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lll . Panamá, República de Panamá, 28 de Febrero de 1906 NUM. 62 EL HERALDO DEL ISTMO ~-REVISTA ILUSTRADA--% Director : GUILLERMO ANDREVE . "Bien faire et laisser dire ." En la curva noble y firme de los cuellos de los cisnes, encerrolas- una . maga de un país de ignoto orígen, y las entregó al capricho de un beduíno del desierto, un artífice que fue padre de una estirpe soñadora y vagabunda que . a la. sombra . de unas palmas, mancilló los cuerdas vírgenes, con las mil complicaciones de leas bocas que acarician , y maldicen; laI maestro brujo 77 fiero que indagaba tenazmente, por las grutas encantarlas, con ardides y conjuros muy exóticos, el anillo de una silfide; un mendigo endemoniado que, una noche en los aduares, bajo el fresca oasis libre. acabó en pecaminosos desmanes inverobbniles. Desde el fondo de un rincón abandonado donde las arañas tienden el cordaje de su urdimbre por los trastes, las guitarras niegan, piden xara mano que- despierte las anímulas sutiles en >us rujas hace tiempo adormitadas - y despiertan - eón sus coces nadtiformes, y nos dicen del famante harem oculto donde seungen, las huríes redondeces inauditas, donde sueñan los devisa. poseídos por el opio .sobre mórbidos cojines. en beber en una copa cincelada por 708 gnomos en, el cráneo de gata tigre, sangre pura del ardiente corazón de los rabíes, y atas cuentan del amor de los , felíbres. servidores del romance que buscaron . á la inuerte sobre un flanco del gran cisne; y nos curaran (le lcs justas y del justador que acogen en la arena . raen cla'an's estruendosos; y nos dicen de unos ojos, ojos hgímedos carral las hhmetlas riolehrs, dos desesperados ajos tristes que chispean tras la reja de un castillo, de pasión, cuando distinguen al hidalgo, que se anuncia con el resplandor del casco, tras la bruma de la linde. Punteando nis guitarras, i cómo vibran, cómo sienten,' Clima fingen - .elevaneos musulmanes, las gitanas ; las palomas de la tribu, las terribles tentadoras de pupilas enlutadas porun crin.en del sol bravo cónto vibran, cómo sienten, mina fingen el poema delamar errante, e~tel temblorosas y febriles, en los finos dedos largos, contra el seno las oprin.en cao .l si fuera la cabeza de un rey moro, 7as conjura?a, las abrigan, Ias proroeat, les trasnúten¿ la locura de la carne, toda elalma y la . guitarra. gime ruge. ríe, clama, se retuerce, repercute cont la. fír ase de la Esfinge, con la trova delpuñal y de la sangre, con el'nietro indefinible del galope de los nómades, por el .fondo coruscante del cansadoeial sin límite? Las guitarras que endulzaron la. vejez de los emires, en sala cujas exacordes, de la . curva noble y , firme de los cuellos de los cisnm guarda¿ fuego del espíritu beodo que animó la manzanilla ; guardan ánimas difíciles del ajenjo, del ájeujo que despide, desde el fondo de los vasos. amenazas como el ojo de los linces; un conturbador perfume de claveles i1jazmines que est-nijó Bina linda chida ; pulsaciones de unaccperta, blanca' manoirresi .stible; guarda¿ besos y torturas, alegrías y tristezas qu no existen Las gnita9`rW, las sonot'as compañeras sensitivas de los tiples, tienen alza y es el alma de aquel pájaro que vive en el formidable espíritu de los armoniosos tristes .

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Page 1: EL HERALDO DEL ISTMObdigital.binal.ac.pa/.../heraldo/heralfebrero1906-2.pdfEl Heraldo dEl Is.,mo.218 El hombre de los perros} L hombre de los perros El de aguas trajo un amigo que

lll.

Panamá, República de Panamá, 28 de Febrero de 1906

NUM. 62

EL HERALDO DEL ISTMO~-REVISTA ILUSTRADA--%

Director: GUILLERMO ANDREVE.

"Bien faire et laisser dire ."

En la curvanoble y firmede los cuellosde los cisnes,

encerrolas-

una. maga de un país de ignoto orígen,y las entregó al capricho de un beduíno del desierto,

un artíficeque fue padrede una estirpe

soñadora y vagabunda que. a la. sombra. de unas palmas,mancilló los cuerdas vírgenes,con las mil complicaciones

de leas bocas que acarician ,y maldicen;laI maestro brujo 77 fiero que indagaba tenazmente,

por las grutas encantarlas, con ardidesy conjuros muy exóticos,el anillo de una silfide;

un mendigo endemoniado que, una noche en los aduares,bajo el fresca oasis libre.acabó en pecaminososdesmanes inverobbniles.

Desde el fondo de un rincón abandonadodonde las arañas tienden el cordaje de suurdimbre

por los trastes, las guitarrasniegan, piden

xara mano que- despiertelas anímulas sutiles

en >us rujas hace tiempo adormitadas-

y despiertan -eón sus coces nadtiformes, y nos dicen

del famante harem ocultodonde seungen, las huríes

redondeces inauditas, donde sueñanlos devisa.

poseídos por el opio.sobre mórbidos cojines.

en beber en una copa cincelada por 708 gnomosen, el cráneo de gata tigre,

sangre puradel ardiente corazón de los rabíes,

y atas cuentandel amor de los ,felíbres.

servidores del romance que buscaron . á la inuertesobre un flanco del gran cisne;

y nos curaran (le lcs justas y del justador que acogenen la arena . raen cla'an's

estruendosos;y nos dicen

de unos ojos, ojos hgímedoscarral las hhmetlas riolehrs, dos desesperados ajos tristes

que chispean

tras la reja de un castillo, de pasión, cuando distinguenal hidalgo, que se anuncia

con el resplandor del casco, tras la bruma de la linde.Punteando nis guitarras, i cómo vibran, cómo sienten,'

Clima fingen-.elevaneos musulmanes, las gitanas ; las palomas

de la tribu, las terriblestentadoras de pupilas enlutadas

porun crin.endel sol bravo cónto vibran, cómo sienten,

mina fingenel poema delamar errante, e~tel

temblorosasy febriles,

en los finos dedos largos,contra el seno las oprin.en

cao.l si fuera la cabeza de un rey moro, 7as conjura?a,las abrigan, Ias proroeat, les trasnúten¿

la locura de la carne, toda elalma y la. guitarra.gimeruge.ríe,clama,

se retuerce, repercute cont la. fír ase de la Esfinge,con la trova

delpuñal y de la sangre, con el'nietro indefinibledel galope de los nómades,

por el.fondo coruscante del cansadoeial sin límite?Las guitarras que endulzaronla. vejez de los emires,

en sala cujas exacordes, de la. curvanoble y ,firmede los cuellosde los cisnm

guarda¿ fuego del espíritu beodoque animó la manzanilla; guardan ánimas difíciles

del ajenjo,del ájeujo que despide,desde el fondo de los vasos.

amenazas como el ojo de los linces;un conturbador perfumede claveles i1jazmines

que est-nijó Bina linda chida; pulsacionesde unaccperta, blanca' manoirresi .stible;

guarda¿ besos y torturas, alegrías y tristezasqu no existenLas gnita9`rW, las sonot'as

compañeras sensitivas de los tiples,tienen alza y es el almade aquel pájaro que viveen el formidable espíritude los armoniosos tristes.

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El Heraldo dEl Is .,mo.218

El hombre de los perros}

L hombre de los perros

El de aguas trajo un amigo que era algoILñ1~_ era cojo, era cargado podenco, alegre y escandaloso . Tenía un110cI-

de espaldas, tenía po- co como un embudo, un costillar magnífico yca vista y no -le sobraba la una delgadez perfecta ; tenla tanta hambre ,!alud, cualidades todas para -` rno el otro y tan poca comida como el otro;ser pobre .

y como era muy largo dwpatas, y no le pesa-

En el mundo no tenía más han las carnes, le dedicó á saltar aros

que la ropa que llevaba pues- Que tienes gana? Salta . Que no tienes ga-

ta: una gorra peluda, de unapiel que no- se ha podido sa-ber

¡¡¡

– ~–á qué animal había vestidoen

en su vida; el traje de la esta-ozk~

"ción, que todo el año era elmismo; un zurrón, en que lle-vaba la comida, el capital, laropa, digamos blanca . ; las agu-Jas para zurcirla, los pedazos,los muebles y los instrumen-tos de trabajo ; en las piernas,los calzones ; y en los pies, las

I- C

alpargatas . . . . viejas.La casa la tenía allí don-

-de se le hacía de noche ; la me-sa, donde encontraba qué 1

-11 —

comer; su pueblo, en el que 1

_r>

estaba; la patria, siempre más 1allá; los padres, en el cie-

lo; el refugio presente, en el hgspital ; el demañana, en las Ilcfmmritas ; y el pasado mafia-

s ~-na en la sepultura .

+ ~• 'Pero si no tenía ni salud, ni casa, ni dine-

ro, ni esperanzas de tenerle, tenía dos cualida-des, y había tenido una aspiración.

Las cualidades eran la paciencia y una dig-nidad de pobre más difícil de sostener que ladignidad de rico: con taütos méritos como te-

xnía para pedir limosna, nunca la había pedido ;

- 'ty la aspiración era ser maestro, que con susfacultades de paciencia bien hubiera podido

r

=

-llegar á serlo . Pero por falta de medios, y por

tfalta. de discípulos, y por falta de Normal pa-na que le normalizase la vida, este resté de laensefianza, que habría sido un - mártir más dela civilización española, no teniendo niños que ` :

-

-domar se hizo maestro de perros.

