el coleccionismo de los duques de medinaceli: joyas
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EL COLECCIONISMO DE LOS DUQUES DE
MEDINACELI: JOYAS ADQUIRIDAS POR JULIÁN
PASTOR EN LA SUBASTA PÚBLICA DEL TESORO DEL
PILAR (1870)
THE COLLECTING OF THE DUKES OF MEDINACELI: JEWELS
PURCHASED BY JULIÁN PASTOR IN THE PUBLIC AUCTION
FROM THE TREASURY OF THE VIRGIN OF THE PILLAR (1870)
CAROLINA NAYA FRANCO
Universidad de Zaragoza (España)
Resumen: En el año 1870 se subastaron públicamente varios centenares de alhajas del
Tesoro de la Virgen del Pilar de Zaragoza. La recaudación de la venta se destinó a sufragar
las obras del templo, tras varios intentos fallidos por recaudar fondos. Entre los
compradores que acudieron a comprar joyas históricas figuraba Julián Pastor, −catedrático
de la Universidad zaragozana−, que adquirió piezas en nombre del XV duque de
Medinaceli. Pastor pujó en la venta por diez alhajas variadas: algunas databan del Siglo de
Oro y eran joyas clásicas de la devoción española, pero también adquirió ejemplares de
inspiración naturalista, característicos de la moda coetánea europea. Todas estas piezas
están descritas en la documentación zaragozana y deben conservarse entre los
descendientes del legado Medinaceli.
Palabras clave: coleccionismo, joyas, subasta, Virgen del Pilar, Zaragoza.
Abstract: Several hundred of jewels from the Treasury of the Virgin of the Pillar of
Saragossa were auctioned in 1870. These funds were destined to defray the expenses of the
works of the temple, after several unsuccessful attempts to obtain them. Among the
international buyers who came to purchase historical jewels was Julián Pastor, a full-time
professor at university in Saragossa, who acquired some pieces in the name of the XV Duke
of Medinaceli. Pastor bid for ten jewels of different kind: some dating from the Golden
Age that were classic jewels of Spanish devotion, but also of naturalistic inspiration,
characteristics of contemporary fashion European. All these jewels are described in the
Saragossa documentation and must be preserved among the descendants of Medinaceli's
legacy.
Keywords: collecting, jewels, auction, Virgin of the Pillar, Saragossa.
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Introducción: la dispersión del Tesoro del Pilar
La colección de alhajas de la Virgen del Pilar se cercenó penosamente en el
transcurso del siglo XIX, debido fundamentalmente a dos sucesos históricos: el primer
golpe sufrido en el Joyero fue el expolio durante la invasión francesa (1809-1811), cuando
diecinueve de sus más fabulosas alhajas y varias piedras preciosas fueron sustraídas en el
Segundo Sitio de Zaragoza. No obstante, el segundo y más duro lastre para su conservación
fue sin lugar a dudas la subasta pública de alhajas de 1870, donde exceptuando las coronas
históricas y algunas otras piezas que se reservaron de la venta por motivos litúrgicos y no
artísticos, se remató y dispersó prácticamente todo el ajuar de la Virgen1
. En cualquier caso,
la recaudación de esta venta se destinó, tal y como se detalla en las Actas Capitulares,2
a
concluir las obras del templo del Pilar que se venían arrastrando durante varios siglos. La
dura determinación de vender las joyas de la Virgen se tomó tras varios intentos fallidos
por percibir fondos, pero conllevó la finalización del templo que pudo, por fin, consagrarse
en 1872, tan solo dos años después de la subasta.
Letizia Arbeteta expresó que, a raíz de esta venta y de los escritos del erudito e
hispanista barón Davillier (1823-1883), comenzó a valorarse la joyería española3
. La subasta
de 1870 puso numerosas e importantes alhajas en circulación; donadas por la monarquía
y nobleza española pero también por personalidades europeas y americanas, la
documentación conservada nos permite, en algunos casos, definirlas en nuestro imaginario
con bastante precisión, ya que periódicamente se recogen y describen de nuevo entre los
inventarios de la Santa Capilla; no obstante, las joyas hoy localizadas ratifican la
internacionalidad de la devoción a la Virgen del Pilar desde fechas tempranas4
.
