el arte de amar la vida (kailas editorial)

NGELA VALLVEY

El arte de amar la vida

KAILAS_ARTE_VIVIR_VIDA2a.indd 5 30/04/15 10:44

KNF5

El arte de amar la vida

2015, ngela Valley 2015, Kailas Editorial, S. L. Calle Tutor, 51, 7. 28008 Madrid [email protected]

Diseo de cubierta: Rafael RicoyDiseo interior y maquetacin: Luis Brea MartnezFotografas: Luis Brea Martnez

ISBN: 978-84-16023-57-8Depsito Legal: M-15173-2015

Impreso en Artes Grficas Cofs, S. A.

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Impreso en Espaa Printed in Spain


El arte no hace ms que versos; solo el corazn es poeta.

Andr CHNIER, lgies, XX


Para Mauricio Casals,porque sabe que la vida est llena de milagros

como la amistad.

Y para todos los poetas que no saben que lo son y estn leyendo este libro.


ndice

Introduccin La vida est llena de milagros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

C A P T U L O 1. Cualquier obra de arte sigue un modelo La vida de nuestros mayores puede ser uno (y bastante bueno) . . . . . . . . . 19

C A P T U L O 2. La vida, creacin en marcha La vida como obra de arte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

C A P T U L O 3. El poema del corazn Y eso no significa nada cursi a pesar de lo que alguno est pensando . . . . . 33

C A P T U L O 4. La magia de las palabras Y no hablamos de ilusionismo, sino de maravillas de verdad . . . . . . . . . . . 37

C A P T U L O 5. Nueve reglas sencillas a observar: Convertirlas en costumbre tambin es un arte provechoso, pues la costumbre modela el carcter, y el carcter es la forma en que nuestra vida escribe su papel en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

C A P T U L O 6. Unas cuantas vidas de poetas que no son ejemplo de nada, pero sirven de ejemplo para casi todo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57


C A P T U L O 7. Huyendo de la felicidad: En este mundo todo es catalogado, procesado y archivado; nuestro simpln sistema binario (placer y dolor) obedece a una lgica donde la queja es la protagonista del malestar social comtemporneo . . . . . . . . . 87

C A P T U L O 8. Glosario de la vidaEl acto necesario de cada da . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

C A P T U L O 9. Aprende a hablar Con la alegra de nios que descubren las palabras . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

C A P T U L O 10 . El arte de apreciar lo belloHay que acordarse de mirar alrededor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

C A P T U L O 11. El poeta de la vidaNo compone versos, pero sus versos son sus das . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

C A P T U L O 12. Una aventura emocionante: La de nuestra vida, que corre paralela a la de nuestras palabras . . . . . . . 123

C A P T U L O 13. Estimular la imaginacinEs el gran juego de la mente que reporta impensables ganancias . . . . . . . 127

C A P T U L O 14. Tener personalidadY eso es algo que se puede aprender . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

C A P T U L O 15. La comedia de la vidaA veces se escribe en forma de drama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

C A P T U L O 16. El estiloEs importante, e incluso para imitar bien hace falta tener estilo . . . . . . . . 153

C A P T U L O 17. Aprender a respirar como un campesino sin deudas y otros sencillos ejercicios que entrenan la mente para mejor vivir . . . . . . 161

C A P T U L O 18. Sentencias de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187


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IntroduccinLa vida est llena de milagros

No siempre resulta fcil vivir. Incluso cuando vivir debiera ser algo fcil.

Qu hacer, entonces, para sobrellevar los golpes de la existencia?

Cmo encontrar respuestas a las tragedias familiares, la muerte de un ser querido, los problemas de salud?

A veces, uno siente que la desgracia es su mejor amiga.Dicen que la belleza es salud, pero no siempre la salud es si-

nnimo de belleza; que se lo pregunten a cualquier adolescente contemporneo, insatisfecho consigo mismo y desconcertado por-que no sabe qu hacer con su existencia.

No todo el mundo logra hallar sentido a la vida, o por lo menos encauzarla en una direccin (que puede ser lo ms pare-cido al sentido de vivir que encuentre jams).

Cuando el alma enferma, lo hace en armona con la carne que la sustenta, como toda alma que se precie, y por eso termina por contagiar su mal al cuerpo.

