el caballero carmelo es un cuento del escritor peruano abraham valdelomar

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EL CABALLERO CARMELO Es un cuento del escritor peruano Abraham Valdelomar, considerado por la crítica como lo mejor de toda su creación ficticia y uno de los cuentos más perfectos de la literatura peruana. 1 Publicado el 13 de noviembre de 1913 en el diario La Nación de Lima, encabeza el conjunto de los cuentos denominados «criollos» o «criollistas», ambientadas durante la niñez del autor transcurrida en Pisco, una ciudad de la costa peruana, en medio del desierto. Historia de su publicación Abraham Valdelomar en Roma, 1914. Desde agosto de 1913, Valdelomar ejercía como diplomático en Italia, cargo que le había concedido el gobierno de Guillermo Billinghurst, en cuya campaña presidencial había colaborado. Es posible que empezara a escribir «El caballero Carmelo» mucho antes de embarcarse a Europa; lo cierto es que lo concluyó en la ciudad de Roma para luego presentarlo al concurso literario convocado por el diario La Nación de Lima, ocultándose bajo el seudónimo de «Paracas». A manera de adelanto de los trabajos presentados por los concursantes, el cuento de Valdelomar fue publicado en la edición de dicho periódico del día 13 de noviembre de 1913.

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Page 1: El Caballero Carmelo Es Un Cuento Del Escritor Peruano Abraham Valdelomar

EL CABALLERO CARMELO

Es un cuento del escritor peruano Abraham Valdelomar, considerado por la crítica como lo mejor de toda su creación ficticia y uno de los cuentos más perfectos de la literatura peruana.1 Publicado el 13 de noviembre de 1913 en el diario La Nación de Lima, encabeza el conjunto de los cuentos denominados «criollos» o «criollistas», ambientadas durante la niñez del autor transcurrida en Pisco, una ciudad de la costa peruana, en medio del desierto.

Historia de su publicación

Abraham Valdelomar en Roma, 1914.

Desde agosto de 1913, Valdelomar ejercía como diplomático en Italia, cargo que le había concedido el gobierno de Guillermo Billinghurst, en cuya campaña presidencial había colaborado. Es posible que empezara a escribir «El caballero Carmelo» mucho antes de embarcarse a Europa; lo cierto es que lo concluyó en la ciudad de Roma para luego presentarlo al concurso literario convocado por el diario La Nación de Lima, ocultándose bajo el seudónimo de «Paracas». A manera de adelanto de los trabajos presentados por los concursantes, el cuento de Valdelomar fue publicado en la edición de dicho periódico del día 13 de noviembre de 1913.

El jurado encargado de dirimir en el concurso estaba conformado por el historiador Carlos Wiesse Portocarrero, el crítico y narrador Emilio Gutiérrez de Quintanilla, y el poeta Enrique Bustamante y Ballivián, éste último era además el director del diario La Nación y gran amigo de Valdelomar, con quien mantuvo por entonces correspondencia. De este carteo se desprende que el escritor quería ganar el concurso para demostrar su valía a sus compañeros de la Universidad de San Marcos, pues todavía estaba con el mal sabor de la derrota de su candidatura a la presidencia del Centro Universitario (ver más detalles en la biografía de Abraham Valdelomar). Transcribimos parte de una de las cartas que el escritor envío por entonces a Bustamante y Ballivián:

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He leído en el primer número de La Nación, que es el único que he recibido, las bases de un concurso literario. Usted sabe, Enrique, cuánto necesito triunfar donde se me presente un honrado campo. Teniendo esto en consideración, y sabiendo que usted es miembro del jurado, sin voto (que de otra manera no le confiaría esto) porque no deseo bajo ningún punto que se me favorezca sin derecho y sin justicia, le digo lo siguiente: he sacado de mi libro de novelas cortas ese cuento que le envío, para entrar al concurso. Como usted sabe que me jodería completamente sacar un segundo o tercer premio, el favor que usted me va a hacer consiste en que entregue el cuento, al cual le pongo yo un seudónimo; para en caso de no sacar el premio, no se sepa mi nombre. Esto lo hago yo, su intervención es esta otra: Si me dieran por chiripa el primer premio, entonces usted explica al jurado la razón que tuve para dar mi seudónimo y la carta que envío para garantizar la propiedad de mi cuento. Esto sólo en el caso de que se trate del primer premio, pues si no, usted se quedará tan calladito y no se sabrá que el cuento ése es escrito por este pobre diablo. Otra cosa aún. Como yo no quiero que hablen y critiquen mi actitud al ir a ese concurso, ni que digan que es cojudo2 y que, yo desde Europa, les vaya a arrebatar triunfos a los de allí, le incluyo un pliego en el cual renuncio al premio y cedo el dinero al que me suceda y, si éste no lo quisiera, al Centro Universitario o a cualquier sociedad.3

Como era de esperar, el jurado otorgó a «El caballero Carmelo» el primer lugar en el concurso de cuentos: el galardón venía acompañado de cien soles de premio (27 de diciembre de 1913). Tal vez nadie entonces imaginó que con ese episodio simbólico se inauguraba una nueva etapa en las letras peruanas. En el número del 3 de enero de 1914 La Nación publicó los resultados del concurso. Valdelomar quedó más que feliz con la noticia, pero poco después ocurrió el golpe de estado del coronel Oscar R. Benavides que derrocó al presidente Guillermo Billinghurst: en protesta, el escritor renunció a su cargo de diplomático. Por entonces se hallaba en tratos con una editorial de París para dar a luz su libro de cuentos criollos, que encabezaría El caballero Carmelo, pero este proyecto no se concretó, y Valdelomar retornó al Perú, en abril de 1914.

El cuento fue incluido después en el libro del mismo nombre, de carácter misceláneo: El caballero Carmelo (Lima, 1918). Ello es una prueba de la resonancia que entonces tuvo el cuento, al punto que el autor lo tomó para dar título a su primera colección cuentística.

