el celibato mentiras de la iglesia catolica

25

Upload: gran-fraternidad-tao-gnostica

Post on 05-Jul-2015

1.292 views

Category:

Documents


12 download

TRANSCRIPT

Page 1: El celibato mentiras de la iglesia catolica
Page 2: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-1-

MENTIRAS DE LAIGLESIA CATÓLICA

Pepe RodríguezPepe RodríguezPepe RodríguezPepe RodríguezPepe Rodríguez

-48-

ÍNDICE

Capítulo IDE CÓMO LA IGLESIA CATÓLICA MALINTERPRETÓDE FORMA INTERESADA EL NUEVO TESTAMENTOPARA PODER IMPONER SU VOLUNTAD ABSOLUTASOBRE EL PUEBLO Y EL CLERO...................................

Capítulo IILA LEY DEL CELIBATO, OBLIGATORIO CATÓLICO:UNA CUESTION DE CONTROL, ABUSO DE PODER YECONOMÍA............................................................................

Capítulo IIIPROBLEMAS PSICOLÓGICOS Y SOCIALESCAUSADOS POR LA LEY DEL CELIBATOOBLIGATORIO......................................................................

ANEXO

Capítulo IVEL CELIBATO OBLIGATORIO DEL CLERO ES UNMERO DECRETO ADMINISTRATIVO, NO UNMANDATO EVANGÉLICO....................................................

4

14

22

39

Page 3: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-2- -47-

lógicamente, en manos de su esposa e hijos. Por eso, y no por razonesmorales, desde el medioevo la Iglesia tomó la decisión de declarar comohijos ilegítimos a los hijos de los clérigos; de este modo se les impedíalegalmente cualquier posibilidad de heredar el patrimonio del padre.

En concilios como el de Pavía (1020) se llegó a decretar, en su canon3, la servidumbre [esclavitud] a la Iglesia, en vida y bienes, de todos los hijosde clérigos. “Los eclesiásticos no tendrán concubinas -ordenaba el canon34 del concilio de Oxford (1222)-, bajo la pena de privación de sus oficios.No podrán testar en favor de ellas ni de sus hijos, y si lo hacen, el obispoaplicará estas donaciones en provecho de la Iglesia, según su voluntad.” Lalista de decretos similares es tan extensa como cuidadosa ha sido la Iglesiaen asegurarse los bienes de los hijos bastardos de sus sacerdotes.

Así pues, aunque decenas de miles de sacerdotes abandonen la Iglesiacatólica -unos cien mil en el último cuarto de siglo-, la ley del celibatoobligatorio continúa siendo muy rentable para la institución, ya que siguepermitiendo una mejor explotación de todos cuantos aún permanecen bajola autoridad eclesial.

El celibato obligatorio es un mecanismo de control básico dentro de laestructura clerical católica y, junto al culto a la personalidad papal y al deberde obediencia, conforma la dinámica funcional que hace posible que tansólo 4.159 miembros del episcopado -eso es 149 cardenales, 10 patriarcas,754 arzobispos y 3.246 obispos-controlen absolutamente las vidas personalesy el trabajo de 1.366.669 personas.14

De todas formas, en una Iglesia católica como la actual, donde el nivelde secularizaciones y de fallecimientos es muy superior al de ordenaciones,y en la que, por poner el caso de España, la edad media de su clero diocesanoes de unos 61-62 años y sólo el 48% de las parroquias existentes cuentacon un sacerdote residente, parece razonable pensar que el papa que sucedaa Wojtyla deberá plantearse con urgencia la anulación del decreto arbitrarioy lesivo de Trento e implantar el celibato opcional, tal como reclaman, segúnlas encuestas, las tres cuartas partes del propio clero católico.15

14. Que, según las últimas estadísticas de la Iglesia católica (1989), sedistribuyen entre 255.240 sacerdotes diocesanos, 146.239 sacerdotesreligiosos, 16.603 diáconos permanentes, 62.942 religiosos profesos y 885.645religiosas profesas.

15. “Creo que va a ser inevitable que lleguen los curas casados -manifestóel papa Wojtyla, en 1987, en un encuentro privado con algunos penriodistas-,pero no quiero que ocurra en mi pontificado”. Cfr. Rodríguez, P. (1995) Op. cit. p.35. Sin duda será inevitable, pero el daño que esta normativa administrativaantievangélica le ha causado a decenas de miles de sacerdotes y a sus feligresesya no podrá ser reparado jamás.

www.vopus.org

Page 4: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-3-

PRÓLOGO

Pepe Rodríguez, nos devela en esta magnífica obra lasentretelas de la Iglesia Católica, de cómo con el paso deltiempo han malinterpretado las sagradas escrituras enbeneficio y lucro de una institución, que lejos de divulgarfielmente las enseñanzas de Jesús, las han pervertidopara llenar sus arcas.

Nos demuestra el autor después de una exhaustivainvestigación; que aquellos supuestos guardianes de lapalabra de Jesús, la han transformado, obligando demanera sutil y engañosa a muchos fieles laicos y clérigosa creer en la postura del “celibato”, -como estado idealpara la concepción de lo divino en el ser humano.- Sinembargo, a todas luces según la exposición de PepeRodríguez, la idea del celibato no es ni mucho menosapoyada por los Evangelios ni por el propio Jesús.

Muestra también el espinoso tema de lasmalformaciones psicopatológicas sufridas por lossacerdotes, al estar obligados a reprimir la necesidad deuna sexualidad normal.

Y se destapan los motivos por los cuales la IglesiaCatólica prefiere mantener una postura tan lejos delCristianismo como es el celibato, aunque esto suponga:dañar la salud mental de sus clérigos, perjudicarlos en sudesarrollo emocional y empujarlos muchas veces a cometeractos delictivos “sexuales” sobre menores y adultos.

-46-

con plena satisfacción de sus comunidades de fieles, de sus familias y deellos mismos, los miles de curas católicos casados que actúan como talespor todo el mundo. Pero la Iglesia católica descarta esta posibilidad porquepiensa, de un modo tan egoista como equivocado, que si un sacerdote trabajaen el mundo civil rendirá menos para su institución.

Dentro del contexto católico, la aceptación del celibato viene a suponertambién el acatar que el sacerdote pasará toda su vida dependiendo de lainstitución y, por tanto, ésta se despreocupa de formarle en materias civiles,lo que repercute muy negativamente en sus posibilidades de independenciay le somete aún más a la voluntad de su único y excluyente patrón; poresta causa se generan demasiados dramas humanos muy notables al tiempoque, en general, se incrementa a propósito la ignorancia y falta depreparación del clero.12

Otra ventaja económica añadida que la ley del celibato le reporta a laIglesia católica es que la frustración vital que llega a padecer el sacerdote,por sus carencias afectivo-sexuales y otras causas de índole emocional,13

se traduce en que una parte de ellos se ven espoleados a acumular riquezacomo parte de un mecanismo psicológico compensatorio y, al serobligatoriamente solteros, todos o la mayor parte de estos bienes pasan, porherencia, a engrosar el patrimonio de la Iglesia. Y otro tanto sucede con losbienes que heredan de sus familias.

Si los sacerdotes estuviesen casados, resulta obvio que la Iglesiacatólica no heredaría sus posesiones -incluyendo las apetitosas donacionespatrimoniales de beatas/os solitarios y ricos-, ya que sus bienes acabarían,

12. Según los últimos datos oficiales de la Iglesia disponibles en 1990 sólohubo treinta sacerdotes diocesanos matriculados en facultades, de estudios civiles,eso es un 0,14% del total de sacerdotes. A este respecto, resulta muy ilustradorsaber que el Código de Derecho Canónico que ha estado vigente entre 1917 y 1983en su canon 129 ordenaba: “Los clérigos, una vez ordenados sacerdotes no debenabandonar los estudios, principalmente los sagrados; y en las disciplinas sagradasseguirán la doctrina sólida recibida de los antepasados y comúnmente aceptada porla Iglesia, evitando las profanas novedades de palabras y la falsamente llamadaciencia”. Cfr. Rodríguez, P. (1995). Op. cit.,p. 72.

13. Los notables problemas psicosociales que padece una buena parte delclero católico, especialmente del diocesano, no sólo derivan de las carencias afectivo-sexuales, aun siendo esta esfera una parte fundamental para el desarrollo, maduracióny equilihrio de la personalidad humana; la propia estructura formativa del clero yalgunas dinámicas vitales forzadas contribuyen a generar problemas psicológicosque han sido evitados, en gran medida, entre el clero de otras confesiones católicaso cristianas en general. A este respecto puede consultarse el capítulo 5 del ya citadoestudio La vida sexual del clero y la bibliografía específica que en él se relaciona.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 5: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-4-

Capítulo I

DE CÓMO LA IGLESIA CATÓLICAMALINTERPRETÓ DE FORMA INTERESADA

EL NUEVO TESTAMENTO PARA PODERIMPONER SU VOLUNTAD ABSOLUTA SOBRE

EL PUEBLO Y EL CLERO

La hermenéutica bíblica actual garantiza absolutamente la tesis de queJesús no instituyó prácticamente nada, y menos aún ningún modelodeterminado de Iglesia. Antes al contrario, los textos del Nuevo Testamentoofrecen diversas posibilidades a la hora de estructurar una comunidad eclesialy sus ministerios sacramentales1.

Según los Evangelios, Jesús sólo citó la palabra «iglesia» en dosocasiones, y en ambas se refería a la comunidad de creyentes, jamás a unainstitución actual o futura. Pero la Iglesia Católica se empeña en mantenerla falacia de que Cristo fue el instaurador de su institución y de preceptosque no son sino necesidades jurídicas y económicas de una determinadaestructura social, conformada a golpes de decreto con el paso de los siglos.

Así, por ejemplo, instituciones organizativas como el episcopado, elpresbiteriado y el diaconado, que empiezan a formarse hacia finales delsiglo II, fueron defendidas por la Iglesia como dadas “por institución divina”(fundadas por Cristo)2, hasta que en el Concilio de Trento, a mediados delsiglo XVI, se cambió hábilmente su origen y pasaron a ser «por disposicióndivina» (por arreglo, por evolución progresiva inspirada por Dios). Y,finalmente, a partir del Concilio Vaticano II (documentos Gaudium et Espes,y Lumen Gentium), en la segunda mitad del siglo XX, la estructura jerárquicade la Iglesia ya no tiene sus raíces en lo divino sino que procede “desde

1. Cfr., por ejemplo, los muy diversos modelos eclesiales de Jerusalén,Antioquía, Corinto, Éfeso, Roma, las comunidades Joánicas, las de las CartasPastorales, Tesalónica, Colosas...

2. En los tres primeros siglos no son reconocidas como tales. San Jerónimo,por ejemplo, uno de los principales padres de la Iglesia y traductor de la Vulgata (laBiblia en su versión en latín), jamás las aceptó como de institución divina y, a másabundamiento, nunca se dejó ordenar obispo; dado que en los Evangelios sólo sehabla de diaconado y presbiteriado, San Jerónimo defendía que ser obispo equivalíaa estar fuera de la Iglesia (entendida en su significado auténtico y original de Ecclesiao asamblea de fieles).

-45-

“El motivo verdadero y profundo del celibato consagrado -dejóestablecido el papa Paulo VI, en su encíclica Sacerdotalis Goelibatus (1967)-es la elección de una relación personal más íntima y más completa con elmisterio de Cristo y de la Iglesia, por el bien de toda la humanidad; en estaelección, los valores humanos más elevados pueden ciertamente encontrarsu más alta expresión.” Y el artículo 599 del Código de Derecho Canónico,con lenguaje sibilino, impone que “el consejo evangélico de castidad asumidopor el Reino de los cielos, que es signo del mundo futuro y fuente de unafecundidad más abundante en un corazón no dividido, lleva consigo laobligación de observar perfecta continencia en el celibato”.11

Sin embargo, la Iglesia católica, al transformar un inexistente “consejoevangélico” en ley canónica obligatoria, se ha quedado a años luz depotenciar lo que Paulo VI resume como “una relación personal más íntima ymás completa con el misterio de Cristo y de la Iglesia, por el bien de toda lahumanidad”. Antes al contrario, lo que sí ha logrado la Iglesia con la imposiciónde la ley del celibato obligatorio es un instrumento de control que le permiteejercer un poder abusivo y dictatorial sobre sus trabajadores, y una estrategiabásicamente economicista para abaratar los costos de mantenimiento de suplantilla sacro-laboral y, también, para incrementar su patrimonio institucional;por lo que, evidentemente, la única “humanidad” que gana con este estadode cosas es la propia Iglesia católica.

El obligado carácter célibe del clero, le convierte en una gran masa demano de obra barata y de alto rendimiento, y dotada de una movilidadgeográfica y de una sumisión y dependencia jerárquica absolutas.

Un sacerdote célibe es mucho más barato de mantener que otro quepudiese formar una familia, ya que, en este último supuesto, la institucióndebería triplicar, al menos, el salario actual del cura célibe para que éstepudiese afrontar, junto a su mujer e hijos, una vida material digna y suficientepara cubrir todas las necesidades que son corrientes en un núcleo familiar.Así que cuando oimos a la jerarquía católica rechazar la posibilidad dematrimonio de los sacerdotes, lo que estamos oyendo, fundamentalmente,es la negativa a incrementar su presupuesto de gastos de personal.

De todos modos, el matrimonio de los sacerdotes podría ser posiblesin incrementar ninguna dotación presupuestaria. Bastaría con que los curas,o una mayoría de ellos, al igual que hacen en otras confesiones cristianas,se ganasen la vida mediante una profesión civil y ejerciesen, además, suministerio sacerdotal; algo que ya llevan practicando, desde hace años, y

11. Cfr. Santa Sede (194). Código de Derecho Canónico. Madrid: Biblioteca deAutores Cristianos, PP. 273-275.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 6: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-5-

antiguo” (es una mera cuestión estructural que devino costumbre).Son muchas las interpretaciones erróneas de los Evangelios que la

Iglesia Católica ha realizado y sostenido vehementemente a lo largo de todasu historia. Errores que, en general, deben atribuirse antes a la malicia y alcinismo que no a la ignorancia -nada despreciable, por otra parte-, ya que,no por casualidad, todos ellos han resultado inmensamente beneficiosospara la Iglesia en su afán por acumular dinero y poder. Pero en este capítulovamos a ocuparnos sólo de dos mistificaciones básicas: la que atañe alconcepto de la figura del sacerdote y la que transformó el celibato en una leyobligatoria para el clero.