De cualquier modo, a Madrid llegaron piezas muy relevantes procedentes de esta
venta, como las que aquí referimos adquiridas por Julián Pastor, que compró diez alhajas
1
Sobre estas cuestiones y las piezas que todavía se conservan en el ajuar de la Virgen: NAYA FRANCO,
Carolina: El Joyero del Pilar. Historia de una colección de alhajas europeas y americanas. Zaragoza, 2019.
Otra publicación monográfica se está ultimando en torno a las piezas dispersas que proceden del Pilar, como
las que referimos aquí, repartidas por Europa: NAYA FRANCO, Carolina: El Tesoro disperso del Pilar.
Zaragoza, 2020, en prensa. Este artículo se enmarca entre las iniciativas del grupo de investigación
consolidado Artífice (Cod.248-158), liderado por la catedrática Carmen Morte García, cofinanciado entre el
Gobierno de Aragón y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. 2
A.C.P., (Archivo Capitular del Pilar), Actas del Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana de
Zaragoza, 1870, siendo secretario Don Narciso Ena, canónigo doctoral, p. 27 y ss.; A.C.S.Z., (Archivo
Capitular de la Seo de Zaragoza), Actas del Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana de Zaragoza,
1870, siendo secretario Don Narciso Ena, canónigo doctoral, p. 27 y ss. 3
ARBETETA MIRA, Leticia: “La joyería: manifestación suntuaria de los dos mundos” en El oro y la plata
de las Indias en época de los Austrias. Madrid, 1999, p. 425. 4
NAYA FRANCO, Carolina: “Joyas zaragozanas en el V&A Museum” en La Historia del Arte desde Aragón:
jornadas de investigadores predoctorales (2014, Daroca). Zaragoza, 2016, pp. 87-95.
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en representación del duque de Medinaceli. El representante de los duques se cita en la
documentación pilarista como Catedrático de la Universidad Literaria zaragozana. Además
de Pastor, también hicieron interesantes adquisiciones otros compradores madrileños;
según el acto público de la subasta, el tasador de la venta Ignacio Miró compró piezas para
él y en nombre de un caballero parisino, y otros remates interesantes fueron a parar a
Madrid a cargo de Rufino Robles, Benito Garriga, la pintora catalana Concepción Miró de
Amerigó o los señores Olmo, Gil y compañía5
.
Los compradores madrileños invirtieron en las treinta y una joyas que adquirieron
394.214 reales con sesenta céntimos, pero 371.994,20 fue lo que gastaron entre un joyero
que debía tener prestigiosa clientela -de nombre Rufino Robles (222.787,10)-, Julián Pastor
para el duque (85.787,10) e Ignacio Miró (63.420). La mayoría de joyas que adquirieron
tenían naturaleza civil, pero también llegaron a Madrid piezas devocionales o religiosas
importantes, como las adquisiciones de Benito Garriga. Quizás el único comprador
“profesional” de los madrileños fuese Julián Pastor, siendo el resto particulares (que
compraron para sí mismos) o joyeros, aunque algunas de estas alhajas rematadas han
terminado finalmente en instituciones públicas, a través de “agentes” y del mercado
secundario. Algunos ejemplares tenían mucho valor crematístico, pero también hubo otros
modestos, simples recuerdos adquiridos por devoción a la Virgen.
Joyas para los duques de Medinaceli
Las piezas que remató Pastor deben continuar todavía entre los descendientes de
la Casa Ducal de Medinaceli. Tal y como nos relató el Director General de la Fundación
Casa Ducal,6
los herederos del patrimonio mueble de Medinaceli han sido muy numerosos
desde la subasta zaragozana de 1870 ya que, precisamente en 1873 comenzó una división
entre seis hermanos que se complicó con numerosas herencias entre sus respectivos
descendientes. No obstante, una parte principal -aunque disminuida- de todo el legado
mueble de Medinaceli, hoy la posee la Fundación Casa Ducal, ya que la XVIII duquesa
consiguió revertir algunas de aquellas divisiones.