El primer discípulo que tuvo fué de aguas.Fué de aguas, perro parecía vinatero. El día quelo encontró iba tan mal trazado, llevaba loscabellos tan mal cortados, el traje tan sucio.que de aguas podía ser de casta, pero no la ha-bía tocado hacía muchos meses.

Lo llamó, él meneó el rabo, le echó encimael zuirón-Cómoda, y aunque estaba vacío, hi-cieron trato, se entendieron y empezaron los

Primero le lavó la cara con lejía, le pasóla lendera, le cortó el pelo del lomo y le dejóhecho un león: un león con bigote y con unapulsera en cada pata ; después le enseñó buenosmodales : estarse sin comer teniendo gana, noalternar sino con ciertos perros. seguir, no dis-traerse con las amigas, y no pararse en las es-quinas en que hubiese bandos pral ibitorio .•,Cuando ya tuvo urbanidad, le enseñó á sentar-se ; le hizo estar horas y horas sentado sobrelas dos patas, pudiendo mover las dos manos.menear la cola, inclinar la cabeza, y todo loque quisiese, menos levantarse, hasta la horade comer, por supuesto la cuarta parte de loque hubiera querido. Ya que supo sentarse, lehizo aprender á andar derecho en dos patas,y sin darle la mano, y sin pollera, y sin quelo - acompañase niñera sino solo y por su cuen-ta; y después del bachillerato con tantas asigna-turas bien se h_atiíá ganado nn tráje, y le hizo unoque era cosa buena y que pronto se convirtióen cosa sucia : sobretodo de percalina de lus-tre, pero con faroles en las cuatro patas y unagujero para el rabo ; calcetas con goma co-molosniñosdepavés . una chaquetilla descotadaPor delante, y gorra con visera rodar y pluma,y todo lo que tienen las gorras, y muchascosas que no tienen . . . . Y cuando le tuvo en-señado. y sabio, y acostumbrado á no pedir lacomida con prisas ; alza aquí, salta allá . y bai-la, que ya eres un animal instruido.

el 111 . 0? El á pasar por debajo _y á hacerg1riños á los que le miraban. ¿Que el deaguas andaba derecho? Pues el torcido }•riéndose á lo socarrón . ¿Que , uno bailaba?El á esconderse en una espuerta y á nomoverse aunque le dijesen levántate, empe-rrado en no trabajar. ¿Que el otro hacíael vivo? El el umerto: tirado en el suelo,

bien difunto, pe-ro moviendo lasorejas, para queviesen los pale-tos que sabía ha-cer el tonta c

_ pasarles despuésla bandeja . y dargracias por cincocéntimos, y darla pata por diez,y dar la vida . . ..por un duro, sihubiese h a b i d oduros en los pue-blos .

Eso. que pa-- recía tan difícil

y tan complicadode aprender, quehasta lo habría

-

sido para muchosde los espetado-

-

res que habíani de encontrar por

el mundo, paraaquella bestezue-la finé tan san-

-Y- 1 ,

cillo que el hom-

t- "

bre no gastó ni lar

cuarta parte de--

-

la paciencia. Eratan atento Palo-

-}

mo. tan estudio--

so. escuchabatanto al catedrá-tico. que cuaudodaba lesión, has-ta sus compañe-ros se le queda-ban mirando, ad-mirados de tenerun compañero tansabio y aproba-ban con ellhocico.Apenas el maes-tro le decía ale-

tántates, ya estaba él dentro del cesto:apenas le decía -muérete>, ya e=taba en la ago-nía: apenas no le hacía hacer alguna gra :la yaestaban los tres medio muertos de risa- porquesólo con mirar divertía Aquel animalejo cojoera la confianza de la casa. era el porvenir dela compañía- el que había hecho más carrera.Con el saber que tenía se podía ir á cualquierpueblo. Así es que viéndose el buen donadorcon el personal completo, se mudó de alparga-tas, reunió á los tres discíptlos, les Ii•5 unassoPas (le _nia y andando á seguir las carreras yá ganar el pan . . . . para la familia.

Por el canino todo era alegría . El maestroandaba c•a,jeaudo, y los discípulos parecíaque iban de vacaciones ó que era jueves porla ta rd"- Ya podía haber polv o: el de aguasseguía siu parecer perro de aguas : parecía unPerro de polvo . Por el modo de revolcarse, yc.Irrer. y dar volteretas, enrpol-ándose todo elbigote eorno un perro Luis XIV. Ya podía ha-ber montones de grava ; el podenco) los saltabatimos abnsando de sus facultates v no escati-mando las patas (orno los tenores escatiman lavoz- Si pasaba algún afilador le ladraban lx)rt OSriunbre : si veían ah—,ún otro perro- aunquefuese analfabeto- le saludaban, le olían . v ledecían dos palabras de cortesía al oído, v si noencontraban ninguno se ibau á dar guerra á Pa-lomo- que

( -01 1 , 11 era de hronnr. iba siempre me.rido cutre las piernas de s1, amo. hasta que

nas de saltar? Salta, podenca que hay nocharco- Que tienes pena? Salta con pena ócon alegría, que al otro lado del aro estánlas esperanzas de comer alguna friolera, yél necesitaba alinlentar:se para mantener aque-lla delgadez.

Con este personal á punto- sólo faltabaau gracioso para completar la compañía. yal tal gracioso le encontró como se encuen-tran los graciosos : triste, debajo de ios' ar-cos de una plaza, y tomando el sol sou san-ta calma.

Era un perro que casi no era perro:tenía aires de persona, pero de persona aven-turera . Era blanco). (le un blanco sucio depolvo : era pequeñino, patizambo . tierno deojos; tenía una mancha en la nariz, dos enlos ojos. como si llevase gafas azules, unpedacito de rabo despeluznado, aire de pocaspretensiones y cierta tristeza en la miradaque animaría mnclro para hacer reír. Asíes que cuando el donmdor le viví tan quie-to y tan manso. tan elesengañado de la vi-da, tan ridículo- y meneando tan bien la co-la- contestando á lo que le decían. . . . lellamó en seguida, le explicó de que se tra-taba- le paso I%douu, de apellido. se le llevóá -clase, y venga enseñarle á estar de bro-ma.

La broma e•a,;llevar peluca y trabajarhacien•lo el trato. ;Que el podenco saltaba

SANTIAGO RUSIfiOL,excsl.so PINTOa Y POETA CATALAN

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EI HEraldo del lstmo - 219

cuando encontraban una sombra hacían eusa,general, se vestían y hacían la entrada en al-gán pueblo,

; Allí, venga el ir á la plaza, hacer corro yaqui estancos . que para eso hemos venido, seño-res! Empezaba la función el de aguas : el granbaile con el sobretodo y la camiseta, y la plumacayéndole sobre los ojos, que era lo que más leestorbaba ; después el saltar del podenco- des-pués las bromas del payaso. Eso de bailar endos patas, muchos paletos lo encontraban muynatural; ellos no eran sabios y también lo sa-bían hacer. Lo de saltar aún ntás : sí no habíanvisto podencos saltando arcos y tonterías, loshabían visto saltar barrancos para ir á comerun hueso de chuleta ; pero eso de que un ani-mal hiciese comedias . cuando ellos no servíanni para drama, no les cabía en la barretina.Reían, se daban trompazos, procuraban distraerá Palomo haciéndole cosquillas en el rabo ; pe-ro Palomo no era perro que se dejase distraerni con cosquillas ni con animaladas . Se sentíasuperior á la concurrencia que le rodeaba, te-nía su vanidad de bohemio, y, haciendo elmuerto ó haciendo el vivo, sólo perdía la pa-ciencia cuando algún perro ignorante se acerca-ba al redondel para gastarle conversación ton-ta: del trastazo que ]es daba iban á parar á losespectadores, que le reían todos los chistes:el del -cesto- el del levántate, el del aro vel dela pereza, todos menos el de la bandeja : esode que pasase dando saltitos y les pidiese li-mosna no era propio de un animal tan persona.Así es que cuando veían el platillo, los hom-bres cambiaban de sitio . el hombre de los pe-rros de humor. y la compañía de pueblo . Deaquél á otro y del otro al de más allá . y del azuldei fondo al nebuloso del último término, no sepuede andar más terreno del que anduvieronaquellos artistas y aquél maestro equivocadoque con la pierna que tenía útil tenía que lle-varse la otra. Habían probado todos los pa-jares. habían pasado por delante de todas lasventas de carreteras: reconocían todos los plá-tanas y los bancosy las monotonías de lasu,r,N/.c de los pueblecillos ; pero- unidos maes-tros y discípulos, aquellos fueron tiempos fe-lices ; tiempos de libertad y de gloria. de polvoblanco y de jornadas rosas- de ráfagas de, aire li-bre y de ir esperando : allá :í lo lejos . lo queno encontraban al lado.

Fueron tiempos que como la juventud, laalegría y la ventura . duran unas cuantaspuestas de sol ; los tiempos de subir á la mon-taña para rodar• del otro lado ; una pobre prima-vera con vistas al otoño . La unión y la armo-uía no suelen durar en la tierra . Los perros.aunque no sean personas, también son desa-gradecidos . y tampoco se acuerdan del ma-estro. La unión de las familias dura pococuando entra en ellas la miseria, y aquellafamilia ambulante había de ser cobro lasotras: desprenderse y rodar como las ]rojasde aquellos caminos por donde anclaban.