Contexto

El ambiente de popularismo y democracia creado alrededor del corto período presidencial de Guillermo Billinghurst (1912-1914), político provinciano al igual que Valdelomar, tal vez tuvo algún influjo en el surgimiento del cuento criollo valdelomariano, tarea que debe entenderse como un cambio de perspectiva en lo que toca a la valorización de los espacios de la nación peruana.4 Ámbitos provincianos, considerados hasta entonces menores y normalmente relegados de la representación literaria, aparecieron entonces en primera fila, recreados por una de las mayores plumas, sino la mayor, de la narrativa peruana del siglo XX.

Argumento

Contado en primera persona con un lenguaje tierno y conmovedor, y ambientado en un entorno provinciano y rural, este cuento nos narra la historia de un viejo gallo de pelea

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llamado el Caballero Carmelo, que debe enfrentar a otro más joven, el Ajiseco. El Carmelo, sacando fuerzas de flaqueza, gana, pero queda gravemente herido y poco después muere, ante la consternación de sus dueños. Este es el tema central.

Como temas secundarios podemos mencionar la vida familiar en el hogar del protagonista-narrador (incluida las peripecias del gallo «Pelado») y la vida de los pescadores de la aldea San Andrés, cercana a Pisco.

Época

Hay que distinguir la época en que fue esbozado y escrito el cuento (entre los años 1912-13) y la época en que está ambientado el relato, lo cual podemos fechar, teniendo en cuenta su carácter autobiográfico, entre los años 1896-97, es decir cuando el protagonista-narrador tenía entre 8 a 9 años de edad. Prueba del talento del escritor es que, siendo un hombre mayor, se retrotrae a la época de su lejana infancia y con la sensibilidad de un niño relata esta historia sencilla pero que bajo su pluma se convierte en maravillosa.

Resumen

Representación ficticia del duelo entre el Carmelo y el Ajiseco.

Los hechos relatados transcurren en Pisco, en torno a la familia del narrador, quien recuerda en primera persona un episodio imborrable que vivió en su niñez, a fines del siglo XIX. Un día, después de un largo viaje, Roberto, el hermano mayor de la familia, llegó cabalgando cargado de regalos para sus padres y hermanos. A cada uno entregó un regalo; pero el que más impacto causó fue el que entregó a su padre: un gallo de pelea de impresionante color y porte. Le pusieron por nombre el «Caballero Carmelo» y pronto se convirtió en un gran peleador, ganador en múltiples duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo fue retirado del oficio y todos esperaban que culminaría sus días de muerte natural. Pero cierto día el padre, herido en su amor propio cuando alguien se atrevió a decirle que su «Carmelo» no era un gallo de raza, para demostrar lo contrario pactó una pelea con otro gallo de fama, el «Ajiseco», que aunque no se igualaba en experiencia con el «Carmelo», tenía sin embargo la ventaja de ser más joven. Hubo sentimiento de pena en toda la familia, pues sabían que el «Carmelo» ya no estaba para esas lides. Pero no hubo marcha atrás, la pelea estaba pactada y se efectuaría en el día de la Patria, el 28 de julio, en el vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día, los niños varones de la familia acudieron a observar el espectáculo, acompañando al padre. Encontraron al pueblo engalanado, con sus habitantes vestidos con sus mejores

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trajes. Las peleas de gallos se realizaban en una pequeña cancha adecuada para la ocasión. Luego de una interesante pelea gallística les tocó el turno al «Ajiseco» y al «Carmelo». Las apuestas vinieron y como era de esperar, hasta en las tribunas llevaba la ventaja el «Ajiseco». El «Carmelo» intentaba poner su filuda cuchilla en el pecho del contrincante y no picaba jamás al adversario. En cambio, el «Ajiseco» pretendía imponerse a base de fuerza y aletazos. Repentinamente, vino una confrontación en el aire, los dos contrincantes saltaron. El «Carmelo» salió en desventaja: un hilillo de sangre corrió por su pierna. Las apuestas aumentaron a favor del «Ajiseco». Pero el «Carmelo» no se dio por vencido; herido en carne propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y arremetió con furia. La lucha fue cruel e indecisa y llegó un momento en que pareció que sucumbía el «Carmelo». Los partidarios del «Ajiseco» creyeron ganada la pelea, pero el juez, quien estaba atento, se dio cuenta que aún estaba vivo y entonces gritó. «¡Todavía no ha enterrado el pico señores!». Y, efectivamente, el «Carmelo» sacó el coraje que sólo los gallos de alcurnia poseen: cual soldado herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola estocada hirió mortalmente al «Ajiseco», quien terminó por «enterrar el pico». El «Carmelo» había ganado la pelea pero quedó gravemente herido. Todos felicitaron a su dueño por la victoria y se retiraron del circo contentos de haber visto una pelea tan reñida. El «Carmelo» fue conducido por Abraham hacia la casa, y aunque toda la familia se prodigó en su atención, no lograron reanimarlo. Tras sobrevivir dos días, el «Carmelo» se levantó al atardecer mirando el horizonte, batió las alas y cantó por última vez, para luego desplomarse y morir apaciblemente, mirando amorosamente a sus amos. Toda la familia quedó apesadumbrada y cenó en silencio aquella noche. Según palabras del autor, esa fue la historia de un gallo de raza, último vástago de aquellos gallos de pelea que fueron orgullo por mucho tiempo del valle del Caucato, fértil región de Ica donde se forjaban dichos paladines.

Escenarios

La casa donde convivía la numerosa familia del narrador, personajes de esta historia, se hallaba en la ciudad de Pisco, situada frente al mar, con tres plazuelas (una de ellas la principal) y su muelle, ciudad que entonces más parecía una aldea grande.

