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EL ESPÍRITU SANTO EN EL APOCALIPSIS: PNEUMATOLOGIA Y ESCATOLOGÍA Héctor H. Salazar Cayuleo [email protected] Universidad Adventista de Chile I Proemio A) Contextualización y estado de la cuestión. Con la llegada del Espíritu a través de la vocación profética de Juan el Bautista y particularmente el ministerio de Jesús no tan solo se re-estructura el flujo de comunicación de Dios con el hombre si no que – en palabras de F–X Durrwell – “en todas partes en donde nace la iglesia interviene el Espíritu; es siempre el Espíritu de los orígenes1 . De esta forma, señala E. Kamlah, el Espíritu Santo ha sido dado a la humanidad cristiana por mediación de Jesús 2 . El Espíritu no llega sin la intervención del Hijo. Según el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es alguien que pertenece al fin de los tiempos - escatología. Ha sido dado en el presente a los que creen en Cristo. Transforma desde ahora nuestro hombre interior. El Espíritu que ya está actuando en “nosotros”, es pues una prenda del futuro. Pablo lo llama “arras” o “primicia”. Por eso Pedro en Pentecostés lo interpreta como un signo de que “los últimos días” han llegado. A partir de este momento, el Espíritu santo ya no se apodera de una persona – profeta – sino de una comunidad entera (cf. Hech 2:17 s.) Es pues el Espíritu Santo un ser que nos sobrepasa, ya que nosotros vivimos y pertenecemos todavía en una época presente. Mientras al presente vamos siendo trasformados interiormente por el Espíritu, Dios mismo está actuando en nosotros. ¿Cómo actúa Dios en nosotros? Capacitándonos para combatir con la carne, que es el gran enemigo del Espíritu. 1 1990. El Espíritu Santo en la Iglesia. Ediciones Sígueme, Salamanca. p. 83. 2 Coenen, L - Beyreuther, E – Bietenhard, H. 1982. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. “πνεΰμα”. Ediciones Sígueme, Salamanca. 2:140s. 1

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EL ESPÍRITU SANTO EN EL APOCALIPSIS: PNEUMATOLOGIA Y ESCATOLOGÍA

Héctor H. Salazar [email protected]

Universidad Adventista de Chile

I Proemio

A) Contextualización y estado de la cuestión. Con la llegada del Espíritu a través de la vocación profética de Juan el Bautista y particularmente el ministerio de Jesús no tan solo se re-estructura el flujo de comunicación de Dios con el hombre si no que – en palabras de F–X Durrwell – “en todas partes en donde nace la iglesia interviene el Espíritu; es siempre el Espíritu de los orígenes”1. De esta forma, señala E. Kamlah, el Espíritu Santo ha sido dado a la humanidad cristiana por mediación de Jesús2. El Espíritu no llega sin la intervención del Hijo.

Según el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es alguien que pertenece al fin de los tiempos - escatología. Ha sido dado en el presente a los que creen en Cristo. Transforma desde ahora nuestro hombre interior. El Espíritu que ya está actuando en “nosotros”, es pues una prenda del futuro. Pablo lo llama “arras” o “primicia”. Por eso Pedro en Pentecostés lo interpreta como un signo de que “los últimos días” han llegado. A partir de este momento, el Espíritu santo ya no se apodera de una persona – profeta – sino de una comunidad entera (cf. Hech 2:17 s.)

Es pues el Espíritu Santo un ser que nos sobrepasa, ya que nosotros vivimos y pertenecemos todavía en una época presente. Mientras al presente vamos siendo trasformados interiormente por el Espíritu, Dios mismo está actuando en nosotros. ¿Cómo actúa Dios en nosotros? Capacitándonos para combatir con la carne, que es el gran enemigo del Espíritu. La carne es también, la mentira y el error, como el Espíritu Santo es la verdad.

El Espíritu Santo enseña, más todavía, ilumina nuestro entendimiento, nuestro pensamiento, del mismo modo como santifica nuestra voluntad, nuestros actos. El Nuevo Testamento enumera tres situaciones en las cuales el Espíritu santo nos habla 1) cuando oramos; 2) cuando confesamos nuestra fe; 3) cuando nos consagramos a la sabiduría de Dios, a la teología.

Vosotros diréis ¿entonces los teólogos son los únicos capaces de ser dirigidos por el Espíritu Santo en toda la verdad? Ciertamente, no.

1 1990. El Espíritu Santo en la Iglesia. Ediciones Sígueme, Salamanca. p. 83.2 Coenen, L - Beyreuther, E – Bietenhard, H. 1982. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. “πνεΰμα”. Ediciones Sígueme, Salamanca. 2:140s.

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Hay también revelaciones directas. Y éstas están al alcance de todos los que poseen el Espíritu Santo, incluso de quienes no tienen estudios. A ellos se refiere Jesús cuando da gracias a Dios por haber revelado estas cosas a los niños (cf. Mt 11:25) También Pablo, recibe revelación directa sin que mediara reflexión teológica (cf. 1 Cor 12) Porque el Espíritu en cuanto a Espíritu de verdad, actúa de dos formas: a) directamente en forma de revelación, de inspiración espontánea. En forma de revelación puede ser concedida a todos por una gracia excepcional; 2) el Espíritu actúa mediante la razón que él ilumina. Este modo de actuar presupone la reflexión, reflexión de los teólogos y de aquellos a quienes éstos la comunican. No todos los fieles pueden por sí mismos realizar la tarea teológica para lo que se necesita un carisma y una preparación un tanto especial, digamos específicamente, técnica.

Pero ¿cómo devienen los estudios de pneumatología en la teología adventista, hoy? Los estudios de la teología adventista muestran trabajos no centrado en el Espíritu Santo, sino más bien, orientado a una cristología. Puede avisarse que en los inicios de la década de los noventa, el paper de Jack J. Blanco, intitulado “The Historicist Interpretation of Prophecy: Its Present Relevance in the Light of the Holy Spirit”, contiene una riqueza significativa, ya que apunta auna historicidad-revelativa del Espíritu en el alborear del movimiento adventista: a) El Espíritu aparece ajustando la orientación interpretativa de la teología adventista en su inicio; b) la obra del Espíritu no tiene género, sino que busca una disposición del adorador; c) Dios, amonesta a la comunidad de creyente a “oír/listen” lo que el Espíritu dice a la Iglesia; d) la Iglesia de hoy, necesita además de los dones del Espíritu, su guía; e) el movimiento adventista no ha de atribuirse a la metodología humana o estratagemas que busquen limitar la influencia y obra del Espíritu en dicho movimiento, y finalmente f) el Espíritu utiliza una variada metodología comunicacional, todas ellas extraídas de las Escrituras3.

Sin embargo, puede rescatarse para el año 1997 en los ensayos presentados en honor a William H. Shea, al menos uno en todo caso, breve. En efecto, Larry G. Herr, presentó un tema intitulado: “Polysemy of Rûah in 1 Kings 22:19-25”4. Dos conclusiones significativas: a) la significancia intencional vocal de rûah, es gravitante para definir si en caso, el término conlleva la idea de “viento” o bien, “espíritu”. Y, b) los conectores terminológicos de rûah YHWH son determinantes en el lenguaje del profeta para construir a veces una terminología única.

En el Simposio del año 2000, realizado en Cochabamba, Bolivia, titulado: “Entender la Palabra: Hermenéutica Adventista para el Nuevo 3 Blanco, Jack J. 1991. “The Historicist Interpretation of Prophecy: Its Present relevance in the Light of the Holy Spirit”. Journal of the Adventist Theological Society. 2/2, pp. 67-80. 4 Merling, A. (Edit.) 1997. To Understand the Scripture. Essays in Honor of William H. Shea. Archeological Publication Department of the Andrews University Institute of Archeology. Berrien Spring, Micchigan. pp. 29-31.

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Siglo”, no existe ni un trabajo orientado hacia el Espíritu Santo, agente por el cual, conocemos las Escrituras. Los intentos de Efraín Choque, con ciertas galimatías, son ciertamente esfuerzos significativos. Concluye Choque en su análisis de Lucas 1:1-4, que el Espíritu Santo, impresiona la mente para una determinada manera de actuar y de compilar documentación asertiva y veraz en la composición canónica del Nuevo Testamento5.

Un sintético pero detallado resumen de Ron E. M. Clouzet, respecto a la personalidad del Espíritu, es significativo. El documento se intitula: “The Personhood of the Holy Spirit and Why it Matters”6. Nos concentramos en las conclusiones7: a) El Espíritu es el parakletos enviado a la tierra para interceder por ella (cf. Rom 8:26, 27); b) Su función es hablar y orientar hacia las Escrituras; c) Aunque se encuentre 88 veces en el Antiguo Testamento y 325 en el Nuevo Testamento con todo, el Espíritu dice de sí, muy poco, no obstante en aquella humildad no hay conflicto entre sumisión e igualdad; d) La actitud, digamos cooperativa del Espíritu hacia la Iglesia – dones – y su marcado liderazgo no busca centrarse para sí, sino hacia Cristo. De este modo – finaliza Clouzet – el Espíritu no es una impresión mental, él es por el contrario, una guía para la mente humana.

Los planteamientos de W. Whiden, J. Moon y J. W. Reeve, respecto al Espíritu Santo en su paper, Trinidad, no pasan de ser comentarios de carácter homiléticos con una fuerte dependencia teológica protestante. Por otro lado, habrá que señalar a favor del mismo documento, la parte histórica que construye, mejor re-construye una trinidad olvidad en su contextualización general8.