En cualquier caso, suponemos que algunas de las alhajas que fueron adquiridas por
el zaragozano Julián Pastor en 1870 para el XV duque de Medinaceli Luis Tomás
5
El acto público fue autorizado y legitimado por el notario Basilio Campos y Vidal. Se conserva una copia
simple del mismo en el Fondo Documental Histórico de la Biblioteca de las Cortes de Aragón (D239). 6
Agradecemos a Juan Manuel Albendea Solís, Director General de la Fundación Ducal de Medinaceli esta
información. También agradecemos las indicaciones de Antonio Sánchez González, Archivero de la Casa
Ducal hasta el año 2000.
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Fernández de Córdoba, ya sea unidas o desgajadas entre sus parientes, continuarán, a día
de hoy, bien siendo fondos de la Casa Ducal con sede principal en la sevillana Casa de
Pilatos, o bien formando parte del complejo legado Medinaceli. Desconocemos en qué
punto se encuentra la resolución de la herencia de Victoria Eugenia Fernández de Córdoba
y Fernández de Henestrosa, también conocida como Mimi Medinaceli (+2013), que fue la
creadora de la fundación que actualmente preside Ignacio de Medina y Fernández de
Córdoba, su primogénito y también duque de Segorbe. No obstante, y aunque
descripciones de las joyas en el catálogo de la subasta son realmente parcas, si en última
instancia fuera posible localizar y estudiar estas alhajas del legado Medinaceli, es posible
que las piezas pudieran rastrearse entre los inventarios zaragozanos, lo que permitiría saber
en qué momento se ofrecieron al Pilar o quiénes fueron sus donantes. El estudio y análisis
de estas joyas conllevaría comprender las piezas en su verdadero contexto cultural, además
de legitimar su trazabilidad histórica.
A pesar de la sequedad de las fuentes, la somera documentación generada a partir
del acto público recoge que el catedrático de la Universidad de Zaragoza Julián Pastor
adquirió diez piezas en nombre del duque; en este caso Luis Tomás Fernández de Córdoba
Ponce de León (1813-1873) (Fig. 1). El duque, del que también se conserva otro retrato en
la Fundación siendo niño por Agustín Esteve, había casado en 1848 con Ángela Apolonia
Pérez de Barradas y Bernuy, I duquesa de Denia (1827-1903) (Fig. 2).
Las joyas que adquirió el Catedrático zaragozano debían ser para la colección de
los duques, ya que pujó por diez alhajas de naturaleza y condición variada que datarían de
entre la segunda mitad del Siglo XVI y la primera mitad del Siglo XIX.
Cabe mencionar que Pastor no se comportó como otros compradores, dealers o
eruditos profesionales que, aunque maliciosamente discretos, podemos documentar en la
venta: en primer lugar, se identificó con toda naturalidad como catedrático y representante
del aristócrata, y en segundo, parecía cumplir con sus obligaciones “por compromiso” o de
forma onerosa, pero en todos los casos, de manera despreocupada. De su modo de
proceder en la subasta, se puede intuir bien que el duque de Medinaceli no tenía muy
definida su colección y que simplemente la engrosaba “atesorando piezas”, o bien que se
fiaba “a ciegas” del criterio de su representante en la venta zaragozana: por un lado, Pastor
permaneció en la venta tan solo los dos primeros días y ya no volvió hasta el sexto; y por
otro, adquirió bastantes joyas devocionales con ostensibles diferencias tanto cronológicas
como cualitativas, además de otros tantos ejemplares civiles con diamantes, guarnecidos en
plata, pero también –según el tasador Miró- con gemas de imitación o naturaleza sintética.
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De cualquier modo, destacan dos de las diez alhajas que adquirió el zaragozano
para el aristócrata, que fueron consideradas por Miró como “artísticas” frente al resto de
piezas, sobre todo porque databan de los Siglos de Oro de la joyería española7
. El tasador
había considerado la antigüedad como criterio unívoco para distinguir algunas joyas del
catálogo sobre el resto de alhajas. Pastor adquirió estos dos ejemplares artísticos para el
duque el segundo día de la venta, y en ellos invirtió respectivamente 5.355 y 1.575 reales.