Inmediata a dicho puerto, yendo por el camino de la playa hacia el sur, estaba la caleta de San Andrés de los pescadores, «aldea de gentes sencillas, que eleva sus casuchas entre la rumorosa orilla y el estéril desierto». Esa es la «aldea encantada» que el autor evoca constantemente en sus cuentos criollos, la misma donde se realizaban peleas de gallos en el marco de la celebración del aniversario patrio del 28 de julio.

En las cercanías de Pisco y en la ruta hacia Ica, se extendía la Hacienda Caucato, que ocupaba un verde y fértil valle, copioso de árboles frutales, explotado antaño por los jesuitas. Era la tierra del Carmelo y de otros gallos de pelea de la región.

Personajes

Caso insólito en la literatura peruana hasta ese entonces (aunque no en la hispanoamericana), que los personajes principales sean animales, en este caso dos gallos de pelea:

El Carmelo y,

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El Ajiseco

Estos apelativos no son nombres propios, como se podría pensar, sino que aluden al color del plumaje de ese tipo de aves, tal como era costumbre clasificarlos entre la afición gallística peruana desde el siglo XVII.

Habría que mencionar también al gallo «Pelado», el protagonista de la sección II del cuento. Este es otro gallo de estirpe, que fue suplantado por el Carmelo en las preferencias de la familia.

El otro personaje principal es el narrador y testigo de la historia, es decir el mismo Abraham Valdelomar, que cuando aquella transcurre debía tener entre 8 y 9 años de edad, no más (algunas versiones dicen que tenía entonces 12 años, pero esto es improbable, ya que cerca de cumplir 11 años abandonó Pisco con toda su familia y se fue a vivir a Chincha).

Luego están los integrantes de la familia del narrador:

Los padres (cuyos nombres no se mencionan). El padre, el aficionado de la gallística, se levantaba temprano para ir a trabajar. La madre se dedicaba a las tareas del hogar y al cuidado de sus 6 hijos menores todavía.

Los hermanos: o Roberto, el mayor, quien retorna al hogar luego de un largo viaje

trayendo regalos. o Anfiloquio, el protector del gallo «Pelado». o Rosa, la hermana mayor. o Jesús, una niña muy inquieta y sensible, de menor edad de Abraham. o Héctor, sin duda muy pequeño aún, pues no participa en la historia y solo

se le menciona como uno de los receptores de los regalos del hermano mayor.5

Finalmente, son mencionados también el panadero («un viejo dulce y bueno»), el entrenador del Carmelo, el juez de las jugadas de gallos, el dueño del Ajiseco, los espectadores y apostadores de las peleas de gallos, los pescadores de la caleta de San Andrés.

Análisis estructural

El cuento está dividido en seis secciones o capítulos cortos. Cronológicamente el relato es lineal, con la clásica secuencia: inicio – desarrollo – clímax – desenlace.

Inicio (la llegada del Carmelo). Desarrollo (la descripción del entorno y los preparativos de la pelea entre el

Carmelo y el Ajiseco). Clímax (la pelea entre el Carmelo y el Ajiseco, y el triunfo del primero). Desenlace (la muerte del Carmelo en el seno del hogar).

En el inicio el autor sabe capturar a sus lectores, utilizando la llamada «técnica del anzuelo»: en el relato irrumpe un jinete desconocido, lo que motiva a que el lector sea picado en su curiosidad y se adentre en la lectura, hasta llegar al nudo del relato. El

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final se puede interpretar técnicamente como un anti-clímax pues el verdadero desenlace es cuando el Carmelo gana a su rival dos días antes.

A continuación, un resumen del cuento por capítulos, para tener una visión global de su estructura.

I.- El relato se inicia con la llegada de Roberto, hermano mayor del narrador, quien trae regalos para la familia. A su padre le obsequia un gallo carmelo, que será conocido como el «Caballero Carmelo» y llegará a ser el preferido de todos.

II.- Empieza describiendo el amanecer en Pisco, la partida del padre hacía su trabajo, la llegada del panadero. Los niños se encargan de alimentar a los animales del corral, cuya descripción detallada se hace. Entre estos destaca un gallo llamado el «Pelado», quien, pendenciero y escandaloso, se escapa y se mete en el comedor causando destrozos. Enterado el padre, sentencia que el «Pelado» sería sacrificado para el almuerzo del domingo. El dueño del gallo, Anfiloquio (uno de los hermanos de Abraham), protesta por esta decisión y trata de argüir razones para salvarlo. Pero la decisión ya estaba tomada. El muchacho entonces llora impotente, ante lo cual interviene la madre, quien le promete que no matarían a su gallo.

III.- El narrador hace una descripción de Pisco, frente al mar, con sus tres plazuelas y su puerto. Mas al sur, yendo por el camino de la costa, se llegaba a la aldea de San Andrés de los Pescadores, poblada de gentes sencillas, dedicadas a la pesca y el comercio, descendientes de las poblaciones nativas o «hijos del sol». De estos aldeanos el narrador hace una descripción idílica (en algunas versiones del cuento, sobre toda en aquellas destinadas a los escolares, se mutila inexplicablemente esta sección).

IV.- Comienza con la descripción del gallo Carmelo, a quien el narrador pinta con trazos de caballero medieval. Habían pasado ya tres años de que llegara el gallo a casa y había envejecido, luego de ser ganador en varios duelos con otros gallos de la región. Pero entonces la familia recibe una noticia aterradora: el padre, molesto porque alguien había dicho que su gallo no era de raza, lo volvería a hacer pelear, esta vez con otro gallo más joven, el Ajiseco. El duelo se pacta para el día 28 de julio, día de la patria, en la aldea de San Andrés. Un hombre viene seis días consecutivos para entrenar al Carmelo. Finalmente llega el día esperado y se llevan al Carmelo, ante las protestas de la madre y el llanto de las niñas. Una de ellas, Jesús, ruega a Abraham que lo siga y lo cuide.

