el cultivo de la vid y la fabricación de chinguiritoel asunto de la villa de que nos ocuparemos,...

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El cultivo de la vid y la fabricación de chinguirito Beatriz Rojas El Colegio de Michoacán La imposible moderación En las siguientes cuartillas contaré lo que sucedió en Aguas- calientes, pequeña villa novohispana, a finales del siglo XVIII, al descubrirse, por una denuncia, que gran parte de sus habitantes se dedicaban a la fabricación y comercialización de “chinguirito” una de las tantas bebidas prohibidas por el gobierno colonial. Durante mucho tiempo el historiador pensó, que como la Corona había prohibido el cultivo de la vid y la fabricación de vinos y aguardientes alegando diversas razones, entre las principales la de proteger la producción peninsular y evitar la embriaguez, esta prohibición había sido respetada. Algu- nos trabajos recientes y otros no tanto,1 nos han mostrado cómo pese a las reiteradas vedas publicadas en bandos, a la instalación de un juzgado especializado en bebidas prohibi- das, en la Nueva España del siglo XVIII, esta prohibición no hizo mella y los infractores fueron muchos y muy profusa- mente localizados. Para explicar el por qué de esta desobediencia tendría- mos que enumerar varias circunstancias que la hacían inevi- table. Diremos tan sólo que el consumo de bebidas alcoholi- zadas era bastante común y aunque el gobierno colonial y el clero se daban muy bien cuenta de lo nocivo que era para la población, los intereses económicos que dependían de su producción y venta eran más fuertes que los intentos para desterrar la embriaguez. Tanto la Iglesia como la Corona doblaron muchas veces las manos ante el imperativo mone- tario.

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El cultivo de la vid y la fabricación de chinguirito

Beatriz Rojas El Colegio de Michoacán

La imposible moderación

En las siguientes cuartillas contaré lo que sucedió en Aguas- calientes, pequeña villa novohispana, a finales del siglo XVIII, al descubrirse, por una denuncia, que gran parte de sus habitantes se dedicaban a la fabricación y comercialización de “chinguirito” una de las tantas bebidas prohibidas por el gobierno colonial.

Durante mucho tiempo el historiador pensó, que como la Corona había prohibido el cultivo de la vid y la fabricación de vinos y aguardientes alegando diversas razones, entre las principales la de proteger la producción peninsular y evitar la embriaguez, esta prohibición había sido respetada. Algu­nos trabajos recientes y otros no tanto,1 nos han mostrado cómo pese a las reiteradas vedas publicadas en bandos, a la instalación de un juzgado especializado en bebidas prohibi­das, en la Nueva España del siglo XVIII, esta prohibición no hizo mella y los infractores fueron muchos y muy profusa­mente localizados.

Para explicar el por qué de esta desobediencia tendría­mos que enumerar varias circunstancias que la hacían inevi­table. Diremos tan sólo que el consumo de bebidas alcoholi­zadas era bastante común y aunque el gobierno colonial y el clero se daban muy bien cuenta de lo nocivo que era para la población, los intereses económicos que dependían de su producción y venta eran más fuertes que los intentos para desterrar la embriaguez. Tanto la Iglesia como la Corona doblaron muchas veces las manos ante el imperativo mone­tario.

Los principales puntos de consumo fueron sin duda los grandes centros urbanos y mineros, y aunque la Corona quiso guardar el monopolio a la producción metropolitana, los vinos y aguardientes peninsulares eran demasiado caros para el consumidor novohispano. Añadiéndose a esto, la imposibilidad en que muchas veces se vio la metrópoli para abastecer sus mercados coloniales debido a los conflictos europeos en los cuales se vio inmiscuida, teniendo que inte­rrumpir el tráfico marítimo por largos periodos.

A lo anterior añadiremos que la política de la Corona frente a sus colonias, sobre todo en el siglo XVIII, fue dirigida en primer lugar por la conveniencia fiscal, haciendo muchas veces caso omiso de la ley y del buen gobierno. Alentaba así la producción y venta del pulque, uno de sus más importan­tes renglones de recaudación y al mismo tiempo redoblaba sus esfuerzos por controlar la fabricación de bebidas prohibi­das, que como no permitidas no daban nada al fisco.

El asunto de la villa de que nos ocuparemos, puede servir de ejemplo de la política que la Corona tuvo hacia la producción de bebidas prohibidas. Aguascalientes era para finales del siglo XVIII, una pequeña villa de aproximadamen­te seis mil habitantes. Algunas opiniones de la época la señalaban como la primera villa de la Nueva Galicia. Aten­diendo a la recaudación de alcabalas y ramo de tabacos, ocupaba el segundo lugar del reino, superándola tan sólo el real de Bolaños, que vivía uno de sus periodos de bonanza más importantes, pero que no tardaría en decaer. Sayula y Tepic ocupaban el tercer y cuarto lugar.

Aguascalientes desde su fundación había sido una al­caldía mayor y con la implantación del régimen de intenden­cias pasó a ser una subdelegación. Su vida económica estaba fundamentada en la ganadería, en la agricultura y en el comercio, con pocas industrias contaba aunque no faltaban unas cuartas curtidurías y pequeños obrajes. Salvo algunos avatares climatológicos que afectaban periódicamente su agricultura, era una población que prometía gracias a su cercanía a varios centros mineros y a las relaciones comer­ciales que mantenía con éstos, entre las cuales se encontraba sin duda la venta de destilados.

El cultivo de la vid en Aguascalientes empezó por lo

menos desde mediados del siglo XVII, ya que en 1642 los vecinos de la villa solicitaban al rey que las aguas del ma­nantial situado a las afueras de la localidad se le mercedaran a la población para su uso doméstico y regadío de huertas de vid y chilares. Con 1 000 pesos de oro de composición la demanda fue concedida.

A partir de cuándo empieza a fabricar vino, posible­mente para estas fechas —1640— ya lo hiciera, como en muchos otros lugares, para abastecer a la Iglesia del vino necesario para el sacramento. Y de esto a la producción para el consumo personal primero y después para la venta. La barrera debe haberse saltado fácilmente. Pero a partir de cuándo empezó a fabricar chinguirito, no lo sabemos. Las primeras noticias concretas las tenemos para la década de los cincuentas del siglo XVIII, lo que coincide con la forma­ción del juzgado de bebidas prohibidas en 1754. Podemos pensar que fue un problema de este siglo y extendido a todo el virreinato.