El primer disgusto lo dió aquel podencomala cabeza . Por unos ancores corrompidos.una inai5aut de primavera, sin quitarse el tra-je, sin decir adiós •í los compañeros y sin des-pedirse del maestro, huyó con una perdiguera álamer casa por Su cuenta. Bien hizo moverseá aquella pierna el buen maestro para atraparIos fugitivos ; bien de voces diG por los pueblos;pero ya podía desgañitarse llamándolos . ;Sisólo saltaba quince pres. figúrense. ustedes losque saltaría con, //. .-' ;Hasta al extranjero de-bieron llegar: una luna de miel al trote: unosamores á campo traviesa ; dias y días de bolte-ncia por aquellaS llanuras inurensas! DesPUésde esta desgracia vino otra- Al de afinas . un

(lía . allá en la ciudad, le cogieron con lazo ; dellazo al carretón y del carretón al depósito ; cO-

mo no ]levaba el traje y como no dijo que erasaLio . le mataron viii los del montón, corm áun perro cualquiera- La ciencia ahogó al ar-te, corno sucede tantas cecas . Después tuvo

más discípulos . y gastó unís paciencia para vol-verlos á enseñar. y ellos más mala voluntadpaca volver á escaparse: después sintió que iba

envejeciendo: después se fué volviendo más co-jo. y más triste v más amargado : y. no eneon-

trando lecciones ni discípulos- p01 : Último. él , y

Palomo se encontraron abandonados en mediodo la carretera.

La tristeza que sintió aquél buen hombreal encontrarse sin familia y andando por elinundo con sólo el amigo por compañía, sólo lapuede sospechar el que ha padecido mal de año-ranza en una llanura sin árboles y sin nubes.Caminando triste le parecía que los pueblos es-taban más lejos, paresíale la tierra más ásperay los hombres peor encarados. El sol, en lugarde ponerse, parecía que se apagase, allá en elfondo de los caminos . El frío de la soledad lehelaba, y el caminar sin esperanza le hacíadoblar las rodillas, y muyamenudo se sentabasin gana de seguir adelante, acariando al ani-malito, que se colocaba á sus pies como en latumba de un pobre.

Palomo, el pobre Palomo, bien hubieraquerido consolarle, pero no había aprendido

PARA MoRENo ALBA,POETA DE DEIS sIMPATIAS.

Ayer te ví, cual siempre . deslumbrantebajo el negro sayal de las congojas . . ..ha pasado el Dólor por tu semblantecomo pasa el Invierno por las hojas.

Tus frescas maravillas iban llenasde dolorosa y cruel melancolía,bajo la falda, negra cual mis penas,sobre la faz, tan bella como el día.

Y al ver, sobre tu toca de profesa,la esquiva aristocracia de tu mano,—profesora de gracia y de temeza -sentf el sollozo trémulo de un piano . . ..

Y retornaron, en bandada loca,aquellas tardes claras y tranquilasen que bebí esperanzas de tu boca,en que apuraba amor de tus pupilas.

La tarde luminosa de Veranoen que tus labios, crueles é indiscretos.me dieron el dolor de tus secretospara llamarme sin piedad: hermano.

Era un paisaje soñoliento!Grave.

iba la Luna así como una navepor el piélago azul del firmamento.Sobre el Poniente qw vistió de galase perfilaba un señorial castillodonde tal vez alguna fina escalaburló al gozne imprudente del -pasillo.Flotaba en todo un angustioso anhelo:á veces . por un claro de la fronda,alguna estrella de cabeza blondadesgranaba su risa desde el cielo . . ..Y tú, bajo los pliegues del kimonoque acusaba tu mórbida belleza,estabas admirable en tu abandono.con tu frivolidad de japonesa.

Todo callaba en torno !La montaña

iba quedando silenciosa y quieta:la Luna te rodeaba de un contornode verde claridad, y toda extraña,surgiste ante mis ojos de poetacon tu frente, magnífica y serena.con tu risa enigmática y felina,con tu pupila azul de Magdalena,con tu boca sensual de Mesalina . ..

Y al vertetoda trémula, intranquila.con incoherencias raras cual de loca,te besaba con ansias mi pupilamientras callaba tímida mi boca.

Bajo la arcada rumorosa. umbría,avanzaste con pasos de cobarde . . ..A lo lejos . la Luna parecíacelebrar la derrota de la Tarde.

Del sendero llegaste al verde flancov en la penumbra de la tarde estivavi el aletear de tu pañuelo blancocomo un pájaro amigo que se íba

Pero ay . Duquesa de las manos finas! . . ..en cadatarde que se apaga, pierdoun poco de tus risas argentinasy un pocp de mi plácido recuerdo.

Por eso . . al ver tu morbidez de griega.lloré el amor aquel del pecho míoque se perdió colando en el vacíocomo si fuera una paloma ciega.

1906,

RICARDO NITRO .

más que á hacer gracias ; bien hubiera queridoganarle la -vida, pero no sabía ganarla más queen broma; bien quería á ' su maestro, v no loquería de broma. Cuando le venía suspirar,se- metía debajo del cesto, y desde allí se poníaá mirarle con aquellos ojos húmedos que te-nía, y, como no sabía cómo distraerle, le la-mía las manos ; si le veía triste, se hacía el co-jo; si lloraba, se hacía el muerto, y muerto ytodo meneaba el rabo, como diciciéndole :—NOte asustes, que yo no te abandonaré nunca;—pero como de bromas no se vive . todo el inge-nioque tenía y todas las habilidades que hacíano le sirvieron más que para una cosa : para de-jar de ganarse el pan y pedirle de puerta enpuerta con el platillo en la boca.

A vege'3 venía con un compañero, comodiciendol —Acaso éste te servirá. Pruébale.i Quién sabe!—Y el amo le probaba sin fe, singanas de enseIIar, ni el discípulo ganas deaprender. A veces, sino le daban pan hacía loque nunca _ había hecho : ladrar á los que no ledaban ; algunas veces, cuando veía qae su amono podía andar más, que se cansaba, que seiba quedando ciego, se sentaba á sus pies y llo-raba ¡el pobre Palomo! pero no gruñendo á mo-do de perro, sino cayéndosele unas lágrimasmás sentidas y más tristes que muchas que de-rraman los hombres.

Una tárde ó una mañana, que para el queno ve da lo mismo, el maestro se quedó ciegoriel todo . La última puesta del sol descendió ensu vida, sin esperanzas de amaneesr. Las ven-tanas del paisaje de la luz y d®la armonía se lecerraron parasiempre jamás; y pobre, desampa-rado, no sólo sin ver el camino, sino sin sabíradonde i'r, se hizo llevar á un asilo.

Hizo que le llevasen á un asilo, pero nohabía pensado en que no hay asilo para los pe-rros; uohabía petrsado en que tenia que dejar enla puerta á Palomo ; y cuando estuvo en la puer-ta, abrazado al perrillo y cayéndole las lágrimasde la sombra :No te dejaré,—le dijo .—Vámonoslos dos solos. Llévame adonde quieras, Palo-mo.—Y Palomo, como si lo entendiese, ponién-dose delante, ladró como si dijese :—Atameunacuerda que, aunque sea de broma, ya conozco lascarreteras por lo mucho que las he andado, y teguiaré de pueblo en pueblo.

Y el amo; con su compañero, volvió á en-ininar por aquellas carreteras blancas, que sehabían vuelto negras; las fué siguiendo á tien-tas, y las encontró mucho más largas, y her-mosas, sombrías como nn camino de tinieblas.y volvió á oir el tintinear de los yunques y elllorar• de todas las campanas, y no volvió áver im rayo de sol, ni un rastro de oro sobreel camino, ni el mecerse de las espigas, ni elazulear• de la llamara ; y aquel cordel que lleva-ba su la mano era el único nervio sensible quele ponía en comunicación con la tierra.

Un día el cordel se detuvo, y él sintió co-nrq un escalofrío.

—¿Qué tienes, Palomo? ¿Por qué te parastY Palomo ladró un poco, como queriendo

decir : arlo tengas miedos, y siguió andando.—Te vas haciendo viejo, Palomo—le dijo.Y el perro le lamió la mano.—Descansemos, si quieres . que no me- im-

porta llegar tarde . Ya sabes que para mí siem-pre es de noche.

Y el animalito no respondió; pero se echófi andar mas deprisa para quitarle toda sospe-eba, y volvió á pararse de repente.

— ¡Palomo!—exclamó.—;Ancla; Palomo:Y Palomo no respondió.—;Ven aquí!—¡No hagas el muerto:Y no se movía. --¡LevántatelY no se levantaba.Y, sobrecogido el pobre maestro por un su-

dor cle agonía, alargó la mano en derredor, y,á pesar de tener la mano helarla, tocó una co-sa aún más fría

Palomo. . . se había muerto sin decir nada,sin quejarse, sin querer despertar al amo y elamo al encontrar muerto á su amigo, 5010, so-lo, en medio de la carretera . fué cuando se encon-tró ciego .

SANTIAGO RUSINOL.

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EI HEraldo dEl Istmo - 220

CARA A~UII_AFRS altamente satisfactorio paraEL HERALDO DEL ISTMO pn-blica> el fotograbado de la

muy bella seiorita Sara Aguilar, hijadel notable jurista centro-americano doc-tor don Francisco Aguilar Barquero.

Sarita . comola dicen cariñosamente ,es una de las más gentiles y graciosasjosefinas ; y decir una de las más graciosas y ¡fentiles de aquel país dondelucen sus dones María Aragón, la suges-tiva que privilegiaron los dioses ; MaríaTeresa y Celia 3lontealegre, sueños detodos los sueños: Marta Granados, mar-filina torre de los hechizos todos : Rosa-lfa Rodó, soberana de las bizarrías, yElena Fernández., la triui>fadora rubiamargravesa que acaso abandonara su pa-lacio del Rhin . no es una simple lisonja.

Sarita es primorosamente bella.En Costa Rica, donde se refina el

gasto por la belleza femenina, dondenaturaleza mimó el linaje, ex la señoritaAguilar la siempre admirada . La salvede los corazones va para ella, yes asícomo el himno amoroso de sus triun-fos . . ..

