territorios como el de la energía.

• En la medicina tradicional china, partimos de la energía y, a través de ésta, generamos una acción sobre la materia.

Vamos así descubriendo, más que antagonismos, complementariedades entre territorios terapéuticos aparentemente opuestos.


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Otros territorios terapéuticos comprenden sistemas médicos que utilizan altísimas diluciones de sustancias, en las que ya no quedan ni materia ni energía constatables. Sólo podemos invocar aquí la acción de un patrón de información del soluto, que queda de alguna forma grabado en el solvente –es la ya clásica discusión sobre la memoria del agua-. Este territorio terapéutico corresponde al de las medicinas vibracionales, que utilizan sistemas de señales sutiles, como sustancias altamente diluidas -homeopatía y esencias florales por ejemplo-, color, sonido y soft láser- para generar un movimiento de la energía, que, a su vez, repercutirá sobre el nivel molecular. Un buen ejemplo de estas medicinas vibracionales es el de la cromoterapia, ubicado en la interfase entre los territorios de la energía y la información. Como bien sabemos, todas las reacciones químicas suceden por la activación de los electrones de valencia hasta estados excitados o metaestables. Esta acción excitadora de los electrones, responsables de las reacciones químicas, ocurre gracias a la intervención de cuantos de luz o fotones en el rango de la luz visible. La información sutil de la luz, activa los movimientos electrónicos que, a su vez, favorecen reacciones que son –literalmente- intercambios de luz. Quiere esto decir que, como un campo ordenante de información, la misma luz proporciona a las moléculas un contexto significativo, en el seno del cual ocurren las reacciones químicas. Como un ejemplo de esta interfase entre niveles de energía y de información, tenemos los experimentos con medicamentos homeopáticos y campos electromagnéticos, desarrollados durante décadas por el profesor Cyrill Smith en Inglaterra, los cuales nos hablan de la correspondencia entre las diluciones homeopáticas y las frecuencias electromagnéticas. Para un paciente determinado, la acción de una dilución homeopática corresponde en un momento dado a la acción de una frecuencia electromagnética específica.


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En el caso de las medicinas vibracionales, una señal o patrón de señales significativas para el organismo, entra en resonancia con sus propios patrones de información, para desencadenar una cascada de eventos, que van desde el nivel de la energía hasta el territorio de la materia. Tenemos a este nivel una máxima economía de energía, pues a partir de un estímulo de mínima energía -la información- podemos desencadenar una respuesta considerable del organismo.

La respuesta del organismo a estos estímulos de mínima intensidad se da en rangos crítico de selectividad de frecuencia y amplitud, que constituyen verdaderas ventanas terapéuticas, por fuera de las cuales las respuestas no son posibles. En relación con los campos de energía, sabemos hoy que más que la intensidad del campo, su acción sobre los organismo vivos está determinado por su dirección y frecuencia.

Entramos ahora en un territorio donde la información se hace más global y por tanto más compleja, aunque no por ello más complicada, recordemos que lo complejo es entretejido y, por ende, aparece siempre como más íntegro, más total y más sencillo. Este es el territorio terapéutico que hemos denominado de la conciencia mental. Allí, la utilización de diversas imágenes focalizadas por la atención del terapeuta y dirigidas en un sentido determinado, a través de su intención, provocan efectos terapéuticos. También la consejería, la psicología en todos sus niveles y todos aquellos territorios que insisten en el estilo de vida y la modificación de pautas de conducta, hacen parte de éste, el mayor y más universal de los territorios terapéuticos en todas las culturas. Buena parte de las prácticas del Ayurveda hindú -ciencia de la vida- del chamanismo y de la denominada sanación espiritual hacen parte de este gran espectro que conforma el territorio de la conciencia mental.


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UN COMÚN DENOMINADOR PARA TODOS LOS TERRITORIOS Si analizáramos todos estos territorios terapéuticos, constataríamos cómo se disuelven en última instancia en un solo territorio más incluyente y sutil. Vamos a tratar de comprenderlo un poco mejor, retomando cada uno de ellos.

El territorio de la materia. Desde el punto de vista de la física moderna, la misma materia es un patrón de señalización del aparente vacío. En el microcosmos las partículas se disuelven en patrones de energía que, a su vez, son pulsos de información, que constantemente se sumergen y emergen del vacío cuántico. En la acepción de la física cuántica, una partícula es un patrón de relaciones; desde nuestra óptica, es un patrón de información inteligente que interactúa con la energía y la materia, y por ello asume las características de un movimiento de consciencia.