La producción de chinguirito en Aguascalientes pudo haber contado con un campo propicio, pese a que la materia prima (piloncillo o melaza) no se producía en los alrededores y era traída normalmente de la región cañera de Guadalaja­ra y en poca cantidad de los cañones de Juchipila.

El poder encubrir la producción de chinguirito con la producción local de vinos y aguardientes, la cercanía a Fres- nillo, Bolaños, Zacatecas y Catorce, importantes centros mineros y buenos mercados para las bebidas embriagantes, sin duda cooperó para que la fabricación de este aguardiente contrahecho se desarrollara amplia y popularmente en la población de esta villa.

No extrañe, pues, al lector la confusión existente entre vinos y destilados de uva y bebidas prohibidas, pues a lo largo del asunto, de eso se trata: de confundir y orientar a la justicia real hacia lo que se piensa menos grave.

La denuncia

el promotor de ésta no puede omitir hacer presente a V. seno- ría como Don Miguel Gutierrez vecino del comercio de la Villa de Aguas Calientes, hace años que ha tenido y en el día tiene

crecida fabrica de Aguardiente chinguirito hecho de Pilonci­llo y Salbado. Y como quiera que ese ingrediente en el todo esta prohibido, y de que dho. Gutierrez no se ha querido abste­ner en semejante delicto, puramente atenido a su dominante genio principal y otros particulares valimentos que le cobijan lo pongo en noticia de V.S. para que como superior Juez de la causa en la verdadera inteligencia de ser cierto todo lo referi­do se sirva tomar sobre el particular las mas severas provi­dencias que tenga por conveniente. El teniente provincial Don Manuel Sorrilla es intimo amigo de Don Miguel Gutie­rrez, suficiente motivo para que semejante asunto no se le recomiende, y solo si a otros iguales tenientes provinciales del Rl. Tribunal de la Acoidada que lo son Don Manuel Diaz de León, hacendado hombre de conocido caudal desapasionado vecino de la Jurisdicción de dha. Villa, como también Don Ignacio Diaz de Sandi del comercio de Teocaltiche Pueblo inmediato con lo que enteramente se facilita a V. Señoría la concequencia de lo que llevo referido. Dios Nro. Señor guarde la vida del V. señoría en cabal salud muchos años Noviembre 8 de mil setecientos ochenta y quatro. En Zelaya. Es igual prevención que la enunciada fabrica se halla en casa propia del referido, su titulo, calle que llaman del Ojocaliente desti­nada solo para el referido asunto su Administrador se apelli­da Montolla etcetera. Señor Capitan Don Manuel de Santa María y Escobedo.2

Bebidas prohibidas

Para finales del siglo XVIII, en la villa de Aguascalientes, detodos era sabido que la gran parte de sus vecinos, se dedica­ban en una forma o en otra a negocios conectados con lafabricación de bebidas prohibidas:

en este lugar como tan fértil y abundante de viñas casi todos sus vezinos por no tener otro destino, se inclinaban a cons­truir aguardiente de primera, de segunda y chinguirito con cuyo producto se sustentaban y mantenian sus moradores, siendo tan permitido o al menos tolerado este comercio que ni con verdadera entereza se procurara inquirir los fabricantes no quedaría persona alguna Noble o Plebeya, Pobre o Rica que no este incurso o adoleciera con este trato estos fueros.3

Y esto no era desconocido ni de las autoridades locales,

ni de las de la audiencia de Guadalajara, ni de el tribunal de la Acordada y Bebidas Prohibidas, a quien correspondía el vigilar y castigar este tipo de delitos.4

En varias ocasiones habían tratado de terminar con las fábricas aunque aparentem ente la lucha hab ía sido infructuosa. Siendo alcalde mayor don Antonio María Núñez de Toronjo -1772-1773— intentó estrechar a los infractores sin mucho éxito. En 1784 el alférez real de la villa señalaba que en la actualidad

sucede lo mismo aunque sean otras razones para permitirlo pues todos los jueces han disimulado y no tan solo los de la acordada sino también los ordinarios y la misma Real Audiencia... Apenas se encontraría casa por distinguida que sea donde no esten fermentando los Caldos para la Saca de vinos y aguardientes chinguiritos.5

El alférez real concluía que si se llegara a hacer una averiguación de las veinte partes de la villa, tan sólo tres de ellas no tendrían nada que ver con el asunto.

¿Por qué si desde hacía años era conocida de las autoridades la existencia de estos negocios en la villa, y si ya se había intentado estrecharla sin ningún resultado, se dio oídos a una denuncia anónima?

Muy posiblemente la respuesta a estas preguntas se encuentre en los siguientes hechos: la llegada a la villa de un nuevo alcalde mayor, ya que el anterior había salido huyendo de la Nueva España acusado de fraude al erario real; el nombramiento de un nuevo juez de la Acordada y Bebidas Prohibidas más estricto y activo que su antecesor; y por último el control mucho más drástico que el gobierno español implantó en sus colonias desde la llegada de los borbones y que se fue acentuando conforme avanzaba el siglo.

El caso es que la denuncia fue escuchada y las indicaciones estipu ladas en ella tam bién, ya que el nombramiento para llevar a cabo las averiguaciones fue encomendado a don Manuel Díaz de León, como el delator lo sugirió. Pero ¿quién hizo la delación y por qué causas? En el transcurso de las diligencias, los inculpados señalaron al

mismo Díaz de León, aunque más tarde se supo quién había sido el denunciante.

Las diligencias

El 13 de diciembre de 1784, don Manuel Díaz de León, conocido vecino de la villa, dueño de la hacienda de Peñuelas, regidor depositario general y teniente provincial de la Acordada, miembro de una de las más distinguidas fam ilias del lugar, dio inicio a las averiguaciones y diligencias. Primeramente pidió a su primo, el escribano de la villa, que lo a s is tie ra en sus trabajos, pero por la naturaleza del asunto, éste prudentemente se negó alegando que se encontraba enfermo; para suplir su carencia don Manuel Díaz de León nombró dos testigos de asistencia para realizar las pesquisas de una

Grande Fabrica de chinguirito que le dice haber en esta viyaen la casa que llaman del Ojocaliente...