Ocurre que, alguna vez, nuestra realidad es de menor calidad que nuestros sueos, y la insatisfaccin resultante nos hace sentir-nos profundamente desgraciados.

Otras, nuestra mente da manotazos al aire, nos sentimos irre-mediablemente perdidos, ms tristes que una pandilla de almejas


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veraneando en aguas dulces, aburridos como integrantes de un juego en el que se han visto obligados a participar y cuyas reglas no entienden. Como atletas poco dotados que no conocen el loco y cambiante reglamento de la fiesta del vivir, las claves que nos per-mitiran hacernos con todas las ganancias de una existencia plena

Por si fuese poco, en nuestros tiempos se ha implantado la dictadura de la felicidad. Ser feliz se ha convertido en un impe-rativo que, a menudo, genera ms presin sobre las personas que un jefe que nos la tenga jurada.

La antigua aspiracin y derecho ciudadano a ser feliz, hoy da se ha transformado en la obligacin de ser feliz. Por todos lados nos incitan a ser felices, nos venden felicidad, nos empujan a la felicidad con la misma consideracin que un pasajero aturullado en un vagn de metro repleto.

Si uno no consigue ser feliz, se ve a s mismo como un fraca-sado. Como si fuera tan fcil ser feliz, como si estuviera al al-cance de cualquiera ese nirvana!

Por eso, no es extrao que crezca la frustracin como un mal endmico: resulta casi imposible estar a la altura de las expectati-vas de felicidad que se nos exigen.

En la vida abundan los das en los que uno no tiene por qu aspirar, en absoluto, a ser feliz, a mostrar la simptica cara de un batracio en celo, contento de su suerte.

La felicidad no es el nico camino. Hay otros menos peren-torios y que probablemente conducen a un tipo de satisfaccin ms sofisticada pero tan respetable como las dems.

Algunas veces nos regodeamos en los sentimientos ms tor-tuosos, tan alejados de la felicidad como un banquero que se aparta de la posibilidad de concederle un generoso crdito al padre de familia honrado pero sin ambicin.

Hoy no quiero ser feliz, nos gustara gritar a los cuatro vientos (aunque, por lo general, uno se conforme con colgarlo en el muro de las lamentaciones de Facebook).

Qu pasa, por qu estamos obligados a ofrecer un rendi-miento de felicidad igual que quien trabaja en una fbrica conser-


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vera y debe cumplir con el objetivo de produccin semanal de besugos enlatados?

En nuestros das, la felicidad ha dejado de ser una eleccin, un sueo, para transformarse en un deber.

Pero no es posible que alguien sea constantemente feliz, de la misma manera en que no podemos escapar de nuestra sombra por mucho que corramos.

San Agustn, que era un tipo con un par de cosas que decir, lo tena claro: Que hablen todos los que amaron el mundo. Que digan si tuvieron jams goce sin dolor, paz sin discordia, descanso sin miedo, salud sin flaqueza, luz sin sombras, risa sin lgrimas.

Pues claro. Porque lo normal es que todo venga ms o menos junto o en

paquetes, como esos lotes de oferta del supermercado. La vida no se anda con contemplaciones: normalmente le cuesta ofrecer ros de felicidad pura e incontaminada.

Pero, ahora, el requerimiento forzoso de militar en el ejrcito de la felicidad nos hace creer lo contrario.

O sea, que no se nos permite ser poetas, ser libres, dejar que la lrica y el dramatismo del mundo nos ennoblezcan con su dolor o su alegra, segn toque, y que el puro transcurrir del tiempo nos ate a la vida.

El objetivo primero de cualquier ser humano no debiera ser la felicidad que a veces parece algo inalcanzable, un premio tan resbaladizo como acertar la lotera, sino aprender a vivir, pues quien aprende a vivir, tarde o temprano consigue vivir bien, y quien vive bien, es que ama la vida.

Algo que tambin funciona a la inversa: quien ama la vida, tarde o temprano, aprende a vivir bien. Si eso se logra, la feli-cidad se convierte en una recompensa al alcance de la mano. Un trofeo que deja de parecer una estrella lejana para transfor-marse en un racimo de uvas dulces y jugosas pendiendo de una parra.