V.- El pueblo de San Andrés se halla engalanado para la fiesta. La pelea de los gallos se realiza en una pequeña cancha, a la que asiste mucha gente, entre apostadores y espectadores. Al frente se halla el juez, es decir, el dirimente de la pelea. Luego de una pelea preliminar, empieza el duelo entre el Carmelo y el Ajiseco. El favorito de los apostadores era este último, y todos creían que sería el ganador. Pero luego de una reñida pelea, el Carmelo se alza con el triunfo, aunque queda gravemente herido. Todos felicitan al padre de Abraham por la victoria de su gallo de pelea. Abraham carga al Carmelo y se lo lleva a casa.

VI.- Dos días estuvo el Carmelo sometido a toda clase de cuidados. Pero todo es en vano y expira, luego de dar su último canto, ante la consternación de toda la familia.

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Análisis estilístico

En «El caballero Carmelo» Valdelomar evoca con ternura y sencillez la vida de la infancia, del hogar, del puerto y de la provincia. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, todo lo cual supone una admirable destreza técnica.4

En este cuento encontramos también descripciones de fino impresionismo y una prosa que pone en relieve detalles llenos de colorido, en una estrategia cuya pretensión es dar vitalidad a los hechos comunes, a las cosas sencillas,6 como por ejemplo, la enumeración de las viandas que el hermano mayor distribuye a los miembros de la familia:

Quesos frescos y blancos envueltos por la cintura con paja de cebada, de la quebrada de Humay; chancacas hechas con cocos, nueces, maní y almendras; frijoles colados, en sus redondas calabacitas, pintadas encima con un rectángulo de su propio dulce, que indicaba la tapa, de Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de yema de huevo y harina de papas, leves, esponjosos, amarillos y dulces…7

Ingenuas y encantadoras son también algunas descripciones, como la de los animales del corral:

Venía hasta nosotros la cabra, refregando su cabeza en nuestras piernas; piaban los pollitos; tímidamente ese acercaban los conejos blancos con sus largas orejas, sus redondos ojos brillantes y su boca de niña presumida; los patitos, recién «sacados», amarillos como yema de huevo, trepaban en un panto de agua; cantaba desde su rincón, entrabado, el «Carmelo», y el pavo, siempre orgulloso, alharaquero y antipático, hacía por desdeñarnos, mientras los patos, balanceándose como dueñas gordas, hacían por lo bajo comentarios sobre la actitud poco gentil del petulante.7

Al mismo tiempo, con este relato la subjetividad entró de lleno en la narrativa peruana. Los acontecimientos importan más por las impresiones que producen en la conciencia de los protagonistas. El creador tiene una conciencia que valora y modula la realidad.8

Por su lenguaje, materia y referencia, «El caballero Carmelo» y los demás cuentos criollos representaron una saludable superación del artificio y cultismo extremo de la prosa modernista, todavía en boga.4

Análisis temático

En este relato, Valdelomar maneja la animización, por la cual los seres o entidades de la naturaleza son caracterizados con atributos humanos. El «Carmelo» ha sido dotado con las virtudes humanas como la caballerosidad y la nobleza, añadidas al arrojo y la valentía. El narrador le endilga de epítetos como «hidalgo», «amigo íntimo», «héroe», «paladín» y «caballero medieval». El gallo es el paradigma o emblema de un tipo de conducta deseable, al mismo tiempo que símbolo evocador de todo lo que es sano y hermoso en el mundo: hogar, campo, cielo, mar, ruralidad laboriosa. Frente a él se alza la arrogancia y la ruindad de su joven rival, el «Ajiseco» quien «no parecía ser un gallo fino de distinguida alcurnia» y que «hacía cosas tan petulantes cuan humanas: miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño de la cancha». Cuando el «Carmelo» lo vence, simboliza también el triunfo de la nobleza sobre la vileza, la caballerosidad sobre la villanía, la autenticidad sobre la vanidad.9

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Entre la ficción y la realidad

Pelea de gallos.

Si bien hemos remarcado el carácter autobiográfico del cuento, ello no necesariamente es una regla estricta, ya que el autor, como todo creador literario, sin duda ha debido recrear la historia, agregando muchos detalles ficticios o inventados. El mismo lo explicaba en una carta a su madre, al referirse a una colección de cuentos criollos, ambientados también en Pisco en los años de su niñez: «Naturalmente, hay mucho de fantasía, pero mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas cosas».10

Tampoco Valdelomar se preocupó de reconstruir con fidelidad los detalles referentes a las peleas de gallos y a las características de estos animales, tal como lo ha demostrado Marco Aurelio Denegri en su libro Arte y Ciencia de la Gallística (Kavia Cobaya editores, Lima, 1999), citada por el biógrafo del escritor, Manuel Miguel del Priego:

«… tanto en la descripción del gallo Carmelo, como en la descripción de la riña en que éste participa y su secuela, Valdelomar cae en errores de nomenclatura y de comprensión de lo que verdaderamente ocurre durante una pelea de gallos y aún después. Así lo demuestra el polígrafo y experto en gallística Marco Aurelio Denegri en su libro acerca del tema, quien, implacablemente, deja en cueros, con las «plumas al viento», y privado hasta de su nombre al gallo de la narración, porque, como lo pinta Valdelomar, tiene características distintas a las que distinguen a un carmelo. El carmelo que lo es de verdad «tiene el dorso, los hombros y el arco del ala, de color pardo rojizo, acanelado; la golilla y la silla, de color anaranjado o rojo acastañado; el resto del cuerpo, blanco, y también la cola». El Carmelo del cuento, en cambio, adolece de «imprecisión cromática» –por ejemplo, no se llega a saber de qué color era su cola– y deviene «un remedo, un gallo de varios colores mal combinados, vale decir, un gallo de plumaje abigarrado», acaso «un carmeloide». Pero las inexactitudes enumeradas por Denegri con relación a muchos otros aspectos, y contenidas en el cuento, son tantas, que no nos animamos a reproducirlas, limitándonos a señalar que, en efecto –al menos, según nos parece– Valdelomar de gallística lo ignoraba todo, de pico a patas, y que, probablemente, no tuvo cómo documentarse acerca del tema estando en Roma,