Los fieles católicos llevan siglos creyendo a pies juntillas la doctrinaoficial de la Iglesia que presenta al sacerdote como a un hombre diferente alos demás -y mejor que los laicos-, “especialmente elegido por Dios” a travésde su vocación, investido personal y permanentemente de sacro y exclusivopoder para oficiar los ritos y sacramentos, y llamado a ser el único mediadorposible entre el ser humano y Cristo. Pero esta doctrina, tal como sostienenmuchos teólogos, entre ellos José Antonio Carmona3, ni es de fe, ni tienesus orígenes más allá del siglo XIII o finales del XII.

La Epístola a los Hebreos (atribuida tradicionalmente a San Pablo) esel único libro del Nuevo Testamento donde se aplica a Cristo el concepto desacerdote -hiereus-4 , pero se emplea para significar que el modelo desacerdocio levítico ya no tiene sentido a partir de entonces. “Tú [Cristo] eressacerdote para siempre según el orden de Melquisedec -se dice en Heb 5,6-, no según el orden de Aarón”.

Otros versículos -Heb 5,9-10 y 7,22-25- dejan también sentado queJesús vino a abolir el sacerdocio levítico, que era tribal -y de casta (personalsacro), dedicado al servicio del templo (lugar sacro), para ofrecer sacrificiosdurante las fiestas religiosas (tiempo sacro)-, para establecer una fraternidaduniversal que rompiera la línea de poder que separaba lo sacro de lo profano5.

3. Cfr. Carmona Brea, J.A. (1994). Los sacramentos: símbolos del encuentro.Barcelona: Ediciones Ángelus, capítulo VII.

4. Hiereus es el término que se empleaba en el Antiguo Testamento paradenominar a los sacerdotes de la tradición y a los de las culturas no judías; su conceptoes inseparable de las nociones de poder y de separación entre lo sagrado y lo profano(valga como ejemplo, para quienes desconozcan la historia antigua, el modelo de lossacerdotes egipcios o de los diferentes pueblos de la Mesopotamia).

5. «Porque el hombre es el templo vivo (no hay espacio sagrado), para ofrecerel sacrificio de su vida (toda persona es sagrada), en ofrenda constante al Padre (nohay tiempos sagrados)», argumenta el teólogo José Antenio Carmona.

-44-

ya que el obispo afirmaba que era imposible el no mantener relacionessexuales de algún tipo.

A este estado de cosas intentó poner coto el tumultuoso concilio deBasilea (1431-1435), que decretó la pérdida de los ingresos eclesiásticosa quienes no abandonasen a sus concubinas después de haber recibidouna advertencia previa y de haber sufrido una retirada momentánea delos beneficios.

Con la celebración del concilio de Trento (1545-1563), el papa PauloIII -protagonista de una vida disoluta, favorecedor del nepotismo dentro desu pontificado, y padre de varios hijos naturales- implantó definitivamentelos edictos disciplinarios de Letrán y, además, prohibió explícitamente quela Iglesia pudiese ordenar a varones casados.10

En fin, anécdotas al margen, de la época de los concilios de Letránhasta hoy, nada sustancial ha cambiado acerca de una ley tan injusta y faltade fundamento evangélico -y por ello calificable de herética- como lo es laque decreta el celibato obligatorio para el clero.

El papa Paulo VI, en su encíclica Sacerdotalis Coelibatus (1967), nodejó lugar a dudas cuando sentó doctrina de este tenor: “El sacerdociocristiano, que es nuevo, no se comprende sino a la luz de la novedad deCristo, pontífice supremo y pastor eterno, que instituyó el sacerdocioministerial como participación real de su único sacerdocio” (n. 19). “El celibatoes también una manifestación de amor a la Iglesia” (n. 26). “Desarrolla lacapacidad para escuchar la palabra de Dios y dispone a la oración. Preparaal hombre para celebrar el misterio de la eucaristía” (n. 29). “Da plenitud a lavida” (n. 30). “Es fuente de fecundidad apostólica” (n. 31-32). Con los datosque ya demostré en la investigación que publiqué en mi libro La vida sexualdel clero, puede verse, sin lugar a dudas, que todas estas manifestacionesde Paulo VI no se ajustan para nada a la realidad en que vive la inmensamayoría del clero católico.

10. La ordenación sacerdotal de varones casados había sido una prácticanormalizada dentro de la Iglesia hasta el concilio de Trento. Actualmente, debido ala escasez de vocaciones, muchos prelados -especialmente del tercer mundodefienden de nuevo esta posibilidad y han solicitado repetidamente al papa Wojtylaque facilite la institución del viriprobati (hombre casado que vive con su esposacomo hermanos) y su acceso a la ordenación. Pero Wojtyla la ha descartado públicay repetidamente -achacando su petición a una campaña de “propagandasistemáticamente hostil al celibato” (Sínodo de Roma, octubre de 1990)-, a pesarde que él mismo, en secreto, ha autorizado ordenar varones casados en variospaíses del tercer mundo. En el mis-mo Sínodo citado, Aloisio Lorscheider, cardenalde Fortaleza (Brasil), desveló el secreto y aportó datos concretos sobre la ordenaciónde hombres casados autorizados por Wojtyla.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 7: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-6-

Y en textos como el Apocalipsis -Ap 1,6; 5,10; 20,6-, o la I Epístola de SanPedro- IPe 2,5- el concepto de hiereus/sacerdote ya se aplica a todos losbautizados, a cada uno de los miembros de la comunidad de creyentes enCristo, y no a los ministros sacros de un culto.

La concepción que la primitiva Iglesia cristiana tenía de sí misma -ser“una comunidad de Jesús”- fue ampliamente ratificada durante los siglossiguientes. Así, en el Concilio de Calcedonia (451), su canon 6 era taxativoal estipular que “nadie puede ser ordenado de manera absoluta -apolelymenos- ni sacerdote, ni diácono (...) si no se le ha asignado claramenteuna comunidad local”. Eso significa que cada comunidad cristiana elegía auno de sus miembros para ejercer como pastor y sólo entonces podía serratificado oficialmente mediante la ordenación e imposición de manos; locontrario, que un sacerdote les viniese impuesto desde el poder institucionalcomo mediador sacro, es absolutamente herético6 (sello que, estricto sensu,debe ser aplicado hoy a las fábricas de curas que son los seminarios).

En los primeros siglos del cristianismo, la eucaristía, eje litúrgico centralde esta fe, podía ser presidida por cualquier varón -y también por mujeres-pero, progresivamente, a partir del siglo V, la costumbre fue cediendo lapresidencia de la misa a un ministro profesional, de modo que el ministeriosacerdotal empezó a crecer sobre la estructura socio-administrativa que sellama a sí misma sucesora de los apóstoles -pero que no se basa en laapostolicidad evangélica, y mucho menos en la que propone el texto joánico-en lugar de hacerlo a partir de la eucaristía (sacramento religioso). Y deaquelíos polvos vienen los actuales lodos.

En el Concilio III de Letrán (1179) -que también puso los cimientos dela Inquisición- el papa Alejandro III forzó una interpretación restringida delcanon de Calcedonia y cambió el original titulus ecclesiae -nadie puede serordenado si no es para una iglesia concreta que así lo demande previamente-por el beneficium -nadie puede ser ordenado sin un beneficio (salario de lapropia Iglesia) que garantice su sustento-. Con este paso, la Iglesiatraicionaba absolutamente el Evangelio y, al priorizar los criterios económicosy jurídicos sobre los teológicos, daba el primer paso para asegurarse laexclusividad en el nombramiento, formación y control del clero.

Poco después, en el Concilio IV de Letrán (1215), el papa Inocencio IIIcerró el círculo al decretar que la eucaristía ya no podía ser celebrada pornadie que no fuese “un sacerdote válida y lícitamente ordenado”. Habíannacido los exclusivistas de lo sacro, y eso incidió muy negativamente en la

6. Y así lo calificaban padres de la Iglesia como San Agustín en sus escritos(cfr. Contra Ep. Parmeniani II, 8).

-43-

Resulta obvio, por tanto, que no hay la menor base evangélica paraimponer el celibato obligatorio al clero.

Las primeras normativas que afectan a la sexualidad -ysubsidiariamente al matrimonio/celibato de los clérigos- se producen cuandola Iglesia, de la mano del emperador Constantino, empieza a organizarsecomo un poder sociopolítico terrenal. Cuantos más siglos fueron pasando,y más se manipulaban los Evangelios originales, más fuerza fue cobrandola cuestión del celibato obligatorio, un instrumento clave para dominarfácilmente a la masa clerical.

Hasta el concilio de Nicea (325) no hubo decreto legal alguno en materiade celibato. En el canon 3 se estipuló que “el concilio prohíbe, con toda laseveridad, a los obispos, sacerdotes y diáconos, o sea a todos los miembrosdel clero, el tener consigo a una persona del otro sexo, a excepción de madre,hermana o tía, o bien de mujeres de las que no se pueda tener ningunasospecha”; pero en este mismo concilio no se prohibió que los sacerdotesque ya estaban casados continuasen llevando una vida sexual normal.

Decretos similares se fueron sumando a lo largo de los siglos -sinlograr que una buena parte del clero dejase detener concubinas- hastallegar a la ola represora de los concilios lateranenses del siglo XII,destinados a estructurar y fortalecer definitivamente el poder temporal dela Iglesia. En el concilio I de Letrán (1123), el papa Calixto II condenó denuevo la vida en pareja de los sacerdotes y avaló el primer decreto explícitoobligando al celibato. Poco después, el papa Inocencio II, en los cánones6 y 7 del concilio II de Letrán (1139), incidía en la misma línea -lo mismoque su sucesor Alejandro III en el concilio III de Letrán (ll79)- y dejabaperfilada ya definitivamente la norma disciplinaria que daría lugar a la actualley canónica del celibato obligatorio... que la mayoría de clérigos, enrealidad, siguió sin cumplir.

Tan habitual era que los clérigos tuviesen concubinas, que los obisposacabaron por instaurar la llamada renta de putas, que era una cantidad dedinero que los sacerdotes le tenían que pagar a su obispo cada vez quetransgredían la ley del celibato. Y tan normal era tener amantes, que muchosobispos exigieron la renta de putas a todos los sacerdotes de su diócesis sinexcepción; y a quienes defendían su pureza, se les obligaba a pagar también

causó un agobio que hoy debe sonar muy ridículo al clero católico, cuyo 60% mantienerelaciones sexuales pese a su celibato oficial. Por otra parte, hasta el siglo pasado,en la corte papal se concedía un lugar de privilegio a los famosos castratí, cantantes,seleccionados entre los coros de las iglesias, que habían sido castrados siendo aúnniños para que conservaran una voz con tonos y matices imposibles para cualquiervarón adulto; ¡ésos sí eran auténticos eunucos por el reino de los cielos!

www.vopus.org www.vopus.org

Page 8: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-7-

mentalidad eclesial futura que, entre otros despropósitos, cosificó la eucaristía-despojándola de su verdadero sentido simbólico y comunitario- y añadió alsacerdocio una enfermiza -aunque muy útil para el control social- potestadsacro-mágica, que sirvió para enquistar hasta hoy su dominio sobre las masasde creyentes inmaduros y/o incultos.

El famoso Concilio de Trento (1545-1563), profundamentefundamentalista -y por eso tan querido para el papa Wojtyla y sus ideólogosmás significados, léase Ratzinger y el Opus Dei-, en su sección 23, refrendódefinitivamente esta mistificación, y la llamada escuela francesa deespiritualidad sacerdotal, en el siglo XVII, acabó de crear el concepto decasta del clero actual: sujetos sacros en exclusividad y forzados a vivirsegregados del mundo laico.

Este movimiento doctrinal, que pretendía luchar contra los vicios delclero de su época, desarrolló un tipo de vida sacerdotal similar a la monacal(hábitos, horas canónicas, normas de vida estrictas, tonsura, segregación,etc.), e hizo que el celibato pasase a ser considerado de derecho divino y,por tanto, obligatorio, dando la definitiva vuelta de tuerca al edicto del ConcilioIII de Letrán, que lo había considerado una simple medida disciplinar (pasoya muy importante de por sí porque rompía con la tradición dominante en laIglesia del primer milenio, que consideraba el celibato como una opciónpuramente personal).

El papa Paulo VI, en el Concilio Vaticano II, quiso remediar el abusohistórico de la apropiación indebida y exclusiva del sacerdocio por parte delclero, cuando, en la encíclica Lumen Gentium, estableció que “todos losbautizados, por la regeneración y unción del Espíritu Santo, son consagradoscomo casa espiritual y sacerdocio santo (...) El sacerdocio común de loscreyentes y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque difieren en esenciay no sólo en grado, sin embargo se ordenan el uno al otro, pues uno y otroparticipan, cada uno a su modo, del único sacerdocio de Cristo”.