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Para cualquiera, sera un golpe de suerte, de fortuna, encon-trar la sencillez, las claves de la vida sencilla, en vez de la felicidad.

Esta ltima no es algo que uno descubra por la calle, como un chicle pisoteado o un guardia urbano con el ceo fruncido. Tampoco es un paquete que se recibe por mensajera sin haber hecho nada por merecerlo.

Mientras que resulta posible conocer las reglas de una vida buena y sencilla sirven las mismas para cualquiera, la felici-dad no tiene reglamento.

Pero si somos capaces de vivir bien, tarde o temprano la felici-dad entrar por la puerta por sus propios medios, sin que tengamos que ir a buscarla desesperados por los andurriales del mundo.

La sencillez era lo mejor que posea el poeta chino Tao Yanming (372-427 de nuestra era), que estremeci a sus contem-porneos y an sigue dejndonos a todos con la boca abierta con sus pocos poemas y ensayos, y con una personalidad turbadora.

Era un tipo encantador, que supo vivir aferrndose a la senci-llez como una lapa al casco de un yate de cruceros.

Un da recomend a sus hijos que tratasen bien al pobre cam-pesino que les ayudaba en sus faenas. Tratadle bien, que tambin l es hijo de alguien, les suplic.

Estara bien propiciar la armona con el mundo. Tener una vida de sentidos y unos sentidos profundamente

enraizados en la vida. Dejar atrs el cinismo, la amargura, la inmadura rebelin con-

tra los hechos. Ser poeta de verdad, lo que no tiene nada que ver con escribir

o leer versos, sino con encontrarle sentido a la existencia a travs del amor a la vida.

Si usted pudiese elegir algunas cualidades de su personalidad, cules seran?

Tome lpiz y papel, y enumrelas. Aqu van algunos ejemplos:


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Tenerunespritulibre.(Sobretodo,libredemiedo). Nosertanmaterialistacomoparadejarmellevarporlain-

temperancia. Sabernopreocuparmeatiempo. Serpoeta.

Para ser poeta no hace falta escribir versos, ni siquiera leerlos a menudo.

Para ser poeta, nicamente es preciso saber mirar el mundo.Este libro est escrito para esas personas que, aunque no

escriben versos y seguramente ni siquiera los leen, son poetas sin ellas saberlo. O pueden llegar a serlo porque estn apren-diendo a mirar, porque estn predispuestas para educar su mirada.

Saber mirar y ad-mirar la vida es un hermoso aprendizaje. Y puede ser divertido.De eso tratan estas pginas.


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C A P T U L O 1

Cualquier obra de arte sigue un modeloLa vida de nuestros mayores puede ser uno

(y bastante bueno)

Nuestros abuelos tuvieron menos cosas que nosotros, y una vida ms dura, en la que soportaron guerras, ca-restas de todo tipo, incluso hambre y orfandad. Sin em-

bargo, lograron ser ms honorables, o por lo menos sentirse menos envilecidos, forjaron su carcter con temple y honestidad, y sacaron adelante a familias numerosas, mantenindolas unidas.

Cul era su secreto?

En primer lugar, su vida era ms natural que la nuestra.Es mejor aspirar a vivir de manera sobria, buscar las verdades

esenciales en lugar de complicarnos con toda la superficialidad barata que enreda nuestro da a da.

Cuando yo encuentro uno de estos tesoros autnticos (que no son joyas ni devaluados y ficticios billetes de banco), me esfuerzo en conservarlo. As aumento mi fortuna. La nica que ofrece in-tereses que merecen la pena.

El mundo contemporneo se ha empeado en enredarnos la vida. Hay que guardar demasiadas contraseas (para acceder al banco online, a las redes sociales, al nuevo telfono mvil que tiene ms potencia que el Apolo 13 y que no sabemos aprovechar porque, en realidad, no necesitamos ninguna de las utilidades que ofrece). Las dificultades son tantas que hacen nuestra vida miserable.


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Es mejor no perder el tiempo, ni los nervios, con algo de lo que es posible prescindir por completo.

Cuando me enfrento a un obstculo absurdo, a una de las mil patochadas que me distraen y me sacan de quicio, me hago la pregunta:

Soy capaz de vivir sin esto?.Si la respuesta es s, lo pospongo para otro momento

(cuando tenga ayuda cualificada, por ejemplo), o lo olvido para siempre y que la app que no logro descargar, el programa que no s activar o el documento que no consigo abrir se vayan a hacer virtuales grgaras.

