el día de la expiación

10

Upload: marco-valdez

Post on 11-Jul-2015

1.783 views

Category:

Spiritual


4 download

TRANSCRIPT

Page 1: El Día de la Expiación
Page 2: El Día de la Expiación

Génesis

Éxodo Levítico Números

Deuteronomio

Lv. 1-7

Lv. 8-10

Lv. 10-15

Lv. 16

Lv. 17-20

Lv. 21-22

Lv. 23-27Leyes del Santuario

Leyes sacerdotales

Leyes personales

Díade la

Expiación

A

B

C

D

E

F

E’

D’

C’

B’

A’

¿Por qué este capítulo fue ubicado en el centro de Levítico?

En el día de la Expiación se culmina el proceso de la eliminación del pecado.

Page 3: El Día de la Expiación

1. Sacrificios diarios: Los pecados eran TRANSFERIDOS al Santuario.

2. Día de la Expiación: Los pecados eran ELIMINADOS del Santuario. Ofrenda de purificación por el sacerdote:

El Sumo Sacerdote debía estar limpio para realizar los ritos de purificación.

Ofrenda de purificación del macho cabrío “por Jehová”: Con su sangre purificaba el Santuario.

Rito de eliminación con el macho cabrío “por Azazel”: Era enviado vivo al desierto con los pecados de Israel.

Vamos a estudiar este rito a través de sus protagonistas:

El Sumo Sacerdote. El macho cabrío “por Jehová”. El macho cabrío “por Azazel”. El pueblo.

Page 4: El Día de la Expiación

“Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” (Levítico 16:32-33)

El Sumo Sacerdote era el mediador entre Dios y su pueblo.

Su primera función en el día de la Expiación era la de ofrecer un sacrificio por sí y por el cuerpo sacerdotal. El MEDIADOR debía estar libre de todo pecado.

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15)

Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial.

Page 5: El Día de la Expiación

“Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio” (Levítico 16:15)

No había imposición de manos, ni confesión de pecados, ni sangre colocada sobre los cuernos del altar de los holocaustos.

La sangre de este animal no estaba contaminada por el pecado.

Esta sangre era introducida directamente al Lugar Santísimo, ante el arca del pacto, y esparcida sobre su tapa, el propiciatorio.

De esta manera, la sangre no se usaba aquí para perdonar el pecado, sino para purificar el Santuario.

Page 6: El Día de la Expiación

E.G.W. (El conflicto de los siglos, cp. 24, pg. 472)

Page 7: El Día de la Expiación

“Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto” (Levítico 16:20-22)

“Azazel” es un nombre usado para referirse al mismo Satanás, que es el culpable de la aparición del pecado en el Universo.

Cuando los pecados del pueblo eran confesados sobre la cabeza de este macho cabrío, EL SANTUARIO Y EL PUEBLO YA HABÍAN SIDO PURIFICADOS.

No hay aquí muerte expiatoria. Satanás es considerado el culpable último de los pecados que ha incitado.

Como Amán fue ahorcado en la horca que preparó para Mardoqueo, el gran acusador recibirá el castigo que quería que recayese sobre los inocentes (aquellos que han lavado sus pecados con la sangre del Cordero)

Page 8: El Día de la Expiación

EL PUEBLO“Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros” (Levítico 16:29)

¿Qué debían hacer los israelitas ese día y qué podemos aprender de ello?

Si alguien en el antiguo Israel no seguía estas instrucciones, había de ser cortado y destruido (Lev. 23:30). El Día de Expiación implicaba realmente vida o muerte. Exigía de los creyentes completa lealtad a Dios.

Debían afligir sus almas (humillarse) Debían abstenerse de trabajar. Debían presentarse ante el Santuario

y seguir atentamente los ritos realizados por el Sumo Sacerdote.

Page 9: El Día de la Expiación

“Estamos viviendo ahora en el gran Día de la

Expiación. Cuando en el servicio típico el

sumo sacerdote hacia la expiación por Israel,

todos debían afligir sus almas por medio del

arrepentimiento de sus pecados y la

humillación ante el Señor, si no querían verse

separados del pueblo. De la misma manera,

todos los que desean que sus nombres sean

conservados en el libro de la vida, deben

ahora, en los pocos días que les quedan de

este tiempo de gracia, afligir sus almas ante

Dios con verdadero arrepentimiento y dolor

por sus pecados…

E.G.W. (Cristo en su santuario, cp. 9, pg. 122)

Page 10: El Día de la Expiación

… Hay que escudriñar honda y sinceramente el

corazón. Hay que extirpar el espíritu liviano y

frívolo al que se entregan tantos cristianos de

profesión. Empeñada lucha espera a todos

aquellos que quieran subyugar las malas

inclinaciones que tratan de dominarlos. La obra

de preparación es una obra individual. No somos

salvados en grupos. La pureza y devoción de uno

no suplirá la falta de estas cualidades en otro. Si

bien todas las naciones deben pasar en juicio ante

Dios, sin embargo él examinará el caso de cada

individuo con un escrutinio tan estricto y

minucioso como si no hubiese otro ser en la Tierra.

Cada uno tiene que ser probado y encontrado sin

mancha, ni arruga, ni cosa semejante”

E.G.W. (Cristo en su santuario, cp. 9, pg. 122)