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CRITICÓN, 73. 1998, pp. 23-35. El arte de traducir en el Renacimiento (La obra de Francisco de Támara)" Victoria Pineda Universidad de Extremadura De ejercicio de estilo a vehículo de transmisión de saberes, la práctica de la traducción ocupó durante el Renacimiento a nobles y a humanistas, a clérigos y caballeros. A muchos de ellos los unía, además, la preocupación por reflexionar sobre los métodos y los fines de su actividad como traductores. En estas páginas quiero ocuparme de un caso que ilustrará, espero, los criterios teóricos con que se respaldaba la tarea de traducir durante un período brillante de la historia cultural europea, como fue el siglo xvi. No pretendo llegar a conclusiones generales sobre el arte de traducir del momento, pero, como es natural, tampoco puede desdeñarse el peso que seguramente ejercerían sobre nuestro traductor particular las corrientes intelectuales de la época, sobre todo, claro está, en lo que concierne a las ideas sobre la traducción. Mi segundo propósito es sistematizar y organizar la obra de uno de los traductores españoles más leídos en el siglo xvi, Francisco de Támara, famoso sobre todo por su traducción de los Apotegmas de Erasmo, y autor de un buen número de traducciones de autores tanto clásicos como modernos. Entre estas traducciones se cuentan cuatro hasta ahora desconocidas, de las que quiero sobre todo destacar un texto que, en mi opinión, merece una mirada atenta, no sólo como ilustración de la tarea de traducir, sino también como aportación al estudio de la literatura del exemplum en España. Se trata de la versión castellana del Libro de los ejemplos, que su autor, Marco Antonio Cocci, Partes de este artículo se utilizaron en comunicaciones presentadas al Congreso de Historia de la Traducción («Traductores y teoría de la traducción durante el Renacimiento» León, mayo de 1996, comunicación publicada con el título «Traductores y teoría de la traducción: a propósito de una versión castellana desconocida del Líber exemplorum de Marco Antonio Sabellico» en Livtus. Revista de estudios de traducción n" 9, 1997, pp. 97-107) y al Congreso de la Renaissance Society of America («The Art of Translation in the Spanish Renaissance», Vancouver, abril de 1997).

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CRITICÓN, 73. 1998, pp. 23-35.

El arte de traducir en el Renacimiento(La obra de Francisco de Támara)"

Victoria Pineda

Universidad de Extremadura

De ejercicio de estilo a vehículo de transmisión de saberes, la práctica de latraducción ocupó durante el Renacimiento a nobles y a humanistas, a clérigos ycaballeros. A muchos de ellos los unía, además, la preocupación por reflexionar sobrelos métodos y los fines de su actividad como traductores. En estas páginas quieroocuparme de un caso que ilustrará, espero, los criterios teóricos con que se respaldabala tarea de traducir durante un período brillante de la historia cultural europea, comofue el siglo xvi. No pretendo llegar a conclusiones generales sobre el arte de traducir delmomento, pero, como es natural, tampoco puede desdeñarse el peso que seguramenteejercerían sobre nuestro traductor particular las corrientes intelectuales de la época,sobre todo, claro está, en lo que concierne a las ideas sobre la traducción.

Mi segundo propósito es sistematizar y organizar la obra de uno de los traductoresespañoles más leídos en el siglo xvi, Francisco de Támara, famoso sobre todo por sutraducción de los Apotegmas de Erasmo, y autor de un buen número de traducciones deautores tanto clásicos como modernos. Entre estas traducciones se cuentan cuatro hastaahora desconocidas, de las que quiero sobre todo destacar un texto que, en mi opinión,merece una mirada atenta, no sólo como ilustración de la tarea de traducir, sinotambién como aportación al estudio de la literatura del exemplum en España. Se tratade la versión castellana del Libro de los ejemplos, que su autor, Marco Antonio Cocci,

Partes de este artículo se utilizaron en comunicaciones presentadas al Congreso de Historia de laTraducción («Traductores y teoría de la traducción durante el Renacimiento» León, mayo de 1996,comunicación publicada con el título «Traductores y teoría de la traducción: a propósito de una versióncastellana desconocida del Líber exemplorum de Marco Antonio Sabellico» en Livtus. Revista de estudios detraducción n" 9, 1997, pp. 97-107) y al Congreso de la Renaissance Society of America («The Art ofTranslation in the Spanish Renaissance», Vancouver, abril de 1997).

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conocido como Sabellico, escribió en latín, posiblemente durante los últimos años delsiglo xv o primeros del xvi, y que se publicó, postumamente, en Venecia en 1507.

Empiezo por este último punto. Sabellico había sido cronista oficial de la repúblicaveneciana, y su historia de la ciudad alcanzó una difusión notabilísima. No menosimportante fue el éxito del Libro de los ejemplos, escrito según el modelo de los Dichosy hechos notables de Valerio Máximo, y que alcanzó varias ediciones, dentro y fuerade Italia, a lo largo del siglo xvi. El texto se publicó como volumen independiente (hevisto impresiones de 1507, 1513, 1533, 1563 y 1578, aunque no descarto que hayahabido más) y también como parte de las Obras completas del autor (varias ediciones;la primera, de 1538). Si tomamos como referencia de la difusión del Libro de losejemplos en España el número de ejemplares que se encuentran en las bibliotecaspeninsulares, sin duda habrá que confirmar el éxito, pues no hay colección con fondoantiguo de discreto para arriba que no guarde en sus anaqueles alguna edición de losExemplorum librt decem.