(Venga ya, anda).Otra pregunta vlida que me formulo para averiguar si estoy

ante algo importante es:Qu habra hecho al respecto mi abuelo?.La sabidura de los abuelos es proverbial. (Siga su consejo).Muchas de las necesidades que ahora tenemos son la seal

del progreso (cientfico, econmico, cultural, tcnico) que de-beramos disfrutar, no padecer como parsitos en el intestino grueso.

Un ser humano es tanto ms feliz cuanto menos necesita en el plano material.

Es preferible intentar acaparar bienes para la mente, antes que para el cuerpo. Igual que hicieron, a su modo intuitivo y quizs no planificado, nuestros abuelos.

El cerebro es un palacio al que hay que amueblar con todo tipo de riquezas, mientras que la casa, el hogar donde vivimos, ofrece ms confort cuanto ms sencillo, cmodo y fcil de limpiar es. Lo mismo puede decirse de la propia vida: cuanto ms clara, bella y ordenada es, ms fcil resulta disfrutarla.

El deseo de bienes materiales es el responsable de los mayo-res crmenes que ha cometido la humanidad. Mientras que la ambicin de posesiones intelectuales es el responsable del poco


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o mucho progreso que la especie humana ha podido disponer desde la rueda a la filosofa. Si me dan a elegir entre las po-sesiones de la materia y las del pensamiento, elegira las ltimas sin dudarlo. Eso no significa que renuncie a conseguir bienes ma-teriales que hagan mi vida ms cmoda, que incluso faciliten mi vida espiritual al liberarme de tener que esforzarme para cubrir mis necesidades bsicas, sino que elijo una existencia no materia-lista porque es la actitud ms econmica, ms sabia.

La primera gran fortuna del intelecto es la moral; la moral una palabra poco usada hoy da, una expresin cubierta por un in-justo descrdito en un mundo en el que imperan la tontera y la malicia significa poder tomar el control de uno mismo, para que las pasiones y las necesidades no se hagan con el mando de nuestro destino.

La vida es un vehculo que puede llegar a su meta si quien lo conduce es la razn, pero que se dar un testarazo seguro si aga-rra el volante la exaltacin, la urgencia, el exceso.

Aunque nuestra vida lo tenga todo para poder hacer un gran viaje, si dejamos que la inmoralidad tome el control, esta actuar como un conductor drogado y acabar despendose, o atrope-llando a algn inocente que se cruce en su camino.

Eso es algo que saban nuestros abuelos, que haban vivido una guerra civil y aprendido un par de cosas

Hay que luchar contra las tres plagas del ser humano, las que lo han torturado desde el comienzo de los tiempos:

Miseria Ignorancia Opresin

Si nuestra mente no es msera, nuestra vida seguramente tampoco lo ser. La educacin es el instrumento mgico que nos ayudar a acabar con la miseria (del pensamiento y del cuerpo). Tambin


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har pedazos la ignorancia que nos impide siempre avanzar, ger-minar, florecer como ser humano digno.

Sin miseria e ignorancia, seremos ms conscientes de vivir en situaciones de opresin, de tirana, de caudillaje, y estaremos ms dispuestos a luchar para combatirlas (y para eso no es preciso escudarse en la ideologa, tan solo en una legtima aspiracin de justicia y libertad).

Quien aprende a leer, aprende a leer tambin la realidad, y, por tanto, ser capaz de transformarla.

No olvide lectora, lector que leer es la mejor armadura contra los males del mundo. Incluidas las guerras?, dir usted. Pues s, probablemente. Es posible que los judos que abandona-ron Berln cuando el Partido Nazi no era ms que el sntoma de un tiempo convulso fuesen unos avezados lectores, capaces de desentraar la realidad de lo que aconteca. Por eso salvaron sus vidas, y las de sus descendientes, yndose a tiempo, emigrando, intuyendo claramente el peligro de lo que se avecinaba.

Leer es un arma de supervivencia bsica. Quien lee sabe que solo la moral es capaz de hacer avanzar el

mundo.

* Si quiere ser libre, respete la libertad de los dems.