Bien que también en el Tratado de Teología Adventista, el trabajo de F. Canale, encalla en una visión ahistórica trinitaria, particularmente cristológica, tanto vetero como neotestamentaria. A ello se impone una cierta dialéctica del escritor al yuxtaponer, un suceso ahistórico de la

5 Alomía, M. – Klingbeil, G. – Klingbeil, M. – Torreblanca, J. (Edit.) 1999. Entender la Palabra: Hermenéutica Adventista para el Nuevo Siglo. Segundo Simposio Bíblico-Teológico Sudamericano. Cochabamba, 29-31 de Octubre. Efraín Choque. “Cómo Funciona la Inspiración cuando el Escritor Solamente depende de la Investigación? Un Estudio Hermenéutico de Lucas 1:1-4”. pp. 311-322. Se advierte como paradójico, al menos que no se encontrase en el Simposio en Honor a Hans K. LaRondelle – “O Futuro: A Visâo Adventista dos Últimos Acontecimentos, 2004 – por cierto de carácter, eminentemente escatológico ni un trabajo en relación a una pneumatología escatológica. 6 Clouzet, Ron E. M. 2006. “The Personhood of the Holy Spirit and Why It Matters”. Journal of the Adventist Theological Society. 17/1, pp. 11-32. 7 No sin adentrarnos al menos en las sospechas al vincular la Deidad en características de sociedad. Por cierto – Clouzet – salva la diferencia al enfatizar que “Not a group of Gods but a union of three Persons who practice and express perfect love in perfect humility”. p. 27. 8 Whiden, W. – Moon, J. - Reeve, J. W. 2007. La Trinidad. ACES, Buenos Aires, pp. 73-84.

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deidad con la manifestación histórica del Espíritu. Hay aquí una cierta vaguedad interpretativa9.

En el caso de John T. Baldwin, “La Fe, la Razón y el Espíritu Santo”, las expresiones «fe», «razón» y «Espíritu Santo», se hallan más bien orientadas hacia una hermenéutica sobrenatural de la angeofanía, más que una pneumatología. Por otro lado, la esencialidad que dispone a un Espíritu como medio que obra no desde la razón, sino, desde fuera de ella, y de menara contraria a sus leyes, como lo es, la fe no aparece desarrollado por Baldwin. En un sentido claro, la fe se dispone como método, tanto como un medio para que la razón se oriente espiritualmente – si en caso aquello es posible no sin el escándalo de la razón - en el suceso consciente del quehacer cristiano10.

En su Systematic Theology, Norman Gulley, se adentra a un sucinto comentario semi-exegético del Evangelio de Juan 14-16, donde cree sostener la personalidad del Espíritu. Sus conclusiones generales son: a) La orientación textual e intertextual, determina la personalidad del agente divino, es decir, allos – otro – hetero –diferente – son significativos en una exégesis pneumatológica; b) Cristo y el Espíritu son en sí, una expresión de Dios11.

Marcos de Benedicto, en su artículo, “O Espíritu da Missâo: Um Paradigma Pneumatológico para a Atividade Evangelizadora da Igreja” ha construido una disposición al menos exhaustiva – a mi juicio – de la realidad pneumatológica de la misión. Es evidente que De Benedicto es consciente de que los trabajos tocantes a este quehacer pneumatológico-misionológico-escatológico, quedan relegados a una cristología que, aunque fecunda con todo no se centra en la naturaleza misionológica del Espíritu12.

Últimamente en el año pasado, L. Caesar, escribió un ensayo intitulado: “El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento”13. Habrá que señalar de inmediato que el trabajo de Caesar, consta de una buena estadística sobre la expresión Rûah YHWH en el Antiguo Testamento. En la estadística – pp. 246-248 – Caesar llega a la conclusión que únicamente se hallan 26 textos relevantes con la expresión, Rûah YHWH. En su análisis de los textos, concluye que:

9 Reid, George W. 2009. Tratado de Teología Adventista del Séptimo Día. . F. Canale. “Dios”. ACES, Buenos Aires. pp. 121-179.10 Reid, George W. (Edit.) 2010. Entender las Sagradas Escrituras. ACES, Buenos Aires. pp. 19-32.11 Gulley, N. 2011. Systematic Theology. God as Trinity. Andrews University Press. Berrien Springs, Michigan. 2:16-19. También del mismo autor. 2006. “Trinity in the Old Testament”. JATS. 17/1, pp. 80-97.12 De Souza, E. B. (Edit.) 2011. Teología e Metodología da Missâo. VIII Simpósio Bíblico-Teológico Sul-Americano. Seminario Adventista Latinoamericano de Teología, Cachoeira, Brasil. pp. 267-323. 13 2012. Theologika. Revista Bíblico-Teológica. Vol. XXVII, Nº 2, pp. 245-266.

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“En cambio [Rûah YHWH] es un poder transformador que hace de una persona lo que antes no había sido. (…) La transformación personal que permita al ser humano vivir en armonía con la voluntad de Dios es el milagro de Dios mismo”14.

El ejercicio se establece con el nexo Rûah YHWH y Rûah Eloim en donde hay un equilibrio de ambos conceptos en la literatura de los libros históricos. Pero en las conclusiones, Caesar, cae en cuenta – normal por cierto – en no hallar una terminología adecuada para definir al Espíritu de Dios. El problema se acrecienta cuando señala:

“Mientras Dios buscaba la liberación de su pueblo, ellos se le oponen, se rebelan, enojan al Espíritu Santo. Él se vuelve su enemigo: por ser persona, el Espíritu Santo puede ser enojado, decepcionado, contrariado”15.

Nos consultamos si el autor estaba consciente de su declaración. Al menos tres interrogaciones salen al paso: a) ¿Es correcto el uso del término greco-romano persona?; b) ¿Puede darse una especie de pneuma-antropología? Y c) ¿Cómo se aviene vincular las pasiones y sentimientos humanos con la naturaleza distinta del Espíritu de Dios? Desde esta orilla, las conclusiones de L. Caesar son al menos, poco reflexivas.

Así las cosas, el rodeo que nos hemos dado, busca establecer la realidad implícita del conocimiento de la obra del Espíritu Santo, no obstante, se advierte una carencia de estudios en cuanto a su naturaleza –evito conscientemente el término persona16 – situación,

14 2012. Theologika. Revista Bíblico-Teológica. Vol. XXVII, Nº 2, p. 255.15 2012. Theologika. Revista Bíblico-Teológica. Vol. XXVII, Nº 2, p. 262.16 La terminología – quizás el lenguaje – es bastante difícil para expresar las realidades sobrenaturales que acompañan la naturaleza religiosa de las cosas. El griego – ύποκείμενον – es decir, lo que se halla presente y por tanto, lo que concentra todo en sí. Es pues, la dependencia latina para la palabra “sujeto” – subjectum – que implica, lo esencial, lo que se halla de-bajo. Mas todavía ¿qué diremos de la mentada y reconocida terminología greco-romana para la palabra: persona? O bien, la cuestión estoica que subyace en ella, por lo cual, conscientemente no podríamos utilizar una terminología a priori sin re-conocer las delimitaciones de la misma. La terminología hebrea en tanto, busca disponer una polisemia terminológica, amparada en un «hacer» divino, más que del mismo «ser» divino. De acuerdo con K. Barth “ el nombre bíblico de este poder soberanamente eficaz es Ruah o Pneuma. Ambos términos significan específicamente aire movido y que mueve; significan soplo, viento, también probablemente tempestad, y en este sentido portan el significado de espíritu. En el término latino – continúa Barth – Spiritus, y también en el francés Espirit, este significado se reconoce claramente. En inglés el significado no resulta claro en el término Ghost, que se aproxima desafortunadamente al sentido de «fantasma». En alemán, por desgracia, el término Geist, es un vocablo en el que no trasparenta el significado dinámico del término bíblico”. 2006. Introducción a la Teología Evangélica. Ediciones Sígueme, Salamanca. pp. 75. Para una compresión filosófica del concepto sujeto/persona, M. Heidegger. 1960. Sendas Perdidas. Editorial Losada, Buenos Aires. p. 77; E. Tugendhat. 2003.

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claro está, misteriosa pero según el adjetivo “santo”, en modo alguno separado de la tierra17.

IIDesarrollo

B. La Extinción del Profetismo en la Tradición Judía: Lo Previo a la Era salvífica. Según se sabe, por propio testimonio de la literatura judía que ha habido una extinción del Espíritu de Dios en el pueblo judío, y esto ¿a razón de qué? Como advierte Tos. Sota 13, 2:

“Cuando murieron Hageo, Zacarías y Malaquías, los últimos profetas, desapareció de Israel el Espíritu santo”.

De esto se desprende también, que según el judaísmo rabínico la voz de Dios no se dejaba oír en Israel; la palabra de Dios, pronunciada antes por los profetas, había sido sustituida por el eco de la voz - bath qôl. Hay que considerar aquí, además, pasajes como el de 1 Macabeos 9:27, donde se lee:

“Fue ésta una gran tribulación en Israel, cual no se vio desde el tiempo en que no se había entre ellos profetas”.