La popularidad del texto y sus propias características, sobre todo las referidas algénero al que pertenece, sin duda atrajeron la atención del catedrático de humanidadesde Cádiz y traductor don Francisco de Támara. Támara era un humanista que dedicabasu tiempo a enseñar letras clásicas, a componer obras de gramática y, sobre todo, atraducir. Antes de adentrarnos en el estudio de la traducción de Sabellico, convendrásituarla en el contexto de la producción de su autor. Y comoquiera que hasta elmomento no tenemos un catálogo sistemático de las obras originales y las traduccionesde Támara, sino sólo indicaciones aisladas o incompletas, no será inútil intentarordenar un poco la información. Hay que distinguir en la producción de Támara lasobras publicadas y las no publicadas (ni incluidas en los repertorios bibliográficos deNicolás Antonio, Menéndez Pelayo o Gallardo). Entre las primeras tenemostraducciones y obras originales; las segundas son cuatro traducciones.

Entre las obras originales que Támara llegó a publicar, las únicas que salieron demanera independiente fueron la Suma y erudición de gramática en metro castellano(Amberes, Martín Nució, 1550), que es un compendio de gramática latina escrito enverso español, e, incluida en el mismo volumen, una Instrucción latina, muycompendiosa y útil para los principiantes. También escribió unos Grammaticesrudimenta, impresos en el mismo año y lugar que los textos anteriores. En otrasocasiones, sus textos originales se publicaron como apéndice a alguna de sustraducciones. De esta manera aparecieron la Suma y breve relación de todas las Indias ytierras nuevamente descubiertas por gente de España (con la traducción de Bohemo,Amberes, 1556), y una Tabla y repertorio de todas las personas y cosas memorablesque han sido desde el principio del mundo hasta el año presente (añadida a latraducción de Carión, Amberes, 1553).

El resto de su producción impresa lo componen un grupo de traducciones de obraslatinas, tanto clásicas como modernas. Entre los autores antiguos, Támara tradujo aCicerón, concretamente el libro De los oficios, el De la amistad y el De la senectud; y aJenofonte (la Económica, a través de una versión latina), todos en un volumen queconoció cinco ediciones desde la primera de Sevilla de 1545. En cuanto a los autoresmodernos, Támara compuso versiones del libro de las Crónicas del mundo, de JuanCarión (Amberes, 1553), del libro De los inventores de las cosas, de Virgilio Polidoro

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(Medina del Campo, 1553) y del libro De las costumbres de todas las gentes, de JuanBohemo (Amberes, 1556). Pero sin duda su obra más conocida, y la única que hamerecido hasta ahora el interés de la crítica, fue la versión española de los Apotegmasde Erasmo, publicada en Amberes en 1549. Su fecha de edición se sitúa, como vemos,cuatro años después de la publicación de las traducciones de los autores antiguos ycuatro años antes que las traducciones de los modernos. De hecho, en mi opinión, losApotegmas castellanizados habrían supuesto, en la trayectoria personal de Támara(dejo aparte la incidencia de la obra en la difusión de Erasmo en España,suficientemente analizada por Bonilla, Bataillon y Blecua, entre otros), habríansupuesto, digo, el inicio de un interés, que ya no le abandonaría, por el tipo de génerosllamados «menores» y popularizados precisamente por las corrientes erasmistas, sobretodo en la segunda mitad del xvi: las obras paremiológicas, los florilegios y polianteas,los libros de problemas, de ejemplos, de facecias, etc.

Es lógico, pues, que Támara, experimentado traductor de obras de estos géneros,pusiera los ojos en el Libro de los ejemplos de Sabellico. Dicha obra, junto a la deltambién italiano Bautista Pulgoso {Dictorum factorumque memorabilium libri novem,que a pesar de su título fue escrita en italiano y publicada en Milán en 1508), supuso, adecir de los estudiosos, un distanciamiento definitivo de las colecciones medievales deejemplos, al revelar una elevada conciencia de rigor histórico, prescindiento de casosfabulosos y ciñéndose a la «historia —sagrada y profana— como fuente exclusiva»(Aragüés, p. 203). Ambas obras eran, además, las dos únicas de su época concebidasenteramente como repertorios de ejemplos, y no como apéndices a obras sobrepredicación (Aragüés, p. 196).

Don Francisco de Támara decidió, pues, trasladar el libro de Sabellico al español,pero su versión no llegó nunca a la imprenta, al menos hasta lo que yo sé. Desde luego,no la he visto ni en los catálogos de bibliotecas que he consultado, ni en repertoriosbibliográficos, ni en otras obras de referencia. Por fortuna, dos bibliotecas (al menos)guardan manuscritas las páginas de la traducción de Támara: la Biblioteca delNoviciado de la Universidad Complutense y la Biblioteca de la Universidad deBarcelona. En los dos casos se trata de códices de la segunda mitad del xvi queincluyen, además, otras obras. El de Madrid, procedente de la Universidad de Alcalá,lleva la signatura 155. En él, bajo el título Francisco Thámara: Obras varias, secontienen, de la mano de varios copistas, en primer lugar, el Dechado de exemplos; acontinuación, un opúsculo Sobre la ingratitud (traducción de Támara de un tratado deGregorio Giraldo de Ferrara); y finalmente, lo que Bonilla considera el «borrador ointento» del Libro de Apotbegmas (Bonilla, p. 497). Por su parte, el de Barcelona, consignatura 454, procede de la biblioteca del convento barcelonés de San José y contieneel Dechado de exemplos (sin referencia al nombre del traductor), junto con un Tratadode la precedencia de los reyes de Aragón sobre los de Francia (que no estoy encondiciones de afirmar que sea de Támara). Para la descripción completa de losmanuscritos remito a los catálogos respectivos, el de Miquel Rosell y el de Villaamil yCastro.

