el árbol - mayo 2014

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M A Y O 2014

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El jardín - Editorial Frutal soledad - Uriel Hernández Árbol nocturno del agua - Andrés Cisneros Llegarás - Daniela Saucedo Inventario II - Zeltzin Alvarado Bajo la lluvia - Isabel Palacios Cuentos - Primavera Colunga Entrevista a Naief Yehya - Manv Gómez Mi descubrimiento de la invención de América Latina - Dorte Jansen La función de la crítica en la formación de lectores - Dalina Flores

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Page 1: El árbol - mayo 2014

M A Y O

2014

Page 2: El árbol - mayo 2014

2

Esta edición está realizada bajo una licencia Creative Commons.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/mx/

Los derechos de la ilustración de la portada le pertenecen a Julieta Colás. Los derechos de los

textos pertenecen a sus respectivos autores. ISSN y derechos de autor en trámite.

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3

Contenido

El jardín

Editorial

5

Frutal soledad

Uriel Hernández

7

Árbol nocturno del agua

Andrés Cisneros

8

Llegarás

Daniela Saucedo

12

Inventario II

Zeltzin Alvarado

15

Bajo la lluvia

Isabel Palacios

17

Cuentos

Primavera Colunga

22

Entrevista a Naief Yehya

Manv Gómez

25

Mi descubrimiento de la invención de América Latina

Dorte Jansen

30

La función de la crítica en la formación de lectores

Dalina Flores

35

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4

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5

El jardín

Editorial

En el primer número nos preguntábamos por dónde empezar. Tal

vez ahora la pregunta debería ser cómo agradecer la respuesta del

público hacia esta pequeña revista. La solución es una sola: hacer

un segundo número y cruzar los dedos. En esta ocasión incluimos

algo de microficción a cargo de Primavera Colunga, quien brilla no

solo por sus movimientos sobre el escenario, sino también por la

contundencia y brevedad de su pluma. En este mismo tenor, vemos

los textos de Isabel Palacios, Daniela Saucedo y Zeltzin Alvarado;

cada una vertiendo su corazón a su manera, convirtiendo las

emociones en tinta sobre el papel. Por el lado académico; en este

número incluimos un breve ensayo de Dalina Flores que desafía

nuestra forma de acercarnos a la literatura. Esto último resulta

importante puesto que debemos recordar que el arte es algo vivo, no

una abstracción hecha para un museo o galería; por lo tanto, te

invitamos a que pases tu vista por las páginas, te dejes llevar por las

palabras y, de este modo, le des vida a la literatura.

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6

poesía

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Frutal soledad

De la sandía en licuadora hasta el verde limón del vértigo

hablan de medias naranjas

de conocer rodaja en rodaja

y cáscara por cáscara

sus semillas

entonces

zumo mis ojos para no ver

todos tiernan

yo marchito como manzana que ha respirado aire

en mí hay un gusano pensamiento de jugo

es el tequila de rojos

y amarillos

la contraria berenjena que no se escucha

mi boca arándano

tu piel durazno

mi voz de betabel que ya se corta.

Uriel Hernández

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8

Árbol nocturno del agua

Estamos esperando hace tiempo que se cumpla

el designio de las aguas oscuras. Según el decir de los sabios

allí están las reservas contra el hambre de siglos.

Norma Bazúa

Sale del mar el sol con armaduras de espejo

sobre cuatro patas avanza para cortar en siete la selva.

La noche verde lo espera

con su mano barroca de agua, sílaba al ritmo del sueño bailando,

sien veces sien, raíz de cristal: navaja líquida.

Maraña de aves, una vez la vimos

cómo su pie fue un árbol, hundiéndose

en la tierra, y los ríos en sus talones

terminaban espuma: asimilamos la danza de sus hojas

guerreros que bailan alrededor de la hoguera,

circulando en las venas entrecruzadas del tronco,

bocas y ojos sus hojas, coros del viento, tormenta eléctrica:

trizas las nubes, y caen en rocío los cristales:

Árbol de lluvia, lávanos la luz

despega el sol de nuestra frente,

arráncalo con una ola enorme, de un manotazo,

para comenzar la nueva cara del día.

Al dar vuelta las hojas

tres mendigos llaman al árbol

y éste se vuelve follaje de humo

se acomoda el cabello en llamas,

lo aplaca con su mar

Page 9: El árbol - mayo 2014

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apaga la falda de fuego, la sofoca

en lo profundo que espira en la palma de su mano

se vuelve carbón

oscuro diamante que encierra todas las caras del cero

y ondula sus negros brazos.

Horizonte, apaga tu vela,

ahuehuete pájaro, transfórmate

en huevo vacío, apertura en medio del desértico Seri,

relámpago en medio de la piedra, ciclón:

agua, vuélvete tú misma, ave azul de infinitas alas, vuela

arde el mundo en tus manos de río,

con tus dedos de agua sostén esta burbuja

que encierra al invierno, y que en lugar de nieve

caigan tus doradas uñas

y cada una de las escamas en tu atuendo

cante y transforme tu imagen en lluvia.

El enramado ardiente del cielo

se sostiene en la parábola doble

que cierra su vértice en un beso.

Toda revolución concluye en tablas,

si alguien vence se nombra conquista.

En este terrazgo no hay balanza,

no hay revolución, sólo agua turbia

a manera de sangre.

Aunque esta vez la fronda del viento

destroce los trebejos

para ser volución del ojo cuántico de Aquila

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no habrá victoria.

El agua tiene sentido si tomas de ella,

gira, azulada esférica se mueve la anciana:

el faisán es árbol que desdobla sus alas

hacia dentro, y se funde en tu frente.

Sabina, árbol de la noche alegre,

plisa volutas, hilos de plata, heno:

risa tus canas en plumaje de guerra.

Tuya es la vida, Arbora, en la noche hirviente,

la clara historia de la verdad

en un tornado de hojas

líquida águila, desplumándose

en infinitas esquirlas:

panorámica vista de la explosión primera

del agua

detenida, eternamente

en esta noche violenta

en que comienza

otra larga batalla.