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donde escribió su famoso relato sólo con la memoria del corazón, a muchas millas de Pisco o Lima, y en 1913, y con apenas los datos del niño de ocho o nueve años que era cuando probablemente tuvo lugar la anécdota que lo inspiró.9

Importancia

Jorge Basadre Grohmann, quien además de historiador es también uno de los más lúcidos críticos literarios, considera que con «El caballero Carmelo» se inicia el cuento criollo en el Perú, en forma de cuento costeño que retrata la vida del hogar provinciano. Aunque la más correcta definición sería «neocriollo», para diferenciarlo del antiguo criollismo, festivo y a menudo satírico, que contrasta con la nota de melancolía con que están teñidos los cuentos criollos valdelomarianos. Habría que agregar que estos cuentos son los que han marcado con mayor intensidad y duración el proceso de la literatura peruana. Con ellos prácticamente la narrativa peruana ingresa a la modernidad. Basadre señala también que con Valdelomar aparece por primera vez el niño como protagonista en la narrativa peruana.

«Con el Caballero Carmelo puede decirse que comienza en el Perú el cuento criollo. Las Tradiciones de Palma algo de eso habían tenido en cuanto pintaban algunas características de nuestro ambiente pero fugazmente u opacadas por el paramento de la evocación. Las Tradiciones, tenían, además, predominante sabor limeño. Valdelomar supo perennizar en los cuentos que inician aquel libro la vida de la provincia y, al mismo tiempo, la vida del hogar. Como López Albújar hizo el cuento de la sierra, él hizo el cuento costeño. Además, es aquí donde recién aparece el niño como protagonista de la literatura peruana, que había sido tan adulta en el gimoteo romántico como en las risas de los epigramáticos. Y al mismo tiempo, nuestra literatura donde escasea el sentimiento del paisaje, se enriquece con estas visiones límpidas del puerto y del mar. La sensibilidad de Valdelomar, un poco femenina en su dulzura y en su delicadeza, se prestaba para miniar estas páginas autobiografiadas donde el recuerdo detallaba lo pintoresco»11

Mensajes

Algunos intentan «dilucidar» en el cuento un mensaje contrario a las peleas de gallos; sin embargo no es esa la intención del escritor. Lo que entristece al niño Abraham y a sus hermanos es que se haga pelear a un animal ya viejo, con el grave riesgo de que sucumba frente a un rival más joven. De acuerdo al contexto cultural de entonces (y aun de ahora) se considera que el gallo de pelea nace y vive para pelear (lo mismo se diría de un toro de lidia), al menos hasta donde las fuerzas lo permitan; no hay ninguna objeción al respecto, incluso el autor idealiza la lucha gallística y la compara con los duelos de caballeros medievales. Si se quiere entresacar mensajes del relato, estos serían:

El amor filial y fraternal. La unidad familiar. El hermano mayor que retorna al hogar luego de recorrer el país (en busca de trabajo) y trae regalos para cada uno de los miembros de su familia (padres y hermanos).

El entorno hogareño armónico. La madre, abnegada y cariñosa, que cumple devotamente sus tareas conyugales y vela por su numerosa familia. El padre que sale temprano a trabajar y que regresa al atardecer al hogar.

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El respeto a la autoridad paterna; a pesar de que la decisión del padre causa pesar a la madre y a los hijos, ninguno de ellos se rebela de manera desaprensiva contra tal decisión.

El sentimiento de sincero respeto y admiración hacia la raza nativa, «los hijos del sol»; y en general hacia todas las personas sencillas dedicadas a tareas como la pesca y la artesanía.

La sensibilidad por el sufrimiento de un animal; cuando el Carmelo es llevado a casa gravemente herido es «sometido a todo tipo de atenciones»; cuando muere, toda la familia queda apesadumbrada.

Desde un punto de vista ideológico, la pelea del Carmelo y el Ajiseco puede interpretarse como un símbolo de la lucha entre dos prototipos de personalidades: el Carmelo representa la nobleza (es de buena estirpe), la caballerosidad (no usa malas tretas y se limita a atacar con sus patas armadas) y la autenticidad (no presume lo que no es), mientras que el Ajiseco representa la villanía (no parecía ser de alcurnia), la vileza (trata de imponerse a aletazos y picotazos) y la vanidad (era presuntuoso). El Carmelo triunfa y con él todas sus cualidades buenas y ejemplares, pero a costa de su propia vida. Pero su recuerdo perdura imborrablemente y sin duda allí es donde radica su mayor victoria.

Referencias

1. ↑ Antonio Cornejo Polar, crítico peruano ampliamente reconocido y prolífico autor, dice textualmente: «El caballero Carmelo es con toda seguridad uno de los cuentos más perfectos de la literatura peruana». (Historia de la literatura del Perú republicano. Incluida en «Historia del Perú, Tomo VIII. Perú Republicano», pág. 114. Lima, Editorial Mejía Baca, 1980. ISBN 84-499-1618-6 de la obra completa, cuarta edición). El mismo autor cita a Armando F. Zubizarreta, quien califica el relato como «hazaña del cuento criollo» (Perfil y entraña de El caballero Carmelo [El arte del cuento criollo]. Lima, Editorial Universo, 1968). Luis Alberto Sánchez, considerado un especialista de la obra valdelomariana, tampoco escatima elogios hacia el cuento: «… magnífico relato, primera muestra de un neocriollismo fragante de recuerdos, embalsamado de ingenuidad y melancolía» (Valdelomar o la Belle Époque, pág. 125. Lima, tercera edición, 1987). Otro escritor y crítico peruano, Alonso Cueto, ha dicho refiriéndose a la serie de cuentos criollos de Valdelomar: «En esta misma colección, dos relatos, «El Caballero Carmelo» y «El Vuelo de los Cóndores», son casi perfectos» («Abraham Valdelomar. Un agitador espiritual.» Homenaje a Valdelomar publicado en el suplemento El Dominical de El Comercio, edición del 11 de marzo del 2001). Y las citas podrían continuar, interminablemente.