Se trataba, en primer lugar, de un relicario de cristal de roca con adornos de oro esmaltado
con “trabajo del siglo XVI imitando al de Benvenuto Cellini”,8
y en segundo, de un pectoral
de oro esmaltado con amatistas y perlas, remachadas o pinjantes9
. La cruz pectoral era, por
lo tanto, una de las denominadas como “ricas”, siendo la otra joya artística un agnus,
seguramente aovado, de los denominados en la documentación zaragozana “a dos haces”,
porque contenía una devoción por cada uno de los lados bajo el cristal (cuarzo hialino
incoloro y transparente), un material que se importaba desde Milán y en el lugar de
recepción se guarnecían en oro esmaltado las más típicas devociones (o las más personales,
si se hacía por encargo). Miró no realizó excesivos alardes de elocuencia en el catálogo;
que el especialista atribuyera esta joya al famoso orfebre florentino ratifica la pericia de su
manufactura.
El mismo día de venta, a continuación, Pastor adquirió un “ramo de brillantes
montados al aire sobre plata” que, según la copia del acto público y el catálogo de Miró,
había donado al Joyero de la Virgen del Pilar doña Juana de Rabasa, mujer de Miguel
Cayetano Soler que fue ministro de hacienda de Carlos IV10
. Sin embargo, hoy sabemos
con certeza que Miró se equivocó en el catálogo y consecuentemente el notario en el acto
7
En orden de adquisición en el protocolo notarial fueron las numeradas como 1, 5, 47, 51, 63, 69, 77, 312,
313, 314. Respectivamente, en el catálogo de la venta eran las 8, 35, 451, 494, 22, 232, 243, 263, 265, 110.
El catálogo se publicó en español y en francés y además se reeditó en 1960: Catálogo de las alhajas de la
Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza que con la debida autorización se enagenan en pública subasta para
la continuación de las obras del mismo Santo Templo Metropolitano. Zaragoza, 1870; Catálogo de las alhajas
de la Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza, que con la debida autorización se enajenan en pública subasta
para la continuación de las obras del Santo Templo Metropolitano. Zaragoza, 1960; Catalogue des Bijoux de
la Très Sainte Vierge del Pilar de Saragosse lesquels avec l´autoration compétente serontt mis en adjudication
publice pour la continuation des travaux de ce Temple Métropolitain. Madrid, 1870. 8
Sobre estas joyas en cristal de roca: NAYA FRANCO, Carolina: “Joyas-relicario: agnus aovados a dos haces
y otros detentes” En Supra Devotionem: Reliquias, cultos y comportamientos colectivos a lo largo de la
historia. Zaragoza, 2019, pp. 218-230. 9
Podría ser similar a la flordelisada de amatistas conservada en el V&A Museum (344/1870) preparada para
pinjar perlas abarrocadas en los extremos http://collections.vam.ac.uk/item/O126328/pendant-cross-
unknown/ (Consultado el 20-09-2019), o a la que se conserva en el Museo del Bargello, que debe ser
española. Sobre esta última y un ejemplar similar al italiano en la catedral de San Pedro de Jaca, con perlas
remachadas en las intersecciones de los brazos, pero también pinjantes en los extremos: NAYA FRANCO,
Carolina: Joyas y alhajas del Altoaragón: esmaltes y piedras preciosas de ajuares y tesoros históricos.. Huesca,
2017, pp. 76-77. 10
Era la pieza subastada en orden de la subasta como el número 63 (nº 22 del catálogo).
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público de la subasta, ya que el bouquet que había sido legado al Pilar por Juana Rabasa y
se describe perfectamente en la documentación pilarista era un ejemplar en oro y plata
esmaltado anudado por un lazo azul, y fue finalmente adquirido por los representantes del
Victoria & Albert Museum11
.
El ramillete floral que finalmente llegó a la colección del duque de Medinaceli era
un ejemplar en el que no se identificaba el donante, y que por el mismo defecto en el acto
notarial Basilio Campos y Vidal adjudicó a Míster Chaffers (el representante del museo
londinense, entonces el South Kensington Museum)12
. De cualquier forma, Pastor pagó
por esta alhaja en forma de ramo 4.305 reales.