Andrés Cisneros

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11

cuento

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Llegarás

En los últimos días he estado pensando en muchas cosas. En ti,

sobre todo. Recuerdo aquellas noches en las que hablabas del

futuro: te daba miedo la incertidumbre, no saber si en realidad

seguiste el camino correcto… ya sabes, esas preocupaciones que se

encargan de darnos la bienvenida a la adultez, pero nunca he sabido

por qué te preocupas. Tú vas a estar bien, más que bien. Siempre he

sabido que un día viajarás a Europa por trabajo y conocerás a una

chica. Apuesto a que será francesa o italiana, quizás incluso

estadounidense. Pero creo que será francesa. Sí, una francesa te

quedaría bien. Me parece que será castaña, una Audrey Hepburn

moderna, belleza clásica que ilumina el lugar en el que está. Su

cabello no será largo, no, y sus ojos serán cafés, pero brillarán.

Brillarán como si un diamantito fuera parte de sus pupilas.

Brillarán cuando sonría. Brillarán cuando hables, porque estará

escuchando cuidadosamente lo que tú digas, pensando que eres un

genio. Y brillarán cuando ella hable, porque se sentirá como la chica

más afortunada del mundo.

La verás en un café, en una de las mesas de afuera con una gran

sombrilla, pero no le pondrás atención a primera vista. Sé que

ordenarás un capuchino porque adoras la espuma que se te pega en

el labio, te hace sentir como un niño. Estoy pensando que será una

artista: una pintora o una fotógrafa, pero no una escritora. Escribir

es una ocupación extraña, rompería su magia. Una pintora, sí. Ella

tomará un expreso, café fuerte, negro. Sin azúcar. Estará leyendo,

pero no una novela. Poesía. Apuesto a que estará leyendo a E. E.

Cummings. Apuesto a que estará leyendo mi poema favorito de E. E.

Cummings: no sé qué hay en ti que me cierra y me abre; sólo que

hay algo en mí que entiende que la voz de tus ojos es más profunda

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que todas las rosas. Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan

pequeñas. De lejos, creerás que sólo es una chica más, pero en

cuanto se volteé y ambos se vean, lo sabrás. Sabrás que es la mujer

más hermosa que jamás hayas visto. Te sentarás cerca de su mesa,

pero lo suficientemente lejos como para no parecer un acosador.

Empezarán un concurso de miradas: quién encuentra el otro

viéndolo más veces, quién sonríe con discreción más veces. Creo que

usará un sombrero. Un sombrero lindo, no muy grande, a la moda.

Aunque no morirá por la moda, se vestirá bien. Ya sabes, ropa

clásica que puedes usar en cualquier ocasión: unos pantalones de

buen corte, camisas, mocasines, vestidos sencillos, colores neutros.

Cuando te vayas, le mandarás un papelito, probablemente con un

mesero, y dirá: Merci beaucoup pour la soirée, Mademoiselle. J‟ai eu

un très bon temps. Richard Chassier.

Pasarán unos cuantos días, todos tus pensamientos se

concentrarán en ella, la Mademoiselle, y cómo sólo presenciaste un

milagro que nunca podrás sostener, ni tocar. Creerás que ella no es

para ti. Pero entonces te llegará una invitación para una fiesta y

como no hay mucho por hacer, asistirás. Es una galería, la

presentación de una artista nueva con un futuro promisorio.

Caminarás por ahí, beberás unos tragos y admitirás que los cuadros

tienen algo diferente. Después, alguien te llamará, quieren

presentarte a la pintora. ¿Por qué no? No prestarás mucha atención,

pero algo te resultará conocido y ahí está. Iluminando el lugar tan

pronto levanta el rostro, los diamantitos todavía en sus ojos. Tendrá

un nombre bonito, clásico: Madeline, creo. Suena bien. Esa noche

pasará y no hablarán ni la mitad de las cosas que quieren. No

podrás dormir, pero por primera vez te imaginarás un futuro con

alguien. Dormirán juntos… cuatro o cinco citas después, me parece.

Y será por iniciativa de ella.

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Finalmente, la vida continuará su curso. Decidirás quedarte en

Francia con ella, te convertirás en un maravilloso músico con un

gusto mucho más refinado. No más fantasía norteamericana de

rockstar, sino un compositor aclamado por la crítica, el Yann

Tiersen de tu generación. Siempre he creído que serías buen

compositor para cine. Ganarás un Óscar o dos. Te casarás en una

ceremonia pequeña, íntima. Sus pinturas enloquecerán a todos y un

día llegarán aquí, a MoMA y vendrás con ella para la inauguración.

Y quizá, sólo quizás, te veré de lejos en las calles, de la mano con

Madeline, la Audrey Hepburn moderna. Tal vez me veas o tal vez no,

pero no me recordarás. Tu vida empezó en el momento en que

entraste a ese café y ordenaste ese capuchino. Ella hizo lo que yo no

pude: te convirtió en un buen hombre.

¿Qué te parece? Me dices qué piensas. Y deja tu mensaje en la

contestadora, ya sabes que nunca escucho el teléfono, pero siempre

la reviso.

Un beso,

Mimí.

Daniela Saucedo

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Inventario II

I.

¿Sabes qué es lo más triste de todo?

II.

A veces tengo que ir al trabajo como a eso de las 6 o 7 de la tarde.