El territorio de la energía. Desde la misma perspectiva de la Física moderna, la partícula está caracterizada por su carga. Pero, vislumbrada la partícula como un patrón de relaciones, la misma física considera que, más que la partícula y la carga, lo que interesa para la interacción entre partículas, es el patrón de organización del espacio vacío entre las dos. A este patrón, la física lo denomina el campo de energía, que, como patrón de organización del espacio es también, en última instancia, un patrón de información. Ya en el desarrollo de la Sintergética consideramos que todos los campos o patrones de ordenamiento del espacio, que explican las interacciones entre las partículas, son campos de relación y, como tales, campos de conciencia.


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El territorio de la información. Desde Einstein podemos comprender claramente la relación de intercambio materia-energía y energía-materia. La energía ni se crea ni se destruye, sino que simplemente se transforma. Así, si transferimos suficiente energía podemos ver, en la experimentación física, la emergencia de partículas desde el vacío. Por el otro lado, como bien sabemos hoy, a partir de la fisión del átomo podemos obtener cantidades ingentes de energía. Es más difícil, sin embargo, explicarnos cómo desde el nivel de la información podemos obtener un efecto sobre los niveles de la energía y de la materia, Aunque, de hecho, esto es lo que ocurre permanentemente en los organismos vivos, capaces de realizar procesos de transformación en los que la información se precipita hasta la materia y de transmutación, en los que la materia y la energía se convierten en conciencia. Vemos el mejor ejemplo de estos movimientos en el proceso de fotosíntesis por el que la luz solar se almacena en la glucosa, y los procesos metabólicos de los reinos superiores en los que la glucosa se convierte en energía que nutre el movimiento y el pensamiento –vistos éstos en la dinámica de la conciencia, son procesos liberadores-. Para que, a partir de dos átomos obtengamos un tercero, son necesarias según la física clásica cantidades enormes de energía. Por ejemplo de sílice 28 y carbono 12 podríamos obtener calcio 40, cosa prácticamente imposible con nuestra tecnología actual, pero que pueden realizar las gallinas y algunas plantas- denominadas silicocoles- sin necesidad de disponer de un aparatoso reactor nuclear. Para la vida, basta un programa, a partir del cual se puede desencadenar un proceso de fusión en fría, sin la liberación de la cantidad enorme de calor que la fusión representa en el mundo de la física convencional –recordemos que gracias a la fusión nuclear de dos átomos de hidrógeno para formar el átomo de helio en el sol, obtenemos toda la energía necesaria a la vida en la tierra-. El movimiento contrario al de la fusión, el de la fisión nuclear, empleado en la tecnología de la producción de energía nuclear a partir de la fisión de núcleos


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radiactivos, es también conocido en la naturaleza. Así, el duro granito, constituido básicamente por sílice 28 sufre una enfermedad en la que la piedra se transforma en Carbón. Un tipo de bacteria realiza este prodigio de fisión nuclear: a partir del átomo de sílice -28Si- produce Carbono -12C- y Oxígeno –16O- . Continuas transformaciones materia-energía–información se están sucediendo en el seno de la vida, lo cual supone la transferencia de la barrera de la entropía. Veámoslo un poco más detenidamente.

La barrera de la entropía y la segunda ley de la termodinámica.

El estudio de la termodinámica, nos revela que el calor, al igual que la energía, se disipa, es decir que va de los sitios de mayor concentración a los de menor concentración. A partir del big-ban, la energía y el calor se disipan progresivamente hasta llegar a la temperatura del cero absoluto –punto conocido como el de la muerte térmica-. Sin embargo, mientras la materia y la energía, según esta segunda ley de la termodinámica, se dirigen hacia el desorden y la muerte térmica, la vida como tal, se dirige en un sentido contrario, hacia niveles cada vez mayores de organización, que representan niveles más elevados o complejos de conciencia. ¿Dónde y cómo el desorden se transforma en orden?. ¿Existe una barrera a partir de la cual esta tendencia aparentemente irreversible hacia el desorden, se revierte? Ya sabemos que, en el seno de la misma vida, las transmutaciones en frío son posibles y de estados de orden inferior- de desorden relativo- podemos obtener estados de orden superior. Ahora bien, ¿cuál es la característica que permite a los seres vivos construir orden o entropía negativa a partir del desorden o entropía positiva? –Bien podríamos concebir la gran cadena de la vida como una corriente que produce orden creciente o entropía negativa-.


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El estudio de las ciencias sistémicas -ciencias de la complejidad o de los sistemas entretejidos- nos lleva hasta los sistemas alejados del equilibrio -sistemas al borde del caos- entre los que están los organismos vivos. Paradójicamente es del estudio de los sistemas caóticos, de donde se deriva en la ciencia el descubrimiento de la posibilidad de la reversión del desorden o entropía. Esta paradoja nos revela que el caos es generador de orden.