Nada mejor que hacerse uno digno de la libertad procurando no pisotear la libertad ajena. En ocasiones, lograrlo requiere un esfuerzo, pero todo lo que merece la pena lo precisa:

* En un mundo que no premia el trabajo, sino la dejadez aco-bardada, el desaliento y la absurda y primitiva confianza en el azar, ejercitar la perseverancia, la lucha, el atrevimiento de la voluntad, consigue fortunas fabulosas.

* Conservar lo esencial cuando se encuentra y recordar que todo lo que importa suele ser invisible, intangible, pero de un poder inmenso.


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Y, cuando dude, pregntele a su abuelo. O pregntese a s mismo qu hubiese hecho l.

La preocupacin es enemiga de la vida buena

Nuestros abuelos se preocupaban por cosas importantes de ver-dad (la enfermedad, la pobreza, la muerte), no nos preocupe-mos nosotros por menudencias

La peste del entendimiento se llama preocupacin. La preocupacin es una enfermedad que se manifiesta en-

viando pensamientos desagradables de manera incesante hasta la conciencia.

Como un ataque virulento, la preocupacin puede deshacer-nos el nimo, convertirnos en una piltrafa humana.

La preocupacin es la polilla del corazn. Una persona preocupada no duerme ni descansa. Por supuesto, no es lo mismo sentir preocupacin porque

nuestro hijo est gravemente enfermo que preocuparnos por la posible amenaza de algo que, la mayor parte del tiempo, solo existe en nuestra imaginacin.

En vez de utilizar la imaginacin como fuente interminable de placeres y creatividad, hay quien usa su enorme potencial como surtidor inacabable de preocupaciones tontas.

Y mientras la preocupacin ocupa con su infecta presencia nuestra imaginacin, la inteligencia no descansa, no da frutos y va poco a poco cercenando su potencialidad.

La preocupacin sin sentido embrutece, malhumora, agria el carcter. Normalmente, cuando se dice eso de Es una persona con mucho carcter, lo que se quiere decir es que es una persona con mal carcter.

Pero tener mal carcter no es tener carcter. Tener carcter es tener personalidad. La preocupacin despersonaliza, porque es un fenmeno de

posesin casi demonaca.


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El hombre o la mujer preocupados carecen de oportunidades. La mujer o el hombre preocupados consumen su vida en un

luto anticipado: en vez de esperar a que se produzca de verdad el desastre para lamentarlo, hacen del lamento su oficio.

Hay que hacer un hatillo con la preocupacin intil y tirarlo por un precipicio de donde no pueda volver.

Es el adorno siniestro e innecesario en la novela barata, el estribillo de mal gusto en la copla barriobajera.

Cuando la preocupacin intente ocupar el espacio de nues-tra mente, lo mejor es buscar distracciones: leer una novela de zombies, salir con amigos, viajar, dar un paseo. Echar a la preocupacin a la calle metiendo en nuestra cabeza a un in-quilino ms agradable y que ocupe mucho sitio. Es algo infa-lible!

Los chinos suelen decir, con razn: si un problema tiene solucin, no hace falta preocuparse, y si no tiene solucin, preocuparse no sirve de nada.

Y lo que vale para la preocupacin se puede decir para la ira, la clera, la violencia.

La tentacin del grito, la irritacin, los golpes no cabe en la personalidad de un autor que construye con xito la obra de su vida.

El autocontrol es tan necesario como el oxgeno para que la vida llegue a buen trmino.

Se cuenta que, cuando Scrates se enfadaba mucho, se pona a hablar en voz muy baja, consigo mismo o con los dems. En vez de elevar la voz, la bajaba hasta hacerla casi inaudible, hasta que lograba dominar su furia.

Era un hombre sabio.Un buen ejercicio que sin duda nos ayudar a dominar nuestra

rabia es correr a ponernos delante de un espejo cuando sintamos un arrebato de violencia, fsica o verbal.

Apuesto a que todo el que pueda contemplar su cara en esos momentos se quedar tan sorprendido y horrorizado de lo que ve que se detendr un minuto a pensar en su actitud.


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Volviendo a recordar el refranero chino: Si eres paciente en un momento de ira, te ahorrars cien das de tristeza.