Tomo el camión y todo lo que veo me parece tristísimo. Debe ser

sobre todo porque es noviembre, debe ser el clima. Siempre digo que

estoy triste pero esta tristeza es nueva: es una tristeza ajena, me

siento triste por los demás, por todo. Porque veo a las personas

tomando el camión para ir a casa después de trabajar todo el día y

van cansados y hambrientos y tienen frío y enfrentan la

cotidianeidad a las siete de las tarde, y el tráfico y las luces de la

ciudad y la lluvia que cae melancólica. Y los perros flacos que

cruzan la calle. La verdad no sé si me explico, no lo creo, nunca he

sido buena en estas cosas, pero quiero decir que durante el trayecto

de mi casa al trabajo la posibilidad de estar bien me parece nula,

pienso en cosas buenas, porque las tengo, y me ponen muy triste o

no me parecen reales, como si no encajaran en esa realidad, como si

no pudieran encajar nunca, y me pone triste que sí existan pero que

estén tan fuera de contexto. ¡Y la gente! La gente que va a su casa,

que va en el camión o que va en su auto atorado en el tráfico de

Gonzalitos. Pienso en el tráfico de Gonzalitos, pesaroso, y entonces

lloro, me pongo a llorar ahí en mi asiento de la ruta 130). Toda esa

gente que hace su recorrido habitual con su resignación habitual y

su cansancio habitual, no sé cómo le hacen para ser gente, cómo le

hacemos para ser gente. Una masa gigantesca y naranja, triste y

pareja. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? Verlos dormir. Verme

dormir a mí misma. Cómo te explico. Cómo te digo lo lúgubre que

resulta todo esto. Esperar el camión y que se te pase, o peor, que se

detenga y que vaya lleno. Ir viendo todo. No sé si alguna vez hayas

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llorado por todo. Por todos los demás. Porque esas cosas que

pensabas que te hacían bien son nada más mentira y así, ahí, a las

siete de la tarde de un día de noviembre te das cuenta porque es el

momento más real y más transparente. es como darte cuenta de que

vas hacia algo pero no importa porque nada tiene remedio, porque el

futuro no existe o algo así parecido, todavía no lo he pensado bien.

III.

¿Sabes qué es lo más triste de todo? Te vas a reír. Eres tú.

Zeltzin Alvarado

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17

Bajo la lluvia

El cielo grisáceo me previno de una posible tormenta. El aire fresco

erizó mi piel y pronto tomé un taxi en la Central de Autobuses. Me

sentí un poco nerviosa, quizá angustiada, como si fuera nueva en la

ciudad pero no era así, yo regresaba a casa. Temí estar perdida,

temí que al regresar no fuera la misma. Y en definitiva, me sentí

diferente, todo me parecía diferente. Observé por la ventana y la

lluvia se dejó caer. Al llegar a mi destino, el taxi se detuvo en la

esquina. Mi equipaje sólo era una mochila. Me olvidé de la lluvia y

toqué varias veces; esperé unos momentos mientras alguien abría la

puerta.

Tu madre entró en un estado de estupefacción al recibirme, parecía

no tener idea de qué sucedía; me sentí como una desconocida que

pedía asilo temporalmente. El interior estaba cálido, luego me sentí

algo sofocada. Tu hermano estaba situado en la cama frente al

televisor. Sin embargo, lo noté muy cambiado. Tenía una apariencia

mucho más joven, un chico de ¿veinte años? Tu madre se fue y

volvió unos minutos después. Pensé que había ido a buscarte. Tu

mamá te pisaba los talones. Ahora, estabas frente a mí y no supe

que decir. No pude decir nada. Sólo te miré y tuve la sensación de

que no eras el mismo. Te quedaste ahí, a unos cuantos metros

intentando descifrar mis pensamientos. Conocía a la perfección la

expresión de tus ojos; no obstante, había algo en ellos. Comprendí

que no podías reconocerme, no sabías quién era yo y por extraño

que parezca, yo sí te conocía. No sé, pero, sabía cómo llegar a tu

casa. Era posible que tu mamá me dejara entrar porque pensaba

que yo era una de tus compañeras de la escuela, además del hecho

de que estaba lloviendo. Sabía cuál era la diferencia de años entre tu

hermano y tú. Sabía que disfrutabas de días como estos: lluviosos,

frescos y melancólicos. Tenías el rostro de un muchacho de dieciséis

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años, más o menos. No había pasado mucho tiempo desde que

abandoné la ciudad, sólo me ausenté por un año y unos cuantos

meses. Me pregunto si fue el tiempo suficiente para olvidarnos.

La lluvia había cesado, así que salimos y caminamos aparentemente

sin rumbo. Nos detuvimos en aquel parque que solía tener un

ambiente tranquilo y misterioso. Aquel parque hundido lleno de

árboles altos y espesos en follaje. Nos sentamos en el cercado

construido con piedras de río. Me sentí vieja a tu lado, no podía

explicarme qué estaba haciendo ahí contigo, por qué había ido y por

qué me habías seguido sin pronunciar palabra. Tal vez me

recordabas o tenías una idea muy vaga de quién era. “Siento como si

esto ya lo hubiera vivido antes…” fueron las primeras palabras que

te escuché. Incluso tu voz no era como yo la recordaba. “…como si

te conociera y a la vez no, pero algo me impulso a seguirte…”. “Es

probable… pero yo te recuerdo muy diferente de como te veo ahora.

Me siento muy diferente; me siento vieja.” “Pues no lo pareces,

tienes las facciones como las de una niña de catorce años… no te

ves grande.” “No puedo evitar la sensación de creer que esto ya lo

había vivido; es como si retrocediera en el tiempo y viniera por…” “Si

esa es tu impresión, yo pensaría que tú sólo eres un mal sueño.”

Por un instante, el silencio consumía nuestro tiempo. El olor a tierra

mojada inundaba mis sentidos, era como si pudiera degustar la

sensación de libertad. Libre como las hojas que bailaban al compás

del viento, libre como el revoloteo de mis cabellos. Tu voz me trajo de

vuelta a la realidad: “¿Me dirás tu nombre?” “Sabes mi nombre, no

hay necesidad de decírtelo.” “No sé quién eres.” “Bueno, así de

sencillo, ¿por qué me seguiste, si no sabes quién soy?” “Yo sólo…

sentí que debía seguirte. No sé cómo explicártelo. Te he visto en mis

sueños y creo estar en uno ahora mismo. Puedes ser quien yo quiero

que seas; puedo llamarte Elizabeth, Julia, Mariana, Alejandra o Ana

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y serías tú; no sé cómo pero sabrías que eres tú.” “No es un sueño.