Además de este texto, se encuentra otro como 1 Mac 14:41, donde no es un profeta quien unge a Simón, por príncipe y sacerdote, al igual que antes, cuando Samuel ungió a David – 1 Samuel 16 – sino que a la falta de un ‘profeta digno de fe’ los príncipes y dirigentes se arrebataron para sí uno de los oficios proféticos. Como también en donde es más evidente la falta del profetismo, se encuentra en la literatura apocalíptica, cuya seudonomía hace más palpable la carencia del oficio sagrado. Concretamente lo hallamos en Apocalipsis Siriaco de Baruc 85,3 donde lacónicamente se lee:

“Los profetas se han echado a dormir ..”

La convicción sintética rabínica era la siguiente: en la época patriarcal, todas personas, piadosas y justas tenían el Espíritu de Dios. Cuando Israel pecó con el becerro de oro, Dios restringió el Espíritu, limitándolo a personas escogidas, profetas, sumos sacerdotes y reyes, hasta llegar hasta el eco de la voz de Dios, un pobre sustituto de su presencia. En Palestina un entusiasmo escatológico condujo repetidas

Introducción a la Filosofía Analítica. Editorial Gedisa, Barcelona. pp. 79ss. Como también E. Gilson. 1985. El Ser y Los Filósofos. Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona. pp. 121ss. 17 Pero –según se advierte en Elena de White – la naturaleza misteriosa del Espíritu Santo es inexplicable y no revelada por Dios. En sí, el revelador no-revelado. 2001. Los Hechos de los Apóstoles. ACES, Buenos Aires. p. 43.

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veces a la esperanza de que el Espíritu volvía a actuar. Asimismo hay que considerar a la secta del Qumrâm como una excepción. En los himnos de alabanza – principalmente en los himnos tardíos, que se conocen con el nombre de ‘himnos de la comunidad’, el orante, habla repetidas veces del ‘Espíritu, que tú [Dios] has dado en mí’ (cf. 1 QH 12, 11 s.) es decir, con motivo de mi entrada en la comunidad; y añade que por el Espíritu santo de Dios ha sido purificado (cf. 1 QH 16, 12) y ha recibido conocimiento de Dios (cf. 1 QH 12, 11) De súbita importancia, es también lo que atestiguo el historiador judío Flavio Josefo de que un esenio poseía el don de profecía:

“ (…) un cierto Judas, esenio, el cual en sus predicciones nunca se apartó de la verdad. Éste al ver a Antígono pasar cerca del Templo, exclamó, dirigiéndose a sus compañeros y amigos que le rodeaban para escuchar sus predicciones sobre lo futuro: Merezco morir por haber mentido, pues Antígono todavía vive. Habiendo predicho que Antígono moriría en la Torre de Estratón y ahora lo veía pasar el lugar donde tenía que morir se encontraba a una distancia de seiscientos estadios (…) corría el peligro de que oráculo resultara falso. Mientras decía estas cosas y se lamentaba, fue anunciada la muerte de Antígono en un lugar subterráneo, que se denominaba torre de Estratón, el mismo nombre que el de la ciudad marítima de Cesarea. Esto había sido la causa de la perturbación del profeta”18.

En todo lo cual nos llama la atención, el hecho que el autor no corresponda al término común griego προφήτης, evidentemente con intención. Sin embargo, no se dice que el Espíritu Santo sea el don escatológico anticipado de la salvación. El Espíritu aparece, más bien, como una posesión continua de la comunidad esenia en su calidad de verdadero pueblo de Dios. Sin embargo, no se dice en la comunidad esenia que el Espíritu sea considerado como don escatológico anticipado de la salvación La opinión dominante del judaísmo ortodoxo era la convicción de que el Espíritu se había extinguido. Esto también, es propio en las declaraciones de Juan el Bautista y su comunidad (cf. Mc 1:8)19

En la idea de la extinción del oficio profético, se engloba más profundamente la conciencia de la lejanía de Dios en el tiempo presente. Un tiempo sin Espíritu es un tiempo bajo el juicio, es un tiempo sin oficio profético. La revelación que en sí es presencia del presente histórico de Jehová, se halla no solo en ausencia, sino en expectación.

C. Juan el Bautista: Entre el Antiguo y Nuevo Eón Salvífico. En Lucas 1:76, Juan el Bautista es llamado ‘profeta del Altísimo’, esto es ya,

18 Antigüedades de los Judíos. XII, XI. 19 Jeremías, J. 2001. Teología del Nuevo Testamento. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1:103.

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ciertamente significativo, no ha ocurrido un título así de quien ostente el oficio. Como tampoco nunca antes en la historia de Israel había habido una ausencia para el país de toda perspectiva para una nueva vida si en el periodo anterior al del levantamiento macabeo, la oposición pagana había sido más sistemática y cruel, poniendo en peligro la misma existencia del judaísmo. Había por lo menos una reacción en Israel, se encontraba en conflicto la posibilidad, sino más bien la perspectiva de una liberación nacional a través de lo bélico. Pero ahora sólo fanáticos religiosos extremos, a menos que estuvieran enloquecidos por el terror, podían haber tenido esperanza de sacudirse el dominio de Roma, representado por la insolencia y la tiranía de Pilatos. Con un gobernador así en lugar del hijo de David con el sumo sacerdote casi hereditario en la familia de Anás, proverbialmente corrupta y avara la condición se veía como totalmente desesperanzadora e irremediablemente; mientras, dentro de Israel, la sangre de la vida del Antiguo Testamento apenas podía pulsar ya a través de las arterias esclerosadas del tradicionalismo y el rabinismo. La justicia propia y el externalismo de los fariseos, la indiferencia y orgullo de los saduceos, el misticismo semipagano de los esenios, la extremosidad alocada que había ido a parar el nacionalismo, quizás ayudado por los celotas, todo esto, verdaderamente, estaba haciendo del país, antes agradable, un desierto moral20. ¡Qué realidad tan patética!

Al detenernos a comentar Mc 1:1-8, J. Gnilka, nos llama la atención de las actividades del Bautista, que trascendían a su oficio profético. Nos consultamos ¿por qué el autor sinóptico, cita a Isaías, si el texto se encuentra imbuido por interpolaciones textuales? En efecto, la cita de Isaías 40:3, se encuentra fusionada con Mal 3:1 y Exo 23:20, teniendo, ciertamente, paralelos con Mt 11:10. Ambas añadiduras pretenden establecer claramente el papel precursor del Bautista respecto al Mesías. La cita mixta es un oráculo de Dios dirigido al Mesías. El verso Mc 1:7 s, ofrecen la predicación cristológica del Bautista. La sección de Mc 1:3-6, es un oráculo cerrado, cuya particularidad consiste en que describe la totalidad de la actividad de un hombre y no encierra ningún rasgo reconciliable como cristiano. Es en sí un texto estructural y estilísticamente hebraico. Está acuñado teológicamente por medio de la cita de Isaías, que el evangelista hace suya mediante la anotación “en el desierto” – Mc 1:4. El desierto, que, a diferencia de lo que sucede en el texto masorético – TM – es referido al que pregona y está en concurrencia con el río Jordán21. En rigor, la predicación y la llamada de Dios a Juan el Bautista, hacen del anuncio mesiánico un impronta y acontecimiento característico y único de su mensaje.

20 Edersheime, A. 1986. Profecía e Historia en Relación con el Mesías. Ediciones Clie, Barcelona. pp. 285 s.21 Gnilka, J. 1999. El Evangelio Según San Marcos. Ediciones Sígueme, Salamanca. pp. 36 ss.

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La familia de Juan el Bautista, es de casta sacerdotal (cf. Lc 1:5), sin embargo, la esterilidad había llegado a la pareja. Semejante es la situación de la esposa de algunos patriarcas, Sara, por ejemplo. Juan el Bautista, había sido lleno del Espíritu santo – biblicismo que significado dotado del don del Espíritu – como puede verse en (cf. Lc 1:15) Nos consultamos ¿es Juan el Bautista nazareo, según Números 6:3 o bien, es representante de la secta de los esenios como gran parte de los eruditos neotestamentarios desean advertir? Una nota de Elena de White, nos señala:

“Juan había de salir como mensajero de Jehová, para comunicar a los hombres la luz de Dios. Debía dar una nueva dirección a sus pensamientos. Debía hacerles sentir la santidad de los requerimientos de Dios, y su necesidad de perfecta justicia divina. Un mensajero tal debía ser santo. Debía ser templo del Espíritu de Dios. A fin de cumplir su misión, debía tener una constitución física sana, y fuerza mental y espiritual. Por lo tanto, le sería necesario dominar sus apetitos y pasiones. Debía poder dominar todas sus facultades, para poder permanecer entre los hombres tan inconmovibles frente a las circunstancias que le rodeasen como las rocas y montañas del desierto”22.