2. ↑ Cojudo: Peruanismo. Equivale a tonto, bobo, necio. Según Marco Aurelio Denegri (en «La función de la palabra», programa televisivo), es el más antiguo registro documentado de dicho peruanismo. Aunque no queda claro el verdadero sentido que le da Valdelomar; podría equivaler a «cojonudo».

3. ↑ Fragmento de una carta de Abraham Valdelomar dirigida a Enrique Bustamante y Ballivián, fechada en Roma, el 8 de octubre de 1913. Citada por Luis Alberto Sánchez en Valdelomar o la Belle Époque, México, Fondo de Cultura Económica, 1969.

4. ↑ a b c Cornejo Polar, Antonio, 1980, pág. 113-114. 5. ↑ En el cuento no se mencionan las edades de los hermanos ni del mismo

Abraham, pero teniendo en cuenta su carácter autobiográfico y que la historia se

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desenvuelve con toda probabilidad hacia 1896-1897, se puede dilucidar fácilmente dicha información. Roberto tenía 18 años al momento de retornar al hogar; Anfiloquio era un adolescente de 14 a 15 años al momento de la historia del «Pelado»; Rosa tenía de 9 a 10 años; y Jesús, la menor de Abraham, unos 6 años. Héctor era aún muy pequeño. En 1895 nació María, la menor de los hermanos (la que fue madre del pintor Fernando de Szyszlo), que no es mencionada en el cuento. Cfr. Miguel de Priego, 2000, pág. 25.

6. ↑ Saavedra Chávez, Olga: «Entre la tradición y la modernidad», prólogo de Textos escogidos / Antología / Abraham Valdelomar, por Alonso Rabí do Carmo. Publicación de Editora El Comercio S.A., tomo 7, serie «Peruanos imprescindibles». Lima, 2005. ISBN 9972-205-87-8

7. ↑ a b Valdelomar, Abraham: El caballero Carmelo (libro de cuentos). Lima, Talleres Tipográficos de la Penitenciaría, 1918.

8. ↑ Cueto, Alonso: «Abraham Valdelomar. Un agitador espiritual.» Artículo publicado en homenaje a Valdelomar en el suplemento El Dominical de El Comercio, 11 de marzo del 2001.

9. ↑ a b Miguel de Priego, 2000, pág. 356-357. 10.↑ Fragmento de una carta de Valdelomar a su madre, fechada el 22 de agosto

de 1913, y publicado en el artículo de César Miró: Una carta inédita de Abraham Valdelomar, en El Comercio, Lima, 18 de mayo de 1952. Reproducida en: Valdelomar. Obras II, pág. 640. Lima, 1988.

11.↑ Basadre, 1928.

Bibliografía básica

Basadre, Jorge: - Equivocaciones, editado conjuntamente con el libro Se han sublevado los indios de Luis

Alberto Sánchez. Lima, 1928. -Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada.

Tomo 14. Editada por el Diario «La República» de Lima y la Universidad «Ricardo Palma». Impreso en Santiago de Chile, 1998.

Cornejo Polar, Antonio: Historia de la literatura del Perú republicano. Incluida en «Historia del Perú, Tomo VIII. Perú Republicano». Lima, Editorial Mejía Baca, 1980.

Sánchez, Luis Alberto: - La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. Tomo IV, págs. 1300

a 1303. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975. - Valdelomar o la Belle Époque. Tercera edición, primera peruana. Lima, INPROPESA,

1987. Miguel de Priego, Manuel: Valdelomar, el conde plebeyo. Biografía. Lima, Fondo

editorial del Congreso del Perú, año 2000. ISBN 9972-755-27-2 Valdelomar / Obras I y II. Edición y prólogo de Luis Alberto Sánchez. Lima, Ediciones

Edubanco, 1988. Silva-Santisteban, Ricardo: Valdelomar por él mismo (Cartas, entrevistas, testimonios y

documentos biográficos e iconográficos). Edición, prólogo, cronología y notas del autor. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2,000. En 2 Tomos. ISBN 9972-755-22-1 ISBN 9972-755-23-1

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RESUMEN

Roque Roca ,un joven poeta que era de dieciocho años  que era interno de San Carlos,

había escrito algunos centenares de versos y se le ocurrió publicarlos .Un día fue al

Semanario “El lima ilustrado” para ver si era posible publicar sus poemas; logró

entrevistarse con su director  quien ,después de leer algunos versos ,ordenó su

publicación. Cuando salió a la luz el semanario con sus versos del poetas Roque Roca,

tuvo en San Carlos el efecto de una bomba ;los alumnos empezaron a burlarse  de sus

poemas en todo el internado. Sólo encontró una voz amiga en el metafórico, quien le

dijo:”Mira no les hagas caso y sigue montando el Pegaso :el ruiseñor no responde a los

asnos: poeta aurora,desprecia a los hombres coces”.

Roque Roca contaba con un amigo de corazón: Braulio Pérez, a  él recurrió y lo contó

todo lo ocurrido, enseñándole sus cuadernos de versos para que eligiera los menos

malos; pero el mal amigo dijo que sus versos le parecían flojos, vulgares e indignos de

ser publicados en un prestigioso semanario donde colaboraban los grandes literatos de

lima. EL poeta, sin que se enterara su amigo Braulio, mandó al director los poemas que

le parecieron mejores; y cuando salió su publicación se levantó nuevamente  en San

Carlos una tormenta, que se fue animando con la tercera y cuarta publicación.El único

crítico implacable era Braulio ,quien se dedicaba a minimizar sus versos publicados.