Soy yo, soy de carne y hueso.” “Eres un sueño. No te conozco, nunca

te he visto, pero siento que… duermo contigo en las noches

calurosas de esta ciudad, caigo en las redes de tu cabello y de tu

piel, y al despertar, no estás conmigo. El calor y el sueño pueden

afectar seriamente a las personas.” “El insomnio también.” “No

quiero dormir, no quiero encontrarte y dejarme caer; pero si no

duermo, pasa lo mismo de cualquier manera… aquí estás. Estoy

dormido y despierto a la vez, ¿cómo es posible? ¿Si me disparo me

despertaré, verdad?” “Puedes intentarlo, incluso puedes asesinarme

con la pistola que ocultas… ¿y qué obtendrías haciéndolo si soy un

sueño? Nada, tal vez sólo matarías una parte de ti, aunque no

quieras reconocerlo.” “Despertar.” “¿Y qué hay si me encuentras allá

a fuera, en la realidad? Real o no real, nunca dejarás de verme…

¿cuál es la solución? Sólo hay una, pero no te atreves a tomarla.

Tienes miedo. Todas las personas le tienen miedo… no hay nada que

puedas hacer, no hay nada que pueda salvarte.” “¿Acaso eres la

Muerte?” “Estoy muy alejada de eso, pero si quieres verlo así…

anda, dispara. ¡Dispara!”

La lluvia torrencial caía sobre nosotros. Nosotros y la lluvia. La

lluvia y nuestro deseo. La lluvia y la necedad de ese beso anticipado.

La lluvia y el arrepentimiento. La lluvia y un sonido peculiar, ¿un

temblor? ¿un disparo? ¿el trinar de las aves? Los pájaros escondidos

entre los árboles huyeron. El parque comenzó a desplomarse de

forma vertiginosa. Fui arrastrada por la tierra. El cielo nublado

también estaba colapsándose. No había lugar a dónde ir. Ahora,

todo era oscuridad.

El dolor me arrebató de las profundidades del sueño. Desperté

empapada en sudor e inmóvil, con una extraña sensación en el

cuerpo. Una sensación que nunca había experimentado. No podía

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levantarme de la cama, tenía la visión borrosa, cansada. Estaba

batida entre el sudor y mis cabellos enmarañados, entre el sudor y

la sangre que emanaba de un pequeño orificio en mi costado

derecho, entre el sudor detestable y el dolor intenso ocasionado por

la bala. Lentamente sentí cómo me vaciaba, sentí cómo se me iba la

vida por esa herida diminuta. Si me preguntan cómo llegó ese

pedacito de hierro a mí, no tengo idea. Sólo puedo decir que al fin,

me sentía libre.

Isabel Palacios

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microficción

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Karla

Cuando estaba en primaria me juntaba con la niña más bonita del

salón, se llama Karla. Su papá tenía una combi destartalada. Nos

gustaba jugar a las escondidas entre los asientos y ver quién

aguantaba más tiempo colgada de los pasamanos. Igual siempre

ganaba porque era de su papá y si se le daba la gana me bajaba y ya

no me volvía a invitar.

A veces se robaba morralla de la bolsa de su mamá, la poníamos en

el cajoncito de madera. Lo mismo hacíamos de cantantes con

guitarra, señoras gordas, niños malcriados, ancianos con bastón,

raperos desconsiderados, pubertos gritones, que de cumbieros y

esposas, que sin duda eran nuestros roles favoritos. Karla era el

cumbiero y yo la esposa que le hacía compañía en el asiento de

atrás y le llevaba el taco.

Ayer me la topé en la ruta 14, todavía es bonita, pero le cuelgan

unas lonjas por los lados del pantalón, tiene pechos caídos, paño y

un bebé. Estoy segura de que era Karla; besó al chofer de la misma

forma en que me besaba cuando estaba muy entrada en el papel.

Tal vez lo recordó y por eso agachó la cabeza cuando le sonreí.

.

Su bastón salió disparado. Muerto en medio de la calle. Todos lo

envidian, ahí, tan sereno. Pero él está preocupado.

¿Y si se pone al revés la túnica? ¿Los ciegos siguen siendo ciegos

cuando mueren? ¿Qué clase de dios piadoso le pide a un ciego que

vaya por el camino recto, si no puede siquiera ver el camino? ¿En el

cielo hay perros lazarillos? Ya viene la luz. Sólo espera que los

señalamientos estén escritos en Braille.

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.

Todas las mañanas inspecciono el patio con la esperanza de

topármelo. A veces tengo suerte y coincidimos en los escalones que

están cerca del baño. He notado que le gusta estar conmigo, mira

mis piernas. Seguro espera que duerma con él. Uno de estos días

voy a terminar cediendo a sus insinuaciones silenciosas. Cuando

está cerca, me porto como una tonta, es como si otra vez tuviera

ocho años. He pensado en pedirle que venga a casa cuando mis

papás no estén, pero no sé si es correcto. Sólo ha pasado un mes

desde la primera vez que lo vi, tal vez debería esperar. Por lo pronto,

me conformaré con las citas furtivas y los rascados de panza. Ojalá

mi casa fuera más grande y hubiera espacio para él.

Mar revuelto

Se estaba hundiendo en cuentas y deudas, navegaba en ellas. Sólo

buscaba tierra para prender el microondas y descongelar pescado:

5, 4, 3, 2, 1... pip, pip, pip, pip. Volvía a sumergirse. En el amor era

corsario, pero terminaba como pirata (parchando y sólo con un

palo). Nunca quiso hijos, anclas, como los llamaba él. Su educación

se ahogó en la facultad, cuando lo descubrieron atracando los

tesoros de la escuela. Tenía un barco de interés social que tuvo que

hipotecar el día que unas olas de traje y corbata golpearon la

cubierta. Harto del mar revuelto, decidió vendarse los ojos y

caminar por la plancha. Su cuerpo ha naufragado en un cementerio

donde nadie iza velas.