En síntesis -aunque sea entrar en una clave teológica muy sutil, perofundamental para todo católico que quiera saber de verdad qué posiciónocupa dentro de esta Iglesia autoritaria-, el sacerdocio común (propio decada bautizado) pertenece a la koinonía o comunión de los fieles, siendopor ello una realidad sustancial, esencial, de la Iglesia de Cristo; mientrasque el sacerdocio ministerial, como tal ministerio, pertenece a la diakonía oservicio de la comunidad, no a la esencia de la misma. En este sentido, elVati cano II restableció la esencia de que el sacerdocio común, consustanciala cada bautizado, es el fin, mientras que el sacerdocio ministerial es unmedio para el común. El dominio autoritario del sacerdocio ministerial duranteel último milenio, tal como es evidente para cualquier analista, ha sido labase de la tiránica deformación dogmática y estructural de la Iglesia, de la

-42-

En este texto, que aporta matices fundamentales que no aparecen enla clásica Vulgata -ni en las traducciones católicas de la Biblia-, cuandoJesús afirma que “no todos pueden llegar a ese extremo” -o “no todospueden con eso”, según otras versiones también correctas- y “quien puedallegar tan lejos que lo haga”, se está refiriendo claramente al matrimonio,no al celibato (que es la interpretación interesada que sostiene la Iglesiacatólica). Las palabras ton lógon toúton se refieren, en griego, a lo queantecede (la dureza del matrimonio indisoluble, que hace expresar a losdiscípulos que no trae cuenta casarse), no a lo que viene después. Lo quese afirma como un don, por tanto, es el matrimonio, no el celibato y,consecuentemente, en contra de la postura eclesial oficial, no exalta aéste por encima de aquél, sino al contrario.8

La famosa frase “hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales poramor del reino de los cielos” (Mt 19,12), tomada por la Iglesia católica comola prueba de la recomendación o consejo evangélico del celibato, nuncapuede ser tal por dos motivos: el tiempo verbal de un consejo de estanaturaleza, y dado en ese contexto social, siempre debe ser el futuro, no elpasado o presente, y el texto griego está escrito en tiempo pasado; y,finalmente, dado que toda la frase referida a los eunucos está en el mismocontexto y tono verbal, también debería tomarse como consejo evangélicola castración forzada -“hay eunucos que fueron hechos por los hombres”-,cosa que, evidentemente, sería una estupidez.9

7. O “El que pueda con eso que lo haga”. En la Biblia católica de Nácar-Colunga, por el contrario se dice: “Dijéronle los discípulos: Si tal es la condición delhornbre con la mujer, no conviene casarse. Él les contestó: No todos entiendenesto, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que nacieron asídel vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hayeunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos. Elque pueda entender que entienda”. Existe una diferencia abismal entre el “ser capazde hacerlo”del texto original y el “ser capaz de entenderlo” del falaz texto católico,las implicaciones teológicas y legislativas que se desprenden de uno y otro sontambién diametralmente opuestas.

8. Esto, lógica e indudablemente, debe ser así, puesto que, desde el punto devista sociocultural, dado que Jesús era un judío fiel a la Ley, tal como ya mencionamos,jamás podía anteponer el celibato al matrimonio: la tradición judía obliga a todos almatrimonio, mientras que desprecia el celibato.

9. Acerca de la castración en el ámbito de la jerarquía eclesial conviene recordaraquí, por ejemplo, que el gran teólogo Orígenes se castró a sí mismo -interpretandode forma patológica la frase de Jesús: “Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtateloy échalo de ti, que mejor te es entrar en la vida manco o cojo que con manos o piesser arrojado al fuego eterno” (Mt 18,8)-, quizá porque su “miembro escandalizante” le

www.vopus.org www.vopus.org

Page 9: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-8-

pérdida del sentido eclesial tanto entre el clero como entre los creyentes, yde los intolerables abusos que la institución católica ha ejercido sobre elconjunto de la sociedad en general y sobre el propio clero en particular.Pero, como es evidente, el pontificado de Wojtyla y sus adláteres ha luchadoa muerte para ocultar de nuevo este planteamiento y ha reinstaurado lasfalacias trentinas que mantienen todo el poder bajo las sotanas.

Vista la falta de legitimación que tiene el concepto y las funciones(exclusivas) del sacerdocio dominante hasta hoy en el seno de la IglesiaCatólica, repasaremos también brevemente la absoluta falta de justificaciónevangélica que presenta la ley canónica del celibato obligatorio.

En el Concilio Vaticano II, Paulo VI -que no se atrevió a replantear lacuestión del celibato tal como solicitaron muchos miembros del sínodo-asumió la doctrina tradicional de la Iglesia al dejar sentado -en (PO 16)- que“exhorta también este sagrado Concilio a todos los presbíteros que, confiadosen la gracia de Dios, aceptaron el sagrado celibato por libre voluntad a ejemplode Cristo7, a que, abrazándolo magnánimamente y de todo corazón yperseverando fielmente en este estado, reconozcan este preclaro don, queles ha sido hecho por el Padre y tan claramente es exaltado por el Señor (Mt19,11), y tengan también ante los ojos los grandes misterios que en él sesignifican y cumplen”.

A primera vista, en la propia redacción de este texto reside su refutación.Si el celibato es un estado, tal como se afirma, es decir, una situación ocondición legal en la que se encuentra un sujeto, lo será igualmente elmatrimonio y, ambos en cuanto a estados, pueden y deben ser optadoslibremente por cada individuo, sin imposiciones ni injerencias externas.

En segundo lugar, el celibato no puede ser un don o carisma, tal comose dice, ya que, desde el punto de vista teológico, un carisma es dado siempreno para el provecho de quien lo recibe sino para el de la comunidad a la queéste pertenece. Así, los dones bíblicos de curación o de profecía, por ejemplo,eran otorgados para curar o para guiar a los otros, pero no podían seraplicados en beneficio propio.

Si el celibato fuese un don o carisma, lo sería para ser dado en beneficio

7. Resulta una hipótesis extraordinariamente atrevida y gratuita suponer queun hombre, del que no se sabe nada sobre su vida familiar y social real (salvo susmitos canónicos), fuese célibe en las circunstancias en que se le sitúa: como judíoque era y fue -El cristianismo como religión diferenciada del judaísmo fue instituidapor el judío fariseo Saulo de Tarso hacia el año 49 de nuestra era, no por el mesíasde Nazaret-, Jesús estuvo siempre sometido a la ley judía que instaba a todos losindividuos, sin excepción, al matrimonio. En aquellos días y cultura, se hace muydificil imaginar que un célibe pudiese alcanzar ninguna credibilidad o prestigio social.

-41-

y esencial entre el ministerio [sacerdotal] y el don (carisma) del celibato”.3

Por otra parte, la supuesta exaltación del celibato que se le atribuye aJesús, según los versículos de Mt 19,10-11, se debe a una exégesis erróneade los mismos originada en una traducción incorrecta del texto griego -Bibliade los Setenta-al hacer la versión latina (Vulgata).

El Jesús que aparece en Mt 19,10 está respondiendo a unos fariseosque le han preguntado sobre el divorcio, y lo hace afirmando laindisolubilidad del matrimonio (pero presentándola como una meta aconseguir, como la perfección a la que debe tenderse, no como una mcraley a imponer), a lo que los fariseos le oponen la Ley mosaica que permiteel divorcio y él, a su vez, contesta: “Por la dureza de vuestro corazón ospermitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así. Yyo os digo que quien repudia a su mujer (salvo caso de adulterio)4 y secasa con otra, adultera” (Mt 19,8-9).

Dado que los versículos que siguen a los anteriores están muy maltraducidos en la versión católica de Nácar-Colunga que venimos utilizando,los transcribiremos según el sentido correcto que le dan las revisionesmás autorizadas de los Evangelios:5 “Por su parte los discípulos le dijeron:Si tal es la situación del hombre para con su [o “para con la”] mujer no traecuenta casarse. No todos pueden llegar a ese extremo, les dijo él, sinosólo aquellos a quienes les ha sido concedido.6 Pues hay eunucos que loson de nacimiento, otros que lo son por obra de los hombres y otros que sehan hecho eunucos a sí mismos por el reino de los cielos. Quien puedallegar tan lejos que lo haga”7 (Mt 19,10-12).

3. Cfr. Lois,J. (1993). Op. cit.,p. 27.4. Es obvio que Jesús, en esta frase, reconoce como justificado y lícito el

divorcio al menos en un caso, cuando la esposa ha cometido adulterio -¿significaesto que el mesías judío aceptaba el adulterio del varon?-; la Iglesia católica, sinembargo, va más allá de Jesús y no lo acepta bajo ninguna circunstancia. De hecho,si aceptase esta posibilidad evangélica para el divorcio, la Iglesia católica perderíalos muchísimos millones de pesetas que ingresa vendiendo anulaciones matrimonialesdesde sus corruptos tribunales ad boc, en los que cualquiera que pueda disponer deldinero que se le exige puede carcajearse a mandíbula batiente del famoso “lo queDios unió no lo separe el hombre” (ML 19,6) y casarse de nuevo por la Iglesia tantasveces como pueda volver a pagar el alto e hipócrita canon de la anulación.

5. Cfr., por ejemplo, la Nueva Biblia Española, la traducción de Schonfield (ElNuevo Testamento original) o las versiones basadas en revisiones modernas de latraducción de Valera.

6. Es quizás algo más correcto y claro traducir esta frase por “No todos puedencon eso que habéis dicho, sólo los que han recibido el don” [ou pántes joroúsin tonlógon toúton, all,bois dédotai].

www.vopus.org www.vopus.org

Page 10: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-9-

de toda la comunidad de creyentes y no sólo para unos cuantos privilegiados,y es bien sabido que resulta una falacia argumentar que el célibe tiene mayordisponibilidad para ayudar a los demás. El matrimonio, en cambio, si que esdado para contribuir al mutuo beneficio de la comunidad.

En todo caso, finalmente, en ninguna de las listas de carismas quetransmite el Nuevo Testamento -Rom 12,6-7; 1Cor 12,8-10 o Ef 4,7-11- secita el celibato como tal; luego no es ningún don o carisma por mucho que laIglesia así lo pretenda.

La pretendida exaltación del celibato por el Señor, citada en losversículos 19,10 del Evangelio de San Mateo, se debe, con toda probabilidad,a una exégesis errónea de los mismos originada en una traducción incorrectadel texto griego (primera versión que se tiene de su original hebreo), cometidaal hacer su versión latina Vulgata).

Según Mt 19,10 Jesús está respondiendo a unos fariseos que le hanpreguntado sobre el divorcio, y él afirma la indisolubilidad del matrimonio(como meta a conseguir, como la perfección a la que debe tenderse, nocomo mera ley a imponer), a lo que los fariseos le oponen la Ley de Moisés,que permite el divorcio, y él responde8:

“Por lo incorregibles que sois, por eso os consintió Moisés repudiar avuestras mujeres, pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si unorepudia a su mujer (no hablo de unión ilegal) y se casa con otra, cometeadulterio. Los discípulos le replicaron: Si tal es la situación del hombre conla mujer no trae cuenta casarse. Pero él les dijo: No todos pueden con esoque habéis dicho, sólo los que han recibido el don (ou pántes joroúsin tonlógon toúton, all’hois dédotail). Hay eunucos que salieron así del vientre desu madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucospor el reino de Dios. El que pueda con eso que lo haga”.

En este texto, que aporta matices fundamentales que no aparecen enla clásica Vulgata, cuando Jesús afirma que “no todos pueden con eso» y«el que pueda con eso que lo haga”, se está refiriendo al matrimonio y no alcelibato, tal como ha sostenido hasta el presente la Iglesia. Las palabras tonlógon toúton se refieren, en griego, a lo que antecede (la dureza delmatrimonio indisoluble, que hace expresar a los discípulos que no trae cuentacasarse), no a lo que viene después. Lo que se afirma como un don es elmatrimonio, no el celibato y, por tanto, en contra de la creencia eclesial máshabitual, no exalta a éste por encima de aquél, sino al contrario9.

8. Elegimos la traducción de la Nueva Biblia Española que, a diferencia deotras versiones de la Biblia «más clásicas», traduce con bastante exactitud ycoherencia el primitivo texto griego.

-40-

impuesta hasta el siglo XVI- ocupó un lugar destacado entre laspreocupaciones del último concilio celebrado hasta hoy. En el Vaticano II,Paulo VI -que no se atrevió a replantear la cuestión del celibato tal comosolicitaron muchos miembros del sínodo que defendían su opcionalidad-sentenció -en PO (16)- que “exhorta también este sagrado concilio a todoslos presbíteros que, confiados en la gracia de Dios, aceptaron el sagradocelibato por libre voluntad a ejemplo de Cristo,2 a que, abrazándolomagnánimamente y de todo corazón y perseverando fielmente en este estado,reconozcan este preclaro don, que les ha sido hecho por el Padre y tanclaramente es exaltado por el Señor (Mt 19,11), y tengan también ante losojos los grandes misterios que en él se significan y cumplen”.

A primera vista, en la propia redacción de este texto reside su refutación.Si el celibato es un estado, tal como se afirma, eso es una situación ocondición legal en la que se encuentra un sujeto, lo será igualmente elmatrimonio y, ambos, en cuanto a estados, pueden y deben ser optadoslibremente por cada individuo, sin imposiciones ni injerencias externas.

En segundo lugar, el celibato no puede ser un don o carisma, tal comose dice, ya que, desde el punto de vista teológico, un carisma es dado siempreno para el provecho de quien lo recibe sino para el de la comunidad a la queéste pertenece. Así, los dones bíblicos de curación o de profecía, por ejemplo,eran para curar o para guiar a los otros, pero no eran aplicables por elbeneficiario a sí mismo. Si el celibato fuese un don o carisma, lo sería paraser dado en beneficio de toda la comunidad de creyentes y no sólo de unoscuantos privilegiados -eso es que todos los fieles, no sólo el clero, deberíanser célibes-; y es ya bien sabido que resulta una falacia argumentar que elcélibe tiene mayor disponibilidad para ayudar a los demás. El matrimonio,en cambio, sí que fue dado para contribuir al mutuo beneficio de la comunidad.

En todo caso, finalmente, en ninguna de las listas de carismas quetransmite el Nuevo Testamento -Rom 12,6-7; I Cor 12,8-10 o Ef 4,7-11- secita el celibato; luego es evidente que no puede ser ningún don o carismapor mucho que la Iglesia así lo pretenda. A cualquier analista objetivo de lasEscrituras le resulta patente que, tal como afirma con rotundidad el teólogocatólico Julio Lois, “en el Nuevo Testamento no existe ningún vínculo directo

2. Tal como ya mencionamos, resulta una hipótesis extraordinariamenteatrevida y gratuita suponer que un hombre, del que no se sabe nada sobre su vidafamiliar y social real (salvo sus mitos canónicos), fuese célibe en las circunstanciasen que se le situa: como judío que fue, Jesús estuvo siempre sometido a la leyjudía que instaba a todos los individuos, sin excepción, al matrimonio. En aquellosdías y cultura, se hace muy difícil de imaginar que un célibe pudiese alcanzar ningunacredibilidad o prestigio social.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 11: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-10-

La famosa frase “hay quienes se hacen eunucos por el reino de Dios”,tomada por la Iglesia como la prueba de la recomendación o consejoevangélico del celibato, nunca puede ser interpretada así por dos motivos:el tiempo verbal de un consejo de esta naturaleza, y dado en ese contextosocial, siempre debe ser el futuro, no el pasado o presente, y el texto griegoestá escrito en tiempo pasado; y, finalmente, dado que toda la frase referidaa los eunucos está en el mismo contexto y tono verbal, también deberíatomarse como “consejo evangélico” la castración forzada (“a otros los hicieronlos hombres”), cosa que, evidentemente, sería una estupidez.