Además de las de Sabellico y Gregorio Giraldo, las otras dos traducciones nopublicadas de Támara son la de la Económica de Aristóteles (¿a través de una versiónlatina?) y el Somniutn Scipionis de Cicerón. Ambos textos forman un pequeño volumen

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dirigido a don íñigo Hurtado de Mendoza, que guarda la Biblioteca Nacional deMadrid. Los dos fueron escritos por la misma mano y en el mismo estilo que el códicede la Biblioteca del Noviciado de la Complutense.

Centrándonos en las dos traducciones del Dechado de ejemplos, importará, tal vez,indicar brevemente que efectivamente se trata del mismo texto en los dos manuscritos,con las diferencias siguientes, aparte de la caligrafía y la ortografía: el manuscrito deMadrid no sólo da indicación del nombre del traductor —aunque tachado—, sinotambién del destinatario, don Per Afán de Ribera, también tachado. La supresión deestos y otros pasajes en el manuscrito de Barcelona no se hace por tachadura, sino quelos párrafos en cuestión no han sido copiados. Esto, y el hecho de que B (Barcelona)tenga los errores de M (Madrid) más otros propios (me refiero, por ejemplo, a lagunasen la traducción del texto de Sabellico, la más importante de las cuales es la falta detodo el libro décimo), me hace pensar que aquél deriva de éste. B copia a M, y sinembargo B presenta cuatro folios de los que carece M: se trata de los cuatro primeros,en los que se contienen una «Dedicatoria» y un «Prólogo». A partir de ese punto, losdos manuscritos son iguales: primero viene lo que sería una carta al destinatario de laobra, y luego la carta nuncupatoria al lector. Mi hipótesis es que esos folios existieronen algún momento en M, pero se perdieron, quizá al encuadernarse el volumen.

Dejando aparte los problemas textuales, hay que señalar que, aunque el texto no sellegara a publicar, la presencia de preliminares y la disposición del material hacensospechar que el envío a la imprenta era inminente. En efecto, al texto no le falta sudedicatoria, ni su prólogo, ni su carta nuncupatoria al lector. De los tres, el que nosinteresa en este momento es la carta, porque en ella se contienen no sólo la declaraciónde intenciones, sino, sobre todo, los refuerzos teóricos y programáticos que el traductorha considerado necesario transmitir a sus lectores. Su interés es suficiente como parareproduciría entera como apéndice a estos párrafos. Es bien sabido que los prólogos, ¡ascartas dedicatorias y los preliminares en general, habían sido, desde tiempo atrás,lugares elegidos por los autores y traductores para exponer su doctrina. Esto esespecialmente cierto en el caso de los traductores españoles, pues como indica Russell(p. 11), a ninguno —que sepamos— se le ocurrió escribir un tratado sobre traducción(lo más cercano es el capítulo que Vives dedica a «Versiones seu interpretationes» en suDe arte dicendi), pero a casi todos les pareció obligado presentar su obra con unaspáginas teóricas. Así que el prólogo a las traducciones llegó a convertirse en casi ungénero, con sus referencias y sus lugares comunes obligados.

Para el momento en el que Támara traduce a Sabellico (con toda seguridad, despuésde 1556), algunos de estos tópicos habían ya desaparecido, como el de la imposibilidadde la lengua vernácula de hacer honor a la excelencia latina, pero permanecía la ideadel prólogo como sumaria ars interpretandi. Antes de analizar el contenido de la cartade Támara, creo que hay que dejar constancia de la «conciencia de estilo» de esta«Prefación y carta nuncupatoria» que el traductor dirige «al curioso y prudente lector».Támara, como otros muchos traductores en sus prólogos, revela en esta pequeña pieza,toda ella modelo de brillante oratoria, un gran dominio de la disciplina retórica, que lepermite manejar, siempre en el lugar y momento adecuados, entimemas, sentencias,ejemplos, cuestiones retóricas, y otro puñado de elementos (elocutivos muchos, pero

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también de invención y de disposición), cuyo análisis detallado no puede ahoradetenernos.

Veamos entonces cómo, a través de ese boscaje retórico, Támara nos deja ver susideas sobre el oficio de traducir. La carta se abre con unas —tan encendidas comotópicas— laudes litterarum, en las que, entremezcladas con la alusión a la lectura comofuente de conocimiento, consolación y alimento espiritual, no faltan unas líneas deamargo reproche a la literatura de «fábulas y vanidades». La condena de este tipo deescritos le da pie para manifestar su propósito moralizante. La capacidad didáctica delos ejemplos, materia sobre la que versa su traducción, justifica plenamente !a tarea deltraductor, le da «utilidad». Es una manera de presentarse a sí mismo como piezafundamental en la edificación de las gentes, sin romper al mismo tiempo las normas dehumildad dictadas por la captatio benevoientiae. Naturalmente, la intenciónmoralizante no es, ni mucho menos, original. El propio Támara había tenido ya laocasión de plantearla con anterioridad, por ejemplo, en la carta nuncupatoria queacompaña a su traducción de los Apotegmas de Erasmo. Allí había prometido el

tanto gusto y zumo [que] podrá sacar el curioso lector para corrección y enmienda de su vida,pues sobre ningún propósito se querrá buscar algún dicho o hecho o sentencia o ejemplonotable y al natural que no se halle muy al vivo y muy copioso y que mucho persuada ysatisfaga y aproveche con los excelentes avisos que de aquí se pueden sacar (f. 4v).