Nuestros abuelos descubrieron hace mucho que, de la misma manera que el obrero manual necesita consumir una mnima can-tidad de caloras y fosfatos diarios porque si no sera incapaz de mantenerse en pie, el obrero intelectual, el que quiere convertir su mente en una mente maravillosa, tambin la tiene que alimentar.

Pero la preocupacin es una bacteria carroera que rapia cualquier alimento que ocupe su territorio, lo devora enseguida y se nutre de l.

Hay que envenenarla, pues. Si no conseguimos aniquilarla del todo, por lo menos que

acabe debilitada y disminuida para siempre. Alimentemos el cere-bro con manjares hechos de emociones y sensaciones placenteras y fuertes, ms potentes que la preocupacin, que, adems, no pro-duce placer ninguno.


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C A P T U L O 2

La vida, creacin en marchaLa vida como obra de arte

Ysi se pudiese hacer literatura con la propia vida? Escribirla como quien escribe una obra de arte: Quelosminutosfuesenlaspalabras, lashoras,lasfrases, losdas,losprrafos, losaos,loscaptulos, laobraliteraria,lavidaentera.

Literatura signific, en un principio, saber leer y escribir, el co-nocimiento de las letras. Antiguamente, solo con estar alfabetizado, cualquiera se converta en experto en literatura. Igual que ahora, cuando el currculum de un poltico de medio pelo se enriquece con una licenciatura tan solo con pagar la matrcula del primer curso en la Universidad online del Pato Donald, por ejemplo.

Ms tarde, el significado de la palabra literatura se ensanch y comenz a utilizarse para sealar aquello que se expresa me-diante la escritura: las obras literarias consideradas como un arte.

De modo que dicha palabra ha tenido una acepcin que sig-nificaba sencillamente algo til el lenguaje y su instruccin, y otra que indica algo con inters artstico.


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Como la literatura, la vida que tenemos una sola, que ms vale aprovechar la podemos mirar como algo que sencillamente su-cede, o hacer con ella una obra de arte. Esto ltimo requiere per-feccionamiento, tcnica de autor experto, criterio esttico y expe-riencia.

(Tranquilo, lector, parece difcil, pero no lo es mucho ms que aprender a leer: es algo que puede hacer cualquier nio).

Una de las formas de estudiar, y por tanto de comprender, la literatura es lo que se llama Literatura Comparada.

Para vivir, resulta fructfero utilizar los mismos mtodos que para estudiar literatura, y uno de los principales es la comparacin.

La comparacin consiste en relacionar hechos extrados de con-juntos dismiles, sin aparente conexin, y extraer as leyes generales. La comparacin, adems de conveniente como disciplina, forma la capacidad de comprensin y de reflexin, y moldea el gusto.

Mediante la comparacin podemos hacernos preguntas sobre nuestra vida y obtener alguna que otra respuesta sensata:

Qu gnero de vida llevamos, comparado, por ejemplo, con las formas de vivir de otras pocas, o de nuestro pasado ms inme-diato?

Qu tal es nuestra vida comparada con la de esa moza que sale tanto por la tele, una joven actriz que trabaja en pelculas con mucho argumento para las que no necesita ir precisamente ves-tida?

Y confrontada con la del vecino del 4. B, que perdi a su mujer (en la ruleta del casino) hace un par de meses?

Y comparada con la de esa prima segunda que vive sola, aficionada a hacer donaciones (a partidos polticos mundialmente famosos por sus pocos escrpulos)?

Nos quejamos a menudo de nuestra vida, pero pocas veces se nos ocurre compararla con la que tuvieron nuestros padres y abuelos. Lo ms probable es que la mayora de nuestros abue-los no dispusieran de agua corriente en sus casas una buena


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parte de su vida, pero si a nosotros nos cortan el agua durante media hora por una avera en el barrio, nos sentimos los seres ms desgraciados del mundo. Nos entran ganas de ducharnos justo en ese momento (a pesar de que no seamos reconocidos en el edificio como parientes carnales de Don Limpio). Se nos sube el cabreo hasta el cuero cabelludo, que empieza a picar y a exigir un lavado inmediato. Nos bebemos un whisky con hielo y amoniaco en nuestro angustioso afn de distraer a una vejiga insaciable, que nos reclama agua a cntaros. El intestino nos acucia con exigencias de tubera atascada. La familia en-tera quiere ir al bao al mismo tiempo El agua corriente, la llamamos! Como si lo lgico fuese que el lquido elemento co-rriese a travs del grifo, y no a campo abierto como ha hecho toda la vida

Qu genero de vida llevamos, pues?