Primavera Colunga

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24

entrevista

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25

Entrevista a Naief Yehya*

Enfermos mentales, actrices porno, delincuentes, asesinos y demás

personajes que padecen o provocan destinos paradójicos, habitan las

páginas del libro Rebanadas, de Naief Yehya, un conjunto de historias que

muestran la desavenencia humana en el límite de su condición.

Naief Yehya (1963) nació en la Ciudad de México. Es ingeniero de

profesión, pero desde hace muchos años es analista cultural y escritor,

especializado en la condición tecnológica de las sociedades

contemporáneas. Sus textos han aparecido en medios como La Jornada,

Reforma, Milenio y Letras Libres. Ha publicado tres novelas, dos libros de

cuento y varios volúmenes de ensayos, entre los que destacan Tecnocultura

(2008) y Pornografía, Obsesión sexual y tecnológica, ambos bajo el sello

Tusquets.

Rebanadas fue publicado por el Conaculta, dentro de su colección El

guardagujas.

A continuación una charla telefónica con el autor a propósito del libro.

Estas rebanadas tomaron poco más de diez años en convertirse en libro,

¿es posible encontrar una evolución de Naief Yehya a lo largo de los

cuentos que componen la obra?

Creo yo que la hay. El autor de los primeros relatos es un poco más irónico,

desparpajado, menos crédulo que el autor de los últimos. Todos tienen el

mismo contexto, una era de guerra después del 9/11. El último cuento que

escribí fue Zulu, que aparece al final y salvo ése y los dos primeros, los

demás no están en orden cronológico. Tal vez hubiera sido bueno ponerle

Page 26: El árbol - mayo 2014

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fecha a los relatos, pero no quise predisponer al lector. Son rebanadas a fin

de cuentas, se mezclan y se confunden unas con otras.

¿Dirías que tu libro es realismo del siglo XXI?

Es realismo mediatizado del siglo XXI. Difícilmente es realismo puro. La

experiencia del autor que camina el mundo y convierte sus experiencias en

literatura es una fantasía. Creo en un autor que hace eso y además

mediatiza su experiencia a través de la tecnología. Tiene que ver más con tu

función de consumidor que de testigo. Para hacerlo aún más drástico trato

de no hablar de la experiencia de Internet, trato de hablar de un mundo

post-Internet. En donde la gente aún se ve cara a cara.

Actualmente resides en el extranjero, ¿cómo ha afectado esto tu visión de

la violencia? No debe ser lo mismo lo que se vive en Medio Oriente que

la narcoviolencia nacional.

Me ha dado un gran privilegio ver las cosas diferentes y una gran pérdida

por no estar aquí. Tengo una deuda profunda por no haber vivido los años

más bestiales de la violencia del narcotráfico; los viví en el extranjero, un

poco como protegido; pero viví la violencia neoyorquina de principios de

los 90, la transformación de mi barrio en Brooklyn. Me perdí fenómenos

como la explosión brutal del narco. Sí, la viví, pero a través de los medios.

Yo asumo que ya todos vivimos esto de manera globalizada. La guerra de

Irak y del narco se nos confunden en un amasijo de víctimas y victimarios.

¿Tu literatura es pornográfica? Es violenta, directa, sin arreglos, casi como

un filme gonzo.

No es pornográfica. Yo respeto el texto pornográfico, pero sus objetivos son

diferentes. Tiene la meta de convertir la palabra en algo que te conduzca a

un estado mental de excitación y eso no es lo mío. Ahora, cuando escribo

ensayo, exploro la pornografía en todos sus ámbitos: lo social, lo semiótico,

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etc. Lo mismo pasa con la violencia. Está en mis cuentos como un efecto

retardado, me interesa describirla y hablarla, pero no glamourizarla.

¿Crees en la literatura comprometida?

Me cuesta trabajo. Sin embargo he leído grandes textos de literatura

comprometida. Sí creo que lo que yo hago tiene una intención social; me

interesa que el lector no sólo salga entretenido, sino que vea los aspectos de

la cultura que me parecen extremos o aberrantes. Me encantaría darle una

visión diferente al lector sobre la guerra o la violencia. Ése sería mi

compromiso.

¿Crees que la literatura debe servirle de espejo a la sociedad?

Definitivamente. La literatura nos debe nutrir. Si no, no sé para qué sirve.

Convertir la cotidianeidad en algo más importante. Algo que sobreviva al

momento. La literatura debe hacer de lo cotidiano algo que permanezca,

que pueda hablar a través de las generaciones, que pueda motivar, que

pueda enriquecer; de lo contrario sólo es una crónica, una narrativa que

puede ser interesante en ese momento, pero que se desgasta.

Zulu es un texto que termina en una nota diferente comparado con el

resto de los cuentos, ¿qué te da esperanza? ¿Qué es tu “Zulu”?

Es el cuento más difícil de todos. Es un cuento que me pone en evidencia.

Sin querer yo también me he convertido en un personaje cargado de

cinismo, de transgresión. Hay mucho de desesperanza, es contemplar las

ruinas y haber sido capaz de escapar de las ruinas. Es como mi historia

personal esta ciudad sin nombre, es mi habitación, mis cobardías y mis

actos de valor. Es muy difícil hablar de ella, pero a la vez está muy a flor de

piel. La idea del perro es muy profunda. No podría ni siquiera sintetizarla.

Tiene elementos esperanzadores, pero a costa de algo. A costa de un

ejercicio de cobardía. Hay un desvinculo, dices “no es mi bronca”. Este tipo

Page 28: El árbol - mayo 2014

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de renuncias las hacemos todos los días. Es muy importante saber cuál es

mi papel delante de una guerra. Yo fui muy duro al juzgar a los periodistas

que me antecedieron. ¿Cuál fue tu papel durante el 68? ¿Qué hiciste ante la

guerra del golfo? Son cuestionamientos que te haces como joven y que

ahora como viejo trato de responderme.