¡Oh, ciertamente, Juan no era un esenio23, sino un profeta, y no uno cualesquiera, era uno que anticipaba la venida del Mesías (cf. Isa 40:3)! Era el pregonero de la era mesiánica-salvífica. El mensaje de Juan, es ante todo, el anuncio de una crisis inminente. Tenía que sobrevenir un doble bautismo: el del Espíritu y el del fuego (cf. Mt 3:11)24 La expectativa de una manifestación escatológica del Espíritu encuentra una amplia base en el Antiguo Testamento. En una profecía del siervo de Isaías, Dios promete derramar su Espíritu sobre los descendientes de Jacob con poder vivificante y dador de vida (cf. Isa 44:3, 4) Este derramamiento del Espíritu de Dios, será un elemento básico para producir una trasformación de la era mesiánica en la que el Rey/Mesiánico, gobernará con justicia y prosperidad, en donde ambas prevalecerán conjuntamente con la paz (cf. Isa 32:15) Ezequiel propone la resurrección de la nación – si no acaso el remanente – cuando Dios ponga su Espíritu dentro de ellos para darles vida (cf. Eze 37:14) Dios le dará un corazón - lêb – y un espíritu nuevos al poner dentro de ellos su Espíritu, capacitándolos para caminar en obediencia a la voluntad de Dios (cf. Eze 36:27) En Joel, se reitera una promesa semejante (cf. Jl

22 1996. El Deseado de todas las Gentes. ACES, Buenos Aires. p. 75.23 Josefo en un preliminar informe, nos comenta de los tres ‘géneros filosóficos’ que había entre los judíos: los fariseos, los saduceos y unos judíos naturales denominados los esenios. Guerra de los Judíos. II, VII.24 Sintéticamente, Marcos en su muy compendiado comentario sobre el ministerio de Juan el Bautista, únicamente se refiere al bautismo del Espíritu cf. Mc 1:8.

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3:28-32)25 El gran derramamiento mesiánico del Espíritu está a punto de darse26.

La venida del Reino, del cual Juan trata como realidad irremediable para su pueblo y el mundo, afectando de esa forma a toda la humanidad, no sin embargo, se deja abierta la posibilidad una distinción: algunos serán echados al granero divino además de ser dotados del Espíritu y otras serán expuestos al fuego de consecuencias irremediables: ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? (cf. Mt 3:7-10; Lc 3:7-9) El carácter dramático, lacónico del anuncio hace que el pueblo, de conjunto, advierta que esto es una sentencia.

Dos reflexiones nos faltan para acabar este apartado, y pueden ser presentadas como consultas: ¿Cómo reconoció Jesús el ministerio de Juan el Bautista? y ¿Cuál es la relación de Juan entre el eón antiguo y nuevo eón escatológico-salvífico? Comentemos brevemente las dos consultas, por cuanto, ambas tratan una y la misma cosa:1) ¿Cómo reconoció Jesús el ministerio de Juan el Bautista? Jesús reconoció con palabras muy encarecidas la misión del Bautista. Su bautismo “era de Dios” (cf. Mc 11:30) Era más que un profeta (cf. Mt 11:9) Más aún, era “el mayor de todos los hombres” (cf. Lc 7:28) He aquí lo más asombroso del Bautista en labios de Jesús, el cual consiste en que este hombre inició el tiempo de salvación. Aquí un texto – logion – de Mateo 11:12 s., y Lc 16:16, que necesitamos analizar, veamos:

MATEO 11:12, 13 LUCAS 16:16TG άπό δέ τών ήμερών ‘Ιωάννου τοϋ βαπτιστοΰ έως άρτι ή βασιλεία τών ούτανών βιάζεται, καί βιασταί άρπάζουσιν αύτήν. Mt 11:12VRV Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Mt:11:12BJ Desde los días de Juan el Bautista hasta, el reino de los cielos está en tensión, y los esforzados lo arrebatan.

25 Infra.26 Ladd, G. E. 2002. Teología del Nuevo Testamento. Ediciones Clie, Barcelona. pp. 62 ss.

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TG πάντες γάρ οί προφήται καί ό νόμος έως ‘ Ιωάννου έπροφήτευσαν. Mt 11:13VRV Porque todos los profeta y la ley profetizaron hasta Juan. Mt. 11:13

TG ό νόμος καί οί προφήται μεχρι ‘ Ιωάννου άπό τότε ή βασιλεία τοΰ θεοΰ εύαγγελίζεται καί πάς είς αύτήν βιάζεται. Lc 16:16VRV La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entones el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Lc 16:16.BJ La ley y los profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia el reino de Dios y cada cual ha de esforzarse por por entrar en él. Lc 16:16.

2) ¿Cuál es la relación de Juan entre el eón antiguo y nuevo eón escatológico-salvífico? La frase ‘hasta Juan’, que hemos subrayado en el texto griego puede entenderse en sentido exclusivo o inclusivo. Si έως/μεχρι – como variante de traducción – tiene sentido inclusivo, es decir, ‘los profetas y la ley profetizaron hasta Juan inclusive’, entones el Bautista pertenece todavía al tiempo del antiguo eón. Así lo habrá entendido Lucas, porque él acentúa una y otra vez, en los Hechos de los Apóstoles, que el tiempo de la salvación comenzó después de la muerte del Bautista (cf. Hech 1:5; 10:37; 13:24)27 Por el contrario, la tradición de Mateo entendió – asumiéndolo así la traducción – el έως/μεχρι en sentido exclusivo, como nos lo muestra la frase: άπό δέ τών ήμερών ‘Ιωάννου τοϋ βαπτιστοΰ de Mt 11:12. Esta frase, que no corresponde a la manera corriente de expresarse en griego, es un semitismo nacido del hecho de que el lenguaje semítico no tiene una palabra corriente para expresar “tiempo” en sentido durativo. Y para expresar la duración de una vida, de un reinado, la actividad, utiliza la frase de ‘los días de N.N’. Por consiguiente, la frase άπό δέ τών ήμερών ‘Ιωάννου τοϋ βαπτιστοΰ, significa “desde la actividad del Bautista”. Esto quiere decir: lo nuevo está actuando ya desde que hizo su aparición el Bautista.

27 ¿Cómo hemos de entender Hechos 19:2, sino conforme, a lo ya expuesto en Lucas 16:16? F. F. Bruce. 1998. Hechos de los Apóstoles. Ediciones Clie, Barcelona: p. 426. Y, sin embargo, ¿cómo hemos de interpretar Jn 7:39? La no presencia o llegada del Espíritu, es según la interpretación judía una demora de la época de salvación escatológica, antes anunciada.

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Según entendamos el έως/μεχρι en sentido inclusivo o exclusivo, tendremos una distinta valoración del Bautista, y hasta una valoración distinta de la historia de la salvación. Lucas que entiende el sentido inclusivo el μεχρι, el Bautista pertenece todavía a la época de la Ley y los profetas. De esta forma, únicamente con Jesús comienza el tiempo de salvación. Según Mateo, que entiende el έως en sentido exclusivo, el Bautista pertenece ya al nuevo eón o bien introduce un tiempo intermedio que constituye el preludio del nuevo eón soteriológico. En el caso de Lucas 16:16, un especialista en el área exegética, y particularmente de Lucas, sentencia que el reino no ha venido, pero no obstante, comenzó el tiempo en que ha de ser anunciado, arguye H. Conzelmann28. R. Bultmann, se plantea principalmente en una realidad de división de grupos, es decir uno solidario con el ministerio del Bautista y un grupo ligado a Jesús y con ello a la experiencia casi exclusiva del cristianismo29. Nos inclinamos, por la propuesta de J. Jeremías, es decir, la obra del Bautista es el preludio del nuevo eón, la antesala de la era de salvación30.

Al finalizar este apartado, caemos en cuenta de esta especial relación de Juan el Bautista y Jesús, nos concentramos a manera de ejemplo en el texto de Mt 11:2 ss. Después de haber sido encarcelado, Juan envió a Jesús unos discípulos para consultar si era o no el Cristo. Mucho han interpretado este texto como si Juan, al estar encarcelado por Herodes Antipas, comenzó a poner en duda la realidad de su propio llamamiento y misión. Sin embargo, la clase encuentra en Mateo 12:2, “al oír Juan (…) los hechos de Cristo”. El punto es que no eran los hechos que Juan esperaba. No era ni bautismo de Espíritu ni de fuego. El reino no había venido. El mundo seguía igual. Lo que Jesús hacía no era sino predicar amor y sanar enfermos. Esto no era lo que Juan había esperado. Nunca había puesto en duda su llamamiento y mensaje, sólo se interrogaba acerca de si Jesús era en realidad el que había de traer el Reino con poder apocalíptico.

Como respuesta, Jesús afirmó que la profecía mesiánica de Isaías 35:5 se había ido cumpliendo en su misión. Habían llegado los días del cumplimiento mesiánico. Luego dio a Juan un espaldarazo de elogios. Jesús, situó a Juan en la tipología histórica de el nuevo Elías, sobre la base textual de Malaquias 4:5. A partir de Juan, comienza a actuar en el mundo: el Reino de Dios, el último de esta era conocerá más bendiciones que las que Juan el Bautista conoció, porque disfruta de la comunión personal con el Mesías y de las bendiciones que ello conlleva.

28 1974. El Centro del Tiempo. Estudio de la Teología de Lucas. Ediciones cristiandad, Madrid. p. 163.29 2000. Historia de la Tradición Sinóptica. Ediciones Sígueme, Salamanca. p. 224.30 Jeremías, J. op. cit., p. 64. Para una sintética investigación del Reino de Dios en el pensamiento bíblico neotestamentario W. Pannenberg. 1974. Teología y Reino de Dios. Ediciones Sígueme, Salamanca; G. E. Ladd. 1974 . El Evangelio del Reno. Ediciones Cristiandad, Barcelona.