Al día siguiente citó a varios testigos y los sometió a interrogatorio: don Antonio Alvarado confirmó que en la dicha casa del Ojocaliente había una fábrica para hacer chinguirito, que era h ab ilitad a por don José Herrera, administrador de una de las tiendas de don Miguel Gutiérrez, el acusado. José Antonio de Loera conocido como “el vene­no”, y que había trabajado cuidando la fábrica cuando ésta era de don Juan Calera, dijo que había visto que de la tienda de don Miguel Gutiérrez llevaban a la fábrica el piloncillo prieto en un carretoncito. Felipe Sánchez señaló que había sido sacador de la fábrica durante tres años y que trabajaba en ella como peón acomodado durante todo el año. Don Mi­guel Bernardo de Alvarado dijo que la fábrica ya tenía 35 años de trabajar y que había pasado por diferentes dueños. Varios testigos más se presentaron; todos coincidieron en señalar a D. Miguel Gutiérrez como dueño de la casa en don­de estaba la fábrica y en que el dulce prieto se sacaba de sus tiendas.

Después de haber efectuado los interrogatorios y demás averiguaciones, el juez se dirigió a examinar la casa del

Ojocaliente, temiendo que al extenderse la noticia se escondieran los materiales comprometedores.

Acompañado de sus testigos de asistencia, como a eso de las siete de la noche, con el cielo ya oscurecido de diciembre, tocó a la puerta y le abrió doña María Antonia Martínez, esposa de don Vicente Montoya, señalado como el administrador de la fábrica. La señora dijo que su esposo no estaba, que había salido a unos asuntos fuera de la villa y que no podía permitirles la entrada, pero ante la insistencia de don Manuel Díaz de León que logró atemorizarla, los dejó pasar. Examinaron toda la casa, salvo un cuarto que estaba cerrado con llave, encontraron 29 botas cargadas con lumbre abajo, más otras 27 botas cargadas, ocho con mosto y el resto con dulce. También encontraron dos barriles y el alambique.

Al día siguiente, o sea el 15, se mandó llam ar al cerrajero para ver qué era lo que había en el otro cuarto*, y se encontraron dos y medio barriles de aguardiente, un alambique mediano, una carga de piloncillo prieto y 43 sacas en las que se supuso que tra ían el piloncillo “por las pegaduras que tienen algunas”.

Con las pruebas obtenidas en la inspección, se comprobó el delito y la casa se embargó.

Al día siguiente de efectuadas las diligencias, ya toda la población estaba en conocimiento de lo que había sucedido, con la consiguiente alarma que tal noticia trajo consigo. Los acusados actuando ágil y astu tam ente em pezaron a organizar su defensa.

Primeramente trataron de encubrir a don Miguel Gu­tiérrez haciendo pasar al administrador como dueño, pero como esto resultaba demasiado difícil partiendo de las decla­raciones de los testigos, acudieron a una hábil maniobra que vino a complicar todo el asunto. Don Manuel Fernández Guarzo, íntimo amigo del acusado y Teniente de la Acorda­da, junto con don José Manuel de Goytia, alcalde ordinario de segundo voto, acompañados de testigos de asistencia, de cuatro soldados y de un asesor letrado procedieron a recorrer muchas de las casas de la villa en donde se sabía que tam­bién había fábrica de aguardiente:

yendo con este formal acompañamiento de casa en casadonde le paresia con estrepito y bilencia de serrajando

puertas y hultrajando a los caseros, hiso el cateo de muchas de ellas poniendo en la mayor consternación a este besindario. todo este aparato fue para dorar el delito de sus amigos los Gutiérrez.

No nos resulta difícil imaginar el alboroto que estas diligencias levantaron. Veinticuatro casas en total visitaron Fernández Guarzo y su comitiva, tanto de nobles como de plebeyos como diría después el Síndico Procurador de la villa. No perdonó las de los regidores José María Cardona y José Cayetano Ruiz de Esparza, ni la del conocido co­merciante don Juan Mazón y Martínez, ni la casa de don Fernando Díaz de León ni la de doña Luisa Nieto, miembros de distinguidas familias, y en todas ellas encontró materia de delito. En algunas casas encontró fábrica instalada con oficinas especiales dedicadas a ella; en otra el alambique montado en la hornilla, y en casi todas diferentes cantidades de botas cargadas de panocha prieta. De vino de uva tan sólo encontró en la casa del regidor Cardona, que tenía en su bodega cuatro barriles de vino blanco, fabricado con uva de la tierra, más cuatro botas cargadas con mosto de la misma uva.

Las averiguaciones de Fernández Guarzo empeoraron la situación; la población atemorizada vacío sus botas y barriles y el vino y el aguardiente corrieron por los caños de la población.

...los muchachos de la calle gritaban que en la de la Merced por el caño de la casa del Escribano o de la contigua a la suya, salía mucho aguardiente.

Imaginemos el espectáculo y el estado en que se encontró la población. Y lo peor no fue todo este revuelo sino el rumbo que tomó entonces el asunto: Fernández Guarzo había logrado su objetivo, sus amigos los Gutiérrez no estarían solos y las averiguaciones ya no girarían en torno a una fábrica, sino sobre toda la población.

Aguascalientes, fábrica general de chinguirito

Las diligencias tan astutamente realizadas por el capitán

Fernández Guarzo evidenciaron lo extendido que estaba en la villa la fabricación de vinos y aguardientes prohibidos. El delito era ya difícil de ocultar: don Manuel Díaz de León tenía al corriente de lo que pasaba al juez de bebidas prohibidas. Los vecinos de Aguascalientes estaban temerosos del rumbo que seguirían las averiguaciones.