Nosotros que llevamos la túnica yel báculo, que somos peregrino, delensueüo y que vamos sin rumbo por lavida . levantamos algún tiempo la tien-da en el suelo costarricense y allí nues-tras canciones dijeron de las privilegia-dasde Apoloy de la Afana.

Rinde nuestra pluma, una vez más.los homenajes de su simpatía y de suadmiración á las inolvidables y divinascostarriqueñas, en la persona de la se-ñorita Aguilar, cuyo retrato viste dealba una página del vocero intelectualde la Republica istmeña.

E. CARRASQUILLA MALLARING.

EXCURSION MATINAL

Trasnochador incorregible, Stelio,so recogió temprano. Durmió bien:y á las cinco siente la necesidad deabandonar el lecho. Se. levanta . Re-

t~ lesiona en las prescripeíones higiéni-

1 . :as sobre gimnasia : recuerda su bici-eleta flamante. y.. con el traje derigor, previa las abluciones cuotidia-na, se lanza. por la ciudad, llena afín

~~ de penumbras, y de sugestiones- . .n. ne sugestiones, porque piensa—él.

(([JJJ l~~ -oltero de larga fecha—en las alcobas

\\

muy tibias, donde tanto cuerpo deli-

\JUy

taDeo perfuma y encanta tan sólo álas cosas sin alma, sin Sangre, sinnervios . Y lo parece oir el ritmo de

los pechos vírgenes, tajo el lino insensible delas sábanas. Quizá en esos momentos hay enellos sueños melancólicos . Acaso muchas deesas camitas blancas conozcan las nostalgias delos reposos solitarios . . Stelio es un sensi-tivo, y el buen sueño de la noche , puebla sudespertar de imágenes plásticas. El ejercicio.sin duda, le será benéfico.

En el ambiente hay un suave estío; experi-méntase el deseo del aire libre y del espectáculode la naturaleza en su despertar luminoso.Stelio, en la marcha rauda de su bicicleta.atraviesa las calles centrales, cuyas casas tie-nentodavíaelaspecto, sine-epresiónprecisa .dela vida del letargo. Al llegar al ••Paseo Cclón' le acoge envolviéndole en un exquisito besoimpalpable, el aroma de las flores y el frufrúde los árboles, en cuyas ramas se despereza labrise. El alba se anuncia con lentos desperta-res de lo creado. El cielo ostenta. vívidas, susconstelaciones ; y Stelio se dirige á la Dfagda.lenes saboreando el aire henchido de. efluvios to-

PARA O. MIRó QU1 USADA. _

nificantes. Así desfila veloz por entre las pra-deras del camino. El rocío de la noche da á loscampos un olor fuerte y sano, de juventudpletórica, apta á todas las fecundaciones. Aratos interrumpen el rumor tenue de la palpita-ción delmundo infinitamente pequeño, sono-ras elarinadas equinas. mugidos graves de va-cas, latidos de perros, alborozos cantantes degallos . . ..

Stelio pedalea bien : su máquina se bebe ladistancia y pronto se encuentra á la entrada dela antigua Magdalena . Pasa, y llega á la nue-va. El sueño gravita todavía sobre hoteles y

_ Qra.uchosn . Se dirige al casino: el descanso sele impone, y poco después, desde el balcón-te-rraza del edificio, escucha el acento bronco delmar, siempre convulso en aquel sitio . fustifiado . por el aleteo aquilino del viento.

Los astros se apagan ya en la transparen-cia impoluta del éter En torno impera la so-ledad yel escenario marítimo se ofrece áloeojos hermoso y magnífico . La sombra se des-vanece rápida . Una delicada floración de luzblanca, muy vaga aun, dibuje largas líneaspálidas sobre la temblorosa superficie . A dis-tancia de la. playa el agua es mansa. Ante elesclarecimiento de los horizontes. el océano sedilata. Su enorme pupila obscura, cansada dereflejarlas armonías estelares, parece contraer-se . como para copiar con precisión las mau-ellas de luz cliurna, cuya energía expansiva seagiganta por momentos, hasta encender en eloriente un abismo de claridad rósea. Y la HaDura oceánica aparece á la vista constelada debarcas pescadoras. En tanto, una nube. de can-didez láctea, se tiñe con matices nacáreos, vviaja solitaria por el cielo, en caprichosas trami-formaciones arel uitectónicas .

El alba se extingue en el triunfo soberanodel oro y del rosa. Las barcas pescadoras, conel velamen estremecido por las rachas, áe ale-jan, destacándose airosas en la gloria crecientedel día. Ei oido adivina cantos y gritos rien-tes cruzados de nave á nave . Hay allí con-tento, con la esperanza del vespertino retornoal hogar iluminado por cariños sin ambiciones,por honradas alegrías . . . . De repente, unful.gor más intenso se tiende sobr9 el mar . El solsurge detrás de loa montes escuetos, grande yrojizo . Se eleva en una suntuosa erupción deamarillos ardientes, ineendiadores del cielosel agua- Millares de corpúsculos cristalinosvoltean en la atmósfera, y en cada ola hier-ven chisporroteos ofuscautes . Las velas da Iasbarcas disminuyan, c•~rea ya del horizonte• Sanprimer,>. una sombra blaa^a: despirás ua pun-to, y al fin se pierden en el infinito celeste ..

Stelio regresa. Ante el soberbio cuadromarino se ha sentido poeta, y en el cerebro ledanzan, radiantemente, imágen, distintas álas de su despertar : imágenes aladas, donde elverso elmeierta todos bus ritmos, en la vidainmaterial de la idea . . . . Y como respondien-do á su secreto anhelo de espiritualizacionesde la realidad circundante, la naturaleza leproporciona la vista de un raro, bello fenóme-no. Tras el techo de un chalet próximo, brotauna columna como de humo purpúreo. Se ex-tiende luego. y es una nube . Después langui-dece su color gradualmente y se torna blanca.Stelio gira los ojos en derredor ; no es ya unanube, sino la irrupción de muchas, sutiles ydensas. El sol recalentó las humedades del sue-lo. y convirtiéndolas en vapor, las levanta,para disolverlas y disiparlas en el vuelo de labrisa. Las casas. los árbales. todo desaparz~:c• á diez pasos la densidad nívea del ambien-4e no permite distinguir nada El soL visible,no resplandece: dijérase el ojo turbio de nn diossenil -

La bicicleta marcha con precaución, entre _aquella rara niebla de verano, sonando ince-santemente la campanilla . Está ya á la salid:de la antigua Magdalena, cuando á sus avisos,recsponde el de otra muy cerca. Y como enayu,1 momento los vapores se aclaran, en unespa~ io libre. donde cae copioso el fuego so-lar. Stelio mira. á poca distancia. á una mujer,casi una niña. pedaleando hábilmente su má-quina. en cuco niquelado se cliamantizan losravos del astro . Stelio alcanza á la ciclista:marcha paralelo á ella : la examina. Es encan-tadora: perfil helénico . Aprisionados por la go=rra, sus cabellos pugnan por desbordarse, enuna inundación obscura, sobre el albor mar-móreo de la frente. 31cra, y su mirada es náacaricia . En sus mejillas hay como disolucionesde rosas rojas. Su talle, la curva de la cadera,las piernas hasta las rodillas- son de la más pu-ra estatuaria . . . . Stelio observa todo eso ; y ensu mente hay de nuevo resurgimientos plasti-cos, mezclados á atávicos instintos del hombreprimitivo, anuladores del reciente artista Ypara evitar aquella ccatemplación perturbado-'ra. deja atrás, en el camino solitario, á la joven•sala—¿inglesa2 ¿norteamericana?—y devoraloskilómetros, extraño ya á la hermosura del pai-saje campestre. Minutos más tarde, en el pri-mer café abierto . . aún no son las siete . . -pide melancólicamente : ¢mozo, un refresc3›Ymientrls apura una limonada á grandes sorbas,la silueta de la ciclista le sonríe en el racuer-do con dulce ironía

II

EN CHORRILLOS.

Canta el estío sus triunfales aleluyas deluz. La ciudad se despuebla, y los balneariosflorecen. en la invasión creciente de vera-neantes donde la mujer joven despliega todala victoria de sus encantos y el nitro desgranatodas sus souoras alegrías. Y en esta at-inósfera, ya eai_si siempre diáfana como un cri-sol, y cuyo azul de turquesa sólo á ratos apa-re.. luauchado por la bias ura espumosa de ñu-bis viajeras, l .>s clara : d' In ir tiea?a un esplen-dor inefable. Bie;i es entona es para el contem-plador pensativo abandonar la plaza y demássitios de Chorrillos. llenos de ebullición humana,

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y descendiendo por la explanada, desde el bal-cón de la casita de los baños . asociar el esp r-itu á la magestad circundante.