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C) Cristo: el Centro de la Profecía y del Clímax Profético. Con insistencia, Jesús, se ha proclamado como el centro orgánico de las Escrituras (cf. Lc 24:27, 44, 45; Jn 5:39) En una actuación exterior, Jesús, tiene cierta semejanza con los escribas. Enseña rodeado de un grupo de discípulos; discute sobre la interpretación de la ley; acuden a él para solicitarle que decida en puntos de la ley31; predica en el culto sinagogal; le dirigen la palabra llamándole rabbí32. Jesús no fue un rabbí. Por cuanto, de lo que nosotros sabemos, a Jesús le falta la condición formal esencial para ser considerado escriba: el estudio teológico. El juicio unánime respecto a Jesús según sus contemporáneos – es que él era profeta. Este eco está resonando en todo el pueblo (cf. Mc 6:15; Mt 21:11, 46; Lc 7:16; Jn 4:19; 6:14; 7:40, 52; 9:17) Tal eco, se escuchaba incluso, aunque con escepticismo en el círculo de los fariseos (cf. Lc 7:39; Mc 8:11)33 También el círculo de sus discípulos lo consideraron como tal, según Lucas 14:19, es decir un profeta. Finalmente a Jesús lo apresaron acusándole de falso profeta. Como falso profeta, Jesús – según Deuteronomio 18:20 – tenía que morir, y la ejecución debería tener lugar durante la fiesta – de Pascua – para que sirva de escarmiento.

Jesús mismo no rechazó el dictamen de que él era profeta. Aunque esta declaración no distingue, esencialmente el objetivo de su misión. Sin embargo, él se consideró entre los profetas (cf. Lc 13:33; Mt 23:31 s. 34-36; Jn 4:44) Y Jesús, no sólo lo hace en los pasajes en donde él mismo emplea el término de profeta, sino también cuando reclama para sí la posesión del Espíritu. Porque para la sinagoga, la posesión del Espíritu Santo, es decir del Espíritu de Dios, era por excelencia la nota característica de la profecía. Poseer el espíritu de Dios, significa ser profeta. Conforme a Lucas 4:18-2134 Jesús refirió y se aplicó a sí mismo la profecía del Espíritu, de la que se nos habla en Isaías 61:1. Todos estos pasajes nos permiten saber que Jesús, desde su vocación con ocasión de su bautismo, reclamó para sí la autoridad profética.

El reconocer el mesianismo profético de Jesús, basado en los textos canónicos veterotestamentarios, por parte de los apóstoles, es además de una osadía en aquel tiempo, una llamada de atención a reconocer la unidad orgánica del acontecer profético convergente a la persona del Cristo como el caso del Salmo 16 y Hechos 2:25-33. Es decir, la promesa hecha a David en 2 Samuel 7, converge sólo al acontecer del Cristo neotestamentario, es imposible salvar la profecía de otro modo35. En el año 35 de nuestra era, Esteban, un diácono de la

31 Cf. Lc 12:13 s.; Mc 12:13 s.32 Cf. Mc 9:5; 11:21; 14:45; Mt 26:25.33 La solicitud de señales, indica que Jesús es profeta y tiene que acreditarse como tal. Andreas J. Köstenberger. 1998. “Jesus as Rabbii the Fourth Gospel”. Bulletin for Biblical Research. 8, pp. 97.128. 34 Cf. Mt 5:3; Lc 6:20; Mt 11:5.35 Kaiser, W. C. 1980. “The Promise to David in Psalm 16 and its Application in Acts 2:25-33 and 13:32-37”. JETS. 23/3, pp. 219-229.

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Dios

Cristo

Salvación

Iglesia

Eventos Finales

Eternidad

iglesia primera (cf. Hech 6:5) realiza un análisis histórico profético en el cual unifica, tanto las promesas de Dios como el hecho que esas promesas se encuentran ancladas a la esperanza de la venida del Mesías. Ciertamente, el futuro primer mártir, solamente reconoce una consecuente unidad histórico-profética con el acontecer histórico-redentivo36, producido no por los vaticinios proféticos sino por la autoridad del Mesías, ya venido que Dios lo ha entronizado, Jesús (cf. Hech 7:56)37

Ahora bien, el profetismo en la iglesia primera o lo que se desprende de ello en los escritos paulinos, los profetas o bien el profetismo se ligó a un oficio espiritual con un - ¡rango determinado! – entre la comunidad: entre los apóstoles o en el mismo plano que ellos los doctores (cf. 1 Cor 12:28; Efe 4:11) se lee que los profetas en la iglesia primera participan del servicio divino (cf. 1 Cor 14:23 s) tienen la misión de aconsejar a la nueva comunidad de creyentes (cf. 1 Cor 14:3, 24) de consolar (cf. 1 Cor 14:3) de comunicarle conocimientos y secretos (cf. 1 Cor 13:2, cf. también con Am 3:7) Todo esto tiene que hacerse con palabras inteligentes (cf. 1 Cor 12:1) Los profetas traen el fundamento de la comunidad (cf. Efe 2:29) Únicamente el profeta ha de someterse a la profecía. Es decir que el espíritu de los profetas está sometido a ellos (cf. 1 Cor 14:32) Las profecías acabarán (cf. 1 Cor 13:8) mientras tanto, no hay que menospreciarlas (cf. 1 Tes 5:20) Por el contrario, ellas son las que traen seguridad a la iglesia (cf. 2 Ped 1:19) por cuanto, fueron reveladas por el Espíritu de Dios (cf. 1 Ped 1:21) trayéndonos fidelidad y veracidad de parte de Dios (cf. Apoc 22:6)

Sobre la centralidad cristológica-profética como también, de dónde provienen la reflexiones teológicas, más concretas, podría resumirse en el siguiente cuadro de Norman Gulley:

El esquema arriba presentado, busca establecer que es a través de la obra de la crucifixión de Jesús de Nazareth como Mesías de Dios, donde gravita su proclamación como Señor de la historia redentiva, del mismo modo como salvífica (cf. Hech 2:36) Aparejado a ello, la unción del Espíritu - Isa 63:1-3; Hech 10:38-

36 White, E. 2001. Los Hechos de los Apóstoles. ACES, Buenos Aires.pp. 81-85.37 Cf. también con W. Paroshi. “The Prophetic Significance of Stephen”. 9/ 1-2 JATS. (2000):343-361. A mediados del siglo IV de nuestra era, Eusebio de Cesarea, re-enfocó la profecía veterotestamentaria que apuntaba a Jesús, a la realidad pagana-asmonea-judaica local del primer siglo. Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica. I, VI.

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expresan la idea de un mesianismo carismático y por ende, histórico que alborea a una escala universal. Ya que es, la naturaleza de Cristo, su mensaje y su obra, lo que marca el sentido soteriológico del hombre.38 Su acontecer real y exclusivo en la crux, es en tanto, misterio y revelación y sin embargo no es menos significativo decir, que la posesión del Espíritu de Dios, le otorga a su mesianismo un carácter, además, excluyente39.

El Espíritu Santo en Apocalipsis: Pneumatología y Escatología

La cuestión estructural del libro de Apocalipsis, bien que de ella se ha alardeado en demasía, bien que se ha esquematizado al punto de construir una hermenéutica sin flexibilidad y una revelación dependiente de aquella inflexibilidad40. En efecto, la rigidez estructural no ayuda a veces al dinamismo y fluidez del signo. El libro de Apocalipsis es ante todo, fluidez del lenguaje simbólico. Por el contrario para nuestro ensayo, nos moveremos en la expresión amplia del lenguaje simbólico.

El Espíritu – πνεΰμα41 - bien que posee una preponderancia en el suceso neotestamentario, tanto pre-cristológico – Lc 1:15, 35 – cristológico – Lc1:41, 67; Lc 2:26 -, además de postcristológico – Hech 1:5; 2:4, 38. Con ello tendrá que acreditarse una pneumatología eclesiástica a través de los dones – Rom 12; 1 Cor 12, etc – y por sobretodo una vida pneumática – Rom 8. Pero el caso es que en el Apocalipsis, el Espíritu es un agente esencial que gravita en el suceso escatológico.

El estudio previo de Richard J. Bauckham – “The Role of the Spirit in the Apocalypse”42 -es significativo para adentrarnos a este acontecer. Bauckham, advierte que el término γενέσθαι έν πνευματι – cf. 1:10; 42 –

38 Donkor, K. 2005. The Nature of Christ: The Soteriological Question. R/H Publishing, Washington; R. Adams. 2003. La Naturaleza de Cristo. Su Relación con el Pecado, la Justicia y la Perfección. ACES, Buenos Aires; Elena de White. 1990. Cristo en su Santuario. ACES, Buenos Aires.39 Gulley, Norman R. 1997. “Toward a Christ-Centered Expression of Our Faith”. Ministry.. pp.24-27. 40 Holbrook, Frank B. (Edit.) 2010. Kenneth A. Strand. “Las Ocho Visiones de Apocalipsis”. En Simposio sobre Apocalipsis. Ediciones APIA, Florida. pp. 43-55. R. Stefanovic. 2002. “Finding Meaning in the Literary Patterns of Revelation”. JATS., 13/1, pp. 27-43. Como también J. Paulien. 2004. The Deep Things of God. Review and Herald Publishing Association, Hegerstown. pp. 112ss. Paulien en su mirada estructural del libro, cree necesario construir un principio llamado «duodireccional» pero en el fondo se produce un dualismo hermenéutico complejo de carácter implícito, a saber, suponer una dicotomía entre Juan, el prisionero de Patmos y Juan, el profeta de Dios. p. 119. 41 Para análisis técnico, históricos y teológico: G. Friedrich. (Edit.) 1995. TDNT. H. Kleinknecht. «Πνεύμα» Wn. B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, Michigan. 6:332-359. También L. Coenen- E. Beyreuther- H. Bietenhard. (Edit.) 1998. DTNT. E. Kamlah. «Πνεύμα». Ediciones Sígueme, Salamanca. 1:524-533. Así como H. Balz- H. Schneider. (Edit.) 2002. DENT. J. Krener. «Πνεύμα». Ediciones Sígueme, Salamanca. 2:1022-1038. 42 1980. The Evangelical Quarterly. 52.2. April-June, pp. 66-83.