Hacía dos meses que el Jóven poeta publicaba ,cuando en el miso semanario apareció

un nuevo colaborador que firmaba sus composiciones con el seudónimo de Genaro

Latino.Está vez braulio ,comenzó a comprar los versos de su amigo Roque con los de

Genaro latino, diciéndole:”cuando escribas así, tendras derecho a publicar ”.Braulio

consideraba a genaro latino un “homero,un virgilio, y un dante”, mientras que roque

roca le parecía “un coplero de mala muerte”

Un día Braulio quizo menospreciar al poeta ante todo el mundo y comenzó a leer  un

poema de genaro latino, publicado en el último número del semanario. De pronto

palideció, estrujo el periódico y lo guardó en su bolsillo. Resultaba que en una nota de

la dirección, se aclaraba que genaro latino era el seudónimo del poeta Roque Roca.

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                                                            EL AMIGO BRAULIO

                                        Análisis del cuento "El Amigo Braulio"

AUTOR: Manuel González Prada.

GÉNERO: Narrativo.

ESPECIE: Cuento.

FORMA DE COMPOSICIÓN: Prosa.

MOVIMIENTO LITERARIO: Realismo.

ÉPOCA: Contemporánea.

PERSONAJES PRINCIPALES.

Roque Roca. Joven poeta que publica sus versos  en los diarios “el lima ilustrado”.

Tenía dieciocho años de edad y era interno de San Carlos.

Braulio Pérez. Amigo íntimo y compañero de estudios de Roque Roca; solamente se

dedicaba a criticar sus versos sin criterio, pués para el eran todos malos.

PERSONAJES SECUNDARIOS.

El director de el diario “El Lima Ilustrado”, era un hombre de caballera crespa, color

aceitunado, mirada inteligente y modales desembarazados y francos .poseía buenos

sentimientos y sobre todo era acucioso.

El Metafórico. Compañeros de estudio del poeta Roque Roca. Lo llamaban asi por su

manera extraña y alegórica de expresarse.

El profesor de  clase.

Los compañeros de Clase.

TEMA PRINCIPALES: Los Temas secundarios del cuento el amigo braulio son:

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La envidia y la gratitud de Braulio, amigo del protagonista Roque Roca.

TEMA SECUNDARIO: Los Temas secundarios del cuento el amigo braulio son:

Las burlas desmedidas de sus compañeros de clase

La fiel amistad que brindó el Poeta a Braulio.

La tristeza del poeta.

El fracaso del amigo.

 

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a) Pedro Gálvez Egúsquiza

Hermano del Héroe del Dos de Mayo de 1866. Nacido en Cajamarca el 30 de abril de 1822, fueron sus padres, el Coronel José Gálvez Paz, de gran influencia en la historia militar del Perú como era prócer de la independencia, y doña María Manuela Egusquiza, colaboradora de la gesta magna, que prestó inapreciables servicios en la alborada de la República haciéndose acreedora, junto con su hermana Mercedes, a la distinción extraordinaria que concedió San Martín a las damas patricias en la memorable lista publicada por la Gaceta de Lima. Esta dama ilustre, que descendía del Corregidor del Santa, don Agustín Egúsquiza y de la distinguida señora Apolinaria Aristizábal, era una heroína por temperamento y, años mas tarde, prestigió su existencia con la obtención de la medalla de Bolívar, que le fue concedida por su esforzada campaña a favor de la Libertad. Pedro Gálvez se recibió de abogado en 1845 e inmediatamente demostró su preparación en el colegio de abogados y en la Corte Superior, convirtiéndose en un maestro de Derecho y en uno de los profesionales más prestigiosos de aquellos tiempos. Gálvez fue el primer Decano de la Facultad de Jurisprudencia de San Marcos y Decano del Colegio de Abogados de Lima. En 1847 fue miembro de la Comisión Reformadora de los Códigos, Preparó y redactó el Decreto que abolió el tributo indígena y luego ingresó a la convención de 1885 como Diputado por Cajamarca, no sin antes haber integrado el Primer Gabinete del caudillo tarapaqueño como Ministro de Justicia. En los últimos años vinculó su nombre a todos los problemas de la Patria. "Gálvez fue honrado como pocos, diligente como empleado y celosos defensor de los principios liberales de la escuela moderna. Murió en París en 1878, cuando era ministro del Perú en Londres. b) José Gálvez Egúsquiza

Nació en Cajamarca el 17 de marzo de 1819. En 1855 fue nombrado Rector del Convictorio de San Carlos, introduciendo considerables reformas en su enseñanza. Pasco y Cajabamba lo eligieron su Diputado a la Convención Nacional de 1855 y ésta, al instalarse el 13 de julio, lo eligió su Secretario, reeligiéndolo en las sucesivas elecciones de 1° de setiembre, 1° de octubre y 1° de noviembre, desempeñando el cargo hasta el 30 de este mes. En las de 1° de febrero la Convención lo eligió su Presidente, cargo que desempeñó hasta el 28 del mes referido, habiendo sido reelegido presidente hasta en dos oportunidades más. Formó parte de la Comisión Codificadora del Código Penal en 1857 y fue Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima.En 1865 fue, nombrado Secretario de Guerra. En tal carácter organizó la defensa del Callao contra la escuadra española y murió heroicamente, en la Torre de la Merced, el 2 de mayo de 1866. 