Y, ahora, para hacer «cosas de que todos saquen provecho», acordó, dice, «sacar ycopilar esta obrezita [...] que se intitula Exemplario y dechado de exemplos, paranuestra doctrina y exemplo, porque, a la verdad, es una obra, a mi parescer, de que másprovecho se puede sacar» (ms. B, f. 6v). Unos párrafos antes ya había advertido:

Trabajo [...] en sacar estas obrezitas de la lengua latina en que están y reduzirlas a la nuestra,para que todos gosen y hallen manjar spiritual, y cada uno según su gusto. Y pues tandiversos son en este mundo los gustos, he trabajado siempre de sacar aquello donde másutilidad y aun más gusto y mejor hallassen los lectores, y que más general y necessario fuesse.(f. 6).

Sobre el oficio y la figura del traductor, Támara tiene dos ideas fundamentales: enprimer lugar, concibe al traductor como «intermediario»; en segundo, equipara su tareaa la del trabajador manual. Para las dos circunstancias tiene metáforas significativas: eltraductor es un «ministro» que «sirve» lo que otros producen, o, como él dice,siguiendo la metáfora religiosa del ministerio y el servicio, lo que otros «sacrifican»:«Cada uno offresce lo que tiene, cada uno da lo que puede [...]. Unos sacrifican, otrossirven y ministran». Y más abajo: «Querría no gastar el tiempo mal gastado, querríaservir en algo como ministro» (f. 6). En cuanto al esfuerzo que requiere la traducción,Támara recurre al tópico, usado por otros traductores, del trabajo minucioso yabnegado: «Trabajo lo que puedo, escudriño lo que puedo», dice (f. 6). Y continúa conun par de metáforas, donde, a la vez que se subraya esta laboriosidad, se pone tambiénde manifiesto el carácter subalterno de la traducción: «¿No puedo cavar en la viña delSeñor?: ayudo a sarmentar; ¿no puedo cortar?: uso de piedra para aguzar» (f. 6). No sé

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si en ese «en la viña del Señor» Támara se ha dejado arrastrar por la frase hecha, o siha pretendido conscientemente subrayar de nuevo su propósito moralizador.

A Támara también le importa dejar constancia de su curriculum como traductor, aligual que un siglo antes era un lugar común de los traductores el dejar constancia de sunombre, aun cuando la tarea de traducir no pudiera jamás, según ellos, llegar aloriginal (Russell, p. 43). El repaso que hace de sus obras nos ayuda a nosotros a situarcronológicamente la traducción de los Ejemplos y a él, a avalar, con el prestigio que dala experiencia, su nueva obra. En todos los casos se detiene en resaltar el beneficio queel lector sacará de sus traducciones:

Para saber cómo nos havemos de regir y hacer lo que devemos al officio de buenos, y vivirpolíticamente en este mundo, he sacado y copilado los Oficios de Marco Tulio Cicerón, conotras obrezitas a vueltas, de que no poca utilidad sacarán los que leerlas quisieren; paraabundar de avisos y sentencias memorables assí en dichos como en hechos, saqué losApothegmas [de Erasmo|, libro harto para dezir y hazer; para saber invenciones ycuriosidades, y algunas harto neccssarias, trasladé al Polidoro Virgilio; para tener en prontomuchas historias que no poco son provechosas para nuestro ejemplo, copilé un Compendio ysumma de todas las historias del mundo [de Cartón], con tal orden y concierto, que conmucha facilidad se puede percebir y retener en la memoria; para que veamos quántaBabylonia ay en este mundo, y quánta sentina de vicios y males, y demos gracias al Señor, quenos hizo de su manada, recogí en otro volumen todas las Costumbres y maneras de vivir queuvo en otro tiempo y ay agora en el mundo [de Bohemo]. Y al presente, porque siemprehagamos generalidades y cosas de que todos saquen provecho, acordé sacar y copilar estaobrezita en este sexto volumen, que se intitula Exetnpiario y dechado de exemplos, paranuestra doctrina y exemplo. (ff. 6-6v, corregido con las variantes de M).

La insistencia en el propósito moralizador de sus traducciones está expresada con el«para» anafórico («para saber», «para abundar», «para saber», «para tener», «paraque veamos»). Hay que destacar además la alusión al procedimiento, o a uno de losprocedimientos, usado al traducir y que Támara mezcla con sus comentarios sobre lautilidad de las obras: «Copilé [...] con tal orden y concierto, que con mucha facilidad sepuede percebir y retener en la memoria» (ff. 6-6v; énfasis añadido). Está hablando dellibro de Carión, pero es significativo que vuelva sobre el tema, párrafos más adelante, apropósito del texto de Sabellico, de quien asegura que «con muy sucinta y elegantemanera de proceder escrivió, y con mejor orden que ninguno otro hasta sus tiemposcopiló y perpetuó» (f. 7; énfasis añadido). Támara no dice «he traducido», dice «hesacado y copilado» (f. 6), y luego, «acordé sacar y copilar» (f. 6v). Los términos (y lasideas) «orden» y «copilar» llevan a los conceptos de ordinatio y compilatio, analizadospor Parkes, y estudiados por Russell para las traducciones peninsulares del siglo xv. Setrata de la presencia de índices de materias y de nombres, de divisiones en capítulos ysubcapítulos, de la inclusión de epígrafes explicativos, como instrumentos introducidospara aclarar el texto. Al parecer, los traductores medievales se sentían un tantodesconcertados por la carencia en los autores antiguos de este «aparato analítico conque el escritor medieval solía facilitar el acceso del lector al texto» (Russell, p. 40), y,simplemente, lo incorporaban a sus traducciones. La razón de este proceder la da elpropio Támara: de esta manera, el lector podrá «percebir y retener en la memoria» la