En los sistemas al borde del caos, como la vida, se genera permanentemente un orden nuevo- un orden emergente. El caos es el generador del orden. En todo sistema caótico, las semillas del nuevo orden -conocidas como los atractores caóticos- esperan germinar. La vida es generadora de un orden emergente. Es el lugar del cosmos donde la expansión se convierte en contracción, donde el desorden se transforma en orden.

El universo se exterioriza, se separa y desorganiza en el movimiento de expansión mientras que la contracción representa un regreso al núcleo o centro de un nivel de menor materia y uno de más información establece un orden interno de mayor profundidad o significatividad.

Nos aventuramos a formular la hipótesis del gran kosmos funcionando como un corazón que se expande o desorganiza por el polo la materia y la energía -regidos por las leyes de la naturaleza- y se cohesiona u organiza, aumentando su densidad informacional, por el polo de la vida –regido por un grupo de leyes nuevas, las de la conciencia–.


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Transformaciones y transmutaciones Materia-energía- información.

Tenemos hasta ahora un conjunto de conceptos, ya no tan dispersos, referidos a materia, energía e información, cuyas relaciones se reconocen del siguiente modo:

• La materia se transmuta en energía y la energía se transforma en materia. • La energía se transmuta en información y la información se transforma en

energía. Lo cual significa que, en última instancia, la información se transforma en materia y la materia se transmuta en información. Cuando por sucesivas diluciones, ya no queda aparentemente nada de materia en el solvente, es que la materia se ha convertido en un patrón de información. Y cuando este patrón de información o imagen del medicamento, contenida en una solución homeopática por ejemplo, interactúa con la información latente o implícita en la materia, desencadena una materialización de la información a través de una cascada molecular o enzimática por ejemplo. Es así como la información altamente diluida de la abeja –apis melífica- puede desencadenar un efecto real sobre los eventos moleculares que inciden en la alergia, como la liberación de histamina e inmunoglobulina E.

La vida es información.

En un sentido más amplio podemos decir que materia y energía, es decir todo cuanto conocemos del mundo manifestado, son patrones de organización de la información. En sentido estricto la vida misma es información, lo que de hecho corresponde a una de las definiciones más aceptadas para la vida en la Biología moderna, que se plantea en términos de información y aprendizaje –las definiciones sistémicas de la vida, como la planteada por Maturana y Varela–.


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El holón es la unidad contextual de información.

En términos de cibernética, la ciencia de los sistemas capaces de autocontrol y auto-regulación, la unidad de información es el bit. En términos de significatividad de la información, su unidad es el holón, término acuñado por Arthur Koestler para definir lo que es un todo-parte o un contexto de contextos. En la dinámica de las grandes cosmovisiones médicas del mundo, las unidades funcionales mayores han sido denominadas elementos o movimientos, cada uno de los cuales representa una propiedad específica del éter, el elemento matriz del cual derivan los otros cuatro elementos. Un análisis detenido de las propiedades de estos elementos, nos revela una perfecta correspondencia con las propiedades del holón tal como son descritas por Ken Wilber (ver Una Trilogía del Kosmos del mismo autor).

Para el Budismo tibetano, los elementos son propiedades de la conciencia que se disuelven progresivamente en el momento de la muerte, para quedar reducidos a su quintaesencia que es la conciencia misma inmanifestada, la “base” cuyas perturbaciones o movimientos están al origen de la consciencia manifestada. Percibimos aquí una extraordinaria analogía con el campo cuántico, o campo totipotencial de la física, de cuya emergencia tenemos todo el mundo explícito.

Explícita o implícita, inmanifestada o manifiesta, la consciencia es la materia prima de la evolución. Todo, parte o regresa desde o hacia la consciencia, en ese perenne devenir que constituye el proceso evolutivo.

Los holones- que son todo cuanto existe- son estados de conciencia En términos de Wilber, todo cuanto existe es un holón. Hombres, culturas, libros, estrellas, partículas subatómicas, sistemas de pensamiento, moléculas, todos son holones. Este concepto no tendría trascendencia si no pudiéramos reconocer en los holones no sólo los patrones funcionales de organización significativa de la


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conciencia, sino también las mismas propiedades que podemos asignar a los movimientos de ésta en su proceso de descenso o densificación, a través de niveles de información y de la energía hasta la materia.

Para la cosmovisión ayurvédica- íntimamente ligada al budismo, contemplado éste como una visión del mundo y no sólo como una religión, la inteligencia misma del espacio es Brahma, el espacio inteligente. Este espacio, que representa el tercer aspecto de la divinidad - siendo los dos primeros aspectos voluntad (Shiva) y amor (Vishnu)- se diversifica en los cuatro elementos que dan origen a la materia, siendo el mismo éter, el punto de partida.

