el arma infalible chico xavier

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EL ARMA INFALIBLE Por el Espíritu Neio Lucio. Psicografia de Francisco Cándido Xavier Cierto día, un hombre insubordinado creó un poderoso y largo pensamiento de odio, lo colocó en una carta ruda y malcriada, y lo mandó al jefe del taller del que fuera despedido. El pensamiento estaba basado en la forma de amenazas crueles. Y cuando el director del servicio leyó las frases ingratas con las que se expresaban, las acogieron, desprevenidamente, en su propio corazón, y se puso furioso sin saber por qué. Encontró, de inmediato, al subdirector del taller, y con el pretexto de encontrar una pequeña pieza quebrada, dirigió sobre él la bomba mental que traía consigo. Fue la vez del subdirector tornarse neurasténico, sin dar motivo. Guardó la proyección maléfica en el sentimiento, permaneció enfadado varias horas, y en el instante del almuerzo, en vez de alimentarse, descargó en la esposa el peligroso dardo intangible.

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EL ARMA INFALIBLE.CHICO XAVIER.

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Page 1: El arma infalible chico xavier

EL ARMA INFALIBLE

Por el Espíritu Neio Lucio. Psicografia de Francisco Cándido Xavier

Cierto día, un hombre insubordinado creó un poderoso y largo

pensamiento de odio, lo colocó en una carta ruda y malcriada, y lo

mandó al jefe del taller del que fuera despedido.

El pensamiento estaba basado en la forma de amenazas crueles. Y

cuando el director del servicio leyó las frases ingratas con las que se

expresaban, las acogieron, desprevenidamente, en su propio corazón,

y se puso furioso sin saber por qué.

Encontró, de inmediato, al subdirector del taller, y con el pretexto de

encontrar una pequeña pieza quebrada, dirigió sobre él la bomba

mental que traía consigo.

Fue la vez del subdirector tornarse neurasténico, sin dar motivo.

Guardó la proyección maléfica en el sentimiento, permaneció

enfadado varias horas, y en el instante del almuerzo, en vez de

alimentarse, descargó en la esposa el peligroso dardo intangible.

Page 2: El arma infalible chico xavier

Tan solo por ver un zapato mal engrasado, profirió decenas de

palabras feas; se sintió aliviado y la mujer pasó a guardar en el pecho

la odiosa vibración, en forma de cólera inexplicable.

Repentinamente trastornada por el rayo que la hiriera y que, hasta

allí, ninguno supiera remover, se encaminó hacia la empleada que se

encargaba del servicio del calzado y la regañó. Con palabras

indeseables le inoculó en el corazón el estilete invisible. Ahora, era

una pobre niña quien detenía el tóxico mental.

No pudiendo despejarlo con los platos y las tazas que tenía al alcance

de sus manos, en vista de la enorme deuda en dinero que sería

obligada a aceptar, se acercó al viejo perro, dormilón y paciente, y le

transfirió el veneno sutil, con un puntapié de vastas proporciones.

El animal gimió y salió disparado, tocado por la energía mortífera, y

para librarse de ésta, mordió a la primera persona que encontró en la

vía pública.

Era la señora de un propietario vecino, que herida en el coxis, se

enfureció instantáneamente, poseída por la fuerza maléfica. En

gritería desesperada, fue conducida a cierta farmacia; entretanto, se

dio prisa en transferir al enfermero que la atendía la vibración

maldita. Lo llenó de insultos y lo abofeteó.

El joven muy servicial, sosegado que era, se convirtió en una

verdadera fiera. Replicó los golpes recibidos con observaciones

ásperas y salió alucinado, para su residencia, donde la vieja y devota

madre lo esperaba para la refección de la tarde. Llegó y descargó

sobre ella toda la ira de que era portador. – ¡Estoy harto! –Bramó–

¡La señora es la culpable de los sinsabores que me persiguen! ¡No

soporto más esta vida infeliz! ¡Huya de mi vista!... 29

Pronunció nombres terribles. Blasfemó, y gritó colérico como un loco.

La viejita, sin embargo, lejos de enfadarse, le tomó las manos y le dijo

con naturalidad y blandura:

– ¡Venga acá hijo mío!

Page 3: El arma infalible chico xavier

¡Usted está cansado y enfermo!

Sé la extensión de sus sacrificios por mí y reconozco que tiene razón

en lamentarse.

No obstante, ¡Tengamos buen ánimo! ¡Acordémonos de Jesús!... Todo

pasa en la tierra. No nos olvidemos del amor que el maestro nos legó…

Lo abrazó, conmovida, y le acarició los cabellos.

El hijo se demoró en contemplarle los ojos serenos, y reconoció que

había en el cariño materno tanto perdón y entendimiento que

comenzó a llorar, pidiéndole disculpas.

Hubo entonces entre los dos una explosión de íntimas alegrías.

Comieron felices y oraron en señal de reconocimiento a Dios. La

proyección destructiva de odio murió, al final, allí, dentro del humilde

hogar, delante de la fuerza infalible y sublime del amor.

Libro: Alborada Cristiana. Lección nº 12. Página 57.