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materia explicada (f. 7). La necesidad de seguir este método es, acaso, más acusadacuando se trata de colecciones de sentencias o ejemplos, donde se exige la comodidaddel usuario al ir a buscar una cita determinada. Es, por otra parte, el modo de procederde la tradición de la literatura de ejemplos, como ha estudiado José Aragüés (p. 5). Enel libro de Sabellico existe esta ordenación, que contempla, en cada capítulo, apartadosde ejemplos bíblicos por un lado y ejemplos paganos por otro. A la vez, los capítulos seagrupan en libros que dan cuenta, sucesivamente, de grupos de materias: así, el libroprimero trata de las edades del hombre (el nacimiento, la infancia, la puericia, laadolescencia, etc.); el libro segundo, de las virtudes relacionadas con la meditación y lacontemplación; y así hasta diez libros. Támara respeta con toda fidelidad estaordenación, en la que ve una virtud de la obra, y en la que se detiene de maneraelogiosa:

la orden del proceder es maravillosa y muy provechosa [...]. Y así en este Exemplano sobrequalquicra artículo y materia que tracta, pone ¡su autor] exemplos sanctos y ecxlesiásricos, asíantiguos hebreos como modernos christianos, y después pone en contra y en corresponciónlos profanos griegos y romanos y algunos bárbaros (f. 7).

En casi todas sus traducciones Támara se detiene en señalar —o incorporar— lasdivisiones del texto, en ofrecer resúmenes aclaratorios. Basten unos ejemplos. Primero,la introducción que hace a la traducción del libro De los oficios de Cicerón, dondeconfiesa: «Todas estas cosas parescerán distinguidas y declaradas por sus capítulos enprincipio de cada materia, según que nos paresció ser conveniente al gusto de loslectores [...]. Y también en la margen van declaradas muchas cosas, que harto ayudarána los que no son tan expertos en los exemplos e historias» (ff. clv-c2). Segundoejemplo, del prefacio a la traducción de Jenofonte: «Esta obrezita hallé yo (...) hartoconfusa y mal ordenada, y procuré de la sacar en lengua castellana, y reduzirla encapítulos, con una breve suma, como se pudiesse entender, por que los nuestros nocareciessen de tan grande bien» (f. 338).

La ordenación no es, por supuesto, la única virtud que Támara ve en el texto deSabellico. Para lograr captar la benevolencia del lector, pero también —creo— parajustificar y para dignificar su tarea como traductor, Támara da una lista detallada,«ordenada», de los motivos que le impulsaron a «sacar y copilar» la obra. La lista laforman cuatro motivos, que son amplificaciones de la cuestión general del podermoralizante de los ejemplos y que comprende los siguientes apartados: en primer lugar,la utilidad de los ejemplos para «incitar, mover y persuadir» a los «ingenios ycoraçones plebeyos y vulgares» (f. 6v); en segundo, el poder que tienen los ejemplos deacercarse a los hombres, puesto que se refieren a «hombres nascidos y crescidos en estemundo y hechos entre nosotros»; en tercero, el conocimiento histórico que se saca deellos, ya que salieron «de lo más cernido y afinado de todas las historias»; y en cuarto,el procedimiento seguido, que va de lo general a lo particular, «tratando de todo elhombre en general y de todas sus partes».

Mezcladas con las indicaciones sobre la validez moral de los ejemplos, se encuentranreferencias al valor del exemplum como recurso retórico. Cualquier explicación delexemplum ofrecida por las retóricas clásicas o modernas nos podría ilustrar de hasta

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qué punto estos conceptos están presentes en la mente del traductor de Sabellico. En laretórica del jesuíta Juan Bautista Escardó escucharemos algún eco de las palabras deTámara por lo que se refiere a la fuerza suasoria del ejemplo que es

una proposición o exposición de algún dicho o hecho, expressando el nombre del auctor [...).E¡ exemple tiene todas estas virtudes: adorna y hermosea toda la oración, declárala más, yházela más provable; convence el entendimiento y mueve la voluntad, porque más fuercatienen para mover los exemplos que los preceptos {Rhetórica Christiana, Mallorca, 1647, f.IOS, citado por Aragüés, p. 91).

En la de Fray Luis de Granada veremos cómo el ejemplo, «en cuya comparación la cosaque quiere alzar [el orador] [...] [parece] más excelsa» [Retórica eclesiástica, p. 536b),aparece, además de como ayuda imprescindible para confirmar una proposición,también como auxilio de la arnplificatio. Y una de las modalidades que adopta laamplificaüo es aquella según la cual «se aumenta el todo con la enumeración de laspartes que en él se encierran» (p. 531b; cuarto motivo en la lista de Támara). TambiénFray Luis de Granada nos advierte que, si leemos o escuchamos algo cercano anosotros, o como diría Támara, relativo a «hombres hechos entre nosotros», la fuerzadel ejemplo o del argumento será mayor: «sobre todo mueven los ánimos las cosasantiguas, esclarecidas, las de nuestra patria y casa; esto es, cada una a su nación, cadauna a su linaje» (p. 370; tercer motivo).