Don M anuel Gutiérrez, contra quien todo hab ía empezado, trataba de preparar y poner a la justicia a su favor. Estando ya próximas las elecciones para alcaldes ordinarios, se dedicó a visitar de casa en casa a los miembros del ayuntamiento tratando de influirlos en la designación y recomendándoles escogieran nuevos alcaldes entre sus amigos, para asegurar así la parcialidad de la justicia local, en caso de que el asunto llegara a su ámbito.

También la defensa de la villa se organizó, sacando en primer lugar la cara el señor cura doctor don José Antonio de A costa y secundado por el procurador don Domingo Cayetano de Acosta, hermano del cura, a quien por su cargo le to cab a re p re se n ta r y defender a la población de Aguascalientes.

Cuatro días después del alboroto levantado por Fernández Guarzo el señor cura y el procurador enviaron extensas cartas al juez privativo, en las cuales trataban de explicar y disculpar a los pobladores de la villa, de dedicarse a actividades prohibidas.

El señor cura expresó:

Mi señor me parece propio de mi obligación y desempeño del ministerio de Párroco en que estoy empleado hacer presente a V.S. que la Villa de Aguascalientes que es la cabecera de mi feligresía pertenece al Obispado de Guadalajara en esta Nueva Galicia y es por su amenidad y la abundancia un citio cuando no superior a lo menos igual a los mas floridos jardines que se hallan ubicados en otros Paizes la mayor fecundidad de esto proviene de la copia de aguas que fertilizan su terreno cultivándose muchas plantas y arboles frutales; pero especialmente multitud de viñas, que componen su numero increíb le de cepas pues franqueando tanta proporcion el plano del Terreno y siendo los hijos del paiz sumam ente laboriosos e igualm ente industriosos han aumentado en gran numero sus poceciones y asi en el curso de algunos años han formado un Lugar o Pueblo mui numeroso

y distinguido de modo que puede disputar la primacía a los que componen esta Provincia de la Galicia. Como es coiicecuente á la industria y trabajo que los hombres inpenden lograr el fructo de sus afanes se dedicaron de inmemorial tiempo a esta parte los Moradores de esta Villa a fabricar abundancia de Vinos, ya para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, ya para pasto y regalo pues se fabrica tan exelente que logra el pribilegio que tienen las mejores bebidas de la Europa que es conservarse largo tiempo, como los vinos más exquisitos de Borgoña y de Champaña. Igualmente se sacan aguardientes mui superiores y otros de menor calidad, por que haciendo primera y segunda saca con los mostos y rezagos unos salen mui buenos y otros medianos los que introduciendo en los Reales de Minas inmediatos con sus correspondientes Certificaciones de ser legítimos pagan el Derecho establecido de nuevo impuesto, que son cinco pesos por cada Barril del mismo modo que se practica con los Aguardientes que se extrahen de la Villa de san Felipe de Parras y del Pueblo de San Luis de la Paz, y asi se ha practicado por tan dilatado tiempo que no hay memoria de su introducción, ni jamás se les ha inquietado, ni perturbado en este exercicio; pues aunque una y otra vez ha havido sus reclamos, ante la Real Audiencia de Guadalajara se ha inobado, ni el Real Tribunal de la Acordada en uso de su Juzgado Pribativo de Bebidas prohibidas en tiempo alguno altero esta pacifica pocecion; pero ahora con el motivo de cierto denuncio qe. se hizo a V. señoría han procedido dos Tenientes de ese Tribunal cada uno por cuenta separada haciendo Rl. aprehencion de multitud de fabricas que en la actualidad se hallan en la segunda saca de sus Aguardientes y asi contemplo que llevándose a puro y debido efecto lo comenzado se verificará mui breve la ruina y exterminio de este hermoso lugar pues no les ha quedado a sus vezinos otro arbitrio para poderse mantener, ni otro recurso, que las lágrimas, y lamento con que están afligiendo mi corazon continuam ente las desam paradas viudas y Personas desbalidas que, tumultuariamente recurren a mi. No pretendo Señor Capitan autorizar el indebido uso de las vebidas prohibidas antes protexto que quiero religiosamente su Exterminio como nocibas a la Salud y perjudiciales al Estado, mi designio es ocurrir á V. señoría en beneficio de mis Feligreses contemplando que solo la piadosa mano de V. señoría en quien se hallan depositadas las facultades podría embarazar la ruina de esta población; pues dando las

providencias oportunas se permitirá lo que sea justo con arreglo a la practica y costumbre inbeterada, y se contendrán los exesos con la discreción y prudencia que demanda el asunto. Asi lo suplico a V. y ruego a Dios Nuestro Señor, y en que la mas cumplida salud la guarde su vida dilatados años. Villa de Aguas Calientes a dies y ocho de diciembre de mil setecientos ochenta y quatro... Doctor José Antonio Acosta.6

Con el envío de esta carta, el rumbo del asunto trató de ser desviado. Tal parece que el señor cura ideó un plan por medio del cual pensó poder minimizar la falta, haciendo aparecer los vinos y destilados que allí se fabricaban como de uva y no de los alterados como el chinguirito.

El procurador por su lado alegó en el mismo sentido, diciendo que los aguardientes que se fabricaban en la villa eran de los legítimos y de buena calidad. Rogando a las autoridades se nombraran sujetos imparciales para llevar a cabo las diligencias. Y aunque reconocía que algunos vecinos por defecto de la calidad de la uva se ayudaban para dar “algún vigor y fuerza” con la mezcla de panocha, esto lo habían hecho inocentemente pues nunca se les había investigado ni castigado, por lo cual creía conveniente que se les informara por medio de un bando, desterrando así el error y la ignorancia del vecindario.

Con la lectura de estos textos se capta con claridad el p rob lem a al cual tem ía en fre n ta rse la v illa y sus autoridades, reconvenida ya en varias ocasiones por las infracciones cometidas al fabricar chinguirito. Y curándose en salud, en caso de que el asunto llegara a mayores trataron desde un p rinc ip io de a m in o ra r el peso del delito, presentando las bebidas derivadas de uva como mayorita- rias y a las contrahechas y adulteradas como de poca impor- tancia. Pero esta defensa tendría que caer por su propio peso; los datos sobre la producción pusieron en evidencia la false­dad de los argumentos.