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c) Miguel Iglesias

Su nombre completo fue Miguel Iglesias Pino de Arce. Nació en Cajamarca en el año 1830 y falleció en Lima en el año de 1909. Hijo de Lorenzo Iglesias Espinaca y Rosa Pino de Arce. Se desposó con Concepción Posada. Dejó sus estudios universitarios para dedicarse a la agricultura. Fue Prefecto de Cajamarca en dos ocasiones 1865-68 y 1872-73. Durante la Guerra del Pacífico apoyó a Piérola y tuvo destacada actuación en la defensa del Morro Solar durante la batalla de San Juan (13/1/1881). Fue presidente de la República durante del período 1882-85. Firmó el Tratado de Ancón (1883) que puso fin a dicho conflicto. d) Vicente Pita Barrantes

Periodista batallador y mordaz, fue don Vicente Pita, Cajamarquino de origen. Hijo del cura Tadeo Pita y de la señora Barrantes. Hizo sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de San Ramón. Dedicado desde sus años mozos al periodismo, se caracterizó por su beligerancia y las enconadas campañas que sostuvo para imponer sus ideas utilizando el sarcasmo y atacando implacablemente a sus contendores ocasionales. Esta circunstancia, unida a la de carácter irreductible, lo convirtieron en un temible adversario, que no rehuía el combate y, antes bien, lo buscaba con empeño. Como escritor se distinguió por la firmeza de sus ideas, la fidelidad de sus campañas y la esperanza de sus réplicas, encaminadas casi siempre al bien y la prosperidad de Cajamarca. Fue primero director del periódico "La Palanca" y se distinguió por sus campañas de bien público. Fundó posteriormente "El Badajo", llamado así para demostrar su antagonismo con los periodistas de la "Campana", a los que combatió con saña y enardecimiento, pero diciendo siempre su palabra severa y sin reticencias. Como redactor del "Anuario Cajamarquino" ha dejado a la posterioridad interesantes apuntes sobre historia y geografía, que puede adolecer de errores superficiales de forma y veracidad; pero que siempre son útiles por su rareza y originalidad. e) Toribio Casanova López

Nació en la ciudad de Cajamarca el 29 de abril de 1826, en la casa 54 de la calle Huaraz (hoy Jr. José Galvez), del matrimonio de don Cipriano Casanova y Doña Manuela López. La sociedad de Cajamarca ha recogido con cariño, y conserva con respeto, el nombre y el recuerdo de la familia de don Toribio Casanova. Era una de esas familias patriarcales, de las que tantos ejemplos ofrecía el Perú en los primeros años de República.En enero de 1854 estalla en Cajamarca un vigoroso movimiento popular encaminado a exigir del gobierno la creación política del Departamento, en virtud de la cual Cajamarca quedaría segregada de la jurisdicción de Trujillo, a la que había pertenecido desde la época de la colonia. Era la explosión de un sentimiento colectivo, incubado desde hacía largos años, pero que para hacerse presente necesitaba de la acción y la energía moral de los hombres como el que estamos estudiando. A raíz de este acontecimiento Casanova es llamado a colaborar en el régimen administrativo de la

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República, pero esta situación es transitoria; hombre de principios como es, no puede transigir con los malos procedimientos y tiene que salir exilado al Ecuador, no sin antes saborear las amarguras de la prisión en Casamatas y otros lugares. De regreso a la Patria, Casanova es nombrado Director de la Escuela Normal de Lima, pero no llega asumir el cargo porque un acontecimiento nacional reclama su presencia en Cajamarca: el movimiento de restauración encabezado en Arequipa por el entonces Coronel don Mariano Ignacio Prado, en 1865. Casanova cree llegado el momento de prestar sus servicios al país y se incorpora al movimiento con cuyas líneas políticas se considera identificado. La fascinante influencia de su persona y la fuerza avasalladora de su palabra inclinan a Cajamarca a favor de la restauración, y Casanova marcha hacia Lima, con los poderosos núcleos ciudadanos de Piura, Lambayeque, y La Libertad, a cumplir con su deber. El Coronel Miguel Iglesias encabeza y dirige las fuerzas de Cajamarca. En 1867 ocurren graves sucesos en la República. El Coronel José Balta se levanta en Chiclayo contra el Gobierno Nacional de Prado e intenta conmover el espíritu de toda la región del Norte. Casanova, adicto a Prado por convicción y patriotismo, se yergue en Cajamarca, en defensa de la legalidad, y se pone inmediatamente al lado del prefecto del Departamento, Coronel Miguel Iglesias. El 21 de noviembre de ese año se produce una gran refriega en Cajamarca y son vencidas las fuerzas del Gobierno. Casanova quiere evitar mayor derramamiento de sangre y sale al balcón de la casa donde se encontraba con los jefes leales para ofrecer la rendición de la ciudad, y en los precisos momentos en que enarbolaba un pañuelo blanco como señal del término de la lucha, una bala le atraviesa el corazón.  f) Juan Basilio Cortegana Figura cumbre de Celendín como "Fundador de la Patria" y vencedor de Junín y Ayacucho, Juan Basilio Cortesana vio la primera luz en el esplendor del cielo celendino en un día y mes, no determinados aún, del año 1801 y en el hogar formado por Dionisio Cortegana y María Vergara. Sólo sabemos que en la edad de manejar un rifle, viajó a Trujillo y se enroló en el ejército español, donde poco tardó en distinguirse y convertirse en un candidato en potencia para los ascensos militares, tanto que, al comenzar la acción libertaria del Perú, ya ostentaba sus charreteras de oficial, con las que ayudó a la causa de la Independencia Trujillana, cuando el 29 de diciembre de 1820 sacudió la noble ciudad norteña la tutela de España, bajo la dirección del Intendente don José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle, que valieron a la urbe fundada por Pizarro el honor de merecer la declaración que en esa fecha memorable se inscribió en la portada de Mansiche: "TRUJILLO FUE LA PRIMERA CAPITAL QUE EN EL PERU PROCLAMO LA EMANCIPACION POLITICA", y le granjearon el reconocimiento del General San Martín, contenido en su proclama del 12 de febrero de 1821. El Oficial Cortegana, adicto desde el primer instante a la causa de la libertad, se dirigió a Huaura para ofrecer su espada al libertador argentino, junto con 322 soldados y dos oficiales más. Esta circunstancia obligó al caudillo argentino formar el batallón de la "Legión Peruana de la Guardia", al que fue destinado Cortegana, para luego tomar parte en diversas acciones y acompañar al Generalísimo a su entrada a Lima. Asistió a la proclamación de la independencia el 28 de Julio de 1821, ya con el grado de teniente.