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es un terminus technicus. En rigor γενέσθαι έν πνευματι, es la construcción estricta de una fenomenología del Espíritu en la teología lucana – Hech 10:1043. En el caso de Apocalipsis, έν πνευματι, posee y según su contexto, la idea respecto que Juan es llevado al cielo, ya que se poseen en la terminología apocalíptica judía expresiones semejantes – 1 Enoc 39:344 Pero las expresiones un tanto semejantes de Juan y los escritores judíos, no refrendan en modo alguno, la idea de una dependencia del primero en cuanto grafía, terminología y teología de la expresión έν πνευματι, respecto del segundo grupo45. El término έν πνευματι – en Espíritu – es instrumental en Apocalipsis. Por lo demás, ya en la literatura cristiana, señala Bauckham, acusaba dependencia en la configuración de un lenguaje de carácter escatológico, según se advierte en Jl 2. Es decir, la pneumatología se hace escatológica en el suceso eclesiológico, ya que este último, se orienta en la parusía46.

Sin más, no existe misión sin el obrar de la testificación del Espíritu para el mundo. La realidad escatológica exige moverse, por tanto, sobre una teología crucis. Las expresiones de Apocalipsis 11 y Zacarías 4, elaboran un lenguaje puramente histórico, lo que garantiza que el suceso pneumatológico se percibe como acontecimiento histórico-redentivo. Y qué significa aquello, Bauckham sentencia: «De este modo el Espíritu define el presente escatológico»47. En su Theology of Revelation48, Bauckham, señala que Apocalipsis 11, implica, el Espíritu de Dios se encuentra dotando con poder para la testificación de la Iglesia. Los siete espíritus de Apocalipsis 5, enfatizan el triunfo vicario de Jesús, ascendido como Mesías49. Las modificaciones del profeta neotestamentario en relación con el lenguaje del veterotestamentarios, se encuentran justificadas por el acontecer mesiánico que se abre y nutre, y sin embargo, construye con la verdad presente una nueva terminología, más amplia y con una novedad hermenéutica: la era mesiánica, se construye con la revelación del Espíritu50.

La construcción de un lenguaje pneumatológico por parte del libro de Apocalipsis no se encuentra en modo alguno lejos del proceder de la

43 Comentando Hechos 10:10, F. F. Bruce, señala «Y le vino la revelación en una visión». 1998. Hechos de los Apóstoles. Ediciones Nueva Creación, Buenos Aires. p. 244. Un tanto distinto, S. J. Kistemaker. 1996. Comentario al Nuevo Testamento: Exposición a los hechos de los Apóstoles. Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan. p. 401.44 El texto de 1 Enoc 39:3, dice: «Y las nubes me cubrieron, y el viento me levantó de la superficie de la tierra y me dejó en los límites de los cielos» Respecto a la literatura apocalíptica judía, ver J. Barton (Edit.) 2001. La Interpretación Bíblica, Hoy. James C. Vanderkam. “Literatura Apocalíptica”. Ediciones Sal-Terrae, Santander. pp. 349-367. 45 Bauckham, Richard J. op. cit., p. 70.46 Bauckham, Richard J. op. cit., p. 73. 47 Bauckham, Richard J. op. cit., p. 82.48 1993. The Theology of the Book of Revelation. Cambridge University Press, Cambridge, UK. pp. 109 ss. 49 Bauckham, Richard J. The Theology of the Book of Revelation. p. 114. 50 Bauckham, Richard J. The Theology of the Book of Revelation. p. 116.

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revelación que se halla ya en el Antiguo Testamento. Conforme lo hemos mencionado en el presente ensayo nos moveremos conjugando una terminología que se desprende del acontecer simbólico del libro de Apocalipsis. Los movimientos terminológicos son internos y externos: Ad intra y ad extra51.Apocalipsis 2-3. Jesús se presenta en medio de las Iglesias en amplio acontecer dinámico y lleno del Espíritu de Dios: se presenta como Mesías – Hech 2:36. El cuadro presentado abajo nos es útil para las reflexiones posteriores:

IGLESIA CONCEPTO PNEUMATOLOGIA HISTÓRICAEfesio 2:1 έπτά λυχνιών

2:2a τά έργα2:2b ύπομονήν2:5 μετανόησον

Las expresiones fenomenológicas-pneumáticas se hallan en vinculadas a los frutos del Espíritu en Gálatas 5:22s., que en caso son muy propias de la Iglesia primera.

Esmirna 2:9 τήν βλασφημίαν

Nos consultamos:¿Acaso no expresa de trasfondo el lenguaje de Juan la expresión de la blasfemia contra el Espíritu Santo – Mt 12:31? ¿No es también, la representación bufonesca de la representación –hipocresía - fariseos y saduceos que configuran una religión desprovista del Espíritu de Dios?

Pérgamo 2:14 τήν διδαχήν Βαλαάμ

Las expresiones de Números 22-24, buscan representar del cómo el Espíritu de YHWH – así como del lenguaje profético 23:5, 16; 24:3, 4, 16 – centra en el suceso profético. El clímax del relato, subyace en que el Espíritu de Dios contenía el ímpetu del mal augurio hacia el pueblo del pacto, Israel – Nm 24:2.

Tiatira 2:19a τά έργα2:19b τήν άγάπην2:19c τήν πίστιν2:23 έγώ είμι ό έρευνϖν νεφρούς καί καρδίας καί δώσω ύμιν έκάστω κατά τά έργα

La disposición dialéctica entre carne/sangre, se encuentran manifiestas en las expresiones del obrar, andar en el Espíritu y desear lo carnal – Gál 5:16, 17, 22, 25. La nueva disposición pactual – berît – se sustenta con la transformación del corazón – lêb. La teología del remanente veterotestamentario se hace comprensible con la radical transformación del hombre, llevada a cabo por el Rúah YHWH – Eze 36:26, 27.

Sardis 3:1 έπτά Conjuntamente con Apocalipsis 5,

51 Arens, Eduardo K. 1998. “La Composición del Apocalipsis”. Revista Bíblica. Año 60, p. 21.

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πνευματα refrendan la expresión sacrificial-regia de Cristo como Señor de la tierra y el nuevo orden creacional para ésta historia y para la venidera. Desde esta perspectiva, es Señor también del tiempo histórico que es advertido como redentivo.

Filadelfia 3:10 ώρας τοΰ πειρασμοΰ

La hora de la prueba en Jesús, es la crucifixión – Jn 12:27. Es la ausencia de la presencia divina – Salmo 22:1. Donde el Espíritu no obra el arrepentimiento en el mundo. Es, por tanto, la hora de la espera, previo a la glorificación de los redimidos - Jn 16:4; Apocalipsis 3:11 στέφανόν.

Laodicea 3.18f έγΧρίσαι τούς όφθαλμούς σου ϊνα βλέπης

La obra del Espíritu de Dios, trae conciencia de la envergadura del pecado, tanto al hombre y al mundo. Las expresiones «ver», «conocer», se asociación al concepto cardinalmente escatológico-redentivo: «vivir»– Jn 14:17-19; 16:7-11.

Habrá sin embargo que disponer los términos leimotiv de la sección de Apocalipsis 2 y 3, que a la verdad son una palabra y una frase: μετανόησον52 y πνεΰμα λέγει ταίς έκκληίαις53. En efecto «¡Arrepiéntete!» y «el Espíritu dice a las Iglesias» configuran - en enfático el primero -, que la era escatológica ha arribado a la experiencia y esfera humana. Este es el anuncio capital de la llegada del reino de Dios en el lenguaje de Jesús – Mc 1:14, 15. El suceso por el cual, lo pneumético aparece como gestor del momento kerygmático y enfático, gravita inexorablemente en la premura y expectativa de la parusía. Todo el suceso eclesiástico es llevado por el Espíritu Santo a la expectativa constante e histórica de la parusía. Desde esta urgencia, el arrepentimiento es no posibilidad, sino necesidad humana. Apocalipsis 4-5. Las expresiones pneumatológicas suscitan el reconocimiento de Jesús como Señor de la historia redentiva.

Texto Situación-Historicidad Observaciones4:6 τά έπτά πνεύματα τοΰ θεοΰ

Conjuntamente con Apocalipsis 3:1, se advierte la conciencia mesiánica y regia de Jesús.

El santuario celestial como contenedor de la Deidad y su misterio.

5:6 έπτά πνεύματα τοΰ θεοΰ άπεσταλμένον είς πάσαν τήν γής

La construcción del texto es una semblanza de Zacarías 3:9 y 4:10.

Jesús como Señor, ha tomado sobre sí, la naturaleza del lenguaje

52 Apocalipsis 2:5a, 5c, 16, 21a, 21b; 3:3, 19.53 Apocalipsis 2:7, 17, 29; 3:6, 13, 22.

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de Jehová.