Naturalmente, era de esperar que Támara, profesor de humanidades, conociese elvalor retórico del exemplum, como también sabía que la traducción era, para losmaestros latinos de elocuencia y seguramente para él mismo, una forma más deimitación. No será necesario subrayar el carácter imprescindible de la imitación comobase para la creación artística, pero tal vez convenga recordar el sistema pedagógico yteórico que Quintiliano propone para la ejercitaeión retórica, uno de los tres pilaresbásicos de la comunicación, junto con la posesión de ciertas dotes naturales y elaprendizaje de las técnicas. En el capítulo dedicado a la ejercitaeión, es decir, labúsqueda de copia y de facilitas, de abundancia y de fluidez, Quintiliano proponevarias formas de imitación: la paráfrasis, la adapración, la traducción. Con respecto aesta última asegura que ayudará no sólo al conocimiento de gran variedad de asuntos(el segundo de los motivos de Támara), sino a la mejora del estilo y a la adquisición deelocuencia (X,5,5). Las palabras de Támara a este respecto no dejan lugar a dudas: nosólo se refiere a la tarea de Sabellico como imitador de Valerio Máximo («quiso imitar[Sabellico] al curioso y polido historiador Valerio Máximo», f. 7), sino a la suya propiacomo imitador de Sabellico («nosotros, imitándole también, para recordar lo quehazemos y escrivimos [...]», f. 7).

Como advirtió Russell a propósito de los traductores del siglo anterior al de Támara(p. 7), en una carta, en un prólogo, es muy difícil encontrar todas las implicaciones quealcanza el arte de traducir, primero, por el carácter convencional de este tipo dediscursos, y segundo, porque la teoría es sólo la mitad de la cuestión. La otra mitad hayque buscarla en la propia práctica de los traductores. Aquí nos hemos asomado muybrevemente a la práctica de Támara y hemos intentado comprender la teoría queexponen las palabras de su carta. A este primer paso seguirán otros (el estudiosistemático de la doctrina de Támara con respecto a la traducción, expresada en sus

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prólogos; el análisis de su propia técnica como traductor; la diferencia de estilos entrelos prólogos y las traducciones) para llegar a conocer un poco mejor la figura y la obrade Francisco de Támara, y para añadir alguna pieza al estudio de la historia de latraducción renacentista.

APÉNDICE

Prefación y carta nuncupatoria sobre el Exemplario y Dechado de exentólosque traducía y copilaba

el bachiller Francisco de Thámara,Cathedrático en Cádiz1

Al curioso y prudente lector:«Todas las cosas que son escriptas, para nuestra doctrina son escritas» {dize aquel glorioso

doctor de las gentes y plantador de la primitiva Iglesia militante)2. Y luego añade y pone la razón,diziendo: «Porque por la lectión de ellas aprendamos a tener paciencia y recibamos consolación ytengamos esperança de vida eterna»3. Todo ello por cierto es bien dicho, como de quien fuedicho, y bien acertado4, como de donde procedió. Porque sin letras y escripturas, ¿qué fuera denosotros?, ¿adonde nos arrimáramos en nuestros trabajos y fatigas?, ¿con quiénes nosconsoláramos en nuestras tribulaciones y adversidades? De aquí es lo que dixo aquel tyrano deSicilia Dionysio el segundo, quando se vio privado5 de su reyno y señorío. Respondiendo a unoque le dczía: «¿Qué te aprovecha agora tu Platón y tu Philosophía?», respondió: «Aprovéchamepara que con mejor ánimo y más esfuerço pueda tolerar y sufrir mis calamidades y desventuras»6.¿Qué fuera el hombre sin letras sino muerto, o figura de muerte? Como dize el Philósopho,«grande es la eonffución de los que no saben letras y carescen de tan rica possesión». Y no esmenor [la] de los7 que algo saben y no se aprovechan dello. A éstos se puede (y muy bien)atribuyr aquello del propheta que dize: «Mejor les fuera que el camino de la salvación nosupieran»8, etc.

Éste, pues, es el verdadero manjar del ánima: la lectión y lectura de los libros y scripturasbuenas y no profanas. Porque, según dize Atthilio y lo refiere Plinio, «mejor es el hombre estarocioso que no hazer nada»9. No hazer nada llama gastar el tiempo en ver fábulas y vanidades,que no ediffican ni trahen provecho para el ánima. De todas las palabras ociosas darán razón ycuenta los hombres el día del Juicio. Pues, ¿qué mayor ociosidad que gastar la mayor parte de lavida en tales10 chocarrerías y burlerías, como se lee en algunos libros vulgares, y hablar y juzgardellos como de cosas verdaderas, y ponerse a porfiar y deffenderlas, y aun algunas vezes a

1 traducía y copilaba M : tradució ycopiló B /el bachiller ... Cádiz M : om B2 San Pablo, Romanos, XV, 4.3 ídem.4 acertado M : concertado B5 privado B : provado M*• Plutarco, Vida de Timoleón, XV, 4.7 los M : lo B8 San Pedro, Epístola 11,2,21.9 Plinio, Epístolas I, 9.1 0 tales M : lecturas B

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matarse sobre lo que no es nada, sino una torre de viento y unos sueños puros del enfermoviejo?11, como dize el poeta satírico. «Leer devcmos (dize Séneca), pero cosas que nos enseñen yde que saquemos doctrina y consolación, y nos edifiquen para la vida eterna»12. «No hay libro(dice Plinio), por malo que sea, de que algún provecho no se pueda sacar»'3. Yo lo concedo, perosi ay buenos libros, ¿por qué nos oceuparemos de los que no lo son? Algunas vezes un bocadomalo es causa de rebolver el estómago, y no digo bocado, mas un solo olor malo. ¡Oh, quántosbocados peores que pildoras doradas ay en algunos libros, oh quánto14 mal olor da a vezes loque paresce buen olor! Somos tan inclinados al mal, que pocas cosa basta a nos pervertir y, portanto, dondequiera avernos de estar sospechosos y specialmente en estos tiempos tan calamitosos;dondequiera avernos de pensar que está el anzuelo escondido; debaxo de qualquiera piedraavernos de sospechar que está el alacrán metido; de una pequeña centella se enciende a vezesgrande fuego y suele abrasar toda una casa y a vezes toda una ciudad. Leamos, pues, buenasscripturas y sacaremos buen fructo délias.