Resulta obvio, por tanto, que no existe la menor base evangélica paraimponer el celibato obligatorio al clero. Las primeras normativas que afectana la sexualidad -y subsidiariamente al matrimonio/celibato de los clérigos-se producen cuando la Iglesia, de la mano del emperador Constantino,empieza a organizarse como un poder sociopolitico terrenal. Cuantos mássiglos iban pasando, y más se manipulaban los Evangelios originales, másfuerza fue cobrando la cuestión del celibato obligatorio; una cuestión clave,como veremos, para dominar fácilmente a la masa clerical.

Hasta el Concilio de Nicea (325) no hubo decreto legal alguno en materiade celibato. En el canon 3 se estipuló que “el Concilio prohíbe, con toda laseveridad, a los obispos, sacerdotes y diáconos, o sea a todos los miembrosdel clero, el tener consigo a una persona del otro sexo, a excepción de madre,hermana o tía, o bien de mujeres de las que no se pueda tener ningunasospecha”; pero en este mismo Concilio no se prohibió que los sacerdotesque ya estaban casados continuasen llevando una vida sexual normal.

Decretos similares se fueron sumando a lo largo de los siglos -sin lograrque una buena parte del clero dejase de tener concubinas- hasta llegar a laola represora de los concilios lateranenses del siglo XII, destinados aestructurar y fortalecer definitivamente el poder temporal de la Iglesia. En elConcilio I de Letrán (1123), el papa Calixto II condenó de nuevo la vida enpareja de los sacerdotes y avaló el primer decreto explícito obligando alcelibato. Poco después, el papa Inocencio II, en los cánones 6 y 7 del ConcilioII de Letrán (1139), incidía en la misma línea -al igual que su sucesor AlejandroIII en el Concilio III de Letrán (1179)- y dejaba perfilada ya definitivamente lanorma disciplinaria que daría lugar a la actual ley canónica del celibatoobligatorio... que la mayoría de clérigos, en realidad, siguió sin cumplir.

9. Esto, lógica e indudablemente debe ser así, puesto que, desde el punto devista sociocultural, dado que Jesús era un judío ortodoxo, tal como ya mencionamos,jamás podía anteponer el celibato al matrimonio: la tradición judía obliga a todos almatrimonio, mientras que desprecia el celibato.

-39-

Capítulo IV

EL CELIBATO OBLIGATORIO DEL CLEROES UN MERO DECRETO ADMINISTRATIVO,

NO UN MANDATO EVANGÉLICO

En la Epístola a Tito, en el apartado titulado “condiciones de los obispos”,san Pablo fijó por escrito la siguiente instrucción: “Té dejé en Creta para queacabases de ordenar lo que faltaba y constituyeses por las ciudadespresbíteros en la forma que te ordené. Que sean irreprochables, maridos deuna sola mujer, cuyos hijos sean fieles, que no estén tachados de liviandado desobediencia. Porque es preciso que el obispo sea inculpable comoadministrador de Dios; no soberbio, ni iracundo, ni dado al vino, nipendenciero, ni codicioso de torpes ganancias...” (Tit 1,5-7).

Imponer a los miembros del primer clero la condición -inspirada porDios, claro está- de ser “maridos de una sola mujer” no podía significar, talcomo hoy manda la Iglesia católica, que fuesen célibes, sino, más bien, quele fuesen sexualmente fieles a una sola mujer, esto es a aquella con la quese hubieren desposado; una norma moral que, según documenta la historiaeclesiástica del primer milenio, no fue demasiado respetada por el clerocatólico -papas, obispos y sacerdotes- que estuvo casado (y aún menos porel que fue formalmente célibe).

A más abundamiento, el supuesto e inapelable magisterio divino delAntiguo Testamento, expresado en el capítulo titulado “leyes acerca de lapureza habitual de los sacerdotes” de la Ley proclamada en el Levítico-cuyocumplimiento íntegro fue ratificado por Jesús en Mt 5,17-18-, ordenó: “Tomará[el sacerdote] virgen por mujer, no viuda, ni repudiada, ni desflorada, niprostituida. Tomará una virgen de las de su pueblo, y no deshonrará sudescendencia en medio de su pueblo, porque soy yo, Yavé, quien le santificó”(Lev 21,13-15). Parece, pues, que Dios tuvo especial cuidado hasta paralegislar las características que debían cumplir las esposas de sus sacerdotes,¿ acaso no sabía el Padre que los supuestos seguidores de su Hijo, eso esla Iglesia católica, los querrían célibes?.

Tal como ya mostré al ocuparme del tema del celibato sacerdotal en unlibro anterior,1 esta norma carente de fundamento evangélico -que no fue

1. Cfr. Rodríguez, P. (1995). La vida sexual del clero. Barcelona: Ediciones B,capítulos 1 al 7.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 12: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-11-

Tan habitual era que los clérigos tuviesen concubinas que los obisposacabaron por instaurar la llamada renta de putas, que era una cantidad dedinero que los sacerdotes le tenían que pagar a su obispo cada vez quetransgredían la ley del celibato. Y tan normal era tener amantes que muchosobispos exigieron la renta de putas a todos los sacerdotes de su diócesissin excepción; y a quienes defendían su pureza se les obligaba a pagartambién ya que el obispo afirmaba que era imposible no mantener relacionessexuales de algún tipo.

A esta situación intentó poner coto el tumultuoso Concilio deBasi lea (1431-1435), que decretó la pérdida de los ingresoseclesiásticos a quienes no abandonasen a sus concubinas despuésde haber recibido una advertencia previa y de haber sufrido una retiradamomentánea de los beneficios.

Con la celebración del Concilio de Trento (1545-1563), el papa PauloIII-protagonista de una vida disoluta, favorecedor del nepotismo en su propiopontificado, y padre de varios hijos naturales- implantó definitivamente losedictos disciplinarios de Letrán y, además, prohibió explícitamente que laIglesia pudiese ordenar a varones casados10.

En fin, anécdotas al margen, desde la época de los concilios de Letránhasta hoy nada sustancial ha cambiado acerca de una ley tan injusta y faltade fundamento evangélico -y por ello calificable de herética- como lo es laque decreta el celibato obligatorio para el clero.

El papa Paulo VI, en su encíclica Sacerdotalis Coelibatus (1967), nodejó lugar a dudas cuando sentó doctrina con este tenor: «El sacerdociocristiano, que es nuevo, no se comprende sino a la luz de la novedad deCristo, pontífice supremo y pastor eterno, que instituyó el sacerdocioministerial como participación real de su único sacerdocio» (núm. 19). “Elcelibato es también una manifestación de amor a la Iglesia” (núm. 26).

10. La ordenación sacerdotal de varones casados había sido una prácticanormalizada dentro de la Iglesia hasta el Concilio de Trento. Actualmente, debido ala escasez de vocaciones, muchos prelados -Especialmente del Tercer Mundo-defienden de nuevo esta posibilidad y han solicitado repetidamente al papa Wojtylaque facilite la institución del viri probati (hombre casado que vive con su esposacomo hermanos) y su acceso a la ordenación. Pero Wojtyla la ha descartado públicay repetidamente -achacando su petición a una campaña de “propagandasistemáticamente hostil al celibato” (Sínodo de Roma, octubre de 1990)-, a pesar deque él mismo, en secreto, ha autorizado ordenar varones casados en varios paísesdel Tercer Mundo. En el mismo sínodo citado, Aloisio Lorscheider, cardenal deFortaleza (Brasil), desveló el secreto y aportó datos concretos sobre la ordenaciónde hombres casados autorizados por Wojtyla.

-38- www.vopus.org

Page 13: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-12-

“Desarrolla la capacidad para escuchar la palabra de Dios y dispone a laoración. Prepara al hombre para celebrar el misterio de la eucaristía”(núm. 29). “Da plenitud a la vida» (núm. 30). «Es fuente de fecundidadapostólica” (núm. 31-32).

Con lo expuesto hasta aquí, y con lo que veremos en el resto de estelibro, demostraremos sin lugar a dudas que todas estas manifestaciones dePaulo VI, en su famosa encíclica, no se ajustan en absoluto a la realidad enque vive la inmensa mayoría del clero católico.

“Como sacerdote explica el teólogo y cura casado Josep Camps11-,tuve que vivir muy de cerca -en algunos casos teniéndolas prácticamente enmis manos- terribles crisis personales de bastantes compañeros y amigos.Uno de ellos, un profesor prestigioso de una orden religiosa muy destacada,me confesó que estuvo diez años angustiado antes de decidirse a confesarse¡a sí mismo! que deseaba abandonar el celibato. En el curso de unos tresaños celebré las bodas de siete sacerdotes amigos, hasta llegar al punto desentirme el casacuras oficial. Y rechacé en varias ocasiones proposicionespara casar bajo mano y sin dispensa a algún sacerdote que deseaba legalizarsu situación y dejar el ministerio”.

“Simultáneamente, un cierto acercamiento e interés por temas depsicología y psiquiatría me alertó y empezó a preocuparme. No me pesabademasiado un celibato vivido y querido -aunque no fuese nada fácilmantenerlo- por una decisión libre y constantemente renovada, pero comencéa cuestionarme su imposición administrativa a una sola categoría decristianos... porque es sabido que los sacerdotes de ritos orientales católicospueden casarse, y lo mismo cabe decir de los ministros de las Iglesiassurgidas de la Reforma protestante”.

“En pleno fragor de lo que la Iglesia llama “deserciones” de sacerdotescon fines, entre otros, matrimoniales-, apareció, en 1967, la encíclica dePaulo VI, Sacerdotalis Coelibatus. Había llegado, para mí, el momento deaclarar todo este asunto del celibato”.

“El texto de la encíclica es un bello panegírico, sabio y profundo, de lavirginidad consagrada a Dios, que forma parte de los llamadostradicionalmente “consejos evangélicos” (por más que apenas se encuentrerastro de ellos en los evangelios). Sólo que al llegar al punto, para mí clave,de las razones por las que se exige el celibato a los sacerdotes seculares, laencíclica pierde piso y se hunde estrepitosamente: no hay verdaderasrazones, sólo la “secular tradición de la Iglesia latina”, o sea, nada. Laencíclica mató en mí la idea del celibato -¡gracias, Paulo VI!- y desistí de él.

11. En escrito dirigido a este autor y fechado el 25-10-94.

-37-

ANEXO

NOTA: El siguiente capítulo ha sido extraído de la obra “Mentirasfundamentales de la Iglesia Católica”, del mismo autor que los capítulosanteriores, Pepe Rodríguez.

Si bien es una síntesis de los tres capítulos anteriores, aportaalgunos datos nuevos.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 14: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-13-

En teoría, claro, porque no tenía prisas, ni especiales urgencias, ni habíaaparecido aún la persona con la cual establecer una relación profunda y seria.”

La Iglesia Católica, a lo largo de su historia, ha falseado en beneficiopropio todo aquello que le ha interesado. Ha impuesto sobre el pueblo unmodelo de sacerdote (y de su ministerio) mistificado y cínico, pero le hasido de gran utilidad para fortalecer su dominio sobre las conciencias y lascarteras de las masas.

Y, del mismo modo, ha impuesto sobre sus trabajadores pesos sacrosque no les corresponden, y leyes injustas y arbitrarias, como la del celibatoobligatorio, que sirven fundamentalmente para crear, mantener y potenciarla sumisión, el servilismo y la dependencia del clero respecto de la jerarquía.

“El celibato de los pastores debe ser opcional -afirma el sacerdotecasado Julio Pérez Pinillos-, ya que el celibato impuesto, además deempobrecer el carácter de “Signo”, es uno de los pilares que sostienela organización piramidal de la Iglesia-aparato y potencia el binomioclérigos-laicos, tan empobrecedor para los primeros como humillantepara los segundos”.12

En este final de siglo, cuando muchísimos teólogos de prestigio hanalzado su voz contra las interpretaciones doctrinales erróneas y las actitudeslesivas que comportan, el papa Wojtyla los ha acallado con la publicaciónde una encíclica tan autoritaria, sectaria y lamentable como es la VeritatisSplendor. ¿Esplendor de la verdad? ¿De qué verdad? La mentalidad deLetrán y Trento vuelve a gobernar la Iglesia. Corren malos tiempos para elEvangelio cristiano.

12. Cfr. Tiempo de Hablar (56-57), otoño-invierno de 1993, p. 9.

-36-

en toda su dimensión, y en esta reforma deberá tener un lugar destacado laintroducción de una educación positiva de la esfera afectivo-sexual y la de-rogación de la lesiva ley canónica del celibato obligatorio.

Wilhelm Reich sabia muy bien lo que afirmaba cuando, hace más decinco décadas, escribió que “la represión sexual sirve a la función de mantenermás fácilmente a los seres humanos en un estado de sometimiento, al igualque la castración de potros y toros sirve para asegurarse bestias de carga”34.

Extraido de la obra: “La Vida Sexual del Clero”.por: Pepe Rodríguez.

34. Cfr. Reich, W (1974). La función del orgasmo. Barcelona: Paidós, p. 177.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 15: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-14-

Capítulo II

LA LEY DEL CELIBATO, OBLIGATORIOCATÓLICO: UNA CUESTION DE CONTROL,

ABUSO DE PODER Y ECONOMíA

“El motivo verdadero y profundo del celibato consagrado -dejaestablecido el Papa Paulo VI, en su encíclica Sacerdotalis Coelibatus (1967)-es la elección de una relación personal más íntima y más completa con elmisterio de Cristo y de la Iglesia, por el bien de toda la humanidad; en estaelección, los valores humanos más elevados pueden ciertamente encontrarsu más alta expresión”.

Y el articulo 599 del Código de Derecho Canónico, con lenguaje sibilino,impone que “el consejo evangélico de castidad asumido por el Reino de losCielos, en cuanto signo del mundo futuro y fuente de una fecundidad másabundante en un corazón no dividido, lleva consigo la obligación de observarperfecta continencia en el celibato”.