Unicamente allí, en la absoluta soledad . esdonde se siente toda. la magnificencia de la na-turaleza, ante las dos inuiensidades del cielo ydel mar. En el estremecimiento luminoso delas constelaciones, en la bravía nerviosidad deloleaje hay una seusación uueva. un pensamien-to fuerte, una voluntad imponderable. cual es-ta misma vida infinita y gloriosa• cuyo soplocreador talla una gema ardiente en cada astro vuna curva femenina en cada ola. Y esto hablaal sentimiento, honda, intensamente . Se en-tornan los ojos, y el ensueño abre sus alas va.gabundas. Cada frase del océano es como unversículo bíblico. profetizando bajo las miradasde DIos. El oleaje sinfoniza un maravilloso poe-ma musical, v_ en lo alto, la armonía de los as-tros entona himnos de resplandores, en otroocéano fluí lo sobre el cual viaja la nave solita-ria de la luna . Un copo de nubes, teüido deplata, es un rizo blanco• llevado hacia el ocel-dente por el témie hálito de labios invisibles.Cerca, rasga el silencio el vuelo sonante de unaave marina : dij .:rase una fugitiva condensa-ción de tinieblas . Lejos, entre los arrecifes—donde las algas despeinan sus dolientes cabelle-ras y los mariscos abren sus estuches de nácar—surge el rumor de las pequeñas olas, al tejeren las rosas las blondas bizantinas de sus espu-mas. Más lejos, la isla de San Lorenzo, in-cierta bajo la gasa lunar, sobre extensos amon-tonamientos de celajes, semeja un cíclope re-pasando en lecho de armiilo . En el oriente,]as formas sin forma de la sombra nadan ensuaves iridiscencias de matices . Con intervalosmuy vagos, en el vuelo de la br:sa, llegan losritmos de una orquesta, y esos ritmos suenan áveces como las escalas cromáticas de risas in-fantiles. Quizá por esto, el pensamiento retro-cede algunas horas ; la de .,oración actual setrasforma, y la mente evoca un paisaje distinto .

en el comienzo de la tarde, toda llena del gozodel sol

Un centenar de nfíos, seguidos por lasayas, de las institutrices 6 de las mamás, juegaen la playa inmediata á los ballos, donde losgrandes—hombres y mujeres—reciben el ma-saje clásico de la onda. El aire salobre ponecoloraciones de aurora en las mejillas de los pe-quenas. Hay grupas independientes, ya pró-ximos á la adolescencia, con aspectos galantesde jóvenes y seiloritas . Otros, en la primeraedad, embrionaria aún la fuerza de los múscn-los, miran á los mayores desde el regazomaterno. Y todos dan una nota angelical, ypor tanto sencilla, junto á los sitios donde im-peran las lujosas complicaciones del vestir y lase iigmáticas del pensar de la muchedumbreadulta . . . . Corren, saltan; construyen castillosde arena, deshechos luego por las rachas mari-nas, como constituirán más tarde castillos dequimeras, destimídos después por la vida.Sus risas, sus voces, sus juegos, repercuten enel oleaje, para perderse con el viento en confi-nes lejanos, donde las hadas madrinas los re-cojen y transforman en muleeas rubias, de mo-vibles ojos azules, y polichinelas contorsionis-tas, de jorobas increíbles.

Algunos mezclados á los núbiles, se bañan.Están alborotadores en el agua, uniendo suscristalinos clamores al poderoso del océano . Yel océano, el gran terrible- como si adoraraaquellos cuerpos frágiles, aquellas almftas tanimpregnadas aún de cielo, parece humanizarse;ios envuelve en húmeda caricia, y les deja reto-zar con su melena de espuma, cual un leónafable . . . .El cuadro, deliciosamente hermoso,produce al evocarlo impresiones melancólicas.Esas constelaciones de cabecitas no,~, bron-cíneas, rubias, con el cabello recortarlo 6 conlos rizos flotantes reflejadores del sol, van yvienen en el recuerdo ; se juntan, se confundensr dispersan, siempre bulliciosas, rientes, y des-

El HEraldo del Istmo - 221

piertan el pasado distante, la infamia feliz .—Se es ui lo, ágil, alegre; se está inscanciente delas asechanzas de la existencia—tan llena detraicionesl—y ráfagas de cariños benditos delhogar noble y tranquilo, acuden- refrescando elalma con su infinita ternura. A su influjo sur-gen sentimientos buenos, aún no maculados porlos egoísmos; y el espectáculo de ese mundo in-fantil, de ese mundo sin preocupaciones, sintristezas, sin fiebres pasionales, sin desalientoscongelantes, revivido en esta hora de serenameditación, llena el pensamiento de benevolen-cias íntimas

El plenilunio asciende al cenit. La nocheavanza; el viento pliega sus alas con deseos desueno: la ola apenas rumorea. En el azul, ca-da vez más lumíneo, hay como una vaporosoderretimiento de nieve Súbito, la sensa-ción de algo indeufible, obliga á descender lavista á la playa. En el extremo, entre las ro-cas, cerca de la curva conductora á Playa An-cha, se advierte á una pareja, dos recién casa-dos tal vez. Ala distancia se destacan netos,sobre el fondo de la costa. El sitio también es-tá desierto ; nada les turba su aislamiento . . ..Caminan despacio, alejándose sobre la arena,donde el mar tiende sus orlas de espuma. Yquizá, tan sólo por aprensión de la fantasía vi-sionaria, quizá por exacta - elarovidencia, se veá la pareja estrecharse. en un abrazo, y el oídoadivina la melodía de un beso, dilatado, victorioso, ante el prestigio de la noche, frente alocéano, de cuyas aguas se eleva una como mar-cha nupcial, mientras en el horizonte apareceun astro diamantino, y permanece allí fijo cualun sello puesto á lo invisible, como para etér-nizar, sobre los dolores de la tierra, una supre-ma. divina ventura : la juventud y el amor . . ..

DARfo HERRERA.

1906.

_V

(UNA PESADILLA)PARA EL ¢HERALDO DEL ISTUO~.

—Me quedé dormido y, comencé á solar!Y soñé que Norteamérica. se apoderaba de to-do el americano continente, pablándolo todo,civl(tz«:~do(n todo, explotándolo todo ; el te_rito-rio, los habitantes, las almas!

Portugal, la débil, cándida y fanfarronana,16n lusitana, caía en poder de su profrclrnuInglaterra.

El oro depositado en la Tesorería General,en Washington . y las libras esterlinas acapara-das par el Banco de Londras desempelaban unfmpartante papel en la historia de la expansióny de la conquista.

La "Triple Alianza" se apoderaba de Dina-marca. Holanda, Suecia, Nornega- Huugtía :Servia. RuMania. Bulgaria y Grecia, al mis-mo tiempo que Rusia se desmembraba, con-virtiéndose en una serie de provincias in-dependientes, regidas por las formas políticasmás exaltadas. El trono de los Czares habíadesaparecido para siempre. Petersburgo y MO9-

cow habían quedado reducidas á escombros.La manada de siervas degradados y embrute-cidos que gemían baja el látigo del Czar, ia-bien reaccionado.

Inglaterra llamaba con la boca de sus ca-tiones á las puertas de la China, Persia y laIndia, paveando su poderosa flota por el Pací-fico y anexánlose por el brutal dere -ho de lafuerza Nueva Guinea, casi todo el oceánicoarchipiélago y gran parte de la costa de Africa,

El Japón no era ya un pueblo de juglaresy de acróbatas. Potencia de primer orlen, lacorte de Tokío, europeizada por colipleto, canpoderoso ejército y respetarle escuadra. per-maue,fa en expectación defensiva, sepultadaaparentemente en su humilde r%nrvSh, drl ~l*~~~•

pero esperando propicia oportunidad para en-tregarse á la conquista.

España se digregaba á impulsos de sus ten-dencias autonómico -parro,lu,ah~s . V. dPSpnés

de haber pretendido ser República, había caí-do en manos de un socialismo impracticable,anticientífico, utópico . Cada provincia se ha-bía convertido en un estado independiente, yhabía socialistas catalanes, euskaros, castella-llanos y gallegos, mfxtfficando la pureza de laidea y provincializando la tendencia universal.

Pio Y había muerto de pesadumbre al verel rumbo poco cristiano que tomaban los cató-licos, y la Iglesia Catolica se había quedado sincabeza visible, siendo el Vaticano refugio deconcupiscencias, de ambiciones y de orgías.

La humanidad comenzaba á retroceder ásus tiempos primitivos . á sus edades más bru-tales .

Las matemáticas y la química habían ]lefiado á su más amplio desarrollo.

-No había sino guerreros y mercaderes1Todo eltnundo sabía resolver una ecua-

ción de cualquier grado y nadie dejaba de ha-

InvernalUn pedazo de luna, que no brilla

sino con timidez. Canta un marino,y su triste canción, tosca y sencilla.tartamudea con sabor de vino . . ..

El mar, que el biceps de la playa humilla,tiene sinuosidades de felino,y se deja caer sobre la orillacon la cadencia de un alejandrino.

Pienso en tí, pienso que te quiero muchoporque me encuentro triste, porque escuchola esquila del pequeño campanario

que se queja con un sollozo tierno,mientras los sapos cantan el inviernocon una letra del abecedario . . ..

mns c . LOPEZ .

cor blanco con una arma de fuego, á larga dis- -taticia.

El hogar, lo más sagrado quede humanotenemos, había desaparecido y no tenía másvalor moral que el frío agujero donde se gua-recen las víboras 6 la cueva donde pasa la no-che la loba acompañada de sus lobeznos.

La familia, el mundo de los afectos se ha-bía trocado en una razón social; los patroními-2os en cifras y signos!

Los Estados Unidos del Norte, mientrastanto, llegaban á su más grande poderío ma-terial.

La Estatua de la Libertad, el poderoso faroque antes servía de ornato á la bahía de Nue-va York se habla agigantado hasta convertir-se en colosal montala que se perdía entre lasnubes y alumbraba con sus poderosos rayostodo el Continente, desde las glaciales regio-nes que forman los helados mares del Norte.hasta el Cabo de Hornos . Pero la luz intensay vibrante que antes anunciaba á los marinosla proximidad de las costas norte-americanasno existía en la cúspide del faro-montata : veía-se en su lugar, alumbrando al universo, un in-menso signo; signo ¡le redención de aquellaépoca, menguada; los terriblescEROS GRANDESy NEGROS, separados diagonalmente por unaLíNEA GRANDE Y NEGRA.

Era el símbolo de redención de aquellaépoca, la cruz de aquella generación, el TANTOPoR cIENTO fatídico, por el cual habían vendidosu honra y su independencia, las familias, lasnaciones, los continentes, la humanidad

Qué pesadilla más atroz!Cuando desperté estaba fatigado como si

regresara de tm largo y penoso viaje.