Ese mismo día de venta, el profesor remató para el duque otras dos piezas,
posiblemente del Siglo XVII, decoradas con perlas aljófar: “un rosario de oro con las
decenas en aljófar” y “un relicario de oro esmaltado” con la misma decoración de perlas
pequeñas “cosidas” o traspasadas, en cualquier caso, irregulares y abarrocadas enhiladas
“en oro tirado” (estirado)13
. Esta labor de bordado y fijado a la estructura se ha equiparado
a algunas labores bien llamadas “tradicionales”, sobre todo por sus formas, siendo la
manufactura de alguna de estas joyas en absoluto “popular”.
Sin embargo, el primer día de la subasta, el profesor había adquirido dos joyas de
naturaleza civil con diamantes tallados en brillante, en las que había invertido
respectivamente 34.778,10 y 34.125 reales. Fueron la primera y quinta pieza rematadas en
la venta; en concreto, un par de pendientes de brillantes “montados al aire” con perlas
aperilladas centrales y otro “ramo” en plata y diamantes montados “al aire” de inspiración
naturalista, cuyo diseño se formaba por tres grupos de espigas con dos plumas entrelazadas
y una flor con “tembleque”, o tembladera en su centro. Reproducimos a este respecto dos
dibujos de broches en forma de ramilletes florales con formas similares al ejemplar de los
Medinaceli, que se encuentran en un álbum en la Sala Goya de la Biblioteca Nacional: se
trata del diseño de un ramo anudado con un lazo, a partir de una flor seguramente en
tembleque en el centro aderezada con plumas y elementos a modo de “airones”
(DIB/14/29/58 nº 2) (Fig. 3), y de otra composición similar con lazada pero con varias
11
Sobre esta y otras joyas con formas florales denominadas “ramos” en España (y bouquets a los franceses, o
de inspiración francesa): NAYA FRANCO, Carolina: “Mazetas”, “primaveras”, “azuzenas”, claveles, ramos
y bouquets: joyas florales de las damas ilustradas europeas” Ars & Renovatio, 7, dedicado a las Actas del
Simposio Internacional: El lujo en las artes. Zaragoza, Centro de Estudios de Arte del Renacimiento, 2019,
pp. 470-492. 12
Subastado en orden con el número 44 que se referenció en el catálogo como nº 46. 13
Sobre las joyas con aljófar: NAYA FRANCO, Carolina: “Joyas barrocas del Museo de los Corporales de
Daroca: alhajas con “claveques” y aljófares donadas a Nuestra Señora del Patrocinio” Ars & Renovatio, 6,
2018, pp. 84-100, especialmente 93-98.
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flores de naturaleza variada que inserta para equilibrar el diseño tres espigas metálicas
(DIB/14/29/60) (Fig. 4). Estos ramilletes eran versátiles, en algunos casos desmontables y
se colocaban en el centro del escote, pero también como remate de los peinados.
Pastor ya no volvió a la venta hasta el sexto día, en que pujó por tres alhajas que se
subastaron seguidas y que apenas costaron, entre las tres, mil reales. Se trataba de dos
rosarios: uno de ellos de oro y el otro, de cuentas de vidrio azul, además de una sortija
lanzadera, con un vidrio morado (¿amatista?), orlado de diamantes.
En resumen, Julián Pastor compró muy heterogéneamente diez alhajas para los
duques; piezas mayoritariamente femeninas, pero tanto de naturaleza tanto civil como
religiosa, adornadas por diamantes, pero también por vidrios, y tanto de Época Moderna
como de Contemporánea.
Conclusiones
Queda pendiente abordar el estudio de dealers, marchantes y tratantes de artes
decorativas en el entorno del anticuariado y el coleccionismo madrileño durante el
controvertido reinado de Alfonso XIII. Resulta indicativo que la mayoría de los
zaragozanos que acudieron a la subasta pública de joyas pilaristas fueran compradores
ocasionales que adquirieron entre una y tres piezas como recuerdo o por devoción a la
Virgen del Pilar; no obstante, más o menos una docena de compradores remataron una
media de seis alhajas y algunos de los ejemplares considerados por Miró como artísticos
(históricos). Estos compradores zaragozanos “no ocasionales” eran profesionales,
marchantes e intelectuales que, como Julián Pastor, protagonizaban intercambios y
transacciones comerciales; se movían hábilmente entre coleccionistas y eruditos pues, bien
relacionados, configuraban redes cada vez más periféricas.