Según la cifra más alta, cuando más se producían 80 barriles de vinos de uva al año. En cambio el alcabalero de la villa informó haber dado salida durante el año de 1784 a 1 447 barriles de aguardiente del “criollo de la tierra”, a los cuales deberían añadírseles otros pocos que por haber salido en partidas pequeñas no había llevado la cuenta.

Mientras que la población y sus representantes organi­zaban la defensa, don Manuel Díaz de León continuaba con las diligencias e informando detalladamente al Juez Santa María. En todas sus cartas se quejaba de las dificultades que tenía para llevarlas a cabo, como lo cuenta en ésta del 25 de diciembre:

No es fácil explicar en brebe los grandes esfuerzos extraordi­narios, diligencias irregulares, proyectos, cabilaciones, ame­nazas disimuladas y mas solicitudes que han presentado los contraventores y sus amigos para obligarse a suprimir dichas diligencias y que se formaran otras de nuevo y ya para que yo no diera cuenta a V. señoría en el pasado correo no dejándome instante en que no me tuvieran algún empeño de respecto (como el señor Alcalde Mayor, el caballero Don Rafael Amar Gefe de estas milicias, Don Rosendo de Guevara Administra­dor de Reales Alcabales y Tabacos en la Jurisdicción). El doctor Acosta cura de esta Villa que es en mi concepto el sugestor de los advitrios para que se frustrara la orden de V. señoría y otros valiéndose hasta de mis parientes, Criados y Domésticos para tener noticia de lo que yo havia actuado ha­blaba o pensaba executar sirviéndose de otros jueces como el Alcalde ordinario de segundo voto don Jph. Manuel de Goitía, y del Teniente de ese tribunal don Manuel Fernandez Guarzo para que me prescindieran en el conocimiento de otras causas de igual naturaleza embarazando con esto las pesquizas y justi­ficaciones que sobre ello pudiera yo hacer con el designio de honestar su culpa haciendo unibersal la contrabencion con­fundiendo las fabricas de Aguardiente de Uva con las de Chinguirito...

En otra carta Díaz de León prevenía al Juez del trabajo que realizaba el Procurador para recabar información sobre la conveniencia de que subsistieran en Aguascalientes las fábricas de Aguardiente que se pretendía hacer pasar como derivado de uva. Aunque la realidad era que se fabricaba muchísimo chinguirito, alguno para consumo local y el resto para vender en otros lugares. Díaz de León hizo notar que el precio tan bajo en que se vendía este aguardiente ponía en evidencia su carácter de “contrahecho”.

El 29 de enero de 1785, el procurador, que además era regidor y alcalde provincial, don Domingo Cayetano de

Acosta, envió al juez otra carta en donde continuaba la defensa de la villa y sus habitantes, alegando que tan sólo estaban haciendo uso de sus legítimos derechos, como igual hacían Parras y San Luis de la Paz; que los vecinos no sabían que cometían un crimen con sus fábricas sino que creían usar de:

...un ejercicio licito y honesto pero aun permitiendo de que se hubiese abusado en alguna parte como quiera que son mu­chos los comprehendidos necesitaba la corrección un gran tiento y modo porque es maxima política y bien recibida información digo recibida que el que de golpe quiera hacer mucho no hara nada. Irritaría los ánimos sin extirpar los abusos. La Medicina nos da en esta Materia un ejemplo Quan- do un cuerpo abunda en humor vicioso no procura su evacua­ción sino lentisimamente. Muere promptamente un Hidropico si de una vez le purgan de todas las Aguas infectas que lo incomodan, no pide menos lentitud acaso pide mas la extrac­ción de los humores viciosos del Cuerpo político que del Cuer­po humano. En esta inteligencia acudo a la piedad de V. Señoría para que no se inobe en cosa alguna y en el evento de que se advierta exesos o abusos como es regular en todos los asuntos por la infeliz propencion de los hombres a dar mayor y menor amplitud a su libertad suplico rendidamente a V. Señoría que se camine por tan pequeños pasos a la reforma que este numeroso Pueblo apenas sienta el movimiento de modo que de muchas tenues innobaciones se componga la total que se califique necesaria. Este temperamento parece preciso en las circunstancias ocurrentes y que como V. Seño­ría se halla dotado de tan ilustres cualidades sabrá determi­nar lo que sea mas arreglado conforme al servicio de Dios y del Rey pues a mi solo me toca como Procurador del Lugar y en defensa de sus vecinos representar lo que llevo expresando.7

Pocos días después de enviada esta carta, el alcalde mayor de la villa, el capitán don Alexandro Vázquez de Mondragón, recibió una real provisión de la Audiencia de Guadalajara, en que se le pedía que levantara información sobre la fábrica de hacer chinguirito que tenían los herma­nos Gutiérrez, conocidos comerciantes de esta villa, y tam­bién sobre otro cargo que a ellos mismos se les había hecho en la audiencia por haber tuzado a una esclava ajena.

El asunto había trascendido y dos jurisdicciones dife­rentes se ocuparían de un mismo asunto. En la villa de Aguascalientes durante varios años se realizaron diligen­cias e informaciones.8

Lo que las diligencias nos presentaron

La denuncia enviada al juez de la Acordada, fue hecha por don Joseph Manuel Monroy, sobrino de don Manuel Díaz de León, parece ser a sugerencia de este último, así que los rumores que le atribuyeron la delación no carecían de funda­mento. La envidia y los celos fueron los motivos que empuja­ron a Díaz de León a fraguar una venganza contra Gutiérrez o por lo menos esto era lo que pensaban muchas personas de la localidad, entre ellas el capitán de milicias urbanas don Rafael Amar:

...en asunto de prerrogativas han tenido entre sí graves com­petencias de las cuales subsiste una en el día en el Superior Gobierno de Guadalajara, de estas indisposiciones han naci­do otras en diversos asuntos y por ultimo ha resultado tam­bién la denuncia que se hizo a V. contra Gutierrez. Las gentes de aqui discurren que la denuncia ha sido un tal Monroy parien­te de Díaz, que su sobrino Don Juan Jose Diaz residente en esta corte ha solicitado de V. md. la comision para su tio Manuel bien sea por si mismo o para su amigo Bala asesor de V. md. esta es la trama que descubren todos urdida para personales venganzas V. md. con su acreditada integridad sabra hacer de esta noticia el prudente uso que corresponde sin que yo pueda constituirme Fiador de los rumores públicos...9