Dtoca.EctANo RAMOS Y GARCIA .

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EI Heraldo dal Istmo - 222

qmm•----,UN LIBRO , . Poemas del alma", por Ra-

fael Angel Troy'o .—San .losé• deCosta Rica, año de '111' \1 V L

MARINArn1LAnA)

LL2)IBRO de blandas y sutiles sensa-ciones : Tiene mucho de finura par¡aiense y un lógico tanto de sent¡-

mentalismo tropical.Troyo, en este librito, dice al cenáculo .de

la intelectualidad—y lo prueba—que es artistaele fondo ; mal que pese á la bandada mediocrey ponzoñosa de su país.

Carece la forma lingüística de ¡mpecabili-dad: hay embadurnamientos que dejan adivi-nar tropiezos de pincel, pero la discreción domi-na. Se nota en algunas oraciones uno como tro-pel de aprisco; en . que se agrupan los epítetosen nudos de cadena ; perra la espontaneidad, ca-si siempre, discurre con pausa.

Estas dolenciasenla prosa Proyana, tendránsu panacea con el estudio de buenos anto-res.

Es de lamentar que la alta nota de M~axdel dlinit sea la melancolía, por supuesto que nola ramplona.

En estos nuestros tiempos de penoso vivi-vir; el arte leve obligado no á sustituir laPlañidera, sino á constituírse en calmante, can-tando la vida, cantando las auroras, la sangrehervorosa . . . los paisajes primaverales! y no por-que sea pobre de belleza y buen sabor la nos-talgia:la másicaele Wagner subyuga . . . . peroacobarda.

Necesitamos músicos valientes, escritoresque toquen iÁ la Carga!

Los númenes del arte moderno deben sercomo la mayoría. de los antiguos ; levantadoresde ánimo en la gran liza . Los vencedoresmo

lo serían, si la espada del caudillo hubiera deja.do de brillar en la vanguardia, con lujo decoraje.

Y los literatos son caudillos:Rafael Angel con el líbrito en ciestión . se

hace acreedor al plauso de los suyos, recorrecon suavísimas cadencias el divino pentagramadel sentimiento, pero es un mrry triste . . . . " ;Ah_quisiera haber sido yo ese presidiario para sen-tir tan honda nostalgia!"

Nó. buen amigo Rafael! No se deje llevarde la tristeza como inspiradora . ó por lo menos.no deje ver la Irinsa flaca y tísica y neuré>ti-ea. Luzca usted sus cantos de vicia . y no seade los rendidos á los ojos (le los hombres' . - ,

Usted posee buena dosis ele talento ; tienela juventud como fuerza . Y á no dudarlo. vi-goroso el espíritu com,, guia á la gloria conque soñamos los nómades del idealismo.

Venga á nuestros aduares en buena hora.como heraldo de triunfo . la blonda â Lusa de losfuertes ; esa vírgen de senos pletóricos y plan-ta inmovible.

El cariño franco por todo lo ar¡stócratico ybello nos ha llevado á desenvolver nuestraopinión sobré Por-nur,. como una bandera dealiento, roja y divina. que habrá de seguir us-ted con otros tantos jóvenes de cerebro robustoy luminoso.

.Y en un arranque de estimación por-su talento revelado en el nuevo libro, enviármosle nuestros parabienes fraternos.

E . CARRASQUILLA MALLARINO.

Aquella tarde el gran re_c la decía:- ore, si eres mía tendrás mi sillaDc montar de ora y mi caballo gris.1 -n palacio de excelsa maravillaDonde cual reina tc verás feliz.- -No quiero corcel, palacio ni tu oro,Prelicro más mi honor qua tu tesoro.Karina respondía.

v cl gran rey la decía:ove. con ini corona inmarcesible.

La mitad de m¡ imperio te daré.Nada á tu anhelo le será imposibleSiendo yo rl paje que estará á tus pies.— Dálo á tu e,p,sa . ;•quiero vo grandeza?Prelicro más mi honor que la vileza.

Karina respondía.

-Pues . rn-r : si no atiendes á mis malestú. Karina . te verás

En tonel erizado ele puñalesQue á golpes mis esclavos rodarán.--Silo haces, mi Madre Inmaculada.No me tendrá por débil ni culpada.

Vinieron los esclavos.Y Karina valerosa fue puesta en el tonel.En tanto que del cielo bajaron dos palomas . ..

Y que luégo fueron tres:Y vióse al mismo tiempo

Dos cuervos del infierno que al dirigirse al reyLo arrebataron hoscos, se lo llevaron lejos

1 - que luégo fueron tres.

sIM6v RIFAS.

UN R F_::_ CUE: RC70siempre, pero no por ciertos dejos, que al pre-

—Luego de un instante de silencio, parecesente recuerdo extraños como las frases .

que sintió el peso de mi cabeza que, de há ratoy de sienes . descansaba en su hombro : porque

—Yo tampoco entienda Eso me parece une ciñó el talle con los brazos• v me besó, notan raro' Yen fin c . . . .

ya en la frente : me besó los labios.

CredoTras la desolación de mi ateísmo

vino una creencia redentora : creoen el irreprochable paganismode un seno que acaricia mi deseo:en un talle nervioso que se quiebramaravillosamente soberano,con la ductilidad de una culebra.bajo del sortilegio de mi mano:en unas manos que ciñeron rosasá mi esperanza fugitiva. brevesmanos pálidas, manos bondadosaspara la unción de las caricias leves:en el prestigio turbador de un flanco.Y en el bese fantástico de unaWrgen que supo de mi sueño blancobajo el diáfano hechizo de la luna

Si á lo .11erodr su tocad8 aliña.mi diosa es una evocación paganaque en su glorioso amanecer de niñamostrara un vago atardecer de anciana

Albor piadoso de nupcial estola,mansedumbres ingenuas de cordero . . ..As una como dalia que se inmolaen el borde de un mágico florero.

En su adorable beatitud extrañadonde el aroma mundanal persiste.es la inmovilidad de su pestañala enunciación del pensamiento triste.

1i¡ Polimnia—serena pesimista--á la interrogación de mi deseopara que diera su opinión de artistasobre mi dios, ruborizó la vistay avergonnda respondióme :--('reo.

it . MORENO

Ybien. ¿Acudiste ála cita 1

—Sí. Descalza, y bajo lasestrellas, en la media noche,

llegué al sitio aquel que más umbrosameutesourbrean los granados del jardín . Allí me es-perába El. sentado en un escaño vecino á lafuente. Me tomó las manos, que tenía temblo-rosas como mi corazón, y luego de besarme enlos cabellos . me dijo . paso, sobre la frente:

aTontuela!>Recibí el adjetivo con amor y sumisa, como

si la virtud de aquel nombre me hiciese débil yprotegible como una flor. F/ me dijo, insinuan-te y suavemente, oprimiéndome más en lasmanos:

«;Qué-paso venías por la calleja! Ille pare-ciste una visión amiga, blancay ellas¡ transpa-rente en el claro de lunal . . . . Sabrás: ve soymuy raro, y como tal, hubiera deseado que losinstantes en que te acercabas se hubiesen de-tenido, perennes, contrarios al tiempo: sólopara mirarte á tí—sombra, encantada á. lo lejos.impalpable y fabulosa bajo el claro de luna•ante los ojos, siempre ante los ojos. como unasoñación de esperanza . . ..

eTe acercaste, g r/ rn mulo .ca /,o rlexraerrirLa>Y agregó:<Te tengo entre los brazos : puedo besar

te me estrechó y me besó— ; pero siento quealgo ha huido de tí hace unos instantes, nadamás, con tu sombra que, ahora, bajo la umbríaya no proyecta la luna en la vía de plata queforma por la calleja de granados . Tú y yoéramos otros en esos instantes : tilen la visiónque yo tuviera de tí ; yo, en mi cuasi místicacontemplación de vidente .>

Dijo después, indicando el lugar por doucleyo pisara :

-aEnla tierra húmeda sólo han quedado las

huellas: alguien ha huido .»No le entendí . Su voz era dulce para mis

oídos ; dulce por ser casi idéntica á su voz de

--Te amo' le murnniré.Y buscó mi mejilla la suya.Se redimió : tuvo ngrrelLs caricias : las de la

primera cita.IF,lbrsiguió, como hablándoleásurectierdo:¡%'u ru nrprel mivun, Lrsu .pu rnnrrn ut iz Ir .-

-Y. . . . :, curioseó la íntima.—Y cuando con rnis brazos me apreté mu-

cho á él .—narró Fl/n,---se deshizo de mi abra-zo . muy suavemente• coleo con piedad. Y en-tonces, sólo su mano estrechó una de las mías.

—Ah . . ..--aLa tierra es húmeda .—dijo EY. v prosi-gu¡ó. casi decorando :—y- tus pie, desnudos,estarán. fríos . . . .»Si voz temblaba . ;Algo nie dijo que

luchaba contra nn deseo, sollozando en lo ín-timo'Entonces sí le entendía:—Sí' afirmó la amiga.—Se paso de pié.—si,1irid , Ella . —memmri-

c•ió los cabellos ; ele nuevo losó sus labios enni¡ frente.

--aAdiós , amadas me (lijo.Y se alejó por la avenida de granados.

noble, y pálido como la moche pálida.inca niás le he vuelto á ver.

Y Ella agregó. con dolor y deseo-- ;Al)! Si entonces alguien le hubiera di-cho_- Eh r dijo lr íntima.—Nada . . . nada ..La arraiga la interrv>gú )ir., vez con elrostro,Y 61h, palideció vivnnreute.

s .eoror.no ur LA ROSA .