Sin embargo, la Iglesia Católica, al transformar un inexistente “consejoevangélico” en ley canónica obligatoria -que, como ya vimos en el capítuloanterior, carece de fundamento neotestamentario-, se ha quedado a añosluz de potenciar lo que Paulo VI resume como “una relación personal másíntima y más completa con el misterio de Cristo y de la Iglesia, por el bien detoda la humanidad”.

Por el contrario, lo que sí ha logrado la Iglesia con la imposición de laley del celibato obligatorio es crear un instrumento de control que le permiteejercer un poder abusivo y dictatorial sobre sus trabajadores, y una estrategiabásicamente economicista para abaratar los costos de mantenimiento de suplantilla sacro-laboral y, también, para incrementar su patrimonio institucional;por lo que, evidentemente, la única «humanidad» que gana con este estadode cosas es la propia Iglesia Católica.

La ley del celibato obligatorio es una más entre las notablesvulneraciones de los derechos humanos que la Iglesia Católica vienecometiendo desde hace siglos, por eso, antes de empezar a tratar laspremisas de este capítulo, será oportuno dar entrada a la opinión deDiamantino García, presidente de la Asociación pro Derechos Humanos deAndalucía, miembro destacado del Sindicato de Obreros del Campo,sacerdote desde hace veintiséis años, y párroco de los pueblos sevillanosde Los Corrales y de Martín de la Jara.

-35-

-casi siempre gratuita- de santidad que habitualmente suponemos encualquier religioso o creyente. Las razones son diáfanas para todos los quehemos analizado y trabajado casos de religiosos o creyentes con problemasderivados de su inmadurez.

Son muchos los psicólogos notables que advierten de los riesgos que,en un ámbito de religiosidad inmadura e infantilizante, puede correr el procesode formación de una personalidad. Pero -para evitar suspicacias deanticlericalismo- nos limitaremos a comentar aquí la opinión del sacerdote ypsicólogo Álvaro Jiménez, citado con frecuencia en este texto.

“En ningún área de la personalidad se encuentran tantos residuosinfantiles como en el aspecto religioso -sostiene Alvaro Jimenez31-. Muchaspersonas cultas, universitarios y profesionales quedan estancados en unareligiosidad juvenil, mientras la maduración intelectual, emocional y socialse desarrolla de una manera más o menos satisfactoria (...) Hay que concederque no solamente son frecuentes los casos de religiosidad inmadura, sinoque en muchos pacientes se presentan elementos patológicos de carácterreligioso (...) Este hecho no es de extrañar, dada la profundidad religiosa enla personalidad humana; la religión, lo mismo que el sexo y la agresividad,por su papel decisivo en la psicología humana, son energías potentísimas,que lo mismo pueden canalizarse para la autorrealización del individuo y elbien de la sociedad, o desviarse para el daño o destrucción propia y ajena”.

Lamentablemente, no sólo una parte del laicado católico puede versereflejado en este retrato, también una porción muy notable del clero viveinstalada en un infantilismo religioso que, sumado a todo lo dicho hastaahora, explica sobradamente sus frecuentes comportamientos reprobables.“La religión inmadura, en el niño o en el adulto -sostiene Alvaro Jiménez32-,está impregnada de pensamiento mágico y busca satisfacción de la propiacomodidad; la religión inmadura está al servicio de los motivos, las pulsionesy los deseos corporales”.

Una visión como la anterior es completada por Johnson33 cuando afirmaque “un dogmatismo rígido y compulsivo, la intolerancia de quien se creemejor que los demás, una insaciable necesidad de seguridad, el ritualismoobsesivo, el temor al pecado imperdonable y la dependencia regresiva, sonactitudes religiosas inmaduras”.

Parece evidente que el sistema de formación de los religiosos -y lapropia vivencia de la religión- merece un replanteamiento urgente y profundo

31. Cfr. Jiménez, A. (1993). Op. cit, p. 195-196.32. Cfr. Jiménez, A. (1993). Op. cit, p. 204.33. Cfr. Johnson, P.E. (1959). Psychology of Religion. Nueva York:

Abingdon, p. 96.

Capítulo II

LA LEY DEL CELIBATO OBLIGATORIOCATÓLICO: UNA CUESTION DE CONTROL,

ABUSO DE PODER Y ECONOMÍA

www.vopus.org www.vopus.org

Page 16: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-15-

“La ley del celibato obligatorio -sostiene Diamantino García13- esactualmente muy negativa y produce muchos más daños que beneficios.Desde el punto de vista histórico no se entiende, y evangélicamente no hayrazones para imponer a los sacerdotes esta ley. Yo acepté en un documentoel ser célibe, pero lo hice por la fuerza, no por voluntad propia”.

“Personalmente aprovecho mi estado de célibe para estar másdisponible para dedicarme a la lucha por la causa de los pobres, pero esono significa, ni mucho menos, que si estuviese casado le podría dedicarmenos energías. Tengo compañeros [sacerdotes] del Sindicato de Obrerosdel Campo que están casados, que han tenido cargos de responsabilidadcomo yo, y que han mostrado una mayor entrega que yo mismo. Teníanmujeres e hijos y, sin embargo, a la hora de arriesgar el pellejo lo hacíanigual que yo, que era célibe. Y a la hora de ir a la cárcel, ellos han tenidoincluso más disponibilidad que yo”.

“El que los curas seamos célibes, según la Iglesia, es para estar másdisponibles, pero esto apenas se consigue, porque yo he visto a muchossacerdotes que no se han casado con una mujer pero que sí lo han hechocon el dinero y con intereses espurios que los han tenido más hipotecadosque si hubiesen tenido familia. Yo no justifico ni comprendo la ley del celibato,y a la gente sencilla también le resulta mucho más comprensible que elsacerdote forme parte de una familia y, desde ella, dé testimonio de fe,esperanza y caridad. Me parece que esto es mucho más congruente connuestra realidad humana y social”.

“¿Y tú por qué sigues ahí, como cura?”, “me pregunta mucha gente.Pero, yo, la verdad, aunque me siento mucho más próximo de lo secular quede lo eclesial -y a mucha honra- no he pasado por dificultades insalvables.El hecho de que la mayor parte de los sacerdotes diocesanos vivan ensolitario, sin familia, es bastante duro y, en general, traumatizante; pero yo,afortunadamente, pasé a vivir desde un principio con un equipo sacerdotalque ha sido fundamental para poder superar las mil contradicciones con quenos desayunamos los sacerdotes, entre ellas la imposibilidad, por decreto,de poder formar una familia y tener hijos”.

“Pero conozco muchos sacerdotes jóvenes que les resulta muy duraesta vida. Sacerdotes de 25 o 30 años, personas normales, que tienen quevivir, desayunar, almorzar y cenar en completa soledad, aislados... porque,evidentemente, la mayoría de los sacerdotes no disponen de medioseconómicos suficientes para poder tener alguna persona que les atienda, opara traerse consigo a algún familiar -madre o hermana-, y con la escasez

13. En entrevista personal celebrada el día 3-5-94.

-34-

como modelo las relaciones mantenidas por personajes históricos como SantaClara y San Francisco de Asís o por Francisco de Sales y Jeanne-Francoisede Chantal, pero, tal como comenta acertadamente el teólogo HubertusMynarek30, “quien conozca algo la vida y el intercambio epistolar de las dospersonas últimamente citadas, le resultará imposible creer que no se produjoentre ellas ningún amor físico”.

Dado que, tal como ya mencionamos anteriormente, es imposible paracualquier ser vivo poder acallar las pulsiones sexuales e impedir que semanifiesten mediante alguna de sus formas de expresión a través de actosfísicos o ensoñaciones eróticas-, y vista la educación maniquea y lesiva queha recibido el común de los sacerdotes, no debe extrañar a nadie que seantan habituales los casos de clérigos que malviven atenazados porsentimientos de culpabilidad más o menos morbosos.

La culpabilidad es un comportamiento neurótico clásico y muy comúndentro de los sistemas de valores que son muy rígidos y/o excluyentes -talcomo es el caso de una religión-, y de él pueden derivarse problemas tanlesivos como la pérdida de autoestima, angustia intensa, agresividad,tendencias autodestructivas, neurosis de tipo obsesivo-compulsivas, etc.

Estrechamente relacionada con los sentimientos de culpa está lapersonalidad masoquista, bastante común entre el clero, aunquehabitualmente se la haga pasar por una actitud de santidad. Este tipo deneurosis, caracterizada por la tendencia a sentirse culpable y por los anhelosde dependencia, lleva al sujeto a no saber autoadministrarse sus fuerzaspsiquicas y, acuciado por un incontrolable deseo de sufrir en aras de unanecesidad de autosacrificio que se cree noble y deseable -y la “purificación”lo es y mucho en un ámbito religioso-, acaba por traspasar de modo cotidianolos límites de su seguridad física y psíquica.

En la IV parte de este libro veremos algunos casos de sacerdotes quepadecen esta psicopatología y que, en el terreno de lo sexual, sólo soncapaces de obtener placer dentro de una rueda que empieza por el aliviosexual/pecado/dolor, y concluye con la catarsis posterior del arrepentimiento/sometimiento a los dogmas y a la institución que dominan su personalidad.

La jerarquía católica y el común de los creyentes se engañan a menudocuando equiparan el hecho de ser una persona religiosa a ser una personaequilibrada y, por ello, buena. En nuestra sociedad existe una presión culturalque fuerza a rechazar la idea de que un sujeto religioso pueda ser una malapersona, sin embargo, esta posibilidad es tanto o más real que la atribución

30. Cf. Mynarek, H. (1979). Op. dit, p. 53.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 17: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-16-

de medios con que viven los sacerdotes en el medio rural, tienen que comersoledad y aislamiento. Y éste es uno de los motivos por el que algunosabandonan -a menudo de modo traumático-, o se producen desequilibriosemocionales que repercuten en la vida sacerdotal y pastoral, o se vivencarencias muy importantes. Si se suprimiera el celibato, los sacerdotes ruralesserían mejor comprendidos y aceptados por la gente sencilla, que es lamayoría, que hoy vive con absoluta indiferencia la existencia de la Iglesia”.

“Ciertamente, a un sacerdote diocesano le cuesta muchísimo más quea un fraile respetar la castidad, ya que está viviendo de lleno en un mundodonde el afecto hombre-mujer es algo cotidiano y deseable. Y yo pienso queno debería ser contradictorio con la carga pastoral el hecho de poder constituiruna familia, como tampoco debería serlo el hecho de poder hacer uso de lasexualidad; el sexo no tiene por qué ser entitativamente malo, ni ser unenemigo del trabajo pastoral del sacerdote. Sería muy saludable para lossacerdotes y para la comunidad a la que deben servir -que no es precisamentela Iglesia institución, sino el pueblo- que cada uno pudiese desarrollar suvida afectivo-sexual en la medida de las propias necesidades”.

“Somos muchos los sacerdotes que reivindicamos la necesidad de unnuevo modelo formativo desde los seminarios, ya que el actual, después dedar un giro involutivo, está encasquillado en un conservadurismo cerrado alporvenir y a la sensibilidad social actual. El último papa [Juan Pablo II] hasido decisivo para esta triste situación, pero también ha contribuido la ola deconservadurismo que se ha ido extendiendo por todo el mundo y que hacogido a la Iglesia por la barriga, que siempre ha sido su punto débil”.

“Tampoco debe olvidarse que el Concilio Vaticano II no ha sidoconvenientemente digerido por la jerarquía vaticana ni por la Iglesia en sutotalidad. Y entre las consecuencias de esta indigestión está el cerrar puertasy ventanas en las casas de formación y el cultivar la nostalgia en lugar de lautopía; la nostalgia por una Iglesia de cristiandad con un cuerpo clericalcélibe, obediente y sumiso a la jerarquía. De alguna manera se pretende elregreso a los años del nacionalcatolicismo español [poder totalitario de laIglesia a partir de su íntima alianza con el régimen fascista de Franco], enlugar de dar la cara ante lo que el mundo y el siglo XXI le está pidiendo a laIglesia: normalización, compromiso y, en definitiva, una Iglesia profética frentea las grandes injusticias de nuestro tiempo”.

“Pero la corriente política vaticana actual es absolutamente contraria alos aires del Vaticano II. El termómetro que mejor mide el grado deconservadurismo y de cerrazón a todas estas novedades y esperanzas [Lasdel Concilio Vaticano II] son, precisamente, los seminarios y las casas deformación. Y cualquiera puede ver que, hoy día, la mayor parte de lossacerdotes jóvenes que están saliendo de los seminarios lo hacen

-33-

por la jerarquía -como acumular riqueza y poder-, o a convertirse en seresautoritarios y egocéntricos que no sirven a nadie salvo a sí mismos.

En este contexto, son frecuentes los casos de sacerdotes que encauzansu desequilibrio psíquico utilizando la religión como plataforma para lograrel beneficio propio, como instrumento para controlar a los demás y abusarde ellos mediante manipulaciones y coacciones que, en general, llevan a lapráctica con los creyentes más frágiles y les permiten servirse de éstos parafines personales de tipo económico, sexual o de influencia social.

Muy a menudo los sacerdotes viven de un modo ambiguo la castidad;desean guardarla, pero sueñan y añoran todo aquello a que ésta obliga arenunciar, con lo que se cae en un estado de tensión y de estrés tremendoque, si no se resuelve hacia alguno de los dos extremos, lleva a padecerexistencias mediocres y amargadas, a la búsqueda de dinámicas sustitutivas(gula, ansia de poder y/o dinero, etc.) o al establecimiento de lo que entreel clero se define como “amistades pegajosas”, relaciones obsequiosas yhasta cierto punto afectivas (abrazos, besos... frecuentes y cordiales) queno se definen hacia ningún lado y que, en caso de enamoramiento noasumido, suelen acabar por dañar al sacerdote y a su pareja (siendo uncaso similar, aunque no tan institucionalizado, como la tercera vía, que yacitamos en el capítulo 2).