Muchos son los libros que oy en el mundo ay scriptos, y todos y aún más son necesariossegún que de cada día crescen los vicios y enfermedades del ánima. Muchas y diversas son lasmaterias que en ellos1-5 se traerán. Cada uno offresce lo que tiene, cada uno da lo que puede, yharto da el que todo lo que puede dar da16. A unos hizo el Señor todopoderoso que fuessencantores y a otros doctores; unos sacrifican, otros sirven y ministran. Y no menos son aceptos17

ante Dios los unos que los otros, cada uno en su otíicio. Sólo resta que Dios por i s su infinitabondad lo mire y aprueve. Porque nuestra suficiencia no es nada ni de nosotros podemos nada,según dize el ApóstoH9.

Querría yo verdaderamente, y assí lo suplico al Dador de los bienes y gracias, hazer algunacosa que no fuesse ociosa. Querría no gastar el tiempo mal gastado, querría servir en algo comoministro, ya que no puedo ser sacerdote2". Desseo que mi voluntad sea accepta al muy-1 altoDios y Señor. Querría que en algo aprovechasse este su inútil servidor. Trabajo lo que puedo,escudriño lo que puedo, —¿no puedo cavar en la viña del Señor?, ayudo a sarmentar; ¿no puedocortar?, uso de piedra para aguzar— en sacar estas obrezitas de la lengua latina en que están yreduzirlas a la nuestra, para que todos gosen y hallen manjar spiritual, y cada uno según su gusto.Y pues tan diversos son en este mundo los gustos, he trabajado siempre de sacar aquello dondemás utilidad y aun más gusto y mejor hallassen los lectores, y que más general y necessariofuesse.

Para saber cómo nos havemos de regir y hacer lo que devemos al officio de buenos, y vivirpolíticamente en este mundo, he sacado y copilado los Oficios de Marco Tulio Cicerón, con otrasobrezitas a vueltas, de que no poca utilidad sacarán los que leerlas quisieren22; para abundar de

11 La corrupción de! gusto literario es objeto de crítica tanto por parte de Marcial [Epigramas, X, 4)como de Juvcnal (Sátira I) y Persio [Sátira I).

12 Séneca, Epístolas a Lucillo, II.1 3 47 algún ... sacar M : no se pueda sacar algún provecho B. Es cita de Plinio el Joven, que refiere

[Epístolas III, 5) lo que dice Plinio el Viejo.^ quánto M : quán B15 ellos B: ello A416 dar da : da M: dar B'7 aceptos M : acceptados B' " Dios por M : om B19 Corintios II, 3, 5.2 " ya que no puedo ser sacerdote M : ya que no puedo desta manera B2 1 muy M : ont B2 2 he sacado ... quisieren M : om B

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EL ARTE DE T R A D U C I R EN El. R E N A C I M I E N T O 33

avisos y sentencias memorables assí en dichos como en hechos, saqué los Apothegmas, libroharto para dezir y hazer; para saber invenciones y curiosidades, y algunas harto necessarias,trasladé al Polidoro Virgilio; para tener en pronto muchas historias que no poco son provechosaspara nuestro ejemplo23, copilé un Compendio y summa de todas las historias del mundo, con talorden y concierto, que con mucha facilidad se puede percebir y retener en la memoria; para queveamos quánta Babylonia ay en este mundo, y quánta sentina de vicios y males, y demos graciasal Señor, que nos hizo de su manada, recogí en otro volumen todas las Costumbres y maneras devivir que uvo en otro tiempo y ay agora en el mundo. Y al presente, porque siempre hagamosgeneralidades y cosas de que todos saquen provecho, acordó sacar y copilar esta obrezua en estesexto volumen, que se intitula Exemplario y dechado de exemplos, para nuestra doctrina yexemplo. Porque a la verdad, es una obra, a mi parescer, de que más provecho se puede sacar. Louno, porque dize Macrobio que comúnmente los ingenios y corazones plebeyos y vulgares más seincitan, mueven y persuaden con algunos exemplos, qualesquiera que sean, que con ningunarazón por buena que sea, lo qual es cierto y se vee comúnmente por !a experiencia24. Y lo otro,porque como estos exemplos sean de hombres nascidos y crescidos en este mundo y hechos entrenosotros, paresce que en alguna manera nos abren los sentidos y mueven los ánimos a laimytación de otros semejantes, como sea el hombre tan ¡mytador y seguidor, y aun emulador delo semejante. Trahen consigo otra tercera cualidad estos exemplos, que como sean sacados de lomás cernido y afinado de todas las historias y escripturas pasadas, assí ecclesiásticas comoprofanas, dan a la verdad noticia de todas y de lo mayor deltas a los lectores. Pues a la verdad,esto es lo que han de pretender los que leen historias: sacar y tomar exemplo de ellas para sudoctrina y edifficación, de modo que el que este libro leyere, haga de cuenta que lee un mar dehistorias, y las mejores. Ay aún otro grande provecho, y es que este exemplario va discurriendo ytratando de todo el hombre en general, y de todas sus partes, y haziendo mención de los que eneste mundo han usado bien de este humano estado y hecho lo que deven a la corresponción de ély de sus partes, trahemos a la memoria de lo que nosotros devemos hazer y somos obligados a leyde buenos.