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El Heraldo dEl lstmo -223

La Ley del RitmoW"'11 :»„ne :(,»)

II

}~ STO no quiere decir que encastellano no existan piés rné-tricosicos ni que sus combinacio-

nes puras no produzcan versos rítmi-cos y musicales ; lo contrario ha sidocumplidamente demostrado por elespaflol don Eduardo Benot- el bo-liviano don Luís Quintín Vila y elchileno don Eduardo de la Barra,conquistadores los últimos del paísdescubierto por el venezolano donAndrés Bello; los trabajos de estoscuatro maestros marcan los límites 'avanzados de la ciencia, siendo losdel académico Benot los más valiosos

S/ que pueda encontrarse.Los piés métricos en -nuestra ver-

sificación, resultarían formados por dos ó tressílabas• acentuada una é inacentuadas las otras.Se ha reducido sn número á cinco y se las hadenominado así:

Tr„gv-o, compuesto (le dos sílabas : sólo laprimera acentuada.

I ínn Lo. dos sílabas ; sólo acentuada la se-gunda.

Dáeliln, tres sílabas: sólo acentuada la pri-mera.

:bjil,rnen . tres sílabas: sólo acentuada lasegtmda.

d,u/pest,, . tres sílabas ; sólo acentuada latercera.

¿Puede decirse con ésto que está explicadoel ritmo del verso! No con mayor acierto quesi se dijera que está descubierto el principiovital porque la anatomía y la fisiología ense-ñan que la falta de ciertos órganos torna impo-sible la vida de determinados seres y la concu-rrencia de tales otros la sostiene.

Lo único que se ha hecho es desarticular lafrase melodiosa, para examinar aisladamente suscomponentes y asentar la doctrina de que tinascombinaciones de disílabos y trisílabos son har-mónicas y otras inharmónicasy- que la serie deversos sigue la misma ley. Contra esta doc-trina han protestarlo implícitamente los inno-vadores, la mayor parte de los cuales— casi to-dos—ignoran ciertamente en que consiste supropia rebelión. porque no conocen bien las teo-rías que tratan de destruir ó de desvirtuar consus obras. lo que no impide que sean muy felicesen algunos casos y muy dignos de estudio entodos, si la naturaleza los ha dotado de apti-tud suficiente para distinguir la música de cier-tos períodos. y si esa aptitud ha sido desaaro-Ilada y afirmada por la práctica . con la compo-sición y la lectura.

Y basta para comprobar que no son indis-pemsables los principios para el perfecciona-miento del arte, el hecho solo de que los poetasde lengua castellana desconozcan la verdaderaley del ritmo y hasta la hayan consideradoidéntica á la que presidía la versificación gre-co-latina—lo que es peor que la ignoranciaporque es el error—no obstante ho cual la ver-sificación se ha enriquecido lentamente du-rante el curso (le los siglos.

Pero la utilidad es cosa secrmdaria y nonos detendremos en ella• como no sea para exa-minar el ritmo producido por la metodizaoióndel empleo de los piés métricas, resultado prác-tico de tan profundos estudios . (1)

El verso para ser perfecto- requiere tan solola acentuación intensa en (los, tres 6 cuatro desus sílabas que ya estén acentuadas prosódica-mente; la distribución conveniente de las pau-sas; el empleo de palabras de sonido agrada-ble; la ausencia de acentos inoportunos y de lastituladas licencias métricas y el alejamiento desilabas iguales ó semejantes, salvo en determi-

(1) su autor es el señor don Eduardo nea g l, quien haPropuesta una vendaeación constituída exc)ueiv .nmente norton cines piés métrico, de que humo= hablado . ErNicu ydefiende nu Proyecto Mn talento y e)eucia vaafismgx .

nados casos . Examinando un verso que reunaestas condiciones, se encuent ra casi siempre

dicen algunos maestros—que está for-mado por troqueos, yambos, dáctilos,- anfí-bracos y anapestos, solos ó mezclades . Si lacombinación del primer verso es pura y se con-serva invariablemente en todo el poema ó, porlo menos, en toda la estrofa ó estancia, se ha-brá aplicado el sistema de la versificación porpiés métricos. De un pié métrico se puede pa-sar á otro análogo .

la energía, la música ó la onomatopeya de lacombinación.

La cadencia especial que resulta de la si-tuación de los acentos en un número determi-nadó de palabras, es un fenómeno que no ha teni-do explicación plausible—sobre todo cuando serecuerda que el compás es innecesario dentrode un verso—pero con explicación ó sin expli-cación, no puede negarse; como tampoco puedenegarse que el número de oídos que no la dis-tinguen es inmensamente superior al de los

Este ingenioso artificio tiene el defecto de que se deleitan con ella .

Nos concretaremos ála monotonía que resulta de la acompasada determinar los casos en que esa cadencia escaída del acento en períodos muy peque$os . cierta, esto es, los casos en que hay verso .

YCiertos himnos y otras poesías destinadas al entraremos así, de lleno, en el verdadero cam-canto, rara vez gratas en la lectura, confirman po de las innovaciones.esta opinión .

No obstante. se ha conseguido- Con iunnovaeiones incesantes se ha forma-darle variedad y hasta tina música agradable y do el tesoro de nuestra métrica.

Después dellena de atractivo. mediante la feliz distribu los balbuceos del »trs•er de ioglarí». y de los in-ción de las pausas—para lo cual se ha hecho ca- formes alejandrinos de Per Abbat . pareció la-so omiso de la regularidad en la medida silá- bor de maestro rimar por si/knlax cnutndns, enbita—el empleo oportuno del hiato y la sinale- las que la acentuación es casi regular y no in-fa ; a)bwnos desvíos . muy mesurados, del ritmo, grata al. oído.

Innovan el arcipreste Juau Ruizy, por último, el uso arbitrario de la rima, que y los poetas que :le signen en el siglo XIV yofrece su refuerzo musical á la estrofa en pe- preparan cú el siguiente la abundante cosechariodios desiguales.

Así se ha ennoblecido á los que nos han dejado el judío Baena y los de-odiosos decasílabos anapéstces y á los eneasí- más recopiladores ; innovaciones árabes y pro-labos anfibráquúcos, y es ésta una conquista de venzales hicieron posibles ciertas joyas poeti-los innovadores modernísimos que han perfec- cas del siglo XV, y el caudal fue ya en la pri-cionado el nuevo sistema suprimiendo su in- mera mitad del XVI bastante rico para que seflexibilidad. armaran en su defensa los Villegas y los Cas-

Antes de que se hubiera lanzarlo la idea de tillejos contra extranjeras importaciones.sistematizar así la versificación, algunas estro- Innovan

los pehvn•q»i.slas,

los poetas de. lafas castellanas presentaban torras las

coudicio- edad de oro y hasta los del infecundo siglones que requiere el sistema .

Sus autores se XVIII, y, por fin, los románticos ganan la ba-habían guiarlo simplemente por el oído, que nó talla del ritmo en las más formidables de laspuede engatlarse. por lo ménos en el compás. revoluciones literarias.cuando es el de un mediano rimador .

En esto. El verso y la estrofa se han mantenido co-corno en

todo lo que á la poesía concierne, el mo los dejaron Espronceda, el duque (le, Ricas.poeta crea y el literato clasifica y metodiza. Gertrudis Gómez, Hartzembusch y sobre todo

Zorrilla, el más insigne versificador que hayaIII producido Espafía .En último análisis, el verso viene á caer

bajo la definitiva jurisdicción del acento, y alestudio del acento debe consagrarse principal-mente la,métrica castellana, porque és condi-ción de existencia . siendo accesorias las demásy (festinadas á producir 6 aumentar la gracia .

Examinemos los diferentes versos, ensa-yando su reducción posible á piés métricos.

El disílabo . Es rm tocaico; pero puédeestar formado por una sola sílaba y entoncesno tiene denominación clásica posible . porque,en realidad. el verso castellano termina en el

NDF,VO LOCAL DE -A LA VILLE DE PARIS" . — UNA VISTA INTERIOR

Page 8: EL HERALDO DEL ISTMObdigital.binal.ac.pa/.../heraldo/heralfebrero1906-2.pdfEl Heraldo dEl Is.,mo.218 El hombre de los perros} L hombre de los perros El de aguas trajo un amigo que

E1 HEraldo dEl Istmo,224

último acento, razón por la cual es indiferen-ts~ne después de 61 haya una sllaba 6 dos 6ninguna; su cadencia es siempre perfecta ; demanera que una sílaba acentuada, al final deun verso, lo mismo puede llenar las funcionesde un troqueo que las de un dáctilo, bien enten-dido que no nos referimos á las prosodias grie-ga y latina sino á la castellana,

Todos los versos de sílabas pares—tetrasí-labo, exasílabo, octosílabo, etc. pueden ser tro-caicos puros ; pero no deben necesariamente ser-lo ; es decir, no necesitan tener acentuadas to-das las sílabas impares. Basta- : con que lo estéla-penúltima sílaba, cuando se trata de versosde arte menor; la tercera, la sexta y la novenacuando se trata de decasílabos anapésti-cos, ete. etc.

El tri,+ílübo . Fa un aufibráquico . Puedenserlo los versos de seis, de nueve, de doce y deun número indefinido de sílabas, pues no haylimitación con el sistema de los piés métricosiguales, ya que todos los versos son suscepti-bles de redu°irse á la unidad 6 prolongarse sinmás términos que la fatiga del Dído y las nece-sidades de la ríma .

-Felizmente, es posible componer exasíla-

has que solo exijan un acento, eneasílabos har-moniosísimos acentuados en la cuarta 6 en latercera y dodecasílabos formados por hemis-tiquios iguales o diferentes.

El tetrasílabo. Es un anapéstico ó un tro-caico (dos troqueos .)