Salieron a la luz pública un sinnúmero de rumores y chismes. A Gutiérrez se le acusó de tener ‘ilícita relación’ con una señora de quien decía ser su tía y que vivía en su casa. También se le acusó de no pagar el derecho de pulpería de las tiendas que tenía en la villa. A esto se le añadiría la acusa­ción de haber influido ilegalmente en la elección de alcaldes ordinarios. Caso que llegó hasta la Audiencia de Guadalaja­ra .10

A todo lo anterior se le añadiría la acusación central, la fábrica de chinguirito, en la cual a decir del delator nunca

gastaron ni un cuarto de uva “como ahora pretenden” y según él el licor que ellos vendían nunca se hizo de otra cosa que de piloncillo, agua y salvado.

También corrió la noticia de que en diciembre de 1784, en que se celebró con fiesta y procesión la entrada al Cabildo de un nuevo regidor, hubo varios intoxicados por ingerir el licor que fabricaba Gutiérrez.

Si siguiéramos con la lista de acusaciones se alargaría bastante más, ya tan sólo añadiremos una que denota el ambiente y encono de la pelea, pelea que parece ser más que entre dos personas, entre dos grupos, competencia motivada por status social y una muestra de esto es la importancia dada a los asientos, don Miguel Gutiérrez peleaba el primer lugar en el cabildo y su hermano Francisco “poltrona en la iglesia de San Diego”.

También contra don Manuel Díaz de León había habi do reacciones ya algunas de ellas él mismo nos las presentó en las cartas que mandó a su superior, pero la principal relacionada con la delación y a la cual Gutiérrez llamó “una conspiración” de Díaz de León y Monroy estaba ligada con la preeminencia de empleos en el cabildo. Desde que don Miguel Gutiérrez obtuvo el cargo de regidor fiel ejecutor en 1779 y se le dio un sitio más importante que el que Díaz de León tenía como regidor depositario general empezaron las disputas.

Díaz de León trató de enemistar al cabildo con Gutié­rrez y, según éste, el colmo fue cuando, para la procesión de Corpus de 1784, don Manuel citó al cabildo en su casa para que de allí salieran los munícipes, siendo que se habían concertado para salir de casa de Gutiérrez y como a éste no se le avisó del cambio se quedó en su casa esperándolos y como él dijo, lo dejaron “vestido y peinado”.

Lo que pasó

Fuese lo que fuese, delación o pleito, el asunto no era simple y como lo señalaron varias personalidades —falta saber si esto era cierto— estaba en juego el porvenir económico de la villa y parece ser que hasta la integridad de las mujeres solas y desprotegidas que encontraban en la fabricación de aguar­

diente su diario sustento. El asunto cruzó el Atlántico y fue a parar en manos del conde de Gálvez que después de haberlo revisado lo pasó al rey el 27 de julio de 1786, diez legajos sobre “el asunto de Aguardientes en Aguascalientes”.

La respuesta real fue esperada durante treinta y un meses, el 24 de febrero de 1789 su majestad dictó una real cédula, que no determinaba nada sino que mandaba pedir información, preguntando: cuántas viñas había, si se ha­bían sembrado con permiso, si se podía gravarlas con algún tributo, si se podía poner límite a los plantíos y no repararse las que se perdiesen.

Para finales de 1789, la información que nada tenía que ver con el chinguirito, se empezó a recabar. La honorabilidad de los informantes no podemos ponerla en duda: don Anto­nio Pérez Maldonado, capitán de Dragones del Cordón de la Frontera de Colotlán, varios miembros del ayuntamiento, dos conocidos presbíteros oriundos de Aguascalientes de donde habían sido curas, un faltante, don Manuel Díaz de León, fallecido a fines de 1786.

Cinco años habían pasado, durante los cuales un alcal­de mayor había sido relevado de su puesto a petición del cabildo, y sometido a juicio de residencia. En 1789 llegó a Aguascalientes su primer subdelegado, obedeciendo a las reformas implantas por las ordenanzas de intendentes.

El cultivo de la vid en Aguascalientes

Gracias a la información mandada pedir por el rey, conta­mos con datos que nos permiten conocer el estado del cultivo de la vid en la villa de Aguascalientes.

Según la documentación que he ido encontrando, en Aguascalientes el cultivo de la vid era casi legendario. En uno de los alegatos presentados a la Audiencia para mitigar la reacción real, por lo extendido del cultivo y de la fabrica­ción de vinos, se dijo que desde su cédula de formación se le había permitido cultivar vides o como también lo señala el señor cura Acosta hablando de lo remoto del cultivo en el lugar:

...así se ha practicado por tan dilatado tiempo que no haymemoria de su introducción...11

O como lo dijo uno de los doctorales de la catedral de Guadalajara, don Pedro Nolasco Díaz de León:

...las referidas viñas o huertas se formaron y plantaron desde la fundación del lugar, el año de mil quinientos setenta y cinco, con expresa licencia del Superior Gobierno de este rei­no, que para su cultivo mercedó a sus vecinos y pobladores los manantiales de las aguas que por ser en un origen calidas dieron a aquella villa su denominación...12

Hasta qué punto estas aseveraciones son ciertas, lo ignoro. En la cédula de fundación de la villa se habla de las tierras para formar “solares, estancias y huertas” pero esto era lo acostumbrado y reglamentario en la fundación de nuevos poblamientos.

Con certeza puedo señalar que para mediados del XVII el cultivo de la viña tiene arraigo en la región, sobre todo en las huertas de la villa y en las de las haciendas.

De la legalidad de este cultivo poco podemos decir, no sabemos si efectivamente tuviese un permiso como lo dijo el Dr. Díaz de León, lo que sí aparece es el carácter público del cultivo; por ejemplo, en 1754 el escribano público y de cabildo de la villa para afianzar un préstamo que le hizo el alcalde mayor, hipotecó una “huerta con 9 000 o más cepas fruta­les”.13 Tampoco es extraño encontrar testamentos en donde entre los bienes que quedaron se encuentra “una huerta que tiene once mil cepas” como es el caso de don Simón González en 1773.