El sacerdote y psicólogo Alvaro Jiménez expone con claridad meridianaeste aspecto cuando afirma que “pretender guardar una castidad ambiguasería como aplicar el freno en el último metro de terreno firme antes delabismo, cuando el coche va corriendo a 100 kilómetros por hora; marchar atoda velocidad con el acelerador hundido hasta el fondo (la rama simpáticadel sistema nervioso autónomo, cuya función es estimulante) y al mismotiempo apretando el pedal del freno con todas las fuerzas (la ramaparasimpática y los controles córtico-cerebrales que inhiben la acciónexterna). Tal remedo de castidad, la castidad ambigua, es un absurdopsicológico que puede dar origen a mucho estrés y a serios trastornos depersonalidad; y es también un absurdo, desde el punto de vista de laespiritualidad, como muestra de profundo egoísmo totalmente opuesto a laentrega generosa que implica la castidad consagrada”29.

Algunos clérigos propugnan la licitud del erotismo pero descartantotalmente la sexualidad; apuestan por que un sacerdote pueda tener amigasintimas con las que vivir una relación de “erotismo elevado y sacro”, pero sinllegar al uso de la sexualidad genital, y hablan de “amor platónico”, de “vivirel ideal de María encarnado en una mujer viva y actual”, y ponen

29. Cfr. Jiménez, A. (1993). Op. cit, Pp. 89-90.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 18: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-17-

verdaderamente acarajotados. A mí me es mucho más difícil dialogar consacerdotes recién salidos del seminario que con otros compañeros que llevansesenta años ejerciendo el ministerio”.

“En los seminarios actuales se han potenciado sobremanera tresobsesiones clásicas de la Iglesia: 1) formar gente muy disciplinada, muyobediente a la jerarquía, muy aseguradora del magisterio vaticano; 2) formara gente que fomente una Iglesia de cristiandad, una iglesia de influencia; y3) formar a gente que no se mezcle en política ni en causas sociales y quesean simples funcionarios tal como la jerarquía los quiere y necesita”.

Al hilo de estas últimas reflexiones de Diamantino García, es evidenteque la ley del celibato obligatorio resulta un puntal básico para generarsacerdotes acarajotados, tal como él mismo los define.

Adelantándonos a las conclusiones del próximo capitulo, daremos porsentado aquí que las condiciones en que la mayoría del clero vive el celibatoobligatorio son causa de una amplia diversidad de alteraciones psicológicas,frecuentemente neuróticas que, no por casualidad, convierten a muchossacerdotes en seres sumisos, serviles y dependientes de la jerarquía; unmaterial humano que, obviamente, es víctima fácil del poder abusivo ydictatorial que la Iglesia Católica ejerce sobre sus trabajadores.

El cumplimiento o no del celibato por parte de los clérigos ofrece unaoportunidad magnífica a los abundantes seres mediocres y serviles que salende los seminarios: la de convertirse en delatores de los vicios ajenos ante lajerarquía para así poder gozar de sus favores.

Ha llovido mucho desde que, en el Concilio de Arlés (1234), los delatoresfueron instituidos oficialmente como vigilantes de la moral presentes en cadauno de los obispados. Hoy, que sepamos, ya no existe oficialmente estaocupación, pero decenas de sacerdotes y religiosos/as siguen denunciandocon gusto las miserias de sus compañeros/as ante sus superiores.

Es de todos sabido que la delación/castigo es un mecanismo habitualde control en el seno de instituciones y sociedades de corte autoritario -y laIglesia lo es, sin duda alguna- que, al ser alentado por sus dirigentes, acabaimplantándose como una dinámica compensatoria cotidiana entre loselementos más frustrados, mediocres y ambiciosos de la comunidad.

Bastantes sacerdotes secularizados -y unos pocos en activo- me hanreferido episodios personales como víctimas de la delación de algúncompañero. Denuncias que siempre se refieren a vulneraciones del celibato-ciertas o no—, pero que jamás ponen en tela de juicio actitudes sacerdotalestan comunes como la excesiva afición por la riqueza o la falta de solidaridad.A menudo, también, la delación le sirve al sacerdote para acceder al puestoque ocupaba el compañero denunciado.

En cualquier caso, dado que la Iglesia prefiere antes a una persona fielque a una inteligente, la delación por motivos de celibato le permite remover

-32-

amor sino que, simplemente, follan; se desahogan con una mujer con tanescaso afecto como cuando se masturban”.

Un número notable de sacerdotes acaba arrastrando importantesproblemas psico-sexuales incluso después de haberse secularizado.Algunos, a pesar de haberse casado, continúan viendo la esfera de lasexualidad como algo sucio, pecaminoso y culpabilizador, por lo quetampoco acaban de lograr la plenitud afectiva con sus parejas y, en elmejor de los casos, pasan largos períodos de sesiones de terapia enconsultas de psicólogos o psiquiatras.

Como varón sexuado que es, el sacerdote no puede evitar la existenciade impulsos sexuales que pugnan por aflorar y realizarse, y ello,naturalmente, al confrontarse con la prohibición canónica, se convierte enuna poderosa fuente de angustia, estrés y neurosis. Una de las vías paraintentar obviar esta angustia es mediante el recurso a los mecanismos,casi siempre complementarios, de la negación y de la represión, pero susconsecuencias son siempre nefastas para el equilibrio psíquico, y máximecuando se dan en perfiles de personalidad inmaduros y problemáticos,casos muy comunes entre el clero.

Al sacerdote lo educan para ser una especie de ente angélico, sinembargo, su biología le desmiente a cada momento y le anda aún más enuna situación de crisis permanente. Pero en la formación de la mentalidadpro angélica no influye sólo la educación maniquea y puritana del seminarioo del convento; con frecuencia esta mentalidad ya se había estructurado enel propio hogar familiar, especialmente por acción de un tipo específico demadre que, tal como ya citamos, aparece con claridad y muy a menudo cuandose investiga en profundidad la vida de los sacerdotes más problemáticos.

La pulsión sexual, la atracción hacia el otro sexo y la inseguridad queello produce en la persona que quiere ser casta desde la inmadurez, tambiénpuede llevar al aislamiento emocional como mecanismo defensivo, es decir,a intentar protegerse de cualquier posibilidad de relación interpersonalprofunda encerrándose bajo un escudo de frialdad y pose que, no porcasualidad, todos hemos podido apreciar en bastantes curas. De este modo,una parte del clero malogra sus posibilidades de llegar a ser personas concapacidad de amar, de comprender, de brindar amistad, de saber estarafectivamente cerca del prójimo... y se convierten en funcionarios sacrosfríos, distantes e inútiles para la comunidad en la que viven.

Entre el clero de mediana edad, la práctica del celibato y de la castidadpotencia el desarrollo de personalidades más egoístas y estériles para todoy todos, siendo habituales los comportamientos compensatorios que llevanal sacerdote a cultivar en exceso placeres permitidos -comer, fumar o labuena vida en general-, a obsesionarse por hábitos íntimamente alentados

www.vopus.org www.vopus.org

Page 19: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-18-

de algunos puestos a sacerdotes demasiado independientes o, al menos,tener algunos elementos íntimos para poder presionarles en caso necesario.

Las habituales trasgresiones del celibato, al chocar con la agobianteformación recibida y con la prohibición canónica, suelen generar malaconciencia y sentimientos de culpa -más o menos enfermizos- entre el clero,aspectos que le convierten en más fácil de manipular, gobernar y explotarpor la institución católica. Y los curas en ejercicio que tienen hijos -que loshay y muchos-, hecho que pocas veces pueden ocultar a la jerarquía, seconvierten en una especie de náufragos marginados y, debido a su “manchanegra”, se ven forzados a adoptar una aún mayor sumisión a la voluntad desus obispos ordinarios

Pero, al margen de ser un instrumento fundamental para lograr eldominio y el control del clero, la ley del celibato obligatorio es una estrategiafundamentalmente economicista, que permite abaratar los costos demantenimiento de la plantilla laboral de la Iglesia Católica y, al mismo tiempo,incrementar su patrimonio institucional.

El obligado carácter de célibe del clero, lo convierte en una gran masade mano de obra barata y de alto rendimiento, dotada de una movilidadgeográfica y de una sumisión y dependencia jerárquica absolutas.

Un sacerdote célibe es mucho más barato de mantener que otro quepudiese formar una familia, ya que, en este último supuesto, la institucióndebería triplicar, al menos, el salario actual del cura célibe para que pudieseafrontar, junto a su mujer é hijos, una vida material digna y suficiente paracubrir todas las necesidades habituales de un núcleo familiar. Así que, cuandooímos a la jerarquía católica rechazar la posibilidad de que los sacerdotescontraigan matrimonio, lo que estamos oyendo, fundamentalmente, es lanegativa a multiplicar por tres su presupuesto de gastos de personal.

De todos modos, el matrimonio de los sacerdotes podría darse sinincrementar ninguna dotación presupuestaria. Bastaría con que los curas, ouna mayoría de ellos, al igual que hacen en otras confesiones cristianas, seganasen la vida mediante una profesión civil y ejerciesen, además, suministerio sacerdotal; algo que ya llevan practicando, desde hace años ycon plena satisfacción de sus comunidades de fieles, de sus familias y deellos mismos, los miles de curas católicos casados que actúan como talespor todo el mundo. Pero la Iglesia Católica descarta esta posibilidad porquepiensa, de un modo tan egoísta como equivocado, que si un sacerdote trabajaen el mundo civil rendirá menos para su institución.

En el contexto católico, la aceptación del celibato viene a suponertambién acatar que el sacerdote dependerá toda su vida de la institución y,por tanto, ésta se despreocupa de formarle en materias civiles, lo querepercute muy negativamente en sus posibilidades de independencia y lesomete aún más a la voluntad de su único y excluyente patrón.

-31-

dolorosa, como el precio que hay que pagar para poder ser sacerdote oreligioso/sa, como una imposición canónica que añade frustración y castraciónal ministerio sacerdotal o a la vocación religiosa.

La gran mayoría de los sacerdotes que aún se mantienen célibes -nodigo castos, ya que la masturbación es un hecho habitual en la prácticatotalidad del clero masculino- suelen confundir la sublimación de lo sexualcon la falta de actividad genital con una pareja, y eso es un error que seacaba pagando caro, generalmente cuando se llega a la mitad de la vida.

Sublimar, desde el punto de vista psicológico, supone una forma dedesplazamiento en el que la energía se desvía hacia un objeto que tieneunos valores ideales; es, por tanto, un mecanismo psicológico complejo -cabría entrar a discutir si es también sano, útil y recomendable- quedifícilmente puede abordarse sin tener una personalidad madura y estable yuna situación social gratificante, especialmente en lo que hace al ámbitointelectual y a la interacción con el entorno.

Dado que los requisitos anteriores no se dan en la mayoría del cleroy que, además, éste naufraga en una crisis institucional caracterizada, entreotras, por la pérdida de referencias y de ideal, la máxima sublimación quepuede lograrse es la simple y pura represión del instinto sexual; unmecanismo defensivo que consiste en rechazar “fuera de la conciencia”todo aquello que resulta doloroso o inaceptable para el sujeto. Se entraasí en una situación patógena que, además, no puede mantenerseindefinidamente y acaba por estallar de una manera directa o indirecta.Cruchon, superior jesuita, pone el dedo en la llaga cuando afirma que “paramuchos, el voto se confunde más o menos con la obligación de lucharcontra el pecado de la carne. Se les ha presentado la castidad comopuramente negativa y como una renuncia a todo amor humano profundo.Pero algunos se preguntan si esto agrada a Dios. Algunos tienen miedo deamar, pensando que esto es contrario al voto de castidad. Ven en el amorconyugal solamente el placer de los sentidos. Otros han fundado la castidadsobre el desprecio a las mujeres y no ven que se puede amarlas sino porpasión. Ellas son objeto de tentación y son peligrosas”28.

De esta manera, el clero llega a identificar amor con acto sexual, demodo que -piensan- debe renunciarse al amor para guardar la castidad, conlo que su desarrollo afectivo y las vivencias subsidiarias quedan muymermadas o, simplemente, adoptan pautas psicopatológicas. “Muchossacerdotes no quieren a nadie, salvo a sí mismos -me explicaba un párrocobarcelonés- y, cuando sienten deseos sexuales, esos curas nunca hacen el

28. Cfr. Jiménez, A. (1993). Op. cit, Pp. 56-57.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 20: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-19-

“Un día fui a ver al obispo Iglesias -me comentaba José Boldú14- y ledije: “Llevo seis años de sacerdote y se me cae la cara de vergüenza por serun burgués; entre mis feligreses todo el mundo trabaja excepto yo, y quieroprepararme”. Le pedí permiso para ir a estudiar a la universidad, pero enlugar de eso me nombró secretario diocesano de obras pontificias. Tiempodespués, cuando llegó un nuevo obispo [Ramón Malla] le hicimos explotar elproblema de los curas ociosos y mal preparados y, finalmente, nos envió acuatro sacerdotes a estudiar a Barcelona”.

“Yo me matriculé en Filosofía y Letras y en Derecho, pero pronto meenteré de que el obispo quería sacarme del secretariado de misiones -queyo había convertido en un órgano eficaz y con prestigio- porque estabaestudiando en una universidad civil y eso, al margen de ser “una puerta desalida” según lo ve la jerarquía, me alejaba del cliché de sacerdote que esteobispo -así como todos los demás- deseaba tener bajo sus órdenes”.

Esta apreciación de Boldú encaja perfectamente con la realidad quese refleja en el último anuario estadístico de la Iglesia Católica: en 1990 sólohubo 30 sacerdotes diocesanos matriculados en facultades de estudiosciviles, eso es un 0,14% del total del clero diocesano.

A la Iglesia no parece hacerle ninguna gracia que sus trabajadoresposean titulaciones con validez civil, ya que eso les confiere un grado deindependencia que repercute desfavorablemente en su sumisión15. Por elcontrario, la jerarquía católica prefiere que sus curas se conformen con lastitulaciones eclesiásticas ya que, como no tienen equivalencia posible en lasociedad civil, en caso de desear abandonar la Iglesia esta pérdida dereferente o estatus académico-profesional se convierte en un poderoso frenoante cualquier posible planteamiento de deserción.

“Una de las aspiraciones del cura casado -afirmaba Olaguer Bellavista,ex párroco de San Martín del Clot (Barcelona)- es conseguir un títulouniversitario. Pero ocurre que casi nunca se nos convalidan los estudiosque ya tenemos por el título de bachiller superior, y hemos de acceder a launiversidad por el sistema del examen para mayores de veinticinco años.Empezar una carrera, como yo, tras diversos intentos, a los 56 años, es algoindudablemente fuera de lo común y muy difícil”.