Las expresiones de Apocalipsis 4:6 y 5:6, construyen el avance del misterioso suceso de la naturaleza de Dios. A medida que se penetra en el sentido escatológico de la historia, se desenvuelve y comprende más la obra del Padre, Hijo y Espíritu. Explícitamente, el Apocalipsis no contiene todavía – al igual que la revelación anterior a Juan – ni un tratado ontológico de Dios. Por el contrario, el hacer de Dios se encuentra desarrollado y a través de ese acontecer, se vislumbran aspecto de la naturaleza del ser de Dios. Los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis se hallan en un sentido concéntrico de cualesquier interpretación quiástica del libro. Las expresiones verbales son tomadas de la revelación del santuario celestial como del acontecer mesiánico que aparecen en gran parte, sino todo el Antiguo Testamento y que de conjunto se orientan en torno al pacto de Dios– Gén 49:9; Isa 6:3; Isa 11; 63:1-3; Eze 2:9.

Habrá que señalar no obstante que Apocalipsis 5:12, donde los atributos séptuples del Ebed/Cristo – Apocalipsis 5:5, 6 – son la semblanza del Mesías del Isaías 11:1-3; 63:1-3. En ambos relatos, la construcción del lenguaje, establecen el sacrificio y el acontecer regio posterior como norma mesiánica. En hebreo «pisar el lagar» - Isa 63:2 – es, según G. von Rad, sinonimia de “dominio, sometimiento”54. La cuestión no es distinta en Apocalipsis 5:6, ya que άρνίον έσσστηκός ώς έσφαγμένον, refrendan la fuerza violenta del sacrificio que ha garantizado la gloria.

Es menester, por tanto, volver a la expresión lucana de Hechos 2:36, el sintagma duplo: Señor y Cristo. Atinadamente tendrá que decirse conjuntamente con Otto Karrer lo siguiente:

“El título «Cristo», según su sentido literal el ungido por el Espíritu enlaza la historia salvífica pasada con la venidera: por un lado remite a la elección de Israel como pueblo adorador de la santa alianza y por otro apunta al nuevo Israel, no según la carne sino según el espíritu, a la Iglesia de Cristo, alzada como signo en la humanidad de Dios”55.

El reclamo por parte de Pedro de los derechos de Jesús como soberano de la historia y de la Iglesia se amparan bajo el arameísmo: maranatha. En sí, la frase expresa por un lado, la presencia de Cristo en su Iglesia – según O. Cullmann – y por el otro lado, el deseo que implora, el advenimiento del reino eterno y universal56. El suceso que entronca el posicionamiento de Jesús en cuanto Mesías, y su entronización como 54 Von Rad, Gerhard. 2000. Teología del Antiguo Testamento. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1:196.55 Cullmann, O- Karrer, O. 1968. La Biblia en el Diálogo Interconfesional. Ediciones Sígueme, Salamanca. p. 29.56 Cullmann, O. 1998. Cristología del Nuevo Testamento. Ediciones Sígueme Salamanca. p. 285.

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Kyrios y del cual, deviene la urgencia del arrepentimiento, es, en efecto que la presencia del Espíritu, anuncia lo escatológico como hecho ya en pleno desarrollo. El Espíritu anuncia, por tanto la aceptación y gloria del sacrificio – Jn 7:3957.

Las expresiones séptuples que se dan en Apocalipsis 5:12, poseen ecos de Isaías 11:1-3.

Apocalipsis 5:12 Isaías 11:1-3Poder / Riqueza /Sabiduría / FortalezaHonra / Gloria / Alabanza

Sabiduría / entendimiento / ConsejoFortaleza / Ciencia / Piedad / Temor

Estas siete características son una inundación carismática del Espíritu de Dios que lo capacita para la misión. La reunión de todos los dones en la persona del Mesías, garantizan su designación como «enviado de Dios». En efecto, la plenitud carismática lo orienta hacia el sacrificio como Ebed YHWH. La alborada mesiánica no llega sin el Espíritu. Ambos, Espíritu y Mesías se disponen hacia suceso misterioso y oscuro de la naturaleza redentora de la cruz.

La plenitud de los dones mesiánicos llega por vía del Rúah YHWH en el Antiguo Testamento. El reclamo que Jesús hace para sí de Isaías 61:1-2 con modificación en el lenguaje, Lucas 4:16-19 es en efecto su clara conciencia mesiánica.

Apocalipsis 5:12 Isaías 11:1-3 Isaías 61-2Poder / Riqueza /Sabiduría / FortalezaHonra / Gloria / Alabanza

Sabiduría / Entendimiento / Consejo / Fortaleza / Ciencia / Piedad / Temor

Ungido /Buenas NuevasEnviado a sanar / pregonar libertad / Vista a los ciegosLibertad a los oprimidos /Predicar el año agradable del Señor

En rigor las expresiones tanto de Apocalipsis 5 como de Isaías 11,

arguyen el sentido inverso del acontecer mesiánico. En sí, Apocalipsis 5 e Isaías 11, se hallan como la resultante del acontecer de Isaías 61. La conciencia mesiánica de Jesús – Isaías 61:1, 2 – cosa que el mismo Lucas enfatiza en Hechos 10:38, es el sustento para su correspondencia regia – Isaías 11:1-3; Apocalipsis 5:12. El cumplimiento mesiánico de la profecía se logra sobre la base de una pneumatología que inunda la experiencia misional de Jesús que no culminara hasta ser proclamado Mesías de la Iglesia y Señor de la historia – Hech 2:36.

57 Habrá que asentir con J. Jeremías que el eón mesiánico que es también el arribo del Espíritu, trae consigo la nueva creación del Espíritu – Τό πνεΰυμα έστίν τό ζωοποιοΰν, Jn 6:63. 2001. Teología del Nuevo Testamento. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1:104. Respecto a la relación del Espíritu y Jesús en el Evangelio sinóptico de Lucas, Particularmente los términos: : έξουσία y δύναμις H. Conzelmann. 1974. El Centro del Tiempo. Estudio de la Teología de Lucas. Ediciones Fax Zurbano, Madrid. pp. 254 ss.

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Apocalipsis 6-7. El relato de los sellos que, conforme se describe de manera climática en el relato, busca su cenit en Apocalipsis 6:16, 17. En efecto, el texto describe la realidad histórica del desarrolla del Evangelio en el cristianismo. El lenguaje de Apocalipsis como es natural, es de trasfondo veterotestamentario. En Isaías 2, se aluden conceptos, tales como «casa de Jehová» y la «exaltación de Jehová en el día de su ira» - Isa 2:3, 11, 12, 17. Más precisamente, el sucot hebreo que se expresa en el recordar el mentado acontecer soteriológico de Dios en la experiencia histórica y peculiar de Israel. El predominio de Jehová por sobre los ídolos y la altivez del hombre – Isa 2:8-10 – queda manifiesta. El día de la ira de Jehová, es la re-vindicación y predominio de su palabra – dabar – que sobrepuja toda potencia idolátrica.

Las expresiones de Apocalipsis 6:15, 16, refrendan el quehacer triunfante del Evangelio. En efecto, el Evangelio es acontecimiento de la revelación para todas las generaciones que tiene su cúlmine en la parusía. La parusía es la justificación de la semblanza, de la unificación del lenguaje, tanto del Antiguo como Nuevo Testamento. El Evangelio se justifica en la parusía. La parusía valida el Evangelio como obra del Espíritu en la historia del hombre. Hombre que es ante el acontecer de la parusía de Jehová un anécdota, alguien «cuyo aliento está en su nariz» - Isa 2:22.

Apocalipsis 8-9 y su relación con Apocalipsis 10-11. Las trompetas – shôfar hebreo58 – se han de comprender solamente en virtud de lo interno de la comunidad hebrea o judía según corresponda. Desde este punto de vista, la llamada de las trompetas se orientan a núcleos religiosos cristianos no importando éstos, cuán amplios sean. Ese aspecto es fundamental para construir la idea de un cristianismo protestante apóstata, de paso, tan mentado y exclusivo de Apocalipsis 13:11.

El lenguaje se orienta desde el santuario celestial – Apocalipsis 8:2-4. Este es el eje ejecutor de todo acontecimiento para la tierra. Es allí, donde Jesús se ubica como Señor de la historia y ejerce su soberanía sobre los reyes de la tierra en calidad de Mesías de Dios – Hech 2:36, Apocalipsis 3:21. La teofanía es innegable – Apocalipsis 8:5 –; es significativo al menos que en Mateo 27:51, la teofanía es ahora una cristofanía que evoca la muerte violenta del Mesías.

En Apocalipsis 9:13, «los cuatro cuernos del altar de oro» se hallan «ante Dios». Las trompetas – shôfar – se contextualizan desde una perspectiva cúltica, es decir, desde el santuario celestial lo que justifica la llamada al arrepentimiento de las comunidades cristianas que se encausan a una apostasía. Las imágenes que desde el punto de vista hebreo son idolátricas – Apocalipsis 9:20 – conllevan sin embargo, la fuerza del acontecer humano que excluye la obra del Espíritu de Dios. 58 Shofar, en hebreo, cuerno.

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La llamada al arrepentimiento, ciertamente es la obra del Espíritu que ahora aparece como ignorada. En efecto ού μετενόησαν, «no se arrepintieron» - Apocalipsis 9:20, 21. Se han vuelto al culto idolátrico que se caracteriza por el lenguaje profano esparcido en todo el texto – v. gr. hechicería y fornicación. La negada realidad que conlleva una expresión cútica sin el acontecer del Espíritu de Dios, que se expresa en imágenes fuertes y convulsionadas en ambos capítulos, refrendan la ausencia del Espíritu en la expresiones del lenguaje religioso expresadas aquí.