Otro testimonio de lo extendido y públicamente acepta­do de este cultivo lo encontramos en un auto proveído por el ayuntamiento —cuando era alcalde mayor don Antonio Ma. Núñez de Toronjo— en el que se mandaba que toda el agua que brotaba del Ojocaliente se repartiera a las huertas de viñas y que no se gastara nada en cultivar chilares u otros sembradíos, para que éstas fueran en aumento.

También la fabricación de vinos era pública y gozaba de reconocimiento; en 1775, el ex-cura de Aguascalientes, y para esas fechas arcediano de la catedral de Guadalajara, Dr. Manuel Colón de Larretegui, pidió que el vino para con­sagrar se encargara a Aguascalientes:

...asi por la buena calidad de él, como por la seguridad con que puede celebrarse sin escrúpulo alguno.14

Las huertas

En 1789 para responder al rey, cuántas viñas había en la villa, se levantó un censo sobre las huertas y el número de plantas existentes. El 19 de diciembre de este año se entregó al subdelegado una lista, en la que se señalaban 104 huertas con los nombres de sus propietarios, que en conjunto tenían 107 396 cepas fructíferas.

De la producción de estas cepas tan sólo se sacaban al año unos 80 barriles de vino, el resto de uva se utilizaba para hacer dulce conocido como uvate, y uvas pasadas, más una corta cantidad que se consumía fresca. Por lo tanto el corto número de vinos que se producían no podían de ninguna manera perjudicar al comercio de los vinos españoles.

A las otras preguntas del rey también se dio respuesta, coincidiendo los informantes en señalar como difícil el gra­var más este cultivo que ya contribuía anualmente:

...con un tanto que les está consignado para el ramo de Pro­pios de la villa, en que consiste su principal fondo y caudal; tienen que pagar el derecho de iguala por razón de alcabala; el diezmo a la santa iglesia; los costos que causa el juez reparti­dor de las aguas; que juntos todos estos costos con el principal del cultivo de las vides, hacen una proporción considerable respecto de sus productos, y por lo tanto cree indubitablemen­te el que va hablando, que le seria muy gravosa e insoportable sobre las referidas, otra cualquiera contribución.15

A la pregunta que el rey había hecho sobre si se podía poner límite a los plantíos, el Dr. Díaz de León opinó:

El mencionado numero de cepas, aunque los hortelanos qui­sieran aumentarlo, ya no pueden por que la agua con que se riegan, y sin cuyo repetido beneficio no se logran, no alcanza a cultivar mas de las que están plantadas, y por esta causa se han abandonado y dejado perder algunas que existían antes que la calamidad de los presentes años disminuyesen (como efectivamente ha sucedido) los veneros, manantiales o rema­nentes de los ojos de agua. Por cuya razón, aun sin otra

prohibición, para muchos plantíos, tienen ya limites que no podran excederse.16

Todos los informantes coincidieron en que era poco el vino que se cosechaba y de ningún modo perjudicial al co­mercio de España. En cambio, si en alguna forma se restrin­gía el cultivo de la vid en la villa, se verían afectadas muchas gentes pobres. Toda la información se mandó al rey.

El 14 de agosto de 1796, por medio de otra real cédula el rey dio finalmente su veredicto sobre el cultivo de los viñales y fabricación de vinos en Aguascalientes, permitiéndole se­guir produciendo los 80 barriles mencionados en la informa­ción y permitiéndole también conservar el número de cepas que le habían dicho existían en las huertas de la villa.

Esta cédula entró en efecto el día que fue publicada, el 12 de febrero de 1797, por medio de un bando para que toda la población estuviese informada. Con esto lógicamente debe­ría terminar este asunto, pero es el inicio de otro.

La ruleta

No sabemos por qué razón, en junio de 1797 se levantó un nuevo censo de las huertas existentes. El resultado fue ines­perado, de las 104 huertas censadas en 1789 y 1797 se encon­traron 171. Pero más inesperado fue aún el número de cepas registradas, 279 898. ¿Cómo sucedió que en menos de una década el número de cepas casi triplicó?

El fiscal de lo civil de la audiencia de México señaló asombrado:

No se sabe como en que forma se ha verificado este exceso y si la trasplantación aumento, ha sido de todo o en parte después de la promulgación del bando en que se publico dicha real cédula prohibitiva del citado aumento y mayor número de cepas que el del expresado 107 396, y si en esta prohibición se comprendieron las de las haciendas y pueblos inmediatos, con otros varios particulares que es necesario averiguar y conocer por el acierto de la mejor resolución que convenga tomar y cargo que debe hacerse en los viñedos que se hubieran excedido.17

Ante estas circunstancias, la audiencia mandó pedir al subdelegado que dijera a los viñeros, que antes de veinte días debían nombrar un apoderado para que explicara las causas de este aumento y respondiera a la contravención del bando.

La orden anterior fue dada el 17 de agosto de 1797, todavía en noviembre del año de 1798 nada se había solucio­nado. El procurador no había logrado convencer a los viñe­ros de mandar un apoderado, ponían como pretexto el no tener dinero para soportar el crecido gasto que implicaba sostenerlo, sobre todo porque las nuevas viñas pertenecían a “la gente más infeliz y necesitada”.

Los viñeros antiguos no querían participar, pues decían que a ellos no les correspondía el llamado, ya que no se les encontraría ni una viña más de las amparadas por la real cédula. Los nuevos viñeros respondieron que mejor abando­narían sus viñas sin tener que mandar un defensor, que de ninguna manera les resultaría costeable.