14. En entrevista personal celebrada el día 21-7-94.15. El canon 129 del Código de Derecho Canónico establece que “los clérigos,

una vez ordenados sacerdotes, no deben abandonar los estudios, principalmente lossagrados; y en las disciplinas sagradas seguiran la doctrina sólida recibida de losantepasados y comúnmente aceptada por la Iglesia, evitando las profanas novedadesde palabras y la falsamente llamada ciencia”.

-30-

hasta ese momento- de la riqueza de factores que caracteriza a la esferaafectivo-sexual humana.

“Del seminario recuerdo el sexo como una auténtica obsesión -mecomentaba el sacerdote Diamantino García27-, en torno a la cual girabantodas las tentaciones, preocupaciones e inquietudes, que a su vez lerestaban importancia a asuntos tan básicos como la preocupación por lajusticia, la solidaridad o la sensibilidad social. En primer plano siempreestaba el objetivo de procurar ángeles castos, aunque éstos fuesen seresinsolidarios e infantiles”.

“En el seminario nos han educado fundamentalmente para serpersonas castas y célibes, cosa que ha sido contraproducente ya que creabatanta obsesión y deformación de la conducta afectiva que, en cuanto teveían hablar tres veces con el mismo compañero, ya te acusaban de teneramistades peligrosas; te llamaban los encargados de vigilarnos y te decíanque tú tenias una “amistad particular” con un muchacho y que debías ponerlefin. Y tú realmente lo vivías también con auténtica obsesión, con lo quesalía muy mal parada la formación de la personalidad y de la esfera afectivaque estaba creciendo en ti”.

“La cuestión de la sexualidad, de la que no llegas a conocer nadaobjetivo en el seminario, acaba por obsesionarte y, cuando te lanzan a sersacerdote y tienes que buscártelas por ti mismo, no posees la madurezafectiva, humana, ni sexual, como para saber relacionarte de un modonormalizado con las demás personas. Y ésta es la causa de la existencia desacerdotes muy desequilibrados, agentes de la pastoral muy poco madurosy, desde luego, de curas propensos a convertir las relaciones afectivas ysexuales en atropellos de todo tipo, en excesos sexuales que jamás cometeríauna persona madura y equilibrada”.

La educación sexual y afectiva en los centros religiosos deberíaplantearse como algo más normalizado, conforme a la mentalidad actual ymucho más integrado a la personalidad. Hay que dejar de tildar a la sexualidadde malvada y hacer ver a 105 futuros sacerdotes que lo único malo es estarobsesionado por ella y convertir la búsqueda de afecto y sexo en maníapersecutoria o en una auténtica pesadilla. Pero, además, fundamentalmente,lo que hay que hacer es un replanteo mucho más liberador e integrador dela afectividad y del sexo entre los sacerdotes y religiosos/as y, paralelamente,derogar la obligatoriedad del celibato y convertirlo en opcional.

Así mismo, dado que la mayoría del clero ignora el sentido preciso delcompromiso de castidad y del celibato, éste se vive como una renuncia

27. En entrevista personal celebrada el día 3-5-94.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 21: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-20-

Una parte de los sacerdotes que han dejado su ministerio dentro de laIglesia -los mejor cualificados en estudios civiles- no han tenido problemaspara rehacer su vida ejerciendo la docencia, la abogacía o el periodismo, otrabajan en sectores como el de servicios o la función pública. Otros, losllamados en su día curas obreros, se han seguido ganando la vidadesempeñando los oficios que les habían llevado hasta talleres, fábricas ycampos agrícolas.

Pero muchos otros, alrededor de un 70% de los secularizados -los quevivieron el sacerdocio de modo excluyente-, han tenido problemas importantesal abandonar la Iglesia y sus situaciones pasan por ejercer los trabajos másprecarios y mal vistos de la sociedad, y hasta por la mendicidad; excepciónhecha de quienes han logrado hacerse con un puesto como profesores dereligión que, a cambio de un bajo salario, deben seguir mostrando sumisiónal obispo de su diócesis so pena de perder, sin más, su precario empleo.

Otra importantísima ventaja económica que la ley del celibato le reportaa la Iglesia Católica es que -tal como veremos en el capítulo siguiente- lafrustración vital que padecen los sacerdotes debida a sus carencias afectivo-sexuales se traduce en que una parte de ellos se ven espoleados a acumularriqueza como parte de un mecanismo psicológico compensatorio y, al serobligatoriamente solteros, todos o casi todos estos bienes pasan, porherencia, a engrosar el patrimonio de la Iglesia.

Si los sacerdotes estuviesen casados, es obvio que la Iglesia noheredaría sus posesiones -incluyendo las apetitosas donacionespatrimoniales de beatas/os solitarios y ricos-, ya que sus bienes acabarían,lógicamente, en manos de su esposa e hijos. Por eso, y no por razonesmorales, desde el medioevo la Iglesia tomó la decisión de declarar ilegítimosa los hijos de los clérigos, pues de este modo se les impedía legalmentecualquier posibilidad de poder heredar el patrimonio del padre.

En concilios como el de Pavía (1020) se llegó a decretar, en su canon3, la servidumbre [esclavitud] a la Iglesia, en vida y bienes, de todos los hijosde clérigos. “Los eclesiásticos no tendrán concubinas -ordenaba el canon34 del Concilio de Oxford (1222)-, bajo la pena de privación de sus oficios.No podrán testar en favor de ellas ni de sus hijos, y silo hacen, el Obispoaplicará estas donaciones en provecho de la Iglesia, según su voluntad”. Lalista de decretos similares es tan extensa como cuidadosa ha sido la Iglesiaen asegurarse los bienes de los hijos bastardos de sus sacerdotes.

Así, pues, aunque decenas de miles de sacerdotes abandonen la Iglesia,la ley del celibato obligatorio continúa siendo muy rentable para la institución,ya que sigue permitiendo una mejor explotación de todos cuantos aúnpermanecen bajo la autoridad eclesial.

El celibato obligatorio es un mecanismo de control básico dentro de laestructura clerical católica y, junto al culto a la personalidad papal y al deber

-29-

La educación en los seminarios tiende a teñir de negativismomecanismos psicológicos básicos como el autoconcepto y la autoestima,con lo que se modelan seres humanos descontentos de sí mismos, quese rechazan y desprecian, personas más influenciables, que tienenmayores dificultades para establecer relaciones interpersonales, queson más propensas a las alteraciones emocionales, están abocadas apadecer sentimientos generadores de sufrimiento, tienen más o menosmermadas sus capacidades para mádurar correctamente y poderrealizarse en su vida, etc.

En el otro extremo, como consecuencia del concepto de sacerdoteque se transmite en los seminarios -y que suele ser el de un sujeto adornadopor designio divino de una cualidad y misión superiores al del resto de loshumanos-, también se crean individuos con complejo de superioridad,afectos a una autoimagen engreída, que son egocéntricos, autoritarios,demagogos, más o menos fanáticos, incapaces de reconocer errores oresponsabilidades personales, seres mezquinos e interesados quedesprecian a los débiles y adulan a los poderosos, etc. Cualquier conocedordel clero puede darse cuenta de que muchísimos sacerdotes se muevenentre estos dos tipos de personalidad.

Evidentemente, todos estos aspectos reseñados tienden aagravarse cuando, como es habitual, los propios formadores desacerdotes presentan una personalidad inmadura en el plano afectivo-sexual, son autoritarios y represores, y tienen más conflictos emocionalessin resolver que sus propios pupilos.

Centrándonos ya en el aspecto específico de la ley del celibatoobligatorio, hay que decir que su imposición, tal como se hace hasta hoy,suele acarrear una serie de problemas graves y poco menos que insalvablespara la maduración de la personalidad del sacerdote. A continuaciónanalizaremos algunos de los aspectos más importantes y lesivos.

En la formación de los sacerdotes, salvo excepciones, se desconoceabsolutamente todo lo que se refiere a los aspectos biológicos y psicológicosde la sexualidad, se ignoran también todas las posibles desviaciones y pautaspsicopatológicas que se pueden dar en este terreno, y se descontextualizala afectividad de la esfera integral e integradora de lo sexual, con lo que seimpide la posibilidad de acceder a un desarrollo psicosexual adulto y maduro.

Ésta es la causa, por ejemplo, de la adopción de actitudes propias deingenuidad adolescente, que se dan a menudo en sacerdotes cuarentonesque acaban de descubrir los valores del otro sexo y la pujanza de la atracciónsexual. Son manifestaciones que pueden implicar una adolescencia retardaday que los propios compañeros del cura implicado suelen vivir con sonrojo yaun calificar de ridículas, pero que no se deben más que a la ignorancia -

www.vopus.org www.vopus.org

Page 22: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-21-

de obediencia, conforma la dinámica funcional que hace posible que tansólo 4.159 miembros del episcopado -149 cardenales, 10 patriarcas, 754arzobispos y 3.246 obispos- controlen de forma absoluta las vidas personalesy el trabajo de 1.366.669 personas que, según las últimas estadísticas de laIglesia Católica (1989), se distribuyen entre 255.240 sacerdotes diocesanos,146.239 sacerdotes religiosos, 16.603 diáconos permanentes, 62.942religiosos profesos, y 885.645 religiosas profesas.

En el caso hipotético de que la Iglesia permitiese casarse a sussacerdotes, la cifra del clero aumentaría notablemente, ya que se reduciríadrásticamente el número de secularizaciones y se incrementaría la cantidadde nuevas vocaciones... pero, ante esta óptima perspectiva, la jerarquía dela Iglesia Católica, hoy por hoy, sabe perfectamente que puede sacarlemuchísima más rentabilidad a cien curas sometidos al celibato por la fuerzaque a trescientos casados.

La dependencia y el sentimiento de culpabilidad reportan siempre muybuenos dividendos a los gestores de las reglas de juego. La independenciay la madurez, por el contrario, acaban por arruinar el juego y a sus gestores;especialmente si el juego está trucado.

-28-

Resulta chocante -aunque clarificador para ver cuán alejada está laIglesia Católica de los textos dichos sagrados en que pretende ampararse-saber que en el Evangelio jamás aparece el término obediencia como actitudinterpersonal dentro de la comunidad de fieles. Su sentido es el de abrirse ysaber escuchar la palabra de Dios, cuyo seguimiento conlleva,automáticamente, a la rebelión, a la desobediencia contra la autoridadhumana y religiosa. La Iglesia, sin embargo, ha pervertido el término y haconvertido la “santa obediencia” en simple sumisión a la voluntad humana,que no divina, de la cúpula clerical.

La imposición a sacerdotes y religiosos/as de una obediencia irracionaly servil -que, afortunadamente, no siempre se logra-, conllevaconsecuencias frecuentemente nefastas para la personalidad del cleroobediente. Formar -amaestrar- para la obediencia supone fijar en el sujetoestructuras de personalidad infantiles que permanecerán de por vida,coartando seriamente el proceso evolutivo de la persona y limitandogravemente sus posibilidades vitales. El culto a la obediencia, por otraparte, va siempre unido, necesariamente, al culto a la personalidad y a losmecanismos de culpabilidad.

La fijación del culto a la personalidad -de la de cualquier figura investidade autoridad pero, en todo caso, en función de su peso específico dentro delorganigrama jerárquico del clero que encabeza el Papa- conduce a pautasde idealización infantiles (asociadas a sumisión extrema) y/o acomportamientos serviles y dependientes originados en el temor que infundetoda figura autoritaria, especialmente si, tal como sucede dentro de la Iglesia,ésta viene validada por la presión sociocultural. En este contexto, paramuchos sacerdotes y religiosos/as la búsqueda y consecución de la felicidadsólo pasa por su obligación de obedecer, eso es, de convertirse en sujetosmentalmente castrados.

La presión ilimitada que se ejerce hacia la consecución de laobediencia, además, desencadena a menudo comportamientos agresivosque, al no poderse materializar contra la autoridad victimizadora, setransforman en hábitos autodestructivos, pues se vuelven contra el propiosujeto. Este sistema patológico cierra su círculo -y se protege a sí mismo-mediante el mecanismo jurídico de la sanción y el neurótico de laculpabilidad. Cualquier desobediencia, aunque sólo sea imaginada odeseada, es reprimida o sancionada -también autorreprimida oautosancionada- por un fuerte sentimiento de culpa (la noción católica depecado es básica para ello) y/o por el miedo a ser descubierto y sancionadopor la jerarquía (con el consiguiente demérito y pérdida de prebendaseclesiales). El sistema clerical queda así siempre a salvo, pero a costa dedañar gravemente la personalidad de sus componentes.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 23: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-22-

Capítulo III

PROBLEMAS PSICOLÓGICOS Y SOCIALESCAUSADOS POR LA LEY DEL CELIBATO

OBLIGATORIO

“Cuando decidí dejar el sacerdocio y secularizarme -me confesaba elabogado Manuel Castellá16- acababa de pasar por un calvario de variosaños de dudas, angustias, soledad terrible y frustración, y, a mis 36 años,debía enfrentarme al hecho de verme en la calle, sin recurso alguno, teniendoque buscar algún trabajo y empezar a estudiar Derecho... y todo ello enmedio de la incomprensión y oposición de todo el mundo. Mi propia madreme dijo: “Hijo mío, ¿por qué has dejado a Dios?” Y mi hermano, sacerdotedel Opus Dei, no perdió ocasión de zaherirme con una frase tan absurda ymalévola como inolvidable:

“¿Ya sabes que tus futuros hijos serán sacrílegos?”.“Yo abandoné el ministerio porque me hice consciente de que la función

del sacerdote, tal como la entiende y obliga a ejercer la Iglesia, estáabsolutamente descentrada y es inútil; porque ya no podía soportar más lahipocresía de la institución católica; y porque necesitaba compartir con otrosmis sentimientos: me resultaba dramática la soledad y el aislamiento humanoal que me habían condenado una serie de decretos canónicos absurdos.Otros muchos sacerdotes, en cambio, siguen en su puesto, a pesar de loque sufren, por pura cobardía, porque, debido a su inmadurez, a la formaciónrecibida en los seminarios, y a su nula cualificación civil, no se atreven avivir fuera de la madre Iglesia”.