De manera muy señera, el Espíritu se volcará de lleno a inundar la experiencia profética-histórica del remanente y su misión. Es Cristo, quien asumiendo las imágenes de Jehová en la experiencia del pacto antiguo, quien acompaña cristofánicamente la misión evangelizadora del remanente – Apocalipsis 10. Y en segunda instante, el Espíritu de Jehová quien validará la revelación de Dios a través del tiempo, y para el tiempo del fin, será quien re-valide la Palabra de Dios como mensaje para el fin de la historia – Apocalipsis 11. De esta forma, el remanente se orienta en relación con el ministerio sacerdotal de Cristo en el Santuario y el Espíritu de Dios, configura la experiencia de la revelación histórica como Palabra de Dios para todos los tiempos y las edades.

Una teología que se oriente en la reflexión bíblica-histórica, considerará que el quehacer eclesiológico es eminentemente pneumático-kerygmático, pues, es, la Deidad quien se ha revelado en la historia de manera plena y no menos que abierta. Cuando disponemos que es abierta, damos énfasis al sujeto, también histórico y no menos abierto.

Apocalipsis 12-14. Nos consultamos: ¿Se halla el Espíritu de Dios aquí? Y si la respuesta es afirmativa: ¿Cómo? El sentido parodial satura el relato: El dragón le da poder a la bestia – δρακων τήν δύναμιν, Apocalipsis 13:2. El dragón es el diablo, la serpiente antigua, Satán – ϑάλασσαν, Apocalipsis 12:9. El texto tiene base en Daniel 7:13, el Anciano de días y el Hijo del Hombre se hallan. Hijo del Hombre será el terminus gloriae de Jesús en su ministerio terrenal – Lc 17:3059. La recepción del júbilo por la herida mortal y posterior resurrección de la bestia – ϑηρίον - ¿no es una representación de la resurrección de Jesús? A esto tendrá que anudarse el ministerio itinerante de blasfemia durante 42 meses – Apocalipsis 13:5. No es en sí, la parodia de ministerio de Jesús por tres años y medio, haciendo el bien lleno del Espíritu de Dios – Hechos 10:38.

Nos consultamos: ¿Dónde yace el Espíritu Santo aquí? Continuando con el suceso parodial, la bestia que habla como dragón – Apocalipsis 13:11 – no busca gloria para sí, sino que encausa la adoración a la bestia que tenía la herida mortal y fue sanada –

59 Ladd, George E. 1990. Crítica del Nuevo Testamento. Una Perspectiva Evangélica. Editorial Mundo Hispano, Michigan. pp. 137-154.

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Apocalipsis 13:12. Efectivamente esta es una burda representación de la obra del Espíritu de Dios. Juan 16:14, 15 ¿no enseña que el Espíritu se somete y glorifica a Jesús? Por lo demás se habla de señales «y hasta descender fuego del cielo a la tierra ante los hombres»60. En el acontecer, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo, descender fuego del cielo es prerrogativa divina. Es teofanía. En efecto, se hace en virtud de un castigo como es el caso de Sodoma y Gomorra61, o bien en el culto al verdadero Dios que desempeñó Elías ante los profetas de Baal62. Para el Nuevo Testamento, la señal de descender fuego del cielo, es pneumofanía –Hech 2:3, 4. En el texto de Apocalipsis 13:13, 14, dicha señal – σημεία – es la usurpación de las prerrogativas divinas ante los seres creados. El cordero que habla como dragón ha usurpado el obrar del Espíritu. Lo hace engañando, amén que Espíritu se dispone en la verdad63.

En Apocalipsis 14:5, ούχ εύρέϑη ψεΰδος, con un no enfático, precisamente: «no se halló engaño» es ante todo, la prístina acción del Espíritu de Dios en la experiencia vital del creyente. No disponerse hacia el engaño y no hallarse en él, es adentrarse a la vida religiosa en Cristo y a través del Espíritu – Rom 8:10. Tal situación es fundamental en la expresión de la misión y ante todo en la cotidianeidad del sujeto religioso.

El ναί, λέγει τό πνεΰμα, precisamente: «sí, dice el Espíritu» de Apocalipsis 14:13, es ante todo lo enfático del presente escatológico que se vive en la presencia del Espíritu Santo. Los tres mensajes angélicos han de ser percibidos por este «decir del Espíritu» ya no únicamente al mundo, pues el mundo se ha deslindado de lo pneumatológico en el acontecer escatológico de la historia. El sí enfático del Espíritu, es hacia el creyente que advierte la muerte ya no como ausencia y desarraigo de la historia, sino como un permanecer en el recuerdo por el obrar fidedigno – έργα. En el obrar del Espíritu en el suceso escatológico de la historia, la muerte no es vista como puro anonadamiento del ser, sino como la certeza de un testimonio fidedigno que aguarda en silencio el despertar de la resurrección, garantizada por el sí enfático del Espíritu que es de igual modo, un amén divino.

Apocalipsis 16-18. Las copas de ira de Dios son vertidas desde el santuario celestial – Apocalipsis 15. Tal situación implica cesación de la intercesión. La ira de Dios se expresa sin misericordia hacia los no creyentes en rigor al mundo. La terminología es recurrentemente tipológica, bien que sea para expresar cautividad del mal, Éxodo, Babilonia o liberación y vindicación como es el caso Apocalipsis 16:12, 60 Apocalipsis 13:1361 Génesis 19.62 1 Reyes 18:36-39. No es menos significativo que el suceso de los profetas de Baal conjuntamente con Elías, éste último, se mueva en una temporalidad sometida al santuario - «cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto» 1 Rey 18:36.63 Juan 14:17

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16. Desde el santuario celestial, se enjuicia al mundo impío y al falso sistema religioso. Ambos acontecimientos están representados por una teofanía y una declaración que tiene su reminiscencia en el Calvario - Jn 19:30.

La ausencia de arrepentimiento – ού μετενόησαν64 - además de la constante blasfemia – έβλασφήμησαν – bien que también, ambos conceptos se encuentren vinculados, refuerzan la concepción de ausencia del Espíritu Santo como agente que motiva la transformación. La ausencia del Espíritu, en el período del juicio divino, hace fermentar la presencia de «falsos espíritus» - ψευδοπροφήτου πνεύμτα -, o bien «espíritus demoníacos» - πνεύμτα δαιμονίων – Apocalipsis 16:13. El Espíritu Santo obra el arrepentimiento en conexión con el suceso sacrificial. Agua y Espíritu en el lenguaje de Jesús - Jn 3:3 – obran mancomunados65. La ausencia de Jesús en el santuario celestial es inexorable juicio, y por tanto ¿qué valor tiene el arrepentimiento sin liberación de la culpa? El Espíritu, únicamente lleva en éxtasis a Juan para presencia la condenación de la Gran Ciudad, Babilonia66 - έν πνεύματι.

Apocalipsis 19-20. En pleno contexto de la parusía, se hace referencia al «es el espíritu de la profecía» - έστιν πνεΰματα τής προφητείας, Apocalipsis 19:10. Sintéticamente ¿qué significa esta frase? La frase en sí representa el diálogo del Espíritu a través de la historia. En efecto, la revelación es causa del Espíritu a los profetas y éstos, anunciaron el suceso cristológico – 1 Pedro 1:10, 11.

La parusía es tanto suceso cristológico como pneumatológico. ¿Cómo es ello posible? La Iglesia ha sido confiada al Espíritu y él ha conducido a la Iglesia por el crisol de la prueba. El Espíritu ha garantizado que la Palabra de Jehová no vuelva vacía, sino prosperada – Isa 55:10. Ο λόγος τοΰ θεοΰ, «El Verbo de Dios» - Apocalipsis 19:13 – de esta manera: ¿no es acaso el dinamismo de Dios para esta historia y la venidera? ¿No es el verbo quien le ha dado vida, sentido y autoridad a la expresión profética? ¿No es el Espíritu responsable de la revelación a través de todos los tiempos? Por tanto: ¿No son el Espíritu y el Verbo quienes han obrado la experiencia terrena de la redención? La historia sin Cristo es, inexorable fracaso y sin el Espíritu, ausencia de vida nueva. La parusía es por tanto un re-encuentro.

Apocalipsis 21-22. La frase «No selles la Palabra de la profecía»67 es un hebraísmo. No hay sello, en el Espíritu obra la comprensión segura, el canon por cierto, está abierto a la comprensión histórica-salvífica. El Espíritu abre y cierra la revelación de Dios – Gén 1:2 y Apocalipsis 22:17.

64 Apocalipsis 16:9, 11.65 Rom 6:4; 8:9. 66 Apocalipsis 17:3.67 λόγους - Apocalipsis 22:10.

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En efecto, τό πνεΰμα, se reclama el derecho de optar por lo eterno. Se hace provisión en él para que lo escatológico sea una hallarse en Cristo.

III Conclusiones

Pueden desprenderse al menos, tres conclusiones específicas respecto al obrar del Espíritu de Dios en el Apocalipsis:

a) Es quien recoge la historia y la dispone como construcción histórica-revelativa para la comunidad de creyentes.b) Hace que lo escatológico se configure como la certeza de una experiencia histórica.c) Se halla ausente en el mundo, presente en la Iglesia. Configura una eclesiología orientada en una escatología consciente de la parusía.

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