Manv Gómez

*Originalmente publicada en el periódico La Rocka

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ensayo

Page 30: El árbol - mayo 2014

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Mi descubrimiento de la invención de América Latina*

II. Conociendo el otro lado

En realidad, un continente de tal tamaño y tal diversidad no se

puede descubrir ni en un día, ni en un año… entonces ¿Cristóbal

Colón logró lo imposible en 1492? Esta interpretación de la Historia

es errónea o unilateral. Desde las observaciones perspicaces del

mexicano Edmundo O‟Gorman en los años 50 aprendimos que

Latinoamérica imposiblemente pudo haber sido descubierta, dado

que ya había existido antes de que Colón llegara al Caribe. El

historiador O‟Gorman argumenta que el explorador no estaba

consciente de qué tierra se trataba (este mérito no fue suyo).

Buscaba el camino más breve para la India, navegando por el

occidente, y creía seriamente que Cuba ya formaba parte de Asia.

Por eso, durante siglos el nuevo continente se llamaba las “Nuevas

Indias”. En los mismos años, otro navegador audaz llamado

Vespucio Américo emprendió el viaje por el litoral de Brasil hacia el

sur, queriendo encontrar la entrada al Océano Pacífico. Su intento

fracasó, pero al menos se dio cuenta de que el “nuevo mundo” tenía

que ser un continente hasta entonces desconocido que nada tenía

que ver con Asia. En homenaje a él lo bautizaron “América”, en

forma femenina para hacer juego con Europa, África y Asía.

En “El presagio de América” (primer capítulo de Última Tule) Alfonso

Reyes narra también los acontecimientos históricos del

descubrimiento y se empeña en cambiar la perspectiva excéntrica de

los europeos, sin embargo reconoce que hay que insertarla en la

verdad global. Afirma con agudeza que América no se llamó

Colombia “gracias a la mejor pluma” del florentino Américo

Vespucio. Señala la subjetividad de la interpretación de la Historia

Page 31: El árbol - mayo 2014

31

(p. e. “Si la derrota de las naves era una, el viaje que cada uno hacía

con la mente era distinto” [Reyes, 35]) y deja claro que Cristóbal

Colón murió engañado. El regiomontano se atreve a comentar “que

el descubrimiento de América fue el resultado de algunos errores

científicos y algunos aciertos poéticos” (Reyes, 44). Nadie ha

expresado con tanta elegancia la visión de América Latina como una

utopía, una superficie de proyección de los sueños europeos:

América, puede decirse sin violencia, fue querida y descubierta (casi

“inventada”) como campo de operaciones para el desborde de los altos ímpetus

quiméricos. […]

Hoy por hoy, el Continente se deja abarcar en una esperanza, y se ofrece a

Europa como una reserva de humanidad. […]

La declinación de nuestra América es segura como la de un astro. Empezó

siendo un ideal y sigue siendo un ideal. América es una Utopía. (Reyes, 60)

Edmundo O‟Gorman en La invención de América es más estricto que

Reyes, y se niega rotundamente a decir que América fue

descubierta. Más bien se trataba de un lento proceso de invención

conceptualizado por los españoles en un contexto histórico mundial

de modernización. Durante muchos siglos ni siquiera los chinos

sabían que vivían en Asia hasta que un día llegó un europeo con un

mapa mundial y se lo explicó. ¡Qué casualidad que los españoles

cayeron primero en el continente que hoy se llama América y no

“Humboldtia”! ¿Cómo sería Latinoamérica hoy en día si hubieran

llegado antes los holandeses o los alemanes? ¡Difícilmente cabe en la

fantasía! (¿Sería un Gringolandia dos pero con una lengua más

complicada que suena como “Achtung! Still gestanden!” o “estrujen-

empujen-bajen”?) Incambiablemente, llegaron los españoles y con

ellos su lengua, su gramática, su cultura y el catolicismo. Con ellos

empezó el complejo proceso de mestizaje cultural o de

transculturación. Para mí es el gran punto en favor de los

españoles: aunque hayan tratado mal a los indígenas, dejando así

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una “herida colonial”, al menos se sentían atraídos por las hermosas

mujeres indias y así se dio el mestizaje. En México casi todos llevan

sangre indígena como lo dice el niño protagonista en la novela Las

batallas en el desierto de José Emilio Pacheco:

Gracias a la pelea mi padre me enseñó a no despreciar. Me preguntó con quién

me había enfrentado. Llamé indio a Rosales. Mi padre dijo que en México todos

éramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo

tiempo los pobres nadie usaría esa palabra a modo de insulto. Me referí a

Rosales como “pelado”. Mi padre señaló que nadie tiene la culpa de estar en la

miseria, y antes de juzgar mal a alguien debía pensar si tuvo las mismas

oportunidades que yo (Pacheco, 24).

Hoy en día, cuando usamos la palabra “latinos”, ya no pensamos en

los romanos, sino en una nueva raza que surgió tras unos

acontecimientos históricos como la emancipación de los criollos, la

independencia de España y un mestizaje de sangre y de culturas.

Este nombre dio identidad a un grupo frente al mundo y frente a los

norteamericanos que discriminan a los latinos blancos por no ser lo

suficiente “blancos”. Hoy la Latinidad, que provino del concepto

francés de “Latinité”, contrasta sobre todo con el norte anglófono.

Antonio Cornejo Polar en su ensayo sobre la heterogeneidad socio-

cultural en las literaturas andinas Escribir en el aire intenta dar

también otro giro hermenéutico a la historia, tomando como ejemplo

la crónica de Cajamarca. Con la llegada de los españoles a Perú en

1532 se confrontaron dos mundos; los conquistadores hicieron

entonces el ritual absurdo del requerimiento para legitimar su

invasión. Había muchos analfabetos entre los españoles pero exigían

que los indios supieran leer la biblia (¡en latín!) y reconocer su

carácter sagrado. Fue un choque violento entre escritura y oralidad,

en el cual la biblia representa el símbolo de la incomunicación. ¿La

Page 33: El árbol - mayo 2014

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existencia de cuál dios era más convincente? ¿El que estaba

encerrado en un libro o el sol que nunca desaparece?

Imaginémonos, además, la intraducibilidad de tal confrontación.