No vivimos dentro de un poema alegrico, ni en una terza rima dantesca, o una pastoral italiana, desde luego; pero vivimos en una poca y en un lugar del mundo (Occidente, en este caso) donde, por lo general, por humildes que seamos, no es difcil lle-gar a disfrutar de ms comodidades que un seor feudal y, desde luego, de mucha ms agua caliente.

Cul es nuestro estilo de vida?

Antao, Petrarca, los trovadores, Tcito o Gngora, resultaron in-fluyentes en las literaturas de su tiempo y en la posteridad. Cules son las influencias que se dejan sentir en nuestro estilo de vida?

latelevisin Internet losanunciospublicitarios lasredessociales


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Qu temas afectan a nuestra vida? Somos sensibles a la predi-leccin que cada poca siente por determinadas cuestiones? Nos dejamos arrastrar por las corrientes mayoritarias de opinin? Coreamos a ese personaje que aparece en un programa del cora-zn y se ha hecho famoso porque siempre repite Desde luego, por aqu!, con un tonillo de guasa y una cadencia musical que so-nara estpida incluso a los odos de un extraterrestre?

S, lo hacemos. Lo coreamos porque todo el mundo entiende la broma, y a cualquiera le gusta sentirse parte de la sociedad. Lo hace-mos porque, aunque evidentemente se trata de una chorrada, no lo-gramos sustraernos a las influencias de nuestro tiempo. A las opinio-nes polticas, a las modas, a los gustos de nuestros congneres

Nos somos tan raros como para aislarnos y parecer unos aliens frikis recin llegados de Saturno en un vuelo low-cost de Solar System Air Lines para practicar el turismo de borrachera en Magaluf.

Ideas que predominan en nuestra vida

Las ideas escriben la historia. Qu ideas han calado en nuestra mente hasta echar races en ella? En otros tiempos, las ideas reli-giosas lo impregnaban todo la literatura medieval, la de la Reforma, de manera que compusieron una tica y una est-tica peculiar. Por lo general, somos hijos de nuestro tiempo y no nos paramos a cuestionar las ideas que nos han ofrecido como dogmas indiscutibles. Sin embargo, esa historia de las ideas de-muestra que el ser humano cambia y se adapta, y lo que ayer fue creencia divina hoy es apenas un recuerdo.

Antao, el cristianismo era lo penltimo de lo ms. Hogao, la Cienciologa vuelve locos (literalmente) a ciertos actores de fama mundial. Y algunos terroristas se envuelven en la bandera de la fe, aunque podran hacerlo en la sbana de un psiquitrico y sera ms propio.

La religin no siempre resulta bien asimilada moralmente por quienes no poseen un espritu bello y tranquilo.


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Sentimientos que predominan en nuestra vida

Junto con las ideas, los sentimientos propios de cada etapa hist-rica dejan su impronta en la personalidad de los individuos. Cules son los ms fuertes para nosotros?

La ira?La bondad?El odio?El rencor?El amor?El trastorno obsesivo-compulsivo por las compras?

La originalidad en nuestra vida

Como autores de la obra de nuestra vida tome nota, lector: usted firmar su mejor trabajo, y ese ser su vida, como labradores del quehacer de vivir, puede decirse que hay en ella cierta originalidad, una aportacin individual del autor a la historia? O no?

Si nuestra vida fuese obra de un poeta, un poeta que no ha escrito ninguna otra cosa ms que esa vida, en la que ha puesto todo su arte y cuidado, diramos que el resultado es hermoso y personal, original?

La vida de Fulnez patinador artstico fue un poema pico, sobre todo cuando decidi cambiar de registro y dedicarse al hockey sobre hielo.

La vida de Mengnez visitador mdico era una vulgari-dad hasta que se embarc en una misin a Marte de no retorno creyendo que cobrara dietas por kilometraje y sin percatarse de que, cuando llegara a su destino, en cualquier caso no tendra dnde ir a gastar


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