No nos ha sido posible identificar a todos estos personajes, pero algunos de estos
compradores zaragozanos profesionales o “no ocasionales” pueden rastrearse entre las
fuentes documentales y bibliográficas coetáneas a la venta; se repiten en el elenco de
sociedades eruditas y corporaciones locales, engrosando gran parte de la nómina de
intelectuales aragoneses. Muchos de ellos eran concejales y académicos que “manejaban”
las corporaciones locales,14
y también figuran como directivos o comisionados zaragozanos.
14
Varios de los nombres figuran como académicos de número que integran la Real Academia de Nobles y
Bellas Artes de San Luis en su segunda época (1850-1933); en CASTILLO GENZOR, Adolfo: La Real
Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Su pasado y su presente. Zaragoza, 1964, pp. 98-99.
También en los años de la subasta y la década siguiente pueden rastrearse tanto sus “altas” como las de sus
hijos, como miembros de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País; en CANELLAS
154
Algunos eran senadores, profesores de la universidad como Pastor, brigadieres de servicio
y cuartel…; es decir, activos participantes y caldo de cultivo de la intelectualidad zaragozana,
que se conformó y nutrió en torno a la primera exposición en Aragón agrícola, industrial y
artística15
.
Muchos de los compradores zaragozanos fueron “ideólogos” y Junta Directiva de
la Exposición Aragonesa de 1868, formando parte de las distintas comisiones y jurados:
“compuesta de las autoridades superiores del orden civil, militar, eclesiástico y judicial”16
.
Sus nombres figuran también en la Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País,
que había nacido en 1776 con preocupaciones variadas en torno al progreso económico,
además de con directrices de índole cultural y artística, o, del mismo modo, en la Real
Academia de las tres Nobles Artes de San Luis, que bajo el patronato de la Sociedad
Económica había comenzado su actividad en 1793, absorbiendo a la zaragozana Escuela
de Dibujo. De entre todos estos personajes, numerosos, destacan dos personalidades con
papeles importantes dentro de la venta: don Alberto de Urriés y Bucarelli y Francisco
Fernández de Navarrete y Navarrete; ambos directores de la Sociedad Económica y la
Academia de San Luis respectivamente.
Pero, además, otros de estos personajes zaragozanos participaron en la exposición
de 1868 de modo independiente, como profesionales liberales. Eran eruditos, catedráticos
y académicos o funcionarios al servicio del estado, pero además nos interesan porque
figuran como marchantes y dealers: exponían piezas a la venta entre la lista de expositores.
Cabe mencionar a este respecto los nombres de Pablo Gil y Gil, Tomás Ximénez de
Embún o el de Francisco Zapater y Gómez. Julián Pastor, aunque no figuraba como
profesional en la exposición de 1868 entre el resto de eruditos marchantes, parece
representar al duque en la venta zaragozana como “agente”, de forma particular.
Ángel: Inventario del Archivo de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. Zaragoza,
1988. 15
Sobre la exposición aragonesa de 1868 se conserva una documentación muy interesante en el fondo antiguo
de la Biblioteca General Universitaria de Zaragoza, sobre todo una memoria en la que se cierne su gestación
y los distintos participantes: Exposición aragonesa de 1868. Memoria leída en el acto solemne de la
distribución de premios. Zaragoza, 1871. Sobre el desarrollo de la misma y sus expositores, recomendamos
los fondos de la hemeroteca municipal del Palacio de Montemuzo, sobre todo el Catálogo General de la
exposición que se publica por acuerdo de la junta directiva. Zaragoza, 1868. 16
Junta directiva de la exposición aragonesa. Zaragoza, 1868, p. 2.
155
Fig. 1. Retrato de Luis Tomás Fernández de Córdoba Ponce de León, José Casado del
Alisal, mediados del siglo XIX, Casa de Pilatos, cortesía de la Fundación Casa Ducal de
Medinaceli.
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Fig. 2. Retrato de Ángela Apolonia Pérez de Barradas, Federico Madrazo, 1854, Palacio
de Las Dueñas, cortesía de la Fundación Casa de Alba.
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Figs. 3-4. Bocetos de ramos y bouquets, cortesía de la BNE.
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