La orden del proceder es maravillosa y muy provechosa. Porque Antonio Sabélico, author deesta obra, pretendió y fue su intento, allende de que quiso imitar al curioso y polido historiadorValerio Máximo, copilar y recoger en summa aquel grande mar de historias, que no menosverdaderamente que con muy sucinta y elegante manera de proceder escrivió, y con mejor ordenque ninguno otro hasta sus tiempos conpiló y perpetuó. Y así en este Exemplario sobrequalquiera artículo y materia que tracta, pone exemplos sanctos y ecclesiásticos, así antiguoshebreos como modernos christianos, y después pone en contra y en corresponción los profanosgriegos y romanos y algunos bárbaros. Nosotros, imitándole también, para recordar lo quehazemos y escrivimos, y para memoria y loor de nuestra España (en la qual sola sobre qualquiercosa se hallarán tantos y aun más exemplos que en todas las otras naciones de la tierra)añedimos25 y posimos en fin de cada materia y capítulo sus exemplos y cosas notables.Verdaderamente a mi gusto la obra es notable y de donde grande utilidad y provecho se puedesacar, y grande gusto para qualquier paladar.

Dios nuestro Señor, por su infinita bondad y misericordia, la confirme y bendiga desde susancta silla celestial, para que de ella se saque fructo y doctrina sancta y conveniente a nuestrasconscientias y no se verifique en nosotros lo que Dios nos avisa y arguye por el propheta quandodice: « Cerraron sus oídos y apretaron sus coraçones, no quisieron oír ni entender por no ser

23 trasladé ... ejemplo M : om B2 4 Macrobio {Satuntaüa, IV, 5) explica el efecto patético del exemplum retórico, pero sin referirse

específicamente a «coraçones plebeyos».2 Í añedimos M : anyadimos B

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salvos»26. Lo qual quiera prohibir aquel alto Señor que todo lo puede hazer, al qual encomiendoestos mis trabajos y diligencias, y27 las sojuzgo y pongo debaxo del gremio y amparo de la SanctaMadre Yglesia y de sus ministros y officiales sanctos de ella. Con aquella protestación quesiempre hago y haré de vivir y morir en la verdadera, infalible y syncera fe christiana y en lareligión cathólica, aprobada y sanctificada por la authoridad y testimonio de los Sanctos Padresinspirados y alumbrados por la infusión y gracia del Spíritu Sancto, el qual, con el Padre y con elHijo vive y reyna, Dios verdadero, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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2 6 Zacarías 7,11.2 7 y M:om B

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E L A R T E D E T R A D U C I R E N E L R E N A C I M I E N T O 3 5

PINEDA, Victoria, «El arte de traducir en el Renacimiento (La obra de Francisco de Támara)».En Criticón (Toulouse), 73, 1998, pp. 23-35.

Resumen. De ejercicio de estilo a vehículo de transmisión de saberes, la práctica de la traducción ocupódurante el Renacimiento a nobles y humanistas, a clérigos y caballeros. A muchos de ellos los unía, además,la preocupación por reflexionar sobre los métodos y los fines de su actividad como traductores. Uno de éstos,Francisco de Támara, traductor entre otros de los Apotegmas de Erasmo, vertió al castellano el texto deMarco Antonio Cocci (conocido como «Sabcllico») titulado Liber exemplorum, fuente de inventiodifundidísima por Europa desde principios de siglo XV!. Al frente de esta versión (que nunca se publicó y quehoy conservamos en dos manuscritos), su autor colocó unas breves pero enjundiosas reflexiones sobre e¡ arrede traducir. Este artículos sitúa las ideas de Támara en el marco de la teoría renacentista de la traducción cintenta organizar y sistematizar la información de que disponemos acerca de sus traducciones.

Résumé. La traduction, exercice de style ou voie de transmission des savoirs, a été pratiquée, pendant laRenaissance, par nobles et humanistes, clercs et gentilshommes. Tous avaient en commun le désir de réflexionsur les méthodes et les finalités de leur activité de traducteurs. L'un d'entre eux, Francisco de Támara,traducteur des Apothègmes d'Érasme, a donné une version castillane de l'ouvrage de Marco Antonio Cocci(connu sous le nom de «Sabellico») intitulé Liber exemplorum, qui, dès le début du XVIe siècle, servit desource á'itiveiüio à travers toute l'Europe. En guise de préface de cette traduction (restée non publiée et donton conserve deux manuscrits), Támara fournit de courtes mais denses réflexions sur l'art de traduire, que leprésent article tente de replacer dans le cadre de la théorie de la traduction de l'époque, tout en rendantraison des informations dont nous disposons sur les traductions de cet auteur.

Summary. From exercise of sryle to vehiclc for tiie transmission of knowledge, the practice of translationoccupied noblemen and humanists, clergy and gentlemen during the Renaissance. Most of them also shared apréoccupation with the theoretical aspects of translation, and with their task as transistors. One of thèse,Francisco de Támara —translator, among other texts, of Erasmus's Apothcgmata— translated into Spanishthe Liber exemplorum by Marco Antonio Cocci «Sabellico», a source of invention that circulated widcly inEurope from the beginning of the 16th century. As an introduction to the text (which was never published,and is extant in two manuscripts), Támara included a brief letter about his opinions on the art of translation.This article tries to place Támara's ideas within the context of Renaissance theory of translation, and also toorganize ail the scattered information that wc hâve on his own translation.

Palabras clave. Exemplum. Renacimiento. Sabellico. Támara. Traducción.

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