Existen varios escritos sobre el momento en el cual Atahuallpa

arrojó la biblia. Las múltiples variantes muestran que poseen

mucha invención e ideologismo. ¿Quiénes fueron realmente los

testigos e intérpretes aptos para comprender la situación? La

escritura entra en los Andes como significado del poder, como la

famosa “carta canta”, la carta que sabe y ve todo. La catástrofe de

Cajamarca marcó para siempre la memoria del pueblo indio y quedó

emblematizada en la muerte de Atahuallpa. La herida colonial

permea en la (sub-) conciencia y se tradujo no a la escritura, sino en

forma de memoria oral al baile indígena. Hay una necesidad de

cambiar la Historia e invertir la perspectiva: los conquistadores son

los que no hablan, y sólo los que no leen, hablan y omiten la muerte

del príncipe.

En su libro The Idea of Latin America (2005) el argentino Walter

Mignolo trata de curar “la herida colonial” y opta por un “discurso

decolonial”. Señala que la interpretación de la historia fue

eurocéntrica y que se debe cambiar el lugar de enunciación para

poder replantear el conocimiento geo-político. El acto de la

penetración de los españoles en América fue una grave incisión,

invirtió el mundo que había existido hasta entonces; lo puso patas

arriba y en su lengua fue un “pachakuti”. La desaparición de

Anáhuac y Tawantinsuyu no quedó registrada por ningún

historiador español, ni temas como la humillación racista o la

esclavitud. Lo que era la fundación para unos era la destrucción

(“pachakuti”) para los otros. Hay que oponer una autoestima crítica

de decolonización (“critical self-consciousness of decolonization”)

Page 34: El árbol - mayo 2014

34

frente a lo que se suele disfrazar bajo una retórica de Modernidad

(“modernization, salvation, progress”).

Dorte Jansen

*Parte 2 de 3, continuará en el próximo mes

Page 35: El árbol - mayo 2014

35

La función de la crítica en la formación de lectores

En la tradición más añeja de la teoría literaria, existe una tendencia

que apuntala el establecimiento de modelos para definir lo que

puede ser considerado como literario, o no. Esta práctica, como

hemos visto, es totalmente normativa, ya que intenta imponer un

canon que se apega a los gustos de ciertos grupos cupulares y sus

discursos de autolegitimación, en todos los sentidos. Sin duda, este

tipo de crítica se ha promovido en la mayoría de los ambientes

literarios con resultados paradójicos y problemáticos. Por un lado,

en los medios académicos, se alienta a los profesionales de las letras

a que otorguen valores y validaciones a las producciones literarias

que cuentan con ciertos rasgos canonizados; sin embargo, esta

imposición, por integradora y amplia que se pretenda, no puede

abarcar, a ciencia cierta, la naturaleza del arte.

En su afán normativo, este tipo de crítica pretende asimismo señalar

las rutas de construcción de los textos a partir de un modelo

asociado con „altos valores‟, en vías de incentivar a los creadores

para que su obra sea cada vez de „mayor calidad‟.

Desafortunadamente, más que entenderse, en ese sentido, como

una herramienta para „mejorar‟ la propuesta literaria individual,

algunos autores desacreditan la función y el valor de la crítica,

convirtiendo parte del proceso de la comunión estética (pues el

crítico antes que nada es un lector) en una hoguera de vanidades.

La intención de este pequeño apunte no es discutir sobre la validez

de tales procesos de canonización (producción, circulación y

recepción de ciertos discursos), pues evidentemente está dirigida a

un grupo selecto de lectores, sino plantear una propuesta sobre la

función de la crítica literaria, entendida como un discurso articulado

Page 36: El árbol - mayo 2014

36

en un entramado sociocultural complejísimo, donde, antes que

nada, tendría que aportar rutas para la generación de lectores.

A diferencia de la normativa, la crítica descriptiva pretende

encontrar rutas de navegación por el texto, y señalar al lector

algunos elementos que podrían aportarle una lectura literaria más

gozosa y placentera. En este sentido, se trata de construir puentes,

como andamios, para acompañar al lector por un tránsito que

puede ser oscuro o bromoso. El crítico literario, como acompañante

o formador de lectores, debería de generar vínculos entre el texto

literario y la vida del lector, a través de componentes que funjan

como detonadores para la interpretación y la experiencia estética.

Desde el presupuesto anterior, tampoco se trata de colonizar el

juicio de los lectores, sino de abrir rutas (reconocimiento de

intertextos, efectos de los recursos narrativos, relación con

contextos particulares de producción) para que se conviertan en

agentes autónomos, capaces de ir haciendo más efectiva y

placentera su experiencia literaria.

Es necesario apuntar que no estoy afirmando que este tipo de crítica

(descriptiva –sin llegar a la exégesis unilateral) tenga que ser la

única forma de acercarnos al texto, sino que el crítico, como

creador, tiene que ser muy consciente del público al que está

dirigiendo sus escritos, así como de sus intenciones para hacerlo.

De esta manera, su función podría ser más constructiva, en todos

los sentidos, y menos dogmática.

Por otra parte, no veo ningún valor efectivo en la desacreditación

gratuita de ningún tipo de texto, es decir, creo que la crítica puede

ser muy clara y precisa, pero no creo en las prácticas humillantes de

algunos „eruditos‟ que creen tener la única verdad del universo y, en

Page 37: El árbol - mayo 2014

37

nombre de Aristarco, denostan no sólo los textos, sino a los autores.

Tampoco creo en el afán correctivo que experimentan algunos

críticos al pretender dictar cátedra sobre la construcción literaria,

pues el crítico no es un tallerista cuyo comentario apunte hacia el

mejoramiento de un texto, sino quien determina, desde la tradición

normativa, el valor literario de la obra (que, en mi universo

particular, puede ser cuestionable).