El pe]í "labo. Está compuesto de un dác-tilo y un troqueo, 6 de dos yambos, ó de un an-fíbraCo y un troqueo, etc.

El exasílabo. Está compuestro de tres -tro-queos, 6 de. dos aufíbracos, 6 de un anapesto .yun anfibraco . etc.

El le4ptasflalin. Tres yambos, 6 dos anapes-tos, 6 un dáctilo y un anapesto, etc.

1;1 octosilabo . Cuatro troqueos, 6 tres dác-tilos y un troqueo, 6 un anapesto y dos yam-bos, etc.

pero los versos de menos de nueve sílabas norequieren otro acento que el común á todos : elde la penúltima; los demás, Como se sabe, sonlimpstatitos, de manera que ninguno de ellosestá necesariameate compuesto de piés métri-cas, digan lo que quieran tratadistas insignes áquienes obsede el sistema . Puesto que los acen-tos accesorios, que suelen aumentar la harmo-nía, no son indispensables, si se quisiera á todotrance (lividir•eatos versos por pie, habría queaceptar los pit•]•iquios (dos sílabas inacentuadas)y los iríbacos (tres sílabas inacentuadas .)

Estúdiense estos cuatro exasílabos:Fofa]]. alegres—Tirsis de Prrsallrs—la.< tl,

. l<rrrrciones—de sus cab'rlleros.

El primero está formado por dos aufíbra-cos y ese ritmo inicial—acento en la segunda yen la. quinta—no vuelve á aparecer; el segundoverso tiene acento en la primera y quinta, eltercero y cuarto solo en la quinta. Con talesvariantes el poeta ha. producido una música.nueva, en que el ritmo de la serie solo existepor el último acento y 1l número de sílabas decada verso . Los cuatro exasílabos aparecen enel poema como dos dodenasílabos, y resulta asíque solo un hemistiquio es anfibraquico puro,estando compuesto el segundo por un dáctilo yun anfí'nraco. En los otros dos, salvo median-te una prosodia destructora, es preciso recono-cer que hay cuatro sílabas inacentuadas se-guidas.

Formañdo un verso con la combinación dedos 6 tres de éstos, que pasarían á ser partes deun conjunto y desconociendo la necesidad demantener el ritmo inicial, puede obtenerse pe-ríodos musicales, que aisladamente 6 mezcla-dos con oteros de ritmo poro, sean agradables aloído : he ahí uno de los principios en que se ba=san las innovaciones.

.11eefa la encolo y el sauce gitejaniil i «oeo riento

Como este verso comienza con tres anfíbra-w3, el oido se acostumbra en él al ritmo de unasílaba acentuada -seguida de dos sin acento:pero se encuentra de pronto con tres inacen-tuadas, porque no es un verso anfíbraquico puro,e3mo parecía La rutina. el hábite, lo llevan á

exigir el acento de la undé, :ilna sílaba, y, comono se le encuentra, se declara que el verso estámal acentuado. No es verdad, porque las dosúltimas palabras forman un exasílabo perfectoy no hay ley que obligue á seguir el rítlnoinicial.

Obsérvese que suprimido el tercer anfíbra-co, los dos exasílabos que quedan son harmo-niosos .

~ll('CLü IrL CI]Ci]/!Il

CJnej]n]lbroso tiro]/n.

Más notable es el efecto cuando el verso.así combinado, aparece entre dos constituidospor piés métricos puros. ¿Pero el período mu-sical resulta grato ó desapacible: Porque nobasta probar que no se ha infringido una regla:es - necesario además, que el resultado sea sa-tisfactorio . Y lo es, según nuestra impresión.porque el ritmo regular no constituye toa ne-cesidad dentro de cada verso.

\IES FREYRERICArDO JtiI.

;Oh. mis p rijar)s m :;rin)s:

NOTAS

7Buella o>Jortultíbab

De la famosay bien conocida

i-~fábrica AlexandrePere & Fils, deParís : . han recibido los señores

Agentes en Panamá, Endara y Cía . .

1una nueva remesade pianos fabri

cados con esmero especial para los

" 'países tropicales.

Hablando hace algunas noches

~~` i

en el Club Internacional con per-'

sona apta sobre la materia y con

- ( ;~

respecto á los pianos de que trata-

1 `

mos; nos decía•

Yo los considero los mejores

~t~que hasta ahora han venido á Pa-namá. Son bonitos, con fuerte telar,

metálica en el respaldo para 7i-

:` a,

brarlos de la polilla, con apagado-

¡jres automáticos que no se pueden

`-I

endurecer y además con un meta-

¡ l j!r'"nismo especial en los pedales que

.ievita la entrada á los roedores .

' `11k,

Rica madera de palisandro sir-

ve para la casay bien sabemos que

i'

este material ni se crece, nise as-

' C.~yE ;

tilla ni es frágil .

;, ,

.~ :'

De la belleza artística de los

r

-

pianos da una buena idea el foto.=_ ' j'grabado que publicamos .

_

-_Es nuestro mejor deseo que sea =- -

aprovechadapor nuestros lectores =~la oportunidad que se lespresenta de adquirir por solo 400 peso ; un los-trumento completo. admirable y magnífico.

~graíbecíbosEn atenta esquelanos participa nuestro ami-

go don Mariano Sosa, 2? Capitán de la PolicíaNacional, su enlace con la bella i- virtuosa .eño-rita Carlota López, verificado en Aguadulce eldía diez y nueve del mes en curso.

Agradecemos la fina atención y deseamo .: alnuevo matrimonio toda clase de . felicidades.

Epísodios venezolanos, Los oríentales- n originalísimo orosador, Pedro Sondereg-

ger, nos decía, entre sonrisa v sonrisa, teniendoen la mano el .libro del señor tosta García:

"El título de esta obra hace pensar en vete-`ranos ensordecidos por el tronar de los ca-"fiones, en lanceros formidables fantásticamen-te heróicos . Y en-llanuras verdes infinitas sal-picadas de - flores extrañas y bellas: pero ]a

"obra misma revela que su autor sufre de me-diocridad, que es una enfermedad sagrada, por-:que hace felices á los hombres . Se necesita te-

•'ner todo el valor de Páez para publicar una no-- "vela romántica y trivial, como Las arienlaIcs, en"estos tiempos, en que sólo la novela psicológica,"sabia - delicadamente escrita, que tiene todas°las pálidas brillanteces de una joya quese labra-se para adornar el seno de una amable duquesa.

"logra satisfacer el gusto demasiado refinado de"los pocos que saben. leer."

$atemos nuestras las palabras del amigoSanderegger.

tRa,a que inuereDe Buenos Aires, Y con atenta dedicatoria.

nos envía el gran poeta Eugenio Díaz Romero'supoema dramático Raza que nmere, del que ofrece-mos ocuparnos en el próximo número. -

Pot ahora nos concretamos á agradecerle elenvío .

Mis pájaros marinos

Elba %iricaCon este título--que lo dice todo--ha publi-

cado el joven caraqueño Luís Correa un menudotomo de versos que prologa con su prosa másingenua Jesús SempruM . haciendo una presenta-cion tímida del joven intelectual á quien no va-cilamos en reconocer dote, artística- y Hora poé-tica en gestación-

El tomito--la primera vanidad de autor se-guramente—contiene quince composiciones, al-gunas de ellas apreciables . Faltan si . en eset-abajo de detalle, la nota sonora, el verso mag-no. pero sería demasiado exigir en las primiciasde un adolescente.

Correa debe continuar estudiando, escribien-do, trabajando, con £é y afán, si quiere que elAlba se torne en Mediodía radiante . En Arte.muy al contrario de lo que sucede generalmenteen la vida, el primer paso es el más fácil, puesluego cada día exige un avance hacia la alturapor caminos cucas dificultades van en progresiónsiempre. Y los débiles se cansan y los ineptosquedan perdidos en la; revueltas v vericuetos.Procure . pues, el nuevo porta-lira no cansarseni perderse bajo el manto compasivo del olvido.

Jsuen oustoBelardino Ponce, en su deseo de ofrecer

siempre novedades á sus favorecedores, ha traí-do una gran cantidad de preciosas estatuas deterra-cotta . alhajas exquisitas y de valor y ob-jetos artísticos del mejor gusto . que exhihe en lahermosa vidriera de su acreditada joyería, lacual presenta, durante la noche sobretodo, ungolpe de vista atractivo p seductor.

aconsejamos á los amigos de la, cosas buenasque hagan una visita al establecimiento del ami-go Ponce, en la seguridad de que podrán satis-facer el más caprichoso deseo artístico.

1?u los tolo, blanquecino-Dt la tarde misteriosaSe

vislumbran snn Huela-torva+ . rsalus . Entm ,les.Que parecen ogros negros, cuestionantes y fatales]stampado-, en lo, cielos por la mano poderosaUe ignorado: adivino :.

Reconúcelos, e\dejara : S)n mis pájaros marinos,sur mis eau to. amnrnsos . con mis loeon medri¢ales . . ..Can yn1 :111d0 A tu YCn18IlA. ruu VV1J11(10 l-ntamente.-\ poner un brso rojo en la pulpa floreciente,Pulpa túmida y gloriosa . ele tus labios venusinos,

Son mi, pájaros marino,.Que bañándose en las nubescoloridas de topacio,Can vni:mdo u ,, a-nLmx_ yvu volando :í tu Pnlací0 . . ..n :V•n:, Adn :u1 ;, Von n]s mmus 1 n us rreaas masistniex.Qnr r•1 eon,netu d ru . d -Jo rU-d'+~ (rí uilo+ v Hnr,n.7 lornal' álllo más herino,0 .Tornarálos inmortales . . ..;Ch. luis ant), amoros]s';Ch . ni, latos madrigales '

1~Fnao SgNDEREGGER.