Nuevamente la persona del síndico, representando su cargo encabezó la defensa, que los pobladores no quisieron presentar e invocó lo siguiente: la real cédula no entraba en ejercicio sino hasta el momento de su publicación, como había sido publicada el 12 de febrero de 1797, las viñas plantadas con anterioridad no entraban dentro de la prohi­bición, además, ciertamente la cédula amparaba las viñas viejas pero no expresaba que fuese un delito tener nuevas:

...porque si su Magestad concede por ejemplo diez y cuando llega su soberana resolución se encuentran quince, esto no quiere decir que se arranquen las cinco sobrantes, porque el ello se arruinaría un lugar de mérito y recomendables circuns­tancias de esta villa primera población de la Nueva Galicia despues de su Capital.18

Alegaba también el procurador que el recuento hecho en-1797 tenía la característica de ser:

...errado y fantástico recuento hecho de las cepas, imaginario en muchas partes por la ineptitud y torpeza de los comisiona­dos al recuento que debió fiarse a personas de mejor clase y conocimiento...19

Para explicar este ‘abultamiento’ el síndico agregaba:

los viñeros antiguos influyen, cooperan y abultan con el obje­to de destruir las viñas modernas, ellos solos quedan con las suyas, se aprovechan de ellas y estanquen entre si, me expli­caré de esta manera este ramo de industria de que subsiste este lugar.20

Para terminar el síndico procurador concluyó: que la prohibición de cultivar vides venía del perjuicio que se hacía al comercio de vinos de España:

...pero no siguiendo alguno como ya se califico en el expedien­te, cesa la prohibición, porque las leyes no se han de tomar por su letra sino por su espíritu, por el fin y objeto que se propuso en su establecimiento y a este se ha de contraer y no extender a qtra cosa, principalmente si son penales o prohibitivas y cesando la razón de la ley, cesa la misma ley según el sabido axioma...21

La representación del síndico fue anexada al expedien­te. Es la última noticia que tenemos sobre el asunto.

Conclusiones

Muchos cabos del asunto quedan pendientes, muchas pre­guntas sin respuesta, por lo tanto siento esta historia confu­sa e intrincada. De las cosas que se pueden poner en claro señalaremos las siguientes. Como un pleito personal se con­virtió en asunto público y vino a trastornar temporalmente a los habitantes de una aparente tranquila villa neogallega. Y digo aparente porque a medida que me meto más en la vida de esta pequeña sociedad me voy dando cuenta que no por su tamaño las fricciones sociales y políticas son inexistentes, y aunque dentro de un contexto mental muy diferente al nues­tro, las tensiones sociales se patentizan periódicamente, más en las élites que en el pueblo, y muchas veces éste se ve arrastrado o involucrado en asuntos que poco le conciernen.

Pese a lo intrincado —para mí— de la historia creo que nos ejemplifica ampliamente la sociedad colonial de fines del siglo XVIII perdida en una complicada burocracia, en lucha constante con los infractores de la ley.

Cuán difícil era para el gobierno colonial hacerse obede­cer de sus gobernados, que encontraban siempre la astucia para defenderse de un gobierno autoritario pero carente de la fuerza para imponerse. Parece ser que la lentidud con la cual se llevaban los asuntos públicos permitía a la población un relajamiento en la observancia de la ley. En Aguascalientes encontraron el subterfugio para encubrir la fabricación de bebidas prohibidas, amparándose en la de vinos y destilados de uva. Por lo tanto una sociedad colonial regida por leyes determinadas, logró a pesar de ello encauzar su desarrollo por donde mejor le convino.

Aunque todavía nos queda por hacernos una pregunta, para la cual no tenemos respuesta pero es importante hacer­la. ¿En qué forma influyó este asunto en el desarrollo econó­mico y político de la villa?

NOTAS

1. Me refiero a los documentos publicados por D. Luis Chávez Orozco, y a los trabajos de Hernández Palomo y de Colín Maclachan, citados a con­tinuación.

2. A.G.I. Guadalajara 354. Cuaderno No. 9 ff 1-2.3. A.G.I. Guadalajara 354. cuaderno de Cartas ff 9-10. Carta que el regidor

alférez real, Don Manuel Gómez Zorrilla envió al juez del tribunal de la Acordada y Bebidas Prohibidas Don Manuel de Santa María.

4. Para obtener información, tanto sobre las bebidas prohibidas como sobre la actividad que realizaba el juzgado de bebidas prohibidas en el trabajo de Colin M. Maclachan. La Justicia Criminal en el Siglo XVIII. Un estudio sobre el tribunal de la Acordada. SepSetentas No. 240, y en José Jesús Hernández Palomo. El Aguardiente de caña en México. EEHA Sevilla 1974, 181 pp.

5. A.G.I. Guadalajara. 354. Cuaderno de Cartas ff. 9-10. En 1767, los co­merciantes de la villa, ofrecían por el arriendo de las alcabalas una cantidad menor que en años anteriores porque la fabricación de ‘aguar­dientes contrahechos’ había disminuido considerablemente por la pro­hibición que sobre ellos pesaba y que había dado a conocer en la villa por “varios y estrechos vandos”, bajando el consumo del piloncillo a menos de una tercera parte de lo que entraba antes.

6. A.G.I. Guadalajara. 354.7. Idem.8. D. Luis Chávez Orozco, en el trabajo que ya citamos, publica una serie

de documentos que parecen ser la continuación de las diligencias que se

encuentran en el A.G.I. y que sirvieron para elaborar este trabajo. D. Luis no nos señala el lugar de donde obtuvo esa información, por lo tanto ignoramos cuál fue el cauce que siguió este asunto. Posiblemente el azar nos lleve a descubrir nuevos documentos que nos aclaren las sombras en este trabajo.

9. Idem.10. Esta acusación no sabemos qué curso llevó en ese tribunal, pero para

mediados de 1785 aparece como alcalde ordinario de segundo voto otra persona que la electa por el cabildo y el nuevo alcalde se firmaba “por nombramiento de la Audiencia”, lo que nos hace pensar que el otro fue desconocido.

11. A.G.I. Guadalajara 354. Testimonio del Cura Acosta.12. Luis Chávez Orozco, op. c it, p. 34.13. Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. Protocolos Notariales

de Manuel Rafael de Aguilera 18-111-1754.14. Eucario López. Libros de actas del Cabildo de Guadalajara. Libro 12,

p. 12.15. Luis Chávez Orozco, op. cit., pp. 34-35.16. Idem.17. Idem., pp. 42-43.18. Idem., p. 48.19. Idem.20. Idem.21. Idem., p. 49.