Así tenemos que la quintaesencia de todos los elementos es éter, la misma inteligencia cósmica, que en todas sus dimensiones, espiritual, mental, emocional o física, consideramos como conciencia. Eter es así un símil de conciencia, ese patrón de organización de la inteligencia cósmica, sea ésta implícita, como en la base o Rigpa no nacida, o explícita como en el aire, el fuego, el agua y la tierra, las cuatro esencias que constituyen la energía y la materia. Esto significa que todos los seres y las cosas son diversos estados de la inteligencia cósmica, octavas vibracionales del espíritu que, a través de esta inteligencia, se expresan como estados de conciencia. Un cuerpo, un reino de la naturaleza, un átomo, el mismo holón que los representa a todos, son, en esta concepción, diferentes estados de conciencia. Por tal razón, en Sintergética se consideran los diferentes sistemas médicos y sus territorios terapéuticos como territorios de la conciencia. Las propiedades del holón son propiedades de los movimientos de la conciencia conciencia.


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En esta concepción, que retoma la antigua filosofía hindú, los elementos que nos constituyen no son estáticos, puesto que representan movimientos de la conciencia. Si todo cuanto cuanto existe puede ser concebido como diversas expresiones de una sola conciencia, y ésta tiene unidades funcionales significativos que son los holones, las propiedades de éstos deben, por tanto, corresponder a las mismas propiedades de los movimientos de la conciencia. Véamoslo: En términos de Wilber algunas de las propiedades esenciales que caracterizan los holones son:

• Autoidentidad • Autoadaptación • Autodisolución o transmutación • Autotransformación • Emergencia

Si apreciamos detenidamente las propiedades de los movimientos, tal como son considerados por el Ayurveda -implícitamente como movimientos de la conciencia- , podemos asimilar la propiedades:

o de la tierra a la autoidentidad, o del agua a la auto-adaptación, o del fuego a la autodisolución que permite

la transmutación hacia o el aire, y la emergencia la del regreso

al punto de partida, ahora en un nivel superior de la espiral. Es

o el éter, nivel de la consciencia aún no diversificada, que constituye la sustancia base del espacio inteligente o Brahma.

Estas propiedades serán desarrolladas más detenidamente en los niveles avanzados de la Sintergética.


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Completando la ecuación de la evolución

Considerada ahora la consciencia en si, no sólo como el movimiento de fondo que porta y anima hacia la síntesis a todos los demás movimientos, sino como el quinto movimiento integrador hacia el cual emergen los otro cuatro movimientos, nos podemos plantear una relación de correspondencias entre todos los diferentes niveles vibracionales:

La materia es a la energía lo que la información es a la conciencia. Esto implica que la constante es la conciencia:

1. Por ser el nivel más incluyente de todos. 2. Por ser a la vez la materia prima sutil de todos los movimientos.

En términos de Doshas, como los niveles de información y energía planteados en el ayurveda, apreciamos por ejemplo que, con sus particularidades vibracionales, todos los elementos tienen como mínimo común denominador al éter, que es el elemento correspondiente a la conciencia. Veámoslo:

DOSHA COMPOSICION VATTA FUEGO AIRE ETER PITTA AGUA FUEGO ETER

KAPHA TIERRA AGUA ETER

AGUA FUEGO

ETER

TIERRA AIRE


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Vistos en términos de su extensión y su cualidad, es decir de su densidad informacional, apreciamos una cascada de inclusividad, cuyas correlaciones se dan del siguiente modo: • La materia representa el nivel de menor nivel o densidad de información y

máxima densidad de sustancia física. • La energía representa una menor densidad física y un nivel relativamente mayor

de densidad informacional. • La información en si representa un nivel en el que la densidad física y energética

desparecen para convertirse en un patrón de organización de la información. • La conciencia es el nivel máximo de densidad informacional, en el que están

contenidos todas las posibilidades de los niveles subordinados de información, energía y materia. El sustrato mismo de la conciencia es el campo cuántico, campo de todas las posibilidades adscrito al antiguo concepto de campo o cuerpo etérico.

El éter es así el sustrato de la conciencia, y esta misma puede para algunos físicos modernos, asimilarse al campo super cuántico, a partir del cual es posible modular los cuantos para que emerjan a estados singulares. En este sentido, la conciencia, expresada en el campo etérico, puede ser modulada desde el nivel más global de la conciencia representada en nuestra mente.


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QUE HAY DE NUEVO EN SINTERGÉTICA 2020

Dr. Jorge Carvajal Posada

Edición y maquetación del documento: Laura Mas

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