Estas tendencias, evidentemente, no se orientan hacia la formación

de lectores. Nos encantan los dogmas, la clasificación; el ser

humano se regodea en su capacidad de hacer juicios y establecer

valores, sobre todo, cuando se nos ha formado en la soberbia y en la

competencia; pero también existen otras prácticas para comprender

y explicar el mundo; desde la sorpresa y la curiosidad que nos lleva

a mirar con atención, a atisbar en los secretos de la naturaleza, del

arte y de la ciencia. Cuando pensamos que el otro es parte de uno

mismo, lo que se persigue es la posibilidad de que los bienes

(materiales o espirituales) también sean disfrutados por el otro que

es yo mismo, y es ésa la función que creo que debería desempeñar la

crítica en la formación no sólo de lectores sino de una comunidad

más abierta y receptiva.

Dalina Flores

Page 38: El árbol - mayo 2014

38

semblanzas

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Dorte Jansen es maestra en Literatura Mexicana de la Universidad

Veracruzana. Estudió su licenciatura “Enseñanza de lenguas

extranjeras: español y francés” (2004-2010) en la Philipps-

Universität Marburg, Alemania. En 2006 fue un año de intercambio

estudiantil a Sevilla, España, donde estuvo inscrita en Filología

Hispánica. En 2008 estudió un año Artes del espectáculo en

Montpellier, Francia. Actualmente vive en la Ciudad de México,

donde aspira entrar en el doctorado de Letras de la UNAM con un

proyecto sobre la dramaturgia mexicana contemporánea. Escribe y

dirige mini obras de teatro (“Seguros T.T.A.S”).

Dalina Flores Hilerio es promotora cultural, investigadora y

catedrática universitaria. Es doctora en Filosofía con acentuación en

Estudios de la cultura; tiene la maestría en Lengua y Literatura por

la Universidad Autónoma de Nuevo León. Sus líneas de

investigación son la didáctica de la literatura y la narrativa. Fue

becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en 2001. Es autora

de un libro de cuentos: Historias para leer en lunes (2010),

publicado por la FFyL de la UANL. Obtuvo el premio nacional de

fomento a la lectura “México lee 2010”, en la categoría de Otros

espacios educativos con el trabajo "Biblionautas, un viaje lúdico por

el universo de los libros".

Zeltzin Alvarado del Toro. Professional underachiever, niña

monstruo, traductora y teacher. Fan de Lost. Estudió Ciencias del

Lenguaje con Acentuación en Traducción e Interpretación en la

Facultad de Filosofía y Letras de la UANL y antes de eso, la prepa.

Nació en Monterrey pero por ahora reside en el Distrito Federal y

piensa quedarse hasta que la corran de su actual trabajo. Le gusta

Shakespeare, abusa de los diminutivos y es tímida.

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40

Primavera López Colunga. Bailarina saltillense egresada de la

Compañía y Escuela Profesional de Danza del Estado de Coahuila.

Actualmente radica en Xalapa, Veracruz, donde se entrena y baila

como invitada de la Facultad de Danza de la Universidad

Veracruzana. Joven y parca, Primavera junta palabras en momentos

de ocio y días de lluvia.

Daniela Saucedo. Joven y femenina versión de Ted Mosby que

recita de memoria los monólogos de Helga G. Pataki. Estudia Letras

porque su más grande deseo es hacer reír a las personas a través de

sus escritos. Gustosa del fashion, cinéfila obsesiva, amante de la

música con sonido orgánico y letra profunda. Si Pam Beesly viera la

Fórmula 1, sería su representación más fiel en la cultura pop.

Andrés Cisneros de la Cruz. Ciudad de México, 1979. Poeta y

editor. Tiene seis libros publicados: Vitrina de últimas cenas (2007),

No hay letras para escribir tu epitafio (Mezcalero Brothers, 2008),

Como la nieve que dejan los muertos (2009 y segunda edición,

2010), Ópera de la tempestad (Metáfora/VO, 2011), La perra láctea

(Inferno Ediciones, 2012) y Fue catástrofe (Rojo Siena, 2013).

Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y Comunicación Social en la

UAM. Es colaborador del programa Luces de la ciudad y Radio

Etiopía. Actualmente es editor de Verso Destierro.

Uriel Hernández Gonzaga. 2 de febrero de 1992. Aguas Blancas,

Municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, México. Estudiante del

sexto semestre de la licenciatura en psicología de la Universidad

Autónoma de Guerrero. Forma parte del proyecto Red de Letras,

conjunto de talleres para la formación de jóvenes escritores,

Acapulco Gro, México. Ha participado en la Primera Feria

Internacional del Libro Acapulco y forma parte de los poetas

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41

incluidos en la antología homenaje a Antonio Machado de la

editorial Artgerust en Madrid, España.

Isabel Palacios. Nací en la ciudad de Monterrey, N.L., el 13 de

diciembre de 1991. Curso el décimo semestre de la licenciatura en

Letras mexicanas, en la FFyL, de la UANL. Me interesa la literatura,

el análisis del discurso, la edición y la corrección de estilo, así como

la creación literaria. Sin embargo, otras de mis pasiones son las

artes plásticas; he tomado cursos de pintura, como el taller de

Trompe L'Oeil: engaño al ojo, impartido por CONARTE en el 2013.

Actualmente soy becaria del Centro de Estudios Humanísticos con

una investigación enfocada en estudios discursivos.

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CONVOCATORIA

El árbol, revista literaria, convoca a todos los escritores a colaborar

con un texto de creación (narrativa, poesía, teatro o microficción),

crítica, reseña o entrevista para el tercer número de la revista, a

publicarse en línea el 15 de junio del presente año. El tema de esta

edición es “LA CIUDAD”.

BASES

Los textos deben ser en Arial 12 a espacio y medio.

Las reseñas, críticas y entrevistas deben tener entre 800 y

1000 palabras. Los textos de creación no deben exceder las

5 cuartillas.

Hay libertad total para el tema o estilo de los textos.

La convocatoria cierra el 1 de mayo.

NOTA: Todo el material será revisado por el consejo editorial. El

envío de textos no garantiza la publicación de los mismos. El autor

conservará en todo momento los derechos de su obra.

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Contacto

facebook.com/elarbolrevistaliteraria

twitter.com/elarbolrevista

[email protected]

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