“La ley del celibato obligatorio es la peor que puede existir para mantenery dignificar el celibato religioso, ya que ahoga a los curas bajo todo tipo demiserias psicológicas y, además, nadie o casi nadie la cumple. La inmensamayoría de los sacerdotes acaban por llevar una doble vida para podersatisfacer sus necesidades de afecto y de sexo, pero también arrastranproblemas de personalidad muy importantes”.

Defensores del celibato como el sacerdote Javier Garrido proponenmantenerlo a través de una vía psicológica que lleve a “la espiritualizaciónde lo pulsional-afectivo sin caer en la represión”17, pero este hipotético camino

16. En entrevista personal celebrada el día 27-7-94.17. cfr. Garrido, J. (1987). Op. cit, p. 108.

-27-

remordimientos y lo entiendo mejor desde que tengo a una mujer a mi lado”.Como consecuencia del aperturismo del Concilio Vaticano II este tipo

de educación represora, culpabilizadora y maniquea, que anulaba lossentimientos en lugar de ayudar a formarlos con madurez, fue desapareciendode muchos centros de formación religiosa que, además, por lo general, hanpotenciado que las últimas promociones de sacerdotes hayan mantenido uncontacto normalizado con personas del otro sexo. Pero, en la actualidad,debido a la política ultraconservadora reinstaurada por el papa Juan Pablo II-y capitaneada por grupos como el Opus Dei o Comunión y Liberación que,especialmente el primero, han conquistado un poder e influencia inusitadosen el seno de la Iglesia-, se está volviendo a las peores costumbres formativasde antaño y de nuevo cobra vigencia aquella clásica norma que rezaba:“entre santa y santo, pared de calicanto”.

En este aspecto, cualquier analista religioso serio debe coincidir con eljesuita Alvaro Jiménez cuando afirma que “la formación en los seminarios yen las casas religiosas se ha centrado excesivamente sobre los aspectosacadémicos, con descuido inexplicable de la formación humana y psicológicade la personalidad”26.

Sin embargo, este descuido puede ser fácilmente explicable ya queha servido para formar el tipo de personalidad que más interesaba a lajerarquía católica: personas apocadas, sin asertividad, sumisas hasta elservilismo, controlables sin dificultad alguna, incapaces de tomardecisiones y asumir riesgos, perfectos elementos de rebaño... Y, en todocaso, también debe señalarse que el logro de este tipo de personalidadgris y servil se ha potenciado mucho más en la formación de mujeresreligiosas que en la de los hombres.

“En los seminarios -me comentaba el teólogo José Antonio Carmona-la madurez no cuenta para nada. No se apoya la capacidad crítica, sino todolo contrario. Se machaca al futuro sacerdote con la virtud de la humildad,pero los formadores la confunden con el defecto de la simpleza y presionanen el sentido de que cuanto más infantil se sea más cerca se estará delcamino de la santidad. Ponen la obediencia como la gran virtud del religioso,pero pervierten su verdadero significado; etimológicamente, obediencia vienede ob audire, que significa «el que sabe escuchar», pero en los seminariosno te educan para saber escuchar porque el que escucha se hace crítico, yla jerarquía quiere sacerdotes acríticos e infantiles. Lo terrible es que, comola sotana imprime carácter, esos sacerdotes incapaces convierten susconsejos a los fieles en lamentables actos de prepotencia y soberbia”.

26. Cfr. Jiménez, A. (1993). Op. cit, p. 47.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 24: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-23-

para guardar el celibato -que aunque no es imposible por definición, sí resultaaltamente improbable en la práctica, tal como veremos en este apartado- sedesdibuja a sí mismo cuando el propio Javier Garrido afirma que “les ocurrea muchos profesionales de la psicología, aunque acepten una cosmovisiónreligiosa. Inconscientemente, suponen que Dios no es Alguien real.Ciertamente, si Dios no es más que la Idea sublime de lo mejor de nosotrosmismos, el celibato es sólo una sublimación alienante del deseo. Una ideano puede llenar necesidades básicas, las psicoafectivas. Si Él no es un Túviviente, el celibato es una ilusión”18.

Esta concepción basada en un deísmo objetivo -absolutamente rebatibledesde el punto de vista de la antropología cultural y religiosa- viene a situarla fe como única base para el celibato: si Dios no es un ente vivo, tal comose propugna, el celibato será “sólo una sublimación alienante del deseo”. Y,sea Dios “Alguien real” o no, la cuestión fundamental será: ¿es sana una feque impida el desarrollo normal de la personalidad de un sujeto y llegue aanular y sustituir todo su mundo afectivo y sexual?.

La fe es un concepto tramposo y vacío cuando se emplea como unsupuesto elemento objetivo para justificar comportamientos humanos que,en puridad y rigor, pueden y deben ser contemplados y explicados únicamentedesde la psicología, la antropología, la sociología u otras ramas del saberobjetivo y objetivable.

“El celibato hace posible en el hombre/mujer lo mejor y lo peor -reconoceel propio Javier Garrido19-. Nada más peligroso que disparar el deseo haciaideales inalcanzables, comprometiendo el fundamento del psiquismo, laafectividad. Si ésta se engaña y encubre motivaciones sospechosas, lasublimación puede transformarse en mecanismo neurótico de defensa, muydifícil de atacar: rigidez perfeccionista, delirio de autograndeza, desviacionessubrepticias de las pulsiones (obsesiones sexuales, fobias... ), intoleranciaideológica, etc. Caben formas más suaves: pasividad y dependencia,incapacidad de entrega afectiva, manipulación de personas, jugar agratificaciones indirectas (fantasías, flirteos...), etc”.

Lo mejor del celibato, según prosigue Garrido, es el logro de “libertadinterior, no dependencia de necesidades inmediatas, amor desinteresado yfiel, nobleza y anchura de corazón, concentración de la existencia en la fe, yvida de alianza con Dios”.

A partir de este momento daremos ya por conocidas las dulces mielesque promete el celibato católico y nos concentraremos en el estudio de las

18. Cfr. Garrido, J. (1987). Op. cit, p. 110.19. Cfr. Garrido, J. (1987). Op. cit, PP. 115-116.

-26-

imbuyen en sus hijos una serie de conflictos sexuales muy graves”23.Los efectos patógenos de una educación familiar represora en extremo

se arrastran de por vida -salvo que medie una terapia adecuada- y se agravan,obviamente, cuando el sujeto continúa madurando en el seno de ambientesigualmente castrantes, especialmente cuando éstos son muy cerrados,excluyentes respecto al otro sexo, y es sumergido en ellos siendo aún muyjoven, caso que es bastante frecuente entre los seminaristas.

Aunque no siempre haya una correlación positiva entre la entrada aedad temprana en un seminario y la inmadurez afectiva, lo cierto es que enla educación de los futuros sacerdotes no intervienen figuras femeninas, yéstos acaban por temerlas de un modo irracional, por mitificarlas(asimilándolas al mito de la pureza mariana), o por sentirse atraídos haciaellas de un modo enfermizo debido al halo de misterio con que las concibendesde la distancia física y afectiva.

El sacerdote Javier Garrido se refiere a este aspecto del problemacuando apunta que “es muy importante cómo se ha internalizado la imagendel otro sexo. Es bastante frecuente la dicotomía que vive el varón respectode la mujer: por un lado, la mujer ideal, pura, maternal; por otro, la mujer-objeto erótico. Consecuencia: desintegración de afectividad y genitalidad,con connotaciones obsesivas. Así como es frecuente, en la mujer de formacióntradicional, separar la ternura y el deseo sexual”24.

Durante los años de formación religiosa se vive inmerso en una absoluta-y potenciada- falta de afecto, e incluso los educadores han visto hasta hacemuy poco con sumo recelo las relaciones habituales con los familiares(recomendando u obligando a no abrazar ni besar a la madre, hermanas ydemás) y con más recelo aún los contactos amistosos con jóvenes de uno yotro sexo.

El teólogo Giovanni Franzoni, ex abad de la basílica rómana de SanPablo Extramuros y uno de los eclesiásticos más influyentes en la Roma dePaulo VI -aunque posteriormente fue suspendido a divinis y reducido al estadolaical por sus críticas a la Iglesia-, poco después de haberse casado hizo uncomentario tan demoledor y doloroso como el siguiente:

“Estoy recuperando la relación con mi madre, muerta hace ya muchosaños -explicó Giovanni Franzoni25-. Una vez me reprochó que nunca le decía“te quiero”. Yo le respondí: “pero es que eso no se dice”. Ahora tengo

23. Cfr. Singer, H. (1978). Op. cit, p. 216.24. Cfr. Garrido, J. (1987). Op. cit, p. 102.25. Cfr. Arias, J. (1990, mayo 17). El abad benedictino de la basílica de San

Pedro Extramuros contrae matrimonio con una japonesa atea. El País, p. 29.

www.vopus.org www.vopus.org

Page 25: El celibato mentiras de la iglesia catolica

-24-

amargas hieles que suele re-portar a sus forzados seguidores: problemasde inmadurez afectivo-sexual, culpabilidad existencial, fobias, parafilias,depresión, estrés, neurosis, ansias de poder y control, inseguridad y temorante las personas del sexo opuesto, fracaso vital...

Antes de entrar a fondo en el análisis de las consecuencias psicológicasdel celibato obligatorio, habrá que tener en cuenta un elemento básico comoes la personalidad previa del futuro sacerdote, que, a menudo, presenta unaestructura emocional inmadura y frágil y -aspecto fundamental- un apego ala figura materna que pasa, progresivamente, de una actitud infantil a uncomportamiento adulto netamente psicopatológico; una buena parte de loscasos de sacerdotes que figuran en este libro le deben el primer núcleo desus problemas de personalidad, e incluso su vocación, a la errónea y lesivarelación/formación recibida de su madre20.

La experiencia de este autor, así como la de diversidad de psicólogos,expertos en cuestiones de Iglesia, teólogos y sacerdotes con los que heanalizado este tema, coincide en buena medida con el parecer del doctorHubertus Mynarek cuando afirma que:

“Las personalidades vitales, biológica y éticamente fuertes, raras vecesse quedan en el seminario. Deciden finalmente seguir otra profesión porquerechazan la atmósfera santurrona, amanerada, ungida, o bien autoritaria eintrigante que domina en muchas instituciones dedicadas a la formación defuturos sacerdotes. Pero es precisamente esta atmósfera la que aceptanaquellos jóvenes con extremada unión maternal, sin quejarse por ello, porque,en el fondo, representa como una continuación de la atmósfera hogareña enque han crecido (...) algunas tragedias de sacerdotes tienen sus raíces enesta fijación a la madre. En aquellos casos en los que la madre se sientellamada (pero, desgraciadamente, no es un hombre), proyecta su frustradoafán sobre el hijo y lo sujeta a ella hasta que éste ha interiorizado su deseoy, por decisión propia y libre, quiere llegar a ser sacerdote”21.

“Algunos seminaristas que me consultaron -añade Mynarek-, meinformaron que habían llegado a comprender el mecanismo de lainteriorización, pero que no se sintieron lo bastante fuertes para renunciar atodo aquello que se les había dado abundantemente hasta entonces, tanto

20. Sobre la incidencia de la figura materna en la génesis de personalidadesproblemáticas en los hijos, pueden leerse otros libros de este mismo autor como, porejemplo, Rodriguez, P. (1993). El drama del menor en España (cómo y por qué losadultos maltratamos a niños y jóvenes). Barcelona: Ediciones B.; y Rodríguez, P.(1994). Tu hijo y las sectas (Guía de prevención y tratamiento para padres, educadoresy afectados). Madrid: Temas de Hoy.

21. Cfr. Mynarek, H. (1979). Op. cit., PP. 70-71.

-25-

en lo material como en lo sentimental, en la casa de sus padres, yespecialmente por parte de su madre. Y todo aquello se cortaríainmediatamente en cuanto se enfrentaran con el deseo materno”.

De esta manera se han creado cientos de sacerdotes forzados desdesu más tierna infancia y obligados, posteriormente, a acatar leyeseclesiásticas inhumanas -como la del celibato- que ni han asumido conmadurez, ni pueden compensar desde una vocación de la que realmentecarecen. Y en parecido caso están el resto de clérigos que adoptaron estaprofesión por tener problemas económicos familiares, por no saber negarsea las presiones recibidas mientras cursaban sus estudios en un seminariomenor, o porque, tal como se reconoce en el Diccionario de Teología eIglesia, el sacerdocio es un cómodo medio de subsistencia que asegura elfuturo material en la vida.

Pensar que todos estos sacerdotes hayan podido llegar a ser personasrealizadas con su estado es tan absurdo como creer que un pájaro puedellegar a alcanzar su plenitud viviendo dentro de una jaula. Y, de la mismaforma, sólo un ignorante, un ingenuo o un cínico puede llegar a pensar queestas situaciones vitales no perjudicarán el psiquismo de quienes las sufren.Por eso, tal como veremos, las habituales transgresiones de la ley del celibatoobligatorio no sólo son lógicas, sino que vienen forzadas por la propiaestructura eclesiástica represora.

“A diferencia de otros impulsos en los que el principal placer deriva desu satisfacción -afirma Helen Singer Kaplan, psiquiatra y reconocida autoridadmundial en materia de terapia sexual22-, la sexualidad ofrece placer inclusocuando se está acumulando la tensión sexual. Se ha especulado acerca deque la sexualidad goce de una íntima relación con los centros de placer delcerebro. Parece que sólo la estimulación química directa de estas áreas delplacer, mediante narcóticos o electricidad, puede rivalizar con la intensidaddel placer erótico y producir un ansia similar de satisfacción. No es extraño,pues, que el hombre busque constantemente el placer sexual desde lainfancia y no abandone esta búsqueda hasta el momento de la muerte”.

Por otra parte, sigue apuntando la doctora Helen Singer, la educaciónrepresora “es una fuente muy importante y muy difundida de los tipos deconflictos que producen alienación y disfunciones sexuales. Una y otra vezlas historias clínicas de los pacientes que presentan problemas sexualesrevelan que la actitud que prevalecía en su familia durante la infancia erauna actitud extremadamente punitiva y moralista. Las familias muy religiosas

22. Cfr. Singer Kaplan, H. (1978). La nueva terapia sexual. Barcelona: AlianzaEditorial, Vol. 1, p. 212.

www.vopus.org www.vopus.org